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Teilhard de Chardin, Pierre - El Corazon de La Materia

Apr 10, 2018

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  • 8/8/2019 Teilhard de Chardin, Pierre - El Corazon de La Materia

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    inara in

    El coraznde la materia

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    Coleccin EL POZO DE SIQUEM139 Pierre Teilhard de Chardin, S J

    El coraznde la materia

    Editorial SAL TERRAESantander

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    Ttulo del original francs:Le coeur de la matire 1976 by ditions du SeuilPars

    Traduccin:Milagros Amado Mier y Denise Garnier 2002 by Editorial Sal TerraePolgono de Raos, Parcela 14-139600 Maliao (Cantabria)Fax: 942- 369 201E-mail: [email protected] las debidas licenciasImpreso en Espaa. Printed in SpainISBN: 84-293-1452-0Dep. Legal- BI-846-02

    Diseo de Cubierta:Marta [email protected]:Sal Terrae - SantanderImpresin y encuademacin:Grafo, S.A. - Bilbao

    ndicePrlogo, por N.M . Wild ie rs 7

    P R I M E R A P A R T EEl Corazn de la Mate r ia (oc tubre 1950) 13Lo Crs t ico (marzo 1955) 83lt ima pg ina de l Dia r io (Jueves San to : 7 -4-1955) . . . 108

    S E G U N D A P A R T EN o ta s o b re l a E s e n c ia d e l T ra n s formis mo (1 9 2 0 ) . . . . 1 1 3Sobre mi actitud respe cto de la Iglesia Oficial (5-1-1921) 121La Misa sobre e l Mu ndo (1923) 125Alocuc in en e l matr imonio de Ode t te Bacoty Jean Teillard d 'E yry (Pars , 14-6-1928 ) 141Alocuc in en e l matr imonio de l iane Basse yHerv de la Goublaye de Mnorva l(Pars , 15-6-1 935) 147M i posic in intelectu al (abril 1948) 151S o b re l a e n s e a n z a d e l a P re h i sto r ia (2 3 -9 -19 4 8 ) . . . . 1 5 5En la base de mi ac t i tud (7 -10-1948) I57A props i to de El Fenm eno Hum ano (17-10-1948) . 159

    mailto:[email protected]://www.salterrae.es/mailto:[email protected]:[email protected]://www.salterrae.es/mailto:[email protected]
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    6 EL CORAZN DE LA MATERIAAlocucin en el matrimonio de Christine Dreschy Claude-Marie Haardt (Pars, 21-12-1948 ) 161La carrera cientfica del Padre Teilhard de Ch ardin(julio-agosto 1950) 163El Fenm eno Human o (junio 1954) 167Ttulos y Trabajos (septiembre 1948) 169

    PrlogoEste decimotercer y ltimo volumen [en la edicin francesa]de los ensayos que Pierre Teilhard de Chardin no s dej se abrecon dos obras maestras inditas: El Corazn de la Materia yLo Crstico. Despus rene por orden cronolgico La Misasobre el Mundo y diversos opsculos recuperados.En El Corazn de la Materia, escrito en 1950, el padreTeilhard desvela las races de las que surgi su obra. Heintentado describir -pre cis a- en una suerte de autobiografa elproceso general y las fases principales de su "aparicin".As, llegado casi al trmino de su vida, Teilhard se vuelve ypercibe con plena lucidez las dos vas convergentes que harecorrido: la de la Ciencia y la de la Religin. Entonces comprende y expone la unidad de su vida.La lectura de tal texto hace evocar estas lneas deL'Intuition Philosophique de Bergson1: ...a medida queintentamos penetrar en el pensamiento del filsofo, en lugarde dar vueltas en torno a l, vamos viendo transfigurarse sudoctrina. En principio, su complicacin disminuy e. Luego laspartes se acoplan las unas con las otras. Finalmente, todo seconcentra en un punto nico, al que sentimos que podemosaproximarnos m s y ms, aunque con pocas esperanzas d e llegar a l.1. La Pense et le Mouvant, PUF, Pars, pp. 117-142.

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    8 EL CORAZN DE LA MATERIAEn efecto, los principales temas tratados por El Coraznde la Materia: lo Csmico o lo Evolutivo y lo Humano o loConvergente, son subsumidos por un tema que los abarca: loCrstico o lo Cntrico. Al trmino de la ascensin, Teilhard yaslo dialoga con Dios. Escribe entonces la Oracin al Cristocada vez mayor. Oracin inigualada hasta el da de hoy, tantoen su profundidad mstica, como en el alcance de la cienciaque implica y en la belleza de la expresin.Despus de la lectura de este texto, podra pensarse que elpadre Teilhard haba dicho su ltima palabra. Sin embargo, lequedaba por escribir Lo Crstico. Al principio de esta obra,que data del mes anterior a su muerte, Teilhard explica suintencin: Hace ya mucho tiempo, en La Misa sobre elMundo y El Medio Divino, intent, frente a esas perspectivasan apenas formadas en m , centrar mi adm iracin y mi asombro. Hoy, despus de cuarenta aos de reflexin continua,sigue siendo la misma visin fundamental la que siento necesidad de presentar y hacer compartir, en su forma madura, porltima vez.Lo Crstico vino a colmar providencialmente la lagunaderivada de la obediencia religiosa del padre Teilhard, quehaba concebido u na segunda parte de El Fenmeno Humano;parte destinada a completar la primera con el FenmenoReligioso. La autoridad superior de su Orden le haba porentonces prohibido salirse del campo de la Ciencia 2.Lo Crstico es el apogeo final de la sinfona teilhardiana.

    Cul ha sido su resonancia desde la muerte del padreTeilhard?Las traducciones a veintids idiomas han difundido susescritos por casi todos los pases del mundo.Se han m ultiplicado las obras y estudios que examinan enprofundidad diversos aspectos del pensamiento de Teilhard,2. A partir de su estancia en Norteamrica, el superior religioso del padreTeilhard le dej total libertad para escribir y le pidi que le enviara sustextos.

    PROLOGO 9contribuyendo a iluminar su coherencia interna y a rectificarlas interpretaciones errneas.Sin embargo, a pesar del deseo y la esperanza de PierreTeilhard de Chardin de abrir una va hacia el futuro que todospudieran seguir, es preciso constatar que slo una pequealite vive con la conciencia lcida de una evolucin aceleradae irreversible, as como d e la inminencia del paso de la hu manidad a la era de la sntesis. Recordem os, sin embargo , algunos de los progresos que han tenido lugar desde entonces.En paleontologa, el profesor Jean Piveteau, del Instituto(Academia de Ciencias), contradictor de las crticas de G.G.Simpson, ha demostrado hasta qu punto la influencia deTeilhard ha puesto a la paleontologa sobre nuevas pistas,sobre todo en lo que concierne a la paleoneurologa. El p adreTeilhard se habra alegrado de los importantes descubrimientos que han tenido lugar desde entonces, varios de los cualeshan sido estudiados por dicho profesor en Origine et Destinede l'Homme.En biologa, el profesor Pierre Grass ha proseguido activamente las investigaciones biolgicas, de las que ha rendidocuenta en su magistral libro L'volution du Vivant, en el queconfirma el punto de vista evolutivo de Teilhard.Siguiendo en el m bito de la Evolucin, el rector FrancoisMeyer trata de manera impresionante el problem a de la aceleracin del tiempo en La Surchauffe de la Croissance.El doctor Jol de Rosnay, Director de Desarrollo en elInstituto Pasteur, ofrece, con Le Macroscope, un medio universal de visin sinttica.Estos avances de la ciencia habran apasionado a Teilhardy habran encontrado lugar en la hiperfsica a la que l abracamino.Pensemos tambin en los descubrimientos de W. Dement,N . Kleitman, M. Jou vet y O. Petre-Quadens y tantos otros, enel campo de la fisiologa del sueo. El problema del despertarde la conciencia interesaba al padre Teilhard en grado sumo yconstitua el tema central de su pensamiento acerca del mu ndo

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    10 EL CORAZN DE LA MATERIAy el hombre. Se esperan nuevas investigaciones, a cuya luz sepondrn a prueba las hiptesis que l propuso.Aunque no especializada en filosofa, metafsica y teologa, la obra de Pierre Teilhard presenta en estos terrenos puntos de vista de capital importancia. Pensemos en L'UnionCratrice, La Lutte contre la Multitude y Une Mtaphysiquede V Union, escritos a los que el tomo I del Journal aportacomplementos importantes.Teilhard se distanci de la escolstica, porque sus categoras no eran ya aptas para describir el mundo tal como aparece hoy. En este aspecto, el padre Teilhard es seguido por filsofos y telogos contemporneos, como Bernard Lonergan yKarl Rahner.Se puede, por otra parte, constatar una cierta convergenciaentre el pensamiento de Teilhard y el de Whitehead, colaborador de Russell y profesor de filosofa en Harvard. ConociWhitehead a Teilhard? No, sin duda. Pero sabemos por uncuaderno de notas de este ltimo que proyectaba leer la obrade Whitehead La ciencia y el mundo moderno.En cualquier caso, la comparacin de sus cosmologaspermite descubrir puntos de evidente parentesco. Ambos haninsistido en el carcter evolutivo de la realid ad y en la relacinorgnica de todos los acontecimientos.Tanto para Whitehead como para Teilhard, nuestro universo posee un centro espiritual. Es un Universo dominadopor una libertad que Dios respeta. Pero, mientras que paraWhitehead ese Universo evoluciona hacia una unificacinindefinida, pa ra Teilhard el Universo es escatolgico, y la consumacin de su unidad coincide con una maduracin desencadenante del retorno definitivo de Cristo.Un parentesco similar se manifiesta en el gran volumeneditado por el profesor Ewert Cousins: Process Theology,donde ha sido incluido el excelente artculo de Ian Baboursobre Whitehead y Teilhard de Chardin.Anlogam ente, cabe prever que los pun tos de vista teolgicos del padre Teilhard continuarn proporcionando un vasto

    PROLOGO 11campo de trabajo. Cuntos libros han sido publicados sobreeste aspecto de su pensamiento...! Su influencia se deja sentirtambin en gran nmero de publicaciones de toda clase,empezando por algunos textos del concilio Vaticano II. Lapoca dominada por la Escols t ica -escribe BernardLonergan- ha pasado. La teologa catlica est en vas dereestructuracin (Method in Theology, New York 1972, p.271). Y parece evidente qu e esta reestructuracin de la teologa catlica no se llevar a cabo sin tener en cuenta los problemas suscitados por la obra de Teilhard.La gran tarea que nos espera en adelante es continuar elpensamiento del padre Teilhard de Chardin en el cam po de laciencia, la filosofa y la teologa m s all de los lmites que lascircunstancias le impusieron. Con esta condicin -y slo conella-, la obra comenzada por l alcanzar su pleno desarrolloy dar los frutos que l esperaba.

