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CAPTULO 6
Cerrando el crculo: la democraciay el descontento en relacin con
el desarrollo
L a era posterior a la Guerra Fra ha sido testigo de una
transformacinsin precedentes y de amplia repercusin en el cuerpo
normativo y laarquitectura institucional del derecho
internacional1. Esta transformacinfundamental en las relaciones
internacionales se podra ver, por ejemplo,en la aparicin de una
nueva cultura poltica de la legitimidad sobre la basede los
derechos humanos; en un nuevo rgimen de derecho privado en lasreas
del comercio y las finanzas que ha tenido enormes implicacionespara
las nociones de soberana y autonoma; en las nuevas nociones
desostenibilidad y uso de recursos naturales, y en una vasta red de
institucio-nes internacionales, conformada tanto por los propios
Estados como poractores de la sociedad civil e incluso del sector
privado.
Se ha dado una verdadera juridificacin de las relaciones
internaciona-les. Durante los aos noventa, los juristas comentaron
exhaustivamenteestos cambios e intentaron ofrecer un marco terico
dentro del cual sepudiera formular un nuevo derecho internacional
(vanse, p. ej., Franck1995, Higgins 1994 y Falk 1998). Este captulo
pretende examinar un temaclave que ha llegado a dominar el panorama
poltico y jurdico de la eraposterior a la Guerra Fra: la
democratizacin. En concreto, estoy intere-sado en examinar y
explicar ciertas cuestiones como: Cules son las fuer-zas sociales,
polticas y econmicas que dirigen la democratizacin y quinesson sus
principales actores? Cul es la relacin entre la tendencia a
lademocratizacin y la tendencia a la transformacin en el mercado de
todala vida social en el Tercer Mundo, que ha sido blanco de
intervencionesinternacionales masivas desde el as llamado final de
la Guerra Fra? Cu-les son las consecuencias institucionales que
produce la democracia comofin importante dentro del derecho
internacional?
1 Para una valoracin meditada y equilibrada, vase Kennedy
(1999).
Coleccin En Clave de Sur. 1 ed. ILSA, Bogot D.C. Colombia,
febrero de 2005El desarrollo, los movimientos sociales y la
resistencia del Tercer Mundo
Balakrishnan Rajagopal. El derecho internacional desde
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166 EL DERECHO INTERNACIONAL DESDE ABAJO
El argumento en este captulo es que la democratizacin ha
suplantadoa la modernizacin como discurso de la transformacin
social en el TercerMundo y, por lo tanto, como ideologa gobernante
del derecho internacio-nal, entendido como el derecho que gobierna
las relaciones entre Occiden-te y el Tercer Mundo2. La
democratizacin tambin es la principal explicacinde la expansin del
derecho internacional mediante su institucionalizacin.Si la teora
de la modernizacin estaba basada en la idea de atraso econ-mico del
Tercer Mundo, la teora de la democratizacin se fundamenta ensu
atraso poltico, el cual, se sugiere, tambin puede contribuir a su
atrasoeconmico. Este giro hacia la democratizacin de las relaciones
internacio-nales no ocurre en el vaco, sino como producto
distinguible y concreto deun intento por contener y canalizar la
resistencia de masas de los movi-mientos sociales desde los aos
ochenta. Al igual que en los cincuenta ysesenta, las instituciones
internacionales estn experimentando un creci-miento y alcance sin
precedentes, debido en gran medida a la interaccincon los
movimientos de masas democrticos en el Tercer Mundo. Ofrezcoun
examen detallado de cmo ha ocurrido ese fenmeno, mediante la
ela-boracin de un mapa crtico de las operaciones de paz de la ONU
dirigidasa la promocin de la democracia, por un lado, y del
pensamiento sobre eldesarrollo internacional ms reciente, que ya ha
comenzado a defender lademocratizacin, por otro. Estos desarrollos
institucionales se yuxtaponen,oponindose al activismo de los
movimientos sociales del Tercer Mundo afavor de la democracia y
contra el desarrollo. Desde este punto de vista, esclaro que la
tremenda expansin del dominio del derecho internacional yde las
instituciones internacionales en las ltimas dos dcadas no
puedeentenderse sin una percepcin adecuada de su relacin con la
resistenciade los movimientos de masas del Tercer Mundo. Esta
dialctica entre resis-tencia y renovacin, como se ver, es un
aspecto central en el derechointernacional moderno3.
2 No pretendo ofrecer con esto una definicin de qu es el derecho
internacional, sino simple-mente sealar que proporciona el marco
normativo para la regulacin de las relaciones entreculturas y entre
Estados. Vase Anghie (1999), donde tambin cita trabajos suyos
anteriores enlos que propugna una dinmica de la diferencia que
gobierne el derecho internacional. Vaseigualmente Berman (1999).
Naturalmente, el derecho internacional tambin regula las
relacio-nes inter se con Occidente o el Tercer Mundo. Vase, p. ej.,
Alexandrowicz (1967). Para unanlisis amplio de las complejas
conexiones entre derecho internacional y teoras de la depen-dencia
y de la modernizacin en el periodo posterior a la Segunda Guerra
Mundial, vaseRajagopal (1999a).
3 Recompongo esta dialctica de manera sistemtica en Rajagopal
(1999a). Esta puede compren-derse tambin como una dialctica entre
lo internacional y lo local, que es un aspecto bienconocido, aunque
generalmente ignorado, del derecho internacional moderno, al menos
des-de el periodo de entreguerras. Para el trabajo acadmico pionero
que establece el carctercentral de este aspecto, vanse Berman
(1992, 1993) y Kennedy (1987, 2000). Para un examende cmo evolucion
esta interaccin local-internacional durante el perodo colonial,
vaseBerman (2000).
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febrero de 2005El desarrollo, los movimientos sociales y la
resistencia del Tercer Mundo
Balakrishnan Rajagopal. El derecho internacional desde
abajo:
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167CERRANDO EL CRCULO: LA DEMOCRACIA Y EL DESCONTENTO EN RELACIN
CON EL DESARROLLO
Comienzo presentando un conjunto de aclaraciones tericas sobre
ques lo que quiero decir con democratizacin. A inicios de los
ochenta, tuvolugar una ola de movimientos sociales y polticos en el
Tercer Mundo (in-cluyendo Europa del Este y la antigua Unin
Sovitica), que culmin con elfin de la Guerra Fra y el consiguiente
triunfo de la democracia. Muchoslo celebraron con abierto
triunfalismo4 y otros con estudiado optimismo5.Pensemos lo que
pensemos de las reacciones, esas enormes movilizacionesde masas
fueron antecedentes de dos acontecimientos trascendentales enla
relacin contenciosa entre Occidente y no Occidente. El primero de
elloses la conformacin final de una nueva identidad para el nativo:
la de hom-bre poltico. Si el sistema de Mandato de la Liga de las
Naciones inici elproceso de construccin del hombre econmico y las
posteriores interven-ciones institucionales lo robustecieron, ahora
se comienza a ver al nativocomo un animal poltico peculiar, incapaz
de tratar con las contradiccionesculturales, polticas y econmicas
de la modernidad que se han desatadosobre l en su encuentro con el
desarrollo6. Para el nativo, ya no es sufi-ciente ser capaz de
producir para la economa; ahora tambin tiene que sercapaz de
participar en la poltica. Ello ha implicado transformaciones
impor-tantes en el derecho internacional y en la matriz de las
instituciones interna-cionales, al menos de dos maneras
importantes.
En un primer nivel, el discurso de la democracia se ha intentado
cons-tituir a s mismo como el discurso de liberacin y resistencia
autorizado,interpretado principalmente en trminos de derechos
humanos7. Comoresultado de ello, ha habido una enorme proliferacin
de instituciones in-ternacionales dirigidas a conseguir la
transformacin social del TercerMundo, principalmente bajo la rbrica
de la democratizacin y el manteni-miento de la paz. Sea cual sea el
propsito inmediato del establecimientode operaciones de paz, como
el deseo de asegurar un cese el fuego o depermitir la transicin a
una fase de posguerra, el resultado neto de estasoperaciones es que
hemos contemplado el control ms intenso de la resis-tencia popular,
la venta al por mayor de la modernizacin (lase occiden-talizacin)
de las estructuras econmicas y polticas en el Tercer Mundo, yuna
gigantesca expansin del tamao y poder de las instituciones
interna-cionales.
4 La ms famosa de estas reacciones es la de Fukuyama (1992).5 El
principal proponente de la ola de la teora de la democracia ha sido
Huntington (1991). En ese
libro discute una tercera ola democrtica que ha barrido el globo
terrestre desde 1974. Entre losinternacionalistas, la mejor
declaracin del triunfo de la democracia estilo occidental se
puedever en Franck (1992), de una manera mucho ms rigurosa y
compleja que en Hungtinton.
6 Para un argumento que delnea el proceso y las consecuencias de
construir a los nativos comohomo oeconomicus, vase Rajagopal
(1999a).
7 Para un incisivo argumento que sostiene que efectivamente ese
es el caso, vase Mutua (1996a).
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resistencia del Tercer Mundo
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168 EL DERECHO INTERNACIONAL DESDE ABAJO
La articulacin de un nexo inseparable entre paz, democracia y
desa-rrollo se ha convertido en una caracterstica central de las
intervencionesinternacionales en el Tercer Mundo, donde las
operaciones de paz contri-buyen tanto a la construccin de una
economa de mercado moderna y ala aparicin de instituciones polticas
democrticas como al mantenimientode la paz. En otras palabras, en
lugar de comprender las operaciones de pazposteriores a la Guerra
Fra y el giro hacia la democratizacin como res-puestas puramente
funcionales a un mundo catico surgido tras el fin de laGuerra,
sugiero que, desde una perspectiva de la economa poltica, podraser
ms til comprenderlas como intervenciones dirigidas a la
incorpora-cin del Tercer Mundo al mundo moderno. En este sentido,
continanmeramente las transformaciones violentas que comenzaron con
el colonia-lismo y el sistema de Mandato de la Liga de las
Naciones.
El segundo resultado importante de esta relacin compleja entre
movi-mientos de masas democrticos del Tercer Mundo e instituciones
interna-cionales es en la ltima dcada la invencin de un nuevo
conjunto completode prcticas y discursos, que redefinen el
significado del desarrollo comoun discurso cultural particular que
se apoya en ciertos valores. El efecto deestas nuevas prcticas ha
sido aadir a las ya existentes otra capa de signi-ficados asignados
al desarrollo: ahora el desarrollo ya no se dirige mera-mente al
alivio de la pobreza, sostenible medioambientalmente, o a
laigualdad de gneros, sino que tambin es dependiente de la
democracia,perfeccionador de la democracia y constructor de la paz.
El resultado esque las instituciones y los procesos de desarrollo,
desde las institucionesmultilaterales a los donantes bilaterales,
han acogido la democratizacincomo un componente central de sus
intervenciones en el Tercer Mundo.Examino ese hecho analizando el
nuevo discurso que surge del Banco Mun-dial y de ciertos donantes
bilaterales.
