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Iconografía Biográficadf
Q u i P ú z c o ñ
Qalcrfa de Retratos
de
Q u i p u z c o ü n o s d i s t i n g ü i d o s
cdecdona^o^ dibujado* a filunu y ex{>ue9Íos con utui r^iC tdn
comp«nd}a<U de lú» hechos m is culminantes
d« CAda flgumpor
Francisco L ( ^ z - ñ l é n
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ic o n o g r a f ìa b i o g r à f i c a
DE
G u ip ú z c o a
G a l e p Ia d e R e t r a t o s
D E
GÜTPUZCOANOS D IST IN G U ID O S
COLBCCIONADOS, DIBUJADOS A PLUVA Y EXPUESTOS CON
UNA RELACIÓN COSTBNDJAÜA D E LOS HECHOS MAS
CÜLMINANTláS DE CADA FIOUBA
POR
F R A K O S C O LOPEZ-ALÍN .
S A N SEBASTIAN
IMPRENTA PE J . I5AU0JA fc HIJO
i r í PIt» k CMititacM), 1 7 9,1899
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|f.K(,’y-'.';,SK'n V-‘
P l i E L I M l N A R
Esta muy uoble y Jiiiiy lual provincia de
fiuipiízcoí}, cima tantos hijos ilustres,
que con k« h talentos, valor y virtudes al
canzaron ruuombre en las diférentes inani-
í’i'btaciones d<? la actividad y dcl saber hu
mano, y cuyos hechos y obras en nada han
de verse entibiadas por las evoluciones de
las generaciones venideras ni por el trans
curso de los tiempos; hizo á mi alma de gui-
puRcoano concebir la idea, ya desdo la in
fancia presentida, de dar á la estampa, im*
pulsado por el amor de la patria, esta icono
grafía biográfica, recopilando en ella cuan
tos retratos pudiera hallar conforme á la
índole de tal traba.¡o, y que hasta el d ía es
tuvieron desparramados en uno y otro lu
gar, m\icbÍHÍmos de ellos ignorados, y OX'
puestos Seguramente á la desaparición. Hoy
me veo gustoso por haber consegnido ron
dír c8fc modesto pero sin coro trilnito ele ve
neración ii loH qno tan alto supieron elcv^ir
el nombre de esta hidalga provincia bas
conj^ada.
Además, silbido cy de todos, el dos astro
so tin qnc tuvieron mnchísimos docnmentoB
de inapreciíible valor y los pocos cuadros
qne esta provincia poseyó, ya á cons(;cuen
cía de las e^uerras, ya por otras cnnaas, no
Imbieudo en el d ía noticias de que existieron
tales documentoR más que por lo que dejó escrito tal 6 ennl a\itor.
Asi es que es de esperar que á mi labor
le quepa algún aprecio, ai menos si se con
sidera que á lo qne acabo de reunir en estas
páginas pudiera haberle llegado análoga
suerte y ser víctima de lastimosa do sapa rición.
A propósito de Jo que dejo transcripto,
trjisliidar^ aquí un pasaje rignrosnmente
exacto y de gran oportunidad, refirionrlo lo
que á un escritor guipuzeoano le Mcaeció en
uno de nuestros pueblos, y que viene á con
firmar lo que dejo expresado: «el año l 8H(i
— dice—VI con frecuencia en la casa eonsls-
torial de cierta vecindad de (ín ipu/coa, el
busto de un obispo eaculpido eu madeva.
Pocos años hace que tuve ocasión de llegar
al mismo punto. Me picó la curiosidad de
ver aquella escultura, único de notable que
contenía aquél lugar, é ignorado por la pro-
T.V' » •
PRBLIMIKAR VTT
vmcia. biisto q o parecía e n l a s a la n i e n
ninguna otra dependencia, no se daba con
la tal etícnltura. Preguntado uno de l a casa
donde se hallaba lo que se trataba de ver,
contestó: El. h iibt o det , o iu s i'o jírt á en
QVART'ILLA 1-N J'NIOX DK l.\ LE.^A. jC u á n tO S 86-
ráu lo s casos de este género más ó ménos
parecidos! >..................................................... .
Claro es que esta labor que hoy 's eo im*
presa, no es completa; de algunas figuras
gnip uzeo anas que en estas páginas debían
ocupar merecidamente lugar, me he priva
do con sentimiento, por la eircunutancia de
no haber dado los resultados que eran do
desear las diversas investígaeioiies que con
esc objeto practiqué repetidas veces.
Nuestros antepasados KO s e d k j a j u n re
tratar con la facilidad con que se hace cii el
día, tío por carecer de los útiles rápidos que
poseemos para el caso, sino porque cierta es
crupulosidad predominante én aquélla épo
ca, se hallaba en pugna con la reproducción
áoÁ ¡V físico.
He conocido en nuestros tiempos ancia*
nos que no se hubieran detenido un segun
do ante una eámara obscura sin otro fm que
el ser retratacios.
Nada tiene que ver lo que dejo dicho con
los maravillosos retratos que nos legaron las
antiguas escuelas pictóricas.
Lo lamentab)e en que, sea povqno no Iik*-
ron retratados loa personajes que he inten
tado hallar, <5 porque si lo fueron, mis os*
fuerzos resultaron infructuosos ó iiupotontea
para conseíjuir el objeto que perseguía, no
pnoden tigurar en esta coíecoión loa IztuetA
— M daznbal— Dieg’o de Butróii—Eohcvcrri
— Lardiz a b al—Tp e ñ a rri eta - - A Iza a— La zc a-
no— Aganduru—T’ rbieta-*Odriozola— Ariz- niendi—M intogui—Zaaznabar - Oyauguron
—TTnanuo—Alzolaraz- Le izaur—López de
Arriaran—iCehaíde— Ynrreamcndi—Urbis*
tondo — Mendthuru • - C n m d — Sandoval^-
Amezqucta—López de » re z u iia - Araiizi
b ia—etc., etc., los cuales con tauto espíen
dor fulguran en la Historia de la provincia
de Guip\'izcoa en donde vierou la luz de la vida.
Ahora bien; he procurado q iie d texto
que aeompaña á los retratos de e^ra colee
eión no resulte fatigoso al lector, pam lo
eual he relatado escuetamente los hechos
más cuhainantes del biograliado.
Para la presentación de los mismos no
he seguido orden ninguno de épocas, pues
su objeto principal queda expuesto; los he
combinado de manera que vengan á enla
zarse los antiguos y modernos.
YA intonso amor que sienío por mi ama*
da GuipiizcoH, bendita tierra cu dmule na
cieron mis padres y mis hijos y en cuya leu-
*P K H L I M I N A K I X ^
•4jTua b a U )a c i la s p r im e ra is f r a s e s , y re c é y
a ra é , m e h u l le v a d o s ie m p r e á a d m i r a r c o iì
p la c e r y v e n e r a c ió n t o d o a q u e l lo q u e t ie n d a
á a u m e n t a r t im b r e s d e g l o r i a á e s te n u e s t r o
s o la r e u s k a ld u n a .
Ì H I É
ANTO.MO DB GASTANETAe
IT U U lilZ A B A L A G A
Escritores autorizados tributan á Gasta*
fVetrt grandes cloífios y consignan á ia vez,
que su sistema de construcción de navios
fué el que sc' siguió en España basta que
fueron reempla‘/ado8 por los buques de
vapor.
Nació en Motrioo, empezó á navegar
cuando ajjenas contaba doce años llegando
á ser piloto mayor de la Real Escuadra
en 1691.
Por esta fecba publicó una obra con el
título de Noete i >k l a N a v e g a c ió n .
Mas tarde dió también á la publicidad
sus i ’KOroRcioNfis y b é g l a s ? a u a l a c o x s t b u c »
CTÓs nK Jvüft n A j K L t r a t a d o quo al can/ó
gran reputación siendo muy estimado has
ta los últimos tiempos de la marina'de vela.
üastañcta »ha sido el primero de nucS'
tros compatriotas que escribió un método fá
cil de navegar. >
Fuá UDO de los fioinbres detnnr que más
uxplofíiciünes llevaron á cubo en Io8 mares
dol Octano A tlántico, en el Mediterráneo y en los de las Indius.
Hítbía ascendido ya á teniente genera?
de marina antes de 1718, año en el que man*
daba la escuadra española que en las agnas
de Siracusa fué derrotada por La inglesa.
No por este revés decayó el buen concep
to de Gastañeta aute la opinión pública ni
ante el rey Felipe V , pues continuó man
dando varias ilotas, una de las cuales salvó
con grandes caudales á pesar del gran nú
mero de enemigos que la esperaron hacia eí
cabo de Santa Maria, mereciendo que en re
compensa de este bccho le coi^ediera el rey
\m sobresueldo anual de 2.500 ducados
(año 1727.)
E l nombre de Gastañeta va unido al com* bate de Sicilia.
Cuando se repuso do las heridas recibi
das en el mismo, regresó á España y fué des
tinado á otros mandos y coinisioiieB.
Nació Gastaneta en Agosto de y
murió en Madrid, de accidente apoplético á
los setenta y dos aÜos de edad, y se le ente
rró eu la iglesia inmediata de las monjas de
la Concepción Jerónima,
VALENTIN DE OLA NO
Ee una de Ina más salientes íignras, qu i
zá la primera, que Guipúzcoa ha producido
'íi el siglo X IX .Eh imposible dar una idea en el reducido
espacio de una» li)ni1 adaa páginas, del gran
servicio prestado por O lano al país cuakal-
duiui.Tnflignc defensor ih; nuestros tueros ve
nerandos, oon un discurso, con un sólo dis
curso en don Je puso toda su alma, consiguió
11 triunfo en la votación du la famosa ley d<
rrconocimieuto de IfxS libertados ouskarjis,
L»n el Congreso do los Diputados eu 183 ).
Aquel elocuentísimo discurso que Olano
pronunció en las Cortos, causó honda uní o
cióti vu toda España; al día siguiente loA
periódicos que entonces se publioabau eu
Madrid, Ei, Couj¿k< Nacio.sal, Ki.Coukespon-
SAT., E l PiLfíTO y otros, levantaron unáni-
nies UüH voz de alabanza.
A l pooo tiempo, uno de los hombres tjue
Jiiás ha enaltecido el nombre de España en
el i i u i í k I o , el gran Donoso Corté«, oscribía
e I» Parí s 11 n -s o b erbi o f rahaj o . cst a I jle c i en d o
un paralelo onfre O ‘( ’om'll, ol ífran trilmno
irlandés y Olano. «Vean nHtedeR—dícc Do
noso Corita - (los únicon hombres, que en
toda la prolongación do los siglos hanpodi-<lo llamarse ruEBLn.....
Tratábase nn día en ol Congreso de la
ley hocha en Cortes para el afmnj^ainieiito
de los fueros bas con gados, cuando do rcpcn-
fe 80 levantó ríe su asionto ti ti señor d iputa
do, que hasta ontoiices había guardado si
lencio profundo. Los Iniscongados dieron
noticia do su patria á los que por curiosidful
los preguntaron: el presidente dijo al C<in-
greso su junnbro. Lus primeras palabras,
oaidas tímid«mente do los labios del desco
nocido orador, fueron á perderse en aque
llas angostas bóvedas y á estrellarse en la
iiidiforoiicia univiírsal. E l orador eoutiuua-
ba, sin embargo, como si hablara oii alta
voz consigo mismo; y hablaba consigo mis
mo, como quion está poseído de, una d iv in i
dad, y aquejado de turbulentas emociones.
Algunos períodos enfáticamente quebrados,
algunas expresiones pronuncK»das en son
de tlernísima qneja, algunos aocntos llenos,
sonoros, robustos, oomcti^aron á cautivar
poco á poco la atención do los especiado
res, que á su vez comenzaron á «ospeohar
que el orador estaba poscido de una pasión
clocncnto, 6 cn posesión ciò los secretos
mas recónditos del arte. Puestas así en re
lación y cn urmonía el alma del orador y
las almas de los oyentes, los oyentes, sin sa
ber cómo, perdieron su indiferencia, y cuan
do quisieron mirar por sí, se cnooutruron
hasta sin libre tühedrío. Entre tanto, el ora
dor había tdo creciendo, creciendo, también
sin saberse como, hasta tal puuto, que no
parecía sino qne lu asamblea estaba enei,
más bien que él en la asamblea. Al compás
de los latidos de su corazón, latían todos los
coray.oncs..... En vano la oposición brama
ba de cólera para sacudir el yngo del
netizador imperioso. Sordo ci magnetizador
á sus bramidos y á sus plcífarias, tenía on su
mano de fierro su corazón palpitanro...»
Hombre recto y de vastísiu)0 saber, cum
plió Ola no con severo criterio sus deberes de
padre y de ciudadano.Los suyos le adoraban, sus adversarios le
consideraban y le trataban con profundo
respeto.En ocasióu en qnc después de desempe
ñados algunos asuntos referentes á la Pro
vi nei n, regresaba desde Tolosa á su casa,
sintióse acometido de rei>cntina cníermc-
dad, y sin poder continuar m camino, tuvo
que acomodarse en el caserío O latza, Jnris
dicción de A lbistur en donde falleció el 27
de Jun io de 1851.
Roujiídwb poco tiempo l i o s p n é ^ I j i h J u n «
t{is Generales, u cui daron «dqiiirir la propie
dad dcl enseno, y colocar on su frente una
inscripcióii conmemorativa de tan triste «u-
ceHü, lo cual se veriliort con aolemíiidad, y
en la puerta dcl aposento en que dejó de
existir el eminente orador, sepnso otra pla
ca también con inscripción.
v u y
-
... ........ .
DOMENJON
GONZALEZ DE ANDIA
He aquí el nombre dcl personaje que más
(lesciiella entre los que han intervenido en
la dirección delrégimeu autonómico de G u i
púzcoa .Son de ello testimonio los 7«^« de la mis
ma y las altas consideraciones y distiuoio'
nes que mcreció j^or parte de diferentes mo
narcas.Tolosa ha teuido muchos hijos ilustres, y
uno de ellos íué Domcnjón González de An-
díA, casado con D.* Catalina de Tapia, va-
saEo del Key y íSeñor de la Torre de su se-
inundo apellido.
D . Juan I I le hizo merced dcl oficio de
la alcaldía, de sacas y cosas vedadas de la
provincia, á cuyo favor renunció en 1475.
D. Enrique IV le dió igual privilegio,
con la escribanía fiel de las Juntas de G u i
púzcoa, do ocho m il maravedís de lanzas
marcantes de por mar y tierra y de otros
diez maravedís de peso perpètuo de heredad,
eargo que ejerció hasta su muerte.
J a.
Fué coronel de las fuerzas de Guipúzcoa
cuando el año 1471 entró cn Francia á auxi
liar á Eduardo IV rey de Inglaterra en la
^ e r r a que tenía con Luis X I.
Por estos buenos servicios fué condeco
rado por aquél con la inai figlia de ia orden de
la Jarretiera por sí y por el h ijo mayor de
su dcscendcncia, perpètuamente, mediante
diploma expedido al efecto, cuyo contexto
literal es como sigue: «Eduardo po r la gra
cia de Dios rey de Inglaterra y de Francia y
señor de Irlanda, é todos los que las presen*
tes vieren salud y perfecta dilección. Como
entre las obras de los príncipes no es la me*
ñor considerar los méritos y virtuosas dis
posiciones de loa gallardos y valerosos hom*
bres, para premiarlos con el galardón de su
virtud, hacemos saber: que poniendo nues
tros ojos en la nobleza, valor y prudencia de
nuestro m uy caro y amado Dornenjón de
Andía, natural de España, de donde nos ha
sido muchas veces encomendado, le hornos
enviado y dado la librea de nuestro collar
para que él y sus sucesores, que se entien*
den el h ijo mayor legítimo de su descenden
cia, puedan en adelante y perpètuamente,
llevarlo en la misma forma que los caballe*
ros de nuestra casa la llevan. E n testimo
nio de lo cual hemos puesto aquí nuestro
privado sello. Dado en nuestro caRtillo de
W indsor á 20 de Agosto del año de Nuestro
w
ANDI&
Señor 1471 7 de nuestro rciüado el IX .-
í CdijAkdo.»Andía fué el que principalmeate intervi
no eu el apaciguamiento de los bandos de
Oñaciaos y Gamboinos en 1476.
E l año 1481, tstuvo por comisión d é la
provincia en Barcelona, con el objeto de
obtener la licencia del Rey para celebrar
con Inglaterra el tratado de paa y comercio
que ae verificó en Lóndres el siguiente año.
Es te personaje tan distmguido como
apreciado murió, al parecer, el año de 1489
con general sentimiento, y para que se ten
ga una idea del concepto que merecía, vcá-
se á continuación el canto popular con que
fué celebrado este ilustre tolosano:
SAOAB EPKR CtKXATKA,
UKURITAN EllK hZl'ATEA,
DOMENJON AKDIA
CrPUZKOAKO EBRECÍA.
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JOAQUÍN MARJA DE FERREK
Este distinguido gaipuzconuo nació eu
Pasajes de Sau Pedro, el 8 de Diciembre
de 1777.Después de recibir una educación esme*
rada y eursar diversos estudios, se dedicó
desde edad temprana á la carreta comercial,
aííociándüso á su hermano Ju a n Bautista,
jefe de una importante casa de Banca eata-
blceida en Buenos Aires.
Con motivo de ias ocupaciones de su pro
fesión, permaneció durante algún tiempo en
Inglaterra, comenzando en aquella época d
prestar señalados é importantes servicios li
su patria; fueron estos las facilidades que
por medio de sus relaciones consiguió para
ayudar al buen éxito de la gestión de los co
misionados de la ju n ta de Asturias que en
Londres trataba de buscar medios para ha
cer frente á la invasión napoleónica.
Ferreren 1808 hizo el viaje de Inglaterra
4 España en una fragata de su propiedad,
llevando noticia« de suma importancia, cual
eran la paz que Inglaterra ofrecía al gobicr*
liO legítimo de España. De Cádiz fué á Se
villa, en donde trató con la juu ta central
asuntos de la mayor trñscoíidencia, prestan
do á dicha entidad gubernamental cuantio
sos auxilios pecuniarios*
Desde Sevilla pasó al Perú, habiéndose
establecido en L im a ciudad que habitó du
rante muchos años, dando allí pruebas de
su preclaro patriotismo, prestando á la causa
de la integridad de la patria servicios impor*
tantes, contándose entre otros el haber sido
secretario de la junta de autoridades, así
como el haber equipado á su costa una com*
pañía de milicias, sufragando todos los gas*
tos. Por estos méritos se le concedió el gra
do de capitán de voluntarios, recompensa
que fué muy bien recibida.
Vuelto Ferrer á su patria, Guipúzcoa y
Vizcaya le nombraron diputado en Cortes,
prestando en el desempeño de dicha comi
sión importantes beneficios á su país natal,
como Ì0 prueba el honroso y singular acuer
do tomado por la jun ta general reunida en
Zarauz en 1B19, cn la cual se acordó que «eu
vista de los distinguidos servicios que el se
ñor D . Joaqu ín María de Ferrer, diputado
en corte de esta provincia, dispensa diaria
mente á sus pueblos y naturales con un ar
diente patriotismo, que le hace acreedor, no
sólo á que Guipúzcoa le cuente entre sus hi-
jü8 más amantes, sino tauibién á qnc le hagi
una demostración singular é inusitada en el
país para manifestar de esta manera al alto
erado á que llega el debido reconocimiento
de esta provincia hacia aquel caballero cu
yos filiales sentimientos é ilustrado celo se
hallan consagrados á la defensa de los jus
tos y respetables fueros de este solar.
Penetrado, pues, el Congreso general de
estoB impulsos y mov-ido de los nobles de*
seos de que se trasmitan hasta la posteridad
unos servicios tan gratos, decretó por acia*
njacióu que se saque un retrato del citado
Joaquín María de Ferrer con una inscrip
ción vascongada alegórica á sus sobresalien
tes ínérit6st que la ejecución de esta obra
Re encomiende al artista más acreditado de
la corte y que se coloque después en la se
cretaría de esta provincia para eterna memo
ria de sus hijos que á porfía le adornan cua
lidades tan apreciables, aumentándose su
mérito de rasgos de generosidad que ligan
al país á un perpétuo reconocimiento.»
Diversas f ueroa las comisiones importan
tes que en Madrid desempeñó Ferrer en d i
cha época, contándose entre otras ia de per
tenecer á la jun ta administrativa del Banco
de San Carlos, Compailía de Filip inas, así
como la gestión del empréstito del año 1820,
el cual merced á su crédito personal obtuvo
una realización ventajosa.
rBRBn
Con el nombramiento do. diputado á Cor
tes por esta provincia en 1822 cesó oiì estoB
asuntos Ferrer; pero dada su actividad pro
digiosa y 8u iniciativa singular, desempeñó
el cargo de legislador con señaladas mues
tras de iufatigable aplicación, preseutaudo
multitud de beuetìciosos proyectos y for
mando parte de varias comisiones.
Trasladada aquella Cámara primero á
Sevilla y luego á Cádiz > Ferrer asistió has
ta los últimos mometitos á las sesiones de
tan accidentada asamblea, habiendo sido
uno de los diputados perseguidos y conde
nados'á muerte por el gobierna de Fernan
do V II.
Ferrer, después de pasar ninchas vicisi
tudes, pudo evadirse de Cádiz refugiándose
en G ibraltar, yendo de allí á París donde
ü jó su residencia, siendo durante su estan
cia on aquella capital el apoyo de sus com
pañeros de infortim io, á muchos de los cua
les socorrió con larg\icza en tan penosa emi
gración.
Ferrer publicó en París la historia de La
M o n ja eu castellano, francés y ale
mán, E l D ia b l o O o ju k l o y C é s a u N o n a t o ,
obras escritas por él, editando además E l
Q u ijo t e d f . l a M a n c h a en m iniatura; E s p í r i
t u DE C f.h v a n t e s , obras del mismo autor, R i
m a s DE Bt'KGUILLOS, D i AS A ENAMORADA, N A PO
LEON ANTE SUS CüSTEMPORÁKEOS. G iL B l a S DE
éASTiLT.AKA, E l L a 2a iu l i ,c. d f T o e m i« , F u i »
B O S ! ) E C A T A w m A y o t r a s .
A F^vrot se le concedió una amnistia en
18 2 8 , pero iio qttiso hacer ubo de ella por no
ser estenaiva a sus compañeros de cmigrn-
oiói'. Esta inusitada gracia tuvo por origen
servicios prestados á su país desde Francia,
tos cuales consistían en facilitar á un couii-
sionado español medios para lograr utia eii.-
presa de gran importancia para su Patria .Cuando María Cristina concedió la am
nistía general, regresó Ferrer á España,
Formó parte de las Cortes Constituyen
tes en 1836, representando igualmente á
Ouipúzcoa, sien<lo presidente de aquella
Cáiiiajs cuando el levantamiento dcl sitio
de Bilbao; interpretando el sentimiento de
ella, felicitó eu su nombre elocuentemente
al ejército libertador.Ferrer fué uno de los autores de la Cons
titución de 1837. Individuo d é la comisión
de dicho Código, trabajó con gran ahinco
para su realización, sosteniendo en la Cá-
mara el peso de las disciiBiones.En 1840 fué olegrido alcalde presideute
del ayuntíimiento de Madrid, cargo que
desempeñó eoii la actividad que tunto le
caracterizaba, liabieudo dejado hoiiroBOsre'
cuerdos de su paso por la alcaldía, temen do
lugar durante su adinluístración la inaugu
ración del nionun^ento i los héroes del Dos
O L A
(io Mayo; así luismo aconteció durante sa
presidencia, el a jam ien to popular de Sep
tiembre de aquel año, ocupando Ferrer el
puesto preeminente en la jun ta de Madrid,
la cual gobernó hasta la llegada del general
Espartero á la corte. Dicho general le nom
bró ministro de Estado, yendo con él á Va-
Icucia, donde la regento María Cristina de
BorbÓD renunció b u cargo.
E l ministerio de que Ferrer formó parte,
tuvo el carácter de regencia hasta que el
duque de la Victoria fué elegido pura este
puesto el siguiente año.
Durante el desempeño de la primera Se
cretaría de Estado, Ferrer llevó con gran
tino importante« negociaciones diplomati*
cas, entre otras la de la navegación del Due
ro, terminada entonces merced á su habili
dad y entereza.
Eu el espacio que medió entre la elec
ción de Regente y su primer ministerio,
Ferrer ocupó la presidencia del G-obierno.
Elegido Senador por Xavarra, el año
i 841, tuvo gran participación en la ley do
relaciones de aquella provincia.
En 1845 fué nombrado Senador vita
licio, siguiendo siempre afiliado al partido
liberal, del que fué consecuente represen
tante.
Retirado los últimos años de su vida de
la política, se dedicó sin embargo con em-
X)
pefio á los aavmtos de su país, poniendo gran
afán eu la lim pia del puerto (lo Pasajes.En los baiiosde Santa Agueda murió este
ilustre Kuipiizcoano. á los S4 artos de edad;
su cadáver fué trasladado á Paaaies y ropo •
ga en la capilla que existe á iin lado de la
iglesia parroquial.
-------------------^I - I
d e U U 1 )A N BT A
Este ilustre guipuzcoauo, que tantas em
presas llevó á cabo, ya como m ilitar, ya
como marino y cosm ó parafo y como fraile
Agustino después, nació eu ViUafraoca el
año 1498. *En 9u juventud sirWó como soldado en
Italia y Alemania; pero, llamándole su in
clinación á las ciencias matemáticas, dejó la
indicia terrestre para dedicarse á la navC'
gaciój).Preparábase eu la Oorufla de orden del
emperador Carlos V . el año 152.5, un» arma
da al mando de D , García Yofre de Loaisa,
la cual debía dirig^irse á las islas Molncas,
para continuar en la contratación del clavo
de especia, después de haberse malogrado
la que en 15iy salió bajo la dirección de M a
gallanes.Urdaneta se embarcó en aquella expedi
ción, que tambif^n fué muy desgraciada.
Antes de salvar el Estrocho se perdió una
de las naves, y dispersas las otras por causa
de impetuosa borrasca, sufrieron grandes
trabajos.
Loaisa murió al pasar la línea equinocial:
su segundo el insigne circunavegante c e t a *
KíARRA Juan Sebastián del Cano tuvo igual
fin á lo s cinco días eu brazos de su paisano
Urdan eta; 7 sólo la nave que hacía de capi
tana al mando de otro guipuzcoauo, Martín
López de Carquísauo, pudo llegar á las Mo-
lucas.
Los ciento veinte expedicionarios que
arribaron á estas islas, tuvieron con los por
tugueses varias contiendas y choques, y hu
bieran sido víctimas de su saña sin la pro
tección del rey iudígeua de Tidore.
Sin embargo, al abrigo de un fortín que
a l objeto se levantó, se sostuvieron contra
ellos con tnuchas penalidades hasta el año
de 1629, siendo bub caudillos principales,
Hernando de la Torre y nuestro guipuzcoa
uo Urdaneta, cuyo valor causaba admira
ción.
E l mismo año cedió Carlos V . al rey de
Portugal el dominio sobre las Molucas, por
lo que Urdaneta volvió á Europa en uua
nave de la Ind ia oriental, arribando á L is
boa después de una travesía completamente
azarosa.
Pasó á la corte de España con el objeto
<le conmuicar al emperador el descubrimien
to de la vuelta de las Molucaa, tierras dcl
Poniente y Nueva-Guinea; pero ocupado
Carlos V. con la guerra de Túnez, no fué
oído con la importancia que se merecía el
navegante guipuzeoano.
Cansado [Jrdaneta de esperar á las reso*
lucioues del Consejo real, partió para Mé*
si co.
Acogido con grandes muestras de simpa
tía por el virey do aquel territorio D . Anto
nio de Mendoza, que conocía las grandes
disposiciones y práctica de los mares de que
estaba poseido Urdaneta, quiso darle el
mando de la expedición que en 1542 se pre
paraba con rumbo al descubrimiento de las
citadas islas del Poniente, pero el navegante
guipuzeoano no aceptó el ofrecimíeuto.
Urdaneta, en quien jam ás se en tib ió la
fé tan arraigada que sentía por la religión
del Mártir del Golgota, tomó en 1552, á los
cincuenta y cuatro aí\os de edad, el hábito
de religioso de San Agustín en México; y
atento siempre al engrandecimiento y g lo
rias de España, participó á Felipe 11 sus es*
tudios acerca de la conquista y colonización
de las islas llamadas después F i l i p in a s .
Algunos años más tarde este monarca
mandó preparar al virey D . Luis de Velasco
la expedición con aquel destino, pero con
especial prevención de que fuese dirigida
por el háb il cosmógrafo Padre Urdaneta.
Se arreglaron todoB los pormenores de
la armada, cuyo mando se confirió, k pro*
puesta de Urda a ota, á D . ilig ue l López de
Legazpi, su paisano y amigo.
La expedición zarpó del puerto de la Na*
tiv idad eJ 21 de Noviembre de 1564, en la
cual ee embarcó el fraile cosmógrafo en ca
lidad de.jefe de la misión y director de pilo*
tos, llevando á sus órdenes cinco religiosos.
Llegó esta armada á las islas Filipinas
en 1565, y allí es donde trabajó con cons
tancia y celo infatigables con sus dignos
compaileros de exploracjón, en la grande
obra á que iiabíau sido destinados.
Urdaneta, después que dejó conveniente*
mente situado á Legazpi en las islas, tornó
á México en la Nao Capitana, con objeto de
descubrir un nuevo rumbo para aquella tra
vesía.
Muchos de los tripulantes murieron en
eatu navegación: Urdaneta á pesar de sus
años y de sus mncbas fatigas y contratiem
pos arribó con vida al puerto de Acapuleo.
Llegado á México, hizo á la real audien*
cia relación de aquellos territorios, de aquel
vasto archipiélago; y restablecido algún
tanto embarcóse de nuevo hacia España, á
fin de poner en conocimiento de Felipe I I
todo lo obrado, y promover la colonización
de aquellas islas.Satisfecho Urdaneta con la pobreza de
su hábito agustino, no adm itió premio aigu*
no; y obtenidos los deseados despachos dió-
.se Á Ih< vela con .rumbo A México, á activar
todo lo relativo á la nueva conquista, para
poder descansar sus últimos días ea la santa
paz de una celda.Su salud estaba tan quebrantada á con
secuencia de tantos peligrosos viajes y do
los constantes estudios, que aquella robusta
naturaleza logró, hasta eutoncea, vencer y
dominar; el insigne tiraile euskalduna que
tantas vcces capeó los huracanes en todos
los océanos con la ciencia de su cerebro y
con la f‘é de su corazón, sucumbió al fin, en
tregando su alma al Creador el d ía 3 de Ju-
Uo de 15H8, á los setenta años de edad.
Este ilustre h ijo d<v Villatrauca, prestó
muy señalados servicios á España bajo di*
terentes <ionceptoa: como m ilitar dió gran
des pruebas de táctica y valor; como ma
rino fué uno de los hombres más inteligen
tes de su tiempo; como misionero apostóli
co uno de los qnc con más celo y buen éxi
to alcanzaron difundir la religión cristiana
en el archipiélago tihpiuo.
A TTrdaneta se debe en gran parte á una
con Legazpi, la posesión de aquel inmenso
territorio.
A Urdaneta debe la gente de mar el
conocimiento del viento que l l a m a n u'u-
IJACAN.
A Urdaneta se debe el descubrimiento de
una uueva ruta para comunicar la América
COD to s mares d e la China.
E l P. G rija lba eu su hiatoria de México,
hace de nuestro personaje la siguiente sem
blanza: <era e lP . Urdaneta persona tau ca
bal para el efecto, que ni para la navega
ción, n i para la guerra, n i para la predica»
cióu y fundación de aquellas iglesias, no se
pudiera hallar n i desear otro que igualase.»
K A P A E L DE KCHAGT E
(COXnE PEL SEBlULLu)
E l arrojado y valí cute general D . Uafaeí
de Kchagüe y iierm inghatn, nació en San
Sebastián el 1(> de Febrero de 1815.
Apena a hab i a cn tn plido la e d a d de d iecio *
oho aftos cuaudü ingresó como subteniente
en el tan celebrado cuerpo de Chapelgorris,
recibiendo el baucismo de sangre en las pri
meras acciones de la primera guerra civil.
