VOCERRANTE (3)
Apertura(Sobre White ManSleeps II, por KronosQuartet):(Andante
tranquilo)Las palabras vagan, yerran, buscan. Van y vienen por ah
hasta que encuentran un refugio. En las manos, en los ojos, en
cualquier cosa que las rescate del olvido.
Sobre Bobby Mc Ferrin: Sisters:(Ral) Este es el tercer programa
de VOCERRANTE.Bienodos sean todos.
Porque somos soplo de sonidos.Paisaje de vientos
descuidados.Silencios encontrados entre una y otra palabra.Porque
somos nudo de relatos, Contaremos cuentos. Hoy de 23:00 a 00:00,
nico lapso horario que avanza hacia el principio.
Para alejar el destino slo hace falta una pluma.Una semilla para
sembrar el trigo.Una pausa para recuperar el aire.Los cuentos nos
suspenden, nos alojan, nos descalzan.En las Mil Noches y Una Noche
Scheherezada ahuyentaba con cuentos a la fatalidad de la muerte. Y
en cada uno de sus relatos, los personajes retardarn cualquier
camino de la necesidad, mediante el mismo recurso del relato.De all
que el Narrador sea el Inmortal.Ya que el que cuenta la historia es
el que distribuye los caminos.El camino que puede retrasarse,
retraerse, continuarse, sealarse, contonearse, contraerse,
levitarse, dividirse, desarmar ese, derramarse, desplomarse,
esconderse, atravesarse.Si nada est quieto, ya que todo vibra,
sucede, cambia. Si nada est quieto, luego la geografa es la
historia, el paisaje la novela y el cuento El cuento es el
cuerpo.La forma de los cabellos es la de su lento recorrido.Ya que
la forma de tus manos depende del asir, del tomar, del cerrar, del
abrir y acariciar.La forma de los huesos son verbos.La boca tiene
la forma que le demos al cantar.El cuerpo se modela en el cuento.El
gesto que prepara su descubrimiento en el espacio que queda entre
arruga y arruga.El cuerpo se esconde en el cuento, como un brote en
su semilla, una flor en su raz, los pies en la arena
mojada.Describirte es otra manera de contarte.Contarte es otra
manera de aparecerte.O de estar presente.Y no hay manera de estar
presentede una sola vez.
Lnea de la vida(Daniel).
El Verbo puro.La raz del verbo.En el extremo de mis brazosdnde
la continuidad del uno?Las venas en las manosson extraas criaturas
instintivas.Impulsan la sangre.hacia adentro.Siempre hacia
adentro.Humilladas servidoras de una sed desesperante.Las uas, en
cambio, ellas son civilizadas.Muertas, brillantes, duras,
insensibles,se dejan pintar y embellecer.Se muestran, en vez de
refugiarse bajo la piel,a travs de ignotos corredores.Se impulsan
hacia afuera.Siempre hacia afuera.Expositoras de una aristocrtica
memoriade las garras.Los dedos, por su parte, tiles,flexibles,
oponibles,imponen la accin, la voluntad, el apoderamiento.Expulsan
y recogen.Siembran y cosechan.Unen y esparcen.Amasan y destrozan.A
lo otro.Siempre sobre lo otro.Ejecutan los verbos que se dictancon
palabras.La palma, finalmente, abierta y sorprendida,Est
desnuda.Slo ella est desnuda.All donde se lee tu destino.
Primer Amor.(Ral)Al principio fue el hueco, la desazn, la
ausencia. Luego fue el ansia, la angustia, el dolor.Slo una herida.
Sin orillas ni consuelo.Los pjaros dorados, las nieblas de la
tarde, las flores incipientes, las grutas susurrantes, los rboles
marinos Todo refulga de inquietante soledad.Dicen que El se paseaba
de un lado al otro del Paraso, hurgndose las costillas con los
dedos. Deca: Todo lo que tengo es lo que me falta.Sin poder soar,
se qued dormido. Sin sentir el desgarro de aquello que era
propio.Al despertar, Ella estaba all. Se contemplaron en silencio.
