YOU ARE DOWNLOADING DOCUMENT

Please tick the box to continue:

Transcript
Page 1: 117238026 Destierro de Sombras

EDMUNDO O'GORMAN

DT,STIT.RRODE, SOMBRAS

LUZ EN EL ORIGEN DE TA IMAGEN Y CULTO

DE NIUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE DEL TEPEYAC

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓI.{OMA DE MÉXICOMEXICO 2OOI

Page 2: 117238026 Destierro de Sombras

Prirncr¿r t'dicion: i !BiiScquntla cclicirin: 1!if) I

Pt imer¿r rcirrr¡rre sirin: 2f )[) I

l)R ! 200 l. i-nivcrsidad \.rcion¿i Autrlnortrt clr \liri.,rCliurl:Lcl I'irircrsil:rria. (ll¡10. \lcrico. D. I'.

I\s I I t [ 'fo I)l: l\\'lrs ] I(;,\cl()\lrs llls i()1u(i-\s

Lrr¡rrcso v hccho cn \[l'rir:o

rsB\ 968-f137-8-t0- I

Page 3: 117238026 Destierro de Sombras

A la tnernoña

de F-rancisco de La il'[a¿a

Page 4: 117238026 Destierro de Sombras

TlLc durk is light enough

Christopher Fr1'

Page 5: 117238026 Destierro de Sombras

PREÁMBULO

En este breue libro me propongo -multum in parco- reconstruiren lo medular de su discurso eI proceso histórico del oñgen del gua-dalupanismo mexicano. Cierto, no puede decirse que suceso de tantatrascendencía en los anales patrios no haya atraído Ia atención de¡nultitud de estudiosos y proaocado, como nadíe ignora, una apasío-nada y larga polérnica cuyos pro y contra han nutrido en proporciónmuy considerable el alud bibliográfico guadalupano. A ese propósitodebo preaenir al lector que tengo a ese enconado debate por uen-tilado ad nauseam y dirimido en faaor de Ia contención antiapari-cionista, y bien hartí en no proseguir l.a lectura quien abrigue Ia

conuicción opuesta debiéndose amparar, sería de aconsciarle, en la in-uztlnerabilidad del antiguo y elegante desdén de un credo quia ab-surdum.

El incrédulo, en cambio, apoyado en Ia conuícción de ser cosn

iuzeada Ia irrealidad histórica del origen sobrenatural de Ia imagenguadalupana queda obligado a dar razón de dos incógnitas: 1) cudn-do, cómo y por qué hizo acto de presencia esa imagen en Ia ermitadel Tepeyac;2) por qué, cónto y cuándo le lue concedida sobre-natural prosapia. Es así, entonces, que el gran debate acerca de Iaíndole portentosa de aquel simulacro no puede darse por concluidomientras no se ofrezca una explicación histórica satisfa.ctoria a cam-bio de Ia tcsis aparicionista tradicional. Di.cho de otro modo, queel uerdadero logro de aquella uíeja polémica sólo ho sido purgar elconocimiento del guadalupanismo mexicano de su elernento míticoy metahistórico.

Sin pretender, ni con rnucho, prioridail: en eI aprovechamiento dee.vl apertura -no oluidemos los titánicos esfuerzos del padre Sentando'feresa de Mier, precursor ilustre en ese sendero- rne parece que leha uenido haciendo falta a la historiografía crítica guadalupanaun regreso a Ia inocencia, quiero decir, suscito.r como planteamíentoltermenéutico fundamental las dos grandes interrogantes enunciadasen el pdrrafo precedente, supuesto que su respuestz, reuelaró el nú-cleo histórico original y Ia razón de ser de aquel extraordinario su-ceso, la base, por otra parte, para que no aparezcan conlo rner&nxente

Page 6: 117238026 Destierro de Sombras

2 ¡oMUNDo o'coRlr¡.N

contingentes las etapas posteriores de su desarrollo histórico. Quedeasí aclarado el sentido del título de este libro y postulada l.a m¿tade la temerosa aventura que en él se enuncia, ternerosa, si,n dud,a,por los peligros de extrauío que arnenaznn a quien ose emprend,erde nueuo Ia navegación entre los escollos y los espeiismos del tornen-toso piéIago historiogrdfico de ese medular acontecer de Ia aid.a es-piritual de Ia nación mexicana.

Confieso que pü reuerencia a Ia memoria de mi abuela materna,dechado de fe y deaoción guadalupanas, me resistía a publicar estetrabajo; pero persuadido de que la fortaleza de la fe es ínuulne-rable a los asaltos de la razón, me conforta saber que nad.a de cuan-to diga puede minar la creencio en la aerdad, histórica del prodigiodel Tepeyac ni quitarle a quíen Ia abrigue eI consuelo de La d.evo-ción con que Io venere, y aI admitir eso, reconozco de grado quenuestra hístoria guadalupana tiene una aertiente de espiritualidad,de atracción popular y de sentimiento nacionalista que aqui deiointacta, quiai su dimensión esencial por estar mds allti de las dispu-tas de los hombres.

Edmundo O'GormanSan Angel - Temixco

4 de noviembre de 1984

Page 7: 117238026 Destierro de Sombras

CAPITUÍ-O PRIMTRO

LA BR.ECHA HACIA LOS ORfGENESDE L{ HISTORIA GUADALUPANA

Page 8: 117238026 Destierro de Sombras

PUNTO DE PARTIDA

Aludimos en ese epígtafe a las dos cuestiones que nos parecen ser lasbásicas para iniciar la reconstrucción histórica del culto guadalupanodel Tepeyac: las relativas (l) a la existencia en ese lugar de unaprimitiva ermita; (2) a la de la imagen que pudo haberse colocadoen ella.

l. I-a plinritiva clmita

Nada nuevo podemos decir al respecto, pero insistiremos en unpunto que con frecuencia se pasa por alto, el de la advocación ori-ginal de la ermita.

l) Dentro de un margen de suficiente seguridad podremos dar porcielto que la ermita del Tepeyac fue una de las edificadas por losprimeros misioneros franciscanos donde los indios tenían adorato-rios dedicados a sus antiguas deiclades; una ernrita, pues, Ievantadaen obsequio de Ia política misionera de sustituir el culto idoláuicopor el cristiano. Nos lo dicen los padres Sahagún y Torquemada,pero, además, con expresa referencia a Ia edificada en el Tepeyaccomo intento de suplantar la adoración que allí tributaban los in-dios a la diosa Tonantzin con el culto y del,oción a la Yirgcn o comohabitualmente decían a "Santa }[aría".1

B) Resulta, entonces, que desde su principio el título de Ia ermitafue de "La l\{adre de Dios", y así lo documenta el bachiller Fran-cisco de Salazar, uno de los declarantes en la Infonnación de 1556

1 Sahagún, Historia generaL, xI, 12, "Que trata de Ias idolat¡ías". Ese tratadodebió habcr sido escrito en 1576, titl. Handbook of Middle American Indians,"Guide to Ethnohistorical Sources", Part Four (Contínuecl from -11). Cuadrode la cronología de composición de la Histori.a general, p. 36L Ricard, Conquéte,p. 228, opina que no hay razón para dar c¡édito a la opinión de Torquemada(Monarqula, & 7) que atribuye a los franciscanos Ia fundación de la primitiva€rmita del Tepeyac, y aduce al efccto la hostiliclacl de los franciscanos al cultoguadalupano. El argumento es i¡rsubstancial porquc se t¡ata de la ermita prer iaal surEimiento de ese culto.

Page 9: 117238026 Destierro de Sombras

ED}IUNDO O GORMAN frarru r

mandada practical por ei arzobispo don Alonso de Nlontúfar.2 Asísabemos que la advocacién litúrgica de la ermita no fue la <ie nin-guna imagen de la Virgen en particular, y como la fiesta de la Maclrerle f)ios no tiene día propio, la Iglesia la ceiel,¡ra cn el aniversariocLel natalicio de Nuestra Señora, 8 de septiembre con su octava el15 clel ¡lisrno mes.3

Otre esa haya sido la aclvocación de la clmita y que lo siguió¡ierrclo durante muchos años después Ce que en ella y en la ermitaieforrnarla se colocó la imagen niexicana de Nuestra Señora de Gua-dalupe, cs un punto que no debe olvidarse para evitar equívocos e in-ferencias infrrntladas que siembran la confusión.

C7 Pu,esto que el origen ¡le la errnita fue el que hemos dicho puede:rfirnarse que sería visita del monas¿erio más cercano, el de Cuau-titlrin y qlle, por tanto, no estaría atendida con residencia permanentecle un fraile. llabria en ella doctrina )' quizá misas ocasionales y ad-ministración de aquellos sacramentos qr¡e en esa remota época se dis-

¡reits.1[¿ a los indi<¡s"D,) Pasando el fervor primero de los nrás antiguos misioneros, ia

crrnita cacrí¡r en creciente descuido o abandono e¡r los años subsi-guic.ntes a srr fundación debido a la proximidad de la ciudad deIlixico y a la escasez de religiosos cada vez más pronunciada porIa enorrne y rápida expansión territorial de la C)rden.

E) Por tr¿tarse de sustitlrción del culto iclolátrico, la asistenciaa la ermita sería exclusiva de inclios que verían en ella un nuevoacloratorio a cambio del que se ies había dcstruido; rendirían aliírurr culto de sincretismo idolátrico-cristiano, y persistirían en la an-tigua costumbre de llevar ofrendas y de visitar la ermita ell grandesromerías periódicas procedentes de lejanas regiones. Tenemos a ese

respecto el testimonio de Sahagún,a La ermita estaría al margen de

i¿¡ devoción y prácticas religiosas de los conquistadores y primerospobladores y, con el tiempo, de sus inmediatos descendientes.

F) Por carencia de información es imposible precisar la fecha enque clebió edificarse la erniita. Ya en 1575 los informantes del virreydorr }faltín Enríquez nada supieron decirle acerca de la antigüedady origen de la misma,s pero podemos suponer que se remonta a Iadécada de los años de 1530, ya que no a la precedente.

2 Información de 1556 testimonio de Francisco de Salazar, f. 14r., p. 237 delirnpreso.

3 En el acta de cabildo de la Iglcsia de México, s€de vacante, de fecha 29de agosto de 1600, todavía se decla¡a que la advocación de la ermita de "Nues-tra Seiro¡a de Guadalupe" en el Tepeyac era de la Natividad de la Yftgen. Vid.Garcia Gutiérrez, Primer siglo guadalupano (1945), p. 105.

4 Salragrin, supra, r'ota l.6 "Carta del virrey de la Nueva España, don ilfartfn Enrlquez, al rev don

Felipe II, ciándole cuenta del estado de varios asuntos; de la solución que había

Page 10: 117238026 Destierro de Sombras

CAPíTULO r] DESTIERRO DE SO\ÍBRAS

2. El problema dc la imagen

Consideramos las alternativas que se ofrecen al respecto.

l) Primera alternativa. Pudo no haber una imagen en Ia primi'tiua ermita. Es conjetura que estimó posibie García lcazbalceta,6atenta la escasez de imágenes durante los años iniciales de la evan-

gelización. En tal caso simplemente se predicaría a los indios quela ermita estaba dedicada a una nueva Tonantzin, según designabana la Virgen los primeros misioneros, pernicioso equívoco airadamen-te denunciado por frav Bernardino de Sahagún.? Los indios acep-tarían de grado esa mudanza al no entender cabalmente que nose trataba de su antigua diosa. Ya vimos que el bachiller Francivco de Salazar, arriba citado,s al hablar de la fundación de la ermi-ta sólo dijo que tenía el título de la "NIadre de Dios" y no hizoreferencia alguna a una imagen. Es pmeba negativa y frágil, perono desdeñable si se considera posible -como lo estimó García lcaz-balceta- que no la hubo. Vale la misma consideración respectoal testimonio de Torquemada: no hace mención de imagen y sólodice que los primeros reiigiosos determinaron poner iglesia en Te'peyac declicada "a la Virgen Sacratísima, que es nuestra Señora

Nfadre".e.B) Segrrnda alternativa. Pudo haber en Ia primitiua ermita una

imagen de Nuestra Señora sin aduocación partícul¿¿r: una Inmacu'lada. Esta conjetura parece más probable, pero no lo suficiente Paracancelar la anterior. Si fuera una Virgen especial es de pensar queFrancisco de Salazar hubiera hecho mención de esa circunstancia porser quien, de todos los testigos de Ia Información de 1556, es elmejor informado acerca de los orígenes de la ermita. Sería de espe-

rarse lo mismo tocante al testimonio de Torquemada.Parece razonable suponer que de haberse colocado una imagen de

Nuestra Seriora en la prinritil'a ermita, no sería nada muy esPecta-

cula¡:r un grabado o estampa de procedencia europea o quizá unapintura cle las ejecutadas por los indios en la escuela de lray Pedro

dado a otros, e informando sobre algunos puntos que se le consultaban, México,2il de septiembre de 1575", ei Cartas de Indias, p. 310.

6 García lcazbalceta, Carta acerco rlel origen de la ímagen de Nu'estra Sctlorade Guadalupe de México, párrafo núm. 68, donde dice que "no sabemos en quéaño sc labró la e¡mita ni qué imagen se puso en elia; tal vez Iringuna por s€rentonccs muy escasas".

7 Sahagún, supra, nota L.

I Vid. suPra, nota 2.9 Torquemada, Monarquía, x, 7.

Page 11: 117238026 Destierro de Sombras

l0 EDrfuNDo o'coRMAN frnnra r

de Gante.r0 En todo caso, una imagen de factura bastante delczna-ble que, sin crridados especiales I' en las condiciones de la antigurermita, dificilmente resistiría el paso del tiempo.

C) 'fercera alternativa. La. imagen qtte pudo estar en Ia ltrírnítiuaerntita sería de Nuestrr¿ Señora de Guadah¿pe de Extremadura. Laplausibilidacl cie esta conjetura estriba en Ia devoción que muchoscte los conquistadores de origcrr extrernelio tenian a esa irnagen, ysi se remite en particuiar a Ia ermitr¡. del Tepeyac será porque Gon-zalo de Sancloval cstableció allí su campamento cuando el asedioiinal a 'l cnochtitlán.l1 De la devociórr de los conquistaclores cxtre-meños a aquella imagen no cabe dudar, y véase a Bernal Diaz parael caso particlll¿rr de Hernán Cortés,12 Pero esa clevoción se manifes-tó en nrantlas ofrecidas al santuario de Extremadura, y la circuns-tancia de que en T'epeaquilla estuvo el campamento cle Gonzalo deSanrloval parece enteramente i¡rsuficiente para jr-rstificiir la conjeturaque vanlos considerando. l\{ilita en sll contra el silencio al respectodel bachillcr Francisco de Salazar, de fray Francisco de Bustamantc,cle Sahagún, clel virrey Enríquez y de Torquemada. Pero además yrnuv irnpoitantementc cl hecho de que la edificacirin de la elmitano obeclecía a una manda sino que respondió a la intencir5¡r que yarlijimos, ia de sustitr.rir el culto idolático a Tonantzin por- el cultr.rcristiano ;r Nucstra Señora y de ser, 1>or lo tanto, ermita cle indiosy no de españoles. La conjetrrra carece, pues, de todo apovo docu-mental, indicio, rumor o tradición, y es muy cle ¿rcilertir que su mo-tivación no es sino la cle introducir el uonrbre de Nuestra Señorade Guadalupe en la historia primitiva cle Ia en-nita para arbitrar aposteriori una base en la solución del difícil problenra de explicarel nombre que se le impuso a la imagen mexicana veneracla mástarde en dicha ermita.13 Lsa razón de ser de la conietura I¿r hace<loblemente sospechosa.

t0 lbi¡l., xx, 19. Glrcía Icazbalccta, op. cit., supra, not'^ 6, opina que la irnegcuque .se pr¡so cn la primitiva ermita fue la de Guadalupe mexicana, provenienterle Ia escuela dc fray Pedro de (lante. Es conjettrra sin fundamcnto suficicnte.

11 Bernal Díaz dcl Castillo, Historia tcrdatlcra, capítulo 210.72 lbid., capítulo 195, dondc dice que la primera vez (lue vollió Cortt-s a Es-

paña reposó dos días en Sevilla y quc dcspués "fue a jornadas largas a NrtcstraSeñor¿ de Grraclalupe para tencr novenas.,."

13 Noto¡iamentc es el caso de clon Wigberto Jiménez Nforcno en su obraEstt¿dios d¿: historia colonínl, p. llLt'121. Conjetura que antiguamente convivie-l-on en la ermita dei Tepeyac la imagcn mcxic¡na y la extremer-ia; quc a éstase le ¡endiría cr¡lto cn aclucl ccrro o cn slrs inmediaciones, y que "rlt:sde en-tonccs sc hablaría dc Nr¡estra Scñora de Guadalupe de Tepeaca". Airaclc r¡ue,"r:ipidamcnte", la imagen mexicana alcanzó en I\féxico más fama de milagtosaque la Virgcn cxtrcmcr-la, y "se explica dicc, que instaladas ambas imágenes enun mismo sitio, se diese a la nnestra cl nombre que al principio sólo correspon-dla a la escultura (slc) r'enicla tlcl m¿is aiiá del Océano". fn todo caso explicarí.rque el nombre se siguiera dando a la ermita; no neccsariamente a la imagen,

Page 12: 117238026 Destierro de Sombras

CAPíTULO I] DESTIERRO DE SO\TBRAS

Dicho lo anterior, procede considerar dos documentos que se hanaclucido como "prueba" de la presencia de la imagen de NuestraSeñora de Guadalupe, la mexicana, en la ermita en los años de 1537

)' 1539. Esa pretensión es enteramente insostenible como veremosmás aclelante; pero aquf conviene examinarla en lo tocante a la po-sibilidad cle que en dicha ermita estuviera en aquellos años laimagen cle la Virgen extremeña. Hemos aludido al testamento deBartolomé López otorgaclo en Colima el año cle 1537 y a unos des-cargos de pagos exhibidos en la misma ciudad por l\,Iaría Gómez enel año de 1539.14

a) Testamento de Bartolomé López. En este instrumento jurídicoei testador legó, según reza la cláusula respectiva, "a Nllestra Señor;lde Guadaiupe, por mi ánima, cien misas" y en otra clásula mandóque "se digan en ia casa de Nuestra Señora de Guadalupe, por miánima, cien misas". Este tipo cle mandas eran bastante comunes enl¿r Nueva España ofrecidas a Ia imagen de ese nombre y a su san-tuario.ls En la primera clásula simplemente se ordena que se ledediquen a la Virgen por el alma del testador cien misas dichas encualquier iglesia; y en la segunda, que se digan otras cien misas en elsantuario de la Virgen, y como nada se dice del Tepeyac, nada obli-ga a referir las mandas a la ermita edificada en ese lugar. FIay, eucambio, la circunstancia de que Bartolomé López fue uno de losconquistadores que vino en la hueste de Cortés de donde resulta inu-sitado y extrañísimo que hubiere hecho una manda a la ermita deindios levantada en el Tepeyac, y muy natural y obvio que fueraun ofrecimiento a la Guadalupana de llxtremadura.lo

b) Carta de pago de María Gómez. Se informa en este instrumen-to que JVfaría Gómez es hereclera de Juan Pérez su difunto esposo;

La tesis ofrece además, la dificultad de poder explicar satisfactoriamente la su-pialltación y everttual derrocamiento o desaparición de una imagen venerada y¡crrida por rnilagrosa, lo que, es de suponerse, tendrla que haber pasado cuando:c le impu:o a la imagen mcxicana el nombre de la otra. Nada aclara el autor¿ esos respectos. Francisco de la N{aza cn su importante librito El guadalupttnis-t¡to mexicano, p. 14-16, también supone quc hubo al principio en la ermita unaimagen de la Guadalupana extremeña; a cliferencia de Jiménez Moreno afirma(lr¡c terldría que ser un grabado o estanclarte y no una escultura (por estar prohibi-do hacerlas) y también, como cra inevitable, cree que hubo una sustituciónde imágenes y quc fue entonces cuando la imagen mexicana se llamó Guad¿-iupe "por costumbre y comodidad". Nada de esto nos parece satisfactorio comoverá cl lector si prosigue la lectura de este trabajo.

1{ García Gutiérrez, Primer siglo guadalupano (1945), p. 69-70, para el testa-mento de IJartolomé López; p. 11, para los descargos de pago de María Gómez.

15 Cartas de fray Diego de Santa Marla al rey, Nféxico, 12 de diciembre <le1571 y 24 de marzo de 1575, en Cuevas, Historia de Ia Iglesía cn México, rr, p.+:,3-496.

16 Manuel Orozco y Berra, "Conquistadores de México" en Apéndice de Do-r3ntcs de Carranza, Sumaria relación, p. 371 y 4,06,

lt

Page 13: 117238026 Destierro de Sombras

l: [D}{UNDO O GORMAN feanrr, t

que éste fue albacea de Juan Diniesta (slc por Juan de Iniestra),r que dicha Nfaría Gómez se Presentó el 18 de enero de 1539 ante

f uin Pinzón, alcalde de Colima, para rendir las cuentas de la admi-nistración de su esposo en el desempeño del albaceazgo de la tes-

t;rme¡rtaría del dicho Juan de Iniestra' Ahora bien, en esas cuentas

aparece, primero, un descargo del pago que se hizo "a la casa de

Nuestra Señora tle GuadaluPe" Por la cantidad de "veinticinco Pesosrle minas" y exhibió el correspondiente comprobante. Aparece, segun-

do, otro descargo del pago que se hizo "a la casa de Nuestra Señora

de Guadalrrpe e a su procurador a su nombre" por la cantidad de"ciento e un pesos de minas" y también mostró la respectiva cat'ta cle pago. Al igual que en el caso del testamento de BartoloméLopez, nada se especifica en esos descargos para poder referirlos a

mandas hechas a la ermita del Tepeyac (según era costumbre en

añ<¡s nrás tarde cuando la ermita alojó la imagen mexicana)' Juande Iniestra también fue conquistador de la hueste de Cortés1? y valela misma consideración que hicimos al respecto tocante a BartoloméLópez. Se rata, sin duda, de mandas referidas al Santuario de Gua-

dalupe de España. En contra se ha alegado que, como en esa época

no había procurador del monastcrio extremeño en la Nueva España'esos descargos de pago tierren que referirse (la inferencia de nin-suna rnanera es forzosa) a la ermita del Tepeyac'l8 Pero aceptandoque no hubiere ese procurador en l\{éxico, bien pudo enviarse el

importe de los legados a España y recabarse los comprobantes res-

pectivos de que hizo exhibición María Gómez. Tiempo hubo paraeilo, puesto oue se trata de pagos hechos, no por ella, sino porsr-r difunto esposo. Pero, además, la circunstancia de que se hable de

un "procurador" de ia casa de Nuestra Señora de GuadaluPe es, Pol'si soia, prueba suficierrte para advertir que se se trata del monas-

terio extiemeño. ¿Qué procurador podía tener en esa época la irumii-de ermitilla del Tepeyac? Tendrá que suponerse que ya en 1539 se

irabía fundado una cofradía de esa ermita, y nadie, me Parece' ha

abrigado ni abrigará tan disparatada suposición. En fin, absoluta-

mente nada sugieren y menos prueban esos documentos tocante ala existencia de una imagen de la Guadalupana española en la er-

mita del Tepeyac, y no es arbitrario, antes lógico, desechar la al-ternativa que hemos venido considerando.

D) Cuarta alternativa. Desde Ia edificación de Ia errníta estuvo

en ella Ia imagen mexicana de Nuestra Señora de Guadalupe. Nonos referimos, pues no creemos que sea alternativa posible, a laimagen que se dice fue milagrosamente estamPada en el ayate de

17 lbid., p. 369. Consúltese, además, Galindo,Colimt, p. 146.

Apuntes para Ia historía d.e

18 García Gutiérrez. Prima siglo guadalupanq (1945), p.guddalupano del Tepeyac, p.23-24.

7l; Chauvet, EI atlto

Page 14: 117238026 Destierro de Sombras

cAPi'rul-o r] DESTILRRO DE SONfBRAS t,l

.|uan Diego ni a la ermita que se supone levantó el obisl.ro Zurrirrrr-ga, aunque los historiatlores aparicionistas pretenden encontlar plueb.rile ello en los documentos de Colim¿r arriba analizados.ls No, l;r al-tel'nativa no es de tan altos quilates y consiste en suponer que iiiirnagen pintada de la Guadaiupana mericana fue la que cstul'o rriir ermita desde su edificación. Nfás o rnenos eso llegó a ljensar ei

¡-,adre Servando 'feresa de l\Iier y en un ntonrento de particular cx-travasancia supuso que era pintura prchispánica.h Pero ilejemos eso\ \'eamos, enre ot¡os rnotivos, por qué es imposible aquclla altrlr'-nntiva. En efecto, bastará aducir como razón decisiva la afrrmaciór',cicl provincial frav Francisco de Bustamante cr el se¡rticlo dr: quela imagen de 1a Guadalupana rnexicana (decirrros asi ¡rara ei itar-confusión con la extremeña) habla siclo pintada "ayel"" ¡:<ir el indit>)Iarcos,2l es decir', en lecira anteriol muy próxima al 8 clc se¡rtierl-bre cle i556 que fue cuando lo dijo.

Se alegará y no otra co5a se ha alegaclo o clado a enten(ier ¡ror loshistoriadores apologistas de las apaliciones, que el padre llustanlan-te estaba bajo ia influencia de ia pasión, ya que no rlel soplo dei)laiigno, y que, por tanto, su afirmación dcbe desecllarse. En con-tra de una presunción tan endeble y tan obviamente dictada lror ilparcialidad a la premisa aparicionista, basta recordar que el pacircBusfamante hizo aquella aseveración desde el púlpito en un sermrinpredicado en 1;resencia del virrey, cle los oidores y dc un nutrido pri-blico de vecinos de la ciudad de N,Iéxico, españoles e indius, y qu.-"

nadie hizo valer el menor reparo. Y no sc diga que eso no se snbc,

Dorque inmejorable fue la oportunidad para ello con la inforrnacióntest.imonial mandada practicar por el arzobispo al otro dia del scnliúrrr', precisamente, con el fin de averiguar si el proviricial franciscen<¡"había dicho alguna cosa de que clebiese ser reprendiclo".:2

Es muv de ¡rotal' que casi todos los testigos declararon que, en efec-

'"o, el padre Bustamante atribuyó a un indio pintor Ia imagen cle

Nuestra Seño¡a de Guadalupe que entonces se hallaba en Ia ermitír.pero que ninguno de ellos mostró sorpresa ni ofreció alguna objecióny ni siquiera un comentario al respecto; y lo mismo puecle clecirse dclnumeroso y calificado público que escuchó al predicaclor pues, de locontrario, los testigos de la Información o alguno de ellos io ha-brian incluido en sus deposiciones. Es obvio que la cosa se tenía porsabicla o en todo caso que, para quienes fue noticia novedosa, lofue plausible y de ninguna manera extravagante o terncraria.

7s lbíd.20 l\fier, El heterodoxo guadalupano. Estudio preliminar ¡ror Edmunclo O Cor.

man, v. r, p. 85-86.21 Información de 1556. Tcstimonios de Alonso Sánchez de Cisneros y Juan

de Masseguer, f. 16r. y 19v., y p. 242 y 250 del irnpreso.22 lbid., auto cabeza de las diligencias, f, 9r., y p, 222 del impreso.

Page 15: 117238026 Destierro de Sombras

ll ED}ÍUNDO O,GORNÍAN [rentn r

l.l arzobispo mismo pasó el asunto por alto según se infiere del silencio que guardó acerca de él en las preguntas que formuló o mandtí.Lrticular fuera de las previstas en el interrogatorio,2s ocasión propicia

¡rara dar pie al testigo a objetar o comentar, tanto lo relativo a lafecha reciente de la pintura de la imagen como a su atribución a

pincel indígena. Con toda evidencia el señor Montúfar no consideróel asunto entre las "cosas de que debiese ser reprendido" el predi-caclor, )' cuanto acabamos de decir nos Parece fuerte presunción en

el senticlo de que semejantes circunstancias de la imagen tamPocole eran clesconocidas al arzobispo; cle lo contrario, algún indicio de

su sorpresa, por no decir de su alarma, registrarlan las diligenciascIe Ia Información. Estimamos esa Presunción como indicio de sin-gular importancia por lo que se verá oportunamente. No se oivide.

Pcro para recoger el hilo del argumento resPecto a la alternativaque vamos considerando, digamos que lo asegurado por el padre pro-vincial fray Francisco de Bustamante acerca del origen y de la fecha

cle la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe del Tepeyac debe te'

nerse por cierto como hechos de los que no cabe razonablemente du'clar. Varnos a concluir, Por tanto, que, si la imagen fue pintada en

fecha cercana anterior a septiembre de 1556, es imposible que hubie-

re estado en la ermita del Tepel'ac desde el tiempo de su edificaciónen los inicios del apostolado franciscano en México.

L) Conclusiones. Pongamos fin a esta exploración sobre el proble-ma de la imagen en la primitiva ermita del Tepeyac, afirmando que:

Primera. No es de aceptarse que, desde la época de su edificaciónoriginal, estuviera en la ermita del Tepeyac la imagen de Nuestra Seño-

ra cle Guadalupe, la rnexicana t patv distinguirla de la extremeña.Segunda. Tampoco es de aceptarse que estuviera en dicha ermita

una imagen de Ia Guadalupana españoia.Tercera. Es plausible que en la referida ermita no se hubiera colo'

c.rtlo ninguna imagen de Ia Virgen hasta que en años posteriores se

j)r.rso clr ella la Guadalupana mexicana.(.riarta. Es probable que en la ermita de referencia, al tiempo de

:u cdificación original, se pusiera una imagen de Nuestra Señora sinadlocación particular. Si así fue, debe suponerse que se habría des-

truiclo para la fecha en que se colocó en la ermita la imagen a la quese Ie impondria el nombre prestado de GuadaluPe. La cuestión, Porotra parte, carece de importancia porque si subsistía la antigua ima-

:z lltitl., testimonio de Juan de Salazar, cuatro preguntas fue¡a del interroga'¡orio; res¡imc¡nio de Gonzalo de Alarcón, todas las preguntas fuera del inte-r r.)g.rtol ioi testimonio de Alonso Sánchez de Cisneros, tres preguntas fuera del;¡¡¡:¡1 qr1:rt,rrio; testimonio de Alvar Gómez de Lcón; una Pregunta fuera del in-¡¡osarorio. l¡id. f. Ilv-|Zv., p. 2?8-231; l5r.-16r., p. 239'242; f' l6v.'17r.' p. 244;i lir.-lSr., p. 217'?18.

Page 16: 117238026 Destierro de Sombras

CAPÍTULo r] DESTIERRO DE SOMBRAS t5

al cultogen en aquella fecha, en nadaque de inmediato se rindió a

intervino su presencia respectola nueva.

II

INTERI,{EDIO DE SIT-ENCIO

Dado que la ermita del Tepeyac haya sido edificada en los añostreinta del siglo xvl, se ofrece ahora a nuestra consideración un pe-ríodo de aproximadamente una veintena de años que nos llevan has-ta el de 1554 en que llegó a playas veracruzanas el ilust¡ísimo señordon fray Alonso de Montúfar, segundo arzobispo de Nféxico. Nopodrá objetarse de arbitrario ese deslinde cronológico por ser lugarcomún que la intervención de ese prelado en los anales del cultoguadaiupano del Tepeyac dejó en ellos una huella de singular tras-cendencia.

Esas dos décadas de historia novohispana han sido objeto, no envano, de minuciosa atención supuesta la abundancia y riqueza delas fuentes documentales que revelan el abigarrado y no poco con-ilictivo panorama de ese periodo formativo del proceso históricocoionial. Imponente es el alud de preceptos y determinaciones ema-nados de ia corte y el de memoriales, cartas, informes, consultas,peticiones y súplicas dirigidos al monarca, donde a Ia par de asun-tos de la mayor importancia, van apareciendo infinitas nimiedadesque en su conjunto enriquecen la posibilidad de iluminar rinconesocultos del acervo de ideas y creencias, anhelos y pasiones de aque-llos precursores de un nuevo Adán histórico, el criollo mexicano.\Iezclado en todo, se deja sentir la primacía de los asuntos rela-tivos a la fe y a todo lo concerniente a la religión. Diríase, en-tonces, que en tan inmenso acervo documental algún ruido se dejaríaescuchar, )'a que no de las extraordinarias apariciones guadalupa-nas, por lo menos de la extendida y fervorosa devoción en la ermitadel Tepeyac que se supone floreció a lo largo de los años que vamosconsiderando. Pero el ineludible resultado de una exploración al res-pecto es que, aun haciendo caso omiso cle los quilatei sobrenaturalesde la tradición aparicionista, nada hay que obligue a dar crédito ala existencia de aquella devoción de la que, sólo hasta la interven-ción del señor Montúfar, encontramos, no ya sordo rumor sino es-pectacular estruendo.

Es obvio que los historiadores apologistas del prodigio guadalu-pano malamente pueden reconocer la realidad de ese ominoso "se-gundo silencio", llamémoslo así, de los testimonios históricos.% Y es

:4 Decimos "segundo silencio" por el primero y más conocido que tanto sc

ha aducido en contra de la verdad histó¡ica de las apariciones.

Page 17: 117238026 Destierro de Sombras

l6 EDI,{UNDO O GORI'IAN feenlE' i

que, atados al compromiso lógico de la premisa aparicionista y másal caso, al del supuesto espectacular lanzamiento del culto guada-lupano atribuido al señor Zumánaga. (edificación de la ermita; ru1-

dosa procesión de toda la ciudad y el milagro de la resurrección opoco menos del indio accidentalmente flechado en aquella ocasión)les resulta obiigado suponer la ininterrumpida, ya que no creciente,devoción popular a la Guadalupana portentosa so pena de tener queadmitir la frusuación de los propósitos divinos del milagroso estam-pamiento de la imagen. Y puestos en el aprieto de probar la conti-nuidad de Ia devoción en la ermita del Tepeyac a lo largo de esos

veinte años, solamente han podido ofrecer, no sin someterlos a cues-

tión de tormento, unos cuantos insubstanciaies indicios. Revisémos-los, no se nos acuse de escamoteo.

l. Testamento de Bartolomé López y descargo de pagos hechos por'Ir,faría Gómez, Colima, 1537 y 1539, respectivamente.

Inténtase "probar" con esos documentos jurídicos que la devocióna la Guadalupana del Tepeyac había "irradiado" en tan temPra-nas fechas hasta aquella lejana ciudad.25 Pensamos que, admitida laverdad histórica de las apariciones de 1531, lo sorprendente no sería

su difusión a tan apartadas regiones, sino la falta de testimonios de

muchos otros casos similares porque los dos aducidos parecen ser

los únicos que han podido descubrir los nada despreciables afanesinvestiga<lores de los aparicionistas. Pero no se olvide que, segúnya vimos, esos dos documentos de Colima nada tienen que ver nicon la ermita del Tepeyac ni con la Guadalupana mexicana: se re-fieren, sin duda, a legados y mandas destinados al santuario de Ex-tremadura y a su antigua e insigne imagen.zo

2. Peregrinación de una multitud de niños y niñas organizada porlos franciscanos desde Tlatelolco al Tepeyac para implorar la inter'cesión de la Virgen de Guadalupe con motivo de la peste que asolabala ciudad de México el año de 1544. Se trata de uno de los sucesos

milagrosos -el segundo- compilados por don Fernando de Alva Ix'tlilxóchitl en el llamado Nican motecpana de tan sospechosa cre-

debilidad histórica como de tan encendida credibilidad milagrera.2?Aduce ese texto fray Fidel de Jesús Chauvet como "prueba" de

que en aquel año de 1544 era corriente Ia devoción que se le rendíaa la Virgen de Guadalupe; pero si bien invoca exPresamente el tes-

timonio de aqueila tardía compilación de inverosímiles portentossupuestamente obrados por la imagen del Tepeyac, lo cierto es quela versión que da del suceso se refiere a una peregrinacién que Por

25 Garcia Gutiérrez, Prim¿r siglo guadalupano (1945), p 69 yculto guadalupano del Tepeyac, p. 23-25.

26 ,'id. supta, este apartado, 2. "El problema de la imagen",27 Nican moctepana, f. 9v.-10r., p. 105-107 del impreso

7l; Chauvet, El

C,ayb.

Page 18: 117238026 Destierro de Sombras

c.A.PiTULo r] DESTIERRO DE SOMBRAS I7

iqual motivo y finalidad realizaron Ios colegiales de Santiago Tlate-rolco y cuya verdad histórica se Pretende acreditar con el exvoto que

.e dice colocaron aquellos colegiales en el "santuario" del Tepeyacen agradecimiento del "milagro" que les hizo la Virgen al haberlosr;reservado del contagio de la epidemia.2s No Parece casual que, comosucle acontecer respecto a ias "pruebas" aducidas por los aparicionis-tas, el tal exvoto desapareció no se sabe cómo ni cuándo, y por loque toca al texto del Nican motecpane nos complace compartir ple-

namente la opinión del padre Robert Ricard quien al referirse altexto aducido por Chauvet dice, con su habitual ponderación, que se

rrata de "un informe tardío ] dudoso".ro3. El cantar indígena ilamado Teponaxcuícatl del que se aduce la

siguiente estrofa:30

Tu alma, oh Santa María, está como viva en Io pínturaNosofros los señores Ie cantdbamosEn pos del Libro Grande,Y Ie bailabatnos con Perfectión,1' tri, obispo, padre nueslro, predicabasAlId a Ia oriLla del lago.

Se les concede origen pagano a esos enigmáticos versos' pero se

aclara que fueron "artificiosamente adaPtados al cristianismo" corl

^a intromisión de las palabras castellanas "Santa l\{aría" } "obispo",3tv de ese modo se pretende "Probar" la devoción a Nuestra Señora

de Guadalupe en su ermita del Tepeyac con anterio¡idad al año de

1548, et de la muerte de Zumárcaga, y para tal fin se afirma que"ciertamenle" el cantar en su aclaptación cristiana es anterior a ese

año.32 Acéptese de buen grado que el cantar sea prehispánico, pero;córno se sabe que las interpolaciones "Santa lvfarla" y "obispo" sean

anteriores a 1548? Se responde que con seguridad la segunda de esas

palabras alude a fray Juan de Zumárraga antes de ser arzobispo y se

tla como razón para ello que los indios eran muy punti)losos en dis-

¡inciones cle investidura. Establecida esa identificación ya no hay

¡,r'oblema. En efecto, es obvio que la estrofa alude al Tepeyac, poraquello de "la orilla del lago", y remite a la famosa procesión que

orqanizó Zumánaga cuando llevó a la imagen prodigiosa a su er-

mita,33 y así es como esos versos de tan arcano sentido acaban triun-

ls Chauvet, El culto guadalupano del Tepeyac, p. 25,:r Ricard, Conqu¿te, p. 228.3,r Transcribiuros el texto en Chauvet, EI ctüto guadalupano del Tepeyac'

,-. l5; noticias bibliográficas sobre el cantar, loc cit., nota 6.31 lbid.¿2 Ibid.¡3 El relato de esa tan inverosímil procesión et Nican mocte4ana, f. 9r"9v.,

Page 19: 117238026 Destierro de Sombras

tti ED}ÍUNDO O GOR\ÍAN feenrc r

falmente aduciéndose como "prueba" rie la rlevoción que se rendiaa la inragen guarlalupana en el Tepeyac antes de 1548, e indirecta-lnente corno "prueba" cle la verdad dcl estampanierrto milagroso dela misma en presencia del obispo. Quede a ia prudencia y buen juiciodel lcctor ponclerar el valor probatorio (lue prete¡rde conceclelse a

tan exquisitas inferencias.3a'1. Tarnbién se aduce el tcstirnonio <le lJernal Díaz dcl Castillo en

los dos pasajes dc su célebre libro donde expresamente se refiere a

\trestra Señora cle Guarlalu¡rr: clel Te¡reyac.;ri.4. Al hablar de Tepeaquilla en ei capitulo 150 rlice: "aclonde

,thont llam¿ln Nuestra Scñora cle Gllad:iluyre, donde hace y ha hechomrrchos milagr-os".

ü. F.rr cl <:a¡rítulo 2l() el cronista liacc cl eli,'git-' y una esirecie derecuento cle la grandeza rle ia ciuciacl novohispana cle Nléxico paraencarecer Ia tras<'errciellcia histórica dc la conrluista err la qrre tanat:tivamente había ¡;alticipaclo, I, l Jias:ije, en io pertinente, dice:"...mircn... la santa iqle¡ia cle Nucstra Sr:irora de Gundahrpe quecstá en lo tle 'Iepeaquilla... y' miren los santos milagros que haheciro y hace cacla día. . ."

(.lon esos textos se pretende probar la existencia dei culto y de la<levoción que se le tenír a la Guadalupana nrexicana en su ermitadel Tepeyac, y en efecto, rro dejan de probarlo" Pero eJ asunto es

si lo ¡>rueban como un hecho anterior a l5á.1, la fecha límite clel pe-riodo que vamos considerando. Se responde por la afirmatir,a ale-gando que, corno Bernal abandonó la Nucva Españ:r en 1550, esos

pasajes son reminiscentes de lo tlue vio en I\féxico.36 Seria cuestiónde preguntar cr-ráles milagros había obrarlo la inragen y cuáles se-

guía obrando cn 1550, pero no hace Ialta esi)erar la respuesta. Enefecto, si leemos de nrrr:r'o el ¡rrimero de ]os <los tcxtos arriba transcri-tos se advertirá que con nuestro subravaclo de J;r palabra "ahora" des-tírc:lnlos que el cronista remite al tiernpo en que escrilre el texto encuestión, y colrlo lo escribió en Guatenala bastante después cle ha-ber abandonado \léxico, s;e viene ab:rio la conjetrrra rlue vamos exa-rninando y surge, en cambio, la certeza dc que el cronista consignanoticias que le lral¡ían lleqado sobre el particlrlar.

lin lo tocarrte al scgrrndo texto dclre clecirse 1o misllo que respectoal ¡rrimclo, puest() (luc es <le fccha cte corrrposición posterior a éste,v puede prccisarse que, conro el capítr-rlo 210 es dc los postreros dela obra y qr.re ésta la conclrrvr'r llernal cn 1568, ése ser.á aproximada-

p. 103-105 del irnprt:sÚ. I'j11. Charrret, olt. cit., p. 26; li'lorencír, I')strella del torte,núi1r. 22S, p. 115.

il4 Si s€ lla tle rcferir t:l r¡¡t¡r l la imagi:n dt Grratlalupe ¿1ior qué no su-p())rer qr¡e aluclt' al oblsl;i> Ifont r'rlari

3i,Bernal Ilíaz riel Castillo, Ili.str.¡ria at:rd¿dera, capírrrlos 150 y ll0.36 Cirarrlct, EI ct¿lt,¡ gtLatlalulnno del 'fepeyac, p. 27.

Page 20: 117238026 Destierro de Sombras

\Pi'IULO IJ DESTIERRO DE SO}VIBRAS

it)ente el año en que colnpuso dicho capítulo. Ei paclre García Gu-:rerrez admite con iaudable sinceridad que lo relatado POr Bernalacerca de Nuestra Señora de Guadalupe "lo supo en Guatemala adon-de llabía llegado la fama de los hechos".37

5. Debernos considerar, por último, la única voz que perturba elsilcrrc-io en que yacia la ermita del l"epeyac a la llegada del señor\Iontúfar. Aiudimos a la \¡oz dc Francisco C.ervantes Salazar quenos invita escuchar la conversación de los interlocutores de uno dc

-os tres diálogos latinos que dedicó a asuntos mexicanos.ss Despuéscle haber comido en la casa de Zuazo, los tres amigos deciden ir de

i)aseo a Chapulte¡rec; clescle la cima dei pequeño cerro contemplani¡ ciudad de N{éxico y el hermoso valle formado por la caclena de,.ierrirs que lo rodean. Zamora, ernPeiroso en ilustrar al forastero AI-iirro acerca de los particularcs del grandioso espectáculo que tierten:i la vista, le llama la atención sobre la fcrtilidad de los campos delegadío que l)or todos l:rclos cercan la o¡;trlenta urbe. En elios, letlirc, "tienen asicnto ¡4rartrles ciuriacles de inclios, como Tetzcoco,Tlacopan, T'cpeaqtriila, i\zcaltotz.alco, Cu1'oacán, IztapalaP¿ill y otrasmuchas", y le aclara qr¡e de dichas poblaciones "son esas iglesiasblanquead:rs que miran hacia México".3e

La rnenciirn tan cle pasacla de Tepeaquilla y de sri ermita ha sidoacogida con entusiasm<¡ por los historiadores aparicionistas, pero es

que, en vcrclad, la más ínfima de las alusiones ai lugar dorlde quie-len suponcr que aconteció el procligio etradirlupirno despierta enrilos la codici¿r de enriquecer, asi sca con impertinente migaja, elt iinrtrlo de "prtrebas" que han icio amorltorlando en favor de lo clue\a tiencrr prrobaclo err lo más ínrimo de sus rleseos. Pero cs obvicrque el único provecho que pucde sac¿rrse de ese pasaje del diálogocervantino no pasa de ser el aceptarlo como un testimonio de laexistencia cn 1554 cle la ermita, lo que naclie disputa ni nicga. Noes difícil aclr,ertir, por otra parte, l¡r índole retC¡rica del parlamen-to, porque ni Tepeaquilla era una "5pan ciudad" comparable a las

otras pobiaciones rnencionadas ni su pequeña ermita era para ser

puesta en parangón con las iglesias edificadas cn arluéllas, y sobre.,o que debe llamarse la atención es gue, pese a lo obligado quetendría que haber sido, nada dijo Cervantes cle l¿r procligiosa imagenque se quiere suponer atesoraba clesde l53l aquel pequeño templo.En suma, que el parlamento en cuestión no resulta ser sino unornás del también cúmulo cle inclicios que con igual diligencia que.'.rs adversarios han ido acurnulando los reacios a deiarse convencer,ie la verdacl histórica del portento.

lr7 García Cjutiérrez, Printer sigla guad,alupano (1915), p.85.38 Cervantes Salazar, LIéxico e:n 1554. Aludimos al telcer dirilogo: "Alrededo-

iis de México", p. 59-68.3e lbid., p. 65.

l9

Page 21: 117238026 Destierro de Sombras

20 EDMUNDO O GORMAN feenrE r

Tales las paupérrimas "pruebas" que de tan rico aceryo documen-tal como el que existe, han podido desenterrarse para "demostrar"la que se pretende suponer fue ininterrumpida y fervorosa devocióncle los novohispanos a la imagen y a la ermita del Tepeyac a partirdel año de 1531 hasta el de 1554, y es mucho de admirar el contras-te entre la frivolidad de esas "pruebas" con la temeridad u optimis-mo de quienes las aducen. Lejos, pues, de declararnos convencidos,vamos a concluir como de un hecho cierto fue¡a de toda duda razo-nable que durante el lapso considerado en este apartado sólo hayel vacío de un gran silencio en lo que atañe a la devoción que se

pretende se renclía a Ia Virgen de Guaclalupe en la ermita delTepeyac, reliquia, eso sí, de los primeros años misioneros y mustioguardián del recuerdo de la antigua diosa, imán todavía poderosocle la sincrética adoración por parte de los naturales. Así lo aseguracl padre Sahagún.ao

DESLINDE cnoNor-ócrco

Hasta este momento nuestra investigación ha navegado en un marcle Ialsos o equívocos indicios; de negatividad v de siiencio. Parasalir de una situación de tan poca o ninguna promesa será nece-sario tratar de fijar un lapso -lo más ajustado posible- dentro delcual tendrá que localizarse el momento en el que hizo acto de pre-sencia pública por primera vez la imagen de la Virgen por cuyoorigen vamos inquiriendo.

El señalarniento del extremo de ese lapso después del cual la pre-sencia de la imagen ya es un hecho indubitable no ofrece ningunadificultad. En efecto, como es bien sabido el primer auténtico y se-

suro dato que tenemos de la presencia de la imagen de la Vireen enla ermita del Tepeyac, ya intitulada de Guadalupe, es el célebresermón que predicó en su catedral el arzobispo Montúfar el 6 deseptiembre de 1556.a1 En esa mernorable ocasión en los anales gua-dalupanos, el prelado se manifestó resuelto y entusiasta promotorciel culto a dicha imagen y de la encendida y espectacular devociónque ya para entonces le rendían los vecinos españoles de la ciudadde l,féxico. Ahora bien, como es de suyo obvio que esa situaciónimplica el antecedente de la previa presencia de la imagen, debere-

40 Sahagún, uid. supra, nota l. Al final del texto el autor afirma que los in-<lios todavía iban a visitar a Tonantzin "de muy lejos, tan lejos como ar)tes",es decir, como en tiempo de su gentilidad.

41 No nos ha llegado el texto cle ese se¡món, pero puede reconstruirse su con-tenido a partir dc las declaraciones de Ios testigos en la Informacíón de 1556,

,v asi lo hemos hccho. Vid. int'ra, Scgunda Parte, capltulo r.

Page 22: 117238026 Destierro de Sombras

cAPÍTUro r] DESTIERRO DE SOMBRAS

mos revisar la gestión arzobispal anterior a la fecha del citado ser-

món en busca de un suceso en el que no se mencione la imagen,pero cie tal índole que de haberse ya manifestado no podría menosde mencionarse. De esa ñlanera tendrlamos el extremo del iapso an-tes del cual debe presumirse que aún no había hecho acto de presen-cia pública ese simulacro.a2

lJie¡r claro estará que hemos tenido en mente el Primer CcncilioProvincial Mexicano que, instalado y presidido por el arzobispo)Iontúfar el 29 de junio de 1555, ya pudo pregonar en la ciudad del\'léxico el resultado de sus deliberaciones el día 6 de noviembrede ese mismo año.as Y en efecto, supuesto que los prelados concilia-res pusieron enorme empeño en hacerse cargo pormenorizado de lasituación religiosa y eclesiástica de la Nueva España, sería obligadaalguna alusión por lo menos a tan ins¡ilito suceso como sería la exis-tencia de la irnagen de una Inmaculada bautizada con el nombreGuaclalupe 1' objeto, por otra parte, de una pública y fervorosa de-voción en su ermita situada a Doca distancia de la ciudad de México.Pero lo cierto es que en las nóventa y tres resoluciones sinoclales nosriio no hay el menor indicio que revele conocimiento de semejantesheciros, sino que -como veremos más adelante- los prelados con-ciliares cstabiecieron preceptos destinados a prohibir o desterrar, en:ll Cnso, imágenes y devociones de las características y circunstanciasdcl culto que vamos considerando.aa Con apoyo en lo anterior nosparece válida la conjetura de que el 6 de noviembre de 1555, día enque se pregonaron las constituciones sinodales, aún no habla apare-cido en el horizonte histórico de México la imagen de la Virgen cuyoorigen motiva estas especulaciones.

Digamos en conclusión que hemos postulado un lapso compren-dido cnt¡e principios de noviembre de 1555 y 6 de septiembre de1556 durante el cual debió haberse colocado en la vieja ermita fran-ciscana del Tepeyac la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, lamisma que ahora se venera en su nueva basilica. Queda asi abiertala brecha para iniciar la reconstrucción histórica de la primitiva etapadel guadalupanisrno mexicano.

42 Qr¡e scpamos, sólo a don Alberto María Carreño se le ha ocur¡ido afirmarque el arzobispo Montúfar oró ante la imagen de la Virgen de Guadalupe enla ermita del 'fepevac antes de hacer su entrada a la ciudad de México. Se nosclice que el arzobispo se enterneció al ver la imagen alojada en tan pobre trm-plo y que le prometió a la Virgen edificarle uno mejor. Por supuesto todo cspuro cuento de la imaginación dei señor Carreño quien tendrla que haber es-rado pres€nte en la comitiva del prelado, supuesto que no of¡ece ni el pretextode un apoyo documental a su narración. Vid. Alberto Marla Carreño, "Don fray.{lonso de Montrifar.. . and the devotion to Our Lady of Guadalupe", en Thc-Tmericas, rr (1946), p. 2810-295.

43 Lorenzana, Concilios, p. 35-172.11 lbid., Primer Concilío, capltulo xnn.

91

Page 23: 117238026 Destierro de Sombras

CAPÍTULO SEGUNDO

L{ INVENCIÓN DEL GUADALUPANISMO NOVOHISPANO

Page 24: 117238026 Destierro de Sombras

ADVERTENCIA

De las noticias en la Información de 1556 y de la Carta del 23 de

septiembre de 1575 dirigída por eI ui'rrey Enríquez aI monarca} se

infiere que Ia etapa inicial de nuestra historia guadalupana se desa'

rrolla y consolida en Ia secuencia de tres sucesos, a saber; r EI acaeci-

miento príncipe de esa hístoria, o sea la colocación de Ia imagen en

la uieia ermita del Tepeyac. tt. EI surgimiento de Ia deuoción de los

uecinos españoles de Ia ciudad de México a ese simulacro y Ia irnpo-sición a éste del nombre de Guadalupe' trr. EI reconocimiento porparte del arzobispo Montúfar de esos hechos, y eI establecimientodel culto en Ia ermita.

Ahora bien, en et capítulo precedente conieturamos que el pri'mero de esos tres acontecimientos tendría que haber ocurrido entreet día 6 de nouiembre de 1555, fecha en que se pregonaron en L[é-xico las constítuciones sinodales aprobadas en eI Concilio y eI día

6 de septiembre del siguíente año, en que eI arzobispo predicó en

la catedral su famoso sermón guadalupano. En seguida uafi7os a' corrl,'

probar eI acierto de esa conjetura y ueremos, ademtis, que los otrosdos sucesos también ocurríeron dentro del mismo lapso. La claridadaconseia que dediquemos a cada uno de ellos stt corespondienteapartado.

I yid. supra, capitulo primero, notas 2 y 5

Page 25: 117238026 Destierro de Sombras

LA "ApARIctóN" on LA TMAGEN

En el apuro de allegar pruebas acerca de la realidad histórica delprodigio que se dice acaeció en 1531, los aparicionistas han acumu-iado una imponente serie de documentos cuyo testimonio, a decirverdad, está lejos de satisfacer las exigencias críticas para concederleel logro de aquel objetivo. No es menos cierto, sin embargo, que esaacuciosa búsqueda ha establecido la base documental para quienquiera tentar fortuna en contribuir al conocimiento de la historiaquadalupana, cualquiera que sea el objetivo concreto que lo anime.Es así, entonces, que para el desahogo del presente apartado vamosa recurrir a algunos de los documentos que, clasificados como ,.tes-

timonios indígenas", forman importante parte de aquel acervo. Utilizaremos, en efecto, Ios que revelan cuándo la imagen de Marla, quea poco andar será bautizada con el nombre de su hermana extre-meña, hizo acto de presencia en la vieja ermita del Tepeyac.

l. Diario de Juan Bautista2

El indio autor de ese documento floreció en México a mediadosdel siglo xvr. Su llamado "Diario" es un cuaderno escrito en lenguamexicana y contiene noticias de varios sucesos. Tres son Ios registrosde asunto guadalupano. Aqui interesa el que, en traducción del pa-dre Angel María Garibay K., damos en seguida: "EI año de I55l seapareció Santa María de Guadalupe en TepeydcaC'.

2. Chimalpahin, "Relación original". Séptima relacióng

Transcribimos en seguida el texto pertinente en la versión caste-llana de Primo Feliciano Velázquez.a

2 PLrblicado por el padre Angel Marfa Garibay K,, en ¿tbside, rx (1g45) 2.3 Velázquez, La aparición, p. 63-64.+ Ibid., p. M.

Page 26: 117238026 Destierro de Sombras

28 ED\IUNDo o'GoR\I¡\N feenrr- i

Año xrr pedernal, 1556 años. En éste fue cuanclo empezó a levanl:irsi-recientemente el muro de piedra. A la ciudad de ll1:xico v de todas par'tes, la gente,v los señores vinieron aparejados a hacerlo. Se hizo de orderrdel virrey don Luis de Velasco. Y cntonces luego se acabri el muro cls

oiedra."En eI mismo año fue cuando se apareció nuestra amada madre santa

llaría de CtLadahrpe en Tcpel'tícac."

El muro de piedra al que se refiere el texto del primcr párrafotranscrito no es sino el llamado albarradón que mandó rcconstrtiilel virrey Velasco en prevención de futuras inundaciones como l:t

padecida en ese año de 1556.

3. Historia de la nación mexicana (Códice Aubin)5

Los dos registros que transcribimos en seguida en la versión delseiror Charles Dibble, amplían las noticias sobre el albarrarlón citadoen el texto de Chimalpahin. Dicen:

"(ll Acatl) 1555 años. En éste se comenzó ei muro de piedra el aícrnes6 de diciembre.""(12 Tecpatl) 1556 años. Aqul se terminó el muro de piedra "

4. Analcs de N{éxico y sus contornos6

Transcribimos en la versión de Primo Feliciano Velázquez? el si-

guiente texto de asunto guadalupano:

"1556 xrr pedernal. Descendió Ia señora a Tepeyácac; en el mismo tiem-po humeó la estrella."

5. Nic¡rn moctepanas

Añadimos por nuestra cuenta a los testimonios arriba transcritosun pasaje del relato del "milagro" que le hizo la Virgen de Guada-lupe al cacique de Teotihuacán, don Francisco Verdugo Quetzalma-malitzin. el bisabuelo del autor del Nican nlotecpana, don Fernandode Alva Ixtlilxóchitl.e

6 Historia de Ia nación ntexicana, p. 69.6 Vel:izquez, La altarición, p. 6í.t I D|A.a Nican mocteltana, f. 14r.-14r'. (p. 123-125). Versión castellanr tlc Primo Fcli-

ciano Velázquez.9 Pa¡a noticias de clon Francisco Verdugo Quetzalmamal\tzitt, vid. Eclmuntlo

Page 27: 117238026 Destierro de Sombras

CAPÍTULO II] DESTIERRO DE SO}{BRAS

"AI pnncipío, cuando se apareció Ia preciosa ímagen de nuestra purísi-ma madre de Guadalrrpe, los habitantes de aquí, señores y nobles, lainvocaban mucho para que los socorriera y defendiera en sus necesida-

des" (Nótese que expresamente se habla, No DE LA ApARIclóN nr LA vIR'

cr,N, sino DE su trrecttt).

Refiere el relato que uno de esos señores fue don Francisco fVerdu-go] Quetzalmamaiitzin quien invocó el favor de la imagen de la Vir-g..r cón ocasión de haberse desamparado y destruido el pueblo de Teo-iihuacán por su resistencia en recibir frailes agustinos en sustituciónde los franciscanos, y ei "rnilagro" consistió en que se salieron cou

la suya al obtener el perdón del virrey.Ahora bien, como es sabido ese motín ocurrió en 1557, y Puesto

que la invocación a la Virgen fue, según dice el texto, "al principiocuando Se apareció la Preciosa imagen. . . " es obvia la referencia ít

una "aparición" ocurrida poco antes de 1557.

Del conjunto de esos testimonios se infiere que en la ermita del

Tepeyac fue colocada una imagen de la Virgen, suceso que los indiosentendieron como la "aparición" a la que se refieren los textos que

]iemos ad.ucido. La imagen así "aparecida" sería, Para ellos, la de

Santa l\faría-Tonantzin, la misma que Poco después, como veremos'

fue butizada con el nombre de Guadalupe.Por lo que toca a la fecha lnay una ligera discrepancia entre los

fextos: Juán Bautista da el año de 1555 Chimalpahin y los Analescl¿ México y su contorno indican el de 1556, el mismo que se infiereclel pasaje tomado del Nican motecpan¿. Ahora bien, si considera-rtos que el año indicado por Juan Bautista puede hacerse coinci-clir con el señalado por Chimalpahin, si se toma en cuenta la aclara-

ción del texto de la Historia de la nación mexicana acerca de la fecha

16 de cliciembre de 1555) en que se empezó la obra del "muro cle

pied.ra", se puede proPoner como válida una solución conciliadora, a

saber: que Ia imagen se "aparecíó" a principios de diciembre de 1555

) que, por faltar muy poco para el cambio de año, el de 1556 sería

el de la divulgación del prodigio entre los indios, y así sería rumorcomún que la "aparición" ocurrió a principios de ese año.10

Ciertamente son muchas las interrogaciones que sureen respecto a

las demás circunstancias de esa "aparición". Se Preguntará por la itlen-tidad del pintor de la imagen y sobre todo acerca de quién la colocó

en Ia ermita o por orden de quién y con qué finalidad. Por 1o pron-to no podemos satisfacer esas preguntas ni otras semejantes y será

.]'Gorman, "Estudio introductorio" en Iernand.o Alva Ixtlilxóchiti, Obras históri-

-" Corrobora estas considelaciones el virrey Enríqtrez cn su citada carta-me-:r'-,,rial, México 23 de septiembre de 1575, puesto que inclica los años 1555-M56

::o fecha para el origen de la imagen. Cartas de Indias, p. 310

29

Page 28: 117238026 Destierro de Sombras

30 EDMUNDO O C,ORMAN [renrrnecesario esp€rar a que tengamos mayores elementos que permitanintentar respuestas satisfactorias. Resulta obvio, en cambio, que laimagen debió colocarse en la ermita de manera subrepticia, condi-ción para que el suceso fuera recibido por los indios como porten-toso, y también debe suponerse que fue sin el conocimiento de losfrailes franciscanos, lo que explica que el padre Sahagún haya dichoen 1576 que "no sabla de cierto" el origen del culto a la imagen.l1Por otra parte es de considerarse que la "aparición" debió causa¡gran alborozo y producir honda impresión entre los indios, quiene,sin duda, vincularían sincréticamente a la imagen con su antiguidiosa Tonantzin, y es advertir, por último, que se trata de un sucescque no trascendería de inmediato la esfera de la devoción indígena.aunque las muestras de adoración por parte de los indios en un lu.gar tan cercano a la ciudad y donde, desde antiguo, acudían conofrendas y peregrinaciones,l2 pronto delataría a los españoles la exis.tencia de una imagen de la Virgen en el Tepeyac.

II

LA coNv[RsróN or LA rr\fAGEN EN VTRGEN GUADALUpANA

Como lo enuncia el anterior epígrafe, vamos a examinar de quérnanera la devoción de los indios a la imagen que se había "apare-cido" en el Tepeyac trascendió esos límites para invadir el ámbitode la piedad de los españoles; el problema, pu€s, ya que no del ori-gen de la imagen, sí el de la historia del guadalupanismo mexicanopropiamente dicho.

l. El surgimiento de la devoción de los españoles a la imagen

Dos bien conocidos documentos de autenticidad innegable permi-ten abordar con pie firme ese asunto: la Carta-memorial del virreydon Martín Enríquez (23 de septiembre de 1575) y la Informaciónde 1556 mandada practicar por orden del arzobispo Montúfar.

Al comunicar el virrey al monarca cuanto pudo averiguar acercadel origen y demás circunstancias relativas al culto que se rendía ala imagen de Guadalupe en el Tepeyac, le informó que: "lo que

rr Sahagún, Historia general, lt, p, 299. Veremos oportunamente clue no sóloclebe suponerse que la imagen fue colocada sin conocimiento de los franciscanos,sino que su ignorancia a €se respecto era requisito indispensable.

72 lbid.

Page 29: 117238026 Destierro de Sombras

c.{PiTULo Ir] DESTIERRO DE SOMBRAS

{omúnmente se entiende es que el año de 1555 o 1556 estaba allluna ermitilla en la cual estaba la imagen que ahora (1575) está enla iglesia, y que un ganadero que por allí andaba publicó haber co-brado salud yendo a aquella ermita, y empezó a crecer la devociónde la gente, y pusieron nombre a la imagen Nuestra Señora de Gua-dalupe, por decir que se parecía a la de Guadalupe de España".ra

Salta a la vista la importancia de este testimonio para el cono-cimiento de los orígenes del guadalupanismo mexicano. En primerlugar es notable su corroboración tácita de los años 1555-1556 comoel tiempo en que hizo acto de presencia la imagen en la ermita delTepeyac;la pero, en segundo lugar, se nos informa que la divulga-ción de la noticia de una curación obrada por aquella imagen fueel disparadero de la devoción que le cobraron los españoles, o dichode otro modo, fue lo que provocó el proceso de transfiguración dela imagen de Santa Nfaría-Tonantzin, tenida por los indios por "apa-recida" para ellos, en la imagen de una nueva y nunca antes oídaGuadalupana.

Por desgracia ei escueto informe del virrey no indica cuándo acon-teció tan extraordinario suceso ni ofrece ningún dato acerca de laidentidad del beneficiario de acluella portentosa cura de salud. Enlo concerniente a lo primero, sólo puede decirse que ese "milagro"debió ocurrir pasado un lapso suficiente para que se hubiere pro-palado entre los indios la nueva de la "aparición", pero antes demayo de 1556 que se tiene por la fecha en que el arzobispo habíarecientemente adscrito la ermita a su directa jurisdicción episcopal,lsdecisión motivada, precisamente, por la ya entonces encendida de-voción que le manifestaban los vecinos españoles de la ciudad de]féxico a la imagen.

Respecto a la identidad del ganadero que propaló la noticia de su

milagroso restablecimiento de salud parece poder afirmarse que noera un indio, tanto por ser de presumir que lo habría especificadoel virrey en su informe; tanto porque el oficio con que lo designómás bien indica un estanciero, como y sobre todo, por la circuns-tancia de la credibilidad que concedieron los españoles al "milagro".N{ás irritante es la aparente ignorancia en que manifestó estar frayFrancisco de Bustamante acerca de la identidad de ese personaje,puesto que en el célebre sermón antiguadalupano que predicó el 8

de septiembre de 1556 se limitó a denunciar, sin indicación de nom-bre, a quien calificó de "inventor" de la supuesta potencia tauma-túrgica de la imagen y a pedir que se le buscara y castigara por tan

73 Cartas de Indias, p. 310,14 Yid. suprd, nota I0.!5 Yid. infra, el texto al que remite la nota 36.

3t

Page 30: 117238026 Destierro de Sombras

c9 EDIIUNDO Q.GOR¡IAN feanrE r

pernicioso embuste.lG Y si dijimos "aparente" ignorancia de ese pre-dicador es, como adelante veremos, porque parece seguro que algodebió saber o sospechar al respecto. Sea de ello lo que fuere, nopuede razonablemente dudarse que en aquella denuncia del "inven-tor" de la milagrosidad de la imagen, fray Francisco aludió al ga-nadelo mencionado en el informe del virrey.

Si ahora pasamos a considerar lo relativo a la creciente devocióna la imagen del Tepeyac que, según el virrey, surgió a raíz de ha-berse propalado la milaglosa curación de aquel ganadero, tenemosel testimonio de las enrusiastas descripciones en los dichos de lostestigos que declararon en 7a Información de 1556.17 Se trata, por su-puesto de las habituales prácticas piadosas de los españoles de aquellaépoca, pero lo especial del caso es el reclamo de la imagen como nu-men peculiar y propio de los habitantes de la ciudad de México. Yatendremos ocasión de destacar las implicaciones de ese reclamo, peroantes toca hacerle frente al enigma que desde antiguo ha inquie-tado a los historiadores guadalupanos: el de la extrañeza del nom-bre que los españoles impusieron a esa imagen de la Virgen pocoantes "aparecida" a los indios en la ermita del Tepeyac.

2. El enigma del nombre impuesto a la imagen

En su oportunidad desechamos Ia tesis según la cual el nombreGuadalupe aplicado a aquella imagen se explica por la previa exis-tencia en la ermita de una réplica de la Guadalupana extremeira.lsConsideremos ahora Io que a ese respecto se dice en el informe del'r'irrey Enríquez.

Allí se afirma, recuérdese, que al surgir la devoción a la imagen,"la gente" le impuso el nombre Nuestra Señora de Guadalupe pordecir que se parecía a Ia de Guadalupe de España. De esta expli-cación lo valioso es lo accesorio a ella, a saber: primero, que la im-posición de aquel nombre a la imagen en la ermita fue a resultasde la devoción que inspiró en los españoles al rener noticia de sumiiagrosidad; segundo, la identificación de "la gente" mencionadapor el virrey, con la española con exclusión de los indígenas porquees claro que sólo a aquella se le puede responsabilizar de ese acto.Lo esencial de la explicación, en cambio, no es aceptable. Adviér-tase, por lo pronto, la índole dubitativa de la frase del virrey a quien,es obvio, no satisfizo la razón aducida, puesto que la condicionó

1.6 Inlor¡nación de 1556, testimonios, entre otros, de Juan de Nfesa, f, 9r., p. ?23;Juen de Salaza¡, f. 10v., p.227; Francisco de Salazar, t.14., p.237.

li lbid., testinronios, entre otros, de Juan de Saiazar, f. llr., p.219 y Franciscode Salazar, f. 14r., p. 237.

18 I/id. supra, capitulo primero, \ 2, c.

Page 31: 117238026 Destierro de Sombras

C.\PÍTULO U] DESTIERRO DE SO\IBRAS

como hipotética al a{irmar que se le impuso a la imagen el nom-bre Guadalupe "por decir" que se parecía a la de España.1s Y pre'cisamente en esa duda radica la objeción definitiva, Porque es pa-

tente que no hay tal parecido. Lo que se infiere, entonces, es queen 1575 cuando el r'irrey recabó ios informes qlue vamos considerando,\a no se sabía ia razón de ser de ese nombre, y puede conjeturarseque el informante del virrey improvisó lo del parecido con la ima-gen española inspirado pol ia reciente visita de fray Diego tle Santa

\faría, el emisario del monasterio de Guadaiupe enviado a N{éxicopara reclamar las limosnas y mandas que los novohispanos ofrecíanrt la irnagen clel Tepel'ac, pero clue él entendía ofrecidas a la cx-

tremeña.:oParadójicamente, entonces, lo significativo en 1a explicación que

ofi'ece el in{orme del virre,v es su valor conro testiltlonio de Ia igno-¡ancia en que se estaba, ya en 1575, de cómo suceclió que a Ia imagenclel Tepeyac se le hubiere aplicado el nombre cle la Virgerl extre-r.rreña; y es, en efecto, significativo, porque nos Pone en aviso de

estar frente al reto cle clilucidar uno de esos no infrecuentes sucesos(luc no dejan más huella de su razón de ser que el haber acontecido,r al historiador que no acceda a diputar el hecho a misterio divillo,como acontece a quienes acePtan que fue la Virgcn misma quienimpuso ese nombre a su imagen,21 no le quecla otra opción que lacle averiguar la oculta exigencia quc, en el caso, se manifestó cle

trn insólitr I enignrátice maner'íl.

3. La apropiación de la irnascn

Sabemos que antes de ser bautizada la imagen del Tepeyac conel nombre Guadalupe no tenía otro títuio que el de la Nfadre cle

Dios, y así io declaró expresamente el bachiller Francisco de Saiazar a

pregunta que se le formuló acerca del fundamento original del cultode la ennita.22 La imagen tenía, pues, el nombre genérico de la Vir-gen María, es clecir, sin especial advocacicln; el mismo nombre que,para los indios, era el de nuestra señora rnaclre o Tonantzin.2:r Rc-

1c Cuando el virrey Enriquez visitó la ermita de Guadalupe antes de hacer stt

entrada a la ciuclacl aclvertirla que la imagctr tlo tcrtía ningrln parecido con laGrr:rrlalupe extrcmeila. fid. Suárez dc Peralta. I'olici¿s históricas, caPítulo 41.

20 Cartas de fray Diego de Santa }laría al rey: l\féxico, l2 de clicicmbre cle

1574 y 24 <le marzo de 1575, en Cuevas, Historia de Ia lglesia en ltIéxico, ll, Apén-tiices, p. 493-197.

:1 Por ejemplo Becerra Tz,nco, Felicidad de México: "...eI motivo qrtc tuvo lrVirgen para que su imagen se llamase Guadalupe, no lo dijo y así no se sabe

hasta que Dios sea servido de declarar ese misterio".22 Información de 1556, testimonio de F¡ancisco de Salazar, f.14r', p.237.23 Sahagún, Ilistoria general, ru, p. 299.

JJ

Page 32: 117238026 Destierro de Sombras

J'T EDMUNDO O-GORMAN frenrr r

sulta, _ entonces, que fue al convertirse la imagen en objeto de la

devoción de los españoles cuando surgió la necesidad de darle unnombre propio. A primera vista esa exigencia parece natural y obvia,pero a poco que se reflexione no podrá menos de parecer extrañaporque, bien visto, lo natural y obvio habrla sido conservarle ala imagen su tírulo original de Madre de Dios que, al fin y alcabo es el que universalmente se le ha concedido dintro de la máspula y antigua tradición católica. Esta reflexión nos enseña que elprimer problema tocante al nombre Guadalupe que se le impusoa Ia imagen del Tepeyac consisre en averiguar con qué fin se le dioun nuevo nombre sin aparente necesidad.

Se dirá que fue para distinguir la imagen objeto de Ia devociónindígena de la que se convirtió en objeto de la devoción de losespañoles. Ciertamente €sa es la razón, pero ¿por qué querer dis-tinguirlas si se trata de una y la misma imagen? Hé aqui el quidde la cuestión, porque así surge la duda de si en realidad d.e ver-dad se trata de dos imágenes diferentes. De ser así -pero no porsupuesto diferentes en su realidad física- habremos déscubierto lanecesidad a Ia que obedeció la imposición de un nuevo nombre ala imagen, o si se prefiere, habremos descubierto el secreto sentidoque enc¡erra este acto.

Pues bien, darle un nombre a algo que por primera vez se ofrecea nuestra experiencia no sólo lo individualiza respecto a las demáscosas, sino que lo incorpora al ámbito de lo que nos es familiar,es decir, lo reduce al sistema o mundo de nuestros valores, creenciase ideas. Esto se ve muy bien cuando advertimos que no otra cosasignifica el darle un nombre a quien se le aclminisira el sacramentodel bautismo, porque así, a la vez que se le proporciona una señalde su individualidad, se le admite denrro de la comunidad de losfieles. Físicamente, no se opera ninguna mudanza, pero espiritual-mente el bautizado se ha convertido en un ente distinto o para de-cirlo.en términos propios de Ia ortodoxia, el sacramento transfiguraa quien lo recibió en un nuevo hombre. Tal el sentido mágico, di-gamos, implícito en la imposición sacramental de un nombie; perono se piense que sólo se trata de casos como el del ejemplo arribaadu91{o; cualquiera otro caso tiene en términos geneialei parecidosignificado: siempre individualiza y al mismo tiempo incorpora enuna comunidad, como acontece con los nombres de cariño que suelendarse mutuamente los cónyuges o con los nombres con que se iden-tifican los miembros de una sociedad secreta.za

Se habrá advertido que solamente hemos dilucidado el fenómeno24 caso insigne es el del nombre Amé¡ica con el que se individualizaron

las nuevas tie¡ras como entidad distinta de Europa, Asia o Africa, y con el quese incorporó a la ecumene bajo la especie de "continente", zid. Edmundo o'Gor-man, La inuencíón de Arnérica, p. 134-136.

Page 33: 117238026 Destierro de Sombras

CAPíTULO II] DESTIERRO DE SONIBRAS

por lo que respecta al paciente o sea al objeto al que se le imponeel nombre. Preguntemos, entonces, por el significado de ese acto enlo que toca al agente. La respuesta es obvia porque no es difícilcomprender que la incorporación de ese objeto a su mundo tieneel sentido de un acto de señorío sobre dicho objeto o para decirlode otro modo, se trata en un sentido muy real de un acto de apro-piación del mismo. Tal el alegórico y profundo significado de laautoridad que Dios delegó en Adán para imponer nombres a losanimales en señal del dominio que ejercía sobre ellos como cosapropia.25

De todo lo anterior podemos concluir que al imponerle los espa-ñoles el nombre de Guadalupe a la imagen que se hallaba en laermita del Tepeyac, (l) la individualizaron como distinta de la ima-gen de la devoción de los indios; (2) la incorporaron a la comunidado "república" de los españoles, reclamándola como propia de ésta,

1' (3) de ese modo la dotaron de un nuevo ser al convertirla en elnumen peculiar de esa república o si se prefiere, en la celeste ma-dre y protectora de los novohispanos. Pero al formular esas conclu-siones apenas hemos levantado la punta del velo, porque ¿cómo ex-plicar la desconcertante ocurrencia de haberle pedido de prestado suadvocación a la española Guadalupe? Bien podrían haberla bautizado'como Nuestra Señora de México o de la Nueva España.

4. ¿Por qué el nombre de Guadalupe?

En su famosa carta sobre la imagen del Tepeyac don JoaquínGarc{a Icazbalceta no pudo menos de compartir la extrañeza quevenía inquietando a todos los autores acerca de la razón de ser delnombre que le fue impuesto a aquella imagen, y para explicarlade alguna manera observó que quienes "emigran a lejanas tierrastienen Ia propensión de repetir en ellas los nombres de las suyas ya encontrar semejanzas, aunque no existan, enüe lo que hay en sunueva patria y lo que dejaron en la antigua".26 Don Joaquln, ya seve, condiciona la propensión de que habla a la existencia real o su-puesta de alguna semejanza entre lo bautizado con el nuevo nom-bre y el lugar o la cosa de donde se tomó, pero tuvo la agudeza deadvertir que puede no haber ningún parecido, con lo que no anduvodescaminado en percibir lo esencial del problema.zT En efecto, ad-mitiendo esa propensión en el expatriadol la verdadera cuestión es-

25 Génesis, ¡, 26; n, 19.26 Joaquln Garcla Icazbalceta, Carta del origen de Ia imagcn de nu¿strd S¿-

ñora de Guadalupe d,c México, esctíta por. ., al llustrlsimo Sr. Arzobispo donPelagío Antonio Labastida y Dávalos, párrafo nl¡m. 6,6,

zr lbid., Ioc. cit.

J.}

Page 34: 117238026 Destierro de Sombras

EDIÍUNDO O GORMAh- [renrr r

triba en descubrir la finalidad que motiva tan al parecer naturallen<lcllcia.

Cuando en un seminario examinábamos el pensamiento guadalu-pano de fray Servando Teresa de N,fier,28 mi admirado amigo el pro-fesor Jorge Alberto Manrique rechazó con buen sentido el supuestofundamcnto empírico de la tesis según la cual el nombre impuestoa la imagen del Tepeyac se debía a su pareciclo con la estatua dela Virgen que se halla en el coro del santuario extremeño de Gua-dalupe. Nos hizo ver que no sólo no existía tal parcciclo, sino quese trataba de un caso en el que, como en muchos otros, militaba unarazón de otra índole. Ilustró su pensamiento con ejemplos pertinentes1' concluyó que la propensión a imponer nombres importados notanto obeclecía ni necesariamente a un sentimiento de nostalgia, sinoal deseo de ungir la cosa a la que se le imponía el nombre con elprestigio de la cosa a la que le pertenecía de origen. Observaciónsin duda atinada que permite desechar los habituales intentos deexplicar el nombre Guadalupe aplicado a la imagen del Tepeyac,ya postulando arbitrariamente la presencia prer,ia en la ermita deuna réplica de la Virgen extremeñai ya aduciendo absurdas etimolo-gías de vocablos mexicanos; ya, en fin, aduciendo pareciclos que conla mejor voiuntad del mundo o son indiscernibles o completamcnteinsuf icientes

Quedemos, entonces, en que a la imagen del Tepevac se le aplicóel nombre Guadalupe para transferirle el presrigio de Ia imagen es-pañola, particularmente atractivo para los novohispanos por la devo-ción que le tenían Hernán Cortés y oros conquistadores,2e es decir,la circunstancia puramente continsente que, sin duda, determinó laelección del nombre que bien puclo haber sido el de otra afamadaimagen española de la Virgen. En otras palabras, contrario a 1o quesuele pensarse o suponerse, el nombre Guadalupe resulta ser acciden-tal; lo esencial era prestigiar Ia imagen del Tepeyac con algunaarlr,ocación española. Pero ¿se agota en eso la finalidad del acto, oe¡a medio para el logro de otro objetivo que por ahora permaneceen la sombra? En suma, ¿cuál el objeto en presrigiar la imagen delTepeyac al aplicarle el nombre de Guadalupe?

1".¡. El nombre Guadalupe: la paradoja de su plestigio

Si no olvidamos que con la imposición del nombre Guadalupelos vecinos españoles de la ciudad de México hicieron su1'a la ima-

:s Serranclo Teresa de Mier, E/ heterodoxo guadalupano, l, p. 10.!!r Bernal Dlaz del Castillo, Historia aerdadera, capítulo 195, donde se relata

ia lisita de Hemán Cortés al santuario de Guaclalupe al poco tiempo de haberriescmbarcado en su primer viaje de regreso a [,spaña.

Page 35: 117238026 Destierro de Sombras

cAPiTULo rr] DI:STIERRO D[, SOIIBRAS

gen que se había "aparecido" a los indios en el Tepeyac, se adviertedc inmecliato qlre el deseo de prestigiarla obedece a la necesidad deiracer de ella una imagen digna de su nuevo destino. Pelo si eso

es así, no menos de inmediato comprendemos que el primordial ob-jetivo en haberle aplicado una advocación española fue purgar laimagen de la mancha clel origen de su proccdencia. Fue así, enton-ces, que con aquel nombre no sólo se hizo patente, según antes vi-n1os, que en realidad de verdad se trataba de una imagen distintaa la de los indios, sino exorcizada de todo posible tinte idolátrico cncuanto que qucdaba transfiguracla en sagrado simulacro de una Vir-gen española.

Ahor-a bien, no cabe duda que, así transfigurada, la imagen yaei'l digna cle la aprobación que de ella hicieron los novohispanospara erigirla en su patrona y reina ceieste o si se prefiere en clespecial o particular numen de su "república"; pero tampoco cabedudar que al transfigurar la imagen en Virgen española se contra-riaba ni más ni menos la finalidad misma de su apropiación. Efec-tivamente, en cuanto Virgen española era va digna de aquel privi-legiado lugar que Ie concedían los novohispanos como la reina cle

su república, pero a la vez y por idéntica razón dejaba de ser Ia Vir-gen que los novohispanos pretendían reclamar como específicamentesnya o si se quiere, como Virgen novohispana. [,n suma: o era laVirgen de los españoles novohispanos y entonces no podía lógica-mente ser la Virgen de Guadalupe; o era Nuestra Seirora de Guada-Iupe v entonces no podía lógicamente ser la Virgen que los novo-hispanos pretendian erigir en la privativa o específicamente suya.No otra fue, ciertamente, esta última consecuencia la que quisieronhacer valer los frailes gerónimos del monasterio de Guadaiupe paraquienes la ermita del Tepeyac no era sino una casa sufragánea, aun-quc pirata, de su imperial santuario extremeño.

¿Cirmo, entonces, superar esa contradicción? ¿Cómo mantener lainevitable transfiguración de la imagen india en irnagen españolay a la vez afirmar su alteridad como imagen novohispana? La con-tradicción, pof supuesto, es lógicamente irreductible, pero es obvioque estamos en presencia de uno de esos nada infrecuentes casos

en que se imponen exigencias de índole vital y en que, por tanto, nohay respetos lógicos que valgan. La solución, si así puede calificarse,no es, claro está, sino la de aceptar la contradicción como una rea-lidacl. Sea, pero en el momento que hemos comprendido eso aclver-timos que esa contradicción no es sino reflejo o expresión de laparadoja constitutiva del ser histórico del hombre novoirispano: iaáe s.r español y sin embargo de alguna manera ser otra ósa.30

30 I'i¿1. E<lmundo O'Gorman, Xleditaciot'¿es sobre eI oiollismo. Es pertinenterecorclar aquí la explicación que al'enturó el paclre Florencia sobre ei nomb¡e

JI

Page 36: 117238026 Destierro de Sombras

38 EDMUNDO O GORMAN [eenrr r

La novedad e importancia de este análisis estriba en que nos hapermitido discernir en el nombre impuesto a la imagen del Tepeyacnada menos que el meollo del alma c¡iolla: su inestable equilibrioontológico. Pero cómo, entonces, sorprendernos del entusiasmo de

la dulía con la que los vecinos españoles de la ciudad de IVIéxicoacogieron el advenimento de su española, sí, pero indiana Guadalu-pana,3l y cómo exttañarnos de que en la devoción y culto a ese

paradójico sagrado símbolo del criollismo se halle el más poderoso

iesorte de la marcha del proceso de cobro de conciencia de ese nuevoAdán, el criollo novohispano, creado, sl, a semejanza de Dios comolos demás hombres, p€ro con el barro de un nuevo mundo que,

no por casualidad será concebido en la eclosión barroca como el

Paraíso Mexicano.Al poner fin a este apartado abrigamos Ia esperanza de haber disi-

pado los nubarrones de incomprensión que venían oscureciendo, nosólo la razón de ser sino el oculto y profundo significado implícitoen la extrañeza del nombre que le fue impuesto a aquella imagende María que, no sin misterio, hizo acto de presencia al mediarel siglo xvr en la vieja ermita franciscana del Tepeyac. Procedeahora, en prosecusión del plan que arriba nos trazamos, abrir unúltimo apartado para considerar el tercer suceso que integra la pri-mera etapa o protohistoria del guadalupanismo mexicano.

III

I.A FUNDACIóN DEL CULTO A LA IMAGEN

A fines de septiembre de 1556 no sólo era ya general y esPectacu-

lar la devoción que le tenían y manifestaban a la imagen del Te-peyac los vecinos españoles de la ciudad de México; no sólo se laconocía y veneraba con el nombre de Nuestra Señora de Guadalupe'

Guadalupe impuesto a la imagen. Dice: "...se acomodó la Santlsina Virgen alintento y modo de los conquistadores y pobladores españoles, los cuales deseosos

de fundar una España nueva en su Nueva ['spaña, iban poniendo a las provin-cias y pueblos de ella los nombres de los lugares y provincias de Epaña. Aeste modo la Señora, al primer santuario que mandó se le erigiese en este reinoy a la imagen primera que de su mano pintó para colocarla en é1, se hizo ponerel nombre de uno de sus principales temPlos y santuarios de Espaira, que es elde Nuestra Señora de Guadalupe en Extremadula", Florencia, Estrclla del notte,capltulo xvu, párrafo nrlm. 212.