En 1834 eoneumó á los ataques de Go*
rriti y Oñate, siendo herido en la pierna de*
recha, y sucesivamente tomó parte en los he
chos de armas de Ormaíztegui, Villarreal,
Arlabán, reconocimiento del Castillo de
Guevara, Villarreal de A lava y otros.
Más tarde asistió al levantamiento del
segundo sitio de Bilbao y cooperó á las ope*
raciones del tercer sitio de la misma invicta
villa, concurriendo también á las acciones
de Oyarzuu y al asalto y toma de la ciudad de Fuentcrrabía.
Eo Ju lio de 1837 obtuvo el grado de ca
p itán , por eu bizarro y leal fiomportainieato
con motivo de Ja sedición m ilitar de Ilerua-
ni; y en los aJioe sucesivos asistió á las ope
raciones sobre el río Oria, al reconocimiento
y toma de Vera, á la sorpresa de Oyarzun,
a l sitio de Ramales y Ghiardamino, y á la
toma del castillo de Segura, de la plaza de
Caetellote y de la fortaleza de Berga, lütima
eu que ondeó la bandera carlista eu 1840.
Echagüe cayó seis veces herido eu el
campo deJ honor, y sus importantes servi
cios fueron recompensados cou la cruz de
San Fem ando y los empleos roilitares hasta
el de mayor de batallón; ascendió á coronel
y brigadier, después de haber contribuido
á sofocar la rebelión de Galicia en la acción
do Cacheira y toma de Santiago en 1846, to
mando parte en la sorpresa de la menciona*
(ia fortaleza de Berga; obtuvo la faja de M a
riscal de campo después del kvantam ieuto
m ilitar en el Campo de Guardias y de la ac
ción de Vicálvaro, siendo nombrado luego
capitán general de Valencia.
Por R . O. de 12 de No viembre de 1859 con-
firióaele el mando del primer cuerpo do ejér
cito expedicionario de Africa, y rotas las
hostilidades eu 19 del mismo mes, el general
Echagüe ee apoderó de las alturas del Se
rrallo y euarboló y sostuvo en ellas el pabe
llón espaüol, rechazando furioso ataque do
los marroquíes y sosteniendo encarnizada
lucha en el reducto de Isabel I I .
»;No sé como Echagüe—dice D . Pedro
Antonio de Alarcón, en su famoso d ia k io d e
UN Tt^T lGO UE LA «1UKKKA DE AFRICA— DO CayÓ
en poder de los moros! ¡No se sabe como no
lo mataron! L a descarga de que resultaron
herido él y muerto su caballo, se la hicieron
á queníarropa. Los moros estaban encima;
sus alaridos feroces atronaban los oídos. La
herida del general fué en el índice de la ma
no derecha, y se le cayó la espada; uno de
los ayudantes la cogió y se la entregó en
frente de los enemigos. A cuatro pasos de
distancia hallábanse estos, entretenidos eu
cortar la cincha del caballo para recoger la
hermosa silla de que se había desmontado
Echagüe, cuando llegaron refuerzos y se re
chazó á aquellas ñeras.*
Ascendido á teniente general, permane
ció en el campamento del Serrallo hasta la
batalla de Tetuan; concurrió luego á los
combates de Samsa y Vad-Ras, y volvió á
encargarse, terminada la guerra, de la capi
tanía general de Valencia.
Mas tarde ejerció el mando superior en
Puerto-Rico y Filip inas, prestando grandes
servicios en M anila en los aflictivos días que
siguieron al violentísimo terremoto que des
truyó casi toda la población.
Regresó á la península en Mayo de 1865,
pr.ra encardarse de la capitanía p^ciicral de
Cataluña, y cn el año siguiente fué nombra
do director general fie Ingenieros, cargo que
desempeñó hnsUi 1872.
Este último nüo perteneció al ejército del
Norte, y asistió al frente de su división á los
combates de Otañez, Las Muñecas y Gal da
mes, hasta el levantamiento del sitio de B il
bao, concurriendo luego á la acción de Mon
te-Muro, donde, por muerte del valeroso
Marqués del Duero, ejerció el mando eu jefe
y d irigió hábilmeute la retirada.
En 1875 fué director de Artillería, y en
el año siguiente asistió con el rey D . A l
fonso X I I á las últimas operaciones de la
guerra y al restablecimiento de la anhela- da paz.
Por real decreto de 21 de Marzo de 287],
recibió merced dei título de Castilla de Conde
del Serrallo, con grandeza de primera clase.
En 1880 fué nombrado comandante del
Real cuerpo de Alabarderos.
Poseía grandes cruces de San Hermene
gildo, Carlos I I I , y otras extranjeras, así
como la laureada de San Fernando, y las
medallas de Africa, Alfonso X I I y sitio de
Bilbao; Labia sido diputado á cortes en va
rias legislaturas por Hnelva y Còrd o va, v
senador por PuertO'Kico y Quìpilzeoa-
Falleció en Madrid el 23 de Noviembre
de 1887.
lU-
BCn.SOCB b\
Jjimàs se entibió cl amor que sentía por
gli pàtria euskaMuna, apesar de haber estado
alísente tantos años de su país natal. Echa-
gíle dejó de existir pronunciando frasea en
bascucnce hasta el mismo momento en que
el alma de aquel insigue general donostia
rra abandonó al cuerpo.
Su cadáver fu ó trasladado á la ciudad de
San Sebastián, en cuyo cementerio de Po
li oe reposa.
JJl. á
B A L T A S A R DE BCH AVB
Y quien qh BaltaHar cleEcliave? pregan*
taran «churamente muchos guipui'.coanos*
Porr[ue haltafar de Echave por un olvi
do iinperdüuahle on que aquí heraoa tenido
iiiuclias de nn ostras glorias, apenases cono
cido en el país que v¡<5 la lux de la vida.
Gorosnbel, Soraluce y M anterolaá quie-
uos tairtüs y t.*in positivos servicios \ntí debe
ol pnis cuskaro, no desouidaron de sacar al
público los nn^ritos de Echa ve, de quien noR
dau algunas uoticias*
Echavc nació ol siglo X V I en Zumaya;
como tantos otros de sus paisanos se dirigió
al Nuevo Muudo, y en la Audiencia do Mé
xico, la más importante de cuantas hubo en
nuestras colonias, desempeñó el cargo de
oidor.
Echa ve, que uinaba con amor de hijo al
pnís ouskaro. se dolió del abaudovio en que
sus paisanos tenían á la lengua de au cuna,
y como protesta contra aquel abandono, y
oxpr''sión ciilurosa de sus sontimiontos de
ardioiito cuskarismo» publicó sus notables
DISCURSOS ACERCA DK ANTIGl'J:i)At) DE LA LEN
GUA cAntaBRO*BASCONüADA, de los cuales, que
eraa ya muy raros, se ha hecho en nuestros
días una reimpresión íototipográfica.
Baltasar de Echave no sólo fuá escritor
y bascófilo; fué también pintor, y figuró no
tablemente como tal en Ja capital de Nueva
España. Se cree que es obra de su mano el
retrato suyo que aparece al frente de su l i
bro, y del cual me he servido para dibujar
el que vá á la cabeza de estas líneas.
Por cierto f|ue para ensalzar estas dotes
de Echave, escribió ol Licenciado Arias de
Villalobos, unas dócinias laudaforian que;
figaran también al frente del libro, según el gusto de aquel tiempo:
-El es pintor, y es autor,
Y tan bien escribe y pinta
Que honra el pincel y la tinta,
Y en arabos tiene primor.»
Estos párrafos escribía y ó h a c e algún
tiempo e n la sección euskara de L a V o z d e
Guipúzcoa, periódico de San Sebastián.
A los pocos días, lamentándose del o lvi
do en que yacía la memoria de Bal trisar de
Ecliave, publicó un hermoso artículo en el
mismo periódico, el erudito y aventajarlo
artista D . Casto de la Mora, cónsul de Mé
xico eu San Sebastián, y de cuyo interesan
te trabajo extracto gustosamente lo que á
continuación se transcribe.
BCn.WB 57
— Las obras de Baltasar de ifichave «el
viejo« acusan perfcctemente con su colorido
j inauera de modelar, igualmente que por su
composición, la escuela valenciana de Joa-
nes; pero no se sabe si lo aprendió en el m is
ino México, pues corre a llí firme la versión y
alg'uuüs autores lo aseguran, que fué discí
pulo de su misma raposa la famosa «Zuma
ya,* pintora insigue que descuellan entre
sus obras el 8 a k S e b a s t iá n que actualmente
existe eu el altar del Perdón, eu el trascoro
de la catedral de México, asombro de los pro
fesores dei arte.
Dt'sgracíadamento, sou pocas las obras
que quedan de la » Zumaya,* artista correc
tísima, á la que se conoció con dicho sobre
nombre, que le fué puesto, sin duda, por el
mismo Rcbave. ¡Rasgo sublime de buen gu i
puzeoano que quiso, eu la ausencia de su p à
tria, recordarla constantemente, invocando
con el nombre de su pueblo natal á la inse
parable y amorosa compañera de su vida!
Era la casa de Ecliave una mansión de
artistas, pues con él y su esposa pintaron
también su hija y su h ijo Baltasar, por lo
que para distinguir las dos firmas del mismo
nombre se le llamó al padre «el viejo* y al hijo <el joven.>
Entre las obras de Echave «el viejo* que
hoy atesora la Escuela Nacional de Bellas
Artes de México, deben citarse preferente
mente la viftii AOios j>?: san i a isaiskl y t.A ai'a*
BICIÓN DEL SALVADOR i LA VÍKOLN A SAN' FRAN
CISCO ambos cuadros pintados con vigor y
lozanía.
La ADORACIÓN DE l.OS KKYES y la ORACIÓN
DEL HUERTO existente8 eii ei mismo museo,
sorprende», el primero por el empaste de las
carnes, loa ricos y bien estudiados plegados
de los paños y por el brillante colorido que
recuerda la escuela Rafaelesca; y n «pecto
del segundo, dice el famoso pintor c a talón
Clavé 'que no cucontró jaináB figura más
resignada, más celestial que lade i Salvador
orando, que el mismo Overbeck, con gusto,
la prohijaría por suya, y que asombra cómo
antes de que Velazquez y Murillo tlorecie-
rau en España, podía resuUar en América,
donde se carecía de obras de arte y íIc mo
delos, un maestro tan sublime como Echa-
ve el viejo.
De los cláustros de los conventos de San
Francisco, de Santo Dom ingo y de la Proíe*
ta de México, se sacaron cuadros de Echave
de gran valor que hoy se hallan distribuidos
eu varios templos,' y en poder de algunos
particulares, mereciendo especial mención
entre estos los titulados: una üt-orta de san
laXACIO, MARTIRIO DE LAS VIRCtENES D£ COI.ONIA
p in t a d o s a m b o s e n 1610 ; y m a r t ir io d k sa n
APKON») e je c u t a d o e n 1612 , l ie n z o s d e g r a n
d e s d im e n s io n e s y d e e le v a d a i n s p i r a c ió n ; lo
misüio q\ie e l llamado m au tie iio d e s a n t a c a
t a l i n a firmado en 1640, acaso una de las ú l
timas obras de Echave.I.A vida dk san francisco que oeupó loe
cláustros del convento de la m isma orden,
SAN FRANCISCO DE PAULA pintad O en 1625 que
en la actualidad se conserva en la sacristía
de la Colegiata de Guadalupe, santa cecilia
que perteneció ai convento de San Agustín
y el MARTIRIO DE SAN LORENZO quc en el dia lo
posee la fam ilia de Couto de México, ha me
recido ser reproducido en hermosos graba
dos en diferentes publicaciones, son obras en
donde se resplandece y pregónala gloria de
aquel ingenio guipuzcoano que hizo brillar
en América el esplendor de la escuela pictó
rica española.
E l cuadro culminante de Echave es el
que representa la sacha pamilia y hablando
de este lienzo D . Bernardo de Couto en el
n iÁ L O G O S O B R E L A H IS T O R IA D E l .A P IN T U R A E N M É
X IC O se expresa así:
i ..... A rriba el Eterno Padre. Abajo , en
primer término, la Virgen y San José cuya
figura es muy gentil, llevan por las manos
al N iño, vestido no con los pobres paños del
h ijo de un artesano, sino con magnífico ro
paje, como un príncipe real. Su semblante
de una lindeza y expresión singulares re
cuerda el cantar de Fr. Luis de León: tras
pasas ES BELDAD A LOS NACIDOS. EJstá mírando
á lo alto, y fija k\ib ojos en la paloma blanca,
símbolo del Eí^píritu Santo, qne baja por los
aires, trayendo on las garras uua corona de
espinas, ¡Qné emblema! otros pintores ha
brán, 8Í se quiere, Igualado á Ecbave eu la
ejecución; en los penaamientoB, n inguno.>
Tal tué Baltasar de Ecbave.
Antes quo Echave hubo pintores españo
les en Nueva España, como el cordobés R o
drigo Oifuentcs, amigo de Hernán Cortés y
•Usoípulo de Bartolomé Mo/,a, Alonso Váz-
y Andrés de Concha, pero hicieron
poco que perpetuara su noml)rey ello es que,
al romper el siglo X V I I del año 1600 cn ade-
huite se n kan i test ó Baltasar de Echave for
mando la verdadera Esencia Mexicana, cn
la que se distinguieron muchos discípulos
que dieron esplendor á la pintura en Amé
rica. Citemos entre ellos á Baltasar de Echa-
ve (hijo) Luis Juare?., José Juárez y Sebas
tián de Arteaga, ios cuales se encargaron de
ir formando nuevos artistas, qne ñorecieron
despnés, como Antonio Rodríguez, Juárez,
Herrera, llamado Kt, divlvo, Correa, Cabre
ra, 1 barra, y Gómez de Valencia, de cuyas
tres últimas firmas poseo el Sr. I) . ('asto de
la Mora varias notables pinturas, quizá las
línicas muestras que existen eu España de
la Escuela Mexicana, fundada por el inmor
tal guipuzeoano Baltasar de Echave.
PABLO DE GOKOSABEL
RI Uì de Enero de 1803 nació en Tolosa
cate historiador á quien tanto debe Gui-
p iiz e o a .Licenciado en leyes en 1028, distinguió
se en el ejercicio de su carrera por su iateli-
gencia, laboriosidad y honradez.
FA primer trabajo que dió á la publicidad
fué el titulado «Redacción del Código civil
en Eñpafia, esparcido en los diferentes cuer
pos del derecho y leyes sueltas de esta na
ción, escrita bajo el método de los códigos
modernos.*Con esta importante obra, trató de sim
plificar, ligar y coordinar la legislación exÍs*
tente, recopilando ordenadamente, y expo
niendo en estilo breve, conciso y claro, al
alcance de todas las inteligencias-
Esta obra mereció ser citada con enco
mio, diciendo que fué el primer Código del
derecho de Castilla, por el ilustre juriscou"
aulto D . Francisco Silvela, en el discurso pro
nunciado en la Academia de Jurisprudencia.
64 OORO&AB8L
Seguidamente escribió el e x a m e n d e l d e
r e c h o C IV IL R S F A f?o L que, así como la obra
anterior, tuvo gran estimación entre sus
contcmporáueoB de toda Espaüa.
E n sesión de 30 de A bril de 1850, siendo
Gorosabel miembro del Ayuntam iento de
Toloaa, le encargó aquella Corporación inu*
nioipal que formase una relación de loa eu*
cesos extraordinarios ocurridos en dicha vi
lla , y llevado por su amor hI traba,jo, y á su
pueblo nativo, no necesitó de más estímuloa
para dar cima á la empresa encomendada, y
no contentándose con una relación sucinta
de los hechos más culminantes de que fnó.
testigo Tolosa, que era sin duda el espíritu
del acuerdo citado, á los dos años, presentó
un extenso trabajo con este título: b o s q u e j o
D E L A S A N n C Ü K D A D K S , G O B IE R N O , A D M IN IS T R A C IÓ N ,
Y O T R A S C O S A S N O T A D L E íi i>K T O L O S A , quc exami
nado, á su petición, por los individuos de
aquella corporación municipal fué tan ce
lebrado que se acordó imprimirlo.
E n esa obra se da noticia circunstancia
da de todo lo notable que ha ocurrido y con
tiene la v illa de Tolosa, y se hace referencia
á las iglesias, ermitas, conventos, memorias
y obras pías, plazas, mercados, paseos, arre*
glo de calles, fábricas, caminos, cárceles,
escuelas, incendios, inundaciones, guerras,
etc., etc., con tal riqueza de detalles, que
suponen la revisión de numerosos documen-
a0BO6ADBJ< 65
tos, además de la lectura de muellísimas
^ ^ V o 0C contentó Gorosabci con dar esta
única prueba de ftu amor á la noble villa que
k vió nacer, sino quc lo dedicó constante
mente sua preferencin» y desvelos, buscan
do siempre su engrandecí miento, así en los
tiempos en que perteneció ix\ Municipio, don
de dejó gratas huellas de su paso, como en
aquellos otros en que no ejercía cargo mu
nicipal alguno.Por su iniciativa se encargó a l ingeniero
Peironcely el estudio de un canal de nave
gación en el río Oria; los eatudíos y planos
de este importante proyecto se hallan ardii-
Tftdos en el Concejo de Tolosa.
E l año 1802 publicó Gorosabel su famo
so n iC C lO N A R lO g e o g r a f i c o K LST Ó R IC Ü O l í G U IP Ú Z
C O A , obra de tal importancia que es im po
sible escribir nada acerca de esta provin
cia sin antes haber consultado ese magniti co
libro.Gorosabel lim itó su trabajo á la provin
cia en que nació; y como por su cargo de ar
chivero y otros que ejerció en Guipnzcou,
contaba con materiales inmejorables para
cumplir su cometido, teniendo á su disposi
ción el Archivo Provincial, cuya ordenación
le estaba encomendada, y los archivos mu-
nicipales que le fueron abiertos de par cn
parpara sus investigaciones, de eaos manan-
OO RO SABBL
ti alca se sirvió para completar su D io cío
nario que tan alto pone el nombre <lc su autor.
E l año 1863 se abrió por la D iputación
de Guipúzcoa, un concurso sofialando un
premio do 10.000 reales para la mejor obra
que, en un plazo de veinte meses, se pre
sentara sobre las guerras que sostuvieron
los guipuzcoanos con la nación iu^flesa,
A este concurso sólo se presentó Gorosa-
bel con m i m e m o r i a b o i u i e l a s g i e r r a s y t r a
t a d o s D E ( a ' i P Í Z C O A <’0 K (N O r .A T E H K A E N L O S HI-
GLOs XIV Y XV, cuya obra fué encomiada por
unanim idad por el Jurado premiada confor* me á lo anunciado.
«Noticias de las cosas memopables de Guipúzcoa,»
Asi se titula la obra que á su falleeinueii*
to dejó escrita D . Pablo de Gorosabel, y qnc
su viuda entregó con generoso desprendi
miento Á la D iputación de CJuipúzcoa con el
ruego de que tuviese á bien tomar sobre sí
la tarea de revisarla y costear su primera edición.
Aquellos tiempos asé/, aciagos, no eran
los más á propósito para pro tejer las letras
patrias, porque otros cuidados más perento
rios absorvían toda i a atención de nuestras
Corporaciones papulares así se expresa cl
ilustrado Inspector de Archivos Municipa
les de Guipúzcoa D Serapío Múgica en una
acabada biografía de Gorosabel, que se pu
blicó en las páginas de la revista *Euskal-
]íjrr,'a»—-y debido á esta circuustaucia, siu
duda, se demoró ei cumplimiento del encar
go dado por las juntas, y cuando terminó la
guerra, había dcaaparocído el libro, sin que
se sopa cómo n i cuando.
Afortunadamente el municipio de San
Sebastián, que conocíala importancia de la
obra, había encargado al D iputado general
T). Maximino de Aguirre que le proveyese
de una copia de la misma con destino á su
biblioteca, y realizado el trabajo, ae conser
va en la actualidad en el Archivo del mismo
en excelente estado de conservación.
Hablando de esta importante obra dice
el mismo Goroaabel: <A la verdad, n i me he
propuesto hacer ninguna defensa obligada
de las cosas de la provincia, n i he tratado,
A i'HioKi de presentarlas bajo un colorido
favorable á ciertas y determinadas ideas ó
aspiraciones, ni á tales intereses. L ibre de
toda clase de compromisos y obrando de mi
cuenta propia personal, las juzgaré sola
mente conforme al criterio imparcial de la
conciencia.
Quiero, en una palabla, conservar y ob
servar eu el desempeño de esta obra, toda ia
imparcialidad, independencia y justificación
que deben acompañar á un escritor anhelo
so de adquirir y dejar un buen nombre y
68 QORÜS&BUL
rcprefteutHclóii honrosa, cualidades, sin hia
ouaks, tic tomara lap lm iia . Asi» pues, ol
priucipio de la conducta que me he pro
puesto scfíuir en mis trabajos, reposa en la
máxima bieu sabida de amiciks plato, skd
AMlCi VERITAS,
Tampoco hallaráu cabida en el plan de
e^ta obra fábulas, cuentos vulgares, ni con
sejes de liingnna especie, como fuudamen-
tos históricoF. Su objeto, más qwc de mero
entendimieuto, es el de consignar hechos
positivos para instrucción del que los igno
re: más que formar un tratado de leyenda
momentánea, se dirige bacer nn libro de
consulta para la época venidera.
Propóngome, en suma, pretíeutar a lec
tor un conjunto de noticias do utilidad real
y verdadorHS, sin paradojas ni ■su'ikicas ce-
LESTTALE.S, *
Nada cabe añadir después de esto, con
lo copiado, queda perfectamente expresado
el pensamiento del autor.
Esta obra monumental ha de continuar
inédita? No vendrá a i ^ n a Corporación qm*
acuerde llevar á cabo una edicióu de obra
tan notable, pues de lamentar sería que á
este ejemplar le ocurriera lo que á m origi
nal. Recientemente ha hecho una copia do
la misma ol marqués do Casa-Torro, de ma
nera que son dos los ejemplares que existen
de la obra de Gorosabel*
Encontrándose accidentalmente en Sau
Sebaeíiáii el historiador G-orosabel falleció
cii la misma ciudad el 23 de Enero de 1868»
y sus restos mortales fueron trasladados el
alio IB ^ desde el cementerio de San Barto*
lomó al mievo de Polloe, en donde reposan
en el panteón nám . 55 de la calle de Santa
Clara.
• M l
FRANCISCO DE ECnEVESTE
Uno dc los nombres más popnlares en la
ciudad dc México, durante la primera m itad
del siglo pasado, fué el de D . Francisco do
Eche ves te.
Efectivamente, cu la capital de México
existen todavía, no restos y vestigios, sino
sólidas edifícacíones debidas á la filantropía
de este exiuiio guipuzcoauo.
U na tarde dcí aAo 1732 hallábase pascan*
do Echevcstc en dicha población en compa*
iiía de otros dos vascongados ricos acauda*
lados del comercio de aquella capital, cuan
do tropezaron coa sinnúmero dc criaturas
de tan miserable aspecto qixc Echeveste y
sus dos amigos sintieron verdadera lástima.
A l ser interrogadas éstas, apenas daban
razón de nada, desconocían lo que era una
escuela, n i tenían idea de Dios, n i de ningii*
no de los deberes del hombre.
Conmovido Eclieveste del lamentable es
tado de aquellas criaturas, no descansó has
ta hallar una solución que viniera á aliviar
74 E C n e VESTE
c l p o b r e y m is e r a b le a b a n d o i io <le q u c e r a n
0 b j e to a q n o i I o s n i ñ o b .
Para eso propuso la ñm dación de un ran
colegio eu donde adquirieran la educación
ncccsaria aquellas gentes; y cl d ía 4 do Mayo
de 1734 sc empezaba á construir el Coleólo,
bajo cuya primera j^iedra se depositó un es*
crito que terminaba con estas frases......«la
primera piedra de este colegio que la piedad
de los bascougados fabrica á sus expensas
para Niñas, Doncellas y Viudas,»
E l edificio os grandioso, en donde hoy to*
das las cbises de la sociedad adquieren sóli
da instrucción y educación excelente.
E l retrato de Eche vos te se conserva cn
uno de sus claustros con la inscripción si-
gin ente:
«E l general D . Francisco de Eche veste,,
natural de la villa de Usurbil, en la M. N , y
M. L . provincia de Guipúzcoa. Nació el 20
de Noviembre de 1683. Obtuvo dos veces
el cargo de general por su S. M. de los
galeones de F ilip inas que despachó aquel
gobierno á este reino; el de su embajador
enviado a l rey del Tonkin de el imperio
de la gran China, y los del cónsul y prior
del íea l tribunal del consulado de osta nue
va España. Murió en la ciudad de Méxi
co el día 20 de Octubre del a^o de 1753, á
la edad de setenta y uueve años y once
meses. Fuó uno de los fundadores y par*
ticularísiino benefactor de üste recogimien
to y colegio. >Copia de ese mismo retrAto osiste en la
sacristía de la iglesia de TJsnrbil, su villa
natal, en donde prestó Eche veste grandes
beiícficios» y á sus expensas Re levantó tam
bién la torre de au iglesia parroquial.
*%>t
POLFCARPO I)B BAIiZO LA
Nació en Jn in cl 20 de Enero de IB13.
Desde muy joven demostró decidida in
clinación fil estudio de las matcmiiticas.
K ii Madrid, y para los veintidós años de
edad, estuvo al frente de uua granja modelo,
on cuya direccióu sufrió una grave enferme
dad por cuyo motivo y para b u completa cu
ración tuvo necesidad de renunciar cl cargo
volviendo íi su pueblo natal.Llevado de su amor al trabajo, continuó
dedicándose al estudio y obtuvo el títu lo de
perito agrimensor y el de cscribiino éntrelos
años 1836 y 1838.Fuó nombrado secretario del Ayunta
miento de Irúu en 2837 y escribano de la
misma en 1843.Siguiendo las huellas de Pascal y otros,
inventó una «máquina aritmética» que en
Febrero de 1847 presentó á la Corte, hacién
dola funcionar A su presencia con una exac
titud que llamó la atención de las personas
reales por la precisión con que ejecutaba las
sumas y restas, mci’cciendo que con una re*
comcncluclc'ui especial pasase ul examen de
la Academia de Ciencias y Conservatorio de Artes, de cuyas Corporaciones obtuvo favo
rables informes que enaltecen y encumbran sobre manera á su autor.
A Ja vez presentó un mecanismo por me
dio del cual se anotan diferentes pesadas eu
un iustante, quedando sumadas ó agregadas
las pesadas parciales unas á otras en el ins
tante mismo en que se anotan, sin que para
esta operación haya necesidad de saber arit-
i!iética, n i aun conocer los niímeros.
Otro mecanismo Rcn cilio por medio del
cual se averigua la superficie de una figura
cualquiera sin medir con el compás las basos,
n i las alturas y sin hacer ninguna ojjeración aritmética
U n Calendario mecánico Universal v pci’-
pótuo que comprende los doce signos del Z o
diaco, los meses, los días de la semana ind i
cados con iniciales, las fases de la luna con
arreglo al tiempo medio, la Lora cu que es
pleamar en todos los puertos y en todas las
épocas y la hora que es en todos las puQtos del globo.
Tales invencioues revelaban nn ingenio
nada común y el Director del Conservatorio
de Artes entendiéndolo así, p id ió que se le
diera colocación en dicho centro pura que
pudiera dar el desarrollo apetecido a sus
gandes aptitudes, pero no qniso ol iutk^re-
sado abandouavBu pueblo natal. Tambi(5n la
preusa se ocupó (le dichos inventos, mere
ciendo grandes alabanzas, especialmente dc
«El Eco dcl Comercio* y «La Opinión.*
Después formó el »Calendario Gregoria-
uo perp(^tuo,» que se imprm iió y vendió con
privilegio para quince años.Escribió una Memoria «Método para lu
formación del Calendarlo G re g o r ia n o y
Mahometano para todos los aüos y modo de
hallar su corrcspoudcncia por medio dcl
Cronosyeubaio inventado po rc i autor.»
» Descripción dcl nuevo Calendario per
pètuo y método breve y fácil para arreglar
anualmente el Calendario Gregoriano y Ni*
ceno.»«Descripción del Calendario pei’pétuo Co*
mereiai y método para .su uso con aplicación
á la averiguación de los días que median cii*
tro dos fechas, sin ningiín cáJcnlo, resolu
ción de cuestión de interés, dc descuento, de
plazo medio y á la liquidación dc cuentas
corrientes oon interés recíproco.*
«Elementos de cronología y formación
de todos los calendarios del mundo, do to*
das las épocas por medio dcl Cronosyeubaio
ó calendario mecánico, perpètuo y un i ver
sal. >E n 1850 mandó también al Ministro dc
la Gobernación otra instrucción con el títu-
82 BALZOL&
lo (le «Nuevo y breve proecdimíeuto para la
votación en los Congresos. *
Por encargo de la D iputación escribió en
1852, con c! objeto de procurar el pronto es
tablecimiento del sistema métrico decimal
en Guipúzcoa, una aritmética con las tablas
de correspondencia de todas las pesas y me
didas de la Provincia y las más principales
de las demás Provincias y del extranjero,
con el sistema métrico y viceversa, cuya
obra fué muy elogiada en su informe por la
Jun ta inspectora del Semiuaaio de Vergara
y repartida con profusión.
Escribió un opúsculo «Apatitos sobre la
teoría de la Armonía Universal.>
Otro «Método abreviado para la rcsolu*
ción de las cuestiones de interés.»
Otro «Bosquejo sobre la teoría de la nu
meración» que se tradujo al francés coü cl
títu lo de «Esquiase sur la Tiieorie de la nn-
meratión.>
En 1845 remitió al Ministerio de Hacien
da la exposición y memoria relativa al modo
de remediar los vicios del método que se
empleaba para exigir los derechos que po
saban sobre el consumo de los aguardientes
y cu 1849 el p lan para la más fác il y pronta
plantificación del nuevo sistema do pesas y
medidas y la instrucción y tabla de correc
ción para cl uso dcl alcohómetro centesimal
de Gay Lussac, para la graduación dcl
a^i, ardiente y espíritus.D e m o s t r a d a a u e s p e c ia l a p t i t u d c o n lo s
trabajos iudieadosr así como los notables in
formes presentados en las Juntas Genera,
les de este país, á las que acudió muchas
veces con el carácter de Proeurador de su
pueblo natal, quiso la D iputación utilizar
ens importantes servicios para el arreglo de
la Hacienda Provincial y le nombró vocal
secretario de la Comisión especial de Esta
dística que á consec;iencia del acuerdo do
las Juntas Generales de Cestona del A ñ o
1860 se constituyó para la fonnacióo de los
nuevos estados que habían de sustituir á los
del año 1B15 qne eran los vigentes todavía
en aquella fecha. Fué el alma de aquellos
trabajos á los que dió cima felizmente, ven
ciendo obstac\üos muy grandes y contiunan
do al frente de dicha oficina se hizo con
ellos el reparto de 1870.E n Í867 presentó una razonada y funda
da memoria con el epígrafe de «Algunos
apuntes sobre la administración de A rb i'
trios,» haciendo ver las deficiencias que cn
la Provincia y los Municipios existían t n la
recaudación de los Arbitrios Municipales,
aconsejando que para obviarlas se unifica
sen los derechos Municipales de todos los
pueblos y los de la Provincia, encargándose
de la recaudación esta última.
w
Hí C A L Z O L A
Hallábase ni frente de la oficina cuando
los aconttícimitfntos dcl aüo 1873 obligaron
al cuerpo de Miquelotcs á emprender la per
secución de las partidas carlistas y pasó con
este motivo á su dependencia el ramo de ar*
bi trios que administraban aquellos- Con su
claro talento vi ó las imperfecciones de que
adolecía, y so propuso organizarlo poniendo
oiiseguida manos á la obra y son producto
do su ingenio los siguientes trabajos quo
aparecen en el libro que la D iputación im-
prim ió en 1880 con el títu lo de «Reglamen
tos ¿ instrucciones para la administración
de esta Provincia.»
