Los Cuadernos de Literatura LA PARADOJA DE MIGUEL ESPINOSA: POSMODERNIDAD CONT POSMODERNIDAD Pablo Gil Casado E n la época 1975-1985, a medida que se . consolida la sensibilidad posmoderna, aparece en España una novelística que supera el culto exclusivo al estilo, evo- lucionando así del modelo estéril (por lo que a la ausencia de problemática sociohistórica se re- fiere) creado por Juan Benet, para pasar a una novela donde la expresión posmoderna se nde con la captación de los ectos que la tecnología y el consumo de masas ejercen sobre los modos de vida contemporáneos. La posmodernidad, o tardomodernidad, o mo- dernidad tardía, supone la afirmación de una sensibilidad arraigada en el «resurgimiento y el desarrollo de la técnica moderna... [cuya] prima- cía se manifiesta sobre todo... en el sentido es- pecífico de las tecnologías de inrmación», (1) y, por consiguiente, de las comunicaciones. Condicionada por los avances electrónicos de la actualidad, por las nuevas rmas de entreteni- miento, y por prondos cambios en el entrama- do de la sociedad española, la posmodernidad exhibe conciencia de ruptura, implicando nue- vos gustos, nuevas tendencias culturales, nueva organización socioeconóca (2). Por lo que a la narrativa se refiere, la posmo- dernidad supone el desvanecimiento de las lla- madas rmas «modernas», (3) encuadradas en «el concepto de progreso y concepto de supera- ción» (4) o proceso,perctivo de renovaciones y renacimientos literarios, y la aparición de r- mas autónomas que responden a un principio dirente. Los textos posmodernos no se gobier- nan por reglas preestablecidas, el texto no se puede aquilatar mediante juicios determinati- vos, por la aplicación de categorías ya vigentes. Las reglas y las categorías son las que la obra y el texto establecen. Por lo tanto, el escritor trabaja sin reglas, establece las reglas de lo que irá a hacer (5). Por eso, la novela posmoder- na tiene ese aire de «movida» o hening en desarrollo. La psicología de mutación entre una mentali- dad tradicional (viejos valores humanísticos) y el influjo de otra condición dirente (nuevos valores derivados del ordenancismo tecnológi- co) define ese carácter de sobresentimiento y 58 movilidad de la época. El cambio también per- mea la narrativa, aunque la sensibilidad posmo- derna se incorpora lentamente, cobrando pro- gresivo ímpetu en el curso de la década que si- gue a la muerte de Franco. La obra de Miguel Espinosa (1926-1982), integrada por cuatro no- velas cuela de mandarines, La tríbada falsa- ria, La trada consa, y Asklepios) que se pu- blicaron entre 1974 y 1985, puede considerarse como peculiar de esa época, en el sentido de que es representativa de la moda y modos pos- modernos. * * * Miguel Espinosa se refiere a una posépoca o mundo donde la estructura social equivale a un orden planificado, de organización absoluta, ya sea en un turo distante cuela...), en la pos- trimería griega sklepios...), o en la contempo- raneidad (La tríbada...) En ese posmundo, las apariencias predominan y la realidad novelada se reviste de peculiaridades decadentes (6). La decadencia se revela en los valores que prevalecen en dicha possociedad, definidos por su carácter banal. La tesitura da lugar a un repa- so de modos de vida, o estadios de la existencia humana que, en última instancia, nos remiten a la actualidad. El momento narrado es de indi- rencia y es de caos. Hasta el orden resulta en de- sorden por ausencia de una orientación auténti- camente humana. En Escuela..., la existencia de castas y el exceso de control resulta en con- sión y esterilidad; en Asklepios..., el desconcier- to ocurre por olvido de la inmanencia; en La trí- bada.. ., la perturbación equivale a la rebaja que impone el consumerismo y que permea el gusto y hasta las relaciones activas. Bajo condiciones que vorecen la acultura, la comodidad y el pa- sotismo, la moda oblitera todo lo que signifique un elevado punto de mira. La grandeza de es- píritu, alienada por la rutina y por la banalidad que caracteriza al mundo representado, se re- gia en la mismeidad del personaje, volviéndose hacia adentro. Así, Asklepios da de espaldas al posmundo en que vive para solazarse en su in- ncia y juventud; el Eremita reafirma su condi- ción contestataria buscando la condenación al modo evangélico. En todo caso, el mundo apa- rece como desvalorizado, pues las manistacio- nes del espíritu humano, o se han anquilosado, o se han reducido a trivialidades, de modo que la cultura degenera en barbarie, y lós personajes aparecen abandonados a sus propios recursos, perdidos en la anonimidad, sumidos en total aburrimiento (7). Para captar el citado estado de cosas, Espinosa crea una disyunción histórica, escindiendo la ac- tualidad del pasado. Si bien el mundo represen- tado es el de la contemporaneidad, éste se enjui- cia desde un tiempo anterior, superior por los valores predominantes. Así, en escuela..., el pro-
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Los Cuadernos de Literatura
LA PARADOJA DE
MIGUEL ESPINOSA:
POSMODERNIDAD
CONTRA
POSMODERNIDAD
Pablo Gil Casado
En la época 1975-1985, a medida que se
. consolida la sensibilidad posmoderna, aparece en España una novelística que supera el culto exclusivo al estilo, evo
lucionando así del modelo estéril (por lo que a la ausencia de problemática sociohistórica se refiere) creado por Juan Benet, para pasar a una novela donde la expresión posmoderna se funde con la captación de los efectos que la tecnología y el consumo de masas ejercen sobre los modos de vida contemporáneos.
