1 UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS DEPARTAMENTO DE CIENCIAS ANTROPOLOGICAS SEMINARIO ANUAL DE INVESTIGACIÓN “Teoría y metodología en la investigación antropológica de las prácticas y los procesos políticos” 2015 Profesor a cargo: Dra. María Inés Fernández Alvarez Equipo Docente: Lic. Sandra Wolanski; Lic. Santiago Sorroche; Lic. Leila Litman; Lic. Dolores Señorans; Prof. Florencia Pacífico Programa “Procesos de reconfiguración estatal, resistencia social y construcción de hegemonías”. Instituto de Ciencias Antropológicas Viernes 15 a 19 hs. Imágenes del campesinado en la consciencia del proletariado venezolano. Publicado originalmente en: Roseberry, W (1985) “Images of peasant in the consciousness of the Venezuelan proletariat”. En: Anthropologies and histories: Essays in culture, history and political economy. New Brunswick, Rutgers University Press, pp. 55-79. Traducción preliminar de Santiago Sorroche para el seminario “Teoría y metodología en la investigación antropológica de las prácticas y los procesos políticos” En un libro influyente, y controversial, James Scott sugirió que los campesinos tienen una “economía moral” por la cual ellos evalúan los efectos destructivos del capitalismo y de las extracciones crecientes del estado colonial 1 . Basada en una ética de la subsistencia, la economía moral demanda que aquellos que se apropian de la plusvalía de los campesinos ofrezcan garantías para la supervivencia continua del hogar campesino. Aunque los ordenes precapitalistas pueden ser vistos como explotadores, en el sentido marxista, ellos pueden estar basados en relaciones de patrón-cliente, que ofrecen garantías de supervivencia y puede que no sean percibidas como explotadoras por parte de los campesinos, quienes disfrutan esas garantías. La intrusión del capitalismo o la formación de un estado colonial puede romper los lazos sociales de la vieja economía moral, erosionar las garantías de supervivencia, aparecer como 1 NdeT. La palabra estado aparece en el original en minúsculas por lo que he decidido mantenerlo de esa manera.
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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS
DEPARTAMENTO DE CIENCIAS ANTROPOLOGICAS
SEMINARIO ANUAL DE INVESTIGACIÓN “Teoría y metodología en la investigación antropológica
de las prácticas y los procesos políticos” 2015
Profesor a cargo: Dra. María Inés Fernández Alvarez
Equipo Docente: Lic. Sandra Wolanski; Lic. Santiago Sorroche; Lic. Leila Litman; Lic. Dolores Señorans; Prof. Florencia Pacífico
Programa “Procesos de reconfiguración estatal, resistencia social y construcción de hegemonías”. Instituto de Ciencias Antropológicas
Viernes 15 a 19 hs.
Imágenes del campesinado en la consciencia del proletariado venezolano. Publicado originalmente en: Roseberry, W (1985) “Images of peasant in the consciousness of the Venezuelan proletariat”. En: Anthropologies and histories: Essays in culture, history and political economy. New Brunswick, Rutgers University Press, pp. 55-79. Traducción preliminar de Santiago Sorroche para el seminario “Teoría y metodología en la investigación antropológica de las prácticas y los procesos políticos” En un libro influyente, y controversial, James Scott sugirió que los campesinos tienen
una “economía moral” por la cual ellos evalúan los efectos destructivos del capitalismo
y de las extracciones crecientes del estado colonial1. Basada en una ética de la
subsistencia, la economía moral demanda que aquellos que se apropian de la plusvalía
de los campesinos ofrezcan garantías para la supervivencia continua del hogar
campesino. Aunque los ordenes precapitalistas pueden ser vistos como explotadores, en
el sentido marxista, ellos pueden estar basados en relaciones de patrón-cliente, que
ofrecen garantías de supervivencia y puede que no sean percibidas como explotadoras
por parte de los campesinos, quienes disfrutan esas garantías. La intrusión del
capitalismo o la formación de un estado colonial puede romper los lazos sociales de la
vieja economía moral, erosionar las garantías de supervivencia, aparecer como
1 NdeT. La palabra estado aparece en el original en minúsculas por lo que he decidido mantenerlo de esa manera.
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explotación para los campesino y provocar rebeliones (Scott, 1976; cf. 1977; Popkin,
1979; Adas, 1980).