    N.M. WILDIERS,Doctor en Teologa

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    PRIMERA PARTEEL CORAZN DE LA M ATERIA

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    Introduccin: La zarza ardiente 15I. - Lo Csmico, o lo Evolutivo 17Nota preliminar: El Sentido de la Plenitud . . . 171) La llamada de la Materia 192) La aparicin de lo Universal 213) El descubrimiento de la Evolucin 26I I . - Lo Humano, o lo Convergente 311) La realidad de la Noosfera 332) La trama de la Noosfera 35

    3) La evolucin de la Noosfera 39I I I . - Lo Crstico, o lo Cntrico 43Observacin preliminar:la reflexin o revelacin del Punto Omega . . . 43

    1) El Corazn de Jess 442) El Cristo Universal 483) El Medio Divino 534) El descubrimiento de Dios,o la Llamada a Aquel que Viene 56Oracin al Cristo siempre Mayor 59Colofn: Lo Femenino, o lo Unitivo 63Apndice: 1) Cristo en la Materia 67

    2) La Potencia espiritual de la Materia... 73

    INTRODUCCIN:La zarza ardiente

    En el corazn de la Materia1,Un Corazn del Mundo,El Corazn de un Dios.A pesar de ciertas apariencias de rigor dialctico, las consideraciones que siguen no tratan de desarrollar una construccindoctamente coherente: una filosofa de las cosas, sino que pretenden, por el contrario, relatar una experiencia psicolgicadirecta lo bastante reflexionada como para poder ser inteligible y comunicable sin perder su valor objetivo e indiscutiblede documento vivido.Lo que me propongo a lo largo de estas pginas (con laesperanza de que mi caso haga reconocer, o incluso nacer,1. [...] el ttulo de Graham Greene (The Heart ofthe Matter) me vendraestupendamente (pero con un sentido totalmente distinto) para unensayo que sueo escribir desde hace algn tiempo con un ttulo queme viene a la cabeza en ingls (intraducibie al francs): The GoldenGlow (es decir, la aparicin de Dios fuera de y en el "Corazn de laMateria ").[...] el conjunto (de la obra: El Corazn de la Materia) debe estartejido con cuatro hilos (en lugar de nicamente tres), a saber: LoCsmico, Lo Humano, Lo Crstico y Lo Femenino [...]: Accomplirl'Homme, d. Grasset, pp. 230y 258. Cartas del padre Teilhard fechadas el 10 de octubre de 1948 y el 12 de agosto de 1950 (N. d. E.).

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    16 EL CORAZN DE LA MATERIAmuchos otros casos similares) es simplemente mostrar cmo,a partir de un punto de ignicin inicial -congnito-, elMundo, a lo largo de toda mi vida, durante toda mi vida, seha ido poco a poco iluminando, inflamando a mis ojos, hastavolverse en torno a m enteramente luminoso por dentro.Expansin progresiva, en el seno de todo ser y de todoacontecimiento, de una misteriosa claridad interna que lostransfiguraba. Pero, ms an, variacin gradual de luz y decolor, ligada al complicado juego de los tres componentesuniversales: lo Csmico, lo Humano y lo Crstico, explcitamente presentes en m (al menos el primero y el ltimo) desdelos primeros instantes de mi existencia, aunque haya necesitado ms de sesenta aos de esfuerzo apasionado para descubrirque no eran sino enfoques o aproximaciones sucesivas a unamisma realidad de fondo...Resplandores purpreos de la Materia, tornando insensiblemente al oro del Espritu, para mudar finalmente en laincandescencia de un Universal-Personal; todo ello atravesado, animado y perfumado por un soplo de Unin..., y deFemenino.As es como yo he experimentado, en contacto con laTierra, la Diafana de lo Divino en el corazn de un Universoardiente: lo Divino resplandeciendo desde las profundidadesde una Materia en llamas:Esto es lo que aqu voy a intentar hacer entrever ycompartir.

    Les Moulins, 15 de agosto de 1950.

    ILo C smico, o lo E volutivoNota preliminar. El Sentido de la PlenitudComo punto de partida, como hilo conductor, como eje decontinuidad de todo l que seguir, me veo en principio en lanecesidad de presentar y describir sumariamente una disposicin o polarizacin psicolgica particular, comn ciertamente a todos los hombres (aunque no siempre formalmentereconocida por ellos), que llamar, a falta de una denominacin mejor, Sentido de la Plenitud. Por lejos que me remonteen mi infancia, nada me parece ms caracterstico ni msfamiliar en mi comportam iento interior que el deseo o la necesidad irresistible de algo nico Suficiente y nico Necesario. Para estar totalmente a gusto, para ser completamentefeliz, necesitaba saber que existe Algo Esencial de lo cualtodo lo dems no es sino un accesorio, o bien un ornamento.Saberlo, y gozar interminablemente de la conciencia de esaexistencia; en verdad, si, a lo largo del pasado, llego a reconocerme y a seguirme a m mismo, no ser sino tras las huellas de esta nota, o matiz, o sabor particular, impo sible de co nfundir (a poco que se haya alguna vez experimentado) conninguna otra de las pasione s del alma -n i con el gozo de saber,ni con el gozo de descubrir, ni con el gozo de crear, ni con elgozo de amar-, no tanto porque difiera de ellas cuanto porquees de un orden superior a todas esas emociones y las contienetodas.

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    18 EL CORAZN DE LA MATERIASentido de la Plenitud, Sentido de la Consumacin y de laComplecin, Sentido Plermico.A travs de lo que llamar sucesiva e indistintamenteSentido de la Consistencia, Sentido Csmico, Sentidode la Tierra, Sentido Humano y Sentido Crstico, todocuanto sigue no ser sino el desarrollo de una lenta explicita-cin o evolucin en m de este elemento fundamental y proteico, en formas cada vez ms ricas y depuradas.Historia no imaginaria y ficticia, sino operacin verdadera, biolgicamente guiada y garantizada, a mis ojos, por laidentidad, claramente perceptible por mi conciencia bajotodas las metamorfosis y agrandamientos del sustrato psicolgico en juego.Y operacin singularmente instructiva, aadir, en lamedida en q ue, destinada a consumarse en lo que hay de mselevado en direccin al Espritu, parti en principio de lo mstangible y concreto de la Trama de las Cosas (tengo de elloevidencia y pruebas directas) para invadirlo y conquistarlotodo1.

    1. He aqu lo que, en 1917, en uno de mis primeros ensayos (titulado:Mon Univers y escrito en plena guerra) deca ya sobre el mismotema:La necesidad de poseer por entero algo "absolu to" era, desde miinfancia, el eje de toda mi vida interior. Entre los placeres de esa edad,yo slo era feliz (lo recuerdo con absoluta claridad) con relacin a ungozo fundamental que consista, en general, en la posesin (o el pensamiento) de algn objeto lo ms precioso, consistente e inalterableposible. Unas veces se trataba de un trozo de metal, otras veces, saltando al otro extremo, me complaca en el pensamiento de Dios-Espritu (la Carne de C risto me pareca, a aquella edad, algo demasiado frgil y dem asiado corruptible).Esta preocupacin podr parecer singular. Repito que era algoconstante. Tena entonces la necesidad invencible (vivificante y tranquilizadora) de apoyarme sin cesar en Algo tangible y definitivo; ybuscaba por todas partes ese Objeto beatificante.La historia de mi vida interior es la historia de esta bsqueda,orientada hacia realidades cada \ez ms universales y perfectas. En elfondo, mi tendencia natural prounda ha permanecido absolutamentefirme desde que me conozco.

    LO CSMICO, O LO EVOLUTIVO 191. La llamada de la M ateria2No tena ciertamente ms de seis o siete aos cuando comenc a sentirme atrado por la Materia o, ms precisamente, poralgo que brillaba en el corazn de la Materia. A esa edad enque, supongo yo, otros nios experimentan su primer sentimiento por una persona, o por el arte o la religin, yo eracarioso, bueno e incluso piadoso. Es decir, que por influencia de mi madre (volver ms adelante, en el captulo III,sobre el esencial papel desempeado ulteriormente en mi vidapor este elemento) quera mucho al Nio Jess.Pero en realidad, mi verdadero yo estaba en otra parte.Y para percibirlo con claridad, fue preciso observarmecuando -siempre en secreto y sin mediar palabra, sin nisiquiera pensar que pudiera haber nada que decir a nadiesobre ese tema- me recoga en la contemplacin, la posesiny la existencia saboreada de mi Dios de Hierro. De Hierro,digo bien. E incluso contino viendo, con singular agudeza,mi coleccin de dolos. En el campo, una pieza de aradoque yo esconda cuidadosamente en un rincn del patio. En laciudad, la cabeza hexagonal de una columnita de refuerzo2. Hago todo lo posible actualmente por recuperar y expresar los sentimientos que experimentaba de nio con respecto a lo que he denominado ms tarde la santa Materia. Es una cuestin bastante delicada ycritica, porque es indiscutible que de aquellos primeros contactos conla "esencia" del Mundo ha brotado y crecido toda mi vida interior. Enel presente caso, al menos, nadie puede decir que invada la esfera de lafilosofa o la teologa. Es una experiencia psicolgica p ersonal: ni msni, tampoco, menos. Carta del 18 de agosto de 1950, Accomplirl'Homme, p. 260.[...], me ha alegrado recibir ayer a Sacenat. Pero las dos cosasque he recuperado esencialmente de esta excursin por el pasado son:a) la confirmacin de que el anlisis psicolgico (tal como lo he esb ozado estos das en mi ensayo) de mis tendencias msticas (cuando eranio) es exa cto; y b) la prueba definitiva de que todo un crculo anterior de m mismo est absolutamente muerto (porque la vaguedad esahora m ucho ms profunda interiormente). Carta del 22 de agosto de1950, Accomplir l 'Homme, p. 261 (N. d. E.).

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    20 EL CORAZN DE LA MATERIAmetlica, que emerga al nivel del suelo de la habitacin de losnios y de la que me haba apropiado. Posteriormente, diversos fragmentos de metralla recogidos amorosamente en uncampo de tiro vecino... No puedo evitar sonrer hoy al recordar aquellas chiquilladas. Y, sin embargo, al mismo tiempo m esiento forzado a reconocer que en aquel gesto instintivo queme haca verdaderamente adorar un fragmento de metal, seencontraban contenidos y condensados una intensidad desonido y una serie de exigencias que toda mi vida espiritualno ha consistido sino en desarrollar.En efecto, por qu el Hierrol; y por qu, ms concretamente, ta l trozo de hierro (era preciso que fuera lo ms densoy macizo posible), sino porque, debido a mi experiencia infantil, nada en el mundo era ms duro, ms pesado, ms resistente ni ms d uradero que esa m aravillosa sustancia aprehend idaen la forma m s plena posible...? La Consistencia: se ha sidopara m indudablemente el atributo fundamental del Ser.Detenida prematura y estrilmente en su crecimiento, es,supongo yo, esta aprehensin inicial de lo Absoluto bajo laforma de lo Tangible la que produce, por ena nismo , al avaro...o al coleccionista. En m i caso, el germen deba providencialmente crecer. Pero hasta ahora (y hasta el final, lo presiento)ese primado de lo Inalterable, es decir, de lo Irreversible, noha dejado ni dejar de marcar irrevocablemente mis preferencias por lo Necesario, lo General y lo Natural, por oposicin a lo Conting ente, lo Particular y lo Artificial; disposicinque, por lo dem s, ha eclipsado largo tiempo a m is ojos, comose ver, los valores supremos de lo Personal y lo Hum ano.Sentido de la Plenitud, ya netamente individualizado, ybuscando ya satisfacerse aprehendiendo un Objeto definido enel que se encontrase concentrada la Esencia de las Cosas.Exactame nte lo que yo deba entrever, despus de muc hosaos de experiencias y reflexin, en un Polo evolutivo delMundo.Pero hay un a gran distancia entre el Punto Om ega y untrozo de hierro... Y yo fui aprendiendo poco a poco y a mi

    LO CSMICO, O LO EVOLUTIVO 21costa hasta qu punto la Consistencia con la que yo soabapor entonces es un efecto, no de la sustancia, sino de laconvergencia. Qu pattica desesperacin infantil (no lo heolvidado) al constatar un buen da que el Hierro se raya, y seoxida... Quo tinea non corrumpit....Y entonces, para consolarme buscaba otros equivalentes.A veces una llama azul (tan material, tan inasible y tan puraal mismo tiempo) oscilante sobre los leos de la chimenea.Ms a menudo alguna piedra, la ms transparente o la mejorcoloreada: cristales de cuarzo o de amatista y relucientes fragmentos sobre todo de calcedonia; lo que me era posibleencontrar en la zona. En este ltimo caso era, naturalmente,necesario que la sustancia preciada fuera resistente, inalterable y dura]Proceso imperceptible, pero que deba tener inmensa importancia en el curso de mi evolucin espiritual, porque justamente gracias a la salida abierta a mis titubeos por la sustitucin del Hierro por el Cuarzo en los vastos edificios delPlaneta y de la Naturaleza, comenc, sin darme cuenta, aacceder verdaderamente al Mundo, hasta no poder gustar yanada que no tuviera las dimensiones de lo Universal.Y he aqu cmo.

