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Angel Palerm Sahagun y Toledo

Nov 01, 2015

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Rocio Trinidad

Sahagun y Toledo
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  • f : -2

    I I I

    PRECURSORES DE LA ETNOLOGA DE LA ERA ^ ' J ' :

    DE LA COLONIZACIN: MISIONEROS Y FUNCIONARIOS

  • 23. Informantes de Sahagn

    Comerciantes espas y hongos alucingenos

    La seleccin de textos que acabo de presentar muestra la extraordinaria modernidad etnogrfica: de las tcnicas de Sahagn, que todava resisten, y a veces con ventaja, la compa-racin con las de muchos investigadores contemporneos. En-tre los rasgos principales de su manera de trabajar figuran, desde luego, los siguientes: el cuidadoso aprendizaje de la lengua nativa, incluso la confeccin de vocabularios, dicciona-rio y gramtica; el registro escrito, en la lengua original, de los relatos de los informantes; la elaboracin de un plan detallado de investigacin, que abarca los aspectos fundamentales de la cultura y de la sociedad; la seleccin de los informantes, no slo en bsqueda de autoridad desde el punto de vista de sus

    d i conocimientos, sino tambin de representatividad de reas geo-grficas y culturales y de grupos sociales; la primaca conce-dida a la evidencia emprica frente a los textos originales; la actitud crtica ante el material reunido, que se contrasta una y otra vez con otros materiales, estableciendo su congruencia interna, etc.

    El mtodo seguido por Sahagn supone que su trabajo, co-mo toda obra antropolgica, es en verdad una obra colectiva del autor y de sus informantes. Por supuesto, la responsabili-dad final, en el plano cientfico, es del autor que planea la investigacin, depura los resultados, los somete a critica y es-cribe la versin que se publica. Sin embargo, el papel de los informantes es inmenso, y no slo como fuentes de informa-cin. Ellos contribuyen tambin al progreso de la investiga-cin; en muchas oportunidades guan al investigador mismo, le abren nuevos campos, le sugieren problemas y le corrigen

    164

  • INFORMANTES DE SAHAGUN 'XSMSmOimm Y OSaMOKM

    errores. No son meros injormantes, entonces, sino verdaderos colaboradores en un trabajo cientfico. m-samin r t * * ^

    Entre los muchos mritos del Padre Sahagiin figura, adems, el de haber conservado los materiales escritos que prepararon para l sus informantes, y que constituyen parte considerable de la materia prima de su obra monumental. Gracias a este celo cientfico podemos conocer hoy, y con sus propias pala-bras, lo que los informantes decan a Sahagn. He utilizado el volumen V i d a econmica de Tenochtit lan, traducido y pre-parado bajo el cuidado de Angel Mara Garibay. Los textos seleccionados se refieren a los traficantes que se dedicaban al espionaje preparatorio de la conquista militar azteca, y al uso de los hongos alucingenos en las ceremonias de los comer-ciantes.

    Y AQU est el por qu se narr que se l laman "traficantes se-cretos". n*tf

    Cuando los traficantes entraron en Tzinacantlan an no haba sido conquistado Tzinacant lan : al entrar no se descubra si eran mexicanos al ir disfrazados:

    se mostraban semejantes a ellos: se cortaban el pelo como los habitantes de Tzinacantlan, se cortaban el pelo como los de C i -matlan, y se dejaban y cortaban el pelo como "chontales"; de igual modo se cortaban el pelo los traficantes, en todo los trata-ban de imitar;

    y aprendan su modo de hablar, con lo cual entraban de incg-nito, en tal modo que nadie en absoluto se daba cuenta de que eran mexicanos; se pintaban de rojo la cara.

    Pues bien, all en Tzinacantlan es precisamente donde se pro-duce el mbar y las grandes plumas de quetzal,

    porque es all puntualmente donde bajan todos los pjaros que-tzales y los a/ulejos y los pjaros verdes preciosos; el tiejnpo en que bajan es en tiempo de verde: vienen a comer los frutos de los en-cinos;

    en cuanto a los azulejos y los verdes finos, all vienen a comer el fruto de la ceiba negra.

    Pero cuando cazan al azulejo no con su pura mano los agarran: sino que con la mayor rapidez se apoderan de l, lo atrapan con gran prisa: con ramas de grama los cogen. , ^

  • 166 MISIONEROS Y F U N C I O N A R I O S D E L A E R A DE L A C O L O N I Z A C I O N

    Pues si con su mano lo cogi (el que lo caza), luego se echa a perder su plumaje con que el azulejo se hace de color verde sucio. T a m b i n las pieles de tigres, los rojos. * * d^uu*.

    T o d a esta clase de cosas se produce all en Tzinacant lan y tierra de serranos.

    Los "traficantes secretos" por primera vez tomaron todo lo que se ha dicho que all se produce.

    Y con que hacan el trueque era: rasuraderas, punzones, agujas, cascabeles, grana, alumbre, almagre, pelo de conejo an no ela-borado. *> ,>-isv:.4'ti.> jtBW> U Ui.siUlijjj s-'i u\.v; >.rii>nv>.|

    T o d o esto eran los efectos propios y las mercaderas de los tra-ficantes: con esto hacan el trueque por todo lo que se mencion: el mbar, de que se hacan bezotes largos y curvos para el labio, de que tenan necesidad los seores viejos, los viejos capitanes que ya no tienen miedo a la guerra; que en la nada la estiman, ya no les inmuta la cara: as se va a hacer guerra, as se hacen cautivos.

    T a m b i n traan las plumas largas del quetzal, y pjaros verdes finos.

    Pero si en algn sitio eran descubiertos como mexicanos los tra-ficantes secretos, luego eran matados: se haca escarmiento de otros con ellos, y slo por obra divina salan ilesos.

    Pues cuando ya vienen, cuando ya regresan, tambin as se les va acabando su aderezo, su disfraz, su pintura de cara con al-magre.

