Unlock My Heart
¿Puedes enamorarte de alguien por teléfono? Eso es lo que se
pregunta Sebastian. Desde la primera vez que escuchó la voz de
Chloe no puede sacarla de su mente. Después de hablar por
teléfono durante casi seis meses, él está listo para reunirse en
persona y desbloquear las cadenas de su corazón. Chloe por otro
lado se muestra escéptica sobre todo el asunto de las “almas
gemelas” y prefiere mantener las cosas como están. Todo cambia
cuando conoce a Chris. Lo que ella no sabe es que Chris está
ocultando algo que en última instancia podría destruir todo,
incluyendo su amistad con Sebastian.
1 Chloe Caídas de agua, cielos azules, canto de pájaros, una bebida con
sabor a fruta servida en una piña tallada, un hermoso hombre
caminando hacia mí en la playa de arena suave y... ¿una alarma?
Estoy teniendo un sueño maravilloso cuando la molesta alarma
rompe el hechizo. No otra vez. Doy un gran bostezo y estiro los
brazos por encima de mí, empujando las cubiertas con mis piernas.
Nunca he sido una persona mañanera y no iba a cambiar hoy. Sería
tan fácil llamar y decir que estaba enferma de nuevo, pero sabía
que mi jefa, y mi mejor amiga, Taylor, no sería feliz. No sólo eso,
sino que probablemente terminaría llegando y tirando mi trasero
fuera de la cama.
Recordando cómo Taylor había estado allí para mí en los últimos
años fue suficiente para salir de la cama y prepararme para el día.
El divorcio ha terminado finalmente hace dos semanas, pero todavía
no se sentía real. Incluso ahora tengo dudas sobre mi decisión. Había
sido mi decisión después de todo. El matrimonio duró sólo dos años
e hice mi mejor esfuerzo para hacer que funcionara, pero Philip
obviamente tenía otros planes en mente cuando llegó a nuestra
relación. Planes que no me incluían. Las primeras semanas después
que se mudó fueron las más difíciles y pasé cada día en la cama
llorando, sintiendo lástima de mí. A pesar de todo Taylor ha estado
allí, escuchando mis quejas y lamentos, asegurándose de llenar el
congelador con mi helado favorito y darme tiempo para sanar.
Nos conocimos en la universidad y nos hicimos amigas
instantáneamente. Todo el mundo pensaba que éramos hermanas
por lo parecidas que éramos, terminando siempre las frases de la
otra y no hablar que tenemos características muy similares. Las dos
somos rubias con el cabello largo y liso, piernas largas delgadas y los
ojos azules brillantes.
Después de la universidad, Taylor se hizo cargo del negocio de sus
padres y cuando no fui capaz de encontrar un trabajo, se aseguró
de crear un lugar para mí. Hoy en día, yo era la orgullosa Directora
Financiera de Higgins Inc. El trabajo era genial y me encantaba
trabajar con Taylor, pero de vez en cuando, la depresión se colaría
y hacía difícil disfrutar de las cosas simples de la vida.
Después de una ducha rápida, me vestí con mi habitual falda tipo
lápiz y blusa de seda blanca, y una vez que el maquillaje y el cabello
estuvieron hechos abrí el armario grande en la habitación para
mirar las filas de zapatos. Era una de mis debilidades y me
encantaban todos, doscientos pares para ser exactos. Cada par
tiene una historia detrás, cada uno es especial a su manera. Los
guardaba en cajas de plástico transparente para facilitar el acceso y
conocía cada uno de corazón. Después de ver varios pares, me
decidí por los tacones de aguja de color rojo con el pequeño arco
con volantes atrás. Una elección perfecta, pensé.
Di un último vistazo en el espejo y satisfecha con el resultado,
agarré mi bolso rojo grande y las llaves y estaba en mi camino. El
tráfico era ligero a esta hora porque la mayoría de los pasajeros
estaban probablemente ya en el trabajo, así que disfruté del viaje
con el techo abierto y la música a todo volumen. Estacioné en mi
lugar habitual frente al gran edificio y una vez dentro de la oficina
tomé el ritmo, rezando para que Taylor no me esperara. Realmente
necesitaba unos minutos para recoger mis pensamientos.
Todas las oficinas eran bastante estándar, todas de vidrio así que
no hablemos de privacidad, pero eran brillantes y acogedoras y muy
bien decoradas. Había plantas en cada rincón que da al lugar una
sensación de actividades al aire libre. Saludé a algunos compañeros
de trabajo y me detuve en la sala de café para una taza muy
necesaria de café antes de tener que enfrentar lo que este día
tenía reservado.
—Bueno, mira quién decidió venir hoy —bromeó Taylor—. Ni
siquiera trates de darme una excusa porque te abofetearé desde
aquí y no, no puedes demandarme, porque no hay nadie que nos
vea.
Sonreí y me serví un poco de crema en mi taza ignorándola
totalmente. Ella levantó una ceja a la espera de una respuesta.
—Está bien, me atrapaste. Estaba teniendo ese sueño de nuevo,
así que no escuché la alarma. Es una historia verdadera —dije en
un suspiro. Taylor se limitó a sacudir la cabeza y me empujó detrás
de ella, haciendo que derramara un poco de café en la alfombra en
el proceso.
—Vamos a esperar hasta que estemos en tu oficina. Quiero un
informe completo. —Tomé algunas servilletas para limpiar el suelo,
pero no tendría nada de eso—. Alguien más lo hará. Vamos. —
Negué con la cabeza, pero no discutí. Entramos en mi oficina y una
vez que la puerta estaba cerrada, Taylor se sentó con los brazos
cruzados en la parte superior de mi escritorio—. Escúpelo.
—No hay mucho que decir. El sueño de mierda siempre comienza
por la mañana y justo cuando se pone mejor me tengo que
despertar.
—Me estás engañando. Por favor, dime que al menos esta vez
viste su rostro.
Durante las últimas semanas he estado teniendo este sueño
recurrente y cometí el gran error de contarle al respecto a Taylor.
Para ella era algo más que un sueño y parecía que convirtió en su
meta personal averiguar quién era el hombre de los sueños.
Siempre me hizo reír lo seria que era cada vez que hablábamos de
ello. La verdad es que yo estaba soñando con un tipo al que nunca
conocí, un tipo con el que he hablado por teléfono y en línea casi
todos los días. Él era el dueño de la compañía de informática que
estábamos usando y mientras pude conocer a varios de sus
empleados, nunca he tenido el placer de conocerlo en persona.
Instantáneamente fui atraída por su voz y he estado deseando sus
llamadas telefónicas diarias.
Los primeros meses me inventé problemas con mi computador,
así pude hablar con él, pero después de un rato, comenzó a llamar sólo
para decir hola o ver cómo fue mi día. Ninguno de los dos hablaba
sobre conocernos en persona y me gustaba mucho mejor así. Sabía
que se llamaba Sebastian Knight y que tenía un negocio de
programación de computadoras de mucho éxito. Sabía que no estaba
casado o en citas, sabía que comida, vino, lugar de vacaciones, música y
películas favoritas, solo nómbralo. Sabía todo eso, pero no tenía idea de
cómo era. No es que importara. No tenía ningún deseo en citarme con
el chico, sólo quería fantasear con él.
Taylor chasquea los dedos para llamar mi atención y yo chaqueo los
míos en respuesta, imitándola.
—En serio, Chloe, ha pasado más de un año desde que saliste en
una cita. ¿Por qué no invitas a Knight a una cita caliente y tal vez
alguna copa? —Es incorregible y la amo, pero ella sabe que eso no
va a suceder. Eso no es sólo yo y no importa cuántas veces trata
hacerme salir y conocer personas, no puedo hacerlo. No tengo la
energía y creo que muy profundamente en mi interior tengo
miedo de volverme a enamorar.
—Pensaré en ello. —Miento—. Ahora vete así puedo hacer mi
trabajo.
—Lo que sea. Avísame cuando estés lista para unirte a la vida.
Cuando estoy sola enciendo el computador y voy a revisar mi
correo electrónico, cuando el teléfono interrumpe mis
pensamientos.
—Chloe al habla —respondo cortésmente.
—Buenos días, hermosa. Llegas tarde otra vez. —Su voz pone
inmediatamente una sonrisa en mi cara. Mi día está mejor que
nunca.
—Buenos días también, mi maravilloso acosador. Veo que me
chequeaste ya, ¿no es así? —Su voz es ronca y fuerte, y cierro los
ojos para formar una imagen en mi cabeza de como se vería. En
estas últimas semanas he empezado a depender de sus llamadas
telefónicas para seguir adelante y secretamente, espero que no se
canse de mí.