Pero tambin argumento que estos movimientos evidentes hacia
lademocracia se quedan nicamente en la superficie. En concreto, las
insti-tuciones econmicas internacionales, como las IBW y la OMC,
siguen esca-pndose por completo de cualquier responsabilidad
democrtica genuinaante la sociedad8. De hecho, en la ltima dcada se
ha podido contemplaruna tremenda concentracin de poder en manos de
funcionarios civilesinternacionales, a expensas de los ciudadanos
comunes del Tercer Mundo.Para la corriente mayoritaria de
internacionalistas, esta mayor institu-cionalizacin del derecho
internacional representa un fortalecimiento muynecesitado del
multilateralismo y un retroceso de la soberana, ignorandoas la
crisis de legitimacin democrtica de las propias instituciones
8 Para un apasionante anlisis de cmo los movimientos sociales se
han enfrentado a este dficitdemocrtico, vase OBrien et al. (2000).
Sobre la dialctica de los movimientos sociales y de lasIBW, vase
Rajagopal (2000a).
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169CERRANDO EL CRCULO: LA DEMOCRACIA Y EL DESCONTENTO EN RELACIN
CON EL DESARROLLO
multilaterales9. Esta erosin gradual de la soberana y del
control demo-crtico se verifica en instituciones multilaterales
como la OMC y, en ungrado variable, en instituciones regionales
como la UE10. Ello se refleja,por ejemplo, en el debate sobre el
concepto de subsidiariedad, por el cuallos Estados miembros de la
UE han intentado recuperar el control demo-crtico de algunas de sus
responsabilidades (vanse Berman 1994 y Cass1992). En los Estados
Unidos, la participacin en el Nafta y posteriormenteen la Ronda de
Uruguay del GATT de 1994 ha hecho surgir cuestionesfundamentales
sobre la soberana, la democracia y el derecho constitucio-nal en
ese pas (vanse, p. ej., Jackson 1997, Ackerman y Golove 1995,
yVagts 1997).
Los movimientos polticos y sociales a lo ancho del Tercer Mundo
hanreconocido ese hecho y se han unido contra esas instituciones.
En efecto,por primera vez en la historia del derecho internacional
existe un fuertesentimiento cosmopolita y una energa popular contra
ciertas institucio-nes econmicas internacionales, como la OMC, y
contra los aspectos eco-nmicos y culturales de la globalizacin que
representan. A pesar de ello, lapraxis de estos movimientos no
tiene visibilidad en la reciente obra acad-mica que celebra el
triunfo de la democracia y el advenimiento de la socie-dad civil,
ni tampoco en el trabajo acadmico sobre derecho
econmicointernacional. Para ser calificado como movimiento
democrtico autnti-co, parece que hay ciertos lmites que nunca deben
cruzarse, como pre-tender articular un sistema de conocimiento
local como alternativa real auna idea de desarrollo global. Sin
embargo, la energa popular detrs deesos movimientos no puede
ignorarse durante mucho tiempo sin tener querepensar seriamente los
fundamentos ticos, naturales, normativos einstitucionales del orden
internacional de hoy y el correspondiente cambioen las formas de
ver el mundo.
LA LTIMA FASE DE LA MODERNIZACINY EL DESARROLLO: LAS OPERACIONES
DE PAZ
Con el final de la Guerra Fra, las operaciones de paz de la ONU
seincrementaron sensiblemente en objetivos y tamao. Como lo recoge
eldocumento de la AGNU, Una agenda para la paz, elaborado en 1995,
entre1945 y 1987 tuvieron lugar 13 operaciones de paz, mientras que
desde eseltimo ao hasta 1995 se organizaron otras 13 (Naciones
Unidas 1995a,57). Estas nuevas operaciones se dieron gracias al
breve perodo de opti-
9 Vase el Simposio Unilateralism in International Law
(Unilateralismo en el derecho internacio-nal), en EJIL (vols. 1 y
2, 2000). Vase tambin lvarez (2000), para una penetrante crtica a
laagenda multilateral mesinica de los internacionalistas.
10 Para anlisis inteligentes, vanse Kingsbury (1998) y Schachter
(1997).
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170 EL DERECHO INTERNACIONAL DESDE ABAJO
mismo y cooperacin en el Consejo de Seguridad que sigui al
perodo in-mediatamente posterior a la Guerra Fra. stas difieren de
las operacionestradicionales de paz, que ponan el nfasis en el
consentimiento, la neutra-lidad y la imparcialidad entre partes, en
normas defensivas de combate yen una finalidad estrecha, que se
reduca al mantenimiento de la paz. Lasnuevas operaciones diferan en
tal grado de las antiguas que se acu unnuevo trmino para referirse
a ellas: operaciones de paz multidimen-sionales11. Estas nuevas
operaciones eran empeos complejos y costososque iban dirigidos a
varias reas como la repatriacin de refugiados, larehabilitacin y
reconstruccin econmicas, los derechos humanos y elimperio de la
ley, la asistencia electoral, el entrenamiento civil de la poli-ca,
la desmovilizacin de las Fuerzas Armadas y otras similares12.
Todo ello exigi profundos cambios en los requisitos
organizacionalesde instituciones internacionales como la ONU. Como
lo expres su Secre-tario General, el mantenimiento de la paz
requiere cada vez ms que losfuncionarios polticos civiles, los
monitores de derechos humanos, los fun-cionarios electorales, los
especialistas en ayuda humanitaria y a los refu-giados, y la polica
jueguen un papel tan central como el aparato militar(Naciones
Unidas 1995a, 59-60). Se ha producido con ello un inmenso im-pacto
en las instituciones internacionales de al menos dos formas:
prime-ro, el tamao y el alcance de las instituciones
internacionales se ha expandidoa niveles sin precedentes. Se han
abierto ms reas del Tercer Mundo y dela vida de sus ciudadanos a
intervenciones por parte de expertos, inclu-yendo antroplogos,
juristas, economistas, gelogos, ingenieros, bilogos yotros. Un
ejemplo significativo de esta expansin se puede ver en el hechode
que en 1993, cuando las operaciones de paz llegaron a su mximo
nivel,los costes de mantenimiento de stas alcanzaron los 3.600
millones de d-lares al ao, con un personal militar, policial y
civil bajo la bandera de laONU estimado en 528.000 personas
(Naciones Unidas 1995a, 58)13. De las54 operaciones promovidas
desde 1948, dos tercios de ellas (36) se iniciaronentre 1991 y
2000, mientras que a finales del ao 2000, 38.000 miembrosde
personal militar policial y alrededor de 3.500 funcionarios civiles
esta-
11 Vase, p. ej., Naciones Unidas (1995b). Vase tambin Doyle,
Johnstone y Orr (1997). Parainformes tiles sobre las operaciones de
mantenimiento de la paz ms antiguas, vanse Nacio-nes Unidas (1990b)
y Higgins (1969-81).
12 El primer ejemplo de estas nuevas operaciones de paz es el
camboyano, la Autoridad Transicionalde Naciones Unidas en Camboya
(Untac, por sus siglas en ingls), que tuvo amplios poderesdelegados
por los camboyanos en el periodo interino de 1992-1993, con el
propsito de queorganizara las elecciones y sirviera como mecanismo
para la transicin en la fase posterior alas elecciones. Sobre los
acuerdos de paz camboyanos, vase Ratner (1993). Sobre la
transicintras las elecciones, vase Jeldres (1993). Vanse tambin, p.
ej., los informes anuales del Repre-sentante Especial de la
Secretara General para los Derecho Humanos en Camboya a la
AsambleaGeneral y a la Comisin de Derechos Humanos (1998b).
13 Vase tambin la pgina web de la ONU, infra.
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171CERRANDO EL CRCULO: LA DEMOCRACIA Y EL DESCONTENTO EN RELACIN
CON EL DESARROLLO
ban empleados por la ONU en misiones para el mantenimiento de la
paz14,lo que representa un gigantesco aparato de administracin
dedicado a Es-tados en problemas o fallidos.
En un segundo nivel, la naturaleza de la presencia institucional
inter-nacional en el Tercer Mundo sufri un cambio radical. Hasta
finales de laGuerra Fra, las instituciones internacionales ocuparon
un espacio glo-bal y estaban alejadas del Tercer Mundo, al que
administraban, la mayorparte de ellas en capitales de Occidente,
con visitas ocasionales al campo,segn se necesitara. Ahora, en el
perodo posterior a la Guerra Fra, lasinstituciones internacionales
se han hecho locales, estableciendo presen-cia de campo en los
pases del Tercer Mundo en donde tienen actividad.Esa situacin se
verifica no slo en las agencias para el desarrollo clsicas,como la
Organizacin para la Alimentacin y la Agricultura (FAO) y el Fon-do
de Emergencia de la ONU para los Nios (Unicef, por sus siglas
eningls, que tena ya presencia en el campo desde hace varios aos),
sinoen la generalidad de la ONU e incluso en las IBW. Por ejemplo,
el BancoMundial tiene hoy ms de 100 oficinas de campo, mientras que
el FMItiene alrededor de setenta representantes residentes en 64
pases. Hastael final de la Guerra Fra, ambos tenan muy poca
presencia de campo.Esta nueva aproximacin basada en la presencia de
campo se justific me-diante el razonamiento de que era necesaria
una gestin ms intensiva yeficaz de la realidad social del Tercer
Mundo para conseguir el desarrollo.Como el Secretario General seal
en Una agenda para la paz:
La estabilidad social que se necesita para el crecimiento
productivose alimenta de las condiciones en las cuales la gente
puede expresarfcilmente su voluntad. Para ello son esenciales
instituciones fuer-tes de participacin domstica. Promover esas
instituciones significapromover el poder de los desorganizados, los
pobres y los margina-dos. Con este fin, el objetivo de la ONU
debera estar en el campo, enlos lugares donde las decisiones
econmicas, sociales y polticas tienenlugar. Con el objeto de
ahondar en este programa, estoy tomando lospasos para racionalizar
y, en ciertos casos, integrar las distintasagencias y programas de
la ONU en pases especficos. (NacionesUnidas 1995a, 70-71, nfasis
mo)
En las relaciones internacionales se inventaron distintas
terminolo-gas para urgir y potenciar este nuevo tipo de operaciones
del manteni-miento de la paz como instrumentos de la ltima fase de
la modernizaciny el desarrollo en el Tercer Mundo. En esa
terminologa fue central la ideade rescatar a los Estados fallidos,
como Somalia, Liberia, Afganistn eincluso Camboya15. Basndose en
actitudes abiertamente racistas y pater-
14 Informacin obtenida de la ONU en
http://www.un.org/Depts/dpko/dpko/pub/pko.htm.15 Para una
perspectiva crtica de esta idea, vase Gordon (1997).