    Y cuando han llegado a Tochtepec son muy reverenciados: hasta all es donde dejan su aderezo con que anduvieron disfrazados con cara pintada, y all dejan sus ropas de encubiertos. Hfw olf ifd

    Y hasta all se les dan sus aderezos (de mexicanos): sus insig-nias de varones, sus bezotes de mbar y sus orejeras de cascabeles finos, sus mantas de tejido fino, su abanico de plumas de faisn con ribetes de turpial fino, sus pintados bastones, con colgajos de plumas amarillas de guacamaya, y con plumas de pjaro negruz-co, con los cuales bastones iban siguiendo su camino, con ellos llegaban aqu a Mxico. :mMi'

    Y cuando han llegado a su casa, luego se van a poner ante los jefes de los traficantes; los traficantes encubiertos les platican cmo han ido a ver las cosas: les dan cuenta total y recta de todo lo que all sucedi. . iv ,r

    Y cuando haban odo los jefes de los traficantes la relacin rec-ta, luego en seguida los van encabezando a la presencia del rey Auitzotzin, ante l exponen todo lo mencionado que se produce

    i>4

  • I N F O R M A N T E S D E S A H A G U N ' W^m^XM-M Y UmiiAOm 167

    en Tzinacant lan ; le dicen: Seor nuestro, rey nuestro: aqu est lo que se produce en Tzinacant lan : no lo hicimos propio al i r a tomar-lo arbitrariamente, que algunos por causa de esto fueron muertos, estuvieron encarcelados de tus tos los traficantes disfrazados. i

    Y de esta manera le buscaron tierras al Portento Huitzilopochtli : ellos por primera vez anduvieron viendo, anduvieron admirando toda la tierra costea.

    Como en cofre y caja vean las cosas, y aun de hurtadillas se metan por todas partes de la costa, de modo que andaban miran-do todo como traficantes emboscados.

    Pues cuando hubo muerto Auitzotzin en Tenochtit lan, luego fue cuando fue instalado a reinar Motecuhzomatzin: tambin su casa en Tenochti t lan ;

    tambin de modo igual mantuvo lo establecido, hizo seguir el mismo mtodo: mucho glorific a l oficio de traficantes, el oficio de espas disfrazados de traficantes.

    Es excesiva la forma en que honr a los jefes de los traficantes, a los comerciantes disfrazados que baan esclavos para el sacrifi-cio, que venden gente que compraron: precisamente a su lado y junto a l los coloc, tal como haban engrandecido a ellos los se-ores y reyes todos que haban muerto, los que gobernaron la ciu-dad, la nacin mexicana, la nacin tlatelolca.

    Y en cuanto a los jefes militares de Tlatelolco y los jefes de los traficantes mucho se estrecharon unos con otros, mucha estimacin se tenan, u n solo ser era el suyo, mucho se estimaban, se hallaban unidos en un mismo gremio y organizacin.

    Y en esta forma procedan los jefes de los traficantes y los co-merciantes disfrazados: muy aparte llevaban su rgimen: en parte distinta tenan su fuero:

    Si algn traficante o comerciante disfrazado cometa u n delito, no lo llevaban a otro, sino que ellos por su cuenta daban senten-cia, castigaban, aplicaban pena de muerte.

    Los jefes de los traficantes y los comerciantes disfrazados donde se reunan era una casa suya, tambin era casa suya la de los jefes militares; h .

    en lugar aparte daban su fallo, su sentencia, su autoridad y su realeza y su determinacin judic ia l ;

    al que haba cometido un delito lo mataban, lo arruinaban en la crcel y acaso en cualquier otro lugar, y tal vez en su misma casa lo mataban, acababan con l.

    Pues cuando se ponan en fila all en la casa de gobierno los

  • 168 M I S I O N E R O S Y F U N C I O N A R I O S D E L A E R A D E L A C O L O N I Z A C I O N

    jefes militares, estaban con mucha galanura y grandeza: se ponan bezotes de oro, bezotes alargados azules y bezotes curvos de piedra verde y bezotes alargados de mbar y bezotes curvos de mbar y bezotes curvos azules.

    Pero los jefes de los traficantes se ponan bezotes de oro y bezo-tes de mbar, con los cuales eran honrados y condecorados por ser los que entraron a la costa, como espas de guerra; solamente en las fiestas se los ponan: era su adorno, su muestra de hombra y vir i l idad;

    y en esto estaba el ser de los jefes traficantes, su deber consista: precisamente cuidar el mercado y tener mando sobre los del pue-blo bajo, para que nadie fuera molestado, extorsionado; que de nadie se burlaran o que los maltrataran.

    Ellos precisamente daban sentencia sobre quien en la plaza del mercado vejaba, estafaba, o robaba a alguno: lo castigaban, a.um

    y precisamente cotejaban todo cuanto en el mercado se venda en cuanto a lo que valiera.

    Pues cuando daba rdenes Motecuhzoma de ir en exploracin real a determinada regin, los traficantes y los comerciantes en-cubiertos, si all se haca cerco sobre ellos, si iban a morir all, ya no podan obedecer el mandato de Motecuhzoma;

    luego en seguida l declaraba la guerra, para que all se hiciera expedicin de guerra: iban guiando a la gente los comerciantes encubiertos, iban al frente explorando los jefes de los traficantes:

    Cuauhpoyahuatl , Nentlamati, Uetzcatoca, Zanatl, Ueyzoma: da-ban rdenes a todos los que haban de guiar a los otros, de entre los comerciantes encubiertos;

    donde fuera el sitio a que se haba de hacer exploracin de gue-rra, el que totalmente daba estrictas rdenes, el que era el jefe de la gente traficantes disfrazados, es el llamado Cuauhpoyahuatl .

    l guiaba a todos, l daba rdenes y disposiciones a todos, y en todo, en cualquier que fuese el pueblo. d ^ t W /^st^Bg:w.;^ K'n

    Aqu comienza: en Tenochti t lan, Tetzcoco, Huexotla, CoatH-chan, Chalco, Huitzilopochco, Mixcoac, Azcaputzalco, Cuauhti t lan, Otompa.

    D e todos estos sitios dirigen su vista ac; a todos juntos se les dice adonde ha de ser la entrada.

    Y cuando han llegado a la ciudad, tambin los de Tlatelolco se juntan en unidad con ellos, se hace una sola casa de ellos: nadie se sale aparte, nadie puede ir solo a parte alguna.

    Y si acaso alguien all yaca con alguna mujer, inmediatamente

  • INFORMANTES DE SAHAGUN aO!gAHO ! 's!f'J Y mnmQ!a^ 169

    a toda prisa se haca junta acerca de h lo encarcelaban, lo mal-trataban, lo mataban.

