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Page 1: The transpersonal: Spirituality in psychotherapy and counselling

Lo transpersonal

Psicoterapia y Counselling

John Rowan

Segunda parte: La revolución Wilber.

Capítulo 5, El Mapa básico

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El mapa básico Algo sucedió en 1977 dentro del campo de lo transpersonal, la entrada en escena de un autor que tenía el ambicioso proyecto de conectar y reconciliar lo psicológico con lo espiritual. A lo largo de una serie de libros sobre misticismo, psicología, el desarrollo histórico del mundo, religión y física, este autor ha aplicado sus ideas -de manera siempre muy esclarecedora- a una gran diversidad de campos. estoy hablando de Ken Wilber, un norteamericano que reside en Colorado y que, aunque casi nunca asiste a congresos o reuniones, tiene un talento extraordinario como escritor. Podríamos decir que lo transpersonal es la manifestación superficial del misticismo pero ¿qué es, entonces, el misticismo ? La gente suele utilizar este término de un modo muy despectivo, como si bastara con calificar a algo de místico para poder despacharlo de inmediato de un plumazo. Pero la gran contribución de los místicos de todas las épocas y de todas las tradiciones ha sido el descubrimiento de que la auténtica experiencia espiritual es algo interno e imposible -por más que utilicemos la palabra escrita ola palabra hablada- de transmitir a los demás. Decir que algo es una auténtica experiencia espiritual es lo mismo que decir que se trata de una modalidad de la conciencia. Evelyn Underhill dice que el misticismo es: Una de las palabras más utilizadas de la lengua inglesa, una palabra que se emplea en sentidos muy diferentes y, a menudo, excluyentes, por la religión, la poesía y la filosofía. De él se ha dicho que es una excusa para todo tipo de ocultismo, una coartada para el trascendentalismo moderado, para el simbolismo insípido, para el sentimentalismo estético o religioso y para la mala metafísica. Por otra parte, también ha sido utilizado de manera despectiva por quienes critican; todas estas cosas. Esperamos que, más pronto o más tarde, pueda recuperar su antiguo significado como la ciencia, o el arte, que se ocupa de la vida espiritual.

(Underhill 1961, pág. XIV) Esta es una afirmación clásica sobre el misticismo, pero el análisis más conciso que conozco sobre el misticismo ha sido el que nos proporciona el libro de Horne ( 1978), en el que el autor diferencia entre misticismo introvertido y misticismo extravertido y entre misticismo casual y misticismo deliberado (en todos estos casos estamos hablando de auténticas experiencias espirituales). En el misticismo introvertido la persona experimenta una transformación de su self mientras que, en el misticismo extravertido, es el mundo el que se transforma. En el misticismo casual, por su parte, la experiencia llega de manera fortuita y con poca -o ninguna- preparación mientras que en el misticismo deliberado, por último, es el fruto de la intención y el compromiso.

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Con la ayuda de esta terminología podemos ver que la típica experiencia cumbre de la que hablamos en la Introducción de este libro es una experiencia de misticismo casual extravertido. La práctica de la psicoterapia, por su parte, constituye un proceso intencional y comprometido de autodesarrollo y, como taL es más probable que conduzca a una experiencia mística introvertida deliberada, como, por ejemplo, establecer contacto con el SelfReal (una experiencia descrita por Jung, Adler, Federn, Perls, Assagioli, Winnicott, Guntrip, Laing, Janov, Love, Johnson. Koestenbaum, Heron, Sullivan. Loevinger, Maslow, Fromm, Riesman, Kohlberg, Alderfer, Mahrer, Broughton. Wilber, Rogers, Buber y Jaspers, entre otros) o llegar establecer contacto con el Self Transpersonal (tal como la describen, por ejemplo, Assagioli, Grof, Jung y Heron). Lo que estamos diciendo, es que las experiencias místicas son estados de conciencia que pueden presentarse de manera súbita y sin ninguna preparación o bien ser el resultado de un largo período de entrenamiento y trabajo. Son experiencias, por otra parte, que tienen que ver con el mundo externo o con el mundo interno. Veremos ahora un estudio completo de los estados de conciencia que nos permitirá comprenderlos no como algo muy especial y aislado sino como algo mucho más natural La conciencia simbiótica de la temprana infancia es algo que todos nosotros hemos experimentado, la conciencia corporal del niño pequeño también nos resulta conocida, la conciencia de pertenencia que experimentamos en nuestra temprana vida familiar es común a todos nosotros, la conciencia del ego de nuestra adolescencia y los años inmediatamente posteriores también resulta muy familiar para todos nosotros, sólo algunos conocen la conciencia existencial y auténtica que se alcanza cuando el ser humano trabaja sobre sí mismo y la conciencia transpersonal, por último, constituye una experiencia mística de la que la mayoría de nosotros hemos tenido algún tipo de atisbo.

Los niveles de conciencia Una de las formas más adecuadas de estudiar la conciencia ha sido la idea de niveles. Hay que decir, en este punto, que a algunas persona..' no les gusta esta idea, porque es un término jerárquico, y prefieren emplear el de «posiciones». En este sentido, yo mismo he utilizado el término «posiciones» en la Introducción de este libro, aunque creo que es igualmente legítimo -como veremos en su debido momento- subrayar los usos positivos del término jerárquico». La idea más común de niveles es la que distingue entre el cuerpo y la mente. Esta noción es tan antigua y ha sido tan asumida por el cristianismo (creo que Hillman esté en lo cierto al elegir utilizar este término en lugar de cristiandad porque, de ese modo, lo sitúa al mismo nivel que el taoísmo, el budismo, el sikhismo, etcétera) que casi no merece la pena presentar sus credenciales y hablar de sus orígenes. Desde este punto de vista, el cuerpo es

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considerado con lo un animal indómito (“el hermano asno”) que debe ser disciplinado o controlado por la mente que es-o debería ser- racional. Casi tan común como la anterior es la distinción entre cuerpo, mente y alma o espíritu. Esta noción es tan popular que se ha convertido en el título de un encuentro anual que congrega a miles de personas. Esto es debido a que se ha comenzado a distinguir entre la espiritualidad y la religión, la idea de que una cosa es la práctica religiosa normativa y otra completamente diferente la auténtica práctica religiosa. La experiencia auténtica es un tipo de experiencia que uno tiene por sí solo y que no necesariamente depende de otra persona. La experiencia normativa, por otra parte, tiene que ver con norma.", reglas, rituales, dogmas, etcétera, establecidos y controlados, de uno u otro modo, por un grupo religioso. La espiritualidad, por su parte, no tiene tanto que ver con lo normativo como con lo auténtico y hoy en día son muchas las personas que valoran y prestan atención a su propia experiencia. También podemos hablar de un modelo que nos habla de cuatro niveles, el cuerpo, la mente, el alma y el espíritu. Huston Smith ( 1976) señala las ventajas de este modelo que distingue ente el alma (un nivel en el que predomina la importancia de lo múltiple y de lo simbólico) y el espíritu (un nivel que va más allá de lo simbólico y enfatiza la unidad). Conviene subrayar esta distinción -a la que volveremos una y otra vez a lo largo de nuestro libro- porque es fundamental. El nivel del alma aparece cuando aceptamos y profundizamos en nuestras propias cualidades imaginativas. Hay muchas personas que menosprecian a la imaginación como una distracción fantástica y hasta peligrosa. Pero el hecho es que todos nosotros soñamos y ensañamos. Recuerdo que, en cierta ocasión, le pregunté a un grupo de amas de casa si tenían fantasías y una de ellas respondió: «¿Qué es lo que usted cree que hacemos cuando estamos de pie ante un fregadero lleno de platos sucios? Luego resultó que muchas de ellas fantaseaban hasta cuando se daban un baño. No se trata, pues, de una actividad excepcional y extraña. Es por ello que conviene reconocer que el hecho de alimentar nuestra imaginación, enriqueciéndola y tomándonosla en serio (recordando nuestros sueños, por ejemplo). nos ayudará a cultivar nuestra alma. También es muy sencillo aceptar un modelo de cinco niveles en el que hablamos de cuerpo, emociones, intelecto, alma y espíritu, un modelo en el que la mente se diferencia en emociones e intelecto, lo que parece algo muy razonable y claramente ligado ala experiencia y el sentido común. Hasta ahora hemos hablado de niveles de conciencia a los que puede acceder todo ser humano -niveles que, por así decirlo, están dentro de todos nosotros- aunque no nos hallemos en contacto con todos ellos en un determinado momento. Desde aquí no es difícil llegar al Sistema yogui de los chakras. Este modelo sostiene -y aquí modificaré deliberadamente algunos de los nombres para adaptarlos al sistema que hemos desarrollado hasta ahora-la existencia de siete niveles, el nivel fundamental (un nivel que se refiere a parte de lo que anteriormente hemos denominado cuerpo). el nivel sexual (otra parte del cuerpo), el nivel de la energía activa (una tercera parte del cuerpo), el nivel del corazón (al que hemos llamado emociones), el nivel de la garganta, que tiene que ver con la comunicación (al que llamamos intelecto), el nivel del tercer ojo (al que hemos llamado

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nivel del alma) y el nivel del loto de los mil pétalos, ubicado en la coronilla (al que hemos llamado nivel del espíritu). De este modo, al igual que anteriormente diferenciamos la noción de espíritu en dos niveles, la diferenciación de la noción de cuerpo nos permite considerar por separado sus distintos aspectos. Von Eckartsberg ( 1981 ) nos ofrece un modelo piramidal, en el que, en la base, se encuentra la muerte y, a medida que ascendemos, aparece el coma, el sueño, la conciencia y el pensamiento cotidiano. Más arriba todavía se encuentran los logros más elevados del intelecto, la cognición y el pensamiento sistemático. Por encima nos encontramos con la experiencia estética, la intuición, la experiencia moral y la experiencia sagrada y, englobándolo todo ya modo de arco iris, se halla el campo resplandeciente de la experiencia psíquica divina. Este es, pues, un modelo que sintetiza muchos de los temas que hemos ido viendo hasta el momento.

