8/10/2019 GARCIA GUAL Apuntes Sobre Los Comienzos Del Filosofar y El Encuentro Griego Del Mythos y Del Logos
1/12
l .a.tmv,
Revista de F"llosofia. n 21 , 2000.
SS U
Apuntes sobre los comienzos del filosofar y el encuentro
griego del
Mythos
y
del
Logos
Resumen: Desde el mito hasta l filosoffa. Dos
formas depensamiento que, l mismo tiempo que
se oponen por fundamentos. sus esauctUras
y
sus procedimientos, se entrehuan permanente
menteen ese tejido multiforme que caracte riu la
culrura griega clsica. Este artculo presenta el
horizonte de verdad de
ambas
fonnas de pensa
miento. y cmo el esfuerzo por distinguirlas es
inmanente a los pnx:esos que marcan los grandes
ejes
del
pensamiento griego: la pos. la sociati.u
cin de la escritura. la libertad de la palabra
pblica. la apoa ante lo evideote.
la
lgica como
orden del pensar comn, la historia como relato
dehechos humanos.
Palabras clave: Mito, logos. religin. verdad.
razn.
i
oso,ia. polis, escritura, historia.
1
C RLOS G RCI GUAL
Ou mythe A a phHosople. nsagit de
deux formes e ~ qui. en m m temps qu e
Ues s opposent par leurs foodements. saucrures e
pro
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56
Cark>s Gorca Cual
Los mitos mythoi,
un
trmino griego
no
relacionado
con nin
gu
no
de
otraS lenguas
indoeuro-
peas)
son narraciones
de
carcter generalmente dramtico, trascendentes yprotagonizadas por seres
divinos o semidivinos, personajes en todo casoextraordinarios y singulares, cuya actu
acin
ha
mar
-
ca
do
la realidad posterior.
Los
mitos explican el presente como resultado
del
pasado, revelan lo
oculto y desvelan el sentido de la existencia
humana en
un mundo
que,
gracias a ellos, reviste un
sentido humanizado.
Trascienden
lo
que se nos muestra
en
la apariencia inmediata. Ofrecen,
como
sealaba agudamente Blumenberg, igni ficatividad a la naturaleza. Caracterstica fundamental
de
los mitos es su
vinculacin
a
una
tradicin
narrativa; es decir, los mitos se
heredan
, estn hdesde
antes, y as
nos
encontramos
ya con un mundo explicado
por
ellos. Como dira Ortega, pertenecen
al
mundo
de
las creencias, previo
al
de
las
ideas.
Vienen
siempre
del
pasado y estn autorizados por su
prestigio tradicional.
s imponante resaltar que
los
mitos
forman
un conjunto de
relatos
y se conectan entre s en lo
que llamarnos una mitologa. Mitologa es, pues,
en
este sentido primero,
un
repertorio de mitos.
determinado en
una
cultura, y todo
gran
mito
se
encuadra en este mbito mitolgico. a mitologa
est radicalmente imbricada en el imaginario colectivo, perdura
en
bloque en la memoria colectiva
del pueblo. y suele estar ntimamente unida a la religin
como
conjunto de creencias y ritos.
Esa
per-
vivenciade los
mitos
en
una
cultura est
sometida,
sin
embargo
, a
algunas
variaciones. Tambin los
mitos tienen su propia historia, sobre todo, cuando la cultura que
los
alberga sufre cambios impor-
tantes. Por ejemplo, cuando se hace histrica, es decir,
cuando se
pasa de una cultura oral a
una
civi-
liza
cin
marcada
por
la aparicin y difusin de la escritura, y, entonces, los
mitos pasan
a una
lite.ratura escrita Como sucedi ejemplarmente en Grecia).
a mitologa implica
una
ciena concepcin del mundo, y
ms
importante que la variacin
de
algunos mitos
es la
variacin que
sucede cuando es la
propia
estructura mitolgica la
que
entra en
crisis, o en competencia
con
otro sistema
de
explicacin
del
mundo . Pero
una
mitologa puede estar
tambin sometida a revisiones internas; una mitologa tradicional puede expresarse de modo ms sis
temtico y en un orden
ms
explcito en una
determinada
obra mitolgica. como sucede, como es
bien sabido, con la griega en la obra de
Hesodo
, la Teogonfa . (Por ello
algunos
estudiosos, como O.
Gigon.
han
considerado al aedo beocio el primer pensador filosfico).
