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    CoCa-Cola light

    Con dificultad trat de entrar a la habitacin. Aquel viento pa-reca que detena su entrada al comienzo de un destino que ella jams hubiera imaginado que rozara. del otro lado, la fuerza del brazo izquierdo de Xavier logr que pareciera ligero el jaln de puerta, al mismo tiempo que los dedos de su mano derecha tomaron el borde de los jeans para acercarla hacia l.

    La abraz con fuerza, con deseo, con ansia y sobre todo con admiracin. su respiracin tom una pausa; nunca antes haba sentido un abrazo con tanto deseo.

    el premio de la victoria y Victoria estaban en sus brazos. ella se sinti tocada por la brisa del mar, por la humedad del clima, pero sobre todo por la caricia del beso.

    ests aqu. Por fin sers ma. estamos alejados de las mi-radas del mundo. si te encontraran andaras en boca de todas aquellas mujeres frgidas, secas, arrugadas, malhumoradas, mo-ralistas y soberbias.

    Xavier intimidaba a cualquiera, no por su fama ni por su ta-mao, sino por la seguridad con la que hablaba, por la confianza con la que se acercaba al odo. en voz baja y tono grave la comen-zaba a enredar, le presentaba el encanto del miedo. s, el miedo tiene cierto encanto para seducir a la rutina. el miedo se presenta encantador, amable, educado cuando se trata de probar nuevas

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    experiencias. ser convertida en su presa o ser vista por aquella sociedad en la que ella se desenvolva.

    Al mismo tiempo rode la pequea cintura, abarcando con sus manos gran parte de su cadera y espalda. Baj suavemente la mano hasta el coxis y subi rozando con los dedos el cami-no creado por la columna y el cuello. Cuando lleg a la nuca la tom con fuerza para prepararla para el beso. ella cerr los ojos, moj sus labios, exhal vida, y justo antes de besarlo, l se inclin hacia atrs y con la punta de la lengua dibuj el contorno de los labios mojados de Victoria, se detuvo a jugar con la comi-sura de la boca y se retir cada vez que ella lo buscaba para terminar el beso.

    Victoria volvi con ese mareo de amor y deseo con los ojos en blanco y la cabeza inclinada. regres al mundo con recato, disimul su excitacin. recorri con la mirada la suite donde se encontraban. Llevaba todava la bolsa en el hombro, pero la emocin de encontrarse con Xavier pes ms que aquella bolsa llena de libros y una computadora, preparada para trabajar todo un fin de semana.

    tu bolsa est ms pesada que mi maleta. Qu traes aqu?traigo dos libros. uno que estoy a un captulo de terminar

    de leer y otro que me compr en el aeropuerto. La computadora, mi bolsa de maquillaje se qued pensando por un momen-to y mi cartera.

    no vienes con tu marido, Victoria. no vas a tener tiempo de leer, mucho menos de abrir el nuevo. Y la computadora la trajiste de vacaciones?

    La tom de la mano, la llev a la terraza para mostrarle la vista de ese azul majestuoso. Aquel sol brillante pareca evitar ser testigo de esos besos y con rapidez se esconda en el horizonte.

    Qu valiente eres, Victoria. tomar un avin a escondidas y cambiar tu destino. nadie sabe que ests aqu. eso lo considero un acto de valenta.

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    Victoria era duea de sus propias palabras, pero en esos mo-mentos el silencio lo ocup para recuperar el aliento de aquel beso que la haba hecho sentirse completamente viva. Comenz a sentirse primitiva, hembra, no quera apariencias. Las quera dejar del otro lado de la puerta de madera. no quera ser la dama en la mesa ni la puta en la cama. Quera simplemente descubrirse sin ningn tipo de expectativa.

    Aos atrs sonrea como disfraz. era el ama de casa; no per-fecta pero con un manejo pertinente de su rol. no senta culpa ni miedo por haber mentido. tampoco haba asombro al estar en esa suite de lujo. se dejaba llevar simplemente por el olor em-briagador de Xavier. ola a hombre, a proteccin, a cuidado, a seguridad.

    no era socialmente rebelde, pero tampoco era sumisa. Victo-ria era curiosa, altanera y consentida. su belleza era particular, no saba si lo que enamoraba era el encanto de sus ojos o la mirada hambrienta con la que observaba las circunstancias de la vida. Victoria gozaba del momento. se era uno de sus secretos: gozar de aquellos momentos que la vida ofrece. no encontraba di-versin en el alcohol.