El análisis de Scott de la política campesina en el Sudeste Asiático abreva
explícitamente en el trabajo de E. P. Thompson y otros que han enfatizado en la
economía moral de los campesinos, artesanos y proletarios de la Inglaterra y Francia de
los siglos XVIII y XIX. Esta literatura ha enfatizado la presencia activa de tradiciones,
valores y comunidades precapitalistas en la clase obrera temprana –tradiciones que
fueron transformadas con la revolución industrial y en términos en los cuales la
experiencia industrial fue evaluada, criticada y resistida (Thompson, 1963:63; 1971;
Hobsbawn, 1959; Rudé, 1964). La literatura ha tenido una importante función
correctiva en relación con la historia económica marxista y no marxista, en la cual el
capitalismo es generalmente considerada la historia de los capitalistas, la historia de
aquellos que han ganado. Sin embargo, mucho más importante que la recaptura de la
historia de quienes han perdido, la literatura de la economía moral ha creado la base de
una nueva teoría de la consciencia. Ha renovado la noción de tradición, no como un
peso muerto del pasado, sino como la fuerza activa y moldeadora del pasado en el
presente.
Aunque a la literatura sobre la economía moral, particularmente aquella referida a la
experiencia europea, se la debe considerar como un avance en nuestra comprensión
histórica, hay una tendencia a tratar el pasado de los campesinos o artesanos sin
ambigüedad o en términos acríticos. Por ejemplo, cuando Thompson analizó las
nociones tradicionales de tiempo en su ensayo “Tiempo, disciplina de trabajo y
capitalismo industrial” el abrevo libremente de ejemplos tanto de los Nuer como de
otros pueblos primitivos sin distinguir cuidadosamente sobre estas sociedades, la
naturaleza de sus tradiciones, valores, experiencias y comunidades, y las tradiciones de
los campesinos y artesanos que iban a experimentar en carne propia la revolución
industrial en Inglaterra. En “Work, Culture and Society in Industrializing America2”
(1976) Herbert Gutman agrupo bajo la simple etiqueta de “preindustriales” una amplia
gama de tradiciones campesinas y de artesanos de diferentes partes de Europa y Norte
América y, todo esto, de diferentes momentos históricos. James Scott (1976), por su
parte, tiene la tendencia a exagerar su caso, romantizando el pasado capitalista e
2 Los textos que han sido traducidos se citan con su nombre en español, manteniendo en inglés los que no. Sin embargo las páginas de las citas corresponden a la versión en inglés de los trabajos citados.
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ignorando las fuerzas del desorden y la explotación que precedieron el capitalismo y el
estado colonial.
Uno debe, entonces, cuestionar la distancia que han viajado estos teóricos desde la
teoría de la modernización. Aunque ellos adoptan una postura mucho más crítica hacia
las transformaciones capitalistas que lo que lo hacen los teóricos clásicos de la
modernización, ellos tienen puntos de partida muy similares para sus trayectorias
históricas –un orden tradicional relativamente homogéneo e indiferenciado. Más
importante aún para nuestros propósitos: esta debilidad tiene consecuencias
desafortunadas para el entendimiento de la conciencia. Aunque ellos están en lo
correcto de hacer el foco en la fuerza activa del pasado en el presente, sus enfoques
acríticos del pasado los dejan en una posición desventajosa para comprender las
imágenes, valores y sentimientos contradictorios que se le presentaron al proletariado
emergente.