—Recibí una llamada de Taylor anoche sobre algún nuevo sistema
que necesita ser instalado en tu oficina así que estaré enviando a
algunos chicos nuevos en breve. Tal vez puedas dejarme
conocerte, desde que ella no va a contestar el teléfono.
—Ya veo cómo es. Y yo que pensaba que era especial. —Estoy
coqueteando abiertamente con este tipo, algo que sé que no lo
haría en un millón de años si estuviera frente a mí.
—Sabes que eres mi chica especial. —Oigo a alguien llamar su
nombre en el fondo—. Mejor me voy pero te llamaré más tarde.
—Cuelgo y me relajo en mi silla, con la voz todavía fresca en mis
oídos, y ojalá estuviera en esa playa con la bebida con sabor a fruta,
muy lejos de aquí.
Para las próximas horas, me concentro en el trabajo y trato de no
pensar en el sexy caballero de brillante armadura. Al menos creo
que es sexy. Cuando se acerca la hora del almuerzo, me doy
cuenta que Bill de marketing camina hacia mi oficina y trato de
parecer ocupada. No es un mal tipo, pero él no entiende que no
quiero salir con él, no importa cuántas veces me lo pida. Es como
unos centímetros más bajo que yo, casi calvo a pesar que se peina
algo, y le encanta usar los pantalones todo el camino hasta la barbilla.
Sí, realmente no es mi tipo. Todo el mundo puede decir que no
estoy interesada, todo el mundo menos a él.
Se detiene frente a mi puerta y hago mi mejor esfuerzo para
concentrarme en la pantalla del computador. Suena el teléfono y
estoy a punto de besar al que está al otro lado de la distracción.
—¿Lista para el almuerzo? —Levanto la mirada finalmente y veo
Taylor haciéndome señas desde el otro lado con una sonrisa en su
rostro—. Me debes una grande —dice riendo.
—Te veo afuera mi amor —le respondo más fuerte de lo
necesario, con la esperanza que hará pensar a Bill que tengo un
novio esperándome. Él permanece fuera de mi puerta durante
unos segundos sin hacer un movimiento, pero con el tiempo se da
la vuelta y regresa a su oficina. Me siento tan mal por él, pero ahora
en serio, ¿cómo es posible pensar que después de todo este
tiempo de decir que no, milagrosamente cambiaría de opinión? Sí,
no va a suceder.
Taylor está esperando afuera, ya en su auto con el motor
encendido, lista para ir a almorzar. Cuando se trata de sus comidas
no hay bromas y trato de seguir sus reglas al respecto. Trato es la
palabra clave. Ella se aleja sin decir una palabra y no me molesto
en preguntar qué vamos a comer, ya que no hace diferencia para
mí. Hoy escoge un pequeño restaurante italiano no muy lejos de la
oficina y en cuanto caminamos en el interior somos recibidas por la
pequeña señora dueña del lugar. Ella es como una madre para
nosotras y nos trata como tal. No hay lugar para tonterías aquí y
siempre se asegura de que terminemos todo lo que ordenamos.
Secretamente le tenemos miedo, pero nunca lo admitiríamos.
—¿Rompiste el corazón de Bill de nuevo hoy? —pregunta Taylor
mientras toma un bocado de pan caliente—. Juro que el pobre
chico ha estado loco por ti desde hace meses.
—Bueno, si te sientes tan mal por él, ¿por qué no sales con él? —
Me da un levantamiento de cejas y nos reímos. La comida llega y
se sumerge justo en eso. Le hablo de mi llamada telefónica de esta
mañana y sacude la cabeza con incredulidad. No entiende por qué
no solo voy por eso y conozco al tipo. Hace meses ya y desde que,
obviamente, nos llevamos bien por teléfono, ella piensa que
seríamos perfectos para el otro. Si las cosas fueran así de fácil.
2
Chloe
Después del trabajo, manejo a la tienda y recojo algunas cosas para
la cena. Ha pasado un tiempo desde que cociné para mí y estoy
tratando de decidir qué hacer. Me paso casi una hora mirando
alrededor y al final termino comprando varias comidas congeladas.
Una vez en casa, me doy una ducha rápida mientras mi cena
gourmet se está calentando en el microondas, y luego me pongo
cómoda delante de la televisión. Mi mente sigue volviendo a mis
sueños y comienzo a reproducirlo en mi mente una y otra vez.
Todo lo que necesito es escuchar su voz y me lleva de vuelta a la
playa. ¿Qué pasa con este tipo de todos modos? Quizás Taylor
tiene razón, tal vez haya pasado mucho tiempo desde que tuve
una cita.
Me deshago de la cena sin tocar y decido dormir un poco. Quién
sabe, a lo mejor si tengo suerte seré capaz de despertar a tiempo
por una vez. La sola idea me hace reír. Debo agradecer a mi
estrella de la suerte, en este caso Taylor, que todavía tengo un
trabajo teniendo en cuenta que durante las últimas semanas he
llegado tarde todos los días.
Me acosté y de inmediato los ojos se hacen pesados. Voy a la
deriva hacia el sonido de las olas y casi podía sentir la brisa en mi
cabello. La mañana llega demasiado pronto y me despierto con el
mismo sueño flotando en el aire. Por primera vez en mucho
tiempo abro mis ojos antes de la alarma y estoy lista para empezar
el día. Puedo sentirlo en mis huesos que hoy será impresionante.
Me tomo más de lo usual para escoger mi ropa y hacer mi cabello
y luego salgo corriendo por la puerta. Mi estado de ánimo feliz es
aplastado instantáneamente por hora pico del tráfico y en el
momento en que me pongo a trabajar ya estoy de mal humor.
Quien sea que decidió que la hora de trabajo debía comenzar a las
ocho de la mañana debería revisar su cabeza.
Agarro una taza de café, cierro la puerta de mi oficina y enciendo
el computador. Mi Outlook está lleno de mensajes de correo
electrónico sin abrir y me paso toda la mañana respondiendo a
todos los que puedo, gracias por la distracción. Taylor no va a venir
hoy así que eso me da una excusa para quedarme y trabajar
durante el almuerzo sin interrupciones. Alzo los ojos de la
computadora y veo que algunos de mis compañeros de trabajo
están susurrando y mirando a la sala de servidores, una buena
indicación que nuestros chicos de informática están aquí. La
mayoría de los chicos que trabajan para Sebastián son muy jóvenes
y muy guapos. Esto es, si te gusta el tipo de musculoso y tatuado.
Puede que no sea lo mío, pero me encuentro caminando fuera de
la oficina para unirme al resto de la banda.
—Juro que si no estuviera casada y por lo menos veinte años más
joven agarraría al moreno y lo llevaría a casa conmigo. —Melissa
está en sus cincuenta años y felizmente casada y tiene cuatro hijos.
Ella es la mamá de la oficina y siempre nos hace reír con sus
bromas y hoy no es diferente. Ella está bien sin embargo. Todos
ellos se ven bien y para rematar son las personas más agradables
que jamás conocerás. Para mí, sin embargo, no hace nada. Mi
mente se ha quedado atascada en un individuo en particular y no
importa lo mucho que lo intente, no puedo alejarlo.
Taylor me llama antes de salir de la oficina para recordarme la fiesta
de la oficina y de nuestra cena de reunión mensual en el Grove.
Solía disfrutar de estas reuniones, pero desde que ya no tengo un
hombre en mi vida, se han convertido en más de una molestia.
Apago las luces en mi oficina y mientras estoy a punto de
desbloquear mi auto me doy cuenta de un ramo de lirios
descansando sobre el capó del auto. Inmediatamente me asusto y
miro como si fuera una paranoica. Tengo tantos correos
electrónicos acerca de este tipo de cosas, ya sabes donde los que
dicen no a recoger las notas o lo que sea que esté en el parabrisas
porque alguien te agarrará por detrás, te matará y tomará tu auto
y huirá. Si ese es el tipo de imagen que estoy teniendo así que
salto en el automóvil y cierro las puertas y mientras manejo
alejándome veo las hermosas flores caer en el suelo detrás de mí.
Todavía estoy pensando en eso cuando suena mi teléfono
haciéndome saltar fuera de mi piel, pero desde que estoy
conduciendo me decido a no contestar hasta que estoy en casa.
Estaciono delante de mi apartamento y luego salgo corriendo al
interior, dando dos pasos a la vez. En el momento en que estoy
dentro y cierro las puertas, mi corazón está latiendo fuera de mi
pecho y me empiezo a reír de lo tonta que me estoy
comportando.
Sebastian
Observo cómo pone el auto en marcha y sale furiosa del
estacionamiento, las flores frescas ahora cubriendo el espacio vacío.
Ella se veía muy asustada cuando las vio en el capó de su auto, no
exactamente lo que tenía en mente para nuestra primera reunión.