    Quieres un tequila?no, gracias. Prefiero una Coca-Cola Light.es psima, cmo tomas eso? sabes que causa celulitis?no, bueno. s s, o pens que saba, pero me gusta el sabor.sin parpadear ni vacilar, Xavier dijo con voz de mando:de hoy en adelante no vas a volver a tomar Coca-Cola! es

    un asco. si la dejas hirviendo por media hora se hace una masa de caramelo que parece plastilina. t eres demasiado hermosa para tomar ese tipo de cosas. tienes celulitis?

    La pregunta fue tan inapropiada, tan inesperada, tan grose-ra, tan fuera de lugar. A Victoria le regres el aliento que haba perdido con el beso. Abri los ojos y su boca. se llev la mano al pecho.

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    Imbcil!, no lo dijo, lo pens. Por un segundo le quiso soltar: Quin tiene ms celulitis, tu mam o tu esposa que te tiene tan traumado?

    Pero disimul su enojo y dijo con educacin:Antes no tena nada, pero despus del nacimiento de emi-

    liano me sali un poco. Bueno, despus de tres hijos es normal que te salga un poco de celulitis. no lo crees?

    respir profundamente sin dejar de ver ese azul turquesa.se enderez y se sec el sudor de las manos con los jeans.

    Pens: Con quin se habr acostado este idiota que no tenga celulitis? tendra que ser una chavita. todas tienen aunque sea un poco. seguro que es la esposa la que est llena de celulitis y por eso le aterra la idea de que yo tenga.

    Victoria contempl el horizonte recuperando su ritmo car-diaco por aquella pregunta tan grosera y fuera de lugar.

    Mientras, l mostraba su seguridad; era encantador metido en la msica, y cuando tom del mini bar la botella de tequila. Levant los brazos para sacarse su playera azul. tena los ms-culos de la espalda y los brazos marcados. Al ver ese torso tan perfecto y musculoso, era imposible no sorprenderse ante tanta belleza, pero Victoria, orgullosa, baj la mirada. tena que ex-presar todo ese mundo de emociones y dijo:

    Qu hermoso esCuando Xavier volte con aire de grandiosidad, Victoria se

    levant y volte hacia el mar. termin su frase al decir:Qu hermoso es el atardecer!Xavier, sonriente plane agradecerle, pero no le qued ms

    que hacer un sonido extrao. Victoria no poda controlar su mirada. sus ojos se posaban

    en ese abdomen musculoso, ese torso marcado, esos brazos que podan abarcar el mundo. slo al desviar la mirada y contemplar el mar pudo recuperar el aliento y pens: Con celulitis o no, juro que estas nalgas sern tu perdicin.

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    Victoria inclin la cabeza y, con la mano izquierda, acarici su hombro lleno de pecas: sinti la suavidad de su piel. Cuatro dedos haban rozado el marcado hombro de Xavier y ella senta que con slo tocarlo podra viajar al cielo.

    Llamaron a la puerta. Victoria aprovech ese momento para entrar a la regadera. se quit los jeans y se ba lo ms rpido posible. trat de no hacer ruido para que l no se diera cuenta de que estaba debajo del chorro del agua. era importante ha-cerle creer que tena el olor de un bosque fresco por la maana. Quera deslumbrarlo como l lo haba hecho con aquel torso des-nudo. Meterse a baar le provocaba ms adrenalina que el viaje encubierto.

    en casa dijo que dara una conferencia en Veracruz. dud sobre el porqu de Veracruz; tal vez porque era un puerto que no invitaba al pecado.

    se lav el cuello, las axilas y entre las piernas. Mientras se secaba mir en el espejo sus nalgas y descubri que la luz de los baos de los hoteles era lo peor que podra haber para la celulitis. no importaba qu tan elegante o caro fuera el hotel, la luz de los baos permita ver todo tipo de imperfecciones. Apag la luz y se par de puntillas, y ah fue donde descubri que al estar en esa posicin sus nalgas tomaban una forma en-cantadora.

