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SEMANA SANTA y algo más de Lambayeque

Oct 18, 2015

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Tolomeo aliaga Quispe ha investigado sobre las tradiciones en Semana Santa.
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Transcript
  • Semana Santa

    y algo ms de Lambayeque

    Una maravilla!

  • HECHO EL DEPSITO LEGAL EN LA BIBLIOTECA

    NACIONAL DEL PER N

    ISBN:

    Autor: Tolomeo Aliaga Quispe

    Direccin: Calle: Juan Manuel Iturregui N 485-Lambayeque

    Telfono: 074-281787 - Cel: 963535643

    Email: [email protected]

    Primera Edicin: Junio 2012

    Tiraje: 1,000 ejemplares

    Imprenta CUNEO Domicilio legal: Burga Puelles N *******

    Lambayeque, Junio 2012

    Fotos: Lorenzo Luna Lorenzo

    Correccin de Estilo: Lelia Daz Tarrillo

    Portada: Impresionante Monumento que luce los das Jueves y

    Viernes Santo en el templo Sn Pedro de Lambayeque.

    Queda totalmente prohibida la reproduccin total o parcial de esta

    obra sin la consulta previa y autorizacin del autor.

  • INDICE

    Prlogo 6

    Introduccin 8

    Llegada a Lambayeque 9

    Lambayeque y su Leyenda Naymlap 18

    Lambayeque y sus habilitadores 26

    Lambayeque y su 27 de Diciembre 43

    Lambayeque y su templo San Pedro 59

    Lambayeque y sus Frailes Dominicos 79

    Llegada de los Sacerdotes Diocesanos 81

    La Perla del Norte 84

    Lambayeque y sus atractivos 89

    Lambayeque y su Semana Santa 101

    Lambayeque y su Mircoles de Ceniza 109

    Lambayeque y su Cuaresma 112

    Lambayeque y su Va Crucis 118

    Lambayeque y su Domingo de Ramos 136

    Lambayeque y su Triduo Pascual 142

    Lambayeque y su Procesin de Viernes Santo 153

    Algunos otros datos 185

    Agradecimiento 199

    Bibliografa 200

  • Dedicatoria

    A Dios Todopoderoso y Eterno

    A mis hermanos en Cristo Jess

    A mi familia

    Al pueblo de Lambayeque

  • PROLOGO

    No hay duda que las esencias tradicionales de la propia

    tierra tocan la mdula de nuestras emociones. En estas pginas,

    curioso lector, si Lambayeque tiene para ti alguna fuerza

    seductora, encontrars esas esencias expuestas con gracia a la

    luz de la palabra escrita por ese lambayecano, si no de origen s

    de corazn, que a s mismo se presenta como Tolucho. En los

    orgenes de un pueblo fcilmente se mezclan lo fantstico y lo

    real, la leyenda y la historia. Tal vez suceda que no hay realidad

    sin fantasa, ni hay historia sin leyenda.

    Quieres tener a mano datos sobre el comienzo de la vida

    parroquial desde la implantacin de la fe catlica en estos

    lugares? En estas breves pginas se presentan precisos y

    preciosos ante tu mirada indagadora. Te apetece husmear en

    pocas pasadas de esta ciudad en lo civil, cultural o religioso?

    En tus manos se halla la solucin, dejndote guiar por nuestro

    Tolucho.

    Si quieres hacer un recorrido consciente y fructuoso por

    el interior de nuestra iglesia parroquial, a lo largo de todos los

    retablos y altares y con informacin de cada una de las pinturas

    que existen en paredes y bvedas, esta cuidada obrita te ha de

    servir como maravillosa gua.

    Pero, sobre todo, haciendo honor al ttulo, para quien

    tiene inters por la vivencia de la Semana Santa en el pasado y

    en la actualidad de Lambayeque, ser de grata satisfaccin

  • adentrarse en el corazn de esta ilustrada edicin. Si la Semana

    Santa posee para todo catlico un atractivo devocional

    incomparable; para quien sabe de Lambayeque y gusta de sus ya

    mencionadas esencias se convierte en un imn irresistible que

    toca las fibras de su fe catlica y de su misma condicin de ser

    humano en esta tierra especialmente bendecida por Dios. Aqu

    encontrars descritos con precisin los diversos momentos de

    estos das santos, abonados por la vivencia tradicional de

    multitudes de fieles a lo largo de los aos.

    Sumergirse en las aguas de la lectura que tienes entre

    manos te rejuvenecer con la fuerza de un pasado lambayecano

    que se refresca constantemente en la vida concreta de los

    hombres y mujeres de hoy. Te har disfrutar del sabor de las

    profundidades lambayecanas, sirvindote de grato impulso para

    acercarte de corazn al Seor Jesucristo y sentirte seguro junto a

    l, que se entreg decididamente por nosotros hasta la muerte de

    cruz y quiere seguir siendo el eje de nuestra ciudad de

    Lambayeque y de cada uno de nosotros. Junto al autor de estas

    valiosas pginas, te lo deseo de corazn.

    Pbro. Juan Jos Miranda

    Prroco de Lambayeque

  • INTRODUCCION

    Luego de que saliera a la luz mi primer libro titulado Versos

    escogidos para declamar, el mismo que fuera editado por DEXEO

    Editores de Gema Moraleja (Londres) en Noviembre 2009; al ver que

    en el Per del Siglo XXI an existen militares y policas de tercera,

    sale a la luz mi segundo libro titulado Por qu de tercera mi

    General? (Febrero 2011), donde busco que la inclusin social llegue

    tambin a las Fuerzas Armadas y Polica Nacional.

    Ahora con mucha alegra entrego a ustedes mi tercer libro

    titulado SEMANA SANTA y algo ms de Lambayeque (Junio

    2012), como una forma de agradecer a esta tierra lambayecana y a su

    gente que me acogi en su seno desde hace diecisiete aos. Es que

    despus de haber deambulado por gran parte de nuestro querido Per,

    disfrutando lo que tiene cada lugar, Lambayeque con su historia,

    tradicin y costumbres; con su comida, clima y dulces; con sus

    devociones, procesiones y oraciones, se convierte en un pueblo

    diferente a los dems.

    Naymlap, el Seor de Sipn, el 27 de Diciembre de 1820, sus

    habilitadores, sus imponentes casonas solariegas, su antiguo templo

    San Pedro que tiene trescientos veinte aos en pie, hacen que sea un

    atractivo turstico sin igual. Sus fiestas costumbristas, entre ellas la

    Semana Santa, lo convierte en un pueblo con mucha devocin, por lo

    que, en la nebulosa tarde de mi existencia, trato de demostrar mi

    gratitud, escribiendo y transcribiendo lo que a mi parecer puede servir

    para recrear a los lectores lambayecanos y no lambayecanos que

    moran o visitan esta generosa y evocadora ciudad.

    Tolomeo Aliaga

  • LLEGADA A LAMBAYEQUE

    Era marzo de mil novecientos noventa y cinco cuando

    Tolucho, aquel curtido militar que haba sido dos veces militar de

    tercera, primero cuando al egresar de su querida alma mater, la

    Escuela Tcnica del Ejrcito, el Estado peruano le otorg el

    peyorativo, denigrante y humillante grado de Suboficial de tercera y

    aos ms tarde, cuando ya era Suboficial de primera, al ascenderlo

    al grado inmediato superior, le volvieron a otorgar el peyorativo grado

    Tcnico de tercera, dos veces militar de tercera en el Per del

    siglo XXI, como para que esos pobres hombres que visten el uniforme

    de la patria, se sientan humillados, excluidos y peor an, lejos de

    ascenderlo, porque ascenso constituye un grado ms, un galn ms, tal

    como lo vena consiguiendo hasta cuando lleg a ser suboficial de

    primera y tena tres rayas dobladas en el hombro, rayas que con

    mucho sacrificio alcanz, pero al ascender al grado inmediato

    superior, de Tcnico de tercera, lo degradaron, lo humillaron,

    porque le quitaron sus tres rayas dobladas y le dieron una sola raya

    recta con un hueco al centro. Todo este episodio lo dej escrito en su

    segundo libro titulado Por qu de tercera mi General?, donde clama,

    solicita y ruega que la inclusin social llegue tambin a las Fuerzas

    Armadas y Polica Nacional del Per y dejen de existir los militares y

    policas de tercera, y que les den a esas personas, a esos curtidos

    hombres de uniforme que defienden los sagrados intereses de la patria

    un poquito de dignidad.

    Ese hombre lleg a Lambayeque con su esposa y sus tres

    hijos: la mayor de nueve aos, la segunda de siete y el tercero de dos

    aitos. Llegaron directamente por va area al Aeropuerto de

    Chiclayo, donde fueron recibidos por la familia Reque, quienes lo

  • acogieron en su hermosa vivienda ubicada en una zona residencial de

    Chiclayo y donde la seora Ren y sus hijos Martn, Cristian y

    Doroty, los atendieron con mucho afecto, pues llegaban all por

    especial encargo de don Manuel Reque, su amigo y compadre a quien

    conoci cuando como Instructor Militar en Iquitos, tuvo a su cargo la

    preparacin y evaluacin fsica de los miembros de la Aduana. As

    llegaron a la Capital de la Amistad procedentes de la majestuosa selva

    e incluso acomodaron en aquella casa todas las chivas que traan de

    all, para luego saborear una deliciosa cena chiclayana que

    compartieron, para ms tarde alojarse en el cntrico Hotel Royal en

    la Plaza de Chiclayo, frente a la Municipalidad y muy cerca de la

    Iglesia Catedral. Hoy ese hermoso y cntrico hotel se ha convertido en

    un centro comercial.

    Agotados, pero llenos de ilusin llegaron procedentes del

    manto verde amaznico, de aquella bulliciosa, festiva, inquieta,

    extica y calurosa ciudad de Iquitos, donde cuando bajas del avin

    sientes ese fuerte calor caracterstico de la selva, calor que viene desde

    abajo, desde la madre tierra, desde la mama pacha que pisas y que la

    primera vez que lo sientes, pareciera que esa calor procediera de la

    turbina del avin que te va calentando y siguiendo y siguiendo hasta

    fuera del aeropuerto y de pronto, te das cuenta que no es la turbina del

    avin, sino el calor propio de esa exuberante selva, que te provoca

    quitarte la ropa y darte un bao fresco muy fresco. Ms adelante,

    cuando ests varios das, afincndote en ese paradisiaco lugar, cuando

    te ests acostumbrndote a ese clima, as como a contemplar y

    disfrutar de las cosas bellas que existen en Iquitos, como el Malecn

    Tarapac a orillas del imponente Ro Amazonas, la Plaza 28 de

    Julio, la Plaza de Armas, Quistococha, los paseos en canoas en las

    aguas del Ro Amazonas, Itaya y Nanay, de pronto vas escuchando

  • constantemente una cancin que te va gustando y que lo vas

    aprendiendo, porque sus letras son de bienvenida y te van diciendo:

    Al bajar del avin,

    sientes que el corazn te late ms fuerte,

    como el aguardiente, te abraza el calor

    despus descubrirs que te empieza a embrujar

    la blanca sonrisa de una muchachita que viene y que va

    va diciendo, t no eres extranjero, no eres un forastero

    pues tienes mi techo para hacer hogar

    Bienvenidos Seores a Iquitos

    este es el pueblo llamado cancin

    Bienvenidos Seores a Iquitos

    sta es la casa del Dios del amor

    Si tienes que marchar, hazlo sin sollozar,

    pues tarde o temprano buscars un ro para regresar

    a esta tierra, peruana bandera

    que te abre los brazos los corazones vuelven a cantar

    Bienvenidos Seores a Iquitos,

    ste es el pueblo llamado cancin

    bienvenidos Seores a Iquitos

    sta es la casa del Dios del amor

    Si pues, Tolucho y su familia haban abandonado esa

    misteriosa selva donde por razones laborales estuvieron catorce

    largos, alegres, bohemios y ardientes aos y desde entonces, poco a

    poco se fueron familiarizando con esta tierra lambayecana y con su

    gente que generosamente les abrieron las puertas de sus casas y de sus

    corazones, y donde al igual que en la majestuosa selva, muy pronto

    fue calando en sus vidas otras costumbres, otras comidas y otras

    canciones como esta que dice:

  • Que viva el departamento de Lambayeque

    con su capital Chiclayo, Monsef y Reque

    Qu rica que est la chicha de doa Juana,

    la causa ferreafana rica y sabrosa

    Chiclayano soy! A mucha honra seores

    Chiclayano soy! Y bailo la marinera

    Y no de cualquier manera...