ár Inlormación de 1556, testimonio de Juan de Salazar, f. l2r', p' 231. Ponderan'do la mucha devoción que le tenlan los vecinos de la ciudad de México a laimagen del Tepeyac, dice que "...ya no se platica otra cosa en la tierr¿ si noes ¿dónde queréis que vayamos? Vamos a Nuestra Señora de Guadalupe; que leparáce a €ste testigo que está en Madrid que dicen: vamos a Nuestra Señora de

Atocha; y en Valladolid, a Nuestra Señora del Prado.,."

Page 37: 117238026 Destierro de Sombras

cAPiTuLo rr] DESTIERRO DE SCIfBRA5

sino que ya se practicaba en la ermita un culto formai en el sentidopleno y litúrgico de la palabra. Así io atestiguarr abundantemenrclos dichos de los declarantes en la Inf ormación de 1556, siempre conla indicación €xpresa o tácita acerca de lo muy recientes que eranesas manifestaciones piadosas como también lo era h celibraciónde los oficios divinos en la ermita.32 Aho¡a bien, de esos testimoniosse infiere sin lugar a duda lo inmediato del benepiácito de ia mitraen acoger bajo su protección y autoridad a la nueva imagen que, tansin antecedentes, había irrumpido en el horizonre de la vida reiigios:de la Nueva España. Ningún documento nos ha llegado, en el su-puesto de que los hubo, que justifique los motivos o aclare las cir-cunstancias de aquella decisión del arzobispo Montúfar, pero de-bemos admitir, por ser de rigor, que el prelado debió diputar enun clérigo el cargo de capelián de la ermita a la que, por otra parte,acudían los fieles con copia de limosnas.ss No en falso, pues, el se-ñor Nlontúfar ha sido tenido y elogiado como el fundador del cultoguadalupano del Tepevac aun por quienes admiten corno verdadhistórica el relevante papel que la tradición aparicionisra le concedeal señor Zumárraga. Curioso e inexplicable paralogismo si lo hay.

Tampoco se sabe con precisión la fecha del establecimiento del cul-to en la ermita y para ese efecto hemos de atenernos a la tenue luzde aigunos indicios. Debe aducirse, en primer lugar, el bien cono-cido informe del padre Antonio Freyre, capellán de la ermita en1570.34 En efecto, firmaclo el l0 de enero de ese airo, Frelre declaróque el arzobispo Nfontúfar habia fundado y edificado la ermita,"puede haber catorce años", de donrle se deduce que ia fundaciór-res del año de 1556. Igual noticia, aparentemente tomada de ese in-forme, consignó el cosmógrafo Juan López de Velasco en su Geogra-f ía y descripción de las Indias.ss Con base en otro documento puedeprecisarse un poco más la fecira, bien que sólo conjeturalmente. Alu-dimos a la carta dei arzobispo Nlontúfar dirigida desde la ciudadde i\{éxico el 15 de mayo de 1556 al Consejo cle Indias.36 [,n esa

epístola, una de las más importantes en la larga serie cle quejasdel prelado en contra del poder que ejercían los religiosos sobre losindios, enconramos la noticia de la repartición que hizo la feligre-ría indígena de la ciudad entre "todas ias tres órdenes", 1o queimplicó quitarles a los franciscanos algunas iglesias que poseían o

32 Ibid. Basta¡á citar el testimonio de Francisco de Salazar para prueba deque en Ia ermita la imagen estaba en un altar y que en ella se decla misa ypredicaban se¡mones, f. 14v., p. 238-239.

33 No se sabe de cierto quién fue el primer capellán encargado de la ermita.posiblemente el clérigo Francisco de Marrjarrés. Vid. lnJonnación de 1556, p.239.

31 Mariano Cuevas, Documentos, p. 28?-288.35 López de Veiasco, Geografía, p. 190.36 EPistolarío, VIII, p. 70-96. EJ texto citado en p. 73.

39

Page 38: 117238026 Destierro de Sombras

EDMUNDO O'GOR}ÍAN frenrt r

administraban en calidad de visita, y puede suponerse que fue en-tonces cuando Montúfar adscribió la ermita del Tepeyac a la directajurisdicción de la miua metropolitana. De acuerdo con esa plausibleinferencia, la fundación del culto formal a la imagen guadalupanadebió ocurrir poco antes del 15 de mayo de 1556. Pero como, porora parte, el padre Freyre también le atribuye al arzobispo haber"edificado" la ermita al mismo tiempo que señala para la fundación,puede aventurarse que sería en torno a aquella fecha cuando el pre-lado emprendió la reconstrucción de la antigua e¡mita.

Con las anteriores noticias hemos recorrido en su secuencia lostres pasos o momentos de la que calificamos al principio de estecapítulo la etapa inicial de nuestra historia guadalupana. Ponga-mos, pues, punto final a la exploración de esa etapa, pero no sinpedirie al lector que advierta la obviamente sospechosa precipitacióncon que obró el prelado, la cola que delata al gran gato encerradoque nos esPera con su sorPresa.

Page 39: 117238026 Destierro de Sombras

CAPÍTULO .TERCERO

I,-\ IN\/ENCIÓN DEL GUADALUPANISMO INDÍGENA

Page 40: 117238026 Destierro de Sombras

PLANTEAAIIENTO DE LA CUESTIÓN

Para quienes comulgan con la realidad histórica de las aparicionesdel Tepeyac y del portentoso estampamiento de Ia i,magen de Ia Vir-gen en eI ayate de Juan Díego, la dcuoción que a ella Ie tributaronIos indios surgió aaasalladora desde eI mornento de Ia diuulgacióndel prodigio. No otra cosa pretenden. probar con Ia no menos fic-ticia relación del primer milagro obrado por Ia imagen que, entre¡nuchos otros, narró don Fernando de Alva Ixtlilxóchitl en ese c,u-rioso inuentarío de ingenuos portentos guadalupanos que se conocecomo el Nican motecpana. Pero es extraño que los historiadores in-crédulos de tantos sucesos sobrenaturales no hayan mostrado dili-gencia en aaeriguar curindo surgió aquello devoción, inclindndosealgunos a admitir como posibilidad del eaento eI año de 1531 o seael que señala la tradición que sin embargo rechazan. El porqué deesa incongruencia estriba en Ia incertídumbre en que han deiadoIas fechas, tanto del primer acto de presencia de Ia imagen del Te-peyac, como de Ia aplicación a eIIa del no¡nbre de Ia imagen extre-meña.

Ahora bien, beneficiand,o cuanto a esos respectos estcblecimos eneI capítulo precedente, puede afirmarse que Ia deaoción de los in-dios a Ia imagen, ya bautiznda Guadalupe, sóIo pud,o aparecer en1556, año en el que, según aimos, Ios aecinos españoles d.e la ciu-dad dc México le impusieron el nombre de aquella aduocación aesa imagen que a fines de 1555 tuuieron los indios por aparecida enla uiejo ermita del Tepeyac. He aquí, entonces, Ia cuestíón que nosinquieta, porque falta explicar qué pudo índucir a los indios aaceptar de buen grado Ia metanxorfosis de su original Santa María-Tonantzin, no sóIo en una Santa Maria española, sino eI numen ti-tular de los residentes españoles de Ia ciudad. d.e Lléxico. A pocoque se medite ese enigma, no puede rnenos de ocurrir Ia sospecha deuna nueaa o segunda transfiguración de I^a efigie que Io hubiere|rccho aceptar a los indios como su reina celeste y especial madret defensora. Una metamorfosis, pues, que les hubiere restituido Iaimagen, ciertamente no conxo su original Santa María-Tonantzin, perosí, por decirlo de algún rnodo, como su, Tonantzin-Guadalupana.

Pero sí eso fue lo quc aconteció, sí, en efecto, la imagen fue ob-

Page 41: 117238026 Destierro de Sombras

4T EDIIUNDO O GOR}fAN [rnnra r

jeto de una segunda transfíguración en el sentido que acabamos deconjcturar, debemos esforzarnos en descubrir Ia manera y Ia uíade una tan singular mudanza. Ahoro bien, no es difícil aduertir quesólo sabemos de un texto que plausiblemente pueda aspirar aI pa-pel de agencia l¿istórica de esa segunda metamorfosis. Aludimos ylos ntotiao,s no dejarán de ínsinuarse de inmediato, a Ia céIebre na-rración de las apariciones que se dice ocurrieron en 1531, y si a esahistoria se le puede o no conceder eI significado que le sospechamos,cs asunto reserlado a los resultados del análísis de su texto, Ia tareaa la que dedicamos el presente capítulo.

Pero antes de embarcarnos en tan noaedosa aventura no estard demas, para quienes Io requieran, recordar las noticias mas elemen-tales acerca de tan fundamental monumento de Ia historiografía gua.dalupana, eI texto estrella de Ia tradición aparicionista. Pues bien,es obra escrita en mexicano y se l,a conoce y citz. conto ¿/ Nican mo-pohua, nts palabras iniciales, y así nos referiremos a eIIa. Con certi-dumbre poco nrenos que indiscutible se atribuye su paternidad Ii-teraría al céIebre indio noble don Antonio Valeriano, alumno fun-dador del Colegío de Santa Cruz de Tlatelolco y uno de los mdsprouectos colegiales de esa institución.1 EI texto que se tiene porauté¡ttico es el incluído por eI bachiller Lui,s Lasso de l.a Vega ensu célebre Huei tlamahuizoltica libro así citado, también, por las dosprimeras palabras de su título. Fue impreso por Juan Ruiz, año de1619, y modernamente en facsímil por don Alfonso lunco con Iatraducción aI castellano debid"a a don Primo Feliciano Veldzquez.2

Es pertinente aduertir que no nos enfrascaren'Los en Ia ya agotadadiscusión acerca de los muchos reparos, a nuestro parecer incontes-tables, que se pueden oponer a la ueracidad histórica de los hecho.snarrados en eI fri,ican mopohua. Nuestro objetiao, en cambio, serdcomprobar si es o no vdlida Ia sospecha que arriba diiimos, a cuyoefecto intentaremos determinar cudndo debió escribir Valeriano esaobra; cutil eI incentivo que lo animó a componerla, y cuál la razónde ser de tan exlraordinario relato. Sea ese, en térmínos generales, elprograma a cuyo deshago dedicamos eI presente capítulo.

1 Pcrsonaje de sobra conocido, aquí sólo interesa registrar que debió nacerhacia 152-1-1526. Es dato que se cleduce de la fecha de inauguración del Colegiode Santa Cruz (6 de ene¡o de 1536) supuesto que formó parte del gmpo dealumnos fundadores cuya edad fluctuaba entre los diez y los docc años. Casino hace falta recordar que la autoridad principal y decisiva para atribuir aValcriano la nararcióu de las apariciones (el Nican mopohua) es don Carlos deSigüenza y Góngora (Piedacl heroyca, p. 65). Para un detallado examen de esaatribución, véase \/elizquez, La aparición, capitulo v¡. El doctor Angel MarlaGaribay sostuvo que el Nican ntopohua fue obra redactada por los colabora-tlorcs de Sahagún (entre quienes estaba Valeriano) con base en antiguos textosque llegaron a manos de ese religioso. Es tesis insostenible. Vid. infra, Apéndiceprimero de este lib¡o.

2 Alfonso Junco, Un radical problema guadalu!1ano, Nféxico, Jus, 1971.

Page 42: 117238026 Destierro de Sombras

I

EL ..NICAN }foPo}IUA''

(Textos)

Transcribimos en seguida, con breve comentario, seis pasajes delNican mopohua, piedras angulares de nuestro análisis de esa céle-bre obra.3

(l) Párrafo introductorio, primera frase: "En orden y concierto se refiereaqul de qué manera se apareció Ia primera aez (yancuican) rnaravi-llosamente la siempre virgen Santa Marla, madre de Dios, nuestra.reina, en el Tepeyácac, que se nombra. Guadalupe."

(2) Párrafo introductorio, segunda frase: "Primero se dejó aer lla Virgen]de un pobre indio llamado Juan Diego, y después se apareció su pre-ciosa imagen delante del nuevo obispo fray Juan de Zumárraga."t

3 Además del texto náhuatl d,el Nican rnopohua publicado por Lasso de laVega, tenemos dos fragmentos que pertenecieron a Boturini. Ambos fueron ver-tidos al castellano por orden del arzobispo Lorenzana. El traductor de unofue el bachill€r C¿rlos de Tapia y Zenteno, y el del otro, eI licenciado JoséJulián Ramirez. Primo Feliciano Velázquez, La aparíción, reprodujo esas traduc-ciones, p. 84-85; 86-91, y supone que el texto traducido por Ramlrez es bo-rrador del publicado por Lasso de la Vega, p. l3l. Vid., además, Bobtn, Catdlogo,rr, n{rm. 3i7.

Los pasajes transcritos por nosotros proceden de la traducción del Nican mo-pohua de Primo Feliciano Velázquez, op, cit., p. I46-161. Los subrayados sonnuestros. Hay una traducción más reciente y más literal que no altera en nadasubstancial los pasajes de referencia. Vid. Mario Rojas Sánchez, Nican mopohua.Dn. Antonio l/alniano. Traducción del náhuatl al castellano por eI presbítero. . -

de Ia Diócesis de Huejutla. Edición bilingüe, l\féxico, Imprenta "Ideal", l5 deagosto de 1978.

Es pertinente adverti¡ aqul la existencia de una brevlsima narración de lasapariciones guadalupanas conocida como la "Relación primitiva" que se suponeante¡ior al Nican mopohua o en todo caso independiente de éste, y que se atri-buye al canónigo Juan González, supuesto intérprete en las conversaciones deZumánaga y Juan Diego. El texto existe, pero todo lo demás es puro cuento-Vid. infra, el Apéndice segundo de este libro.

a Ambos párrafos en Velázquez, La aparición, p. 146, pero enmendamos elprimero sustituyendo las palabras "poco ha" empleadas por Velázquez (tambiénen la traducción de Rojas) por las palabras "la primera vez", como ve¡sión correcta

Page 43: 117238026 Destierro de Sombras

1io EDNÍUNDO O GOR\IAN [ranrl r

Come ntario

Se distinguen con claridad los dos aspectos ctel prodigio: (A) ei dela manifestación de la Virgen en persona a Juan Diego; (B) el queexpresamente se caiifica de "aparición" de la imagen en presencia cleZum,árraga.

e¡r el caso cle vocablo yaarícan rlel texto original, r,xlxrnemos err seguitla la jus-tific¿ción cle tan decisiva enmicnda que altera radicalmenre el scnticlo de la {ras:._ carlos dc Tapia y Zentcno y José Juliá' Ramírez traclujeron (siguiendo lalección del ú'ocabulario.de i\folina) yancuican por el ad'erbío "nuerámente,, ypor ei adjetivo "nuera", respectivamente. Así die¡on a entender que el autorsc propuso ¡efe¡ir e1 ¡lodo o mrr)era en que "nucvamente" o "de ¡ruevo" seapareció la virgen en el repeyac; per.o esas versiones son equlvocas porque clautor no ofrece ¡eferir el moclo o mancra ..n que aconteció una nuevá o repe-tida aparición de la Virgen, sino el mo,lo o mán"ra en que se habia aparecidopor primera vez, en 1531.

Don Primo !-eliciano velázq,ez dcbió haber adve¡tido ese equívoco v aclaróquc el advcrbio "nuevamenre" cie la lección de Nfolína cquivále, dice, a .,re-cientementc' o bien a "poco ticmpo antes", inrlicanclo, explica, "que el sucesoacacció no mucho antes cle se¡ referido" (\'cltizquez, La aparicíón, p. 146, nota4.) Dc acuerdo con eso tr-ailujo Ia voz. yancuico.n por .,poco ha,, con el obviopropósito de dar a entender que \r'aleriano ofreció relerir Ia manera en queporc tiempo antes de la lecha en que escribía hal¡ia ocurrido el prodigio de lasapariciones de 1531. Con esa supercherla se le concede al it,ican nopohua unafecha cle composición cercanr a ese arlo y por tarlto excepcional r.alor probatorio.Alfonso Junco en su Lln radical problema guadalupano, op. cít., sacd crpresa.mente esa tan faYorable consccr¡encia al credo aparicionista. pero si es cierto queVel:izquez acomotló la traducció¡r a sus descos no advirtió que al hacerlo incu-

'r'Ía en una imposibilidad cronológica. En efecto, vaieriano nació entre lbz4 y1526 (uid. sltpra, nota l) clc suerte que en l53l tcnclría cinco o siete alios decrJad, circunst¡ncia que hace inve¡osímil que cuando compuso el Nican mo-pohua hubicre transcurrido poco tiempct (digamos unos cinco artos) clespués dehaber ocu¡riclo las apariciones. Para sortear talr grave dilicultad se r;trotraela fccha del nacimiento de Valeriano, deduciéndola a partir, no ya cle la fecha<lc inauguración del colcgio de santa cruz, sino rle lai gestiones cncaminadas ala crecció¡r cle dicho colegio" No se ve por quó ha cle arioptarse ese cómputoq¡rc, por otra parte, no aliyie en gTan metlitla la difir:ultacl; pero delara encambio la intención de quicnes lo aducen.

Ahora bien, todas esas dificultades se cles'anecen si se traduce el 'ocablo 1an-ruican por las paiabras "la primera vez", versión que autorizan Carochi (lrüe

dc la lengua mexícana; libro v, capítulo 2, phrrafo g) y Rómi Simcon (Dicciona-rio). -,\sl, en efecto,1a fase inicial del phrrafo inrrocluctorio qrre clice: Nicanntopoltrut, nrotecpana in quenín yancuican ltuettlamahuízoltica.,. se t¡aduce co-rrectamcnte por: "En orden y concierto se refiere aqul de qué manera apare.ció le pnlrrtn¡ vrz maravillosamente..." y así hemos t¡aducido.

- El padre La,ro Lópcz Beltrán en su I-¿ ltrotohistoria guadalupana, p. 199, nota9, estima que los pflrafos introducto¡ios del Nic¿n mopohua que hemos venidoconsiderando son añarlidos de Lasso de la vega. Es fácil destruir por infundadaesa suposición. En efecto, en los tcxtos flllgmentarios clel relato de Vaierianode que hicimos mérito en la nota 3 aparecen esos párrafos, y como esos textosson intlependientes del texto publicado por Lasso no puecle alegarse que éstelos interpoió. En esos textos, en cambio, no aparece la frase final de lá intro-

Page 44: 117238026 Destierro de Sombras

CAPÍTULO ur] DESTIERRO DE SOMBRAS

A continuación del nombre "Zumárraga" el texto añade: "Tam-bién fse cuentan] todos los milagros que ha hecho" la imagen, seentiende. Esta {rase es, sin duda, añadido del editor Lasso de laVega, y es alusión al l{ican motecpana. Vid. nota 4 al final.

(3) Se da comienzo al relato prometido o sea al de la manera en quepor aez primero ocurrió el prodigio. Dice el texto: "Diez años des.pués de tomada la ciudad de lr,Iéxico, se suspendió la guerra y hubopaz en los pueblos, así como ernpezó a brotar Ia fe, el conocimientodel aerdadero Dios, por quien se vive. A la sazón en eI año de milquinientos treinta y uno, a pocos días del mes de diciembre, sucedióque habla un pobre indio, de nombre Juan Diego..." Se aclara enseguida que era un sábado cuando por primera vez se manifestó laVirgen a Juan Diego.r

Comentario

Consigna ese texto en términos muy generales las circunstanciasen que ocurrió ese inicial prodigio, y es, por lo pronto, enigmáticela fecha que le atribuyó Valeriano.

(4) Se narra el suceso de la aparición de Ia imagen. Dice el texto: "Des-envolvió fJuan Diego] luego su blanca manra" y "se dibujó en ellay apareció de repente la preciosa imagen de Ia manero que esta yse guarda hoy et su templo del Tepeyácac, que se nombra Guada-luPe" 'a

Comentario

Aclara el traductor que con Ias palabras "de la manera" tradujoin yuhcatzinüJi, reverencial de iuhcayotl, que significa "forma de ma-teria, modo o manera".? De aquí resulta que el sentido del textotranscrito es que la imagen aparecida a Zumárraga se identifica ma-terialmente con Ia efigie que estaba en el templo del Tepeyac oltiempo en que Valeriano escribía eI relato.

ducción que dice: "También [se cuentan] todos los milagros que ha hecho [laimagen de la Virgcn]." Obvia alusión al Nican motecpann que Lasso añadió alrelato de Valeriano y la frase es no menos obvia adición de Lasso.

5 Velázquez, La aparición, p. I47. La traducción de Rojas, versfculos l-6 noofrece ninguna variante de sentido,

6 lbid., p. 159-160. La traducción de Rojas, versículo 208, dice en lo condu-cente: ",..en la forma y figura en que ahora está, en donde ahora es conser-vada en su amada casita en el Tepeyac, que se llama Guadalupe". En MiguelSánchez, Imagen de Ia Virgen María... (1648) el pasaje correspondiente dice:"...cayendo [las flores] de la manta dejaron pintada en ella a María VirgenMadre de Dios, en su santa imagen que hoy se conserva, guarda y venera ensu santuario de Guadalupe de México". En Becerra Tanco, Origen milagroso...(t660) y Felicidad. de ltléxíco... (1675) se relara el estampamienro de la imageny en seguida dice: ".,.como se ve el dla de hoy".

7 Velázquez, I-a aparíción, p. 160, nora l.

47

Page 45: 117238026 Destierro de Sombras

48 EDMUNDO O'GORIÍAN feanre r

(5) Sc trata del episodio de la aparición de la Virgen a Juan Bernar-dino. Lo sana de la enfermedad que padecla, y le ordena comuniqueal obispo ser voluntad de ella o:ue "había de nombrars¿ s¡¿ bcnditaimagen la siempre virgen Santa trfaría de Guadalupe".s

Comentario

Es digno de reparo que el deseo de lase nombrara Santa María de Guadalupecado a Juan Diego, y que el autor dejárapara el episodio tardío y en definitivaa Juan Bernardino.

Virgen de que su imagenno se Io hubiera comuni-tan extraño mandamiento

accidental de la aparición

(6) Juan Diego y Juan Bernardino permanecen "algunos días" en Iacasa de Zumáruaga "hasta que se erigió el templo de la reina en elTepeyticac". Se dice en seguida que el obispo, después de haber sa-

cado la imagen "d,el oratorio de su palacio", la pasó a Ia catedral, yse aclara que "la ciudad entera se conmovió" y que "mucho le ma-ravillaba que se hubiese aparecido por milagro divino, porque nin-guna persona de este mundo pintó su preciosa imagen".o

Comentario

No se dice expresamente, aunque se da a entender, que Zumárragahubiere trasladado la imagen a ese "templo" que para ella mandóedificar en el Tepeyac. Se trataría, pues, no de la antigua ermita,sino de un "templo" edificado durante los días en que Juan Diegoy Juan Bernardino permanecieron en la casa del prelado, lapso queun historiador aparicionista calcula como el tanscurrido entre el13 y el 26 de diciembre de 1531. yid. nota 2 al final.

EL .,NICAN MoPOHUA,,

(Inferencias de los textos transcritos)

l. Cuándo debió escribirse el Nican mopohua

Para disipar esa incógnita tenemos por lo pronto una valiosa in-dicación en los textos números l, 4 y 5 en los que aparece el nom-

I lbid., p. 16O-161. Traducción de Rojas, versículo 208, dice en lo conducente:"...bien asl se nomb¡arla la p€rfecta Virgen Santa Nfarfa de Guadalupe, suamada imagen".

9 Velázqucz, La aparición, p. 16l. No hay, por supuesto, la menor huella oeco dc esa conmoción oue se dice sacudió a la ciudad de Méxko.

Page 46: 117238026 Destierro de Sombras

CAPíTULo rrr] DESTIERRO DE SO\IBRAs

bre de Guadalupe, circunstancia que revela inequívocamente quela obra se escribió después de habérsele impuesto a Ia imasen elnombre de Ia Virgen extremeña. Se infiere p.r"t, qu. el relatá tuvoque lraber sido compuesto no antes de 1556 (aid. supra, capítulosegundo, rr, I y 2.) Queda así fijado el término a quo del lapso du-rante el cual debió escribirse eI Nlican mopohua.

No más allá autoriza la inferencia de los textos aducidos, peropodemos intentar mayor precisión si preguntamos, primeto. si es

plausible y muy probable que Valcriano hubiere emprendido la com-posición de esa obra, precisamente, en ese año de 1556, y de ser así,

segundo, hasta qué momento dejaría de serio, es decir, hasta cuándoprevalecieron las condiciones de esa plausibilidad.

Pues bien, en 1556 Valeriano andaría por los treinta años de su

edad; en 1556 el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco ya se habíaindependizado de la administración y vigilancia estrecha de los fran'ciscanos, y Valeriano, ya catedrático en dicho colegio, obraría conentera libertad (Vid. nota l). Esas circunstancias conspiran para acl-

mitir que ese año fue propicio para que Valeriano emprendiera laredacción del Nican mopohua, incitado -y esto es decisivo- porla entonces reciente "aparición" de la imagen de la Virgen en la viej;rermita del Tepeyac y por la espectacular devoción que le tributabanlos vecinos españoles de la ciudad de Nléxico. Pero he aquí que tanr-bién en 1556, en septiembre, ocurrió el escandaloso conflicto entreel arzobispo Montúfar y el provincial de los franciscanos de Nféxico,fray Francisco de Bustamante. Se opuso éste, no tanto al culto quelos españoles le rendían a la imagen, cuanto al empeño del arzo-bispo en que los indios emularan ese ejemplo animados por losmilagros que se le aribuian a la imagen, motivo este último queespecialmente provocó la ira del provincial. Ahora bien, qué milagrode mayor asombro, preguntamos, que el relatado en el Nícan mo-pohua. Ya se ve: si suponemos que Valeriano compuso esa obra des-

pués y a pesar de la invectiva guadalupana predicada el día 8 deseptiembre cle 1556 por fray Francisco de Bustamante, tendremosque admitir que tan violenta condenación por parte de los francis-canos de Méxicolo sólo le merecía a Valeriano el mayor de los des-

precios. Pero esa actitud nos parece completamente inadmisibie, dadaIa dependencia espiritual que, desde la infancia, lo ligaba con aque-ilos religiosos, sus protectores y maestros; es más, dada la veneraciónen que los tuvo hasta el fin de su vida, vínculo de respetuosa y su-misa amistad del que tenemos elogioso testimonio en las páginas que

ro Información de 1556. Declaraciones de Gonzalo de Alarcón, Antonio Sán-chez de Cisneros y Juan de tr{asseguer, donde se da a entender que la opinióngeneralizada entre los f¡anciscanos de Móxico no disentla del parecer antigua-dalupano dcl provincial fray Francisco de Bustamante.

49

Page 47: 117238026 Destierro de Sombras

EDIIfUNDO O GORMAN [renrr r

dedicó a su memoria fray Juan de Torquemada.ll Y no es menosde tener presente, además, lo que en ese sentido significa la reco-nrenclación que de Valeriano se le hizo a fray Bernardino de Sahagúnpara idóneo auxiliar suyo en la revisión de sus investigaciones.

En suma, tenemos por conjetura la más plausible y segura queValeriano compuso el Nican mopohua en 1556 durante el tiempotranscurrido entre la fecha en que los vecinos españoles de la ciu-dad de i\{éxico le cobraron devoción e impusieron el nombre Guada-lupe a la imagen de la Virgen "aparecida" en la vieja ermita delTepeyac en 1555-1556, y el 8 de septiembre de ese último año, día enque predicó su sermón antiguadalupano fray Francisco de Bustaman-te en Ia capilla de San José de los Naturales del convento grandede San I'rancisco de X{éxico.

Estimamos que la fijación de ese breve lapso durante el cual Va-leriano debió componer el relato del Nican mopohua no sólo es va-liosa sino noveclosa contribución a la historiografía guadalupana,supuesto que, siguiendo a Florencia, es habitual entre los historia-dores aparicionistas fijar para ese efecto el Iapso comprendido en-tre 1540 y 1545, fechas que para nosotros resultan -casi ocioso es

decirlo- absolutamente inverosímiles.Para terminar este apartado es importante aducir un formidable

e inesperaclo apoyo a nuestra tesis en la afirmación de un connotadoiristoriador aparicionista, el padre Ernest J. Burrus, S.J. Según estesabio sacerdote el manuscrito más antiguo que se conoce del Nicanmopohua ofrece las mismas características de un texto escrito enMéxico por fray Aionso de la Vera Cruz en los años de 1553-1554,es decir, la época precisamente asignada por nosotros a la compo-sición del relato del Nican mopohua. Ahora bien, esa coincidenciaadquiere una notable significación cuando nos enteramos que el pa-dre Burrus opina que no debe excluirse la posibilidad de que aquelantiguo manuscrito de la obra de Valeriano sea nada menos que eldel original (Vid. Butrus, The Oldest copy of the Nican mopohua,p. + y 25, Cara, Washington, D. C., l98l; infra, el registro "Nicanmopol'rua" en la Bibliografía.)

2. Identificación material de la imagen que se dice apareci6 en 1531con la que los indios tuvieron por aparecida en 1555-56

De los textos listados bajo los números l, 2 y 3 nos enteramos deque el autor ofrece narrar Ia manera en que ocurrió el prodigio quedice acaeció en diciembre de 1531. Pero es de la mayor importancianotar que en el primero de esos textos se implica que, cuando Va-

tL llfonarquta, libro xv, capltulo 43.

Page 48: 117238026 Destierro de Sombras

cAPiTULo ru] DESTIERRO DE SO.\IBRAS

leriano redactó esa frase, ese decir, en 1556, había ocurrido una se-

gunda aparición de la misma imagen, supuesro que alude a la queva a narrar (la de 1531) como ia que había acaecido por primera uez.Ahora bien, como ese prodigio, el de 1531, ofrece dos aspectos queel autor se esmeró en distinguir en el texto número 2, a saber: lamanifestación de la Virgen en persona a Juan Diego, y la apariciónde la imagen al obsipo Zumárraga, es de preguntar en qué puedeconsistir el suceso repetitivo del portento acaecido en 1531.

Pues bien, como en la primera frase del párrafo introductorio(texto número l) Valeriano declara que referirá "de qué manera"había ocurrido pon rRINIERA vrz el prodigio, es obvio que su rel)e-tición ocurrió en circunstancias distintas. Pero si las circunstanciasno fueron Ias mismas, no es menos obvio que sólo se repetiría lo qucde la primera yez podía repetirse en otras circunstancias. Mas nobien hemos precisado lo anterior cuando caemos en la cuenta de quela repetición del prodigio solamente puede referirse a la imagen porser lo único susceptible de subsistir en el tiempo con independen-cia de las circunstancias de su primera a¡rarición. En suma, que elportento al que Valeriano tácitamente aludió como ocurliclo porsegunda vez se iimita a una nueva aparición de la imagen.

Pero, entonces, dos preguntas: (l) ¿pretende Valeriano dar a en-tender que la imagen que apareció por segunda vez es físicamentela misma que la aparecicia en 1531? (2) ¿Concreramenre a qué se-qunda aparición de esa imagen alude Valeriano?

Pues bien, en el texto número 4 tenemos la respuesta a arnbas inrc-rrogaciones. En efecto, al comentar ese texto indicamos que en é1 seidentifica físicamente la imagen aparecida en l53l co;r la que allí mis-nro se dice que estaba y se guardaba en el templo del Tepeyac al riern-po en que Valeriano escribía su relato, es decir en 1556 y puesroque la imagcn que "estaba y se guardaba" en aquel templo cn es:rlecha no era sino la que en los anales indígenas se registra como.palecida en 1555-15i6, debe concluirse que, precisa y rnuy precisa-llente, ésa es la segunda aparición de la imagen a la que tácitamen-:e alude Valeriano en la frase inicial del primer párrafo inrroducto-: io del Nican mopohua o sea el texto listado por nosorros bajo elnúmero 1.12

El lector no dejará de advertir la obligada consecuencia de Ia:nterior conclusión. Forque, en efecto, si (l) la alusión de Vale-:l¡no a una segunda "aparición" de la imagen se refiere a la de 1555-- i56, y si (2) se trata físicamente de Ia misma imagen "aparecicla".n 1531, resulta que en algún momento del lapso que media entre

:e Asf resulta la inesperada y paradójica consecuencia de que el Nican mo-:':hua d,ebe contarse, junto con los anales indlgenas aducidos por nosotros (uirl..:.rr4, captulo segundo, r) como un testimonio más de la ..aparición' de la imr-::n de la Virgen en 1555-1556.

3l

Page 49: 117238026 Destierro de Sombras

¡2 IDIIUNDO O CORIIAN [r'anrr r

csos extremos cronológicos la imagen debió haberse percliclo cle vistapara poder manifestarse o "aparecer" por segunda vez. No clebió elu-ciirle a Valeriano esa dificultad y así se explica que, para soslayarla, nohubiere aclarado si efectivamete la imagen fue trasladada de la ca-

tedral al templo que dice Ie mandó edificar el obispo Zumárraga enel Tepeyac.

N{uchos airos más tarde don Fernando de Alva Ixtlilxóchitl debióextrañar el silencio que guardaba el Nícan mopohua acerca de latraslación de la imagen a la ermita que, segírn ese texto, mandó edi-ficar el obispo en el Tepeyac, y debemos suponer que a eso se debióque haya inventado en la narración del primer milagro atribuidoa la imagen en la serie de los qr-re acumuló en el Nican motecpana,la tan solemne como completamente inverosímil procesión dizqueorganizacla y encabezadx por un descalzo y enternecido fray Juancle Zumárraga y cuyo propósito era alojar la portentosa imagen enel templo que la Virgen había querido se le edificara en el lugarque había elegido para manifestarse al dichoso neófito Juan Diego.

Pero si don Fernando advirtió aquella omisión en el relato de\¡aleriano y la suplió de la manera que acabamos de ver, es obvioque no cayó en la cuenta del motivo de dicha omisión, y así y desdecntonces nadie ha reparado o querido reparar en que el episodiotie la procesión con el que Ixtlilxóchitl adicionó el relato de \/ale-riano delataba la grave dificultad que le hemos puntualizado, la deuna intermedia ocultación o desaparición de la imagen cuyo supues-to portentoso estampamiento había ocurrido en 1531. Y es por eso quelos historiadores aparicionistas se ven en el apuro de no saberqué hacer ni cómo dar razón satisfactoria del testimonio de los analesindígenas que tan claramente hablan de la misteriosa presencia en1555-1556 de la imagen de la Virgen en la vieja ermita del Tepeyac.l3

3. El misterio cle Ia fecha asignada por Valeriano a lasaparicioies

Se ha especulado por quienes no aceptan como verdad histórica elreiato de Valeriano acerca del motivo que lo indujo a asignar a lasapariciones de la Virgen a Juan Diego "el año de l53l a pocos díasdel mes de diciembre".la La clave, a nuestro parecer, estriba en la

13 Por ejemplo, Velázquez, La aparición, p. 9l; García Gutiérrez, El prímersiglo, p. 29, 30-32, y Chauvet, El culto guadalupano, p. 8.

11 l ¡d. supra, r, texto número 3. Florencia, Estrella del norte, nírm. 3I2, da razóirde las fechas de las apariciones de la Virgen en el Tepeyac por caer dentro dela octava de la fiesta de la Purísima Concepción de María, cuya imagen, dice,rro es sino la representada cn la que se estampó en el ayate de Juan Diego enprescncia dcl obispo Zumárraga. En l53l la Concepción ca1ó cn viernes, 8 decliciembre.

Page 50: 117238026 Destierro de Sombras

L.{PÍTULo lrr] DESTIERRO DE SOMBRAS

.iistinción que se hace en el Nican mopohua entre dos sucesivas

.Lpariciones de la imagen, según largamente hemos mostrado en las:-,áginas precedentes, porque de allí resultan dos significativas coinci-. lencias cronológicas.

Primera coincidencia. Vimos en su oportunidadls que la "segunda.parición" de la imagen cle la Virgen ocurrió en diciembre, y no otro.js el mes que Valeriano asignó a Ia que inventó y postuló como

¡rimera.Segunda coincidencia. Por discrepancia entre los cómputos calen-

¡láricos de los mexica y los de la tradición Azcapotzalco-Tlatelolco,-rav ecluivalencia entre l53l y 1555-1556,16 de manera que también.n esto se observa un palalelismo entre las fechas de ambas "apari-. iones" de Ia imagen.

.-\hora bien, como no es razonable suponer que son coincidenciascasuales, cabe discernir en ellas el secreto del enigma que vamos con-.iderando o dicho más puntualmente, que Valeriano quiso reflejar¡n la fecha que asignó a las apariciones que inventó la de la "apa-lición" de la imagen que tácitamente postuló como la segunda. Es-rableció, pues, entre ambos sucesos prodigiosos un esotérico vínculoque delata el modo de pensar mítico-alegórico, premonitorio aviso:;ala orientar nuestra búsqueda de la razón de ser de la fabulosahistoria que vamos analizando.

III

Ll- "NlcAx ltoPoHu¡"(Su razón de ser)

l. La sacralización de la imagen

Hasta donde sabemos fue el padre Servando Teresa de N{ier quien:e propuso por primera vez examinar a londo el probiema del obje-tilo que animó a Valeriano a componer su célebre relato de lasapariciones del Tepeyac. Las observaciones de Mier a ese respecto sonegudas y valiosas por más de un motivo y no dejaremos de aprove-charlas, pero la solución a la que llegó es inaceptable por condicio-nada a la profunda convicción que abrigó acerca de la verdad de su;rremisa, a saber, que la mitología de los naturales de América y.specialmente la de los mexicanos no era sino desvirtuada expresiónde las verdades del cristianismo que les habían sido enseñadas entiempos muy anteriores a la licgada de los españoles. Compenetradotie la realidad de esa antigua predicación del Evangelio en el Nuevo

is l/íd. supra, capítulo scgundo, r.r6 Jimónez Morcno, Estudios de historía colonial, p. 119-l?0.

Page 51: 117238026 Destierro de Sombras

EDMUNDO O GORI\ÍAN [eenrri r

Iüundo, Mier creyó que el oculto mensaje del Nican mopohua con-sistía en recordarles a los indios tan glorioso origen de su antiguareligión al revelarles que la Virgen N{aría aparecida a Juan Diegoera el mismo numen que ellos reverenciaron bajo el nombre de To-nantzin,\1 lo que inevitablemente lo condujo a sostener que la ima-gen de Guadalupe del Tepeyac era una especie de jeroglífico me-xicano con hermética clave sólo inteligible para los indios sabios.18Una vez más el despiste proviene de no haberse advertido la liga deidentidad establecida por Valeriano entre la imagen que los ind.iostuvieron por aparecida en la ermita en 1555-15b6 y la que, segúninvento de Valeriano se había estampado milagrosamente en el ayatede Juan Diego a la vista del obispo Zumárraga. Consideremos, en-tonces, el problema a ia luz de tan hasta ahora insospechada identi-ficación.

Pues bien, se infiere sin dificultad que si Valeriano d.io a enten-der, según mostramos,rs que la imagen aparecida en l5b5-1b56 erafísicamente la misma que la aparecida en 1531, es que su propósitofue dar razón del origen de aquella imagen, pero concediéndole losmás altos quilates de milagrosidad. euiso, pu€s, para decirlo conotras palabras -y esto es lo verdaderamente decisivo- sacralizar laimagen guadalupana al concederle un fundamento sobrenatural,y no otra, así nos parece, fue la finalidad primordial que inspiró lacomposición del Nican mopohua. Veamos, entonces, cómo se desem-peñó Valeriano para el logro de tan extraordinario obletivo.

2. La índole del relato

Nada tle sorpresivo riene que si la finalidad que persiguió Valc-riano fue postularle un origen sobrenatural a la imagen .,aparecida"

en 1555-1556, su obra sea un reiato de los supuestos antecedentes dedicha imagen, es decir, una narración de índole histórica; lo sorpren-dente, en cambio, es la historia misma que se le ocurrió inventar,no sin embargo por su ambiente sobrenatural, sino por la flagranteinverosimilitud histórica que, a partir de don Juan Bautista N{uñoz,2ole ha sido señalada sistemáticamenre por los impugnaclores.

Ahora bien, lo toral a ese respecto es advertir que esa deficien-cia del relato sólo es eso si se parte del supuesto de que Valc-riano tuvo el propósito de ofrecer una falsificación históri.á. y cier-tamente' la enconada polémica acerca de la realidad de los hechos

17 Mier, EI heterodoxo guadalupano, ¡ "Estuclio preliminar".18 lbid.7s l/id, supra, n, 2.20 Juan Bautista ilfr.rñoz, Nlemoria sobre las apariciones de nuestra Señora de

Guadalupe de Méxíco, 1794.

Page 52: 117238026 Destierro de Sombras

cAPiTULo Iu] DESTIERRO DE SO.VBRA5 55

narrados en el Nican mopohua tiene por condición de posibilidadaquel falso supuesto cuyo origen sólo se remonta a la segunda mitatldel siglo xvrr cuando, habiendo decaído la devoción a la imagen gua-dalupana por esa misma falta de fundamento que le había denun.ciado fray Francisco de Bustamante, unos criolios alucinados descu-brieron el texto de la obra de Valeriano y se persuadieron de queera testimonio auténtico de unos sucesos realmente acaecidos.2l Perosi no caemos en la trampa de esa equivocada perspectiva y ponemosempeño en entender la obra de Valeriano en el contexto de sus propiossupuestos, viene a nuestro socorro la perspicacia de una observacióndel padre Nlier en un punto clave de su exhaustivo análisis crítico dclrelato de las apariciones.

Además de ser tópica la tradición de apariciones de Ia Virgen Ma-ría o de su imagen ocurridas a pastores en lugares apartados y rocosos

-como es el caso, no casualmente, de la imagen de la Guadalupanaexremeira- el padre XIier rastreó con su habitual buen olfato lasheterogéneas fuentes de las que echó mano Valeriano para componersu narración, y pudo discernir en eila alusiones bíbiicas y mitológicasmexicanas y referencias a pasajes de las historias sagrada y novohis-pana, abigarrada mezcolanza que lo indujo a advertir quc se tratabade una composición literaria del género de los autos sacramentalestan en boga, por otra parte, durante el primer siglo de nuestra his-toria colonial. Y en verdad, la secuencia de los prodigiosos episocliosrelatados por Valeriano; los ingenuos tropiezos que tuvo Juan Diegopara cumplir el mandato de la Virgen; la inicial incredulidad delobispo Zumárraga, ), en fin, la actitud y el comportamiento del pre-lado ante el espectacular desenlace del florido estampamiento de laimagen de la Virgen, le comunican a toda la obra un corte teatral taninncgable como candoroso que abona el acierto de la pclspicaz ob-servación del padre trfier.

Vemos, entonces, que para lograr el objetivo de proporcionarle a laimagen "aparecida" en 1555-1556 el formidable apol'o de un funcla-mento sobrenatural, Valeriano recurrió, sí, al arbitrio de una nal.r:r-ción histórica, pero no en el sentido propio de la palabra, sino en elde un cuento o fábula que narra una serie de hechos supuestamenteacaecidos que sólo cobran su auténtico significado en la esfera de laimaginación creadora. Y lo importante es comprender que la índoleficticia del relato no sólo no debió parecerle a Valeriano impedimentopara el logro de su propósito, sino ia manera idónea y más efica, pururealizarlo. Ninguna especial extravagancia insólita encierra, sin em-bargo, un modo de proceder tan contrario a nuestros hábitos in-telectuales, con tal de comprender que Valeriano se prevaleció de

21 Obvia alusión principalmente aI bachiller Miguel Sínchez y a Luis LassoCe Ia Vcga.

Page 53: 117238026 Destierro de Sombras

r,c ED}ÍUNDO O GOR}ÍAN [eenrr r

L.,s ¡rcrinisos del espíritu alegórico que anima e inspira a todo ungeriúro de cornposiciones literarias de antiquísima prosapia aún muy

' ir"a c'n su ópoca. En los viejos autos sacramentales que, a no cludar-jo fueron su modelo, y asimismo en la elaboración y transmisión del:rs í]riios y de las consejas piadosas, es de esencia el despego a laser:rsencias lógicas, cronológicas e históricas, porque la meta que se

¡rersirue es revelar, a través de una narración de ficticios sucesos ex-iraordinarios y deslumbrantes, una suprarrealidad que, apoyada encl}os, los trasciende al utilizarlos como el idóneo vehículo cle algÍrnr:.¡'rr:cial mensaje de la divinidad. Tal, pues, no el fundado en la:¡¡rlro:rición de una superchería, es el criterio válido para aprehender,::ri ccníido de la hermosa y tierna historia de las apariciones de Ma-iiri ai indio Juan Diego y de la teatral escena del estampamientorie ia imagen, ésta sí, constituida en el único documento histórico detocio el suceso.

3. La imagen restituida a los indios

Ilasta aquí hemos averiguado que sacralizar la imagen de la Vir-sen "aparecida" en la ermita del Tepeyac en 1555-1556 fue el objetivoprimordial e inmediato que 'se propuso Valeriano con su relato deias apariciones; pero nada sabemos acerca de la necesidad que leinspiró ese propósito o dicho de otro modo, ignoramos el para quiénv el para qué de tan extraordinaria empresa. Preguntemos, entonces,

¡ror el sujeto a quien tuvo en mente Valeriano para dirigirle el men-saje de su obra.

La respuesta no ofrece duda: la narración del Nican mopohua fueconcebida para noticia de los indios como lo indican la índole li-teraria del relato y más obviamente el idioma que eligió el autorpara escribirla, porque de haberlo querido bien puclo emplear elcastellano que poseía desde la infancia. Baste aducir en corrobora-ción, por si hiciere falta, que el héroe del cuento no es el obispo espa-

ñol a quien, de haberlo querido Valeriano, la Virgen bien pudo co-municarle directamente su voluntad de tener un templo en el Te-pe)'ac, sino Juan Diego y en segundo lugar de preferencia su tío.]uan Bernardino, humildes macehuales inmensamente enaltecidos porsu participación en coloquios con nadie menos que la Virgen enpersona y por haber sido los elegidos para intermediarios en eI cum-plimiento de su soberano cleseo. La intención de Valeriano es, pues,clarísima, pero no sólo en ser los de su raza a quienes quiso dirigir-les el mensaje de su obra, sino en exaltarlos como dignos de tanseñaladas muestras del favor divino.

Pero ¿qué fue concretamente, entonces, lo que Valeriano quisocomunicar a los indios al sacralizar Ia imagen de la Virgen que se

Page 54: 117238026 Destierro de Sombras

cAPiTULo rrr] DFST.IERRO DE SOMBRA5

les había "aparecido" en 1555-1556, y en general al relatxr todosesos portentos tan halagüeños para ellos que, Por otra parte, recibi'rían sin ningún cspíritu crítico v tanto más cuanto que apelaban a

la irresistible fascinaciirn que, arin hoy, ejerce en su ánimo lo fan'tristico y lo maravilloso?

Pues, bien, el texto del relato es suficientemente explícito oarapoder responder sin titubeo de duda. Desde la primera frase delpárrafo introductorio y más adelante, ya aparecida la imagen, \/alc-l'iano, el indio \/aleriano se refiere a la Virgen L{aría como "ltuestl'areina",:: significanclo así, no sólo la majestád espiritual de la macirede Dios, sin<¡ la existencia de un vínculo especial que ella se habíadignado establecer con los indios; vínculo expresa y concretail¡enteratificaclo en su primer coloquio con Juan Diego, supuesto que allíes doncle la reina celeste declara su predilección por los inclios, plo-lnetiéndoles consuelo y el amoroso amparo de una tierna nradre.Pero si ése fue el mensaje que Valeriano quiso transmitir a los cle

sll raza, es muv importante caer en la cuenta de que fne así cor¡loValeriano logró reclamar pera los indios la preferencia en los favo-res de esa efisie que los españoles se habían apropiado al hacer cle

su culto el centro favorito de su devoción, plegarias y romcrírts.Y así cliscernimos que en ei relato de Valeriano se opera L:na nucviltransfísuración de la imagen que la restituía a srt condición ori'1in:Llclc Virgen india.

Cierto, en ese reclamo anidaba el peligro de una clesvirtu¿ción tlclmensaje, el de inducir en los indios la conlusión de csa nueva ce-

lcste madre protectora con su antigua madre Tonantzilt, y zrsí se

explica el empeño que puso Valeriano, desde el nlomento en quepor primera vez se le aparece la Virgen a Juan Diego, en salirle al pasoa tan funesto equír'oco. Y en efecto, muy deliberadamente ese iniciaiportento ocurre en el ambiente mágico de un escenario inspirado enelementos de la mitología mexicana con el fin de sembrar en elánimo de Juan Diego la duda de hallarse en el paraíso imaginadopor sus mayores; pero insinuada así la posibilidad de aquei tan per-nicioso engaño, nuestro autor se apresura a que sea la Virgen mism;tquien de inmediato lo disipe con la de otro modo innecesaria ¿rcla-

ración de ser ella, dice el texto, "la siempre virgen Santa \'faría, tnr-clre del verdade¡o Dios... el señor del cielo y de la tierrr",xs rroIucra a equivocarla el asombrado nctifito por el diabólico nuilrlinantes veneraclo en ese mismo lugar.2a

22 l:id. sulna, r, textos nrimeros I y 6.r:r \¡¿l¿i7q11¡'¿, La aptrición, p, I48.ili Es interprctación dianetlalmcnte opucsta r la tcsis <lt'l padre l.{irr. 'r:: :

;r.tn ,l epi:otliu de la prim,'r:r lpari(ii'u rle llr \irqirr a Jrr.rn ltirq,' ',,

; .,¿¡r¡r;pósito de Valeriano de identificar cl culto a 'fonantziu .or] r¡n airr,r¡i i'.:Lrlt<.r a la Vircerr II:rría.

57

Page 55: 117238026 Destierro de Sombras

5ó EDMUNDO OGORMAN

4. El escollo del nombre Guadaiupe

feenrr r

Pero si hemos logrado desentrañar cuáI, en sustancia, es el men-saje cle la obra de Valeriano, todavía falta clestacar un elemento quele cs esencial. Adviértase, en efecto, que al reivindicar para los in-dios el especial patronato de la Virgen cuya imagen se había "apa-recido" en 1555-1556, se establecía irnplícitamente una rivalidad res-pecto a parecidas pretensiones por parte de los españoles que parecíasancionar Ia separación de las dos repúblicas, escisión tanto más gra-ve cuanto que tendría su justificación en nada menos que la volun-tad de la Virgen. Pero Valeriano, no se olvide, era hijo del Colegiode Santa Cruz y según decía de él ei maestro Cervantes Salazar, enrun indio "muy instruido en la fe cristiana"2s o si se prefiere, unindio profundamente españolizado para quien el extrañamiento en-tre indios v españoles era tan indeseable como contrario a cuantotuvo en mente al componer su fabulosa narración cle las apariciones.Nótese que la imagen de Juan Diego no es ia de un inclio partidariodel mono¡rolio espiritual y separatista que pretendían mantener so-bre los de su raza los misioneros a quienes Valeriano excluye porcompleto cle su relato.

Ahora bien, no hay dificultad en ver que la posibilidad real dcun conflicto entre las respectivas reclamaciones cle españoles e indiostocantc al especial patronato de la Virgen cuya imagen se hallaba enla ermita del Tepeyac, dependia de que los indios rechazaran porespurio a su c¡istianizacla Tonantzin la advocación guadalupana quehabía convcrtido a la efigie en la de una Virgen española. Resul-taba nccesario por tanto, indigenizar, por decirlo así, el título deGuadalupe para neutralizar su incompatibilidad con la restituciónde la imagen a su condición original de Virgen india. Veamos cómose ingenió Valeriano para lograr tan paradójico objetivo.

Todo atento lector del Nican mopohtta no podrá menos de adver-tir que la aparición de Nlaría a Juan Bernardino es un episodio que,después de la espectacular culminación del florido estampamientode la imagen, sólo puede justificarse si suponemos que obedece aalguna exigencia de úitima hora. Y en efecto, como fue en esa pos-trera y al parecer innecesaria aparición cuando la Virgen expresósu voluntad de bautizar su imagen con el nombre Guadalupe,26 es

obvio que ese episodio responde a la necesidad en que se vio Vale-riano de explicar en términos acordes a la índole sobrenatural de lanarración, la flagrante extrañeza de ese apelativo en un suceso ajenoa toda intervención española.

Tal pues, el arbitrio al que recurrió Valeriano para eludir Ia

26 Yid. supra, nota l.26 Vid, supra, \ nhmero 5.

Page 56: 117238026 Destierro de Sombras

-.{PlTULo rrr] DESI-IERRO DE SO}TBRAS

:nenaza que a ojos de los indios implicaba ese nombre; solución:ngeniosa y de gran acierto, no sóio porque encubría el verdaclelo;,iigen de aquella advocación; no sólo porque le concedió asi rí-: rlo de legitimidad celeste, sino porque-y sóbre todo, al conrerrir.l nombre Guadalupe en elemento consubstancial de la milagrosa::.istoria de las apariciones, los indios podían aceptar sin recelo la:.dvocación española de su celestial señora y particular protecrora.\- aquí es de advertir la ironía en el hecho de que, cuanclo ailos más:.rrde los criollos se precipitaron jubilosos a recibir por hisroria ver-ladera la ficticia narración del Nican rnopohua, les produjo oculro¡lesabrimiento y no poco asombro descubrir el, para eilos, desconcer-:rnte e impenetrable misterio de haber sido la Virgen misma quiencligió para su imagen mexicana el nombre de una de sus ¡rerrinsu-^ares hermanas.2?

No fue desacertada, pues, nuestra iniciai conjerura cn el sentido,1e postular a priori la necesidad de una renovada indigenización de ia:magen para poder dar razón del inmenso apego que, como suya, letuvieron y le tienen los indios. Y así podemos afirmar que a don.{ntonio Valeriano se le debe reconocer la gloria de inventor delguadalupalismo indígena, trascendental hazaña que marcó indeleble-rrente el proceso histórico de la vida espiritual del pueblo mexica¡ro

5. La divulgación del mensajc de Valeriano

Es necesario aclarar que de ninguna manera hemos querido itrsi-nuar que de inmediato y a raíz de la composición del Nican mo-pohua surgió universalmente €ntre los indios la devoción que enarlos posteriores tan patentemente han mani{estado tenerle a la Vir-gen del Tepeyac. Se trata, sin duda, de un proceso que marcha pa-rejo al de la proglesiva divulgación del prodigio de las aparicionessupuestamente ocurrido en 1531. De los alances cle penetración es-piritual y geográfica de ese proceso poco puecle decirse por falta deuna investigación dedicada a rastrearlos, y por airora sólo pareceseguro aventurar que la influencia del relato de Valeriano se haríasentir prilnero entre los indios residentes en la ciudad de N{éxico yen los pueblos aledaños vecinos del Tepeyac,rt y qr. paulatinamente

27 Todavla inquieta mucho, no sin razón, a los historiadores aparicionistasel "misterio" del nombre Guadalupe impuesro a la imagen del Tepeyac, y noa todos les cuadra admitir literalmente la explicación del texto de Valeriano.I'id. Chauvet. EI ctLlto guadalupano del Tcpelac, l,xcursus B, p. 199-206.

28 El indio Juan Bautista en su "Dia¡io" da cuenta de la solemne fiesta enla ermita del Tepeyac celebrada en la octava de la Natividad de la Virgen María,15 de septiembre de 1566, donde habla del g'ran concurso de indios. Los de M,i-xico presentaron el cantar Micheuícatl y los de Tlatelolco ei cantar Yaocuícatl.Chauvet, El culto guadalttpano d.el Tepeyac, p. 41.

59

Page 57: 117238026 Destierro de Sombras

EDNÍUNDO O,GORL{AN fr,,rnrr t

.: ,ri¿r cxtcndiendo a apartadas regiones, principalmente d€ aquellas

.1e tlonde procedían desde antiguo las peregrinaciones en venera-cion de Tclnantzin.

L.n cuanto al texto <\el Nican mopoltua sólo sabemos de cierto queiltgó a manos de don Fernando de Alva Ixtlilxóchitl; que éste yaentrado et siglo xvrr, lo tradujo al castellano en versión parafrásticaa la qrre airadió, y también tradujo al castellano, la relación de unaseric' de milagros atribuidos a la imagen guadalupana,2e y finalmente,clLre fue hasta mediados de ese siglo cuando se divulgó el relato cle

Valeriano en los conocidos libros guadalupanos de l\{iguei Sánchez,Lrris Lasso de la Vega, Becerra Tanco y el padre Florencia. Debemossuporrcr, entonces, que durante el lapso anterior a esas publicacionescse relato debió encontrar propagandistas en el Colegio de SantaCli uz de Tiatelolco de donde, es de suponer, proceden los textosfragmentarios recogidos por Boturini y vertidos al castellano Por or-dcn del arzobispo Irrenzana.s0 Pero el original y más inmediatomcdio rle divulgación debió ser el que es común a toda clase de con-sejas, y particuiarmente las relativas a sucesos sobrenaturales, el dcla transmisión de viva voz, en el caso la de caciques y ancianos a quie-nes habría llegado noticia de lo esencial de la na¡ración de Valerie-no, recibida y acogida por ellos y sus oyentes como la revelación desucesos realmente acaecidos. Surgiría así un incipiente guadadupanis'm() ur(iig€lra \a nlr.ry I)atcnte en esas frecucntcs oercgrinaciortes a

la clmita del -Iepeyac que tanto alarmaron al paclre Sahagirn.3l Peror,-s rriuy importante reparar, además, en que el persistente rumor en-

tre ios indios acerca de las apariciones de la Virgen a Juan Diego

1' dcl ¡rr:rtentoso estampamiento de la irnagen no dejaría cle llcgar a

oidos de los criolios como testimonio vivo de una antigua, constante y¿uténtic¡ maclición. Y así, iiegada, al mediar el siglo xvrr, Ia hoi-a

<r'ltica cle t¡n dcr:aimiento de Ia clevoción a 1a Guadalupana,s2 la [e

':r) {ii.,i'(.fiza y Gólrgcr:r, Piedad heroUca tle don Fernando Cortés, ¡úm. ll2.:t1) ,'¡rl - StIPra, nota 3,;it rlludimos al cr)n.)cido pasaje en la Historia general, libro tx, Apéndice so-

brc supcrsticioues, donde Sahagrhn derrunció de sospechoso de idolatría el cultorle krs indios a la imagcn cle Guadalupe.

:l: Robles, Diario de surc¡t¡s notable.s, registro correspondiente al 22 dc ma¡zorl* 1674, fecha de la muerte dcl bachiller }liguel Sánchez. Alll se da t€stimonrorlcl olvido en que habia caiclo la devoción a la Virgen de Guadalupe del Tepe-)ac hasta que Sárrchcz publicó su libro sobre la imagen. Solamente habia, diceI{ol;lcs, r-rrra irnugerr de esa Virgen en cl convento de Santo Domingo de N{éxico,¡:ero hoy, aclara, no hay convento ni iglesla ni casa ni celda tionde no se venereia imagen de aquella Virgen. No es improbable que la imagcn en Santo Domin-go a Ia que se ri:ficrc Robles sea la mism¡ cle la que habla fray Alonso Francoen ei libro rrr, capitul+ 34 tie l;r Seg.unda pdrte de la Historia tI¿ la Provi¡tciarle SarLtiaso México. Los fristoriarlort:s aparicionistas han intentado desacredita¡e:;a noticia de Roblrs, nr'"o r;lr ¡j-¡¡r que io mismo aiirrné nadie menos quc e I

Page 58: 117238026 Destierro de Sombras

cAPiTULo rrr] DESTIERRO DE SOMBRAS

en la verdad de esa supuesta antigua tradición fue la tierra icrr¡ipara que arraigara y floreciera espléndida la creencia en ia rcaii-dad histórica de cuanto relataba el entonces recién descubiet'ro tex-to de la obra de Valeriano.3s Vamos a concluir, entonces, eu€ nrl -riilr,debe atribuirse a éste -como ya 1o indicamos- Ia paternirlaci delguadalupanismo indígena, sino, paradójicamente, la paternidaci ¡rutativa del guadalupanismo criollo. Tales las extrañas contradiccio-nes de la historia cuando, bajo el imperio de una necesidad virai,se tiene que creer en lo que en un momento dado se tiene qtie creer,condenado al silencio el impertinente clamor de la crítica histórica.

padre Florencia, Estrella del norte, núm. l8t, f. 89r., donde dice que con ei li-bro de Miguel Sánchez "se avivó grandemente en los mexicanos la devoción dela sagrada imagen y desde €ntonces, aI paso que creció Ia noticia de su prodi-gioso origen, aumentó la de su venerable santuario..." También viene al caso¡ecordar la afirmeción del padre Baltasar Gonzllez, S. J. cn el parecer que <iiopara la publicación d,el Hueí tlamahuizoltica del bachiller Lasso de la Vega,donde dice que la divulgación del texro del Nican mopohua " . . .serl muy útily provechosa para avivar la devoción [a la imagen del Tepeyac] en ios tibios yengerrdrarla de nuevo en los que ignorantes viven del misterioso origen deste ce-lestial retrato de la reina del cielo..." Sobre ese parecer del padre Baltasar Gon-zález, uid. ittfra, Apéndice Segundo de esre libro, apartado vlr.

33 Los historiadores aparicionistas tienen razón en oponerse a la idea de quela tradición de las apariciones surge a partir de la publicación del libro de Mi-guel Sánchez. Es la tesis del padre Mier. Pe¡o no es válida la inferencia oe que,por ser anterior la t¡adición a ese libro, se prueba la verdad histórica trc sucontenido. Lo evidente es que la tradición se originó e¡r el Nir:az mop()¡tua

:,-

que no tiene más c¡edibilidad histó¡ica que la que pueda conceders€ :r ese re-lato, es decir, ninguna.

5:

Page 59: 117238026 Destierro de Sombras

PAR T'E .SEGT]NDA

Page 60: 117238026 Destierro de Sombras

PRE,lAIBL'LO

Los días 6 y I de septiembre de 1556 ocurrió en la ciudad de Mé'xico un suceso de trascedental importancia para eI profundo cono-

cimiento del desarrollo del proceso histórico del guadalupan\smornexicano. Aludimos, claro estü, al conflicto que surgió ct¡n motiito de

Ios sermones que respectíuamente predicaron en aquellos días eI arzo'bispo don fráy Aloñso de L'Iontúfttr cn apoyo de Ia deuoción a lai¡¡zasen del Tepeyac, y eI prouincial franciscano fray Francísco de

Busiamante en aiolenta critica y opo.sicíón aI intento del prelado.

Declicamos estcL segunda parte d.e nuestras meditaciones aI anáIisis

de tan sigtlar acontecimiento.Como es habitual en los lzistoríadores aparícionistas, a todo suceso

qtte d,e alguna rnanera. ponga en peligro Ia salud de su credo se Ie

concede de inmediato un sentido que coniure la amenaza, y así, en

eI caso, aI sermón del arzobispo se Ie ha enuuelto en un espeso hrtmode elo{ios, y de rottrnda reprobación al del franciscano, Iamentablec infuidado exabrupto, se explica, inspirado por Ia anímadt¡ersiónque los religiosos Ie habian cobraclo al nueao prelado.l Los ímpug'nadores del prodígio, en cambío y no sin razón, han aducido eI ser'

món del prouincial como ínstancia demoledora del pretendido origensobrenatural de la imagen.2 Mucho de Io argumentado por éstos es

aprouechable en un examen que, haciendo caso orníso del obietíuopríncipal rle su contención, pretenda, en cambio, sacar a luz eI sig'

níficad.o histórico d.e aquel suceso, temprano tropiezo que sín dudapuso en crisis aI apenas balbuceante guadahtpanismo mexicano, y

no otra es la perspectíua desde Ia cual queremos enfocar nuestra in'uestigación.

Para eI conocimiento de los hechos relatiuos aI conflicto que nos

proponemos examinar sóIo se cuenta con un documento, a saber:

el expediente de las dilígencias de Ia información testimonial que

1 Charrvet, El culto guatlaltLpano, primcra par-te, capítrrlo rtI.2 (lar.cla Icazlralceta en su Carta del origen de la imagen de nuestra Scñora

de Cuadalupe d¿ ltléxico fue el primero en aducir en corltra de la iealiclad his-

tól.ica tle las apariciones el sermón de fray Francisco de Bustírmarlte. F.n el

mismo sentido los editores tle la Inlornnción de 1556, \Iadrid (pt;ro en realidatlN{óxico), 1888, v ]vléxico, 1391.

Page 61: 117238026 Destierro de Sombras

66 EDMUNDO O'GORMAN [renrrmandó practicar el arzobispo al otro día de Ia prédica d,el sermó¡:del proaincial franciscano. se recordará que ya recurrimos o esa:constancias en Ia primera parte de este estu.dio, citrjnd.olas com,,/¿ Información de 1556, y así las seguiremos citand,o con enxíos a.texto que de ellas incluyó, en apéndice, eI padre Chauuet en suIibro El culto guadalupano del Tepeyac (l97aj.a Es documento clauepara la l¿istoria del origen de Ia imagen y det culto d,e Nuestra se-ñora .de Guadalupe de LIéxico, tanto por la riqueza de las insólítasnoticias que ofrece como.por lo que náda dice irerro de Io que ten.dría que decir de ser históricamente cierto eI contenid.o de? Nicanmopohua' Pero su mds i.ugoso fruto es la posibilid.ad, que brinda parareconstruir en Io esencial los sernxones del arzobispo y det prouin-cial, respectiuamente, cuyos textos originales desconocámos. Habid.acuet'¿ta de las anteriores adaertencias, procede en brimer términoenlerar aI lector de los hechos en Ia sec'uencia de si acontecer.

.3 sobrc. el hallazgo y divulgación de la Inlormación d.e 15j6, uiit. Apéndiceséptimo de este libro.

Page 62: 117238026 Destierro de Sombras

CAPIf'ULO PRINTIRO

EL SEIUÍÓN DEL ARZOBISPODON FRAY ALONSO DE }{ONTÚF-\l{

(6 de septiembre de 1556)

Page 63: 117238026 Destierro de Sombras

I

Ofrecemos en seguida los conceptos esenciales del sermón del arzo-bispo, reconstruidos a partir de las noticias proporcionadas por lostestigos que comparecieron en la Información de 1556.

l. Reitera el apoyo episcopal a la devoción a la imagen

Vigilia vígiliae de la festividad del Natalicio de la Virgen María,domingo 6 de septiembre de 1556, don fray Alonso de Montúfar, ar-zobispo de México, predicó en su catedral un sermón en honor deNuestra Señora de Guadalupe del Tepeyac o Tepeaquilla, según en-tonces comúnmente se designaba ese lugar. Vaticinio para los saga-ces de que ése sería el asunto que se proponía tratar el arzobispo, fueel haber comenzado con el texto bíblico: Dichosos los ojos que venlo que aosotros véis.l De esa manera, en efecto, aludla el preladoa Ia dicha de quienes eran testigos oculares de la espectacular devo-ción que, ya pata entonces, le tributaban los vecinos españoles dela ciudad de México a aquella imagen.2 El arzobispo se proponla,pues, robustecer con el prestigio de la alta jerarquía de su autoridadel fervor de esa devoción, ya estimulando a los españoles a perseve-rar, ya persuadiendo y animando a los indios a emular un ejemplo,a su parecer, tan edificante para ellos.s

1 Beati oculi qui uíd,ent qwe aos aidetis, San Lucas, x, 23. Sabemos que con€!e texto inició su sermón eI arzobispo por el testimonio de Gonzalo de Alarcón,Información d.e 1556, p. 240-241.

2 yid. supra, Primera parte, capftulo segundo, rr, l.3 Testirnonio de Juan de Salazar, Inlormación de 1556, p. 228-2N. No era

esa la primera vez que el arzobispo aprobaba y animaba la devoción que losrecinos españoles de la ciudad de México le hablan cobrado a la imagen delTepeyac. Asl se infiere del testimonio de Francisco de Salazar donde afirmó queen el el sermón del 6 de septiembre el prelado habla animado esa devoción, "comoordinariamente anima a la dicha ciudad, viendo el buen principio que llevanlos españoles", Inforrnación de 1556, p. 238-239.

Page 64: 117238026 Destierro de Sombras

70 EDMUNDO O GOR]\ÍAN [eenrn rr

2. La justificación de la imagerr

Supuesta la falta de respaldo canónico de que adolecía la imagende la Virgen que tan recientemente había hecho acto de presenciaen Ia ermita del Tepeyac, el arzobispo se ingenió en suplir de algunamanera tan indispensable requisito. No otro, es obvio, fue el motivoque tuvo para afirmar "cómo el hijo precioso fde la Virgen] en mu-chas partes ponía devoción a la imagen de su madre preciosa enlos pueblos y despoblados" y a ese efecto adujo los ejernplos "deNuestra Seirora de la Antigua y de los Remedios y Nuestra Señorade los Reyes, denro de la iglesia mayor de Sevilla, y Nuestra Se-

ñora de Monserrate y de la Peila de Francia, y Nuestra Señora deLoreto".a

Así daba a entender el prelado que la imagen del Tepeyac no ca-recía de antecedentes autorizados y gloriosos al haber sido "puesta"en ese despoblado para provocar la devoción a la Virgen María. Sí,pero no "puesta" allí por el azar de una contingencia cualquiera,sino por designio divino de su "hijo precioso", -[esucristo.s Tan so-

beranamente justificada la presencia de la imagen en el Tepeyac e

implícitamente su existencia misma ¡qué escrúpulo podía suscitarla fervorosa vencración que se le tributaba, ahora tan abonada por lapalabra clel supremo pastor de la Iglesia l\fexicana!

3. La potencia taumatúrgica de Ia imagcn: anzuelo para los indios

Llenado aquel requisito previo, el arzobispo pasó a afirmar quelos indios "no etan devotos de Nuestra Señora",0 y para atraerlosa la veneración de la imagen del Tepeyac y ganarles Ia voluntacl

-que la de los españoles ya no hacía falta- su ilustrísima tuvo latemeridad de suma¡se al rumor de los milagros que se clecía obrabala imagen, predicándolos y afirmando su verdad.T

4 lbid.., p. 228-229. La Virgen de los Remeclios citada por el alzobispo cs laes1>ariola dr esa advocilciólt.

6 No puede encarecerse lo suficiente la importancia de esta tesis del arzobispo,segúrr se \crá oportunamcnte.

6 Testimorrios del segurrdo clenunciante y de Alvar Gómez de León, Informa-cíón de 1556, p. 218 y 241.

? Se ha tratado de negar el hecho con base en el sospechoso dicho de Juan deSalazar, pero no cabe la menor duda de que el arzobispo de alguna manera abonólos milagros que se atribuían a la imagen del Tepcvac. Vid. testimonios del se-

gundo denunciante, del visitador denunciante, de Juan de Salazar en respuesta ala quinta pregunta del interrogatorio, de i\{arcial cie Contreras, de .{lot-tso Sán-chez de Cisneros y de Juan de Nfasseguer, Inlormación de 1556, p.217-219,227,91'

'49 .)Éñ

Page 65: 117238026 Destierro de Sombras

CAPÍTULO r] DESTIERRO DE SO\IBRAS

Ahora bien, a ese propósito le pareció pertinente al arzobispo re-cordar "que en el Concilio Lateranense, en una sesión, se mandarondos cosas so pena de excomunión al sumo pontífice reservadas, launa que nadie infamase a los prelados, y la otra, que ninguno pre-dicase milagros falsos o inciertos".s A primera vista no es fácil des-cubrir qué finalidad perseguía el prelado con haber traído a cuen-to en las circunstancias esos mandamientos conciliares. Vamos aintenta¡lo.

Por lo que toca al primero, parece poder explicarse corno cura ensalud para amedrentar a quien estuviere tentado a censurar públi-camente el sermón, y es de suponer que principalmente pensaría enlos religiosos franciscanos a quienes, como es sabido, ya había em-pezado a hostilizar.

De mayor enigma es la finalidad que debió animar al arzobispoa invocar la prohibición conciliar de predicar milagros falsos oincier-tos, puesto que no en otra cosa había incurrido. A semejantetemeridad sólo se le encuentra la explicación de que así quiso dara entender que no consideraba falsos o inciertos los milagros que,sin tener de ellos más constancia que el rumor popular, predicó ensu sermón. Pero si, como parece, tal fue la intención del prelado,bien se advierte la mucha necesidad que sentía de respaldar la famataumatúrgica de la imagen como poderoso imán de atracción paralos indios.

4. A los indios no les es indiferente la devoción de los españolesa la imagen

También se percibe el gran interés del arzobispo en atraer a losindios a la veneración de la imagen por el empeño que puso encongratularse de que el fervor guadalupano tan espectacularmenteexternado por los vecinos españoles de la ciuclad de México, hubieresido recibido por los naturales como "glande cjemplo y siguen lomismo".e

II

ADVERTENCIA

Pero no bien hemos completado la reseña del contenido substan-cial del sermón del señor Nfontúfar, cuando escuchamos airadas pro-

8 P¡egunta adicional fuera del interrogatorio y respuesta del testigo Juan deSalazar, Información de 1556, p. 228-?29.

s lbid., p. 229.

7l

Page 66: 117238026 Destierro de Sombras

,i9 EDMUNDO OGORMAN [renrn rr

testas de los apologistas guadalupanos de ese prelado. Falta incluir,se nos dice, ciertas noticias del testimonio de Juan de Salazar quecompletan y alteran radicalmente el sentido que aquí se le ha dadoal sermón. Sí, es cierto que lo alteran y que faltarla dar cuenta deellas sino fuera porque se trata de noticias extemporáneas y espuriasque pretenden corregir lo que realmente predicó el prelado, enmiett-das de las cuales el señor llfontúfar mostró mucho empeño en tenerconstancia para su protección. Será preciso, sin embargo, dejar paramás adelante la prueba de esa imputación cuando contemos con ioselementos necesarios que nos justifican en haberla hecho.lo

A reserva de recoger en su oportunidad el hilo de ese cabo suelto,pasemos al convento grande de San Francisco de México para reco-ger los comentarios que alll se le hicieron al sermón del arzobispo.ll

to Vid. infra, capitulo cuarto, III.11 El sermón del arzobispo Montrlfar revela que éste no tenla la menor no-

ción de la posibilidad de conside¡ar que la imagen del Tepeyac fuera de origensob¡cnatural. ¡Qué más hubie¡a quericlo poder afirmar eI preladol Paradójica.me¡rte eI padre Angel Marla Garibay K. ha pretendido que ese sermón es pruebade lo contrario, Para el análisis y crítica de tan extravagante tesis, ttid., Apért'dice tercero de este libr<¡.

Page 67: 117238026 Destierro de Sombras

CAPITULO SFCL'\DO

CONTENTAI{IOS FRANCISCANOS AL SER}ÍÓN DELARZOBISPO

(6 cle septiembre de 1556)

Page 68: 117238026 Destierro de Sombras

I

UNA CON}'ERSACIóN EN EL CONVENTO DE S¡lN ITRANCISCO

En la tarde del mismo día del sermón que acabamos de reseñar, Gon-zalo de Alarcón, criado del arzobispo,l fue al convento de San Fran-cisco enviado por su señor a husmear -es de suponerse- lo que allíse pensaba acerca del partido que había tomado en apoyo y fomen-to de la devoción a la imagen del Tepeyac.2 Alarcón se hizo acom-pañar del bachiller Carcíazo cuyo nombre de pila no proporcion;rnuestro informante.s Ambos estuvieron conversando con fray Antoniode Huete,4 y al poco rato se les unieron fray Alonso de Santia-

r Es el propio Alarcón quien decla¡a que "vino arrimado a su señoria de Es-paña, y que siempre ha tenido a su scñoria por serior, aunque vire por sl etrcasa", Inlormación de 1556, p. 2¿ñ.

2 La conjetura es plausible si se considera que el arzobispo hizo cosa seme-jante al enviar a un visitador para que le informara acerca del sermón clel pa-dre Bustamante. yid. infra, capitulo tercero, nota 3.

3 Sin dud¿ se trata del bachiller F¡ancisco de Carriazo mencionado en los do-cumentos transc¡itos en el Epistolario, rx,2lb; xrv, 14; xv, 23, gI-92. tr{ás inte-resantes son las noticias que proporcionan las actas del cabiiclo de la ciucla<l deI[éxico respecto al nombramiento de carriazo para el cargo de letrado del Ayun.tamiento. su primera designación consra en eI acta del 6 de iulio de 1555. Fuesustituido sucesivamente por los doctores caballero, castañeáa y sed,eño. virt.actas 8 febre¡o de 1552; 13 noviembre de lb56;20 octubre de 1559. ca¡riazofue designado por segunda vez el 5 de diciembre de 156l y ratificado el lq deene¡o de 1562, según consta en las actas cle esas fechas, Resulta, enronces,que carriazo no desempeñaba el cargo de letrado del Ayuntamieirto cuandoparticipó en ia conversación que vamos reseñando y simplemenre ejercería suprofesión de abogado en la Real Aucliencia. La segunda ué, q.," cariiazo obtu-ro el nombramiento de let¡ado de la ciudacl fue a pesar di la vigorosa ob-jeción del regidor Juan Velázquez de salazar quie. alegó que ese

'onibramiento"no es conveniente al honor de esta ciudad... porque se han tratado contra él-carriazo] negocios feos en la Real Audiencia sodre áecirse habcr sido en muchos

pleitos y procesos prebalicato", es decir, prevaricador. Registremos, por último,que en el acta de l0 de ab¡il de 1562 los consejales designaron una comisiónde dos letrados y dos teólogos para escribir conrra un libro de fray Bartolomé cieIas Casas para podei enviar un ditamen a ese respecto a la corte, En esacomisión figuran Carriazo y el licenciado Orbaneja, como los letrados, y el deiinv el maestrescuela del Cabildo Eclesiástico, como los teólogos.

4 Fray Antonio de Huete. Fue natural del pueblo de ese nomb¡e; se graduóce doctor en retórica y sacros cánones en la universidad de salamanca; tomó

Page 69: 117238026 Destierro de Sombras

76 EDMUNDO OGORMAN [ranre u

go,5 otros frailes cuyos nombres no se especifican y algunos seglaresentre quienes Alarcón se esmeró en destacar al rendir su declaración,

el hábito de San Jerónimo en el convento de Zamota, y después profesó en laOrden de San F¡ancisco en la Provincia de los Angeles, Pasó a la Nueva Espat'raen 1542; r,ino con fray Jacobo de Testera y Fray Martin de Hojacastro, ambosde res¡eso del capítulo general celeb¡ado en Mantr¡a eu l54l, y con fray Fran-cisco de Bustamante. Murió en el convento de San Francisco de México el 30

cle septiembre de 1565. I/id. Betancu¡t, Teatro Mexicano, "Menologio", mes deseptiembre; trfendieta, Historia eclesidstíca, v, parte primera, capítulo 52.

5 Fray Alonso de Santiago, Aprovecho esta oportunidad para reunir las no-ticias que he podido recoger acerca de este religioso. (l) Proceso inquisitorialcontra Miguel, indio, por i<lólatra. En la diligencia de junio 20 de 1539, Nféxico,fray Alonrc de Santiago fue intérprete para recibir el testimonio del indio Ma-reo. Proceso de indios ídóIatras y heclúceros, p. 110. (2) Mediados del siglo xvt'Fray Alonso de Santiago posela un ejemplar de los Coloquios de Erasmo. Alfon'so Reyes, "Reseña sobre el erasmismo en América" en R¿aista de Historia deAmérica, r (México, marzo de 1938) p. 55. (3) Carta del arzobispo Montúfar alrey. Móxico 4 de febrero de 1561. Que fray Alonso de Santiago y fray ToribioMotolinía han sido reducidos a prisión por los f¡anciscanos a causa de "clos

cartas que les tomaron que escriblan a vu€stra majestad". Archivo de Indias,Indilerente general, núm. 2978; Baudot, Utopie, p. 313, nota 203. (4) Actas deCabildo de la ciudad de México. (a) l0 de abril de 156?. Los concejales declaranser notorio que fray Alonso de Santiago "ha escrito sobre el buen derecho quesu majestad tiene a estas partes de las Indias y sobre otras cosas muy importan-tes al servicio de Dios nuestro señor y de su majestad y bien y aum€nto de est¿

república". Explican que, por ese motivo, ese religioso "ha sido muy maltratadoy molestado de los mayores de su orden", Recuerdan los concejales que a sú-

plica de la Ciudad el rey expidió cédula ordenando se conceda licencia a frayAlonso para pasar a España a informar (la cédula se de l0 de septiembre de1561 y sobrecédula de I de mayo de 1563. Yid.. Informacíón de 1556' ed. de Mé-xico,1891, p.39, nota l). Añaden que fray Alonso ha partido para eI puerto,pero como carece de medios para los gastos del viaje, la Ciudad le decretó unaayuda de costa por la cantidad de cien pesos de oro comf¡n. (b) Acta del 5 demayo de 1562. Se trató del mismo asunto, pero con la novedad de que, notifi-cada la cédula al comisario y provincial de los f¡anciscanos de México (lo erana la sazón fray Francisco de Bustamante y fray Luis Rodrfguez, respectivamente.Mendieta, Historia eclesiústica, w, 42), no sólo no la cumplieron sino que en-viaron a fray Alonso de Santiago al reino de la Nueva Galicia, "donde al Pre'rcnte está en la misma vejación que solía estar". Acorda¡on los concejales Iapráctica de ias necesarias diligencias para el cumplimiento de la referida cédulay para que se ponga remedio a esos aburcs "antes de que €ste pobre religioso,con el mal tratamiento que se le ha hecho y hace, fenezca sus dlas". (c) Acta15 de enero de 1563. Los concejales acordaron libramiento por la cantidad detrescientos pesos para proveer a hay Alonso y a su compañe¡o de todo lo nece-sario para el viaje a Veracruz y a España. (d) Acta de 25 de junio de 1563. Se

dio cuenta de la co¡rstancia de finiquito firmada por fray Alonso de Santiagocon especificación de la manera en que s€ gastaron los trescientos pesos que lefue¡on concedidos por la Ciudad para ayuda de costa, Debemos suPoner quepara esa fecha, fray Alonso ya habia emprendido el viaje y quizá llegado a

Espaíra. (5) Fray Maturino Gilberti, Memorial de febrero 4 de 1563. Contiene l7capltulos de cargos contra el obsipo don Vasco de Quiroga. EI memorial es parafray Alonso de Santiago con el fin de que 1o trate con el rey o con el Consejode Indias. El documento no indica el lugar de expedición, Flero debe ser en Mé-

Page 70: 117238026 Destierro de Sombras

CAPíTULo u] DESTIERRO DE SOMBRAS

no sin motivo, a un tal Alonso Sánchez de Cisner-os, supuesto que,salvo el propio Alarcón, fue el único del grupo en quien el arzobis-po tuvo interés en llamar como testigo de lo allí ocurrido.G

l. Comcntarios de fray Alonso de Santiago

El bachiller Carriazo comenzó a Úatar del sermón,? aunque segúndice, antes había hablado del asunto, y a lo que dijo el bachilierrespondió fray Alonso de Santiago que no bien oyó que el arzo-bispo invocaba el texto bíblico Beati oculi qui uidet quae uos vi-detis, cuando advirtió de inmediato que el sermón "iba a parar enNuestra Señora de Guadalupe".a

Enfrascados en el asunto, discutieron si estaba bien que el arzo-bispo fomentara -"prosiguiese", dice el texto- la devoción a aquellaimagen. Fray Alonso se pronunció en contra y aleg6 "que no sedebía hacer, porque era alterar a los naturales de Ia tierra y aun aespañoles" y aclarí que, al ver los dichos indios que se hacía tantocaudal de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, que seríaescandalizarlos, "porque creerían que era Ia Virgen misma, y queen ese concepto la adorarían como solían adorar ídolos".e

Para autorizar su oposición al arzobispo, fray Alonso le dijo a Ca-rrtazo: "aguarde vuestra merced un poco y traeré un libro y veráun capítulo que habla en el mismo caso". Trajo en seguida una Bi-blia y leyó la mitad del capítulo l3 del Deureronomiolo que condenatoda especie de latría que no sea a Dios y denuncia la insidia de falsosprofetas que incitan la adoración a dioses ajenos y desconocidos alatribuirles prodigios. No fue poca, a decir verdad, la osadía del fraileen haber aplicado al sermón del arzobispo un texto de la Escritu¡a queimplícitamente equiparaba el prelado a esos proletas embaucadoiesa quienes, según mandamiento en los versículos 8 y 9 del referidocapítulo, no se les debería consentir ni dar oído ni encubrir, antesdeberían ser exterminados.

xico donde, en la fecha, se hallaba Gilberti con motivo del proceso que le segulaIa justicia eclesiástica del arzobispo Montrlfar. vid. Libros y libreris, p. 25-27.

6 En la parte del testimonio de Gonzalo de Alarcón donde da cuenia de laspcrsonas que tomaron parte en la conversación en el convento de san Francisco,eI testigo señala "especialmente a Alonso sánchez de cisneros", Información d,e1556, p. 210.