«Instrucción para el uso de los nuevos ias*
trumcutos de pesar, medir y graduar los ar*
tíeulos sujetos al arbitrio Provincial y M u
nicipal con arreglo al sistema métrico de*
eim al.)>
«Reducción de los Arbitrios Municipales
al tipo correspondiente del nuevo sistema
métrico decimal.*
* Reglamento para la administración y
recaudación de los Arbitrios Provinciales.»
* Reglamento para el régimeu iuteríor de
la administración de A r b i t r io s Provin
ciales. =
«Re glame u t o p ur a l a Im p osi ci ón y c obr a u*
za do la contribución territorial y pecuaria. •
«Reglamento para la imposición y C0 ‘
branza de la coutribucióu Provincial.»
T
Aun están vigentes estos trabajos que constituyen el principal engranaje de la rue
da administrativa de esta Provincia.Por esto, por el inmenso beneficio que
Guipúzcoa ha recibido de sn laboriosidad y
aptitudes especiales para las cuestiones de hacienda, que no están todavía debidamente reconocidos, hemos querido darle á conocer
en esta obra como nno de los más preclaros guipuzcoauos y omitimos en gracia á la brevedad la parte importantísima que tomó con su pluma y cons ej os p ar a el fo mcn t o del puor * to de Pasajes, embcllechnicnto y ensanche de
Irán , cuyo hermoso paseo de Colón es obra casi exclusiva de su iniciativa, asi como, eIRe*
glamcnto de pesca del Bidasoa del año 1859»
en el que Intervino como Delegado Español
y otros muchos trabajos realizados por él.
Era Caballero do la Orden de Carlos I I I
y poseía la cnconjicnda de Isabel la Católi*
ca. Pertenecía al Instituto Español.
Murió el 1.® de Febrero dc 1B79.
Estos apuntes se han extendido algo más
que la de los deruás personajes de estas p á
ginas, por la razón de que los méritos de
este laborioso gnipuzcoano no son tan cono
cidos como debieran serlo; por eso alcanza
á estas líneas la satisfacción de haber sido
las primeras en haber trazado este bosquejo
del que tanto trabajó por Guipúzcoa y á
quien tanto debe la tan admirada adminis
tración baseongada.
........ .......................................................
..... .
B L A S DE LEZO
E l (lía G de Febrero do 1037 víó la luz
de la vida eu Pasajes de San Pedro.
Guardia marina en 1704, capitán de fra
gata en 1710, era dos años después capitán
d e uavío merced á las o x c e p r e d a s , l a menor
de ellas do v e in t e c a ñ o n e s , que hizo cou su fragata.
Eutre los trabajos más importantes y
eruditos escritos sobre la vida de Lezo, me
recen particular atención los debidos ú don
Francisco Serrato en la revista «Euskal-
Erría» de San Sebastián, y el de D . Cesáreo
Fernandez Duro, publicado en el alm ana
que de la I l u s t r a c ió n E s p a ñ o l a y A m e r ic a n a
del año 1881.
Ascendido Lezo á jefe de escuadra y á
Teniente General más tarde, mandó varias
flotas y estuvo al frente de la Comandan
cia General de Cádiz.
Debe principalmente su celebridad ¿ las
gloriosas defensas contra el A lm irante in
glés Ver non en el sitio de Cartagena de lu
dias.
Lezo, jefe como marino, á la vez que
como gobernador de la expresada ciudad,
contribuyó con su defensa á que en Marzo
de 3740, y en Mayo sig\iieute uo se apodera
ran los ingleses mandados por diebo Almi-
raute de la importaote plaza y puerto de
Cartagena.
E l 15 de Marzo de 1741, se presentó por
vez tercera ante la ciudad, la más formida
ble escuadra que hubo salido de Inglaterra,
compuesta de treiuta y seis navios de línea,
muchas fragatas, bombardas, brulotes y
ciento treinta transportes con diez m il hom
bres de desembarco.
A pesar de lo seguro que contaban cl
triunfo, desembarcados los invasores fueron
rechazados y batidos más de uua vez por los
1.100 hombres de tropa y 500 de m ilicia con
que contaba Lezo, que quedó victorioso en
tan solemne ocasión, después de haber cau
sado á los iuglcses grandes pérdidas asi en
gente como en buques«
A las muchas heridas auteriores que te
nía, se agregaron las dos que recibió en los
sesenta y tantos días de Inchas, desvelos y
fatigas que causaron su muerte en la misma
ciudad de Cartagena cl 7 de Septiembre
de 1741.
t.BZÓ 91
Algunos años después, se le concedió íl
la familia de Lezo el títu lo dc Marqués de
Ovieco, en rcconociiDÍcnto dc los grandes
méritos y servicios prestados por el héroe de
Cartagena dc ludias.
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V’i.
JOSE DE LERCIIUNDI
Cuando acaeció el falle ci miento de este
ilustre fraile guipuzcoauo, toda la prensa
dcl mundo dedicó sentidos artículos á su
memoria, poniendo de manifiesto los impor*
tnutos servicios prestados por el preclaro
Lercliundi á su pàtria y á la humanidad.
Este sabio ar.abísta y eximio d ip lom áti
co, nació en Crio cl d ía 24 de Febrero
de m e .
Vistió el sayal de San Fraiieiseo de Asís
cl 14 de Ju lio de 1856.
Pisó por vez primera el suelo de Africa cl
1^ de Enero de 1860.
Para poder dedicarse en aquel país á los
trabajos apostólicos de la orden, pidió y ob
tuvo permiso de sus superiores para dedi
carse al cultivo detenido y profundo dcl ára
be y sus pi*iiicipales dialcetoH del Norte de
Africa, estudios que prosiguió y practicó en
Tctuán, donde fnó por espacio de varios
años Superior de la Casa de Misión.
La manera como dominó y profundizó el
árabe, se palpa con sólo rccordar sns obras
y trabajos filológicos, que le colocaron al
nivel dc los primeros ñrabísfcas y etnógrafos de su tiempo.
De tal manera se hizo notar el P. Ler •
chundi, tanto por sus trabajos ling^üísticos,
como por su celo al frente de la Casa Misión
de Tctuán, que en 1877 recibió el nombra
miento de Pro-Prefecto de las Misiones eu el Magreb*
Tanta y tan grande fué la confianza que
ambos gobiernos, así el español como el
marroquí tenían en el benemérito francisca
no, que bien puede decirse fué el verdadero
embajador nuestro on aquel imperio.
E l P , Lerchundi supo rodearse do verda*
deras simpatías en un país fanático y hostil.
Desde que regresó á üarruccos con el
cargo de Prefecto Apostólico, se ocupó en
estudiar y echar los cimientos de diferentes
obras dc gran importancia y utilidad moral y material.
Querido por los moros, respetado por loa
judíos, considerado por los representantes
europeos como una autoridad por sus sanos
consejos y como un eminente colega en sus
relaciones jerárquicas, el Padre Lerchundi,
dotado de un espíritu amplio y conciliador,
de una diplomacia sa^áz y exquisita y dc
un trato afable ó insinuante, fué hasta su
muerte, indispcjisable eu Marruecos.
He aquí Ia simpática y vcncrablo sem
blanza que del Padre Lerchundí liaco el
D r. Tolosa La tour:__E u la conversación era discretísimo,
8U voz escasa pero bien timbrada, hablaba
eu uua tonalidad baja, siempre simpática y
pausadamente; la risa era franca é infantil;
oía cou beuevoleueia á todos, y sqb observa
ciones más ligeras desdlaban consejos sa-
¿ ios y prndeütes. Dotado de un corazón in
gènuo, enemigo de la dobMz y la mentira,
no gustaba del elogio y gozaba lo indecible
favoreciendo siempre á quien quiera fuese.
Músico de verdadera inspiración, trans-
tigiirábase ante el órgano, cuando acompa
ñaba al coro religioso, cantando él con afi
nada voz de barítono, y deben conservarse
curiosas transcripciones suyas de cantos ára
bes y composiciones de mérito.
Como buen vascongado, interpretaba los
aires populares de su pais con \\n gnsto y
ima delicadeza incomparables.
E l dia 6 de Marzo do 1896, primer vier
nes do dicho mes, tocó el órgano, con «n
gusto é inspiración verdaderamente sublime,
eu los ejercicios vespertinos dedicados al Sa
grado Corazón de Jesús.
Terminada la función iue á confesarse y
luego marchó al coro, y estando de rodillas,
sufrió un accideute que le derribó ai suelo
sia articular palabra.
93 IBRCntJKDI
Acudieron los religiosos y con solicitud
caviüosa y fraternal, fué llevado á su celda,
donde se le prodigaron todos los íUisilios de ]a cioDcia.
Después de haber recibido los últimos
Sacramentos, entregó su alma á Dios á los
dos días, ó sea el 8 de Marzo de 1896.
E l sentimiento que causó la muerte del
ilustre franciscano fué tan espontáneo, pro
fundo y general que jam ás se conoció en
Tánger un d ia do duelo tan unánime.
Todos los comerciantes, fuesen mahouic*
taños, judíos, católicos ó protestantes, ce
rraron á media puerta sus tiendas, almace
nes y escritorios.
Las autoridades y corporaciones empe
zando por el Ministro de Negocios Extran
jeros del Imperio, el Bajá, el Cuerpo diplo
mático y el Consular, fueron á inscribirse y
rendir homenaje al cadáver, colocado en la iglesia de la Misión, etc.
Como se ha dicho al princìpio, la prensa
toda dió cuenta en sus eohimnas de la muer
te del insigne P . Lerchundi.
La magnífica publicación t i t u la d a ja
iLüSTBACfóN AUTísncA, ul publIcar el retrato
del preclaro hijo de Crio, dedicaba á su me
moria esta justa y sentida relación:
L a muerte de este varón ilustre, que por
espacio de cuarenta aflos dió en Marruecos
continuadas pruebas de su claro tállenlo, de
SU virtud acendrada y do su ardiente patrio
tismo, es una pérdida poco menos que irre
parable para la causa del catolicismo y de
la civilización y sobre todo para la nación
española. Aquel monje insigne que vestía el
hábito de San Francisco, constituía en el
Magreb un gran prestigio, no sólo entre los
europeos, sino qno también entre los ind í
genas; que si la diplomacia de aquende el
estrecho saenba provechosas enseñanzas de
su saber y de sn experiencia, los altos digua-
tarios del imperio marroquí n i se desdeñaban
tampoco de consultar con aqnel cristiano ex
tranjero los más arduos problemas de la po
lítica de su nación.
A sus iniciativas se deben el estableci
miento en Tánger de una barriada para los
obreros pobres, la creación dc una imprenta
hispano-arábiga y m ultitud dc fundaciones
religiosas y benéficas que difunden la ins*
trucción y practican la caridad eutre aquc
Has atrasadas gentes, conquistando sus inte
ligencias, y lo que vale tanto ó más, sus co
razones.
MantCLcr la influencia dc España en M a
rruecos, hacer que el nombre español estu
viera allí por encima de los de las demás na
ciones, atraer á nuestra causa las simpatías
de los marroquíes, fueron siempre los ideales
que persiguió con noble entusiasmo patrió
tico, y más de una vez, gracias á él, se sal-
10 0 LBRCHUrtm
vnron circunstanciae difíciles y se evitaron
temibles golpes de l a política absorbente de alguna nación europea.
España, pues, debe gratitud eterna A
qnien tanto hizo por ella; el nombre del pa*
dre Lerchundí ha de figurar entre el de sus
hijos más preclaros y debe set pronunciado
C O Q admiración y respeto por cuantos aenti-
mos proAmdo amor por nuestra patria.
I. ...................... I r w e S p S m N " m
It.................................................................................................................................................. I Ml S tI >••• II1111 I
JOAQUIN DE BARI?OETA
ALDAM AR
Nació en Guetaría en 1796.
De la orden dc Santiago, etc.
A id amar defendió eu el Senado, calurosa
y elocuentemente los Fueros dc las provin
cias euskaldunaa, y cou su palabra é iutíexi*
bilidad de caracter, consiguió destruir los
falsos argUDícntoB de Sánchez Silva.
Este es el período más saliente de la vida
dc Aldamar.
Cedamos la palabra al joven y distingui
do escritor Rodrigo Soriauo, nieto de Al-
damar.
E ra eii Juu io dc 1864. E l Senado cspafiol
discutía la magna cuestión bascongada.
De un lado Sánchez Silva, disparaba en
venenadas Hechas contra el venerando árbol
de Guernica.
rlí>4 ALDAHAR
¡Singulares coincidencias! Enfrente do
Sánchez Silva se colocaba A id amar cuyo
carácter contrastaba rudamente con el de
5u contrincante.
Peleaban juntos cl anda*lnz travieso, li
gero, amanto del frasco, vanidoso de la sal
y cl ingenio» de la charla meridional, y cl
baseongado severo, esclavo de la verdad,
enérgico é indomable como cl hierro de .sns
montañas, A l d a m a r expresaba en estas
amargas palabras la repugnancia que le ins
piraba luchar con a m a s desígnales. «Las
apreciaciones que ha hecho Sánchez Silva,
aún más que por la x)arte formal nos han he
rido profundamente por el tono burlesco
que, con su gracia habitual ha revestido con
frecuencia sus apreciaciones. A esta parte
de su discurso es imposible que yo conteste,
porque además de no creerlo propio de este
Ingar, tampoco es de m i edad ostentar gra»
cejo y prodigar chistes, y seguiré el debate
con gravedad.»
Más adelante aiiade con hermosa y sen
cilla palabra: «Tengo, señores, una gran
desventaja para seguir este debate. E l señor
Sánchez Silva habla la lengua castellana con
notable elegancia y facilidad que realza con
sus gracias andaluzas que entretienen y cap’
tan la atención del Senado. Por el contrario
yo soy un tosco bascongudo que aunque he
aprendido algunos idiomas, facilmente dejo
coiioctíi* en m i pr(Hlucción los resabios del
E Ü SK A R A . E L PKTMEKO QU E HABLT^.,
E L L L T IM O QU E OLYTDAKÉ, E L L E N
G U A JE MAS P E R F E C T O Q U E CONOZ-
00- Soy bascongado señores; y uo se extra
ñará que defienda m i raza* exclama coü v i
ril arranque. No obstante, su discurso es
modelo do templanza, moderación y grave
dad. Baste decir que dificilmetite se hallará
otra oración parlamentaria mas severa en la
forma, más profunda en el fondo. E n el len
guaje digno, reposado, enérgico á vccos, so
lemne siempre, está pintado el carácter de
Aldamar; en la tésis irrebatible, 8Ólida, apa
rece aquel gran bascongado, modelo de
buen sentido y erudición verdadera. Basto
decir que Aldamar, sin acudir á chistes, ni
oropeles, con la verdad por espada de com
bate, consiguió desvanecer la impresión cau
cada por Sáncheí; Silva......
Con los datos contenidos en los discursos
de Aldamar podría formarse la hístouia df.
OUÍPÚZCOA, y sobre todo la historia de las l i
bertades bascongadas. Solo un espíritu te-
náz é indomable, pudo reunir en tan breve
tiempo caudal tan copioso. Solo patriota tan
ilustre pudo dedicar la vida entera al estu
dio de su país. Bien dice Aldamar en pa la
bras que pinta con sencillez un carácter do
los qiie quedan pocos........ «Muchos años
hace, seilores, joven yo todavía, vine á Ma.
106 aldáu&b
drid enviado por m i provincia para oponer
me al intento (¿ae tenía entonces el ministro
Calomarde de hacer novedades en los Fueros
de Guipúzcoa......Viejo ya, señores, hoy mo
toca cumplir el deber do defender estos mis
mos Fueros ante el Senado español.* ¿Cuán
tos hombres políticos podrán hacer hoy día
tan hermosa y noble profesión de fé?
A todos sus méritos, que por muchas ra
zones no hemos de en\imerar aquí, reunió el
discurso la gran fortuna de llevar el conven-
eimiento á sus oyentes. E l árbol de Guerni
ca pudo ofrecer su mejor corona á los iíns*
tres senadores. Hoy día que lloran los bas-
congfldos SUB perdidas libertades, conviene
recordar hechos tan grandes para que sir
van de ejemplo. Esos discursos forman el
gran libro que deben leer cuantos aman á sn
pàtria. E n ellos aparece la grandiosa histo
ria de nuestros abuelos. ¡Eccordad, bascon.
gados, que hubo un día sublime, en el cual
asombrasteis á líspaña cuando vuestros se
nadores contaron las jigantescas hazañas
del gran país euskalduua.
Después dc sus famosas defensas, A lda
mar llegó á Bilbao donde tuvo nna ovación
delirante. Vivas, aplausos, músicas, gritos
dc admiración, arcos de triunfo á su paso,
coronas de laurel, colgaduras.
También los poetas «compusieron versos
eu su honor, y son m uy conocidos los canta
dos á coro en el Teatro de Bilbao y que tie
nen por estribillo:
Desde hoy eu adelante
unidos siempre iráu
loB dos nombres queridos
de Fueros y A ldamar
;Ay, ay, ay» mutUlak
los Fueros y Aldamar!
E n Guipiízcoa se repitió el éxito. E u
Guetaria especialmente cl frenesí llegó á su
colmo. U n testigo presencial refiere á pro
pósito de tales triunfos, curiosos detalle.s......
«de todas las aldeas saHan los Aymitamien*
tos á saludarle, y siempre el alcalde con su
chuzo euarbolado y la montera en la mano,
ecliaba su s a lu d o . S u alta estatura, cl aire
imponente de A ldamar, in iund ía respeto y
estaban delante de él como en un entierro.
Pero de pronto D . Joaquín , dejando el cas
tellano, les dirigía unas cuantas palabras en
aquél baseucDce tan puro que él poseía, y
como heridos de una chispa cambiaban aque
llos hombres su actitud. A la grata impre
sión de aquélla comunidad de idioma, y de
origen, hacían los respetos diplomáticos,
absoluta la intim idad dcl cariüo, y acercán
dose faniiliannente á 61 sacaban sus pipas y
le acosaban á pregmitas nnos y le abrazaban
eon entusiasmo otros. Y estas escenas se re-
petían en todas partes.»
L a gran figura de Aldamar, que se erguía
. J .
108 Al.T)AUAR
arrogante cii cl Sonado y que recorrió des
pués pisando lanreìcs, había do desaparecer
irrny pronto. Parece que prosiutió su próxi
mo fin, pues en medio de la ovación, contes
tando á un íntimo amigo suyo quo le felici
taba, dijo con expresión de amargura:
— No te alegres tanto, querido mío,
que esto no es más que tomar postara para
morir.
E n efecto, al año próximamente, en Oc
tubre de 1865, el ilustre defensor de los Fue
ros bajaba á la tumba, y con él la esperanza
de un país que amó con caríño entrañable.
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ANTONIO DE OQUENDO
Este hombre célebre, compíirablc con los
mayores héroes que ofrece la historia dc la
inarina, nació en San Sebastián en 1577,
I^a esclarecida fam ilia de los Oquendos
es nna de aquellas qnc se con sagrar un du*
rante el largo espacio dc cinco centurias al
servicio y vida del mar*
E l valor y la fortaleza do los padres fnó
corriendo por les venas dc sns hijos.
Su padre D . M igncl de Oquendo, fué el
que rindió á la alm iranta francesa en el com
bato dc las Terceras, apoderándose de su es
tandarte, y el que después dejó nombre en
la jornada de la iNVENOnu-E......
Dedicado Antonio de Oquendo en su pri
mera edad á los estudios literarios, los aban
donó por seguir la carrera de Zas armas á la
que se sentía más inclinada, entrando á sér-
vir á los dieciseis años, en las galeras de Tíá*
Ytoles dc que era general Pedro de Toledo.
Después que alcanzó renombre por sus
brillantes acciones, se refiere, que sostuvo
aun cieu combafccs, 8iu perder ninguna em-
barcacióu que por él fue mandada.
Es preciso citar entro tau numerosas ba*
tallas, dofe por lo ménos, en razón do haber
sido délas más sangrientas qnc han tenido
luffar sobre los mares, que fiierou la dada
en 1631 para socorrer las plazas de Ecruam-
buco y Todos-Santos ene! Brasil, habiendo
logrado derrotar á la escuadra holandesa, y
do 1639 que habiendo quedado reducidas sus
fuerzas á la be a l o a ítta n í con Irt cual luchó
contra toda la escuadra holandesa, consi
guió defenderse y rechazar los embates obli
gando á retirarse al enemigo.
Este golpe decisivo confundió al general
vencido, se le hizo cargo por los Estados
Unidos de su conducta en esta acción; más,
aturdido de lo que le había sucedido, nada
supo responder sino sólo: «Que la Capitana
Real de España con don Antonio de Oquen-
do era invencible.»
No puede formarse mayor elogio—dice
Cam ino—del general Oqueudo, que el quo
encierran estas cláusulas proferidas por el
mismo enemigo.
L a noche de esta memorable batalla, el
vencedor cubierto de gloria entró en ol puer
to de Mardick donde invernó.
Pero la fatiga de la expedioión y los ata
ques, y el no haberse desnudado en más de
cuarenta días, produjeron en él uua fiebre
i
I
l e n t a q n e lo p o s t r ó o n e l l e c h o , d e s d e e l c u a l ,
c u a n d o i n i r a b a p o r u n a v e n t a n a A l a c a p i t a
n a c o m p a ñ e r a d e s u s g lo r ia s , « á m i n o m e
e x c la m a b a — m á s q u e m o r i r d csp x ié s
d e h a b e r t r a íd o a q u é l l a n a v e y a q u é l e s ta n ^
d a r t e c o n r e p u t a c ió n á e s te p u e r to .»
Volvió de aquéllos mares en Mayo de 1640,
y hallándose á la altura de San Sebíistiáii,
compadecida la tripulación del estado an
gustioso del general-almirante, le aconseja
ba se retirase á su casa, donde podría lograr
su curación; pero indiferente á los justos
clamores de sus compañeros, y á la viva
sensación qnc había de causar en sn fatiga
do espíritu, la proximidad de sus íntimos re
cuerdos *la orden que tengo—les dice— es
volver á la Coruña: nunca podré m irar me
jo r por mí, que cuando acredíte mi obedien
cia con mi muerto.»
E n efecto entró eu la Coruña, y aumen
tándose la íiebre, luego le desbauciaron los
médicos.
E u los últimos instantes de su vida, es
tando ya muy de peligro el día del c o e p ü s ,
al tiempo que comenzaba á salir dc la igle
sia la procesión de esta fiesta, oyó el estruen
do de la artillería que disparaban la lieal
Armada y Escuadra do Flandes, surtas en el
puerto, y á consecuencia de estar su cabera
dominada por el delirio, creyó que se dispa
raba contra enemigos que le acometían.
H izo esfuerzos para incorporarse en la
cama, pronunciando penosameute: «¡Ene*
migos! i enemigos! ¡déjenme ir á la Capita
na para defender la Armada y morir en
ella!» Ultimas frases que pronunció el héroe,
cl valiente d o n o s t ia r r a don Antonio de
Oquendo.
E l cadáver de este insigne almirante des
cansa en el d ía en el convento de monjas
del Concejo de Lazcano.
E n el paseo de la Zurrióla de la capital
de Guipú^coft, se levanta un hermoso monn^
mento que conmemora la gloriosa memoria
del valeroso marino.
Fué también célebre general su hijo Mi-
^ e l de Oquendo; escribió entre otras obras
la historia de su padre pues <sabía manejar
no con menos acierto los perfiles de la p lu
ma que el puño rígido de la espada. •
JOSÉ FKANCISCO DE ITÜ RZAETA
Eate distinguido y eminente pedagogo
nació en Guetaria en 1788.
Huérfano de padre á la edad de diez años,
ñié atendido con oportunidad por un parien
te suyo comerciante de San Sebastián-
Las aventajadas diapoBiciones que mos
tró para la caligrafía, le liicieron merecedor
á un destino en una de k s oficinas de la ca
p ita l de Guipilzcoa en 1814.
Pero el poco porvenir que aquél empleo
le brindaba, é impulsado á la vez por el afan
de hallar ambiente más adecuado á sus in
oli u aciones y doeeoso de cultivar el verdade
ro campo del estudio, dirigióse á la capital
de Kapaña, sin más recursos que sti propia
inteligencia y sin más recomendaciones que
su pasión y entusiasmo.
Durante las horas que le dejaba sin ocu-
pación el ingrato y monótono trabajo de la
oficina en San Sebastián, llegó á aprovechar
de tal manera que durante ese tiempo ejecu
tó varios ti'abajos caligráficos que llamaron
con justic ía la atención délos inteligentes.
Con uno do aqiiellos trabajos se marcLó
á Madrid, endeude también fué admirado
por las personas peritas, tanto que llegó la
noticia á oidos dcl propio Fernando V II el
cu ftl mandó llamar al j o ven Iturzaeta, y pren
dado el rey de las excelentes cualidades dol
estudioso gulpuzcoano, ordenó se le diera
una colocación oa las oficinas de su real pa- trinioaio.
Agradóle también al célebre Torcuato
Torio las felices disposiciones de Iturzaeta,
recibiéndole seguidamente como colabora
dor, llegando en breve tiempo á distinguir
se, remplazando dignamente más tarde, ó
su maestro Torio.
A consecuencia de los sucesos políticos
de 1820 fué trasladado á la Tesorería Gene
ral como oficial, con cuyo carácter siguió á
la Corte en su viaje á Sevilla y Cádiz, que
dando cesante después de los acontecimien
tos de 1823.
E n tal situación, abrió on 1824 un esta
blecimiento de enseñanza cu Madrid, que
no tardó en acreditarse, siendo favorecido
aqnél centro por numerosa asistencia.
Sus obras arte de kscribik la i-e' ba uas-
TARDA KSPAfíOLA—ARTE COMI'ENDlADO PAKA LOS
Kií^os—COLECCIÓN DE MUERTKAs — y uua gran
COLECCIÓN GENERAL DE TODOS LOS CARACTÈRES
EUROPEOS, publicadas durante los años de
1827 á 1833, merecieron los mayores enco*
inios de la reina Cristina j del público ilus
trado, siendo recompensado por cl Esta
do eu 1B35 con uua orden mandando que
eu todos los establecimientos de enseñan
za de España, se adoptara e l aiíte caligeá-
Fico DE iTüRí^AETA, dispensándole adem ás
otros honores.No faltaron roedores á sn triunfo, como
generalmente sucede, á los cuales, con la
franqueza propia de su carácter, invitó por
medio de la prensa á un certámen público,
del cual salió victorioso, cimentándose aun
más, con aquel resultado, su valer 7 sus ta
lentos.
F iel y COL stante en su continua y labo*
ri osa tarea, escribió su «eauatoscomía 6 adob*
so DE LA T.ETRA i'OR PBINCIPIOS, obta que debe
permanecer inédita.
Consagróse más tarde á preparar un es
tudio sobre el plan taha i .a instbucciós pri
maria.
Reconocidos los graiides servicios pres
tados á la instrucción en España, y los mé
ritos adquiridos por sn constHnte labor eu
beneficio de la juventud, en 1849 íné nom-
brado Iturzaeta Inspector General de Ins*
trucción primaria, y en 1850 Director de la
Escuela Normal, Seminario de Maestros del
Reino, ea cuyo desempeño falleció en 1853.
Tal es la brillante carrera del infatigable
Tturzaeta, que á t\ierza de constantes traba*
rjos y de BU amor al estudio, consiguió dejar
gratísima ó Imperecederá meiijoña, que será
venerada siempre por ol profesorado y que
coDRorvará Guipúzcoa con iuddoble nfecto
cn d catálogo do sus hijos prudilcetoa.
»•» •••«•¡•..•«¡•■ ■ •«•«•»•l >>«•••> ( ‘ «»••«•«•a».....
JOSÉ M A E ÍA ZU BIA
(M A R I)
E n Marzo de 1809 nació cn Zumaya.
H ijo de peacadores, siguió taií peligrosa
faena hasta 1830; se matriculó de marinero
cu la carrera de América y después de lar
gos afi08 do brillantes servicios, se estable
ció eu San Sebastián como patrón de una
lancha de pescadores.
Su biografía es una relación de actos he-
róicos: amaba el peligro, y, de corazón es
forzad o, siempre estaba dispuesto á salir al
mar cuando éste amenazaba con la muerte,
arriesgando su vida sólo cou la esperanza
de arraacar algunas víctimas al Océano.
Uno de estos hechos, cl más conmove
dor, ocurrió en Ju lio de 1831.
Pero dejemos hablar aquí con su severi
dad al parte oficial.
E l comandante de marina de Sau Sebas*
tián al narrar el hecho comúnicáudole al
jefe del departamento, se expresa así:
b:^
«Eli tales momentos se me presentó ex-
I*oi)táneamcntc el patrón de pesca José Ma
ría Zub ia con micve jó venes solicitando per
miso para ir también cu auxilio do aquellos
desgraciados con una chalupa de su propie
dad» á lo cnal accedí gustoso, no sin darles
anticipadas gracias por acto de tan alta ab
negación. L a lucha que por cí^pacio de tros
cuartos de Lora tuvieron que sostener estos
diez hombres hasta que llegaron al punto en
que se encontraban los náuTragos, ganando
aI remo contra un viento huracanado y una
mar horrible, sin que por un momento se
les viese desmayar, es d igna sin duda de un
premio de consideración, pero nadaos com
parable con la serenidad, arrojo, sangre
fría ó inteligencia que demostraron durante
la media hora que tardaron en poder reco
ger á los tres ná\ifragos que existían cuan
do ellos llegaron, pues el cuarto había su
cumbido ya. Sotaventeados aquellos infe li
ces y metidos entre las rompientes de la
boca de la Zurrióla» sostenidos aun por los
fragmentos á que se hallaban agarrados, no
desistió por eso el ánimo del patrón José
María Zubia y sns nueve marineros. Se me
tió tras los náufragos en las rompientes, y
durante media hora de agonía y aiigustia
en que se encontraban las infinitas personas
que presenciaban aquel alto ejemplo de hu-
mauidad, no se le vió una vez siquiera re-
trocedcr ante la inmensidad dcl pelíg^'o en
que se lì aliaba hastn q\ic consiguió nictcr en
su lancha á aquellos tres desgraciados, fa
lleciendo uno de ellos al regreso de la cha
lupa á este puerto.»
Que se vá á añadir ú esa tan sencilla
como solemne relación!
Mari y sus iiuove valientes compañeros
obtuvieron por aquella generosa acción la
Cniz de Beneficencia; pero el pueblo eutu*
síasmado ante aquel rasgo de valor, quiso
manifestarles do algún modo su admiración
en la persona de Mari que esquivaba toda
manifestación de respeto y gratitud.
L a ilustre actriz Teodora Lamadríd, pre
sente á la sazón eu nuestro pueblo, sintien
do palpitar su corazón dc artista ante el do-
l)le espectáculo dc la abnegación y del in
fortunio, se ofreció A dar una representación
on el teatro para alivio de los desgraciados
y para honva do los valientes salvadores. E l
recuerdo dc aquélla noche vive todavía y vi
virá on la memoria del pueblo de San Sebas
tián. Mari, sentado á fuerza de súplicas
en el palco presidencial, atraía las miradas
de un público tftn entusiasta por su virtud
cuanto escitado por el vigoroso acento dc la
inspirada actriz en el magnífico papel de
ADRIANA. A l final de la representación, el
honrado Mari aparecía en las tablas, cou la
boirui en una mano y presentando cou la
&1A R I
otra d la elegante dama, vistosa corona que
amigos entusiastas le regalaban.
«Esto me han dado psra tí,> d ijo con
acento firme al presentársela ol honrado ma
rino. L a expresiva mirada de la eminente
artista se abatió ante aquella simpática figu
ra de corpulentas formas y curtida tez......
«Para m i ñor para tí> le contestó con balbu
ciente acento; y al tiempo que surcaban sus
mejillas tiernas lágrimas de gratitud, puso
la elegante corona sobre la noble frente del generoso Mari.
Jam ás so ha presentado on las tablas
(dice el notable escritor Joaquín Jamar) de
un teatro, escena más patética; nunca so ha
sentido conmover un auditorio por senti
mientos más puros de ternura y entusiasmo.
Una lluvia de flores cayó sobre el apiñado
grupo de artistas que rodeaban al pescador
laureado, y aquella nocbe debió dejar grato
recuerdo en su Lonrado corazón, si ya su
austera virtud no se sintió mortificada por
aquél efímero triunfo.