    Y si tom enfermedad, si muri all en la costa, no lo enterra-ban, sino que le hacan un armazn de madera con el cual hacan el fardo del muerto; lo ponan en el labio su bezote de pluma verde,

    y le pintaban cercos negros alrededor de los ojos, le pintaban de rojo los labios, y le rayaban de gris el cuerpo y le ponan su aderezo de papel que le pasa por los sobacos;

    y cuando han acabado de arreglarlo luego lo meten en el ar-mazn de madera, lo atan con cuerdas de cargar; luego lo llevan a la cumbre de un cerro;

    all lo colocan enhiesto, apoyan el armazn de madera con esta-cas; all se va consumiendo el cuerpo. afetsirrK^ ;

    Ahora bien, decan que no muere, que va al cielo, va siguiendo al sol.

    Y eso tambin decan de los que moran en guerra; decan: " V a en pos del sol: va al cielo".

    Cuando el que hace el convite ha terminado de incensar, ya salen los que han de danzar; el Jefe de tropas, el Jefe del arsenal, en suma, todos los de "cabeza rapada" y los "otomes" , los capita-nes de guerra, los comandantes primeros.

    Por lo que hace a los jefes de traficantes, ellos no bailaban, sino que estaban en hilera vigilando, por ser ellos los que hacan el banquete.

    Pero los traficantes veteranos eran los que reciban a la gente con flores y caas de tabaco, con collares de papel con espejitos verdes y un penacho de fibra de maguey con lunetas de metal pre-cioso.

    Muy al principio va el dar de comer a la gente hongos. Los co-man a l tiempo que se dice toque de flautas. Ningn alimento ha-ban comido, sino solamente un poco de cacao beban por la noche.

    E n cuanto a los hongos, los coman en miel . C u a n d o les hace efecto el hongo, entonces se ponen a bailar o a llorar.

    Pero algunos que an estn en su juicio, se meten a su lugar; se sientan pegados a la pared; ya no bailan, sino que estn cabiz-bajos.

    U n o ve que va a morir, se pone a llorar. Otro ve que ha de mo-rir en guerra. Otro ve que ser comido de fieras.

  • 170 M I S I O N E R O S Y F U N C I O N A R I O S D E L A E R A D E L A C O L O N I Z A C I O N

    Otro ve que ha de ser cautivado en guerra. Otro ve que va a ser rico, a ser feliz, tenido por persona de representacin.

    Otro ve que h a de comprar gente, ha de ser dueo de esclavos. Otro ve que h a de ser adltero; h a de ser quebrantado de la ca-beza con piedras, oprimido por piedras.

    Otro ve que ser ladrn: tambin ser oprimido por piedras. Otro ve que su cabeza ser apedreada, que los han de encerrar en crcel.

    Otro ve que ha de morir en agua. Otro ve que l ha de pasar su vida en quietud y calma y en esa forma morir.

    Otro ve que ha de caer del terrado y ha de morir de la cada. stas son unas cuantas cosas de las que pueden suceder a las gen-tes: todo eso lo vean all, o que se ahogaran en el agua.

    Y cuando (el efecto del) hongo los ha dejado, se ponen a con-versar, se dicen lo que han visto.

    T a m b i n para los que no han comido los hongos les ven lo que les ha de suceder y lo que ellos mismos han de hacer: unos robarn, otros sern adlteros. u> v*

    stas son por ejemplo algunas de las cosas de todas las dichas: har cautivos, ser capitn, ser jefe de muchachos, morir en gue-rra, llegar a ser persona, adquirir esclavos, h a de ser cantor, ofrecer vctimas compradas, ser adltero, morir con u n cordel al cuello, morir en el agua, se anegar.

    L o que les h a de suceder todo lo vean all, lo mismo que si iban a morir tal vez en la costa.

    m mAmm mi ,m^nQ mi u (xinnm

  • m

    31. Toledo

    Informaciones y ordenanzas para indios : 3 O i a s

    la*.

    d i i .

    Ninguna otra experiencia colonial expres ms claramente que la del Virrey Toledo en Per las relaciones existentes en-tre la investigacin etnogrfica y el establecimiento del^s-tema de dominio sohx& la poblacin nativa. La veracidad de las Informaciones obtenidas de los indios por orden de Tole-do fue puesta en duda, en todo o en partes importantes, por sus masmos contemporneos; ha sido tambin discutida con vehemencia por la crtica histrica y por los etnlogos mo-dernos. Pero la ejemplatidad de los textos que he selecciona-do para este volumen no consiste en su validez etnogrfica, sino en los usos polticos y administrativos que se hicieron de las Informaciones. Las Ordenanzas dictadas por el Virrey para la organizacin y gobierno de la poblacin indgena se cons-truyeron, se aplicaron y se justificaron, en base a los conoci-mientos de la sociedad nativa, verdaderos, falsos o tergiver-sados, obtenidos principalmente por medio de las Informa-ciones. Es sobre todo desde este punto de vista que nos inte-resa ahora la obra de Toledo y sus colaboradores en Per.

    Francisco de Toledo perteneca a una de las grandes fami-lias nobles, cuyos miembros formaban parte de los niveles ms altos de la administracin pblica. Antes de ser nombra-do Virrey del Per en 1568, haba servido leal y eficazmente a la Corona en muchos otros lugares y en misiones delicadas y difciles. Todava ms significativo es el hecho de que su xda pblica corresponde al perodo en que Espaa, bajo la gua de Felipe II, establece el primero y ms avanzado de los sis-temas europeos de administracin burocrtica nacional y co-lonial. Si Felipe II fue el primer rey burcrata, es muy posi-ble que Toledo fuera el primero de los virreyes burcratas del

    T O L E D O

    Nuevo M i e imponi bajo su

    Desde su de trece focos eser permaneMe

    Primero, gresojd^ mente a Incas. La bajo la pet^ la ejecuci-a los Incas i nos. El cu ledo parece i sin destT dieran te cultura.

    Segundo rritorio nes euro: establecic' _ los y p

  • Nuevo Mundo. Nadie lo excedi en celo dictando ordenanzas e imponiendo reglamentaciones detalladas a todo lo que caa bajo su campo de inters y de autoridad.

    Desde su llegada a Lima hasta el regreso a Espaa, despus de trece aos, la actividad del Virrey parece centrarse en tres focos esenciales de poltica, cuyos resultados deiariqn huella permanente hasta el Per contemporneo.