7 se advie¡te que el bachilier ca¡riazo fue principal interlocutor en la conver-sación, y es de sospechar que tendrfa la encomienda de provocar a los frailes aexternar su opinión sobre el scrmón del arzobispo para tener constancia a esel especto,

8 Testimonio de Gonzalo de Alarcón, Inlormación de 1556, p. 240-211.s Ibid., p. 241.10 Ibid., Ioc. cit,

aFl

Page 71: 117238026 Destierro de Sombras

78 EDMUNDO O GORNÍAN feenrr rr

También se trató sobre si estaría bien hacer procesiones a la er-mita del Tepeyac, a lo que fray Alonso dijo: "ei día que se hiciese,se irabía de ir el virrey con los conquistadores a hacer alarcle enChapultepec".ll Daba a entender, a lo que parece, que si se llcvabaa ese extremo la devoción a la imagen de Guadalupe, ei peligro deun levantamiento de los indios sería inminente por la aianna queles inspiraría una procesión de españoles al templo de su diosa eídolo.12

2. Comentarios de fray Antonio de Huete

Primero, objetó el nombre Guadalupe aplicado a la imagen y ala ermita, pues "ya que el ilustrísimo señor arzobispo quisiere quepor devoción se fuese a aquella ermita, había de mandar que no se

nombrase de Nuestra Señora de Guadalupe, sino de Tepeaca o Te-peaquilla, porque si en Espaira tenía aquel nombre era porque elmismo pueblo se decía de Guadalupe".ra

Segundo, le criticó al arzobispo el apoyo que le había dado a laclevoción a aquella imagen, porque antes de aprobarla, "habían deestar comprobados los milagros" que, se sobrentiende, predicó el prre-

lado.la

3. Presagios de tempestad

Recapitulemos los cargos que le resultan al arzobispo de acuerdocon las opiniones que tan libremcnte externaron aqueilos dos fran-ciscanos.

l) El entusiasmo del prelado en favorecer y alentar la clevocióna la imagen del Tepeyac inducía en los inciios a re-,'ivir sus clormidaspero aún peligrosas costumbres idol¿itricas, puesto que tonlarían aIa imagen cle la Virgen por la Virgen misma. En otas palabras, aclo-rarían esa imagen como ídolo, es decir, no por lo que representabasino por el simulacro en cuanto tal.

2) También habia riesgo de que al ver que los españoles aclorabanel nuevo ídolo, los indios entenderían que aprobaban su antiguareligión y que, por eso, intentarían sacudir el yugo que aquéllos les

habían impuesto.3) Era altamente censurable aprobar y fomentar la devoción a la

tL IIitd,, tOC- CIt.12 Como es cle sobra sabido, durante el siglo xvr y aun después, los españoles

vivie¡on cn perpetuo temor de una rebelión de los indios. Para un testimoniocoetáneo a los succsos que lamos relatanclo, uid. Ifcmorial de Gonzalo Diaz deVargas, Pucbla, 20 de mayo de 1556, en Epistolario, r'rrr, p. ?0-96.

13 Testimonio de Alonso Sánchez de Cisneros, InJormación de 1556, p, 2M.14 lbid., loc cit.

Page 72: 117238026 Destierro de Sombras

cAPiTULo rr] DESTIERRO DE SOMBRAS

imagen guadalupana del Tepeyac invocando milagros no compro-bados, y por ello el arzobispo quedaba incluido entre los falsos pro-fetas de los que habiaba eI Deuteronomio, puesto que al aducirsupuestos prodigios engañaba a indios y españoles por igual, pre-vaieciéndose del candor de los primeros y del fervor de los segundos.

Ahora bien, es importante advertir que Ia censura que le hizo frayAlonso de Santiago al arzobispo respecto a que sólo debe adorarsea Dios. revela con claridad la adhesión del franciscano a la tesis

central, de inspiracióu erasmiana, que pugnaba introducir una refor-m¿r radical en el seuo de la Iglesia católica española. Obviarncnteel señor Xfontúfar no era partidario de esa tendencia, 1', solapada-mente, eso {ue lo que el f¡aile le echó en cara al prelado al invocarel texto bíblico que invocó. Oportunamente hemos de volver sobretan decisira discrcpancie.

Es claro que esos comentarios y cargos, que Gonzalo de Alarcónse precipitaría a comunicarle al arzobispo, ¡rresagiaban ia actitud queadoprarían pública y oficiahnente los franciscanos de México en re-acción a io predicado por el prelado, y no poca sería su alarma enespera del sermón que predicaría eJ. padre provincial en la inminen-te y solemne fiesta de la Natividad de la Virgen N,faría. En el capítulosiguiente comprobaremos si estaban o no justificados los temoresque, por tan obvias razones, le hemos conjeturado al arzobispo.

Además de los dos frailes cuyas opiniones acabamos de reseñar,sabemos lo que pensaba otro franciscano acerca del culto guadalu-pano tan vigorosamente fomentado por el arzobispo. Conviene rc-gistrar aquí ese testimonio para tener más cabal idea del ambientede animadversión que privaba entre ios franciscanos en lo tocantea aquel culto.

Se trata del relato de Ia conversación que tu\,o Juan de N{asse¡;uer

-cr-lyo testimonio resumimos en seguida- el domingo 20 de septiern-bre de 1556 en el convento de Santiaso de ia ciudad de \Ióxico conr"rn fraile franciscano del que sólo se nos dice que se liamaba fra-vLuis. Informado el religioso de que Nlasseguer iba a la ermita deNuestra Señora de Guadalupe a invocar la intercesión de la Virgenpara el alivio de una hija enferma, el franciscano le dijo: "déjesede esa borrachera, porque ésa es una devoción qúe nosotros todos es-

tamos mal con ella". Masseguer le preguntó al fraile si pretendíaquitarle la devoción que le tenía a la Virgen, a lo que el religiosocontestó que "no, pero de verdad os digo que antes me parece queofendéis a Dios que no ganáis mérito, porque dáis mal ejernplo aestos natul'ales; y si su señoría del arzobispo dice lo que dice, es por-

79

Page 73: 117238026 Destierro de Sombras

EDMUNDO O-GORMAN [renrr rr

que se le sigue su interés y pasa de sesenta faños] y desvaría ya".rsEl fraile fracasó en su empeño de disuadir a Nfasseguer de su pro-pósito, puesto que éste insistió en llevar a su hija a la ermita y nosdice que, después de encomendársela a Ia Virgen, de dar su limosnay de hacer que se dijera una misma, "bendito Dios, la niña está bue-na".16 El episodio es ilusrativo: no sólo muestra ei sentir qeneralde los franciscanos, sino cuál fue la tendencia que acabó triunfandoen el empeño del episcopado de imponer, pese a la oposición de losreligiosos, el culto guadalupano. El porqué de ese empeño y triunfoes asunto que trataremos de dilucidar más adelante.

1ó Testimonio <ie Juan de l{asseguer, Información de 1556, p. 24g,16 lbid., p. 249.

Page 74: 117238026 Destierro de Sombras

CAPITULO TERCERO

EL SERNÍÓN DEL PROVINCIALFRAY FRANCISCO DE BUSTANÍ;\NTE

(8 de septiembre de 1556)

Page 75: 117238026 Destierro de Sombras

Supuesto que el motivo que dijo tener el arzobispo para ordenar lapráctica de las diligencias testimoniales que venimos citando, comoIa Información de 1556 fue averiguar 1o que había predicado frayFrancisco de Bustamante, las noticias que ai respecto contiene el ex-pediente de esas deligencias no sólo permiten reconstruir el contenidodel sermón del franciscano, sino las circunstancias y ambiente enque lo predicó. Examinemos, primero, ese aspecto de la cuestión.

I

LAS CIRCUNSTANCIAS

L EI martes 8 de septiembre de 1556, fiesta de Ia Natividad de laVirgen l\{aría, se celebró misa mayor en la capiiia de San José delos Naturales del convento de San Francisco de México.1 Asistieronei virrey don Luis de Velasco, los oidores "e mucha gente ansi dehombres como mujeres".2 No estuvo presente el arzobispo, pero en-lió a un visitador para que le informara sobre lo sucedido.s

2. Después de cantado el Credo, el provincial de los franciscanosde México, fray Francisco de Bustamanre, subió al púlpito especialque, adornaclo con un paño de seda blanco y colorado, se había le-

"antado para la ocasión junto a la reja del altar.a3. El sermón tuvo dos partes bien dilerenciadas. Dedicó la primera

=1 predicador a celebrar la fiesta y se sabe que pronunció un encen-Jido elogio de la Madre de Dios, digno de la fama de que gozaba:l franciscano por sus dotes de orador sagrado. Predicó, dice un

r EI Concilio P¡imcro Provincial Mexicano, capítulo xvrrr, incluyó enrr-e las:,estas de obligación para 1os indios la Natividad de Nuestra Señora. Lorenzana,,:ncilios, p. 69.

: Testimonio del primer denunciante, Información de 1556, p. 215. No se.."¡la del Ayuntamiento de la ciudad ni de otras corporacioles civiles y teligio-:: que es de presumir también asistiero¡r a esa función.: Ese visitador fue uno de los tres denunciantes con cuyos informes se iniciaron

.-. diligencias de la Inlormación d.e 1556. No se da su nomb¡e ni se escpecifica:: qué visitador se trata, pero seguramente lo era de la mitra, "enviado espe-..mente por la autoridad eclesiástica [éasc el arzobispo] para vigilar y anorar

., Cicho por eI predicador". Chauver, El culto guadalupano, p.35.: Testimonio del primer denunciante, Inlormación de 1556, p. 2I5.

Page 76: 117238026 Destierro de Sombras

8+ EDtr{UNDO O'GORNÍAN [renrr rr

testigo, de "muy alta manera" y otro calificó ese panegírico de ..ma-

ravilloso y divinq".0 En la segunda parte, al parecer sopresivamentepara el auditorio -no de seguro para el arzobispo- él provincialtomó por tema el culto y la imagen de Nuestra señora de Guadalupeque se hallaba en la ermita del Tepeyac. Se proponía, vocero de suorden, responder a cuanto el prelado había preáicado dos dlas an-tcs en su catedral.B

_.4. Durante Ia pausa que hizo fray Francisco para subrayar el cam-ibio se observó que le mudó el color del semblante y que estaba muyalterado.T No era para menos, decimos, supuesto que ante un audi-torio de tanto respeto y en ocasión tan solemne, el fraile se habíapropuesto objetar aquella devoción, ya tan cara a los vecinos de la:j"1"{ de Méxjco, y censurar públicamente lo que en apoyo de aqué-Ila había predicado el arzobispo apenas dos días antes.

II

nrsEñn on snnlróx

l. Debemos suponer que de alguna manera fray Francisco anuncia-ría su intento de referirse a la imagen del repevac. No hay constan-cia de los términos en que debió hacerlo, pero sabemos que en eseexordio aseguró no ser tan devoto como quisiera de Nuestra Señora,lo que, después de haber predicado tan excelentemente en loor d.eella, se entendió haberlo dicho por humildad y por no alabarse.s

2. Explicó en seguida que no quería contradecii al ilustrísimo señorarzobispo ni quitarle a nadie, por alguna palabra o cosa que dijere,la devoción a la Virgen María, así fuere á la menor vejeiuela, quetal no haría ni se tendría por buen cristiano si ese fuera-su deseo.e

5 Testimonios de Alvar Gómez de León y Juan de Masseguer, Inlormación de15.56, p. 247 y 249. Mendieta, Historia eclesidstica, libro v, parte primera, ca-pltulo 52, pondera la gran prudencia de fray Francisco de Bustimantá y lo elogiacomo "exceiente y acepto prcdicador".

6 calificar rie "exr¡año - sermón" y de "exabrupto" al se¡món del padre Bus-

tamante (Chauvet, EI culto guadalupano, p" Z2 y 34) sólo ".rr" .i deseo de.ocultar la indignada sorpresa que causó entre los franciscanos el sermón del se-ñor tr{ontÍrfa¡. como se verá, aquel sermón nada tiene de "exabrupto,': es unavigorosa y razonada réplica al del arzobispo.

.7 Testimonio del primer denuncjante, inlormación ite 1556, p. 2lb. La mayo-ria de los tesrigos que declararon en esas diligencias corroboran tan plausiblecircunstancia.

8 lbid.' loc. cit. Todos los testigos que se refieren a ese asunto concuerdan enesa interpretación. Más nos parece velada alusión de rechazo, no a la veneracióna Marla, pero sí a su adoración en competencia con Dios, único objeto admisi-ble de latría. Esta conjetura parece confirmarse con el párrafo siguiénte.I Testimonios del primer denunciante, del visitador denu.rcianle, de Juan de

Page 77: 117238026 Destierro de Sombras

CAPíTULo url DESTIERRO DE SOMBRAS

3. Pese a lo antes asegurado, manifestó en seguida que estaba en laobligación de denunciar como perniciosa la devoción "que la gentede la ciudad ha tomado en una ermita y casa de Nuestra Señora quehen titulado d.e Guadalupe", porque era en gran perjuicio de losnaturales de la tierra.lo

4. Aclaró que si hacía esa denuncia era porque, desde el principiode la conversión de los naturales, los religiosos siempre les hablandado a entender con mucho trabajo y sudor que no creyesen en imá-qenes ni las adorasen, pues eran piedra y palo y sólo servían para pro-vocar devoción a lo que en ellas se representaba que era lo que es-

¡aba en el cielo.llImplicaba el predicador que el sermón del arzobispo incitaba a los

indios a adorar materialmente a la imagen colocada en la ermita delTepeyac.

5. Añadió fray Francisco que el arzobispo se equivocaba en asegu-rar que los indios no eran devotos de Nuestra Señora; que, por locontrario, Io e¡an tanto que la tenían por Dios.12

6. Habiéndole señalado su error al arzobispo, el provincial aíradióinmediatamente que si su ilustrísima conociera la condición de losnaturales como la conocían los frailes, "habría tenido otro modo uorden ¿/ .principio de esta deuoción de esta ermita".ts

Se revela así que el arzobispo Montúfar intervino en apoyo de la de-voción a la imagen colocada en la ermita del Tepeyac desde su prin-cipio, es decir, que esa deuoción no podía tener más antigüedad quela del señor Montúfar en el gobierno de la mitra de México.

7. Se refirió el predicador al intento del arzobispo de justificar suapoyo a la imagen del Tepeyac con haberla equiparado a prestigio-

Ifesa, de l\farcial de Contreras, de Francisco de Sal¿zar, Inlormación de 1556,¡. 215, 218, 223,232,236. Marcial de Contreras añadió que el padre Busramanre,cespués de haber afirmado que no se tendria por buen cristiano si su intencióniuera quitarle a alguien la devoción a la Virgen, dijo: .,y el prelado lo hace".Es obvia referencia al padre Bustamante, como prelado de la orden franciscana,: no al arzobispo,

10 Testimonios del interrogatorio, cuarta pregunta, y de Francisco de Salazar,lnformació¡t d,e 1556, p. 220 y 236.

11 Testimonios de los tres denunciantes, de Juan de Mesa, de Juan de Salazar,-n respuesta a la cuarta pregunta, de Marcial de contreras, de Francisco de sa-..zar, de Sánchez de Cisneros y de Alvar Gómez de León, Inlormación de 1556,p. 215-216, 2Il, 218, 224, 226, 227,222,226, 242, 245 y 246.

12 Testimonios del segundo denunciante y de Alvar Gómez de León, Informa-.::ón de 1556, p. 218 y 245. Es muy pertinente recorclar aqul el siguiente texto:Ya que los predicadores se comenzaron a soltar algo la lengua y predicaban

l:n libros... lo primero fue da¡les a entendet [a los indiosl quién es Dios.... luego, jrrnto con esto, fue menester darles tambié¡ a entede¡ quién era Santa\faría, porque hasta entonces solamente nombraban Maria o Sania Marla, y di-t:endo, este nombre pensaban que nombraban a Dios, y a todas las imágenescue veían llamaban Santa Marla". I\{otolinía, Historia de los Indios, r,4.

13 Testimonio de Juan de Mesa, Información d¿ 1556, p. Z2g.

85

Page 78: 117238026 Destierro de Sombras

86 EDN{UNDO O GOR}ÍAN leenra rr

sas imágenes de la Virgen que, ellas sí, "tenian gran fundamento yprincipio". Pero de inmediato denunció tácitamente el subterfugioal declarar "que estaba admirado de que esta devoción se hubiereIeuantado tan sin fundamento"r+ poreue lo que él sabía era que "eIfttndamento que esta ermita tiene desde su principio fue el título deMadre de Dios".16

Podrla ser alusión a una imagen de la Virgen que hubiere estadooriginalmente en la ermita, pero en lo que se refiere a la de Gua-dalupe el franciscano Ia tildaba de apócrifa, que así se califica locarente de fundamento. Era, pues, falaz invocar como antecedenteválido a imágenes con títulos auténticos.

8. Objetado de ese modo el argumento del arzobispo, el provin-cial le salió al paso al intento del prelado de justificar la irnagencomo manifestación de un designio de Jesucristo. En efecto, volvien-do al principal objetivo de su sermón y dando muesrra de la ira quelo embargaba, el provincial exclamó: "y venir ahora a decirles a losnaturales que una imagen pintada ayer por un indio llamado Mar-cos hacía milagros, era sembrar gran confusión y deshacer Io buenoque se había plantado",ro y añadió que si esa devoción iba adelan-te no volvería jamás a predicar a indios.l?

Ya se ve: en violento contraste al tinte sobrenatural con el oue elprelado pretendía ungir a la imagen, el provincial denunciaba pú-blicamente el reciente y mucho más humilde origen de ese simu-lacro. Nada, pües, quedaba en pie de los desesperados empeños delarzobispo en justificar el extraordinario apoyo que le había brindadoa la imagen al tratar de convertirla en una efigie idónea de la devo-ción y del culto que, con no menos solicitud, también se esforzabaen alentar y fomentar.

9. Justificó, en cambio, el provincial su ira e indignación al ase-

14 Interrogatorio, sexta pregunta; tcstimonios del segundo dcnunciante y deJuan de Mesa en respucsra a dicha pregunta, Inlormación de i556, p. 218, 220y 22i. Esta estratégica equiparación de la imagen del Tepeyac a prestigiadas im:i-genes cspañolas de 1a Virgen se reviste, a finales del siglo xvrrr, de la arroganciacriolla quc afi¡ma ia superioridad de aquel simulacro. Vid. Gtanados, Tard,esamericanas, México, I778, "Tarde decimaséptima", p. 5ll-516.

15 Testimonio de Francisco de Salazar, respondienclo a la sexta prcgunta delinterrogatorio, Información de 1556, p. 237.

16 Sobre la denuncia del predicador de haber siclo pintada la imagen por unindio tenemos los testimonios del segundo denunciante, del visitador denuncian.te, de Juan de Salazar, respondiendo a la quinta pre€iutrta del interrogatorio, deMarcial de Contreras, de Francisco de Salazar y de Juan de Masseguer, Informa-ción de 1556, p.217,219,227,232,236 y 250. El testigo Alonso Sánchez de Cis-ne¡os fue el único que aciaró que Bustamante identificó al indio pintor dela imagen con el nomb¡e de "Marcos". Ibid,., p. 242.

17 Testimonios del segundo denunciante, del visitador denunciante, del bachi-ller Puebla y de Alvar Gómcz de León, Inlormación de 1556, p. 218, Zlg,234-235, 246.

Page 79: 117238026 Destierro de Sombras

cAPiTULo ur] DESTIERRO DE SONÍBRAS 87

qurar que decirles a los naturales que esa imagen pintada a)'er porun indio tenía potencia de obrar milagros equivalía a arruinar laobra de la conversión, porque, aclaró, "era darles a entencier que

iesa inagen] era Dios", de tal suerte que con esra deuoción t¿neua

pat'ecía ser ocasión de que torrlaran a caer en sus idolatrías.1S10. Tal, a la larga, la fr-rncsta consecuencia de la prédica del af-

zobispo, pero de manera más inmediata no sería menos dairinc¡ su

efecto, porque, explica fray Francisco, si algÍrn indio cojo, cicgo olnenco iba a la errnita en busca de renredio y no tornaba sano, antespeor por ei cansancio del camino, 1o tendría por burla y perdería .la fe en Dios y en Santa N{aría, con io que todo -alucle a la labor-misionera- iría en disminución. De todo ello, como no podía serde oro modo, conclu;e el franciscano "que sería mejor que se pre-ocupase de quital aquelia devoción por ei escándalo de los natu-r ales".1e

ll. Gravísimo, pues, que se le atribuyeran nilagros a esa apócri{eirnagen, pero tanto más grave que el prelado abonara con su palabra 1'

autoridad tan mentirosa especie, y no se contuvo el {raile en echár-selo en cara al decir "que se maravillaba mucho de que el señor ar-zobispo hubiese predicado en los púlpitos y afirmado kts milagrosque se decía que la dicha imagen había hecho, siendo prohibido,como el dicho señor arzobispo Io había pledicaclo tres clías antes", vque para aprobar y tener por buena aquella der,oción "era mettesterhaber verificado los milagros y comprobádolos con copia cle tes-

tigos".2oDe las quejas de agravios, el predicador ha pasado a la denuncia

de las irregularidades en qlue incurrió el prelado, pero el franciscanono sería quien fue si se hubiera conformado con sólo eso. Lo verelnosen seguida.

12. Reclamada la obligación en que estaba el arzobispo de com-probar la autenticidad de los milagros que había aprobado, el pro-vincial, entre irónico y cortés, agregó que él "tenía a su señoría dclarzobispo por tai persona en ciencia y conci€ncia que lo habría toclomirado bien, como persona a cuyo cargo está el estado eclesiástico",pero, decimos, como obviamente desconfiaba del prelado y estaríaseguro de que nada había averiguado para comprobar la autenticidadde los milagros, se atrevió a añadir que "suplicaba al señor virrey y a

los oidores examinasen mucho este asunto y lo remedíesen", porque

r8 Testimonio de .{lonso Sánchez de Cisneros, ibid., p. 242.19 Testimonio de Juan de Salazar, ibid., p. 226.20 Testimonio de Juan de Salazar y de Alonso Sánchez de ,Cisneros, Información

de 1556, p. 226 y 242-243. Estos testigos documentan las palabras que citamos entrecomillas, pero son más los testigos que abonan la afirmación del predicador enel sentido de que el arzobispo no dcbió predicar milagros at¡ibuidos a la:magen del Tepeyac sin previa comprobación. Ibid., p. 2L6, 219, 237.

Page 80: 117238026 Destierro de Sombras

EDIIÍUNDO O'GORIfAN [eanra iraunque el arzobispo alegara que era negocio de su competencia comojuez eclesiástico, "a su señoría el virrey y a sus mercedes ros oidoresles incumbía conocer del asunto por tener la jurisdiccién espiritualy temporal por ser patrono su majestad en ambas, y que se los en-cargaba mucho".21

13. Lra ya una acusación formal, pero tanto era el interés de frayFrancisco en que se averiguara a fondo el asunto que, insatisfechocon haber formulado aquella insólita y affevida pétición, todavíasuplicó a las autoridades que hicieran información para descubriral "inventor primero" que publicó que la dicha imagen había hechomilagros; que se le dieran cien azotes y al que lo dijere de aqu{ acle-lante, le diesen doscientos, "caballero en un caballo o as.ró,'.r,

_ No es mucho suponer que el provincial aludía a aquel ..gana-

dero'' que, según el informe del virrey Enríquez, fue el primero enpublicar un milagro de la imagen del Tepeyac, afirmando gue re-cobró la salud yendo a la ermita.23

14. Pero eso no fue todo: infatigable en su celo, el provincial sealargó a ampliar sus peticiones a las autoridades para que se ave-riguara en qué gastaban y consumían las limosttuJ recogidas en laermita, pero que cualquiera que fuer.e el destino q.re ,e les daba,sería de más provecho darlas a los pobres vergonzantes que habíaen la ciudad o convertirlas en pro de los hospitales de elli, mayor-mente el de las bubas por haberle quitado la mayor parte de la ren-ta que tenía".24

Es indudable que la duda que suscitó el provincial acerca delparadero de aquellas limosnas ponla en sospecha lo probidad del ar-zobispo, y en cuanro a la sugestión de que se dedicaran al sosteni-miento del hospital de las bubas no pudo menos de entenderse comovelada censura al señor Montúfar por su falta de interés en aquellabenemérita institución que con tanto empeño y sacrificios habíá fun-dado su predecesor el fianciscano Zumirraga.

15. Registremos, por rlltimo, una denuncia más del provincial queno dejaba de involucrar censurable descuido del arzobispo. Se sabía,dijo fray Francisco, que en la ermita y en las romerías que se hacíana ella e¡an muchas las ofensas a su Divina N{ajestad, y que quienesasistían a esas profanas celebraciones deberían cuidarse mücrro-en nodar mal ejemplo a los indios, porque si había quienes iban con de-

21 Testimonio de Alonso Sínchez de Cisneros, ibid., p. 212. Vid., aclemís, p.2r9, 223, 237, 215, 250.

22 Testimonios dc los tres denunciantes, de fuan de salazar, del bachiller pue-bla, de F¡ancisco de Salazar, de Juan de NfaJseguer, ibitl, p. 216,2lg-21g,227i23ú, 237, 250.

23 Carta del virrey don Martfn Enrlquez al rey, México, 23 de septiembre de1575, en Cartas de Indias, p. 310.

24 Testimonio de Juan de Salazar, Inlormación de 1556, p.226. l.id., adcmls,p. 216, 2r9,224, 234, 236-237,245, 250.

Page 81: 117238026 Destierro de Sombras

cAPiTULo url DESTIERRO DE SOMBRAS

voción, otros lo tomaban como pretexto para hacer comidas y male-ficios.25

Tal en sustancia, ya que no necesariamente en la secuencia €n que se

produjo, Ia vigorosa y airada réplica que por voz de su prelado opu-sieron los franciscanos a cuanto el arzobispo había alegado en justi-ficación de su apoyo a la devoción y culto a la imagen guadalupanay a su empeño a que los indios imitaran el ejemplo que a ese res-

pecto daban los españoles.

III

COMENTARIO FINAL

Los impugnadores del credo aparicionista han aprovechado sobretodo la más obvia y principal inferencia que se desprende del con-flicto que tan espectacularmente surgió a la luz entre el arzobispoy los religiosos franciscanos con motivo del sermón predicado porsu provincial.2o Salta a la vista, en efecto, que de ser históricamenteciertas Ias apariciones de la Virgen en el Tepeyac y el portentosoestampamiento de su imagen, 1o menos que podría esperarse seríaalguna alusión a tan extraordinarios sucesos, ya en el sermón delseñor N{ontúf.ar, ya en el de fray Francisco de Bustamante, ya, enfin, en las deposiciones de los testigos de que nos hemos servido parareconstruir en 1o esencial el contenido de esas dos intervenciones. Perolo cierto es que en esos testimonios no sólo no se halla absolutamen-te nada al respecto, sino que son muchos los indicios que revelantotal desconocimiento de aquella portentosa historia, y así resultaque de ser cierta o no habría surgido el conflicto o por lo menos noen los términos en que surgió. Y no se venga con la vieja cantinelade que es argumento insubtancial por meramente negativo, porqueen las circunstancias ese silencio resulta completamente inexplicable.

Pero no es eso lo que aquí principalmente interesa subrayar, por-

!5 'I-cstimonio de Alvar Gómez de Lebn, ibid., p. 245. Vid., además, p. 216,!I9, !26 1' 23?.

26 l'o¡ cjemplo Galcía Icazbalceta en su célebre Carta del origen de Ia itnagende Nuestra Señora de Guadalupe de ilIéxico y r'éanse, además, las anotaciones vaditamcntos en la edición de la Inlormación de 155ó, México, Irineo Paz, 1891.Entrc la multitud de indicios que se desprenden de esas diligencias adlersas aia verdad histórica de las apariciones de 1531, nos parece no haberse advertidoque fray ,{ntonio de Huete, fray Francisco de Bustamante (llegaron a México en1542 con lray Jacobo de Teslera, Mendieta, Historia eclesidstica, p. 679 y 701)r {ray Alonso de Santiago (ya estaba en Ia Nueva España en 1539, aid. supra,Scgunda parte, capltulo segundo, nota 5) pudieron conocer y tratar y seguramenteconocieron y trataron al obispo Zurnárraga. Y resulta monstruoso suponer (comotendr¿in que suponer los historiadores aparicionistas) que el prelado nada co-municó a esos rcligiosos acerca de las apariciones de la \¡irgen y de su imagenrcspecto a las cualcs se supone desemperió un papel tan relevante,

89

Page 82: 117238026 Destierro de Sombras

EDN{UNDO O GOR]\ÍAN Ir,rr<rr.. u

que puede aducirse como argumento positivo que sólo a la luz dela manera en que hemos presentado en la prirnera partc de este li-bro el origen del guadalupanismo mexicano puede entenderse, sinincongruencias históricas e inexplicables silencios, el conteniclo cle losdos sermones en cuestión. En efecto, independienternente de las pro-fundas discrepancias entre las respectivas contenciones del arzobisi-roy del provincial, nada hay en elias, corno en seguida veremos, quese oponga a la verdad histórica de nuestra reconstrucción de los ini-cios del culto guadalupano.

En lo que toca a la "aparición" de la imagen en la vieja ermit:r,recordemc¡s qrre fue el arzobispo mismo quien afirmó que había sido"puesta" en el Tepeyac,2i y no otra cosa afirmaremos por nuestra par-te al examinar cuándo y cómo hizo acto de presencia por primerevez esa efigie.zs

Que se trate de una imagen de factura humana, no sólo nadie pre-tendió otra cosa, sino que expresamente lo afirmó el provincial sincontradicción alguna y sin la menor muesra de indignación o sor-presa por parte de sus oyentes o de los testigos llamados a declararpor el arzobispo en las diligencias de la información que él mismomandó practicar.2e

En cuanto a la atribución de milagros a la imagen, la peticióndel provincial en el sentido de que se buscara y castigara al "inven-tor" cle esa especie es obvia alusión a aquel ganadero del que hablaei virrey Enríquez en su carta al monarca.so

En lo referente al nombre Guadalupe, tenemos la conlirmaciónen lo dicho por el provincial de haber sido la gente de la ciudad,es decir, los vecinos españoles de Ia ciudad de lvléxico, quienes, dice,"han intitulado" con esa advocación a la ermita.3l Y respecto a laopinión del arzobispo de la falta de devoción de los indios a Ia \¡ir-gen, vimos que se refería específicamente a ia imagen del Tepeyac,32circunstancia cuya razón de ser explicamos en nuestro análisis de iaobra de Valeriano.

NIás significativa, si cabe, es la insistencia del provincial acerca dela fecha reciente de la imagen y de la devoción de que era objeto,hecho cuya afirmación no provocó una sola voz disidente.ss Y sidecimos que es circunstancia que reviste especial importancia es por-

27 Su.pra, Segunda parte, capltulo primero, r, 2.28 Supra, Primera parte, capítulo primero, v 2, E.29 Supre, Segutrda parte, capltulo tercero, u, 8.3o lbid., tt, 13.31 Il)id., rr, 3.32 lbid., rr, 5.33 Para los textos de la Inlormación dc 1556 que documentan esa circunstan-

cia, úd. infra, Apéndice quinto, I-Iv, vI.

Page 83: 117238026 Destierro de Sombras

C,{PiTULO III] DESTIERRO DE SO}ÍBRAS 9lque na(la confirma mejor que a nuestra historia guadaiupana no seie puecle conceder mavor antigüedad que la de 1555-1556.

ln sunra, que los sermones del arzobispo y del provincial francis-(ano no sólo tienen por condición de irnposibilidacl el reconocimienroLle las apariciones de 153l', sino por condición de posibili(tad la na-liera en que hemos reconstruido los orígerres del guadalupanismornexicano. Digamos, entonces, qile a los documentos que adujirnosen apoyo de esa reconstrucción debe sumarse el formid¿rble testimo-¡rio de las diligencias de la Información de 1556.

Page 84: 117238026 Destierro de Sombras

CAPITULO CUARTO

EL ARZOBISPO A LA DEFENSI\/A

(8 y I de septiemb¡e de 1556)

Page 85: 117238026 Destierro de Sombras

PLANTEAMIENTO DE LA CUES'TIÓN

Al día siguiente de haber predicado su sermón eI provincial frayFrancisco de Bustamante, eI señor Montúfar mandó practicar en lo.restrados de su audiencia la información testirnonial que con tantoprovecho hemos uenido citando y beneficíand.o. Ahora uamos a em-prendcr el estudio de esas diligencias, no, sin embargo, en su con-tenido temático del que ya tenemos una idea sufi,ciente y acerca delcual puede consultarse el Apéndice quinto para mayores d.etalles,sino para determinar la índole y Ia razón de ser de esas actuaciones.Dos, pues, son los problemas que solicitan nuestra atención, a sa-

ber, 1) si realmente se trata, según pretenden los historiadores apa-ricionistas, de un proceso canónico que hubiere fulminado el pre-lado en contra del prouincial, y 2) sí no acaso d,etrds del ostensibletnotiuo inuocado por eI arzobispo para promouer esa informaciónIate una oculta finalidad que revelarío la aerdadera razón d.e ser deesas diligencias. Ahora bien, la respuesta a la pri,mera de esas d.os cues-tiones supone el anáIisis procesal de las actueciones y a ese efectoremitimos al lector aI Ap¿ndice cuarto de este libro donde uerd quereina en ellas un descuido en las formalidadzs legales que i.mpideconcederles el rango de un proceso formal. Por Io que toca a Ia se-

gunda cuestión, sin duda la de mayor interés para los fines que per-seguimos, es obaio que implica examinar cuáI fue la conducta queobseraó eI arzobispo en razón de los cargos que le formuló eI pro-'.,incial franciscano, y no otro es el asunto aI que dedicamos el pre-sente cabítulo.

Page 86: 117238026 Destierro de Sombras

I

LOS CARGOS qUE LE RESULTARON AL ARZOBTSPO

De la suma de argumentos y consideraciones que hizo valer frayFrancisco de Bustamante en su serrnón de réplica al del señor Mon-túfar destacan por su importancia y gravedad dos cargos de los queexpresamente responsabilizó al prelado. En primer lugar lo acusóde incitar a los indios a recaer en la idolatría, y en segunclo lugarel de haber predicado como milagros verdaderos los que se decía ha-bía obrado la imagen colocada en la ermita del Tepeyac, sin previacomporbación de la autenticidad de esos prodigios.

Mal podía el arzobispo desentenderse de tan graves acusaciones,y tanto menos cuanto que el franciscano las había hecho en públicodesde el púipito y remitido su conocimiento y su remedio al virreyy a la Real Audiencia, competenres para el caso por subrogaciónen las prerrogativas concedidas al monarca en virtud del real patro-nato. Veamos, entonces, cómo se desempeñó el arzobispo par-a con-jurar la amenaza de tan serias imputaciones.

EL cARc,o DE TNcITAR A Los INDIos A LA IDoLATRÍA

Conviene recorda¡ en qué términos formuló el franciscano esa acu-sación. Pues bien, hizo ver que en el empeño del arzobispo en pro-curar la devoción de los indios a la imagen de la Virgen que ee hallabaen la ermita del Tepeyac, fomentaba en ellos el pernicioso error deequivocar a la Virgen por Dios, y que en tal concepto tendrían aque-lla efigie por objeto de suyo divino y que en vez de ve¡rerarlo porIo que representaba, incurrirían en la abominación diabólica conque solían adorar a sus ídolos. Tal el cargo, y la pregunta que de-bemos hacernos es si hay algo en la conducta del arzobispo que se

relacione con él o mejor dicho, que sólo sea explicable como inspi-rado por el propósito de desvanecer aquella imputación. Pero nobien acabamos de formular esa duda cuando de inmediato surge lasospecha de que en la extrañeza de un enigmático acto del arzobispo

Page 87: 117238026 Destierro de Sombras

98 EDMUNDO O GORNtA,¡i franrr rr

se delate la ¡espuesta ai problema que ahora nos inquieta. Hemosiludido a la intempesti'a visita que hizo el arzobispo a la ermita clel-fepe1,ac el rnismo día y al poco tiempo después cle que el provin_cial había predicado su sermón. Rien vale Ia pena uuerig.,ur si hemosacertado, y para ese efecto examinaremos las deposiciones en \a In-forntación de 1556 de ios dos testigos que hablan clel asunro, cl pro-cu.ador de l¿r Rcal Aucliencia, Juan de Salazar, y el abogado clé lamisma. ei bachiller Francisco de igual apelliclo.

. [,^n -r'cspuesta

a pregunta especial que le articuló el prelaclo,l .]uancle saiaz;rr declarir que algunas veces había ido a ra eimita cle Gua-dalrrpe y que "e'tre e7las, ayer que se contaron ocho dias cle este pre-sente mes fseptiembre de 1556.1, estando en ella, d.ende a boco iatoIIcgó cl dicho scñor arzobispo, al ctral este testigo sariti e rÉcibir conalgunos arnigos". Añadió que, "llegaclos a la iglesia, el dicho señora'zobispo hizo oración, y hecha, se l'olvió a hablar con muchos in-dios que allí estaban, y como no sabía la lenglua para poclerles hablar,mandir a un secerdore que se llama [Francisco] di Uanjarres..." qu€le sirviera de intérprete.2

El scgundo testigo, el otro salazar, declaró, también en respuesraa la misma pregunta especial, "que este tesrigo ha visto, hallindosepresente a ello en la dicha ermita, que su señoría reverendisima hamandado juntar los natu¡a]es que a dicha ermita habían

'eniclo, y

mediante su inrérprere [el del arzobispo] Francisco de N{anjarrés..."les hizo una piática.3

No cabe duda que ambos testigos se refirieron a un mismo su_ceso que, según testimonio del primero, ocurrió el ocho cle septiem-b.e, es decir, el día en que predicó su sermón el provinciai frayFrancisco de Bustamante. cierto, ninguno cle los doi indicaron lairora,. pero co.ro .|uan de salazar habíi asistido a ra prédica cle aquelsermón,a su presencia en la ermita tuvo que ser poite.ior a la con-clusión del mismo, probablemente hacia ef mediodía o remprano porla

la1de, y supuesro que el mismo testigo informó que el ^arzobiipo

se había presentado en la ermita "a poco rato", seríi no mucho cles-pués de haber llegado a ellr el testigo.

En suma, en cuanto a las circunstancias, sabemos, prirnero, que elarzobispo fue a la ermira el día mismo en que el právincial piedicósu-sermón en réplica al prelado y no muchó después de la Éora delraberlo terminado; pero, segundo, que cuando el señor Nfontúfar

1 Entiéndase por "preguntas especiales" las no incluidas e. el interogatorioque por lcv se formulaba antes de la comparecencia de los testigos. En el áso encuestión 1o formuló, no se sabe por qué, un bachiller puebla. l-iá. in¡ra, Apéndicccuarto, rI, ?.

2 Te:timonio tle .f uan de Salazar, Información de 1556, p. 230.8 Testimonio de Irancisco tle Srlazar, ibirl., p. 23g.r Asl lo declaró expresamente el tesrigo, ibiá., p. 23g.

Page 88: 117238026 Destierro de Sombras

cAPiTULo rv] DES'III:IRRO DE SO\1BI{AS

1legó a la ermita )'a se hallaban en ella Juan y Francisco de Sulazar,ambos llamaclos al día siguiente a declarar en la información tesri-rnonial promovida por el preiado, y tercero y por últiuro, esramosenterados de que en la ermita también se hallaba rnuv a la mano cisacerdotc -[ilancisco de Xlanjanós 1-rara scrvi¡ cle intirprete al arzo-bispo.ó Como la prcsencia cn la clnlitl cle e:es lrcls(),rirs. pr-ecisamen-re a raíz de haber pleclicado su sclnrón cl plorincial lr':rrrciscano, notiene ningr-rnos visos de scr ca5ua1, antes los ticltc de sl'r' cn obeclien-cia a nn manclato del prelaclo, v como éste scgufarnantc estaba altanto cle lo predicado por fray Francisco, no se rachura de temelariala sospecha cle que algo tlamal;a el arzobis¡ro al hacer aquella visita.Examinaremos, entonces, las declaraciones cle los <los Slrlazar en lainformación testimonial puru avcrieuar en qr.ré coiisistiti la pláticaque cliccn ics hizo el señor l.fontúfar a los indios, por(lLre cle su con-texto se podrá inferir el verdadero plopósiro que lo indujo a em-prendcr tan precipitada visita al templo clel Tepeyac.0

Pues bien, interrogado sobre el asunto, Francisco de Salazar ciepuso(lue su scrioría ilustrísima quiso que el intérprete N,fanjarrés "dieserr entender [a los indios] cómo habían de adorar, er] aquella devo-ción, ia imagen de nuesrra Señora que allí estaba en el altar, pofquerepreserltaba la del cielo, maclre de Dios vercladcro, y que no se ira-cja reverencia al lienzo ni pintura ni palos de las irnlieenes, sinoa las imágenes por lo qrre representabanj y que así lo hizo el dichoFrancisco de Nlanjarrés".2

En cuanto al testimonio de Juan de Salazar, es pertinente tenera la vista los términos literales cle la pregunta qr¡e al efecro Ie fuetormulada, a saber: "si sabe que su seiroria reverendísirna ha man-dado predicar y en su presencia fla del testigo] se ha preiiicado a losindios cómo han de entender la devoción de la iuraeen de NuesrraSeñora fde Guadalupe]; cómo no se hace revcrencia i la tabia (sir)ni a ia pintura, sino a la imagen de Nuestra Señora por razón de loque representa, que es la Virgen Ma¡ía, nuestra Seitora, y cómo Iarer,erencia que a la imagen se hace no para allí, sino va a lo repre-sentaclo por ella y que así deben entenderlo".s No sorplenderá, por

5 PaPeles de Nueua Espaita. Seguntla s€rie, t. rrr, "Descripción del ar.zobispo de\féxico". En la página l8 se cla la roricia tle <1ue en la iglcsia de San par¡lo"hay dos capellanías que sin'e Francisco de l\{anjarrés" y que se las dieron losprovisores del arzobizpado dei señor trfontúfar. En la nora I al pie de dicha: ágina, refiriéndose a Manjarrés, Paso y Troncoso afirma que ..bien conociclo:r el sujeto, de los estudiosos, como parcial al arzobispo".

6 Como el intérprete tr{anjarrés no fue llamado a declarar en la Inlormación.:e 1556, falta el tcstimonio más indicado para el caso. La omisión es grave, pero:i arzobispo debió tener sus rnotiros para incurrir en ella.

; Tcstimonio de Francisco de Salazar, Inlormación de 1556, p. 239. Debemo+!.rponer que el testigo enten(lfa el mexicano.

s lbid., p. 229-230, \-ótese que en la pregunta se habla de la imagen como una

99

Page 89: 117238026 Destierro de Sombras

100 EDMIINDO O GORI\ÍAN frenrn rr

supuesto, que Juan de Salazar se allanó a contestar por la afirmativatan intencionada pregunta, declarando que, en efecto, Manjarrés,"como lengua que es, les dijo [a los indios] todas las palabras en lapregunta contenidas, y [que] este testi8o lo sabe porque, como dichotiene, se halló presente [y] porque medianamente entiende la len'gua de los indios".e

Cualquier juez imparcial y perito en su oficio habría desechado

la pregunta por afirmarse en ella como un hecho cierto lo que se

quería que contestara el testigo; no otra cosa, lo acabamos de ver,fue el resultado de tan mañosa interrogación. Pero si así fue comose produjo ese testimonio ya nadie podrá dudar cuál fue el objetivode la visita del arzobispo a la ermita del Tepeyac.

En efecto, el hecho de que el señor Montúfar se hubiere esmeradoen esa ocasión en dar a entender a los indios que debían reveren'ciar a la imagen que estaba en el altar de la ermita por lo que re-presentaba y no como una cosa en sí y de suyo divina, autoriza unaúnica, obvia e indiscutible conclusión, a sabet, que con el testimoniode los dos Salazar el prelado quiso arbitrarse una prueba Para com-batir el cargo de que inducía a los indios a recaer en la idolat¡íaen razón de que, según precisamente afirmaba el provincial, adora-rían la imagen guadalupana como ídolo y no Por lo que en ella se

representaba. Lo malo, por supuesto, era que la tal prueba adole-cía del irreversible defecto de ser a posteriori, circunstancia cierta-mente molesta pero soslayable si el arzobispo se viera en el apurode tener que sincerarse de tan monstruosa falta en el desempeño de

su oficio pastoral como la implicada en ratificarles a los indios su

confusión acerca de quién era la única y verdadera deidad, y su'mirlos así de nuevo en las tinieblas idolátricas de su aún no bienolvidada antigua Babilonia.

III

EL CARGO DE PREDICAR MILAGROS INCOMPROBADOS

Acabamos de ver cómo, para sortear Ia responsabilidad de incitara los indios a recaer en la idolatría, el arzobispo aprovechó la infor-mación testimonial que al día siguiente del sermón del provincialmandó practicar con el ostensible objeto de saber lo que éste habíapredicado.lo Ahora veremos el parecido ardid de que se valió paraexonerarse de la acusación de haber predicado como verdaderos mi'

pintura. Espléndida ocasión Para que se hablara de un estampamiento prodigio'so de ia imagen de la Virgen si en tal se hubiere creído. También se habla de

una "tabla", a la que, quizá, estaba adherido el ayate.e Testimonio de Juan de Salazar, Información de 1556, p' 230'10 Auto cabeza de las diligencias de la Inlormación d¿ 1556, p. 222.

Page 90: 117238026 Destierro de Sombras

cAPiTULo rv] DESTIERRO DE SOMBRAS t0tlagros los popularmente atribuidos a la imagen del Tepeyac sin pre-via comprobación de su autenticidad.

Se hace necesario, como primera providencia, establecer de ma-nera indubitable que el señor Montúfar realmente incunió en tangrave falta en el sermón que predicó el dla 6 de septiembre, segúnaparece en Ia reseña que de él hicimos, porque los apologistas delarzobispo han suscitado una duda a ese respecto.

Pues bien, en apoyo de Ia verdad de los hechos en que se fundófray Francisco de Bustamante para hacerle al arzobispo tan seriaimputación, tenemos lo que al respecto se afirma en los textos de lastres denuncias que motivaron la Información de l556,rt y en el conte-nido de las preguntas cuarta, quinta, novena y duodécima del interro-gatorio al que deberían sujetarse los testigos.r2 Tenemos, además, lasdeposiciones, en Io conducente, de los testigos Juan de Mesa, Marcialde Contreras, el bachiller Puebla, Francisco de Salazar, Alonso Sán-chez de Cisneros y Juan de Masseguer.ls Pero a tan abundante prue-ba se ha objetado que sólo documenta lo que dijo el provinciál ensu sermón acerca de lo que había dicho el arzobispo en el suyo, perono que éste realmente hubiere incurrido en Io que le imputó el f¡an-ciscano. En una palabra, se implica que Bustamante mintió al afir-mar qu€ el arzobispo había predicado como auténticos los milagrosatribuidos a la imagen del repeyac sin Ia necesaria comprobación. setrata, sin embargo, de un reparo a todas luces inadmiiible. Veamospor qué. In primer lugar, porque no hay ninguna base para atri-buirle a fray Francisco de Bustamante, siendo quien era, iemejantefalta de probidad. En segundo lugar, porque es inconcebible la oiadlay desvergüenza que se le supone al provincial en haber formulacroen falso tan grave acusación al arzobispo en un sermón al que asis-tieron el virrey, Ios oidores y un gran ioncurso de fieles que podíandesmentirlo por haber escuchado, dos días antes, lo preái.aáo po,el prelado. En tercer lugar, porque de haber mentido el provincial,Ios testigos que declararon en la información le habríán denun-ciado la calumnia, cosa que no hicieron. En cuarto lugar, porque deno ser cierto que el arzobispo hubiere predicado como

",rténtióos los

milagros atribuidos a la imagen del repeyac, el cargo de incitaciórra la idolatría, tácitamente admitido por el prelado en su visita a Iaermita, resulraría ininteligible. pero si esas razones parecieren insu-ficientes, t€nemos el testimonio de fray Alonso de santiago y de frayAntonio de Huete quienes, recuérdese,1¿ también le censuraron alarzobispo la temeridad de predicar milagros incomprobados, sabedo-res de ello, no por lo que hubiere dicho fray Fráncisco de Busta-

17 Ibíd., p. 215-219.\2 lbid., p. 220-221.73 lbíd., p. 224, 232, 2M, 236, 212, 250.74 SuFra, Segunda parte, capítulo segundo,

Page 91: 117238026 Destierro de Sombras

t¡9 I,DMUNDO O GORTIAN feanrr, rr

mante en su sermón, puesto que aún no lo había predicado, sinopor haberlo escuchado de labios del propio prelado. Quedemos, en-tonces, en que el señor Montúfar real y verdaderamente incurrió enesa falta, y grande será la expectativa del lector, así io suponcmos,en saber cómo se ingenió para desmentirse.

Pues bien, si examinamos con esmero ei curso de los procedimien-tos de las diligencias de la Información de 1556, resulta rnuy llama-tivo que sólo a un testigo le fue articulada una pregunta relativa alasunto de los milagros y por añadidura, una pregunta no incluida enel interrogatorio previamente formuiado. Circunstancia de tanta ex-cepción no puede menos de sugerir un avieso propósito y tanto máscuanto que ese único testigo resulta ser aquel Juan de Salazar quetan oportunamente se hallaba en la ermita al tiempo en que el arzo-bispo se precipitó a visitarla para haceries aquella plática a los indiosde cuyo verdadero propósito ya estamos enterados.

Mientras se sujetó a ese testigo a las preguntas clel interrogatorio,sus respuestas no varían sensiblemente de las contestaciones de losoros. Coincidió con ellos en que el provincial le había imputadoal arzobispo socavar la labor misionera al daries a entender a los in-dios que la imagen hacía milagros,ls y hasta aclaró que Bustamantehabía dicho ¡'que se maravillaba mucho de que el señor arzobispohubiese predicado en los púlpitos y afirmado los milagros que se

decía que la dicha imagen había hecho, siendo prohibido, como eldicho señor arzobispo lo había predicado tres días antes".16

Hasta aquí no hay novedad digna de nota respecto a las declara-ciones de los demás testigos; pero es el caso, que ya agotado el in-terrogatorio y sólo pendiente el acta de Ia firma de Salazar, el arzo-bispo procedió a articularle nuevas preguntas, no ya -adviértasebien- acerca de lo predicado por el provincial, sino sobre lo dicho ensu propio sermón. Y aquí asoma el gato escondido, porque lo predi-cado por el arzobispo era asunto ajeno al objeto de la informacióncuya finalidad, según reza el auto cabeza de las actuaciones, era "parasaber y averiguar la verdad" acerca de "si el dicho padre provincialhabía dicho alguna cosa de que debiese ser reprendido".rz Pasemos,entonces, a considerar esa sospechosa y procesalmente indebida am-pliación de las diligencias.

Después de inquirir del testigo si el arzobispo había traído a cuen-to una determinación conciliar que vedaba la prédica de milagrosfalsos o inciertos, le fue preguntado si era verdad que "su señoríano predicaba milagro ninguno de los que dicen haber hecho la dichaimagen de Nuestra Señora ni hacía caso de ellos, porque no tenia

a5 Supra, Segunda parte, capltulo tercero, rr, 8.16 Testimonio de Juan de Salazar, Inlormación de 155ó, p. 226.17 Supra, nota I0.

Page 92: 117238026 Destierro de Sombras

CAPíTULO rv] DESTIERRO DE SO\IBRA¡

información hecha de ellos; que andaba haciendo la información ysegún lo que se hallase ser cierto y verdadero, aquello se predicaríao disimularía..."18

Antes de examinar la respuesta del testigo a tan descaraclamentcintencionada pregunta, detengámonos para aclarar el sentido que enella pretende darle el prelado a los hechos. Que en su sermón ha-

bía traldo a cuento aquella determinación conciliar lo confirma el

padre Bustamante y no hay duda al respecto. Pero es decisivo adver-tir que en la pregunta se desvirtúa con signo contrario la implica-ción original en el hecho de que el arzobispo hubiere recordado laprohibición de predicar milagros falsos o inciertos, o sea la cle dartácitamente por auténticos los milagros que predicó, suPuesto queios predicó sobre haber recordado aquella prohibición.1e Pero, ahor;ren el contexto de la pregunta se implica que el arzobispo acató ese

mandato conciliar, ya que se asienta en ella que no predicó "milagroalguno" de los atribuidos a la imagen, porque apenas tenía iniciadauna averiguación acerca de la autenticidad de esos prodigios. Ensuma, en la pregunta se afirma que el arzobispo no había predicadolos milagros en cuestión y se da a entender que se abstuvo de hacerloporque en ningún momento los dio por auténticos.

Tal, pues, el ingenioso arbitrio para escamotear la verdad de uIrhecho que hemos establecido documentalmente como indiscutible;ingenioso, si se quiere, pero con la particularidad de que nadie antes

menciona esa supuesta apenas iniciada averiguación que tan sorPre-sivamente se sacó su ilustrísima de la manga de su sotana. Es obvioque si, como dice el arzobispo, hubiere hecho mérito en su sermónde esa supuesta pesquisa, el padre Bustamante no podría haberinsistido en la necesidad de que los milagros predicados por el pre-lado se comprobaran con "copia cle testigos", sino que le habríaechado en cara haber predicado milagros que, por admisión propia,reconocía no saber aún si eran o no auténticos. Aclarado lo anterior,pasemos a analizar la respuesta del testigo.

Dijo que, "como este testigo tiene dicho, se halló presente al ser-món que el dicho señor arzobispo predicó. . . y que, en cuanto a

decir, cómo el dicho fray Francisco de Bustamante dijo, que el dichoseñor arzobispo aprobaba los milagros que se decía haber hecho ladicha imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, fue testimonio quese Ie leaantcí, porque no dijo sino que, aunque le habían clicho [de.]algunos milagros, que, por el presente, no quería tratar de ellos, has-ta haber acabado la averiguación que de ellos andaba haciendo; por-que este testigo oyó decir al dicho señor arzobispo que en ei concilio

r8 Pregunta espccial, lnlormación de 1556, p. 228-229.19 Su.Pra, Scgunda parte, capltulo primero, 3.

103

Page 93: 117238026 Destierro de Sombras

104 EDMUNDO O'GORMAN frenrl rrque en la pregunta se declara, se había prohibido y puesto pena deexcomunión a quien predicase milagros falsos o inciertos..l,'zo

En esta declaración se registra un avance en er subterfugio, por-que, según su renor, la cuestión ya no es si el prelado predicó o nolos_tales milagros, sino que no pudo haberlos prédicado, i.rp,rer,o q.rese limitó a aludir al rumor que acerca de ell-os Ie habla liegado; unmero "me han contado", la manera menos comprometidi posiblede reconocer que algo había dicho el arzobispo en- su sermón tocan-te a aquellos supuestos prodigios. pero tanta sutileza ofrece sus dificultades: no se justificaría la santa ira con que se produjo el padreBustamanre y rcspecto a la cual todos los testigos están de u..reido, yrnenos se justificaría su petición al virrey y a la Audiencia para quese avocaran al conocimiento del caso y Ie pusieran remedio. ¿Quéacusación podría haber formulado si el arzóbispo simplemente hu-biera dicho: "me han contado que la imagen hi obradó algunos mi-lagros de los que no hago caso mientras no averigüe si son o"no verda-deros"? ¿cómo fundar en afirmación tan mesuiada y precavida lasterribles imputaciones de despertar en ros indios, al taior d.e la no-lt:il d9 los milagros obrados por la imagen, sus dormidos hábitosidolátricos y de amenazat cor- la ruina ra obra entera de su con-versión?

. Insostenible a primera vista, pues, la interpretación que quisodarle el testigo a los hechos, al abogado sarazar no debió eludirla fragilidad de su intento, y por eso dio un paso más para fortale-ce¡lo al atreverse a lo inaudito, al atreverse, én efecto,^a acusar alpadre Bustamante de haberle levantado falso testimonio al arzobis-po

-11 $nu-tarle -que ésre "aprobaba" unos milagros de los que, enrealidad, sólo había afirmado tener alguna noticia y de los q,r., potlo pronto, no hacía ningún caso. Ffe aquí, entonces, cómo se llevó acabo la, esa sí calumniosa maniobra, pára fabricar en beneficio delarzobispo una constancia que no sólo lo exoneraba de la acusacióndel provincial, sino que hacía recaer en éste Ia gravísima culpa de ha-ber calumniado al venerable diocesano en ra oiasión públiá d.e unade-las mayores fiestas de, la Iglesia y en presencia dei virrey, de losoidores y de lo más calificado de la ciudád.

Agraclecido debió sentirse el señor Montúfar al escuchar de labiosde-su paniaguado, probablemente sin sorpresa alguna, cómo de acu-sador había convertido en acusado a su iemible lnemigo, pero aúnfaltaba precaverse de la peligrosa eventualidad de uetJe oütigudo

"informar a la corte acerca de un sermón en el que, calumnfado ono, había aludido de alguna manera a prodigioJ obrad.os por unaclesconocida imagen usurpadora del título de ra antigua y rieneradaGuadalupe española; y para no quedar al descubieró ¿e lu, conse-

20 Testimonio de Juan de Salazar, Información de 1556, p. 2!9..

Page 94: 117238026 Destierro de Sombras

CAPíTULo rv] DESTIERRO DE SON{BRAS

cuencias de tan riesgosa contingencia, el arzobispo adicionó conuna cláusula la pregunta que hemos venido considerando. Inquiriódel previsible Salazar si era cie¡to "que los milagros que su señoríapredicaba de Nuestra Señora de Guadalupe era la gran devoción quetoda esta ciudad ha tomado a esta bendita imagen. .."2r Ya se ve, laprudencia aconsejaba admitir que, en efecto, habla predicado algu-nos milagros para no atenerse a sólo aquellos de los que únicamen-te tenía noticia y de los que no hacía caso.

La respuesta de Salazar no sorprenderá a nadie. Dijo "que lo queeste testigo oyó decir al dicho señor arzobispo de los milagros que ha-bía hecho [a imagen] es que muchas señoras de este pueblo y donce-llas, así de calidad como de edad, iban descalzas y con sus bordones enlas manos a dicha ermita de Nuestra Señora..."22 Debemos hacernotar que ninguno de los otros testigos dicen haber oído eso, peroen todo caso lo interesante es descubrir que en esos actos de piedadpopular se haclan consistir "los milagros" así en plural, que se ad-mite predicó el a¡zobispo en su sermón. Sería de preguntarle si ensu teología esas muestras de devoción merecían el nombre de mila-gro, pero en eso está el engaño, porque bien sabía que no; que apli-cada la palabra a esas exhibiciones de la piedad popular carecia derigor canónico y no encerraba, por tanto, ninguna responsabilidad.Era simplemente manera de calificar un hecho insólito y si se quieredel beneplácito divino, pero de ninguna manera un suceso sobre-natural. Pero para más seguridad convenía que el tal "milagro" tu-viera cierto olo¡cillo taumatúrgico, y con ese fin su ilustrísima toda-vía mandó articularle al testigo una última y no menos intencionadapregunta. Se inquirió de él si "después que se ha manifestado y di-vulgado la devoción a la dicha ermita de Nuestra Señora de Gua-dalupe, ha visto que han cesado en esta ciudad de N{éxico muchosjuegos y muchos placeres ilícitos, como era que muchas personas se

iban a las huertas desde la mañana hasta la noche y muchos de ellossin oír misa, y otras personas estaban tres y cuatro días en sus re-gocijos y pasatiempos, sin tornar a la ciudad, donde se hacía ofen-sas a Dios nuestro señor".23 Salazar, apenas hace falta decirlo, decla-ró que sí, que precisamente eso mismo había visto.

Ya se habrá advertido: si el arzobispo admitía haber predicadoese "milagro" de la espectacular devoción inspirada por la imagendel Tepeyac, es que esas muestras de piedad habían provocado elanepentimiento de algunas ovejas exraviadas por el sendero delpecado. ¿CuáI, entonces, su culpa? ¿En qué o cómo había desatendidola prohibición conciliar o incurrido en el anatema del texto mosaico

:1 I'r'e€iunta especial, ibíd., loc. cít.2! Testimonio de Juan de Salttar, ibid.23 Prcgunta especial, íbid., p. 230.

r05

Page 95: 117238026 Destierro de Sombras

106 EDlruNDo o'coRMAN fr,nnrri rr

con que lo arnenazó fray Alonso de Santiago? No cabía duda: ciegopor la ojeriza que le tenían los frailes al arzobispo, fray Francisco deBustamante no había titubeado en calumniarlo.

El lector habrá percibido que, inevitablemente, cada paso del pro-ceso de evasión por parte del arzobispo se refuta con sólo repararen que, de admitirse como buenas ias excusas que irrventó el pre-lado, resuita imposible dar razón de lo que sabemos que predicó elprovincial. Y así, para sólo aducir un caso flagrante, podemos pre-guntar si esas muestras de devoción de los españoles a la imageny esa regeneración espiritual de algunos pecadores, caben incluirseentre esos "milagros" cuya prédica ocasionaría en los indios, segúnla queja de Bustamante, la pérdida de la fe al comprobar que laimagen no les curaba las enfermedades ni remediaba sus miserias.za

Clarísimo, pues, que esos "milagros" que el arzobispo quiso hacercreer habían sido los predicados por él no fueron los que en realidadpredicó; clarlsimo. también, que para sortear el apuro en que lometió el provincial no le quedaba al arzobispo oro camino que elde buscar el modo de desnrentir lo que había predicaclo, y clarísimo,por último, que para ese efecto se valió de las cliligencias de infor-rnación testimonial que él mismo había promoviclo. Nada de esoredunda, en verdacl, en honor de la memoria del seiror Montúfar,pcro independientemente de eso saquemos la inevitable conclusiónde nuestro análisis, o sea que el verdadero aunque oculto objetivo dela Información de .1556 responde a la necesidad en que se vio elarzobispo de arbitrarse un documento de apariencia legal que lo pro.tegiera de la amenaza implícita en los dos graves cargos que, no sinrazón, tuvo la audacia y la franqueza de denunciarle desde el púi-pito el mal comprendido pcro no por eso menos ilustre provincialde los franciscanos de México.

REFLEXIONES FINALI'S

Resulta irónico que tanto empeño del arzobispo en exonerarse dclos cargos que le imputó fray Francisco de Bustamante haya sido enI'ano, porque no hay ningún indicio de que se hubiere visto en elcaso de hacerlo valer. Es más, no lo hay para poder conjeturar queun incidente tan ruidoso como fue el del conflicto que hemos con-siderado en ias páginas precedentes hubiere llegado a oídos de lacorte. Y es que no se sabe de la existencia de otro testimonio acer-ca de él que no seala Información de 1556 cuyo expediente, por orra

2a SuPra, Segunda parte, capítulo tercero, rr, 10.

Page 96: 117238026 Destierro de Sombras

CAPíTULO rv] DESTIERRO DD SO\TBRAS

parte, quedó sepultado durante casi tres siglos en el secreto del ar-chivo de la mitra.25 Admitimos, por supuesto, ia posibilidad de laaparición de alguna hasta :rhora desconocida huella docurne¡rtal alresp€cto, pero bien considerado el silencio al que he¡nos llamado laatención no es tan extraño como parece a prirnera vista. El arzobispoobviamente no tenclría ningún interós en divulgar Io acontecido nien proseguir los pr:r otra parte tan defectuosos procedimientos quehabía iniciado; el virrey 1, la ¡\udiencia no se sentirían inclinadosa dar curso a las denuncias formuladas por el provincial en r¡n asun-to de lnColc eclesiástica que los exponciría a un enojoso pleito cle

competencia jurisdiccional y que podría atrae¡ies la censura del mo-nalca, y en lo que toca a los franciscanos (cuyos cronistas nada di-cen del asunto) bien cornprendcrían que el ambiente en la corte noles sería favorable en un conflicto que a la lar¡;a los obligaría a ven-tilar su postura ideológica refot'nrista de inspiración erasrniana tanvisibie en los audaces cornentarios de frav Alonso de Santiago.

Dictro lo anterior, no por eso se piense que el incidente que tanlargamente nos ha ocupado carece de importancia. Se trata, sin duda,de un episodio toral del guadalupanismo novohipano, porque ade-más de lo que revcla acerca de la prirnitiva llistoria de ese culto,nos enseña cuál fue su primera gran crisis, pero también, su prirnergran triunfo. A partir de él no se Vcrá serialnente amenazado hastaque, al final del siglo xvrrr, se clejarárr escuchar las ¡ralabras de otrocélebre sermón, el predicado en la colegiata guadalu¡rana, el dia 1?de diciembre de 1791 por fial'Servando Teresa de X{ier.?6 Y es cu-rioso que en ambas ocasiones los disidentes ha1'an siclo dos frailesy los defensores dos arzobis¡los espairoles, dos ;\lr:nsos, el de l\I<¡n-túIar y el de Núñez cle Flaro, el alfa y el ornega clel proceso histó-rico colonial del culto guaclalu¡rano.

25 Inlrd, Apéttdice siete.:6 Sobre eI particular, uid. mí "¡srullio prelimirrar" err \{icr, EI l¿eterodaxo

guadalupuno, t.

107

Page 97: 117238026 Destierro de Sombras

PARTE TERCERA

Page 98: 117238026 Destierro de Sombras

PREAMBULO

AI conocimiento que lnsta aquí hemos alcanzado acerca del inicio delproceso histórico del guadalupanismo mexicano le falta, digámosloasí, su tercera dimensión, porque aún permanece oculta a nuestra mi-rada la razón de ser y eI sentido de tan extraordinario suceso. Pene-trar en Ia intimidad de un acontecimiento de tan enoÍme imbortanciaen los anales de Ia aida espiritual de nuestra patria serd, pues, Iaaüentura a Ia que dedicaremos esta tercera y última parte de nues-tras meditaciones. Sea, pues, nuestra inmediata preocupación descu-brir Ia aía que deberd conducirnos a csa meta.

Para orienter esa pesquísa recordemos Ia diferencia esencial quedesde eI punto de uista historiogrdfico, separa con un abismo Ia tesisaparicionista tradicional de la idea que, en sustitución de esa tesis)nos hemos formado acerca de Ia protohistoria guadalupana. La uer-sión tradícional tiene por premisa la realidad histórica del origensobrenatural de Ia imagen de nuestra Señora de Guadalupe det Te-peyac; nuestr& aersión Ie niega Ia uerdad a esa premisa. Ahora bien,para nuestro actual propósito lo decisiuo es uer cómo se refleja tanradical discrepancia en la manera en que, respectiuamente, entien-den esas dos versiones la interaención del arzobispo Montúfar cn eIhecho guadalupano. Pues bien, para quienes real y uerdaderamentea'een en eI origen celeste de la imagen, el ,precipitado y decididoapoyo que concedió eI prelado a Ia deuoción a esa ef igi,e y a su cultonada tiene de extravagante por ser, dada esa creencia, un comporta-mtento d.e suyo perfectamente explicable; pero para quienes se tratade un simt¿lacro de factura humana carente de antecedentes sacralesy de todo elemento sobrenatural, la actitud y conducta del señorMontúfar resultan enormemente sorprendentes y a primera uista in-comprensibles por no decir escandalosas como, en efecto, Ies pare-ció aI prouincial fray Francisco de Bustamante y a sus hermanos dehábito.

De aquí se sigue (1) que eI gran problema de Ia tesis aparicionístuestriba en poder probar, a satisfacción de la crítica histórica, la aer-dad de su, premisa, es decir, Ia del origen portentoso de Ia imagenguadaluparta; pero (2) que la difícultad fundamental de nuestra te-

Page 99: 117238026 Destierro de Sombras

112 EDMUNDO O'@RMAN franrr ur

sis antiaparicionista no consiste, corno suele suponerse, en poder pro-bar que dicha imagen no tiene ese orígen, por Ia sencilla razón deque no es lógicamente posible probar un hecho negatiao. DichoJ¿ otra manera) que el debate suscitado por eI rechazo de Ia pruebaaducída a fauor de la sobrenaturalídad de aquella imagen es asun-to propio de la tesis aparícionista. Cierto que d,el resultado de esedebate depende la posibilidad real de una tesis antiaparicionista,pero no por eso constituye su especial y peculíar problema una aezabierta esa posíbilidad. ¿Cudl, entonces, eI problema historíográficofundarnental de nuestra tesis? No, lo acabamos de aclarar, el relatiaoa Ia índole sobrenatural o natural de la imagen (puesto que conside-ramos decidido eI debate en fauor de la segunda alternativa) sino -yesto es Io nouedoso- eI problema de poder explicar por qué, care-ciendo Ia imagen del nimbo celeste que Ie atribuye Ia tradición, elarzobispo le concedió el formidable e insóIito apoyo que, según yasabemos, en efecto le concedió.

Tal, pues, Ia dificultad que debemos superar, pero no bíen he-mos olcanzado esa conclusión cuando aduertímos que preguntar porlo que motiuó Ia extraña intervención del arzobispo Montúfar enel hecho guadalupano es tanto como preguntar por nada menos qlteln razón de ser de ese hecho, que no otro es el asunto que nos hemospropuesto dilucidar en esta tercera parte de este libro.

Quede así indícado el camíno que aamos a seguir, pero antes deemprender Ia marcha estard bien aclarar que hemos postulado unatarea de doble vertiente. Pide Ia primera una expli,cación de la actí-tud, en cuanto tal, asumida por eI arzobispo, lo que nos remite alexamen de sus antecedentes personales e indiosincrasia; consiste lasegunda en explicar la conducta que, concretamente, obseruó, en eIcaso el prelado, lo que nos remite, a su, nez, aI examen de las circuns-tancias deterrnínantes del objetívo que se propuso alcanznr,

Por úItimo, suponemos que no habrd eludido la perspícacía dellector la necesidad en que nos hallomos de encarar el doble enigrnoque se nos ho aenido quedando en el tintero, el de la misteriosacolocación de Ia imagen en Ia ermita, y el relatiao a esa tan sospe-chosa oportuna curación de un ganadero que Ie fue atribuida cornomilagro a esa efigie. Al intento de despe'jar tan interesantes como noantes suscitadas incógnitas de la historio guad,alupana, ofreceremosen un epíIogo las respuestas conjeturales que nos perecen ser las md,s

plausibles.

Page 100: 117238026 Destierro de Sombras

CAPÍTUI-O PRIMERO

NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPEFLOR NOVOFIISPANA DE LA CONTRARREFORI\ÍA

Page 101: 117238026 Destierro de Sombras

Vástago de una familia noble, nació en Loja el airo de 14891 quienllegaría a mitrarse segundo arzobispo de México, don fray Alonsode Nfontúfar. Y supuesto que vivió en la península los sesenta v

cinco años anteriores a su paso a la Nueva España, fue testigo delos trascendentales sucesos ocurridos durante el lapso que corre des(lela toma de Granada e inicio del primer viaje de Cristóbal Colónhasta poco antes de la abdicación de Carlos V en favor de su hijoel príncipe don Felipe; el periodo decisivo en la forja del sentimien-to y conciencia de la unidad del pueblo español. Pero entre los ex-traordinarios acontecimientos que llenan ese periodo, reclama nues-tra particular atención la inquietud religiosa provocada por quien:sdeseaban introducir una reforma del catolicismo en diversos nivelescle profundidad. Y es que la vida de Montúfar está estrechamenteligada al compromiso de la monarquía española cie erigirse en ada-iid de la ortodoxia de la Iglesia Católica Apostólica Romana y endefensora de sus antiguas tradiciones de devoción y prácticas piado-sas, es decir, toda esa visión político religiosa que prohijó a la In-quisición española y doctrinalmente culminó en la aprobaciirn pon-tificia de las constituciones conciliares de Trento.

I\4ontúfar fue ante todo y en todo un fraile dominico español dc,a primera mitad del siglo xvI, vocado, pues, a la intolerancia per--.ecutoria cuyo monopolio reclamó como privilegio ia Orclen tle Pre-dicadores, con 1o que está clicho cuáles fueron los ideales del futuloprelado mcxicano y los rasgos sobresaiientes de su telnperamento y:arácter. Contaba apenas quince años de edad cuando vistió el hábi-:o de Santo Domingo en el convento de Santa Cruz de Granada, fun-ración de nadie menos que fray Tornás de Torquematla, prirnernquisisor general y arquetipo de quienes lo sucedieton en al cargo.in aquel convento cursó l\fontúfar con brillo sus primeros estudios.. \a en mayo de l5l4 pudo prolesar en manos de fray Lope de Ova-.e.r Tres años más tarde, don fray Diego de Deza, arzobispo clc Se-

'. -lla, también dominico e inquisidor que fue durante los años de. i99 a 1507, se fijó en el joven fraile para concederle el codiciadcr

I Para esa fecha que no es la habitualmente asignada, véase Ricard, "Quatre-::¡es", p. 66 y nota 2.r Esta noticia en González Dávila, Teatro eclesióstico de la primitiva lglesia

.: las Indias Occidentales, I\fadrid, 1649, t, p. 31.

Page 102: 117238026 Destierro de Sombras

il6 EDMUNDO O'GORMAN lrenrr rn

privilegio de ingresar (28 de noviembre de 1517) al Colegio I\layorde Santo Tomás, centro de altos estudios eclesiásticos y baluarte deltomismo, recién fundado por aquel prelado con la autorización deotorgar grados universitarios. En premio de su aprovechamiento, fr-ayDiego ascendió a Montúfar al rango de colegial perpetuo (8 de oc-tubre de 1520) de aquella institución donde obruvo la maesrría enartes. El l0 de agosto de 1524 salió a leer teología en su antiguoconvento de Santa Cruz, y habiéndola leído, coronó sus estudios ycátedra al graduarse de maestro en esa facultad. Dos veces fue priorde dicho convento, y en el capítulo general de la orden celebradoen Lyon (1536) fungió como definidor de la provincia de Bética. Aun fraile de tanta promesa y aquilatada vocación dominicana no po-día eludirle la más señalada prueba de la confianza y favor de sussuperiores, a saber, la designación de calificador teólogo del SantoOficio. Gozó del aprecio de Ia aristocracia granadina como lo atesti-gua el haber sido confesor del segundo marqués de Mondejar, influ-yente personaje del círculo cercano a la persona del emperador. Ell3 de junio de 1551, pese a su ya avanzáda edad -teníi sesenra yun años- y a recomendación del marqués, Carlos V presentó a Mon-túfar para llenar la sede vacante de don fray Juan de Zumárraga enla arquidiócesis de Nléxico. El 5 de octubre de 1552, Julio III confir-mó la designación, el 17 de maÍzo del siguiente año el nuevo preladorecibió el palio y en octubre ya había recibido sus bulas y la consa-gración; pero no fue sino hasta 1554 cuando pudo embarcarse corldestino a la sede de su arzobispado de la que tomó posesión efectivael 23 de junio de ese año en que hizo su entrada a la ciudad deN{éxico.3 Trajo consigo a su hermano de religión, fray Bartolomóde Ledesma, su fiel consejero y colaborador en quien descargó du-rante muchos años el peso de la mitra. Murió en la ciudad de Méxicoel 7 de matzo de 1572 a los ochenta y rres años de edad, después d.ehaber padecido una prolongada enfermedad que lo incapacitó men-talmente y redujo al encierro de su recámara.a

Se habrá advertido que no son muchas ni demasiado puntualeslas noticias biográficas que tenemos acerca de nuestro arzobispoantes de su llegada a México; suficientes, sin embargor parÍr que nocause sorpresa el partido que abrazó cuando en España se preparabala ofensiva para aplastar, no se diga todo brote de protestantismoy otras tendencias reputadas heréticas, sino toda manifestación del

3 Brar,o Ugarte, Diócesis, p. 61.4 Para noticias más amplias acerca de la vida de Montúrfar, véanse Luciano

Serrano, "Alonso de Montírfar, segundo arzobispo de Nléjico, en Roletin de iaReal Academia de la Historia, Nfadrid (abril de 1923), p. 299"22t; Ricard, ..Notes

sur la biographie de Fr. Alonso de lVfontúfar, second A¡chevéque de N{éxico", enRulletin Hispanique, Bo¡deaux (julio-septiembre de 1925), p. 242-245, y el ar-ticulo del mismo autr¡r citado en la nota l,

Page 103: 117238026 Destierro de Sombras

cAPiTULo r] DESTIERRO DE SOT,ÍBRAS

espíritu de reforma que, sin ruptura con la iglesia, había inspirado€n un selecto grupo de españoles la cátedra de Erasmo.

Con su habitual maestría ]\{arcel Bataillon reseñó la crónica delerasmismo español en el siglo xvr y del desastre que le sobrevino a

consecuencia de la campaña persecutoria que emprendió en su con-tra a partir de 1557, ei inquisidor don Fernando Valdés cle la queafirma aquel ilustre historiador que "se diría que España entera sc

congregaba tras una especie de co¡dón sanitario para salvarse deuna terrible epidemia".s Bien se advierte: la elección de Nfontúfarpara Ia mitra de México ocur¡ió en vísperas de esa campaña, y cier-tamente no parece casual que el gobierno de tan importante sedehr.rbiere recaído en un dor¡rinico de prestigio en su Orden; protegidoen su juventud por el arzobispo y exinquisidor fray Diego de Deza; ca-lificado¡ teólogo del tribunal del Santo Oficio, y afiliado, sin duda, a

la política de represión que muy pronto encendería hogueras en lasciudades capitales de la península. De esa filiación tenemos un claroindicio en la circunstancia de que lfontúfar actuó de relator y cali-ficador en el primer proceso incoado por la Inquisición en contradel doctor Juan Gil, el célebre "doctor Egidio", connotado erasmis-ta cuyos huesos fueron exhumados y quemados en cumplimiento desentencia pronunciada por ese tribunal en un proceso posterior.o Ysi tan segura indicación del antierasmismo de fray Alonso no bastare,su actuación al frente de la mitra mexicana la confirma sin lugar aduda como más adelante veremos. Pero para mostrar el motivo denuestro empeño en destacar ese perfil ideológico del futuro preladomexicano, recordemos aspectos sobresalientes en que se manifestóla influencia de Erasmo en España.7

La Philosophia Christi del gran humanista despertó y alentó en susadeptos españoles el anhelo de realizar una interna reforrna de es-

piritualidad que pugnaba por la liberación de la rígida observanciade las obligaciones rituales; de los formulismos en la administra-ción de los sacramentos, ,v del aparato ceremonial de la Iglesia católica,pero sin romper con ella. Se quería, dice Bataillon, un cristianismoesencial centrado en la salvación por la fe en Jesucristo, pero no tan-to cifrada en la justificación por sólo la fe, sino en una nueva feen la fe misma.s Y resulta evidente que ese renovado cristianismo deexclusivo énfasis en la adoración a solo Cristo, tenía que rechazarla acumulada hojarasca de una falsa milagrería; de la supersticiosaveneración a reliquias, sepulcros y lugares tenidos por sagrados; de

5 Bataillon, Erasmo y España, México, 1966, p. 720.6 Sobre la intervención de Montúfar en el primer proceso inquisitorial en con-

tra del "doctor Egidio", véase Ricard "Quatre lettres", p. 69, nota 4.7 El breve resumen que viene a continuación proccde de notas tomadas de la

citada ob¡a de Bataillon. Su.l/ra, nota 5.e lbid., p. 8ü.

tt7

Page 104: 117238026 Destierro de Sombras

ll8 EDMUNDO OGORMAN [eenre nr

peregtinaciones y procesiones y de tantas otras prácticas piadosasde parecida índole, entre las que ocupaban un lugar prominente lasoraciones y peticiones dirigidas a los ángeles, a las almas del purga-torio y a los santos a quienes era habitual atribuirles especialida-des en sus respectivas y supuestas intervenciones celestes. Se teníacierta tolerancia en lo que respecta a la devoción a la Virgen comoconcesión al vulgo, pero se insistía en censurar de supersticioso elculto que se rendía a su imágenes, afirmando que la verdaderamanera de honrar a María no era procurando su intercesión, sinoimitando la limpieza de su vida y la perfección de sus virtudes.e

Pero si en términos muy generales esa fue una de las consecuen-cias de las enseñanzas cle Erasrno, es obvio que sus opositores abra-zaron un tradicionalismo intolerante que si bien reconocía la nece-sidad de elevar el nivel moral e intelectual del clero. no sólo notransigía con las libertades de una religiosidad primordialmente deinspiración interior, sino que consideraban de su deber exterminara quienes las propalaban o practicaban, incluyéndolos indiscrimina-damente entre los secuaces de la herejía luterana. Tal, pues, la capi-Ila en la que militó fray Alonso de Montúfar durante los años de suresidencia en España, y no fue otra su actitud cuando, investido dela autoridad episcopal, gobernó la arquidiócesis de N,Iéxico.

Y en efecto, puede recordarse a ese respecto el espíritu tradicio-nalista que inspiró las decisiones del Primer Concilio Provincial N{e-xicano convocado por el arzobispo en 1555, es decir al año cle haberllegado a México.10 El propósito inmediato de ese sínodo fue esruc-

9 "Ten por cierto que ningún servicio ni honra puedes hacer que tanto agradca la gloriosa Virgen Santa María como si siguieres aquella su humildad verda-dera". Erasmo, Enchirid,ion, versión española del Arcediano dc Alcor. 'Iexto ci.tado pol Josó '\lmoina, Rumbos l¿eterodoxos en trÍexico, Ciudad Trujillo, 1947,p. 189.

10 Notemos de paso que de haber existido la devoción a la imagen de Nues-tra Señora de Guadalupe antes de la llegada a lvféxico del arzobispo l\fontrlfar,y mis concrctamente desde 1531, serfa obligada alguna mención o alusión a escrespecto en las constituciones del P¡imer Concilio N{exicano (1555), atenta la mag-nitud del portento, pero Io cierto es que no las hay. AI mismo propósito es inte-resante advertir que, como veremos, en la constitución sinodal xvur sc dcclarópatrono y abogado de la Iglesia novohispana a San José en razón, dice el texto,de "la gran devoción que el pueblo le tiene y vencración con quc los intlios y es.pairoies ha sido y es venerado"; honor que seguramente ie habría correspondidoa la Guadalupana de se¡ cierto el extraordinario origen sobrenatural quc se atribu-)'e a su imagen. l'ero, adcmás, en la lista <le las fiestas ma¡ianas de obligación paralos indios no hay ninguna alusión al cuito que se supone le rendian desde ¿ur-

tiguo a ese simulacro. Esas omisiones contrastan vivamente con el inmenso inte¡ésque, al año de celebrado el concilio, mostró el arzobispo en apoyar el culto a

la imagen del Tepeyac y en animar a los indios a emular la devoción que letenian los espafloles. Se muestra así palmariamente que con anterioridad a ese

sínodo (1555, junio 29 - noviembre 6) no se tenia la menor noticia, no se diga,

Page 105: 117238026 Destierro de Sombras

cAPÍTUr-o r] DESTIERRO DI SOMBRAS It9turar la Iglesia novohispana con estricto apego a la ortodoxia y lalegislación canónica y jerárquica de la Iglesia universal. Se esmeró,por otra parte, en aprobar el formuiismo ritual, sacramental y cere-monial tradicionales, y más a nuestro propósito, las prácticas y cos-

tumbres piadosas de la devoción popular en franca e intencionadaoposición a las tendencias tan contrarias que había inspirado ei eras-

mismo en la peninsula.ll Testimonio de ese propósito es que en-tre las fiestas de obiigación los padres conciliares incluyeron muchasdedicadas a honrar a la Virgen Nlaria en diversas advocaciones, alos santos, a "los patronos de las iglesias catecirales y pueblos", y es

particuiarmente elocuente el decreto que declaró abogado patronode la Iglesia mexicana al patriarca San José por su especial eficacia"de intercesor, dice el texto, contra las tempestacles, truenos, ra)'os

de las supuestas apariciones del Tcpel ac, sino de la cxistencia mis¡na de laimagen.

11 Pa¡a no calgar el texto de cste capítulo damos sumaria cuenta en esta notade las constituciones sinodales de 1555 más notables por su espíritu tradiciona-lista y ceremonial.

La ¡. Sobre lo quc es indispcnsable que sepan toclos los cristianos. Son cliez apal-tados, y el último se refie¡e a ias o¡aciones que deberían saberse: Pater Noster,Ave Nlaría, Credo y Salve lLcgina, en latín y en romance, y los indios en suslenguas.

La ¡r. Sobre observar los días en que se debe administrar eI bautismo y lasceremonias "que c1 dcrecho antiguo en 1os tales dias dispone".

La v¡r. Sobre cómo se ha cle proceder con "todo rigor cle de¡echo" contra quie-nes no confiesan y comulgan cn el tiempo dc obligación.

Las xvru y xtx. Sobre las fiestas de guardar con obsenancia de todas las cere-monias prescritas por la Iglesia, Minuciosas reglas para sancionar a los remisos.

Las xx a xxxur. Detallada reglamentación para la observancia de todas las ce-remonias, y sobre el modo de rezar los oficios y lq misa y sobre el tañe¡ del AveMaría. Que siempre arda una lámpara delante del Santisimo Sacramento.

La xxxvrr. Sobre los ayunos y el precepto de no comer ca¡ne los s¿ibados, "Io-able y antigua costumbrc de nuestra Espaira y del pueblo cristiarro".

La txllI. Sob¡e la administración de los sacramentos. Que se observen las ce-¡emonias y cn lo que toca al bautismo se "ponga el óIeo no sólo en el pechcrsino en las espaldas y el sacerdote esté vestido con sobrepelliz y estola",

Para el texto completo de las citadas constituciones, Lorenzana, Concilios, Pri-me¡ Concilio Provincial Mexicano.

Es notable el contraste respecto a la ideología de tinte erasmiano dei obispoZumárraga. Recordemos a ese efecto, l) EI Compendio breve sobre procesionestomado del tratado de Dionisio Rickel, México, 1554, donde Zumárraga se re-fie¡e a la procesión del Jueves de Corpus como "vana y gentílica costumb¡e"que de rringuna manera se les debe consentir a los indios, 2) La Doctrina cris.tiatn brete. l\{éxico, 1545, donde se reprodujo la Suma de doct¡ina cristiana deldoctor Constantino. Al referirse el obispo a lo que más convenla enseñar a lc'sintlios, no se incluye a la Virgen ni a los santos. 3) La Regla cristiana breue,\féxico, 1547, donde el obispo condena la devoción milagrera: los milagros, dice,\a no son menester; 1o que quiere el Redentor es vida milagrosa, ''porque la\ ida perfecta de un c¡istiano es continuado milagro en la tierra". \'óase Gar-cia Icazbalceta, Bibliogralía y Zumtirraga, rr, capítulo 21; Bataillon, Erasmo yEspaña, p. 825-827.