    La estresaba preocuparse por cosas tan cotidianas e insigni-ficantes, pero en ese momento cobraban un sentido primordial. Xavier se quit la camisa como un pavo real que alzara sus largas plumas, y hubo un temblor como el susurro de hojas sobre el viento. Victoria, frente su marido, caminaba desnuda con total libertad y con toda la seguridad, cual flamenco cruzando de un lado a otro.

    en ese momento el tema la pona nerviosa. no senta culpa ni miedo de ser descubierta. Le tema a la mirada crtica, ms despus de haber visto aquel hermoso espectculo que Xavier

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    exhiba. tema que al verla desnuda l encontrara celulitis. se vera ridcula al salir con un vestido de playa caminando en pun-tas, as que opt por los tacones y descubri por qu todas las strippers los usan.

    sinti que haba descubierto el hilo negro, pero no se sinti incmoda con ellos y pens que, para lo cabrn que era Xavier, con seguridad estara acostumbrado a las mujeres en bikini y con tacones. Le tena que demostrar quin era o quera ser, por llamarlo de una manera atrevida, pero tambin le excitaba la idea de jugar a ser su puta, pero con estilo diferente, o, al menos, una puta, digamos, respetable.

    estaba tomando la decisin de quitarse los tacones, cuando Xavier llam a la puerta.

    Victoria, ests bien?s, s, ahora salgo respondi con voz agitada.te ests haciendo cono? pregunt Xavier en tono de

    burla.Perdn? replic con asombro. nunca nadie, ni por error, le haba hecho esa pregunta. Mu-

    cho menos un galn con el que supuestamente la atmsfera deba ser romntica.

    Victoria no comparta el bao ni con su esposo. el pudor era algo que cargaba desde su nacimiento. sus paps nunca compartieron bao. Podra presumir que su pudor era gene-racional.

    s. Lo que quiero decir es: est la princesa cagando? Bue-no, para que no te ofendas: ests haciendo pop? Xavier se atac de risa.

    no! Claro que no! Victoria no quera que su amante le viera un gramo de celu-

    litis, mucho menos quera que la imaginara as. Abri la puerta de inmediato y lo jal de las manos para que entrara al bao y l mismo constatara que no haba hecho pop.

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    Apoco te da pena decir que vas al bao? Ah, claro, las princesas como t no cagan! y solt una carcajada con mayor fuerza.

    Por supuesto que me da pena respondi Victoria mien-tras el rubor suba a su rostro.

    entre risas Xavier logr decir:eso se te va a quitar muy pronto. esos traumas de seora

    Limantur no son nada sanos, mi amor. de ahora en adelante, cada vez que quieras ir al bao yo te voy a acompaar.

    Victoria solt una carcajada ms fuerte que la de Xavier. no haba posibilidad de ir al bao ni frente a sus amigas, mucho menos ante un hombre. Lo que l propona era imposible.

    Legorreta, eh! no Limantur. Que el apellido de mi pap no lo menciono desde que muri en un accidente.

    Xavier guard silencio, dej caer su cabeza y se toc la ceja. l desconoca que el pap hubiera muerto en un accidente. Pre-firi omitir el comentario y llevarla a una zona ms cmoda y segura.

    Ya tenemos dos cosas en las cuales trabajar: no vas a to-mar nunca ms Coca-Cola Light y siempre te voy a acompaar al bao.

    Victoria senta escalofros y la necesidad de salir corriendo. no haba apariencias y ella las peda a gritos. no saba cmo controlar tanta frescura, tanto cinismo y tanta naturalidad.

    Las palabras de Xavier eran cotidianas, como las de alguien con quien llevaba aos siendo pareja, pero slo tendran un par de horas de estar juntos. Xavier se adueaba de ella sin haberla penetrado siquiera.

