Semana Santa
y algo ms de Lambayeque
Una maravilla!
HECHO EL DEPSITO LEGAL EN LA BIBLIOTECA
NACIONAL DEL PER N
ISBN:
Autor: Tolomeo Aliaga Quispe
Direccin: Calle: Juan Manuel Iturregui N 485-Lambayeque
Telfono: 074-281787 - Cel: 963535643
Email: [email protected]
Primera Edicin: Junio 2012
Tiraje: 1,000 ejemplares
Imprenta CUNEO Domicilio legal: Burga Puelles N *******
Lambayeque, Junio 2012
Fotos: Lorenzo Luna Lorenzo
Correccin de Estilo: Lelia Daz Tarrillo
Portada: Impresionante Monumento que luce los das Jueves y
Viernes Santo en el templo Sn Pedro de Lambayeque.
Queda totalmente prohibida la reproduccin total o parcial de esta
obra sin la consulta previa y autorizacin del autor.
INDICE
Prlogo 6
Introduccin 8
Llegada a Lambayeque 9
Lambayeque y su Leyenda Naymlap 18
Lambayeque y sus habilitadores 26
Lambayeque y su 27 de Diciembre 43
Lambayeque y su templo San Pedro 59
Lambayeque y sus Frailes Dominicos 79
Llegada de los Sacerdotes Diocesanos 81
La Perla del Norte 84
Lambayeque y sus atractivos 89
Lambayeque y su Semana Santa 101
Lambayeque y su Mircoles de Ceniza 109
Lambayeque y su Cuaresma 112
Lambayeque y su Va Crucis 118
Lambayeque y su Domingo de Ramos 136
Lambayeque y su Triduo Pascual 142
Lambayeque y su Procesin de Viernes Santo 153
Algunos otros datos 185
Agradecimiento 199
Bibliografa 200
Dedicatoria
A Dios Todopoderoso y Eterno
A mis hermanos en Cristo Jess
A mi familia
Al pueblo de Lambayeque
PROLOGO
No hay duda que las esencias tradicionales de la propia
tierra tocan la mdula de nuestras emociones. En estas pginas,
curioso lector, si Lambayeque tiene para ti alguna fuerza
seductora, encontrars esas esencias expuestas con gracia a la
luz de la palabra escrita por ese lambayecano, si no de origen s
de corazn, que a s mismo se presenta como Tolucho. En los
orgenes de un pueblo fcilmente se mezclan lo fantstico y lo
real, la leyenda y la historia. Tal vez suceda que no hay realidad
sin fantasa, ni hay historia sin leyenda.
Quieres tener a mano datos sobre el comienzo de la vida
parroquial desde la implantacin de la fe catlica en estos
lugares? En estas breves pginas se presentan precisos y
preciosos ante tu mirada indagadora. Te apetece husmear en
pocas pasadas de esta ciudad en lo civil, cultural o religioso?
En tus manos se halla la solucin, dejndote guiar por nuestro
Tolucho.
Si quieres hacer un recorrido consciente y fructuoso por
el interior de nuestra iglesia parroquial, a lo largo de todos los
retablos y altares y con informacin de cada una de las pinturas
que existen en paredes y bvedas, esta cuidada obrita te ha de
servir como maravillosa gua.
Pero, sobre todo, haciendo honor al ttulo, para quien
tiene inters por la vivencia de la Semana Santa en el pasado y
en la actualidad de Lambayeque, ser de grata satisfaccin
adentrarse en el corazn de esta ilustrada edicin. Si la Semana
Santa posee para todo catlico un atractivo devocional
incomparable; para quien sabe de Lambayeque y gusta de sus ya
mencionadas esencias se convierte en un imn irresistible que
toca las fibras de su fe catlica y de su misma condicin de ser
humano en esta tierra especialmente bendecida por Dios. Aqu
encontrars descritos con precisin los diversos momentos de
estos das santos, abonados por la vivencia tradicional de
multitudes de fieles a lo largo de los aos.
Sumergirse en las aguas de la lectura que tienes entre
manos te rejuvenecer con la fuerza de un pasado lambayecano
que se refresca constantemente en la vida concreta de los
hombres y mujeres de hoy. Te har disfrutar del sabor de las
profundidades lambayecanas, sirvindote de grato impulso para
acercarte de corazn al Seor Jesucristo y sentirte seguro junto a
l, que se entreg decididamente por nosotros hasta la muerte de
cruz y quiere seguir siendo el eje de nuestra ciudad de
Lambayeque y de cada uno de nosotros. Junto al autor de estas
valiosas pginas, te lo deseo de corazn.
Pbro. Juan Jos Miranda
Prroco de Lambayeque
INTRODUCCION
Luego de que saliera a la luz mi primer libro titulado Versos
escogidos para declamar, el mismo que fuera editado por DEXEO
Editores de Gema Moraleja (Londres) en Noviembre 2009; al ver que
en el Per del Siglo XXI an existen militares y policas de tercera,
sale a la luz mi segundo libro titulado Por qu de tercera mi
General? (Febrero 2011), donde busco que la inclusin social llegue
tambin a las Fuerzas Armadas y Polica Nacional.
Ahora con mucha alegra entrego a ustedes mi tercer libro
titulado SEMANA SANTA y algo ms de Lambayeque (Junio
2012), como una forma de agradecer a esta tierra lambayecana y a su
gente que me acogi en su seno desde hace diecisiete aos. Es que
despus de haber deambulado por gran parte de nuestro querido Per,
disfrutando lo que tiene cada lugar, Lambayeque con su historia,
tradicin y costumbres; con su comida, clima y dulces; con sus
devociones, procesiones y oraciones, se convierte en un pueblo
diferente a los dems.
Naymlap, el Seor de Sipn, el 27 de Diciembre de 1820, sus
habilitadores, sus imponentes casonas solariegas, su antiguo templo
San Pedro que tiene trescientos veinte aos en pie, hacen que sea un
atractivo turstico sin igual. Sus fiestas costumbristas, entre ellas la
Semana Santa, lo convierte en un pueblo con mucha devocin, por lo
que, en la nebulosa tarde de mi existencia, trato de demostrar mi
gratitud, escribiendo y transcribiendo lo que a mi parecer puede servir
para recrear a los lectores lambayecanos y no lambayecanos que
moran o visitan esta generosa y evocadora ciudad.
Tolomeo Aliaga
LLEGADA A LAMBAYEQUE
Era marzo de mil novecientos noventa y cinco cuando
Tolucho, aquel curtido militar que haba sido dos veces militar de
tercera, primero cuando al egresar de su querida alma mater, la
Escuela Tcnica del Ejrcito, el Estado peruano le otorg el
peyorativo, denigrante y humillante grado de Suboficial de tercera y
aos ms tarde, cuando ya era Suboficial de primera, al ascenderlo
al grado inmediato superior, le volvieron a otorgar el peyorativo grado
Tcnico de tercera, dos veces militar de tercera en el Per del
siglo XXI, como para que esos pobres hombres que visten el uniforme
de la patria, se sientan humillados, excluidos y peor an, lejos de
ascenderlo, porque ascenso constituye un grado ms, un galn ms, tal
como lo vena consiguiendo hasta cuando lleg a ser suboficial de
primera y tena tres rayas dobladas en el hombro, rayas que con
mucho sacrificio alcanz, pero al ascender al grado inmediato
superior, de Tcnico de tercera, lo degradaron, lo humillaron,
porque le quitaron sus tres rayas dobladas y le dieron una sola raya
recta con un hueco al centro. Todo este episodio lo dej escrito en su
segundo libro titulado Por qu de tercera mi General?, donde clama,
solicita y ruega que la inclusin social llegue tambin a las Fuerzas
Armadas y Polica Nacional del Per y dejen de existir los militares y
policas de tercera, y que les den a esas personas, a esos curtidos
hombres de uniforme que defienden los sagrados intereses de la patria
un poquito de dignidad.
Ese hombre lleg a Lambayeque con su esposa y sus tres
hijos: la mayor de nueve aos, la segunda de siete y el tercero de dos
aitos. Llegaron directamente por va area al Aeropuerto de
Chiclayo, donde fueron recibidos por la familia Reque, quienes lo
acogieron en su hermosa vivienda ubicada en una zona residencial de
Chiclayo y donde la seora Ren y sus hijos Martn, Cristian y
Doroty, los atendieron con mucho afecto, pues llegaban all por
especial encargo de don Manuel Reque, su amigo y compadre a quien
conoci cuando como Instructor Militar en Iquitos, tuvo a su cargo la
preparacin y evaluacin fsica de los miembros de la Aduana. As
llegaron a la Capital de la Amistad procedentes de la majestuosa selva
e incluso acomodaron en aquella casa todas las chivas que traan de
all, para luego saborear una deliciosa cena chiclayana que
compartieron, para ms tarde alojarse en el cntrico Hotel Royal en
la Plaza de Chiclayo, frente a la Municipalidad y muy cerca de la
Iglesia Catedral. Hoy ese hermoso y cntrico hotel se ha convertido en
un centro comercial.
Agotados, pero llenos de ilusin llegaron procedentes del
manto verde amaznico, de aquella bulliciosa, festiva, inquieta,
extica y calurosa ciudad de Iquitos, donde cuando bajas del avin
sientes ese fuerte calor caracterstico de la selva, calor que viene desde
abajo, desde la madre tierra, desde la mama pacha que pisas y que la
primera vez que lo sientes, pareciera que esa calor procediera de la
turbina del avin que te va calentando y siguiendo y siguiendo hasta
fuera del aeropuerto y de pronto, te das cuenta que no es la turbina del
avin, sino el calor propio de esa exuberante selva, que te provoca
quitarte la ropa y darte un bao fresco muy fresco. Ms adelante,
cuando ests varios das, afincndote en ese paradisiaco lugar, cuando
te ests acostumbrndote a ese clima, as como a contemplar y
disfrutar de las cosas bellas que existen en Iquitos, como el Malecn
Tarapac a orillas del imponente Ro Amazonas, la Plaza 28 de
Julio, la Plaza de Armas, Quistococha, los paseos en canoas en las
aguas del Ro Amazonas, Itaya y Nanay, de pronto vas escuchando
constantemente una cancin que te va gustando y que lo vas
aprendiendo, porque sus letras son de bienvenida y te van diciendo:
Al bajar del avin,
sientes que el corazn te late ms fuerte,
como el aguardiente, te abraza el calor
despus descubrirs que te empieza a embrujar
la blanca sonrisa de una muchachita que viene y que va
va diciendo, t no eres extranjero, no eres un forastero
pues tienes mi techo para hacer hogar
Bienvenidos Seores a Iquitos
este es el pueblo llamado cancin
Bienvenidos Seores a Iquitos
sta es la casa del Dios del amor
Si tienes que marchar, hazlo sin sollozar,
pues tarde o temprano buscars un ro para regresar
a esta tierra, peruana bandera
que te abre los brazos los corazones vuelven a cantar
Bienvenidos Seores a Iquitos,
ste es el pueblo llamado cancin
bienvenidos Seores a Iquitos
sta es la casa del Dios del amor
Si pues, Tolucho y su familia haban abandonado esa
misteriosa selva donde por razones laborales estuvieron catorce
largos, alegres, bohemios y ardientes aos y desde entonces, poco a
poco se fueron familiarizando con esta tierra lambayecana y con su
gente que generosamente les abrieron las puertas de sus casas y de sus
corazones, y donde al igual que en la majestuosa selva, muy pronto
fue calando en sus vidas otras costumbres, otras comidas y otras
canciones como esta que dice:
Que viva el departamento de Lambayeque
con su capital Chiclayo, Monsef y Reque
Qu rica que est la chicha de doa Juana,
la causa ferreafana rica y sabrosa
Chiclayano soy! A mucha honra seores
Chiclayano soy! Y bailo la marinera
Y no de cualquier manera...