Probablemente debería haber caminado hasta ella mientras estaba
en la oficina, pero por alguna razón no pude encontrar la fuerza.
Me senté en esa sala de servidores toda la mañana escondido
detrás de la hilera de computadores, observándola. Tal vez debería
haber escuchado a Taylor. Este fue lo primero para mí. Las flores,
las llamadas telefónicas diarias por la mañana, la espera del
momento justo antes de conocernos. Yo no era del tipo de tener
relaciones. Diablos, era el tipo de hombre de vamos-a-divertirnos-y-
sin-lamentos.
Todo cambió la mañana que escuché su voz. Había algo en ella que
seguía descorriéndome y ahora que sabía qué aspecto tenía,
estaba tan por encima de mi cabeza. Tenía que encontrar una
manera de conseguir conocerla en persona. Ella era una mujer
terca, incluso su mejor amiga dice mucho eso cuando le pregunté
por qué Chloe era tan inflexible en mantener las distancias.
Mientras conduzco lejos, no dejo de pensar en nuestra primera
conversación. Ella se quejaba de la conexión a Internet y yo no
podía dejar de usar un poco de humor de informática y le pedí
que se asegurara de que su PC estuviera encendida primero
porque la mayoría de la gente comete ese error. Esperaba que ella
se riera, pero en lugar de eso me preguntó si estaba seguro que
quería que me pagaran por mis servicios. Ella se aseguró que yo
supiera que ella estaba a cargo de escribir los cheques y a menos
que yo tomara sus preguntas en serio ella buscaría a otra empresa
de informática. Eso me puso en mi lugar lo suficientemente rápido.
Oh, ella era una luchadora y de alguna manera me enganchó con
sólo su voz. Cualquier brujería que era, era adictiva y satisfactoria y
yo quería más. Sabía todo sobre ella. Hablábamos todos los días y
ella era la última voz que oía antes de ir a la cama. Sabía sus
gustos, las cosas que no le gustan, lo bueno y lo malo. También
sabía de su ex-marido y cómo terminó la relación. Las relaciones
siempre fueron complicadas y era por eso que no estaba en una.
Ver a mis padres pelear día y noche fue suficiente para matar
cualquiera que fuera el sueño de la felicidad que había esperado.
Ellos duraron cuarenta años juntos, sin saber cómo, y cada día era
una pelea constante llena de gritos y maldiciones. Ahora aquí están
en sus años sesenta divorciados, miserables y completamente solos.
No quiero tener ninguna parte de eso y sabía que prefería clavar
agujas en mis ojos que tener ese tipo de vida. Mejor solo que
atrapado en una relación loca, era mi lema. Al menos eso es lo que
sentía antes de escuchar la voz de Chloe. Volví a casa con ella en
mi mente, preguntándome si tal vez su mejor amiga estaba
dispuesta a ayudarme a ganar más a Chloe. Valía la pena intentarlo.
Chloe
Todavía estaba riéndome de mí a medida que entré en mi
apartamento. Miré alrededor de la habitación vacía, un recordatorio
constante de mi divorcio, e hice una nota mental para ir a IKEA el
fin de semana y comprar algunas cosas. Cuando Philip se fue, él
estaba tan enojado y en su mente ingenua, pensó que al tomar la
mayor parte de los muebles me haría daño. Como si encontrarlo en
la cama con esa basura de su oficina no fue bastante hiriente.
Había llegado a casa temprano del trabajo ese día y conseguí la
sorpresa de la vida cuando abrí la puerta del dormitorio y los
encontré en la cama, ambos desnudos, haciendo el... bueno te haces
una idea. Divertido cómo al final pensó que aún tenía el derecho de
estar enojado. Empujé el recuerdo a un lado y caminé en la
pequeña cocina para buscar una copa de vino. En estos días la
comida no era algo que mi cuerpo necesita pero un poco de vino
era más que bienvenido.
Caídas de agua, cielos azules, canto de pájaros, bebida con sabor a
fruta servida en una piña tallada, un hermoso hombre caminando
hacia ella en la playa de arena suave. Él está tan cerca ahora, el sol
es un gran halo detrás de él, y se inclina para tocar mis labios. Trato
de llevarlo más cerca, pero en el momento en que toco el hombro
desaparece. La alarma me lleva de vuelta a la realidad una vez más
y murmuro de manera desagradable bajo mi respiración cuando
empiezo a hacer mi cama. Al menos pude ver su rostro. Más o
menos. Me doy una ducha rápida para prepararme para el trabajo.
Hago una breve parada en Starbucks para el café desde que los
viernes son los días en que no cuidamos las calorías y el azúcar.
Son los días que normalmente necesito más mi café. Tomo mi
habitual moca y un café con leche para Taylor, ahora lista para
enfrentar el día.
La oficina está llena de conmoción esta mañana cuando todo el
mundo está tratando de prepararnos para nuestra reunión. Una vez
al mes, detallamos los proyectos de todo el mundo, pero sobre
todo perdemos el tiempo hablando y haciendo el tonto. No le digas
a Taylor que es debido a ella, estas reuniones son muy importantes
y siente fuertemente que es lo que nos mantiene tan cerca como
equipo.
Levanto la mano por encima de uno de los cubos para que pueda
ver el café y cuando estoy a punto de entrar en mi oficina, me
siento como que estoy siendo vigilada así que lentamente doy la
vuelta. Dentro de la sala de conferencias, uno de nuestros
directores está teniendo una conversación acalorada con un
extraño alto que ahora me está mirando fija e intensamente. Puedo
sentir mi mandíbula caer al suelo y tratar de encontrar las piernas
para caminar. Me controlo lo suficiente como para entrar a la oficina
de Taylor y esconderme detrás de la puerta.
—¿Qué te pasa hoy? —pregunta mientras se levanta para
conseguir su taza de café de mi ahora temblorosa mano.
—Dios mío... ese hombre es el hombre de mis sueños —le susurro
y siento como todo el aire del ambiente se ha ido de repente.
—¿Estás hablando del nuevo chico de informática? Ah, y solo para
que sepas, él totalmente puede verte detrás de la puerta de cristal.
En mi intento de escapar me olvidé de las puertas de cristal. Carajo.
Me desplomo en una de las sillas y cierro los ojos. ¿Por qué me
está pasando esto? No puedo salir ahora, simplemente no hay
manera.
—Contrólate un poco —espeta Taylor. Ella está ocupada
escribiendo algo, para la reunión estoy segura, y está totalmente
ignorándome. Ella no entiende cómo mi cuerpo reaccionó cuando
lo vi.
—Me voy a mi oficina para llamar a Sebastian. Él va a hacer que
me sienta mejor.
—¡NO! —grita—. No hay tiempo para eso ahora. La reunión,
¿recuerdas?
Ella me mira extrañamente y trato de dar sentido a su
comportamiento, pero el tiempo se está acabando y antes que
tenga la oportunidad de preguntar qué está pasando, me empuja
por detrás hacia la sala de juntas. Todo el mundo está esperando
por nosotras y miró alrededor de la habitación por un asiento vacío.
Mi corazón da una voltereta cuando encuentro uno todo el camino
en la parte de atrás, lo más lejos del hermoso desconocido como
sea posible. Miro por debajo de mis pestañas y lo encuentro
observándome. ¿Qué pasa con este tipo?
Toda la reunión trato de concentrarme y afortunadamente Taylor
no me pide que contribuya mucho. Sigo haciendo círculos en mi
libreta, pretendiendo estar tomando notas. Mi cabeza chasquea
cuando escucho a Taylor hablando de nuestro nuevo interno de
informática que al parecer estará pasando un montón de tiempo
en nuestra oficina. ¡Genial! Él da a todos una sonrisa genuina y
procede a revisar el nuevo sistema que será puesto en marcha en
las próximas semanas. Estoy en un trance viendo sus labios
moverse y lo único que puedo pensar es acerca de los sueños que
he estado teniendo.
Después de la reunión salto de la silla antes que los demás y me
apresuro a mi oficina. No hay lugar para esconderse a menos que
me encierre en el baño, que está fuera de discusión, así que me
ocupo con los papeles en mi escritorio. El teléfono suena y
respondo rápidamente sin siquiera molestarme en comprobar quién
está en la otra línea.
—Buenos días cariño —dice la voz familiar y me derrito por toda
mi silla. Podía escucharlo hablar días y no cansarme de ella.
—No me llamaste por la mañana. Estaba empezando a sentirme
abandonada. —Trato de sonar molesta pero puede decir que estoy
bromeando.
—Llamé pero estabas en una reunión. Así que, ¿estás lista para el
fin de semana? Pensé que tal vez podríamos ir a tomar unas copas.
