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12 Mackinon y Petrone Los Complejos de La Cenicienta

Apr 08, 2018

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    Los complejos de la Cenicienta[*]

    Mara Moira Mackinnon y Mario Alberto Petrone

    En una conferencia realizada en Londres en mayo de 1967, el Profesor Isaiah Berlnserefiri a una forma de abordar el populismo que bautiz el complejo de la Cenicienta

    :"[...] con lo cual quiero decir lo siguiente: que existe un zapato la palabra'populismo' para el cual existe un pie en algn lugar. Existen toda clase de pies quecasi lo pueden calzar, pero no nos deben engaar estos pies que casi ajustan a sumedida. En la bsqueda el prncipe siempre vaga errante con el zapato; y en algnlugar, estamos seguros, espera un pie denominado populismo puro. Este es el ncleodel populismo, su esencia. Todos los otros populismos son derivaciones y variacionesde ste, pero en algn lugar se oculta, furtivo, el populismo verdadero, perfecto, que

    puede haber durado slo seis meses, o haberse dado en un solo lugar... Este es elidealplatnico del populismo, todos los otros son versiones incompletas o perversionesdeaquel."

    J. B. Allock, "Populism, a brief biography",Sociology, septiembre 1971, p. 385.Es casi un lugar comn en la literatura acerca del populismo comenzar sealando lavaguedad e imprecisin del trmino y la multitud heterognea de fenmenos queabarca. "A la oscuridad del concepto empleado se une la indeterminacin delfenmeno a que se alude" (Laclau, 1986:165) sintetiza la opinin de muchos. Es,parece, la inexactitud terminolgica crnica lo que aqueja al trmino populismo pues

    sirve para referirse a una variedad de fenmenos: movilizaciones de masas (de racesurbanas o rurales) elitistas y/o anti-elite, a partidos polticos, movimientos, ideologas,actitudes discursivas, regmenes y formas de gobierno, mecanismos de democraciadirecta (referndum, participacin), dictaduras, polticas y programas de gobierno,reformismos, etc. Acadmicos, polticos de diversas orientaciones, religiosos yperiodistas echan mano al trmino para salvar el vaco cuando el objeto referido (unapoltica, un rgimen, un gobierno, una actitud) es de difcil determinacin y no entraen ninguna categora convencional. En el lenguaje periodstico actual, los gobiernos

    que siguen polticas econmicas iliberales afirman con frecuencia que no estndispuestos a aplicar y/o volver a polticas populistas". En este caso, utilizan eltrminocomo sinnimo de un Estado interventor y asistencialista que controla los serviciospblicos, es dueo de empresas, alienta el proceso de industrializacin a travs deregulaciones, subsidios y proteccin aduanera, y usa el gasto pblico con finespolticos. Es decir, todo lo contrario de lo que el neoliberalismo propone. Otrasveces,en el uso cotidiano, el populismo aparece como la negacin de los valores elementalesde la democracia representativa al poner el nfasis en la cuestin del liderazgodemaggico, las relaciones clientelistas y la manipulacin de las masas".

    Tambin en el plano poltico genera fuertes adhesiones y rechazos. El populismo comofenmeno poltico ha sido temido, criticado y condenado tanto por las izquierdas

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    como por las derechas. Drake (1982: 240) afirma que entre 1920 y 1970, en formarepetida los conservadores hostigaron a los populistas acusndolos de ser agitadoresdemaggicos que impulsaban expectativas excesivas en las masas, fomentaban lainflacin, ahuyentaban los capitales nacionales y extranjeros y ponan en peligro la

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    estabilidad poltica. Al mismo tiempo, los sectores de izquierda los han vituperadocalificndolos de charlatanes que embaucaban a las masas, llevndolas a apoyarreformas paliativas que sutilmente preservaban las jerarquas existentes del podery elprivilegio. Estas crticas de derecha y de izquierda se han acompaado, con

    frecuencia, por un lamento sobre la capacidad movilizadora de los polticos populistas.Por otro lado, existen cientficos sociales que le niegan status cientfico al trminoyasea porque alegan que no existe un mnimo comn que fundamente la existencia deuna categora analtica como populismo, ya sea porque sostienen que la definicinno se adecua a la realidad econmica, social y poltica que el concepto pretendeordenar y explicar. Aquellos que usan el trmino saben intuitivamente lo que significapero parece haber cierta dificultad para construir el concepto, explicar su contenido,establecer las relaciones entre los elementos componentes del mismo, la jerarqua,

    losvnculos.Denostado por cientficas sociales, condenado por polticos de izquierda y de derecha,portador de una fuerte carga peyorativa, no reivindicado por ningn movimiento opartido poltico de Amrica Latina para autodefinirse, el populismo esa Cenicienta delas ciencias sociales es, en resumidas cuentas, un problema. A pesar de todo, elconcepto muestra una gran resistencia a ser pasado a retiro; ms bien se obstina enperdurar, ronda el lenguaje cotidiano, asoma con frecuencia en los trabajosacadmicos, sealando quizs, la existencia de una zona de experiencia poltica y social

    particularmente importante y a la vez muy ambigua[1], cuyo nombre, hasta puede noser populismo.Este rasgo de ambigedad encuentra sus razones en varias fuentes. Por un lado, enlarelacin entre el concepto y aquellos que lo construyen. Se ha dicho que, en realidad,los estudios sobre el pasado revelan ms sobre los autores y su presente que sobreesepasado investigado. Esto parece particularmente cierto en el caso del populismo.Como todos sabemos, no existen populismos (ni naciones, ni clases, ni siquierasociedad

    ) deambulando al azar, a la espera de que algn cientfico social se interesepor estudiarlos. Los conceptos deben ser construidos y este punto es particularm

    enterelevante para el populismo porque una de las cuestiones recurrentes en este tema esla problemtica relacin entre la masa y la elite, incluyendo dentro de ella a la eliteintelectual a la que pertenecen los acadmicos. Las dificultades aumentan cuandoestos movimientos manifiestan hostilidad hacia los intelectuales como lo han hechomuchos movimientos populistas; cuando la gente comn expresa sus opiniones, confrecuencia stas resultan opuestas a los sesgos liberales y progresistas de losintelectuales. En este sentido, sostiene Canovan (1981:11), las interpretaciones de

    lpopulismo han estado fuertemente influenciadas por los resquemores de algunosintelectuales hacia lo popular y toda su progenie repulsiva, y por el idealismo

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    de otrosque han exaltado al hombre comn y sus simples virtudes.A raz de la relevancia personal que tienen para los intelectuales los temas populistas,las interpretaciones acadmicas de este fenmeno han sido polmicas al punto de quemuchas veces resultan irreconocibles los mismos movimientos en las distintasdescripciones. Por ejemplo, algunos acadmicos han considerado a los populistas de

    Estados Unidos como neurticos retrgrados de tendencias peligrosamente fascistasmientras otros los han retratado como heroicos combatientes por la democracia,luchando en desventaja contra fuerzas imbatibles (Canovan, 1981:11). Estasinterpretaciones contrapuestas (que pueden hacerse fcilmente extensivas a los

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    estudios sobre el fenmeno en Amrica Latina), opina Canovan, revelan en ciertamedida los puntos de vista de los acadmicos sobre su propia situacin poltica y lasrelaciones entre la elite y las masas. Se sigue, entonces, que cuando la perspectivapoltica predominante en crculos acadmicos vara (por ejemplo, desde ladesconfianza de las masas al entusiasmo sesentista por la democracia participati

    va) lasinterpretaciones del populismo tambin varen, creando un estado de perplejidad.La tensin entre el populismo y sus analistas en el mundo intelectual debe muchotambin a que apareci como fenmeno poltico en el contexto de la profunda crisisde la democracia liberal despus de la primera guerra, bajo la expansin del fascismo yla victoriosa revolucin rusa con sus efectos disruptivos aunque en direcciones muydiferentes sobre el orden institucional formado en las fuentes liberales.[2] En unescenario semejante, en que el populismo oscil entre la demagogia y la protesta,la

    concepcin liberal fue radicalmente antipopulista y su reaccin expres el temor y larepulsin de las elites tradicionales ante la nueva alianza entre el 'poder irracional delas masas' y el estilo groseramente personalista de ciertos lderes de tendenciademaggica (Taguieff, 1996: 47-8). Por otro lado, el populismo como fenmenohistrico, afirma Weffort, tuvo siempre un impacto considerable sobre las ideologasmodernas en cualquiera de sus tendencias. Una de las razones de ese potencialperturbador fue su especial capacidad de conciliar aspectos esencialmentecontradictorios en la perspectiva de las leyes que rigen una sociedad capitalista y unestado moderno; por ejemplo, afirma, ciertos gobiernos populistas son antiliberales y

    antisocialistas al mismo tiempo y sin embargo, son capaces de usurpar' los objetivosque normalmente' podran atribuirse unos a los liberales y otros a los socialistastalescomo la lucha contra la oligarqua, la formacin de una burguesa urbana y laintensificacin del desarrollo industrial, la expansin del sindicalismo y el liderazgo delcomportamiento obrero, etc.Podramos concluir, como Canovan, que al estudiar al populismo es necesario serconscientes de la relacin entre el fenmeno y sus intrpretes, revisar las categoras ylos cambios en el clima acadmico que influyeron e influyen sobre los estudios y l

    asevaluaciones del populismo (los contenidos ideolgicos subyacentes en palabras deWeffort), examinar las relaciones que puede haber entre las supuestas actitudesreaccionarias desde abajo y visiones progresistas de los crculos acadmicos ytambin las idealizaciones intelectuales de la participacin de los sectores popularesen poltica.Hecha esta advertencia sobre la relacin entre el populismo y los intelectuales, nosinteresa llamar la atencin sobre otra peculiaridad del concepto en la accin polticaque tambin refuerza su contenido de ambigedad. Si bien el trmino fue utilizado porlos populistas norteamericanos para designarse a s mismos, en Amrica Latina,

    aquellos que los observadores llaman populistas, no se consideran a s mismospopulistas. Worsley afirma que el vocablo ruso narodnichestvo se tradujo comopopulista', pero que esta traduccin consiste en s misma en una imputacin de

