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Capítulo XII: Historias indígenas de acceso a la lectura y la escritura en tres

ámbitos, religión, familia, escuela (1914-1960circa), por Teresa Laura Artieda.

ARTIEDA, Teresa (2012) “Historias indígenas de acceso a la lectura y la escritura en tres

ámbitos, religión, familia, escuela (1914-1960circa)”. En Cucuzza, H. R. y Spregelburd, R. P. (dir.) Historia de la lectura en Argentina. Del catecismo colonial a las netbooks estatales,

Buenos Aires, Editoras del Calderón S.R.L., pp. 435-470. ISBN: 978-987-24602-3-5

Resumen

Proponemos describir situaciones de lectura y de escritura entre miembros del pueblo

wichí en Misión Chaqueña, primera misión anglicana que se estableció en Salta en

1914.

El testimonio de un wichí, quien viviera parte de su infancia en dicha Misión, permite

reconstruir esas situaciones en el dominio familiar. La centralidad de la Biblia en las

prácticas de lectura y de escritura de los adultos y en las experiencias iniciales de

alfabetización del informante, el valor de la lectura, el papel de la familia en el acceso

del niño a la cultura escrita, son aspectos que se desarrollan en el trabajo.

Informes de la época describen la alfabetización bilingüe (castellano – wichí) para

niños, niñas y adultos, en la escuela anglicana.

La alfabetización bíblica en los idiomas vernáculos está en los orígenes del

protestantismo europeo, además de constituir una estrategia del modelo anglicano de

evangelización entre pueblos indígenas. Ese es el contexto que explica las situaciones

de las que nos ocupamos. A la vez, el ingreso del informante a la escuela pública a

mediados de 1950 marca el contraste entre esas condiciones de acceso a la cultura

escrita en las dos lenguas, y la imposición del castellano como lengua única en el

contexto estatal.

Palabras clave

Anglicanos - escritura y lectura bilingüe - Wichí - Chaco centro-occidental – Argentina

Aborigine stories about the access to reading and writing in three areas: religion,

family, school (circa 1914-1960); by Teresa Laura Artieda.

Abstract

Our main purpose is to describe the reading and writing processes undergone by the

‘wichí’ community in Mission Chaqueña, the first Anglican Mission set in Salta in

1914. The testimony of a whichí, who lived part of his childhood in the Mission

mentioned above, allows us to reconstruct those processes within his family domain.

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The central importance of the Bible in the writing and reading practices carried out by

the adult people in the initial literacy experiences provided by the informant together

with the value of the reading skill and the role of the family members in the boy’s

access to the written culture, are all aspects to be developed in this work. Reports of that

time describe the bilingual literacy (Spanish - Wichí) of children and adults in the

Anglican school. The informant’s entrance to public school at the middle of the 1950s

demarks the contrast between those conditions of access to the written culture in both

languages and the imposition of Spanish as the only language in the state context. The

Biblical literacy in the vernacular languages is in the origins of the European

Protestantism as a strategy of the Anglican model of evangelical missionaries among

the aborigines.

Key Words: Anglican - reading and writing – Central Chaco – Argentina

Presentación

Este capítulo se propone aportar a la historia social de la enseñanza de la lectura y la

escritura en Argentina desde una perspectiva poco explorada aún en dicho campo de

estudios, como es la asociación entre anglicanismo y alfabetización entre sociedades

indígenas (wichí y qom) del Chaco centro- occidental. El trabajo describe el escenario

regional en el que la acción anglicana tuvo lugar, caracteriza la política de

alfabetización dentro del modelo misional de la orden, y describe parcialmente la acción

escolar relevando el valor que se adjudicó a la enseñanza de la lectura y la escritura.

Asimismo, reconstruye las escenas de lectura –y de escritura- dentro de una familia

wichí que habitó en Misión Chaqueña, primera misión anglicana en esa región (1914) y

las experiencias de uno de sus integrantes durante el ingreso a la escuela (segunda

mitad de los ’50). Finalmente cierra con reflexiones acerca del papel que cumplieron

los dominios religioso, familiar y escolar en el acceso o la privación del derecho a la

alfabetización entre estos grupos indígenas. El cierre no es concluyente en tanto se trata

de una primera investigación que requiere incrementar el corpus de datos, pero tampoco

pretende ese carácter. Las ambigüedades, las contradicciones, las adaptaciones, las

resistencias y las apropiaciones son procesos, rasgos, huellas, que se ponen en

evidencia en la complejidad de estas historias.

El trabajo está sostenido en un corpus de fuentes documentales y en testimonios. Se

nutre de perspectivas teóricas, conceptos e investigaciones de especialistas de la

antropología, la sociolingüística, la historia de la lectura eurooccidental y argentina, e

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investigaciones de nuestra autoría sobre la historia de la educación para pueblos

indígenas del Chaco.

Queremos agradecer especialmente a Lecko Audencio Zamora, miembro de la

parcialidad Wej-Woss del pueblo wichí, nacido en Misión Chaqueña. Se dispuso

generosamente a brindarnos su testimonio con el cual nos participó de una intimidad

familiar querida y atesorada, al mismo tiempo que evocó momentos de su infancia que

fueron fuente de sufrimiento por causa de una secular discriminación. Sin dicho

testimonio añadido a las reflexiones y la bibliografía que nos facilitara, difícilmente la

idea y el trabajo que presentamos hubieran podido gestarse. Esperamos que para él y

para miembros de su pueblo sea un aporte en el proceso de recuperación de la dignidad

y el reconocimiento (en términos de Honneth, 1997), que hace tiempo emprendieron.

Contextos y políticas de evangelización.

Los protestantes llegaron a América del Sur luego de iniciados los movimientos

independentistas. Torres Fernández (2006-2007) interpreta que su presencia era afín a

los grupos liberales que estaban influenciados por los valores y comportamientos

europeos y eran favorables al flujo de capitales extranjeros sobre todo ingleses 1.

En Argentina la iglesia anglicana fue la más antigua de las iglesias reformadas (Seiguer,

op.cit.). El 19 de noviembre de 1820 James Thompson, miembro de la Sociedad Bíblica

Británica y Extranjera, celebró el primer culto protestante del que se tenga noticia en el

Río de la Plata. Había desembarcado en Buenos Aires dos años antes trayendo

ejemplares de la Biblia y el método de enseñanza lancasteriano 2.

1 “La estrecha relación comercial con Gran Bretaña había hecho surgir tempranamente una

colectividad británica importante por su influencia económica y política. En 1825 las Provincias

Unidas y Gran Bretaña firmaron el Tratado anglo-argentino de amistad, comercio y navegación. Su artículo 12º, que otorgaba a los británicos la libertad de culto, permitió que el 25 de

septiembre de 1825 se consagrara (en una capilla jesuita alquilada) la Iglesia Episcopal

Británica de San Juan Bautista”. (Seiguer, 2006). Artículo accesible en:

http://www.unsa.edu.ar/histocat/revista/revista0503.htm. 2 Acerca del arribo de J. Tomphson al Río de La Plata y la difusión del método lancasteriano en

las escuelas elementales remitimos a López y Narodowsky, 1999.