La posmodernidad, o tardomodernidad, o modernidad tardía, supone la afirmación de una sensibilidad arraigada en el «resurgimiento y el desarrollo de la técnica moderna ... [cuya] primacía se manifiesta sobre todo ... en el sentido específico de las tecnologías de información», (1) y, por consiguiente, de las comunicaciones. Condicionada por los avances electrónicos de la actualidad, por las nuevas formas de entretenimiento, y por profundos cambios en el entramado de la sociedad española, la posmodernidad exhibe conciencia de ruptura, implicando nuevos gustos, nuevas tendencias culturales, nueva organización socioeconórnica (2).
Por lo que a la narrativa se refiere, la posmodernidad supone el desvanecimiento de las llamadas formas «modernas», (3) encuadradas en «el concepto de progreso y concepto de superación» (4) o proceso,perfectivo de renovaciones y renacimientos literarios, y la aparición de formas autónomas que responden a un principio diferente. Los textos posmodernos no se gobiernan por reglas preestablecidas, el texto no se puede aquilatar mediante juicios determinativos, por la aplicación de categorías ya vigentes. Las reglas y las categorías son las que la obra y el texto establecen. Por lo tanto, el escritor trabaja sin reglas, establece las reglas de lo que irá a hacer (5). Por eso, la novela posmoderna tiene ese aire de «movida» o happening en desarrollo.
La psicología de mutación entre una mentalidad tradicional (viejos valores humanísticos) y el influjo de otra condición diferente (nuevos valores derivados del ordenancismo tecnológico) define ese carácter de sobresentimiento y
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movilidad de la época. El cambio también permea la narrativa, aunque la sensibilidad posmoderna se incorpora lentamente, cobrando progresivo ímpetu en el curso de la década que sigue a la muerte de Franco. La obra de Miguel Espinosa (1926-1982), integrada por cuatro novelas (Escuela de mandarines, La tríbada falsaria, La tríbada confusa, y Asklepios) que se publicaron entre 1974 y 1985, puede considerarse como peculiar de esa época, en el sentido de que es representativa de la moda y modos posmodernos.
* * *
Miguel Espinosa se refiere a una posépoca o mundo donde la estructura social equivale a un orden planificado, de organización absoluta, ya sea en un futuro distante (Escuela .. .), en la postrimería griega (Asklepios .. .), o en la contemporaneidad (La tríbada ... ) En ese posmundo, las apariencias predominan y la realidad novelada se reviste de peculiaridades decadentes (6).
La decadencia se revela en los valores que prevalecen en dicha possociedad, definidos por su carácter banal. La tesitura da lugar a un repaso de modos de vida, o estadios de la existencia humana que, en última instancia, nos remiten a la actualidad. El momento narrado es de indiferencia y es de caos. Hasta el orden resulta en desorden por ausencia de una orientación auténticamente humana. En Escuela ... , la existencia de castas y el exceso de control resulta en confusión y esterilidad; en Asklepios ... , el desconcierto ocurre por olvido de la inmanencia; en La tríbada ... , la perturbación equivale a la rebaja que impone el consumerismo y que permea el gusto y hasta las relaciones afectivas. Bajo condiciones que favorecen la acultura, la comodidad y el pasotismo, la moda oblitera todo lo que signifique un elevado punto de mira. La grandeza de espíritu, alienada por la rutina y por la banalidad que caracteriza al mundo representado, se refugia en la mismeidad del personaje, volviéndose hacia adentro. Así, Asklepios da de espaldas al posmundo en que vive para solazarse en su infancia y juventud; el Eremita reafirma su condición contestataria buscando la condenación al modo evangélico. En todo caso, el mundo aparece como desvalorizado, pues las manifestaciones del espíritu humano, o se han anquilosado, o se han reducido a trivialidades, de modo quela cultura degenera en barbarie, y lós personajesaparecen abandonados a sus propios recursos,perdidos en la anonimidad, sumidos en totalaburrimiento (7).