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172 EL DERECHO INTERNACIONAL DESDE ABAJO
nalistas hacia el Tercer Mundo, estos salvadores de Estados
fallidos de-fendan la restauracin de los fideicomisos de la ONU e
incluso larecolonizacin (Helman y Ratner 1992)16, bajo el supuesto
fundamento deque estos Estados haban colapsado.
Una segunda idea que actuaba junto con esa primera era la de
promo-ver la democratizacin en democracias o pases nuevos o
restauradosque estuvieran en transicin hacia la democracia. Ese ha
sido el principalfundamento para el nuevo paradigma del desarrollo,
que combina los ele-mentos del mantenimiento de la paz, la promocin
de la democracia, laayuda electoral, la construccin de
instituciones y el imperio de la ley. Sinembargo, a lo largo de
todo el proceso, la pretensin es que la ONU nopromueve ninguna
forma especfica de gobierno o ideologa, puesto queello se opondra a
los artculos 2 (4) y 2 (7) de la Carta de la ONU17. Como loseala el
Secretario General,
el sistema de Naciones Unidas, ayudando y apoyando los
esfuerzosde los gobiernos por promover y consolidar democracias
nuevas orestauradas, no sanciona ni promueve ninguna forma
especfica degobierno... es por ello que, en el presente informe, no
intento definirdemocracia sino referirme a la democratizacin.
(Naciones Unidas1996, prrafo 5, nfasis mo)
Presentada de esa forma, la democratizacin acaba siendo
desagregadaen una serie de etapas burocrticas emprendidas por la
ONU nicamenteen respuesta a los deseos de los pases que piden ayuda
y, por lo tanto, deconformidad con su soberana. Como la CJI afirm
en la decisin Nicara-gua, en relacin con los compromisos
manifestados por el gobierno sandi-nista de someterse a estndares
electorales democrticos, el tribunal
[N]o puede descubrir, dentro del rango de materias abiertas al
acuer-do internacional, ningn obstculo o disposicin que impida a
unEstado efectuar un compromiso de este tipo. Un Estado, que es
librede decidir sobre los principios y los mtodos de consulta
populardentro de su orden domstico, es soberano a los efectos de
aceptaruna limitacin de su soberana en ese mbito18.
De esta forma, el derecho internacional se autodefine como
neutro y apo-ltico, aunque permita a la ONU comprometerse con la
promocin de la demo-cracia en pases transicionales, una tarea que
es abiertamente poltica.
16 De hecho, los defensores incluyen hasta intelectuales
radicales del Tercer Mundo. Vase Mazrui(1994, 18). Para una versin
ms blanda que se apoya en la misma idea, pero que redibuja
loslmites coloniales para restaurar los precoloniales, vase Mutua
(1995b).
17 El artculo 2 (4) prohbe la violacin de la integridad
territorial o de la independencia poltica delos Estados, y el
artculo 2 (7) prohbe que la ONU intervenga en asuntos que caigan
dentro dela jurisdiccin domstica de los Estados.
18 Military and Paramilitary Activities in and against Nicaragua
(Nicaragua v. U.S.), Merits, ICJReports (1986), 14, 131.
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173CERRANDO EL CRCULO: LA DEMOCRACIA Y EL DESCONTENTO EN RELACIN
CON EL DESARROLLO
De hecho, es a travs de estas intervenciones a gran escala de la
ONUen las nuevas democracias, muchas de las cuales haban sido
campos debatalla en la Guerra Fra, que los movimientos armados ms
rebeldes setransformaron en partidos polticos, moderndose y
conteniendo medianteese proceso gran parte de su retrica
revolucionaria. Recientes operacio-nes de la ONU donde han tenido
lugar esas transformaciones incluyenMozambique (Naciones Unidas
1996, prrafo 19),19 Camboya20 y El Salva-dor21. A pesar de este
amplio papel en la transformacin de las estructuraspolticas
internas de estos pases, la ONU contina haciendo un dbil in-tento
por retratarse como organizacin apoltica y neutral, mencionandopor
ejemplo que el proceso de formacin de los miembros de los
partidospolticos lo desempean mejor las ONG que la ONU22.
Sean cuales sean las intenciones detrs del establecimiento de
las ope-raciones de paz multidimensionales con respecto a sus
esfuerzos democrati-zadores, un claro resultado ha sido la expansin
en nmero y tamao delas instituciones internacionales, al igual que
en su alcance. El espacio delmbito de lo internacional se halla
configurado de tal manera que lo hacemucho ms poderoso y disputado
de lo que nunca lo fue en las pasadasdcadas, precisamente porque lo
internacional y lo local no estn yaseparados por claros lmites,
algo que se hizo posible gracias al matrimonioentre desarrollo,
democracia y paz. En este sentido, las complejasinteracciones entre
esas diferentes estrategias discursivas han tenido unimpacto
definitorio en la produccin y reproduccin de la realidad social
enel Tercer Mundo.
La santsima trinidad: desarrollo, paz y democracia
El aspecto ms significativo y visible de las nuevas estrategias
se puedeencontrar en la vinculacin de tres conceptos independientes
que hasta
19 En Mozambique, la operacin de la ONU, Onumoz, jug un papel
importante en la transforma-cin del movimiento de oposicin Renamo
en un partido poltico (Naciones Unidas, 1996).
20 En Camboya, el partido gobernante de facto, el CPP, era de
hecho un partido de la oposicinque no fue reconocido por la ONU. La
operacin Untac, de la ONU, jug un importante papelen la legitimacin
del CPP como partido gobernante y transform su retrica socialista
en unapro mercado. La operacin de la ONU deslegitim activamente al
Khmer Rouge, una parteradical e inaceptable del gobierno reconocido
como actor poltico por la ONU.
21 En El Salvador, la misin de la ONU, Onusal, ayud a
transformar el FMLN en un partido poltico(Naciones Unidas, 1996,
par. 21).
22 El informe menciona como ejemplo el entrenamiento que
mediante las ONG estadounidensesrecibieron los partidos polticos
camboyanos, el National Democratic Institute y el
InternationalRepublican Institute. Estas organizaciones estaban
alineadas con los dos mayores partidospolticos estadounidenses y se
perciban como fuertemente prejuiciadas en contra del CPP, elpartido
gobernante. Adems, algunos de los formadores de las ONG eran
reconocidamentede dudoso carcter, como un antiguo agente de
inteligencia estadounidense que haba entre-nado escuadrones de la
muerte en Latinoamrica. Me baso en mis aos de trabajo en
Camboyapara hacer estas afirmaciones.
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174 EL DERECHO INTERNACIONAL DESDE ABAJO
ese momento no haban presentado relacin entre ellos: el
desarrollo, lapaz y la democracia. El razonamiento detrs de las
relaciones entre estostres conceptos sigue ms o menos el siguiente
patrn. La paz es esencialpara el funcionamiento de los mecanismos
bsicos de la democracia, aligual que para el desarrollo, mientras
que una cultura de la democracia esmuy probable que conduzca a la
paz, tanto al interior de la nacin al apla-car el descontento y
mitigar las tensiones como internacionalmente alpermitir que los
Estados democrticos confen ms los unos en los otros,como producto
de la transparencia. La relacin entre desarrollo y demo-cracia,
aunque es ms problemtica, tambin se ve de forma positiva:
lademocracia permite que el desarrollo tenga xito a travs de sus
mtodosparticipativos, mientras que el desarrollo promueve los
intereses que tie-ne una comunidad en defender su autonoma. Las
bases doctrinales paraesta santsima trinidad de desarrollo, paz y
democracia se pueden encon-trar en tres informes producidos por el
Secretario General de la ONU,Boutros Boutros-Ghali, entre 1992 y
1997 (Naciones Unidas 1995a, 1996,1997).
Aunque el primero de los informes, Una agenda para la paz,
redactadoen 1992, se conoce bastante bien en las obras acadmicas y
polticas, sonmenos conocidos los otros dos, que le dieron
continuidad en las materiasde democracia y desarrollo. Me centrar
en uno de ellos, Una agenda parala democratizacin, para probar mi
argumento de que el discurso de lademocratizacin en los aos noventa
est teniendo el mismo efecto sobrelas instituciones internacionales
y el derecho internacional que el discursode la modernizacin tuvo
sobre ellas en los aos cincuenta y setenta.
El informe es bastante conciso y est escrito en el lenguaje
burocrticode los informes de la ONU, pero no pierde de vista el
momento histricopara el tpico y su relacin con el Tercer Mundo. As,
comienza por posicionarfirmemente el papel de la ONU en la
democratizacin como sucesora natu-ral de la descolonizacin. Despus
de mencionar la Declaracin sobre laConcesin de la Independencia a
los Pases y Pueblos Coloniales (NacionesUnidas 1960) como una de
las bases jurdicas y doctrinales sobre las que sesustenta el papel
de la ONU en relacin con la democratizacin, el informecontina: al
igual que los Estados recientemente independientes recurrie-ron
entonces a la ONU en busca de apoyo durante la poca de la
descoloni-zacin, as hoy, siguiendo otra ola de conquistas de
independencia poltica yestatal, los Estados miembros recurren a la
ONU en busca de apoyo parasu democratizacin (Naciones Unidas
1996)23. Al igual que la descoloniza-cin fue la precursora poltica
de la modernizacin en el Tercer Mundo, la
23 Aade que casi un tercio de todos los Estados miembros, ms de
sesenta, han solicitadoasistencia para elecciones desde 1989.
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175CERRANDO EL CRCULO: LA DEMOCRACIA Y EL DESCONTENTO EN RELACIN
CON EL DESARROLLO
democratizacin podra ser la precursora de la globalizacin
neoliberal. Enesta narrativa de progreso, la ONU est ah para apoyar
a los Estados delTercer Mundo en sus momentos de transformacin,
cuando lo que se po-dra afirmar es que la ONU se constituy en gran
medida gracias al TercerMundo, como he defendido en el captulo 4.
En otras palabras, no habanada que apoyar antes de que el Tercer
Mundo apareciera en el planointernacional. El efecto poltico de
este sutil reposicionamiento de la ONUfrente a la descolonizacin y
a la democratizacin no debera pasarse por alto:con independencia
del resultado de esta nueva ola de democratizacin, la ONUha
obtenido beneficios al situarse como la organizacin a la cual
recurren losEstados miembros en busca de apoyo; despus de haber
juzgado qu podacalificarse como anticolonialismo genuino, la ONU,
como la voz de la co-munidad internacional, intentaba evaluar qu
constitua una democrati-zacin genuina24.