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En 1838 arribó a Buenos Aires otro anglicano de origen británico, Allen F. Gardiner,

quien en 1844 fundó la Patagonian Missionary Society (PMS). Miembros de tres

generaciones de los Gardiner intentaron evangelizar a yámana y a mapuche en la

Patagonia y la Araucanía, respectivamente, pero sin éxito. En 1864 la PMS fue

rebautizada como Sociedad Misionera Sudamericana (SAMS). Sus integrantes pudieron

establecerse en el sur una vez que los Estados nacionales lograron la ocupación militar

de los territorios indígenas, es decir, “…, cuando se habían cumplido las condiciones de

colonización en las que se desarrollaba el modelo de intervención anglicana en otras

latitudes”. (Menard Poupin y Pavez Ojeda, 2007:21-22).

En el Chaco centro-occidental 3 comenzaron su proyecto evangélico a principios del

siglo XX; desde fines del siglo anterior se encontraban en el Chaco Paraguayo entre los

Lengua. (Torres Fernández, op.cit.). En esa región de Argentina se vincularon con

fracciones del capital –la industria azucarera saltojujeña- y ofrecieron evangelizar a los

indígenas, quienes constituían una muy alta proporción del conjunto de trabajadores 4.

Los hermanos Leach, de origen británico como los anglicanos y dueños del Ingenio “La

Esperanza” de Jujuy 5, accedieron a la propuesta y los misioneros comenzaron su tarea

en 1910. Cuatro años después los Leach les cedieron 100 hectáreas en Salta donde

crearon la primera misión con población Wichí, de nombre El Algarrobal luego

conocida como Misión Chaqueña. La Misión se fundó sobre un enclave de gran

importancia simbólica para los wichí puesto que desde siglos anteriores era un lugar de

confluencia anual para celebrar encuentros políticos y religiosos de los distintos grupos

que conformaban su organización social (Pagés Larraya, 1982:204). La fundación

anglicana se instaló en ese mismo lugar simbólico wichí, y fue punto de partida y centro

de la acción misional en el Chaco salteño y en Formosa. Hasta 1944 organizaron siete

3 Chaco centro-occidental es la región del norte de Argentina comprendida entre los ríos

Pilcomayo y Bermejo y forma parte de la región sudamericana llamada el Gran Chaco.

Comprende la zona este de la provincia de Salta y casi toda la provincia de Formosa. 4 En 1910 en el Ingenio “La Esperanza” de Jujuy estaban incorporados 6.000 indígenas. (Torres

Fernández, op.cit.:142). Para 1914 el 55% de la mano de obra era de origen chiriguano, wichí y

qom (Teruel, 1999, en Torres Fernández, op.cit.:142). 5 “La Esperanza” se fundó en 1845 en Jujuy y formó parte de una producción de tipo fabril que comenzó en la región noroeste de Argentina en la década de 1840. Desde 1895 fue propiedad

exclusiva de los hermanos Leach. (Trinchero, 2000: 153-154).

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misiones “…conformando la mayoría de las que actualmente se conocen como

‘comunidades aborígenes del Chaco centro-occidental’.” 6

Estos anglicanos se instalaron en un espacio caracterizado por relaciones interétnicas

conflictivas. El Estado nacional finalizaba la ocupación militar de los Territorios de

Chaco y Formosa (1884-1917). Los criollos y fracciones del capital avanzaban en la

ocupación de las tierras y los conflictos entre criollos ocupantes, ejército e indígenas

continuaban aún luego de terminadas las campañas militares. Las sociedades indígenas

se enfrentaban a nuevas condiciones coloniales caracterizadas por la pérdida de sus

territorios y de los modos tradicionales de producción.

Los religiosos intervendrían en la resolución de la “cuestión indígena” con un modus

operandi que relacionaba evangelización, educación y formación para el trabajo para

lograr sujetos disciplinados e incorporados como mano de obra subsumida al capital a la

vez que integrados a la comunidad religiosa anglicana y a la sociedad nacional argentina

(Torres Fernández, op.cit.:174). 7

Trinchero (op.cit.) explica la vinculación de la industria azucarera con la iglesia

anglicana en el Chaco central. Para las empresas la movilidad de los indígenas era un

obstáculo a la hora de reclutar la mano de obra estacional para la cosecha de la caña de

azúcar. Las misiones les aseguraba una fuerza de trabajo sedentarizada y disponible. A

la vez, para los wichí y los qom las misiones significaban un refugio frente a los

conflictos, las persecuciones y las matanzas que sufrían a manos de las fuerzas militares

6 Las creaciones posteriores a Misión Chaqueña fueron San Andrés (Territorio de Formosa,

1926), Sombrero Negro/El Toba (Territorio de Formosa, 1930), San Patricio (Chaco salteño,

1934), Pozo Yacaré (Territorio de Formosa, 1930), Santa María (Chaco salteño, 1940), Misión La Paz (Chaco salteño, 1944). Algunas de ellas concentraron a los tobas, entre ellas El Toba y

San Andrés. (Trinchero, op. cit., p. 181; Gordillo, 2005: 78). 7 Seiguer, op.cit., vincula la acción anglicana y los intereses del capital con los propósitos colonialistas del imperio británico. “La Iglesia Anglicana, en tanto que iglesia oficial del país

con mayor desarrollo colonial, se expandió junto con el Imperio, por medio de una lógica

compleja, que involucraba a los intereses estatales, eclesiásticos y privados, tanto industriales

como comerciales e incluso religiosos, dado que la exploración de nuevos territorios y establecimiento de nuevas congregaciones solía correr por la cuenta de sociedades misioneras

creadas y mantenidas por particulares, en las que se asociaban laicos y eclesiásticos, …”.

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y policiales y de los ganaderos criollos a medida que crecía la ocupación de sus

anteriores territorios 8. (Gordillo, 2005; Palmer, 2005; Trinchero, op.cit.).

La orden anglicana no fue la única orden religiosa que pudo establecerse entre las

poblaciones indígenas del Chaco argentino una vez que el Estado nacional principió la

ocupación sistemática. En el Chaco oriental se instalaron las misiones franciscanas de

Laishí y Taacaglé (1900, Territorio de Formosa). En el Chaco occidental, la misión

franciscana de Nueva Pompeya (1900, Territorio del Chaco). En la década de 1910,

intervino directamente el Estado nacional con las reducciones de Napalpí (1911,

Territorio del Chaco) y Bartolomé de Las Casas (1914, Territorio de Formosa). Las

escuelas públicas para la infancia indígena de Chaco y Formosa, dependientes del

Consejo Nacional de Educación, comenzaron a funcionar iniciada la década de 1920.