    2. La aparicin de lo UniversalMuy al p rincipio de mi vida consciente, lo repito, para alcanzar y abarcar la solidez hacia la cual me llevaba mi necesidad innata de Plenitud, intentaba sobre todo, a fin de captar laesencia de la Materia, buscarla en sus formas ms c ircunscritas, condensadas y pesadas; cindome, por supuesto, en elcurso de esta tentativa, a la que me pareca entonces la reinade las sustancias (en este caso particular, el Hierro), pero conla marcada preocupacin de captar ese ser precioso en susaspectos lo ms definidos y compactos posible.

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    22 EL CORAZN DE LA MATERIAAhora bien, aqu es donde, bajo el efecto de la atraccinrecin nacida en m por el mundo de las Piedras, iba a perfilarse una expansin definitiva en el fondo ltimo de mi vidainterior.El Metal (tal como poda conocerlo a los diez aos) tendaa mantenerme atado a objetos manufacturados y fragmenta

    rios. Mediante el Mineral, por el contrario, me encontrabainserto en la direccin de lo planetario. Despertaba a lanocin de Trama de las Cosas. Y, sutilmente, esa famosaConsistencia que hasta entonces haba perseguido en lo Duroy lo Denso, comenzaba a manifestrseme en la direccin deun Elemental expandido por doquier, cuya ubicuidad mismaconstitua su incorruptibilidad.Ms adelante, cuando estudiara Geologa, podra pensarseque probaba simplemente, con conviccin y xito, fortuna enuna carrera cientfica. Pero en realidad, lo que durante toda mivida me ha llevado irresistiblemente (aun a expensas de laPaleontologa) al estudio de las grandes masas eruptivas y delos zcalos continentales, no es sino una insaciable necesidadde mantener contacto (un contacto de comunin) con unaespecie de raz, o de matriz, universal de los seres.De hecho, incluso en lo ms excelso de mi trayectoriaespiritual, slo me he sentido a gusto baado en un ocano deMateria...Despertar y desarrollo de un Sentido dominante y victorioso del Todo a partir del Sentido de la Consistencia.

    Durante cerca de veinte aos de mi vida (desde mi marchaal colegio hasta mi entrada en el teologado de Hastings, Inglaterra) encuentro claramente en mis recuerdos las huellas ininterrumpidas de esta transformacin profunda. Durante eseperodo, como ya dir, el objeto material de mi gozo secretovari con la edad. Adems, en mi existencia se produjo unimportante corte (mi entrada en la vida religiosa). Pero, comoahora veo claramente, estos dhersos acontecimientos no hansido sino pliegues secun darios en superficie de la corriente d efondo representada por mi despertar al Sentido y a la Vida

    LO CSMICO, O LO EVOLUTIVO 23csmicos. Poderosa operacin interior en el curso de la cualme encontraba poco a poco invadido, impregnado y reestructurado por entero bajo el efecto de una suerte de metamorfismo psquico por el que pasaban aparentemente la mayor partede las energas desencadenadas por mi acceso a la pubertad.Me sera difcil rememorar o al menos hacer comprendercon todo detalle la complicada historia de acuerdo con la cual,en esa poca de mi vida, se formaron y comenzaron a trenzarse los diversos hilos con los que debera un da encontrarse tejida para m la Trama universal.Por el contrario, en este momento de mi anlisis me espreciso enumerar los aspectos principales, cuya individualizacin o acrecion sucesivas contribuyeron en aquel tiempo adotar a mi Sentido del Todo de sus componentes principales.Y ante todo, clar est, constituyendo el ncleo slido ypermanente del sistema, el gusto por lo Geolgico. Expresndose el primado de la Materia-Materia en el Mineral y laRoca. No volver a analizar aqu esta modalidad primordial,ya mencionada anteriormente, de mi Sentido de la Plenitud.Pero no podra hacer entender, ni seguir, las peripecias de mievolucin psquica si no insistiera una vez ms en el lugaraxial ocupado invariablemente por la pasin y la ciencia delas Piedras a lo largo de mi embriognesis espiritual.En el centro de mis preocupaciones y de mis gozos secretos se encontraba, pues -entre mis diez y mis treinta aos-, elcontacto mantenido y desarrollado con lo Csmico en estado slido. Pero tambin ya en torno a ello, semi-accesoria-mente, la atraccin naciente de la naturaleza vegetal y animal;y, mu y en el fondo, un bue n da (al final del per odo), la iniciacin en las grandezas menos tangibles (pero cuan apasionantes!) descubiertas por las investigaciones de la Fsica. Deuna y otra parte de la Materia, la Vida y la Energa: las trescolumnas de mi visin y mi bienaventuranza internas.Com o c onsecuencia de su aparente fragilidad (volversobre este punto al hablar del Hombre), el Mundo vivienteinquiet y desconcert fuertemente mi infancia. Por una parte,

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    24 EL CORAZN DE LA MATERIAme senta indudablemente atrado, debido a mi avisador habitual: el Sentido de la Plenitud, por las Plantas y los Animales, en cuyo conocimiento me iniciaban la vida en elcampo y los gustos naturalistas de mi padre. Por otra parte,para justificar a mis ojos el inters que despertaban en mobjetos tan escandalosamente inconsistentes y destruiblescomo una flor o un insecto', me creaba (o descubra en m?)ciertas equivalencias misteriosas cuyo vnculo psicolgico nopuede ser de inmediato evidente, pero que despertaban en muna misma impresin de intensa satisfaccin: en lugar de loSlido y lo Inalterable, lo Nuevo o lo Raro. Hasta tal puntoque, durante aos, la persecucin (en zoologa o en paleontologa) de la especie nueva (ahora me hace sonrer) resultser uno de los ms importantes ejes de mi vida interior.Pendiente resbaladiza, hay que reconocerlo, siguiendo la cualcorra el riesgo de caer en el cenagal de las colecciones y elcoleccionismo, de no haber contado, ante todo, con mi sentido dominante de lo Universal que, hasta en la satisfaccin deponer la mano sobre el ejemplar ms valorado, slo me permita apreciar, en el fondo, el gozo de un contacto ms ntimo(o al menos imaginado como tal) con lo que sera ms tardepara m la Biosfera; y de no haber contado tambin con laimpresin decisiva ejercida en mi espritu, en el momentofavorable, por el encuentro con la Fsica y los fsicos.

    Durante tres aos nicamente, en Jersey, y despus durante otros tres aos, en El Cairo (1906-1908), estudi (cuantopude) y ense (lo menos mal que pude) una Fsica bastanteelemental: la Fsica anterior a los Cuantos, la Relatividad y laestructura del tomo. Ello equivale a decir que en este terreno no soy tcnicamente ms que un aficionado, un profano. Y,sin embargo, cmo expresar hasta qu punto me siento en micasa, plenificado y a gusto precisamente en ese mundo de los3. A falta de algo mejor, antes que las maripo sas, verdaderamente demasiado delicadas, yo prefera los Colepteros, y cuanto ms crneos yrobustos mejor...

    LO CSMICO, O LO EVOLUTIVO 25electrones, los ncleos y las ondas... No es en las vastas realidades csmicas (Masa, Permeabilidad, Irradiacin, Curvatura, etctera), donde la Trama de las Cosas se revela a nuestraexperiencia en forma a la vez indefinidamente elemental eindefinidamente geometrizable; no es en esa misteriosa Gravedad (cuyo secreto a los veintids aos me prometa candidamente que ms adelante me dedicara a desvelar) donde heencontrado los arquetipos de lo Consistente, lo Total, lonico, lo Esencial de mis sueos de la infancia, esos mismosarquetipos que (como veremos) incluso en lo Crstico mesiguen sirviendo hoy para expresarme a m mismo?Entre el Mundo de los Animales y el Mundo de lasFuerzas se encuentra, como un estrato fundamental, el Mundode las Piedras. Y por encima de este conjunto slidamenteligado -unas veces semejante a un rico tapiz y otras veces auna atmsfera nutricia-, una primera oleada de exotismo caasobre m: el Oriente entrevisto y bebido vidamente, no ensus pueblos ni su historia (an sin inters para m), sino en suluz, su vegetacin, su fauna y sus desiertos... Tal era, hacia losveintiocho aos de edad, el complejo espiritual, pasablemente confuso, en el seno del cual fermentaba, sin lograr an emitir una llama bien definida, mi amor apasionado por elUniverso.De hecho, sin darme cuenta haba llegado por entonces, enel curso de mi despertar a la Vida Csmica, a un punto muerto del que no poda salir sin intervencin de una fuerza o luznueva. Punto muerto. O ms bien sutil inclinacin a derivarhacia una forma inferior (la forma banal y fcil) del Espritupantesta: el pantesmo de efusin y disolucin. Porque si lallamada inicial que yo haba escuchado provena efectivamente de la Materia, por qu (susurraba alguien en m) nobuscar la esencia, el corazn de sta, en la misma direccinen que todas las cosas se ultra-materializan; es decir, precisamente por el lado de las realidades increblemente simplesy envolventes que me haba en ltimo trmino revelado laFsica de la Energa y del ter (como se deca an en aque-

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    26 EL CORAZN DE LA MATERIAlia poca)? Dicho de otro modo, a fin de escapar a la implacable fragilidad de lo Mltiple, por qu no situarse ms abajoan, en un lugar inferior a ello?As, de manera insidiosa, tenda a asentarse en m la preocupacin y la preferencia (completamente orientales bajo suropaje cientfico) por un fondo comn de lo Tangible, Elemento de todos los elementos, Soporte de todas las sustancias,directamente captables, por distensin y difusin, ms ac detoda determinacin y toda forma.Posesin del Mundo por abandono, pasividad y desvanecimiento en el seno de un Amorfo sin lmites; movimiento decomunin centrfuga animado por el instinto de extendersey distenderse, por debajo de toda pluralidad y toda comparti-mentacin particulares, hasta las dimensiones y la homogeneidad de la Esfera total...Para ser Todo, fundirme con todo.He aqu el gesto mstico al que lgicamente me habra llevado, siguiendo los pasos de tantos poetas y msticos hindes,una necesidad innata e incoercible de plenificarme por adhesin, no a los otros, sino al Otro, si por azar no hubiera eclo-sionado en m, como un germen salido de no se sabe dnde,la idea de Evolucin.3 . El descubrimiento de la Evolucin