2
Los grandes poetas picos
Homero
y
Hesodo
fijaron
los
grandes
mitos
y proclamaron la
mitologa tradicional griega, como
bien
seal Herdoto,
con
una difusin y alcance panhelnico.
a
Teogona de Hesodo a fines
del
siglo vm o
comienzos
de. VD) representa un excepcional intento
de ofrecer,
en un
ensamblaje narrativo
bien
trabado
mediante sus
esquemas genealgicos,
no
slo
una
teologa sino
tambin
una cosmogona esencial. Justamente por ese intento
de
ordenar todo el
repertorio de seres divinos y
potencias
csmicas en una estructura coherente Hesodo merece ser
considerado el primer pensador y telogo, y
un
in.iciador de
los caminos del
saber csmico. Tiene
buenas razones,
pues, Gigon para situarlo en el
primer
captulo de
su
libros Los orgenes de
l
jilo-
sofia griega, algo ya sugerido
por Comford
y otros estudiosos).
Es bien sabido que en
Grecia
fueron los
poetas,
inspirados
por
las
memoriosas
Musas. los guar-
dianes de los mitos, y asf
se
alzaron orgullosos de
su
peculiar sabidura
los picos
primero y luego
los
lricos y
los
tr
gicos
como l
os primeros
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Apunus so re los
comienos
de/filosofary t n c ~ n l r o griego dtl Mythos y del ogos
57
lio de su ciudad ideal de los poetas picos y trgicos, como embaucadores y falsos educadores, cul-
mina ese rechazo del saber mtico, una tendencia ya iniciada en los presocrticos y
en
los sofistas,
que en el extremado moralista y tenaz discpulo del escptico Scrates alcanza mxima intolerancia.
Mucho mienten los poetas escribi lapidariamente Saln. Aristteles en su
Metafsica
repite
con satisfaccin la escueta frase: polla
psedontai aodo.
Cierto que ya Hesodo contaba que las
Musas mismas le dijeron,
u n d o
se le aparecieron en el
Citern-
que saban
co
ntar la verdad,
pero tambin mentiras semejantes a lo verosnl. De modo que ya ste se plantea la cuestin de la
veracidad, una cuestin a la que el texto mtico no puede dar una respuesta satisfactoria, porque no
hay un criterio que permita discernir en su mensaje la verdad y la fal.sedad. El relato del mito fabu-
loso se ofrece arropado en su prestigio a la fe del pueblo, pero no puede justificar la creencia que
reclama de sus oyentes.
Como
bien seala W. Nestle HEG.,
p.
22):
En
cuanto se plante,
en
efecto, al mito la cuestin de la verdad, tuvo que quedar de manifiesto que su fantasa grfica e ima-
ginativa no coincida con la realidad. Pues slo mediante el pensar razonado y la trabazn lgica se
puede argumentar convincentemente lo que est sometido a dudas. slo as con un mtodo extrao
al mero fabuloso
mitologizar-
se puede
dar
razn o
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arlos
Garr:
a
Gua
otros. El mito griego prepar en
He
sodo. como ya dijimos, el camino soleado del Logos. Pero la
razn
t l vez no resulta tan autosuficiente para explicar el mundo como postulaban algunos ilustra
dos
radicales.
La
historia
del
pensamiento griego ver reaparecer luego los fantasmas
del
mito.
Al tratarde explicar
los
comienzos de la ruptura
con lo rrtico
en la famosa aurora
del
filosofar, en
el contexto de laJonia de
fines del
siglo
VI
queremos destacar tres factores que nos parecen decisivos,
si
bien
t l
vez
no
los nicos ,
en
ese fenmeno
histrico
. Esos tres factores que ,
desde
mi
punto
de vista,
propiciaron la
ec
losin de un modo criticode enfrentarse
al
mundo, y
afl.ll11aron
luego la vigencia del
nuevo
mtodo
, son: el marco de la ciudad, la escrirura alfabtica, y el prestigio social de los Sabios>>.
No vamos ahora a resumir los muchos estudios acerca
de
este
tema.
Bumet, Comford,
Thom so
n.
