1 Menciones: Investigación e Innovación Curricular Evaluación de aprendizaje por competencia Didáctica de la enseñanza en la Educación Inicial Didáctica de la enseñanza de las Matemáticas en Educación Primaria Didáctica de la enseñanza de las Matemáticas en Educación Secundaria Maestría en Ciencias de la Educación Material de lectura Dificultades del Aprendizaje FACULTAD DE EDUCACIÓN Programa Académico de Maestría en Ciencias de la Educación Convenio PRONABEC
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Menciones:
Investigación e Innovación Curricular
Evaluación de aprendizaje por competencia
Didáctica de la enseñanza en la Educación Inicial
Didáctica de la enseñanza de las Matemáticas en Educación Primaria
Didáctica de la enseñanza de las Matemáticas en Educación Secundaria
Maestría en Ciencias de la Educación
Material de lectura
Dificultades del
Aprendizaje
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Universidad San Ignacio de Loyola Facultad de Educación Autoridades Universitarias: Ramiro Salas Bravo Rector Rodolfo Cremer Alarcón Vicerrector Académico Carmen Blázquez Quintana Vicerrectora de Servicios al Alumno Decana de la Facultad de Educación D. L. Nº 882, Ley sobre el Derecho de Autor, del 23 abril de 1996. Art. 43. Respecto de las obras ya divulgadas lícitamente es permitido sin autorización del autor: a) La reproducción por medios reprográficos, para la enseñanza o la realización de exámenes en instituciones educativas, siempre que no haya fines de lucro y en la medida justificada por el objetivo perseguido, de artículos o de breves extractos de obras lícitamente publicadas, a condición de que tal utilización se haga conforme a los usos honrados y que la misma no sea objeto de venta u otra transacción a título oneroso, ni tenga directa o indirectamente fines de lucro.
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Índice
Lectura 1 Fundamentos Teóricos de las Dificultades de Aprendizaje.
Alejandro Dioses Chocano.
Pág. 5
Lectura 2 El aprendizaje de estrategias metaatencionales y de
metamemoria. Algunas propuestas y ejemplificaciones para el
aula.
Antonio Vallés Arándiga
Pág. 37
Lectura 3 Etapas en las que se Presentan las Dificultades de Aprendizaje.
Alejandro Dioses Chocano.
Pág. 47
Lectura 4 La educación del ser emocional.
Juan Casassus.
Pág. 55
Lectura 5 Psicología de la lectura. Diagnóstico y tratamiento de los
trastornos de lectura.
Fernando Cuetos Vega.
Pág. 71
Lectura 6 Discalculia
Alejandro Dioses Chocano.
Pág. 101
Lectura 7 Utilizar las matemáticas para resolver problemas reales
Santiago Vicente, Win Van Dooren y Lieven Verschaffel.
Pág. 107
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PRESENTACIÓN
La comunidad educativa coincide en el papel medular que cumple la educación en el
desarrollo de una región, dentro de este contexto el educador como facilitador en la adquisición y
producción de este aprendizaje.
Es responsabilidad del sistema educativo, las instituciones, los institutos pedagógicos y las
universidades formar educadores capaces de comprometerse con el reto de la transformación de
nuestro sistema educativo. Dentro de estas últimas, las universidades, la Facultad de Educación
de la Universidad de San Ignacio de Loyola se preocupa de la óptima información de vanguardia,
formación epistémico y herramientas prácticas para su trabajo docente.
La innovación, la creatividad, el autoconocimiento, el compromiso con sus alumnos y la
sociedad, la transformación hacia una educación sólida y de calidad, son líneas de trabajo que con
seriedad y responsabilidad venimos trabajando sistemáticamente, adoptando una política
educativa de diálogo y transformación a nivel regional. El presente curso es la piedra angular para
la comprensión de cómo se va formando el aprendizaje en las diferentes fases del desarrollo
humano y la toma de conciencia de esta evolución en el proceso de aprendizaje del hombre.
Esperamos que el docente, después del curso, visualice con claridad que sus contenidos de
enseñanza deben ajustarse a las características evolutivas y de desarrollo de sus aprendices, para
poder entender ese proceso de construcción del conocimiento condicional de manera integral y
la formación de esquemas efectivos, sensoriales, declarativos, procedimentales, actitudinales,
valorativos e icónicos.
Carmen Blázquez Quintana
Vicerrectora de Servicios al Alumno
Decana de la Facultad de Educación
Universidad San Ignacio de Loyola
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Lectura Nº 01
Fundamentos Teóricos de las Dificultades de Aprendizaje
Tomado de: Dioses, A. (2007). Manual de Problemas de
Aprendizaje – UNMSM. Lima.
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FUNDAMENTOS TEÓRICOS DE LAS DIFICULTADES DE
APRENDIZAJE
CONCEPTO
En la actualidad, entre los diversos profesionales que laboran en el área, todavía no existe
un criterio uniforme con respecto al concepto de Dificultades de Aprendizaje (D. A.), ello es
debido a una serie de razones, entre las cuales destaca la discrepancia existente entre la
inadecuada traducción del concepto inicial “learning disabilities”, semánticamente inapropiado
por su amplitud y ambigüedad, y los objetivos que se tenían al momento de definirlas, los
mismos que iban desde la obtención de un perfil homogéneo con fines de investigación, a la
delimitación de criterios precisos para el diagnóstico diferencial; otra de las razones de la
situación actual radica en la variada formación académica de los profesionales implicados en este
quehacer, ya sean estos médicos, psicólogos o docentes, e incluso, entre los estudiosos de la
misma área, puesto que sus apreciaciones se regirán en función a la perspectiva teórica en la cual
se formen. (Molina, 1197:27).
Y aunque existen diversas maneras de establecer la definición de esta entidad,
Sánchez y Torres (1998:20) proponen tres criterios para delimitar conceptualmente esta
expresión.
1 CRITERIO DE NORMALIDAD
En esta perspectiva las dificultades en el aprendizaje no se explican a partir de un trastorno
intelectual, de la comunicación, sensorial, físico o perceptivo. Todo lo contrario, se trata de
estudiantes normales cuyas dificultades se originan en los déficit de su contexto educativo, la
escuela, o las estrategias ineficaces de sus profesores, y en ocasiones por las propias dificultades
de estos alumnos en tareas específicas objeto de aprendizaje.
2 CRITERIO DEL RENDIMIENTO DISCREPANTE
Este criterio se basa en las expectativas y el nivel de desarrollo del sujeto. Es decir, que las
dificultades pueden ser de dos tipos: por una parte, centrada en la disparidad entre el
rendimiento escolar real y el esperado; por otra, las diferencias que el niño presenta entre las
diversas áreas de desarrollo. En este sentido, un alumno presenta dificultades en el aprendizaje
cuando tiene un funcionamiento intelectual normal, pero demuestra un considerable retraso en
uno o varios de los aprendizajes escolares, por ejemplo, en matemáticas, lengua, etc.; o cuando
muestra un desnivel entre las diferentes esferas de su desarrollo, de tal forma que su evolución
en algunas áreas es normal, pero en otras evidencia un cierto retraso o falta de madurez en
relación a su grupo de iguales.
3 CRITERIO DE EXCLUSIÓN
Este criterio excluye a los niños “excepcionales” (retraso mental, deficiencias visuales,
deficiencias auditivas o alteraciones emocionales graves). No obstante, pese a que este criterio
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es el más consensuado, presenta dificultades de aprendizaje de aceptación ya que las
dificultades pueden manifestarse como una realidad no necesariamente independiente de las
deficiencias sensoriales.
De otra parte, García (2001:11) hace una exposición reflexiva acerca de las
conceptualizaciones brindadas por diferentes autores, con respecto a las D. A. asumiendo la
definición propuesta por la NJLCD, la cual rige actualmente en E.E. U.U y Canadá, esta hace
referencia que las D. A. “ son algo heterogéneo, que suponen problemas significativos en la
conquista de las habilidades de la lectura, escritura, y/ o cálculo, las cuales se creen son
intrínsecas al individuo, suponiendo la posibilidad de encontrar solapamiento con
otros problemas y no por influencias extrínsecas,
Frente a lo mencionado anteriormente, es importante considerar lo que señala Bravo
(1996:27) respecto a la definición y delimitación de las D. A., resaltando que el factor “contexto
escolar” es indispensable al momento de intentar su comprensión, independientemente de que
el origen de las mismas se encuentre en las alteraciones del desarrollo neuropsicológico.
Siguiendo esta perspectiva, se entiende que las D. A. presentadas por el niño, se producen
dentro de un contexto social, es decir, bajo el currículum escolar, donde el factor sociocultural y
económico, según Kavale; Keogh (Bravo, 1996:28) ayudan a determinar la clasificación de las D. A.
No obstante, debe recordarse que paralelamente a esta variable, coexiste las denominadas
alteraciones neuropsicológicas del desarrollo, las cuales perturban directamente el aprendizaje.
Con respecto a lo expuesto, el autor considera importante para el discernimiento del concepto de
D. A., que las variables antes mencionadas sean expuestas en un modelo integrador, teniendo
en cuenta que la interacción de ambas permitirá efectuar un diagnóstico e investigaciones
desde una perspectiva menos sesgada que la existente hasta este momento.
Es en esta última línea, que Bravo (1996:30) plantea que las D. A. deben ser entendidas
como entidades, ya no sólo originadas por el factor neuropsicológico, sino también por la
variable sociocultural o escolar, y con este fin propone la necesidad de distinguir entre los
Trastornos Específicos de Aprendizaje (T. E. A.) y los Problemas Generales para aprender (PGA).
De esta manera, considerando todo lo anteriormente señalado con respecto a las D. A., y en
oposición a lo propuesto por García, y más bien coincidiendo con Bravo, se puede plantear que D.
A. es un término genérico referido a un grupo heterogéneo de trastornos que se evidencian en
dificultades significativas en la adquisición y uso de la lectura, escritura, razonamiento o
habilidades matemáticas, las cuales pueden ser intrínsecos al individuo, presumiéndose que son
debidos a la disfunción del sistema nervioso central. Sin embargo, también podrían originarse en
otras condiciones como por ejemplo déficit de atención, déficit sensorial (baja visión o
hipoacusia), bajo nivel intelectual, trastornos emocional o social; e influencias socio-
ambientales tales como diferencias culturales o instrucción inapropiada.
CLASIFICACIÓN DE LAS DIFICULTADES DE APRENDIZAJE
Respecto a las clasificaciones de las D. A. Dockrell y McShane (1997: 15) consideran que
éstas son agrupadas en función a diversos criterios, prioritariamente etiológicos y funcionales.
Con respecto, al primero, el propósito es establecer las causas específicas que originan las D. A.,
encontrándose además que dentro de esta clasificación, existe dos sistemas de organización, por
un lado, el sistema causal específico, por ejemplo las causas son un déficit auditivo o visual
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evidente, etc., y por otro, el sistema hipotético, en el cual se asume la posibilidad de una
alteración sensorial, que en muchos casos pasa de inadvertida.
En el caso de las clasificaciones funcionales se busca establecer el nivel de actuación
actual, distinguiéndose dos grupos de niños, en función a las medidas de su inteligencia. El primer
grupo denominado “aprendices lentos” y en casos más graves “deficientes mentales”, está
conformado por los niños cuyo nivel de desarrollo intelectual está por debajo de la media y por lo
cual, su actuación en una serie de tareas será menos eficiente en relación a sus compañeros. El
segundo grupo, está conformado por los niños cuyo nivel de desarrollo intelectual es normal,
pero no obstante, presentan una dificultad específica en alguna tarea concreta, por ejemplo, la
escritura. De otra parte, se observa que en estos niños existe una discrepancia entre logro y
aptitud en el área de la dificultad.
Así, las D. A. son una entidad enmarcada por un amplio abanico de síntomas que pueden ir
desde un problema ligero a dificultades muy severas, las cuales dependerán de una compleja red
de factores que interactúan en muchos casos, a lo largo tiempo. En este sentido, se considera
conveniente presentar algunas de las clasificaciones de las D. A. Con el propósito de comprender
los criterios categóricos utilizados por los diferentes autores, que a continuación se presentarán:
A. CLASIFICACIÓN FUNCIONAL
A.1 PROBLEMAS GENERALES DE APRENDIZAJE
Siguiendo lo planteado por Bravo (1981), se señalará que los Problemas Generales de
Aprendizaje (PGA), pueden manifestarse de diversas maneras, pero en todos los casos afectan el
rendimiento global del niño, es decir, perjudican varias áreas del desempeño escolar,
apreciándose además, lentitud y desinterés para el aprendizaje, deficiencia en la atención a
estímulos escolares y dificultad para concentrarse en la realización de determinadas tareas.
Pero de otra parte, se estima que los PGA, también son marcadamente dependientes de las
características que posee el sistema escolar, entre éstas, metas y objetivos del programa
académico y nivel de exigencia de la escuela. Por ello, se pueden producir PGA, tanto en niños
que no tienen una estimulación cultural que les permita responder a las exigencias de la escuela,
como en aquellos cuya maduración neurológica no les permite adquirir los aprendizajes
programados.
Cuadro 1: Problemas Generales de Aprendizaje - Son globales a la mayor parte de las materias. - Pueden tener origen variado.
Del niño
Déficit atencional, impulsividad.
Insuficiencia intelectual, retardo.
Inmadurez escolar. Actitud pasiva para el aprendizaje, carencia de
motivación. Alteraciones emocionales (depresivas,
angustiados)
Aprendizaje lento.
Diferencias sociocultural.
De las familias Manejo inadecuado de la
situación escolar (tareas, estudio, etc.).
Clima famliar.
Deficiencias sociocuturales
(analfabetismo).
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De las escuelas
Métodos de enseñanza.
Deficiencias de los maestros (aptitudes pedagógicas).
Programas y exigencias inadecuadas a la realidad de los niños.
Malas relaciones profesor – alumno.
Deficiencias organizacionales de las escuelas.
Tomado de Bravo, 1996:34
A.2 TRASTORNOS ESPECÍFICOS DE APRENDIZAJE
La U.S. Office of Education (USOE), en 1977 señala que el término Trastorno Específico de
aprendizaje (TEA) o “Dificultad de Aprendizaje Específica”, está referido a un trastorno en uno o
más procesos psicológicos básicos en la comprensión o en el uso del lenguaje, hablado o escrito,
que se puede manifestar en una habilidad imperfecta para escuchar, hablar, leer, escribir,
deletrear, o hacer cálculos matemáticos. El término incluye condiciones tales como handicaps
perceptivos, lesión cerebral, disfunción cerebral mínima, dislexia y afasia del desarrollo. El
término no incluye a los niños que presentan problemas de aprendizaje que son primariamente el
retraso mental, o alteraciones emocionales, o desventajas ambientales, culturales o
económicas”. (Nicasio García, 1997: 15 – 22)
Esta misma dependencia oficial de los Estados Unidos de Norteamérica, agrega que en
este trastorno, el “niño tiene una discrepancia severa entre el logro y la habilidad intelectual en
una o más de las diversas áreas: expresión oral, expresión escrita, comprensión oral o
comprensión escrita, habilidades de lectura básicas, cálculo matemático, razonamiento
matemático o deletreo”, precisando que para que la diferencia entre el rendimiento y el
potencial intelectual del alumno sea considerado como una “discrepancia severa” se deberá
tener en cuenta la edad y las experiencias educativas previas del estudiante.
Complementariamente a todo lo señalado, en el año 1986, la Association of Children with
- Deprivación, pobreza. - Problemas de salud crónicos - Deficiencias en la escuela o familiares.
Factores Consecuentes - Reacciones emocionales y conductuales. - Alteraciones familiares. - Rechazo al estudio. - Segregación “invisible” de su curso.
Tomado de Bravo, 1996:37
B. CLASIFICACIÓN DE ACUERDO A LA ESPECIFICIDAD
DE LAS D. A.
B.1 CLASIFICACIONES BASADAS EN EL DOMINIO AFECTADO.
Estas clasificaciones enfatizan el área donde se manifiestan los problemas del individuo.
Las principales, son la propuesta por la APA en el DSM -IV y la de la OMS descrita en el ICD -
10.
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CLASIFICACIÓN PROPUESTA POR EL DSM – IV
Cuadro 3: Clasificación de las D. A. según el DSM IV Trastorno de la lectura 315.00
a. El rendimiento en lectura, es inferior a lo esperado para su edad cronológica,
en tanto que su coeficiente intelectual y escolaridad esperada para su edad.
Estos datos son obtenidos mediante pruebas de precisión y comprensión
normalizadas y administradas individualmente.
b. Esta alteración del rendimiento interfiere en su desempeño académico o en
sus actividades diarias que requieren estas habilidades.
c. La presencia de un déficit sensorial aumentan las dificultades para la lectura
Trastorno del cálculo 315.1
a. La capacidad para el cálculo se evalúa mediante pruebas normalizadas y
administradas individualmente, su rendimiento es inferior para su edad
cronológica, coeficiente intelectual y escolaridad esperada para su edad.
b. Este trastorno interfiere en su rendimiento escolar y en sus actividades
cotidianas que requieren esta habilidad.
c. El rendimiento para el cálculo se incrementa si hay un déficit sensorial.
Trastorno de la expresión escrita 315.2
a. La habilidad para escribir es evaluada mediante pruebas normalizadas y
administradas individualmente o mediante evaluaciones funcionales de dichas
habilidades, su rendimiento es inferior para su edad cronológica, coeficiente
intelectual y escolaridad esperada para su edad.
b. Este trastorno interfiere en su desempeño académico y en sus actividades
diarias que exijan la ejecución de textos escritos.
c. El rendimiento para el cálculo se incrementa si hay un déficit sensorial
Trastorno del aprendizaje no especificado 315.9
Se incluyen los trastornos de aprendizaje que no cumplen los criterios de cualquier trastorno específico
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CLASIFICACIÓN PROPUESTA POR EL CIE 10
Cuadro 4: Clasificación de las D. A. según el CIE 10
Trastorno específico
de la Lectura
F 81.0
Incluye
- Retraso específico de la lectura.
- Dislexia del desarrollo.
- Disortografía asociada a trastornos de la lectura.
Excluye
- Alexia y dislexia adquirida.
- Dificultades adquiridas de lectura
secundarias a trastornos de las emociones.
R 48.0
F 93
Trastorno específico
de la Ortografía
F 81.1
Incluye
- Retaso específico de la ortografía (sin desorden
de la lectura).
Excluye
- Dificultades de la ortografía:
Debidas a una enseñanza inadecuada.
Trastorno adquirido de la ortografía.
Dificultades de la ortografía asociados de
la lectura.
Z 55.8
R 48.8
F 81.0
Trastorno específico
del cálculo
F 81.2
Incluye
- Trastorno del aprendizaje de la aritmética.
- Síndrome del desarrollo de Gerstmann.
- Acalculia y discalculia del desarrollo.
Excluye
- Dificultades aritméticas asociadas a trastornos
de la lectura o de la ortografía.
- Dificultades del cálculo principalmente
atribuibles a una enseñanza inadecuada.
- Trastorno adquirido de la capacidad del
cálculo (acalculia).
F 81.1
Z 55. 8
R48.8 Otros trastornos del
desarrollo del
aprendizaje escolar
F 81.8
Incluye
- Trastorno del desarrollo de la escritura expresiva.
Trastorno del
desarrollo del
aprendizaje escolar
sin especificación
F81.9
Excluye - Retraso mental.
- Problemas de agudeza visual.
- Escolaridad inadecuada.
Incluye
- Dificultades de aprendizaje sin especificación.
- Alteración del aprendizaje sin especificación.
- Trastorno del aprendizaje sin especificación.
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En relación a lo tratado, se presenta a continuación un cuadro comparativo sobre la
nomenclatura de los trastornos específicos de aprendizaje según la CIE 10 y el DSM – IV.
Cuadro 5: Equivalencia de categorías diagnósticas del DSM – IV y CIE 10
Denominación
Códigos
TEA DSM – IV Trastornos del aprendizaje ---
CIE 10 Trastornos específicos del desarrollo del aprendizaje escolar
F81
Lectura DSM – IV CIE 10
Trastorno de la lectura Trastorno específico de la lectura
315.00 F 81.0
Cálculo DSM – IV CIE 10
Trastorno del cálculo Trastorno específico del cálculo
315.1 F81.2
Escritura DSM – IV CIE 10
Trastorno de la expresión escrita Otros trastornos del desarrollo del aprendizaje escolar
315.2 F81.9
DSM – IV CIE 10 DSM – IV CIE 10
--- Trastorno mixto del desarrollo del aprendizaje escolar Trastorno del aprendizaje no especificado Trastorno del desarrollo del aprendizaje sin especificación
--- --- 315.9 F81.9
Dioses; Quiroz (2004)
B.2 CLASIFICACIÓN BASADAS EN PROCESOS SUBYACENTE
LA PROPUESTA DEL GRUPO DE WINDSOR.
Esta propuesta se remonta a las clásicas distinciones que realizan Border y otros (Santiago;
González, 2001:96), en cuanto a los problemas que afectan específicamente a la lectura; y que
Miranda, en 1994, las denomina síndromes específicos. Siguiendo esta línea un grupo de la
Universidad de Windsor, encabezado por Rourke, plantea la existencia de eventuales subtipos de
DA atendiendo exclusivamente a la presencia de “patrones específicos de habilidades y déficit
neuropsicológicos, que se piensa, son responsables de patrones particulares de aptitudes de
aprendizaje y déficit exhibidos por los niños en el subtipo” (Rourke y Del Dotto, 1992).
Utilizando esos “patrones específicos” como referente, Rourke y sus
colaboradores describen cada subtipo de trastorno atendiendo a 4 variables básicas: las
habilidades neuropsicológicas, su déficit neuropsicológico, su pronóstico académico y su
pronóstico psicosocial, proponiendo de este modo la siguiente clasificación:
a. Trastornos por desórdenes en el funcionamiento lingüístico. Se incluyen
en esta categoría el trastorno del procesamiento fonológico básico, el
trastorno del emparejamiento fonema-grafema y el trastorno del acceso a la
palabra.
b. Trastorno por desórdenes del funcionamiento no verbal (síndrome NVLD).
Este se diferencia de los otros deb ido a que hay un desarrollo lingüístico
normal, pero se encuentran afectadas las funciones de tipo perceptivo-motor.
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Trastorno por desórdenes del output en todas las modalidades. Este es similar al
trastorno de acceso a la palabra en lo que respecta a las habilidades y déficit
neuropsicológicos. Sin embargo, en el campo académico, hay problemas añadidos de output
deficiente en la escritura de palabras y la aritmética escrita.
El modelo de la teoría PASS
Aunque no se elaboró con la finalidad de llevar a cabo una clasificación de las DA, esta
teoría parte de los estudios de Luria sobre los sistemas funcionales del SNC y considera que el
procesamiento humano de la información puede explicarse en términos de la acción
interrelacionada de tres sistemas funcionales independientes: el sistema de planificación, el
sistema de codificación y el sistema de estimulación-atención. A estos sistemas se tendría que
añadir, como un elemento también central, la base de conocimientos acumulados por el
individuo en su memoria a largo plazo.
Desde estos presupuestos, Kirby y Williams (1991), citados por García y González (2001)
analizan las dificultades de la lectura, la escritura y las matemáticas, relacionando los diferentes
problemas que se pueden observar en el proceso de aprendizaje, con las tareas propias de los
sistemas mencionados, de modo que se podría considerar su propuesta como una
clasificación funcional en la que, en lugar de visualizar las DA globalmente, se relacionan DA
concretas con problemas concretos de funcionamiento cognitivo.