Menard Poupin y Pavez Ojeda (op.cit.) explican que el modelo misional anglicano

presentó determinadas constantes en todos los lugares en los que se instaló –si bien

hubo variantes según el medio social. Entre las constantes destacamos la traducción de

la Biblia, himnarios y catecismos al idioma nativo y su difusión impresa, la

organización de escuelas con ‘una educación literaria, agrícola e industrial’ y la

asociación con las jefaturas indígenas.

Por ejemplo, en la región de la Araucanía instalaron escuela y misión en 1896

(Chollcholl) y 1897 (Kepe). A la escuela asistían niños y niñas mapuche, jóvenes y

adultos varones. El currículo comprendía estas materias,

Curso primario: Lectura, Caligrafía, Dictado, Aritmética, Estudios Bíblicos.

Curso secundario: lo mismo, más Historia de Chile, Geografía, Gramática. Industrias: Carpintería, Agricultura, Apicultura, Herrería, Zapatería, Horticultura y

varias otras. (Menard Poupin y Pavez Ojeda:22)

En cuanto a la escuela de Kepe, los autores mencionados entienden que la institución

ofrecía a los mapuche

8 “Cuando iniciaron su obra misionera en el Bermejo medio superior, en la década de 1910, los

Wichí ‘habían sido hostigados por colonos blancos, a menudo maltratados y despreciados, engañados e intimidados. La idea de un extranjero amigable y de un refugio seguro les atraía’.”

(Hunt, 1932, en Palmer, 2005: 34).

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…‘transferencia tecnológica’ (desarrollo de actividades industriales, maquinización

agrícola), y también la socialización de herramientas de reproducción ideológica

(alfabeto, imprenta, fotografía), conjunto de transformaciones que en aquel tiempo se definía como ‘civilización’… (Menard Poupin y Pavez Ojeda, op.cit.:12)

En esa misión, longko9 mapuche trabajaron en la traducción al mapudungun de

capítulos de la Biblia (vgr. partes del Génesis, del Evangelio de Lucas, del Evangelio de

San Juan). Cuando los anglicanos se instalaron, había algunos mapuches alfabetizados

en castellano por misioneros católicos, escuelas públicas o por otros mapuche.

Asimismo, contaban con una reducción del mapudungun al alfabeto y de un diccionario,

tareas realizadas por jesuitas en los siglos XVII y XVIII 10. Los textos que los longko

traducían a su lengua se imprimían en la misión. (Menard Poupin y Pavez Ojeda, op.cit.;

Pavez Ojeda, 2008).

En ese marco se entiende la posición que tuvieron los anglicanos respecto de las lenguas

wichí y qom en las misiones que establecieron en la región en estudio, donde siguieron

una política semejante a la descripta sucintamente entre los mapuche. También se

explica esa coincidencia por cuanto la alfabetización bíblica en lenguas vernáculas fue

rasgo de origen del protestantismo de la temprana modernidad europea (Gilmont, 1998).

Sin propósito de un desarrollo comparativo, queremos precisar que esta política

contrastaba con la que llevaron a cabo los otros actores que participaron de la “solución

al problema indígena” en la región, ya mencionados (las misiones franciscanas, las

reducciones y posteriormente las escuelas del estado nacional). Por su importancia para

el tema en estudio, hacemos una breve referencia 11.

Los informes de los franciscanos son muy elocuentes respecto de la desvalorización de

los idiomas qom y wichí, a los que consideraban expresión de la barbarie. El

Reglamento para sus misiones (1914) estipulaba que las clases debían impartirse

9 Jefe entre los mapuche. En mapundungun longko significa cabeza. 10 El diccionario fue confeccionado en 1765 por Andrés Febre con el título de Arte de la Lengua

General del Reino de Chile, y tuvo tres reediciones durante el siglo XIX. Una reducción del mapudungun al alfabeto estuvo a cargo de otro jesuita, Luis de Valdivia, en 1606. Se conoce la

obra posterior de un fraile capuchino Félix José de Augusta (principios del XX). (Menard

Poupin y Pavez Ojeda, op.cit. p. 36). 11 Para un tratamiento extendido sobre los proyectos educativos estatales para indígenas en las dos primeras décadas del siglo XX en Chaco y Formosa, en Artieda y Rosso, 2009; y sobre el

proyecto educativo de la orden franciscana en Formosa, Artieda y Liva, 2010.

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“…preferentemente en castellano” (art. 70). Asimismo, estudios anteriores sobre Misión

Laishí señalan distintas situaciones en las que predominaba el uso del idioma castellano

(Artieda, Liva, op.cit.).

Del mismo modo, Enrique Lynch Arribálzaga12 expresaba enfáticamente la necesidad

de prohibir el uso de los idiomas indígenas en la reducción de Napalpí. Aseveraba que

su conservación en las misiones jesuíticas fue una equivocación. Para él sólo la

castellanización aseguraría sujetos civilizados y educados 13, y la formación de

trabajadores indígenas acompañaría la expansión del capital.

En cuanto a las escuelas para la infancia indígena, durante las dos primeras décadas del

siglo XX en Chaco y Formosa funcionaban dentro de las misiones y las reducciones

estatales. El Consejo Nacional de Educación aprobó el primer reglamento y plan de

estudios destinado a “Escuelas para niños indígenas” en 1922 14. De manera que durante

los primeros veinte años la escuela pública nacional no tuvo mayor presencia en la

educación de estas poblaciones. Por lo demás, en el plan de estudios aprobado se

mantuvieron los propósitos de castellanización y de formación de trabajadores de las

explotaciones económicas de la región. (Artieda, Rosso, op.cit.). Páginas más adelante,

observaremos el impacto de la política escolar de castellanización en el protagonista de

la historia familiar, a su ingreso en una escuela de la provincia de Salta.

Adelantamos que la política asumida por los anglicanos en relación con las lenguas

indígenas tuvo como consecuencia el acceso bilingüe a la lectura y la escritura, y la

escrituración del idioma entre los wichí de El Algarrobal / Misión Chaqueña. En las

otras organizaciones estatales y religiosas, por una parte la negación del empleo del

qom, el moqoit y el wichí persiguió la intención de castellanizar; por otra, la

escrituración del qom fue una tarea que se inició en el Chaco décadas después de los

12 Enrique Lynch Arribálzaga formó parte de los grupos de intelectuales liberales de la época y

como funcionario del Ministerio del Interior proyectó y dirigió los primeros años de la

reducción de Napalpí fundada en 1911, en el Territorio del Chaco. A la misma fueron llevados integrantes de los pueblos qom, moqoit y vivela sometidos por medio de la última campaña

militar al Chaco. En el año citado había 1.600 indígenas. (Lynch Arribálzaga, 1911:71). 13 “…la primera preocupación del maestro debe ser la enseñanza del idioma nacional. Una vez

conseguido que hablen corrientemente el castellano, la educación del niño indígena adelanta con rapidez”. (Lynch Arribálzaga, op.cit., p. 49). 14 Alemandri, P. G. (1922).