Que viva Chiclayo, tierra generosa!...
Cualquiera se goza, cholita con poca cosa
Haban llegado a esta tierra que los cobij por medio de su
gente muy generosa y amable. A diferencia de la pandilla, del
shimaichi, de la danza de la boa, as como de la toada, aqu en
Lambayeque llam su atencin la manera como desde nios bailan la
salerosa marinera nortea y el tondero, les llam la atencin el caballo
peruano de paso, los gallos de pelea, los dulces lambayecanos; los
King kones, los alfajores, la paciencia y a diferencia del juane, del
tacacho con cecina, del paiche, de la ensalada de chonta, aqu se
fueron acostumbrando al cebiche, al espesado, al arroz con cabrito, al
arroz con pato; a diferencia de las playas de los ros Amazonas, Nanay
Itaya, aqu encontraron las playas de Pimentel, San Jos, Naymlap,
en el Ocano Pacfico; a diferencia del masato y la aguajina, aqu
encontraron la deliciosa chicha de jora; a diferencia de los curichis,
aqu encontraron los marcianos.
Del Hotel Royal ubicado en pleno centro de Chiclayo,
Tolucho alquil una rstica, incmoda y vetusta casita en el P. J. San
Martn de Lambayeque, pues se dio con la sorpresa de que en el
Ejrcito no haba vivienda suficiente para todo el personal de mando
medio, solo haban unas cuantas casas y los dems Tcnicos y
Suboficiales tenan que vrselas donde y como vivir.
En los das libres paseaban en esta apacible y tranquila ciudad,
tan tranquila que no encontraron ni cines, ni centros de diversin, sino
mas bien una paz y tranquilidad y dentro de ello, pronto llegaron al
nico y seorial Restaurante Turstico de esos aos, el mismo que era
y sigue siendo de una elegante dama lambayecana, doa Juanita
Zunini, quien reciba y recibe a sus clientes con una amabilidad
extraordinaria y de cuyas manos salen los mas suculentos y deliciosos
platos tpicos tradicionales de Lambayeque, como el espesado, el
arroz con cabrito, el arroz con pato, el chirimpico, el chinguirito de
guitarra, los sudados de pescados, las deliciosas parihuelas y el
cebiche, platos que desde tiempos inmemoriales eran la delicia de los
lambayecanos y ahora en El Cntaro aplacan el paladar de propios y
extraos, y cuando aquella vez, hace quince aos llegaron a degustar
un almuerzo, tuvieron la suerte de escuchar un poema declamado por
ella con una exquisita sensibilidad y dotes artsticos sin igual.
As pasaban los das y las noches de trabajo en la Primera
Zona Judicial del Ejrcito, a donde lleg cambiado de colocacin y
donde fue conociendo a las personas de este pueblo, a don Alberto
Sanandres, a don Elmer Saavedra, mas conocido como Cadete, a la
seora Liduvina Snchez Perales, a doa Anita Salirrosas, a doa
Marcy Arellano, a la seora Mara Zapata, a la seora Sofa Herrera, a
doa Celia Sanadres, a don Flix Luzquios y a su esposa Milagros
Zorrilla, a don Tito Arvalo, a don Arnaldo Zapata, todos ellos
empleados civiles del Ejrcito, enterados del teje y maneje de la
justicia militar. All, en su segundo ao de labor, tuvo la dicha de
contribuir para que dicha dependencia obtenga el premio La Dama de
la Justicia. Era Jefe del Piquete de Tropa y como el piquete era tan
reducido (10 clases y soldados), pronto fue conociendo su
idiosincrasia pues la mayora de ellos eran de Mochum, Tcume,
Illimo, Pacora y Jayanca, por ello, se fue adentrando en el alma misma
del pueblo y por el hecho de ser Instructor Militar, los visitaba con
mucha frecuencia, aplicando lo aprendido en su Escuela, poniendo en
ejecucin uno de los principios del Don de Mando: conocer a su
personal y buscar su bienestar; pues all comenz a enterarse que este
pueblo, en tiempos antiqusimos, haba sido la cuna del mtico
Naymlap, se fue enterando que los lambayecanos eran descendientes
de la Cultura Yampallec y ms tarde de la Cultura Mochica, cosas que
seguramente le haban enseado en su Colegio, pero que por aquellas
cosas que los jvenes no prestan atencin, muy poco recordaba de
toda esa historia. Como tambin se fue enterando que Lambayeque
fue la cuna de la libertad peruana, pues aqu se haba dado con xito el
primer grito libertario de nuestra independencia nacional, aquel 27 de
Diciembre de 1820.
Pasaban los das y a sus odos llegaba una marinera, cuyo
autor era don Daro Pasco Guerrero, ms conocido como Vaya,
vaya, quien escribi un bonito tema dedicado a Lambayeque y que
Tolucho lo escuch de los labios de una nia muy pequeita que lo
interpretaba magistralmente. Era la nia talento de Lambayeque, Cusi
Carhuallanqui. Ese tema dice as:
Si pasas por Lambayeque, este es mi pueblo querido,
baila una marinera y sers bien recibido
Visita el Museo Bruning, el ms bello del Per,
con su cultura Mochica, Naymlap y el Seor de Sipn
Siiiiiiiii
La fiesta de la Cruz del Siglo y su verbena tan tradicional
la ginkana del Marcavalle que a todos hace gozar
Espera el 20 de Enero, la fiesta de San Sebastin
Empiezan los carnavales, en mi Lambayeque sin par
Que viva, que viva, que viva mi tierra
que viva, que viva la tierra del huerequeque,
que todos adoran en el Per, es la ciudad evocadora
(hablado): Que viva mi tierra linda y encantadora,
por eso a ti te llaman del Per, la ciudad evocadora!...
Tolucho se fue enterando de muchas cosas, tantas que cuando
por el ao 1995 llegaron a Lambayeque, este pueblo era sede de
cuatro importantes instituciones que a su parecer le daban vida: la
Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo, con su gran cantidad de
Catedrticos, Administrativos y estudiantes provenientes de diferentes
lugares del nororiente peruano; la 7 Divisin de Infantera, con su
Cuartel General, ubicado en la Calle Huamachuco, entre las calles
Grau y Bolognesi, frente al Parque Independencia o Pascual Saco,
que ocupa un antiguo edificio con diseo arquitectnico de la poca
virreinal, parque mas conocido jocosamente como el parque de los
pjaros muertos, pues todos los das, encontramos all a los curtidos
y viejos militares en situacin de retiro, conversando amenamente de
las ltimas y contemplando incansablemente la que fue su
Comandancia General; la misma que se encuentra a un costado del
Banco de la Nacin, donde muchos de ellos cobran sus pensiones. Esa
Comandancia, con su Batalln de Servicios Sgto 1 Demetrio Acosta
Chuez N 7, ubicado en la calle Sutton, su Grupo de Artillera de
Campaa Marcavalle N 9, ubicado en la calle Grau, su Primera
Zona Judicial del Ejrcito, que ocupa la parte central del edificio de la
Comandancia, su Compaa Comando N 7, su Compaa de Polica
Militar N 7 y su Centro Mdico Militar, le daban y le dan a esta
apacible ciudad algo as como la figura de una ciudadela militar, un
gran fuerte militar, pues cada madrugada se escucha el toque de
diana del corneta de las tropas acantonadas aqu, para luego
escuchar el trotar de los soldados por las calles de la ciudad entonando
sus caractersticos cnticos militares, as como a cada paso, por ser un
pueblo pequeo, nos cruzamos con soldados que van y vienen de sus
cuarteles a la Comandancia y viceversa. De pronto las notas de la
Banda de Msicos le dan a esta ciudad, un aire y un ambiente marcial.
Otra de las instituciones que en aquel entonces le daba vida a
esta ciudad era el Museo Arqueolgico Nacional Brunning, que
situaba a Lambayeque como una ciudad turstica. Y por ltimo,
encontramos el Hospital Beln que con sus mdicos, enfermeras y
administrativos, les dan tranquilidad a los enfermos.
Cuando llegaron, estas cuatro instituciones le daban vida a
Lambayeque. Aos mas tarde, en el 2002, se inaugur en esta ciudad,
el imponente y moderno Museo Tumbas Reales de Sipn, que
convirti a Lambayeque en el eje turstico del norte peruano,
incrementando el auge del turismo y dndole ms vida a esta ciudad,
la mstica, devota y seorial San Pedro de Lambayeque, blasonada:
Benemrita y Generosa, ponderada y exaltada por el Generalsimo
don Jos Francisco de San Martn y Matorras, el Santo de la Espada
y por el General don Simn Jos Antonio de la Santsima Trinidad
Bolvar y Palacios, el Libertador, tiene aparte de vieja y hermosa
tradicin, el sosiego, la aeja y colonial prestancia y alarde
arquitectnico de sus casonas solariegas cargadas de pasado e historia,
de sus balcones, patios y ventanales floridos que poco a poco se van
extinguiendo por el paso de los aos o acaso por el descuido de
quienes tienen el deber de preservarlos.
Todo eso llam su atencin, pero lo que mas fue calando en su
vida, fue la fe y la devocin de su gente. Esa fe que mueve montaas.
Esa fe que cambia la vida. La fe en Dios Padre, el Creador de todas las
cosas. La fe en su hijo Jesucristo que ofrend su vida por nosotros en
aquella Cruz. La fe en su resurreccin. La fe de que Jess vive en cada
uno de nosotros. La fe en el Espritu Santo. Esa fe que en Lambayeque
es fervorosa y contagiosa, eso es lo que fue llamando su atencin, mas
aun viendo que a diferencia de otros lugares donde en horas de misa
las iglesias estn casi vacas, aqu en Lambayeque, los das domingos
estn repletos de fieles en sus diferentes horarios: a las seis y media, a
las nueve y a las once de la maana y por las noches, a las siete y a las
ocho, al extremo que si llegan un poco ms tarde ya no encuentran
asiento.