C. CLASIFICACIÓN DE ACUERDO AL ORIGEN DE LA
ETIOLOGÍA
Existen tres grandes grupos de D. A., considerando el criterio clasificador de la etiología: por
un lado, las que poseen un origen ambiental (perspectiva extrínseca), el otro grupo, conformado
por variables que se encuentran en el propio niño (perspectiva intrínseca) y aquellas otras cuya
etiología participa de ambas perspectivas (perspectiva interactiva).
Dioses; Quiroz (2005)
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Tomado de Molina (1997)
C.1 DIFICULTADES DE APRENDIZAJE DESDE UNA
PERSPECTIVA EXTRÍNSECA
Siguiendo el criterio extrínseco, las causas de las D. A. son generalmente externas al niño,
observándose que la base de estas puede estar en el ambiente socio familiar o en el contexto
pedagógico.
Así estos factores son los que determinan la variedad del comportamiento sintomático en
el alumno, como consecuencia de enfrentar las exigencias presentes de la cultura escolar
predominante, siendo lo más común observar:
a. El fracaso escolar global, surge como consecuencia de la incongruencia
entre las expectativas desmedidas por el docente sobre los patrones
comportamentales que consideran un ideal de alumno, y las expectativas del
niño sobre la cultura escolar dominante, observándose además un proceso de
incomunicación entre ambos agentes educativos. Como consecuencia de todo
ello, el alumno interioriza este fracaso como suyo, presentando mecanismos de
defensa para proteger su estima, observándose finalmente, un desinterés,
problemas de atención selectiva o conductas hiperactivas.
b. Se observa que los mecanismos de defensa también se presenta en el docente,
debido a la incomprensión por parte de este, ante la falta de una explicación
razonable de porque alumnos con un rendimiento intelectual promedio
fracasan en el aprendizaje.
c. Otro de los síntomas presentados por los alumnos, discurre entre las
relaciones ineficaces por parte de este grupo con sus pares de mejor
rendimiento y el equipo docente, siendo las conductas más saltantes de estos
niños, los de tipo disruptivos o inhibitorias.
C.2 DIFICULTADES DE APRENDIZAJE DESDE UNA
PERSPECTIVA INTRÍNSECA
El análisis desde esta perspectiva permite determinar que las causas de las D. A. radican en
el propio niño, agrupándose estas en dificultades inespecíficas o específicas, asimismo es
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importante tener en cuenta que base es de tipo neuropsicológico. En este sentido, se
observa que este tipo de sintomatología es determinada siempre por su función o estructura.
La sintomatología presentada por estos alumnos se deriva de síntomas evolutivos
relacionados con el aprendizaje fisiológico, el procesamiento de la información y los aprendizajes
psicopedagógicas.
1. Síntomas de las D. A. de tipo inespecífico
o El daño cerebral inespecífico de tipo funcional genera una serie de retrasos
perceptivo – motrices, las cuales se relacionan con los patrones de adquisición en
el aprendizaje fisiológico, como con las habilidades básicas para lograr un
aprendizaje exitoso- Las inhabilidades psicolingüísticas, directamente
relacionadas con este daño cerebral inespecífico, originan un serie retraso en la
adquisición de estas mismas habilidades psicolingüísticas, que en el futuro generan
un fracaso en el aprendizaje del lenguaje escrito.
o Ponen en juego sus estrategias cognitivas y de aprendizaje que en general son
inadecuadas para el tipo de tarea que le exigen.
o Todo ello conlleva a que el niño presente sus mecanismos de defensa (desamparo
psico - social) como consecuencia de una inadaptación escolar.
2. Síntomas de las D. A. de tipo específico
o El daño cerebral específico genera dificultades en la mayoría de procesos
perceptivo – motrices, como desconocimiento y escaso dominio del esquema
corporal, problemas de lateralidad, retrasos simples de lenguaje, escasa
coordinación oculo – motriz o rítmico – temporal. Todo lo mencionado,
probablemente genere dificultades para mantener la atención fija, así también
se observa que las habilidades metacognitivas de planificación y de toma
de decisiones se ven afectadas.
o Las dificultades con los procesos de codificación simultánea y sucesiva, genera la
desestructuración psicolingüística, ya sea en el componente fonológico o lexical.
o Estas alteraciones generan dificultades en la codificación de la información
simultánea y sucesiva o de mantenimiento de la alerta cerebral, estas dificultades
generadas determinarán no solo el ámbito escolar sino la vida cotidiana del niño.
o Estos niños se caracterizan por presentar dificultades en áreas específicas del
currículo, sin embargo en otras su performance se encuentra dentro de lo
esperado.
o Se observa un comportamiento patológico, disruptivo o inhibitorio reflejadas en
la inadaptación escolar por parte del niño.
C.3 D. A. DESDE UNA PERSPECTIVA INTERACTIVA
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Desde esta perspectiva, las D. A. son evaluadas como un fenómeno complejo en el que
interfieren diferentes variables (tanto de tipo extrínseco como intrínseco) que influyen en el
aprendizaje.
El análisis de las variables etiológicas deben ser observadas en paralelo con las variables
biológicas y psicológicas del niño, así como las compensaciones positivas o negativas que pueda
producir el medio ambiente en la cual se desempeña el alumno.
Este enfoque analiza el fracaso del aprendizaje escolar, como una “impotencia social”, cuyo
resorte psicológico más profundo es una inhibición para aprender, en este sentido la importancia
de analizar dos aspectos tan diferentes como son: la intimidad y la representación social, los
cuales permiten entrever la complejidad del problema, así como la diversidad de soluciones
propuestas.
De otra parte, es importante señalar que los niños que pertenecen a este grupo
presentan un pronóstico incierto, desde el punto de vista teórico, pues su etiología es más
compleja y grave.
BIBLIOGRAFÍA
1. BRAVO, L. (1996). Psicología de las dificultades del aprendizaje escolar: Introducción
a la educación especial. Ed. Universitaria. Santiago de Chile
2. DOCKRELL; McSHANE. (1997). Dificultades de aprendizaje en la infancia. Un enfoque
cognitivo. Paidós. Buenos Aires.
3. GARCÍA; GONZÁLES (2001). Dificultades de aprendizaje e intervención psicopedagógica:
Concepto, evaluación y tratamiento (Vol. I). Ed. EOS. Madrid.
4. MOLINA, S. (1997). El fracaso en el aprendizaje escolar. Dificultades globales de tipo
adaptativo. Ediciones ALJIBE. Málaga.
5. SÁNCHEZ; TORRES. (1998). Educación especial II. Ámbitos específicos de intervención.
Ed. Pirámide. Madrid.
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CARACTERÍSTICAS DE LOS NIÑOS CON D. A.
La descripción de las características de los niños con D. A. se efectuará a través siguiente del
perfil:
o Discrepancia entre expectativas de rendimiento y rendimiento real: Es
característico que los alumnos con D. A. presenten una discrepancia
significativa entre las expectativas de rendimiento en el aprendizaje que se
suscitan a partir de un examen de su nivel de desarrollo (específicamente el
desarrollo intelectual) y el rendimiento real que logran alcanzar en una o varias
áreas de competencia curricular.
o Dificultades académicas: Los niños se caracterizan por presentar un desfase
evidente con respecto a su edad en el nivel de aprendizaje de una o más de las
áreas académicas, siendo lo más común las dificultades en lectura, con marcada
diferencia sobre el resto.
o Trastornos del lenguaje: Considerado en términos de criterios de desfase entre
el nivel de desarrollo logrado y el esperado para la edad y nivel (intelectual,
social y cultural) del sujeto. Con respecto a lo mencionado, se estima que al
menos el 50% de los sujetos con D. A. presentan problemas de lenguaje expresivo
y/o receptivo; los cuales son difíciles de desligar de las dificultades académicas,
específicamente de la lectura.
o Trastornos perceptivos: Al respecto, actualmente se observa que las
características referidas a los trastornos perceptivos, son indicadores que están
perdiendo fuerza como un factor causal que explique las D. A., sin embargo, es
importante señalar que aún hay autores que utilizan como criterio explicativo.
o Problemas socio – emocionales: La presencia de este problema es alta en los
alumnos con D. A. Con respecto a este criterio, Mercer incluye la presencia de
conductas perturbadoras, autoconcepto negativo, poca tolerancia a la frustración,
baja autoestima, hiperactividad, tendencia a la distracción, impulsividad, falta de
habilidades sociales, falta de persistencia en el esfuerzo y tendencia a la
dependencia.
o Problemas de memoria: Vinculados a dos aspectos, el fallo en la utilización de
estrategias eficaces de memoria, y la pobreza en las habilidades lingüísticas
involucradas en los procesos de almacenamiento y recuperación de la información.
o Trastornos psicomotores: Como en el caso de los trastornos perceptivos, este
criterio ha sufrido el mismo desuso como característica típica de los sujetos con D.
A.
o Déficits metacognitivos: Al respecto, Mercer señala que en las últimas décadas,
este criterio ha tomado un peso definitorio en el diagnóstico de las D. A.
o Problemas de atención e hiperactividad: Dentro de este criterio se incluyen
tres, de acuerdo a lo descrito por Mercer; Hammill y Myers.
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Movilidad excesiva: Es la forma más común de un trastorno motor, y con
frecuencia presentada en los alumnos con D. A. siendo descritos como niños
inquietos, con una actividad al azar y que siempre están en movimiento acelerado.
Atención insuficiente: Incapacidad de apartar estímulos extraños y
superfluos, es decir, se sienten atraídos por todo estímulo, independientemente
del empeño en la tarea que están ejecutando.
Atención excesiva: Manifestación de fijaciones anormales de la
atención en detalles triviales, dejando de lado los aspectos esenciales del
estímulo.
TEORÍAS EXPLICATIVAS DE LAS D. A.
Para abordar el tema de teorías explicativas de las D. A. es importante destacar que éstas se
organizan en base a diversos modelos que guían dichos análisis, y aunque ello resulte complicado
en la medida que a la fecha existe una amplia gama de alternativas para categorizarlas, el
presente resumen describirá algunas de estas teorías considerando el autor que la organiza.
1 PLANTEAMIENTO DE GARCÍA Y GONZÁLEZ:
1.1 EL ENFOQUE NEUROPSICOLÓGICO
Considerada la perspectiva más clásica en la explicación e intervención de las D. A.,
Monedero (García, González, 2001:123) resume los presupuestos de este enfoque en las
siguientes palabras: “Las D. A., específicas o inespecíficas, son la consecuencia de la deficiencia
de determinadas aptitudes; precisamente, de las aptitudes necesarias para llevar a cabo los
aprendizajes escolares, concebidas como instrumentos neuropsicológicos en tanto que, en último
término, es el cerebro el que tiene que estar preparado para llevar a cabo estos aprendizajes (…)
El niño que tiene D. A. escolar, del tipo que sea, no cuenta con los instrumentos
neuropsicológicos necesarios para llevar a cabo estos aprendizajes”.
a. Supuestos básicos de las D. A.
Desde esta perspectiva, existiría un continuo de capacidad-discapacidad de
aprendizaje, que iría desde la superdotación a la deficiencia, y que debería ser
explicado en términos de la capacidad funcional del cerebro humano, de tal modo
que entre el sujeto normal y el deficiente se situarían el que presenta una
dificultad de aprendizaje, el que presenta hiperkinesia y el sujeto con disfunción
cerebral mínima. De los sujetos con DA se debe observar que su deficiencia
cerebral es tan leve, que sólo se manifestaría en las tareas selectivamente más
difíciles, como son los aprendizajes escolares.
Este enfoque se basa en una visión fisiológica del aprendizaje y de sus
alteraciones, tal como lo definen en 1991 Azcoaga, Iglesias y Derman, quienes
consideran como principio básico, para que el aprendizaje tenga lugar, la
indispensable participación de un conjunto de funciones de los “sectores
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superiores del SNC”, siendo esencial la normalidad de tales actividades (funciones)
para que el proceso de aprendizaje se produzca con “normalidad”. (Citado por
García y González, 2001).
Por esta razón, se ha postulado que la normalidad de los procesos de
aprendizaje descansa sobre el buen funcionamiento de una serie de procesos y
funciones neuropsicológicas que pueden dividirse en “procesos básicos” y lo que
Luria denominó “funciones cerebrales superiores”.
(a) Los dispositivos (procesos) básicos de aprendizaje incluirían: la
motivación, la atención, los procesos senso-perceptivos, la memoria y los
procesos de habituación.
(b) Las funciones cerebrales superiores hacen referencia a:
Las funciones práxicas, que constituirían la consolidación de procesos de
aprendizaje que tienen como agente principal el analizador cinestésico-motor, de
este modo estamos hablando de procesos de aprendizaje motor, en los cuales se
forman “esquemas” como consecuencia de la integración y automatización
progresiva de aferencias cinestésicas procedentes de los sistemas muscular y
esquelético y de los sistemas perceptivos. Una vez organizadas, las praxias serían
base y condición para la realización de nuevos aprendizajes.
Las funciones gnósicas, hacen referencia a la facultad de reconocimiento
senso- perceptivo que resulta de la adquisición de “esquemas” derivados de la
actividad de los analizadores sensoriales (auditivo, táctil, visual, etc); Las gnosias
pueden ser simples, estar basadas en el predominio de un determinado
analizador o complejas implicando a la integración de más de un esquema simple.
Por último, el lenguaje llevaría también a la organización de estereotipos
motores verbales, que serían el fundamento fisiológico de la elocución,
implicando el analizador cinestésico-motor; y de estereotipos verbales, que
serían la base de la comprensión lingüística, cuyo analizador sería solamente el
verbal.
Por lo tanto, la hipótesis básica es que las DA reflejan algún tipo
de mal funcionamiento de estas aptitudes neuro-psicológicas, que sería a su vez,
consecuencia de una lesión o de una disfunción en el nivel estrictamente
neurológico.
También se asume en este enfoque, que el correcto desarrollo de todas las
funciones neuropsicológicas, están inmersas dentro de un proceso de maduración
biológica gradual y que los diferentes aprendizajes básicos requieren de un nivel
mínimo de desarrollo, de modo que cabe la posibilidad de que una dificultad de
aprendizaje se deba a que se expuso al sujeto a la enseñanza antes de estar
preparado para ello.
El estar preparado para la enseñanza, se interpreta como el resultado de un
proceso madurativo en donde las experiencias de aprendizaje interactúan con los
procesos del desarrollo biológico. Es importante mencionar que, la maduración
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sigue un curso determinado por factores genéticos, lo que daría a lugar a que el
desarrollo neuropiscológico siga una pauta de estadios evolutivos. Estos estadios
estarían caracterizados por ciertos rasgos funcionales y morfológicos que
formarían un “patrón” típico y universal, aunque la influencia de los procesos de
aprendizaje y las circunstancias del entorno, matizarían la influencia del proceso
genético, dando lugar a peculiaridades.
En 1989 Monereo citado por García y González (2001) señala que las
aptitudes o instrumentos neuro-psicológicos van apareciendo a lo largo de
la evolución psicológica, por lo que las dificultades de aprendizaje escolar no son
otra cosa que la consecuencia del retraso en la aparición de determinadas
aptitudes, habilidades o instrumentos neuropsicológicos.
b. Madurez para el aprendizaje de la lectura.
La hipótesis neuropsicológica respecto a la DA es que en ciertas ocasiones,
éstas se deben a un retardo patológico derivado de alguna anomalía
anatómica a nivel del SNC; en otras ocasiones puede venir asociado a un ritmo
de maduración más lentodel sujeto, cuya consecuencia sería una inmadurez
escolar, entendida ésta como falta de preparación para los aprendizajes escolares.
Según Escoriza, citado por García y González (2001) el estudio de la
madurez/ inmadurez escolar fue desarrollado inicialmente en la década de los
veinte en relación con el aprendizaje de la lectura; en este sentido, es el que
se ha empleado mayormente y, hasta cierto punto, se sigue empleando en el
intento por determinar de la manera más concreta posible el influjo de ciertos
factores sobre la adquisición y desarrollo de la lectura. Sin embargo, no se ha
logrado un consenso generalizado acerca de cuáles puedan ser tales factores. (cfr.
García y González, 2001).
1.2 EL ENFOQUE CONDUCTUAL
a. Perspectiva general
El enfoque conductual sobre las DA, se basa inicialmente en el marco de las teorías del
aprendizaje de Skinner y de Thorndike, éste último, a principios del siglo pasado se ocupó
específicamente de la aplicación de su tesis asociacionista sobre la enseñanza de la aritmética.
Posteriormente, en la década del 60, una primera línea de trabajo aplicativa fue la representada
por los “conductistas sociales”, con Staas, quien planteó la reeducación de los niños y niñas con
problemas de rendimiento en habilidades lectoras, desarrollando un sistema de tratamiento en el
que las estrategias eran el entrenamiento individual o en pequeños grupos, el condicionamiento
operante con reforzadores primarios y secundarios y el uso de contingencias.
Otros investigadores fueron Haring y Phillips (1962), quienes trabajaron con niños
diagnosticados, en aquella época, con disfunción cerebral mínima (DCM). Estos investigadores
observaron los efectos positivos de los ambientes altamente estructurados, tras comparar, en
diversos estudios, la evolución de su conducta, según participasen en aulas ordinarias o
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especiales no estructuradas; complementados con un sistema riguroso de recompensas
contingentes al comportamiento de los alumnos.
Lovitt durante los años 1965 y 1975 (García y González, 2001), centró sus esfuerzos en
dos aspectos, primero, en tratar de aproximar la evaluación conductual y la “enseñanza precisa”
al desarrollo del currículo escolar; y en segundo lugar, en el desarrollo de procedimientos
reeducativos específicos.
Otros autores que sobresalieron, fueron Whelanm Frank, Hewtt, Quay, que orientaron sus
estudios a la modificación de conducta en sujetos con desórdenes emocionales. En cualquier
caso, todos estos autores contribuyeron a consolidar el enfoque conductual (entre los años 1974
y 1975) con la aparición de manuales específicos y la difusión generalizada de diversas técnicas
de individualización de la enseñanza para sujetos con trastornos del aprendizaje.
b. Supuestos teóricos respecto a las DA
Este enfoque propugna centrar la atención en las propias conductas de aprendizaje y en los
determinantes situacionales del entorno, en los que se adquieren y llevan a cabo.
En contraste con el enfoque neuropsicológico, Bateman, (cfr. García y González, 2001)
menciona que las manipulaciones directas del SNC están fuera del alcance del educador y que el
ámbito de acción de éste son los comportamientos, los cuales pueden ser influenciados a través
del control de las contingencias ambientales. Por ello, sugiere cambiar el término learning
disabilities por teaching disabilities, para dar mayor importancia a la disposición inadecuada de
la enseñanza, en lugar de la desviación patológica del niño.
Esta es la razón por la que el presente enfoque afirma que la adquisición y mantenimiento
las conductas pueden ser explicadas basándonos exclusivamente en las condiciones
ambientales, antecedentes y consecuentes, del aprendizaje.
Por lo tanto el problema de las DA, es vista según Portal (1984), “como una simple falta
de experiencia y práctica con la tarea”. (García y González, 2001:132).
Siguiendo lo planteado por Hallaham y Kauffman, 1976; Mercer, 1987; Miranda, 1992;
Romero, 1992 (García y González, 2001) se podría caracterizar el enfoque conductual sobre las
dificultades de aprendizaje como una aproximación teórica-práctica, basada en los siguientes
fundamentos
1. El centro de atención ha de ser: a) la propia tarea de
aprendizaje, y b) las condiciones en que se lleva a cabo su proceso
de adquisición y mantenimiento.
2. La adquisición y mantenimiento están regidos por los mismos
principios que la adquisición y mantenimiento de cualquier otra
conducta.
3. La intervención (re)educativa, es un proceso basado
fundamentalmente en dos líneas de trabajo: a) la manipulación
rigurosa de las contingencias ambientales que controlan la
adquisición de conductas adecuadas y la eliminación de conductas
inadecuadas, y b) la descomposición de las “conductas terminales”
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en secuencias ordenadas de conductas facilitadoras más simples,
de cuya asociación resultará la conducta terminal.
4. Los tratamientos (re)educativos deben llevarse con mayor rigor y
control, lo que supone:
1. Un énfasis claro en la medición de la conducta objeto de
tratamiento, antes y durante éste.
2. Una valoración controlada de los resultados del
tratamiento por cuanto se refiere al mantenimiento y
generalización de la conducta enseñada.
5. La organización de los tratamientos por objetivos precisos y
específicos, debidamente ordenados en secuencias jerárquicas y
progresivas de adquisición.
6. El tratamiento (re)educativo debe ser individualizado;
comenzando por un diagnóstico preciso y detallado de las
habilidades académicas ya adquiridas por el alumno, lo que nos
dará la línea base de nuestro tratamiento.
7. La instrucción directa, lo que requiere una manipulación estricta y
bien controlada de los estímulos antecedentes y consecuentes que
la determinan.
Mercer en 1987, (García y González, 2001), señala que la adquisición y dominio progresivo
de cualquier habilidad siguen siempre una secuencia de etapas bien definidas, y cada una de
éstas, requieren estrategias de enseñanza diferentes. Deutsch-Smith (1981, citada por Mercer,
1987) se ha ocupado de una descripción pormenorizada de los aspectos de cada etapa:
1. Etapa de adquisición: es el proceso en el cual el sujeto llega a
adquirir un promedio del 90% de precisión de sus respuestas.
Las estrategias instructivas más adecuadas son:
1. En el periodo inicial, la preparación del sujeto mediante
orientación verbal demostraciones, exposición a modelos,
ejemplos, etc., el aprendizaje sin error y el
encadenamiento.
2. En el periodo avanzado, la práctica de los ítems olvidados o
repetición de errores y el refuerzo diferencial de las
respuestas que implican exactitud en el seguimiento de
instrucciones y esfuerzo personal.
2. Etapa de dominio: el criterio fundamental es la automatización
que hace posible respuestas correctas y rápidas. El objetivo
instruccional es la fluidez o velocidad de ejecución; por lo que
debe primar las estrategias de uso de modelos, práctica reiterada,
refuerzo positivo diferencial e información constante sobre
expectativas y niveles de logro (feedback)
3. Etapa de mantenimiento: lo característico es la retención de los
altos estándares de logro alcanzados en la etapa anterior con
apoyo instruccional, pero una vez que éste es retirado, es decir,
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en situaciones de actuación independiente por parte del sujeto.
Los sujetos con DA suelen presentar problemas en esta etapa,
por lo que se le debe entrenar mediante estrategias instructivas
como la practica distribuida con programas de reforzamiento
diferencial de razón o intervalo variable.
4. Etapa de generalización: su característica es la aparición de la
capacidad para ejecutar la conducta en tareas y situaciones algo
diferentes a la tarea enseñada. Algo que no ocurre
espontáneamente en sujetos con DA; para lo cual requieren un
entrenamiento sistemático, a través de:
1. Reentrenamiento de la tarea en los contextos cotidianos.
2. El uso de modelos diversos.
3. Utilización de situaciones diversas.
4. Desvanecimiento progresivo de los estímulos ambientales.
5. Introducción paulatina de contingencias de refuerzo
encubiertas.
