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Consolidacin democrtica y confianza:
el difcil trnsito a un crculo virtuoso
"... el pas ms democrtico de la Tierra, es aquel en que los hombres
han perfeccionado ms el arte de seguir en comn el objeto de sus deseos
y han aplicado al mayor nmero de objetos esa nueva ciencia"
Alexis de Tocqueville. La democracia en Amrica
I
La temtica de la confianza y del capital social ha cobrado una creciente
importancia en la dcada de los noventa.1 Esta proliferacin de estudios respecto
al papel de la subjetividad y de las creencias en el mantenimiento del orden social
recupera uno de los temas clsicos de las teoras sociales y polticas desde
Aristteles hasta Tocqueville.
No es casual que los estudios culturales ocupen este privilegiado espacio en las
reflexiones de los analistas en la actualidad. El futuro de las democracias de los
pases latinoamericanos y de Europa oriental que experimentaron procesos de
transicin desde regmenes militares o autoritarios aparece plagado de
incertidumbre e interrogantes respecto a su capacidad de consolidacin. El
sndrome del desencanto de importantes sectores de la poblacin con los magros
resultados de las jvenes democracias ha generado procesos de desidentificacin
con los gobiernos y los partidos polticos, e incluso con las reglas y procedimientos
democrticos. (Paramio, 2000)
1 De acuerdo con una revisin realizada por Robert Putnam, los estudios sobre capital social seincrementaron significativamente en la dcada de los noventa. Hasta 1981, los artculos sobrecapital social apenas llegaban a 20. Entre 1991 y 1995 se incrementaron a ciento nueve y entre1996 y marzo de 1999 llegaron a tres mil. V. Putnam, Robert (ed.). El declive del capital social. Unestudio internacional sobre las sociedades y el sentido comunitario. Barcelona, Nueva GalaxiaGutemberg, 2003. p. 11.
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El debilitamiento de los significados de la democracia y la disminucin de la
participacin en partidos polticos, sindicatos y asociaciones religiosas alcanza
incluso a las naciones con regmenes democrticos estables y consolidados.
(Putnam, 2003) Este declive del capital social entendido como la extensin y
profundidad las redes sociales y su expresin en actitudes de confianza y
cooperacin, resulta irnico pues se da en el marco del clmax del xito de la
democracia al configurarse como la nica alternativa para la estructuracin de la
poltica en las modernas sociedades de masas.
Recuperar la importancia que tienen la creencia en la validez de un orden poltico
fundado en la voluntad de quienes integran la comunidad poltica y, en particular,
en el grado y tipo de confianza que profesan los ciudadanos en las institucionesdemocrticas es una tarea necesaria, incluso urgente para enfrentar los retos
actuales de los regmenes democrticos.
Desde una perspectiva ms analtica, la problemtica de la construccin de
confianza de los ciudadanos en las instituciones de la democracia plantea la
exigencia de superar la separacin que se presenta frecuentemente entre los
estudios culturales y aquellos que se centran en las normas y las instituciones, as
como la que se da entre el diseo de instituciones y la evaluacin de resultados
gubernamentales. Para los ciudadanos, la confianza en la democracia no
reconoce la segmentacin y especializacin que ha hegemonizado el anlisis
poltico. Es una confianza que se expresa de manera global. De ah que la
recuperacin de este tipo de perspectivas plantee el reto de integrar y articular
elementos de diversas perspectivas tericas y disciplinarias.
Este ensayo propone una reconstruccin de los cambios polticos en Mxico
desencadenados a partir de las polmicas y conflictivas elecciones presidenciales
de 1988, desde la perspectiva de la construccin de confianza en las instituciones
democrticas, en particular, en el papel desempeado por el Instituto Federal
Electoral. Consideramos que a pesar de las dificultades conceptuales que
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enfrentan los estudios en este campo, la confianza ofrece una perspectiva con un
alto potencial heurstico para entender la dinmica de este abigarrado proceso.
Enfatizaremos el anlisis de algunos efectos de esta dinmica de cambio poltico
que pueden obstaculizar la emergencia de un crculo virtuoso en las relaciones de
confianza con el fin de identificar elementos para una agenda de consolidacin de
las instituciones democrticas.
II
Hablar de confianza nos remite a un amplio y ambiguo campo de referencia para
mltiples interacciones y diversos fenmenos. Intentaremos desbrozar aquellos
elementos pertinentes para una definicin que contenga utilidad analtica para dar
cuenta de condiciones que posibilitan la construccin de ciertos contenidos en lasrelaciones que permiten la decantacin de expectativas que propician la
cooperacin y la experimentacin y que extienden el horizonte temporal de la
resolucin de las demandas.