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    significado, y no una equivalencia simple y 'neutral', cosa que nunca puede serunatraduccin, dado que debe recurrir a las categoras disponibles en la lengua (Worsley,1970: 265). Uno podra preguntarse si tiene algn peso el hecho ce que losprotagonistas se refieran a s mismos como populistas, como en Estados Unidos, o que

    no lo hayan hecho nunca, como en Amrica Latina, donde, adems, el trmino tieneuna fuerte carga peyorativa y es ms bien rechazada por aquellos que la reciben. La

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    designacin comunista o socialista es subjetiva y propia de los mismosparticipantes, como tambin de sus opositores y no una mera atribucin analtica. Adiferencia de socialistas y comunistas, el populismo no es parte de una tradicincompartida ms amplia a lo cual se relaciona el uso del trmino, su status tipolgicoesslo analtico (Worsley, 1970: 265). Uno de los problemas o las consecuencias de una

    situacin como sta es que al no haber nadie que autodefina el trmino, lo definen losde afuera (Canovan, 1981: 5).Una tercera fuente de ambigedad del trmino populismo es la heterognea realidadhistrica a la que se refiere. Pero antes de recorrer algunas de los diversos fenmenosque han sido denominados populistas y las distintas maneras en que ha sido abordadoel tema en Amrica latina, sealemos rpidamente que sta es una compilacin paraestudiantes y que razones de espado y de intencin nos llevan a una eleccin deprioridades (se desarrollan los criterios de seleccin de los trabajos en la seccin

    IV):no nos referiremos a algunos temas que suelen ser tratadas en relacin al populismocomo: pueblo, nacin, bonapartismo, fascismo, cesarismo. Tampoco nos detendremosen caracterizaciones de la estructura econmica aunque este tema est desarrolladoen algunos de los artculos compilados. Ms bien, nos interesa en primer lugar,recorrer los populismos originarios (el ruso y el estadounidense) y la emergencia deltrmino; en segundo lugar, presentar un panorama de los enfoques de la literaturasobre el populismo latinoamericano y, por ltimo, examinar algunas cuestionesepistemolgicas y plantear, lo ms claramente posible, al menos los permetros y losejes del problema.En este sentido, nos interesa centrar la atencin en los problemas relacionados co

    n laconstruccin del concepto de populismo. La pregunta que orienta esta introduccin esla siguiente: el as llamado populismo, es un fenmeno histrico singular que semanifest en un tiempo y espacio determinado, que representa una etapa particulardel desarrollo de una sociedad?; o es una categora analtica que puede aplicarse a unfenmeno populista ms amplio que se manifest en diferentes sociedades ypocas?; o es un fenmeno histrico y una categora analtica a la vez?Para abordar esta pregunta detengmonos previamente en una sintticareconstruccin de las experiencias histricas que han sido englobadas bajo el trminopopulismo.

    I. El populismo en la historiaa. Los primeros populismosJ. B. Allock (1971: 372) afirma que los referentes histricos del trmino "populismo" hasta mediados de la dcada de 1950 objeto de atencin de historiadores y luegotambin de socilogos en un primer momento fueron, por un lado, los movimientosrurales radicales del Medio Oeste americano de fines del siglo pasado y, por otro, eltemprano movimiento socialista utpico de intelectuales rusos del mismo perodo,los llamados narodnik, que viene del vocablo ruso narod (pueblo', folk' o nacin').El uso correcto del trmino narodnichestvo y el tema de quines deben o no deben ser

    considerados populistas son cuestiones alrededor de las cuales ha girado bastantedebate acadmico. Dicho en forma sinttica, existe un uso ms restringido y otro ms

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    amplio. En el primer caso, la intelligentsa rusa utilizaba el trmino narodniki o'populista' para sealar una actitud en particular dentro del movimiento radical,una

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    nueva actitud de humildad hacia el pueblo, que llev a los narodnik a sostener quelosintelectuales no deberan conducir al pueblo en nombre de ideas abstractas,extranjeras y sacadas de los libros sino adaptarse ellos al pueblo tal cual es,fomentando la resistencia al gobierno en nombre de las necesidades cotidianas reales.

    En el segundo caso, el trmino populismo se utiliza para referirse a todo el movimientorevolucionario ruso no marxista desde los escritores pioneros hasta la dcada de 1890y aun ms all; en otras palabras narodnicbestvo denota un socialismo agrario de lasegunda mitad del siglo diecinueve, que postula que Rusia poda evitarse la etapacapitalista de desarrollo y proceder a travs del artel (cooperativa de obreros oartesanos) y la comuna campesina directamente al socialismo[3].Veamos ahora quines fueron los populistas rusos.[4] En la Rusia de fines del siglo XIX,la vasta poblacin rural trabajaba penosamente en condiciones de miseria y sujecinsin paralelo en Europa, bajo un estado autocrtico y represivo. Entre el estado y

    loscampesinos se encontraba una tercera fuerza, una elite instruida, pequea pero devital importancia, cada vez ms orientada hacia las formas occidentales depensamiento. Segn Margaret Canovan, esta minora privilegiada, consternada por lainjusticia de su sociedad e incapaz de soportar el sentimiento de culpa al versebeneficiada por este estado de cosas, alent y trabaj para la revolucin. Sin embargo,no se proponan seguir ciegamente las formas e instituciones occidentales, sino queconstruyeron una visin especficamente rusa del futuro. Haciendo una sntesis entrelas ideas de los eslavfilos conservadores que valoraban las tradiciones de las comunas

    campesinas y las ideas fraternales del socialismo europeo, postularon la posibilidad deconstruir una nueva sociedad socialista sin pasar por las mismas etapas europeasdecapitalismo y expropiacin.Hacia principios de 1870, el impulso de hacer sacrificios por el pueblo se volvapredominante en crculos intelectuales. Se entenda que el desarrollo de la civilizacinpara unos pocos privilegiados se haba logrado gracias al trabajo y al sufrimientode lamasa del pueblo y que, por lo tanto, las 'clases cultas' deban reconocer que tenanuna

    enorme deuda moral con el pueblo. Luego de literalmenteir al pueblo

    (khozhdenie i

    narod) en 1874, los que participaron de la aventura volvieron con una nuevaconciencia de las dificultades que implicaba hacer la revolucin y, sobre todo, delasdiferencias entre la perspectiva de los intelectuales y la de los campesinos. Sinembargo, su compromiso con un futuro socialista segua en pie y en 1876 emergi unpartido llamado Zemlya i Volya (Tierra y Libertad).[5] El ideal de los populistas rusosera una Rusia socialista, despojada del estado autocrtico y sus iniquidades sociales yeconmicas, en la cual reinaran la hermandad y la armona. Crean que esa armona y

    hermandad estaban profundamente enraizadas en as tradiciones de la aldea rusa, enparticular en la prctica de la tenencia comunal de la tierra en virtud de la cual

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    noexista la propiedad absoluta y exclusiva de la tierra dentro de la aldea y los lotes sereasignaban equitativamente en forma peridica a travs de la reparticin.La cuestin era cmo trabajar hacia este objetivo. Segn Canovan, la pregunta tuvodos respuestas entre las cuales se dividi el movimiento: a) una elitista y conspirativa

    que sostena que la nica posibilidad de construir un amplio movimiento popularresida en la organizacin de un partido estrechamente cohesionado que golpeara algobierno de la nica manera posible para un grupo pequeo con actos de terrorismoindividual cuyo objetivo final era tornar el poder y construir una sociedad socialista;b) la otra respuesta fue populista en el sentido estricto del trmino: la nueva poltica

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    de narodnicbestvo o populismo' significaba abandonar el aire enrarecido de la eliteintelectual y sus teoras abstractas y adaptarse a las necesidades, las perspectivas y losintereses del pueblo. En 1879 el partido finalmente se dividi en moderados yradicales. Un sector llamado Cherny Peredel (Reparticin Negra) para significar su

    demanda primordial de redistribucin igualitaria de la tierra entre los negros o claseservil se qued a trabajar con el pueblo, dirigidos por Plekhanov (quienposteriormente se convirti al marxismo). La fraccin ms fuerte, Narodnaya Volya (laVoluntad del Pueblo), decidi concentrarse en la lucha terrorista contra el estadoautocrtico. Luego de muchos fracasos, asesinaron al zar Alejandro II en marzo de1881.Resumiendo, entonces, el populismo ruso, en su uso convencional amplio, abarcaaproximadamente desde 1870 hasta 1917 e incluye una amplia variedad depensadores y activistas; por lo tanto, es difcil establecer un conjunto de propos

    icionesque todos los populistas hubieran aceptado. Pero en el caso de los narodnikide ladcada de 1870 el significado es ms claro: el nfasis est puesto en ir al puebloacatando sus deseos y luchando por defender sus intereses, en particular la tierracampesina y la libertad respecto de los terratenientes y el estado. Canovan afirma que,mientras que en su sentido ms amplio, el populismo ruso mantena un ncleo decompromiso con el socialismo agrario basado en la comuna campesina, el trminotambin incluye otros elementos relacionados histrica aunque no lgicamente conesto, como el terrorismo revolucionario y el desdn hacia la reforma poltica gradual y

    las medias tintas liberales, la oposicin al determinismo histrico y un nfasis en laposibilidad de caminos histricos alternativos y en el rol de las ideas y las accionesindividuales en su produccin; y, last but not least, un tremendo compromiso yconciencia moral. Aunque estos elementos no constituyen una ideologa totalmentecoherente, s constituyen un estilo de pensamiento caracterstico que va a ser muydistinto al populismo de Estados Unidos. Por la misma poca pero en formaindependiente, aparentemente sin siquiera saber que muy lejos haba otros grupos alos que se denominara populistas, en Estados Unidos[6] los agricultores del MddleWest unieron sus voces para protestar contra los polticos y los banqueros de la C

    ostaEste. El apoyo del movimiento populista provino de los estados occidentales y delossureos y en su enorme mayora estaba integrado por farmers (granjeros) quedemandaban intervenciones socializantes ms amplias por parle del gobierno. Losproblemas de los farmers estadounidenses de fines del siglo pasado eran lossiguientes: a) las corporaciones ferroviarias cobraban precios monopolices pueslosfarmers eran clientes cautivos, dependan de ellos para obtener equipos y provisionesy para enviar sus granos al mercado. El poder de las compaas se vea aumentadoporque dominaban la poltica estadual del Oeste: tomaban cuidadosos recaudos paramantener controladas las legislaturas y asegurarse, a travs de sobornos y corrupt

    elas,de que sus intereses seran protegidos; b) la sujecin a los acreedores era una pesadilla