    Primero, se propuso suprimir cualquier posibilidad de re-greso al pasado prehispnico. Para ello se dedic sistemtica-mente a destruir el inmenso prestigio del linaje real de los Incas. La historia misma fue distorsionada para presentarlos bajo la peor luz posible, como se ver en los textos. Orden la ejecucin de Tupac Amaru, y cuantas veces pudo redujo a los Incas a la condicin de tributarios y de simples campesi-nos. El cuestionario de las Informaciones ordenadas por To-ledo parece deliberadamente construido para montar una ver-sin destructora del orgullo y del aprecio que los indios pu-dieran tener por sus gobernantes nativos y por su propia cultura.

    Segundo, el Virrey se dispuso a imponer en Per, cuyo te-rritorio sobrepasaba al de la metrpoli con todas sus posesio-nes europeas, el mismo modelo de centralismo burocrtico ya estoblecido en Espaa. Indios, mestizos, negros, zambos, crio-llos y peninsulares, cayeron bajo el mismo rigor administra-tivo^ aun (jite, por supuesto, fueron tratados de maneras dis-tintas. Los textos de las Ordenanzas para el caso de los ind-genas, que se incluyen ms adelante, son suficientemente ex-presivos, lcieti'*a8'il .(itio,??

    Tercero, y quiz ms importante para nuestro tema, Tole-do se propuso establecer un nuevo rgimen global para orde-nar la organizacin y la vida de los grupos indgenas. La esencia de la frmula del Virrey consista en adaptar el siste-ma prehispnico eliminando los niveles altos y particular-mente los Incas a las necesidades del dominio y de la admi-nistracin espaola. Paro ello fue necesario, desde luego, emz, plear el conocimiento etnogrfico existente, y ampliarlo y profundizarlo dondequiera que no resultaba suficiente. Esto se hizo por medio de las Informaciones y de las Visitas. Las Ordenanzas expresan el esfuerzo hecho para retener iodo aque-llo que resultara funcional para el control eficaz de la poBl:-cjn; para eliminar cuanto pudiera cQmttMTLJS^^

  • 230 MISIONEROS Y F U N C I O N A R I O S D E L A E R A DE L A C O L O N I Z A C I O N

    presente o potencial, y para introducir, a veces con disfraces nativos, los elementos ms cojiverentespara el dominio es-paol. ~ ~~

    La eficacia de la obra de Toledo fue tal, que se ha afirma-do que la organizacin actual de las comunidades indgenas del rea andina refleja ms los efectos de sus Ordenanzas que la situacin prehispnica. Sin entrar en este asunto polmico, es evidente que estamos ante uno de los ejemplos ms extra-ordinarios y tempranos del uso de Ja etnografa para estable-

    ^ol cer y consolidar un sistema de dominio colonial. fiol?y>ir> Los textos seleccionados corresponden a las Informaciones

    acerca del seoro y gobierno de los Incas hechas por mandato de Francisco de Toledo, y a las Ordenanzas que el Seor Viso R e y D o n Francisco de Toledo hizo para el buen gobierno de

    i estos reynos del Per.

    ENTENDIENDO lo que importa al servicio de V . M . , orden y asiento y conservacin de estos reinos del Per, y para que con ms faci-lidad se pueda plantar la doctrina cristiana y luz evanglica en los naturales de ellos, y para la buena gobernacin de sus rep-blicas y mirar la orden que se podran d a r . . . dems de ir pro-veyendo el que para esto h a sido necesario en esta visita general que voy haciendo en todas las provincias de l hasta llegar a la ciudad de Cuzco, mand hacer y se ha hecho u n a Informacin con nmero de cien testigos de estos naturales, de los ms viejos y an-cianos de mejor entendimiento que se han podido hallar, de los cuales muchos son caciques y principales, y otros de la d^escenden-cia de los Incas que hubo en esta tierra, y los dems indios viejos de quien se entendi que con ms claridad y razn la podran dar para los efectos arriba dichos . . . por ser cosa tan importante a Vuestro R e a l servicio, me ha parecido enviar una Relacin suma-ria de lo que en ella se prueba, que es lo siguiente:

    Que hasta T o p a Inga Yupanqui , que tuvo y sujet tirnicamen-te estos reinos, los dichos naturales no tenan n i tuvieron ningn Seor n i cacique que les mandase ni gobernase en tiempo de paz, n i a quien tuviesen ninguna sujeccin, y eran como behetras, sin que hubiese entre ellos ningn gnero de gobierno, sino que cada uno gozaba de lo que tena, y viva como quera.

    Prubase, que entre otros naturales haba de ordinario guerras

  • T O L E D O ;> A. W Aji'l A,i 3Q ^yiA.',iA Y tOSiilOfM 231

    y diferencias de unos pueblos con otros sobre sus chcaras y pas-tos y otras cosas, fundando su enemistad o pasin como queran; y cuando entre ellos sala algn indio que se sealaba ms que los otros en la guerra, iba ste delante, al cual seguan todos, sin que hubiese otra manera de eleccin para que fuese su capitn y los mandase; y a este tal llamaban Suanche que quiere decir entre ellos "ste es ahora valiente" y durante la guerra le respeta-ban en las cosas de ella, y si otro se sealaba ms que l, le deja-ban y siempre seguan al que ms se sealaba; y no le daban nin-gn tributo en aquella sazn ni despus, ms de tenerle algn reconocimiento porque los ayudaba y favoreca contra sus enemi-gos en estas guerras; y, acabadas, eran como los otros indios; por lo cual se verifica, dems de lo que arriba est dicho, que no te-nan ningunos Seores n i caciques que los mandasen n i gober-nasen, sino que cada uno era seor de su casa. Estando la tierra en este estado, se prueba con estos testigos que el dicho T o p a Inga Yupanqui , padre de H u a i n a Capac, fue el primero que con-quist y sujet tirnicamente a todos los naturales de estos reinos, desde esta ciudad de Cuzco hasta las provincias de Chile , y de aqu para abajo hasta la provincia de Quito, hacindoles muy cru-da guerra y matndolos y asolando las tierras e indios que no se le queran a sujetar y reconocerle por Seor, y otras muclias cruelda-des; y mudando a unos indios de sus tierras a otras para asegurar-los, porque no se tornasen a levantar contra l; y as tirnica-mente sujet y puso debajo de su obediencia todo lo que est dicho.