En trminos genricos, la confianza se define como expectativa, es decir, como
una apuesta que permite acotar la incertidumbre y la imprevisibilidad de los
sucesos venideros, construyendo un puente entre el presente real y el futuro
posible. Sin esta reduccin de los futuros lgicamente posibles a partir de futuros
subjetivamente esperables, no sera posible la existencia de la sociedad. "Si todo
fuese posible, si no tuviramos determinadas expectativas y ciertas evidencias
sobre el futuro, no nos levantaramos de la cama. El pavor nos paralizara".
(Lechner, 1995, 68)
El tiempo es la dimensin constitutiva de la confianza. El surgimiento de la
confianza posibilita al sujeto la construccin de puentes de articulacin del pasado,
el presente y el futuro. Desde esta perspectiva, el pasado aparece bajo la forma
de memoria, de arsenal de experiencias significativas sean exitosas o fracasadas.
El presente es el momento de generacin de la confianza como posibilidad; es el
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gozne entre la memoria y el futuro esperado. Finalmente, el futuro representa ese
horizonte de posibilidades acotadas por la expectativa.
Es importante tener en consideracin que la confianza no es un atributo inherente
a los depositarios de la misma sino una relacin social que se puede constituir, no
constituir o desconstituir con base en la historia de las relaciones, es decir, en la
acumulacin de interacciones. Confiar en una persona, en la realizacin de un
evento o en una institucin alude a un cierto tipo de relacin social que se define
en el marco de las interacciones entre el sujeto que confa (trusteren ingls) y el
depositario de la confianza (trusted).
El surgimiento de la confianza en el marco de las relaciones sociales estasociado a valoraciones constituidas por elementos de naturaleza cognitiva, moral
o emotiva articulados de tal manera que podemos encontrar diversos contenidos
de la confianza de acuerdo con la combinacin y jerarqua de estos tres
componentes (Barber, 1982: 9). Claus Offe, por ejemplo, distingue trust y
confidence como tipos opuestos de confianza. La primera, con un mayor peso de
la dimensin cognitiva, en la que el sujeto toma la decisin de confiar o no confiar
como alternativas que dependen de la valoracin de la informacin disponible. La
segunda, en cambio, se presenta como una expectativa ms vinculada a la fe o a
la esperanza que libera al sujeto de la evaluacin de las alternativas (Offe, 1996,
4). Niklas Luhmann identifica tambin diferencias en el contenido de las relaciones
de confianza cuando plantea la distincin entre confianza perceptiva en la que se
presenta una valoracin de la opcin de confiar y confianza espontnea en la que
la apuesta se da en forma casi automtica e independiente del entorno. (Luhmann,
1979: 68)
La temtica de la confianza se ha vinculado recientemente al capital social, sobre
todo a partir de la publicacin de Making Democracy Work (Haciendo que la
democracia funcione) de Robert Putnam. El capital social se constituye a partir de
las redes sociales que se basan en la confianza y que posibilitan el desarrollo de
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la cooperacin. En este texto, Putnam realiza un amplio estudio del
funcionamiento de las instituciones en Italia e identifica diferencias significativas en
el funcionamiento de las mismas asociadas a la existencia y profundidad del
capital social. Las redes sociales que se encontraron en la regin norte de Italia,
desempearon un importante papel en el xito de las polticas de
descentralizacin gubernamental emprendidas en la dcada de los setenta.
(Putnam, 1993)
La confianza asociada al capital social es, de acuerdo con la conceptualizacin
propuesta, una forma de confianza espontnea, que prescinde en buena medida
de informacin y de mecanismos de control. De esta forma, tiende a
autonomizarse del entorno, aunque en s misma conforma un entorno propiciopara la cooperacin, la experimentacin y la extensin del horizonte temporal de
las relaciones. El capital social expresa un crculo virtuoso donde la confianza
decantada refuerza la apuesta en el presente y refuerza las posibilidades de xito
futuro. Esta capacidad de reproduccin en el tiempo le otorga a esta forma de
confianza el calificativo de capital por el valor que reporta para la promocin del
desarrollo social.
III
La confianza provee de un horizonte temporal a las relaciones que resulta vital
para el adecuado funcionamiento del sistema poltico. Si a nivel individual la
ausencia de confianza genera parlisis y terror, en el plano poltico se traduce en
una incapacidad para gobernar. El tiempo que otorga la confianza a la poltica
resulta imprescindible si consideramos que "hacer poltica implica estructurar el
tiempo". (Lechner, 1995: 63) La accin gubernamental, la eleccin de
representantes, la satisfaccin de demandas sociales, la construccin de agendas,
planes y programas son procesos, requieren del tiempo, se desenvuelven en l.
Por consiguiente, no es exagerado afirmar que sin tiempo no hay poltica.