    Que viva Chiclayo, tierra generosa!...

    Cualquiera se goza, cholita con poca cosa

    Haban llegado a esta tierra que los cobij por medio de su

    gente muy generosa y amable. A diferencia de la pandilla, del

    shimaichi, de la danza de la boa, as como de la toada, aqu en

    Lambayeque llam su atencin la manera como desde nios bailan la

    salerosa marinera nortea y el tondero, les llam la atencin el caballo

    peruano de paso, los gallos de pelea, los dulces lambayecanos; los

    King kones, los alfajores, la paciencia y a diferencia del juane, del

    tacacho con cecina, del paiche, de la ensalada de chonta, aqu se

    fueron acostumbrando al cebiche, al espesado, al arroz con cabrito, al

    arroz con pato; a diferencia de las playas de los ros Amazonas, Nanay

    Itaya, aqu encontraron las playas de Pimentel, San Jos, Naymlap,

    en el Ocano Pacfico; a diferencia del masato y la aguajina, aqu

    encontraron la deliciosa chicha de jora; a diferencia de los curichis,

    aqu encontraron los marcianos.

    Del Hotel Royal ubicado en pleno centro de Chiclayo,

    Tolucho alquil una rstica, incmoda y vetusta casita en el P. J. San

    Martn de Lambayeque, pues se dio con la sorpresa de que en el

    Ejrcito no haba vivienda suficiente para todo el personal de mando

  • medio, solo haban unas cuantas casas y los dems Tcnicos y

    Suboficiales tenan que vrselas donde y como vivir.

    En los das libres paseaban en esta apacible y tranquila ciudad,

    tan tranquila que no encontraron ni cines, ni centros de diversin, sino

    mas bien una paz y tranquilidad y dentro de ello, pronto llegaron al

    nico y seorial Restaurante Turstico de esos aos, el mismo que era

    y sigue siendo de una elegante dama lambayecana, doa Juanita

    Zunini, quien reciba y recibe a sus clientes con una amabilidad

    extraordinaria y de cuyas manos salen los mas suculentos y deliciosos

    platos tpicos tradicionales de Lambayeque, como el espesado, el

    arroz con cabrito, el arroz con pato, el chirimpico, el chinguirito de

    guitarra, los sudados de pescados, las deliciosas parihuelas y el

    cebiche, platos que desde tiempos inmemoriales eran la delicia de los

    lambayecanos y ahora en El Cntaro aplacan el paladar de propios y

    extraos, y cuando aquella vez, hace quince aos llegaron a degustar

    un almuerzo, tuvieron la suerte de escuchar un poema declamado por

    ella con una exquisita sensibilidad y dotes artsticos sin igual.

    As pasaban los das y las noches de trabajo en la Primera

    Zona Judicial del Ejrcito, a donde lleg cambiado de colocacin y

    donde fue conociendo a las personas de este pueblo, a don Alberto

    Sanandres, a don Elmer Saavedra, mas conocido como Cadete, a la

    seora Liduvina Snchez Perales, a doa Anita Salirrosas, a doa

    Marcy Arellano, a la seora Mara Zapata, a la seora Sofa Herrera, a

    doa Celia Sanadres, a don Flix Luzquios y a su esposa Milagros

    Zorrilla, a don Tito Arvalo, a don Arnaldo Zapata, todos ellos

    empleados civiles del Ejrcito, enterados del teje y maneje de la

    justicia militar. All, en su segundo ao de labor, tuvo la dicha de

    contribuir para que dicha dependencia obtenga el premio La Dama de

    la Justicia. Era Jefe del Piquete de Tropa y como el piquete era tan

  • reducido (10 clases y soldados), pronto fue conociendo su

    idiosincrasia pues la mayora de ellos eran de Mochum, Tcume,

    Illimo, Pacora y Jayanca, por ello, se fue adentrando en el alma misma

    del pueblo y por el hecho de ser Instructor Militar, los visitaba con

    mucha frecuencia, aplicando lo aprendido en su Escuela, poniendo en

    ejecucin uno de los principios del Don de Mando: conocer a su

    personal y buscar su bienestar; pues all comenz a enterarse que este

    pueblo, en tiempos antiqusimos, haba sido la cuna del mtico

    Naymlap, se fue enterando que los lambayecanos eran descendientes

    de la Cultura Yampallec y ms tarde de la Cultura Mochica, cosas que

    seguramente le haban enseado en su Colegio, pero que por aquellas

    cosas que los jvenes no prestan atencin, muy poco recordaba de

    toda esa historia. Como tambin se fue enterando que Lambayeque

    fue la cuna de la libertad peruana, pues aqu se haba dado con xito el

    primer grito libertario de nuestra independencia nacional, aquel 27 de

    Diciembre de 1820.

    Pasaban los das y a sus odos llegaba una marinera, cuyo

    autor era don Daro Pasco Guerrero, ms conocido como Vaya,

    vaya, quien escribi un bonito tema dedicado a Lambayeque y que

    Tolucho lo escuch de los labios de una nia muy pequeita que lo

    interpretaba magistralmente. Era la nia talento de Lambayeque, Cusi

    Carhuallanqui. Ese tema dice as:

    Si pasas por Lambayeque, este es mi pueblo querido,

    baila una marinera y sers bien recibido

    Visita el Museo Bruning, el ms bello del Per,

    con su cultura Mochica, Naymlap y el Seor de Sipn

    Siiiiiiiii

    La fiesta de la Cruz del Siglo y su verbena tan tradicional

    la ginkana del Marcavalle que a todos hace gozar

  • Espera el 20 de Enero, la fiesta de San Sebastin

    Empiezan los carnavales, en mi Lambayeque sin par

    Que viva, que viva, que viva mi tierra

    que viva, que viva la tierra del huerequeque,

    que todos adoran en el Per, es la ciudad evocadora

    (hablado): Que viva mi tierra linda y encantadora,

    por eso a ti te llaman del Per, la ciudad evocadora!...

    Tolucho se fue enterando de muchas cosas, tantas que cuando

    por el ao 1995 llegaron a Lambayeque, este pueblo era sede de

    cuatro importantes instituciones que a su parecer le daban vida: la

    Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo, con su gran cantidad de

    Catedrticos, Administrativos y estudiantes provenientes de diferentes

    lugares del nororiente peruano; la 7 Divisin de Infantera, con su

    Cuartel General, ubicado en la Calle Huamachuco, entre las calles

    Grau y Bolognesi, frente al Parque Independencia o Pascual Saco,

    que ocupa un antiguo edificio con diseo arquitectnico de la poca

    virreinal, parque mas conocido jocosamente como el parque de los

    pjaros muertos, pues todos los das, encontramos all a los curtidos

    y viejos militares en situacin de retiro, conversando amenamente de

    las ltimas y contemplando incansablemente la que fue su

    Comandancia General; la misma que se encuentra a un costado del

    Banco de la Nacin, donde muchos de ellos cobran sus pensiones. Esa

    Comandancia, con su Batalln de Servicios Sgto 1 Demetrio Acosta

    Chuez N 7, ubicado en la calle Sutton, su Grupo de Artillera de

    Campaa Marcavalle N 9, ubicado en la calle Grau, su Primera

    Zona Judicial del Ejrcito, que ocupa la parte central del edificio de la

    Comandancia, su Compaa Comando N 7, su Compaa de Polica

    Militar N 7 y su Centro Mdico Militar, le daban y le dan a esta

    apacible ciudad algo as como la figura de una ciudadela militar, un

  • gran fuerte militar, pues cada madrugada se escucha el toque de

    diana del corneta de las tropas acantonadas aqu, para luego

    escuchar el trotar de los soldados por las calles de la ciudad entonando

    sus caractersticos cnticos militares, as como a cada paso, por ser un

    pueblo pequeo, nos cruzamos con soldados que van y vienen de sus

    cuarteles a la Comandancia y viceversa. De pronto las notas de la

    Banda de Msicos le dan a esta ciudad, un aire y un ambiente marcial.

    Otra de las instituciones que en aquel entonces le daba vida a

    esta ciudad era el Museo Arqueolgico Nacional Brunning, que

    situaba a Lambayeque como una ciudad turstica. Y por ltimo,

    encontramos el Hospital Beln que con sus mdicos, enfermeras y

    administrativos, les dan tranquilidad a los enfermos.

    Cuando llegaron, estas cuatro instituciones le daban vida a

    Lambayeque. Aos mas tarde, en el 2002, se inaugur en esta ciudad,

    el imponente y moderno Museo Tumbas Reales de Sipn, que

    convirti a Lambayeque en el eje turstico del norte peruano,

    incrementando el auge del turismo y dndole ms vida a esta ciudad,

    la mstica, devota y seorial San Pedro de Lambayeque, blasonada:

    Benemrita y Generosa, ponderada y exaltada por el Generalsimo

    don Jos Francisco de San Martn y Matorras, el Santo de la Espada

    y por el General don Simn Jos Antonio de la Santsima Trinidad

    Bolvar y Palacios, el Libertador, tiene aparte de vieja y hermosa

    tradicin, el sosiego, la aeja y colonial prestancia y alarde

    arquitectnico de sus casonas solariegas cargadas de pasado e historia,

    de sus balcones, patios y ventanales floridos que poco a poco se van

    extinguiendo por el paso de los aos o acaso por el descuido de

    quienes tienen el deber de preservarlos.

  • Todo eso llam su atencin, pero lo que mas fue calando en su

    vida, fue la fe y la devocin de su gente. Esa fe que mueve montaas.

    Esa fe que cambia la vida. La fe en Dios Padre, el Creador de todas las

    cosas. La fe en su hijo Jesucristo que ofrend su vida por nosotros en

    aquella Cruz. La fe en su resurreccin. La fe de que Jess vive en cada

    uno de nosotros. La fe en el Espritu Santo. Esa fe que en Lambayeque

    es fervorosa y contagiosa, eso es lo que fue llamando su atencin, mas

    aun viendo que a diferencia de otros lugares donde en horas de misa

    las iglesias estn casi vacas, aqu en Lambayeque, los das domingos

    estn repletos de fieles en sus diferentes horarios: a las seis y media, a

    las nueve y a las once de la maana y por las noches, a las siete y a las

    ocho, al extremo que si llegan un poco ms tarde ya no encuentran

    asiento.