Dentro de toda esa religiosidad, dentro de toda esa
manifestacin de fe, lo que ms impresion a Tolucho, fue la
preparacin de la festividad de la Semana Santa, de la cual tratar en
este libro, no sin antes darles a conocer lo maravilloso que es
Lambayeque, un poquito de todo lo que tiene, de todo lo que nos
ofrece a quienes los cobija y a quienes lo visitan.
Bueno, como para terminar con todo este prembulo, Tolucho
nos cuenta que Lambayeque est ubicada a doce kilmetros al norte
de Chiclayo y escrito est que el 15 de Junio de 1822 fue elevada al
rango de ciudad, por el Primer Gobierno Provisional Peruano,
otorgndole aquel ttulo de Generosa y Benemrita por los
servicios prestados a la causa de la Independencia Nacional.
LAMBAYEQUE Y SU LEYENDA NAYMLAP
Cada da que pasaba, ya en el fragor del trabajo, ya en el
tranquilo descanso, ya disfrutando de su familia, ya visitando a los
soldados que vivan en los montes lambayecanos, al conversar con
sus familiares, al dialogar con los lambayecanos, con los naturales de
este pueblo, y para llegar a donde Tolucho pretende llegar, para que
los lectores se imaginen adecuadamente y permitan trasmitirles lo que
otras personas saben y conocen de Lambayeque, aparte de las muchas
tertulias con los lambayecanos, se tuvo que agenciar de material
bibliogrfico, como algunos folletos y revistas que tursticamente
edita la Municipalidad de Lambayeque y all pudo encontrar eso que a
muchos nos interesa y nos hace falta conocer.
Justamente, con el paso de los das fue conociendo a esos
naturales, aquellos amigos de los montes como los Chapon, los
Inon, los Cajusol, los Santisteban, los Bances, as como aqu en
Lambayeque a don Tito Castro, a don Jorge Izquierdo, a don Armando
Roque, a don Juan Fernandini, a don Miguel Oneto y muchos otros,
quienes le contaron o le relataron en algunos de sus escritos que lo
hacen con esa alegra, emocin y conviccin que los caracteriza, all
jugando una partida de briscn, tomando la deliciosa chicha de jora,
conversando sobre sus ancestros, se fue enterandoque en tiempos muy
antiguos vinieron de alguna parte del mundo, no sabemos de donde,
por ese dilatado, soberbio y bello ocano, por ese nuestro imponente y
rico Ocano Pacfico, por ese inmenso y majestuoso mar, una gran
flota de balsas trayendo a un personaje de mucho valor y calidad. Este
mtico personaje era denominado amla, aymlap o Naymlap, el
Seor de las Campaas, que con su squito de hombres y mujeres
llegaron a esta parte del mundo, llegando al Per, por la
desembocadura de un crecido e inmenso ro al que llamaron
Faquisllanga, que no sera sino el antiguo Ro Lambayeque.
Estos naturales, cuentan con la seguridad que los caracteriza,
que aquella leyenda indica que al momento de su llegada a estas
tierras, ese gran personaje Naymlap lleg luciendo un atuendo muy
vistoso, un traje confeccionado con exticas plumas y cea sobre su
cabeza un enorme y vistoso tocado en forma de media luna, que para
ellos era el smbolo astral de su principal deidad: la diosa del mar, de
los vientos, del guano y de la fecundidad, a la que llamaban Chi.
En otro momento, cuando otro amigo de apellido Chapon
le habla de Naymlap, lo siente como suyo, lo siente familiar, y dice
que este personaje vino acompaado de muchsima gente, entre ellos
un Capitn y algo ms de cuarenta robustos y entrenados oficiales, y
con ellos tambin llegaron sus innumerables y lindas concubinas,
donde destacaba una bellsima joven, que era la mujer principal de
Naymlap, su esposa, llamada Ceterni. Que suerte ha tenido Naymlap
nos dice Chapon, tener preciosas concubinas que el mismo escoga,
aparte de tener a su bella esposa.
Y as entre juego y conversacin y luego de otro brindis con
chicha de jora, esperando el piqueyo, seguan hablando de esa
leyenda y narraban que otro personaje principal que lleg
acompaando a Naymlap y que preceda el cortejo, es decir, vena
delante de Naymlap haciendo sonar un instrumento hecho de un gran
caracol, era el trompetero oficial conocido como Pitazofi, algo as
como el corneta de rdenes del actual Ejrcito, que con sus diferentes
toques, indican las actividades en los cuarteles.
El otro amigo de tertulias de apellido Faan, que durante el
juego y la conversacin solo asenta con un movimiento de cabeza, de
pronto se anima a participar de la tertulia y hablando de la leyenda nos
dice que Naymlap tena dentro de su servidumbre a un hombre que se
encargaba de sus andas, ste tena que ser de su absoluta confianza
porque era el que verificaba que dichas andas sobre el que Naymlap
deba sentarse o pararse durante sus procesiones, siempre est bien
segura y que los cargadores lleven el ritmo de la marcha. Dicho
personaje tambin se encargaba del silln de Naymlap, silln que
siempre deba lucir resplandeciente; a ste personaje lo conocan
como inacolla.
Ja, ja, ja, comenta Chapon, este Naymlap era un tipo muy
pendenciero, ja, ja, ja. Tena hasta su chichero. S pues ja, ja, ja,
Naymlap tena dentro de esta numerosa comitiva, una persona que se
encargaba de prepararle la deliciosa y espumosa chicha de jora, que
era considerada como la bebida real de Naymlap, y que constitua uno
de los smbolos de su mando. A este personaje lo conocan con el
nombre de inagintue.
Y as entre juego de briscn, entre chicha y piqueyo de
caballa y conversacin, nos enteramos que otro personaje de mucha
importancia en esta comitiva era aquel que tena el trabajo de esparcir
polvo de conchas marinas por donde habra de pasar Naymlap. No
poda pasar por algn lugar, sin que antes no se hubiera esparcido
estos polvos. Este personaje era conocido como Fonga.
Entre risas y hasta burlas, estos naturales de Lambayeque,
iban ilustrando lo que en los libros se encuentran con palabras y
trminos un poco difciles y hasta nos quitan las ganas de leerlo. Pero
ellos no, con su gracia caracterstica, le hicieron conocer que
Naymlap, tena dentro de su comitiva a otra persona que se encargaba
de la preparacin de los alimentos, es decir, su cocinero, su cheff, que
tambin era una persona de su especial confianza y que en su lengua
era conocido como Occhocolo.
Farron, que tambin estaba en la tertulia, y ya haba bebido
varias jarras de chicha, cuando estaban por servir el sustancioso
piqueyo de caballita, dijo que Naymlap, haba llegado con toda su
corte, y que entre ellos tambin estaba, aquel que tena la
responsabilidad de recortarle la cabellera y prepararle las grasas y
colores que adornaban su rostro. Era algo as como su estilista, su
peluquero, nos deca. A esta persona lo conocan como XamMuchec.
Naymlap, por su importancia, debe hacer sido una persona
muy especial, pues tena dentro de sus ayudantes a otra persona que se
encargaba de asearlo, baarlo y mantenerlo siempre presentable. A
este personaje lo conocan como Olloccopoc.
Chapon, que era el ms conversador, deca que como para
no dejar suelto ningn detalle, Naymlap tena una persona que
confeccionaba sus camisetas y su ropa que era preparada con las
plumas de diferentes aves. A ste lo llamaban Llapchillulli.
Como ya se dijo lneas arriba, Naymlap con toda su gente
desembarc en la boca de un gran Rio al que ellos llamaron
Faquisllanga, que posiblemente se trate del desaparecido Ro
Lambayeque, que antiguamente cruzaba por esta parte de lo que ahora
es la ciudad de Lambayeque, mas o menos por donde hoy es la Calle
Libertad y que luego de su desembarco, despus de haber enviado a
muchas personas conocedoras de los suelos y de arquitectura, ellos
regresaron y le informaron lo que haban encontrado. Cuentan que
penetraron tierra adentro con el deseo de asentarse en ella. Haban
caminado media legua, lo que viene a ser dos kilmetros y medio, y
all decidi Naymlap que fabriquen unos palacios a su modo,
denominando a este lugar: Chot, y en este hermoso palacio, una vez
que estaba listo, convocaron con una devocin especial y brbara a un
dolo que haban trado consigo. Este dolo finamente labrado en
piedra verde, fue denominado por Naymlap como Yampallec, y era la
figura y estatua del mismsimo Naymlap.
Chot, posiblemente sea el lugar que actualmente conocemos
como la Huaca Chotuna. En tanto, del nombre de aquel dolo
Yampallec, cuya rplica la podemos apreciar en todo su esplendor en
el patio del Museo Arqueolgico Nacional Brunning, que viene a ser,
el vocablo de donde deriva el actual nombre de nuestra ciudad:
Lambayeque.
Cuentan estos amigos naturales lambayecanos y lo reitera un
trptico del Museo Arqueolgico Nacional Brning, que Naymlap
vivi muchos aos en paz y tranquilidad con toda esa gente que con l
lleg y habiendo tenido muchsima prole, tanto con su bella esposa,
como con sus sensuales y exuberantes concubinas, le lleg el tiempo
de su muerte. Entonces los sacerdotes lo enterraron en su propia casa
hicieron creer a los sbditos, as como a toda la poblacin asentada en
aquel lugar, que Naymlap era inmortal. Corrieron la noticia que en
algn momento, ste haba volado al cielo, cual caro mitolgico y
haba desaparecido. Dice que tanto fue el dolor y la pena de toda esa
gente que haba venido y vivido con l, que luego de llorar
desconsoladamente por su desaparicin, esa gente, a pesar de que ya
tenan familia y gran cantidad de hijos y nietos y pese a que estaban
apasionados y acostumbrados en esta nueva y frtil tierra, muchos de
ellos, dejaron de lado todo y salieron a buscar a su querido Naymlap
por todas partes, no dando con l. Algunos regresaron cansados de
buscarlo, otros no. De esa manera, solo se quedaron en esta tierra los
nacidos aqu, que no eran pocos.
Los naturales de Lambayeque que tienen su gracia y su forma
de contar esta leyenda, que cuanto nos gustara reproducirlo
literalmente lo que narran y como lo hacen, pero no, no nos llega an
el arte de hacerlo.
