Universidad Nacional del Nordeste
Taller de Prácticas Profesionales
Revelamiento
Diagnóstico de
Hepatozoon Canis en
el Hospital de Clínicas
Facultad de Ciencias
Veterinarias
Docente Orientador: Met. Vet. Benítez Andrea
Grupo Nº 1
Alumnas: Mikunda Carla; Montiel Yohana;
Reniero Ileana Estefanía.
Año: 2017
1
ÍNDICE
Resumen-----------------------------------------------------------------------------2
Propuesta de Trabajo---------------------------------------------------------------3
Introducción-------------------------------------------------------------------------3/4
Hepatozoonosis Canina------------------------------------------------------------4
Transmisión y Ciclo biológico---------------------------------------------------4/6
Patogenia y Síntomas--------------------------------------------------------------7/8
Diagnóstico-------------------------------------------------------------------------8/9
Tratamiento--------------------------------------------------------------------------10
Prevención---------------------------------------------------------------------------10/11
Prevalencia--------------------------------------------------------------------------11/12
Discusión----------------------------------------------------------------------------13
Conclusión--------------------------------------------------------------------------14
Bibliografía-------------------------------------------------------------------------15/16
Agradecimientos----------------------------------------------------------------- 17
2
RESUMEN
En el siguiente trabajo se detallan características especiales a cerca de la Hepatozoonosis
canina, la cual es una enfermedad transmitida por la ingestión de garrapatas (Rhipicephalus
sanguineus) infectadas con un hemoprotozoario intraleucocitario Hepatozoon canis. Tiene
una presentación crónica y su afección principal es en médula ósea.Presenta una
distribución mundial con pocos reportes, los cuales son referidos principalmente como
hallazgos accidentales en exámenes hematológicos.
El método rutinario de laboratorio para el diagnóstico de esta patología se basa con
frecuencia en la detección por microscopía de gamontes (frotis sanguíneo en capa fina
fijado y coloreado) que se observan en forma elipsoidal u oval intraleuocitaria, elongados y
con extremos redondeados.
En el Hospital de Clínicas de la Facultad durante el período comprendido entre los meses
de febrero a diciembre del año 2016 fueron analizados hematológicamente caninos (539
sobre un total de 1.460 pacientes atendidos) tanto para detección de Hemoparásitos,
determinación de compatibilidad como así también para un control hemodinámico en éstos.
Obteniendo de este modo como hallazgos de laboratorio la presencia de Hepatozoon canis
en dichas muestras (7 casos confirmados).
Podemos inferir de este modo que la Hepatozoonosis se encuentra poco diagnosticada
debido a que se trata de una enfermedad secundaria o asociada a otras de mayor relevancia
clínica y que los casos presentados solo se deben a hallazgos de laboratorio, pudiendo ser
una de las principales endemias de nuestro territorio ya que, esta situación no concuerda
con las características epidemiológicas de la enfermedad.
3
PROPUESTA DE TRABAJO
Establecer la casuística estimativa de la Hepatozoonosis en nuestra zona de estudio:
Facultad de Ciencias Veterinarias.
Conocer la epidemiología de los vectores responsables de la transmisión de esta
parasitosis.