L a muerte de Mari fué como su vida toda.
E l Ü de Enero de 1866, la gente de San Se
bastián acude al muelle, llena de teiTÍble an
siedad: lauchas de pescadores habían salido
d e madrugada, el mar se había alborotado
y Jas lanchas no volvían ; al fin se vé una, en*
vuelta en espuma, vá tripulada por marine
ros casi uiños y van á sucumbir. Todas las
'>•*
MARI 127
miradas se vuelven A Mari; al poco tiempo
ei héroe rema con bus compañeros; se ale
jan , se pierden de vista, tardan en volver,
presiéntese ia catástrofe, salen dos lanchas
á buscarlos, y vuelven sus roariueros con la
espantosa noticia de no haber podido arran*
car á las olas cl cuerpo del insigne Mari...!!
San Sebastián levantó á la memoria de
Mari un sencillo monumento conmemorati
vo en el muelle, á la vista de los pescadores,
y en el trente del muro se lée esta inscrip
ción:
A LA MBUOBIA DE
MAK[(JOSÉ MAJiÍA ZUBIA)
HUMILDE PESCADOR QUE CORONÓ UNA VIDA m ABNEGACIÓN IIEEÓICA
MURIENDO I'KÁOICAMENTE AL DaE AUXILIO Á VARIOS NÁIIPBaOOS
HN 9 DE BNBBÜ DE 1866SUS APMIBAPURES.
1 ^ ; -
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V>2'. .’' y
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i ^ J 6 •
ALOKSO DE IDIAQUEZ
Tolosa es patria de D . Alonso tie Idia-
quez. Secretario del emperador Carlos V, del
Consejo de Estado, caballero de Saiitinp^o y
comendador de Estremani. Sirvió al mismo
Emperador desde cl año 1520, y se halló á
sus órdenes en la conquista de Túnez, el
año 1535-
Según diee el obispo Er. Prudeneio de
Sandoval, fué uno délos comisarios que con«
curricrou en el mes de Agosto de 1544 A las
conferencias dcl ajuste de la paz, entre los
monarcas de Francia y España cerca de Cha*
lous; paz que en efecto se firmó en Crcpy el
18 de Septiembre del mismo año.
^ ino despncs’á Castilla de orden del Em
perador d consultar con cl príncipe sobre la
conveniencia de que el duque de Orleans se
casara con una de las infantas de España.
De regreso en 1547 á Sajonia, al pasar cl
río Albis en una canoa, cerca de Torgán el
día 11 de Jun io , fnó robado y alevosamente
1 3 2 in iA Q U R Z
aaesieado por una cuadrilla de luteranos de
la misma población.
E l cadáver de Idiaqucz fué conducido á
San Sebastián, y enterrado en la capilla ma*
yor dcl convento de Dominicos do San Tol
mo, cuyo fundador ora» como tauibiéii dül
de las monjas de la misma orden, cn cl A n
tiguo.
E l convento de San Tclmo yace en el día
convertido en parque de ai'tillcría
Los sepulcros de ídiaquez y do su mujer
D.* Engracia de Olazabal, ya no existen en
el convento de su fundación.
Por lo mismo que carcccmos en nuestro
país de obras artísticas que merezcan sci*
admiradas y íj;uardadas con esmero, débe
se conservar lo poco que poseemos con mu
cho más cuidado aunque lo que haya no
sea de gran mérito y aprecio como obra de
arte, siempre que lo sea bajo el puuto de vis
ta histórico-
Si en nuestro país hubiese habido ¿por
qué no decirlo? alguna inclinación á esta cía*
se do estudio tan importante» y tan atendida
en o t ros puc b lo s, no res\j l tari a lo que p a s a co n
los sepulcros que existieron cn el altar mayor
de la iglesia de San Tclmo, uno de los pocos
edificios de San Sebastián que mcrecen dete
nida visita, y que sin duda, por eso, no es ob
jeto de los miramioütos á que por su interés
histórico y artístico tiene justísimo derecho.
ID láQ U B Z 133
Pero no bastaba este abandono, y la in
diferencia llegó á más: llegó á profanar los
restos venerables de D . Alonso de Idiaquez
y de Engracia de Olazabal.
Hoy aquellos sepulcros, con las cstátuas
yacentes de los fundadores, son ornamento
de la Capilla del cementerio de Polloe, don
de apenas si nadie se fija en ellos, y por esto,
y por la gloria de que se halla rodeada la
figura de Id ia q u e z que a lc a n z ó puesto
preeminente en la Corte de Espafia, siendo
uno de los hijos de Guipúzcoa que con es
plendor han grabado su nombre en las pág i
na^ de la Historia, sería un acto de reivindi
cación patriótica traer aquellos sepulcros á
lugar en que fueran motivo de admiración,
ya á alguna de las iglesias de San Sebastián
ó al convento de Dominicas de la misma
ciudad.
-5..V
JOSE FRANCISCO DE AIZQÜIBEL
Hijo de Azcoitia, verdadero bibliófilo,
dedicó toda su fot tima á la adquisición de
libros, llegando á reunir una excelente b i
blioteca que contaba considerable número
de volúmenes.
A izquibel ei*a tsimbién muy entendido ea
las ciencias üaturales, y especialmente en el
conocimiento de la agricultura, sobre la que
dió diversos dictámenes y conferencias en la
Sociedad Económica Matritense; pero sobre*
salía en materias filológicas, á las que mos
tró siempre preferente atención, llegando á
poseer además de su lengua nativa, la grie*
ga, latina, árabe, española, francesa, ita lia
na, inglesa y aun algunas otras; encerróse
en su edad madura en la casa Munarriz, de
Toledo, y allí, sin más fam ilia que una an*
m
c ia i iA sirvienta y sin más compañía que sus
libros, entregóse con verdadero ardor y rara
constancia al cultivo de la Iciigua euakarn,
hasta que falleció en 1865.
De 8US o b r a s m e re c e c i t a r s e la s o b s k r v a -
CIONKS Á LOS lí£i*UANES EUSKAUOS. d a d o Ú l a CS‘
tainpa por la Academia de la Historia.
Pero su obra magna la constituje e! fa
moso d ic c ió n 'a r io b a s c o c a s t e l l a n o ; q\ie com
prende 120.000 voces eu«kaldunas, y hay que
consignar en este punto que cuando la D i
putación de Guipúzcoa cedió el original del
Diccionario para su impresión al editor, bí*
zolc observar que se publicara conforme á la
ortografía del autor señor Aiy.quibel, sín su
jeción á la que impera actualmente en el re
nacimiento literario euskaro.
Pero so vió que la ortog^rafía de d i
cho original, estaba escrita en consonancia
con la que hoy usan I o h escritores euskal-
dunas.
Además escribió A izquibel otro d ic c io n a
r io CASTELLAN 0-BAHCL‘ENCE; Tin DICCIONAKIÜ DK
KTiMOLOGíAB BASCONGADAS; una versióu del
«Nuevo Testamento» en g r ie g o , latín,
franciis, bascuence y español; una «Gramá
tica general análica dcl bascuence,» otro
sobro las -Radicales bascongadas,» otro
«Sobre la declinación bascongada,» y tenía
reimidos i numerables apuntes para otros
varios trabajos de análoga índole.
A l Z Q U I P R t 139
Iparragiiirre Ic dedicó un canto que so
\ú'/.o popular:
Ogci ta ainbeste urtean
B izi da Toledon,
Izarraizko seinea
Ez da beti lo egon:
Liburucii gañe an
Lanean gau ta eguii
Gure eiiskara niaitca
Galdu ez dezagun.
I'X.
S ÇV iXiicÎ-V:' *’; .v. ■'-.'€-mf?''' ' ' - ' : '. . •' í-•>^vv■4^;^^5^•,^
3<<.-« ’ . • ^ - , . - _ -¿I
^aJÍ *7''" > ' *'
•S'
Sv,'V ■
V r;'\.
u,
%'jh.
fr.'.Sii- rr'
m
■<?.
Í r*. !-V.
m
f r a k c i s c o d e l e u s u n d t
U n dìa de Enero del año 1817 zarpaba del
puerto de Deva m i barco, y á pocas n jillas
de navegación, una señora que iba á bordo
con destino á la Coruna, al objeto de reunir
se con sn esposo distinguido brigadier del
ejército espaAol, se sintió molestada con sin
tonías de alumbramiento, y alH, en alta mar,
dió á hvA con toda felicidad nn niño , y vuel
to el barco al punto de pa itida , dejaron en
Deva á la madre y al recien nacido en don
de se crió.Andando el tiempo, aq\iel niño, llegó á
ser general, ministro de la Guerra y presi
dente del Consejo de Ministros: D . F ran
cisco de Lersundi y Ormueehea.Hallábase estudiando Lersundi en ol cé
lebre seuiin ario de Ver gara, cuando estalló
la primera guerra carlista, ó inmediatumen*
te se alistó en cl valeioso cuerpo do Chapcl-
gorrií^, siendo ascendido al poco tiempo á
subteniente por diferentes hechos de armas
Continuó el joven Lersundi combatiendo
, »
r á t f i í iÉ
<1II r au te t od a a q u elJa g u er ra tra tri c ida, Ii as ta
cl convenio llevado á efecto cn los campos
de Vergara.
E l chapclgorri Lersiindi se halló en las
aecioues más importantes que tuvieron lu
gar ca las provincias basco-navarras, siendo
herido de uiucha gravedad en cl ataque del
8 de Jun io de 1836 al tomar las posesiones
de Garbera y Choritokiota.
T/ersundi, antes de bien curado, fuó he
rido nuevamente de bala de fusil en la toma
de Oriamendi el 15 de Marzo de 1837, en
donde se distinguió por su incomparable
arrojo, como siempre, todo uquel heróíco
cuerpo de Chapelgorris.
E n el sangriento combate de Andoain el
8 de Septiembre, cayó herido gravemente el
valiente Lersundi, por tercera vez.
Poco después, con sus heridas aun medio
abiertas, vuelve á entrar en fuego el 26 de
Diciembre de 1838, siendo también horrible
mente herido atravesado por u q balazo, d e l
que se creyó moriría, no habiendo sucuin*
bido entonces por un verdadero milagro.
Por los importantísimos servicios y mé
ritos que contrajo en tan ruda y sangrleríta
campaña, ascendió sucesivamente hasta el
empleo de primer comandante de infantería,
y obtuvo el grado do teniente coronel a l fina
lizar aquella eiieanúzada guerra civil.
Tambiéu le pone á Lersundi á la altura
délos hombres más arrojados y valientes, su
extraordinario valor demostrado en las de
cisivas accioucs de OJmedilla y M iranda los
días 15 y 25 de Jun io de 1840.Eiicontróse Lersundi á las órdenes del
jreneral Concha en el bloqueo y sitio de Za
ragoza eu Octubre de 1843, ganando eu
aquellos campos de Aragón el empleo de
corouel. r-, *Mandando una brijyada en Uahcia du
rante los tristes acontecimientos del 40, tomó
á viva fuérzala ciudad de Santiago, y derro
tó completamente á los sublevados, por cu
yo hecho de armas le fue otorgado el grado
de brigadier.E n ia noche del 26 de Marzo de 184^ pres
tó importantes servicios á la nación, siendo
ascendido con tal motivo al empleo de Ma
riscal de Campo.Lersundi fué el primero que, al frente de
una columua de ataque, penetró eu !a P la
za Mayor de Madrid, en donde estaba el su
blevado regimiento esfaña dispiiesto á la re
sistencia, en la madrugada del 7 de Mayo
de 1848.Peleó en Cataluña en igual año, y en cl
siguiente contra las jjartidas de Cabrera y
contra los centralistas de Atmcller y Melins,
reducidos á pritíión esie último cou su gente,
obligóles Lersundi á que se internaran en
Francia.
E iG (Ic Etiero do 1851, Leraiindi fué nom«
brado ministro de ía Guerra; tenieute gene
ral cn Febrero de ignal año y capitán gene
ral de Castilla la Nueva el 11 de Marzo del siguiente año.
Presidente del CoQsejo más tarde, y otra
vez se le confirió la cartera de Guerra el 14 de A bril de 1853.
Cuando estalló la revolución de Yara cn
la Griin An tilla, Lersundi se hallaba de ca
p itán general de la Tsla de Cuba, en cuyo
mando se captó generales simpatías, pues su
g ian tacto en el desempeño de aquel delica
do y difícil cargo, pusieroD aun más de re
lieve las grandes dotes que de háb il político
y de gran m ilitar poseía el valiente y caba
lleroso general Lersundi.
E u los últimos año8 de su vida pennane-
ció casi constantemente en Francia, y falle
ció en Bayona, el 17 do Noviembre de 1874.
EL CONDE DE PENAFLOKIDA
D . Francisco Xavier Muñí ve é Idiaquez,
conde de Peüaflorida, cuya cuna fué la villa
de Azcoitia en donde nació el 22 de Octubre
de 1729, es no solo una gloria para Guipúz
coa y el pais bascongado, sino también para
la nación española qne tiene la honra de con
tarle entre a\is hijos ilustres.
Descendiente deilustre fam ilia, dedicóse
en sus primeros años a l estudio con notable
aprovechamiento, primeramente en Azcoi
tia y más tarde en cl seminario de Tolosa de
Francia, basta los 18 años en que, por la
mnerte de su padre tuvo que regresar el jo
ven Muüive al lado de su madre.
A pesar de su corta edad, contrajo nup
cias con la h ija del barón de A reizaga, me
reciendo bien pronto cl honor de representar
como alcalde á su pueblo natal, c\iando ape
nas contaba veinte años de edad.
A l poco tiempo mereció también la dis
tinción do ser nombrado, eu 1750, uno de
los cuatro diputados generales de Guipúz-10
150 P fiÑ A FLO R lD A
coa, cargo que desempeñó á «atisfacción de
toda la provincia.
E n 1758 filó elegido diputado á Cortes,
desempeñando con unánime aprobación su
misióft, por lo cual laa Juntas generales de
Azpeitia eii 1761, acordaron dirigirle una
expresiva earta de reconocimiento por bus
excelentes oficios.
Aficionado el conde de Peñafiorida al
cultivo de las letras, y con una gran inclina
ción á los estudios científico-agrícola-iuduB*
triales, concibió el magno proyecto de fun
dar con este objeto una sociedad basconCtAda
PE j.os AMIGOS PEI. TAís; pcnsamiento que ex
puso á las Juntas generales de Guipúzcoa en
1763 y 1764, obteniendo en ambas ocasionefl
favorable acogida de la Corporación foral;
y en Jun ta general del 3 de Ju lio de! último
año citado, se autorizó a l conde de Peñado-
rida para disponer de loe fondos necesarios
al objeto, obrando en los términos que cre
yese más conveniente.
Dos meses después, tnvo lugar eu Verga-
ra con motivo de los fiestas de San Martín,
la primera reunión de ilustres bascongados
que habían de formar el uúcleo y base de la
sociEPAD ECONÓMICA (primera de su género en
España) que tantas glorias había de repor
tar a l pais bascongado.
Volvieron á reunirse en Azcoitia el 21 de
Diciembre del mismo año, redactándose en
Pfi5ìlF10»roA 151
esta reunión los e s t a t u t o s d e l a s o c ie d a d ,
cuyo objeto era el fomento dc las ciencias,
artes y bellas letras, siendo nombrado el
conde de Peiiatlorida director perpètuo dc
la misma.Estimulados los fundadores de la citada
sociedad con la buena acogida que su pro
yecto había merecido, no solo de las Juntas
del país, sino también del rey Carlos I I I , en
cayo conocimiento se pnso la fundación dcl
instituto; prosiguieron con entusiasmo sus
tareas, reuniéndose en A bril de 1766 en V i
toria, on Septiembre de 2767 en M arquina y
en Octubre de 1768 en Vcrgara.
Discutióse en estas sesiones sobre diver
sos puntos, mereciendo preferente atención
la fundación de un c o l e g io p a t r ió t ic o , 6 im
pacientes por ver realizado tan noble pensa-
üiiento, se anticiparon á establecer en Ver*
gara las clases que formaban la segunda en
señanza, encargándose ellos mismos alter
nativamente de la provisión de las cáte
dras.
Tal era el interés que al conde inspi
raba el N üE vo INSTITUTO y la idea de que
pudiera organizar y desarrollar con mayor
rapidéz, que no dudó en trasladar su resi
dencia á la villa de Vergara, separándose de
su pueblo natal al que amaba entraiiable-
mcnte, á fin dc poder introducir por si mis
mo las reformas que se creyeran útiles ó do-
r152 PB N A FLO aiD A
cesarías, y presenciar á la vez los adelantos
que liiciese este patriótico colegio.
Después de la expulsión general do loe
jesuítas residentes eu España (2 de A bril de
1767) la sociedad bascongada pid ió al rey el
hospicio que aquellos poseyeron en Azcoitia,
petición que iué denegada por cl monarca,
si bien en cambio, á los dos años después
(29 de A bril de 1769) accedió á análoga pe
tición, cediendo cl convento que en Vergara
había pertenecido á los jesuítas para el esta«
blecimionto del colegio indicado.
A l año siguiente, el mismo Carlos I I I , eu
vísta del gran desarrollo que iba recibiendo,
elevó á la categoría de Real Sociedad á esta
institución, constituida ya en A c a d e m ia ,
dedicándole á la vez «una medalla y una co-
Iccción de obras selectas.»
Siguió con tal creciente desarrollo esta
sociedad y llegó á elevarse de tal manera cl
crédito de que gozaba, que el rey le honró
cn 1777 con el títu lo de «Real Seminario pa
triótico de Vergara> en tanto quo por real
cédula de 26 de Marzo del siguiente aüo, le
dotó con dos cátedras, una de Quím ica y la
otra de Mineralogía,
E n 1778 el conde de Peñatlorida, direc
tor perpètuo de la Real Sociedad Basconga-
da y presidente del Real Seminario, se pre
sentó en calidad de procurador de la villa de
Azcoitia á las Jun tas generales de Guipúz-
pbñaflobiüa 153
eoa, felicitándolas por «la gloria que les re
sultaría de que todo el reino reconociera en
ellas Ift euua de las ciencias útiles.»
E n 1782 mereció el Seminario por una
resolución, fueran declarados válidos los
cursos académicos aprobados en él para las
demás universidades del reino; y en las se
siones celebradad en V itoria por la sociedad
se proyectó establecer un colegio para el
sexo femenino que mereció la aprobación de
Carlos I I I .Más de veinte aüos de afanos y de esfuer
zos, principalmente de Penaflorida» consi
guieron elevar á tal altura el bueu nombre
de la Sociedad y Seminario, que difundía su
esplendor por toda la nación española.
Munive contribuyó por su parte, con su
talento y a c t iv id a d á la introducción de
otras mejoras en su provincia natal, debién
dose á él en gran parte, el impulso que por
aquel tiempo recibieron los caminos púb li
cos de Guipúzcoa, así como también el fo
mento del arbolado, que en tan gran escala
se realizaron sinnúmero de p la n ta c io n e s
y cuyo reglamento proyectó en 1768 el ilus
tre conde.Si cuanto precede se recuerda con noble
orgullo por ser la instrucción pública en sus
diferentes manifestaciones á que con tan
to amor dedicó el conde toda su vida, no
es de menos cuantía lo que en otros ramos
desplegó su fecundo ingenio con idéntico
éxito.
E l Ilustre conde de Peñaflorida á quicu
tan justos y merecidos elogios han tributado
autores y corporaciones cien tíficas y litera
rias, nacionales y extranjeras, dejó de exis*
tir en Vergara eí 13 de Enero de 1785, sieu-
do su muerte sentidísima por el país euskal-
duna y por España toda.
Fue sepultado su cadáver en la iglesia de
Marquina, de la cual son patronos ios Peña•
tloridas.
E l eminente fabulista Sainaniego, retra
tó al conde en nna de sus fábulas eon los si*
guientes versos:
«Tu retrato es el León, Conde prudente;
y si á tu im itación, según deseo,
Exam inan los jefes á sa gente,
A todos han de dar ú til empleo.*
Las Jun tas generales dc Guipúzcoa con
gregadas on Ju lio de J866 ea la v illa de Az*
coitia, reconocieron la conveniencia de eri*
gir uu monumento á la memoria del insigne
conde de Peñaflorida; acuerdo que unánime
mente fué aprobado por todos los amantes
de las glorias patrias-
l)e esperar es que llegue ese día en que
se conmemore, cual se merece, la respetable
figura del ilustre azcoitiano. •
, x»^oI^aV.
JUAN JOSÉ SANTESTEBAN
Santesteban practicó el arte como un m i
sionero. L a miisica y el país guipuzcoano;
este f«é su verbo, cou él vivió, murió abra*
/,ftdo á él, y di le ha hecho inmortal en la bis*
toria (le la música bascongada......
Pefìa y Goñi en su hermoso libro «La
Opera Española, > hace un interesante y cu
rioso estudio biográfico de este emiiiente
maestro donostiarra escrito con el sabor y
caracter propios de los trabajos del malo
grado é inolvidable c r i t ic o musical, y del
cual nos vamos á servir para trazar eu estas
páginas la figura artística de Santesteban.
Santesteban nació en San Sebastián el
día 26 de Marzo de 1809.
Cuando eu 1818 la capital de Guipúzcoa
fnó saqueada é incendiada por los ingleses,
los padres de Santesteban que perdieron todo
en aquel horrible suceso, se vieron precisa
dos á enviar al niño á Escoriaza.
158 SANtCBTBRAK
A ios uueve años de edad» Santesteban
cantaba y tocaba en la iglesia de Oñate las
misas cantadas, y llamaba la atención su bo*
n ita voz dc tiple, basta ta l pnnto, qnc ente
rados en San Sebasfcíáíi de los adelantos dcl
chico, In cié ron le venir expresamente para
ejecntar la parte de soprano en la misa de
REQi'iKM de Sagasti, composición que goza de
verdadera ceJebridad en el país,
D . Mateo P(5rez de A lbeniz, desempeña
ba entonces la plaza de director dc Capilla
de Santa María. La voz tan afinada y la in
teligencia tan precoz de Santesteban llam a
ron tanto la atención de Albemz por lo que
se encargó de la educación musical dcl m u
chacho,
Gracias á esta circunstancia, e s tu d ió
Santesteban con Aíbeniz, durante siete años
el piano y el órgano, la armonía, el conti*a-
punto y la Aigü, analizando con el maestro
la obras más notables de los clásicos ale
manes.
E n Enero de 1844 se dirigió á París y co
menzó á estudiar nuevamente el cauto, asis-
tió á las clases del conservatorio, al Teatro
Ita liano y á la G ran Opera, y escuchó de la
bios dc Habeneck preciosos consejos para la
dirección de las orquestas.
De París á Italia; ta l era entonces el suc*
fio dorado de Santesteban, cuya nobilísima
ambición dc aprender, lejos de apagarse,
6&I4TB6TBBAN 15D
ge había a c re c e n ta d o en la capital de
Francia.E l domingo do Ramos de 1844, Sautes-
teban asistía á la bendición y distribución
de ramos cn !a Capilla Sixtina. Durante la
Seínana Sauta y la de Pascua, no faltó h
una función religiosa, estudió A Palestrina,
oyó el MiSEHÉRE de A llegri, y trabó relacio
nes de amistad coa cl abate Bacini, maestro
de capilía de la capilla Sixtina.
De Roma pasó á Ñapóles donde conoció
á Mercadante, director entonces de aquel
Conservatorio, y áF loreino que ensebaba el
contrapunto. Asistió á las clases, y tomó
parte en varias coi)ferencías, por lo cual fné
nombrado miembro de la Academia borbó
nica de Nápoles, de que era presidente el
entonces rey Francisco II .De Nápoles á L iorna, y de L iorna á F lo
rencia. E n esta capital actuaba una compa
ñía de ópera compuesta de la Frezzolini y
la Gazzaniga, de Poggi, Castelán, M irn ll y
de Bassiui.Los dos últimos le relacionaron cou cl
mundo musical de Florencia, y Santesteban
cuya opinión era escuchada con interés,
tuvo la satisfacción do ser invitado á las reu
niones particulares del príncipe Poniatowskí
que se daba el lujo de representar las óperas
en teatro propio.Lleno de agradables recuerdos se dirigió
después á Bolonia, donde fué recibido en
casa de Rossíni, á quien dedicó un zortziko
instrumentado, recomendándole, en cambio,
cl autor de g u il l e u m o t e l l á los profesores dcl conservatorio de Bolonia.
Rosini le entregó además una carta de
recomendación para el tenor Pasini que so
hallaba en M ilán, á donde ee d irigió San tes- toban.
E n la capital de Loinbardía conoció y
trató á Donizeti y Pedrotti que lo llevaron
á Bcrgamo con el objeto de que visitase al
ilustre autor de la m e d e a , á Simón Mayr.
E n M ilán d ió Santesteban alg^uuas lee-
cionca de canto con LampertI, volvió muy
pronto á París, visitó allá áBerlioz, y regre*
só por fin, á San Sebastián cu Agosto de
1844, tomando inmediatamente posesión de su cargo de maestro de Capilla.
E l caudal de obras de Santesteban es
considerable. Solo sus misas se cuentan en
el número de v e in t id ó s . Calcúlese por ahí Ins
composicioncs religiosas q\ie escribió su fe
cunda é incansable pluma. E n cuanto á zort*
zikos, canciones y piezas de todo género que
ban alimentado á dos generaciones, sería
imposible, ó poco monos, trazar de ella un catálogo exacto.
E l día 11 de Enero de 1884 un ataque de
apoplegía fulminante arrebató la vida á
Santesteban, á quien todo San Sebastián lia*
BATJTBSTBDAR 161
maba por autonomasia m a is u b a , 'E l Maes
tro* por que sintetizaba eu su entidad artís
tica la vida y el desarrollo de la música, en
toda la provincia de Guipúzcoa.
L a capital de Guipúzcoa ee honrará mo
cho á si misma, honrando como merece ser
lo la memoria de uno de sus hijos más pre
claros, la memoria de Santesteban para que
recuerden los tiempos venideros al varóu in
signe que dedicó su existencia entera á la
ilustración y al arte de su pàtria,
G A SP A R DB JAUREGUI
(A RT ZA YA )
Este es el nombre de uno de los más fa»
mosos guerrilleros que cou tanta valentía se
distinguieron eu la guerra de la Indepen
dencia.
Nació en Villarreal de Urrechu y fué co
nocido en el país con el sobreuoinbre a b t z a y a
(el Pastor) por haberlo sido en su niñez.
Fuó cl primero en Guipúzcoa que eu J u
nio de 1810 se levantó en armas cou otros
seis individuos contra el enemigo de su pà
tria, sorprendiendo y atacando las escoltas
francesas que era io único á que podía lim i
tarse en si;s primer as ten tati vas.
Con algunos trofeos de estos se presentó
á M ina que con alguna fuerza de volunta
rios hostilizaba hacía algún tiempo á las tro
pas napoleónicas, siendo acogido favora
blemente por éste, que le designó algunos
de los guipuKCoanos que tenía bajo su man*11
á l t t i l l ' l i l i ----
do, para con ellos continuar en sn patriótica
empresa.
Jam-egui joven dc 19 años á la sazón
tardó bien poco en tener á sus órdenes un
batallón, merced al crédito dc valiente yen*
tendido que fué adquiriendo.
Obrando con absohita independencia, y
aun en casos dados cu combinación con M ina
y Lonji;, caudillos de Nabarra y de Bizcaya,
triunfó en las más de las acciones y encneu*
tros, no sin haber recibido tres Keridas en
diferentes hechos de guerra.
A los 21 aüos no cumplidos había ya ob
tenido el grado de coronel y llevaba á sus
órdenes tres batallones con tres m il plazas.
Jauregui cu el curso de su vida m ilitar
supo demostrar con hcclios» que no sólo sa
bía veucer en escaramuzas y refriegas, sino
también eu acciones de combate.
Fueron de ello testigo los campos de
Urrestilla» V i l la r re a l, A taun, Kzquioga,
Azcoitia, Arechavalcta, Bergara y Segura
en Guipúzcoa; ios de Azpiroz, Muez, Santa
Cruz de Campezu, Carrascal, Fuente de I3e*
lascoain, Irurzun, Orduüa eu Nabarra.
E a Bizcaya, en combinación con algu
nos buques ingleses, hizo rendir la guarni
ción francesa de Lequeitio, sosteniendo ade
más las acciones de Orozco, Guernica, D u
ra ngo, Ord\üla y Bilbao.
A la terminación de la guerra, Jauregui
JAUBBGUI 167
así como la mayor parte de sus compaiieroa
quedó cn el más fatai estado y compieta-
mente olvidados los grandes servicios m ili
tares que durante ella había prestado.
Cuando eu 1820 se prouuilgó por vez se-
jrunda el Código de Cádiz, se aftiíó al par
tido Constitucional, mandando durante d i
cho tiempo una brigada, pero á su termina
ción hubo de pasar á Francia emigrado.
D espués de siete años de permanencia
en la veciua nación, tomó parte en la fra
casada in%'asiónde M ina, á fines de Octubre
de 1830.Durante la primera guerra civil sirvió á
doña Isabel J I con el grado de brigadier y
comandante general de Guipú^icoa.
Mar i.sea l á su terminación, falleció eu V i
toria en ID de Octubre de 1844, siendo se
gundo cabo de la Capitanía geueral de las
Provincias Bascongadas.
ART7AYA e r a r e s e r v a d o y m o d e s to e n s u s
a c c io n e s ; v a le r o s o y s e re n o c n lo s c o m b a te s ;
d o t a d o d e u n t a l e n t o n a t u r a l n a d a c o m ú n ;
p r o b o y h o n r a d o , y h u m a n o c u l a g u e r r a .
Sus restos mortales se trasladaron en 20
de Jun io de 1852 á la iglesia parroquial do
Villarreal do Urrechu, cn donde reposan.
Tales son escuetamente reáouados los he
chos principales del valeroso caudillo gui-
puzeoano D. Gaspar de Jau rogni, que nació
el 19 de Septiembre de 1791.
168 JáUBHQri
Gustosümeato he de hacer cons ta r la
procedencia del retrato de Jaurcgui.
Y a anteriormente investigaron otros la
existencia del retrato de este personaje sin
haber conseguido ta l deseo.
A u n a c a s u a l id a d se d e b e e l q u e n o so
b a y a p r i v a d o e s ta m o d e s t a c o le c c ió n d o la
f i g u r a d e a b t z a y a .
Por mediación del excelente euskalduna
D , Joaqu ín de Castañeda tan couoeido por
aquella inolvidable expedición artística de
estudiantes que él d irigió y que tan gratos
recuerdos dejó en París, llegué á saber que
J). Aliterò de Apaolaza, farmacéutico de
Anzuola y sobriuo d e l general, conservaba,
como oro eu paño, un daguerreotipo de Jau-
regui, único que existía, el cual me ha ser»
vi do para hacer cl dibujo que al frente de
estas líneas se estampa.
Ai
............... ..... .
VIGENTE DE MANTEROLA
Sacerdote, politico, escritor y notable
orador. Kit ció en San Sebastián en 1833 y á
consecuencia de una congestión cerebral
nnirió en A lba de T or mes el 24 de Octubre
de 1891.Se distinguió con tal aprovecbamiento
durante los estudios de su carrera que ann
era diácono cuando el Obispo, sin haberlo
solicitado Manterola, le concedió Ucencia
para predicar.
De ella bizo uso el favorecido en ocasio
nes solemnes ante el Prelado y diferentes
corporaciones.
E n 1856, prèvia dispensa de nueve meses
que le faltaban para cumplir la edad canó
nica, se le confinó el presbiterado y autori
zación para confesar á personas de ambos
sexos.Recibió N É & n K E i >i s c u k p a s t e ios grados de
Bachiller y Liecnciado.L lamaban extraordinariamente la atcn-
ción (le los tribunales los exámenes que ha
cía el joven Manterola, más que dc uu estu
diante parecían aquellos profundos ejerci
cios, conferencias pronunciadas por im ave
zado doctor envejecido á consecuencia dc
dilatados y coutinuos estudios.
Casi todas las notas de sus exámeues ob
tuvieron la calificación de m e k i t i s s t m u s .