    Pas a la recmara de aquella inmensa suite y abri las puertas corredizas de madera que se deslizaban hacia ambos lados. el vien-to agit dos palmeras que haba frente a ella. Los tonos rosados se tornaban morados sobre aquel horizonte y, junto al atardecer, hacan que Victoria se cuestionara la historia de su vida.

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    Aquel creador del universo, el artista de esa gama de colores, del mar, de esa combinacin perfecta, majestuosa, inigualable, ese dios creador de esa obra, podra juzgar a una mujer casada que cometa adulterio?

    no, al menos no para Victoria. su dios, o el creador de esa obra tan bella, estaba ms ocupado en asuntos ms importantes que en aquellas debilidades humanas. nadie saba que estaban ah, nadie imaginaba que estaban juntos. sin dejar de mirar el horizonte, ella dijo:

    Xavier, te quiero confesar una cosa que pens callarme.Con agudeza, l respondi: Con ese tono y con esa voz podras convencer hasta a un

    ateo de que dios existe!Victoria lade su cabeza y sac el aire por la nariz, aceptando

    el cumplido.Hace aos estabas comiendo en un restaurante cerca

    del wtC, y mis hermanos los gemelos se emocionaron mucho al verte.

    Me pidieron que por favor furamos a tu mesa a pedirte un autgrafo. Yo tena 16 aos y era justo la edad en la que todo da vergenza. Les dije: Primero muerta que levantarme de esta mesa para ir a pedirle un autgrafo.

    Pedro, que es menos penoso que Antonio, se levant y fue a pedrtelo. Le dijiste que esperara al postre. regres muy triste a la mesa con el papel en blanco. Antonio se burl de l. Me enoj muchsimo porque nada te hubiera costado.

    A los cinco minutos llegaron dos rubias y no slo les dis-te autgrafos; te levantaste y te tomaste fotos con ellas. Antonio sigui burlndose de Pedro, le deca que le faltaban un par de tetas para que le dieras el autgrafo.

    odi ver a mi hermano frustrado. Le dimos 500 pesos al capi de meseros para que nos trajera dos autgrafos, uno para Pedro y otro para Antonio. no sabra a cunto equivalen esos

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    500 pesos 16 aos despus, pero seguro tu autgrafo no lo vala, y no lo vali. sabes qu le pusiste?

    Con cario para Pedro Picapiedra. tu siempre amigo, Pablo Mrmol.

    Xavier no dej de carcajearse, estaba privado de la risa. Victoria se haba enojado al recordar la escena. ella mostraba su enojo y l se rea ms y ms.

    Hubieras ido a pedirme el autgrafo t, chiquita, y con esas nalgas hasta a comer los hubiera invitado.

    no, Xavier, no te equivoques: mujeres como yo no pedi-mos autgrafos! de verdad te odi. Quin iba a decir que 16 aos despus iba a estar contigo en una habitacin de hotel.

    Condenadota! Me gustas hasta cuando te enojas.Xavier descorch una botella de champaa sin importarle

    mucho la reflexin de Victoria ni la copa de tequila que apenas haba saboreado.

    Festejemos, Victoria! Festejemos lo afortunado que soy por tener a una a mujer como t slo para m durante este fin de semana.

    Le sirvi champaa. no era muy del agrado de Victoria, pero se la tom como si ella y la champaa hubieran nacido para estar juntas. Xavier beba tequila, champaa y se mantena impertur-bable, pero, eso s, jams, por nada, bebera Coca-Cola, y mucho menos Light.

    Victoria, ya que estamos en el momento de decirnos las cosas, tambin te quiero decir la verdad.

    Victoria enmudeci al escuchar te quiero decir la verdad, pues sonaba aterrador. Al menos para ella, pensaba: decir la verdad? Confesarse de algo. Pero si l es una persona sin filtros. Lo que piensa, lo dice. Qu se podra guardar?

    esa frase aterraba a Victoria. no saba si quera escuchar la ver-dad, o ms bien desconoca si la supuesta verdad le iba a agra-dar. se imagin ser parte de un plan, que muchos conocan del

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    fin de semana secreto, que haba una apuesta. se imagin todo. en cuestin de minutos rememor sus primeros encuentros an-tes de llegar a tocar esa puerta de madera que evitaba su entrada al codiciado fin de semana. tendra una enfermedad? no se le paraba? Qu diablos era esa verdad?