El mapa de Ken Wilber Pero, como hemos dicho al comienzo de este capítulo, un autor ha tomado la idea de niveles y la ha llevado hasta sus últimas consecuencias. Wilber ha analizado minuciosamente todos los sistemas de niveles conocidos y los ha reconciliado, demostrando que todos están hablando de lo mismo aunque cada uno de ellos se refiera a una parte limitada del espectro. El convincente modelo global de Wilber presenta no menos de diecisiete niveles aunque no todos ellos, por cierto, son considerados con el mismo detalle. Wilber afirma que todos nosotros -tanto a nivel individual como en nuestra condición de miembros de una cultura históricamente localizada- estamos implicados en un proceso de desarrollo psicoespiritual. En sus diversos libros, Wilber se ha ocupado de bosquejar este proceso, un proceso que se desarrolla del mismo modo en los primeros estadios (que nos son muy familiares) que en los últimos (mucho más controvertidos). La Figura 5-1 constituye la forma más sencilla de describir este modelo. En esta figura podemos advertir la división en tres grandes secciones, etiquetadas con los nombres de prepersonal, personal y transpersonal, tres términos con los que ya estamos familiarizados por nuestras anteriores discusiones. Uno de lo tópicos más repetidos de Wilber es lo que él denomina falacia pre/trans; la tendencia a confundir lo prepersonal con lo transpersonal Algunos (como Freud, por ejemplo) caen en esta falacia negando la existencia de lo transpersonal y reduciéndolo a una mera proyección de lo prepersonal, mientras que otros (como Jung, por ejemplo) cometen el error contrario negando la existencia de lo prepersonal y calificando a todo lo que no sea personal como algo transpersonal. Y, lo que resulta más tranquilizador, es que Wilber dice que el paso de lo personal a lo transpersonal no supone arrojarse alas aguas cenagosas de la espiritualidad (o de la religión o el ocultismo), sino que implica un cambio similar al que tantas veces hemos

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experimentado ya a lo largo de nuestro desarrollo. Hemos pasado de la simbiosis con la madre a la separación de ella, del self corporal al self de pertenencia Y, desde ahí, hasta la mente egoica. Y, en cada una de esas transiciones, tuvimos que modificar nuestra propia identidad Así que ya sabemos lo que es cambiar la definición que tenemos sobre nosotros mismos. El paso del ego mental al estadio del centauro no es más que otro de estos cambios )-las experiencias cumbre suelen ser un signo muy común de esta transformación concreta. Vamos a revisar ahora separadamente cada una de las posiciones a las que Wilber (1980) se refiere.

El pleroma El estadio del pleroma constituye el primer estado de conciencia, aunque tal vez no deberíamos considerarlo como tal porque está completamente vado. Sin embargo, no se trata de la vacuidad plena y completa con la que nos encontramos al final del camino sino de un vacío ignorante en el que todavía no ha aparecido ningún tipo de distinción. Es aespacial y carece, por tanto, de todo tipo de objetos. Wilber dice que es «carente de deseos y de elección y que es atemporal". Pero se trata del punto de partida de todo nuestro desarrollo. Tal vez sea un mito, en el sentido de que no es verificable ni puede ser identificado en el tiempo, pero, en cualquiera de los casos, se trata de un mito necesario para dar un sentido al proceso global de desarrollo posterior.

Unidad dual Este es un estado poco familiar, un estado del que la mayoría de nosotros tiene poco que decir. Es este estadio, que habitualmente tiene lugar en el útero (según mi opinión aunque no parezca tan evidente para Wilber), donde comienzan a aparecer las distinciones. En él comenzamos a distinguirlas figura." del fondo en el que se encuentran. en él comenzamos a tomar cierta conciencia de algo y de otra cosa. Pero las cosas no son tan definidas como uno desearía y la fantasía (o, en términos kleinianos, la phantasía) y las alucinaciones pueden provocar complicaciones. También comienzan a despuntar aquí las emociones intensas fundamentales (Wilber habla de «euforia oceánica y de miedo primordial»). Existe un impulso primordial a la supervivencia que puede llegar a ser evidente en este estadio en el caso de que la vida se vea amenazada. También existe cierta conciencia de que las cosas se suceden pero ninguna sensación del tiempo. Tal vez aparezca algún atisbo del deseo de conservarlas cosas buenas y de rechazarlas malas porque aquí aparecen también los primeros intentos de división entre el self y los demás.

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Es una lástima que Wilber deje de lado la idea, hoy en día tan estudiada y comprendida, de experiencia prenatal Actualmente se está llevando a cabo mucha investigación sobre la experiencia fetal y existe un creciente interés internacional en la conciencia pre y perinatal que parece demostrar de modo inapelable que la conciencia comienza a desarrollarse en el útero, especialmente en el caso de que exista algún tipo de trauma (como intentos de aborto, accidentes de la madre o agresiones constantes al feto, como fumar, beber, utilizar drogas, depresión. etcétera (Verny 1982, Ridgwa)- 1987)). De hecho,1a experiencia del nacimiento es tan traumática (Grof 1979, Lake 1980, Wasdell1990) que casi siempre implica -si es que no lo ha hecho antes-la emergencia de un ego. En este campo están apareciendo nuevos datos de continuo y el gran libro de Fedor-Freybergh y Vogel (1988) constituye una buena introducción en este sentido.

El ego corporal Con la emergencia de este estadio aparece una sensación definida de identidad, aunque las emociones son todavía muy rudimentarias, como el dolor, la rabia, el miedo y la alegría Ahora también hay mucha fantasía y cierta capacidad para identificar y distinguirlas imágenes de la fantasía. Es uno de los tempranos estadios estudiados por Melanie Klein en el que aparece el buen pecho y el mal pecho. En este estadio, el pensamiento se desarrolla más en términos de deseos que de realidad y la angustia de la separación puede llegar a ser muy elevada.

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La escuela psicoanalítica de las relaciones objetales (Fairbairn, Guntrip, Winnicott y Balint, entre otros) han investigado mucho en este estadio y ahora resulta mucho más sencillo darse cuenta de su importancia. También se está llevando a cabo mucha investigación evolutiva en bebés y es claro que el niño muy pequeño es mucho más consciente y competente de lo que anteriormente creíamos (Stern 1985, Bremner 1988, Bradley 1989). Hoy en día, pues, no cabe la menor duda de que, en los primeros momentos de vida extrauterina, existe algún tipo de ego. Veamos ahora algunos ejemplos al respecto porque hay quienes todavía no están familiarizados con las recientes investigaciones realizadas en este sentido y Wilber nunca suele mencionarla: Goren et al (1975) descubrió que, a los nueve minutos aproximados de vida, los bebés prestaban más atención al dibujo de un rostro humano que a otra imagen en la que los rasgos estuvieran desordenados o a una figura negra con forma de cabeza. Posteriormente Dziurawiec y Ellis (1986) replicaron esta investigación con una metodología mejorada obteniendo los mismos resultados. Parece que el objetivo de esta condición es el de favorecer el establecimiento de vínculos. Wertheimer (1961) realizó una investigación con recién nacidos (únicamente con aquéllos que no habían sufrido anestesia y que no parecían haber sufrido trauma alguno durante el proceso del nacimiento) en la misma habitación del parto, descubriendo que los bebés volvían su cabeza en la dirección correcta -sin realizar movimientos erráticos- cuando se emitían sonidos al azar desde un lado u otro de la habitación. Lipsitt (1969) llevó a cabo un experimento en el que los recién nacidos de pocas horas de edad tenían que girar su cabeza a la derecha al escuchar un tono ya la izquierda al escuchar un zumbido y, si giraban la cabeza en la dirección correcta, se les premiaba con un sabor dulce. No hubo que realizar muchos intentos para que aprendieran la tarea que el investigador se había propuesto, Luego invirtió el origen de las señales va los pocos intentos -no más de diez- los bebés desaprendían la vieja tarea y aprendían la nueva. Tom Bower, que trabaja en Edimburgo, dice que: El recién nacido puede localizar sonidos y también puede ubicar visualmente los objetos. De un modo u otro, parece saber que, cuando escucha un sonido, es probable que haya algo para ver y que, cuando un objeto se aproxima. probablemente sea sólido o tangible.

(Bower 1977, Pág., 24) Desde el mismo momento del nacimiento, el niño tiene constancia visual del tamaño y también tiene constancia de la percepción de la forma y del color, de la detección del movimiento, de la percepción tridimensional y de la percepción de la profundidad (Slater 1990), Un recién nacido de dos días de edad, por último, muestra una predilección por el rostro de su madre cuando se le muestra junto a un rostro extraño (Bushnell et al. 1989).