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De aqu que al confianza constituya un componente esencial en el mantenimiento
del orden poltico. De la definicin weberiana de la legitimidad como la creencia en
la validez de un determinado orden (Weber, 1984: 43) podemos derivar al
relevancia de la confianza como un indicador bsico de dichas creencias,
independientemente de si su contenido nos remite a la ley, el carisma, la tradicin
o una mezcla de ellos. (Crespo, 1994: 61) La ausencia de confianza en las normas
fundamentales de un sistema poltico, y no en cualquier aspecto de la poltica, es
una de claves que permiten identificar una crisis de legitimidad.
As como la confianza asociada al capital social expresa un crculo virtuoso, la
ausencia de confianza que se expresa en el marco de una crisis de legitimidad
genera un crculo vicioso en el que la acumulacin de experiencias dedefraudacin refuerza un diagnstico pesimista del presente y se proyecta hacia el
futuro como profeca autocumplida, en donde an las seales encaminadas a la
modificacin de conductas fraudulentas pueden ser negadas o interpretadas bajo
la lgica precedente. La posibilidad de remontar esta lgica de la desconfianza
requiere de una gran inversin de recursos materiales, humanos y simblicos para
frenar la espiral y de tiempo, persistencia y buena fortuna para revertir la espiral a
favor de la confianza.
IV
El proceso de cambio poltico en Mxico en la dcada de los noventa es resultado
de una crisis de legitimidad del sistema poltico posrevolucionario de carcter
autoritario fundado en un presidencialismo fuerte y centralizador, en un sistema de
partido hegemnico, en la corporativizacin autoritaria de los sectores sociales y
en un tratamiento particularista y clientelar de las demandas sociales.
Las elecciones del 6 de julio de 1988 marcaron un punto de inflexin en la historia
poltica posrevolucionaria. En ellas cristalizaron procesos estructurales como el
agotamiento del modelo de desarrollo y el desgaste de los pilares del sistema
poltico mexicano producto del aumento de la complejidad de la sociedad
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mexicana, as como aspectos coyunturales como la escisin de la elite poltica que
posibilitaron la constitucin de un frente opositor que desafi la capacidad del
partido hegemnico y de su candidato para garantizar la continuidad en el relevo
del gobierno.
Las elecciones del 88 plantearon un nivel de competencia poltica que rebas las
capacidades del un sistema electoral articulado en torno a la maquinaria del
partido hegemnico. El resultado fue un fraude de grandes proporciones que
gener una fuerte tensin durante el proceso de calificacin de la eleccin. El
riesgo de ruptura institucional y la contundencia de las pruebas de la inoperancia
del sistema electoral para garantizar la realizacin de elecciones limpias en un
contexto competitivo, plantearon la necesidad de una reforma electoral querefundara los cimientos de las normas y las instituciones.
Las elecciones de 1988 marcaron un punto de no retorno en el modelo de
legitimacin del sistema poltico, que abri paso un proceso de reformas en
materia poltico electoral orientadas a reubicar el papel que histricamente haban
tenido como mecanismos ritualizados de ratificacin de decisiones adoptadas en
las cpulas del poder. El carcter fundacional de las reformas electorales de los
noventa plante como exigencia la construccin de un marco de reglas y de
instituciones que posibilitaran la participacin poltica de partidos y ciudadanos en
los trminos de una democracia procedimental, es decir, con garantas de
eficiencia y confiabilidad en la operacin del proceso.
Analizar la construccin de una nueva institucionalidad electoral como un proceso
de construccin de confianza abre un campo de visibilidad que consideramos
altamente productivo para entender la dinmica del cambio poltico en Mxico y
algunos de sus desafos actuales. A continuacin plantearemos algunas hallazgos
y reflexiones que resultan relevantes para analizar el estado actual de la
construccin de confianza en las instituciones democrticas, tomando como foco
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de atencin los aspectos que obstaculizan la construccin y decantacin de
relaciones de confianza.
Un aspecto central para entender la lgica del proceso de construccin de
confianza en el marco de la reforma electoral de 1990 es el reconocimiento
explcito de su necesidad por parte de un gobierno que naci ayuno de legitimidad
en su origen.
En su discurso de toma de posesin, el 1 de diciembre de 1988, el presidente
Salinas propuso la necesidad de un acuerdo que fortaleciera la unidad y diera
cabida a las diferencia. "Tiene que ser un acuerdo -seal- que perfecciones los
procedimientos electorales, actualice el rgimen de partidos y modernice lasprcticas de los actores polticos comenzando por el propio gobierno". (Comisin
Federal Electoral, 1989: 1)
El reconocimiento explcito por parte del gobierno de la necesidad de conformar un
nuevo marco legal para la competencia electoral que garantizara la confiabilidad y
la transparencia en los procedimientos defini los parmetros del xito de la
reforma y el escenario de negociacin con los partidos polticos.