En El campo y la ciudad Raymond Williams señala la dificultad en datar la
desaparición de un pasado rural idílico. En cualquier siglo que indaguemos, este
parecerá que ha desaparecido hace poco tiempo o que se encuentra en proceso de
desaparecer. En un pasaje que tiene una relevancia especial para la literatura de la
economía moral, el observa:
Tomé primero la idealización de una economía “natural” o “moral” en la cual
muchos han creído, como un contraste con el cruel avance del capitalismo. Había
muy poco que era natural o moral sobre eso. En el simple sentido técnico, lo que
era una agricultura de subsistencia “natural”, aún sin ser afectada por la
economía de mercado, lo cual ya es dudoso y sujeto a muchas excepciones;
aunque parte de este énfasis puede ser fácilmente aceptada. Pero el orden social
dentro del cual esta agricultura era practicada era tan dura y brutal como
cualquiera que fuera experimentado luego. Incluso si excluimos las guerras y el
bandolerismo al cual se encontraban comúnmente sujetos, los incontables miles
que cuidaban las cosechas y criaban el ganado solo para ser saqueados y
quemados y llevados con sus muñecas atadas, esta economía, incluso en períodos
de paz, era un orden de explotación del tipo de las más profundas: una propiedad
en el hombre así como en la tierra,; una reducción de la mayoría de los hombres
a animales de trabajo, atados por el tributo y el trabajo forzado ó “comprados y
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vendidos como si fueran bestias”; “protegidos” por la ley y la costumbre solo
como los animales y arroyos son protegidos, para producir más trabajo, más
alimentos, más sangre; una economía dirigida, en todas sus relaciones de trabajo,
a una dominación física y económica de un tipo significativamente total. (1973:
47-48)
Pero, algunos arguyeran, la “economía moral” no tiene porque haber existido en el
pasado; puede ser percibida en el pasado desde la perspectiva de un presente
desordenado. Las imágenes de una economía moral pueden ser una imagen llena de
sentido incluso si “lo que verdaderamente pasó” era menos idílico. Pero como lo
sugiere Williams, las percepciones del pasado van a depender en las posiciones relativas
de quienes las perciben; diferentes idealizaciones y evaluaciones van a emerger
dependiendo de las distintas experiencias de la “dominación física y económica de un
tipo significativamente total”.
En un comentario sobre Culture and Enviroment (1977 [1933]) de Frank R. Leavis y
Denys Thompson, Williams se enfocó en este punto sobre el pasado a través de la
evaluación de la conciencia en el presente: “Lo que es verdad, voy a argumentar, es que
tanto un número de nuevos tipos de trabajo insatisfactorio han venido a la existencia;
como de entretenimiento barato, o de división social. Contra estos deben establecerse
nuevos tipos de trabajo satisfactorio y ciertas formas de organización social. Entre todos
estos y otros factores el balance debe ser hecho mucho más finamente de lo que el mito
nos permite” (1960: 279).
En hacer hincapié en estos pasajes, no quiero sugerir, como tampoco Williams, que el
orden del capitalismo industrial representa, mirándolo bien, progreso para la humanidad
y avances para la clase trabajadora. Mi punto tiene que ver con nuestro acercamiento a
la conciencia. Muy a menudo los teóricos de la economía moral mientras señalan la
importancia del pasado en el presente analizan una transición relativa y sin
ambigüedades desde un pasado ordenado a un presente desordenado. Nosotros en
cambio necesitamos ver un movimiento de un pasado desordenado a un presente
desordenado. Contando con tal punto de partida podemos evaluar las contradicciones
inherentes en el desarrollo de la conciencia de las clases trabajadoras y, de esta manera,
apreciar que el pasado provee tanto las experiencias que pueden hacer que la transición
sea vista de manera positiva como también las que lo hacen de forma negativa. Solo
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entonces podemos ver a la economía moral como una fuente para la protesta y la
acomodación, la desesperación y la esperanza.