Dicen que a la desaparicin de Naymlap, se hizo cargo del
imperio que ste haba forjado, su hijo mayor, llamado Cium, quien
se cas tambin con una joven y bella mujer llamada Zolzoloi. Con
ella y sus otras concubinas, Cium tuvo doce hijos varones, que a su
vez fueron padres de una copiosa familia. Despus de haber vivido
largos aos, Cium, al igual que su padre, se hizo enterrar en un stano
y all se dej morir, y al igual que Naymlap, pronto desapareci de
sobre la faz de la tierra, dejando a su prole y a toda la gente con la idea
de que era inmortal y divino. A la muerte de Cium, gobernaron Chot
los siguientes personajes: Escuain, Mascuy, Cuntipallec,
Allascunti, NofanNech, Mulumuslan, Llamecoll, Lamipattcun,
Acunta y Fempellec.
Este ltimo fue el mas desdichado de la generacin y con l
acabara tambin la dinasta de Naymlap, porque puso su pensamiento
en llevar a otra parte aquel Chot, con su dolo Yampallec; y andando
y probando a donde asentarse, no pudo salir con l, hasta que de
pronto, se le apareci el demonio en forma y figura de una bella,
exuberante y deslumbrante mujer, que con su falacia caracterstica
tent a Fempellec , quien por su poca continencia y ante la hermosura
de tan preciosa aparicin femenina, no pudo dominar la tentacin y
pas con ella una noche de desenfrenado y apasionado placer. Pero
eso fue fatal para l, porque luego de perpetuar esta infidelidad, dice
que comenz a llover torrencialmente por espacio de treinta das, que
pareca un diluvio jams visto en estos lugares, inundndolo todo, a
lo que sucedi un ao de esterilidad, miseria y hambre; por lo que los
sacerdotes y dems principales culparon a Fempellec de esta desgracia
por su infidelidad y tomaron venganza. Lo ataron de pies y manos y lo
echaron en lo ms profundo del mar, acabndose as la lnea y
descendencia de la dinasta de Naymlap, descendencia de los Seores
Naturales de Lambayeque.
Se dice tambin que durante el gobierno de Cium, hijo mayor
y heredero de Naymlap y Segundo Seor de estos valles, a la muerte
de ste sus hijos se apartaron para ser principio de otras familias y
otras poblaciones y se llevaron consigo a mucha gente, que con ellos
quisieron ir.
Uno de ellos lamado Nor, se fue al Valle de Cinto. El otro
llamado Cala se fue a Tcume y otro a Collique y los dems a otras
partes. Llapchillulli, aquel personaje principal que como ya se dijo, se
encargaba de confeccionar o labrar la ropa de plumera de Naymlap,
se retir con toda la gente que quiso seguirlo al Valle de Jayanca,
donde se asent a su gusto y pobl en l.
Como dijera don Jorge Izquierdo en su A manera de
reflexin en el folleto Lambayeque, Leyenda, Tradicin y
Realidad, editado por la Municipalidad de Lambayeque, en fecha no
precisada: creo que en lo que todos estamos de acuerdo, es en el
sentido de que no hay nada tan apasionante como la historia de los
pueblos; en nuestro singular caso de la que narra los sucesos o
acontecimientos acaecidos en nuestra Regin. Lambayeque es
indiscutible protagonista de una larga sucesin de hechos histricos
que se pierden en la pgina del tiempo, pero a pesar de los trgicos
cambios que ha sufrido, todava persisten sus races, su tradicin, sus
creencias, en otras palabras: su cultura. Sabemos que en muchos
casos es muy difcil encontrar alguna relacin histrica aceptable
que, de una u otra forma, nos de una clara idea del origen y evolucin
de muchos de nuestros pueblos, pero da el caso que para nuestra
regin en particular, la detallada, cortesana y encantadora Leyenda
de Naymlap, recogida de labios de los naturales de Lambayeque y
valles comarcanos, constituye la partida de nacimiento de la otrora
floreciente Cultura Lambayeque que como expresa don Jorge
Izquierdo toma como referencia al Cronista evangelizador espaol
Miguel Cabello Balboa, en su crnica titulada Miscelnea
Americana publicada en el ao 1586.
Dice que estos personajes llamaban i al atardecer o
anochecer, y Atin al alba o amanecer.
LAMBAYEQUE Y SUS HABILITADORES
En Lambayeque, la tierra del delicioso King Kong, de los
ricos alfajores, la tierra del arroz con pato, del cabrito, del cebiche,
tierra de los Chapon, de los Farroay, de los Faan, de los
Yerrn, de los Esqun, de los Capuay, de los Sclupe, de los Chozo,
de los Inon, como tambin de los De La Piedra, de los Fernandini,
de los Crpena, de los Barandiarn, de los Delgado, de los Saco, de
los Iturregui, de los Navarrete, aqu estaba Tolucho. Haba llegado a
un pueblo tranquilo y con mucha leyenda, con mucha tradicin, con
mucha historia, con muchos recuerdos. Estaba en esta tierra
lambayecana, cuna de Naymlap y lugar donde ms tarde, el 27 de
diciembre de 1,820 se dio el Primer Grito de Libertad del Per; estaba
en el lugar donde hace poco construyeron el Museo Tumbas Reales de
Sipn, en el lugar donde recientemente remodelaron la Casa Montjoy,
que tiene el balcn mas largo de Sudamrica y cuando lee todo esto lo
refresca Carlos Camino Caldern, en su novela El Dao, donde con
esa exquisita expresin artstica, que hace bella a nuestra literatura,
nos dice en su Captulo Primero:
Una habilitacin para arroz
En la torre de la iglesia, el reloj de pesas y puntales que el
Diputado Don Manuel Salcedo obsequiara a la ciudad de
Lambayeque, marc una hora. Acto seguido, la Campana de la
Plegaria -fundida en honor de Nuestra Seora de los Dolores y
Agona- vibr serenamente: Tan! Tan! Tan! Tan!...
-Pa su macho! La sei de la tarde, en Lambayeque!
rezong un sembrador que regresaba del monte, y traspas el umbral
de una casa de cadena.
Sumergida en el ambiente de su pasada grandeza colonial, la
ciudad se dispona al descanso bajo el ala propicia del crepsculo.
En las calles por donde en pretritas horas transitaran los marqueses
del Carpio, los Saco, los Iturregui y el negro Vinagrera, la
oscuridad comenzaba a morder el contorno de las cosas. El silencio
solo era agujereado por el ruido de los portones que se juntaban para
que las gentes pudieran embaular, tranquilamente, el espesadito con
yucas y culantro y la gualdrapa de carne asada de capu.
En los antiguos barrios de Ladrillera, Coheteros y Callejn
de la Luna, las chinas gordas, linfticas, y de redonda cabeza-
vaciaban a la calle sus bayetas de las que salan tufos de mugre,
sal de soda y jabn de pepita En los chicheros del Alto Per
que en la punta de una caa forrada en papel cometa ostentaban una
sirena pulsando la guitarra, o un buquecito de lata-los hoceros,
palaneros y calaboceros que regresaban de lalimpia de acequias,
se reconfortaban conun piqueyo de tollito y cochachuyosasentando
con una buena chichita de tres amanecidas En los campos la
diaria fiesta de la Mama Pacha ancestral terminaba junto con el sol
Peches, tordos y toros dando tregua a la charanga- abandonaban
las chacras de choclos y sandas. Esponjando el tibio plumn, los
chilalas se acurrucaban en sus olleros de barro prendidos a la copa
de los faiques. Iguanas y lagartijas corran a esconderse en sus
tneles cavados en la arena, al pie de los concunos Un caliente olor
a leche, que haca rebullir a las culebras refundidas en zapotes y
bichayos flotaba en los caminos por donde los ganados marchaban en
demanda de sus corrales cercados con varas de algarrobo Por
todas partes, el cri cri de los murcilagos alternaban con el dulce
violn que los grillos empezaban a rascar ocultos en la maleza; y
alentando esperanzas propincuas, la fauna nocherniega zorros,
hurones y lechuzas- abandonaban huacas y chilcales.
En el firmamento, perlado y terso despus de algunas horas
de fresca virazn, los primeros luceros comenzaban a guiar el ojo
a la miserable pelota de barro que habitamos; y hacia el lado de la
sierra lejana, un sinuoso perfil parecido a una lechada de cal,
blanqueaba un rumbo del cielo. Por all, la luna con su escote de
creciente- subira como una hoz de plata que segara estrellas La
vida y el movimiento desaparecan, y poco a poco, la honda tristeza
de la tarde iba cayendo sobre la Generosa y Benemrita ciudad de
San Roque de Lambayeque, la vieja ampaxlloec del Padre Naymlap,
y de la magnfica Capullana que aplac el hambre de Pizarro; la
ciudad que enjug el llanto de los arruinados de Zaa, la populosa
urbe de las 40,000 almas en el siglo XVIII- y los 50 sacerdotes
lambayecanos ayudando una famosa misa de gallo colonial; el devoto
pueblo de las mil y una procesiones, que mezcl con polvo de oro los
cimientos de su iglesia, y que tuvo Campana de los Blancos, Campana
de los Mulatos y Campana de los Indios; la alegre ciudad que se
baaba en la Carramuca, sombreada de mangos y de huabos, y
holgaba en la Pampa de Soda; la de las casas de cadena, las
Almenas y los patios seoriales; la medrosa ciudad de los
fantasmas, de la Mano Peluda, y la Carreta de la Calle del Palmo; la
que mandaba sus hijos a Jamaica, de donde regresaban afiliados a
las logias revolucionarias; la del Primer grito de Independencia en el
Norte, por mas que hubiera sido dado a puerta cerrada y aguaita
quien viene!... La ciudad que fue la primera en auxiliar a San Martn
tercianiento y abrumado en Huaura. La cuna de los gloriosos
zambos de Junn La abnegada ciudad que se qued sin Padre
Eterno por ser leal al cholazo Santa Cruz; la que perdi sus perolitos
de cobre, sus onzas de oro y sus mantas de vapor, por ser fiel al
remilgado Vivanco; la que se dej birlar las potencias de su Cristo y
el capitalazgo de Departamento, por ser consecuente del buenmozo
Prado La spera tierra de los guapos que se amarran los
pantalones con cadena de buque y que siembran a balazos,
pespunteyan a pualadas y se agarran a horquetazos y acialazos
en las tomas de riego; la ciudad de las picas jornadas contra las
gentes de Chiclayo; la dulce mata del gevohilu y de los ricos
piques de yema; la de las sesmas del buen yonque de Salas y las
tabernadas de chicha mellicera; la de los ricotes gallos navajeros, los
potros engredos, y las bien algarrobadas chinas de capuz y
pretina plegada. La esplndida y regocijada ciudad de los saraos de
doa Ignacia Pesantes de Pastor, y de los paseos en carreta de bueyes
al puerto de San Jos; la sufrida vctima del Ro Viejo que se tragaba
tinas de jabn, colegios, hospitales y barrios enteros.