Para captar el citado estado de cosas, Espinosa crea una disyunción histórica, escindiendo la actualidad del pasado. Si bien el mundo representado es el de la contemporaneidad, éste se enjuicia desde un tiempo anterior, superior por los valores predominantes. Así, en escuela ... , el pro-
tagonista se enfrenta al anquilosamiento estatal sirviéndose del pensamiento de estadistas y filósofos del pasado; en Asklepios ... , el personaje se pronuncia contra la decadencia griega, remitiéndonos a la genuinidad del antiguo griego; en La tríbada ... , la volubilidad sentimental se considera desde unas normas de conducta previas, que son las de la permanencia afectiva. La visión de Espinosa es, por lo tanto, antitética, y tiende a la censura de las manifestaciones posmodernas. La síntesis resulta en una experiencia re-
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vestida de desencanto, de desconfianza en el hombre, en las instituciones, en el progreso social y cultural. La visión es pesimista en extremo: nada merece ya la pena.
La censura de lo posmoderno tal y como la realiza Espinosa, parece encarnar una contrasensibilidad. Sin embargo, las situaciones abordadas se captan acentuando los términos que definen la sensibilidad posmoderna. El resultado es una paradoja (8), porque la exhibición de los componentes (negativos) se percibe como
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pro-sensible a una esencia y manifestaciones (positivas), es decir, que el gusto que lo revela es posmoderno. La coexistencia de la doble visión (pro y contra) se hace posible por el procedimiento de establecer una lógica narrativa que hace posible la presencia de la dualidad conflictiva, en la medida que Asklepios declara: «Soy una forma antigua venida a la modernidad de nuestros tiempos» (9).
La paradoja como elemento esencial que define la posmodernidad, se acentúa en la unidad del mundo representado y de la representación. La visión crítica, efectuada desde una posición antiposmoderna, se representa mediante unos recursos con visos vanguardistas (10), de clara connotación posmoderna, particularmente en la abstracción de situaciones y personajes, en el exceso del lenguaje, y en los recursos en que se apoya la verosimilitud.
El gusto posmoderno, siendo de ascendencia dadá, tiene marcada preferencia por el exceso de las apariencias y los gestos, hasta el punto que en la ficción domina la voluntad de deformación barroca en grado extremo. En ese teatro del mundo que son las cuatro novelas de Espinosa, la peripecia se descuenta, pues la actualidad es un acontecer devaluado, revestido de adelanto aparente, pero carente de autenticidad. Consecuentemente, el relato no se centra sobre unos sucesos concretos y específicos, hic et nunc, sino que se teje mediante peripecias atemporales. Cuando el relato se ambienta en la proximidad cotidiana, la referencia se substrae del escenario y deriva hacia referencias alejadas del lugar y de las circunstancias. Por otra parte, son experiencias que igualmente pudieran tener lugar hoy, que hizo o hará un millón de años, como dice el autor. En otras palabras, la realidad novelada se reduce a abstracciones, conceptualizando, por ejemplo, el enajenamiento del hombre (Asklepios .. .), la preponderancia del hedonismo (La tríbada .. .), o la jerarquización estatal (Escuela .. .).
El examen de la existencia humana da lugar a un discurso, formado por considerandos e impugnaciones. Las pertinentes situaciones se presentan por definición, o se remiten a la referencia de textos externos. Por otra parte, la figura humana es una entidad cerebralizada, reducida a una abstracción. El posmundo característico de Espinosa es estático y deviene inevitablemente alegoría. La estaticidad del mundo representado contrasta en todo momento con el dinamismo del texto, que tiende al exceso del decir y al exceso de la imagen. En lugar del nombre de «la cosa», se da una lista de nombres de «la cosa». El abogado Pedranas, en Escuela ... , declara que «si me pagan, defiendo ... » y siguen 79 términos de lo que defiende, términos opuestos y contradictorios que subrayan la peculiar ética del abogado. Cuando el substantivo necesita de un ad-
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jetivo, se le carga con innumerables variaciones, reintroduciendo y reiterando un mismo pensamiento bajo diferentes palabras. En La tríbadafalsaria (11), a Damiana se le supercalifica con 370 apelativos, mientras que a Lucía se le adjudican un centenar y medio. El exceso en la palabra que redice y magnifica el concepto, resulta inevitablemente en hipérboles. Las imágenes que crea Espinosa son desmesuradas, y, por lo tanto, los atributos de los personajes resultan en caricaturas monstruosas. Tal vez sea el empleo de transnominaciones numéricas, el caso más significativo de ese exceso. El Eremita de Escuela ... tiene la improbable edad de dos millones de años y la personalidad del filósofo Sonsabio se ajusta a la imagen del que «posee trece mil condecoraciones, veinte mil menciones, treinta mil cruces y ochenta mil pergaminos de placer. Viaja con treinta mulas y cinco literas, cincuenta secretarios de sinónimos, cien escribanillos y catorce carretas de paI?el» (12).