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    permanente. Los farmers necesitaban capital para comprar maquinaria y alambrar,pero cuando la cosecha era abundante, el mercado se saturaba y los precios caan,a loque se sumaban las prdidas de cosechas en los perodos de sequa. Por otro lado,estaban en manos de los comerciantes locales, quienes les vendan a crdito obligandoa las familias a hipotecar la cosecha del ao venidero sin siquiera haberla sembra

    do. Elendeudamiento y la experiencia de sometimiento y humillacin que implicaba elendeudamiento constitua un vivencia frecuente para los farmers, quienes formaronla

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    espina dorsal del movimiento populista; c) otro problema era la reduccin delcirculante que forz una baja en los precios de sus productos a la vez que unincremento en el valor del dlar, aumentando de esta manera el endeudamiento delos farmers.Hacia principios de 1880, con la consigna de que la unin hace la fuerza y la ilusin de

    volver a ser libres e independientes, los farmers intentaron crear cooperativasdecompra y venta para defenderse frente a los acreedores. Sin embargo, la mayora delas cooperativas fracas gracias a la oposicin enconada de comerciantes y banqueroslocales y tambin porque su base financiera era demasiado endeble, suspatrocinadores, demasiado pobres. El intento de obligar al gobierno a hacer porelloslo que no podan hacer por s mismos, los forz a entrar en la poltica a la vez queconvirti a su movimiento en populista. Pero entrar en poltica no era una cuestinsimple. Aunque fueron creciendo alianzas en varios estados, los disensos variaba

    nentre lneas moderadas y otras radicales, y divisiones en tomo a la cuestin racialdebido a la actitud ambigua de la Alianza hacia los farmers negros; por otro lado, nopudo llevarse a cabo la idea de una gran coalicin entre el Sur y el Norte, una unin defarmers y trabajadores, de productores contra monopolistas y financistas del Esteplutocrtico. Entrar en poltica tambin significaba que el control del movimientopasara inevitablemente de los farmers a los polticos profesionales hacia quienes losfarmers manifestaron una permanente hostilidad y, por otro lado, que se tensionaba el

    problema de las lealtades partidarias. Construir un tercer partido era una tareahartodifcil.Se siguieron distintas estrategias segn las circunstancias y tradiciones polticasdecada estado. Aunque finalmente emergi un partido de carcter nacional en 1892,[7]el camino fue difcil y muchos abandonaron sobre la marcha. El fracaso ce lascooperativas cobraba sus bajas, pero las tensiones que implic romper con viejaslealtades partidarias alej a muchos ms. De todas maneras, hasta el sur form unPartido del Pueblo (People's Party) y dio, adems, el dramtico paso de incluir amiembros negros en sus filas. Finalmente, en 1896 se produjo una fusin a nivelnacional entre el Partido del Pueblo y el Partido Demcrata, que nombr un candidato

    de estilo y posiciones populistas e incluy varias demandas de este grupo en suplataforma, pero perdi las elecciones y los populistas descubrieron que habandestruido su partido intilmente. Con posterioridad a 1896, cuando lo que quedabadel Partido del Pueblo se perda en el olvido, se produjo un auge de prosperidadeconmica causado por aquello mismo que los populistas haban estado reclamando:un aumento en el volumen de la base monetaria al descubrirse nuevos camposmineros y procesos extractivos.Ambos populismos se enfrentaron al desafo del industrialismo, el urbanismo, lagrandiosidad, la centralizacin, la jerarqua; ambos trataron de resistir estastendencias y de descentralizar lo social... (Worsley, 1970: 271) y se opusieron alavance del capitalismo y a uno de sus resultados principales: la destruccin o el

    severoagotamiento de la pequea propiedad y la produccin en pequea escala (Vilas,1994:34). Aunque los dos son populismos agrarios, los populistas rusos, con su

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    desprecio hacia la reforma constitucional liberal y la adopcin del terrorismo comoopcin tica, ofrecen un fuerte contraste con el compromiso de los populistasestadounidenses con los procesos polticos y la bsqueda de leyes e instituciones paraproteger sus intereses.

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    Ambos idealizaron al pueblo y aspiraron a un control de la sociedad desde abajoperoresulta obvia la diferencia entre un impulso como ste que proviene del pueblo mismoy aquel que proviene de una intelligentsia sacudida por sus remordimientos deconciencia (Canovan, 1981: 96).

    Por otro lado, mientras el populismo de Estados Unidos contaba con una base rural demasas, los rusos no contaban con nada por el estilo; mientras los idelogos delpopulismo de Estados Unidos provenan del pueblo (eran editores de peridicosdestinados a los agricultores, predicadores o hijos de predicadores de tendenciafundamentalista), los populistas rusos provenan de las ciudades y de sectores socialesdistintos de los campesinos. El populismo ruso propona como elemento central de sudiseo reformista el fortalecimiento de la propiedad comunitaria y el apoyo afederaciones y cooperativas; muchos de los narodniki fueron socialistas y la ide

    ologafue un ingrediente importante. El populismo estadounidense, en cambio, fue siempreun firme defensor de la propiedad individual o familiar y su socialismo ms bien unacuestin de interpretacin externa y a poslerori y la ideologa y las teorizacionesjugaron un papel menor (Vilas, 1994: 35). Mientras en el populismo ruso aparecelatensin entre pueblo e intelectuales, en el estadounidense se manifiesta la tensinentre pueblo y polticos profesionales; ambos rasgos ce los populismoslatinoamericanos de este siglo.El trmino populismo, en fin, entr a la literatura desde Rusia y los Estados Unidospara hacer referencia a movimientos de base rural y con un fuerte contenido anti

    -elite.Pero hay otro populismo en el mundo tan famoso como los primeros: ellatinoamericano.

    b. La literatura sobre populismo en AmricaEl populismo ha constituido uno de los fenmenos histricos principales en laexperiencia poltica de Amrica Latina en este siglo. Drake (1982: 237-9) sugiere quepodra ser til considerar las nociones de populismo temprano, clsico y tardo.Sin caer en una mirada rgida, afirma que se podra argumentar que el timing de lascondiciones apropiadas para estos tipos de populismo vari de pas en pas. En lasprimeras dcadas del siglo XX, Amrica Latina era predominantemente agraria, tena

    sistemas polticos aristocrticos y excluyentes, no se haban desarrollado grupos deinters, sindicatos fuertes ni partidos de masas. A medida que el crecimientocapitalista y urbano erosion la hegemona tradicional de las clases altas, emergieronlos precursores del populismo en las ciudades ms grandes y los pases ms prsperos,los que podran denominarse los populistas tempranos o liberales. Aunque atraanalgunas simpatas del sector obrero, se apoyaban en las elites no comprometidas conel ejercicio del poder y la emergencia de las clases medias. Generalmente limitaron suspromesas reformistas a la democratizacin legalista destinada a las minorasalfabetizadas (Yrigoyen en Argentina, Alessandri en Chile).Durante los aos treinta y cuarenta, afirma Drake, aparecieron los populistas clsic

    os.Las figuras sobresalientes incluyen a Haya de la Torre, Grove, Crdenas, Betancourt,

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    movimientos se autopercban como cohesionados por el fin de la reforma social afavor de los trabajadores, la democracia electoral y el nacionalismo continental(indoamericano) contra el imperialismo y el fascismo (estas posiciones fueronexpresadas en el primer Congreso Latino Americano de Partidos ce Izquierdaorganizado en Chile en 1940 por los socialistas chilenos; los principales partic

    ipantesincluyeron al APRA, la AD, y el oficialista Partido Revolucionario de Mxico). SegnDrake, el populismo constituy una respuesta coherente a los procesos de aceleracinde la industrializacin, la diferenciacin social y la urbanizacin. Los populistasprometieron medidas de bienestar y crecimiento industrial protegido. Aunque elestablishment sin duda prefera los arreglos ordenados del pasado sin la intrusin deestos movimientos de masa, a los ojos de muchos lderes reformistas y aun de algunaselites del establishment, continuar excluyendo a las clases medias y a los traba

    jadoresurbanos pronto pareci representar un precio ms alto que permitir su incorporacingradual. Hacia los cincuenta y sesenta las perspectivas del populismo policlasistadeclinaron. Importantes populistas continuaron apareciendo en escena, incluyendoaPaz Estenssoro en Bolivia, Vargas, Quadros, Brizola y Goulart en Brasil, Ibez yalgunos demcratas cristianos en Chile y Velasco Ibarra en Ecuador. Sin embargo, seenfrentaron a graves problemas econmicos: el proceso de industrializacin porsustitucin de importaciones (ISI) comenz a encontrar obstculos, se produjo unrelativo estancamiento industrial y una inflacin aguda. Adems, afirma Drakeadoptando una perspectiva germaniana, la proliferacin de actores polticamente

    relevantes que haban motivado la aparicin del populismo y las demandas detrabajadores, campesinos, migrantes urbano-rurales y mujeres comenz a desfajarsedel proceso de institucionalizacin. Ante las condiciones cambiantes, algunospopulistas como Haya y Betancourt se volcaron a la derecha y de esta manera sevolvieron ms aceptables para las elites nativas y extranjeras. Otros, sobre todoenPer y Venezuela, se volcaron hacia la izquierda del partido matriz y hasta formaronfracciones guerrilleras.Los populistas tardos de los setenta incluyen, para Drake, a Echeverra en Mxico yPern en Argentina. Fue muy difcil para ellos revitalizar las alianzas y los programas

    populistas de pocas anteriores que aparecan como inadecuados para lidiar con elpluralismo social y los conflictos que aos de modernizacin y polticas populistashaban alimentado. A medida que la red de intereses se multiplic y solidific, elespacio de maniobra en la arena poltica se redujo. Las elites perciban que el precioque se deba pagar por la inclusin de las masas -aumentos de sueldos, inflacin,transferencias de recursos y aun el desplazamiento social, el fantasma de Cuba yChile-ahora pareca ser mayor que los riesgos de una exclusin forzada. En consecuencia,hacia mediados de 1970, bajo severas presiones econmicas y sociales, las fuerzasarmadas proscribieron al populismo en la mayora de los pases de Amrica Latina.Cientficos sociales, tanto nativos como extranjeros, han intentado descifrar losenigmas de estos populismos latinoamericanos desde distintas perspectivas. Aunqu

    ealgunos sostienen que el trmino alude a una variedad tan grande de fenmenos quees imposible encontrar rasgos en comn que justifiquen el uso cientfico del concept

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    ola tesis negativa, como la llama Mouzclis (1985:329) , la mayora de los autores haintentado pensar el fenmeno desde las ciencias sociales, si bien generalmente hacende la carencia su rasgo fundamental. Existen, por lo tanto, distintas formas declasificarlos enfoques con los que se ha abordado al populismo; en realidad, casi tantas c

    omo

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    artculos sobre el tema. Desde un punto de vista metodolgico podemos decir queexisten proposiciones sobre su naturaleza, proposiciones sobre su emergencia yproposiciones sobre sus efectos. A continuacin presentamos una sntesis de algunosenfoques que han ejercido influencia sobre los estudios del populismo en AmricaLatina, ordenada en torno a las siguientes preguntas: cundo, cmo y por quaparece? Qu hace el populismo? Dejaremos la discusin sobre su naturaleza (qu

    es?; cules son sus rasgos fundamentales?) para el final.

