UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÒN
FACULTAD DE HUMANIDADES Y ARTE
Departamento de Ciencia Históricas y Sociales
El Campesinado en la Cuestión Social a principios del siglo XX en la zona Central de
Chile
Análisis historiográfico desde la Nueva Historia y la historiografía marxista
Seminario para optar al grado de Licenciado en Historia
ALONSO ENRIQUE ARAVENA GALLEGOS
CONCEPCIÒN – CHILE
2012
1
“La cuestión social existe y toma forma en donde exista una agrupación de hombres que aspire a la reforma del actual sistema social imperante en el mundo que ocasiona la desigualdad y la injusticia social…”
Luis Emilio Recabarren
4
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 7
A modo de prólogo 7
Objetivos generales y específicos 8
Objetivo General 8
Objetivos Específicos 8
Metodología a utilizar 10
HIPÓTESIS 14
MARCO REFERENCIAL 17a) La Nueva Historia, la expansión del análisis histórico 17
b) El análisis marxista de la realidad y su vigencia 20
c) La Nueva Historia Social y la historiografía marxista
desde la realidad chilena 23
PRESENTACIÓN 26
CONTEXTUALIZACIÓN DEL PERÍODO 28
Salazar y Pinto: un análisis de las clases en la realidad chilena 29
a) Las élites 31
b) Los grupos medios 33
c) Las masas populares 34
CAPÍTULO I Cuestiones de definición. A modo de Marco Teórico 38
Cuestión Social 39
a) La Cuestión Social desde una perspectiva política 39
b) La Cuestión Social desde una perspectiva social 40
c) La Cuestión Social desde una perspectiva económica 44
d) La Cuestión Social desde una perspectiva del pensamiento 46
Campesino 48
a) El concepto de campesino y la teoría marxista. 50
a.1 La teoría marxista clásica y el problema del campesinado 51
a.2 El aporte de Alexandr Chayanov y la economía agraria marxista 54
a.3 Una pequeña aproximación a Kautsky y la cuestión agraria 56
b) El concepto de campesino en la Nueva Historia Social en Chile 58
5
Clase 60
a) Consideraciones previas al concepto de clase 61
b) El concepto de clase desde la perspectiva marxista 62
CAPÍTULO II Desarrollo Político, Cuestión Social y el campesino 65a) El movimiento obrero y el mundo rural. Un balance dentro de la
Cuestión Social 65
b) Las ideologías revolucionarias: anarquismo y comunismo en el
mundo rural. Una aproximación. 71
b.1 La ideología ácrata en el movimiento obrero. Falta de influencia
en el campo. 73
b.2 El marxismo y la influencia tardía en los sectores campesinos. La
falta de una política constante en los sectores rurales. 76
c) Algunas conclusiones a priori 78
CAPÍTULO III Desarrollo Económico: Conexiones con el mundo del agro
y la Cuestión Social 79
a) La economía a fines del siglo XIX. Consolidación del capitalismo en Chile. 80
b) La modernización agrícola. Cambios objetivos en la economía. 82
c) Cambios económicos y mantenimiento de la desigualdad social 88
d) Proletarización, urbanización y Cuestión Social. Una mirada
desde la identidad. 90
d.1 Concepto de identidad y campesinado 91
d.2 El proceso de proletarización de los sectores campesinos 92
d.3 La urbanización. Manifestación de los cambios económicos y sociales 93
CONCLUSIONES 97
BIBLIOGRAFÍA 100
Libros 100
Artículos 102
Tesis 103
INTRODUCCIÓN
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A modo de prólogo
La historia de la Cuestión Social, como proceso del movimiento popular chileno, es
representado desde la óptica del trabajador salitrero, desde las urbes relacionadas con el
sector minero, y abarcando los grandes centros urbanos del país. Sin embargo, surge el
interés por querer hacer una aproximación al estudio del mismo período desde un enfoque
del trabajador rural, del campesino. Esto porque desde los análisis tradicionales sobre la
Cuestión Social, el papel del campesino no es mencionado o solo se hacen ciertas
referencias.
Se busca por ende, innovar en la perspectiva de entregar un análisis desde el mundo
del campo, que ha quedado en un segundo plano dentro de las diversas ramas de la
historiografía nacional. Lo que se intentará probar, es que el proceso de la Cuestión Social,
identificándolo como un proceso dentro de las luchas reivindicativas del pueblo, no fue de
forma heterogénea, mostrando en las zonas mencionadas, una expresión diferente a la del
Norte salitrero y las demás urbes importantes, como Valparaíso, Santiago y Concepción.
Se hace importante poder entregar un análisis aproximativo sobre el campesino, ya
que este cumplió un papel no menor dentro del proceso en estudio. Como se verá más
adelante, lo que se intentará exponer será desde los distintos enfoques de análisis con que se
ha desarrollado el estudio de la Cuestión Social, poder adaptarlo al tema del campo, desde
sus transformaciones económicas, hasta lo político y social.
El querer limitar el análisis geográficamente se hace una tarea ardua, ya que el
querer definir el propio concepto de campesino, es una tarea compleja. Lo que se quiere
decir es que es complicado poder decir desde que parte o región del país se puede hablar de
campesino. Sin embargo, y dado los trabajos que se utilizaran en la presente investigación,
el campesino será el de la zona central. Aunque también debemos advertir que se hace
mención en algunos trabajos de campesinos en Magallanes, o al norte de Santiago.
7
Tal y como se verá en el apartado del marco teórico, el campesino es aquél que no
se reduce simplemente a la economía capitalista, ya que traspasa esa frontera. Sin embargo,
y dado el enfoque que se observará en el presente trabajo, el campesinado también se ve
afectado por los cambios que el capitalismo produce, entendiéndolo así como un sector más
dentro de los sectores populares que se ven perjudicados tanto por los cambios económicos
como por los cambios políticos que se producen.
Objetivos Generales y específicos
Objetivo General
La intención fundamental de esta investigación es poder identificar, describir y
analizar los diversos aspectos del proceso denominado Cuestión Social, desde una mirada
que integre al campesino como sujeto histórico, y cómo incidieron en estos los diversos
aspectos del proceso que emerge a finales del siglo XIX y que se consolida a principios del
siglo XX.
Al observar entonces los diversos procesos del movimiento popular en la Cuestión
Social desde una mirada rural alejada de los focos principales de análisis, podemos
proyectar líneas historiográficas que asuman una importancia desde el proletariado
campesino en la formación y consolidación del movimiento popular chileno.
Objetivos Específicos
La organización del presente trabajo estará enfocado primero a las diversas
discusiones que se han dado en torno al concepto de Cuestión Social, para luego hacer un
contraste con la situación de las zonas rurales. En ese sentido, otro concepto que será
fundamental definir será el de campesino, ya que desde ahí se abordará este trabajo.
Teniendo en cuenta lo anterior, es que se alza un primer objetivo específico o
secundario: poder hacer un análisis aproximativo de cómo la historiografía crítica, como la
8
marxista y la Nueva Historia han abordado el tema campesino desde sus diversas
manifestaciones, sea en el ámbito económico, político o social.
Desde lo político entonces, un objetivo a establecer es poder encontrar ciertos nexos
entre el movimiento obrero y el tema del campesinado. Para esto se utilizará la
historiografía marxista, lo que dará pie a una falta de análisis del tema campesino, dado el
enfoque tendente al trabajador urbano, especialmente al minero del salitre, entre otros.
Además y como es bien sabido, ideologías socialista y anarquista comenzaban a
generar las primeras semillas de conciencia y organización popular, pero debemos ser
cautos al momento de hablar de la generalidad del pueblo chileno. Surgen entonces algunas
preguntas que se intentarán resolver a lo largo del trabajo: ¿Cuál fue la incidencia de las
ideologías revolucionarias en la zona rural y en los sectores campesinos? ¿Se puede hablar
de un movimiento campesino? O desde las pequeñas urbes que hacían converger a las
zonas rurales, ¿existía movimiento popular? ¿Cómo se desarrollaba la cuestión social en
aquellas ciudades?
Otro objetivo es poder analizar desde una perspectiva económica el tema del
campesinado. Se trata entonces de entender los cambios y modernizaciones que se hicieron
en el mundo del agro, y como estos afectaron a los campesinos, que buscaron mejores
condiciones de vida en la ciudad. Estos hechos hicieron crisis posteriormente cuando los
terratenientes hacían hincapié en la falta de mano de obra en los campos.
Por último, poder establecer consideraciones en el tema de lo identitario,
estableciendo cómo los cambios políticos fueron reconfigurando al propio campesino.
En síntesis, lo que se pretende es poder entregar, desde los cambios objetivos que se
fueron sucediendo en este período tanto en lo político como en lo económico, los cambios
subjetivos del propio campesino, de la politización o no de estos sectores, de la migración a
la ciudad y su nueva vida. En definitiva, de cómo la Cuestión Social, período que se
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denomina así por el hecho de que se reconfiguró un pueblo desde la política, se hace parte
de la vida de los campesinos.
Metodología a utilizar
El trabajo, como ya se dijo, pretende abarcar en un período donde predomina un
análisis desde los sectores urbanos, el tema del campesino. Lo anterior, visto desde una
mirada historiográfica marxista y desde la Nueva Historia. Esto porque ambas constituyen
dos expresiones de entender la realidad de forma crítica, y no tradicional.
Para ello, se definen tres conceptos en el Capítulo I Cuestiones de definición, que
serán fundamentales a lo largo del trabajo presente. Campesino, Cuestión Social y Clase
son la base del trabajo en términos teóricos, ya que logran definir los pilares del análisis.
Para ello, se define antes lo que se entenderá como marco referencial, para poder establecer
la forma en la cual se realizará el trabajo, además de que serán las dos corrientes que serán
utilizadas, ya que constituyen las que más abarcan el tema popular.
Definir campesino se torna fundamental, ya que se constituye como el sujeto puesto
a análisis. Al definirlo, pesa la dificultad del término, es decir, lo ambiguo que se torna
poder configurar una definición. Sin embargo, se puede llegar a ciertos consensos, como el
hecho de que no definiremos o entenderemos a lo campesino desde la negación de lo
urbano. Es decir, el campesino constituye una realidad propia, autóctona y original. Por
ende, se admite que lo campesino no es propio del sistema capitalista. Pero si lo determina.
Esto quiere decir, que aunque el campesino no es producto del capitalismo, si está
determinado por el sistema. Esto se refleja bien en el capítulo que relaciona el desarrollo
económico con el campesino, al mencionar el tema de la modernización del agro.
El segundo concepto a definir es el de Cuestión Social. Desde las primeras
definiciones de Cuestión Social, se habla de las consecuencias sociales de los procesos de
industrialización y urbanización. Dos procesos que van de la mano. Sin embargo, el
campesinado forma parte importante de este proceso, ya que es fuente de mano de obra,
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luego de las migraciones. Pero hay una realidad que queda en el campo, y que no ha sido
abordada por la historiografía nacional. O ha sido abordada muy someramente. La Cuestión
Social, no se desarrolló solo en el período de fines del siglo XIX y principios del siglo XX,
sino que abarca mucho más tiempo. El tema principal es que debido a la reconfiguración
del pueblo, y la creciente politización, el tema desbordó en un problema político, por lo que
tomó más importancia este período. En ese sentido, habrá que ver cómo el sector
campesino reaccionó a estos cambios y cómo enfrentó su propia realidad.
Por último, el concepto de Clase se alza desde la siguiente perspectiva. Dentro del
análisis marxista clásico, el campesinado es una clase en transición. En transición a
proletarizarse. Así lo entendió la historiografía marxista chilena, por lo que al analizar por
ejemplo el movimiento obrero, el tema campesino es abordado, pero no con el énfasis como
por ejemplo, como cuando hablan del obrero industrial y urbano. Por su parte, en la Nueva
Historia se incluye más al sector campesino, pero dentro del período de la Cuestión Social,
nuevamente los análisis son someros.
Al definir el concepto de clase, debe superarse –dialécticamente- el análisis marxista
clásico. Diversos autores lo entendieron así, e incluyeron al campesinado como una clase.
Sin embargo, tampoco es la solución. Entender al campesino como una clase aparte. A mi
juicio, sí debe entenderse la realidad de cada sector, incluyendo así, por ejemplo, a los
campesinos. Pero lo que debe constituirse es un análisis que vea a la totalidad de los que
son explotados por el sistema, de ahí que se hable de clase explotada. El propio marxismo
entonces, utiliza la teoría para superarse. Incluso, la Nueva Historia es ejemplo de esto.
En el capítulo segundo, se ven principalmente dos aspectos. Uno es ver cómo la
elite se ve en crisis en esa época de la Cuestión Social, y cómo en general la
institucionalidad se ve afectada, por un pueblo empoderado, y con conciencia de sí. De esto
último cabe mencionarse que la clase popular posee conciencia de sí –existencia y su rol
dentro de la realidad capitalista- y para sí –como sujetos poseedores de su propia libertad y
como sujetos de cambio de su realidad que los explota. El segundo aspecto, es ver de forma
a priori cómo los sectores populares se adjuntan a una teoría revolucionaria, sea anarquista
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o marxista, y luchan por sus reivindicaciones, además de organizarse fuera de la
institucionalidad, ayudándose entre ellos mismos, generando así nuevas formas de la
realidad popular. Sin embargo, y además de la importancia que significó lo anterior, es
poder establecer cómo estas ideologías se involucraron en el tema campesino, y como estos
tomaron de aquellas las formas de lucha para cambiar su realidad. Aunque debe ponerse a
juicio esto, ya que, como se verá en el siguiente capítulo, existía una sumisión bastante
grande en estos sectores campesinos.
Además, se realiza un nexo entre el movimiento obrero y el campesino. Esto
permite ver dos cosas. En primer lugar, ver como la historiografía marxista –de la cual se
obtendrá principalmente el análisis sobre el movimiento obrero- aborda el tema del
campesino, y cuál es la importancia que le otorga dentro del período de la Cuestión Social.
En segundo lugar, entender cómo los cambios en cuanto a la politización del pueblo afectó
o no a los sectores campesinos, y cómo estos reaccionaron a los elementos que el
movimiento obrero iba poniendo en cuestión a la institucionalidad.
En el capítulo tres, se abarca el desarrollo económico y cómo esto afectó al mundo
del agro. Principalmente se observa cómo el sector rural está totalmente inmerso dentro del
sistema económico capitalista, donde la modernización que se ve en estos sectores afecta a
los campesinos, haciendo que emigren a las ciudades. Esto hará crisis en el desarrollo del
siglo XX, donde los propios terratenientes mencionarán la falta de mano de obra en el
campo.
Estos cambios, fueron impulsados por la elite que veía así un mejoramiento de su
producción. Pero lo importante acá es ver cómo los campesinos actuaron frente a estos
cambios.
Dentro de este tercer capítulo se verá el tema de la identidad. El poder establecer el
tema de la identidad desde una perspectiva del campesino, configura cómo se reconocen y
autoreconocen los campesinos, entendiendo la ambigüedad del propio término. Aquí se
12
distinguirá cómo los cambios objetivos1, es decir, la modernización e industrialización de la
economía logran hacer cambios subjetivos en los propios campesinos, donde por ejemplo,
se tiende al proceso de proletarización, y cómo este proceso afectó tanto al tema del
campesino desde una perspectiva social, como económica. Por ende, es importante recalcar
el proceso de proletarización de los sectores campesinos y como afectó esto a su
conformación como sujeto social.
Lo anterior es para poder responder a los objetivos planteados anteriormente,
además de responder a la hipótesis planteada en el presente trabajo. Según la metodología
que se acaba de plantear, la idea es poder seguir un orden que permita ir entendiendo
progresivamente el tema del campesino, desde una perspectiva conceptual general, hasta
limitarlo a un proceso tan importante como lo fue el período de la Cuestión Social.
HIPÓTESIS
1 Al referirme a cambios objetivos, hago el énfasis en que fueron transformaciones que se sucedieron y que de alguna manera afectaron el desarrollo social, político y económico del país. A pesar de ser impulsados para y por las élites, fueron cambios que no se podían pasar por alto dado el avance del sistema capitalista, por ende, son objetivos en la medida de que el sistema capitalista los imponía, y el quedarse fuera de esos procesos de transformación hubiese establecido aun más el tardío avance del proceso de industrialización, y por ende, el propio proceso de generación de un movimiento obrero fuerte, político y con reivindicaciones expuestas desde la organización de la clase trabajadora.
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Al analizar la situación económica capitalista de Chile, en una relación permanente
con lo político y social, se destaca la integración de los actores sociales marginados
anteriormente por la clase dirigente. Esta última, al ver la miseria en que vivían las clases
trabajadoras, optó por el consenso, dada la politización de aquellos que vendían su fuerza
de trabajo por un sueldo que los mantenía en condiciones paupérrimas. Fueron entonces
estos sectores quienes toman conciencia, y por ende, optan por la organización autónoma,
sea de tendencia anarquista o marxista. Sin embargo, el balance debe trascender a los
sectores productivos más importantes. La toma de conciencia progresiva de los trabajadores
de los sectores estratégicos (minería, puertos, carbón), está en contraposición con lo que
Morris denomina la actitud de respeto por el amo, de parte de los campesinos. 2 La Cuestión
Social fue un proceso que se manifestó a raíz del naciente proceso de urbanización del
país.3 Morris, en su texto, apunta al concepto de despoblación del campo, en beneficio de
las zonas potencialmente industriales, particularmente el Norte salitrero.
Este concepto nace de la preocupación de los hacendados, ya que veían mitigados su
mano de obra rural. De Shazo menciona: “La migración de los peones-gañanes a los
campamentos salitreros, a los lugares de construcción de la vía férrea y a las fábricas
urbanas, creó miles de nuevos consumidores de productos nacionales e importados”4
Es importante señalar que el proceso de politización de parte de los sectores
campesinos se desarrolló cuando estos precisamente dejaban de serlo, es decir, cuando
estos eran reclutados para el trabajo en el salitre. Lo que imperaba en el campo, en contraste
con el mundo del salitre, era sumisión y respeto para con el terrateniente. Esto se daba
porque las relaciones de producción en el mundo rural eran cuasi feudales, a diferencia de
los sectores industriales salitreros, portuarios o carboníferos. “En contraste con el inquilino
obediente y sumiso, el nuevo obrero de la fuerza laboral industrial y minera era
2 MORRIS, James: “Las élites, los intelectuales y el consenso. Estudio de la Cuestión Social y del Sistema de Relaciones Industriales de Chile”, Del Pacífico, Santiago de Chile, p.83. 3 En 1875 la población rural era de un 73%; en 1890, de 62%; en 1907, de 57%; y en 1930 de 51%. Esta estadística denota la creciente industria que se fue instalando en el país, y el éxodo rural hacia zonas industriales. MORRIS, Op. Cit., p. 82. 4 DE SHAZO, Peter: “Trabajadores urbanos y sindicatos en Chile: 1902-1927”, Centro de Investigaciones Barros Arana, Santiago, 2007, p. 40.
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independiente y rebelde y llegó a creer que la única forma en que podía obtener aceptación
era a través de su propia reorganización de la sociedad.”5 Este inquilino, en conjunto con
campesinos independientes, era parte importante de la clase popular de la segunda mitad
del siglo XIX.
Garcés menciona el sentido errante que estos podían tener dada las condiciones de
trabajo: “Muchos de ellos [inquilinos y demás campesinos independientes] sobrevivían en
los campos chilenos, otros probaban suerte en la minería; otros hacían crecer las ciudades
principales o daban origen a los pueblos y villorrios rurales. En conjunto, compartían un
origen campesino, una inserción laboral inestable, reducidos ingresos y necesidades
objetivas de subsistencia. De la élite y del Estado no era mucho lo que podían esperar y en
consecuencia debían estar dispuestos a vérselas con variados oficios y a emprender también
las más diversas estrategias de sobrevivencia.”6 A esto agrega Garcés que el campo ya no
entregaba posibilidades concretas y estables de empleo, por lo que la emigración hacia
centros urbanos o villorrios en pos de urbanizarse era la opción más propicia para
asegurarles cierta seguridad laboral.
Sin embargo, la opción de la ciudad no fue la solución a los problemas de los
campesinos recién llegados a la ciudad. “Una mayoría popular expulsada del campo por el
dominio terrateniente-mercantil y que la ciudad demostró escasa capacidad para integrarlos
económica y socialmente, si se considera el débil desarrollo de la industria y de la
infraestructura urbana.”7 Se fundía entonces la dicotomía de estos campesinos, dejando
atrás un pasado campesino que no le permitía seguir sobreviviendo, y un presente/futuro
proletario que tampoco les permitió tener algo más concreto y seguro.
En definitiva, lo que se intentará demostrar en el presente trabajo, es primero, el
importante rol jugado por los campesinos en los procesos de urbanización que vivió Chile a
partir del inicio del siglo XX. En segundo lugar, mencionar los tiempos distintos de los
campesinos en comparación con el trabajador industrial y de los nacientes centros urbanos
5 MORRIS, Op. Cit. P.98. 6 GARCÉS, Mario: “Crisis Social y Motines Populares en el 1900”, LOM, Santiago, 2003, p.35.7 Ibídem, p.41.
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del país. Por último, poner el énfasis en los pocos trabajos sobre el tema campesino en el
proceso de la Cuestión Social, lo que hace difícil una investigación que profundice ciertos
temas.
De esta manera, lo que se intentará en definitiva mostrar y exponer en este trabajo,
es poder entregar ciertas pautas de análisis de los temas más relevantes que comprometen a
la Cuestión Social, desde una perspectiva del campo chileno, sector muchas veces olvidado,
pero con una importancia trascendental en el desarrollo del pueblo chileno.
MARCO REFERENCIAL
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La idea de poder caracterizar la forma historiográfica que se desarrollará en este
trabajo, es poder enmarcarlo desde la perspectiva de poder hacer emerger la figura del
campesino como sujeto histórico, marginado casi totalmente por la historiografía
tradicional conservadora, y no tomado tanto en cuenta por la historiografía marxista. En ese
sentido, será desde la Nueva Historia Social desde donde se tomarán las bases
historiográficas y analíticas para poder hacer el análisis. Al utilizar la Nueva Historia
Social, se devuelve –por decirlo de algún modo- la importancia a sectores fundamentales
dentro de nuestra sociedad al momento de entenderlas desde una totalidad. Así, el
campesino forma parte de este grupo olvidado, marginado o poco tomado en cuenta por
algunas escuelas historiográficas.
Sin embargo, y aparte del tipo historiográfico ya mencionado, también se utilizará el
razonamiento marxista de análisis histórico. Esto es, aplicando la forma de entender la
realidad que aplicó Marx, no tan sólo en lo económico, sino también en lo político y social.
El que se utilice el tipo marxista de análisis historiográfico no es quedarse en el pasado.
Sería una falacia pensar que utilizando al marxismo se cae en un análisis fuera de contexto.
Desde la perspectiva que se pretende utilizar en el trabajo presente, recurrir al análisis
marxista se aplica al momento de poder estudiar las clases existentes y de las
interrelaciones existentes entre ellas, en la época en que se sitúa el problema en estudio. De
esta manera, este tipo de análisis es, a mi juicio, totalmente válido.
a) La Nueva Historia, la expansión del análisis histórico
Como menciona Peter Burke, la Historia Social se separa de la forma de entender la
historia desde una perspectiva netamente económica –marxista en algunos casos- para
poder entregar análisis históricos que abarcaran temas que no habían sido tomados en
cuenta o habían sido opacados y mitigados por la historiografía tradicional, ligado a los
grupos de poder. Burke menciona al respecto: “La historia social, por ejemplo, se
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independizó de la económica para acabar fragmentándose, como algunas nuevas naciones,
en demografía histórica, historia del trabajo, historia urbana, historia rural, etc.”8
El término de nueva historia, menciona Burke, se debe al aporte del reconocido
historiador medievalista Jacques Le Goff. Nueva historia entonces, como concepto, viene
de la idea de entender la historia desde nuevos enfoques, problemas y objetos de estudio y
de análisis histórico. De ahí la inclusión de nuevas sujetos históricos al momento de
estudiar un período, antes marginados. Esta nueva historia entonces, debe mucho Francia, y
por ende, a las escuela de los Annales.