Ella ya lo haba conocido, su cuerpo estirado en una larga siesta.
Para l en cambio fue una sorpresa, y sonri perplejo cuando la
descubri. Durante un inmenso segundo se recorrieron delicadamente.
Les sobraban las manos, que no saban entenderse.Fue cuando el ptalo
azul alz su vuelo, y Ella se dio vuelta para seguirlo con la
mirada.El estir sus brazos para retenerla.(Antes que llegara, no
exista su partida).Ella volte nuevamente hacia El y sonri
maravillosamente.(Antes de su sonrisa, no exista el silencio).Ambos
deslizaron una mano por encima y por debajo de la mano del
otro.(Antes de la caricia, no exista la piel).Se estrecharon, se
acercaron, hasta poder olerse.(Antes del suspiro no exista el
aire).Un poco despus se abrazaron y se dieron al beso.(Antes de su
boca no exista el agua.Antes del agua no exista la sed).Luego, en
el refugio de los reflejos, dibujaron sus cuerpos uno en
otro.(Antes del abrazo no exista la tierra).Se alimentaron uno en
otro, se dieron hambre uno al otro.(Antes de las brasas no exista
el fuego).Se bebieron uno al otro. Se vaciaron uno en el otro.Antes
del pecado, no exista el Paraso:Adn dijo Ella.No saba mi nombre
hasta que llamaste dijo El.Al principio fue el deseo. Para todo lo
dems pusimos un dios.
La sensatez del vrtigo.(Daniel)Los mirlidones del Gansur
Oriental poseen una serie de dioses que sesuceden, unos a otros, de
un modo brbaro y vertiginoso. En el escaso perodo de unos terribles
segundos, tiene lugar la espantosa teogona en que, desplazada una
familia de dioses, se reemplaza por otra nueva. Los ogros de la
tierra, por ejemplo, por los gigantes errabundos; los rudos
nigromantes por los suaves apolneos Y as una dinasta tras otra. De
modo tal que el Cosmos se revuelve y reorganiza incesantemente, sin
dar descanso a los cuatro sacerdotes, nicos, entre todos, que
conocen las alternativas del cielo y tienen la certeza de saber a
quin rezarlecada vez.
dolos de piedra(Ral)El dios de los murdanes era una piedra, mas
no podan asegurar cul era detodas de las que haba acumuladas en el
valle. Haca mucho tiempo atrs, al hombre-brujo se le haba
confundido entre otras muchas destinadas a un ceremonial. Habra
quedado atrapada en un derrumbe entre otras de igual o menor o
mayor tamao. As que todos los aos, en la fecha apropiada, tomaban
una al azar y le hacan unas honras dubitativas, con reservas,
algunas parcas demostraciones y un acomodado respeto. La enaltecan
moderadamente, como al descuido, con cnticos eventuales del tipo:
Aqu est posiblemente quien es el dios de todo esto. Puede no serlo.
Alabmoslo posiblemente. Puede saberlo. Este culto, de ndole
hipottica, los constituye en los comienzos de la ciencia.
Je chevauchoie lautrier (de Moniot de Paris), por Anne Azema
(03:19).Acabamos de escuchar Je chevauchoie lautrier (de Moniot de
Paris), por Anne Azema
Refugio(Ral)Se dice de un pueblo de la costa del Piru, los
nochewem, que a la llegada del colonizador, protegieron sus
palabras como criaturas.As, las cambiaban de lugar, las escondan,
las negaban, a fin de que no fueran apoderadas ellas tambin por la
prepotencia de las armas o de los artefactos.De modo que lenguaje y
secreto pasaron a ser sinnimos en su lengua nochewa. Para afuera,
se vieron obligados a construir otra lengua, otras palabras, que
slo funcionaban a modo de traduccin del idioma del poderoso. As que
se manejaban con dos idiomas. Uno mentiroso y otro verdadero.Las
mujeres del pueblo se reunan cada ao bajo la copa de determinados
rboles, a fin de repasar uno a uno cada trmino. Los repasaban como
quien cuenta la lista de los soldados que an quedan en pie. Como
quien hace el registro de los sobrevivientes.Luego, esas palabras
eran tomadas por los hombres, para nutrir los relatos, para
alcanzar a todos los relatos, en los que la sangre de esos trminos
flua.Entonces, las mujeres nuevamente las tomaban, directamente de
ese fluido que saba deslizarse sobre el fuego, y tejan sus
canciones, las que llenaban el aire y el agua y hacan que la tierra
se llenara de horizontes.Y quedaba luego el silbido, el ritmo, el
timbre, la pulsin, la meloda, que mantenan el secreto libre y
verdadero, desnudado, en libertad, en cada arrullo, en cada
arbusto, en cada huella. Al alcance de todos lo que supieran
Escuchar.
