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Hacia Un Desarrollo Humano Integral

Feb 24, 2018

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  • 7/25/2019 Hacia Un Desarrollo Humano Integral

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    CAPITULO IX

    HACIA UN DESARROLLOHUMANO INTEGRAL

    CONSIDERACIONESANTROPOLGICAS Y TICAS

    Sntesis del Capitulo Anterior

    En el captulo precedente hemos expuesto los principios funda-

    mentales orientadores de la accin de todo cristiano, ya sea que

    acte en forma personal u organizada. El sentido ms profundo

    del compromiso social de toda persona que intenta ser discpulo

    fiel de Jesucristo es contribuir al desarrollo integral de todo el

    hombre y de todos los hombres; para ello basta, no slo nuestra

    comprensin de estos principios, sino tambin el poder

    concretarlos en nuestra vida cotidiana, hacerlos presentes en

    nuestro modo de actuar, de pensar, de decidir... De esta forma,

    nos estarem os acercando a este gran proyecto de la Iglesia que el

    Papa Pablo VI anunciar en su encclica Populorum Progressio,

    el Desarrollo Humano Integral. Este es el tema que nos va a ocupar

    en este captulo.

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    MANUAL DE DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

    Objetivo

    Explicitar las dimensiones antropolgicas y ticas ms relevantes

    involucradas en el concepto de desarrollo humano integral y sus

    proyecciones en los modelos, estrategias y polticas para imple

    mentar procesos de desarrollo tanto a nivel micro como macro

    social.

    9.1. HACIA UNA CONCEPCIN DE DESARROLLO

    HUMANO INTEGRAL

    Asumimos la concepcin de desarrollo humano integral propuesta

    por Pablo VI en la encclica Populorum progressioy reasumida

    por Juan Pablo II en su carta Sollicitudo rei socialis.El desarrollo

    es visto como un proceso global de todo el hombre: no cabe aqu

    ningn reduccionismo de tipo determinista, psicologista,

    economicista, estatista o dentista. La verdad sobre el hombre -

    espritu encarnado, recogiendo los aportes de las ciencias sociales

    y humanas se lee en ltimo trmino en clave religiosa, de fe vivida

    por el Pueblo de Dios desde sus orgenes. El hombre se define

    esencialmente como una creatura racional llamada a hacer crecer

    en s misma y solidariamente tambin en los dems, la imagen y

    semejanza de Dios. Con razn seala Pablo VI en un texto

    admirable que el transitar de condiciones menos humanas a

    condiciones ms humanasdebera posibilitar:

    El reconocimiento, por parte del hombre, de los valores

    supremos, y de Dios, que de ellos es la fuente y el fin. Ms

    humanas po r fi n y especialmente: la fe, don de Dios acogido

    por la buena voluntad de los hombres y la unidad en la caridad

    de Cristo que nos llama a todos a participar, como hijos en la

    vida del Dios vivo, Padre de todos los hombres'.

    1 Pablo VI, Populorum Progressio, N214-15.

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    CAP. IX: HACIA UN DESARROLLO HUMANO INTEGRAL

    Cuando decimos de todoel hombre queremos significar tambin

    que un autntico proceso de desarrollo crea espacios apropiados

    para el ejercicio de todos los derechos y obligaciones correlativas

    que derivan de la misma naturaleza humana y, en especial, elderecho a la vida, a la verdad, al trabajo, a la libertad religiosa y a

    vivir en un ambiente no contaminado. La vigencia real de estos

    derechos y de sus obligaciones, constituye quizs el mejor indica-

    dor para discernir acerca de la integralidad de un proceso de

    desarrollo.

    De todos los hombresquiere decir que en esta tarea todos estamos

    llamados a participar. No podemos excluir a nadie. Todo serhumano debe ser no slo objeto de preocupacin social sino sujeto

    activo, autor de su propio destino. Todos los hombres, todas las

    comunidades y todos los pueblos estn comprometidos en esta

    gran tarea. Ningn proceso de desarrollo podr llamarse tal si

    produce marginalidad o no incorpora a los actualmente margina-

    dos o si espera que una especie de rebalse2resultado de automatis-

    mos del mercado, sea la porcin que corresponde a los pobres.

    El desarrollo es un medio: la persona es el fin . Este lenguaje,

    corresponde al equipo del PNUD e ilustra muy apropiadamente

    nuestra postura. El hombre considerado como persona centro

    autnomo de decisiones, libre y responsable es realmente un fin

    cuando el mismo se compromete en la gran tarea del desarrollo.

    Pareciera que la humanidad estuviera hoy en una situacin

    privilegiada para hacer realidad este afn de incorporar a todoslos marginados del mundo e integrarlos a la gran tarea de superar

    la miseria, la pobreza y de alcanzar la calidad de vida. As se

    desprende de los informes de la Cumbre de Desarrollo Social,

    celebrada en Copenhague entre el 6 y el 12 de marzo de 1995.

    2 La expresin corresponde a Juan Pablo II en el discurso de la CEPAL antes citado.

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    MANUAL DE DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

    El desarrollo, en consecuencia, no se reduce slo al crecimiento

    econmico, ni al slo tener ms, sino que se orienta a ser ms en

    todos los mbitos de la existencia individual y social. El desarrollo

    concebido integralmente no es slo econmico sino poltico,

    social, cultural, religioso y ecolgico.

    Lo anterior nos remite directamente al mbito macroeconmico

    y macro social. Vamos a recordar cada una de las reas ah

    comprehendidas. No obstante, queremos partir sealando que el

    desarrollo tiene una dimensin microsocial, personal y familiar,

    sin la cual el nivel macro carece de significacin: la persona es el

    principio, el fin y el sentido de todo proceso de desarrollo; eldesarrollo es para el hombre y no el hombre para el desarrollo.

    9.2. LA DIMENSIN PERSONAL Y FAMILIARDE TODO PROCESO DE DESARROLLO

    Desde nuestra perspectiva, el desarrollo es, en primer lugar, una

    vocacin,un llamado que Dios mismo formula a todo hombre, atoda mujer, a crecer como personas, conforme a los talentos que

    cada uno ha recibido. As entendido, el desarrollo es una obligacin

    moral, una tarea ineludible propuesta a todo ser humano, de asumir

    su propia responsabilidad y ser sujeto y protagonista de su propio

    crecimiento.

    El desarrollo de la familia, de la comunidad y de la sociedad entera

    suponen el desarrollo de cada uno de sus miembros. No habr

    sociedad nueva sin hombres nuevos.

    Sin embargo, no hay que olvidar que toda persona existe en

    sociedad e historia, vale decir, que el crecimiento personal est

    condicionado por las estructuras. Es el viejo problema de la

    relacin dialctica entre cambio (transformacin, desarrollo) de

    las personas y/o de las estructuras3. A qu debemos dar prioridad?

    3 Pierre Bigo, La Iglesia y tercer mundo, Ediciones Sgueme. Salamanca 1975. Pgs.140-141.

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    9.2.1. Conversin Interior

    En la ptica de la Doctrina Social de la Iglesia, la prioridad viene

    dada al cambio, o mejor dicho, a la conversin interior de la

    persona a la solidaridad. Desde la poca de Juan el Bautista que

    clamaba: Haced penitencia y convertios*, la tradicin cristiana,

    en una de sus ms valiosas contribuciones al progreso de la hum a-

    nidad no ha cesado de insistir en la primaca de la persona sobre

    las estructuras y, como consecuencia, que el cambio conversin

    que ms importa es el de las personas. No es que desconozca la

    importancia y necesidad del cambio estructural. Lo que se quiere

    indicar es que ste no puede hacerse sin las personas y menos an

    a costa de las personas, forzando su libertad, obligndoles a

    sumarse a un proceso que rechazan, en otras palabras, atropellando

    derechos humanos fundamentales. En segundo lugar, entendemos

    que ningn cambio profundo a nivel macrosocal puede susten-

    tarse si no se ha producido un cambio interior en las personas.

    Obviamente, hay estructuras que favorecen y otras que dificultan

    el cambio desarrollo personal, pero no es menos cierto que en lams opresora de las estructuras, pueden encontrarse ejemplos de

    excepcional desarrollo humano, de personas que viven la soli-

    daridad en su grado ms alto y que en su entrega a los dems son

    capaces de llegar hasta el herosmo, lo que en habla cristiana se

    traduce como santidad.

    Una vez ms, debemos recordar que las estructuras slo condicio-

    nan, no determinan, y que la persona es el principio, el fin y elsentido de todas las instituciones sociales.

    Siguiendo la lgica anterior, ia Doctrina Social de la Iglesia

    enfatiza la necesidad de la conversin o desarrollo personal, porque

    aleccionada por Jesucristo est convencida de que la raz ltima

    4 Evangelio de San Mateo, 3,2.

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    del mal no es de orden estructural, sino que est en el corazn del

    hombre. La raz ltima de la injusticia, de los males que afligen a

    la humanidad no se aloja en las estructuras econmicas o polticas,

    ni siquiera en las culturales: es personal y en lenguaje religioso se

    llamapecado.

    J. Jacques Rousseau sostuvo que el hombre es naturalmente bueno,

    que la sociedad la corrompe. Hijo igualmente de la modernidad,

    K. Marx en la Introduccin general a la crtica de la economa

    poltica(1859) afirm que no es la conciencia del hombre lo que

    determina su existencia, sino po r el contrario, su existencia social

    es lo que determina su conciencia5 e identific la estructura oinstitucin fuente del mal radical: la posesin en propiedad privada

    de los medios de produccin.

    La conviccin propia de Rousseau logr expresin social en la

    cultura del laissezfaire, de la sociedad permisiva, en la que estara

    prohibido prohibir. La intuicin de Marx, sometida a un proceso

    de congelamiento por parte de Lenin y de Stalin, condujo a la

    sociedad represiva en la que el aparato estatal prohibi disentir.

    Sin negar los logros parciales alcanzados por cada una de estas

    corrientes, nos atrevemos a afirmar que el cristianismo propone una

    visin ms realista: desde un punto de vista moral el hombre est

    daado por el pecado original y aunque redimido por Jesucristo, el

    ejercicio de su libertad est limitado por su condicin de pecador.