Esto significó entonces, un cambio de paradigma, tomando Burke este término
desde la concepción de Thomas Kuhn: “La nueva historia es una historia escrita como
reacción deliberada contra el ‘paradigma’ tradicional, según el término útil, aunque
impreciso, puesto en circulación por Thomas Kuhn.”9
Luego Burke, en un trabajo pedagógico, realiza una comparación entre la
historiografía tradicional y esta nueva historia. Si la tradicional se preocupa netamente de la
política, la nueva historia se anima a investigar casi cualquier actividad humana. En ese
sentido, perfectamente entra el análisis del campesinado. Otro punto es que mientras la
historiografía tradicional piensa la historia solo como narración de acontecimientos, la
nueva historia la entiende como un análisis de estructuras. A mi juicio, aquí se ve un
acercamiento con el análisis marxista de la realidad. Algo no tan complejo de deducir es
que la historia tradicional tiene un enfoque desde arriba, es decir, desde los grupos de
poder, mientras que la nueva historia tiene diversas manifestaciones de historia desde abajo,
como el actual trabajo –relacionado al tema campesino- o análisis de sectores populares,
etc. Otra diferencia, es que la primera se basa solo en documentos oficiales, o que denota el
punto anterior –visión desde arriba-, mientras que la nueva historia utiliza otros medios. En
el caso del presente trabajo, aunque se utilicen solo libros –dado el tipo de enfoque que se
quiere dar- estos tienen un enfoque desde el análisis de movimientos populares, de análisis
sociales profundos, de las transformaciones y de cómo afectan a los más desposeídos, etc.
8 BURKE, Peter: “Formas de hacer Historia”, Alianza Editorial, Madrid, 2003, p. 13. 9 Ibídem, p. 15.
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Por ende, en ningún caso se hará un trabajo desde una visión tradicional, sino más bien
crítica, y desde abajo, es decir, desde los sectores pobres y marginados.
Una última e importante diferencia que señala Burke es que para la historia
tradicional, la Historia es objetiva y profesional. En contraste, la nueva historia tiene
presente que la Historia como ciencia social, la objetividad es algo relativo, mas no la
interpretación del hecho histórico. Y por otro lado, se busca la participación de actores que
no estén ligados a la Historia como disciplina académica, pero que también son
fundamentales al momento del análisis histórico, lo que hace que se deje de lado ese
academicismo que se expresaba desde la historia tradicional.
Por su parte, y desde una posición un poco más crítica, Guy Bourdé y Hervé Martin
señalan que la nueva historia no es un paradigma monopólico de la escuela de los Annales,
sino de otros autores. Pero eso es un tema que no es importante en este trabajo. Lo que sí
es relevante mencionar, es que ambos autores coinciden en el aporte a las bases de esta
nueva historia de la teoría marxista, incluso, llegando algunos exponentes de la escuela de
los Annales –impulsores de la nueva historia- como militantes del partido Comunista.
Aunque aquí los autores mencionan que trataban de separarse de todo matiz ideológico.10
Según esto podemos mencionar: “La nueva historia conserva del marxismo algunas
aportaciones científicas, aunque son rechazados muchos de sus aspectos filosóficos.
Fernand Braudel también reconoce la deuda con respecto a Marx; para él, el autor de El
Capital fue el primero que estableció ‘verdaderos modelos sociales’ operativos para
períodos de larga duración; mientras que, para Le Goff, Marx es el antepasado de las
periodizaciones amplias y del análisis estructural de lo social.”11
Por último, y al igual que Burke, el autor menciona la capacidad de reciclaje de la
Nueva Historia, ya que al poseer un contacto directo con las otras ciencias sociales, como la
sociología o la antropología, se accede a un mayor número de fuentes, además de ser estas
muy variadas, saliendo de lo tradicional de las fuentes de la historiografía tradicional, que
promovía las fuentes oficiales.
10 BOURDÉ, Guy; MARTIN, Hervé: “Las escuelas históricas”, Akal, Madrid, 2004, p. 175. 11 Ibídem, p. 176.
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En síntesis, y para efectos de este trabajo, el análisis desde la Nueva Historia
permite entonces entregar un análisis más amplio, destacando el hecho de poder utilizar la
ayuda de otras ciencias sociales, de otro tipo de fuentes, y de poder hacer una crítica, en la
forma epistemológica del término, es decir, ligado al conocimiento. De esta manera, y dado
los elementos que ya se expusieron, es que es válido integrar el elemento campesino a este
tipo de análisis, ya que además de ser una tarea bastante ardua dado la falta de textos
especializados en el tema, es también parte del mundo al que la historia social quiere llegar.
b) El análisis marxista de la realidad y su vigencia
Al hablar de un análisis marxista de la realidad, de esa realidad objetiva, palpable, el
diario vivir en definitiva, hablamos del todo que Marx quiso englobar en su propio análisis.
Política, historia, economía, sociología y filosofía se enmarcan dentro de la vasta obra de
este autor. De ahí, muchos historiadores seguidores de la teoría de Marx, empezaron a
aplicar los términos y las relaciones que mencionó Marx en sus diversas obras.
Identificaron estos historiadores la existencia de las clases sociales, y por ende, la
existencia también de la lucha de clases.
Burke menciona que, al hablar de la Historia desde abajo, se tiende a relacionar
con autores marxistas. Esto porque fueron estos quienes empezaron a historiar de sectores
no tradicionales. A pesar de que en un inicio sus análisis tendían a hablar solo de la clase
obrera, luego empezaron a abarcar otros sectores de la sociedad.
Siguiendo esta línea, Pierre Vilar, menciona que el hablar de una historiografía
marxista es ambiguo en la medida de que el autor se autoreconozca como marxista. Esto
porque este tipo de análisis “tendría que implicar la estricta aplicación de un modo de
análisis teóricamente elaborado a la más compleja de las materias de ciencia: las relaciones
sociales entre los hombres, y las modalidades de sus cambios.”12
12 VILAR, Pierre: “Historia marxista, historia en construcción”, en: LE GOFF, Jacques; NORA, Pierre (Comp.): “Hacer la historia”, Laia, Barcelona, 1974, p. 179.
20
Una pregunta interesante que se plantea Vilar es si Marx era un historiador o un
prototipo de historiador. El autor menciona que muchas veces utiliza ejemplos históricos
para reafirmar sus tesis de economía. Sin embargo, eso no lo hace historiador. Sin embargo,
lo que lo hace acercarse a un historiador, es el proceso de investigación previa, trabajo que
Marx realizó.
Luego el autor hace la relación entre el modo de producción y la unidad de la
historia. Vilar menciona: “El concepto central, el todo coherente, el objeto teórico de Marx
es, ciertamente, el modo de producción, en calidad de estructura determinada y
determinante. Ahora bien, su originalidad no está en ser un objeto teórico. Está en haber
sido, y haber seguido siendo, el primer objeto teórico que expresara un todo social, cuando
los primeros bosquejos de teoría, en ciencias humanas, se habían limitado a lo económico y
habían visto en las relaciones sociales ora datos inmutables […] ora las condiciones ideales
por satisfacer.”13
Por último, resulta interesante mencionar la idea que propone Pierre Vilar en el
sentido de que el historiador que se considere marxista, se negará a historiar solo desde una
perspectiva económica.
Por su parte, Bourdé y Martin hace un análisis más teórico de lo que es el marxismo
desde una mirada filosófica. Desde esa perspectiva, se alza el concepto de materialismo
histórico, quizás no de un modo historiográfico, pero si de una manera de entender la
historia y la realidad histórica, establecida y determinada por las condiciones materiales.
Pero en pocas palabras, ¿Cómo podemos entender el concepto de materialismo
histórico? George Lukács menciona al respecto: “Sin duda alguna, era un método científico
para comprender los acontecimientos del pasado en su esencia verdadera. Sin embargo, a la
inversa de los métodos históricos de la burguesía, también nos capacita para examinar el
presente bajo el ángulo de la historia, es decir, científicamente, nos capacita para no ver en
ella solamente les fenómenos superficiales, sino también las fuerzas motrices históricas más
profundas que en realidad engendran los acontecimientos.”14
13 Ibídem, p. 189. 14 LUKÁCS, George: “Historia y conciencia de clase”, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1970, p. 232.
21
Desde esta perspectiva, podemos apreciar que el marxismo, como teoría analítica de
la realidad, también abarca la historia. Esta historia movida por el motor de la historia, para
Marx, la lucha de clases. En ese sentido, la historiografía marxista cobra importancia al
utilizar a la lucha de clases como base analítica de la historia, abarcar un modo de historiar
que supere el análisis tradicional conservador, apegado a la institucionalidad, y a los
intereses de la burguesía y sus diversas manifestaciones de poder.
Marta Harnecker menciona las relaciones que existen entre el marxismo y la
Historia, como ciencia social. Sin embargo, cabe destacar que “desgraciadamente, los
escasos textos de Marx y Engels sobre su concepción de la historia se prestan para
interpretaciones de este tipo.”15
Luego, menciona la autora, que para el análisis marxista, debe considerarse que la
teoría de la historia desde el punto de vista marxista está relacionado con las
transformaciones de los modos de producción, es decir, y relacionado con el concepto de
materialismo histórico, son las condiciones materiales, a través de las relaciones y los
modos de producción, quienes van condicionando las subjetividades, y por ende, a la
historia como movimientos de la realidad de las sociedades: “La teoría marxista de la
historia es, por lo tanto, un estudio científico de los diferentes modos de producción.”16
Como vemos, y a manera de síntesis, vemos que interpretar la realidad actual desde
una perspectiva marxista es completamente viable, e incluso necesario, ya que se obtienen
conceptos que hacen poder explicar de mejor manera y más fluidas, las relaciones que se
generan en cuanto clases sociales, Estados, capitales económicos (Mercado), dentro de la
sociedad. El marxismo se alza entonces como una de las teorías vigentes que permiten
hacer un análisis que abarque todos los aspectos necesarios para poder explicar tanto lo que
se investiga en esta investigación, como en cualquier otra que se base en la sociedad, en la
relación entre hombre y realidad.
15 HARNECKER, Marta: “Los conceptos elementales del materialismo histórico”, Siglo XXI, 1984, p. 203. 16 Ibídem, p. 209.
22
c) La Nueva Historia Social y la historiografía marxista desde la realidad chilena
Al igual que en la historiografía mundial, Chile vivió los cambios en cómo se
analizaba y se interpretaba la Historia. De esta manera, se comenzó a aplicar tanto las
nuevas visiones que empezaban a entregar desde la escuela de los Annales, como de las
visiones marxistas que tuvieron un auge a mediados del siglo XX.
En este sentido, el historiador chileno Sergio Grez menciona. “En convergencia con
la influencia de la Escuela de los Anales, el marxismo estructuralista (de exagerado énfasis
en los modos y relaciones de producción) consideró la política como una mera
superestructura en contraste con la gran importancia que le dio Marx en sus trabajos
históricos. El desprecio por la historia política quedó sellado por este doble movimiento de
tenazas estructuralistas.”17
Como vemos, en cierta medida, estas corrientes historiográficas en Chile tuvieron
un desarrollo en negación a la corriente tradicional, ligado a los sectores conservadores,
católicos y al poder político y económico.
En una primera instancia, la historiografía marxista se alzó a mediados del siglo
pasado con los estudios acerca de los movimientos populares en Chile. Así, Julio César
Jobet, Marcelo Segall, Hernán Ramírez Necochea, Jorge Barría Serón, Fernando Ortiz
Letelier, Luis Vitale y Enrique Reyes se transforman en la primera camada de estos
historiadores llamados marxistas clásicos. Grez manifiesta: “A pesar de sus diferencias y
disputas, estos historiadores tuvieron como común denominador su reconocimiento
explícito del marxismo como marco teórico y fuente inspiradora de su quehacer intelectual,
además de un compromiso militante con el proceso de cambios sociales propiciado por
distintas vertientes de la izquierda chilena.”18 Como se ve, aplicaban estos historiadores el
marxismo tanto en la teoría como en la práctica política diaria. Sin embargo, y como dice
Grez, estos autores ponían énfasis en el proletariado minero e industrial, hecho que
17 GREZ, Sergio: “Escribir la historia de los sectores populares ¿Con o sin la política incluida? A propósito de dos miradas a la historia social (Chile, siglo XIX)”, Revista Política, volumen 44, Otoño 2005, p. 2. 18 Ibídem, p. 3.
23
conllevará fuertes críticas posteriormente, pero que no desconocen el hecho de que fueron
los primeros en poner a los sectores pobres en la palestra de la historiografía.
Obras como la de Ramírez Necochea o la de Ortiz Letelier se transforman en
fuentes importantes al momento de evaluar las transformaciones en cuanto a las formas de
organización que han tenido los trabajadores y el movimiento obrero en general.
Por otra parte, en lo que respecta a la Nueva Historia Social, existe un punto de
fragmentación importante, como lo fue el Golpe de Estado de 1973. “Desde comienzos de
la década de los 80 comenzó a emerger una nueva generación de historiadores sociales
conocida como la “nueva historia” o la “historiografía social popular” que rompió con el
estructuralismo de los años 60 y 70 y apostó fuertemente por la reposición del sujeto (o de
los sujetos colectivos) en la historia.”19 En ese sentido, se superó el análisis marxista de los
historiadores chilenos clásicos, abordando a otros sujetos históricos, tales como las mujeres,
lo niños, los estudiantes, los campesinos, etc.
De esta manera, el análisis se extrapolaba ya no tan sólo a lo político o a lo
económico, sino también a lo social y a lo popular. Apoyándose en otras ciencias sociales,
como la sociología y la antropología. Y abarcando a sectores marginados tanto por el orden
social, como la historiografía.
Destacan principalmente las obras de Gabriel Salazar y Sergio Grez, dentro de la
perspectiva que han logrado abarcar, dentro de sus análisis, temáticas nuevas dentro de la
historiografía, contribuyendo a la construcción de sujetos sociales más conscientes y con
una memoria histórica que permite conocer y reconocer la identidad del pueblo chileno,
principal actor de las obras de los autores que se comprometen con la Nueva Historia
Social.
De esta manera, la Nueva Historia Social se compromete con una resignificación de
conceptos marginados, de sujetos marginados y de acontecimientos marginados por las
19 GREZ: “Escribir la historia…”, Op. Cit., p. 4-5.
24
historiografías que le antecedían. Y, además de comprometerse en cuanto a teoría, se
compromete con una praxis tanto pedagógica, como político-social. Y esto en Chile se ha
traducido en una base empírica de trabajo, de pensamiento y de acciones teórico-practicas
que han logrado penetrar en el pueblo. Aunque esto aun no se alza como una verdad
transversal, si existen instancias en las cuales se observan tanto sus análisis, su lenguaje,
como en acciones.
PRESENTACIÓN
Querer hacer una aproximación de la bibliografía que trata el tema específicamente
de la ruralidad en el proceso que vivió Chile a finales del siglo XIX y principios del siglo
XX, como lo fue la Cuestión Social, resulta un trabajo dificultoso, arduo y delicado. Por un
lado, no hay muchas obras que traten el tema in extenso, más allá de ser meros apartados
dentro de análisis más profundos, ocurriendo otras veces que son obras que tratan el tema
25
campesino pero dentro de procesos mucho más largos que el período que aquí se trata de
analizar, lo que hace que se obvie información. Por otro lado, se transforma el propio
mundo del agro, o la ruralidad, o el campesinado, en un concepto ambiguo, muchas veces
difícil de definir20 como un todo.
Por último, es preciso señalar que el propio campesino, como concepto abstracto, no
es precisamente el sujeto de estudio dentro de los análisis de la Cuestión Social. El minero,
el trabajador industrial, el portuario, el trabajador urbano en definitiva, es quién representa
mejor este período, por ende, querer hacer una aproximación desde el campesino es una
tarea bastante ambiciosa, teniendo en cuenta el rol secundario de este sector.
A continuación, se presentan los diversos capítulos para analizar el tema campesino
desde las diversas perspectivas que componen la realidad, siendo un estudio de
aproximación historiográfico, dejando en claro que es un análisis a priori y un acercamiento
para futuros trabajos aun más específicos. Lo que se pretende en definitiva es poseer una
visión de cómo la historiografía más crítica, como la marxista y la Nueva Historia, han
abordado el tema campesino, dentro de análisis más generales y afrontando otras temáticas
de estudio.
En síntesis, se presentará desde diversas perspectivas, cómo ha sido abordado el
problema del campesino, tendiendo a establecer si realmente ha salido este sector de la
marginalidad historiográfica, o si tan solo ha sido incluido muy brevemente.
Interesa abordar este objetivo además, dentro del proceso de la Cuestión Social,
dado que desde este hecho histórico el campesino, como grupo social no es abordado de la
forma como lo son otros grupos dentro de la clase explotada21, como por ejemplo, y
principalmente dentro del período en cuestión, el minero y el trabajador urbano.
20 Ver dentro del Marco Teórico de este trabajo una aproximación de la conceptualización del término de campesino. 21 Hablo de clase explotada porque el concepto permite abarcar a todos los sectores pobres del país, ya que al hablar de clase obrera, se remite solo a los sectores trabajadores de los sectores urbanos. Por ende, y dado el enfoque de este trabajo, es más conveniente habar de clase explotada.
26
Como ya se mencionó en la definición del concepto de clase, en este trabajo se
entiende al campesino como una clase, separándose en este punto con la historiografía
marxista, que menciona, al igual que el marxismo clásico –Marx y Engels- que el
campesino es un sujeto miembro de una clase –campesinado- en transición, es decir,
tenderá dado el sistema al que está sometido, a proletarizarse, siendo recién ahí donde
podrá liberarse, sólo desde esa vereda. Sin embargo, y entendiendo al marxismo como una
teoría no rígida –como diría Lenin, no es un dogma- y en constante crecimiento, diversos
autores marxistas han podido superar esa concepción. Se abordará entonces desde este
último aspecto, ya que por ejemplo, la Nueva Historia ha podido incluir el tema campesino
y al campesino como sujeto histórico, dentro de sus análisis. Además, cabe mencionar que
los autores chilenos que se adscriben a esta forma de hacer historia, son de tendencia
marxista, por lo que ambas formas no son incompatibles. En definitiva, dialécticamente, la
propia teoría marxista ha ido siendo superada por ella misma, siguiendo el mismo juego
que planeaba Marx.
CONTEXTUALIZACIÓN DEL PERÍODO
Situación de las clases sociales existentes
El Estado es un órgano de dominación de clase, un órgano de opresión de una clase por
otra, es la creación del ‘orden’ que legaliza y afianza esta opresión, amortiguando los
choques entre las clases.
V. I. Lenin, El Estado y la Revolución
27
Para poder hacer un análisis de las relaciones de producción existentes en las zonas
rurales, desde la mirada no tradicional de la Cuestión Social, se deben generar líneas para
una caracterización de la época. Como se menciona en el texto de Cruzat y Tironi, “a
comienzos de siglo en Chile se vivía una fuerte polémica palpable a través de los diarios,
revistas y sesiones parlamentarias, acerca del problema de las condiciones de vida y trabajo
de los obreros y sobre el futuro social del país.”22
El país entonces se desarrollaba y progresaba mediante una dicotomía, bajo la
contradicción dialéctica fundamental de Capital/Trabajo: existía una bonanza económica,
encarnada en una gran industrialización, que permitió a la oligarquía de la época generar
capital necesario para consolidar su posición de clase. Pero este proceso aumentaba
también el número de trabajadores dispuestos a vender su fuerza de trabajo, en conjunto
con situaciones como el proceso de urbanización, dada las migraciones campo-ciudad, o
por la búsqueda de mejores condiciones de vida.
Se advierte en las diversas obras que tratan el tema de Cuestión Social , que este
proceso no es sólo algo autóctono, propio del país, que surge dado condiciones específicas
del desarrollo económico chileno, sino más bien “la Cuestión Social […] se presentaba
como parte de un proceso radical de cambios, el cual había que encauzarlos por vías
evolutivas o perecer en sus fermentos destructivos. El hecho que no fuera una realidad solo
nacional, sino más bien universal, la hacía aparecer como un mal necesario”.23
Salazar y Pinto: un análisis de las clases en la realidad chilena
Para entender de forma global el análisis desde una perspectiva de los sujetos
históricos y su identidad, importante esto último para observar el problema del campo y el
campesino, atenderemos al análisis que presentan Gabriel Salazar y Julio Pinto24, ya que
22 CRUZAT, Ximena y TIRONI, Ana: “El pensamiento frente a la Cuestión Social en Chile”, Nuestra América Ediciones, 1987, p.2.23 YAÑEZ, Juan Carlos: “Estado, consenso y crisis social. El espacio público en Chile 1900-1929”, Centro de Investigaciones Barros Arana, Chile, 2003, p.36.
28
permite tener una visión de las relaciones de clases y de producción a lo largo de la Historia
de Chile.
El trabajo realizado por Salazar y Pinto entrega una mirada nueva desde una
perspectiva de la Nueva Historia Social. Tanto Gabriel Salazar como Julio Pinto se
comprometen con un análisis completo de la sociedad, involucrando nuevas metodologías,
y participando de un trabajo donde se mezclan o trabajan en conjunto las ciencias sociales,
representadas tanto la historia como la sociología y la filosofía.
En este volumen de esta obra, se aborda netamente lo social. Ya en su introducción,
se mencionan las dificultades que se tiene el querer tratar lo social sin examinar lo político
o lo económico: “en la medida en que casi todo acto que involucre a personas tiende a
desenvolverse dentro del amplio marco de ‘la sociedad’-no siendo el aislamiento la
condición normal del ser humano-, podría arribarse a la problemática conclusión de que
todo es social: lo político, lo institucional, lo económico y lo cultural; lo objetivo y lo
subjetivo, lo individual y lo colectivo; lo público y lo privado; lo ‘trascendente’ y lo
cotidiano.”25
De esta manera, uno de los objetivos principales que se intentan esbozar en el
trabajo de Salazar y Pinto, es el de relacionar el análisis social con el de conceptualizar el
concepto de actor social. Se niega la mirada liberal individualista, católica-conservadora y
nacionalista. Se propone entonces lo siguiente: “lo que distingue específicamente lo social
de otra dimensiones del quehacer humano es la existencia de identidades de carácter
intermedio, situadas entre la particularidad atomizada del individuo y la unidad
hegemonizadora de las sociedades. Estas identidades intermedias corresponden entonces a
actores colectivos, cuya acción (o inacción) da forma a los grandes procesos sociales.
Pensamos que las personas que integran esos ‘grupos intermedios’, en tanto comparten
experiencias, necesidades e intereses, van construyendo ‘identidades colectivas’ que las
cohesionan entre sí y las diferencian de otros actores que comparten su mismo espacio
social.”26
24 SALAZAR, Gabriel y PINTO, Julio: “Historia Contemporánea de Chile. Actores, identidad y movimiento”, LOM, Santiago, 1999. 25 SALAZAR y PINTO, Op. Cit., p 7. 26 Ibídem, p. 8.
29
A partir de lo anterior, Salazar y Pinto trabajan desde una perspectiva de clases,
caracterizando sus componentes, pero sosteniendo las dificultades al momento de aglutinar
a los diversos grupos que los forman. Tanto los grupos dominantes-aristocracia, oligarquía
o burguesía- como los grupos medios y populares son caracterizados desde las identidades
y como estos se auto-reconocen cada grupo. Además, y pese a la similitud con los grupos
populares en cuanto a su condición social, son analizados de forma aparte las etnias
componentes de la sociedad chilena. Por ende, podemos inferir que lo que se plantean los
autores es demarcar lo social en el cual se desarrollan estos actores sociales, colectivos,
pero con identidades particulares, que confluyen sin embargo en una interacción cotidiana.