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Diversas investigaciones realizadas en los años setenta demostraron que los niños de menos de una semana de vida pueden imitar a los demás. Si sacamos la lengua, por ejemplo, el niño comenzará también a hacerlo. Si dejamos de hacerlo y comenzamos a parpadear, el niño también parpadeará. Si luego abrimos y cerramos la boca el niño comenzará también a abrir y cerrar la boca a la misma velocidad. Si nosotros utilizamos una técnica de división de pantalla de televisión mostrando el rostro del adulto junto al rostro de un bebé encontramos un emparejamiento muy estrecho entre ambos en niños de cinco semanas de edad, lo cual parece demostrar la presencia de una comunicación real de dos canales. Meltzoff encontró este mismo tipo de respuesta hasta en niños de 42 minutos de vida. También se ha publicado recientemente (Chamberlain 1988) un extraordinario libro demostrando que todos los niños son conscientes desde el mismo momento del nacimiento. No cabe duda, pues, de que éste es un estadio muy importante del desarrollo de la persona, un estadio, por cierto, en el que emerge y se consolida un ego corporal muy definido.

El self de pertenencia Este es el estadio en el que el niño se siente miembro de la familia. En este estadio aparece una clara sensación de temporalidad, el lenguaje es utilizado muy fácilmente y emerge y se consolida el pensamiento lógico, aunque el pensamiento mítico todavía no ha desaparecido y no es percibido como algo contradictorio. Lo que más importa es ser aceptado por la familia y pertenecer a ella. El self, identificado anteriormente con el cuerpo, se identifica ahora con la familia o con algún otro grupo primario similar. La generalización posterior de este estadio permite la identificación global con el grupo. Entonces es cuando yo no soy nada y el grupo lo es todo. En el caso de las sectas, en las que, con el pretexto del crecimiento espiritual. se incita a la persona a «abandonar el ego», suele tener lugar una especie de regresión a este estadio. Pero -como Hassan (1988) ha demostrado claramente- de este modo, lo único que ocurre es que el individuo se aliena completamente de su propio centro y regresa a un estadio anterior del desarrollo, un estadio en el que los padres -o ahora el gurú, el líder o el maestro- están siempre en lo cierto y conocen todas las respuestas. Así pues, lo que es sano y normal en un determinado estadio puede ser completamente patológico en un estadio posterior. Wilber dice que todos estos estadios operan del mismo modo, desidentificándose del estadio anterior y avanzando hasta el siguiente estadio. Pero el estadio negado se mantiene, aunque no necesariamente de un modo consciente. Tal vez sea dejado de lado o permanezca guardado en un cajón, pero lo cierto es que todavía sigue ahí y, en consecuencia, siempre es posible volver él. El concepto de anidamiento, según el cual cada estadio permanece anidado en el siguiente, tal vez pueda ayudarnos a comprender este punto.

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El ego mental En este estadio se supone que la persona tiene una personalidad y es capaz de desempeñar roles. Llega un momento en que el individuo tiene que renunciar a la posición de pertenencia a la familia y debe asumir una posición independiente. El trampolín para que esto ocurra es el grupo de pares y la relación de pareja. En este estadio, las emociones y los pensamientos son mucho más diferenciados y sofisticados y también existe un autocontrol mucho mayor que en los estadios anteriores. A esto último, precisamente, es a lo que se refiere la imagen del caballo y del jinete (una imagen según la cual la mente es el jinete y el cuerpo y las emociones el caballo). Pero ésta no es más que una de las muchas divisiones propias de este estadio como, por ejemplo, la división entre lo masculino y lo femenino, entre el intelecto y los sentimientos y entre lo espiritual y lo material Esto es todo lo que necesitamos para alcanzar el grado de control propio de este estadio. También es necesaria, en este punto, la estima de los demás para alimentar y consolidar nuestro ego. Wilber también señala crípticamente que uno de sus objetivos consiste en «conquistar a la muerte convirtiéndose en el padre de uno mismo». El rasgo más sobresaliente, sin embargo, es la conservación y la intensificación de la imagen de uno mismo. Ahora bien, desde un punto de vista transpersonal hay algo concreto que decir con respecto al ego mental y es que nos proporciona un tipo de conciencia que, al ser socialmente aprobada, se convierte en algo evidente lo evidente termina convirtiéndose en algo rígido e incuestionable y lo que es rígido e incuestionable no es mentalmente sano. y esta situación termina produciendo una fascinante paradoja: El modelo transpersonal considera que nuestra conciencia habitual es un estado contraído defensivamente. Este estado habitual está saturado -hasta un punto que nos asombraría- de un flujo incesante de pensamientos y de fantasías -en gran medida incontrolables- que ejercen un dominio extraordinario -aunque frecuentemente inadvertido- sobre la percepción, la cognición y la conducta... Considerar nuestro estado ordinario desde un contexto expandido tiene unas implicaciones insospechadas. El modelo tradicional define a la psicosis o percepción distorsionada de la realidad que, sin embargo, no reconoce esa distorsión. Desde la perspectiva de este modelo de múltiples estados, nuestro estado nom1al se ajusta a esta definición y es, por tanto, subóptimo y nos proporciona una percepción distorsionada de la realidad que no se reconoce como tal. En realidad, cualquier estado de conciencia es necesariamente limitado y sólo relativamente real y, en consecuencia, desde una perspectiva más amplia, la psicosis puede ser definida como una identificación, o estar atrapado, en un estadio concreto de la conciencia.

(Walsh y Vaughan 1980, Págs. 10-11) Que nuestro estado ordinario de conciencia, al que tomamos como evidente -y precisamente por ese mismo motivo-, nos impide acceder a una realidad superior es una noción realmente extraordinaria. Desde ese punto de vista, ahora mismo nos hallamos en contacto con esta realidad expandida que permanece abierta ante nosotros.

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Afortunadamente, existe una forma de salir de ese estado que consiste simplemente en proseguir el proceso de desarrollo que nos ha traído hasta aquí. A partir de este punto, no obstante, vamos a encontramos con una diferencia crucial. Hasta este momento, la sociedad ha estado a nuestro lado en cada uno de los estadios de nuestro viaje alentándonos con palabras tales como «sigue adelante, lo estas haciendo muy bien» pero, a partir de ahora, sin embargo, la sociedad dejará de respaldarnos. Si queremos seguir adelante deberemos recurrir a nuestra propia intención ya nuestra propia voluntad puesto que, en la mayor parte de los casos, la sociedad comenzará a obstaculizar nuestro camino.

El centauro Éste es el siguiente estadio importante del desarrollo. La clave de este estadio consiste en sanar las divisiones propias del estadio anterior. Wilber habla de «un ser corpomental total». En este estadio existe la emergencia consciente del self real y el consiguiente aumento de nuestra responsabilidad y autonomía. Una frase que resume este estadio es la que afirma «yo creo mi mundo». Éste es el estadio en el que la escalera mecánica que nos ha conducido hasta aquí se detiene y comenzamos a asumir la responsabilidad de nuestro propio desarrollo. Los símbolos también pueden ser utilizados deliberadamente para el crecimiento. Ésta es la cúspide del dominio existencial En él pueden experimentarse estados beatíficos y experiencias cumbre. Pero, al igual que ocurría en todos los otros casos, renunciar al estadio anterior -con todas sus certezas y con toda su familiaridad- resulta también muy amenazador. En los capítulos anteriores nos hemos referido a él como el estadio, el nivel o la posición, de la autonomía. Éste es un paso extraordinariamente importante y el concepto de estadio del centauro es una de las principales contribuciones de Wilber. También representa el punto final del proceso de desarrollo del individuo dentro de los confines, por así decirlo, de su propia piel, porque rompe los moldes del ego mental Es muy difícil alcanzar el estadio del centauro sin emprender un proceso psicoterapéutico (o algún tipo de counselling de largo plazo) porque supone trabajar con las situaciones inconclusas del pasado y traerlas al presente. Sólo de este modo es posible alcanzar una auténtica conciencia existencial Es imposible alcanzarla autenticidad propia de este estadio a menos que se estructure una personalidad auténtica. Se trata, por último, de un estadio esencialmente paradójico porque constituye, al mismo tiempo, el fin de un proceso y el comienzo de otro, un estadio espiritual que puede ser completamente ateo, un estadio, en fin, que nos abre a la posibilidad de una sensación de cooperación mucho más profunda aunque simultáneamente es el más individualista de todos los estadios. Como bien dice Wallis ( 1985 ), éste es el territorio del movimiento del desarrollo humano y se caracteriza por el individualismo epistemológico.