    Es cierto que hace un par de dcadas el lenguaje eclesistico y

    an magisterial emplea la expresinpecado social6, situaciones

    de pecado. Algunos hablan an depecado estructural.El mismo

    Juan Pablo II, en Sollicitudo re socialis, emplea la expresin

    mecanismos perversos1para significar que no se trata de fenme-

    nos naturales sino de un conjunto de decisiones y medidas

    5 Ver a este propsito el comentarlo de Plerre Blgo Lectura de Marx: Actualidad de una

    explicacin". En Op. cit. Pgs. 151-187.

    6 Juan Pablo II, Exhortacin apostlica Reconciliatio et paenitentia, Ns16.7 Juan Pablo II, Sollicitudo Re Socialis, Ns17, 19, 35 y 40.

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    consecuentes que personas detentoras del poder poltico y

    econmico asumen en perjuicio de los pases subdesarrollados.

    Las expresiones pecado social, estructuras de pecado hancontribuido sin duda a que los cristianos apreciemos mejor la

    magnitud de los males sociales y comprendamos las responsa-

    bilidades societales frente a dichos males. Sin embargo, ellas

    aparecen siempre ligadas estrechamente al pecado personal:

    Slo en sentido derivado y secundario se aplica a las

    estructuras y se puede hablar de pecado social.

    ...S e debe hablar de estructuras de pecado...las cuales se

    fundan en el pecado personal y por consiguiente, estn unidas

    siempre a actos concretos de las personas... y as estas mismas

    estructuras se refuerzan, se difunden y son fuente de otros

    pecados, condicionando as conductas de los hombres.

    He credo oportuno sealar... cul es la naturaleza real del

    mal a que nos enfrentamos en la cuestin del desarrollo delos pueblos; es un mal moral, fruto de muchos pecados, que

    llevan a estructuras de pecado. Diagnosticar el mal de esta

    manera es tambin identificar adecuadamente, a nivel de

    conducta humana, el camino a seguir para superarlo...que

    implica ante todo un valor moral....

    Corroborando lo que hemos afirmado ms arriba, podemos con-

    cluir aqu que, si la raz de! mal est en el interior de cada hombre,de cada mujer, la solucin, la salida ms radical a las situaciones

    de injusticia, de subdesarrollo, resultar como consecuencia lgica

    de una conversin personal a la solidaridad que deber, sin embar-

    go, tener una expresin comunitaria. Ms de cien aos de Doctrina

    Social de la Iglesia avalan la afirmacin anterior.

    Aqu tenemos que ser muy realistas: asumiendo que la base de

    toda transformacin, de todo genuino proceso de desarrollo es la

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    conversin personal a la solidaridad, no es menos verdadero que

    dicha solidaridad debe organizarse socialmente e incluso ampa-

    rarse en un marco jurdicoinstitucional.

    De otra manera, correr siempre el peligro de quedarse al nivel

    del puro testimonio personal traducido en limosna o asistencialidad

    o se concretar nicamente en situaciones de catstrofe8.

    9.2.2. La familia

    Hemos dicho antes que todo ser personal existe y se desarrolla en

    sociedad e historia, es decir, en un tiempo y estructuras determi-

    nadas. La primera de ellas es la familia, que ha sido siempre consi-

    derada como la estructura primordial, la clula base de la sociedad.

    La familia es vista como un lugar donde la vida humana es espera-

    da, acogida y cultivada, escuela primordial, donde cada ser humano

    aprende a ser persona y a reconocer a los dems como personas.

    Es asimismo ambiente privilegiado para aprender a ser solidario,

    interiorizando desde la niez que la solidaridad no es slo un

    sentimiento fundado en la simpata o el afecto sino una disposicin

    permanente del espritu una virtud de servir siempre a los dems,

    ofrendando cada da la propia vida por nuestro prjimo.

    Juan Pablo II ratifica lo que hemos dicho:

    Para superar la mentalidad individualista, hoy da tan

    difundida, se requiere un compromiso concreto de solidaridady caridad que comienza dentro de lafamilia, De este modo la

    fa m ilia se cualifica como com unidad de trabajo y de

    solidaridad.

    La primera es tructura fu ndamenta l a favor de la ecologa

    humana es la familia , en cuyo seno el hombre recibe las

    8 Ver Exequial Rivas, De Len XIII a Juan Pablo II: Cien aos de Doctrina Social de la

    Iglesia. Ediciones ILADES-Paulinas. Santiago, Chile 2* Edicin Octubre de 1991. Pgs.94-97.

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    prim eras nociones sobre la verdad y el bien; aprende qu

    quiere decir amar y ser amado, y po r consiguiente, qu quiere

    decir en concreto ser una persona.

    Hay que considerar a lafam ilia como el santuario de la vida.

    En efecto, es sagrada, es el mbito donde la vida, don de

    Dios, puede ser acogida y protegida de manera adecuada

    contra los mltiples ataques a que est expuesta, y puede

    desarrollarse segn las exigencias de un autntico crecimiento

    humano. Contra la llamada cultura de la muerte, la familia

    constituye la sede de la cultura de la vida.

    Los textos citados confirman nuestra conviccin de que la familia

    tiene un rol primordial en el proceso de crecimiento de las personas

    y que su influencia en todo proceso de desarrollo es de especial

    gravitacin. En consecuencia, todo modelo de desarrollo debera

    incluir polticas de proteccin y fortalecimiento de las familias. Si

    la familia se debilita y deteriora ningn proyecto social tiene destino.

    De igual manera si la familia no constituye una institucin apro-piada para favorecer el desarrollo de sus miembros, en particular

    en lo que se refiere a la autoestima y al equilibrio emocional, los

    dficit derivados pueden significar traumas que hipotecan todo

    proceso de desarrollo personal.

    Gustavo Gutirrez, con formacin en medicina y psicologa, no

    ha descuidado en su propuesta la importancia del desarrollo

    personal al interior de un proceso de liberacin (desarrollo) global.As distingue diversas dimensiones de la liberacin: una

    socioeconmicopoltica, otra cultural, una tercera religiosa (del

    pecado) y una cuarta psicolgica que explcita como liberacin

    de las represiones. Dada la importancia del tema citamos in extenso

    a Gustavo Gutirrez quien a su vez cita a D. Cooper:

    En efecto, las exigencias de una liberacin en el plano colectivo

    e histrico no incluyen siempre, y en lafo rm a debida, la liberacin

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    psicolgica. Esta agrega dimensiones que no existen o no estn

    integradas, suficientemente, con la prim era. No se trata, sin

    embargo, de desvincularlas u oponerlas fcilmente.

    Me parece escribe D. Cooper que una laguna fundamental de

    todas las revoluciones pasadas ha sido la disociacin entre libe

    racin al nivel de la masa(que es la liberacin de intereses de clase

    en trminos econmicos y polticos)^ la liberacin al nivel indivi

    dual, o de determinados grupos en los cuales el individuo est

    directamente comprometido.Hablando de revolucin, hoy, nuestra

    reflexin no tendr significado si no efectuamos una unin entre

    macro y micro social, entre realidad exterior y realidad interior.

    Una ltima preocupacin nos puede servir para cerrar este tema;

    qu hacer con los discapacitados, con los retrasados mentales y

    con aquellos que desgastados por los aos, constituyen no slo

    un pasivo econmico, sino un peso para la sociedad? Estas

    personas no sirven para iniciar y profundizar un proceso de

    transformacin productiva con equidad?; Para ellos no vale el

    proyecto de desarrollo humano integral de todo el hombre? Qupueden ellos desarrollar? a qu tarea invitarles?.

    Los proyectos de desarrollo normalmente no les asignan un lugar

    y tampoco constituyen grupos de atencin preferencial para el

    Estado. Sin embargo, su presencia plantea un gran desafo a la

    comunidad y sus instituciones ms representativas, entre ellas las

    Iglesias, las Empresas y el Estado.

    La Iglesia Catlica tiene, en este campo, una experiencia bimile

    naria. Las primeras comunidades cristianas se caracterizaron

    porque no abandonaron a ninguno de sus miembros. Los minus-

    vlidos estn ah para recordarnos que ellos son quizs los ms

    pobres entre los pobres y que nuestra solidaridad debe organizarse

    tambin en su beneficio.

    Ellos tambin, conforme a sus limitadas posibilidades, tienen

    derecho al desarrollo personal ms alto posible.

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    9.3. LA DIMENSION ECONMICADEL DESARROLLO

    Si bien es cierto que no podemos reducir el proceso de desarrolloal mero crecimiento econmico, la experiencia muestra que si

    ste falta no se puede hablar con propiedad de desarrollo humano

    integral, especialmente en el caso de los pases subdesarrollados.

    Para eilos es imperativo crecer a tasas que permitan destinar

    recursos a tareas prioritarias como las relativas a la alimentacin,

    la salud, la vivienda, la educacin y simultneamente pagar los

    compromisos financieros contrados la deuda externa.

    Una perspectiva ecologista exagerada quizs podra postular un ndice

    de crecimiento cero para los pases ms industrializados, pero an

    ellos tienen que resolver mediante un crecimiento adecuados proble-

    mas tales como la cesanta, los dficit fiscales y el mantenimiento de

    un alto grado de competitividad de su aparato productivo.

    Por consiguiente, el crecimiento econmico expresado en el

    aumento del PGB y del PIB y reflejado en la mejora del ingresoper cpita, es una condicin indispensable para que un pueblo

    avance y profundice su proceso de desarrollo.

    Es verdad que no importa tanto tener ms, que la meta de un

    proceso de desarrollo integral es ser ms, crecer como personas,

    avanzar en la lnea del desarrollo humano propiamente tal. Sin

    embargo, un mnimo de tener es necesario para ser. Entre el tener

    y el ser no existe una contraposicin dialctica sino una relacin

    de subordinacin del tener al ser. Tener para ser ms, jam s tener

    ms a costa del serde otros.

    Los economistas calculan las tasas de crecimiento del producto

    apropiadas para sustentar un proceso de desarrollo en un mnimo

    de 5 a 6% anual. Del producto total habra que destinar por lo

    menos entre un 20 a un 30% al ahorro y, en definitiva, a la inversin

    para alimentar un proceso de desarrollo autnomo, autosostenido

    y que se proyecte por lo menos en perodos de 5 a 10 aos.

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    Sin entrar a discutir aqu las cuestiones estrictamente tcnicas,

    cuando hablamos de crecimiento no debemos olvidar que aunque

    ste sea espectacular y permita hablar de dragonesy tigres,puede

    ser calificado deperverso cuando beneficia slo a un sector redu-cido de la poblacin y mantiene a una mayora en la marginalidad.