    I. Interpretaciones sobre la emergencia y la dinmica del populismo clsicoCon fines exclusivamente de descripcin y ordenamiento, a lo sumo heursticos, sirevisamos las formas en que distintos autores han abordado el estudio del populismoclsico con referencia a las causas o condiciones de su emergencia, podramos dividir alos autores, a grandes rasgos, en cuatro grupos: 1. una lnea de interpretacin en clavedel proceso de modernizacin, tributaria del funcionalismo, piensa al populismo como

    fenmeno que aparece en los pasessubdesarrollados

    en la transicin desde lasociedad tradicional a la moderna (G. Germani, T. Di Telia); 2. otra lnea mucho ms

    amplia y heterognea que llamaremos lnea de interpretacin histrico-estructuralvincula al populismo con el estadio de desarrollo del capitalismo latinoamericano quesurge con la crisis del modelo agroexportador y del estado oligrquico. Los autoresdestacan el rol interventor del estado que, ante la debilidad de la burguesa, debeasumir un rol de direccin de los procesos de cambio. Dentro de esta lneainterpretativa existen distintos nfasis: mientras Cardoso y Faletto, desde unperspectiva dependentista, ponen el acento en la reconstruccin del proceso histric

    o-estructural de las sociedades para entender cmo se relacionan las clases y cul eselmovimiento que en cada perodo las impele a la transformacin, lanni, desde unaptica marxista, considera que el Estado populista, si bien no es un nuevo modelo deEstado, es intervencionista y nacionalista en lo econmico dentro del marco delcapitalismo, y culmina con la metamorfosis de la poltica de masas en lucha de clases.Por su parte, Vilas, afirma que el populismo es el resultado de un intenso y masivoproceso de movilizacin social que se expresa en una acelerada urbanizacin, en el

    impulso a un desarrollo econmico de tipo extensivo, en la consolidacin del Estadonacional y en la ampliacin de su gravitacin poltica y econmica. Murmis,Portantiero, Weffort y Torre (aunque con preguntas distintas segn la poca) analizanal populismo como un fenmeno que resulta de la crisis de hegemona: el populismosera la expresin de una alianza en la que ninguna clase tiene la fuerza suficientecomo para romper con la oligarqua y llevar adelante un proyecto hegemnico propio.Touraine sostiene que el populismo es la identificacin del movimiento con el Estado ypor eso se define mejor como una poltica de integracin nacional. 3. el tercer grupo,tambin amplio y heterogneo, es el de los coyunturalistas (Adelman, 1992): James,

    French, Doyon, Adelman, Horowitz, Matsushita, Tamarin, Fausto Boris, Murilo DeCarvalho. Estos autores realizan estudios monogrficos que hacen hincapi en lasoportunidades y las restricciones que rodean a las distintas clases o sectores s

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    ociales,en particular a los trabajadores, en determinadas coyunturas histricas y cuestionanlas explicaciones que remiten los orgenes del populismo al pasado pre-populista deAmrica Latina. Existen distintas inclinaciones y corrientes en este grupo, entreellos

    James, que destaca la cultura social y poltica de la clase, la constitucin de lossujetosy los sentidos que tienen para los actores sociales las experiencias vividas y French que

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    se centra en el estudio de la compleja red de alianzas, relacionada a su vez conprocesos socio-econmicos que crearon distintas dinmicas y posibilidades de alianzasentre las clases. 4. podramos proponer una cuarta lnea interpretativa, definida msbien desde su mtodo de anlisis, que ubica la especificidad del populismo en el pla

    nodel discurso ideolgico (Laclau, de Ipola, Taguieff, Worsley). Mientras Laclau sostieneque lo que transforma a un discurso ideolgico en populista es la articulacin de lasinterpelaciones popular-democrticas como conjunto sinttico-antagnico respecto ala ideologa dominante y que existe una relacin de continuidad entre populismo ysocialismo, De Ipola y Portantiero argumentan, desde la nocin gramsciana deconstruccin de una voluntad nacional y popular, que la relacin entre socialismo ypopulismo es, sobre todo, una de ruptura.

    i. El marco terico de Gino Germani quien escribi los primeros trabajos

    sistematizados sobre el tema en la dcada de 1950fue la predominante teora de lamodernizacin y el estructural-funcionalismo. Utilizando un modelo dicotmico,

    Germani analiz el perodo en trminos del trnsito de una sociedad tradicional a unasociedad desarrollada, producto del desarrollo econmico. Aunque el cambio es unaspecto normal de las sociedades, Germani sostiene que al ser emergente y rpido,coexisten en una misma etapa elementos que pertenecen a la sociedad tradicionaly laindustrial. Ante la superposicin de distintos principios bsicos de funcionamientodela estructura social (accin social tradicional o moderna, la actitud de rechazo odeinstitucionalizacin del cambio) se producen distintos tipos de asincrona de losprocesos de transformacin, elemento fundamental que lo preocupa: a) geogrfica (el

    desarrollo no se produce al mismo tiempo, creando pases o regiones centrales yperifricos, y sociedades duales); b) asincrona institucional (normas contradictoriasde distintas etapas pueden regir la misma institucin); c) asincrona de grupos sociales(las caractersticas 'objetivas' y 'subjetivas' de ciertos grupos corresponden a etapasavanzadas mientras las de otros a una etapa retrasada); d) asincrona motivacional(coexisten actitudes, ideas, motivaciones correspondientes a sucesivas pocas diversaslo que puede originar ideologas peculiares) (Germani, 1977: 12-13).Caracterizan la asincrona dos fenmenos: el "efecto de demostracin" y el "efecto de

    fusin". El primero resulta de la difusin en pases menos desarrollados del nivel devida alcanzado en los ms desarrollados, es decir, que el conocimiento de la existenciade determinado nivel de consumo produce aspiraciones similares y determina laconducta poltica tanto de las clases populares como de los grupos medios ysuperiores. El conflicto se produce en torno a la forma de alcanzarlas. El segundo es unfenmeno que consiste en la fusin de expresiones ideolgicas o actitudes de uncontexto avanzado con las actitudes o creencias y otros contenidos psquicos degrupos atrasados; esto refuerza los rasgos tradicionales que parecen adquirir nuevavigencia o bien los contenidos tradicionales influyen sobre su significado originario,

    moderno. Otros dos conceptos clave son los de movilizacin y de integracin. Elprimero consiste en el proceso por el cual grupos anteriormente pasivos comienzan a

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    intervenir en la vida nacional, ya sea en forma inorgnica o en forma canalizada atravs de los partidos polticos; por el segundo se entiende aquel tipo de movilizacinque se lleva a cabo a travs de los canales poltico-institucionales vigentes y en el queel marco de legitimidad del rgimen es aceptado implcita o explcitamente por los

    grupos movilizados, que aceptan as las reglas de juego de la legalidad vigente (Laclau,1986:172).

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    Con estos conceptos, Germani elabora el marco terico del proceso de transicin enlos pases que comienzan su desarrollo en forma tarda y lo compara con la experienciahistrica de la transicin europea. En palabras de Germani: La diferencia que existeentre el caso de Inglaterra o de otros pases occidentales y el caso de Amrica Latina

    depende pues, de un grado distinto de correspondencia entre la movilizacin gradualde una proporcin creciente de la poblacin (hasta alcanzar su totalidad) y la aparicinde mltiples mecanismos de integracin: sindicatos, escuelas, legislacin social,partidos polticos, sufragio, consumo de masa, que son capaces ce absorber estosgrupos sucesivos y de proporciona rles medios de expresin adecuados al niveleconmico y poltico, como en otros terrenos fundamentales de la cultura moderna(Germani, 1977: 25). As, a diferencia de Europa, donde se produce una consolidacinde la democracia representativa en dos etapas (democracia con participacin limitada

    y luego con participacin total) en la que las masas son incorporadas sin traumasalaparato poltico a travs de reformas y participacin en partidos liberales u obreros,enAmrica Latina la rpida industrializacin, la urbanizacin y la masiva migracin internaque se acelera desde la dcada del 30 en adelante, lleva a la temprana intervencin delas masas en la poltica, excediendo los canales institucionales existentes, dondelostrabajadores pueden expresar sus demandas crecientes, sin valorar el sistemademocrtico.As, para Germani, los movimientos nacionales-populares son la forma deintervencin en la vida poltica nacional de las capas sociales tradicionales, en el

    transcurso de su movilizacin acelerada (1977: 29), es decir, cuando el grado demovilizacin rebasa la capacidad de los mecanismos de integracin. Califica a estosmovimientos como autoritarios (no fascistas)[8] sobre todo porque el peronismo sevio obligado a tolerar cierta participacin efectiva.[9] Como los partidos existentes nopueden ofrecer posibilidades adecuadas de expresin u estas masas, se origina unaverdadera situacin de anomia para estos grupos cuya disponibilidad puede darorigen a movimientos nuevos (Germani, 1977: 32-4). La transicin desde unamentalidad tradicional forjada en una matriz autoritaria y paternalista a una moderna

    basada en individuos autnomos y libres produce un estado de anomia ante la faltadecanales institucionales adecuados. Salidos de la pasividad de la mentalidad tradicionalpero an incapaces de llevar a cabo ninguna accin colectiva autnoma, estas masasson vistas como potencialmente explosivas. La rigidez del sistema poltico y laincapacidad de los actores polticos de dirigir la crisis favorece la emergencia de unafigura carismtica, que junto con distintas elites los recluta y manipula. Este lderpopulista logra crear vnculos poderosos y directos con esas masas disponibles comoapoyo electoral pero tambin logra atraer a los nuevos sectores modernizantes como

    el ejrcito y los industriales (Walton, 1993). Estas masas son consideradas endisponibilidad y su comportamiento se interpreta en trminos de irracionalidad y de