    Dentro de toda esa religiosidad, dentro de toda esa

    manifestacin de fe, lo que ms impresion a Tolucho, fue la

    preparacin de la festividad de la Semana Santa, de la cual tratar en

    este libro, no sin antes darles a conocer lo maravilloso que es

    Lambayeque, un poquito de todo lo que tiene, de todo lo que nos

    ofrece a quienes los cobija y a quienes lo visitan.

    Bueno, como para terminar con todo este prembulo, Tolucho

    nos cuenta que Lambayeque est ubicada a doce kilmetros al norte

    de Chiclayo y escrito est que el 15 de Junio de 1822 fue elevada al

    rango de ciudad, por el Primer Gobierno Provisional Peruano,

    otorgndole aquel ttulo de Generosa y Benemrita por los

    servicios prestados a la causa de la Independencia Nacional.

  • LAMBAYEQUE Y SU LEYENDA NAYMLAP

    Cada da que pasaba, ya en el fragor del trabajo, ya en el

    tranquilo descanso, ya disfrutando de su familia, ya visitando a los

    soldados que vivan en los montes lambayecanos, al conversar con

    sus familiares, al dialogar con los lambayecanos, con los naturales de

    este pueblo, y para llegar a donde Tolucho pretende llegar, para que

    los lectores se imaginen adecuadamente y permitan trasmitirles lo que

    otras personas saben y conocen de Lambayeque, aparte de las muchas

    tertulias con los lambayecanos, se tuvo que agenciar de material

    bibliogrfico, como algunos folletos y revistas que tursticamente

    edita la Municipalidad de Lambayeque y all pudo encontrar eso que a

    muchos nos interesa y nos hace falta conocer.

    Justamente, con el paso de los das fue conociendo a esos

    naturales, aquellos amigos de los montes como los Chapon, los

    Inon, los Cajusol, los Santisteban, los Bances, as como aqu en

    Lambayeque a don Tito Castro, a don Jorge Izquierdo, a don Armando

    Roque, a don Juan Fernandini, a don Miguel Oneto y muchos otros,

    quienes le contaron o le relataron en algunos de sus escritos que lo

    hacen con esa alegra, emocin y conviccin que los caracteriza, all

    jugando una partida de briscn, tomando la deliciosa chicha de jora,

    conversando sobre sus ancestros, se fue enterandoque en tiempos muy

    antiguos vinieron de alguna parte del mundo, no sabemos de donde,

    por ese dilatado, soberbio y bello ocano, por ese nuestro imponente y

    rico Ocano Pacfico, por ese inmenso y majestuoso mar, una gran

    flota de balsas trayendo a un personaje de mucho valor y calidad. Este

    mtico personaje era denominado amla, aymlap o Naymlap, el

    Seor de las Campaas, que con su squito de hombres y mujeres

    llegaron a esta parte del mundo, llegando al Per, por la

  • desembocadura de un crecido e inmenso ro al que llamaron

    Faquisllanga, que no sera sino el antiguo Ro Lambayeque.

    Estos naturales, cuentan con la seguridad que los caracteriza,

    que aquella leyenda indica que al momento de su llegada a estas

    tierras, ese gran personaje Naymlap lleg luciendo un atuendo muy

    vistoso, un traje confeccionado con exticas plumas y cea sobre su

    cabeza un enorme y vistoso tocado en forma de media luna, que para

    ellos era el smbolo astral de su principal deidad: la diosa del mar, de

    los vientos, del guano y de la fecundidad, a la que llamaban Chi.

    En otro momento, cuando otro amigo de apellido Chapon

    le habla de Naymlap, lo siente como suyo, lo siente familiar, y dice

    que este personaje vino acompaado de muchsima gente, entre ellos

    un Capitn y algo ms de cuarenta robustos y entrenados oficiales, y

    con ellos tambin llegaron sus innumerables y lindas concubinas,

    donde destacaba una bellsima joven, que era la mujer principal de

    Naymlap, su esposa, llamada Ceterni. Que suerte ha tenido Naymlap

    nos dice Chapon, tener preciosas concubinas que el mismo escoga,

    aparte de tener a su bella esposa.

    Y as entre juego y conversacin y luego de otro brindis con

    chicha de jora, esperando el piqueyo, seguan hablando de esa

    leyenda y narraban que otro personaje principal que lleg

    acompaando a Naymlap y que preceda el cortejo, es decir, vena

    delante de Naymlap haciendo sonar un instrumento hecho de un gran

    caracol, era el trompetero oficial conocido como Pitazofi, algo as

    como el corneta de rdenes del actual Ejrcito, que con sus diferentes

    toques, indican las actividades en los cuarteles.

  • El otro amigo de tertulias de apellido Faan, que durante el

    juego y la conversacin solo asenta con un movimiento de cabeza, de

    pronto se anima a participar de la tertulia y hablando de la leyenda nos

    dice que Naymlap tena dentro de su servidumbre a un hombre que se

    encargaba de sus andas, ste tena que ser de su absoluta confianza

    porque era el que verificaba que dichas andas sobre el que Naymlap

    deba sentarse o pararse durante sus procesiones, siempre est bien

    segura y que los cargadores lleven el ritmo de la marcha. Dicho

    personaje tambin se encargaba del silln de Naymlap, silln que

    siempre deba lucir resplandeciente; a ste personaje lo conocan

    como inacolla.

    Ja, ja, ja, comenta Chapon, este Naymlap era un tipo muy

    pendenciero, ja, ja, ja. Tena hasta su chichero. S pues ja, ja, ja,

    Naymlap tena dentro de esta numerosa comitiva, una persona que se

    encargaba de prepararle la deliciosa y espumosa chicha de jora, que

    era considerada como la bebida real de Naymlap, y que constitua uno

    de los smbolos de su mando. A este personaje lo conocan con el

    nombre de inagintue.

    Y as entre juego de briscn, entre chicha y piqueyo de

    caballa y conversacin, nos enteramos que otro personaje de mucha

    importancia en esta comitiva era aquel que tena el trabajo de esparcir

    polvo de conchas marinas por donde habra de pasar Naymlap. No

    poda pasar por algn lugar, sin que antes no se hubiera esparcido

    estos polvos. Este personaje era conocido como Fonga.

    Entre risas y hasta burlas, estos naturales de Lambayeque,

    iban ilustrando lo que en los libros se encuentran con palabras y

    trminos un poco difciles y hasta nos quitan las ganas de leerlo. Pero

    ellos no, con su gracia caracterstica, le hicieron conocer que

  • Naymlap, tena dentro de su comitiva a otra persona que se encargaba

    de la preparacin de los alimentos, es decir, su cocinero, su cheff, que

    tambin era una persona de su especial confianza y que en su lengua

    era conocido como Occhocolo.

    Farron, que tambin estaba en la tertulia, y ya haba bebido

    varias jarras de chicha, cuando estaban por servir el sustancioso

    piqueyo de caballita, dijo que Naymlap, haba llegado con toda su

    corte, y que entre ellos tambin estaba, aquel que tena la

    responsabilidad de recortarle la cabellera y prepararle las grasas y

    colores que adornaban su rostro. Era algo as como su estilista, su

    peluquero, nos deca. A esta persona lo conocan como XamMuchec.

    Naymlap, por su importancia, debe hacer sido una persona

    muy especial, pues tena dentro de sus ayudantes a otra persona que se

    encargaba de asearlo, baarlo y mantenerlo siempre presentable. A

    este personaje lo conocan como Olloccopoc.

    Chapon, que era el ms conversador, deca que como para

    no dejar suelto ningn detalle, Naymlap tena una persona que

    confeccionaba sus camisetas y su ropa que era preparada con las

    plumas de diferentes aves. A ste lo llamaban Llapchillulli.

    Como ya se dijo lneas arriba, Naymlap con toda su gente

    desembarc en la boca de un gran Rio al que ellos llamaron

    Faquisllanga, que posiblemente se trate del desaparecido Ro

    Lambayeque, que antiguamente cruzaba por esta parte de lo que ahora

    es la ciudad de Lambayeque, mas o menos por donde hoy es la Calle

    Libertad y que luego de su desembarco, despus de haber enviado a

    muchas personas conocedoras de los suelos y de arquitectura, ellos

    regresaron y le informaron lo que haban encontrado. Cuentan que

  • penetraron tierra adentro con el deseo de asentarse en ella. Haban

    caminado media legua, lo que viene a ser dos kilmetros y medio, y

    all decidi Naymlap que fabriquen unos palacios a su modo,

    denominando a este lugar: Chot, y en este hermoso palacio, una vez

    que estaba listo, convocaron con una devocin especial y brbara a un

    dolo que haban trado consigo. Este dolo finamente labrado en

    piedra verde, fue denominado por Naymlap como Yampallec, y era la

    figura y estatua del mismsimo Naymlap.

    Chot, posiblemente sea el lugar que actualmente conocemos

    como la Huaca Chotuna. En tanto, del nombre de aquel dolo

    Yampallec, cuya rplica la podemos apreciar en todo su esplendor en

    el patio del Museo Arqueolgico Nacional Brunning, que viene a ser,

    el vocablo de donde deriva el actual nombre de nuestra ciudad:

    Lambayeque.

    Cuentan estos amigos naturales lambayecanos y lo reitera un

    trptico del Museo Arqueolgico Nacional Brning, que Naymlap

    vivi muchos aos en paz y tranquilidad con toda esa gente que con l

    lleg y habiendo tenido muchsima prole, tanto con su bella esposa,

    como con sus sensuales y exuberantes concubinas, le lleg el tiempo

    de su muerte. Entonces los sacerdotes lo enterraron en su propia casa

    hicieron creer a los sbditos, as como a toda la poblacin asentada en

    aquel lugar, que Naymlap era inmortal. Corrieron la noticia que en

    algn momento, ste haba volado al cielo, cual caro mitolgico y

    haba desaparecido. Dice que tanto fue el dolor y la pena de toda esa

    gente que haba venido y vivido con l, que luego de llorar

    desconsoladamente por su desaparicin, esa gente, a pesar de que ya

    tenan familia y gran cantidad de hijos y nietos y pese a que estaban

    apasionados y acostumbrados en esta nueva y frtil tierra, muchos de

    ellos, dejaron de lado todo y salieron a buscar a su querido Naymlap

  • por todas partes, no dando con l. Algunos regresaron cansados de

    buscarlo, otros no. De esa manera, solo se quedaron en esta tierra los

    nacidos aqu, que no eran pocos.

    Los naturales de Lambayeque que tienen su gracia y su forma

    de contar esta leyenda, que cuanto nos gustara reproducirlo

    literalmente lo que narran y como lo hacen, pero no, no nos llega an

    el arte de hacerlo.

