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Modos de Producción y Formaciones Socioeconómicas ÁNGEL PALERM
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Angel-Palerm-Modos-de-produccion-y-formaciones-socioeconomicas (1)

May 16, 2023

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Modos de Producción

y Formaciones Socioeconómicas

ÁNGEL PALERM

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Modos de Producción

y Formaciones Socioeconómicas

ÁNGEL PALERM

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PORTADA: BAXTERETXEA.

PRIMERA EDICIÓN, 1976; EDITORIAL EDICOL, MÉXICO.

SEGUNDA EDICIÓN, 1986: © EDICIONES GERNICA S.A. PASEO DE LA REFORMA # 11 MÉXICO, D.F.

© ÁNGEL PALERM. HEREDEROS ISBN 968-6642-14-5 ..

IMPRESO Y HECHO EN MÉXICO

PRINTED AND MADE IN MÉXICO

índice

INTRODUCCIÓN .......................................... 7

I. MARX 1. La formulación general de la teoría:

modo de producción — formación socioeconómica ....................................... 15

Textos ........................................................ 18 2. Sobre las formaciones que preceden a la

producción capitalista ............................... 27 Textos ........................................................ 31

3. La formulación específica del modo capitalista de producción .......................... 45

Textos ......................................................... 54

II. LUXEMBURGO 1. El capitalismo imperialista, las colonias y

la teoría de los modos de producción 75 2. El proceso de reproducción ampliada del

capital y la articulación de los modos de producción ......................................... 85

Textos ........................................................ 87

III. WITTFOGEL 1. Marx, Engels y Lenin

sobre el modo asiático de producción 99 Textos ........................................................ 103

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2. La teoría de las sociedades hidráulicas y el modo asiático de producción . . . 113

Textos ........................................................... 116 3. La teoría del despotismo oriental

y el modo asiático de producción .... 123 Textos ........................................................... 125

IV. CHAYANOV, KULA y POLANYI 1. La cuestión del modo campesino de

producción ............................................... 133 Textos ........................................................... 140

2. La teoría económica del feudalismo . . . . ......... 151 Textos ........................................................... 157

3. Las sociedades precapitalistas y las economías sin sistema de mercado ... 167

Textos ......................................................... 171

V. PREOBRAYENSKI 1. La teoría de la acumulación

socialista primitiva ........................................ 181 Textos ........................................................... 188

2. La articulación de modos de producción bajo el sistema socialista ............................. 195

Textos ............................................................ 197

PARA UNA DISCUSIÓN PROGRAMÁTICA....................................... 203

APÉNDICE BIBLIOGRÁFICO 209

Introducción

En las publicaciones y discusiones más recientes de so-ciología, antropología social, historia, economía y polí-tica, se advierte, tanto en América Latina como en el resto del mundo, una tendencia muy acentuada al empleo de los términos "modo de producción" y "formación, socioeconómica". Ambos conceptos, indisolublemente li-gados entre sí, pertenecen, por supuesto, a la teoría gene- ral de Marx. De manera más específica, pertenecen a su sistema dialécticamente unificado de investigación, aná-lisis e interpretación de la sociedad y la historia. Quizá no sea exagerado añadir que este sistema constituye la contribución más importante, fecunda y duradera de Marx a la teoría y al método histórico-social.

El nuevo lenguaje que están adoptando las ciencias-sociales refleja, ello es evidente, el interés actual del mundo académico por la teoría de Marx, después de muchos años de haberla excluido, en su propio perjuicio, de los recintos universitarios. Sin embargo, debe reconocerse que el mero uso de una terminología no garantiza por necesidad su comprensión profunda, ni mucho menos su aplicación correcta y productiva. Muchas veces se ha visto utilizar palabras en apariencia noveles, simplemente para recubrir hechos viejos y presentar como inéditas las mismas fatigadas interpretaciones del pasado. De esta manera se ayuda, en efecto, a eludir la tarea indispensable de realizar una verdadera reflexión teórica, que con-

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duzca a un entendimiento más profundo de los fenóme-nos sociales e históricos.

Existe por otra parte, al lado del interés genuino y saludable por la teoría de Marx, un poderoso ingrediente de moda científica y hasta de oportunismo político en la adopción de su terminología por parte de los profesio-nales de las ciencias sociales. Semejante inclinación pue-de llegar a revelarse como un fenómeno enteramente banal e incluso frívolo, parecido al que en su momento produjo, toda proporción guardada, la imitación del os-curo vocabulario existencialista de Sartre, del lenguaje mágico de Lévi-Strauss y del estructuralismo idealista de Althusser. Por estos caminos, en los que se sigue más al deseo de novedad que a la urgencia de la profundiza-ción teórica, se acaba casi fatalmente en algún pantano de alienación verbal.

Nada puede resultar más opuesto a la actitud teórica y al método de Marx que la fatigosa y vacía apelación a su terminología y la incesante discusión escolástica que tiene lugar, en algunos medios, sobre la interpretación de sus textos. El progreso de la teoría no descansa en esta suerte de actividades, sino en la expansión real del cono-cimiento obtenido por medio de la investigación estimula-da por el ejercicio de la teoría; es decir, en la relación dialéctica existente entre la teoría, la realidad social y la praxis científica.

La investigación, escribía Marx en el Postfacio a la segunda edición alemana del Capital, "tiene que apro-piarse del material en detalle, analizar sus diversas for-mas de desarrollo, trazar sus conexiones internas. Sólo después de realizar este trabajo puede describirse adecua-damente el movimiento real". Numerosos autores con-temporáneos prefieren, sin embargo, sustituir la realidad social e histórica por su reflejo transitorio en los textos de Marx, y tratan la obra escrita de Marx como si cons-tituyera el universo verdadero de la investigación.

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A los riesgos evidentes creados por la comprensión superficial e inadecuada de los conceptos de Marx y por el empleo trivial y escolástico de su terminología, resulta indispensable agregar aquellos que proceden del falsea-miento y la distorsión, con frecuencia deliberados, de la teoría de los modos de producción. En efecto, durante muchos años los científicos sociales comprometidos con la ideología capitalista y con las corrientes stalinistas co-laboraron en la ingrata tarea de adulterar y aun suprimir las ideas de Marx y de Wittfogel sobre el modo asiático de producción, lo mismo que las contribuciones de Rosa Luxemburgo al estudio de los sistemas coloniales esta-blecidos por el capitalismo. La mutilación y eliminación de los textos marxistas correspondientes, fue acompaña-da por una implacable represión burocrática de cualquier intento de aplicar el método de Marx al análisis y discu-sión tanto del modo socialista de producción como de las sociedades campesinas. La persecución está ejemplificada tristemente por los casos de Chayanov y Preobrayenski, desaparecidos durante las purgas stalinistas.

La experiencia histórica enseña, sin embargo, que el efecto más notable de las represiones no consiste en supri-mir la continuidad de la labor intelectual, ni en detener el avance científico, sino en esterilizar el propio pensa-miento y la obra de los inquisidores y de los comisarios. Así lo muestra, otra vez, el extraordinario renacimiento actual de la teoría de los modos de producción y la fe-cundidad de sus aplicaciones a cuestiones tales como las sociedades campesinas, el sistema colonial y las civiliza-ciones antiguas del Viejo y del Nuevo Mundo. Tanto los cultivadores anacrónicos del marxismo talmúdico como los formalistas académicos, se han visto obligados a in-corporarse a las poderosas corrientes de una ciencia so-cial renovada por el marxismo crítico.

Ante este extraordinario cúmulo de circunstancias, no es de sorprender que los resultados de la aplicación

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de la teoría de los modos de producción publicados hasta ahora, muestren una asombrosa diversidad de calidades científicas y de intenciones políticas. Aunque en este libro no intento denunciar, más allá de lo que ya he dicho, la esterilidad de los seguidores de modas y la mediocridad de los servidores de las diferentes burocracias políticas y académicas, el tono y el estilo resultarán por necesidad polémicos. Será así, porque mi intención principal consiste en contribuir a recuperar el vigor y la originalidad de un aspecto fundamental de la teoría marxista. Tal propósito no puede cumplirse sin una repetida lectura crítica de los textos capitales, lo mismo de Marx que de otros autores marxistas y, lo que es aún más importante, sin un análisis igualmente crítico de las aplicaciones que se han hecho de la teoría.

En último análisis, conviene insistir en que la función decisiva de la teoría consiste en generar nuevas in-vestigaciones, que a su vez contribuirán a modificar la teoría, manteniendo así la constante y necesaria relación dialéctica entre la elaboración teórica y la praxis de la investigación. En este movimiento incesante entre la teoría y la realidad se funda el progreso científico.

En esto consiste, entonces, el proyecto principal del presente volumen. Creo ser congruente, de esta manera, con el estado actual de la cuestión de los modos de producción, todavía sometida a un serio y extenso debate científico. Se trata, asimismo, de permanecer leal al método marxista, que procura aproximarse a los problemas sin dogmatismo, con espíritu crítico y con intención y estilo polémicos.

El volumen está organizado con la intención de fa-cilitar al estudioso una colección introductoria de textos fundamentales sobre el proceso de elaboración de la teoría de los modos de producción, desde Marx a los autores contemporáneos, y sobre algunas cuestiones que actualmente parecen atraer con más fuerza el interés de

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los investigadores. En consecuencia, las anotaciones y re-ferencias bibliográficas se han reducido a lo indispensa-ble. Sería pueril tomar esta selección como algo más que una introducción al problema; no hay sustituto posible a la lectura y comentario crítico de las obras comp letas, que tienen su propia lógica interna y un desarrollo pecu-liar a cada autor.

La primera sección, (I. Marx), incluye una selección de textos de K. Marx, que son especialmente relevantes en relación: 1) a la formulación general de la teoría de los modos de producción-formaciones socioeconómicas 2) a las formaciones que preceden a la producción capi-talista, y 3) a la formulación específica del modo capitalista.

La segunda sección (II. Luxemburgo) recoge una se-lección de textos de Rosa Luxemburgo, que se refie-ren al desarrollo del capitalismo imperialista, a la forma-ción del sistema colonial y a las relaciones entre los dos. Son relevantes, de manera particular, para la discusión actual sobre el llamado modo "colonial" de produc-ción.

La tercera sección (III. Wittfogel) reúne textos de Karl A. Wittfogel sobre el modo asiático de producción la teoría de las sociedades hidráulicas y las formas des-póticas de organización política.

La cuarta sección (IV. Chayanov, Kula y Polanyi) recoge una selección de textos de A.V. Chayanov de Witold Kula y de Karl Polanyi sobre la teoría de la so-ciedad campesina, el modo feudal de producción y las sociedades precapitalistas.

La quinta sección (V. Preobrayenski) reúne textos de E. Preobrayenski sobre el proceso de acumulación so- cialista y la naturaleza del nuevo modo de producción, que con seguridad son los temas más importantes y me- nos elaborados hasta ahora de la teoría de los modos de producción.

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En una selección final he procurado poner de relieve algunas cuestiones esenciales de método y teoría que surgen de la lectura crítica de los textos y me he esforzado en indicar lo que parecen ser, en estos momentos, las líneas principales de interés para la investigación histórico-social.

He dividido los textos citados en párrafos numerados consecutivamente para cada uno de los autores seleccionados. De esta manera he creído facilitar las referencias que se hacen dentro del volumen, y las que en el futuro puedan hacerse a él. Los textos se reproducen respetando la integridad de las frases y por lo general en la misma secuencia que les dio su autor. Las discontinuidades inevitables se indican con puntos suspensivos.

Por último, he agregado un pequeño apéndice bi-bliográfico, que incluye, junto a los trabajos citados en el texto, una serie de obras recientes cuyo estudio parece fundamental para comprender el estado actual de la cuestión que nos ocupa en este volumen. Por supuesto, el apéndice carece de cualquier intención exhaustiva. Se traía, simplemente, de una guía para facilitar el estudio.

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1. MARX

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La Formulación General

de la Teoría: Modo de

Producción-Formación Socioeconómica

Nuestro punto de partida indispensable está en un texto de Marx, con justicia famoso por su extraordinaria cla-ridad y concisión. Me refiero al Prefacio a la Contri-bución a la crítica de la economía política.1 A pesar de haber sido reproducido con tanta frecuencia, conviene re-petirlo aquí. El Prefacio constituye el núcleo de la teoría general sobre los modos de producción y las formaciones socioeconómicas; es decir, del instrumento fundamental elaborado por Marx para el estudio e interpretación tanto de las estructuras sociales como de sus procesos de desarrollo. Por otra parte, quizá en ningún otro lugar Marx

1 El título del original alemán es Zur Kritik der Politischen Ökonomie, Berlín, 1859. Aunque existen numerosas ediciones en español, al igual que en otras lenguas, ut i l izo las versiones de J. Merino (Contribución a la critica de la economía política, Comunic ación, Madrid, 1970) y de N.I. Stone (A contribution to the critique of political economy, Charles H. Kerr and Co., Chicago, 1904). El texto que se incluye en este volumen ha sido cotejado y modificado, cuando ha sido necesario, con la edición alemana más autorizada, Karl Marx, Friedrich Engels, Werke, Band 13, Dietz Verlag, Berlín, 1971, pp. 7-11.

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llegó a una síntesis más lúcida y completa de su pen-samiento.

Desde el punto de vista de la formación de la teoría marxísta, la posición cronológica de la obra es muy sig-nificativa. En 1859, fecha de aparición de la Crítica, hacía más de diez años que Marx y Engels habían publicado el Manifiesto comunista y escrito la Ideología alemana, que quedó sin publicar por largo tiempo. Asimismo, habían aparecido el Discurso sobre el libre cambio, la Miseria de la filosofía y las famosas colaboraciones al New York Daily Tribune sobre el Oriente. Marx estaba entregado, durante la redacción de la Crítica, a sus estudios de economía y a la preparación de los diversos y numerosos manuscritos que debían servirle para la versión publicada años más tarde del Capital.

Quiero decir con esto que en 1859 Marx había rea-lizado su ruptura dialéctica con la filosofía de Hegel y con el socialismo llamado utópico; había adoptado la idea de la lucha de clases como motor de la historia, y había realizado los avances más decisivos en su análisis de las formaciones socioeconómicas de Occidente y Oriente. En consecuencia, resulta indiscutible la madurez teórica del texto incluido a continuación, que posee, además, una autoridad de primer rango entre las diversas formulaciones de Marx.

Sería erróneo, sin embargo, buscar en estos textos una definición acabada o bien una descripción extensa del concepto de modo de producción. En primer lugar, resulta evidente que en esta época las investigaciones de Marx apuntaban hacia muchas direcciones; sus intereses pare-cen ser predominantemente programáticos y mucho más exploratorios que analíticos.

En segundo lugar, el modo de producción es una abs-tracción, tanto más válida cuanto más abstracta, que ad-quiere concreción a medida que pierde generalidad. Es

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decir, a medida que se utiliza en el plano analítico para examinar la estructura, el funcionamiento y el proceso histórico de una sociedad determinada. Esta es una ta-rea que Marx emprende, de manera completa, sólo en re-lación al capitalismo. Es ahí entonces, o sea, en el Capital, donde hay que buscar la formulación específica y deta-llada de un modo de producción particular.

Otro grave error, del que he procurado escapar, es aquel en que se incurre con mucha frecuencia: el de tra-tar de explicar a Marx mejor de lo que él se explica a sí mismo. Nadie ha podido superarlo en esto, quizá porque Marx, al no ser marxista, tampoco congeló sus ideas en categorías fijas. Por el contrario, las mantuvo siempre bajo crítica y sujetas a revisión constante. Con esta mis-ma actitud debe realizarse esta lectura.

Quizá resulte necesaria otra advertencia preliminar. En la época en que Marx escribía este manuscrito, el len-guaje técnico de las ciencias sociales apenas existía, ex-cepto probablemente en el caso de la economía. Resulta erróneo, por eso mismo, conceder excesivo valor a algu-nas expresiones y términos cuyo sentido todavía no había sido formalizado y están, entonces, muy lejos de poder interpretarse de manera estricta y siempre de la misma forma. Las discusiones sobre el "verdadero" sentido de muchos términos de Marx son, desde ciertos puntos de vista, tan estériles como las lecturas talmúdicas que sue-len hacerse de sus textos.

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Textos

(1) Mis investigaciones me condujeron a la conclusión de que las relaciones jurídicas, así como las formas del Estado, no pueden comprenderse por sí mismas, ni expli- carse por el llamado desarrollo general del espíritu huma no, sino que están enraizadas en aquellas condiciones materiales de la existencia que Hegel, a la manera de los ingleses y franceses del siglo XVIII, resumía bajo el nom bre de "sociedad civil"; la anatomía de esta sociedad civil hay que buscarla en la economía política...

(2) La conclusión general a que llegué y que, una vez obtenida, me sirvió de guía para mis estudios, puede for- mularse brevemente de este modo: En la producción so- cial que los hombres realizan, éstos entran en relaciones definidas, que son indispensables e independientes de su voluntad; estas relaciones de producción corresponden a un estadio determinado de desarrollo de sus poderes materiales de producción. La suma total de estas relacio- nes de producción constituye la estructura económica de la sociedad, el fundamento real, sobre la cual se ele- van las superestructuras jurídicas y políticas, a las que corresponden formas definidas de conciencia social.

(3) El modo de producción en la vida material condi-ciona el carácter general de los procesos de la vida social, política y espiritual. No es la conciencia de los hom-

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bres lo que determina su existencia, sino, por el contra-rio, es su existencia social lo que determina su conciencia.

(4) En un cierto estadio de su desarrollo, las fuerzas materiales de producción de la sociedad entran en con- flicto con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que su expresión jurídica, con las relacio- nes de propiedad en cuyo interior se habían movido has- ta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas de producción, estas relaciones se convierten en trabas. Se abre entonces un período de revolución social.

(5) Con el cambio producido en la base económica, se transforma más o menos rápidamente toda la inmensa su- perestructura. Al considerar tales transformaciones debe distinguirse siempre la transformación material de las con- diciones económicas de la producción, que se puede com- probar con la precisión que tiene la ciencia natural, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, estéticas, o filo- sóficas, ideológicas, mediante las cuales los hombres to- man conciencia del conflicto y luchan entre sí. Así co- mo nuestra opinión de un individuo no se basa en la idea que él tiene de sí mismo, tampoco podemos juzgar tal periodo de transformación por su propia conciencia; por el contrario, es preciso explicar esta conciencia a par- tir de las contradicciones de la vida material, del conflic- to existente entre las fuerzas sociales de producción y las relaciones de producción.

(6) Una formación social nunca desaparece antes de haber desarrollado todas las fuerzas productoras que puede contener, y las relaciones de producción nuevas y superiores nunca aparecen antes de que las condiciones materiales de su existencia hayan madurado en el seno de la vieja sociedad. Por eso, la humanidad se propone siempre sólo aquellos problemas que puede resolver, ya que,

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mirando de cerca, se verá siempre que estos problemas se presentan sólo cuando las condiciones materiales para resolverlos ya existen o se encuentran en proceso de for-mación.

(7) Esbozados a grandes rasgos, los modos de produc-ción asiático, antiguo, feudal y burgués moderno, pueden ser designados como otras tantas épocas progresivas de la formación socioeconómica. Las relaciones de produc-ción burguesas son la última forma antagónica del pro-ceso social de producción, no en el sentido del antagonis-mo individual, sino de aquel que surge de las condiciones que rodean la vida de los individuos en sociedad; las fuerzas productoras que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa crean, al mismo tiempo, las condicio-nes materiales para resolver este antagonismo. Esta for-mación social constituye, en consecuencia, el capítulo final del estadio prehistórico de la sociedad humana.

Al escribir el Prefacio a la Crítica publicada en 1859, de donde proceden los textos anteriores, Marx menciona un prólogo general que suprime de la publicación, ya que según él anticipaba resultados que estaban todavía por demostrar. De este Prólogo, conservado en manuscrito hasta después de la muerte de Marx, los ahora famosos Grundrisse, provienen los textos siguientes, que se refie-ren asimismo al problema modos de producción-forma-ciones socioeconómicas.2

2 Utilizo nuevamente la traducción al español de J. Merino (Contribución a la crítica de la economía política, Comunicación, Madrid, 1970), cotejada y modificada, cuando ha sido nece-sario, con el original alemán Enleitung (Zur Kritik der Politischen Ökonomíe), publicado en Karl Marx, Friedrich Engels, Werke, Band 13, Dietz Verlag, Berlín, 1971, pp. 615-642. He usado tam-bién la versión francesa, Fondements de la critique de l économie politique, Anthropos, París, 1968, 2 vols.

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Los textos revisten un extraordinario interés, no sólo porque contribuyen a completar la teoría general de los modos de producción, expuesta todavía de manera muy esquemática en el Prefacio, sino también porque plantean, por primera vez, el problema de la articulación entre diversos modos de producción dentro de una misma formación socioeconómica. Será, precisamente, a partir del problema de la articulación y del modo de producción dominante, que Luxemburgo desarrollará sus ideas sobre el sistema colonial, Chayanov su análisis de la economía campesina y Preobrayenski su teoría de la acumulación socialista. El texto resulta tener, entonces, importancia crucial en la teoría marxista.

(8) Cuando se trata de producción, se trata de la producción en un estadio determinado de desarrollo social y de la producción realizada por individuos sociales. Por eso puede pensarse que al hablar de la producción es preciso o bien seguir el proceso de desarrollo social en sus diferentes fases, o declarar desde el comienzo que se trata de una época histórica determinada, como por ejemplo la producción burguesa moderna, que en realidad es nuestro verdadero tema. Sin embargo, todas las épocas de la producción poseen rasgos distintivos en común, determinaciones generales. La producción en general es una abstracción, aunque sea una abstracción razonable, ya que en realidad pone de relieve y fija el carácter común y por consiguiente nos evita las repeticiones.

(9) Sin embargo, esta generalidad, o conjunto de elementos discernidos por medio de la comparación, está organizada de una manera compleja y diverge en diversas determinaciones. Algunas pertenecen a todas las épocas; otras son comunes sólo a algunas de ellas. Ciertas determinaciones son comunes a la época más moderna y a la más antigua. Sin ellas no podría concebirse ninguna producción. Sí los idiomas más desarrollados tienen leyes y

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caracteres determinados en común con los menos desa-rrollados, lo que constituye su desarrollo es, precisa-mente, aquello que los diferencia de estos elementos ge-nerales y comunes. Las determinaciones que valen para la producción en general deben ser separadas con preci-sión, a fin de no perder de vista las diferencias esencia-les que existen en razón de la unidad que surge del hecho de que el sujeto, la humanidad, y el objeto, la natura-leza, son los mismos...

(10) Si no existe producción en general, tampoco existe producción general. La producción es siempre pro- ducción particular de una rama —por ejemplo, la agri- cultura, la ganadería, las manufacturas, etc.— o bien es su totalidad. Sin embargo, la economía política no es la tecnología. La relación entre las determinaciones genera- les de la producción en un estadio social dado y las for- mas particulares de la producción, debe estudiarse más adelante y en otro lugar.

(11) Finalmente, la producción tampoco es sólo par- ticular. Por el contrario, siempre es un cuerpo social da- do, un sujeto social, quien ejerce su actividad en una totalidad más o menos considerable de ramas de produc- ción. Aquí no es el lugar adecuado para considerar la relación existente entre la representación científica y el movimiento real. Tenemos que distinguir entre la pro- ducción en general, la producción particular por ramas, y la totalidad de la producción...

(12) Toda producción es una apropiación de la na- turaleza realizada por individuos que viven dentro y por medio de una forma social determinada. En este sentido constituye una tautología decir que la propiedad (la apro- piación) es una condición de la producción. Pero es una ridiculez pasar de ahí a una forma determinada de pro- piedad, como por ejemplo la propiedad privada (que

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tiene como condición, por lo demás, una forma anta-gónica, la no-propiedad). La historia muestra la pro-piedad común (entre los hindúes, los eslavos, los celtas antiguos, etc.) como la forma primitiva de propiedad, una forma que por largo tiempo desempeñó un papel importante bajo la forma de propiedad comunal...

(13) . . .Cada forma de producción crea sus propias relaciones jurídicas, sus formas de gobierno, etc. La vul- garidad y la incomprensión consisten, precisamente, en no relacionar unas con otras sino de manera fortuita, en no ligar... lo que ya se encuentra orgánicamente unido...

(14) Todas las conquistas suponen tres posibilidades. El pueblo conquistador somete al conquistado a su pro- pio modo de producción (como los ingleses a Irlanda en este siglo, y en parte a la India); o bien deja subsistir el antiguo modo y se contenta con obtener tributos (como los turcos y los romanos); o bien se establece una acción recíproca que produce algo nuevo, una síntesis (como en parte en las conquistas germanas).

(15) En todos los casos, el modo de producción, tanto el de los pueblos conquistadores como el de los conquistados o el que procede de la combinación de ambos, resulta decisivo para el establecimiento de una nueva distribución. Aunque ésta aparezca como una condición previa del nuevo periodo de producción, ella misma es un producto de la producción, no sólo de la producción histórica en general sino de una producción histórica determinada...

(16) . . .Las categorías más abstractas, a pesar de su validez para todas las épocas —y ello precisamente a causa de su abstracción— son, no obstante, en lo que hay de determinado en esta abstracción, el producto de condiciones históricas y no poseen plena validez sino bajo estas condiciones y dentro de su marco.

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(17) La sociedad burguesa es la organización histó- rica de la producción más desarrollada y más diferencia- da. Las categorías que expresan sus relaciones y permi- ten comprender su estructura, permiten comprender al mismo tiempo las relaciones de producción de todas las formas sociales en desaparición sobre cuyas ruinas y ele- mentos se halla edificada, y cuyos vestigios que aún no ha dejado atrás lleva arrastrando mientras no desarro- lla por completo lo que antes estaba apenas indicado. . . La economía burguesa nos da así la clave de la anti- gua, etc. . .

(18) Puesto que la sociedad burguesa no es en sí más que una forma antagónica de desarrollo, se encuentran en ella ciertas relaciones que pertenecen a formas anterio- res, pero que no están en su propio atuendo sino trans- vestidas, como es el caso de la propiedad comunal. Por consiguiente, si bien es verdad que las categorías de la economía burguesa resultan ciertas también para otras formas sociales anteriores, esto debe tomarse cum grano salís, ya que pueden contenerlas sin desarrollar, atrofia- das, caricaturizadas, etc., pero siempre esencialmente dis- tintas. . .

(19) En todas las formas sociales existe una produc- ción determinada que es superior a las demás; las rela- ciones que ésta engendra asignan a las demás produccio- nes y a las relaciones que éstas a su vez engendran, sus rangos e influencias respectivas. Se trata de una especie de luz general que baña a todos los colores y modifica sus tonalidades particulares. Es como un éter particular que determina el peso específico de todas las cosas. . .

(20) Por ejemplo, en los pueblos pastores [en los que] existe cierta forma esporádica de agricultura. . . la pro- piedad de la tierra se halla determinada por la agricul-

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tura. . . En los pueblos sedentarios que tienen agricultura predominante. . . como en la antigüedad y en el feuda-lismo, la industria y su organización y las formas de pro-piedad que le corresponden, tienen también, más o menos, los rasgos característicos de la propiedad de la tierra. . . En la Edad Media las relaciones de la ciudad imitan la organización del campo. El mismo capital —en tanto que no sea siempre capital monetario— es decir, visto como equipo tradicional del artesanado, etc., etc., tiene este carácter de propiedad rústica. En la sociedad burguesa ocurre lo contrario. La agricultura se transforma más y más en una simple rama de la industria y es dominada enteramente por el capital...

(21) Sería falso, entonces, colocar las categorías eco-nómicas en el orden histórico según el cual han tenido una acción determinante. Su orden está determinado mucho más por medio de sus relaciones mutuas dentro de la sociedad burguesa moderna, y es el contrario del que sugiere su relación natural o del que corresponde a la secuencia de su desarrollo histórico. No se trata del lugar que las relaciones económicas ocupan en la sucesión histórica de las diferentes formas sociales. . , Se trata de la conexión orgánica que guardan en el interior de la sociedad burguesa moderna. . .

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Sobre las Formaciones que Preceden a la Producción

Capitalista

La lectura de los textos anteriores, y de manera especial la del párrafo (8), indica que la preocupación principal de Marx al escribir la Crítica, su "verdadero tema", con-sistía en esclarecer el modo capitalista de producción y la formación social correspondiente. Quiero decir que su in-terés no estaba dirigido hacia el problema histórico del origen y desarrollo del capitalismo a partir de los modos de producción anteriores. Incluso Marx aconseja en contra de colocar las categorías económicas en su probable secuencia de aparición histórica, ya que de lo que se trata, escribe, es de estudiar su "conexión orgánica.. . en el interior de la sociedad burguesa moderna" (párrafo (21)).

Es posible que esta afirmación programática, que más tarde se realizó plenamente en el Capital, sea lo que ha hecho pensar a algunos autores en un Marx estructura-ralista y ahistórico a la moda parisina reciente. Resulta suficiente, sin embargo, comparar estos textos con el Manifiesto y con La ideología alemana, por ejemplo, para concluir que el marxismo es, por encima de todo, una teo-

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ría de la evolución de las formas sociales. De todas maneras, el documento decisivo que permite restablecer en su integridad el pensamiento y el método histórico-evo-lucionista y a la vez estructuralista de Marx, corresponde, precisamente, al mismo período de redacción de la Crítica y de elaboración de los materiales para el Capital. Me refiero, claro está, a la parte de los Grundrisse conocida como los Formen, a la que pertenecen los textos que se reproducen más adelante, y que no fueron conocidos de manera completa y amplia sino hasta la década de 1950.

En los textos de la Crítica citados más arriba, aparece también y con cierta agudeza la preocupación histórica, aunque no sea la dominante y esté oscurecida por el análisis estructural (sincrónico) de las categorías eco-nómicas. Se afirma allí, por ejemplo, que el modo capi-talista, o cualquier otra formación particular, no pueden analizarse ni comprenderse sin recurrir a una teoría ge-neral, cuyo carácter abstracto la haga válida "para todas las épocas". Sin embargo, se agrega, la abstracción no adquiere "plena validez" sino dentro del marco de las condiciones históricas concretas (párrafo (16)). En el párrafo (7) Marx escribe que, "esbozados a grandes ras-gos, los modos de producción asiático, antiguo, feudal y burgués moderno, pueden ser designados como otras tantas épocas progresivas de la formación socioeconómica". Sin detenerse ahora a examinar la exactitud de esta se-cuencia histórica, que es indudablemente errónea, es claro que Marx estaba proponiendo un esquema general del desarrollo social.3

3 Sobre el problema de las secuencias históricas reales y de la secuencia abstracta de Marx, véase la introducción de Eric J. Hobsbawm a !a versión inglesa de los Formen (Karl Marx; Precapitalist economic formations, International Publishers, Nue-va York, 1965). También mi ensayo "Evolucionismo: unilineal; multilineal (Ángel Palerm, Agricultura y sociedad en Mesoa-mérica, Sep-Setentas, México, 1972).

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Cuando se estudian en su conjunto, como debe hacer-se, los materiales procedentes de la Crítica y de los Grundrisse, lo que aparece con extrema claridad es el es-fuerzo de Marx para construir de manera simultánea una teoría general que es, a la vez, histórica (evolucionista) y sincrónica (estructural) y que tiene como núcleo cen-tral a la teoría modos de producción-formaciones socio-económicas. Se trata de una teoría unificada por medio de la dialéctica, que intenta explicar al mismo tiempo y jamás de manera separada, la forma en que una socie-dad está estructurada en un momento dado, sus orígenes, los procesos de su desarrollo a través de los conflictos internos, y la dirección general de su movimiento. La teo-ría de Marx exige de quien trate de comprenderla, y aún mucho más de quien intente aplicarla al estudio de cual-quier sociedad concreta o de cualquier período histórico determinado, un esfuerzo continuo para mantener bajo una sola perspectiva dialéctica la estructura y el proceso. Existen pocos textos que ejemplifiquen tan bien como los Formen semejante tratamiento dialéctico de las for-mas sociales.

La lectura de los Formen no puede hacerse, sin em-bargo, como si se tratara de un texto de historia. Marx no intenta aquí reconstruir el pasado en términos de la historiografía formal, sino que trata, más bien, de ex-plicar la posibilidad del presente (capitalista) en fun-ción del pasado (formas precapitalistas). Su punto de partida y su hilo conductor hacia el pasado son las ca-racterísticas de la sociedad burguesa moderna (capital, trabajo libre asalariado, dinero, producción de mercancías, etc.). Su tipología de las sociedades precapitalistas tie-ne, en cada caso, el cometido de explicar cómo y por qué surgieron de ellas tendencias hacia el capitalismo, o bien cómo y por qué no llegaron a aparecer. Dicho de otra manera, estamos frente a un modelo abstracto del desarrollo histórico general, y no ante una historia con-creta del desarrollo de ciertas formas sociales específicas.

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El mismo título de los Formen explica claramente la po-sición de Marx en este caso: "sobre los procesos de for-mación de las condiciones del capital, o antecedentes de la acumulación primitiva".

Los textos siguientes provienen de una parte de los manuscritos compuestos por Marx entre 1857-58, cono-cidos bajo el título general de Grundrisse der Kritik der Politischen Okonomia, El título especial y completo de la parte que nos interesa ahora es "Formen die der Kapita-lischen Produktion vorhergehen (über den Prozess der Bildung des Kapitalverhältnisses oder der Ursprün-glichen Akkumulation vorhergeht)"; o sea, Formas que preceden a la producción capitalista (sobre los procesos de formación de las condiciones del capital, o antece-dentes de la acumulación primitiva)".4

4He utilizado la versión inglesa de Jack Cohén revisada por E. J. Hobsbawm, quien escribió además una excelente introducción a esta edición de los Formen: Karl Marx, Pre -capitalist economic formations, International Publishers, Nueva York, 1965. He usado también la vers ión francesa, en Fondements de la critique de l'économie politique, Anthropos, París, 1968. 2 vols. No he tenido acceso a las ediciones alemanas de 1952 y 1953. Las ediciones españolas son, en general, deficientes.

Los subrayados que aparecen en el texto son de Marx.

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Textos

(22) Uno de los prerrequisitos del trabajo asalariado y una de las condiciones históricas del capital, es el tra- bajo libre y el intercambio del trabajo libre por dinero, a fin de reproducir el dinero y convertirlo en valores, que se consumen por dinero, pero no como un valor de uso para su disfrute sino como valor de uso por dinero.

(23) Otro prerrequisito es la separación entre el tra- bajo libre y las condiciones objetivas de su realización —o sea, los medios y el material de trabajo. Esto signifi- ca, sobre todo, que el trabajador debe ser separado de la tierra, que funciona como su laboratorio natural. Sig- nifica la disolución de la pequeña propiedad territorial y de la propiedad comunal del sucio basada en la comu- nidad oriental. En ambas formas las relaciones del tra- bajador con las condiciones objetivas de su trabajo son las del poseedor: existe la unidad natural del trabajo con sus prerrequisitos materiales. De ahí que el trabajador ten- ga una existencia objetiva independiente de su trabajo. El individuo se relaciona consigo mismo como propieta- rio, como el dueño de las condiciones de su realidad. Existe la misma relación entre un individuo y el resto de ellos. . .

(24) En ambos casos, los individuos se conducen no como trabajadores sino como propietarios —y como

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miembros de una comunidad que también trabaja. El pro-pósito de este trabajo no es la creación de valores, aunque pueden realizar trabajo extra para cambiarlo por trabajo ajeno, o sea, por productos excedentes. El propósito consiste en mantener al propietario y a su familia, así como al cuerpo comunal en su conjunto. La aparición del individuo como trabajador, despojado de toda cualidad excepto de ésta, es en sí misma un producto de la historia. . .

(25) . . .En el caso de las formas asiáticas más fun-damentales. . . es la unidad más general, que aparece por encima de los pequeños cuerpos comunales, la que suele aparecer corno el propietario único y superior, y las pe-queñas comunidades reales aparecen entonces sólo como poseedoras hereditarias. Dado que la unidad es el propietario real y la precondición efectiva de la propiedad comunal, le resulta perfectamente posible aparecer como algo distinto y superior a las pequeñas y numerosas comunidades reales. De hecho, el individuo está sin propiedad o más bien la propiedad. . . aparece mediada por una concesión que la unidad total hace al individuo a través de una comunidad particular.

(26) Aquí aparece el déspota como el padre de todas las numerosas comunidades menores, realizando así la unidad común de todas. De esto se desprende que el producto excedente... pertenece a la unidad superior. En consecuencia, el despotismo oriental parece conducir a la ausencia jurídica de propiedad. De hecho, sin embargo, su fundamento está en la propiedad común o tribal, creada en la mayor parte de los casos por medio de la combinación de las manufacturas y de la agricultura dentro de la pequeña comunidad, que se hace así autosuficiente y que contiene en sí misma todas las con-diciones para la producción y el excedente de produc-ción.

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(27) Parte del excedente de trabajo pertenece a la comunidad superior, que en último análisis aparece co- mo una persona. Este excedente de trabajo se rinde co- mo tributo y como trabajo en común para la gloria de la unidad, en parte del déspota, en parte del dios de la imaginada entidad tribal. En tanto que este tipo de pro- piedad comunal se realiza realmente en trabajo, éste pue- de aparecer de dos maneras.