    En el curso de mis aos de teologa en Hastings (es decir,justo despus de la fascinacin de Egipto) fue cuando, poco apoco -mucho menos como una nocin abstracta que comoun a presencia-, fue creciendo en m, hasta invadir por enteromi cielo interior, la conciencia de una Deriva profunda, onto-lgica y total del Universo en torno a m.Bajo qu influencias o qu impacto, siguiendo quproceso y a travs de qu etapas apareci ese sentimiento yech unas races tan profundas en m?... No sabra decirlo.Recuerdo bien haber ledo en aque l tiempo vidamente la

    LO CSMICO, O LO EVOLUTIVO 27L'Evolution Cratrice. Pero aparte de haber comprendidobastante mal en aquella poca en qu consista exactamente laDuracin bergsoniana4, discierno claramente que el efecto quetuvieron en m aquellas ardientes pginas no consisti sino enatizar en el momento querido, y durante un breve instante, unfuego que devoraba ya mi corazn y mi espritu. Fuego encendido, imagino yo, por la simple yuxtaposicin en m, bajo laalta tensin monista, de tres elementos incendiarios que sehaban ido, en treinta aos, acumulando lentamente en lo msntimo de mi alma: el culto a la Materia, el culto a la Vida y elculto a la Energa. Encontrando los tres su salida y su sntesisposibles en un Mundo que, de la condicin fragmentada deCosmos esttico, se encontraba de repente (por adquisicin deuna dimensin ms) accediendo al estado y la dignidad orgnicas de una Cosmognesis.En esos inicios, como es lgico, distaba yo mucho decomprender y calibrar claramente la importancia del cambioque se operaba en m. Lo nico que recuerdo de entonces(adems de esta palabra mgica, evolucin, que me venasin cesar al pensamiento como un estribillo, un deseo, unapromesa y una llamada...), lo nico que recuerdo, repito, es laextraordinaria densidad e intensidad que adquirieron para mpor aquella poca los paisajes de Inglaterra -sobre todo alponerse el sol-, cuando los bosques de Sussex parecan cargarse de toda la Vida fsil que yo persegua entonces, poracantilados y canteras, en las arcillas wealdianas. A veces mepareca verdaderamente que una suerte de ser universal iba, derepente y ante mis ojos, a adquirir forma en la Naturaleza.Pero ya no intentaba, como antao, captar y fijar lo InefableAmbiente en algo ultra-material, sino, por el contrario, enalgo ultra-viviente... El sentido de la Plenitud se haba, poras decirlo, invertido en m. Y desde entonces ya no he dejadode mirar y avanzar siguiendo esta nueva orientacin.4. Que, por lo dems, por falta de convergencia (cf. ms adelante, II:Lo Hum ano, o lo Convergente) no poda satisfacerme.

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    28 EL CORAZN DE LA MATERIAInsistamos un poco ms en esta inversin y este descubrimiento.Por mi educacin y por mi religin, yo siempre habaadmitido dcilmente hasta entonces -sin reflexionar biensobre ello, por lo dem s- una heterogeneidad de fondo entreMateria y Espritu. Cuerpo y Alma, Inconsciente y Consciente : dos sustancias de naturaleza distinta, dos especies deSer incomprensiblemente asociadas en el Compuesto vivorespecto de las cuales era preciso mantener a cualquier precio,se me aseguraba, que la primera (mi divina Materia) no erasino la humilde sierva (por no decir la adversaria) de la segu nda, encontrndose sta (es decir, el Espritu) desde entoncesreducida a mis ojos, por este mismo hecho, a no ser ms queuna Sombra que haba que venerar por principio, pero por lacual (emotiva e intelectualmente hablando) yo no experimentaba en realidad ningn inters vivo. Juzgese, en consecuencia, mi impresin interior de liberacin y jbil o cuan do, conmis primeros pasos, an vacilantes, por un Universo evolutivo constataba que el dualismo en el que se me haba m antenido hasta entonces se disipaba como la niebla ante el solnaciente. Materia y Espritu, no dos cosas, sino dos estados,dos rostros de una misma Trama csmica, segn se la vea, ose la prolongue, en el sentido en que (como hubiese dichoBergson) se hace -o, por el contrario, en el sentido en que sedeshace.Hacerse o deshacerse: expresiones terriblemente vagas an, por supuesto -y que exigiran varias dcadas paraprecisarse en mi cab eza -, pero expresione s suficientes, a suman era, para afirmarme de ah en adelante en u na actitud uopcin que gobernara todo el curso de mi desarrollo interiory cuyas caractersticas principales pueden definirse con estassencillas palabras: el primado del Espritu; o, lo que viene aser lo mismo, el primado del Futuro.Estrictamente hablando, sin duda, el simple hecho dehaber visto desvanecerse la pretendida barrera que separaba elInterior y el Exterior de las cosas -o incluso al constatar que,

    LO CSMICO, O LO EVOLUTIVO 29una vez superada la barrera, se establece una corriente, experimental y tangiblemente, que va de lo menos a lo ms consciente en la Naturaleza-; este hecho, lo confieso, no bastarapor s solo para establecer rigurosamente una superioridadabsoluta de lo Animado sobre lo Inanimado -de la Psiquesobre el Soma-. Por qu, en efecto, no habra de oscilar elCosmos indiferentemente de un polo al otro?, o incluso, despus de un cierto nmero de oscilaciones, por qu, en posicin Materia, no podra estabilizarse finalmente de manerainmutable?... No habran podido ser stas otras tantas frmulas plausibles de E volucin?Resulta sorprendente que estas diversas cuestiones, queinevitablemente tena que hacerme en lo sucesivo (y que, almenos para mi uso personal, tengo conciencia de haber resuelto) no me surgieran en un primer momento. Ya sea por unareaccin de evidencia instintiva -evidencia que, no creo equivocarme, confera al movimiento csmico que acababa demanifestrseme un mximo de valor creativo y de inalterabilidad-, ya sea por anticipacin oscura de las condiciones o exigencias psquicas de la Evolucin (tal como me las revelaraposteriormente el estudio de la Energa Humana), no me detuve seriamente ni un solo instante ante la idea de que laEspiritualizacin progresiva de la Materia, a la que me hacatan claramente asistir la Paleontologa, pudiera ser nada distinto ni inferior a un p roceso irreversible. El Universo en gravitacin se encaminaba hacia el Espritu como su forma estable en perspectiva. Dicho de otro modo, la Materia, prolongada, profundizada y penetrada hasta el fondo, siguiendo su verdadero sentido, en lugar de ultra-materializarse como en principio yo crea, se metamorfoseaba, por el contrario, irresistiblemente en Psique. No metafsica, sino genticamente considerado, el Espritu, lejos de ser antagonista o antpoda, era elcorazn m ismo de la Tangibilidad a la que yo trataba de llegar.

    Necesitara toda una vida para calibrar (y de manerasumamente incompleta, por lo dems) lo que esta transposicin de valor (lo que este cambio en la nocin misma de

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    30 EL CORAZN DE LA MATERIAEspritu) tiene de inagotablemente constructivo..., y a la vezde revolucionario, para la inteligencia, la oracin y la accin.Entre tanto, mi situacin interior era la siguiente. Al saltardirectamente del viejo dualismo esttico, que me paralizaba,para emerger a un Universo en estado no slo de evolucin,sino de evolucin dirigida (es decir, de Gnesis), me vea llevado a operar un verdadero cambio radical de direccin en m ibsqueda fundamental de la Consistencia. Hasta entonces,como ya he dicho, mi sentido directivo de la Plenitud tenda aorientarse y fijarse por el lado de lo extremadamente simple(es decir, de lo fsicamente indescomponible). En adelante,puesto que la esencia nica y preciosa del Universo habaadquirido para m la forma de un Evolutivo en el que laMateria se mudaba en Pensamiento por prolongacin delefecto de la Noog nesis, me encontraba inevitable y p aradjicamente llevado a identificar la Solidez extrema de las cosascon una extrema Complejidad orgnica. Cmo poda lo mscorruptible devenir, por un efecto de sntesis, lo Indestructiblesupremo?... Al no conocer an las leyes biolgicas de laUnin ni haber descubierto los prodigiosos atributos de unaCurvatura universal, no vea con completa claridad la solucindel problema. Pero ya no dudaba que la bienaventuranza queyo haba buscado en otro tiempo en el Hierro slo podaencontrarla en el Espritu.Y ya, de hecho, como para reafirmarme, dos inmensasUnidades vivientes comenzaban a elevarse sobre mi horizonte interno; unidades de dimensiones planetarias do nde, justamente por exceso de com posicin y organicidad, poda yo vermanifestarse en el seno de la Trama csmica un extraordinario poder de consolidacin por complejificacin:Una en la que iban poco a poco agrupn dose y armonizndose sin esfuerzo mis mltiples experiencias de bilogosobre el terreno y en labo ratorio: la envoltura viva de la Tierra,la Biosfera.Y la otra -para cuya perspectiva definitiva no le faltaba ami espritu sino el gran impacto de la Guerra -, la H umanidadtotalizada: la Noosfera.

    IILo Humano, o lo ConvergenteHoy el Hombre (o ms exactamente lo Humano1) constituyela base sobre la que se apoya, articula, cohesiona y mueve eledificio entero de mi Universo interior. Pero a esta posicincardinal dista mucho , en mi perspectiva, de haber sido llevado sin resistencia y a la primera.Como consecuencia del despertar en m de la nocin deEvolucin, el Espritu (como acabo de decir) haba suplantado a mis ojos al Mineral y a lo Atmico en su dignidad deesencia inalterable y envolvente del Universo. Pero esteEspritu, concebido vagamente a la manera de una suerte deantpoda de la Energa del fsico, permaneca -y permanecera largo tiempo- para m sin estructura precisa 2; dos prejui-1. Y aqu (en estas expresiones, quiero decir) reaparece mi incoerciblenecesidad de unlversalizar lo que amo.2. Hasta 1935, en el Credo abreviado incluido al principio de Cmo yocreo (y aunque el Ensayo mismo se apoya explcitamente, en su argumentacin, sobre el Fenmeno Hum ano), no figura la palabra Hombre.Hoy yo dira:...Yo creo que la Evolucin va hacia el Espritu.Creo que, en el Hombre, el Espritu se consuma en Personal.Slo un rasgo ms -pero que basta para hacernos salir sin equvocos de lo metafsico e instalarnos en lo histrico y lo biolgico -, loplanetario.

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    32 EL CORAZN DE LA MATERIAcios innatos y tenaces me disuadan de mirar de frente, y asimilar, el hecho (bastante claro, sin embargo) de que, aunqueel Mundo represente verdaderamente un sistema rgano-dinmico en vas de interiorizacin psquica, es a travs de laCarne, por la va de la Hominizacin, como se opera laNoognesis.