—Espero un segundo para ver si va a resultar que el último
comentario en una broma pero él simplemente se queda tranquilo.
—Buena esa. Casi haces que diga que sí. Casi, pero no del todo.
Estaba pensando en pedirle al chico nuevo que nos enviaste tomar
una copa. Tiene muy buena pinta. Ahora que lo pienso, la mayoría
de los chicos que trabajan para ti no son malos para mirar.
—¿Estás hablando de Chris? —Su tono celoso me hace sonreír.
—Ese mismo. Siguió mirándome todo el tiempo mientras
estábamos en la reunión.
—Eso no es gracioso. Supongo que tendré que despedirlo. Pero,
en serio ¿qué hay acerca de tomarnos unos tragos mañana
después del trabajo?
—Tengo que volver a trabajar guapo, pero lo pensaré. Disfruta de
tu día.
¿Por qué no puedo decir que sí? ¿Qué es lo peor que puede
pasar? Taylor camina cerca y tengo que gritar su nombre para
llamar su atención.
—Toma tu bolso, vamos a comer —le digo, y ya estoy siguiéndola
a su oficina.
—Son sólo las 10:30 —responde ella confundida.
—¿Y el punto es? ¿Desde cuándo dices no a almuerzo gratis?
—Buen punto.
Decido conducir ya que necesito algo para distraerme. Soy un
manojo de nervios dispuestos a explotar, pero necesito tener toda
su atención antes de hacerlo. Me estaciono en el estacionamiento
de El Torito y corro al interior con Taylor en los talones como si
fuéramos seguidas por una manada de zombies. Al segundo que
estamos sentadas, ordeno una gran margarita lo que deja
impresionada a Taylor.
—Así que los sueños que he estado teniendo. Taylor, son tan
reales que me despierto toda sudada y con olor como el mar. El
agua es del más hermoso color turquesa que he visto en mi vida y
esta mañana pude ver su cara, casi claramente. Al menos más claro
que antes. Pero te juro que luce como Chris. O Chris luce como él.
Lo loco es que yo no quiero que se vea como Chris. Quiero que
se parezca a Sebastian, pero ya que no sé cómo luce Sebastian,
estoy jodida. —Puedo tomar una profunda respiración y decaigo en
el gran reservado. Taylor me está mirando con grandes ojos
interrogantes.
—Sólo hay una explicación —dice finalmente—. Él es el estándar
chico deseable. Ya sabes, alto moreno y guapo. Eso es de lo que se
trata todo esto. No hay ninguna razón para enloquecer. Además si
quieres a Sebastian, ¿por qué no sales con el chico?
¿Por qué no lo hago? Esa es la pregunta del millón.
3
Sebastian
Eso fue muy divertido, ver su reacción al verme. O mejor aún, al
ver a “Chris”. Entro en la oficina de Taylor y algo me dice que no
está satisfecha con nuestro plan. Fue más mi plan, pero ella accedió
a él, ¿no es así? Cierro la puerta tras de mí con la esperanza de
que no se podrá escuchar la conversación.
—No sé por qué accedí a ayudarte con esto. Está mal en tantos
niveles y lo sabes. ¿Por qué no le dices la verdad? Cuando se
entere ambos estamos muertos, espero que sepas eso.
Me paso la mano por el cabello ya desordenado y trato de darle la
mejor respuesta, pero no puedo pensar en nada. Sé que ella tiene
razón, pero ¿qué otra cosa iba a hacer? La mujer era más terca
que una mula y yo estaba cansado de esperar. Esa es la mejor
excusa que se me podía ocurrir.
—Entonces, ¿qué va a hacer el señor sabe-lo-todo? ¿Cómo vas a
decirle que Chris y Sebastian es la misma persona? ¿O es qué no
pensaste en eso?
—¿La verdad? No lo he hecho. Eh, se me ocurrirá algo. Sólo dame
unos días y espero que para entonces me la haya ganado y que
sea capaz de perdonarme. —En el fondo me aterra del resultado,
pero tengo la esperanza que entenderá por qué hice esto.
Después de todo, el amor lo conquista todo, ¿no es así? Durante
seis meses traté de conseguir que me conociera y cada una de
esas veces tenía una excusa para no hacerlo.
—Ahí viene, así que mejor te escabullas —dijo Taylor en voz baja,
con los ojos fijos en el computador. Me levanto y justo cuando
estoy a punto de abrir la puerta mis ojos cierran con Chloe. Dios se
ve bueno. Abro la puerta para ella y en contra de mi mejor juicio,
me quedo congelado en su lugar. Ella me da una perpleja mirada
cuando no me muevo, luego camina a mi lado y se sienta en la
misma silla que ocupaba solo hace unos pocos minutos.
—Hola —dije finalmente cuando mi voz regresa a mí—. Soy Chris.
—Levanta la mirada con curiosidad y me da una media sonrisa.
Tomaré lo que esté dispuesta a dar, medio o completo, en realidad
no me importa en este momento.
—Lo sé. Estaba en la reunión. —Conozco el sarcasmo cuando lo
escucho pero viniendo de sus hermosos labios suena sexy y
cautivador. Trago saliva y trato de evitar que mis rodillas tiemblen.
Estoy en problemas.
—Eso es correcto. Bueno, señoritas mejor las dejo volver a
trabajar. Taylor, gracias por la charla. —Me despide con una seña
de su oficina y murmura algo en voz baja. Ella no es feliz con la
situación en su conjunto y no puedo culparla. Sólo espero que
pueda encontrar una manera de solucionarlo antes de que sea
demasiado tarde. Camino de regreso a la sala de servidores y trato
de concentrarme en el trabajo, algo muy difícil de hacer cuando sé
que Chloe está a sólo unos metros. Sí, estoy en problemas.
Chloe
—Gracias por la charla Taylor —me burlo de ella—. ¿Qué fue todo
eso? —Taylor está sonrojándose y se ve nerviosa, no es típico de
ella.
—Él está interesado en ti, para que lo sepas.
—Oh, por favor. Ni siquiera me conoce. Además, estoy interesada
en su jefe.
Taylor coloca el archivo que está sosteniendo con un ruido sordo.
—No acabas de decir eso. Si eres seria sobre él habrías hecho algo
al respecto ahora. Chloe, el tipo estaba fuera de la oficina y fue lo
suficientemente amable como para decirte que iba a venir a
reunirse contigo y ¿qué hiciste? Saliste corriendo al baño y me
pediste que te enviara un texto cuando él estuviera dentro así tú
podrías salir e irte a casa. O ¿qué acerca de la vez que tuvimos
nuestra cena de empresa y él estaba en el vecindario y quería
parar para tomar una bebida? ¿Qué hiciste entonces? Ah déjame
recordarte. Fingiste un dolor de cabeza y antes que tuviera la
oportunidad de hablar contigo, ya te habías ido. Así es cuan
interesada estas.
Nos miramos la una a la otra por un momento y pestañeo las
lágrimas. Sé que tiene razón, pero escuchar las palabras reales que
salen de su boca hace que sea mucho más difícil. Realmente nunca
pensé sobre cómo debe sentirse Sebastian con este juego del
gato y el ratón que hemos estado jugando.
—Oh, Dios, lo siento nena. Eso fue innecesario. —En un segundo
Taylor está a mi lado tirándome en un abrazo. A pesar de todo me
pongo a reír. Siempre lo hace cuando me dice algo que no quiero
oír. En un minuto es firme, entonces el siguiente, se disculpa.
—Lo necesitaba. Creo que me iré a casa y trabajaré en esa
propuesta. Menos distracciones. ¿Te importa?
—No. Ve. Te llamaré esta noche, ¿de acuerdo? —Le doy otro
abrazo y me alejo antes de que ambas comencemos a llorar y
dejemos que las hormonas en ebullición se hagan cargo.
Todo el camino a casa me quedo pensando en los comentarios de
Taylor. Aunque sabía que ella tenía razón, también sabía que no
estaba lista para una relación. El divorcio me dejó destrozada y
asustada. Lo que Philip hizo fue imperdonable, pero en el fondo de
mi mente había una pregunta: ¿qué si? Molestando. ¿Qué si hice
algo mal? ¿Qué si fui yo quién lo empujó a los brazos de esa
mujer? Los pasados meses me hicieron más fuerte y cada vez
que hablaba con Sebastian me sentía como una mujer totalmente
diferente. Una mujer responsable, independiente y muy segura.
Conocerlo sería sólo demostrar que no era ninguna de esas cosas.
Yo era una mujer divorciada solitaria e insegura y asustada. Una
mirada y se dará la vuelta corriendo.
El apartamento no ofrece ningún consuelo esta noche, se siente
frío y vacío. Trato de concentrarme en el trabajo, pero de vez en
cuando me encuentro pensando en Sebastian. Como si leyera mi
mente, suena el teléfono, su número brillando en la pantalla.