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    heteronoma.[10]Aunque admite que el populismo surge y se desarrolla en el trnsito de la sociedadtradicional a la moderna, Di Tella pone el nfasis en la necesidad, para unamovilizacin populista de masas, de la existencia de una elite comprometida con dichoproceso de movilizacin y en la decadencia del liberalismo como motor de cambio qu

    e,al fracasar, posibilitar la experiencia populista. Cree, de todas maneras, que con todassus limitaciones, el populismo es el nico vehculo disponible de reforma o derevolucin en Amrica Latina. Aqu el esquema de reforma social liberal como en

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    Europa no es posible por la debilidad del liberalismo como alternativa ya no es unaideologa anti-statu quo y porque la clase obrera no pudo plantear su propiaalternativa (Moscoso, 1990: 83).Di Tella pone el acento en la revolucin de las expectativas: el deseo de tenerlotodo de una vez sin esperar que se consoliden los mecanismos que lo proporcionan

    ...[es] lo que har difcil el funcionamiento de la democracia ya que se pedir ms de loque ella puede dar. Estos grupos crecientes formarn una masa disponiblenumricamente importante que no ha visto en la alternativa liberal-democrtica laforma de satisfacer sus expectativas. Se disponen, entonces, a seguir su propiagua,gua que le ser ofrecida por una elite dispuesta a aceptar el proceso de movilizacin.En consecuencia, la aparicin de un lder, que a su vez encabeza la elite, esimprescindible para que se origine la experiencia populista. El enlace masadisponible-elite dirigente se explica por: a) la proliferacin de grupos incongruentes

    que producirn sus propias elites para que los representen; b) por cuestiones de statusentre sus aspiraciones y la satisfaccin de empleo; c) la aceptacin por parte de lasmasas de esas elites de clase (Moscoso, 1990: 86-7).Segn Di Tella, El populismo, por consiguiente, es un movimiento poltico con fuerteapoyo popular, con la participacin de sectores de clases no obreras con importanteinfluencia en el partido, y sustentador de una ideologa anti-statu quo. Sus fuentes defuerza o 'nexos de organizacin' son: a) una elite ubicada en los niveles medios oaltosde la estratificacin y provista de motivaciones anti-statu quo; b) una masa movil

    izadaformada como resultado de la 'revolucin de las aspiraciones', y, c) una ideologa ounestado emocional difundido que favorezca la comunicacin entre lderes y seguidoresycree un entusiasmo colectivo (Di Telia, 1977: 47-8).Germani y Di Tella comparten un enfoque similar: las transiciones para ambos sonmomentos de tensin estructural que llevan a la emergencia ce fenmenos como elpopulismo. Estas tensiones del cambio acelerado generan dos actores importantes:lasmasas, de las que se ocupa en mayor medida Germani, y las elites con las que

    completa el cuadro Di Tella. Tambin podramos ubicar dentro de esta lnea deinterpretacin a Steve Stein (1980), quien considera que el populismo constituye laprincipal forma poltica de control social en la Amrica Latina moderna, producto deuna cultura poltica patrimonialista heredada del pasado iberoamericano. Segn esteautor, la alta concentracin del poder en manos de elites reducidas contribuy a crearun sistema patrimonial de valores e instituciones que sostena la desigualdad ydesactivaba la protesta de las masas. Como ideologa producida originalmente por lossistemas coloniales semi-feudales de Espaa y Portugal y reforzada por el catolicismo

    oficial y popular, el patrimonialismo enfatiza la jerarqua y el organicismo. De estaforma, para Stein, la dinmica central de los movimientos populistas han sido los

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    vnculos particularistas y personalistas entre lderes poderosos y seguidoresdependientes. Contribuyendo directamente a socavar los partidos obreros autnomos,los populistas construyeron coaliciones multiclasistas que integran a las masassincambiar demasiado el sistema existente. A travs de la distribucin de concesionesmateriales y simblicas por parte de lderes altamente carismticos y personalistas,

    estos movimientos tuvieron xito en integrar nmeros cada vez ms amplios deelementos de clase baja en la poltica, impidindoles subvertir el proceso de toma dedecisiones a nivel nacional y, al mismo tiempo, funcionando como vlvula de seguridadpara disipar presiones potencialmente revolucionarias, provenientes de la claseobrera

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    sin comprometerse con cambios estructurales o con la expulsin de las elitesestablecidas (Stein, 1987).

    ii. En la dcada de los '60, la creciente influencia de los estudios sobre la dependencia yel marxismo sell la suerte de la teora de la modernizacin y la explicacin del

    populismo como resultado de la capacidad de convocatoria demaggica y emocionalde un lder carismtico y/o de la ceguera de las masas. El conjunto de los trabajossurgidos de esta confluencia, que hemos llamado histrico-estructural, ya no pusoelnfasis en las tradiciones pre-modernas sino que vir su atencin hacia las condicioneshistricas que hacan posible el surgimiento de la coalicin populista.El punto de partida de Cardoso y Faletto (1969) para pensar las distintas trayectoriashistricas de los pases latinoamericanos es la identificacin de dos tipos de economasde exportacin que se formaron durante una primera fase que denominancrecimiento hacia fuera

    y que se extendi aproximadamente durante el ltimocuarto del siglo XIX: economas con control nacional de la produccin (Argentina,

    Brasil) y economas de enclave (mineras o de plantacin) (Mxico, Chile, Per). En estaconstruccin de tipos ideales, la dependencia concepto socio-poltico que se entiendecomo un modo particular de relacin entre lo externo y lo interno, entre grupos yclases sociales perifricas y centrales y que implica una situacin de dominio queconlleva estructuralmente la vinculacin con el exterior es un concepto central paracaracterizar la estructura de las distintas situaciones de desarrollo.Para Cardoso y Faletto las formas que adopta el populismo desarrollista (que seextendera aproximadamente entre 1930 y 1960) van a depender de las alianzas depoder realizadas durante la fase de transicin, que se extiende a lo largo de las

    primeras tres dcadas del siglo XX. Segn los autores, la presencia y participacincreciente de las clases medias urbanas y de las burguesas industriales y comerciales enel sistema de dominacin se expresan en las polticas de consolidacin del mercadointerno y de industrializacin, que consisten, sobre todo, en una poltica de acuerdosentre sectores muy diversos (clases medias ascendentes, burguesa urbana, sectoresdel antiguo sistema exportador-importador, incluso sectores de baja productividad)que deban compatibilizar la creacin de una base econmica para sustentar a losgrupos nuevos con oportunidades de insercin econmico-social para los grupos

    populares cuya presencia en las ciudades podra alterar el sistema de dominacin. Estosupone la constitucin de una alianza desarrollista entre fuerzas contradictorias,reservndose el papel de grupo dominante el sector empresarial. El Estado es vistoenconjuncin como agente econmico de desarrollo interno y de la dependenciaexterna. Como el populismo desarrollista variar segn los pases, los autores sealanla existencia de tres formas de populismo (aunque tambin clasifican a la alianzadesarrollista en dos: una versin nacional populista, varguismo, peronismo, y otraestatal desarrollista, Mxico): el populismo y economa de libre empresa (Argentina);populismo y desarrollo nacional (Brasil) y el Estado desarrollista (Chile).

    Ianni plantea que uno de los problemas de la poltica latinoamericana es la formaenque las masas desaparecen del escenario poltico de cada pas o pasan a ocupar un

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    segundo plano. Sostiene que ya se ha estudiado satisfactoriamente de qu manerasurgieron estas masas: los procesos de urbanizacin e industrializacin, lastransformaciones tecnolgicas y sociales en el mundo agrario, la revolucin de lasexpectativas y la explosin demogrfica son los principales factores sealados (1977:83). No tiene dudas de que las experiencias nacionales son diferentes unas de otras

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    pues en cada caso las masas revelaron madurez poltica especial, conquistandoposiciones polticas en diferentes grados. Sin embargo, afirma que las experienciaspopulistas tienen elementos en comn. Uno de ellos es que ocurren durante la pocaen que se conforman definitivamente las sociedades de clase cuando quedansuperadas las relaciones estamentales o de castas de la poca colonial. Otro es qu

    e lasmanifestaciones del populismo aparecen en la fase crtica de la lucha poltica de lasclases sociales surgidas de los centros urbanos y centros industriales contra lasoligarquas y las formas arcaicas del imperialismo. As, afirma que en varios aspectos,el populismo latinoamericano corresponde a una etapa determinada en la evolucinde las contradicciones entre la sociedad nacional y la economa dependiente (1977:85). El gobierno populista es entonces el reflejo de una nueva combinacin entre lastendencias del sistema social y las imposiciones de la dependencia econmica. Ah es

    donde las masas asalariadas aparecen como un elemento poltico dinmico y creadorque posibilita una reelaboracin de la estructura del Estado que revela una novedosacombinacin de grupos y clases sociales, tanto interna como externamente.Otra caracterstica importante, segn este autor, es que el populismo corresponde alaetapa final del proceso de disociacin entre los trabajadores y los medios deproduccin; corresponde a la poca en que se constituye el mercado de fuerza detrabajo a causa de la formalizacin de las relaciones de produccin de tipo capitalistaavanzado. En esta etapa las masas trabajadoras abandonan los esquemas sociales y

    culturales creados durante el estado oligrquico y adoptan paulatinamente valorescreados en el ambiente urbano industrial. Pero el carcter de clase del populismonoaparece inmediatamente en los anlisis. Para comprender dicho carcter es precisodistinguir dos niveles: a) el populismo de las elites burguesas y de la clase media, queusan tcticamente a las masas trabajadoras, al mismo tiempo que manipulan lasmanifestaciones y posibilidades de su conciencia; y, b) el populismo de las propiasmasas (trabajadores, emigrantes de origen rural, baja clase media, estudiantesuniversitarios, intelectuales de izquierda). En situaciones normales parece existir una

    armona total entre los dos populismos.Sin embargo, en los momentos crticos,cuando las contradicciones polticas y econmicas se agudizan, el populismo de las

    masas tiende a asumir formas propiamente revolucionarias. En estas situacionesocurre la metamorfosis de los movimientos de masas en lucha de ciases (1977: 88).En un artculo de 1988, Carlos Vilas se centra en las condiciones materiales delpopulismo y desarrolla la tesis de que el nivel de desarrollo alcanzado por laeconoma en una sociedad y el tipo dominante de relaciones de produccin ofrecen lamatriz de significado que explica la posibilidad y modalidades del populismo. Desdeesta perspectiva, lo que se denomina populismo es una especfica estrategia deacumulacin de capital, una estrategia que hace de la ampliacin del consumopersonal y eventualmente cierta distribucin de ingresos un componente esencial".