Page 106: 117238026 Destierro de Sombras

120 EDMUNDO OGORMAN [ranrr rrr

y piedra [granizo] con que esta tierra es muy molestada".l2 Es biensabido, por orra parte, que uno de los principales objetivos del Con-cilio fue sentar las bases jurídicas que permitirían la destrucciónpaulatina de la Iglesia misional establecida por los religiosos quepugnaban por mantenerse al margen de la autoridad diocesana y deeximirse de la estricta observancia del aparato ceremonial y muy es-pecialmente de los formulismos rituales en la administración de lossacramentos a los indios.l3 Una Iglesia, en suma, que, según los re-ligiosos, emulaba la primitiva de los tiempos apostólicos cuyo espl-rítu hizo suyo el erasmismo y en el que, con mayor o menor fideliclad,participaban los grupos más selectos de la hueste misionera franciycana.la Y en lo tocante al aspecto represivo no será el arzobispo quiense muestre remiso. Prueba de ello la censura a la Doctrina breue deZumárcaga;r6 la implacable persecución que padeció fray lvfaturino

12 Constitución xvrrr del citado concilio.13 En la extensa e importante carta del atzobispo Montrlfar dirigida al Con-

sejo de Indias desde México el 15 de mayo de 1556 (Epistolario, vru, p. 20-g6)el prelado hace una despiadada crítica a la ob¡a de conversión de los indios porlos religiosos, y entre muchas deficiencias que le señala alega que los naturalesno creen en 1o que, según los teólogos, es obligado creer. Afirma que a tan gra-ve cargo algunos religiosos responden "quc Ia potencia dc Dios no est¿i atada alos so,cramentos" y cuenta que al objetarle a un fraile guardián que la contri-ción y la penitencia eran indispensables después de haber pecado, le respondió"que Dios no tenía tanta cucntt con esa gente $os indios] para perdonarlos",doct¡ina que el arzobispo calificó de "tina hercjía". En esos dos incidentes ¡esaltacon claridad ia oposición entre Ia ortodoxia tradicional del prelado y la religiosidadde inspiración interna de raigambre paulina de los frailes, la orientación de su la-bor misione¡a y el cimiento de la "rglesia primitiva" que declan haber establecidoentre los indios, Y para evocar la fuente erasmista de esa teologla de nuestrosmisioneros, recordamos uno de los coloquios de la Ichthyophagia (edici6n de 1526)donde se habla del Nuevo Mundo en el que "debe quitarse la obligación de cier-tas cosas sin las cuales empezó a ser salvado el mundo, y podrla aún hoy salvarse,con tal que hubiese fe y caridad evangélica". Ilataillon, Erasmo y España, p, Bl7,

1a En la carta del arzobispo arriba citada, el prelado se opuso a la preten-sión de los frailes en asimilar su Iglesia misional a la primitiva de los tiemposapostólicos. En eila, dice eI arzobispo, habla quienes morlan en defensa de lafe, pero en la de los religiosos ni siquiera ese posible ordenar a ning{rn indioni fiarles la administración del Evangelio como lo hicieron los apóstoles a sussucesores. Los indios educados en los monasterios, prosigue el prelado, cometenmil pecados: roban en los pueblos que visitan y "abusan de las muieres, mu-chachas y aun muchachos", Epistolarío, vttt, p.7b-76. Más adelante en esa cartael arzobispo vuelve sobre el mismo asunto y afirma que la pretendida asimila-ción con Ia Iglesia primitiva era argucia para que los indios no pagaran diez-mos. Replica el prelado que esa equiparación es especiosa, porque ya hay papa,prelados, reyes católicos, cánones y leyes eclesiásticas, y añade que tampoco puédehablarse de una "nueva Iglesia", puesto que ya tenla años de habersé empezadoIa evangelización.

16 Doctrina breae muy protechosa de las cosas que pertenecen a Ia fe catóIicay a nuestra cristiandad... compuest¿ por el reverendo don fray Juan de Zumá-rraga. México, 15113 (Garcfa Icazbalcera, Bibliografía, nún. 4). En esra obra el

Page 107: 117238026 Destierro de Sombras

CAPiTUL,O I] DESTIERRO DE SOMBRAS l2lGilberti con motivo de su Didlogo de doctrina en lengua de Michoa-cá,n;18 el crecido número de procesos fulminados por la Inquisiciónepiscopal del gobierno de Montúfar,r7 y finalmente, la vigorosa cam-paña de prohibición, expurgación y censura de libros y sermoneslsque, por comisión del prelado, emprendió nuestro Melchor Cano,queremos decir, el intransigente fray Bartolomé de Ledesma más tar-de premiado con la mitra de Oaxaca.le

Ahora bien, ya insinuamos que la devoción a la Virgen fue unpunto especialmente crítico en Ia pugna que ha venido ocupandonuestra atención, poryue Ia creencia en la particular eficacia de laintercesión de María -supuesto su estrecho lazo con la divinidadcomo la madre de Dios- se convirtió desde muy antiguo en la másarraigada y preferente práctica piadosa del catolicismo tradicional,2o yasí y por eso el culto mariano acabó por ser el símbolo más visibledel antierasmismo y en general de la proscripción de toda tenden-cia reformista al ser enarbolado como estandarte de la contrarre-torma.

Pero he aquí, entonces, que al hacernos cargo de ese aspecto debelicosa militancia que le fue atribuido a la devoción mariana, te-nemos Ia respuesta a la pregunta en la que ciframos la primera ta-¡ea de nuestra exploración en busca de la razón de ser del guada-lupanismo mexicano; la pregunta, recuérdese, que inquiere acerca

obispo aprovechó el Enqu.iridion y la Paraclesis de Erasmo (Almoina, Rumbt¡sheterodoxos en México, p. l3l y s.) Esa Doctrina brere fue la censurada (3 denoviemb¡e de 1559) por una junta de teólogos reunida por orden de Nlontúfar(Libros y librcros en el síglo xvI. México, 1914, p. l-3.)

16 El Iliálogo de Gilberti fue impreso en Móxico en 1559 (García Icazbalceta,Bibliografía, núm. 35), Sob¡e el proceso de censura de es¿ obra, véase Libros yLibreros, op. cit., p. 4-25.

17 Véase Greenleaf, The Lfexican Inquisítion, Aibuquerque, 1969.18 En el Concilio de 1555 se decretó la prohibición de imprimir iib¡os sin li-

cencia del ordinario y se ordenó que los mercaderes de libros presentaran inven-tarios dc los que tuvieren para ser examinados por el diocesano o por quien éllo cornetiere. El precepto incluía libros impresos en España, porque, dice el tex-to, como muchos de ios prohibidos en la peninsula no podían venderse en ella,sus ducíros los enviaban a las Indias (Lorenzana, Concilios, p. 148-150: Constitu-tución ¡-lxrv del sínodo de 1555).

1e La intransigencia de fray Bartolomé de Ledezma como teólogo calificadoretr la acusación contra fray Alonso de la Verac¡uz (1558 por proporciones he-¡éticas contenidas en su t¡atado sobre diezmos (De Dccimís), recuerda la inter-vención de fray Melchor Cano en eI proceso contra eI arzobispo de Toledo, frayBartolomé Carranza de I\fi¡anda (García lcazbalceta, Bibliogralía, p. 145-146;Amancio Bolaño e Isla, Cotttribución aI estudio bibliogrático dc Alonso de laI'cra Cruz, p. 64-65).

l0 En algunas de las versiones del antiquísimo relato sob¡e Ia muerte de l\fa-ría (T'ransittts lt'Iariae, siglo v) se afi¡ma que la Virgen obtr¡r'o de su hijo lapromcsa de mirar con misericordia y de consolar en éste y en el otro mundo at¡uicn hubiere recurrido a la intercesión de aquélla (Encyclopaedia Britannica,rrticulo "Ifar1', the mother of Jesus").

Page 108: 117238026 Destierro de Sombras

r22 EDN{UNDO OGORMAN feenrr ru

de porqué de la actitud asumida por el arzobispo Montúfar respectoa aquella imagen de la Virgen que en 1555 se tuvo por aparecidacn la vieja ermita del Tepeyac. Ahora, en efecto, comprenclemos quela decidida e inmediata acogida del prelado a la devoción que lehabían cobrado los vecinos españoles de la ciudad de N,féxico a aqu<:lsimulacro y su insólita precipitación en establecer culto formal enla ermita, se explican como un segundo y trascendental avance -elprimero fue la celebración clel concilio- en la política de afirma-ción del tradicionalismo católico español en la Nueva Espaíra. Va-rnos a concluir, pues, que el antirreformismo e idiosincrasia con-sevadora del dominico español que fue fray Alonso de Montúfar, se

descubre nada menos que la condición de posibilidad del guadalu-panismo mexicano, y que en la imagen del Tepeyac podemos dis-cernir la más genuina y espectacular flor novohispana de la contra-rreforma.

Page 109: 117238026 Destierro de Sombras

CAPiTULO SEGUNDO

NL HORIZONTE HISTÓI{ICO DEL SURGIN,IIENTODEL CULTO GUADALUPANO

([,a conticncla entl'e la mitra y los rcligiosos)

Page 110: 117238026 Destierro de Sombras

APARTADO PRIMERO

l. La extrañeza en la conducta del arzobispo

lfemos mostrado que el entusiasta respaldo que le brindó el ser-rorMontúfar a la devoción y culto de la imagen de Nuestra Señora deGuadalupe del Tepeyac es explicable por los anrecedentes ideoló-gicos del prelado. Pero si ya no ofrece ningún secreto la afición quede manera tan inequívoca mostró tenerle a la Virgen María, no puededecirse lo mismo respecto a la elección de Ia imagen, porque nadatiene de obvio que hubiese reca"ído en un simulacro de procedenciatan equívoca y carente del fundamento de una antigua y veneradatradiciónr

Pero como si ese motivo de extrañeza no fuere bastante, lo agra-va la circunstancia de que el favor mostrado por el arzobispo a esaadvenediza imagen fue en abierta violación de lo expresamente or-denado en dos de las constituciones sinodales aprobadas por el con-cilio que él había convocado y que aún no cumplía el año de laclausura de sus deliberaciones. Veámoslo.

En la constitución xxxrv se ordenó que las pinturas de asuntoreligioso estuvieran sujetas a censura del diocesano; que las ya eje-cutadas tendrían que ser examinadas por los visitadores de la mi-tra, y que las halladas "apócrifas" fueran quitadas de los templosdonde se hubieran colocado. En la constitución xxxv se previno que,por haberse edificado en la Nueva España multitud de igiesias, se

procediera a dictaminar cuáles deberían subsistir por considerarsenecesarias y que las "superfluas" fueran derribadas.2

Ahora bien, en cumplimiento de esos preceptos para el caso de laimagen de Nuestra Señora de Guadalupe y de la ermita del Tepe-yac, el arzobispo debió por primera providencia mandar examinar

1 Es cargo, recuérdese, que le hizo fray Francisco de Bustamantt, al arzobispo,Vid. supra, Segunda parre, capítulo tercero, rr, 7.

2 l-o¡enzana, Concilios, p. 9l-93.

Page 111: 117238026 Destierro de Sombras

r26 EDIÍUNDO O GORMAN [eenre ru

la una y la otra, y como es de suyo evidente que la imagen tendríaque haberse declarado "apócrifa" en el sentido literal de algo quecarece de fundamento, y como, por otra parte, es no menos obvioque ia ermita tenclría que haber siclo consideracla "superflua", laimagen debió ser recogida y la ermita derribacla.

Pero ¿qué fue lo que hizo el arzobispo? Sencillarnente eciró ensaco roto aquellos ordenamientos que unos meses antes había man-dado guardar y cumplir por todos los clérigos y parroquianos sinexcepción,3 y a Ia sombra, que no luz, de tan poco edificante ejem-plo ¡rrocedió de Ia siguiente manera: l) puso bajo la inmediataautoridad diocesana a esa "superflua" ermita para fundar en ellacl culto formal al "apócriIo" simulacro de la Virgen que se hallabaen ella; 2) aprobó de hecho el nombre Guadalupe que sin licenciani otra lormalidacl le irabía aplicado a la imagen el entusiasmo yvanidacl de los vecinos españoles de la ciudad de Nféxico; 3) dio porbuenas las lanáticas demostraciones de devoción que éstos le tributa-ban a su novedosa y postiza Guadalupe; 4) abonó tácitamente con suautoridad y expresamente con la prédica la verdad cle los milagros quese decía había obrado aquella pintura, sin cuidarse cle verificarloscomo era su obligación con "copia de testigos", según advirtió frayFlancisco de Bustamante,4 y 5) con el señuelo de esos supuestosplodigios -esto encarecemos recordarlo- anirnó a ios indios a emu-lar a los españoles su piadoso lendimiento a esa, para aquéllos, San-ta N{aría-Tonantzin rediviva que tan repentinamente les había bro-tado a los áriclos peñascos del Tepeyac.

Pocos serán los casos en los anales eclesiásticos de semejante com-portamiento por parte de un prelado y así se advierte bien que, Iejoscle ser ociosa o bizantina la duda que ha despertado en nosotros laextraireza de ese comportamiento, tenemos en ella el enunciado del¡rroblema toral de la primitiva historia del guadalupanismo mexi-cano. Poderoso debió ser, sin duda, el interés que movió al arzobis-po a proceder de manera tan insólita, y en las páginas subsecuen-tes intentaremos despejar el enigma.

Ciertamente no en los términos que acabamos de plantear, perono faltaron entre los contemporáneos quiencs percibieron algún ul-tcrior interés en la conducta del señor Montúfar. Se le denunció,en efecto, coclicia por ias copiosas limosnas que se recogían en la er-mita.5 Pero en el supuesto, no inverosímil, de que hubiere algo deeso, es enteramente inaceptable que tan mezquino motivo acierte

'J Ibid., p. 170. Las constituciones sinodales fueron pregonadas en la ciudadde Nléxico los cllas 6 y 7 de noviemb¡e cle 1555.

1 Ilid. suprd, Segunda parte, capítulo tcrcero, 3, ¡r, ll.5 Fray Francisco de Bustamantc en su sermón de réplica ai del arzobispo suscitó

tlucla ace¡ca del destino de las limosnas recogidas en la ermita, y el fraile francis-cano citado en el testimonio de Juan de N{asseguer afirmó que el arzobispo fo.

Page 112: 117238026 Destierro de Sombras

CAPíTULO u] DESTIERRO DE SOMBRAS r27

en el blanco de la explicación que buscamos, Porque el fomentode la devoción y culto a cualquiera otra imagen de la Virgen no ex'cluiría la ocasión de semejante lucro y porque, además, no puede

desecharse la posibilidad de un infundio nacido de la pasión que,sin duda, le tenían al arzobispo sus acusadores.o

Debemos echar a andat, Pues, por otro camino de más plausiblepromesa, y es el que sugiere Ia conjetura de que tan temerario com-portamiento del arzobispo no será ajeno a la consecución de algunode los objetivos que debió recibir como consigna al encomendárse-le el gobierno de la mit¡a de N{éxico y a cuyo logro debió comPro-r¡reterse al aceotarlo.

2. La consigna que n'ajo el arzobispo

Ya tuvimos ocasión de notar que si el monarca eligió para ocuParia sede vacante de la diócesis de México a ese teólogo dominico de

ideología tradicionalista y de experiencia inquisitorial que era frayAlonso de N[ontúfar, se transparenta el propósito general de la corona'de desterra¡ de ia Nueva España todo brote de reforma reiigiosa,incluyendo a quienes no pretendían romper con la Iglesia y mante-nerse alejados de las extremosas aspiraciones de los reformadoresprotestantes; el propósito, en una palabra, de asentar con firmeza laautoridad episcopal y regalista de la Iglesia española que ProPugna-ba por la estricta observancia de la legislación canónica; el mante-nimiento del aparato ceremonial y ritual, y el respeto a las tradicio-

mentaba el culto a la imagen del -fepeyac porque en ello, dice, "se Ie sigue suinterés" (Vid. supra, Segunda partc, capltulo tcrcclo, Il, l:l; capltulo seguudo, u7.

Pero los textos capitales al respecto sor¡ dos cartas del cabildo de la catedral deMéxico dirigidas al Consejo de lndias y al rey, respectivamente. La fecha de laprimera es 14 de febrero de 156I; Ia segunda carece de fecha pero segurametlt€uo es muy posterior a aquéila, Ambas epistolas contienen acusaciones tremendas€n contra dei arzobispo Mont{¡far por su codicia, su soberbia, su descuido en

cumplir ias obligaciones pastorales y su tiranía en el trato con los capitulares,y también se le hace el cargo de disponer en provecho propio de di¡reros P€rtene'.cientes a la ermita del Tepeyac (Epistolario, rx, p. ll3; xtv, p. 2l). Esas denun-cias provocaron una información testimonial leva¡tada en México en abril de1562 (yid. I¡ancisco Miranda, "Fray Aionso de Montúfar y el culto guadalu-pano" en Centro de Estudios Guadaiupanos, Tercer Encuentro Nacional Gua'dalupano, 72-79, México, Jus, 1979). Todavía en 1570, cabildo del 2l de abril,los capitulares acordaron pedirle al arzobispo para "descargo de su conciencia",entre otras cosas, cuent¿s de "lo de Guadalupe" (Luciano Serrano, "Alfonso deMontf¡far, segundo arzobispo de Méjico", p. 320.)

6 Clrauvet, El culto guadalupano, p. 47-49, int€nta demostrar que Montúfargastó las limosnas en eI edificio de la ermita y que si especuló con el dinerofue en beneficio de ésta. En todo caso las denuncias del cabildo son demasiadoexplesas para que se disipe del todo la sospecha de malos manejos.

Page 113: 117238026 Destierro de Sombras

i28 trDMUNDO OGORMAN frenrr ru

nes y costumbres de la devoción popular. Tal, pues, en términosmuy generales el programa con el que debía cumplir el señor Mon-túfar, y ya vimos que el favor que le dispensó a la imagen del Tepe-yac se explica en función de esa suprema finalidad. Pero es de ca-pital importancia advertir que para alcanzar aquella meta en lascircunstancias peculiares a la Nueva España, el prelado tendría quevencer el obstáculo de reducir al rebaño de la grey común de losfieles a la enorme y abigarrada población indígena somerida al ré-gimen de excepción que le habían impuesto los misioneros, y ten-dría, por tanto, que enfrentarse el empeño de éstos por mantenerintacta la Iglesia misional que, al amparo de prerrogativas, libertadesy privilegios, Ia ponían al margen de la autoridad diocesana.

Pero si ese fue el propósito general de la corona al haber envia-do a México al señor Montúfar, no sabemos en concreto la consignaque debió recibir para superar los obstáculos que acabamos de enun-ciar. Si se le dieron instrucciones específicas al respecto no nos hallegado el documento en que debieron consignarse, pero tenemos, encambio, una orden que le fue dirigida por el Consejo de Indias, fe-chada el 19 de febrero de 1553, que sirve para el caso. Le manda elConsejo que emprenda el viaje a México sin esperar por más tiempola llegada de sus bulas, y en los motivos invocados para justificar esaimpaciencia se disciernen las tareas fundamentales que le encomen-daba el monarca.? Primero, era apremiante la presencia del preladoen su sede por interés general del país; segundo, ya no podía prolon-garse la falta de una dirección de conjunto de la evangelización einstrucción religiosa de los indios; tercero, la vida parroquial ame-nazaba caer en desorden por falta de una autoridad efectiva y rerponsable, y cuarto, era indispensable la vigilancia personal del pre-lado en la edificación de la nueva catedral aprobada por el monarcaen cédula real de 2l de marzo de 1551.8

Si hacemos caso omiso del último punto que aqul no nos concierrne, en el primero, pese a los términos muy generales en que estáconcebido, cabe ver el propósito que ya vimos, el de arraigar en lacolonia la autoridad episcopal como fiel representante de la Iglesiaespañola, y en cuanto al segundo y tercer puntos, enuncian lo quese esperaba del arzobispo respecto a la reducción de los indios a lagrey común de los fieles y a la intervención diocesana para regulari-zar y uniformar canónicamente la cura de almas y la adminisraciónde los sacramentos, tareas que en proporción muy considerable es-taba en manos de los misioneros.

7 Ricard, "Quatre lettres", p. 69-70, donde se da noticia del documento ¡intranscripción textual.

8 Seguimos a Ricard en el resumen que hace de la orden del Consejo. Ibid.,Ioc. cit. Véase además, Luciano Serrano, op. cit., p, fi|.

Page 114: 117238026 Destierro de Sombras

CAPTTULO III DESTIERRO DE SOMBRAS

3. La sustitución de los frailes por curas clérigos

129

Fácil será comprender que el cumplimiento de esos objetivos re-quería la substitución de los frailes por curas clérigos, el único ex-

pediente, es obvio, para que el arzobispo y los prelados sufragáneostomaran las riendas de la evangelización y encausaran canónicamentela vida parroquial en sus respectivas diócesis Io que equivaiía, casi

no hace falta decirlo, a liquidar a la larga la Iglesia misional de losfrailes, reducidos, así, a las actividades específicas de sus respectivosinstitutos.

A nadie sorprenderá que ante semejante amenaza los religiososse aprestaron a Ia defensa de su obra, de sus derechos y prerrogati-vas, y fue por eso que a lo largo de todo el gobierno del señor Mon-túfar no dejó de escucharse el ruido de Ia agria batalla trabada en-

tre la mira y los misioneros, particularmente los franciscanos Pormás afectados y más celosos en la oposición y por tanto, el blancopredilecto de los dardos episcopales.

Ahora bien, afinando la plausibilidad de nuestra anterior conje-tura, es de especular que 7a razón de ser de la insólita conductaobservada por el arzobispo en el establecimiento de un culto formala la imagen del Tepeyac se halle vinculada a aquel conflicto; peropara comprobar esa sospecha será necesario dar cuenta de él con lasuficiente amplitud para descubrir en qué sentido, si acaso, el sur-gimiento del culto a aquella imagen puede explicarse como un episo-dio en la estrategia de esa batalla.

APARTA-DO SEGUNDO

l. La necesidad del cobro de diezmos a los indios

Para llevar a la práctica Ia rinica solución que tenia el arzobispopara realizar sus objetivos tropezó con dos graves dificultades, a sa-

ber: l) Ia falta en la Nueva España de clérigos para substituir a

los misioneros en las parroquias de los naturales, y 2) la carenciade recursos materiales para sufragar los gastos implícitos en ese cam-

bio. Para superar el primero de esos tropiezos el prelado ideó variosarbitrios cuya ejecución malamente podían impedir los frailes a quie-nes sólo les quedaba alegar la falta de idoneidad en principio decuras clérigos -peninsulares o novohipanos- para la debida aten-

Page 115: 117238026 Destierro de Sombras

130 EDYUNDO OGORMAN lrenre ur

ción espiritual de los indios. Respecto a la segunda dificultad, alarzobispo no le quedaba más remedio que el de hacer efcctivo en-re la pobiación indígena el precepto de diezmar, pero tendría qucvencer dos graves obstáculos, el de obtener la venia del monarca y

el de contar con la cooperación de los frailes a la que de ningunamanera estarian dispuestos. No negaban los religiosos que en prin-cipio aquel precepto obligaba a todos los fieles, pero sostuvieroncon ejemplar tenacidad que, por ser neófitos y pobres, los indios es-

taban exentos mientras prevalecieran esas condiciones, y adujeroulas gravísimas consecuencias que se seguirian si se les cobraba el

diezmo. Hacían ver, en efecto, que además de ser una carga adicio-nal insoportable, los indios entenderían que se ies vendian el evan-gelio y los sacramentos y que, por tanto, era engairo el alardeadodesinterés en darles a conocer el verdadero Dios y en procurarles losmedios de la salvación. Y explicaban que nada sería más eficaz parainducir a los conversos a volver al vómito de la idolatría, y a losque aún no habían escuchado la palabra divina, a rehuir todo tra-to con los ministros de Dios en quienes verian encubiertos cobrado-res de un nuevo tributo. [,n una palabra, alegaban los frailes quecobrarles el diezmo a los indios acarrearia la ruina de cuanto se habíalogrado en la conversión y que en todo caso,e sería un impeclimentoa su sincera aceptación de la nueva fe. Fácil será ver, entonces, por'qué la contienda entre la mitra y los religiosos gravitó tan central-mente en el debate acerca del pago de dieemos por los naturales, yno €s meramente retórica la alarma del señor Montúfar cuando afir-maba que sin esos recursos la Iglesia a su cargo "quedaría perdidapor siempre jamás" y que la contradicción por parte de los frailesera ardid del demonio "por no percler la tierra que tantos años ha

Poseído".roEl tremendo estorbo que le significó al arzobispo el tenaz empeño

de los misioneros en impedir que los indios diezmaran, inevitablc-rnente lo indujo a emprender un ataque devastador contra los re-sultados de la obra de aquéllos y de sus procedimientos, puesto queapoyaban su contradicción en los triunfos de sus desvelos evangéli-cos y en la eficacia y pureza de los medios empleados para obtener-

0 El debate ace¡ca del pago de diezmos por los indios tiene antecedentes que,por lo menos, se remontan a la real cédula del 2 de agosto de 1533 (Puga, Ca-

dulario, r, p. 309-312) . Es tema que merece un estudio detenido. El artlculo deGeorges Baudot, "L'Institr¿tion de la Dime pour les Indie¡ts.."'es, como lo re'conoce, el autor, insuficiente.

1o Carta del arzobispo Nfontf¡far aI Consejo de Indias, Ivléxico, 15 de diciem-bre de 1554 (Epistolario, vIl, p. 309). Adviértase que es de fecha anterior a lacolocación de la imagen de la Virgen en la ermita. Véase también la carta delmismo prelado al Consejo, México, 15 de mayo de 1556 (Ibid., vtu, p. 8l).

Page 116: 117238026 Destierro de Sombras

cAPiTUTo u] DESTIERRO DE SOMBRAS

los. Los frailes por su parte reaccionaron con violencia en un contra-.ataque que, a \a vez que ponía en tela de duda la limpieza y elpersonal desinterés en las intenciones del prelado, pretendía mostrarque la intervención diocesana en la vida espiritual y social de lascornunidades indigenas no sólo era innecesaria sino enor-mementcdañina.

Es obvio que la reseira pormenorizada de esa enconada polémicatlesborda con mucho nuestro objetivo y nos bastará recordar en apre-tada síntesis los aspectos sobresalientes de ese enfrentamiento.

2. La contienda entre la mitra y los frailes

Respecto a los alardeados "triunfos evangélicos" de los misionc-ros, el arzobispo dibuja un cuadro verdaderamente desolador. Losindios no creen en lo que la Iglesia manda que debe creerse; elprelado ha examinado sobre los artículos de la fe a muchos de lostenidos por conversos y responden, dice, "mil herejías". El argumen-to de más peso aducido por los religiosos es el gran número de in-dios que se han bautizado, pero el arzobispo replica que si el evan-gelio sólo consistiera en recibir el bautismo podría suponerse quemuchos de los naturales a quienes se les ha administrado eran cris-tianos. Lo cierto, sin embargo, es que también se requieren buerrasobras, contrición y penitencia de los pecados, sin lo cual, explica,serla menester nueva teología para poder admitir que algunos de losbautizados se han salvado.

En cuanto a obras, dice el prelado, los indios son muy inclinadosa la flaqueza de la carne y por la desnudez y poca resistencia de lasmujeres incurren con facilidad y frecuentemente en ese pecado. Souborrachos, mentirosos, codiciosos y ladrones, prueba evidente delfracaso de la labor de los misioneros, y resulta claro, agrega el atzo-bispo que por temor a Ia ley de Dios pocos serían los vicios que de-jen y que, por ser tan poca la firmeza "en tan confusa fe que tienen",no se resistirían a recibir otra ley. En suma, que es poco menos quenulo el aprovechamiento de los indios en la doctrina y precepros mo-rales que se les han predicado.

Flace ver el prelado, por orra parte, que resuha del todo impo-sible que los frailes atiendan debidamente las necesidades espiri-tuales de la enorme población indígena de los extensos territoriosque tienen bajo su jurisdicción, y de allí el triste y lamentable aban-dono en que se hallan multitud de pueblos por carencia de doctrinay sacramentos. Los frailes, no obstante, defienden hasta recurrir avlas de hecho sus respectivos monopolios territoriales con la resul-tante de los grandes y continuos pleitos que hay entre ellos. No

l3l

Page 117: 117238026 Destierro de Sombras

t32 EDMUNDO OGORMAN frenrr lrr

admiten ayuda de religiosos que pertenezcan a una orden distinta ymenos el auxilio que podrían darles los clérigos. Cierto, han apren-dido las lenguas de Ia tierra, p€ro en todo lo demás son muchos losque saben "poco más que leer".

Grave capítulo de la crltica del arzobispo es el que se refiere 3ltrato que dan los frailes a los indios. Les exigen el sustento y la pres-tación de infinitos y pesadísimos servicios, y a ese propósito califica.de inhumana la carga que les imponen en la edificación, mante-nimiento, adorno y ornamento de suntuosas iglesias y enormes con-ventos que levantan en lugares apartados donde no hacen lalta yque con frecuencia derriban o abandonan para edificar otros aún mássuntuosos. Gravísimos también los abusos en la manera que tie-nen en disponer a su antojo de los fondos de las cajas de comunidady como si todo eso no fuera bastante, castigan sin conmiseración alos indios con azotes, cepos y cárceles; les imponen penas infamantesy en general usurpan facultades de la exclusiva competencia de la jus-ticia civil y criminal de su majestad.

En cuanto a los métodos empleados por los frailes en la adminis-tración de los sacramentos a los indios, ya vimos que el prelado cen-suraba las libertades que se tomaban al apartarse de lo establecidoy ordenado por la legislación canónica de la Iglesia, de tal suerte quepoco faltaba en que muchos incurrieran en formal herejia.ll

Carga la mano el arzobis¡rc en el mando poco menos que obsolu-to que ejerclan los frailes sobre los indios y reiteradamente denunci¿que el apetito de poder era, aunque solapado, el verdadero motivode su rebeldía. De satánica califica el prelado la tenacidad de losfrailes en conservar intacta la autoridad que ejercían en los territo-rios que ocupaban y reclamaban como si fueran suyos. Y es el casoque, ya por el ascendiente que tenian sobre los naturales a quienesconsicleraban corno sus sribditos, ya por el temor que inspiraban susamenazas, el virrey y demás autoridades les consentían todo y losprotegían. En otras palabras, que los verdaderos gobernantes en latierra, tanto en lo temporal como en lo espiritual, eran los frailesy era esto último, por razones obvias, lo que resultaba particular-mente intolerable al prelado. Amargamente se queja de la impoten-cia de los diocesanos, y aun en el supuesto de no haber pronunciadcrla célebre frase que se aribuye al señor Montúfar en el sentido deque en México el arzobispo era fray Pedro de Gante,12 es buen in-dicio de la irritación que sentía frente aI imperio de las órdenes re-ligiosas, en particular la de los franciscanos.ls

7r yid. silpra, esta Tercera parte, capltulo primero, notas 13, 15, 16, t9.12 Francisco Sosa, El episcopado mexicano, p, 22; Cuevas, Historia de la Iglesía

en llLéxico, I, p. 159.13 Para la reseña de los cargos del arzobispo a los frailes recurrimos princi-

palmente a las dos cartas citadas arriba en la nota 10. Véase el informe a la

Page 118: 117238026 Destierro de Sombras

cAPiTULo rr] DESTIERRO DE SOMBRAS 133

Concluía el arzobispo insistiendo una y otra vez en que el únicoremedio a tantos males era encomendar las tareas de la evangeliza-ción y de la vida parroquial a curas clérigos. De ese modo, en efecto,las comunidades indígenas tendrían pastores "propios y perpetuos"que las adoctrinarían, no con el descuido y libertad de los religiosos,sino con la enseñanza de lo que un verdadero cristiano debe creer,saber y obrar, y les administra¡ían los sacramentos con observanciade las formalidades y requisitos que mandaban los cánones, porquesólo así los indios se'benéficiarían real y verdaderamenre del inmen-so privilegio de la redención y gozarían de una auténtica posibilidadde salvarse.

En oposición a esa panacea que proponla el a¡zobispo para lasolución definitiva del gran negocio de la salud espiritrral de losindios, Ios religiosos defendieron con vigor la autenticidad y eficaciade su obra evangelizadora; combatieron con energía los cargos quea esos respectos les hacía el prelado, y con airada indignación re-chazaron como calumniosa la especie de que todo el afán de mante-ner en pie la Iglesia misional istablecidi por ellos y de conservarIa autoridad que hablan adquirido sobre los indios se cifraba en lasatánica pasión de poder que los poseía. No sin alguna razón, sequejaría más tarde fray Jerónimo de Mendieta de haber sido su ilus-trísima el reverendo arzobispo de México "un tigre fiero" para losfranciscanos por la arbitraria, incomprensiva e injusta persecuciónque habían padecido a sus manos.la

En su contraataque los religiosos adujeron un crlmulo de razonesen prevención del desastre que significarla depositar en clérigos laresponsabilidad de la conversión de los naturales. Hacían ver la fal-ta de amor que les tendrían; la inexperiencia de que adolecerían enel trato y comprensión de los indios; la ignorancia en que esrariande los idiomas nativos sin cuyo dominio nada podrían hacer de pro-vecho y en fin, alegaban su carencia de esplritu apostólico, su mun-daneidad y su proverbial codicia. Pero para no quedarse meramentea la defensiva, los religiosos ofrecían, a su vez, su propia panacea: Iade mantener y fortalecer con muchedumbre de frailes idóneos en-viados de la penlnsula la Iglesia misional que con tantos desvelos,sudores y peligros habían establecido, y que ellos insistían en equi-

corona de Baltasar Gallegos en nombre de la ciudad de México, Viene insertoen la cédula del príncipe a la Audiencia, 9 de abril de lb54 (Actas de Cabitdo,acta del 2 de marzo de 1556; Epistolario, vnr, p. 178-179). El informe de Galle-gos contiene una crítica seYera a los frailes, y coincide en mucho con los cargosque les hizo el prelado.

- 14 Carta de fray Jerónimo de Mendieta al padre comisario general, fray Fran-

cisco de Bustamante, Toluca, primero de enero de lb62 (Cartas de Religi-osos, p.l-29). En la p.27 aparece el pasaje donde Mendieta le recuerda a su cor.erponsálque recién llegado el arzobispo Montúfar a México no hubo, para los francis-canos, "tigre más fiero" durante algunos años.

Page 119: 117238026 Destierro de Sombras

t34 EDMUNDO OGORMAN fennrr ur

parar a la Iglesia primitiva de los tiempos apostólicos, y en lo refe-rente al inevitable mal -así lo consideraban los religiosos- de quehubiere en Ia Nueva España prelados diocesanos, querían que fue-ran "obispos de anillo", es decir, limitados al desempeño de merosactos pontificales y a la administración de los sacramentos de laconfirmación y ordenación sacerdotal.l¡

En el anhelo de gue prevaleciera una de esas dos utópicas solu-ciones, los religiosos por su parte y el arzobispo por la suya no per-dían ocasión para recordarle al monarca y a los ministros del Consejoque en la decisión que se adoptara les iba la tranquilidad de concien-cia y les hacían la no siempre velada amenaza de que, según el caso,cargarían con Ia monstruosa culpa de la conde¡ración de infinitonúmero de almas y que en ello ponían en aventura su personal sal-vación eterna. Bien se comprenderá la vacilación que revelan las pusi-lánimes decisiones de la corona cogida entre los cuernos de tan an-gustioso dilema en el que, además, se mezclaban razones de ordenpolítico y de intereses económicos. No era factible, ciertamenre,prescindir de los misioneros ni decapitar de una plumada la laborque habían desempeñado y desempeñaban los frailes; cancelar susprivilegios y prerogativas y ver en ellos, como en el fondo querríael arzobispo, desobedientes hijos de la Iglesia universal y enemigosde los altos intereses regalistas de la corona. Pero tampoco se podíaechar marcha atrás en la ejecución del programa contrarreformistade cuya realización había sido encargado el prelado. Y asl nos expli-camos por qué ese conflicto se prolongó durante tantos años muchomás allá de los de la vida del señor Montúfar.

Si nos hemos detenido en resumir las respectivas posiciones de lacontienda que, apenas llegando a su sede provocó el arzobispo Mon-túfar entre la mitra y Ios misioneros, ha sido con el intento de queel lector se haga cargo de la embarazosa situación en que se halló elprelado en su empeño de cumplir Ia delicada encomienda que lehabía confiado el monarca, pero también sobre todo, para que re-pare en la disposición en que estaría y en la tentación que tendríaun hombre tan autoritario como era el señor Montúfa¡ de recurrir acualquier arbitrio a su alcance para superar de algún modo esa, paraé1, tan intolerable situación. Lo que se le ocurrió a ese respecto loveremos en el siguiente caPítulo.

15 Para un extenso alegato que recoge la argumentación de los franciscanoscont¡a los cargos que les hacía el arzobispo, véase Ia carta colectiva de los mismosal Consejo de Indias, México, 20 de noviembre de 1555 (Baudot, L'Institutionde Ia Díme..." p. f90-198). En la carta del arzobispo Montl¡fa¡ aI Consejo deIndias, México, 15 de diciembre de 1554, el prelado describe, para muestra de lasabsurdas pretensiones de los religiosos, el proyecto de éstos para que se leshiciera entrega de "toda esta iglesia" (Epistolario, vn, p. 312).

Page 120: 117238026 Destierro de Sombras

CAPITULO TI]RCERO

LA RAZÓN DE SER E ÍNDOLE EN SU ORIGENDEL GUADALUP'\NISMO X,ÍEXICANO

Page 121: 117238026 Destierro de Sombras

De las consideraciones que hicimos valer en el capítulo precedentepuede afirmarse que la resistencia que halló el arzobispo en los re-ligiosos lo condenó, desde el inicio de ese conflicto,l a una situaciónde doble impotencia. La impotencia, por una parte, en echar a an-dar de inmediato el programa de substituir a los frailes por curasclérigos, y por otra parte, la de reducir a la población indigena a laautoridad diocesana, atento el ascendiente y dominio poco menos queabsoluto que sobre ella habían adquirido y ejercían los religiosos.2Mientras subsistieran esos obstáculos parecía del todo imposible queel señor Montúfar cumpliera con la doble encomienda que le habíaencargado el monarca, la de asumir la dirección de la tarea evan-gelizadora de los naturales y la de ordenar canónicamente la vidaparroquial en su diócesis y en las sufragáneas.s Ahora bien, entreesos dos impedimentos no se percibe a primera vista la importantediferencia que los separa en 1o que se refiere a la posibiiidad en queestaba el arzobispo de superarlos. En efecto, el tropiezo en procederde inmediato a substituir sistemáticamente a los misioneros por curasclérigos o si se prefiere, de implantar en el ámbito de la Nr.reva Es-

paña la estructura jerárquica y canónica de la Iglesia universal a cam-bio de la Iglesia misional que habían establecido los frailes subsis-tiría, mientras no se descartara de manera general y sin cortapisa,por encima de las objeciones y resistencia de los religiosos, el cobrode diezmos a los indios. Pero como eso dependía enteramente de lacorona, al arzobispo sólo le quedaba alegar y recomendar con vehe-mencia la necesidad de que el monarca se decidiera a adoptar esa

medida. A ese respecto, pues, no estaba en manos del prelado supe-rar la impotencia en que lo tenía la, para é1, incomprensible e in-sufrible procrastinación de la corte.

El otro caso es distinto: la remoción del impedimento en obtenerla sumisión y obediencia de los indios a la autoridad episcopal, es

decir, el de debilitar y en definitiva socaval el imperio que sobreellos detentaban los frailes, depenclía en última instancia de la vo-luntad de los naturales y por eilo, a gran diferencia respecto al caso

1 Puede decirse que casi a raíz de la llegada a México del señor N{ontfrfar sur-gió la hostilidad entre él y los religiosos, particularmente los franciscanos.

z Vid. suqra, esta Tercera parte, capítulo segundo, rr, I y especiahnente el pa-saje que rcmite a la nota 12.

3 lbid., t, 2, "La consigna que trajo el arzobispo".

Page 122: 117238026 Destierro de Sombras

138 NDMUNDO O GOR\,TAN [renrr rrr

anterior, se trataba de un ftopiezo cuyo remedio, por lo menos enprinci¡rio, no estaba fuera de la posibilidad de acción del prelado.

FIe :rquí, entonces, la apertura que se le ofrecía al arzobispo, por-qlle" en e{ecto, Banarse a los indios sería el paso más firme y dura-dero en el logro de uno de los principales objetivos de la mitrav <:l¡ el vencimiento de sus temibles rivales, puesto que según vimos,cn el apetito de mando y en el empeño de perpetuar el domino so-

bre los indios, el señor Nlontúfar discernía la verdadera aunque ocul-ta r azón de la rebeldía de los frailes. Y así es fácil comprender que.orillad.o por la indecisión de la corte en brindarle el a'povo qrrÉ t"peclía, debió advertir desde terlprana hora que en su contienda corlios religiosos le era indispensable abrir una brecha en la fortalezaclel monopolio que ejercían los frailes respecto al destino espiritualde los indios y romper así el satánico cerco en que los tenían aisla-dos. Se trataría concretamente de enajenarles a los frailes la fanáticareverencia y ccnf.ianza que tan inocente como sorpresivamente ha-brían depositado en ellos, o para decirlo de otra manera, sería necesa-rio crnprender una campaña de seducción con un seiruelo vedado aios religiosos y cuyo atractivo resultara irresistible. Pero no biennos hemos hecho cargo de las condiciones requeridas para el éxitode la campaña, cuando caemos en la cuenta de que ese señuelono podría ser sino el de tolerarles a los indios Ia libertatl en el ejer-cicio de costumbres y prácticas del antigr.ro culto idolátrico que nofueran incompatibles con las enseñanzas del cristianismo; libertadque recibirían con júbilo y como un i¡rmenso far,or en vivo contrastecon la intolerancia que a ese respecto prevalecía, ya para entonces,entre los dirigentes de las órdenes religiosas, particularmente Ia delos franciscanos. Así, en efecto, se cumplirían los dos requisitos de laseclucción: el de tentar a los indios con una liberalidad para ellosirresistible, y el cle excluir a los frailes de toda competencia en ese

terrcno.Ahora bien, a nadie eludirá que al enunciar los términos y con-

diciones de esa estrategia hemos diseirado, guardadas las obvias dife-rencias, la misma que en su candidez emplearon los primeros mi-sir¡neros con una finalidad semejante o sea la de enajenarle a losrninistros de los 'ídolos la voluntad y reverencia que les tenían los in-dios al disipar en ellos la desconfianza que debió inspirarles la exi-gcncia de abandonarlos. Hemos aludido, claro está, al establecimien-to de cultos de substitución cuyo aftactivo consistía, precisamente,en cielta condescendencia hacia el antiguo vínculo de veneración queligaba a los indios con la deidad que habÍa sido substituida por laimagen cristiana, no casualmente elegida para sugerir cierta afinidadcon aquélla. Tal, entonces, el arbitrio que se le ofrecía al señor Mon-túfar para arrebatarles a los frailes el sometimiento en que tenían

Page 123: 117238026 Destierro de Sombras

cAPirulo ur] DESTIERRO DE SOMBRAS

a los indios que, así liberados, ingresarían jubilosos a la grey coniúnde los fieles bajo la dirección y la protección de sus pastores epis.copales.

Si ahora, a la Luz de las anteriores consideraciones, .r'olvernos i:rmirada hacia el principal asunto de nuestra preocupación, se veráque €n el vigoroso empeño que puso el señor Montúfar en prornoverla devoción de los indios a la imagen de Nuestra Señora de Guada-lupe subyace el propósito de remozar con aquella nueva imagt:n clviejo culto de substitución de la diosa Tonanrzin del que da rcsri-monio el padre Torquemada.a Y véase, en efecto, que na<la cotrju-gaba tan admirablemente la general exigencia contrarrL.forrnisra deexaltar la devoción mariana con el particular objetivo de seducir alos indios con el poderoso atractivo de una Santa N{aría-'Iorrant¿inrediviva cuyo culto florecía al amparo del supremo sacerdote, y cier-tamente si de algo puclo jactarse el seitor Montúfar fue del rnme-diato y espectacular éxito de su estrategia del que tenemos elocue¡rreprueba en la alarma e indignación que provocó en el paclr:e Saha_qúnla tolerancia en que los indios hubieren renovaclo en su esplenCoridolárico la antiquísima costumbre de su periódico peregrinaje des-de lejanas tierras al cerro del Tepeyac.s

Que Ia intención del arzobispo era arraerse a los indios con el ali-ciente de un culto que incitaba su rebeldía respecto al dominio clelos frailes, lo revelan el empeño del prelado en exhortar a los i¡lcliosa emular la devoción que los espaíroies habían cobrado a la nuer'¿rimagen y la audacia en animarlos con el adicional y nada despre-ciable anzuelo de la supuesta potencia taumatúrgica cle ese sitnu-lacro;6 pelo mejor prueba la tenemos en el sermón que en r'é¡rlic:ial del arzobispo predicó fray Francisco de Bustamante.? C)brarrCc eonprudencia, eludió la tentación de criticar el fomento del culto ma-riano como en términos no muy velados lo había hecho fra,v Alonsode Santiago.8 El provincial, por lo .contrario, inició su sermón co¡run panegírico de las virtudei de li Virgen y curado así en saluci,centró su ataque al arzobispo al descubrirle el propósito de ganarsea los indios valiéndose de la trampa de una imagen apócrifa presri-giada como obradora de milagros, sin importarle que asi los incitabaa recaer en el eror idolátrico de adorar a aquel simulacro de la mi,-ma manera en que adoraban a sus antiguos ídolos, consecuencia Iu-nesta a la que inevitablemente conduce todo culto de substitución.No es de dudar la profunda alarma que provocó en el franciscanoel riesgo en que ponía el prelado la salud espiritual y la salvación

4 Torquemada, Monarquia, libro x, capítulo 7.5 Sahagún, Hístoria general, v, rlr, p. 299.B Vid. su\ra, Segunda palte, capítulo primero.7 Ibid., capítulo tercero.I Ibid., capltulo segundo.

139

Page 124: 117238026 Destierro de Sombras

t40 EDN{UNDO O GOR\{AN frenrl rrr

de los indios, pero más importa señalar aquí la rabia que le produjoal provincial la impotencia a la que había reducido el arzobispo amisione¡os en estorbarle Ia seducción de quienes ellos tenían por susincondicionales súbditos. ¿Cómo en efecto, extremar la oposición ;r

las intenciones del prelado sin exponerse a que se interpretara comosolapada oposición al culto a la Virgen María? Ya era un aviso enese sentido el escándalo que había provocado el sermón entre losfeligreses españoles devotos de la Guadalupana. Amparado, pues, elarzobispo con el manto de la Virgen, su estrategia, pese a que im-plicaba una transacción con la idolatría, resultaba invulnerable.

En vista de todo lo anterior ya no debe causar extrañeza la con-ducta observada por el señor Nfontúfar por el incondicional apoyoque le brindó al culto y devoción a Ia imagen de la Virgen que tansospechosamente había sido colocada en la vieja ermita del Tepeyac,porque hemos podido desvanecer la verdadera dificultad a ese respec-to, la de explicar qué fue lo que impulsó al arzobispo a elegir paramuestra y ejemplo de exaltación mariana precisamente aquella ima-gen y no a otra, pese a su falta de fundamento en los términos deldecreto conciliar que él mismo había aprobado. Y es que es de suyoobvio que si el arzobispo no hubiere abrigado eI ulterior propósitoque le atribuimos, no habría tenido ninguna necesidad de exponersea los gravísimos cargos que le formuló con tanto escándolo fray Fran-cisco de Bustamante. Pero si el señor Montúfar se exDuso a ese bo-cho¡no; si en vez de mandar de¡ribar la ermita por

^"superflua" la

tomó bajo su amparo para fundar en ella un culto formal; si apro-bó sin reparo el insólito por hurtado título de Guadalupe que lehabía aplicado a Ia imagen la vanidad de un incipiente sentimientode individualismo criollo; si, en fin, extremó su audacia al grado deponer en aventura su probidad en el uso de las facultades propias asu investidura al abonar desde el púlpito como verdaderos unos mila-gros cuya autenticidad no le constaba, nos parece obligado concederque el objetivo que lo orilló a tanto arriesgarse fue -no hay otramás plausible- el que le hemos denunciado. Pero si eso es así, es

que, por fin, hemos alcanzado nuestra meta, la de poner al descu-bierto la índole y razón de ser originales del que será el caudalosoproceso histórico del guadalupanismo mexicano, esa luminosa ini-cial floración novohispana de la contrarreforma y a la vez estratégicoepisodio de la enemiga sin cuartel que se tuvieron el señor X{ontú-far y los frailes, pero en última y más profunda instancia, consecuen-cia del abismo que la historia había abierto entre el mitrado y losreligiosos acerca de cómo entender Ia manera de beneficiar el men-saje de la Redención.

La intervención guadalupana del señor Montúfar rebasó infinita-mente sus propósitos inmediatos: en ella, en efecto, encontramos ensu origen las raíces del que será frondoso árbol del criollismo novo-

Page 125: 117238026 Destierro de Sombras

cAPÍTUr.o ilr] DESTIERRO DE SOMBRAS t4lhispano,- nutrido por la certeza en el exclusivo disfrute de un pro-digioso favor celeste sin paralelo en los concedidos a todas las demásnaciones. con los laureles de esa gloria se engalana la mitra de frayAlonso de Montúfar; sl, pero todo tiene su precio, y en el caso -pre-ciso es decirlo- el de haber transigido, pere á las ad.moniciones de losfrailes, con Ia vieja idolatría, y el de habir prohijado una nueva -ram-bién es preciso no oculta¡lo- con la poco menos que deificacióncriolla de Ia Guadalupana.e Y al adveriir eso, ocurre concluir esrasmeditaciones con Ia reflexión de que parece acertado pensar que parala gente mediterránea y en particular la del tronco

-hispaniio, ei de

la naturaleza de su experiencia religiosa la latría más o menos in-discriminada.

I Véanse las enormidades y excesos €n que incurrieron los predicadores ba¡ro-cos en alabanza de la imagen guadalupaná. Francisco de la lviaza registra variosde esos sermones en su importante übrito EI guadalupanis¡no m"x'icano, 1953,198t.

Page 126: 117238026 Destierro de Sombras

EPf LOGO

Page 127: 117238026 Destierro de Sombras

Al final del preámbulo de esta tercera Parte anunciamos que de'

dicaríamos un epílogo al intento de disipar el doble enigma implícitoen nuestra reconstrucción histórica del origen del guadalupanismomexicano, y ha llegado el momento de cumplir esa Promesa- Se ua-ta, recuérdese l) de la oscuridad en que ha quedado el hecho de

la súbita presencia de la imagen de la Virgen en la vieja ermia delTepeyac a finales de 1555; 2) de la sospechosa oPortuna curaciónde un ganadero atribuida a milagro obrado por aquella imagen.

Ahora bien, independientemente de lo que pueda alegarse vcetca

del acierto o desacierto de nuestro intento de hacer luz en esos enig-

mas, el lector debe tener Presente las siguientes advertencias previas.La primera, que por la índole misma del asunto, cuanto pueda aven-

turarse al respecto no pasa de tener un carácter eminentemente conje-

tural mientras no se produzcan pruebas -en el remoto suPuesto de que

pueda existir- que aclaren satisfactoriamente esos enigmas. La se'

gunda, que cualquiera que sea la explicación que se les dé o quieradat,l en nada sustancial podrá alterar nuestra reconstrucción de laprotohistoria guadalupana, supuesto que tomamos como punto de par-tida el momento en que la imagen de la Virgen hizo acto de presen-cia en la ermita del Tepeyac, independientemente de quién, directao indirectamente, haya sido eI responsable de ese hecho.

r. Conjetura acerca del responsable de la colocación de la imagenen la ermita

Con apoyo en hechos establecidos en el curso de nuestra investi-gación empecemos por recordar los pertinentes al problema.

1. La imagen de la Virgen, seguramente tomada de un modeloeuropeo, fue pintada por un indio en tela de factura indígena.2

2. Esa pintura fue ejecutada poco tiempo antes de la fecha (8 deseptiembre de 1556) en que fray Francisco de Bustamante predicó su

r Cabe incluso la explicación de la intervención sobrenatu¡al que quiera darlcun creyente a Ia colocación de la imagen en la ermita y a la curación del ga-

nadero.2 Yid. supra, Segunda parte, capítulo tercero, tt, 8; infra, Apéndice quinto, ry.

Page 128: 117238026 Destierro de Sombras

146 EDNTUNDo o'coRrfAN

sermón de réplica al que habfa predicado dos días antes el arzobispoMontÍrfar en apoyo al culto a la imagen guadalupana.s

3. Se trata de la misma imagen de la Virgen cuya súbita presenciaen Ia vieja ermita del Tepeyac fue registrada en los anales indigenascomo aparición de Santa María-Tonantzin.a

4. Semejante manera de entender ese hecho supone que la coloca-ción de la imagen en aquella ermita se realizó de manera subrepticia,y el enigma es a quién debe responsabilizarse de ese acto.

Estamos, sin duda, en el caso de aplicar la poco menos que infa-Iible regla para descubrir al responsable de un acto cuyo autor se

deconoce, a saber:l) será quien haya tenido interés en la realización del acto;2) siempre y cuando no exista impedimento que imposibilite atri-

buírselo;3) pero, una vez indiciado el agente en quien se cumplan los an-

teriores requisitos la certidumbre exige corroborar su responsabilidadcon actos suyos, de comisión u omisión, que de alguna manera ladelaten, especialmente cuando se discierna en ellos la intención deocultarla.

Ahora bien, si aplicamos esa regla al caso que vamos considerandoocurre de inmediato, como la más plausible, una sorprendente con-jetura. Examinémosla con la atención que merece.

En el curso de nuestro trabajo establecimos que la única manerade explicar satisfactoriamente la extrañeza en la conducta del arzo-bispo respecto a la imagen de la Virgen "aparecida" en la ermitadel Tepeyac, consiste en atribuirle al prelado el propósito de reno-var en elia el viejo culto de substitución que habían establecido enese lugar los primeros misioneros franciscanos. Pero si eso es así, es

obvio que el interesado en Ia subrepticia colocación de la imagenen la ermita resulta ser nadie nenos que el señor Montúfar, puestoque ese acto era el esencial para alcanzar aquel propósito. Se cum-ple así Ia primera condición de la regla que vamos aplicando.

Si ahora consideramos ei segundo requisito, el de que no existeimpedimento para poder responsabilizar a quien resulte indiciadode acuerdo con el primero, advertimos que lejos de haber ese impe-dimento, sólo el arzobispo podía autorizar aquella colocación de laimagen en la ermita y ordenar su ejecución, y por tanto, debemossuponer en él alguna complicidad respecto a la existencia misma dela imagen.

Veamos, por último, si hay en la conducta posterior del señor Mon-túfar un comportamiento que corrobore la responsabilidad que lehemos atribuido.

3 lbid.4 Yid. supra, Primera parte, capltulo segundo, r.

Page 129: 117238026 Destierro de Sombras

EpÍLoco 147

Recordemos, en primer lugar, que en su célebre sermón guada-lupano (6 de septiembre de 1556) el arzobispo se sintió en lá obli-gación de explicar la presencia de la imagen en la ermita del Tepe-yac, y que a ese efecto afirmó "cómo su Hijo precioso fel de la Vir-gen] en muchas partes ponía devoción a la imagen áe su madrepreciosa en los pueblos y despoblados",ó dando a entender que talera el caso de la Guadalupana. Ahora bien, de uno de los cargosque le hizo fray Francisco de Bustamante al prelado,o se infiere queéste había arbitrado esa explicación para suplir la falta de funila-mento de que adolecía Ia imagen. Pero 1o llamativo es que, comoel arzobispo no se atrevió a afirmar que la imagen e.u de facturasobrenatural, es indudable que estaba en la obligación cle aclararcuándo se había colocado la imagen en la ermita y quién había eje-cutado acto de tanto atrevimiento. No cabe duda qr.re moralmentcésa era su obligación, porque resulraba extraordinario que dejaraen silencio las circunstancias acerca de cuándo y cómo se hiblan cum-plido en el Tepeyac nada menos que unos expresos clesignios de ladivinidad, y quién había sido el venturoso agente elegido para reari-zarlos. Pero como nada dijo acerca de esos particuláres, tu.t rorp.-chosa reticencia revela el propósito de ocultár lo que en rearidadhabía acontecido y soslayar así la responsabilidad qrré en ello tenía.

Un segundo indicio en corroboración de nuest;a conietura es l:rindiferencia que mostró el arzobispo en que se ventila'i lo que hu-biere de verdad en la denuncia de fray Francisco cre Busta*".tte rer-pecto a ser la imagen en cuestión obra reciente de un pintor indígenullamado Marcos.? Y en efecto, las diligencias de la informaci<jt.t, d.e1556 no sólo documentan sin lugar a duda que eso fue ro afirmadopor el provincial franciscano, sino que no hubo el menor intento deaclarar una noticia de cuya falsedad o verdad sería de suponersetendría interés vital el arzobispo. A los testigos llamad.os a cleclararen aquella Información no se les formuló ninguna pregunta acercade tan extraordinaria denuncia; nineuno de ellos hizo la menor aru-sión a ella; nada se encuentra al reipecto en las tres denuncias queencabezan las diligencias y de no haber consigna, es obvio que [en-dría que haberse citado como principal testigo al indio pintor men-cionado por fray Francisco de Bustamante. Nacia de iso se hizo

5 Infor¡nación de 1556, p. 228. En ra explicación ofrecida por ei arzobispo n.se implica necesariamente la sobrenaturali<tad de la image', pcro al habe¡ afir-mado intervención di'ina en Ia colocación de la misma en li ermita, dio prin-cipio al proceso de sacralización de ese simulacro que culminará, casi un iigl.rdespués, en la creencia de la verdad histó¡ica de hJ apariciones de l53l.

6 El provincial franciscano, recuérdese, le cchó .n i"tu al arzobisp. la fait¿de fundamento de la imagen cuyo culto tan l,igorosamentc apoyaba. yirt. infr,z,Apóndice quinto, v.

7 lbid., tv.

Page 130: 117238026 Destierro de Sombras

148 EDMUNDO OCONU,T¡¡

y asl resulta clara la preocupación del prelado en mantener en laoscuridad el origen de la imagen.

Sea esta, entonces, la que nos parece ser plausible conjetura:l) que el arzobispo, directa o indirectamente, encomendó al indiopintor la ejecución de la imagen de la Virgen, y 2) que fue el señorMontúfar quien ordenó la secreta colocación de esa imagen en laantigua ermita del Tepeyac para realizar asi su designio de crearcon ese señuelo un poderoso centro de atracción para los indios quelos induciría a desoír a los misioneros, rompiéndose asl el cerco deaislamiento en que los tenían como sumisos vasallos.s Reconocemos,aunque como menos probable, la suposición de que el arzobispo nointervino ni en la encomienda de la ejecución de la imagen ni en su

colocación en la ermita y que sólo aprovechó esa supuesta "apa-rición" de la Virgen para los fines que acabamos de indicar.

u. El enigma de la "milagrosa" curación del ganadero

Toca ahora considerar el segundo enigma, el de la sospechosa portan oportuna curación de un ganadero que se dijo haber sido obra-da milagrosamente por la imagen del Tepeyac al poco tiempo desu colocación en la ermita, portento cuya autenticidad no abonó elvirrey Enríquez, pero del que dijo fue el disparadero de la fervo.rosa devoción que le cobraron a esa efigie los vecinos españoles dela ciudad de México.e

En este caso no tenemos ningún indicio que permita conjeturaruna directa intervención del arzobispo, y es de creerse que se tratade uno de esos "milagros" frecuentes en aquella época y a los quetan fácilmente se daba crédito y tanto más por el anhelo de aque-llos primeros pobladores novohispanos de tener su Virgen propia,según lo explicamos en su oportunidad. Por lo que toca al arzobis-po puede afirmarse como cierto que no desdeñó tan bienvenida cir-cunstancia para fomentar la devoción de los españoles a la imagenque asi resultaba enormemente prestigiada por su supuesta poten-cia taumatúrgica.

8 No se ha advertido la importancia del sentimiento de menoscabo que gene-raría en los indios el verse excluidos de las prácticas de devoción de los colonosespañoles y sobre todo de la pompa ceremonial y litúrgica del culto en las ca-tedrales e iglesias diocesanas, El deseo de participar en lo uno y en lo otro debióser poderoso incentivo de so¡da rebeldía en contra de la sujeción en que lostcnlan los misione¡os.

9 Cartas de Indias, r, p. 310.

Page 131: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDICES

Page 132: 117238026 Destierro de Sombras

APENDICE PRIMERO

LA RELACIÓN DE LAS APARICIONES (NICAN LIOPOHUA},SUPUESTA OBRA DE COLABORADORES INDÍGENAS DE

SAHAGI]N

Page 133: 117238026 Destierro de Sombras

(Garibay K., Angel María, "La maternidad espiritual de lvfa¡la en eImensaje guadalupano", discurso pronunciado el l0 de octubre de 1960en el Congreso Marialógico celebrado ese año en la ciudad de México.Publicado en La maternidad espiritual de tr[aría, p. 187-202, México, Jus,1961.)

En ese Discurso (así Io citaremos) eI doctor Garibay sostuao que Iorelación de las aparíciones d.e Ia Virgen en el Tepeyo.c y Ia de suimagen, eI llamado Nican mopohua (Garibay no emplea esa desíg-nación) no es obra de don Antonio Valeriano, sino de él y otroscolaboradores indígenas del padre Sahagún, y que fue elaborad,a conbase en Ia llamada "Relación primitiua" d.e las aparicíones y atrortextos ntíguos similares, Como esa tesis inaalidaría nuestra inter-pretación del Nican mopohua,l dedicamos este apéndice aI antilistsde dicha tesis y a n'tostrar su ímposibilídnd histórica.

7 llid. suPra, Primera parte, capftulo terce¡o.

Page 134: 117238026 Destierro de Sombras

EXPOSICION DE LA TISIS

L EI doctor Garibay parte de la idea (combatida, infra, Apéndicesegundo) de que la llamada "Relación primitiva" de ias aparicio-nes atribuida, sin fundamento, al padre Juan González es cle fechaanterior al Nican mopohtta, y afirma que una copia de esa obra yotros "documentos similares" debieron correr durante la primeramitad del siglo xvr, y añade que "muchos de estos escritos llegaroua manos de Sahagún" y dieron "la base a otro clocurnento que csconocido de sobra", inequívoca alusión al lrlican mopohua (Discur-so, p. l9l-192).

2. Afirma en seguida el doctor Garibay que Io publicado por cibachiller Luis Lasso de la Vega (Huey tlamahuizohica) incluye "dosvenerables documentos". a saber:

A. La relación muy conocida cle las apariciones, es dccir, el A-i¿'¿¡¿mopohua, y

B. "Otro [documento] también r,enerable y acaso trn antigr-ro rol.rlel primero, [que] reúne una serie de prodigios que sc afirma ir.iLr:rsido obrados en el santuario, o por Ia invocación especial a l.r .u'ir

gen en la veneración de Guadalupe" (Disctüso, p. 192). Obvia ir1,.iti.irial Nican motecpana cle cuyo texto, por sólo su lectura, nralrnicr:fir¡ruede decirse que sea más antiguo que el del Nic¿¡¿ .mopolr,.tu

Se ofrece en seguida la que al doctor Garibay le parece scr la his-toria del primero de esos documentos. Veamos lo que se le ocLrrrioa ese resPecto.

3. Entre 1564 y 1570, Sahagún estableció en el Colegio de SanraCruz de Tlatelolco lo que hoy se llamaría un "seminario de redac:-ción y edición de documentos antiguos", y dentro de ese lapso deb<:colocarse la rcdaccién del Nican rnopohua (Disctnso, p. lg:i-lil3).

4. "De notas, apllntes y relatos antiguos, a veces muy anrierros" se

tomó "la materia" de ese documento y se la "reviste de la dignid,ri,iy estilo propio de la elegante y expresiva lengua mexicana" (Dis-curso, p. 193).

5. Ciertamente, prosigue Garibay, en Sahagún no se halla ninguna

Page 135: 117238026 Destierro de Sombras

156 EDMUNDo o'c'oRN{AN

mención de esa obra, aunque sí manifestó "reticencias incompren-sibles" respecto al hecho guadaiupano, se entiende. Aclara a conti-nuación que ese silencio por parte de fray Bernardino se explica porla circunstancia de que "los franciscanos durante todo el siglo xvrfueron adversarios del culto y de la historia de las apariciones" (Dl's-cursa, p. 193).

6. Advierte el doctor Garibay que no es el momento de "describiren minucia" el método de que echó rnano Sahagún "para elaborarestos documentos y otros que ha dejado al margen", pero añade quesería injusto no mencionar "a los colaboradores y discípulos del granhistoriador, que bien pudieran ser llamados coautores de estos libros"'y que omitiendo los anónimos, son de recordar los nominalmentecitados por Sahagún: Marcos Jacobita, Andrés Leonardo, Alonso Ve-jarano y Antonio Valeriano (Discurso, p. 193).

7. Explica en seguida que a la personalidad, antecedentes y valíade Valeriano se debe que se le haya atribuido "la gloria del manus-crito guadalupano", pero lo cierto es que fue coautor, no autor úni-co, aunque eso es "forzar los términos, porque todos ellos fueronpuramente correctores de estilo y limadores de viejos documentosque redujeron a humanística expresión y a síntesis histórica" (Dis-curso, p. 193).

8. Pondera el valor testimonial de esas obras y aclara que "era ne-

cesario únicamente hacer notar que al hablar de historia guadaiu-pana estamos, dice, en terreno firme" y que cuanto pasará a exponer(el sentido de los parlamentos de la Virgen dirigidos a Juan Diego)"no es ni hermoso hallazgo de Ia imaginación poética ni acartonadahistoria que no hace sino anotar fechas v lugares". Es, explica, "lamanera vital de dar al futuro la grandeza del pasado" (Discurso, p.193-194).

9. Así concluye el doctor Garibay la exposición de su idea acercadel origen e historia del Nican mopohua, y dedica los siguientes apar-tados de su Discurso a explicitar el sentido de dos de aquellos par-lamentos cuyos textos acepta el doctor Garibay como versiones Ii-terales de ias palabras de María.

ANÁLISIS Y cRÍTICA DE LA TESIS

l. Lo esencial de la tesis que acabamos de exponer consiste en afir-mar que el Nican mopohua es un texto elaborado con base en "no-tas, apuntes y relatos antiguos, a veces muy antiguos", por colabo-radores indígenas del padre Sahagún, Antonio Valeriano entre ellos

Page 136: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDrcE pRrr,rrRo lS7

y a quien indebida e injustamente se le ha atribuido la exclusivapaternidad literaria de aquella obra.

2. Notemos de paso que esos "antiguos y a veces muy antiguos"documentos sólo pudieron calificarse así para impresionar a incau-tos, porque no serían de tan venerable índole al tiempo en que sesupone los examinaron Sahagún y sus colaboradores, tratándose derelatos referidos a un hecho acaecido en 1531.

3. Pero eso es lo de menos, lo importante está en advertir quesi, según sostiene el doctor Garibay, el texto del Nícan mopohuafue elaborado en el "seminario" establecido por el padre Sahagún,éste necesariamente debió enterarse de su contenido y satisfacersede la autenticidad de aquellos "antiguos" documentos que se dicesin'ieron de fuentes históricas para la composición y redacción deaquella obra. Pero es más, no podrá menos de admitirse que ei tra-bajo de su elaboración se realizó bajo el cuidado y con la venia delfranciscano.

4. Pero si eso fue así, cabe preguntar si, siempre de acuerdo conla tesis del doctor Garibay, fray Bernardino estaría o no persuadidode la verdacl histórica de los portentos narrados por sui colabora-dores. La respuesta no ofrece duda: es obvio que en el pensamie¡ttodel doctor Garibay el franciscano creería en la realidad de las apa-riciones, pero no sólo como historiador, sino corno sacerdote, porqueno le haremos ei agravio de suponer que no sabría discernir en laspalabras dirigidas por la Virgen a Juan Diego el mismo herrnoso,ortodoxo y maternal mensaje que supo discernir en ellas ei padreGaribay.

5. Se pretende, pues, que comulguemos con un Sahagún oeyenteen las apariciones guadalupanas y poseedor de una prueba documen-tal irrebatible de la verdad histórica de esos portentos. preguntemos,€ntonces, no sin asombro ¿por qué nada de tan extraordinaria nuevadivuigó fray Bernardino? No eludió el doctor Garibay la gravísimadificultad en que se metió al hacer que el padre SahagÍrn participara_ en el origen e historia del Nican mopohua, pero en lugar dearredrarse ante la amenaza implícita en aquella pregunta, nó tuvoempacho en afirrnar que tan inexplicable silencio era perfecramen-te explicable con tal de no olvidar que en aquella época los fran-ciscanos eran "adversarios del culto y de la historia de las aparicio-nes" (Vid. supru, '1., 5).

6. Ahora bien, salta a Ia vista el absurdo de esa salida de pie debanco que tan poco honor le hace a la erudición y al prestigio cleldoctor Garibay, porque, por enemigos del "culto y de la historia delas-.apariciones" que se quiera suponer a los franciscanos, pareceindiscutible que al quedar enrerados por labios de Sahagún de larealidad histórica de aquelios prodigios, habrían caído de hinojospara implorar el perdóu de la Virgen por la incredulidad con qLre

Page 137: 117238026 Destierro de Sombras

158 EDMUNDo o'coRrtAN

habían recibido y perseguido sus celestiales manifestaciones y el in-rnenso favor que asi había querido concederle a la Nueva Españay a su Iqlesia. Al padre Garibay no parece haberle preocupado esaobligada consecuencia ni otras que podrían inferirse de la lamenta-ble expiicación que ofrece, pero como no se tomó la molestia enaclarar cómo, porqué y en qué sentido la enemiga de los francis-canos al culto e historia de las apariciones explicaría el monstruososil;:ncio de un Sahagún creyente en ellas, será mejor no fatigarnoscn tratar de adivinarle el pensamiento.

7. Pocc¡ importa, por otra parte, dejar al doctor Garibay en elgoce de la oscuridad en Ia gue, por lo visto, quiso refugiarse, por-que será él mismo quien se denuncie al aludir a la que resulta serla demostración palmaria de la falsedad de su tesis. Recordemos,en electo, que al reconocer la falta de toda mención por parte deSahap;rin acerca de la historia de las apariciones, no le quedó másremedio que admitir que fray Bernardino había manifesrado a eserespecto ciertas, dice. "reticencias incomprensibles" (,Vid. supra, l, b).fJna vez más se refugia el doctor Garibay en la oscuridad al nodespe'iar la alusión en tan enigmático eufemismo. pero no tan enig-mático como para no poder advertir que se refirió a las dos oca-siones en clue Sahagún habló expresamente dei culto a la imagengrraclalupana del Tepeyac. Son textos de sobra conocidos y bastarárecorcla¡ que el franciscano denuncia en ellos la índole iclolátrica<le la devoción que los indios tributaban a aquel sim'.rlacro.

Ahora bien, en el más extenso y más frecuentemente citado decsos clos ¡rasajcs (Historia general, xt, 12, "Que trata de las idola-trías") fral' Bernardino declara terminanternente que 'No sr sesíeDE crER.To Er- oRrcEN DE AqUELLA ruNp¿cróN", es decir, que ignora-ba el origen del culto guadalupano en el Tepeyac. pero, enton-ccs, una r-le dos: o el franciscano se produjo como el hipócrita cinicoqrre inrludablemente no era, o la resis del orieen sahaguntino clelNican ntopoh't.a es un puro cuento de historia-ficción, género nodel toclo ajciro al talento irnaginativo del doctor Garibay.2 Se ve bienque esa tan expresa deciaración de fray Bernardino le molestabaenotrnement.e al nadre Garibay v por eso pretendió scslayarla a tí-tulo cle "reticcncra inromprensible". De eso, sin embargo, nada tie-ne : se trata tlc Ia voz de alarma de un ilustre religioso franciscano denuesti'o siglo xvl oue hacía eco al sentir general de sus hermanosde h:'tbito; de ese mi.mo sentir que con tan admirable entereza osóexternar públicainente cl provinciai fray Francisco de Bustamanteen atluel su memorable sermén que, en réplica al del arzobispo Nfon-túfar, predicó err la caoilla de San josé de los Naturales en ia fes-

: Eiemplos dcl mismo género son las tesis dei doctor Garibay que analizamosen los dos siguientes apéndices de este libro.

Page 138: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDrcE PRTMERo 159

tiüdad del Natalicio de la Virgen, dla 8 de sePtiembre del año de

1556.3

3 Que sepamos sólo el padre Nfario Rojas Sánchez, discípulo v aclrni¡ador in-condicional del doctor Garibay, ha aceptado como válida la tesis dc éste accrc¿

del origen e historia del Nican mopohua. Vid Mario Rojas Sánchez, "La Tonan-tzin ('Nuestra \¡erdadera N{adre') y la Santlsima Virgen de Guadalupe", en Cen'tro de Estudios Guadalupanos, A.C., Segundo Encuentro Nacional Guaclalupano,p. 97, l\lúxico, Jus, 1979.

El conocido histo¡iador aparicionista, padre Lauro López Bcltrán, combatió enminucioso detalle la tesis del doctor Garibay a la que hemos dedicado este apén-dice. Vid. Lauro López Beltrán, Obras Guadalupanas, t. rI, "El autor del relatooriginal guadalupano", Apéndice, p. 104-140, México, T¡adición, I981.

Page 139: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDICE SEGUNDO

UNA SUPUESTA RELACIÓN PRIMITIVA DE LASAPARICIONES GUADALUPANAS

(La fabricación de un testimonio histórico)

Page 140: 117238026 Destierro de Sombras

PREAMBULO

Quien, sabedor de cuáles son los testimonios tradicionalmente in-uocados como bdsicos de Ia historia de Nuestra Señora de Guadalupedel Tepeyac consultare una reciente y nutrida antología de texto,srelatiuos a esa historia,l no podrd menos de asombrarse con la fe-nomenal noticia de que, tiempo atrds, Ios historiadores aparicionis-tas habían descubierto un antiguo relato de los prodigiosos sucesosocurridos en 1531 en el Tepeyac y del milagroso estampamiento dela imagen de la Virgen en Ia tilma de luan Díego. Fenomenal nott-cia, en verdad, porque se nos a.segura que se trata de un testir¿onioindependiente de Ia consabida narración de Valeriano; que es textode fecha cercana a la ocurrencia de aquellos prodigiosos sucesos, yque su alttor es, ni más ni menos, un testigo ocular, eI padre JuanGonuilez, de quien se dice fungió de intérprete en las conuersacio-nes entre el obispo don fray Juan de Zumdrraga y aquel uenturosoneófito en eI momento mismo de Ia aparición de Ia imagen de IaVirgen. Desígnase a tan extraordinaria pieza como Ia "Relación pri-mitiua" de las apariciones y así nos releriremos a eIIa.

Podríamos emprender de inmediato el andlisis interno del textode esa supuesta primitiva relación y rnostrar con su simple lecturaciertas circunstancias que hacen patente la inuerosimíIítud de Io quese dice que es. Decidimos, sín embargo, deiar esa crítica para eI sex-to apartado de este apéndice, porque será interesante y muy instruc-tivo mostrar y descubrir a qué conieturas y arbitrios interpretatiaoshubo de recurrirse para Ia fabricación -no hay otra palabra- de esetestimonio que hoy se exhibe (un poco vergonzanten'Lente, es cierto)como una de las ioyas de mds altos quilates en Ia corona histori,ogrd-fica del aparicionismo guadalupano.

Emprenderemos, pues, Ia reconstrucción de la hístoria de Ia queIlamaremos la tesis de la "Relación primitiva" de las aparicíones,y a ese fin procede ante todo poner al lector en antecedentes de losprincipales s?.tceses de la uida de quíen se supone fue eI autor de esepretendido original relato de los prodigios del Tepeyac.

r Aludimos a Ernesto de la Torre y Villar y Ramiro de Anda, Testimoníosguadalupanos, México, Fondo de Cultura Económica, 1982.

Page 141: 117238026 Destierro de Sombras

EL PADRE JUAN CONZÁLEZ

(ErururÉn rnri,s rrocn*{.nlcas)

Intercaladas en eI lugar que les corresponden incluimos, por eI mo-tiuo que oportunamente se uerd, algunas noticias de Ia vída del pa-dre Juan de Tovar, S./. 1t otras relativas a su.cesos notables queconuiene tener a. Ia aista.2

l.1510. En este año debió nacer el padre Juan González, casiseguramente en el pueblo de Villanueva del Fresno, obispado deBadajoz, Extremadura. Con toda probabilidad era hermano menordel conquistador de México, Ruy González (Jiménez, p. l0B, noral0).

2. 1527-1528. Se conjetura fundadamente que por esos años JuanGonzález llegarla a México, y es de suponer que se alojaría en lacasa de su hermano (|iménez, p. 109, nota 12; p. 1ll, nota l9).

3. 153i. Inclinado a Ia vida sacerdotal, Juan González debió reci-bir ese año en Nféxico de manos del obispo fray Julián Garcés latonsura, órdenes menores, subdiaconado y diaconado (Jimén€,Z, p.il3).

4. 1531. Después de recibidas las órdenes menores, Juan Gonzá-lez fue a vivir entre indios para aprender de ellos la lengua mexi-cana y prestarles auxilios espirituales.

5. 1534, último tercio. A su regreso de España, el obispo Z,umá-rraga, yv consagrado, ordenó de sacerdote a Juan Gonzá\e2, y "luegoque cantó misa se fue entre los indios y estuvo sin estipendio algunopredicándoles..." (Moya de Contreras, "Informe sobre el clero desu diócesis, L575").

6. 1535, principios (?). Zumárraga encontró a Juan González en elpueblo de Ocuituco, "aprendiendo la lengua de los indios y que yapredicaba en ella; cobróle tanta afición y devoción que lo llevó a

2 Citamos las fuentes de apoyo a los registros de estas efemérides de la maneramás abreviada posible, pero fácilmente identificables en la bibliografla generalCe este libro.

Page 142: 117238026 Destierro de Sombras

166 EDMUNDO O'C,ORMAN

su casa y lo tuvo en su compañía hasta que le procuró un canoni-cato en su Iglesia de Nféxico..." (Mendieta, p. 370).

7. 1535, septiembre 14. Entró a gobernar la Nueva España el vi-rrey don Antonio de Mendoza.

8. 1536, marzo l. En acta de esa fecha del primer libro del Ca-bildo de la Iglesia de México se hicieron constar las instruccionespara el canónigo Campaya, procurador a la corte. Entre otras reco-mendaciones debía pedir al rey hiciera merced a Juan González deuna plaza de racionero en la catedral (García Icazbalceta, Zumti-rraga, rv, p. 38).

9. 1538, noviembre 26. Acta de esa fecha en el libro de Cabildode la Iglesia de México. El canónigo Campaya rinde cuentas de sugestión y en ellas consta el registro de 30 reales gastados en la pre-sentación de dos racioneros. Juan González fue uno de ellos (GarciaIcazbalceta, Zumdrraga, w, p. 44).

10. 1539, junio 22 a noviembre 30. Proceso inquisitorial episcopalen contra de don Carlos, cacique de Texcoco. El padre Juan Gon-zález prestó servicios de intérprete en muchas de las diligencias deese proceso, y el día 30 de noviembre, por mandato del obispo, pre-dicó en el auto de fe del reo para dar a entender a los indios ensu lengua las culpas del cacique y la causa de su suplicio (Procesoinquisitorial del cacique de Tetzcoco, Nféxico, l9l0).

ll. 1540, hacia. Juan González ocupó y disfrutó de la plaza deracionero en el Cabildo de la Catedral (Jiménez, p. ll5, nota 35).

12. l54l Nació en Texcoco JUAN DE TovAR (Zambrano-GutiérrezCasillas, Diccíonario, t. xlv, p. 233).

13. 1542, diciembre 29. Acta de esa fecha del Cabildo de la Cate-dral. Insüucciones al procurador a la corte, el canónigo FranciscoRodríguez Santos. Entre ellas, la de pedir al rey provea en JuanGonzález la canonjía que vacó por muerte del canónigo Palomares(García Icazbalceta, Zumárraga, rv, p. 57).

14. 1542. Juan Gonzá7ez oyó artes y teología en el estudio par-ticular fundado por el arcediano Juan Negrete y establecido en lascasas del obispo Zumánaga (Jiménez, p. ll2).

15. 1544, febrero 12. Acta de esa fecha del Cabildo de la Catedral.Nombramiento a favor de Juan González de predicador y confesor delos indios que ocurrían a la catedral, "atendida la necesidad quedello había, y ser el dicho Juan González hábil y suficiente paraeste cargo, asignándole de salario cien pesos de minas cada año"(García Icazbalceta, Zumdrraga, Iv, p. 59).

16. 1ú44, febrero 22. Acta de esa fecha del Cabildo de la Catedral.Juan González presentó "su cédula real de canonjía en esta Igle-sia y la colación que de ella le dio el provisor; y vistas ambas, fuerecibido por canónigo..." Percibiría los frutos cuando los hubiere(García Icazbalceta, Zumarraga, rv, p. 59).

Page 143: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDrcE sEGUNDo 167

17. 1541, febrero 27 y marzo 1. Asistencia de Juan Gonzálcz a ca-bildo (García lcazbalceta, Zumárrage, rv, p. 59).

i8. 1544, maruo. Juan González asistió a la Junta eclesiásticaconvocada por el visitador Tello de Sandoval para oír pareceres acer-ca de las Leyes Nuevas (Llaguno,p.24; Cuevas, Historia de Ia IgIc-sia, t, p. 432 136).

19. 1544, junio 6. Acta de esa iecha del Cabildo cle la Cateclral"Se admitió a Juan González al goce de frutos y rentas de su canon-

ii^ (García lcazbalceta, Zumárraga, rv, p. b0).20. 1544, junio 6. Libro de Actas del Cabildo de la Catedtal, r,

63v. "Estando capitularmente ayuntados ei Rrno. Sor. clon frav Juande Zumárraga... y ios rnuy Rdos. señores... dileron que daban ydieron licencia al canónigo Juan González para que estudie y sc;rreservado de venil al coro dos horas del día, que son prima y vísperas.Y que a €stas dichas horas le pongan ausencias como al señor arce-diano. Pasé ante mí Alonso de Arévalo" (Nféndez Arceo, p. 76, nota221). Esos estudios los realizó en el "Estudio episcopal" estableciclopor el arcediano Juan Negrete (Ibid., p. 7a-75 y 76).

2L 1546, junio 20. Doctrina cristiana breue traducida en lenguamexicana por el padre fray Alonso de Molína. . . y exan'Linada poreI reuerendo padre luan GonzáIez... por manclato del reuerendísímoseñor don tuan de Zumdrraga. . . eI cual Ia hizo imprimir en cI di-cho año de 1546, a 20 de junio (Garcia lcazbalceta, Bibliografía, p.71-74; Códice franciscano, p. 34-61).

22. 1548, junio 2. Testamento del señor don {ray Juan de Zumirr¿-ga. Dejó al padre Juan González, "canónigo de la Iglesia de N{é-xico. . . una mula que yo tengo, la cual es mi voiuntad que se laden, por itrs cargos en que le soy" (García Icazbalceta, Zumrirraga,rrr, p. 288).

23. 1548, junio 3. Muerte de don fray Juan de Zumárraga, primerobispo y arzobispo de N{éxico. Sede vacante hasta 1554.

24. 1550, septiembre 25. Entró a gobernar la Nueva España el vi-rrey don Luis de Velasco.

25. 1551, septiembre 21. Cédula de fundación de la Universidaddc Nféxico (Puga, rr, p. 133-13,i).

26. 1553, julio 21. Universidad. Acto solemne de incorporación degrados del canónigo Juan Negrete y de concesión de grados a frayAlonso de la Veracruz y otros. Aparece como tesrigo de ese acto clcanónigo .|uan González (Caneño, Efemérider, r, p. 13-14. Plaza yJaén, Crónica, r, p. 43-41, no menciona a Juan González corilo res-

tigo, sino al canónigo Juan Gai"cía, pero añade "y otras pe|sonas").27. 1553, julio 22. Universidad. El canónigo Juan Gonz,ález se ma-

triculó en los cufsos de teología (Plaza y Jaén, Crónica, libro r, czr-

pítulo 12, t. r, p. 40).

Page 144: 117238026 Destierro de Sombras

168 EDMUNDo o'c,oRMAN

28. 1553, julio 23. Universidad. El canónigo Juan González fuedesignado conciliario (Carreño, Efemérirles, r, p. l5).

29. 1"o53, diciembre l. Universidad. "El maestro Juan González"arguyó, entre otros, en el examen del bachiller Damián Torres paraobtener licencia en el ejercicio de la medicina (Plaza y Jaén, Cróni-ca,4 p. 37).

30. 1554, junio fines o julio principios. Enuó a gobernar la ar-quidiócesis de México don fray Alonso de Montúfa¡.

31. 1555, junio 29. Instalación del Primer Concilio Provincial Nfe-xicano. En noviembre 6 y 7, se pregonaron en N,féxico las constitu-ciones (Lorenzana, Concilios, p. 17l).

32. 1555, noviembre 21. Universidad. Ese día "nombraron y eli-gieron por rector de estas Escuelas y Universidad de Nféxico al mag-niiico señor canónigo Juan González por un año, que se cuentadesde este día hasta el de san Martín, venidero..." (ll de noviem-bre de 1556). Pero consta que Gnnzález fungió de rector durantedos años, es decir, hasta el ll de noviembre de 1557 en que fue subs-tituido por elección a favor de don Rafael Soberanes (Plaza y Jaén,Crónica, I, p. 53-58).