—Hola —le respondo rápidamente.
—¿Cómo es qué dejaste el trabajo antes de tiempo? ¿Todo bien?
—Suena preocupado y por primera vez me doy cuenta de que tal
vez realmente se preocupa. Tal vez todas las llamadas telefónicas
no son sólo una forma de pasar el tiempo.
—Dolor de cabeza ligero, nada demasiado grave, pero me di
cuenta que puedo trabajar mejor desde casa. ¿Me estás acosando
también en casa? —Trato de bromear, pero no lo está creyendo.
—Podría pasar y cuidar de ti, ¿sabes?
—Si podrías, pero no, gracias. En realidad estaba pensando en ir a
la cama.
—Te puedo ayudar con eso también. —Finalmente se ríe y sé
que estamos de vuelta a lo que estamos acostumbrados.
—Eres un comediante. ¿Cómo estuvo tu día?
Pasamos la siguiente hora hablando sobre su trabajo y sus planes
para el fin de semana. Es difícil entender cómo alguien tan exitoso
como él lo es, no tiene a nadie en su vida. Esta noche suena solo y
cansado y las palabras de Taylor vuelven a la mente. ¿Y si yo le
estoy reteniendo? Poco después que cuelgo el teléfono, me sirvo
una copa de vino tinto y luego me siento en el suelo con uno de
los muchos álbumes de fotos que he colectado durante los años.
Muchas de las fotos son de la escuela secundaria, de Philip y yo.
Echando una ojeada a las fotografías viejas y viendo lo felices que
parecíamos en ese entonces me pregunto qué salió mal. Supongo
que mis padres tenían razón cuando dijeron que nadie encuentra el
verdadero amor a los dieciséis años.
Apenas teníamos dieciocho cuando nos casamos, demasiado
jóvenes, pero demasiados tercos para darnos cuenta que
estábamos cometiendo un error. Al principio, la carga financiera fue
el mayor esfuerzo para nosotros, pero una vez que ambos
estábamos trabajando comenzó a mirar hacia arriba. Disfrutábamos
de salir los fines de semana y salir con nuestros amigos para la
cena. Fuimos felices por un corto tiempo. Entonces sucedió algo,
algo que no puedo entender y en el fondo sé que es lo que me
mantiene lejos de Sebastian. Sólo he estado con Philip y obviamente
no lo hice muy bien con él. Las fotos de nuestra boda vinieron
después y no me doy cuenta que estoy llorando hasta que veo las
lágrimas pesadas caer en la cubierta plástica lisa. Pongo el álbum a
un lado y cierro ojos tratando de alejar los recuerdos.
***
Caídas de agua, cielos azules, canto de los pájaros, bebida con
sabor a fruta servida en una piña tallada, un hermoso hombre
caminando hacia ella en la playa de arena suave. Él está vestido de
blanco y se ve muy bien en contra de su piel bronceada. Se tiende
a mi lado en la arena caliente y su fría piel húmeda se siente
celestial en contra de mi caliente mano. Se inclina más y deja
pequeños dulces besos en la curva de mi cuello haciéndome
temblar con deleite. Mis manos se mueven en sus propios términos
hasta el cuello tirando de él más y más. Deja un camino de besos
en movimiento hasta encontrar mis labios, está muy cerca, a sólo
un suspiro de distancia. Sus ojos se encuentran con los míos y de
repente me empujo contra su pecho. ¡Chris!
Me despierto con un sobresalto, y al instante mi mano va a mi
latiente corazón y trato de calmarme. Fue sólo un sueño, nada más.
Contrólate, me regaño. Bien despierta ahora, me mudo a mi mesa
de trabajo y enciendo el computador. No importa lo mucho que
trate sé que no seré capaz de volver a dormirme. Echo un vistazo
en los nuevos mensajes de correo electrónico y mi corazón da un
vuelco cuando noto el nombre de Sebastian. Lo abro con las
manos temblorosas, sintiéndome como una niña de escuela
consiguiendo su primera carta de amor.
Querida Chloe, sinceramente no estaba seguro de si iba a enviar
este correo electrónico, pero, obviamente, me decidí a ser un
hombre y aquí está. Sé que estoy divagando pero la verdad es que
estoy nervioso. Nunca me he sentido así y no sé qué hacer con
eso. Llámame loco, pero te quiero como si mi vida dependiera de
ello. Anhelo escuchar tu voz, es el sonido que quiero escuchar a
primera hora de la mañana y de último en la noche. Sé que tienes
dudas, pero lo único que pido es una oportunidad, una oportunidad
de mostrar lo bueno que podemos ser juntos. No quiero pagar por
el error de otra persona, porque no soy él. Haría cualquier cosa
para hacerte feliz, sólo dame una oportunidad. Una cita Chloe, eso
es todo lo que pido. Una cita y si no estás feliz me marcharé. Tu
cumpleaños es en tres semanas. Déjame estar allí para celebrar
contigo. ¿Qué dices? Con amor, Sebastian.
Oh hombre tonto, ¿por qué tienes que ir y hacer esto? Podía sentir
las cadenas cayendo y liberando mi corazón, y antes de que pudiera
cambiar de opinión le respondí a su correo electrónico.
—Está bien.
***
Al día siguiente me sentía como una mujer nueva. No podía dejar
de sonreír mientras caminaba al trabajo. Evité a Chris a toda costa y
pasé horas tragada en el trabajo. Conté los días hasta mi
cumpleaños y cada llamada telefónica de Sebastian me hizo cada
vez más una ansiosa acerca de conocerlo.
—Hola. —Taylor asomó la cabeza en mi oficina—. ¿Vamos a
almorzar hoy?
—Lo siento, me voy a encontrar con mi mamá. Estás más que
bienvenida a venir. —Taylor rodó sus ojos hacía mí y gimió.
—Creo que pasaré. Cada vez que me ve empieza a hacer todas
estas preguntas personales. ¿Por qué no estoy casada? ¿Por qué
no me encuentro con tu primo? ¿Soy lesbiana? Si ríete, pero
sabes que estoy diciendo la verdad. Que tengas un buen almuerzo.
Supongo que me iré a casa por el resto del día. Llámame esta
noche, ¿de acuerdo?
Ella es algo más, es única. Tomé mi bolso y me dirigí a mi auto. Me
di cuenta de que Chris me miraba de la misma manera que lo hizo
todos los días durante la semana pasada. ¿Qué pasaba con este
hombre? Él nunca trató de hablar conmigo, pero yo sabía que él
estaba preguntándole a Taylor todo tipo de preguntas sobre mí.
Me encontré con mi mamá en Maggiano’s y mientras yo trataba
de mantener la conversación simple, ella encontró una manera de
hacerme hablar de Sebastian.
—Mamá, no sé si estoy haciendo lo correcto. ¿Estoy precipitando
las cosas de nuevo? —Le supliqué a ella para pedirle consejo.
—Cariño, hemos hablado de esto muchas veces. Ya no eres una
niña. No puedes comparar los sentimientos que tienes ahora con los
tenías en la escuela secundaria. Además, Philip era un perro. —Su
sinceridad me hace reír. Nunca ha sido un fan de Philip y no trataba
de ocultarlo bien—. Solo conoce al tipo. Por lo que he oído es un
buen partido.
—¿Qué quieres decir con lo que has oído? Oh mamá, por favor
no me digas que has estado hablando con Taylor a mis espaldas. —
Las dos eran conocidas por hacer esto especialmente después de
mi divorcio. Sabía que ambas estaban preocupadas por mí, pero
todavía no se sentía bien.
—Oh cálmate. Solo sucedió que almorcé con ella el otro día y así
que le pregunté algunas cosas. Como te gusta guardártelo todo
nunca sé lo que está pasando. Soy tu madre, tengo que saberlo
todo. —Ella levantó la servilleta a los ojos y se enjugó una lágrima
solitaria. Odiaba verla triste. Sufrió mucho cuando me casé y
también cuando me divorcié. Tomaba todas mis fallas de corazón y
supe en ese momento que tenía que encontrar una manera de
hacerle ver que yo era feliz. No importa lo que iba a pasar con
Sebastian tenía que ser feliz por mí. Conmigo misma. Tenía que
encontrar una manera de amarme lo suficiente y reconocer que yo
era suficiente.
—Mamá estoy bien y estaré bien. Te dejaré saber cómo van las
cosas con Sebastian, pero mientras tanto, por favor, por favor, no
llames a Taylor con preguntas. Si quieres saber algo, lo que sea,
sólo me preguntas y te lo diré. ¿De acuerdo? —Terminamos
nuestro almuerzo en relativo silencio luego la acompañé a su auto.