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Transiciones y crisis Considero que el viaje que conduce desde el ego mental al self corpomental unificado (centauro) a través de las bandas biosociales constituye uno de las transformaciones de conciencia más interesantes porque es accesible a muchos adultos. Pero esta transformación siempre resulta dolorosa e incómoda porque supone cuestionar todos los roles que uno ha estado desempeñando hasta ese momento y, como ocurre con todo tipo de transición, es dialéctica en el sentido de que implica negar el estadio anterior del desarrollo. Digamos también, de pasada, que lo que Wilber denomina «bandas» se refiere a un conjunto de experiencias posible, aunque no necesariamente, traumáticas, que se desencadenan en rápida sucesión -como estar en plena montaña rusa, o como el descenso en piragua entre la espuma de los rápidos de un río- y que, una vez que comienza el proceso, los acontecimientos se precipitan de tal manera que resulta ya imposible volver atrás (ver Figura 5-2). Tal vez sea interesante recurrir ahora ala misma figura que utilizamos anteriormente cuando hablarnos de los diferentes tipos de meditación y tratar de establecerlas adecuadas correspondencias. Wilber tiene un interés especial en el proceso de transición que lleva desde un estadio hasta el siguiente. Según él, para comprender este punto es necesario recurrir a dos dimensiones, en primer lugar, un instinto-o impulso o pulsión-creativo (en el sentido de opuesto a destructivo) y, en segundo lugar, una voluntad -o deseo- de soltar (como algo opuesto a conservar). Si disponemos de ese impulso creativo pero también tenemos el deseo de conservar, ocurrirán muchas cosas interesantes pero todas ellas tendrán lugar en el mismo nivel en el que nos encontremos y el desarrollo no será posible. Si estamos dispuestos a soltar pero también tenemos un impulso destructivo, puede tener lugar una regresión al nivel anterior. El auténtico desarrollo, dice Wilber, siempre implica incesto y castración, incesto porque queremos conservar algo que deberíamos abandonar y castración porque tenemos miedo a la posibilidad, lo queramos o no, de separarnos. La renuncia creativa, pues, puede permitirnos superar este punto y seguir adelante. La relevancia de este mapa para la ciencia social es que la mayoría de nosotros permanecemos atrapados en la parte central y superior del mapa (Figura 5-1 ), afirmando, por así decirlo, que «sólo estamos interesados en lo persona1». Pero la investigación realizada en los últimos años ha demostrado que las cosas van mucho más allá que lo que creíamos en los estadios anteriores -que el niño es mucho más competente de lo que creíamos, que el proceso del nacimiento es mucho más importante de lo que pensábamos, que el feto es mucho más capaz de lo que suponíamos, etcétera- y también debemos admitir que, en los estadios posteriores, hay muchas cosas a tener en cuenta de lo que anteriormente suponíamos. Las personas están saliendo del cuarto de estar, por así decirlo, y tienen que reconocer que también han tenido experiencias subjetivas que se ajustan al análisis objetivo realizado por Wilber. Considero que Wilber es una buena guía de mi propia experiencia, una guía que le da sentido.

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Una de las cosas que Wilber ha explicado con más claridad es la idea de crisis en psicoterapia, una idea que tiene que ver con la noción de una transición que a continuación examinaremos más detalladamente. Un frío sábado del mes de febrero participé en una marathon de un día en la que tuve la experiencia más profunda de toda mi vida. Porque en ese gélido día de invierno descubrí un mundo completamente nuevo… Ese día experimenté mi propia belleza como mujer y como ser humano. Fue algo que sacudió todo mi interior… Lo amaba todo… veía el mundo de un modo completamente diferente... era como si hubiera atravesado una puerta y me hubiera adentrado en un mundo nuevo al que sólo podría calificar como visión clara y total Éste es un ejemplo, tomado de una participante anónima, de la crisis, esta vez en un grupo primal, un ejemplo que, en mi opinión, ilustra perfectamente la experiencia de establecer contacto con el self del centauro, con el self real y debo reconocer que hay muchas personas -tanto en mis propios grupos como en los grupos conducidos por otros- que han atravesado por este tipo de experiencia. Para mí se trata de un territorio familiar. Y, por supuesto, puede haber crisis más pequeñas, crisis no tan completas, pero, en cualquiera de los casos, este tipo de crisis supone un importante paso hacia adelante. En el campo de la terapia solemos decir que tales crisis deben ir acompañadas de un período de elaboración posterior que permita su integración en la vida cotidiana Pero, antes de continuar, merece la pena disponer de algún falso obstáculo. Desde un punto de vista feminista, la idea de crisis resulta algo sospechosa porque parece masculina y penetrante,

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pero lo cierto es que el nacimiento es una crisis, que las niñas son tan buenas como los niños en atravesar las crisis y que las feministas rompen tantas convenciones sociales establecidas como el resto de los seres humanos. No hace mucho tiempo que he descubierto un diagrama que, a mi juicio, explica perfectamente la idea de crisis. Lo he sacado del libro de Ken Wilber El Espectro de la conciencia ( 1977) y es el que presentamos en la Figura 5- 3. Wilber dice -y aquí renuncio deliberadamente a sus etiquetas porque quiero generalizar lo que está diciendo- que el crecimiento personal y espiritual nos lleva desde un punto hasta el siguiente de una manera lógica. Ampliamos nuestra sabiduría cuando pasamos desde el punto 1 hasta el 2, luego le añadimos más información cuando Pasamos del 2 al 3, agregamos todavía nuevas experiencias en el paso del3 a14, luego alcanzamos nuevas sensaciones y sentimientos en el paso del4 a15. y todas estas cosas son intercambiables y aditivas. Pero llega un momento en el que los conos superior e inferior se cruzan y, en este punto, tiene lugar un verdadero cambio porque, en lugar de seguir progresando hasta el siguiente número, caemos en el infinito. Todo lo que habíamos logrado hasta ese punto no nos sirve para nada y ni siquiera podemos recurrir alas viejas aproximaciones. Entonces aparece un conjunto de reglas completamente nuevo. En términos de la Figura 5-2, nos movemos de la superficie del diagrama a otra superficie similar. Esta me parece una imagen muy exacta y sugerente de lo que ocurre. y Wilber subraya que la única forma en que podemos evitar la secuencia lógica de pasos regulares seguidos de una crisis es negándonos a soltar. El camino que condujo desde el punto 1 al punto 10 fue un proceso de adquisición, de logros e incluso de apresar, pero ahora, llegados a este punto, se trata, por el contrario, de renunciar, de abandonar nuestras nociones preconcebidas y nuestra identidad.

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No estoy diciendo, con ello, que todas las crisis sean del mismo tipo, lo único que afirmo es que todas ellas siguen la misma pauta. Hay más de un tipo de crisis pero lo cierto es que todas ellas siguen el mismo patrón que refleja la Figura 5-2 Tal vez éste sea un signo que apunte en el sentido indicado de los últimos descubrimientos realizados por la teoría de las catástrofes. Pero, según la teoría de las catástrofes, siempre es posible retornar al punto de partida, mientras que, con el tipo de crisis implicadas en el crecimiento personal no hay posible vuelta atrás. Mi propia experiencia personal me lleva a postular que después de uno de estos dobles conos (la figura del reloj de arena de Wilber) existe otro, que hay un proceso continuo de aprendizaje, que va seguido de una crisis y de una posterior consolidación, a la que sigue un nuevo aprendizaje, etcétera. Esto es precisamente lo que nos dicen sobre el crecimiento espiritual personas tales como Thomas Merton, Evelyn Underhill y ]ames Horne (1978), entre otros. Este parece ser, pues, el territorio común existente entre el crecimiento personal (el trabajo llevado a cabo en los grupos y en terapia individual) y el desarrollo espiritual (el trabajo realizado en la meditación, la plegaria y el ritual). En ambos casos existe un elemento intelectual y un elemento experiencial y en ambos casos también el elemento experiencial constituye el factor fundamental del cambio. Este punto, en el que tenemos que desembarazarnos de la imagen previa que teníamos sobre nosotros mismos, se experimenta como algo muy peligroso y amenazador. Pero siempre terminamos descubriendo que es menos peligroso y menos distinto de lo que inicialmente pensábamos. Así pues, el mensaje es que, en cualquiera de los casos, todo irá bien.

El mapa continúa (1)

Nivel sutil En este nivel comenzamos a cuestionarla existencia de una frontera estricta, la circunscripción a lo que se halla dentro de las limitaciones de nuestra propia piel Ahora podemos desarrollar ciertas capacidades psíquicas, como percibir auras, comunicarnos aparentemente con personas muertas, tener percepciones extrasensoriales, experimentar la clarividencia, tener facultades curativas, tener experiencias extracorporales, descubrir nuestra facultad como zahoríes, etcétera (todo aquello a lo que anteriormente hemos calificado como extracorporal). Según Wilber, esto es lo que supone trascender «el sentido de mi viida», renunciar a la intencionalidad, a la autorrealización ya la autonomía En mi opinión, sin embargo, este tipo de cosas ocurren en el próximo nivel, el nivel sutil superior.

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Sutil superior Este es el estadio del «self superior (o profundo»>. En este nivel podemos hablar de inspiración, lo cual significa que en él pueden aparecer mensajes procedentes de una fuente superior y más profunda En este estadio uno puede encontrar afirmaciones útiles. Hay quienes hablan de ángeles de la guarda, otros de supraself y aún otros de arquetipos superiores. Se trata de un estadio en el que son frecuentes las experiencias de rapto y beatitud ). en el que se expresa ampliamente la compasión en un grado superior. Éste es el estadio fundamental sobre el que gira nuestro libro, un estadio en el que se alcaza plenamente lo que Heron ( 1988) llamó «la gran inversión», en la que todo nuestro sistema de creencias centáuricas experimenta un giro copernicano y la renuncia se convierte en algo más importante que la afirmación. En un debate sobre cambio versus iluminación. ]ohn Enright aclaró de manera contundente este punto cuando dijo: Parece que es precisamente el tejido de las valoraciones (bien/mal). tanto sobre uno mismo como sobre los demás, la forma mediante la cual el individuo protege su excesiva individualidad y separa o suprime el Bien potencial. las experiencias «transpersonales» de apertura y conexión con los demás y con el universo. Si pudiéramos renunciar a las valoraciones, las experiencias llamadas transpersonales estarían ahí, aguardando para ser experimentadas. Esta frase resume perfectamente la gran inversión que conduce naturalmente a la experiencia del self transpersonal.