En relacin con los parmetros de xito, la conformacin de nuevas reglas e
instituciones electorales deba responder no slo a exigencias tcnicas que
garantizaran la eficiencia y la correccin de los procedimientos sino, sobre todo, a
las que permitieran obtener el apoyo de los partidos polticos.
El nuevo marco legal e institucional alcanzado en la reforma de 1990 cristaliz un
proceso de negociacin orientado garantizar elecciones que respondieran a las
exigencias de confiabilidad. La desconfianza y el escepticismo de los partidos
polticos en la voluntad gubernamental de brindar garantas para el respeto del
sufragio se convirti en una constante en el proceso de negociacin y en un reto
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tan complejo como el de la construccin de instituciones capaces de organizar un
complejo procesos electoral en plazos sumamente reducidos.
La capacidad de la desconfianza para generar procesos de autorreforzamiento y
constituirse en un lgica impermeable a los cambios del entorno (Luhmann,1979:
74) dificult enormemente el logro de acuerdos, particularmente en el marco de la
reforma de 1990.
El carcter explcito de la incorporacin de la confianza como ingrediente
imprescindible del nuevo marco legal e institucional para la competencia electoral
tuvo dos efectos significativos para comprender el funcionamiento de las nuevas
instituciones. El primero tiene que ver con la complejidad de las institucioneselectorales y, el segundo, con la dinmica de las negociaciones entre partidos
polticos y autoridades electorales.
La estructura del IFE se compone de tres tipos de rganos: directivos, ejecutivos y
de vigilancia. Los primeros se integran por consejeros electorales, representantes
de los partidos polticos y del poder legislativo. Los rganos ejecutivos se integran
por un responsable de cada una de las reas operativas y por un cuerpo
permanente de funcionarios integrados a un servicio de carrera conocido como
Servicio Profesional Electoral. Finalmente, los rganos de vigilancia son los
encargados de revisar la calidad de los instrumentos electorales --padrn
electoral, lista nominal, credencial para votar, cartografa electoral--. La estructura
operativa y de se encuentra desconcentrada a nivel estatal y distrital y tiene un
carcter permanente, y los rganos directivos distritales y locales se integran
nicamente durante el proceso electoral mientras que el Consejo General, mximo
rgano directivo funciona permanentemente.
El funcionamiento de esta compleja red de estructuras con distintas funciones y
niveles est normado por un cdigo que resulta igualmente llamativo en cuanto a
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la precisin de los procedimientos, plazos y controles a que estn sometidas las
actividades que se desarrollan antes, durante y despus de la eleccin.
En este diseo institucional tan complejo y abigarrado coexisten dos estructuras:
una responsable de un proceso electoral sumamente pautado en sus normas y
procedimientos, y una segunda estructura, igualmente compleja, de supervisin de
las actividades por actores externos a la institucin como los partidos polticos,
empresas auditoras o grupos de expertos. Se trata de la traduccin institucional de
un complejo proceso de negociacin que fij como parmetros de la
transformacin de las reglas del juego no slo exigencias de eficiencia, sino las
que provenan de la profunda desconfianza de los partidos de oposicin en la
capacidad de perversin de las reglas por parte del gobierno y el partidohegemnico.
Si bien es cierto que este diseo institucional puede parecer oneroso desde una
ptica estrictamente econmica o administrativa, la naturaleza de los beneficios
polticos aportados, debiera incorporar el ingrediente de la necesidad de
construccin de confianza sin ruptura del orden legtimo en crisis. El argumento
anterior no pretende ir en desmedro de la posibilidad de llevar a cabo un proceso
de reforma a la estructura institucional tendiente a racionalizar el gasto en esta
materia, tomando en consideracin los cambios importantes cambios que se han
producido en el contexto poltico, en particular los relativos al desmontaje de
simbiosis del partido anteriormente hegemnico y los funcionarios electorales.
El segundo efecto del proceso de negociacin para la reforma electoral tiene que
ver con la dinmica de la relacin entre los actores, especficamente entre los
partidos polticos y las autoridades electorales. A este respecto es importante
retomar el carcter explcito que se otorg al logro de la confianza como objetivo
de la reforma electoral.
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Las negociaciones emprendidas entre los partidos polticos y las autoridades
electorales buscaban promover la construccin de confianza en un nuevo marco
para la competencia poltico electoral tomando como punto de partida el
reconocimiento gubernamental de esta exigencia. Este reconocimiento modific
radicalmente la mecnica de la negociacin poltica definida en los marcos del
sistema de partido hegemnico.
Se produjo una suerte de inversin en la posicin subordinada que haban tenido
hasta entonces los partidos de oposicin que dejaron su papel subordinado y se
transformaron en interlocutores relevantes. Por otra parte, el gobierno y su partido,
que tradicionalmente haban contado con los recursos y el control en los procesos
de negociacin adoptaran una estrategia de repliegue de las negociaciones enfavor del avance en la reforma. Esta actitud implic la asuncin de su papel como
parte defraudadora y por ende, dependiente del apoyo de los partidos opositores
que asumieron el rol de defraudados.