Tesoros(Daniel)Para hacer el gritoLevanto la mirada de la
sombraDesapego la mirada de la sombraDesarraigo la mirada de la
sombraEl grito vienedel terror a las palabras.Para hacer el
fuegoExtraigo las cenizas de la lluviaExtiendo las cenizas de la
lluviaHilvano las cenizas de la lluviaEl fuego vienedel silencio de
la luz.Para hacer el roDeslizo la corriente de la tierraPersigo la
corriente de la tierraAtravieso la corriente de la tierraEl ro
vienedel cobijo de tu boca.Para hacer el aguaInhalo los desiertos
de tu huellaRecojo los desiertos de tu huellaDesarmo los desiertos
de tu huellaEl agua vienedel olvido en los abrazos.
(Ral) Construirnos, habitarnos un cuerpo de palabras para estar
en l cuando oigamos las voces.Pensamos con palabras que otros nos
dan, latimos con ritmos que nos fueron dando. Todo el tiempo barro
hay en nuestra sangre, barro hay en nuestras venas.Para que el
tiempo y los sonidos, nos modelen.
I (Daniel)La mirada es cuerpo,ya que de los ojos de un cuerpose
derrama.La palabra es cuerpoya que de articulaciones deun cuerpose
pronuncia.Nuestro nico sentidoEs el tacto.
II (Ral)Slo el verbo es real.Lo dems,sustanciao accidente,son
simples reverberaciones.
III (Daniel)Si slo el verbo es real,nuestras manos son
lenguas,son lenguas nuestra piel y nuestros msculos.Y lenguas
nuestra sangre,agua y nervios.No hacemos otra cosa quetemblar
sonidos.
Separador. (Sobre un fondo de llovizna):(Cada verso dicho con ms
anchura y alegra que la anterior)La gota de lluvia.Las palabras en
el aire.La abierta intimidad.Cometemos VOCERRANTE.
Contemporaneidad de las gotas(Ral)Ese da llovi desde las 7:00
hasta las 11:00; y ms tarde, desde las 20:00 hasta las 22:40. Del
registro de las anotaciones de las gotas relevadas durante esa
lluvia:En Avenida Gaona y Bolivia, alguien protege un paquete
abultado de facturas bajo un pesado sobretodo negro (7:00). Por
Condarco y Boyac, alguien que resbala sobre un charco,
inmediatamente despus de caer al piso, suelta una fuerte carcajada,
que obliga a un conductor a darse vuelta (7:31). En Maip y Tucumn,
alguien mueve su paraguas de manera circular, hacia un lado y hacia
el otro, salpicando a todo transente que lo cruza (7:35). En el
patio sin techo de una casa del sur, una adolescente, sola,
pelirroja, se descalza; sentndose despus, con los brazos puestos en
alrededor de las rodillas (7:42). En Plaza Flores, alguien bebe las
gotas como si recibiera una bendicin: La nuca sobre la espalda y
los ojos cerrados y tiernos (7:50). En Avenida del Trabajo y
Guamin, cae una gota del Mar Rojo (7:57). En Aranguren y Artigas,
caen siete gotas en el mismo adoqun (8:01). En Bernardez y Csar
Daz, una misma gota cae sobre dos personas, al mismo tiempo (8:15).