El self transpersonal En este estadio se experimenta la conexión con lo que suele denominarse el self superior, con el self transpersonal. con el Self Profundo. Esto es algo que suele ocurrir en las terapias o los grupos transpersonales, en las terapias o los grupos de psicosíntesis y también en la meditación y en muchas otras formas (véase Ferrucci 1982, Vaughan 1985 y Starhawk 1982). Al comienzo esto parece ajeno a nosotros y puede incluso parecer tener una realidad tridimensional. Esencialmente tiene el sabor de lo divino y constituye una representación mandálica de lo sagrado. Yo solía decir que existen. muchos sinónimos del self transpersonal, dependiendo del sistema de creencias de los participantes. pero ahora no estoy tan seguro de que todas esas cosas sean lo mismo. Creo que en los años venideros asistiremos a una mayor diferenciación y discriminación el, estos dominios. El junguiano Edward Whitmont habla del self transpersonal en los siguientes términos:

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Esta particular entidad del orden implicado ha sido denominada Self Superior o Self Espíritu por la tradición esotérica. Yo prefiero llamarla Self Guía, un self distinto al self psicoanalítico referido a la personalidad empírica ya sus complejos, al orden explicado definible y explicable al que la tradición esotérica ha llamado «self inferior». Yo propondría llamar «Self complejo» a la personalidad empírica. El Self Guía, por su parte, forma parte del orden implicado, es de la naturaleza del arquetipo.

(Whitmont 1987. Pág. 7)

En mi opinión, ésta es una forma muy útil y muy exacta de hablar del tema porque, en la práctica, el self transpersonal suele proporcionar orientación y ayuda para elegir entre varias alternativas. ]ohn Heron ( 1988) diferencia entre el self real, el self transpersonal y el self cósmico. Según él, el self real es un self autocreado. Conectar con él nos pone en el camino de crearnos a nosotros mismos, un lugar desde el que realmente podemos asumir la responsabilidad de nosotros mismos y decir cosas tales como « y o creo mi propio mundo». Esto se corresponde con lo que hemos denominado estadio centáurico. Heron llega a decir que el self transpersonal es un self transformador. En este nivel, la persona elige libremente desplegar al self intuitivo superior y profundizar en el material transpersonal de su propia vida El self cósmico, por su parte, no parece corresponderse con lo que nosotros llamaremos self causal En mi propia opinión, el self transpersonal es mejor representado, en la mayoría de los casos, por una persona. Pero esto no siempre es así. He conocido casos en los que el self transpersonal se representaba mediante una cúpula, una corriente de agua, una joya (Valassis 1989), una flor o algún tipo de luz. Michael Emmons, por ejemplo, cita el caso de una mujer de veinte años de edad que, en una sesión de terapia, dijo lo siguiente: Era como si una luz resplandeciente envolviera todo mi cuerpo. Entonces mi cuerpo pareció inflarse e inflarse y el «yo», la «esencia» de mi cuerpo, pareció llenarse completamente de esa luz... Luego la luz se condensó en un rayo de tal intensidad que imaginé como el láser y terminó concentrándose en un punto, aunque no se trataba de un punto físico, sino de mi propia «esencia»… Más tarde la luz pareció focalizarse en mi garganta en el punto exacto en el que la tensión reprimía mis lágrimas... y el nudo se disolvió… Me sentía perfectamente.

(Emmons 1978, Págs. 111-12) El símbolo del láser fue utilizado en las sesiones posteriores como una guía, ayudando a despertar cada vez más el potencial del cliente. Esto de nuevo cae dentro de lo que anteriormente denominábamos misticismo deliberado introvertido. Después de haber tenido tal tipo de experiencia, es posible seguir adelante de varios modos, por ejemplo, emprender una instrucción religiosa, como suelen hacer la mayor

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parte de los místicos (Moss 1981). Pero, aun así, no es posible ya ponerla responsabilidad fuera de mí mismo Y. aun en el caso de que afirme que se trata de una voz interior, tengo la responsabilidad de escuchar esa voz. En su libro sobre el channeling, Jon Klimo ( 1988) lleva a cabo un buen análisis sobre este punto, al que volveremos en el Capítulo 11. En él cita una entrevista sostenida con Jean Houston, en la que ella dice: Hay un cambio de la atención consciente a otros estados más profundos en los que hay almacenada un enorme cantidad de información. Con ello quiero decir que el psiquismo es mucho mayor de lo que solemos pensar y que está compuesto de muchos niveles, que la ecología de la conciencia que es mucho más amplia que su fundamento local.

(Houston 1986) Esta idea de una ecología de la conciencia es importante porque tiene que ver con el cuestionamiento de las fronteras propio del nivel transpersonal. No quiero decir mucho más sobre el self profundo porque creo que es familiar a la mayoría de nosotros pero sí me gustaría subrayar que se trata de una experiencia espiritual. Más infrecuente, sin embargo, y mucho menos conocida, es la ruptura de barreras a la que he denominado «el self se abre a los demás". John Heron ( 1988) señala que, cuando dos personas están en este estadio, su estrecha comunicación mutua les lleva a crear un tercer ser, una unidad. El amplio solapamiento entre sus conciencias crea lo que Heron denomina «unidad dual». Esto puede sonar muy extraño y especial, pero lo cierto es que, aunque una sola de las personas haya alcanzado este estadio, suelen ocurrir cosas muy interesantes. Como hemos visto anteriormente, Stan Grof (1988) también habla de dos experiencias transpersonales muy relacionadas con lo que él denomina «unidad dual» e «identificación con otras personas». Ambas experiencias, dice Grof, suponen la pérdida ola disolución de las fronteras del ego. Pero él se está refiriendo fundamentalmente a las experiencias del cliente en terapia y yo también quisiera hablar de las experiencias del terapeuta. Esto es precisamente lo que Grof da a entender cuando cuenta la experiencia en la que su esposa Christina se identificó con el moribundo Gregory Bateson, una experiencia en la que sentía como si Bateson estuviera en su interior y pudiera experimentar todo lo que él estaba experimentando. En este sentido, Grof dice: «Me parece evidente que, si este tipo de experiencias pudieran ser voluntariamente controladas, podrían ser muy beneficiosas a efectos diagnósticos y terapéuticos»,. Lo que Grof no sabía era que muchas personas han comenzado precisamente a trabajar de este modo. En un capítulo anterior hemos presentado ya varios ejemplos diferentes de este tipo de trabajo, un trabajo en el que terapeutas de muy distinta orientación experimentan lo mismo aunque lo expliquen de maneras diferentes. Creo que éste es un punto muy discutido hasta el momento y que debe ser reconocido como una auténtica experiencia espiritual que puede ser cultivada o ignorada.

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Frances Vaughan -en un artículo publicado con su apellido de soltera, Clark- nos proporciona unas interesantes aclaraciones sobre la forma de alcanzar este estadio sutil: En este proceso de despertar a la propia identidad transpersonal pueden distinguirse tres estadios diferentes. El primer estadio puede ser llamado el estadio de la identificación y se caracteriza por el desarrollo de la conciencia de uno mismo- [Este es el motivo por el cual llamamos el estadio del centauro]. El segundo estadio del despertar transpersonal, a diferencia del primero, es el estadio de la desidentificación…[Este es el estadio en el que nos hallamos en este momento, un estadio sobre el que la psicosíntesis tiene muchas cosas interesantes que decir]. El tercer estadio del despertar transpersonal es el estadio de la autotrascendencia..., un estadio en el que también hay que renunciar al concepto de un self o de un testigo transpersonal [y es por este motivo que le llamamos estadio causal] Es importante reconocer que los conceptos que resultan útiles en un determinado estadio o bajo determinadas circunstancias tienen tan sólo un valor relativo y no debe, por tanto, considerarse que definan a la realidad absoluta.

(Clark 1877, Págs. 74-8) De los tres estadios mencionados, el más característico del trabajo transpersonal es el estadio intermedio. Este es un estadio que pone un gran énfasis en las imágenes y los símbolos y que reconoce que las palabras pueden hacernos retroceder cuando intentamos describir este tipo de experiencias. Ya hemos hablado de la importancia de este punto en la práctica real del trabajo transpersonal Volvamos ahora nuevamente al mapa que dejamos a un lado cuando iniciamos esta corta disgresión.

El mapa continúa (2)

Causal inferior Las deidades arquetípicas se condensan y disuelven en el Dios final, la fuente de todo arquetipo. Esto significa que abandonamos todo tipo de símbolos por considerarlos un obstáculo más que una ventaja. También renunciamos a los gurús ya los maestros aunque podemos estar muy dispuestos a emprender una ardua disciplina. Las personas que alcanzan este nivel suelen hablar de resplandor y de liberación perfecta, pero no como un vislumbre sino como una experiencia fácilmente alcanzable. La compasión que suele acompañar a este estadio es diferente y mucho más profunda que cualquier compasión que anteriormente hayamos experimentado. Nos hallamos aquí en contacto con el sustrato o la esencia de todos los niveles anteriores.

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Causal superior Las personas hablan aquí de conciencia sin forma y de resplandor sin límites. En este estadio, el Dios final se disuelve en su propio Sustrato Carente de Forma. Es el estadio en el que los budistas hablan del samadhi de la vacuidad, de la experiencia de hombre y dharma, ambos olvidados, de las diez estampas del pastoreo espiritual del boyero del zen, de Nirodh, de la fusión entre lo humano y lo divino; de lo Profundo, del Abismo, del Sustrato de Dios y del alma; de Yo y el Padre somos Uno; del nirvikalpa samadhi y de nirguna Brahman. En este estadio, el Sustrato de Dios y el Sustrato del alma son una y la misma cosa, mi yo es Dios. Ésta es la auténtica autotrascendencia de la que todas las consideraciones anteriores se revelan como meras aproximaciones o sustitutos.