Continuando con esa narrativa de progreso, el informe hace la
afirma-cin de que la Guerra Fra haba interrumpido por lo tanto el
proyecto deorganizacin internacional democrtica comenzado por sus
fundadores(Naciones Unidas 1996, 13). Siguiendo con esa lnea, el
fracaso de la ONU,desde su fundacin, a la hora de apoyar la
democratizacin del Tercer Mun-do no era consecuencia de errores
fundamentales en la visin de los funda-dores o del diseo
institucional, sino debido a aberraciones como la GuerraFra. El
encuentro con la oportunidad histrica que proporcionaba la
de-mocratizacin del Tercer Mundo se converta as en un argumento
internode prestigio y legitimacin institucional.
En el siguiente nivel, el informe trata de la relacin entre
democratiza-cin y desarrollo, dejando claro que la modernizacin y
el desarrollo hanencontrado un paradigma heredero. Como declara el
informe, ... una cul-tura de la democracia... ayuda a promocionar
una cultura del desarrollo(Naciones Unidas 1996, 9). Despus de
observar que la actividad y lasresponsabilidades de la ONU en el
mbito de la democratizacin son unparalelo y un complemento de
aquellas para el desarrollo (Naciones Uni-das 1996, 9-10), el
informe explica la naturaleza de la asistencia que seproporciona
para la democratizacin:
[L]a asistencia tcnica se ha proporcionado tradicionalmente en
elcontexto del desarrollo econmico y social...; la asistencia para
lastareas gubernamentales fue virtualmente imposible ms all deeso,
a causa del clima poltico reinante durante gran parte de lahistoria
de la ONU. Mientras que la ONU proporciona todava asis-tencia
tcnica en esas reas, la ola de transiciones polticas y econ-micas
de la que hemos sido testigos en el periodo posterior a la
24 Para un excelente anlisis de la poltica del nacionalismo
anticolonial bajo gobierno britnico y desus efectos
desradicalizadores en la poltica del Tercer Mundo, vase Furedi
(1994).
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176 EL DERECHO INTERNACIONAL DESDE ABAJO
Guerra Fra ha llevado a los Estados miembros a reorientar
suspeticiones de asistencia tcnica hacia reas ms relevantes para
lademocratizacin, definida ampliamente. (Naciones Unidas 1996,
5)
Este nfasis en la idea de asistencia tcnica para la
democratizacinencaja muy bien con la naturaleza de las
intervenciones para el desarrollo,no slo porque comparte un
vocabulario comn con el discurso del desarro-llo, sino tambin
porque esas intervenciones se adelantan dentro de lostrminos del
buen gobierno, un elemento clave de la ideologa del desa-rrollo en
los aos noventa (Naciones Unidas 1996, 9-10)25.
Examinando el conjunto, es difcil no llegar a la conclusin de
que elproyecto en ningn caso es un apoyo sin ambages a la
democratizacin.Ms bien, es un apoyo al renacer de las ideologas del
desarrollo y la mo-dernizacin. Implcitamente, ah vemos tambin la
preocupacin generalsobre el papel institucional de la ONU, mucho ms
que en la democratiza-cin en s. As, el informe menciona cmo tras la
Primera y Segunda Con-ferencia Internacional de las Democracias
Nuevas o Restauradas, celebradasrespectivamente en Manila en junio
de 1988 (con la participacin de 13Estados) y en Managua en julio de
1994 (con la participacin de 74 Esta-dos), la ONU se ampli para
satisfacer las peticiones de asistencia tcnica:se cre una Divisin
de Asistencia Electoral (EAD, por sus siglas en ingls)en el
Departamento de Asuntos Polticos, se establecieron varios
fondospara la asistencia electoral y se form una red de informacin
para la ayu-da electoral global con la participacin de las ONG,
coordinada por la EAD(Naciones Unidas 1996, 16). De hecho, este
tipo de crecimiento explosivode las instituciones internacionales
despus de la era de la Guerra Frahaba ocurrido ya una vez, en el
momento de auge de la modernizacin deldesarrollo a finales de los
cincuenta y principios de los sesenta (vase elcaptulo 4). En
nuestros tiempos, la democratizacin ha proporcionado laracionalidad
perfecta para una expansin similar.
Sobre todo ello se cierne la sombra del tercer elemento de la
santsimatrinidad: la paz. Afirmando que una cultura de la
democracia es funda-mentalmente una cultura de la paz (Naciones
Unidas 1996, 7), el informediscute cmo la explosin de las
operaciones de paz en el periodo posteriora la Guerra Fra ha
permitido que la ONU presione ms efectivamente afavor de la
democratizacin. Estas operaciones de paz han sido los vehcu-los
primarios para el aumento del camino hacia el desarrollo del
TercerMundo, desplegando el lenguaje de la transicin y la
construccin de lapaz26, y abriendo esos pases a una reestructuracin
econmica y poltica
25 El informe afirma que los procesos democrticos contribuyen a
la oficia de las polticasestatales. Sobre buen gobierno, vanse, en
general, Tendler (1997), Quashigah y Okafor(1999) y Gathii
(1999a).
26 Vase la seccin sobre construccin de paz en posconflictos en
Naciones Unidas (1995a, 61-62).
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177CERRANDO EL CRCULO: LA DEMOCRACIA Y EL DESCONTENTO EN RELACIN
CON EL DESARROLLO
fundamental. Aunque ciertamente hay diferencias, el experimento
de de-mocratizacin de los aos noventa tiene muchas similitudes
histricas ydisciplinarias con los esfuerzos de modernizacin de los
aos cincuenta ysesenta. Como entonces, las instituciones
internacionales aparecen ahoracomo una variable crucial entre los
movimientos democrticos de masas yla poltica de las lites, al igual
que como el lugar de resistencia y domina-cin en la relacin entre
Occidente y no Occidente.
LA RETRICA DE LA PARTICIPACIN, LA DEMOCRACIAY EL MARCO INTEGRAL
PARA EL DESARROLLO
Si el primer eje conceptual para la expansin de las
instituciones interna-cionales en el periodo posterior a la Guerra
Fra es el nexo entre democra-cia y paz, el segundo eje es el nexo
entre democracia y desarrollo. Aunquela relacin entre libertades
polticas y mercados ha intrigado y animado alos pensadores de
Occidente durante siglos, comenzando al menos desdelos pensadores
escoceses de la Ilustracin, el discurso predominante
sobredesarrollo no se ha ocupado usualmente de la democracia, al
menos alinicio. Slo recientemente ese discurso ha venido apoyndose
con fuerzaen la retrica de la participacin, el otorgamiento de
responsabilidad a losciudadanos en la gestin de lo pblico y los
derechos humanos y la demo-cracia como aspectos esenciales para un
desarrollo pretendidamente au-tntico. La manifestacin ms reciente
de esta nueva cara del aparato deldesarrollo es el discurso que
surge del Banco Mundial bajo la proteccindel Marco Integral para el
Desarrollo (MID) (vase Wolfensohn 1999). Ellono ha ocurrido,
naturalmente, de manera automtica o como resultado deun proceso
gradual de aprendizaje o de una benigna coincidencia, aunqueesa es
la historia que retroactivamente se nos cuenta desde las
institucio-nes internacionales. Como se describe en un reciente
artculo de opininescrito por el presidente del Banco Mundial James
D. Wolfensohn y por elprofesor Amartya Sen,
el final de la Guerra Fra ha venido acompaado por un
reconoci-miento creciente de la importancia de la participacin
poltica, so-cial y econmica; por exigencias ms amplias a favor de
los derechoshumanos y de la igualdad de gneros, y por una economa
emergenteglobalizada. Todo ello ofrece una oportunidad sin
precedentes de hacerque el desarrollo tenga xito. (Sen y Wolfensohn
1999)
Ah hay varias preguntas que no reciben respuesta: Cmo es que
elfinal de la Guerra Fra lleg a estar acompaado de todos estos
procesos?Es una mera coincidencia, un nuevo fenmeno, un viejo
discurso que hasido rebautizado? La Guerra Fra estaba reteniendo
todas esas fuerzas?Para quin se supone que debe funcionar el
desarrollo? Por qu y cmouna mayor participacin hara que funcionase
el desarrollo?
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178 EL DERECHO INTERNACIONAL DESDE ABAJO
Con el objeto de aclarar algunos temas que surgen de esos
interrogantesy el impacto que tienen sobre la expansin de las
instituciones internacio-nales y sobre la resistencia de masas del
Tercer Mundo en el periodo poste-rior a la Guerra Fra, es
importante delinear las principales formas en lasque el discurso
del desarrollo ha tratado la democracia y la retrica de
laparticipacin de los ltimos cincuenta aos. Simplificando, ha
habido almenos dos corrientes tericas que se han ocupado de esta
relacin.
La primera de esas corrientes estaba dominada por los tericos
deldesarrollo poltico (como Daniel Lerner, Samuel Huntington y
Sidney Verba)y economistas clsicos (como Paul Samuelson) que
defendan que entredemocracia y desarrollo econmico se daba una
compensacin esencial.Basndose en la prueba emprica de la
experiencia sovitica (ms tardede los Tigres Asiticos), que produjo
un rpido incremento del desarrolloeconmico con altos costes humanos
a travs de un modelo severo, dearriba hacia abajo, sostenan que el
crecimiento econmico rpido podaser puesto en peligro por la
democracia, puesto que los regmenes demo-crticos podan aprobar
medidas populistas como reformas agrarias o es-quemas
redistributivos (impuestos) que eran negativos para un
crecimientoeconmico rpido. Los tericos del desarrollo poltico como
Samuel Hun-tington tambin sostenan que una mayor participacin
poltica era un obs-tculo para el crecimiento econmico y que los
clculos de igualdad reducanlos beneficios econmicos totales para
cada miembro de la sociedad(Huntington y Nelson 1976). Muchos de
estos tericos del desarrollo polti-co estaban influenciados en sus
anlisis por un temor a la sociedad de ma-sas y por una profunda
sospecha de la poltica de masas en el contexto de laGuerra Fra,
cuando la poltica antiimperialista (lase antiestadounidense)
seencontraba en su mayor nivel de popularidad entre las (masas)
campesinas27.
En ello fueron ayudados por tericos democrticos y polticos
elitistas,comenzando con Joseph Schumpeter e incluyendo a Robert
Dahl y a otrostericos de la posguerra, que tambin consideraron al
pueblo como algomenos importante que las instituciones y los
mecanismos de la democra-cia. En otras palabras, el proceso era ms
importante que los resultados(Schumpeter 1942, Dahl 1956). Si el
crecimiento econmico iba a contri-buir a la democracia de alguna
forma, sera de manera indirecta, amplian-do las opciones de las
personas y a travs del crecimiento de la clase media.Expresado
someramente, todos estos grupos de acadmicos comprendie-ron el
desarrollo en un sentido economicista, concedieron al aspecto
eco-nmico prioridad sobre el aspecto poltico de la vida social y
vieron lademocracia como un bien de lujo que slo se podan permitir
los ricos, eincluso entonces slo de manera procedimental, no
sustantivamente.
27 Para un agudo anlisis del clima intelectual y poltico en el
que se trabajaron las teoras polticasdel desarrollo en los EE.UU.,
vase Gendzier (1985).