La asimetra que denota un marco de negociacin como el anterior configur las
condiciones para la aparicin de una dinmica perversa en el proceso de
construccin de confianza.
La disposicin negociadora de los representantes gubernamentales, de los lderes
del PRI y de los funcionarios electorales otorg una capacidad de interlocucin sin
precedentes a los partidos de oposicin que les permiti adquirir plena conciencia
del valor de su voto de confianza. El balance de fuerzas en el contexto de la
reforma modific la dinmica poltica en una direccin que propici el surgimiento
de lo que podramos denominar dimensin tctica de la confianza. (Lujn, 1995,
64)
Se trata de una dimensin de naturaleza distinta a los contenidos cognitivos,
emotivos o morales que han sido sealados como componentes de este tipo de
relaciones (Barber 1982, Offe 1996, Luhmann 1979) que transforma radicalmente
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la dinmica de la negociacin. Mientras los contenidos cognitivos, morales y
emotivos que intervienen en el establecimiento de la confianza estn orientados a
la configuracin de marcos de relacin que permitan la construccin de
expectativas positivas que reduzcan la incertidumbre y posibiliten la cooperacin
(Putnam, 1993; Fukuyama, 1995); que extiendan el horizonte temporal de las
relaciones o reduzcan la complejidad extrema de posibilidades de ocurrencia de
los sucesos (Luhmann, 1979).
La dimensin tctica no se mueve en el plano de la construccin de expectativas
ni de decantacin de experiencias exitosas. Se mueve en la lgica del beneficio
especfico e inmediato, cuya utilidad se agota en el intercambio determinado por el
valor que adquirido el voto de confianza y beneficios que no necesariamente estnreferido a la introduccin de mecanismos que garanticen certeza sobre la
sustancia de la negociacin. En esta lgica, la escasez explcita de confianza la
convierte en un recurso escaso, en una mercanca que genera una suerte de
mercado soterrado de compra-venta de beneficios materiales o simblicos a
cambio del valioso "voto de confianza". Dado que este intercambio se agota en s
mismo, no genera la extensin del horizonte temporal que caracteriza la
construccin de capital social.
Consideramos que est dinmica es perversa no en razn de un juicio moral
respecto a su cercana con ciertas prcticas ligadas con la corrupcin, sino por su
desvinculacin con un proceso de acumulacin de experiencias exitosas que
permitan acceder a un crculo virtuoso de generacin de confianza como capital
social.
Uno de los espacios donde se expresan con mayor claridad los efectos de la
dimensin tctica de la confianza son los rganos de vigilancia del Instituto
Federal Electoral, que se definen como instancias de participacin de los partidos
polticos en la supervisin de los trabajos del Registro Federal de Electores para la
conformacin de nuevos instrumentos electorales. Se trata de un espacio de
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intervencin de los partidos en la elaboracin del padrn electoral y las listas
nominales de electores que fue uno de los aspectos ms impugnados en las
elecciones de 1988.
La supervisin de las actividades de la Direccin Ejecutiva del Registro Federal de
Electores por parte de la Comisin Nacional de Vigilancia y, de su organismo de
apoyo, el Comit Nacional de Supervisin y Evaluacin (Conase), mantiene una
lgica similar a la que le dio origen. Esta capacidad de los partidos polticos para
conocer, opinar e influir en las labores cotidianas del Registro Federal de
Electores, que tuvo sentido en el marco de los fuertes cuestionamientos del
padrn electoral, resulta incomprensible desde la perspectiva de la racionalidad
administrativa, pues su labor de supervisin se realiza sobre un instrumento queha probado reiteradamente su cobertura y confiabilidad en las ms de cien
auditoras externas realizadas por diversas empresas e instituciones. Tambin
resulta innecesaria si tomamos en cuenta que hace catorce aos, la participacin
de los partidos polticos en la supervisin y el diseo de mecanismos de control
estuvo limitada casi exclusivamente por las exigencias de operacin del programa
o, en todo caso, por la experiencia y capacidad tcnica de los representantes de
los partidos polticos. Desde nuestro punto de vista, la explicacin ms
satisfactoria es la primaca de la dimensin estratgica de la confianza, a partir de
la cual los recursos materiales, polticos y simblicos que los representantes de los
partidos polticos intercambian con los funcionarios electorales a cambio del voto
de confianza o al menos de una anuencia crtica, genera un proceso de
institucionalizacin independiente de los objetivos explcitos de su labor de
vigilancia. Se trata de una dinmica de intercambio que tiende a separarse de los
discursos y de los procesos de decantacin de la confianza entendida como
capital social.