6. La inclusión, durante el tratamiento, de estímulos propios
del medio al que se espera generalice la respuesta.
La instrucción del sujeto en el autocontrol comportamental. La
generalización, debe entenderse, según Horner, Bekkamy y Cohen
(1984), como un proceso de “transferencia del control” que ejercen
estímulos iniciales sobre la conducta del sujeto a estímulos nuevos
que, previamente, no estaban asociados a ella. (García y González,
2001: 137).
5. Etapa de adaptación: se caracteriza porque el sujeto aplica la
habilidad aprendida y generalizada a nuevas áreas muy alejadas de
la original, sin necesidad de ayudas instruccionales; logrando así el
mayor grado de “funcionalidad” de lo aprendido.
1.3 EL ENFOQUE COGNITIVO
Las teorías cognitivas en ámbito de las DA, surgen en la década de los setenta, cuando
autores como Senf, Hagen o Torgesen tratan de elaborar modelos explicativos a partir de los
conceptos y métodos del denominado procesamiento de la información, un paradigma que se
caracteriza por asumir el modelo del computador (cfr. García y González, 2001).
La psicología cognitiva, como refiere De Vega en 1984, toma este paradigma, desde un
punto de vista puramente metafórico (como analogía funcional) que proporciona un marco de
referencia, un vocabulario, unas directrices y una instrumentación útiles para el estudio de la
mente (García y González, 2001).
A. CONCEPTOS BÁSICOS DE PSICOLOGÍA COGNITIVA
a. La mente como un sistema manipulador de símbolos
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Las teorías cognitivas adoptan como primer supuesto, como sugeriría
Newell, que “la actividad mental y la inteligencia se pueden explicar en términos
de símbolos manipulados por un sistema de procesamiento de información”
(García y González, 2001: 140)
En las ciencias cognitivas y en cualquier sistema de procesamiento de
información, es posible distinguir, un nivel físico, el cual hace referencia al
hardware, y un nivel de funcionamiento que se refiere a las capacidades
funcionales fijas de los sistemas cognitivos independientemente de las leyes
particulares que rigen el sistema físico. La arquitectura funcional se puede
equiparar con la arquitectura de la máquina virtual subyacente.
En otras palabras, las ciencias cognitivas adoptan perspectivas radicalmente
funcionalistas en su planteamiento, entendiendo por su funcionalismo la idea de
que es posible explicar el comportamiento de un sistema cognitivo recurriendo
sólo a la descripción abstracta de sus especificaciones funcionales, tanto a nivel
computacional como a nivel algorítmico.
En resumen, lo característico de esta aproximación es que centra su
interés en la elaboración de modelos explicativos del funcionamiento de nuestro
sistema cognitivo, asumiendo que éste puede considerarse como un tipo
particular de sistema de procesamiento de información.
b. Componentes básicos de un sistema de procesamiento
Cuando se define el sistema cognitivo humano, se debe definir con la
mayor precisión su posible arquitectura funcional; Newell y Simon (cfr. García y
González, 2001) consideran que dicha arquitectura precisaría de los siguientes
componentes básicos y fijos:
1. Input o entrada que le permita obtener información del medio.
2. Output o salida que haga posible actuar sobre el medio.
3. Memoria en la que se almacenen las estructuras simbólicas.
4. Procesos que operan sobre símbolos entrantes y producen
como salida nuevos símbolos.
5. Control del comportamiento del sistema con acceso a las
entradas y salidas de los procesos, y con capacidad de evocarlas e
interpretarlas.
Estos componentes conformarían lo que podemos denominar el nivel
sintáctico del sistema, el mismo que ha constituido el núcleo de investigación de
la mayor parte de la psicología cognitiva, aunque para algunos autores, como
Pylyshyn en 1988, señalan que a ello habría que añadir, en el sistema cognitivo
humano, un nivel semántico o de conocimiento, relacionado con las metas del
individuo y con su conocimiento acerca del mundo. (citado por García y González,
2001).
Esquema 3: Representación esquemática de la arquitectura funcional del sistema cognitivo
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Tomado de García y González, 2001: 143
También se puede describir los componentes del sistema cognitivo
refiriéndose a las estructuras de la memoria, representaciones y procesos u
operadores, que pueden ser: de entrada, salida y control.
Las estructuras de memoria, las diversas estructuras se proponen como
metáforas computacionales que resultan útiles para tratar de comprender como
funciona la mente al manipular símbolos.
Según señalan García y González (2001) existe una tendencia general entre
los autores a considerar tres grandes tipos o estructuras, que se diferencian entre
sí tanto por la durabilidad de la información que almacenan como por el papel
que juega cada una de ellas en el tratamiento de la información que hace el
sistema. Estos son: los registros sensoriales, la memoria a corto plazo (MCP) y
memoria a largo plazo (MLP)
Cuadro 6: Estructuras de Memoria propuestas en las diversas teorías cognitivas
Estructuras de memoria propuestas en diversas teorías cognitivas
Registro sensoriales M.C.P. M.L.P.
Registro
visual
Registro
auditivo
Otros
registros
Viso-
espacial
Fonético
verbal
Memoria declarativa Procedi-
mental Episódica Semántica
Los registros sensoriales fueron sugeridos inicialmente por Broadbent en
1958, quien propuso el primer modelo cognitivo de la atención, el cual incluía un
mecanismo de memoria inmediata, de brevísima duración, en el que se
registraba toda la información del estímulo entrante durante un mínimo lapso de
tiempo. Posteriormente, se definió este tipo de registro como una memoria
sensorial pre-categorial (en el sentido de que en el ella el estímulo no es
codificado, sino que se mantiene en una especie de copia), de capacidad muy
amplia en cuanto a la cantidad de información que puede soportar. (cfr. García y
González, 2001)
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Se han propuesto tantos de estos registros como modalidades sensoriales de
entrada, pero la mayoría de investigadores se centran básicamente en dos: la
memoria icónica o visual y la memoria auditiva o ecoica.
La MCP, se concibe como un almacén temporal con una duración de entre
15 y 30 segundos y una capacidad muy limitada (7 +/- 2 unidades de información),
de manera que se sobrecarga rápidamente. Una de sus tareas principales es la
codificación de las representaciones provenientes de la memoria sensorial, por
lo que los contenidos que almacena son códigos simbólicos, que pueden ser de
tipo fonético verbal o de tipo viso-espacial.
Este tipo de memoria no sólo actúa como un mecanismo de retención, sino
también, como memoria operativa o memoria de trabajo, es decir, como explica
De Vega (García y González, 2001: 145), es “un sistema de control activo que
coordina y organiza flujos de información generados por los estímulos y por el
propio sistema. Esta función ejecutiva es responsable de la adquisición de nueva
información y de la utilización de información vieja en distintas situaciones”.
La memoria de trabajo constituye un sistema complejo y flexible con tres
componentes funcionales básicos: un “ejecutivo central”, responsable del control
del conjunto de sistemas, y dos subsistemas subsidiarios de éste: el “lazo
articulatorio”, que actúa codificando las entradas provenientes de la memoria
sensorial mediante un código fonético y repasando verbalmente el producto
resultante para incrementar su duración y preservar el orden de la información; y
la “agenda visoespacial”, que actúa mediante la formación de imágenes.
En resumen, se asume que la MCP actúa en el procesamiento de la
información, codificando las entradas que recibe en un formato fonético- verbal o
viso- espacial, para incrementar su durabilidad y hacer posible la interacción entre
esas entradas y la información disponible en la MLP. Es importante resaltar, que el
carácter de intermediaria, le confiere una importancia crucial en la ejecución de
tareas cognitivas complejas, hasta el punto que cualquier problema en la MCP
comprometería las posibilidades de realizar actividades tales como la solución de
problemas, y la comprensión del lenguaje o el razonamiento.
La MLP, se concibe como un almacén, donde la información puede
permanecer desde minutos hasta años, siendo su misión el almacenamiento. De
Vega (1984) dice: “la información almacenada en la MLP permanece
habitualmente en estado inactivo o latente y sólo se recupera fragmentos de
información eventualmente, cuando las demandas ambientales o una
determinada tarea así lo exige (...) es un almacén de capacidad y persistencia
ilimitada”. (García y González, 2001: 146).
Según García y González (2001) en función de sus contenidos existen dos
tipos de memoria: declarativa (representaciones de la realidad externa al
organismo) y procedimental (habilidades prácticas). El mismo autor indica que
desde los trabajos de Tulving (1972) se hace una distinción de dos tipos de MLP
declarativa: una memoria episódica, consistente en recuerdos de hechos
concretos experimentados, que se almacenan incluyendo los aspectos del
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contexto; y la memoria semántica, que se refiere a un conocimiento menos
experiencial sobre el mundo.
La representación de la información en el sistema, se entiende como
representación a la estructura lógica o forma en que la información está
organizada en un determinado almacén. Si se revisa la literatura existente sobre
el tema, se puede observar que se han propuesto tres grandes tipos de
representaciones mentales (García y González, 2001):
o Las representaciones proposicionales, cuando se supone que el conocimiento se
representa en la memoria como un conjunto de símbolos relacionados entre sí
de forma lógica o asociativa.
o Los esquemas, se definen como estructuras de conocimiento complejo,
compuestos de otras unidades más simples que forman un único “paquete”, en el
sentido de que un esquema está siempre organizado jerárquicamente, debiéndose
añadir que el tipo de conocimiento que almacena un esquema es siempre
prototípico: los esquemas están formados por variables genéricas, abstractas, cuyo
valor se “rellena” en cada uso del mismo.
o Las representaciones analógicas, simbolizan el objeto o evento representado,
manteniendo del modo más fiel posible su estructura. El tipo más claro de la
representación es la imagen mental.
Los procesos cognitivos, estos pueden ser definidos como el conjunto de
operaciones que se ejecutan sobre la información que accede al sistema de
procesamiento; es decir, que un proceso es siempre un operador. Estos
procesos se pueden clasificar en “procesos básicos” y “procesos complejos”, éstos
últimos, son el razonamiento, la comprensión o la solución de problemas, y para
su funcionamiento, hacen uso de los procesos básicos, estructuras y
representaciones del sistema.
Con respecto a los procesos básicos, según una referencia de Bajo y Cañas,
citado por García y González (2001), se distinguen:
Procesos de entrada.- su principal tarea es la transferencia de
información desde los registros sensoriales hasta la MCP y desde ésta hacia la
MLP. Generalmente cuando se refiere a la transferencia desde la memoria
sensorial a la MCP, se considera que el proceso activo es el de reconocimiento de
patrones, un proceso perceptivo que implica los subprocesos de análisis
perceptivo, comparación de la entrada con los patrones almacenados en la MLP y
decisión.
En cuanto a la transferencia de la información desde la MCP a la MLP, se
habla de procesos de codificación. Algunos investigadores supusieron que el
sistema cognitivo humano puede procesar la información en niveles sucesivos de
profundidad, lo que afectaría indirectamente a la recuperación y uso posterior de
los datos almacenados. Por ello Craik y Lockhart (1972) (cfr. García y González,
2001) propusieron distinguir entre un tipo de procesamiento “superficial”, a
través del cual se codifica las propiedades físicas y sensoriales del input, y un
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tipo de procesamiento “profundo” en el que se codifican propiedades semánticas
no evidentes del mismo, lo que daría lugar a trazos de memoria más duraderos y
fuertes.
Procesos de salida o recuperación.- estos procesos son operaciones de
recuperación de la información previamente almacenada en la memoria y que
resulta necesaria, de uno u otro modo, para dar cuenta de la tarea en que el
sistema se ocupa en un momento dado.
Estos procesos están condicionados por los procesos de codificación que se
ejecutaron sobre la información a recuperar, pero también por el medio ambiente
y las estrategias que utiliza, existiendo una controversia teórica para explicar
cómo se dan estos procesos.
Como señala García y González (2001), para ciertas teorías (por ejemplo,
Anderson y Bower, 1972) habría dos tipos de procesos de recuperación: el
reconocimiento que suele ser empleado en las tareas de memoria en las que se
debe elegir entre varias opciones; y la generación, un proceso que se precisa,
además del anterior, cuando la tarea a la que se enfrenta el sujeto es de
recuerdo libre. El mismo García y González, indica que otros autores, como
Tulving (1979), suponen que la recuperación está determinada por la alta
especificidad de la codificación previa y depende del grado de solapamiento
existente entre los indicios ambientales de la situación de codificación y los de la
situación de recuerdo. O, como ocurre con Baddeley, que enfatiza el aspecto del
proceso de solución de problemas que implica todo recuerdo, es decir, la
naturaleza esencialmente activa y constructiva, de los procesos de recuperación.
Procesos de control.- su función principal es la de decidir qué procesar y
cómo utilizar los recursos disponibles en el procesamiento, es decir, cómo
llevarlo a cabo. En un principio, estos procesos fueron estudiados sobre todo en
relación con los mecanismos atencionales, lo que dio lugar a la distinción entre los
procesos cognitivos automáticos y procesos cognitivos controlados. Los
primeros se caracterizan porque no consumen atención y pueden por tanto
realizarse de modo simultáneo a otros procesos sin observarse interferencias;
en cambio los procesos cognitivos controlados, tienen como características, que
consumen recursos atencionales, no son rutinas aprendidas, son flexibles,
conscientes, pierden eficacia en situaciones de estrés elevado y se ven interferidos
en situaciones de doble tarea.
A lo largo de las dos últimas décadas, el estudio de estos procesos
controlados se ha incrementado, refiriéndose a ellos la literatura especializada, a
menudo, como procesos metacognitivos para expresar la idea de que se trata
de una parte del sistema que ejerce un tipo de control ejecutivo sobre el conjunto
de la actividad de éste.
c. Estrategias de procesamiento y Potencial de aprendizaje
Las teorías cognitivas han ido abandonando el carácter mecanicista que
tuvieron en sus inicios, sustituyendo la visión asociacionista del procesamiento por
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una conceptualización más constructivista, en la que el concepto de estrategias
cognitivas tiene un papel fundamental.
Monereo (García y González, 2001: 152), define estas estrategias como
“comportamientos planificados que seleccionan y organizan los mecanismos
cognitivos, afectivos y motóricos, con el fin de enfrentarse a situaciones
problema, globales o específicas” de procesamiento de información. Ello supone
que las estrategias cognitivas son, en última instancia, procedimientos de
autorregulación de la propia actividad mental, que utilizan todos los recursos
disponibles del sistema para lograr un fin determinado. (cfr. García y González,
2001).
Se pueden diferenciar las estrategias que se centran en la manipulación de
los estímulos, ya sea con un procesamiento superficial o profundo; aquellas que se
ocupan de la autorregulación del proceso y las que se centran en el autocontrol de
las variables afectivo-motivacionales implicadas en la tarea.
Cabe mencionar que un término de suma importancia para las teorías
cognitivas, es la noción de potencial de aprendizaje, que hace referencia al hecho
de existir una diferencia, mayor o menor, entre el rendimiento que un individuo
evidencia cuando se enfrenta de manera autónoma a una tarea y su capacidad
potencial; a esta última sólo podemos aproximarnos cuando comparamos
el primero, con el rendimiento obtenido al trabajar con ciertas ayudas adicionales
que se le facilitan (García y González, 2001).
B. TEORÍAS COGNITIVAS DE LAS DA
La psicología cognitiva sólo puede dar explicación a la conducta si toma en cuenta las
representaciones mentales almacenas en la memoria. En la actualidad el procesamiento de la
información consiste en la interacción continua de los diferentes tipos de procesos ya antes
descritos.
Las primeras teorías del procesamiento, trataron de explicar el funcionamiento
cognitivo centrándose únicamente en los aspectos sintácticos del sistema, es decir, en las reglas
formales que éste emplea para procesar los datos. Sin embargo, desde ya hace varios años, ha
incrementado el interés por el nivel semántico, debido a que se le da mayor importancia al
conocimiento adquirido y almacenado en la MLP. Paralelamente, se ha dado un cambio gradual
de orientación, pasando de los modelos centrados en la descripción de los aspectos estructurales
del sistema, a modelos más constructivistas e interesados en los aspectos estratégicos del
procesamiento.
a. La teoría del déficit estratégico de Hagen
Esta teoría, aborda la problemática acerca de las DA, tratando de unificar las
perspectivas experimental y evolutiva de tal manera que se constituya un
modelo explicativo capaz de diferenciar a los sujetos con DA de los sujetos sin
problemas de aprendizaje y de aquellos cuyos problemas están asociados a
deficiencia mental.
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Desde esta perspectiva, el rendimiento en el aprendizaje sólo puede ser
analizado con eficacia si se tiene en cuenta paralelamente dos dimensiones o
variables básicas que definen la interacción entre el individuo y la tarea: los
conocimientos, entendidos como esquemas supraordenados de tipo general
que se “especifican” al resolver una tarea; y las estrategias, o componente
procesual, cuya aplicación es guiada, en cada caso, por el conocimiento
almacenado en la MLP.
Los conocimientos y estrategias, son dimensiones tanto de la tarea como del
individuo. De la tarea, ya que cada una requiere de ciertos conocimientos y
estrategias en particular; y del individuo, porque cuando se enfrenta a una tarea
determinada posee un repertorio concreto de conocimientos y estrategias de
modo que será la interacción (conocimientos + estrategias de la tarea) x
(conocimientos + estrategias del individuo) lo que determine el rendimiento final.
Según ésta teoría, los sujetos con DA son concebidos como sujetos con
déficit a nivel estratégico, debido a que:
o La capacidad de memoria central, de los sujetos sin DA, crece con la edad y el
desarrollo cognoscitivo; en cambio los sujetos con problemas de aprendizaje, no
tienen un crecimiento paralelo de la capacidad de memoria incidental, por esto su
bagaje de conocimientos y desempeño, son menores a los esperados para su edad
cronológica.
o Cuanto más joven es el sujeto con DA, su déficit estratégico es de mediación, pero
cuando avanza el tiempo, suele presentar déficit de producción.
o Para los sujetos con DA, es mayor la dificultad cuanto es más alta la
necesidad de planificación estratégica de la actividad para solucionar la tarea, lo
que parecería estar relacionado con la dificultad para mediar verbalmente el
propio comportamiento.
o Los niños con DA, suelen presentar dificultades para seleccionar los datos
pertinentes en función del objetivo perseguido, cuando se encuentran frente a una
tarea determinada.
b. La teoría del aprendiz pasivo de Torgesen
Torgesen (García y González, 2001: 160).sugiere que un aprendizaje eficaz se
caracteriza, por el uso de estrategias de procesamiento adaptadas a los requisitos
de las tareas, siendo más importante cuanto más compleja es la tarea,
proponiendo que a los sujetos que aplican este tipo de procesamiento se les
denomine aprendiz efectivo o “aprendiz activo”. Por el contrario el “aprendiz
pasivo” será aquel que, contando con las estrategias de procesamiento oportunas,
no las utiliza eficazmente.
Según esta teoría, los sujetos con dificultades de aprendizaje, se
caracterizan porque sus requerimientos son básicamente estratégicos, destacando
que el perfil típico suele ser el de alguien que planifica menos su actividad,
introduce una menor organización y estructuración propias en las tareas y no usa
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espontáneamente las estrategias de que dispone, además, su déficit se extiende a
su comportamiento social en situaciones de enseñanza y aprendizaje.
Como consecuencia de las críticas recibidas, Torgesen y Licht
(1983) modificaron parcialmente la teoría, cambiando el concepto de aprendizaje
pasivo por el de aprendizaje no adaptado, profundizando en los aspectos
etiológicos (García y González, 2001).
Para dar cuenta de lo último mencionado, proponen que el tipo de
aprendizaje que caracteriza a un sujeto dependerá de la interacción entre diversos
tipos de factores:
1. Intrasujeto, los trastornos del aprendizaje pueden estar
relacionados tanto con variables estructurales como con otras
variables de tipo evolutivo.
2. Ambientales, la aparición de los trastornos de aprendizaje,
puede estar influida por las experiencias preescolares en el medio
familiar, que incidirían en la adquisición de algunas estrategias de
procesamiento como en el desarrollo de un estilo u orientación de
aprendizaje determinado.
Debido a que las posibilidades de interacción entre estos factores es muy
numerosa, Torgesen y Licht asumen que la heterogeneidad es la norma en esta
población infantil.
c. La teoría de integración de la información de J. P. Das
La idea base de esta teoría, es que los sistemas funcionales del SNC, que
describió Luria, pueden entenderse como los tres subsistemas que configuran
nuestro sistema cognitivo, siendo su actividad interdependiente lo que
constituye el procesamiento de la información; los tres subsistemas, se describen,
el primero como el responsable de la estimulación y atención, el segundo como
responsable de la codificación y el tercero como el responsable de la planificación.
Anteriormente se daba mayor énfasis al subsistema de codificación y sus dos
formas básicas de procesamiento; simultánea y sucesiva; por lo que esta teoría
fue conocida como Teoría del Procesamiento Simultáneo y Sucesivo (P.A.S.S).
Esquema 4: El sistema de procesamiento (Das y Kirby, 1992)
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Tomado de García y González, 2001: 162
1. El sistema de atención y estimulación (arousal),
funcionalmente, es el responsable de mantener un grado
apropiado de alerta y de proporcionar energía cuando se necesite.
La estimulación participa, tanto en la atención sostenida, como en
la atención selectiva.
Los niveles de estimulación pueden quedar afectados por factores
externos, tales como el anuncio de una tarea desagradable o
consumo de alguna droga, y en menor grado, por factores
internos (horas de vigilia y sueño). La combinación de estos factores
determina cómo están distribuidos los recursos de atención de un
individuo ante una situación dada, de tal manera, que la atención y
estimulación se encuentran ligadas como determinantes de la
realización de una tarea. Así, pues, éste es un sistema que
influye, y a su vez, está afectado, por los sistemas de codificación y
planificación.
2. El sistema de codificación, es el responsable de la recepción,
interpretación, trasformación y almacenamiento de la información.
Como se mencionó anteriormente, existen dos maneras diferentes
de procesar los datos: el procesamiento simultáneo y el
procesamiento sucesivo.
En primer lugar se debe destacar que el procesamiento
simultáneo y sucesivo, no son dos procesos reales, sino dos
categorías de procesos, que se diferencian entre sí porque las
unidades del procesamiento sucesivo, son conectadas sólo
mediante nexos de orden temporal, mientras que en el
procesamiento simultáneo, los estímulos y las unidades de
información se relacionan entre sí de una forma más abstracta
y casi espacial. Cabe destacar que, a pesar de las diferencias,
estos dos tipos de procesamiento trabajan en colaboración.
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3. El sistema de planificación, es el responsable del
establecimiento de objetivos, la selección o construcción de
estrategias y el control de la actuación. También se puede observar
que la planificación se puede dar de distintas maneras y en
diferentes niveles de una tarea.
Para que se produzca una planificación efectiva, debe existir
una estimulación apropiada, procesos de codificación eficientes y la
existencia de un considerable conocimiento previo.
Estos sistemas funcionales se complementan con la base de
conocimiento, que se forma del aprendizaje, y se incrementan a
través del procesamiento de la información.