En Varela y Directorio, alguien, sin querer, patea tres gotas con
un slo paso. (8:20). En Camacu y Rivadavia, cae una gota del
acuario de una nia resguardado en un jardn de China (8:24). En tu
frente cae una gota que hace aos haba rozado tus pies en el ro
(8:31). En tu espalda cae una gota que en mi cuarto fue una lgrima
(8:51). En mis hombros cae una gota que otrora haba sido el vaho de
un suspiro contra el cristal empaado de un bar (9:04). En tus
prpados cae una gota que alguna vez roz mis labios (9:24). A las
10:00, una gota retiene el reflejo de tus ojos, a mi lado.
Saltarello, Annimo Italiano del Siglo XIII, por Jordi Savall y
Pedro Estevan.Acabamos de escuchar Saltarello, Annimo Italiano del
Siglo XIII, por Jordi Savall y Pedro Estevan.
Pip pip piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiip 23 horas, 07 minutos, 22
segundos.Pip pip piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiip 23 horas, 07 minutos,
23 segundos.Pip pip piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiip An es ahora.Pip pip
piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiip Ahora es tan poco.Pip pip
piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiip 23 horas, 08 minutos, 3 segundos.
(Ral) Ahora es una suma. Slo es poco para los eternos, los
individuos y las mquinas, que slo se dirigen a los individuos. Para
ellos es slo un lmite, una marca, o una orden o una intil
precisin.Ahora, sin embargo, es una suma. Una suma de paisajes y
presentes.A construir el presente. El presente como lnea de
sincrnica de tiempo. Armado de miradas, de milagros y sentidos. A
construir el presente como tarea discontinua. El presente
construido en la tensin colectiva.A continuacin, el relato circular
de construccin de un presente, en el que de la lnea narrativa en
cada una de las etapas recorridas, se separa otra lnea
divergente.Divergencias que se empalman, tejiendo una espiral de
confluencias.
Once y Una.(Daniel)(Relato Circular)El silencio no sucede.El
silencio ha sucedido.El silencio es la vspera, la latencia.La
huella que disipa el camino transitado.La penumbra o la
antepuerta.El silencio no es presenteEs lo presentido.Es el signo
anterior a su significado.Stefan(Ral)Todos llevaban linternas en
sus manos, para abrirse camino en la madrugada.Stefan Koldon,
bajito y encorvado, hilvanaba palabras ya que todos marchaban sin
producir sonido. El suyo era un murmullo inagotable, inflexiones
del viento entre los dientes y la lengua. Un sonido tan lejano e
imperceptible que se haca transparente con todos sus sentidos.La
marcha impona el ritmo de la letana. Pero su pensamiento y sus
palabras podan derivarse a cualquier parte, tiempo o concepto, ya
que el avanzar en la fila de soldados se haba vuelto mecnico,
despreocupado e indolente. A nadie, ms all de aquellos dos o tres
que iban por delante, pareca importarles demasiado su
destino.Bruno, que iba atrs, lo vea sembrar palabras que sonaban
antiguas en medio de esa agobiante actualidad de la inminencia. Le
dijo:Algo abierto. Por all y seal la espesura inextinguible. Ambos
detuvieron el paso, sin acuerdo ni motivo previo. Observando
sencillamente cmo el resto de sus compaeros se perda en la
oscuridad de todas las monotonas y cansancios, apagaron sus
linternas, dirigindose a un punto de luz difusa y temblorosa.No
cruzaron mirada, y quedaron inmviles por un segundo: Haban
escuchado de consuno un silencio que provena del bosque.Se
separaron del resto de la tropa.Saban que los silencios llevaban
mucho trabajo: Siglos de paciencia alrededor de un brote o de un
camino. Una marca en la corteza de los rboles, una imperceptible
torsin de las hojas Una capa tras otra, para protegerlos y
abrirlos, para honrarlos y contenerlos.Doblaron sus capas,
sostuvieron sus armas, y se metieron al bosque con el mximo sigilo.