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comienzos de la presencia franciscana -en los años 50 y de manos de un misionero

menonita. (Gerzenstein y Messineo, 2007; Rosso, 2001).

La alfabetización en la escuela de las misiones anglicanas del Chaco centro-occidental.

El aprendizaje de la lectura era primordial para estos misioneros. El niño “debía ser

enseñado a leer para que se convierta en lo que nosotros deseamos que se convierta –

estudiantes de la palabra de Dios” (Panter, 1930 en Torres Fernández, op.cit.:157). Por

ende, la escuela estuvo entre los primeros edificios de las misiones. En los informes de

los religiosos la necesidad de contar con algún lugar para impartir enseñanza, la

disponibilidad de útiles, la preocupación por lograr la asistencia de los niños y de los

adultos, son temas recurrentes.

Citamos el caso de Misión El Toba fundada en 1930 con religiosos que partieron de

Misión Chaqueña. Al informar sobre los tres primeros meses, su responsable Alfred

Leake escribía que:

La escuela fue tal vez lo que más estaba en la mente de los jóvenes tobas la primera vez que nos pidieron una misión, y trajimos con nosotros una provisión de pizarras

pequeñas, lápices y simples libros de lectura, esperando empezar una pequeña escuela

relativamente temprano. Cuando más o menos nos habíamos instalado, convocamos a una reunión con los jefes y les recordamos su aparentemente olvidada promesa de

construir una escuela. Todos parecieron dispuestos a comenzar a trabajar y el lunes

siguiente grandes muchedumbres de hombres y muchachos vinieron a registrarse como

ayudantes voluntarios. (Leake, 1931, en Gordillo, op.cit:103) 15.

En las escuelas de las misiones anglicanas la enseñanza de la lectura y la escritura era

bilingüe (wichí-castellano; qom-castellano). Según Torres Fernández (op.cit.) estaba a

cargo de un maestro misionero y de un maestro indígena 16. La misma autora menciona

15 Queremos dejar señalado que es necesario relativizar el interés por la escuela que Alfred

Leake adjudicaba a estos tobas. Interpretar esta información requiere de otras fuentes y otras

perspectivas de análisis (por ejemplo, asociarlo con la protección que significaba para ellos la misión según mencionamos antes), además de no ser objetivo del presente trabajo. Por otra

parte poco tiempo después (1933), otro misionero se refería al trabajo con los niños como

“desalentador” dada la escasa asistencia, a la vez que consideraba “altamente satisfactoria” la

escuela para hombres jóvenes. (En: Gordillo, op.cit.:104). 16 La autora no precisa si había “maestros” (el encomillado es nuestro) indígenas en todas las

escuelas, y no consigna fechas o períodos en los que estos intervinieron. Su presencia estaría

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que los estudios incluían matemáticas y para 1930 se comenzó con geografía e historia

argentina, se cantaba el himno en las fiestas patrias y era habitual el mástil con la

bandera en el frente de los edificios.

La enseñanza incluía a jóvenes y adultos, varones y mujeres, en escuelas nocturnas. Es

decir, se alfabetizaba simultáneamente a los niños y a los mayores. A estos últimos

además se le enseñaban determinados oficios. Con estas actividades cubrían varios

objetivos, de índole evangelizadora pero también de corte etnográfico 17.

Mientras realizaba trabajos de etnografía desde la Universidad de Tucumán, el

antropólogo de origen francés Alfred Métraux visitó Misión Chaqueña en 1933 y en

1939. En el Journal de la Societé des Americanistes del primero de los años

mencionados publicó un informe ilustrativo sobre la escuela. La riqueza del testimonio

justifica la extensión de la cita.

En la misión mataco del ‘Algarrobal’ (…) Por la mañana (…), se da de comer a los

escolares para fortalecerlos en el período de su desarrollo. En las misiones de Bolivia existen pensiones donde pueden albergarse los alumnos indígenas procedentes de

lugares apartados18.

(…) La escuela funciona cada día y a ella acuden chicos, adultos y hasta ancianos algunas veces. El afán de los indios por leer es extraordinario; saben o adivinan que con

la lectura y la escritura habrán conseguido el arma que los hará capaces de resistir al

infausto destino amenazador. (…) los Indios tienen una extraordinaria facultad de asimilación y una rapidez de espíritu, que contrasta con la torpeza de las poblaciones

mestizas (…). Merced a la paciencia de los Misioneros los Matacos de Embarcación,

pertenecientes a nuevas generaciones, saben leer; y esta preparación la reciben hombres

y mujeres sin distinción. Se da el caso singular de que las jóvenes Indias sepan leer y escribir, mientras que las mujeres cristianas de la misma región muy raramente llegan a

tal sabiduría.

No solo reciben una instrucción mecánica, sino que llegan a tener nociones de geografía, historia argentina y aritmética. (…)

La instrucción se ha llevado tan lejos en estas misiones, que en una de ellas, la del

‘Algarrobal’, poseen hoy en día una imprenta que acaba de mandarme el primer trabajo

salido de sus talleres. Por supuesto, todos los tipógrafos son indios. (Métraux,

1933:206-207).

señalando el cumplimiento de dos mínimas condiciones previas, su alfabetización por parte de

los anglicanos y la escritura del idioma. 17 “A través del trabajo en la escuela, podemos establecer amistad con los hombres y mujeres jóvenes como también con los niños. Con el trabajo industrial podemos conocer a los más

grandes y hablar con ellos de las cosas que los ocupan.” (Leake, 1933, en Torres Fernández,

op.cit., p. 156). 18 A fines de 1925, H. Grubb y otro colega, junto con dos indígenas que actuarían como guías fundaron la misión de Izozog, en la zona de influencia de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.

(Torres Fernández, op.cit.:150).

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Hacemos notar la presencia de la imprenta que también funcionó en la misión de la

Araucanía antes citada y que, al ser manejada por indígenas, constituyó otra situación de

dominio de la tecnología de la escritura.

Tenemos noticias del Primer libro de lectura mataco que se editó en Misión Chaqueña

en 193319, año de publicación del informe de este antropólogo. A juzgar por esos datos,

es dable pensar que pudo haber sido el “primer trabajo salido de sus talleres” según

refiere Métraux.

La descripción de este antropólogo tiene indicios que permiten hipotetizar un aula

tradicional en lo que respecta a la relación jerárquica de un maestro a cargo y alumnos

que siguen la lección ¿con “pizarras, libros sencillos y lápices”? No sabemos aún del

mobiliario y tampoco si cada alumno y alumna disponía de sus útiles y libros o si éstos

eran compartidos. ¿Cómo fue confeccionado y por quiénes el Primer libro de lectura

mataco editado en la imprenta de Misión Chaqueña en 1933? Inferimos, siguiendo a

Métraux, que los tipógrafos que lo imprimieron eran wichí. Tampoco tenemos datos

respecto de si fue usado efectivamente en el aula, aunque podríamos suponer una

respuesta afirmativa.