Desde una mirada historiográfica, podemos observar que en la obra los autores
hacen una clara crítica a la forma tradicional y clásica de observar y analizar
epistemológica y metodológicamente la historia, pues rehúsan la convicción de que ésta
esté determinada por los espacios públicos manejados por el Estado -o posteriormente el
Mercado- o reificar las hazañas de héroes, de líderes políticos, reemplazando esta visión
por una que abarque a todos los actores sociales antes marginados, y observando la
totalidad de las personas que habitan en la sociedad. A partir de este punto, son los mismos
autores quienes advierten que no se producirán verdades, sino reinstalar y situar problemas
a partir de la obra.
El texto, como está dicho, se divide en cuatro capítulos, cada uno caracterizando y
definiendo las bases epistemológicas de cada grupo social componente de la estructura
social mayor, la sociedad chilena en este caso.
a) Las élites
El primer capítulo tiene relación con las elites nacionales y liderazgo que estas han
ejercido a lo largo de la historia nacional. El concepto de liderazgo esta inevitablemente
ligado a la definición de élites, puesto que “el ejercicio visible del poder social no siempre
revela transparentemente quiénes son los que detentan las prerrogativas, pero a través de de
él puede adivinarse la existencia de un poder difuso en un grupo determinado.”27 Este
liderazgo ejercido por las elites nacionales, están objetivizadas –parafraseando a Foucault-
27 SALAZAR y PINTO, Op. Cit, p.13.
30
por la legitimidad que estos obtienen de las demás clases o grupos sociales; legitimidad
proveniente de la circulación del poder dentro de las sociedades.28
Lo anterior se articula de tal manera en la sociedad, que desde el poder, es decir,
desde las elites dirigentes, se proyectan dos conceptos fundamentales para entender el
ideario de las clases dominantes: los conceptos de orden y de unidad.
El proyecto de liderazgo más importante que ha realizado la elite nacional ha sido la
formación, desarrollo y consolidación del Estado a través del orden nacional, que la
mayoría de las veces ha sido revestida con autoritarismos y violencia represiva. El mayor
ejemplo es el Estado portaliano. Este estado portaliano tuvo -y tiene- por proyecto político
elitista consolidar la continuidad histórica de este, desde la autoridad y la tradición
(oligarca), el orden impuesto, la legitimación de la nación y el Estado nacional. Lo que más
puede destacarse, proyectando líneas con el presente, es que dicho proyecto sigue aún
vigente, creando la línea cronológica que se ha configurado desde la historiografía marxista
y de la Nueva Historia: Portales, Alessandri, Ibáñez y Pinochet. Entonces, se destaca la idea
de que el proyecto elitista, se legitima con un discurso nacionalista promovido con mayor
fuerza desde el siglo XIX, con un claro énfasis de autoritarismo y conservadurismo.
El proyecto elitista, como cualquier proyecto social, debe estar legitimado por la
sociedad en su conjunto. Sin embargo, cuando en el proyecto social sólo participa una clase
del total de esta, traerá como consecuencia una respuesta variada por parte del resto de la
población marginada del poder político-económico. De esta manera, los autores señalan dos
mecanismos básicos de legitimación: por una parte, una “apelación formal al principio de
representación política, [y por otra, al] peso social realmente ejercido por las elites.”29
A la manera de Gramsci, la hegemonía que desarrollan las clases dirigentes, elites o
grupos dominantes, está entonces basada en la composición de acciones que limitan el
funcionamiento de los demás componentes sociales30. Los mecanismos entonces a través
28 Es interesante observar el nexo que realiza Pinto al mencionar las fuentes del poder de las elites identificadas por Max Weber: poder legal, poder tradicional, poder carismático. SALAZAR y PINTO, Op. Cit, p p.14. 29 Ibídem.,p.1930 Para la teoría marxista de Gramsci, una buena compilación es SACRISTÁN, Manuel (Comp.): “Antología Antonio Gramsci”, Siglo XXI, Argentina, 2011.
31
del poder político, intelectual y social en algunos casos no son suficientes. Estos
mecanismos básicos podríamos llamarlos el propio Estado, la Iglesia, la idea de la Patria y
la Nación, la Escuela, etc. Pero, al no ser suficientes, se agrega el sector militar, coartando
la movilidad de los demás grupos. Aquí vemos claramente un estudio y análisis desde la
perspectiva marxista, es decir, el claro proceso de la lucha de clases que ha tenido lugar en
nuestro país. La respuesta entonces a dichas acciones de los marginados es autoritaria, y
por ende también represiva.
Cronológicamente, Pinto y Salazar analizan la evolución que ha tenido la
aristocracia, partiendo de la dificultad para caracterizar a este grupo, como burguesía, alta
burguesía, aristocracia, clase dominante, etc. Desde la Colonia, este grupo social alto tiene
su base en el sector agrario, hasta después de la Independencia. En el siglo XIX, comienza
a autoreconocerse, a mirar hacia Europa, por ende, tiende a la intelectualización, a la
cultura. En el plano económico, comienza a tomar importancia en los sectores mineros del
Norte, al lado de las compañías estadounidenses. A finales del siglo XIX y principios del
siglo XX, comienza una crisis que durará hasta 1920. Esta crisis estuvo condicionada
porque perdió la legitimidad que había obtenido por el poder ejercido. Luego de esta crisis
moral, viene un período de inestabilidad política, dado por los cambios ideológicos que
acontecían entre los años ’20 y los ’30. Y posteriormente, la evolución de la aristocracia, ha
estado ligada al desarrollo que ha tenido el capitalismo a nivel mundial, es decir, la relación
aristocracia-Mercado.
b) Los grupos medios
Luego de observar el análisis que se plantea en la obra sobre las elites, y
descendiendo en la escala social, viene el desarrollo analítico de los grupos medios, e
iniciando esta caracterización con el gran problema de definición existente para con este
grupo. La historiografía tradicional conservadora nacionalista no tomó en cuenta este grupo
por designarlos como intrascendentes o insignificantes, mientras que la historiografía
marxista clásica la plantea fuera del análisis ortodoxo de la “definición básica de clase
32
social, en cuanto grupo definido por su lugar en el proceso de producción”.31 Sin embargo,
se advierte que los procesos de producción no son los mismos que los del siglo XIX, por
ende, si se pueden caracterizar a estos grupos medios. Estas clases medias serían “más que
una clase social constituida por factores productivos e ideológicos, ‘clases residuales’, que
corresponden a modos de producción distintos al dominante, como le ocurría a la burguesía
naciente al interior de las economías feudales.”32
Algunas teorías sociológicas que se plantean en el libro, apuntan a establecer que la
clase media, progresivamente, se fue burocratizando, ya que desvaloró el trabajo
productivo. Una de las tesis que proponen los autores es que, iniciándose la vida
independiente de la monarquía española, hubo sectores que trataron de mantenerse
independientes económicamente, sin vender su fuerza de trabajo a alguien.
Un grupo componente importante de las clases medias son los inmigrantes, que al
no encontrar trabajo asalariado en los sectores urbanos, o se instalaban en el campo, o
ejercían trabajos independientes en las ciudades. De esta manera podemos relacionarlo con
el tema en cuestión de este trabajo, dando cierta lucidez de la injerencia que pudieron haber
tenido los inmigrantes decimonónicos en las zonas campesinas.
Lo que los autores en definitiva quieren entregar, es que la presencia de los grupos
medios está relacionada directamente con la expansión del Estado moderno y la progresiva
urbanización del país. La ampliación de mercados, de los sectores industriales y por ende
urbano –quedando relegado lo rural- y la inversión de capitales, preferentemente
extranjeros, permitió ir dando forma a este grupo social tan importante para entender
nuestra actual sociedad. Este proceso debe entenderse de igual o incluso más activamente
desde el sector privado, con la llegada de capitales extranjeros donde cabe recordar que
llegaban empresas extranjeras, que requerían trabajadores. Ahí podemos agregar que existe
cierta analogía con los grupos populares, pues también son explotados; sin embargo, es la
condición de su función productiva la que determina la diferencia. Tenemos entonces la
idea-fuerza de que “nuestro grupos medios provienen de la modernización de la
sociedad.”33
31 SALAZAR y PINTO, Op. Cit., p.66. 32 Ibídem 33 SALAZAR y PINTO, Op. Cit., p.88.
33
c) Las masas populares
El análisis sobre las masas populares parte desde la categorización hecha por los
autores de conformar o repensar el concepto de lo popular. Primero se acepta el hecho de
reconocer a los sujetos populares como un válido actor social, porque está enmarcado
dentro de la estructura socioeconómica, en las relaciones de producción.
Más allá de su identificación como actor social, y al igual que las clases vistas
anteriormente, es difícil de conceptualizar a este grupo, debido a que abarca una amplia
gama de sujetos, que se desarrollan en diferentes espacios, que poseen diversos conceptos
de comunicación, pero que los aglutina su condición de explotados. Es esta misma
condición la que permite a los autores proponer la continuidad de este grupo a lo largo de la
historia chilena. Pero, junto a su condición de explotación, de forma adyacente existe su
condición de dominado, por otros hombres y por el sistema que ellos defienden. Esta
condición de explotados y dominados se aprecia fácilmente al observar que, a través de sus
salarios bajos, que sólo le permiten sobrevivir más que vivir, “restringen la posibilidad de
los individuos de orientar su vida en el sentido que mejor les parezca, hasta la explotación
más abierta y brutal.”34
Como se mencionó en el análisis de las elites, la legitimación del sistema muchas
veces deriva en la represión y el uso de la violencia. La legitimación, cabe mencionar, va de
la mano al concepto –tan usado y abusado- de orden. Orden obviamente dirigido por la
élite. Sin embargo, aquél orden no siempre responde a una consecuencia del uso de la
fuerza respecto a las prácticas que pudieron haber tenido las clases populares
anteriormente, sino que ese mismo orden se autolegitima a través de la inercia de las masas
populares. De ahí las conductas paternalistas y compasivas desde las elites hacia el pueblo.
Dentro de estos grupos populares se encuentra: a) El pueblo tradicional, esto es,
campesinos, peones y artesanos. Los dos primeros nacen desde el reemplazo de las
encomiendas de indios por individuos necesitados de tierra y trabajo, donde su condición es
semifeudal, dada la relación que poseen con el hacendado. El caso del artesanado es más
trascendental, puesto que estos, y con mayor fuerza a finales del siglo XIX, desarrollan y
34 Ibídem, p. 98.
34
acrecientan el movimiento popular. Son en estos sectores donde primero se arraigan las
ideologías, y por ende, llevaran en el siglo XXI a establecer luchas políticas y
reivindicativas, la creación de partidos y el establecimiento de bases sólidas de un
movimiento popular que ha seguido de pie hasta nuestros días, aunque quizás no con la
fuerza de principios del siglo XX35; b) El pueblo organizado, haciendo una pequeña
comparación con el mundo campesino, es representado en los obreros y los sindicatos. La
importancia de este apartado en el trabajo mismo, tiene relación con la influencia de las
ideologías revolucionarias en estos sectores. Luego en el trabajo mismo se analizará cuál
fue la verdadera influencia en los sectores rurales, si es que las hubo.
La historiografía marxista parte desde la base de que el pueblo tradicional, con los
procesos de industrialización y urbanización del país, tienden a proletarizarse, dado sus
condiciones socioeconómicas. El análisis de esta corriente historiográfica se sustenta en los
pobres proletarios, sin distinguir otros grupos, hecho que sustenta una crítica a esta
corriente. Este proceso se vivió con mayor fuerza en las mineras, desde donde primero
surgieron los núcleos de proletarios organizados. Sus acciones fueron la respuesta a sus
condiciones laborales, la explotación y castigos de sus patrones y a las leyes que le regían,
y que sólo beneficiaban a los dueños de las primeras industrias. Es decir, responden al
proceso de disciplinamiento que se quiere llevar desde las élites gobernantes hacia los
trabajadores. La unidad de estos grupos, según los autores, fue por el impacto del
capitalismo en la sociedad chilena, por el discurso ideológico de izquierda –y anarquista- y
la experiencia solidaria que venía de las comunidades de donde eran originarios los
trabajadores. Ya en el siglo XX, estos grupos organizados crean sindicatos, centrales,
mutuales, federaciones y partidos, que aunarán las reivindicaciones de los trabajadores y
que permitirán mantener una ayuda entre símiles y el discurso crítico en contra del sistema
impuesto; c) Un tercer apartado que realizan los autores ya no define a un grupo
determinado de trabajadores o de integrantes de las masas populares, sino que menciona la
identidad y el reconocimiento que se percibe de las masas populares sobre ellos mismos.
Con la instalación del neoliberalismo, quedó desplazado el mundo social popular que se
había construido con mucho esfuerzo y lucha. Mujeres, mapuches, trabajadores,
campesinos, pobladores, jóvenes quedaron enmarañados en el juego que el poder y el
35 Este apartado se verá en extenso en el marco teórico, al momento de definir el concepto de campesino.
35
capital propuso. Frustraciones, desarraigo, fueron algunas de las particularidades que
describieron al nuevo pueblo dentro de la sociedad neoliberal. La tercerización de la
economía, según los autores, modificó la estructura del empleo, apareciendo nuevos
sectores e individualizando cada vez más a aquél sector popular que había luchado en
mancomunión desde fines del siglo XIX y los primeros años del siglo XX. Se entró en un
proceso de desideologización, lo que conllevó a mermar el movimiento popular, ya que
tampoco permitió una intermediación con otros grupos sociales.
Dado lo anterior no cabe duda de que la sociedad chilena, vista desde las
identidades sociales, los actores componentes y los movimientos que aquello originan, está
determinada por relaciones que desborda lo político o lo económico, sino que abarca lo
cultural y lo valórico, el autoreconocimiento y reconocimiento del otro. Como mencionan
los autores en las primeras páginas de su obra, la historia de Chile, no del Estado chileno,
va más allá de los grandes personajes o acontecimientos, o los grandes políticos, caudillos o
empresarios. La historia trabaja desde la cultura, y la proyecta. La cultura es realizada
desde el trabajo, y el cambio que produce. Por ende, son los pueblos, desde sus variados
matices, los que crean y desarrollan cultura. Son ellos quienes desarrollan cultura.
Los grupos sociales, en su inter-relación, forjan un comportamiento, que si bien no
es homogéneo, permite estructurar pautas de análisis que admiten conductas tradicionales o
transversales a lo largo de la historia chilena. Esta misma permite admitir diversidades y
dinamismo en lo social, características que desbordan desde los grupos sociales mismos,
hasta en consideraciones particulares de cada grupo. Entonces, se ha confirmado la tesis
que se propone en la obra, de que existe una mixtura entre dicha unidad hegemonizadora y
las particularidades individuales de cada sector componente de la sociedad. Los procesos
sociales entonces están determinados por dichos comportamientos individuales y por la
confluencia de los diversos grupos.
La sociedad chilena, a través de los cambios acaecidos en la economía mundial, ha
entrado al juego capitalista, llegando hasta el actual neoliberalismo que ha transformado las
relaciones productivas y sociales.
36
Creo que es pertinente mencionar, que lo que se ha planteado, tanto lo de los autores
como los pequeños agregados míos, tiene como objetivo dejar la idea de que se reconoce la
existencia de una sociedad, pero esta no es homogénea, aunque se intente inculcar e
imponer una cultura. El producto cultural se alza como la base actual del cambio. Cambio
necesario e ineludible para hacer crecer nuestra sociedad. El trabajo y la producción las
desarrolla el pueblo. Pues habrá que desarrollar pautas culturales que no sean impuestas y
que sean de propiedad de la base de la sociedad.
CAPÍTULO I
CUESTIONES DE DEFINICIÓN
A modo de Marco Teórico
Este capítulo tiene por objetivo, poder definir y significar los conceptos que serán
transversales al trabajo, logrando más adelante la interrelación en el análisis, permitiendo
así poder lograr una mejor comprensión de los capítulos siguientes. La intencionalidad
teórica de este apartado, es poder subsanar ciertas consideraciones que en los análisis de las
historiografías abordadas, no quedan claras, en cuanto al tema campesino se refiere.
37
Dado que la investigación posee características de discusión bibliográfica,
enfrentando a la historiografía marxista con la Nueva Historia Social, es que los conceptos
que a continuación se presentan, son abordados de forma crítica, en el sentido de
problematizar dichos conceptos con las paradojas capitalistas. En este sentido, se recurre
preferentemente al análisis marxista, ya que de esta filosofía podemos caracterizar y
problematizar de la forma en que se intenta poder analizar y abordar la presente
investigación, tomando conceptos y análisis que emanan de este pensamiento.
Para ello, se definen tres conceptos: Campesino, Cuestión Social y Clase. El que se
definan estos conceptos, tiene relación con el hecho de que están interrelacionados dentro
de los análisis historiográficos que se abordarán, y representan la plataforma de la
investigación. A esto se suma el interés por poder generar cierta base teórica
aproximándose a la realidad chilena, pero considerando siempre el desarrollo global tanto
de la economía como de la política.
En los tres conceptos que siguen, se abordan diversas visiones epistemológicas, que
van en pos de entregar una visión más amplia de cada uno. Sin embargo, en ningún caso se
entiende que lo que se menciona acá es la verdad y lo último dicho, sino que más bien,
invita a la discusión crítica, dinámica, reflexiva y propositiva para así seguir construyendo
conocimiento que genere una mayor comprensión del proceso en sí, de los conceptos, y del
desarrollo actual de la sociedad.
Cuestión Social
El definir la Cuestión Social como un hecho aislado, desde una perspectiva rígida,
no hace sino querer generar una falacia histórica. Al igual que proponer que este proceso es
autóctono, o que ha terminado. La concepción de lo que se denomina Cuestión Social debe
poseer un carácter dinámico, en constante movimiento, y que se adapte a las realidades
cambiantes. La historiografía tradicional ha podido generar esta idea de que el proceso de
fines de siglo XIX nació, se desarrolló y finalizó en esos años. Sin embargo, y
posicionándonos desde la teoría marxista, vemos que a través de un análisis dialéctico de la
38
realidad, sólo significó un proceso más dentro de transformaciones aun mayores, que han
perdurado hasta el día de hoy, y que por ende, no se han superado.
Se propone entonces una exploración al concepto de Cuestión Social, desde diversas
aristas, que permitan así abordar de forma más completa el término. Pese a ser
aproximaciones teóricas, dan pie para establecer ciertas bases que ayuden al mejor
entendimiento del concepto que se tratará más adelante.
a) La Cuestión Social desde una perspectiva política
¿Qué entendemos por “Cuestión Social”?, es un proceso que “posee una
significación muy amplia y se refiere a todas las consecuencias sociales, laborales e
ideológicas de la industrialización y urbanización nacientes”. 36
Estas diversas consecuencias se manifestaba de forma brutal en la vida de las
familias de trabajadores y trabajadoras, donde la dependencia de estos a la venta de su
fuerza de trabajo por un mísero salario les permitía sólo seguir sobreviviendo, más que
poder desarrollarse como personas. Pero el problema en cuestión desembocó en vivienda
obrera, atención médica y salubridad. El mismo autor plantea que el concepto tiene
referencia al período de tensión social, donde las protestas obreras se mezclan con la
efervescencia intelectual, ambas convergiendo en el propio proceso de industrialización,
algo menos que el de las metrópolis europeas.
Juan Carlos Andrade aporta al estudio de la Cuestión Social el concepto de espacio
público. En este período, siendo ya una realidad los diversos problemas de la clase
trabajadora, el espacio público se masifica, integrando a los sectores históricamente por el
Estado. Ese estudio del espacio público se entendió de tres formas: a) como proyecto,
donde se alzan los conceptos de orden y progreso, dándole una nueva concepción al Estado,
esta vez más integrador; b) como consenso, donde se reconcilian los intereses de
36 Bajo la definición de Morris, se advierte el tema de la urbanidad, como ejemplo empírico de la necesidad de industrialización de los países. Según esa perspectiva, el campo y el mundo rural son sólo un abastecedor de mano de obra. MORRIS, Op. Cit., p. 79.
39
capitalistas y trabajadores. Así se pasa de hablar de acción individual a una acción social.
Este consenso sería la base del orden que el Estado pretendía provocar, por lo que se
correlacionan los conceptos. En ese sentido, habrá un reconocimiento de parte de las élites
(en crisis) de los intereses populares, acción que hace entender a los primeros de la
existencia de la Cuestión Social; c) como orden, donde el Estado es la máxima expresión
del bien común. Además, el orden también se entiende de diversas formas, sea desde la
perspectiva social-cristiana, como normativo (compuestos por fuerzas sociales que
aglutinan un elemento moral, intelectual y material).37
b) La Cuestión Social desde una perspectiva social
Como ya se ha mencionado, el campesino como sujeto social, dentro de los diversos
análisis historiográficos, queda relegado a una posición de espectador en los diversos
cambios que se estaban generando desde el 1900. Son pocos, como ya se dijo, los trabajos
especializados en el tema rural, y son pocos los que ven al campo como base importante de
mano de obra para los procesos de proletarización que vivió el pueblo chileno.
Sin embargo, Sergio Grez38 nos entrega una aproximación interesante, a través de un
artículo del periódico El Independiente de Santiago, de fecha del 12 de abril de 1872.
Se inicia el artículo haciendo énfasis en la inquietud de diversos sectores de la
sociedad por la falta de mano de obra en el campo. Dado el problema, se estudian dos
preguntan trascendentales: ¿cuáles son las clases que emigran? Y las razones de este
movimiento.
Para este análisis, en el artículo se mencionan importantes datos que permiten
aproximarse a la realidad campestre previa crisis de principios del siglo XX. Se hace una
descripción de las diferentes clases que se desenvolvían en la zona rural del centro de
Chile: los propietarios o arrendatarios de fundos, quienes no vivían derechamente en el
campo, sino que en los asentamientos urbanos; los arrendatarios o dueños de pequeños
fundos, con un régimen autogestionado y de autoexploración de sus tierras; inquilinos, sea
37 YAÑEZ, Op. Cit., pp.25-33. 38 GREZ, Sergio: “La ‘Cuestión Social’ en Chile. Ideas y debates precursores (1804-1902), DIBAM, 1995, Santiago, p. 205.
40
de grandes pequeños fundos; y los peones ambulantes, sin hogar ni familia estable, con
cierta libertad para desplazarse rápida y fácilmente.39
Teniendo esta caracterización de las diversas clases que convivían en el ámbito
rural, se infiere de forma a priori que quienes emigraban eran inquilinos y peones.
En el ensayo, sin embargo, se aclara que el inquilino era regularmente un padre de
familia, recibiendo, además de su salario, ciertas regalías, dependiendo del tipo de fundo al
que pertenecía. Se aclara que en algún momento, habían imposiciones a trabajos
obligatorios de parte del patrón a inquilino, pero que fueron desapareciendo a medida de
que la migración comenzó a ser notoria con la falta de mano de obra en los campos, por lo
que se comenzó un nuevo trato para con estos. Se ofrecían ciertas regalías, para que
pudiesen establecerse en la hacienda, y para que no lo abandone a futuro. Se habla en el
artículo del temor de los propietarios de fundos a la masiva ida de estos, entendiendo que
estos tenían la libertad de poder abandonar la hacienda.
Se subyace a este análisis, el hecho de que por ende, los inquilinos, pese a ser
explotados, no tenían una vida miserable como la que se empezaba a desarrollar en los
sectores urbanos. Se enfatiza sí, el hecho moral, entendido esto por la experiencia que les
da la práctica, en el sentido de la relación patrón-inquilino. Esto porque los huasos, son
descritos como “embusteros, groseros, egoístas y desconfiados en supremo grado. Mira a su
mujer como un instrumento de trabajo y a sus hijos como máquinas productivas.” 40 De esta
última frase se pueden desprender varias ideas. En primer lugar, la configuración de las
subjetividades de los inquilinos pobres, está determinada por la relación que estos tienen
con el terrateniente, el que se alza como el único a quien obedecen, sin poder de decisión,
lo que conlleva de determinarlos como sujetos sumisos, ante el patrón, la encarnación del
poder en las relaciones que se desarrollaban en la hacienda.