R a Salamauca recibió el grado de Doctor en Teología.
E n Pamplona explicó latín, retórica, y
griego. Antes había rehusado \ma cátedra
que le ofreció el Obispo de Salamanca.
Cedió después á los ruegos del Ayunta
miento de San Sebastián, y en el Instituto
municipal de esta ciudad en los cursos dc
1859-61, prosiguió su cátedra de otros tiempos.
Y a para entonces adquirió gran fama de
elocuentísimo orador.
Desempeñó ei cargo de secretario del en
tonces Obispo Monescillo.
E n 1862 había publicado su famoso fo
lleto K N S A Y O sSOBKK L A T O L E R A N C IA R E L IG I O S A E S
L A S E G U N D A M IT A D D E I . S IC iL O X I X .
E n 1866 fundó en V itoria la revista e l s e
m a n a r i o C A T Ó L IC O , en cuyas columnas escri
b ió numerosos artículos.
L a revolución de Septiembre de 1868 se
ñalo á Manterola el comleuzo de un nuevo
período de su vida.
r
r
Nuestro personaje era en aquellos tiem
pos para ei gobierno uu euemi^o de gran
fuerza, no sólo como orador sino á la vez
como escritor notable.
Fué elegido diputado por Guipúzcoa; eu
las Cortes Constituyentes tomó asiento en
los bancos de la m inoría carlista.
E l gobierno trató de presentarle para
una de las sillas episcopales vacautes, pero
Mantcrola anunció que no la aceptaría.
Manterola fué á las Cortes precedido de
una gran fama de orador, y de aquí el inte
rés con que se oyó su primer discurso, pro
nunciado eu 12 de A bril de 1869 para com
batir la totalidad, del proyecto de Consti-
tu eión.
Desde aquél día se le contó entre los pr i
meros oradores de aquellas lamosas Cortes,
en que tanto abundaban los políticos elo
cuentes; más también pudo conocerse que
empleaba, no las armas del orador sagrado,
sino las del más enardecido político.
Para juzgar de su campaña parlamenta
ria, bastará decir que tuvo en las Cortos por
adversario principal A Em ilio Castelar, y
que los discursos de uno y otro, sobre todo
sus réplicas, forman una de las páginas más
brillantes de la historia de la elocuencia os*
pañola.Mauterola tué uno de los principales pro
movedores de la segunda guerra civil. En
171 M A N T B k O L A
a q u e l p e r ío d o e s c r ib ió v a r io s f o l le t o s y l l a
m ó l a a t e n c ió n e l t i t u l a d o k u n s p ím r u c a r l is
t a e n c a m in a d o á d e m o s t r a r q u e u n a c o s í
e r a c l a b s o lu t i s m o y o t r a e l d e s p o t is m o .
Por los años de 1881 predicó an Madrid
á cuyos sermones acudió todo lo más notable y selecto de la corte.
Habiendo ganado por oposición una ca-
nou|pa en Toledo, la c o n se rv ó hasta su
muerte, no sin que necesitara sostener ante
cl Tribunal de la Rota un pleito contra el cabildo.
E n el mismo año de su fallecimiento ha
bía predicado en Madrid en la iglesia de San José.
De los escritos de este ilustre donostiarra
merecen además citarse d o n c a r l o s 6 k i . i ‘e -
TRni,j5]o. Fruto de grandes estudios es su no
table y tan apreciada obra a f iijm a c io n e s c a
t ó l ic a s ,
»1» ii¿»,iitfa-4»,
_________________________________ ^^ » P ^ ^ - I- ' . I . ' *T4 ^ - ^ — . í « ' " • ^ ' - K ^ " ^ t t - \*
LUIS M ANUEL DE ZANAKTU
Uno de los hombres más originales de m
tiempo y el más famoso m a n d a ta r io que
hubo on Santiago de Chile.
Sus extravagancias, sus genialidades, su
diu*eza de carácter bicieron dc 6 un perso"
naje singularísimo y fuerte.
Estaba dotado dc un gran espíritu em
prendedor; celosísimo por la moral pública
é incansable para el trabajo.
Nació en Oñate ca Septiembre de 1723.
Muy joven marchó á Chile y allí dedicó
se al comercio.
A la muerte dc su padre heredó todos sns
bienes cumpliendo con ellos el tráfico de sns
negocios.
Aventajó bien pronto eii el comercio á
todos sus coutemporáncos y on pocos aílos
se hizo dueño do una gi*an fortuna.
E n 2762 Zañartu fué nombrado Corregi
dor y Justicia Mayor dc Santiago.
E l cargo do Corregidor tenía grandes
atribiieioncH, pu€B comprendía las facnlta^
des de gobernar la ciudad y entender cn 8U8
pleitos civiles y criminales como ¡uez su
perior.
Un individuo revestido de tantos pri^ ile-
gios era temible, mucho más si al desempe
ño de! cargo unía entereza y arrogancia cn
todos sus actos, y esto fué lo que caracteri
zó á Zañartu.
Tenía tan m a l a s j’u i.GAs este corregidor,
tan en<^rgÍco era, imponía tal miedo é todos,
que si lo qnc mandaba no se hacía con la
presteza del rayo, se ponía furioso, se tira»
ba de los pelos y formaba nn alboroto tal,
que el pueblo adoctó nn dicho que aun hoy
en Chile se iTsa, para indicar que un hom
bre es colérico ó de mal genio: «Ese es un
Zañartu».
Zañartu era temible, espeeiabnente cuan
do se le anunciaba un robo, la captura de
uti crim inal ó una sublevación de presos.
Entonces «se volvía un Zañartu» se ponía al
cinto la espada y á escape salía atropellan
do <aianto á su paso topaba, hombres, mue
bles, todo iba por los suelos.
Pero además de exageradameute enérgi
co, Zaüartn era un valiente en toda la exten
sión de la palabra,
Mnchas veces expuso la pelleja por puro bravo.
Se cuenta que al avisársele que un negro
ZATilRTU 170
asesino se liabia relugiiido on la iglesia Ini- v c u d o de los qnc le perseguían, corrió Za-
flartu tras el crim inal y penetró en la iglesia
en el mismo instante que cl negro apuntaba
con una pistola. - ¡A p un ta bien, ncgro !-
gritó Zañartn. A esta voz do trueno aquel
tembló (le snsto entregándose al Corregi
dor, éste ie cogió denna oreja y lo sacó fue
ra del templo, presentándolo á sus soldados.
M día siguiente e\ pobre negro fué ahor-
cado , . ,Zañavtu tuvo doa hijúB y «qiueras O no
quieras, las encerró á ambas en un conven-
to en donde murieron. ^Zañartu eraliombre riquísimo, y alicio-
nado al lu jo, al fausto; demostró en mnchí-
a irnos casos su opulencia.E n Santiago de Chile llevó á cabo im por
tantes reformas, levantó edificios y su nom
bre vá estrechamente unido al famoso puen
te llamado de -cal y canto,» construido por
iniciativa suya.Este personaje original, aparte de sus
exageraciones, era hombre que valía.
Es curiosísimo el folleto que el Sr. Abel
Rosales publicó cn 18H8 en Santiago de C h i
le denominado: «Historia y tradicciones dcl
puente de cal y canto,> y en esta obra ae re*
trata á Zafiartn del natural; todas las p ág i
nas están dedicadas al famoso Corregidor.
Sería tarea prolija el ir enumerando to-
180
<lfts las im p e t u o s id a d e s d e o s te g u ip u z c o a n o *
a d e m á s d e b o p r o c u r a r q n c el le c t o r a l le c r
t a n t a t e m i 'k s t a d n o v a y a á p o n e r s e t a m b ié n
h e c h o TIN 2ÁÑARTÜ.
Murió en A bril de 1782 en la misma ciudad de Chile.
E l pueblo cantó durante mnchos afios la siguiente copiar
«La Qnintraía está del pele»Sin bajar n i subir,
Y Zaüurtu m ira a l Ciclo
Sin entrar n i salir.»
ESTEBAN DE G A R IB A V
T ZA M ALLO A
L a nación española debe á este ilustre
hijo de Guipúzeoa su primera t iíst o b ia g k -
NETíAL DE ESi’AÑA, q\ic c s c r ib ló para los 32
años de celad y cuya primera edición se pu
blicó en Amberes en 1571» siendo despues
reproducida en Barcelona eu 162B.
Escribió además uua obra titulada íhv&-
TUACIONES G tE N K ALÓGICAS DE I.OS CATÓLICOS liE*
YES DK khvaSía , impresa en Madrid cn 1586, y
otra en once toinos con el títu lo de g ra sd e *
ZAS DE ESPA5ÍA.
E l Último tomo de esta obra fué pub li
cado el año 1854, por cuenta de la Real
Academia de la Historia, formando el Y I I
dcl Memorial histórico español, ó sean Me
morias de Garibay, obras ambas que mere
cieron muy favorable acogida,
Garibay fué aposentad or Je la Casa Real
desde 1576; sieudo propuesto en 1577 para
Consejero de Guerra, rehusó este destino, y
desde 1592 continuó en el cargo de cronista
dc Felipe II .
Falleció en Madrid, habiendo dispuesto
que su cadáver fuese trasladado A su pueblo
nata l y sepultado ea la iglesia dc San Fran*
cisco.
Hace alguaos años, los señores D , Miguel
de Madinaveitia y D . Vicente de Oquendo»
naturales de Mondragón, descendiente este
último dc los ilustres marinos del mismo
nombre y propietario de la casa en que na
ció el historiador Garibay, colocaron A sus
expensas, en el frontis dc la misma, una lA*
pida conmemorativa cou la inscripción si
guíente j
«En estas casas nació Esteban de Gari
bay y Zamalloa, en domingo 9 de Marzo de
1533, y en ellas compuso y acabó dc escri
b ir para la edad de 32 años, la h i s t o r i a d e
ESPAÑA, que por la primera vez se publicó en
nuestra nación. Fué cronista del rey Feli
pe I I , y murió en Madrid en d a ñ o de 1599.»
ANTONIO P E Ñ A Y GONI
Nació en San Sebastián c*l 2 de Noviem
bre dc 1846.
Siguió con notable aprovechamiento do
ble carrera literaria y artística, y cnando
apenas tenía la edad de veinticinco años,
.sus estudios y bocetos musicales, artículos
de mucha erudición y sonaata crítica, gana
ron puesto preferente, por derecho |)ropio,
eii los primeros periódicos de Es paila y eu
«tros de Francia é Ita lia ; publicó después
algunos opúsculos y folletos cómo loa titu
lados: «La obra maestra de Verdi>, «Impre
siones mu si cales >, ^Artc y jTa t r io t i amo*
(Gayarre y Massini), * Nuestros músicos»
«Barbieri y Gounod» y otros, y tradujo del
italiano los libretos de las óperas «Aída» y «Rienzi*.
Es autor del magnífico libro; «La ópera
española y la música dramática en Espaüa
cu el sigio X IX , * A l examinar el informe re
ferente á dicho trabajo , así se expresal>a el
•VJJL J i l
188 P B N A 7 O O N I
iiiftigrie maestro Arrieta: «La obra del sefior
Pcùa 7 Goni tiene importancia capitai para
la historia del arte lirico español» puesto que
une á la abundancia de datos y fiel relación
<le Lechos, criticas brillantisimas, en las
cuales descuella nna inira patriótica diguu
de los mayores elogios.»
Algunos aüos más tarde, el ilustre Bar
bieri en uno de sus discursos pronunciado«
cn la Academia de San Fernando, decía:
«Aunque el Sr. Peña y G olìi no hubiera es
crito sino este libro, tendría mérito sobrado
para alcanzar la honra de ingresar en esta
Academia, y aun cn la de la Historia, pues
to que el ta! libro es una verdadera historia
crítica de nuestro teatro lírico, lleno de da
tos de la mayor exactitud é importancia,
presentados con buen método, sana crítica
y estilo ameno* >
S ería '^ ' A larga cl enumerar sus muchos
trabajos, iucluso los dedicados á la tauro
maquia, celebrados en extremo.
Entre sus obras musicales figuran buen
número de inspiradísimos zortzikos como
«San Sebastián», <Pepita^, *Viva Em an i» ,
etc., etc.
Desempeñó, entre otros cargos, los de
Comisionado especial del Gobierno eu la ex*
posición de París, secretario de la Comisión
permanente para el establecimiento del dia*
pasón normal, y la cátedra de Historia crí
tica de la Música cn la Escuela Nacioual de
Música y Declamación.E n 1892 nombrado acadómico de la
Real de Bellas Artes de San Fernando.
He aquí como Peña y Oofii, eu uno de sxi3
ingeniosos escritos, trazó su propio retrato;
«Se hace indispensable que los lectores
de la «Ilustración Miisieal> tengan de m í
uua idea exacta; que saboreea la naturali
dad de m i rostro, la viveza conejü do mi
mirada, la ténue sonrisa de mis labios, la
característica expresión, en suma, que nece
sariamente debe revelar m i «veraefigie.»
Es preciso que ella diga lo que soy eu lo
moral y en lo físico, lo que puedo, hago y
valgo, lo que declaro sin rubor y loque oculto rsouruo isem ent> en los más recónditos
pliegues de roi espíritu y de m i alma, m i y ó
y mi no tó , m i persona y m i entidad.
Es necesario que m i retrato tile vida
y derrame pasión; que palpite, que ande,
que corra, que se perciba cl movimiento de
una sangre medio anémica y las atropella
das carreras de unos nervios desquiciados.
Hace falta que m i fotografía adquiera
tal relieve, que todos me cono/.cau, ó me
adivinen y puedan exclamar: — ¡Es él! ;Es
611 tal como lo ha hecho Dios, ó nos lo ha
bíamos figurado nosotros; con sus buenas
cualidades y sus defectos, con sus apasionamientos consuetudinarios, con svis arre
bato.s de todos los días» excesivo en todo,
así eu elogio como eu la censara, exagerado
en el Beiitix, exagerado eu la expresión, he
cho de acciones y reacciones súbitas, cuer
da demasiado tendida, cuerda demasiado
vibrante, que grita como ua eüergúmeuo lo
mismo cuando pisa un insecto que cuando
admira á un león.
Y o vivo en mi casa, en la hermosa sole
dad del hogar, rodeado dc los míos, estu
diando el arte, buscando la verdad» en si
lencio, en uaa pouumbra, que son m i con
suelo y m i encanto.*
Es además autor del libro verdaderamen
te cuskaro «La pelota y los pelotaris.»
Peña y G oñ i m urió eu Madrid el 13 de
Noviembre de 1896, su cadáver íué trasla
dado á su Doitostía que tanto amaba, eu
cuyo cementerio de Polloe reposan los res
tos mortales dc este querido crriko scme-
g a S lB B S H J iB S B S g S g B M C S B S a g g S a S B S ^
SAN IGNACIO DE LOYOLA
Nombre uuiversal.
Nació en la casa solar l o y o l a , jurisd ic
ción de Azpcitia en 1491.
Fué m ilitar y distinguióse en la toma do
Nájera y en cl sitio de Pamplona, siendo
gravemente herido por baia de caùón en la
capitai de Nabarra; trasportado A su casa
solar, dedicóse durante su curación á la cous*
tante lectura de libros religiosos, cuyos efec
tos fueron tan trascendentales que desde en
tonces entregóse á la penitencia y á la pere
grinación.Visitó el santuario de Jíonserrat, y des
pués Roma y Jerusalén.A su regreso de estas peregrinaciones L e
yóla contaba treinta años de edad y enton
ces dió comienzo á los estudios en Barcelo
na, prosiguiéndolos en lasUmveraidades de
Alcalá, Salamanca y París.
E li su intento de fundar una Compafiia,
reunió en la capital de Francia seis discí
pulos.
A l poco tiempo agregáronsclctres más y con ocho de ellos celebró misa en Veueeia el
24 de Juu io do 1537, después de cuyo acto
tüdoB dieron principio á la predicación cu
diferentes puntos de Italia.
Proparada más adelanto la celebre c o n s *
i iT u c ió v i)K L A COM PAÑÍA D K TKsCs, y aprobada
por el papa Paulo Til el ano 1540, sorpren
dentes fueron los progresos duraute los die
ciseis aüos más que vivió su fvindador y p r i
mer general Igiuicio de Loyola.
De ello son testimonio fiel sus fundaeio
nes en Roma y en otros sitios más.
Kn poco tiempo se extendió la compañía
cu P o r tu g a l, Ita lia , Sicnlia, G-ermania,
Francia, Aragón, Castilla, Andalucía, las
ludias, la Ktiopia, el Brasil, etc.
E l lema a d m a .io b e n d i :i at.oKiAM , adopta
do por Loyola, fué tan fecundo, que los soc-
taiños recibieron biou pronto los rápidos re
sultados de la Compañía d.e Jesús.
Loyola murió en Roma el 31 de Ju lio do
lo»>í>; fué beatificado por Paulo V en Ju lio
de 1609 y canonizado el 12 de Mai’zo de 1622
por Gregorio X V .
VÁ retrato del glorioso guipuzcoauo que
se dá á coooccr al frente de estos ligeros
apimtes, nos logó su compañero y biógrafo
el P . Rivadencira.
LOVnt.A 195
«A ]a imierto del Sunto - dicc sn biógi'a-
fo—no qnedó n ingún retrato suyo aacado
tan al propio» que en todo le parece, porque
aunque se deseó inuciio retratarle míen tras
que é\ vivió, para consuelo de todos sus h i
jos, pero nuiiea nadie se atrevió A hablar
dello delante dél, porque se enojara mucho.
Los retratos que andan suyos son sacados
después de muerto. Entre los cu oles el que
está más acertado y propio os el que Alonso
Sánchez, retratador del Key Católico don
Felipe I I sacó en Madrid cl año de íJiil y
qniiiicntos y ochenta y cinco, estando yo
presente y supliendo lo que el retrato muer
to, del cual él le sacaba no podía decir, que
snbcse como se deseaba.»
E l que en estas púginas se estampa está
copiado del que pintó cl mismo Alonso Sán
chez Coello.
<o
E L MARQUÉS DE 'ÍOCA.
Puede decirse, sin temor de repetir una
vulgaridad, que el Marqxiés de Toca, fué una
lumbrera de la ciencia de curar, como lo
atestiguan la m ultitud de procedimientos y
teorías que inventó ó reformó durante su lar
ga y brillante carrera profesional, cn núme
ro suficiente para poder completar uaa obra
extensa.Melchor Sánchez de Toca, nació oa \er-
gara el 5 de Enero de 1804.Estudió con singular aprovechamiento y
esceleutes notas la carrera de Medicina en
cl colegio de San Carlos de Madrid, obte
niendo la licenciatura cn 1833, y el grado de
doctor el siguiente a no.En Mayo de JÍ3T, y á consecuencia de
oposiciones celebradas, fué nombrado cate-
d i ático supcrníjmerario en propiedad, del
«itado Colegio, con el caigo do Director ana
tómico del mismo.En 1840 publicó uua notable «Memoria
sobre el plan de estudios, la organización y
200 U A E qU C á DR TOCA
el personal de las eac\iclas me die as extran
jeras, con aplicaciones á la Naeíonal de San
Carlos,» eu 1 ft, que rcsnnüó importantes y
sensatas observaciones. E n Septiembre de
1845, se le confió la cátedra dc Anatomía
quirúrgica, operaciones y vendajes.
A l ocnrrir ol atentado del curtí Merino
contra la reina D.® Isabel 11 en 1850, fué lla
mado á asistirla, á propuesta dcl Consejo de
Ministros y con beneplácito ele los médicos
dc cámara, coa quienes celebraba junta dos
veces al día, hasta que se declaró á la reina
fuera do peligro.L a categoría de catedrático de término
le fué conferida eu Febrero dc 1862.
E ra el Marqués de Toca miembro dc las
sociedades médicas dc Lisboa, de la Acade
mia dc Medicina de México, de la de C ien
cias Naturales de Madrid; fué presidente dc
la Real Academia dc Medicina, fundador y
director perpètuo de la de Emulación de las
Ciencias Médicas, del Instituto Médico Es
pañol, y corresponsal de todas las Acade
mias Médicas de España y do muchas del
citranjcro.Estaba condecorado con las órdenos es
pañolas de Carlos 111 ó Isabel la Católica, y
con la de oficial de la Legión dc Honor, que
le fué concedida on 1864 por el Emperador
de los franceses-Durautc loa hvrgos años que descmpeüó
H iS Q C É S r.K TOC»
la cátedra de Medicina operatoria y la eli-
uica aiiosa á la misma en el colegio do San
Carlos, SáncheK Toca practicó con destreza
y Labilidad suma las más difíciles y arries
g a d a s operaciones qulrárgicaa, casi siempre
coronadas por el mejor éxito.Relata el D r. Tolosa Latour: «Toca acos
tumbraba hacer varias operaciones eu de
terminadas épocas, guardando para entou-
ces los enfermos que hab lan de ser operados
al mismo tiempo. Acertó cierta primavera á
visitar el antiguo colegio de San Carlos un
célebre oculista francés, precisamente el día
en que se debían operar algunos individuos
a fe c to s ( le c a t a r a t a s .
Pistaba por aquel entonces encargado es-
pceiabnente de semejante cometido, cierto
alumno distinguido que» como es coat\imbrc,
permaneció jun to a l profesor espetando sus
órdenes; cuando éste por un mo\imicnto
brusco que le era peculiar, le apartó dicien-
do en alta voz:—Hoy, señores, me be propuesto operar
los cinco enfermos sin ayudante alguno.Y d ic ie n d o y h a c ie n d o , c o n i a s o l t u r a d e
a m b id e x t r o , q u o lo c a r a c t e r i z a b a , e x t r a jo
porfuctamentc las cataratas en medio del
a s o m b r o m á s c o m p le t o d e lo 8 a lu m i io s y d e l
e x tra n je ro ,, q u e n o s a b ía q o c c a r a p o n e r a n te
se m e jjv n tc t o i ’ r d k p o h c e .*
Euseñó métodos nuevos, reformó apara*
202 M&AQCÉ8 bB TOC&
tos, demostró paralelos y analogías entredi«
versos padecimientos» perfeccionó la dea*
cripción annlóm ica de algunas partes eacu-
cíales dcl cuerpo Immano, y consagró tod.i
su vida al adelantamiento de la ciencia y al
bieu de la humanidad.
Falleció on Madrid ol 4 de Ju lio do 1880,
y «u cadáver fué conducido en cumplim ien
to de la últim a voluntad del ilustre médico
á Vergara, en cuyo cementerio reposan su a
restos mortales.
LOPE M ARTINEZ DE ISA STI
Le ha sucedido al país cuskaro, sobre
todo á Guipúzcoa» lo qxic á una nación to
talmente generosa. Entregada enteramente
á obrar, se olvidó de ai misma.
E n la antigüedad y deniás tiempos, deS'
de los más remotos, todo su anhelo ha esta
do cn au mentar sucesos sin interrupción, n i
iilgúu descanso para numerarlos y espaciar
se en ellos.
Por eso, liiidie en Guipúzcoa ae dedicó á
las letras, y apenas se cultivó la historia has
ta que el famoso D r. Isasti vino á cubrir una
verdadera necesidad escribiendo gu curiosí
simo C O M P E N D IO H IS T O R IA L .
Martínez de Zaldivía, Garibay, c2doctor
Puerto, Salazar de Mendoza, Zabaleta y a l
guno que otro, dcsoribicron diferentes pasa
jes de la historia de Guipúzcoa, pero ningu*
no con la extensión y dctenimieuto que lo
hizo el D r. Isasti.
E l Compeadio historial de G u ip ú z c o a
que nos de,}6, es umvobra sumaineute curio
sa, contieno muchos errores, hay muolio (3c
iiiocento, pero cn toda la obra impera tal ca
rácter de originalidad por lo que resulta su
lectura verdaderamente interesante.
Los críticos impertinentes tendrían qnc
reparar, si la naturalidad no disculpara loa
pecados del arte, Tsasti no se propuso escri
bir CON AUTiF icio , aiuü con Huma uaturalidad
y modo lían?. Xo trazó historia: c o m p e x d t o
la llamó; acumuló gran caudal de materia'
les, para el que quiera después colocarlos en
obra foruial y con método; el arte traza sus
habilidades, á él toca labrarlos, pulirlos y
sentarlos en debida forma y lugar.
Ese fué el empeño dcl T)r. Isasti, no de
tenerse en menudencias, correr á la im por
tancia principal.
E n un país como el uuestro tan estéril de
historias, fué «gran negocio* proporcionar
cosecha tan copiosa.
Se debe admirar en esta parte el gran
caudal cou que enriquece los hechos memo*
rabies de G-uipúzcoa.
Se ha dicho ya la in d o le n c ia con qne
aquellas generaciones de Guipúzcoa dejaron
pasar ai olvido todas sus vicisitudes, su exac
ta manera de ser, como si no hubieran de te*
ner posteridad, á quien fuese g lo r io s a su
conservación.
Por eso la historia de laasti es documen-
i
207
tüIiDportantíeimo, por muchos conceptos,
pues gracias é. «51, á aii genio observador, te
nemos nuichísinms noticias que á no haber
las recopiIaJo on tan interesante compendio
c o n su oportuna curiosidad, estaríamos ya
en ese día en que hubiesen pasado en comple
to olvido y dcacónocimiento. tantísimos da
tos, con detrimento dc la historia dc Oui-
púzcort.Tsasti nació en Lezo por los años de 15C0
ú 1570, dc cuya iglesia fué beneficiado.
Estando en Madrid hácia 1()24 escribió
sa Compendio historial, á cuya publicación
se negó la D iputación de Guipúzcoa; se ig
noran los móviles que tuviera ésta para se
mejante negativa y que parece sistemática,
porque no premió de otrom odó, a lg u n o s
iiños antes, su ^Tratado sobre ochenta arqui
tectos y canteros de Guipúzcoa.*
Por fortuna el aüo 1B50 se publicó tan
curioso libro y el compendio.
Isasti fué abad en el obispado de Tuy y
maestro dc pajes de varios obispos.
f ^ r W f f
JOSE M ANTEKOLA
E l 23 de Marzo de 1B49 nació Manterola
en San Sebastián.Sn incansable actividad, su clnra inteli
gencia y nada vulgar talento, unidos á nii
amor debintercsado al país eiiskaro, hicie
ron de él nna de las primeras figuras basco*
nabarras.
Vivió trabajando, rodeado del cariño de
sns con ciudad anos: murió on la flor de su
edad, en los momentos mismos en que aque
lla alma, enamorada de la raza y la lengua
bascongada, veía surgir en el lejano hori
zonte los albores de uu liermoBo día.
La memoria dcl joven donostiarra irá
eternamente unida, lo mismo á his victorias
que á las tribulaciones del idioma enskaldu*
na, porque amó mucho á su país y sintió
como propias sus amargas penas.
E l primer trabajo literario suyo, es la
GUÍA DE GUIPÚZCOA qiic d ió á luz á n t e s de la
última guerra civil y por tanto siendo aun
muy joven. Y a aquel libro, escrito con co
rrección y discreción uo muy comnnes eu
los adolescentes y enriquecido coo gran co
p ia de CTiriosiis noticias, anuneiaba un es
critor notable y laborioso.
E I bello ideal de Mant croia era casi des
de su uiiìéz la publicación del c a k o i o n e b o
BASCA), que eu au coaccpto debía contribuir
al florecimiento de la literatura ouskara.
Habíase dicho hasta por escritores de re*
nombro, fìunque poco conocedores del pue
blo bascongado, que este país era refracta
rio al sentimieutopoético; y Manterola que
sabía cuan errada era esta opinión, desea
ba desmentirla elocuentemente cou la reco
lección y publicación de cantos populares,
debidos ya ú. la musa popular, ya á la artís
tica del país euskalduna de aquende y allen
de el Pirineo, que andaban dispersos, pu-
diérase decir de memoria en memoria, pues
la mayor parte de ellos no habían sido nun •
ca reducidos á escritura.
Desde 1877 á 1880 d ió á la luz pública las
tres primeras séries de esc libro, tesoro de
inauifestacioues del sentimiento y espíri
tu poéticos del solar euskaro hispano-frau-
cés, y testimonio de los profundos conoci
mientos filológicos que cl joven Manterola poseía.
Fuó director de k l d i a b i o d k s a n k e b a s -
T IA N , y fuudador de la revista denominada
i'USKAt-EUBiA, en cuyas páginas figuran es
cogidas composiciones de los primeros lite
ratos euskaros.publicó uucva edición de Ia obra de Iri-
goyeu, «Colección alfabètica de apellidos
bascongados,» enriqueciéndola con noticias
y comentarios interesantísimos.Iniciador principal del «Consistorio de
Juegos Florales euskaros* en Guipúzcoa y
SQ más importantísimo elemento.
Escribió numerosos artícxilos y poesías
qne obtuvieron merecidas recompensas en
diferentes ocasiones.Fué catedrático del Instituto provincial
de Guipúzcoa: falleció en 29 de Febrero de
1884, cuando no contaba aun 35 años.
Todos los escritores del país, dedicaron
á la memori« del insigne bascófilo un album
auto* tipo gráfico con sentidos trabajos cro
nológicos, intitulado « d o x o s t i a s Mantero
la-ri. >
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COSME DAM fAN DE CHÜRRUCA
Nació cl c.élcbre Ch um ica en la villa de
Motiìco cl 27 de Septiembre de 1761.
Este insigne marino, cuyo uombrc ha re
sonado repetidas voces en Europa, reunió á
los más iM ofnndos conocimicnfos de su ar
dua carrera, uua erudición vasta, elperíecto
conocimiento de las lenguas inglesa, fran
cesa, ó italiana, un valor heróíco y todas las
virtudes qne inmortalizan la memoria de los
hombres.
Hizo muchos y grandes servicios; pub li
có diferentes obras y muchos trabajos cien*
tifíeos sobre m a te m á t ic a s , astronomía,
navegación, punterías navales, instrucción
m ilitar y marinera y disciplina naval, y en
tre los papeles que dejó á su muerte se en
contraron borradores suyos muy extensos de
observaciones y cálculos sobre la célebre
obra de D . Jorge Ju a n y de su comentador
Mr, L*Eveqne, notas sobre cl abate de La
Calile y otros sabios, fragmentos de discu-
siones sobre Historia Natural, y otros tra
bajos muy importantes relativos á la tácti
ca <\c las marinas de España y Francia y la
parte histórica de svia viajes hidrográficos,
particularmeute al estrecho dc Magallanes,
á las Antillas y al Seno mejicano.
Cuando en 1799 se hallaba la escuadra
española en Brest, el marina Ch\irruca m an
daba el navio c o s q u i s t a d o k , y en virtud de
las órdenes que recibió del Gobierno, pasó
á París á examinar el Observatorio Astro
nómico, el Depósito Hidrográfico y otros es
tablecimientos de aquella capital, de quie*
nes recibió los testimomos más aprecLables
de consideración; y entonces fnó también
cuando el primer cónsul Na£*oleón le rega
ló una magnífica y completa armadura.
Siendo brigadier de la Armada y man*
dando el uavío s a x j u a n N K i ' o t í r c E N O , pereció
gloriosamente en el combate de Trafalgar,
coronando su brillante carrera con la acción
más grande que vieron aquellos tiempos.
Durante aquél terrible combate C h ú m i
ca estuvo batiéndose constantemente con
cinco y aun con seis uavíos iuglcaes de uaa
vez; y desplegando su denuedo y talentos,
en proporción de los riesgos, dirigiendo las
maniobras y punterías por si mismo, y ha
ciendo el uso más acertado de sus altos co
nocimientos, tuvo siempre el respeto á fuer
zas tan enormemente superiores, siu que se
c i i u r r u c a *219
atrevieran los ingleses á intentar el abor
daje.Más á las cuatro horas de combate le al
canzó una bala do cañón, qnc llevándolo la
pieni.'t derecha hasta el muslo, le derribó.
Cayó el héroe sin turbarse; y mandando cla
var la bandera, con orden de que no se rin
diera el buque mientras él viviese, expiró con
la serenidad más hcróica casi á las tres ho
ras de haber recibido el balazo, á los cua
renta y cuatro años de edad y veintinueve
años y cuatro meses de servicio.