    Prubase que este T o p a Inga Y u p a n q u i fue el primero que ins-tituy la manera de gobierno que ahora tienen, proveyendo los curacas, caciques y principales que los mandan y gobiernan y tie-nen seoro sobre ellos, porque de antes de l no los haba, como est dicho, porque eran behetras; y que pona en los dichos car-gos a quien quera, as de sus capitanes y criados, como de los in-dios que le servan en la guerra y a otros naturales, buscando siempre los que le parecan de mejor entendimiento para gobernar y mandar los indios que les encargaba, y que provea a unos de una provincia en otra.

    Asimismo se prueba que quitaba los dichos cargos a los que quera y pona a otros en su lugar que le pareca que tenan ms habilidad para gobernar; y cuando se mora alguno de estos cura-cas, caciques o principales, cuando no dejaban hijos que tuviesen habilidad para gobernar, y aun dicen muchos testigos que aunque

  • 232 MISIONEROS Y F U N C I O N A R I O S DE L A E R A D E L A C O L O N I Z A C I O N

    5^) Va

    los tuviesen, provea al dicho Inga a otro indio, cual le pareca de ms buen entendimiento, en este cargo, y ste se quedaba e n ; l y mandaba como el pasado, hasta que al Inga le pareciese otra cosa, sin que ningn hijo n i pariente del muerto lo contradijese.

    Prubase asimismo, que cuando haba algn hijo del tal curaca, i o cacique o principal muerto que tuviese habilidad y entendi-miento para gobernar, el dicho Inga le provea en el dicho cargo sin tener consideracin a que tuviese ms habilidad; y que siem-^ pre estuvo en costumbre de quitar y poner estos curacas y caci-; ques como le pareca y en quin quera, sin tener respeto a des-cendencias ni sucesiones, ni a otra cosa, y no haba ninguna con-; tradiccin en e l l o . . .

    Prubase que H u a i n a Capac, hi jo de T o p a Inga Yupanqui , que fue el que sucedi [en todo lo] que su padre sujet y tuvo tir-nicamente, guard la misma orden en el tiempo que seore esta tierra, acerca del proveer los dichos oficios y cargos, sin que ad-quiriesen en ellos otro seoro; y que este H u a i n a Capac muri ocho o diez aos antes que los espaoles entrasen en esta tierra y la conquistasen. . .

    Otra informacin se hizo, S. M . por mi mandato, en esta visita general que voy haciendo, de otros hechos que, a mi parecer, son' muy importantes al servicio de V . M . y acrecentamiento de Vues- ' tra R e a l Hacienda, con otros cien testigos diferentes de los prime-ros, para saber y averiguar la orden y costumbre que los Ingas y i curacas y otros indios tenan en tiempo de su gentilidad e idola-tras de enterrarse, y qu riquezas llevaban consigo a sus sepulturas,; y para qu efecto, y a qu efecto, y a qu dioses e dolos adora-ban, y qu ofrecan, a ellos y a los Ingas muertos, y qu orden y recaudo se tena en la guarda de esto, y qu cosas tenan dedica-das para ello y los sacrificios que hacan de nios y nias; y asi-mismo sobre las costumbres que los naturales tenan de estos rei-< nos antes que entrasen los espaoles en ellos, y qu modo tenan los Ingas para los gobernar, aplicndolos a l trabajo porque no se hiciesen ociosos, y si coman carne humana y en qu provincia, y cmo eran castigados en los delitos que hacan; y parece que con el dicho nmero de cien testigos, que algunos de ellos son de la casta y descendencia de los Ingas, y otros caciques y princi-pales, y los dems indios todos viejos y ancianos, que se buscaron de los que pareci que podran tener ms noticia de las cosas pa-sadas en tiempo que fueron gobernados por los Ingas, se provey y averigu lo siguiente:

  • T O L E D O J O ' J A J a a AM A.) 3 0 miSP.'AQl^VJH ',' O S j i ' O i a i . V 233

    Prubase, que antes que los espaoles entrasen en esta tierra, en tiempo de su infidelidad, los Ingas que los gobernaban y los curacas y caciques y otros indios ricos se hacan enterrar con m u -cho secreto y partes muy escondidas, y llevaban consigo a sus se-pulturas mucha parte de sus tesoros y riquezas de oro, plata y otras cosas que ellos ms e s t i m a b a n . . . HV^K- ,y:m^>f>d

    Prubase que tenan entendido todos los Ingas e indios que haban de resucitai- en cuerpo y en nima, porque haba de venir u n Viracocha que revolviese la tierra, y que por esta causa man-daban enterrar consigo los dichos tesoros escondidamente, para hallarlos all cuando resucitasen y no vivir con pobrezas . . .

    Prubase que los cuerpos de los Ingas muertos tenan servicio situado de indios, chcaras y ganados para su comida, como si fueran vivos, y que los sacaban y daban de comer y beber a mane-ra de ceremonia que se usaba entre ellos, y que de la m.isma ma-nera que se lo ofrecan en vida, se lo tenan guardado despus de muerto; y haba depsitos para esto. . .

    Prubase que los dichos Ingas tenan por costumbre de sacri-ficar a sus dioses e dolos los nios y nias ms hermosos y que no tuviesen lepra n i ninguna incha ni cosa fea en su cuerpo; y los dichos Ingas los hacan matar, y enviaban a cada provincia a pedir los dichos indios nios para hacer el dicho sacrificio; y que esto era cosa general en todas las partes que los Ingas queran hacer el dicho sacr i f i c io . . . y que hacan los dichos sacrificios pa-ra que tuviesen salud y buenos maizales y buen suceso en t o d o . . .

    Dicen los testigos, que conociendo los Ingas que la inclinacin y: naturaleza de los indios era estarse holgazanes y ociosos, procu-raban con iricho cuidado de hacerlos trabajar, as para que no estuviesen ociosos, como porque con esta ociosidad no se le alza-sen con la tierra; y cuando no haba cosas tiles, los hacan traba-jar en cosas intiles, como era en echar ros por unas partes y por otras, y hacer paredes muy largas de una parte y de otra por los caminos, y escaleras de piedras de que no haba necesidad; y que esto lo hacan porque les pareca cosa muy conveniente tenerlos siempre ocupados y que era el mejor modo que haba para los gobernar. Y con todo esto, para hacerlos trabajar, los ponan los dichos Ingas con cada diez indios, y aun con cinco, un mandn; y que si ahora no los llevasen con algn temor o rigor al trabajo, no lo haran, porque aun de sus propias haciendas no tienen cui-dado, por ser inclinados a estarse holgazanes.