Las ficciones de Espinosa en general, y muy particularmente Escuela ... , traen a la memoria las obras de Baltasar Gracián, con quien tiene notable afinidad, siendo los dos ingeniosos, sentenciosos, supercalificadores, hipercríticos y mordaces. Espinosa hubo de tener en cuenta los escritos del jesuita, sobre todo El criticón, pues el mundo que Espinosa plasma en Escuela ... tiene bastante del de Gracián. Sin embargo, a diferencia de El criticón, el poder de convencimiento de obras tan abstractas como Asklepios o Escuela ... , reside en un procedimiento atípico, impropio de la novela: la autoridad académica. Espinosa establece la verosimilitud de la obra por medio de referencias a otros autores. La validez del texto se avala con citas o comentarios de tratados filosóficos, de trabajos históricos, de biografías, de memorias... El aparato bibliográfico es riguroso, a modo de un estudio doctoral, con intrarreferencias, con remisiones a página y capítulo, con notas esclarecedoras. Para que nada falte, las novelas contienen índices (72 páginas en Escuela .. .) donde se identifica quién-esquién y en qué páginas figura. Mas todo ese aparato referencial es apócrifo, ni existe ni ha existido, aunque a veces la pseudorreferencia se entremezcle con la cita o el nombre auténtico, especialmente en Asklepios ... De ese modo, la novela se reviste de falsos ropajes, pretende ser una sólida investigación que en Escuela ... , por ejemplo, se apoya en más de medio millar de anotaciones, infra et supra. La paradoja final, y también la primera, es que las novelas de Espinosa no se leen como novelas, porque no coinciden con las habituales tenencias de una narración al uso. Sin embargo, son ficciones, pues cuentan con entes imaginarios, con sucesos fingidos, con escenarios inventados, que, a ..-...la vez, resultan verosímiles, geográfica, �histórica y vitalmente hablando. ,..,,
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NOTAS
(1) Gianni Vattimo, El fin de la modernidad, Gedisa,Barcelona, 1986, passim, pp. 14-18.
(2) «Postmodernism as it is generally understood involves a radical break, both with a dominant culture and aesthetic, and with a rather different moment of socioeconomic organization against which its structural novelties and innovations are measured». Fredric Jameson, «Foreword», en Jean-Frarn;:ois Lyotard, The Postmodern Condition: A Report on Knowledge, University of Minnesota Press, Minneapolis, 1984, p. vii.
(3) «J'appellerai moderne, l'art qui consacre son 'petittechnique', comme disait Diderot, a présenter qu'il y a de l'imprésentable. Faire voir qu'il y a quelque chose que l'on peut concevoir et que l'on ne peut pas voir ni faire voir: voila l'enjeu de la peinture moderne». Jean-Frarn;:ois Lyotard, «Reponse a la question: qu'est-ce que le postmoderne?», Critique, n.º 419, abril de 1982, p. 364.
(4) Vattimo ... , p. 12.(5) «Un artiste, un écrivain postmoderne est dans la si
tuation d'un philosophe: Je text qu'il écrit, l'oeuvre qu'il accomplit ne sont pas en príncipe gouvernés par des regles déja établies, et ils ne peuvent pas etre jugés au mayen d'un jugement déterminant, par l'application a ce texte, a cette oeuvre de catégories connues. Ces régles et ces catégories sont ce que l'oeuvre ou le texte recherche. L'artiste et l'écrivain travaillent done sans regles, et pour établir les regles de ce qui aura été fait». Jean-Fran9ois Lyotard, «Reponse ... », p. 367.
(6) «It denotes temporal linearity and connotes belatedness, even decadence, to which no post-modernist would admit». Ihab Hassan, The Dismemberment of Orpheus. Toward a Postmodern Literature, The University of Wisconsin Press, Madison, 1982, p. 263.
(7) «La salsa de la [pos] modernidad es el aburrimiento». Fernando Poblet, Contra la Modernidad, Ediciones Libertarias, Madrid, 1985.
(8) «The Apollonian view, rangy and abstract, discernsonly historical conjunctions; the Dionysian feeling, sensuous though nearly purblind, touches only the disjunctive moment. Thus posmodernism, by invoking two divinities at one, engages a double view». Hassan ... , p. 264.
(9) Asklepios. El último griego, Consejería de Cultura yEducación, Editora Regional de Murcia, 1985, p. 18.
(10) «Yet posmodernism remains 'cooler' ... cooler, lesscliquish, and far less aversive to the pop, electronic society of which it is a part». Hassan ... , p. 267.
(11) Los Libros de la Frontera, Barcelona, noviembrede 1980. La continuación (La tríbada confusa) apareció en marzo de 1984.
(12) Escuela de mandarines, Los Libros de la Frontera,3: edición, Barcelona, 1983, p. 143.
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