33. 1555, diciembre. Fue subrepticiamente colocada en la vieja er-mita del Tepeyac la imagen de la Virgen ("aparecida" según losindios) que pronto sería designada Nuestra Señora de Guadalupepor los vecinos españoles de la ciudad de Nléxico (según la tesisde este libro).

3í1. 1556, septiembre 8, antes de. Valeriano debió componer el fic-ticio relato de las apariciones de la Virgen en el Tepeyac a JuanDiego y del estampamiento de la irnagen en la tilma de éste en pre-sencia del obispo Zumárraga, el llamado Nican mopohtta (según latesis de este libro el objeto primordial de Valeriano fue sacralizarcomo imagen de origen sobrenatural la de la Virgen "aparecida" enel Tepeyac en 1555).

35. i556, septiembre 6 y 8. El célebre incidente de la predicacióndel sermón guadalupano del arzobispo Montúfar y del sermón deréplica clel provincial fray Francisco de Bustamante (día 8) quiendenunció ser obra reciente de pintor indígena la imagen de la Vir-gen del Tepeyac intitulada Guadalupe por los vecinos españolesde la ciudad de N{éxico (Información de 1556).

36. 1556, septiembre 9. El a¡zobispo Montúfar mandó levantar enlos estrados de su Audiencia unas diligencias de información testi-monial acerca de lo que había predicado fray Francisco de Busta-mante el día anterior (Información de 1556).

37. 1556, septiembre 15. El canónigo Juan González figura comotestigo en una escritura otorgada en la ciudad de N{éxico por Juande Carvajal en reconocimiento de haber recibido una cantidad dedinero que le entregó Nfartín de Aranguren (García lcazbalceta,

Page 145: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDrcE sEcuNDo 169

Zumtirraga, w, p. 32-34). La presencia de Juan GonzáLez en la ciudaclde N{éxico en esa fecha permite conjeturar como muy seguro que es-

cucharía los sermones del arzobispo y del provincial franciscano, u¿d.supra, núm. 35. Juan González no fue llamado a declarar en la .In-

formación de 1556; de ser cierto que fue testigo presencial del estam-pamicnto de la imagen, el arzobispo no habría desdeñado su tes-timonio.

38. 1556, noviembre 20. Universidad. Claustro pleno. Juan Gonzá-iez prestó juramento como rector (Plaza y Jaén, Crónica, t, p. 5,1

v e3).39. 1557, noviembre ll. Universidad. El canónigo Juan González

fue sustituido en el cargo de rector por don Rafael Sobranes.40. 1557 (?). Contestación de Juan González al arzobispo N{ontú-

far; le expresa su deseo de renunciar a su prebenda. Dice que ha sidonotificado por parte del arzobispo que "residiese en la prebenda ycanonicato de la Iglesia de nféxico" y que de no hacerio se daríanoticia al rey para que provea lo que conviene. "En respuesta de locual digo que Vuestra Señoría haga y provca lo que sea de justicia,porque yo he residido en el dicho canonicato, doce años poco máso menos, y lo hubiera dejado antes que Vuestra Señoría viniera, ypor esperar al prelado no lo dejé, y luego que Vuestra Seiroría vino,NO LO HICE POR MANDARNÍE ISPERAR A QUE EL SANTO CONCILTO SE CE-r FBRARA, por haber necesidad de ministros en esta Santa Iglesia, ylas causas que a esto me han movido son ver que esta Santa Iglesiapuede ser mejor servida de otras personas que de mí y tener nece-sidad ,v deseo de estudiar, y residiendo en ia Iglesia no tener tiempopara eilo y poder servir ansí a Dios y a su majestad fuera de ella.Porque pido y suplico a Vuestra Señoría mande proveer lo que con-venga a esta Santa Iglesia conforrne a justicia, según tengo dicho.Juan González" (Cuevas, Hístoria de Ia Iglesia, rr, p. 126-128 y nota9(l\

41. 1560, marzo 9. Carta del Cabildo de la Iglesia de N{éxico alrcy (Epistolarío, rx, p. 50). El arzobispo no debió admitirle la rcnun-cia al canónigo Juan González, supuesto que todavia aparece su fir-ma en esta epístola.

42. 156A, después de marzo. Juan González renunció al canonicatoy decidió vivir "pobre y apostólicamente sin recurso ni propio ad-rninículo de hacienda temporal" (Mendieta, p. 3i0).

43 1560-1564. El virrey Velasco sacó a Juan González de ia pobrezaen que vivia y lo llevó consigo a palacio (Nlendieta, p. 370). Aliíestudiaba y ayudaba al virrey en negocios de indios, y sólo salía adecir misa (Nfoya de Contreras, "Carta sobre el clero de su diócesis").[,] deseo de Gonzá]ez era ayudar a los indios, f "a cabo de algúntiempo" de vivir en palacio, "se fue a Xochimilco... y allí estuvoalgunos airos... pasóse a un puebio de menos bullicio junto a Tex-

Page 146: 117238026 Destierro de Sombras

170 EDMUNDo o'coRlrAN

cuco, Ilamado Guaxutla... y recogiéndose en una ermita del apóstolSantiago..." se encargaba "de confesar, predicar y baptizar a los in-dios de aquella vecindad" (Mendieta, p. 370-372). Se revela la afi-ción de González a los franciscanos por la circunstancia de que lospueblos que eligió para su retiro eran administrados por los religio-sos de esa orden. Es importante ese hecho si no se olvida la enemigaque éstos le tenían al culto y devoción a la imagen de Nuesua Se-

ñora de Guadalupe del Tepeyac.44. 1564, julio 31. Falleció en la ciudad de México el virrey don

Luis de Velasco (Epistolario, X, p. 47-48). Entró a gobernar la Audien-cia hasta 1566.

45. 1564. Quizá determinado por la muerte del virrey, Juan Gon-zález se retiró a la ermitilla de la Visitación, sujeta entonces a la doc-trina del convento de San Francisco de México (Mendieta, p. 370-372;Franco, p. ll5). Años más tarde esa ermita fue adscrita a los reli-giosos de Santo Domingo quienes, el 12 de marzo de 1595, fundaronen ese lugar su convento de Nuestra Señora de la Piedad (Franco,p. 107-108).

En Ia ermita de la Visitación, Juan González hizo vida de peniten-te retraído de todo trato social. Se le atribuye el milagro de haberconvertido en agua dulce la salobre de un pozo (Franco, Iibro r, ca-pítulo 3l). Vivió en esa ermita hasta poco tiempo antes (le fallecer.

46. 1565, noviembre ll. Segundo Concilio Provincial X'fexicanoconvocado y presidido por el arzobispo Montúfar. La fecha indicadaes Ia del pregón de las constituciones aprobadas por el Concilio(Lorenzana, Concilios, p. 205-206) .

47. 1566, agosto 3. Conjuración del segundo marqués del Valle. Lafecha es la del día de ejecución de los hermanos Avila.

48. 1566, octubre 19. Entró a gobernar la Nueva España el virreydon Gastón de Peralta, marqués de Falces.

49. 1567, agosto 15. Madrid. Real cédula en favor de Juan Gonzá-lez dirigida al virrey: "...vos encargo y mando que con particularcuidado tengáis mucha cuenta con la persona del dicho Juan Gon-zález y déis orden cómo no pase necesidad, sino que sea proveídode lo más necesario para su mantenimiento y vestuario y le déis elcalor y favor que fuere menester para que prosiga y entienda enla doctrina de los dichos indios y se animen otros a imitarle a hacerlo mismo..." (Carreño, Un desconocido cedulario, p. 295).

50. 1567, noviembre ll. El virrey marqués de Falces fue depuestopor el visitador Alonso de N{uñoz.

51. 1568, noviembre. Entró a gobernar la Nueva España el virreydon N'fartín Enríquez de Almanza.

52. 1.1169. octubre 19. Testimonio de Pedro Cuadrado. contador dela Iglesia de lVféxico. Trae Ia nómina de individuos del Cabildode esa Iglesia proveídos hasta 1569. Todavía no aparece entre ellos

Page 147: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDrCE SEGUNDO l7l

Juan de Tovar (Descripción del Arzobispado de México hecha en1570, p.302).

53. 1570. Juan de Tovar fue ordenado de sacerdote en la diócesisde Nféxico (Zambrano.Gutiérrez Casillas, p. 234 y 252).

54. 1572, marzo 7. Muerte en Ia ciudad de México del arzobispo <J.on

Alonso de Montúfar (García lcazbalceta, Coloquios e.spirituales ysacramentales de Gonzdlez de Eslaua, p. 296, nora 31, N{éxico, lB87).

55. 1572, mayo 4. Carta del Cabildo de la Iglesia de México. Daaviso de la muerte del arzobispo Montúfar. Aparecen como racio-neros l\{anuel de Nava y Alonso de Ecija. Aún no aparece comoindividuo del Cabildo el padre JUAN DE rovAR (Epistolario, xr, p. 125).

56. 1572, mayo 16. Texto de uno de los papeles de Juan Gonzálezque quedaron en posesión de Mendieta: "I\{e exceptó el señor inqui-sidor de cualquier mandato que su merced tuviese mandado" (Men-dieta, p. 371).

56. 1572, julio l. Información levantada por el Cabildo de la Igle-sia de lVéxico sobre injurias del fiscal de la Audiencia, Céspedes deCárdenas. Al final: "En presencia de mí el racionero JUAN DE TovAR,secretario del dicho Cabildo. .." (Epistolario, xt, p. 127). Poco anresde esa fecha debió ingresar al Cabildo el padre JUAN DE TovAR.

57. 1572, septiembre B. Carta del Cabiido de la Iglesia de México.Entre los firmantes: "Por el deán y Cabildo de l\féxico, JUAN DE To-vAR, secretario".

58. 1573, julio 3. El padre JUAN DE rovAR ingresó a la Compañía de

Jesús (Zambrano-Gutiérrez Casillas, p. 234-235).59. 1575, septiembre 23. Carta del virrey Martín Enríquez al rey.

Entre otros asuntos contesta la cédula de 15 de mayo de 1575 yproporciona los informes que recogió acerca de la funclación y cultode la Virgen de Guadalupe en el Tepeyac (Cartas de Indias, ¡ p.310).

60. 1575. Fray Juan de la Anunciación, Doctrina Christi,ana...compuesta en lengua castellana y mexicana por eI nxuy reuerendo pa-dre..., México, Pedro Balli, 1575. En los preliminares aparecen lasaprobaciones "del canónigo Juan González y del maesrro Ortiz deHinojosa" (García lcazbalceta, Bibliografía, p. 271).

61. 1576, julio 27. Texto de uno de los papeles de Juan GonzáIezque quedaron en posesión de Nfendieta: "Nle dio el señor inquisidorlicencia para escribir" (N,fendieta, p. 371).

62. 1580, octubre 4. Entró a gobernar la Nueva España el virreydon Lorenzo Suárez de Mendoza, conde de la Coruña.

63. 1583, junio 29. Entró a gobernar la Nueva España el arzobispoe inquisidor don Pedro Moya de Contreras.

64. 1585, septiembre 18. Entró a gobernar la Nueva España el vi-rrey don Alvaro Manrique de Zuñiga, marqués de Villa-I\{anrique.

65. 1585, octubre 16. Tercer Concilio Provincial Mexicano convo-

Page 148: 117238026 Destierro de Sombras

172 EDMUNDo o'coRMAN

cado y presidido por el arzobispo Pedro Moya de Contreras. La fechaes la de la publicación en la ciudad de México de las constitucionesaprobadas en ese sínodo (Concilio Tercero Prouincial X[exicat"¿o. Mé-xico, N{aillebert y Cía., 1859).

66. 1589 (?). En estado de suma debiliclad el padre Juan Gonzálezfue sacado de la ermita de la Visitación y llevado a vivil a la casa

del inquisidor don Alonso Fernández de Bonilla (N{endieta, p. 370-3l tt.

Ol. l¡gg, diciembre 3t. El padre Juan González comenzó a decirmisa en el oratorio del inquisidor Bonilla. No pudo terminarla porhallarse gravemente enfermo (Mendieta, p. 372).

68. 1590, enero l. Falleció a "la una hora del día" en la casa delinquisidor Fernández de Bonilla el padre Juan González (Nfendieta,

P. 372).69. 1590, enero 2. El cuerpo del padre Juan González fue sepultado

con la solemnidad cle un entierro arzobispal en la capilla mayor dela catedral (I\fendieta, p. 371).

70. 1590, enero 6, día de Reyes. En honra fúnebre al padre JuanGonzález, predicó en la ermita de la Visitación un fraile franciscano.Grandes muestras de dolor por parte de los indios (Mendieta, p. 372;Torquemada, IrI, p. 78, dice que ese predicador se llamaba fray JuanBautista).

II

¡'aun póslulrA DE sANTTDAD DEL rADRE ¡uaN coNzÁrnz

Para descubrír eI antecedente de Ia atribución del papel de íntér-prete del padre Juan Gonuilez en eI episodio del portentoso estam-pamiento de Ia imagen guadalupana (premisa de Ia tesis que uamosconsiderando) dedicamos este apartado a rastrear eI proceso de con-solidación de Ia fama de santidad ql¿e y0, en uida empezó a gozaraquel sacerdote.

l. C¿. 1590. El padre Gonzalo Fernández Merlos, capellán de donAlonso lernández de Bonilla, escribió: Vida del uenerable luan Gon-xilez, canónigo de México y después ermitaño, Ms. (Beristáin, Art.Merlos, D. Gonzaio Fernández). Pasó al Perú con Bonilla, lo que noshace suponer que debió escribir esa biografía el año en que murióel padre González o poco después. No conocemos esa obra.

2. 1595, antes de. Fray Gerónimo de Mendieta dedicó una pequeñasemblanza biográfica del padre Juan González (Historía eclesiastica,libro rv, capítulo 3). Interesa registrar dos noticias de las proporcio-nadas por fray Gerónimo.

Page 149: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDrcE sEGUNDo 173

l) Dice que "todos los papelejos" que dejó el padre González losheredó él (Nfendieta) y qre "fuera de los testimonios de Ias órdenes querecibió y algunos semejantes, los demás son memorias de las iicenciasy exenciones que se le daban para menudencias que él pedia..." Traus-cribe en seguida dos de esas licencias a manera de ejemplo (Vid. supra,rr, 56 y 6l), Nada dejó, pues, relativo o alusivo a nuestra Señora deGuadalupe.

B) Irféndieta puso especial empeño en dejar testimonio dei don delágrimas que Ie fue concedido al padre GonzáIez y de su especial y fer-vorosa devoción al Cristo crucificado.

A este respecto Mendieta da noticia de que en la celda del padreGonzález había "un bufetillo" y que sobre él "tenía fijado un Cristoenclavado en la cruz" y añade que "fuera de lo que ocupaba lapeaña del Cristo, lo demás del bufete estaba regado de unos gotero-nes gruesos de lágrimas.

Como se verá oportunamente esta noticia se reflejó en la icono-grafía del padre González, pero nótese por lo pronto que su devo-ción no era a la imagen de la Virgen Guadalupana como sería deesperarse en el caso de ser cierta la tesis que vamos considerando.

La fecha, 1595, antes de marzo, que le asignamos al capítulo quele dedicó Mendieta al padre González se deduce de Ia siguiente cir-cunstancia. Hablando fray Gerónimo del retiro de ese padre a iaermita de la Visitación afirma que pertenecía a Ia orden de los fran-ciscanos, y como Ios padres dominicos fundaron en ese lugar su con-vento de la Piedad el 12 de marzo de 1595 (Franco, Segunda parte . . .,p. 107-108) y nada sabe fray Gerónimo de esa mudanza es de supo-ner que escribió aquel capítulo antes de esa fecha.

3. 1608. Retrato del padre Juan González. Aparece de cuerpo en-tero de rodillas con manos orantes. Está junto a un brocal cuadradode una fuente. Cerca de sus rodillas un libro cerrado sin título, ysobre el libro unos anteojos.

A la derecha una cartela con Ia siguiente inscripción: Retrato delpadre Juan González canónigo de la catedral de México, el cual seretruxo en esta hermita de Nuestra Señora de la Piednd que enton-ces era de Ia Visitación. Víuió en ella 24 años de aida penitente ysin comunicación con ninguna de las gentes. Murió año de 1590 a6 de enero. Estd enterrado en Ia capilla mayor de Ia catedral de Mé-xico. De mano de Francisco Braao, año de 1608.

El cuadro está reproducido en Efraín Castro y Alonso Armida,Churubusco. Colecciones de Ia iglesia y ex-conuento de Nuestra Se-ñora de los Angeles, México, Instituto Nacional de Antropología eHistoria, l98l (Serie de Catálogos de la Dirección de MonumentosHistóricos, l), p. 237.

l. Es el retrato más antiguo del padre González de que se tienenoticia.

Page 150: 117238026 Destierro de Sombras

t74 EDNÍTINDO O'C,OR\ÍAN

B. De acucrdo con nuestras efemérides biográficas del padre Gon-zález serian veintiséis años los que vivió en Ia ermita de la Visitación(Vid. supra, u, 45). Si nos atenemos al dato que al respecto propor-ciona este reuato, González se habría retirado a esa ermita en 1566.No es imposible, pero la discrepancia no es de preocupar. Lo cierto,sin embargo, es que la iconografía posterior repite la not.icia quese da en este cuaclro.

C. La fecha 6 de enero de 1590 que se asigna a la muerte del pa-dre González está equivocada si estimamos como correcta la propor-cionada por l{endieta (l de enero, ui,d. supra, u, 68). Es de suponerque el error proviene de la confusión entre la fecha. de fallecimientoy la de las honras que se le hicieron en la ermita de !a Visitación,o sea el 6 de enero (Vid. supra, rr, 70).

D. El retrato tiene especial importancia como testimonio de lasantidad del padre González. En efecto, si bien no se hace constaren Ia inscripción, el que aparezca de rodillas junto al brocal de unafuente o pozo conmemora el milagro de haber convertido en po.table el agua salobre del pozo que se hallaba en las inmediacionesde la ermita de la Visitación (Vid. supra, rr, 45). Es un paso impor-tante en el proceso que vamos rastreando.

E. Del texto de la inscripción parece poder inferirse que este re-trato estaba originalmente en el convento de la Piedad.

4. 1615. Fray luan. de Torquemada, Monarquía, libro xv, capítulo28. En ese lugar se relata la vida del padre Juan González con trans-cripción del correspondiente capítulo de \{endieta, pero se añadenconsideraciones piadosas y algunos datos nuevos. Registramos en se-

suida los que nos interesan:

l) Se da Ia noticia de que el fraile que prcdicó en la ermita el día6 de enero de 1590 se llamaba fray Juan Barrtista.

B) El autor dice haber visto en la celda del padre González una ra-rimilla de palmas, que era penitencia acostarse en ella.

C) Con motivo del don de lágrimas concedido al padre González, Tor-quemada sigue el texto de l\fendieta, pero añade una larga disertaciónsobre la NlagCalena, famosa por su llanto, y allí examina un pasaje de-san Pablo sob¡e la" lágrimas que derramó Cristo poco antes de expirar.Esta disertación de Torquemada proporcicna la clave de un cuadro dela lVlagdalena en el que aparece un retrato del padre González (Vid,infra, num. 14).

D) Torquemada sigue el texto de l\(endieta en la pequeña biografíade Zum.árraga (Mona:'quía, libro xx, capitulo 30) Pero añadió por sucuenta que en un sitio aledaño a la catedral, el obispo solía doctrinara los ináios, predicarles y examinarlos para cerciorarse- de su aprovecha-miento en el a¡rendizaie de I¿ doctrina. it{o sabemos si Torquemada loinventó o consignaba una opinión corriente entre sus hermanós de hábi-to. Pero es el c¡sc qur--. cuando jubilosa e indiscriminadamente se recibió(finales de ia primcra miiad del siglo xvrr) como verdad indiscutible

Page 151: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDIcE sEcuNDo 175

el relato de las apariciones a nadie se le ocurrió que era obligado su-

poner el auxilio de un intérprete en las conversaciones del obispo Zu-mánaga y Juan Diego, porque se tenía la creencia (sustentada en ese

texto de Torquemada) en que aquél sabía hablar náhuatl. Es dato desuma importancia, como veremos.

No debe olvidarse que hasta 1870, en que Joaquín García Icazbal-ceta publicó \a Historia eclesiástíca de fray Gerónimo de Nfendieta,mucho de lo contenido en esa obra se conocía indirectamente a tra-vés de Torquemada.

5. 1625. Fue derribada la vieja catedral de lVéxico. Debió s€r enese año o poco antes cuando los restos del padre Juan González fue-ron ffasladados a la catedral nueva. Fueron depositados en un ataúdal pie del púlpito del Evangelio, es decir, en el presbisterio del altarmayor. El cabildo acordó hacerle aniversario al padre González quese aplicaría también en sufragio de los arzobispos y prebendados di-funtos (Franco, Segunda parte..., p. ll7; N'Iarroqui, La ciudad d¡:

México, nr, p. 414).En este suceso tenemos una constancia elocuente de la reverencia

en que se tenían en la época los restos del padre Juan González porla fama de la santidad de su vida.

6. 1637, ca. Fray Alonso Franco, Segunda parte de la Historia deIa Prouincia de Santíago de México, publicada en NIéxico en 1900,

pero ampliamente conocida en marruscrito.EI autor dedicó el capítulo 3l del libro I al relato de la vida clel

padre González, reclamido ¡rot los dominicos como su1,o por habervivido en penitencia en la ermita de la Visitación que más tarde fueocupada por el convento de la Piedad. Además de ser una nart'aciónenormemente apologética, su especial importancia esffiba en que eneste texto se da cuenta del milagro de Ia conversión del agua salobredel pozo en agua dulce y representa, por ese motivo, un hito capi-tal en el proceso de la creciente fama de santidad dei padre Gonzá-lez, ahora investido de potencia taumatúrgica. Algunas observaciones:

l. El padre Franco concluyó su obra en 1645, pero fue en 1637

cuando fue comisionado para escribirla. Como el capítulo dedicadoal padre Juan González es del libro r, puede suponerse que {r"re entorno a ese año cuando escribió ese texto.

B. Al final de ese capítulo se da la noticia de que en el conventode la Piedad hay un retrato del padre González "muy al natrtral".

Quizá se trate del que pintó Francisco Bravo en l608 (Vid. supra,2).C. Dice que González vivió en la Piedad veintiséis años y que mu-

rió el 5 de enero de 1590.

7. Registremos entre paréntesis los años 1648, 1649, 1666, 1675 y1688 que remiten a los textos aparicionistas de Miguel Sánchez, Lassode la Vega, Becerra Tanco y el padre Florencia los bien llamados

Page 152: 117238026 Destierro de Sombras

176 EDrruNDo o'coRNrAN

"evangelistas guadah.rpanos" por el doctor I'rancisco de la tr{aza. Nohay en sus textos mención alguna del padre Juan González y no hayconciencia de la necesidad de suponer la intervención de un intér-prete en las conversaciones entre Zumárraga y Juan Diego.

8. 1649. Gil González Dáv17a, Teatro eclesiásti,co de Ia brimitiuaIgtesia de Las Ind.ias Occíclcntales... t. r, \Iadricl, 1649. Eri el apar-tado "Varones ilustres que ha tenido ia Santa Iglesia de México", p.68, aparece "El doctor Juan González. Canónigo, dejó el canonicaropor servir a Dios en la conversión de los indios." Es testimonio dela fama del padre Ganzález en España en aquella fecha. Ningúnvínculo con Nuestra Señora de Guadalupe del Tepeyac. Lo mismoen el breve relato de la vida de Zumárraga, p. 29-31.

L 1687, no mucho antes de. Cristóbal Bernal'dino de la Plaza yJaén, Crónica de la ReaI y Pontificia Uniuersidad de México, N{éxico,1931. En el libro r, capítulo 35, el cronista hace un encendido elogiodel padre Juan González, testimonio de la fama de la santidad desu vida. Dice que vio en la sala del cabildo de la catedral un re-trato de ese sacerdote. Lo describe "postrado delante de Cristo nues-tro redentor en el sacrosanto madero de Ia cruz, en oración a suDivina NIajestad". La inscripción del cuadro es como sigue:

Retrata del Pe. Juan Gonzalez, canónigo de tra catedral de Mé-xico. EI cual se retiró a la ermita de Nuestra Señora de Ia Piedad,que entonces era de Ia Yisitación. Viaió en eIIa aeinticuatro aiLosvida penitente, sin comunicación alguna de las gentes. Murió aítode mil quinientos y noventa, a seis de enero. Esttí enterrado en Iacapilla mayor de Ia catedral de México.

En seguida se da noticia de que hay otro retrato del padre Gon-zález "en la misma forma y con las mismas circunstancias en unclaustro del convento de religiosos de Santo Domingo, en la refe"rida ermita de Nra. Señora de la Piedad".

SerÍan, pr.res, dos retratos del padre González en adoración delCristo en la cruz, uno en el cabildo de la metropolitana y otro enla Piedad. Lo curioso es que la inscripción es igual a la del retratode 1608 (aid. supra, 2) salvo por una variante significativa: en la deéste se dice que González se "retruxo en esta. hermita", mientras queen la inscripción copiada por Plaza y Jaén se dice que se "rctiro a Ia.

ermila", y asl se infiere que el primero se pintó para la ermita yel segundo sería para el cabildo de la catedral (donde lo vio el cro-nista) y uno semejante para el convento de la Piedad. En los tresretlatos se da cuenta del entierro del padre González en la capillamayor de la catedral, pero en el de 1608 se trataría de la catedralvieja y en los otros de la nueva, salao que tambíén éstos fueran an-teriores a la demolición del antiguo templo. La fecha que le asigna-mos a este registro, "1687, no mucho ant€s de" obedece a que la

Page 153: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDrcE sEGUNDo 177

Crónica de La Plaza y Jaén se escritrió en ese año (Carreña, E!eméri'des, t, p. 425) pero es dudosa"

10. Siglo xvII. Retrato del padre Juan González rie neclio cuerpo;mira hacia la izquierda; rostro de tres cuartos; manos orantes; ca'

rece de firma y de fecha. Lo vimos (14 de Inarzo de 1948) en la bo-dega del X'fuseo de Historia de Chapultepec. La inscripción es com)sigue:

El, Ve. Pe. Juan Gonailez. I{atural de Ia Estremadura. Capellárty confesor del llustrísimo y Ve. Sr. Arzobíspo Dn. tr-r. Juan de Zt¿'

márraga. Maestro de la lengua mexicana. Rector de esta ReaI Un'i-uersidad. Canónígo de esta Santa Igl,esia. Viuió 21 años en admirablerecogimiento en el Santuario de Ia Piedad. Murió de 90 años y esld

sepultado en esta catedral.De estos datos son dignos de destacar:

l) Es novedad atribuirle ai padre GonzáIez haber sido ca¡.tcllán y con-fesor del obispo Zumírraga. Se estrecha asl la relación entre ambos y sc

implica la residencia permanente de González en la casa del prelado,circunstancias que harán piausible la intervención de aquél como inter-préte en el heciro guadalupano. Lo cierto es que no hay fundamcntopara poder afirmar que el padre GonzáIez hubiere desempeñado a<1uc-

ilos oficios; puede invocarse, en cambio, un pasaje de Mendieta (Ilistoriaeclesíástica, libro v, le parte, capítulo 28) donde dice que "cuando lZu-márraga] no tenía compañero religioso que lo confesase en su casa, be

iba a confesar al convento de San Francisco". Claramente se da a enten-der que el obispo no tenía confesor de su orden.

B) Es bien sabido que el padre ConzáIez era perito o "maestro" enel dominio del idioma mexicano, pero es novedad que se haga méritode ello en un retrato. Como en el caso anterior, esta noticia será favo-rable a la especie de haber desempeñado el padre González el papel deintérprete en las conversaciones del obispo Zumirraga y Juan Diego.

11. 1701, entre 20 y 24 de diciembre. Antonio Robles en su Diariode sucesos notables (t. ur, p. 178, México, 1946) trae un registrosin fecha que caería entre el 20 y 24 de diciembre de l70l dondeconsigna la siguiente noticia:

En,..después del mediodía se trasladaron secretamente del presbiterio

[del altar mayor] a la capilla del Santo Cristo aI lado de la Epístola, loshuesos del venerable padre Fr. (sic) Juan Gonzál.ez, canónigo de esta San-

ta Iglesia, y después renunció y se retiró al santuario que es iroy de

Nuestra Señora de la Piedad, a ver cónio hizo vida santa y penitente,predicando y doctrinando a los indios. I\furió a los 6 de enero de 1590, val tiempo de esta traslación se sintió en sus huesos una gran fragancia,malor que la de los del venerable Gregorio López...

Recordemos que en 1702 o sea poco después de la fecha del re-

gistro de Robles, también se trasladaron los huesos (estaban en la

Page 154: 117238026 Destierro de Sombras

178 EDMUNDo o'c,oRlrAN

iglesia de Santa Teresa) de Gregorio López a la misma capilla. LaIápida del sepulcro de Gregorio López indica el 12 de febrero dej702 como el día del traslado de sus restos (sandoval y Ordoñez,La catedral metropolitana, p. 4l).

Nfanuel Toussaint, La catedral de México y el sagrario metropoli-tano, Méxtco, 1948, p. l9l, transcribe una partida del inventario delas preseas de la caredral, como sigue: "Un baúl tumbado de ma-dera cle nogal con cantoneras de hierro dorado y pavonado, aforra-do de terciopelo verde llano con guarnición de galón de oro en qucestán los huesos del santo canónigo Juan González, fundador de laPiedad." El inventario carece de fecha, pero parece ser de mediadosdel siglo xvrr.

Lo probable es que en ese baúl se depositaron los huesos de JuanGonziTez cuando fueron pasados de la catedral vieja a la nueva (vid.supra, 5) y que a fines de l70l el baúl se colocó en la capilla delCristo de catedral del lado de la Epístola. pocos días deipués sedepositarian del lado del Evangelio los restos de Gregorio López, yalgunos años más tarde, como veremos, fueron sepultados los unosy los otros en la misma capilla, aid. infra, 13.

La capilla del Cristo se destinó a la guarda de las reliquias que po-seía la catedral, y el especial interés que tiene para nosotros el sucesoclel que acabamos de dar cuenta estriba en que a principios del si-glo xvrrr se les concede rango de reliquias a los restos del padreGanzáIez cuyos huesos, se nos dice, despedían Ia imprescindible fra-gancia de quienes morían en "olor de santidad".

12. Siglo xvur, primera quincena anual. Retrato del padre JuanGonzález. Aparece de cuerpo entero en su celda, hincado en adora-ción de un Cristo crucificado de bulto y colocado sobre un pequeñoaltar o mesa con una calavera a los pies de la imagen. En el sueloestá un libro abierto sobre el cual reposan los anteojos del padreGonzíJez. EI texto de la inscripción en la parte baja del lienzo es

como sigue:

El venerable padre Juan González, capellán del Ilustrísimo Reveren-disimo y Venerable señor Don Fray Juan de Zumárraga, primer Arzo-bispo de l\féxico. Fue canónigo y juez hacedor desta Santa lglesia,Conciliario y Rector desta Real Universidad. Renunció el Canonicatopor ir a la conversión de Indios y se retiró a la Hermita de NuesuaSeñora de la Piedad, donde vivió 24 años haciendo vida muv penitentecon admirable recogimiento. Murió a 5 de Enero de 1590; le

"i.t"r.urooeI dia 6 cn la Iglesia Catedral antigua. Le rasladaron a la nueva ydepositaron su cadáve¡ en la Capilla del Santo Cristo al lado de laEpistola enfrente del Venerable Gregorio López su cohermitaño.

El lienzo conserva su marco dorado y en la actualidad (marzo de

Page 155: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDrcE sEGUNDo 179

1986) se halla en una bodega del edificio contiguo a la catedral, hoyadscrito a la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE).Agradezco al profesor Rogelio Ruiz Gomar la noticia de ese retrato.

La fecha que arriba asignamos a este cuadro se deduce del textode la inscripción que acabamos de transcribir. En efecto, el eventomás tardío que allí se registra es el del traslado del cadáver del pa-dre González a la capilla del Santo Cristo, al lado de la Epístola,de la catedral metropolitana, y sabemos por noticia en el Diario deRobles que ese suceso ocurrió a fines de diciembre de l70l (vid. su-pra, num. ll). No se registra en la inscripción del cuadro el en-tierro en la misma capilla ocurrido el 30 de enero de 1716. Por con-siguiente, el cuadro debió ejecutarse dentro de la primera quincenaanual del siglo xvru. (Para la fecha del entierro, vid. infra, num-13, párrafo cuarto).

Sandoval y Ordoñez, La catedral metropolitana, México, 1938, p.55, registran un retrato del padre Juan González en la sala que fuede juntas de la Archicofradía del Santísimo adjunta a la capilla deGuadalupe de la catedral. La inscripción de ese cuadro es literalmen-te la misma que la del retrato que acabamos de registrar y detresuponerse que se trata del mismo cuadro.

13. 1715, octubre 25. En el libro 28 de actas capitulares de la ca-tedral merropolitana, fojas 174 vuelta - 176 frenté, consra una actade octubre 25 de 17 15. En ella se registra que el canónigo Castorenainformó que el racionero Meléndez le había cornunicado que loshuesos del paclre Juan González se hallaban sepultados en la capilladel Santo Cristo; que dada la vida ejemplar de ese sacerdote eraconveniente "se le pusiesen (a los huesos) una losa con un rótulocon la noticia de quién son". Se le dieron las gracias al canónigoCastorena y se le comisionó para que hiciera un extracto de la vicladel padre González y se ocupara en que se pusieran los huesos enuna arca de piedra con su rótulo, y se mandó que el día en que se

pusieren se cante una misa de requiem.1716, enero 24, 28 y 30. En el mismo libro de actas, fojas 203

frente - 204 vuelta, consta una acta de 24 de enero de 1716 queregistra la comparecencia en cabildo del canónigo don Juan IgnacioCastorena y Ursúa. Leyó una petición sobre fundar un "anrversa-rio con un mil pesos de principal y cincuenra de réditos" para cele-brar anualmente los días 5 de enero una misa v responso en memoriade haber "fallecido ese día el señor canónigo |uan González", misaque se aplicarla por las almas de los capitulares que han sido yfueren de la cated¡al. Ofreció exhibir los mil pesos y ororgar escri-tura obligándose con todos sus bienes en garantía (nótese el erroren la fecha asignada a la mue¡te de González). Manifestó en seguidaque en lo tocante a haber sido comisionado para disponer una se-pultura y lápida que indique el paradero de los huesos del paclre

Page 156: 117238026 Destierro de Sombras

180 EDMUNDo o'coRMAN

Juan Gonzá1e2, ya los tiene colocados en una caja de plomo, y queson "los que se hallaron en la capilla del Santo Cristo en un baúlde madera" (vid,. swpra, el núm. ll). Por último, pidió Castorena queei cabildo señalara el día v la hora para celebrar la ceremonia dela nueva sepultura. Se le dieron las gracias a Castorena sobre elasunto de la fundación del aniversario y se resolvió "que para suaclmisión y fundación se traiga con cédula de ante diem para el ca-bildo". Sobre el segundo punto se acordó que Castorena "se vea conel maestro de ceremonias para el día y el cómo se han de sepultar"los huesos del padre Gonzilez Aclaró aquéi que, por haber sidoéste rector de la Universidad, esta corporación estaba dispuesta aasistir en unión del cabildo; que no se había designado quién can-taría la misa, y que tenía, con su marco dorado, un lienzo con el re-trato del padre González para que "siendo servido este cabildo lemande poner en esta sala de cabildo, encima del archivo".

En acta del ?8 de enero, f. 205v del mismo libro, consta el acuer-do del cabildo en el sentido de que fuera Castorena quien cantarala misa y de que la ceremonia del entierro se celebrara, con asisten-cia de la Universidad, "el jueves" a las nueve de la mañana. Es decir,el día 30, que es la fecha asignada para ese suc€so en €l retratoclei padre GonzáIez en acloración de la Virgen de Guadalupe, delque daremos cuenta más adelante (Doy las gracias al profesor Ro-gelio Ruiz Gomar por haberme comunicado el tenor de la actascapitulares aüiba citadas). Se señalaron y cavaron las fosas para en-terrar en Ia capilla del Santo Cristo los resros del padre Juan Gon-zález y de Gregorio López a los lados de la Epístola y del Evangelio,resPectivamente.

El día 30 de enero se celebró la ceremonia del entierro de los hue-sos del padre GonzáIez y de Gregorio López. Pa¡a los del primerose clispuso una losa de tecali con argoilas de hierro tosco en las es-quinas con el siguiente epitafio: "Aquí yace el doctor Juan González,varón ejemplar; rector de esta Universidad, canónigo de esta SantaIglesia Nfetropolitana, donde se depositaron sus huesos en esta ca-pilla del Santc¡ Cristo" (Marroqui, La ciudad de ItIéxico, rrr, p. 414).Sandoval y Ordóñez, La catedral metropolitana, p. 40-41, dan la noti-cia de que "ios restos del padre GonzaIez, colocados en una cajade plomo, descansan en un sarcófago de piedra con esta inscripción:Hic humata jacent ossa Viri aere Apostolici Doctoris toannis Gonzá-lez cujus Xletropolitanae Ecclesiae Canonici. Ubit (por obit) anno1590". Existe el lumor de que los restos del padre González fueronIlevaclos a la Basílica de Guadalupe y que, no hace mucho tiempo,fueron devueltos a la capilla del Santo Cristo. De ser cierto, lo queclebió llevarse a la Basílica {ue el sarcófago.

14.1718. Cuadro exhibido en un corredor del N{useo de Chapul-tepec (14 de marzo de 1984). Representa a la N{agdalena con un li-

Page 157: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDrcE sEGUNDo 181

bro que tiene inscrito el Salmo 17, v.3: Prabasti cor meum et vicitatinocte. La santa arrodiliada ante la Virgen sostenida por un grupode ángeles y acompañada por San N{iguel y otro ángel. Es la apari-ción de NIaría en la cueva de Ia santa. En la parte inferior del cua-dro, al centro, una cartela que dice: "Santa i\,Iagdalena en su cueva,visitada por la Virgen Santísima con mil ángeles, de guarda con elarcángei San Miguel". A los lados de la cartela dos rerratos de mediocuerpo. El del lado izquierdo (de quien ve el cuadro) es, segúu lainscripción, "El padre fray Alonso de la Veracmz" que aparece de-teniendo un libro: "Epistoli Diai Pauli"; el rerraro del iado dere-clro es el del padre Juan González que tiene una "Biblia sacra". EIcuadro está firmado y fechado: "Nicolás Rodríguez Juárez, anno1718". El cuadrc¡ exalta el don de iágrimas, y la relación entre latr{agdalena, fray Alonso de la Vera Ctuz y el padre Juan Gonzálezqueda explicada en un pasaje de la Monarquía de Torquemada (Vid.supra, ul, 4, c.)

15. 1718, diciembre, principios. Petición de un nutrido númerode catedráticos de la Universidad de Méxco dirigida al arzobispodon José de Lanzie¡;o y Egüilaz. Solicitan se levante informaciónacerca de la vida del padre GonzáIez para iniciar proceso de su ca-nonización. En la breve semblanza biográfica del padre Gonzálezcontenicla en esa petición nada se dice de la relación con el obispoZumárraga ,v nada, por supuesto de la pretendida intervención cleaquél en el suceso guadalupano; pero tampoco hay mención de susupuesta devoción a la imagen de nuestra Señora de Guadalupe clelTepeyac.

16. 1718, diciembre 7, 14 y 15. En esos días, respecrivamente (l)el arzobispo turnó la petición ai promotor fiscal; (2) el promotorfiscal acordó la presentación de testimonios escritos para que se to-maran copia de eilos y ponerla a \a cabeza del proceso y procederen seguida al examen de testigos; (3) el arzobispo decretó turnar elexpediente al vicario general para la prosecución de la causa (Ca-rreño, Efemérides, ¡ p. 423-426).

17. 1719, enero 13. Universidad. Claustro pleno. Se vieron la pe-tición y el expediente que se había formado en el arzobispado, y seacordó se tomara copia certificada de los documentos pertinentes enel archivo de la Universidad para que formara parre de la informa-ciirn (Carreño, Efemérides, t, p. a%-a2Q.

Nota: el proceso no llegó a más, y el expediente debe obrar en elarchivo de la catedral.

18. Ca. 1719. Retrato de Juan Gonzá|ez y Fernando Bocanegra.Ambos de pie. Una mesa o cómoda que sirve para la inscripción.El cuadro se conseva (1.1 de marzo de 1948) en la bodega del N,Iu-seo de Chapultepec. Lo reprodujo el padre Cuevas en su Historiade Ia Iglesia en México, u, entre p. 110-lll. Lo registró R<¡mero Flo-

Page 158: 117238026 Destierro de Sombras

182 EDMUNDo o'coRMAN

res, Iconografía colonial, p. 99, donde se copia Ia inscripción. Nohace falta transcribirla y sólo debe advertirse que en ella se dice(l) que G<¡nzález fue capellán y confesor de Zumárraea, pero nadaacerca de haber sido su intérprete; (2) que "se hacen informacionesjurídicas en preparatorio juicio ante el Ilmo. Sr. Arzobispo de Mé-xico para ocurrir a Roma [con] las diligencias de su beatificación,y (3) que el padre GonzáLez fue "congregante de la Ve. Congre-gación de N. P. S. Pedro, por cuyo consejo se fundó. . ."

19. Siglo xvrrr, primera mitad (?). Retrato de Juan González. Me-dio cuerpo; un libro en la mano izquierda que aprieta contra sucuerpo con Ia mano derecha. El libro es "Biblia secra". Filacteria:"Da mihi intellectum et discam. PsaL 118, u. 3". En la parte supe-rior del cuadro: "Laudamus uiros gloriosos et t¡arentes nosotros.Ecles., cap.44,v.1".El cuadro,e.onr.ru" en la todega del Nfuseode Chapultepec (14 de marzo de 1948). Lo reproducen Carreño,Ef emérides, r, entre p. 30-31, y Méndez Arceo, La ReaI y PontificiaUniuersidad de México (1952) entre p. 4-5. Lo registró RomeroFlores, Iconografía colonial, p. 99. La inscripción está en la partebaja del cuadro y su texto es como sigue:

EL Vene. Pade. Juan Gonzdles, Natúral de la Estremadtna en Ia Villa-nueua del Fresno. Capelldn y Confesor del primer Arzobispo y Vene. Y.Dn. F, Juün de Zumarraga. Fue el primero que echó matrícula en San-ta Theología en esta Uniaersidad. Conciliario, Dr. y Mro. y tercer Rec-tor. Canónigo de esta Santa lglesia Cathedral. Renunció al canonicatopor irse a Ia conaersión de los Indios, en que se exercító 24 años enuna aida apostólica. Su edad casi de un siglo. Murió a 5 de enero de1590. Yace su cadauer en la Capílla del Santo Chrísto en la Cathed.ralcerca del Vene. Gregorio López, su contempordneo.

Esta inscripción tiene la novedad respecto a las anteriores deconsignar las noticias de haber sido el padre González el primeroque se matriculó en teología en la Universidad; y la de especificarsus grados de doctor y maestro, y la de haber sido el tercer rector.Ouizá esto indique que el retrato fue pintado para la Universidad.

20. Siglo xvrrr, primera mitad (?). Retrato de -|uan González muysemejante al anterior. Variantes notables: el libro que aprieta con-ra el cuerpo está más cerca del cuello; no riene la filacteria, ] €nla parte superior del cuadro la cita es una versión del Salmo 102,v. 6: Similis factus sum pellicano solitudinis. El retrato se halla(abril de 1984) en la bodega del Museo de Tepotzotlán. Lo repro-dujo don Antonio Pompa y Pompa en su Album del IV Cen,tenarioGuadalupano, México, 1938.

La inscripción en ese retrato es muy sernejante a la del retratoanterior, y la diferencia más notable es que se aclara que la ermitade la Visitación estuvo "donde es nuestro convento de Predicado-

Page 159: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDrcE sEcuNDo 183

res de Nuestra Señora de la Piedad", lo que parece inclicar que elcuadro fue ejecutado para los religiosos dominicos. El parecidoentre los dos retratos es evidente y parece seguro que uno de ellossirr,ió de modelo al otro.

21. Siglo xvrrr, anres de 1764. El célebre jesuita padre N{iguelVenegas escribió una biografía del padre Juan GonzáIez aprove-chando la de Gonzalo Fernández Merlos (vid. supra, ur, 1). Sutítulo: El perfecto eclesidstico representado en Ia vida apostóIicad,el sieruo de Dios, Dr. D. Juan GonztíIez, canónigo de México,rector de su Unirersídad y misionero de los indios de Ia l,lueuq.España (Beristáin, Biblioteca, Art. "Venegas"; Zambrano-Casillas,Diccionario, xvr, p. 633 635). Obra registracla como manuscrita per-teneciente a la Biblioteca de la Real y Pontificia Universidad deMéxico. Permanece inédita; desconocemos su actual paradero ycarecemos de datos para determinar la fecha de su composición.El padre Venegas mr.rrió en 1764.

EL TESTTT{oNIo rcoNocn-Á.Erco

(Una superchcría)

Tendremos que dar un gran salto que nos llevará a las postt'imc-rías del siglo xrx, concretamente a 1895, porque hasta enronces setiene noticia cierta de la existencia del único testimonio conocidoque atribuye al padre Juan Gonzále2, no sólo devoción a NuesrraSeñora de Guadalupe, sino el haber servido de intérprete en lasconversaciones del obispo Zumáraga y Juan Diego.

El siglo y tercio que separa la fecha en que ahora nos coloca-mos de la última registrada en el apartado precedente es de in-mensa importancia en el proceso histórico del guadalupanismo me-xicano, supuesto que además de incluir las dos grandes ofensivasque el espíritu racionalista de la Ilustración, primero, y despuésel del positivismo, lanzaron en contra de la credulidad en lasapariciones,s es el lapso ¡cómo omitirlol en que sobrevino la guerrade la Insurgencia (incendio de fervor y renovada confianza en unremozado amor a la Virgen del Tepeyac) y etr que se operó la con-versión de la Nueva España en nación libre y soberana.

Pues bien, el testimonio al que hemos aludido es el de una pin-tura, concretamente, un retrato más del padre González,a cuya des-

3 Para una selecta bibliogr¿fía de esaséptimo.

4 óleo sobre tela, anónimo (2.25 X 1.25

segunda ofensiva, víd. infra, Apéndice

m) que se conserva en el Museo de Ia

Page 160: 117238026 Destierro de Sombras

18.1 EDlruNDo o'coRNrAN

cripción es la siguiente: En el ambiente recogiclo de una pequeirrcelda aparece de rodillas la figura del padre Juan González vestidode clérieo. Su rostro, ligeramente volteado hacia la izquiercla, es elhabitual en los otros retratos que hemos registrado.s Las manosorantes, está el anciano sacerdote postrado €n adoración de laimagcn de Nuestra Señora de Guadalupe, pintada en un lienzo quecuclga sobre la pared de la ceida. Delante y muv cercana a la fisura del padre Gonziilez, se ve utla pequeira r¡esa encima de lrrcual está una calavera, un cilicio, unos anteojos y un libro abiertocon ei texto iatino del Salmo vt, y.7, cuva traducción es: "I{ieeomi esrado con mis lágrimas", y éstas aparecen, abundantes y figu-raclas como pequeñas perlas, aigunas flotando en el aire, derrarn;r.-das las más sol¡re la mesa.

Ocu¡ra la parte baja de la tela la inscripción, cuyo texto trans-cribimos en seguida:

[,i V.e P.e Juan Gonzálcz Capellán y Confesor del Illust:mo v V.e S.r D.nFray Juarr cle Zumárraga, primer Obispo y Arzobispo de }féxico, ¿ncuya familia estoba de Intérprete de la Lengtta mexicana quanclo sr itpa-re ció Nuestra Señora de Guadalup¿. Fue el primcro que hechó llatrículaen Thcologia en esta Real Universidad; uno de sus primeros Conciliariosy su terccr Rector. Juez azedor, y Canónigo de esta Santa Ygicsia. Re-rrunció el Canonicato por ir a la Conversión de los Indios, y se retiró ala Hermita de Nuestra Scñora de la Piedad, donde vivió 2.1 años hazienclorida mui' pcnitcnte con admirable recogimiento. l\Iurió a 5 de Henercde I590 y le enterraron el día 6 en la I'glcsia Catheclral antigua, le tras-ladaron a la Nucva, y después, en 30 de Henero de 1716, depositaron sr.rs

huesos en la Capilla del S.o Christo a el lado de ia Epistoia enfrentedei V.e Gregorio López su Contemporáneo.c

[,n su momento veremos cómo y en c1ué sentido se hizo va]erese cuadro corno testimonio de la ingerencia que en éi se concedeai padre Juan González en el suceso guadalupano, Irero como, pre-cisamente por ese motivo, el cuadro es inmecliatamente sospecirosodc supelchería y nada se sabe de su origen, de su razón de ser, de su

Basílica cle Guaclalupe de Mérico. Se registra corno de la segrrnda mitad del sieloxvur, pero según 1o que expontlrcmos más adelante el rctrato fue pintado en1890-1E93, sirnulando una anti-qua pintura. Espléndiclamcnte reploducido a coloren Álbun¿ co¡tmentoralii.to del 150 a¡Lit,ersario de lus aparicíottes de Nuestra Se-ra de Guatlallpe, llóxico, Ediciones Buena Nueva, I981, p. 33.

5 Es grande <:l parecido con dos de los rctratos arriba registrados por noso.t¡os, z.'id. cste Apóndice, lrr, I9 y 20.

6 Las noticias consignadas en esta inscripción recogen las cle rctratos anterio-res, salvo, por supuesto, la relativa a la itrtertención del paclre Gonzílez en clsuccso guadalupano. E.l texto correspondiente no dcja de ser un tanto ambiguo,porque si bien da a cntcll(ler que Conzlilez sinió cie intérprete cn las ocrsionescn que el obispo corrvcrsó con cl neófito, rro lo dicc de urr modo cxpreso.

Page 161: 117238026 Destierro de Sombras

APENDICE SEGUNDO tó3

fecha y otras particularidades vamos a ver lo que conjcturalmentepuede afirmarse a esos respectos.

Digresión

l. El cuadro conmemora la devoción que se supone tenía el pa-dre González a la Virgen en su imagen guadahrpana de Nféxico,

i)ero, atento el tenor de la inscripción, es obr,io que el retrato nosi¡lo se ejecutó con ese propósito sino muy concreta y especialmentecomo testimonio del papel de intérprete que allí se le atribuye a

ese sacerdote.2. Sienclo eso verclad, resulta claro que el cuadro es una res-

puesta a la necesidad cle hacer frente a la exigencia de ofrecer unaprueba acerca de cómo se comunicaron el obispo Zumárraga y JuanDiego, habida cuenta de que el primero ignoraba el idioma mexi-cano )¡ el segundo el castellano.

3. Determinar cuándo surgió o pudo surgir esa exigencia pro-porcionaría una pista para saber o conjeturar fundadamente cuán-do se cjecutó el retrato.

4. Ahora bien, para alcanzar esa determinación recordemos que,por un texto de Torquemada,T los escritores y eruditos antiguosestuvieron en la creencia de que el señor Zumárraga poseía el ná-huatl y así resulta que la exigencia por la que preguntamos surgi-ría cuando esa creencia resultara insostenible.

5. Pero para que eso aconteciera, sería necesario el conocimientoy clivulgación de una prueba imefutable acerca de Ia ignoranciadel idioma mexicano por parte de aquel prelado. Esa prueba laolreció don Joaquín García Icazbalceta al incluir, en el apéndicedocumental de la biografía que escribió de ese obispo, dos cartasen las que, angustiado, Zumáraga admitía la imposibilidad de co-

municarse con los indios por ignorar el idioma mexicano.s6. En vista de esos testimonios, la exigencia de aducir una prue-

ba acerca de cómo pudieron dialogar el obispo y el neófito habríasurgido a consecuencia de la divulgación de aquellas cartas, es decir,después de 1881, y si hemos de ser congruentes con nuestro argu-

7 Monarquía, libro xx, capítulo 30. l/id. este Apéndice, supra, ttt,4, D8 Joaquin García lcazbalceta, Don fra,- Juan de Zumdrraqa, primer obispo y

arzobispo de México, l\[éxico, Francisco de Diaz de León, 1881. Citamos por l.r

edición rle lt{éxico, Porrúa, 4 v., 1917. En la primera dc esas cartas (Zumárragaa Sámano, trféxico, 20 cle diciembre dc 1537) se prcgunta el oLrispo que "quó cucn-ta podré yo clar de quien no le entienclo ni me entien(Ie", y en la segunda (Zu-márraga y Betanzos al príncipe don Felipe, México,2l de febrero de 1545) se afli-gcn esos prclados por no saber "qué pasto puede dar a sus ovejas eI pastor queno las entiende ni lo entienrlcn". Op. cit., rrt, p .129; 213-244.

Page 162: 117238026 Destierro de Sombras

186 EDMUNDo o'c,oRMAN

mento, tendremos que conjeturar que el retrato en cuestión debióejecutarse también con posterioridad a ese año.

7. Pero en contra de esa inferencia se aducirá el cuadro mismoque, por todas sus apariencias, fue ejecutado en el siglo xvrrr enalguna fecha posterior al 30 de enero de 1716, data q'.,e upure.een la inscripción del retrato. A esa objeción se responde que esaltamente improbable, por no decir imposible, que ese rerrato ie hu-biere ejecutado en el sigio xlrrrr por las siguientes consid.eraciones:

l. Porque en esa época aún se estaba en la creencia de que elseñor Zumárraga hablaba náhuatl y carecería de razón de serla cláusula en Ia inscripción del cuadro que atribuye al paclre JuanGonzáIez su intervención de inrérprete entre el obispo y Juan D1ego.

B. Porque, según vimos, a finales del año de t7l8 y principiosdel siguiente año se iniciaron gestiones para la .unoáiri.iórr^d.lpadre Gonzále2, y en los méritos invocados a ese fin y en las dili-gencias posteriores no sólo no se menciona su intervención en losdiálogos del obispo y del néofito, sino que no se halla el menorindicio de la supuesta devoción guadalupana del padre Gonzálezque pretende conmemorarse en el retrato en cuestión.e

C. Porque, como hemos visto, la predominante por no decir ex-clusiva devoción del padre González fue al Cristo crucificado ynada hay, en cuanto sabemos de la vida de ese sacerdote, que lovincule al culto o devoción a la imagen de Nuestra Señora de Gua-dalupe y hay, por lo contrario, circunstancias adversas a ese su-puesto, a saber: su estrecha relación con los religiosos franciscanos,tan contrarios durante el siglo xvr al culto que se tributaba a aque-lla imagen; pero, además, el hecho tan significativo de la eleccióndel padre González, para su retiro, de la ermita franciscana de laVisitación y no, como parecería obligado, la del Tepeyac de sercierta su intervención y presencia en el extraordinario portento dela aparición de la imagen en la tilma de Juan Diego.

8. Las anteriores consideraciones nos parecen suficientes para in-ferir que el retrato en cuesrión no pudo haberse pintado en el sigloxvrrr como quiere hacerse aparecer, es decir, que se trata de unengaño. Cierto, el resultado indubitable de un análisis técnico fa-vorable a esa pretensión obligaria a abandonar aquella inferencia,pero eso sólo tendría el efecto de retrotraer en el tiempo la ejecu-ción de la superchería, porque la veracidad de la intervención quese le atribuye al padre González en la inscripción del retrato comointérprete en el acto de la aparición ante el obispo Zumárragn.está indefectiblemente condicionada a la verdad hiitórica de eseportento.ro

e yid. supra, este Apéndice, trt, 15, 16 y lT.10 No hará falta recordar que desde el inicio de este libro consideramos plena-

mente demostrado que no hubo tal portento.

Page 163: 117238026 Destierro de Sombras

APENDICE SEGUNDO 187

9. Así advertidos, pasemos a considerar la única alternativa quequeda para explicar el origen del retrato en cuestión:

l. Si en fecha posterior a l88l se ejecutó, simulando que habíasido pintado en el siglo xlrrr, el retrato del padre González enadoración de la imagen de la Virgen de Guadalupe.

B. Si en esa misma fecha se utilizó un retrato realmente pintadoen el siglo xurr en el que apareciera el padre González en adora-ción de la imagen de Cristo crucificado,ll para substituir, respecti-vamente, tanto esa imagen como la inscripción original con la ima-gen de Nuestra Señora de Guadalupe y con el texto de la inscrip-ción donde se le atribuye al padre González la intervención deintérprete en el acto de la aparición de la Virgen ante Zumárraga.

10. Si hemos planteado ese dilema fue para no dejar de men-cionar las dos posibilidades de la cuestión, pero lo cierro es quedebe descartarse el segundo término del dilema porque una foto-grafía especial del cuadro que vamos considerando reveló que nohay ninguna imagen que se hubiere pintado anres sobre el mismolienzo. Debemos quedarnos, pues, en la conclusión de que el retratodel padre González (actualmente en el Museo de la Basílica) represen-tado en adoración de la imagen guadalupana fue ejecutado en elsiglo xrx, simulando ser obra ejecutada en el siglo xvrrr.

ll. Conjeturemos, entonces, cómo se procedió a ejecutar esa si-mulación.

Es obvio que el cuadro sigue de cerca las noticias que propor-ciona el padre Mendieta (Historia eclesiástica, líbro rv, capítulo 3)acerca de la celda del padre González en la ermita de la Visitacióny de su devoción especial al Cristo crucificado. Había en esa celda,dice Menclieta, "un bufetillo" sobre el cual estaba "fijado un Crisroenclavado en la cruz" y añade que "fuera de lo que ocupaba lapeaña del Cristo" lo demás del bufete estaba "regado de unos gote-rones gruesos de lágrimas", porque, "según parece, debía cle ponersede codos sobre la mesa o bu{ete contemplando el Cristo, y a suspies derramaba aquellas lágrimas en abundancia". El reuato delpadre González que vamos considerando ilustra esas noticias conénfasis en el importante detalle del abunclante llanto del anacoreta.

No es menos eviclente que el pintor tuvo a la vista como modelopara la figura y postura del padre González la que aparece en suretrato ejecutado en alguna fecha de la primera quincena anual delsiglo xvrrr (aid. supra. ur, 12) circunstancia corroborada por Ia si-militud fácilmente perceptible de las inscripciones en ambos lien-zos, pese a las variantes. Una de éstas es la de omitir la noticia enel retrato modelo del depósito de los restos del padre González

11 El l¡nico retrato conocido que reúne esas condiciones es eI registrado eneste Apéndice, rrr, núm. 12.

Page 164: 117238026 Destierro de Sombras

188 ED\ru¡iDo o'c'oRrIAN

en la capilla del Santo Cristo y substituirle con la de su entierro efec-

tuado el 30 de enero de 1716. La novedad respecto a la inscri¡>ción en el modelo del haber sido el padre González eI tercerrector de la Universidacl y el primero en echar matrícula en Teo-logía, procede de 1a inscripción en el retrato registrado en este

Apéndice segundo, rrr, núm. lg. Es significativo, en cambio, que laatribución al paclre Gonz.ález del cargo de "Juez azedor" de la cate-clral en la inscripción del retrato en el Nfuseo de la tsasílica (el dela acloración a la imagen Guadalupana) aparece por vez primeraen el que estimamos Ie sin'ió de modelo (el de la adoración alCristo crucificado). Pero, por supuesto, la variante fundamental ven la que cstriba la esencia misma cle la superchería es la noticiaañadida de ser el padre González de la "familia" del obispo 7'urr'á-rraga y de haber estado "de intérprete de Ia lengua mexicana quan-do se apareció Nuesra Señora de Guadalupe". Extraordinaria y

sorpresiva novedad sin antecedente iconográIico y carente de apoyode testimonio documental.

12. En inesperado y bienvenido auxilio de nuestra tesis tenemosel testimonio de un distinguido historiador aparicionista, el padre

Jesús García Gutiérrez. Aludimos a los inforrnes que, en lo perti-nente, proporciona en su discurso de ingreso (13 de enero de 1916)

a la Sociedad N{exicana de Geografía y Estadística, trabajo queintituló "El venerable padre Juan González. Apóstol de los indiosen el siglo xvr."12

Después de transcribir las palabras de Nfendieta arriba referidas,leemos lo siguiente: "En los retratos que del padre González hevisto, v son uno que se conserva en la sacristía de la capilla de Nues-tra Señora de Guadalupe, de la catedral, y otro que se conservaen el Nluseo Nacional, está representado tal y como aquí se le des-

cribe",13 es decir como lo describe Nlendieta. García Gutiérrez su-

pone que esos dos retratos se identifican con los del padre Gonzá-lez en adoración del Cristo crucificado de los que dio testimonio elc¡onista de la ljniversidad.la

13. Por nuestra parte pensamos por las razones que hemos adu-cido, que el retrato que vio García Gutiérrez en la catedral fue elque hemos considerado haber sido el modelo del cuadro en el \fu-seo de la Basílica, muy probablemente el mismo que, por conductode Castorena, ofreció donar la Universidad a la catedral (Vid. su-

pra, esfe Apéndice, rrr, núm. 13 segundo párrafo). Pero lo impor-tante para nuestro actual propósito es que al padre García Gutiérrez

rz Jesús Garcia Gutié¡rez, "El venerable padre Juan González", en Roletín deIa Sociedad de Gegrafía y Estadístíco de la República Mexicana, 5a. época, t. vlt,p. 4u1 .4?l (Iltlxito. 1940¡ .

tt lbid., p. 147.14 V;d. estc Apéndice rrr, nhm. 9.

Page 165: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDIcE srrcu\Do 183

le pareció "eviclcnte" rs que el retrato del padre Gonz.áIez en aclo-ración de Ja irnaqcn cle Nuestra Seirola cle Guaclalupe era unacopia cle nno cle los rrntiguos l-etratos que habíiL visto, sr.srr:rurDA LAI\ÍACLN Y Ar-I'FR.\DA I-A LItyENDA ORIGTNALES, SI\ÍULANDO SER UNA pIN-

TL]R,d A\TIGUA.14. \'a hem<¡s corrcluido (uíd. supra, núrn. 6) que esa supo'chería

tuvo que haber sido ejecutacia después de l88l; ahora toc¿r ct.¡nsi-derar cuá1 rlebiri ser la incitacién para labricar en esa é¡roca esefingido testimonio iconogr'áfico cle la supuesta ingerencia clel peclrcGonz:ilez como intérprete cn las conr.ersaciones dei scñor Zumárragav .fuan Diego.

15. Pues bien, parece obvio que esa exigencia tuvo que surgir enocasión de una crisis cle creclibilidad acerca cle las aparir:iones, por'-que no otla cosa implica la duda a la que se pretencle responclercon ia inscripción del retrato, crisis que no pueclc ser sino la provo-cada por el hallazgo y la divulgación de la Informaciitn de 1516ordenada por el arzobispo lfontírfar v asimisrno por la de la cartasobre ias apariciones dirigicla en 1883 por don Joac¡uín GarcíaJcazbalceta al arzobispo don Pelagio Antonio de Labasticla y Dá-vaios.r 6

16. Pero es muy de adveltir que García Icazbalceta no propusoentre sus objeciones la dificultad en explicar cirmo se entenclieronZumárraga y .fuan Diego. La razón es obvia: para un erudito ente-rado de la historia colonial de la Nueva España ese problema erabanal porque tendrían que conformarse con la respuesta de queno le faltaría al obispo urr intérprete de cuyo nombre no habíaquedado rastro.17 Resulta entonces que, sin dejar de ser importairtepara nuestro propósito no olvidar el ambiente de incredulidad queamenazaba la traclición guadalupaita, se tendrá que adrnitir que Iaexigencia que motivó la invención cle un testimonio que diera ra-zón de la manera en que pudieron comunicarse el obispo y el rreófitoclebié originarse fuera de Nléxico y cie parte cle quien tuviera au-Loridad y legítimo interés para exigirla.

17. No es difícil, en principio, enconrrar la manera de satisfaceresos clos requisitos, porque bastará recordar que, por la época quevamos considerando, Ia creclibilidad de la tradición guadalupanaquedó expuesta a la decisión de la Curia cuando el episcopaclomexicano inició gestiones para obtener Ia concesión cle un nuevo

15 Ga¡cía Gr¡tiérrer, "El vcnrable. ..", p. 147.tB Yid. infra, Apéndice séptimo.1? Agustln Rivera, I:l intérprete Juan Gonztilez es una conscja, Lagos cle Mo-

rcno, 1896, desecha que este sacerdote hubiere sido el intérprete en las corrversa-ciones de Zumárraga y Juan Diego, ,v strgiere que "posiblemente el intérprete fueuno de los monjes que sabla mexicano", p. 1l-l?.

Page 166: 117238026 Destierro de Sombras

r90 EDMUNDO O'GOR,MAN

oficio y misa propia para la fiesta del 12 de diciembre, y cierta-mente no parece casual que se hubieren iniciado esas gestiones.precisamente en el ambiente crítico y polémico de que ya hicimosmérito.r8 Y en efecto, ya el padre Mier había alegado con sobradarazón que el oficio concedido por Benedicto XIV en 1754 sólo con-tenía una declaración acerca de la hipotética índole de la tradi-ción guadalupana, molesta circunstancia que impedía aducir en labatalla el peso y el consuelo de la autoridad apostólica, y concedía,en cambio una poderosa arma a los adversarios.

lB. Propuso la idea de que se solicitara nuevo oficio y misa pro-pia para la fiesta guadalupana el padre Rafael S. C,amacho, a 7a

sazón, 1884, maestrescuela de la mitra de Guadalajara, porque sedeseaba -asi lo expresa un autor guadalupano-1e "autorizar másy rnás la tradición. . . de la maravillosa aparición" de la Virgen.No es del caso relatar aquí en pormenor la larga y complicada his-toria de las gestiones en Roma encaminadas a obtener tan anheladaconcesión, finalmente otorgada por la Congregación de cardenalesel 6 de m?rzo de 1894,20 pero no sin el vencimiento de los tropiezosque nos interesa subrayar.

19. En 1892 se empezó a tratar el asunto, pero el cardenal Aloisi,prcfecto de ritos, formuló exigencias canónicas que motivaron larcrlisión de adicionales pruebas. Surgió nuevo tropiezo por partedel promotor de la fe, monseñor Caprara, y no bien superado, elagente del episcopado mexicano en Roma le envió carta a éste(7 de marzo de 1893) notificando que, a petición del cardenal Aloisi,era necesario examinar unos anónimos que le habían llegado hacíatiempo, alusión, sin duda, a aquella versión latina de los argumen-tos de García Icazbalceta que había publicado anónrmamente elpadre Vicente de P. Andrade.2l A fines de octubre de 1893 ei arzo-bispo Alarcón recibió las objeciones formuladas por el cardenalAloisi y para hacerles frente y proseguir las gestiones en Roma se

comisionó al padre Francisco Plancarte y Navarrete quien empren-dió el viaje el 14 de noviembre de 1893, portador de las respuesras

1E EI 15 de marzo de 1890 fueron enviadas a Roma las preces, y por segundavez a finales de l89l con morivo de la muerte del arzobispo Labastida (4 de fe-brero de l89l).

1r Áll¡un dc Ia coronación, t, p. 84.20 EI nuevo oficio substituyó en la correspondiente lección del viejo oficio

la palabra "lertur" por la frase "antigua et constante traditio ducet",:1 (Joaquln Garcla Icazbalceta). Anónimo, De B. M. V. Apparítione in futéxico

sub titulo de Guadalttpe. Exquisitio kistorica. Carece de toda indicación biblio-gráfica. La traducción, que €s malfsima, se debe a los padres Vicente de p. An-drade y Antonio Icaza. Se imprimió en la imprenta de Epifanio Orozco, Ilféxico,1888, y su objeto fi¡e tratar de impedir la concesión del nuevo oficio.

Page 167: 117238026 Destierro de Sombras

APENDICE SEGUNDO t9lde Ios prelados mexicanos y armado de nueva documentación gua-dalupana.

20. No sabemos si entre las objeciones del prefecto de ritos y elpromotor de la fe se pedía explicación de cómo pudieron conver-sar el obispo Zumánaga y Juan Diego, y de ser así ese sería elmotivo para fabricar el falso testimonio inciuido en la inscrip-ción del retrato del padre González, porque resultaría insatisfacto-rio y sospechoso ampararse en la simple afirmación de que debióhaber un intérprete cuyo nombre se ignoraba. Con el retrato, encambio, se podría aducir la tradición fundada en un antiguo testi-monio seeún ei cual ese intéprete no sólo no era un don nadiedesconocido sino que ese papel lo había desempeñado un personajede tanta calidad y piedad como lo fue el canónigo Juan González,maestro y rector unir crsitario.

Pero en todo rigor no hace falta que aquella duda se hubiereformulado expresamente como una objeción de la Curia, porque bas-taría el temor de que surgiera para anticiparla con la precauciónde contar con una adecuada y convincente respuesta, por ser mu-cha la necesidad de poder invocar, con el nuevo oficio, la autoridadapostólica en favor de la realidad histórica de las apariciones yespecialmente del origen sobrenatural de la imagen.

21. Conjeturamos, pues, que el tan citado retrato del padre JuanGonzález responde a la necesidad de conjurar la amenaza o biende una expresa exigencia de la Curia o de su posibilidad, y que lapintura debió mandarse ejecutar dentro del lapso comprendido en-tre el 15 de marzo de 1890, fecha del envío de las primeras preces,y el 14 de noviembre de 1893 en que salió de Veracruz para Romamonsehor Francisco Plancarte y Navarrete.22 En favor de que nodebió ser antes de la primera fecha indicada, tenemos el nada des-

preciable indicio de que el padre don Fortino Hipólito Vera, alcompilar la exhaustiva documentación de su Tesoro guadalupano(1887-1889),,3 hubiere ignorado la existencia de aquel cuadro y la

22 No sc sabe, como era de suponerse, quién fue el pintor y quién o quiénesle hicieron la encomienda y autorizaron el fraude, Ciertamente no puede me-nos cle surgir la sospecha en contra de monseñor Antonio Plancarte Labastidaa quien se indició en un asunto no dcl todo desemejante: el haber mandadoborrar clandestinamente la co¡ona a Ia imagen guadalupana que era o se supo-nia que era estorbo parz ilcvar a cabo la gran fiesta de ia coronación (I2 deoctubre de 1895). Obviamente seria temeraria una acusación expresa al padrePlancarte Labastida responsabilizándolo de la superchería del retrato del pa-<lre Juan González que tan largamente hemos venido considerando. EI asnnto, cier-tamente, no es de culpa muy grave, y seria completamente innocuo si no se

hubiera seguido adelante con el nuevo engaño de atribuirle, como testigo pre-sencial la supuesta "Relación primitiva" de las apariciones. Ya 1o veremos,

23 Fortino Hipólito Yera, Tesoro guadalupano. Noticía de los libros, documen-tos, inscripcioncs, etc., que tratan, mencionan o aluden a Ia aparición y deaoción

Page 168: 117238026 Destierro de Sombras

192 ED\t.,NDo o'conlraxextraordinaria noticie por completamente novedosa, acerca de la cle-voción euaclah,rpana que clt él se le supone al padre Gonzirlez ydel papel de intérpretc que se le atribuve.

22. Pet-o es cier suponer, adcm.ás, qr,re la ejecucirin del retrato s<!losería del conocimiento c1e quienes fueron responsables de ella y dequien o quicnes la autorizaron, y que el cuadro debió tenerse ocul-to hasta el momenro en que se lc dio discreta publicidacl en sep-tiernbre de 1895 al saiir a la hiz el prirner romo dcl Album dc Iatoronactón, v si así pensatrros es por la muy elocuente circunstanciade qr-ie antes nadie rnenciona el retrato ni de algírn rnoclo se aluclea su existencia.:l Y no deja de ser sorprendente que cn la extens¿v detallada Historia de las apariciones que dio a 1a estampu en1897 ei jesuita Esteban Antícoli2; -que ran íntimamente intervilroen el asunto del nucvo oficio- no se halle ninguna referencia alrctraf o, dir uigado dos años antes. ni cn Ia na rración dc Ias apari-ciones se conceda la menor ingerencia al padre Juan González. ¿Seráque el padre Antícoli, enterado del origen espurio del cuadro, pre-firiri ienorarlo?

23. Tal, pues, la conjetura que hemos creído poder formular acer-ca clel origen y razón de ser del testimonio iconográfico -no ha1'otro- que pretende documentar la presencia del padre Gonzilezen las ocasioncs en que se supone conversaron Zumirraga. y JuanDiego. Y si, como hemos supuesto, se trata de una maquinación se-

creta nada más natural que la imposibiiidad de proclucir pruebasexpresas y que ia necesidad de arenernos a las suposiciones, indi-cios y circunstancias de orden general que hemos aducido. pese aello nrrcstra conjctura nos parece certera cn suficiente grado de pro-babilidad, pero en todo caso hernos llamado la atcnción al proble-ma y abierto un sendero para <luien sea capaz de proponer una so-Irrción más srtisiactoria.

Ponemos así punto final a la digresión y ahora nos compete reco-ger el hilo de nuestro principal intento y ver cle quó rnanera inci<iióese retrato en la historiosrafía cle las apariciones o si se prcfiere,córno v en qué senticlo se hizo r,aler su falaz testirnonio.

de Nueslta SeíLora de G'adaltLpe, ! v., Amccamcca, Imp. Colegio Católico, lggT-I 889.

!{ Agustin Rivera,,Ll intlrprete Juan Gonztilez una conse,ja, l,agos cle Moreno,l&96, fue el primero c¡ue se dio por enterado de la existencia rlel cuaclro dc laque supo por la noticia publicada en el Albu,n de la co¡t¡nacicin. De aqueloplrsculo srrpimos que el volumcn r dc ese ,4lbum salió a la luz en 5eptiembre de1895, un mes antes de la celebración de la liesta

25 (Esteban Antícoli) Historin de la aparición d,e la santísimia uirgen de Cua-daLupe en México, desde eI año de

^{Dxxx/ aI de I|DCCCXCI'. por un saccr-

dote de la Compañía de Jesrls, 2 v., Móxico, lgg7.

Page 169: 117238026 Destierro de Sombras

API,\DICE St:CUNDO

La rsl2uría tradit ió¡t

Ya rnencionamos que la existcncia del retrato fue rer,cl¿da por pti-mera vez en el primer tomo del Álbum de Ia r:oronación que sa-

iió a la luz en septiembre de 1895. En ese tomo, cn efecto, pá-gína 22, se reprodujo cl cuaclro en un pequeño, bítstante infiel ,v

pósimo grabado en blanco y negro que nineuna justicia le liace aloriginal; se omitió la inscripción; en irie de lániilla vlio sc indic;rque el personaje retratado cra el "Canónigo fuan Gonzrilcz", v cirningurra parte se olrece noticia cle la Iecha, autor, procetlencia, r¡lti-cación v otras circunstancias cle esta pintura. Sulgiri, pucs, tlc lassonrbras de la ocultación en que se le teriia, conto alrl.ricitirl Lan-

tasmal cle un testimonjo vcrgonzlintc. lro sin rnotl'r'o, l)cll stt bast-et'-

dtr oligen, y tal 1:r desairarla y amariada prescutaciótr cn la cscctrrt rli:la historiografía guadalupana de un documcnto iconográfico que su-

puestamente enriquecía con novecloso cletaiie nada menos que el clri-sico relato de Vaieriano.

El grabaclo quedti inserto cn el texto de la traducci<ln castellanaque mandir hacer lJoturini de la narracién de las a1>ariciones (ei|Jican mopohua) publicada por l,asso de la Vega cn 16.1!). En se-

guida se transcriben ias leccioncs dcl recién concerlido nuevo ofieii¡que contienen el relato de ias apariciones; clcs¡ruis, una semblanzade Juan Dieeo, seguida de una breve nota donclc se aciar¿r que losprimeros grabacios de la guadalupana aparecieron en el libro deiu'figuel Sánchez (1648) uno de la irnagcn y ei otro de la escena de suportentoso estamparniento ell presencia del obispo Zurnárraga y va-rios personajes no identificaclos, reproducidos ambos en el Álbun,y es a vista de esa escena, por motivo obvio, donde se habla clcl asuu-to que nos inte¡esa.

In la página 26 leemos e-l siguiente párrafo: "La traclici<in nosha conservado la noticia cle <1ue el intérprete que intelvení¿r en l¿rs

conversacionees del trimo. Sr. Zumárraga con Juan Diego, Jlres ésteignoraba la lengua castellana y aquéI la náhuatl o mcxicana, fueel canónigo Juarr González, cu,vo letrato figura en la p:igina 22 deeste libro", y a continuación hasta el final del capítuio se trans-cribe parcialmente lo que dejó escrito fray Juan de Torquemadaacerca de ese sacerdote.26

El párrafo que acabamos cle copiar es notable por varios moti-vos. E,n primer lugar, porque por vez primera en un texto de iapersuasión aparicionista se reconoce la necesidad de la intervenciónde un intérprete en las conversaciones del obispo y clel neófito; ensegundo lugar, porque no se ofrece como problema, supuesta laseguridad con la que se a{irma la existencia de una tradición según

26 Torqucmada, Monarquía, libro xv, capítulo 28.

I f):l

Page 170: 117238026 Destierro de Sombras

194 EDMUNDo o'c,oRMAN

ia cual el padre Juan González habría desempeñado aquel papel,v cn tercer lugar, porque no se aclara en qué estriba esa tradiciónni cuál su funclamento y sólo ambiguamente se da a entender que loera el testimonio del retraro del padre Juan González al que quedóremitido el lector, pero con omisión, según notamos, del texio desu inscripción. En todo eso se advierte la necesidad de aprovecharel fraudulento testimonio y al mismo tiempo reticencia en aclucirlocomo lo merecería de no saberse su bastardo origen; se exhibe, ensuma, con no muy iimpia conciencia.

Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que tenemos al canrinigoJuan González arraigado en la historiografía aparicionista y a dis-posición de prestar sus serr,icios de intérprete al señor Zumárragay a Juan Diego en el momento en que se lo requiera un historiadornecesitado de un intachable tesrigo presencial de los portentos gua-dalupanos. No faltará, ya lo veremos, quien aproveche tan extraor-clinaria oportunidad, pero por lo pronto pongamos fin a este apar-tado para dedicar el siguiente a dar cuenra del otro hilo de la rrama.

IV

[L OTRO HILO DE LA TRAIÍA

No sin ligereza la historiografía guadalupana oficial2z admitió laenmienda a la versión tradicional de las apariciones al reconocercomo un hecho la gestión de intérprete del padre Juan Gonzálezen las "conversaciones del ilustrísimo señor Zumárraga con JuanDiego". Pero con eso apenas hemos recorrido la mitad del camino,porque la tesis que vamos considerando, recuérdese, no sólo postulócomo premisa aquella intervención, sino que incurrió en una segun-da y mayor audacia, la de atribuirle a ese supuesto intérprete laautoría de un relato original ¡nada menosl de la historia suada-lupana, la llamada "Relación primitiva" de las apariciones. Cuál elcosto en temerarias conjeturas de este nuevo engaño lo sabrá el lec-tor que no hubiere agotado la reserva de su paciencia. Dejemos, en-tonces por lo pronto, al padre González en el nicho de su [ama,ahora de ligero tinte guadalupano, para asistir al hallazgo clel ma-nuscrito de aquella obra, y recorrer en seguida el tortuoso caminoque conducirá a atribuírsela.

Durante una de sus correrías de expatriado, el padre MarianoCuevas, S. J., encontró en la lJiblioteca Pública de Ñueva york, en-tre papeles que fueron de don José Fernando Ramírez, la versión

27 Dccimos así porq,c el arzobispo de trfóxico, el señor Ala¡cón Sánchez dela Barquera, y el abad de la Colegiara, monseñor Anronio Labasticla v plan-carte, concedieron su aprobación al Alburn de Ia coronación. Vid. r, p. j.

Page 171: 117238026 Destierro de Sombras

APENDICE SEGUNDO 195

castellana -fruto de la dudosa pericia de don Faustino Galicia Chi-malpopoca- del texto de un antiguo manuscrito en náhuatl quecontenía un muy sumario reiato de la historia de las aparicionesguadalupanas,28 con omisión, sin embargo, del último de esos por-tentos, aquel donde la Virgen tuvo a bien que su recién aparecidaimagen fuera conocida y venerada con el nombre de Guadalupe.

Anexo a tan feliz hallazgo, venía una "Advertencia" ológrafa delseñor Ramírez, sin indicación de fecha. Noticiaba que ese breve re-lato de los prodigios del Tepeyac estaba incluido en un volumende manuscritos en mexicano que perteneció a los jesuitas; que alsobrevenir la dispersión de sus bibliotecas, é1, Ramírez, lo rescatóy depositó en la del Nfuseo Nacional donde se Ie impuso, dice, "cltítulo mal concebido de Santoral en mextcano; que, a su juicio, elvolumen fue obra de aquellos religiosos y que las piezas que 1o for-man conesponden, por su letra, a las postrimerías del siglo xvl yabarcando hasta mediados del xvlli que el manuscrito de la historiede las apariciones carece de fecha y de indicación de quién fue elautor, y finalmente, que, a su parecer, se trata de un sermón.2e

Al regteso a su patria, el padre Cuevas averiguó que el mal lla-mado Santoral en mexicano había emigrado a la Biblioteca Nacio-nal donde 1o halló y hoy se conserva.go Fácil será imaginar el al-borozo de tan ferviente guadalupano como lo fue aquel beneméri-to historiador -bien que no poco iluso jesuita- cuando, despuésde arduas pesquizas, tuvo en sus manos aquella inédita historia delas prodigiosas manifestaciones de la Virgen María en el Tepeyac.Dio cuenta del hallazgo en el Album histórico guadalupano quepublicó en México en i930 y allí mismo incluyó, en facsímil, la "Ad-vertencia" de Ramírez; la versión castellana del texto manuscritodebida a Galicia Chimalpopoca, y unas consideraciones e hipótesisen las que nos ocuparemos en seguida.

Con apoyo en el parecer, que no peritaje, del historiador nor-teamericano Herbert E. Bolton -casualmente presente cuando Cue-vas consultó el manuscrito- nuestro historiador decidió que la letradel documento caía "por lo menos dentro de la última década delsiglo xvr,81 y sobre el frágil cimiento de una opinión sin duda res-

petable, pero ayuna del respaldo de un estudio paleográfico formal,el padre Cuevas procedió a levantar el edificio de sus asombrosasconjeturas.

La primera, soporte de todo lo demás, es que el documento encuestión (en lo sucesivo lo designaremos como el "manuscrito de la

28 Cuevas, Album hístórico guadalupano (México, 1930) p. 97.2s lbid. Al final de la "Séptima Década", Cuevas imprimió en facslmil el texto

de la "Advertencia" de don José Fernando Ramirez.so lbíd., p. 98.tL lbid. p. 98-99.

Page 172: 117238026 Destierro de Sombras

196 ED\{uNDo o'c,oRNrAN

Iliblioteca Nacional") era, dice, "uNe copre DE uN oRrcrNAL inrucHortÁs nN:rtcuo" e inmediatamente persuadido del acierto de tan osada,por gratuita, afirmación no titubcó en explicar que el autor de esahipotótica copia había sido "sin duda" un misionero jesuita que se

preparaba para evangelizar en resiones de habla náhuatl donde nolurbía llegado la noticia de las apariciones.32 Examinemos las razoncsquc se dan para fundamento áe eru conjetura o más bien fulmi-nante revelación.

Se aclujo, en prirner lugar, que el texto original del que era copiael manuscrito de la Biblioteca Nacional era "de aquellos tiemposen que la aparición, muy conocida en Tenochtitlán y sus contornos,no lo era tanto en las lejanías del reino".3s En otras palabras, paraprobar que hubo ese texto original no sólo se afirma que lo hubosino cuáles eran sus características. Petición cie principio, si la hay.

La "otra prueba de la suma antigüedad del manuscrito fde la obraoriginal] es el hecho, dice el padre Cuevas, de no dársele en él ¿

la Virgen aparecida el nombre de Guadalupe sino el de NuestraX{adre clel Tepeyac".sa IJna vez más se postula como un hecho ciertola existencia de ese hipotético manuscrito original, pero indepen-dientemente de eso, el argumento irnplica que la imposición delnombre Guadalupe a la imagen no es un hecho de la misma anti-güedad que el de los demás portentos relatados en aquel rnanuscrito.

Preguntemos ahora ¿quién, según el padre Cuevas, fue el autor deesa supuesta, sumamente antigua y original relación de las aparicio-ncs? IVuy probablemente, contesta, fue el jesuita Juan de Tovar.Pero ¿por qué? Porque, además de la circunstancia de ser el volu-men en el que se halla el manuscrito de Ia Biblioteca Nacional obrade jesuitas, "los entendidos en la lengua mexicana" han descubiertoque el estilo del relato es 'muy parecido" al de un texto náhuatlatribuido a aquel célebre jesuita mexicano.ss Este tipo de prueba es

por su naturaleza poco confiable y lo menos que podría haber hechoel padre Cuevas sería transcribir los términos del peritaje y no re-servarse in pectore los nombres de los sabios nahuatlatos a cuyas lu-ces qucremos suponer que recurrió.

Para avalar ei testimonio aparicionista que nuestro autor atribuyeal padre Tovar se aduce que éste fue "casi contemporáneo de lasaparicionees y testigo inmediato de oídas" de esos portentos.36 Perode ser así resulta enteramente inadmisible que en el relato que se

ie atribuye hubiere ignorado, olvidado r., o*itido el nombre de la

1t2 lfii¡1., p. 99.s:¡ ¡üid., p. 99.'¡+ Ibid., p. 99.35 lbid., p. 99. El documento al que se alude como del padre Tovar es una

copia de una "pl:itica" que tiene al margen el nomb¡e de ese jesuita.36 Ibid., p. 99-I00.