A medida que se adentraban, la hojarasca que pisaban con sus botas
crujan cada vez ms lejos.Lejos, los gritos de los soldados, las
risas incrdulas y los cantos lentos y fogosos.
Bruno(Daniel)Bruno Rstinov era joven. Haba partido junto con su
destacamento de la ciudad de Hspites haca ya veinticuatro jornadas.
No saban dnde, o ms bien cundo, iban a cruzarse al enemigo, del que
no atisbaban rastro. A l le tocaba marchar junto a los ltimos, por
lo que era el ltimo badajo, el eco de los ecos de los pasos,
brtulos y forjas que lo precedan y que acompaaba. All, entre los
rezagados, se senta como una repeticin, una aadidura, una
redundancia.Bruno retrasaba su camino sin seguir el ritmo cansado
pero atento de los otros. Cada paso de la soldadesca era retenido
en sus piernas, que slo se movan un poco despus,
imperceptiblemente, pero siempre despus. Haca comenzar su
movimiento dejando pasar un miserable instante desde el comienzo de
los otros. As se aseguraba cierta reserva, cierta soledad, cierto
apartamiento.Era de noche, y en poco tiempo se detendran para
intentar comer algo y descansar.Detena su mirada en el interior del
bosque, donde ramas y races se perdan sin moverse. Su lentitud
desacompasada le permita atisbar sucesos propios del recuerdo,
mezclados con los de la premonicin. As pudo vislumbrar entre las
ramas, a un costado de la capilla del bosque, el lento movimiento
de la hoja de la ventana de Isana abrindose hacia l.
Isana(Ral) Isana, envuelta y abrigada en los vapores de su
cocina, agregaba sabores a la olla. Tomillo, pimienta, salvia,
laurel. Los vapores defendan su pequea cabaa del fro. Un fro
metlico que por las noches tomaba formas puntiagudas.Isana se
mareaba entre las volutas de color, sabor y hervor que aspiraba
entre dichosa y cansada. La bruma interior teja telas intangibles,
calores inmanentes, lugares que la recorran y la penetraban.
Cebollas, ajes, tomates, papas, algo de hierbas de abundante aroma,
un poco de semillas, y algunos huesos de carnero. Llenaban toda la
cocina, la empapaban, la habitaban, la hacan dar vueltas alrededor
de las ollas.Mas, cuando los aromas comenzaron a marearla y los
jugos, de voltiles tomaban formas anudadas y daban vueltas a su
alrededor del mismo modo en que ella los haca revolverse en la
coccin que preparaba, abri brevemente una ventana. Las hierbas se
arremolinaron, y los cabellos de Isana, lnguidos y lacios, fueron
enredados por un hilo de viento.Por las hendijas de la ventana de
Isana se introdujo un haz de luna, fro, que se asest sobre los
vahos deliciosos. Un reflejo clido de nieve en la noche ms cerrada
del invierno, que extendi hasta su casa la alargada sombra del
perfil de Ignacio en oracin.
Ignacio(Daniel)Ignacio entr al templo como un penitente. Pareca
estar por concluir un servicio. Se apart del grupo de fieles que se
amontonaba en la fila para comulgar y con la cabeza avanz por la
galera lateral a la que slo llegaba el eco de los cnticos. Levant
los brazos y avanz hasta la pequea capilla mal iluminada.Entonces
cay de rodillas y cerrando los ojos, record suavamente una
plegaria. Con los brazos en alto y las rodillas en el suelo, se
senta desnudo y vulnerable.El recuerdo era idntico a las palabras,
y el susurro ocupaba todos los rincones como un grito.Slo el sonido
de su rezo era real. La nica seal de que all, presente, haba
alguien, aunque ningn otro pudiera escucharlo.Oli el aroma de una
vela encendida, sinti cmo rozaba su rostro antes de posarse ante la
imagen religiosa y retuvo el calor de su llama en las sienes.Un
suave viento se col por alguna hendija, haciendo temblar la dbil
llama y creando la ilusin del movimiento en su rostro.La oracin era
lenta y repetitiva. Uno tras otro los verbos aprendidos y
tradicionales, se iban desprendiendo y enredando, como en un
tejido. Entraban y salan de su conciencia, con la misma rapidez con
la que entraban y salan de su boca.Fue entonces que la Luna lo
delat, iluminndolo de una sola pincelada, cuando su mente divagaba
sobre el cuerpo de ella.