    Dicen que a la desaparicin de Naymlap, se hizo cargo del

    imperio que ste haba forjado, su hijo mayor, llamado Cium, quien

    se cas tambin con una joven y bella mujer llamada Zolzoloi. Con

    ella y sus otras concubinas, Cium tuvo doce hijos varones, que a su

    vez fueron padres de una copiosa familia. Despus de haber vivido

    largos aos, Cium, al igual que su padre, se hizo enterrar en un stano

    y all se dej morir, y al igual que Naymlap, pronto desapareci de

    sobre la faz de la tierra, dejando a su prole y a toda la gente con la idea

    de que era inmortal y divino. A la muerte de Cium, gobernaron Chot

    los siguientes personajes: Escuain, Mascuy, Cuntipallec,

    Allascunti, NofanNech, Mulumuslan, Llamecoll, Lamipattcun,

    Acunta y Fempellec.

    Este ltimo fue el mas desdichado de la generacin y con l

    acabara tambin la dinasta de Naymlap, porque puso su pensamiento

    en llevar a otra parte aquel Chot, con su dolo Yampallec; y andando

    y probando a donde asentarse, no pudo salir con l, hasta que de

    pronto, se le apareci el demonio en forma y figura de una bella,

    exuberante y deslumbrante mujer, que con su falacia caracterstica

    tent a Fempellec , quien por su poca continencia y ante la hermosura

    de tan preciosa aparicin femenina, no pudo dominar la tentacin y

    pas con ella una noche de desenfrenado y apasionado placer. Pero

  • eso fue fatal para l, porque luego de perpetuar esta infidelidad, dice

    que comenz a llover torrencialmente por espacio de treinta das, que

    pareca un diluvio jams visto en estos lugares, inundndolo todo, a

    lo que sucedi un ao de esterilidad, miseria y hambre; por lo que los

    sacerdotes y dems principales culparon a Fempellec de esta desgracia

    por su infidelidad y tomaron venganza. Lo ataron de pies y manos y lo

    echaron en lo ms profundo del mar, acabndose as la lnea y

    descendencia de la dinasta de Naymlap, descendencia de los Seores

    Naturales de Lambayeque.

    Se dice tambin que durante el gobierno de Cium, hijo mayor

    y heredero de Naymlap y Segundo Seor de estos valles, a la muerte

    de ste sus hijos se apartaron para ser principio de otras familias y

    otras poblaciones y se llevaron consigo a mucha gente, que con ellos

    quisieron ir.

    Uno de ellos lamado Nor, se fue al Valle de Cinto. El otro

    llamado Cala se fue a Tcume y otro a Collique y los dems a otras

    partes. Llapchillulli, aquel personaje principal que como ya se dijo, se

    encargaba de confeccionar o labrar la ropa de plumera de Naymlap,

    se retir con toda la gente que quiso seguirlo al Valle de Jayanca,

    donde se asent a su gusto y pobl en l.

    Como dijera don Jorge Izquierdo en su A manera de

    reflexin en el folleto Lambayeque, Leyenda, Tradicin y

    Realidad, editado por la Municipalidad de Lambayeque, en fecha no

    precisada: creo que en lo que todos estamos de acuerdo, es en el

    sentido de que no hay nada tan apasionante como la historia de los

    pueblos; en nuestro singular caso de la que narra los sucesos o

    acontecimientos acaecidos en nuestra Regin. Lambayeque es

    indiscutible protagonista de una larga sucesin de hechos histricos

  • que se pierden en la pgina del tiempo, pero a pesar de los trgicos

    cambios que ha sufrido, todava persisten sus races, su tradicin, sus

    creencias, en otras palabras: su cultura. Sabemos que en muchos

    casos es muy difcil encontrar alguna relacin histrica aceptable

    que, de una u otra forma, nos de una clara idea del origen y evolucin

    de muchos de nuestros pueblos, pero da el caso que para nuestra

    regin en particular, la detallada, cortesana y encantadora Leyenda

    de Naymlap, recogida de labios de los naturales de Lambayeque y

    valles comarcanos, constituye la partida de nacimiento de la otrora

    floreciente Cultura Lambayeque que como expresa don Jorge

    Izquierdo toma como referencia al Cronista evangelizador espaol

    Miguel Cabello Balboa, en su crnica titulada Miscelnea

    Americana publicada en el ao 1586.

    Dice que estos personajes llamaban i al atardecer o

    anochecer, y Atin al alba o amanecer.

  • LAMBAYEQUE Y SUS HABILITADORES

    En Lambayeque, la tierra del delicioso King Kong, de los

    ricos alfajores, la tierra del arroz con pato, del cabrito, del cebiche,

    tierra de los Chapon, de los Farroay, de los Faan, de los

    Yerrn, de los Esqun, de los Capuay, de los Sclupe, de los Chozo,

    de los Inon, como tambin de los De La Piedra, de los Fernandini,

    de los Crpena, de los Barandiarn, de los Delgado, de los Saco, de

    los Iturregui, de los Navarrete, aqu estaba Tolucho. Haba llegado a

    un pueblo tranquilo y con mucha leyenda, con mucha tradicin, con

    mucha historia, con muchos recuerdos. Estaba en esta tierra

    lambayecana, cuna de Naymlap y lugar donde ms tarde, el 27 de

    diciembre de 1,820 se dio el Primer Grito de Libertad del Per; estaba

    en el lugar donde hace poco construyeron el Museo Tumbas Reales de

    Sipn, en el lugar donde recientemente remodelaron la Casa Montjoy,

    que tiene el balcn mas largo de Sudamrica y cuando lee todo esto lo

    refresca Carlos Camino Caldern, en su novela El Dao, donde con

    esa exquisita expresin artstica, que hace bella a nuestra literatura,

    nos dice en su Captulo Primero:

    Una habilitacin para arroz

    En la torre de la iglesia, el reloj de pesas y puntales que el

    Diputado Don Manuel Salcedo obsequiara a la ciudad de

    Lambayeque, marc una hora. Acto seguido, la Campana de la

    Plegaria -fundida en honor de Nuestra Seora de los Dolores y

    Agona- vibr serenamente: Tan! Tan! Tan! Tan!...

    -Pa su macho! La sei de la tarde, en Lambayeque!

    rezong un sembrador que regresaba del monte, y traspas el umbral

    de una casa de cadena.

  • Sumergida en el ambiente de su pasada grandeza colonial, la

    ciudad se dispona al descanso bajo el ala propicia del crepsculo.

    En las calles por donde en pretritas horas transitaran los marqueses

    del Carpio, los Saco, los Iturregui y el negro Vinagrera, la

    oscuridad comenzaba a morder el contorno de las cosas. El silencio

    solo era agujereado por el ruido de los portones que se juntaban para

    que las gentes pudieran embaular, tranquilamente, el espesadito con

    yucas y culantro y la gualdrapa de carne asada de capu.

    En los antiguos barrios de Ladrillera, Coheteros y Callejn

    de la Luna, las chinas gordas, linfticas, y de redonda cabeza-

    vaciaban a la calle sus bayetas de las que salan tufos de mugre,

    sal de soda y jabn de pepita En los chicheros del Alto Per

    que en la punta de una caa forrada en papel cometa ostentaban una

    sirena pulsando la guitarra, o un buquecito de lata-los hoceros,

    palaneros y calaboceros que regresaban de lalimpia de acequias,

    se reconfortaban conun piqueyo de tollito y cochachuyosasentando

    con una buena chichita de tres amanecidas En los campos la

    diaria fiesta de la Mama Pacha ancestral terminaba junto con el sol

    Peches, tordos y toros dando tregua a la charanga- abandonaban

    las chacras de choclos y sandas. Esponjando el tibio plumn, los

    chilalas se acurrucaban en sus olleros de barro prendidos a la copa

    de los faiques. Iguanas y lagartijas corran a esconderse en sus

    tneles cavados en la arena, al pie de los concunos Un caliente olor

    a leche, que haca rebullir a las culebras refundidas en zapotes y

    bichayos flotaba en los caminos por donde los ganados marchaban en

    demanda de sus corrales cercados con varas de algarrobo Por

    todas partes, el cri cri de los murcilagos alternaban con el dulce

    violn que los grillos empezaban a rascar ocultos en la maleza; y

    alentando esperanzas propincuas, la fauna nocherniega zorros,

    hurones y lechuzas- abandonaban huacas y chilcales.

  • En el firmamento, perlado y terso despus de algunas horas

    de fresca virazn, los primeros luceros comenzaban a guiar el ojo

    a la miserable pelota de barro que habitamos; y hacia el lado de la

    sierra lejana, un sinuoso perfil parecido a una lechada de cal,

    blanqueaba un rumbo del cielo. Por all, la luna con su escote de

    creciente- subira como una hoz de plata que segara estrellas La

    vida y el movimiento desaparecan, y poco a poco, la honda tristeza

    de la tarde iba cayendo sobre la Generosa y Benemrita ciudad de

    San Roque de Lambayeque, la vieja ampaxlloec del Padre Naymlap,

    y de la magnfica Capullana que aplac el hambre de Pizarro; la

    ciudad que enjug el llanto de los arruinados de Zaa, la populosa

    urbe de las 40,000 almas en el siglo XVIII- y los 50 sacerdotes

    lambayecanos ayudando una famosa misa de gallo colonial; el devoto

    pueblo de las mil y una procesiones, que mezcl con polvo de oro los

    cimientos de su iglesia, y que tuvo Campana de los Blancos, Campana

    de los Mulatos y Campana de los Indios; la alegre ciudad que se

    baaba en la Carramuca, sombreada de mangos y de huabos, y

    holgaba en la Pampa de Soda; la de las casas de cadena, las

    Almenas y los patios seoriales; la medrosa ciudad de los

    fantasmas, de la Mano Peluda, y la Carreta de la Calle del Palmo; la

    que mandaba sus hijos a Jamaica, de donde regresaban afiliados a

    las logias revolucionarias; la del Primer grito de Independencia en el

    Norte, por mas que hubiera sido dado a puerta cerrada y aguaita

    quien viene!... La ciudad que fue la primera en auxiliar a San Martn

    tercianiento y abrumado en Huaura. La cuna de los gloriosos

    zambos de Junn La abnegada ciudad que se qued sin Padre

    Eterno por ser leal al cholazo Santa Cruz; la que perdi sus perolitos

    de cobre, sus onzas de oro y sus mantas de vapor, por ser fiel al

    remilgado Vivanco; la que se dej birlar las potencias de su Cristo y

    el capitalazgo de Departamento, por ser consecuente del buenmozo

    Prado La spera tierra de los guapos que se amarran los

  • pantalones con cadena de buque y que siembran a balazos,

    pespunteyan a pualadas y se agarran a horquetazos y acialazos

    en las tomas de riego; la ciudad de las picas jornadas contra las

    gentes de Chiclayo; la dulce mata del gevohilu y de los ricos

    piques de yema; la de las sesmas del buen yonque de Salas y las

    tabernadas de chicha mellicera; la de los ricotes gallos navajeros, los

    potros engredos, y las bien algarrobadas chinas de capuz y

    pretina plegada. La esplndida y regocijada ciudad de los saraos de

    doa Ignacia Pesantes de Pastor, y de los paseos en carreta de bueyes

    al puerto de San Jos; la sufrida vctima del Ro Viejo que se tragaba

    tinas de jabn, colegios, hospitales y barrios enteros.