Las fuentes y las investigaciones consultadas no dejan dudas respecto de la importancia

de la lectura y la escritura en la política misional. Un informe de Misión El Toba,

fechado en 1937, alude a las dificultades de los anglicanos para lograr la ‘conversión’

de algunos indígenas. Nos interesa en tanto deja traslucir los lugares relevantes que

asignaban en el culto a quienes manejaban esos conocimientos.

También lamentamos tener que relatarles sobre el trabajo del diablo en las vidas de dos de los conversos más jóvenes y capaces. Ambos pueden leer y escribir y han asumido

un rol prominente en muchos de los encuentros, por lo cual el enterarnos de sus pecados

nos provocó mucha tristeza… (Gordillo, op.cit.107-108).

La alfabetización bilingüe de los anglicanos está en la memoria de ancianos wichí

quienes a fines de 1990 señalaban el contraste de ese pasado con el presente de la

enseñanza monolingüe de las escuelas estatales.

19 Texto citado por Monnier, 2003: 200.

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Hoy en día hay escuela pero a nuestros hijos sólo le enseñan el castellano, no les

enseñan nuestro idioma. Nosotros nos acordamos de antes, cuando los misioneros tenían

escuela y aprendíamos a escribir en Wichí y aprendíamos a escribir en castellano.

Entonces las personas sabían el idioma Wichí y el idioma español….Antes los chicos aprendían los dos idiomas, por eso algunos de nosotros podemos escribir un poco

nuestro idioma y el castellano. (Segovia, 1998: 209).

Para nuestro informante,

Es verdad que los gringos son los primeros que les enseñaron las letras y otras cosas, mi

papá era mecánico, era músico, era soldador y aprendió junto con los gringos. Los

primeros letrados indígenas wichí eran los que salían de la iglesia anglicana no de la católica, ni de los pentecostales ni de otro lado, ni siquiera de las escuelas del estado,

sino que nuestros letrados salieron producto de la enseñanza de esta gente, bien o mal

pero así fue.

El testimonio incluye el aprendizaje de oficios que está asociado con la transformación

de la organización económica (Menard Poupin y Pavez Ojeda, op.cit.; Torres

Fernández, op.cit.), pero el tema excede los alcances de este trabajo.

Los aportes de Torres Fernández (op.cit.) son muy útiles para interpretar mejor la

información precedente. En primer término, esta autora resalta el propósito de los

anglicanos de organizar una iglesia nativa, con rasgos singulares y diferentes de los de

la iglesia madre, es decir, la que tenía sede en Inglaterra. En segundo lugar, describe las

cuatro áreas por medio de las cuales estos misioneros emprendieron una tarea de

disciplinamiento social, a saber, educación, salud, trabajo industrial y evangelización.

Interpreta que a través de ese modus operandi buscaron procesos de integración de los

indígenas a tres órdenes, religioso, étnico y nacional. Sostiene que estos procesos no

estuvieron exentos de contradicciones y ambigüedades porque al mismo tiempo que

procuraron anular aspectos de la cultura indígena que consideraban salvajes, contrarios

a la vida civilizada y cristiana, trataron de mantener otros que en su consideración no

estaban reñidos con ella. En palabras de la autora,

…, si el primer proceso de transformación implicaba una ‘conversión radical’ para lograr la incorporación del indio a las comunidades civil y religiosa, el segundo proceso

involucraba la permanencia de marcaciones sociales que recortaban al contingente

indígena en base a ciertos atributos étnicos (Torres Fernández, op.cit.:154).

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La intención de construir una iglesia nativa explica la tarea pedagógica de formar

predicadores indígenas, esto es, adultos alfabetizados capaces de leer para sí y para

otros los textos sagrados a la vez que una infancia predispuesta y capacitada para tal

tipo de lecturas desde los primeros años. El empleo de la lengua nativa como vehículo

para conocer el Verbo implica la valoración de un diacrítico identitario, junto con la

participación de los propios indígenas en instancias de traducción –por tanto de escritura

y de exégesis. El objetivo de adscripción a la esfera nacional nos permite entender el

sentido de la enseñanza de la historia en la escuela (ciertos contenidos, rituales y

símbolos). Finalmente, la historia que reconstruimos a continuación con el testimonio

de nuestro informante tiene netas influencias del proceso evangelizador de referencia y,

como éste, tampoco parece estar exenta de contradicciones y ambigüedades.

La política anglicana en una familia wichí de Misión Chaqueña.

Un título alternativo que nos aproxime más al asunto en estudio, el acceso a la lectura y

la escritura y las situaciones vinculadas con esas prácticas, podría ser ‘De la

potencialidad del protocolo de escenas de lectura’ (Cucuzza, 1998, 2007) 20. Ello porque

en este ítem pondremos el foco en ese género de escenas (de lectura pero también en los

eventos de escritura) que suceden en la cotidianeidad familiar durante la infancia de

nuestro entrevistado en Misión Chaqueña (primera mitad de los 50). Sin embargo,

preferimos mantenernos en el hilo argumentativo que ordena este trabajo porque –como

adelantamos- en esas escenas son evidentes las huellas de la política anglicana respecto

de la alfabetización y del lugar relevante que otorgaron a la lengua nativa.

Los primeros misioneros que fundaron Misión Chaqueña fueron Willfred B. Grubb y

Richard J. Hunt, este último lingüista. En breve tiempo, la misión agrupó a unos cientos

de familias wichí, se organizó una granja comunitaria, se loteó el terreno para el cultivo

en huerta, se levantó un almacén, un dispensario y una farmacia. (Torres Fernández,

op.cit.:149, 158).

20 Cucuzza (op.cit.) define escena de lectura como “el lugar donde se realiza/materializa la

escritura como práctica social de comunicación”. Para su análisis construyó un protocolo de preguntas, algunas de las cuales aplicamos para la organización de este ítem. Ver el protocolo

en los textos del autor citado.

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Richard Hunt emprendió el aprendizaje de la lengua, su escrituración 21, y la traducción

de una parte del Nuevo Testamento al wichí, la que fue editada en 1919. De 1937 y

1940 respectivamente, data la primera edición de un diccionario y de una gramática de

su autoría 22.

La Misión formó predicadores wichí algunos de los cuales se desempeñaron como

revisores de la versión wichí del Nuevo Testamento. Los revisores eran personas con un

dominio destacado del propio idioma que debían examinar la traducción de los

misioneros británicos, corregir, proponer mejores expresiones, realizar en fin procesos

de exégesis del texto sagrado. Durante la niñez de nuestro informante23, el padre

formaba parte del grupo de revisores. De modo que el niño asistía a escenas familiares

en las que aquél leía, estudiaba, escribía y comentaba con la madre sobre los

significados y la pertinencia de las traducciones, y “como yo era el más chico y estaba

siempre ahí, conmigo comentaba”. Escuchaba diálogos similares con otros revisores

wichí, con los que su padre se encontraba.