Farrington, Schuhl, Jaeger, y otros ilustres historiadores
del
pensamiento griego
han
sealado
lo
s
rasgos ms notables de ese mbito en el que comienza
la filos
ofa, en las ciudades costeras y comer
ciales de
la
prspera Jonia. P
ara su aparicin
parece primordial,en efecto,el ambiente libre y
el hori
zon te abieno y las muchas influencias
externas
que propician la actitud inquisitiva y metdica de
esos pensadores que se permiten dejar de lado las creencias ancestrales
para buscar,
mediante la
cri-
tica y nuevas ideas. una explicacin de la naturaleza mediante el ejercicio de la razn, pre scin
diendo
de los mitos
, vistos ya como fantasiosas y poticas ficciones
de los
antepasados,
plsmaca ton
protrn.
segn la expresin desdeosa de Jenfanes.
4
Todo comenz,
al
parecer, por el asombro y la admiracin. As
lo
pensaban Platn cf. Teeteto
155b) y Aristteles (Metafisica
982b
12). que vieron en el fenmeno del thaumazein,
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Apunrts
so re los comienzos del
/ilosofo.r y el
encuentro griego del
Mythos y
del ogos
59
pio comenzaron a filosofar al quedarse maravillados ante algo. maravillndose en
un
primer
momento ante lo que comnmente causa extraeza y despus,
al
progresar
poco
a poco, sint
in-
dose perplejos tambin ante cosas de mayor importancia, por ejemplo, ante las peculiaridades
de
la l
un
a. y las del sol y los astros, y ante el origen del Todo. Ahora bien, el que se siente pe rplejo
y maravillado reconoce
que no
s
abe
(de ah
que
el amante del mito phil6mythos) sea, a
su modo
,
amante de
la
sabidura
phi/6sophos);
y es que el mito se compone de maravillas). As pues,
si
filosofaron
por hui
r de la
ig
noran
cia, es obvio
que
perseguan el saber por afn
de
conocimiento
y
no
por utilidad alguna. Por otra parte, as
lo
atestigua
el modo en que
sucedi: y es que
un
conocimiento tal comenz a buscarse cuando ya exist
an
todos
los
conocimie
ntos
necesarios, y
tambin los relativos al placer y al pasarlo bien.
Es
obvio, pues, que
no
la buscamos (la filosofa)
por ninguna otra utilidad, sino que, al igual que
un
hombre libre es, decimos. aquel cuyo fin es l
mismo y
no
otro, as tambin consideramos que sta es la nica ciencia libre: solame
nt
e e
ll
a es.
en efecto, su propio fin.
El nfasis que. al
final
del recin citado prrafo, Aristteles pone en la inutilidad y la plena liber-
tad
de
la filosofa
nos
interesa
menos
que su
insistencia
en que el tluJumzein
origen d
el
filosof
ar
aparece slo en
un momento
especial
de
la cultura. cuando
ya estn
cubiertas ciertas necesidades e
incluso ciertos lujos
de
la existencia. Interesa, en cambio, subrayar, como l
ha
hecho en las lneas
iniciales de
su
tratado, que
el
ser humano siente apetencia
de
saber.
To eidnai pntes nthropoi
orgontai tei ysei: por naturaleza
todos
los
seres
tiene
una
apetencia
natural
de saber)
Lo que
impulsa a los
hombre
s
al
saberes
un
impulso natura.
una
especie
de
inst
into
, 6rexis. Y
sobre
esto se
extenda en su libro para nosotros perdido Acerca de la filosojUI, aclarando los diversos sentidos del
saber>>
y del trmino
sabio
soph6s) segn el momento hist
rico.
Pero
volvamos
al asombro en
los comienzos
de
la filosoffa, es decir en el contexto de la Jonia
del
siglo
VI
a.C.
En
esa poca inicial
de
la filosofa griega surge
una radical
extra.eza ante el
mundo
natural,
cuando la explicacin mtica
no
satisface al asombrado sujeto humano que se cuestiona el e
ni
gma
natural del universo.
a realidad
global se
presenta
ante
esos
inquietos
pensadore
s
como
algo
que
re
qu
iere
una
explicacin distinta a la que dan las narraciones
mticas. Se
tuvo entonces la sensacin
de que los
mi
tos tradicionales
no
proporcionaban con sus n
arra
ciones poticas
una
imagen veraz, a
la altura
de los
tiempos. y
que
los
mitos fabulosos no
o
fr
ecan garantas
de su
veracidad.
Ya
seala-
mos que el
mito,
por
su
propia naturaleza.
no
puede explicitar sus datos
ni
verificar loque cuenta.
Su
te
stimonio puede ser credo o descredo, pero
no
probado,
su
prestigio se
funda en
la tradicin. y
cuando
la fe en
los mitos se cuartea
no
c
abe dar razn
suficiente
de
su
verdad
.