En segundo lugar, y parafraseando a Engels41 se denota una relación de dominación
de parte del hombre hacia su mujer, entendiéndola solo como parte de la producción,
reproduciendo la relación del inquilino con el patrón. La mujer entonces es doblemente
39 GREZ, : “La ‘Cuestión Social’., p. 20540 Ibídem, p. 206 41 ENGELS, Friedrich: “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, Buenos Aires, Claridad, 1964.
41
dominada dentro del sistema capitalista, por su condición y posición de clase, dentro del
sistema de producción, y en su relación cotidiana, con el hombre.
Se agrega luego una idea que sintetiza la configuración subjetiva del hombre de
campo: el inquilino es el más inadecuado para la emigración, dada su condición moral –
según el artículo en análisis- ya que por sobre la educación de él mismo o de sus hijos, le
interesa mantener su producción en buen estado, producción en beneficio del terrateniente.
Entonces, esto deriva también en el apego sentimental que posee el inquilino con la tierra
que trabaja y en el cual él ha nacido y se ha criado.
Con todo lo anterior, hay quienes emigran. Generalmente son hijos de inquilinos, en
busca de mejores oportunidades, o por el sólo hecho de afán de libertad o vagabundear.
Esto hace que los peones caigan en vicios, deteriorando aun más sus capacidades, su
libertad y su condición de sujeto. Entonces, estos jóvenes son los que hacen falta en las
haciendas, dejando a sus padres a una vida de explotación hasta su muerte.
A raíz del proceso de industrialización que se desarrollaba en Chile, el campo sufre
una fragmentación de su población. Como está dicho, los jóvenes hijos de inquilinos, que
se transforman en peones, se van en búsqueda de mejores oportunidades y de salarios más
altos. Una opción que se les presentó, fue la de la construcción de los ferrocarriles. Ejemplo
este de los empleos estatales que emanaban desde el poder político, para poder hacer crecer
Chile en cuanto a modernización se trate. Sin embargo, el ejemplo más notable, y el que
marca definitivamente la época de fines del siglo XIX y principios del XX es el del sector
de la minería del salitre.
No deja de llamar la atención que en el artículo se mencione el hecho de que el
salario percibido por los campesinos, es el límite del que pueden obtener, dada las
condiciones económicas en las que se encontraba el sector rural. “La emigración al
extranjero, el desarrollo de los grandes trabajos públicos y privados en los centros de
población; el mayor aumento de las faenas agrícolas, todo ha contribuido a dar impulso a la
ley del aumento del salario por la mucha demanda y la poca oferta.”42 En el estado en que
se encontraba el sector productivo de la agricultura, era el salario más alto que se podía
42 GREZ: “La ‘Cuestión Social’, p. 207
42
pagar a los inquilinos. Y esto tenía relación con el hecho de que no existía una industria que
dominar menos a los obreros, que el sector rural-agrícola. El gran espacio donde se
desarrollaba la producción, no permitía, por un lado, la vigilancia del mismo, dando cierta
libertad a los campesinos; y por otro lado, no se contaba con una seguridad en cuanto a la
producción misma, como lo era en una industria, por lo que las utilidades del sector
agrícola era más variable. Así, se concluye de forma primera que existe una relación directa
entre la migración hacia la ciudad, y el alza de salarios de los inquilinos, dentro de las
relaciones de producción del sistema capitalista. Al haber menos mano de obra, los
terratenientes buscan asegurar la permanencia de trabajadores, subiendo los sueldos y
dándole ciertas regalías. Así, la migración sería sólo ignorancia de aquellos que llegan a la
ciudad.
Posteriormente, se pone el énfasis, que a pesar del progreso económico del
trabajador del campo, no existe progreso alguno en lo moral. El progreso económico se
traduce en la materialidad, es decir, las nuevas técnicas e instrumentos que alivianan el
trabajo agrícola. Mientras que por otra parte, la moralidad de estos es deplorable –según el
artículo- ya que se reproducen en a ignorancia. La solución que se propone es la instrucción
primaria, gratuita y obligatoria. Con educación, sacándolos de la ignorancia, podrán
entender que la migración hacia sectores urbanos industriales no tiene razón de ser, pues
llevan una vida de vicios y pobreza extrema.43
c) La Cuestión Social desde una perspectiva económica
El proceso en estudio es claramente una consecuencia de las relaciones de
producción en la que se desarrollaba la sociedad chilena. Debemos entonces considerar este
punto en el sentido de que para hacer la caracterización del período, debe considerarse el
hecho de la evolución e instalación del sistema capitalista a nivel mundial, y sus
manifestaciones en Chile y cómo afectó este proceso a las clases existentes, sobre todo a la
clase trabajadora. Tal y como señala Luis Ortega44, el proceso de industrialización de Chile
se considera desde mediados del siglo XIX con la inserción del sector privado,
43 Ibídem, p.209 44ORTEGA, Luis: “El proceso de industrialización en Chile 1850-1930”, Ediciones Historia, Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, Vol. 26, 1991-92, pp. 213-246
43
considerando también su capacidad de iniciativa y el aporte de los extranjeros. El autor
hace una distinción entre una primera parte que destaca la producción cuantitativa, para en
una segunda parte producir en pos de características cualitativas.
Ortega acierta en su análisis poniendo como base el tardío proceso de
industrialización del país. Ejemplo de esto es que recién en la década de 1840 llega el vapor
a Chile, específicamente a los puertos de Valparaíso, hecho que impulsó las exportaciones:
“el aumento sostenido y considerable del comercio exterior permitió que en forma
progresiva se fuese reduciendo el déficit de la balanza de pagos y se reasumiera el
cumplimiento de los compromisos internacionales, lo cual, a su vez, permitió el acceso al
mercado internacional de capitales, que en ese período experimentó una importante
expansión”45
Desde la perspectiva que nos motiva en este trabajo, es importante señalar que dada
la progresiva industrialización que se da en el país, hacia 1876 el sector que más poseía
industrias era el de alimentos con 39 industrias, seguido de lejos por el sector de las
madreas y muebles con 11, al igual que el sector de papel e imprenta.46
En términos de población, el autor entrega un dato que demostrará el hecho de que
el sector rural se alza como abastecedor de mano de obra para las ciudades con intenciones
industriales: “es importante señalar que la población creció y se estructuró de manera tal
durante el período 1885-91930, que contribuyó decisivamente al crecimiento del sector
manufacturero. Así, mientras la población total se multiplicó por un factor de 1,7, creciendo
a una tasa anual de 1,2%, la población rural creció tan sólo al 0,5% al año [el subrayado es
mío]. En cambio la población urbana (definida como aquella agrupada en poblaciones de
más de 2.000 habitantes) se multiplicó casi tres veces, a una tasa de de 2,4% anual. Es más,
las ciudades de más de 20.000 habitantes crecieron a una tasa aún mayor y se produjo una
clara tendencia a la concentración alrededor de Santiago, Valparaíso y Concepción.”47
45 Ibídem, p. 216. 46 Ibídem, p. 219. 47 ORTEGA, Op. Cit., p.232.
44
El dato agregado es destacable en la perspectiva de la pérdida, en la segunda etapa
exportadora cualitativa que menciona Ortega, de población de las zonas rurales y el
beneficio de las zonas urbanas, principalmente las ciudades más industriales. Se concluye
por ende que a mayor número de exportación, estaba de la mano el crecimiento industrial, y
por ende, un progresivo avance cuantitativo de las ciudades en cuanto a habitantes. Las
zonas rurales del centro, se vieron con un éxodo de trabajadores, en busca de mayores
oportunidades, que muchas veces no encontraron tampoco en las ciudades.
Sin embargo, Ortega entrega un planteamiento que entra en conflicto con lo
anteriormente expuesto. Esto es, que el sector de la agricultura se vio beneficiada con este
avance en la industria y en el transporte: “A pesar de que toda la videncia disponible tiende
a indicar que ya en el último cuarto del siglo pasado [s. XIX] este sector entró en una fase
de estancamiento relativo, algunos de sus rubros de producción experimentaron una
evolución positiva hecha posible en gran medida por un mejor acceso a mercados internos
en expansión”.48 Es interesante notar la importancia de la progresiva expansión del
capitalismo industrial en Chile, que empieza a abarcar hasta el mundo rural. Pese a ello, y a
los beneficios a los cuales se enfrentaron los terratenientes, no fue un punto que permitiera
una retención de trabajadores del campo, lo que se vio reflejado de todas formas en la
incipiente proletarización de estos hombres y mujeres de las zonas rurales.
d) La Cuestión Social desde una perspectiva del pensamiento
En este apartado básicamente se utilizará el trabajo de Ximena Cruzat y Ana Tironi,
ya que estas autoras logran recoger, desde la perspectiva de las ideas y del pensamiento, lo
que se entendía por Cuestión Social en la propia época en donde se desarrollaba.
En primera instancias, advierten las autoras que el concepto de cuestión social no
nace en Chile, por ende, el problema en sí no es algo exclusivo de Chile. Pero el hecho de
que se escribiera en torno a esta problemática va de la mano con los procesos de
reconfiguración de los trabajadores de la época, con las ideas exportadas desde Europa. Así
se inicia un período donde surgen verdaderos intelectuales del pueblo. Este proceso es
48 Ibídem, p.235.
45
descrito por las autoras en el sentido de que “la intelectualidad obrera fue alimentada, en
parte, a juicio de Feliú Cruz y a juzgar por la folletería y prensa obrera de la época, por
pensadores tales como Bakunin, Proudhon […] Tolstoy, Kropotkine, Marx […] Engels […]
Lenin, Dostoyewski, Trostky […] Malatesta”49 Se han elegido estos autores por una
importancia fundamental: la politización de los trabajadores y el acercamiento a las
ideologías revolucionarias, tanto el anarquismo como el marxismo.
El tema de la cuestión social fue un tema que no tan sólo fue abordado por los
trabajadores, sino también por toda la sociedad. En ese sentido, las autoras mencionan, por
ejemplo, que la visión cristiana sobre la cuestión social, se dio tan sólo dentro del grupo
dirigente, donde destaca Enrique Concha Subercaseaux. Lo que se destaca entonces, es el
hecho de que “la ‘cuestión social’ abarcó un espectro social más amplio, el cual permite
pensarla como un fenómeno realmente nacional que trasciende las clases.”50
A las características económicas de la agudización de la Cuestión Social, Concha
agrega problemas como el alcoholismo, la desorganización de la familia, que el pueblo es
poco trabajador, poco religioso e ignorante.51 Pero con este proceso de politización de los
trabajadores, estos habían adquirido la consciencia que les permitía aspirar a la igualdad
social. Las autores luego presentan la visión del radical Valentín Letelier, quien menciona
por ejemplo, que se debían advertir las causas del por qué de la organización obrera. Es
decir, Letelier presenta una visión desde arriba, en el sentido de que para él, el proceso de
la Cuestión Social se presentaba por el abandono de la clase dirigente sobre el resto del
pueblo. Se entiende entonces que este radical propusiera un Estado protector, paternalista,
que velara por la sociedad en general.
Incluso el tema de la cuestión social fue tema para los nacionalistas, como
Alejandro Venegas y Nicolás Palacios, quienes postulaban el regresar a lo autóctono en vez
del gusto por lo extranjero, principalmente lo europeo, siendo ese el gran problema, ya que
la elite abandona su rol de dirigente. 49 CRUZAT, Ximena; TIRONI, Ana: “El pensamiento frente a la cuestión social en Chile”, Nuestra América Ediciones, Estudios Latinoamericanos n°1 Pensamiento en Chile 1830-1910, 1987, p. 4. 50 Ibídem, p. 7.51 CRUZAT, TIRONI, Op. Cit., p. 8.
46
Desde el Partido Demócrata, donde destaca Malaquías Concha, quien mencionaba
que los problemas de los trabajadores serían resueltos por ellos mismos, y no por el Estado.
Pero para que sucediera esto, Concha mencionaba que le faltaba mayor ilustración y
desapegarse de lo religioso. En posición aun más crítica, se alza Luis Emilio Recabarren,
quien desde una posición socialista mencionaba que “las clases populares vivían todavía
esclavas, encadenadas en el orden político, con la cadena del cohecho, del fraude y la
intervención.”52
Habla también de la idea de progreso, donde no había existido el progreso para la
clase trabajadora, mientras que para la clase dirigente, el progreso se traducía al tema
económico, ya que moralmente vivía una decadencia. Por ende, para Recabarren, la
solución es la organización obrera y su ilustración.
A modo de síntesis, hemos visto que la Cuestión Social presenta, como concepto
historiográfico, político y social, diversas aristas en cuanto a cómo poder abordarlo. Estas
posiciones logran interrelacionarse entre sí, y en la práctica, van de la mano. La separación
en su análisis busca de forma simple poder entregar insumos para poder advertir de la
importancia de este proceso, del concepto –existe una distinción- y de la concepción que
uno posea, ya que permite a la vez, acercarse a la contemporaneidad del mismo.
Campesino
El querer definir el concepto de campesino, tiene relación con la importancia que se
le da en este trabajo a los trabajadores del campo, y su relación con los cambios que se
sucedían a partir del proceso denominado Cuestión Social. Para poder definir este concepto,
recurriremos a la teoría marxista, en su perspectiva general, pero fundamentalmente en lo
referido al campo, y por otro lado, las definiciones que podemos obtener de la historiografía
de la Nueva Historia Social, como Sergio Grez y Gabriel Salazar. Es necesario hacer
mención a los múltiples trabajos y ensayos de Sergio Gómez, quien permite vislumbrar un
52 Ibídem, Op. Cit., p. 22.
47
trabajo comprometido con el campo y el mundo rural en general, entregando insumos
historiográficos que permitan ir generando lineamentos analíticos en perspectiva al futuro,
para poder ir nutriendo esta parte de la historia chilena un tanto olvidada.
Hay que agregar que dada la escasez de trabajos con respecto al tema campesino, se
recurrirá a la ciencia social de la Antropología, desde donde emanan algunas
conceptualizaciones interesantes de agregar en el presente trabajo, principalmente de
revistas de antropología.
Se debe considerar un aspecto importante antes de poder intentar generar una
definición de campesino. El concepto en sí, historiográficamente hablando, ha sido siempre
una dificultad al momento de poder querer hacer una aproximación conceptual. “El hecho
de si es posible realizar una definición concreta de campesinado y luego identificar formas
híbridas del concepto puro, o por el contrario, plantear que no se puede abarcar a todos los
campesinos en una sola definición, continua siendo tema de discusión.”53
Se llega a consenso teniendo en cuenta lo siguiente al momento de poder definir el
concepto de campesino: “Se admite generalmente que el mundo campesino se caracteriza
por una autonomía relativa frente a formas de organización socioeconómicas dominantes,
que son exteriores a él (sociedades feudales, tributarias, estatales, coloniales, capitalistas,
socialistas, etc.). Estos distintos poderes realizan en detrimento del campesinado
―punciones o ―exacciones, en general, con un sesgo político, en nombre de ―servicios
prestados variables tanto en contenido como en eficacia. (…) por ello el campesinado se
diferencia tanto de sociedades ―primitivas (aisladas, casi autárquicas) como de sociedades
urbanas e industriales.”54
Marta Harnecker, a raíz de ese problema, y atendiendo a lo que se denomina como
clase en transición, menciona: “Llamaremos clases de transición a las clases que sólo
53 CUEVAS, Pablo: “La descampenización y las ideologías de la modernidad y la tradición. El proceso de diferenciación en la localidad rural de Huelón, VII Región”. Tesis para optar al título de Antropólogo Social, Santiago, Universidad Academia de Humanismo Cristiano, 2008, pp. 24 -25. 54 BONTE, Pierre; IZARD, Michael: “Diccionario de etnología y antropología”, Akal, Madrid, 1996, p.138. En CUEVAS, Pablo, Op. Cit., p.25.
48
aparecen a nivel de una formación social como efecto de la desintegración de antiguas
relaciones de producción y que tienden a descomponerse a medida que se desarrollan
nuevas relaciones de producción.”55
Parece interesante también la definición que entrega en su tesis Cristian Urzúa, que
menciona: “El término campesino lo utilizamos en dos sentidos. Por un lado, se usa de
modo general para representar las características de una sociedad que es rural, que vive de
los recursos que extrae tierra y que poseen valores, costumbres y tradiciones que integra
indistintamente a todos los sujetos que participan de ella: los labradores, inquilinos y
peones. Por otro, de un modo particular para referirse al sujeto campesino propiamente tal,
aquel que posee la propiedad de sus medios de producción que es la tierra. Esta concepción
excluye terminantemente a los peones que no poseen más que su fuerza de trabajo y a los
inquilinos cuyas tierras no le pertenecen.”56
Tal y como se define aquí, se hace dificultosa la tarea de poder adquirir una
definición generalizada. Sin embargo, se puede realizar un análisis previo, desde distintas
ópticas, para poder generar una definición que permita entender el propio concepto y su
realidad.
Existe un cierto número de estudios, emanados desde la óptica de la realidad
latinoamericana, en donde se preguntan precisamente por el concepto de campesino, desde
posiciones teóricas hasta ideológicas. Como mencionan Cortez y Cuéllar, estas preguntas se
ven enfrentadas “en torno a un conjuntos de tópicos relacionados: la naturaleza del
campesinado como tipo social; su definición como clase social; sus formas y posibilidades
de organización autónoma; sus formas de vinculación con la sociedad mayor [capitalista]; y
aún su existencia y futuro en los países latinoamericanos”.57 La siguiente discusión tiene
por objetivo entonces, entregar algunas pautas de análisis que permitan posteriormente
55 HARNECKER, Op. Cit, p. 182. 56 URZÚA, Cristian: “Resistencia Campesina en Chile Central, Colchagua, 1830-1875”, Informe de Seminario para optar al grado de Licenciado en Historia, Universidad de Chile, Santiago, 2008, p. 10. 57 CORTÉS Fernando; Cuéllar Oscar: “Lenin y Chayanov, dos enfoques no contradictorios”, Revista Nueva Antropología, Vol. IX, Número 31, México 1986, p. 63.
49
dirigir un estudio en pos de la consecución de generar una conceptualización del concepto
de campesino.
a) El concepto de campesino y la teoría marxista.
A continuación, se presenta un apartado en el que se ven enfrentados, por un lado, la
teoría marxista clásica, es decir, la remitida a Marx y Engels; y por otro, los aportes
posteriores, principalmente de Chayanov, y de forma secundaria Kautsky, con respecto al
tema campesino, en cuanto definiciones, su rol dentro del sistema capitalista, y su
configuración o no como clase. El objetivo es poder establecer la relación del campesino
con los cambios sociales, que a su vez responde a las dinámicas propias del sistema
capitalista. Por ende, es importante observar la significación de “lo campesino” dentro del
sistema capitalista de producción, atendiendo a las particularidades de este sector de la
sociedad.
a.1 La teoría marxista clásica y el problema del campesinado
Antes de cualquier definición que podamos entregar desde el análisis marxista, cabe
mencionar ciertas características generales. En primer lugar, el análisis histórico parte
desde el motor de la historia que define Marx. Esto es, la lucha de clases. De las clases
antagónicas, que en el sistema capitalista corresponden a la clase explotadora, la burguesía,
y la clase explotada, el proletariado, surge entonces esta lucha de clases. Pues bien, la
pregunta es, dónde quedan entonces los campesinos. Dentro de la teoría clásica, son una
clase provisoria, en el sentido de que dada la lucha de clases misma, y el avance
tecnológico de los modos de producción, el campesino irá progresivamente a proletarizarse.
“Para estos autores [Marx y Engels] y la corriente intelectual y política que de ellos derivó,
igualmente el campesinado constituía una forma residual, que pronto se disolvería en una
de las dos categorías esenciales de la producción capitalista al entrar en contacto con
ésta.”58
58 CUEVAS, Op. Cit., p. 26.
50
Según lo anterior, el campesino, como clase en sí, no constituiría una clase para sí,
pues en el momento de constituirse para sí, en sí misma dejaba de serlo, transformándose
en clase proletaria59. Para esto, debemos conceptualizar brevemente el concepto marxista de
clase. Fernando Ócariz al respecto señala: “No es fácil encontrar en las obras de Marx una
definición precisa de clase social. Sin embargo, su contenido es claro: son grupos
particulares que contienen un número indeterminado de individuos por razón de su
situación en el proceso de producción. Así, Lenin en 1919, decía [que] se llaman clases a
grupos amplios de hombres, que se distinguen por el lugar que ocupan en un sistema
históricamente definido de producción social.”60
Como ya se mencionó, para la teoría marxista clásica, la clase campesina sería una
especia de clase en transición. Sin embargo, fue Marx el primero que logró identificar el
funcionamiento interno de este tipo de economía campesina. Al identificarlas y poder
definirla, “Marx deja clara otras características que observa en dicha unidad de producción:
Primero, combinan distintos tipos y rubros de producción; segundo, dicha producción es en
gran parte para el consumo de la familia, es decir, para sus propias necesidades; tercero,
invierten su trabajo de distinta forma a lo largo del año; y cuarto, el trabajo es distribuido,
según funciones sociales, dentro de la familia, es decir, producen con relaciones
productivas domésticas. En otras palabras puede decirse que Marx concebía este tipo de
economías como economías domésticas, donde la mano de obra es de origen familiar y se
organiza en función de relaciones familiares, se produce principalmente para el
autoconsumo, por lo que lo relevante es el ingreso total en producto –son multiproductores-
y no la producción de mercancías –su valor en dinero-.”61
Antes de realizar una especie de síntesis, debe indicarse lo planteado por Engels en
un artículo referido al tema del campesinado. En él, el autor expone “Por pequeño
campesino entendemos aquí el propietario o arrendatario —principalmente el primero— de
un pedazo de tierra no mayor del que pueda cultivar, por regla general, con su propia
59 Ver el concepto de clase definido en este mismo trabajo. 60 OCÁRIZ, Fernando: “El Marxismo, teoría y práctica de una revolución” Palabras, Madrid, 1980, p. 78. 61 CUEVAS, Op. Cit., p. 31.
51
familia, ni menor del que pueda sustentar a ésta. Este pequeño campesino es, por tanto,
como el pequeño artesano, un obrero que se distingue del proletario moderno por el hecho
de hallarse todavía en posesión de sus medios de trabajo; es, por consiguiente, un vestigio
de un modo de producción propio de tiempos pretéritos.”62
Engels en su escrito menciona tres circunstancias que distinguen al campesino de la
modernidad capitalista con el campesino feudal –esto se verá al análisis que propone
Kautsky, que se verá más adelante en el presente trabajo- en relación a su rol dentro de la
sociedad y a su propia configuración. Da importancia a la Revolución francesa desde la
perspectiva de que ésta lo liberó de las trabas que significaba servir al señor feudal, que por
lo demás, era dueño de la tierra, dándole tierras de su propiedad. La segunda distinción, es
que esa libertad de ser dueños de la tierra, hace que los campesinos pierdan “la protección
de la comunidad autónoma de la que era miembro y ha dejado de formar parte de ella, con
lo cual perdió también su participación en el usufructo de los bienes de esta antigua
comunidad”63
Por último, se agrega que, desde la unidad económica de la familia dentro del modo
de producción feudal, se engendraban sus propios bienes, y lo que sobraba, iba al
intercambio, con otros feudos. Por ende, la familia y la aldea, se abastecían así mismas. Sin
embargo, el capitalismo terminó con esa práctica, mediante la economía monetaria basada
en la gran industria. A pesar de ello, el análisis que realiza aquí Engels, es cuestionable en
cierto sentido. Esto porque la relación que hace para la realidad europea no es la misma
para la realidad de sociedades no industrializadas, como el caso latinoamericano. Si bien la
economía campesina progresivamente fue cayendo en manos de la economía mundial
capitalista, no fue un cambio transversal.