    Por una parte (ya he hablado anteriormente de esta reaccin al referirme a mis primeras relaciones con la Naturaleza);por una parte, repito, la inestabilidad fsico-qumica de lassustancias orgnicas en general, y ms concretamente delcuerpo humano3, continuaba ofuscando afectivamente, a pesarde toda la evidencia intelectual contraria, mi necesidad deconsistencia.Y por otra parte -obstculo nuevo-, cuanto ms se afirmaban y engrandecan en mi pensamiento la primaca y laatraccin de lo Csmico, tanto ms me desconcertaba e incomodaba, por contraste, lo Hum ano, por la preponderancia qu eadquiran en su nivel lo individual, lo accidental y loartificial... No penetraba y desgarraba lo Plural, en elHombre, inevitable y desastrosamente, lo Universal y loTotal?... Dejaba an el rbol, no digo nicamente ver, sinosubsistir, el bosque?...De m anera un poco esquemtica, me parece posible red ucir a tres las etapas que me fue preciso ir sucesivamente franqueando, entre los treinta y los cincuenta aos, para superaresas dos formas de repugnancia interior y tomar finalmenteconciencia plena de las extraordinarias riquezas csmicasconcentradas en el Fenmeno Humano:La primera etapa me hizo acceder a la nocin de Planeta-riedad hu mana (existencia y contornos de una No osfera).

    3. Me veo de nuevo, y me vuelvo a experimentar (poda tener cinco oseis aos) cerca de la chimenea observando, con una consternacin querepercuta en mi culto al Nio Jess, la combustin maloliente de unmechn de pelo...

    LO HUMANO. O LO CONVERGENTE 33La segunda me descubri ms explcitamente la transformacin crtica sufrida por la Trama csmica en el nivel de laReflexin.Y la tercera me condujo a identificar, por efecto de la convergencia psico-fsica (o Planetizacin), una deriva acelerada de la Noosfera hacia estados ultra-humanos.

    1. La realidad de la NoosferaSi no me equivoco, hasta una memo ria sobre el Hombre escrita hacia 19274, es decir, despus de mi primer viaje a China,no me permit por primera vez -por simetra con la Biosferade S uess- hablar de Noosfera para designar la envoltura pensante de la Tierra. Pero si bien en mis escritos la palabra noapareci hasta esa fecha relativamente tarda, la visin habagerminado en mi mente diez aos antes por el contacto prolongado con las enormes masas humanas que, del Yser aVerdun, se enfrentaban por entonces en las trincheras deFrancia.La atmsfera del Frente...Fue por haber estado inmerso en ella -por haber estadoimpregnado de ella durante meses y meses- precisamente alldonde estaba ms cargada y era ms densa, por lo que dejdecididamente de percibir ruptura alguna (y hasta diferenciaalguna) entre lo fsico y lo moral, entre lo natural y loartificial; el Milln de hombres, con su temperatura psquica y su energa interna, adquirieron para m una m agnitudtan evolutivamente real -y , por tanto, tan biolgic a- como una4. douard Le Roy tuvo a bien otorgar un lugar preferente a este primerensayo mo sobre el Fenmeno Hum ano [se trata de La Hominisation,ensayo redactado en Pars en m ayo de 1925 y publicado, en 1957, enel tomo III de sus Obras: La Vision du Pass (N. d. E.)] en sus cursosen el Colegio de Francia (La exigencia idealista y el hecho de la evolucin), confiriendo as su autoridad a la expresin Noosfera, que,a partir de ese mom ento, ha hecho fortuna.

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    34 EL CORAZN DE LA MATERIAgigantesca molcula de protena. Posteriormente, me ha sorprendido a menudo constatar a mi alrededor, en mis contradictores, una completa impotencia para concebir que el individuo humano, por el hecho mismo de representar una magnitud corpuscular, debe, como cualquier otra especie de corpsculos en el Mundo, encontrarse inscrito en relaciones yagrupamientos fsicos de orden superior a s mismo; agrupa-mientos que no puede de ninguna manera captar directamente como tales (justamente por ser de orden n+1)5, pero cuyaexistencia e influencia le son, por mltiples indicios, perfectamente cognoscibles. Ha sido indudablemente, repito, laexperiencia de la Guerra, la que me hizo tomar conciencia deeste don, o facultad -an relativamente raro 6-, de percibir, sinverlas, la realidad y la organicidad de las magnitudes colectivas, y lo ha desarrollado en m como un sentido ms1.5. A escala de la clula, el cuerpo del Metazoario deja de ser percibible;y la molcula a escala del tomo.. .6. Pero destinado, estoy persuadido de ello (al igual que el sentido csmico, y al mismo tiempo que ste), a generalizarse rpidamente en elseno de las generaciones venideras.7. Este despertar se percibe claramente en una fantasa un tanto extraa,escrita hacia 1917 en las trincheras y titulada La Grande Monade(La Gran Mnada): la Luna llena emergiendo de las alambradas,smbolo e imagen de la Tierra pensante. Y con mayor claridad an enel ltimo prrafo (suprimido por los editores) de la Nostalgie duFront (tudes [20 de noviembre de 1917]), que vuelvo a transcribiraqu:. . .Era ya de noche cerrada en el "Camino de las Damas". Melevant para bajar de nuevo al acantonamiento. Y hete aqu que, al vo lverme para ver por ltima vez la lnea sagrada, la lnea caliente y vivadel Frente, entrevi, como en un relmpago de intuicin incompleta, q uedicha lnea asuma la forma de una Cosa superior, muy noble, que yosenta adquirir consistencia ante mis ojos, pero que habra sido necesario un espritu ms perfecto que el mo para dominarla y comprenderla. Pens entonces en esos cataclismos d e magnitud prodigiosa q ueen el remoto pasado n icamente tuvieron portestig os a animales. Y m epareci en aquel instante que me encontraba ante aquella Cosa queestaba hacindose, igual que un animal cuy a alma se despierta y percibe grupos de realidades encadenadas sin poder comprender el vnculode lo que stas representan. {La Grande Monade et la Nostalgie duFront, tomo XII de sus Obras, Ed. du Seuil (N. d. E.)].

    LO HUMANO. O LO CONVERGENTE 35Ahora bien, una vez adquirido este sentido suplementario,era literalmente un nuevo Universo el que surga ante misojos: al lado (o por encima) del Universo de las grandesMasas, el Universo (como dir a continuacin) de los grandesComplejos. En la tierra, mi instinto primero habra sido originariamente tener preferentemente en cuenta lo ms central y

    lo ms pesado, es decir, la Barisfera... Pero ahora mi atencin y mi inters (polarizados siempre por la misma necesidadfundamental de Solidez e Incorrupcin) se encontraban ascendiendo poco a poco, como deslizndose, del ncleo central,muy simple, a las capas perifricas, irrisoriamente finas peroformidablemente activas y complejas, del Planeta. No slo noexperimentaba ya dificultad alguna para comprender, en cierto modo intuitivamente, la unidad orgnica de la membranaviva extendida como una pelcula sobre la superficie iluminada del astro que nos porta, sino que tambin, individualizndose y destacndose poco a poco -como un aura luminosa-alrededor de esa capa protoplsmica sensible, comenzaba asurgir ante m una ltima envoltura -envoltura ya no sloconsciente, sino pensan te- en la que en adelante no cesara deconcentrarse, ante mi mirada, con un resplandor y una consistencia crecientes, la esencia o, mejor dicho, el Alma misma dela Tierra.

    2. La Trama de la NoosferaEn el curso de un primer tiempo de aprehensin, el rasgo quems atrajo mi atencin en la Noosfera fue lo que me permitir denominar su tensin superficial. Ejemplo extraordinario(nico caso!), en el campo de nuestra observacin, de unamagnitud viva, de dimensiones planetarias, que se totalizaabsolutamente sobre s misma. En la base (como en todaesfera), ubicuidad y solidaridad. Pero por encima, por aadidura, unidad orgnica de operacin.

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    Rematando la multitud desordenada de los vivientes, laUnicidad humana...Esta notable singularidad en la cohesin se bastaba a smisma para atraer y fascinar mi inters por lo Csmico-perci-bido-en-sus-formas-extremas. Sin embargo, en la historia demi descubrimiento de lo Humano, no era sino una primeraaproximacin o, si se prefiere, un primer acceso, que iluminaba como en tres grados la naturaleza misma de la Trama noos-frica considerada en su estructura profunda.En la raz, una disposicin primordial, sui generis, de lasustancia csmica a ordenarse y enrollarse sobre s misma.A lo largo del camino, para un cierto valor de ordenamiento fsico-qumico de la Materia vitalizada, un punto crtico de Reflexin, que desencadena el cortejo completo delas propiedades especficas de lo Humano.Finalmente, difundidos, por efecto de Reflexin, en lamdula misma de lo noosfrico, una exigencia y un germen decompleta y definitiva inalterabilidad.He mencionado anteriormente la curiosa seduccin ejercida en mi espritu, an muy joven, por los fenmenos gravita-torios. Es una simple casualidad que, en lugar de esa energamisteriosa cuyo estudio estaba tcnicamente fuera de mi alcance, otra entidad, de la misma amplitud y aspecto, me hayaido apareciendo poco a poco en un mbito a la vez ms abordable para mis esfuerzos y situado m s cerca del eje mism o dela Cosmognesis? Tampoco es la atraccin universal queaproxima gradualmente a la Masa csmica, sino la potencia,an inadvertida e innominada, la que fuerza a la Materia (amedida que se condensa bajo presin) a disponerse en corpsculos cada vez mayores, ms diferenciados y ms organizados. Ms all y por encima la Curvatura-que-aproxima, laCurvatura-que-ordena... En absoluto una deriva apaciblehacia el equilibrio y el reposo, sino un irresistible Vrticeretorciendo sobre s misma, ea sentido nico8, de lo ms sim-8. De abajo arriba, aunque bajo laaccin de l arriba.

    pie a lo ms complejo, la Trama de las cosas -retorcindola enncleos cada vez ms voluminosos y ms complicados astronmicamente hablando-; torsin de ordenacin que tiene elresultado de hacer surgir, por efecto de la interiorizacin, laconciencia (la temperatura psquica) en el corazn de los corpsculos sucesivamente engendrados9.El fantstico torbellino de los electrones, los ncleos y lostomos prolongndose, ramificndose e intensificndosesecretamente en lo ms profundo de las clulas y de los edificios celulares...Desde hace treinta aos no he dejado de ver simplificarse,esencializarse y transfigurarse, en este maelstrom fundamental, la falsa tranquilidad superficial de la Materia vitalizada.Materia vitalizada: entidad frgil cuya aparente insignificancia haba siempre inquietado y decepcionado, hasta entonces, a mi necesidad de adorar.Materia vitalizada: espuma delicada precariamente flotante en la superficie del crisol planetario...Y he ah que repentinamente vea resurgir y brotar en ti,por todos tus poros, como savia o como llama, la consistenciamisma del Mundo.Y, al mismo tiempo, todo se iluminaba y ordenaba en lascosas, para mi mirada sensibilizada, en la doble escala de losvalores y del Tiempo.Porque, en principio, si la Vida ya no es, como poda parecer anteriormente, una anomala, un accidente, una excepcin,sino que representa nicamente la manifestacin, localmenteculminante, de la deriva fundamental de la Materia, entoncesla cantidad nfima de sustancia orgnica actualmente diseminada a travs de los cielos ya no menoscaba su calidad. Qu9. Algo similar a lo que ocurre en la Fsica atmica, donde ningn micro-corpsculo se concibe en reposo ni sin su onda (tanto ms penetrantecuanto mayor sea la masa del corpsculo), anlogam ente, podra decirse, desde el punto de vista de la Fsica biolgica, que no existe ningnmega-corpsculo sin un psiquismo (tanto ms elevado cuanto mscomplicado sea el corpsculo considerado).