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    la Virgen mara

    record la primera vez que lo haba visto en persona en una conferencia en Cancn. l hablaba y ella buscaba dentro del p-blico a su esposo para decirle que estara en el spa. discretamente se sent en una silla, pues desde que entr al auditorio, Xavier se dedic a mirarla con descaro y sin disimulo.

    La gente buscaba el lugar donde Xavier posaba su mirada. Victoria sonrea. Quiz la observaban porque era la nica que no vesta como todos los participantes. se le notaba el brillo del bronceador. l continu su charla; ella no escuch ni media palabra. Quera evitar la mirada de todos y el fro del aire acon-dicionado.

    La segunda vez que estuvieron juntos fue en su casa. su es-posa ofreci una cena navidea y varios matrimonios estaban invitados. Posea una casa hermosa. se notaba la presencia de un ama de casa que no tena mucho que hacer adems de llamar al decorador debido a que el morado de la sala no armonizaba con el naranja del cojn nuevo.

    La botana era exquisita, la servidumbre y los meseros eran es-pectaculares. La msica sonaba al nivel en que se poda conver-sar. el rbol navideo era como los que se exhiban en el Palacio de Hierro. Las risas, las ancdotas, todos eran amorosos, todos eran

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    amigos. Las esposas se chuleaban con la finalidad de encajarse el aguijn de la envidia. Ah estaba Victoria, tomada de la mano de su esposo. todos sonrean y con espritu navideo la pasaban de lo ms ameno.

    en algn momento, los hombres se levantaron para que Xavier les mostrara la cava, orgullo del macho que presume su status en su territorio. entre ms caros los vinos, ms poder mos-traba ante sus invitados. en paralelo, las mujeres fueron a dar un recorrido por la enorme casa.

    Como Xavier presuma sus vinos, su esposa presuma sus jo-yas. era atractiva, se podra decir guapa, tena una dentadura hermosa pero su sonrisa era fingida. tena estilo, clase y haba cierta elegancia en su trato. su cutis era envidiable. el recorrido comenz por la cocina, de ah al cuarto de juegos que quedaba frente a las canchas de tenis. La alberca estaba iluminada y de-trs de ella se alzaba una casa menor, donde se hospedaban las visitas. rea con la mano siempre sobre la boca. Victoria vea la casa y le pareca muy acogedora, con un estilo exquisito.

    es que Xavier tiene tantos compromisos. Y no volvi a decir nada. Hubo silencio. el recorrido termin cuando entraron a la recmara princi-

    pal. sin lugar a dudas era la parte ms espectacular de la casa. Frente a la cama king size, altos ventanales dejaban ver un jardn inmenso, con rboles acomodados para dar la apariencia de un bosque. A mano izquierda estaba la sala junto a la chimenea. Los libros de arte estaban acomodados sobre una mesita de madera.

    sin embargo, Victoria qued sorprendida y sin habla cuando observ sobre la cabecera la imagen de la Virgen Mara. tena la impresin de que miraba hacia la cama. Cmo en una casa tan bien decorada y de buen gusto poda haber una imagen tan grande de la Virgen Mara sobre el lecho?

    no era que tuviera algo en contra de la Virgen, pero pensaba que no era el lugar apropiado para poner su imagen. todas las

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    invitadas seguan admirando los enormes ventanales que daban al bosque, preguntndose si esta maravilla le perteneca a Xavier o era parte de otra propiedad.

    Victoria continuaba de espaldas al ventanal, pensando de qu manera podan coger sin tener que enfrentar la mirada de la Virgen. ella no pareca muy mocha y l mucho menos.