(28) Las pequeñas comunidades pueden vegetar inde- pendientemente, unas al lado de otras, y en cada una cada individuo trabaja independientemente con su fami- lia sobre la tierra que le ha sido adjudicada. (Habrá tam- bién una cierta cantidad de trabajo para el almacén co- mún —que es como un seguro— por un lado, y por otro lado para sufragar los gastos de la comunidad como tal; por ejemplo, para la guerra, el culto religioso, etc. El dominio de los señores, en su sentido más primitivo, co- mienza sólo en este momento, como por ejemplo en las comunidades rumanas y eslavas. Aquí aparece la tran- sición hacia la servidumbre, etc.). (29) Segundo, la unidad puede implicar una organi- zación común para el trabajo mismo, que puede cons- tituir un verdadero sistema, como en México y especial- mente en Perú, como entre los celtas antiguos y en algunas tribus de la India.

(30) Además, la comunidad del cuerpo tribal puede tender a aparecer como una representación de su unidad por medio de la cabeza del grupo tribal de parentesco, o bien como una relación entre los cabezas de familia. De ahí provienen formas de comunidad más despóticas o más democráticas. Las condiciones comunales para la apropiación por medio del trabajo, como los sistemas de riego (muy importante en los pueblos de Asia), los me- dios de transporte, etc., aparecerán, entonces, como la obra de la unidad superior —o sea, del gobierno despó-

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tico que está colocado sobre las comunidades menores. Las ciudades, en sentido estricto, aparecen al lado de estas aldeas sólo cuando la localización es particularmente favorable para el comercio exterior, o cuando el jefe del estado y sus sátrapas cambian sus ingresos (el producto excedente) por trabajo, que consumen como fondos de trabajo.

(31) La segunda forma de propiedad ha dado origen, corno la primera, a variedades substanciales, locales, his- tóricas, etc. Es el producto de una vida histórica más dinámica, del destino y modificación de las tribus origi- nales tal como en Roma, Grecia, los judíos, etc. La co- munidad también es aquí la primera precondición, pero, a diferencia de nuestro primer caso, no es la sustancia de la cual los individuos son meros accidentes, o de la cual forman espontáneamente partes naturales. Aquí, la base no es la tierra sino la ciudad ya creada como sede (centro) de la población rural (terratenientes). El área cultivada aparece como el territorio de la ciudad; no es como en el otro caso, donde la aldea es un mero apéndi- ce de la tierra.

(32) Las dificultades que encuentra la comunidad or- ganizada [de esta manera] pueden surgir sólo de otras comunidades que han ocupado ya la tierra o que pertur- ban a la comunidad en su ocupación de la tierra. En con secuencia, la guerra es la gran tarea general, el gran tra- bajo comunal exigido sea por la ocupación. . . o por la protección y perpetuación de tal ocupación. La comuni- dad, que consiste de grupos emparentados, se organiza en primer lugar sobre bases militares, como una fuerza guerrera, militar, y ésta es una de las condiciones de su existencia como propietario. La concentración del pobla- miento en la ciudad constituye el fundamento de esta or- ganización guerrera.

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(33) La naturaleza de la estructura tribal conduce a la diferenciación de los grupos de parientes en superiores e inferiores, y esta diferenciación social se desarrolla aún más con la mezcla de tribus conquistadoras y conquista- das, etc.

(34) La tierra comunal —como propiedad del esta- do, ager publicus— está aquí separada de la propiedad privada. La propiedad del individuo, a diferencia del pri- mer caso, no es aquí propiedad comunal directa, en la que el individuo no es un propietario separado de la co- munidad sino más bien un ocupante. Aparecen circuns- tancias que hacen que la propiedad individual no requie- ra, para valorizarse, del trabajo comunal (como ocurre, por ejemplo, en los sistemas de riego del Oriente)... Cuanto más operan estos factores. . . más aparecen aque- llas condiciones que permiten al individuo convertirse en propietario privado de la tierra —de una parcela par- ticular— cuyo cultivo especial le pertenece a él y a su familia. . . Pero esta "pertenencia" está mediada por su existencia como un miembro del Estado y por medio de la existencia del Estado...

(35) La precondición para la existencia continua de la comunidad es el mantenimiento de la igualdad entre sus campesinos libres y autosuficientes, y su trabajo individual es la condición de la existencia continua de su propiedad. . . El individuo colocado en tal condición para ganar su vida que no puede convertir la adquisición de riqueza en su propósito; su propósito viene a ser la autosuficiencia, su propia reproducción como miembro de la comunidad. . . La continuidad de la comuna es la re-producción de todos sus miembros como campesinos autosuficientes, cuyo tiempo excedente pertenece a la co-muna, al trabajo de la guerra, etc.

(36) Otra forma de propiedad de los trabajadores in-

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dividuales, como miembros autosuficientes de la comuni-dad y en las condiciones naturales de su trabajo, es la germánica. El miembro de la comunidad no es aquí, co-mo en la forma específicamente oriental, copropietario de la propiedad comunal. (Donde la propiedad existe sólo como propiedad comunal, el miembro individual co-mo tal es sólo el poseedor de una parte particular de ella, hereditario o no, ya que cualquier fracción de la pro-piedad no pertenece a ningún miembro por sí mismo sino en tanto que es parte directa de la comunidad, y conse-cuentemente como alguien que está en unidad directa con la comunidad y no como una parte distinta de ella. En consecuencia, el individuo es sólo un poseedor. Lo que existe es sólo propiedad comunal y posesión privada). . .

(37) Tampoco la tierra está ocupada por la comuni- dad (germánica) a la manera de los romanos, griegos (en resumen, a la manera antigua clásica). . . La comunidad germánica no se concentra en la ciudad... La historia de la antigüedad clásica es la historia de las ciudades, pero de las ciudades basadas en la propiedad de la tierra y en la agricultura; la historia de Asia es la de una especie de unidad indiferenciada del campo y el pueblo (la ciudad grande, hablando propiamente, debe ser considerada meramente como un campamento principesco sobreimpuesto a la estructura económica real); la ciudad medieval (período germánico) comienza con el campo como la sede de la historia, que en su desarrollo posterior procede a través de la oposición del pueblo y del campo; la historia moderna consiste en la urbanización del campo, y no como entre los antiguos, en la ruralización de la ciudad.

(38) La unión en la ciudad da a la comunidad como tal una existencia económica; la mera presencia del pue- blo como tal es diferente de la mera multiplicidad de casas separadas. Aquí, el conjunto no consiste de sus

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partes separadas, sino que es una forma de organismo in-dependiente. . . En la antigüedad clásica la ciudad, con su territorio anexo, formaba el conjunto económico. En el mundo germánico el hogar individual aparece mera-mente como un punto en la tierra que le pertenece; no hay concentración de una multiplicidad de propietarios, sino que existen familias como unidades independien-tes...

(39) La forma asiática necesariamente sobrevive más larga y tenazmente. Esto se debe al principio fundamen- tal en que se basa; o sea, a que el individuo no se inde- pendiza de la comunidad, a que el circulo de producción es autosuficiente por la unidad de la agricultura y las ma- nufacturas artesanales, etc. Si el individuo cambia su relación con la comunidad, modifica y debilita a la co- munidad y a su premisa económica. . . Al principio es- ta evolución es limitada, pero una vez que se trascienden los límites comienza la decadencia y la desintegración. Aparecen la evolución de la esclavitud, la concentra- ción de la propiedad territorial, el comercio, la econo- mía monetaria, las conquistas, etc., como entre los roma- nos. Todo esto aparece hasta cierto punto como algo compatible con la base, como meras extensiones inocen- tes de ella, o como meros abusos.. .

(40) Las condiciones originales de la producción no pueden ser producidas ellas mismas ya que no son resul- tados de la producción. . . La unidad de los seres huma- nos vivos y activos con las condiciones naturales, inor- gánicas, de su metabolismo con la naturaleza, y en consecuencia su apropiación de la naturaleza, no requiere de explicaciones; tampoco es el resultado de un proceso histórico. Lo que debemos explicar es la separación de estas condiciones inorgánicas de la existencia activa, una separación que se completa totalmente al aparecer las re- laciones entre el trabajo asalariado y el capital.

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(41) En las relaciones de esclavitud y servidumbre no hay tal separación; lo que ocurre es que una parte de la sociedad es tratada por otra como una mera condición inorgánica y natural de su propia reproducción. El es-clavo no está en ninguna clase de relación con las con-diciones objetivas de su trabajo. Más bien, el hombre es el trabajo mismo, tanto en forma de esclavo como de siervo, colocado entre otras cosas vivas como una con-dición inorgánica de la producción, junto con el ganado o como un apéndice del suelo. . . Una tribu conquistada y subyugada por otra pierde su propiedad y se convierte en parte de las condiciones inorgánicas para la repro-ducción de la tribu conquistadora. . . La esclavitud y la servidumbre simplemente son desarrollos de la propiedad basada en el tribalismo, aunque modifican todas sus for-mas. La que es menos susceptible de cambio es la forma asiática. . .

(42) El objeto de todas estas comunidades es su pre- servación; o sea, la producción de l os individuos que la constituyen, en el mismo modo objetivo de existencia, que también forma las relaciones de cada miembro con los demás y en consecuencia forma a la comunidad misma. Pero esta reproducción es, al mismo tiempo y necesaria- mente, nueva producción y destrucción de la vieja forma.

(43) Por ejemplo, donde se supone que cada indivi- duo debe poseer cierta extensión de tierra, el mero in- cremento de población ya constituye un obstáculo. Si tie- ne que ser superado, habrá colonización y ésta supone guerras de conquista. Esto conduce a la esclavitud, etc., y también al aumento del ager publicus, a la ascensión de los patricios que representan a la comunidad, etc. De esta manera, la preservación de la antigua comunidad supone la destrucción de las condiciones sobre las cua- les descansa y su transformación a las contrarias.

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(44) Supongamos, por ejemplo, que pudiera aumen- tarse la productividad sin acrecentar el territorio, o sea, por medio del desarrollo de las fuerzas de producción. . . Esto implicaría nuevos métodos y combinaciones de tra- bajo, la alta proporción de la jornada que tendría que dedicarse a la agricultura, etc.; nuevamente, las viejas condiciones económicas dejarían de operar.

(45) El acto de la reproducción en sí mismo cambia no sólo las condiciones objetivas —transformando la al- dea en pueblo, la jungla en sembradío, etc.— sino que con ellos cambian los productores por la emergencia de nuevas cualidades, por la transformación y desarrollo de ellas mismas en la producción, formando nuevas capa- cidades y nuevas concepciones, nuevos modos de interre- lación, nuevas necesidades y nuevo lenguaje. Cuanto más tradicional sea el modo de producción, cuanto más inva- riable permanezca el proceso real de apropiación, tanto más invariables serán las viejas formas de propiedad y, en consecuencia, la comunidad en su conjunto. . .

(46) Tenemos una unidad original entre una forma específica de comunidad o unidad tribal y la propiedad en naturaleza conectada con ella; o sea, la relación con las condiciones objetivas de producción como existen na- turalmente, como el ser objetivo del individuo por medio de la comunidad. Ahora bien, esta unidad, que en un sen- tido aparece como la forma particular de la propiedad, tiene su realidad viva en un modo de producción especí- fico, y este modo aparece igualmente como las relacio- nes de unos individuos con otros y como su conducta específica diaria respecto a la naturaleza inorgánica (que es siempre el trabajo familiar y a veces el comunal). La comunidad en sí misma aparece como la primera gran fuerza de producción; ciertas condiciones especiales de producción (como la cría de animales, la agricultura) conducen a la evolución de un modo de producción es-

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pecial y de fuerzas de producción especiales, ambas ob-jetivas y subjetivas; estas últimas aparecen como cuali-dades de los individuos.

(47) En último análisis, la comunidad y la propiedad que descansa sobre ella pueden ser reducidas a un estadio específico en el desarrollo de las fuerzas de producción de los sujetos trabajadores —a lo cual corresponden relaciones específicas de estos sujetos entre sí y con la naturaleza. Hasta cierto punto, reproducción. De ahí en adelante se convierte en disolución. . .

(48) La fórmula "capital", en la cual el trabajo vivo está en la relación de no-propiedad con las materias pri- mas, los instrumentos y los medios de subsistencia re- queridos durante el período de producción, supone en primer lugar la no-propiedad de la tierra; o sea, la ausencia de la situación en la que el trabajador considera la tierra como propia y trabaja como su propietario...

(49) Un segundo paso histórico se implica en la pro- piedad del instrumento. . . con el cual trabaja. . . Aquí encontramos también la materia prima y los medios de subsistencia mediados como propiedad del artesano. . . Puesto que el instrumento mismo es producto del traba- jo. . . resulta claro que la propiedad del instrumento for- ma parte de las relaciones. .. del trabajo como propie - dad... La primera fórmula de capital niega también este estadio histórico.

(50) Existe una tercera forma posible, que es la de actuar como propietario, no de la tierra ni del instru- mento... sino sólo de los medios de subsistencia... En el fondo, esta es la fórmula de la esclavitud y la servi- dumbre, que también se niega, o se asume que se disuel- ve históricamente, en la relación del trabajador a las condiciones de producción como capital... Lo que tene-

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mos [en esta tercera forma]... es una relación esencial de dominio. La apropiación no puede crear tal rela-ción con los animales, el mulo, etc., pese a que el ani-mal sirve a su dueño. Pero lo que se supone en la relación de dominio es la apropiación de la voluntad de otros. . .

(51) Presuponemos procesos históricos que transfor- man una masa de individuos de una nación en genuinos trabajadores libres, aunque quizá no de inmediato, pero de cualquier manera en trabajadores potencialmente li- bres, cuya única propiedad es su fuerza de trabajo y su posibilidad de cambiarla por valores existentes. Tales individuos se enfrentan a todas las condiciones objetivas de producción como propiedad ajena, como su no-pro- piedad, pero al mismo tiempo como algo que puede ser intercambiado como valores y en consecuencia apropia- do, en cierta medida, por medio del trabajo vivo.

(52) Los procesos históricos de disolución son los siguientes: disolución de las relaciones serviles que atan al trabajador al suelo y al dueño del suelo...; disolu- ción de las relaciones de propiedad que constituyen al trabajador libre, al pequeño propietario o rentero libre, o al campesino libre; disolución de las relaciones gre- miales que presuponen que el trabajador es dueño del instrumento de producción y del trabajo mismo... ; diso- lución de la relación de clientela en sus diferentes tipos, en la cual los no-propietarios aparecen como co-consumi- dores del excedente producido por los seguidores de su señor..., etc.

(53) Un análisis más detallado mostrará que lo que se disuelve en todos estos procesos son las relaciones de producción en las cuales predomina el valor de uso, la producción para el uso inmediato. El valor de cambio, y su producción, presupone el predominio de la otra forma. De esta manera, en todas las circunstancias mencionadas

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más arriba, las entregas en especie y los servicios en tra-bajo predominan sobre los pagos en dinero y los servicios remunerados con dinero. Pero esto sólo es incidental. De nuevo, una observación más atenta revelará también que todas las relaciones disueltas eran posibles sólo por un cierto grado de desarrollo de las fuerzas productivas materiales (y en consecuencia también mentales)...

(54) ...El concepto —el origen— del capital implica dinero como su punto de partida, y en consecuencia im- plica la existencia de riqueza en forma de dinero. Impli- ca igualmente una derivación de la circulación; el capital aparece como el producto de la circulación. En conse- cuencia, la formación de capital no surge de la propiedad territorial. . . ni de los gremios. . . sino de la riqueza mer- cantil y usuraria. Sin embargo, el mercader y el usurero sólo encuentran las condiciones que permiten la compra de trabajo libre cuando el trabajo libre ha sido separado de las condiciones objetivas de su existencia como resul- tado de un proceso histórico. . . [y cuando] los medios de subsistencia, materiales, etc., que de otra manera se- rían en una forma u otra la propiedad de las masas aho- ra desobjetizadas, están también libres y disponibles pa- ra la venta...

(55) Para que el capital llegue a ser la forma gene- ralmente dominante de una época, sus condiciones deben desarrollarse en gran escala y no sólo localmente. . . Así como [la riqueza monetaria] es en sí misma un agente de disolución, la disolución es la condición de su trans- formación en capital. La mera existencia de riqueza mo- netaria, incluso la conquista de una suerte de supremacía, no es suficiente para que la disolución resulte en ca- pital. Si fuera así, Roma antigua, Bizancio, etc., habrían concluido su historia con trabajo libre y capital. . . Pero de hecho el resultado de la disolución no fue la indus- tria, sino el dominio del campo sobre la ciudad.. .

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(56) El capital une las masas de manos y de instru- mentos que ya están presentes... En esto consiste la acumulación real; o sea, la acumulación de trabajadores y de instrumentos en puntos dados...

(57) Las formas históricas originales en que el capi- tal aparece, al principio esporádicamente o localmente, lado a lado con los viejos modos de producción pero gradualmente desplazándolos, crean la manufactura en el sentido propio del término (todavía no la factoría). Esta surge donde existe producción en masa para la exporta- ción —o sea, sobre la base del comercio marítimo y te- rrestre en gran escala, y en los centros de tal comercio, como las ciudades de Italia, Constantinopla, las ciudades flamencas y holandesas, algunas españolas como Barce- lona, etc. La manufactura no captura inicialmente las lla- madas artesanías urbanas, sino las ocupaciones rurales subsidiarias, hilaturas y tejidos, la clase de trabajo que requiere menos habilidad artesanal y adiestramiento téc- nico. . .

(58) Algunas ramas de la producción, como vidrierías, metales, aserraderos, etc., que exigen desde un principio una mayor concentración de mano de obra, que utilizan más energía natural y requieren producción en masa y concentración de medios de producción, etc., también se prestan a la manufactura.. . No pueden manejarse sobre la base de los principios gremiales. . . Sin embargo, una vez que el capital y sus procesos entran en existencia, dominan toda la producción... destruyen el trabajo artesano, la pequeña propiedad terrateniente, etc. . . y crean rápidamente su propio mercado interno. . .

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I La Formulación Específica del Modo Capitalista de

Producción

La redacción del Capital, al que pertenecen los textos si-guientes, sigue cronológicamente a la Crítica y a los Grundrisse; o sea, a los textos reproducidos más arriba. Resulta atractiva la idea de que Marx estaba procediendo según un orden que lo llevaba desde la teoría general de los modos de producción (Crítica), a las formaciones so-cioeconómicas que preceden al capitalismo (Formen) y, finalmente, a la teoría especial del modo capitalista de producción (Capital). Sin embargo, "el método de la pre-sentación debe diferir en forma del de la investigación", advierte Marx en su Postfacio a la segunda edición alemana del Capital.

El camino de la investigación, en este caso, parece el opuesto al seguido en la exposición. Es decir, el punto de partida de Marx está, más bien, en el análisis par-ticular del sistema capitalista. Sólo después de realizarlo aborda el problema de la teoría general del desarrollo histórico-social y la cuestión de las formas específicas que existen antes de la aparición del modo capitalista de producción. Finalmente, regresa a la sociedad contempo-

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ránea en una discusión enriquecida y apoyada por la perspectiva histórico-evolucionista y por el conocimiento de las sociedades no capitalistas.

Esta preferencia de Marx debe ser respetada, entre otras razones porque responde mejor que cualquier otra fórmula a las necesidades del estudio directo de sus ideas. A pesar de ello, debe reconocerse que el orden real del proceso de investigación, por así decirlo, está invertido en el orden de la exposición "como en un espejo" y "apa-reciendo como si tuviéramos ante nosotros una mera construcción a priori" (Postfacio a la segunda edición alemana del Capital). Sería erróneo y presuntuoso, sin embargo, interpretar esta inversión, como se ha hecho recientemente, en términos de una secreta preferencia de Marx por el análisis estructural idealista. El método de Marx es dialéctico y materialista en todos los niveles: en el de la investigación-exposición tanto como en el de la historia-estructura y en el de la teoría-praxis. De ma-nera clara, estructura, función y evolución son en Marx artefactos conceptuales, categorías analíticas que, una vez cumplido su papel, se reintegran en el plano de la abstracción teórica.

Existe y ha existido desde hace mucho un consenso general en considerar al Capital como el trabajo más importante de Marx y como una especie de prisma a tra-vés del cual se puede ver el resto de su obra.5 Desde el pun-to de vista de la teoría de los modos de producción, el Ca-pital constituye, en efecto, no sólo la prueba crítica de la teoría, sino también el principal instrumento utilizado por Marx para elaborarla. Marx establecía de esta manera

5 Para estudiar este papel central del Capital en la obra in-telectual de Marx, encuentro de especial importancia los tra -bajos de Ernest Mandel, Traite d `économie marxiste (4 vols, Union Genérale d'Editions, París, 1962) y La formation de la pensée économique de Marx, de 1843 jusqu ´a la redact ion du Capi ta l (Maspero, París, 1967), ambos publicados en español por las editoriales de México, Era, y Siglo XXI, respectivamente.

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sus propósitos generales: estudiar el modo capitalista de producción y las condiciones de producción e intercam-bio correspondientes a tal modo; establecer las leyes naturales de la producción capitalista y su operación "férreamente necesaria", conduciendo a la sociedad hacia resultados inevitables. La posibilidad científica para rea-lizar estos objetivos está dada, propone Marx, por el hecho universal de que la evolución de la formación económica de la sociedad es un proceso de "Historia na-tural".

Resulta claro, después de examinar el conjunto de su abundante producción intelectual, que Marx analizó a fondo sólo un modo de producción, el capitalista, que dominaba el panorama histórico mundial del siglo XIX. En la vasta obra publicada durante su vida, en la apare-cida poco después de su muerte y en la que permaneció inédita hasta tiempos recientes, se refirió con poca exten-sión y menos cuidado a otros modos de producción, co-mo el asiático y el esclavista (antiguo). Pero, desde luego, nada de esto resulta comparable al tratamiento prolongado y sistemático que hizo del capitalismo.

En consecuencia, se tiene ahí, particularmente en el Capital, a un modelo metodológico bien desarrollado, el mismo que Marx hubiera aplicado, con las modificacio-nes necesarias, al análisis de otros modos de producción de haber dispuesto de tiempo y quizá de interés suficien-tes. Sin embargo, existen vanas características esenciales del modelo específico de análisis del capitalismo que resulta importante subrayar antes de comenzar la lec-tura de los textos siguientes.

En primer lugar, Marx consideró al capitalismo no como el modo de producción dominante en el mundo, articulado con otros modos de producción, sino como el único y exclusivo a escala universal. Es decir, para po-der desvelar las leyes propias, intrínsecas, del funciona-miento del capitalismo, Marx asumió que era el único

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en existencia, eliminando así cualquier clase de perturba-ciones externas al sistema. Es seguro que fue Rosa Lu-xemburgo quien llamó la atención sobre este supuesto metodológico de Marx, lo mismo que sobre algunas de sus consecuencias más imprevistas. En efecto, en el vo-lumen primero del Capital se dice: "Para enfocar el ob-jeto de nuestra investigación en toda su pureza, libre de las circunstancias concomitantes que puedan oscurecerlo, tenemos que considerar aquí todo el mundo comercial como una sola nación y suponer que la producción ca-pitalista está consolidada en todas partes y se ha adue-ñado de todas las ramas industriales". Y en el volumen segundo del Capital escribe: "fuera de esta clase [la de los capitalistas], no existe, según el supuesto de que par-timos —régimen general y exclusivo de producción capitalista— ninguna otra clase más que la obrera". 6

A partir de esta abstracción Marx obtuvo un modo capitalista de producción "puro", por así decirlo, sin dis-torsiones ni influencias externas al sistema. No tuvo que postular o examinar relaciones con otros modos de pro-ducción, excepto en el caso de la génesis misma del siste-ma capitalista. Es obvio que éste resulta ser un capitalismo inexistente en la realidad concreta presente y aun en la historia, excepto, por supuesto, como una tendencia. Es más, es un capitalismo que no puede llegar a darse exactamente en la realidad. O sea, es lo que se llamaría hoy día un "modelo" y lo que Max Weber llamó un "tipo ideal".

Se discutió mucho, cuando apareció el primer volu-

6 Véase la discusión de estos aspectos metodológicos y de sus consecuencias en el libro de Rosa Luxem burgo, La acumu-lación del capital (p. 378 y siguientes de la edición en español. Editorial Grijalbo, México. 1967). He utilizado, asimismo, la versión inglesa de Agnes Schwarschild, publicada con una intro-ducción de Joan Robinson (Routledge &. Kegan Paul, Londres, 1951).

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men del Capítal, sobre la validez de esta abstracción de Marx. Algunos críticos lo acusaron de extremo idealis-mo hegeliano (véase su muy citada defensa en el Post-facio a la segunda edición alemana del Capital). El método, por supuesto, es estrictamente científico. No di-fiere, por ejemplo, del que siguió Galileo para establecer la ley de la caída de los cuerpos, para lo cual tuvo que suponer igualmente un estado que no era entonces ob-servable en la realidad (el vacío), a fin de eliminar las perturbaciones producidas por la presencia del aire.

La segunda característica del método marxista de aná-lisis del modo capitalista es la siguiente. El modelo cons-truido por Marx maneja la cuestión del desarrollo his-tórico del capitalismo también de manera abstracta. Comienza por establecer las condiciones indispensables pa-ra el funcionamiento y el desarrollo del capitalismo del siglo XIX, y a partir de este análisis indica las condicio-nes indispensables para su surgimiento que debieron apa-recer, en algún momento, en el seno de la sociedad feu-dal que lo precedió.

Marx inicia así el Capítulo XXVI de la Parte VIII, Volumen I del Capital, al tratar el problema de la lla-mada acumulación primitiva: "Hemos visto cómo el di-nero se convierte en capital; cómo se hace plusvalía por medio del capital, y de la plusvalía más capital. Pero la acumulación del capital presupone la plusvalía; la plus-valía presupone la producción capitalista; la producción capitalista presupone la preexistencia de masas considera-bles de capital y de fuerza de trabajo en manos de los productores de mercancías. El movimiento total, entonces, parece convertirse en un círculo vicioso. . .".

Marx rompe este círculo estructural por medio de la historia: "La llamada acumulación primitiva. . . no es otra cosa que el proceso histórico del divorcio entre el productor y los medios de producción. . . La estructura económica de la sociedad capitalista ha crecido dentro de

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la estructura económica de la sociedad feudal. La dilu-ción de una dejó en libertad a los elementos de la otra".

No se trata ahora de que Marx proponga aquí una se-cuencia evolutiva lineal. Lo que hace es exponer un pro-ceso histórico abstracto deducido no directamente de la historia concreta, sino de las exigencias estructural-fun-cionales del capitalismo de su tiempo proyectadas hacia el pasado. Es probable que esta sea la diferencia más aguda, aunque quizá no la más significativa, entre el método histórico formal y el usado en el Capital. Marx escribe la historia del capitalismo desde el presente hacia el pa-sado. El pasado le interesa, sobre todo, en función de la necesidad de explicar la posibilidad del presente. Así, partiendo de una condición sine qua non del capitalismo, la existencia de una masa de trabajadores "libres", tie-nen que buscar y encontrarse en la sociedad feudal (los elementos de la disolución de los lazos sociales entre el productor y los medios de producción (campesino-tierra; artesano-taller). El análisis de estos elementos, aún en su estado larvario, sería más importante para Marx que la mera descripción de las características propias y especí-ficas del feudalismo.

Este procedimiento tiene mayor parecido con las cien-cias naturales, en particular con Darwin y su estudio del origen de las especies, que con la historiografía formal. El método, tan discutible como se quiera, en principio no puede ser objetado. El proceso real de la investigación ha ido, en efecto, del hombre a los homínidos y a los primates no humanos, del capitalismo a los modos de producción anteriores, y no viceversa. La crítica de la historia formal puede alterar el esquema abstracto de Marx, de la misma manera que la biología moderna ha revisado el de Darwin. Sin embargo, de ninguna mane-ra nos releva de la necesidad de proponer otros esque-mas evolutivos sobre la base de métodos semejantes.

La tercera característica del análisis del modo capi-

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talista de producción se refiere a la importante distinción que se hace en el Capital entre la forma de la investiga-ción y la de la exposición; o sea, entre la investigación propiamente dicha y la construcción del modelo analítico. El método de la investigación, como lo define Marx, tie-ne validez universal: "apropiarse del material en detalle, analizar su diversas formas de desarrollo, trazar sus co-nexiones internas". Es decir, resulta aplicable a cualquier modo de producción y a toda clase de circunstancias his-tóricas. Sin embargo, el método de la exposición, la cons-trucción del modelo o tipo ideal, resulta ser específico en cada caso. O sea, tiene validez limitada al modo que se está analizando y a su proceso histórico particular: el capitalista.

Desde luego, no podría ser de otra manera. Escribió Marx: "[Mi crítico] siente que debe transformar absoluta-mente mi esquema histórico de la génesis del capitalismo en Europa occidental, en una teoría filosófico-histórica del camino general que cada pueblo está condenado a recorrer. . . Será estudiando cada una de estas for-mas de evolución separadamente y después comparándo-las, como podremos encontrar fácilmente la llave de este fenómeno; pero uno nunca llegará a hacerlo usando como llave maestra una teoría general filosófico-históri-ca, cuya suprema virtud consiste en que es suprahistó-rica".7

Finalmente, es preciso reconocer que el Capital cons-tituye un análisis casi exclusivamente económico de una estructura social cuyos principales elementos, mecanismos y procesos responden a una situación de mercado. Como se sabe, esto se debe al hecho de que Marx nunca com-

7 Los párrafos citados se encuentran en una carta de Marx a los editores de un periódico ruso, fechada en 1877 (repro-ducida en Marx and Engels, editado por L. S. Feuer, Doubleday, Nueva York, 1959).

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pletó su obra y dejó como una promesa la tarea de ex-poner sus ideas sobre las clases sociales. El Capital comienza, de todas maneras, con una discusión de la mer-cancía como clave para la comprensión del sistema total: "La riqueza de aquellas sociedades en las que prevalece el modo capitalista de producción, se presenta como una inmensa acumulación de mercancías. . .". Las intenciones últimas del análisis de Marx podían ser y de hecho eran muy diversas: desvelar la ley del valor y de la acumulación del capital; descubrir la plusvalía; poner de manifiesto la alienación de una sociedad en la que todo es mercancía, incluyendo especialmente el trabajo humano, etc. Lo que urge subrayar es que es a partir del análisis de la mercancía y del mercado como se va revelando la estructura y los procesos del modo capita-lista de producción.

Resulta obvio que cualquier tentativa de aplicar una estrategia semejante al estudio de otros modos de pro-ducción tiene que terminar en el absurdo. La estrategia y el modelo analítico del Capital son específicos del ca-pitalismo. El mismo Marx, particularmente en los For-men, y después Max Weber y Karl A. Wittfogel, han mostrado que en el mundo clásico y en las civilizaciones orientales los contextos sociales de la economía son dife-rentes, y por ello los procesos económicos están someti-dos a leyes que no derivan de situaciones de mercado. A. V. Chayanov y W. Kula han denunciado la irrelevan-cia del análisis económico formal aplicado a la econo-mía campesina y feudal. Karl Polanyi ha demostrado que en ciertas civilizaciones antiguas, lo mismo que en las so-ciedades primitivas, no existen mercancías ni sistemas de mercado en el sentido marxista del término, que es el mismo de la economía clásica. V. Preobrayenski trató de mostrar las diferencias esenciales entre los procesos de acumulación primitiva capitalista y socialista.

En los textos siguientes he procurado seguir el itine-

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rario analítico de Marx en sus momentos y expresiones más significativas y fecundas desde los ángulos teóricos y metodológicos. O sea, desde la mercancía, los valores, el intercambio y el dinero, a la transformación del dinero en capital: desde la producción absoluta y relativa de la plusvalía por medio del trabajo y el capital, a la acumu-lación y reproducción misma del capital. Para ello he utilizado exclusivamente el primer volumen del Capital, que de manera expresiva se intitula Un análisis crítico de la producción capitalista.8 Me han movido a ello dos razones principales. La primera es que, en el marco de la temática de nuestro trabajo, el primer volumen del Capital ofrece información suficiente y adecuada; no pa-rece haber necesidad de recurrir al resto de la obra, ex-cepto para un análisis mucho más profundo y detallado de la teoría de los modos de producción del que se in-tenta aquí. La segunda razón es que el primer volumen del Capital es el único cuya publicación Marx revisó y corrigió personalmente; resulta difícil, como sabemos ahora, restablecer la exactitud del pensamiento y del len-guaje de Marx a partir de las ediciones de sus manuscri-tos realizados después de su muerte.

8 He utilizado la edición en inglés conmemorativa del pri-mer centenario de la aparición de la primera edición en alemán del volumen I del Capital revisada personalmente por Marx (International Publishers, Nueva York, 1967). La edición que empleo reproduce la de 1887, e incorpora las correcciones de la edición de Moscú de 1965.

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Textos

(59) La riqueza de aquellas sociedades en las que prevalece el modo capitalista de producción, se presenta como una inmensa acumulación de mercancías, cuya uni- dad la constituye una sola mercancía. . . Una mercancía es. . . una cosa que por sus propiedades satisface necesi- dades humanas de una y otra suerte. . . El descubrimiento de los diversos usos de las cosas es la obra de la histo- ria... La utilidad de una cosa constituye su valor de uso... Los valores de uso se hacen realidad sólo por el uso o el consumo: constituyen la sustancia de toda ri- queza, cualquiera que pueda ser la forma social de esta riqueza.

(60) El valor de cambio se presenta, a primera vista, como una relación cuantitativa, como la proporción según la cual los valores de uso de una clase se cambian por otros de otra clase, una relación que cambia constante- mente según el lugar y el tiempo. De ahí que el valor de cambio parezca ser algo accidental y puramente relativo; en consecuencia, [la idea de] un valor intrínseco. . . pare- ce constituir una contradicción en términos. ..

(61) Tomemos dos mercancías, cereal y hierro. Las proporciones según las cuales son intercambiables... se pueden representar por una ecuación en la cual una cantidad determinada de cereal es igual a una cierta can- tidad de hierro... ¿Qué nos dice esta ecuación? Dice

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que en dos cosas diferentes existe, en cantidades iguales, algo común a las dos. . . Cada una de ellas, por lo que toca al valor de cambio, debe ser reductible a esta ter-cera. . . Los valores de cambio de las mercancías deben ser capaces de expresarse en términos de algo común a todas ellas. . .

(62) Si dejamos fuera de consideración el valor de uso de las mercancías, les queda sólo una cualidad en co- mún: la de ser productos del trabajo. Pero incluso el mis- mo producto del trabajo ha sufrido una transforma- ción. . . ya que no puede seguir siendo considerado como el producto. . . de cualquier clase definida de trabajo productivo. . . No resta más que aquello que es común a todos [los productos], todos ellos se reducen a una y a la misma clase de trabajo, el trabajo humano en abstracto. . .

(63) En consecuencia, un valor de uso, un artículo útil, tiene valor sólo porque con él se ha incorporado o materializado trabajo humano. ¿Cómo puede medirse la magnitud de este valor? Obviamente, por la cantidad de la sustancia creadora de valor, por el trabajo contenido en el artículo. . . Sin embargo, [este] trabajo es trabajo humano homogéneo, es gasto de una fuerza uniforme de trabajo.

(64) La fuerza de trabajo de la sociedad. . . se cuenta aquí como una masa homogénea. . . aunque esté com- puesta de innumerables unidades individuales. Cada una de estas unidades es igual a cualquier otra en tanto que tiene el carácter de promedio de la fuerza de trabajo de la sociedad... Esto es, en tanto que no se requiera para producir una mercancía de más tiempo del que en pro- medio es necesario; o sea, no mas del que es socialmente necesario. El tiempo de trabajo socialmente necesario es aquel que se requiere para producir un artículo bajo con- diciones normales de producción y con el grado pro-

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medio de habilidad e intensidad prevalecientes en el momento. . . Vemos, entonces, que lo que determina la magnitud del valor de cualquier artículo es la cantidad de trabajo socialmente necesario. . . para su producción.

(65) El valor de una mercancía se mantendría cons- tante si el tiempo de trabajo requerido para producirla también se mantuviera constante. Pero el tiempo cambia de acuerdo a cada variación en la productividad del tra- bajo. Esta productividad está determinada por diversas circunstancias, entre otras por la habilidad promedio de los trabajadores, el estado de la ciencia y el grado de su aplicación práctica, la organización social de la produc- ción, la extensión y capacidad de los medios de produc- ción, y las condiciones naturales. . .

(66) Una cosa puede tener valor de uso sin tener va- lor. Este es el caso en que la utilidad para el hombre no se debe al trabajo, como el aire, la tierra virgen, las pra- deras naturales, etc. Una cosa puede ser útil y ser pro- ducto del trabajo humano sin ser una mercancía. Quien quiera que satisfaga directamente sus necesidades con el producto de su propio trabajo crea valores de uso, pero no mercancías. Para producir estas últimas debe produ- cir no sólo valores de uso, sino valores de uso para otros, valores de uso social. (Y no sólo para otros, sin más. . . Para convertirse en mercancía un producto debe ser trans- ferido. .. por medio de un cambio). Finalmente, nada puede tener valor sin ser un objeto de utilidad. Si la cosa es inútil, también lo es el trabajo que contiene; el tra- bajo no cuenta como trabajo y en consecuencia no crea valor. A primera vista la mercancía se presenta como un complejo de dos cosas —valor de uso y valor de cam- bio. Después vemos que el trabajo posee también la mis- ma naturaleza dual. . .