La revisión promovía un ejercicio constante de escritura y el informante recuerda a su

padre haciendo notas marginales en el texto bíblico o en un cuaderno de anotaciones. Lo

evoca con un cuaderno y un lápiz siempre disponibles. También pluma, tintero y

lapicero.

Siempre papá tenía un tintero con su pluma o lápiz, él estaba constantemente en eso.

Tenía pluma pero no la usaba siempre para escribir, sí a veces para hacer algunos

dibujos porque salen más gruesos con pluma de gallina, de pollo, pluma de verdad. También tenía un lapicero, esos que tenían una punta de hierro, con la ranura al final

que tiene una forma así de corazón largo y se ponía en un tintero, se sopaba decía él y se

escribía.

21 Los jesuitas fueron los primeros religiosos que escrituraron el Wichí pero sus manuscritos se

perdieron. Uno es de autoría de Juan Nicolás Aráoz (SJ) Arte y vocabulario mataguayo, ca

1740, diccionario y gramática de la lengua wichí. (Palmer, 2005:112). En 1896 se publicó Los indios matacos y su lengua de un franciscano, Joaquín Remedi, “único fraile del convento de

Salta que emprende sistemáticamente el estudio de la lengua wichí”. (Teruel, 1998:117). De

modo que los anglicanos tuvieron que pasar el wichí a la escritura alfabética para realizar sus propósitos. 22 Hunt, R. J. (1937) “Mataco-English and English-Mataco dictionary, with grammatical notes”,

Etnologiska studier, v. 5. (Pagés Larraya, 1982:349). Hunt, R. J. (1940) Mataco grammar, Rev.

por B. A. Tompkins, misionero de la South American Missionary Society, Tucumán, Instituto de Antropología, 1940. (Pagés Larraya, op.cit. p. 349). 23 Nuestro informante nació en Misión Chaqueña en 1948, su padre había nacido en 1918.

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Tenía su cuaderno de anotaciones. A él nunca le faltaba lápiz y a veces yo no quería ir a

la escuela porque no tenía lápiz, entonces él sacaba su lápiz grandote (de carpintero) y

yo con vergüenza tenía que esconderlo para que no me vieran, un lápiz cortito y grueso, me daba vergüenza porque tenía que ser bien finito para escribir fino (en el cuaderno de

la escuela).

En esas escenas escribir no parece ser un acto mecánico de copia sino una actividad

relevante y de carácter sacro en el caso de la responsabilidad paterna, que este adulto

ejecutaba con un cuidado y una estética que el niño admiraba. En su estudio sobre la

antropología de la escritura Cardona (1991) nos remite al prestigio de la actividad de

escribir cuando se relaciona con un libro sagrado. Alude al desarrollo del arte

caligráfico en el Islam y transcribe una cita de Mahoma: “Una bella escritura hace surgir

la verdad” (Cardona, op.cit.:91). En esa familia wichí dibujar, hacer trazos con el

lapicero, era “como un arte” que los hijos podían observar ¿y aprender?

Mojaba en el tintero (la pluma), dibujaba trazos y nos mostraba como un arte que era

posible, capaz que lo vio en alguna película o alguna cosa y lo experimentaba, porque

siempre estaba experimentando y siempre estaba pensando.

El contacto con la escritura en wichí facilitaba la alfabetización gracias al carácter de la

lengua como diacrítico identitario. Nuestro informante evoca la Biblia en wichí como el

primer libro con el que tomó contacto con la lectura y “la magia” de la escritura

(Cardona, op.cit.).

Uno estaba aprendiendo a leer palabras en Wichí. Eso ya me entraba como una carga eléctrica. Me daba cuenta de que esas cosas (esos signos) uno las puede hablar también,

podía entender esas cositas que estaban frente de uno. Y como estaban en idioma y

podía entender, eso era lo que me gustaba porque causaba algo dentro tuyo.

El Wichí se hablaba con los anglicanos y se cuidaba dentro de la familia.

Nuestro padre nos decía… no tenemos que olvidar, el idioma es algo propio de

nosotros. Y eso quedó bien. Yo estuve muchos años afuera y siempre tuve el temor de

olvidarme. … Porque si uno piensa que eso es parte del alma, del espíritu, perder el idioma es enajenarse, transformarnos en otros, porque el idioma con que nos

amamantaron, es lo que nos vitaliza espiritualmente y nos da una visión de las cosas de

nuestro mundo de una forma más real y sentida. 24

24 Sin intenciones de establecer relaciones de causa-efecto con la política anglicana, dejamos

anotado el hecho de que antropólogos y lingüistas afirman la vitalidad del wichí dentro del

conjunto de idiomas indígenas del territorio argentino. Palmer (2005:36) señala que “A pesar de los indicios visibles de aculturación, los Wichí mantienen su identidad y su cosmovisión a

través de su idioma. El idioma Wichí ha resistido el proceso degenerativo de la aculturación

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Frente al valor del idioma en relación con la adscripción identitaria, nuestro informante

reflexiona acerca de la contradicción inherente al proceso de evangelización anglicano.

Con el tiempo yo entiendo perfectamente el plan de cómo entrar en el corazón a través de la palabra de los indígenas, de los mismos indígenas, en el idioma de los indígenas,

para catequizar, conquistar, colonizar.

La conservación de la lengua -y su valoración por medio de la escritura- ayuda a afirmar

la adscripción étnica mientras que la conversión al anglicanismo busca producir la

desestructuración de la religiosidad wichí.

En los términos de la hermana de nuestro informante quien testimonia,

Aprendieron nuestro idioma para someternos a su religión con más facilidad. O

estábamos con ellos o con los criollos racistas. (…) El primer libro que se escribió en

wichí es el libro del sometimiento. Y estoy hablando de la Biblia. Lo hicieron los

anglicanos. Nosotros somos una cultura ágrafa, no tenemos escritura. (Zamora,

2007:34).

La siguiente síntesis de Bartomeu Meliá nos permite integrar las reflexiones transcriptas

ut supra en la larga historia de escrituración de los idiomas del continente americano a

partir de la irrupción eurooccidental.

“… la escritura asegura otra tarea misionera. Mediante ella se facilita la fijación de

textos de otra cultura que tiene en la escritura su principal fundamento cultural. Existe un Libro, en el cual está la Palabra. Todas las lenguas tienen el derecho y la obligación

de tener ese Libro en las propias palabras de sus propias lenguas. Esta situación que

pudiera parecer un tanto anecdótica alcanzó en América Latina tal amplitud que ningún

estudio que trate del paso de la oralidad a la escritura puede minimizar sus efectos y sus alcances. En los tiempos coloniales, los catecismos, y en tiempos modernos, la

traducción de la Biblia, han actuado decisivamente a lo largo de todo el proceso

escritural. Una lengua en busca de escritura se ha confundido en un solo movimiento con un pueblo destinado a la conversión religiosa. (Meliá, 1998:25).