S
Me parece
que podemos
analizar esa
experie
ncia
personal del
asombro
en un
ejemplo muy
nota
-
ble. suministrado por
un
poema del
eleg
aco
Teognis de
Mgara (1versos
373
y
ss).
Que dice
as:
Querido Zeus, me asombras Pues t reinas sobre
todos
Jos seres con gloria y gran poder, y
conoces
bien
el
pen
samie
nto
y la
volu
ntad
de
todos los
hombres.
Tu
fu
erza est so
bre
todas,
oh
Rey Cmo . pues,
tu
designio, Crnida, se atreve a confundir en el
mismo
destino a los malvados
y
al
justo, lo
mismo
si la
razn de
los hombres se orienta a la obediencia
como si
se entrega a
la
vio-
lencia, emprendiendo accion
es
injustas?.
El breve poema comienza manifestando el
asombro
que la fra indiferencia de
Ze
us suscita en el
poeta, a la vez sorprendido e inquieto. eu phle, rluJumiiz se es
una
expresin c
uriosa.
y un tanto
co
loquial. No era corrie
nte
llamar phlos (
querido>
>
amigo>>) al
dios s
upremo
.
Tal vez
la queja
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60
arlos Garra Gua/
encierra una ciena irona. Porque lo
que
suscita el asombro no es
una
situacin rara. sino la consta
tacin de algo
que
sucede
siempre: en ninguna
pane
puede verse
clara
la
voluntad justiciera de
Zeus.
el dios de la justicia. Tratemos de explicarnos este
thaumiizein
del
poeta analizando sus motivos.
Aparece porque chocan en su
mente dos creencias:
la de la omnipotencia y la de la providencia jus
ticiera de
Zeus. La
actitud del dios_ constatada
en
la realidad, aguijonea la pregunta: Cmo
el
dios
omnividente, todopoderoso y justo -recordemos
que
Hesodo
haba
insistido
en su
asociacin
de
Zeus con la Dke
csmic no
se preocupa de retribuir l conducta humana , y da arbitrariamente
buena fonuna
al
injusto y dolores
al
justo?
Acaso Zeus
no
debe
justificarse ante
la raz
n humana
que
le
pide
cuentas de esa negligencia en
su
papel de seor de la Justicia?
La misma queja va resonando en diversos textos hasta los sofistas y Eurpides. La creencia
que
ve en Zeus el dios
que
acta en todo
- panatios panergets-
y la
que
lo presenta
como
el
patrn
de la justicia, el garantizador del orden
moral,
parecen chocar con la
realidad
,
seg
n la experiencia
humana,
la
del poeta Teognis y otros
muchos. En la realidad
Zeus
no parece co
herente con
la
idea
tradicional
y
esa contradiccin entre lo
que se
esperaba de
l
y
lo que se
ve
en el mundo
despiena la
angustiosa
admiracin
del poeta. A esa cuestin intenta responder luego la teodicea. una rama de la
teologa filosfica, que
andaba todava
muy en ciernes
en
esta poca. (Aunque
podramos
recordar
que
ya
en unas
l(neas del comienzo de
la Odisea
Zeusse quejaba de las acusaciones de
lo
s
humanos
al
respe
cto de su providencia .
Lo
que
me interesa destacar con este ejemplo es que el
asombro
surge
al
no hallar a mano
una
explicacin
vlida
de un conflicto moral suscitado
por
un
choque
de las creencias tradicionales y al
experiencia personal del poeta. Esa carencia de explicacin
de
un lgos
bien
just do
viene
a
dejar en evidencia lo insuficientede la creencia y la urgencia de un nuevo saber. no basado en nin
gn
myrhos si
no
en
un razonamiento
bien trabado.
Los poetas estaban, en principio,
al
servicio
del
mythos.
Pero inclu
so un
poeta
tan
piadoso y con
servador
como
Pndaro admite
que
los
mitos mienten fcilmente. Cuando
Pndaro
se
encuentra con
un relato mftico
que
le escandaliza o o el de
que
Demter le peg un mordisco al troceado
Pl
ope cuando su padre se lo sirvi, en
un
impo asado, a
los
dioses e.n un banquete sacn1ego--, no
tiene reparos
en
advenir
que:
lls all del relato verdadero, Jos mitos recamados con pintorescos
embustes foljan totales
engaos
. Una expresin que me
parece memorable
por lo rotundo de sus
trminos:
hyper
ron
alache
lgon dedaidalmnoi psedessi poiklois exopatonti mythoi.