INTRODUCCIÓN
La Hepatozoonosis canina es una enfermedad transmitida por la ingestión de
garrapatas Rhipicephalus sanguineus, infectadas con gamontes maduros del protozoo
apicomplexo Hepatozoon canis.3 Este hemoprotozoario intraleucocitario con presentación
crónica y afección principal de médula ósea, tiene una gran distribución mundial con pocos
reportes, los cuales son referidos principalmente como hallazgos accidentales en exámenes
hematológicos.5
El primer reporte de este hemoprotozoario intraleucocitario se realizó en la India en
1905. Posteriormente, H. canis se reportó en perros domésticos (Canis familiaris) de la
mayoría de continentes.5
En Argentina, se describió por primera vez en el año 1999 en un paciente macho,
Ovejero Alemán, de 3 años de edad. A partir de ese momento ha aumentado su prevalencia
en distintas regiones del país; siendo endémica en Buenos Aires con marcada incidencia y
parasitemia estacional estival; allí en el 2007 realizaron la primera caracterización
genotípica de Hepatozoon canis en el país3 siendo H. americanum la de mayor frecuencia
(transmitida por la garrapata Amblyomma maculatum) y de mayor gravedad debido a que
generalmente ocasiona la muerte de los animales afectados.10
De igual manera se ha notificado la enfermedad en diferentes provincias no
limítrofes, como Chubut (Trelew), Mendoza, la Pampa, Salta (El Carril), San Luís, Rosario
y Santa Fe (Esperanza); confirmado por los escasos reportes de casos y estudios realizados
en el país en los últimos 10 años.8
En Argentina, los casos de hepatozoonosis canina son limitados, generalmente
hallazgos casuales en exámenes de laboratorio. Esta alta frecuencia de hallazgos
accidentales en los análisis de muestras caninas y los pocos registros previos de casos en la
zona, sugieren que el parásito puede encontrarse en pacientes aparentemente sanos.4
Investigadores de diversas partes del mundo han encontrado que los pacientes caninos
portadores, pueden ser asintomáticos, aunque al valorarlos serológicamente presentan
4
títulos de anticuerpos contra el parásito. Esta situación puede indicar que esta infección
puede ser poco patógena, a menos que curse con un factor activante como la
inmunosupresión, una infección concurrente con otros patógenos, una elevada parasitemia
o animales muy jóvenes expuestos al agente.8
Dicha enfermedad causa una infección que afecta múltiples tejidos entre estos se
encuentra el tejido linfoideo, la médula ósea, neutrófilos y monocitos, pudiendo llegar a ser
potencialmente grave produciendo letargo extremo, caquexia, anemia, anorexia y fiebre.10
Se podría evaluar la asociación entre el diagnóstico del parásito y la presencia de
factores de riesgo que favorecen la presentación de la enfermedad. Dentro de estos factores
se incluyen la época del año, la presencia de garrapatas y el control de las mismas por parte
de los propietarios.
HEPATOZOONOSIS CANINA
La hepatozoonosis es una enfermedad de origen parasitario. El agente etiológico es
un protozoo apicomplexo perteneciente a la clase Sporozoea, orden Eucoccidia, Familia
Haemogregarinidae, género Hepatozoon especie canis. Se han descrito más de 300
especies diferentes de Hepatozoon que parasitan a anfibios, reptiles, aves, marsupiales y
mamíferos.1
Los que infectan a anfibios, reptiles y aves parasitan los eritrocitos, mientras que en
los mamíferos se localizan en los leucocitos, principalmente neutrófilos y monocitos.1
La hepatozoonosis canina es causada por dos especies: Hepatozoon canis y
Hepatozoon americanum, estas afectan tanto a caninos domésticos como silvestres,
incluidos chacales, zorros, coyotes, hienas y felinos; especies diferenciadas en cuanto a su
distribución geográfica, vector, tropismo tisular y cuadro clínico.7
TRANSMISIÓN Y CICLO BIOLÓGICO
Las infecciones naturales con H. canis se adquieren a través de la ingestión de la
garrapata parda o marrón del perro, Rhipicephalus sanguineus (Ixodida: Ixodidae),
infectada con gamontes maduros o esporulados.1
La hepatozoonosis canina no muestra una predisposición para alguna raza o sexo en
particular, su presentación está asociada a las características conductuales que favorecen el
contacto del animal con la garrapata. Este vector es un oportunista y más cuando las
condiciones higiénico-sanitarias son realmente deficientes.8
5
Generalmente es encontrado en regiones tropicales y subtropicales de todo el mundo
asegurando su distribución potencial y continuidad infectiva para la hepatozoonosis. En
Argentina un reciente estudio confirmó altos niveles de prevalencia (de 36,8 a 63,6%) de R.