Es importante apuntar que la dimensin estratgica de la confianza no ha
eliminado el proceso de construccin de expectativas ciertas en todos los planos
de la participacin de los partidos polticos. No obstante, su presencia denota, ms
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all de juicios morales, la capacidad de reproduccin de una lgica que se
desencaden a partir del reconocimiento explcito del valor de la confianza como
recurso para promover acuerdos polticos en materia electoral.
El tamao de las instituciones electorales y la dimensin tctica de la confianza
son dos efectos no deseados de un proceso fundacional de construccin de
confianza en las reglas del juego electoral que posibilitaron el avance en el
proceso de negociacin del nuevo marco para la competencia poltica. No
obstante, en la medida que la emergencia electoral de 1988 ha ido cediendo el
paso a la normalizacin de comicios sin impugnaciones en los procedimientos, la
atencin y los recursos tienden a desplazarse a otros espacios. Desde nuestra
perspectiva, la consolidacin democrtica plantea la necesidad de avanzar en laconfiguracin de crculos virtuosos de formacin de capital social que desplacen
las amenazas de regresin autoritaria en el plano de la subjetividad social y no
slo a travs de dispositivos de control y supervisin.
No obstante, dicho escenario aparece empaado por la persistencia de problemas
que han empaado la organizacin de procesos electorales locales, as como por
la reactivacin de las suspicacias en la imparcialidad del IFE a partir del
nombramiento de un nuevo Consejo General que no cont con el apoyo del
Partido de la Revolucin Democrtica (PRD). La presencia de factores que ponen
en duda la correccin la operacin de los organismos electorales abonan en favor
del mantenimiento de las tendencias a reforzar la burocratizacin (Schedler, 1999)
y la preponderancia de la dimensin estratgica de la confianza.
V
Los factores analizados se han circunscrito a la dinmica entre partidos polticos,
gobierno y autoridades electorales y los problemas abordados son de carcter
endgeno al funcionamiento de las instituciones electorales. No obstante, es
importante considerar que dicho proceso desarroll de manera simultnea
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cambios importantes en las opiniones y percepciones de la ciudadana respecto a
las transformaciones realizadas.
Un cambio sustantivo se registra a travs de la percepcin social del voto. Se trata
de una transformacin muy significativa si se considera que, en un plazo de tan
slo diez aos, la poblacin mexicana transit de una creencia generalizada en la
ineficacia del voto para definir la seleccin de los gobernantes a una creencia
igualmente generalizada en que los votos cuentan y se cuentan.
Es esa transformacin en la valoracin de la utilidad del voto la que coron
exitosamente las negociaciones entre los actores polticos. La expresin de la
pluralidad a travs de los partidos existentes se tradujo en el aumento de lacompetitividad electoral y en una cierta normalizacin de las experiencias de
alternancia y de cohabitacin en los distintos niveles de gobierno.2 El cambio en la
funcin del sistema electoral y la transformacin del sistema de partido
hegemnico requirieron tanto el ingrediente institucional como el que provino de la
participacin electoral.
La sincronizacin de estos dos procesos tuvo un papel decisivo en el xito de un
cambio de rgimen sin rupturas institucionales y con ncleos de continuidad en
aspectos econmicos y polticos nodales en el mantenimiento de la estabilidad y la
gobernabilidad.
Las elecciones de 2000 marcaron un punto de inflexin de un ciclo de
transformacin poltica centrada en lo electoral. Si bien es cierto las condiciones
polticas e institucionales haban ido madurado aos atrs, en un pas con una
acendrada tradicin presidencialista, sera en este nivel donde se requera la2 A partir de 1989, con el triunfo del candidato del PAN a la gubernatura de Baja California, seinaugur la alternancia a nivel local. A partir de ese momento, al menos en 14 entidades, ademsde la presidencia de la Repblica, han sido gobernadas por candidatos propuestos por partidosdistintos al PRI, 9 ganados por el PAN y 5 por el PRD. El PAN ha refrendado en dos ocasiones supreferencia en Baja California, y en Jalisco y Guanajuato en una ocasin. El PRD por su parte hahecho lo mismo en el Distrito Federal en una oportunidad. Tambin hay que considerar los casosde alternancia producto de la recuperacin del gobierno por parte del PRI en los estados deChihuahua y Nuevo Len.
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prueba contundente de que las instituciones y los ciudadanos estaban listos para
la alternancia.
El triunfo de Vicente Fox, candidato del Partido Accin Nacional (PAN), puso fin a
ms de setenta aos de continuidad del partido hegemnico en presidencia. El
manejo del cambio como centro de la estrategia de campaa foxista contribuy
decisivamente en su constitucin como alternativa y en la captacin del voto til
del electorado. Las expectativas de cambio en la poblacin desbordaron muy
rpidamente las capacidades reales del primer gobierno de la alternancia.