Ciudad de pachacas, de caciques y de hidalgos. Solar y
vivero de los Salcedo y de los anfuay; de los Delgado y de los
Falempincial; de los Barandiarn y de los Uchuin Palenque donde
el truculente Seorote rob y mat ms que una botica, y por
ltimo, ciudad donde vio la luz primera aquel grande e incomparable
humanista Justo Figuerola- que realiz la estupenda hazaa, que
jams se volver a ver, de arrojar la banda presidencial por un
balcn, que es como decir al pueblo soberano: id a escardar
cebollinos que yo me quedo tranquilo en casa
Como no deleitarse y recrearse leyendo y releyendo a Carlos
Camino, quien cuenta que en aquellos tiempos como tambin sucede
ahora, existan los inmisericordes usureros, otrora conocidos como
habilitadores, gente que prestaba plata a los pobres indios
campesinos con altsimos intereses y que justamente por los elevados
intereses, aquellos hombres de campo no podan pagar, quedndose
los habilitadores con sus terrenos, como los personajes de la Novela
El Dao: don Jos Miguel Navarrete y Baltazar Esqun, que Carlos
Camino lo narra as en el mismo Captulo:
A esas horas dos hombres dialogaban en un cuchitril adosado
a las colcas de la firma Jos Miguel Navarrete.- Lambayeque
(Per). Entre aquellos dos hombres que coexistan regidos por las
mismas leyes y que se descubran ante la misma bandera, pero entre
ellos se abra un abismo insondable. Representaban razas,
tradiciones, costumbres e ideales en doloroso antagonismo Uno de
esos hombres, el propio Don Jos Miguel Navarrete, era la ms
autntica encarnacin del vigoroso mestizaje que sobre el humus de
la civilizacin yunga brot, regado con sangre espaola, en la
costa nortea del Per. Don Jos Miguel era un hombre azambado,
con uas y colmillos de luchador. El egosmo y la firmeza se pintaban
en el plano mentn bilobulado, y en la nariz que era gallarda y
arrancaba con bro de la profunda escotadura de la frente Don
Jos Miguel deba ser muy viejo, pues, como un avance de la
esclertica sobre la iris, sus ojos presentaban el crculo senil. Sin
embargo se mantena erguido y acorchado, y solo una que otra cana
asomaba en su cabeza y en el tremendo bigotazo, de guas largas y
cadas, que le daba aspecto de guerrero galo.
En Don Jos Miguel todo era fuerza, equilibrio y de su
persona emanaba ese aire de gran seor que tanto impresiona a los
temperamentos dbiles. El otro personaje, Baltazar Esqun, era un
magnfico ejemplar de aquella legendaria raza mochica que antes de
la era cristiana arrib, conducida por Naymlap, a la desembocadura
del Faquisllanga y fund el pueblo de ampaxlloec, origen del actual
Lambayeque Baltazar Esqun tena los rasgos peculiares de los
huacos que an se extraen de las tumbas de esos lugares: cabeza
braquicfala de estirpe netamente monglica- tronco musculoso y
achaparrado; vientre enorme de gran bebedor de chicha y piernas
cortas y estevadas. Sus ojos, de pualada en pellejo, no dejaban
traslucir el mariposeo del espritu y parecan abiertos desde una
regin de sombras y de ensueo Bajo el poncho listado de azul,
llevaba camisa de tocuyo y pantaln de casinete oscuro. Gordos
zapatones de cordobn de Chota torturaban sus pies; y en el
sombrero de macora que respetuosamente conservaba en las
manos- se vea ancho luto de pao En Baltazar Esqun todo era
suave y crepuscular. Pero a veces, en el temblor irrefrenable de sus
manos se adivinaba algo as como un impulso contenido: el impulso
de las razas milenarias sorprendidas y paralizadas por el ltigo de la
conquista
Al leer esta novela de Carlos Camino Caldern, donde el
cholo Baltazar Esqun por unas cuentas monedas que eran de mucha
necesidad para l, pierde un terreno que haba sido herencia de sus
ancestros,aquel terreno tan querido para l, denominado La
Cuchilla, pas a manos del habilitador don Jos Miguel Navarrete.
Y tal como pas muchos aos atrs, hoy quedan en Lambayeque los
ahora conocidos usureros, habilitadores con otros nombres y otros
apellidos que siguen haciendo ms pobres a los pobres, quedndose
con los terrenos de modestos campesinos. Seguramente Carlos
Camino escribi su novela pensando que alguna vez, los gobiernos le
pongan un freno a estos usureros de la actualidad y ayuden al
campesinado, a esos hombres de campo herederos de Baltazar Esqun
a recuperar sus tierras, hbilmente sustradas por los usureros muy
conocidos, muy respetados y famosos en Lambayeque. Pero no.
Seguir igual. As es el Per. Todos lo sabemos, y as nos lo narra
Camino:
No! El trato es el trato! deca don Jos Miguel con esa
cantarina inflexin de voz propia en las gentes del norte-. Yo no
puedo darte ni un centavo ms hasta que no llegue el agua para
entablar el arroz. Y luego agregaba que tena un mundo de plata
entregado en habilitaciones para chacras de arroz, y que esa plata
estaba en peligro de perderse. En octubre se haba picado y
barbechado las tierras. Despus, se haban cuarteleado y bordeado y
slo muy pocos haban alcanzado a tapar la semilla con el
Cordonazo de San Francisco. Y ahora, cuando ya deba haber
agua para entablar, el agua no vena!... Se haban esperado en vano
las aguas de San Martn y los Orines del Nio Un mundo de
plata metido en habilitaciones que se perdern!... -Pero ahitn los
terrenos pa responder, patrn!... Qu terrenos ni qu nio muerto!
Los terrenos no valen ni la dcima parte de lo que yo tengo
entregado en habilitaciones!
-Dejuro, patrn! Pero tuava se puede entablar con lagua de
San Sebastin- arguy Baltasar rascndose la oreja de borde llano y
sin hlix, como de hombre poco evolucionado. Y para convencer a
don Jos Miguel, aada que en la semana pasada haba estado en la
sierra en Penach- y que all haba visto signos de que pronto
llovera: -Lo gatos estn toduelda atusa y atusa lo bigotes. Lo
carneros estn peliadorazos!... -Ya veremos en qu paran esas
misas!- contest don Jos Miguel.
Pero, a pesar de que haba probabilidades de que la prxima
cosecha de arroz se perdiera, por la escasez de agua, don Jos
Miguel exageraba al decir que su dinero estaba en peligro. Era cierto
que Baltasar y muchos otros pequeos agricultores haban recibido
dinero en concepto de habilitaciones; pero tambin era cierto que ese
dinero tendra que ser pagado vendiendo a don Jos Miguel el arroz
que se cosechara a precio mucho mas bajo del que tuviera en plaza en
la poca de cosecharla. Y tambin era cierto que, en garanta de las
habilitaciones, Baltasar y los dems cholos haban entregado a don
Jos Miguel los lotecitos de tierra heredados de los abuelos.
Desgraciadamente, Baltasar haba hecho cera y pabilo del
dinero de las habilitaciones. De esa suma, una cantidad que no era
moco de pavo ni grano de ans, haba ido a manos del brujo para
aventar vientos malos, contra los ladrones de sementeras y hacer
limpiaduras con yerbas o cuyes a los familiares enfermos. Otra
cantidad no menos apreciable haba pasado a inflar la guayaca del
cura, que en cuanto oli dinero se ech sobre Baltasar como gato a
bofes, y llovieron misas y responsos para sacar del purgatorio el alma
de compadres de chicha y cebolla. Porque eso s!, el culto a los
muertos, con el obligado banquetazo sobre las tumbas, el da de
Difuntos; y las prcticas de brujera formaban episodios
principalsimos en la existencia de Baltasar, ya que en l alentaba en
toda su grandeza el alma de la raza ancestral, esa raza mochica
esotrica y ocultista, que desde la noche de los tiempos penetrara tan
hondo en los arcanos de la vida y de la muerte El resto del dinero
se haba evaporado entre alguaciles, tinterillos y dems gente de paz
que sale a robar armada de papel sellado. Para trabajar no le
quedaba ni un real y por eso peda ms dinero.
Don Jos Miguel, aferrado a la letra del contrato de
habilitacin, se negaba a dar ms plata mientras no llegara el agua
para entablar: -El trato es el trato!... Don Jos Miguel hostilizaba a
Baltasar abrigando la secreta esperanza de que ste le entregara en
hipoteca lo nico que posea realengo: un terrenito llamado La
Cuchilla, muy codiciado por don Jos Miguel, pues era cabecera de
toma y encajaba en sus tierras. Baltasar se negaba obstinadamente a
vender o hipotecar La Cuchilla; y para obligarlo, don Jos Miguel
cometa mil abusos: le robaba el agua durante las pocas de estiaje y
se la echaba toda encima en la de avenidas, le quemaba los cercos; le
meta animales de dao Pero Baltasar se haca el desentendido.
A cada escapada que pegaba el cholo, don Jos Miguel se rascaba el
chato occipital, revelador de tendencia al robo y la rapia, y
exclamaba: -Ya caers! Mucho sabe la zorra, pero ms el que la
toma!
Esa tarde, en presencia de su habilitador, Baltasar estaba
consternado. Deseaba cumplir sus compromisos y librarse del horror
de perder la herencia de su familia, pero el dinero de las
habilitaciones se le haba escapado de las manos para pasar al
tringulo fatal en que se hallan encerrados los cholos del Per
entero: cura, subprefecto y brujo En medio de su angustia, Baltasar
recorra con ojos retrecheros el cuchitril donde don Jos Miguel,
desde medio siglo atrs, se llenaba de plata en concomitancia con
unas cuantas hojas de papel sellado, dos lapiceros de junquillo chino
y un tintero de barro con etiqueta de Enere Superfine.
Todo era pobre y miserable en ese embudo de madejas
podridas, hediondo a moho, donde las araas matemticas tendan su
maravillosa cordelera de crculos concntricos y curvas
logartmicas A la luz de la vela que don Jos Miguel acababa de
encender, se distingua una mesa sobre la que descansaba el Cdigo
Civil y el de Procedimientos. Contiguo, un sof colonial con patas de
len y tapiz de Marroqun verde- dejaba escapar por los desgarrones
el pelote del relleno Pegado a una de las mamparas, amarilleaba el
Arancel de Derechos Notariales, en el que, marcadas con lneas
rojas, relataba las Disposiciones Especiales a los Escribanos de
Hipotecas Al fondo del cuchitril estaba la caja de valores: un
venerable armatoste de planchas de hierro zunchadas y remachadas,
donde se guardaban los libros de contabilidad y un gran nmero de
legajos que contenan ttulos de propiedades rsticas y urbanas,
testimonios de hipotecas, pagars, contratos de habilitacin y todas
las dems redes en que caan, pataleando, los cholos de Lambayeque
y de los pueblos vecinos Mientras tanto, don Jos Miguel por
encima de sus antiparras de prsbita- observaba a Baltasar, que
permaneca con los brazos separados del cuerpo y el busto hacia
adelante, en la clsica postura del campesino que pasa la vida
quebrado de riones sobre el surco.