Con respecto a la aplicación de ésta teoría en el campo de las DA,
Das y Kirby en el año 1992, (García y González, 2001); afirman que
“las tareas de realización complejas como son la lectura y las
matemáticas retan a cualquier teoría cognitiva a ofrecer una
explicación comprensiva de ellas. Ambas incluyen muchas
subcapacidades y una gran base de conocimiento (...). Sería más
plausible argumentar que algunas de las subcapacidades de ambas
áreas de realización se basan, en primera instancia, en la
codificación sucesiva, y otras en la codificación simultánea, pero no
debe olvidarse el funcionamiento unificado de las dos formas de
codificación y los efectos de la atención, o estimulación y
planificación”.
.
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Lectura Nº 02
El aprendizaje de estrategias metaatencionales y de
metamemoria. Algunas propuestas y
ejemplificaciones para el aula
Tomado de: Valles, A. (2000). Revista Educar. Departamento
de Psicología de la Salud. Universidad de Alicante.
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EL APRENDIZAJE DE ESTRATEGIAS METAATENCIONALES Y
DE METAMEMORIA. ALGUNAS PROPUESTAS Y
EJEMPLIFICACIONES PARA EL AULA
La metacognición es la consciencia y el control personal que se tiene acerca del
conocimiento que se posee. Es también un proceso cognitivo interno que genera predicciones
conductuales y comprobables, tal y como lo entiende Mayer (1977).
Desde sus orígenes, la metacognición tuvo a la memoria como área de aplicación,
desarrollándose posteriormente a los ámbitos de la lectura, comprensión, atención e interacción
social en la década de los 80. Desde la investigación básica se ha producido una notable
producción bibliográfica que ha generado un desarrollo importante sobre sus componentes, y
sobre áreas como el aprendizaje autorregulado, los grados de conciencia, el autoconcepto, sus
manifestaciones en los trastornos neuropsicológicos, la utilización de las estrategias de
aprendizaje y de pensamiento, entre otras muchas. Una aproximación histórica muy analítica es
la aportada por Mayor, Suengas y González (1993). Sin embargo, desde un acercamiento
eminentemente curricular y didáctico la producción de materiales de intervención
psicopedagógica en el ámbito del aprendizaje en forma de programas educativos ha sido, a
nuestro juicio, más bien escasa en cuanto a la producción, y restringida en cuanto a las áreas
curriculares. Si bien es cierto que el modelo cognitivista que rige la reforma educativa iniciada en
los años 90 sí ha proporcionado mediante la formación al profesorado una metodología de
trabajo didáctico fundamentada en el paradigma de la metacognición.
Una de las grandes dificultades del modelo de procesamiento de la información es la
operacionalización de los constructos cognitivos que se infieren que tienen lugar en la mente de
los alumnos denominados “expertos” (buenos resolutores de problemas, buenos
comprendedores, buenos aprendices, etc.). Esta dificultad de pragmatizar los constructos y
procesos mentales se pone de manifiesto, especialmente, en aspectos tales como la evaluación
de la comprensión lectora. Nos podríamos preguntar ¿cuántas pruebas o tests de evaluación de
difusión comercial evalúan procesos cognitivos y metacognitivos cuando se comprende? Más
bien pocos, escasos y/o restringidos a los ámbitos de investigación de los departamentos
universitarios. Por el contrario sí existe metodología evaluadora de la metacomprensión
mediante la autointerrogación o heterointerrogación metacognitiva. Reflexiones semejantes
podríamos realizar sobre la metaatención y la metamemoria.
La metacognición debe enseñarse y aprenderse. Al respecto se han desarrollado estrategias
metacognitivas (ver Monereo, 1997; Nisbet y Schukmith, 1987; Pozo, 1989; entre otros muchos),
tales como el modelamiento cognitivo, la interrogación y auto-interrogación metacognitiva, la
discusión metacognitiva, la enseñanza cooperativa (Johnson y Johnson, 1991), la enseñanza
recíproca (Palincsar y Brown, 1984), etc. Del mismo modo, han proliferado numerosos programas
con fundamentos sólidos en la metacognición, es decir, en los procesos de reflexión acerca de los
que se conoce. Tal es el caso, por citar solamente algunos de ellos, Filosofía para niños de Lipman
(1987) cuyo objetivo es el de enseñar a pensar filosóficamente mediante el método socrático de
la autointerrogación y el diálogo, Programa de Enriquecimiento Instrumental de Feuerstein
(1980), Progresint de Yuste (1996), El programa de Lectura –aprendizaje recíproco– de Palincsar y
Brown (1984) y otros tantos (en González Marqués, 1990, puede verse una amplia revisión).
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En este marco de la metacognición situamos dos áreas de aplicación: la metaatención y la
metamemoria. Ambas de gran importancia, junto a la metacomprensión lectora, en el
aprendizaje del currículo ordinario. Lo que se expone a continuación son propuestas didácticas
para abordar el proceso de enseñanza/aprendizaje de dichos constructos y desarrollar en el
alumnado los niveles de consciencia necesaria para controlar y modular las estrategias para
atender y para memorizar comprensivamente. Estas propuestas están especialmente dirigidas a
los alumnos y alumnas a partir del tercer ciclo de la Educación Primaria.
LA METAATENCIÓN
La atención es un proceso psicológico estrechamente vinculada con la percepción y la
memoria tan fundamental (en realidad todos los son) para el aprendizaje que numerosas
dificultades son explicadas por anomalías atencionales, ya sea por alteraciones como por
ausencia de estrategias para atender. Para el entrenamiento de la atención se han desarrollado
numerosos programas que se han centrado en el dominio de estrategias para focalizar la
atención, ser capaz de ignorar y de seleccionar estímulos para atender, y todo ello mediante la
realización de actividades no rutinarias, motivantes y diferentes a las que habitualmente suelen
plantear las exigencias de las áreas curriculares ordinarias. Estos programas de atención tienen
como finalidad “adiestrar” la capacidad de concentrarse en una actividad, y para ello tienen en
cuenta las características estimulares que elicitan y captan la atención como son: lo que nos es
novedoso, lo complejo, lo inesperado, lo ambiguo, lo que varía, lo que produce incertidumbre, lo
que contiene un reto o problema, entre otras.
Cuando ya estos programas han entrenado al alumno en atender, mediante las estrategias
adecuadas (autoinstrucciones, focalización, rastreo visual guiado, comparaciones, selección de
estímulos, etc.) debe abordarse el comportamiento metaatencional, habida cuenta que la
metaatención se define como el control consciente y voluntario que el alumno debe realizar
sobre el propio proceso atencional en las tareas de aprendizaje. Es decir, en una tarea de lectura,
formularse esta pregunta: ¿Me estoy fijando bien en lo que leo? Sería un indicador (aunque
elemental y básico) de metacognición, de comportamiento cognitivo en metaatención.
Desarrollar las habilidades metaatencionales en los alumnos exige tener en cuenta tres
aspectos:
1. Identificar cuando se produce la distracción en una tarea de aprendizaje. (Adquirir
consciencia, y esto es uno de los principales componentes de la metacognición).
2. Darse cuenta de cómo afecta negativamente la distracción al hecho de aprender.
3. Dominar, conocer, saber utilizar las diferentes estrategias para atender y poder emplear
la/s que sean más idóneas de acuerdo con la naturaleza de la actividad a aprender.
Algunas de las estrategias atencionales poseen, por su naturaleza reflexiva, un mayor
componente metacognitivo, como es el caso de las autoinstrucciones (Meinchenbaum, 1985a),
cuando el propio alumno verbaliza, después de que haya sido instruido en ello (El habla interna,
tal y como ya la formulara Vigostky (1964) contribuye a guiar el comportamiento motor, y los
niños pueden realizar las tareas de mayor exigencia cognitiva cuando están acompañados de una
persona adulta o mediadora) y convertirla posteriormente en habla apenas audible con
instrucciones acerca de cómo está haciendo la tarea. Por ejemplo: “Esto va bien, debo seguir
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leyendo despacio”, o, “Debo mirar bien todos estos detalles”. Desde el punto de vista de los
componentes de la metacognición, la toma de conciencia es uno de ellos, junto al control y la
autopoiesis (Mayor, Suengas y González, 1993). Desarrollar el conocimiento metaatencional exige
tener conciencia de:
1. La naturaleza de la tarea de aprendizaje
Ello exige la formulación de interrogantes acerca de las demandas e instrucciones de la
tarea como:
o ¿Qué debo hacer?
o ¿Qué tipo de actividad es?
o ¿Qué se pide? Leer, escribir, asociar, recordar, comparar …
2. La estrategia atencional
Supone tener en cuenta las posibles estrategias atencionales en las que el alumno posee
suficiente competencia y seleccionar la que se adecúe a la naturaleza de la actividad a realizar:
comparar por pares, leer despacio, focalizar, rastrear por regiones espaciales, etc.
3. La calidad de la tarea
Es el último paso del proceso metaatencional para desarrollar la consciencia. El alumno
debe evaluar cómo ha realizado la actividad, si presenta errores su trabajo. Para ello debe
autoformularse preguntas como:
o ¿Qué me ha distraído?
o ¿Qué he hecho para corregir las distracciones?
o ¿Me ha sido útil la manera de atender para hacer este trabajo?
En cualquier actividad atencional en la que el alumno pone en funcionamiento su estrategia
para atender y resolver una tarea se pueden aplicar estas exigencias de la conciencia
metaatencional. Antes de iniciar la actividad o tarea de resolución debe producirse una reflexión
metacognitiva referida a la planificación, formulándose preguntas como: ¿Cómo haré esta tarea?
Atenderé de este modo….
Durante (proceso de supervisión) la realización de la tarea atencional el alumno deberá
formularse preguntas sobre cómo está resolviendo su tarea, si está encontrando alguna dificultad
y, finalmente al término de la actividad, pondrá en práctica las verbalizaciones (que al final del
entrenamiento o aprendizaje deberán convertirse en verbalizaciones apenas audibles o
encubiertas).
Una ejemplificación de estos aspectos puede verse en el siguiente gráfico.
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Para que el entrenamiento meta-atencional cobre sentido pleno desde el punto de vista
curricular, las actividades o contenidos en donde se apliquen tanto las estrategias para atender
como las autoformulaciones metacognitivas deben ser los propios de cada una de las áreas del
currículo: Conocimiento del Medio, Matemáticas, Lengua, etc.
Para que se pueda obtener una mayor efectividad en el aprendizaje meta-atencional, se
puede emplear procedimientos metodológicos como el modelado o las escenificaciones, en las
que el alumno meta-atencional competente explica a su compañero o compañera como realizar
una determinada tarea que exija atención. Esta actividad produce una elevada motivación en el
alumno “tutor”.
LA METAMEMORIA
La metamemoria es el grado de conocimiento y memoria que se tiene acerca de nuestra
propia memoria y de sus peculiaridades (Flavell y Wellman, 1977). O expresado de otro modo, es
el conocimiento y control de los procesos de memoria, su capacidad, sus limitaciones, su
operatividad. Tener consciencia de qué hay que hacer para poder memorizar y posteriormente
recordar. Supone también tener un conocimiento sobre como controlar el olvido, así como las
dificultades que pueden producirse en el hecho de recordar. Supone también saber qué
estrategias facilitarán la memorización y el recuerdo.
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La metamemoria está constituida por estrategias de registro, estrategias de
almacenamiento y por estrategias de recuperación de la información. (Véase gráfico nº 2). La
metamemoria implica procesos de reflexión sobre el propio proceso de memorizar, para ello es
necesario observar, registrar, codificar, almacenar y recuperar los contenidos que se aprenden.
¿Cuándo un alumno se encuentra en condiciones de desarrollar su metamemoria? Cuando
ya posee la suficiente habilidad en las estrategias de memorización (técnicas Amnésicas) y,
además cuando ya cuenta con la experiencia necesaria para ello, lo cual exige, que las haya
ejercitado durante un tiempo suficiente. A partir de esos supuestos, el alumno ya podrá
desarrollar las habilidades metacognitivas en el área de la memoria, es decir, podrá aprender las
habilidades de planificación, de control y de evaluación del proceso de registro y evocación de los
contenidos mnésicos, hará un uso estratégico de dichas habilidades.
Las estrategias previas del proceso de memoria son las siguientes:
a. Operaciones y procesos mnésicos básicos.
b. Las estrategias para organizar la información y poder codificarla óptimamente.
c. Las estrategias voluntarias para consolidar en la Memoria a Largo Plazo (MLP) el
contenido de aprendizaje que posteriormente se tratará de evocar.
d. La metamemoria como control consciente de los pasos anteriores.
Estrategias de un programa de Metamemoria
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Las características que presenta el Programa de Metamemoria (Vallés,1998) son las
siguientes:
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OBJETIVO GENERAL: ADQUIRIR CONCIENCIA
METACOGNITIVA
Los alumnos deben desarrollar un nivel de consciencia adecuado y suficiente que les
permita conocer qué estrategias de memorización serán más idóneas para determinados tipos de
tareas y hacer un consciente de ellas, así como de las estrategias de evocación. Todo ello dirigido
a la voluntariedad y motivación por aprender.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
1. Aprender estrategias de memorización comprensiva.
2. Aplicar las estrategias a contenidos curriculares.
3. Determinar qué estrategias mnésicas son más adecuadas para almacenar y evocar
contenidos de aprendizaje
4. Aprender a conocer cuál es la capacidad mnésica personal.
En los gráficos que siguen pueden verse ejemplificaciones de las diferentes estrategias y en
qué consiste cada una de ellas.
Al igual que en el aprendizaje de las estrategias metaantencionales y metacognitivas en
general, debe emplearse los procedimientos metodológicos descritos con anterioridad. En el caso
de las autoverbalizaciones la mediación del profesor es fundamental para modelar la
autointerrogación cognitiva. Preguntas como: ¿Qué he de hacer? ¿En qué orden debe recordarlo?
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¿Cómo podría aprender bien esto? ¿Qué haré para acordarme?, etc, contribuirán a desarrollar la
conciencia metacognitiva.
Del mismo modo, es importante que los alumnos aprendan a distinguir entre la
memorización (comprensiva) y la evocación o recuerdo. En la memorización deberán emplearse
estrategias específicas de acuerdo con la tarea. Así, por memoriaejemplo, si se trata de aprender
una lista de palabras, su clasificación previa o agrupación en categorías facilitará su
almacenamiento comprensivo. Con lo cual, buscar la mejor adecuación entre lo que se debe
guardar en memoria y decidir qué estrategia emplear será, pues, un indicio de metacognición.
Por otra parte, para recordar la información o contenidos de aprendizaje guardados en la MLP
exigirá de evocarlos con la frecuencia necesaria, para reactualizarlos (por reacomodación de la
nueva información o nuevos aprendizajes) o para aplicarlos (realización de un examen, utilizarlos
en una situación necesaria, etc.). Para ello, las rutinas o claves de acceso a la información serán
determinantes. El alumno aprenderá a revivir mentalmente lo aprendido si, a su vez, puede
emplear estrategias de aprendizaje que le ayuden a localizar bien una información, y eso se lo
permite, precisamente, los organizadores gráficos (esquemas, guiones, mapas conceptuales…),
los acrósticos, las nemotecnias y otras estrategias de memorización (comprensión). Todo ello
cobra especial sentido, si se emplean como elementos de trabajo o contenidos de las actividades
de metamemoria los propios contenidos de aprendizaje de las diferentes áreas del currículo de la
Educación Primaria (especialmente en el último ciclo) y en la Educación Secundaria.
BIBLIOGRAFÍA
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intervention program for structural cognitive modifiability. Baltimore: University Park Press.
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Tratado de Psicología General. Vol. V: Inteligencia y pensamiento. Madrid. Alhambra.
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S.Chipman, J. Segal y R. Glaser (Eds.), Thinking and learning skills, Vol. 2. Hillsdale: LEA.
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10. Nisbet, J. y Shuksmith, J. (1987): Estrategias de aprendizaje. Madrid. Santillana.
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monitoring activities. Cognition and Instruction, I, 117-175.
12. Pozo, J. I. (1989): Teorías cognitivas del aprendizaje. Madrid. Morata.
13. Vallés, A. (1998): PROESMETA. Programa de Estrategias Metacognitivas. Valencia.
Promolibro.
14. Vigostky, L. S. (1964): Pensamiento y lenguaje. Buenos Aires. Latauro.
15. Yuste, C. (1996): Progresint. Madrid.CEPE
47
Lectura Nº 03
Etapas en las que se presentan las Dificultades de
Aprendizaje
Tomado de: Dioses, A. (2007). Manual de Problemas de
Aprendizaje – UNMSM. Lima.
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ETAPAS EN LAS QUE SE PRESENTAN LAS DIFICULTADES DE
APRENDIZAJE
Las Dificultades de Aprendizaje pueden presentarse en tres niveles de enseñanza, que
coinciden en cierta forma, con tres etapas escolares diferentes:
PRIMER NIVEL
Referido a Educación Inicial, en este nivel los objetivos, entre otros, corresponden a la
estimulación y desarrollo de las funciones cognitivas, psicolingüísticas y psicomotrices básicas
para el aprendizaje posterior.
Los trastornos que se presentan en este nivel pueden manifestarse como dificultades para
cumplir o efectuar determinadas actividades, o para aprender ciertos juegos, cantos o poesías,
también pueden existir algunos problemas de adaptación social.
En esta etapa es muy difícil diferenciar las dificultades provenientes de un simple retraso
maduracional de aquellos que se originan en un trastorno más específico.
SEGUNDO NIVEL
Corresponde principalmente a los dos primeros años de la educación primaria (primer y
segundo grado). Este nivel tiene como objetivos fundamentales, el dominio de las técnicas
instrumentales de la lectura, escritura y cálculo indispensables para cualquier aprendizaje escolar
posterior.
Durante este nivel, las dificultades se evidencian, fundamentalmente, en la codificación de
las letras, la codificación de la escritura y la operatoriedad del cálculo.
El logro de estas destrezas es decisivo pues se constituyen en los instrumentos insustituibles
para el trabajo escolar, por lo cual puede servirnos como pronóstico del aprendizaje futuro.
TERCER NIVEL
Se produce a partir del tercer grado de primaria hasta finalizar la secundaria, siendo su
objetivo básico, el aprendizaje de contenidos, por lo cual requiere manejar bien la lectura, la
escritura y el cálculo. Los contenidos escolares pueden variar de acuerdo a los programas y textos
específicos de cada centro, pero en esta etapa el profesor evalúa el aprendizaje logrado en ciertas
materias (historia, geografía, biología, anatomía, etc.), el mismo que depende, en gran medida,
del dominio de las destrezas instrumentales. Las dificultades que se presentan en este nivel se
refieren a la adquisición, asimilación y comprensión de diversas materias que se enseñan.
El analizar en qué etapas se pueden presentar las dificultades escolares, permite determinar
en qué nivel el niño inicia sus dificultades y qué decisiones tomar con respecto a las mismas.
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DETECCIÓN DE DIFICULTADES POR NIVELES
PRIMER NIVEL
1. Lenguaje
o Desarrollo semántico. Significado de las palabras, vocabulario.
o Desarrollo sintáctico. Estructuración del lenguaje.
o Desarrollo fonológico. Articulación de fonemas.
o Pragmática de la comunicación
2. Habilidades básicas
o Percepción Visual
o Percepción Auditiva
o Nociones Témporo-espaciales
o Memoria
3. Psicomotricidad
o Motricidad gruesa
o Motricidad fina
o Esquema Corporal
o Lateralidad
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4. Pre-cálculo
5. Motivación por el aprendizaje
SEGUNDO NIVEL
Implica el aprendizaje de las técnicas instrumentales de la lectura – Escritura y Cálculo.
Requiere de una maduración de las funciones básicas. El fracaso en este nivel puede deberse a
una inmadurez de las funciones cognitivas básicas o por dificultades de lenguaje. Ya debieron ser
detectados en la etapa pre-escolar.
1. Lectura
1.1. Lentitud para aprender.
o Por inmadurez en el desarrollo de las funciones básicas
o Mala metodología de aprestamiento
1.2. Dificultad para asociar el fonema al grafema
o Por dificultades en habilidades metalingüísticas
o Actualmente no se enseñan los fonemas, es globalizado
o No todos los niños tienen las mismas habilidades para aprender
1.3. Omisión de letras palabras, sílabas y palabras
o Problemas de articulación
o Dificultades en los patrones audiovisuales
o Fallas de coordinación visoaudiográfica
o Lectura acelerada
1.4. Agregado de letras y/o sílabas
o Fallas en el proceso de globalización
o Trastornos del ritmo
o Trastornos perceptivos
1.5. Sustitución de letras de orientación simétrica (d-b, p-q, u-n, l-y)
o Trastornos de lateralidad
o Fallas del esquema corporal
o Trastornos de la orientación espacial
1.6. Sustitución de fonemas similares auditivamente
o Fallas en agudeza auditiva
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o Incoordinación audiográfica
1.7. Sustitución de letras de forma semejante
o Trastornos en percepción visual
o Incoordinación visográfica
1.8. Transposición de letras o sílabas/ alteración en el orden
o Trastornos en orientación espacial
o Problemas de lateralidad
o Trastornos de percepción visual
o Dificultades de ritmo
1.9. Separaciones y/o uniones inadecuadas de letras y sílabas
o Trastornos perceptivos
o Fallas del sincretismo
1.10. Falta de ritmo en la lectura
o Trastornos del ritmo
1.11. Lentitud en la decodificación
o Dificultad para asociar el fonema al grafema
o Trastornos perceptivos
1.12. Saltos de línea o repetición de la misma línea
o Dificultades perceptivas
o Trastornos de orientación espacial
1.13. Lectura mecánica no comprensiva
o Concentración en la decodificación
2. Escritura
2.1. Todas las alteraciones derivadas de los errores de lectura
2.2. Dificultades debido a problemas motores
o Trazo de mala calidad
o Errores en la forma y proporción de las letras
o Escritura en carro
o Escritura relajada / apretada
o Presión gráfica exagerada
o Alineación de las palabras con tendencia a subir y bajar
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o Márgenes insuficientes
o Espacio irregular entre cada letra
2.3. Dificultades en el aprendizaje de las reglas ortográficas
o Problemas de memoria visual
o Limitada habilidad metalingüística
3. Cálculo
3.1. Dificultad para leer y escribir las cifra
3.2. Dificultad en la orientación espacial de las cifras
3.3. Dificultad para la operatoriedad del cálculo y la comprensión de los conceptos
matemáticos de cantidad.
TERCER NIVEL
Todos los logros dependen de las etapas anteriores, se da el aprendizaje de contenidos.
1. Lectura
1.1. Dificultades en fluidez lectora
1.2. Dificultades en velocidad de decodificación
1.3. No comprensión del texto
2. Escritura
2.1. Errores en el uso de las mayúsculas y minúsculas
2.2. Errores de acentuación. Uso de tilde
2.3. Dificultades en redacción de composiciones. En estructuración.
2.4. Por problemas motores:
o Alineación (escritura de las palabras sobre la línea)
o Proporción y tamaño
o Inclinación
o Espaciado
BIBLIOGRAFÍA
1. DOCKRELL; McSHANE. (1997). Dificultades de aprendizaje en la infancia. Un enfoque
cognitivo. Paidós. Buenos Aires.
2. FARHAN – DIGGORY, S. (1980). Dificultades de aprendizaje. Morata. Madrid.
3. HEWARD, W. (1998). Niños excepcionales. Una introducción a la educación especial. Ed.
Prentice Hall. Madrid.
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Lectura Nº 04
La educación del ser emocional
Tomado de: Cassasus J. (2006). Santiago de Chile: Editorial
Cuarto Propio.