    Dos observaciones al respecto nos deben hacer meditar: segn el

    informe del PNUD 1993 la distribucin del ingreso a nivel plane-

    tario es la siguiente:

    Poblacin Mundial Ingresos Mundiales

    20% ms rico recibe 82.7%

    Segundo 20% recibe 11.7%

    Tercer 20% recibe 2.3%

    Cuarto 20% recibe 1.9%

    20% ms pobre recibe 1.4%

    Las cifras hablan por s solas. La segunda observacin es que enla mayora de los pases de Amrica Latina la pobreza crtica no

    slo no ha disminuido durante los 4 aos transcurridos de esta

    dcada harto ms promisoria que laperdida de los ochenta, sino

    que ha aumentado.

    Lo que hemos dicho nos enfrenta al grave problema de la

    distribucinde los recursos generados mediante los procesos de

    desarrollo. La preocupacin es de antigua data en la DoctrinaSocial de la Iglesia. Po XI en la encclica Quadragesimo Anno

    (1931) entendi la Justicia Social como la obligacin que la

    sociedad tiene de darle a cada uno lo suyo, especialmente a los

    trabajadores. El mismo advirti que en muchos casos de lafbrica

    moderna la materia sale ennoblecida y los hombres y mujeres

    envilecidos. Dicho envilecimiento se explica en buena medida

    porque el capital no traspasa a los trabajadores la parte que les

    corresponde en el proceso productivo.

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    9.3.1. Destinacin Universal de los bienes

    Juan Pablo II, inspirado en el principio de la destinacin universal

    de los bienes, ha insistido reiteradamente en que toda propiedad

    privada est gravada por una hipoteca social, y que el propietario

    por legtimo que sea, es slo un administrador del patrimonio

    comn. La forma normal de alzar la hipoteca es poner la propiedad

    al servicio de toda la comunidad, especialmente de los ms pobres.

    Esta conciencia social, esta sensibilidad nueva a la injusticia en la

    distribucin ha ido ganando espacio en la cultura moderna como

    queda de manifiesto en el lenguaje poltico y tambin en el de los

    centros de estudio y de investigacin cientficosocial. As se habla

    de deuda social, se fija como tarea prioritaria terminar con la

    pobreza, el PNUD insiste en un desarrollo humano que no es efecto

    mecnico del crecimiento econmico y la CEPAL plantea su

    propuesta de transformacin productiva con equidad.

    Como hemos visto, este nuevo modelo de desarrollo incorpora la

    preocupacin por la equidad social (en la prctica lo mismo que

    queremos expresar con la categora tica deju sticia social) que

    implica que el aumento de la productividad no debe hacerse con

    cargo a los salarios y que el aumento de stos constituye una

    condicin para que la productividad contine aumentando. As,

    el argumento antropolgico y tico es reforzado por la estricta

    racionalidad econmica.

    La prctica de la equidad a la hora de distribuir los frutos del

    esfuerzo comn debiera expresarse en primer lugar en salarios

    adecuados para cuyo clculo una de las variables debiera ser la

    productividad, lln paso ulterior sera incorporar a los trabajadores,

    sean ya accionistas o no, a la distribucin de las utilidades produ-

    cidas por las empresas respectivas.

    Como la justicia y la equidad son virtudes escasas no pueden

    quedar entregadas a la arbitrariedad de quienes manejan la

    economa. Su ejercicio debe estar regulado por una clara normativa

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    jurdica. La legislacin que expresa la voluntad de distribuir con

    equidad se ira perfeccionando con la prctica y tendra que

    sustentarse en y expresar el consenso de los principales actores

    econmicos.

    9.3.2. El Estado, los empresarios y los trabajadores

    En primer lugar el Estado, rector del bien comn, actuando

    subsidiariamente, sera el principal promotor de un verdadero

    pacto social entre los empresarios y los trabajadores y actuara

    como rbitro en las negociaciones.

    Los empresarios, deberan concebir la empresa como una

    comunidad de personas, que se asocian aportando trabajo y capital

    para servir a la comunidad obteniendo un beneficio legtimo a

    distribuir proporcional mente segn los aportes realizados.

    En la encclica Laborera exercens Juan Pablo II postulaba una

    empresa orientada por el principio de la primaca del trabajo sobre

    el capital, en la cual quede asegurada la subjetividad {eI ser sujetos,

    agentes libres, creativos y responsables) de los trabajadores,

    mediante su incorporacin a la propiedad y a la gestin de los

    medios de produccin. Este ideal de empresa no es tarea fcil

    pero constituye una propuesta que debe ser considerada con

    seriedad y ensayada metdica, creativa y racionalmente por

    muchas empresas que han puesto ya en prctica programas de

    venta de acciones a sus trabajadores, quienes pasan as a ser

    copropietarios, sintindose ms estimulados para aumentar la

    productividad y mejorar la competitividad de sus empresas.

    Los dirigentes sindicales y los trabajadores organizados, sin

    disminuir sus aspiraciones legtimas y buscando aumentar su

    capacidad negociadora, deberan pasar gradualmente de una lgica

    confrontacional y reivindicacionista a otra de crtica constructiva

    y de colaboracin en un proyecto comn.

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    A este respecto hay que destacar que el porcentaje de trabajadores

    organizados en Amrica Latina es muy exiguo en relacin a la

    fuerza de trabajo, lo que resta poder de negociacin al movimiento

    sindical. Una porcin significativa de nuestra poblacin, rechazadapor el sistema econmico forma!, ha preferido transitar por el

    otro sendero,el sector informal que ha sido tan bien descrito por

    Hernando de Soto9.

    La transformacin productiva con equidad espera, para hacerse

    realidad, el aporte de los trabajadores independientes, los cuales

    mediante adecuadas polticas de capacitacin, asistencia crediticia

    y asesora para la comercializacin de sus productos puedenconsolidar sus microempresas y emprender otras nuevas

    absorbiendo mano de obra ociosa o de muy baja productividad.

    En esta materia, el derecho a la libre iniciativa, a emprender

    creativamente, debe ser estimulado de mltiples formas, una de

    las cuales es facilitar el acceso al crdito en condiciones especiales

    a quienes normalmente quedan fuera del mercado de capitales

    por estar desprovistos de patrimonio y que, en situaciones deextrema urgencia, deben recurrir a usureros. Polticas crediticias

    adecuadas, combinadas con programas de capacitacin y de

    asistencia tcnica, contribuiran a igualar las oportunidades para

    que el derecho a la libre iniciativa deje de ser una pura formalidad

    para la mayora de los latinoamericanos.

    9.3.3. La necesidad de un modelo econmico

    Las estrategias y polticas tendientes a dinaniizar el aparato

    productivo, distribuyendo con equidad e igualando las oportuni-

    dades, tienen que articularse y slo pueden hacerlo al interior de

    un modelo de desarrollo. La crisis del socialismo real y la

    9 Hernando de Soto. El Otro Sendero. La Revolucin Industrial. Editorial El Barranco.

    Instituto Libertad y Democracia (ILD), Lima, noviembre 1987.

    411

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    MANUAL DE DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

    experiencia exitosa de algunos pases de industrializacin tarda

    como los tigres asiticos y Chile han contribuido a que los pases

    subdesarrollados, particularmente en Amrica Latina, hayan

    optado por modelos de desarrollo neoliberal. Dicha decisin hasido provocada en parte por las recomendaciones de ios organis-

    mos financieros internacionales, tales como el Fondo Monetario

    Internacional y el Banco Mundial.

    Este modelo se caracteriza por la tendencia de entregar al mercado

    las decisiones econmicas bsicas: qu producir, cunto producir,

    cmo distribuir. Estas decisiones se tomaran ajustndose a una

    mnima legislacin y seran ms perfectas mientras menor sea lainjerencia estatal en un contexto de creciente apertura al comercio

    exterior.

    La legitimacin del modelo viene dada por los resultados macro

    econmicos observados: baja de la inflacin, aumento de la

    produccin y de la productividad, y por consiguiente aumento de

    lacompetitividad; equilibrios macroeconmicos, cuentas fiscales

    sanas, disminucin en trminos reales de la deuda externa...

    Como hoy da vivimos un ambiente desideologizado y la infor-

    macin est disponible para todos, nadie discute los logros macro

    econmicos del modelo Dnde est sin embargo su taln de

    AquileslEn que siendo muy eficiente para producir, se muestra

    incapaz de distribuir con equidad y que sus costos socialesen una

    primera y a veces interminable etapa son altsimos y recaen primor-

    dialmente sobre los ms pobres que no se han incorporado al mer-cado. Mientras tanto su situacin deber paliarse mediante el gasto

    social,del Estado y el concurso de instituciones filantrpicas y de

    beneficencia.

    El mercado es un buen instrumento para dinamizar la actividad

    econmica, pero entregado a su propia inercia produce acumu-

    lacin y marginalidad. Juan Pablo II en la encclica Centesimas

    Annus reconoce las bondades del mercado pero seala sus

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    CAP. IX: HACIA UN DESARROLLO HUMANO INTEGRAL

    limitaciones. En un contexto de gran realismo la opcin por el

    mercado es universal, Juan Pablo II propone evangelizar el

    mercado, inyectndole solidaridad mediante la accin combinada

    de un Estado que asume y ejerce su rol de rector del bien comn,

    de los trabajadores organizados que fortaleciendo sus organiza-

    ciones aumentan su poder de negociacin para exigir lo que les

    corresponde y de un claro ordenamiento jurdico que impida la

    accin de los monopolios y de los oligopolios.

    En un interesante artculo Gonzalo Arroyo se pregunta si es posible

    ser solidarios en un mundo competitivo. Luego de precisar la

    concepcin cristiana de solidaridad y de analizar varias lecturasposibles de nuestra realidad econmica intenta responder a la

    pregunta planteada advirtiendo que la solucin no puede ser otra

    que la vivencia de la solidaridad por parte de toda la sociedad

    incluidos los agentes econmicos tanto a escala nacional como

    internacional.

    Aqu tocamos otro punto capital para nuestro tema. En efecto,

    cualquier proyecto de desarrollo puede fracasar si no encuentrancondiciones internacionales favorables.Lo anterior no significa

    tratamiento preferencial, sino un trato equitativo a nuestras

    exportaciones, mercados abiertos, sin trabas arancelarias

    amparadas por polticas proteccionistas y/o discriminatorias.