El estadio último Unidad-Vacuidad, Nada y Todas las Cosas, lnconsútil y sin rasgos distintivos, Trasciende pero incluye toda manifestación, identidad entre el Proceso del Mundo y el Vacío, perfecta y total trascendencia en y como Conciencia Última. Brahman-Atman Absoluto, Sahaja yoga; bhavi samadhi; el reino del Svabhavika-kaya; el nivel nirvánico, cittamatra¸kether. Pocas cosas diré sobre estos estadios últimos -aunque Wilber parezca tener mucho que decir al respecto- porque considero que las personas tienen tan poca experiencias sobre ello que todo lo que digamos será en vano. Sí quisiera decir, no obstante, que se trata de un proceso del desarrollo psicoespiritual en el que -lo queramos o no, lo sepamos o no- todos nosotros estamos implicados. El dominio de lo transpersonal, en suma, incluye al centauro, al reino sutil y al reino causal y, cuando nos hallamos trabajando en cualquiera de estos reinos, podemos estar trabajando transpersonalmente. En cualquier caso, el reino sutil constituye el núcleo de lo transpersonal y es el centro de nuestra preocupación en este libro. Una de las cosas que más preocupa a la gente sobre este tema es que parece desarrollarse de manera muy jerárquica. Lo primero que tenemos que decir a este respecto es que, si así lo deseamos, también podemos considerar a estos estadios como meras posiciones que es posible asumir sin ninguna implicación de superioridad. Pero además, no todas las versiones de jerarquía son igualmente opresivas. Veamos ahora lo que dice Wilber en este sentido.

Algunas consideracionfs sobre la jerarquía

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En una entrevista publicada originalmente en la revista ReVision, Wilber profundiza en este tema con cierto detalle. En ella comienza diciendo que, si creemos en la evolución, también debemos creer que lo complejo incluye a lo simple y que lo simple, por el contrario, no incluye a lo complejo: Los niveles superiores no pueden ser plenamente explicados en términos de los inferiores. Cada nivel tiene capacidades y características que no se encuentran en los niveles inferiores. Este es un hecho que aparece en la evolución como el fenómeno de la emergencia creativa y que también se halla detrás de la sinergia y. si no reconocemos ese hecho elemental -que lo superior no puede derivarse de lo inferior- caeremos en la falacia reduccionista. La biología no puede ser explicada recurriendo exclusivamente a términos de la física, la psicología no puede ser explicada recurriendo exclusivamente a términos de la biología, etcétera. Cada estadio superior incluye al estadio anterior como uno de sus componentes, pero también lo trasciende agregándole sus propios atributos concretos... Todo lo inferior se halla en lo superior pero no todo lo superior se halla en lo inferior. Un cubo tridimensional contiene cuadrados bidimensionales, pero no viceversa y es éste «no viceversa», precisamente, el que crea la jerarquía. Las plantas incluyen a los minerales, pero no viceversa, el neocórtex humano incluye al tallo reptiliano, pero no viceversa, etcétera. Cada estadio evolutivo trasciende, pero incluye, a sus predecesores ya que, como dijo Hegel, trascender es, al mismo tiempo, negar y conservar.

(Wilber 1982, Pág. 257) Esta postura es ciertamente muy defendible y estoy completamente de acuerdo con ella, pero creo que Wilber olvida algo que Riane Eisler, en mi opinión, explica mejor. Eisler dice que las jerarquías han sido históricamente muy peligrosas y que tenemos que admitir estos peligros. Pero con eso no quiere decir que la idea de jerarquía deba ser despreciada como algo irreal o carente de importancia. Lo que Eisler hace es distinguir entre dos tipos de jerarquía, una que es innegablemente dañina, y la otra, que tiene que ver con lo que dice Wilber, que debe ser reconocida como benéfica. Veamos ahora sus propias palabras: Con respeto al modelo dominante, debemos hacer una importante distinción entre jerarquías de dominio y jerarquías de actualización. El término jerarquías de dominio describe aquellas jerarquías que se basan en la fuerza o en una amenaza implícita o explícita, las jerarquías características de las organizaciones humanas propias de las sociedades dominadas por el macho. Tales jerarquías son muy distintas de aquellas otras basadas en la progresión que lleva desde las células hasta los organismos vivos, por ejemplo. Este tipo de jerarquías pueden ser denominadas jerarquías de actualización porque su función consiste en maximizar los potenciales del organismo.

(Eisler 1987. Pág. 205) Esta aclaración me parece necesaria para tornar clara conciencia tanto de los peligros como de la realidad del concepto de jerarquía.

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La psicoterapia Veremos ahora la forma en que toda esta cartografía se aplica al mundo de la psicoterapia. En el próximo capítulo veremos con más detenimiento este punto pero ahora sería útil aplicar estas ideas a todas las formas existentes de psicoterapia para ver el modo en que se adecuan al esquema de Wilber. Veremos, pues, en primer lugar, la forma que asumirá si tornamos como una de las dimensiones de nuestro análisis el mapa recién presentado de Wilber. Para ello, ignoraremos los estadios inferiores y los superiores y centraremos nuestra atención en los estadios intermedios, que son los más familiares y los más utilizados en el campo de la psicoterapia (ver Figura 5-4).

Foco Individuo y grupo Grupal e individual Comunidad de apoyo Comunidad ideal

Afirmación Yo no soy mi cuerpo Yo no soy mis emociones

Yo no soy mis deseos

Yo soy mi intelecto

Decir algo más Sería presuntuoso

Yo soy mi cuerpo Yo soy mis emociones

Yo soy mis deseos

Yo soy mi intelecto

Yo soy todas esas cosas y más

Yo no soy mi cuerpo Yo no soy mis emociones

Yo no soy mis deseos

Yo no soy mi intelecto

Yo soy un centro de conciencia y voluntad pura

Ni esto, ni eso

Preguntas ¿Afronta el reto del

inconsciente?

¿Afronta el reto de la

libertad?

¿Afronta la pérdida de sus

fronteras?

¿Afronto la pérdida de

todos los símbolos?

Temas clave Aceptación

Respeto

Autonomía

Autenticidad

Apertura

Visión

Devoción

Compromiso

Figura 5-4. Una comparación de cuatro posiciones en el desarrollo transpersonal.

NIVEL DE WILBER

POSICION DE ROWAN

PERSONA/SOMBRA

EGO MENTAL

CENTAURO

SELF REAL

SELF SUTIL

ALMA

SELF CAUSAL

ESPRIRITU

Self Yo soy definido por los

demás Yo defino quien soy Yo soy definido por Otro(s) Yo soy espíritu indefinido

Motivación Necesidad Elección Permitir Entrega

Objeto personal Ajuste Autorrealización Conectar Unión

Objetivo social Socialización Liberación Ampliar Salvación

Proceso Curación y construcción del

cuerpo

Desarrolllo y crecimiento

del ego

Apertura y disminución del

ego

Iluminación y

cuestionamiento del ego

Rol tradicional de la ayuda Médico Analísta Facilitador del crecimiento Guía avanzado Sacerdote/isa

Sabio

Metodo Representativo

Tratamiento hospitalario Quimioterapia

Psicoanálisis

Directivo

Modificación de conducta Terapia cognitivo

conductual

Cierto análisis transaccional

Trabajo en crisis

Terapia racional emotiva

Grupos T Terapia Gestalt

Encuentro abierto

Psicodrama

Horney, etcétera Terapias corporales

Regresión

Centrado en la persona

Co-consejo

Psicosíntesis Ciertos junguianos

Ciertos paganos

Transpersonal

Dialogo interno JICA o magia

Cábala

Cierta astrología

Cierto tantra

Métodos zen Raja yoga

Taoísmo

Monacato

Da Free John Misticismo cristiano

Sufismo

Divinidades m´siticas

Cierto judaísmo

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En esta figura hay cuatro columnas, la primera de las cuales es etiquetada como ego/persona o ego mental. Este es el nivel que tiene que ver con el ajuste a la realidad consensual y en el que opera la mayor parte del counselling y de la psicoterapia. En este estadio, el cliente atraviesa algunas experiencias emocionales muy desagradables y quiere volver al statu quo, o tal vez experimente sentimientos que le han incapacitado durante mucho tiempo y quiera poder llegar a amar y trabajar. El cliente puede presentar depresión, angustia. timidez, duelo, nerviosismo, miedo a volar, pérdida de una pareja, dolores persistentes de cabeza, y cualquiera de los mil síntomas y problemas que aquejan nuestra vida cotidiana. La gran mayoría de los terapeutas son capaces de trabajar a este nivel porque casi todos ellos están familiarizados con este nivel de desarrollo en su propia experiencia. Del mismo modo, la inmensa mayoría de la investigación llevada a cabo ha tenido lugar a este nivel. El lenguaje es extraordinariamente importante para este tipo de trabajo porque encarna la realidad consensual a la que la persona quiere regresar. Incluimos al psicoanálisis en esta columna porque el psicoanálisis freudiano clásico afirma explícitamente limitarse a este nivel. Obviamente, existen neofreudianos y otros enfoques psicoanalíticos que no se circunscriben a él, como Homey, Fromm, Guntrip y tantos otros, a los que posteriormente consideraremos. La segunda columna es la más interesante para los practicantes de la psicología humanista, aunque también es evidente que muchos de ellos trabajan la mayor parte del tiempo en el terreno propio de la primera columna. En este nivel-que Wilber denomina el nivel del centauro y yo llamo el self real o estadio autónomo- el énfasis está puesto en la libertad y en la liberación. Existe mucha literatura humanista que yo mismo he intentado resumir en otro libro (Rowan 1988a), un trabajo que conduce desde el reino de la deficiencia (en el que la motivación consiste en reparar algún déficit) al dominio de la abundancia (en el que la motivación procede de un impulso positivo a explorar, crear y crecer). Hay personas que hablan del cambio que tiene lugar a este nivel desde el tener hasta el ser. Es muy importante advertir, sin embargo, que el centauro, el self real, todavía se halla aislado y limitado. Tiene fronteras muy definidas, una casa y un nombre. Las personas ubicadas en este nivel hablan a menudo de comunidad, pero sus acciones son, de hecho, muy individualistas. Es muy importante señalar que no es posible conducir a nadie a este nivel si anteriormente no lo ha alcanzado él mismo (ésta es una generalización de la afirmación original de Freud de que el terapeuta sólo puede llevar al paciente hasta el límite de sus propias resistencias). Lo que ahora queremos decir es que el terapeuta no sólo tiene resistencias sino que también tiene contracciones (regresiones, evitaciones o distorsiones del crecimiento). El hecho es que quien nunca haya establecido contacto con su propio self real, a causa de este tipo de contracción, es incapaz de ayudar a otra persona a establecer contacto con su self real