(67) . . .Un valor de uso. . . satisface una necesidad

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particular. Su existencia es el resultado de una clase es-pecial de actividad productiva. . . Si dos objetos no fueran cualitativamente diferentes y no se produjeran respec-tivamente por trabajo de diferente cualidad, no podrían estar entre sí en la relación de mercancía. . . A todas las variedades de valores en uso corresponden otras tantas clases diferentes de trabajo útil. . . que corresponden a la división social del trabajo. Esta división de trabajo es una condición necesaria para la producción de mercancías, pero lo contrario [no es cierto]. En la comunidad primitiva de la India existe división social del trabajo sin producción de mercancías. Para tomar un ejemplo más cerca de nosotros, en cada factoría el trabajo está dividido de acuerdo a un sistema, pero esta división no es el resultado de que los operarios cambien mutuamente sus productos individuales. Tales productos sólo se transforman en mercancías. . . como resultado de diferentes clases de trabajo, cada uno de los cuales se realiza independientemente y por cuenta de individuos particulares. . . [Esto] se desarrolla en un sistema complejo, en una división social del trabajo. . .

(68) Dado que la magnitud del valor de una mer-cancía representa sólo la cantidad de trabajo que incor-pora, se desprende que todas las mercancías, si se to-man en ciertas proporciones, deben ser iguales en valor. Si el poder productivo de todas las clases diferentes de trabajo útil requeridos para la producción de [un producto determinado] permanece constante, la suma de los valores de este producto] aumenta con su número. . . Pero si suponernos que la duración del trabajo necesario. . . se duplica o se reduce a la mitad... aunque en ambos casos (la utilidad del producto] sigue siendo la misma. . . puede haber [un cambio] en la magnitud de su valor.

(69) El poder productivo, por supuesto, sólo se es-tablece por referencia al trabajo en alguna de sus formas

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concretas útiles. . . El trabajo útil se convierte. . . en una fuente mas o menos abundante de productos según su proporción con los aumentos y reducciones de la pro-ductividad. Por otro lado, ningún cambio en la produc-tividad afecta al trabajo representado por valor. . . Cual-quiera que sea la variación en el poder productivo, el mismo trabajo ejecutado durante períodos iguales de tiempo rinde cantidades iguales de valor. Sin embar-go, . . . rinde cantidades diferentes de valores de uso: mayores si aumenta el poder productivo y menores si disminuye. La misma variación del poder productivo, que incrementa los frutos de trabajo y en consecuencia la cantidad de valores de uso producidos por el trabajo, disminuirá el valor total de esta cantidad incrementada de valores de uso, supuesto que tal variación disminuye la cantidad total de tiempo de trabajo necesario para su producción. . .

(70) . . .Las mercancías tienen una forma de valor común a todas. . . [es decir], su forma de dinero. . . Las magnitudes de cosas diferentes pueden compararse cuan-titativamente sólo cuando estas magnitudes se expresan en términos de la misma unidad. . . Nuestro análisis ha mostrado que [esta] forma o expresión de valor de una mercancía se origina en la naturaleza del valor, y no que el valor y su magnitud se originen en la forma de su ex-presión como valor de cambio. . . Cada producto del tra-bajo tiene, en todos los estados de la sociedad, valor de uso; pero sólo en una época definida del desarrollo de la sociedad el producto se transforma en mercancía; o sea, en la época durante la cual el trabajo empleado en la pro-ducción de un artículo útil se expresa como una de las cualidades objetivas de este artículo; es decir, como su valor. Se desprende de esto que la forma-valor elemental es también la forma primitiva bajo la cual un producto del trabajo aparece históricamente como una mercancía, y que la transformación gradual de tales productos en

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mercancías, procede pari passu con el desarrollo de la forma-valor. . .

(71) La forma equivalente universal [de las mercan- cías] es una forma de valor en general. Esta puede ser asumida, en consecuencia, por cualquier mercancía... Si una mercancía llega a tomar la forma equivalente uni- versal. . . es sólo por y en tanto que ha sido excluida del resto de todas las demás mercancías. . . Es sólo a partir de este momento que la forma general del valor relativo del mundo de las mercancías adquiere consistencia real y validez social general. [Esta] mercancía particular. . . se convierte así en la mercancía-dinero, sirve como di- nero. . . El carácter directo y universal de intercambio, o sea, la forma equivalente universal, ha venido a ser, final- mente y por costumbre social, identificada con una sus- tancia, el oro. El oro es dinero ahora con referencia a todas las demás mercancías, sólo porque previamente, por referencia a ellas, era una simple mercancía. Como to- das las demás mercancías, podía servir como un equiva- lente. . . Gradualmente comenzó a servir, dentro de lími- tes variables, como equivalente universal. Tan pronto como monopolizó esta posición. . . se convirtió en mer- cancía dinero. . .

(72) Una mercancía aparece, a primera vista, como algo trivial y fácil de comprender. . . En tanto que valor de uso no tiene nada de misteriosa, sea que la conside- remos desde el punto de vista de sus propiedades para satisfacer necesidades humanas o desde el ángulo de aquellas propiedades que son producto del trabajo huma- no. . . Sin embargo, tan pronto como aparece como mer- cancía se transforma en algo trascendente. . . El carácter místico de las mercancías, en consecuencia, no se origina en su valor de uso...

(73) Una mercancía es algo misterioso, entonces, sim-

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plemente porque en ella el carácter social del trabajo humano aparece como un carácter objetivo. . . porque la relación de los productores con la suma total de su pro-pia labor se les aparece como una relación social que existe, no entre ellos mismos, sino entre los productos de su trabajo. Esta es la razón por la cual los productos del trabajo se transforman en mercancías, en cosas so-ciales. .. Una relación social definida entre los hombres asume, a su propia vista, la forma fantástica de una rela-ción entre las cosas. . . Esto es lo que yo llamo el feti-chismo adherido a los productos del trabajo tan pronto como se producen como mercancías, y que es insepara-ble de la producción de mercancías. . . De ahí que cada vez que ponemos en relación los productos de nuestros trabajos respectivos como valores, no vemos en ellos a los recipientes materiales del trabajo humano homogé-neo. . . El modo de producción en el cual el producto toma la forma de una mercancía, o bien es producido directamente como una mercancía, es la forma más gene-ral y embrionaria de la producción burguesa. . .

(74) Es obvio que las mercancías no pueden ir al mercado e intercambiarse por su propia cuenta. Debe-mos recurrir a sus guardianes, que son también sus pro-pietarios. . . Para que unos objetos puedan entrar en relación con otros como mercancías, sus guardianes. . . de-ben conducirse de tal manera que ninguno se apropie de la mercancía de otro y se deshaga de la propia sin recurrir a un acto realizado por consentimiento mutuo. En consecuencia, deben reconocer mutuamente sus derechos de propietarios privados. Esta relación jurídica. . . sea o no parte de un sistema legal desarrollado. . . es el reflejo de la relación económica real. . .

( 7 5 ) En la medida en que [este] intercambio es un proceso durante el cual las mercancías pasan de unas ma-nos en las que no tiene valor de uso, a otras en las que

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se convierte en valor de uso, estamos frente a una circu-lación social de materia. . . Las mercancías. . . pasan de la esfera del cambio a la del consumo. . . [Sin embargo, durante] el proceso las mercancías se diferencian en mer-cancías y dinero. . . mercancías como valor de uso, opuestas al dinero como valor de cambio. . . El intercam-bio de mercancías se representa de esta manera: M-D-M (mercancía, dinero, mercancía).

(76) [Este] proceso de circulación no termina, como ocurre en el intercambio en especie, con la transferen- cia de los valores de uso de unas manos a otras. El di- nero no desaparece ni se fuga del circuito. . . [sino] que es arrojado hacia nuevos lugares. . . Cuando una mercan- cía reemplaza a otra, la mercancía-dinero queda siem- pre en las manos de alguna tercera persona. La circula- ción suda dinero por todos sus poros. . . En la primera fase. . . la mercancía cambia su lugar con el dinero; la mercancía, bajo su aspecto de objeto útil, sale de la circu- lación; es consumida. En su lugar queda la forma del valor — el dinero. Se pasa entonces a la segunda fase de la circulación. . . pero ahora bajo la forma de dinero. La continuidad del movimiento la conserva sólo el di- nero. . . De ahí que aunque el movimiento del dinero es meramente la expresión de la circulación de las mercan- cías, el hecho parece ser lo contrario; o sea, que la circu- lación de mercancías parece ser el resultado del movi- miento del dinero. . .

(77) La circulación de mercancías constituye el pun- to de partida del capital. La producción de mercancías, su circulación y la forma más desarrollada de su circula- ción, el comercio, forman su fundamento histórico. . . La historia moderna del capital data de la creación en el siglo XVI de un comercio y de un mercado con ámbito mundial. . . Si abstraemos la sustancia material de la circulación de mercancías. . . y consideramos sólo las

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formas económicas producidas por este proceso de circu-lación, encontrarnos que su resultado final es dinero. . . la primera forma en que aparece el capital.

(78) La primera distinción que observamos entre di- nero que es sólo dinero y dinero que es capital, consiste nada más que de una diferencia en su forma de circula- ción. La forma más simple de la circulación de mercan- cías es M-D-M; o sea, la transformación de mercancías en dinero y el cambio del dinero otra vez por mercan- cías: vender para poder comprar. Junto a esta forma encontramos otra específicamente diferente: D-M-D; o sea, la transformación del dinero en mercancías y el cam- bio de las mercancías otra vez en dinero: comprar para vender. El dinero que circula de esta manera se transfor- ma y se vuelve capital; es ya potencialmente capital. .. El dinero no se gasta, sino que meramente se adelanta. . . La simple circulación de mercancías —vender para com- prar— es un medio para llevar a cabo un propósito. . . o sea, la apropiación de valores de uso, la satisfacción de necesidades. La circulación de dinero como capital, por el contrario, es un fin en sí mismo, ya que la am- pliación de valor tiene lugar sólo dentro de este movi- miento constantemente renovado. . .

(79) Como representante consciente de este movi- miento, el poseedor de dinero se convierte en capitalista. Su persona. . . es el punto de donde sale el dinero y a donde vuelve. La ampliación del valor, que es la base objetiva o el resorte principal de la circulación D-M-D, se convierte en su propósito subjetivo. Sólo en la medida en que la apropiación de más y más riqueza abstracta se convierte en el único motivo de sus operaciones, fun- cionará como capitalista; es decir, como capital persona- lizado y dotado de conciencia y voluntad. Nunca hay que considerar a los valores de uso como el objetivo ver-

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dadero del capitalista, ni tampoco el provecho obtenido en una sola transacción. . .

(80) Si se intercambia mercancías, o mercancías y di- nero con igual valor de cambio y en consecuencia equi- valentes, es obvio que nadie extrae de la circulación más valor del que arroja a ella. No hay creación de plusvalía. . . [Tampoco la hay] en un supuesto de cambio de no equi- valentes, [ya que esto produciría] una elevación general y nominal de precios. . . pero la relación real entre sus valores permanecerá invariable. . . La creación de plus- valía, y en consecuencia la conversión de dinero en capi- tal, no puede explicarse, consecuentemente, a partir del supuesto de que las mercancías se venden por encima de su valor o se compran por debajo de él. . . La circula- ción, o el intercambio de mercancías, no genera valor. . . Algo tiene que ocurrir que no aparece en la circulación misma. . . [pero] que tiene su punto de partida en el in- tercambio de equivalentes. . .

(81) Nos vemos forzados a la conclusión de que el cambio [de valor] se origina en el valor de uso como tal de la mercancía, o sea, en su consumo. Para poder ex traer valor del consumo de una mercancía. . . debe encon- trarse en la esfera de la circulación, en el mercado, una mercancía cuyo valor de uso tenga la propiedad peculiar de ser una fuente de valor, cuyo consumo real represen- ta en sí mismo incorporación de trabajo y, en consecuen- cia, creación de valor. El poseedor de dinero encuentra en el mercado esta mercancía especial en forma de traba- jo o de fuerza de trabajo. Por fuerza de trabajo o capa- cidad de trabajo hemos de entender el agregado de aque- llas capacidades mentales y físicas existentes en el ser humano, que se ejercen cuando se produce un valor de uso de cualquier clase.

(82) . . .La fuerza de trabajo sólo puede aparecer en

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el mercado como una mercancía en la medida en que su poseedor. . . la ofrece en venta o la vende como una mercancía. Para que pueda hacer esto debe tenerla a su disposición, debe ser el poseedor de su propia capacidad de trabajo, o sea de su propia persona. Esta persona y el poseedor del dinero se encuentran en el mercado y se tratan sobre la base de la igualdad de derechos, pero con esta sola diferencia: uno es comprador y otro ven-dedor... La continuidad de esta relación exige que el poseedor de la fuerza de trabajo la venda sólo por un período definido de tiempo, ya que si la vendiera. . . de una vez por todas se vendería a sí mismo, convirtiéndose de hombre libre en esclavo y de poseedor de una mer-cancía en mercancía...

(83) La segunda condición esencial es. . . que el tra- bajador, en lugar de estar en la posición de vender mer- cancías a las que ha incorporado su trabajo, debe ser obligado a ofrecer en venta su propio trabajo, como si fuera una mercancía. . . Para que un hombre pueda ven- der mercancías diferentes de su propia fuerza de traba- jo, ha de tener, por supuesto, los medios de produc- ción, tales como materias primas, implementos, etc. . . También requiere de medios de subsistencia. . .

(84) Una cosa es clara: la naturaleza no produce poseedores de dinero o mercancías por un lado, y por otro hombres que no poseen más que su fuerza de tra- bajo. Esta relación no tiene un fundamento natural; su base social tampoco corresponde a todos los períodos históricos. Claramente, es el resultado de un desarrollo histórico pasado, el producto de muchas revoluciones eco- nómicas y de la extinción de una serie completa de viejas formas de producción social...

(85) Ahora debemos examinar más de cerca esta mer- cancía peculiar que es la fuerza, de trabajo. Como todas

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las demás tiene un valor. . . [Este] valor se determina por el tiempo de trabajo necesario para la producción y con-secuentemente para la reproducción de este artículo especial. . . [Esta] producción de fuerza de trabajo consiste en la reproducción de sí misma, o sea en su mantenimiento. Para su mantenimiento [cada individuo] requiere de una cantidad dada de medios de subsistencia. Dicho de otra manera, el valor de la fuerza de trabajo consiste del valor de los medios de subsistencia necesarios para el mantenimiento del trabajador. . . El poseedor de la fuerza de trabajo es mortal. Para asegurar su presencia continua en el mercado, y la continua conversión de dinero en capital, el vendedor de fuerza de trabajo debe perpetuarse a sí mismo. . . La fuerza de trabajo. . . debe ser reemplazada constantemente. . , De ahí que a la suma de los medios de subsistencia necesarios para la producción de la fuerza de trabajo, hay que agregar los medios necesarios para la sustitución del trabajador, o sea sus hijos. . .

(86) [Bajo estas condiciones] el producto es la pro- piedad del capitalista y no del trabajador, su productor in- mediato. Supongamos que un capitalista paga a su valor un día de fuerza de trabajo; el derecho a usarlo le per- tenece. . . con el mismo derecho que tiene al uso de cualquier otra mercancía. . . El capitalista, mediante la compra de fuerza de trabajo, incorpora trabajo, como un fermento vivo, a los constituyentes inanimados del pro- ducto. . .

(87) Nuestro capitalista tiene dos objetivos a la vis- ta: en primer lugar, quiere producir un valor de uso que tenga un valor de cambio, o sea un artículo destinado a la venta, una mercancía; segundo, desea producir una mercancía cuyo valor sea mayor que la suma de los va- lores de las mercancías usadas en su producción, esto es, de los medios de producción y de la fuerza de tra-

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bajo que ha comprado. . . en el mercado. Su finalidad es producir no sólo un valor de uso, sino también una mercancía; no sólo valor de uso, sino valor; no sólo va-lor, sino al mismo tiempo plusvalía. . .

(88) [¿De dónde proviene la plusvalía?] Examine- mos la cuestión de cerca. El valor de un día de fuerza de trabajo asciende a tres chelines, en razón de nuestro supuesto [anterior] de que medio día de trabajo está incorporado a esta cantidad de fuerza de trabajo, ya que los medios de subsistencia requeridos para la producción de fuerza de trabajo cuestan medio día de trabajo. Sin embargo. . . el costo diario del mantenimiento [de la fuerza de trabajo] y el gasto diario de trabajo son dos cosas totalmente diferentes. La primera determina el valor de cambio de la fuerza de trabajo; la segunda es su valor de uso. El hecho de que medio día de trabajo sea suficiente para mantener al trabajador... de ninguna manera impide que trabaje, la jornada completa. En consecuencia, el valor de la fuerza de trabajo y el valor que crea la fuerza de trabajo... son dos magnitudes por entero distintas. Es esta diferencia... la que el capitalista tiene en cuenta cuando compra la fuerza de trabajo. . . Esta mercancía [que es la fuerza de trabajo]. . . es una fuente no sólo de valor, sino de más valor del que tiene en sí misma. . .

(89) Aquella parte del capital representada por los medios de producción, por las materias primas, por las materias auxiliares y por los instrumentos de trabajo, no sufren alteraciones cuantitativas de valor durante el pro- ceso de producción. En consecuencia, la denomino la parte constante del capital o, dicho brevemente, el capi- tal constante. Por otro lado, existe aquella parte del ca- pital representada por la fuerza de trabajo, que sí sufre alteraciones de valor durante el proceso de producción, [ya que] reproduce el equivalente de su propio valor y

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también produce un excedente, una plusvalía. . . Esta par-te del capital se transforma continuamente de una mag-nitud constante a otra variable. En consecuencia. . . la denomina la parte variable del capital, o, dicho breve-mente, capital variable. . . Las condiciones técnicas del proceso de trabajo pueden ser revolucionadas hasta el punto en que donde anteriormente diez hombres utili-zando diez implementos de valor reducido trabajaban una cantidad relativamente pequeña de materia prima, ahora un sólo hombre con la ayuda de una máquina cos-tosa puede trabajar cien veces más materia prima. En este caso tenemos un enorme incremento del capital cons-tante. . . y una gran reducción del capital variable. . . Se-mejante revolución, sin embargo, sólo altera la relación cuantitativa entre [las dos partes] del capital. . . pero no afecta de ninguna manera la diferencia esencial entre las dos. ..

(90) Como vimos, durante aquella parte de la jor-nada en que [el trabajador] produce el valor de su fuerza de trabajo. . . produce sólo un equivalente del valor... adelantado ya por el capitalista; el nuevo valor creado reemplaza únicamente al capital variable adelantado. . . Llamo a esta parte de la jornada. . . tiempo de trabajo necesario, y al trabajo empleado. . . trabajo necesario. Es necesario [en el sentido de que] para el trabajador es independiente de la forma social particular del trabajo, y es necesario para el capital. . . porque de su existencia depende también la existencia continua del trabajador. Durante el segundo periodo del proceso de trabajo. . . el trabajador ya no crea valor para sí mis mo. . . [sino para el capitalista]. A esta parte de la jornada llamo tiempo de trabajo excedente (surplus), y al trabajo empleado. . . excedente (surplus) de trabajo. . . La diferencia esencial entre las diversas formas económicas de la sociedad, como, por ejemplo, entre una sociedad con trabajo esclavo y otra con trabajo asalariado,

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consiste sólo en el modo según el cual el excedente (sur-plus) de trabajo es extraído en cada caso del verdadero productor, del trabajador. . .

(91) El capital no ha inventado el excedente de tra-bajo. Dondequiera que una parte de la sociedad posee el monopolio de los medios de producción, el trabajador, libre o no, debe agregar al tiempo de trabajo necesario para su subsistencia un tiempo extra de trabajo a fin de producir los medios de subsistencia para los propietarios de los medios de producción. . . Sin embargo, es claro que en cualquier formación económica dada de la socie-dad, en la que no predomine el valor de cambio en la producción sino el valor de uso, el excedente de trabajo estará limitado por un conjunto dado de necesidades que puede ser mayor o menor y que no existirá esta sed sin límites por el excedente de trabajo que surge de la natu-raleza de la producción misma. . . Sin embargo, tan pronto como los pueblos cuya producción se mueve todavía en las formas inferiores de trabajo esclavo, corvée, etc., son arrastrados al torbellino de un mercado internacional dominado por el modo capitalista de producción y la venta de sus productos para la exportación se convierte en su interés principal, los horrores civilizados del excedente de trabajo se injertan en los horrores bárbaros de la esclavitud, la servidumbre, etc. . .

(92) A la plusvalía producida por la prolongación de la jornada de trabajo la denomino plusvalía absoluta. . . y a la que proviene de la reducción del tiempo de trabajo necesario (productividad) la denomino plusvalía relati-va. Para provocar un descenso en el valor de la fuerza de trabajo, el incremento de la productividad del trabajo debe apoderarse de aquellas ramas de la industria cuyos productos determinan el valor de la fuerza de trabajo. . . sea porque pertenezcan a los medios de subsistencia o porgue sean capaces de sustituirlos. . . Sin em-

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bargo, el valor de una mercancía está determinado no sólo por la cantidad de trabajo que el trabajador le agre-ga directamente, sino también por el trabajo contenido en los medios de producción...

(93) La producción capitalista comienza realmente sólo... cuando cada capital individual emplea simultá- neamente a un número comparativamente grande de tra- bajadores; en consecuencia, cuando el proceso de traba- jo se lleva a cabo en escala extensa y produce cantidades relativamente grandes de productos. . . Con respecto al modo de producción mismo, la manufactura, en sentido estricto y en sus estadios iniciales, se distingue con difi- cultad de las artesanías gremiales, excepto por el hecho de que un número mayor de trabajadores se emplea si- multáneamente por el mismo capital individual. . . [Esto] efectúa una revolución en las condiciones materiales del proceso de trabajo. Los [mismos] edificios. . . almace- nes. . . implementos y utensilios se usan simultáneamente o en turnos... [Además], el efecto del trabajo com- binado. . . incrementa el poder productivo del individuo... y la eficiencia de cada trabajador... Se reduce, en consecuencia, el tiempo necesario para completar un tra- bajo determinado. . . La tarea de dirigir, supervisar y ajustar [la cooperación en el trabajo] se convierte en una de las funciones del capital. . . y adquiere características especiales, [ya que] el motivo directriz. . . de la pro- ducción capitalista consiste en extraer la mayor canti- dad posible de plusvalía y, en consecuencia, en explotar con la mayor extensión posible a la fuerza de trabajo. . .

(94) Aquí, entonces, vemos a la manufactura como el fundamento técnico inmediato de la industria moderna. La manufactura produjo la maquinaria, por medio de la cual la industria moderna abolió los sistemas de artesa- nía y manufacturas en aquellas esferas de la producción de las que se apoderó primero. El sistema de factoría se

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levantó, en el curso natural de las cosas, sobre un fun-damento inadecuado. Cuando. . . alcanzó un cierto grado de desarrollo tuvo que desarraigar a este fundamento. . . y construirse una base que correspondiera a sus métodos de producción. Así como la máquina individual retiene su carácter pigmeo en tanto que opera sólo con !a fuerza del hombre, y así como no era posible desarrollar pro-piamente un sistema de maquinaria antes de la máquina de vapor, . . . así también la industria moderna no podría alcanzar su desarrollo completo en tanto que su instru-mento de producción característico, la máquina, debiera su existencia a la fuerza y habilidad de las personas. . . En un cierto estadio de su desarrollo, la industria mo-derna se hizo tecnológicamente incompatible con la base provista por las artesanias y la manufactura. . .

(95) Hasta aquí hemos investigado cómo la plusvalía emana del capital; debemos ver ahora cómo surge el capital de la plusvalía. . . Para acumular es necesario convertir una parte del excedente del producto en capital. Pero no podemos. . . convertir en capital sino sólo aquellos artículos que pueden ser empleados en el proceso de trabajo (o sea, los medios de producción) y en el mantenimiento del trabajador (o sea, los medios de subsistencia). En consecuencia, una parte del excedente anual de trabajo debe ser aplicada a la producción de medios adicionales de producción y de subsistencia, además de aquellos requeridos para reemplazar al capital adelantado. . . Para ello. . . la clase capitalista requiere fuerza de trabajo adicional. . . La acumulación se resuelve en un reproducción del capital a escala crecientemente progresiva. . . En las formas económicas de la sociedad de los tipos más diferentes existe no sólo reproducción simple, sino reproducción en escala crecientemente progresiva. . . Se produce más y se consume más, y en consecuencia más productos deben transformarse en medios de producción. Sin embargo, este proceso no se presenta en sí

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mismo como acumulación de capital, ni como la función del capitalista, sino hasta cuando los medios de produc-ción del trabajador y con ellos su producto y los medios de subsistencia no se le enfrenta en la forma de capital. . .

(96) Consideraremos ahora. . . la composición del ca pital y los cambios que atraviesa en el curso del proceso de acumulación. . . Desde el punto de vista del valor, [la composición] está determinada por la proporción entre capital constante, o valor de los medios de producción, y capital variable, o valor de la fuerza de trabajo, la su ma total de los salarios. Desde el punto de vista mate rial. . . todo capital se divide en medios de producción y fuerza de trabajo viva. . . Llamo a la primera compo sición de valor y a la segunda composición técnica del capital. Existe una correlación estricta entre las dos. . . [que llamo] composición orgánica del capital. . . El cre cimiento del capital envuelve el crecimiento de su consti tuyente variable. . . o sea, del fondo de trabajo. . . La acumulación de capital, en consecuencia, es incremento del proletariado. . . El cambio en la composición técni ca del capital, el crecimiento de la masa de medios de pro ducción por contraste con el de la masa de la fuerza de trabajo que los vivifica se refleja. . . en el incremento de la constituyente constante del capital a expensas de la constituyente variable. . . La acumulación, entonces, se presenta a sí misma. . . como una concentración creciente de medios de producción. . . y de fuerza de trabajo. . . La centralización completa así la obra de la acumula ción. . .

(97) Mano a mano con esta centralización, o esta expropiación de muchos capitalistas por unos pocos se desarrolla en escala siempre creciente la forma cooperati va del proceso de trabajo, la aplicación tecnológica cons- ciente de la ciencia, el cultivo metódico del suelo, la transformación de los instrumentos de trabajo en instrumentos

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que sólo pueden usarse en común, la economía de todos los medios de producción mediante el uso. . . del trabajo combinado, socializado, la participación de todos los pueblos en la red del mercado mundial, y con ello el ca-rácter internacional del régimen capitalista. Junto con la disminución constante del número de magnates del ca-pital, que usurpan y monopolizan todas las ventajas de este proceso de transformación, aumenta la masa de mi-seria, opresión, esclavitud, degradación, explotación; pe-ro con esto también crece la rebelión de la clase traba-jadora, una clase que siempre incrementa su número, y que es disciplinada, unida, organizada por el mismo me-canismo del proceso de producción capitalista.

(98) El monopolio del capital se convierte en una traba del modo de producción.. . La centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo al-canzan por fin el punto en que se vuelven incompatibles con su tejido capitalista. . . Los expropiadores son expro-piados. . . El modo capitalista de apropiación, resultado del modo capitalista de producción, produce !a propie-dad privada capitalista. Esta es la primera negación de la propiedad privada individual, fundada en el trabajo del propietario. Pero la producción capitalista engendra, con la inexorabilidad de una ley de la Naturaleza, a su propia negación. Es la negación de la negación. Esto no resta-blece la propiedad privada para el productor, sino que le da una propiedad individual basada en las conquistas de la era capitalista; o sea, fundada en la cooperación y en la posesión en común de la tierra y de los medios de producción.

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II. LUXEMBURGO

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El Capitalismo Imperialista, las Colonias y la Teoría de

los Modos de Producción

La persona y la obra de Rosa Luxemburgo estuvieron hasta hace algunos años envueltas en relativa oscuridad, a pesar de su excepcional importancia. A este olvido contribuyeron su amarga ruptura con la socialdemocra-cia, sus polémicas con los bolcheviques y sus duras críticas a las prácticas dictatoriales de los comunistas soviéticos. Todo ello ayudó a mantener una conspiración del silen-cio alrededor de Rosa Luxemburgo, acentuada por su muerte prematura. Como se sabe, fue asesinada en 1 9 1 9 por los militares alemanes, bajo la mirada aprobatoria de un gobierno socialdemócrata.9

Hay muchas y diversas razones que explican tanto el interés actual por Luxemburgo como el redescubrimien-to de su obra. Los europeos parecen preocuparse, sobre

9 Se dispone ahora en español de una buena biografía política y personal de Luxemburgo: Peter Nettl, Rosa Luxemburgo (Ediciones Era, México, 1974).

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todo, por sus ideas sobre la democracia en los estados socialistas y en los partidos revolucionarios, cuestiones que evidentemente están en el orden del día de los países socialistas y capitalistas del Occidente. Los estudiosos del mundo no occidental, en cambio, se fijan particularmente en las contribuciones de Luxemburgo a la teoría del ca-pitalismo imperialista y del sistema colonial.10 Los textos que se incluyen aquí responden a esta última categoría de preocupaciones, ya que se relacionan de manera di-recta con la teoría de los modos de producción.

Dejé registrado antes que Marx había planteado con claridad y concisión el problema general de la articula-ción entre modos de producción diferentes y la existen-cia de un modo dominante. Marx también discutió con brevedad los problemas especiales suscitados por los fe-nómenos, de conquista y dominio de unas sociedades por otras.11 Sin embargo, advertí asimismo que Marx centró su análisis en el modo capitalista de producción, considerándolo no ya como el dominante; sino como el único existente a escala mundial desde el punto de vista metodológico. En consecuencia, pienso que es lícito decir que Marx no se ocupó en el Capital, más que breve y accidentalmente, de los temas que atrajeron la atención de Luxemburgo: el imperialismo, el sistema colonial y su

1 0 La influencia de Luxemburgo es muy evidente en casi todos los t rabajos publ icados sobre los países "centra les" y "periféricos", la relación "asimétrica", las causas del "subdesa-rrollo", el llamado modo "colonial" de producción, el colonia -lismo "interno", etc. Sin embargo, no siempre sus seguidores han sentido la obligación de declarar sus fuentes intelectuales, con frecuencia por motivos de mezquino sectarismo político o académico.

1 1 Véanse por ejemplo, de los textos de Marx que se citan en es te volumen, los párrafos ( 1 4 y 15, 17 -21 y 91). Sin em-bargo, sus análisis más extensos e i luminadores se encuentran, por lo general , en art ículos y ensayos breves, como los que publicó sobre la India, China, México, Argel, etc., reunidos en el volumen Textos so bre el colonial ismo (Ediciones Pasado y Presente, Córdoba, 1973).

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articulación dentro del cuadro específico del modo capi-talista de producción dominante.

La omisión de Marx, quizá es preciso insistir en ello, era deliberada. Además, no sólo tenía razones metodo-lógicas sino también históricas: el capitalismo apenas estaba entrando entonces en su fase más explosiva de ex-pansión imperialista. En los capítulos 31 y 32 de la fa-mosa parte octava del Capital dedicada a la llamada acumulación primitiva, Marx adviene claramente su in-tención : ". . .No nos ocuparemos aquí de la condición de las colonias. Lo único que nos interesa es el secreto des-cubierto en el Nuevo Mundo por la economía política del Viejo Mundo. . . de que el modo capitalista de pro-ducción y acumulación, y en consecuencia la propiedad capitalista privada, tienen por condición fundamental el aniquilamiento de la propiedad privada ganada por uno mismo; en otras palabras, la expropiación del que tra-baja".12

Durante el apogeo de la expansión imperialista del ca-pitalismo, sin embargo, los marxistas europeos tuvieron que dedicar muchos de sus mejores esfuerzos a llenar el alarmante vacío teórico dejado por Marx.13 De este pe-

12 Por supuesto, Marx no podía ignorar ni desconoció la historia concreta del colonialismo, a la que dedicó algunos de los escritos más elocuentes y llenos de indignación (véase el volumen antes citado. Textos sobre el colonialismo, Ediciones Pasado y Presente, Córdoba, 1973).

13 Resulta significativo y revelador que la discusión sobre el capitalismo imperialista la inicie en el siglo xx un liberal pro - gresista inglés (John A. Hobson, Imperialism, 1902, reimpreso en 1965 por University of Michigan Press). La p rimera réplica marxista aparece en 1910 (Rudolf Hilferding, Das Finanzkapital versión española publicado por Ediciones El Caballito, México, 1973), y el volumen de Rosa Luxemburgo en 1912-13, (La acu- mulación del capital, Editorial Grijalbo, Méxic o, 1967). En 1915 Bujarin publica La economía mundial y el imperialismo (Edicio- nes Pasado y Presente, Córdoba, 1973) y en 1916 Lenin su Imperialismo (existen tantas ediciones que la referencia biblio- gráfica resulta ociosa) .

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ríodo procede La acumulación del capital de Rosa Lu-xemburgo, publicado en vísperas de la primera guerra mundial. Es importante explicar brevemente su contexto político general, antes de presentar sus implicaciones teóricas.

Al estallar en 1 9 1 4 la Primera Guerra Mundial, los partidos nacionales marxistas decidieron adoptar, cada uno, la causa de su propio país. Las justificaciones ideo-lógicas y políticas que se ofrecieron fueron muy diversas, pero todas tenían en común la negativa a aceptar que es-tuvieran defendiendo o propugnando intereses imperialis-tas. En el plano teórico esta postura se apoyaba en la afir-mación de que el capitalismo avanzado no necesitaba realmente de las colonias. Se decía que el proceso ascen-dente de la reproducción ampliada del capital podía "con-tinuar, y de hecho se estaba realizando, en el marco ce-rrado del propio sistema capitalista. El modelo analítico de Marx en el Capital, se confundía así con la realidad misma, y se le citaba constantemente como una demos-tración de la capacidad de autoexpansión del capitalis-mo, una vez que se había rebasado la fase de la llamada acumulación primitiva.

La polémica política de Luxemburgo comienza, en-tonces, como un ataque contra los "socialpatriotas", con-tra los socialistas uncidos al carro de las agresiones im-perialistas desde antes de la Primera Guerra Mundial. Su polémica teórica, sin embargo, se dirige a demostrar la necesidad del sistema colonial para mantener la repro-ducción ampliada del capital. El análisis del Capital, dice Luxemburgo, prueba la existencia de un proceso de ex-pansión constante del modo capitalista de producción; o sea, de una tendencia que va integrando el mundo entero al sistema capitalista. Marx, al exponer su modelo teórico, por razones de método asume que esta situación ha sido alcanzada, que el mundo es capitalista por entero

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y que no existen ya más que dos clases, capitalistas y obre-ros. El error, o más bien la mistificación de que se hace objeto a Marx, consiste en confundir la condición meto-dológica con la realidad histórica presente. Es decir, aunque el sistema colonial no aparezca en el modelo analítico, las colonias son indispensables para proseguir el ciclo de la reproducción ampliada del capital. Las gue-rras "patrióticas" son, pues, guerras imperialistas en las que las potencias capitalistas dirimen entre sí el reparto del mundo colonial.

A partir de ahí, Luxemburgo cree descubrir el talón de Aquiles del Capital; o sea, la explicación de la repro-ducción ampliada del capital. Al principio de manera cautelosa y al final agudamente crítica,14 Luxemburgo sostiene que la omisión del sistema "metrópoli-colonia" elimina cualquier posibilidad de explicar la reproducción ampliada. El argumento corre a lo largo de la siguiente línea. La producción capitalista engendra plusvalía en forma de mercancías; la transformación de las mercan-cías en dinero es el paso previo para acumular capital, que genera más plusvalía, más mercancías y más capital. Sin embargo, ¿de dónde proviene la continua demanda con capacidad de pago para realizar las mercancías en forma de nuevo capital?

Luxemburgo afirma que el Capital no responde a esta cuestión fundamental, y que las soluciones que propone Marx, sobre todo en el segundo volumen compuesto por Engels a partir de fragmentos y manuscritos in-

14 Rosa Luxemburgo trató primero de explicar la omisión de Marx en función de los supuestos metodológicos que se han mencionado. Casi en seguida atribuye la falla en la teoría de la reproducción ampliada del capital a la torpeza de Engels, editor del segundo volumen del Capital, y a la naturaleza fragmentaria y embrionaria de las notas y manuscritos de Marx. Al final de su análisis, sin embargo, Luxemburgo afronta con firmeza la necesidad de una crítica explícita de la teoría de Marx. Esto es lo que hace en su libro La acumulación del capital.