El análisis de Engels termina con el diagnóstico de que esos campesinos oprimidos
por la industria y la economía mercantil, tenderán a proletarizarse, lo que de alguna manera
coincide con lo propuesto anteriormente, desde la perspectiva del entendimiento del
campesinado como clase residual.
62 ENGELS, Friedrich: “El problema campesino en Francia y en Alemania”, Revista Die Neue Zeit, Número 10, 1984-85 (sin número de página). 63 ENGELS, Op. Cit. (s/n/p)
52
Para el marxismo clásico entonces, el campesino, desde la unidad económica de la
familia, tiene características de autosubsistencia, por lo que queda aislado de las relaciones
de producción –encarnada en la lucha de clases- y por ende del análisis marxista de la
realidad, en el sentido de caracterizarlo como una clase residual o de transición. Por
ejemplo, Roger Bartra menciona, desde la óptica económica: “La ley del valor [desde el
análisis marxista], típica de la economía capitalista, en efecto, no puede ser aplicada a
formas de producción no capitalistas, a menos que existan poderosas razones para ello.”64
En términos de definición de tipo social, el campesinado para Marx “contendría, por
una parte, características de la burguesía -al ser el dueño de los medios de producción- y
por otra, tendría un carácter proletario, al ser trabajador y ―auto-asalariado.”65 Con esto, se
reafirma la propuesta inicial de la dificultad de definición del concepto de campesino,
desbordando esta complejidad a términos económicos, sociales y políticos, y no tan solo
conceptuales.
A manera de síntesis, en las obras de Marx, no se deja de lado el mundo del campo,
pero dentro de su análisis transversal de la sociedad, los sectores campesinos, no clase, se
entienden como un grupo residual y de transición, como se mencionó anteriormente. Lo
importante es señalar que no con esto el posterior análisis marxista deje de lado este sector
de la realidad, ya que sería no entender la propia teoría dialéctica marxista. Como se verá a
continuación, y de forma general, han existido, hasta nuestros días, diversas relecturas del
marxismo, aportando cada vez nuevas esferas de conocimiento que permiten que lo
planteado por Marx en el siglo XIX siga vigente hasta nuestros días. En ese sentido, los
aportes de Chayanov, del propio Lenin y de Kautsky, son ejemplos de las nuevas teorías
que van aportando al análisis marxista de la realidad.
a.2 El aporte de Alexandr Chayanov y la economía agraria marxista
64BARTRA, Roger: “Introducción a Chayanov”, Revista Nueva Antropología, Número 3, México, 1976, p. 51. 65 CUEVAS, Op. Cit., p. 32.
53
No sería con la llegada del siglo XX y haciendo un replanteamiento del marxismo,
donde la clase campesina es retirada de la marginalidad analítica, posicionándola como un
sujeto histórico per se. En este caso, surge el análisis que entrega el economista agrario
Alexandr Chayanov. Participante de la revolución rusa, quiso explicar el problema
campesino apuntando su obra en la organización de la unidad económica campesina,
observando también el ciclo del capital dentro del mundo del agro, y las interrelaciones
entre la tierra, el propio capital, el trabajo que se desprende y la unidad de la familia.
De Chayanov debe considerarse lo siguiente: “intenta demostrar que la dinámica
campesina, a pesar de la influencia del mercado, tiene su propio sistema de reproducción
que determina su desarrollo fuera de las leyes de la economía capitalista.”66 El mismo autor
considera que la economía campesina no responde a los parámetros de la economía
capitalista como tal, de la manera como la define el marxismo. Esto, porque para
Chayanov, la vida económica campesina está basada en la unidad económica-familiar no
asalariada. El análisis marxista clásico es superado dialécticamente, demostrándose que la
economía campesina es más compleja, partiendo desde la base de que la categoría de
salario está casi ausente.
Lo anterior responde a que el propio análisis marxista no es un dogma, ni algo
estático, pues es una teoría que en sí misma no puede considerarse como síntesis. El
marxismo, al plantear el concepto de dialéctica67, está incorporándose dentro de ella,
entonces, si se transformó en síntesis con la obra de Marx y Engels, al mismo tiempo volvía
a ser tesis, superándose con los aportes posteriores. Política y teóricamente, el marxismo no
acaba con Marx, elaborándose dialécticamente hasta nuestros días68 Lo anterior es fácil de
poder entender, desde la perspectiva de que para Marx, el capital y su sistema económico
requieren de la existencia de obreros libres y asalariados. Esto último hace difícil de
integrar a los campesinos como clase o como economía aparte, dentro del análisis marxista.
66 VIII Congreso Latinoamericano de Sociología Rural, Porto de Galinhas, 2010: CANTORAL, José Antonio: “Características del trabajo asalariado en una comunidad campesina aymara. Estudio de caso de la comunidad Cairoma (La Paz, Bolivia), Universidad Mayor de San Andrés, p. 3. 67 Para ahondar más en el concepto, ver LENIN, Vladimir: “Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo”, Anteo, Buenos Aires, 1969, p.42-44. 68 CUEVAS, Op. Cit., p. 31.
54
Sin embargo, es importante destacar lo siguiente: “Para el marxismo el campesino
es sujeto de análisis histórico pues éste ha pervivido durante diversas épocas y modos de
producción. Esto implica que sus características cambian de acuerdo a su desarrollo
particular en cada etapa histórica del desarrollo social por tanto cambia también su lógica
económica. La comparación del pequeño productor campesino con el artesano tiene que ver
con la caracterización de economía mercantil simple, es decir que el campesino siendo
dueño de la tierra es a la vez trabajador de la misma, por ello la característica de
explotación de fuerza de trabajo ajena estaría ausente.69
Desde el enfoque de Chayanov, y desde un punto de vista económico, surge la
pregunta fundamental, si es que el trabajo campesino posee o no valor, y que tipo de valor
si es que lo posee. Para esto volveremos a hacer un pequeño recuento de la teoría marxista.
Para Marx, el concepto de valor emerge desde la materialidad de la mercancía70. El
concepto de mercancía es en términos simples “un objeto que satisface una necesidad
humana cualquiera.”71 A su vez, esta mercancía posee dos valores. Por un lado, posee un
valor de uso, que es la utilidad del objeto en sí. Por otro, posee un valor de cambio, que es
“la relación o proporción en que se cambia un determinado número de valores de uso de
una especie por un determinado número de valores de uso de otra especie.”72
Pues bien, Chayanov “establece que el trabajo campesino carece de valor monetario,
y ello le sirve de base para buscar en otros mecanismos la dinámica de la economía
campesina. Si el trabajo allí carece de valor de cambio, consecuentemente no puede haber
plusvalía ni ganancia; por tanto, el motor que mueve a la economía campesina, dice
Chayanov, no es el mismo que mueve al modo de producción capitalista.”73
69 CANTORAL, Op. Cit., p. 6. 70 Para ahondar más en el concepto, ver MARX, Karl: “Contribución a la crítica de la Economía Política”, Progreso, 1989. El capítulo primero “La mercancía”, pp. 12-39. 71 LENIN, Op. Cit., p. 51.72 Ibídem 73 BARTRA, Op. Cit., p. 50.
55
Lo que se desprende de esa idea, es que el campesino, como categoría de análisis
desde la perspectiva marxista, constituye una excepción, o más bien, una complejidad al
momento del análisis. Esto porque desde la perspectiva económica, el campesino es
caracterizado, por un lado, como dueño de los medios de producción, dentro de la
economía de subsistencia. Sin embargo, cabe mencionar, que a pesar de la distinción, la
economía campesina, en definitiva, está subordinada a la economía capitalista.
a.3 Una pequeña aproximación a Kautsky y la cuestión agraria
Una aproximación a Kautsky interesante de abordar es la propuesta por Hamza
Alavi y Teodor Shanin: “Kautsky partió del supuesto de que así como la concentración de
la producción, puesta en marcha por la acumulación de capital, eliminaba a producción de
bienes de escaso valor añadido en la industria de fabricación, en la agricultura supondría,
probablemente, la disolución del campesinado y la polarización de la sociedad rural en dos
clases: el proletariado rural y el capitalismo agrario.”74
Como vemos, Kautsky propone la existencia de dos clases dentro del mundo del
agro, hablando entonces de un proletariado rural. Esta formación de las clases dentro de lo
rural proviene, según este autor, de orígenes diversos “y pueden responder tanto a formas
capitalistas, como a resabios precapitalistas.”75
Alavi y Shanin, en el análisis que proponen sobre la teoría de Kautsky, mencionan
que tras la premisa de que “el desarrollo del capitalismo tiende en general a disolver y
eliminar el campesinado […] Kautsky expone una idea opuesta, concretamente porque
dicha tendencia no se impone realmente; porque el campesinado puede sobrevivir en el
marco del capitalismo.”76
Esto marca una distancia entonces con la teoría marxista clásica con respecto al
enfoque del campesino dentro de la sociedad capitalista. Lo propuesto por Kautsky viene a 74 ALAVI, Hamza; SHANIN, Teodor: “La cuestión agraria: El discurso marxista de Kautsky”, Revista Agricultura y Sociedad, Número 47, Abril-Junio 1988, p. 43. 75 CUEVAS, Op. Cit., p. 46. 76 ALAVI y SHANIN, Op. Cit., p. 44.
56
reflejar el hecho de que en la mayoría de los países del globo, las sociedades urbanas, en
vías de la industrialización, eran minoritarias, en comparación con el porcentaje de
población rural. Kautsky entiende a la economía rural como compatible con la economía
capitalista, no como esferas separadas de la economía en general.
Un dato importante que se debe rescatar del análisis propuesto por este autor, es que
entiende al campesino como una unidad primaria dentro de la organización de la actividad
económica. Según esto, Kautsky menciona que la actividad campesina, como forma de
producción, no es exclusiva del capitalismo, es decir, no es exclusiva de un modelo
histórico de producción.77 Hace la analogía del campesino en el feudalismo, donde obtenían
un tributo de su propio trabajo, mientras que en el capitalismo “el campesinado se
incorpora al modelo de producción capitalista y su estructura y su dinámica no pueden
entenderse en otros términos.”78
b) El concepto de campesino en la Nueva Historia Social en Chile
La Nueva Historia Social, como forma de análisis, hace su aparición con lo que se
denomina generación de 198579, dentro de la historiografía nacional, claro está. Dada las
condiciones en Chile, bajo la Dictadura de Pinochet, el exilio formó parte de la vida y
formación de diversos historiadores. Esta forma de hacer y entender la Historia, se
desarrolló a partir de los trabajos de la Asociación de Historiadores chilenos en Inglaterra,
publicando en la revista Nueva Historia. “Este proceso se caracterizó, a partir del trabajo
que realizaron Leonardo León, Luis Ortega y Gabriel Salazar, por un fuerte trabajo de
replanteamiento epistemológico y metodológico del quehacer historiográfico.”80
Entrando ya en la aproximación de campesino desde la Historia Social, es
importante el aporte de José Bengoa y su Historia Social de la Agricultura Chilena. Para
77 Ibídem, p. 46. 78 Ibídem. 79 Ver Marco Referencial. En ese apartado de abordará más en extenso el aporte de la Nueva Historia Social en el presente trabajo. 80 FUENTES, Miguel: “Gabriel Salazar y la ‘Nueva Historia’. Elementos para una polémica desde el marxismo clásico (exposición y debate”, Informe de Seminario de Grado para optar al Grado de Licenciado en Historia, Universidad de Chile, Santiago, 2007, p. 58.
57
este connotado historiador, la historia rural es “necesariamente, una historia del poder. Es
un intento de rastrear en los inconscientes de nuestra cultura, en los orígenes que le dan
sentido. Los determinantes de la subordinación y la protesta social, sus características y
peculiaridades, parecen encontrarse en esta larga y profunda historia agraria.”81
El mismo autor expone que la visión de campesino fue manipulada: “A comienzos
del siglo XX, el mundo campesino fue visto a través de estereotipos nacidos de la clase
media urbana, como parte de lo que se denominó ‘la cuestión social’. Desde esta
perspectiva, el inquilino era homologado al siervo de la gleba sobreexplotado, y el
terrateniente al señor feudal. Se conformaba así una visión crítica a los terratenientes desde
el punto de vista de la modernidad y, por tanto, crítica de los resabios considerados
feudales, no capitalistas, en el campo.”82
Como vemos, y desde una perspectiva de la realidad chilena, el campesino es visto,
en el período de la Cuestión Social, como resabio del pasado, de ese pasado que la élite
quería dejar atrás, dando paso a la modernidad.
Dentro de la realidad chilena, Salazar y Pinto exponen que los campesinos nacen
con el surgimiento de las haciendas, en el sentido de que “surgió la necesidad de los
patrones de contar con trabajadores permanentes al interior de sus propiedades, los cuales
suplirían la falta de los indios de encomienda y de esclavos.”83
Así, este pueblo tradicional como lo denominan los autores, se formó en la
sumisión, donde la imagen del patrón era la de un castigador, y al que había que respetar,
porque además, y dado la relación que se dio en la hacienda, él era el que proporcionaba
vivienda y lo necesario para vivir. Sin embargo, habría que agregar, bajo la óptica de los
autores, la idea de que existían también labradores con cierta independencia que iban a las
haciendas a ofrecer sus servicios, pero no en una relación de dependencia del patrón. Estos
generalmente eran jóvenes sin familia y con un cierto toque de empresario, en el sentido de
que al ofrecer sus servicios, iba pidiendo regalías, lo que hacía acumular cierta riqueza al
81 BENGOA, José: “Historia Social de la Agricultura Chilena. Tomo I. El poder y la subordinación”, Ed. SUR, Chile, 1988, p. 7. 82 BENGOA, Op. Cit. Tomo I, p. 19. 83 SALAZAR, “Historia Contemporánea…”, Op. Cit. P. 102.
58
labrador. Tal y como dicen estos autores, con el aumento del valor de la tierra, los grandes
terratenientes se hicieron de las tierras de los más pequeños agricultores. De esta forma se
origina en cierta medida el campesino chileno.
Bengoa menciona: “La historia vista desde el lado campesino aparece como un
permanente proceso de conquista de tierras y recursos.”84 Lo que quiere decir el autor, es
que los inquilinos, dentro de lo que denomina subordinación ascética, querían
transformarse en agricultores en menor grado, pero independientes, saliendo de su realidad
donde el patrón o terrateniente les exigía condiciones y los oprimía.
Finalmente, Bengoa hace una interesante aclaración: “Los campesinos
independientes, los pequeños agricultores familiares, siempre aparecen cuando hay crisis, y
tienden a desaparecer cuando se impone un modelo exitoso de desarrollo […] el
campesinado criollo de la zona central surgió como producto del despoblamiento y primera
crisis colonial del siglo XVII”85
Clase
El querer definir el concepto de clase, es una tarea bastante ardua, que daría incluso
poder escribir un análisis aparte. Sin embargo, se hará una pequeña referencia acerca de
este concepto, que se verá desde la perspectiva marxista. Esto último porque es desde esta
teoría donde el concepto de clase toma una concepción diferente, en el sentido de que le da
un carácter según la posición dentro de la división del trabajo.
Relacionado esto con el trabajo, como ya se mencionó anteriormente, el campesino,
se alza como una clase en transición hacia un proceso de proletarización, lo que hace que
tenga un papel secundario dentro de esta teoría. Esto porque en el sistema económico
capitalista, al derrotar al feudalismo, donde los campesinos eran siervos de un señor, ahora
eran en alguna medida dueños de sus medios de producción, donde algunos tendían a la
clase burguesa. Aunque habrán otros que sigan viviendo en condiciones de miseria.
84 BENGOA, José: “Historia Social de la Agricultura Chilena. Tomo II. Haciendas y Campesinos”, Ed. SUR, Chile, 1990, p. 11. 85 BENGOA, Op. Cit., p. 15.
59
Tomaremos entonces la teoría marxista para poder definir el concepto de clase,
además de lo anterior, porque dentro de las definiciones que se pueden dar, están detrás
análisis económicos y políticos que desbordan tan solo una definición de tipo social-
histórico, que por lo demás, también está incluido.
a) Consideraciones previas al concepto de clase
Antes de entrar a definir el propio concepto de clase, debemos atender a algunos
conceptos previos dentro de la teoría marxista, entendiéndola esta como una teoría donde
cada concepto está relacionado. Por ende, se entrecruzan tanto la economía con la propia
filosofía. Recordando antes que todo, que sólo se hará una aproximación a este concepto,
dado lo complejo de la propia teoría marxista.
Marx se adentra a la economía política clásica –donde destacan Adam Smith y
David Ricardo- para luego criticarla, desde el punto de vista de la producción. Con este
concepto surge el de trabajo. El proceso de trabajo entonces produce lo que se denomina
relaciones de producción. Esto, porque existe un sujeto dueño de los medios de producción
–el capitalista- que compra la fuerza de trabajo de alguien que no posee los medios de
producción –el proletario. Marx entonces realiza la conexión, justificándolo en la división
del trabajo, proceso que va en pos de la consolidación del propio sistema capitalista.
Como se dijo, y dentro del proceso del trabajo, existen las relaciones sociales de
producción, desde donde se observa un capitalista dueño de los medios de producción, y
varios proletarios, que venden lo único que pueden vender, su fuerza de trabajo, a cambio
de un salario.
60
Teniendo eso en cuenta, Marx define lo que él entiende por base y por
superestructura. No entraré a definir ambos conceptos porque no son tan importantes
dentro de la aproximación al concepto de clase. Sin embargo, dentro de la relación base-
superestructura, surge el concepto de ideología, que básicamente es la forma en que se
cohesiona una clase. Esta cohesión de clase es la que, según Marx, tratará de destruir el
Estado, institución que existe precisamente para mantener la distinción y la existencia de
las clases sociales.
En este punto a) se trató de poder entregar algunas consideraciones teóricas –muy
sintetizadas- que permitieran tener algunas nociones básicas acerca de la teoría marxista, y
de cómo se establecen luego las concepciones del concepto de clase, ya que como se vio,
existe todo un complejo sistema de conceptos y de relaciones que deben tenerse en cuenta
para poder entender el concepto de clase.
b) El concepto de clase desde la perspectiva marxista
Marx, en una carta a Joseph Weydemeyer expone: “Por lo que a mí se refiere, no me
cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna ni la
lucha entre ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto ya
el desarrollo histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses la anatomía
económica de éstas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia
de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción;
2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que
esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las
clases y hacia una sociedad sin clases”86
Como vemos, Marx advierte que su real mérito fue haberle agregado al análisis de
las clases sociales, una concepción política-ideológica, en el sentido de proyección, es
decir, de que debe ser superada la existencia de las clases. Veamos ahora como el
marxismo entiende el concepto de clase.
86 MARX, Karl: “Cartas. Carta a Joseph Weydemeyer, Londres, 5 de marzo de 1852.”, Colección Personal.
61
En una primera instancia, debe atenderse que el concepto de clase, deriva del
análisis que hace Marx desde la perspectiva económica de la realidad –relacionado
entonces a su idea de materialismo histórico. Marx lo explica de la siguiente forma: “Las
condiciones económicas transformaron primero a la masa de la población del país en
trabajadores. La dominación del capital ha creado a esta masa una situación común,
intereses comunes. Así, pues, esta masa es ya una clase con respecto al capital, pero aún no
es una clase para sí.”87 Vemos entonces cómo son las condiciones económicas, que por un
lado condicionan la construcción de las subjetividades, va condicionando la existencia de
las clases sociales. Sin embargo, este sólo proceso, es sólo la conformación de la clase en
sí, es decir, la sola existencia, o la existencia en sí. Lo que plantea –y que se relaciona con
el concepto de ideología- es lo que Marx –y derivado de Hegel- describe como clase para
sí, es decir, la clase consciente y por ende, revolucionaria.
Marta Harnecker menciona “Las clases sociales son grupos sociales antagónicos, en
que uno se apropia del trabajo de otro a causa del lugar diferente que ocupan en la
estructura económica de un modo de producción determinado, lugar que está determinado
fundamentalmente por la forma específica en que se relaciona con los medios de
producción.”88 Según la autora marxista chilena, nuevamente refluyen los términos
económicos de la definición de clases sociales, en cuanto a los medios de producción.
La concepción de clase entonces, tiene relación directa con la posición en que el
sujeto posee dentro del juego del capital, es decir, si es dueño de los medios de producción
o no.
Cabe mencionar también lo que explica Marx, en el sentido de que esas relaciones
de producción, no son más que construcciones humanas, propia de los hombres. En su
crítica al anarquista Proudhon, expone: “El señor Proudhon economista ha sabido ver muy
bien que los hombres hacen el paño, el lienzo, la seda, en el marco de relaciones de
producción determinadas. Pero lo que no ha sabido ver es que estas relaciones sociales
determinadas son producidas por los hombres lo mismo que el lienzo, el lino, etc. Las
relaciones sociales están íntimamente vinculadas a las fuerzas productivas. Al adquirir
87 MARX, Karl: “Miseria de la Filosofía”, Fundación Federico Engels, Madrid, 2010, p. 85. 88 HARNECKER, Op. Cit., p. 171.
62
nuevas fuerzas productivas, los hombres cambian de modo de producción, y al cambiar el
modo de producción, la manera de ganarse la vida, cambian todas sus relaciones sociales.
El molino movido a brazo nos da la sociedad de los señores feudales; el molino de vapor, la
sociedad de los capitalistas industriales. Los hombres, al establecer las relaciones sociales
con arreglo al desarrollo de su producción material, crean también los principios, las ideas y
las categorías conforme a sus relaciones sociales.”89
Como se ve, para entender desde la teoría marxista el concepto de clase, debe
advertirse también las relaciones, y por ende los medios de producción, ya que es desde ahí
donde surgen estas clases y su dicotomía.
A pesar de la complejidad de querer definir concretamente el concepto de clase, se
ha podido establecer cierta definición a priori, que pretende a grande rasgos, el poder
entender y comprender cómo es que surgen las clases sociales, el por qué de su existencia,
y cómo aborda el marxismo el concepto de clase. A raíz de eso entonces es que surgen los
conceptos de conciencia de clase, donde existiría una clase para sí, y de lucha de clases,
motor de la historia –idea que Marx presenta como una síntesis de lo que hasta el momento
tanto la economía como la historia habían ayudado a comprender.
89 MARX, “La miseria de…”, Op. Cit., pp. 52-53.
63
CAPÍTULO II
DESARROLLO POLÍTICO, CUESTIÓN SOCIAL Y EL CAMPESINO
“La única manera de lidiar con un mundo que no es libre es ser tan libre que tu sola
existencia sea un acto de rebelión”
Albert Camus
Este capítulo tiene por objetivo plantear las relaciones que existían en cuanto al
tema político que se vivía en el país, tanto desde el Estado, como desde el propio sector de
los trabajadores, y como esto se relaciona con el mundo campesino. La historiografía
utilizada en este trabajo –marxista y la Nueva Historia- no posee un análisis profundo
acerca de estas relaciones. Pese a ello, se intentará generar una visión a priori de cómo
ambas tendencias historiografía involucran el tema del campesinado en sus análisis. Para
ello, se forjan aproximaciones en cuanto al movimiento obrero, al tema de las ideologías, y
a las políticas de Estado en relación a la Cuestión Social, y desde ahí poder evaluar cómo
ha sido abordado el tema de los trabajadores rurales.
a) El movimiento obrero y el mundo rural. Un balance dentro de la Cuestión Social
Desde un análisis marxista clásico, el movimiento obrero está condicionado por el
nivel de conciencia de clase que posea la clase obrera, entendida este como el proletariado
industrial. Se analizaban las demás clases, pero por ejemplo el campesino, eran entendidas
como clases en transición, que tenderían a proletarizarse.