    Prubase, que estos naturales es gente que ha menester curador

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    para los negocios graves que se les ofrecen, as de sus almas como de sus haciendas, porque si no hubiese quien los guiase y gober-nase en ellos, se perderan; y que si no hubiera espaoles en esta tierra que los ensearan en la fe de Jesucristo, ellos no la enten-dieran y fueran engaados en todo, as en sus almas como en sus haciendas, porque por s no saben lo que les conviene n i tampoco para la administracin de sus haciendas y buena orden y gobier-no de sus personas . . .

    Prubase, que en tiempo de G u a i n a Capac Inga vieron y enten-dieron que haba muy poca coca en esta tierra, y que solos los I n -gas tenan unas chacarillas muy pequeas, y que no la tenan los dems indios, y que las sacaban en unas petaquillas muy peque-as, y que cuando los Ingas queran hacer algn gran regalo a los curacas grandes y criados suyos que ms queran, les daban unas bolsillas de ella, y que la dems gente comn no la tena n i la alcanzaba; y que la estimacin que tena esta coca era porque de-can los Ingas, que entretanto que la tena en la boca les aplacaba la sed y la h a m b r e . . .

    Prubase que los Ingas hacan labrar todas las minas de oro y plata e ysma, que es el l l impi del azogue, que se desubran en esta tierra, y enviaban los indios de la labor de las dichas minas donde quiera que los hubiese.

    Prubase con muchos testigos, que los curacas y caciques daban en cada un ao al Inga oro en polvo y tejuelos de oro y plata, y algunos testigos dicen que les daban vasos de oro, y que por obli-gacin tenan a sus hijos mayores en la corte del Inga, y con ellos embajadores para dar cuenta al Inga de lo que quera saber de cada provincia, los cuales tambin tenan por obligacin.

    Prubase que los indios de los Andes y Chunchos coman carne humana.

    Asimismo se prueba de odas que en la provincia del Collao haba algunos indios que cometan el pecado nefando, y que, para usar de este pecado, se vestan como mujeres y se afeitaban; algu-nos testigos dicen que los castigaban, y otros que no . . .

    E l motivo que se ha tenido de enviar la averiguacin de estos hechos, es ver cuan mal se ha tratado en todas estas Indias y en Espaa de los derechos de V . M . en estos reinos, as en la juris-diccin y libertad de gobierno, como en lo que toca a la R e a l Hacienda de V . M . ; y ver cuan sin razn y con cunto dao suyo en lo espiritual y temporal se les atribua a estos Ingas y caciques el verdadero seoro de estos reinos y estados; y porque viendo

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    vuestro R e a l Consejo los hechos verdaderos de las cosas, acierten mejor a determinar y definir los derechos, y de ellos sacar el go-bierno ms conveniente para la pacificacin de estas tierras y sal-vacin de estas almas y aprovechamiento de la Hacienda R e a l ; y lo que yo, como lego, puedo decir de lo que entiendo de esta Informacin, dejando la determinacin a cuya es, y esperando lo que en esto V . M . me mandare, es, que de todos estos fundamen-tos y hechos probados que V . M . mandar ver, se puede clara-mente inferir todas estas cosas y otras muchas que letrados sacarn como conclusin de sus verdaderos principios.

    L o primero: que V . M . es legtimo Seor de estos reinos y los Ingas y curacas tiranos y, como tales, intrusos en el gobierno de ellos.

    L o segundo: que V . M . puede proveer a su voluntad estos caci-cazgos en los indios que mejor le pareciese, temporal o perpetua-mente, con jurisdiccin o sin ella, sin tener respeto a sujecciones; y esto sera una de las cosas de mayor importancia para el gobier-no espiritual y temporal de estos indios, porque siempre sern lo que fueren sus caciques y curacas, as en virtud como e^ vicios.

    L o tercero: que presupuesto el verdadero dominio que V . M . tiene en estos reinos, pareciendo que conviene al buen gobierno, puede V . M . dar y repartir en esta tierra temporal o perpetuamen-te a los espaoles, sin los escrpulos que hasta aqu se ponan, afirmando livianamente que estos Ingas eran legtimos reyes y los caciques Seores naturales, siendo todo falso, como por esta pro-banza consta.

    L o cuarto: que teniendo V . M . el verdadero seoro de estos reinos, como le tiene, y no habiendo, como no hay, legtimos suce-sores de los tiranos Ingas, todas las minas y minerales y todos los bienes del sol e dolos, y todos los tesoros de sepultura, y tierras y ganados que estn dedicados para servicio de los cuerpos de los Ingas, en que no haya poseedores particulares con buen ttulo, pertenecen a V . M . , como bienes vacos, mostrencos y que estn pro de relictos.

    L o quinto: que siendo V . M . tal Seor y legtimo Rey, le toca la tutela y defensin de los indios naturales de este reino, y como su tutor, mediante su flaqueza de razn y poco entendimiento, puede V . M . ordenarles leyes para su buena conservacin y hacr-selas cumplir, aunque las contradigan y parezcan contra su liber-tad, como sera quitarles que no estn ociosos y ocupados en cosas que a ellos les estn bien y a la repblica, y gobernarlos con algn

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    temor, porque de otra manera no harn nada, como se ve y ellos lo confiesan en la probanza de estos hechos; quitarlos que no trai-gan pleitos y que no puedan enajenar sus bienes, si no fuere con autoridad de justicia y de su curaca. Y otras muchas cosas podran inferir letrados, que yo no entiendo, por no ser mi profesin; mas eslo verificar todos los hechos que por experiencia entiendo ser necesarios para el servicio de Dios y de V . M

    Y asimismo parece se puede inferir, que los caciques y princi-pales, en su gnero y manera, no dejaban de t r i b u t a r . . .