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completos, no son satisfactorias. La respuesta personal de Luxemburgo es que la realización de la plusvalía, en-gendrada por el modo capitalista de producción, se hace principalmente por medio de capas socio-económicas y de sociedades que no producen de manera capitalista. Es decir, que la condición misma del desarrollo del capita-lismo es la existencia del no-capitalismo; o bien, dicho de otra manera, principalmente de las colonias "externas" en Asia, África, América, etc., pero también de las co-lonias "internas", como los campesinos, el artesanado, etc. El problema de la reproducción ampliada del capital se resuelve, en consecuencia, en los términos de una ar-ticulación entre diferentes modos de producción domina-dos por uno de ellos: el modo capitalista. La conclusión es clara: cualquier modelo teórico o analítico del capi-talismo que no incluye las formaciones no-capitalistas, re-sulta ser radicalmente falso y no puede conducir más que a estrategias políticas equivocadas.15

Existe otra conclusión que se desprende inevitable-mente de la revisión planteada por Luxemburgo al mo-delo de Marx. Si el desarrollo del capitalismo y su expan-sión por el mundo se efectúan por necesidad a expensas de otras formaciones socioeconómicas, a las que va ab-sorbiendo y devorando, el crecimiento del capitalismo conduce, en efecto, a la situación descrita por Marx en su modelo teórico. Pero en la realidad esta situación nun-ca llegará a producirse, porque antes de esto el sistema

1 5 El análisis económico de Luxemburgo ha sido criticado con severidad desde las posiciones bolcheviques y reformistas (véase, por ejemplo, Bujarin, La economía mundial y e l impe-rialismo, Ediciones Pasado y Presente, Córdoba, 1973). Sin em-bargo, Joan Robertson consideraría discusión y las predicciones de Luxemburgo mucho más penetrantes que las de sus contem-poráneos ; que incluyen, desde luego, al propio Bujarin y a Hobson, Hilferding, Lenin, Schumpeter, Sombart, etc. (véase la Int roducción de Robinson a la versión inglesa de The acumu -lat ion of capi tal , Routledge and Kegan Paul, Londres, 1951).

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capitalista será quebrantado por las inevitables guerras interimperialistas, debilitado por la creciente desapari-ción de las demás formaciones socio-económicas que lo alimentan, y destruido por sus propios conflictos internos objetivados en la clase obrera. Semejante concepción dia-léctica de la oposición metrópoli-colonia y de la articula-ción entre diferentes modos de producción, completa y de ninguna manera elimina o sustituye a la oposición ca-pitalista-obrero, que permanece en el centro de la teo-ría de Luxemburgo tanto como lo está en las de Marx y Lenin.16

La riqueza de la crítica de Luxemburgo se completa con la ampliación y revisión considerables de una idea de Marx sobre el papel de la fuerza del Estado en el desa-rrollo del capitalismo. En efecto, en una de las escasas ocasiones en que el Capital se refiere directamente al sis-tema colonial, Marx escribe lo siguiente: "Estos métodos [de acumulación] dependen en parte de la fuerza bruta, o sea del sistema colonial. Pero todos ellos emplean el poder del Estado, la fuerza concentrada y organizada de la sociedad, para apresurar, a manera de invernadero, el proceso de transformación del modo feudal de produc-ción en modo capitalista, y abreviar la transmisión. La fuerza es la partera de cada sociedad vieja preñada de otra nueva. Es en sí misma un poder económico" (Capí-tulo 31, parte octava del primer volumen del Capital).

El mismo proceso al que se refiere Marx está descri-to por Rosa Luxemburgo de manera significativamente

1 6 La teoría general de Lenin sobre el imperialismo, así como la estrategia revolucionaria basada en la alianza de los obreros y los campesinos y en la fórmula del "eslabón mas débil" del capitalismo (las colonias), están en clara deuda con Rosa Luxemburgo. También lo están, con mayor razón todavía, las concepciones de Mao sobre el papel revolucionario del cam-pesinado y sobre el ' 'cerco mundial" a las ciudadelas del capi-talismo (las metrópolis industriales).

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distinta. Dice así: "El capitalismo viene al mundo y se desarrolla históricamente en un medio social no capitalis-ta. En los países europeos occidentales le rodea, pri-meramente, el medio feudal de cuyo seno surge. . . Luego, desaparecido el feudalismo, un medio en el que pre-domina la agricultura campesina y el artesanado, es de-cir, la producción simple de mercancías. . . Aparte de esto, rodea al capitalismo europeo una enorme zona de culturas no europeas, que ofrece toda la escala de grados de evolución, desde las hordas primitivas comunistas de cazadores nómadas, hasta la producción campesina y ar-tesana de mercancías. En medio de este ambiente se abre paso. . . el proceso de acumulación capitalista. . . El capitalismo necesita, para su existencia y desarrollo, estar rodeado de formas de producción no capitalistas. . . En [estas] grandes zonas de la tierra las fuerzas productivas están en manos de formaciones sociales que no se hallan predispuestas al comercio de mercancías o no ofrecen los medios de producción más importantes para el capital, ya que las formas de propiedad y la estructura social total las excluyen de antemano. . . Confiarse aquí al lento proceso secular de la desintegración interna de estas formaciones.. . equivaldría a que el capital renun-ciara a las fuerzas productivas de aquellos territorios. De aquí que el capitalismo considere como cuestión vital el apropiarse violentamente de los medios de producción más importantes de los países coloniales".

En Europa, por supuesto, el capitalismo apeló tam-bién a la violencia revolucionaria contra el viejo estado de cosas, pero lo hizo en el seno mismo de la sociedad en que había nacido y apoderándose del aparato de go-bierno. Sin embargo, en la relación colonial el capitalismo choca con modos de producción que no están en su línea evolutiva. El primer episodio de esta relación es un acto de conquista violenta y de dominio; la estructura futura del segmento colonial queda determinada de esta manera.

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Los objetivos del dominio son económicos y responden a la naturaleza y a la dinámica del modo capitalista. Pero los instrumentos que emplea para estructurar el nuevo segmento colonial son políticas (el poder del Estado), y se expresan en un sistema de dominio: "el capital echa mano del hacha del poder político. . . Su primer gesto es el sojuzgamiento y el aniquilamiento de la comunidad tradicional..." (Luxemburgo).

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El Proceso de Reproducción Ampliada del Capital y la Articulación de los Modos

de Producción

Las revisiones propuestas por Luxemburgo al análisis del Capital suponen el paso de un modelo cerrado, metodo-lógicamente "autosuficiente" del capitalismo, a un modelo fundado en la articulación de modos de producción di-ferentes entre sí pero dominados por el capitalista. Supone, asimismo, la necesidad de introducir en el modelo los sistemas políticos de dominio, particularmente, pero no de manera exclusiva, en la situación colonial. Finalmente, sugiere la necesidad de establecer una tipología de los "modos de circulación" entre los diferentes modos de producción, y asimismo de relacionar estos procesos de circulación con los sistemas políticos de dominio.17

17 La obra de Polanyí es especialmente significativa desde estos puntos de vista. Los procesos de circulación, en condiciones de dominio colonial o bajo cualquier otro sistema, son los que ligan de maneras peculiares a los diferentes modos de produc -ción entre sí.

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Se trata, en definitiva, de un modelo analítico que rehuye la "pureza" y la simplificación metodológica bus-cada por Marx en el Capital. Por eso mismo, el modelo de Luxemburgo resulta ser mucho más complejo y difícil de manejar. De cualquier manera, es preciso considerar-lo como un desarrollo a partir de Marx y como una con-tribución realizada utilizando al instrumental marxista. El término de "revisionista" que se aplicó a Luxemburgo no tiene sentido, excepto como un elogio o como la expre-sión del resentimiento y de la impotencia intelectual del marxismo talmúdico.

Los textos de Luxemburgo que he seleccionado res-petan su programa teórico; es decir, su propósito de desarrollar la crítica del modelo de Marx a partir del problema de la reproducción ampliada del capital. Sin embargo, el secreto de la fuerza de convicción de Luxem-burgo parece estar, todavía más que en la esfera de la teoría económica, en el terreno de la historia real del capitalismo. Su poder crítico tiene sus mejores momen-tos cuando contrasta la historia concreta con la historia abstracta (estructural) esbozada en el Capital. He pro-curado reflejar esta característica en la selección que si-gue, aunque por razón de espacio el intento resulta insa-tisfactorio. El lector debe recurrir a la lectura directa de los capítulos históricos de La acumulación del capital para sentir la fuerza de los argumentos de Luxemburgo.18

18 He utilizado la versión española de La acumulación del Capital preparada por Raimundo Fernández O, según la edición alemana del Dresdener Volkszeitung de 1912 (Editorial Grijalbo, México, 1967). La he cotejado con la inglesa de Londres, 1951, que sigue el texto de los Gesammelte Werke de Rosa Luxemburgo, de 1925 (traducción de Agnes Schawarzchild, Routledge and Kegan Paul, introducción de Joan Robinson), La edición en es pañol tiene la ventaja de incluir una larga respuesta de Luxemburgo a algunas críticas a su obra.

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Textos

(1) Entre los servicios imperecederos prestados por Marx a la teoría de la economía política, está su manera de plantear el problema de la reproducción del capital social. . . La reproducción ampliada no es una invención del capitalismo: constituye, más bien, la regla de toda formación social e histórica en la que se manifiesta un progreso económico y cultural.

(2) La reproducción simple. . . puede observarse du-rante largos períodos de la evolución social... pero es un índice del estancamiento. . . Los progresos decisivos del proceso de trabajo y los monumentos de las civilizaciones desaparecidas, como las grandes obras hidráulicas del Oriente, las pirámides egipcias, las calzadas militares romanas, las artes y ciencias griegas, el desarrollo de las artesanías y de las ciudades en la Edad Media, hubieran sido imposibles sin la reproducción ampliada. Sólo el aumento gradual de la producción más allá de las nece-sidades inmediatas. . . crea la base económica indispen-sable a todo progreso cultural. . .

(3) En todas las formaciones sociales [no capitalistas] —en una comunidad agraria de la India, en una villa romana esclavista o en el coto feudal del Medievo— el concepto y el fin de la reproducción ampliada se refieren esencialmente a la cantidad de productos, a la masa de artículos de consumo elaborados. El consumo co-

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mo finalidad domina el ámbito y el carácter tanto del pro-ceso de trabajo en particular como de la reproducción en general. Por el contrario, en el sistema capitalista. . . el fin inmediato de la producción es la creación de va-lor... de plusvalía. . . El aumento de la producción de, plusvalía se logra invirtiendo más capital, y éste se logra transformando en capital una parte de la plusvalía apropiada.

(4) El nuevo capital y la plusvalía creada primero se encuentran bajo la forma de una nueva masa de mercan- cías. . . Para que el nuevo capital y la plusvalía [puedan realizarse] ha de desaparecer la figura de mercancía y volver, bajo su forma pura de valor, en dinero, a manos del capitalista... Para que la acumulación en efecto se realice, es absolutamente necesario que la masa de mer- cancías. . . conquiste un puesto en el mercado y realice su valor en dinero. ..

(5) ¿De dónde procede el dinero para la realización de la plusvalía bajo el supuesto de la acumulación. . . de la capitalización de una parte de la plusvalía? [Pero] la cuestión [está mal formulada]. No tiene sentido pre- guntar ¿de dónde proviene el dinero?. . . La pregunta que debe formularse es: ¿de dónde proviene la demanda, dónde está la necesidad con capacidad de pago. . .? No es posible que la clase capitalista misma compre toda su plusvalía [ya que en este caso no habría acumulación social]. . . Los obreros están todavía en menor capacidad para [ello]. .. ya que como muestra Marx "todo lo que compran. . . es igual a la suma de sus salarios, a la suma del capital variable anticipado por toda la clase capitalis- ta"... La realización de la plusvalía fuera de las dos únicas clases existentes [según el modelo del Capital], parece ser, entonces, una necesidad. . . [De lo contrario], la teoría de la acumulación del capital cae en un círculo vicioso...

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(6) [En efecto], la parte capitalizada de la plusvalía, conforme al supuesto del volumen primero del Capital, viene al mundo en forma de medios de producción adi-cionales y de medios de subsistencia para los trabaja-dores. Ambos sirven para aumentar la producción cada vez más. . . [Pero] de los supuestos del esquema de Marx no se puede deducir para quién se realiza este aumento, de producción. Es cierto que junto con la producción aumenta el consumo de la sociedad. . . el de los capita-listas y el de los trabajadores. . . Pero, en todo caso, el consumo creciente de la clase capitalista no puede con-siderarse como la finalidad de la acumulación; por el contrario, en tanto que crece el consunto [personal] del capitalista disminuye la acumulación. . . Tampoco el con-sumo de los trabajadores, aún menos que el de los ca-pitalistas, puede ser la finalidad de la acumulación. . . ¿Quién realiza, entonces, la plusvalía que crece cons-tantemente? El esquema [de Marx] responde: los capita-listas y sólo ellos. ¿Y qué hacen con su plusvalía cre-ciente? El esquema responde: la utilizan para ampliar más y más su producción... Estos capitalistas hacen fa-bricar nuevas máquinas para fabricar con ellas, a su vez, nuevas máquinas. Pero lo que resulta de este modo no es una acumulación de capital, sino una producción cre-ciente de medios de producción...

(7) Por consiguiente, el esquema de Marx de la re-producción ampliada no puede explicarnos el proceso de la acumulación tal como se efectúa en la realidad, ni tampoco como se impone históricamente. ¿De dónde proviene esto? De los supuestos mismos del esquema, y no de otra cosa, ya que si esquema pretende exponer el proceso de acumulación bajo el supuesto de que los capitalistas y los obreros son los únicos consumidores... Pero este supuesto es un recurso teórico, porque en la realidad no ha habido ni hay una sociedad capitalista que se baste a sí misma, en la que domine exclusivamente la

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producción capitalista. . . La intuición correcta de que son necesarias "terceras personas", esto es, consumidores distintos. . . de los obreros y de los capitalistas. .. condujo a la teoría del consumo improductivo. . . de Malthus, del militarismo de Woronzof, de las profesiones liberales de Struve. . . [entre otras].

(8) Sólo el análisis profundo y la exacta exposición esquemática del proceso de la reproducción total de Marx, y particularmente su genial exposición del proble- ma de la reproducción simple, pusieron de manifiesto el punto principal del problema de la acumulación. . . Este análisis de Marx. . . contiene implícitamente una solu- ción. . . Si, para simplificar, prescindimos totalmente del fondo de consumo de los capitalistas, la realización de la plusvalía requiere, como primera condición, un círculo de adquirentes que estén fuera de la sociedad capitalista. Digo adquirentes y no consumidores, porque la realiza- ción de la plusvalía nada dice de antemano sobre su for- ma material. Lo decisivo es que la plusvalía no puede ser realizada por obreros ni capitalistas, sino por capas so- ciales o sociedades que no producen en forma capitalista.

(9) Cabe pensar en dos casos distintos. La produc- ción capitalista suministra medios de consumo que exce- den a sus propias necesidades. . . Sus compradores son capas sociales y países no capitalistas. Por ejemplo, la industria inglesa de tejidos de algodón suministró, duran- te los primeros dos tercios del siglo XIX. . . a los cam- pesinos y a la pequeña burguesía urbana del continente europeo, y asimismo a los campesinos de la India, Amé- rica, África, etc. Fue el consumo de capas sociales y de países no capitalistas lo que constituyó la base del enor- me desarrollo de esta industria. . . A su vez, esta indus- tria desarrolló en Inglaterra misma una amplia industria de máquinas que suministraba husos y telares, y favo- reció también a las industrias metalúrgicas y carboníferas,

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etc. . . Veamos ahora el caso inverso. La producción ca-pitalista suministra medios de producción que exceden a sus propias necesidades, y encuentra compradores en paí-ses no capitalistas. Por ejemplo, la industria inglesa su-ministró en la primera mitad del siglo XIX material de construcción de ferrocarriles a los países americanos y australianos. . . La industria química alemana suministra medios de producción. . . que hallan un enorme mercado en países con producción no capitalista de Asia, África, etc. . . Ambos casos difieren del esquema de Marx. . .

(10) No hay ninguna razón en virtud de la cual to- dos los medios de producción y consumo necesarios ha- yan de ser elaborados exclusivamente en producción ca- pitalista. Este supuesto es básico para el esquema de la acumulación de Marx, pero no corresponde a la práctica diaria, ni a la historia del capital, ni al carácter especí- fico de esta forma de producción. En la primera mitad del siglo XIX la plusvalía surgía, en su mayor parte, del proceso de producción de las telas de algodón. Sin em- bargo, los elementos materiales de su capitalización, el algodón procedente de los estados esclavistas de E.U. y el trigo (subsistencia para los obreros ingleses) proce- dentes de los campos rusos con servidumbre, representa- ban excedentes de producción, pero, de ningún modo, plusvalía capitalista. . . La acumulación capitalista depen- de de estos medios de producción no producidos por el capitalismo. . .

(11) La producción capitalista como tal. . . sólo abar- ca una parte de la producción total del mundo. Su asien- to es hasta ahora, preferentemente, la pequeña Europa, donde además no ha podido dominar por completo esfe- ras como la de la agricultura campesina y el artesanado independiente. . . En general, la forma de producción capitalista se halla limitada, hasta ahora, a los países de la zona templada, y no ha hecho en el Oriente y en el

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Hemisferio Sur sino progresos relativamente escasos. . . Si hubiera tenido que atenerse exclusivamente a los ele -mentos de producción suministrados dentro de estos es-trechos límites, le hubiera sido imposible llegar a su nivel actual e incluso no hubiera podido realizar su desarrollo.

(12) La producción capitalista ha actuado. . . sobre la base del mundo entero como almacén de fuerzas pro-ductivas. . . Saca medios de producción de todos los rin-cones del mundo, extrayéndolos o adquiriéndolos de to-dos los grados de cultura y formas sociales. La cuestión de los elementos materiales de la acumulación del capi-tal, lejos de hallarse resuelta por la forma material de la plusvalía producida en forma capitalista, se transforma en otra cuestión; para utilizar productivamente la plus -valía realizada, es necesario que el capital. . . disponga cada vez en mayor grado del mundo entero. . . Cuando la Guerra de Sucesión. . . produjo en Inglaterra. . . la famosa "hambre de algodón". . . surgieron en tiempo brevísi-mo. . . enormes plantaciones de algodón en Egipto. Aquí era el despotismo oriental, unido al antiquísimo sistema campesino, lo que había creado el campo de acción del capital europeo. . . Sólo en países precapitalistas [el ca-pital] puede desplegar el poder necesario para realizar estos milagros, operando sobre las fuerzas productivas materiales y humanas. . .

( 1 3 ) Tanto la ampliación de la producción como la renovación de parte de los elementos de producción con-sumidos, puede realizarse con productos de zonas no ca-pitalistas. . . Por lo menos la plusvalía destinada a reali-zarse y la parte de la masa de productos capitalistas que corresponde a ella, no pueden realizarse dentro de los círculos capitalistas y por necesidad han de buscar clien-tela fuera de ellos, en capas y formas sociales que no produzcan en forma capitalista. . . Entre cada uno de los periodos de producción en que se produce plusvalía, y la

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acumulación siguiente en que ésta se capitaliza, hay dos transacciones distintas: la de la formación de la plusvalía en su forma pura de valor —la realización— y la trans -formación de esta forma. . . en capital productivo. Ambas transacciones se verifican entre la producción capitalista y el mundo no capitalista que lo circunda. Desde ambos puntos de vista [realización de la plusvalía y adquisición de capital constante] el comercio mundial constituye una condición histórica de vida del capitalismo; [pero] el comercio mundial es, esencialmente, un intercambio entre las formas de producción capitalistas y las no capitalis tas. . .

( 1 4 ) Hasta ahora sólo hemos considerado la acumulación desde el punto de vista de la plusvalía y del capital constante. El tercer factor. . . es el capital variable. .. que [verdaderamente] no son los medios de subsistencia de los trabajadores, sino la fuerza viva de trabajo para cuya reproducción son necesarios aquellos medios. Por con-siguiente, entre las condiciones fundamentales de la acumulación figura un incremento del trabajo vivo. . . conseguido, en parte, prolongando e intensificando la jornada de trabajo. . . pero principalmente. . . con un aumento del número de obreros ocupados. ¿Pero de dónde provienen estos obreros adicionales?. . . Conforme al esquema de Marx [no hay ya más que capitalistas y obreros] la procreación natural de la clase obrera es la única fuente del aumento de la fuerza de trabajo. . .

(15) [Sin embargo], el ejército industrial de reserva no puede formarse por la procreación natural del prole tariado asalariado capitalista. Tiene que contar con otras zonas sociales de las que saque obreros. . . que no estaban a las órdenes del capital y que, sólo cuando es necesario, se agregan al proletariado... Estos obreros... sólo pueden venir de capas y de países no capitalistas. . . La fuente más importante, dentro del continente europeo, es la

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proletarización constante de las capas medias rurales y urbanas, la decadencia de la economía campesina y de la pequeña industria artesana. . . Hay que contar, no sólo con la descomposición de la economía campesina y del artesanado europeo, sino también con la desinte-gración de las más diversas formas primitivas de produc-ción y organización social en países no europeos. . . El ca-pital necesita. . . disponer de manera ilimitada de todos los obreros del mundo. . .

(16) La "liberación". . . de los obreros encadenados a formas de producción no capitalista. . . es una de las bases históricas inevitables del capitalismo. . . Hay que arrancar a los trabajadores de sus condiciones de pro-ducción y de su medio para ponerlos a las órdenes del capital. De estos esfuerzos resultan, en los países colo-niales, las más extrañas formas mixtas entre el sistema moderno del salario y los regímenes primitivos.. . Es cierto que Marx traía detalladamente. . . del proceso de transformación de los campesinos en proletariado capita-lista. . . pero sólo desde el punto de vista de la llamada acumulación primitiva. Los procesos indicados sólo sirven a Marx para ilustrar la génesis. . . del capital. . . Cuando ofrece el análisis teórico del proceso del capital —pro-ducción y circulación— vuelve constantemente a su su-puesto: dominio general y exclusivo de la producción ca-pitalista. Vemos, no obstante, que el capitalismo en su plena madurez está atenido a la existencia coetánea de capas y sociedades no capitalistas.

(17) El capitalismo viene al mundo y se desarrolla históricamente en un medio social no capitalista. . . El capitalismo necesita, para su existencia y desarrollo, es-tar rodeado de formas de producción no capitalistas. . . Necesita como mercados capas sociales no capitalistas para colocar su plusvalía, que constituyen a la vez fuen-tes de adquisición de medios de producción y reservas

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de obreros para su sistema asalariado. . . La economía natural ofrece rígidas barreras. . . a las necesidades del capital. De ahí que éste tenga que emprender. . . una lu-cha a muerte contra la economía natural en las formas históricas en que se presente [esclavitud, feudalismo, co-munismo primitivo, economía agraria patriarcal, etc.]. En esta lucha los métodos que se emplean principalmente son: la violencia política. . . la presión tributaria del Es-tado y la baratura de las mercancías.

(18) Los fines económicos del capitalismo en su lu-cha. . . son: 1) Apoderarse directamente de fuerzas pro-ductivas importantes (tierra, caza, minerales, piedras pre-ciosas, plantas, etc.); 2) "Liberar" obreros y forzarlos a trabajar para el capital; 3) Introducir la economía de mercancías; 4) Separar la agricultura de la industria. En la acumulación primitiva. . . la liberación de los campe-sinos constituye. . . el medio más importante. . . pero en la política colonial moderna el capital realiza. . . la mis-ma tarea en escala mucho mayor. . . Aquí no se trata ya de la acumulación primitiva, sino de la continuación del proceso hasta hoy día. . . Cuando se dice que el capitalis-mo vive de formaciones no capitalistas, habría que decir más exactamente que vive de la ruina de estas formacio-nes. . . Sin ellas no puede realizarse la acumulación del capital. . . pero la acumulación se realiza destrozándolas y asimilándolas. . . Por tanto, lo que Marx ha tomado co-mo un supuesto de su esquema. . . solo corresponde a la tendencia histórica objetiva del movimiento de la acumu-lación y a su resultado final teórico. . . Pero aquí co-mienza el callejón sin salida. Una vez logrado el resul-tado final —lo que no es, sin embargo, más que una predicción teórica— la acumulación [capitalista] se hace imposible. . . [Se llega] al término, al límite histórico. . . de la producción capitalista. . .

(19) El imperialismo es la expresión política del pro-

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ceso de acumulación del capital en su lucha para con-quistar los medios no capitalistas. . . Dado el gran desarro-llo y la concurrencia cada vez más violenta de los países capitalistas. . . el imperialismo aumenta su agresivi-dad contra el mundo no capitalista, agudizando las contra-dicciones entre los países capitalistas. . . Pero cuanto más violenta y enérgicamente procure el capitalismo el hundi-miento de las civilizaciones no capitalistas, tanto más rá-pidamente minará el terreno para la acumulación del capital...

(20) La acumulación capitalista tiene entonces, como proceso histórico concreto, dos aspectos distintos. De un lado, tiene lugar en los sitios de producción de la plus- valía —la fábrica, la mina, la empresa agrícola y el mer- cado de mercancías. Considerado así... es un proceso puramente económico, cuya base más importante se realiza entre los capitalistas y los trabajadores asalaria- dos. . . El otro aspecto... se realiza entre el capital y las formas de producción no capitalistas. . . El poder po- lítico no es aquí.. . más que el vehículo del proceso eco- nómico. Los dos aspectos de la acumulación del capital se hallan ligados orgánicamente por las condiciones de reproducción del capital mismo. Sólo de la reunión de ambos surge el curso histórico del capital.

(21) El capitalismo es la primera forma económica con capacidad de desarrollo mundial, una formación que tiende a extenderse por todo el ámbito mundial y a eliminar todas las demás formaciones económicas. . . Pe- ro es también la primera que no puede existir sola, sin otras formas económicas de qué alimentarse, y que al mismo tiempo que posee la tendencia a convertirse en formación única, fracasa por su propio desarrollo in- terno...

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III. WITTFOGEL

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Marx, Engels y Lenin

sobre el Modo Asiático

de Producción

En los textos de Marx y de Luxemburgo reproducidos en este volumen aparece con cierta frecuencia tanto el término "modo asiático de producción" como alguno de sus equivalentes ("forma asiática"), "comunidad orien-tal", "despotismo oriental", "modo oriental", etc.).19 A pesar de esto, en las obras de Marx y de Luxemburgo no se encuentra un tratamiento sistemático o bien simple-mente extenso de las formas asiáticas de producción. La elaboración de una teoría especial de las formaciones llamadas orientales, por contraste con las occidentales ca-

1 9 Por ejemplo, véanse de Marx los párrafos (7, 25-31, 34, 36, 37, 39, 41, 67) y de Luxemburgo los párrafos (2 , 3, 9, 12, 17). Las referencias de Marx al modo astático de producción, sin embargo, abundan más en otra clase de escri tos de aquellos que se han util izado en este volumen (véase, principalmente, el vo-lumen ya ci tado Textos sobre el colonial ismo (Edicion es Pasado y Presente, Córdoba, 1973) y en particular los artículos sobre la India. Véase, sobre todo, el excelente y exhaustivo estudio de Lawrence Krader, The asiatic mode of production: Sources, development and cri t ique in the wri t ings of Karl Marx (Van Gorcum, Assen, Holanda, 1975).

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racterizadas por la secuencia esclavismo antiguo-feudalis-mo, corresponde de manera principal a Karl A. Wittfogel. La personalidad y la obra de Wittfogel están tan envueltas en controversias científicas y políticas, que resulta indispensable referirse a ellas aunque sea con brevedad. En la década de 1920 fue militante activo del Partido Comunista alemán y uno de los teóricos importantes de la Komintem, hasta que las primeras grandes purgas stalinistas devastaron el movimiento marxista internacional. Bajo la influencia de Marx y de Max Weber, Wittfogel había publicado en Alemania una serie de trabajos sobre la sociedad oriental y su historia, de los cuales el más importante de seguro es Economía y sociedad chinas.20 Fue precisamente este conjunto de publicaciones, aparecidas durante el período de las grandes discusiones sobre la naturaleza de la sociedad y las características de la revolución china, lo que produjo su ruptura con el Partido Comunista alemán, "depurado" en forma brutal por los agentes de Stalin en vísperas de la ascensión de Hitler al poder.

Durante los últimos años de su residencia en Alema-nia, donde fue internado en un campo de concentración, y durante su exilio en Francia y Estados Unidos, Witt- fogel estuvo asociado por largo tiempo con el famoso Instituto de Frankfurt, que reunió entre otros célebres marxistas críticos a Horkheimer, Adorno, Marcuse, Ben-

20 O sea, ya que nunca ha sido traducido, Wirtschaft und Gessellschaft Chinas. Erster Teil, Produktivkräfte, Produktions und Zirkulationsprozess (Leipzig, 1931), Asimismo, Das erwa-chende China (El despertar de China, Viena, 1926), "Geopo-litik, geographischer Materialismus und Marxismus" ("Geopolí-tica, materialismo geográfico y marxismo", artículos publicados en la revista teórica de !a Komintern, Unter dem Banner des Marxismus (Bajo la bandera del marxismo, 1929), etc. Puede verse una bibliografía razonablemente completa de Wittfogel en mi libro Agricultura y sociedad en Mesoaméríca (Sep-Setentas, México, 1972).

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jamin, etc.21 En Estados Unidos, sin embargo, si bien continuó con vigor creciente y sin desviaciones sus inves-tigaciones y estudios científicos sobre el Oriente, sus pos-turas políticas comenzaron a cambiar radicalmente. No nos ocuparemos de ellas en este volumen, aunque han servido de ocasión constante para atacar su obra cientí-fica. El propio Wittfogel se hizo fácilmente vulnerable a esta clase de ataques al unir su discusión de los sistemas políticos asiáticos con sus posiciones antisoviéticas.

Debe reconocerse que todas las cuestiones planteadas por el marxismo (y no sólo la del modo asiático de pro-ducción) se convierten siempre en asunto de polémica política. Es así, evidentemente, porque el marxismo no es una teoría social a secas, sino una teoría social crítica y revolucionaria, que exige y se apoya en una praxis. En consecuencia, se aproxima a la realidad social no sólo como un objeto de investigación y estudio, sino ade-más como a un objeto de transformación. La actividad transformadora de la sociedad, es decir, la acción polí-tica racional, es el fin último de la tarea propuesta por el marxismo.

Los análisis de Marx y de Luxemburgo sobre el modo capitalista de producción, lo mismo que el de Wittfogel sobre el modo asiático de producción, se convierten eventualmente en estrategias para la acción política. Esto hace inevitable que la tarea científica tienda a ser juzgada desde el ángulo de sus implicaciones políticas reales o supuestas, y también, lo que es aún más peligroso,

21 Véase la historia de la obra y de la influencia intelectual del Instituto de Frankfurt, incluyendo la participación de Witt-fogel, en el libro de Martin Jay, The dialeclical imaginatión (Heenemann, Londres, 1973), ya traducido al español con el título "La imaginación dialéctica", Ed. Taurus. De este periodo en el Instituto procede "La teoría de la sociedad oriental" ("Die Theorie der orientalischen en Gesselschaft", en los Zeítschrift für Sozialforschung, 1938), quizá la primera formulación sistemática de las ideas de Wittfogel sobre el modo asiático de producción.

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que la praxis política tienda con frecuencia a imponer sus propios criterios al quehacer científico. De esta manera, sin embargo, se rompe la relación dialéctica entre teoría y praxis. La ciencia queda sometida, entonces, al prag-matismo político más grosero, y la teoría ya no puede guiar críticamente a la actividad política. Comienza así un período de decadencia y de esterilidad teórica y política, durante el cual el marxismo se transforma en intolerante ortodoxia, la teoría crítica se hace escolástica y la política científica desciende al nivel del empirismo más obtuso. Los textos que se incluyen a continuación proceden de una obra de Wittfogel, Oriental despotism, que es probable que represente, mejor que cualquier otra, la for-taleza y la debilidad de sus posiciones científicas y políti-cas. La intención de esta primera selección es mostrar las relaciones genéticas y polémicas entre el pensamiento de Marx, Engels. Lenin y Wittfogel en el desarrollo de la teoría del modo asiático de producción.22 Los textos reproducidos no incluyen, por razones obvias, las abun-dantes citas bibliográficas que hace Wittfogel.

22 He utilizado la tercera edición revisada de Oriental des-potism: A comparative study of total power, publicada original-mente en inglés por Yale University Press, 1959. Existe una versión en español, llena de defectos y de dificultades de lectura. Los puntos de vista de Wittfogel en esta obra deben compararse con los de Lawrence Krader en The asiatic mode of production: Sources, development and critique in the writings of Karl Marx (Van Gorcum, Assen, Holanda, 1975).

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Textos

(1) El concepto de Marx sobre la sociedad asiática fue desarrollado a partir de las ideas de algunos eco- nomistas clásicos, como Richard Jones y John Stuart Mill, quienes a su vez desarrollaron algunas ideas gene- rales expuestas por Adam Smith y James Mill. Adam Smith notó las semejanzas entre las empresas hidráulicas de China y las de oíros gobiernos de Asia, y comentó en particular sobre el poder adquisitivo de los gobernan- tes de China, el antiguo Egipto y la India. James Mill consideró el "modelo asiático de gobierno" como un tipo institucional general y rechazó las forzadas analogías que se hacían con el feudalismo europeo. Richard Jones bos- quejó en 1831 un cuadro global de la sociedad asiática. . . y en 1848 John Stuart Mill colocó esta sociedad en un contexto comparativo. . .

(2) Fue en la década de 1850 cuando Marx [descu- brió] la idea de una sociedad asiática específica. . . y se dedicó con intensidad al estudio del capitalismo industrial como un fenómeno socioeconómico e histórico distintivo. Sus escritos de este período —entre ellos el primer borra- dor del Capital, compuesto en 1857-58— lo muestran muy estimulado por el concepto asiático. . . y haciendo comparaciones sistemáticas de ciertos rasgos institucio- nales de los tres tipos mayores de sociedades agrarias (asiática, clásica antigua y feudal) con la sociedad indus- trial moderna. . .

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(3) En dos artículos publicados en 1853 en el New York Daily Tribune, Marx discutió el carácter de la so- ciedad asiática y las posibilidades de su disolución pro- gresiva. . . Citó a la India como representativa de la vie- ja sociedad asiática y a los hindúes como ponedores de ciertas instituciones claves y comunes a todos los pueblos orientales. Dijo que las condiciones climáticas y terri- toriales hacen del regadío artificial por medio de ca- nales y otras obras hidráulicas el fundamento de la agri- cultura oriental. Observó que el control del agua en el Oriente, con una civilización demasiado baja y una ex tensión territorial demasiado vasta para generar formas de asociación voluntaria, exigía la acción del poder cen- tralizador del gobierno.

(4) De esta manera, Marx atribuyó el origen del es- tado asiático a la necesidad de obras hidráulicas dirigidas por el gobierno. La condición dispersa del pueblo oriental y sus aglomeraciones en aldeas autosuficientes (que combinan la pequeña agricultura y las artesanías do- mésticas), explican la perpetuación secular [del estado asiático]. Esta segunda formulación requiere ser cualifi- cada de acuerdo a los hechos, pero ideológicamente es la más importante. Sólo cuando se tiene en mente el con- cepto de Marx sobre el papel de la dispersión aldeana oriental, se pueden comprender por completo las caracte- rizaciones que hacen Marx, Engels y Lenin del despo- tismo oriental.

(5) Marx. . . consideraba a la China caracterizada, como la India, por instituciones asiáticas y encontraba que la estructura económica de la sociedad china depen- día de una combinación de pequeña agricultura con in- dustria doméstica. , . Sin embargo, también comentó la ausencia en la China contemporánea de un sistema comu- nal de tenencia del suelo. . . Estaba consciente de que la "Corona" china permitía a la mayoría de sus campesi-

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nos poseer sus tierras, que eran muy escasas, en propie-dad completa. . . En su opinión, la desaparición de la propiedad comunal en China no había debilitado, de ma-nera significativa, los fundamentos económicos de la pro-ducción asiática. . .

(6) Marx denominó semiasiática a Rusia por primera vez en un artículo firmado por él pero escrito por Engels, que apareció en 1853 en el New York Daily Tribune. . . [El mismo año y en mismo diario] pero en un artículo propio, Marx contrastó ciertos acontecimientos "semiorientales" de la Rusia zarista, con otros "comple-tamente orientales" de China. . . [Resulta claro] que tanto Marx como Engels se refieren no a la posición geográfica [de los países] sino a sus tradiciones e instituciones, carácter y condiciones. . .En 1881 Marx habló de las aldeas aisladas de Rusia y de las formas de despotismo altamente centralizado que habían surgido en todas partes sobre este fundamento... En 1875 [Engels] escribía: "Semejante completo aislamiento entre las comunidades individuales, que en todo el país crea intereses idénticos pero exactamente opuestos a los comunes, constituye el fundamento natural del despotismo oriental; esta for-mación social, de la India a Rusia y dondequiera que prevalece, produce siempre el despotismo. . . [que] es el producto necesario y lógico de las condiciones sociales rusas.. ."

(7) Independientemente de lo que Marx pensaba sobre la naturaleza exacta de la tenencia de la tierra en Oriente, estaba seguro de que no era feudal. . . Aún simplificando en exceso un patrón muy complejo de relaciones de propiedad, Marx reconoció una tendencia básica del sistema asiático, o sea la presencia del estado como verdadero terrateniente. . . En el Capital, Volumen 3, explica que [bajo este sistema] no existe propiedad privada del suelo, sino sólo posesión y uso particular y comunal.