Los ingleses se apoderaron de sus intere
santes manuscritos y papeles; y á pesar de
lo avaros que son en reconocer el mérito do
los hombres célebres que no pertenecen á su
nación, admiraroD de tal manera el valor
extraordinario de C h u r r u c a , que á fin de
honrar su memoria, conservaron en la bahia
ríe G ibraltar el cáseo del navio Sau Juan ,
con su cámara cerrada, y uua láp ida sobre
la puerta cou el nombre Churruca cn letras
de oro; y si alguna vez se habría aquella
cámara para satisfacer la curiosidad de al
guna persona de distinción» prevenían siem
pre qne entrasen en ella descubiertos con la
mayor compostura; testimonio brillatite del
eminente mérito que los ingleses reconocían
en el insigne Churruca.
Cuando falleció, le declaró el rey tenien
te general, y sn esposa gozó de una viudc-
- -A
dad en calidad de pensión vitalicia. E u 1812,
se erigió en la P laza Kueva dcl Ferrol nn
monumento piram idal, dedicado exclusiva
mente al marino Cliurrncn, con inscripcio-
ne8 alusivas á las virtudes y gloria inmortal
del héroe del Trafalgar; y las Cortes cons
tituyentes dc Cádiz deorctarmi cu su sesión
piihlica de 14 dc A bril dc 1814, que á uno
de los dos navios dc línea qne á Ja sazón se
construían eu el Ferrol, se le diese el nom
bre de Churrucrt, y que siempre hubiese eu
la Armada un navio que llevara este ilustre nombre.
Hoy se ostenta uua esbelta estatua de
Cburruca trabajada en hermoso mármol dc
Carrara, en la villa de Motrico, eon inscrip
ciones conmemorativas en bascuence y castellano.
-cp-
JULTAN DE LIZAEDI
Aateasu ps !a v illa en doudc nació cl ve
nerable padre L izard i el 30 de Noviembre
do 169G.E u 1717 fué uno de los misioneros que
partierou del puerto de Cádiz con rumbo ol
Verú, Quito y Paraguay.
Arribaron loá barcos felizmente á Buenos
Aires en Ju lio del mismo año, y de allí salió
con sus eondiacípuJos á proseguir s\tR estu
dios en el colegio de Córdoba de Tucoman.
Ordenado de sacerdote en 1721, se dedi
có sobre todo á la conversión y enseñanza
de loB paganos, y esta ardiente decisióu qnee l padre L izard i SCI) tía, fué una especie de
voto, ofrecimiento hecho en los peligros de
un naufragio. A consecuencia de una orden
superior obligóle á tornar á'Buenos Ai ves,
cumplida dicha orden y cuando regresaba al
Paraguay, durante la t r a v e s ía , naufragó
toda la tripulación. E n aqiiellos momentos
tan anguiátiosos es cuando Lizardi invocan
. “Vi
r.
do á Dios ofreció, ai tA término del paso dc
este mundo no era aquel en que se hallaba
luchando cou las aguas, lo que le quedaba
dc vida había de emplearlo en la conversión de ludios salvajes.
E ra tal el temor que tenía al más insig
niíicaiite y leve pecado, y era tal el afán que
sentía en servir al Cielo, que todos los días
fltifría peuitcucias y martirios.
Para esto usaba disciplinas de alambre
con el fin de que pvodujeseu poco m ido ; y
tenía días destinados á dárselas más rignro*
sas, en los cuales se ponía también á la cin
tura un cihcio que le subía hasta el pecho.
Inventó además otros instrumentos de
penitencia que causaban horror de sólo m irarlos.
Pero al paso que consigo era inhumano
y cruel, su proceder con los demás era cari
ñosísimo y afable, y todos hallaban en sus
obras y palabras, consuelo, alivio, amor y edificación.
Nunca se negó á ninguno que de ól se va
liese, por trabajo.so que fuera lo que le pedían.
Todavía era joven Lizavdi, y, siu embar
go, sus méritos y virtudes le hicieron acree
dor á que en 1730 recibiera de la compañía
de Jcsiis el supremo grado de la profesión
délos «Cuatro Votos.» Desempeñó una cá
tedra de filología en liucuos Aires.
T
Siguió después cn sn propòsito entro los
feroces chiriguanos del Gran Chaco, á pesar
de losconscjus cn contrario, y de haber sido
sacrificado poco tiempo antes ocho mieíone*
ros en el misino higar.
Llegó también para el padre L izardí,
aunque demasiado pronto, aquel día en que
había de sellar con su sangre la fé de Cristo.
E l día Ifi de Mayo de 1735 se disponía,
como lo hacía todus las mañanas, á celebrar
el sacrificio de la Misa.
Algunos días Antes había tenido aviso el
padre L izard í, de que los chiriguanos del
partido de lugre trataban de invad irla Con
cepción. L iz a r d i no crcyó ta l intentona,
pensando sería como tantas otras que se ha
bían llegado á oir sin fundamento, y por
esta razón no se d ió importancia á la noti*
eia que se propaló nuevamente.
Pero los bárbaros de los siete pueblos del
Valle de Ingre se iban acercando ya con
cautela, capitaneados por un cacique, y ob
servando que los neófitos estaban muy a,je*
nos de b u llegada, ejecutaron el asalto al
punto cn que el padre L iaardi estaba dicien
do las palabras de la Consagración para a l
zar el Cáliz.
U n muchacho llamado Manuel, que los
había visto venir A todo correr, se adelantó
A dar aviso, que L izardi no creyó fundado,
sino alarma falsa, como había sucedido ya
diferentes veces; pero la gente apenas tuvo,
en esta ocasíói), suñcicnte tiempo para sa
lir precipitadamente, y meterse cn mi bos
que vecino, dejando al Padre en el altar, cre
yéndose, sin d u d a , que L iz a r d i bacía lo
mismo.
Más, á poco, echándole do menos una in
dia, buena cristiana, y mujer del alcalde Ig
nacio Barucaci, exclamó gritando: «el P a
dre se queda; no le desamparemos; vamos y
muramos con él.»
A los pocos momentos volvió 4a india, y
con ella hasta veinte personas más.
Ante las voces y cl movimiento que pro.
ducía la invasión, salió de su c¿isa u ü espa
ñol, Lope Martínez, que trabajaba cn las
obras del pueblo, y apresuradamente tam
bién se encaminó á socorrer al padre Lizar-
d i, pero antes de pisar el templo, le hirieron
á flechazos los salteadores sieudo m aniata
do y muerto.
Los rebeldes entraron furiosos en la i igle
sia dirigiéndose al altar, y cogiendo al sacer
dote L izardi, le despojaron de sns sagrados
ornamentos, siendo barbaramente maltra"
tado.
P ro fa n a ro n completamente la iglesia;
destrozaron imág’enes y vasos sagrados, h i
cieron pedazos el Ara, derribaron altares,
fué hecha añicos una hermosa pintura que
representaba á la \ írgen, y á una valiosa es-
cviltiira de la Concepción, ìc cortarla cabe
za y inaaos, y con escaniLo arrojaron el tron
co á uu panojal.Siguió el saqueo de las contadas alha)as
de aquel pobre templo, y por último pusie
ron Alego á la iglesia y casas iumediata^i re
duciéndolo todo á cenizas.Ufanos dc tales hazañas aquellos desgra
ciados, volvieron de nuevo al moribundo
Lizardi y demás cautivos, y desnudos del
todo fueron horriblemente asesinados.
A l hijo de Asteasu, al venerable L izardi
lo sentaron sobre una piedra, en donde cru
zado dc brazos y con la m irada en el cielo,
esperó inmóvil la lluvia de flechas que le
dispararon los salvajes, y tras de nna agonía
horripilante, entregó su alma al Creador,
suplicando el perdón para aquellos que de
semejante manera habían profanado la casa
de Dios.Sucedió el martirio del padre L izardi el
día 17 de Mayo de 1735, á loa 38 años de
edad. , 1 T 'I ja fam ilia Egaüa allegada cou la <le Li-
zardi, posee documentos del mártir, y con
serva también un cuadro en donde se repre
senta a l jesuíta de Asteasu, con las manos
cruzadas, traspasadt» do Hechas y con la m i
rada fija en el cielo, del cual nos hemos ser
vido para hacer el retrato de esta colección.
Kn Asteasu todavía se designa la babita-
ción en donde vió la \\i7. primera de la vida
cl padre Ju liá n de Lizardi.
A l poco tiempo fueron conducidos los
(Icstiozados reatos de L izard i, al Colegio de
Jesuítas (lela villa de Tarija, en donde se le
hicieron las exequias fúnebres con la soleni
nidad digna de sus virtudes y méritos.
So ha tratado, eu nuestros días, acerca de
la traslación de los restos mortales de tnii
venerable mártir, á su villa natal.
JOSÉ JOAQUÍN DE FERRER
Este ilustre gmpiV5coano nació cn la v i
lla de Pasajes de San Juan , cl 26 de Oc
tubre de 1763. Fueron sus padres D . Vicen
te de Ferrer y Echeverría, contador que fué
de la Real Armada y natural de la misma
villa, y Manuela Caíranga y Villabaso,
nacida en M unguía, en el Señorío de Biz-
caya.Después de haber revelado cn sus prime
ros estudios excelentes disposiciones para
laa ciencias físicas y exactas, embarcóse el
joven Ferrer, á los diecisiete años de edad
con rumbo A Caracas, en la fio ta de la «Real
Compañía Guipuzeoana,* c o m p u e s ta del
navio ASUNCIÓN y siete fragatas más.
A los pocos días de navegación, estando
la Ilota á la altura del cabo de San Vicente,
tuvo la mala suerte de encontrarse coa la
escuadra inglesa mandada por el almirante
Rodcey.
Esto sucedía el 9 de Enero de 1780, y sa*
FBCftíB
bido es que en aquellos años España se ha
llaba en hostilidades con Inglaterra.
Por este motivo, la flota eu donde iba el
jóveu Ferrcr, fué apresada por los barcos dc
guerra ingleses.
E l navio áSI’NCIós era comandado por el
experto marino D . M igue! de ir a di, hijo de
Pasajes.
Fué conducido Forrer á las prisioues de
Inglaterra, juntamente eon los demás com
pañeros dc desgracia en número de m il gui*
puzcoanos.
E l padre de Ferrer, acongojado cou las
tristes noticias recibidas de la lamentable si
tuación dc los compañeros de cautiverio dc
su hijo y de este mismo, y temeroso de ma
les mayores uo perdió uu instante eu dar
pasos para sacar al joven del peligroso la
gar eu que yacían, y seguidamente escribió
al comisionado geueriil de prisioneros espa
ñoles D . N . Gaudarcgui.
Gracias á la intlucncia de este señor, se
consiguió, que el jóven Ferrer fuese trasla
dado á un colegio, el caal aprovechando la
ocasión, y su estancia eu Inglaterra, siguió
allí sus estudios hasta el año 1786, haciendo
singulares progresos en las ciencias mate
máticas, y particularmente cu la aplicación
de dstas á la astronomía, y llegando á domi
nar el idioma inglés con igual facilidad y
conocimiento que el suyo propio.
Jlestíiblecidii la paz entre Espaûa é In
glaterra volvió el joven prisionero á su pa
tria.Permaneció algiin tiempo en Pasajes,
salió luego para Cádiz, partiendo de este
punto á Sniza en 1787.
Favorecido a llí por la fortuna en el giro
mercantil, regresó después de unos años á
Cádiz, donde se asoció ti la easa de comer
cio «Torre-Hermanos y Compañía.»
Durante su estancia en América, hizo re
cono cimi cu tos en los elevados píeos de Ori*
zaha, Yaíapa, Ferróte, Encerró, etc., y sus
costas de mar cultivando luego en España
relaciones cn cl «Observatorio astronómico
de León* eon los ilustres Churruca, (iralia-
no y otros de que se gloria España.
l i l i un miev’o viaje que hizo á Nueva*
York, la «Sociedad filosófica de los Estados
Unidos» le noiubró individuo de la misma
en 1801, con nioti%o de los estudios científi
cos que llevó á cabo en aquel país.
Desde aquel continente; sostuvo intere
santísima correspondencia, sobre trabajos
astronómicos, eon sabios tan em inen te s
como Lande, D e la m b re , Ai*agó, Laplace,
llum bo ld t, Zach y otros muchos, siendo va
rias é importantes las obras impresas de
América, de París y aun de España, en que
por sus estudios se le dedicaban á Terrer
justos y merecidos encomios.
r ' -
E l gobierno español le d irigió un escrito
en donde le demostraba su agradecimiento
por el envío de las observaciones que hizo
de un cometa eu 1811 desde la Habana.
E l marquóa de L a p la c e , tan afamado
como autor de ía «Mecánica Celeste*, en un
escrito inserto en la b i b l i o t k ( i a u n j v k b s a l ,
impresa en París en 1816» se expresa en es
tos términos: «La teoría hmar dá la parala*
•je del sol de una manera indirecta, y se»
*gún los c á lc u lo s del mismo es igua l á
•8 ’' y 59».
«E l Sr. Ferrer, «sabio astrónomo espa-
»ñol»» acaba do confirmar esta paralaja en
*uua nueva discus¡<5n de las observaciones
^delpaso de Venus hechas en 1769, en la
»cual cl mismo ha rectificado las suyas pro-
*pias, respecto á la longitud y latitud de los
»lugares donde fuó observado el referido
»paso en América. Lo perfectamente acorde
»de todos los valores determinados por fe*
»nómenos tan diversos y desemejantes, es
»una nueva confirmación del principio, de
»gravedad ó pesadez universal».
E l año 1813 volvió á Cádiz; trasladóse
poco después áL ig laterra al observatorio de
Ghieenowicli, renovó a llí sus antiguas rela
ciones, y adquirió al mismo tiempo los ins
trumentos astronómicos més perfecciona
dos que hasta entonces se habían construi
do en la G ran Bretaña.
FERUKR 2!lT)
Al íiiio siguiente fué nombrado e?ocio co
rrespondiente del Instituto N a c io n a l de
Francia, y el Estado español le ofreció la
Dirección del Observatorio de la isla de
León, hoy de San Fernando; pero so excusó
(le aceptar este cargo.
Después de efectuados varios estudios
geográfico-astronómicos en diferentes pro*
vineias de España, fijó en 1817 su residencia
en Bilbao, donde fué elegido síndico procu
rador general, A la vez que de Pasajes reci
b ía también la vara dc Alcalde. Casi al
mismo tiempo la Real Academia de la H is
toria, la Real Sociedad Vascongada, la Real
Sociedad económica de Cádiz y otras corpo*
raciones íe enviaron sus respectivos diplo*
mas dc socio.
En la mafiana del 12 de Mayo de 1818 se
levantó sin sentir novedad y como de cos
tumbre empezó á trabajar en su despacho.
De repetite fué acometido de un dolor
violento en el extcruón que se le prolongó
hasta la espalda, corriéndole por el brazo
izquierdo y su muñeca; y A consecuencia de
tan inesperada indisposición agravóse de
tal manera, que hubo dc administrArsele los
Sacramentos.
Bien conocía su situación, dice D . Anto*
nio A lcalá Galiano, autor de una acabada
biografía de Ferrer, de la cual se extractan
estos apuntes. Estaba próxima la media no-
♦
236 FEIWKK
che, exacerbados todos los terribles sínto
mas do la dolencia. Como á la hora qwe se
paraba el día 16 del 17, ín 6 acometido el
moribundo de un síncope, ya no el primero.
Le faltó casi la voz, pero pudo pronunciar
con acentos confusos el nombre de su fa
cultativo de cabecera y la palabra KxnEE,
que era uno de los principales medicamen
tos que se lo administraban; dicho lo cual y
solo medio vuelto del desmayo, con ya no
muy cruda n i larga agonía, exhaló el ülti*
mo suspiro, á la una de la madrugada de!
18 de Mayo de 1818. Así terminó la vida del
insigne astrónomo, á la edad de 54 años, 6 meses y 2 1 días.
Los restos mortales del sabio astrónomo
D- José Joaqu ín de Ferrer, fueron traslada
dos de Bilbao á la iglesia parroquial de P a
sajes de San Juan .
Su sepulcro es de mármol del país, con
adornos de bronce dorado. Sobre un pedes
tal sencillo descansa la urna, adornada de
relieves que representan instrumentos astro
nómicos y otros objetos relativos á las ciencias.
Corona la referida urua un cuerpo cua
drilongo y alto que remata en m m cubierta
á modo de sección de esfera.
E n la parte delantera de la misma sec
ción esférica se ostenta el escudo de armas
de la fam ilia Ferrer.
En este monumento se leen las siguien
tes iiiscripcionca:
A Q t ' í lA C E
D O S J O S É J O A l i ü N D E T E R R L ft
l C A F R A S ü A
M IE M B R O D E I .A S O a E D A D >
r i l . O S Ó F l C A D E l l L A r ^ E L F l A :
S O C I O C O R R F Ü P O X D iE N T Ü D K L A
R F A L A C A D H H ) A 1>E L A H I S T O R I A ,
D tL JX S T n U T Ü >;a c t o n a l
D R F R A N C I A
I D E O T R A S S O C I E D A D R S
C I E N l t F I C A i 1 L I T E R A R I A S
S A U Ó L N L A V I L L A D E P A ^ C E ! j
E ^ ' X X V I O C I T B R F , T>E M D C C L X t l I
F A L L E C I Ó F > í L A V I L L A , D R B 1L 13 A 0
L « X V l l I D R M A I O D E M U C C C S V l I I
>1fS £ L
TOMAS I)E ZUM ALACAKREGÜI
Eu Ift piutorcsca villa de Ormaiztcgni im*
nació este ilustre m ilitar el 20 de Diciembre
ele 1788.Fueron aus padres D . Friiiicisco Autonio
de Zumalaem-icgui, escribano real y del mi-
mero de la misma villrt, y D.* M ana Ana de
Ima/. Altolaguírre.
Cuando apenas tenía cuatro años de
edad murió su padre y al amparo de su ma
dre recibió los primeros rudimentos de la
educación correspondiente á su clase.
Salió ele la casa materna íi los 15 años
para trasladarse á la de D . Pedro José de
i^rreta, escribano de Id iazabal, con el obje
to de instruirse en la profesión de su padre.
Pasó después á Pamplona á continuar los es
tudios de esta carrera, pero al poco tiempo
abandonó los libros y desde allí se dirigió
cu 1808 d Zaragoza á hacer cansa común
con sus habitantes» contra cl c*jército fran
cés que le asediaba.
.A . • k - .
E n una salida que hicieron los sitiados
el Bl de Dieieuibre, ñfó hecho prisionero,
pero habiendo logrado evadirse» ae refugió
en Guipúzcoa, donde ae presentó al coronel
D . Gaspar de Jauregui, jefe de los batallo
nes voluntarios de la provincia, á cuyas ór
denes sirvió en calidad de secreta río de cam
paña.
A principios del año 1813 pasó en comi
sión á Cádiz á obtener la corfiniación dc los
grados de los jefes y oficiales dc su regiini cu
to, conferidos por la D iputación á guerra,
cu cuya ocasión mereció de la regencia del
reino el ascenso á capitán, empleo en que
continuó sirviendo á Jauregui hasta la ter
m inación dc la guerra, durante la cual tomó
parte en diversas acciones.
Concluida la guerra fué destinado al re
gimiento de Borbón, pasando sucesivamen
te á los de V itoria y Ordene« Militares, y se
hallaba en c5 tc servicio, cuando en 1821 so
levantó la facción dc que formó parte á las
órdenes de D . Vicente Qucsada y D . Santos
Ladrón, como comandante dc uuo de sus
batallones, distinguiéndose notablemente
por m espíritu m ilitar, especialmente como
organizador.
Y a en este ó en otro cuerpo, siguió m ili
tando Zumalacarregui hasta que fué ascen
dido á teniente coronel mayor eon destino al
3.^ de línea, á cuyo frente recibió á la rei-
na D.* Cristina cuando hizo su entrada en
Madrid.
E l excelente porte é instrucción de su re
gimiento llam ó la atención de la superiori
dad y aunque á otros coroneles valió nn en
torchado su presencia cn aquel acto, Zuma-
lacarrej^i sólo recibió una caída del caballo,
de la que se resintió siempre.
No puede probarse que Zumalacarrcgui
conspiraba, ni es creíble en su respeto A la
disciplina, pero hallándose identificado con
los descontentos que producía el nuevo sis
tema político que inauguraba 0 / Cristina,
fué destituido del mando del regimiento y
del gobierno de la plaza del Ferrol, donde
dió muestras inequívocas de la intlexibiUdad
de su carácter y su honrada conducta» des*
cubrieudo, sin dar oidos á halagos y amena*
'¿üSf una cuadrilla de ladrones apoyada por
personas de alta posición en la comarca.
Obtenido su retiro, pasó á Pamplona,
pueblo de su mujer, y á pesar de la v ig ilan
cia de que era objeto, se presentó A los car
listas en Picdramillera, en Octubre de 1833,
siendo proclamado á los pocos días por una
nim idad en Arroniz comandante general in
terino en una jun ta de jefes y oficiales, á
pesar de la oposición de Iturraldc, que ha
cía de Jefe eu ausencia de Eraso.
Presentóse á sus soldados que carecían
de armas, organización m ilitar y de todo gé-
244 2 U U 4 T , * C A J m B « V T
nevo ilü recursos, hízoles ver las penalida
des que habían de sufrir, Ies instruyó de las
obligaciones que tenían y lea anunció que
en iidelante se les daría un real diario cn lu
gar de los dos que hasta entonces venían percibieudo.
«A ten t amenté co n s iderada—dice Pírala
— es de las más brillantes esta pág ina de la
vida de Zumalacarregui. Xo annncia como
otros capitanes riquezas y placeres, gloria
y felicidad, sino que vaticina como Jesús,
pobreza y desgracias, hambre y penalidades
para alcanzar la victoria, y en higar de nue
vas recompensas con que atraerlos más por
in te r d sá r u persona, comienza i^or reducir*
les á la m itad de la paga.^
Internóse en las montañas de Navarra á
organizar sus huestes, burlando la persecu
ción de que era objeto y no tardó la facción
cn tomar incremento, asi en aquella provin*
eia como en las Vascougadas, pero á fiaos
de 1833 los varios reveses sufridos por los
ha tallones vizcaínos y alaveses cambi¿irou
por completo la faz de la guerra, tocando á
su fin el ejército carlista.
'L a maíjjiífica perspectiva de ayer—dice
ol historiador citado—estaba Íioy disipada.
E l fuego de la grande hoguera so convirtió
en humo y cenizas. La situación era crítica,
inminente el peligro y la guerra se concluía
de hecho. U n suceso extraordinario ó un
hombre grande podía tal vez, hacer que re-
unciese la guerra. No se dió el aconteci
miento pero existía el hombre. E ra Zumala-
carregiii.»Contristóse» pero no se abatió su espíritu
firme y sereno cuando todos vacilaban atur*
(lidoSr sintióse fuerte alentando á los demás
cOD su ejemplo y sin más voluntad que la
suya, consiguió reanimar el ánimo de sus
subordinados que, agrupándose en su dcrre*
dor esperaban todo de él. Llegó á inspirar
tal confianza á sus soldados y se hizo querer
tauto de ellos, que á una orden suya ee lan
zaban con arrojo in s u p e r a b le á las más
arriesgadas empresas, donde la muerte era
segura.
Si posible hubiera sido unir aquellos va
lientes batallones á los no menos aguerridos
de Espartero, no se comprende que empre
sa, por grande que fuera, había de resistir á
uquella sufrida infantería, sin igual en el
mundo.Muchas íueron las acciones, emboscadas
y sorpresas dirigidas por él, demostrando
siempre especíales dotes de gran caudillo,
hasta que los consejeros dcl pretendiente
tuvieron por conveniente id toma de Bilbao
á cuyo proyecto se opuso Zumalacarregui,
pero instado por aquél pasó con sus fuerzas
á poner sitio á la capital de Vizcaya.
Mientras se abría la brecha para dar el
246 ZDMAtAOARREaui
asalto, Zumalacarreg;\i¡ llevado de su cos
tumbre de examinar y dirigir por sí Ia8 ope
raciones, so asomó con su auteojo á la esca
linata que daba acceso á la entrada de la
casa palacio de Begoña, inmediata a la igle
sia, que ya no existe, por haberse construi
do otra cn su lugar, siendo herido de rebote
por una bala de lusil en el tercio superior de
la pierna derecha á dos pulgadas de la ro
dilla.
Esto sucedía la mañana dcl 15 de Jun io
de 1835, siendo de notar que mientras él d i
rig ió el sitio, se opuso tenazmente á bom
bardear la invicta villa, dirigiendo sus tiros
únicamente á los fuertes ocupados por la
fuerza armada.
Conducido en hombros de sus granade
ros á la villa de Cegama murió el 24 del mis
mo mes.
Re ha comentado por algunos el plan cu
rativo que so siguió con la herida de Zuma-
lacarregui, pues dícose que no era mortal.
Fuó enterrado ba,jo el coro de la iglesia
parroquial de Cegama. Como nunca tuvo
más uniforme de general que la famosa za
marra, fué vestido el cadáver con frac, pan
talón y corbata negros, chaleco blanco y la
gran banda de San Fernando con que el pre
tendiente le condecoró.
Durante la últim a guerra civil llegaron á
ser tan frecuentes las visitas que los jefes,
1. i
Z U U A L A C A ftR C Q U I ‘¿47
oficiales y soldados carlistas Lacíaa á la sC'
pultura de Zumalacarregui, que obligaron
al párroco á trasladar cl cadáver dcl caudi
llo secretamente' á otro lugar do la misma
iglesia.A pesar de taa acertada medida, el con
de de Egaüa so hizo eco en el Senado, de que
había sido sustraído el cráneo de Zumala
carregui y algunos restos más.
Hace pocos años que ea la misma iglesia
de Cegama se le erigió una estatua al vale
roso m ilitar de esta biografía.
«Cuando la pasión política — escribe cl
Sr. P írala—Ejerza menos imperio qne hoy,
cnaudo nuestros descendientes estudien la
guerra civil, Zumalacarregui será conside
rado como una gloria nacional^.
wS?,*S_ít *_A_*_<A_
a««"»
INDALECIO BIZCARRONDO
Í B I L I N C H )
Nació B ilinch Rcguramcnte para altos
ríos tinos—ha dicho ocupándose de ól un dis*
tiiiguido escritor bascongado—y su suerte le
encerró en reducida estancia, desde donde
no pudo ser escuchado sino por muy pocos.
Aun niño, una terrible caída desfiguró
su rostro, dando á su fisonomía un sello es
pecial que parecía reflejar la desgracia que
por todas partes le persiguió.
No se conoce otro jjoeta que haya escrito
eu bascuence, (exceptuando áE lisam buru y
al D r Lai'ralde) con tauta ternura y facili
dad. Poesía y no poca encierran las compo*
siciones de Bilinch, el malogrado bardo do-
uoatiarra; vertió en sus versos los sentimien
tos más levantados, las aspiraciones más
delicadas dc su alma, y las más bellas flores
de su imaginación.
Sí, B ilinch es un verdadero poeta, y sus
producciones son flores que no tienen quizá
252 BiLmcn
ía hennosiira n i la esplendidez do aquellas
qno se crian y cultivan en rico invernade
ro, pero que poseen cn cambio cl puro aro
ma 7 los suaves matices de las flores sil ves-
tres, emanación espontánea de la natura*
leza.
No existe bascongado que uo haya can
tado las cauciones de Bílínch.
No existe x k ^.k a t j t . i .a quo en sus amores
no se baya acordado del h e t i z u 'í ^ a s i 'E N t s a t -
Z E K del I Z A 2 0 N iT Z A ft E T T P iK A etc; liudísimas
composiciones eu donde Bilinch esparramó
las más inspiradas imágenes y las más deli
cadas notas.
En aciagos días de lamentables y san-
grientas discordias civiles, una de las gra
nadas lanzadas á San Sebastián por los car
listas desde la batería <Arratzain,» penetró
en la habitación donde se baSaba el popular
B ilinch y reventando el proyectil eu su cuer*
po le mutiló horriblemente sus dos piernas,
no dejándole n i aun el consuelo de que le pri
vara de la vida, sino después de seis largos
meses de amargos siifri mié utos.
;E1 21 de Ju lio de 1876 expiró el poeta
Bilinch!
Doce años más tarde, el autor de este ü-
bro fué el encargado dcl traslado de los res
tos mortales del poeta donostiarra, del ce
menterio de San Bartolomé en que yacían, al
nuevo de Polloe.
BIUNCH 253
Por aquel cntonceft escribí un artículo,
inspirado en el acto de la exhumación y fué
publicado en un diario de la localidad.
Vamos á servirnos d e un fragmento del
trabajo que se cita, plira cerrar estos apun
tes del popular poeta.
.......érase uu cementerio, llamado de San
Bartolomé, nombre tomado de nii monaste
rio que en el mismo lugar existió, y que al
canzó gran renombre allá por los años d e m i l
È q u in ie n t o s ; y érase una mañana de Abril de 1887.
La entrada del Campo Santo hallábase
rodeada de corpulentos árboles, de cuyas
copas se entrelazaban los ramajes formando
graciosos arcos de follaje; parecían querer
disimular deseando indicar cl paso, no ánna
mansión de muertos, sino á un parque en
donde se recrea y goza el espíritu ante la
combinación de matices que forman los pé
talos perfumando el ambiente la aromática
fragancia de las flores.
E l cementerio no contenía vistosos se
pulcros en donde el gènio inspirado del ar
tista ejecutó sus concepciones; n ingún es
cultor ostentaba en aquel lúgubre lugar
simbólicas ideas.
A lli no se recordaba en manera alguna el
orgullo pòstumo de los sátrapas de Oriente,
n i el de los faraones, n i á los cesares de
Roma,
254 Bir.ijiaH
Por ningún lado aparecían coüjunto de
valiosos mánnoles que recordaran los sober
bios monumentos que Pisa guarda eu sa
mansión de los muertos.
Los órdenes arqnitcctónieos tampoco h i
cieron gala en aquel tranquilo y siiencíoao
recinto.
N i al Guloto, n i á Fray Angélico, n i á
Nicolás ni á Juan dc Pisa, n i á Bisaucio, alli
no se les adivina n i se puede imaginar que
los cementerios ostentan grandiosidades de
genios insignes, n i clásicas esculturas, ni
frescos en sus muros........
Pues bicnj érase el 27 de A bril, el cielo
mostrábase lím pido y azul, apenas distraía
su luminoso tono nubecilla alguna.
E n primer término de aquél extenso cua
dro aparecc un hombre, y on su diestra em
puña una azada; eon mareada indiferencia
espera jun to á una cruz de palo; á un lado
dos sacerdotes, á otro curiosos; en el fondo,
allí, eu lontananza distínguese laraagestuo-
sa silueta del •Larrun,> delante del Larrnn
el *Ayako-Arri,* en término más cercano la
cumbre de «San Márcos,» en su frente Cho-
rito-kieta y más á la vista y en escorzo, un
trozo de «Santiago-Mcndi,» cortado todo
esto por una simpática línea que produce la
tap ia del cementerio.
E l hombre citado e m p ie za su faena;
arranca la cruz de cuajo y cava. Con otros
B I L I N C H 2 5 5
personajes, hubiéramc parecido ver á Ham
let ante los despojos de Yorik.
Y a á ambos costados amontona tierra:
el interés de los espeetadoros crece por mo
mentos. A cada golpe de la azada baja el
hombre. L a zanja queda entreabierta..........
......................................... !!Ha cesado en su trabajo» ya no golpea,
recogc cuidadosamente unos huesos y par
tículas careadas; el hombre fondea algo más
y lofjra alcanzar un cráneo.
Es el mismo. jEs el cráneo dcl poeta! Es
la caja encefálica en donde tantas y tantas
bellezas imaginó. ¡Fué la cabeza creadora
que concibió con slgular originalidad y de
licado sentimentalismo......!
Ese cráneo, esos restos, esas partículas
fueroü quien «en Francia hubiera sido
Musset, en Ita lia un Leopardi» en Alemania
tin Heine, en España Beequer» y porque en
el país euskaro es donde vió la luz de la vida
el poeta» esos restos, ese poeta fué Bilinch !!
Extraña coincidencia! E l 21 de Ju lio de
1870 moría Bllincíi el que con tanta dulzura
sintió el bascucnce; el mismo día y año mo
rían también los venerandos Fueros del so
lar bascongado.