Situacin nada extraa en las democracias que reemplazaron a los regmenes
autoritarios de otros pases.
VI
El desencanto democrtico ha sido registrado como un fenmeno recurrente de
las jvenes democracias de los noventa (Sartori, 2003) Este fenmeno ha
adquirido en Mxico rasgos que se derivan de la dinmica precedente.
Presentaremos algunos aspectos asociados a este fenmeno a travs de dos
paradojas.
Primera paradoja
El aumento de demandas se genera en el marco de la reduccin de las
capacidades gubernamentales.
La alternancia en la presidencia mostr la posibilidad de cambiar el rgimen de
partido hegemnico por una va institucional. Con ello se incrementaron las
expectativas del cambio en otros rdenes. Sin embargo, los recursos de un
gobierno acotado por una integracin plural son significativamente menores a
expectativas tan desbordadas. Como consecuencia, se genera una actitud de
desencanto y crtica hacia el gobierno que podra derivar, sobre todo en un caso
tan ayuno de tradicin democrtica como el mexicano, en un desencanto del
conjunto del sistema. (Paramio, 2000)
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Las dificultades para alcanzar acuerdos en torno a la agenda bsica del gobierno
de Fox, que son resultado de una combinacin de falta de experiencia de
negociacin del equipo gubernamental as como de la nueva composicin del
poder legislativo son el resultado de un cambio de rgimen poltico a favor de una
integracin plural de los rganos de gobierno y de representacin que no se ha
acompaado de un cambio en la capacidad de construir o imponer acuerdos
propio del sistema de partido hegemnico. Cabra preguntarse hasta dnde el
juicio crtico respecto a la gestin del gobierno actual, a su debilidad e incapacidad
descansa en los parmetros del presidencialismo y del partido hegemnico? Si
esto es as, los riesgos de regresin autoritaria bajo ofertas de una mayor eficacia
o de contenidos sustantivos como la justicia se convierten en un escenario
peligrosamente factible que amenaza los avances alcanzados en materia polticoelectoral.
Segunda paradoja
El xito del Instituto Federal Electoral en garantizar la alternancia en la presidencia
en el ao 2000 puede haber sembrado la semilla de su fracaso.
Esta parfrasis del sealamiento de Peter Gourevitch en alusin a la crisis del
Estado de bienestar puede ser aplicada a la situacin que enfrenta el IFE despus
del triunfo de Vicente Fox. A este respecto se pueden sealar una serie claves
interpretativas que le otorgan responsabilidades a este organismo que rebasan
sus facultades legales y sus capacidades institucionales.
1. Si el IFE pudo garantizar la alternancia en la presidencia, puede garantizar
cualquier eleccin, incluidas las locales.
2. La confiabilidad de los resultados de los comicios se enturbia si se presentan
triunfos del PRI, especialmente en las entidades donde gobernaba otro partido.
3. La resolucin de los casos de uso ilegal de recursos por parte de los partidos
polticos como el "Pemexgate" o los Amigos de Fox dependen del IFE. Su no
resolucin expresa una falta de voluntad poltica que genera sospechas
respecto a la imparcialidad de su actuacin.
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La centralidad que tuvo lo electoral como eje del cambio poltico en los noventa
permiti al IFE constituirse, a pesar de su juventud y quiz por lo vertiginoso de su
xito, en la institucin poltica ms confiable junto con la Comisin Nacional de
Derechos Humanos (Lujn, 2002). No obstante, sus logros en la promocin de
transformaciones significativas en las reglas electorales han permitido visualizar
limitaciones de su actuacin en espacios polticos que estn fuera de su
jurisdiccin.
Tal es el caso de los procesos electorales locales, que no son competencia del
IFE sino de los treinta y dos organismos responsables de organizar comicios para
la integracin de los rganos de gobierno y representacin a nivel local ymunicipal. La integracin de los institutos electorales de las distintas entidades es
muy diversa, pues va desde el esquema de profesionalizacin del IFE, hasta
esquemas que reducen al mnimo su estructura en ao no electoral. Estas
diferencias se expresan en diversos niveles de autonoma de los poderes locales y
en capacidades diferenciales para operar con eficiencia un proceso electoral. No
obstante, existe poca claridad respecto al carcter federal de los rganos
electorales, razn por la cual las deficiencias en la operacin de comicios locales
afectan la imagen del rgano federal.
Otro elemento a considerar en esta revisin de los obstculos para la
consolidacin de la confianza en el funcionamiento de las instituciones
democrticas es una creencia generalizada en que el la construccin de reglas y
procedimientos democrticos iran asociados a la derrota del PRI.