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179CERRANDO EL CRCULO: LA DEMOCRACIA Y EL DESCONTENTO EN RELACIN
CON EL DESARROLLO
Una segunda corriente, que tiene races intelectuales mucho ms
anti-guas en Occidente, est formada por los tericos polticos que
comienzan almenos con los pensadores escoceses de la Ilustracin
como Adam Fergusson(1767) y con tericos sociales como Karl Marx
(1978) o P.J. Proudhon (1876),o ms recientemente con Karl Polanyi
(1944) y otros que creen que lasfuerzas del capitalismo son
esencialmente negativas para la democracia, aldestruir la cultura
cvica y el sentido de comunidad que hacen posible unasociedad.
Despus de la Segunda Guerra Mundial, la influencia de estegrupo
declin, aunque uno podra ver la supervivencia de esa lnea de
cr-tica en el trabajo de tericos sociales radicales Ernesto Laclau
(1985),Bowles y Gintis (1986), Charles Tilly (1975), economistas y
crticos radica-les de la dependencia Schumacher (1973) y tericos
democrticos y pol-ticos toda la crtica de los movimientos sociales,
integrada por acadmicoseuropeos, asiticos, latinoamericanos y
estadounidenses, como Claus Offe(1984), Jrgen Habermas (1975,
1996), Frances Fox Piven (1977), EricHobsbawm (1959), Rajni Kothari
(1989), etc.. Este grupo ve el proceso decrecimiento econmico como
una apropiacin violenta de los recursos, laautonoma y el espacio de
los pueblos, y estima que la democracia es un finque no puede ser
sacrificado para otros fines. En sntesis, este grupo tam-bin vera
el desarrollo en trminos economicistas, pero concediendo prio-ridad
a los aspectos polticos de la vida social sobre los aspectos
econmicosy entendiendo la democracia en trminos sustantivos.
El discurso actual sobre la democracia y el desarrollo contina
refle-jando ambas corrientes. La primera corriente de la
compensacin conti-na siendo visible en el discurso de economistas
como Robert Barro (1994),que declar recientemente en el Wall Street
Journal: tericamente el efectode una mayor democracia sobre el
crecimiento es ambiguo... la democraciano es la clave del
crecimiento econmico, y las libertades polticas tiendena
erosionarse a lo largo del tiempo si no estn en lnea con el nivel
mediode vida de un pas. Sin embargo, este tipo de argumento es cada
vez msraro en el discurso del desarrollo, que ha terminado
acomodando muchasde las crticas realizadas por la segunda corriente
de acadmicos. Esencial-mente, esa acomodacin ha tomado una forma
modernista, por la cual elpropio significado de desarrollo, e
incluso el de crecimiento, se ha idoreconfigurando para incluir
elementos democrticos como la participacin28.
28 Naturalmente, no quiero decir que esta sea la primera vez que
se usa la retrica de la participa-cin en el discurso del
desarrollo. De hecho, desde sus inicios, el discurso del desarrollo
se haintentado legitimar a s mismo sealando su impacto positivo en
el bienestar de las masas,mediante los programas para el alivio de
la pobreza. Reflejo de ello fue el uso temprano deldiscurso de la
participacin en los proyectos de desarrollo comunitario de los aos
cincuenta enla India. Varios de los paradigmas del desarrollo
posteriores continuaron reflejando esa preocu-pacin superficial con
el pueblo y la justicia social desde inicios de los setenta hasta
los ochentay noventa: el crecimiento con igualdad, el crecimiento
con redistribucin, la perspectiva
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180 EL DERECHO INTERNACIONAL DESDE ABAJO
Como indic el Secretario General de Naciones Unidas Boutros
Boutros-Ghali tras evaluar los fracasos del desarrollo sin
democracia,
el desarrollo no puede florecer sin que exista un avance
paralelo deotro concepto clave: la democratizacin. La paz es un
prerrequisitopara el desarrollo; la democracia es esencial para que
el desarrollotenga xito a largo plazo. El desarrollo real de un
Estado debe basar-se en la participacin de sus ciudadanos: eso
exige derechos huma-nos y democracia. (Naciones Unidas 1993)
Ese nuevo cambio est perfectamente representado en el discurso
deldesarrollo que maneja el Banco Mundial, ejemplificado en el MID.
Redac-tado por su presidente, James Wolfensohn, este documento de
poltica ge-neral para el desarrollo intenta redefinir el concepto
de desarrolloextendiendo su significado, inicialmente
antropocntrico y economicista, auno ms amplio que incluya aspectos
humanos y ecolgicos. Como descri-be el documento, en esa nueva
visin del desarrollo:
El Marco Integral para el Desarrollo que propongo subraya una
ima-gen ms amplia del desarrollo. No podemos adoptar un sistema
enel cual lo macroeconmico y lo financiero se consideren separados
delos aspectos estructurales, sociales y humanos, y viceversa. La
inte-gracin de cada uno de estos temas es imperativa a nivel
nacional yentre los actores globales. (Wolfensohn 1999, 7)
La clave para esta imagen ms inclusiva del desarrollo es la
partici-pacin. El documento del MID no menciona gran cosa acerca de
la demo-cracia o la participacin, sino que simplemente plantea la
necesidad de unamayor participacin de la sociedad civil en los
proyectos y de una apropia-cin local de ellos.
Una idea ms clara de la relacin del MID con la participacin se
puedeobtener mediante el examen de los discursos recientes de
Joseph Stiglitz,antiguo economista jefe del Banco Mundial. En un
discurso tituladoParticipation and Development: Perspectives from
the ComprehensiveDevelopment Paradigm (Participacin y desarrollo:
perspectivas desde elparadigma del desarrollo integral), Stiglitz
(1999) sostiene que los procesosparticipativos amplios, tales como
la voz, la apertura o la transparencia,promueven verdaderamente el
xito del desarrollo a largo plazo. Stiglitzparte de la premisa de
que el MID es un momento transformativo queinvolucra grandes
cambios en las relaciones tradicionales, en las formastradicionales
de pensamiento, de manejo de la educacin y la salud, de
laproduccin, hacia formas ms modernas (Stiglitz 1999, 3). En este
mundomaniqueo de tradicin contra modernizacin, la tradicin es
sinnimo de
de las necesidades bsicas, el desarrollo participativo, los
derechos humanos y desarrollo,y ahora el capital social son algunos
ejemplos. Por falta de espacio, no puedo ofrecer unacronologa
detallada de estas etapas.
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181CERRANDO EL CRCULO: LA DEMOCRACIA Y EL DESCONTENTO EN RELACIN
CON EL DESARROLLO
atraso, de falta de tecnologa, de estancamiento, de condiciones
opresivasde los derechos humanos y de cada aspecto de la vida que
se puede encon-trar en el Tercer Mundo; mientras que lo moderno se
ve como progresis-ta, acogedor del cambio y garante de una mejora
de los estndares de vidaa travs de una tecnologa mejor, como ocurre
en Occidente. En la cons-truccin de ese mundo, Stiglitz no se
distingue de los apstoles de la teorade la modernizacin de los aos
cincuenta como Arthur Lewis (1955). Lanica diferencia significativa
en la prctica es que el concepto de econo-ma global se ha
abandonado29.
Habindose acomodado para un anlisis del desarrollo dentro de la
di-cotoma tradicin frente a modernizacin, Stiglitz defiende la idea
de quelos procesos participativos amplios guan la transicin desde
la tradicin ala modernidad que conlleva el desarrollo, hacindola
efectivamente indolo-ra y aceptable. Este nfasis en la participacin
tiene sentido porque, paraesta nueva visin del desarrollo, la
transicin de la tradicin a la moderni-dad involucra esencialmente
un cambio de esquemas mentales30. Este cam-bio de esquemas mentales
no puede forzarse desde fuera o desde arriba,sino que slo puede
internalizarse gradualmente desde abajo. En esta vi-sin, la
transicin en s no se cuestiona, ni tampoco la
superioridadepistemolgica de lo moderno sobre la tradicin. En lugar
de ello, seasume que la resistencia al cambio se debe a un dficit
de informacin o ala falta de un inters adecuado, y que puede
corregirse haciendo que lapoblacin participe. La posibilidad de que
despus de una participacinplena los ciudadanos sigan prefiriendo lo
tradicional en vez de lo moder-no ni siquiera se contempla.
Incluso a pesar de ese defecto, el anlisis de Stiglitz va mucho
ms allque cualquiera de las teoras existentes del desarrollo, y
ello aunque com-parta todava algunos puntos comunes con los
paradigmas del desarrollopoltico recibidos del pasado. Estos puntos
en comn incluyen la continui-dad con el nfasis sobre el proceso ms
que sobre la sustancia como cora-zn de la participacin, por un
lado, y la fe continua en los efectos benficosdel desarrollo
econmico, por otro, aunque l mismo reconozca que a me-nudo ese tipo
de desarrollo socava el desarrollo social (Stiglitz 1999, 17).Las
principales diferencias incluyen los elementos que describo en los
p-rrafos siguientes.
Primero, Stiglitz define la participacin como un proceso amplio
que vams all de la definicin schumpeteriana de el voto como
democracia,que era el estndar en las teoras polticas del
desarrollo. En esta nueva
29 Como afirma Stiglitz (1999, 3), una economa dual no es una
economa desarrollada.30 Stiglitz (1999, 14) cita desde Lutero hasta
J.S. Mill, pasando por Albert Hirschman, con un
fuerte nfasis en el proceso de aculturacin que es parte central
de la modernidad.
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182 EL DERECHO INTERNACIONAL DESDE ABAJO
definicin, que se basa en gran medida en el concepto de voz de
AlbertHirschman (1970), los procesos participativos se extienden no
slo a lasdecisiones del gobierno central, sino tambin a los niveles
provinciales ylocales, a los centros de trabajo y a los mercados de
capital (Stiglitz 1999,5). Reconoce explcitamente que la
concentracin de poder econmico pue-de ocurrir de diversas maneras y
que se necesitan distintas estrategiaspara combatirla, incluyendo
la progresividad de los impuestos y un dere-cho de la competencia,
a menos que estos sean una amenaza para los pro-cesos
participativos (Stiglitz 1999, 7)31. Segundo, como resultado de
sucompresin amplia de qu es la participacin, destaca la importancia
dehacer que las empresas respondan por sus acciones ante la
sociedad, exten-diendo los procesos participativos al gobierno
corporativo (Stiglitz 1999, 8-9)32, algo que va ms lejos que
cualquier definicin de participacin que sehaya presentado hasta
ahora y que claramente se inspira en la segundacorriente ms radical
de crtica que he mencionado anteriormente. Terce-ro, cita estudios
que defienden que la participacin popular mejora la efica-cia de
los proyectos del desarrollo. Mientras que los antiguos modelos
habanasumido principalmente que eso era lo que ocurra, esos
estudios recientesnos proporcionan la prueba. Por ejemplo, uno de
los estudios que cita, deLant Pritchett y Daniel Kaufmann (1998,
27), presenta la tesis de que exis-te un vnculo slido y consistente
entre las medidas para ampliar las liber-tades civiles en un pas y
el cumplimiento de los proyectos apoyados por elBanco Mundial33.