sanguineus en tres ambientes evaluados: zonas urbanas, periurbanas y rurales; detectado la
garrapata a lo largo de todo el año, con mayores niveles de abundancia en los meses de
primavera y verano.8
El H. canis necesita de dos huéspedes para cumplir su ciclo biológico: un
invertebrado (huésped definitivo), la garrapata R. sanguineus, donde se lleva a cabo la
reproducción sexual (gametogonia) y esporogonia del parásito; y un vertebrado (huésped
intermediario), en este caso el perro doméstico.8
El ciclo de vida completo de H. canis, desde su inicio en las ninfas de las garrapatas
hasta la generación de la parasitemia por gamontes en el perro es de 81 días.
El perro se infecta cuando ingiere una garrapata que contiene ooquistes esporulados.
Los esporozoítos se liberan en el tracto digestivo del perro, penetran la pared del intestino,
invaden las células mononucleares y son transportados por la sangre o la linfa
principalmente a los ganglios linfáticos, bazo y médula ósea, así como también a otros
órganos internos como hígado, riñones, y pulmones; donde el organismo se divide
asexualmente a través de la fase de merogonia o anteriormente llamada esquizogonia, los
cuales se pueden observar por medio de estudios histopatológicos de estos tejidos a partir
del día 13 post-infección.1
Se producen dos tipos de merontes, uno que contiene 1 a 4 macromerozoitos e infecta
nuevas células epiteliales o de tejido hemolinfático, formando algunos de ellos quistes
monozoicos en los tejidos blancos y otro que contienen entre 20 a 30 micromerozoítos,
estos últimos merontes infectan los leucocitos (neutrófilos y monocitos) y realizan un
proceso de maduración (gamontogonia) convirtiéndose en gamontes o gametocitos
circulantes, vistos en la sangre del canino infectado a los 28 días post-infección.1
La garrapata al succionar la sangre de un perro infectado, ingiere una cantidad de
sangre con gametocitos contenidos en el interior de los leucocitos, los cuales se liberan en
el intestino de la garrapata y se asocian en pares de sicigia. Allí tiene lugar la fase de
gametogonia o gametogénesis al unirse el microgameto y macrogameto 48 horas post-
ingestión, formando un cigoto móvil (oocineto) que se dirige al hemocele de la garrapata,
pasando a la fase de esporogonia, donde tiene lugar la esporulación de los oocistos que
evolucionan hasta hacerse infectantes, en esporocistos u ooquistes esporulados, es decir,
con numerosos esporozoítos infectantes (10 a 26) en su interior; y así sucesivamente
prosigue el ciclo.8(Grafico 1)
6
En el ectoparásito la infección inicia en el estadio de ninfa y se completa en el de
adulto, es decir que posee una transmisión transestadial sea macho o hembra. Sin embargo
en caninos su picadura no produce infección ya que el hemoparásito no llega a sus
glándulas salivales la infección se desarrolla cuando el animal ingiere una garrapata.