Teniendo esto en mente, me voy a volcar a la historia social de un segmento del
campesinado venezolano. A diferencia del campesinado que a la mayoría de los
antropólogos les resultan familiares, los campesinos que examino tienen raíces
históricas relativamente poco profundas. Se formó en el Siglo XIX con la emergencia
de la economía cafetalera y fueron sometidos a un proceso de proletarización en el Siglo
XX con el surgimiento de la economía petrolera venezolana. Esta breve existencia
histórica, íntimamente relacionada con los desarrollos cíclicos del mercado mundial
corresponden a otro punto central de El campo y la ciudad: que tanto el campo como la
ciudad (y yo agregó campesinos y proletarios) son cualidades siempre cambiantes y,
como cualidades, deben ser entendidas en el contexto de la historia capitalista
(Williams, 1973:302 y ss.)
Antes de enfocarme en lo específico, voy a ofrecer algunos comentarios introductorios.
Primero, dejar en claro que no pretendo analizar al campesinado venezolano como un
todo. El campesinado venezolano nunca ha existido como un todo sino, solamente, en
sus partes regionalmente diferenciadas. Me concentro, entonces, en el campesinado
productor de café de los Andes3, el cual ofrece un número particular de características
únicas. Mi propio conocimiento del campesinado de los Andes se basa en una
investigación de campo desarrollada en una pequeña, y especializada, región –el distrito
Boconó del estado de Trujillo (Roseberry, 1983)4. Segundo, a pesar de tal limitación no
voy a brindar un resumen pormenorizado de la historia del campesinado. Tales detalles
se pueden encontrar en otros trabajos. Aquí simplemente voy a resumir aquellos
aspectos de su historia que son necesarios para el análisis cultural. Tercero, mi análisis
del campesinado y la conciencia proletaria no esta basado en las presentaciones de
ideas, opiniones o concepciones que me fueron expresadas por individuos; tampoco se
basa en el comportamiento de los campesinos y proletarios en elecciones, sindicatos o
cualquier otro movimiento o evento político relacionado. Esto es, más bien, un intento
de esbozar las posibilidades culturales que se les presentan a los campesinos y 3 La región de los Andes, en Venezuela, esta ubicada al oeste del país, justo debajo del lago de Maracaibo. 4 Nota al pie 1
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proletarios venezolanos en su historia social –los elementos constitutivos de su
conciencia política.
Analizaré estas posibilidades culturales con cuatro conjuntos simbólicos, que, a
diferencia de la moda imperante en el análisis cultural, son presentadas como pares de
opuestos: café y petróleo; atraso y desarrollo; campo y ciudad; y dictadura y
democracia. Esto es apenas un grupo esotérico de imágenes, pero los significados
atados a ellas son elementos constitutivos de la conciencia política. Al discutir cada
conjunto, en primer lugar trazo la historia política y económica que produce y conecta
estas imágenes. Luego me concentro en las imágenes en si mismas y discuto la forma en
que estas son presentadas a los venezolanos, sin distinguir entre diferentes percepciones
de clase. En el proceso, voy a intentar bosquejar las materias primas disponibles para el
análisis cultural.
Café y petróleo
El campesinado de los Andes surgió en el siglo XIX con el crecimiento de la economía
cafetalera. Al momento de la independencia, no era central para la economía
venezolana, la cual se basaba en las plantaciones de cacao para exportación en las
tierras bajas. Las áreas productoras de cacao fueron desbastadas durante la guerra de
independencia y, de manera rápida, el café desplazo al cacao como la principal
exportación venezolana. Tal cambio no llevo a que se produjeran de manera inmediata
mayores trastornos políticos, económicos o demográficos. Los dueños de las
plantaciones en las tierras bajas costeras y centrales pudieron expandir sus tenencias
hacia las tierras altas circundantes, plantando café y desplazando los huertos (conucos)
de sus arrendatarios y esclavos. Solo hacia finales del siglo XIX los Andes –que habían
estado relativamente despoblados y que durante la colonia producían primariamente
para los mercados regionales- emergió como una importante región productora de café.
Para el final del siglo, Maracaibo, que era parte de los Andes, era un puerto importante,
la región producía más de la mitad de las exportaciones venezolanas y, así, los Andes
capturaron el poder nacional en Caracas (Lombardi y Hanson, 1970; Carvallo y