Page 173: 117238026 Destierro de Sombras

APÉ¡iDrcE sEGUNDo 197

irnagen de cuya historia se supone estaba tan al corri€nte. Pero, ade-más y siempre en ei supuesto de haber sido Tovar el autor de lallamada "Relación prinritiva" de las apariciones, hay engaiiosa irr-tención en calificar su supuesto manuscrito original de "mucho másantiguo" qr-re el de la Riblioteca Nacional -que -se dice ser sr.r copia-porque por mucho que se extremen las lechas el lapso enrre ambosdocurrentos no pasaría cle una treintena de airos.37

No sorprenderá que en tan desesperaclos esfuerzos para. convelti-rel manuscrito de la Biblioteca Nacional es un testimonio de inr¡ren-so valor probatorio de la realidacl histórica de las apariciones, elpadre Cuel'as hubicre osado dar el paso decisivo que coronaría eseempeño. Aludimos a su temera¡ia afirmación de la total irrdepen-dencia del relato que le atribuye al padre Tovar respecto al de Va-leriano,ss circunstancia que se infiere, dice, de algunas varianrcsentre ambas na¡raciones. También las hay en los textos de NfiguelSánchez, Becerra Tanco, Florencia y Alloza, tocias explicables ménoscomo prueba de autonomía respecto al Nican mopohua, y más lehubiere valido al padre Cuevas reparar, por una parte, en los in-dicios que impiden sllponer en el autor del texto del manuscritode la Biblioteca Nacional un cercano conocimiento del suceso gu¿r-dalupano, y por otra parte, en los que no sólo delatan que tuvopor modelo el relato de Valeriarro, sino un propósito distinto. De-jamos para más adelante explicitar esas circunstancias (uid. infra,el apartado vu) porque bastará considerar la fragilidad de las con-jeturas en que pretende fundar su tesis el padre Cuevas, para poderpreguntar confiadamente al lector desprejuiciado si estaría dispuestoa cornulgar con ellas.Por último, para clecirlo toclo, el padre Cuevas -quizá para ser

congruente con aquel su supuesto misionero jesuita que se prepa-raba a evangelizar indios y anunciarles el "Gran acontecimiento"-hizo suya la opinión de don José Fernando Ramírez en el sentidode que el texto del manuscrito de la Biblioteca Nacionai era el deun sernón, de lo que, a decir verdad, no tiene ninguna Ltaza.3s

Recapitulación

Vulnerables como son a una crítica adversa las conieturas e in-ferencias del padre Cuevas, darán pie, no obstante, a otias no menos

37 Tovar nació en 1511, y el padre Cuevas supone que el manuscrito de laBiblioteca Nacional es "por lo menos" de la última década del sislo xvr.

i8 Cueras, Atbun. op. cit., p. lo0.39 lbid., p. 100, donde aparece cl epígrafe de "Sermón" quc encabeza la rrans-

cripción del texto del manusc¡ito de la Biblioteca Nacional.

Page 174: 117238026 Destierro de Sombras

198 EDilruNDo o'coRMAN

arbitrarias. Conviene, por tanto, recapitular las afirmaciones esen-ciales de ia tesis que acabamos de reseñar.

l. El mal llamado Santoral en mexicano, volumen misceláneo demanuscritos en náhuatl que incluye el de la llamada "Relación pri-mitiva" de las apariciones, perteneció a los jesuitas novohispanos yes obra suya.

2. Ese manuscrito data, "por lo menos", de la última década delsiglo xlr.

3. Se trata de una "coprA DE uN oRrcrNAL MUCHo lrÁs aNrrcuo"hecha por un misionero jesuita.

4. N{uy probabiernente el autor de ese relato original es el jesuita

Juan de Tovar, "casi contemporáneo a las apariciones y testigo in-mediato de oídas" de esos portentos.

5. El texto de Valeriano no es la fuente de información del padreTovar; su relato, por tanto, es independiente del l,Jican mopohua.

6. Por su índole, el relato original atribuido al padre Tovar es

un sermón.

cóuo sr resnroó EL TEsrrMoNro DE LA LLAMADA nrrecróNPRIMITIVA DE LAS APARICIONES

Hemos visto irrumpir en el seno de la historiografía guadalupanados inauditas novedades: la del reconocimiento por el magisterioeclesiástico de la intervencién del padre Juan González en el su-ceso de las apariciones, y la del descubrimiento de un relato de esos

portentos, confirmatorio del texto de Valeriano, pero independientede él y atribuido, no ya a un indio de la generación recién salida dela idolatría, sino de un prestigiado sacerdote jesuita, Tovar, dequien se aseguraba haber sido testigo inmediato de oídas de aquellassobrenaturales manifestaciones de María. Pero resulta pasmoso -sóloexplicable por la extrema debilidad de sus apoyos- que tan sin-gulares contribuciones al más cabal conocimiento del suceso guada-lupano no hubieren sido acogidas con el ruidoso júbilo que seríade esperar,

Y fue así que, en lugar de la aclamación, la noticia de esas dosnovedades provocó el desconcierto entre los historiadores aparicionis-tas, visible, ya en la rebeld.ía de algunos al negarse a dar crédito alpapel que se le atribuía al padre Juan González en esos prodigios,ao

40 Agustln Rivera, Ei intérprete Juan Gonztilez es una conse'ja, Lagos de Mo.reno, 1896; Jesús García Gutiér¡ez, "El venerable padre Juan González", enBoletín de la Sociedad, Mexicana de Geogralta y Estadística", 5a, época, t, vu,nr1m. 8, México, 1940. El artículo del padre Garcla está fechado a l3 de enerode 1916. Ambos autores se opusieron, por razones cronológicas, a aceptar que elpadre González hubiere sido intérprete en las conversaciones del obispo Zumá.

Page 175: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDrcE sEGUNDo 199

ya en ei prudente silencio guardado por otros4l o en la reserva desóio aceptar a medias la verosirniiitud de las conjeturas en que se

sustentaban dichas novedades.a2Pero el grave error que se cometió fue que en \¡ez de, por una

parte, reconocer lisa y llanamente la <¡bvia superchería en la su-puesta tradición aducida en abono de la intervención del padre Gon-iáte, en el hecho guadalupano, y por otra parte, ,".onó.". la fia-grante arbitrariedad de la hipotética existencia de un anriguo textodel que sería copia el manuscrito de la Biblioteca Nacional, anbasinvenciones fueron postuladas como hechos reales en url imaginarioacontecimiento, modelo de historia-{icción, que tendría que recibirsecomo un hasta entonces ignorado capítulo de la historia guadalu-pana, ya de suyo tan nebulosa.

Al exponer en seguida la tesis, sustento de esa fábula, iremos aci-

virtiendo las invencibles dificultades en que hubo de enfangarse ylos saltos mortales de la hermenéutica a la que se recurrió para sos-

layarlas. Fue el taumaturgo, el célebre cloctor don Angel María Ga-ribay K., y puesto que no consumó el milagro sin previos tanteos

-que ya auguraban el infeliz desenlace- pasaremos a leconstruir eusu dcsarrollo cronológico el proceso de icieación de ese, por otrosmotivos ilustre. no siernpre confiable historiaclor.a3

En 1945, quince iargcrs años después de la publicación d,el Álbttrnhistórico guadalupano, doncle el padre Mariano Cuevas llamó iaatención al relato de las apariciones contenido en el que lenimosdesignando como el "manuscrito cle la Biblioteca Nacional", el pa-dre Garibay formó un catálogo de los docurnentos en lengua n¡ihuatlconsen,ados en ese rcpositorio, y al registrar dicho manuscrito afir'-mó que era copia de uno rnás antiguo.{4 En otras palabras, hizo suva

rraga y Juan Diego. Antonio Pompe y Pompa, "El patlre Juan Gonzáiez", enDitulgación histórica, v. u, núm. 5, Móxico, marzo de 1941, se inconformó conlos argumcntos de Rivera ,v García, y otros autores han hccho suya esa incon-formidad. Lo cierto es que el padre Gorrzález se alojó en casa dcl obispo hastael año de 153ó, cuatro años después dcl <lue se asigna a las aparicionees. tr'i¡J.supra, este Apéndice, lr, Efemérides, núrn. 5 y 6.

¡11 Arrtonio Pompa y Pompa, Áll¡um tlel w ce¡ttenario guadalupano, N{óxico,La insigne y Nacional Basílica tle Santa Nfa¡ía de Guailalupe, 1933. Sc rcproduceun antiguo retrato del padre González, sin comcntario ni explicación.

as Jcsús García Gutiér'rez, Printer siglo guatlalupano, \féxico, l93l; segundeedición, l\Iéxico,1945. El autor acepta con rcscrvas las corrjeturas clel padre I\fa-¡iano Cuevas ('ílbum histórico gttadcluptino, p. 97-102, Nlúxico, 1930) acerca dela llamada "Rclación primitila" de l:rs apariciones.

43 Decimos así con apoyo en nuestra crítica en el prcscnte Apéndice y en elque lo plecede y sigue, a las tesis guadalupanas del doctor Garibay.

aa Angei Maria Garibay K., "Los manuscritos en lengua niihuatl de la Biblio-teca Nacional de l\féxico", en Iloletln de Ia Biblioteca \acional t. xvrr núm. Iy 2, Nféxico, enero-junio de 1966. En la introclucción el doctor Ca¡ibay aclaraque formó ese catálogo en 1945. Roberto tr{orcllo publicó en el mismo Boletín,"Guía de la¡ obras en lerrguas indigenas existentes en la Biblioteca Nacional",

Page 176: 117238026 Destierro de Sombras

200 EDMUNDo o'coRMAN

Ia arbitraria conjetura del padre Cuevas, pero sin reconocerle la prio-ridad y lo que es peor, sin aportar nada en justificación de los motivos que lo indujeron a concederle crédito a tan gratuita hipótesis.

Tres años más tarde, el doctor Garibay fechaba a 15 de junioun opúsculo intitulado Fray luan cle Zumdrraga y luan Diego. EIo-gio fúnebre.a5 Alude el autor a la idea que ya entonces tenía en elsentido de que la conocida relación de las apariciones, ia publicadaen 1649 por Lasso de la Vega, fue obra de algunos de los colabora-dores indígenas de fray Bernardino de Sahagún a cuyas manos ha-bían llegado antiguas narraciones de esos portentos,ao y a ese pro.pósito habla de un "relato muy breve que, dice, recogieron lospadres jesuitas de Tepotzotlán", obvia alusión al publicado por elpadre Cuevas, pero de quien por segunda vez, no quiso acordarse,como tampoco de identificarlo con el texto del manuscrito que regis-tró en su catálogo de 1945. Bien poco, sin embargo, es lo que nosdice en esta ocasión el doctor Garibay acerca de esa breve relación,puesto que se limitó a indicar que el valor de su testimonio erahacernos ver que la original redacción de la historia de las apari-ciones procedía "del tercero o cuarto decenio del siglo xvr", v unpoco más adelante bautizó el supuesto original del manuscrito dela Biblioteca Nacional con la clesignación -que ha hecho fortuna-de "primaria relación de las apariciones", aclarando que su límitecronológico más tardío debía fijarse en el año de 1548. Bueno seráirnos acostumbrando, porque tampoco en este caso estimó necesarioel doctor Garibay indicar la base de sus afirmaciones.

Para el próximo paso debemos esperar el transcurso de seis años,lapso que nos lleva a la fecha de publicación del segundo volumende la Historia de la literatura ndhuatl que coronó al doctor Garibaycon sus mejores laureles.aT Ya un poco impacientes con las anterio-res dilaciones, recurrimos a esa mdgnum opus esperanzados en queen ella se compensará la poquedad de las noticias que hasta aquíhemos cosechado.

Bajo el númcro 49, séptima pieza, registró el manuscrito guadalupano. Consi-dera que está esclito en letra del siglo xr,u I na<la dice acerca de la cor.rjeturade que se trate de una copia de un original más antiguo, en lo cual, sin duda,no está cle acuerdo.

a¡ Angel l\{aría Garibay K., Iray Juan de Zumárraga I Juan Diego. Elogiofúnebre, trIérico, bajo el signo de "Abside", 1949. El texto está firmado a 15 .lcjunio de 1948.

46 Para una exposición de esa tesis y su c¡ltica, tid. supra, eI Apéndice ante-rior a éste. Véase también, Lauro López Beltrán, Obras guadalupanas, t. ll, "Elautor del relato original guadalupano", Apéndice, p. lO4-140, l\{éxico, Tradición,1981.

¿7 Angel tr{arfa Garibay K., Historia de la literatura ndhuatl, 2 v., México,Porrúa, 1953 y 1954. Lo relativo a la llamada "Relación primitiva" cle las apari-ciones, cn t. rr, p. 262-263.

Page 177: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDrcE slcuNDo 201

"Existe, dice el doctor Garibay, entre los manuscritos traídos deTepotzotlán" -hoy consevados en la Biblioteca Nacional de Méxi-co- "un breve y sustancioso relato en que creo ver con toda se-

guridad el núcleo de la versión posterior" de la historia de lasapariciones, la publicada por Lasso de la Vega. Y en seguida ¡ya eratiempo! identifica ese breve y sustancioso relato con el que dio aconocer veinticuatro años antes el padre Cuevas en su Album histó-rico guadalupano, no sin censurarlé, sin embargo, la divulgación deldocumento en, dice, "la infeliz versión de Chimalpopoca" y en ha-berle impuesto el título de "sermón' eu€, aclara, "ha desorientadoa los que se fian en la palabra ajena" e ignoran el idioma mexica-no.a8 Pero dicho eso, grande es nuestra decepción al enterarnos enseguida de la promesa de un futuro ensayo dedicado a estudiar afondo el documento en cuestión de cuyo texto se daría una esmeradatraducción castellana. Nueva procrastinación de la que, pese a ello,no salimos enteramente de vacío porque el doctor Garibay consolóa su lector con el adelanto, no por cierto muy original, de ser elpadre Juan de Tovar a quien debemos aquel breve y sustanciosolelato de las apariciones.a9 Desde el cielo, es de suponerse, el padreCuevas le perdonaría al doctor Garibay el nuevo plagio, pero conla diferencia de que éste echó por la borda la reserva de aquóI, pues-to que no condicionó de "muy probable" la atribución a Tovarcomo lo había hecho su autor.5o La variante es digna de nota por elcompromiso que implica y que, ya lo veremos, reclamará su recono-cimiento cuando el padre Garibay se decida a hablar claro.

Es de creer, habida cuenta del prestigio de luminaria que ya paraentonces nimbaba al doctor Garibay, que los historiadores guadalu-panos volteaban la mirada hacia a aquel resplandor en espera dela revelación que disiparía el secreto de aquella "primaria relación"de las apariciones cuyo texto pondría la verdad histórica de esosprodigios a salvo de -digamos en seguimiento del padre PatricioFernández de Uribe- la insolente crítica racionalista que se lasnegaba.51

Otros seis años más mantuvo en ascuas a la grey erudita guada-lupana el doctor Garibay -verdadero Hitchcock de la historiografíaaparicionista- hasta que al fin de ese lapso condescendió a pronun-ciar la anhelada palabra, no, sin embargo, en el prometido ensayo

48 lbid., rr, p. 262.4e Ibi¿., tl, p. 163.50 ltid. sui'1'a, v, "El otro hilo de la trama".51 Patricio fe¡nández de Uribe y Casarejo, Sermón de Nuestra Señora de Guu.

dalupe de ll[éxico, pretlicado en su santuario el año de 1777, dla i4 de diciem-bre..., México, l\fariano de Zúñiga y Ontiveros, 1801, p. 4. En seguida, conportada y numeración especiales, clel mismo autor su célebre Disertación his-teórico-ctítica en la que se sostiene el origen sob¡enatural de la imagen de laVirgcn de Guadalupe.

Page 178: 117238026 Destierro de Sombras

202 EDr.ruNDo o'c,oRMAN

que nunca ilegó a escribir,s2 sino, imprevisible como es el salto dela liebre, en el discurso "La maternidad espiritual de María" quepronunció el l0 de octubre de 1960, ya parcialmente analizado pornosotros en el Apéndice precedente.ss

Prolegómeno de su disertación, afirma el padre Garibay que unocle los testimonios "de mayor importancia que dan base suficientepara mantener como histórico el hecho [de las apariciones] y comoauténticas las palabras pronunciadas ¡rpor Ia Virgen en esas ocasio-nes, es el relato cuyo texto tenemos en el manuscrito incluido enel mal llamado Santoral en mexicano que perteneció a los jesuitasy ahora conservado en la Biblioteca Nacional de N{éxico.5a

Se aclara en seguida que ese manuscrito no es del siglo xvr comosí lo es el original de donde se copió, y al texto de éste le ratificala designación de "Relación primitiva" de los portentos guadalupa-nos.55 Ciertamente, se añade, "no puede precisarse con argumentospositivos" quién fue el autor, pero "el análisis de la lengua, la es-

tilística y las circunstancias nos llevan a establecer" la historia deldocumento, misma que pasará a contar, no sin curarse en salud conla advertencia de que sólo ofrecerá "insinuaciones de las pruebas"por no ser ese el tema principal del discurso.s6

Dr¡s son los protagonistas de esa hasta ahora desconocida historia:ei jesuita Juan de Tovar y el presbítero Juan González cle quienes,para presentarlos en escena, se nos ofrecen los datos biográficos queel doctor Garibay estimó pertinentes.

Del padre Tovar se nos dice que nació en Texcoco en 1555 (sic);que fue prebendado de ia catedral de México y secretario de su ca-bildo en 1572; que al llegar a la Nueva España la Compañía de

52 Así lo asegura el padre Mario Rojas aI presentar su traducción de la 11a-

mada "Relación primitiva" de las apariciones: trfario Rojas, lnin huey tlama-huizoltzin - Esta es la gran marouilla, en Stat Crux Du¡n xolaitur Orbis, num.8, p. 231-239, México, s/f. Allí mismo dice: "Espero que desde el cielo se alegre(el sabio guadalupano y nahuatlato don Angel Marla Garibay K.,) al \'cr queuno de sus discípulos en la lengua náhuatl hace el intento de llevar a cabo loque él descó." Ei texto náhuatl y su versión castellana han sido publicados variasvcces, véasc, "Relación primitiva" en la bíbliografía de este libro.

5: Angel Xfaría Ga¡ibay K., "La maternidad espiritual de Marfa en el men-saje guaclalupano". Discurso pronunciado por monseñor Angel \.f aria GaribayK., el l0 de octubre de 1960 en el Congreso Mariológico celebrado en México.Publicado en el volumen La maternidad espiritual cle trÍaría, México, Jus, I96i,p.187-202.

51 Gariba,v, "La mate¡nidad...", p. 190.65 lbíd., p. 190. Nótese que en ese párrafo Garibay considera que el manus-

crito guadalupano cle la Biblioteca Nacional es dcl siglo xvrr, segrln lo habí:taiirmaclo Robcrto Moreno. No sabemos el funclamento que tuvo don WigbertoJirrrénez Moreno para afirmar que ese documento "procede de hacia 1580". Vi,l.Centro de Estudios Guadalupanos, Segundo Encuentro Nacional Cttadalupan.t,NIóxico, Jus, 1979, p. I32, nota 2.

56 Garibay, "La mate¡nidad...", p. 190.

Page 179: 117238026 Destierro de Sombras

APENDICE SEGUNDO 203

Jesús, Tovar ingresó en ella; que vivió evangelizando a los ind.iospor espacio de cincuenta y tres años, y finalmente, que fue granperito en la lengua mexicana y profundo conocedor de las antigüe-dades indígenas. En otro párrafo se le atribuye a Tovar haber desem-peñado una canonjía, 1o que es falso, en aquella catedral.6?

^ Son un poco más abundantes los datos acerca del padre Juan

Gonzálea Se nos dice que nació "hacia el año de 1502"; que pasóen busca de fortuna a la Nueva España "por el año de 1b28,,; que"pidió alojamiento al obispo" Zumárraga; que éste no sólo se lo dio,sino "la formación, la inclinación a la vida sacerdotal y al fin loordenó sacerdote en el año de 1534, cuando más tarde", y que conanterioridad lo habla ordenado diácono el obispo de Tlaxcala, frayJulián Garcés.58 Más adelante se dará cuenra del ingreso <1e Gonzá-lez al cabildo metropolitano y de lo que allí aconteció, pero a la luzde esos datos el doctor Garibay se sintió autorizado a asumir iaresponsabilidad de las dos siguientes conclusiones o exraordina¡iasinferencias que, obviamente, sólo tierren su razón de ser en el cleseode inferirlas.

- Primero. "Queda claro, dice, que en l53l [uan González] estaba

al servicio del primer obispo de México y DE NEcEsro¡o debió inter-venir en los hechos", guadalupanos, se entiende.

Segundo. Como el obispo no sabía náhuatl y Juan Diego ignorab;rel castellano en los tiempos de las apariciones, "hubo ai náber in-térprete e intermediario en las entrevistas, y ÉsE No puDo sER stNo¡ueN coNzÁt rz",6e

Es flagrante la precipitada gratuidad de esos que serán cimientosde todo lo demás, porque suponiendo que el diácono González es-tuviera al servicio del obispo en 1531, Io que es falso,m no se sigue"de necesidad" su intervención en los hechos relativos a las aoari-ciones. Pero, además, concediendo como obligado el auxilio dé unintérprete, de ninguna manera se sigue que r¡no pudo ser sino JuanGonzález", y es extraño que, para prestarle algún viso de veroiimi-litud a la audacia de esa inferencia, el doctor Garibay hubiera d.es-deñado aducir la supuesra tradición en abono del papel de intérpreteatribuido a Juan GonzáIez invocada desde 1895 én el primer tomodel Album de la coronación. ¿La ignoraba el doctor Caribay? ¿Nocreía en ella? O ¿no será que su manía de no apoyar sus afirmacio-nes le era irresistible?

- Plo lo cierto es que, según el doctor Garibay, ya tenemos al pa-dre González instalado en el papel de intérprete en ros diárogos iel

57 Ibid., p. 190-191.58 lbid., p. 191. Para rectificar los errores de esos datos, uid. r?,rrd, este Apén-

dice, rr, Efemérides, núm. l, 4, b y 6.¡s Ga¡ibay, "La marernidad...", p. l9l.60 yid. supra, este Apéndice, rr, Efemérides, núm. 6.

Page 180: 117238026 Destierro de Sombras

204 EDMUNDo o'coRtrtAN

obispo y del neófito, y más importante, convertido en testigo presen-cial en las ocasiones en que se entrevistaron Zumárraga y Juan Diego,y ahora veamos cómo se ingenió el doctor Garibay para armar el tin-glado de la conjunción de los dos protagonistas estelares de la his-toria que está en trance de perpetrar.

"Cuando por el año de 1535, se nos dice, entró fel padre González]al cabildo de México como canónigo61 llevaba recogidos sus datos"acerca de Ias apariciones, se entiende, pero no es eso todo cuantodebió comunicarle al doctor Garibay su servicio de espionaje, por-que de inmediato añade que "de toda verosimilitud es que entresus apuntes flos del padre González] había una relación de los hechosguadalupanos",62 nueva metamorfosis que ftansforma al intérpretcen historiador de aquellos portentos.

El espacio -como ahora está de moda decir- del encuentro e ín-timo trato de los padres González y Tovar es el salón del cabildometropolitano "del que ambos eran canónigos",63 y ¡claro! nada másobvio y natural que en esas circunstancias el padre Tovar se ente-rara de la inestimable joya histórica que, "entre sus apuntes" ate-soraba el padre González.oa Y cuando éste renunció a su prebenda"para dedicarse, se nos dice admirativamente, a la evangelizacióncon toda el alma, como lo hizo hasta su muerte acaecida en l5gl . . .hubo de legar a Tova¡ todos sus papeles".er Mera conjetura a laque el doctor Garibay no se tienta el corazón en concederle el rangode indubitable. "Siendo, dice, ambos de la misma afición y conoci-mientos en las cosas de México antiguo (a Ias que, decimos, cierta-mente no pertcnecen las apariciones) y habiendo conuiuido uariosaños en el cabildo, Ne¡e lrÁs sEGURo (así con todas sus letras) queesta herencia intelectual."6o

He aquí, entonces, al jesuita Tovar ya en posesión del manus-crito original de la "Relación primitiva" de las apariciones, y sihubo tan poca dificultad en adueñarlo de tan preciado testimoniono habrá ninguna en dar razón de cómo ese texto vino a dar consus huesos en el llamado Santoral en mexicano, volumen misceláneode manuscritos pertenecientes, no se olvide, a los jesuitas y obra deellos. Y en efecto, satisfecho el doctor Garibay, suponemos, con tanextravagante parro de su imaginación, se precipitó a explicar que

61 Garibay, "La maternidad...", p. I9l. El padre Juan Gonzálcz romó pose-sión de la canonjía el 12 de febrero de 1544. l/id. sl¿lna, este Apéndicc, l,Efemórides, núm. 15.

0s Ga¡ibay, "La maternidad...", p. l9l.at lbid., p. l9l.a+ Ibid., p. 191.85 lbid., p. l9l. El padre Juan González murió en lbgO, no en 1591. Vid. supra,

este Apéndice, rr, Efemérides, núm, 68,ao lóid., p. l9l.

Page 181: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDrcE srrcuNDo 205

"Tovar, al entrar a la orden jesuítica, llevó sus papeles y entr.ellos el relato fguadalupano] que se copió en el manuscrito quetenemos hoy en la Biblioteca Nacional de N{éxico", y para calmarlas cludas que bien pudieron inquietar a algunos de sus oyentcs lesadministró el bálsamo -muy en su estilo- de asegurar que "estasomera exposición puede documentarse rigurosamente".6T Cierto, lapusilanimidad de una reserva de última hora orilló al doctor Gari-bay a cuidarse en identificar de modo expreso al padre Gonzalezcomo el. autor del relato de las apariciones de cuya histolia, sinembargo, dio muestra de poseer la llave de su más íntima recámara,y fue así que pese a la osadía de asegurar su posibilidad de exhibirrigurosa prueba de cuanto había contado, conclul'ó, que de ello se

desprende que la "Relación primitiva" de las apariciones "procedede un personaje que intervino en los hechos y es de autenticidadinnegable".e8 Inútii precaución porque de ninguna manera ha im-pedido inferir a los historiadores deslumbrados por la fábrrla deldoctor Garibay que en la mente de éste ese innominado personajeno era ni podía ser otro que el padre Juan González

A Io largo de nuestra exposición Ie hemos notado a la tesis nopocas inexactitudes de hecho y de non sequitur de sus inferenciaspero no hace falta insistir en ello para justificar el epíteto que aca-bamos de aplicar a la historia que, tan en desprestigio de su autor,nos ha querido endosar el doctor Garibay. No estará de soltra, sinembargo, contrastar algunas fechas que ponen al descubierto la mons-truosidad cronológica del episodio cenrral del cuento, el de aquellesupuesta fraternal amistad de varios años de los dos supuestos canó-nigos, supuestamente cimentada en el supuesto mutuo amor que lesinspiraban "las cosas del México antiguo", amistad tan conmovedora-mente sellada con el supuestamente indubitable legado de la supues-ta auténtica y original relación de las supuestas apariciones.

Pues bien, cuando el padre González tomó posesión del canonicaro,febrero de 1544, Tovar, nacido en 1541, tendría tres años de edad.oeCuando el padre González renunció a esa prebenda en 1560, el crucialmomento en que se supone haberle legado a Tovar la relación gua-dalupana, a éste todavia le faltaban diez años para su ordenaciónsacerdotal.?o Por último, cuando el padre Tovar ingresó en 1572 ¿lcabildo, no de canónigo sino de racionero, el padre González te-nía doce años de haber abandonado esa corporación y ocho de vida.anacoreta en la ermita de la Visitación.?l Nada mejor que el cuadroque presentan esas fechas para hacernos ver cuál será el rigor de

at lbid., p. l9l.88 lbid., p. l9l.6s Yid. supra, este7o lbid., nírm. 4271 lbid., nrlm. 45

Apéndice,y 53.y 56.

t, Efemérides, nÍrm. 12 y 16.

Page 182: 117238026 Destierro de Sombras

206 EDMUNDo o'c,oR\rAN

esas pruebas que el doctor Garibay aseguró poder aducir en apoyode su cuento, y bien hizo en no sacárselas de la manga de su sotana.

Tal la contribución de don Anqel trfaría Garibav K.. al esclareci-rniento de la historia clel guaclalupanismo mexicaná, y si de sus lu-ces se esperó el remeclio al clesconcierto provocado por las dosnovedosas invenciones que tan iargamente hemos coméntado, sólopuede decirse que la sumió en el caos al autorizar con el prestigiode su nombre tan perniciosa fábula, perniciosa porque ya ocupa elsitial de la verdad en textos de muchos historiadores contemporá-neos72 quienes, para usar la velada censura de Garibay al padre Cue-vas, sólo han sabido fiarse de la palabra ajena sin pedir exhibiciónde credenciales. Pero digamos en descargo de esos ingenuos que alhacer suyo tan extravagante cuento, unos por entero, otros con al-guna reserva, debieron ceder a la humana debilidad que tanto asom-bró a fray Bartolomé de Las Casas ai advertir la ceguera de CristóbalColón en no dar crédito a las enseñanzas de la experiencia, si ene-mieas de sus deseos.

"Closa maravillosa es, escribió fray Bartolomé, cómo Io que elhombre rnucho tlesea y asienta una vez con firmeza en su imagina-.ción, todo Io que oye y ve, ser en su favor a cada paso se le antoja".Pero preguntamos ¿no es acaso esa la clave para comprender enproporción considerable Ia razón de ser de la inmensa bibliografíaapologética de las apariciones?23

VI

EL MITO MITIFICA-DO

(El padre Bakasar González, S. J.)

Hemos cumplido, nos parece, el ofrecimiento cle mostrar cómo sefabricó el testimonio de una relación original de las apariciones

72 Citarcmos algunos autores qlre aceptan, in toturn o con alguna reserva, elcuento chino, llamémoslo así, del doctor Garibay. Para la identificación biblio-gráfica detallada, remitimos a la bibliografla de este libro. Mario Rojas Sánchez,Inin huei llamahuizoltzin, s./f. l,uis Medina Ascencio, "Las apariciones comoun hecho histórico", 1977. J. Jesris Jiménez, "El testimonio guadalupano delpadre Conzález", 1977. l\fanuel Robledo Gutiérrez, "Prólogo" a Valeriano. Nicanmopohua, 1978, Ramón Sánchez Florcs, "Localización de la casa de fray JuandeZum:irraga...", 1978. Anónimo, "Juan González, Adán de la narración de losorígenes gua<lalupanos", 1980. I-uis Medina Ascensio, Documentario guadalupano,1980. Lauro López Beltrán, Obras guadalupanas, t. rr, p.99-103,,.E1 intérpretecie las apariciones", 1981. Luis Mcdina Ascensio, "Fuentes esenciales de la histo-ria guadalupana", 1981. Ernesto de la Torre y Villar, "La Virgen de Guadalupeen el desa¡rollo espiritual e intelectual de N{éxico", 1981. Ernesto de la Torrey \¡iilar y Ramiro Navarro, Testimonios histórícos guadalupanos, ..preliminar',,p. l0; "La 'Relación primitiva de las apariciones' (154I-1b45)", p.Z4-2ó, 1E82.

za Fray Bartolomé de Las Casas, I7ístoria de las Indias, r, 44.

Page 183: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDICE SEGUNDO 20i

que habría escrito un testigo de vista, y cómo se pretendió identi-ficar ese tan anhelado relato con el del manuscrito grradalupanoque posee la Biblioteca Nacional de l\féxico. Nuestro análisis revelóla insubstancialidad de esos deseos, pero -bueno será advertirlo-es conclusión válida aun para quienes comulguen en la realidadhistórica de las apariciones.

Para concluir este apéndice vamos a considerar, por nuestra par-te, el enigma de ese manuscrito con la esperanza de poder al.canzaruna conjetura plausible acerca de su origen, su razón de ser, sufecha y su autor. Pero antes de tentar fortuna en esa aventura, seránecesario descartar los residuos, llamémosles así, de la tesis exami-nada en los apartados precedentes, es decir, sus supuestos, porqueno faltará quien les conceda vigencia aunque reconozca la invalidezdel edificio que en un extraño mano a mano levantaron sobre elioslos padres don Mariano Cuevas, S.J. y el doctor don Angel MaríaGaribay K.

El primer supuesto consiste en que, independientemente de laatribución del relato al padre Juan Gonzále2, se le tenga como pro-cedente de una narración más antigua, contemporánea o cercanaa 1531.

Esa conjetura se originó en la imaginación del padre Cuevas,y oportunamente vimos la ineficacia de las razones que al efectoadujo.?a El doctor Garibay hizo suya esa conjetura al aceptar queel manuscrito de la Biblioteca Nacional era copia de uno más an-tiguo, pero no le reconoció al jesuita la ocurrencia ni aportó de sucosecha nada para justificarse.

Por nuestra parte podemos hacer valer en contra un indicio pro-cedente del texto mismo del relato.?6 En efecto, sistemáticamentese alude en él a fray Juan de Zumáraga como el "arzobispo", asíliteralmente en el textó náhuatl,?6 de dónde no sólo se infiere queel autor no fue contemporáneo a los sucesos que relata, sino que de-bió escribirlo en fecha posterior cuando era ya habitual pensar enel metropolitano de México como arzobispo.

El segundo supuesto consiste en pretender que el relato que va-mos considerando es anterior al de Valeriano, pero en todo casoindependiente de él en el origen de su información.

El padre Cuevas ofreció como prueba ciertas variantes entre am-

71 Víd. suprd, este Apéndice, v.?6 Citamos por la traducción castellana del texto del manuscrito de la Biblio-

teca Nacional: Nfario Rojas Sánchez, Inin huei tlamahuizoltzin. Esta es I¿gran maraailla. Texto bilingüe, en Centro de Estudios Guadalupanos, A. C., S¿-gundo Encuentro Nacional Guad,alupano, México, Jus, 1979, p. 139-144. Nuestrasrefe¡encias son a los párrafos numerados de ese texto.

?6 Rojas Sánchez, Inin.,, op. cit., párrafos 9,18,17,32,33. Pequeña trampa eneI párrafo 30 donde eI padre Rojas tradujo Teopixcatlatoaní por "el Obispo".

Page 184: 117238026 Destierro de Sombras

208 EDMUNDo o'coRMAN

bos textos que, como oportunamente notamos, no autorizaban comonecesaria la inferencia del jesuita.?z

Como en el caso anterior, también se puede aducir en contra eltexto mismo del relato. En efecto, cuandó Valeriano cuenta el eoi-sodio del estampamiento de la imagen en la tilma de Juan Diefo,aclara que se dibujó "de la manera que estd y se guarda hoy en sutemplo del Tepeyac".?s En el pasaje correspondiente del texto delmanuscrito de la Biblioteca Nacional se lee que la imagen ,,se pintólen Ia tilma] como retrato, donde ahora estti puesta como lustre detodo el u,niaerso", obvia alusión al templo donde se hal,laba la mila-grosx pintura.?c

Ahora bien, lo que importa advertir es que en el caso de Vale-riano la aclaración de ser la imagen aparecida la misma qtte "estabay se guardaba hoy" en su templo no es asunto que pertenezca a.lrelato de los prodigios, sino una observación personal del autor acer-ca de una circunstancia posterior o sea al lugar donde se había de-positado y se hallaba la imagen en la fecha en que escribía. peroresulta que el autor del texto del manuscrito de la Biblioreca Na-cional hace igual observación, también referida a la fecha en queél por su parte escribía. Esta coincidencia revela sin lugar a dud¡que uno de los textos depende del otro, y Ia cuestión es determinarcuál de ellos es el prioritario. Pues bien, si recordamos que la observa-ción en el texto de Valeriano tuvo la finalidad de identificar mare-rialmente la imagen de la Virgen cuya aparición se relata en esetexto, con la imagen que había sido colocada en la ermita del Te-pe)'ac en 1555 para arbitrarle a ésta un origen sobrenatural,so adver-timos que esa obser-vación no es gratuita sino necesaria para el logrode aquella suprema finalidad. En el relato del manuscrito de laBiblioteca Nacional no exisre esa necesidad y la coincidencia sóloes explicable como mero eco o reflejo del correspondiente pasajedel texto de Valeriano, y así vemos que es inadmisible suponer nosólo que aquel relato es anterior al de Vale¡iano, sino que es in-dependiente de é1.

Descartados esos dos supuestos quedamos en franquía para en-

i7 Vid. supra, este Apéndice, v, Una de esas variantes consiste en que en eltexto del manuscrito de la Biblioteca Nacional no aparece el nombre Guadalupe.Más adelante damos ¡azón de esa circunstancia, p€ro no esta¡á de más advertirque es poderoso argumenro adicional para excluii al padre Juan González comoel a¡.¡tor dc ese texto, como también el que se aluda a Zumárraga como ..el ar-zobispo" para un tiempo en que sólo era obispo.

t-8 ,'id. supra, Primera parte, capltulo tercero, r, texto 4.79 Rojas Sánchez, Inín...,op. cit., párrafo 35. eue asl se aluda aI templo doncle

estaba la imagen es afirmación de la que no puede duclarse, puesto que a ren-glón seguida, párrafo 36, se aclara que se ha referido al lugar .,doncle vienen aco|ocerla los [devotos] que le suplica".

80 Vid. supra, Prímera parte, capítulo tercero, rr, 2.

Page 185: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDrcE srcuNDo 209

frentarnos al enigma de la relación guadalupana del manuscrito dela Biblioteca Nacional, y como un primer avance vamos a enuuciardos obvias premisas y una hipótesis que será ia pista de nuestraexploración.

Primero. Como el manuscrito es de letra del siglo xvIr81 y nadaobliga a suponerle un original más antiguo, considerarnos que el

relato de las apariciones contenido en él es de ese siglo.Segundo. Como el manuscrito es cle procedencia jesuítica y nacla

obliga a suponer un autor ajeno a ese instituto, consideramos queel relato fue escrito por un mienbro de Ia Compañía de Jesús.s:

Terccro. Conjeturamos que el autor de ese relato es el criollo je-suita Baltasar Gonzilez (1604-1679), ferviente guaclaiupano y de quiense sabe haber escrito en náhuati una historia de las apariciones.s3

La suma de todas esas circunstancias hacen muy plausibie la con-jetura; veamos en qué proporción podemos concederle gracio de cer-tidumbre.

Empecemos por formarnos una idea de la obra. Se trata de ttuabrevísima narración de las apariciones, escrita en náhuatl, que siguela secuencia de los episodios relatados pol Valeriano en el Nicanmopoltua. Desde ese punto de vista no añade nada, pero su nov€dadestriba en las muy singulares características que conviene enunt iarpor separado para subrayar su importancia.

l) Valeriano ubica histórica y cronológicamente ei "gran acontc-cimiento"; ocurrió, dice, "diez años después de conquistada la ciu-dad de Nléxico. . . cuando por todas partes habia paz en ios pueblos"y cuando empezó a brotar la fe, "el conocimiento de Aquel porquien se vive: el verdadero Dios", y en seguida aclara que en "aque-lla sazón fera] el año de 1531, a los pocos días del mes de di-ciembre".8a

En el relato del manuscrito de Ia Biblioteca Nacional se supri-men todas esas noticias, y la narración propiamente dicha empiezacontando que "un pobre hombre del pueblo, un macehual", que eraun labriego, "andaba por allí caminando en la Cumbre" del Tepe-yac y fue cuando "vio a la Amada Madre de Dios".

2) El reiato de la Biblioteca Nacional es muy parco, porque enlugar de las cuatro ocasiones en qlue, según Valeriano, se mani-festó la Virgen a Juan Diego, solamente son dos, y es particular-

81 El propio padre Garibay tuvo que rendirse a la evidencia de esa circuns-tancia, tid. supra, nota 55.

82 Recué¡dese que el manuscrito en cuestión se halla en el volumen mal lla-ma<lo Santoral en mexicano que perteneció a los jesuitas.

83 Para una buena reseña de los datos biográficos y bibliográficos del padreBaltasar González, ui d. Francisco Zambrano, Diccionario bio-bibliogrdlico de laCompar'ría de Jesús en Líéxico, México, Jus, 1967, t. vu, p. 298-328,

8a Víd. su?ra, P¡imera parte, capítulo tercero, r, texto 3.

Page 186: 117238026 Destierro de Sombras

:r0 EDMUNDO O'rcRilfAN

nente notable la omisión completa del episoclio de la aparición a

.|uan Bernardino donde la Virgen expresó su voluntad de que su

imagen se llamara Guadalupe. El relato conclul'e, pues, con el mi-lagroso estampamiento cle la imagen en presencia del prelado.

3) Se omiten los prolijos detalles de la narración de Valeriano,hasta en las apariciones de que da cuenta el relato de la BibliotecaNacional. En éste su autor va directamente al asunto qrie le inte-resa o sea a poner en relieve el origen sobrenatural de la imagen.

4) Es suma¡nente llamativo que se omitan los nombres del prc-laclo (a quien, ya lo vimos, se designa como "el arzobispo") y delneófito a quien se alude como "el pobre macehual" y en ocasionescomo "el pobre hornbrecillo". Aunque se omite la aparición a JuanBerrrardino podría suponerse que en algún momento se designaríaa la Virgen o a su imagen con el nombre Guadalupe lo que, sinembargo, nunca sucede. Se alude a ella como "la siempre VirgenSanta María", "Ia arnada lr{adre de Dios", "la Señora del Cielo","la Señora Reina", "la Celestial Señora" y "la Niña Reina".

Ya intc'ntaremos descubrir el sentido de todas esas omisiones ycle tan singulares características, independientemente del propósito dereducir la extensión del relato, porque antes vamos a dar cuentadel texto que principalmente nos indujo a atribuir -como conje-tura, se entiende- al padre jesuita Baltasar GonzáIez la paternidadliteraria del relato que vamos considerando.

Se trata del parecer que dio ese sacerdote en apoyo de la peticiónde licencia del bachiller L,uis Lasso de la Vega para dar a la es-

tampa su célebre libro que divulgó por primera vez en letra de mol-de la historia de las apariciones escrita por Valeriano. He aquí enlo conducente lo que dice el padre González:

he uisto Ia milagrosa altarición de la ímagen de la Virgen SantlsimaMadre de Dios y Señora nuestra (que se venera en su ermita y santua-rio de Guadalupe) que en propio y elegante idioma mexicano pretendedar a la imprenta el bachiller Luis Lasso de la Vega, capellán y vicariode dicho santuario. Hallo está ajustada a lo que por tradición y analesse sabe del hecho;85 y porque serd muy útil y provechosa para auiuarIa deuoción de los tibios y engendrarla de nueto en los que igttoran,tesuiuen del místerioso origen deste celestial retrato de Ia Reina del Ci,elo,y porque no hallo cosa que se oponga a la verdad y misterios de nuestrafa, merece el encendido y afectuoso celo al mayor culto y veneración delsantuario que es a su cargo del auto¡ se le dé la licencia que pide; así

lo siento, y Io firmé de mi nombre en este Seminario de Naturales del

85 Nfr¡cho enflsis se ha puesto en este pasaje ¡rcr los historiadores aparicionis-tas para probar que había anales y tradición relativos al hecho guadalupano.No se niega, pero la cuestión es la fecha de esos anales (que lamentablementeno especifica el parlre González) y la circunstancia de que esa "radición" es a

partir cle la obra de Valeriano.

Page 187: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDrcE s[cuNDo 2llserior San Gregorio, en 9 de enero de 16{9 años. Baltasar Gonz;ilez.86

De este parecer debemos notar las siguientes singularidades:l. El padre González se refiere al libro de Lasso, no como Ia liis-

toria de las apariciones, sino como relato "de la milagrosa apariciónde la imagen" de la Virgen. Ese suceso, no sus igualmcnte porren-tosos antecedentes, es lo que se destaca co[lo el asunto del librode Lasso, lo que Io ca¡acteriza y define, relegando a nn segundr_rplano de interés el desarrollo, secuencia y pormenorcs de las apan-ciones de Ia Virgen a Juan Diego. Pero ¿no, acaso, es eso lo quetambién caracteliza y define el relato del manuscrito de la Biblio-teca Nacional?

2. En ningún momento designa el padre González a la \rirgen oa su imagen con el nombre Guadalupe, porque la única vez que lomenciona ocurre parentéticamente aplicado a la ermita y santuario.Igual reticencia se observa en la narración contenida en aquel ma-nuscrito, y las designaciones de "Virgen Santísima N{adre de f)ios"y de "Reina del Cielc¡" empleadas por el padre González son cle igrr:rlíndole a las empleadas por el auror de aquella narración.

3. Capital importancia tiene para nuestros propósitos la circuns-tancia de que el padre González discierna, en el "parecer", corncl iovalioso de la publicación del libro su utilidad y provecho para en-gendrar la devoción a la imagen de quienes vir'ían ignorantes desu "misterioso origen". Ciertamente, esa {inalidad animó al bachillerLasso de la Vega, y así lo expresó en las consideraciones finales qlreañadió a la obra, y es obvio, por ora parre, que si clio el rexrode Valeriano en su original en lengua mexicana es porque estaba,principal ya que no exclusivamente, dirigido para aviso y conoci-miento de los indios. Pero es clarísimo y seguramente 1o percibióel jesuita, que con el libro de Lasso difícilmenre se cumpliria aquelpropósito, tanto por la escasez de ejcmplares corno por lo extensode la narración y lo prolijo en detalles que distraían de lo esen-cial del mensaje. Se requería, debió pensar ese experimentaclo maes-tro de indios que fue el padre Baltasar Gonzá7e2, una abreviada vsimplificada versión del Nican mopohua que fuera al grano de loque se deseaba comunicar y revelar, a saber, el orisen sobrenaturalde la imagen venerada en la ermita del Tepel'ac. pero es más, queese texto resultara atractivo y sobretodo convincente para los indios,es deci¡, espectacular y maravilioso y concebido un tanto a la ma-nera de sus antiguos mitos: sucesos sin fecha; sin ubicación cir elacontecer de la realidad histórica; sin indiviclualización de los pro-tagonistas, sólo presentados en el anonimato cle su condición roiiul,

8B El texto de este parecer es la primera pieza de los prelimi'ares en L¡risLasso de la Vega, Huei tlamahuizoltica... México, Juan Ruiz, 164g. I_os sub,rayados en la transc¡ipción son nuestros,

Page 188: 117238026 Destierro de Sombras

212 EDNÍUNDO O-C.OR\{AN

cargo o digniclad y por último, sin identificar, en el caso concrero,a Ia deidad como un numen de los españoles y por eso, sin mencióndel nombre Guadalupe.

Y,ahora quede al lector decidir si esos rasgos no son, puntualmen-te, los mismos con los que caracterizamos el relato [uadalupanodel manuscrito de la Biblioteca Nacional, y si, con ápoyo en loexprcsado por el padre Baltasar González en el parecer que hemosaducido, no resulta enormemente plausible atribuirle la paternidadli!..Ti1iu- de aqr,rella narración, de la cual, por inferencia dé esa plau-sibilidad, puede suponerse que la escribió ese sacerd.ote en iechamuy próxima posterior a la del libro del bachiller Luis Lasso cle laVega, rlonde quizá conoció por primera vez el padre González la ver-sión literal del Nican mobohua.s1

Bien consideraclo, Io hipotético de esas conjeturas sóro abarca lorelativo a Ia intervención del padre Baltasar (hnzález o s€a al enig-ma, en definitiva secundario, acerca de quién fue el autor del ré.lato del manuscriro de la Biblioteca Naciónal, porque quien quieraque haya sido, lo cierto y lo extraordinario de ése tixto-es que pesea las apariencias no se trata de un resumen de la obra de Váleriáno,sino de un relato que priva a esa obra de sus pretensiones a laverdad histórica para así poder convertir lo esenciai cle su contenidonarrativo en un texto con pretensiones a la verdad mítica cuyo men-saje atesoran sus comulgantes como una realidad trascenclental in-

'ulnerable al asedio de la "insolente crítica de la razón". valerianofraguó un mito que disfrazó de historia; el pad.re Baltasar Gonzá-lez o quien haya sido, lo desiristoriza -valgi el neologismo_ y enel pequeño relato de la Biblioteca Nacional lo rescata áe la simula-ción en que Io encerró su inventor, para que, exhibiendo la ínclolemítica de su verdadera naturaleza, la devoiión a la imagen del re-peyac pudiera encender una luz en la oscuridad. en qr" iu conquistasumió el alma de los vencidos.ss

87 El texto del relato que le atribuimos aI padre Baltasar González obviamen-te no pucde calificarse de "sermón" como pensó el padre cuevas, aunque nadaimpide sr.rponer qu€ se hubiera incluido er) una composición de esa Índole. Esmás bien una "plática" y no es improbable que el pádre Gonzilez (bajo el su-puesto de ser el autor) Ia hubiere leído y comentado en el seminario áe Natrr-rales de San Gregorio del que fue insigne maestro.

88 Aprovechamos esta oportunidad para presentar el siguiente esquema de unocle los _clesarrollos del proceso histó¡ico del guadalupanismo mexicano. Siglo xvr:ai arzobispo Nlontúfar se le debe el nucleo histórico de la rlevoción a la imagen;a \/aleriano, la fragua del mito-historia acerca del origen sobrenatural de eseimagen. Siglo xvu: Lasso de ia Vega Io recoje como histo¡ia sin mito; BaltasarGonzález, como un mito sin referencia a un marco temporal histórico. En Lassoestá el meollo de la devoción guadalupana criolla; en González, el de la devo-ción in<llgena. En el siglo xvrrr surge la crisis de un ataque de inspiración ra-cionalista ilustrada; en el siglo xrx la prolongación de esa bfensira bajo el signode una historiografía positivista.

Page 189: 117238026 Destierro de Sombras

APENDICE TERCERO

EL SERNIÓN GUADALUPANO DEL ARZOBISPO NÍONTT]FARSUPUESTO TESTINÍONIO HISTÓRICO DEL ORIGEN

SOBRENATURAL DE LA I]VTAGEN D[,LTEPEYAC

Page 190: 117238026 Destierro de Sombras

(Garibay I(., Angel María, "La maternidad espirituai de Nfaria en elmensaje guadalupano", discurso pronunciado el l0 de octubre de 196r)en el Consreso Marialógico celebrado ese año en la ciudad de Nféxico,y publicado en el volumen La maternidad espirítual de María, I\féxico,

Jus, 1961, p. 187-202).

En ese "Discurso" del doctor Garibay (ya analizado en Io pertinen-te por nosotros en los apéndices precedentese) el autor sostuao IG

tesis en eI sentido de que el céIebre sermón predicado por eI se-

gundo arzobispo de México, don fray Alonso de Montúfar (6 de sep-tiembre de 1556), tenemos un testimonio del ori,gen sobrenaturalde La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe del Tepeyac. Enoposición radical a Ia idea que nos hemos formado acerca del sen-tido y alcance de la interuención de ese prelado en eI proceso his-tórico guadalupano, no podemos menos de ocuparnos en esa tesiscon el intento de mostrar que es enteramente inaceptable. A esa

tarea dedicamos el presente apéndíce.

Page 191: 117238026 Destierro de Sombras

I

EXPOSICIóN DE LA TIISIS

l. Admite el padre Garibay que no se conoce ningún informeoficial de la mitra contemporáneo al suceso de las apariciones delTepeyac. Si hubo, dice, se ha perdido, pero lo más probable es queno Io hubo. Explica el padre Garibay que aquella "no era la épclcainformativa" de ese tipo de sucesos. Sólo se exigió después del Conci-lio de Trento (p. 188).

2. Asentada tan obviamente insatisfactoria explicación del silen-cio oficial de la mitra, el padre Garibay admite que las "Inforrna-ciones de 1666" carecen de la fuerza "de prueba oficial que se prc-tende". Prescindirá, pues, de ese testimonio (p. l8B).

3. Pero existe, dice, un testimonio, el "más valioso" que se tieneproveniente del "magisterio eclesiástico". Se trata de "la afirmaciónindirecta de aigo extraordinario en labios del segundo arzobispo deMéxico" (p. 188).

4. En efecto, "en el airo de 1556, fray Alonso de Nlontúfar... acu-de al Tepeyac y celebra en su iglesia una misa", y allí predica unsermón acerca de la devoción y culto a la santa imagen, la de Gua-dalupe (p. 188).

5. No nos ha llegado el texto de ese sermón, "pero nos basta",dice, el tema que propuso el prelado, "para hacer una inferenciaque tiene valor de testimonio indirecto de que en la imagen y DE-

voción No vr.í¿ EL pRELADo uNA TMAGEN coMo r.As orRAS NI uNA DEvo-cróN corrúN" (p. 188-189).

6. Aclara cuál fue ese tema:A) La fiesta que celebraba N{ontúfar en la iglesia del Tepeyac

era, dice el padre Garibay, "EL DÍA DE LA NATTvTDA-D or ntanÍe" (p,l 89.

B) Recuerda que el texto evangélico correspondiente a esa fies-ta se halla en San ]\'fateo, capítulo r.

C) Pero el arzobispo Montúfar "norrpró EN ESA oc.rsróN LA TRA-

nrclóN y rortó EL TExro DE sAN LUcAS, x,23: Beati oculí qui videntquae uos videtis (p. 189).

D) Tal, pues, el tema propuesto por el prelado, y ese texto y

Page 192: 117238026 Destierro de Sombras

218 EDMUNDO O'CORMAN

el contexto en que se halla "nos dan uNA cLAvE rARA soNDEAR LA\rnNTE DEL PRELADo" (p. 189).

7. Veamos en qué sentido esas palabras de San Lucas son clavepara penetrar en el pensamiento de l\{ontúfar.

A) En ese texto, dice el padre Garibay, "el Salvador felicita a

los apóstoles porque están viendo ALc,o ToTALME¡,¡TE NUEvo; uuhecho nuevo y extraordinario no confudible con otros hechos", a sa-

ber, re pREsENcrA MrsMA DEL HrJo Dtr, Dros HEcHo cARNE" (p. 189).B) Ahora bien, infiere Garibay, que "si el arzobispo l\Iontúfar,

buen teólogo y rígido tomista, sE DA LA LrcENcrA DE ApLrcAR EN EsA

oCAsIóN A MARíA Y A SU I\ÍAGEN EsTAs PAI.ABRAS, Es QUE vE EN ELLA(en la imagen) <Arco euE No HAy EN orRAS rlrÁcnNns"" F. 189).

8. El padre Garibay se cuida en no especificar qué es ese Alcoque el prelado advierte en la imagen de Guadalupe euE No HAyEN orRAS rltÁcrw¡s, y nos dice, en cambio, que al haber aplicadcla Nlaría en esa ocasión las palabras de San Lucas ("Dichosos losojos que ven lo que vosotros véis") el arzobispo AFTRMA EN FoR-rr¡ rlrprícrre, un hecho No colrúrv y UNA or,vocróN No oRDr\rARrAen cuanto a su objeto", es decir, en cuanto a la imagen (p. 189).

9. Garibay aclara en seguida que el arzobispo "No olce urG, rrpooÍ¡. orcInLo" y explica que "en la predicación general (es deciren un sermón) ya era "MUcHo HABER HEcHo, rARA sus rIEMpos, AFIR-n¿ecróx couo És¡," (p. 189).

10. Y como ese condicionamiento cronológico resulta, sin duda,muy enigmático, el padre Garibay se sintió en la necesidad de aña-dir que el arzobispo Montúfar "cREíA, A r.os I'ErNTrcrNco años p¡,r,

HEcHo [el de las apariciones] neLlen (ALGOT CTERTAMENTE EXTRA-oRDrNARro", en la imagen guadalupana, se entiende (p. 189).

ll. Pero preguntamos ¿qué era ese ALGo ExrRAoRDrNARro que,transcurridos veinticinco años desde la aparición, creía hallar el ar-zobispo Montúfar en Ia imagen? Contesta el padre Garibay que "sitratamos de ver en los testimonios históricos qué es lo que en esostiempos se pensaba, podemos rasffear quÉ nnn Lo euu EL rRELADocnrÍe" (p. 189).

12. Así termina el apartado 2 del "Discurso" del padre Garibaydedicado a exponer en qué sentido preciso el sermón del señor Mon-túfar es testimonio acerca del prodigio guadalupano. En los dos si-guientes apartados, Garibay examina los testimonios históricos que,a su parecer, prueban Ia historicidad de la tradición guadalupanay por tanto el origen sobrenatural de Ia imagen. Suponemos queasí indica Garibay "lo que en esos tiempos se pensaba" y "lo que elprelado creía" y que es asl, entonces, por qué el sermón guadalu-pano del señor Montrifar resulta se¡ testimonio de la verdad his-tórica del prodigio del Tepeyac.

Page 193: 117238026 Destierro de Sombras

APENDICE TERCERO

COMENTARIOS ACLARATORIOS

Quien hubiere leído con atención la tesis que acabamos de exponeren fiel seguimiento del texto de su autor, no podrá menos de haberadvertido que la Iaberíntica ambigüedad en que esrá expresada obvia-mente revela la intención de encubrir la reticencia en proceder conla cla¡idad y distinción que sería de desearse y que, habida cuentadel prestigio de Ia autor, era de esperarse.

Es así, entonces, que antes de estudiar a fondo la tesis; descubrirsu razón de ser, y ponderar su pretensión a la verdad, debemos es-forzarnos en poner en claro el proceso de su ideación y argumen-tación. A esa tarea previa se encaminan los comentarios que ofrece-mos en seguida a la consideración del paciente lecror.

l. El padre Garibay pone énfasis particular en que el arzobispoMontúfar se tomó "la licencia" de sustituir el texto cle San N,fareocorrespondiente a la festividad del Natalicio de la Virgen, por eltexto de San Lucas que dice: "Dichosos los ojos que ven lo quevosotros véis" (Vid. supra, u 4-6). Oportunarnenre veremos guc elprelado no incurrió en esa transgresión litúrgica.

2. El sentido de ese texto, explica el padre Garibay, es que clSalvador felicita a los apóstoles porque esrán viendo algo nuevo yextraordinario o sea "la presencia misma del Hijo de Dios hechocarne" (Vid. supra, \ 7, A).Pero partiendo de esa premisa, el padreGaribay incurre en un sospechoso non sequitur. En efecto, infiereque si el arzobispo aplicó aquel rexro a la imagen del Tepeyac csporque veía en ella "algo que no hay en otras imágenes" (uid. supra,r, 7, B) cuando, para ser congruente, debió inferir que si el prelaclocitó aquellas palabras de San Lucas había sido para felicitar a susoyentes por estar viendo algo nuevo y extraordinario, concretamente,I-A pRESF-¡icIA MISN{A DE MARíA HEcHA II\IAGEN.

3. Resulta obvio que el padre Garibay no se arrevió a atribuirleexpresamente al prelado que su propósito en haber invocado el tex-to de San Lucas como tema de su sermón era afirmar que lo per-cibido por él en la imagen era la presencia misma de la Virgen, esdecir, su origen sobrenatural. Pero como, por otra parte, no otro-segirn la tesis- tendría que ser el propósito del prelado, el padreGaribay no podrá menos de mantenerse en la ambigüedad de queio percibido por el prelado en la imagen era ese misrerioso "algoque no hay en otras imágenes".

4. Hemos de preguntar, entonces, cómo explicita el padre Garibal'el propósito del arzobispo en haber propuesro para su sermón eltema enunciado en el texto de San Lucas que, según se nos ha di-cho, aplicó el prelado a la imagen guadalupana rompiendo la tra-

2r9

Page 194: 117238026 Destierro de Sombras

220 EDMUNDo o'coR\rAN

dición litúrgica al no citar el texto de San Nfateo correspondienre ala fcstiviclacl del Natalicio de la Virsen.

5. A esa pregunta conresta el padre Garibay que la intención clelprclado al inr.ocar el texto de San Lucas fue "afirmar en forma im-plícita" no, como tendría que haber dicho, la presencia misma dela \rirgen cn la imagen, sino afirmar, dice, "un ltecho no común)' una detoción no ordinarilr en cuento a su objeto" (Vid. supra, r,8). Se insiste en no decir lo que tenía que decirse, y el único aporreen esa nueva frase consiste en explicar que el arzobispo expresó enefecto su propósito, pero en f orma implícita, nuevo giro de aquellareticencia.

6. Sea, pero ¿por qué se contrajo el arzobispo a expresar sólo enforma implícita el propósito que tuvo al invocar el texto de San Lu-cas? ¿Por qué no en forma clara y explícita? La respuesta a esa pre-gunta revelaría el motivo de la reticencia del padre Garibay, y es-peremos no sin expectación cómo la contesta.

7. Pero grande es nuestra decepción porque en realiclad no la con-testa. Simple v sencillamente se nos informa que el prelado "xoorcr rtÁs". Claro, porque si el señor Montúfar hubiere dicho más,sólo podría haber dicho lo que el padre Garibay ran obviamenrcno quiere que diga. Pero a qué se debe la rericencia, ya no delpadre Garibay sino ahora del arzobispo. ¿Por qué, en orras pala-bras, no dijo más? Porque, contesta Garibav, no "pooiA oecrRro"(Vid. supra, ¡ 9).

8. Si no cejamos en nuestro empeño en que se nos aclaren las cosaspreguntemos ¿cuál el motivo que explique por qué cl arzobispo es-

taba impedido de decir más o si se prefiere, por qué no podía afir-mar explícitamente en su sermón lo que quiso decir al invocar eltexto de San lucas, o sea que en la imagen percibía la presenciarnisma de ia Virgen? Ahora bien, en el trance de tener que satis-facer tan justificada curiosidad, el padre Garibay se muestra parricu-larmentc sibilino. Contesta que el arzobispo no solamente no podíadecir más, sino que en un sermón la era NfucHo HABER HEcrro,"pan¡ sus rrnMpos", er¡nrrecróN corro Ése (Vid. supra, r, 9). En otrostérminos, que para los tiempos que corrían (principio de la segundamitad del siglo xvr) ya era excesivo que el arzobispo se hubiereatrevido a afirmar en forma implícita que en la imagen de Guada-lupe y en la devoción que había inspirado se discernía "ur,r ulcHoxo corrúN rr rrNA ¡r,vocróu No oRDrNARr,c.". Es decir, para no per-derle el hilo a nuestro comentario, que fue atrevimiento del ar-zobispo haber osado insinuar en forma implícita en un sermónpredicado en la época en que se predicó, que en la imagen de Gua-dalupe y en la devoción que inspiraba percibía la presencia mis-ma de la Virgen.

9. El enigmático y sorpresivo condicionamiento cronológico que

Page 195: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDrcE TERcERo 221

ahora se introduce y al cual se debe que la cauta afirmación delprelado haya sirlo c\ce.iva o temeraria, obviamente requería algunaaclaración y es por cso, sin duda, que el padre Garibay se sintióen la necesidad cie añaclir a continuación lo siguiente: "Creía [\'fon-túfarl a los veínticinco años del hecho flas apariciones de 1531]hallar algo ciertamente extraordinario" (Vid. supra, t, t0). [,s mássombra que luz la que arroja tan decepcionante supuesta aclara-ción, pero nos parece que el pensamiento que encierra puede ex-presarse así: que a los veinticinco años después de las aparicionesfue atrevimiento del arzobispo Montrifar insinuar en una alirma-ción implícita pronunciada en un sermón que en la imagen de Gua-dalupe y en la devoción que inspiraba él hallaba "algo ciertamenteextraordinario" que, claro está, no podía ser sino la presencia mis-ma de la Virgen.

10. Ahora bien, se entiende que si no hubieren transcurrido esos

veinticinco años después de ocurrido el prodigio guadalupano, nohabría ningún atrevimiento en afirmar clara y expresamente en unsermón que en la imagen y en Ia devoción que inspiraba se discer-nia "algo ciertamente extraordinario" es decir, la presencia mismade Ia Virgen. Claro, puesto que el prodigio sería reciente. Esta alparecer tan innocua idea tiene, sin embargo, una decisiva consecuen-cia para la tesis que vamos analizando.

ll. En efecto, de ella resulta indudable la suposición del padreGaribay de que ya en 1556 se había borrado eI recuerdo de aquelprodigio y que, por eso, el señor Montúfar no se sintió en libertadde afirmar expresamente el origen sobrenatural de la imagen, habién-dose atrevido, sin embargo, a insinuar ese hecho al aplicarle en susermón a dicha imagen el texto de San Lucas.

12. ¿Creía, entonces, el arzobispo Montúfar en la realidad histó-rica del origen sobrenatural de la imagen? Según la tesis del padreGaribay resulta indudable que el prelado abrigaba esa creencia. yasí lo documenta la parte final del resumen que hicimos cle esa te-sis (Vid. supra, r, ll y l2).

13. No nos llamemos a sorpresa porque evidentemente en eso te-nía que acabar la laberíntica argumentación que, no sin esfuerzoy reiteraciones, creemos haber desentrañado. Y si decimos que eneso tenía que acabar es porque, recuérdese, el padre Garibay anun-ció desde el principio que "el testimonio más 'r'alioso" que se teníapor parte del "magisterio eclesiástico", acerca de las aparicionesdel Tepeyac, era el sermón predicado en la iglesia de ese lugarpor el arzobispo Montúfar en celebración de la fiesta del Nataliciode Ia Virgen, 8 de septiembre de ese año (Vid. supra, t, l-6, A).¿Podemos acceder a tan optimista conclusión? Eso es lo que vamosa dilucidar en el siguiente apartado.

Page 196: 117238026 Destierro de Sombras

222 EDMUNDO O,CORMAN

III

CRITICA DE LA TESIS

Nos proponemos mostrar que la tesis que ha venido ocupando nues-tra atención es insostenible, primero, por contraria a los testimo.nios documentales pertinentes; segundo, por Ia falacia lógica queimplica su conclusión.

La objeción entpírica

l. El único testimonio que tenemos acerca del sermón predicadopor el señor Montúfar, aducido por el padre Garibay como funda-mento empírico de su tesis, es el de las diligencias de la Informaciónde 1556, y es sospechoso que el reverendo padre no lo haya citadoexpresamente ni en ninguna ocasión hubiere remitido a su texto.

2. Afirma el padre Garibay que el arzobispo lVontúfar predicóaquel sermón en la iglesia del Tepeyac el día de la festividad delNatalicio de la Virgen. Lo cierto es que lo predicó en la ciudadde México en la catedral, no el día 8 de septiembre, sino dos díasantes (Chauvet, EI culto guadah,tpano, p. 3l; Información de 1556,passim y en especial el testimonio de Juan de Salazar, p. 228).

3. Ei error en la fecha es grave, porque así resulta ser falsa laafirmación del padre Garibay en el sentido de que el arzobispo "rom-piir la tradición" al proponer como tema de su sermón, no el deSan trfateo correspondiente a aquella festividad, sino el de San Lu-cas, Beati oculi qui uident quae uos videtis, "Dichosos los ojos queven lo que vosoros véis." Y es grave el error, en efecto, porque enesa supuesta osadía del arzobispo el padre Garibay finca, ni más nirnenos la "clave, dice, para sondear la mente del prelado", es clecir,finca uno de los principales apoyos empíricos de su tesis (aid. su-pra, \ 6, C, D; 7, B). No hubo, pues, tal rompimiento de tradición,ni puede dársele a Ia aplicación clel texto de San Lucas la exrra-ordinaria importancia que pretende concederle el padre Garibay.

4. Es cierto que el arzobispo Nfontúfar propuso como tema de susermón aquel texto de San Lucas, pero no para los fines que contantas dificultades quiere atribuirle el padre Garibay. Invocó aque-llas palabras del evangelista para felicitarse y felicitar a sus oyentespor estar viendo la espectacular devoción que había inspirado enlos vecinos espairoles de la ciudad de México la imagen del Tepe-)'ac.

El entusiasmo guadalupano que mostró el señor Montúfar en susermón refleja el éxito de su deseo de exaltar en la Nueva Españael culto mariano, elemento esencial de su estrategia en el fortale-

Page 197: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDIcE TERcERo 223

cimiento de ia ideología contrarreformista, cuyo agente era. Y si

bien en el sermón el arzobispo intentó afirmar la potencia tauma-túrgica de la imagen (eficazmente negada Por el provincial frayFrancisco de Bustamante) no hay el menor indicio de que Preten-diera afirmar su origen sobrenatural ni siquiera implícitamente comoquiere el padre Garibay, según veremos en seguida.

5. De acuerdo con la tesis que vamos analizando, la afirmaciónimplícita por parte del señor Montúfar acerca del origen sobre-

natural de la imagen consiste, recuérdese, en que éste quiso dar a

entender, a través de las palabras de San Lucas, que en la imagenguadalupana se discernía "Atro euE No HAY EN oTRAS IMÁcENrs" dela Virgen, se entiende (Vid. supra, t7, B). Ahora bien, es en esa fra-se donde patentemente se advierte la falsedad empírica de esa in-tepretación.

6. En efecto, curándose en salud el arzobispo del cargo que se lepodía hacer (y qre no tardó en hacerle fray Francisco de Busta-mante) en el sentido de que la imagen carecía de fundamento, re-

currió al arbitrio de asemejarla a imágenes españoias de la Virgenque gozaban de una antigua tradición. Pero resulta claro, enton-ces que si eso fue lo que afirmó el arzobispo, lejos de que hubieraquerido dar a entender, como pr€tende el padre Garibay, que laimagen del Tepeyac tenía ese "algo" especial que la distinguía de

otras imágenes, lo que hizo fue esmerarse en decir precisamente lc,

contrario (Vid. supra, Segunda parte, capítulos primero y cuartode este libro). Falta de apoyo documental y por contraria a los tes-

timonios históricos pertinentes, debe rechazarse como falsa la tesisdel padre Garibay. Pasemos a examinar, a mayor abundamiento, lasIallas lógicas de que adolece esa tesis.

La ob'jeción Iógica

7. I\{uy avanzada su argumentación, el padre Garibay se vio obii-gado a afirmar que si el arzobispo no podía decir de manera ex-plícita lo que creía acerca de la imagen, es decir, su origen so-

brenatural, fue porque después de los veinticinco años de haberocurrido el portento de las apariciones se había borrado su recuerdo(Vid. supra, tr, l0 y ll).

8. Ahora bien, en ese razonamiento hay una contradicción, por-que si el arzobispo creía en 1556 en la realidad histórica de lasapariciones, será porque no se había borrado el recuerdo de ellas,

y no otra cosa fue lo que el padre Garibay puso gran empeño enmostrar en los apartados posteriores de su exposición (Dlscurso, P.r 89-194).

9. Se dirá quizá que ese recuerdo se había borrado para el común

Page 198: 117238026 Destierro de Sombras

c) c', ,,1 EDMUNDO O'GORMAN

de los fieles, pero eso sólo agrava la inconsecuencia de la conclu-sión que saca el paclre Garibay. Dar por razón el olvido de las apa-riciones (inverosímil y aun monstruoso supuesto, dado el tamañodel portento) para justificar la imposibildad en que se dice se halla-ba el prelado de afirmar su verdad de manera clara ,¡ explícita ensu sermón carece de sentido lógico. Parece inconcuso que, por locontrario, semejante olvido sería no sólo razón suficiente sino obli-gada para que el arzobispo lo remediara con la expresa y jubilosaafirmación de la verdad del portento. ¡Qué más hubiera queridoel señor Montúfar que poder echarle en cara al provincial francis-cano nada menos que el origen sobrenatural de esa imagen que elirreverente religioso decía ser obra reciente de un pintor indígena!Pero si no lo hizo y ni siquiera intentó que se refutara esa denun-cia tendrá que ser porque no tenía, no se diga la creencia, sino lamenor idea del origen sobrenatural de la imagen.

10. Digamos, entonces, que, por el lado lógico, la inconsecuen-cia que acabamos de señalarle a tan decisiva conclusión de la tesises bastante para estimar falsa la interpretación que hace el padreGaribay del sermón del arzobispo Montúfar como testimonio de larealidad histórica de las apariciones.

IV

rA N¡ZóN DE SER DE LA TESIS

No podemos determinarnos si al padre Garibay le satisfizo su tesis,sabiendo como suponemos que debió saber que no contaba con elnecesario apoyo documental, o si quedó persuadido de la verdadde su laberíntica argumentación y de la inconsecuencia de sus con-clusiones, pero en todo caso nuestro análisis sería incompleto si notratáramos de descubrir a qué oculta exigencia obedece aquel empeño.

Pues bien, no es casual que el padre Garibay hubiere iniciado laexposición de su tesis con el reconocimiento del silencio que obser-vó el obispo Zumánaga acerca del inmenso prodigio que se dice ocu-rrió en su presencia (Vid. supra, r, l). Dicho de otro modo, quepor parte del "magisterio eclesiástico", para usar las palabras delpadre Garibay, no existía testimonio de suceso tan extraordinarioy de tan trascendental importancia para la vida espiritual de la co-lonia y para gloria de la Iglesia novohispana. Resultaba, por ran-to y ante todo, indispensable explicar a todo trance ese en verdadinexplicable silencio de la mitra, invencible dificultad que se pre-cipitó a sortear el padre Garibay con -no hay otra manera de cah-ficarla- la salida de pie de banco de que en riempo de Zumárraga

Page 199: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDrcE TERcERo 225

no existía la estricta obligación de informar oficialmente nacla alrespecto.

Pero lo grave para el caso que vamos examinando es que tampocoel señor Montúfar había dicho nada acerca de aquel prodigio, loque ya resultaba intolerable para la salud de Ia hermenéutica apa-ricionista, visto que ese prelado fue quien promovié y fomcntó ladevoción a la imagen del Tepeyac y tiene la gloria de ser el fun-dador de su culto, y era obviamente absurdo tratar de justificar su

silencio con la misma excusa que se quiso hacer valer para el dclseñor Zumárraga.

Era, pues, imperativo encontrar la manera de poder sostenel- que,si bien no se tenia ningún pronunciamiento del señor NIontúfaracerca de la verdad de las apariciones y del origen sobrenatulal cle

la imagen, no por eso dejaría de haberlo, aunque, claro está, de ma-nera velada, implícita o indirecta. Sabemos que, precisamente, ese

fue el intento de la tesis del padre Garibay, y tal, por consiguiente,la razón de ser de ella, pero tal, también, el por qué de los equí-vocos, ambigüedades, contradicciones e inconsecuencias en que nopudo menos de incurrir, porque, en definitiva, el padre Garibayse enfrentó a la imposibilidad de probar que el arzobispo Nfontúfarhabía dicho lo que no dijo ni pudo haber dicho por no saber nadedel asunto, que de haberlo sabido, sin duda lo habría dicho.

Page 200: 117238026 Destierro de Sombras

API].\DICE CUARTO

LA INT'ORMACIÓN DE ]556NO [S PROCESO. SUS IRREGULARIDADES. SU ÍNDOLE

DE DOCUX{ENTO NO OFICIAL

Page 201: 117238026 Destierro de Sombras

En la adtertencía con que se inícia eI ca,pítulo cuarto de Ia segundaparte ofrecimos examinar en un apéndice dos cuestíones referentes¿ la Información de 1556, a saber: primera, mostrar qu,e no cabeentender esas diligencias como las de Ttna causa que lLabría ir¿coadoel arzobispo en contra del prouincial franciscano; segunda, mostrarIas írregularidade s procesales que las aqucian. Cumplimos ahoraa(1uel ofrecimíento.

Page 202: 117238026 Destierro de Sombras

NO S[, TRATA DE UN PROCESO

Ya por el propósito de ocultar el verdadero objetivo de la Infor-rnación de 1556;1 ya por falta de un examen técnico del expediente,ya, en fin, por el consciente o inconsciente deseo de presentar comocanónicamente sancionables los pronunciamientos antiguadalupanosde fray Francisco de Bustamante, al€iunos historiadores de la per-suación aparicionista2 han puesto empeño en afirmar que, con lainformación testimonial levantada r;or el arzobispo Ifontúfar conmotivo del sermón predicado por aquéI, el prelailo le fulminó unproceso, pero que, magnánimo, se abstuvo de pronunciar senteltciaque quieren suponer sería gravemente condenatoria.s Semejante rna-nera de presentar ios hechos es bálsamo para muchos clevotos gua-dalupanos, porque a la yez que implica censura al que tienen porsacrilego atrevimiento del franciscano, es muestra edificante del áni-mo caritativo del mitrado promotor del culto guadalupano. Sea enhora buena, pero lo cierto es que las constancias procesales de aque-Ilas diligencias no autorizan una conclusión no por tan deseada me-nos falsa.

Consideremos, ante todo, el auto cabeza de las diligencias dondese declara su ostensible propósito o su razón de ser. Afirma allí elarzobispo tener noticia de que fray Francisco de Bustamante habíapredicado el día anterior un sermón en el que "dijo ciertas cosassobre la devoción y romería de Nuestra Señora de Guadalupe... yque algunas personas se habían escandalizado de ello, y que parasaber y averiguar la verdad y si el dicho padre provincial había di

1 Justificarse el arzobispo dc los cargos que le resultaron dcl sermón predi-catlo por.- cl padre provincial en réplica al predicado dos clías arrtes por clprclado. I'id. supra, Scgunda parte, capitulo cuarto.

2 Entre otros, el padre Estcban Anticoli, 5.J., Historia de Ia aparición de lasantísima xirgen trIaría de Guadalupe en ilÍéxico, \{exico, 1897, r, p. 203-228;José de Jcs[rs Cuevas, La santísima uirgert de Cuadalupe. Opúsculo escrito por...,It{óxico, 1887, núm. xrv, p.54-55, xxxrr, p. I19, y modelr}amente al padre frayFidel dc Jesús Chauvet, O.F.N{., "Historia del culto guadalupano" en AII¡t¿ntconmetnoratiuo del 450 anit,ersario de las apariciones de Nuestra Señora de Gttt-dalupe, México, I981, p. 30-34.

3 I'id. subra, nota 2.

Page 203: 117238026 Destierro de Sombras

232 EDMUNDO O-GORT,T.{N

cho alguna cosa de que debiese ser reprendido, quería hacer infor-mación de personas que en el dicho sermón se hallaron".a

Se habrá advertido que en ese texto no se formula nineún cargoen contra del predicador; que el prelado se limitó a afirmar la su-puesta ignorancia en que estaba acerca de lo dicho en el sermón, yque se valió del escándalo que produjo ésre para justificar la in-tervención en los estrados de su audiencia. Obviamente sólo se rrarade unas diiigencias de índole informativa y no de pesquisa. Se diráen contra que, como expresamente se aclara el propósito de sabersi alguno de los pronunciamientos de fray Francisco era digno dereprensión, la información debe considerarse como preparatoria de unproceso formal. La falacia del argumento es patente. En efecto, sisuponemos que el arzobispo hubiere averiguado que fray Franciscose había hecho acreedor a una reprensión, no por eso estaria au-torizado a dictar una sentencia, pero no sólo por la índole de lasdiligencias, sino porque semejante censura competiría exclusivamen-te a los superiores jerárquicos del provincial en el seno de su Or-den. Ya se ve: si las diliEencias de la información testimonial nopodían lcgalmente culminir cn una sentencia es que no se trata deun proceso, a no ser, claro está, que se tratara de un delito contrala fe y que el prelado hubie¡e procedido en su carácter de inqui-sidor apostólico, circunstancias que ciertamente no ocurren en el casoque vamos considerando.

Si los anteriores argumentos no parecieren convincentes, bastarárecordar, en co¡roboración, que en las diligencias cuya índole legalexaminamos no se observaron los requisitos procesales indispensablesen toda información preparatoria de una causa, según lo que a eserespecto había establecido el propio señor Montúfar en Ias Ordenanzaspoco tiempo antes promulgadas por él para el distrito de su diocé-sis.6 En efecto, en el capítulo segundo de ese ordenamiento, el de-dicado a las reglas que deberían observarse para el enjuiciamien-to de "delitos y excesos" que caían bajo la jurisdicción del tribunalde la mitra, se manda, primero, que las denuncias sean turnadasal fiscal apostólico a fin de que, dentro de los tres días siguientes,formule la respectiva acusación, y, segundo, que para ese efecto, losdenunciantes presentarían una "memoria de los testigos", misma queexaminaría el fiscal para asegurar, según reza el texto de aquel pre-cepto "qlre haya justicia de las tales denunciaciones".o Nada de esose obsen'ó en la información testimonial que vamos considerando;nada tiene, pues, de la índole de un proceso, y ahora salta a la

4 Ar¡to cabeza de la Inlormación de 1556, p. 222.5 Alonso de N.fontúfar, arzobispo de México, "Ordenanzas que se han de guar-

dar en e-sta nuestra Aucliencia arzobispal y en toda la provincia", en Loren-z¡ne, Co¡tcilios, p. 172-178.

B Ibid., p. 172-r73.

Page 204: 117238026 Destierro de Sombras

^PÉNDIcE cUARTO 23V

vista que la ausencia en ella de la intervención de un fiscal es cir-cunstancia suficiente para convencer al más reacio de que se tratacle unas diligencias meramente informativas y de que, además, nopodrían legalmente utilizarse como inicio de una causa por la obviay definitiva razón de haber sido el arzobispo quien las promovió yventiló o más claramente dicho, porque si se tratara de un pro-ceso, su ilustrísima habría incurrido en el punible abuso de des-empeñar el doble papel <le juez y parte. Echemos, pues, en olvidola magnanimidad de que tan gratuitamente se Ie atribuye al señolN,fontÍrfar dizque por haber sobreseído en el proceso canónico quesupuestamente le fulminó al provincial franciscano, cuya r.nemoriay buen nombre todavía requieren una breve consideración adicional.

Se ha dicho, e irónicamente lo dice un hermano de hábito de frayFrancisco de Bustamante, que éste cayó en desgracia en el sentirde los franciscanos de Nléxico por el sermón que predicó en con-tra de ia devoción y culto de Nuesua Señora de Guadalupe del Tepe-yac; que a esa causa fue enviado de inmediato a Cuernavaca enpunitivo destierro, es de suponerse; que más tarde, es cierto, ocupósucesivamente los cargos de provincial y de comisario general, perosólo gracias a la influencia de poderosos amigos, y que, por último,ya con esa alta investidura, "prefirió" salir del país.? A primeravista se advierte el apasionado afán apologético guadalupano dequien pretende hacernos comulgar con esa rueda de molino de cu-yas implicaciones, por otra parte, no sale muy bien parado el pres-tigio cle la orden franciscana. Veamos, en réplica a tan parcial pre-sentación de los hechos, lo que puede decirse con apoyo en lostestimonios pertinentes.

En la Inf ormación de 1556 tenemos claros indicios de que los fran-ciscanos de lr,féxico opinaban del mismo modo que su provincialrespecto al culto guadalupano,s y no es poca consideración recordara ese efecto el conocido pronunciamiento de nadie menos que delpadre Sahagún.e Es puro cuento, pues, la supuesta desgracia en quecayó el padre Bustamante en el sentir de sus hermanos de religión.Rectifiquemos los hechos aducidos por el padre Chauvet.

Es falso que al padre Bustamante se le hubiere revocado el cargocle provincial a raíz de su famoso sennón antiguadalupano. Sabe-mos, en efecto, que el día 6 de junio de 1557, es decir, ocho meses

después de haberlo predicado, fray Francisco todavía desempeñabael provincialato, supuesto que con ese carácter fungió como testigode calidad en la ceremonia de la jura de la ciudad de NIéxico a

? Chauvet, op. cit., s¡¿prd, note 2, p. 32.8 Testimonios de Gonzalo de Alarcón, Alonso Sánchez de Cisneros y Juan de

Nlasscguer, lnlormación de 1556, p. 239-244:' 248-249.9 Sahagún, Ifistoria general, xl, 12, nota.

Page 205: 117238026 Destierro de Sombras

231 EDltuNDo o'GoRrtAN

Felipe ILlo Posteriormente, en ese mismo año, Bustamante cesó enesL' cargo y fue entonces cuanclo pasó al convento de Cuernavaca.Tres arlos más tarcle fue electo clc nuevo para provincial, y en sep-tiembre de 156l fue honrado con la designación de comisario gene-ral.11 Nada hay para poder afirmar ni sospechar que en esas desis-naciones hubiereu intervenido "amigos iroderosos". A fines de abrilo principio de mayo de 1562, fray lrancisco pasó a la corte enunión cle los pror.inciales de Santo Domingo y de San Agusrín paranegclciar asuntos de la Orden y de la evangelización de los indios.No es, entonces, que hubiere "preferido" ausenrarse ciel país. Murióen I'fadrid cl primero de noviernbre de 1562.r: ivtluy disrinto es elcuadro que se desprende de 1.'r ex¡rosición cle esos hechos al que ofre-cc fray Ficlel cle Jesús Chauver. Bien está ser <ievoto de NuestraSeñora de Guaclalupe, pero no se justifica, por eso, distorsionar loshechos en agravio de la memoria y buen nombre de uno de los re-ligiosos rnás ilustres de la antigua y benemérita Provincia clel SantoEvangelio de la Nueva Espaira.

II

IRRE';UI-ARIDADES PROC[SALES

El examerr clel expr:cliente cle Ia Inforrnación de 1556 revela unaserie tle irregularidades procesalcs comeridas, tanto en la interroga-ción de los testigos como en la toina cle sus dichos. En seguida in-dicamos, numerada,s, las más notables para coucluir con una con-siileración de ordcn general rle su sig'nific.ado.