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    importa, en efecto, la rareza de los seres vivos, si esa rarezano es sino efecto y expresin de las dificultades opuestas porel juego d las probabilidades a la emergencia de una fuerzade complejificacin que ejerce presin en todo el Universo?Pero hay ms.Reconocido y admitido (no en contradiccin, sino encomplementariedad, o incluso en predominancia respecto delprincipio mecnico del menor esfuerzo), el gran principiobiofsico del ordenamiento mximo de la Materia, meresultaba evidente que, una vez afirmada la Vida en algunaparte del Mundo, era preciso esperar verla no slo expandirsesino intensificarse (por accin de la ultra-complejificacin) lomximo posible sobre el astro vitalizado. As se explicaba, alhilo de los tiempos geolgicos, el incremento tenaz e irreversible de la Cerebracin y la Conciencia en la superficie de laTierra. Y as adquira pleno significado a mis ojos el fenmeno hominizador de la Reflexin. La Reflexin, punto crticocsmico, inevitablemente encontrado y atravesado en unmomento dado por toda Materia que tienda a un cierto exceso de temperatura psquica y organizacin. La Reflexin, paso(como mediante un segundo nacimiento) de la Vida simple ala Vida al cuadrado. La Reflexin, propiedad necesaria ysuficiente para explicar la discontinuidad fundamental, y esaespecie de separacin, identificable experimentalmente, entreBio- y Noosfera.La Materia matriz del Espritu. El Espritu estado superiorde la M ateria.En estas dos proposiciones, convertidas en el eje mismode mi perspectiva y mi progresin internas, la palabra espritu adquira en adelante un sentido preciso y concreto: se converta en el trmino estructurado de una operacin definida.Bien podra haberme visto confrontado en ese momento alInconsciente freudiano, o a cualquiera de los intuicionismosfilosficos, artsticos o literarios que estn tan de moda desdela primera guerra. Mi posicin quedaba ya establecida parasiempre. Porque haba visto de una vez por todas que, abando-

    nado a s mismo, el Mundo cae en equilibrio hacia adelante,con toda su inmensidad y todo su peso, no en direccin a laoscuridad, sino a la luz. Y en lo sucesivo nada podra apartarme de la conviccin irrevocable de que es en forma, no digode Conceptos, sino de Pensamiento, como la Trama de lascosas se concentra poco a poco, en estado puro, como cspide del Cosmos, en su forma ms estable, es decir, la ms perfectamente irreversibilizada.Pero esto, para ser bien entendido, requiere ciertas explicaciones, no sacadas esta vez de algn perodo antiguo, sinode la fase ms avanzada de mi aventura interior en busca delCorazn de las cosas.3 . La evolucin de la N oosferaIncluso entre quienes (cada vez ms numerosos, afortunadamente), superando ciertos hbitos de espritus rutinarios yciertas ilusiones anatmicas, empiezan a ver una Noosferacomo aureola de la Biosfera, dista mucho de lograrse el acuerdo en torno a la cuestin de si esa corona de sustancia reflexiva peri-terrestre ha terminado o no su evolucin planetaria.Pues bien, precisamente en torno a esta cuestin crucial deun punto muerto de la antropognesis, en el curso de estosltimos aos me he visto llevado a adoptar, con todo el mpetu de mi evidencia interior, una actitud decisiva.Ya hace mucho tiempo (cf., por ejemplo, Cmo yo creo)que seal hasta qu punto la Humanidad, por su estado dedes-organizacin residual, traiciona la posibilidad, y, portanto, la inminencia, de un estado de unificacin superior. Apriori (es decir, a juzgar por su potencial de ultra-ordenamiento), podra afirmarse que la hominizacin an prosigue.Pues bien, desde 1939, la realidad de esta deriva rgano-psquica no ha dejado de presentrseme, a la luz de loshechos, con creciente resplandor; y el resultado ha consistidoen dar forma y objetivo definitivos a mi necesidad innata dePlenitud y Consistencia.

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    De creer a los partidarios de un cierto sentido comn, elmovimiento de enrollamiento csmico del que surgi haciafinales del Terciario el tipo zoolgico humano habra cesadopor completo hace varios milenios. Podra la humanidad,repiten en nuestros odos, producir algn da algo mejor queBeethoven o Platn? Ahora bien, justo al contrario, respondoyo, cmo no ver que, ms estrechamente que nunca, el proceso de convergencia del que hemos salido en cuerpo y almacontina envolvindonos, rodendonos, bajo la apariencia y,por as decirlo, en los pliegues de una gigantesca contraccinplanetaria?...Quin de nosotros no ha experimentado hasta gritar,hasta en su mdula, la consolidacin o cimentacin irresistibles de una masa pensante (la Humanidad) cada vez mscomprimida sobre s, por multiplicacin y por dilatacin a lavez de sus elementos individuales?... Esta anatoma prodigiosa de un vasto phylum cuyas ramas, en lugar de divergir, comoes habitual, no dejan -como una monstruosa inflorescencia-de replegarse cada vez ms estrechamente las unas sobre lasotras, como una enorme flor, digo bien, que se fuera cerrandosobre s... Esta fisiologa verdaderamente mundial de un organismo en el que la produccin, la nutricin, la maquinacin,la bsqueda y la herencia adquieren decididamente una amplitud planetaria... Esta creciente imposibilidad del individuo debastarse econmica e intelectualmente... Hoy nadie intentanegarlas. Pero entonces por qu respecto del significado cos-mognico (o, ms exactamente, noognico) del fenmenonuestros ojos permanecen de ordinario an obstinadamentecerrados? Cmo es posible, dicho de otro modo, que en latotalizacin acelerada contra la que luchamos a veces tandesesperadamente no reconozcamos sencillamente la prolongacin normal, por encima de nuestras cabezas, del procesogenerador del Pensamiento terrestre: un dinamismo deCerebracin?

    Bajo el efecto combinado de la Tcnica y la Socializacinse acepta que la visin humana aumenta en ciertos sectores

    (en particular en el de la Ciencia pura); pero se sigue rechazando que el rgano mismo de esta visin pueda ir perfeccionndose hereditariamente. Pues bien, tales son precisamenteel prejuicio y la ilusin tenaces de los cuales un buen da meencontr completamente liberado. Que en cada elementohumano la capacidad individual de sentir y pensar haya alcanzado su lmite (al menos provisionalmente) hace treinta o cuarenta mil aos es posible; pero que la Hominizacin en suesencia (es decir, la concentracin sobre s del Psiquismoterrestre global) se haya detenido lo desmiente formalmente,en mi opinin, el fantstico espectculo, que tenemos antenuestros ojos, de una Reflexin colectiva en rpido ascenso, almismo ritmo que una organizacin cada vez ms unitaria.La complicacin (bajo compresin) y la Temperaturapsquica continan elevndose a nuestro alrededor, esta vezno de acuerdo con las dimensiones del individuo, sino a escala planetaria. Cmo no reconocer en este familiar signo larealidad objetiva, experimental, de una transformacin dirigida de la Noosfera as a whole?Zoolgica y psicolgicamente hablando, el Hombre,percibido finalmente en la integridad csmica de su trayectoria, no se encuentra an sino en un estado embrionario...,ms all del cual se perfila ya una amplia franja de ULTRA-HUMANO.Ante esta evidencia de una deriva creadora que arrastralas mega-molculas humanas (bajo el efecto estadstico incluso de sus crecientes libertades) en direccin a un increbleestado casi mono-molecular, en el que (conforme a lasleyes biolgicas de la Unin10) cada eg o est destinado a alcanzar su paroxismo en algn misterioso super-ego, yo puedo10. La unin (la unin biolgica) no identifica, sino que diferencia alViviente simple. Y personaliza en s lo Reflexivo. Es, pues, una hereja orgnica representarse formando una sola alma a lo Reflexivototalizado. No es una sola alma, sino un alma sobre-animando a todaslas almas reunidas.

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    decir que en este ao de 1950 culmina la evolucin de mivisin interior.Desde hace mucho tiempo (de hecho, a partir del momento en que el equilibrio del mundo se invirti a mis ojos deAtrs Adelante) no he dejado de presentir, a la cabeza de laCosmognesis, la existencia de un Polo, no slo de atraccin,sino de consolidacin -e s decir, de irreversibizacin.Y as, finalmente, hecho posible, o incluso exigida suexistencia por una maduracin humana que solo podra alcanzar biodinmicamente su punto crtico y final de Ultra-reflexin mantenida y suscitada por una creciente esperanza deinmortalidad, ese centro misterioso de la Noognesis se materializaba por fin en mi experiencia. De un solo e irresistiblegolpe, por efecto de la convergencia, lo Inalterable con quesiempre haba soado se unlversalizaba y se personalizaba ala vez-El trozo de hierro de ios primeros das hace mucho

    tiempo que est ya olvidado. Pero en su lugar, en forma dePunto Omega, es la Consistencia del Universo la que tengoahora conce ntrada (no sabra decir si por encim a o en el fondode m mismo) en un nico centro indestructible,A L Q U E P U E D O A M A R .

    IIILo d st ic o , o lo CntricoObservacin preliminar.La reflexin o revelacin del Punto OmegaCon e descubrimiento de Omega finaliza io que podra denominar la rama natural de mi trayectoria interior en busca de laconsistencia ltima del Universo. Como acabamos de ver, noslo en la direccin vaga del Espritu, sino en forma deCentro supra-personal bien definido, se ha revelado finalmente , en mi bsqueda experimental, un Corazn de la Materiatotal. De no haber sido creyente y de haberme dejado llevarnicamente por los impulsos de mi Sentido de la Plenitud, meparece que de todas maneras habra llegado a la misma cimaespiritual de mi aventura interior. Es incluso posible que porsimple profundizacin racional de las propiedades csmicasde Omega (unidad compleja en la que la suma organizada delos elementos reflexivos del Mundo se irreversibilizan en elseno de un Super-ego trascendente) hubiera sido llevado tardamente, en el curso de un proceso final, a reconocer en unDios encarnado el Reflejo mismo, en nuestra Noosfera, delNcleo ltimo de totalizacin y consolidacin bio-psicolgi-camente exigido por la evolucin de una Masa viva reflexiva.Para ser Hombre por completo, es posible que me hubieravisto obligado a hacerme cristiano.