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EL CAMPO EMOCIONAL EN LA EDUCACIÓN
LAS EMOCIONES EN LA EDUCACIÓN
1. LA SOCIALIZACIÓN Y LA CULTURA COMO REGULACIÓN DE
LA EXPRESIÓN EMOCIONAL
La relación de la socialización y la cultura con las emociones no ha sido una relación fácil.
Por una parte, las emociones han sido sistemáticamente reprimidas, y por otra parte, su
importancia, sistemáticamente minimizada. El proceso de socialización comienza en la familia y
continúa en el barrio, en la escuela y otras instituciones y situaciones sociales. Los padres,
muchas veces intentan moldearlos (en este caso los padres "hacen) de acuerdo a lo que ellos
quisieran que sus hijos sean. Otras veces no dan el apoyo emocional requerido por los niños
frente a lo que ellos sienten (en este otro caso los padres "no hacen). Así, entre carencias y
moldeamientos, como hijos e hijas aprendemos a reprimir, controlar y manejar nuestras
emociones.
La manera como lo anterior ocurre está también influenciado por la cultura. En ella la
expresión emocional está regulada por normas y reglas que definen lo que está permitido
expresar, cómo y en qué circunstancias. Pero si bien la expresión facial de las emociones es
similar en todos los seres humanos, la relación con la expresión emocional no es igual en todas
partes, esta varía entre culturas. En algunas culturas, por ejemplo en el Japón, no es de buen tono
expresar las emociones, y se enseña a sonreír en toda ocasión. Incluso está definido lo que se
debe o no se debe sentir; esto lleva a la negación de las emociones incluso frente a sí mismo. En
el Reino Unido, el control de las emociones es signo de clase social, de manera que a los hijos de
familias aristocráticas se les enseña a no expresarlas, incluso se les enseñan el stiff upper lip, que
son movimientos de control del labio superior.
Otro aspecto donde la influencia de la cultura es notoria, es en la definición de lo que es ser
"hombre" o "mujer". Es común que a los niños se les inculque desde pequeños la idea de que "los
hombres no lloran". Esta práctica cultural conduce a los hombres a que se desliguen del contacto
con sus sentimientos, e incluso a sentir vergüenza de tener sentimientos y emociones. A las niñas,
se les enseña que no deben expresar la rabia. Con el tiempo, cuando sienten rabia, la experiencia
es vivida como una experiencia de pena y de culpabilidad. De esta manera, en la cultura se vive la
exigencia de filtrar racionalmente la emoción que uno está sintiendo e incluso de reprimirla, ya
que frente a la expresión espontánea de ellas aparece la falta de resonancia o el rechazo de los
que nos rodean. Este hecho es particularmente importante en la infancia, pues tiene
consecuencias. Se sabe que una emoción que es reprimida, no hace sino que volver con más
fuerza después.
Otro aspecto de la tensión entre socialización y emociones, es lo que ocurre con la
internalización de los roles sociales. Desde muy temprano asumimos los más diversos roles. Nos
transformamos en hijos, asumimos el rol de ser hijos y con ello, las normas que rigen las
conductas de los hijos. De la misma manera, nos transformamos en alumnos, con sus roles y
normas, y luego en esposas y esposos, y profesionales. Cada uno de estos roles trae consigo un
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conjunto de pautas normadas de comportamientos que vamos asumiendo de manera
subconsciente. Entramos así en una tensión entre el adaptarse a la norma y lo que sentimos.
Aprendemos que ser un buen alumno es comportarse de tal o cual manera, independiente de
cómo me sienta. Igual cosa ocurre con la paternidad, que incluye la idea de que ser un buen
padre es conformarse a una norma, y así los hijos terminan relacionándose con una norma y no
con un ser humano. Nos ponemos el traje de padre, de madre, de amigo, de médico, de docente
y consecuentemente, terminamos actuando de acuerdo al traje que tenemos puesto en la
ocasión.
A pesar de que cada uno tiene su carácter y personalidad, al ir asumiendo los roles que son
definidos por la cultura, perdemos de vista nuestra originalidad. En la medida que nos vamos
conformando al rol que se nos asigna, vamos perdiendo contacto con nuestra autenticidad y con
nosotros mismos. En este proceso, asumimos las emociones que emergen de la conducta definida
socialmente en los roles, y así de a poco vamos perdiendo contac¬to consciente con nuestras
propias emociones. Al asumir los roles y las normas que nos rigen pasamos por la vida con las
emociones provenientes de los roles que usamos como máscaras para cada ocasión. Si ello nos
incomoda, cortamos esa conexión que nos molesta. Hasta que un día uno se dice que he hecho
todo lo que se ha esperado de mí pero lo he hecho a costa de desconectarme conmigo mismo. Y
luego me pregunto: ¿qué es lo que realmente siento en relación a mí mismo? Si no logro
responder a esta pregunta, no podré dar respuesta a la otra pregunta: ¿qué es lo que siente la
persona que tengo al frente? En ese momento me daré cuenta que la empatía me es algo
imposible, a no ser que pueda volver a tener contacto con mis propias emociones, y sea capaz de
auto empatía.
Estos procesos pueden llevar a una pérdida de contacto con algún o algunos tipos de
emociones o bien puede hacer que la emoción se distorsione y se manifieste de una forma que
parece permisible, pero alejada de su forma original. Lo que conlleva una falta de energía o de
motivación a la acción y a la pérdida de sentido. Esto se puede expresar como frialdad, rigidez,
racionalidad, desgano, apatía. Otras veces como expresiones exageradas y sin control de las
emociones. O con expresiones emocionales en momentos y situaciones que no hacen relación
con la situación originaria. Lo más frecuente es que encontremos personas actuando "como si"
estuvieran sintiendo una emoción, expresión de una emoción que parece adecuada, sin la
experiencia de esa emoción. Esto ocurre porque la educación intelectualiza la experiencia, en vez
de incorporar la experiencia. Las emociones se relacionan en primer lugar con el cuerpo, y solo
después se pueden intelectualizar y transformar en conceptos y pensamientos.
En nuestro contacto con los demás hemos aprendido a ocultar o distorsionar lo que no nos
está pasando, con lo que perdemos ya no solo el contacto con nuestras emociones sino también
con los otros, poniendo cada vez más lenguaje, ideas e interpretaciones sobre nuestra
experiencia y la de los demás. Empezamos a vivir cada vez más en el espacio de la fantasía y las
historias o narraciones sobre nosotros y los otros, alejándonos cada vez más de la intimidad
emocional.
Transformamos nuestra experiencia en recuerdos del pasado y expectativas y temores con
relación al futuro, perdiendo la posibilidad de estar en el presente. Perdemos este contacto con el
presente porque las experiencias emocionales del pasado que nos han marcado, nos afectan nos
marcan de tal manera que colorean la experiencia del presente. En casos más marcados por
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experiencias traumáticas, el presente queda marcado por esa experiencia. Las personas que han
tenido accidentes en vehículos, muchas veces terminan por tener miedo a los vehículos, aun
cuando no hay ningún peligro evidente en subirse a uno de ellos. Por mucho que se les diga a
esas personas que no tengan miedo, y que van seguras con el chofer, ellas siguen
experimentando la sensación del miedo, y de los efectos secundarios que lo acompañan.
2. LA ESCUELA ANTI-EMOCIONAL
Vigilar y castigar
Michel Foucault
La idea de la escuela es, desde sus orígenes, anti emocional. Lo mismo ocurre con los
sistemas educativos. Tal como lo vimos en el Capítulo I, la idea del ser humano que prevalecía
cuando se crearon los sistemas educativos nacionales en el siglo XIX, era la de un ser donde lo
que lo constituía en tanto tal, era la dimensión racional. Todo lo emocional y corporal era
constituyente del ser animal -las inclinaciones animales-, en oposición a esa facultad superior que
era su capacidad de razonar. La escuela era para la educación del ser racional, y no para la
educación del ser emocional. Todos hemos escuchado la expresión, "en esta escuela no entran las
emociones" o que los profesores les dicen a sus alumnos "las emociones se quedan en casa. Aquí
se viene a aprender". No es responsabilidad de los profesores que digan cosas de ese tipo, pues
es lo que dice la cultura del sistema.
La institución educativa, por la cual todos hemos pasado y en la cual hemos sido
socializados, se concibió en una actitud anti emoción. A mediados del siglo XIX, con la emergencia
de los estados nacionales en Europa, se crearon los sistemas educativos. Las bases de la nueva
institucionalidad se encontraban en una visión positivista y racionalista, que estaba reñida con los
aspectos emocionales del ser humano. En esa época, la racionalidad era vista como el camino del
progreso y de la felicidad. En consecuencia el tipo de ser humano que se deseaba formar era el de
un ser racional. En esta manera de ver las cosas, se trataba de dejar de lado todo lo que tuviera
que ver con las emociones, con el cuerpo, e incluso con la dimensión de la "sombra" en el espacio
mental. Para lograr eso, se pensó que era necesario controlar lo que tuviera que ver con esas
dimensiones no deseadas. Por ello las instituciones que sirvieron de fuente de inspiración a la
nueva institucionalidad fueron los hospitales y las cárceles.
La escuela anti emocional es fundamentalmente controladora. En la mentalidad del siglo
XIX se pensaba que para que los alumnos lograran aprendizajes cognitivos, había que controlar
todo el espacio circundante de los alumnos para así evitar toda distracción. Así emergió la
"sombra" normativa de esta institucionalidad que se orienta a tratar de controlar todo: lo que los
alumnos deben pensar, lo que deben hacer o lo que no deben hacer. Se controla el tiempo, la
mente, el cuerpo y por cierto se intenta controlar las emociones.
En esta escuela, lo que aprendemos es lo que cotidianamente vemos y escuchamos de los
profesores y directivos: un proceso que ocurre en el soporte lingüístico de los juicios. M.
Rosenberg apunta a esto cuando dice que el lenguaje que aprendemos es un lenguaje orientado
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a formular juicios sobre lo que hacemos nosotros y los otros. Así como estudiantes transcurrimos
nuestros días escuchando eso está "bien/mal", "correcto/incorrecto", "bueno/ malo",
"mejor/peor", "normal/anormal".
Este lenguaje pone a los profesores y directivos en un rol y una posición de ser las personas
que "saben" y a los alumnos en un rol y una posición que los que "no saben". Puesto que son las
autoridades las que "saben", y los alumnos los que "no saben", el proceso educativo en la escuela
anti emocional consiste en someter a los alumnos a la voluntad de las autoridades. La autoridad
no está necesariamente focalizada en el desarrollo integral de los alumnos, sino más bien, en
moldearlos a su mentalidad. Los alumnos que no se calzan en el molde, son rápidamente
enjuiciados como alumnos "problemáticos", "emocionalmente inestables", y se actúa en
consecuencia mediante premios y castigos. En la escuela anti emocional la pregunta fundamental
que se hacen los directivos y los docentes es "¿qué debo hacer para que los alumnos hagan lo
que yo quiero?". Por ello, la escuela anti emocional, es en primer lugar, una escuela de
sometimiento y dominación.
Pero por sorprendente que parezca, los objetivos de la escuela anti emocional, son
emocionales. Se busca generar el sometimiento a la autoridad mediante elementos como el
miedo (castigos), la vergüenza (la exposición humillante ante "errores"), la culpabilidad (juicios) o
la estigmatización (etiquetamiento según raza, origen socio cultural o género). Contrariamente a
lo que desearían las autoridades de las escuelas anti emocionales, estas prácticas son las fuentes
generadoras de conductas no deseadas tales como el desarrollo de tensiones, rabia, simulación y
violencia en los alumnos. Al mismo tiempo, los docentes se ven frustrados en sus esfuerzos y se
consideran ineficaces, incompetentes e incapaces de mejorar los puntajes que se les exigen.
Entran en la culpabilidad y la vergüenza del juicio de que son malos educadores. Esto es apoyado
por los juicios y presiones de los directivos, que también se ven juzgados y se sienten
presionados... y así podemos subir la escala de los juicios y la culpabilidad hasta las más altas
autoridades. En la escuela anti emocional, la pedagogía tiene como soporte la no satisfacción de
las necesidades fundamentales, alimentándose así la dominación.
Los efectos de estas prácticas sobre el clima emocional del aula y de la escuela son
deplorables. Los niños aprenden a simular lo que están sintiendo y pensando, y entren en una
espiral negativa. No se sienten reconocidos en lo que ellos son. La falta de reconocimiento
produce pérdida de sentido de su identidad; tienden a desconectar sus vínculos con docentes; y
ante la frustración se gatillan emociones contrarias, y ven a los docentes y autoridades como
enemigos. Entran en una relación de guerra, de resentimientos, rencores y rabia. Si el clima
emocional del aula es lo que más ayuda cuando es el clima adecuado, cuando no lo es su efecto
es simétricamente el contrario.
3. LA ESCUELA EMOCIONAL
Se ignote (Conócete a ti mismo)
Oráculo de Delfos
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La escuela emocional es una organización emocional. Una organización emocional es
aquella donde se valora el mundo emocional de las personas que allí laboran. Es una organización
donde se reconoce que el mundo emocional es el motor donde ocurren las interacciones que
conducen a la finalidad de la organización. Es un lugar donde las personas tienen competencias
emocionales, donde los problemas son formulados emocionalmente, es decir que se busca la raíz
emocional del problema y donde la respuesta al problema es conscientemente emocional. La
organización emocional es donde se reconocen las necesidades de las personas que interactúan
allí. Toda organización puede ser vista como una organización emocional.
Pero la escuela es una organización emocional por además otros motivos. Una escuela es la
organización de un sistema de relaciones que se estructuran en torno al aprendizaje y el
aprendizaje es función de las emociones. También la educación resulta de las relaciones que se
dan a partir de las interacciones entre profesores y alumnos, y las relaciones son por definición
emocionales.
A. Las emociones en los aprendizajes
En 1994 me fue encomendado realizar una investigación internacional destinada a lograr
tener mayor claridad acerca de los factores que inciden en el aprendizaje de los alumnos. Con un
equipo de prestigiados investigadores estudiamos los efectos de las principales variables que se
consideraba eran las que incidían en el rendimiento escolar y que habían sido transformadas en
políticas educativas. Se consideraron aspectos estructurales como el nivel socio cultural de los
padres, aspectos materiales como la situación edilicia, la formación de los maestros, la cantidad
de libros por alumno, la gestión de los establecimientos y la participación de los padres, entre
otros. También consideramos aspectos más sutiles tales como el impacto de las atribuciones de
éxito o fracaso por parte de los docentes. Cada una las variables fue analizada cuidadosamente,
con lo que nos dimos cuenta que cada una aportaba a la explicación de la variación en el
rendimiento, pero en alguna medida, su aporte era menor que el esperado. Aparecieron
dimensiones inesperadas. De a poco fue perfilándose una variable que por su impacto sobresalía
muy por sobre las otras, hasta llegar a ser, y por mucho, la variable que más explicaba las
diferencias en los resultados académicos de los alumnos.
Así emergió ante nosotros la información sorprendente: lo que permitía el mejor
aprendizaje de los niños se encontraba en el plano emocional. En el plano relacional, en el tipo de
relaciones, en el tipo de interacciones entre personas. Este descubrimiento permitió consolidar la
noción de que una escuela es fundamentalmente una comunidad de relaciones y de interacciones
orientadas al aprendizaje, donde el aprendizaje depende principalmente del tipo de relaciones
que se establezcan en la escuela y en el aula. La variable que más explicaba las diferencias en el
aprendizaje era el clima emocional en el aula. El clima emocional del aula es un compuesto de
otras tres variables. La primera de ellas es el tipo de vínculo que se establece entre el o la
profesora y sus alumnos. La segunda es el tipo de vínculo que se da entre los alumnos. La tercera
es el clima que emerge de las otras dos anteriores.
Desde las más diversas fuentes, el descubrimiento que liga emociones y aprendizajes se ha
reconocido, ampliado y verificado. Hoy se reconoce que no hay aprendizajes fuera del espacio
emocional , que todo lo que uno hace tiene una emoción en la base , que el clima emocional del
aula es el principal factor que explica las variaciones en el rendimiento de los alumnos , que las
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emociones sirven para pensar mejor , que las emociones influyen en la salud, para bien o para
mal, las emociones permiten la supervivencia de las personas y grupos , la inteligencia emocional
es más importante que la inteligencia cognitiva , y que el conocimiento de sus propias emociones
y poder modularlas, es el mejor predictor de éxito.
El conocimiento cognitivo es importante. Eso no está en cuestión. Sin embargo, sí podemos
afirmar que las emociones están "antes" y "después" del conocimiento cognitivo. Están "antes",
pues el dominio emocional es el que facilita u obstruye el aprendizaje. También están "después",
pues las emociones son las que guían a las personas a lo largo de sus vidas, las que nos motivan a
aprender y a reaprender a lo largo de nuestras vidas, a relacionarnos con los otros de manera
más pacífica y justa y en un mundo más sustentable. Por ello, las emociones deberían ser una de
las finalidades de la educación, posiblemente la finalidad más importante. La educación debería
ocuparse de facilitar que los niños puedan reconocer sus necesidades fundamentales, y que
puedan reconocer sus emociones. Reconocer lo que tienen adentro y no de enseñarles cuáles son
las cosas que deben o no deben hacer.
B. El aprendizaje ocurre en una relación
Imagine
John Lennon
Cuando se considera el tema de la educación, el acento se puede poner en una variedad de
aspectos. Por ejemplo, se puede enfatizar que lo importante es el currículo, la materia, la técnica,
los instrumentos, la didáctica, la formación docente, etcétera. Lo que estamos proponiendo es
que en una escuela emocional el acento se sitúa en lo que nos parece ser el aspecto crucial para
la formación humana y el aprendizaje: la relación. El aprendizaje, tanto el cognitivo como el
emocional se logra a partir de una relación que refleja un cierto tipo de contacto emocional.
Cuando se habla de relaciones, a lo que se hace referencia es a un tipo de conexión que une
a una persona consigo mismo o que la une a otra u otras personas. Cuando una persona se
conecta consigo mismo o se conecta con otra persona, entonces está en una relación. Cuando la
relación es más profunda y perdurable en el tiempo como lo es con los padres, entonces
hablamos de vínculos.
El elemento que le da consistencia a la conexión son las emociones. Éstas le dan la
característica, el contenido, la tonalidad y la intensidad a la conexión. Las relaciones y los vínculos
son esencialmente conexiones emocionales. En un aula, lo que cuenta más para el aprendizaje de
los alumnos es, como hemos estado diciendo, el tipo de conexión emocional que se establece
entre los docentes y ellos.
C. Los profesores en relación consigo mismos
La práctica profesional está marcada por patrones de conducta emocionales, las que al ser
inconscientes, muchas veces hacen que los seres humanos nos volvamos seres extraños para
nosotros mismos, sin contacto con nosotros mismos, o para decirlo en los términos de N. Denzin ,
"la práctica profesional hace que las personas sean objetos problemáticos para sí mismos". Es por
esto que podemos decir que la práctica docente, es una práctica tanto cognitiva como emocional.
En tanto que seres humanos, los profesores están siempre bajo la influencia de las emociones.
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Cuando hacen sus aulas, ellos sienten que están simultáneamente con una mezcla de emociones,
muchas veces contradictorias. Por ejemplo, están entusiasmados, aburridos, apenados,
agobiados y todo ello al mismo tiempo.
El profesorado frecuentemente se ve impulsado a conductas emocionales que no provienen
tanto de sí mismos, sino de como de la manera en que la cultura define el papel del docente -y
este, en términos culturales ha sido definido casi exclusivamente en términos racionalistas. El rol
docente ha sido concebido eminentemente en términos cognitivos y valóricos, sin contemplar la
dimensión emocional de las relaciones humanas. No obstante, las profesiones de servicio como la
enseñanza exigen sensibilidad emocional en la medida que involucran relaciones con otros.
Dicha sensibilidad emocional requiere un activo trabajo de conciencia y comprensión
emocional, que contrarreste los elementos condicionantes del ejercicio docente, como las
siguientes:
o Niños y jóvenes no son solo lo que son delante del docente, sino lo que consideran
que deben ser ante su mirada. A su vez, la escuela denomina alumnos a dichos
niños y jóvenes y con ellos los uniformiza en categorías y niveles según edad,
rendimiento y otros factores. Ambas categorizaciones de roles (docentes y
alumnos) esconden a la persona. De este modo, es muy fácil perder la comprensión
en exigencias abstractas, generales y muchas veces meramente burocráticas. La
relación primigenia entre seres humanos se desperfila y se esconde en una relación
entre roles. El desarrollo de la conciencia emocional abre o amplía el rol del
docente y el espacio de la comprensión emocional de sus alumnos y colegas;
o La labor de enseñanza activa y expresa los propios sentimientos e inquietudes de
los profesores y los juicios y acciones en que esos sentimientos e inquietudes se
enclavan. Estos, a su vez, expresan expectativas, contornos y efectos de la cultura y
la sociedad a la que responden. De este modo, resulta fácil malinterpretar lo que
sucede con los alumnos en el aula, pues el propio mundo emocional del docente
filtra lo que percibe. Por ejemplo, no es extraño malinterpretar el aburrimiento
como compromiso con el estudio, las prácticas de autonomía incipiente como
insolencia o falta de respeto, la frustración o entusiasmo como hiperactividad,
etcétera. Solo la toma de conciencia del sustrato emocional de los juicios que el
docente emite sobre sus alumnos le permitirá relativizar esos juicios, para poder ver
efectivamente la persona del alumno en su ser-ahí, así como al grupo curso en su
estar en la sala de clases en cada momento.
Los múltiples y diferentes estudios específicos sobre el ser docente no refieren a una
comprensión sistemática de cómo las variables emocionales de los profesores son moduladas por
las condiciones variables y cambiantes de su trabajo, ni de cómo las emociones se manifiestan en
la interacción de los profesores con los alumnos, padres, administradores y demás. Esto ha sido
un terreno dejado a la espontaneidad y a la reproducción cultural. Probablemente ello explique
que frente al tema de las emociones en la educación, a menudo surja una reacción
descalificadora que se contrapone al aprendizaje efectivo y eficaz, al cuidado de la relación
emocional (vínculo, clima), como si todo aprendizaje no ocurriera en un soporte emocional
favorable o adverso.
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Un profesor puede ser más consciente de sus vínculos, y de los patrones de relación que
establece, siendo más consciente de su propia emocionalidad y de la de sus alumnos. Entonces
podrá innovar viejos y deficientes patrones, como también reconocer y validar los aspectos
sustentadores y de comprensión emocional con que establece y vive sus vínculos.
La profesión docente es difícil desde el punto de vista emocional. Por una parte es una tarea
bastante solitaria (estar solo/a frente a los alumnos) y al mismo tiempo, exteriorizante, es decir
constantemente volcada hacia fuera, hacia sus alumnos. En este contexto es importante para los
docentes adentrarse en sí mismos, interiorizarse. Acceder a sí mismos, centrarse en su propia
verticalidad, aun ante los alumnos, es un trabajo necesario para mantener el equilibrio. Para ello,
él o ella tienen en la auto empatía un instrumento importante para escucharse, para nutrirse y
para fortalecerse.
D. Las relaciones entre el profesor y los alumnos
Sé el cambio que quiera ver en el mundo
Gandhi
Los alumnos no solo aprenden cuando les gusta la materia. Por supuesto que eso ayuda.