    Dicho trato supone, adems, perfeccionar los mecanismos

    reguladores del comercio internacional, de tal manera que los

    mercados sean transparentes y que la prctica del dumping sea

    definitivamente erradicada.

    La insercin real y creciente en los mercados internacionales es

    una necesidad impostergable para nuestros pases, cuyos mercados

    con contadas excepciones como Brasil y Mxico y en cierta

    medida Argentina son demasiado reducidos.

    La flexibilidad para negociar diversas formas de asociacin debe

    ser la norma y el aumento del comercio intrarregional una meta a

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    la que todos nuestros pases deberan aspirar. La integraccin

    latinoamericana recobra actualidad en un marco mucho menos

    rgido que en dcadas anteriores, en el cual los intereses de cada

    uno de nuestros pases quedan mejor tutelados.

    La historia mostrar los resultados concretos de todas estas

    iniciativas que, en primer lugar, deberan favorecer a los pobres y

    a los jvenes aumentando la oferta de empleo productivo. Sin

    desconocer la importancia de las polticas sociales y de las obras

    caritativoasistenciales, destinadas a satisfacer necesidades bsicas

    urgentes, la base de sustentacin de un proceso de desarrollo es el

    trabajo productivo de la poblacin. Por ende, la sociedad que

    asoma en la encclica Centesimus Annusest fundada en el trabajo

    libre, en la empresa y en la participacin. Vamos a exponer

    brevemente algunos de sus contenidos.

    9.3.4. Hacia una sociedad fundada en el trabajo libre,

    la empresa y la participacin

    La afirmacin pertenece a Juan Pablo II cuando reflexiona acerca

    de la alternativa posible al capitalismo rgido que, entre otros

    errores, no respeta la primaca del trabajo sobre el capital:

    En la lucha contra este sistema no se pone, como modelo

    alternativo, el sistema socialista, que de hecho es un capita

    lismo de Estado, sino una sociedad basada en el trabajo libre,

    en la empresa y en la participacin. Esta sociedad tampoco

    se opone al mercado sino que exige que ste sea oportuna

    mente controlado po r las fuer zas sociales y por el Estado, de

    manera que se garantice la satisfaccin de las exigencias

    fundamentales de toda la sociedad.

    Pensamos que este texto nos permite visualizar tanto el contexto

    como el perfil de una sociedad de oportunidades iguales para todos

    y en la cual cada uno reciba conforme a su aporte. Es decir, una

    MANUAL DE DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

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    CAP. IX: HACIA UN DESARROLLO HUMANO INTEGRAL

    sociedad en la cual la justic ia, que consiste en darle a cada uno lo

    suyo, se traduzca en la igualacin de oportunidades y a justicia

    socialoriente la voluntad societal en orden a ofrecer iguales opor-

    tunidades a aquellos que por generaciones han vivido una situacinde marginalidad, es decir, los pobres por quienes debemos optar

    con predileccin.

    La primera y gran oportunidad que la sociedad debe ofrecer a

    cada uno de sus miembros es la de trabajar. Todo lo dems prepara

    para el trabajo productivo. As, por ejemplo, la educacin no se

    orienta a capacitar para una situacin de goce contemplativo, algo

    as como el otium cum dignitatede los romanos, sino a que cadapersona adquiera los conocimientos, los hbitos y las destrezas

    necesarias para que pueda un da realizar un trabajo productivo o

    realice en mejor forma el que ya tiene. Los planes y programas

    educacionales de los pases en vas de desarrollo deberan ser muy

    realistas y preparar a los educandos mediante el curriculum de

    educacin formal e informal para incorporarse al esfuerzo societal

    por medio de un trabajo productivo. En nuestro medio no podemos

    permitirnos el lujo de tener una cuota significativa de cesantesilustrados.

    Juan Pablo II nos ofrece una rica enseanza acerca de la dignidad

    del trabajo y del trabajador y ofrece asimismo los elementos

    centrales de una espiritualidad del trabajo humano. No obstante,

    aqu nos interesa detenernos en la condicin tal vez ms importante

    para que el trabajo merezca ser llamado humano: que sea ejecutado

    libremente.

    La persona humana, en efecto, se define por la libertad. Nuestro

    siglo lamentablemente ha sido testigo de los ms graves atropellos

    a la libertad de trabajo. M illones de seres humanos en los campos

    de concentracin han sido forzados a trabajar, literalmente a cavar

    su propia tumba. La humanidad recordar siempre con horror el

    campo de exterminio de AUSCHWITZ, cuyo lema era paradojal

    mente, El trabajo libera (Arbeit macht frei).

    415

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    Probablemente una porcin significativa de la humanidad realiza

    cotidianamente tareas rutinarias nicamente porque no tiene otra

    alternativa. En nuestra propuesta, el trabajo debera ser la expresin

    de una autntica vocacin: cada persona estara desarrollando su

    actividad porque la ama, porque reconoce ah su vocacin.

    Sin embargo, para hablar de trabajo en sentido humanista y

    cristiano debemos aadir al carcter de libre, el de digno y bien

    remunerado. En sentido amplio, podemos afirmar que un trabajo

    es digno cuando permite a quien lo realiza crecer en humanidad.

    As se verifica lo que Juan Pablo II afirma en Laborem exercens

    de que, mediante su trabajo, los seres humanos no slo transforman

    la naturaleza sino que se transforman a s mismos, hacindose

    ms personas, ms libres, ms creativos, ms solidarios.

    Un trabajo libre, digno, realizado responsablemente pero cuyo

    valor no es adecuadamente reconocido, normalmente constituye

    un obstculo para el desarrollo humano y acaba por amargar a los

    afectados hacindoles bajar su autoestima. As sucede lamentable-

    mente en nuestro medio con algunas categoras de trabajadorescomo los profesores de enseanza bsica y media y los funcio-

    narios del sector salud. La equidad social debera alcanzar tambin

    a estos grupos tradicionalmente postergados.

    En esta lnea, laEmpresajuega un rol tan decisivo que, si ella no

    cumple adecuadamente su funcin, el desarrollo se convierte en

    una meta imposible de conseguir. Ya Juan XXIII consider a la

    iniciativa privada y a la empresa como una palanca para el desarrollo.

    Juan Pablo II en Sollicitudo Rei Socialis afirma que la libre

    iniciativa es un derecho humano fundamental y en Centesimus

    annusexpresa que una de las causas ms importantes de la crisis

    del socialismo real fue la negacin del derecho a emprender, con

    la consiguiente secuela de ineficiencia de un aparato productivo

    conducido por un mecanismo decisional absolutamente

    centralizado.

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    CAP. IX: HACIA UN DESARROLLO HUMANO INTEGRAL

    Po XI en su encclica Quadragesimo anno(1931) haba enunciado

    el principio de subsid iariedad, cuyo sentido ms hondo es

    favorecer el ms amplio despliegue de la iniciativa privada

    limitada solamente por el horizonte del bien comn y, hoypodramos decir, por el cuidado de la biosfera, de la biodiversidad.

    La empresa es vista como una comunidad de personas, lugar

    privilegiado para expresar la solidaridad de hombres y mujeres

    que ponen en comn trabajo y capital para servir a la comunidad

    y ayudarla a procurar la satisfaccin de sus necesidades y alcanzar

    calidad de vida. Nadie emprende una actividad econmica sin

    pretender un legtimo beneficio que compense el riesgo asumido,la fatiga y las tensiones que conlleva la vida empresarial. Respecto

    de la distribucin del beneficio o ganancia que corresponde a todos

    los miembros de una empresa y que debe ser proporcional a los

    aportes tanto en form a de capital como de trabajo, existir siempre

    una cierta tensin. Los dueos de la empresa tendern espon-

    tneam ente a privilegiar los intereses de la obra; los trabajadores,

    en cambio, buscarn la mejor parte para el obrero.

    La empresa moderna intentar superar el conflicto abriendo a los

    trabajadores amplios espacios de participacin en reas hasta ahora

    vedadas por las cuales no haban transitado, incorporndolos a la

    propiedad y a la gestin de las empresas. Nuestra propuesta postula

    superar definitivam ente el sistema de trabajadores que son meros

    asalariados, transformndolos en copropietarios y cogestores de

    las empresas en las que laboran10. Para tutelar los intereses de los

    trabajadores es muy importante la existencia de sindicatosverdaderam ente representativos de sus intereses, la transparencia

    informativa, las condiciones de trabajo, el perfeccionamiento

    reciclajepermanente del personal y la seriedad, creatividad y

    honestidad en la realizacin del trabajo que cada uno ha asumido

    como propio. La empresa, en la cual piensa Juan Pablo II, es como

    un gran taller donde cada persona se sienta trabajando en algo

    ,0 Juan Pablo II, Op. cit. Na14.

    417

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    propio y, por lo tanto, un lugar donde cada uno es reconocido

    como persona y donde valora a los dems como personas.

    Cuando hablamos de la empresa normalmente pensamos en las

    grandes empresas. Nuestra propuesta incluye tambin a las media-

    nas y las microempresas. La creacin de puestos de empleo y su

    dignificacin dependen en gran medida de las empresas medianas

    y pequeas. Una acertada poltica econmica debiera favorecer

    la consolidacin de las empresas de este tipo ya existentes y la

    creacin de otras nuevas, especialmente en aquellos rubros donde

    efectivamente existan ventajas comparativas y en los cuales la

    comercializacin de sus productos est prudentemente asegurada.

    Para terminar esta breve reflexin sobre la empresa, una

    observacin que, a primera vista, puede sorprender: la empresa

    que deseamos, considerada como unidad econmica productiva,

    debe autofinanciarse y generar utilidades que le permitan

    mantener y mejorar el servicio que presta. Las situaciones crticas

    pueden comprenderse pero deben constituir la excepcin. Slo

    en casos calificados se puede aceptar que el Estado subsidie

    empresas con cargo a los contribuyentes. Se podra afirmar que

    pertenece a la esencia de la empresa el ser autosuficiente.