64
Es en ese sentido donde se alza la figura del historiador marxista Hernán Ramírez
Necochea, donde en su obra Historia del Movimiento Obrero en Chile90, entrega un punto
de vista del origen del proletariado chileno. En esta perspectiva, expone un bosquejo del
desarrollo económico y de los cambios que transcurren a lo largo del siglo XIX. Menciona
que desde 1829 hacia la guerra del Pacífico “la estructura económica chilena experimentó
substanciales transformaciones. Recibió el impacto del desarrollo capitalista europeo. Su
fuerzas productivas aumentaron.”91
Luego, desde los cambios económicos, analiza los cambios en las estructuras
sociales, aludiendo al avance de la burguesía nacional y a los procesos de destrucción del
poder de la oligarquía terrateniente, de la aristocracia mediante reformas agrarias; impulso
de la industria capitalista; y el establecimiento de un régimen político que permitiera la
consolidación de esta clase en el gobierno.
Indica Ramírez Necochea la situación de la clase obrera, señalando que al trabajo
que eran obligados a realizar les “producía un desgaste extraordinario y una destrucción
efectiva del organismo del trabajador.”92 Desde esa perspectiva, su análisis recoge la teoría
marxista de forma casi explícita: “El obrero es más pobre cuanta más riqueza produce,
cuanto más crece su producción en potencia y en volumen. El trabajador se convierte en
una mercancía tanto más barata cuantas más mercancías produce. La desvalorización del
mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas. El trabajo
no sólo produce mercancías; se produce también a sí mismo y al obrero como mercancía, y
justamente en la proporción en que produce mercancías en general.”93 Al seguir la lectura
de esta obra de Marx, La Miseria de la Filosofía, se llega a la conclusión de que el trabajo
dentro del sistema capitalista, no hace más que perjudicar tanto física como
90 RAMÍREZ, Hernán: “Historia del Movimiento Obrero en Chile. Antecedentes – Siglo XIX”, en “Obras Escogidas: Balmaceda y la Contrarrevolución de 1891 e Historia del Movimiento Obrero en Chile”, Santiago, LOM, 2007. 91 RAMÍREZ, Op. Cit., p. 314. 92 Ibídem, p. 348. 93 MARX, Karl: “Manuscritos económicos y filosóficos de 1844”, Biblioteca de autores socialistas, 2002, p. 28.
65
psicológicamente al obrero. Así, lo que Necochea quiere entregar dentro de su análisis es el
concepto de trabajo enajenado.
La relación anterior podemos ligarla al hecho de que en Necochea podemos
observar que esta problemática fue, además de la progresiva politización de los sectores
obreros, lo que desembocó en un movimiento reivindicativo de los trabajadores, dando
origen a lo que se denomina Cuestión Social. Pongo en cursiva el concepto de origen,
porque de lo que se trata es que estos hechos fueron los que comenzaron a generar análisis
tanto dentro de los sectores obreros, como de la sociedad en general. Es decir, desembocó
en un tema político-ideológico. Sin embargo, la cuestión social no es tan solo ese período,
ya que el concepto se refiere en sí mismo a las efectos que produce en un momento
histórico el sistema capitalista, tanto en el tema social, como en lo económico, político y
cultural.
Por último, y en lo que respecta al tema campesino, en Necochea se observa el
proceso de cómo el sector rural entra al juego capitalista, donde el latifundio se alzaba
como el monopolio de las actividades agropecuarias. Al ser el monopolio de las actividades
agrícolas, se entabla entonces una relación directa entre lo que respecta al sector rural,
entendido como un sector productivo, y al propio sistema económico capitalista.
Otro trabajo que se utilizará, será el estudio de Fernando Ortiz Letelier, El
Movimiento Obrero en Chile (1891-1919), entrega una visión un poco más cercana al
mundo rural. Dentro del análisis del autor del desarrollo económico de Chile, Ortiz logra
unir el sector minero, como ejemplo clásico de la Cuestión Social, con la agricultura, y
obviamente con lo campesino. Un dato importante con el que parte su análisis desde la
perspectiva de la agricultura, es que menciona que “la incorporación del Norte al mercado
consumidor y la integración a la producción agropecuaria de La Frontera y Magallanes,
parecían abrir halagüeñas perspectivas a los agricultores […] En 1900 es posible advertir, al
mismo tiempo, una serie de cambios en la agricultura […] El trigo, el maíz, la cebada y la
avena continuarán siendo las gramíneas que más se cultiven.”94
94 ORTIZ, Fernando: “El Movimiento Obrero en Chile (1891-1919)”, LOM, Santiago, 2005, p.58.
66
Ortiz Letelier logra identificar el tema del latifundio como un problema político,
desde la perspectiva electoral. Aquí también puede inferirse cómo los sectores políticos se
aprovechan de la gran ignorancia que existía en los campos, lo que hacía más fácil captar
votos: “Políticamente los latifundios constituyen gigantescos feudos electorales que falsean
la voluntad popular y vician el sistema democrático.”95
Dentro del análisis del movimiento obrero, Ortiz hace un análisis interesante, en el
sentido de observar cómo reaccionaron los partidos políticos frente a la Cuestión Social.
Para ello, el autor hace una observación de la política institucional, desde donde emana el
hecho de la primacía del parlamentarismo. Desde la guerra civil de 1891 y el derrocamiento
de Balmaceda, la política desde el Estado estaba en manos de los parlamentarios. “Es el
período del parlamentarismo hueco y estéril; el esfuerzo serio y constructivo se conoce por
excepción. La mediocridad, el espíritu conciliador, la vacuidad de conceptos, el
oportunismo y la habilidad para sortear las maniobras y triquiñuelas de los contrarios,
caracterizan a los políticos.”96
La crítica obviamente es fuerte, ya que es la burguesía la que se da el tiempo para
hacer y deshacer con la política y con el destino del país en definitiva. Sin embargo, sería
este modo de actuar, más los levantamientos obreros, lo que haría desembocar en definitiva
en una crisis de la oligarquía.
Al analizar más cuidadosamente este punto, el autor hace mención al tema de la
cesantía. Pero como es la constante, sus observaciones parten desde el trabajador urbano, el
salitrero principalmente. Sin embargo, podemos agregar que parte de esa masa de
trabajadores urbanos cesantes, eran precisamente campesinos, principalmente peones,
quienes habían abandonado el campo por mejores condiciones de vida en la ciudad,
cayendo nuevamente, esta vez en los centros urbanos, en una vida de pobreza.
95 Ibídem, p. 61. 96 ORTIZ, Op. Cit., p. 193.
67
En cuanto a los partidos políticos, parece interesante la visión del partido
Conservador, en el sentido de que este conglomerado representa “los intereses de los
grandes hacendados y es el defensor intransigente de la Iglesia Católica.”97
En el punto d) La Cuestión Social desde una perspectiva del pensamiento, dentro de
la definición de Cuestión Social, se hace un balance de la visión de diversos intelectuales
con respecto al tema social que acontecía a la época. Como se vio, el tema desbordaba a
todas las clases sociales, por lo que cada conglomerado político tendría su propia visión del
problema. En ese sentido, el partido conservador, con su visión cristiana, se apegó a los
nuevos planteamientos de la Iglesia, expuesta en el Rerum Novarum, en la cual se presenta
–dentro de otras cosas- y se juzga las formas en la que se manifiesta el capitalismo. De ahí
que se hable de llegar al ideal de un país sin opresores ni oprimidos. Eso no quiere decir
que la Iglesia tome partido por una tendencia u otra, ya que también condena al socialismo,
con la misma o incluso mayor fuerza.
El resto de partidos, desde la óptica de Ortiz Letelier, no hace mención al tema del
campo. Salvo cuando analiza al Partido Radical. El partido Radical, representante de los
industriales mineros y de los sectores medios de la población, tendrá un exponente que hará
polémica: Enrique Mac Iver, quien expondrá: “‘La cuestión social no existe. Los obreros
del salitre ganan los sueldos más altos del mundo. Son los campesinos y las capas medias
de la población quienes realmente se ven abocadas a una difícil situación’.”98 La reacción
no se hizo esperar, tanto desde los demás partidos políticos como por la prensa obrera. Mac
Iver cae en la excusa fácil de compararse con otros países, sin entender la realidad chilena.
Pero sin embargo, y a pesar de su gran error, pone de manifiesto el tema campesino,
manifestando las condiciones de vida de aquellos sectores. Sin embargo, el error de Mac
Iver es no entender que una realidad similar vivían los obreros. Se entiende obviamente ya
que Mac Iver solo representaba los intereses tanto de su clase como de su partido.
En una de las respuestas emanadas desde Iquique en el periódico El Defensor de la
Clase Proletaria, se analiza el discurso de Mac Iver, en donde se amplía la visión de este
97 Ibídem, p. 203. 98 ORTIZ, Op. Cit., p. 211.
68
con respecto a los sectores campesinos: “En cuanto a los campesinos los peones
constituyen una verdadera raza de ilotas, una masa ignorante que está perdida y que no
contribuyen en anda al progreso del país, andando el tiempo puede esa gente levantarse
para ejercer reivindicaciones como se dice en el leguaje socialista.”99
Desde la visión del Movimiento Obrero, Luis Vitale es quien más abarca el tema
campesino. Vitale menciona que desde el período de la Colonia, la consolidación se dio
recién hacia mediados del siglo XIX. Vitale establece que existió “un cierto desarrollo de la
burguesía agraria permitió consolidar relaciones de producción capitalistas en algunas
regiones del país. A pesar de su crecimiento, el número de obreros agrícolas seguía siendo
inferior al total de inquilinos, medieros y pequeños proletarios, que constituían la principal
base del régimen de explotación agrario.”100
Por último, cabe destacar, que dentro de su esbozo del tema campesino –o
proletariado rural como lo nombra el autor- que a fines del siglo XIX, habría existido un
movimiento reivindicativo de campesinos, siendo los peones quienes habrían manifestado
el descontento y llevado a cabo el movimiento. De esta forma, no es raro ver un par de años
después de aquellas manifestaciones, que el Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura
invitara al mejoramiento de las condiciones de vida y trabajo de los campesinos. Sin
embargo, y como lo menciona el propio Vitale, no dejan de ser casos aislados, que no
permiten hablar de un movimiento campesino organizado, pro que demuestra que antes de
1900 ya habrían existido ciertos levantamientos menores. Pese a ello, no se puede hablar de
una “dinámica de las luchas campesinas de la segunda mitad del siglo XIX”101
Como podemos observar, los trabajos revisados aquí permiten concluir que dentro
de los análisis marxistas del movimiento obrero, es muy poco el enfoque dado al tema
campesino, entendiendo también que para estos autores era el obrero el principal sujeto de
análisis. Sin embargo, se pueden apreciar algunos esbozos y aproximaciones al análisis del
99 El Defensor de la Clase Proletaria: Iquique. 9-enero-1904. En ORTIZ, Op. Cit. p. 212. 100 VITALE, Luis. “Génesis y evolución del movimiento…”, Op. Cit., p. 27. 101 Ibídem, p. 28.
69
tema campesino, donde se evalúa su participación política organizativa, además de su rol
secundario dentro del análisis de la Cuestión Social.
b) Las ideologías revolucionarias: anarquismo y comunismo en el mundo rural. Una
aproximación.
Dentro de este apartado, destacan los trabajos realizados por Sergio Grez Toso, con
respecto a los aportes que realizaron tanto el anarquismo en un primer momento, como el
comunismo luego, dentro del movimiento obrero en Chile. El hecho de poder hacer una
evaluación del aporte de las ideas revolucionarias tanto del anarquismo como del
marxismo, viene de la mano con el proceso de toma de conciencia de parte de los sectores
obreros. Sin embargo, hay que evaluar de forma crítica para poder hacer un contraste con
los sectores rurales, dado que el mismo proceso se dio de forma más lenta en comparación
a los sectores urbanos. En general, el proceso de toma de conciencia en el campo tenía
varios obstáculos, sea por el tema geográfico en sí, y por la propia configuración de
identidades dentro de la figura económica de la Hacienda.
Sin embargo, han surgido tesis que han visto el tema de la protesta campesina. La
protesta campesina hay que entenderla matizada con las protestas de los trabajadores
urbanos, ya que no respondían a los mismos mecanismos. Una tesis interesante de abordar
es la que presenta Cristian Urzúa, quien pone en entredicho precisamente la idea de que en
los sectores rurales no habrían existido protestas por la imagen que se tiene sumisa del
campesino. Cabe agregar que su visión la realiza desde un punto de vista crítico. La idea es
poder contrastar las nuevas investigaciones con lo expuesto dentro de las historiografías
marxista y de la Nueva Historia.
Urzúa menciona dentro de su hipótesis: “En su etapa formativa, campesinos,
peones e inquilinos, el bajo pueblo rural, creó un repertorio de armas y estrategias con las
cuales enfrentaron de forma cotidiana (en un plano cultural, social y simbólico) a la elite, el
estado y sus agentes subalternos. Este repertorio tiene su base en la herencia del mundo
70
indígena, de las antiguas tradiciones plebeyas españolas y de la experiencia propia del
mundo popular. La resistencia campesina, de ‘huasos’ y ‘rotos’, comprende desde
inofensivas manifestaciones culturales como canciones, poesías y fiestas, hasta las formas
más civilizadas y racionales de protesta como las peticiones a las autoridades; o, bien
desprendiéndose de esa vía legal para expresarse, ahora, bajo formas clandestinas y abiertas
de resistencia como la ineficiencia, el engaño, el robo, la fuga, el ausentismo, la ignorancia
fingida, el desacato, la insubordinación, el motín, etc. Este repertorio rutinario se generalizó
en el mundo popular creando una sólida tradición de protesta y rebeldía. Por ello, todas
estas formas de protesta la englobamos bajo el término de Resistencia Campesina, para
definir al conjunto de formas que tenía el mundo campesino para expresar su protesta y
descontento contra sus oponentes. Por su coherencia y consecuencia, por su firmeza en su
discurso y en sus acciones, constituye éste una forma de movimiento social popular de
larga duración dirigido contra las elites y el estado, en que los diversos sujetos actúan de un
modo unificado en una guerra subterránea y abierta contra los ricos bajo la identidad de
pobres y que busca mantener inalterable sus formas de vida rechazando un cambio no
deseado conducente a la subordinación y la dominación.”102
Como vemos entonces, habrá que tener en cuenta el hecho de que esta protesta
informal, no tan organizada pero igual de válida es pasada por alto por la historiografía
marxista, y no tan abordada por la Nueva Historia. El querer entonces entregar esta visión
contrastada con las corrientes historiográficas utilizadas en el presente trabajo, no van más
sino a demostrar la falta de análisis y trabajos acerca del tema campesino, tanto desde una
perspectiva de las formas de protesta propias de su realidad, como del tema político e
ideológico más estructurado y arraigado a los sectores y trabajadores urbanos.
Dentro de este tipo de experiencias de manifestación organizada, siempre teniendo
en cuenta que no responden a una generalidad sino sólo a experiencias puntuales, la obra de
Fernando Venegas permite observar que dentro del campesinado si existieron experiencias
de organización, fuera de ámbitos o sectores ideológicos. Es así como se da la dicotomía en
cómo el Estado y por ende la élite, se inmiscuye en este tipo de experiencias de
102 URZÚA, Op. Cit., pp. 7-8.
71
organización. La hipótesis que desarrolla Venegas “es que las comunidades que se
conformaron en el espacio geohistórico del curso medio inferior del Aconcagua, entre las
cuales se encontró la comunidad de Olmué, encontró en primer lugar, correspondieron a
una continuidad histórica de las que se desarrollaron en España en el Medioevo. Que
igualmente recogieron elementos culturales aportados por los grupos indígenas que
lograron conservarse en el área o que fueron trasladados hasta ella, conformando
comunidades de carácter mestizo no solo desde el punto de vista de su cultura sino también
de sus sujetos. Estas comunidades debieron enfrentar a partir del siglo XIX el avance del
Estado Nacional y de las ciudades (crecimiento urbano y urbanización) que ha manifestado
de múltiples maneras pero cuyo componente más distintivo y constante ha sido la ideología
liberal. También el avance de actividades económicas como la minería.”103
Como vemos, podemos concluir de forma a priori, que existen trabajos que abarcan
las experiencias de organización campesina, y de acciones que, dentro de la historiografía
marxista como la Nueva Historia, han sido pasados por alto.
b.1 La ideología ácrata en el movimiento obrero. Falta de influencia en el campo.
En primer término, al momento de evaluar la influencia del anarquismo, es notorio
dentro de la historiografía marxista chilena clásica, un alejamiento sobre esta ideología,
recalcando sólo el aporte socialista. Es innegable el aporte que hizo el movimiento y las
ideas anarquistas dentro del proceso de construcción y desarrollo del movimiento obrero
desde fines del siglo XIX. Por eso, la historiografía marxista peca al no abordar de forma
más contundente el tema del anarquismo como práctica revolucionaria. Por otra parte, es
dentro de la Nueva Historia donde se revive el análisis del anarquismo dentro de la
construcción de los primeros movimientos populares, tanto en el tema reivindicativo –de la
práctica política- como del tema organizativo. Sin embargo, aun hoy es complejo poder
hacer un estudio del anarquismo como práctica revolucionaria. En la tesis de Álvaro
Fuentes podemos observar: “estudiar el anarquismo como corriente de praxis
revolucionaria dentro de la lucha de clases es, por decirlo menos, una empresa algo
103 VENEGAS, Fernando: “Los herederos de Mariana Osorio. Comunidades mestizas de Olmué: Repúblicas campesinas en los confines del Aconcagua inferior, ss. XVII – XXI”, Santiago, 2009, p. 12.
72
compleja. Esto en gran medida dada la condición en que se encuentra el heterogéneo –y
desmembrado- abanico ácrata en la actualidad, incapaz de plantear una metodología de
análisis propia para su estudio histórico. Esta empresa, aun en pañales, se contenta con
estudiar el desenvolvimiento histórico del movimiento anarquista bajo el lente práctico que
el materialismo histórico entrega para su estudio.”104
Desde la historiografía marxista, se hace mención al aporte ácrata, pero de forma
muy somera, restando méritos reales a lo que significó la entrada del anarquismo en Chile.
Al respecto puede leerse en la obra de Vitale: “La masiva emigración europea hacia
América Latina facilitó la tarea de crear organizaciones afiliadas al movimiento anarquista
mundial, que enviaba experimentados representantes a nuestros países.”105 Se desprenden
dos cosas de esta afirmación. En primer lugar, reconoce el aporte anarquista de alguna
manera, reconociendo su papel de precursor de los movimientos populares en Chile y en
América Latina en general. En segundo lugar, se puede inferir que resta méritos a los
anarquistas chilenos, dándoles mayor importancia a los ácratas que venían del extranjero.
En general, se hace aun más complejo el hecho de poder evaluar el tema del
anarquismo desde un punto historiográfico. Sin embargo, y pese a los problemas
mencionados, podemos hacer una aproximación a la contribución de esta corriente
revolucionaria, y ver, nuevamente dentro de las visiones historiográficas, si existe alguna
relación o influencia en el mundo rural.
Grez apunta en su libro Los anarquistas y el movimiento obrero los primeros pasos
de las luchas sociales y de cómo la Idea fue propagándose a lo largo del territorio chileno.
Sin embargo, al analizar la obra, nos damos cuenta que el anarquismo en Chile se enraizó
de gran manera en las zonas salitreras principalmente, pero también en los grandes centros
urbanos del país; pero no se aprecia influencia en los sectores rurales. Y esto se entiende
por las condiciones del campo chileno, totalmente dominado por el latifundio y la figura de
la hacienda, monopolizada por el terrateniente. 104 FUENTES, Álvaro: “La Toma de Puerto Natales (1919). Una aproximación necesaria”, Seminario de Grado para optar al grado de Licenciado en Historia, Universidad de Concepción, Concepción, 2011, p. 7. 105 VITALE, “Interpretación Marxista de la Historia de Chile. Tomo V. De la República Parlamentaria a la República Socialista”, LOM, Santiago , p. 197.
73
En su introducción, y haciendo un balance de la historiografía que trata sobre el
tema del anarquismo en Chile, puede observarse esta tendencia de influencia en centros
urbanos: “a partir de la tesis doctoral (1977) del norteamericano Peter De Shazo sobre los
sindicatos urbanos de Santiago y Valparaíso durante las tres primeras décadas del siglo XX.
Este historiador centró su atención en el papel de los gremios anarcosindicalistas en las
luchas sociales de esa época, cuestionando la opinión predominante hasta entonces, que
asignaba al proletariado minero (salitrero) el protagonismo sindical, así como a las
tendencias socialista y comunista el carácter de únicas vanguardias políticas populares.”106
Es difícil poder encontrar algunas conexiones entre el anarquismo y el mundo
campesino. Pero en general es confuso poder hacer relaciones dentro del proceso de la
Cuestión Social entre lo ideológico y el mundo campesino. Esto porque tanto anarquismo
como marxismo se adentran al mundo urbano, por razones tanto del trabajo mismo como
organizativas. Quizás hasta un tema de conciencia y recepción. Como se dijo en algún
momento, el campesino, como sujeto, era sumiso y no recibía bien estas ideas.
En la obra de Sergio Grez, el autor entrega una perspectiva negativa acerca de una
colonia tolstoyana, que nació hacia 1905. La visión es negativa ya que tuvo nula influencia
dentro del movimiento obrero. Esta colonia era una expresión de intelectuales y artistas;
pero lo que llama la atención hacia la visión de este trabajo, es el hecho de que, dentro de
los nombres y oficios que se entregan, participaba un campesino, Teófilo Cubillos. En
aquellas colonias –ya que no fue la única- se hablaba de filosofía y arte, se llevaba una vida
vegetariana, entre otras cosas. Pese al nulo acercamiento con el movimiento obrero, estas
expresiones sirvieron para cultivar el espíritu anarquista y la propia Idea dentro del plano
político ideológico. No sabemos lamentablemente, si hubo, desde Cubillos, mayor
influencia ácrata en los sectores campesinos.
106 De Shazo, Peter: Urban Workers and Labour Unions in Chile, 1902-1927, thesis PhD, University of Wisconsin, Madison, 1977. En GREZ, Sergio: “Los anarquistas y el movimiento obrero. La alborada de ‘la Idea’ en Chile, 1893-1915”, LOM, Santiago, 2007, p. 12.
74
Lo que si sabemos, es que el movimiento obrero debe al anarquismo mucho en
cuanto a politización y organización, y en general, a sembrar la semilla revolucionaria de
los trabajadores y generar así consciencia de clase, como primer paso para la lucha contra el
Estado y el capital.
b.2 El marxismo y la influencia tardía en los sectores campesinos. La falta de una política
constante en los sectores rurales.
El caso del marxismo es algo diferente al del anarquismo. Diferente en cuanto al
aporte historiográfico que existe en Chile. Esto, por la hegemonía ejercida por esta
corriente revolucionaria, aplacando en cierta forma el aporte ácrata. En cuanto a
bibliografía hay una distancia bastante considerable entre el marxismo y el anarquismo,
haciendo referencia a que esta ideología posee un trabajo intelectual constante desde 1900
aproximadamente, recurriendo a la imagen de Luis Emilio Recabarren, principalmente.
Más allá de querer comparar el marxismo con el anarquismo en Chile, nos
abocaremos al tema en cuestión, que es el tema del campesino, dentro del período de la
Cuestión Social, y como es abordado desde la historiografía de tendencia crítica. Al igual
que la corriente ácrata, Sergio Grez entrega un importante estudio acerca del comunismo en
Chile, y como este se desarrolló en nuestro país. Sin embargo, vemos que esta corriente,
vista desde la Nueva Historia, posee falencias en cuanto a adentrarse al tema campesino,
como problemática, y como sujeto, al campesino en sí. Como es la constante, el marxismo
estuvo ligado en sus inicios a los sectores urbanos, especialmente en las zonas salitreras –
fundación del POS en Tarapacá, por ejemplo- donde tuvo una rápida inserción. Este hecho
marcaría que las primeras organizaciones marxistas se desarrollaran en los centros urbanos
del país.