Disfruté de nuestro tiempo juntas y me gustaría que pudiéramos
hacer esto más a menudo. Desafortunadamente ella disfruta
viajando con mi padre aún más por lo que siempre tengo el
segundo lugar en su vida, pero eso está bien para mí. Yo envidio su
amor por el otro y espero que algún día pueda tener eso también.
El tiempo es precioso, así que en vez de conducir de vuelta a la
oficina, me decido a dar un paseo por el parque cercano con vistas
al lago. Es muy tranquilo aquí y muchos disfrutan de la vista
sentados en bancos de madera, jugando al ajedrez, o alimentando a
los patos. No he hecho nada como esto en mucho tiempo y se
siente bien solo sentarse quieto por un momento y simplemente
disfrutar de la vida. Mi teléfono zumba y compruebo de quien es el
mensaje.
Sebastian: ¿Dónde estás?
Yo: El Sr. Acosador está de vuelta. ¿Cómo sabes que no estoy en
el trabajo?
Sebastian: Vine a buscarte.
Me encuentro tensándome y me pregunto si él está bromeando o
no.
Sebastian: Estoy bromeando. Mi dios, ¿solo te asustaste?
Yo: No.
Sebastian: Mira, quería decirte que te extraño, eso es todo. Estaré
fuera de la ciudad por unos días por negocios, pero trataré de
llamarte tan a menudo como pueda. Sé buena y piensa en mí.
Lo extrañaba ya, por extraño que pueda parecer. Esta no era la
primera vez que iba a salir de la ciudad y sabía que eso significaba
que no íbamos a estar tan en contacto. De repente supe que
quería conocerlo y mi cumpleaños no podía llegar lo
suficientemente pronto. Él ya estaba jugando un importante rol en
mi vida y yo quería más.
Con esto en mente, me dirigí a mi auto y regresé a trabajar. Taylor
ya se había ido lo que significaba que estaba a cargo de la oficina.
Esto también significaba que iba a ser la última en salir de la oficina.
Caminé los pocos pasos al estacionamiento y vi a Chris entrar en
su auto. Para alguien que era un interno seguro que conducía un
auto bonito. El nuevo BMW era liso y brillante y tenía que decir, que
se veía bien en él. Cuando pasó por delante de mí, nuestros ojos
se encontraron por un segundo y su sonrisa me recordó a mi
sueño. Empujé el recuerdo a un lado y entré en el edificio.
4
Sebastian
Mientras conducía, lo único en qué podía pensar era en lo hermosa
que se veía. Desde que accedió a vernos, todo lo que podía pensar
era en tenerla en mis brazos y finalmente ser capaz de decirle y
mostrarle lo mucho que significaba para mí. No quería derramar mis
sentimientos en ella a través de correo electrónico, pero solo pasó.
Odiaba que ella estuviera justo en frente de mí, pero tan lejos de
mi alcance.
Al segundo que accedió a reunirse conmigo, toda mi vida había
cambiado. Tenía algo por lo que estar ansioso. Recé todas las
noches para que sus sentimientos por mí corresponderían los míos
y que cuando se enterara de la verdad fuera capaz de superarla. En
este momento lo único que importaba era que en una semana
seremos capaces de iniciar una vida juntos. Eso era sí me quisiera.
Cuando por fin encontré el lugar que estaba buscando, estacioné el
auto y entré de repente sintiéndome ansioso. Ni en un millón de
años pensaba que un día iba a estar mirando anillos de
compromiso, sin embargo, allí estaba. Se sentía bien y yo estaba
listo, quería demostrarle que estaba comprometido con ella, que
estaba dispuesto a darlo todo por ella.
Los exhibidores brillaban como estrellas brillantes en una clara
noche de verano, la gran selección era abrumadora, especialmente
para alguien como yo que no tenía ni idea de por dónde empezar.
—¿Puedo ayudarlo, señor? —dijo el joven joyero que me
preguntó al segundo que entré.
—Sí —le contesté, vacilante y me acerqué a él—. Estoy buscando
un anillo de compromiso.
—Muy bien, señor. ¿Tiene un estilo específico en mente?
Miré por encima de algunas bandejas y me sentía más
desconcertado que nunca.
—Bueno, sé que le gusta llevar plata u oro blanco. Así que tiene
que ser blanco. —Lo seguí mientras se dirigía a una sección
diferente de la tienda y comenzaba a sacar varias bandejas para
que las mirara.
—Esta es nuestra selección de platino. Es un poco más caro, pero
como usted puede ver la calidad es impecable. Una vez que elija
una montura podemos decidir sobre la piedra del centro. —Había
varios que me llamaban la atención, pero de alguna manera seguía
regresando a una montura clásica. Alex, el joyero, pasó un largo
tiempo ayudándome a escoger el diamante indicado y la montura
de la piedra y yo era el orgulloso propietario de un anillo de
compromiso perfecto. Todo lo que tenía que hacer era encontrar
una manera de que ella llegara a decir que sí.
Chloe
Anoche no tuve el sueño y me desperté con la sensación de que
algo faltaba. He estado soñando con eso durante mucho tiempo, se
había convertido en parte de mí. Después de una ducha rápida me
dirigí a Starbucks y me encontré con Taylor. Era la mañana
perfecta para sentarse fuera con una buena taza de café y
ponernos al día con las cosas.
Ella ya estaba sentada en una de las mesas al aire libre, luciendo
como un millón de dólares. Al segundo que me vio su cara se
iluminó y se puso de pie para abrazarme.
—Te conseguí un ponqué y el café debería estar listo en breve.
Te ves feliz hoy. —No era una pregunta, y sabía que ella tenía
razón. Me sentía feliz hoy, más feliz de lo que he estado en mucho
tiempo.
—Bueno, gracias cariño. Te ves hermosa también. Supongo que
no vas a trabajar después de esto. Esta no es tu ropa de viernes
casual. —El vestido rojo ajustado que no cumplía con la vestimenta
de viernes casual sólo significaba una cosa. Ella estaba saliendo con
alguien nuevo. Ya era hora. Su última relación duró más de un año,
pero el tipo era un pesado y no quería seguir adelante. El hecho
que no le gustaba el trabajo también fue un factor para mi aversión
hacia él. El sentimiento era mutuo, estaba seguro.
—¿Y cuál es su nombre? —le pregunté, y tomé un bocado del
ponqué caliente. Justo cuando estaba a punto de responderme, su
nombre fue llamado y fue a recoger nuestros cafés. La observé
mientras caminaba de regreso a nuestra mesa y no le daría la
oportunidad de cambiar de tema—. ¿Y bien?
—No es más que alguien que mi padre me presentó hace una
semana. No quería decir nada porque no hay mucho que decir
todavía. —Le di un levantamiento de ceja y esperé a que
continuara—. Es mayor, divorciado y tiene dos hijos.
—Pensé que no ibas a hacer eso otra vez. El asunto del paquete
completo. —Cuando estuvimos en la universidad salió un par de
veces con el profesor de matemáticas que era recientemente
divorciado y tenía una hija de unos cinco años más joven que
nosotros. Oh, ella hizo la vida de Taylor un infierno y se aseguró de
poner constantemente a su madre en el centro. Al final, la ex
esposa ganó y Taylor juró que nunca saldría con otro hombre
divorciado. Éste debe ser especial para ella incluso considerarlo.
—Si las cosas cambian, supongo. Parece agradable Chloe. Él tiene
su propio negocio y mastica con la boca cerrada. ¿Qué más puedo
pedir? —dijo, y casi me ahogué con mi ponqué.
—Si te hace feliz eso es todo lo que importa nena. —Con eso el
tema del hombre nuevo estaba cerrado. Disfrutamos de nuestro
desayuno y hablamos de todo, excepto de hombres. Nos
despedimos y me dirigí a la oficina mientras ella iba a encontrarse
con su cita. No quería nada más que verla feliz y rezaba para que
éste fuera el hombre adecuado. No estábamos lo suficientemente
mayor como para escuchar el reloj biológico, pero eso no
significaba que no queríamos compartir a la vida con esa persona
especial.
Para el próximo par de días me ocupé con nuevos proyectos,
facturas y gestionar el personal en ausencia de Taylor. Traté de
tomar todo lo que pudiera para mantener mi mente alejada de
Sebastian. Aunque estaba fuera de la ciudad, hacía tiempo para
llamarme cada mañana y cada noche, aunque fuera por unos pocos
minutos. No sabía si él estaba tan nervioso como yo estaba sobre
nuestra reunión, pero sabía que no había vuelta atrás.
El fin de semana antes de mi cumpleaños manejé a casa de mis
padres para una cena tranquila. Lo que no esperaba encontrar era
una casa llena de familiares y amigos, incluyendo a Taylor y su
nuevo novio.