    Ordenanza I. Que el da de ao nuevo se junten para la eleccin. Primeramente; Ordeno y mando: que donde estn reducidos

    todos los indios del repartimiento, en la cabecera del tal pueblo, el da de ao nuevo entren a la eleccin con los alcaldes y regi-dores, el corregidor del distrito, y les dan orden cmo se elijan y haya en l dos alcaldes y cuatro regidores y u n alguacil y u n escri-bano o quipocamayo, que ste h a de estar perpetuo en tanto que tuviere habilidad y suficiencia para ello; y los alcaldes y regido-res se han de elegir en cada u n ao nuevo, juntndose los alcal-des y regidores del ao pasado, que se eligieron para la visita del dicho repartimiento, para hacer la eleccin en las casas de cabil-do del dicho pueblo; y en hacer la tal eleccin han de guardar el orden siguiente:

    Ordenanza II. Forma de la eleccin y votos. Que ante todas cosas hagan que el padre de su doctrina les diga

    una misa al Espritu Santo, que han de or los dichos alcaldes y regidores y oficiales de cabildo, y oda se entren en las dichas casas del cabildo para hacer la eleccin y nombramiento de los alcaldes y oficiales del ao siguiente, y para ello han de nombrar, y sealar cada uno de los dichos alcaldes y regidores, las personas que les pareciere que mejor podrn servir, y ejercer los dichos ofi-cios, nombrando cada uno de ellos dos indios para alcaldes, cua-tro para regidores y uno para procurador del cabildo, lo cual asiente el escribano de cabildo. Y luego vote el otro alcalde por la misma orden, nombrando otros dos indios por alcaldes, y cuatro para regidores, y uno para procurador del cabildo y mayordomo del pueblo, y otro para alguacil mayor, y otro para mayordo-mo del hospital, y lo asiente por la misma orden el escribano. Y lue-go los cuatro regidores cada uno por su antigedad voten, y nom-bren otras tantas personas, que a cada uno de ellos pareciese para los

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    Ordenanza VIH. Que la eleccin se haga en indios de diversas parcialidades y no de un mismo Ayllo.

    I tem: Por cuanto en cada un pueblo de los susodichos hay dife-rentes parcialidades y ayllos, y si los alcaldes y regidores, que cada ao se nombrasen, fuesen todos de una de ellas, ser inconvenien-te para las dems, porque solamente tratarn de lo que tocase a su partido; Ordeno y mando: que la dicha eleccin se haga en indios de todas las parcialidades, y en cada uno de ayllos diferen-tes, por manera, que gocen de los dichos oficios y del gobierno y defensa, que en ellos se tendr; y si de una parcialidad salieren elegidos ambos alcaldes, o de un ayllo dos regidores o ms, quede slo el uno de ellos que sea el mayor de edad, y elijan otro de la otra parcialidad, y ayllo por el mismo orden.

    Ordenanza IX. Que no hagan eleccin de indios infieles para oficios de cabildo, ni para caciques.

    I tem: Mando que los dichos alcaldes, regidores y oficiales no puedan ser elegidos de los indios infieles, que por no ser cristia-nos, aunque tengan ms capacidad, no es justo que siendo infieles tengan superioridad y mando sobre los que fueren cristianos. . .

    I tem: Por cuanto hay costumbre entre los indios casi general-mente, no casarse sin primero haberse conocido, tratado o conver-sado algn tiempo, y hecho vida maridable entre s, como si ver-daderamente lo fuesen,' y les parece, que si el marido no conoce primero a la mujer, y por el contrario, que despus de casados no pueden tener paz, contento, y amistad entre s, lo cual hacen con tanta ofensa de Dios Nuestro Seor por persuasin diablica, y conviene proveer en ello de remedios: Ordeno y mando que se procure, as por los sacerdotes, corregidores, caciques y alcaldes persuadir y quitar a los dichos indios esta costumbre tan nociva y perniciosa. . .

    Ordenanza XIII. Pena del indio que tuviese en su casa parienta que no pasase de cincuenta aos.

    I tem: Mando que ningn cacique, ni indio tenga en su casa, posada hermana suya, n i cuada, ta, ni prima hermana, n i man-ceba de su padre, siendo las tales de menos de edad de cincuenta aos abajo, porque me consta del deservicio grande que a Dios Nuestro Seor se hace de estar juntos los tales parientes. . .

    Ordenanza XXXIV. Que los alcaldes visiten los tambos, y ha-gan reparar los puentes y caminos.

    Item: Que los dichos alcaldes tengan cuidado de visitar el tam-bo de su pueblo, y saber si est provedo de bastimentos, y si lle-

    van ms por ello de 1 y se les diere por el < vean como en los tan servicio de ellos, y c puentes y pontones de cada pueblo dond poner precios conven mente al corregidor.

    I tem: Ordeno y m no puedan hacer cha de haberlo hecho se aprovecharse de l hace de la c a r n e . . .

    Ordenanza I. Que se ha de tener en gu

    Porque he entend chos indios por no 1 de ellos no vuelven cesara haciendo en cuya cosecha de los to: Ordeno y mandfl lante una chacra de tierras del comn, di pobres, el fruto de ras, aparte de las hasta ver si el si^ de las comidas d d ms, y las que hu cho es; y el precio comunidad, y los los dichos pobres dicha caja de la i ms de lo que ha mente han de se proveer de comidi

    Que las madr-rz rezadas.

    Primeramente cipales por or.zjt riego y sustente pias y bien ac

    i

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    van ms por ello de lo contenido en el arancel que les est dado, y se les diere por el Corregidor que fuere de la Provincia, y pro-vean como en los tambos haya gente diputada y bastante para el servicio de ellos, y que estn reparados los caminos, calzadas y puentes y pontones del distrito, proveyendo en ello en la tienda de cada pueblo donde la hubiere, lo que convenga, lo cual, y el poner precios convenientes a los aranceles se encarga ^^articular-mente al corregidor.

    I tem: Ordeno y mando, que de aqu adelante sin mi licencia no puedan hacer chacos generales de vicuas y huanacos, porque de haberlo hecho se ha apocado mucho este ganado, y no puede aprovecharse de l en particular para la lana y charqui que se hace de la c a r n e . . . ; ;} , /

    Ordenanza I. Que se hagan chacras de comunidad, y orden que se ha de tener en guardar y repartir sus frutos.