Don Jos Miguel estaba seguro de que Baltasar caera en la
trampa. La Cuchilla quedara hipotecada y no podra ser
rescatada, pues la falta de agua auguraba muy mala cosecha. Se
producira el remate y don Jos Miguel se llevara por una bicoca-
el pedazo de La Cuchilla que, unido al de otro pobre diablo y al de
un tercer pobre diablo formara un nuevo latifundio que la firma
Jos Miguel Navarrete. Lambayeque (Per) inscribira en el
Registro de la Propiedad Inmueble con un nombre optimista o
edificante: El Triunfo o La Constancia Despus, durante una
semana, el editorialista de Deflagracin trinara contra la
ilimitacin del derecho de propiedad, que trae, como corolario, la
creacin del latifundismo, con detrimento de la propiedad
indgena Pero don Jos Miguel comprara las letras protestadas
que haba en plaza con la firma del propietario de Deflagracin y
lo fregara -Si quieres, te dar plata, pero con hipoteca de La
Cuchill!... Al or esa propuesta, Baltasar se qued sin poder tragar la
saliva: como si hubiera perdido el reflejo glseo-faringeo. Sinti que
se le mora Dios en el cuerpo y los odos le zumbaron como si dentro
de ellos volaran todas las abejas de Reque y de Monsef.
Trescientos aos de encomienda y repartimiento de la raza
siempre engaada, haban condensado su cerebro una ilimitada
desconfianza hacia todas las jurumayas con que el ambicioso
blanco trata de chupar la savia de los cholos, con la misma glotonera
de los gusanos que los arroceros ahogan con los riegos de diciembre.
Baltasar no quera hipotecar lo nico que le quedaba
realengo despus de haber entregado sus dems tierras en garanta
de habilitaciones, pero no poda exigir ms dinero hasta que no
llegara el agua; y el agua no tena cuando llegar!...
Mientras tanto, ya estaban contratadas las honras fnebres de
su madre, fallecida veinte das antes, y el amanuense de la Jefatura
Militar Provincial le peda cincuenta soles por la excepcin de
Toribio, el hijo mayor de Baltasar Un combate formidable principi
a librarse en el alma de Baltasar. Ni por Dios ni por todos los santos
quera soltar La Cuchilla; pero si no la soltaba, su madre se
quedara sin honras con gran escndalo del cura y de los parientes,
que lo llamaran moestro desnaturalizu- y el pobre Toribio, que lo
ayudaba a tirar trompadas cuando los vecinos le fajinaban la toma
para robarle el agua, no se escapara de servir en el ejrcito, de
donde volvera esqueletizado, con los dientes afuera, tsico!... A
Baltasar le pareca estar oyendo ya la tos del tsico: -Coj! Coj!
Coj!... Y con los ojos de la imaginacin vea a Toribio sentado en la
barbacoa de sauce, mientras el doctor Paredes el mismo que asisti
a la seorita Elvira, la telegrafista- le aplicaba el odo a los pulmones
y le haca contar en alta voz: -Repite! Repite! Treinta y tres!
Treinta y tres!
En cambio, pensaba Baltasar, soltando La Cuchilla habra
plata para todo. Las honras seran celebradas con el catafalco nuevo
y la Parca y las Virtudes de cartn-piedra llegadas ltimamente a la
parroquia. La banda sera del mestro Lluncor, la mejor de la
provincia, y Toribio seguira hundiendo la reja en los barbechos y
tirando trompada en la toma Con el dinero que sobrara y el que
recibira a la llegada del agua podra trabajar y cumplir sus
compromisos.
Y si algn da don Jos Miguel se quedara con sus tierras, se
metera de ladrn!. Y el pobre Baltasar se vea ya en el despoblado de
Olmos, con la carabina en la mano, asaltando a las gentes, en
compaa de Pasin Farro, Cruz Falen y tantos otros que de
propietarios se convirtieron en ladrones por obra y gracia de los
habilitadores: -Arza, blancos! La bolsa o la vida!... Y los muy
mariconazos, muertos de miedo y ms blancos que el yeso de
Mrrope, iban soltando todo lo que llevaban encima; despus de lo
cual Baltasar se escabulla entre los mdanos rezando la Oracin
del Justo Juez para que no lo chapasen los civiles: La mano de
Dios me guie; la de la Virgen me lleve de noche y de da. La de mi
padre San Blas por delante y por detrs En esos momentos el
alma de Baltasar era un palenque donde chocaban mil encontrados
pensamientos; pero la reserva y el disimulo los dos matices
caractersticos del indio mochica- hacan que pareciera tranquilo.
Durante un buen rato don Jos Miguel no dijo oste ni moste,
ni Baltasar chist paula ni maula Al fin, despus de muchas
vacilaciones en las que sinti fluir y refluir como en una manera
espiritual el desaliento y la esperanza, Baltasar se resolvi a
hipotecar La Cuchilla. No haba ms remedio! Despus de todo
confiaba en que l saba trabajar, y en que no era uno de esos pobres
serranos que los contratistas de Chota y de Hualgayoc arrean a
patadas hacia las haciendas de la costa: El Baltasar Esqun- era
indio si! Pero indio costeo, de los que no se espantaban de nada.
Poda luchar con vivos y con muertos. Para los vivos tena su acial
de corazn de algarrobo, su machete Collins y las yerbas de los
cerros encantados! Para los muertos tena la Magnificat, si se
trataba de muertos corrientes, y para los muertos maosos que
traspasaban la Magnificat tena el Cntico de Nuestra Seora.
Cerrando un ojo, con el gesto consagrado del ardiloso y
limpindose las uas con la pluma, don Jos Miguel comenz a
estipular las condiciones de hipoteca de La Cuchilla. En la
escritura se hara constar que La Cuchilla quedaba afecta a un
prstamo que debera ser devuelto en el improrrogable plazo de un
ao. Se expresara que el prstamo se haca sin intereses; pero sta
era una de tantas martingalas de don Jos Miguel, pues de la suma
que Baltasar recibira como prstamo seran descontados los
intereses. En verdad, lo que se persegua era ocultar el cobro de un
inters exorbitante que no estara amparado por la ley. Adems, con
esa martingala, don Jos Miguel eludira el pago del impuesto sobre
la renta del capital movible. El contrato era, pues, costura de
zapatero: con un hilo enredaba a Baltasar y con el otro al Fisco.
En cuanto a los gastos de escritura, inscripcin en el
Registro, etc., etc., se cargaran todos al desdichado Baltasar: -Has
hecho bien en decidirte, cholo, porque maana ya sera muy tarde!
Me voy a Lima!... No bien qued cerrado el trato, a don Jos Miguel
le acometi un tic nervioso que contraa sus risorios en una mueca
satnica, cada vez que lograba desplumar a un cholo: -A donde ibas
a dar conmigo cuando tengo as y dos del palo!- murmur don Jos
Miguel recordando sus tiempos de rocamborista En seguida
abandon el asiento y abri la puerta dando fin a la entrevista Ya
en la calle, Baltasar se dispuso a enderezar para su rancho. Con un
gesto de dolor y alivio se descalz los zapatones de cordobn y los
coloc en la alforja. Extrajo de ella el calabazo de la chicha y traseg
un poco del contenido. Escupi, se limpi los labios con el dorso de la
mano, carraspe y saltando sobre el piajeno, arrumb pa su
monte, en la toma de Los Huabos.
Cun maravilloso sera que se vuelva a editar esta novela,
porque dentro de su Captulo Segundo titulado El as de Norte, nos
sigue deleitando, cuando escribe refirindose a Lambayeque:
Lambayeque el pueblo de indios en que se refugiaron los
emigrados de Zaa- aument en prosperidad gracias a las
facilidades otorgadas por el gobierno espaol para el desarrollo de
ciertas industrias cuyas materias primas abundaban en la comarca
Situado en las inmediaciones de un litoral azotado por una corriente
marina rica en esas salsolas de cuya ceniza se extrae soda, y rodeada
de montes de algarrobos donde pastaban inmensos rebaos
productores de lana y sebo, la industria del jabn, la de tejidos y la de
curtidura contaron con slidas bases sobre que establecerse, y al
final del siglo XVIII llegaron a su mayor apogeo Por esa poca
Lambayeque encerraba en su recinto suntuosas residencias y edificios
pblicos. Testigos de su fausto y esplendor fueron: la Aduana, donde
se amontonaban las mercaderas mas raras y costosas; la Iglesia,
cuya fbrica representaba miles de pesos; el Hospital Beln y el
Colegio del Salvador, dos instituciones que el gobierno espaol no
introduca sino en las ciudades de importancia Un vibrante y
sostenido espritu comercial y ese jocundo epicuresmo que se
apodera de los pueblos prsperos, animaba las calles orilladas con
varas de guarango por donde todo el da traficaban recuas de mulas
agobiadas con los productos de la fragosa serrana y resonantes
carretones de bueyes que llevaban a las colcas el maz y las
menestras de los valles cercanos.
En la Plaza de la Aduana se confunda el chirrido de la rueda
con el blando restallar de la honda y el campanilleo de las mulas
recueras. Un sordo rumor de voces castellanas, quechuas y mochicas
parta de la multitud compuesta por gentes de Lambayeque y de los
pueblos de veinte leguas a la redonda Jugosas chinas de Eten y de
Monsef, con ojos almendrados y hondo mirar y negro cabello
partido en dos trenzas, extendan sobre sus esteras sombreros y
huambritos de junco y de macora, cigarreras de paja, ponchos y
alforjas de algodn y de hilo Alegres y locuaces, sobre la dura
carne de color canela, vestan el clsico capuz teido de negro con
barro podrido y zumo de paipay. Del ceidor sujeto a las pomposas
caderas colgaba la bolsa de dinero. Lucan collares de diminutas
conchas rosadas y largos pendientes de oro y perlas de Sechura que
les rozaban los hombros Los rudos pescadores de San Jos
ordenaban sobre sus pellejos de lobos marinos, que se retorcan al sol
apestando a yodo, el botn de robalos, tollos y rayas arrebatado desde
los caballitos de totora.
Hombres del clido Chongoyape arrimaban sus cargas de
cacao y caf que dejaban en el ambiente un olor a tierra
barbechada Ventrudas vivanderas de Illimo, de rostro abotagado
por el alcohol, ofrecan la densa chicha contenidas en odres y en
checos gigantescos Los huerteros de Jayanca, la limpia y risuea,
sacaban de sus canastos de carrizo luminoso, racimos de uvas de
color de mbar cubiertos de fino polvo dorado Los arrieros de
Olmos, de piel tostada por el viento ardoroso del despoblado,
llevaban de grupo en grupo, tamarindo de Piura, brea de Amotape,
azufre de Sechura y paja toquilla que los balseros paitenos obtenan
en Guayaquil a cambio de salazn de mero y de pejepalo.