I. Los textos de las tres denuncias que inician los proceclinricntoscalccell cie lugar y fecha y les faita, aclemás. el nombre y firrn:r de losdenunciantes. No son mcmori:iles ü comparecencias, como sería deri{or, sino sirnples €xi.r?cLos Cc Ii-¡s que no sc indica el airtor res-ponsable de e1los.13 Las Crclenarlzas de la Aucliencia Episcopal pro-rnulgadas pol el arzobispo Nfontúfar establecen que las informacionesquc se tomen ante eila sean secfetas, Irel-o no anclnimas.la

2. A continuación de las denuncias viene el interrogatorio al quedebería sujetarse ei examen de los testigos. También carece de iu-ear y fecha, pero es rn¿is de llarnar la atención que no fue obra nirlei {iscal ni del notario apostólicos, sino de un bachiller llamado

7o Actec de cabildo, acta clel día 6 dc junio cle 1557.11 Nfendieta, Historia eclesidstica indiarta, rv, .12, p. ir4l-5i2.t: Ibid", Plimcra parte, capítulo 52; IJetal)curt, "Nfcnologio", mcs de novieinb¡c.13 Tcxtos dc ias tres deluncias, Inlornación de i,t56. p. :,l5-216; 217 -218;

2r 8-?19.l'1 I-orclrzana, Cottcilios, p. 172.

Page 206: 117238026 Destierro de Sombras

APENDICE CUARTO ¿3J

Puebla de quien posteriormente se nos inforlna que era capellándel virrey y de la Audiencia. No se iustifica ni aclara el motivo dela intervención de ese bachillet

"n irrru cliligencia cle ranta impor-tancia corno fue en la que intervino. Es de suponerse que "r" ion-sultor del arzobispo, pero en todo caso, éste lo obligó a cleclara¡como testigo.ls

3. Las personas que serían llamadas a declarar tendrían que apa-recer en una memoria presentada por los denunciantes, según loprescrito en el capítulo segundo cle las Ordenanzas arriba citadas,tGpero lo cierto es que ese documento no se halla en el expedientede manera que quedó al arbitrio clel arzobispo llamar a las perso-nas que a su juicio y conveniencia deberían ser citadas como tes-tigos.

4. De las actas relativas a las deposiciones de los testigos consta,primero, que el notario apostólico Francisco de Zárate sólo tomóel juramento de rigor a cllatro restigos, a saber: Juan de llesa, .|uande Salazar, Nfarcial de Contreras y el bachiller Puebla;tr segundo.que únicamente en un caso, el de Francisco de Salazar, leyó lasdeclaraciones para ratificación por el testigo,l8 y, tercero, que detodas las actas sólo autorizó con su firma la relativa al tcstimoniode Juan de Xfasseguer.le

5. En cuatro actas, las concernientes a los testimonios de F¡an-cisco de Salazar, Gonzalo de Alarcón, Alonso Sánchez de Cisnerosy Alvar Gómez de León,20 fue el arzobispo quien personalmenretomó el juramento de los testigos, y sólo en el caso de Ft'ancisco deSalazar intervino el notario, pero únicamente para dar lectura alacta. Se presume, por tanto, que en los otros tres casos ei arzobispoactuó sólo ante escribano. Las citadus Ordenanzas mandan que enIas informaciones sean "ios notarios por si y no por escribiente"quienes tomen las deciaraciones de los testigos, "salvo por impe-dimento, v en tal caso estén presentes".21 Pero en aqueilos tr.es ca-sos no consta que hubo el impedimento previsto por la ley ni constaque el notario hubiere estado presente.

6. En el caso del testimonio de Juan X{asseguer no se le tomriel juramento, aunque el testigo lo prestó por propia cuenra.t2

7. Solamente tres actas firmó el arzobispo, Ias relativas a las de-claraciones de Juan de lVfesa, Alvar Gómez de León y Juan de Mas-

15 Testimo¡rio del bachiller Puebla,r6 Lorerlzana, Cortcilios, p. 172-I?3.77 Inlor¡nación de 1556, p. 222, 225,18 lbíd., p. ?39.1e lbid., p. 251.zo lbid., p. 235, 240, 242, 245.21 Lorenzana, Concilios, p, l7Z.22 l¡tlormación de 1556, p. 248.

Infornación de 1556, p.233-231.

23r,232.

Page 207: 117238026 Destierro de Sombras

236 EDlruNDo o'c'oRMAN

seguer.23 TJnicamente la de éste aparece autorizada con la firma clel

notario,24 y así resulta que son seis las actas las no autorizadas,puesto que sóio ostentan las firmas de los declarantes, a saber, Juande Salazar, Marcial de Contreras, el bachiller Puebla, Francisco deSalazar, Gonzalo de Alarcón y Alonso Sánchez de Cisneros.25

8. En el auto cabeza de la información se precisa que su objetivoera averiguar lo que había predicado el provincial franciscano etr

su sermón del día 8 de septiembre, pero resulta que fueron seis

los testigos interrogados sobre asuntos distintos a ese objetivo, o sean

sobre el sermón del arzobispo; sobre su visita a la ermita dei Te-peyac el mismo día en que predicó el padre Bustamante; sobre loscomentarios que hicieron al sermón del prelado los franciscanosfray Antonio de Huete y ftay Alonso de Santiago, y sobre la índolemilagrosa de la devoción que le habían cobrado a la imagen delTepeyac los vecinos españoles de la ciudad de l\{éxico. Esos seis tes-

tigos fueron Juan de Salazar, Francisco de Salazar, Gonzalo de Alar-cón, Alonso Sánchez de Cisneros, Alvar Gómez de León y Juan de

Masseguer.269. Para obtener los testimonios que apetecía el arzobispo acerca de

esos asuntos ies formuló a los testigos preguntas especiales que cual'quier juez imparcial habría rechazado por contenerse en ellas en

sentido afirmativo los hechos sobre los cuales se solicitaba el testi-monio de los testigos.2?

10. En el caso del bachiller Puebla, el arzobispo lo constriñó a

declarar bajo pena de excomunión, venciendo asi su repugnancia enfigurar como testigo, apoyada seguramente, en la circunstancia de

haber sido quien formuló el interrogatorio.2sll. Gonzalo de Alarcón estaba legalmente impedido para declarar

como testigo, supuesto que afirmó ser criado del arzobispo y quedependía de é1. No obstante, el prelado lo obligó a rendir su tes-

timonio.2e12. Era de esperarse que el arzobispo llamara a declarar a las per-

sonas mencionadas por Ios testigos en sus deposiciones. É,stas fueronun clérigo llamado Contreras, citado por Juan de Mesa; el bachillerCaniazo y Alonso Sánchez de Cineros, citados por Gonzalo de Alar-cón; el doctor Rafael de Cervantes y el indio pintor Marcos, citadospor Alonso Sánchez de Cisneros, y el intérprete Francisco de Manja-

23 lbíd., p. 224, 248, 2lr.24 lbid., p. 251.25 lbid., p. 231, 233, 235,239,242, 244.26 lbid., p. 228-231, 238-241, 2+4,247-249.27 lbid., p. 228-231, 241,217.28 lbid., p. 233-2?+.2s lbid., p. 235-240.

Page 208: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDIcE cuARTo 237

rrés, citado por Juan de Salazar y Francisco del mismo apellido.soDe esas personas el arzobispo únicamente llamó a declarar a Sán-chez de Cisneros.3l

13. Si fuera verdad que el arzobispo levantó la información conel solo fin de averiguar lo que había predicado el provincial fran-ciscano, es de preguntar ¿por qué no recabó informes del virrey y

de los oidores, los testigos de mayor calidad enre quienes habíanasistido al sermón?

14. Por último, entre varias anotaciones de mano del arzobispoaparece una en el folio 5r. del expediente que dice a la letra: "Sus-

péndase y la parte es muerto".3z Ahora bien, obviamente se trata,ni más ni menos, del acuerdo de finiquito de las diligencias, perocon la grave irregularidad de que tan importante decisión procesalla tomó el arzobispo por sí y ante sí, puesto que no intervino, comoera indispensable, el notario apostólico para autorizarla y dar fede su verdad legal.

III

l¡ "rNronr,rAcróN DE 1556" sóro EN ApARTENcTA

ES UN DOCUMENTO OFICIAL DE I.A MITRA

Todas las irregularidades que Ie hemos señalado a las diligenciasde la Inf ormación indícan el descuido, la precipitación, Ia ilegalidady Ia parcialidad con que obró el arzobispo. Puede afirmarse, enton-c€s, que vista la vulnerabilidad legal de los procedimientos y el se-

creto en que se llevaron a cabo, se trata de un documento que elprelado se fabricó a su gusto, sin la intención de divulgarlo y sólola de utilizar lo que de él Ie conviniere en el caso de tener quehacerlo. Vamos a concluir, entonces, que en el expediente de la In-formación tenemos un documento que el arzobispo guardó en elsecreto de su archivo por considerarlo, no sin razón, como un docu-rnento priaado y sólo de su incumbencia personal. Siendo esa laverdadera lndole de la Inforrnación, se explica bien que no se hayatenido noticia alguna de su existencia durante casi tres siglos, ysobre ese particular remitimos al lector al Apéndice séptimo.

3o lbid., p. 233, 230, 239-240, 241.3L lbid., p. 242-244.t2 lbíd., p. 217.

Page 209: 117238026 Destierro de Sombras

APENDICE QLTIN'IO

ANÁL]SIS]"[,}ÍATICO DE LAINI;ORXIACIÓN DE 15J6

Page 210: 117238026 Destierro de Sombras

ADVERTENCIA

Reunimos en este apéndice, baio epígrafes de ternas selectos' Ias re'

ferencias textuales mtis pertinentes'dá l¿-Información de y.56 rela''tiva.s a ellos. En ciertos casos es ineuitable la tepeticíón por Ia co¡u

curtencía de mds de un tema en algunos de los textos citados.

Page 211: 117238026 Destierro de Sombras

I

Lo RECTENTE, EN sErTIEN{BRE DE 1556, on l¡ oEvocIóN y cut,To DE LA

I\ÍAGEN DL GUADALUPE DEL TEPIi\'AC

l. Primer denunciante. Bustamante dijo "...que le parccía qucla devoción que esta ciudad ha tomado en una ermita c casa clc

Nlrestra Señora, que han intitulado de Guadalupe ...", p. 215.2. Testimonio de |uan de Mesa. Bustamante dijo que si el arzo-

bispo (N{ontúfar) "conociera la condición de los naturales, comoellos (los frailes), que ternía otro modo o orden aI pñncipio en estir

devoción desta ermita (del Tepeyac)...", p. 223.3. Testimonio de Juan de NIesa. Bustamante dijo "que si al prin-

cipio que esta deuoción se publicd, se tuviera cuiclado en saber clautor de ello. . .", p. 223.

4. Testimonio de Juan de Salazar. Oyó a Bustanrante "clccir, cnlo tocante a la devoción que se había torn,ado a Nuestra Ser-rot-a clc

Guadalupe.. ", p. 225-226.5. Testimonio de Juan de Salazar. Contestando la preeunta 6: que

la devoción guadalupana "se había contenzudo sin fundar]lellto'.p.227.Impiica que los testigos sabrían el comicnzo cle esa delocirin.

6. Testimonio de .|uan de Salazar. Preguntaclo por- el arzobispo si

"lra visto qtLe después que se lLa manifestado y cliurtlgado l'a clichadevoción de la dicha ermita de Nuestra Seilora de Grradalupe, havisto que han cesado..." ciertas fiestas y placeres ilicitos etcétcra.Respondió el testigo: ".. y que después acá que se diuulgó Ia dc-r.oción de Nuestra Señora de Guadalupe..." han cesado esas fiestasv placeres, p. 230-231 .

7. Testimonio de Juan de Salazar en la misrnl resl)uestr: tlue él"...vio de mucho tiempo a esta parte, así en el tiempo clel seiror'

arzobis¡ro pasado como del presente, ir mucha gcnte a las huertas..y que despué.s acd que se diuulgó la devociirn cle Nuestra Señora rlcGuadalupe, ha cesado mucha parte de lo que tiene dicho...", p. 23r)-

231. Se aclvierte bien: esa devoción no se divulgó en tiempo de Zu-márraga, sino en el de Montúfar.

8. Testimonio de Juan de Salazar en la misma respuesta: "Y quea lo que tiene entendido este testigo, que ha sido muy gran bien

Page 212: 117238026 Destierro de Sombras

q^A-IT EDMUNDO O'GORMAN

y mucho provecho para las ánimas haberse principiado la devociónde Nuestra Señora de Guadalupe..." en tiempo de Montúfar, p.231.

9. Testimonio de Francisco de Salazar. Que "dzspuis que esta de-voción está en la dicha ermita, se han quitado los paseos, etcétera",p.237. Los dichos paseos los había en tiempo de Zumárraga, perose suspendieron en tiempo de Montúfar cuando surgió la devocióncn la ermita del Tepeyac.

10. Testimonio de Alonso Sánchez de Cisneros. Qr. Bustamantedijo: "...y con esta devoción nueu& de Nuestra Señora de Guada-lupe, parecía que e¡a ocasión de tornar a caer (los indios) en loque antes habían tenido. ..", p. 242.

Comentario

Las palabras que hemos subrayado destacan el sentido de los tex-tos arriba transcritos como prueba de que la devoción y culto aNuestra Señora de Guadalupe en su ermita del Tepeyac se origi-naron en 1556. Confirma esa prueba la circunstancia de que nin-guna de las personas que intervinieron en la Información dieronmuestra de sorpresa acerca de ese particular ni nadie Io contradijo,y es importante hacer notar que no todos los textos se refieren aafirmaciones del padre Bustamante.

II

Lo REcTENTE, EN sErTTEMDRE DE 1556, on LA ApLrcAcróN pEL NoMBREGUADALUPE A LA IMAGEN DEL TEPEYAC Y A LA ERMITA

l. Primer denunciante. Bustamante dijo: "...qre la devoción queesta ciudad ha tomado en una ermita e casa de Nuestra Señora,que han intitulado de Guadalupe, es erl gran perjuicio...", p.2lú.

2. Testimonio de Gonzalo de Alarcón sobre los comentarios defray Antonio de Huete y fray Alonso de Santiago al sermón del ar-zobispo. Afirma el testigo que "...asimismo se dijo allí que yaque el Ilmo. señor arzobispo quisiese que, por devoción se fuesea aquella ermita, había de mandar que no se nombrase de NuestraSeñora de Guadalupe, sino de Tepeaca o Tepeaquilla...", p. 241.

Comentario

El primer texto da a entender Ia novedad en la aplicación delnombre Guadalupe a la imagen, y el segundo texro implica queese nombre para la ermita no estaba sancionado por tradición.

Page 213: 117238026 Destierro de Sombras

Lo REcTENTE, EN sEprrEt\{BRE DE 1556, pn r-,t ¡rrr.raucróNDE MILAGROS OBRADOS POR LA IMAGEN DEL TEPII,YAC

l. Primer denunciante. Busramante dijo: .,y que fuera bien ¿lprimero que dijo que [la imagen] hacía milagros le dieran cienazotes...", p. 216.

2. Segundo denunciante. Bustamante dijo: "y que ahora d.ecirles[a los indios] que una imagen pintada por un indio hacía milagros,que sería. . .", p. 217-218.

3. EI visitador denunciante. Bustamante dijo: ... ..y que, vistoahora lpor los indios] que aquella imagen hacía milagros...-',, p. Zlg.

4. El visitador denuncianre. Bustamante dijo: ,,...y que si-aI pri-rnero qwe salió con este milagro lo azotaran y castigaran, no ainiera[la devoción] al estado en que esrá...,,, p. 2lg.

5. Testimonio de Juan de Saiazar. Responde por la afirmativala pregunta 5 del interrogatorio, tal comb en eilu se dice, a sa-ber, que Bustamante dijo: " ...y que ohora cl.ecitles [a los indios]9ue^_1na imagen pintada por un indio hacía milagros, que sería...'lP. 227.

6. Testimonio de Marcial de C.ontreras. Idem, p. 222.7. Testimonio del bachiller Puebla. Bustamanre dijo: ,....que

fuera bien que al primero que Io inuentó fque la imagén hacía milagros] le dieran ciento o doscientos azotes',, p. Zgb.

8. Testimonio de Francisco de Salazar. Id.ám., p. 227.

Comentario

Es obvia la implicación en esos rextos de la novedad en la atri-bución de_ milagros a la imagen; de la ignorancia en que a ese res-pecto estaban ios indios, y de la supercheria de quien lo había in-ventado y propaiado, recientemente, se entiende.

epÉNolcn, eurNTo

III

245

LA II,IAGEN I.UE PINTA-DA POR UN INDIO Y ES OBRA RECIENTE ENSEpTTEMBRE o¿ 1556

^ 1. Ef primer denunciante, p.215; el segundo denunciante, p. Zl7-218; el interrogatorio, p.220; resrimonio áe Juan de Salazar, p. ZZI;testimonio de Marcial de contreras, p. 2BZ; testimonio de Fráncisco

Page 214: 117238026 Destierro de Sombras

246 EDMUNDO O'CORMAN

tle Saiazar, p. 236. Todos afirman que Bustamante aseguró que lairnagcn había sido pintada por un indio.

2. 'Testimonio de Alonso Sánchez de Cisneros. Bustamante dijoque "...era una pintura que habia hecho Nlarcos, indio pintor...",t, o-19

3. T'estimonio de Juan de Masseguer. Bustamante dijo: "...quevienclo agora el gran concurso de la gente que va allá a la famacle aquella imagen pintada ayer de un indio hacía milagros, que eratornar. . .", p. 250.

Comentario

A nadie exuañó que el padre Bustamante hubiere atribuido lairnagen al pintor indio llamado Marcos, y sería de esperar que siesa noticia le caía de nuevo al arzobispo, éste habr'ía llamado adeclarar a esc pintor. Si no lo hizo, sus razones tendría. Revisteparticular importancria el testimonio de N{asseguer, porque no sóloconlirmó el dicho de los otros testigos, sino que aclaró que, segúnBustalnante, la pintura de la imagen fue ejecutada en fecha mul'próxima pasada a septiembre de 1556.

I-A FALTA DE ITUNDAMENTo DE te orvocróN y culTo A LA IMAGEN DEL

TT]PEYAC

l. [,] segundo denunciante. Bustamante aclaró que otras devocio-nes a imágenes de la Virgen, conlo era la cle Loreto, tenían grandesprincipios, pero "que ésta fla de Guada]upe del Tepeyac] se leaan-tó sin fundamento" que estaba admirado de eso y en ello "cargó Iamano. . .", p. 218.

2. El ir.rterrogatorio. Pregunta 6: si Bustamante Cijo "que la dichadevoción de Nuestra Seilora de Guadalupe se había comenzado sinfunclarnr"nlu ulguno, ])orquc datlo que en oiras partes a imágenesparticulares se tellga devoción, corno a Nuestra Señora de l,oreto ya otras, éstas habían llevaclo ¡pan fundamento", p. 220.

3 Los testigos Juarr de lfesa, p.227; el bachiller Puebla, p.234,y Alvar Gómez de León, p. 246, contestaron la pregunta 6 del in-terrogatorio en la ;rfirmativa.

4. f'estimonio de l-rancisco de Salazar. Contestando la sexta pre-gurrta clijo: "que lo que sabe es que eI fundamento que esta ermitatiene, dende su principio, fue el título de Ia L[adre de Dios" y queeso es lo que ha provocaclo la devoción a la ermita, devoción que "leparcce fu,ndarnento bastante para sustenttr la dicha ermita..." pero,

Page 215: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDIcE eurNTo 217

no sin aclarar, que esa devoción se rinde a la imagcn de Guadalupc'p. 237.

Comentario

Los textos registrados bajo los números I a 3 acusan el alegatodel padre Bustamante en contra de la pretensión del arzobispo (ex-

ternada en su serrnón) de legitimar la devoción y culto a la imageudel Tepeyac equiparándola a imágenes de la Virgen que gozabande una tradición del origen sobrenaturai de las mismas. Es asi, en-

tonces, que la gran importa¡rcia de esos testimonios es su denunciadel grave defecto que aquejó y ensombreció al guadalupanismo me-

xicano desde su origen y a lo largo de su primera etapa histórica(1556-1648), la causa, como tendremos ocasión de ver, de la decaden-

cia de la devoción a la imagen del Tepeyac después de agotado su

inicial fervor y, no rnenos, de su renacimiento al admitirse y divul-garse como suceso histórico el relato de las apariciortes.

El último texto, el del testimonio de Francisco de Saiazar, tam-bién se refiere al problema de fundamento de la devoción y cultoguadalupanos, pero no de la imagen sino de la ermita, 1' lo curiosoes que €n ese testimonio se le reconoce como título primitivo el de

Ia IVIadre de Dios, aunque más adelante y sin mediar explicaciónninguna aparece la sustitución de aquel título por el de Guadalupe.

r-A REcIENTE p¡.vocróx .c i.lloolr DE LA I\'IAGEN DEL TEPEYAc

l. Testimonio de Juan de Salazar. Bustamante dijo: "...que te-

nía entendido que en la romería que a la dicha iglesia lla ermita]se hacía se cometían ofensas a Di,os nuestro señor. ..", p. 226.

2. El mismo testimonio. Después de decir que con la devoción a

la imagen del Tepeyac han cesado paseos a las huertas y placeresilícitos añade: " . . .y ya no se platica otra cosa en la tierra, sinoes ¿dónde queréis que vayamos? Vamos a Nuesra Señora de Guada-lupe; que le parece a este testigo que estd en Madrid que dicen:vamos a Nuestra Señora de Atocha, y en Valladolid, a Nuestra Señoradel Pardo. Añade que los que van a la ermita "hallan continua'mente misas que los fieles y devotos mandan decir, y algunos díasde fiesta, sermones", p. 231.

3. Et mismo testimonio. El supuesto "milagro" que dice haberpredicado el arzobispo "...es que muchas señoras de este puebloy doncellas, así de calidad como de edad, iban descalzas y con sus

bordones en las manos a la dicha ermita de Nuestra Señora, y quc

Page 216: 117238026 Destierro de Sombras

248 EDMUNDo o'coRMAN

asi este testigo lo ha visto porque ha ido muchas veces a la dichaermita de que este testigo no poco se ha mzrauillado, por habervisto muchas viejas y doncellas ir a pie con sus bordones en lasrnanos, en mucha cantidad a visitar la dicha imagen", p. 229.

4. Testimonio de Francisco de Salazar. La devoción a la imagenes de gente de la ciudad "y de fuera de esta ciuclad". Y añade que"estando este testigo en la dicha ermita, españoles como naturalesha visto entrar en ella con gran devoción y a muchos de rodillas,dencle la puerta hasta eI altar donde está la dicha imagen de Nues-ra Señora de Guadalupe". Más adelante dice que "de presente estetestigo ha visto que toda la plática y conversación que en esta ciu-dad se trata entre los devotos de la l\{adre de Dios, solamente es

que vayan a rezar y encomendarse a ella; y lo tienen por devociónmuchos ir a caballo v otros a pie, y en ello hay muy gran conti-nuación en la distancia de camino que hay dende esta ciudad a ladicha ermita, porque aIIí oyen serrnones y misas; y no solamente laspersonas que sin detrimento de su edad y sin vejación de su cuerpopueden, van a pie, pero mujeres de edad rnayores, y enfermos, conesta devoción van a la dicha ermita. Añade que también "los niñosque tienen entendimiento" importunan a sus padres que los llevena la ermita, p. 237-238.

5. Testigo Alvar Gómez de León. Dijo que una vez que fue a laermita "topó muchas señoras de calidad que iban a pie y otras per-sonas, hombres y mujeres de toda suerte, a la ida y a la venida, yque allí vio dar limosnas hartas... y que le parece que es cosa

fla devoción a la imagen del Tepeyac] que se debe favorecer y lle-var adelante, especial que en esta tierra no hay deaoción señaladadonde Ia gente haya tomado tanta deuoción". Aclara que con ese

motivo ha cesado Ia costumbre de ir a las huertas a divertirse, yque en la ermita sólo est¿t la gente "en contemplación" delante dela imagen "de Ia menera que aan en Madrid, a Nuestra Señorade Atocha. . .", p. 247.

6. Testimonio de Juan de Masseguer. Dijo: "...qrre todo el pue-blo a una tiene gran devoción en La dicha imagen de Nuestra Seño-ra que está en la ermita y la van a visitar con gran frecuencia degente y devoción con que va a visitar a Nuestra Señora de todogénero de gente, nobles ciudadanos e indios, aunque sabe que al-gunos indios han atibiado en la dicha devoción, porque los frailesse lo han mandado. ..", p. 249.

Comentario

Prueban estos testimonios, primero, lo reciente y novedosa queera la fecha (septiembre de 1556) Ia devoción que se le tributaba

Page 217: 117238026 Destierro de Sombras

APENDICE QUINTO 219

a la imagen del Tepeyac, y revelan, por tanto, que antes no lahabía. Pero, segundo, muestran el g:ran fervor con el que se expre-saba esa devoción, pero no sólo por su novedad, sino principalmen-te porque en la imagen mexicana de Guadalupe se veía la ciaramanifestación de un especial favor divino concedido a la Nueva Es-paña y en nada inferiór al que gozaba España con el culto de ve-neradas imágenes de Nfaría, y particularmente la corte con el de leimagen de la Virgen de Atocha. Nada, pues, tenían ya que envidiarlos novohipanos a los peninsulares a tan honroso como trascendentalrespecto. Es importante advertir, entonces, que la inicial y fen'orosadevoción a Ia Virgen del Tepeyac, de la que dan tan vivo testimoniolos textos arriba transditos, no fue inspirada -como pretenden al-gunos historiadores aparicionistas- por el supuesto origen sobrena-tural de aquella imagen, portento acerca del cual no hay el menorindicio en las declaraciones testimoniales motivo de este comentarioni en todas las constancias del expediente de 7a Información.

Nótese, además, que esos testimonios lo son de haberse ya esta-blecido en su fecha -nor intervención clel arzobispo Nfontirfar-un culto formal en la eimita donde la imagen tenia iu altar y clon-de se celebraban misas y se predicaban sermones.

Tiene especial interés advertir la índole fundamentalmente exter-na de la devoción de la que hablan los testigos, en nada distintaa las expresiones de piedad tradicionales españolas, el blanco de lacrítica por parte de quienes, en la península y bajo la influcnciade Erasmo, pretendían reformar el catolicismo con la instauración deuna piedad de inspiración interior tan contraria al culto a las imá-genes y tan enemiga de las prácticas externas y supersticiosas queen su torno habían proliferado, y el pretexto, por otra parte, parilla explotación de los fieles y d.e romerías nadi edificantes pot l"ocasión que propiciaban para ofencler a Dios.

Por último, si, ciertamente, dos testigos mencionan a los indiosentre los devotos que asistían a la ermita, no cabe la menor dudaque no se hace ningún hincapié a ese respecto, de manera que iadevoción cle Ia que tanto se enorgul.lecen los declarantes de lostextos arriba transcritos, realmente se refieren a los colonos de es-

tirpe española y en particular a los vecinos de la ciudad de México.

VII

ü rscÁNoero eun pRo\¡ocó r,r, srnrnróN DE BUsrArrANTE, rr LA cAUSA

l. EI interrogatorio. Pregunta 13. "Si sabe que en muchos de losque estuvieron en el sermón del dicho provincial h.ubo grande es-

cdndalo en ellos y en toda la ciudad, porque decían que su prelado

Page 218: 117238026 Destierro de Sombras

250 EDN{uNDo o'GoRrrAN

Ies anintaba a Ia deuoción de Nuestra Señora, y el dicho prouincialse Ia r1uitabd. .", p. 221 .

2. Testimonio cle Juan de Nfesa. Dijo "que ha oíc1o clecii' clueclespr-rés de concluso el sermón [el de Bustamante] que hubo e.scán-rlalo y corrillos de gentes y que ha oído murmurar de lo que pre-dicri el dicho provincial, y que a Bustamante, clórigo, le oyó clccirque parccía o era contrario a lo que su señoría reverendisirna ha-bía lrredicado. . .", p. 224.

3. Testimonio de Juan de Salazar. Dijo que "a io que a estetestigo lc pareció, que algunos vecinos desta ciudatl, que estabanjunto a este testigo oyendo el dicho sermón, se cscantlalizaban ytuvieron pena de lo que el dicho provinciai decía, porqu¿ preten-dían ser devotos de lrluestra Seirora. . . y que, después cle salidos de I

dicho sermón, oyó decir este testigo a muchas personas que no leshabía parecido bien flo que predicó Bustamante) por lnber tocadoen la deaoción de Nuestra Seírora de Guatlalupe...", p.227-

4. Testirnonio de Marcial de Contreras. Dijo "que en la ciudadlny gran escrintJalo, a lo que este testigo ha oído, de lo que el dichoprovirrcial predicó. . ", p. 232.

5. Testimonio del bachiller Puebla. Dijo: "que es verdad que allíen la iglesia y después en la ciuda¿l ha habido grande escdndalosobi'e las cosas que el dicho provincial predicó. ..", p. 235.

6. T'estimonio de Francisco de Salazar. Dijo: "...que este testigovio, en muchas personas, que recibieron esctindalo con las palabrascitre el clicho provincial dijo...For haber contradicho una deuocióntan grande que esta ciudad tiene [a Nuestra Seirora de Guadalupe]y a ella sc rnueve todo el pueblo...", p. 238.

7. Testimonio de Gonzalo de Alarcón. Preguntando "si sabe queen esta ciudad ha habido grande escándalo por un sermórr que pre-dicó fray Francisco de Bustamante, provincial de San Francisco, con-tra la tk:uoción de Ia dicha ermita. Dijo que éste que declara noestuvo en el dicho sermón, pero que a muchas personas de las prin-cipales y a oidores ha oído tratar y tratado con ellos del dicho ser-món. y todos los que de ól han tratado y trataban, les pareció muymal 1, que r?o cran palabras las que dijo que se habían de decirespecialmente en púlpito, porque se alteraron las personas más prin-cipales que estuvieron en el dicho sermón", p. 241-242.

8. Testirnonio de Alonso Sánchez de Cisneros. Dijo: "que vido es-

tar confusos la mayor parte de los que oyeron el sermón, de haberoíclo lo que trató fBustamante) tocante a la deuoción de la dichaermita. . .", p. 241.

9. Tcstimonio de Alvar Gómez de León. Dijo: "...que a muchoso1,ó decir que predicó lBustamante] bien en la cosas de Nuestra Se-ñora y que en lo demás que predicó cerca de quitar Ia deuoción de/¿ dicha imagen [la de Guadalupe] dicen que lue muy desacatado

Page 219: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDrcE eurNTo 2rlcontra su señoría reuerendísim¿".." trlás adelante dice que Busta-mante predicó de muy alta manera acerca de la Virgen antes de re-ferirse a la imagen del Tepeyac, pero "que en contraclccir Ia cleuo-ción de la dicha imagen de Nuestra Señora de Guaclalupe, le parecióque se desacataba algo contra su señoría revercndísima. . ", t¡. Zl7.

10. Testimonio de Juan de Masseguer. Qrrc Bustantante había pre-dicado "un sermón maravilloso y divino" acerca cle la Virgen, pero"por mostrarse después contra Ia deuoción de la dicha imagen deNuestra Señora [de Guadalupe) lrubo gran escándalo en el audito-rio y lo ha habido en la ciudad...", p. 249.

Conte ntario

A la vista de esos testimonios es indubitable que el ser.món de fra,¡Francisco de Bustamante provocó gran escándalo que trasccr-rclió :rtoda la ciudad, y de ellos resulta claro que la causa principal fueia oposición del predicador a la devoción que se le tributaba a laimagen del Tepeyac, aunque también, en par-te, por consiclerarseque el provincial fue irrespetuoso con el arzobispo. pcro lo que inte-resa subrayar es que los testigos no tuvieron ocasión más propiciapara referirse airados y específicamente a la afirmación del predicu-dor acerca del origen de la imap;en como obra de un pintor indígena,porque es obvio que no habría motivo más grave cle esc¿indalo enel caso de que hubiere la creencia en el origen sobrenat_ural clela imagen, según lo pretenden los historiadores aparicionisras. euedeal lector Ia inevitable consecuencia del elocuente silencio al respec-to en las declaraciones de los testieos. Del dicho de éstos resulta porsí solo eviclente, en cambio, el enorme apego que enronces se letenía a Ia imagen del Tepeyac.

VIII

r.A oposrcróN DE Los FRANcIScANos A LA o¡ivocróx A LA rltAcENDFL TEPEYAC

l. A lo largo de todo el expediente se da noticia de que Bus-tarnante se opuso en su sermón a la devoción de la imagen de Nues-tra Señora de Guadalupe del Tepeyac, peto concreta¡ientc y sóIorespecto a los indios. Argumentó que, al asegurar el arzobispo queesa imagen obraba milagros, Ios naturales la tend.rían por sir Dicsy que la adorarían conTo cosa y no por lo que representaba. lln sum;r,que aquella devoción era enormemente perjudicial para los natu-rales porque adorarían a la imager] como solían acroiar a ros simu-

Page 220: 117238026 Destierro de Sombras

252 EDMUNDO O,GORMAN

lacros de sus antiguos dioses. Ei arzobispo fomentaba, pues, el regresoa las antiguas prácticas y creencias idolátricas de los indios y des-truía así ia labor de los misioneros. No hace falta t¡anscribir lostextos de la Información que dan testimonio de ser ese el argumentoesgrimido por el padre Bustamante en su sermón y bastará remitira las correspondientes afirmaciones contenidas en las tres denuncias,p. 215-216, 217-218,218-219; en el interrogatorio, pregunra b, p. 220;en ]os testimonios de Juan de Mesa, p. 224, de Juan de Salazar,p. 226, de Marcial de Contreras, p. 232, de Francisco de Salazar, p.236 y de Alvar Gómez de León, p. 245 y 24G.

2. Testimonio de Gonzalo de Alarcón. Da cuenta de la opinióndel franciscano fray Alonso de Santiago acerca de la devocióñ a Iaimagen del Tepeyac promovida y fomentada por el arzobispo en susermón. A. Le parecía que estaba mal, "porque viendo los dichosindios que se hacía tanto caudal de la imagen de Nuestra Señoracle Guadalupe, que sería escandalizarlos, porque creerían que eraaquella la uerdadera Nuestra Señora y que la adorarían, porque an-tiguamente ellos solían adorar ídolos y que era gente flaia. B. perofray Alonso ofreció otro argumento fundado en el capítulo 13 delDeuteronomio aplicable al caso y a ese efecto le dijo al testigo:"lVfira que dice aqui solamente habemos de adorar y senLír a Nues-tro Señof', p. 241.

3. Testimonio de Alonso Sánchez de Cisneros. Se refirió tambiéna la opinión de fray Alonso de Santiago quien dijo: .'no estar enlo hecho de la dicha devoción, y que para ello sacó un libro paraprobar su intención en que a solo Dios se le debe adoración...,,,P. 244.

4. Testimonio de |uan de Masseguer. Relata su conversación conun fraile fi'anciscano- a quien ," reJi".e como fray Luis. El testigole dijo a ese fraile que iba a visitar a Nuestra Señora de Guadalupeen busca de la curación de una hija, a Io que respondió el religioso:"déjese de esa borrachera, porque es uno deaoción que nosotros to-dos estamos mal con ella". Explicó que no quería quitarle la devo-ción al testigo, pero añadió que "de verdad os digo qtre antes meparece que ofendéis a Dios que no ganáis mérito, porque dais malejemplo a estos naturales". En réplica el testigo adujo el ejemplode la devoción a Nuestra Señora de Monserrate, "donde va muchagente y allí hay lámparas de su santidad y de su majestad y del reyde Francia y del rey de Inglaterra y de otros señoreJ muchos". Con-testó el fraile "que no se podía quitar las devociones de cada uno,pero que no estaba aquello aprobado, sino que todo venía del cielo".El testigo estrechó al fraile para que le dijera si la devoción a laimagen del Tepeyac "si es buena o si es mala", a lo que respondióel franciscano: "digo que mtis ofendéis a Dios que no le servís, poramor a estos naturales", p. 248-249.

Page 221: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDrcE eurNTo 2i¡3

Comentario

Se advierte que son dos motivos de Ia oposición franciscana a ladevoción a Ia imagen del Tepeyac: uno, ciicunstancial e inmediato,el relativo a la salud espiritual de los indios de la Nueva España; elotro, universal y mecliato, el ¡elativo a la inconveniencia de la de-voción a las imágenes por cuanto autol-izaba y fomentaba un cen-surable culto de latría por no estar dirigido a Dios, el acreeclor úni-co a Ia adoración de los hombres.

El padre Bustamante se cuidó, al predicar su sermón, en no insis-tir en ese segundo motivo, pero no cabe dudar que participaba e¡rla opinión tan expresamente exteriorizada por fray Alonso de San-tiago. Y aquí es de notar que esa opinión se vincula directamentea la tendencia reformista del catolicismo español rle que hicimosmérito en el comentario al núm. vr de este apéndice. En suma,puede co¡rcluirse que en el fondo de la polémica guadalupana en-tre el provincial franciscano y el arzobispo dominico, todavla alient¿el frustrado empeíro del grupo de eminentes españoles que pugn¿-ron por desterrar la tradicional, supersticiosa y externa piedad me-dieval española para sustituirla con la piedad de espiritualidad inte-rior postulada por Ia Philoso.phia Clwisti de la que Erasmo fue el másilustre vocero.

Page 222: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDICE sExTo

FECHA EN QUE SE DiO CUENTA A LA CORTEDEL CULTO GUADALUPANO DEL TEPEYAC

Page 223: 117238026 Destierro de Sombras

Hemos llamado la atención a la insólita circunstancia de que el ar'zobispo Montúfar no hubiere dado cuenta a la corte de la ereccióncanónica que hizo de Ia ermita del Tepeyac ni del culto y especta-cular devoción que allí se rendía a la imagen guadalupana. Es desuyo interesante, por otra parte, tratar de determinar cuándo y conqué motivo recibió el rey por primera vez una relación acerca deesos particulares. Para lo uno y para lo otro hacemos valer las si-

guientes consideraciones.l. En los muchos, extensos y muy pormenorizados informes del

arzobispo Montúfar que hemos podido consultar no hay, no se digarelación, pero ni siquiera alusión al asunto, y de haberlas, sería

en alguna de sus cartas de fecha cercana a la de su intervención enaquellos sucesos.l

2. No faltará quien objete la lndole meramente negativa de ese

argumento, pero a reserva de presentar en seguida otras considera-ciones y algunos datos que lo purgan de esa deficiencia, no estaráde más traer a cuento la admiración que le causó a un autor aPa'ricionista tan connotado como lo es el padre fray Fidel de JesúsChauvet el "curioso y extraño silencio", dice, que existe sobre el"culto tan notable en el siglo xvf' que se le rendía a la imagendel Tepeyac.2

3. Hasta donde hemos podido averiguar, Ia primera mención quese le hizo al rey sobre dicho culto se halla en la violenta cartaque le fue dirigida por el deán y cabildo de la Iglesia de Nféxico,en queja de la codicia, soberbia y arbirariedad del arzobispo Mon-túfar, fechada en México a 14 de febrero de 1561.3 En esa comu-nicación se acusa al prelado de explotar en su provecho una mina,

1 En la carta del arzobispo Montúfar al Consejo de Indias, México, 15 .lemayo de 1556, donde el prelado se queja amargamente de los frailes francis'canos, se Iee el siguiente pasaje: "...e1 provincial de Sant Francisco sobre ciertaprovisión santísima que hice me dijo que él me había de pedir cuenta de lo quehacla y provela, en presencia del obispo de Tlaxcala..." Se refiere al provin'cial fray Francisco de Bustamante, y conjeturamos ser plausible que la "pro-visión santlsima" t lz que alude el arzobispo puede referirse a su intervenciónen apoyo aI culto y a la devoción a la imagen del Tepeyac, En tal caso laamenaza que le hizo el provincial la cumplió en su famoso sermón predicadoel dla 8 de septiembre de 1556.

2 Chauvet, E! culto guadalupano, p. 129, nota l.s EPistolorio, Dc p. 109-118.

Page 224: 117238026 Destierro de Sombras

258 EDMUNDo o'GoRrlrAN

y en el pasaje que aquí interesa $e asegura que disponía para ese

objeto "de mucha cantidad de dinero de Nuestra Señora, y es elcaso, aclaran, (lue media legua de esta ciudad está una ermita quese dice de Nuestra Señora de Guadalupe en la cual por ser muydevota se hecen muchas limosnas..."a Se advierte con claridad quelos quejosos se sinticron en la necesidad de dar noticia de la exis-tencia de la ermita y cle su culto, de donde se infiere que en hcorte nada se sabía acetca de ese particular.

4. Pero además tenemos una carta dirigida al rey por el arzobis-po don Pedro Nfoya de Contreras desde México a 25 de septiembrecte 1575.5 En ella se queja del virrey clon Martín Enríquez por nohaberle hecho entrega del duplicado de una cédula que le enseñó.Esa cédula, dice el prelado, es "acerca de la ermita de Nuesra Se-

ñora de Guarlalupe, media legua de México", y aclara que del te-nor de ese mandamiento "parece haberse hecho a vlrestra majestadsiniestra relación en la erección, renta, gastos y limosnas de aquellacasa..."6 Ahora bien, se trata sin duda de la cédula expedida enSan Lorenzo el Real a 15 de mayo de 1575 que motivó el conocidoinforme del virrey Enríquez sobre el origen del culto a la Virgende Guadalupe del Tepeyac,T mandamiento que, a su vez, fue moti-vado por las cartas de 12 de diciembre de 1574 y 24 de marzo de1575 enviadas desde Nféxico al rey por el jerónimo fray Diegode Santa lfaría venido a la Nueva España para informerse del ori-gen y demás pormenores de aquel culto.e ñs obvio, entonces, quela "siniestra relación" mencionada por el arzobispo Nlol'a cle Con-treras alude a los informes de aquel fraile. Pero si esa fue la causaque despertó en el rey el interés en tener noticias acerca de la er-mita del Tepeyac y de su culto, resulta que fue hasta l5i4-1575cuando por primera vez recibió una relación formal y pormenori-zada, aunque falsa, sobre el particular. En suma, para volver a nues-tra inicial afirmación, debe concluirse que el señor Nfontúfar -mu-rió en N{éxico el 7 de m tz.o de 1572- nunca rindió un informe rla corte sobre su conducta en lo tocante a la imagen y al cultoguadalupano del Tepeyac. Ya dimos la razón de tan significativosilencio; pero pensamos que no les será fácil a los historiadores apa-

4 lbid., p. l12. En respuesta a la acusación de los canónigos el rev expidiósu cidula, ]lladrid, 26 tle agosto de I56I, ordenando una averigttación, mism¡que se practicó en }Iéxico a partir dcl 7 de abril de 1562 con la toma dcldicho <Ie muchos testigos cuyas deposiciones resultaron muy adversas al alzo-bispo. I/dd. l'¡ancisco N{iranda, "Fray Alonso de trfontúfar y el culto sr¡adalu-pano" en Cer-rtro de Estudios Guadalupanos, A. C., Tercer Encuentro NacionalGuadalupano, N{éxico, Jus, 1979, p. 12-i9.

6 EPistolario, xr, p. 262-266.8 lbid., p. 2ffi.7 Cartas de Indias, r, p. 310.

8 El texto de esas cartas en Cuevas, Historia de Ia Iglesia en México, tt, p,

493-496.

Page 225: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDIcE sExro 259

ricionistas explicar por c1ué un tan notable culto como el que se

dice se inició en l53l -dejemos a un lado la magnitud clel procligioque lo originó- tuvo que esperar más de cuarenta años para que clc

él llegara relación a los oídos del monarca.

Page 226: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDICE SÉPTIIVTO

HALLAZGO Y DIVUi-GACIÓN DE I,AINFORMACIÓN DE 1556

EFEMÉRIDES SELECTAS GI'ADALUPANAS SIGLO XIX

Page 227: 117238026 Destierro de Sombras

El 24 de septiembre de 1556 se uerit'icó Ia úItirna diligencia de lainformación testimonial que mandó practicar eI atzobi-spo don frayAlonso de L[ontúfar con motivo del sermón antiguadalupano quepredicó eI 8 de septiembre de aquel año fray Francisco de Busta-

mante. Durante cast, tres siglos no se tuvo notícia ni de la existen-

cia ni del contenido del expediente de esas diligencias' que se cono'cen y citon como Ia Información de 1556'

l. 1846, abril 30, Pocos meses antes. Don-fosé Fernando Ramírezvisitó aI arzobispo de lt{exico, doctor don Manuei Posada y Gar-duño, unos meses antes de su fallecimiento (30 de abril de 1846).

Conversaron acerca del origen de la imagen de Guadalupe del Te-peyac. El arzopispo puso su mano sobre un expediente que teníaen la mesa y le dijo a Ramírez: "lo que hay de cierto acerca deeste asunto se contiene en este pequeño expediente, ¡>ero no hasde verlo tú ni otra persona alguna", y en seguida mandó depositar eldocumento en el archivo reserv'ado cle la secretaría de la mitra.l Se

trata, por supuesto, del expediente de la Información de 1556.2. 1846, abril 30. I\furió en México el arzobispo Posada v Gardr.r-

ño. Sede vacante hasta el 20 de septiembre de 1850 en que fue pro-movido a la mitra de México don Lázaro de la Garza v Ballesteros.2

3. 1846-1848. Durante la sede vacante del arzobispo Posada (1845,abril 30 - 1850, septiembre 20) el doctor don José Brauiio Sasace-ta, arcediano de la catedral, encontró en el archivo de la cateclral"el expediente mandado guardar por el señor Posada", es decir el dela Información de 1JJó. No pudo leerlo bien por la antigüedadde la letra, pero "infirió ser contra la llamada historia guadalupana,y que, habiéndolo llevado a su casa, le tuvo muy oculto en ellamás de veinte años".3

r José María de Agreda y Sánchez, "Carta a los cdito¡es" de la Inlormaciónde 155ó, l\{éxico, 2 de marzo de 1888, ¿id. nrlm. 37. Explica Agreda quc supode la visita de Ramfrez al arzobispo Posada y de lo que en ella aconteció porhabérselo comunicado el licenciado José Guadalupe Arriola, "que lo oyó de laboca del señor Ramirez, su paisano y amigo".

2 Bravo Ugarte, Diócesis, p. M.3 Agreda y Sánchez, 'Carta...", op. cit., supra, notz l. Para la fecba alterna'

üra de este r€Bistro z!d, núm. ll.

Page 228: 117238026 Destierro de Sombras

EDNÍUNDO O,GOR}ÍAN

4. 1850, septiembre 20. El doctor don L:ízaro de Ia Garza v Ba-llesteros fue promovido a la mitra de l\Iéxico. Tomó posesión eill de febrero de l85l.a

5. 1852. Francisco Javier Conde y Oquendo, Disertacíón histórícasobre la aparición de Ia portentosa imagen de María Santísima deGuadalupe de L[éxico, Imprenta de la Voz de la Religión, .1852.

6. 1853. Francisco de P. Ruiz de Conejares, La marauillosa apa-rición de Santa María de Guadalupe, o sea Ia Virgen Mexicana, }J.é-xico, Impreso por R. Rafael, lB53 (Poema en octavas reales).

7. 1862, marzo 11. Barcelona. I\furió en el destierro el arzobispoLázaro de la Garza y Ballesteros. Sede vacante hasta el 19 Ce marzode 1863.5

8. 1863, matzo 19. El doctor don Pelagio Antonio Labastida yDávalos promovido a la mitra de México. Tomó posesión el 6 dejulio de 1863.e

9. 1866. Luis Becerra Tanco, Felicidad de México..., NIéxico,Imp. de Murguía, 1866.

10. 1867, febrero 5. El arzobispo Labastida emprendió viaje aRoma para asistir al Concilio Vaticano I (1869-1870). Regresó a Mé-xico en 1871. Durante la ausencia del prelado gobernaron la mi-tra el deán doctor N{anuel Nforeno y Jove y el canónigo doctordon Eulogio NIaría Cárdenas.

ll.1869. El arcediano José Braulio Sagaceta refirió a don JoséN{aría de Agreda y Sánchez que habla sustraído del archivo la In-formación de 1556; que la tenía en su casa desde hace "más deveinte años"; que quería entregar el expediente a los gobernadoresde la mitra, y que para ilustrarlos sobre el contenido del documen-to quería que yo (Agreda) "se lo leyese después de verlo detenida-mente" (Una aclaración cronológica: si Sagaceta refirió lo anreriora Agreda en 1869, lo probable es que debió llevar a su casa el refe-rido expediente entre 1846 y 1848, según que lo hubiere retenidoen ella 21,22 o 23 años. Así se explican las fcchas que asignamosal número 3).

Prosigue el relato de Agreda. Dice que "al cabo de un mes" leinformó a Sagaceta sobre el contenido de la Información y queéste entregó el documento a los gobernadores de la mitra y les co-municó el informe verbal de Agreda.

"Pasado otro mes o algo más", Sagaceta puso de nuevo en manosde Agreda el expediente y le explicó que los gobernadores requeríanque hiciera un exracto. Transcurrido un mes, Agreda devolvió eldocumento a Sagaceta con el extracto, y éste entregó ambas cosasa los gobernadores.

4 Bravo Ugarte, Diócesis, p. 65.6 lbid.6 lbid.

Page 229: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDIcE sÉPTIrro 265

Refiere Agreda a continuación que "después" (suponemos que to-davía es el año de 1869, pero podría ya ser el de lE70) encontrófrente a la catedral al padre Andrés Artola,? quien le refirió quelos gobernadores le habían pasado el expediente de la Informacióny le manifestó que, en su concePto, "era la prueba más terminantecontra la llamada historia guadalupana y que, Por eso, "suspendía

el proyecto de escribir un comPendio de historia eclesiástica mexi-cana que sirviese de texto en los colegios del clero de nuestra Re-

pública".Sigue relatando Agreda que 'rno había pasado mucho tiempo" cuan-

do Sagaceta le pidió que hablara con el padre Artola Para que di-suadiera al deán Nforeno y Jove del propósito de imprimir la 1¿-

formación de 1556, supuesto que contenía noticias acerca de cuándoempezó el culto guadalupano y sobre el origen natural de la imagen.

Agreda dice que cumplió ese encargo y que el padre Artola disua-

dió a N{oreno y Jove de realizar aquel propósito.812. 1871, mayo 19, después de. Los gobernadores cesaron en su en-

cargo e hicieron entrega de la Información al arzobispo Labastida(Había regresado a tr{éxico en esa fecha).

13. 1871, segunda mitad (?). Refiere Agt'eda que el padre Artoladio noticia de la Inf ormación a don Joaquín Garcia Icazbalceta; queéste la comunicó, a su vez, a don José N aría Andrade, quien obtuvodel arzobispo el préstamo del expediente original. García Icazbalce-ta y Andrade (José María) examinaron el documento y de segurosacaron copia antes de devolverlo. Añade Agreda que otras Personas"notables por su ilustración y piedad" se enteraron de \a Informa-ción, pero que se abstiene de dar los nombres "y de decir cuái fueel juicio que de la misma se formaron".e

14. Retengamos, entonces, que en torno a la seguncla mitad delairo de l87t un grupo selecto de historiadores y eruditos supieronde la existencia de la Información y de su explosivo contenido.

15. 1875. Servando Teresa de Mier, Cartas del doctor fray Servan-

do Teresa de Mier al cronista de Indias, doctor don Juan BautistaMuíroz, sobre Ia tradición de Nuestra Señora de Guadalupe de IIé'xico, escritas desde Burgos. Año de 1797, Nléxico, Imprenta cle "ElPorvenir", Calle del Calvario, número 7, 1875. Carece de prelimi-

? EI padre Andrés A¡tola, S. J., procedente de Espaira, su patria, llegó a Mé-xico en 1866. Regresó a Europa en busca de auxiliares para la provincia jesuí-tica, y entre los que trajo estaba el padre Esteban Antlcoli, conuotado defcnsorde las apariciones guadalupanas, Desterrado con otros jesuitas, regresó a N{éxicoen 1878 y en 1885 volvió a España donde murió el 23 de mayo' Fue rnuy afi'cionado a la historia y trató en México a muchos eruclitos mexicanos. Diccit¡-nario Porrúa.

8 Agreda y Sánchez, "Carta...", op. cit., supra, nota l.s Ibid.

Page 230: 117238026 Destierro de Sombras

266 EDMUNDo o'coRl"rAN

nares y de toda indicación acerca del editor y del original emplea-do. Es la primera edición de esas famosas "Cartas".ro No es impo-sible que detrás de esta publicación esté la mano del canónigo donVicente de P. Andrade. Con esta publicación se inicia la gran ofen-siva crítica y erudita contra la realidad histórica de las apariciones.

16. 1879. Servando Teresa de Nlier. l. El expediente de la causaformada por el arzobispo Núñez de Haro en contla de Nfier porsu célebre sermón guadalupano. 2. La "l\femoria" de don Juan Bau-tista N{uñoz sobre la Virgen de Guadalupe de México. 3 Las "Car-tas" de Nfier a Muñoz, en J. E. Hernández y Dávalos, Colecciónde documentos para, la guerra de independencia de México, t. tn,p. 5-l3l; 132-l4l; 151-223 (l\Iéxico, 1879). Nuevo empeño en divul-gar esos documentos antiaparicionistas, pues nada tienen que vercon la guerra de la independencia.

17. 1881. Joaquín García Icazbalceta, Don fray luan de Zumd-rrdga, primer obispo y arzobispo de México, México, Antigua Li-brería de Andrade y Morales, Impreso por Francisco Díaz de León,1881. Esta obra fue estimada como un ataque indirecto a la tradi-ción guadalupana, supuesto que el autor no dijo una sola palabraacerca de la intervención que se concede a Zumárraga en el prodigiodel Tepeyac.ll

18. 1883. Luis Becerra Tanco, Felicidad de México..., México,Litografía Española, 1883.

19. 1883, antes de octubre. El canónigo de la catedral de l\féxico,licenciado don José Antonio González, solicitó licencia eclesiásticapara imprimir una "apología de las apariciones de Nuestra Señorade Guadalupe". El arzobispo Labastida le pasó el manuscrito deesa obra a don Joaquín Garcia Icazbalceta para que emitiera suopinión sobre ella. García Icazbalceta se excusó, alegando que noera teólogo ni canonista. El arzobispo insistió y aclaró que pedíael parecer del historiador y que "se lo rogaba como amigo y se lomandaba como prelado". Cedió don Joaquín y procedió a obsequiarla petición del arzobispo, pero sin referirse a la obra del canónigoGonzález.l2 Tal el origen de Ia famosa "Carta" de que damos cuen-ta en seguida.

20. 1883, octubre. García Icazbalceta dirigió al arzobispo Labas-

10 El padre Mier no cscribió esas célebres cartas ni en Burgos ni en 1797,

sino en México durante su cautiverio en las cárceles de la Inquisición. Vid. Ser-vando Teresa de Mier, Obras eompletas. EI heterod,oxo guadalupano, introcluc-ción por Edmundo O'Gorman, México, Universidad Nacional Autónoma de N{e-xico, 1981, t. tIr, p. 59-88.

11 Juan B. Iguíniz, Disquisiciones bibliogrtilicas. Autores. Líbros, Bibliotecas.Artes gráficas, México, Fondo de Cultu¡a Económica, 1943, p. 197.

12 Noticias en la "Advertencia" de la "Carta guadalupana" de Garcla lcazbal-ceta. vid. nr1m. 68.

Page 231: 117238026 Destierro de Sombras

APENDICE SEPTI\ÍO 267

tida la carta -después tan célebre- con el resultado de sus inves'tigaciones históricas acerca de la tradición de las apariciones guada-lupanas. Como es de sobra sabido, el dictamen fue adverso a Ia

realidad histórica de esos portentos. Al concluir la epístola, don

Joaquín le decía al prelado gue los apologistas de la tradición sólole sirvieron para convertir en certeza las dudas que tenía a ese res-

pecto y que si había escrito sobre el asunto "ha sido, dice, porobedecer el precepto repetido de vuestra seíroría ilustrísima" y le ro-gaba con encarecimiento "que este escrito, hijo de la obediencia, nose presente a otros ojos ni pase a otras manos: así me lo ha prome-tido vuestra señoría ilustrísima".

Por vez primera se aduce en esta carta el testimonio de la Infor-rnación de 1556 cuyo texto recuérdese, conocla el autor desde 1871,

vid. supra, núm. 13.Pese a la reserva con que García Icazbalceta entregó Ia carta al

arzobispo, él mismo la dio a conocer a varios amigos suyos. La co-

nocieron, antes de publicarse, Francisco Sosa, Jesús Galindo y Villa,José María Andrade, Francisco del Paso y Troncoso, el carmelitafray José Marla de Jesús Trigo, Rafael Angel de la Peña, José Ma-ría Vigil, Luis González Obregón, Fernando Lspinosa y Agreda, elobispo don Ignacio Montes de Oca y Obregón y Nicolás León' Se

sabe que sacaron copia de la carta Agreda y Paso y Troncoso.l321 1884 [José Antonio González, canónigo]. Anónino, Santa Ma'

ría de Guadalupe, patrona. de los mexicanos. La i,terdad sobre laaparición de Ia Virgen del Tepeyac. Opúsculo escrito por X, paraextender eI culto y a.nxor a Nuestra Señora, Aprobación y licenciadel obispo de Guadalajara, 5 de febrero de 1884, prólogo por LuisGutiérrez Otero, Guadalajara, Tipografía de Ancira Hno., antiguade Rodríguez, 1884.

Esta obra contiene, p. 324-328, números 477-482, un breve extrac-to de Ia Informaci,ón de 1556. Aclara el autor que se lo franqueóun amigo suyo y que éste lo había hecho sobre una copia del do-cumento original. Sin duda esta obra es la misma para la cual elcanónigo González habia pedido licencia al arzobispo Labastida, aid.supra, núm. 19.1a

No puede considerarse esta obra de González como primera edi-ción de la Información de 1556, corno pretende el padre fray Fidelde Jesús Chauvet,ló pero si tenemos en ella el primer impreso enque se dan noticias del contenido de ese expediente. El autor ale-

13 Igrríniz, Disquisiciones, op. cit., p. 200-202.14 Sobre la identificación de este libro y el manuscrito que presentó al arzo-

bispo Labastid¿ en solicitud de la licencia eclesiástica, uíd. Iguiní2, Disquisicione;,op. cit., p. 20O, y Lauro López Beltrán, La protohistoria guadalupana, p.177,tr{éxico, Jus,1966.

1ó Chauvet, EI culto guadalupano del Tepeyac, p. 212.

Page 232: 117238026 Destierro de Sombras

268 EDNTUNDo o'c'oRMAN

ga que ese documento en nada se oPone a la tradición guadalupana'22. 1884. En este año nació la idea de pedir a la Santa Sede la

concesión de nuevo oficio y misa propia para la fiesta en honorde la Virgen de Guadalupe los días 12 de diciembre, "deseandoautorizar más y más la tradición de su maravillosa apatíción (Ál'bum de Ia coronacióttr, r, p. 84). La idea partió de don Rafael S.

Camacho, a la sazón maestrescuela de Ia catedral de Guadalajara'El verdadero propósito era obtener la enmienda del antiguo oficioque sólo contenía una declaración hipotética de la realidad histó-rica de la tradición de las apaliciones, lo que impedía invocar laautoridad apostólica en favor de esos prodigios en un momento enque, como vamos viendo, los eruditos los ponían en duda.23. 1886, septiembre 24. Los tres arzobispos mexicanos, México,

Nfichoacán y Guadalajara, elevaron preces al papa León XIII soiici-tando aprobara la coronación de la imagen guadalupana.lG

Por estas fechas, quizá un poco antes, la corona que ostentabala imagen guadalupana fue ciandestinamente borrada con el objeto,se supone, de que el ya estar coronada por agencia celeste no fueraimpedimento para la coronación que pretendían los tres arzobispos.

24. 1887, enero 23. Periódico El l,Iacional, artículo: "La reformaen la colegiata de Guadalupe". La imagen no debe coronarse Por'que Dios ya la había coronado. Oposición a las obras que se Pre-tenden hacer en la colegiata para la fiesta de Ia coronación.

25. 1887, febrero 8. Roma. Breve de León XIII concede y apruebala coronación de la imagen guadalupana.lT

26. 1887, marzo 19. Publicación de la carta pastoral de los tres

arzobispos. Se notifica al clero y a los fieles el breve de León XIIIy se anuncia que la coronación se llevará a cabo en diciembre de

ese año. La carta pastoral incluye el texto de las preces y del breve'l827. 1887, junio 19. Carta del padre don Antonio Plancarte y La-

bastida al obispo de Yucatán Carrillo y Ancona' Le dice que "eldía que publicaron en EI Nacional (23 de enero de 1887) que nodebía ser coronada la imagen porque Dios ya la había coronado,estaba yo meditando en esta singular teoría, cuando llegó el fotógra'fo con las pruebas de las fotografías que había sacado res díasantes (20 de enero) ante el cabildo, abierto eI cristal..." Añadeque fue entonces cuando advirtió que faltaba la corona; que corrióa decírselo al arzobispo; que "al día siguiente (24 de enero) fueronlos dos a la colegiata "y vimos, dice, que ni rastro de la corona",y entonces "el inirnicus homo" (alude al padre Vicente de P. An-drade) y compañeros circularon la especie de que Pina (el pintor)

16 Fortino Hipótito \eta, Colección de documentos eclesiásticos de LIéxico,Amccameca, 1887, t. I, p. 689-691.

17 Ibid., p. 691-69?.rB lbid., p. 689-695.

Page 233: 117238026 Destierro de Sombras

APE¡íDICE SEPTIT{O 269

y yo (Plancarte) la habíamos borrado. Conclu,ve afirmando bajo jura-mento que esos son los hechos.le Según esa carta, fue hasta ei 24de enero de 1887 cuando el arzobispo y el padre Plancarte supiei-onque Ia corona que ostentaba la imagen había desaparecido, pero sino intervinieron en ello no deja de ser sospechoso que nadie antesse los hubiera dicho"2o

28. 1887, agosto 28. Circular del arzobispo Labastida. Encarece alclero y a los fieles promuevan la coronación y aconseja que deben"combatir suave, modesta y prudentemente el engaño de algunos enatribuirnos miras muy ajenas de nuestro carácter y contrarias a lasque hemos expuesto los tres arzobispos en la carta pastoral clel 19de marzo último". Teme que no puedan concluirse las obras en lacolegiata para el mes de diciembre.2l

29. 1887, octubre 19. Edicto del arzobispo Labastida. Anuncia lasuspensión de la coronación hasta que se terminen las obras en la co-legiata.:z

En este año nueva edición de Luis Becerra Tanco. Feliciclatl. tleMéxico. .., N{éxico, N,furguía, 1887.

30. 1887. Servando Teresa de Nfier, "Cartas a Tuan Bar"rtista X{u-ño2", en Obras completas de! doctor..., t. rv, pub. por EleuterioGonzáTe2, Monterrey 1887.

31. 1887. Agustín de la Rosa, Disertatio historico-theologica deApparítione B.M.V. de Guadalupe, Guadalajara, Narcisi parga, 1887.Contiene el Nican mopohua, la obra de Becerra Tanco y la tr[aravi-lla de Cabrera.

32. 1887. José de Jesús Cuevas, La Santísima Virgen de Guada-lupe, opúsculo escrito For..., Nféxico, Imp. Círculo Católico, 1887.Obra dedicada al arzobispo, diciembre de lBB7. Sostiene la resis(p. 152-153) de que Ia corona de la imagen ha desaparecido poragencia divina; es un milagro. La Virgen manifiesta así que aceptala piedad y el amor de sus hijos mexicanos al permitir que se le

19 José Bravo Ugarte, Cuestiones históricas guadalupanas,2a. edición, Nfóxico,Jus,1966, p.99-100.

20 Quien tenga interés en iniciarse en el estudio de este extraordinario asuDtode la desaparición de la corona que ostcntaba la imagen guadalupana debeconsultar José de Jesús Cuevas, La santísima airgen de Guadalupe, N{éxico, I8B7;Gabino Chávez, Celeste y Terrestre o las dos coronas guadalupanas, Irféxico,1895; Alfonso Méndez Plancarte, "La corona enigmática en la pintura clel Te-peyac" en EI Universal, 1, 8 y 15 de octubre de lg45; Manuel Garibi Tortolero,"La co¡ona que todavía ostenta la sagrada imagen de la santísima Virgen deGuadalupc, es la misma con la cual se estampó en 153I" en la revista G:zidn,I? de diciembre de 1954, con un estudio foto$áfico de Alfonso Marcué Gonzá-iez; Bravo Ugarte, op. cit., supra, en la nota 19, y Aureliano Tapia Ilfónrlez, ,fosdA¡ttonio Plancarte y Labastida. Proleta y m.tirtir, ilIéxico, Jus, 1978.

21 Fortino llipólito Yera, Colección de d.oatmentos eclesiásticos, op. cit., t.rr4 p. 679-684.

22 Cale¡tdario del más antiguo Galuán, año de 1887.

Page 234: 117238026 Destierro de Sombras

270 EDMUNDO O,C,ORI\fAN

corone de nusvo. Quizá ese prodigio prepare otro: que despuésde coronada reaparezca la que tenía.

33. lBB7. Fortino Hipólito Vera, Tesoro guadalupano. Noticiade los libros, documentos, inscripciones, etc. que tratan, mencton&no aluden a Ia aparicíón y deuoción de Nuestra Señora de Guadalupe,2v., Amecameca, Imp. Colegio Católico, 1887-1889.

34. 1888, febrero 24. Traslado de la imagen a la iglesia contiguade Capuchinas mientras se hacían las extensas obras en la colegia-ta para la fiesta de la coronación.

35. 1888. Luis Becerra Tanco, Felicidad de México..., México,Imp. Círculo Católico, 1888.

36. 1888 [foaquín García Icazbalceta]. Anónimo, De B.M.V. AFFa-ritione in Mexico sub titulo de Guadalupe, exquisitio historica, sinpie de imprenta ni fecha.

Se trata de la traducción latina, parcial y deformada de la cartade García Icazbalceta al arzobispo, vid. supra,20. Sirvió de originaluna copia que poseía Francisco del Paso y Troncoso sustraída sub-repticiamente de su escritorio por el canónigo Vicente de Paul An-drade, y a éste y al padre Antonio Icaza se debe la versión latina,pésima. Fue Andrade quien dio a la estampa esa traducción conel título arriba registrado. Se sabe que fue impresa en 1888 en Mé-xico, imprenta de Epifanio Orozco, calle de las Escalerillas, núm.13. El propósito de Andrade fue üatar de impedir que se conce-diera el nuevo oficio y misa propia de la Virgen de Guadalupe, ya ese efecto envió ejemplares a los miembros de la Congregaciónde Ritos y a otras personas.23

37. 1888, marzo 2. Fecha de la carta de José María de Agreda yS¿l¡chez a los editores de la primera y tercera ediciones de la In-{ormación de 1556, aid. infra, núm. 38 y 44. Es la carta extensamen-te citada por nosotros, aid. supra, l, 3, ll y 13.

38. 1888, diciembre 12, después de. Inlormación que eI arzobispode México D. Fray Alonso de Montúfar mandó practícar con mo-tiuo de un sermón que en fiesta de Ia Natiaidad de Nuestra Señoro(8 de septiembre de 1556) predicó en la capilla d,e San José de losNaturales del Conuento de San Francisco de México su proaincialfray Francisco de Bustamante, acerca de Ia deuoción y culto de Nues-tra Señora de Guadalupe, Madrid, Imprenta de la Guirnalda, callede'las Pozas, núm. 12.

'Comprende: l. Advertencia en Ia que se inserta el texto de lacarta de Agreda, México, 2 de marzo de 1888, y a continuación unasexplicaciones de los editores, Madrid, 12 de diciembre de 1888.2. El texto de la Información anotado por los editores. 3. Tres "Adi-tamentos".

23 Igulniz, Disquisiciones, op. cit., p. 205-209.

Page 235: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDrcE sÉr"rrMo 27 L

Es la primera edición de \a Información de 1556, pero no fueimpresa en Madrid, sino en l\{éxico en la imprenta de Albino Feria,la. de Sabino, núm. 6. Costeó la edición el canónigo Vicente de P.Andrade. La advertencia, las notas y los aditamentos son en su ma-yor parte obra de don Francisco del Paso y Troncoso. Agreda y otrosantiaparicionistas costearon la edición.2a

39. 1889. Fortino Hipólito Yera, Informaciones sobre Ia milagro'sa aparición de la Santísima Virgen de Guadalupe, recibidas en 1666y 1723. Publícalas el presbítero Br. Fortino Hipólito Vera, Ameca-meca, Imp. Católica, 1889.

40. 1890, marzo 15. El arzobispo de México envió a Roma las precessolicitando la concesión de nuevo oficio y misa propia en honor dela Virgen de Guadalupe. La fecha es la del envío al agerite del ar-zobispo en la curia. Se acompañaron los documentos que se estima-ron Pertinentes.

El padre Esteban Antícoli habla presentado un proyecto del nue-vo oficio a una junta de obispos reunidos con motivo de las bodasde oro del arzobispo Labastida.

41. 1890 picente de P. Andrade]. Eutimio Pérez, Cíertos apari'cionistas obrando de mala fe: f inuentan algunas episodi.os; 2q des-

figuran otros, y 3a mancillan reputaciones aienas. Al calce: Cuila-pam, junio 22 de 1890, Prbo. Eutimio Pérez.

Es impresión hecha en la ciudad de México y su autor es el canó-nigo Vicente de P. Andrade. Se reprodujo este opúsculo en la ter-cera edición de la Información de 1556, uid. infra, núm. 44.

42. 1890. Fortino Hipólito, Yera, La milagrosa aparición de Nues-tra Señora de Guadalupe, comprobada por una información levan'tada en el siglo xvl, Amecameca, 1890.

Es la segunda edición de 7a Información de 1556, y como se ad-vierte por el título se interpretan sus datos como prueba de la apa-

rición.43. 1891, febrero 4. Murió el arzobispo don Pelagio Antonio La-

bastida 'y Dávalos. Esta circunstancia entorpeció las gestiones delnuevo oficio.

44. 1891. Información de 1556 con el mismo título que la primeraedición, aid. supra, núm. 38, México, Imprenta, Litografía y Encua-dernación de Ireneo Paz, callejón de Santa Clara, núm. 6, 1891. Esla tercera edición.

Comprende: l. "Advertencia de la edición mexicana" donde se

previene que se reproduce la edición madrileña de 1888, purgada deerrores y adicionada con unas "Notas". 2. Reproduce la "Adverten-cia de Ia edición española" que incluye la carta de Agreda, México,

24 Noticias en p. 10-12 de la edición de 1952 de la Inlormación de 1556. Edí-ciones Fuente Cultu¡al. Libreria Navar¡o. Véase la bibliografla de este libro.

Page 236: 117238026 Destierro de Sombras

919 EDMUNDO O-GOR},ÍAN

2 de mano de l8BB, seguida de explicaciones de los editores, NIa-drid, 12 de diciembre de 1888. 3. El texto de la Infor-mación de1556 anotado como en la edición de 1888. 4. Los ',Aditamenros"que aparecen en esa edición. 5. Once "notas" que son pequeñosopúsculos de temas guadalupanos adversos a la tradición aparicio-nista. No se expresa eI autor de esas notas, pero son del canónigoAndrade.2s

45. 1891, fines. Se envían a Roma nuevas preces para la concesióndel nuer.o oficio y misa propia de la Virgen de Guadalupe.

46. 1891. Luis Becerra Tanco, Abarición de Nuestra Señora deGuadalupe, tradición escrita For. . ., iIé*i.o, Librería Carólica de .,[lTiempo", 1891.

47. 1892 fEsteban Antícoli]. Anónimo, Algunos apuntamientos endefensa de la Virgen del Tepeyac contra una obra recién impresaen México, Nfóxico, Imp. Círculo Católico, 18g2.

48. 1892 [Esteban Antícoli]. Anónimo, El magisterio de Ia IgIe-s[a y Ia Virgen del Tepeyac, Querétaro, Imp. de la Escuela de ,A.r-tes, 1892.

49. 1892. Fortino Hipólito Yeta, Contestación histórico-crítica endefensa de la maraaillosa aparición de Ia Santísima Virgen de Gua-dalupe, al anónimo intitulado Exquisitio historica, y a otro anó-nimo también que se dice Libro de Sensación, Querétaro, Imp. dela Escuela de Artes, 1892.

50. 1892. Empezó a tratarse en la Congregación de cardenales elasunto del nuevo oficio, pero "justas exigencias canónicas del pre-fecto de ritos, cardenal Aloisi" dificultan la concesión.

"Para desvanecer esos escrúpulos se remitieron nuevos y autori-zados documentos." Surgieron nuevas dificultades "provenientes delpromotor de Ia fe, monseñor Caprara".zo

51. 1893, marzo 7. Carta del agente Angelini al arzobispo de Mé-xico. Da cuenta de nuevas dificultades: el prefecto de ritos, Aloisi,dice "que debían de tenerse en cuenta unos anónimos que llegarona la Congregación hace tiempo".2? Sin duda Ia traducción latina deAndrade de la Carta de García Icazbalceta, aid. supra, núm. 36, vquizá otros anónimos.

52. 1893, abril 15. La congregación suspende el asunto del nuevooficio para que se hicieran las anotaciones u objeciones del promo-tor de la fe.28

53. 1893, octubre, fines. Llegaron, impresas, las objeciones del pro-

25 lbid. Se da la noticia de que esta edición de la Inlormación de 1556 l¡costeó don Joaquín Baranda, ministro de Justicia y de Instrucción pública.

26 Albu,m de Ia coronación, r, p. 85.27 Ibid., p. 85-86.28 lbid., p. 86. I,a resolución fue: Dilata et repropon.tur cunr Adnotationibus

S. Fidei Promotoris.

Page 237: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDrcE sÉPTrx{o 273

motor de la fe. Los obispos mexicanos acordaron que las contestarael padre Lsteban Antícoli, S.J., pero algunos prefirieron contestaren lo particular.2g El arzobispo designó al padre Francisco Piancar-te y Navarro para que pasara a Roma a gestionar el asunto del nue-vo oficio.

54. 1893, noviembre 14. El padre Plancarte salió de Veracruz condestino a Roma. Lievaba t.rpt,ertat a ias objeciones del promotor,"libros y otros documentos guadalupanos".ao

55. 1893 [foaquín García lcazbalceta]. Exquisitío historica. Anó-nimo escrito en latín sobre Ia aparición de la B.V. de Guadalupe.Trad.ucid.o aI español por Fortiná Hipótito Vera, canónigo d.e la In-signe y Nacional Colegiata de Guadalupe, Jalapa, Tipografía deTalonia, 1893.

Edición clandestina hecha por el canónigo Vicente de P. Andracle.Reproduce la traducción española de la Carta de García Icazbalcetaque hizo y publicó Vera en su Contestación histórico-crítica. . ., aid.supra, núm. 49. El libro se imprimió en la ciudad de México porAlbino Feria, no en Jalapa ni en la "Tipografía de Talonia", queno es sino el segundo apellido del padre Vera.31

56. 1893 fEsteban Antícoli]. Anónimo, Defensa de Ia aparición deIa Virgen María en eI Tepeyac, escríta por un sacerdote de Ia Com-pañía de Jesús, contraun libro impreso en México en eI año de 1891,Puebla, Imp. Colegio Pío de Artes y Oficios, 1893.

57. 1891, marzo 6. Congregación de cardenales aprobó el nuevo ofi-cio y misa propia en honor de la Virgen de Guadalupe. Se sustiruyóIa palabra "fertut'' del antiguo oficio por la frase "antiqua et cons-tante traditio ducet". El papa concedió su aprobación.32

58. 1894, abril 12. Carta pastoral del arzobispo de N{éxico. Notificala concesión del nuevo oficio.33 Fiestas celebradas los días 8, 9 y l0de julio con motivo de la concesión del nuevo oficio. La imagen,recuérdese, estaba depositada en la iglesia de Capuchinas conrigua ala colegiata, y allí se celebraron esas fiestas.

59. 1894, noviembre 27. Nfurió don Joaquín García lcazbalceta.60. 1895 [Joaquín García Icazbalceta]. Apuntes históricos y crítt-

cos sobre la aparictón de Ia Virgen de Guadalupe, México, ImprentaEvangélica, calle de Gante, núm. 5, 1895. Reproduce el Exquisitiohistorica y como apéndice una serie de artículos de inspiración pro-testante.34

zs lbid., p. 86.30 Ibid., p. 86-87.31 lguíniz, Disquisiciones, op. cit., p. 210. En la siguiente página se transcribe

el texto de la protesta del padre Vcra por la impostura en atribuirle esa obra-32 Sacra Rituum Congregatione... Ronne, Typis Perseverantiae, 1891.33 Calendario del mús antiguo Galvdn, año de 1894.3a Iguíniz, Disquisiciones, op. cit., p. 224-225.

Page 238: 117238026 Destierro de Sombras

o-^AIA EDMUNDO O-@RMAN

61. 1895. Francisco de Florencia, La estrella del norte de Méxt-co. . .., Guadalajara, 1895.

62. 1895, septiembre 30. Traslado de la imagen del templo de Ca-puchinas a la colegiata.36

Se levant<l una acta de muchos testigos sobre que "ni existía nin-guna corona en ella [a imagen] ni había t¡aza de que la hubierehabido.sB

63. 1895, septiembre. Album de la coronacíón, v. r, México, Imp.de "El Tiempo" de Victoriano Agüeros, 1895. El v. rr, es de 1896.

64. 1895. Gabino Chávez, Celeste \ Terrestre o las dos coronasguad,alupanas. Reflexiones acerccl de ia d"esaparición de la corona enla imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, México, Guillermo He-rrero y Comp. 1895. El texto firmado én Irapuaro, sábado infra-octava de la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, 189b.

Ll autor sostiene que la desaparición de la corona es un milagroy que de esa manera la Virgen quiso mostrar su amor a sus hijosmexicanos. Es la misma tesis de José de Jesús Cuevas, aid. supra,núm. 32.

65. 1895, octubre 12. A las diez de la mañana fue coronada congran solemnidad la imagen de la Virgen de Guadalupe en la cole-giata. Para una reseña contemporánea a la fiesta, uid. Cuevas, Alburnhistórico guadalupano, p. 261-263; para una reseña documental, uid.Iiortino Hipólito Yera, Colección de documentos eclesiásticos. . ., t,p. 689-709.

66. 1895, diciembre. José Nfaría de Agreda y Sánchez. Carta al his-toriador español don Justo Zaragoza. Le dice: "Se desea aquí viva-mente que la Academia de la Historia publique la carta de donJoaquín García Icazbalceta. ya porque ésta confirma con nuevos yformidables argumentos lo que dijo Muñoz en 1794, ya también por-que tomando esto a su cargo tan autorizada corporación se daríaun buen porrazo a los'bribones de acá que con sumo descaro siguenburl/rndose del público." Zaragoza murió aI poco tiempo y se frus-tró el propósito de Agreda.az67. 1896. Cresencio Carrillo y Ancona, Don Joaquín García lcaz-balccta y la historia guadalupana, Mérida, Yucatán, 1896.

68. 1896. Joaquín García lcazbalceta, Carta del origen de Ia ima-gen de Nuestra Señora de Guadalupe de México, escrita por don. .

al Iustrísimo Señor Arzobispo don Pelagio Antonio Labastida y Dd-ualos. Sin indicaciones bibliográficas.

a5 Calendario del mtis anttguo Galvdn, año de 1895.36 Gabino C,hávez, Celeste y Terrestre o las dos coronas guadalupanas..., op.

cit., p. 9. La misma noticia con mayor detalle en Alfonso N{éndez plancarte, .,La

corona enigmática en la pintura del Tepeyac", en EI Ilníaersal, l? d,e octubrede 1945.

37 Iguíriiz, Disquisiciones, op, cít., p, 212-212.

Page 239: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDrcE sÉprrlro 275

Se publicó por empeño de Agreda que interesó a ese fin a donJosé María Vigil, y éste, a su vez, a don Joaquín Baranda, minisrlode Justicia e Instrucción Pública. Baranda obtuvo el consentimientodel presidente don Porfirio Díaz, pero a condición de que los ejem-plares no indicaran que la publicación la había hecho la imprentadel l\{useo Nacional.

Es la primera edición del texto original de la Carta. Se tiraron500 ejemplares, con una "Advertencia" anónima que escribió donJosé María Vigil. Sirvió de original la copia que poseía Agreda conlas adiciones que le había indicado García Icazbalceta, cuyo nombrcapareció por primera vez al frente de la obra. El texto fue reprodrr-cido de inmediato en los periódicos liberales, siendo el piimeroEI Uniuersal d,el 24 de junio de 1896. Pronro aparecieron muchasediciones.s8

69. 1896, agosto 23 - noviembre l. México. Celebración del Quin-to Concilio P¡ovincial Mexicano convocado y presidido por el ar-zobispo don Próspero María Alarcón y Sánchez de la Barquera. Losdecretos fueron revisados y aprobados por la Santa Sede el 19 deagosto de 1898.

70. 1896. Edicto expedido por los prelados conciliares con morivode las recientes publicaciones en contra de la tradición de las apa-riciones guadalupanas. Declararon: l. "que la maravillosa apariciórrsin ser un dogma de fe, es una tradición antigua, constante y uni-versal en la nación mexicana"; 2. que poner en duda esa tradiciónes temerario v "grave injuria" a los prelados que han transmi¡idcel hecho "por más de tres siglos"; 3. que se tienen las declaracionespontificias de Benedicto XIV y León XIII favorables a la verdarlde esa tradición; 4. que todo lo anterior "es eI srjlido fundamentoen que descansa" la piadosa creencia en la aparición guadalupana, yque los fieles deben permanecer en ella sin inquietarse "con uanasdiscusiones" que no traen ningún provecho; 5. que se tengau prc-sentes las palabras de su eminencia el cardenal Lorenzana que enca-recen la intervención del obispo Zumárraga a quien se le aparcció laportentosa imagen "el 12 de diciembre de 1531" y a quien se debela fábrica a sus expensas de la primera ermita, y 6. que en espíritude expiación por las recientes publicaciones adversas a la raclicióuguadalupana, se celebre con solemnidad el primer aniversario de lacoronación en todas las iglesias de las diócesis.se

71. 1896, julio 29. Cabildo de la Colegiata de Nuestra Señora deGuadalupe. Protesta pública en contra de las recientes publicacionesadversas a la tradición guadalupana y especialmente la carta "que

38 lbid., p. 214, y para una bibliografla de 1a Carta dc Ga¡cia lcazbalceta,p. 223-226.

3e lbid., p. 219-220.

Page 240: 117238026 Destierro de Sombras

276 EDMUNDo o'coRMAN

se dice ser del señor García Icazbalceta". Suscriben la protesta loscapitulares e in capite el canónigo Vicente de P. Andrade.ao

72. 1896, agosto. Joaquín Garcia Icazbalceta, La verdad de laaparición de Ia Santísima, Virgen de Guadalupe. Esta obrita fueescrita, por mandato del llustrísimo Señor Arzobispo don PelagioAntonio de Labastida y Dríualos, por el sincero e ilustre historiadory bibliógrafo señor loaquín García Icazbalceta, y que sobrepuia enalto grado tc¡das las apologías escritas hasta Ia fecha sobre asuntotan importante, NIéxico agosto de 1896. Es publicación de la Igle-sia Nfetodista Lpiscopal. Provocó airada protesta por parte del go-bierno eclesiástico de la mitra de México denunciando de falsa leaseveración de haberse escrito la carta por orden del arzobispo La-basticla. Concluye recordando a los fieles la prohibición del arzobis-po "a todos los católicos de tratar o discutir, aun en lo privado, sobrela aparición de la Virgen de Guadalupe".{

73. 1896. Agustín de la Rosa, Defensa de Ia aparición de NuestraSeñora de Guadalupe y refutación de Ia carta en que Ia impugnaun historiógrafo de México, Guadalajara, fmprenta de Luis G. Gon-zález. 1896.

Son innumerables las "defensas" de la aparición motivadas porla Carta de Garcia Icazbalceta publicadas a partir de ese año y du-rante lo que va de este siglo.

74. 1879 fEsteban Antícolí]. Anónimo, Historia de la aparición dela tr'irgen María de Guadalupe en México, desde eI año de upxxxraI de wocccxcv, 2 v., México, Tipografía y Litografía "I-a Europea",r 897.

40 Ibid., p. 217-2I8.4r lbid., p. 214-215.

Page 241: 117238026 Destierro de Sombras

APE\-DICE OCTA\'O

LOS TENÍPLOS GUADALUPANOS EN EL TEPEYAC

Page 242: 117238026 Destierro de Sombras

ADI'ERTEA'CIA

Conto es bicn sabido, la historia, de los templos edificados en eITepcyac en honor de nuestra Señora de Guadalul1e es confusa y enalgunos casos incierta o contradictoria. No sin la debida reserua, puesregistramos en segu,ida Ia sttcesiri¡'¿ de esas edificaciones, ilustrada con,algunas noticias relatiuas a ellas. Por ser ficta no aparece Ia ermito(llrc sc supone mandó leuantar en 15)l el obispo Zurnárraga.

Page 243: 117238026 Destierro de Sombras

l. 15... (?) Antigua ermita edificada por los misioneros franciscanos"en Tonantzin, junto a l\{éxico", dedicada a la Virgen sacra-tisima que es nuestra señora y madre..." (Torquemada, Mo-narquía, x, capítulo 7). Se trata de una ermita de sustitucióndel antiguo culto idolátrico a la diosa Tonan o Tonantzin.A esta ermita aludió Francisco Cervantes Salazar en sus famo-sos "Diálogos" publicados en 1554, Diálogo rrr, "Alrededoresde It4éxico", parlamento de Zamora. Enumera, entre otras pobla-ciones indígenas cercanas de la ciudad de México, a Tepeaquilla(es decir Tepeyacac o Tepeyac) y de esas poblaciones, dice, "sonesas iglesias blanqueadas que miran hacia México" (FranciscoCervantes Salazar, trléxico en 1554, edición de Edmundo O'Gor-man, México, Porrúa, 1963, p. 65).