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Esta posición de Marx le llevó a criticar la confusión que existía entre la tenencia asiática-egipcia de la tierra y los sistemas basados en la esclavitud y la servidumbre, di-ciendo que era el peor error que podía cometerse al ana-lizar la renta de la tierra. [Rehusó así] identificar a los zamindars de la India con los terratenientes feudales europeos, y los clasificó.. . como "cobradores de im-puestos". .. [Escribió] "Curiosa clase de terrateniente in-glés es este zamindar que recibe sólo un décimo de la renta y tiene que pasar los nueve décimos al gobierno"...

(8) Lenin... en su primer libro importante, El desa- rrollo del capitalismo en Rusia, publicado en 1894... acepta el modo asiático de producción como una de las cuatro configuraciones mayores de la sociedad... y co- mienza a designar como aziatchina, sistema asiático, a las condiciones de su país. .. En 1900 rechaza... la identi- ficación de las instituciones asiáticas con las europeas... En 1905 contrasta el retraso del desarrollo del capitalis- mo asiático con el rápido desarrollo del capitalismo euro- peo. En 1906 y 1907, en su apasionado debate con Ple- janov, subraya sus ideas sobre el sistema asiático y sus implicaciones para la Rusia semiasiática. En 1911 subraya las peculiaridades del sistema oriental, del sistema asiáti- co y el estancamiento del Oriente. . . En 1914, en una discusión con Rosa Luxemburgo, define el despotismo asiático como una totalidad de rasgos con características económicas, políticas y sociológicas especiales...

(9) [Sin embargo], Marx, Engels y Lenin no sostu- vieron siempre y sin oscilaciones el concepto clásico de la sociedad asiática.. . En su esfuerzo para determinar el dominio de clase Marx, como Adam Smith y sus su- cesores, se preguntó: ¿Quién controla los medios de pro- ducción decisivos y el excedente creado por ellos? En- contró que estas ventajas las tenían los amos de los esclavos en la antigüedad, los terratenientes en la socie-

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dad feudal, los capitalistas en la sociedad industrial mo-derna y el "soberano" o el "estado" en la sociedad asiá-tica. . . Esta es una formulación extraña en un hombre preocupado por definir las clases sociales. . . [sin] las rei-ficaciones mistificadoras. . . que dejan sin explicación las relaciones humanas de clase... Marx había estudia-do cuidadosamente los Principios de John Stuart Mill, donde se enumeran como beneficiarios del ingreso del estado asiático a la casa del soberano, a sus favoritos y a los diversos funcionarios del gobierno. Además, en su examen histórico de las teorías del valor, Marx había transcrito verbatim el texto de Jones, que dice que "el ingreso excedente del suelo, el único ingreso de conside-ración además de aquel de los campesinos, se distribuye (en Asia y especialmente en la India) por el Estado y sus funcionarios". . . Marx [en este y en otros casos se-mejantes] comenzó a oscurecer las funciones administra-tivas del estado despótico oriental. . . y [a dejar de lado] la idea de una clase dominante burocrática. . .

(10) Engels tuvo un papel [importante] al ayudar o clarificar la comprensión de Marx de los aspectos hi-dráulicos del Oriente. . . y la interpretación asiática de India y Rusia. . . [De hecho] en el Anti-Dühring fue más lejos que Marx, sugiriendo que la ejecución de funciones socioadministrativas importantes puede conducir a la for-mación de una clase dominante. Subrayó este punto anotando que cada uno de los muchos "gobiernos des-póticos que surgieron y cayeron en la India y Persia. . . sabía muy bien que era ante todo un empresario total (Gesamtunternehmerin) de la irrigación en los valles de los ríos, sin la cual no hay allí agricultura posible". [En el Anti-Dühring] Engels contrasta la "esclavitud domés-tica" del Oriente con la "esclavitud del trabajo" de la antigüedad. Y en una frase inserta en el volumen 3 del Capital. . . describe a los campesinos de la India y Rusia explotados sin piedad por los impuestos establecidos por

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sus gobiernos despóticos. . . Engels sugiere un origen do-ble del Estado y de su clase dominante. En el primer caso [surgen] como resultado del poder político excesivo y en el segundo como producto del desarrollo de la propie-dad privada y de la producción basada en la propiedad privada. El primer caso está relacionado con las impor-tantes funciones socioadministrativas del gobierno y la capacidad de los gobernantes... de convertirse de "ser-vidores" de la sociedad en sus "amos". . . Notó [asimismo] que estas personas dominantes se unían en una clase do-minante. . .

(11) [Sin embargo] en el muy citado libro de Engels [sobre la familia, la propiedad y el Estado]. . . se discute el origen del Estado como si nunca hubiera hablado del estado socioadministrativo en general y del despotismo oriental en particular. . . Se afirma categóricamente que "la primera gran división social del trabajo inició la pri- mera gran división de la sociedad en dos clases: amos y esclavos, explotadores y explotados". La sociedad basada en la esclavitud estaba gobernada por un estado de due- ños de esclavos, al igual que los tipos de sociedad feudal y capitalista estaban gobernados por estados de nobles feudales y de capitalistas, respectivamente. En todas es- tas sociedades el dominio económico conduce al dominio político. . . y el dominio económico supone la propiedad privada de los medios de producción decisivos. . . [Pero] los amos despóticos del estado funcional. . . no aparecen por ninguna parte...

(12) Los factores [políticos] que distorsionaron los puntos de vista de Marx y Engels sobre el despotismo oriental. . . produjeron resultados aún más perturbado- res en Lenin. . . En su libro sobre el desarrollo del capi- talismo en Rusia. . . describió el surgimiento de la in- dustria basada en la propiedad privada. . . sin indicar la dimensión de las empresas estatales que por casi dos-

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cientos años habían dominado la gran industria rusa. . y que seguían siendo extremadamente importantes. . [También] subestimó el papel de explotador [del Esta do] con respecto a los campesinos. . . El gobierno, a través de impuestos directos e indirectos, substraía cerca de 50 por ciento de sus ingresos a los campesinos rusos... Lenin, [sin embargo], al no tomar en cuenta los im-puestos indirectos [calcula] que las contribuciones ab-sorbían sólo el 15 por ciento. . .

(13) El tratamiento que hace Lenin del problema de la clase dominante bajo el despotismo oriental, es igual- mente insatisfactorio. .. Si, como Lenin supuso, el zaris- mo era una variante del despotismo oriental, y si bajo [este sistema] la tenencia de la tierra se origina en una forma no feudal de dependencia del Estado, entonces se- ría de esperar que sostuviera la idea de que el estado zarista estaba controlado por burócratas y no por terra-tenientes feudales o posfeudales. . . [En vez de exponer esta conclusión, Lenin] habla a veces de una "dictadura de la burocracia". . . otras, de "tendencias burguesas" del gobierno zarista, servidor de los "grandes capitalistas nobles", y más frecuentemente [de un Estado] dominado por nobles terratenientes...

(14) [Sin embargo], Lenin. . . volvió repetidas veces al tema del despotismo oriental.. . y a las temibles po-sibilidades de una restauración asiática en Rusia. . . En 1921 llamó la atención sobre los peligros antisocialistas y antiproletarios inherentes a la nueva burocracia soviética... "El socialismo es mejor que el capitalismo, pe-ro el capitalismo es preferible al medievalismo, a la pe- queña producción y a una burocracia conectada con el carácter disperso de los pequeños productores". . . [En el mismo trabajo] se preguntaba "¿Cuáles son las raíces económicas de la burocracia?" Y contestaba.. . "Por un lado, la burguesía desarrollada necesita un aparato buro-

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crático, primariamente militar y luego jurídico. .. De es-to, nosotros carecemos. Nuestra burocracia tiene una raíz económica diferente: es el carácter fragmentado y dis-perso del pequeño productor, su pobreza, la falta de cultura, la carencia de caminos, el analfabetismo, la ausencia de intercambio entre la agricultura y la indus-tria, la ausencia de conexión y de interacción entre las dos". .. Poco antes de la enfermedad que lo separó de la arena política. . . designó al nuevo aparato del Estado soviético como "en gran medida la supervivencia del viejo. . . repintado ligera y superficialmente". . .

(15) No es accidental que en la Unión Soviética pro- siguiera la discusión sobre el concepto de la sociedad asiática en tanto que los "socialistas subjetivos" (los miembros de la Vieja Guardia bolchevique) continuaron luchando contra el crecimiento de la nueva burocracia totalitaria... En Leningrado, en febrero de 1931, tuvo lugar una discusión, justo después de la colectivización forzada del campo y antes de las purgas que diezmaron a la Vieja Guardia. . . Desde 1926 Stalin había designa- do repetidamente como "feudal" al orden agrario de China. . . En el curso de la conferencia de Leningrado. . . los críticos del concepto asiático rechazaron como no marxista la idea de que una burocracia funcional pu- diera ser la clase dominante; rechazaron la interpreta- ción asiático-burocrática del "gentry" chino, y afirmaron que la teoría del modo asiático de producción ponía en peligro la actividad de la Internacional Comunista en los países coloniales y semicoloniales de Asia. . .

(16) Fue solamente después de las grandes purgas de 1935-38, una vez liquidado el grueso [de los viejos bolcheviques], que Stalin se atrevió a poner sus manos sobre las formulaciones de Marx acerca del modo asiático de producción. . . Desde mediados de la década de 1920 Stalin había comenzado a subrayar el carácter "feudal"

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del orden agrario de China. En 1926 habló de las "su-pervivencias feudales medievales" de China, y en 1927 [hizo lo mismo, agregando el término] "aparato feudal-burocrático". .. [Hasta entonces] nadie se había atrevi-do a mutilar y censurar los textos de Marx. . . Stalin hizo ambas cosas. . . Una vez presentado pontificialmente su esquema unilineal del desarrollo [en la Historia del Par-tido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética], que incluía sólo tres tipos de sociedades clasistas (escla-vista, feudal y capitalista), elogió la "brillante formula-ción de la esencia del materialismo histórico dada por Marx en 1859 en su histórico Prefacio a su famoso libro, la Crítica de la economía política". Y en seguida [Stalin] cita la "histórica" frase, palabra por palabra, hasta llegar a la sentencia que contiene la referencia de Marx al modo asiático de producción [que elimina del texto], Stalin probó así que Marx también podía ser censurado, cuando era necesario, al modo Tatárico, o sea, con un hacha.

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La Teoría de las Sociedades Hidráulicas y el Modo Asiático de Producción

Wittfogel consigue mostrar en los textos anteriores varios puntos importantes. Ante todo, por supuesto, la le- gitimidad marxista de la teoría del modo asiático de producción. Segundo, el increíble sectarismo antimarxista y anticientífico de aquellos que durante mucho tiempo procuraron impedir por cualquier medio la discusión de la teoría. Finalmente, Wittfogel demuestra el estado larvario, por así decirlo, en que permanecía la concepción de la sociedad oriental, Es decir, la falta de elaboración teórica de las ideas originales y brillantes de Marx y Engels, y la ausencia de investigaciones que permitieran desarrollarlas hasta alcanzar el nivel a que ya había llegado el análisis del modo capitalista de producción.

El desarrollo de la teoría del modo asiático de pro-ducción toma, en manos de Wittfogel, dos direcciones principales. En la primera se trata de relacionar el ori-gen y las características de la sociedad oriental con un factor específico mencionado por Marx y Engels. O sea, con la ejecución y administración de las grandes obras hi-dráulicas que hicieron posible la agricultura en los vastos

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territorios de las primeras grandes civilizaciones agrarias. La segunda dirección enfoca el análisis hacia el sistema sociopolítico generado por la agricultura hidráulica de gran escala. Es decir, trata en forma directa del surgi-miento de una clase dominante funcional, identificada con el aparato burocrático del estado hidráulico. La ortodo-xia del método marxista es completa. Wittfogel parte de las formas de producción dominante (la agricultura hi-dráulica) para establecer las relaciones sociales que sur-gen de ellas y determinar así la estructura de clases y los sistemas de explotación económica y de dominio po-lítico existentes.

En la década de 1950 la teoría del modo asiático de producción había comenzado a romper el cerco impues-to por el silencio académico y por la hostilidad política. A ello contribuyó poderosamente el trabajo de un grupo de antropólogos interesados, de manera primordial, en el establecimiento de las secuencias evolutivas de las pri-meras civilizaciones agrarias.23 Esta preocupación estaba colocada en un marco teórico más amplio y de mayor

2 3 Véase por ejemplo, como el esfuerzo más característico de este periodo, el ensayo de Julián H, Steward, "Cultural causality and law: A trial formulation of the development of early civilizations" (American Anthropologjst, 1949, Vol. 51, pp. 1-27). Ejerció también una gran influencia el volumen de Gordon Childe, What happened in history (Penguin Books, Nueva York, 1946), del que existen ahora varias ediciones en español. El art ículo de J, H. Steward ha sido traducido y publicado en es -pañol por J, V. Palerm Viqueira (Cuaderno s de Antropología Social y Etnología, 4 , Madrid, 1973).

Sobre los resultados de la aplicación de la teoría hidráulica al caso particular de Mesoamérica, véase la bibliografía incluida en mi libro Agricul tura y sociedad en Mesoamérica y en el vo-lumen de A. Palerm y Eric Wolf Agricultura y civilización en Mesoamérica (ambos publicados por Sep-Setentas, México, 1972). Véase, asimismo, de A. Palerm, Obras hidráulicas prehispánicas. . . (SEP-INAH México, 1973); de Teresa Rojas, Rafael Strauss y José Lameiras, Nuevas noticias sobre las obras hidráulicas. . . (SEP-INAH, México, 1974), y de Brigitte B. de Lameiras, Terminología agrohidrául ica prehispánica. . . (INAH, México, 1974).

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importancia; o sea, el de los problemas planteados por el nuevo evolucionismo multilineal. Un symposium, cele-brado en 1953, permitió una amplia discusión de estos problemas. Los textos incluidos a continuación pertene-cen a la contribución hecha por Wittfogel a dicho sympo-sium, y constituyen, probablemente, la exposición más breve y sintética de su teoría hidráulica.24

24 Karl A. Wittfogel, "Aspectos del desarrollo de las socie-dades hidráulicas" (versión en español de Carmen Viqueira). El volumen completo, titulado Las civilizaciones antiguas del Viejo Mundo y de América (Unión Panamericana, Washington 1955), fue editado por J. H. Steward e incluye las contribuciones del propio Steward, de Robert M. Adams, Donald Collier, Ángel Palerm, Karl A. Wittfogel y Ralph L. Velas. Existe una versión en inglés del mismo volumen (Irrigation civilizations: A compa-rative study, Pan American Union, Washington, 1955).

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Textos

(17) El reconocimiento de ciertas peculiaridades del desarrollo de las sociedades orientales basadas en la irri- gación, impidió a los economistas clásicos el proponer esquemas simples de evolución unilineal como los que estuvieron de moda durante y después de la Revolución Industrial. Los esfuerzos actuales de los antropólogos pa- ra establecer patrones multilineales de desarrollo son más refinados desde el punto de vista metodológico, y sus raíces son muy complejas. No es por casualidad, sin em- bargo, que estos nuevos esfuerzos estén relacionados ín- timamente con el estudio del desarrollo histórico de la civilización de regadío en el Nuevo y en el Viejo Mundo.

(18) En el transcurso de mis investigaciones sobre la historia de China me llamaron poderosamente la atención las lecciones que para la comprensión del desarrollo pue- den desprenderse del estudio de las sociedades agrarias basadas en obras hidráulicas en gran escala controladas por el gobierno. Estas sociedades cubrieron mayor super- ficie y tuvieron mayor duración, a la vez que compren- dieron más vidas humanas, que cualquier otra sociedad agraria estratificada. En contraste con las sociedades agrarias estratificadas de la Europa medieval, fracasa- ron, a causa de sus propias fuerzas internas, en evolucio- nar más allá de su patrón general. . .

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(19) Propongo que el término agricultura hidráulica se aplique al sistema de cultivo que depende del control del agua en gran escala dirigido por el gobierno. Pro- pongo, asimismo, que el término sociedad hidráulica se aplique a las sociedades agrarias en las cuales las obras agro-hidráulicas, así como otras construcciones hidráuli- cas y no hidráulicas que tienden a desarrollarse en este tipo de sociedades, son dirigidas y controladas por un gobierno excepcionalmente poderoso. Propongo que el término estado se aplique a un gobierno que, sobre la base de un excedente de producción suficiente, es desem- peñado por un número considerable de especialistas dedi- cados exclusivamente a esta actividad: funcionarios civi- les y militares. Propongo, asimismo, que el término sociedad hidráulica se use como sinónimo de sociedad oriental, reconociendo así el hecho geohistórico de que este orden societario que estamos discutiendo apareció en su forma más significativa y duradera al este de los países europeos en los cuales los científicos sociales in- tentaron definir por primera vez este fenómeno. . .

(20) El extraordinario poder del estado hidráulico es el resultado de una serie de rasgos institucionales que se entrelazan y sostienen mutuamente. De entre ellos con- sidero de principal importancia: las realizaciones del Es- tado en construcciones, en organización y en sistemas de apropiación; su éxito en mantener débil al sistema de propiedad privada y en ligar a sí mismo la religión domi- nante; y también el tipo específico de la clase dominante: una burocracia monopolista.

(21) Las construcciones en el despotismo oriental in- cluyen la creación y el mantenimiento de grandes obras hidráulicas con fines de producción o de defensa (regadío y control de las inundaciones), y en ciertas ocasiones la creación de canales de navegación y de grandes acueduc- tos de agua potable. Entre las construcciones no hidráu-

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licas que tienden a desarrollarse paralelamente, encontra-mos trabajos defensivos monumentales (grandes murallas y fortalezas); redes de caminos; grandes edificios (pala-cios, templos) y tumbas colosales (pirámides, etc.).

(22) Entre las realizaciones del despotismo oriental de carácter organizativo, encontramos ciertas operacio- nes inherentes a las construcciones planeadas y en gran escala (contabilidad, registros, manejo de enorme núme- ro de fuerza de trabajo obligado); procedimientos de uso de lo ya construido (manejo de las instalaciones hi- dráulicas y no hidráulicas), así como la aplicación de las técnicas de organización así adquiridas a otras activi- dades: trasmisión rápida de noticias y de órdenes (correo del Estado), mantenimiento de ejércitos coordinados y dotados de dirección centralizada. . .

(23) Las realizaciones de carácter adquisitivo del estado hidráulico incluyen una serie de medidas desti- nadas a controlar el trabajo de la población y también los frutos del trabajo. En las condiciones más simples pre- valece el trabajo agrícola forzoso en campos públicos así como la distribución gubernamental de la tierra. En con- diciones más complejas el gobierno descansa, en parte o esencialmente, en la recolección de impuestos en espe- cie o en dinero. Las reclamaciones de carácter adquisitivo tienden a afectar la totalidad de la población, y por ser exigidas desde arriba tienden también a ser pesadas.

(24) El poder del régimen hidráulico sobre el sistema de propiedad se manifiesta no sólo en su fuerza fiscal sino también en actos arbitrarios de confiscación, y leyes de herencia tendientes a obligar a una distribución más o menos equitativa de la propiedad del difunto entre sus herederos (generalmente sus hijos, pero en ocasiones también sus hijas y otros parientes).

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(25) De mayores consecuencias, todavía, es el hecho de que la concentración unilateral de la dirección socie- taria en el gobierno, impide a los poseedores de propie- dad privada, mueble, semoviente o inmueble, el organi- zarse independientemente y de una forma políticamente efectiva en corporaciones o estados. Este era, incluso, el caso de los miembros de la clase dominante que no desempeñaban empleos oficiales: la aristocracia burocrá- tica. Sólo los activistas ejecutivos estaban organizados políticamente por medio de centros operativos permanen- tes (oficinas, burós), que constituían el núcleo admi- nistrativo (aparato) del estado despótico. Defendiendo celosamente su monopolio de la organización política, en ocasiones incluso en detrimento de sus intereses de pro- pietarios, estos miembros del aparato constituyeron una burocracia monopolista...

(26) Los funcionarios profesionales de la religión do- minante, especialmente en las condiciones más simples, actuaron también como empleados del gobierno. Pero nunca establecieron Iglesias independientes que contra- pesaran el poder del Estado, como hizo la ecclesia mili- tans de la Edad Media europea. En todo el mundo orien- tal, y bajo una gran diversidad de formas, la religión dominante permaneció ligada al gobierno absolutista, que a menudo designaba a los sacerdotes y administra- ba sus propiedades. . .

(27) El tejido institucional de las sociedades hidráu- licas difiere estructural y claramente en relación a la "densidad" hidráulica y administrativa. Difiere, también, en relación a la complejidad del sistema de propiedad y al carácter y a las dimensiones de la propiedad priva- da productiva y de las empresas basadas en la propie- dad privada. En la sociedad Inca, en el Egipto antiguo y en Mesopotamia, la mayor parte de todas las tierras cultivables parecen haber dependido del regadío facili-

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tado por las instalaciones controladas por el gobierno. La agricultura hidráulica predominó absolutamente, y la densidad del aparato burocrático-administrativo fue ex-trema. Bajo semejantes condiciones encontramos una so-ciedad hidráulica "compacta".

(28) Donde los centros hidráulicos se extendieron so- bre grandes áreas con riego en pequeña escala, combina- da a veces con agricultura de secano, encontramos una sociedad hidráulica menos compacta, de tejido "suelto". Algunos estados territoriales del altiplano mexicano y de los comienzos de China e India caen en esta categoría. Las sociedades hidráulicas de tejido "suelto" incluyen regio- nes donde no existen trabajos agro-hidráulicos, pero que están sujetas a los mismos controles organizativos y ad- quisitivos que el estado despótico emplea en su área nu- clear hidráulica.

(29) Donde estas regiones, después de recobrar su in- dependencia, conservan los métodos despóticos orienta- les en el Estado, o donde bajo la influencia de las socie- dades hidráulicas aparecen tales métodos (sin o con muy poca agricultura hidráulica) encontramos una sociedad hidráulica (oriental) "marginal". En algunos casos, el gobierno de una sociedad hidráulica marginal emprende grandes obras no hidráulicas (Bizancio Medio, Maya de las tierras bajas, Imperio Liao). En otros casos tales obras están ausentes (Rusia moscovita).

(30) Esta divergencia plantea importantes problemas de origen y de estructura. Pero es imperativo advertir que, en términos de relaciones políticas, sociales y econó-micas, todas estas civilizaciones pertenecen definidamente al mundo hidráulico, mientras que otras sociedades que conservan algunos elementos de despotismo oriental, pero representan diferentes patrones socioculturales, pertenecen a la parte "sub-marginal" del mundo hidráulico.

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Uno de los ejemplos más notables de civilización hidráu-lica sub-marginal es el Japón, que, sobre la base de re-gadío en pequeña escala, desarrolló un sistema de mando y dependencia social tan similar al de la Europa feu-dal como distinto de la gran sociedad hidráulica de su vecina China.

(31) Las variaciones de la densidad en las esferas hidráulicas y de control se corresponden con variaciones de la densidad administrativa (burocrática) del grupo gobernante. Las variaciones de complejidad en la esfera de la propiedad se corresponden con variaciones de la di-ferenciación social del grupo gobernado. En las socie-dades hidráulicas primitivas (tribales) un grado ma-yor de densidad hidráulica, combinado o no con aumento de población, parece producir un control gubernamental más fuerte sobre la tierra y el agua. En los estados hi-dráulicos la mayor parte de la tierra cultivable no es de propiedad privada, sino que está regulada en el nivel local por funcionarios o semifuncionarios.

(32) Como una regla general, las diferencias socia- les importantes basadas en la propiedad privada pare- cen haber surgido de las diferencias en la propiedad mueble activa (el material básico del artesanado y del co- mercio). Las sociedades hidráulicas simples tienen pocos comerciantes y artesanos independientes. El Egipto fa- raónico, hasta el Imperio Nuevo, y la sociedad Inca son ejemplos de este caso. Las sociedades hidráulicas semi- complejas tienen grupos importantes de artesanos y mer- caderes profesionales independientes. La sociedad Maya y Azteca, y por supuesto la India tradicional hasta la lle- gada de los ingleses, son ejemplos de esté patrón semi- complejo.

(33) Parece cierto que algunos elementos de pro- piedad privada de la tierra aparecieron en muchas socie-

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dades hidráulicas simples y semi-complejas. Pero, antes del reciente proceso de desintegración, esta forma de pro-piedad bajo el despotismo oriental prevaleció en relati-vamente pocas civilizaciones (preeminente entre ellas fue la China imperial). Los acontecimientos de los siglos XIX y XX, que en muchas partes del mundo oriental (India y el Próximo Oriente) debilitaron el estado despótico tradicionalmente fuerte y favorecieron el crecimiento del absentismo terrateniente, no deben ocultar el hecho de que, en la larga historia de las sociedades hidráulicas, las condiciones complejas de propiedad (esto es, la prevalen-cia de propiedad privada mueble, semoviente e inmue-ble) era más la excepción que la regla. . .

(34) A la sombra del estado hidráulico no crecieron fuerzas independientes suficientemente fuertes para trans-formar el orden agrario en una sociedad industrial. Al-gunas sociedades hidráulicas se transformaron en socie-dades agrarias no hidráulicas; pero, por lo general, en estos casos la transformación tuvo lugar como resultado de agresión externa y de conquista. Estas sociedades ex-perimentaron cambios de diversificación más que cam-bios de desarrollo. Recientemente, muchas sociedades hidráulicas han comenzado a perder su equilibrio institu-cional debido a que fueron conmovidas fundamentalmente por el impacto imperialista y no imperialista de la sociedad industrial moderna. En un sentido específico, son sociedades hidráulicas en transición.

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La Teoría del Despotismo

Oriental y el Modo Asiático de Producción

Marx analiza el modo capitalista de producción utilizan-do como hilo conductor a la mercancía. Sin embargo, constantemente advierte sobre el fetichismo de la mercan-cía y en general sobre los riesgos de la reificación de los instrumentos analíticos. Dicho de otra manera, detrás de la mercancía está el capitalista; no el capitalista en abs-tracto, sino la clase social dominante formada por las personas de los capitalistas. Wittfogel analiza el modo asiático de producción utilizando como hilo conductor al Estado. Pero el Estado tampoco es una entidad abs-tracta, a la manera idealista hegeliana. Por el contrario, el Estado es el conjunto de los funcionarios que compo-nen sus aparatos e integran una clase dominante buro-crática.

Los textos siguientes proceden del volumen Oriental despotism.25 Están encaminados a mostrar el desarrollo

25Oriental despotism: A comparative study of total power (Yale University Press, 1959). Algunos cr í t icos acusaron a Wittfogel de emplear en esta obra la teoría del despotismo asiá-

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que hace Wittfogel de la teoría del despotismo oriental desde el punto de vista de la estructura y del dominio de clase.

t ico para lanzar una serie de ataques contra la Unión Soviética. Desde el punto de vista científico, Wittfogel tiene todo el derecho de estudiar comparativamente a las clases dominantes burocrá-ticas del antiguo Oriente y de la moderna Unión Soviética. Des-de el punto de vista polí t ico, Wittfogel prosigue una cri t ica a la burocracia soviética que había comenzado el mismo Lenin y continuaron otros bolcheviques de la Vieja Guardia. El amplio uso que los medios reaccionarios han hecho de las tesis de Wittfogel y las propias posiciones políticas personales del autor pueden, pero no deberían, restar interés y validez a su anális is científico.

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Textos

(35) El estado hidráulico es un estado genuinamente [administrativo y empresarial]. . . capaz de impedir a las fuerzas no gubernamentales de la sociedad cristalizar en cuerpos independientes y suficientemente poderosos para contrapesar y controlar la maquinaria política. . . Es un Estado que se vuelve más fuerte que la sociedad. . .

(36) El análisis institucional moderno emergió en una sociedad conformada decisivamente por condiciones de propiedad. . . Los pioneros de la sociología moderna de las clases visualizaron a los segmentos mayores ("órde- nes") de la sociedad como el resultado de los tipos prin- cipales de propiedad privada y por sus tipos correspon- dientes de ingreso. . . De acuerdo a esto, los miembros del gobierno no constituyen un orden mayor de la so- ciedad, sino solamente un orden secundario y derivado. Cuando aparecen conflictos sobre la propiedad, el gobier- no civil se convierte en un arma de las clases propieta- rias contra los grupos económicamente subprivilegiados. Citando a Adam Smith: "El gobierno civil, en tanto que ha sido instituido para asegurar la propiedad, ha sido instituido en realidad para defender al rico contra el po- bre, a aquellos que tienen alguna propiedad contra aque- llos que no tienen ninguna". . .

(37) Los pioneros de una sociología de las clases

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basadas en la propiedad vieron el estado asiático como un terrateniente gigantesco. En efecto, en la mayoría de las sociedades hidráulicas el grueso de la tierra cultivada está reglamentada [por el Estado], aunque el derecho propietario. . . esté enmascarado por la aldea comunal. [Esta reglamentación] opera negativamente cuando el gobierno niega a los forasteros el derecho a comprar tie-rras, y positivamente cuando el gobierno a su voluntad asigna o vende tierras a las aldeas. Sin embargo, [esta formulación] es insatisfactoria cuando menos en un as-pecto; no toma en cuenta el agua para la irrigación, que en las sociedades hidráulicas es un factor esencial de la producción.

(38) ¿Puede considerarse que el estado despótico es "propietario" de la gran acumulación de agua? Algunos autores así lo afirman, pero yo prefiero considerar que el Estado, más que poseerla, la controla. . . Lo mismo pue- de decirse de la tierra. Algunos estados hidráulicos, como la China imperial, toleraron por largo tiempo el predo- minio de la propiedad privada del suelo. En este caso, el Estado limitó los derechos del propietario por medio de pesados impuestos, de la reglamentación de los cul- tivos y de las leyes de herencia que fragmentaban la pro- piedad. De esta manera, el estado hidráulico, que ya poseía la mayor parte del suelo cultivable, en general man- tuvo débil a la propiedad [privada]. . .

(39) En la sociedad hidráulica la primera gran divi- sión entre un orden superior y privilegiado de personas y un orden inferior y subprivilegiado, se origina simul- táneamente con el desarrollo de un aparato estatal ex traordinariamente poderoso. Los amos y beneficiarios de este Estado, los señores, constituyen una clase diferen- te y superior a la masa de la gente común. . . Los hom- bres del aparato estatal constituyen la clase dominante en el sentido más inequívoco del término; el resto de la

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población constituye la segunda clase mayor, los domi-nados. ..

(40) La clase dominante de la sociedad hidráulica es- tá representada primero por su núcleo activo, los hom- bres del aparato.. . encabezados por un señor con su corte, quien controla y dirige a los numerosos subordina- dos civiles y militares por medio de un cuerpo jerarqui- zado de funcionarios. Esta jerarquía. . . es básica. . . El señor combina en su persona la suprema autoridad ope- rativa y los numerosos símbolos mágicos y míticos que expresan las cualidades aterrorizantes del aparato de poder...

(41) Los funcionarios... están a cargo de las for- mas particulares de las tareas del gobierno. . . [incluyen- do las militares]. . . [Bajo ellas] se encuentran escriba- nos y auxiliares, [tales como] porteros, mensajeros, sirvientes, carceleros, policías, etc, . . que son numerosos. Durante el último período de la China imperial, 40 mil funcionarios altos tenían a su disposición un millón dos- cientos mil empleados y más de 500 mil mensajeros. . .

(42) Debajo [de esta red burocrática] se extiende el vasto mundo de la gente común. . . que no participa en los asuntos del aparato del Estado. . . pero que tampoco son esclavos. La tradición china distingue tres grupos principales: campesinos, artesanos y mercaderes. . . que corresponden a dos formas básicas de propiedad: inmue- ble y mueble.. . En la agricultura hidráulica se empleó muy poco el trabajo esclavo. . . y siempre como una fuerza auxiliar [incluso en las artesanías]. . . Los escla- vos lo eran primariamente del Estado y se encontraban en la corte, en las oficinas del gobierno, en talleres, en las minas y en algunos tipos de construcción. . .

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(43) Los representantes del estado despótico son im- portantes en todo estudio de la estructura de clases, [en especial] porque es el poder del Estado, más que cual- quier otro factor, lo que conforma el destino tanto de la clase dominante como de la dominada. Esto aparece cla- ramente cuando se considera los tres tipos principales de antagonismos sociales que aparecen en la sociedad hi- dráulica: antagonismos entre los miembros de las diver- sas subsecciones de la gente común; antagonismos entre la gente común y el Estado; antagonismos entre los miem- bros de las diversas subsecciones del complejo domi- nante.

(44) El antagonismo social no es igual a la lucha de clases. Un conflicto puede ser considerado social cuando involucra a miembros de diferentes grupos sociales y cuando surge esencialmente de la posición social de los que están involucrados. Sin embargo, un conflicto so- cial que se reduce a unas personas no puede llamarse lucha de clases. El término clase connota a un grupo —gene- ralmente un grupo numeroso— de individuos socialmen- te homogéneos. . . La lucha de clases implica la acción de masas. . . y acarrea un desafío a las condiciones socia- les y políticas existentes. . . El despotismo agrario es suficientemente fuerte para impedir la organización polí- tica independiente y no tolera las acciones de masas. . . Los conflictos entre los miembros de las diferentes sub- secciones de la clase dominante. . . implican reclamacio- nes antagonistas a los privilegios, pero rara vez conducen a acciones políticas de masas. . .

(45) La desproporción existente entre la intensidad de los antagonismos sociales y la frecuencia de la lucha de clases se percibe más agudamente en las relaciones en- tre. . . la gente común y los hombres del aparato. . . La gente [del campo] sufre periódicamente las demandas hechas por los representantes del Estado. . . pero no se

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atreven a resistirlas abiertamente.. . y con frecuencia tampoco de manera oculta. . . Cuando realicen el trabajo obligatorio. . . lo harán con tanta lentitud como el control del supervisor lo permita. Cuando paguen los impuestos tratarán de ocultar parte de sus bienes. . . Cuando las contribuciones se hagan muy pesadas. . . reducirán la su-perficie cultivada. . . o abandonarán los campos. . . o se volverán bandidos o rebeldes. . . Los conflictos entre la gente común urbana. . . y el gobierno ocurren en un contexto diferente. Generalmente se centran en los im-puestos, pero el carácter administrativo de las ciudades y la presencia de las guarniciones militares. . . impiden la rebelión abierta. Los mercaderes y los artesanos indi-viduales se defienden como pueden de la explotación fiscal y de las reglamentaciones restrictivas. . . apelando a los funcionarios del gobierno que encabezan los gremios y asociaciones.. .

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IV CHAYANOV, KULA, POLANYI

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La Cuestión del Modo

Campesino de Producción

Marx se refiere en diversas ocasiones a un modo cam-pesino de producción; lo hace, particularmente, en aquellas partes del Capital que tratan de la acumulación primitiva y en especial en las que discute la renta de la tierra. Sin embargo, nunca llegó a realizar un análisis directo y extenso de este modo de producción. Las razones de la omisión son idénticas a aquellas con las que explica la eliminación analítica del sistema colonial dentro del cuadro del modo capitalista de producción. Es decir, son razones esencialmente de orden metodológico.26

En efecto, al comenzar la discusión de la renta de la tierra, Marx establece claramente las condiciones de su modelo analítico, que excluye al campesinado. Dice así: "Suponemos, entonces, que la agricultura está dominada por el modo capitalista de producción, al igual que lo está la manufactura. . . Para el propósito de nuestro análisis, la objeción de que han existido, o existen

26Véase sobre esta cuestión, en este mismo volumen, I, MARX: 3. La formulación específica del modo capitalista de producción; II. LUXEMBURGO: I. El capital ismo imperial is ta, las colonias y la teor ía de los modos de producción.

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todavía, otras formas [no capitalistas] de propiedad del suelo y de agricultura; es completamente irrelevante. . . Nuestra tarea consiste en considerar las condiciones espe-cíficas de producción y circulación que surgen de la in-versión de capital en la agricultura. . . En consecuencia, nos limitaremos exclusivamente a la inversión de capital en la agricultura misma".27

No hay duda, entonces, de que en la teoría general de Marx sobre los modos de producción existe un lu-gar vacío para la teoría del modo campesino. Se en-cuentran, a pesar de esto, algunas indicaciones valiosas de cómo Marx caracterizaba la cuestión de esta forma-ción socioeconómica específica: "Esta forma. . . consti-tuyó el fundamento económico de la sociedad durante los mejores períodos de la antigüedad clásica, [es decir, antes del predominio del esclavismo del trabajo], y por otro lado se encuentra entre las naciones modernas como una de las formas surgidas de la disolución de la propie-dad feudal. . . La propiedad libre del campesino indepen-diente es, evidentemente, la forma más normal de la propiedad territorial para las operaciones [agrícolas] en pequeña escala; o sea, para un modo de producción en el cual la posesión de la tierra es un prerrequisito para que el trabajador tenga la propiedad del producto de su propio trabajo. . . La propiedad del suelo es tan importante para el desarrollo completo de este modo de producción como lo es la propiedad de las herramientas para el desarrollo libre de la producción artesanal".28

¿En qué consiste, entonces, la polémica teórica que tiene lugar entre los marxistas sobre el modo campesino

27 Marx, Capital, vol. 3, pp. 614-35 (International Publi- shers, Nueva York, 1967). Edición de F. Engels de 1894, co- rregida según la edición inglesa de Moscú de 1966 (Progress Publishers).