    Las empresas industriales (incluidas las centrales nucleares),

    blicas y de transporte, son, en buena medida, responsables del

    deterioro del medio ambiente, desde por lo menos el inicio de la

    revolucin industrial. En esta materia, hemos llegado a niveles

    tan crticos que las empresas tienen la obligacin moral de detenerel proceso de contaminacin y pagar la deuda que han contrado

    con la madre naturaleza y sus hijos los vivientes, entre ellos, en

    primer lugar, la especie humana. El respeto por el medio ambiente

    y la biodiversidad, la restauracin de los equilibrios perdidos y

    el cuidado de especies amenazadas de extincin deben constituir

    una preocupacin prioritaria de esa comunidad de personas que

    llamamos empresas.

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    CAP. IX: HACIA UN DESARROLLO HUMANO INTEGRAL

    Lo que llevamos dicho configura en cierta medida la economa

    de la solidaridad, expresin empleada por Juan Pablo II en su

    discurso a la Cepal en abril de 1987. La solidaridad, es decir, el

    espritu de servicio debe caracterizar a los agentes econmicos yprimar sobre el afn de lucro y de acumulacin. Economa de la

    solidaridad significa que la actividad econmica sin perder su

    racionalidad especfica y necesaria se orienta al servicio del

    desarrollo humano integral de todo el hombre y de todos los

    hombres. El cuidado de la naturaleza es condicin necesaria para

    prestar a los seres humanos un servicio verdadero.

    Al iniciar este apartado dijimos que la sociedad que constituyenuestra utopa est basada en el trabajo libre, la empresa y la

    participacin. Quien no participa en el proyecto de desarrollo es

    un marginado con todas las nefastas consecuencias que dicha

    situacin implica. Ya hemos descrito qu significa participar en

    el proceso de desarrollo en su dimensin econmica. Veremos

    enseguida qu entendemos por participacin en las dimensiones

    poltica, social y cultural.

    9.4. EL DESARROLLO HUMANO INTEGRALINCLUYE EL DESARROLLO POLITICO

    La sociedad econmica que incluye el trabajo libre, la iniciativa

    privada y la participacin en los frutos del producto social, que

    hemos esbozado en el apartado anterior, supone como requisitoindispensable un marco jurdicoinstitucional democrtico. En esta

    materia, la opcin del Magisterio Social de la Iglesia es muy firme

    a partir de 1944, ao en que Po XII dirigi a la humanidad su

    radiomensaje navideo Benignitas et Humanitas.

    La democracia luego de la experiencia traumtica de los totalita-

    rismos europeos emerge como el sistema de gobierno que mejor

    asegura el resguardo de la dignidad de la persona humana y de

    419

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    cada uno de sus derechos fundamentales. La opcin por la

    democracia es consubstancial a un proyecto de desarrollo humano

    integral de todo el hombre y de todos los hombres.

    En nuestros pases tensionados por la magnitud de los problemas

    sin solucin y por el aumento considerable de las desigualdades

    sociales, la tentacin totalitaria es siempre una amenaza. Muchos

    espritus dudan de que el sistema democrtico sea un instrumento

    apto para promover un proyecto de desarrollo econmico.

    El problema estriba en que el despegue econmico de nuestros

    pases, el take o ffde Rostow, supone un costo social tan elevadoque resulta intolerable para un pueblo que vive en democracia.

    Aunque aun no tenemos suficiente perspectiva histrica para emitir

    un juicio ms definitivo acerca de este modelo un tanto hbrido

    de dictadura poltica y economa libre, podemos afirmar que el

    costo humano que gener hipoteca sus resultados y reafirma

    nuestra conviccin de que el crecimiento econmico parte

    esencial del desarrollo debe procurarse en un proyecto globalque incluya la vivencia plena de la democracia.

    Es claro que esta afirmacin es mucho ms atendible en el contexto

    actual de desideologizacin, donde no estn en competencia

    proyectos de desarrollo econmico alternativos y contradictorios

    como aconteca en las dcadas anteriores. La franca superioridad

    a nivel de la eficiencia econmica de los modelos neocapitalistas

    occidentales sobre las experiencias del llamado socialismo realapartir del ao 1989 ha bajado la tensin ideolgica casi a cero. El

    problem a ahora, no es optar por el mercado o por el Estado como

    mejor asignador de recursos sino por cunto mercado y por cunto

    Estado.

    As, un consenso mnimo en torno a un proyecto comn,

    indispensable para el funcionamiento de una genuina democracia

    parece ms fcil de conseguir hoy que en el pasado. El proyecto

    420

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    de transformacin productiva con equidad es compartido por las

    democracias latinoamericanas que ensayan diversas frmulas de

    asociacin y colaboracin para lograrlo, sin renunciar a ninguna

    de las libertades, porque la libertad que queremos es una eindivisible.

    Algunas condiciones, sin embargo, parecen necesarias para que

    podamos combinar exitosamente transfo rm acin productiva,

    distribucin equitativa y libertad poltica. En primer lugar, la

    modernizacin del Estado que incluye como primera medida la

    descentral izacin y consiguiente fortalecimiento de las

    instituciones de gobierno regional y municipal. Es precisamentelo que postula el principio de subsdiariedad: que el Estado deje

    hacer lo que las comunidades inferiores pueden hacer bien y en

    muchos casos m ejor que el Estado. Una segunda medida debera

    ser la disminucin del aparato estatal, de la burocracia que, en

    muchos casos, acta ms bien como freno que como motor de

    desarrollo. La disminucin del aparato burocrtico tiene que ir

    acompaada de una dignificacin y aumento de la competencia

    de los servidores pblicos.

    Indisolublemente unido a lo anterior est la imperiosa necesidad

    de recuperar y profundizar la vocacin de servicio pb lico, tan

    deteriorada en Amrica Latina y tan amenazada a nivel planetario

    por esa especie de pandemia que es la corrupcin. Todo funcio-

    nario pblico es un servidor de la comunidad y para cumplir su

    funcin debe combinar dos variables: la eficiencia y la honestidad.

    La ineficiencia y la corrupcin administrativa amenazan en forma

    permanente a nuestras democracias y pueden conducir a nuestros

    pases a situaciones dramticas.

    Participacin y democracia

    El desarrollo poltico exige que la comunidad entera cultive e

    interiorice un creciente aprecio por la poltica entendida como

    421

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    unaprudente solicitudpor el bien comn" y por los polticos que

    hacen de ella su oficio. Sin embargo, la participacin poltica

    seal evidente de desarrollo poltico es una obligacin moral de

    cada ciudadano. Podramos afirmar que la ciudadana se legitimapor la participacin: somos ciudadanos porque participam os.

    Nadie puede permanecer indiferente frente a las grandes decisiones

    societales, que comprometen el destino de los pueblos.

    La participacin en la toma de decisiones se institucionaliza en

    los sistemas democrticos mediante lospartidos polticos, cuerpos

    intermedios, estructuras intermedias entre la sociedad y el

    gobierno. Ellos expresan toda la riqueza de la diversidad societaly al mismo tiempo fortalecen la unidad y la cohesin del organismo

    social, cuando consideran por sobre cualquier inters sectorial, el

    bien comn, lo bueno para toda la comunidad.

    Los partidos polticos institucionalizan elpluralismocaracterstico

    de nuestras sociedades y constitutivo de todo sistema democrtico

    que supone, como hemos dicho,fin es compartidos un consenso

    bsico pero en cuanto a los medios ms apropiados para conse-guirlos una amplia discusin aparece como indispensable. La

    verdadpoltica resulta del aporte de todos los ciudadanos y ese

    aporte se ordena y canaliza a travs de los partidos polticos. El

    pluralismo es la mejor proteccin contra la tentacin totalitaria.

    Por esta razn, el Concilio Vaticano II nos exhorta a que luchemos

    decididamente contra el absolutismo de un solo hombre o de un

    solo partido.

    La participacin ciudadana a travs de los partidos polticos supone

    que stos estimulan permanentemente y acogen la opinin de sus

    militantes mediante distintas formas de consulta y a travs de una

    informacin que llega hasta las bases. El peligro grave es que la vida

    partidaria se reduzca a grupos de poder, a cpulas partidistas que no

    tienen ningn inters en cultivar un dilogo permanente con las bases.

    11 Juan Pablo II, Laborem exercens, Ns20.

    422

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    Nuestra propuesta postula cultivar ese dilogo especialmente con

    los jvenes y con los pobres. Los jvenes, con su idealismo y su

    capacidad crtica, pueden contribuir muy positivamente a renovar

    la poltica, la clase poltica, a perfeccionar los mecanismos demo-crticos. Los pobres recordarn siempre a los polticos y a toda la

    sociedad que existe con ellos una deuda social impaga y que ellos

    tambin tienen derecho a participar.

    Signo evidente de autntico desarrollo poltico de una comunidad

    es la capacidad de lograr consenso y voluntad polticaen torno a

    un proyecto de desarrollo que se fje como primera prioridad la

    erradicacin en plazos razonables de la pobreza, especialmenteen sus manifestaciones crticas o extremas. Las medidas concretas

    a adoptar son tarea de toda la comunidad, conducida por el Estado

    y sus instituciones ms representativas.

    Para concluir esta parte queremos expresar que la democracia

    que deseamos la que realmente favorece el desarrollo poltico

    es la democracia en su sentido ms pleno: La democracia integral.

    Con esta expresin significamos que los valores de la libertad,igualdad y participacin, constitutivos del espritu democrtico

    deben vivirse y ser una realidad no slo a nivel poltico sino

    econmico, social y cultural, transitando as de una democracia

    formal a una democracia real.

    9.5. LA DIMENSION SOCIAL EN UN PROCESODE DESARROLLO INTEGRAL

    La preocupacin por la dimensin social de todo proceso de

    desarrollo constituye una caracterstica de la enseanza social de

    la Iglesia. En una poca que conceba el desarrollo como mero

    crecimiento econmico, Juan XXIII en su encclica Mater et

    magistra afirm que el crecimiento econmico tiene que ir

    acompaado por el desarrollo social. En otras palabras, que el

    423

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    aumento en la produccin debe traducirse en un mejoram iento de

    la calidad de vida de toda la poblacin, mediante una equitativa

    distribucin de los frutos del crecimiento.

    Desarrollo social significa que las necesidades bsicas de la

    poblacin en materia de alimentacin, vivienda, salud, educacin

    y recreacin son atendidas en forma organizada y eficiente, porque

    constituyen prioridades al interior de todo proyecto de desarrollo.