Volviendo a las escenas de lectura familiar, del relato se desprende que en la casa había

diversos tipos de textos y que los adultos tenían un cuidado especial con los libros

porque la cosmovisión que encierra no ha cambiado.” Sobre la vitalidad del wichí ver además

Censabella (2005).

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sagrados. El padre guardaba su ejemplar de la Biblia en una bolsa especial que no se

tocaba sin su consentimiento. Además,

En la casa había un himnario, lo tenía la mamá en una bolsita. Quizás sabía de memoria,

porque ella no sabía leer. Había otras biblias que podíamos tocar, los libros de la escuela, una enciclopedia, diccionarios de diferentes tamaños, porque él (el padre)

quería entender bien la palabra en español para poder dar el significado propio en

Wichí.

La lectura era una práctica valorada por sus familiares adultos. El tío

siempre llevaba consigo la Biblia, una hoja cualquiera, un libro que le gustara, un

periódico que compraba por ahí, y cuando podía se ponía a leer.

Nuestro informante recuerda que, a medida que crecía, él mismo leía de noche, por

placer. Asimismo, afirma el gusto de la lectura con el fin de aprender.

Yo leía hasta con la luz del fuego, a la noche o con la luz de la luna, Superman, Tarzán

o el Llanero Solitario y otros libros que eran con dibujos, con colores. Recién salían

esos colores y a mí me gustaban. Tenía varios amigos con los que intercambiaba esas

revistas o después novelitas pequeñas. Alguien me dijo que me acostumbre a leer libros, ya no revistas, a veces mis mayores se preocupaban porque yo no dormía leyendo.

Entonces por qué leo, no sé explicar bien por qué, pero me gusta saber, me gusta leer.

Los hombres tenían un lugar destacado en esas escenas, por su tarea de revisión y su

conocimiento de las lenguas. Con las mujeres observamos algunas diferencias. La

madre no sabía leer, sin embargo guardaba el libro de los cantos y participaba de charlas

con el padre acerca de las traducciones. Las hermanas sabían leer y escribir en ambos

idiomas. Como en la escuela anglicana, en la familia la alfabetización no era

prerrogativa masculina. Una de sus hermanas relata que,

Todo lo que aprendí fue gracias a mis padres. Mi papá me enseñó a leer de chiquita.

Su hermano precisa que,

Las mujeres por lo menos en mi familia eran las que más sabían hablar y escribir el

wichí.

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Otra hermana, ya adulta, intervino en la elaboración de una cartilla bilingüe para uso en

las escuelas de Salta. Contenía “Mitos y Leyendas” que recogió en 1986 en Misión

Chaqueña25.

Con alrededor de 10 años, la familia inscribió a quien testimonia en la escuela primaria

pública en La Quena (provincia de Salta), luego de trasladarse a ese lugar desde Misión

Chaqueña. Para sus padres era importante que los hijos cursaran los estudios primarios,

en busca de los aprendizajes que les sirvieran para manejarse “en el mundo de los

blancos”. Cuando ingresó a la escuela no sabía hablar castellano. Según su testimonio,

sabía dibujar y reconocer números y letras en castellano y en Wichí y leía palabras en el

idioma materno. Quería aprender y le gustaban los libros.

Sin embargo, en la escuela los otros niños pegaban, gritaban, se burlaban. A su vez, los

maestros le ordenaron volver cuando supiera castellano 26. La familia se hizo cargo de la

demanda. El tío, también sus hermanas mayores, le ayudó a aprender la segunda lengua

y lo acompañó en las tareas escolares.

…mi tío me pedía el cuaderno y me enseñaba otras cosas aparte de los palitos y todas

esas cosas, letras, directamente las letras, las letras mayúsculas primero, de esa forma

uno aprendió a dibujar más rápido porque la destreza para el manejo de la mano se va adquiriendo pero haciendo las cosas, no preparándonos para hacerlas. Y podíamos

hablar del significado de las palabras en español. Siempre me alentaba a leer.

En su relato expresa el contraste respecto de lo que significaron los primeros textos

escolares y el texto sagrado. Asimismo, la contraposición que vivenció entre la

enseñanza de su tío – y de su familia en general - y la enseñanza escolar.

Mi tío era uno de los que estaba más cerca para enseñarme no solamente de carpintería

y de otros temas, sino que también se preocupaba de enseñarme los números, las letras y la pronunciación de las letras. Para eso utilizábamos la Biblia. Muy poco algunos textos

que daban en la escuela, porque recuerdo que me chocaban las figuras que siempre

25 Consejo General de Educación. Centro de Estudios y Proyectos Educativos (1986). 26 Un testimonio similar en el que se expone la discriminación en la escuela es el que ofrece su

hermana “Después fui a primer grado en Embarcación. Ahí sentí que era diferente. Nosotros, los indígenas, éramos los parias, los esclavos. Constantemente había peleas y los docentes nunca

nos defendían. Siempre estaban a favor de sus criollos. Creo que ninguno de mi promoción

terminó el primario. … Además, en la escuela no nos dejaban hablar en wichí porque, decían,

era primitivo. Recuerdo que se burlaban de nosotros porque nos costaba pronunciar. …Hice hasta tercer o cuarto grado. Todo lo que aprendí fue gracias a mis padres. Mi papá me enseñó a

leer de chiquita.” (Zamora, 2007:34)

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salían en esos libros. No me llevaba bien con los textos en castellano, pero sí la Biblia

porque es como que estaba dentro de mi propia forma de pensar, era más familiar, no

era una cosa extraña que estaba dejando entrar en mí. Me gustaba más que me mostrara las letras que estaban en la Biblia, creo que podía asimilar mejor que los textos en

castellano, y los libros que dan en la escuela. Tan es así que recuerdo más la enseñanza

de mi tío que del maestro o maestra que había tenido en esa escuela primaria, que recuerdo muy poco.

El texto significativo era el que se aprendía en un entorno afectivo y en el idioma

materno, la Biblia. El texto que se rechazaba era el que se contactaba en un entorno

agresivo, discriminador, violento y generador de sufrimiento, el texto escolar. La

enseñanza que se recuerda es esa primera, la del tío, la del padre. La que no se recuerda

es esa segunda, la de los maestros en la escuela. No se rechaza el aprender, que ocurre

principalmente en la familia. Se rechaza el rechazo, que es mutuo.

Relatos de Las mil y una noches contados en Wichí por su padre, y la sorpresa de que

no fueran relatos de su cultura cuando más adelante los encontró en otro idioma, serán

parte de las enseñanzas transmitidas en los primeros años de su infancia. La

contraposición violenta entre una forma de educar y otra, fue una marca de sufrimiento

que no habría podido superarse y que condujo a la interrupción de su asistencia a la

escuela.