Estudios como este continan teniendo serios inconve-nientes: sus
muestras de datos se construyen a partir de informacinparcializada,
que proviene de ONG polticamente comprometidas comoFreedom House, y
continan padeciendo el problema de que ven la partici-pacin, la voz
y las libertades civiles en trminos instrumentales, como sifueran
meras herramientas que hacen los proyectos ms eficientes, enlugar
de en sus propios trminos. Sin embargo, no se puede negar que
unacomprensin ms rigurosa debe tomar en cuenta el papel que juegan
en laexpansin del espacio poltico de la resistencia ante las
intervenciones eco-nmicas ortodoxas.
An ms interesante es que Stiglitz muestra una comprensin
refina-da del impacto ideolgico y poltico del discurso de la
participacin en lapoltica de masas y en la oposicin radical.
Primero, reconoce que inclusodados los cambios de la estructura del
pensamiento exigidos por el desarro-
31 Como l mismo escribe: las ganancias temporales en eficiencia
pueden compensar sobrada-mente las ineficiencias introducidas por
el exceso de poder de mercado, o as lo sugiero; eincluso si ese no
es el caso, se podran presentar interrogantes acerca de los efectos
potencialesadversos de la participacin y la apertura.
32 Cita a James Wolfensohn: los mercados libres no pueden
funcionar a puerta cerrada.33 La versin extensa de este estudio es
Isham, Kaufmann y Pritchett (1997).
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183CERRANDO EL CRCULO: LA DEMOCRACIA Y EL DESCONTENTO EN RELACIN
CON EL DESARROLLO
llo, continuar existiendo la resistencia. La mejor forma de
tratar con laresistencia no es suprimirla, sino administrarla
mediante procesosparticipatorios, porque as se asegura que esas
preocupaciones no slosean odas, sino tambin atendidas: como
resultado, estos procesos disipangran parte de la resistencia al
cambio (Stiglitz 1999, 9) (nfasis mo). Elimpacto de la resistencia
de masas en la produccin del discurso y en laprctica institucional
se reconoce, por lo tanto, sin ambages. Segundo, pre-senta el
argumento de que la participacin de las personas afectadas en
losprocesos de toma de decisiones democrticas asegura que los
cambios quese efecten sean polticamente sostenibles (Stiglitz 1999,
14-15). Cita lasreformas econmicas de la India como ejemplos de
esos procesos interna-mente generados que han sido apoyados a lo
largo de varios cambios degobierno. Esta estrategia de permitir que
la resistencia siga su curso esacreditada por la experiencia que
proviene de la vieja administracin colo-nial britnica, con
paralelos que pueden encontrarse fcilmente.
Esta nueva visin del desarrollo de Stiglitz se basa en gran
parte en eltrabajo acadmico de Amartya Sen y Albert Hirschman. En
particular, eltrabajo de Sen ha inspirado el MID. Como los propios
Sen y Hirschmanreconocen, algunas de las ideas detrs de ese marco
tambin se encuen-tran en un libro de futura publicacin de uno de
nosotros dos (Sen), quedefiende que el desarrollo se puede ver como
un proceso de expansin delas libertades reales que disfrutan los
ciudadanos (Sen 1999a). En un pe-rodo que se extiende por ms de dos
dcadas, Sen y Hirschman han contri-buido sustancialmente a la
expansin del significado y el propsito deldesarrollo, hacindolo
menos economicista y ms tico. Sin embargo, es eltrabajo acadmico ms
reciente de Sen sobre el discurso de los derechos,que pretende usar
el potencial moral de ese discurso para proporcionarlegitimidad a
un nuevo concepto de desarrollo, el que ha tenido el mximovalor
para el MID y para el giro general hacia la participacin y la
democra-cia. Esta nueva orientacin comienza a ser apoyada por la
investigacineconmica reciente, que intenta mostrar el impacto de la
democracia y ladescentralizacin en el nivel microeconmico, y menos
estrictamente enel incipiente trabajo acadmico acerca de la nueva
economa institucionaly el capital social34. Los ejemplos incluiran
un estudio sobre la correlacinpositiva entre participacin y
efectividad de proyectos (Pritchett y Kaufmann1998), y otro que
muestra una slida asociacin entre el desarrollo de lademocracia y
el nivel de salarios en la industria manufacturera de un
pas(Rodrick 1998). La impresin inevitable que se obtiene de toda
esta prolife-racin de obras acadmicas y de discursos sobre polticas
econmicas y
34 Sobre la nueva economa institucional y la democracia, vanse
Haggard (1997), Ostrom (1997)y Picciotto (1997). Sobre el capital
social, vanse Fukuyama (2000) y Putnam (1993). Para unanlisis
riguroso de la democracia y el capitalismo, vase Pierson
(1992).
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febrero de 2005El desarrollo, los movimientos sociales y la
resistencia del Tercer Mundo
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184 EL DERECHO INTERNACIONAL DESDE ABAJO
sociales es que la democratizacin est incorporndose como
discurso cen-tral de las transformaciones sociales y econmicas en
el Tercer Mundo.
Los nuevos actores institucionales en la democratizacin
Como ya mencionamos, el giro hacia la democratizacin en los aos
noven-ta fue testigo de una proliferacin explosiva de instituciones
internaciona-les, semejante a la primera ola de proliferacin
institucional que acompaa la modernizacin en los cincuenta y
sesenta. Aunque los gobiernos de lospases occidentales siguen
siendo los promotores ms vigorosos de la de-mocracia, a ellos se
han unido numerosas ONG y organizaciones inter-gubernamentales
(IGO).
Agencias estatales. Hoy en da el programa de asistencia
democrticams grande, en trminos tanto de objetivos como de
presupuesto, es el deUsaid (US Agency for International
Development). Con el anuncio de suiniciativa democrtica en
diciembre de 1990, la Usaid gast, segn esti-maciones, unos 400
millones de dlares en 1994 para la promocin de lademocracia
(Diamond 1995, 13)35, y entre 1999 y el ao 2000 se mantuvo elgasto
entre los 350 y los 495 millones36. Es una innovacin, puesto
quehasta los aos noventa la financiacin de la Usaid estaba dirigida
principal-mente al desarrollo econmico y social. Por ejemplo, la
financiacin de lapromocin de la democracia por la Usaid en frica se
increment de 5,3millones de dlares en 1990 a 119 millones en el ao
fiscal 1994 (Diamond1995, 14). Otras agencias estadounidenses como
la Agencia de Informacinde Estados Unidos e incluso el Departamento
de Defensa de Estados Uni-dos tambin han abrazado la promocin de la
democracia como nuevo obje-tivo. Este giro hacia la democracia es
tambin evidente en la Unin Europeay en varias agencias bilaterales
como SIDA (Swedish International Develop-ment Agency), Danida
(Danish Agency for Development Assistance), Novib(Netherlands
Organization for International Development Cooperation),CIDA y la
International Japanese Aid Agency.
Instituciones internacionales y regionales. Adems de los
esfuerzos dela ONU para el establecimiento y el mantenimiento de la
paz discutidosanteriormente, otras de sus agencias han ampliado
considerablemente losobjetivos democrticos. El PNUD (Programa de
las Naciones Unidas parael Desarrollo), por ejemplo, dedica un
tercio completo de su presupuesto aproyectos de buen gobierno37.
Adems, el Alto Comisionado para los Dere-
35 La discusin que sigue se basa en la informacin contenida en
el trabajo citado de Diamond.Para una valoracin general de los
esfuerzos de promocin de la democracia por los EE.UU.,vase
Carothers (1999). Para una crtica rigurosa de ese libro, vase
Alford (2000).
36 Vase http://www.usaIbid.gov/pubs/account/fy_2000/
2000_accountability_report_part_b.pdf(visitada el 12 de julio de
2001).
37 Entrevista con un funcionario de alto rango del PNUD. Durante
1994-1997, el 28% de los recur-
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185CERRANDO EL CRCULO: LA DEMOCRACIA Y EL DESCONTENTO EN RELACIN
CON EL DESARROLLO
chos Humanos en Ginebra ha crecido enormemente en tamao, fines
yobjeto mediante la apertura de 27 oficinas de campo en todo el
mundo (deprcticamente no tener ninguna a principios de los aos
noventa) y la asis-tencia a los pases para proyectos38. Adems de
las citadas, entre las organiza-ciones regionales, la UE, la
Organizacin para la Seguridad y la Cooperacinen Europa (OSCE) y el
Consejo de Europa han tenido un papel muy activoen la promocin de
la democracia como precondicin para la asistenciaeconmica a los
Estados europeos del Este o como precondicin para laadmisin a la
UE. Mediante la creacin del BERD (Banco Europeo para
laReconstruccin y el Desarrollo), cuyo principal propsito es la
promocinde la democracia, la UE ha jugado un papel agresivo en el
fomento de lademocracia en Europa del Este. La Organizacin de
Estados Americanos(OEA) ha establecido una Unidad para la
Democracia para proporcionarapoyo a programas de desarrollo
democrtico y su Consejo Permanenteadopt una resolucin en 1991 que
demanda la promocin y la defensa dela democracia representativa
(Diamond 1995, 36-37).
ONG. Las ONG ms prominentes en la promocin de la democraciason
la Fundacin Friedrich Nauman, la Fundacin Konrad Adenauer,
laFundacin Friedrich Ebert, la Fundacin Hans Seidel (alemanas),
laAmerican National Endowment for Democracy (NED), la
InternationalFoundation for Election Systems (IFES) y la Asia
Foundation (Diamond1995, 15-19). Estas ONG tienen una posicin muy
importante en el nuevodiscurso del desarrollo, a travs de sus
recursos y de la influencia resultan-te gracias a ellos. Por
ejemplo, la Fundacin Friedrich Ebert desembols88,5 millones de
marcos (alrededor de 55 millones de dlares) en 66 pasesdel Tercer
Mundo, con la ayuda de 97 expertos alemanes y 500 empleadoslocales.
El NED, la IFES y la Asia Foundation han proporcionado
tambinmillones de dlares en ayuda para la democracia y se han
constituido comoparte importante de la arquitectura del
desarrollo.
Esta amplia proliferacin de instituciones internacionales,
regionalesy locales revela el importante lugar que ha llegado a
ocupar la promocinde la democracia en el discurso del desarrollo y
en la expansin progresivadel dominio del derecho internacional.