1555, principios de diciembre. En esa antigua ermita fue donde,según nuestra tesis, el arzobispo don Alonso de Montúfar man-dó colocar subrepticiamente la imagen de la Virgen (una Inrna-culada) seguramente copiada de un modelo europeo. Es obrade un pintor indígena según autorizada afirmación de fray Fran-cisco de Bustamante. La imagen ha sido retocada y alterada yes imposible determinar cómo era la original. Quizá no teníaeI resplandor que ahora la circunda del que, sin embargo, havtestimonio de su existencia en 1649 (Huei tlamahuizoltica. deLasso de la Vega).Ciertos anales indígenas registraron ese suceso como una "apa-rición" de Santa N{aría Tonantzin. Se propala en la ciudad deNféxico que esa imagen curó milagrosamente a un "ganadero"(Carta al rey del virrey don Martín Enríquez, México, 23 deseptiembre de 1575, en Cartas de Ind,ias, p. 310).Con ese motivo surge la devoción a esa imagen por parte delos vecinos españoles de la ciudad de México, y le imponen elnombre cuADALUpE (Ibid.)

1556, antes de septiembre. El arzobispo don fray Alonso de Mon-túfar adscribe la antigua ermita a la jurisdicción directa deIa mitra de México. La reconstruye y acondiciona para el cultoformal a la imagen y da por bueno el nombre Guadalupe quele impusieron sus devotos (Información de 1556).Es el templo en que se hallaba Ia imagen cuando ocurrió el

9

Page 244: 117238026 Destierro de Sombras

282 EDlruNDo o'coRlrAN

ruidoso incidente prol'ocado por el el sermón antiguaclalul)ano(8 de septiembre de 1556) del provincial franciscano flay Fran-cisco cle Bustamante en réplica al predicado por el arzobispoel 6 de septiembre clel mismo airo.Es el templo al que alude en el Nican mopohua cuanclo, refi-riénclose a la imagen "aparecida" en presencia del obispo Zu-márrasa, se dice ser físicamente la misma "que está y se guarclalroy en su templo clel Tepe,vacac" (Veláz<1vez, La tparición,p. 159-160).

4. lir56..fuan Bautista en su Diario cla cuenta de una solemne fiestacelebracla el l5 de set)tiembre de 1566 en el Tepevac en honor<le Nuestra Señora cle Guarlalupe. En la comiáa ofrecicla porAlonso rle Villaseca, éste informó cómo se hizo la ielesia en laque estaba la imagen (Chauvet, Álbum, p. 34). Este autor pien-sa que se trata de Ia inauguración cle una nueva iglesia, peroninqún autor corrobora esa opinión. Más bien es de conjeturarque se trata de la misma ermita ampliada, remozada y enri-quecida. Fue la ocasión cuando Villaseca clonó la estatua dela Virsen en tamaño natural hecha de plata. Chauvet no sabecómo explicar la sustitución de la imagen por esa estatua. Sos-pechamos que sería un relicario para guardar la imagen. Eipadre García Gutiérrez, Primer siglo guadalupano,2a. edición,Nféxico, 1945, p. 87, dice haber consultado los inventarios dela Basilica correspondientes a 1698 donde aparece el registrocle "una imasen de Nuestra Señora de plata, con tornilios vchapa de cobie en que está armacla, que pesri cuarenta -ur.o,y tres cuartos", v así se suceden los registros, pero en el co-rres¡rondiente al l7 clc junio de l70l se lee al margen de lapartida respectiva: "convertida en blanclón". Posiblernente se

trate cle la imaeen donacla por \rillaseca.Esta iglesia es la que se cita como la snrnl¡ rroNTúFAR.Esta es la iglesia "suntuosa" descrita en 1568 por el inglésN{iles Philips (Joaquin García Icazbalceta, Obras, t. vrr, p. l5l-222, \téxico, Agüeros, 1898, publicó la traducción de la "Re-lación" de Philips, y en p. 183 está Ia descripcitin de la iglesia).Es la iglesia a la que se refiere el fraile Jerónimo Diego deSanta l.,faría en sus cartas de 1572 y 1573 (Nfariano C.uevas,Historia de la lglesia en M¿xico, El Paso, Texas, 1928, v. l,p. a% 497). Es la iglesia que visitó el virrey don Nlartín Enrí-quez de Almanza antes de hacer su entrada a la ciudad de Mé-xico (Juan Suárez de Peralta, Tratado del descubrimiento dela Indias (1598), publicado con ese absurdo título en Nladrid,1878, p. l6l).Es la misma iglesia que menciona dicho virrey en su arriba

Page 245: 117238026 Destierro de Sombras

APÉNDrcE ocrAvo 283

citada carta (23 de scptiembre de 1575), doncle aclara que laimagen que ailí se venera estuvo antes en una "ermitilla", 1-lro-bable alusión a la de 1556, aid. supra, núm. 3.Por último, es la iglesia a la que se refiere de oíclas BernalDíaz del Castillo, Historia uerdadera, capítulo 210, escriro enGuaternaia hacia 1568 (Vid. supra, Primera parre, capírulo pri-mero, II, 4).

5. 1609. Se edificó un santuario en lugar distinto pero cercano al octr-pado por la "Ermita Nfontúfar". Promovió la obra el Cabildode la mitra metropolitana de N{éxico en cabildo del 2g tieirgosto de 1600. El día l0 de septiembre de 160l se benclijo ycolocó la primera piedra, y en 1609 se cleclicó la iglesia (Gar-cía Gutiérrez, Primer sigLo guadalupano, op. cit., p. 105-106).La "Ermita Nfontúfar", uid. supra, núm. 4, no fue clemolicla,pero quedri abanclonada.

6. \622. La iglesia a la que se refiere el regisrro anrerior tardrimucho en concluirse, hasra que por orden del arzobispo JuanPérez cle la Serna se terminó la obra en 1622 (García Gutié-rrez, op. cit., p. 106-109).Tenemos dos descripciones de esta iglesia: (l) la del bachillerNliguel Sánchez en su famosa obra Imagen de Ia l/irgen Ma-ría, madre de Díos de Guadalupe, milagrosam,ente aparecitlaen la ciudad de México, 1648, f. 77v.-80r'., doncle la cuenrucomo "llermita segunda", y (2) la del padre Florencia, Estrelladel norte (1688), capítulo vru, núm. 54-56.É,sta es la iglesia cle cloltcle fue sacada la imagen el 25 tlc sc¡_r-

tiembre de 1629 y llevacla a Nféxico con morivo de la inunila-ción. Fue colocacla de nnevo en su templo del Tepel'ac el 1,1

de nrayo de 1634.7 . 1648 o 16-19. [,] bachiller Luis Lasso rle la Vega, vicario del san-

tuario del Tepeyac, cercó y cubrió el manantial que se venílrusando para baños públicos.Se trata del antecedenre de Io que será la capilia del "pocito"(Florencia, Estrella del norte, capítulo 2, núm. ll, f. 5r. - 5u.)

8. 1649, diciembre. El bachiller Luis Lasso cle ia Veg¿r r-esraur¿) ia"Ermita Nlontúfar" que estaba en ruinas (Florencia, EstrelltL delnorte , capitulo rx, núm. b7, f. 27v. - 28r.)

9. 1660. Se etlificó la primera pequeñita capilla clel Cerrito.10. 1695. Demolición rlel sanruario de 1622. Se bendiio v colocó la

primera pierlra del nuevo templo el l2 cle mílrzo por el arzobis-1-lo don Francisco de Aguiar y Seijas (Álbum tle Ia crryr¡nación,r, Nféxico, 1895, p. 44).

ll. 1695. Fue ampliada la ermita que había restauraclo Lr.sso trela Vega, uid. srtpra, 8. Allí fuo clepositacla el 30 cle cliciembre la

Page 246: 117238026 Destierro de Sombras

284 EDrruNDo o'c'oR\rAN

imagen guadalupana en esPera de la terminación de su nuevosantuario. Es la ermita que se conoció como la "Iglesia vieja"o "Isiesia de los indios".nn tgsg se colocó en ella la imagen de GuadaluPe que se slr-

pone fue la que tomó el cura Hidaigo del santuario de Atoto'nilco (Velázquez, La aparición, P. 264).

12. 1709. Se concluyó la obra del nuevo santuario al que se pasó lairnagen el 23 de abril (Cuevas, Albu'm, entre P. 186-187). Des'

cripción de este templo en Veytia, Baluartes de México, p.27'4I.Este santuario fue erigido por la Santa Sede en colegiata el

9 de febrero de 1725, Pero no se llevó a efecto sino hasta 1751.

En 1754 se concedió oficio y misa propia en honor cle la Virgende Guadalupe y se declaró festivo el día 12 de diciembre.

13. 1740. Se inició la construcción de la iglesia del Cerrito en susti-tución de la capilla edificada en 1660, vid. supra, 9.

14. 1777. Se iniciaron las obras de edificación de la iglesia del Pocito.Se costeó con limosnas y la mano de obra fue gratuita' El al-zobispo don Alonso Nuñez de Haro fue generoso donante.

15. 1787. Se concluyeron las obras de edificación de la iglesia v con'vento Capuchinas contiguo al santuario (Velázquez, La apati'ción, p. 262).

16. l?91. Se concluyó la edificación de la iglesia del Pocito, notableobra del arquitecto Francisco Guerrero y Torres (Manuel Tou'ssaint, "La capilla del Pocito en GuadaluPe", en Paseos colo-niales, tr{éxico, 1939, p. 177-185).

17.1792. Ampliación del santuario de 1709, uid. supra, 12' É,sta fuela iglesia en que predicó su famoso sermón guadalupano frayServando Teresa de Mier, 12 de diciembre.En este templo celebró don Agustín de Iturbide la ceremonia deinstalación de la Orden de Guadalupe.

18. 1895. Después de extensas obras de acondicionamiento y decora'ción al templo anterior, se celebró el 12 de octubre la suntuosafiesta de la coronación de la imagen guadalupana.

19. 1904. Se elevó la colegiata a la categoría de basílica menor.

20. 1976. En un lugar vecino al templo anterior se edificó el nuevosantuario. El traslado de la imagen se llevó a cabo con Sransolemnidad el día 12 de octubre. Aunque en condiciones Preca-rias de estabilidad queda en pie el antiguo templo.

Page 247: 117238026 Destierro de Sombras

BIBLIOGRAFÍA

[Agradezco al naestro Roberto Moreno su generosa ayuda enfacilitarme la consulta j;r.?ll1,bl¿tütt acceso resistradas

Page 248: 117238026 Destierro de Sombras

Abside, Rerista trimestral cultural mexicana, lféxico, Jus, r'. x, nÍ¡n. I,2' 3 'r' l, l!|15.

Academit X[txicana de Sanla ][aría de Guadalttpe, tid. X-iton mopoltua.,4cta.¡ rlel Cabildo de la Ciutlad d¿: f,[éxicr¡,63v., compilaclor: Isnacio Be-

jarano, i\féxico, l889'1913, aid. int'ra, I)epartarncnto del D.F.Acnen,c l" SÁ¡-cuEZ, .|osé Nfaría dc. "Carta :r los cditores" (lIéxico, 2 de

marzo de l8B8) cn los preliminares cle lrr primura y terccra eclicioncs de laInlorntocicin dc 15 56, uid. inInt.

Álburn contn.emorulíi,r¡ dt:l 150 u¡titt¿:rsa¡ to d¿: las a f aritiones dc .\'r¿r¡s1rr¿,Scñora tlc Guttdalupc, X[éxi<o, [clicioncs Buena Nueva, lg8l.

ÁIL¡u¡n dc It C,r¡ro¡tacíón tlt It *Lntisima I'irgen de Cuadalupc. Ileseiiarl¿:l suceso nis nt¡taI¡l¿: aca¿,cirIrt en e I |i uei.,o l[undr,t. \ oticia ltist,j-ricu de Ia milagrosa n parición y dtl Sarttuario de ()uadalupe desde laprimara erntita ltastn la tledicacirjtt de la sunluose l¡a.síIica. Culto tril¡t¿-lad.o a lu ,\untí.sitrtu Virgen desde ¿:l siglo xvr /¿¿sl¿ nueslros días. Ouíaltistririt.o-tlestriltliita rle Cuadalttpe Hi.tlulso ltara ttso de los pcregrino: yrlr lo.s uiairt¿ri.2 r'.. lfixico, Ediciórr rlc "El T'iempo", cle Victorirno.-\giie los, 189ir,1896 (i:l volumen 1;rimcro apareció en scpriclrll)re de 1895).

Álbum tlt:l lI' ()tnlenarir¡ Guadulupono, i.,id. infra, Ponrpa y, lromp;r, ,\rr-to n io.

AIbut¡'t Histórico GuarlaluprLno dcl Il' Oe¡ttcnario, uid. ínf ra, []uclas. ]f.r-l ilrno.

ALrrots,t, Josd, IluarDos ltetrrotloxos en lIéxico, Ciuclad'I'rujillo, f.lniver-sidacl cle Santo Do¡ningo, l9-17.

-\rv¡ Ixrr-rr.xócnrrL, Fernantlo, uid. infra, \ican mopohua; \'itan 7no-t e( l)Qt1a.

ALt.<r::e,.[uan cle, Oie]o cstrcllado tle ntil )titeintitló.s ejentplares dc f,laría,Ciu<lad dc los Rcrcs cn el Perir, 1655, orra en \,'alcni:ia, l[i91.

Anales de 1\I¿xico )'sus (ontot'zos, r'ersión castellana de primo Iieliciarr<_rVelázclrrez, La np,tritit)n, ¡r. ti5, uid. inlra.

.\r-nnerr.l, \/icente ric I,., .Enscl'o bibliogrrif ico t¡tcxicano ttcL siglo xlrr, pa

eclicitin, trIéxico, Imprenta clel XIuseo Nacional, 1809.rrd. fGarcía Icazl¡a]ccta, Joaquin]. Anirrrimo, De Il.]1.trt., Appariti-

otre...; Exqttisitio Jtistorica...; Irtlr'cz, Eutimio, Ciertos apnricictnislas...Anrinirrro, "Juan ()onztil¿:2. Adtin de la narrat-írin de lo.r orígenes guudulu-

'panos" en Histórica, Rer,ista T¡irncstral, órgano clel Ccnrro de l,stuclicsGuadalupanos, A.C., XIéxico, núrn. xr, abril-may'o, 1980.

[Antícoli, Esteban] .{n<inimo, Hittoria dc la trparición de Ia Santisima l:ir-pe¡t llaría de Cuurlalupe en l[¿xico, dt:.srle el año d¿ rroxxxr ¿1 deTIDCCCXCV. Por un.¡ur:crclote de Ia Compañíu de Jesit.s.2 v., )féxico, Ti1.r.y I-it. "La [,uropea", cle Iernanclo Camacho, 1897.

Aubin. Códicc, xid., Historia de Ia nación mexuetle.IJ¡n'ror-rcnr, Josó Ienacio, llanif iesto su!íslaclorio anunciado cn la Gace la

Page 249: 117238026 Destierro de Sombras

288 EDI,IUNDO O-GORIfAN

de lvféxico. Opúsculo Guadalupano compuesto por el Dr. R... natural dela ciudad de Santa Fe, ReaI y L[inas de Guanajuato, t. r, núm. 53, trIé-xico, Feiipe de Zúñiga y Ontiveros, 1790.

Barerr.roN, Erasmr¡ y España:, N{arcei Rataillon, Erasmo y España. Estu-dios sobre la historia espiritual del siglo xvr, México, Fondo de CuituraEconómica, 1966.

Bau¡or, Georges, "L'Institution de la Dime pour les Indiens du l\{exique. Remarques et documents", en lúélanges de la Casa de Veltizquez,v.I,1965, p.167-221.

Utopie et f:Iistoire au Afexíque. Les premíers chroniqueurs de Iacixilisation mexicaine (1520-1569), Toujouse, Privat, 1977.

Baurlsr¡, Juan, aid., Juan Bautista.B¡c¡nn¡ TeNco, Luis, Felicídad, de México en el principío, y milagroso

origen que ttno el santuario de Ia Virgen María N. Señora de Gua-daLupe. Extramuros: En la aparición admirable de esto Soberana Señora,y de su prodigiosa Imagen sacada a luz y añadida por eI bachíller.,.,Nféxico, Viuda de Bernardo Calderón, 1675. Registramos reimpresionesen México, 1866, 1883, 1887, 1888, 1891.

arigen milagroso del santuario de Nuestra Señora de Guadalupe:Extramuros de Ia Ciudad de lvIéxico, Fundamentos uerídícos con que seprueba ser infalible la tradicíón, que hay en esta ciudad, acerca de laaparicíón de la Virgen Marl.a Señora Nuestra y de su mílagroso inmgen.Sacados a Io luz por el Br..., I\féxico, Viuda de Bernardo Calderón, 1666.

Bnn¡srÁrx DE SouzA, José l\(ariano, Biblioteco Hispano-Americana Septen-trional, Amecameca, 1883.

Brr¡xcunr (o Vrrlr*cunr), Agustln de, Teatro fitexícano. Descripción bre-ae de los sucesos ejemplares, históricos, pollticos" ntilitares y religiosctsdel Nucuo Mundo Occidental de las Indias, México, Ivfaria Renavidesviuda de Juan Ribera, 1698. Citamos el "Menologio".

Biblioteca Nacional de México, Boletín de Ia, t. xvu, núm. I y 2, enero-junio de 1966.

Boe¡x, Errgene, Documents pour seruir a lHistoire du Mexique. Cata-logue raisonné de la Collectian de M.E. Eugéne Goupil (Ancienne Co-llectíon Aubín), 2 v., Paris, Ernest Leroux, 1891.

Bor-eño E ISLA, Amancio, Contribución al estudio bibliogrdfíco de frayAlonso de Ia Vera Cruz, NIéxico, Robredo, 1947.

BorunrNr BnNeoucr, Lorenzo, Idea de una historía general de Ia AméricaSeptentrional, Madrid, 1746. Al final el "Catálogo del Museo HistóricoIndiano".

Bnevo Uc.qRrr,, José, Cuestíones históricas guail^alupana, 2e edición, Méxi-co, Jus, 1966.

-,

Diócesis y obispos de la Iglesia Mexícana (1519 1965), N{éxico, Jus,I 965.

Burnus, Ernest J., "A Nfajor Guadalupan Question Resolved: Did Ge-neral Scott Seize the Valeriano Account of the Guadalupan Apparit-ions?", en Cara Studies ín Popular Devotions, v. rr, Center for AppliedResea¡ch in the Apostolate (CARA), Washington, D.C., November, 1979(Guadalupan Studies, 2).

_-, Juan Diego and other Native Benefactors in the Light of Botu-rini's Research, en Cara Studies on Popular Deaotion, v. n (CARA¡,Washington, D.C., March, 1984 (Guadalupan Studies, ?).

Page 250: 117238026 Destierro de Sombras

BIBT-IOGRAFIA 9Rrl

"The Basic Bibliography of the Guadalupan Apparitions (i531'1723)", en Cüa Studies on. Popular Deaotíon, v. w (CARA), Washington,D.C., February, 1983 (Guadaiupan Studies, 5).

"The Oldest Copy of the Nican tr{opohua", en Caru Studies attPopular Deuotion, v. tv (CARA), Washington, D.C., September, l98l

(Guadalupan Studies, 4).Busr¡,v.1¡lrr, fray Francisco de, "Sermón predicado por.. " en la Capilla de

San José de los Naturales acerca del culto de Nuestr¿ Seírora de Guad¿-lupe, México, 8 de septiembre de 1556", aid'. infra, Inlormación de 1556.

Cennrnl, Nfiguel, tr'Iarauilla Americana y conjunto de raras marauillas, ob'se¡vndas con la dirección de las reglas del arte en la prodigiosa imagende Nuestra Señora de Guadalupe de México, por d'on..., I{éxico, Im-prenta dei Real y más antiguo Colegio de San Ildefonso, año dc 1756'

C¡sn¡RA y QuINTERo, Cayetano de, Escudo de armas d.e LIéxíco..., Xféxico,Viuda de Joseph Bernardo de Hogal, 17'16.

Calendario d.el rnds antiguo Gahtdn. Colección de bs efemérides pubLica'das en e|..., desde su fundación hasta el año de 1977,Nféxico, AntiguaLibrerla dc lrlurguia, S.4., 1979.

C*ocur, Iloracio, Arte de lo lengua mexicana con la declaración de losadaerbios de ella, Nféxico, Juan Ruiz, l6'15.

Cartas de Indias. Publícalas por primera uez eI Ministerio de l;ornento,2.v., Nladrid, Manuel G. Hernández, 1877.

"Cartas de religiosos de Nueva España, i539-1594", et Nuexa Colecciónde docutnentos para la historio d.e Méxíco, 5v., compilación y pubiica'ción por Joaquln Garcia Icazbalceta, Ilféxico, 1886-1892.

C¡nnnño, Alberto Nfaría, "Don fray Alonso de trfontúfar. '. ancl üe devo-tion to our Lady of Guadalupe", en The Americas, v. II, 1946, p. 280-

295.Efémérides de lo Real y Pontificia Uniuersidad de trIéxico, según

sus libros de claustros, 2 v., México, Universidad Nacional Autónomade Nféxico, 1963.

La ReaI y Pontificia Uniuersidad de México, 1i)6-1865, l\Iéxico,Universidad Nacional Autónoma de }{éxico, 1961.

Un desconocido cedularia del síglo xvr p*rteneciente a Ia catedralmetropolitana de México. Prólogo y notas de. .., Introducción por elpresbítero Dr. José Castillo y Piña, NIéxico, Ediciones Victoria, 1964.

C¡nnrr,r,o v PÉn¿2, Ignacio, Pensil americano florido en el rigor del inuier-no, Ia irnagen de María Sontlsima de Guadalupe, aparecida en Ia cortede la Septentrional América México, en donde escribía esta historia,don..., -año de l7%..., México, Mariano Joseptr cle Zúñiga y Ontive-ros, 1797.

C¡s,rs, Bartolomé de las, Hístoria de las Indias, México-Buenos Aires, Fon-do de Cultura Económica, 1951.

C^esrno, Efraln y Armida Alonso, Churubusco. Colecciones d.c la iglesia ;-

cx-conuento de Nuestra Señora de los Angel¿q I\'Iéxico, Instituto Nacio-nal de Anropoligia e Historia, l98l (Serie de Catáiogos de la Direcciónde Monumentos Históricos).

Centro de Estudios Guadalupanos, A.C., Primer Encuentro Nacional Gua'dalupano: 7 y 8 de septiembre de 1976, México, Jus, 1978; SegundoEncuentro...t 2 y 3 de diciembre de 1977, México, Jus, 1979; Tercer

Page 251: 117238026 Destierro de Sombras

290 EDMLTNDo o'coRMAN

Encuenlro. . : 5, 6 y 7 de diciembre de 1978, N.Iéxico, Jus, 1979;Cuarto Encuentro .. .: 4,5 y 6 de diciembre de 1979, Nléxico, Jus, 1980.

(,r¡rvellr:s S,c.Lezen, Francisco, XIéxico en ]554 y Túrnulo Imperial, edición<ie Etlmunclo O'Gorrnan, N,Iéxico, Editorial Porrira, 1963.

"C,lótlicc franciscano", ett Nueua Colección de documentos para Ia historiarle i\léxico, compilación y publicación por Joaquin García Icazbalceta,v., r¡, IIéxico, I889.

Oontilio 'I'r:rcero l,roritzciol Xlexicano, México, Nfaillebert y Compañia, 1895.Concilios primero y segundo prouinciales mexicanos, uid. infra, Lorenzana.Cox¡e '- Oqurxoo, Francisco Javier, Disertación histórica sobre Ia Apari.-

t:ión de la portentosa imagen de l[a¡ía Sar¿tísima de Guadalupe de It¿-xico, ltor el Sr. D..., 2 v., NIéxico, Imprcnta de ia Voz de ia Religión,I 852.

Cueves, José de Jesús, 1-a Sa¡ttísíma l/irgcn de Guadalupe, opúsculo es-cíto por. , Xléxico, Imp. del "Círculo Católico", 1887.

(-iur.:r',cs, i\faliano, Áll.tum Histórico Gttadalupano del IV Centenario porcl I'. . . clirector artistico tie esra edición, don N,Iateo A. Saldaña, NIéxi-co, l). F., Escuela 'l'ipográfica Salesiana, 1930.

-,

Docume¡ztr¡s inérlito.s del siglo xtt para la l¿i.storia de |lIéxico,llcxico. lf.)1,1.

--, llirlsria de la Iglesia en f,[éxico,3a. edición, 5v., Et Paso,'I'cxas,

l.ditr¡rial "Revista Católica", 1928.(,rr,rulrr'. El culto Gttadalupnno del Tepeyac: Fidel de Jesús Chaur.et, [l

cultr.¡ Guarlalupano del 7-epcy,¿¿. Sus orígenes y sus críticos cn el sigloxlr. En Apéndicc: La informacirjn de 1556 sobre eI sermón del P. Iltts-lemanle, lléxico, Centlo cle Estudios Bernardino de SairagÍrn, A.C., lg7S.

- -, "[fis¡oria del culto guadalupano", en Alltutn to¡ttne¡nr.¡ratiuo del

-/51) n¡tiuer.satio de lus upa.ritioncs de Nueslra Señora de Guatlnlup¿r, Nfé-xico, Eriiciones Iluena Nueva, i981, p. l7-82.

(lrrÁr'r:2, Gabino, Celestt'),-l-errestre o las dos corona.s auadalttpanas. Re-flexiones accrca cle la dc.saparición de Ia corona en lú imagcn de NuestraSeñotL de Guadnlup¿, trféxico, Guillermo Herrero y Compairía, l89b ([,1texto firnraclo en Irapuato, sábaclc infraoctava de Ia fiesta de NuestraSeriora de Guaclalu¡rc, 1895).

CttItt.rtperrrN, Rr laciones: Francisco cle San Antón trIuñón ChimalpahinCt¡aulrtlelruanitzjn, ReLaciones originales de Chalco Amaquemetar, .,er-sión castellana de Silvia Rendón, lléxico, liondo de Cultura Económica,l96ir.

D.ivrre I'errLr,r, Agustín, Hístoria de Ia fundación y cliscurso de Ia prc-uin¿itt de Stntiaso de X,léxico de la Orden de Prerlicadctr¿s, NIadrid, pc-clrri llailrieal, 1596.

l)el)¡r'tiurrcnto clel Distrito lier'leral, Guía de las actas de cabilclo rJe Ia ciu-dad de lléxico. Si¿1o xvr. Trabajo realizado cn cl Seminario de Histo-rictgrufía de Ia Facultacl de Filosofía y Letras rle Ia Llniaersidad Nacional,4ttt¡itto¡na de XIéxico, dirigido por Erlntundo O'Gorman con la colabo-ratió¡t del Cronista de Ia Ciudad, Salaador Nouo, Nléxico, Fondo deCultura Económica, 1970.

Descripr.ü)n del Arzobisl:ado de Lléxico, hecha en 1570 y otros docuntentos,compilador, Joaquin ()arcia Tcaz.balceta, publicado por su hijo Luis Gar-cía Pimentel, lléxico, José .|oaquin f'errazas e Hijas, 1897.

Dírz nrr C¡sullo, llernal, Historia uerdad(ra de Ia conquista de Ia Nuc-

Page 252: 117238026 Destierro de Sombras

BIBLIOGRAFiA 21)I

aa España. Edición crítica de Carmelo Saenz de Santa l[aría. ][onurnentoHispuno-Indiana. í' Centenurio del Descubrimícnto de ,4mérica, 1., Ins-tituto "Gonzalo Fernúndcz de Ouiedo", C.S.I.C., Instituto de Intestig,t,i,'-nes Históricas de ln Uniuersirlnrl NacionaL Autónoma de ]Iéxir;o, {/I'l¡f,i\f adritl, Artes Gráficas Ciavileiro, S.A., 1982. \Iás accesible al lcctorrnexicano, la edición de Joaquin Ramírez Clabañas. NIúxico, Rolrreclo.I 939.

Documentos para la historio de trIéxico, t. xv, "El clero de llóxiro cluran-te la clorninación española, sesún ei archivo inédito arclrie¡riscopai nc-tropolitano", publicados por -fenaro García, trIéxico, 1907.

Dor..rxrrs nt C.rRne^-zA, Baitasar, Sumaria relación de las cosus de la Nuc-ua España, con noticia indiuidual de los descendientes leeítintos de losconquistadora:s y primeros poblarlores españoles. La publica por printeruuez eL XIuseo Nacional tle ][éxico, palaografiada del oripinal por el Sr.D. José LIaría de Agredu y Sanchez, Nléxico, Imprenta clel Xluseo Nacio-nal. 1902.

Exrígurz or ArlreNze, Nlartín, "Carta del virrey de la Nueva L,spaña, donI\{artín Enriquez, al rey don Felipe rr.. , tr,Iéxico, 23 clc septicmbre d,:1575", en Cartas de lndias, ttid. supra. Contiene, p. 310, el iiforme scbrcla ermita y la imagerr.

Epístolario: Epistolario de Nueta España. Recopilado por Frurtci.sco dclPaso y Tronco.so, l6 v., Xléxico, Robredo, lg3g-1942.

FenxÁxr¡z ¡r Ecl¡nvrnrí,t, uid. infra, \tettia.F¡nxÁxnrz on Llnr¡r y CAsAREJo, Patricio, ,Serntón dt: nucstrtt Señora tlt;

Guad.olupe de XIéxico, predicado en su santuario en el aíto tle 1777, ttítt11 d.e dicieml¡re ett la sr:lctnne liesta en qr¿e su ilt.t.stre congregaci,)n cr:-lebra la aparición milagrosa..., Nléxico, Xlariano de Zririiea y Ontircro,,1801. L.n el mismo volurnen con numeración y porrada especiales, 1)i.rcr-tación htstórica, en que se .sotiene la m.ilagrosa Aparición de l[aría Sun-tísima de Guadalupe al humilde neófito, Juan l)iego. Esc¡ibíu.sc por ,,taño de 1778, Imp. en lféxico, 1801.

Fr.onsxcr¡, Francisco d,e, La estrella de el norte tte ]Iéxico. . . Compit-sola El P. .. Con las l\'oaenas propias de la Aparición de la Santa ltna-gen, Nféxico, Nlaria de Benavides, r'iuda de Juan Ribera, 1688. Citamos.además, la edición de Guadalaiara. 1895.

FneNco, Alonso, Segundn partt ie la FIi.:totia de la prottintia de sa¡ttta!t.tde trIéxico, N,Iéxico, Inrp. del Xluseo Nacional, I900. Aclara eI lruror eilel prólogo quc en 1637 le fue mandacio sacar a la luz esa ol¡ra, es clcr:ir,que fue cor"nisionado para escribirla en ese año. I-a te¡rnin(i cn I6{5.

Fnrvnr, Antonio. Da noticias sobre la ermita cle Guadalupc cn 1570, err"Descripción del Arzobispado rle Nféxico", en Papeles ,le Nueun I:sltañLt.Segunda seric, t. ¡rr, X{adricl, 1905, p. 2g-30

GatIxno, trfiguel, Apuntes para la historia rlc Coli¡na, (lolir¡a, Imp. d,:"El Dragón", 1923.

Ger-vÁw, Efemérides, aid. supra, Calendario del ¡ntls ontiguo ()nhrin.G¡ncíe, Jenaro, uid. supra, l)oct¿nentos para la historia tle lIéxico.G¡ncÍe GurrÉnnrz, Jesús, Apuntamientos para una bibliografía crítica tle

historiadores gnadalupanos, Zacatecas, ed. del Boletín Eclesi:istico dc l;L

Diócesis, \'rrr, 2, 1939."El venerable padre Juan Gonzáiez", en Bolctín de la SociedotL

Page 253: 117238026 Destierro de Sombras

9A' EDIÍUNDO O,GORMAN

tr[exicana de Geografía y Estadística, 5¡ época, t. vI¡, núm. 8, 1940,

r>.407-121., Prímer síglo guadalupano (1531-1645). Documentacíón indígena y

española que pone de manfiesto los fu,ndantentos histórícos de la apa'rición gtLad^tlupana, Nféxico, Imp. Patricio Sanz, 1931. Segunda edicióncorrc.qida y aumentada, $Iéxico, Librería editorial San Ignacio de Lo'1'oia, 1945"

Gancía Icezser.crre, Joaquln, pero anónimo, De B. Ll. V. Apparitione intrÍexico sub titulo de Guadalupe exquisitío historíca, sin mención de au-tor, pie de imprenta ni ninguna indicación bibliográfica. Es la traduc-ción Iatina de la "Carta" (aid. infra) de Joaquln García Icazbalceta,hccha por Vicente de P. Andrade v el padre Antonio de Icaza. AndradeIa mandó imprimir por Epifanio Orozco, México, 1888. Extensas noti-cias sobre el particular en Iguinez, Disr¡uisíciones, p.205-209, aid' infra.

-,

Ribiiografía mexicana del siglo xvr, i\{éxico, 1886. Nueva cdiciónaurnentada por Agustln r\{illares Carlo, I{óxico, Fondo de Cultura Eco-

nómica, 1954.

-,

Carta del origen de Ia imagen de Nuestra Señora d,e Guadalupede ]Iéxico escrita por D, Joaquín García Icazbalceta aI llttstrlsimo SeñorArzobispo don Pelagio Antonio Labastida y Ddaalos. Sin indicacionesbibliográficas. Se tiraron 500 ejemplares. Fue impresa en los Talleresclel l\fuseo Nacional. P¡eliminares: una "Advertencia" anónima, con unabreve historia del origen de la carta. Es obra de don José Nlaría Vi-gil. Para noticias pormenorizadas, víd, Iguíniz, Disquísíciones (uid. in'[ra) p. 212-223, y una bibliografia de las ediciones de la carta, p. 224'226. IJna última edición con una advertencia mal informada de FernandoBenltez, Nfixico, trIiguel Ángel Porrúa, 1982.

Exquisitio historíca, Anónimo escrito en latln sobre la aparicióntle Ia B.AÍ.Y. de Guadalupe. Traducido aI español por Fortíno Hipó'lito Vera..., Jalapa, Tipografía de Talcnia, 1893. Edición clandestina<ie Vicente de P. Andrade. Reproduce la versión española de la cartade J. G. L hecha pot' Vera y publicada por él en st Contestación histó'rico-crÍtica. . . (uid. infra). NIandó imprimir el opírsculo Vicente de P.Andrade en la imprenta de Albino Feria, México, 1893 "Talonia" no es

sino el apellido materno del padre Vera.

-,

zumlLrraga: Joaquln Garcia Icazbalceta, Don fray Juan de Zutná'rraga, primer obispo y arzobispo de L[éxíco, México, Francisco Diaz deLeón, l88l. Citamos por la edición,4 t., México, Porrua, 1947.

--, García lcazbalceta, Joaquln; Alonso de Nfontúfar; Primo Feliciano

Veiázquez, Inaestigación hístórica d.ocumental sobre la aparícíón de laI/irgen tle Guadalupe de LIéxico, l\lóxico, Ediciones Fuente Cultural, Li-breria Navarro, 1952,

Garibay K., Angel lt[ar!a, Fray luan de Zumtirraga I luan Diego. Elogío

ftinebre, 15 de junio de 1948, México, Bajo el signo de Abside, 1949'

-,

Historia de la líteratura ntihuatl, 2 v., México, Porrúa, 1953 y 1954."La materniclad espiritual de lVfarla en el mensaje guadalupano"'

em La maternidad espiritual de María, México, Jus, 1961. Discurso pro'nunciado el l0 de octubre de 1960 en el Congreso l\fariológico celebradoen l\[éxico ese año,

"I-os manuscritos en lengua náhuatl de la Biblioteca Nacional delVféxico", en Boletln de Ia Biblioteca Nacional de Il[éxíco, México, Uni-

Page 254: 117238026 Destierro de Sombras

BIBI,IOGRAFij' 9qq

vesidad Nacional Autónoma de Xféxico, Unión Gráfica, 1966, t. xvrr,núm. I y 2, enero-junio de 1966, p. 5-19.

"Temas guadalupanos", en Absid¿, México, v. ¡x, 1945. Contiene:"Los anales indigenas", p. 35-64; "Ei Diario de Juan Bautista", p. 155-169; "El problema de los cantares", p. 243-259; 381409.

Grrrrnrr, Maturino, Didktga de doctrina cristiana en la lengua de L[echua-c¿n, lvléxico, Juan Pablos, 1559.

(Gonzllez, José Antonio). Anónimo, Santa Marla de Gttadalupe, patronade los mexicanos. La aerdad sobre la aparíción de la Virgen del Telte-1'ac, Guadalajara, Tip. de Ancira y Hno., anrigua de Rodríguez, 1884.Ileva un prólogo esffito por Luis Guriérrez Otero. Primer impreso don-de se dan noticias del contenido d,e la Inlormación de .1556, interpretadossus datos favorable¡nente a la verdad histórica de la aparición.

Goxziurz, Juan, "Relación primitiva de las apariciones", obra atribuidasin fundamento váiido al padre y canónigo Juan González, aid.., Apén-dice segundo de este libro.

GoxzÁr¡z Dl,vrr¡,, Gil, Teatro eclesirÍstíco de Ia primitíua Iglesia de lasIndias Occidentales, t. l, Ivfadrid, Diego Diaz de la Carrera, 164g. Edi-ción facsimila¡, l\léxico, Grupo Condumex, S.A. de C.V., lg8l.

GoNzÁrrz or Esreve, Coloquios espírituales y sacramentt.les de..., publi-cado por Joaquín García Icazbalceta, Iféxico, 1877.

Gn.c.Neoos v Gervr, Joseph Joaquín, Tardes americanas. Gobierno gentíly católico; breae y particular noticia de toda Ia historia indiana,l\Iéxico,Zúñiga y Ontiveros, 1778. Edición facsimilar, IVéxico, Grupo Condumex,S.A. de C.V., 1983.

Gnnrnlrar, Richard 8., 'fhe Mexi.can Inquisition of the Sixteenth Cen-fury, Albuquerque, University of New ltfexico Press, lgü9.

"Guide to Ethnohistorical Sources", Part Four, en Hand,book of lvfiddleArnerican Indians, Howard F. Cline, volume editor. Great Britan by theUniversity of Texas Press, Ltd., London, v. xv, 1975.

Hrinxrixorz y DÁv¡ros, J. 8., Colección de documentos para la historia dela guerra de la independencia de México, t. rrr, México, 1879. Contíene:l. El expediente de la causa forrnada por el arzobispo Núñez de Flaroen contra del Padre Mier con motivo de su célebre sermón guadalupano,2. La "Xfemoria" de Juan Bautista l\fuñoz sobre la Virgen de Guada-lupe de Nféxico. 3. Las "Cartas" de l\Iie¡ a llfuñoz.

Historia de la nación ¡nexícana lCódice .4ubinf, edición de Charles E. D!bble, Madrid, Porrúa Turanzas, 1963.

Histórica. Revista Trimestral, órgano del Centro de Estudios Guadalupa.nos, núm. ry, octubre-diciembre, 1979. En p. 3-4, la llamada "Relaciónprimitiva de las apariciones".

IcufNrz, Juan 8., Disquisicíones bibliogrdfícas. Autores. Libros. Bíblioteca,s.Artes grdficas. México, El Colegio de México, Fondo de Culrura Econó-mica, 1943.

INron¡,raclóx on 1556, "Información que el señor arzobispo de México donfray Alonso de Montúfar mandó piacticar sobre un rer-ó.r que el 8 deseptiembre de 1556 predicó fray Francisco de l3ustamante acerca del cultode Nuestra Señora de Guadalupe", en Chauvet, Fidel de Jesús, EI cultogrndalupano del 'fepeyac. Sus orígenes y sus crlticos en el siglo xvr, Mé-xico, Centro de [studios Bernardino de Sahagún, A.C., i978. En el Apén-dice el texto de 7a Informacidn en versión paleográfica del manuscriro

Page 255: 117238026 Destierro de Sombras

294 ED\ruNDo o'coR\IAN

original. A esta edición remiten nuestras citas. salvo intlicacitin cn co¡l-trario.

Otras ediciones; l. lla<lrid, "La Guirnal<1a", 1888. Compretrcle: -'1.

"Advertencia" en que se inserta una cart¿l de.fosé Nfaría dc.\glcdav Sánchez,2 de m¿rrzo de 1888,,v a continuación unas explicaciones porlos crlitores, fechada Nladrid, I2 de cliciembre cle I888. A. El texto dclt Inforntacirjr¿ anotaclo por los eclitores, v C. -I-¡cs "Aditanretr¡os" conconsi<lelacioncs acerca cle temas guaclalupanos, toclo atlvcrso a la realida¡lhistórica de las aparicioncs. Es edición ciandestina, impresa en I{óxicrren la imprenta de Albino licria v patrocinada por Vicente de P. Att-drade, Agrccla, Paso y Troncoso y otros. I-as notas v los "-\ditamclltos"se dcl¡en principalrnente a óste. 2. Vera, Fortino I{iptilito, I.a miLa¡irosa

aparición de Nuesha Señora de Gttndalupe, cotrtprobarlu por una infor-mació¡t leuantatla en eL siglo xt'r, Amecarteca, I890. Itlciuve el tcxto delt Inf r.trtnación. 3. Inf onnación que el arzobispo dc LIéxico. . ., lléxico'Imprenta, Litografía y Encttadernación cle Ireneo Paz, 1891. Conticnc:l. La "Advcrtencia dc la edición mexicana" rloncle sc:rvisa tluc se rc-produce la e clición rnadrileira de 1888 purga<1a de errore s v adicionaciacon ulla "Notas". B. Reprocluce la ".'\dvertencia cle la edición española

"(,'. El texto cle la Informacírin anotad,o conlo en Ia e<lición dc 1888. D.I-os ".\ditanlentos" que aParecen en esa misma cdicióIr. -8. ()nec "Notas"que son pequcños estudios aclvcrsos a la traclición a¡raricionista, anrini-mos. 4. J(oa<luln) García lcazbalceta. Alonso cle llontúfar. I'(rimo) F(eli-ciano) Velázquez, Inuestigación- ltistórica docutttetttal sobre la apariciónde la Virsen de Guadalupe de L[éxico, Nléxico, Ediciones Fuente Cul-tural. I-ibreria Navarro, l9ir2. Reproduce el texto de la Información de

1556 tomado de la edición tle l8BB. 5. 'forre v Villar, llrnesto dc la vRamirc¡ Navarro de Ancla, Testímonio.s históricos gtadrtlupano.r, Nléxico,Fondo de Cultura Econ<imica, 1982. Reprocluce, P.3(i'111, el tcxto dc laInlormación de 1556 y toda la edición de 1891.

Inlorrnaciones sobre Iu milagrosa aparición tle Ia .Sntttísimn I/irsen dc Gua-dalupe, recibidas en 1666 y 1723, editor, Fortino Hipólito Vera, Amcca-meca, lBB9.

Ittin huei tlamahuizoltzin, uid. infra, "}J.elación primitiva de la aparicio-ncs", niim. 3.

Ixlr-rr-xócnrru, Fernando <le Alva, Obras Jtistririca.r, 3r'., cdición de Edmun-do O'Gorman, con un esturlio introcluctorio v un apéndice tlocur¡rental,lléxico, Universidacl Nacional Autónoma de lléxico, 1975.

JrrrÉivrz, J. Jesris, "El testirnonio guadalupano del paclrc Juan Gonzitlez.Un documento valioso del sielo xtI", en Ccntro cle Lstudios ()tradalu-

¡ranos, Sagzndo Encuentro NacionaL Guadalupano (2 ,u 3 de diciembrecle 1977), Nfóxico, Jus, 1979, p. I03-137. Reprodujo este artículo el pa-dre Lauro L,ópez Beltni:n, Obras Guadalttpana.t, t. Ir, I\léxico, Tradición,I981, p.143-183.

JrrrÉxrz IIor<rro, Wigberto, Esluclios de historia colonial, N{éxico, InstitutoNacional dc Antropología e Historia, 1958.

Juan Ilautista, "Diario", publicado por el P. Ángcl llaría Gariba,v Ii.,, enÁb.sidc, v. Ix, nún]. 2, 1915.

Junco, Alfonso, Un radical problema guadalupano, Nféxico, Jus, 1953. In-cluye reproducción facsimilar dcl Huei tlanahuizoltica de Lasso de laVega, 1619, y la traducción castellana de Primo licliciano Vel:icluez.

Page 256: 117238026 Destierro de Sombras

BIBLIOGRAFIA 295

Lasso dc la Vcga, Luis, uid. it'ican nto,poltua.LiLtros y Librcros en el siglo xvr, XIéxico, l9l-1 (Pubiicacioncs clcl r\rcirivo

Gencral de la Nación, r'r).Lóp¡z B¡,r-rn'(s, Lauro, La protoltistoria suadaiupana, \téxico, Jus, 1g66.

La seguncla parte contiene el tcxto dcl lluei tlatnal¿uizoltira publicadoen 16,19 por Lasso dc la Vega, con la traducción casrellana cle prinoFeliciano Velázcluez dci ¡\r¿c¿n mopoh.tta y dei -\'icarr rnoctepana, coitabundantes noras, p. I39-270.

-,

Obras Guadalupanas, -fomo rr, "El autor ilel relato original aua-cialupano", N,Iéxico, fraclición, i981. -fomo rv, "La primera hisroriaguatlalupana impres:r" (reinipresión de la oLre de NIigut:l Sirrclrcz) , trIi,xico, Tradición, 1981. -I'omo vr, "Parronaros gtradalupanos", l\lóxico, 'fra"dicióu, 1982.

Lóprz na \¡nesco, Juan, Groglafía y descripción unfuetsal de las IntLias,NÍadrid, 189.1.

LonnNz,q.¡ie, Concilias: Francisco Antonio Lorenzana, Concilios prouincirt-lcs, prirnero y seguntlo, ct,lcbradc¡s ctt la rnuy noble 1, tn.uy leaL ciudad.de dIéxico..., I)alos a luz tL Illnto. Sr. D..., trIixico, Joscph ,\nrcrrioclc Hogal, l7(i9.

Lrecuxo, Jcrsé A., La ptrsortalídad jurítlíta dei indio y ci II Concilír>Prc.¡uincial llexicarto, IIéxico, lt)63.

l\'Iani<oquÍ, José llaria, La ciud.ad dc l.Iéxico, Jr'., -\{óxico, "La Furopca',l9uu- lliUJ.

Nfez,r, Francisco cle la, El suadalttpattisrtto ntt:xic{trto, j\Ióxico, porrúl vObregdrn, 1951: 2+ ediciól, trIcxico, Fonclo rlc Cultura Econórnica, 1g81.

I\l¡otr-,r Ascnscro, Luis, Dr¡r'untenlarío ptLaclalu pano, XIéxico, Cent¡o tlt:l,studios Guaclalupanos, A.C., Tradición, lgEli.

-,

¡'Fuentcs escr)ciales cle la historia guadalupana. Su valcr histórico".en Albunt conmemoraliuo del 450 aniaersario cle las aparicione.s tle ]\ues-lra Señora dc Guadalupc, I{cxico, Edicioncs B¡ren¡r Nuela, lgLil, p. IL):i.

"Las irpariciones como un hcciro histórico", cn Centr.o de [stucliosGuadalupanos, A.C., Stgunclo EncuenlrrL NacirlnaI {)uadalul.¡ant¡, }iéxico,Jus, 1979, p. 2l-39.

IfÉxo¡z Ancro, Scrgio, la Real y Pontit'icia (.'niuersidad de ]Iéxico. A¡¡te-ccdentes, trantitación y despncho de las rc,Llcs cédulas de crección, Edi-ciones del IV Ccntenal'io de la Universidad dc r\Iéxico, xu, l{éxico.Consejo de Flumanidadcs, Urrivelsiciad Nacionai .\uróuoura rle Jlérico.I 952.

lfÉxnnz Ptexc.rnrr, Alfonso, "La co¡ona enienlática cn la pintura cltl Te-peyac", en El Unit'ct'sal, l, B,v 15 de ocrubre rte 1915. publir.ó clc nueloeste artículo con pequeñas I'arianrcs en eI mismo periódico, i:, 1U, 26cle junio ile 195:1.

N{¡ror¡re, Geróniruo dt, Ilistoria cclesiústita ind.iana, edición r1e .JoequínGarcía Icazbalceta, lIéxico, 1870.

IIrrn, Servando Tcrcsa de, Carlas deI cloctor. . al ct.o¡ti,sta tl.c las Indias,doctor don Juan Bautísta XIuñoz, sobr. la tradíción de Nuestra ,Señorade Guadalupe de LIéxico. Año de 1797, Nlóxico, Imprenta de "1.1 Por-venir", 1875. [,dición clandcstina.

-,

El heterodoxo gu,adalupano, Ol¡ras completas, núm. r, estudio ¡rre-liminar cle Edrnundo ()'Gorman, 3 v., I\'féxico, Coordinación dc }hina-nidades, Universidad Nacional Autónoma de tr{é"-.ico, 1981.

Page 257: 117238026 Destierro de Sombras

296 EDMLINDo o'coRMAN

l\'for,rNe, Alonso de, Vocabularío en lengua castellana y mexicana, Méxi-co, Antonio de Espinosa, 1571.

Morrúnen, Alonso dc, arzobispo de il{éxico, vid. supra, Información de1556; Lorenzana, Concilios; infra, "Ordenanzas que se han de guardar. '."

NfonnNo DE Los Ancos, Roberto, "Guía de las obras en lengr.ras indigenasexistentes de la Biblioteca Nacional", en Boletín de la Biblioteca Nacio'nul, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Unión Gráfica,t. xvrr, núm. I y 2, enero-junio, 1966.

trlov¡, on CoNrnlres, Pedro, arzobispo de Nféxico, "Carta relación remitidaal rey don Felipe. Reservados informes personales del clero de su dió-cesis. IVIéxico,24 de marzo de 1575", en Cinco cartas d'el IImo. y Excmo.Sr. D. Pedro Moya de Contreras, arzobispo, airrey y primer inqusidorde Ia Nueua España..., Madrid, José Porrúa Turanzas, 1962 (El informereiativo aI padre Juan GonzáJ.ez, p. 126-12i).

l\,Iuñoz, Juan Bautista, "Memoria sobre las apariciones y el culto de nues'tra Señora de Guadalupe de México", en X[.emorias de la Real Acaderniode la Historl¿, NIadrid, v. v, 1817, p. 205-224. Fue presentada a dichaAcademia en septiembre de 1794.

Nav¡nno on Axoa, Ramiro, aid, infra, Torre y Villar, lrnesto de la,

N1C, N AIOPOHUA. Por ser ésas las palabras iniciales del texto, así se

conoce y cita el relato en n:ihuatl de las manifestaciones de Ia Virgen a

Juan Diego y a Juan Bernardino y de la aparición de la imagen de Marlaen presencia del obispo don fray Juan de Zumárr..aga. Fundadamente se

atribuye ese rel¿to a don Antonio Valeriano.Se sabe de cierto que sucesivamente poseyet-on el manuscrito original

rfel Nican mopohua don Fernando de Alva lxtliixóchitl, su hijo don Juande Alva y don Carlos de Sigüenza y Góngora. Es habitual suponer queese rnanuscrito pasó al Colcgio de San Pedro y San Pablo de los jcsuitasde Nléxico con los libros y documentos que Pcrtenecieron a Sigüenza yGóngora; que más tarde pasó a la Biblioteca de la Reai y Pontificia llni-versidad cle México al sobrevenir la expulsión de los padres de la Com'pañía de Jesús, y por úitimo, que, con motivo de la invasión norteameri'cana en 1847, el general W. Scott se apoderó, entre otros documentos, delmanusc¡ito original de la relación de las apariciones escrita por Valeriano,sin que hubiere sido devuelto a Nféxico por eI gobierno cle los Estados

Unidos.El padre Ernest J. Burrus ha estudiado con su reconocida erudición y

sericdad el conjunto de esas noticias. Demuestra que no se tiene rlin-gún testimonio que permita suponer fundadamente el paso del manus-irito original de Valeriano al Colegio de San Pedro y San Pablo y de allta la Universidad de l\féxico, y afirma que, Por tanto, sÓlo se sabe con

certidumbre eI paradero de ese precioso documento hasta el año de 1700

en que falleció Sigüenza y Góngora (Burrus, The Old'est Copy of the Ni'can Mopohua, aid. supra, el registro de esa obra).

En ese trabajo ei padre Burrus dio noticia de tres manuscritos del Ni'can mopohua que pertenecieron a don José Fernando Ramlrez y que ahora

se conservan en la New York Public Library. EI examen del más antiguode esos manuscritos (sólo contiene ahora cerca de una tercera Parte delrelato) convenció al padre Burrus que debería fecharse hacia los prime-

Page 258: 117238026 Destierro de Sombras

BIBLIOGRAFíA 297

ros años cincuenta del siglo xr.r, fundándose para ello en la comparacióncon un manuscrito de fray Alonso de la Vera Cruz escrito en México en1553-1554, y en las conclusiones de su estudio, el sabio jesuita opinó queno era de excluirse la posibilidad de que ese manuscrito del Nican mo-pohua tuera el original de Valeriano (Burrus, op. ci¿., supra, p.4. y 25).

Ahora bien, como el padre Burrus cree en la realidad histórica de lasapariciones de l53l y al parecer se inclina a aceptar que el relato deValeriano es de fecha anrerior a 1548 (op, cít., p. 3), su conjetura acercade la posibilidad de que el manuscrito que estimó ser de principios de iasegunda mitad del siglo xvr sea el original, carcce de la plausibilidad quenosotros podemos concederle. En efecto, como por nuestra parte creemoslraber mostrado que Valeriano comfruso el Nican mopohua precisamenteen año inicial de la segunda mitad del siglo xvl, o sea en 1556 (ujd.supra, Primera parte, capitulo 3, rr, l), no hay obstáculo para tener, noya como meramente posible sino como muy probable, que el más antiguode los tres manuscritos del Nican mopohua, ahora en la New York PublícLibrary, sea el original de Valeriano.

En 1o que se refiere a la noticia (originada en el P. Cuevas, Historiade la lglesio en México, I, p. 279) de rlue aquel original fue llevado porel general Scott y que aún se hal1a en poder del gobierno norteamerica-no, el padre Bunus ha mostrado la falsedad de ese rumor (Burrus, A fuIajorGuadalupan Question Resolved, aid. supra, el registro de esa obra).Nican ntopoftua. Principales ediciones del texto n¡ihuatl y traduccionesal castellano.

1. AIva lxtlilxóchitl, Fernando, traducción parafrástica, Da noticia de ellaCarlos Sigüenza y Góngora en Piedad heroyca de rlon Fernando Cortés,núm. 114.

2. Sánchez, IV{iguel, Imagen de la Itirgen trIaría madre de Dios de Gua-dalupe, ntílagrosantente aparecida en la ciudad de México, l,Iéxico, Viudade Bernardo Calderón, 1648. El texto del Nican mopohu¿ que utilizó Sán-chez es con toda r;robabiiidad la traducción parafrástica de Ixtlilxóchitl.

3, Huei tlamahuizoltica amonexiti in ilhuicac tlatoca cihuapilti SantaMaría tlotlazonantzin Guaclolupe in nican huei altepenahuac lfexico ito-cayocan Tepeyacac, publicado por el bachiller Luis Lasso de la Vega, Mé-xico, en la Imprenta de Juan Ruyz, 1649. Contiene: A. Parecet del padreBaltazar GonzáIez, Colegio de San Gregorio de los Naturales, 9 de ene-ro de 1649. B. Licencia del provisor doctor Pedro de Barrientos Lome-lln, 1l del mismo mes y año. Las siguicntes piezas en náhuatl. C. Dedi-catoria-prefacio de Lasso de la Vega. D. Texto del Nican mopohua. E.Descripción de la imagen de la Virgen. ¡'. El Nican moctepana, rclatos demilagros atribuidos a la imagen y unas noticias sobre Juan Diego y JuanBernardino. G. Epllogo de Lasso de la Vega. 11. Oración dirigida a Ia Vir-gen de Guadalupe también de Lasso.

4. Becerra Tanco, Lttis, Origen milagroso del santuario de Nuestra Se-ñoro d,e Guadalupe..., México, Vda. de Bernardo Calderón, 1666. Es latraducción al castellano de Becerra Tanco del Ntcan mopoáua entregadapor él con su testimonio en la información de 1666.

5. Becer¡a Tanco, Luil Felícidnd de México..., Irféxico, Vda. de Ber.nardo Calderón, 1675. Edición póstuma de la versión casrellana del Nicanmopohua con omisiones y variantes respecto a la anterior.

Page 259: 117238026 Destierro de Sombras

?!ls EDffUNDO O,GOR\IA\

6. Florcncia, Francisco d.e, La estrella del liorte de LIéxico..., NIéxico,Ilaría de Rr:navides viuda de Juan Ribera, 1688. Parece prol-able que!-lorencia utilizó la traclrLcción Darafrástica cle Alva l:*tiilxóchit1.

7. Borurini Ilenaduci. Lorcnzo, Catilogo del X'Ius¿o Histórico Jndiano,r:xxrt', 3 y 4. registra urte tra<lucción castellana que marrdó hacer del textonrilruati del ,\Ilcar¿ mopoltua publicaclo por el bachiller Lasso de ia Vega.Il paclrc Pichardo hizo una copia (delectuosa) de la anterior traducción;se conscr\'¿r cn la Bibliotece Nacior)irl de París. Publicó esa copia el pl-clre Fortino Hipólito Vcra en un folleto intitulado El milasro de la Vir¿¡enrleL Tepcl'ac. Por Anto¡tio l'aLeriar¿o, Pucbla, Colegio Pio de Artes ,v Ofi-cios, 1895. Iitre reerlitado por Galii-ri Tortolcro en "Ei Eco Guadaluprno",en i922.

8. Lorcnzana, Francisco Antonio de, arzobispo de N,Íéxico (1766 1772) .

Corrrisionó le treclucción de clos tcxtos fra¡¡n¡entarios del Nj¿'nn rnopoltuaqr¡e prrtenecieron a lloturini. I'ucrc¡n los traductores Carlos de Tapia yZcntcro y -José ]ulián Ramírez. Don Primo Feliciano Velrizqucz. I-a apa-yiciti¡t r.le Santa i\Iarío c)c Guadelup¿, Nléxico, 1931, rcprodujo cn p. E1-

9l los tcrtos de csls dos traducciolres.9. De ia I{osa.,,\gustín, Disertatío historrt.o-flttol.ogica de Allparitiorte

R. lI . tr/. de Guadaltipe, Guadalajare, f-ip. Narcisi Pat'ga, 1887. l{cirnprc-sión cn parte dei Ifuei tlantoltuizoltíca, "lleno cie infinitas erretas", scgún.\rrtlraclc, Ensayo Bililiográf ico Xlexicano del siglo x1'rr, 2r eclición, trf úxico,hrp. i\Irrsco Nacional, 1899.

1.0,4ll,nutL de lo coronacírin de ltt Sa¡ttí.sinta I:irgen tle Guarl,rlultt . v. r,

lIrlrico, 1895. p. l7-23, se rcproducc la traclucción castellana <lel X'ic¿¿n mo-

!¡oltua mitnd¡rcl¿t hacer por lloturini.I 1. Ar:aclcrnia l\Iexicana de Santa Nlaria cle Guaclalu¡re, Huei tLanta-

lt¡tizolltca. LiLtro c¡t lengua rnexicane que eI Br. Luis Las.so de Ia l/ega hizoitnprirnir en XIéxico e! año tLe 1649. zlhora traducido y anotado por elLíc. Don Prit¡¡o Feliciano trlelrízquez. prólogo dcl l'. Jesús Gar-cía Gutiérrez,\I(.xic:o, Currt'rlo e FIi jos, I9:6. El traducior suplió el texto rclativo a latcrccra apericióu tluc, según é1, fuc omitirlo por Lasso dc ia Yega, y utilizóprrrír ese efecto la parte corl-espondicnte del texto de la trarlucción de

.[osó Juliár'r Ramirez, uid. supra, el núm. 8. E1 padre Lrnest J. Blrrms, Tl¡¿1"u.¡ic Bibliograplt¡, of the Cuadalupan Apptritions, Cara, Washin3ton,D.C., 1983, ¡r. 10, alcga que cl texto de Valeriano dcl Nlcan mopoltua totiene esa l..r-^una y que, por tanto, I-asso de la Vega no omitió nad;r; queclc habcr siclo ¿si, <luienes cr.¡nocian cl original (Sineücnza l Góngora, N{i-guel Sánchez, Recerra Tanco y otros) habr"ian protestaclo cn cont¡a cle se-rnejante mutilación.

l?. Velázquez, Primr¡ Feliciano, La apariciórt de Santa f,[aría de Guada-1upe, nléxico, Imp. de "I'atricio Sanz", lg3l. El eI capítulo vlr: "La his-toria olisin¿rI", p. 142-183, el autor incluvó el texro del Huei tlantahuizol-tica en la vcrsión castellana hecha por él v publicacla en 1926 por la,\cademie Xlexic¿na dc Santa XIa¡ia de Grraclalupe. r'id. supra, cl reeistroanterior. También irrcluvó ias traclucciones de los textos fragmcntalios rrran-clados lracer por el arzobispo I-orenzana, aid. supra, núm. 8.

I3. Junco, Alfonso, Un radicaL pr<tblenta suadaLupano, NIéxico, Jus, 1953.Inclnye relrroclucción facsimilar del Huei tlamahuizoltica y Ia versión caytcllana de Primo Feliciano Vel:izcuez.

1.1. Tonoella, Enrique, EI Nican mopohua, lféxico, Buena Prensa, 1961.

Page 260: 117238026 Destierro de Sombras

BIBLIoCRAITiA 2i]9

Eclición bilingüe dispuesta en vc¡siculos. La traducción es la de P¡imo Fe-liciano Veiázquez.

15. López Beitrán, Lauro, La protohistoría guadalupana, [léxico, .fus,1966. Incluy'e, p. 138-270, la versión casrellana del Huei tlamahuizoltic'Ldebida a Primo Fcjiciano Ye.Lázqrez.

I6. Garibay ii., Angcl María.'I'raducción del Nican mopohua en flistó-ric¡r, Rcvista T rimestral, órgano del Centro de Istudios Guadalupanos,A. C., v. rrr, I978.

17. Rojas Szinchez, Nfario, Nícan mopoltua. D. Antonio I'aleriano. Tra-rJucció¡t del nahuatl ai castellano por el. presbítero.. , Xféxico, Imprenta"Ideal", lir tle agosto de 1978. l,cliciiin bilinsüe con e] texro náhuatl pu-blicado por Lasso cle ia Vega et eI ÍIuei tla¡nahuizt¡Itíca.

i8. Iledirra -¡\sccnsic, Lurs, Docttnrentario guadalupan.o. l5J1-1768, Cen-tro de [,stuclios (iuadalupanos, A.C., Xléxico, 'I'raclición, 1980. Inciuyó eitexto del Nican mopohua e¡:r la versión casrellana de Primo Feliciano Ve-lázquez.

l9. Tor¡e y \rillar, Ernesto <1e la y Ramiro Navarro de Anda,'fcsti¡no-nios lListórícos quacialupanos, lféxico, Fondo cie Cultura Económica, 1l)82.Inciuye, p. 282-308, cI Huei tlar¡tahuizoltica de \a edición de l¿r AcadernieI{exicatra de Santa llaría cle Guadalupc, aid. supra, rrúm. ll.

NICIN IIOTECPANA. Por ser esas sus palabras iniciales asl se cit:r h¿l¡i-tualmente cl reiato de milaqros atribuidos a la imagen de nucstra Señorade Guadalupe del Tcpeyac. Obra de don lernando de Alva Ix¡lilxóchitl.Srr texto original en náhuatl fue incluido por Lasso de Ia Vega en el Huritlanahuizoltic¿. Traducción castellana por Primo Feliciano Velázqucz. l,rrl.stt,pra Nican rnopohua, nÍrnl. 3. 11, 12, 13, ig.

O'Gonrr,er, l,dmundo, La inuención de América, 2a. cdición, I,féxico, fon-rlo de Cultura Lconómica, 1977.

-,

"La tesis guadalupana del padre J\tier", en .l\,fier, Scrvanrio Tcresede, El heterodoxo guadalupano, uid. supra.

Xleditaciones sobre el criollistno. Discurso de insreso en la,4cade-ntia Mexicana correspondiente de la Española, Nféxico, Ce¡rtro dc .Ls-tudios de Ilistoria de Xléxico, Condumex, S.A., 1970.

"Ordenanzas que se han dc guardar en esta nuestra Audicncia Arzobispaly en toda la Provincia", publicadas a conrinuación cie las actas del Con-cilio Primcro Provincial X,lexicano, en Lorenzana, Concilios, p" 172-178,aid. supra.

I'apeles de Nueua España, II Seríe, Geogralía y Estadística. Recopilacit)tide Francisco del Paso y '7'roncoso, 7 v., Xfadrid, Esr. Tipográfico "Suce-sores de Rivadenelra", 1905-1906.

Paso v Troxcoso, Francisco, aid. Epistolario; Papeles de Nueua Españtt.PÉnrz, [utimi,o, Ciertos aparicionistas obran de mala fe: le inuentan al-

gunos episodios;2? desfiguran otros, y 3o ma¡'¿cillan reputaciones aje-nas, Cuilapam, junio 22 cle 1890. En realidad se imprirnió en la ciudadde México, y su autor es el canónigo \¡icente de P. Andrade. l,id., Gar-cía Icazbalceta, Joaquín, Cartas de..., Nléxico, porrha,1g37, p.2:t?-23Jy nota 4. Se re¡rrodujo eI opriscuio en p. 126-l+7 de ia tcrccia edicici,rde Ia Inf ormación de 1556, )Iéxicc:, 1891, aid. supra.

Page 261: 117238026 Destierro de Sombras

300 EDrruNDo o'coRMAN

PLAZA y JeÉN, Cristóbal Bernardo de la, Crónica de Ia ReaI y PontifíciaUniuersidad de l\féxico, escrita e¡t. el siglo xvn por eI bachiller... Ver-sit,n, paleogrdfica, proemio, notas y apéndice por eI profesor Nicoltis Ran-gel, 2 v., Itféxico, Universidad Nacional Autónoma de Nléxico, I931.

Portp¡, v Porrre, Antonio, Álbum del IV Centenario Guadalupano, I\féxi-co, La Insigne y Nacional Basilica de Santa Nlaría de Guadalupe, 1938.

EI gran aconteciniento guadnlupano, l'féxico, Jus, 1967.

-,

"lll padre Juan González", en Diuulgación histórica, v. u, 5, 1\Ié-

xico, 15 de marzo de 194i, p. 211-217.Proceso crintinal del Santo Oficio de Ia Inquisición y del fiscal en sr!, nom-

brc contra don Carlos, indio principal de Texcuco, Nféxico, ComisiónRcorganizaclora del Archivo General y Púbiico de la Nación, Eusebio Gó-nrez de la Puente, 1910.

Procesos de indios idóIatras y hechiceros, Publicaciones del Archivo Generalde la Nación, l\Iéxico, 1912, v. Irr.

Puc¡, Cedulario: Yasco de Puga, Prouiciones, cédulas, instrucciones d"e sumajestad, ordenanzas de difuntos y audiencias para la buena expedíciónde los negocios y atlministración de justicia y gobernación desta NueadEspaña y para el buen tralamiento y conseruación de los indios, dendeel año de 1525 hasta este de 63, \í,éxico, Pedro Ocharte, 1563. Citamospor Ia edición de "El Sistema Postal", 2 v., i\féxico, José Nlaría Sandoval, Impresor, lB78-1879.

Ravínrz, José Fernando, "Advertencia" sobre la llamada "Relación pri-mitiva de las apariciones guadalupanas". Fotocopia dei texto manuscritode esa advertencia en Cuevas, 1\{ariano, ÁIbum histórico guadalupa'no..., "Séptima Década, 159l-1601", p.97-102. El original de ese ma-nuscrito en la New York Public Library.

"t\fonumentos Guadalupanos", 5 v. Parte de la colección de manus.critos de José Fernando Ramírez adquirida por la New York PublicLibrary donde ahora se conserva. En esos cinco volúmenes el señor Ra-mirez reunió una serie de documentos reiativos a asuntos guadalupanosque irrclul'e tres manuscritos del Nican mopohua de YaIeri,ano. Vid.Burrus, The Oldest Copy of the Nican Mopohua, op. cit., p. l-2 Esti'mamos como muy probable que el más antiguo de esos tres manuscritoses el original de V¿rleriano. Vid. supra, Nican mopohua.

"nEr..lcró^- pRr\{rrrvA DE r.As APARlcIoNEs". Nfanuscrito en lengua n¿ihuatlque posee la Biblioteca Nacional de N'Iéxico. /ld. Roberto Moreno, "Guiade las obras en lenguas indígenas existentes en la lJiblioteca Nacional deMéxico", en Boletín de la Biblioteca Nacional, t. xvII, núm. I y 2, ene-ro-junio de 1966, p. 89. Registro núm. 49, "Santoral en mexicano, v. 1",séptima pieza: "Ntra. Señora de Guadalupe, f. 5l-53 - f. 54-56 en bl." Estedocumento ha isdo designado como "Relación primitiva de las aparicionesguadalupanas" y asi se le cita. Se ha pretendido que se trata de un textode la narración de los portentos guadalupanos supuestamente ocurridos enl53l; que es anterior o en todo caso independiente del Nican mopohuade Valeriano, y que su autor es el padre Juan González. Nosotros hemosargumentado en co¡rtra de semejantes pretensiones y afirmado que se üatade un manuscrito del siglo xvrr casi seguramente escrito por el padre je-suita Baltazar González. Vid. supra el Apéndice r¡ de este libro y especial-mente su apartado v¡1.

Page 262: 117238026 Destierro de Sombras

BII]LIOCRAFIA 3() I

Pust-lcAcro¡{rs

l. Cuevas, Mariano, Albu¡n histórico guadalupano del IV Centenario,Nléxico, 1930. En la "Séptima Década" el auto¡ anuncia el "descubrimien-to" de esa supuesta "Relación primitiva de las apariciones", y en p. 100-102 reproduce en fotocopia eI manuscrito (con omisión involuntaria de suprimera página) y transcribe la mala versión castellana de su texto debidaa Faustino Galicia Chimaipopoca.

2. Garcia Gutiérrez, Jesús, Primer Síglo guadalupano, México, 1931 y1945. En ambas cdicioncs, p. l0B-ll0 v l0l-104, respectivamente, el autorinclul,e Ia versión casrcllani de Galicia Chinralpopoca publicada por elpadre Cuevas. Vid. supra, t\ anterior registro.

3. Rojas Sánchez, llario, Inin huei tlámahuizoltzin. Esta es la gran ma-rauilla, pub. en Stat Crux Dum aoluitur Orbis, núm. 9, p. 231-239, sif.Versión paleográfica 1' traducción castellana del documento, ambas debidasal padre Rojas Sánchez.

4. Jiménez L., J. Jesús, "El testimonio guadalupano del padre Juan Gon-zález, Un documento valioso del siglo xvr", en Centro de Estudios Gua-dalupanos, A.C., Segundo Encuentro Nacional Guadalupano, 2 y 3 dediciembre de 1977, Iúéxico, Jus, 1979. Al final de su artículo el padreJiménez reprodujo la versión paleográfica y la traducción clel padre RojasSánchez.

5. Históríca, Revista Trimestral, órgano del Centro de Estudios Guada-lupanos, núm. rx, octubre-diciembre de 1979, p. 3-4, reproduce la traduccióncastellana del padre Rojas Sánchez.

6. N{edina Ascensio, Luis, Documentar;o guadalupano, ttid. supra, p. 61-64, reprodr"rce la versión paleográfica y la traducción castellana del padreRojas Sánchez.

7. L6pez Belrán, Lauro, "El autor del relato guadalupano", en Obrasguadalupanas, t. u. México, Tradición, 1981. En p. 185-190, reproduce la ver-sión paleográfica y la traducción castellana del padre Rojas Sánchez,

8. Torre Villar, Ernesto de la y Ramiro Navarro de Anda, Testimonioshistóricos guad.alupanos, IVIéxico, Fondo de Cultura Económica, 1982. Re-produce, p,24-25, ia traducción castellana del padre Rojas Sánchez.Rrc¡n¡, Robert, La "conquéte spirituelle" du Mexique, Paris, Institut

d'Ethonologie, 1933."Notes sur la biographie de Fr. Alonso de \,Iontúfar, second Ar-

chevéque de México (1551-1557)", en Bulletin Hispanique, Bordeaux,julio-septiembre de 1925, p. 242-246.

México", en Etudes et Documents pour I'Histoíre Missionaire de I'Espagneet du Portugal, Paris: J.Ilf. Peigues, Successeur de A. Giraudon, 1931.

Rrvrn,l, Agustln, EI intérprete Juan Gonzdlez es una conseja. Folleto es-

crito por. . , quien lo ded.ica a su sabio médico i amigo eI Sr- Dr. D. Eu-genio Moreno..., Lagos de Moreno, Ausencio Lópcz Arce e Hijo, Tipó-grafos,1896.

RosLEs, Antonio de, Diario d,e sucesos notables (1695-170J), edición y pró-lógo de Antonio Castro Leal, México, Porrúa, 1946 (Colecci6n de Es.critores Mexicanos).

Ro¡es SÁNcurz, I\fa¡io, Nican mopohua, Dn, Antonío Valeríano, Traduc-cíón del ntihuatl al castellano por el presbítero... prólogo del P. Ma-

Page 263: 117238026 Destierro de Sombras

:l{ )2 ID}IUNDO O COR\IAN

rrLicl Ilol)lcdo Gutitlrrcz, E. D.,31 clc mavo de 1978. lléxico. Imp. "Ideal",l5 dt: agosto de 1973. Edicirin bilingüe.

iiosa, r\gustln de la, Disertatio ltistorico-theologica de Apparitione B.M.l'.de Guadalupe, Guadalajara, Narcisi Parga, 1887.

S..rr¡,rcúx. Rcnrarclino de, Ifistoria general de las cosas de Nueua España,.,Jr'., edicirin de Wigberto Jiméncz Jloreno, Robredo, 1938.

Sixcrtr.z, Xliguel, In¡asen de Ia l'irgen IIaría LIadre ¿Je Dios tlc C]uada-Iupc, milaurosant(nl( apatr:cida en la ciudad de trIéxico, Iféxico, Viuda<Ic llcrnar'<lo Calderón. 1648.

Sax¡or'¡r v OnróÍrz, La catedral ntetropolitana de México. Noticias co-nl('nzu(las por el II. I. Sr. Dt:tin, Lic. don Pablo de Jestis Sandoaal. Con-tintntlas y tcrminadus bor el prebendado en Ia misma catedral, Lic. don

J r.tsé Ordóñez. Cott untt introducción deI acadér¡tico don rllberto LIaríaCarreño, lléxico, Ldiciones Victoria, 1938.

S,l¡;r',c. llaní.r, Diego dc, "Cartas aI rey, I[é-ticc. 12 de diciernbre cle 157'1

y 21 de marzo cie 1575", en Cuevas, l\Iariano, Historia de Ia lglesia enlIéxico" op. cit., rt, p. 493'496.

S¡:nt¡ro, Luciano, "Alonso de \Iontúfar, segundo arzobispo de X[éjico", enBoletín de Ia Real Academia de la Historla, trfadrid, abril de 1923,

p.2{)9-321. El ar¡ículo fcchado en Siios,20 cle octubre de 1921.

Srxcü¡rrza y Gó\coRA, Carlos, Pir.'tlad Heroyca de tlon Fernando Cortés,edición de Jaime Delgado, Nfadrid, Porrúa 'Iuranzas, i9tj0. Ln eI capi-tulo x, núm. ll4 se halla ei texto del famow juramento de Sigüenzaque se aducc para probar que \/alcriano es el autor del Nican mopo'/¿r¿¿. I-ste cél¿:bre párrafo 1o escribió Sigüenza por separaclo y mris tarde1o incluló en la Piedad Heroyca. Genalo Garcia le franqueó el manus-crito al padre Xfariano Cucr':rs, quien lo reproduio en facsimile en su

LIi.str¡ria d,: la Iglesia en XIéxicr.¡, I, p. 280. I'id. Burrus, The OldestCop¡, of the Nícan tr[opohua, op. cit., p. 9-i2.

Srrrnox, Rémi. ,l)ic¿iono-rio de la lengua nnhu¿tl, lléxico, Siglo XXI, 1971.

Sosr. Francisco, EI episcopadrt mexicano. Galería bíogrtit'ica ilustrada de

los IImos. señores arzobispos de lIéxico dcsde Ia época coloniol hasLa

nucstros dí¿s, \Iéxico, Ilesicluio Iriarte v Santiago Hernández, 1877.

5rr.cr, I.r¿rncis Rorgia, EI priner coleqio de Ámérica, Santa Ctu.z de Sarttiago'f iatcioico, IIéxico, Centlc¡ de [stuc]ios Franciscanos, 19-1:1.

SuÁn¡z nn Plur-ra, Juan, Noticius históricas de Ia Nueta España, ediciónc1e tion Justo Zaragoza, Nfadrid, 1878.

-I-,rlr,r. IlÉxnrz, Aureliano, José Antonio Plancartr: y Labastida. Profeta y

nt¿i¡tir, l{úxico, Jus, 1973.'1-onqur-rrerr, LIc-tnurquía: Juan cle Torquemada, Primera, segunda y ter'

ccra /)ortes de ios ueínte y un lil,tros rituales y |Ionarquía Indiana, cont'l origen y gl¿crras de los indios occidcntales, de sus poblaciones., des-

cubrimiento, cortrluista, conuersiótt y otras cosas nzarauiLlosas de La ntes'

ma tit:r¡'o, 3 v., XIadrid. Nicolás Rodríguez Franco, 1723. l'uecle consultarsela tcrcera cclición, sin duda la rncjor como instrumento cie trabajo, 7 v.,IIórico, UN'\Il, l97i¡-1983.

I'onn¡, \'rr-r-an, Elncsto de ia, "La V.irgenllo cspilitual e intelectual de I[óxico", cnanitcrsrtrio rle las aparicione s de NuestraEciiciones Buena Nucva, 1981, p. 225267.

de Guadalupe en el desarro-Album conmemoratiuo deL 150Señora de Guadalup¿, Nléxico,

Page 264: 117238026 Destierro de Sombras

BIBLIOGRAFíA 303

v Ramiro Navarro de Anda, Testtmonios históricos guadalupanos.Compílación, prólogo, notas bibliogrrificas e índices d¿.. , N{éxico, Fon-do de Cultura Eco¡rómica, I982.

TousserxT, lfanuel, La catedral de tr/téxíco y el savario ntetroltolitano,por , i\Iéxico, Comisión Diocesana de Orclen y Decoro, 19.18.

-,

Pdseos coloniales, trICxico, Imprenta Linivcrsitaria, 1939; 2a. edi-ción, I9tr1.

Ver.r.nrero, Antor-rio, t'íd. supra, Nican mofohua.Vnr.Ázeutz, Primo Feliciano, La aparición de Santa XIaría de Guadalupe,

llléxico, Irnp. "Patricio Sanz", 1931. Reproducción facsin'ri1ar, con unaintroducción v bibliografia del P. J. Jesús Jiménez López, Irféxico, Jus,1981, Contiene, capítulo lrr, el il"á¡ laáalruizoltica irnpreso poi elbachiller Lasso de la Vcsa en 16-19, traducitlos por el autor los textosdel Nican moltohua y del Niran motecpana. Reprodujeron dicho ca¡>i-tulo, Junco, Un problena radical guadalupano y Lauro López Beltrán,La protoltistoria guadalupona, uid. supra.

Vr¡rtc,rs, Nfiguel, El Ferfecto eclesidstico representado en la aida apostó-lica del sieruo de Dios, Dr. D. Jttan Gonxilei, canónigo de L[éxico, rcc-tor de su Unittersidud. y ntísioneros de los indios de la Nueua España, mlcitado por Beristriin, Bíblioteca. Ha permanecido inédito y se desconocesu paradero actual.

\¡rne, Fortino Hipólito, Colección de docttmentos eclesidsticos de I\[éxíco,o seu atttigua y modcrna lcgislacíón de la Iglesia A{exicana,3 v., Ame-camcca, Imp. dei Colegio Católico, lBB7.

-,

Contestación hístórico,crítica en delensa de Ia ntarauillosa aparíciónde la Santisina I'irgen de Guadttlupe, al anónimo intitulado ExquisitioHistorica, y a otro anónimo también que se dice Libro de Sensación,

Querétaro, Imp. de la Escuela de Artes, 1892. Conriene la traduccióncastellana que hizo \/era de la versión latina de la Carta de Garcia Icaz-balcet¿r publicada anónirnamente por Andrade.

-,

El milagro de la Lü'gcn del Tepe¡ac, por Antonio l/aleriano, alum-no y catedrdtico del Culegio de Santiago Tlatelolco el año de 1551, conutt prólogo del llmo. Sr. Obíspo de Cu¿rnauaca, Dr. D. , Puebla, -fip.del Colegio Pio de Artes y Oficios, 1895. fid supra, Nícan mopolrua.

--, Infotmaciones sobre Ia milaqrosa aparición de Ia Santísima [/irgen

rle Guadalupe, recibidas en 1666 y 179. Publícalas el presbítero Dr.. ,Amecameca, "Imprenta Católica" a carg'o de Jorge Sigüenza, lEE9,

-,

La milagrosa uparición de \-uestra Señora de Guadalupe, comNtro-bada por una infonnación lettantada en el slglo xvr, Amr:cameca, l8g().Alude a la Int'ormación de 1556.

Tesoro guadalupano. Noticia de Ios libros, docutnentos, inscrip-ctones, etc., que tratan, mencionan o aluden a Ia aparicíón y deuocíónde Nuestra Seítora de Guadalupe, 2 v., Amecemeca, Imp. Colcgio Cató1ico,1887-1889.

Vrr¡xcur¡.t, zid. Betanctrrt.Veytia, l\Iariano Ferníndez de Lchcverrit ,t', Baluartes de lIéxico. Descrip-

ción histórica de las cuatro milagrosas imdgenes de Nuestra Señora quese ileneran en la muy, noble y leal e imperial ciudad de Xféxico, capitalde Ia Nueua España, lfcxico, Alejandro Valdés, 1820.

Page 265: 117238026 Destierro de Sombras

304 EDMUNDo o'c'oRMAN

Z,*rnuNo, Francisco, Diccíonario Bio-Bibliogrdfico de la Compañía de Je'sús en México, t. \rr (Siglo xvrr, 1600-1609), México, Jus, 1967.

y José Gutiérrez Casillas, Diccionarío Bio-Bibliogrtifico de Ia Com'pañía' de lesús en México, t. xvl (1600-1699), compilación del P' Casillas'

trféxico, Tradición, 1975'

Page 266: 117238026 Destierro de Sombras

Preámbulo

Capítulo prímerodalupana.

Capitulo segundo

Capítulo tercero.

ÍNDICE

I

Penrn pRIMERA

La brecira hacia los orígenes de la historia gua- 4

La invención del guadalupanismo novohispano, Zz

La invención del guadalupanismo indígena. 4l

Penrp Srcur.¡n¡,

Predmbulo.

Capítulo primero. El sermón del arzobispo don fray Alonso de Mon-túfar.

Capítulo segundo, Comentarios franciscanos al sermón del arzobispocapítulo tercero, El sermón del provincial fray Francisco de Busta-

mante

Capítulo cuarto. El arzobispo a la defensiva.

P¡nr¿ Tsncnn¿

Predmbulo. I I ICapítulo primero. Nuesrra Señora de Guadalupe. FIor novohispana

de la Contrarreforma, ll3capítulo segundo. El horizonte histórico del surgimiento del culto

guadalupano VjCapítulo tercero. La razón de ser e lndole y origen del guadalupanis-

mo mexicano l3b

EpÍroco

Conjetura acerca del responsable de la colocación de la imagenen Ia ermita -

14ó

El enigma de la "milagrosa" curación del ganadero 14&

o5

o/4.)

8l93

I.

II.

Page 267: 117238026 Destierro de Sombras

ii06 fNDICE

Apéndice prirnero. l,a relación de las apariciones (Nicazr mopohua)slrpuesta obra de colaboradores indígenas de Sahagún. l5l

Apértdice segundo. Una supuesta relación primitiva de ias aparicio-nes guadalupanas (La fabricación de un testimonio histórico). 16l

Apéndice tercero. El sermón guadalupano del arzobispo fiontúfar,supuesto testimonio histórico del origen sobrenatural dc la imagendel Tepeyac. 203

Apéndice cuarto. La Información de 1556 no es proceso. Sus irre-gularidades. Su índole de documento no oficial. 227

.lpéndice quinto. Análisis temático de la Informacíón de 1556. 239

Ap¿ndice sexlo. Fecha en que se dio cuenta a la corte del culto gua-dalupano del Tepeyac. 255

Apéndice séptimo. Hailazgo y divulgación de la Información de 1556.Efemérides selectas guadalupanas, siglo xIx. 261

Apéndíce octauo. Los templos guadalupanos en el Tepeyac. 2i7

IJrsrlocnA,r͡

Page 268: 117238026 Destierro de Sombras

D¿.¡ lit:rto tle sa¡¡tbm¡

cclitacL-, por el instituto dc Invcstigacitines Historicas. L-\'\\1se terminrj de irnprimir e l 20 de abrii dc 20[)l

e n llclitorial r' [,itoerrtir Rcgn.r dc 1,,' .\nqcl, s.

r\r'enida 9 .\ntonio Rodrígucz 57-bis. Su composiciirn originalse hizo e¡r tipo Baskt-n'ilL: de l0:l I, l0:ll v B: 9 ptuttos,

La reirn¡rrcsiórr. cn p:rpel (lultural dc 9(l grltrnt,-..

constn clc 2 000 t' jcrl¡;lar('s \' ('stu\'() ¿rl c uidacirr

dcl I)cpartanrcnto irditorial


Related Documents