    La cabecera la dej impactada. en el clset se poda en-contrar la coleccin de ropa de las mejores marcas del mundo. Quiz el clset habra robado toda su atencin y las bolsas toda su envidia, pero la Virgen no haba dejado espacio para ms asombro.

    todas las invitadas bajaron las escaleras platicando, mientras Victoria guardaba un silencio fnebre. se acercaron a sus mari-dos y ella advirti a scar. Con una sonrisa le dijo discretamente:

    tienes que subir a la recamara principal.Con propiedad, scar le contest con una tmida sonrisa

    para tomarla de la mano y conducirla al comedor.scar, es en serio, tienes que ver la recmara principal.

    tienen una Virgen Mara.scar mova la cabeza, alterado, pero continu la conversa-

    cin con sus amigos. sin dejar de fruncir el ceo, ignor el co-mentario de su esposa.

    Al mirar a Xavier, Victoria se pregunt cmo se poda coger a su esposa mirando a la Virgen. de esa pregunta salt a la otra: Cogera bien? tena que coger bien!

    el hombre meda 1.93 m y tena un cuerpo espectacular, atltico, fuerte, piernas tan musculosas que parecan rocas, nal-gas esculturales. en las manos se le marcaban las venas. en la fren-te tambin le sobresala una vena, sobre todo cuando rea.

    Comenzaron a cenar y cuando lleg el segundo tiempo ella con-tinu ignorando sus alimentos, aislada hasta de ella misma. La es-posa de Xavier tena buen cuerpo, se vea cachonda. no poda ser una mojigata vestida de Chanel.

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    Victoria se acerc nuevamente al odo de scar.Por favor, sube al cuarto a ver la imagen de la Virgen.Con un gesto incmodo, scar le apret la pierna para de-

    tenerla. Victoria le retir la mano con molestia, se enderez con una leve sacudida de hombros, gir la cabeza hacia el lado opues-to y se encontr con la mirada de Xavier.

    ella, culpable de sus pensamientos, se sonroj. senta que Xavier poda saber lo que ella pensaba, que todo lo que a ella se le ocurra, l lo escuchaba en voz alta. La mirada de Xavier era penetrante, honesta y atrevida. Como si a la pregunta Coges bien? le respondiera Cojo delicioso.

    Victoria sinti culpa por pensar en la Virgen Mara en un momento de excitacin. Pero no por mocha. l la haba trado a su mente, o ms bien por culpa de la Virgen ella haba pensado en cmo coga Xavier.

    se levant al bao y se dio cuenta de que estaba completa-mente roja. Incmoda, comenz a sudar. se senta culpable. es-taba en casa de un matrimonio, con su marido, y durante toda la cena navidea ella pensaba en cmo cogera el anfitrin.

    Para relajar sus pensamientos y disimular la vergenza se lav la cara con agua fra. Mir su celular, simulando contestar un mensaje para frenar el enredo de sus pensamientos.

    Quiz si la Virgen Mara no estuviese en la recmara, Victo-ria no habra imaginado a Xavier en la cama. Lleg el momento del postre y el digestivo, y, como de costumbre, scar fue el primero en levantarse y disculparse.

    Xavier le insisti en que no partieran, que se quedaran ms tiempo. Algo haba en esa peticin que Victoria la tom como un piropo hacia ella. se despidieron y Xavier no solt el beso al aire. se lo marc en la mejilla y Victoria parpade al sentirlo. se dio cuenta de cun abandonadas se encontraban sus mejillas cuan-do, de pronto, la otra resinti la ausencia de besos.

    rumbo al departamento, scar pregunt:

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    Ahora s, me cuentas qu tanto descontrol traas con eso de la Virgen Mara? Cmo crees que me iba a meter al cuarto principal? Pero en qu cabeza cabe esa sugerencia?

    Victoria mir hacia la ventana, tocando la mejilla que Xavier haba besado. Al cerrar los ojos poda recordar esos labios.

    Ahora que puedes hablar te quedas callada. Qu era lo de la Virgen Mara, Victoria?

    nada, no era nada. Me gust mucho un cuadro y quera saber si te interesara tenerlo en el departamento. Creo que se vera muy bien en el pasillo.

    t quieres comprar un cuadro de la Virgen Mara? dijo scar despus de soltar una carcajada. Qu mosco te pic?

    Victoria no entenda la razn de su mentira, por qu no lo ha-ba criticado ni por qu no se haba burlado como slo ella poda hacer al encontrar lo absurdo de la vida. sera por el apretn de scar en la pierna o por el beso de Xavier en la mejilla?