Pero para que el aprendizaje ocurra, es importante que exista resonancia entre ellos y con la
materia. Que la conexión sea congruente, es decir que se dé una relación de aceptación del uno
con el otro en la materia que expone. El aprendizaje de los alumnos, su apertura al otro y a la
materia se debe principalmente a que aprenden de los profesores que a ellos les importan y que
saben que para ellos también son importantes. Esta relación se nutre del tipo de contacto -
emocional- entre los docentes con los alumnos. Por ejemplo, la interacción respetuosa del
docente para con los alumnos se traduce en el respeto de los alumnos por el docente. Cuando los
alumnos se sienten respetados -a diferencia de la espiral negativa de la escuela anti emocional- se
inicia una espiral nutritiva: ellos se sienten aceptados, lo que los relaja y con ello se sienten en
confianza. Cuando los alumnos están en la confianza, se sienten en segundad y se reduce el
miedo, lo que les permite ser más como ellos son en su originalidad y pueden abrirse a la
participación en clase sin temor a cometer errores.
Notemos que esto está íntimamente ligado al tema de las necesidades mencionadas
anteriormente cuando emulando a A. Maslow decíamos que las necesidades son la fuente de la
motivación intrínseca. Lo que ocurre en el aula no es otra cosa que una interacción basada en las
necesidades de los docentes y los alumnos. ¿Cuáles son estas necesidades? "Necesidades de
aprendizaje" es la respuesta en boga que emerge de la naturaleza de la escuela y de la políticas
públicas. Sí, puede ser, pero en todo caso, las necesidades de aprendizaje NO son las únicas
necesidades que tienen los alumnos en las escuelas. Los alumnos tienen necesidades de ser
reconocidos en su legitimidad, quieren ser escuchados, necesitan ser respetados, necesitan
pertenecer a una comunidad de pares, necesitan jugar, necesitan autonomía. Todas estas
necesidades no son otra cosa que la demanda de satisfacción o gratificación de las necesidades
básicas. En una relación segura y confiable -donde el objetivo es el aprendizaje y no la selección
(establecer rankings)- los alumnos pueden expresar las necesidades de aprendizaje sin culpa ni
vergüenza.
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También están las necesidades del docente que son las fuentes intrínsecas de su motivación
como docente. Si efectivamente el docente está en esa relación de confianza y seguridad, él o ella
podrán expresar sus necesidades como persona y como docente. ¿Cuáles serían estas? Después
de conversar con muchos docentes me queda claro que sus necesidades como profesores están
íntimamente ligadas a sus alumnos. La principal necesidad es que sus alumnos aprendan, que
puedan desarrollarse como buenas personas, su necesidad de motivar a los alumnos, de verlos
iluminarse cuando comprenden algo.
La siguiente lista, pone en orden de importancia los principales problemas y necesidades
percibidas por los docentes ellos mismos:
1. Problemas conductuales y de disciplina en el aula. Se gasta
demasiada energía y demasiado tiempo tratando de mantener la
disciplina;
2. Falta de interés. Los alumnos no están interesados en lo que se les
enseña en clases. No están motivados por las materias y los temas;
3. Los alumnos están distraídos. Los alumnos no se concentran y es
muy difícil mantener su atención durante la hora de clases;
4. Hay cada vez más violencia en el aula. Hay mucha agresión física
entre ellos, y ahora se han vuelto agresivos hacia nosotros;
5. Niños con problemas de aprendizaje;
6. Excesiva cantidad de alumnos por profesor;
7. Niños con problemas emocionales;
8. Poco interés y poco apoyo parental;
9. Falta de hábitos de estudio;
10. Ser capaz de motivar a los alumnos;
11. Los niños no saben escuchar; y
12. Bajo rendimiento.
Esta lista es ilustrativa y contiene enseñanzas importantes.
Lo principal es notar que casi todas estas necesidades y problemas son de naturaleza
emocional. También podemos notar que los profesores están muy ocupados con el tema del
control y de la disciplina. Lo están no solo porque esa es la función central de la escuela anti
emocional. Ello ocurre principalmente porque los alumnos no están interesados en lo que se les
impone como aprendizaje. No están interesados y por ello, no escuchan y se distraen. El dicho
dice "se puede llevar el caballo al agua, pero no se lo puede obligar a beber". Los alumnos
beberán del agua del conocimiento solo si tienen sed de aprender. Todos los niños son curiosos y
quieren aprender, pero ¿qué quieren aprender? Eso hay que preguntárselo a ellos. Cualquier
currículo moderno puede adaptarse y difundirse alrededor de un tema de interés de los niños.
El tema de la violencia no es menor. En todo el planeta la violencia está aumentando. Es
cierto que en el mundo fuera de la escuela se ve y se vive mucha violencia Pero nunca se ve bien
el rol que cumple la escuela en ello. Si nos fijamos bien, una escuela anti emocional no puede sino
ser una escuela donde se siembran las semillas de la violencia. Durante al menos doce años los
alumnos viven en un sistema donde prevalece la represión, las comparaciones, humillaciones, los
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juicios, las descalificaciones, la desconexión consigo mismo (cuántas veces se le pregunta a un
alumno ¿quién eres? o ¿cómo te sientes?. ¿Se le pregunta acaso alguna vez en los doce o mas
años de escolaridad?, ¿se les enseña alguna vez a explorar sus necesidades?). Toda esta falta de
reconocimiento y de empatía, todo este reduccionismo producto de los etiquetamientos de
"bueno, flojo o burro", no puede sino generar heridas que se imprimen en nuestros cuerpos y
que terminan por implosionar y/o explotar en agresiones. Si no podemos ver la violencia
creciente en las escuelas por lo que se encuentra en su raíz, no podremos superarla. Si no
podemos ver a la violencia como la expresión de necesidades (conscientes o inconscientes) no
satisfechas, no será posible generar sociedades más pacíficas. Para superar la violencia, crear más
reglamentos y más castigos no sirve. Para desarmar la violencia hay que ver las necesidades de
acogida y de contención sostenida que no están satisfechas.
También están las condiciones de trabajo de los profesores. Estas son duras. Tener treinta o
cuarenta o más niños en cada clase durante varias horas al día, y todos los días, genera tensiones
que son difíciles de ver para quienes no tienen que vivirlas. Estas tensiones se viven en medio de
un sistema que busca cada vez más presiones y amenazas para la docencia. Para los docentes
trabajar en una escuela y un sistema anti emocional es muy frustrante y culpabilizante, pues ven
en ella la negación de los sueños que tuvieron al ingresar en la profesión docente. La mayoría de
los profesores quisieran trabajar en una escuela emocional donde pudieran dedicarle la atención
necesaria a cada niño.
La lista de problemas muestra por qué hay tantas dificultades en los sistemas educativos
actuales. Al mostrar esta lista a las autoridades frecuentemente me encuentro que ellas sienten
desaliento porque los docentes ponen el rendimiento académico en último lugar. Esto es algo
frustrante, pues su manera de reaccionar a esto es que hay que ejercer mayor presión y más
evaluaciones. Cuando les muestro esta lista a profesores la reacción es otra. Ellos dicen que el
rendimiento académico vendrá por sí solo si es que se resuelve los problemas anteriores.
En realidad, resolver los problemas no es la tarea titánica que algunos pudieran imaginar.
Solo requiere la consideración y revisión del tipo de relaciones que se establecen en la escuela y
el aula. Construir una relación de confianza y seguridad, puede que a veces tome tiempo. Pero no
es nunca una pérdida de tiempo. Por el contrario. Cuando se logra esta relación, se pueden
establecer focos de intereses de los alumnos y allí los aprendizajes ocurren más rápidamente, aun
cuando se dé en materias para las cuales los alumnos no sean particularmente talentosos. Si ellos
están en la confianza, ellos son capaces de indicar -sin temor- el momento en el cual se ha
interrumpido su aprendizaje y ha dejado de ser significativo su escuchar. Mientras más luego se
identifique el momento de desconexión con el aprendizaje, más rápido se puede volver a retomar
y continuar. Por su parte, cuando hay una relación de respeto y confianza, el profesor puede
dedicarse a enseñar, en vez de estar preocupado por la disciplina. En el fluir de la relación segura
las cosas pasan rápido.
Una educación centrada en la relación, significa poner el acento en lo que está ocurriendo
en la interacción entre el profesor y los alumnos. Para nutrir esta relación, la pregunta
fundamental y constante que se debe hacer el profesor es la siguiente: "¿Qué necesidad tiene
este alumno?", "¿Qué necesidades tienen estos alumnos?" Y luego preparar su clase
preguntándose: "¿Qué es lo tengo que hacer para satisfacer esa o esas necesidades?", y realizar
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su clase en la respuesta. Como se ve, este enfoque es radicalmente distinto al anti emocional,
cuya pregunta fundamental es: "¿Qué debo hacer para que los alumnos hagan lo que yo quiero?"
Nuestra observación de lo que acontece en las escuelas es que los problemas no están en
las personas que trabajan en la educación. Los docentes, para docentes, los padres de familia, los
directores han estado siempre dispuestos a mejorar la educación. Siempre uno puede ver que
hay una disposición a ayudar y acoger a los niños. Las distancias entre el ideal de la educación y la
falta de conectividad del sistema con sus tiempos están más centrados en el sistema -sus políticas
y sus estructuras- más que en las personas. La discrepancia aparece en los sistemas y no en las
personas. Ella se encuentra en las diferencias de concepción y prácticas que prevalecen en una
escuela anti emocional o en la concepción y prácticas propias de una escuela emocional.
LA COMPRENSIÓN EMOCIONAL EN LA SALA DE CLASES
Solo se necesita amor
John y Paul
El aprendizaje ocurre como parte de una relación emocional entre el profesor y un alumno.
El aprendizaje insatisfactorio de los alumnos tiene directa relación con una incomprensión
emocional en la relación pedagógica que lleva al distanciamiento recíproco docente-alumno; a
una relación sobre protectora, directivista o de abandono por parte de los docentes; a un
sentimiento de frustración o malestar en su quehacer; a la formulación de juicios interpretativos
no fundados; a la realización de acciones inconducentes o hasta, a veces, contraproducentes.
La comprensión emocional que surge cuando los docentes establecen vínculos con los
alumnos, y hacen de esos vínculos el soporte del aprendizaje, crea condiciones propicias al
aprendizaje y resultados académicos de alto nivel, genera sentimientos de satisfacción y
bienestar profesional en los docentes, constituye la tarea educativa en una aventura común,
vitaliza los quehaceres del enseñar.
Podemos, entonces, mirar la sala de clases como un espacio de interacción entre personas.
Esta no es cualquier interacción, sino una interacción con el propósito de que las personas
involucradas aprendan y aprendan determinadas cosas.
Estas interacciones están vivas de contenido emocional. En la vida diaria de las escuelas las
emociones involucradas en la relación profesor alumno pueden ser agradables para ambas
partes, algunas veces lo son, y la convivencia es armoniosa, permitiendo que todos se sientan
parte de algo donde pueden crecer. Otras veces son desagradables y el ambiente de aprendizaje
se ve perjudicado.
¿Cómo hacer de las relaciones interpersonales al interior de las aulas un espacio de
crecimiento?
Podemos mirar el tema pedagógico como un espacio de relación, con normas y reglas del
juego, el cual tiene la particularidad de estar pensado con el propósito de que las personas
involucradas en él se desarrollen y aprendan.
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Para esto es fundamental que sean capaces de escuchar sus necesidades en equilibrio con
las necesidades de quienes los rodean y que sean capaces de responder de manera satisfactoria a
estas necesidades. Esto es algo que se puede aprender. M. Van Manen define el acto de enseñar
y de aprender como un acto de tacto. Para él, el aprendizaje ocurre cuando un profesor tiene la
capacidad sensible de "interpretar los pensamientos internos, comprensiones, emociones y de
deseos de los niños a partir de pistas indirectas tales como actitudes, gestos, expresiones y
lenguaje corporal". Cuando un docente ha desarrollado esta competencia de escucha y de lectura
de sus alumnos, entonces él o ella sabe cuándo y cómo inducir el proceso de aprendizaje en los
alumnos. Una manera de aprender esta competencia, es a través del desarrollo de la conciencia
emocional. Aprender a hacernos conscientes de lo que nos pasa integrando nuestra experiencia
de nosotros mismos, del otro y de la relación en narrativas con sentido, cada vez más abarcativas.
Una manera práctica de aprender esto, es la capacidad del docente de poder ver cómo se
sitúa él con relación a cada alumno. Esto es lo que veremos a continuación.
A. El vínculo y la norma
Proponemos mirar el tema de las relaciones afectivas dentro del aula que pone el acento en
el cruce entre lo vincular y la norma. Ambos son aspectos fundamentales en una relación en la
que se pretende desarrollar conocimiento.
Hemos podido constatar que cuando se habla de un buen docente, se hace referencia a un
docente que tiene buen conocimiento de las materias que enseña así corno una buena relación
con sus alumnos. Así vemos que la necesidad de tener conocimientos sólidos en las asignaturas a
enseñar es inseparable de la necesidad de tener a la mano la posibilidad de relacionarse
afectivamente y la capacidad de regular y normar las relaciones en el aula. Cuando estas dos
áreas están en equilibrio se dan condiciones favorables a que haya comprensión emocional entre
las personas involucradas.
Recordemos brevemente lo que hemos llamado comprensión emocional, intentando
agregar algunos nuevos elementos.
Llamamos comprensión emocional a la conciencia y el conocimiento afectivo (vincular)-
normativo (de control) que permite establecer relaciones positivas. En el aula, estas relaciones
son la base de los aprendizajes. Algo fundamental de esta comprensión es que, cuando ocurre, es
lo que permite que se pueda dar al otro lo que necesita y en la forma en que lo necesita.
Algunos elementos que facilitan la comprensión emocional entre dos o más personas son:
a. Equilibrio entre diferenciación y resonancia, de manera que aun cuando cada
persona es razonablemente capaz de distinguir y responsabilizarse por los
contenidos que aporta y percibe en la relación, no se pierde la capacidad de
considerar la experiencia del otro en el actuar;
b. Normas establecidas al menos parcialmente en común o bien aceptadas
voluntariamente;
c. Comunidad de intereses en algún nivel, idealmente com¬promiso mutuo con
estos;
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d. Reciprocidad. El estar dispuesto a dar a la vez que se recibe; y
e. Equilibrio en los afectos. Capacidad de contener las explosiones pasionales.
Por otro lado, la incomprensión emocional es la incapacidad de entender, sentir, ponerse en
el lugar de otro.
Existe también la posibilidad de la mala comprensión, que es la comprensión errónea de los
procesos, afectos o intenciones del otro. Esto puede ocurrir por distintos motivos. Algunos de
ellos son el situarse frente al otro desde la no-separación, desde tomar los sentimientos propios
por ajenos o los sentimientos de otros como extensión de los propios. También, desde
generalizaciones provenientes de prejuicios o estereotipos que nos pueden situar en un
diferenciación excesiva con el otro. Pero se puede decir que el error proviene fundamentalmente
del permitir que la fantasía (entendida como juicios, prejuicios, expectativas, experiencias
pasadas, etcétera) nuble en exceso nuestra experiencia del otro.
Nombramos también los niveles en los que puede darse la comprensión emocional. Es
importante, diremos ahora, para poder situarse en cualquiera de los niveles, primero abrirse a la
percepción de que somos distintos y tratar de comprender al otro en sus similitudes y diferencias.
Saber cómo relacionarse con la diferencia en lugar de solo reaccionar frente a ella. Todos
tenemos recursos y la conciencia, gracias a que rompe automatismos y patrones de acción
disfuncionales, es el medio para encontrarlos y desarrollarlos.
B. Un mapa para observar la comprensión emocional
Teniendo presente lo anterior, podemos ver con mayor claridad que el aula, es un sistema
de relaciones que se da entre alumnos, así como entre el docente y un alumno y el conjunto de
los alumnos. Es importante considerar, como también hemos dicho, que la
comprensión/incomprensión emocional no dependen exclusivamente de capacidades
individuales, sino también de que los sistemas en los que se dan las relaciones entre personas (en
este caso el sistema educacional y, más específicamente, cada aula) promuevan o inhiban las
relaciones cercanas y sostenidas en el tiempo.
Una visión sistémica del aula, nos devela que el aula es un espacio ecológico de relaciones
delicadas entre las personas que están allí. La experiencia del aprendizaje es algo que ocurre
anidado en la frágil ecología del aula. La estabilidad de esta frágil ecología depende de si tenemos
conciencia de la mutua dependencia entre el profesor y los alumnos, así como entre los alumnos.
La ruptura de la ecología del aula, producida por ejemplo, por conversaciones inesperadas entre
los alumnos, o por faltas a la disciplina, impedirá que ocurra el aprendizaje. Por ello, nos parece
necesario contar con un mapa que nos de pistas y nos permita tener una comprensión emocional
acerca del tipo de relaciones que mantienen viva esta ecología del aula.
En la figura, proponemos un mapa para analizar el proceso de la comprensión emocional en
el aula. Este mapa esta configurado por dos ejes, que sostienen la comprensión emocional,
entendida como lo que ocurre en el centro de un cuadro con dos ejes. Un eje es la forma de estar
con el otro en relación al control de los procesos que está pensado que ocurran en el aula (eje del
control) y el otro es la forma de estar con el otro en los límites de la relación personal (eje del
vínculo).
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Este análisis lo hacemos al nivel de funcionamiento de lo que podríamos llamar un ego
funcional o sano. Por el momento, consideraremos solo en los extremos lo que podríamos
identificar como egos patológicos y tampoco tocaremos por ahora el tema de cómo funciona la
comprensión emocional en el espacio de los niveles de conciencia expandida.
Teniendo presente esto, en nuestro mapa la comprensión emocional se ubica en el área del
centro, en la cual el docente puede oscilar, sin llegar a los extremos, entre el ser más o menos
directivo y entre el "entrar o salir" del mundo emocional de sus alumnos.
De esta manera, decimos que hay flexibilidad en los espacios a ocupar según cada situación.
Sin embargo, la situación pedagógica tiende a ocupar el espacio entre los cuadrantes, alrededor
del centro. En ese espacio el vínculo se apoya en un involucramiento adecuado, con buena
sintonía, que facilita la comprensión emocional y que permite comprender la necesidad
situacional de norma o control.
C La incomprensión emocional en la sala de clases
Dedicaremos la parte final de este apartado a observar muy brevemente los espacios del
mapa en que se da la incomprensión emocional, es decir, en las combinaciones posibles entre los
extremos de cada eje.
Figura: Dominio de la comprensión emocional
Creemos que esto es importante y que el mapa aporta en la medida que si el docente, o
quien lo ayude a observar su labor, lo utiliza para lograr mayor conciencia de los estilos y
procesos que utiliza comúnmente y sabe dónde tiende a ubicarse en las distintas situaciones de
su vida diaria, estará en mejor pie para poder evaluar si eso es lo que realmente requiere la
situación.
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a. No diferenciado-directivo
Al situarse el docente en este extremo, el profesor pretende llevar el mismo el proceso de
su alumno, no siendo capaz de diferenciar entre lo que es su experiencia y la experiencia de su
alumno. Es así como parece la posibilidad de confundir, malinterpretar o sobre interpretar lo que
le pasa o lo que hace el alumno.
Este es un posicionamiento al que suelen llegar algunos profesores que, buscando ayudar,
se sobre-involucran con lo que le pasa a su alumno, muchas veces confundiendo la labor de
profesor son la de un padre substituto malentendido. Pero esta no es una distancia adecuada
para ayudar, ya que al no tener una perspectiva que permita observar la relación, manteniendo
los límites, no se es soporte para el niño.
Ubicándose en este extremo del mapa el profesor aparece con necesidad de controlar,
dirigir, ser parte de lo que le pasa a su alumno, no confiando en el proceso de este. Es el extremo
de la sobreprotección.
b. No diferenciado-no directivo
Este posicionamiento también es débil si lo que se pretende es ayudar al alumno. No existe
conciencia de los límites de la relación y no hay una buena gestión de los procesos pedagógicos.
No hay un líder que los lleve adelante.
En este extremo está el profesor cuando pretende caer bien a sus alumnos perdiendo la
autoridad para dirigirlos o corregirlos.
c. Separado-directivo
En este extremo se ubica el profesor cuando vive su tarea desde la frialdad emocional,
desde la incapacidad de ponerse en el lugar del otro e imponiendo el control, no escuchando las
necesidades de sus alumnos.
Se da el uso del poder autoritario para conseguir lo que quie¬re en la sala de clases, y es
aquí también donde ocurren los excesos disciplinarios.
d. Separado-no directivo
Este es el polo del laissez faire. Aquí se ubica el profesor cuando elige no involucrarse en lo
que les pasa a sus alumnos. Se parece al polo de la no diferenciación/no directividad, con la
diferencia de que en ese el profesor se vive como cercano a sus alumnos y en este se vive como
indiferente de lo que les ocurre o hacen.
En esta posición se observa una falsa idea de libertad, en la que el profesor se ubica cuando
se extrema en el aceptar que cada uno haga lo que quiera o "lo que pueda". Sin dar el espacio e
impulsar a los alumnos a explorar sus capacidades.
El saber consiste en abrir un agujero por el que el esplendor aprisionado pueda escapar
Robert Browing
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Lectura Nº 05
Psicología de la lectura. Diagnóstico y tratamiento de los
trastornos de lectura
Tomado de: Cuetos, F. (1999). Madrid: Editorial Escuela
Española.
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Lectura Nº 06
Discalculia
Tomado de: Dioses, A. (2007). Manual de Problemas de
Aprendizaje. Lima: UNMSM.
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DISCALCULIA
I. CONCEPTO
Es el trastorno específico del aprendizaje de las matemáticas, o también la dificultad
específica para calcular o resolver operaciones aritméticas que no guarda relación con:
o Nivel mental
o Método de enseñanza utilizado
o Trastornos afectivos
Pero si suele encontrarse asociado a otras alteraciones tales como trastornos del lenguaje.
Para Defior, la discalculia es una dificultad específica para el procesamiento de los números,
el cálculo aritmético y la resolución de problemas.
II. TIPOS DE DISCALCULIA
Según Hecaen:
o Acalculia: Dificultad en el conocimiento de los signos numéricos asociados a
problemas de expresión verbal oral y escrita.
o Anaritmética: Dificultad en la adquisición de automatismos para realizar
operaciones de cálculo propiamente dicho.
o Acalculia espacial: Dificultad para ordenar números según la estructura espacial.
Puede existir apraxia constructiva y desorientación espacio-temporal.
Según Giordano:
o Acalculia: Trastorno del cálculo debido a lesión focal del cerebro. Existe dificultad en
la lectura y en la escritura de números y dificultad para realizar operaciones
numéricas.
o Discalculia evolutiva: Presenta bajo rendimiento en matemática, bien porque quede
debajo de la media del grupo al que pertenece según la edad, o porque sea inferior
a su rendimiento en otras áreas. Las causas pueden ser cognoscitivas, sensoriales,
motoras o afectivas.
Según Berger:
o Acalculia primaria: Trastorno puro del cálculo con lesión cerebral.
o Acalculia secundaria: Expresión de trastorno general. Hay otras alteraciones.