28 Marx, Capital. Vol. 3 pp. 806 -7 (edición citada), [Subrayado mío, AP].

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de producción? Los marxistas talmúdicos, rehusando la lectura de Marx y adoptando las versiones dogmáticas y mutiladas del stalinismo, pretenden que no existe tal mo-do de producción y tratan de aplicar a la economía cam-pesina las mismas leyes estructurales del modo capitalista de producción.

Sobre esta cuestión se pronunció Rosa Luxemburgo hace tiempo y con su vigor habitual: "Constituye una abs-tracción vacía de contenido el aplicar simultáneamente todas las categorías de la producción capitalista al cam-pesinado y concebir al campesino como su propio em-presario, su trabajador asalariado y su terrateniente, todo en una misma persona. La peculiaridad económica del campesinado. . . reside en el hecho de que no pertenece ni a la clase de los empresarios, ni a la del proletariado asalariado; no representa a la producción capitalista, sino la producción de mercancías simples".29 Dicho de otra manera, el modo campesino de producción tiene sus pro-pias leyes económicas; es una tarea todavía no realizada por la teoría marxista el descubrirlas y formularlas. El otro aspecto esencial de la polémica teórica, se refiere a las leyes históricas del modo campesino de producción articulado al modo capitalista y dominado por él. Sobre esta cuestión Marx se pronunció con claridad en varias ocasiones. En el Capital escribe: "La forma de propiedad del suelo que consideremos aquí es específica-mente histórica, una forma transformada por la influencia del capital y del modo capitalista de producción a partir de la propiedad feudal del suelo o de la agricultura de los pequeños campesinos".30 Y en las Teorías sobre la plusvalía concluye: "El campesino que produce con

29 Véase el capítulo que dedica Luxemburgo al campesina -, do en La acumulación del capital (Editorial Grijalbo, México, 1967).

30 Marx, Capital, Vol. 3, pp. 614-15 (edición citada).

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sus propios medios de producción o bien será gradualmente transformado en un pequeño capitalista que también explota el trabajo ajeno, o bien sufrirá la pérdida de sus medios de producción. . . y será transformado en un trabajador asalariado. Esta es la tendencia en la forma social en la que predomina el modo capitalista de produc-ción".31

La predicción de Marx supone aceptar un paralelismo completo del desarrollo de la agricultura y de la industria bajo las condiciones del capitalismo, Engels expresó la misma idea, en lenguaje menos matizado, afirmando que las leyes del desarrollo de la industria se verificarán "exactamente" en la agricultura, provocando la ruina ge-neral y la proletarización del campesinado: "Podemos consolarnos con la idea de que todo ello servirá, al fin y al cabo, a la causa del progreso humano".32 Esta ausen-cia de simpatía de Engels por los campesinos era com-partida por Marx, que escribió sobre ellos: "La pequeña propiedad territorial crea una clase de bárbaros que es-tán a medias fuera de la sociedad, una clase que combina toda la rudeza de las formas primitivas de la sociedad con la angustia y la miseria de los países civilizados".33

La tesis de la proletarización inevitable del campesi-nado, en virtud de la total superioridad económica del modo capitalista de producción en la agricultura, fue recibida con grandes discusiones. En 1899 aparecieron dos estudios marxistas importantes sobre esta cuestión: el de Lenin sobre Rusia y el de Kautsky basado en docu-

31 En Theories of surplus valúe (Theorien über den Mehr-wert; traducción al inglés de G. A. Bonner y Emile Burns; Lon-dres, Lawrence and Wishart, 1924; pp. 193 -94).

3 2En las cartas de Engels a N. Danielson, economista ruso y traductor del Capital . Citado en el prólogo a la edición ale -mana de 1966 de La cuestión agraria de Kautsky, (Die Agrar-frage; versión española de Ruedo ibérico, París, 1970).

33 Marx, Capital, Vol. 3, p. 813 (edición citada).

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mentación sobre Alemania, Francia, Inglaterra y Estados Unidos.34 Ambos concluían sosteniendo con firmeza la tesis principal de Marx: "El desarrollo social procede en la agricultura en el mismo sentido que en la industria. Las necesidades sociales y las condiciones sociales impulsan en una y en otra hacia la gran explotación social, cuya forma más alta asocia la agricultura y la industria en una sólida unidad".35 Sin embargo, el propio Kautsky, en una resolución del Partido Socialdemócrata alemán, introdu-cía un elemento importante de duda al decir que "el Con-greso del Partido reconoce que la agricultura tiene sus leyes peculiares, diferentes de las de la industria, las cua-les tienen que ser estudiadas y consideradas si la social-democracia quiere desarrollar una actividad eficaz en el campo".36

Los elementos principales que hacían aparecer una y otra vez las dudas y las críticas sobre el modo campe-sino de producción y su articulación con el sistema capi-talista, provenían sobre todo de Rusia. Desde la década de 1870 hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial, los estudiosos y las autoridades rusas habían reunido una enorme cantidad de información sobre el Estado y las tendencias de la agricultura del país. El volumen y el detalle de este cuerpo documental, que llena unos cuatro mil volúmenes, permitió a un grupo de brillantes científi-

34 Lenin, El desarrollo del capitalismo en Rusia (The develop-ment of capitalism in Russia, Moscú, Foreign Languages Publi-shing House. 1956]. Kautsky, La cuestión agraria (París, Ruedo ibérico, 1970). Sobre la polémica en Alemania, que centró el interés de los marxistas europeos, véase Modern socialism, una colección de documentos reunida por R. C, K. Ensor (2a. edi-ción; Londres, Harper and Bros. 1907). Sobre la polémica actual en México véase el libro de Arturo Warman Y venimos a con-tradecir. . . (Ediciones, La Casa Chata, México, 1976).

35Kautsky, La cuestión agraria, p. 330 (edición citada). 36Véase el prólogo a la edición alemana de 1966 en La

cuest ión agraria (edición ci tada) de Kautsky.

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cos sociales rusos desarrollar un análisis mucho más profundo y penetrante que los de Marx, Lenin y Kautsky.37

Los textos que se incluyen a continuación procuran ilustrar la teoría específica del modo campesino de pro-ducción y de su articulación con el sistema capitalista, tal como fue desarrollada por la escuela rusa. Proceden de un ensayo de A. V. Chayanov aparecido en alemán en 1924, que sólo en los últimos años ha vuelto a ser pu-blicado: On the theory of non capitalist economic sys-tems (Sobre la teoría de los sistemas económicos no capitalistas).38 Chayanov colaboró por varios años con las autoridades soviéticas en la solución de los problemas de la agricultura rusa, a pesar de su falta de simpatía por la dictadura bolchevique. En 1930 fue arrestado du-rante una de las grandes purgas stalinistas y enviado a un campo de trabajos forzados. Se dice que murió en 1939.

Las causas políticas de la prisión y muerte de Cha-yanov están en estrecha relación con su teoría del modo campesino de producción y su consiguiente oposición a la política de Stalin de colectivización obligatoria y gene-

37 En el caso de Marx la afirmación puede resultar inco - rrecta. Marx conoció al menos parte de este c uerpo documental, para cuyo estudio aprendió ruso. Existen varios cuadernos con sus anotaciones y comentarios, de los cuales se han publicado tres volúmenes en ruso y se anunció un cuarto (Archiv Marska i Engel'sa, Vols. 11, 12 y 13, Moscú, 1948, 1952 y 1955). El contenido de estas notas puede dar sorpresas semejantes a las de los Grundrísse y los Cuadernos etnológicos, como quizá indi- can las oscilaciones que tuvo Marx ante el problema de las co - munidades rurales rusas.

38 El e nsayo se encuentra en el volumen de trabajos de Chayanov, The theory of peasant economy editado por D. Thor - ner, Basile Kerblay y R. E, F. Smith (The American Economic Association, Homewood, 1966). Había aparecido bajo el título de "Zür Frage einer Theorie der nichkapitalistischen Wirtscbafts - systeme" en Archiv für Sozialwissenschaft und Sozialpolitik (Vol. 51, 1924), editado entonces por Emil Lederer, Joseph Schum - p e t e r y A l f r e d W e b e r . E s t e e n s a y o n o f i g u r a e n e l v o l u m e n d e Chaya nov publicado recientemente en español en Buenos Aires.

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ral de la agricultura.39 Pero nada está más lejos de la verdad que la versión propalada por el stalinismo sobre sus posturas contrarrevolucionarias. Chayanov pertene-cía a la tradición revolucionaria del populismo ruso y es-taba fuertemente influido por el pensamiento teórico de Marx, al que siguió de manera crítica y nunca servil.

39 Sobre esta cuestión véase el importante libro de Teodor Shani, The awkward class: Political sociology of peasantry in. . . Russia (Oxford University Press, 1972).

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Textos

(1) En la teoría moderna de la economía nacional se ha hecho costumbre el pensar de todos los fenómenos económicos en términos de la economía capitalista. Todos los principios de nuestra teoría —renta, capital, precio y otras categorías— se han formado en el cuadro de una economía basada en el trabajo asalariado, que busca maximizar los beneficios. . . Todos los demás tipos (no capitalistas) de vida económica se consideran insignifican- tes o moribundos; de cualquier manera, se cree que no tienen influencia sobre las cuestiones básicas de la eco- nomía moderna y que, en consecuencia, carecen de in- terés teórico. . .

(2) [Sin embargo], no podremos hacer avanzar el pensamiento económico utilizando meramente las cate- gorías capitalistas, porque una parte muy grande de la vida económica (o sea, la mayor parte de la esfera de la producción agraria) se basa no en una forma capitalista, sino en una forma completamente diferente de unidad eco- nómica familiar no asalariada. Tal unidad tiene motivos muy especiales para la actividad económica y también una concepción muy específica del provecho. Sabemos que la mayor parte de los campesinos de Rusia, Chi- na, India y de la mayoría de los países no europeos e in-cluso de muchos países europeos, no está familiarizada con las categorías de trabajo asalariado y de salario. Has-ta el más superficial de los análisis teóricos de sus estruc-

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turas muestra que no siempre encajan en el cuadro de la economía clásica y de la teoría moderna de la economía nacional que deriva de ella...

(3) Los sistemas desaparecidos de la servidumbre en Rusia y de la esclavitud en América levantan la cuestión de si los conceptos del pensamiento económico contem- poráneo (capital, interés, renta económica, salarios) les son aplicables. El salario. . . evidentemente está ausente en los sistemas mencionados, y junto [con él] el conte- nido teórico acostumbrado de otras categorías. . . ya que la renta y el interés como construcciones teóricas están ligadas indisolublemente con la categoría de salario. . .

(4) Con respecto a los sistemas económicos de los pueblos primitivos estamos en una posición todavía más difícil. En estos sistemas con frecuencia no existe una categoría básica como la del precio de mercado, que es fundamental para nuestro pensamiento teórico. La es- tructura económica del colonato romano, así como la economía natural de los pueblos primitivos, queda com- pletamente fuera del cuadro de la teoría económica actual. Incluso con respecto a la Edad Media tendríamos difi- cultades para analizar la formación de los precios con los instrumentos actuales. ¿Cómo calcular, por ejemplo, el precio de los productos que el señor feudal extrae co- mo pago en especie y exporta para vender en mercados remotos?. . . (5) La ciencia económica necesita con urgencia un análisis teórico de nuestro pasado económico; pero para cada uno de los tipos económicos que he mencionado de- bería construirse un sistema económico que correspondiera a sus rasgos peculiares. . . Tales investigaciones. . . pueden aparecer como una colección de antigüedades pero pue- den conseguir mucho. Incluso meramente como paleonto- logía económica, promoverían los análisis comparativos de las formaciones económicas existentes, que sería de gran utilidad para ciertos propósitos de política económica. . .

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(6) La teoría económica de la sociedad capitalista moderna es un sistema complejo de categorías económi- cas inseparablemente conectadas unas con otras —precio, capital, interés, renta— cada una determinando a la otra y todas funcionalmente interdependientes. .. La ausencia de cualquiera [de ellas] hace perder a las demás su carác- ter específico y su contenido conceptual; incluso dejan de poder ser definidas cuantitativamente, . . De esta mane- ra no se puede aplicar, en su sentido habitual, cualquier categoría económica de las mencionadas a una estructura económica que carece de la categoría precio. . .

(7) En una economía natural, la actividad económica está dominada por el requerimiento de satisfacer las ne- cesidades de cada unidad de producción, que es al mis- mo tiempo una unidad de consumo. En consecuencia, el cálculo aquí es cualitativo en alto grado: para cada ne- cesidad hay que proveer en cada unidad económica el pro- ducto cualitativamente correspondiente in natura. La can- tidad sólo puede ser calculada considerando cada una de las necesidades. . . Debido a la elasticidad de las neceéis- dades mismas, el cálculo no tiene que ser muy exacto. En consecuencia, no puede aparecer la cuestión de la rentabilidad comparativa de diferentes gastos —por ejem- plo, si sería más provechoso cultivar cáñamo o pasto, ya que estas plantas no son intercambiables y una no puede sustituir a la otra. . .

(8) Sólo con el desarrollo de una economía de inter- cambio y de dinero. . . desaparece este carácter cualitati- vo. Entonces predomina el interés por la mera cantidad y el deseo de obtener un quantum máximo, que gracias al intercambio puede adoptar cualquier forma cualitativa.

Así como se incrementa el intercambio y la circulación de dinero, la cantidad se hace más y más independiente de la cualidad... La categoría de precio se vuelve prominen-te...

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(9) [Lo mismo ocurre] con el salario. Incluso si ele-gimos un sistema económico con intercambio y crédito (y de esta manera con las categorías de precio y capital), como por ejemplo el sistema de unidades familiares de trabajo campesino y artesanal unidas económicamente por los procesos monetarios y de intercambio, encontraremos que la estructura de tal economía queda fuera de los sistemas conceptuales de una economía adaptada a la sociedad capitalista. En la parcela familiar, la familia, equipada con medios de producción, usa su capacidad de trabajo para cultivar el suelo y recibir, como resultado de un año de trabajo, una cierta cantidad de bienes. Una simple ojeada a la estructura interna de la unidad fami-liar de trabajo basta para darse cuenta de que sin la cate-goría de salarios resulta imposible aplicarle los conceptos de beneficio neto, renta e interés del capital como catego-rías económicas reales, en el sentido capitalista del tér-mino. (10) En efecto, el campesino o el artesano [indepen- diente] y sin trabajo asalariado, recibe como resultado de un año de trabajo una cantidad de producto que, después de ser intercambiado en el mercado, forma el producto bruto de su unidad económica. De este producto bruto tiene que restar la suma de los gastos materiales requeri- dos durante el año; lo que queda es el incremento en valor de los bienes materiales que la familia ha adquirido con su trabajo durante el año; o sea, el producto del tra- bajo. [Este concepto] es la única categoría posible de ingreso para la unidad familiar de trabajo campesino o artesano, ya que no hay manera de desagregarla ni ana- lítica ni objetivamente. Puesto que no existe el fenómeno social del salario, tampoco se presenta el fenómeno social del beneficio neto. De este modo resulta imposible apli- car el cálculo capitalista del beneficio.. .

(11) La cantidad del producto del trabajo está deter- minada principalmente por el tamaño y la composición

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de la familia, por el número de sus miembros capaces de trabajar; por la productividad de la unidad de trabajo, y —esto es especialmente importante— por el grado de es-fuerzo en el trabajo, o sea, por el grado de autoexplota-ción. . . en el curso del año.

(12) Los estudios empíricos de las unidades campesi-nas de Rusia y de otros países nos permiten fundamen-tar la tesis siguiente: el grado de autoexplotación está determinado por un equilibrio peculiar entre la satisfac-ción de las demandas de la familia y el "tiagostnost" del trabajo mismo.40 Cada nuevo rublo del producto del tra-

40Aquí se encuentra una dif icul tad de t raducción, que no es fácil de resolver. Chayanov acuñó un término ruso, "tyagost-nost ' t ruda" , que según los edi tores de The theory of peasant economy indica "los insumos de trabajo medidos subjetivamente por el campesino". Proponen, entonces traducirlo al inglés como "drudgery of labo r", término que es etimológicamente paralelo al ruso. La versión alemana del ensayo de Chayanov en Archiv für Sozialwissenschaft und Sozialpolitik, emplea el término "Ar-beitsbeschwerlichkeit", cuyo sentido literal es idéntico a "drudgery of labor". Los editores de la versión inglesa proponen, asimismo, el término francés "fatigue due au travail". La traducción al español sería, entonces, algo así como cansancio o fat iga pro -ducida por el trabajo.

Tengo la impresión, sin embargo, de que en el proceso de tra ducción a otras lenguas se va perdiendo el sent ido estr ic to que Chayanov dio al término. La clave de la expresión está, en efecto, en que la fatiga o el cansancio es lo que regula la can-tidad de esfuerzo puesto en el trabajo; pero la fat iga no es meramente física, sino también mental (aburrimiento, desgana, etc.). De ahí la afirmación de Chayanov de que el campesino mide "subjet ivamente" los insumos de su trabajo.

Por otra parte, la fatiga o cansancio físico y mental se opone, en cada momento, a las necesidades que hay que sa t i s -facer por medio del producto del trabajo. Sin embargo, las necesidades tienen una elasticidad relativamente considerable y se calculan, asimismo y dentro de ciertos límites (los de la mí-nima subsistencia), de una manera subjetiva.

En último análisis, tanto la medida de los insumos de trabajo como la medida de las necesidades familiares se hace por medio de un proceso subjet ivo que Chayanov expresa con el término "tyagostnost'truda". En vista de todo, he preferido con-servar el término ruso.

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bajo de la familia puede ser visto desde dos ángulos: pri-mero, desde el de su significado para el consumo, para la satisfacción de las necesidades de la familia; segundo, desde el punto de vista del "tiagostnost" que lo produce. Es evidente que con cada incremento del producto obte-nido mediante una dura labor, decrece su valoración sub-jetiva en términos del consumo; en consecuencia, aumenta el "tiagostnost" del trabajo para cada incremento que exige una proporción todavía mayor de autoexplotación. En tanto que no se alcanza el equilibrio entre los dos componentes. . . la familia que trabaja sin asalariados prosigue su actividad económica. En cuanto se alcanza el punto de equilibrio el continuar trabajando carece de sen-tido para el campesino o el artesano, ya que los gastos en trabajo se hacen más duros de soportar que las conse-cuencias de [no trabajar]...

(13) Una unidad económica que funciona bajo los principios enumerados no es necesariamente extravagante en su conducta económica, ya que usualmente los objetos que dan el pago más alto al trabajo por unidad invertida, son los mismos que garantizan el beneficio neto más alto a la unidad capitalista. Sin embargo, los estudios empíricos muestran ciertas peculiaridades estructurales. . . Tales diferencias se hacen muy claras, por ejemplo, en zonas densamente pobladas, donde la escasez de tierra no permite a la familia campesina desarrollar su capacidad total de trabajo bajo formas óptimas de organización (es decir, las que dan la mayor retribución posible al trabajo). Para la unidad económica capitalista estas formas óptimas de organización. . . constituyen una norma absoluta. Con cada intensificación adicional disminuye el efecto de los insumos de trabajo adicional, de acuerdo a la ley de rendimientos decrecientes de la tierra; en consecuencia, también desciende el beneficio neto. En las unidades familiares con escasez de tierra, sin embargo, la preocupación por cubrir las necesidades del

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año obliga a la familia a realizar la intensificación con bajo rendimiento. Tienen que pagar el incremento del pro-ducto anual del trabajo al precio de una caída del ingreso por unidad de trabajo...

(14) Estas peculiaridades aparecen [también] claramente al analizar el elemento de renta económica. . . La renta, como una categoría objetiva del ingreso económico que aparece después de deducir del ingreso bruto los costos materiales de la producción, los salarios y el interés usual del capital, no puede existir en una unidad económica familiar porque están ausentes los demás fac-tores. .. En tales circunstancias, si aparece un mercado libre de tierra y formas de alquilarla, los precios del suelo no pueden determinarse mediante la capitalización de la renta... ¿Cómo se determina [entonces] el precio de la tierra?. . . [El análisis anterior] muestra que comprar o alquilar tierras resulta ventajoso para la familia cam-pesina sólo cuando. . . con ello puede alcanzar el equili-brio.. . sea mejorando el nivel de vida o disminuyendo el gasto de trabajo...

(15) Las familias campesinas. . . [que tienen tierra suficiente] y pueden utilizar su capacidad de trabajo a un nivel óptimo de intensidad de cultivo, no necesitan comprar o alquilar tierras. Este gasto aparece como irra-cional, ya que no incrementa la prosperidad de la fami-lia y en cambio disminuye sus recursos. Pero si una familia dispone de una pequeña parcela que le permite em-plear sólo una parte de su fuerza de trabajo, el adquirir más tierra con el propósito de emplear la fuerza de tra-bajo no utilizada se hace extremadamente importante... Podemos incluso afirmar una aparente paradoja: que el campesino está dispuesto a pagar más por la tierra. . . cuanto más pobre es... El precio de la tierra, entonces, depende no sólo de la situación de mercado de los pro-ductos agrícolas y del beneficio obtenido por su cultivo,

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sino que también y en mayor medida depende del incre-mento local de la densidad de la población rural...

(16) Otras categorías económicas mutuamente depen- dientes, como la tasa de interés del capital en el mercado, se conducen de manera análoga. . . Es obvio que la uni- dad familiar de trabajo considera ventajosa la inversión de capital sólo cuando permite la posibilidad de un nivel más alto de bienestar; dicho de otra manera, cuando restablece el equilibrio.. . En todos los casos. .. la fami- lia está dispuesta a pagar tasas de interés extremadamente altas. Sin embargo, no deben ser tan altas que anulen las ventajas conseguidas con la nueva inversión de capi- tal. . . Hemos de suponer que la "circulación del capital" en la unidad. . . no produce un ingreso del capital en for- ma de un ingreso especial objetivamente disponible, sino que ejerce una influencia importante sobre el producto [indivisible] del trabajo. . . y sobre el momento crítico del equilibrio económico interno. El nivel normal de la tasa de interés en el mercado no está determinado por los rendimientos globales del capital productivo en un país. . . sino por la situación local de mercado de la ofer- ta y la demanda en el sistema de crédito en una parte del país...

(17) Podemos definir las siguientes categorías del sis- tema económico de la unidad familiar de trabajo, o bien, dicho de otra manera, de la estructura económica de una sociedad en la que la producción toma la forma de las unidades de campesinos y artesanos y en la que no existe la institución del trabajo asalariado: 1) El ingreso simple e indivisible procedente del trabajo de la familia, que reactúa con los factores que forman la renta; 2) Los pre- cios de los bienes producidos; 3) La reproducción de los medios de producción (formación de capital en el sen- tido más amplio del término); 4) Precios del capital en la circulación del crédito; 5) Precios de la tierra.. .

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(18) Incluso en un país con una estructura absoluta- mente de economía natural, podemos encontrar las si- guientes categorías sociales y económicas determinantes de la estructura de las unidades económicas individuales: 1) El producto indivisible del trabajo de la familia, cons- tituido de acuerdo: a) a la densidad de la población; b) al nivel tradicional acostumbrado de la demanda [la miliar]; c) al poder de formación de renta del mejor suelo y de las condiciones climáticas más favorables. 2) La capacidad de la población para formar capital y su capacidad de pago de impuestos, dependiente del nivel de prosperidad. 3) Las medidas económicas y políticas del poder del Estado, el cual, por medios no económicos controla el modo de utilización del suelo y la unificación de la gente...

(19) Sólo raramente encontramos en la vida econó- mica un orden económico. . . puro. . . Lo usual es que los sistemas económicos existan unos al lado de otros for- mando conglomerados muy complejos. Hoy día que- dan bloques importantes de unidades de trabajo familiar campesino, entremezclados en el sistema capitalista mun- dial. Todavía existen formaciones económicas parecidas a los tipos económicos feudales y esclavistas en las co- lonias y en los estados asiáticos. Al analizar el pasado económico encontramos frecuente y constantemente el hecho de tal coexistencia, a veces en los comienzos del capitalismo con el sistema feudal o servil, a veces en la economía esclavista con la servidumbre y con la econo- mía de la familia libre, etc.

(20) En estos casos, puesto que cada sistema es un sistema cerrado, la comunicación con los demás se hace sólo por medio de aquellos elementos económicos objeti- vos que todos tienen en común... Estos contactos ocurren por lo común en el plano de los precios de las mercan- cías y de la tierra. Así, por ejemplo, desde la emancí-

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pación de los siervos en Rusia (1861) a la Revolución de 1917, la unidad familiar campesina existió en la agri-cultura al lado de la gran empresa capitalista. Esto con-dujo a la destrucción del capitalismo [agrario], porque los campesinos, faltos de tierra suficiente, pagaban por el suelo más que la renta capitalizada de la agricultura capitalista. Esto condujo inevitablemente a vender a los campesinos la gran propiedad territorial. Inversamente, la alta renta de la tierra alcanzada por los establecimientos capitalistas de ovejas del siglo XVIII, condujo en Inglaterra al saqueo de los renteros campesinos que no podían pagar rentas tan altas a los terratenientes. . .

(21) Estos y otros ejemplos análogos deben eliminar cualquier duda sobre la importancia preeminente del pro-blema de la coexistencia entre diferentes sistemas econó-micos. Hoy día, nuestro mundo ha dejado de ser gra-dualmente un mundo europeo. Así como Asia y África entran en nuestras vidas y en nuestra cultura. . . con sus formaciones económicas especiales, nuestro interés debe volverse. . . hacia los problemas de los sistemas económi-cos no capitalistas. . . No albergamos duda de que el fu-turo de la teoría económica consiste, no en construir una sola teoría universal de la vida económica, sino en con-cebir una serie de sistemas teóricos adecuados al rango de los órdenes económicos del presente y del pasado, y que nos permitan descubrir las formas de su coexistencia y de su evolución.

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La Teoría Económica del Feudalismo

El feudalismo tiene una posición y un papel muy especia-les en la teoría de los modos de producción, tanto en lo que se refiere al plano histórico-social como al estructu-ral. Deben discutirse aquí, aunque sea brevemente, algu-nas razones de esta especificación.

En el plano del desarrollo histórico-social de Europa occidental, la sociedad feudal ocupa el lugar intermedio en la secuencia que va del mundo clásico antiguo al sis-tema capitalista contemporáneo. A pesar de algunas ad-vertencias de Marx en contra de ello, el marxismo vulgar pretendió convertir esta secuencia particular en un es-quema universal y necesario del desarrollo de todas las sociedades.41 Los marxistas talmúdicos comenzaron entonces su infructuosa búsqueda por todo el mundo de for-maciones esclavistas y feudales, búsqueda que para los

41Recuérdense, por ejemplo, los párrafos de la carta de Marx ya citada anteriormente: ".. .mi esquema histórico de la génesis del capitalismo en Europa occidental (no se debe trans-formar absolutamente) en una teoría filosófico-histórica del camino general que cada pueblo está condenado a recorrer.. ." (En Marx and Engels editado por L. S. Feuer, Doubleday, Nueva York, 1959).

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más obstinados todavía no ha terminado.42 Los marxistas críticos, sin embargo, consiguieron entretanto restablecer y desarrollar en las ciencias sociales la tesis multilineal de la evolución histórico-social.43

La secuencia esclavismo-feudalismo-capitalismo como modos de producción dominantes constituye un fenóme-no único y exclusivamente europeo, sin paralelo en otras partes del mundo. No es legítimo deducir de esto, de cualquier manera, que el feudalismo sea el resultado ne-cesario del esclavismo y el antecedente obligatorio del capitalismo. Existe un texto de Marx especialmente sig-nificativo sobre esta cuestión: "En varias partes del Capital yo aludo a la fatalidad que cayó sobre los plebe-yos de la Roma antigua. Ellos eran originalmente cam-pesinos libres, cada quien cultivando su propio pedazo de tierra. En el curso de la historia romana fueron expro-piados. El mismo movimiento que los separó de sus me-dios de producción y de subsistencia, implicó la forma-ción no sólo de la gran propiedad territorial sino también del gran capital adinerado. Y así un día se encontraron por un lado hombres libres, privados de todo menos de su capacidad de trabajo, y por otro, para explotar su tra-bajo, aquellos que tenían en su posesión toda la riqueza adquirida. ¿Qué pasó? Los proletarios romanos no se convirtieron en trabajadores asalariados, sino en una turba de parásitos. , . y junto con ello se desarrolló un

4 2 El único caso encontrado hasta ahora que es comparable al feudalismo europeo es el del Japón (véase el volumen editado por R. Coulborn, Feudal ism in history, Princeton, 1956). Ni en el Viejo ni en el Nuevo Mundo, sin embargo, se encuentra una secuencia, comparable y mucho menos idéntica a la de Europa occidental.

43 Véase mi ensayo "Evolucionismo: unilineal; multilineal", en Agricul tura y sociedad en M esoamérica (Sep-Setentas, Méxi-co, 1972). También Lawrence Krader, The asiatic mode of pro-duct ion (Van Gorcum, Assen, 1975) especialmente pp. 132-139.

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modo de producción que no fue capitalista, sino que se basó en la esclavitud".44

Marx parece indicar aquí la posibilidad teórica de una alternativa no esclavista al proceso de disolución del mundo clásico fundado económicamente en el modo cam-pesino de producción. Las condiciones objetivas para un desarrollo de tipo capitalista que indica Marx en el texto anterior, o sea, la expropiación de los campesinos libres, la concentración de la gran propiedad territorial, el gran capital adinerado y la formación de una clase proletaria, son casi los mismos elementos diagnósticos de la apari-ción del capitalismo moderno.

Max Weber apoya el planteamiento de Marx de ma-nera quizá demasiado vigorosa: ''Roma. . . tuvo una clase capitalista racional, que desde la época de los Graco ju-gó un papel determinante en el Estado". 45 El primer ver-dadero problema de la sucesión de los modos de produc-ción en Europa consistiría, de esta manera, en determinar por qué el mundo clásico pre-esclavista no llegó a desa-rrollar formas capitalistas dominantes.46

El segundo problema mayor sería el de determinar por qué la disolución del esclavismo produjo el feudalis-mo y no cualquier otra posible formación socioeconómi-ca. De ninguna manera puede decirse que Marx conside-raba al feudalismo como el producto único, directo y

44 En Marx and Engels editado por L, S. Feuer (citado más arriba) pp, 438-441.

45 Véase General economy history (Collier Books, Nueva York, 1961) especialmente pp. 107-108 y 247. Existen varias ediciones en español de este volumen.

4 6 La discusión de este problema queda fuera de los limites del presente volumen. Sin embargo, debe indicarse que tanto Marx como Weber y Wittfogel sugieren que el dominio del modo esclavista de producción está relacionado íntimamente con la burocratización del Estado y con el establecimiento de un vasto sistema tributario basado en la expansió n militar del imperio romano.

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obligado de la disolución del esclavismo. Por el contra-rio, en repetidas ocasiones y especialmente en los Formen, Marx describe el feudalismo como el resultado de la com-binación del modo germánico de producción, transfor-mado por la influencia del mundo clásico, con el modo esclavista de producción en proceso de desintegración.

El tercer gran problema, en relación a la secuencia histórico-social europea y a la especificidad del modo feu-dal de producción, reside en la cuestión del surgimiento del capitalismo. Hobsbawm escribe que "el problema se hace aún más enigmático, por otra parte, porque Marx dice tan poco sobre él. No hace un esquema de las con-tradicciones internas del feudalismo, comparable al que hace en los Formen del modo antiguo. No hay discusión real de la servidumbre. . . ni del modus operandi de la agricultura feudal. . . o de las relaciones específicas en-tre la ciudad, feudal y el campo. . . No hay nada en Marx que nos autorice a buscar alguna "ley general" del desa-rrollo que explique la tendencia [del feudalismo] a evo-lucionar hacia el capitalismo". 47

El problema ha preocupado recientemente a un grupo de historiadores marxistas y no marxistas, pero está le-jos de poderse considerar como resuelto. Frente a la tesis de Dobb, que atribuye la evolución a factores internos de producción y tributo, Sweezy propone una interpreta-ción ligada a factores primariamente de mercado; o sea, al paso desde una economía de producción para el uso hacia una economía de producción para la venta.48 Po-

47 Véase la Introducción de Eric J. Hobsbawm al volumen de Marx Pre-capitalist economic formations (edición citada), es-pecialmente pp. 38-49.

48 Véase el volumen de M. H. Dobb, Studies in the develop-ment of capitalism (edición revisada, Routledge and Kegan Paul, Londres. 1963) y las discusiones reunidas en The transition from feudalism to capitalism (Londres, s. f.), de Sweezy, Dobb, Taka-hashi. Hilton y Hil l .

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lanyi, asimismo, atribuye el dinamismo fundamental del desarrollo capitalista a la expansión del sistema de mer-cado.

El carácter todavía inconcluso de la polémica sobre los factores estratégicos que llevaron a la sociedad euro-pea desde el feudalismo hacia el capitalismo, conduce a la cuestión de la naturaleza estructural del modo feudal de producción. En efecto, a pesar de la abundancia y del valor científico de los estudios sobre el feudalismo, entre los que destacan los de Marc Bloch,49 el conocimiento de su economía es extraordinariamente deficiente. Los in-vestigadores han concentrado su atención principalmente sobre las instituciones jurídicas, el sistema político-social y la cultura artística e intelectual de la Edad Media. El vacío existente comienza a ser cubierto en parte por es-tudios como los de Witold Kula. Es evidente, entonces, que mientras no se disponga de una teoría satisfactoria de la economía feudal, que explique tanto su funcionamiento como su dinamismo hacia el capitalismo, no tienen mucho sentido las comparaciones que suelen hacerse con el llamado "feudalismo" colonial. A la vez, carecen de fundamento serio las hipótesis que se han formulado sobre el feudalismo como antecedente necesario y obligado del capitalismo.

Los textos de Kula pertenecen a su libro Teoría eco-nómica del feudalismo.50 El volumen trata del caso pola-

4 9 Véase, en especial, su l ibro La societé féodale: La formation des liens de dépendence. Las classes el le gouvernment des hommes (Albin Michel, París, 1968). Existen varias ediciones en español.

50 Publicado originalmente en polaco (Varsovia, 1962). La edición en español es de Siglo XXI (Buenos Aires, 1974) y ha sido cotejada con un texto francés. Es muy importante otro vo -lumen de Witold Kula, que apareció en polaco (Varsovia, 1963 ) y en español en 1973 (Ediciones Península, Barcelona): Proble-mas y métodos de la historia económica. Debe lamentarse el casi nulo reconocimiento que hace Kula de sus deudas intelectuales con Chayanov y Rosa Luxemburgo.

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co, que en cierta forma debe considerarse como marginal y dependiente de la formación feudal europea occidental. Sin embargo, es la primera tentativa considerable y bien lograda de establecer una teoría del modo feudal de producción comparable a las existentes sobre los modos capitalista, asiático y campesino.

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Textos

(1) Parece cierta la tesis marxista de que la mayor parte de las leyes económicas. . . tienen un alcance limi- tado en el tiempo y en el espacio, circunscrito general- mente a un determinado sistema socioeconómico. . . Marx creó su teoría del sistema capitalista. . . Engels procuró crear. . . una teoría económica. . . de la comunidad primi- tiva. La formación de una teoría económica del sistema socialista se vio impedida por fenómenos muy conocidos [el stalinismo], que frenaron el desarrollo del pensamien- to científico marxista, encauzándolo por la vía empirista y pragmática. . . La teoría del sistema feudal hasta aho- ra ha sido la que menos ha atraído la atención de los in- vestigadores marxistas.

(2) Sin embargo, el problema es importante desde el punto de vista teórico. . . en razón de una universalidad sui géneris del feudalismo. . . En efecto, todas las socie- dades que han pasado la etapa de la comunidad primi- tiva han conocido una u otra forma de feudalismo, mien- tras que al régimen esclavista le falta universalidad. . . El capitalismo surgió, . . sólo una vez en la historia de la humanidad. Lo mismo puede decirse del socialismo. . .

(3) La construcción de una teoría económica del sis- tema feudal tiene importancia singular para la in- vestigación histórica. . . El historiador del feudalismo siente lo inadecuado de la teoría económica del capita-

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lismo cuando se enfrenta al objeto de su estudio... Si queremos reflexionar sobre la teoría económica del sis-tema feudal debemos aclarar qué preguntas debe respon-der, cuál es su dominio real. . . y ver si el carácter especí-fico del sistema implica que la teoría debe responder a preguntas también específicas, inaplicables al análisis de otros sistemas. ..

(4) Toda teoría económica de un sistema dado debe explicar: a) Las leyes que regulan el volumen del exce-dente económico y las modalidades de su apropiación. . . b) Las leyes que rigen la distribución de las fuerzas y medios de producción y, sobre todo, la del excedente eco-nómico. . . c) Las leyes que rigen la adaptación de la eco-nomía a las condiciones sociales, o sea, la dinámica a corto plazo. . , d) Las leyes de la dinámica a largo plazo, en particular los factores internos de disolución y transformación del sistema. . . La finalidad de la teoría. . . consiste en formular las leyes de la magnitud del excedente económico y su utilización (a y b). . . en sus dimensiones de corto y largo plazo (c y d).