    El nfasis en el desarrollo social es ms importante an en pases

    como los de Amrica Latina donde la insatisfaccin de las nece-

    sidades bsicas parece ser la condicin normal de las mayoras.As, al comenzar la dcada de los 90, el 46% de la poblacin 196

    millones de latinoamericanos era pobre y de esa cifra un 22%

    indigente.

    Un hogar se considera indigente de extrema pobreza cuando el

    ingreso per cpita de quienes componen el grupo familiar, es

    inferior al precio de la llamada canasta bsica de alimentos

    necesarios como nutrientes mnimos. La pobreza o el nivel de

    pobreza es el propio de quienes no perciben ingresos superiores a

    dos veces el valor de esa canasta. Si asumimos como un hecho

    que las personas deben destinar prioritariamente sus ingresos a

    comer, podremos imaginar la situacin desesperada que se vive a

    nivel de la salud, de la vivienda, de la educacin y de la recreacin.

    Ms all de todos los desaciertos, la pobreza en Amrica Latina

    estaba disminuyendo a partir de la dcada de los 40. Los procesos

    de liberalizacin de nuestras economas, puestos en ejecucin en la

    dcada de los 80, en un contexto de crisis del petrleo, fuerte endeu-

    damiento externo, recesin econmica internacional acompaada

    de polticas proteccionistas por parte de los pases industrializados,

    revirtieron esa tendencia con muy contadas excepciones.

    La situacin se agrav porque la privatizacin de los servicios de

    salud y de educacin dificult an ms la participacin de los

    estratos sociales de ms bajos ingresos.

    424

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    CAP. IX: HACIA UN DESARROLLO HUMANO INTEGRAL

    En el caso chileno este deterioro fue dramtico. En 1970 este pas

    tena un 17% de pobres. En 1990 esa proporcin se haba

    duplicado. Los frutos innegables de la economa del libre mercado,

    no haban llegado a los estratos bajos y con propiedad se podahablar de Chile como un pas dual, en el cual coexiste una sociedad

    moderna y pujante jun to a otra que no slo se mantena en niveles

    de m era sobrevivencia sino que vea constantemente deteriorada

    su situacin.

    La erradicacin de la pobreza se convierte en posible cuando

    acertadas polticas de desarrollo social y econmico aumentan el

    empleo, la produccin y la productividad siempre que vayanacompaadas de polticas tributarias y un proceso de distribucin

    de ingresos. Lo anterior constituy la preocupacin central de la

    Cumbre Mundial para el Desarrollo Social. La gran esperanza es

    que el tema de la pobreza ampliamente discutido pueda movilizar

    los esfuerzos de todos los pases (alrededor de 90 jefes de Estado

    y 5 mil delegados participaron), especialmente de los ms desarro-

    llados para concretar acciones concertadas y erradicar la pobreza

    del planeta.

    Los temas que contempl la agenda se agruparon en torno a tres

    grandes reas: la pobreza, el desempleo y la desintegracin social;

    cada uno fue debatido ampliamente en distintas comisiones. Lo

    que se espera es que cada uno de los participantes de la Cumbre

    asuma creativa y responsablemente el compromiso de convertir

    las ideas en importantes proyectos de desarrollo, poniendo nfasis

    en los sectores ms excluidos.

    Quisiramos destacar aqu que los problemas sociales y de

    desintegracin social no son privativos del tercer mundo: afectan

    tambin a muchos pases desarrollados y, naturalmente, a los

    pases excomunistas que conformaban el segundo mundo.

    En las economas de algunos pases desarrollados se est

    produciendo un fenmeno que agudiza los problem as sociales: el

    425

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    MANUAL DE DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

    crecimiento econmico sin aumento de la oferta de empleo, lo

    que genera crecientes conflictos con la mano de obra extranjera y

    fuertes rebrotes de etnocentrismo. La tecnologa cada vez ms

    sofisticada, que tanto ayuda a la humanidad a resolver sus pro-

    blemas, puede transformarse de aliada en enemiga del hombre12.

    Las mquinas y el afn de maximizar las ganancias muestran,

    una vez ms, que la relacin entre crecimiento econmico y

    desarrollo humano no es automtica.

    Sostenemos que la lucha contra la pobreza no se organiza ni se

    implementa sino mediante un pacto concertado entre el Estado,

    los empresarios y los trabajadores organizados. Dicho pacto debe

    expresarse por lo menos en las siguientes bases programticas: 1.

    Prioridad en la lucha contra la pobreza con las consecuentes

    polticas redistributivas y de gasto social; 2. Aumento en la oferta

    de empleos productivos; 3. Una poltica salarial que incluya la

    fijacin de salarios mnimos y 4. Un mejoramiento en la calidad

    de la educacin en general y de la capacitacin y reciclaje de los

    trabajadores.

    Paralelamente todas las instituciones de la sociedad y, en

    particular, las Iglesias y las sociedades filantrpicas deben inten-

    sificar sus esfuerzos para atender las necesidades impostergables

    de algunos grupos societales que necesitan una atencin

    preferencial. En efecto, la atencin de las necesidades humanas

    urgentes es responsabilidad de toda la comunidad. El Estado no

    puede hacerse cargo de cada una de las iniciativas. La batalla

    contra la pobreza es una tarea que todos debemos realizar en formaprogramada y solidaria.

    12 Juan Pablo II, Laborem exercens, Ns5

    426

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    9.6. LA DIMENSION CULTURAL DEL DESARROLLO

    La lucha contra la pobreza, que debe constituir el foco central de

    la preocupacin en todo modelo de desarrollo, no se podr ganarcon una simple inyeccin de capitales; de equipos, de tecnologa

    o de conocimiento especializado. Supone que la actividad

    econmica, que todos los agentes econmicos se mueven orientan

    sus decisiones primordialmente por la solidaridad. De igual

    manera, en el terreno de la convivencia poltica, las grandes

    decisiones societales tienen que expresar la solidaridad de todo

    un pueblo en beneficio de sus sectores ms postergados, con la

    sola limitacin de las exigencias del bien comn. Dicha voluntadsolidaria debe expresarse, adems, en un marco jurdicoinstitu

    cional adecuado.

    No obstante, la solidaridad no se puede imponer po r decreto.La

    experiencia del socialismo realms all de los logros alcanzados,

    reconocidos por Su Santidad Juan Pablo II mostr claramente que

    la solidaridad impuesta por el imperio de la fuerza militar o por la

    sola legalidad anula la creatividad, volviendo a los pueblos medio-cres, porque no se respeta su libertad: no hay solidaridad genuina

    mente humana sin libertad. Esta es una verdad no slo terica

    sino avalada por la experiencia secular.

    Sin embargo, como ya hemos podido constatar, la historia tambin

    muestra que la libertad insolidaria no es la libertad a que estamos

    llamados los seres humanos13. Una form a de capitalismo rgido,

    que ha hecho de la libertad econmica casi un absoluto y preten-dido que el mercado debe operar sin injerencias externas, ha

    producido una riqueza enorme que se ha concentrado en las manos

    de unos pocos mientras una mayora de la humanidad no puede

    resolver sus problemas esenciales y a veces ni siquiera sobrevive.

    13 Ver Nmero especial de la revista Testimonio, Urgidos por la solidaridad, N5120, junio

    - septiembre 1990, Santiago, Chile. El nmero contiene una interesante bibliografa en

    las pgs. 64-65.

    427

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    Los datos del PNUD acerca de la distribucin del ingreso a nivel

    internacional que hemos entregado en este mismo captulo confir-

    man nuestra conviccin de que no hay libertad autnticamente

    humana sin que vaya acompaada de la solidaridad en su ejercicio.

    Todo lo que hemos dicho no invalida la importancia de los progra-

    mas, de las legislaciones, de las polticas sociales en favor de los

    ms pobres ya sean sectores sociales al interior de un pas o pases

    pobres en el concierto de las naciones. Ms an, es una imperiosa

    necesidad de organizar la solidaridad. Lo que pretendemos

    subrayar aqu es que no podr haber desarrollo econmico con

    verdadera equidad ni desarrollo poltico con real participacin

    ciudadana en torno a un proyecto comn si dichos procesos no

    van acompaados de uno ms profundo que constituye su base de

    sustentacin: el desarrollo cultural.

    La cultura, considerada en su dimensin subjetiva significa, segn

    el documento de Puebla:

    El modo peculiar como en un pueblo, los hombres cultivan su

    relacin con la naturaleza, entre s mismos y con Dios (GS

    53b) de modo que puedan llegar a un nivel verdadera y

    plenamente humano (GS 53a); es el estilo de vida comn

    (53c) que caracteriza a los diversos pueblos; por ello se habla

    de pluralidad de culturas (GS 53c) (cfr. EN 20)14.

    En su sentido ms objetivo expresin de la dimensin subjetiva

    Puebla describe la Cultura en los siguientes trminos:

    La cultura as entendida, abarca la totalidad de la vida de un

    pueblo, el conjunto de valores que lo animan y de desvalores

    que lo debilitan y que al ser participados en comn por sus

    miembros, los rene en base a una misma conciencia

    14 Documento de Puebla, Ne 386.

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    CAP. IX: HACIA UN DESARROLLO HUMANO INTEGRAL

    colectiva (E.N. 18). La cultura comprende, asimismo, las

    fo rm as a travs de las cuales aquellos valores o desvalores

    se expresan y configuran, es decir, las costumbres, la lengua,

    las instituciones y estructuras de convivencia social, cuando no son impedidas o reprimidas por la intervencin de otras

    culturas dominantes.

    La cultura nos remite, por consiguiente, al universo de los valores

    que cada persona y cada comunidad van interiorizando mediante

    un proceso que se inicia en la familia, contina en la educacin

    formal e informal, en los medios de comunicacin social y en la

    convivencia diaria.

    Son dichos valores os que orientan a las personas, a las comuni-

    dades y a los pueblos en el ejercicio de su libertad, ordenados en

    lo que se llama una jerarqu a de valores. Ms all de sus legtimas

    diferencias culturales, la especie humana ha accedido en este siglo

    XX luego de un lento proceso de aprendizaje a un amplio

    consenso, en relacin a valores fundamentales compartidos, cuya

    mxima expresin es la Declaracin Universa! de DerechosHumanos1Dicho documento constituye, una especie de declogo,

    unparadigma tico que expresa lo mejor de la conciencia de la

    humanidad y que obliga moral mente a cada uno de sus miembros.