Los comerciantes de San Pedro de Lloc exhiban sobre sacos
de oloroso ans de Paijn, mullidos pellones en los que entraba lana
de ovejas cajamarquinas y ail de Costa Rica Soando sobre sus
montones de trigo, cebada y papa seca, los habitantes de las
cabeceras de la sierra esperaban envueltos en sus bayetas de Castilla,
llevando en el carrillo hinchado como el abazn de un murcilago-
la ramadita de coca mezclada con cal Los indios de Catache
ofrecan el pushle que quita la fiebre, la calahuala que depura la
sangre Y los famosos brujos de Salas y de Penach vagaban por
todas partes mostrando, con aire misterioso, la misha para los
maleficios y el condurango para los enguayanches de amor.
En las afueras de la poblacin, un gran nmero de telares y
de curtiembres zumbaban todo el ao. Y las fbricas de jabn, a las
que llamaban tinas, constituan verdaderas colmenas humanas
donde se apiaban centenares de negros esclavos La agricultura
era la ocupacin favorita de la nobleza y aunque la rutina y el
empirismo eran los mtodos empleados, las cosechas no dejaban de
ser abundantes debido a la fertilidad de las tierras y al
aprovechamiento de las aguas, que poda hacerse gracias a las obras
de ingeniera hidrulica construidas por los antiguos mochicas y que
an subsistan en las campias.
La holgura y el bienestar se reflejaban en las costumbres y
en el carcter de los lambayecanos, que sin duda eran los hombres
ms laboriosos, ms alegres y ms liberales de todo el Per. Los
productos de su industria: jabn, paos, cordobanes, sebo y miel no
solo se vendan dentro del pas sino que se exportaban a Chile,
Popayn, Panam y Mxico Una febril actividad galvanizada a
todas las clases sociales. El pueblo viva satisfecho y mas feliz que en
ninguna otra ciudad; y los aristcratas que eran muy cultos a causa
de sus frecuentes viajes a Jamaica y Espaa- saban darse trato de
grandes seores, en vastas y bien alhajadas mansiones, donde la
existencia se deslizaba plcidamente en medio del lujo y la opulencia.
Las tertulias, los saraos y los paseos campestres mantenan
unida a la sociedad y la vinculaba estrechamente a los representantes
de la Corona encargados de fomentar esas manifestaciones de
cultura Y las fiestas religiosas, nica vlvula de escape del
sentimiento popular, daban ocasin para exhibir el tradicional boato
de los gremios y cofradas de artesanos.
En esa floreciente poca se levantaron las mas suntuosas
mansiones que an existen; el Colegio del Salvador sembraba la
semilla de la sabidura y el Hospital Beln era un arca de caridad y
de amor al prjimo Fue ese final del siglo XVIII el que tan
profunda huella dej en Lambayeque y puso en sus costumbres, sus
calles y sus edificios ese inconfundible sello de seoro y distincin
que sobrevive a la ruina de la ciudad.
Pero estaba dispuesto que los das de Lambayeque fueran
efmeros, como los de Zaa y que su prdida se debiera al mismo
elemento que acab con la ciudad a cuya ruina deba Lambayeque su
prosperidad Y la hora ineluctable lleg en un aciago da del ao
1791, en que el viento empujando las arenas ceg el cauce del ro y
produjo la catstrofe. El Colegio del Salvador fue arrasado por las
aguas y este hecho marc el principio de la ruina de Lambayeque.
Del Colegio solo qued un arco y un muro. All se form despus, la
Plaza del Mercado.
En 1828 tuvo lugar la segunda inundacin en la que fueron
destruidos muchas casas tinas de jabn, el Hospital de Beln y el
barrio de la Otra Banda.
Eso y mucho ms narra Carlos Camino Caldern en su novela
El Dao.
LAMBAYEQUE Y SU 27 DE DICIEMBRE
Tolucho haba llegado a este pueblo, pequeo en tamao, pero
grande en historia. Ya estaba por cumplir un ao viviendo aqu,
cuando los preparativos para celebrar el 175 Aniversario del Primer
Grito Libertario, despert su curiosidad. Nunca antes haba escuchado
que en Lambayeque se haba producido un hecho histrico de esta
envergadura, o quiz lo haba escuchado o le haban enseado en su
Colegio, pero no lo recordaba. Ahora estaba en el lugar donde haba
sido el escenario de todos estos acontecimientos. Vea como los
estudiantes se preparaban para el desfile cvico militar, la
Municipalidad dictaba ordenanzas para abanderar la ciudad, los
vecinos pintaban sus casas y a pesar de que la gente estaba preocupada
ms por las fiestas navideas, haba un especial preparativo para
celebrar el aniversario del Primer Grito Libertario. Y es que no es
poca cosa. Lo que el General San Martn lo hizo en Lima el 28 de
Julio de 1821, aqu en Lambayeque lo haban hecho el 27 de
Diciembre de 1820. Y lleg el da esperado. Todo empez con una
solemne Misa Te Deum, con asistencia de las principales autoridades
del departamento de Lambayeque, al trmino de la cual, las tropas del
Ejrcito, Marina, Aviacin y de la Polica, los Colegiales, los
Municipales, las Instituciones Pblicas y Privadas con sus respectivas
banderolas estaban formadas alrededor de la Plaza 27 de Diciembre,
para la ceremonia de izamiento del Pabelln Nacional, Bandera de la
Regin Nororiental del Maran y Bandera de la ciudad de
Lambayeque. De pronto, los honores a las autoridades del
Departamento, al seor Prefecto, al seor Presidente de la Regin, al
seor General de Brigada Comandante de Armas, luego vino el
izamiento del Pabelln Nacional, el Himno Nacional y el desfile
cvico militar. Mas tarde, una Sesin Solemne y despus el Brindis de
Honor en el Casino Civil Militar. Una fiesta grande.
Y lo que llam mucho ms su atencin en esta fiesta fue el
Himno de Lambayeque, un himno que dice mucho de aquel 27 de
Diciembre de 1820, cuya letra pertenece al seor Jos Santos Silva
Tirado y la msica a don Orlando Gonzlez Garca, y que dice as:
CORO
Lambayeque, tu fuiste primera
que en la patria ser libre jur,
y ofrendando su sangre y su vida,
Patria digna a todos leg.
ESTROFAS
Es por eso que el pueblo Peruano
te proclama su gua y bastin,
porque tu le enseaste a ser libre
y a luchar contra toda opresin.
Te cantamos por ello orgullosos,
y en honor a tu gloria inmortal
lucharemos por darte ms lauros
de cultura y Justicia Social.
Para Tolucho era un lujo vivir todas estas experiencias, por lo
que se puso a hurgar los archivos, para mejor conocer esta historia, y
encontr una fotocopia de una parte del libro Historia General del
Per de Vargas Ugarte, que en sus pginas del 122 al 125 dice
textualmente as:
Despus del pronunciamiento de Ica y Tarma, cbele a
Lambayeque la gloria de haber jurado la Independencia con
prioridad a otras ciudades del Per. No era el Lambayeque de
entonces la deshabitada y soolienta villa que hoy conocemos,
reducida a su mbito por las inundaciones y absorbida, podemos
decirlo as, por su vecina, la pujante Chiclayo que paso a paso va
convirtindose en el emporio del Norte. Lambayeque haba conocido
das de gran prosperidad y an a fines del siglo XVIII y comienzos del
XIX conservaba todava algo de su pasado esplendor. Las familias
avecindadas en su recinto eran numerosas y de arraigo en la regin y
basta recorrer los nombres de los que intervinieron en la
emancipacin para darse cuenta de la importancia de que an
gozaba. Sus habitantes se haban hecho famosos por su laboriosidad y
fuera de las mltiples producciones de su suelo, como el algodn, el
arroz, la caa de azcar, la fabricacin de cueros y suelas,
cordobanes, velas y jabn venan a ser fuentes de riqueza para sus
vecinos.
Entre aquellos hombres dedicados al comercio y poseedores
de una fortuna ms que regular figuraba a comienzos del siglo, don
Pedro Rivadeneira y Tejada, el primero de entre los peruanos que se
afili en Cdiz a la Logia Lautaro y uno de los ms activos prceres
de la independencia, a la cual ayud con su persona y bienes hasta
que en 1810 fue reducido a prisin en compaa de Miranda en el
arsenal de la Carraca. Diez aos dur su cautiverio y cuando al final
del mismo pudo embarcarse para el Ro de la Plata y arribar por fin
al Per, ya su tierra natal, haba jurado adherirse a la causa de la
Independencia Como Rivadeneira, Juan Manuel Iturregui y
Aguilarte, estaba dedicado al comercio y sus negocios le haban
obligado a recorrer algunos pases de Amrica y recoger a su paso la
comn aspiracin entonces de todos los verdaderos americanos. En
algunas embarcaciones conductoras de mercaderas alcanz a
introducir en los puertos de San Jos y Mrrope, algunas armas
adquiridas en las Antillas inglesas y en su ciudad natal comenz por
asociarse a algunos amigos que le ayudaran en su empresa. Formse
as un club separatista, en el cual figuraba lo mas granado de la
juventud de Lambayeque, dice Legua y Martnez. En dicho club
figuraban D. Jos Iturregui, hermano de D. Juan Manuel, los tres
hermanos Legua, Santiago, Romualdo y Jos; otros tres hermanos
Saco, hacendados del valle de Pacasmayo; los hermanos Cass,
limeos; los dos hermanos Quesada; el marino Juan Jos Fanning,
capitn de la barca Catalina, portador de las primeras
comunicaciones de los patriotas lambayecanos a San Martn; el
Alcalde D. Pedro Antonio Lpez Vidaurre y D. Melchor Sevilla,
teniente del escuadrn de milicias de Pacasmayo y otros que pueden
verse en el autor antes citado (Legua y Martnez).