Adicionalmente se consideran modos alternativos de transmisión del protozoario
como la transmisión vertical a través del útero de la madre a la cría, confirmado de acuerdo
a estudios de infección natural en perras gestantes con nacimiento de cachorros
contaminados con el agente.1
Gráfico 1. Ciclo sexual o gametogónico de Hepatozoon canis en la garrapata.6
Gráfico 2. Ciclo asexual o ezquizogónico de Hepatozoon canis en el perro.6
7
PATOGENIA Y SÍNTOMAS
La patogénesis de la infección por H. canis se encuentra influenciada por condiciones
de deficiencia inmunológica; las patologías que debilitan las respuestas inmunitarias
aumentan la susceptibilidad frente a nuevas infecciones con H. canis o permiten que las
infecciones existentes se reactiven.1
Es común encontrar la hepatozoonosis asociada a otra enfermedad infecciosa como
parvovirosis, erhlichiosis, babesiosis, anaplasmosis, dirofilariosis, distemper, leishmaniosis;
o en animales inmunosuprimidos ya sea por una enfermedad concomitante o terapias
inmunodepresoras, de esta manera los signos clínicos se hacen más evidentes pero son
menos específicos y causan la muerte del canino entre las 4 y 8 semanas de iniciada la
signología clínica.11
Se asocia con la hepatozoonosis canina una importante variedad de presentaciones
clínicas, que varían en gravedad desde un hallazgo hematológico incidental en un perro de
apariencia saludable hasta una enfermedad debilitante que resulta una amenaza para la
vida.9
La sintomatología varía con el grado de parasitemia que presenta el animal, una
sintomatología leve está frecuentemente asociada con bajos niveles de parasitemia (1-5%
de leucocitos infectados) a diferencia de una enfermedad severa, en la cual se encuentran
altos niveles (hasta 100% de leucocitos infectados).8
Los signos clínicos que presentan los perros afectados son inespecíficos y variados,
siendo más graves en cachorros menores de 1 año de edad y en perros gerontes. Este
protozoo suele causar una infección crónica acompañado con mayor frecuencia de fiebre,
anorexia, decaimiento, letargia, mucosas pálidas, pérdida de peso y linfadenopatía local o
generalizada. También puede originar dolor articular principalmente de los miembros,
ataxia y paraparesia con presentación de debilidad del tren posterior, postración,
claudicación de cuarto grado, mialgias e intenso dolor a la palpación en huesos largos por
lesiones osteolíticas y reacción perióstica en los mismos, con características radiológicas
similares a una neoplasia.8
Esta patología de los tejidos óseos es común en infección por H. americanum; cuando
el protozoo migra, en el tejido diana se forma una estructura quística alrededor de la célula
infectada y los signos clínicos se producen cuando el quiste se rompe, e inducen miositis
piogranulomatosa severa. Al producir tal inflamación en músculos adyacentes a los huesos,
estimulan una reacción perióstica marcada a lo largo de las superficies óseas. Si bien el
8
curso de la enfermedad suele ser prolongado, los signos clínicos pueden ser intermitentes y
algunos perros experimentan períodos de recuperación antes de la recurrencia. 8
Otros signos asociados a esta infección con parasitemias altas, reportados en algunos
casos clínicos son: la caquexia dada principalmente por alta demanda de nutrientes por la
carga de parásitos en sangre y tejidos; uveítis dada posiblemente por el aumento en la
permeabilidad de los vasos sanguíneos uveales que favorecen el paso del hemoparásito a la
cámara anterior del ojo; congestión y descarga ocular bilateral mucopurulenta, neumonía,
hepato-esplenomegalia como consecuencia de lesiones vasculares, granulomas parasitarios
y piogranulomas, al igual que podría deberse a la multiplicación del organismo dentro de
las células mononucleares fagociticas de los tejidos que generan respuesta inflamatoria
marcada con gran infiltrado celular; por otro lado, puede existir depósitos de sustancia
amieloidea en diversos órganos, glomerulonefritis, nefritis intersticial, trombosis y