    La Declaracin Universal de los Derechos Humanos es tambin

    una manifestacin de que los seres humanos no somos nicamente

    receptores de cultura sino que creamos cultura y perfeccionamos

    nuestra escala valrica en un proceso que se prolongar durantetoda la historia.

    En consecuencia, podramos afirmar que todo proyecto de

    desarrollo, no slo econmico sino tambin poltico y cultural,

    15 Recomendamos la interesante obra Democracia: Derechos Humanos y orden poltico.Tomo 4A de la coleccin Amrica Latina y la Doctrina Social de la Iglesia. Dilogo

    Latinoamericano - Alemn. Ediciones Paulinas. Buenos Aires, Argentina, 1991.

    429

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    debe incluir el respeto y la promocin de todos y cada uno de los

    derechos humanos fundamentales y de las obligaciones conse-

    cuentes. El respeto y promocin de todos los derechos humanos

    se convierte as en un parmetro quizs el ms universal para

    medir la calidad de un proceso de desarrollo humano integral en

    la medida que la Declaracin Universal de los Derechos Humanos

    no expresa a una o a algunas familias culturales, sino a la entera

    humanidad.

    Este consenso universal renovado y actualizado constituye una

    condicin ineludible si queremos promover un proceso de

    desarrollo sostenible, humano y solidario. As lo expresa Javier

    Prez de Cullar, ex secretario general de las Naciones Unidas:

    Si queremos preparar verdaderamente el Siglo XXL, si

    queremos abrir la oportunidad del desarrollo sostenible,

    humano y solidario que he evocado, necesitaremos modificar

    radicalmente y con urgencia nuestros comportamientos - nos

    ser indispensable recrear, en el respeto de la identidad de

    cada uno, un fondo comn de valores compartidos.

    Ese Fondo Comn de Valores Compartidoses el suplemento del

    alma que el desarrollo concebido como puro acrecentamiento

    material necesita:

    Ciertamente para los que nada tienen, tener ms sigue siendo

    el objetivo primero. Pero pa ra todos se trata en adelante devivir mejor y de vivir mejorjuntos. Es indispensable por consi

    guiente, optar po r la calidad, apostar po r la participacin,

    por la solidaridad.

    Javier Prez de Cullar propone tambin organizar un verdadero

    Plan Marschall a nivel planetario en favor de la cultura y el

    desarrollo.

    MANUAL DE DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

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    CAP. IX: HACIA UN DESARROLLO HUMANO INTEGRAL

    Los tiempos que vivimos parecen propicios para realizar dicho

    plan o por lo menos para incorporar la variable cultural en todo

    proyecto de desarrollo. Contribuir a que la humanidad y especial-

    mente los decisores pblicos tomen conciencia de dicha necesidad

    es parte de la tarea encomendada a la Comisin Mundial de Cultura

    y Desarrollo,creada conjuntamente por la ONU y la UNESCO a

    finales de 1992 y presidida actualmente por el exsecretario general

    de las Naciones Unidas.

    No obstante, un grave peligro acecha: la actitud pragmtica que

    parece caracterizar a nuestras econom as de mercado que reduce

    el horizonte cultural y los procesos de formacin y capacitacin

    al puro mbito cientfico tecnolgico descuidando los aspectos

    antropolgicos, ticos y ecolgicos.

    Es verdad que el recurso ms importante de que un pueblo dispone

    para iniciar un proceso de desarrollo, profundizarlo y derrotar la

    pobreza es su capital humano. Se citan como ejemplo los casos

    de pases como Japn, Corea y Taiwan que, con escasos recursos

    naturales, han logrado un crecimiento econmico espectaculargracias a fuertes inversiones en capital humano.

    Los informes del PNUD y la propuesta de la CEPAL que ya

    conocemos insisten con razn en que la inversin que hay que

    privilegiar es la que tiene como finalidad mejorar el capital

    humano.

    Esta perspectiva correcta tericamente, tiene en la prctica unagrave limitacin: la insistencia casi exclusiva en la capacitacin

    cientficotecnolgica del recurso humano para tornar ms

    eficiente y competitivo el aparato productivo, sin importar la

    formacin humana ms integral del profesional, del tcnico, del

    obrero especializado. Se trata de progresar en el conocimiento y

    manejo de la tecnologa, del Know-how,sin reparar en los recortes

    que puedan sufrir hombres y mujeres en su desarrollo personal y

    humano y los daos que se pueden ocasionar a la biosfera.

    431

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    MANUAL DE DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

    En esta materia, el aporte propio de la familia cultural parte de la

    gran familia humana que se expresa a travs de la Doctrina Social

    que propone como ideal el desarrollo humano integral, puede

    ayudar a la humanidad en su bsqueda de un nuevo estilo de

    desarrollo sustentable, humano y solidario, cuyo logro supone

    una cultura de la solidaridad.

    La expresin pertenece a Juan Pablo II para quien la solidaridad

    no es slo un sentimiento superficial por los males de tantas

    personas, cercanas o lejanas.

    A l contrario, es la determinacin fir m e y perseverante de

    empearse por el bien comn; es decir, por el bien de todos y

    de cada uno, para que todos seamos verdaderamente

    responsables de todos.

    En una jerarqua de valores autnticamente humana, la solidaridad

    debera ocupar el lugar centra!. La calidad de las personas debera

    medirse por su demostrada capacidad de ser solidarias en el triple

    mbito de relaciones que contempla la definicin de cultura que

    hemos ofrecido antes: solidarios con la naturaleza, solidarios con

    los dems seres humanos, solidarios con Dios.

    9.7. DESARROLLO INTEGRALY ECOLOGIA HUMANA

    9.7.1. Solidaridad con la naturaleza y con los dems

    La solidaridad con la naturaleza significa que hemos tomado

    conciencia de que, junto con los animales y todas las especies

    vivientes, constituimos un slo ecosistema, compartimos un

    mismo habitat, una casa comn, cuyos equilibrios no podemos

    alterar sin daar gravemente las condiciones que la vida en sus

    casi infinitas manifestaciones requiere. Aqu tambin se aplica

    aquello de que todos somos responsables de todos.

    432

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    CAP. IX: HACIA UN DESARROLLO HUMANO INTEGRAL

    Todo proyecto de desarrollo debe ser sustentable, es decir,

    tolerable por la naturaleza, diseado conforme a las exigencias y

    posibilidades de la biosfera. Debe incluir el respeto y cuidado del

    equilibrio ecolgico, de la bio-diversidad. Debe contemplar,adems, cuando las cirscunstancias lo requieran, un conjunto de

    polticas de reestructuracin de los equilibrios perdidos o

    seriamente daados. Al interior de ese habitat comn con todas

    las especies vivientes, los seres humanos necesitamos un clima

    ms especfico para iniciar y profundizar nuestro propio y peculiar

    proceso de desarrollo. Juan Pablo II en Centesimas Aniiusemplea

    la expresin ecologa humanapara contribuir a que la humanidad,

    en su afn de proteger a la naturaleza, no pierda la brjula y descuide a los seres humanos -los nicos a quienes Dios ha amado

    por s mismos-.

    En efecto, la complejidad del ser humano, verdadero microcosmos,

    le convierte en el ms delicado de los seres vivientes. El clima

    peculiar que necesitamos debe contener reconocimiento, afecto,

    solidaridad, nutrientes de nuestro espritu y de nuestro cuerpo (no

    podemos olvidar que constituimos una sola unidad psicosomtica).Deberamos respirar este aireen primer lugar en la familia16 pero

    tambin en nuestro ambiente laboral y en todos los espacios en

    que se desenvuelve nuestra vida.

    La solidaridad de los hombres y mujeres entre s significa que

    asumimos nuestra comn condicin y vocacin: hijos de un mismo

    Padre, estamos llamados a colaborar solidariamente para que

    pasemos todos de condiciones de vida menos humanas acondiciones ms humanas, en un proceso de desarrollo continuo

    que no descuida ninguna de las dimensiones constitutivas de! ser

    humano.

    16 Ren Doggenweer.Hacia una ecologa social. Porque los pobres pueden esperar.

    Edicines ILADES - Paulinas. Santiago, Chile. Noviembre de 1990.

    433

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    MANUAL DE DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

    Un proyecto de desarrollo requiere de nuestra permanente

    colaboracin, de nuestro trabajo hecho con amor, aplicacin,

    creatividad y responsabilidad verificacin de una genuina

    solidaridad. En efecto, si queremos acabar con la pobreza, nuestra

    solidaridad tiene que ser eficaz y para lograr dicha meta tenemos

    que calificarnos, adquirir destrezas, llegar a niveles de excelencia

    humana y profesional.

    La motivacin, sin embargo, debe ser siempre el servicio a los

    dems sintiendo que todos somos responsables de todos.Nadie

    puede responder como Can: Acaso soy yo responsable de mi

    hermano?; debemos ocuparnos con particular solicitud de los

    pequeos con quienes Jess se identifica:

    En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos

    mos ms pequeos, a m me lo hicisteis.

    La responsabilidad de ser eficazmente solidario es sin duda mayor

    para quien ms ha recibido, pero nadie puede eludirla en la gran

    tarea del desarrollo humano integral:

    Quien quisiera renunciar a la tarea difcil pero exaltante de

    elevar la suerte de todo hombre y de todos los hombres bajo

    el pretexto del peso de la lucha y del esfuerzo incesante de

    superacin o incluso por la experiencia de la derrota y del

    retorno al punto de partida, faltara a la voluntad de Dios

    Creador.

    Todo el empeo que ponemos en mejorar nuestra formacin

    humana y nuestra capacidad profesional y tcnica cobra pleno

    sentido si lo situamos al interior de la relacin solidaria con Dios

    caracterstica de nuestra concepcin cristiana de cultura. Queremos

    llegar a ser instrumentos calificados para colaborar creativamente

    con Dios, completando lo que falta a su creacin y a su obra

    redentora.

    434

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    CAP. IX: HACIA UN DESARROLLO HUMANO INTEGRAL

    Sabemos que una buena parte de la humanidad no comparte esta

    perspectiva. No obstante, la anunciamos testimoniando con nuestra

    entrega solidaria de cada da que nuestro Dios nos am de tal

    manera que envi a su Hijo unignito quien poco antes de su

    crucifixin expres como ltimo deseo:

    Padre que sean uno, como t y yo somos uno.