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III. FACTORES VINCULADOS AL ORIGEN DE LA DISCALCULIA
La discalculia se encuentra asociada a problemas tales como:
a. Fallas en el pensamiento operatorio
b. Fallas en estructuración espacial
c. Errores lingüísticos
d. Errores de atención y memoria
IV. CARACTERÍSTICAS DEL NIÑO DISCALCÚLICO
a. Dificultad en el aprendizaje de nociones básicas: Clasificación, seriación,
correspondencia, equivalencia, número natural, conservación, reversibilidad,
etc.
b. Errores abundantes en lectura y escritura de cifras, incomprensión de serie
numérica.
c. Errores en las operaciones con números naturales, fraccionarios o decimales,
no imputables a fallas.
d. Incomprensión de los enunciados de problemas lógicos, aritméticos o
geométricos, no atribuibles a dificultades lectoras, sino a que no es capaz de
desentrañar las relaciones lógicas que allí se expresan.
e. Dependencia de lo concreto, por ejemplo: el contar con los dedos.
V. ERRORES USUALES EN EL CÁLCULO
a. La suma de unidades y decenas se anotan sin tener en cuenta el valor
posicional.
b. Todos los dígitos se suman juntos (Algoritmo defectivo y no aplicación del valor
de lugar).
c. Los dígitos se suman de izquierda a derecha. Cuando la suma es mayor de 10
2 2 + 3 4 1 1
2 3 + 5 3 0 1 4 1 0 8 1 0 1
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unidades se desplaza a la siguiente columna de la derecha.
d. El número pequeño se resta del número mayor, sin tener en cuenta el lugar que
ocupa el número.
e. Se utiliza la reagrupación cuando no es necesaria.
f. Cuando la reagrupación es necesaria más de una vez, la cantidad correcta no se
resta de la columna de la que se ha prestado en el segundo reagrupamiento.
g. El número reagrupado, se suma al multiplicando en la columna de las decenas,
antes de efectuar la operación de multiplicar.
h. Se omite el cero en el cociente.
BIBLIOGRAFÍA SUGERIDA
1. NICASIO, J. (1997). Manual de dificultades de aprendizaje. Lenguaje, Lecto-escritura y
Matemáticas. Ediciones Narcea. Madrid.
2. DEFIOR, S. (2000) Las Dificultades de Aprendizaje. Un Enfoque Cognitivo. Lectura, Escritura,
Matemáticas. Ediciones Aljibe. Málaga.
6 2 7 - 4 8 6 0 2 6 1
5 13 ① ⑥ 3 - 2 1 0 1 3 1 2
4 13 5 ④ ③ - 1 2 5 8 0 2 9 6
2 8 X 5 0 3 0 0
107
Lectura Nº 07
Utilizar las matemáticas para resolver problemas reales
Tomado de: Vicente, S., Van Dooren, W. y Verschaffel, L.
(2008). Cultura y Educación (20) 4, 391-406 Salamanca:
Fundación Infancia y Aprendizaje. Universidad de
Salamanca. Katholieke Universiteit Leuven
.
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109
UTILIZAR LAS MATEMÁTICAS PARA RESOLVER
PROBLEMAS REALES
RESUMEN
En este trabajo de revisión se analizan las razones por las que los alumnos no son capaces
de resolver problemas realistas utilizando conocimientos no matemáticos. Para ello se describen,
en primer lugar, las investigaciones internacionales que han documentado estas dificultades en la
resolución de problemas realistas. En segundo lugar, se describe cómo los libros de texto y la
cultura del aula favorecen que los niños vayan aprendiendo de manera progresiva a resolver los
problemas de matemáticas utilizando únicamente sus conocimientos matemáticos, y cómo este
aprendizaje va abriendo una brecha entre las matemáticas escolares y el mundo real. En tercer
lugar, se describe un estudio instruccional que ha demostrado que lograr que los alumnos
resuelvan problemas realistas sin ceñirse exclusivamente a sus conocimientos matemáticos es un
objetivo factible y deseable. Finalmente, se exponen una serie de consideraciones acerca del
esfuerzo que supone este tipo de enseñanza de la matemática y la resolución de problemas y de
los límites que marcan esta perspectiva del proceso de enseñanza y aprendizaje de las
matemáticas.
Palabras Claves: Resolución de problemas, problemas realistas, cultura de aula.
Durante la escolaridad obligatoria una de las habilidades instrumentales, a cuya adquisición
los maestros y los alumnos dedicarán una cantidad muy considerable de tiempo, son las
matemáticas. De hecho, la capacidad de aprender nuevos contenidos durante la Educación
Secundaria dependerá de la adquisición de esta habilidad instrumental en los primeros años de
escolaridad. En el transcurso de este aprendizaje los alumnos deberán adquirir, por un lado, la
capacidad de ejecutar rápida y eficazmente operaciones aritméticas, y por otro, la de resolver
problemas. Estas dos habilidades son complementarias entre sí, ya que mientras que la ejecución
de operaciones permitirá a los alumnos disponer de procedimientos matemáticos para resolver
situaciones problemáticas, la resolución de problemas les permitirá encontrar contextos en los
que aplicar esas operaciones, dotándolas así de utilidad y de sentido. Sin embargo, mientras que
los alumnos suelen no presentar dificultades al ejecutar operaciones, a menudo sí las presentan
cuando resuelven problemas, especialmente aquellos que no se limitan a aplicar las operaciones
aritméticas, sino que también requieren de la aplicación de conocimientos no matemáticos o que
contienen datos irrelevantes.
El objetivo general de este artículo es aportar algunas claves para comprender estas
dificultades y para ayudar a los alumnos a superarlas. Para ello en primer lugar, presentaremos el
Informe PISA como indicador de las dificultades que muestran los alumnos al resolver problemas
que describen situaciones de la vida real. En segundo lugar, recogemos los resultados de varios
estudios en los que constata cómo los alumnos encuentran dificultades persistentes en la
resolución de problemas que se asemejan a los ítems de evaluación del informe PISA, los
problemas realistas, e interpretaremos los resultados de esos estudios. En tercer lugar,
describiremos las posibles razones por las cuales los niños muestran esas dificultades para
resolver correctamente este tipo de problemas. Finalmente, proponemos una serie de
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orientaciones para los docentes que pueden contribuir a mejorar el rendimiento de los alumnos
en la resolución de estos problemas.
LOS “PROBLEMAS” DEL INFORME PISA
El carácter instrumental de las matemáticas hace que de manera periódica salte la alarma a
propósito de los resultados que los alumnos de muchos países (entre ellos el nuestro) obtienen
en el área de matemáticas de ciertas evaluaciones internacionales como el informe PISA,
especialmente en el apartado de resolución de problemas. Probablemente, una de las causas de
este bajo rendimiento esté en qué se entiende por competencia matemática y qué tipo de
problemas se utilizan para evaluarla. El informe define la competencia matemática como “la
aptitud de un individuo para identificar y comprender el papel que desempeñan las matemáticas
en el mundo, alcanzar razonamientos bien fundados y utilizar y participar en las matemáticas en
función de las necesidades de su vida como ciudadano constructivo, comprometido y reflexivo”
(INECSE, 2004).
Un ejemplo de problema que evalúa la competencia matemática entendida de este modo,
tomado de los ejemplos de ítems recogidos por el Instituto Vasco de Evaluación e Investigación
Educativa (2005, pp. 76-77 ), es el siguiente:
Isaac, de 15 años, quiere organizar una salida al cine con dos amigos de su
misma edad durante la semana de vacaciones escolares. Las vacaciones empiezan
el sábado, 24 de marzo, y terminan el domingo, 1 de abril.
Isaac preguntó a sus amigos qué días y a qué horas podrían ir al cine. Recibió
las siguientes respuestas.
Federico: Tengo que quedarme en casa el lunes y el miércoles para practicar
música de 14:30 a 15:30 Sebastián: Tengo que ir a casa de mi abuela los domingos,
de modo que no puede ser en domingo. Ya he visto Pokamin y no quiero verla
otra vez.
Los padres de Isaac insisten en que sólo vaya a ver películas recomendadas
para su edad y en que no vuelva a casa andando. Ellos llevarán a los chicos a sus
casas siempre que sea antes de las 22 horas. Isaac mira las horas de comienzo de
las películas de la semana de vacaciones. Ésta es la información que encuentra.
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Teniendo en cuenta la información que ha encontrado Isaac sobre las
películas y las condiciones que le ponen sus amigos, ¿cuál o cuáles de las seis
películas son las que podrían ir a ver Isaac y sus compañeros?
Como puede observarse, el problema que hemos tomado como ejemplo requiere que los
alumnos hagan uso de su conocimiento matemático (por ejemplo, para determinar qué hora
acaba cada película) pero también que atiendan a información no matemática y que discriminen
aquella información que es relevante para la tarea de la que no lo es (por ejemplo, es relevante el
tipo de película o el día de emisión, pero no que el día del espectador sea el martes).
Los resultados alcanzados tras la aplicación de este ítem a los alumnos españoles fueron
que menos de la mitad de los alumnos resolvió de manera satisfactoria el problema. En el caso
del test completo, los resultados no fueron más alentadores: en el área de matemáticas los
alumnos españoles obtuvieron una puntuación inferior a la de la media de la OCDE,
especialmente en los ítems de resolución de problemas. Así, de los resultados de informes como
el PISA podemos concluir que a los alumnos les cuesta resolver problemas relacionados con
situaciones que se asemejan a las de la vida real. Sin embargo, cabría preguntarse hasta qué
punto los resultados de este informe reflejan la realidad de las aulas, esto es, si los alumnos
realmente tienen las dificultades en resolución de problemas que los resultados del Informe
reflejan. En el siguiente epígrafe trataremos de responder a esta pregunta.
UN PROBLEMA REAL: CUANDO LOS ALUMNOS SÓLO
CALCULAN
Respondiendo a la pregunta que acabamos de plantear sobre si realmente los alumnos
tienen tantas dificultades al resolver problemas que requieren de la aplicación de conocimientos
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más allá de los matemáticos, como se desprende de los resultados del Informe, estas dificultades
han sido ampliamente documentadas en el ámbito de la resolución de problemas realistas, esto
es, en problemas que reproducen situaciones problemáticas presentes en la vida cotidiana y en el
trabajo (p.e.: Burkhardt, 1994) y para cuya resolución es necesario saber cuándo y cómo debe
aplicarse el conocimiento matemático, pero también no matemático (Verschaffel, Greer y De
Corte, 2000). Como puede observarse, esta definición se aproxima a la aportada por el informe
PISA sobre la necesidad de fundamentar coherentemente los razonamientos subyacentes a la
resolución de problemas y sobre la necesidad de aprender a resolver problemas de la vida real.
Los estudios que mejor han documentado las dificultades de los niños cuando se enfrentan
a la resolución de problemas realistas han sido los desarrollados por Greer (1993), en Irlanda del
Norte y Verschaffel, De Corte y Lasure (1994) en Bélgica. Estos autores comprobaron que los
estudiantes de Educación Secundaria, en el caso de Greer, y de alumnos de 5º de Educación
Primaria en el caso de Verschaffel et al. no aplican razonamientos sobre la realidad que, sin ser
matemáticos, son relevantes para resolver el problema. Ambos estudios emplearon la misma
metodología: en el transcurso de una sesión normal de matemáticas se les administró a los
alumnos una prueba experimental de lápiz y papel en la que se presentaron pares de ítems. En
cada par, el primer item era un problema estándar que podía resolverse aplicando únicamente
operaciones aritméticas (p.e.: “Un hombre corta una tela de 12 metros en piezas de 1.5 metros
cada una. ¿Cuántas piezas de tela obtendrá?”). El segundo ítem de cada par era “problemático”
en el sentido de que necesitaba de la realización de consideraciones sobre el mundo real (p.e.:
“Un hombre quiere obtener una cuerda lo suficientemente larga como para atar dos postes que
distan 12 metros entre sí, pero sólo tiene trozos de cuerda de 1.5 metros de largo. ¿Cuántas de
esas piezas necesitará para atar los dos postes?”)
Los 10 ítems problemáticos utilizados por Verschaffel et al. (1994) son los que figuran en la
tabla I.
TABLA I Ítems problemáticos utilizados por Verschaffel et al. (1994)
Carlos tiene 9 amigos y Jorge tiene 12 amigos. Carlos y Jorge deciden dar juntos una fiesta. Invitan a todos sus amigos, y todos los amigos van a la fiesta. ¿Cuántos amigos van a la fiesta?
Esteban ha comprado 4 tablones de 2.5 metros cada uno ¿Cuántos tablones de 1 metro puede obtener de esos tablones?
¿Cuál será la temperatura del agua de un recipiente si mezclas un litro de agua a 80º y un litro de agua a 40º en él?
450 soldados deben ser transportados a su lugar de entrenamiento. En cada autobús pueden entrar 36 soldados. ¿Cuántos autobuses serán necesarios?
Juan corre los 100 metros en 17 segundos. ¿Cuánto tardará en correr 1 kilómetro?
Roberto y Alicia van a la misma escuela. Roberto vive a 17 kilómetros de la escuela y Alicia a 8 km. ¿A qué distancia vive Roberto de Alicia?
El abuelo da a sus 4 nietos una caja con 18 globos para repartir entre ellos. ¿Cuántos globos le toca a cada uno?
Andrés nació en 1978. Ahora estamos en 1993. ¿Cuántos años tiene?
Un hombre quiere tener una cuerda los suficientemente larga para unir dos postes separados entre si 12 metros, pero solo tiene trozos de cuerda de 1,5 metros. ¿Cuántos trozos necesitaría
juntar para hacer la cuerda lo suficientemente larga para unir las estacas?
Este recipiente se está llenando con un grifo a un ritmo constante. Si el agua tiene una
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profundidad de 4 cm tras 10 segundos, ¿cuánta profundidad tendrá después de 30 segundos? (este problema se acompaña por el dibujo de un recipiente de forma cónica)
Las respuestas aportadas por los alumnos a estos problemas se categorizaron en dos
grupos. En primer lugar, se catalogaron como respuestas “realistas” aquellas respuestas que
consideraban explícitamente el contexto del problema, y aquellas que aún sin hacer tales
consideraciones incluían comentarios realistas. A este segundo tipo de respuestas realistas los
autores las denominaron “reacciones realistas” (RR). En segundo lugar, se consideraron
respuestas “no realistas” aquellas que no mostraban ningún indicio de activación y uso del
conocimiento sobre el mundo real.
Por ejemplo, a partir del problema de la cuerda, una respuesta realista sería “más de 8
piezas,” pero también la respuesta “12 : 1.5 = 8;” pero con un comentario añadido del tipo “no
serán suficientes porque hay que atar las piezas. Una respuesta no realista sería “12 : 1.5 = 8” sin
dar ninguna explicación adicional.
Tanto en el estudio de Greer (1993) como en el de Verschaffel et al. (1994) los alumnos
tendían claramente a no realizar consideraciones realistas al resolver el ítem problemático de
cada par. De todos los tipos de ítems problemáticos sólo en dos los alumnos dieron algunas
respuestas con consideraciones realistas: el item de los autobuses (4 en la Tabla I) y el de los
globos (7 en la Tabla I), que elicitaron un 49% y un 59% de respuestas realistas respectivamente.
Resultados similares a los obtenidos por estos dos estudios han sido documentados en
varios países como Alemania (Renkl, 1999), Japón (Yoshida, Verschaffel y De Corte, 1997), Irlanda
del Norte (Caldwell, 1995), Suiza (Reusser y Stebler, 1997b) y Venezuela (Hidalgo, 1997). En
algunos de esos estudios (p.e.: Caldwell, 1995; Hidalgo, 1997) los investigadores además
indagaron, mediante una entrevista individual con los alumnos, en las razones por las cuales no
aplicaron el conocimiento del mundo real para adaptar sus respuestas a las restricciones
impuestas por el contexto. A pesar de que estas entrevistas únicamente proporcionaron
evidencias anecdóticas al respecto, permitieron constatar que al menos una parte de los alumnos
creían explícitamente que una cosa es el mundo (artificial) de las matemáticas aplicadas a la
resolución de problemas en la escuela, y otra muy diferente el mundo real fuera de la escuela.
Nos detendremos en esta idea con detalle más adelante.
Cabría pensar que estos resultados se debieran al contexto experimental en el que se
evaluó a los alumnos, y no a una creencia real en la separación dicotómica de lo matemático
versus lo real. Más concretamente, cabe la posibilidad, en primer lugar, de que los resultados se
debieran a la ausencia, en las instrucciones que acompañaban a la prueba experimental, de una
advertencia sobre el carácter no estándar del test y de una invitación explícita para dar
respuestas alternativas a los problemas. Esto es, los ítems problemáticos de los estudios descritos
estaban formulados en términos similares a los problemas estándar, y además aparecían
mezclados con éstos, de manera que es posible que, sin una advertencia explícita, los alumnos no
llegaran a percatarse de las diferencias entre unos y otros. En segundo lugar, es posible también
que el contexto de resolución de ítems problemáticos, idéntico al de los no problemáticos, les
llevara a resolverlos siguiendo procedimientos similares.
Para comprobar ambas posibilidades se desarrollaron varios estudios en los que, por un
lado, se proporcionaba a los alumnos indicaciones explícitas de que algunos de los problemas
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requerían de un análisis minucioso para ser resueltos, o bien se les daba directa y explícitamente
ayuda para considerar diferentes respuestas alternativas teniendo en cuenta las realidades del
contexto del problema (p.e.: Reusser y Stebler, 1997a; van Lieshout, Verdwaald y van Herk, 1997;
Verschaffel, De Corte y Lasure, 1999; Yoshida et al, 1997), y por otro se incrementaba la
autenticidad de las condiciones experimentales (DeFranco y Curcio, 1997; Reusser y Stebler,
1997b; Wyndhamn y Säljö, 1997)
Un ejemplo del primer conjunto de estudios es el realizado por Yoshida et al. (1997). Los
autores compararon el rendimiento en resolución de problemas realistas de una muestra de
alumnos de 5º, dividida en dos grupos. Al primer grupo se le administró el test de la misma
manera que en el estudio de Verschaffel et al. (1994), mientras que a los alumnos del segundo
grupo se les proporcionó información adicional escrita en la parte superior de la hoja del test,
indicando explícitamente la existencia de problemas difíciles o imposibles de resolver cuyo
enunciado contenía aspectos poco claros o complejos. Los resultados mostraron un ligero
aumento que no alcanzó la significatividad a favor del grupo que recibió esas instrucciones. Los
porcentajes globales de respuestas realistas fueron del 15% y del 20% para el primer y el segundo
grupo, respectivamente. El resto de estudios similares al de Yoshida et al. (1997) obtuvieron
resultados semejantes, de modo que podemos concluir que las modificaciones en las condiciones
experimentales introducidas para alertar a los alumnos sobre el carácter especial de los ítems
problemáticos únicamente produjeron efectos muy débiles.
En el segundo conjunto de estudios se incrementó la autenticidad de las condiciones
experimentales presentando una o más categorías de ítems problemáticos en unas condiciones
más auténticas, esto es, en el contexto de un grupo de discusión y/o con la ayuda de ayudas
concretas. Por ejemplo, DeFranco y Curcio (1997) tomaron problemas de división con resto, y
propusieron dos configuraciones experimentales diferentes: una configuración escolar restrictiva,
que consistía en una entrevista individual en la que se preguntaba a los alumnos sobre la
resolución matemática del problema, y otra (relativamente) realista, en la que se pedía a los
alumnos que realizaran una llamada telefónica para reservar autocares para llevar a todos los
alumnos de 6º curso a una fiesta. El resultado fue que 18 de los 20 niños respondieron de manera
inadecuada al problema de los autobuses en el contexto experimental restrictivo, de los cuales 17
realizaron una interpretación incorrecta del resto (aportando resultados con resto o
redondeando a la baja hasta 8 autobuses). En contraste, en la configuración experimental realista
16 de los 20 alumnos dieron una respuesta apropiada.
En definitiva, este segundo conjunto de estudios (DeFranco y Curcio, 1997; Reusser y
Stebler, 1997b; Wyndhamn y Säljö, 1997), que proponían contextos de resolución más realistas,
produjeron una enorme mejora en el rendimiento de los alumnos en los ítems problemáticos. En
concreto, los alumnos mostraron una mayor capacidad para utilizar su conocimiento sobre el
mundo real para realizar consideraciones realistas.
Los resultados de los trabajos que acabamos de describir indican que las dificultades que
mostraron los alumnos a la hora de resolver los problemas del Informe PISA reflejan una realidad
documentada por otros estudios en el ámbito de la resolución de problemas realistas, semejantes
a los utilizados por ese Informe. Además, hemos comprobado que estas dificultades persisten
aun cuando se advierte a los alumnos del carácter “especial” de los problemas realistas, pero se
reducen cuando se les pide que resuelvan los problemas en contextos experimentales más
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cercanos a la vida real que a la vida escolar. Esto nos lleva a pensar que algún factor de esa vida
escolar les impide resolver correctamente este tipo de problemas. En el siguiente punto
trataremos de perfilar ese factor
RAZONES PARA LA INHIBICIÓN DEL CONOCIMIENTO SOBRE
EL MUNDO REAL EN LA RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS
REALISTAS
Tal y como acabamos de describir, diversos estudios han demostrado que los alumnos
raramente apelan a razonamientos no matemáticos para resolver problemas de matemáticas, ni
siquiera cuando se les advierte de que los problemas a resolver probablemente requieran
considerar elementos no matemáticos para su resolución. Sólo cuando se les introduce en un
contexto más real son capaces de adaptarse a él y de aplicar razonamientos no estrictamente
matemáticos. En otras palabras, estos resultados sugieren que cuando la naturaleza de las
“premisas para el ritual interactivo” (Wyndhamn y Säljö, 1997, p. 379) o lo que, de manera más
general, Greer (1997, p. 305) ha denominado, el “contrato experimental” lo permite, los alumnos
se muestran competentes y son capaces de hacer consideraciones realistas cuando resuelven un
problema matemático.
De esta manera, podemos señalar que el factor subyacente a la resistencia de los alumnos a
considerar elementos ajenos al razonamiento matemático para resolver los problemas realistas
es el “contrato experimental” que acabamos de referir en palabras de Greer (1997). Este contrato
establece que: a) la resolución consiste simplemente en elegir y ejecutar una (o varias) de las
cuatro operaciones básicas; b) estas operaciones deben aplicarse sobre (todos) los números que
aparecen en el enunciado del problema, y; c) no es necesario considerar seriamente las posibles
incoherencias de la aplicación de estas operaciones respecto al mundo real al que alude la
situación descrita por el problema, comprometiendo de esta manera el ajuste de sus modelos y
de las soluciones propuestas (Davis, 1989; Greer, 1997; Freudental, 1991; Kilpatrick, 1987;
Nesher, 1980; Reusser, 1988; Schoenfeld, 1991). Más concretamente, varios autores han
analizado las reglas y presupuestos “ocultos” que gobiernan (implícita o tácitamente) las
interacciones maestros-alumnos cuando se enfrentan a la resolución de problemas (De Corte y
Verschaffel, 1985; Gerofsky, 1996; Lave, 1992; Reusser y Stebler, 1997a; Schoenfeld, 1991). Estos
presupuestos son los siguientes:
o Todo problema presentado por el maestro o por el libro de texto puede resolverse y
tiene sentido.
o Cada problema tiene una única respuesta correcta, y ésta es precisa y numérica.
o La solución de cada problema puede y debe obtenerse ejecutando una o más
operaciones aritméticas con los números del problema, y casi con toda seguridad
con todos ellos.
o La tarea puede realizarse con las matemáticas que han aprendido como
estudiantes, en la mayoría de los casos aplicando los conceptos, fórmulas, y
algoritmos matemáticos expuestos en las clases más recientes.