    Ciudad de pachacas, de caciques y de hidalgos. Solar y

    vivero de los Salcedo y de los anfuay; de los Delgado y de los

    Falempincial; de los Barandiarn y de los Uchuin Palenque donde

    el truculente Seorote rob y mat ms que una botica, y por

    ltimo, ciudad donde vio la luz primera aquel grande e incomparable

    humanista Justo Figuerola- que realiz la estupenda hazaa, que

    jams se volver a ver, de arrojar la banda presidencial por un

    balcn, que es como decir al pueblo soberano: id a escardar

    cebollinos que yo me quedo tranquilo en casa

    Como no deleitarse y recrearse leyendo y releyendo a Carlos

    Camino, quien cuenta que en aquellos tiempos como tambin sucede

    ahora, existan los inmisericordes usureros, otrora conocidos como

    habilitadores, gente que prestaba plata a los pobres indios

    campesinos con altsimos intereses y que justamente por los elevados

    intereses, aquellos hombres de campo no podan pagar, quedndose

    los habilitadores con sus terrenos, como los personajes de la Novela

    El Dao: don Jos Miguel Navarrete y Baltazar Esqun, que Carlos

    Camino lo narra as en el mismo Captulo:

  • A esas horas dos hombres dialogaban en un cuchitril adosado

    a las colcas de la firma Jos Miguel Navarrete.- Lambayeque

    (Per). Entre aquellos dos hombres que coexistan regidos por las

    mismas leyes y que se descubran ante la misma bandera, pero entre

    ellos se abra un abismo insondable. Representaban razas,

    tradiciones, costumbres e ideales en doloroso antagonismo Uno de

    esos hombres, el propio Don Jos Miguel Navarrete, era la ms

    autntica encarnacin del vigoroso mestizaje que sobre el humus de

    la civilizacin yunga brot, regado con sangre espaola, en la

    costa nortea del Per. Don Jos Miguel era un hombre azambado,

    con uas y colmillos de luchador. El egosmo y la firmeza se pintaban

    en el plano mentn bilobulado, y en la nariz que era gallarda y

    arrancaba con bro de la profunda escotadura de la frente Don

    Jos Miguel deba ser muy viejo, pues, como un avance de la

    esclertica sobre la iris, sus ojos presentaban el crculo senil. Sin

    embargo se mantena erguido y acorchado, y solo una que otra cana

    asomaba en su cabeza y en el tremendo bigotazo, de guas largas y

    cadas, que le daba aspecto de guerrero galo.

    En Don Jos Miguel todo era fuerza, equilibrio y de su

    persona emanaba ese aire de gran seor que tanto impresiona a los

    temperamentos dbiles. El otro personaje, Baltazar Esqun, era un

    magnfico ejemplar de aquella legendaria raza mochica que antes de

    la era cristiana arrib, conducida por Naymlap, a la desembocadura

    del Faquisllanga y fund el pueblo de ampaxlloec, origen del actual

    Lambayeque Baltazar Esqun tena los rasgos peculiares de los

    huacos que an se extraen de las tumbas de esos lugares: cabeza

    braquicfala de estirpe netamente monglica- tronco musculoso y

    achaparrado; vientre enorme de gran bebedor de chicha y piernas

    cortas y estevadas. Sus ojos, de pualada en pellejo, no dejaban

    traslucir el mariposeo del espritu y parecan abiertos desde una

  • regin de sombras y de ensueo Bajo el poncho listado de azul,

    llevaba camisa de tocuyo y pantaln de casinete oscuro. Gordos

    zapatones de cordobn de Chota torturaban sus pies; y en el

    sombrero de macora que respetuosamente conservaba en las

    manos- se vea ancho luto de pao En Baltazar Esqun todo era

    suave y crepuscular. Pero a veces, en el temblor irrefrenable de sus

    manos se adivinaba algo as como un impulso contenido: el impulso

    de las razas milenarias sorprendidas y paralizadas por el ltigo de la

    conquista

    Al leer esta novela de Carlos Camino Caldern, donde el

    cholo Baltazar Esqun por unas cuentas monedas que eran de mucha

    necesidad para l, pierde un terreno que haba sido herencia de sus

    ancestros,aquel terreno tan querido para l, denominado La

    Cuchilla, pas a manos del habilitador don Jos Miguel Navarrete.

    Y tal como pas muchos aos atrs, hoy quedan en Lambayeque los

    ahora conocidos usureros, habilitadores con otros nombres y otros

    apellidos que siguen haciendo ms pobres a los pobres, quedndose

    con los terrenos de modestos campesinos. Seguramente Carlos

    Camino escribi su novela pensando que alguna vez, los gobiernos le

    pongan un freno a estos usureros de la actualidad y ayuden al

    campesinado, a esos hombres de campo herederos de Baltazar Esqun

    a recuperar sus tierras, hbilmente sustradas por los usureros muy

    conocidos, muy respetados y famosos en Lambayeque. Pero no.

    Seguir igual. As es el Per. Todos lo sabemos, y as nos lo narra

    Camino:

    No! El trato es el trato! deca don Jos Miguel con esa

    cantarina inflexin de voz propia en las gentes del norte-. Yo no

    puedo darte ni un centavo ms hasta que no llegue el agua para

    entablar el arroz. Y luego agregaba que tena un mundo de plata

  • entregado en habilitaciones para chacras de arroz, y que esa plata

    estaba en peligro de perderse. En octubre se haba picado y

    barbechado las tierras. Despus, se haban cuarteleado y bordeado y

    slo muy pocos haban alcanzado a tapar la semilla con el

    Cordonazo de San Francisco. Y ahora, cuando ya deba haber

    agua para entablar, el agua no vena!... Se haban esperado en vano

    las aguas de San Martn y los Orines del Nio Un mundo de

    plata metido en habilitaciones que se perdern!... -Pero ahitn los

    terrenos pa responder, patrn!... Qu terrenos ni qu nio muerto!

    Los terrenos no valen ni la dcima parte de lo que yo tengo

    entregado en habilitaciones!

    -Dejuro, patrn! Pero tuava se puede entablar con lagua de

    San Sebastin- arguy Baltasar rascndose la oreja de borde llano y

    sin hlix, como de hombre poco evolucionado. Y para convencer a

    don Jos Miguel, aada que en la semana pasada haba estado en la

    sierra en Penach- y que all haba visto signos de que pronto

    llovera: -Lo gatos estn toduelda atusa y atusa lo bigotes. Lo

    carneros estn peliadorazos!... -Ya veremos en qu paran esas

    misas!- contest don Jos Miguel.

    Pero, a pesar de que haba probabilidades de que la prxima

    cosecha de arroz se perdiera, por la escasez de agua, don Jos

    Miguel exageraba al decir que su dinero estaba en peligro. Era cierto

    que Baltasar y muchos otros pequeos agricultores haban recibido

    dinero en concepto de habilitaciones; pero tambin era cierto que ese

    dinero tendra que ser pagado vendiendo a don Jos Miguel el arroz

    que se cosechara a precio mucho mas bajo del que tuviera en plaza en

    la poca de cosecharla. Y tambin era cierto que, en garanta de las

    habilitaciones, Baltasar y los dems cholos haban entregado a don

    Jos Miguel los lotecitos de tierra heredados de los abuelos.

  • Desgraciadamente, Baltasar haba hecho cera y pabilo del

    dinero de las habilitaciones. De esa suma, una cantidad que no era

    moco de pavo ni grano de ans, haba ido a manos del brujo para

    aventar vientos malos, contra los ladrones de sementeras y hacer

    limpiaduras con yerbas o cuyes a los familiares enfermos. Otra

    cantidad no menos apreciable haba pasado a inflar la guayaca del

    cura, que en cuanto oli dinero se ech sobre Baltasar como gato a

    bofes, y llovieron misas y responsos para sacar del purgatorio el alma

    de compadres de chicha y cebolla. Porque eso s!, el culto a los

    muertos, con el obligado banquetazo sobre las tumbas, el da de

    Difuntos; y las prcticas de brujera formaban episodios

    principalsimos en la existencia de Baltasar, ya que en l alentaba en

    toda su grandeza el alma de la raza ancestral, esa raza mochica

    esotrica y ocultista, que desde la noche de los tiempos penetrara tan

    hondo en los arcanos de la vida y de la muerte El resto del dinero

    se haba evaporado entre alguaciles, tinterillos y dems gente de paz

    que sale a robar armada de papel sellado. Para trabajar no le

    quedaba ni un real y por eso peda ms dinero.

    Don Jos Miguel, aferrado a la letra del contrato de

    habilitacin, se negaba a dar ms plata mientras no llegara el agua

    para entablar: -El trato es el trato!... Don Jos Miguel hostilizaba a

    Baltasar abrigando la secreta esperanza de que ste le entregara en

    hipoteca lo nico que posea realengo: un terrenito llamado La

    Cuchilla, muy codiciado por don Jos Miguel, pues era cabecera de

    toma y encajaba en sus tierras. Baltasar se negaba obstinadamente a

    vender o hipotecar La Cuchilla; y para obligarlo, don Jos Miguel

    cometa mil abusos: le robaba el agua durante las pocas de estiaje y

    se la echaba toda encima en la de avenidas, le quemaba los cercos; le

    meta animales de dao Pero Baltasar se haca el desentendido.

    A cada escapada que pegaba el cholo, don Jos Miguel se rascaba el

  • chato occipital, revelador de tendencia al robo y la rapia, y

    exclamaba: -Ya caers! Mucho sabe la zorra, pero ms el que la

    toma!

    Esa tarde, en presencia de su habilitador, Baltasar estaba

    consternado. Deseaba cumplir sus compromisos y librarse del horror

    de perder la herencia de su familia, pero el dinero de las

    habilitaciones se le haba escapado de las manos para pasar al

    tringulo fatal en que se hallan encerrados los cholos del Per

    entero: cura, subprefecto y brujo En medio de su angustia, Baltasar

    recorra con ojos retrecheros el cuchitril donde don Jos Miguel,

    desde medio siglo atrs, se llenaba de plata en concomitancia con

    unas cuantas hojas de papel sellado, dos lapiceros de junquillo chino

    y un tintero de barro con etiqueta de Enere Superfine.

    Todo era pobre y miserable en ese embudo de madejas

    podridas, hediondo a moho, donde las araas matemticas tendan su

    maravillosa cordelera de crculos concntricos y curvas

    logartmicas A la luz de la vela que don Jos Miguel acababa de

    encender, se distingua una mesa sobre la que descansaba el Cdigo

    Civil y el de Procedimientos. Contiguo, un sof colonial con patas de

    len y tapiz de Marroqun verde- dejaba escapar por los desgarrones

    el pelote del relleno Pegado a una de las mamparas, amarilleaba el

    Arancel de Derechos Notariales, en el que, marcadas con lneas

    rojas, relataba las Disposiciones Especiales a los Escribanos de

    Hipotecas Al fondo del cuchitril estaba la caja de valores: un

    venerable armatoste de planchas de hierro zunchadas y remachadas,

    donde se guardaban los libros de contabilidad y un gran nmero de

    legajos que contenan ttulos de propiedades rsticas y urbanas,

    testimonios de hipotecas, pagars, contratos de habilitacin y todas

    las dems redes en que caan, pataleando, los cholos de Lambayeque

  • y de los pueblos vecinos Mientras tanto, don Jos Miguel por

    encima de sus antiparras de prsbita- observaba a Baltasar, que

    permaneca con los brazos separados del cuerpo y el busto hacia

    adelante, en la clsica postura del campesino que pasa la vida

    quebrado de riones sobre el surco.