Esta expansin no ha ocurrido demanera inocente, simplemente con el
fin de promover la democracia, comotampoco financiar esquemas de
desarrollo rurales o aliviar la pobrezafueron las razones de la
proliferacin de las instituciones internacionalesen los aos
cincuenta. Ms bien, he sugerido que esta expansin institucionalse
debe ver en una dialctica compleja con los movimientos
democrticos
sos fueron asignados al buen gobierno. Vase http://magnet.
Unda.org/about_us/Mdgdbro_htm#2.Management (visitada el 12 de julio
de 2001).
38 Vase http://www.unhchr.ch/html/menu2/5/field.htm (visitada el
24 de junio de 2001).
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186 EL DERECHO INTERNACIONAL DESDE ABAJO
de masas del Tercer Mundo desde los aos ochenta. Segn han ido
surgien-do ms movimientos radicales de masas en torno a
reivindicaciones por losderechos humanos y el derecho a la
democracia, han surgido numerosasorganizaciones internacionales con
el propsito de programar ese nuevoespacio. El poder de programar
implica el poder de seleccionar las voceslegtimas en el Tercer
Mundo, incluyendo aquellas que merecen financia-cin, de la misma
forma que los programas de desarrollo rural y de aliviode la
pobreza fueron dirigidos a autnticas lites del Tercer Mundo.
Esteproceso tiene como consecuencia la contencin y la
desradicalizacin de laresistencia de masas en el Tercer Mundo, como
Stiglitz ha percibido tanclaramente. Es a travs de este proceso de
contencin y canalizacin de laresistencia de masas que el derecho y
las relaciones internacionales hanampliado su alcance institucional
y se han ocupado recientemente de lademocracia. Parafraseando a
James Fergusson (1994, 255), el aparato dedemocratizacin no es un
mecanismo para promover el desarrolloparticipativo o la construccin
de la paz; a lo que da pie es a una expansinincidental de las
instituciones internacionales. Aparece principalmente comoun
mecanismo para la expansin y consolidacin de las instituciones
inter-nacionales, que utilizan la democratizacin como su punto de
entrada. Enesto, se parece a la forma en que las instituciones del
derecho internacio-nal usaron la modernizacin como punto de entrada
para la consolidacin yexpansin de su poder sobre el Tercer
Mundo.
LA DEMOCRACIA CONTRA EL DESARROLLO39:DIMENSIONES CULTURALES DE
LA RESISTENCIA POPULAR
La burocratizacin de la resistencia democrtica no es un proceso
en unasola direccin: sufre la oposicin de coaliciones
contrahegemnicas en elTercer Mundo. De hecho, los aos ochenta y
noventa han visto tambin elsurgimiento de un nuevo cosmopolitismo:
el antiinternacionalismo se-lectivo. Este nuevo cosmopolitismo
formado principalmente por una coa-licin eclctica de intelectuales
desprofesionalizados40, movimientos de base,ONG, principalmente del
Tercer Mundo, pero apoyadas cada vez ms poruna red compleja y
diversa de acadmicos y activistas en Occidente difie-re
sustancialmente del cosmopolitismo ms tradicional que ha
caracteriza-do el derecho internacional durante el siglo XX.
Primero, a diferencia de la variedad tradicional, este nuevo
cosmopoli-tismo no ve la internacionalizacin creciente como algo
esencialmentebueno. Es bastante crtico con las dimensiones
institucionales y econmi-
39 He tomado este ttulo, escrito al revs, de Gendzier (1985).40
He tomado prestado este trmino de Gustavo Esteva, que se refiere a
s mismo de esta forma.
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187CERRANDO EL CRCULO: LA DEMOCRACIA Y EL DESCONTENTO EN RELACIN
CON EL DESARROLLO
cas del proyecto internacional, mientras que apoya los ideales
polticos yemancipatorios intrnsecos a las tendencias liberales de
ese proyecto. Enconcreto, es bastante crtico con las instituciones
financieras y econmicasglobales, como la OMC, las IBW y las CTN
(corporaciones trasnacionales)debido a su enorme poder, del que no
rinden cuentas ante la sociedad y queconduce al debilitamiento de
las estructuras democrticas en el TercerMundo (vanse, p. ej.,
Mander y Goldsmith 1996, Korten 1995, Esteva yPrakash 1998).
Segundo, el nuevo cosmopolitismo tambin difiere del viejoal
preferir la democracia local y las estrategias basadas en la
descentraliza-cin, en lugar de las basadas en los derechos41.
Animando esta nueva sensi-bilidad se encuentra un compromiso con el
incremento del espacio para lagente (vase Esteva 1987) y una
estrategia posliberal para preservar laautonoma de las comunidades,
en formas que difieren del estilo de la au-tarqua comunista de los
aos setenta que se representaba bien en el go-bierno del Khmer
Rouge. El alejamiento de una celebracin acrtica deldiscurso de los
derechos humanos es caracterstico de este nuevo cosmopo-litismo42.
Ello no significa, sin embargo, que el discurso de los
derechoshumanos no sea parte del repertorio de acciones de los
nuevos movimien-tos sociales cosmopolitas. Lejos de eso, lo usan
activamente para promoversus fines y objetivos, en la medida en que
sea compatible con ellos. Estehecho ha sido observado por
cientficos polticos que escriben acerca delmodo en que las
coaliciones trasnacionales para la defensa de los interesessociales
han usado los derechos humanos en aos recientes43. Tercero, elnuevo
cosmopolitismo est favorablemente inclinado hacia una estrategiade
resistencia basada culturalmente en lo local contra lo global del
impe-rialismo econmico y cultural de Occidente. En esta nueva
visin, la cultu-ra se constituye como una defensa contra el poder
expansivo de laglobalizacin, de una manera cosmopolita y no
excluyente que permitecomprometerse con aspectos particulares de
otras culturas44.
Varios factores han ayudado a la aparicin de este nuevo
cosmopolitis-mo. Primero, la verdadera transferencia real de poder
que ha ocurrido yest ocurriendo del nivel nacional al nivel
internacional, ms visiblemente
41 La teora liberal predominante ha visto tradicionalmente la
democracia en trminos de dere-chos. Vase, p. ej., Dworkin (1978).
Para un intento reciente (fallido) de articular una teorapoltica de
los derechos que pueda unir a los pueblos liberales y no liberales,
vase Rawls (1999),donde traza una distincin entre los derechos
humanos y los derechos de los ciudadanos endemocracias
liberales.
42 Para esa crtica de los derechos humanos, vase Esteva y
Prakash (1998, 382).43 Los ejemplos ms destacables son Keck y
Sikkink (1998) y Risse, Ropp y Sikkink (1999). Vase
tambin Falk (2000). Para un estudio detallado de casos de
movimientos sociales transnacionalesen distintos campos, incluyendo
la paz y la seguridad, y el medio ambiente, vase Smith,Chatfield y
Pagnucco (1997).
44 En esta parte sigo las ideas de la teora poscolonial. Vase,
p. ej., Guha y Spivak (1988).
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188 EL DERECHO INTERNACIONAL DESDE ABAJO
en el caso de la UE, ha producido serias preocupaciones acerca
de la capa-cidad de la gente de mantener el control democrtico
sobre los recursosnaturales y sociales vitales. Como ya se ha
observado, en la UE ese proble-ma ha tomado la forma del debate
sobre la subsidiariedad, que es uncompromiso que intenta preservar
algo de la autonoma local dentro de unrgimen legal pluralista.
Segundo, los smbolos altamente visibles de la naturaleza
hegemnicadel capital global, como la OMC y el debate sobre el
Acuerdo Multilateralsobre Inversin (AMI), han ayudado a que se
produzca una movilizacinefectiva de la opinin pblica. En 1998, el
AMI, que haba sido negociado ensecreto por una coalicin de 29 pases
ricos, sufri la oposicin de unaefectiva coalicin de organizaciones
de base y de individuos cosmopolitas,que finalmente consiguieron
bloquearlo. Uno de los principales argumen-tos contra el AMI es que
era antidemocrtico y que sustraera poderes detoma de decisiones
fundamentales de las comunidades locales y de los go-biernos
nacionales en beneficio de los burcratas internacionales (Barlowy
Clark, 1998)45. Aqu tenemos un claro ejemplo de cmo la ola
democrti-ca puede funcionar tambin contra la proliferacin de las
instituciones ynormas internacionales. Otros ejemplos de la
democracia global funcio-nando contra la economa global incluyen
las muy visibles demostracionespblicas contra la OMC y las IBW,
comenzando con la batalla de Seattle de1999 y siguiendo con las
refriegas recientes en Qubec sobre el rea deLibre Comercio de las
Amricas (ALCA).
Tercero, la variedad de organizaciones comprometidas en esta
luchademocrtica contra aspectos selectivos de lo internacional han
tenido unaserie de capacidades poco habituales. Esas organizaciones
incluyen:
ONG como International Rivers Network (IRN, Red Internacional
deRos). Establecida en 1985 como una ONG dedicada a la preservacin
deros y cauces de agua como sistemas vivos, la IRN ha tenido un
papel signifi-cativo en muchas campaas trasnacionales, incluyendo
la campaa contrala represa de Narmada, y tiene en marcha otra
financiada internacional-mente que vigila y cabildea contra las
principales agencias para el desarro-llo y de asistencia46.
Think tanks* como el International Forum against Globalization
(IFG,Foro Global contra la Globalizacin). Establecido en 1994, el
IFG trabaja
45 Para otras crticas, vase Third World Network (1997).46 Vase
su pgina web, http://www.irn.org.
* No existe una traduccin adecuada en espaol. Un think tank,
literalmente tanque depensamiento, es una organizacin civil
independiente, que funciona como un centro deinvestigacin y
pensamiento, generalmente sin nimo de lucro, y con un cierto grado
deespecializacin en cuanto a sus temas de estudio. Usualmente es
traducido como centro depensamiento (N. del T.).
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189CERRANDO EL CRCULO: LA DEMOCRACIA Y EL DESCONTENTO EN RELACIN
CON EL DESARROLLO
para invertir la tendencia hacia la globalizacin, especialmente
en susmanifestaciones institucional y econmica, y para redirigir la
accin haciala revitalizacin de las economas locales47. Se opone
explcitamente a lainternacionalizacin progresiva de la economa
mediante la OMC, el Naftay las IBW, y al paradigma de crecimiento
econmico ilimitado, apoyando larevitalizacin de las comunidades
locales. Tuvo un papel crucial en la cam-paa contra el AMI, que
comprendi una campaa bien coordinada en losmedios de comunicacin
occidentales.
Plataformas de movimientos populares como Accin Global de los
Pue-blos (AGP). La AGP, hasta ahora la nica organizacin de ese
tipo, es unaplataforma global de movimientos populares de todos los
continentes quese cre en febrero de 1998 contra el libre comercio y
la OMC. Esta alianzase funda en un rechazo muy claro de la OMC y de
otros acuerdos para laliberalizacin del comercio, una actitud de
confrontacin, una llamadaa la desobediencia civil no violenta y una
filosofa organizativa basada enla descentralizacin y la autonoma48.