necrosis; lo que sugiere la participación de complejos inmunitarios como consecuencia de
la infección.8
Adicionalmente se pueden llegar a presentar hemorragias como consecuencia de la
inhibición de la producción de plaquetas en la médula ósea y de la disminución de la
síntesis de los factores de coagulación a nivel hepático.8
Dentro de los hallazgos de laboratorio clínico la anemia es el trastorno hematológico
más común en la infección por H. canis, por lo general normocítica-normocrómica
regenerativa; esta puede ser debido a la inflamación crónica, la reducción de la
eritropoyesis debido a la supresión de la médula ósea, la pérdida de sangre por la masiva
infestación de garrapatas, o a la combinación de estos o varios factores.8
La eosinofilia es la alteración más común que se observa producida ya sea en
animales con una sola infección por H. caniso co-infectados con otros patógenos
transmitidos por garrapatas; seguida de linfocitosis, neutrofilia y monocitosis. La
trombocitopenia se produce en aproximadamente un tercio de los perros y puede ser el
resultado de una interferencia en la producción en la médula ósea o también se puede
atribuir a una co-infección por otro hemoparásito.8
Las anormalidades bioquímicas comúnmente registradas en animales con H. canis
incluyen hiperproteinemia con hiperglobulinemia e hipoalbuminemia posiblemente como
consecuencia de la disminución de la producción de albúmina secundaria a una enfermedad
inflamatoria crónica por escasa síntesis hepática.8
9
DIAGNÓSTICO
El método rutinario de laboratorio utilizado por la Clínica del Hospital para el
diagnóstico de esta patología se basa en la detección por microscopía (frotis sanguíneo en
capa fina fijado y coloreado) de gamontes que se observan en forma elipsoidal u oval
intraleuocitaria, elongados y con extremos redondeados, teñidos con coloraciones tipo
Giemsa. Las dimensiones de los gamontes son alrededor de 11 x 5 μm, se detectan en el
citoplasma de los neutrófilos y rara vez en el de monocitos.1-2
Se observan con objetivo de inmersión 1.000x presentándose los gamontes de color
blanquecino, envueltos por una membrana gruesa, ocupan el centro de los neutrófilos
comprimiendo y desplazando su núcleo (de color azul-violeta) lobulado hacia la membrana
celular.1-2
Estos extendidos se deben realizar en forma inmediata una vez extraída la sangre
porque a medida que pasa el tiempo el gametocito desaparece dejando una cápsula sin teñir
dentro de los leucocitos. Debido que las células afectadas pueden ser una o dos por cada
1000 leucocitos, hace que sea extremadamente difícil su visualización y pueda ocasionar
que se produzcan muchos falsos negativos cuando la carga parasitaria es muy baja y no
siempre son detectables debido a que los ciclos de parasitemia son intermitentes; por lo
tanto el examen del frotis debe realizarse en forma meticulosa para lograr hallarlo. 8
Existen además otras técnicas que favorecen el hallazgo de los gamontes de
Hepatozoon como ser: extendido de la capa leucocitaria o costra flogística obtenida a través
del microhematocrito debido a que se logra la leucoconcentración8,
pruebas serológicas
como la prueba de inmunofluorescencia indirecta (IFAT) para detectar anticuerpos anti-H.
canis1, una técnica molecular basada en la reacción en tiempo real en cadena de polimerasa
(PCR) amplificando un fragmento del gen del parásito12
y un estudio histopatológico de los
órganos hemolinfáticos o preparados citológicos realizados a partir de aspiraciones o de
impresiones táctiles de estos tejidos 1.
10
Imagen 1 y 2. Gamontes de color blanquecino, envueltos por una membrana gruesa, ocupan el centro de los
neutrófilos comprimiendo y desplazando su núcleo (de color azul-violeta) lobulado hacia la membrana
celular.1-2
Imagen 3. Se observan extendidos sanguíneos en los cuales se puede distinguir claramente los gamontes de
Hepatozoon canis dentro de los leucocitos (neutrófilos 13 y monocitos 14) los cuales se identifican para tal fin
con flechas.