    Don Jos Miguel estaba seguro de que Baltasar caera en la

    trampa. La Cuchilla quedara hipotecada y no podra ser

    rescatada, pues la falta de agua auguraba muy mala cosecha. Se

    producira el remate y don Jos Miguel se llevara por una bicoca-

    el pedazo de La Cuchilla que, unido al de otro pobre diablo y al de

    un tercer pobre diablo formara un nuevo latifundio que la firma

    Jos Miguel Navarrete. Lambayeque (Per) inscribira en el

    Registro de la Propiedad Inmueble con un nombre optimista o

    edificante: El Triunfo o La Constancia Despus, durante una

    semana, el editorialista de Deflagracin trinara contra la

    ilimitacin del derecho de propiedad, que trae, como corolario, la

    creacin del latifundismo, con detrimento de la propiedad

    indgena Pero don Jos Miguel comprara las letras protestadas

    que haba en plaza con la firma del propietario de Deflagracin y

    lo fregara -Si quieres, te dar plata, pero con hipoteca de La

    Cuchill!... Al or esa propuesta, Baltasar se qued sin poder tragar la

    saliva: como si hubiera perdido el reflejo glseo-faringeo. Sinti que

    se le mora Dios en el cuerpo y los odos le zumbaron como si dentro

    de ellos volaran todas las abejas de Reque y de Monsef.

    Trescientos aos de encomienda y repartimiento de la raza

    siempre engaada, haban condensado su cerebro una ilimitada

    desconfianza hacia todas las jurumayas con que el ambicioso

    blanco trata de chupar la savia de los cholos, con la misma glotonera

    de los gusanos que los arroceros ahogan con los riegos de diciembre.

  • Baltasar no quera hipotecar lo nico que le quedaba

    realengo despus de haber entregado sus dems tierras en garanta

    de habilitaciones, pero no poda exigir ms dinero hasta que no

    llegara el agua; y el agua no tena cuando llegar!...

    Mientras tanto, ya estaban contratadas las honras fnebres de

    su madre, fallecida veinte das antes, y el amanuense de la Jefatura

    Militar Provincial le peda cincuenta soles por la excepcin de

    Toribio, el hijo mayor de Baltasar Un combate formidable principi

    a librarse en el alma de Baltasar. Ni por Dios ni por todos los santos

    quera soltar La Cuchilla; pero si no la soltaba, su madre se

    quedara sin honras con gran escndalo del cura y de los parientes,

    que lo llamaran moestro desnaturalizu- y el pobre Toribio, que lo

    ayudaba a tirar trompadas cuando los vecinos le fajinaban la toma

    para robarle el agua, no se escapara de servir en el ejrcito, de

    donde volvera esqueletizado, con los dientes afuera, tsico!... A

    Baltasar le pareca estar oyendo ya la tos del tsico: -Coj! Coj!

    Coj!... Y con los ojos de la imaginacin vea a Toribio sentado en la

    barbacoa de sauce, mientras el doctor Paredes el mismo que asisti

    a la seorita Elvira, la telegrafista- le aplicaba el odo a los pulmones

    y le haca contar en alta voz: -Repite! Repite! Treinta y tres!

    Treinta y tres!

    En cambio, pensaba Baltasar, soltando La Cuchilla habra

    plata para todo. Las honras seran celebradas con el catafalco nuevo

    y la Parca y las Virtudes de cartn-piedra llegadas ltimamente a la

    parroquia. La banda sera del mestro Lluncor, la mejor de la

    provincia, y Toribio seguira hundiendo la reja en los barbechos y

    tirando trompada en la toma Con el dinero que sobrara y el que

    recibira a la llegada del agua podra trabajar y cumplir sus

    compromisos.

  • Y si algn da don Jos Miguel se quedara con sus tierras, se

    metera de ladrn!. Y el pobre Baltasar se vea ya en el despoblado de

    Olmos, con la carabina en la mano, asaltando a las gentes, en

    compaa de Pasin Farro, Cruz Falen y tantos otros que de

    propietarios se convirtieron en ladrones por obra y gracia de los

    habilitadores: -Arza, blancos! La bolsa o la vida!... Y los muy

    mariconazos, muertos de miedo y ms blancos que el yeso de

    Mrrope, iban soltando todo lo que llevaban encima; despus de lo

    cual Baltasar se escabulla entre los mdanos rezando la Oracin

    del Justo Juez para que no lo chapasen los civiles: La mano de

    Dios me guie; la de la Virgen me lleve de noche y de da. La de mi

    padre San Blas por delante y por detrs En esos momentos el

    alma de Baltasar era un palenque donde chocaban mil encontrados

    pensamientos; pero la reserva y el disimulo los dos matices

    caractersticos del indio mochica- hacan que pareciera tranquilo.

    Durante un buen rato don Jos Miguel no dijo oste ni moste,

    ni Baltasar chist paula ni maula Al fin, despus de muchas

    vacilaciones en las que sinti fluir y refluir como en una manera

    espiritual el desaliento y la esperanza, Baltasar se resolvi a

    hipotecar La Cuchilla. No haba ms remedio! Despus de todo

    confiaba en que l saba trabajar, y en que no era uno de esos pobres

    serranos que los contratistas de Chota y de Hualgayoc arrean a

    patadas hacia las haciendas de la costa: El Baltasar Esqun- era

    indio si! Pero indio costeo, de los que no se espantaban de nada.

    Poda luchar con vivos y con muertos. Para los vivos tena su acial

    de corazn de algarrobo, su machete Collins y las yerbas de los

    cerros encantados! Para los muertos tena la Magnificat, si se

    trataba de muertos corrientes, y para los muertos maosos que

    traspasaban la Magnificat tena el Cntico de Nuestra Seora.

  • Cerrando un ojo, con el gesto consagrado del ardiloso y

    limpindose las uas con la pluma, don Jos Miguel comenz a

    estipular las condiciones de hipoteca de La Cuchilla. En la

    escritura se hara constar que La Cuchilla quedaba afecta a un

    prstamo que debera ser devuelto en el improrrogable plazo de un

    ao. Se expresara que el prstamo se haca sin intereses; pero sta

    era una de tantas martingalas de don Jos Miguel, pues de la suma

    que Baltasar recibira como prstamo seran descontados los

    intereses. En verdad, lo que se persegua era ocultar el cobro de un

    inters exorbitante que no estara amparado por la ley. Adems, con

    esa martingala, don Jos Miguel eludira el pago del impuesto sobre

    la renta del capital movible. El contrato era, pues, costura de

    zapatero: con un hilo enredaba a Baltasar y con el otro al Fisco.

    En cuanto a los gastos de escritura, inscripcin en el

    Registro, etc., etc., se cargaran todos al desdichado Baltasar: -Has

    hecho bien en decidirte, cholo, porque maana ya sera muy tarde!

    Me voy a Lima!... No bien qued cerrado el trato, a don Jos Miguel

    le acometi un tic nervioso que contraa sus risorios en una mueca

    satnica, cada vez que lograba desplumar a un cholo: -A donde ibas

    a dar conmigo cuando tengo as y dos del palo!- murmur don Jos

    Miguel recordando sus tiempos de rocamborista En seguida

    abandon el asiento y abri la puerta dando fin a la entrevista Ya

    en la calle, Baltasar se dispuso a enderezar para su rancho. Con un

    gesto de dolor y alivio se descalz los zapatones de cordobn y los

    coloc en la alforja. Extrajo de ella el calabazo de la chicha y traseg

    un poco del contenido. Escupi, se limpi los labios con el dorso de la

    mano, carraspe y saltando sobre el piajeno, arrumb pa su

    monte, en la toma de Los Huabos.

  • Cun maravilloso sera que se vuelva a editar esta novela,

    porque dentro de su Captulo Segundo titulado El as de Norte, nos

    sigue deleitando, cuando escribe refirindose a Lambayeque:

    Lambayeque el pueblo de indios en que se refugiaron los

    emigrados de Zaa- aument en prosperidad gracias a las

    facilidades otorgadas por el gobierno espaol para el desarrollo de

    ciertas industrias cuyas materias primas abundaban en la comarca

    Situado en las inmediaciones de un litoral azotado por una corriente

    marina rica en esas salsolas de cuya ceniza se extrae soda, y rodeada

    de montes de algarrobos donde pastaban inmensos rebaos

    productores de lana y sebo, la industria del jabn, la de tejidos y la de

    curtidura contaron con slidas bases sobre que establecerse, y al

    final del siglo XVIII llegaron a su mayor apogeo Por esa poca

    Lambayeque encerraba en su recinto suntuosas residencias y edificios

    pblicos. Testigos de su fausto y esplendor fueron: la Aduana, donde

    se amontonaban las mercaderas mas raras y costosas; la Iglesia,

    cuya fbrica representaba miles de pesos; el Hospital Beln y el

    Colegio del Salvador, dos instituciones que el gobierno espaol no

    introduca sino en las ciudades de importancia Un vibrante y

    sostenido espritu comercial y ese jocundo epicuresmo que se

    apodera de los pueblos prsperos, animaba las calles orilladas con

    varas de guarango por donde todo el da traficaban recuas de mulas

    agobiadas con los productos de la fragosa serrana y resonantes

    carretones de bueyes que llevaban a las colcas el maz y las

    menestras de los valles cercanos.

    En la Plaza de la Aduana se confunda el chirrido de la rueda

    con el blando restallar de la honda y el campanilleo de las mulas

    recueras. Un sordo rumor de voces castellanas, quechuas y mochicas

    parta de la multitud compuesta por gentes de Lambayeque y de los

  • pueblos de veinte leguas a la redonda Jugosas chinas de Eten y de

    Monsef, con ojos almendrados y hondo mirar y negro cabello

    partido en dos trenzas, extendan sobre sus esteras sombreros y

    huambritos de junco y de macora, cigarreras de paja, ponchos y

    alforjas de algodn y de hilo Alegres y locuaces, sobre la dura

    carne de color canela, vestan el clsico capuz teido de negro con

    barro podrido y zumo de paipay. Del ceidor sujeto a las pomposas

    caderas colgaba la bolsa de dinero. Lucan collares de diminutas

    conchas rosadas y largos pendientes de oro y perlas de Sechura que

    les rozaban los hombros Los rudos pescadores de San Jos

    ordenaban sobre sus pellejos de lobos marinos, que se retorcan al sol

    apestando a yodo, el botn de robalos, tollos y rayas arrebatado desde

    los caballitos de totora.

    Hombres del clido Chongoyape arrimaban sus cargas de

    cacao y caf que dejaban en el ambiente un olor a tierra

    barbechada Ventrudas vivanderas de Illimo, de rostro abotagado

    por el alcohol, ofrecan la densa chicha contenidas en odres y en

    checos gigantescos Los huerteros de Jayanca, la limpia y risuea,

    sacaban de sus canastos de carrizo luminoso, racimos de uvas de

    color de mbar cubiertos de fino polvo dorado Los arrieros de

    Olmos, de piel tostada por el viento ardoroso del despoblado,

    llevaban de grupo en grupo, tamarindo de Piura, brea de Amotape,

    azufre de Sechura y paja toquilla que los balseros paitenos obtenan

    en Guayaquil a cambio de salazn de mero y de pejepalo.