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Éste es un punto crucialmente importante. Cada uno de los pasos señalados por Wilber exige una redefinición de self y esto no es algo que pueda hacer el intelecto sino que es un movimiento que compromete a toda la persona. De hecho, es el mismo intelecto el que fomenta parte de la contracción y evitación que impide el ascenso. Veamos ahora la tercera columna, etiquetada como nivel sutil o alma. Ésta es la región en la que solían trabajar James Hillman, los analistas junguianos y Assagioli y sus seguidores. Éste es el nivel fundamental de lo transpersonal y del cual hemos dado tantos ejemplos hasta ahora. Aquí estamos implicados con problemas que, como Jung señaló, suelen aparecer en la segunda mitad de la vida (aunque también es posible que emerjan en cualquier otro momento). Es en este dominio donde los símbolos resultan especialmente importantes por la comprensión y el crecimiento que pueden proporcionar. Las palabras, en cambio, tienen ahora menos valor porque están más allá de la realidad consensual, y el ego mental se desespera porque cree que las palabras son lo único realmente seguro. Muchos de los aspectos anteriormente incuestionables son ahora puestos en tela de juicio, y las fronteras que nos separan del mundo, en general, y de los demás, en particular, no parecen tan importantes. La comunidad de apoyo resulta, en este estadio, muy interesante, debido al peligro de inflación que suele acompañarle. Más tarde volveremos a muchos de estos puntos, pero reiteremos una vez más el tema de la contracción. Son muchas las personas que regresan de este nivel porque parece demasiado terrible. Pero nuestro libro quiere demostrar que este nivel no sólo es muy importante para el ser humano promedio sino que también lo es para el mismo psicoterapeuta. Hemos incluido a la cuarta columna no tanto por su gran relevancia para el campo de la psicoterapia sino para indicar que no todo termina en la tercera. También aquí es posible reprimir, también aquí nos encontramos con la contracción familiar que nos deja atrapados en un nivel inferior en lugar de avanzar hasta las aguas profundas de la espiritualidad En el nivel del self causal, en el nivel del espíritu, debemos renunciar a todos los símbolos que tan útiles nos resultaron y tan lejos nos llevaron en el estadio anterior. Como veremos con más detalle posteriormente, éste es el dominio propio de la religión. La cuarta columna, pues, nos muestra la forma en que el terapeuta debe desarrollarse a sí mismo si realmente pretende trabajar con la persona total que acude a su consulta. Quien no afronta este desafió, quien persiste en la contracción que le impide ascender, será incapaz de ayudar a sus clientes a ascender al siguiente nivel En tal caso, el terapeuta deja de ser un facilitador, un ayudante o un guía, para convertirse en un obstáculo en el camino.

Los pasos posteriores

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Ahora que hemos visto cómo opera una dimensión -la dimensión psicoespiritual- debemos añadir una segunda dimensión y ver si sigue ayudándonos a cartografiar nuestro mapa de las psicoterapias. Si tenemos en cuenta la bien conocida distinción entre las psicoterapias que sólo tienen que ver con la mente consciente y aquellas otras que no sólo hablan sino que también trabajan con la mente inconsciente, descubriremos una segunda dimensión útil para ordenar los diferentes tipos de psicoterapia Así pues, la terapia cognitiva y conductual sólo tendrá que ver con la mente consciente (como la terapia racional emotiva, la terapia de los constructos personales, etcétera) mientas que el psicoanálisis, la hipnoterapia y la terapia experiencial de Mahrer, entre otras, conceden un lugar importante a la mente inconsciente. Si agrupamos lo dicho ahora con nuestra discusión previa obtendremos la Figura 5-5. Aquí hemos dejado ya de lado nuestra cuarta columna porque nos referiremos fundamentalmente ala psicoterapia más que a la religión. Pero las tres columnas restantes, no obstante, son las mismas que hemos mencionado en la Figura 5-4. Cada tipo de psicoterapia está relacionada con aquellas otras que se encuentran más próximas. y los agrupamientos que aparecen en la figura son muy plausibles y significativos para quienes estén familiarizados con ellos. Los ítems ubicados en el centro, por último, son los más variables y flexibles y pueden moverse en todas direcciones.

Alcance y límites Veamos ahora el alcance y los límites de algunas de estas psicoterapias, especialmente en relación con lo transpersonal. Podríamos decir que la integración primal constituye una de las formas de psicoterapia más plenas y completas porque incluye todo lo que el cliente puede necesitar, ya que trabaja en las cuatro vertientes a las que se refería Jung (sensación sentimiento, pensamiento e intuición). Es la terapia que menos lagunas y caminos inexplorados tiene de todas las mencionadas. Pero tal vez, por ese mismo motivo, no resulte muy adecuada para el cliente inexperto y puede ser demasiado prematura para el cliente poco trabajado terapéuticamente. Es ideal para la persona que lleva ya cinco o más años y está comenzando a impacientarse con la velocidad del proceso. Si pensamos en el proceso global de la psicoterapia como un curso con dos fases (Kopp 1977), la integración primal ciertamente es una terapia bifásica. En la primera fase, la misma experiencia personal del cliente le lleva a descubrir gradualmente el inconsciente psicodinámico y los traumas de la infancia. En la segunda fase, el cliente salva las lagunas que anteriormente descubrió y procede a curar las heridas más profundas de su psiquismo. Este trabajo tiene lugar al nivel que Michael Balint (1968) denominó «la falta básica». La integración primal, en suma, está perfectamente capacitada para adentrarse en lo transpersonal y el décimo número de

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la revista Aesthema estuvo enteramente dedicado a la espiritualidad en el trabajo primal. Mi propio artículo en ese número sostiene que profundizar en las áreas primales del psiquismo favorece la entrada en las dominio de lo transpersonal.

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La terapia feminista es una curiosa etiqueta porque, en cierto modo, se refiere más a una actitud hacia la totalidad del campo terapéutico que a una técnica o teoría concreta. Así que puede haber terapeutas analíticos feministas, terapeutas humanistas feministas, terapeutas transpersonales feministas y, sin la menor duda, terapeutas cognitivos feministas y hasta terapeutas conductistas feministas, aunque esto último pueda sonar un tanto extraño. El feminismo parece ser una actitud que impregna, en principio, a cualquiera de las otras psicoterapias que hemos señalado en nuestro mapa. De hecho, es tan importante porque su afirmación básica es que la psicoterapia, como cualquier otro campo del pasado, estaba sesgada en contra de la mujer. Y, por otra parte, aquellos terapeutas que declaran cultivar y comprender a la femineidad, no han sido mejores este respecto que aquellos otros que mantienen silencio sobre el tema. Así pues, si podemos compensar este desequilibrio, el resultado será beneficioso tanto para los psicoterapeutas como para sus clientes de cualquier creencia. En este sentido, Chaplin (1988) tiene una aproximación especialmente interesante respecto a lo transpersonal. Otro rasgo interesante de la postura asumida por la terapia feminista es que tiene una dimensión política explícita de la que carecen las demás psicoterapias. Tal vez podamos pensar en términos de una tercera dimensión que tenga que ver con el conservadurismo/radicalismo. Si lo ponderamos con el radicalismo, podemos ver que la totalidad de la parte intermedia de nuestro mapa permanece en el aire y los bordes se desplazan hacia abajo. Nosotros deberíamos alcanzar una suerte de arco o de túnel. El co-consejo, los grupos de encuentro, el enfoque centrado en la persona y la terapia gestalt han estado asociados históricamente a los grupos radicales y a la toma de conciencia política. Mahrer presta una larga y explícita atención a los factores sociales. Los existencialistas siempre han tenido una marcada inclinación política y también el análisis transaccional ha trabajado en esa misma dirección. Pero, en mi opinión, la terapia feminista ha ido más lejos que cualquier otra aproximación en cuanto a relacionar a la terapia con el contexto social Podríamos decir que el encuentro abierto es la aproximación más completa para el trabajo grupal Ha sido diseñado para entrar en cada área de la terapia y de la vida y, por ese mismo motivo, es muy flexible. Exige mucho del líder del grupo, quien debe estar muy bien formado y debe tener mucha experiencia. Se trata de una aproximación paradójica porque, por una parte, es muy abierta, democrática e igualitaria mientras que, por la otra, concede mucho poder y autoridad al líder. Uno de los antiguos líderes de grupos de encuentro de la vieja escuela solía ser llamado «el sargento instructor», por la cantidad de ejercicios estructurados que introducía en sus grupos. En los últimos años, sin embargo, los líderes son mucho menos carismáticos e insistentes y mucho más abiertos y dispuesto a escuchar. El énfasis está puesto más en lo existencial que en lo espiritual, pero Schutz ( 1989) explicita que es la apertura, modelada por el líder y alentada por el grupo, la que hace posible la introducción de elementos transpersonales. En otro lugar (Rowan 1991 ), yo mismo he señalado que el grupo de encuentro puede ser un paradigma para la psicoterapia integradora, al unir, como lo hace, lo regresivo, lo existencial y lo transpersona1 El co-consejo es una aproximación extraordinaria y políticamente muy interesante que tiene mucho que ofrecer. Es una lástima coger cualquier libro sobre grupos y terapia de