Erbert(Ral)Del mismo punto desde donde emerge la Luna, una mujer
haca su recorrido matinal hacia el arroyo. Erbert Krabis deba fijar
el sitio indicado donde iban a fijarse las aberturas. Todas las
maanas se afirmaba entre las rocas para verla llegar. Siempre desde
un punto distinto. Levemente, muy levemente distinto.Erbert Krabis
fue moldeando el marco de la ventana de forma tal de poder
seguirla. Da a da iba curvando la horizontal a fin de no dejar de
verla. Esa ventana sera un modo de esperarla, de predecirla, de
continuarla. Aunque hubiera que recalcular los materiales, los
ngulos y las apoyaturas, fue desviando el arco como un eco de ese
trazo que ella dibujaba con su cuerpo.Cada vez que ella iba hacia
el cntaro con su vasija vaca, cada vez que ella volva con su vasija
llena, Erbert la acechaba. Conoca sus puestas y salidas, conoca sus
elipsis y cansancios. Haca tres paradas a la ida y cuatro a la
vuelta. De all la cantidad de bisagras entre las hojas de
cristal.Ella se llamaba Celan. Celan, sonaba como una hermosa
campanada. Cada vez que ella se detena, l agudizaba sus odos para
escucharla. De all que esa nave lateral tuviera forma de gruta, y
la gruta forma de conducto auditivo.Primero fue la ventana, luego
la catedral, cuyas piedras se fueron colocando a su alrededor.
Primero la ventana, que dejaba proyectar la sombra de ella en su
interior, iluminada por la tibia luz de una vela.Un cntico
entrecortado lo atraves entonces, hacindole perder la lnea de sus
clculos. Sobre la que luego sera la nave principal, una fila de
penitentes avanzaba, desacompasados por Teruk, y empujados por una
antfona rota.
Teruk(Daniel)Teruk haba sido el Maestro del Coro durante nueve
aos en el Convento. Hasta que fuera descubierto en amoros con la
abadesa, la querida del senescal. Desde entonces, sin perder sus
dotes musicales, ha vivido encantando palacios, templos, plazas y
catedrales con un coro de las sombras, conformado por mendigos y
malvivientes.El coro entonaba a un pulso no secuenciado. Algunos
comenzaban donde otros an no terminaban, y otros detenan su cancin
abruptamente. Daba la impresin de una multiplicidad de ecos,
resonando por las esquinas de las paredes. Pero ecos que eran
recogidos y por los cantantes en sus gargantas.Teruk,
aparentemente, era el nico que tena conciencia intelegible de esa
madeja de antfonas. Iba adelante y miraba notoriamente a todos,
como intentando no ser descubierto. Arrastrando los pies a medida
que la fila avanzaba, iba murmurando en extrao trabalenguas
inaudible, una secuencia de exhalaciones muy llenas de consonantes,
algo que quera parecerse a la versin en prosa desbrozada del cntico
que el resto de los caminantes aletargaba.Los que se acercaban a l,
apenas podan escucharlo. Pero de lejos, o entre el tumulto de la
marcha, estaba claro que su voz pronunciaba el ruido de la hierba y
la hojarasca, del viento entre las hojas, los grillos y los pasos
al andar. Su voz era un mapa, que permita a ciegos y videntes
encontrar el camino a cualquier parte. Deca ensear a mirar del
mismo modo en que se escucha, sin prpados, oscuridades ni
obstculos.Pero esa noche, mientras hilaban las notas, una tras otra
en el camino abierto por entre esa enorme oscuridad, Salina bail.