En términos teórico-prácticos, Tomás Moulian entrega bastantes puntos de análisis
que permiten observar el aporte del marxismo en Chile. Para Moulian, el marxismo logró
consagrarse debido a que se diversificó su utilización, en el sentido de que se le dio un
carácter dinámico a esta teoría. Se utilizó tanto como para el análisis histórico –faceta
75
intelectual- como para la praxis política –faceta más militante e ideológica. El mismo autor
menciona entonces la existencia de marxismos, ya que existen diferencias en cuanto a
enfrentar la teoría, y otras en cuanto al método.107
Del paso del Partido Obrero Socialista de Chile –POS-, al Partido Comunista de
Chile –PCCh- , se observan ciertos matices en cuanto a líneas programáticas y tácticas
políticas, generando un trabajo planificado que intentó aunar más fuerza para poder
conseguir los objetivos del partido. En ese sentido, y planificándose a largo plazo, es donde
se intenta incluir a sectores antes marginados, tanto por la institucionalidad, como por los
mismos sectores más politizados. Jóvenes, mujeres y campesinos son tomados en cuenta,
atendiendo que la clase explotada va más allá del obrero en sí. Al respecto, el autor
menciona: “Si bien el centro del trabajo del PCCh siempre estuvo puesto en la clase obrera
organizada, desde los tiempos del POS Recabarren y otros dirigentes habían señalado la
necesidad de desarrollar políticas específicas destinadas a atraer a diversos sectores del
pueblo, especialmente jóvenes, mujeres y campesinos.”108
En los años 20, el PCCh apoyó y fue partícipe de las primeras huelgas organizadas
de los trabajadores agrícolas. Esto también demuestra un punto importante que destaca el
autor, apoyándose en las palabras del historiador Claudio Robles, que es el proceso de
proletarización de los sectores rurales, proceso que hacia 1920 estaría más consolidado. Se
desprende entonces, que hacia 1900, el trabajador rural o campesino, ya vivía un proceso de
proletarización, en una fase primaria, aunque todavía lejana a los procesos de
concientización, o toma de conciencia de clase, etc. Lo que también puede inferirse, es la
hegemonía que ejercía la ciudad sobre el campo, dado que la propaganda emanaba de las
primeras, por todas las condiciones objetivas que allí se encontraban, pero que en ciertos
momentos tomaba una actitud paternalista para con los sectores rurales.
Sin embargo, existió un trabajo leve en los sectores rurales. Vitale menciona la
creación de una filial de la FOCH hacia 1911 en Punta Arenas, zona de campesinos 107 MOULIAN, Tomás: “Contradicciones del desarrollo político chileno 1920-1990”, LOM, Santiago, 2009, pp. 57-63. 108 GREZ, Sergio: “Historia del Comunismo en Chile. La era de Recabarren (1912-1924)”, LOM, Santiago, 2011, p. 225.
76
principalmente ligados al sector de ovejas. Ciertamente esta zona estaba mucho más
politizada que las del centro, debido a la gran influencia anarquista desde principios de
siglo. Así, en 1912 surge una gran protesta de los trabajadores agrícolas, pidiendo
principalmente mejores sueldos. Se ve aquí el hecho de la tendiente proletarización de este
sector en la primera década del siglo XX. A esto podemos agregar la gran ola de
levantamientos de filiales de la FOCH a mediados de la década de 1920, lo que logró
establecer mayores relaciones entre el comunismo –representado por la FOCH- y los
sectores campesinos.
c) Algunas conclusiones a priori
Al hacer esta pequeña aproximación al tema ideológico, vemos que existen varias
dificultades al momento de abordar el tema desde una perspectiva historiográfica. Sin duda,
tanto el anarquismo como el marxismo tuvieron influencias en el campo, pero a un ritmo
mucho más lento en comparación con las urbes. Debemos recordar que ambas corrientes,
establecidas en las ciudades con alguna presencia industrial, comenzaron a multiplicarse
dentro de los sectores de los trabajadores, lo que hizo aumentar el descontento y germinar
un movimiento obrero mucho más consciente de la realidad como de sí mismos.
El tema del campo es una tarea ardua de abordar desde el punto de vista ideológico,
donde no se habla mucho del tema y en donde resulta difícil poder comprender las formas
en cómo se manifestaron estas corrientes revolucionarias y las reacciones de los
campesinos de principio de siglo.
Así, vimos en la primera parte de este capítulo, la manera en cómo el movimiento
obrero, examinado desde la historiografía marxista, el nexo entre el movimiento obrero y el
campesinado, donde también hay falencias de análisis. Lo que podemos concluir desde ya,
es si realmente los campesinos, dado las relaciones y las formas de producción existentes
en la realidad campesina, pueden considerarse dentro del análisis de la Cuestión Social,
siendo ese el camino para poder llegar a una respuesta del por qué de la falta de trabajos
especializados en el tema.
77
CAPÍTULO III
DESARROLLO ECONÓMICO:
CONEXIONES CON EL MUNDO DEL AGRO Y LA CUESTIÓN SOCIAL
La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas.
Karl Marx, Manuscritos Económicos y Filosóficos
Resulta difícil poder separar el análisis económico con el político, y a su vez con lo
social. Tres ejes interdependientes uno de otro. Sin embargo, se ha querido hacer esta
distinción, para poder entender más ampliamente cómo ha sido abordado el tema
campesino desde las diversas formas de análisis social.
El planteamiento desde un punto de vista económico, hace visualizar los cambios
objetivos que se desarrollaron en Chile, ya dentro de una economía capitalista. Estos
cambios fueron a nivel general, no quedando marginado el sector agrícola. De esta manera,
los campesinos también se vieron afectados por estos cambios que se sucedieron. Chile en
general se transforma en un país exportador primario, consolidando aun más su
dependencia económica.
El poder analizar este proceso en cuanto a lo referido a lo económico, entiendo a la
economía dentro de una concepción capitalista, se hace una tarea ardua. Henri Lefebvre
entrega una aproximación: “El capitalismo, esta formación económico-social […] se trata
de una complejidad que no se muestra por sí misma al conocimiento racional.” 109 Lo que se
desprende de la afirmación de Lefebvre, es en primer lugar, el reconocimiento del sistema
capitalista como un sistema que sobrepasa lo netamente económico, sino también lo social.
Y por ende, el carácter político de la sociedad. Lefebvre logra captar esto de manera clara,
aludiendo incluso, que la mercancía posee una dimensión en el plano psicológico, es decir,
en lo que se refiere al deseo de poseer. El capitalismo entonces, se hace palpable en cuanto
logra determinar las aspiraciones, deseos, creencias, comportamientos de la sociedad. Es
109 LEFEBVRE, Henri: “El Marxismo”, EUDEBA, Buenos Aires, 1971, p. 76.
78
decir, en cuanto logra pasar del concepto abstracto que representa, a determinar las
subjetividades de la sociedad, enajenando –o separando a la clase de su verdadero rol
revolucionario- a la clase trabajadora. Por ende, y citando nuevamente al filósofo francés,
“la estructura dialéctica (contradictoria) del capitalismo se descubre desde el momento en
que dejamos de aislar ciertos hechos”110. En definitiva, siendo el capitalismo una dimensión
compleja de análisis, su análisis debe atender a esa complejidad.
a) La economía a fines del siglo XIX. Consolidación del capitalismo en Chile.
El Chile que se forjó desde inicios del siglo XIX, con la independencia desde la
clase alta, fue un Chile desigual, con condiciones de vida muy distantes entre la clase
dirigente y el resto de la sociedad. El capitalismo a nivel mundial se consolidaba
progresivamente, y Latinoamérica entraba al juego desde una posición secundaria o
periférica, con un papel de exportador de materias primas. Así, cada país del continente se
especializó en exportar una o dos materias primas, que luego eran manufacturadas en el
centro del mundo capitalista –Europa, principalmente Inglaterra- para luego volver a los
países de la periferia.
Como bien se sabe, fue en Inglaterra donde se comenzó a desarrollar el proceso de
la industrialización, desde el siglo XVIII con mayor notoriedad. Y sería recién a fines del
siglo XIX donde se daría con mayor fuerza el proceso de industrialización en nuestro país y
en América Latina en general. Como menciona Luis Ortega “la inserción de Chile al
proceso de desarrollo productivo y tecnológico iniciado por la ‘revolución industrial’ fue
tardío.”111 Ortega se pregunta sobre los factores que produjeron el desarrollo de las
transformaciones en el sistema económico, respondiéndose que el hecho más importante
fue la ampliación del mercado interno. Con esta ampliación, sumado al creciente desarrollo
bancario, se dio pie para el nacimiento del sector industrial nacional. Por ende, y hacia
1876, la producción industrial se enfoque principalmente en el tema agrícola y en el sector
minero. Sin embargo, sería el sector minero donde desde una perspectiva de empleo se
alzaría la más importante fuente de trabajo para los trabajadores. Por lo mismo, “la mayor
110 LEFEBVRE, Op. Cit., p. 78. 111 ORTEGA, “El proceso de industrialización…”, Op. Cit., p. 213.
79
capacidad productiva del sector se concentraba en los establecimientos del grupo productos
metálicos.”112
El propio Ortega agrega, desde su obra Chile en ruta al capitalismo, que si bien
hubo un proceso de crecimiento en el sector productivo agrícola, las formas de trabajo y las
relaciones de producción se mantuvieron: “La incorporación en el agro de las nuevas
fortunas fue paradójica pues, si bien ellas se tradujeron en mejoras materiales en la
producción y en la calidad de algunos cultivos, en especial de la vitivinicultura, no fueron
suficientes para alterar los sistemas de trabajo. Ello no hizo sino reforzar la ya arcaica la
estructura agraria, con importantes efectos negativos en las posibilidades del desarrollo
económico.”113 La inversión de algunos capitalistas, como menciona Ortega, produjo
cambios expresados en lo tecnológico y en los medios de producción. Pero la tradición en
las relaciones de producción estructuradas y arraigadas en el campo se mantuvo.
Vemos entonces, a nivel general, que hacia 1875, Chile vivió cambios bastante
importantes en lo que respecta al tema económico, ya que comienza un desarrollo
progresivo de la industria nacional, entrando de lleno en el mercado capitalista. A esto
agrega Vitale que “el volumen de las exportaciones aumentó porque hubo un incremento
sostenido de la demanda europea. Inglaterra, especialmente, se constituyó en un mercado
permanente, absorbiendo más del 70% de la exportación agrícola chilena.”114
Luis Vitale, dentro de su análisis marxista, menciona con respecto al tema agrario
que “mantuvo un lento ritmo de crecimiento hasta entrar en crisis a fines de la tercera
década.”115 Sin embargo, y al igual que el análisis de Ortega, es el sector minero el que
aparece como la gran industria que desarrollaría una gran alza económica en Chile.
112 Ibídem, p. 221. 113 ORTEGA, Luis: “Chile en ruta al capitalismo. Cambio, euforia y depresión, 1850- 1880”, LOM, Santiago, 2005, p. 102. 114 VITALE, Luis: “Interpretación marxista de la Historia de Chile. Volumen IV. Ascenso y declinación de la burguesía chilena (1861-1891)”, LOM, Santiago, p. 36115 VITALE, “Interpretación marxista…Tomo V”, Op. Cit. P. 51.
80
La visión dentro de la historiografía de la Nueva Historia, puede apreciarse en la
obra de Gabriel Salazar, que entrega un análisis interesante de abordar dentro de la
economía hacia fines del siglo XIX. En un primer término, Salazar menciona un dato
bastante importante en cuanto al comportamiento de la clase patricia –como lo nombra él-
con respecto al tema económico: “Al mismo tiempo, la clase patricia tendía a sustentar su
dominación más sobre el control del sistema comercial-financiero de la economía que sobre
el desarrollo de los medios de producción.”116 Lo anterior demuestra cómo se conformaba
de alguna manera la identidad de la clase gobernante, en el sentido de que aspiraba a una
ganancia fácil de capitales, para poder vivir en su ideal de vida europeo. De esta manera, y
más que la clase gobernante, los empresarios y capitalistas chilenos117 “una vez acumulado
el capital, se dedicaron preferentemente al negocio inmobiliario y a la especulación.”118
Esto de alguna manera retrasó aun más –según lo visto por Ortega- el proceso de
industrialización que vivió el país las últimas tres décadas del siglo XIX, que de alguna
manera culminaría con la crisis de la oligarquía a principios del siglo XX.
b) La modernización agrícola. Cambios objetivos en la economía.
Claudio Robles en Hacendados Progresistas y Modernización Agraria en Chile
Central (1850-1880), entrega las bases para entender el desarrollo de la estructura del agro
hacia finales del siglo XIX.
Robles emprende el análisis en la perspectiva agraria, en un período donde los
hacendados, es decir, los que poseían el poder económico en el campo, se proponen
impulsar una serie de medidas en pos de transformar y consolidar a la agricultura, como
una actividad moderna, lo que los catapultó a consolidarse en la esfera política como un
actor influyente: “A partir del advenimiento del primer ciclo del capitalismo liberal, a
mediados del siglo diecinueve, con la apertura de nuevos mercados (los de California y
116 SALAZAR, Gabriel: “Labradores, peones y proletarios”, LOM, Santiago, 2000, p. 98. 117 Cabe destacar que se habla de los capitalistas chilenos, ya que entre los capitalistas establecidos en Chile se encontraban muchos extranjeros. Y entre ellos, los nacionales tenían proyecciones ligados más a la especulación que a la inversión a mediano y largo plazo. 118 ORTEGA: “Chile en ruta…”, Op. Cit., p. 104.
81
Australia de poca importancia; el de Inglaterra abundante, pero efímero), empezó a soplar
una ligera brisa de cambio y modernización en el campo”119
Esta expansión agraria, dirá Robles, “estimulada por los ciclos de exportación de
trigo que se sucedieron entre 1850 y 1880 fue, al mismo tiempo, un proceso de
modernización de la agricultura del sistema de hacienda en las áreas de Chile Central, más
directamente involucradas en la ‘expansión exportadora’”.120
El análisis que expone Robles toma varias temáticas de lo que se presenta en la obra
de Arnold Bauer La sociedad rural chilena, en la que menciona con respecto al tema de los
cereales y la expansión económica la dependencia directa o indirecta que tenía Chile de los
mercados europeos. En ese sentido, Bauer apunta que el mercado nacional, basado en la
exportación, se basó precisamente en el sector agrícola. La expansión económica entonces
se desarrolló “a través de la demanda de cereales que Chile contribuyó a satisfacer después
de 1860; e indirectamente, por las inversiones masivas en la minería el transporte y la banca
que favorecieron la creación de un próspero mercado nortino y en las florecientes ciudades
de Santiago y Valparaíso.”121
Lo anterior, con respecto a la economía agrícola chilena, desarrollada entre 1860 y
1930, período que abarca a la Cuestión Social, puede entonces analizarse entre dos puntos:
la expansión económica misma de los mercados internacionales, y por ende el chileno en
materia agrícola, y segundo, por el crecimiento de una demanda doméstica. La economía
agrícola se benefició con el desarrollo de la industria minera, ya que creció así el mercado
interno.122
En ese sentido, se alza esta elite agraria como agente modernizador: “en ese
contexto, como se ha tratado de argumentar en este trabajo, una elite agraria integrada por
119 ROBLES, Claudio: Hacendados Progresistas y Modernización Agraria en Chile Central (1850-1880)”, Universidad de Los Lagos, Osorno, 2007, p. 9. 120 ROBLES, Op. Cit., p. 155. 121 BAUER, Arnold: “La sociedad rural chilena. Desde la conquista española a nuestros días”, Andrés Bello, Chile, 1994, p. 79. 122 En el capítulo La expansión economía: el impacto de la economía atlántica, Bauer estudia el proceso en cuestión de forma general. En BAUER, Op. Cit., pp. 79-110.
82
un sector de grandes terratenientes se constituyó en un activo sujeto modernizador,
organizado institucionalmente y con un proyecto para definir –en función de sus intereses-
el carácter y contenido de la modernización agraria, así como con un programa y estrategias
para impulsarla.” 123
Es importante destacar aquí el papel jugado por los hacendados, donde el campesino
pobre no es más que un ejecutor de estos procesos de modernización, que aunque les
ayudaba o facilitaba el trabajo del campo, seguiría sufriendo el desarrollo propio de las
clases antagónicas.
Luis Vitale, en el tomo V de su Interpretación Marxista de la Historia de Chile
destaca del período de 1891 a 1920, es decir, el período que abarca el desarrollo de la
Cuestión Social, el hecho de que Chile se consolidó, al igual que Latinoamérica en general,
como un país de economía primaria exportadora. Con respecto a las pocas formas de
exportación menciona: “Se consolidó en enclave salitrero, en manos del imperialismo
inglés, comenzó el resurgimiento de la explotación cuprífera con las inversiones de capital
norteamericano y creció la producción del carbón […] la agricultura mantuvo un lento
ritmo de crecimiento hasta entrar en crisis a fines de la tercera década.”124
Se desprende de esto, y en palabras del autor, el paso de la dependencia económica
inglesa a la norteamericana, siendo el principal impulsor del desarrollo económico chileno,
fundamentalmente desde el sector minero.
En cuanto al tema del agro, Vitale hace una corrección a los análisis que hasta
entonces se tenían de la crisis del agro, ya que menciona que no se consideró la producción
hacia el mercado interno, con lo cual la crisis tuvo forma recién hacia la década de 1920.
Esto tiene relación con lo expuesto por Robles, ya que hacia 1900 el sector
agroindustrial estaba en un proceso de modernización. El mercado interno del que habla
Vitale está relacionado fundamentalmente con los sectores mineros. Es decir, se producía
123 ROBLES, Op. Cit., p. 155. 124 VITALE, Op. Cit. Tomo V, p. 51.
83
en el Chile Central lo que se consumiría en el Norte salitrero. El problema se iría
agudizando conforme pasaban los años desde los inicios del siglo XX, ya que el
crecimiento de la industria del agro no estaba en consonancia con el crecimiento
demográfico de la población.
Para Salazar, el proceso de industrialización y modernización significaría para el
campesinado “por un lado, absorber acrecentadas exacciones mercantiles, usureras y
tributarias, y por otro, hacer frente a una seguidilla de decretos urbanizantes y pro-
capitalistas que hicieron el efecto de una contraofensiva al comercio campesino.”125 Este
proceso que se llevó a cabo a mediado del siglo XIX, afectaría por ende al desarrollo de la
economía campesina hasta el siglo XX, ya que desde 1875 una nueva ola modernizadora
afectaría el tema de la economía campesina. A esto, puntualiza este autor, cabe agregar el
tema bélico, que también contribuyó a acelerar estos procesos y a mermar a los sectores
campesinos. “El resultado fue que, hacia 1840 o 1850, el proceso de campesinización fue
frenado, mientras las empresas de los labradores entraban en un período de crisis profunda.
Por esto, la opresión, más bien que la iniciativa empresarial, y la proletarización, más bien
que la campesinización serían, entre 1820 y 1850, las características de dominio creciente
en el campesinado chileno. La mecanización parcial de las grandes haciendas y la
construcción de ferrocarriles agrícolas compensarían a medias, durante la segunda mitad
del siglo XIX, las consecuencias negativas que se derivaban del colapso de la economía
campesina para el desarrollo del país.”126 Lo expuesto por Salazar de alguna manera se
contrapone a lo que hablaba Vitale, de la crisis de la economía campesina. Al poseer ambas
visiones, sin embargo vemos la crisis, pese a no ser tangible, sí fue progresiva, existiendo
de forma tácita.
En lo que concuerdan ambos autores es en el tema de la monopolización de los
mercaderes de los medios de producción, y por ende, la destrucción de la economía
tradicional campesina.
125 SALAZAR: “Labradores, peones…”, Op. Cit., p. 99. 126 Ibídem, pp. 99-100.
84
Sin embargo, y entendiendo el proceso de modernización en términos generales, no
es menos cierto que este proceso se dio de forma desigual y heterogénea. Como explica
Claudio Robles, “el paisaje rural podía ser muy diferente de una localidad a otra, pues, para
decirlo en términos formales, el carácter desigual de la modernización acentuaría la
diferenciación entre unidades productivas y áreas agrícolas.”127 En ese sentido, cabe
entonces preguntarse si se puede hablar de un proceso modernizador en Chile, o en zonas
agrícolas de Chile, ya que al existir diferencias, también se producía una heterogeneidad en
cuanto a la producción, y de paso, a la vida de los propios campesinos.
Bengoa por ejemplo, en el tomo dos de su obra Historia Social de la Agricultura
Chilena, expone sobre las regiones en donde existía una economía agraria. En el caso de
Santiago, se puede observar: “El análisis de la modernización temprana en los alrededores
de Santiago permite captar el carácter de este proceso: las contradicciones entre
incorporación de tecnología, maquinización de las faenas, cambio en los cultivos
tradicionales, modos de vida terrateniente y tratamiento de la fuerza de trabajo. Nos entrega
un valioso material explicativo sobre uno de los mayores problemas de nuestra historia
económico-social: las dificultades de transformación y modernización de los sistemas
agrícolas, que impidió transformar el país.”128 Como vemos, para Bengoa, las
transformaciones fueron graduales y con altos costos sociales, dentro del caso de Santiago,
que permitía hacer un balance sin embargo, del proceso de modernización. En contraste con
la realidad de los sectores aledaños a la capital, la zona del Maule, por excelencia zona
agrícola, presentaba otra realidad –apoyando así las palabras de Robles- donde la
estabilidad, del proceso productivo de trigo, se vio amenazado por varios factores,
destacando la falta de mano de obra, por la apertura de nuevos mercados y la migración a
los centro urbanos; como la falta de conocimientos técnicos en el tema de la
modernización, que impedía poseer una estructura económica moderna y así mejorar la
producción. Además, y dentro de los problemas ya mencionados, es preciso señalar el
hecho de que “durante el ciclo triguero, el principal problema fue institucional. Las
haciendas se relacionaban con las casas comerciales inglesas de Valparaíso para financiar y
127 ROBLES, Op. Cit., p. 16. 128 BENGOA, Op. Cit. Tomo II, p. 24.
85
realizar las exportaciones, y el Estado permanecía ausente. El ‘laissez faire’ dejó que la
riqueza llegara y se fuera, sin provocar cambios institucionales para retenerla.”129
Haciendo una especie de síntesis, podemos observar como el capitalismo se
afianzaba en la economía nacional, donde los terratenientes y élite proporcionaban las
condiciones para consolidar este proceso. La modernización entonces, de manera
heterogénea, no se expresa tan solo en maquinaria o tecnología -lo que se traduce a las
formas de producción- sino también a las políticas en cuanto a economía se refiere y cómo
actuaba tanto los grupos económicos involucrados en la exportación agrícola, como el
propio Estado, y cómo de forma conjunta hicieron que Chile se mantuviera dentro de los
límites de la dependencia económica.
El análisis historiográfico, como vemos, emana principalmente de la Nueva
Historia, aportando una mirada más amplia en el sentido de la configuración tanto
económico-política, como sociocultural. Sin embargo, la historiografía marxista,
principalmente desde la visión de Luis Vitale, permite apreciar estudios serios y críticos
acerca del período previo al proceso de la Cuestión Social, que de alguna manera está
relacionado con el modo en cómo se constituyeron los actores sociales al momento de
poder describir los cambios que se produjeron posteriormente, en los cuales los
trabajadores, sea del campo o la ciudad, se vieron afectados de mayor manera, permitiendo
así generar las condiciones para la generación de un movimiento, que pese a que se dio de
forma heterogénea entre el campo y la ciudad, existió un movimiento reivindicativo con
diversas manifestaciones en contra de lo establecido desde una perspectiva social.
c) Cambios económicos y mantenimiento de la desigualdad social
Luego de lo expuesto en cuanto a los cambios que se estructuraron en la economía
chilena, manifestada esta desde las elites con un proceso modernizador que consolidó el
129 BENGOA, Op. Cit. Tomo II, p. 107.
86
capitalismo –preindustrial- y colocando a Chile como país exportador, cabe mencionar
entonces cómo y de qué maneras, los campesinos vivieron aquellas transformaciones.