(5 ) Quedaría por determinar el lugar que corresponde al análisis. . . de los fenómenos del mercado interno e internacional y de su papel en el conjunto de la vida económica en la época feudal. . . La conveniencia de separar esta problemática se debe a que da lugar a muchos malentendidos en la investigación. A menudo no se percibe que los fenómenos del mercado en la economía precapitalista se rigen por leyes a veces enteramente distintas y, sobre todo, que su influencia sobre el sector restante de la economía (el no mercantil) es totalmente diferente. . .

(6 ) El sistema feudal es un sistema en el que pre-dominan las pequeñas unidades de producción y una economía natural. . . Si imagináramos el caso extremo (o

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sea, el de una pequeña explotación campesina con una economía totalmente natural, que realizara cuando mu-cho la reproducción simple y sin otra carga que las pres-taciones personales en trabajo), las posibilidades del aná-lisis teórico serían muy reducidas. . . [Sin embargo], en la realidad esto casi nunca ocurre a escala social. . . A la teoría. . . le interesan los problemas de la producción, de su volumen y su utilización; la producción para el con-sumo inmediato y para el consumo futuro (las inversio-nes) y sus cambios a corto y a largo plazo. . .

(7) La elaboración de una teoría requiere la cons - trucción previa de un modelo. Esto provoca muchos ma- lentendidos en las ciencias humanas. . . Si la teoría ha de ser más que un juego intelectual, sus premisas deben responder a las relaciones reales existentes en las socie- dades estudiadas. . . La teoría tendría validez sólo con referencia a aquellas sociedades. . . en las que aparez- can, en efecto, los elementos introducidos en la cons- trucción del modelo. Cuanto mayor sea la cantidad de elementos incorporados al modelo, tanto más rica será la teoría construida. . . pero tanto menor el número de sociedades abarcadas por ella. . .

(8) Nuestra tarea... la abordaremos... construyen- do un esquema del funcionamiento de la economía sobre la base del ejemplo concreto de las relaciones económi-cas imperantes en Polonia en los siglos XVI-XVIII, o sea, en la época en que dominaba el sistema de la hacienda señorial fundada en la servidumbre. . . Del conjunto [de estas relaciones]. . . incorporaremos al modelo. . . los siguientes elementos: a) El predominio abrumador de la agricultura. . . b) El hecho de que la tierra no es una mercancía... a causa del monopolio de la propiedad rústica por la nobleza. . . y porque la tasa de interés de los préstamos en efectivo supera la rentabilidad de la explotación agrícola; c) La distribución. . . de las fuerzas

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productivas de la agricultura entre [las tierras] de la aldea y las de la reserva señorial; d) La eficacia de las barreras institucionales a la movilidad social y geográfica en particular de los campesinos (servidumbre de la gle-ba); e) El predominio en forma de trabajo de las pres-taciones del campesinado; f) La producción artesanal e industrial encuadrada en la gran propiedad rural o bien en los gremios; g) La ausencia de restricciones jurídicas que limiten la libertad de opción económica de la noble-za; h) La fuerte propensión de la nobleza al consumo de lujo. . . i) La existencia y la comunicación con países económicamente más desarrollados. . . j) La falta de in-tervención del Estado en la vida económica. . .

(9) [En el análisis realizado de una propiedad seño rial de tamaño medio]. . . la ''empresa" resultó altamente rentable cuando se tomó en cuenta sólo el aspecto monetario, y claramente deficitaria cuando se incluyó en el cálculo una estimación de los costos no monetarios. . . El resultado puede considerarse típico. . . y se obtiene siempre que se analice una "empresa" feudal. . . El problema atañe a toda "empresa" cuya actividad no se basa en el trabajo asalariado. . . y en el libre juego de los fenómenos del mercado. . . Se puede formular la suposición de que si hiciéramos el balance de una "empresa" feudal cualquiera. . . utilizando los métodos propios de la contabilidad capitalista, o sea, asignando un precio a todos los elementos que entran en la producción sin ser adquiridos en el mercado. . . casi siempre resultaría que dicha "empresa" funciona con pérdidas. En cambio, si la calculáramos sin tener en cuenta. . . aquellos elementos, el balance arrojaría por lo general enormes ganancias. . .

(10) [Lo que ocurre, para llegar a esta obvia con-tradicción, es que] la evaluación monetaria. . . de aquellos elementos que integran el proceso de producción sin

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pasar por el mercado, o de los frutos de la producción que no van al mercado, peca de falta de realismo. [En primer lugar], supone la existencia de un precio de mer-cado relativamente uniforme para cada uno de los ele-mentos, en especial de la fuerza de trabajo. [En segundo lugar], supone que todos los elementos y las catego-rías de la fuerza de trabajo poseen un valor económico y un precio que permite medirlo. . . [Finalmente], supo-ne que el "empresario". . . tiene siempre la posibilidad de vender el artículo a precio corriente en el mercado o de utilizarlo en el proceso de producción, y que adop-tará la decisión. . . en función de obtener una ganancia mayor. . .

(11) [Por ejemplo], los grandes propietarios propa- garon una economía multifacética o sea de policultivo. . . Pero en realidad se trataba de un policultivo al servicio del monocultivo. La mayoría de los artículos se produ- cían no para venderlos sino para no tener que comprar- los. Es decir, para aprovechar mejor el dinero obtenido con los únicos artículos que verdaderamente les interesa- ban: los productos de exportación. Todo se subordinaba al monocultivo de centeno y trigo. . . El dinero obtenido debía gastarse sólo en artículos que no podían produ- cirse en la "empresa". . . En este sentido resulta "renta- ble" la producción prácticamente de cualquier cosa que no involucre gastos en efectivo. . .

(12) La falta de fuentes impide hacer un análisis se- mejante en relación a la explotación campesina bajo el feudalismo, mas todo indica que el resultado sería aná- logo. Lo indican. . . los resultados de las investigaciones [sobre los campesinos] contemporáneos. . . El estudio de 600 explotaciones en 21 aldeas hindúes, realizado en 1937-38, demostró. . . que producían por término medio 88 rupias de ganancia anual, calculando a precios de mercado y sin tener en cuenta el costo de la mano de

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obra familiar ni la amortización del capital. En cambio, al incluir [estos costos], las explotaciones resultaban al-tamente deficitarias (90 rupias de déficit anual)... El Instituto de Pulawg obtuvo resultados análogos en su investigación de 1932 del minifundio campesino en el agro polaco.. . La conclusión de que media humanidad está empeñada en una actividad productiva deficitaria consti-tuye una especie de reductio ad absurdum... Por otra parte, el método [de la contabilidad capitalista] tampo-co resiste la crítica de la ciencia tradicional. . . Si no exis-te ninguna otra posibilidad de aprovechar la fuerza de trabajo excedente, el valor de todo el trabajo incorporado a la producción debe calcularse como equivalente a cero. . .

(13) [En la gran propiedad] el número de brazos díspo- nibles determinaba el volumen de la producción agrícola. . . [Es decir], el número de siervos y. .. la magnitud de las cargas impuestas. . . explican el hecho de la producción. Llamemos "límite fisiológico" a la cantidad de trabajo que es posible obtener de los campesinos en el régimen de servidumbre sin llevarlos a la ruina; está claro que este límite será inalcanzable debido a la resistencia de los campesinos. Por lo tanto, debemos introducir otra noción: llamémosle ''coeficiente de opresión practicable". El límite fisiológico modificado por este coeficiente, nos dará un "límite social" que representa las cargas que puede llevar el campesino en condiciones institucionales determinadas. . . En la práctica parece que no se llegaba a este límite social [debido al ritmo estacional de los trabajos agrícolas y a las tendencias al monocultivo cerealista]. Así, junto al límite fisiológico y al social, debemos considerar un "límite tecnológico". ..

(14) Un sistema de economía [con estas caracterís- ticas] supone un régimen agrario en el cual la explota-

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ción campesina. . . se reduce a una parcela de subsisten-cia. . . que produce lo indispensable para satisfacer las necesidades básicas y lo preciso para continuar la ex-plotación ("reproducción simple")... En la práctica no fue así. . . debido a que el señor necesitaba explotaciones campesinas mayores que le asegurasen la parte esencial de la reproducción simple del potencial de la hacienda (mantenimiento y reproducción de animales, conservación y renovación de herramientas, etc.). .. Así, en condiciones ideales, ni la hacienda del señor ni las explotaciones cam-pesinas realizan la reproducción ampliada. El producto excedente (producto global menos autoconsumo y reno-vación de lo necesario para mantener la capacidad pro-ductiva) debe pasar íntegramente a las manos del se-ñor. ..

(15) La explotación campesina produce casi todo lo necesario para su propio consumo y, en parte, también para mantener la administración mediante tributos en especie y asegurar casi toda la renovación de la capaci- dad productiva. En cambio, las tierras de la hacienda del señor proporcionan casi exclusivamente el producto excedente. De esta forma, la proporción entre el área ocupada por las explotaciones campesinas y el área de la hacienda del señor, representa, al mismo tiempo, la proporción entre el tiempo del trabajo consagrado a la producción para el autoconsumo y aquel destinado a producir los excedentes para la venta. . . En esta situa- ción, toda expansión de la hacienda del señor a costa de las tierras campesinas es un medio para aumentar el producto excedente. . . y coincide con la distribución del trabajo productivo de los campesinos entre la ha- cienda del señor y sus propias parcelas...

(16) La utilización del excedente se reducía, en reali- dad, al consumo en parte directo y en parte indirecto cuando intervenía el mercado. . . El consumo directo era

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notable y revelaba una tendencia ascendente. . . El mer-cado [en el consumo indirecto] revela un factor sobre el cual el noble no tiene poder: la relación entre el precio de los productos vendidos y el de los artículos compra-dos. . . Pero ni el volumen del excedente acaparado por el señor, ni mucho menos los términos del intercambio, influían en modo alguno en la decisión de emprender o no una reproducción ampliada. . . [El señor] se es-forzaba por transferir los efectos de las oscilaciones [de los términos de intercambio] a la esfera del autoconsumo [y de la distribución del trabajo de los campesinos]. . .

(17) La tarea principal de la investigación de los fe- nómenos de largo plazo consiste en individualizar los fenómenos continuos o recurrentes que, al obrar acumu- lativamente, conducen a transformaciones estructurales. . . El problema fundamental [en el caso del feudalismo] es evidentemente el del rendimiento social medio del traba- jo sobre todo en el sector económico cuantitativamente dominante, o sea en la agricultura. Las variaciones del rendimiento del trabajo pueden derivar de transforma- ciones de la técnica productiva o de transformaciones de las instituciones sociales. . .

(18) Encaremos ahora el problema de las variaciones a largo plazo de la economía polaca en los siglos XVI-XVIII desde el punto de vista de las tendencias de larga duración. . . cuyos efectos se acumulan y provocan un cambio de estructura. Dichas tendencias expresan, al mismo tiempo, las contradicciones internas del sistema y sobre todo las contradicciones de clase... [Son las siguientes]: a)Tendencia [de los señores] a reducir las dimensiones de la explotación campesina. . . b) Tendencia de los campesinos a producir a cualquier costo excedentes para la venta. . . c) Tendencia a concentrar, unificar y aislar económicamente la gran propiedad. . . d) Tendencia del latifundio a "naturalizar" la producción y el transporte. . .

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(19) [Tales tendencias] se manifiestan en una econo- mía. . . unida al mundo por lazos de importancia esen- cial para la clase dominante... Los procesos [resultan- tes] más importantes podrían definirse de la siguiente manera: a) Aumento de los precios de los productos ex portados por los nobles. . . b) Disminución de los pre- cios relativos de algunos artículos de importancia, debida a la valorización de las colonias europeas de ultramar. . . c) Disminución menos acentuada. . . de los precios rela- tivos de otros artículos de importación, debida a los pro- gresos de la técnica y de la organización de la produc- ción. . .

(20) Razonando según las categorías actuales diría- mos que en esta época las razones de intercambio del co- mercio internacional cambiaban "en beneficio" de Polo- nia, que estaba en condiciones de importar cada vez más por la misma cantidad de mercancías exportadas. Situa- ción ventajosa en apariencia, opuesta a aquella en que se encuentran hoy día los países exportadores de materias primas. . . Pero aquí tenemos de nuevo un ejemplo que muestra cómo la situación económica de los países sub- desarrollados de hoy es distinta en muchos aspectos de la era preindustrial y cómo. . . las leyes económicas fun- cionaban entonces de otra manera. Las variaciones en los términos del intercambio en apariencia ventajosas para Polonia, en realidad debilitaron su desarrollo económico porque daban ventajas fabulosas a un solo estrato so- cial. . . Los nobles y los magnates. . . extraían dividendos del retroceso económico del país.. .

(21) Todas las tendencias de largo plazo indicadas. . . son vías conducentes al capitalismo. ¿Pero el capitalismo en Polonia o en otra parte?. . . El modelo presentado. . . ¿originaría por sí mismo el surgimiento del capitalismo y de la Revolución Industrial?. . . ¿Es lógico el paso de nues- tro modelo a un modelo de acumulación de capital? ¿O

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tal vez nuestro modelo no conduce a ninguna parte? Pa-ra expresarlo de otra manera: el capitalismo y la civiliza-ción industrial que surgieron en Inglaterra ¿habrían apa-recido asimismo. . . en otros lugares sin mediar la presión cada vez más amplia y fuerte del propio capitalismo?. Si nuestro modelo comprende factores que al acumularse pueden llevar el sistema a la destrucción, creo que. . . los más importantes, . . son las contradicciones de clase. El sistema, al dominar a los hombres, despenó el espíritu de rebelión. . . de las masas campesinas. . . Si realmente falta algún parámetro esencial en nuestro modelo, es aquel inmensurable coeficiente de la paciencia humana o coeficiente del espíritu humano de rebelión.

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Las Sociedades Precapitalistas y las Economías sin Sistema de Mercado

El interés inicial de Marx por las formaciones socioeco-nómicas precapitalistas surgió de sus búsquedas de condiciones que hicieron posible la aparición del capital, su conquista progresiva de la esfera de la producción y su conversión final en el modo de producción dominante del sistema económico mundial. Sin embargo, como se hace evidente en los manuscritos preparatorios del Capital y en el Capital mismo, el interés de Marx nunca llegó a ex-presarse en un estudio especial y a fondo de los modos de producción no capitalistas. Por el contrario, se mani-fiesta como un interés subordinado a las necesidades del análisis estructural e histórico del capitalismo.

En el último período de su vida Marx regresó al es-tudio de las sociedades precapitalistas con nuevas preocu-paciones, puestas en evidencia por sus abundantes lectu-ras y anotaciones etnológicas.51 Su interés mayor ya no

51Véase, particularmente el volumen preparado por L, Kra-der, Karl Marx; The ethnological notebooks (Internacional Ins-titut voor Sociale Geschiedenis Amsterdam, Assen, 1972).

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dependió del análisis del capitalismo, sino de sus refle-xiones sobre el socialismo. Marx parece buscar en las sociedades primitivas ciertos paradigmas y nociones sobre la posible sociedad del futuro.52 De esta manera opuso, por ejemplo, el comunismo primitivo a la propiedad ca-pitalista; la democracia tribal al Estado clasista, y sobre todo la economía sin mercado y sin fines de lucro a la producción y circulación de mercancías para la venta, el beneficio y la capitalización.53

No es accidental, entonces, que la continuación del interés marxista por las sociedades precapitalistas se ex-prese, con mucha frecuencia, en términos de la organiza-ción económica alrededor del sistema de mercado y sobre sus posibles alternativas. Desde Adam Smith, cuando me-nos, los economistas clásicos han atribuido a la existencia del mercado tanto los avances de la división social del trabajo como los gigantescos progresos del sistema pro-ductivo. Marx, por otra parte, había comenzado su aná-lisis crítico del capitalismo por el fenómeno de la produc-ción de mercancías. El mercado aparece, en todos los casos, como un gran momento de transición de las socie-dades humanas y como uno de los mecanismos genera-dores más importantes del desarrollo capitalista.

52 Esta idea quizá le fue sugerida a Marx por la lectura de Morgan. En efecto, en las páginas finales de Ancient society (1877) Morgan escribió: "La democracia en el gobierno, la fraternidad en la sociedad, la igualdad en los derechos y en los privilegios, y la educación universal, anuncian la siguiente etapa superior de la sociedad... Será una resurrección, en un plano superior, de la libertad, la igualdad y la fraternidad de las antiguas gentes". Marx y Engels parafrasearon en varias ocasio-nes este texto de Morgan.

53 Véase el libro de Stanley Diamond, In search of the pri-mitive: A critique of civilization (Transaction Books, Nueva York, 1974).

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Existe aquí una cuestión teórica, que es objeto pre-sente de un debate significativo entre investigadores de orientación marxista y no marxista, particularmente en relación al paso del feudalismo al capitalismo.54 La po-lémica gira, precisamente, alrededor del papel del mer-cado y de la expansión del mercado en el desarrollo capitalista. Sin embargo, en el cuadro de la teoría de Marx, la formación de un mercado mundial es, a la vez, una consecuencia y una causa del modo capitalista de producción. La concepción dialéctica del modo de pro-ducción tiene que considerar a la circulación como un aspecto del proceso de producción.

La contribución de Karl Polanyi al estudio de las so-ciedades precapitalistas se centra en el problema del mer-cado, o mejor dicho, en el problema suscitado por la ausencia generalizada del mercado.55 Su mayor influencia sobre la teoría de los modos de producción está relacio-nada con la descripción y el análisis de sociedades com-plejas que abarcaron vastos territorios, pero cuyas eco-nomías funcionaron sin recurrir al sistema de mercado.

5 4 Ya se mencionó la polémica sobre el libro de M. H. Dobb (véase la nota 48). Hay que agregar ahora la notable obra de I. Wallerstein, The modern world system; Capitalist agricul-ture and the origins of the european world economy in the six-teenth century (Academic Press, Nueva York. Londres, 1974).

5 5 De la siguiente selección de textos de Polanyi, los pá-rrafos 1 a 11 inclusive pertenecen al ensayo "The economy as instituted process", en el volumen Trade and market in the early empires: Economics in history and theory (Editado por Karl Polanyi, Conrad M. Arensberg y Harry W. Pearson; The Free Press, Glencoe, Illinois, 1957). Los párrafos 12 a 14 inclusive pertenecen al volumen Dahomey and the slave trade: An analysis of an archaic economy (University of Washington Press. 1966.). Los párrafos finales (15-16) proceden de The great transforma-tion: The political and economic origins of our time (Beacon Press, Boston, 1957).

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Los llamados sistemas de simetría y reciprocidad y de centralización y redistribución, forman parte del equipo conceptual de las ciencias sociales contemporáneas. Desde luego, su paternidad no es directamente atribuible a Polanyi, aunque este autor es de seguro, quien ha ejer-cido mayor efecto en su difusión contemporánea.56

56Los antecedentes más importantes del análisis de Polanyi se encuentran en autores como Rodbertus, Karl Bücher, Eduard Meyer y sobre todo, en Max Weber y Michael Rostovchev.

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Textos

(1) El término economía está compuesto de dos sig- nificados que llamaré sustantivo y formal, que tienen raíces independientes. El significado sustantivo de la economía deriva de la dependencia que tiene la vida del hombre con respecto a la naturaleza y a sus semejantes. Se refiere al intercambio con el medio natural y social en tanto que éste tiene que ver con la satisfacción de las necesidades materiales del hombre. El significado formal de la economía deriva del carácter lógico de las relacio- nes medios-fines. . . Se refiere a una situación definida. . . o sea, la que existe entre los usos diferentes [alternati- vos] que se pueden hacer de los medios frente a la es- casez de estos últimos. . . Las leyes [de la economía sus- tantiva] son las de la naturaleza; las [de la economía formal] están en la mente. . . Difieren entre sí como difie- ren la fuerza de un silogismo y el poder de la gravita- ción. . .

(2) La combinación de estos dos términos surgió. . . durante los dos últimos siglos en Europa occidental y América del Norte, cuando apareció una organización [particular] de la subsistencia humana. . . Esta forma de economía consiste de un sistema de mercado que fija los precios. Dado que los actos de intercambio que se reali- zan dentro de este sistema obligan a los participantes a efectuar decisiones inducidas por la escasez de medios,

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el sistema puede reducirse a un patrón que permite la aplicación de métodos basados en el significado formal de la economía. En tanto que la economía sea contro-lada por un sistema semejante, coincidirán en la prác-tica los significados formal y sustantivo. . .

(3) Sin embargo, los antropólogos, los sociólogos y los historiadores, en el transcurso de sus investigaciones sobre la posición de la economía en la sociedad humana, se enfrentan a una gran variedad de instituciones que son diferentes del sistema de mercado. . . Sus problemas no pueden ser atacados con la ayuda de un método analí- tico que surgió en relación a una forma especial de la economía caracterizada por la presencia de los elementos específicos del mercado. . .

(4) [En estas últimas condiciones] todos los bienes y servicios, incluyendo el uso del trabajo, de la tierra y del capital, pueden adquirirse en el mercado y, en con- secuencia, tienen un precio; todas las formas de ingreso derivan de la venta de bienes y servicios — el salario, la renta y el interés aparecen sólo como instancias diferen- tes del precio. . . La presencia general de la compra co- mo medio de adquisición convierte el proceso de satis- facer las necesidades en un proceso de utilizar un medio escaso, el dinero, para diferentes usos. . . [Sin embar- go], fuera del sistema de mercado [el análisis económico formal] pierde la mayor parte de su relevancia... por más que las leyes [de usos alternativos de medios esca- sos] sean universales. . . [Lo esencial es que estas deci- siones se realicen o dejen de realizarse en el marco de un sistema de mercado que fija los precios].

(5) El origen del concepto sustantivo se halla en la economía empírica. . . Su estudio debe comenzar por el proceso mediante el cual la economía adquiere unidad y estabilidad; esto es, por la interdependencia y recurrencia

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de sus partes... Encontramos que los patrones básicos [de esta integración] son los de reciprocidad, redistribu-ción e intercambio. La reciprocidad denota los movi-mientos entre puntos correlativos de agrupaciones simé-tricas; la redistribución designa los movimientos... hacia un centro y del centro [otra vez] hacia fuera; el inter-cambio se refiere a los movimientos que tienen lugar entre diferentes "manos" bajo un sistema de mercado. [Desde el punto de vista de la institucionalización de la economía, estos patrones suponen ciertas formas de or-ganización]. La reciprocidad asume la existencia de gru-pos dispuestos simétricamente; la redistribución depende de la presencia de un cierto grado de centralización del grupo; el intercambio.. . exige un sistema de mercado...

(6) Un grupo que organiza deliberadamente sus rela-ciones económicas sobre bases de reciprocidad tendría que dividirse en subgrupos. . . Los miembros del grupo A establecerían relaciones recíprocas con los correspon-dientes del grupo B y viceversa. Pero la simetría no se reduce a la dualidad. Tres, cuatro o más grupos pueden ser simétricos con respecto a dos o más ejes. Asimismo, los miembros de los grupos no necesitan relacionarse di-rectamente entre sí, sino que pueden hacerlo por medio de terceros con los que mantienen relaciones análogas. Por ejemplo, la responsabilidad de un hombre de Tro-briand es hacia la familia de su hermana; pero él mismo no recibe ayuda directa del esposo de su hermana, sino que la tiene del hermano de su propia mujer. La reci-procidad como una forma de integración incrementa su poder por medio del empleo de formas subordinadas de redistribución y de intercambio...

(7) La redistribución se presenta en grupos donde los bienes se concentran en una mano y desde ésta se hace la alocación en virtud de costumbres, de ley escrita o

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por decisiones ad hoc. A veces esto significa la concen-tración, el almacenaje y la distribución física de los bie-nes, pero otras veces significa simplemente la concentra-ción y distribución de los derechos sobre los bienes. La redistribución ocurre por muchas razones y en todos los niveles de desarrollo de la civilización, desde los cazado-res primitivos a los vastos sistemas de Egipto, Sumeria, Babilonia y Perú. En los países grandes las diferencias de suelo y clima pueden hacer necesaria la redistribución, y en otros la requieren las discrepancias en los momentos de cosecha y de consumo... En las sociedades moder-nas... la redistribución de la capacidad de compra... puede ser el resultado de ideologías sociales...

(8) Estas formas de integración [reciprocidad, redis- tribución, mercado] no representan estadios del desarro- llo, ni tampoco secuencias temporales. . . Pueden apa- recer como formas subordinadas en combinación con una dominante. . . [Sin embargo], las sociedades triba- les practican [principalmente] la reciprocidad y la re- distribución, mientras que las sociedades arcaicas son predominantemente redistributivas, dejando algún mar- gen para el mercado. . . La reciprocidad, que juega un papel dominante en algunas comunidades melanesias, se presenta asimismo de manera subordinada en los impe- rios arcaicos, donde el comercio exterior funcionaba, en gran medida, sobre el principio de reciprocidad. . . La redistribución. . . fue muy importante en el Imperio roma- no y actualmente comienza a serlo en algunos estados industriales... De manera semejante... el mercado ha jugado un papel decisivo en algunos momentos del pasa- do, aunque nunca en la escala territorial o con la inten- sidad institucional característica del siglo XIX...

(9) La influencia restrictiva del mercado en la inter- pretación de las instituciones del comercio y de la mo-

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neda, es muy grande. . . Cuando el comercio está dirigido por los precios y éstos son una función del mercado, todo el comercio aparece como comercio mercantil y toda moneda como moneda de intercambio. . . Pero tales nociones no son congruentes con los hechos de la an-tropología y de la historia. . . Desde el punto de vista sustantivo el comercio [sin mercado] es un método rela-tivamente pacífico [de muchas tribus] para adquirir bie-nes que no se encuentran en la localidad. .. El comercio se centra en el encuentro de comunidades diferentes... donde, a diferencia del mercado, no se generan propor-ciones de intercambio, sino que, por el contrario, el in-tercambio supone la existencia previa de estas propor-ciones. . . El motivo del lucro individual está ausente. . . Los procedimientos son esencialmente colectivos. . .

(10) Las sociedades arcaicas, en general, no conocen otra figura de comerciante que aquel que pertenece a la cúspide o bien al escalón inferior de la pirámide social. El primero está conectado con el gobierno, como lo re- quieren las condiciones políticas y militares del comercio; el segundo depende para su existencia de la ruda labor de transportar los productos. Este hecho es de gran im- portancia para comprender la organización del comer- cio en tiempos antiguos. . . [Existen, asimismo,] pueblos comerciantes, en los cuales una parte importante de la población para su subsistencia depende del comercio, como en Fenicia, Rodes, Cádiz, y en algunos períodos los armenios y judíos. . .

(11) En las condiciones de inexistencia de mercado, las importaciones y las exportaciones caen bajo regímenes diferentes. El proceso por medio del cual se reúnen los bienes para exportar está separado y es relativamente in- dependiente del de la distribución de los bienes impor- tados. El primero puede ser asunto de tributos, impuestos o reglas feudales. . . que afluyen a un centro, mientras

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que el reparto de lo importado sigue líneas diferentes. . . Encontramos tres tipos principales de comercio: de re-galos, de administración y de mercado. El comercio de regalos liga a los participantes en relaciones de recipro-cidad. . . y su organización es ceremonial. . . Los bie-nes son... objetos de la élite... El comercio administrado tiene su base en relaciones de tratados más o menos formales... y se mueve por canales controlados por el gobierno.. . Sus métodos son administrativos. . . e inclu-yen acuerdos sobre las "proporciones" del intercambio, facilidades portuarias, pesos, cualidad, [etc.]...

(12) El siglo XIX vio nacer dos conjuntos de acon-tecimientos. . . la Edad de la Máquina. . . y el sistema de mercado, que constituyó el ajuste inicial de la organiza-ción económica a tal desarrollo [tecnológico]. [Este ajuste,] era necesario para abrir el campo a los milagros tec-nológicos. .. El sistema de mercado quizá era la única forma de organizar el uso productivo de maquinaria cara y complicada.. . que requería asegurar una corriente continua de materias primas. . . y la venta de los pro-ductos. . . También la tierra y el trabajo tenían que ser organizados como seudomercancías a fin de asegurar su movilidad y la continuidad del abastecimiento. De esta manera, el hombre y su medio inevitablemente han lle-gado a ser gobernados por las mismas leyes que se aplican a las mercancías producidas para la venta. . . Bajo el sistema [generalizado] de mercado, la influencia de la economía sobre los procesos sociales es avasalladora. . .

(13) De esta manera, una invención relativamente reciente, el sistema de mercado, inhibe nuestra com-prensión de las sociedades donde no existía mercado de trabajo o de tierra. . . [También] bloquea. . . nuestra ca-pacidad de pensar otras formas de organizar la producción material.. . Los conceptos de la economía forma-

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dos para explicar un sistema de mercado de seguro dan resultados falseados cuando se aplican a otros marcos institucionales. . . ya que en las comunidades primitivas la reciprocidad es el rasgo vital de la economía, como en las economías arcaicas lo es la redistribución. En una escala menor, el patrón de subsistencia de la familia cam-pesina está en el hogar doméstico. Sin embargo, [todos estos rasgos] permanecen invisibles para el observador moderno, que busca los fenómenos económicos en tér-minos reductibles al mercado.

(14) La economía de Dahomey [por ejemplo] esta- ba basada en el equilibrio entre una administración re- distributiva y la libertad local mediada por un tejido de instituciones domésticas y de reciprocidad suplementarias por "mercados" locales [mercados como locus de inter- cambio, pero sin funciones de establecer precios]. Una agricultura planificada se combinaba con la libertad de cada aldea, y el comercio exterior administrado por el gobierno coexistía con los "mercados" locales, rehuyen- do un sistema de mercado. Esta sociedad arcaica poseía una sólida estructura, fundada en el respeto a las le- yes. . . y reforzada por las funciones de una moneda que no tenía que ver con el sistema de mercado. . .

(15) De ninguna manera debe pensarse, entonces, que los principios socioeconómicos de este tipo [reciprocidad- simetría y redistribución-centralización] están limitados a comunidades pequeñas y a métodos primitivos, y que una economía sin sistema de mercado y sin lucro tiene que ser necesariamente simple o sencilla. El Kula de Melane- sia occidental, basado en el principio de reciprocidad, constituye una de las transacciones más elaboradas cono- cidas por el hombre. La redistribución estaba presente, y en escala gigantesca, en la civilización de las pirámides. . . El reino de Hamurabi en Babilonia y particularmente el Imperio nuevo de Egipto fueron despotismos centraliza-

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dos de tipo burocrático fundados [en la redistribu-ción]. . . La redistribución [en gran escala] no está re-ducida a las economías sin dinero. De hecho, todos los imperios arcaicos hicieron uso de moneda metálica para el pago de impuestos y salarios, pero dependieron para todo lo demás en los pagos en especie procedente de los graneros y almacenes [del Estado], desde los cuales se distribuían los bienes más diversos para el uso y con-sumo principalmente de los sectores no productivos de la población, como funcionarios, militares y clases ociosas. Este fue el sistema practicado en la China antigua, en el imperio de los Incas, en los reinos de la India y también en Babilonia. En éstas y en muchas otras civilizaciones que lograron vastos avances económicos, se llegó a una división del trabajo muy elaborada por medio de los mecanismos de redistribución...

(16) La redistribución tiende a entretejer el sistema propiamente económico con las relaciones sociales. Como regla general encontramos que el proceso de redistribu-ción forma parte del régimen político, sea éste tribal, de ciudad-estado, despótico o feudal. . . La producción y la circulación de bienes están organizadas principalmente por medio de la colección, almacenaje y redistribución. . . localizadas en el jefe, el templo, el déspota o el señor...

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V. PREOBRAYENSKI

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La Teoría de la Acumulación

Socialista Primitiva

Han pasado sesenta años del triunfo de la primera revo-lución socialista y más de treinta desde que se implan-taron regímenes socialistas en varios países del este de Europa y del oriente asiático. A pesar de esto, todavía no existe, en sentido estricto, una teoría del modo socia-lista de producción.

El fenómeno es tanto más extraño cuando se piensa que Adam Smith y los economistas clásicos desa-rrollaron su teorías sobre el capitalismo en los mismos comienzos de la Revolución Industrial, y que poco des-pués Marx expuso su análisis crítico del modo capita-lista de producción.

El aparente desinterés de los marxistas modernos por la aplicación a los sistemas socialistas de la teoría de los modos de producción, está íntimamente relacionado con el largo y tenaz predominio del stalinismo en la Unión Soviética, en sus países dependientes y en el movimiento comunista internacional. El terrorismo burocrático impi-dió y suprimió cualquier análisis marxista de las formas socioeconómicas que aparecían en los países socialistas y aplastó cualquier discusión seria sobre ellas. En el lugar

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del análisis y de la crítica marxista el stalinismo ha im-puesto una serie de recitales ritualizados de dogmas.57

No existe tampoco, por eso mismo, un estudio mar-xista riguroso de las condiciones sociales y económicas que hicieron posible el stalinismo. La explicación sobre el "culto a la personalidad" que ofreció Kruschev, secre-tario general del Partido Comunista Soviético, es ridícula. En el cuadro de la teoría marxista no es posible confun-dir el efecto (Stalin) con las causas (los fundamentos económicos y sociales). La superestructura ideológica y política que representa el stalinismo no puede ser explica-da de otra manera, en términos marxistas, que por medio del análisis de las estructuras económicas y sociales que la originaron, que la sustentan y que siguen permitiendo su reproducción dentro y fuera de los países socialistas.

La importancia mayor de la obra de Preobrayenski58

consiste, precisamente, en que pone al descubierto y ana-liza con método marxista el conjunto de causas socioeco-

57 Esta mistificación del marxismo ha permitido, por un lado, que el formalismo académico aparezca a veces como una verdadera crítica del socialismo, y por otro lado que los informes administrativos de la burocracia gobernante se confundan con el examen marxista de la evolución de los sistemas socialistas. Desde este punto de vista, el mayor éxito de la represión stali-nista, que trasciende con mucho las fronteras de la Unión So-viética y de sus países dependientes, ha consistido en asimilar la crítica marxiana con las posiciones antisocialistas. Las excepcio-nes a esta regla son, por ahora, China y Yugoslavia, aunque los Partidos comunistas del occidente europeo parecen haber acep-tado, por fin, la necesidad de asumir la crítica del socialismo subdesarrollado y deformado del este de Europa.

58 Eugenio Preobrayenski fue ejecutado en la purga de 1937, pero desde mucho antes sus obras habían desaparecido de la circulación y de las bibliotecas. Militante bolchevique desde 1903, tuvo un papel destacado en la Revolución soviética y en la guerra civil. En 1920 fue uno do los tres miembros del Se-cretariado del Partido. Perteneció a la oposición y fue, después de Trotski, su teórico más importante. Al ser detenido durante la gran liquidación de la Vieja Guardia bolchevique, Preobra-yenski rehusó unirse a las confesiones públicas de culpabilidad

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nómicas y de circunstancias históricas que dieron un ca-rácter especial al socialismo soviético. El papel central en la interpretación de Preobrayenski lo ocupa su teoría del proceso de la acumulación socialista primitiva, sobre la cual es necesario dar algunas explicaciones prelimina-res a la lectura de los textos seleccionados.59

Por lo general, hasta la Primera Guerra Mundial los marxistas europeos habían sostenido la concepción de que el tránsito hacia el socialismo tendría lugar, nece-sariamente, en los países capitalistas más avanzados. La primera revolución victoriosa se produjo, por el contra-rio, en un país cuya población estaba constituida casi exclusivamente por campesinos (más del 80 por ciento) que acababan de salir del régimen de servidumbre. La clase obrera era reducida en número y tenía todavía sus raíces en las aldeas, pero estaba concentrada en grandes empresas industriales, lo que favorecía su organización y la fuerza de su impacto político. El país vivía bajo un sistema de despotismo oriental y carecía de toda expe-riencia de vida democrática, pero tenía una larga y vio-lenta tradición revolucionaria.

Dicho de otra manera, estaban ausentes del Imperio zarista prácticamente todas aquellas condiciones objeti-vas para el socialismo que los marxistas habían analizado

y fue ejecutado en secreto. El estudio más completo sobre estos acontecimientos es, probablemente, el de Robert Conquest, The great terror: Stalin's purge of the thirties (MacMillan, Nueva York, 1968). Es importante también el volumen de Georges Haupt y Jeán-Jacques Marie, Los bolcheviques (Era, México, 1942).

59 Los textos proceden del volumen de E. Preobrayenski, The new economics (Oxford, 1965), traducido por B. Pearce con una introducción de A. Nove. Había aparecido originalmente en ruso, editado en Moscú, 1926, por la Academia Comunista. Existe también una versión al español de la Editorial Era, México.

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con tanto rigor teórico: predominio de la gran industria; rápida capitalización de la agricultura; polarización cre-ciente de la lucha de clases entre asalariados y capitalis-tas, etc. De ahí que Lenin y sus compañeros albergaran pocas esperanzas no ya de construir un sistema socialista en Rusia, sino aun de mantenerse en el poder conquis-tado. Los bolcheviques ponían su confianza en la oleada revolucionaria del centro y del occidente de Europa. La clase obrera triunfante de otros países industrializados vendría, finalmente, en ayuda de la atrasada Unión So-viética para permitirle edificar el socialismo.60

No fue así, por supuesto. A comienzos de la década de 1920 los bolcheviques se encontraron aislados y frente al triple problema de derrotar a las fuerzas reaccionarias del interior, defenderse del cerco y de la agresión económica y militar del capitalismo, y comenzar la cons-trucción de un sistema socialista a partir de las rudimen-tarias bases económicas y técnicas heredadas del zarismo. Pero aun estos fundamentos tan precarios habían sido casi totalmente destruidos durante la guerra civil: la pro-ducción industrial llegó a bajar a un diez por ciento res-pecto a la de anteguerra; se extinguieron los escasos brotes del capitalismo en el campo, y el aparato técnico y administrativo nacional quedó desmantelado.