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autoayuda y descubrir que el co-consejo no suele aparecer. Es muy posible que esto sea así porque no ha sido adoptado por el tipo de persona que escribe artículos académicos y no hay mucha literatura sobre él pero ésta es una débil excusa como para ignorar un abordaje tan amplio e importante. Es una verdadera lástima también que la escuela original (Counselling Re-evaluation) fundada por Harvey ]ackins haya estado siempre tan aislada de la corriente principal del counselling humanista. Manteniéndose tan puro e independiente, ha permanecido ajeno a la red de contacto total que, en mi opinión, podría haber aumentado muchísimo su eficacia. Pero el co-consejo también tiene sus inconvenientes derivados de la misma estructuración que lo hace tan seguro para el principiante. Es muy fácil para un par de co-consejeros o incluso para toda una comunidad, entrar en una forma demasiado amable de trabajar en la que no ocurre nada profundo ni desafiante. Las comunidades de co-consejo son conocidas por su clima exageradamente almibarado de trabajo. Las incesantes sonrisas y abrazos, tan cálidos y deliciosos al comienzo, pueden llegar a convertirse una rígida convención tan alejada de la realidad como la farsa social a la que reemplazan. En cualquier caso, el co-consejo desempeñó un importante papel en mi propio desarrollo así que considero que puede funcionar muy bien. Y, como John Heron(1974) ha mostrado en detalle, el co-consejo también puede adentrarse en el dominio de lo transpersonal. El psicodrama es otra de las aproximaciones más provechosas de los métodos grupales. Es difícil ir a un grupo de psicodrama y no salir sintiendo «yo mismo puedo hacer esto!» pero, en realidad, las cosas son mucho más difíciles de lo que parecen. Recuerdo que, en cierto congreso, un experimentado líder de psicodrama perdió completamente el control de su grupo y tuvo que ser rescatado por un líder visitante que asistía como espectador. Como ocurre en todogrupo de trabajo, el líder del grupo (el director, en este caso), tiene que ser muy consciente de lo que realmente está ocurriendo en el grupo, no tanto de lo que se supone que debería ocurrir. El psicodrama es uno de los métodos de trabajo grupal más desarrollados en este campo y hoy en día hay mucha literatura a este respecto. Es un método que siempre ha estado abierto a lo transpersonal -desde que, en los años veinte, el mismo Moreno le pidió a uno de sus participantes que subiera a escena y representara a Dios- especialmente en su énfasis en la creatividad y la espontaneidad, dos características propias de lo supraconsciente. El mismo Moreno tenía ciertamente una faceta mística que lamentablemente suele ser dejada de lado por los autores que han escrito sobre psicodrama. La bioenergética es otra de esas terapias a las que consideraríamos como "fase dos”. Lleva a la gente muy rápidamente a un material muy profundo y no es para el principiante ni tampoco para el pusilánime. Una de las escenas de la película W. R. Los misterios del organismo, muestra a Lowen trabajando en su consulta de Nueva York y los gritos se suceden con mucha frecuencia. De hecho, cuando Janov escribió su libro El grito primal, hubo muchas personas que señalaron simultáneamente el griterío que rodeaba a todas las aproximaciones reichianas y neoreichianas. Es por esta razón que la bioenergética tiende a llevarse a cabo en centros aislados para que los vecinos no puedan escuchar el ruido que la acompaña, algo especialmente cierto cuando se trabaja, como suele trabajarse, a nivel grupal. En una gran habitación con cincuenta personas que parecen estar gritando todas al mismo tiempo, el ruido puede llegar a ser ensordecedor. En su abordaje individual, sin

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embargo, el problema es mucho menor. También en este tipo de aproximación ha habido, en los últimos años, una ampliación al estudio del aura y de otros dominios que caen fuera de la realidad consensual (estudios que han sido llevados a cabo fundamentalmente por John Pierrakos). La biosíntesis es la más completa de todas las terapias corporales. Ha sido pacientemente elaborada y puesta a punto por David Boadella, uno de los terapeutas más sobresalientes de nuestro tiempo. Se trata de una terapia muy orientada hada el practicante experto y que, en consecuencia, requiere mucho del terapeuta. Pero parece ofrecer una terapia que realmente trabaja muy bien con el cuerpo y que, sin duda, será desarrollada en el futuro. Cabe señalar también que Boadella ciertamente tiene un lugar para la espiritualidad en su trabajo. La psicosíntesis es otra de esas aproximaciones que, como la terapia gestalt, todo el mundo plagia de continuo. Todo el mundo parece creer que puede practicar la fantasía guiada por el mero hecho de que, en cierta ocasión, asistieron a un taller de psicosíntesis o algo que se le parecía. En los comienzos de los años setenta. muchos de nosotros conocimos algunas de sus ideas fundamentales antes de saber de dónde procedían. La importante idea de las subpersonalidades, por ejemplo, tan utilizada por terapeutas tan diversos, se originó en la psicosíntesis. En su forma original, la psicosíntesis es una disciplina muy poderosa y de amplio rango que, teóricamente al menos, puede abarcar todo el abanico completo de la psicoterapia. En la práctica, no obstante, la mayor parte del énfasis tiende a centrarse en el self superior y en el supraconsciente, a causa, sin duda, de que de que es la región más descuidada por el resto de las psicoterapias. En su forma original, la psicosíntesis ha sido una aproximación muy amable (en ella no hay tanto grito como en otro tipo de psicoterapias) que puede llevar a la gente donde necesite ir. Aunque la psicología transpersonal puede ser considerada como un derivado de la psicosíntesis, Gordon-Brown y Somers (1988) evidencian que es mucho más que eso y que tiene orígenes completamente diferentes. De hecho, hay muchas formas de llevar a cabo el enfoque transpersonal y la que acabamos de mencionar debe mucho a la talla personal de lan Gordon-Brown y sus colaboradores a lo largo de los años. Algunas personas pueden sentir que la suya es una aproximación muy orientada técnicamente, pero el hecho es que han elaborado un método muy eficaz, y muy defendible intelectualmente, y resulta muy interesante disponer de su trabajo para que otros puedan conocerlo y utilizarlo. La programación neurolingüística es uno de los enfoques americanos que va acompañado de todo el aparato de certificación, niveles de formación, etcétera. Es temeraria y manipuladora, parcialmente a causa de su actitud arrogante hacia otras formas de terapia o counselling. Es claramente más adecuada para problemas concretos nombrables y medibles que para las dificultades personales profundas pero, en cualquier caso, tiene un fino análisis del proceso de la comunicación en psicoterapia y si la ignoramos corremos el riesgo de dejar de lado algo importante. Es particularmente fuerte en el área de la observación, de advertir lo que está haciendo el cliente y muestra cómo utilizar esa observación para realizar intervenciones precisas y puntuales. Hemos aprendido ciertamente mucho de ella sobre la forma de establecer rapport con un cliente defícil y, aunque esto fuera todo, sería

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útil. Pero la programación neurolingüística es mucho más que eso y merece la pena conocerla. Parece tener poco interés en lo espiritual pero probablemente no lo necesita y, a fin de cuentas, ¿quién sabe lo que ocurrirá en el futuro? Algunos de estos enfoques pueden ser considerados como muy poco orientados técnicamente pero, de hecho, la persona del terapeuta es siempre muy importante, incluso en la PNL. Cabe subrayar, por último, que en psicoterapia es más adecuado tener en cuenta a la persona real que hace la terapia que a la etiqueta que tenga colocada en la puerta de su consulta Hay terapias que no tienen nada que ver con lo transpersonal. Entre ellas cabe destacar a las siguientes:

MODIFICACIÓN DE CONDUCTA TERAPIA CONDUCTIVIST A TERAPIA COGNlTlVA TERAPIA FAMlLlAR ANÁLISIS JUNGUlANO (Escuela de Londres) AN ÁLISIS KLEINIANO TERAPIA DE LOS CONSTRUCTOS PERSONALES PSICOANÁLISIS (Escuela clásica) TERAPIA RACIONAL-EMOTIVA

También hay terapias que tienen que ver con lo transpersonal pero no de un modo sistemático o planificado. Algunos practicantes la incluyen mientras que otros no. Entre ellas destacamos las siguientes:

TERAPIA ADLERlANA BIOENERGÉTICA CO-CONSEJO PSICOTERAPIA EXlSTENCIAL TERAPIA FEMINIST A TERAPIA GESTALT ENCUENTRO ABIERTO TERAPIA CENTRADA EN LA PERSONA INTEGRACIÓN POSTURAL PSICOANÁLISIS {Escuela de las relaciones objetales) PSICODRAMA ANÁLISIS TRANSACCIONAL

Y algunas terapias, por último, reconocen explícitamente la importancia de lo transpersonal y han establecido estrategias para trabajar en este sentido con sus clientes. Entre ellas se encuentran las siguientes:

BIOSINTESIS ANÁLISIS jUNGUIANO (Escuela de Zurich y escuela arquetípica) INTEGRACIÓN PRIMAL PSICOSÍNTESIS PSICOTERAPIA TRANSPERSONAL


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