    Por algn motivo desconocido lo guard como un secreto. Quiz le avergonzaba decirle a scar: Me imagin a tu amigo cogiendo. Y tal vez no te lo cuento porque, en el fondo, se me antoj.

    Victoria lo compartira mientras no hubiera una carga emo-cional, pero despus de aquella mirada sinti que exista algo entre Xavier y ella. o lo imagin? La insistencia de evitar su partida la dirigi hacia ella, no hacia scar. Y el beso en la mejilla, sin duda, era para ella.

    sabes? Ahora que lo mencionas, no est tan loca tu idea. Con tres hijos varones, sera muy bueno tener un cuadro de la Virgen para que les infunda respeto.

    Claro! exclam Victoria y se qued pensando: Y cada vez que pase por el pasillo ser un recuerdo sobre cmo coger Xavier.

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    el cuadro no tard ni tres semanas en llegar, tiempo en el que Victoria no haba visto ni escuchado nada sobre Xavier. el cua-dro sera colocado al final del pasillo de las recmaras de los nios, pero ella pidi verlo antes. no era tan grande como el de la cabecera de Xavier, pero s tena lo suficiente para recordar aquella cena que la llev al pecado de la imaginacin.

    se quiso distraer para borrar sus pensamientos obscenos. en-tr a la cocina, abri el refri y sac el jugo verde que se tomaba todas las maanas al regreso de las clases de yoga. encendi la tele-visin de la cocina y la primera persona que vio en la pantalla fue Xavier. se presentaba el noticiero y l apareca en primera plana. eran unas fotos que le haban tomado in fraganti bajando de una suburban negra con una modelo brasilea.

    Llevaba lentes oscuros e iba acompaado de sus guardaes-paldas, que no slo le guardaban la espalda, sino tambin las infidelidades. en ese momento sinti que, otra vez, era la Virgen Mara quien lo traa a su vida. se emocion, se llev las manos a la boca y dijo: reverendo cabrn.

    Cmo era posible que esa noticia le diera emocin? tal vez un poco de alegra, pero senta coraje si le rascaba un poco.

    La noticia cambi a otro chisme de gente famosa; Victoria apag el televisor, dej por primera vez el jugo a la mitad y corri a su computadora para buscar en internet la noticia y completar la versin del presentador.

    encontr en Google las imgenes. Increment el tamao de presentacin. se sorprendi de las hermosas piernas de la mode-lo. A ella no se le vea la cara, pero l se notaba fresco. Pareca que tena el pelo recin mojado. sonriente y despreocupado. di-riga la mirada a las piernas de su acompaante.

    se qued inquieta todo el da. An tena que regresar a dar clases de filosofa a nios invidentes. Les ayudaba a estimular otros sentidos por medio de un enfoque alternativo basado en la creatividad y la filosofa.

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    Amaba a sus hijos, a sus alumnos, a su marido y a su pe-rra pastor alemn, Helen. se la haba regalado la mam de una alumna en agradecimiento a todas las atenciones que tuvo du-rante aos con su hija. Miriam amaba a Victoria y deca que si algn da dios le daba la oportunidad de ver, pedira slo dos deseos: ver el rostro de su madre y el de Victoria.

    Victoria se conmova ante tantos gestos de amor. Los ciegos le haban enseado a ver con las manos, a mirar con el olfato y a percibir los colores a travs de la msica. Haba aprendido a encontrar la luz en aquel mundo de la noche. La oscuridad la calmaba, y a la vez le tema. Para ella vivir sin ver era lo peor que exista, pero cuando entr al mundo de la oscuridad descu-bri que era peor vivir viendo y no hacer nada ante el dolor de los dems.

    La Virgen Mara se convirti en su confidente. era inevitable que le sonriera a la imagen cada vez que pasaba por el pasillo. Victoria le guiaba el ojo y pens que ya no haba necesidad de con-trselo a nadie. Quin mejor que la Virgen para saber lo que la inquietaba? tena una cmplice que siempre estaba esperndola al final del pasillo, dndole tranquilidad.

    Victoria era la luz en el mundo de los ciegos.


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