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    Pero todo esto no son ms que suposiciones gratuitas.De hecho, para mi fortuna nac en pleno phylum catlico ; es decir, en el centro mismo de la zona privilegiada en laque la fuerza ascensional csmica de Complejidad-Cons-ciencia se combina con el flujo descendente (aspirante) deatraccin personal y personalizante establecido entre el Cieloy la Tierra por efecto de la Hominizacin.Con el resultado de que, par passu con la evolucinespontnea en m del sentido csmico innato (o cromosmi-co) analizado anteriormente (captulos I y II), otro proceso(ste desencadenado por mi educacin) no ha dejado nunca deproseguirse en mi espritu y en mi corazn: me refiero al despertar de un cierto Sentido Crstico, cuyas fases (partiendo denuevo de mis recuerdos de la infancia) me es preciso ahorarelatar.Sentido csmico y sentido crstico: en m, dos ejes aparentemente independientes el uno del otro en su nacimiento, y

    cuya relacin, convergencia y, finalmente, identidad de fondoslo despus de mucho tiempo y esfuerzo he acabado por percibir a travs y ms all de lo Humano.1. El Corazn de JessPor muy unitiva y comulgante que hubiera sido -y, consiguientemente, por muy cargada de emocin que hubiera estad o - desde el origen mi toma de contacto con el Universo y mitoma de conciencia del mism o, estaba abocada, abandonada as misma, a no superar un cierto grado, bastante mediocre, deintimidad y ardor. Al Punto Omega yo no acceda, en efecto,por va csmica y biolgica, sino a duras penas, gracias a unrestablecimiento dialctico que me dejaba frente a una Entidad deducida y conjeturada, ms que sentida y experimentada. Centro en Centro, Corazn en Corazn, anticipados msque materializados. Gesto intensamente apasionado por miparte, naturalmente, pero an no verdadero amor, y, por tanto,todo un mundo entre los dos...

    Era preciso que cayera sobre m una chispa para hacerbrotar el fuego.Pues bien, esa chispa mediante la cual mi Universo, anslo em/-personalizado, acabara de centrarse y amorizarse,fue indudablemente a travs de mi madre, a partir de lacorriente mstica cristiana, como ilumin y encendi mi almade nio.Ms adelante me asombrara con frecuencia al constatar laextrema dificultad experimentada por muchos espritus biendispuestos (e incluso sedientos) para concebir la posibilidadmisma de un amor super-hominizado.Nada semejante en lo que a m con cierne.Simple efecto de la educacin primera, o huellas de unacierta mutacin psquica que sensibilizara poco a poco laNoosfera a la influencia de Omega en torno al eje cristiano, oambas cosas a la vez?...No sabra decirlo.Lo nico que s es que, gracias a una suerte de hbitoadquirido desde siempre, nunca, en ningn momento de mivida, he tenido la menor dificultad en dirigirme a Dios comoa un supremo ALGUIEN. De manera que, paralelamente alSentido csmico congnito que constituye, como ya se havisto, la espina dorsal de mi vida interior, constato que nunca ha dejado de funcionar en m un cierto amor a lo Invisible1: este gusto, transmitido del Cielo, despus de haber alimentado secretamente mi gusto innato por la Tierra, terminpor confluir explcitamente con l gracias a un proceso de uni

    versalizacin cuyas dos primeras fases pueden describirse, enmis recuerdos, como una materializacin, seguida muypronto de una energificacin, de la nocin de Amor divino.Y, ante todo, una materializacin del Amor divino.En mi caso, biolgicamente hablando, cmo podra haber sido de otro modo?1. Ms o menos estimulado y alimentado por la influencia de lo Femenino (cf. ms adelante el Colofn).

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    Mamado con la leche, un Sentido sobrenatural de loDivino se haba introducido en m al lado del Sentido natural de la Plenitud. Dado que am bos gu stos exigan ocupartodo el espacio y ninguno de los dos poda acabar con el otro,qu salida plausible haba para el conflicto sino una asimilacin del primero (menos primitivo y ms externo, genticamente hablando) por el segundo?; y qu forma de asimilacin posible sino el ajuste en m de lo Divino a lo Evolutivo;es decir, a esa ley psicolgica propia de mi naturaleza de nopoder adorar sino a partir de lo Tangible y lo Resistente?

    El avance en esta direccin me lo facilitaba el hecho deque el Dios de mi madre era ante todo, para m como paraella, el Verbo encarnado. Por s mismo, a travs de la Humanidad de Jess, se haba establecido desde el principio un primer contacto entre las dos mitades, cristiana y pagana, demi ser profundo. P ero un contacto en el que reapareca precisamente mi primera dificultad, anteriormente mencionada,para percibir la Consistencia de lo Humano.Extraas e ingenuas reacciones de un cerebro infantil! Enla persona misma de Cristo (lo recuerdo perfectamente, cf.nota supra) repercuti instantneamente mi decepcin respecto de lo Orgnico cuando vi, por primera vez, consumirsedesagradablemente ante mis ojos un mechn de pelo... Parapoder adorar plenamente a Cristo era necesario que, en unprimer m omen to, lograra consolidarle.

    Y es en este punto donde aparece, en la historia de m i vidaespiritual (srvase el lector no sonrer!), el papel capital germinal desempeado por una devocin con la que mi madreno dej jams de nutrirme, sin sospechar las transformacionesque le hara experimentar mi insaciable necesidad deOrganicidad csm ica: la devocin al Corazn de Jess.Histricamente, como es bien sabido , el culto al Sag radoCorazn (o Am or de Cristo), latente desde siempre en laIglesia, se expres en Francia, en el gran siglo [xvn] , enforma asombrosamente viva, pero al mismo tiempo extraa-

    mente limitada, ya sea en su objeto (la Reparacin), ya seaen su smbolo (el corazn del Salvador considerado en suaspecto ms extraamente anatmico).Desgraciadamente, las huellas de este doble particularismo se identifican aun hoy, ya sea en una liturgia obsesionadasiempre por la idea de pecado , ya sea en una iconografa de laque hay qu e saber lamentarse sin irritarse dem asiado. Pero, enlo que a m concierne, puedo decir que su influencia no haejercido en ningn momento el ms mnimo atractivo sobremi piedad.Para el devoto del siglo xvn, el Sagrado Corazn era, ensuma, una porcin (a la vez material y formal) de Jess -porcin escogida y separada del Redentor-, como ocurrecuando aislamos y amplificamos, para admirarlo ms cmodamente, algn detalle de un cuadro. Para m, por el contrario, ver una misteriosa mancha prpura-y-oro dibujarse enmitad del pecho del Salvador fue, desde el primer instante, elmedio esperado para escapar por fin a todo lo que tanto mehera en la organizacin complicada, frgil e individual delCuerpo de Jess. Asombrosa liberacin! No por obra del diafragma, sino por efecto de convergencia y concentracin, laentera realidad fsica y espiritual de Cristo se condensaba amis ojos en un objeto definido y compacto en el que se desvaneca toda particularidad accidental y restrictiva. Primeraaproximacin a lo Crstico ms all de Cristo, y singular homologa entre ese nuevo medio y lo Metlico o lo Mineralque reinaban en m , justo en la misma poca, al otro lado deltabique que an atravesaba mi alma. Me sera difcil hacercomprender a qu profundidades, con qu vehemencia y concunta continuidad (mucho antes de que se formara explcitamente en m la nocin de Cristo-Universal) m i vida religiosa de pre-guerra se desarrollaba bajo el signo y el asombro delCorazn de Jess... as comprendido. En aquella poca, cuanto ms intentaba orar, tanto ms se materializaba Dios param en lo profundo de una realidad a la vez espiritual y tangible en la que, sin que yo lo sospechase an, comen zaba a ope-

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    IIIINC la grun Nntesis en que se resu mira el esfuerzo en tero dem existencia: la sntesis del Hacia Arriba y el Hacia Adelan te.Inmersin de lo Divino en lo Carnal.Y, por una reaccin inevitable, transfiguracin (otransmutacin) de lo Carnal en una increble Energa deIrradiacin.Durante un primer tiempo, a mis ojos, el Cristo de mimadre estaba de alguna forma d esindividualizado en formade sustancia apenas prefigurada. Pero, en un segundo tiem po,ese slido humano-divino (como mi trozo de hierro delpasado y bajo la misma presin psquica) se iluminaba yexplotaba en su interior. En el centro de Jess, no ya la mancha purprea, sino un fuego ardiente envolva en su resplandor todos los contornos -en primer lugar los del Hombre-Dios, y despus los de todas las cosas en torno a l 2.No estaba yo an en teologa, cuando ya, a travs y bajoel smbolo del Sagrado Corazn, lo Divino haba adop tadopara m la forma, la consistencia y las propiedades de unaENERGA, de un FUEGO; es decir que, capaz de introducirse portodas partes, de metamorfosearse en cualquier cosa, era enadelante apto, en tanto que universalizable, para hacer irrupcin, a fin de amo rizarlo, en el Medio csmico en que, precisamente en aquel mismo momento, yo estaba en proceso deinstalarme m ediante la otra mitad de m mismo .2. El Cristo universalAqu -en mi eg o pagano-, un Universo personalizndosepor convergencia.All -e n m i ego cristiano-, una Persona (la de Cristo) unlversalizndose por Irradiacin.

    2. Esto es lo que he intentado expresar en el primero de mis Contescomme Benson escritos en 1916 entre dos ataques a Verdun.

    Es decir, tanto de una forma como de la otra, lo Divinounindose, por toda Materia, a todo lo Hum ano, hacia lo infinito de los tiempos venideros...En esta confluencia, por vas complementarias, del Cieloy el Mundo n o han cesado de expresarse a lo largo de los aos,cada vez ms clara y ms apasionadamente, los progresos y,es preciso aadirlo, los conflictos de mi vida interior.Intentemos hacer comprender los unos y los otros.a) Los ConflictosDe manera general puede decirse que, hasta estos ltimostiempos y en Occidente, la mstica (incluso cristiana) no hadudado nunca que a Dios no hay que buscarlo exclusivamente en los cielos, es decir, en ruptura ms o menos directa yprofunda con este mundo.Espiritualizarse = desmaterializarse.Tal era (y tal deba ser en un Cosmos esttico) la ecuacinfundamental de la Santidad.Ahora bien, la tendencia natural de mi pensamiento mellevaba, como ya hemos visto, justamente, no en direccinopuesta, sino transversal respecto de esa orientacin tradicional. La Materia matriz de la Conciencia; y la Conciencia,nacida de la Materia, siempre en marcha, en torno a noso tros,en direccin a algo Ultra-Humano. Dicho de otro modo, un asegunda especie de Espritu descubrindose, no ya justo encima de nuestras cabezas, sino transversalmente y como en elhorizonte... Por necesidad estructural, entre el Dios del HaciaArriba y una suerte de nuevo D ios del Hacia Adelante se habaentablado una lucha en lo ms profundo de mi alma3 por lacoexistencia definitiva y la aproximacin invencible en micorazn del Sentido csmico y el Sentido crstico.3. Y, generalizando, estoy convencido de ello, en lo ms profundo de todaalma moderna.