    Los comerciantes de San Pedro de Lloc exhiban sobre sacos

    de oloroso ans de Paijn, mullidos pellones en los que entraba lana

    de ovejas cajamarquinas y ail de Costa Rica Soando sobre sus

    montones de trigo, cebada y papa seca, los habitantes de las

    cabeceras de la sierra esperaban envueltos en sus bayetas de Castilla,

  • llevando en el carrillo hinchado como el abazn de un murcilago-

    la ramadita de coca mezclada con cal Los indios de Catache

    ofrecan el pushle que quita la fiebre, la calahuala que depura la

    sangre Y los famosos brujos de Salas y de Penach vagaban por

    todas partes mostrando, con aire misterioso, la misha para los

    maleficios y el condurango para los enguayanches de amor.

    En las afueras de la poblacin, un gran nmero de telares y

    de curtiembres zumbaban todo el ao. Y las fbricas de jabn, a las

    que llamaban tinas, constituan verdaderas colmenas humanas

    donde se apiaban centenares de negros esclavos La agricultura

    era la ocupacin favorita de la nobleza y aunque la rutina y el

    empirismo eran los mtodos empleados, las cosechas no dejaban de

    ser abundantes debido a la fertilidad de las tierras y al

    aprovechamiento de las aguas, que poda hacerse gracias a las obras

    de ingeniera hidrulica construidas por los antiguos mochicas y que

    an subsistan en las campias.

    La holgura y el bienestar se reflejaban en las costumbres y

    en el carcter de los lambayecanos, que sin duda eran los hombres

    ms laboriosos, ms alegres y ms liberales de todo el Per. Los

    productos de su industria: jabn, paos, cordobanes, sebo y miel no

    solo se vendan dentro del pas sino que se exportaban a Chile,

    Popayn, Panam y Mxico Una febril actividad galvanizada a

    todas las clases sociales. El pueblo viva satisfecho y mas feliz que en

    ninguna otra ciudad; y los aristcratas que eran muy cultos a causa

    de sus frecuentes viajes a Jamaica y Espaa- saban darse trato de

    grandes seores, en vastas y bien alhajadas mansiones, donde la

    existencia se deslizaba plcidamente en medio del lujo y la opulencia.

  • Las tertulias, los saraos y los paseos campestres mantenan

    unida a la sociedad y la vinculaba estrechamente a los representantes

    de la Corona encargados de fomentar esas manifestaciones de

    cultura Y las fiestas religiosas, nica vlvula de escape del

    sentimiento popular, daban ocasin para exhibir el tradicional boato

    de los gremios y cofradas de artesanos.

    En esa floreciente poca se levantaron las mas suntuosas

    mansiones que an existen; el Colegio del Salvador sembraba la

    semilla de la sabidura y el Hospital Beln era un arca de caridad y

    de amor al prjimo Fue ese final del siglo XVIII el que tan

    profunda huella dej en Lambayeque y puso en sus costumbres, sus

    calles y sus edificios ese inconfundible sello de seoro y distincin

    que sobrevive a la ruina de la ciudad.

    Pero estaba dispuesto que los das de Lambayeque fueran

    efmeros, como los de Zaa y que su prdida se debiera al mismo

    elemento que acab con la ciudad a cuya ruina deba Lambayeque su

    prosperidad Y la hora ineluctable lleg en un aciago da del ao

    1791, en que el viento empujando las arenas ceg el cauce del ro y

    produjo la catstrofe. El Colegio del Salvador fue arrasado por las

    aguas y este hecho marc el principio de la ruina de Lambayeque.

    Del Colegio solo qued un arco y un muro. All se form despus, la

    Plaza del Mercado.

    En 1828 tuvo lugar la segunda inundacin en la que fueron

    destruidos muchas casas tinas de jabn, el Hospital de Beln y el

    barrio de la Otra Banda.

    Eso y mucho ms narra Carlos Camino Caldern en su novela

    El Dao.

  • LAMBAYEQUE Y SU 27 DE DICIEMBRE

    Tolucho haba llegado a este pueblo, pequeo en tamao, pero

    grande en historia. Ya estaba por cumplir un ao viviendo aqu,

    cuando los preparativos para celebrar el 175 Aniversario del Primer

    Grito Libertario, despert su curiosidad. Nunca antes haba escuchado

    que en Lambayeque se haba producido un hecho histrico de esta

    envergadura, o quiz lo haba escuchado o le haban enseado en su

    Colegio, pero no lo recordaba. Ahora estaba en el lugar donde haba

    sido el escenario de todos estos acontecimientos. Vea como los

    estudiantes se preparaban para el desfile cvico militar, la

    Municipalidad dictaba ordenanzas para abanderar la ciudad, los

    vecinos pintaban sus casas y a pesar de que la gente estaba preocupada

    ms por las fiestas navideas, haba un especial preparativo para

    celebrar el aniversario del Primer Grito Libertario. Y es que no es

    poca cosa. Lo que el General San Martn lo hizo en Lima el 28 de

    Julio de 1821, aqu en Lambayeque lo haban hecho el 27 de

    Diciembre de 1820. Y lleg el da esperado. Todo empez con una

    solemne Misa Te Deum, con asistencia de las principales autoridades

    del departamento de Lambayeque, al trmino de la cual, las tropas del

    Ejrcito, Marina, Aviacin y de la Polica, los Colegiales, los

    Municipales, las Instituciones Pblicas y Privadas con sus respectivas

    banderolas estaban formadas alrededor de la Plaza 27 de Diciembre,

    para la ceremonia de izamiento del Pabelln Nacional, Bandera de la

    Regin Nororiental del Maran y Bandera de la ciudad de

    Lambayeque. De pronto, los honores a las autoridades del

    Departamento, al seor Prefecto, al seor Presidente de la Regin, al

    seor General de Brigada Comandante de Armas, luego vino el

    izamiento del Pabelln Nacional, el Himno Nacional y el desfile

  • cvico militar. Mas tarde, una Sesin Solemne y despus el Brindis de

    Honor en el Casino Civil Militar. Una fiesta grande.

    Y lo que llam mucho ms su atencin en esta fiesta fue el

    Himno de Lambayeque, un himno que dice mucho de aquel 27 de

    Diciembre de 1820, cuya letra pertenece al seor Jos Santos Silva

    Tirado y la msica a don Orlando Gonzlez Garca, y que dice as:

    CORO

    Lambayeque, tu fuiste primera

    que en la patria ser libre jur,

    y ofrendando su sangre y su vida,

    Patria digna a todos leg.

    ESTROFAS

    Es por eso que el pueblo Peruano

    te proclama su gua y bastin,

    porque tu le enseaste a ser libre

    y a luchar contra toda opresin.

    Te cantamos por ello orgullosos,

    y en honor a tu gloria inmortal

    lucharemos por darte ms lauros

    de cultura y Justicia Social.

    Para Tolucho era un lujo vivir todas estas experiencias, por lo

    que se puso a hurgar los archivos, para mejor conocer esta historia, y

    encontr una fotocopia de una parte del libro Historia General del

    Per de Vargas Ugarte, que en sus pginas del 122 al 125 dice

    textualmente as:

  • Despus del pronunciamiento de Ica y Tarma, cbele a

    Lambayeque la gloria de haber jurado la Independencia con

    prioridad a otras ciudades del Per. No era el Lambayeque de

    entonces la deshabitada y soolienta villa que hoy conocemos,

    reducida a su mbito por las inundaciones y absorbida, podemos

    decirlo as, por su vecina, la pujante Chiclayo que paso a paso va

    convirtindose en el emporio del Norte. Lambayeque haba conocido

    das de gran prosperidad y an a fines del siglo XVIII y comienzos del

    XIX conservaba todava algo de su pasado esplendor. Las familias

    avecindadas en su recinto eran numerosas y de arraigo en la regin y

    basta recorrer los nombres de los que intervinieron en la

    emancipacin para darse cuenta de la importancia de que an

    gozaba. Sus habitantes se haban hecho famosos por su laboriosidad y

    fuera de las mltiples producciones de su suelo, como el algodn, el

    arroz, la caa de azcar, la fabricacin de cueros y suelas,

    cordobanes, velas y jabn venan a ser fuentes de riqueza para sus

    vecinos.

    Entre aquellos hombres dedicados al comercio y poseedores

    de una fortuna ms que regular figuraba a comienzos del siglo, don

    Pedro Rivadeneira y Tejada, el primero de entre los peruanos que se

    afili en Cdiz a la Logia Lautaro y uno de los ms activos prceres

    de la independencia, a la cual ayud con su persona y bienes hasta

    que en 1810 fue reducido a prisin en compaa de Miranda en el

    arsenal de la Carraca. Diez aos dur su cautiverio y cuando al final

    del mismo pudo embarcarse para el Ro de la Plata y arribar por fin

    al Per, ya su tierra natal, haba jurado adherirse a la causa de la

    Independencia Como Rivadeneira, Juan Manuel Iturregui y

    Aguilarte, estaba dedicado al comercio y sus negocios le haban

    obligado a recorrer algunos pases de Amrica y recoger a su paso la

    comn aspiracin entonces de todos los verdaderos americanos. En

  • algunas embarcaciones conductoras de mercaderas alcanz a

    introducir en los puertos de San Jos y Mrrope, algunas armas

    adquiridas en las Antillas inglesas y en su ciudad natal comenz por

    asociarse a algunos amigos que le ayudaran en su empresa. Formse

    as un club separatista, en el cual figuraba lo mas granado de la

    juventud de Lambayeque, dice Legua y Martnez. En dicho club

    figuraban D. Jos Iturregui, hermano de D. Juan Manuel, los tres

    hermanos Legua, Santiago, Romualdo y Jos; otros tres hermanos

    Saco, hacendados del valle de Pacasmayo; los hermanos Cass,

    limeos; los dos hermanos Quesada; el marino Juan Jos Fanning,

    capitn de la barca Catalina, portador de las primeras

    comunicaciones de los patriotas lambayecanos a San Martn; el

    Alcalde D. Pedro Antonio Lpez Vidaurre y D. Melchor Sevilla,

    teniente del escuadrn de milicias de Pacasmayo y otros que pueden

    verse en el autor antes citado (Legua y Martnez).