Bailamos y reímos y comimos comida increíble, pero faltaba algo.
Me di cuenta que quería a Sebastian allí conmigo para compartir
ese momento. Tomé mi copa de vino y me deslicé fuera sin que
nadie se diera cuenta. Me tumbé en una de las sillas del patio y me
quedé mirando mi teléfono celular por un tiempo. No quería que
pensara que estaba insegura pero quería escuchar su voz.
—¿Interrumpo algo? —la voz de Taylor rompió el silencio. Se
sentó a mi lado y chocó su copa a la mía—. ¿Qué haces aquí sola?
—Sólo pensando. Dejaste a Daniel solo, deberías tener más
cuidado con eso ya que mi tía Donna está lista para saltar sobre él
en cualquier momento.
—No estoy preocupada. Ella no es su tipo. —Miré hacía mi tía
haciendo alarde de sus bienes a todos. Era tan diferente de mi
madre y no en el buen sentido—. ¿Vas a decirme por qué te
estabas escondiendo? —Taylor siguió adelante.
—Iba a llamar a Sebastian, pero creo que esperaré hasta que
llegue a casa.
—Si estás nerviosa acerca de reunirte con él, no lo estés. Lo
amarás, lo prometo. —La miré sorprendida por el comentario.
¿Cómo iba a saberlo?
—¿Qué quieres decir? ¿Lo has conocido y olvidaste decirme al
respecto? —De repente Taylor parecía muy nerviosa, así que me
pregunto si ella escondía algo de mí. Nos conocemos desde hace
mucho tiempo y nunca tenemos secretos, por lo que viendo su
reacción era un poco extraña.
—No, tú sabes que yo no mantendría nada de ti. —Su voz era
temblorosa pero traté de culpar al vino. Ella era mi mejor amiga, mi
hermana, no me mentiría.
Nos sentamos en la oscuridad, mirando el cielo claro y escuchando
la charla que venía de la casa. Todo el mundo estaba muy ruidoso y
obviamente borracho y yo sabía que iba a ser una larga noche para
mis padres. Eché un vistazo a Taylor y, como si leyera mi mente,
sabía que quería irme. Después de muchos abrazos y besos de mi
familia finalmente estaba camino a casa.
La llamada de Sebastian llegó justo cuando estaba a punto de abrir
la puerta.
—¿Hola? —respondí mientras trataba de equilibrar mis regalos, el
monedero, las llaves y el teléfono.
—Hola bebé. ¿Cómo fue la cena? —Dios cómo extrañé esa voz.
Su preocupación por mí siempre estaba presente y sabía que no
era sólo para mostrar. Tenía que ser genuina.
—Hola. Lo siento, acabo de llegar a casa. —Dejé mis cosas en la
puerta tomando mis zapatos para aliviar la presión de usar tacones
todo el día.
—Te puedo llamar más tarde.
—No está bien. Extraño escuchar tu voz —le dije sin pensar.
Demasiado, demasiado pronto, me extrañé.
—Yo también te extrañé. He estado contando los días hasta que
por fin pueda tenerte en mis brazos. Seré el hombre más feliz del
mundo el próximo sábado.
Esa noche hablamos durante horas, ninguno de los dos quería
terminar la llamada. No hubo asuntos dejados sin tocar. Hablamos
sobre el divorcio de sus padres y el efecto que tuvo sobre sus
relaciones pasadas, hablamos de sus amigos, trabajo, gustos y
disgustos. Para el momento en que nos despedimos el sol estaba
empujando astillas de luz a través de las cortinas transparentes. Me
senté en la cama despierta en las horas de la mañana, soñando
despierta, haciendo planes, esperando.
Los días siguientes fueron un borrón, trabajo, casa, casa, trabajo. El
viernes era una cesta llena de nervios, haciéndome revolver el
estómago. Taylor se echó a reír cuando traté de decirle cómo me
sentía. Estaba siendo ridícula, dijo, y ya era hora de crecer y
afrontar las consecuencias. Esas fueron sus exactas palabras. El
entusiasmo de Sebastian no hizo nada para calmar mi ansiedad, era
como un niño en la tienda de dulces, constantemente
recordándome lo emocionado que estaba por verme por fin. La
fiesta iba a comenzar a las seis de la noche del sábado y no era
consciente de quién estaba invitado desde que Taylor quería tener
pleno control. Ella era mucho mejor en estas cosas, así que con
mucho gusto di un paso atrás.
A las nueve de la mañana del sábado estaba en mi puerta con café
en mano y una agenda completa. Mientras lo hacía me permitió
disfrutar de mi café en paz, las siguientes horas las gastamos en
compras y preparándonos para la fiesta. Fue agotador pero
divertido y cuando volví a casa estaba tan emocionada como ella.
Me vestí con jeans negros, un top sin espalda y zapatos de tacón
de color púrpura. Estaba lista para el señor Knight.
Taylor hizo que el auto de la empresa nos recogiese en mi
apartamento y yo intenté mi mejor esfuerzo para relajarme. Era
estresante y no podía esperar a llegar al restaurante y finalmente
encontrarme con él. El restaurante italiano fue la decisión de Taylor,
y me impresionó de inmediato con su elección. Tenía un salón
entero reservado para nosotros y estaba muy bien decorado con
grandes ramos de flores y luces parpadeantes alrededor. Casi todo
el mundo del trabajo estaba allí incluidos sus cónyuges. Conocía a
todas las personas importantes de las anteriores fiestas de Navidad
y fue bueno verlos de nuevo. Caminé alrededor de la habitación,
visitando cortamente a todo el mundo, mientras mis ojos seguían
buscando a Sebastian.
Él no estaba allí todavía y me impacienté. ¿Qué pasa si cambió de
idea?, me preguntaba. Hoy no era el día para los rechazos y
realmente esperaba que sólo estuviera llegando tarde. Una bebida
era lo que necesitaba y me dirigí hacia el bar. Fue entonces cuando
mis ojos lo encontraron; Chris. ¿Qué estaba haciendo aquí? Me di la
vuelta para mirar a Taylor y afortunadamente ella venía en nuestra
dirección.
—Feliz cumpleaños hermosa —dijo Chris y me ofreció los lirios
que sostenía. No podía quitar mis ojos de las flores, ya que eran
exactamente como las que encontré en la parte superior de mi
auto hace unas semanas—. No puedo decir cuánto tiempo he
estado soñando con este día —dijo, y dio un paso hacia mí.
Envolvió sus brazos a mi alrededor y simplemente me quedé
congelada, mirando los ojos preocupados de Taylor mientras se
encontraban con los míos. Algo no estaba bien y de alguna manera
lo sabía. Empujé lentamente a Chris, mis ojos se movían entre él y
Taylor.
—¿Qué dijiste? —le pregunté finalmente.
—Dios esto salió mal. Simplemente no sabía que más decirte.
Quería verte y… —No lo dejé terminar. La habitación estaba
girando repentinamente y no pude recuperar el aliento. Los ojos de
Taylor estaban brillantes con lágrimas y sin embargo ella no hablaba
ni una palabra. Ella sabía quién era él todo este tiempo. Ella tenía
que saber o no luciría tan culpable.
Dejé las flores en la barra y salí del restaurante sin una mirada hacia
atrás. Sabía que estaba justo detrás de mí y empecé a correr lo
más rápido que pude.
—Por favor, Chloe, permíteme explicarte. Tienes que dejar que te
explique —rogó.
Me detuve bruscamente causando que tropezara de nuevo.
—No te debo nada. Me mentiste. Me hiciste hacer el ridículo,
ambos lo hicieron. ¿Qué pensabas que iba a pasar cuando me
enterara? ¿Abrazarte y darte una palmadita en la espalda por tener
una idea tan brillante? —Retrocedí un llanto y traté de enjugar las
lágrimas pesadas.
—Por favor, cariño, sólo escúchame. —Me agarró la mano y trató
de tirar de mí más cerca, pero lo empujé lejos tan fuerte como
pude. No tenía tiempo para mentirosos. Taylor nos siguió afuera y
corrí hacia ella.
—Es un extraño Taylor, así que no puedo estar demasiado
enojada con él. Pero tú, eras mi mejor amiga. ¿Cómo pudiste
mentirme de esa manera? —Quería que ella dijera algo, cualquier
cosa, pero se quedó allí llorando y luciendo miserable. Algunos de
nuestros amigos nos habían seguido y estaban tratando de
averiguar lo que estaba pasando. Quería que la tierra se abriera y
me tragara toda en ese momento. Caminé hacia el interior para
agarrar mis cosas y luego le pedí al hombre detrás de la barra que
me llamara un taxi. Sebastian estaba una vez más de mi lado,
tratando de razonar conmigo, pero no quería tener nada que ver
con él. Una vez dentro del taxi finalmente me rompí a llorar. No
sabía cómo iba a recuperarme de esto.