    M I I I (O KA /O N Di; I .A MATERIA LO CRISTICO, O LO CNTRICO 51

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    I ,IIN primeras huellas de esta oposicin las encuentro, en eli ni so de mis aos de colegio, en mi pattico esfuerzo por conciliar con mi atraccin por la Naturaleza el evangelismo (cier-tamenle, demasiado estricto) de la Imitacin, cuyo textoalimentaba mis plegarias matinales. Ms adelante, cuando erajnior en Jersey, consider seriamente la posibilidad derenunciar por com pleto a la Ciencia de las Piedras, que entonces me apasionaba, para consagrarme por entero a las actividades llamadas sobrenaturales. Y si no me descarril enaquel mom ento, fue gracias al slido sentido comn del pad reT... (maestro de novicios). De hecho, en aquella situacin, elpadre T. se limit a afirmar que el Dios de la Cruz esperaba laexpansin natural de mi ser tanto como su santificacin-sin explicarme el cmo ni el por qu -. Pero bast para dejarme los dos extremos del hilo entre las manos. Y de este mod ome encontr fuera de peligro. Poco a poco, bajo la accin desntesis de la experiencia, el desapego y el apego, la renunciay la progresin se unieron automticamente para m en elgesto de atravesar, cuya teora expuse hacia 1927 en el primercaptulo de El Medio Divino.Teora, no obstante, que an no es u na p rctica.E incluso hoy no he dejado de experimentar a qu riesgosse expone quien -por norma y necesidad internas- se ve llevado a dejar el camino franco, pero en adelante sub-humani-zado, de una cierta ascesis tradicional para buscar, en direccin al Cielo, una va (no med ia, sino d e sntesis) en la que eldinamismo entero de la Materia y la Carne se inserte en lagnesis del Espritu4.Cuando, en plena sinceridad interior, alguien se decide unda (como todo hombre en busca de la santidad se ver cadavez ms obligado a hacer) a dejar, en el fondo de s mismo,reaccionar libremente, la una sobre la otra, la Fe ascensional4. Sobre esta potencia y esta provocacin espiritual de la Materia,vase El Medio Divino, y tambin el original ensayo (sobre el mantode Elias) escrito en 1919 en Jersey, justo despus de la guerra [cf. m sadelante La Potencia espiritua]de la Materia (N. d. E.)].

    en Dios y la Fe motriz de lo Ultra-humano, esa persona sequedar a veces espantada (sin poder detenerse...) an te la novedad, la audacia y, al mismo tiempo, la posibilidad paradjica de las actitudes que se encuentra, intelectual y sentimentalmente, forzado a adoptar si quiere permanecer fiel a suorientacin fundam ental: alcanzar el Cielo por comp lecin dela Tierra.Cristificar la Materia.Toda la aventura de mi existencia ntima... Una aventuragrande y esplndida, en el curso de la cual sigo frecuentemente teniendo miedo, pero en la que me era imposible noarriesgarme, tan poderosa era la fuerza con que se aproximaban y cerraban gradualmente sobre mi cabeza, en una nicabveda, las capas de lo Universal y lo Personal.

    b) Los ProgresosCristo. Su Corazn. Un Fuego capaz de penetrarlo todo y que,poco a poco, se expande por doquier.En el origen de esta invasin y este envolvimiento meparece poder situar la importancia, en rpido crecimiento,adquirida en mi vida espiritual por el Sentido de la Voluntadde Dios. Fidelidad a la Voluntad divina, es decir, a una omni-presencia dirigida y expresa, activa y pasivamente percibibleen cada elemento y en cada acontecimiento del Mundo. Sindarme cu enta claramente, al principio, del puente tendido poresta actitud eminentemente cristiana entre mi amor a Jess ymi amor a las Cosas, no he dejado nunca, desde los primerosaos de mi vida religiosa, de abandonarme con predileccin aese sentimiento activo de comunin con Dios a travs delUniverso. Y es la emersin decisiva de esta mstica pan-crs-tica, madurada definitivamente en los dos grandes imp actosde Asia y de la Guerra, lo que reflejan, en 1924 y 1927, LaMisa sobre el Mundo5 y El Medio Divino.5. Vase ms adelante (N. d. E.).

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    Emersin decisiva, lo repito, y que poda entonces considerar acabada, pero a la que en realidad le faltaba algo paraalcanzar la plenitud de su proyeccin.Y he aqu qu.Cuando releo hoy las pginas tan candidamente fervientesde El Medio Divino, me asombra constatar hasta qu puntotodos los rasgos esenciales de mi visin cristo-csmica seencontraban ya establecidos en aquel tiempo. Pero, en cambio, me sorprende observar hasta qu punto era an vaga yfluctuante en aquella poca la imagen de mi Universo.Sin duda, para fundamentar la pan-comunin cuyo sentimiento me obsesionaba y embriagaba por entonces, disponaya de un Mundo con elementos orgnicamente entretejidos ycapas orgnicamente unidas. Pero esta organicidad ambiente,soporte especfico de la Diafana crstica, no exista an, parami espritu y para mis ojos, sino en estado, por as decirlo,difuso. En aquel mom ento (alrededor de 1930), la Convergencia csmica, con su cortejo de consecuencias (Ley de Com-plejidad/Consciencia, Confluencia de las ramas humanas,existencia de un Punto Omega en cabeza de la Noognesis...)no me resultaban an claramente visibles. Una inmensaPluralidad, cuya nebulosa se iluminaba, sin concentrarse, bajolos rayos del Astro divino: mi Weltanschauung de en toncesno iba mucho ms all de esto.Constituira la obra y el gozo continuos de los veinte aossiguientes el ver -paso a paso y a la par- reforzarse en tomoa m, la una por la otra, la Densidad crstica y la Densidad csmica de un Mundo cuyo poder comulgante aumentabaincesantemente a mis ojos con el poder conv ergente.Inicialmente, para instaurar y experimentar a Cristo entodas las cosas, yo no saba utilizar de mi alrededor ms queel detalle de los acontecimientos y los seres. Poco a poco, amedida que mi espritu se iba familiarizando con la realidadde un nico y vasto enrollamiento psicog nico de toda la Materia sobre s misma, sera cada nuevo crculo percibido enesta prodigiosa espiral el que vendra a materializarse y a

    cerrar un poco ms tangiblemente en tomo a m el Dominiodivino.No metafsica, sino fsicamente hablando, la Energa deEncam acin se introducira, para iluminarlas e inflamarlas, enlas formas de unin cada vez ms abarcadoras y cada vez m sinmensas.Hasta el momento en que se dej entrever, en el trminosuperior del movimiento en curso, una maravillosa conjuncin, no ya simple y confusamente entre Cristo y Materia,sino entre un Cristo percibido claramente como evoluciona-dor y Centro csmico reconocido positivamente en laEvolucin.El Corazn de Cristo unlversalizado coincidente con uncorazn de la Materia amorizada.

    3 . El Medio DivinoEn virtud misma de la estructura particular de un espritupolarizado a la vez en el plano del Cielo y en el de la Tierra,corra el riesgo, como ya hemos visto, de que dos tendenciaspeligrosas desviaran en el transcurso del camino la marcha demi evolucin: o bien, siguiendo la lnea oriental y pagana,dejar que mi ser se abandonara y disolviera en la Esfera universal; o bien, por el contrario, fuera de esa esfera, medianteel desarraigo y la ruptura, intentar evadirme. Materializacinregresiva o espiritualizacin deshumanizante. Si he podidopasar entre estas Escila y Caribdis, ha sido, gracias a Dios, porhaber percibido un da que, en un Mundo previamente reconocido como de esencia convergente, haba una tercera vaabierta -y era la buena!- en direccin a la Unidad: saberalcanzar, en el corazn de la Esfera csmica, el misteriosopunto doble donde lo Mltiple, totalmente organizado entomo a s, emerge interiormente, a fuerza de reflexin, en unTrascendente.

    Regin singular y asombrosa en verdad, en la que, porencuentro de lo Csmico, lo Humano y lo Crstico, se descu-

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    bre un nuevo mbito: lo Cntrico, donde tienden a desvanecerse las mltiples oposiciones que constituyen la desdicha olas ansiedades de nuestra existencia.Bajo la presin irresistible de un planeta que se comprime,sentimos agravarse de da en da, en nosotros y a nuestro alrededor, el antagonismo entre las fuerzas tangenciales, quenos someten los unos a los otros, y las aspiraciones radiales,que nos instan a llegar al fondo incomunicable de nuestra persona. Repulsin frente a una totalizacin inevitable que nosamenaza con un encenagamiento en una suerte de Materiasegunda, hecha de determinismos acumulados. Pavor ante unfinal por mecanizacin, tan temible como una muerte pordesagregacin y retorno a la Materia primera...Como en un sueo, tenemos la impresin de estar atrapados en las rbitas de un crculo infernal.Pues bien, precisamente de esta pesadilla nos despiertanlos primeros rayos de un Centro universal de convergencia yatraccin donde, en el lmite superior de su complejidad, lasrelaciones que nos solidarizan tienden a confundirse con laatraccin que precipita nuestro eg o hacia adelante. M ilagrosoefecto especfico de lo C ntrico, que ni disuelve ni som ete loselementos que rene, sino que los personaliza, justamenteporque su manera de absorber consiste en centrificar anms! En esas altas latitudes del Universo se puede verdaderamente decir que, por reduccin sinttica de lo Mltiple a loUno, la Totalizacin libera, es decir, que la Materia se haceEspritu, en la medida misma en que el amor comienza aexpandirse por doquier.A partir, sin duda, del primer momento en que, ante mivisin interior, el Oro del Espritu, sucediendo a la Prpura de la Materia, se orient hacia la Incandescencia de unAlguien, el Mundo comenz, al me nos de derecho, a hacerse ardiente para mi corazn. Por la simple aparicin de loPersonal en la cumbre de la Evolucin, el Universo, poten-cialmente, se me haca am able y amante. Sin embargo, seranecesaria nada menos que la conjuncin de Cristo con el

    Punto Omega para que, con un centelleo de chispas, se produjera ante mis ojos el extraordinario fenmeno de un abrasamiento general del Mundo por amorizacin total.El Amor... Por su ubicuidad, su fogosidad y el espectroinnumerable de sus formas, esta extraa potencia ha intrigadoy fascinado desde siempre a los maestros del pensamientohumano. Pero hasta ahora no me he percatado de que, en lazona cristo-cntrica de un Universo en Noognesis, liberndose en estado puro, manifiesta su asombroso poder paratransformarlo y reemplazarlo todo.Desde el punto de vista de la Evolucin convergente a queme han conducido y en que me han situado sesenta aos deexperiencias y reflexin, el entero Acontecimiento csmico sereduce esencialmente a un nico y vasto proceso de ordenamiento cuyo mecanismo (utilizacin de los efectos de losGrandes Nmeros y del juego de las Probabilidades) tienecomo resultado, en cada instante, por necesidad estadstica,una cierta cantidad de sufrimiento (fallos, descomposicin,muerte...) . Ahora bien, es precisamente a las dos caras (constructiva y destructiva) de esta operacin a las que, por accesode Cristo al Punto Omega, penetra e invade una oleada depotencia unitiva. Personalizada de repente y a la vez en susprogresiones, que nos centran en Cristo, y en sus regresiones,que nos descentran de l, la Cosmognesis adopta bruscamente, hasta en sus ms implacables y oscuros determinismos , el aspecto de un ilimitado contacto con un Polo supremode atraccin y complecin. Lanzada sbitamente, una corriente de amor se expande por toda la superficie y la profundidaddel Mundo; y ello no slo a la manera de un calor o un perfume sobreaadidos, sino como una esencia de fondo destinadaa metamorfosearlo, asimilarlo y reemplazarlo todo...Desde hace mucho tiempo, la Ciencia nos ha habituado ala idea de que, dirigida evolutivamente hacia abajo, todaenerga fsica tiende a degradarse en calor en el seno de unMundo sin tensin y desvitalizado. No es sumamente notable que la Energtica integral del Universo aboque a una con-

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    ivpcin exactamente simtrica y complementaria? Impulsadail mximo en direccin a un polo csmico de unificacin,toila pasin (e incluso toda visin) muestra una singularinclinacin a transformarse en amor. Es decir, que despusde haber parecido no ser, en sus inicios, sino el encanto, elatractivo, y despus la esencia operativa de toda actividadespiritual, el amor