    Es, por lo tanto, la estrategia de acumulacin de una cierta fraccin de la burguesaenla primera etapa del crecimiento de la industria nacional y la consolidacin del

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    mercado interno (Vilas, 1988:234). Recientemente este primer enfoque ha sidovariado y enriquecido. Vilas (1995) afirma que aunque desde una perspectivaestructural los fenmenos populistas estn estrechamente ligados a determinadosniveles de desarrollo de la sociedad y la economa, es indudable que el populismoencuanto ideologa y proyecto de la sociedad ha sobrevivido a esas condicionesoriginarias, y se presenta como una recurrencia poltica en varios pases de la regin

    .

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    Sostiene que, en todo caso, lo que permite caracterizar a un rgimen como populistaes la articulacin, en una experiencia particular, de un conjunto de rasgosdeterminados susceptibles de articulacin. En este sentido, el populismo, tipo dergimen o movimiento poltico, enmarca el proceso de incorporacin de las clasespopulares a la vida poltica institucional, como resultado de un intenso y masivo

    proceso de movilizacin social que se expresa en una acelerada urbanizacin; en elimpulso a un desarrollo econmico de tipo extensivo; en la consolidacin del Estadonacional y en la ampliacin de su gravitacin poltica y econmica (Vilas, 1995:37-38).Otros autores, que comparten algunos rasgos generales de los autores anteriores,centran su anlisis del populismo en la crisis de hegemona. Aqu ubicamos a Murmis yPortantiero, Weffort y Torre. Dentro de un contexto de revalorizacin del peronismodesde la izquierda, Murmis y Portantiero recuperaron la racionalidad delcomportamiento de los obreros, fenmeno que estaba opacado por lasinterpretaciones que hacan hincapi en la anomia y el caudillismo. Segn Adelman, sepropusieron explicar la permanencia del peronismo como fenmeno de masas

    centrndose en dos procesos subyacentes: la industrializacin tarda y una crisis dehegemona burguesa que permaneca irresuelta desde el quiebre institucional de 1930.Como tambin lo afirmaban los estudios sobre la dependencia, la crisis del ordencomercial internacional en 1930 dispar la industrializacin por sustitucin deimportaciones. El crecimiento del sector manufacturero no fue el resultado de untriunfo de intereses urbanos industriales por sobre intereses rurales propietarios; nose produjo una revolucin industrial sobre la base de la reconsolidacin de un nuevobloque hegemnico. Intensificndose hacia mediados de la dcada del '30, estaindustrializacin sin revolucin industrial fragment la clase dominante en lugar de

    reconsolidarla sobre fundamentos nuevos, ms burgueses. As, los pases de la reginse enfrentaron a una crisis de hegemona que debilit los patrones establecidos de larepresentacin institucional. Las clases dominantes no lideraron un proyecto deindustrializacin nacional, en su lugar lo hicieron distintos grupos que detentaban elpoder del Estado.Rechazando el marco dicotmico de la teora de la modernizacin y poniendo elnfasis en la racionalidad de las masas, en el inters de clase de los trabajadores,Murmis y Portantiero volvieron su mirada hacia una base estructural alternativade las

    relaciones sociales: la construccin y deconstruccin de alianzas en la sociedad civil.As, en Argentina y en distinto grado, en Amrica Latina, capitalistas industrialesdbiles y clases trabajadoras marginadas fueron canalizados en movimientos nacional-populares ms que en movimientos de base clasista. El problema radicaba en lapeculiar disposicin de la clase capitalista industrial y en un movimiento sindicalcercado por gobiernos ilegtimos, despreocupados por el potencial electoral de unaclase obrera descontenta. A medida que estas clases flotantes convergieron en unanueva alianza vertical constituyendo un nuevo bloque histrico, desafiaron la

    decadente hegemona de la vieja elite terrateniente (Adelman, 1992: 246-8).Centrndose en el papel que jug la vieja guardia sindical en el acercamiento de las

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    masas a Pern, Torre (1990) se propone recuperar la problemtica de la doble realidadde la accin de masas, ampliando el concepto de racionalidad en el comportamientoobrero ya avanzado por Murmis y Portantiero en el campo social, para incluir tambinen el anlisis el campo de la poltica. Por un lado, desde la perspectiva del intersde

    clase, el criterio de racionalidad est basado en la maximizacin de los beneficiosen el

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    plano material; por otro, para comprender la identificacin poltica con Pern esnecesario, afirma, introducir otro criterio de racionalidad: el del reforzamiento de lacohesin y la solidaridad de las masas obreras. De esta manera, la accin polticadeviene no un medio para aumentar las ventajas materiales, sino un fin en s mismo: la

    consolidacin de la identidad poltica colectiva de los sujetos implicados.Para Weffort (1968b), que aborda el fenmeno desde el proceso de crisis poltica ydesarrollo econmico que se abre con la revolucin de 1930 en Brasil, el populismo fuela expresin del perodo de crisis de la oligarqua y el liberalismo, del proceso dedemocratizacin del estado, y una de las manifestaciones de las debilidades polticasde los grupos dominantes urbanos al intentar sustituir a la oligarqua en las funcionesde dominio poltico. Pero, sobre todo, el populismo fue la expresin de la irrupcin delas clases populares en el proceso de desarrollo urbano e industrial de esos dec

    enios,nica fuente social posible de poder personal autnomo para el gobernante y, encierto sentido, la nica fuente de legitimidad posible para el propio Estado. Postulandola nocin de Estado de compromiso, Weffort sostiene que la derrota de lasoligarquas no afect de manera decisiva el control que ellas mantenan sobre lossectores bsicos de la economa. Esto llev a que el nuevo gobierno, luego de larebelin de 1930, tuviera que moverse dentro de una complicada red de compromisosy conciliaciones entre intereses diferentes y a veces contradictorios. Ninguno de losgrupos participantes las clases medias, los grupos menos vinculados a la exportacin,los sectores vinculados a la agricultura del caf ejerca con exclusividad el poder n

    itena aseguradas las funciones de hegemona poltica. El autor aduce que esteequilibrio inestable entre los grupos dominantes y, bsicamente, esta incapacidaddecualquiera de ellos de asumir, como expresin del conjunto de la clase dominante,elcontrol de las funciones polticas, constituye uno de los rasgos notorios de la polticabrasilea del periodo. As, este "Estado ce compromiso", que es al mismo tiempo unEstado de masas, es expresin de la prolongada crisis agraria, de la dependencia socialde los grupos de clase media, de la dependencia social y econmica ce la burguesa

    industrial y de la creciente presin popular.Para terminar este segundo grupo, nos referiremos a Touraine (1987). En su anlisis,este autor parte del supuesto de que en Amrica Latina existe una confusinque sehabra corregido con los regmenes actuales, segn artculos recientes entre estado,sistema poltico y actores sociales en virtud del cual: 1) los actores sociales nopuedenser definidos por su funcin socioeconmica; 2) el sistema poltico no constituye unsistema de reglas de juego como la democracia, sino un espacio de fusin entre estadoy actores sociales; y, 3) el estado no es un prncipe soberano con esfera propia sino unactor complejo y mltiple permanentemente incorporado a fuerzas polticas y dividido

    por conflictos polticos. Esta conceptualizacin lleva a dos consecuencias: a) lasobredeterminacin de las categoras polticas sobre las sociales, y, b) la ausencia d

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    ediferenciacin entre el sistema poltico y el estado.Mientras en Europa las fuerzas sociales son importantes en cuanto representanadecuadamente a actores y movimientos sociales, en Amrica Latina, sostiene esteautor, las clases sociales no son elementos bsicos de la organizacin social, no sedefinen sino como respuesta a una intervencin del estado. Los grupos o movimiento

    ssociales son dependientes y se encuentran permanentemente amenazados por unaruptura interna entre la incorporacin corporativa del Estado y la formacin departidos y sindicatos independientes, con funcin de representatividad. La poltica

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    nacional popular no es representativa y, por lo tanto, no es democrtica, afirmaTouraine. Sobre esta base, propone que el elemento clave del populismo es,justamente, la fusin de los tres elementos en un conjunto que es a la vez social,poltico y estatal. La forma de intervencin social del estado ms caracterstica delmodelo latinoamericano es la poltica nacional popular que combina tres temas:

    independencia nacional, modernizacin poltica e iniciativa popular. El populismo eslaidentificacin del movimiento con el estado y por eso se define mejor como unapoltica. Sobre la base de la presencia de tres dimensiones participacin poltica,poder de estado nacional, presin popular Touraine propone distinguir entrepartidos populistas, estados populistas y movimientos populistas.Ahora bien, ms all de los aspectos nuevos, originales y enriquecedores que tuvieronestos enfoques en su momento, tanto las interpretaciones funcionalistas como lashistrico-estructurales, con sus distintos nfasis, comparten por lo menos dos formas

    de caracterizar al populismo: en primer lugar, ambos lo vinculan ms o menosdirectamente a determinado estadio de desarrollo del capitalismo latinoamericano(para unos el populismo es el resultado de acelerados procesos de migraciones alasciudades, urbanizacin e industrializacin; para otros, se vincula al momento de laindustrializacin por sustitucin de importaciones). Asimismo, ambos enfoques, desdedistintos lugares, piensan desde un patrn normativo de desarrollo del cual AmricaLatina se desvi, ya no porque el periodo espaol y post-independentista forjestructuras y tradiciones de las que los latinoamericanos no podan escapar, sinoporque la fuerza del boom de exportaciones anterior a 1930 retras la industrializacin

    y la reconsolidacin de un bloque hegemnico. Una vez ms, las causas del populismodescansan en un patrn estructural distorsionado del desarrollo. No se ha trascendidoel paradigma de la modernizacin, ste ha sido invertido: la heteronoma ya no selocaliza en la clase trabajadora, sino en las burguesas (Adelman, 1992: 248).En segundo lugar, comparten una perspectiva negativa sobre el populismo: lamanipulacin por parte de un lder personalista y autoritario, la movilizacin fuera delos cauces institucionales apropiados y masas sin conciencia en disponibilidad sonconceptos clave del primer grupo; la falta de claridad y por lo tanto de autonoma,la

    falsa conciencia, la subordinacin al estado y la heteronoma, la burocratizacin de lossindicatos, cierta polarizacin entre el Estado y la sociedad civil, lo son para lossegundos (aunque habra que relativizar esta afirmacin en el caso de Murmis,Portantiero, Torre y Weffort).