Me pasé todo el fin de semana en la cama con el teléfono apagado
y sin molestarme en responder a la puerta a nadie. Quería estar
sola, tener mi pequeña fiesta de compasión y sentir lástima por mí,
por ser muy confiable y tan tonta como para creer en todo lo del
felices para siempre. Sabía que eventualmente tendría que
enfrentar a Taylor a menos que milagrosamente encontrara otro
trabajo durante el fin de semana, pero eso no era una opción.
El lunes por la mañana me sentía aún peor y no me molesté en
vestirme para el trabajo. Me aparecí vistiendo pantalones de
deporte y una antigua camiseta de la universidad. Coloqué mi
cabello en una cola de caballo y dejé mi cara desnuda sin rastro de
maquillaje. Algunos compañeros de trabajo me miraban con ojos
curiosos, pero ninguno de ellos hizo cualquier pregunta. Entré en mi
oficina y cerré la puerta tras de mí con la esperanza de que eso
mantendrá a Taylor fuera. No hubo suerte. En el momento en que
me vio, se dirigió a mi oficina y se dejó caer en la silla frente a mí.
—Sé que me odias, pero no me puedes odiar para siempre. Soy
tu mejor amiga. —No me molesté en mirarla y continué
escribiendo cosas al azar en el computador—. ¿En serio? ¿Sólo vas
a dejarme fuera? ¿Por cuánto tiempo? Sé que lo que hicimos fue
estúpido y mal y lo que sea. Pero yo estaba pensando en ti. Quería
que fueras feliz.
—¿Lo que sea? ¿Eso es todo lo que puedes decir? ¿LO QUE
SEA? —le grité—. ¿Cómo pudiste mentirme a la cara de esa
manera? Uhh —me quejé—. No tengo nada que decirte. Me voy a
ir de mis vacaciones por lo que puedes pasar tiempo buscando mi
reemplazo, porque no quiero tener nada que ver contigo. —Me
dolió decirle esas cosas, pero era la verdad.
—No quieres decir eso —respondió ella con una voz
temblorosa—. Somos una familia, tú y yo. No me puedes dejar.
—Eras como familia. Ahora sólo eres una perra traidora que me
mintió a la cara. Te envié un correo electrónico con la solicitud de
mis vacaciones. Será mejor que lo firmes y se lo des a Recursos
Humanos. —Tomé las llaves y la dejé sola en mi oficina.
***
Caídas de agua, cielos azules, canto de los pájaros, bebida con
sabor a fruta servida en una piña tallada y suave arena. La isla era
como yo esperaba que fuera y estaba tan feliz de estar lejos de
todo. Me senté de nuevo en la toalla con los ojos cerrados, dejando
que el sol me bañara con su calor. Hace dos semanas me subí a un
avión y volé a Hawaii dejando detrás un barril lleno de preguntas sin
respuestas.
Eventualmente tendría que regresar y tomar algunas decisiones,
pero por ahora lo único que quería hacer era olvidar.
Durante mi primera semana aquí, pensé un montón en todas las
cosas que Taylor había hecho por mí en el pasado. Traté de estar
enojada con ella todo el tiempo que pude, pero al final fui la
persona más grande que tomó el teléfono y llamó. Las dos lloramos
como las bebés que somos y ella pasó casi una hora tratando de
hacerme entender por qué hicieron eso a escondidas de mí. No
puedo decir que hubiera hecho lo mismo por ella, pero al final del
día las dos queríamos lo mismo: ser feliz.
Sebastian siguió llamando todos los días, dejando mensajes y
mensajes de texto constantemente. Lo extrañaba como una loca,
pero no podía dejar atrás el hecho que había mentido. El sol se
ponía lentamente y recogí mi bolso de playa y el libro y me dirigí
de vuelta al hotel. Todo lo que podía pensar ahora era en una
ducha fría y una buena cena en la cama delante de la televisión.
Segundos después que llegué a mi habitación, hubo un golpe en la
puerta. La abrí y allí estaba uno de los empleados del hotel
sosteniendo una pequeña bolsa de regalo.
—Señorita, esto llegó para usted hoy. —Seguía mirando fijamente
a la hermosa bolsa de oro no dispuesta a tocarla. El joven esperó
unos segundos, eventualmente dejé caer mi mano en la bolsa.
Cerré la puerta detrás de mí y me senté en la cama suave
mirando el pequeño regalo mientras las lágrimas amenazaban con
escapar. Dentro de la bolsa había una pequeña tarjeta y una
pequeñita caja cuadrada de anillo. Abrí la tarjeta y un sollozo se
escapó mientras leí eso:
Me siento muy mal por lo que hice, pero no por amarte. Te fuiste
sin tu regalo. Si puedes perdóname nada me gustaría más que
pasar el resto de mi vida contigo. Te amo. Siempre tuyo, Sebastian.
Tomé la pequeña caja con las manos temblorosas y la abrí
lentamente. Dentro estaba el más hermoso anillo de compromiso
que he visto y que no pude evitar dejarlo caer en mi dedo. Se
ajustaba perfectamente. Él encajaba perfectamente en mi vida, no
importa lo mucho que trate de negarlo. Él fue el que hizo mis días
brillantes y siempre pone una sonrisa en mi cara.
Marco el número de Taylor y ella contesta a la primera llamada.
—¿Hola? —Oh Dios, tuve la sensación que elegí un mal momento
para llamar. A juzgar por la gran respiración sólo podía significar una
cosa.
—Lo siento mucho. Llámame más tarde. —Estoy a punto de
colgar cuando algún ruido extraño me detiene. No sé si fue un
gruñido o un bufido pero sonaba divertido.
—Eres tan jodidamente graciosa. Estaba en la cinta y la parte triste
es que sólo caminé como diez minutos antes de sentirme morir.
¿Cómo las personas encuentran divertido el ejercicio físico? —La
pesada respiración continúa y no puedo parar de reír.
—Bueno, no te retendré de tu divertida actividad, pero estaba
preguntándome si sabías de algún regalo de Sebastian. —Hubo un
pequeño silencio.
—Está bien. Juro que no se la di. Él entró y explicó todo el asunto
y mientras yo le dije que no podía darte la dirección, dije que te
enviaría el regalo. Así que asumo que lo recibiste ¿verdad?
—Sí, y es hermoso. ¿Qué voy a hacer Taylor? Quiero decir que no
es como hemos estado juntos durante meses y este es el
siguiente paso.
—Bueno, por la forma en que él lo explicó, quiere tomar las cosas
con calma pero al mismo tiempo quiere que sepas que es serio
acerca de la relación. Diciéndolo como una chica. Él te ama. Cuando
te fuiste estaba aterrorizado por perderte. Estaba triste y me volvía
loca con sus llamadas telefónicas tratando de encontrar dónde
estabas. Así que para responder mejor a tu pregunta, creo que
este es el hombre para ti.
Después de hablar con Taylor de repente me sentí mucho mejor.
Aunque mi relación con Sebastian no era el tipo tradicional, era
perfecta para mí. Levanté la mano izquierda para ver mejor el
hermoso anillo y sentí tanta prisa. Busqué su número de teléfono y
envié un texto rápido: Ven a mí.
Un año después
Caídas de agua, cielos azules, canto de los pájaros, bebida con
sabor a fruta servida en una piña tallada y suave arena, sin
embargo, todo lo que veo es el hermoso hombre acostado a mi
lado. Dibuja pequeños corazones en mi espalda con sus dedos,
enviando mariposas por todo mi cuerpo. Nos casamos hace una
semana y no podía pensar en un mejor lugar para una luna de miel
que el mismo lugar donde empezaron todos mis sueños.
Todavía había días en que me preguntaba si todo era un sueño.
Era como que solo fue ayer que estaba enviándole un texto
pidiéndole que viniera a mí. Al día siguiente lo encontré de pie en el
vestíbulo, sin equipaje, con aspecto cansado pero maravillosamente
sexy. No se dijeron palabras, pero su beso lo decía todo. Todo a
nuestro alrededor desapareció, éramos solo nosotros dos. Pasamos
el resto de mis vacaciones encerrados en mi habitación
compensando el tiempo perdido, pero no lo haría de ninguna otra
manera.
Me di la vuelta para acostarme sobre la espalda y de inmediato sus
labios encontraron los míos. Después de todos estos meses todavía
parecía nuevo y emocionante. Este hermoso hombre quería
hacerme feliz por el resto de mi vida y yo lo iba a dejar. Con un
beso y miles de llamadas telefónicas que abrieron mi corazón.
Fin