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JÜAN SE BA STIA N DEL CANO
Este célebre navegante nació en Gue
taria, no se sabe con exactitud en que fe*
oba, pero se considera debió ser por los años
de 1476.' Se ha dudado por algunos bistoriadores
que han escrito la vida de este ilustre m ari
no, si su verdadero apellido era E le a no ó
Cano, y se han inclinado á creer que fué de
esta últim a manera al ver que así se firmó
cn su testamento.
Filé uno de los que siguieron á Magalla
nes en su expedición á las Américas en la
época en que este descubrió el estrecho que
lleva su nombre. Emprendieron el viajo cin
co navios, y sólo volvieron á Sevilla dos, d^
Jos que el Cano mandaba uno.Después de la muerte de Magallanes, na
vegó á las islas de Sonda, dobló el cabo de
Buena Esperanza y regresó á España cn
1523, después de dar la vuelta al mundo en
tres aüos y cuatro meses.
2 6 f > S E B A S T I Á N D R L C A N O
E l Emperador Carlos V le recompensó
dándole por escudo de armas \m globo te
rráqueo con la inscripción «Primas me cir-
cundedisti,» y una pensión vitalicia de qni*
nientus ducados.
«E l 4 dc Agosto dc 1526 se agrupaban
lo8 marinos en la borda, la gorra en la mano,
húmedos losojos, se oyó el ruido de un cuer
po arrojado ai agua; despnésT el murmullo
de un «Pater noster,» eran los funerales del
primer circunavegante*.
E l año de 1800 se levantó su estatua en
la plaza de su villa natal costeada por Don
Manuel Agote, labrada en mármol por el
escultor de cámara Alonso Ber gaz, con ins-
cripciones alusis aa en basonenec, la tín y
castellano; este monumento fué derruido du
rante la primera guerra civil.
L a Ju n ta general celebrada en la misma
villa el año 185Ü, movida por un expontánco
impulso de patriotismo, acordó unánime
mente perpetuar la memoria del insigue na
vegante, erigiéndole una estatua en el pun
to más conveniente de Gu et aria.
E n su cumplimiento, fundida en bronce
en París, ae levantó por segunda vez la ce*
tatua de el Cano, inaugurándose el día 28
de. Mayo de 1861.
L a estatua de el Cano que se conserva en
nno de los patios del ministerio de Ultramar,
es una hermosa obra, que le valió grandes y
r
f lB B A B T lX M m i CAVO 2 6 1
nicrecidoB elogios á su autor el ilustre escul*
tor D . Kicardo Bellver. E n el pedestal de
esa jiotablc obra escultórica se leen los sí- •
guicntes versos:
Por tierra y por mar profundo i
Con im án y derrotero,
U n bascongado el primero
D ió la vuelta á todo el mundo.
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NICOLÁS DE SOIÍALÜCE
Nació en Zumarraga el 5 de Diciembre
de 1820, en la casa llamada «Zabalakoa».
Ha dicho en uno de sus trabajos el ilus
tre general Arteche; «..... Nunca pagará
Guipúzcoa á la memoria de Sor aluce, el ar
diente afan con que procuró aumentar, se
gún sus fuerzas, la gloria de aquel país».
H izo tres viajes al Nuevo Mundo: cn una
de sus permanencias cn la Repiiblica A r
gentina, se ba de consignar, á título de cu*
riosidad, lo que le aconteció al futuro histo
riador de Guipúzcoa, cn los sangrientos su
cesos ocurridos en Paranés, eu Septiembre
de 1845.
E l marino conocido por «E l Griego,*
am igo de Garibaldi, apresó con su corsario,
en el mismo puerto de dicha ciudad, hasta
siete embarcaciones, cargadas eon produc
tos pertenecientes ú los comercios de aque
lla plaza.
Habiendo intentado inútilmente recupc*
266 S O B A L U C E
rarlas, el cotn and ante de KntreR ios, gene*
ra l Losa» dió orden de que se reuniera la m i
licia y de que acudieran también los extran
jeros armados*
Soraluce acudió á la cita con un depen
diente sayo, situándose con las fuerzas en !a
parte alta de la Capitanía del puerto.
E l corsario se acercó al mvicllc, y empe
zó cl combate entre la m ilicia y «El Griego,»
quien contestaba con su artillería á la fusi
lería de los dé la población.
Varios délos cañonazos fueron dirigidos
por «TCI Griego = al pim to donde se encon
traba Soraluce, por ser de donde más viva
mente se le hostilizaba, hasta que nn metra-
llazo que estalló en plena guerrilla, hirió
gravemente á Soraluce f r a c tu r á n d o le la
mandíbula inferior casi eu su parte media.
Esta herida fué causa del continuo m al de
garganta que sufrió toda su vida, salvada
milagrosamente.
A su regreso á Eiiropa, visitó las pobla
ciones más importantes de Inglaterra, Fran*
eia, Alemania, etc., cn donde examinó las
principales bibliotecas, archivos y demás
centros docentes.
La primera obra que publicó fué una vc-
cop ilación sobr e «Los fueros d e G u i púzcoa»,
y Zumarraga agradecida, le confirió el car
go de Caballero Procurador de las Juntas
Generales de 1859 á 1863.
SCHALUCB
E n 1870, después de más de treinta aüos
de trabajos, dió á luz la «Historia General
(le Guipiizcoa»> c o n s id e ra d a con razón,
C0n)0 8u obra más importante y la que ha
pnesto el nombre deSoralucc á la par do los
dc Garibay, Larramendi, Iztueta é Tsasti,
por lo que mereció la honroaa distinción de
ser nombrado «Académico correspondiente'
dc la Real Academia dc la Historia, á peti
ción del ilustre D . Modesto de Lafuente.
Publicó más tarde la «i-Iistoria de Juan
Sebastián del Cano», obra pòstuma de Na-
varrete que Soraluce arregló y dió á luz á
instancias de la fam ilia del finado.
«Defensa (3el apellido fam iliar de Juan
Sebastián del Cano^.
^Historia de las pescas y pesquerías de
los bascongadosv.
«Hombres célebres de Guipiizcoa>.
«La Real Sociedad Bascongada de A m i
gos del País*.
'Memoria d é la casa solar de Aizpurua
etc., etc., en fin, sns obras llegan hasta el
número de treinta y tres todas ellas dedica
das al enaltecimiento de las glorias dc G u i
púzcoa.Dejó inéditas gran número de notas, para
la «Historia de los Balleneros Bascos en el
Polo Norte y Terranova,> y un voluminoso
tomo titulado: «Apéndice á la Historia de
Guipúzcoa^.• i
Ü
i
268S O R A L U C R
Soraluce es el iniciador de la estatuaria
de Guipúzcoa, y á él se deben los monumen
tos conmemorativos que se levantan cn esta provinoia.
Este activo é incansable historiador fa
lleció en San Sebastián el 10 de Octubre de
3884 y toda la prensa de España dió cuenta
en sus columnas do la muerte del preclaro guipuzcoano.
JT
....................
4 l ® ® ® ® ® ® ® ® ® ® ® iy-iC:%4i I |i I 11|1|
MIGUBTj LOPEZ 1)E L E G A Z ri
Zumarraga cs patria del insigne conquis*
fa dor del archipiélago filipino.
X a d ó á pi'incipioB del siglo X V I en la
casa palacio «Legazpi,» conocido también
con el nombre «Jauvcgni>.
E u su juventud pasó á la ciudad de Mé*
xico, donde sirvió en la m ilicia; y después
descmpoiló loa cargos de esci'ibano umyor
de cabildo y de alcalde oi’dinario, siendo es*
timado por su pradencia y rectitud.
Acababa Felipe I I de suceder á Carlos V.
y estimulado por el afan de reducir á sn do
m inio las ricas islas de Oceania, cuyas veu*
tajas le ponderara cl antiguo capitán en la
expedición de Loaissa y á la sazón fraile de
San Agustín nuestro Fr. Andrés de L’ rda*
neta, ordenó al virey de México D . Luis de
Velasco, activase los preparativos para una
expedición que realizara en definitiva sus
proyectos.
E n cumplimiento de esta orden se dispu
sieron cinco naves de diferentes portos, Lieu
provistas, tripuladas y guarnecidas de 400
marineros y soldados.
L a expedición zarpó del puerto de la
Natividad, el 21 de Noviembre de 1564.
Para el mando, A propuesta del P . Ur
dan eta, se designó á Legazpi. «Este hom
bre docto, experimentado y generoso, ven
dió sus propiedades, destinando el produc
to de ellas á sufragar los gastos de la cm*
presa».
Fue revestido cou los títulos de gober*
nador y adelantado de las tierras que con
quistase, y autorizado además con los más
amplios poderes para el ejercicio de sus
cargos.
La armada descubrió el 9 de Enero de
1565 una isla, á la que se puso el nombro de
los < Barbad os,* A causa de que sus hubitau-
tcs tenían nn poco de barba, cosa descono
cida cn aquellos países.
E l 22 del mismo mes arribaron á las islas
Marianas, llamadas entonces de los «Ladro
nes,* y el 13 de Febrero siguiente llegaron
¿ avistar una de las islas de Filip inas, po
niendo el nombre de Buena Señal, que aun
conserva, á la primclámente descubierta.
8 c ha de hacer constar que también for
maban parto do esta expedición el ilustre
Urdaneta y los doctos religiosos agustinos
I . B O A Z P L 273
M artín de Bada, Diego de Herrera, Pedro dc
Gamboa y Andrés de Agiúrre.
Legazpi, que se proponía hacer su re*
duccióü por medios pací fie 00, envió uu ba
tel, y habiendo atracado d Tandaya, que
es la primera de estas islas, animó á los in»
dios á que viniesen á comerciar con él, y á
cuantos se le presentaron los recibió cou
agasajo*A pesar de esto, halló á los iüdígenas tívn
retraídos y recelosos, que uo bastaba todo
flu amor y cariño para inspirarles confian
za, y necesitó de toda la firmeza de su ca
rácter, para no desesperar de aquella gran
de empresa.Legazpi conoció que para co nsegu ir
trancas relaciones con los naturales dc aque
llos paises, n e c e s ita b a establecerse en uu
puntò, á íin de extender su influencia, y ha
biendo recorrido con este objeto las costas
y reconocido las islas de Cabalian, Masa-
gua y Bohol, fondeó el 27 de Marzo en Cebú,
por haberle parecido isla rica, bien situada
y de buen puerto.Este fué el primer establecimiento que
tuvieron los cspaíioles en aquel archipiéla
go, al cual puso el nombre de villa de San
Miguel.Con prudencia y exquisito tacto, logró
Legazpi al fin entablar con los naturales
amistosas relaciones, y lo que es más, que el
2 7 4 l r q a z p i
jefe principal de aquella raza, llamado Tu
pas le prestara obediencia.
Sin embargo, semejante sumisión no era
niás que aparente. L a mala fó cou que este
y los demás naturales del país guardaban,
no tardó en deseabrirse.
Legazpi llevó con paciencia la conducta
desleal de los indios, pues quería conquis'
taries, más bien con deferencia y amor, que por la fuerza de las armas.
Procuró, por lo tanto, sostener au peque
ña colonia con expediciones á las otras islas,
cn las cuales extendió sus cambios dándose
á conocer por su proceder pacífico, noble y
prudente.
Apurados llegaron á encontrarse los es
pañoles á consecuencia de la escasez de bas*
timentos, y conocida esta situación por los
portugueses que dom inaban las Molucas, in
tentaron estos liltimos rechazar la expedi
ción Legozpi de aquellos territorios
Esta intentona causó cierta alarma entre
los expedicionarios y hasta hubo entre los
mismos quienes querían capitular, pero el
valeroso Adelantado guipuzeoano arengó á
su gente haciéndoles conocer que era preci*
so morir antes que rendirse.
Consiguiente resolución de este arran
que fué cl haber sostenido una heróica de
fensa, obligando á los portugueses á retirar
se haciéndoles grandes bajas.
Leg azpi tavo eu Cebú la casualidad de
haber hallado )fi imág*cn del Xiflo Jesús que
los compañeros de Magallanes habían deja
do eii aquel sitio, donde es aún en el día
conservado y venerado cn una capilla.
Los españoles lijaron su residencia en ese
punto, procurando por toda elase de medios
inspirar confianza á los indios.
E n medio del buen estado que presenta*
ba esta pequeíia colonia española, Legaz-
p i creyó necesario tomar alguna disposi
ción eficá^ para asegurar y extender la con
quista.
Se apoderó de la hermosa isia de Panay,
y partiendo de esta el 15 de Abril de 1571,
siguió á Ley te, en donde revistó sus tropas
cuyo número total no llegarían á 280 hom
bres.
Cou tan poca gente—parece increibie—
emprendió el gran Legazpi la enorme y pe
ligrosa conquista de la isla de Luzón; y to
mó posesión de M anila el 19 de Mayo eu
nombre de España.
E n 24 de Jun io siguiente, erigió á dicha
ciudad en capital de todo aquél archipiéla
go; creó cn ella dos alcaldes ordinarios, doce
regidores, un alguacil mayor y su correspon
diente escribano; recibió á todos los tuucio-
narios el competente j u ram en to de fide
lidad.
Despuk^s de algún tiempo, habiéndose
276 LBGAZM
hostilizado los indios de Macabebe y Hago*
noy COD cuarenta embarcaciones, envió Le
gazpi al maesfcro de campo Martín dc Goí-
tia en 8u persecución; alcanzados por este,
los desbarató, pereciendo el jefe de los re
beldes y apresando á un h ijo y sobrino de
La candóla; quedando así pacilicada la rebelión.
E l proceder de Legazpi fué generoso,
como lo era generalmente; dió libertad á
todos los prisioneros, concediendo un indulto general.
H izo luego reconocimientos por el iute-
rior de la isla de Luzón, y con la poderosa
ayuda de su paisano» el insigne Urdaneta y
demás agustinos atrajo al dominio español todos aquellos lugares.
También se granjeó el aprecio de los chi
nos, con quienes entró en relaciones comcr-
ciales» y logró que otros confinantes acata
sen la religión cristiana y la soberanía del
poder dc España.
Legazpi comunicó á Felipe 11 tan felices
resultados que causaron gran admiración.
E l 20 de Agosto de 1572, á consecuencia
dc ciertos disgustos que le ocxisionaron asun
tos de gobierno, D . M iguel López dc Legaz
p i falleció repentinamente, siendo su cadá
ver sepultado eu la iglesia del convento de San Agustín dc Manila.
TA insigne adelantado y conquistador dc
L B G A Z n 277
Filip inas fué hombre generoso, clemente 7
desinteresado; corno m ilitar, valiente, sui ri*
do y pundonoroso; como gobernador, gran
político, prudente, ju s t ic ie r o y previsor.
E l laureado artista filipino D . Jnnu L u
na Novicio, lia pintado varios cuadros reía*
cionados con la historia de Lega^^pi, y cábe
lo la satisfacción de haber sido él el pintor
que magistralmente ha interpretado la ve*
lierable cabeza del ilustre h ijo de Zmnarra
ga. «E l pacto de sangre» y oi retrato del
Adelantado, pintados por Luna, son dos
obras que los guípa^coanos debemos ad*
mirar cou viva simpatía.
Recientemente se ha levantado en Zu*
ir.arraga un magnífico monumento á Legaz-
pi, digno de su memoria, ejecutado por cl
(Ì i stingili do escultor es[*añol don Aniceto
Marinas.
r
AGUSTIN B E C A R D A B E iU Z
Célebre bascófilo j predicador euskaro
que nació en Hernani en Diciembre de 1703
y mm'ió en Cas telo de San Ju an , cerca dc
Bolonia, el 18 de Octubre de 1770.
Estudió Filosofía en Pamplona y des
pués Jurisprudencia en Valladolld.
Se ordeuó de presbítero en 1729.
Fué desde el principio grande el séquito
de sus sermones, y muy numerosos los au
ditorios, siendo forzoso por no caber en los
templos, predicar en las plazas y en campo
abierto.
Verle sólo en el pùlpito, movía á contri
c ió n ^ dice uno de sus biógrafos—y como
estaba hecho un esqueleto, consumido de
dolores y enfermedades, y más de abstinen-
cías, vigilias y ayunos, junto con la oración
continua y b s desfallecimientos y fatigas
que en ella padecía, le veneraban las gentes
por santo, y las cercanas y las remotas co-
rrfan á oírle con ansia y á volver á sus casas
coü el fruto de la palabra divina, anuucia*
da por aquella boca dignu de apóstol.»
‘ Le llamaron á la villa de Deva, cn don
de anteriormente celebró misiones, para que
redujese á hacer testamento á \ina señora
anciana que tnvo por nombre D .‘* Catalina
de Arteaga, pues á cuanto le decían eu su
casa, se negaba con obstinación. También
cerraba los oidoa al P . Agustín, hasta que
moviéndole Dios la lengua le d ijo—Ahora
mismo lo tiene V . que hacer, porque muy
cn breve, caerá por esta escalera y morirá—
Afií sucedió, aunque al 1in temerosa otorgó
testamento.»
<EnE lorrio , donde también dió misío*
nes, aconsejó á otra mujer, que comulgase á
lo menos cada ocho días, porque había de
morir de repente. No despreció el aviso, y
lo acertó, porque tuvo muerte repentina».
Cardaberaz fué uno de los más entusias
tas bascófilos de su tiempo, escribió buen
número de obras on bascucnce.a(Casi todas
religiosas).
Es autor de la tan ponderada «iietóriea
bascongada> que se imprim ió en Pamplona
en I77L E n la Biblioteca de >1. Burgaud de
Marets, se conserva en gran estima el ún i
co ejemplar que existe en el d ía de la « Re
tòrica* del padre jesuita Cardaberaz.
r T T r 7 ' " T ^ — r " T ~ r ~ T T T ~T~ V V V ' V Ï t '\
JOAQUIN JAM AR
Egpú'itu dotado de envidiable penetra
ción natura], y dedicado á estudios de socio
logía, estadística y problemas comcrcialca,
ocupó Jam ar nn seílalado lugar entre los
Jiombrcs notables de su tiempo, pudiéndose
decir de él, cual de pocos, que todo se lo de*
bió á si mismo.
Aunque no nació en Guipúzcoa, puede
considerársele como guipuzeoano, pues des
de su más tierna infancia vivió y trabajó
constantemente entre nosotros y murió en
esta y por esta provincia euskalduna.
Vió la luz de la vida cl año 1837 en una
comarca de Navarra, de una honrada fam i
lia, logrando que sus hijos, por aus dotes
naturales y por una ardiente pasión hacia
cl estudio, hayan llegado á prestar im por
tantes servicios á Guipiizeoa.
E l nombre de Joaqu ín Jam ar comenzó
á tener popularidad en el país bascongado
y cn España en 1869. Escribió entonces un
286
notable trabajo titula du: «Lo que es el fue
ro y lo que se deriva del f\iero> sintetizando
con admirable método y claridad las liber
tades dcl pueblo bascongado, de las cnales
fué siempre defensor entusiasta.
Escribió numerosos y notabilísimos ar
tículos, de índoles diverBüs, y especialmen
te sobre materias económicas.
Una de las campañas por él hechas, de
mayor resonancia, fué la referente á la ce
lebración dcl tratado con Inglaterra.
Si antes dc emprenderla no hubiera ates
tiguado en distintas partes con cscritog y
discursos, su gran competencia en aquella
clase de cuestiones, se/íuramerite habría
quedado acreditada en aquella ocasión,
Jam ar era en estos asuntos una verdade
ra autoridad en Espaüa y en el cxtraryero.
Su nombre escrito está eon elogios eu los li
bros azules de Inglaterra. Esta autoridad
dimanaba, no sólo del fondo dc ciencia que
poseía, sino deJ conocimiento práctico dc
los pormenores del movimiento y de los pro
cedimientos comerciales.
O tra dc las obras que haü hecho impe
recedero el nombre de Jam ar, es la L iga
Cantábrica, organizada para el desarrollo
de todos los intereses de las provincias del
Norte. Para fomentar tan ú til Asociación
escribió folletos, organizó «meetings* y pro
nunció discursos, tan profundos como elo*
cnentes, pues á su gran saber unía nna pa
labra fácil» correcta y elegante.
K l folleto que escribió Jam ar cuando se
seguían las negociaciones para el tratado de
comercio con Inglaterra, folleto traducido
al ingléH» y grandemente elogiado por la
preusa extranjera, fuó muy oportuno y con-
veuicnte, convenciendo á todos de la necesi
dad de hacer en la escala alcoliólica coace-
siones á que no propendían los Gobiernos.
Y a por la rcsoíiaueía extraordinaria que
el folleto tuvo, ya por sus trabajos en otro
orden de ideas, eminencias políticas solici
taban su opinión, y casi siempre á ella se
atemperaban» coronando luego el éxito estas
consultas que tanto le complacían sin des
vanecerle.
En 18Í9 com enzó Jam ar sus trabajos
para convertir la bahía de Pasajes eu m ag
nífico puerto, y con perseverancia por otro
alguuono igualada, eon incesante actividad,
vió tiempo después creada la hermosa obra
que perseguía. E n esta empresa verdadera
mente grandiosa, puso Jam ar su gran capa
cidad; muchos obstáculos se opusieron á la
realización de tan atrevido proyecto, pero
ól les venció todos, y cuando llegó el d ía de
recoger la gloria de sus esfuerzos, murió,
dejando á Guipúzcoa y á la nación una obra
imperecedera, la cual será monumento eter
no del nombre de Jamar.
Contribuyó poderosamente á la erección
del monumento dedicado al heróíco marinero Mari.
E n 1864, sostuvo dos polémicas de gran
resonancia en cl país basco-nabarro; 2a una
con oí célebre canónigo Manterola, sobre de
recho y disciplina eclesiástico civil, y la se
gunda con el patricio bízcaino M iguel Lare-
do sobre política bascongada.
Sostuvo también otra notable disc\isión
defendiendo el libre cambio eon el notable
escritor José G liell y Rentó.
Kn las Jun tas de Fnenterrabía de J869,
á la que asistió como caballero procurador
de V illabona, tomó parte importantísima en
todos los debates, especialmente on los eco
nómicos-administrativos, y en las relaciones
con la petición de la provincia al Estado
para la concesión dcl puerto de Pasajes, idea
que Jam ar acariciaba ha tiempo.
Invitado por el Khedive de Egipto, asis
tió á la apertura del Canal de Suez, y escri
bió su notable y celebrada «Memoria al M i
nisterio de Fomento, sobre la trascendencia
mercantil de la apertura etc., de dicha vía
de comunicación,» en la que predijo el ac
tual estado de prosperidad, y la completa
revolución marítimo - comercial que aquel
canal ha causado en nuestros días.
E n 1878 publicó sus importantes confe»
JÉ
rencíae pronunciadas en el Ateneo de San
Sebastián.E m in e n te s personalidades mercantiles
del país easkaro se empeñaron en nombrar
le, en más de una ocasión, diputado á Cór*
tes, lionor que Jam ar rehusó con ngradeei-
miento á la par que cou energía.
Con BU palabra y con su pluma cooperó
poderosamente para la constitución y esta
blecimientos de las cámaras de comercio de
Kspaüa.Estudió con preferencia á Bastiat, Say,
Stuar Mili» L av e le y c y Leroy-Baulien, y
aunque de opiniones muy distintas de las de
Le P lay, fué uno de sus más fervientes ad
miradores.Jam ar estaba en Madrid (1887) forman
do parte de las comisiones baseongadas que
habían recibido de las Diputaciones euakal*
dunas, el encargo de conferenciar eon el G o
bierno sobre el concierto económico-admi
nistrativo. Las entrevistas de los delegados
con loB ministros tuvieron que suspenderse
por necesitar los primeros nuevas instruccio
nes de las corporaciones provinciales. A bus
carlas fué Jam ar, emprendiendo el viaje con
calentura qucsuíría desde cuatro días antes,
y des a te n d ie n d o 'e l ruego de sus amigos,
deseosos de que no se pusiera en camino
hasta recobrar la salud quebrantada.
Jam ar no quería perder tiempo; ansiaba
inquieto e! instante de terminar el encargo
con que se le honró, y creyendo que el des*
eauso no le era lícito cuando do los intere
ses de su país ae trataba, vino á San Sebas
tián, produciéndole este viaje la muerte.
Gratitud eterna merece: honor su nom
bre; publicidad su ejemplo; alabanza su abnegación!!
Su muerte produjo honda sensación en
todas las ckses sociales, do ello fué elocuen
te prueba la manifestación que tnvo lugar
con motivo de au entierro, presidido por el
Gobernador civil de la provincia, asistiendo
la D iputación en pleno, representaciones de
A laba y Bizcaya, las autoridades locales y
el pueblo de San Sebastián qne quiso hacer
patente con este líltimo tributo, el respeto y
aprecio hacia tan ilustre guipuzcoano, mo
delo de virtudes civicas y de virtudes privadas.
i r
MANUEL DE LAKRAM EN D l
Xació cn Andoain el 24 do Diciembre
de 1(590.Desde iiiflo demostró taleuto muy despe
jado cou alteza de pensamientos; iuformd-
hnsc á fondo de cuanto aprendía ó deseaba
saber, y no paraba hasta inquirir las causas
de las cosas y las circunstancias de los acoa*
tccimientos que llegaban á sus oídos.
Gustaba también mucho de coutar á sus
padres y otras personas lo que iba oyendo y
averiguando de los hechos, viajes, descubri
mientos y hazañas de los bascongados an
tiguos.E l padre Larramendi, fué sin duda, uno
de los hombres de más virtud y saber que
durante la primera m itad del siglo X V I I I
tuvo la Compañía de Jesús.Por los años de 18S0 vivían en los case
ríos de Azpeitia y Azcoitia venerables an-
« . -
danos que recordaban perfectmneute las
facciones del e«iinent-c Lascóíilo aita Ma
nuel, á quien más de una vez habían sami-
nistrado vocee casi perdidas para enrique
cer sus notables trabajos filológicos.
A los diecisiete años de edad ingresó L a
rramendi en la Compaf^ía de J c 8\'is, donde
constantemente se distinguió entre todos sus
eoQdiecípulos en los estudios de filosofía y teología.
Después de haber terminado con brillan
tez los estudios de su carrera, pasó á desem
peñar m a cátedra de teología á la célebre
universidad de Salamanca, de cuyas aulas salieron tan doctos varones.
E l éxito que el P. Larramendi obtuvo
duraute el tiempo de su magisterio, le gran
jeó la amistad de los sabios de su época y el
aprecio general.
Fué confesor de la viuda de Carlos I I , la
reina María A na de Ncubourg; en este pe
ríodo de su vida so dedicó el P. T.arrameudi
á un extenso y profuüdo estudio do su idio
ma natal, el baeeuenee, comparándole con
infinidad de lenguas vivas y muchas do las
muertas; trabajo ímprobo que hubiera arre
drado á cualquiera que no se hallase como él
dotado de una erudición nada común, de
una constancia y fuerza de voluntad supe
riores á todo encarecimiento y de un deseo
cual ningún otro de hacer un importante ser
vicio á su paia, que quería sobre todo, al paso
que á la ciencia filológica.
Es autor del «Arte de la lengua Bas
congada, el imposible vencido,» de la «An
tigüedad y universalidad del Bascucnce en
España,* del Diccionario trilingüe (caste
llano, basen enee y latín) y de otras mu-
chísimaa, todas ellas de índole totalmente
fuskara.
E l país bascongado le es deudor de alta
consideración y aprecio.
Además de las obras indicadas escribió
también Latramcndi cn sns líltimos años la
tan interesantísima y curiosa «Corografía
de Guipúzcoa,» impresa por vez primera el
año 1882 en Barcelona con uu prólogo del
P . F ita.
Se ha hecho en el día una nueva edición
de la misma obra cn San Sebastián siendo
uno de los tomos que compone la «Bibliote
ca selecta de autores baa con gados,» pub li
cada bajo la dirección del notable orador y
escritor distinguido Benito Jam ar.
Falleció el P . Manuel de Larramcndi lle
no de méritos y virtudes en Loyola (Azpei-
tia) el día 28 de Enero de 176(5.V n contemporáneo hablando de cate ilua-
íre guipuzcoano, se expresa en los siguien
tes términos: E l P. Larramendi fué una figu«
ra extraordinaria, grande de cuerpo y alma,
gran estatura, gran aire, gran fuerza, gran
proporción, gran aspecto, vísta, oído, len
gua, voz, acción, vída, todo grande.
E n tres cuartos de hora poco más, pre
dicaba quince y dieciseis hojas de carta
pacio, letra muy menuda, en Salamanca, y
con tal claridad, que nnnca se rozó n i 1«
perdimos p a la b r a ; con tal vehemencia y
persuasiva, que clavaba en las paredes y
en !o8 corazones las seiitencins y movía á
lo que quería á los auditorios. E ra cl clarín
del pù lp ito y de España. Ifacía llorar ó
reír con poca interrupción y casi ain resis* tcncia, etc.
A los 74 años de edad escribía sin rastro
de tembleq\iey cantaba como uu ángel, cla
ro, alentado, dulce y sin una mota en su voz
angélica.
G raü memoria, entcadimiento grande,
volim tad grande y buena, y alma y corazón
vastos, serenos, amplísimos: en inás de una
ocasión d ió pruebas de tan excelentes cua
lidades.
E ra incapaz de perturbación y ruindad
alguna, y era capaz de cautivar ó arrastrar
á un jigante-
Nunca supo murmurar: le v i obedecer y
conformarse sereno, á superiores tontos, in
hábiles y precipitados, y en cosas bien ar
duas y costosas, pero sin aire de amargor ó
queja..,,.....*
Su cuerpo reposa en la capilla dc la In
maculada Concepción, dentro dc la santa
casa de Loyola, muy cerca del sí tío en que
se cree nació San Ignacio.
De los varios retratos del P . Larramendi
que en diferentes sitios y libros se han exa
minado, se ha creido el más conveniente y
verosímil, el que ha servido para la repro.
ducoión del que al frente de esta relación se
estampa.
Para conmemorar el segundo Centena
rio del natalicio de este hombre eminente,
gran patriarca de los bascótilos y defensor
sin par dc los buenos usos y costambres de
1a raza euskara, la v illa dc Andoain celebró
con animación extraordinaria diversas fies
tas el 28 de Diciembre de 1890.
L a misma mañana, todas laa comisiones
que formaban la fiesta de este Centenario,
después de terminada la misa mayor que fué
solemnísima, se dirigieron seguidas de más
de m il personas á la casa solar «Garagorri,*
donde nació el eximio euskalduna y que dis
ta dc Andoain dos k iló m e tr o s próxima
mente.
U ua vez allí, la charanga de la villa eje
cutó la tradicional marcha de San Ignacio,
y por los señorea Alcalde y Párroco se pro
cedió á descubrir la láp ida conmemorativa
de inármoi blauco, colocada en la fachada
298 I . A K B A U B N D I
principal (1e dicha casa, y que ostenta desde
aquel d ía la siguiente inscripción.
t I. H . S.
E C H E O N l i T A N , E Ü Ü B E 6R I F G U N t A N , J A V O tAS A I T A
J F S U I T A D C W E B T A J A K I N T 2 Ü M A N U T L L A K R A M E K t i l T A
r . A R A O O S K I , J O A N D A N
E U N K L m F E D F . T A L U S K A L - E R R I G U í IA J U ÍN ,
T A O X B N J Z K t R A , O I T Ü P - O N
T A O T R iO N E R A K O l 'v O K K B A 3 0 G E V A G O 4O U R T E A N EG TN 2 L *B E N A
L O Y O I . A T l k 2 E 8 L R A T 1 I ZKfi I 7 6 6 . “
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I''
L A MONJA A LFER EZ
C A T A L I N A D E E R A U S O
Es una de las iiguriis más extraordina
rias y origínalos del período de la dom ina
ción española en el Nuevo ilundo .
Nació D .^ Catalina de Erauso cn Sau Se
bastián en 15B5 de distingxúda y noble la
mí lia; muy n iña la metieron sns padres en
el convento de Dominicas del Antiguo de la
misma ciudad. Este derruido convento ocu
paba el mismó solar donde hoy se levanta el
real palacio de M iram ar.