Bengoa hace una interesante aproximación en el tomo I de su Historia Social de la
Agricultura chilena, mencionando que “los terratenientes, a lo largo de un siglo y medio, se
preocuparon más de defender, mantener y exigir el control de la población rural, que de
proponer políticas de fomento agropecuario. El control de una ‘clientela cautiva’ fue la base
de su poder social. Es lo que explica que familias que a mediados del siglo pasado
construyeron sus riquezas en la minería o la banca, se emparentaran o directamente
adquirieran predios agrícolas, como forma de entrar en el juego político de la clase que
comandaba los destinos del país. La tierra en Chile dio más prestigio que dinero, esto es,
intermedió el acceso al poder.”130 De esta idea podemos concluir la manera en que el sector
de los terratenientes se autoreconocían y se autoconfiguraban identitariamente en torno a la
posesión de la tierra, en contraposición con el inquilino, quien mantenía su posición de
campesino con ciertos derechos, como la posesión de un pedazo del terreno del patrón, pero
que tenía que vivir de la mano de las exigencias y castigos del patrón. “Inquilinos: Deben
estar a las órdenes del mayordomo i a la vos del capataz, advirtiéndoles las obligaciones de
[…] el arreglo de sus casas en lo espiritual, el celo de tus intereses i la pena grave que
impondrás al que permitiere alojamientos sin avisarte.”131 Como se ve, a fines del siglo XIX
era aun visible la dominación que existía hacia los sectores de inquilinos, y a diferencia de
los peones, los castigos eran recurrentes y más duros.
Salazar y Pinto, a raíz de esta subordinación ascética que menciona Bengoa,
concluyen que fueron los propios inquilinos quienes aceptaron ese estilo de vida y de
trabajo, con la esperanza de ascender socialmente, con la compra un terreno y la venta de
los animales que poseían. Según los autores, fue este tipo de conductas que hicieron retrasar
el proceso de la Cuestión Social dentro de los sectores campesinos.
En cuanto a lo económico, cabe mencionar el hecho de que el sector agrícola vivió
un auge u caída a través del ciclo exportador triguero. Con esta economía agraria
130 BENGOA, Op. Cit. Tomo I, p. 12. 131 Fernández, Pedro: “Cartilla de Campo, escrito para el uso de agricultores”, Santiago, Junio de 1867, p. 26.
87
exportadora entonces, el sector campesino tuvo un repliegue importante, lo que hizo que
perdieran importancia dentro de la economía. Y como se ha reiterado varias veces en este
trabajo, condicionó de alguna manera al proceso de migración campo-ciudad, en búsqueda
de mejores expectativas de vida.
Bengoa menciona, que el mayor ejemplo de desigualdad social en el desarrollo del
siglo XX se manifiesta precisamente en el campo. “La hacienda ha sido la expresión más
clara de desigualdad social en la sociedad chilena del siglo XX. Al lado de las grandes
casonas de campo, de los parques diseñados no pocas veces por paisajistas franceses, de las
lagunas y kioscos donde se tomaba el té, repetimos, al lado de ellos se encontraban los
ranchos más insalubres […] El país, hasta los años treinta de este siglo, estaba en su
‘máximo esplendor’. Nada de ello llegó a los campesinos. Tampoco después. Los
hacendados fueron una barrera insalvable.”132 Lo que expresa Bengoa es dramático. Los
sueldos de los campesinos, empantanados por casi sesenta años, habían impedido un avance
social en la vida de los campesinos. Y al igual que la forma heterogénea en que se dio la
modernización, en temas de sueldos también había variaciones, lo que no significaba un
mejor resultado para los salarios más altos, ya que desde la realidad campesina, seguían
siendo bajos. Bengoa concluye su visión expresando que, y a medida que se modernizaban
aun más las ciudades durante el siglo XX, el campo seguía siendo una expresión clara de
desigualdad social. A pesar de que en la ciudad existía pobreza y miseria, el campo
presentaba síntomas que parecían perdurar en el tiempo. El campo en definitiva, se
transformaba en “la antítesis de la sociedad moderna que se trataba de construir en las
ciudades y desde el Estado: una sociedad donde hubiesen menos diferencias, donde hubiera
más oportunidades; en fin, una sociedad más democrática.” 133
Como vemos entonces, y dado la crisis de exportación tras la apertura de nuevos
mercado, la exportación triguera –principal fuente de exportación agrícola chilena- tuvo
que desarrollar otros focos exportadores. Tras el proceso de urbanización que se sucedió
tras la llegada de la industrialización, se abre un mercado interno el cual permitió mantener
una pequeña economía agrícola interna, principalmente destinada al norte y la industria
salitrera.
132 BENGOA, Op. Cit. Tomo II, p. 17. 133 Ibídem, p. 20.
88
Dentro de los análisis historiográficos, vemos diferencias en cuanto a sostener la
existencia de la crisis. Por un lado, y enmarcado dentro del análisis marxista, Vitale
sostiene que la crisis no vino sino recién en la década de 1920. Mientras que por otro lado,
la Nueva Historia sostiene que la crisis ya venía desde finales del siglo XIX. Esta diferencia
cronológica se debe fundamentalmente a la falta de fuentes de Vitale en cuanto a los
procesos económicos que se daban a finales del siglo XIX, encuadrados también dentro del
proceso de la Cuestión Social. La Nueva Historia, por otro lado, ha podido, de manera a
priori, superar los pocos análisis efectuados en relación a la economía chilena, y en menor
medida de la economía agrícola en particular. Los trabajos de Robles –más influyente y
específico en el tema económico- y de Salazar, han permitido observar que las condiciones
del campo, pese a sus cambios en cuanto a los medios de producción, no se reflejan en las
relaciones de producción. La modernización entonces sólo conllevó un cambio, mas no
una transformación. Entendiendo transformación desde una perspectiva que conjugue
todos los aspectos sociales que se desenvuelven en los procesos productivos.
d) Proletarización, urbanización y Cuestión Social. Una mirada desde la identidad.
Se ha querido hacer la relación en este apartado, ya que es pertinente en la medida que
logra generar una mirada en la cual se concierne lo económico, con procesos sociales que le
preceden. Esto porque, pese a que lo relativo a la identidad es un concepto más social, tiene
relación con los procesos económicos mencionados anteriormente.
Lo anterior se entiende en la medida de que la identidad del proletariado chileno,
tiene sus raíces en el campesino que emigra hacia las ciudades. Dicha migración conlleva
dos procesos fundamentales para explicar luego el desarrollo del movimiento obrero. Por
un lado la urbanización, expresión del crecimiento económico –que beneficiaba a la
oligarquía y al Estado- y al interés de la clase baja de mejorar su situación; por otro, la
proletarización de dichos sectores campesinos, pasando a ser pobres urbanos. La venta de
su fuerza de trabajo, única opción dentro del mundo urbano, permitió a la clase dominante
acceder a un mayor número de mano de obra. Pero esto se mantiene ya que la ciudad, por
89
excelencia el espacio de la industria, es también el espacio de la circulación del capital, es
decir, donde la relación oferta/demanda toma forma.
d. 1 El concepto de la identidad y el campesinado
El querer hacer una aproximación al tema de la identidad, configura una tarea ligada
al análisis de la Nueva Historia Social. Esto porque, como vimos anteriormente, dentro del
análisis marxista clásico de los historiadores chilenos, estos temas aun eran ajenos. Pese a
ello, se ha querido agregar el tema del proceso de proletarización de los campesinos, para
poder hacer el nexo entre ambas corrientes historiográficas, sin olvidar el objetivo del
capítulo, que es el tema de la identidad, y que desde una perspectiva global, se puede
sostener que el propio proceso de proletarización significó un cambió en la configuración
social de los campesinos.
Antes de comenzar el análisis, es necesario aproximarnos al concepto de identidad,
del cual se extraerá de la concepción que entrega Julio Pinto en Historia Contemporánea de
Chile II, libro en conjunto con Gabriel Salazar. Pinto, encargado de elaborar el volumen en
cuestión, menciona que, dentro de la lógica estructural, el marxismo entendió como sujeto
popular, al obrero. Dentro de este análisis, se marginaba a un sinfín de sectores dentro de la
sociedad que habían sido marginados también por la historiografía tradicional. Para Pinto
sin embargo, el sujeto popular, como categoría de análisis, está siendo, es dinámico y en
constante cambio: “el sujeto popular no tiene una identidad fija, sino que constantemente
está reformulándose, a partir de la experiencia acumulada en la base, pero también de las
percepciones que la elite tiene de ellos y de las funciones que el Estado, la Iglesia y, más
contemporáneamente, los medios de comunicación social les han asignado.”134
Dentro de esa experiencia, se alza el concepto de pobreza como un término
transversal dentro de la identidad del sujeto popular. Además, y haciendo la relación dentro
de las relaciones sociales existente, también se identifica el concepto de dominación.
Entonces, dentro de la identidad que se configura dentro de los sectores populares, o sujetos
134 SALAZAR; PINTO, Op. Cit., p. 96.
90
populares, tanto pobreza como dominación son dos conceptos que están presentes en su
configuración como sujetos sociales. Se desprende entonces, a raíz de los conceptos dados,
dos formas de respuesta. Por un lado, la inercia; por otro, el desorden. Dentro de la historia
de los sectores populares, se mezclan y entrelazan tanto la inercia de algunos sectores
populares como el desorden y la desobediencia en otros. Así, la organización conllevó la
consciencia de clase. Mientras que otros, siguieron sumisos por medio de la inacción y la
pasividad con respecto a su explotación. Sin embargo, se entiende ese conducto dado el
desarrollo y establecimiento mismo del Estado nación.
d.2 El proceso de proletarización de los sectores campesinos
Adentrándonos más en el tema de la proletarización, y ver cómo afectó este proceso
en la conformación social de los campesinos es que vemos desde la historiografía marxista,
y nuevamente recurriendo a la obra de Luis Vitale, un análisis más amplio de la realidad
chilena, en comparación a las obras de Ramírez Necochea u Ortiz Letelier. Pues bien, en el
tomo IV de la Interpretación Marxista de la Historia de Chile, se lee lo siguiente: “El
inquilinaje continuó siendo el régimen de trabajo preponderante en el campo. Sin embargo,
ya no era el inquilino-arrendatario de la época colonial que pagaba un canon, sino un
inquilino-trabajador que percibía salario y regalías, características que acentuarían el
proceso de semiproletarización.”135 El hecho de que los inquilinos recibieran un salario,
entendiendo el concepto dentro del sistema económico capitalista, hacía ya prever el
proceso inminente de proletarización de los campesinos. Esta proletarización, en cuanto
proceso, se vio impulsado por cómo el Estado y las élites se abrieron a las políticas
capitalistas de la economía, lo que hacía que de alguna u otra forma, aunque de forma más
pausada, el campo entrara también a las relaciones capitalistas de producción.
Cabe mencionar lo expuesto por Salazar. Para este historiador, el desempleo que se
vivió a fines del siglo XIX en los campos, hizo buscar nuevas expectativas de vida a los
campesinos, principalmente al peón, dada su configuración en el sentido de que poseía
cierta libertad en comparación con un inquilino. Esto puede explicarse por su juventud y
135 VITALE, Op. Cit. Tomo IV, p. 63.
91
sus ansias de aventura, mencionan algunos historiadores136. Así, estos peones vivieron la
transformación hacia una semiproletarización –menciona Salazar- en el sentido de que o se
estableció en las nuevas haciendas modernas, con nuevo equipamiento para la producción
agrícola, o emigró a los centros salitreros –esto principalmente- dando origen a los primeros
campamentos mineros.
De esta manera, y de forma aproximativa, podemos hablar de una cierta
proletarización progresiva de los campesinos. Proletarización con ciertos matices, pero que
en definitiva se puede utilizar el concepto dado la entrada del capitalismo industrial en
Chile a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, y entendiendo también los problemas
que corresponden a la Cuestión Social.
d. 3 La urbanización. Manifestación de los cambios económicos y sociales
Un proceso que cabe destacar dentro de los procesos de proletarización vista desde
un punto de vista historiográfico, es la creciente urbanización que se vivió a fines del siglo
XIX con mayor fuerza. Mario Garcés apunta en este sentido, que desde la segunda mitad
del siglo XIX, y desde la historiografía tradicional, se analizaba al artesano como ejemplo
de la clase popular. Sin embargo, el autor advierte que son los campesinos, dentro de su
diversidad, quienes componen la mayoría del pueblo. Como vimos anteriormente, las
políticas que emanaban desde el Estado, y por ende desde las élites, iban en pos de
consolidar una economía capitalista, que mantuvo la dependencia económica del mercado
mundial, pero que a su vez mantuvo las formas de las relaciones de producción existente
tanto en las ciudades como en los sectores rurales. “En sucesivas oleadas, en la segunda
mitad del siglo pasado, un número significativo de los más pobres se fue instalando en las
principales ciudades del país. Al mismo tiempo que en el campo se agotaban sus
posibilidades de empleo y de tierras propias para hacerlas producir, en Santiago, en la
década de los sesenta, el crecimiento urbano alcanzó tal ritmo que una autoridad de
gobierno llegó a decir que la ‘ciudad crecía casi diariamente’”.137
136 Salazar lo describe así: “En cierto sentido, el peón del siglo XIX era el heredero directo del antiguo ‘vagabundo’ colonial. Como éste, carecía de tierras, no comandaba una familia propia, y no esperaba mucho del trabajo asalariado”, en SALAZAR: “Labradores, peones…”, Op. Cit., p. 151. 137 SALAZAR; PINTO, Op. Cit., p. 36.
92
Para Grez, este proceso se vivió desde 1860. De 1875 a 1895, el país creció casi un
20% en cuanto a población urbana. Hacia 1895, el total de la población era de 2.695.625,
siendo el 57% población rural y 43% población urbana. 138 Esto demuestra la importancia
de los sectores campesinos, que a pesar del crecimiento notable en cuanto a población
urbana, seguía siendo una mayoría importante, aunque en descenso progresivo. Sin
embargo, los datos entregados por Grez permiten avizorar que hacia la problemática de la
Cuestión Social, había una mayoría de población campesina, lo que hace aun más
importante el poder estudiar desde la visión rural, el tema en cuestión.
Venegas apunta un tema más allá del simple proceso de urbanización o del
crecimiento urbano. Aborda en su obra el problema en cuestión desde una perspectiva
política-social interesante de observar: “No es extraño entonces que la urbanización en
Chile está asociada a la influencia de inmigrantes del hemisferio norte que llegaron con
nuevas ideas no sólo respecto de la educación, política cultura o economía, sino también en
relación con lo que debía ser una ciudad. Ello pasaba por variables que tenían que ver con
mejorar el transporte y las comunicaciones, la seguridad y el hermosamiento de los
espacios públicos, la iluminación de las calles o el empedrado de las mismas, el contar con
agua potable o con una red de alcantarillado y, por supuesto, con un tipo de edificación.”139
Como ya habíamos mencionado, estos cambios, desde la urbanización misma hasta los
cambios que en estas ciudades se desarrollaban, significaron la emigración de campesinos
hacia estos centros urbanos, dado que las políticas públicas se expresaban de diversas
formas, para lo que se necesitaba bastante mano de obra. De esta manera, y a raíz de lo
explicitado por Venegas, es que vemos de forma aun más clara como se dio el desarrollo
del proceso de proletarización de los sectores campesinos, desde una perspectiva
historiográfica de la Nueva Historia Social, en particular.
A lo que menciona Grez, desde la obra de Ortega cabe mencionar que en Chile,
hacia 1875, y proyectándose hacia el siglo XX, sólo existían ocho ciudades propiamente
tales: Santiago y Valparaíso, en una escala mayor, por debajo Concepción, Chillán y Talca,
138 GREZ, “De la regeneración…”, Op. Cit., p. 109. 139 VENEGAS, Op. Cit., p. 234.
93
y en un tercer orden, La Serena, Copiapó y Quillota.140 El autor agrega que no basta con
mencionar, al momento de abordar el desarrollo urbano, el crecimiento vegetativo de la
población. Un primer punto que menciona, es que las ciudades ya mencionadas, tuvieron
una influencia importante en cuanto al crecimiento urbano, por la llegada de la línea férrea.
El proceso de urbanización está totalmente ligado al problema del campo. Así,
desde la propia construcción de los ferrocarriles, la apertura y extensión de la industria
minera, el desarrollo de obras públicas, hasta el problema del trabajo mismo. Ortega indica:
“Pero, tal vez, la mayor parte de los hombres y mujeres que dejaron el campo en esos años
lo hicieron como consecuencia de los cambios en el régimen de trabajo que indujo el auge
exportador desde comienzos de la década de 1860.”141 Así, los ritmos de trabajo se
intensificaron –en definitiva, la explotación sobre los campesinos para poder exportar más-
y desde los propietarios de la tierra se hizo presión para que existiera un mayor arraigo en
las haciendas. Esto, dentro de los márgenes del campo, hizo que emergieran poblaciones
pequeñas, villorrios y pequeñas aldeas en las zonas rurales, que posteriormente terminarían
siendo zonas sub urbanas. Los campesinos entonces, tomaron dos caminos: algunos se
quedaron en las haciendas, y en las transformaciones hacia una semiurbanización; y otros,
prefirieron emigrar hacia las ciudades.
Este crecimiento de las ciudades se ve también desde la perspectiva de la llegada de
extranjeros, que influenciaron de manera importante la sociedad chilena. En los sectores
populares, se vio en el tema político ideológico una influencia notable; mientras que en los
sectores capitalistas, se observó una inserción de capitales en empresas y sociedades
anónimas, principalmente en el sector minero.
Grez logra encaminar la relación del proceso de urbanización e industrialización
antes descritos, con el tema de la Cuestión Social. “Los problemas de hábitat popular,
salud, atención médica y salubridad pública, estrechamente ligados a los procesos de
urbanización y de industrialización que acabamos de reseñar, fueron en el Chile
140 ORTEGA, “Chile en ruta…”, Op. Cit., p. 131. 141 Ibídem, p. 166.
94
decimonónico –o por lo menos hasta 1890- algunas de las manifestaciones más notorias de
la ‘cuestión social’.”142
Como vemos entonces, la urbanización se alza como un proceso en el cual se
manifiesta directamente el problema de la Cuestión Social. El tema de la urbanización tiene
directa relación con el tema campesino, ya que muchos de estos emigraron a las ciudades,
donde mantuvieron su condición de pobreza.
CONCLUSIONES
El estudio de la Cuestión Social dentro de la historiografía chilena ha sido abordado
ampliamente. Las corrientes historiográficas utilizadas en el presente trabajo, tanto el
marxismo como la Nueva Historia Social han mencionado las diversas transformaciones
que se sucedieron en dicho período. Sin embargo, existen diferencias sustanciales entre
ambas formas de analizar la historia, ya que la primera toma al obrero como el sujeto social
de análisis, mientras que la segunda amplia el conocimiento histórico, incluyendo a sectores
antes marginados, entre los que se encuentra el propio campesino.
142 GREZ, “De la regeneración…”, Op. Cit., p. 183.
95
El hecho de haber aproximado un estudio sobre la realidad campesina dentro de la
Cuestión Social, se desarrolla con la intención de poder iniciar una línea historiográfica que
permita de mejor manera poder observar las transformaciones en el mundo del agro, y de la
misma manera, cómo y de qué manera reaccionó el campesinado a las transformaciones
que se sucedieron.
El análisis se eligió en torno al análisis marxista y a la Nueva Historia Social, por
una razón fundamental: ambas corrientes superan la historiografía tradicional conservadora,
ligada a los sectores de poder, logrando abarcar un mayor espacio de estudio, integrando a
nuevos sujetos históricos. Las transformaciones, en ambas corrientes, se observan desde
abajo, desde lo popular, por ende, el nexo con el mundo campesino.
Hemos visto que el problema de la Cuestión Social surgió tras varios procesos
transformadores impulsados tanto por el Estado como por las élites. Sin embargo, lo que se
entiende como Cuestión Social no corresponde tan sólo a este período, dado la significación
del término. Sin embargo, lo que compromete el estudio de este período es que el tema
desembocó en un problema de carácter político. Pese a ello, el tema dentro de la realidad
campesina se desarrolló lentamente. Esta visión emanada desde la Nueva Historia Social,
aunque ya existen tesis que tienen una visión diferente, ligando el tema del bandolerismo y
otras prácticas como forma de protesta no organizada que también se podría integrar a las
formas de manifestaciones populares.
En el análisis mismo del trabajo, hemos definido tres conceptos que se alzan como
la base para poder generar líneas de análisis. Cuestión Social se entiende como el período
histórico en la cual se enmarca el análisis mismo. El concepto de campesino se intenta
definir dado que el término en sí mismo es ambiguo, lo que hace aun más difícil el análisis.
Por otra parte, se ha querido definir el concepto de clase desde una visión marxista, ya que
el campesinado nuevamente es un concepto difícil de encasillar, desde esa óptica, dentro
del concepto de clase. Y en la realidad chilena, vemos que no se está ajena a esa dificultad.
Desde el ámbito político, se ha querido ver el tema campesino desde el análisis
historiográfico marxista. En ese sentido, el tema campesino no se abarca de gran manera,
96
dado que para estos historiadores el principal actor era el obrero, es decir, el trabajador
ligado a la producción industrial. Esto hace que aquellos historiadores se apegaran a la
teoría marxista clásica, que menciona que la clase campesina es una clase en transición. En
transición a proletarizarse.
Además, se ha querido hacer una aproximación también al mundo ideológico, más
específicamente a las corrientes anarquista y marxista. Sin embargo, hemos visto que
ambas tuvieron dificultades al momento de poder influir en el campo. Si bien existieron
excepciones, no alcanzaron a ser focos de politización en el campo, manteniendo el letargo
en las haciendas.
Por otro lado, y dentro del tema económico, el tema del campesinado está
relacionado con el proceso que Chile vivía a fines del siglo XIX, en cuanto a
industrialización, modernización y urbanización. El sector agrícola vivió también estos
cambios, pero hemos visto que estas transformaciones tan sólo se quedaron en lo
tecnológico, ya que las relaciones de producción, entre terratenientes y campesinos se
mantuvieron, incluso hasta mediados del siglo XX y más.
El tema de la modernización ha sido abordado para estipular el avance del
capitalismo dentro de Chile, y los ciclos de exportación. En ese sentido, vemos que se abre
un mercado interno debido a que existían productores más potentes a nivel mundial,
afianzando así las exportaciones hacia el norte minero principalmente.
Por último, estos cambios económicos se manifestaron en procesos diversos, como
por ejemplo la urbanización. Sin embargo, también se manifestó dentro del mundo de los
campesinos. En ese sentido, se vivió un proceso de proletarización en los campesinos, que
pusieron aun más de manifiesto el avance y consolidación del capitalismo en Chile.
De esta manera, el trabajo ha querido acercar el mundo campesino a un análisis
historiográfico enfocado a un período tan importante para el movimiento obrero como lo
fue la Cuestión Social. Al realizar el trabajo, se ha vislumbrado la falta de trabajos
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específicos del tema campesino dentro del movimiento obrero como de la propia Cuestión
Social, y cómo el campesinado en Chile ha visto las transformaciones económicas y
políticas.
El tema en cuestión, es poder alzar al campesino como sujeto popular y como sujeto
de análisis, ya que ha sido un sector que ha trascendido las formas de producción
económica. De esta manera, lo que se propuso en un primer instante, se ha tratado de
demostrado a lo largo del trabajo. Pero lo más importante es poder generar el interés y
ciertas bases para que sigan existiendo trabajos que vayan en pos de realzar el tema
campesino, ya que, como miembros del pueblo, tenemos de alguna u otra forma, una
conexión con la tierra que trabajaron nuestros antepasados.
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