Si bien es cierto que en la medida que se fueron construyendo marcos para
regular la competencia poltica se fueron presentando experiencias de alternancia
y se fueron desarticulando las estructuras simbiticas partido-gobierno que
caracterizaron el sistema de partido hegemnico, el PRI no ha dejado de ser el
partido con ms espacios de gobierno y de representacin a nivel federal, local y
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municipal. Una consecuencia de ello es la posibilidad no slo lgica sino
histricamente verificada de la recuperacin de espacios de ese partido, como
sucedi recientemente en la gubernatura de Chihuahua.
Lo anterior plantea una contradiccin entre el carcter neutral que adquiere una
operacin electoral bajo principios democrticos y la creencia generalizada e
histricamente sustentada de que un triunfo del PRI tiene un origen fraudulento.
Nuevamente, estamos en presencia de un cdigo de interpretacin propio del
rgimen anterior para juzgar nuevas realidades.
La resolucin de los casos de financiamiento espreo a partidos polticos como
Pemex Gate y Amigos de Fox, o ms recientemente de los escndalos decorrupcin en el PRD han planteado la necesidad de ampliar las facultades de
fiscalizacin del IFE. No obstante, es el IFE la nica instancia capaz de impedir la
corrupcin de los partidos polticos? O es tambin un problema del sistema de
partidos, de la lite poltica e incluso de los ciudadanos. Esta pregunta resulta ms
que oportuna a partir de la reflexin en torno al tamao y tipo de instituciones
electorales. No es la ampliacin de las facultades regulatorias del IFE una
reedicin de un modelo de construccin de confianza que mostr su productividad
en tiempos de crisis de legitimidad pero que podra resultar inviable en el mediano
plazo?
VII
Ampliar las exigencias al IFE y exigir el mantenimiento de su xito, sin dotarlo de
los instrumentos para lograrlo, y sin analizar las implicaciones institucionales,
financieras y polticas de hacerlo, puede conducir a matar la gallina de los huevos
de oro. Este tipo de expectativas ciegas e irreflexivas no son capital social, de
hecho se oponen a su creacin, pues podran colocar al IFE en la picota de los
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acusados, cuando muestre su incapacidad para cumplir con asuntos que
involucran otros mbitos del sistema poltico.
Esta sobrecarga de expectativas sobre los avances en los aspectos
procedimentales de la democratizacin podra generar un efecto "boomerang"
sobre los logros alcanzados. Las nuevas reglas del juego electoral fueron un
requisito indispensable para el desmontaje del sistema autoritario, no obstante
resultan insuficientes para configurar un sistema de gobernabilidad alternativo.
La construccin de un nuevo marco para regular la competencia poltico electoral
requiri la modificacin de las estrategias de suma cero de los actores por una
dinmica de cooperacin que, a pesar de sus defectos, ha permitido la realizacinde procesos electorales competitivos y aceptados por los participantes. Es
necesario promover procesos de institucionalizacin que transformen las
estrategias de suma cero en favor de frmulas cooperativas en el mbito de la
relacin entre los poderes, de las relaciones inter e intrapartidistas, de las
relaciones entre ciudadanos.
La diversificacin de espacios de institucionalizacin de reglas y procedimientos
democrticos ms all de lo electoral descargar a las instituciones electorales de
la onerosa e insostenible carga del mantenimiento del rgimen democrtico;
consolidar sus logros respetando la especializacin de la funcin electoral y
posibilitar la construccin de un crculo virtuoso de confianza en la democracia.
Crculo virtuoso que no puede descansar exclusivamente en una frmula de
integracin del gobierno sino que requiere de la construccin de los otros
eslabones que permitan, como lo plante Tocqueville el perfeccionamiento del arte
de bsqueda en comn de los objetos de los deseos. Son precisamente esos
objetos los que pueden otorgar un significado a la democracia para los millones de
ciudadanos que viven en la pobreza, para aquellos a quienes la ecuacin
democrtica de un ciudadano = un voto, carece de relevancia cotidiana.
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El dficit cultural de las democracias contemporneas (Lechner), que se refleja en
indicadores preocupantes de opinin que revelan una crtica y un desapego de las
normas y procedimientos de la democracia, no puede ser saldado en los lmites
del perfeccionamiento procedimientos de seleccin de gobernantes; se requiere
de una recuperacin de los contenidos, de la labor de construccin de un futuro
compartido que adquiera significado como horizonte deseable. Sin esa posibilidad
de otorgar contenido, significado a las democracias, las elecciones se convierten
en rituales huecos, en procedimientos desprovistos de significacin.
El dficit de confianza que enfrentan las democracias contemporneas,
consolidadas o no, plantea la necesidad de superar la falsa dicotoma entre
democracia procedimental y democracia sustantiva, pues ante la derrota histricade los defensores de la democracia sustantiva, la democracia sustancia corre el
riesgo de quedarse vaca si no recupera el terreno de los significados que van ms
all de la correccin, pulcritud y perfeccin de los procedimientos.
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