La alianza se organiza como instru-mento para la coordinacin y, por
lo tanto, no tiene explcitamente miem-bros o personalidad jurdica.
Aun as, ha orquestado varias demostracionesimpresionantes contra la
OMC y el AMI. De hecho, la visibilidad generadapor esta coalicin
surgida de la profundidad del resentimiento popular con-tra la
globalizacin econmica, ha enervado a las lites gobernantes y lasha
llevado a emprender acciones policiales contra ella o a esquivar a
losactivistas, como lo prueba la decisin de la OMC de celebrar una
reuninministerial en Doha, Qatar. Durante las fechas del Dilogo de
Negociosde Ginebra, organizado por la Cmara Internacional de
Comercio (CIC) el23 y 24 de septiembre de 1998, la AGP haba
planeado promover demostra-ciones populares pacficas. Sin embargo,
la polica suiza disolvi un semi-nario sobre la globalizacin
celebrado por la AGP, arrest a todos losasistentes, los interrog y
expuls a varios de los extranjeros presentes,admitiendo
abiertamente que su accin era preventiva en relacin con elDilogo de
Negocios organizado por la CIC49. La polica tambin invadilas casas
y las oficinas de los organizadores, interrog a seis personas
ydecomis ocho computadores, ms de 100 disquetes y documentacin de
laPlataforma. Esta violencia contra la AGP no ha atrado todava la
atencinde grupos de derechos humanos como Amnista Internacional y
es impro-bable que se refleje en las discusiones sobre la OMC de
los estudiosos delderecho econmico internacional. La declaracin
final del Dilogo de Ne-
47 Vase su pgina web, http://www.ifg.org.48 Vase su pgina web,
http://www.nadir.org/nadir/initiativ/agp/49 Vase Alert! United
Nations sold out to MAI and the TNCs? (Cuidado! Se ha vendido
la
Organizacin de Naciones Unidas al AMI y las Corporaciones
Transnacionales?) (Nota de prensa,PGA, 1 de octubre de 1998).
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190 EL DERECHO INTERNACIONAL DESDE ABAJO
50 Vase tambin Naciones Unidas (2001b).
gocios organizado por la CIC mencion que los mercados
necesitaban go-biernos fuertes y eficientes (lase endebles), una de
cuyas cuatro funcio-nes sera el control de los grupos activistas de
presin. Esta paranoia,fuera de toda proporcin, sin embargo nos dice
algo sobre la creciente in-fluencia de los grupos que pretenden
desafiar lo internacional a travs dela democracia.
De hecho, esta nueva sensibilidad ha crecido hasta ser lo
suficiente-mente influyente como para encontrar apoyo dentro de la
ONU. La Subco-misin de la ONU para la Promocin y la Proteccin de
los DerechosHumanos ha adoptado recientemente resoluciones que
piden mecanismospara defender los derechos econmicos, sociales y
culturales frente a laglobalizacin y la desigualdad, y a la erosin
de la soberana popular resul-tante. En agosto de 1998, la
Subcomisin de la ONU adopt una resolucinque peda un escrutinio
cuidadoso del AMI, que podra limitar la capacidadde los Estados
para tomar medidas activas que aseguraran el disfrute delos
derechos econmicos, sociales y culturales de todas las personas,
creandosimultneamente beneficios para una minora privilegiada y
reducida aexpensas de una mayora cada vez ms desamparada (Naciones
Unidas1998a). En el ao 2000, Naciones Unidas (2000) produjo un
informe impor-tante sobre el impacto de la globalizacin en los
derechos humanos50. Dehecho, este ltimo informe se consider tan
crtico que la OMC tom lainusual accin de protestar contra l ante el
entonces Alto Comisionadopara los Derechos Humanos de la ONU, Mary
Robinson (vase Singh 2000).Ello indica que incluso dentro de las
organizaciones internacionales estata-les hay un espacio poltico
para construir alianzas contrahegemnicas.
Como destacaba el informe de la AGNU, Una agenda para la
democra-tizacin, la democratizacin dentro de los Estados no puede
arraigar amenos que se extienda a la esfera internacional porque
las decisiones norepresentativas sobre temas globales pueden ir
contra la democratizacindentro del Estado y socavar el compromiso
del pueblo con ella (NacionesUnidas 1996, 27). Esta llamativa
disparidad, entre la defensa de la demo-cracia al interior de los
Estados y el cada vez ms poderoso dominio inter-nacional que se
mantiene totalmente no democrtico, ha sido sealada porlos
estudiosos (vase Crawford 1994), pero sigue siendo cierta hoy en
da.Entretanto, estn apareciendo nuevas formas de lucha democrtica
quedesafan los viejos axiomas de que ser un internacionalista es
estar a favordel libre comercio sin reservas y de una transferencia
de poder de lonacional a lo internacional. La nueva sensibilidad
internacional gene-rada por las luchas de estos grupos exige una
identidad ms eclctica quese resista a los aspectos hegemnicos y no
democrticos de lo internacio-
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191CERRANDO EL CRCULO: LA DEMOCRACIA Y EL DESCONTENTO EN RELACIN
CON EL DESARROLLO
nal, parcialmente a travs del espacio provisto por lo
internacional en s,pero tambin mediante una defensa de lo nacional
y local. En este sentido,se encuentra en contraste con la forma tan
distinta en la que lo interna-cional se relaciona con lo
democrticoy por la que la esfera de lo inter-nacional se expande en
proporcin a la resistencia del Tercer Mundo. Estarelacin es, como
se puede ver ahora, profundamente ambigua y dual51.Esta ambigedad
es capturada cada vez mejor en las recientes obras acad-micas sobre
relaciones internacionales52 y derecho internacional53, que
pro-porcionan los cimientos para repensar el papel del derecho
internacionalen el siglo XXI.
CONCLUSIN
En este captulo se ha defendido que la democratizacin ha
reemplazado ala modernizacin como discurso de transformacin social
del Tercer Mun-do. Se han mostrado las consecuencias que tiene esta
transformacin parael derecho y las instituciones internacionales.
La teora de la moderniza-cin proporcion el marco estructural para
la integracin de un TercerMundo recientemente independiente en la
economa internacional; ahorala teora de la democratizacin facilita
los trminos con los cuales el TercerMundo se incorpora a la economa
global. Durante los das de apogeo deldiscurso de la modernizacin,
las instituciones y el derecho internacionalsufrieron una profunda
expansin en su encuentro con el Tercer Mundo54.Ahora de nuevo estn
sufriendo una profunda expansin en el encuentrocon los movimientos
sociales del Tercer Mundo, en un momento en el queel discurso de la
democratizacin ha asumido la primaca en varias reasde las
relaciones internacionales, que van desde la paz y la seguridad a
lasrelaciones econmicas. La exportacin de polticas econmicas
concretasdesde Occidente, incluyendo las neoliberales, se debe ver
a travs del pris-ma de la democratizacin, porque es ella la que
proporciona la legitimidadpara esa exportacin.
En otro nivel, el discurso de democratizacin ha provisto los
mediospara la intensificacin de la administracin de la realidad
social del Tercer
51 Para una presentacin cuidadosa que captura esta ambigedad,
vase Koskenniemi (1999).52 Vanse, p. ej., los trabajos de Nathaniel
Berman (1999) y Anthony Anghie y David Kennedy
(1999a). Vase tambin Falk (1998).53 En las relaciones
internacionales, este tipo de trabajo acadmico prcticamente se
encuentra
dentro de la tradicin crtica posmoderna que se centra en el
papel de la cultura, pero tiene suspropios precursores. Se puede
ver un ejemplo de esos precursores en Bull y Watson (1984).
Paratrabajos ms recientes, vanse Walker (1990, 1993), Mazrui (1990)
y Paolini (1999) (una crticaposcolonial y posmoderna).
54 Para una presentacin clsica del desafo del Tercer Mundo a la
dominacin occidental y suimpacto en las relaciones y el derecho
internacionales, vase Bull y Watson (1984).
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192 EL DERECHO INTERNACIONAL DESDE ABAJO
55 Como afirma Foucault (1972, 209), analizar algo como un
discurso es mostrar que hablar eshacer algo; es algo distinto de
expresar lo que uno piensa; mostrar que aadir una afirmacina una
serie de afirmaciones preexistentes es realizar un gesto complicado
y costoso.
Mundo por parte de las instituciones internacionales,
expandiendo de estaforma su alcance y finalidad. Las instituciones
internacionales han prolife-rado y ampliado su poder y alcance en
el periodo posterior a la GuerraFra, debido, entre otras cosas, a
las operaciones de paz y a los proyectospara el desarrollo
participativo. Estos proyectos y operaciones han tenidocomo impulso
primario los distintos movimientos democrticos y popula-res en el
Tercer Mundo. Segn ha crecido la resistencia ejercida por
estosmovimientos, las instituciones internacionales han respondido
aprovechan-do ese impulso democrtico, de la misma forma que
acogieron el impulsonacionalista en el momento de la
descolonizacin. Como consecuencia, eldiscurso de la democratizacin
ha terminado sustituyendo al discurso de lamodernizacin.
Tambin se ha defendido aqu que la aparicin de la
democratizacincomo lenguaje de la transformacin social del Tercer
Mundo fue una nece-sidad, producto de la resistencia creciente de
los movimientos sociales delTercer Mundo al desarrollo. A medida
que los movimientos sociales opo-nan ms resistencia, ms se
renovaban y crecan el derecho y las institu-ciones internacionales.
He sugerido que esta relacin entre renovacin yresistencia es un
aspecto central del derecho internacional moderno.
La proliferacin y expansin de las instituciones internacionales
hasido posible por la aparicin de un nuevo discurso del desarrollo
que pre-tende reformular las bases polticas de la vida social e
individual en elTercer Mundo, a travs de operaciones de paz que
rescaten a los Estadosfallidos y mediante los paradigmas de
desarrollo integral. La compren-sin del papel de este nuevo
discurso suministra un mejor entendimientoacerca de las
explicaciones sobre el crecimiento del derecho internacionala travs
de sus instituciones, puesto que ahora ese crecimiento queda
ex-puesto como algo ideolgico y en compleja interaccin con la
resistencia demasas del Tercer Mundo. Esos dos aspectos son
ignorados normalmente enlas explicaciones sobre la nueva ampliacin
del dominio del derecho inter-nacional.
La produccin de este nuevo discurso tiene consecuencias no slo
parael derecho internacional o el desarrollo, sino que tambin
concede un espa-cio para la resistencia. De hecho, es inevitable
que la produccin de undiscurso tenga estas dimensiones mltiples. Si
el discurso es el procesomediante el cual la realidad social
adquiere su ser, o al menos as lo entien-do yo55, entonces es
inevitable que semejante proceso encuentre oposicin.Los espacios
democrticos son usados por los distintos movimientos popu-
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resistenc