La acumulación de capital para restablecer la base económica del estado soviético no podía realizarse más que a partir de la agricultura y complementarse con la producción artesanal y las empresas privadas pequeñas y grandes. Este proceso, que supuso la explotación eco-nómica de la esfera no socialista por parte de la economía estatal, fue denominado por Preobrayenski acumulación

60La historia más completa y mejor documentada de este periodo es la de E. H. Carr: The bolshevik revolution, 1917-1923 (3 vols., Pelican, Londres, 1966) y The interregnum: 1923-1924 (Pelicar., Londres, 1969).

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socialista primitiva. El término quizá no es muy feliz, aun-que sugiere inmediatamente las posibilidades teóricas y prácticas de una comparación sistemática con el proceso histórico de la acumulación capitalista primitiva. Sólo después de terminado este proceso, el llamado período de transición, la acumulación socialista podría entrar en la fase de la reproducción ampliada dentro de su propia esfera y comenzar la tarea de transformar a fondo el resto de la economía y de la sociedad nacional.

La tesis del "socialismo en un solo país", 61 de un socialismo subdesarrollado y construido inicialmente a partir de la explotación de los campesinos, suponía tre-mendas dificultades económicas y también obstáculos y riesgos políticos muy graves. De hecho, los bolcheviques ensayaron varios caminos. En la fase del "comunismo de guerra" se recurrió a las requisas obligatorias de los pro-ductos agrícolas. Los campesinos contestaron reduciendo la producción y el hambre reinó en las ciudades y en el campo. En la fase de la NEP (Nueva Política Económi-ca) se permitió a los campesinos vender libremente al menos una parte considerable de sus productos. Las cosechas fueron buenas y los precios altos, pero los obreros sufrieron las consecuencias, sobre todo un des-censo de sus salarios reales.

Por otra parte, la acumulación socialista fue casi inexistente y creció peligrosamente el sector privado de la economía. En el campo se acentuó y aumentó la estrati-ficación social; los kulaks (campesinos que empleaban trabajo asalariado) aparecieron como el grupo domi-nante. Los obreros continuaron abandonando la indus-tria paralizada y regresando a las aldeas. La base social

6 1 De nuevo, la mejor historia de este periodo es la de E. K. Carr: Socialism in one country, 1924-1926 (3 vols., Pelican. Londres, 1970).

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del poder soviético, o sea, la alianza de los trabajadores urbanos con los campesinos pobres se desmoronaba.

En semejante coyuntura, las conclusiones del estudio de Preobrayenski suponían el abandono inmediato de la NEP y el reforzamiento de la acumulación socialista pri-mitiva, a fin de acelerar el proceso de restauración de la industria y el comienzo de su expansión a ritmo rápido. Resultaba evidente que la realización de esta política exigía el reforzamiento del poder del Estado sobre todos los ámbitos de la vida social y, al mismo tiempo, la im-posición de una severa dictadura sobre el campesinado. Los críticos de Preobrayenski objetaron, sobre todo, es-tas inevitables implicaciones políticas.

Bujarin, en particular, denunció las tesis de Preobra-yenski como una tentativa de romper la alianza obrero-campesina, fundamento del poder soviético. Frente a la política de la industrialización acelerada de Preobra-yensky, Bujarin propuso la "andadura del caracol" para la industria y lanzó la consigna de "enriqueceos" a los campesinos. La polémica, tanto en sus aspectos econó-micos y técnicos como en los políticos, incluyó a la tota-lidad de los viejos bolcheviques, con la notable excepción de Stalin que se mantuvo cautelosamente al margen.62

62Los textos más importantes de esta polémica se encuentran ahora publicados: Véase principalmente, además del libro de Preobrayenski, La quest ion paysanne en URSS: 1924-1929, de Bujarin, Kamenev, Preobrayenski y Trotski (Maspero, París, 1973) y Le debut soviét ique sur la loi de la valeur (Maspero, París, 1972). de Trotski, Preobrayensky, Bujarin, Lapidus y Os-trovitianov.

Deben consultarse además, las partes pertinentes de algunos estudios contemporáneos, en part icular los de Maurice Dobb, Soviet economie development since 1917 (Routledge and Kegan Paul. Londres, 1966, sexta edición); Alexander Baykov, The development of the soviet economic system (Cambridge, 1970) y Alec Nove, An economic history of the URSS (Penguin Press, Londres, 1969). El volumen de Alexander Erlich, The soviet industrialization debate 1924-1928 (Harvard, 1967) trata más específicamente del problema.

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Sin embargo, la obra más importante y original es, sin lu-gar a dudas, la de Preobrayenski.

Las raíces sociales y económicas del stalinismo se ha-llan, precisamente, en la solución final del debate; la industrialización a toda velocidad y a cualquier precio, y la colectivización obligatoria de la agricultura. Esta política supuso la explotación sin restricciones de todas las capas sociales soviéticas, en particular del campesinado pero también de la clase obrera. Asimismo, supuso la substitución del poder de los soviets por el despotismo de una burocracia política y tecnoadministrativa, que se con-virtió rápidamente en la nueva clase dominante.63

El análisis de Preobrayenski hacía posible la pre-dicción de estas tendencias funestas de la economía, de la sociedad y del sistema político soviético. Pero la acep-tación de sus conclusiones las hacía también inevitables. Stalin, al menos, así lo entendió al aceptar de manera rigurosa e implacable todas las consecuencias, aun las más imprevistas y extremas, de la tesis de la industrializa-ción acelerada. La discusión sobre si existían o no otras alternativas, además de la propuesta por Bujarin que pa-recía significar la restauración del capitalismo, mantiene todavía toda su relevancia.64

63 Véase el volumen De la bureaucratie (Maspero, París, 1971), de Preobrayenski, Trotski y Rakovski. Debe decirse, de todas maneras, que la mayoría de los viejos bolcheviques nunca a c e p t ó l a i d e a d e q u e l a b u r o c r a c i a s o v i é t i c a s e e s t a b a c o n v i r - tiendo en una nueva clase dominante. La polémica sobre las re - laciones entre burocracia estatal y clase dominante se ha desa - rrol lado hasta ahora, principalmente, alrededor del modo asiá - t ico de producción.

64 Desde este punto de vista, la experiencia china cobr a todavía mayor signif icación. Los comunistas chinos parecen dis - puestos a evi tar la repet ición del fenómeno soviét ico. Así lo indica la prioridad dada a los campesinos, la negativa a acelerar la industrialización a la manera soviética y las fr ecuentes cam - pañas antiburocráticas. Sin embargo, esta cuestión debe quedar f u e r a d e l p r e s e n t e v o l u m e n , e n e s p e r a d e a l g ú n e s t u d i o i m p o r - tante sobre la nueva formación socioeconómica china.

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Textos

(1) Para comprender la fase actual de desarrollo de la economía soviética resulta muy útil practicar una com-paración sistemática entre los primeros pasos del socia-lismo y los del modo capitalista de producción... [Éste] surgió y se desarrolló en el seno de la sociedad feudal. . . desintegrada parcialmente por la economía mercantil... De esta manera, el capitalismo pasó su período de acumu-lación primitiva en la era del absolutismo político, de la producción de mercancías simples y de las relaciones feu-dales y serviles... El sistema socialista, por el contrario, comienza con la toma del poder por el proletariado, ya que. . . su complejo económico no puede construirse molecularmente dentro del mundo capitalista. . . y sólo puede aparecer como resultado de la ruptura total del viejo sistema...

(2) Para comenzar la acumulación capitalista son ne-cesarios los siguientes prerrequisitos: 1) acumulación pre-liminar de capital en manos privadas, suficiente para aplicar una tecnología superior o bien un grado mayor de división del trabajo con la misma tecnología; 2) pre-sencia de una capa de trabajadores asalariados; 3) siste-ma mercantil suficientemente desarrollado para servir de base a la producción capitalista de mercancías y a la acumulación. . . Para que el capitalismo pudiera demos-trar sus ventajas sobre la producción artesanal. . . resultó

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necesario un período de prolongada explotación de la pe-queña producción. De la misma manera... la economía socialista no podrá mostrar sus ventajas. .. sino después de que la economía soviética haya pasado el período de la acumulación primitiva. Se requiere [para ello]: 1) que la economía del Estado alcance el nivel de la tecnología capitalista. . . 2) que se transforme su base técnica, or-ganizando científicamente el trabajo y planificando la totalidad de la economía. . . 3) que se asegure el avance global de la totalidad del complejo económico y no sólo el de algunas partes.. .

(3) La nacionalización de lo que ha sido acumulado por el capitalismo no hace más que comenzar el período de la acumulación socialista primaria... Esta acumulación puede desarrollarse sólo después de la conquista del poder por el proletariado. . . Por acumulación socialista enten- demos el agregar a los medios de producción un exceden- te. . . que ha sido creado dentro de la economía socialista y que no se distribuye entre los agentes de la producción y el estado socialista sino que sirve para la reproducción ampliada. La acumulación socialista primitiva, en cam- bio, significa la acumulación en manos del Estado de los recursos materiales procedentes principal o parcial- mente de fuentes que están fuera del complejo económico estatal.

(4) La acumulación [socialista primitiva] debe jugar un papel extremadamente importante en un país agrario atrasado, apresurando. . . la llegada del momento de la reconstrucción técnica y científica de la economía esta- tal. . . y de su superioridad sobre el capitalismo. .. Es cierto que [esta] acumulación tiene lugar, asimismo, so- bre la base de la producción de la economía estatal. . . pero lo que predomina es la acumulación a expensas de la esfera no estatal. . . Este período tiene rasgos y leyes especiales. La ley fundamental de nuestra economía so-

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viética, que está ahora atravesando este período, es la ley de la acumulación socialista primitiva. . . y a ella se subordinan todos los procesos básicos de la vida econó-mica en la esfera de la economía estatal. Esta ley modifica y en parte elimina la ley del valor y las leyes del mercado capitalista... En conflicto con la ley del valor, la ley de la acumulación socialista primitiva determina la distribución de los medios de producción y de la fuerza de trabajo, así como la cantidad del producto excedente del país que es apropiado para la reproducción socialista ampliada.. .

(5) Esta apropiación. . . del producto excedente de las formas económicas no socialistas [por medio] de los impuestos. . . inevitablemente juega un papel muy gran- de y decisivo. . . en países agrarios como la Unión Sovié- tica. . . [Aquí], con una economía generalmente atrasa- da y arruinada [por la guerra] tenemos que pasar por un período. . . muy libre de extracción de recursos de las formas económicas presocialistas. . . La idea de que la economía socialista puede desarrollarse. .. sin tocar los recursos de la economía pequeño-burguesa (incluyendo la campesina) es una utopía reaccionaria. . . La tarea del Estado. . . no consiste en tomar [de ella] menos de lo que tomaba el capitalismo, sino en tomar más.. .

(6) Consideremos ahora. . . los efectos de la política de precios. . . y del sistema de intercambio [comercio in- terno]. Tenemos que distinguir: 1) el intercambio en el sector mismo de la economía estatal; 2) el intercambio en el sector de la economía privada; 3) el intercambio en- tre el sector estatal y el privado. En la primera división. . . no hay tareas para la acumulación socialista. . . excepto la de rebajar los costos del proceso de circulación. . . eli- minando sistemáticamente las sanguijuelas de la acumula- ción capitalista. . . En la segunda división. . . será posible realizar acumulación socialista. . . cuando los órganos del

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Estado y las cooperativas realicen el comercio con los consumidores de la producción no sólo de los campe-sinos sino de los artesanos y empresarios privados. . . [Esta lucha] con el sector del comercio privado. . . signi-fica pasar la acumulación del fondo de un sistema eco-nómico al otro. . .

(7) La tercera división, o sea el intercambio entre la economía estatal y la economía privada, constituye el punto donde la acumulación socialista enfrenta tareas. . . [tipificadas] por la alimentación de la economía estatal a expensas de la esfera no socialista. . . Consideremos primero. . . el movimiento de la masa de mercancías pro- ducidas por la industria estatal hacia la esfera no socia- lista. . . Aquí, desde el punto de vista de la acumulación socialista, las tareas consisten. . . en reducir los costos de la circulación. . . y en eliminar el comercio privado. . . La segunda tarea es de mayor importancia, porque es parte de la lucha entre dos sistemas mutuamente hostiles para tomar el producto excedente de la economía esta- tal. . . y hay que evitar que el capitalismo expropie. . . este producto del sector socialista. . . En cuanto al mo- vimiento de valores desde la economía privada al sector estatal. . . la lucha es de los órganos del Estado para apo- derarse del producto excedente de la economía privada. . . [sobre todo] eliminando los intermediarios entre ésta y los campesinos. . .

(8) Por lo que toca al comercio exterior. . . el mo- nopolio [estatal] tiene excepcional importancia, primero porque en sí mismo es uno de los órganos de la acumula- ción socialista; segundo. . . porque es el punto central en la lucha contra la ley del valor del mundo capitalista. . . y tercero porque es uno de los principales instrumentos para regular la economía global de la Unión Soviética. . . Así como la economía campesina produzca más. .. y se incrementen los lazos comerciales entre nuestra econo-

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mía y la mundial, aumentarán las exportaciones [agríco-las]. . . Esto significa un aumento en las posibilidades de acumulación socialista a partir del ingreso de la eco-nomía campesina. , . Los impuestos a las importaciones de instrumentos de producción [y de materia prima] pa-ra la industria estatal representan una mera transferen-cia de un bolsillo del Estado a otro. . . pero cuando se aplican a la industria privada. . . representan una deduc-ción del ingreso de las masas consumidoras. . . aunque. . . habrá un incremento en los ingresos y en la acumulación estatal. . .

(9) [La política de precios] es de suma importancia no sólo para la acumulación socialista sino también para el curso normal de la producción. . . tiene mucha impor- tancia para la economía campesina y, finalmente, afecta las relaciones políticas entre el proletariado y el cam- pesino. . . La cuestión teórica fundamental que debe ser contestada es la siguiente: ¿es posible, en general, el in- tercambio equivalente entre la economía estatal y la esfera no socialista? Existen tres posibilidades. En la pri- mera, la economía estatal recibe menos valor del que da a la esfera no socialista. . . Se origina entonces una des- composición continua de la producción socialista. . . Si se convirtiera en un sistema, esto significaría la disipación gradual de la gran industria y el triunfo de la pequeña producción. . .

(10) En la segunda posibilidad... los precios están calculados de tal manera. . . que entre la industria estatal y la economía privada existe intercambio de equivalentes; esto es, ningún sistema explota al otro. . . Considerar esta situación como normal es suponer que el sistema socialis- ta y la producción privada de mercancías, incluidos en una economía nacional, pueden existir lado a lado sobre la base de un completo equilibrio económico. Esto no es posible, ya que un sistema debe expulsar al otro. . . Si el

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capitalismo es movimiento, el socialismo es movimiento todavía más rápido. . . y está obligado a intensificar la acumulación a expensas de la esfera no socialista. Uno de los medios mas importantes para esta acumulación. . . es el intercambio no equivalente de valores. . .

(11) En la tercera posibilidad, que no sólo es posible sino inevitable bajo nuestras condiciones, la política de precios debe ser conscientemente calculada para subs-traer una cierta parte del producto excedente de la eco-nomía privada en todas su formas. Semejante política es posible porque la economía estatal del proletariado surge históricamente sobre la base del capitalismo monopolis-ta. . . La concentración de toda la gran industria del país en manos de una sola empresa, el Estado obrero, aumen-ta enormemente las posibilidades de. . . aplicar una po-lítica monopólica de precios, que es otra forma de gravar a la economía privada. . . No mencionaré aquí las difi-cultades de tipo político que resultan [de esta política] entre la clase obrera y el campesinado, y que a menudo nos obligan a hablar de intercambio equivalente a pe-sar de que en las condiciones de socialización de la gran industria esto es una utopía mayor que en las condicio-nes del capitalismo monopolista. . .

(12) Consideremos ahora la acumulación desde la ba-se productiva, o sea, del incremento de los valores crea-dos sobre el fundamento de la reproducción ampliada dentro del mismo sistema. . . La fuente de la acumula-ción capitalista. . . es la explotación de la fuerza de tra-bajo. . . [El proceso] está suficiente y vividamente des-crito en el Capital y es bien conocido... La acumulación socialista comienza sólo después de la revolución prole-taria. . . No sabemos cuál será el costo de la conquista del poder en otros países, pero en el nuestro costó tanto que la acumulación sobre la base de la producción no co-menzó en seguida. Fue precedida por un período en que

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el valor total creado en el sector estatal. . . no era mayor sino menor que el costo de la producción. . . Pero una economía de esta clase no puede durar... Sin embargo, la acumulación comenzó no con un incremento en el fondo anual del producto excedente de la economía estatal, sino con una reducción del déficit anual. . . Los recursos para esta restauración. . . procedían de la esfera no socialista. . .

(13) Cuanto más económicamente atrasado, pequeño burgués y campesino, sea el país que adopte la organiza- ción socialista de la producción, y cuanto más pequeña sea la herencia recibida por el fondo de acumulación so- cialista. . . tanto más la acumulación socialista se verá obligada a alinear parte del excedente del producto de las formas económicas presocialistas y tanto menor será el peso relativo de la acumulación sobre su propia base pro- ductiva. . . [La ventaja mayor] de la economía estatal. . . consiste en su capacidad de actuar como un complejo unificado y organizado. . . y de dirigir el conjunto de la economía estatal como una sola entidad...

(14) Entendemos por ley de la acumulación socialista primitiva la suma total de las tendencias conscientes y semiespontáneas de la economía estatal que se dirigen hacia la expansión y consolidación de la organización co- lectiva del trabajo en la economía soviética y que son dictadas por el Estado soviético sobre la base de la nece- sidad: 1) La determinación de las proporciones en la distribución de las fuerzas productivas, establecidas sobre la base de la lucha contra la ley del valor dentro y fuera del país, y que tiene como objetivo la tarea de alcanzar el óptimo de la reproducción socialista ampliada... 2) La determinación de las proporciones en la acumula- ción de recursos materiales para la reproducción amplia- da, especialmente a expensas de la economía privada. . .

La Articulación de Modos de Producción Bajo el Sistema Socialista

Los textos que siguen proceden de la respuesta de Preobra-yenski a sus críticos, en particular a Bujarin65 que era el más considerable e inteligente de todos ellos. Como efecto de la polémica, que en este tiempo se había hecho extre-madamente dura, el análisis de Preobrayenski se hace más profundo y sus ideas más explícitas y aceradas. El interés mayor de la respuesta consiste en su planteamiento del problema de la articulación entre diferentes modos de producción bajo las condiciones del predominio político, pero todavía no económico, del socialismo.

La cuestión de las características reales de un siste-ma socialista era un problema inédito para la teoría mar-xista. En buena medida sigue siéndolo, pese a la polé-mica de los viejos bolcheviques durante las décadas de 1920 y 1930.66

Marx había expresado sobre el asunto algunos co-mentarios escasos y breves, que quizá pueden agruparse

65 Aparecen como Apéndice en la publicación en inglés de The new economics (edición citada).

66 La discusión se prolongó por varios años fuera de la Unión Soviética, especialmente entre los grupos de oposición a Stalin. Entre las publicaciones importantes de este periodo están las de Karl Korsch, Bruno Rizzi, James Burnham, Schachtman, Amadeo Bordiga, etc.

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en las tres categorías siguientes. La primera agruparía a las previsiones históricas, que se desprenden de las ten-dencias propias del modo capitalista de producción, tales como la importancia creciente de la ciencia y de sus apli-caciones técnicas a la producción; la expansión de la maquinización de la industria; la concentración monopó-lica de las empresas privadas; la invasión de la agricul-tura por el capitalismo y por la organización industrial etc. La segunda categoría incluiría ciertas derivaciones de la crítica filosófica de Marx, en particular las que se refieren a la alienación humana a través de la alienación del trabajo para producir mercancías; la escisión entre el trabajo intelectual y el manual, lo mismo que entre los gobernantes y gobernados, etc. Finalmente, debe con-siderarse la proyección utópica al socialismo de las ideas de Marx sobre la sociedad primitiva.

Sin embargo, cuando Preobrayenski escribe su libro, siete años después del triunfo de la revolución soviética, ya se ha apagado el resplandor de la utopía marxista. Los problemas fundamentales que preocupan a los bolchevi-ques son los de la supervivencia del experimento socia-lista. Es cierto que Preobrayenski trató de separar, tan cuidadosamente como le resultó posible, la validez teó-rica de su análisis y las implicaciones prácticas para la política del Estado y del Partido. No es difícil pensar, incluso, que Preobrayenski retrocedió ante la perspectiva de la dictadura burocrática, totalitaria y terrorista que Stalin no vaciló en imponer. Sabemos, al menos, que Preobrayenski rechazó las confesiones públicas de sus ca-maradas de la Vieja Guardia y prefirió la muerte en silencio.67

67 La burocracia soviética, de manera sigilosa, comenzó la rehabilitación de la Vieja Guardia a partir del discurso de Kru-chev denunciando las "ilegalidades" de Stalin. Sin embargo, no se ha iniciado la rehabilitación de sus ideas y de sus críticas, ni tampoco la de los marxístas no soviéticos que fueron también victimados, física o intelectualmente, por las purgas stalinistas.

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Textos

(15) Nuestra economía soviética está dividida entre el sector estatal y el privado. Cada sector tiene su propio y particular tipo de regularidad en el desarrollo. Pero ambos forman parte integrante del organismo unificado de la economía global de la Unión. Resulta necesario para los propósitos de un análisis teórico, como cuestión de método, examinar por separado cada una de estas regularidades y explicar cómo se obtiene la resultante que nos ofrece la vida real. Sin embargo, las tendencias del desarrollo de la economía estatal deben examinarse en su forma pura; esto es, deben analizarse como si... no en-contraran resistencia en el sector privado, o sea, que hay que analizarlas. . . en su forma óptima. Este es el único método correcto, el que heredamos de Marx. ..

(16) La Revolución de Octubre significó la entrada de la humanidad, en un sector del globo, a un nuevo tipo de economía... que está tomando forma, luchando por su existencia, consolidándose y desarrollando una serie de regularidades que son únicas y le son propias. La base de esta nueva economía, que rompe las leyes de la economía de mercado y las transforma, es la economía estatal del proletariado... [En su lucha] tiene que expandirse, subordinar las formas presocialistas en unos casos, en otros adaptarlas y en otros absorberlas... En el estadio

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actual esto significa acelerar tanto como sea posible [el desarrollo de la industria estatal]...

(17) Este proceso de ampliar y consolidar la econo- mía estatal puede realizarse con su propias fuerzas y re- cursos. . . y también a expensas del sector privado (in- cluyendo la economía campesina) . . . ¿Podría ser de otra manera? Expresando el problema en términos más com- prensibles: ¿es posible colocar el peso total de la recons- trucción técnica y del desarrollo de la industria estatal sobre las espaldas de nuestros tres millones de trabajado- res, o bien el peso debe repartirse con los veintidós mi- llones de hogares campesinos? La experiencia. . . de los siete años de revolución responde y continúa respondien- do afirmativamente. Las cosas no podrán ser diferentes en el futuro. Puesto que es inevitable que la expansión de la economía estatal se realice también a expensas del sector privado, debemos aclarar por medio de qué cana- les se moverán los recursos y cuáles serán las tendencias de la economía estatal. . . [Pero esto último tiene que hacerse] tomando las formas puras, es decir, haciendo abs- tracción de la resistencia del sector privado...

(18) El primer ataque del camarada Bujarin parte. . . de mi fórmula de la ley de la acumulación socialista, en la que utilizo los términos de "explotación" y "colonia". . . [Lo que yo afirmo] es que el intercambio no equivalente continuará existiendo en las relaciones generales entre las formas presocialistas y socialistas de la economía. En otras palabras, no es que la economía campesina se en- cuentre en la posición de una colonia, sino que todas las colonias se encuentran en la posición de una economía campesina y pequeño burguesa en la medida en que [am- bas] son económicamente atrasadas. . . Al admitir. . . el hecho y la inevitabilidad del intercambio no equivalente con la economía privada en beneficio de la economía es- tatal. . . [es posible] hablar, como yo lo hago, de la

explotación de las formas presocialistas.. . Comprendo las consideraciones políticas que influyen sobre el ataque del camarada Bujarin... pero desde el punto de vista científico sus objeciones carecen de substancia y recuer-dan la indignación de los populistas cuando los marxistas científicos aplicaron el término "pequeño burgués" a los campesinos...

(19) Sin embargo.. . en ningún lugar yo hablo de ex-plotación del campesinado por el proletariado. . . porque la explotación de la pequeña producción por el so-cialismo no implica necesariamente la explotación de los pequeños productores por el proletariado. . . La economía campesina no es una colonia de la industria estatal, sino un participante en la reproducción socialista ampliada. El obrero no explota al campesino, sino que colabora con él en las deducciones hechas [a todos] para poder expandir la reproducción. . . Sin embargo, resulta obvio que un sistema explota al otro. . . Si al camarada Bujarin [le molesta] el término explotación... estoy de acuerdo en suprimirlo. . . Pero que recuerde las palabras de Lenin sobre la lucha entre dos sistemas: "la fuerza puede ser usada... por una clase avanzada y sobre la base de los principios más altos del orden socialista"...

(20) Escribí en mi artículo sobre el hecho de que la forma socialista de la economía no puede sobrevivir, si está rodeada de la producción privada de mercancías, sobre la base de la coexistencia pacífica... La existencia misma de estos dos sistemas, aunque estén incluidos en el sistema unificado de un país, conduce inevitablemente sea al dominio de la producción socialista... o a su disolución ante las fuerzas elementales de la economía de mercado. El término "devorar" que utilicé significa, en este contexto, la victoria de un sistema sobre el otro. . . Nuestro capitalismo interno, con su base en la producción de mercancías simples, es ahora una unidad que

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hemos separado de la economía capitalista mundial. . . y sujetado a un ataque apoyado. . . por el poder total y armado del Estado. . . ¿Qué ocurriría de lo contrario. .. si no es que [veríamos] el entierro del primer experimento industrial socialista?...

(21) El camarada Bujarin. . . me atribuye un plan. . . para el desarrollo de granjas estatales destinadas a "de- vorar" la economía campesina en condiciones de una ofensiva general del proletariado contra el campo. . . Na- da he dicho [que se asemeje a esto], ni tampoco sobre el problema de socializar la economía campesina. . . [Por lo que se refiere] a la cooperación rural, ésta puede progresar sólo con la ayuda financiera de una clase de- terminada. . . ¿De dónde provendrían los medios? Hay 22 millones de hogares campesinos en la Unión Soviética. . . y se necesitarían miles de millones de rublos para produ- cir algún efecto serio en la economía campesina. . . ¿De dónde puede obtener estos recursos el Estado. . . cuando la restauración del capital fijo de la industria y la ex pansión del capital circulante al nivel de la anteguerra [exigen todos los recursos disponibles durante los pró- ximos años]?. . . Hasta no completar el período de la acumulación socialista primitiva... no podemos hacer algo semejante. . .

(22) En un sistema desarrollado de sociedad comu- nista no habrá ni clases ni Estado. . . Pero en la primera fase, o sea en el estadio inferior. . . aunque no habrá cla- ses, aunque todos los medios de producción estarán so- cializados, permanecerá sin embargo el derecho burgués en el sistema de distribución y la institución estatal no habrá sido completamente liquidada.. . Yo considero que el socialismo desarrollado irá precedido de un socialismo subdesarrollado, caracterizado por el hecho de que con- tendrá restos de lo viejo, entre los cuales el más impor- tante será la socialización incompleta de los medios de

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producción. Esto significa la existencia de supervivencias del modo pequeño burgués de producción y, consecuen-temente, la presencia de dos clases, obreros y campesi-nos. . . ¿Podemos llamar socialista a esta fase? Induda-blemente sí, porque en tal sistema el socialismo es el modo dominante de producción. De otra manera, no po-dríamos aplicar el término capitalista a la Gran Bretaña, Alemania, Estados Unidos, etc., de hoy día, ya que cada uno de estos países encontramos supervivencias muy significativas del modo pequeño burgués de producción. El capitalismo puro existe sólo en el Capital de Marx.

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Para una Discusión

Programática

Si la economía política constituye, en efecto, la anatomía de la sociedad civil, no hay duda que la teoría de los modos de producción-formaciones socioeconómicas es un instrumento esencial de las ciencias sociales y quizá su herramienta más indispensable. Esta declaración no debe aceptarse de manera dogmática, sino que debe recibirse estrictamente como una proposición científica. Es decir, como algo que puede ser afirmado, puesto en duda, negado y sometido a prueba en cada caso, exactamente como hicieron los autores incluidos en este volumen.

Sin embargo, la teoría en general no es sólo, ni quizá principalmente, un sistema de interpretaciones y explicaciones de los fenómenos del mundo real. Es también, y quizás predominantemente, una manera de aproximarse a la realidad para estudiarla y sobre todo para transformarla. Esta praxis de la ciencia, que incluye tanto la teoría como la investigación y sus aplicaciones, es un aspecto de la totalidad de la praxis social. En último análisis, no hay teoría concebible que no surja de alguna manera de la praxis social y que no regrese a ella bajo alguna forma: ideológica, tecnológica, filosófica, política, etc.

La inevitable relación dialéctica entre teoría y pra-

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xis, y más particularmente entre teoría de las ciencias sociales y praxis social, genera los problemas mayores que afectan la validez del conocimiento científico social. Esta clase de problemas rebasa claramente aquellos que pueden ser resueltos en el marco estricto del método cien-tífico tradicional, ya que requieren un tipo de prueba que sólo puede realizarse por medio de la praxis social. El laboratorio del científico social es la sociedad misma, y en la sociedad no se demuestran las proposiciones cien-tíficas más que por medio de profundas alteraciones de la propia sociedad realizadas a lo largo de períodos con-siderables de tiempo.

La vocación revolucionaria y reformadora de tantos científicos sociales no es, en consecuencia, el resultado de alguna perversión de su actitud científica. Por el con-trario, forma parte de las condiciones mismas de la acti-vidad científica social. Sólo mediante la acción transfor-madora de la sociedad el científico social puede probar la validez de su conocimiento. Por otra parte, sólo me-diante esta acción sobre la sociedad el científico social puede adquirir conocimientos demostrables. En ninguna otra disciplina se encuentra una mayor y más profunda relación dialéctica entre praxis y teoría.

La naturaleza de las contribuciones científicas que se han reunido en el presente volumen, lo mismo que el carácter de sus autores, se identifican, entonces, por estos rasgos comunes: el reconocimiento de la unidad de la teo-ría y la praxis; la aspiración a probar la teoría por medio de alguna suerte de acción social; la voluntad de influir decisivamente sobre el curso de la historia. Semejante coincidencia no puede ser ni es casual. Tampoco es el resultado de una selección enteramente arbitraria, o bien determinada en lo principal por simpatías intelectuales. Tanto como el producto de una selección, este volumen es la consecuencia de la exclusión de aquellos profesio-

nales académicos que rechazan el fundamento de toda ciencia social: la unidad de la teoría y la praxis sociales. A pesar de todo, no es posible llevar las coincidencias entre los autores seleccionados hasta el plano de las biografías personales. Sólo algunos de ellos mostraron la determinación suficiente para convertirse en mártires o en héroes, mientras que otros hicieron a tiempo su retirada a los refugios académicos. La peripecia personal influye, sin duda, sobre nuestra receptividad a las ideas de los autores. También influye, evidentemente, sobre las ideas mismas, pero es seguro que de manera diferente, menos significativa y desde luego más controlable.

Mucho más grave que el factor biográfico es el problema generado por la unidad dialéctica teoría-praxis sociales. En efecto, el horizonte de la validez de cualquier teoría social está circunscrito no sólo por los límites impuestos objetivamente por el tipo de sociedad y la coyuntura histórica, sino también por el tipo de praxis social que el autor puede realizar.

Quiere decirse, por ejemplo, que el análisis de Marx del modo capitalista de producción está circunscrito no sólo por lo que, en efecto, era el capitalismo del siglo XIX, sino también por lo que era la praxis social de su tiempo. De lo contrario, la tarea de corregir el modelo analítico formal de Marx sería relativamente fácil: bastaría agregarle aquellos rasgos que ha adquirido el capitalismo; suprimir los que ha perdido; modificar consecuentemente las ínterrelaciones internas, etc. Sin embargo, el nuevo modelo sería una falsificación de Marx, ya que no incluiría aquello que Marx introdujo inevitablemente en su propio modelo: las condiciones específicas de la praxis social de su tiempo.

Me refiero, entre otras cosas, a la participación de Marx en la praxis rudimentaria y todavía indefinida de los movimientos obreros socialistas del siglo XIX. Es ahí

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donde hay que buscar parte de la explicación de un aná-lisis del capitalismo que de manera inaceptable excluye tanto la cuestión campesina como el problema de la ar-ticulación con el sistema colonial. Es cierto que esto ha sido explicado, y creo que correctamente en un cierto nivel, a partir del recurso del método. Pero el punto de vista que propongo ahora constituye una tentativa de explicar las causas mismas de la deficiencia del método, buscándolas en una praxis social que mantuvo las luchas de la clase obrera europea aisladas de hecho de las luchas del campesinado y de las poblaciones coloniales.

La afirmación de que las leyes de cada modo de pro-ducción son específicas y de que, como tales, son intrans-feribles, ha obtenido hoy día una suerte de consenso ge-neral. Sin embargo, la afirmación de que tales leyes han sido formuladas dentro del cuadro de las posibilidades objetivas de la praxis social, no es acogida de la misma manera. Dicho de otro modo, más radical y quizá menos correcto, la formulación de las leyes sociales está determi-nada no sólo por las cualidades y las características del sistema bajo estudio, sino también por las cualidades y las características de una praxis social determinada. El relativismo de las leyes sociales va mucho más allá, en-tonces, de lo que sugiere la naturaleza peculiar de cada sociedad y de cada coyuntura histórica. También, incluye, por necesidad y como una categoría específica, a las formas de la praxis social.

No es aquí el lugar adecuado para proseguir esta línea de discusión, pero sí es el momento de indicar que esta situación modifica el papel que desempeña la investiga-ción en las ciencias sociales. Puede afirmarse que sin investigación concreta y continua no existe en las ciencias sociales verdadera posibilidad de elaboración teórica. Al-ternativamente, toda investigación debe provocar alguna clase de elaboración teórica, o bien carece de sentido. Pienso que esta es la posición marxista en las ciencias

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sociales una actitud que rechaza con igual fuerza y de manera simultánea los recitales de los marxistas talmúdi-cos y las incoherencias del puro empirismo científico y político.

En consecuencia, el problema de la formulación pro-gramática de las investigaciones constituye el primer pro-blema teórico al que se enfrentan las ciencias sociales. Es la cuestión previa a toda reflexión teórica verdadera. Pero esta reflexión teórica no podría llevarse a cabo sin apelar, en primer lugar, a las formas existentes de la praxis social y a las posibilidades que ofrece. O bien, dicho de otra manera, la temática de la investigación se decide al nivel de la ciencia, pero se plantea al nivel de los problemas que la praxis social propone a la ciencia.

La selección de autores y de temas que se ha hecho en este volumen responde, precisamente, a las postuladas anteriores. Es decir, no se ha realizado siguiendo criterios más o menos justificables sobre lo que es importante des-de el punto de vista de una supuesta ciencia pura. Por el contrario, se ha llevado a cabo pensando en términos de lo que es importante desde la óptica de la praxis social contemporánea. De esta forma, la selección de los autores y de los textos es, en sí, el producto de una reflexión teó-rica personal y, al mismo tiempo, es una formulación programática de las tareas más urgentes de la investiga-ción histórico-social.

La estructura y el contenido del presente volumen propone explícitamente una línea programática sobre la cual es innecesario insistir, excepto quizá para subrayar más claramente algunas prioridades y el papel central que tiene en todas ellas la cuestión de la articulación en-tre modos de producción diferentes. Los problemas con-cretos principales serían los siguientes:

Primero, el de la naturaleza y características de los modos de producción neocapitalistas y socialistas en to-

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das las variedades que ofrecen sus diversas modalidades, (Unión Soviética, China, Estados Unidos, Francia, etc.), así como el de las formaciones dependientes, coloniales y neocoloniales contemporáneas (Polonia, México, Marrue-cos, Irán, etc.).

Segundo, el de la articulación entre los sistemas mun-diales capitalistas y socialistas contemporáneos, y el de ellos con las formaciones dependientes, coloniales y neo-coloniales.

Tercero, el de la articulación de los sistemas capita-listas y socialistas nacionales con el modo campesino de producción respectivo.

Cuarto, el de las relaciones entre los modos de pro-ducción dominantes, los sistemas políticos y el desarrollo de las burocracias de tipo monopolista.

Si el programa parece excesivamente ambicioso es porque traía de expresar los problemas de la praxis so-cial en una época que ha conseguido acumular y reunir las cuestiones más significativas del pasado con las del presente y con los interrogantes mayores del futuro.

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