TRATAMIENTO
Para el tratamiento de la hepatozoonosis se han utilizado y fueron estudiados varios
medicamentos, los más usuales y de uso corriente son el trimetoprimsulfa y el dipropionato
de imidocarb. Además de estos, se pueden utilizar el diaceturato de diminaceno, las
tetraciclinas, el fosfato de primaquina, toltrazurilo o clindamicina en terapia combinada,
con resultados variables que generalmente no dan la respuesta esperada debido a que no se
ha tenido éxito en la eliminación completa del protozoario ya que los pacientes continúan
presentando síntomas que se acentúan cada vez más. 8
Adicionalmente es importante un tratamiento sintomático de órganos y tejidos
dañados, con protectores hepáticos, glucosa, anti-Inflamatorios no esteroidales, etc. 6
El pronóstico en animales con altas tasas de parasitemia es reservado, de acuerdo a
estudios experimentales. En cuanto al índice de supervivencia de perros tratados que
presentan una parasitemia baja por lo general es bueno, y con frecuencia depende del
pronóstico de cualquier enfermedad simultánea que pueda presentar.1
PREVENCIÓN
La prevención de la infección por H. canis consiste en un control eficaz de los ácaros
vectores en los perros y en el medio ambiente.1 El control de los parásitos externos incluye
11
principalmente el manejo y el uso de ectoparasiticidas; el régimen de tratamiento, la vía de
administración y, si fuera necesario, la frecuencia de los tratamientos, debe de estar
claramente especificado en cualquier medida de control de ectoparásitos. 8
Para tratar una infestación por estos ácaros y reducir los riesgos de enfermedades
transmitidas por garrapatas se debe4:
evitar o limitar el acceso del perro a zonas con una alta densidad de garrapatas o en
épocas del año donde se sabe que la actividad de la garrapata es más alta;
aplicar frecuentemente acaricidas de acción residual y resistentes al agua ya que
estos también eliminan todos los estadios en desarrollo y los adultos no
alimentados;
inspeccionar a los animales regularmente, en particular, hacia el final del período en
el que están protegidos, haciendo limpieza regular de los animales para evitar que
estos ingieran las garrapatas cuando se acicalan o rascan.
aplicación de ixodicidas en el animal como ser: baños por aspersión, derrame dorsal
“pour-on” o pipetas, tratamiento parenteral y/o tratamiento con collares.
Los tratamientos preventivos están encaminados a evitar que este ectoparásito infeste
al perro y tenga la oportunidad de transmitirle cualquier agente patógeno, o bien, causarle
importantes trastornos metabólicos derivados de la prolongada ingestión de sangre.
Adicionalmente el control medioambiental con acaricidas debe incluir los lugares
donde residen los animales, como perreras y casas, y donde la infestación por R.
sanguineus o Ixodes sea evidente, ya que los estadios que no viven en el hospedador están
ampliamente distribuidos en el exterior y en lugares inaccesibles. Las garrapatas que se
extraen manualmente de un animal deben de destruirse cuidadosamente, para evitar estar
expuestos a cualquier fluido de la garrapata que contenga patógenos potencialmente
peligrosos, evitando así, que éstas encentren posteriormente un hospedador humano.
PREVALENCIA
Se realizó un análisis de los pacientes caninos llegados al Hospital de Clínicas de la
Facultad y que por determinación clínica fueron examinados hematológicamente tanto para
detección de Hemoparásitos, determinación de compatibilidad como así también para un
control hemodinámico en éstos. Obteniendo de este modo como hallazgos de laboratorio la
presencia de Hepatozoon canis en dichas muestras.
12
Sobre un total de 1.460 pacientes derivados para el análisis de laboratorio, el 36,92%
fueron pacientes de la especie canina (539) de los cuales solo el 1,30 % resulto positivos a
Hepatozoon canis(7 casos confirmados).
Podemos inferir de este modo que la Hepatozoonosis se encuentra poco diagnosticada
debido a que se trata de una enfermedad secundaria o asociada a otras de mayor relevancia
clínica y que los casos presentados principalmente se deben a hallazgos de laboratorio. Con
lo cual deberíamos como agentes activos de la salud animal intensificar el seguimiento
sobre dicha enfermedad ya que tenemos en nuestro medio/zona todas las condiciones
óptimas (temperatura, humedad, precipitaciones),falta de una marcada estacionalidad y
factores predisponentes (habitualidad higiénico-sanitarias de mascotas y ambiente) para la
presentación de la misma.