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o La solución final, e incluso el resultado intermedio, implica números “limpios”
(generalmente números enteros pequeños)
o El problema por sí mismo contiene toda la información necesaria para generar la
interpretación matemática correcta y llegar a la solución del problema, de modo
que no debe buscarse información extraña.
o Finalmente, las personas, objetos, lugares y razonamientos son diferentes en los
problemas de matemáticas de la escuela que en las situaciones del mundo real, por
lo que no hay que preocuparse demasiado si la situación propuesta por el problema
viola los conocimientos previos o las intuiciones basadas en las experiencias
cotidianas.
¿Cuáles podrían ser las causas para el establecimiento de este “contrato”? Varios autores
(De Corte y Verschaffel, 1985; Gerofsky, 1996; Kilpatrick, 1987; Lave, 1992; Reusser y Stebler,
1997a; Schoenfeld, 1991) han señalado que las creencias en las que se sustenta ese “contrato” se
desarrollan de manera gradual y tácita a través de la inmersión en la cultura de la matemática del
aula. A su vez, esta enculturación parece deberse principalmente a dos aspectos de la práctica
instruccional: por un lado, qué resuelven los alumnos, esto es, la naturaleza de los problemas de
matemáticas que resuelven, y por otro cómo lo resuelven, esto es, el tipo de interacciones y
actividades que se generan en torno a estos problemas. En las siguientes páginas nos
detendremos en cada uno de ellos.
QUÉ RESUELVEN LOS ALUMNOS: PROBLEMAS DE
MATEMÁTICAS EN LOS LIBROS DE TEXTO
Tal y como afirman Orrantia, González y Vicente (2005), buena parte del tiempo que los
alumnos dedican a resolver problemas de matemáticas lo hacen utilizando materiales preparados
para tal fin, de entre los cuales el libro de texto tiene un papel predominante. Muchos estudios
han documentado cómo los libros de texto influyen claramente en las prácticas educativas de los
profesores (Cooney, 1985; Haggarty y Pepin, 2002; Millet y Johnson, 1999; NCTM, 1989; Schimtz,
McNight, Valverde, Houang y Wiley, 1997; Stray, 1994). Dehecho, los profesores suelen partir de
los libros de texto, de su estructura y de la visión que aportan sobre qué es resolver problemas y
su función dentro del currículum en matemáticas (Nathan y Koedinger, 2000), de manera que la
influencia del libro de texto en cómo se enseña a los alumnos a resolver problemas puede ser
muy profunda.
De los numerosos estudios internacionales que han analizado los libros de texto (Carter, Li y
Ferrucci, 1997; De Corte, Verschaffel, Janssens y Joillet, 1985; Fuson, Stigler y Bartsch, 1988; Li,
2000; Mayer, Sims y Tajika, 1995; Orrantia et al., 2005; Stigler, Fuson, Ham y Kim, 1986) pueden
extraerse dos conclusiones. La primera de ellas es que los libros presentan y agrupan los
problemas de manera que para resolver la mayoría de ellos los alumnos únicamente han de
aplicar estrategias superficiales (utilizando para ello “palabras clave”, como “más” o “ganar” para
sumar) o simplemente aplicar la operación cuyo aprendizaje sea el objetivo de ese momento en
concreto (en el caso de que sea restar, probablemente todos los problemas de esa lección se
resuelvan restando). La segunda conclusión a la que permiten llegar los resultados de esos
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estudios es que los problemas desafiantes, esto es, aquellos que contienen información
innecesaria o los que omiten deliberadamente uno de los datos necesarios para resolver el
problema, son poco frecuentes en los textos, reforzando así el carácter estereotipado de la tarea
de resolución de problemas en las clases de matemáticas.
Resumiendo las principales características de los problemas tradicionales, Reusser y Stebler
(1997a, p. 323) afirmaban que:
Sólo unos pocos problemas empleados en las aulas y en los libros de
matemáticas invitan o desafían a activar y utilizar su conocimiento sobre el mundo
real y su experiencia. La mayoría de problemas utilizados en la instrucción se
elaboran de manera semánticamente empobrecida, a modo de viñetas verbales.
Los alumnos no sólo saben por su experiencia matemática escolar que todos los
problemas son indudablemente resolubles, sino que también saben que cualquier
cosa numérica incluida en un problema es relevante para su resolución, y que
todo lo que es relevante para su resolución está incluido en el texto del problema.
Siguiendo este código, los enunciados de muchos problemas degeneran en
ecuaciones mal disimuladas.
De esta manera, los alumnos terminan por deducir que cuando se enfrentan a la resolución
de un problema lo que se les pide es que ejecuten una o varias operaciones aritméticas con todos
los números que aparecen en el mismo. Igualmente, las pocas ocasiones en las que aparece
información adicional no numérica en el enunciado del problema con frecuencia es información
no relevante para la comprensión del mismo, reduciéndose la presentación de información
contextual a unas pocas situaciones estereotipadas (Orrantia et al., 2005).
Cómo se resuelven los problemas en el aula: creencias de los profesores e interacciones
profesor-alumno Como acabamos de señalar, la mayor parte de los problemas de matemáticas
que aparecen en los libros de texto –que son en definitiva, los que se resuelven en las aulas–
favorecen la resolución mediante procedimientos exclusivamente matemáticos y, en la mayoría
de las ocasiones, sin necesidad de una comprensión profunda del problema. El segundo elemento
que contribuye al establecimiento del “contrato” de aula que fija las reglas del proceso de
resolución de problemas en la escuela es el conjunto de interacciones que mantienen maestros y
alumnos para resolver esos problemas.
Evidentemente, quien aporta las pautas para establecer esta interacción es el maestro. De
esta manera, las creencias que alberga el maestro sobre qué es un problema de matemáticas y
cómo debe ser resuelto influyen de manera determinante en el rumbo que tomarán las
interacciones con sus alumnos. En este sentido, Verschaffel, De Corte y Borghart (1997) realizaron
un estudio muy interesante sobre las creencias que futuros maestros de Educación Primaria
tienen sobre el rol del conocimiento del mundo real en el proceso de resolución de problemas en
las clases de matemáticas. Los autores tomaron una muestra de 332 maestros de Educación
Primaria en formación de tres centros de formación diferentes de Flandes (Bélgica). Una parte de
los sujetos acababa de comenzar su primer año de formación, mientras que el resto eran alumnos
de tercer año que prácticamente habían completado su formación como maestros. La tarea a la
que se sometió a los sujetos consistía en una prueba experimental que constaba de 14
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problemas: siete ítems estándar no problemáticos y siete ítems problemáticos seleccionados de
entre los utilizados en los estudios previos.
Se realizaron dos aplicaciones de la tarea experimental a todos los sujetos del estudio. La
primera aplicación (test 1) debían responder los 14 problemas por sí mismos, añadiendo a los
cálculos cualquier comentario sobre el problema en un espacio habilitado para tal fin en la hoja
de respuestas. Inmediatamente después de terminar la primera aplicación se realizaba la
segunda, en la que debían puntuar cuatro respuestas alternativas, típicas de los niños a los
problemas de la tarea experimental, con 1 punto (respuesta absolutamente correcta), 0
(respuesta absolutamente incorrecta) o 1/2 punto (respuesta parcialmente correcta y
parcialmente incorrecta). Las cuatro posibles respuestas de los alumnos que los futuros
profesores tenían que valorar podían pertenecer a cuatro categorías, que se ilustran en la figura
1: una respuesta no realista (opción A), una respuesta realista (opción D), un error en la
operación (opción B) y, finalmente, cualquier otra respuesta (opción C).
Para analizar los resultados se clasificaron las respuestas espontáneas de los maestros en
formación a los ítems problemáticos en dos categorías: reacciones realistas y reacciones no
realistas. El análisis de las reacciones de estos maestros a los siete ítems problemáticos del
segundo test se centraron en la puntuación (1, 1/2 o 0) dadas a las respuestas realistas y a las
respuestas no realistas.
Ambas aplicaciones mostraron tres resultados muy claros. En primer lugar, los futuros
maestros mostraron una fuerte tendencia no utilizar el conocimiento del mundo real y a no
realizar consideraciones realistas ni al resolver los ítems problemáticos del test 1 ni al valorar las
respuestas de los alumnos en el test 2. En segundo lugar, los sujetos que se encontraban en su
tercer año de formación mostraron una proporción significativamente mayor de respuestas
realistas que los de primer año en ambos tests. Finalmente, la diferencia de porcentajes de RRs
en los ítems problemáticos entre los sujetos de primer y tercer año variaba notablemente entre
los tres centros de formación que participaron en el estudio, lo cual indica que la disposición para
resolver los problemas el modelado realista de los problemas mostrado por los futuros maestros
estaba influenciada, al menos parcialmente, por la formación en educación matemática recibida
durante los cursos de formación.
De estos resultados se desprende que muchos futuros maestros albergan conocimientos y
creencias sobre cómo debe enseñarse y cómo deben aprender los alumnos a resolver problemas
que dificultan la aplicación de conocimientos sobre el mundo real y la realización de
consideraciones realistas.
Sin embargo, es necesario señalar que aún no hay evidencias directas de que estas
concepciones y creencias de los profesores sean la causa de la fuerte tendencia de los alumnos a
excluir el conocimiento del mundo real de sus procedimientos de resolución de problemas.
Además, queremos destacar que no es de ninguna manera nuestra intención reprochar a estos
futuros maestros sus comportamientos ni sus creencias. Al igual que los alumnos, estos futuros
maestros en el estudio de Verschaffel et al. (1997) estaban actuando (algunas veces de manera
deliberada, pero en la mayoría de las ocasiones de manera inconsciente) de manera “racional” de
acuerdo con su experiencia sobre el contrato didáctico que rige la resolución de problemas.
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CONCLUSIÓN: UN PROCESO DE RESOLUCIÓN BASADO EN
UNA COMPRENSIÓN LIMITADA
Como hemos argumentado hasta ahora, el bajo rendimiento de los alumnos a la hora de
resolver problemas realistas, similares a los utilizados en informes internacionales de Evaluación
como el PISA probablemente se deba a una cultura determinada tanto por el tipo de problemas
que se resuelvan en el aula como por el modo de resolverlos en el aula. Asimismo, las creencias
de los profesores sobre cómo deben ser resueltos los problemas podría determinar el rumbo que
toma la interacción con los alumnos cuando los resuelven conjuntamente.
Por otra parte, cabe destacar que si bien los estudios que han constatado de manera
empírica los efectos de la cultura de aula sobre el comportamiento de los niños han sido escasos
–excepto en el caso en el que los alumnos que se enfrentaban a problemas del tipo “¿Cuántos
años tiene el capitán?1” (IREM de Grenoble, 1980) o el problema de los autobuses (problema
realista del tipo división con resto) en el National Assessment of Educational Progress (NAEP) en
los Estados Unidos (Carpenter, Lindquist, Matthews y Silver, 1983)–, los estudios más recientes
indican que muchos alumnos resuelven los problemas de acuerdo con una comprensión limitada
de los problemas. Esta limitación en la comprensión del problema se debe a que utilizan el texto
del problema únicamente para elegir una (o más) de las cuatro operaciones aritméticas de dos
formas diferentes. En primer lugar, pueden utilizar los rasgos superficiales del problema, tales
como determinadas palabras clave en el texto (por ejemplo, la palabra “menos” en el texto
automáticamente guía la elección de la resta como operación a realizar para resolver el
problema). En segundo lugar, pueden establecer una asociación entre la situación descrita en el
problema y un modelo rudimentario para una de las operaciones (por ejemplo, cualquier cosa
que sugiera el acto de “juntar” indica que hay que sumar).
Una vez determinada la operación a realizar, los alumnos la aplican automáticamente a los
números que aparecen en el enunciado, y la respuesta al mismo es el resultado obtenido de la
aplicación de la operación sugerida por la palabra clave sobre los números del enunciado, sin
volver al enunciado del texto para verificar que la respuesta tiene sentido considerando la
pregunta del problema.
EN BUSCA DE SOLUCIONES: PROPUESTAS PARA LA
RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS REALISTAS
Muchos estudios experimentales han dado cuenta de cómo los alumnos acometen la
resolución de problemas realistas de una manera altamente estereotipada, probablemente como
consecuencia de un proceso de aprendizaje marcado por una cultura de aula que no promueve el
uso de conocimientos no matemáticos en la resolución de problemas. Ante este panorama, cabe
preguntarse qué puede hacerse para mejorar el rendimiento de los alumnos en este tipo de
problemas.
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Una respuesta podemos encontrarla en los estudios instruccionales que han tratado de
mejorar el rendimiento de los alumnos cuando se enfrentan a este tipo de problemas
modificando el proceso de enseñanza-aprendizaje de resolución de problemas realistas. Como
ejemplo de estos estudios instruccionales tomaremos el desarrollado por Verschaffel y De Corte
(1997b). Estos autores diseñaron un experimento de enseñanza a pequeña escala cuyos objetivos
eran dos: por un lado, modificar las creencias de los alumnos acerca de la función del
conocimiento sobre el mundo real en el proceso de resolución de problemas realistas, y por otro
desarrollar en los alumnos la capacidad de resolver los problemas siguiendo pautas más realistas.
Para ello modificaron la cultura del aula en la que los alumnos estaban inmersos de manera que
los problemas se concibieran como oportunidades de aplicar sus conocimientos, tanto los
matemáticos como los relativos al mundo real. El estudio incluyó tres clases de los últimos cursos
de Educación Primaria de Flandes (Bélgica), la primera experimental y otras dos de control. Los
alumnos de la clase experimental formaron parte de un programa de instrucción sobre resolución
de problemas realistas, que constaba de cinco unidades de dos horas y media cada una, mientras
que los alumnos de las clases de control siguieron las clases correspondientes a su currículum
ordinario. Las principales características del programa instruccional al que fue sometido el grupo
experimental eran tres. En primer lugar, se sustituyeron los problemas estereotipados típicos de
las clases habituales por problemas realistas, que incitaban a los alumnos a atender a las
complejidades de estos problemas. En segundo lugar, las unidades se basaron en el trabajo
colaborativo en pequeño grupo, seguido por discusiones de toda la clase. Finalmente, se trató de
establecer una nueva cultura de aula a través de la negociación explícita de nuevas normas
sociales relativas tanto a los roles del profesor y de los alumnos como a qué se entiende por
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problema de matemáticas, por resolver correctamente un problema y por qué se considera una
buena respuesta al problema (ver Cobb, Wood y Yackel, 1993; Schoenfeld, 1991).
Los alumnos de las tres clases fueron sometidos a un pre-test y a un post-test que incluía
ítems de aprendizaje, de retención y de transferencia. Los resultados mostraron que, partiendo
de un nivel similar de rendimiento en resolución de problemas realistas, tras el estudio
instruccional los alumnos del grupo experimental rindieron significativamente mejor en los tres
tipos de ítems del posttest. De esta manera, los autores concluyeron que es posible modificar las
creencias sobre el rol del conocimiento sobre el mundo real en la resolución de problemas de los
alumnos de los cursos superiores de la Educación Primaria, y que pueden aprender a resolver los
problemas de manera (más) realista.
Renkl (1999) replicó este experimento en Alemania, con resultados igualmente
prometedores. Otros estudios instruccionales, con una perspectiva más amplia y una mayor
validez ecológica, han documentado cómo sumergiendo a los alumnos en un ambiente de
aprendizaje modificado pueden desarrollar creencias sobre la resolución de problemas y
estrategias de resolución acordes con esas creencias más apropiadas a la resolución de
problemas realistas (Cognition and Technology Group at Vanderbilt, 1997; Lehrer y Schauble,
2000; Verschaffel et al., 1999).
RECONCEPTUALIZANDO LOS PROBLEMAS DE MATEMÁTICAS.
Al comienzo de este trabajo presentábamos la definición de competencia matemática que
PISA toma como referencia, en la que se señalaba su carácter pragmático para la vida cotidiana
de los sujetos, en los que las situaciones problemáticas suelen incluir factores no matemáticos
que deben ser considerados para su resolución. También hemos descrito cómo la cultura escolar
no comparte esa concepción de matemática ni la definición de resolución de problemas que de
ella se deriva, ya que en la escuela resolver problemas suele ser sinónimo de ejercitar
operaciones prácticamente sin razonamiento. Finalmente, hemos planteado la idea de que a los
resultados mediocres que los alumnos suelen obtener en este tipo de evaluaciones subyace la
distancia entre ambas concepciones y entre los tipos de problemas y prácticas educativas que de
ellas se derivan de ellas, y que esta distancia puede acortarse modificando las prácticas
instruccionales y el concepto de resolución de problemas subyacente a ellas.
Para concluir este trabajo de revisión creemos conveniente sintetizar las principales
aportaciones de los estudios que hemos revisado a modo de sugerencias para la
reconceptualización del papel de la resolución de problemas realistas. De esta manera, la primera
de las sugerencias que queremos plantear es la conveniencia de establecer como objetivo
mínimo y asequible el de mejorar la calidad de los problemas cuya resolución se propone a los
alumnos. Para ello será necesario el cumplimiento de una serie de premisas:
o Es conveniente plantear los problemas de manera que no fomenten en los alumnos
la creencia de que cualquier problema de matemáticas puede resolverse
simplemente sumando, restando, multiplicando o dividiendo, o combinando esas
operaciones.
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o Sería recomendable eliminar de los libros de texto aquellos problemas que
permitan estrategias superficiales de resolución.
o Es necesario variar los tipos de problemas a los que se enfrentan los alumnos
incluyendo problemas con datos superfluos y problemas a los que les falte algún
dato que tengan que inferir. De esta manera los alumnos aprenderán, por un lado,
que no todos los datos incluidos en el problema son necesarios para su resolución, y
por otro, que en ocasiones es necesario encontrar los datos que no se proporcionan
explícitamente en el enunciado del problema.
o Conviene evitar aquellos problemas en los que las cantidades no se corresponden
con la vida real.
o Sería positivo presentar como legítimas y válidas respuestas a los problemas
diferentes a las respuestas numéricas exactas (estimaciones, aproximaciones....)
o En necesario generar ocasiones para que los niños inventen sus propios problemas
Afortunadamente, estas recomendaciones están siendo incorporadas, al menos en
algún grado, en las nuevas generaciones de libros de texto de muchos países, entre
ellos el nuestro.
En segundo lugar, es necesario modificar no sólo los problemas que aparecen en los libros
de texto, sino también la enseñanza tradicional de las matemáticas y la resolución de problemas.
Esto implica abandonar la creencia de que los problemas son meros ejercicios de práctica de
operaciones aritméticas, para entender que resolver un problema de matemáticas es una
actividad colectiva en la que:
a. el conocimiento sobre el mundo real al que alude el problema no se elimina
sino que se considera necesario en el momento inicial del proceso de
resolución,
b. se establecen unas metas explícitas respecto a la situación (resolver la situación
problemática y no sólo el problema de matemáticas), bien impuestas por el
maestro o bien negociadas, que guían el proceso de resolución
c. el alumno dispone de una amplia variedad de recursos (incluyendo software
informático específico) para resolver los problemas,
d. la interpretación del proceso de resolución implica la comparación de los
procedimientos alternativos, y
e. la expresión del resultado y no se limita a informar al resto de los compañeros y
al profesor (para más detalles ver Verschaffel et al., 2000).
Algunos países ya han comenzado a implementar, al menos en algún grado, esta manera
alternativa de entender los problemas de matemáticas, si bien, tal y como señala Niss (2001),
estas iniciativas aún son escasas y su influencia en la práctica cotidiana muy limitada. Este autor
señala como causa probable de esta escasa incidencia la dificultad que implica para los maestros,
tanto a nivel matemático como pedagógico y personal, este cambio de perspectiva. Por otra
parte, la implementación de esta manera de conceptualizar la resolución de problemas requiere
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de la implicación no sólo de los maestros, sino también de los investigadores educativos, de las
instituciones, los legisladores educativos, y las propias editoriales.
Por último, creemos conveniente realizar tres reflexiones finales. La primera de ellas es
preguntarnos hasta dónde es sensato llevar la necesidad de realizar consideraciones realistas
para la resolución de problemas. Estamos de acuerdo con Gravemeijer (1997) en que en la
actualidad hay, y probablemente habrá siempre, diferencias entre resolver problemas dentro y
fuera de la escuela. Sin embargo, no es menos cierto que sería conveniente acercar la concepción
implícita que profesores y alumnos tienen de la matemática escolar a esa definición que PISA
aporta sobre la competencia matemática. Asimismo, es razonable pensar que mientras no se
produzca una aproximación entre ambas concepciones, seguiremos obteniendo resultados
negativos en sucesivos informes de evaluación como el que hemos descrito en este trabajo.
Una segunda reflexión, relacionada con la anterior, es si la resolución realista de problemas
debería sustituir a la enseñanza más tradicional de resolución de problemas. Nuestra propuesta a
este respecto sería la de la coexistencia de ambos tipos de instrucción, unida a una dieta
instruccional de los alumnos que alterne problemas tradicionales, que permiten crear vínculos
sólidos entre las operaciones matemáticas y modelos de la situación prototípicos y sin
complejidades situacionales sobre las que crear discusiones, con otros problemas que permiten
relacionar situaciones del mundo real con las matemáticas. De esta manera, la realización de
consideraciones realistas, al menos tal y como la hemos expuesto en este trabajo, estaría dirigida
a los problemas realistas, mientras que los problemas más clásicos, como los problemas
aritméticos, en los que los alumnos han de aplicar esquemas matemáticos para comprender y
resolver ciertas categorías de problemas, requerirían de una enseñanza que se ajusta mejor a la
tradicional.
La tercera reflexión es si aprender a resolver problemas de manera realista es realmente
útil para los alumnos en su vida cotidiana. Durante los últimos años varios autores (p.e.:
Mukhopadhay y Greer, 2001) se han mostrado partidarios de que todos los alumnos desarrollen
esta capacidad porque les beneficia tanto a ellos como individuos, convitiéndoles en “pensadores
críticos que puedan utilizar las matemáticas como una herramienta para analizar los asuntos
sociales y políticos, y que este uso pueda reflejarse, incluyendo sus limitaciones” (Mukhopadhay y
Greer, 2001), como a la sociedad en general. Esto es, la mejor manera de evitar que las
matemáticas y la vida escolar sean dos cosas inconexas en la vida de los alumnos es que las
entiendan como una herramienta eficaz para el análisis de cuestiones personales y de la
sociedad, para lo cual han de aprender a ser sensibles a los contextos a los que se refieren los
problemas y a la diversidad de perspectivas desde los que se pueden abordar. Las evidencias de
los trabajos revisados nos hacen pensar que comenzar a aplicar la perspectiva del modelado en la
educación matemática para todos los alumnos desde una edad muy temprana no sólo es
importante, sino además factible.
NOTAS:
1 El problema es el siguiente: “En un barco viajaban 26 carneros y 10 cabras. ¿Cuál es la
edad del capitán?” Los resultados indicaron que 78 de los 97 alumnos de 7 y 8 años a los que se
pidió que resolvieran el problema respondieron “36”
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