La casa de Iturregui fue el centro de reuniones de los
patriotas y all se fraguaron los planes que haban de tener por
trmino la declaracin de la independencia. Al tener noticia del
desembarco de San Martn en Paracas, procuraron ponerse en
contacto con el Libertador y al saber su traslado a Huacho,
determinaron enviar en calidad de comisionado al capitn Pascual
Saco. El viaje se frustr por la presencia en la costa de las fragatas
Prueba y Venganza, que luego se dirigieron a Guayaquil, pero
lograron remitir algunas comunicaciones por tierra. Las autoridades,
a saber, el Comandante de la Plaza, Manuel Jos Romero y el jefe de
las milicias provinciales, Juan del Carmen Cass, concibieron
algunas sospechas y debieron dar aviso al Intendente de Trujillo
Torre Tagle. Este reforz la guarnicin de Lambayeque, o sea una
compaa montada a rdenes de Antonio Gutirrez de la Fuente, con
la mitad de la segunda compaa del Numancia que haba quedado en
Trujillo a su paso para Lima y vino a rdenes del teniente Antonio
Guerra. Esta medida hizo vacilar un tanto a los patriotas
lambayecanos, los cuales decidieron enviar un comisionado a Trujillo
a fin de sondear la opinin de la capital de la Intendencia y tener
noticia exacta de su estado. Escogise para ello a D. Vicente
Castaeda, sujeto notable por su patriotismo y capacidad, en
opinin de Iturregui, el cual cumpli su misin a maravilla, y a su
vuelta dio a conocer la actitud vacilante de Torre Tagle, del cual, sin
embargo, no tenan por que temer. De las dems provincias de la
intendencia los informes eran favorables. Todos estaban prontos a
secundar el movimiento y se plegaran a la causa una vez que se diese
la seal en Lambayeque. Los sucesos les dieron la razn.
Mucho haba influido la proximidad del ejrcito libertador,
pero en el movimiento del Norte del Per por la independencia la
influencia sanmartiniana slo fue indirecta. Fueron los patriotas de
todos estos lugares los que resolvieron poner trmino a la dominacin
espaola, prueba inequvoca del ambiente que ya se haba ido
formando en la regin a favor de la causa. Pero es justo reconocer
que San Martn alent a los prceres de Lambayeque, como consta
por las cartas que dirigi a D. Mariano Quesada y Valiente, la
primera de las cuales aparece suscrita en el cuartel general de Pisco
el 9 de Setiembre y la segunda en Supe el 28 de Noviembre. En la
primera le dice: Sobre este concepto y en consecuencia de los
seguros informes que he recibido de los nobles sentimientos que
distinguen a la persona de U., no puedo menos de lisonjearme y
esperar que hallndonos en el caso de que se manifieste el
patriotismo en todas direcciones, el celo de U., lo opere en cuanto
est a su alcance, a fin de consumar nuestra grande obra. En la
segunda aada: Yo estoy informado de que U. es uno de aquellos
americanos dignos de este nombre, que hace tiempo suspiran por el
da afortunado en que su pas salga del estado de envilecimiento y
degradacin a que lo tena reducido el opresor sistema colonial y se
eleve al rango que por su opulencia le corresponde entre las
naciones civilizadas. Este da, tan temido por los tiranos, tan deseado
por los hombres de todos los pases que abrigan en su pecho
sentimientos liberales, amaneci con el sol del 8 de setiembre, que
alumbr el desembarco del ejrcito libertador en las playas de
Pisco.
Acercbase pues el da de la liberacin. Los patriotas
determinaron el golpe el da 12 de Diciembre de 1820, pero el jefe de
las milicias provincianas, Juan del Carmen Cass, fue de parecer que
se postergase. Ms que la falsa noticia de la venida de la otra mitad
del escuadrn acantonado en Lambayeque, influy en el nimo de
Cass el deseo de asegurar la cooperacin de los oficiales, as del
Numancia, acuartelado en el hospital de Beln como de los del citado
escuadrn, alojado en el local de la aduana. La medida fue aceptada,
pues de esta manera se evit la efusin de sangre. Al fin se resolvi
que el levantamiento tuviera lugar el 27 de Diciembre. Los das de
Navidad se haban celebrado siempre con regocijos en Lambayeque.
Levantndose toldos por doquiera, sobre todo en la plaza de Beln y a
los alegres compases de la msica se invitaba a los transentes a
gustar de las ricas viandas que se expendan en ellos o a comprar las
mil baratijas y curiosidades que ofrecan a voz en cuello los
buhoneros y mercachifles. El contento era general y ste subi de
punto cuando comenz a susurrarse el acontecimiento que se
preparaba. Todos estaban dispuestos a ayudar la causa y de las
poblaciones vecinas como Ferreafe y San Jos acudieron muchos
patriotas Se contaba con la oficialidad del Numancia, a la cual
haba agasajado con esplendidez D. Juan Manuel Iturregui y aun
cuando en el escuadrn no faltaban oficiales recalcitrantes, tendran
que ceder ante el impulso de la mayora y se les facilitara su salida
del lugar para salvar su responsabilidad.
En la noche de dicho da, el alcalde D. Pedro Antonio Lpez
de Vidaurre, convoc a los cabildantes a la casa de D. Melchor
Sevilla, alcalde de segunda nominacin, y de comn acuerdo
resolvieron jurar la independencia, declarando en el acta que se
levant que convencidos en mrito de todo, de la buena causa que
defienden las armas patriotas, de que cada uno estaba
anticipadamente persuadido y tratando de dar ejemplo a los dems
cabildos de esta provincia, adictos al sano sistema de la libertad e
independencia de la Amrica del gobierno espaol, a que
desgraciadamente ha estado sujeta hasta el da, por el duro sistema
colonial, deseando romper las cadenas opresoras de tan ignominiosa
esclavitud, por un rasgo generoso y unido de la libre y espontnea
voluntad de este ilustre cuerpo, ha resuelto jurar como de facto jura
la independencia absoluta del gobierno espaol, por s y a nombre de
toda esta poblacin a quien representa No bien se hubo firmado
el acta, la multitud que aguardaba fuera comenz a dar voces: al
cuartel, al cuartel, donde se hallaba la tropa que obedeca al
subdelegado D. Manuel Jacinto Romero, al mismo tiempo que Cass
daba orden para que los cornetas de las milicias y cvicos diesen el
toque de asamblea, a fin de que todos se congregasen. Pronto
acudieron a la llamada y as ellos como los soldados del Numancia,
llevando a la cabeza a D. Juan Manuel Iturregui, a su hermano
Ignacio, a D. Melchor Sevilla, a los Legua, Quesada, Navarrete y
otros, se lanzaron a la Plaza, rodeando el cuartel. Son el redoble de
llamada y Cass en nombre de todos se adelant a parlamentar con el
oficial de guardia. Se convino en que el Capitn Saco pasara a
entrevistarse con los oficiales renitentes, en tanto que la multitud
vociferaba en la plaza y se proferan gritos de amenaza. Algunos de
ellos, como el alfrez Barriga, se resisti a entregarse sin lucha y
hasta se dieron rdenes a la tropa para preparar sus armas, pero
sta, peruana en su mayora, se neg a disparar y los oficiales no
tuvieron ms remedio que rendirse. Al poco tiempo, protegidos por
algunos milicianos, abandonaron el cuartel y la multitud prorrumpi
con ms ardor en gritos de jbilo. La independencia de Lambayeque
se haba consumado.
Es impresionante y espectacular saber cmo un grupo de
patriotas lambayecanos logr dar el Primer Grito de libertad en
Lambayeque. Y que bonito gesto del pueblo de Lambayeque que en
memoria de ese gran acontecimiento haya construido un Parque al que
denominaron Parque Independencia, ms conocido tambin como
Parque Pascual Saco, donde precisamente se encuentra el
monumento de este preclaro prcer de nuestra independencia, as
como tambin estn los bustos de quienes lo acompaaron en esta
tarea. Lo triste es que el monumento de Pascual Saco se ha convertido
en letrina de las palomas que han hecho de este parque su hbitat, al
extremo que por tanto estircol palomar ya no se nota el rostro de
Saco, ni tampoco su uniforme, luciendo cagado, por lo que, propios
y extraos admiran la indiferencia y el desprecio de quienes estn a
cargo de la conservacin de los parques y jardines, y mas que nada
por quien logr que Lambayeque fuera la primera ciudad que a la
Patria ser libre nos dio. Pero aparte de esa historia, Tolucho tambin
encontr un hermoso e ilustrativo escrito de don Miguel Oneto Garca,
que se permite transcribirlo y dice as:
Lambayeque, Cuna de Libertad
El 27 de Diciembre, es el da de Lambayeque. El hecho
histrico incontrovertible, as lo ha consagrado Con el fervor que
solo el acontecer histrico puede dar a las conmemoraciones,
Lambayeque vuelca hoy el pensamiento, el recuerdo y su corazn a la
jornada gloriosa de la noche del 27 de Diciembre de 1820 en que,
rompiendo las cadenas de secular opresin colonialista, el pueblo
lambayecano impuso separatismo y libertad a la imperial metrpoli.
En nuestro proceso histrico hay momentos de honda y
heroica rebelda, de inmolacin gloriosa y sacrificios fecundos con
profundas motivaciones libertarias e histricas. A estos pertenece el
27 de Diciembre de 1820 en Lambayeque, el 31 de Diciembre en
Chiclayo y el 1 de Enero de 1821 en Ferreafe; los tres pueblos,
hermanos rebeldes que amaron la vida menos que la libertad, para
darle al pueblo el ideal de perfeccionamiento humano y de felicidad
social, poltica y econmica, de que ya hablara La Repblica de
Platn, los Dilogos de Scrates, la tica de Aristteles y la
Utopa de Toms Moro, genes idealistas de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano, como fin supremo de bienestar para lograr
la libertad, la igualdad y la fraternidad, triloga inviolable del
Derecho Universal, por la que se inmolaron nuestros antepasados.
1820 es, en Lambayeque, el ao de la pasin por la justicia y
la libertad. La justicia y la libertad, dormida si se quiere, tras siglos
de prepotente opresin, vive despierta en lo ms hondo del corazn
lambayecano, porque no es palabra sino pasin profunda del instinto
libertario basado en ideas y las ideas como bien se ha dicho- no se
matan ni se mueren Que Lambayeque fue foco de activa
conspiracin liberal, cuna y savia del frondoso rbol de la libertad,
jams podr ser negado por espritus libres de prejuicios
regionalistas ni interesadas interpretaciones histricas porque, desde
1780, el Partido de Lambayeque, con accin flamgera, prendi la
chispa del entusiasmo cvico y est presente en la lucha por la
independencia anticolonialista; tal lo atestiguan los memorables
Bandos de Guerra del Dr. Juan OKelly y ORelly, Corregidor y
Justicia Mayor de Saa, resaltando que, al estallar la Revolucin
Precursora de Tpac Amaru, el indio de la mascaypacha roja y el
sol de los incas en el pecho, tal lo identifica Ral Porras
Barrenechea Lambayeque, solitaria, haba abrazado ya, la cusa de
la rebelin indgena apoyando al heroico, infortunado y estoico Seor
de Tinta, Cacique de Tungasuca, Surimana y Pampamarca.
Apstol mrtir de la raza india, tal lo llama Boleslao Lewin (La
Rebelin de Tpac Amaru); brbara y cruelmente descuartizado en la
Plaza de Wakaypata por los caballos de los espaoles del brutal
Visitador del Virreinato, Jos Antonio de Areche.
Las autoridades realistas apretaron el cordn represivo para
perseguir, apresar, el