Gráfico 2: representación de la cantidad de pacientes llegados al Laboratorio de la Facultad de Ciencias
Veterinarias (Total de derivados 1.460-caninos 539- felinos 921) durante el período de actividades del
Hospital que incluye desde el 20 de Febrero hasta el 16 de Diciembre del 2016.
Gráfico 3: representación estimativa de los casos positivos a Hepatozoon sobre el total de la población canina
evaluada (total de caninos 539-positivos 7-negativos 532) durante el ciclo de actividad del Hospital de
Clínicas 2016.
0
500
1000
Can
ino
s
Felin
os
0
100
200
300
400
500
600
Total de caninos Negativos aHepatozoon
13
DISCUSIÓN
La evaluación de los datos del laboratorio indicó que un 98,7% de los casos llega con
un estado aparentemente sano, con un cuadro clínico inespecífico para dicha enfermedad o
con otros tipos de afecciones; demostrando que el diagnóstico de la hepatozoonosis está
subestimado (sólo hallazgos casuales en exámenes de laboratorio y no por
solicitud/derivación clínica) pudiendo ser una de las principales endemias de nuestro
territorio ya que, esta situación no concuerda con la epidemiología de la enfermedad. Ésta
se encuentra en íntima relación con la presencia de garrapatas, de la cual somos una zona
altamente infestada por presentar condiciones óptimas para su desarrollo y permanencia.
Así mismo otro factor a considerar es el desafío que involucra las limitantes de la
técnica diagnostica, dado esto por la sensibilidad de la técnica.
Además contamos con una baja participación por parte de los propietarios de las
mascotas para contrarrestar esta situación parasitaria problemática que nos afecta
directamente como comunidad/sociedad. Esto abarca desde el uso correcto de pipetas hasta
fumigaciones ambientales con ectoparasiticidas bajo supervisión veterinaria.
14
CONCLUSIÓN
En el presente trabajo podemos observar que la Hepatozoonosis canina en nuestra
zona de estudio (Hospital de Clínicas de la Facultad de Ciencias Veterinarias) presenta una
baja frecuencia que no concuerda con la realidad, debido a que en nuestra región se hallan
presentes todas las condiciones ambientales para el desarrollo del vector transmisor ( la
garrapata Rhipicephalus sanguineus), como así también, hay una deficiencia de
concientización por parte de la población con respecto al cuidado del estado de higiene y
salud de las mascotas predisponiendo al desarrollo de la misma.
Refiriéndonos a caninos podemos señalar como métodos de control y prevención para los
ectoparásitos la aplicación de pipetas, collares, comprimidos y fumigaciones con soluciones
antiparasitarias de uso ambiental entre otros, con el asesoramiento de un médico
veterinario.
Observando el análisis de los pacientes caninos (539) llegados al Laboratorio del
Hospital de Clínicas de la Facultad durante el año 2016 y obteniendo como resultado un
1,30% de positividad a Hepatozoon (7casos) podemos establecer que, esta enfermedad está
subdiagnosticada y sólo es el resultado de hallazgos de laboratorio, debido a que se
desarrolla en concomitancia con otras patologías de mayor relevancia clínica o bien de
mayor frecuencia de aparición. También se sabe que su tratamiento solo es paliativo según
el grado de parasitemia del animal y el desarrollo de alguna enfermedad de manera
simultánea, por lo tanto su pronóstico es reservado según del caso que se tratase.
15
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17
Agradecimientos
A nuestra Docente Orientadora la Doctora Benítez Andrea por toda su ayuda, gentileza y
predisposición durante el desarrollo del trabajo.
Al Hospital de Clínicas de la Facultad de Ciencias Veterinarias por permitirnos adquirir
información de los pacientes recibidos.
Al Doctor Amarilla y asistentes por la amabilidad y atención a la hora de colaborar con sus
conocimientos y registros útiles para nosotros.