    iii. En la dcada de los ochenta aparecen estudios monogrficos cuyos autoresdesarrollan textos con miradas criticas que tambin profundizan y expandencuestionamientos colocados por autores revisionistas hacia trabajos anteriorescuestionando la versin clsica de la supuesta pasividad y anomia de los trabajadores ypresentando un cuadro de situacin bastante alejado de las interpretaciones que

    caracterizaban a los sindicatos como estructuras burocrticas subordinadas al estado atravs de la manipulacin y la cooptacin. Tambin haba cambiado el ambiente

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    poltico e ideolgico en que se debatan estos temas: ya haba aparecido la crisis de losparadigmas y tambin la teora del discurso.Seguimos a Adelman (1992) para presentar al tercer grupo denominado loscoyunturalistas (Adelman, 1992; Doyon, 1978; Horowitz, 1990; James, 1988;Matsushita, 1987; Tamarin, 1985; French, 1989; Fausto Boris, 1988). Este afirmaque

    en los ltimos aos se ha publicado un conjunto de trabajos que cuestionan los

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    enfoques desarrollistas ya sea pertenecientes a la corriente de la teora de lamodernizacin o a la de los revisionistas radicales y las explicaciones estructuralesprofundas de los orgenes del populismo. Conscientes de las falacias teleolgicas delosprimeros autores, Doyon, James y otros sealan las oportunidades y las restriccion

    espara la accin de los trabajadores en coyunturas particulares: a cada momento lostrabajadores se enfrentan a un conjunto de opciones y slo al moverse de decisincolectiva en decisin colectiva pueden los historiadores reconstruir los pasos delasvictorias populistas. Cualquiera sea la forma en que se reconstruya la secuencia, estosautores afirman que las condiciones del populismo y las formas de las verticalesalianzas policlasistas no pueden ser anticipadas antes de su emergencia; en otraspalabras, no pueden ser encontradas en el pasado pre-populista, como si Amrica

    Latina se inclinara naturalmente hacia este tipo de fenmeno (Adelman, 1992: 248).Rechazando la tendencia a estudiar el populismo como un fenmeno patolgico ydisfuncional que explica y/o ilustra el desvo del camino normal de la modernizacin,Daniel James (1990) analiza las experiencias populistas desde una perspectiva quedesmenuza las condiciones subjetivas del movimiento social, la constitucin de lossujetos, los sentidos que tienen para los actores sociales las experiencias vividas. Jamessubraya la necesidad de entender los movimientos populistas desde la ptica de los

    actores involucrados como un momento crucial para la participacin y actuacin socialen el sistema poltico, un momento en que los actores deciden construir sus propiasalternativas. El autor sostiene que esto no significa restringirse a los aspectos psicosociales,tambin se deben vincular estas experiencias subjetivas con aspectosestructurales que caractericen al estado, la cultura y la historia. Siguiendo aLaclau,James afirma que en cualquier prctica poltica existe un momento populista que seconvierte en una estrategia de interpelacin a los actores sociales y polticos (y que

    puede desembocar en experiencias que apunten en diferentes direcciones). En otraspalabras, existe un momento necesario donde se recurre al populismo comointerpelacin para rearticular el sistema poltico y equilibrarlo, integrando a lasmasas.Cualquier proyecto antihegemnico de transformacin total, si no tiene su momentopopulista, est condenado a ser una experiencia ineficaz sin ninguna influencia enlasmasas. John French (1992) afirma que si bien Weffort sostuvo que el concepto msadecuado para entender las relaciones entre las masas urbanas y los populistas es elde una alianza tcita entre las distintas clases sociales, los trabajos subsiguientes se

    han revelado incapaces de moverse ms all de imgenes de dominacin corporativa,manipulacin de elite o cooptacin insidiosa en sus esfuerzos por explicar el acertijo

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    populista. El autor postula que un modelo interactivo de clase social provee laclavepara vincular realidades econmicas objetivas con fenmenos polticos tales como elpopulismo y que, en ltima instancia, la explicacin del resultado poltico en el ABCbrasileo de la posguerra slo puede encontrarse estudiando la transformacin radicalde la naturaleza de todas las clases sociales generada por el proceso de desarrollo

    econmico desde comienzos de siglo. Segn French, el fenmeno populista en Brasilfue modelado por los imperativos que se derivaron de la alteracin de las reglas ynormas bsicas de la participacin y competencia electoral. Una vez establecidas, estasformas electorales democrticas proveyeron el medio ambiente ideal para una ampliagama de interacciones entre todas las clases y estratos sociales. As, la relacin entretrabajadores y populistas debe ser conceptualizada en trminos de alianza, conceptodinmico que reconoce que cada parte tiene un rol que jugar, por ms desigual que

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    sea, en la definicin de los trminos del acuerdo. French sostiene que si se juzga alpopulismo a la luz de una interpretacin unilateral o exclusiva del conflicto de clase, nose comprender la poltica en tiempos electorales ni que las luchas entre las clases

    sociales slo pueden desplegarse a travs de una compleja red de alianzas vinculada,asu vez, con los procesos socio-econmicos que cambiaron no slo a la clase obrera sinotambin a las clases medias y a los industriales y gerentes de fbricas, creando nuevasposibilidades de alianza para los trabajadores,

    iv. Otros autores, como Ernesto Laclau y Emilio de Ipola, descartan las interpretacionesdel populismo que lo vinculan a una determinada etapa del desarrollo como laindustrializacin o a una base social especfica como la clase trabajadora y lo anal

    izandesde una perspectiva diferente. Sitan la especificidad del populismo en el planodeldiscurso ideolgico. Para Laclau (1978), la nica forma de concebir la presencia delasclases es afirmando que el carcter de clase de una ideologa est dado por su forma yno por su contenido. La forma de una ideologa consiste en el principio articulatorio desus interpelaciones constitutivas, y el carcter de clase de un discurso ideolgicoserevela en lo que llama su principio articulatorio especfico (el nacionalismo, por

    ejemplo, puede estar articulado a distintos discursos ideolgicos de clase, feudal,burgus o comunista). Laclau afirma que los discursos polticos de las diversas clasesconsisten en esfuerzos articulatorios antagnicos en los que cada una de ellas sepresenta como el autntico representante del pueblo, del inters nacional, etc.Una clase es hegemnica no tanto en cuanto logra imponer una concepcin uniformedel mundo al resto de la sociedad, sino en tanto logra articular diferentes visiones delmundo en forma tal que el antagonismo potencial de las mismas resulteneutralizado.[11] De forma similar, las ideologas de las clases dominadas consisten en

    proyectos articulatorios que intentan desarrollar los antagonismos potencialesconstitutivos de una formacin social determinada. Las tradiciones popularesconstituyen el conjunto de interpelaciones que expresan la contradiccinpueblo/bloque de poder como distinta de una contradiccin de clase; pueblo entoncesconstituye un polo de una contradiccin especfica. Pero lo que transforma a undiscurso ideolgico en populista es una peculiar forma de articulacin de lasinterpelaciones popular-democrticas al mismo. La tesis de Laclau es que el populismoconsiste en la articulacin de las interpelaciones popular-democrticas como conjuntosinttico-antagnico respecto de la ideologa dominante. El populismo comienzacuando los elementos popular-democrticos se presentan como opcin antagnica

    frente a la ideologa del bloque dominante. Basta que una clase o fraccin de claserequiera, para asegurar su hegemona, una transformacin sustancial del bloque depoder para que el populismo sea posible. En este sentido, puede existir un popul

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    ismode las clases dominantes (por ejemplo si el bloque dominante est en crisis, un sectorde ella puede hacer un llamamiento directo a las masas para desarrollar suantagonismo frente al estado como en el nazismo) y un populismo de las clasesdominadas (en la contienda ideolgica, la lucha de la clase obrera por su hegemonaconsiste en lograr el mximo posible de fusin entre ideologa popular-democrtica e

    ideologa socialista; por ejemplo, los movimientos de Mao, Tito, el PC italiano, etc.).Laclau se pregunta: por qu a partir de 1930 en Amrica Latina los discursosideolgicos de movimientos polticos de orientacin y base social muy distintasdebieron recurrir crecientemente al populismo, es decir, a desarrollar el antagonismopotencial de las interpelaciones popular-democrticas? Responde primero que en la