    Porque he entendido que en los aos estriles de comidas mu-chos indios por no las tener se ausentan de sus pueblos y muchos de ellos no vuelven ms a sus tierras y otros enferman, lo cual cesara haciendo en cada pueblo algunas chacras de comunidad, cuya cosecha de los aos abundantes se guarde para el dicho efec-to: Ordeno y mando, que en cada pueblo se haga de hoy en ade-lante una chacra de comunidad, as de maz, como de papas, en tierras del comn, del tamao que pareciere al Corregidor, para los pobres, el fruto de las cuales en aos prsperos se encierra en pi-ras, aparte de las que ha de haber en las casas de la comunidad, hasta ver si el siguiente es abundante o no, y si lo fuere vendan de las comidas del ao pasado alguna parte, y guarden las de-ms, y las que hubieren cogido de presente para el efecto que di-cho es; y el precio de las que vendieren, se meta en la caja de la comunidad, y los aos que fueren estriles, provean de comida a los dichos pobres de cada pueblo, de lo que as tuvieren, de la dicha caja de la comunidad, y no bastando se compren Jas de-ms de lo que hubiere en la dicha caja de comunidad; pues sola-mente han de servir para el bien comn, y lo ms necesario es el proveer de comida a los pobres en tiempo de n e c e s i d a d . . .

    Que las madres y acequias principales estn limpias y bien ade-i rezadas, ti tebara o ' : T 5 B f l b H 3 0 O 3 I ; ! :< It^i mvt s i ' j o ^ K c r ,od3

    Primeramente, ordeno y mando, que las madres y acequias prin-cipales por donde se toma del ro el agua que es menester para el riego y sustento de las chacras y huertas de esta ciudad, estn l im-pias y bien aderezadas de manera que se pueda tomar y tome por

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    igual el agua que para cada una fuere menester, y que se les re-parta de manera que no lleve ninguna ms agua de la que fuere menester en perjuicio de las dems, sobre lo cual mando que ten-ga especial cuidado y diligencia el superintendente y ejecutores de las aguas, pues de esto h a de nacer y nace la principal distri-bucin de las aguas y el dao o provecho de los particulares.

    (ue se le d a cada chacra por cuenta y razn el agua que hu-biere menester.

    I tem: Ordeno y mando, que cualquiera acequia o ramo que saliere de la madre o acequia grande, sea por cuenta y razn, y se le distribuya y d por medida el agua que hubiere menester, conforme a las chacras y tierras o heredades que hubiere de regar, y para que en esto no pueda haber agravios, sino toda firmeza y estabilidad, se haga en la boca de cada acequia que saliere de la grande, un marco de piedra clavado en ella, en que se le d el agua necesaria para lo que as hubiere de regar, el cual marco se haya de hacer y haga fortificado de cal y ladrillo, a costa de todas las personas que hubieren de participar de la dicha agua, ramo y cantidad de las tierras que cada uno hubiere de r e g a r . . .

    Qiie no rompan de la acequia principal ni de otra, bajo condena. Item, que cualquiera persona que rompiere de la acequia prin-

    cipal o de otra alguna parte para sacar alguna acequia o ramo de agua nueva, fuera de la orden y repartimiento que se hiciere, incu-rra en la pena contenida en la ordenanza antes de sta.

    Que no atraviesen ninguna acequia, bajo pena. Item, que cualquiera persona que atravesare alguna acequia,

    tapindola en todo o en parte, o tapare la toma del agua de otra persona, incurra por ello en pena de seis pesos por la primera vez y de doce por la segunda, y por la tercera de veinte pesos, aplica-dos por tercias partes en la forma susodicha, y que cada vez de las susodichas sean dados cien azotes pblicamente al negro o indio que cerrare o tapare la dicha acequia, y que para ejecutar la dicha pena pecuniaria, baste por averiguacin, sino que pudiere hacer otra cosa contra el dueo de la heredad, en cuyo poder se hubie-re tapado la dicha acequia, hallarla tapada o atravesada en su favor, para llevar ms agua, y si el provecho pudiere ser de mu-chos, pague la pena del dueo de la chacra o heredad ms cerca-na, no dando la persona que lo h i z o . . .

    Que tengan las acequias limpias. Item, que todos los dueos de las chacras, tierras o heredades,

    tengan sus acequias limpias y hondas, conforme al agua con que

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    han de regar, as las con que han de regar como aquellas en que han de desaguar, de manera que no se pueda perder, n i derramar agua alguna, so la pena contenida en la ordenanza antes de sta.

    Que lleve cada uno la gente que se pidiere para la limpia de las acequias.

    Item, que todas las personas que se aprovecharen del agua de alguna madre, sean obligadas a acudir a l impiarla cada y cuando le fuere mandado o pregonado pblicamente, y para ello lleven la cantidad de gente que les fuere repartida conforme al aprovecha-miento que del agua llevan, so pena que se pueda hacer a su costa al precio subido que hallaren los peones, as indios como negros, que as le cupieren, lo cual cobre luego el ejecutor de la tal per-sona, que para ello se le da desde ahora poder y comisin en forma.

    Que las personas que hubieren de regar por algn ramo de agua particular, sean obligadas a tenerla limpia.

    Item, que la acequia que saliere de la madre principal con que se hubieren de regar algunas chacras, tierras o heredades de par-ticulares, sean obligados los tales particulares a quien tocare la dicha agua a l impiarla y llevar cada uno para ello los peones y gente que le cupieren, conforme a sus tierras, donde no se pueda hacer y haga en la forma contenida en la ordenanza antes de sta.

    Que a puestas del sol los espaoles cierren las tomas. I tem: Porque conviene, que los indios tengan agua bastante con

    que regar sus tierras y heredades; mando, que a puesta del sol, todos los espaoles y otras cualquiera personas tenga cuidado y estn obligados a cerrar todas las tomas de las acequias, que se derivaren de las madres principales y dejen ir toda el agua por ella hasta otro da despus de amanecido, y que sean obligados a tapar las dichas tomas los dueos de las chacras ms cercanas, que estuvieren, a cualquier de las dichas acequias, so pena de que el que no tapare a la dicha hora o la abriere antes de amanecido, incurra en pena de 12 pesos por la primera vez y por la segunda la pena doblada y por la tercera de 100 pesos y destierro de un ao y si fuere negro o mulato o indio, que no pudiera pagar la condicin, se le den cada vez cien azotes pblicamente, y las penas pectmiarias se aplicarn en la forma s u s o d i c h a . . .

    T t . V iiaus,;, J^itoi-Ni- :^