LA ESTIMA PROPIA
Lección 9 para el 26 de febrero de 2011
Todos los seres humanos somos de gran valor porque:
Fuimos creados a la imagen de Dios.
NUESTRO VALOR INTRÍNSECO
“Entonces dijo Dios: Hagamos
al hombre a nuestra imagen,
conforme a nuestra semejanza;
y señoree en los peces
del mar,
en las aves de los ciel
os, en las
bestias, en toda la tie
rra, y en
todo animal que se arrastra
sobre la tierra. Y creó
Dios al
hombre a su imagen, a imagen
de Dios lo creó; varón y
hembra los creó” (Génesis, 1: 2
6-27)
“Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación” (Hechos, 17: 26)
Fuimos creados con un propósito.
Todos los seres humanos somos de gran valor porque:
Fuimos creados a la imagen de Dios.
NUESTRO VALOR INTRÍNSECO
“Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra”
(Salmo 8: 5)
Fuimos creados espléndidos, gloriosos.
Fuimos creados a la imagen de Dios.
Fuimos creados con un propósito.
Todos los seres humanos somos de gran valor porque:
NUESTRO VALOR INTRÍNSECO
“Reconoced que Jehová es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado” (Salmo 100: 3)
Pertenecemos a Dios, nuestro Creador.
Fuimos creados espléndidos, gloriosos.
Fuimos creados a la imagen de Dios.
Fuimos creados con un propósito.
Todos los seres humanos somos de gran valor porque:
NUESTRO VALOR INTRÍNSECO
Baja estima: “No valgo nada. No hago nada bien.”
La Biblia nos invita a amarnos a nosotros mismos.
“Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo, 22: 39)
Arrogancia: “Soy el mejor. Lo hago todo bien y los demás no saben nada.”
La Biblia nos invita a no enorgullecernos de lo que somos o de lo que hacemos sino a tener un concepto equilibrado de nosotros.
“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la
medida de fe que Dios repartió a cada uno” (Romanos, 12: 3)
Concepto erróneo Concepto correcto
“El Señor se chasquea cuando su pueblo se tiene en estima demasiado baja. Desea que su heredad escogida se estime según el valor que él le ha atribuido. Dios la quería; de lo contrario no hubiera mandado a su Hijo a una empresa tan costosa para redimirla. Tiene empleo para ella y le agrada cuando le dirige las más elevadas demandas a fin de glorificar su nombre. Puede esperar grandes cosas si tiene fe en sus promesas”
E.G.W. (Exaltad a Jesús, 13 de junio)
Podemos ayudar a los demás a aumentar su autoestima mediante nuestras palabras, acciones y aun por medio de cómo los miramos.
El valor que la sociedad da a las personas está determinado por lo que tienen, por su estatus o por su aspecto exterior.
No deberíamos dejarnos influenciar por la forma en la que esta sociedad nos valora, pues ése no es el valor que Dios da a las personas.
Como cristianos, deberíamos valorar en los demás las cosas que son importantes a los ojos de Dios: honestidad, bondad, dominio propio, …
“Pero el Señor le dijo a Samuel: No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón” (1ª de Samuel, 16: 7 NVI)
“Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: … el que os toca,
toca a la niña de su ojo” (Zacarías, 2: 8)
Dios nos valora inmensamente
NUESTRO VALOR A LOS OJOS DE DIOS
Dios se preocupa especialmente por el que
pasa por dificultades, por el que se aleja de Él, por el que
es tentado, por el débil, por el que sufre necesidad.
“Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la
desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto
muchos, y temerán, y confiarán en Jehová” (Salmo 40: 1-3)
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan, 3: 16)
Nos escucha siempre que acudimos a Él en busca de
ayuda.
Para Dios tenemos un valor infinito, hasta el punto de que
dio a su Hijo por nosotros.
“y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo. El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje,haciendo con sus manos lo que es bueno,para que tenga qué compartir con el que padecenecesidad. Ninguna palabra corrompida salga devuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”
Solamente por el poder de Dios, a través de la conversión, tendremos un correcto equilibrio en la forma en que nos estimamos a nosotros mismos y en la forma en que estimamos a los demás.
Efesios, 4: 23-32