Heredó de su padre cl valeroso capitán
D . M iguel de Erauso, el espíritu guerrero.
E n el convento continuó onco años, has-
ta que pocos días autes de sn profesión, r i
ñendo con otra monja» fué maltratada, é in*
dignada, fingiendo una indisposición, se re
tiró del coro, escapándose de aquél retiro.
Y a en la calle, ambiente nuevo para ella,
se internó en el inoutc, acomodó sus ropajes
al traje varonil, á cosUi dc no pocos traba
jos llegó á V itoria donde se colocó al servi
cio de un catedrático, al que abandonó por
su rigor en eu señarle latín.
Pasó á Vulladolid á servir dc paje al se
cretario dcl rey D . Juan de Idiaqnoz, y vi
sitando á éste un día el padre de Catalina,
lamentaban ambos bu desaparición, y te
miendo dieran resultado las diligencias que
se practicaban en svi busca y como uo la ha
bían enseñado á querer á sus padres, porque
n i les había tratado, y solo la habían hecho
odiosa la clausura, se fugó de Valladolid á
Bilbao.
Por herir, en este líltímo pnnto dc una
pedrada á un muchacho que se burlaba de
ella, pasó un mes en la cárcel.
Siguiendo su vida aventurera sirvió en
Estella á nn caballero de Santiago; tuvo el
valor de volver á San Sebastián, donde oyó
en la iglesia del convento del Antiguo la
misma misa que su madre y hermanos; em
barcóse eu Pasajes para Saulucar, dc aquí á
las lud ias en calidad de grumete en un ga
león, al mando de un tío suyo; peleó contra
los holandeses; sustrajo á su tío quinientos
pesos que le ayudaron á escapar, púsose al
servicio de un rico mercader, y la siguiente
aventura, por la misma Catalina referida la
retrata:
'Estábame yo un día de fiesta en la co*
i í
l . K MONJA ALFBRUZ ÍÍÜ3
media, cn m í asiento que había tomado, y
sin más Atención, un fiihyio Key os, vino y
rocpuHo otro tan delante y tau arrimado que
me impedía la vista. Pedíle que lo apartase
un poco, respondió desabridamente, y yo á
él; y dijome que me fuese de alH qne mo cor
taría la cara. Y o me hallé sin más armas quo
una daga; salíme de allá cou sentimiento:
entendido por unos amigos me siguierop y
sosegaron. E l lunes por la mañana estando
yo en m i tieuda vendiendo, pasó por la puer •
ta cl Kcyes, y volvió á pasar. Yo reparé cn
ello, cerré mi tienda, tomé un cuchillo, fui-
me á un barbero é hícelo amolar y picar el
filo como sierra; púsome m i espada, que fuó
la primera que ceñí; vide á Reyes delante de
la iglesia paseando con otro, fuimc á él por
detrás, y dij ele: ¡ah sí'ñor Reyes!—volvió él
y dijo: ¿Qué quiere?—'d ije y o ;— esta es la
cara qne se corta, y doíle con el cucliillo un
refilón del que ie dieron diez puntos: ól acu
dió con las manos á sn herida, su amigo sacó
Itt espada vínose á mí; yo á él con la mía: tí*
rámouos los dos, y yo le entré uua punta
f^or el costado izquierdo que lo pasó, y cayó.
Yo al puuto me entré en la iglesia que esta
ba allí. A l punto entró cl corregidor D . Men-
do de Quiñones, de hábito de A lcántara, y
me sacó arrastrando y me llevó á la cárcel,
me echó grillos y me metió en un cepo....... •
Alistóse algún tiempo después para Chi*
le y cl secretario dcl gobernador de la plaza
D . M iguel de Erapso, pasando lista á la tro
pa al llegar al apellido Erauso, creyendo
fuese algún pariente la abrazó y la tuvo eu
su propia casa.
Catalina pasó al lado de su hermano tres
años, pero sin darse á conocer: habiéndose
propasado un día cu galantear á una dama
de su hermano atiíiuvo á cintarazos con él
siendo desterrada.
E n la batalla de Valdivia (Chile) contra
los indios, en que las tropas chilenas per
di erou mucha gente y la bandera, Catalina,
cn unión de dos soldados más, logró recupe
rarla, no sin haber recibido varias heridas.
Este hecho de armas le bali ó cl enijileo y
grado de alférez, encargándose además del
mando de la compañía en la batalla de Pu*
rem, por haber muerto el capitán.
Rn la vida de guarnicióti no escasearon
los dnelos y las muertes, y sirviendo de pa*
drino en un desafío, queriendo defender los
padrinos á sus ahijados, se acometieron m ù
tuamente, resultando herido y muerto el de
su contrario, cayo padrino era su propio hei*.
mano el capitán D , M iguel de Erauso.
Huyó, atravesó eon m il trabajos los An*
des, llegó al Pótosi después de m il peripe
cias y aventuras; sufrió hasta el suplicio del
tormento porque confeaai’a sobre cierta san
grienta riña de dos señor as, sin que cl cas-
L A M O N J A a L P E R R Z m
tigo quebrautnra su entereza; pero nada la
ainilanabíi n i disminuia su earáctci*. «Entré*
me un día— dice ella m isma—en casa dc un
amigo á jugar; sentámonos dos amigos; fué
corriendo el juego; arrimése á m í el nuevo
C id que era un hombre moreno, velloso,
muy alto, que cou la presencia espantaba y
llamábanle el C id . Proseguí m i juego, gané
una mano y entró una mano en m i dinero y
sacóme unos reales de á ocho y fuése. Dc
allí poco volvió á entrar; volvió á entrar la
mano a l dinero y sacó otro puüado y pÚBo-
seme detrás; previne la daga: proseguí el
juego; volviome á entrarla mano al dinero;
sentíle venir, y con la daga clavéle la mano
sobre la mesa. Le%’antéle, saqué la espada,
sacáronla los presentes, a c u d ic ro u otros
amigos dcl C id, apretáronme mucho, y die
re nme tres heridas; salí á ia oalle y tuve
aventura, que sino me hacen pedazos; salió
el primero el Cid; tiróle una estocada: esta
ba armado como un reloj; salieron otros y
fuéronme apretando...... Llegando cerca de
Sau Francisco rae dió el C id por detras cou
la daga una puñalada que me pasó la espal
da por el lado izquierdo de parte á parte,
otro me entró un palmo de espada por dis
tinto lado y cai a tierra echando un mar dc
sangre. Con esto uno« y otros se fueron: yo
me levanté con ansias de muerte y vidc al
Cid á la puerta de la iglesia, fuime á él y él
80 vino & mi diciendo:— ¡Perro! ¿todavía vi
ves?—Tiróme una estooaday apartéla c o d la
daga, y tiréle otra con tal suerte quo ae la
entré por la boca del estómago, atravesán
dolo, y cayó pidiendo confcaión; yo cai tam b ién ........>
Curada milagrosamente de giis heridas, tuvo que huir perseguida hasta Guamauga,
donde trabó también luoha con sus perse
guidores; acudió el Obispo al ruido de la pe
lea; se apoderó do Catalina, llevósela á su
caaa y merced á sus oonscjos y exhortacio
nes, declaró aquella siugular mujer su estado y la verdad de su vida.
Entró en el convento de Santa Clara;
pasó á Suij^a; comprobado no ser profesa,
regresó á España, donde volvió n vestir au
uniforme de Alférez, obteniendo del rey una pensión. «
No aviniéndose su carácter aventurero á *
residir tranquila eu Madrid, partió para Tta- •:
Ha, regresó á poco á España y fué á Méxi
co, donde so cree que murió aquella mujer
singular que tanto tiempo ocultó su sexo,
y es fama guardó siempre su virtud.
Catalioa de Erauso fué retratada dos ve
ces, y las dos por pintores de mucho mérito:
la primera en Roma, en 1626, por el ilustre
Francisco Crecen ció, y la segunda en Seviz
ila, en 2630 por el famoso Pacheco, suegro
del inmortal Velazquez.
L X ilOKJA ALk'KfiHZ 307
No luí sido posible sjibci el paradero íic-
tual cid retrato que hizo Crecen ció: el cua
dro de Pacheco lo tenía eu Madrid, á prin*
cipios de este siglo, n a comisario de guerra
sevillano, qvie lo vendió al^coronel Shcpeler,
quien sirvió en España durante la gucrru de
la Independencia, cuya historia escribió.
E l coronel Shcpeler lo regaló, en Aquis*
g;rau, en 1828, a l insigne literato y político
f). Joaqu íu M. de Ferrer, abuelo del señor
Marqués de Seo ano y actual poseedor del
cuadro.
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JUAN MANUEL BESNES
É TRIGOYBN
L a caligrafía llegó á su período más es
plendente eu los siglos XVIT y X V I I l .
E n los nianiiseritos de la edad media y
del Kcnacimiento, y en las colecciones pcr-
toüceicntes á h\s citadas fechas, es donde
hay que buscar las obras caligráficas que
más notoriedad han alcanzado.
Este género de d ibujo se halla con espc*
cialidftd'entre los obras de la liturgia. Se ha
dicho, con mucha razón, que á pesar de los
í^rnndes y rapidísimos adelantos que ha ex
perimentado la tipografía, la caligrafía has
ta mediados del siglo actual continuó crean
do obras admirables y llenas de encanto;
manifestación evidente de tal afirmación son
los tan celebrados trabajos que produjo el
laureado calígrafo donostiarra Besnes-
L a caligrafía ha perdido en nuestros días
su importancia artística.Dicen algunos eecriteres de la antigüe*
JÉL
312 TSESNBB
dad que los griegos 7 romanos ofrecían pro
digios de caligrafía.
E d el colegio de San Jnan de Oxford se
conserva nna lám ina calígrafica que figura
el retrato de Carlos I , compuesto con carac
tères de cscritin'a, qnc vistos á corta distan
cia se parecen a nn trazo de buril; ol rostro
contiene los «Salmos,» el « Credo > 7 el «Pater noater*.
E l British Muséum, de Ldndrcs, poseo
una caligrafía de la anchnra de la mano que
representa á la reina Ana, y, como la ante
rior, toda formada por rasgos escritos.
Menag habla de figuras y retratos traza
dos de esta manera, como el do un príncipe
de Francia, eu una carroza» coronado por una figura alegórica.
E n la Biblioteca imperial de Viona se
conservan tam biéa interesantes y curiosos
dibujos de caligrafía.
Notabilísima obra caligráficn es la quo
ae conserva en una de las salas de I» Casa
Consistorial de San Sebastián.
Es un cuadro de grandes dimensionoa y
su asunto ob ol siguiente: un joven g\i:puz-
coano apoyado en la antigüedad de sus pr i
vilegios adquiridos por ñdelidad, nobleza y
lealtad, está dispuesto á defender los fueros
do su proviíicia..
E l grupo está representado en la cúspide
del Monte Urgull, al pió del castillo de la
BRilMgS 313
Mota. Los personajes son, nn Patriarca en
vuelto en un traje burdo pero talar, y sen
tado sobre las breñas del monte, levantan*
^0 con vi^ 01* en la mano derecha los Fueros
do Guipúzcoa, y dirigiéndose al joven que
se apoya sobre sn hombro izquierdo. E l
joven vestido cou el traje de los nobles de
Guipúzcoa, teniendo empuñada una espa^
da y mostrando las Leyes, eatd ea actitud
de oir los consejos del venerable Patriarca.
Formando grupo está represeatada la Fide
lidad con sus correspondientes atributos á
la izquierda, y á la derecha la Nobleza que,
dirigiendo su miradxi ai joven, le señala la
Fidelidad, cualidad con que ha respetado la
Provincia á los monarcas. Juu to á la Noble
za está la Lealtad qnc dirige su rostro er
guido al joven guipuzeoano, mostrándole de
su pecho el corazón puro é inflamado con el
amov patrio, teniendo cn la mano derecha
una careta para demostrar que siempre se
ha presentado sia disfraz y sin ser mancha
da por servilismos,
A l frente de este grupo, y como en la
pendiente de la misma montana, está un
basamento formado de piedras agrupadas
que reciben nn escudo timbrado con la co*
roña ducal, en e lque se vé eí blasón de G u i
púzcoa.
Todas las piedras que forman el basa
mento tieuen las varias fechas de los días de
314 B B S N E B
gloria de la provincia y de laa coiiccsioiieR
hechas por los reyes.
J ia el centro del basamento se represen
ta uuu lápida'en la cual se halla la dedica
toria en idioma vascongado, que dice: «Do-
noatiaco Uriari, bere seme baten oroitza.»^
Sentados al pié del basamento y apoyados
sobre dos piedras brutas qne contienen los
célebres nombres de Beotibar, Belate y Lci-
zondo están tendidos los dos tenantes del
escudo con sus clavas correspondientes De
bajo de este promontorio hay sobre veinti
dós peñascos donde están escritos en distin*
tos caractères los nombres de los caudillos
y capitanes qne enaltecieron ia historia de
la provincia, y de los pueblos á quienes die
ron libertad.
12n otras dos peñas están la f echa en que
se trabajó y el üombre de Montevideo, y A
la izquierda cl nombre del autor y las horas
que invirtió en la ejeciición del cuadro, que
son ochocientas poco más ó menos.
Esta obra tan admirada por propios y ex
traños fué ejecutada por el notabilísimo ca
lígrafo D . Juan Manuel Besnes y regalado
por su autor á la ciudad de San Sebastián.
Se distingue este trabajo, entre los de*
más de su clase, en que su autor supo dar á
los rostros de las figuras, una expresión na
tural y característica, y á las ropas una sua
vidad que parece imposible alcanzar cm-
t .
pleandü solaineute el procedimiento del ras-
gncocaligráfico.
Nació D . Ju a n Manuel Beaues é Irigo-
yeu, en 1789, en la cindnd de San Sebastián.
Dotado de una habilidad siu rival para las
nobles y bellas artes, y estimulado por nn
am igo Buyo llamado D . Joaquín Sagra, que
uotó sus felices disposiciones, dedicóse con
ardor al arte de la caligrafía.
U n soberano debía ser el apreciador de
una de sus primeras obras artísticas, ejecu
tada el año 1828.
E n cfecto, hallándose en Montevideo,
represcutó con tan buen g u B t o y delicadeza
el plano del caudaloso río de la Plata, con
todas las vistas de ambas márgenes desde
su entrada dcl Cabo de Santa María hasta la
boca de Santa Lucía eu una extensión de
más de sesenta leguas, que le valló ser nom
brado por el emperador D . Pedro I del Bra
sil, caballero de la orden de Cristo. Tam
bién dedicó un cuadro á D.® Isabel TI, que
representaba las Provincias Uuidas de Es
paña, sosteniendo el nombre de la reina. En
recompensa obtuvo la condecoración de la
K eal O r<] eu Amcri can a d e Is ab el l a C atólica.
Pero su obra magna, el cuadro caligrá
fico sin igual—dice el historiador Soraluce,
á quien se deben estas noticias—fué el «Des
ccndimiento,» que le sirvió como modelo del
asunto, el cuadro dcl célebre Rubcns.
316 U E S N R E !
L a obra que llevó á cabo Besnes fué de
un mérito tan extraordinario, que mereció
(le la Sociedad Universal de Lóndres, entre
otros muchos j notables trabajos presenta
dos á la exposición en que figuraba el «Des*
cendimiento» dcl calígrafo donostiarra, me
dalla de primera clase; en la exposición de
París del año 1855; obtuvo también otra alta
recompensa. La reina D / Isabel ÍT posee
este cuadro qne tantos aplausos conquistó
en cuantos cértámenes fué presejitado.
Otros muchos y muy notables trabajos
se debieron á tan primorosa pluma, dedi
cados unos á Napoleón I I I , otros al em
perador D . Pedro I I del Brasil, y otros á
la reina D .^ Cristina y á varios Presiden
tes de las diferentes Kepüblicas de !a Amé
rica del Sur,
Besnes inventor de unas m il doscientas
variedades de letras, merece además de su
títu lo grato de «primer calígrafo» de Euro
pa y América, el de buen patricio y persona
de bellísimos y caritativos sentimientos.
Lo primero está demostrado por su ge
neroso desprendimiento al ceder su obra
maestra «E l Descendimiento* por «alguiios
miles de pesos fuertes menos> de los que le
habían sido ofrecidos por unos extranjeros
qne querían honrar con él á su país; y eu se
gundo lugar por el referido obsequio que
hizo á su pueblo natal la ciudad de San Se-
bastiáo, á la cual legó también im-precioso
álbum para después dc su fallecimiento.
R ii cuanto á sus bellos y nobles seuti“
micntosT oxcusan dc encarecerlos las si-
í?uientes palabras ea que Rosnes se retrata
á si mismo, «dc todos los títulos que he me*
reeído,— diec—sólo podría decir que el que
más me enorgullece, es el ser uuo de los fun
dadores de la nueva construcción del Ilos*
p ital de Caridad de Moütevidoo, hoy, quizá,
uno de los mejores de esta [»arte de la x\mé*
rica del Sur, y que habiendo trabajado por
su engrandecimiento desde ei año 1822, so
me elevó á «Hermano benemérito.>
Murió Bosncs el d ía 20 de xYgosto do 1S65,
á los 76 aüos de edad. E l pueblo entero dc
Montevideo acompañó á los restos mortales
del venerable donostiarra á su últim a mo
rada .
■j'- ;
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í # * • f : # '<■ -f. I . • • ♦ ' I I ?
-5=21'««--
G A BK IE L DE M ENDIZAB^L
É IR A E T A
Este valeroso soldado que tan activa par
te tomó en la Guerra de la Independencia,
nació en Vergara el 7 dc Noviembre de 1764.
Su carrera m ilitar empezó cou el empleo*
de sargeuto mayor y seguudo c<miandaute
dcl batallón dc voluntarios de Guipúzcoa
en 1793 duraute el período de la guerra lla
mada de la Kepública*
Después del la ic e n ta b le combate que
nueslras fuerzas sufrieron en Agosto de 1794,
líu Irún , y por resolución de un acuerdo dc
las JuQtas extraordinarias celebradas al si
guiente año en Moudragón, Mendizabal fué
trasladado al segundo batallón del mismo
cuerpo de voluntarios con destino á la alta
Guipiízcoa con el nombramiento de primer
comandante.
A la terminación de aquella gucrrra, fue
ron reconocidos los méritos y servicios de
Mondizabal, siendo destinado con igual gra
duación al ejército de la nación.
En 2B09 ascendió á Mariscal de Campo.
lül mismo aüo cauBÓ la admiración de
amigos y enemigos cou uu Lecho de armas
llevado á cabo en campos de ia provincia de
Salam anca.
A la cabeza de la división que mandaba
rechazó heróicainente por tres vcecs, eu la
famosa acción de A lba de Tormes, el emba*
te de la numerosa caballería francesa, va
liéndole este proceder a] valiente general
guipuzcoano el títu lo de Conde del Cuadro
dc A lba de Tormes.»
E n 1810 se le confirió el segundo entor
chado de teniente general.
Varios fueron, y dc alta importancia, los
mandos que durante la guerra de la Inde-
pendoncia Espaiiola tuvo que desempeñar
en el ejército, sino siempre con igual fortu*
na, si en todas las ocasiones con un valor á
toda prueba.
Hallóse al frente de la división de las Pro*
vineias Baseongadas eu la sangrienta y glo
riosa acción del 31 de Agosto de H13 enlrún.
También se encontró, demostrando igual
valor y entereza eu la batalla y victoria de
los aliados en A b jil de 1814 en Tolosa de
Francia.La gran cruz de Saii Fernando que os*
tentaba eu su pecho, es prueba inequívoca y
fiel testimonio de su valor y de su valer mi*
litar.
Rodríguez Solis, cn su interesante obra
titu lada «Los guerrilleros de 1808,» dice de
Mendizabal lo siguiente:
'Tam bién recorría los montes de Vizca
ya 1a guerrilla de Mendizabal, u ii patriota
todo corazón, que, nacido en huiniWe esfe
ra, supo, ayudado de varios amigos, iropo*
ner respeto á los franceses, batiéndolos en
diversas ocasiones.
Era Mendizabal un verdadero enskaro*
robusto, sobrio, ágil, tcnáz, valiente y poeo
sensible á las necesidades del euerpo ni á las
inclemencias del tiempo-
Encastillado en la sierra de Gorbea, la
más elevada de las que constituyen la cordi
llera pirenaica, que después de separar la
provincia de Guipúzcoa de las de Nabarva y
A laba, forma el lím ite natural de Diz cay a
con esta última, y que era, por decirlo así,
su cuartel general; desde ella cazaba á los
imperiales como á liebres, y cuando se de-
terminaba á abandonarla, lo hacía para rea
lizar una sorpresa que dejase á I o r franceses
memoria eterna de Mendizabal y de sus va
lerosos guerrilleros.*
Mendizabal estaba condecorado además
do la citada de San Fernándo, coa la cruz
de San Hermenegildo y otras varias, todas
ellas por méritos de guerra.
M E X D IZ . iB iL
Estaba en poses ión de loa títulos dü
Conde de A lba de T om es y Vizconde de
Astorífa.
Desempeñó también el cargo de Ministro
del Consejo Supremo.
Este benemérito de la patria, hijo de Ver
gar«, murió en 1833, siendo presideute del
T ribunal especial de Guerra y Marina.
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JOSE M A R IA DE IPARRAG U IR RE
Entre los bardos que el país basco ha
producido no hay ninguno q\ic haya adqui
rido más popiüaridad n i más renombre que
el insigne Iparragulrrc.
Nació ert Villarreal de Urrechu el 12 de
Agosto do 1820. A los cinco aüos de edad
fué llevado á la v illa de Cerain a l lado de uu
pariente, que era maestro de esc\iela.
A llí estuvo hasta los once años que pasó
á V itoria á estudiar latín.
A l año siguiente, sus padres se traslada
ron á Madrid, á donde les siguió el joven
Iparraguirre, y cti la corte por recomenda
ción del P . ünanue , ingresó en el Colegio
do San Isidro.
Pocos días después ocurrió la muerte de
Fernando V II, y el futuro cantor del Arbol
de Guernica, exaltado sin duda por las con
versaciones que oía en su casa, tomó la atre
vida resolución, sin consultarlo con nadie,
de volver á su país, y se fué á pié hasta la
casa de su tío que residía en Cerain.
Este buen señor, en castigo y enmienda
de Btfmejiinte escapatoria, le mandó hacer
examen de coíicicncLa y le envió al Concejo
de Lazcano á confesarse con un fraile car
melita conocido suyo; pero había principia
do yá la guerra, y á m itad de camino Ipa-
nagu irre encontró á carlistas y cristinos que
se estaban batiendo, y para huir de ellos se
refugió en la choza de im pastor, donde pasó
la noche.
A la mañana siguiente ae d irigió á San
Gregorio de Alasin donde habían pernocta
do los carlistas, y sentó plaza on sus tilas.
Súpolo su tío, fué á buscarle y !e llevó á su
casa; pero al mes volvió á escaparse, y en
tró de voluntario en el primer batallón de
Guipúzcoa cuando apenas había cumplido
trece años.
E n la sangrienta acción de Arrigorriaga
recibió una herida levo en una pierna, y en
el ataque dei puente de Castrejana una bala
le d ió eu la culata de la carabina mientras
estaba apuntando, io cual le produjo una
fuerte contusión en la cara.
Pocos días antes de la batalla de Meudi-
gorría, donde recibió una contusión en la ca
beza y estuvo á punto de caer prisionero, el
comandante general le nombró cadete de
uno de los batallones que m ilitaban á sus
órdenes. Ocho días antes de la muerte de
Sagastibeltza, fué destinado Iparraguirre á
IPABTUGUIftHK 3 2 9
la guardia dc alabarderos, cuerpo creado
por Zumalacarregui.
A la terminación de la guerra, Tparra-
giiirre, como otros u j u c L o s de loy que pelea
ron bajo la bandera cicl prctendieute, mar
chó emigrado á Francia, sirvió allí algún
tiempo, aprovechaudo esta ocasión para es
tudiar la lengua francesa y cultivar b u lite
ratura leyendo á Lamartine, Chateaubriand,
Lammenais y otros ilustres escritores, y lle
vado de su afán de ver tierras, recorrió las
principales poblaciones de la vecina nación:
atravesó los Alpes, visitó Ita lia cuyo idioma
le fué también fam iliar, Suiza, Alemania é
Inglaterra, haciendo en todo este tiempo la
vida del errante artista.
Poeta y músico á la vez, lleno de Juven
tud y dc vida, dotado de una arrogante figu
ra, robusta y fiexible voz, y excelentes dis*
posicioues dc artista, con una pobre gu ita
rra por única compañera de sus alegrías y
fatigas recorrió todos esos paises, llamando
la atención y la admiración de extraños en
suelo extranjero y dando á conocer y popu
larizando los cantos euskaros.
E n tiempo del imperio los republicanos
franceses le hacían cantar la Marsellesa, lo
cual producía gran entusiasmo, y algunas
veces ocasionó riñas entre republicanos é
imperialistas; de resultas de lo cual el go
bierno francés le expulsó de su terreno.
330 I P & B E A O r i R E B
Entonces Iparraguirre dirigióse á Lóu-
dres, calculando que con motivo de la expo*
sición nniversal habría a llí muchos españo
les que podrían gustar de sus cantos.
U n día que en un concierto cantaba una
canción bascoiigada en estilo tirolés, so le
acercó el general Síazarrcdo, le dió un apre
tón de manos y le prometió interesarse con
el embajador español para lograr su indul
to; pues como el mismo bardo dijo, se fué
al monte «sin más opinión que el amor á sus
paisanos.» Efectivamente á los pocos días se
le entregó un pasaporte para que pudiera
volver á su patria,
H izo la travesía de Inglaterra á Kspaña
en un bergantín que estuvo á punto de per
derse antes de llegar á Santoña.
Su figura verdademmente bíblica, su her
mosa voz, la vehemencia y el sentimiento
con que se expresaba, alentaban los ánimos
produciendo irresistible enbisiasmo en cuan
tos lo oian. E l Estado creyó que esta pere
grinación podía ser peligrosa para el ordeu
público; le hizo prender por la guardia civil
y le defiterró de las provincias euskuldunas.
Continuó Iparraguirre su vida de trova
dor; pasó á Portugal, y á los tres años vol
vió á su país, donde fué muy bien recibido
y agasajado por todas las clases sociales,
habiéndole dispensado también una cariño
sa acogida el general Lersundi.
IP A R fU C U lB R E 3 3 1
E l malogrado Manterola (D. José) dice
accrca dcl patriótico canto que ha hecho iu-
mortal á Iparraguirre, del «G-uernikako*A r
bola.» “Según parece fué puesta en música
(ó quizá arreglada bajo la inspiración dcl
autor de la letra) por un modesto pero esti
mable compositor D . Juan José A l tuna, y
!a mayor parte de la numerosa colonia bas
congada residente en la corte, se reunió cier
ta noche en un café, conocido con el nom
bre de «Café de San Luis» que existió en la
calle de la Montera, con objeto de escuchar
al célebre bardo que entre otras produccio
nes iba á cantar un nuevo zortziko suyo.
A la hora señalada el café se hallaba
completamente lleno y se aguardaba con
impaciencia la presentación del artista gu i
puzcoano.
Poco después Iparraguirre, acompañado
al piano por su paisano A ltuna, daba á co
nocer su composición al Arbol de Guernica,
que produjo verdadero entusiasmo entre los
concurrentes.
E l zortziko se repitió una y otra vez en
tre los más espontáneos bravos y aplausos.
Aquella misma noche lo aprendieron de me
moria todos los bascongados que asistieron
á la memorable velada, y á últim a hora el
« G uernikako Arbola* era cantado en coro
por cincuenta ó sesenta voces, é Iparragui-
332 r?¿KKáaiIIRRB
rre y A ltuna eran vitoreados con unánime ovación.>
E l pfecto que ceta canción produce en los
bascouffñdos es imponderable. l ie aquí lo
quo sobre ésto decía D . Pedro de Eg’aña en
la sesión del Senado del 10 de Ju n io de 1864:
«Señores; yo he concurrido á oir uno de esos
conciertos al aire libre en aquellas monta
ñas. Estaba a n u n c ia d o que Iparraguirre
cantaría la canción titulada: «E! Arbol de
Gueruica,» que es el símbolo de la libertad
íbral. Empezó Iparrag\iirre el canto que voy
á tomarme la molestia de leer al Senado.....
......... Sei^ores; al oir estas últimas cláusulas,
aquellos hombres que habían llevado la boi
na de las batallas durante los seis años de
guerra, que tenían un corazón valiente, les
chispeaba la sangre, levantaban sus brazos
eu ademán altivo, jurando morir por los
fueros. Creo que el Gobierno hizo bien al
mandar que ese hombre saliese del país, por
que á pesar de que obraba llevado de un sen
timiento generoso y noble, era posible que
hubiera producido tal impoesión en las mu
chedumbres que tal vez hubiera sido preciso
que interviniera la fuerza pública.»
Hay en su música algo que llega al fon
do del alma y le arranca lágrimas de dolor
y gritos de entusiasmo. Es melancólica como
el acento de la madre que acaricia al hijo
cuya vida vé en peligrp; pero do la madre
cristiana á quien el dolor no arranca grito»
de desesperación.
E l d ia 6 de Abril dc 1881 ]parraguirre
dejó (le existir, en el caserío «Sosabarro*chi*
ki,> jurisdíccióu de Gaviria.
Sus deseos se cumplieron; sus Iiucsos re*
posan en el sitio que designó para su tumba
en una de las últimas y más sentidas coin*
posiciones que escribió en América:
Jauuari eskatzeri diyot
Graziya emateko
Lur chit maite orretau
Biziya utzitzcko.*
Su villa natal, V illarrcnl de TTrrcchn,
hace pocos aüos levantó un hermoso monu
mento á la memoria del inmortal cantor de
las libertades ci:skaras, y el día de su inau
guración que resultó uno de los actos más
solemnes que se han verificado en el país
euskalduna durante estos últimos tiempos,
el eximio escritor Peña y Goñi leyó uu no
table discurso alusivo á tan gratísimo acon
tecimiento qnc dejó imperecedero recuerdo,
siendo calurosamente felicitado el escritor
donostiarra.
INDICE GENERÄL
Antonio de G aelaiieta................................................V alentiûM e O laco.......................................................Domenjón liODíále? dû A ndla.......................... ’ « 2'^Jo aq u iû M aria de Ferrer...........................................Andrés de U rdaneta................................................... 35lia fa e l de E ch ag ü e ..................................................... 47B a lta sar de EchaTC..................................................... ^Pablü de G o r o s a b e l . ................................................F rancisco de tícheveatp............................................ *73Policarpo de Balzola....................................... • •R las de Lezo..................................................................Padre I,epcliundi..........................................................Joaf^nín de Barpoelu A ldam ar............................... lO.iAntonio de O quendo.................................................. mJosé Francisoo de I t n r z a e t a , ..............................JoBc M aria Z ubia (M ari)............................................Alonso de Id iaquez.....................................................Jo sé Franm aco Aizquibol......................................... 13'Francisco de Lereandi.............................................. 143E l Condo de Peüaflorida...........................................J uan J 08^ ÿantesteban .............................................. 1 'G aspar de Ja n re g n i....................................................V icente de M antew la........................ » • • •L n is M anuel de Zaûartti..........................................E steban de G aribay....................................................Antonio Peña y Goñi................................................San Ignacio de Loyola.............................................
E l Marqués de Toca...............................................
Lope Martínez de Isasti........................................205
José ManleiX)la.......................................................211
Coam® DaiT.ián de Churroca............................... 217
Ju lián de Lizardi.................................................... 2ií8
José Joaquín de Ferrer......................................... 231
Tomás de Zumalacarreguí...................................241
Indalecio Bízcarrondo (Bilinch)......................... *5]
Juan Sebastián del Cano...................................... i>50
Nicolás Ú 6 Soraluce...............................................265
Mifiiiel López do L e g a z p i ................................ 271
Agustín de Cardaberaz........................................ 281
Joaquín Jam ar.......................................................
Manuel do Larrsmeniíi......................................... t>93
La Monja Alférez.................................................... ;X)l
Juan Uanuel Besnee ............................................ 311
Gabriel de Mendizahal.......................................... 321
Joaé María de íparraguirro.................................. 8¿T
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