Bailaba sus crudas y estticas inflexiones y cadencias. Cada una de
sus palabras, siseos y murmullos era interpretada como una parte de
su cuerpo, que haca una pequea y grcil pirueta y se enlazaba a un
nuevo movimiento. Teruk se vio obligado a sostener una lnguida nota
cuando qued largamente estirada sobre el suelo.
Salina(Ral)Haba sido tan herida por las palabras, que Salina slo
se expresaba con el cuerpo. Se defenda con el cuerpo. Hera con el
cuerpo. Soaba, exaltaba y quera con el cuerpo. Como si el aire
fuera un fluido denso, sus movimientos eran pequeos y suaves. Iba y
vena con el viento, con la bruma, con el ritmo de los versos.
Danzaba las misas, las antfonas, los salmos. Lgicamente fue
expulsada de todos los templos, de forma tal que slo iba tras Teruk
y su cohorte de desafinados.Ella detena una nube en cielo,
recostndose debajo de ella. Esa tarde levant sus piernas, su torso,
sus brazos, su mirada. Y en ese orden pudo vislumbrar la silueta de
Genor abandonar el camino en la ladera de la montaa, metindose
dentro de una nube all en lo alto.
Genor(Daniel)Genor y sus compaeros de marcha, deban seguir por
ese sendero durante toda la noche. A pesar de que la lluvia prometa
descargarse a la mitad del camino. Una lluvia tan gruesa y vertical
como una gruta de agua y viento, a travs de la cual no se podra ver
nada. De modo tal que procuraron marcar el recorrido para no
extraviarse. Marcas en los rboles, en las piedras, en la tierra.
Marcas que pudieran asirse, tocarse, contenerse. Marcas que
pudieran navegarse, o a la que pudieran adherirse.Iban cantando y
golpeando con sus brazos el temblor de la montaa. Cada inflexin,
cada golpe, cada nota, cada ritmo, coincida con un sitio
determinado. La meloda se desgranaba en filas, columnas y timbres.
Comenzaba en el frente y al centro y continuaba por detrs y a los
costados. Ola tras ola de sonidos se armonizaban, hasta llegar al
centro, desde donde se empujaba hacia delante.Cruzaron la nube,
atravesndola, metindose dentro de ella. Una inmensa desnudez se
teji en el espacio. Troncos descortezados, rocas abiertas, sombras
removidas Todo estaba expuesto, la esperanza, la vergenza y la
derrota. Y un suave aroma de algas inund el aire, al mismo tiempo
que Bordan dibujaba las estrellas para la noche.
Bordan(Ral)Hasta all slo llegaban peregrinos. Lloraban junto a
la roca, oraban junto a la roca, cantaban junto a la roca, pero
luego se iban, dejando lugar a otros. Bordan, sin embargo, eligi
quedarse.De esa roca, de la que an brotaba agua, se deca que era
sobre la que haba golpeado Moiss durante su xodo interminable.
Tanto fieles, como dudosos, infieles y extraos, abran sus bocas o
alzaban sus manos para recibir el contacto de esa agua
inverosmil.Bordan, sin embargo, no deseaba beberla. Prefera
quedarse hasta que pudiera navegarla.Bordan Nugris, el hombre del
desierto, el que habitaba en medio de la huida, no vea signos en el
agua, sino el agua, por lo que no tena sed. No vea signos en el
cielo, sino el cielo, por lo que no tena distancia. No vea signos
en los pasos, sino pasos, por lo que no tena direccin. Se recoga en
el silencio de las races, pero no tena arraigo. No vea signos en su
voz o en su conciencia, por lo que no tena un yo, sino una lejana
transparencia.Quienes hablaban con l se convertan en l, con el paso
delos recuerdos. Del mismo modo en que las olas del mar conforman
el mar.Cuando Bordan vio el velero, all debajo, abrindose camino
por el agua, comenz a dibujar las estrellas, para no perderlo. El
capitn Drobecz, que diriga el timn, ni siquiera levant la
vista.