Cierre.

Las escenas de lectura y de escritura que estudiamos ocurren en un marco de relaciones

de poder. Más específicamente, dentro de nuevas condiciones coloniales a las que

fueron sometidas las sociedades indígenas con la consiguiente pérdida de

sustentabilidad de sus formas de producción. El proyecto anglicano se sostiene y

participa de esas condiciones promoviendo la desestructuración del sistema de creencias

originarias de los pueblos indígenas y transfiriendo herramientas tecnológicas de

distinto orden, entre ellas el alfabeto y la imprenta. Las mismas fueron elementos claves

de esa desestructuración.

La traducción de la Biblia al idioma wichí constituía una tarea similar a la que

emprendieron los reformadores en regiones de Europa a partir de 1530 (las traducciones

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a los idiomas autóctonos). Sin embargo, las circunstancias históricas en las que

ocurrieron ambos procesos fueron sustancialmente diferentes. En la temprana

modernidad europea la escisión en confesiones fue parte de dinámicas políticas,

culturales y religiosas propias de esas sociedades, y la preocupación por el texto sagrado

en idioma vernáculo constituía un fenómeno de culturas escritas. No era el caso de

culturas orales como las del continente americano donde, como adelantamos con Meliá

(op.cit.), la escrituración de las lenguas –además a cargo de agentes externos27 a esas

culturas- fue condición sine qua non para imponer la conversión religiosa.

Sin embargo, observamos que el proceso que desarrollaron los anglicanos generó

situaciones ambiguas y contradictorias, en particular porque se sostuvo en el

mantenimiento y valoración del idioma nativo. Su política constituyó un contexto

propicio para la alfabetización bilingüe no sólo en sus escuelas sino en el ambiente

familiar. La familia de nuestro informante asumió el papel de educadora de sus hijos en

aspectos que eran nuevos para su cultura. Es decir, entre los wichí probablemente la

instalación de la escuela anglicana significó en cierta medida el desplazamiento del rol

educador tradicional de las familias y la comunidad. Con todo, los datos parecen indicar

que una vez producida la apropiación de la tecnología en juego, la escritura y la lectura,

la familia de nuestro entrevistado incorporó esa transmisión a las anteriores. Y cuando

la escuela se corrió de su rol –o quizá lo afirmaba al mantenerse en la imposición del

castellano- la familia ‘duplicó la apuesta’, además de hacerse cargo de superar las tareas

escolares de ‘aprestamiento’.

Siguiendo con situaciones ambiguas o contradictorias, por la índole de la tarea que

ejercían los revisores wichí de la traducción del Nuevo Testamento es esperable que

hubiesen desarrollado reflexiones metalinguísticas que compartían con los anglicanos

ingleses. ¿En esas deliberaciones entre wichí e ingleses sobre las traducciones más

apropiadas del libro sagrado, de sus simbolismos, metáforas, etcétera, y sobre la

exégesis que ello supondría, los participantes entablaban relaciones de igualdad, quizá

de superioridad contrapuesta a las condiciones materiales, objetivas, de existencia en la

Misión?

27 En el sentido de Meliá (op.cit.:25). “Los agentes de la introducción de la escritura se pueden

clasificar como externos o internos a la sociedad. (…) Lo que suelen desear los agentes externos es que su propuesta se vea asimilada por el pueblo indígena, procurando convencer sobre su

conveniencia”.

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La castellanización que intentaban imponer las escuelas estatales (también misiones

franciscanas y reducciones estatales si bien no profundizamos en estos temas) no parece

ofrecer opciones. La integración de los indígenas a la comunidad nacional por la vía de

esas instituciones los obligaba a convertirse en ‘ajenos a sí mismos’, siguiendo la

expresión de nuestro informante. La situación que el mismo relata en los primeros años

de su escolarización es la expresión particular de la privación de la mayoría de los

indígenas del acceso a la lectura y la escritura tanto en castellano como en su propio

idioma. Es la manifestación individual de una experiencia colectiva, según lo revelan

numerosos estudios.

La utopía de la extensión de la escolarización primaria para formar masivamente en la

lectura y escritura, entre otros objetivos, alcanzó su punto de mayor fundamentación

pedagógica y político educativa en occidente a fines del siglo XIX. En Argentina tomó

forma con la expansión de la escuela pública, a la que la historia nacional consagró

como la agencia por excelencia que logró la inclusión de gran número de población a la

comunidad de lectores y escritores. (Cucuzza, Spregelburd, 2010). Sin embargo, es

posible sostener que

La escuela no es el único lugar donde ocurre la alfabetización y el acceso de los

niños a la ciudadanía de la cultura escrita. Por lo contrario, es un lugar donde

puede ocurrir la exclusión y la expulsión.

En sociedades como la que protagoniza nuestro relato, una sociedad indígena,

los modos de educación de la cultura impresa y el consiguiente acceso a los

saberes elementales son una imposición. La imposición se convierte en

necesidad, la necesidad en derecho, y el derecho en algo a ser conquistado,

porque luego de impuesto se lo niega.

El acceso a estos derechos puede venir de la mano de instituciones que

proyectan la reducción de la identidad cultural y espiritual de los sujetos;

instituciones que favorecen procesos de expropiación, de extrañamiento y de

transformación de los modos de reproducción material y simbólica de estos

sujetos. Es decir, el camino a estos derechos puede ser sinuoso, contradictorio,

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no lineal, interrumpido con frecuencia, y a la vez imposible de control (por parte

de las fuerzas que busquen controlarlo).

La clausura operada por la escuela provoca experiencias individuales de

menosprecio. Que al ser relato reiterado, constituye una experiencia colectiva.

Fuente de sufrimiento individual que en tanto pudiera elucidarse como vivencias

que conciernen a todo un grupo, podría revertir en exigencias colectivas de

reconocimiento, en resistencia común y luchas sociales que comprenden los

intereses materiales y la conquista o la reconquista de la dignidad y del

reconocimiento (Honneth, op.cit.).

Finalmente, de no haber existido la política de evangelización anglicana con los rasgos

descriptos, ¿cuál habría sido la historia de los miembros de esta familia wichí en

relación con el acceso a la lectura y la escritura? El autor del testimonio gracias al cual

reconstruimos las escenas familiares es un escritor, autor de poemas, relatos y otros

textos en los que da cuenta de la historia y de la religiosidad wichí. Habla y escribe en

wichí y en castellano. Simultáneamente, es quien fue expulsado de la escuela estatal.

¿Las huellas que dejó el modelo anglicano en su familia habrían tenido mayor potencia

que las que dejó su breve escolarización para acceder, conservar y ejercer el dominio de

estos saberes? No estamos en condiciones de respuestas concluyentes. Ampliar el

espectro de testimonios con otros hijos de predicadores wichí y revisores formados en la

misma Misión es una alternativa que podrá colaborar en un mayor conocimiento.

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