    Las primeras comunidades cristianas vivieron esta solidaridad.

    As podemos constatarlo en el discurso o carta a Diogneto, escrito

    por un no cristiano a fines del siglo II de nuestra era:

    Los cristianos, en efecto, no se distinguen de los dems hom

    bres ni por su tierra, ni po r su habla, ni por sus costumbres.

    Porque ni habitan ciudades exclusivas suyas, ni hablan una

    lengua extraa, ni llevan un gnero de vida aparte de los

    dems. A la verdad, esta doctrina no ha sido po r ellos inven

    tada gracias al talento y especulacin de hombres curiosos,

    ni profesan , como otros hacen, una enseanza humana. Sino

    que, habitando ciudades griegas o brbaras, segn la suerte

    que cada uno le cupo, y adaptndose en vestido, comida y

    dems gnero de vida a los usos y costumbres de cada pas,

    dan m uestra de un tenor de peculiar conducta admirables y,

    por confesin de todos, sorprendente.

    Habitan sus propias patrias, pero como forasteros; toman

    parte de todo como ciudadanos y todo lo soportan como

    extranjeros; toda la tierra extraa. Se casan como todos; como

    todos engendran hijos, pero no exponen a los que nacen.

    Ponen mesa comn, pero no lecho. Estn en la carne, pe ro no

    viven segn la carne. Pasan el tiempo en la tierra, pero tienen

    su c iudadana en el cielo. Obedecen a las leyes establecidas

    pero su vida sobrepasa las leyes. A todos aman y por todos

    son perseguidos. Se les desconoce y se les condena. Se les

    mata y en ello se les da la vida. Son pobres y enriquecen a

    muchos. Carecen de todo y abundan en todo. Son deshonrados

    y en la misma deshonra son glorificados.

    435

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    9.7.2. La Cultura de la Solidaridad

    El espritu solidario, la cultura de la solidaridad debe animar

    tambin y dar sentido a las relaciones entre los pueblos.

    El mismo criterio se aplica, por analoga, en las relaciones

    internacionales. La interdependencia debe convertirse en

    solidaridad, funda da en el princip io de que los bienes de la

    creacin estn destinados a todos y lo que la industria humana

    produce con la elaboracin de las materias prim as y con la

    aportacin del trabajo debe servir igualmente al bien de todos.

    La solidaridad internacional a que se refiere Juan Pablo II debiera

    tener mltiples expresiones y entre ellas la entrega gratuita del

    0.7% del PIB de los pases ms industrializados a un fondo comn

    de la humanidad para ayuda a proyectos concretos de los pases

    en vas de desarrollo.

    No obstante, la prctica de la solidaridad no debe hacernos olvidar

    que lo primero es obrar la justicia darle a cada uno lo que lecorresponde (suum cuique tribuere) tambin en las relaciones

    internacionales y especialmente en el intercambio comercial y en

    la transferencia de tecnologa. La solidaridad tiene sentido y

    fundamento cuando hemos cumplido pr imero nuest ras

    obligaciones de justicia. Por ende, lo que nuestros pases reclaman

    con prioridad es un trato justo precios justos a sus productos de

    exportacin, mercados abiertos y transparentes, fin de las polticas

    proteccionistas y de prcticas tan dainas como el dumpingy lacompetencia desleal.

    La solidaridad com ienza donde termina la justicia. Pero la

    solidaridad constituye, desde un punto de vista cristiano, la

    motivacin ms profunda para cultivar y practicar esa voluntad

    de dar a cada uno lo suyo, especialmente a los pases ms pobres,

    que tienen menos poder de negociacin.

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    436

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    9.7.3. Integracin Latinoamericana

    En Amrica Latina, la solidaridad proclamada, segn algunos

    puramente retrica , tiene que cuajar en un enfoque moderno de la

    integracin regional que dentro de marcos jurdicoinstitucionales

    mnimos permita una gran flexibilidad para que los pases de la

    regin logren acuerdos que agilicen los intercambios de todo tipo,

    pero especialm ente los comerciales, culturales, de transferencia

    de tecnologa y el turismo intraregional.

    Nuestros pases estn unidos por un mismo origen, una lengua

    prcticam ente comn a todos (si se piensa en la gran similitud

    entre espaol y portugus), una misma cultura y convicciones

    religiosas afnes. Los problemas de la regin son, en distinto grado,

    comunes a sus pases, siendo los ms urgentes erradicar la pobreza,

    fortalecer nuestras instituciones y prcticas democrticas, integrar

    a nuestros campesinos e indgenas, superar el deterioro ambiental

    y lograr un trato justo en el comercio internacional.

    Para obtener dichas metas en otras palabras para poner por obraun proyecto de desarrollo humano integral todos necesitamos

    del aporte de todos. Amrica Latina cuenta con abundantes

    recursos naturales y humanos que, empleados mediante proyectos

    concertados en diversas formas de integracin, pueden alcanzar

    logros considerables en beneficio de toda la regin. Hay que

    superar los nacionalismos estrechos, mirar ms all de los intereses

    locales y aprender a compartir el horizonte comn de los pueblos

    latinoamericanos.

    Todo lo anterior debe hacerse con respeto no slo por la identidad

    propia de cada pas sino tambin por el grado de desarrollo en

    que se encuentra. Se trata de que la solidaridad ayude a dinamizar

    los procesos y no a frenarlos.

    Debiramos ser capaces de cultivar una verdadera cultura de la

    solidaridad intraregional comenzando por ayudar a interiorizar a

    437

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    MANUAL DE DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

    nuestros nios y en nuestros jvenes el sentido de pertenencia a

    un continente la Amrica morena que ofrece enormes

    potencialidades.

    El sentimiento de solidaridad latinoamericana que aflora por

    ejemplo durante las competencias deportivas, debiera transfor-

    marse en conviccin y principio orientador de nuestro quehacer.

    El intercambio cultural, incluidos los proyectos comunes de

    investigacin, parece constituir una pieza fundamental para pensar

    nuestros problemas y buscar las soluciones con mentalidad

    latinoamericana.

    Hay que aprovechar los convenios ya existentes, como el Andrs

    Bello, y fomentar un creciente intercambio entre los jvenes que

    son la mayora y la gran esperanza de nuestro continente. De ellos

    depende, en buena medida, construir un futuro ms jus to y

    solidario.

    El florecimiento de iniciativas integracionistas sera un signoinequvoco de desarrollo cultural. Los pobres de Amrica Latina

    podran entonces esperar un mejor futuro.

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    BIBLIOGRAFIA RECOMENDADA

    1. BIGO, Pierre. Fe cristiana y cambio social en Amrica Latina.

    Encuentro de El Escorial, 1972, Ed. Sgueme, Salamanca, 1973.

    2. BIGO, Pierre: El Evangelio como fu ente de cultura. Ed. San

    Pablo, Santiago, Chile, 1994.

    3. CAM ACHO, Idelfonso: Doctrina Social de la Iglesia. Una

    aproximacin histricaEd. Paulinas, Madrid, 1991.

    4. CELAM: Presencia activa de la Iglesia en el desarrollo y en

    la integracin de Amrica Latina, Departamento de Accin

    Social. Salvador Baha, 1967.

    5. CONTRERAS QUINA, Carlos (compilador).Amrica Latina

    una realidad expectante. Santiago, Chile, Comisin Suda-

    mericana de Paz, 1993.

    6. CONTRERAS QUINA, Carlos. El desarrollo social TAREA

    DE TODOS.Santiago, Chile, Comisin Sudamericana de Paz,

    Seguridad y Democracia, 1994.

    7. CORRIVEAU, Ral. Creacin, crisis ecolgica y Opcin por

    la vida.Carta pastoral del Obispo de Choluteca, Mxico, 8 de

    diciembre de 1992.

    8. CUADRON, Alfonso y otros.Manual de Doctrina Social de

    la Iglesia, BAC. Madrid, 1993.

    9. EDICION SAN PABLO. Ro de Janeiro, Medelln, Puebla,

    Santo Dom ingo, Episcopado Latinoamericano, Conferencias

    generales, con introduccin general preparada por Exequiel

    Rivas, Ed. San Pablo, Santiago, 1994.

    10. HUNERMANN, Peter y otros. Amrica Latina y Doctrina

    Social de la Iglesia. Dilogo LatinoamericanoAlemn. Ed.

    Paulinas, Buenos Aires, Argentina, 1991.

    11. ILADES: Laborem exercens, Sollicitudo rei socialis, Cente-

    simus annus.Versin completa comentada, Ed. ILADESSan

    Pablo, Santiago, Mayo 1993.

    12. Edicin crtica de Populorum Progressio.Ed. Herder, Barce-

    lona, 1968.

  • 7/25/2019 Hacia Un Desarrollo Humano Integral

    44/44

    MANUAL DE DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

    13. Cultura y Evangelizacin en Amrica Latina. Ed. Paulinas

    ILADES, Santiago, 1988.

    14. R1VAS, Exequiel. Populorum Progressio. Veintin aos

    despus, en Persona y Sociedad, ao 2, N 1, Santiago, 1988.

    15. Cien aos de Doctrina Social de la Iglesia. De Len XIII a

    Juan Pablo II, 2a edicin, ILADESPaulinas, Santiago, 1991.

    16. V VAA: Cristianismo, sociedad libre y opcin po r los pobres.

    Centro de Estudios Pblicos. Santiago, 1988.

    17. Liberacin y desarrollo en Amrica Latina.Perspectivas, CEP,

    Lima 1993.

    18. Tened en cuenta lo noble, lo justo, lo verdadero. EDICEP.

    Valencia, 1991.

    19. Teologa y Liberacin. Perspectivas y desafos. Ensayos en

    torno a la obra de Gustavo Gutirrez, CEP, Lima, diciembre

    de 1989. Dos tomos.

    GUIA DE LECTURA

    1. Qu se entiende por desarrollo humano integral?

    2. Describa los elementos ms importantes de las dimensiones

    personal y familiar, que se deben tener en cuenta en todo

    proceso de desarrollo.

    3. Cules seran los puntos fundamentales que se deben tener

    en cuenta, desde la DSI, para disear un modelo econmico?

    4. Qu relacin hay entre desarrollo econmico, desarrollopoltico, desarrollo social, desarrollo cultural y desarrollo

    humano integral ?

    5. Con base, especialm ente, en los captulos 8 y 9 elabore