Drobecz(Daniel)Un da ms en ese navo. Desde haca ya dos aos que
slo deambulaba en alta mar, una vez desembarcados los soldados. Slo
el alta mar, en cada sitio de sus ojos, como otra forma de la
noche.Todas las costas se hallaban lejos, por lo que slo podan
orientarse con el recuerdo.Drobecz no soportaba esa inasible
continuidad de hallarse siempre en medio de todo, como un destino
ebrio e insomne. En esa terrible inmensidad nada tena sombra, forma
ni contorno.El paso indiferente de las noches y los das fue dando
lugar a un sopor manifiesto, por lo que las rutinas haban comenzado
a resentirse, a desarreglarse, a desprogramarse.No el Sol, ni las
estrellas, sino un camino abierto con linternas de dudoso pulso le
daban descanso a su mirada horizontal.Slo si huyes de ti, puedes
hallarte a ti mismo. Hallarte a ti mismo es no repetirte, sino
aparecerte. Volver a hacer, a decir, a estar, apoltrona los
movimientos, las palabras, los paisajes. Slo en la huida alguien
aparece. Por lo tanto, puedes aparecerte. Slo en el desvo, el
tiempo, del que realmente estn hechas las amalgamas, sucede.Drobecz
se maravillaba siguiendo las suaves luminarias consteladas en el
agua temblorosa. En el reflejo del agua, que se haba tragado todas
las costas y dejado a la vista nada ms el horizonte. Donde la vista
y el tacto tenan el mismo alcance, ni siquiera.Cuando Stefan Koldon
apag su linterna, Drobecz pudo recuperar una lnea en el agua, que
lo llev a las venas en sus brazos, que le hicieron recuperar sus
manos, otra vez afirmadas a la cuerda del navo.
Stefan(Ral)Todos llevaban linternas en sus manos, para abrirse
camino en la madrugada.Stefan Koldon, bajito y encorvado, hilvanaba
palabras ya que todos marchaban sin producir sonido. El suyo era un
murmullo inagotable, inflexiones del viento entre los dientes y la
lengua. Un sonido tan lejano e imperceptible que se haca
transparente con todos sus sentidos.La marcha impona el ritmo de la
letana. Pero su pensamiento y sus palabras podan derivarse a
cualquier parte, tiempo o concepto, ya que al avanzar en la fila de
soldados se haba vuelto mecnico, despreocupado e indolente. A
nadie, ms all de aquellos dos o tres que iban por delante, pareca
importarles demasiado su destino.Bruno, que iba atrs, lo vea
sembrar palabras que sonaban antiguas en medio de esa agobiante
actualidad de la inminencia. Le dijo:Algo abierto. Por all y seal
la espesura inextinguible. Ambos detuvieron el paso, sin acuerdo ni
motivo previo. Observando sencillamente cmo el resto de sus
compaeros se perda en la oscuridad de todas las monotonas y
cansancios, apagaron sus linternas, dirigindose a un punto de luz
difusa y temblorosa.No cruzaron mirada entre ellos, y quedaron
inmviles por un segundo: Haban escuchado de consuno un silencio que
provena del bosque.Se separaron del resto de la tropa.Saban que los
silencios llevaban mucho trabajo: Siglos de paciencia alrededor de
un brote o de un camino. Una marca en la corteza de los rboles, una
imperceptible torsin de las hojas Una capa tras otra, para
protegerlos y abrirlos, para honrarlos y contenerlos.Doblaron sus
capas, sostuvieron sus espadas, y se metieron al bosque con el
mximo sigilo. A medida que se adentraban, la hojarasca que pisaban
con sus botas crujan cada vez ms lejos.Lejos, los gritos de los
soldados, las risas incrdulas y los cantos lentos y fogosos.
Cierre(Sobre Linverno Segundo Movimiento Antonio Vivaldi, por
IlGiardinoArmonico):(Lento - Grave)Siguen vagando las palabras,
criaturas del aire, harinas de tiempo, hurgando por las cuerdas, y
los labios y la boca, para vibrar de nuevo.