    La casa de Iturregui fue el centro de reuniones de los

    patriotas y all se fraguaron los planes que haban de tener por

    trmino la declaracin de la independencia. Al tener noticia del

    desembarco de San Martn en Paracas, procuraron ponerse en

    contacto con el Libertador y al saber su traslado a Huacho,

    determinaron enviar en calidad de comisionado al capitn Pascual

    Saco. El viaje se frustr por la presencia en la costa de las fragatas

    Prueba y Venganza, que luego se dirigieron a Guayaquil, pero

    lograron remitir algunas comunicaciones por tierra. Las autoridades,

    a saber, el Comandante de la Plaza, Manuel Jos Romero y el jefe de

    las milicias provinciales, Juan del Carmen Cass, concibieron

    algunas sospechas y debieron dar aviso al Intendente de Trujillo

    Torre Tagle. Este reforz la guarnicin de Lambayeque, o sea una

    compaa montada a rdenes de Antonio Gutirrez de la Fuente, con

    la mitad de la segunda compaa del Numancia que haba quedado en

  • Trujillo a su paso para Lima y vino a rdenes del teniente Antonio

    Guerra. Esta medida hizo vacilar un tanto a los patriotas

    lambayecanos, los cuales decidieron enviar un comisionado a Trujillo

    a fin de sondear la opinin de la capital de la Intendencia y tener

    noticia exacta de su estado. Escogise para ello a D. Vicente

    Castaeda, sujeto notable por su patriotismo y capacidad, en

    opinin de Iturregui, el cual cumpli su misin a maravilla, y a su

    vuelta dio a conocer la actitud vacilante de Torre Tagle, del cual, sin

    embargo, no tenan por que temer. De las dems provincias de la

    intendencia los informes eran favorables. Todos estaban prontos a

    secundar el movimiento y se plegaran a la causa una vez que se diese

    la seal en Lambayeque. Los sucesos les dieron la razn.

    Mucho haba influido la proximidad del ejrcito libertador,

    pero en el movimiento del Norte del Per por la independencia la

    influencia sanmartiniana slo fue indirecta. Fueron los patriotas de

    todos estos lugares los que resolvieron poner trmino a la dominacin

    espaola, prueba inequvoca del ambiente que ya se haba ido

    formando en la regin a favor de la causa. Pero es justo reconocer

    que San Martn alent a los prceres de Lambayeque, como consta

    por las cartas que dirigi a D. Mariano Quesada y Valiente, la

    primera de las cuales aparece suscrita en el cuartel general de Pisco

    el 9 de Setiembre y la segunda en Supe el 28 de Noviembre. En la

    primera le dice: Sobre este concepto y en consecuencia de los

    seguros informes que he recibido de los nobles sentimientos que

    distinguen a la persona de U., no puedo menos de lisonjearme y

    esperar que hallndonos en el caso de que se manifieste el

    patriotismo en todas direcciones, el celo de U., lo opere en cuanto

    est a su alcance, a fin de consumar nuestra grande obra. En la

    segunda aada: Yo estoy informado de que U. es uno de aquellos

    americanos dignos de este nombre, que hace tiempo suspiran por el

  • da afortunado en que su pas salga del estado de envilecimiento y

    degradacin a que lo tena reducido el opresor sistema colonial y se

    eleve al rango que por su opulencia le corresponde entre las

    naciones civilizadas. Este da, tan temido por los tiranos, tan deseado

    por los hombres de todos los pases que abrigan en su pecho

    sentimientos liberales, amaneci con el sol del 8 de setiembre, que

    alumbr el desembarco del ejrcito libertador en las playas de

    Pisco.

    Acercbase pues el da de la liberacin. Los patriotas

    determinaron el golpe el da 12 de Diciembre de 1820, pero el jefe de

    las milicias provincianas, Juan del Carmen Cass, fue de parecer que

    se postergase. Ms que la falsa noticia de la venida de la otra mitad

    del escuadrn acantonado en Lambayeque, influy en el nimo de

    Cass el deseo de asegurar la cooperacin de los oficiales, as del

    Numancia, acuartelado en el hospital de Beln como de los del citado

    escuadrn, alojado en el local de la aduana. La medida fue aceptada,

    pues de esta manera se evit la efusin de sangre. Al fin se resolvi

    que el levantamiento tuviera lugar el 27 de Diciembre. Los das de

    Navidad se haban celebrado siempre con regocijos en Lambayeque.

    Levantndose toldos por doquiera, sobre todo en la plaza de Beln y a

    los alegres compases de la msica se invitaba a los transentes a

    gustar de las ricas viandas que se expendan en ellos o a comprar las

    mil baratijas y curiosidades que ofrecan a voz en cuello los

    buhoneros y mercachifles. El contento era general y ste subi de

    punto cuando comenz a susurrarse el acontecimiento que se

    preparaba. Todos estaban dispuestos a ayudar la causa y de las

    poblaciones vecinas como Ferreafe y San Jos acudieron muchos

    patriotas Se contaba con la oficialidad del Numancia, a la cual

    haba agasajado con esplendidez D. Juan Manuel Iturregui y aun

    cuando en el escuadrn no faltaban oficiales recalcitrantes, tendran

  • que ceder ante el impulso de la mayora y se les facilitara su salida

    del lugar para salvar su responsabilidad.

    En la noche de dicho da, el alcalde D. Pedro Antonio Lpez

    de Vidaurre, convoc a los cabildantes a la casa de D. Melchor

    Sevilla, alcalde de segunda nominacin, y de comn acuerdo

    resolvieron jurar la independencia, declarando en el acta que se

    levant que convencidos en mrito de todo, de la buena causa que

    defienden las armas patriotas, de que cada uno estaba

    anticipadamente persuadido y tratando de dar ejemplo a los dems

    cabildos de esta provincia, adictos al sano sistema de la libertad e

    independencia de la Amrica del gobierno espaol, a que

    desgraciadamente ha estado sujeta hasta el da, por el duro sistema

    colonial, deseando romper las cadenas opresoras de tan ignominiosa

    esclavitud, por un rasgo generoso y unido de la libre y espontnea

    voluntad de este ilustre cuerpo, ha resuelto jurar como de facto jura

    la independencia absoluta del gobierno espaol, por s y a nombre de

    toda esta poblacin a quien representa No bien se hubo firmado

    el acta, la multitud que aguardaba fuera comenz a dar voces: al

    cuartel, al cuartel, donde se hallaba la tropa que obedeca al

    subdelegado D. Manuel Jacinto Romero, al mismo tiempo que Cass

    daba orden para que los cornetas de las milicias y cvicos diesen el

    toque de asamblea, a fin de que todos se congregasen. Pronto

    acudieron a la llamada y as ellos como los soldados del Numancia,

    llevando a la cabeza a D. Juan Manuel Iturregui, a su hermano

    Ignacio, a D. Melchor Sevilla, a los Legua, Quesada, Navarrete y

    otros, se lanzaron a la Plaza, rodeando el cuartel. Son el redoble de

    llamada y Cass en nombre de todos se adelant a parlamentar con el

    oficial de guardia. Se convino en que el Capitn Saco pasara a

    entrevistarse con los oficiales renitentes, en tanto que la multitud

    vociferaba en la plaza y se proferan gritos de amenaza. Algunos de

  • ellos, como el alfrez Barriga, se resisti a entregarse sin lucha y

    hasta se dieron rdenes a la tropa para preparar sus armas, pero

    sta, peruana en su mayora, se neg a disparar y los oficiales no

    tuvieron ms remedio que rendirse. Al poco tiempo, protegidos por

    algunos milicianos, abandonaron el cuartel y la multitud prorrumpi

    con ms ardor en gritos de jbilo. La independencia de Lambayeque

    se haba consumado.

    Es impresionante y espectacular saber cmo un grupo de

    patriotas lambayecanos logr dar el Primer Grito de libertad en

    Lambayeque. Y que bonito gesto del pueblo de Lambayeque que en

    memoria de ese gran acontecimiento haya construido un Parque al que

    denominaron Parque Independencia, ms conocido tambin como

    Parque Pascual Saco, donde precisamente se encuentra el

    monumento de este preclaro prcer de nuestra independencia, as

    como tambin estn los bustos de quienes lo acompaaron en esta

    tarea. Lo triste es que el monumento de Pascual Saco se ha convertido

    en letrina de las palomas que han hecho de este parque su hbitat, al

    extremo que por tanto estircol palomar ya no se nota el rostro de

    Saco, ni tampoco su uniforme, luciendo cagado, por lo que, propios

    y extraos admiran la indiferencia y el desprecio de quienes estn a

    cargo de la conservacin de los parques y jardines, y mas que nada

    por quien logr que Lambayeque fuera la primera ciudad que a la

    Patria ser libre nos dio. Pero aparte de esa historia, Tolucho tambin

    encontr un hermoso e ilustrativo escrito de don Miguel Oneto Garca,

    que se permite transcribirlo y dice as:

    Lambayeque, Cuna de Libertad

    El 27 de Diciembre, es el da de Lambayeque. El hecho

    histrico incontrovertible, as lo ha consagrado Con el fervor que

  • solo el acontecer histrico puede dar a las conmemoraciones,

    Lambayeque vuelca hoy el pensamiento, el recuerdo y su corazn a la

    jornada gloriosa de la noche del 27 de Diciembre de 1820 en que,

    rompiendo las cadenas de secular opresin colonialista, el pueblo

    lambayecano impuso separatismo y libertad a la imperial metrpoli.

    En nuestro proceso histrico hay momentos de honda y

    heroica rebelda, de inmolacin gloriosa y sacrificios fecundos con

    profundas motivaciones libertarias e histricas. A estos pertenece el

    27 de Diciembre de 1820 en Lambayeque, el 31 de Diciembre en

    Chiclayo y el 1 de Enero de 1821 en Ferreafe; los tres pueblos,

    hermanos rebeldes que amaron la vida menos que la libertad, para

    darle al pueblo el ideal de perfeccionamiento humano y de felicidad

    social, poltica y econmica, de que ya hablara La Repblica de

    Platn, los Dilogos de Scrates, la tica de Aristteles y la

    Utopa de Toms Moro, genes idealistas de los Derechos del

    Hombre y del Ciudadano, como fin supremo de bienestar para lograr

    la libertad, la igualdad y la fraternidad, triloga inviolable del

    Derecho Universal, por la que se inmolaron nuestros antepasados.

    1820 es, en Lambayeque, el ao de la pasin por la justicia y

    la libertad. La justicia y la libertad, dormida si se quiere, tras siglos

    de prepotente opresin, vive despierta en lo ms hondo del corazn

    lambayecano, porque no es palabra sino pasin profunda del instinto

    libertario basado en ideas y las ideas como bien se ha dicho- no se

    matan ni se mueren Que Lambayeque fue foco de activa

    conspiracin liberal, cuna y savia del frondoso rbol de la libertad,

    jams podr ser negado por espritus libres de prejuicios

    regionalistas ni interesadas interpretaciones histricas porque, desde

    1780, el Partido de Lambayeque, con accin flamgera, prendi la

    chispa del entusiasmo cvico y est presente en la lucha por la

  • independencia anticolonialista; tal lo atestiguan los memorables

    Bandos de Guerra del Dr. Juan OKelly y ORelly, Corregidor y

    Justicia Mayor de Saa, resaltando que, al estallar la Revolucin

    Precursora de Tpac Amaru, el indio de la mascaypacha roja y el

    sol de los incas en el pecho, tal lo identifica Ral Porras

    Barrenechea Lambayeque, solitaria, haba abrazado ya, la cusa de

    la rebelin indgena apoyando al heroico, infortunado y estoico Seor

    de Tinta, Cacique de Tungasuca, Surimana y Pampamarca.

    Apstol mrtir de la raza india, tal lo llama Boleslao Lewin (La

    Rebelin de Tpac Amaru); brbara y cruelmente descuartizado en la

    Plaza de Wakaypata por los caballos de los espaoles del brutal

    Visitador del Virreinato, Jos Antonio de Areche.

    Las autoridades realistas apretaron el cordn represivo para

    perseguir, apresar, el