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    Argentina anterior a la crisis de 1930 la clase hegemnica dentro del bloque de poderera la oligarqua terrateniente, y el principio articulatorio fundamental de su discursoideolgico era el liberalismo. A diferencia de Europa, poder parlamentario yhegemona terrateniente se transformaron en sinnimos en Amrica Latina. Este

    proceso histrico, sostiene, explica el campo al que la ideologa liberal estuvoarticulada: a) el liberalismo en sus comienzos tuvo poca capacidad de absorber laideologa democrtica de las masas: democracia y liberalismo estuvieron enfrentados;b) durante este perodo, el liberalismo estaba connotativamente articulado aldesarrollo econmico y al progreso material como valores positivos; c) la ideologaliberal estuvo articulada al europesmo, es decir a una defensa de las formas de viday los valores ideolgicos europeos como representativos de la "civilizacin". Frenteaello hubo un rechazo radical de las tradiciones populares nacionales que fueron

    consideradas sinnimo de atraso, oscurantismo y estancamiento; d) fue una ideologaconsecuentemente antipersonalista recelosa de los caudillos que establecieroncontacto directo con las masas prescindiendo de las maquinarias polticas localesdebase clientelstica. El positivismo fue la influencia filosfica que sistematiz en untodohomogneo estos distintos elementos.Ante la crisis mundial y la depresin econmica, y la crisis del transformismo, laoligarqua no puede tolerar ms las generosas polticas redistributivas de los gobiernosradicales y debe cerrar a las clases medias el acceso al poder poltico; la escisinentreliberalismo y democracia llega a ser completa. Ante la crisis del discurso ideolg

    icodominante, parte de una crisis social ms general, resultado de una fractura en elbloque de poder o de una crisis del transformismo (es decir, una crisis en la capacidaddel sistema para neutralizar a los sectores dominados), el populismo consistir enreunir al conjunto de interpelaciones que expresaban la oposicin al bloque de poderoligrquico -democracia, industrialismo, nacionalismo, antiimperialismo-, condensarlasen un nuevo sujeto y desarrollar su potencial antagonismo enfrentndolo con el pun

    tomismo en el que el discurso oligrquico encontraba su principio de articulacin: elliberalismo.Basndose en Gramsci, de Ipola y Portantiero (1994) parten de la nocin de lonacional-popular como la construccin de una voluntad colectiva nacional y popular,ligada con una reforma intelectual y moral. Captado en su totalidad, este proceso es elde la construccin de hegemona, definida como una actividad de transformacin. Elterreno donde lo nacional-popular se produce es un campo de lucha contra otraopcin hegemnica, el mbito heterogneo y contradictorio de la cultura, del sentidocomn como efectiva manifestacin de un proceso de constitucin de cada pueblo-nacin.

    Respecto de la relacin entre populismo y socialismo, a diferencia de Laclau, postulanque ideolgica y polticamente no hay continuidad entre ellos sino ruptura: la hay e

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    nsu estructura interpelativa, en la forma en que sus respectivas tradiciones se acercan alprincipio general del fortalecimiento del estado y en la forma en que ambas concibenla democracia. Mientras el populismo constituye al pueblo como sujeto sobre la base

    de premisas organicistas que lo reifican en el estado y le niegan su desplieguepluralista, enalteciendo la semejanza y la unanimidad sobre la diferencia y el disenso,el socialismo tiene una concepcin pluralista de la hegemona.[12] Aunque reconocenel papel histricamente progresista de algunos populismos y que todo discurso de losdirigentes es recibido creativamente por el saber popular que funciona como un

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    universo de descifre condicionado por las circunstancias y las prcticas econmicasdelos actores, los autores sostienen que el componente nacional-estatal jug siempreunpapel dominante, es decir que no se puso realmente en tela de juicio la forma del

    poder y con ella la relacin de dominacin/subordinacin propia del peronismo, lacrtica que le hacen a Laclau es que al definir el concepto de populismo como unelemento ideolgico cuya caracterstica constitutiva sera articular los smbolos y losvalores popular-democrticos en trminos antagnicos respecto a la forma general dedominacin, ste pierde de vista la mencionada dimensin proestatal nsitahistricamente en toda experiencia populista conocida.

    II. Interpretaciones sobre la emergencia y dinmica de los populismoscontemporneosRecorramos ahora un segundo grupo de autores de la literatura reciente sobreneopopulismo que ha recuperado este trmino para aplicarlo a fenmenoscontemporneos. Uno de ellos es Zermeo (1989), quien, analizando el caso mexicano,

    relaciona la reaparicin de lopopular-nacional

    con los efectos de la salida de unorden tradicional y el crecimiento acelerado, y el encuentro posterior con el

    estancamiento; con su consecuente impacto modernizador en la urbanizacin, en laindustrializacin en una matriz social muy diferente a la europea que fue cuna delindustrialismo, en el primer momento, y el choque contra el muro del estancamientosin ninguna previsin, en el segundo. El problema que est en la base de estosprocesos, para Zermeo, es el debilitamiento de los precarios rdenes intermedios deestas sociedades en trnsito acelerado hacia el estancamiento. Las dificultades paradenotar identidades consistentes en el tiempo, la descomposicin de las endeblesidentidades previas, desnaturalizadas por la propagacin irrefrenable de la pobrez

    a que genera la individuacin anmica en el mundo de la exclusin en lugar de tender ala confrontacin y a la formacin de actores globalizadores en lucha por apropiarsedela orientacin del todo social acta en favor de la relacin lder-masas, culmina en elregreso del lder. Cuando una sociedad est atomizada, sin grupos secundarios,asociaciones intermediarias o corporaciones, sostiene el autor, en los hechos delega suunidad a la institucin estatal y est inerme frente a ella. En esas condiciones elEstadoes libre para manipular a la poblacin sin que nada amenace a su independencia.Alberti (1995), tambin con una mirada pesimista, sostiene que es la lgica

    antiinstitucional del movimientismo, caracterstica del proceso poltico de los pasesdeAmrica Latina, la que an gravita sobre la naturaleza de sus democracias actuales.Destacando la importancia del rol explicativo de la cultura poltica (definido como laforma predominante en que hacen poltica los distintos actores polticos), el autorsostiene que la forma predominante de expresin de las identidades e intereses enlamayor parte de Amrica Latina desde el comienzo del intenso desarrollo capitalistaaprincipios de este siglo ha sido la movilizacin de tuerzas sociales emergentes atravsde movimientos colectivos anti-institucionales. Estos movimientos proveyeron la

    basepara la formacin de nuevas identidades polticas, siguieron una lgica de articulacinpoltica amigo-enemigo que choc con un orden institucional en descomposicin pero

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    elstico. El movimientismo, entonces, es una cultura poltica, una forma particulardehacer poltica en la cual todos los principales intereses de la sociedad estn expresadosen movimientos poco organizados, dirigidos por lderes carismticos que dicenrepresentar los verdaderos intereses de la nacin, que no reconocen la legitimidad

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    de sus contrincantes; al existir un solo movimiento y no partes, el movimientismo sevuelve antittico al pluralismo democrtico. El autor sostiene que esta lgica, que sedespleg como el modo predominante de articulacin entre Estado y sociedad civil enla larga duracin, explica mejor que nuevas denominaciones como neopopulismo o

    democracia delegativa, los rasgos de las nuevas democracias latinoamericanas.Su hiptesis central es que en la mayora de los pases latinoamericanos la lgicamovimientista de la articulacin poltica ha impedido la diferenciacin estructuralentre el estado, el sistema poltico y la sociedad civil y tambin ha determinado, engran parte, su naturaleza peculiar. El Estado se ha identificado con la conduccindelmovimiento en el poder o con las fuerzas anti-movimiento que lo derrotaron, y elsistema poltico nunca ha avanzado ms all de una etapa embrinica a raz de lalgica hegemnica del modo movimientista de hacer poltica. Como consecuencia, lasociedad civil ha permanecido horizontalmente dbil y ha sido incorporada

    verticalmente en forma segmentada. El autor afirma que la lgica movimientistapoltica de expresin, agregacin, articulacin y lucha de identidades e intereses hallevado ya sea a la fusin (Garretn, 1983, Touraine, 1993) entre Estado, sistemapoltico y segmentos de la sociedad civil en una tendencia algo totalitaria (lo queGermani llam regmenes nacional-populares') desnaturalizando al Estado, sistemapoltico y sociedad civil, ya sea a la represin del sistema poltico y a la desarticulacinde estado y sociedad civil. stas son las condiciones estructurales que no slobloquearon la institucionalizacin de todo rgimen desde la crisis oligrquica sino quetambin dificultaron cada intento nuevo de institucionalizacin debido a la progresiva

    expansin de la arena poltica y la proliferacin de rivales por el poder, cada uno deloscuales segua la misma lgica movimientista.Otra forma de enfocar los fenmenos recientes que algunos han llamadoneopopulismo es la de Lazarte (1992), quien, analizando el caso boliviano, sostieneque el surgimiento rpido de nuevos liderazgos con fuerte apoyo social (sobre todoenel sector informal), es a la vez, resultado de las fallas de los partidos en tantoestructuras de mediacin y de las reorientaciones de la poblacin. Como no se tratanicamente de los movimientos, sino de una forma de hacer poltica, en lugar de usar

    el trmino neopopulismo, preferir referirse al conjunto en trminos deinformalizacin de la poltica, entendiendo como tal el proceso que se desarrolla almargen y en contra de la poltica tradicional pero tambin de la institucionalidaddemocrtica, con la cual mantiene vinculaciones ambiguas. En la tradicionaldesconfianza de la poblacin a toda forma de representacin indirecta, sostiene quehan jugado tanto tradiciones culturales como experiencias polticas pasadas ypresentes expropiatorias de la voluntad colectiva.Segn este autor, una de las vas de legitimacin del sistema poltico democrtico es laaccin de sus actores centrales, los partidos polticos, que deben producir legitimidaddel sistema y de ellos mismos ante la sociedad. Esta produccin de legitimidaddepende a su vez de que los partidos cumplan su funcin de mediacin entre la

    sociedad civil y el sistema poltico, funcin imprescindible, tanto o ms que elmecanismo electoral o la universalizacin ciudadana que define la titularidad delpoder. El problema principal de los partidos en un pas en el que la fuente de

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    legitimidad electoral con frecuencia ha sido subsidiaria a otras (como por ejemplo, lalegitimidad que emanaba de la revolucin de 1952), el problema que los inhabilitapararealizar adecuadamente esta funcin central reside en que no pueden abandonar la

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    pura lgica del poder con la que siempre funcionaron; es decir, que se han dejadoganar por el juego interior al sistema poltico y han dejado de representar. Entonces, lasociedad queda a la deriva sin contencin partidaria y surgen lderes de nuevo cuoque tienden a recoger las demandas y expectativas de la poblacin, desodas por lospartidos. Lazarte argumenta que, en todo caso, se comprender mal a estos

    movimientos si slo se tiende a descantearlos y no se explica su surgimiento comounarespuesta funcional a determinadas demandas sociales no cubiertas; entre ellas lasque provienen de las fallas en el sistema de representacin y las de servicio y debienestar para una poblacin afectada profundamente por la crisis. Los autoresanteriores llaman la atencin a los problemas relacionados con el debilitamiento de losrdenes intermedios, la lgica anti-institucional, y los problemas de la funcinmediadora de lo