Lo dice en la
Olmpica
I,
versos 28-29).
Pndaro.
que
no
tenfa
mucho de filsofo,
se
contenta para remed iar el engao
mftico
con
reto
cario, e inventa una variante
que
a l
le parece menos violenta. Refiere que
no
fue
Plope troceado
y servido
por su
padre a los dioses, en el
famoso
banquete de Tntalo,
sino
que desapareci porque
el dios Poseidn se enamor
del
bello m uchacho y lo rapt a escondidas de todos: y luego surgi el
falso
rumor acerca del
festn
antropofgico y
el mordisco de Demter). Pero la
so
lucin
de Pndaro
de sustituir un mito
por
otro ms conveniente, menos escandaloso. es a todas luces un
pobre parche
.
Si el
mito falla
la
solucin est en buscar una
verdadera razn, es decir.
un
lgos aleths
como
intentan los pensadores ilustrados.
6
Slo el
lgos s
irve, en
definitiva, para
hallar una
salida a
la
aparta
suscitada
por el asombro.
Conviene
un
previo reflexionar sobre ese
apuro. un diaporesai ka/os como
escribe Aristteles, para
marchar decididamente
por el nuevo
camino.
metdicamente en
pos de la verdad.
Cuando
las ere-
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Apunres
sobre los
ccmienws del
filosofar y
el encuenrro griego del Mythos
y
del Logos
6
encias fallan hay que recurrir a las ideas para salvarse del naufragio. Cuando se suscita el asombro
y el extraamiento de lo tradicional se advierte que ya no valen los mitos parasalvar las apariencias,
y surge la crtica racional. a autoridad de la tradicin narrativa, con sus dioses y sus prodigios, no
resulta ya suficiente para explicar la naturaleza. Conviene recurrir a los razonamientos objetivos, a
esa razn o logos que es comn segn subrayar Herclito. En el momento en que el rhaunuizein se
refiere no slo a temas sueltos, sino
al
asombro frente
al
Todo, como deca Aristteles en el texto
antes citado) para explicar
la ph
ysis y el cosmos hay que descartar los mitos y buscar un nuevo tipo
de saber, el de la inquisicin filosfica
Como escribi Onega en
i
idea de principio en Leibniz. pg. 362): La filosofa slo puede
brotar cuando
ban
acontecido estos dos hechos: que el hombre ha perdido una
fe
tradicional y
ha
ganado una nueva fe en su nuevo poder de que
se
descubre poseedor: el poder de los conceptos o
razn. a filosofa es duda hacia todo lo tradicional; pero, a la vez, confianza en una va novsima
que ante s encuentra franca el hombre. Duda o apora y eupreia o camino seguro, mrhodos inte
gran la condicin histrica de la histrica ocupacin que es filosofar. Ver tambin sobre este
mismo tema otras pginas de Onega,
Ideas creencws
cap. IV).
A la nueva inquietud suscitada por el asombro responde el progreso de la razn en su cuestionar
los
principios de
las
cosas. Este proceso se presenta en ese agitado y creativo perodo de fines del
siglo VI. Fue entonces cuando algunos pensadores de la ciudad de Mileto inauguraron la tradicin
filosfica, avanzando gilmente en pos de un saber no ntico sobre la realidad. Advirtiendo el fra
caso de sus primitivas representaciones del mundo y sus reglas tradicionales de vida como dijo
J. Bumet- experimentaron la necesidad de conquistar con sus razonamientos una nueva alrheia.
Recordemos que, en griego, verdad se dice alrheitl. es decir desocultamiento, eliminacin
del olvido, de esa lthe que cubre como un velo de niebla lo real . a etimologa del trmino, ya
subrayada por Heidegger, debe complementarse con el estudio arqueolgico sobre sus sentidos a lo
largo de la historia cultural, como hizo M. Detienne, en su libro
Los maestros de verdad en la Gre-
cJ
antigua. En
un
momento preciso
hacia
mediados del siglo VI a.C.- los sabios se erigen,
frente a los poetas, como
los
nuevos maestros de
la
vert Jd y esos pensadores y legisladores, razo
nables y prosaicos, traen consigo un nuevo concepto de la sabidura. Frente a
las
dudas y aporas que
suscitaba la comprensin del mundo y sus principios ya no responden narrando los viejos mitos, sen
tidos por ellos como incongruentes y fantasiosos. sino que utilizan slo su inteligencia para descu
brir la verdad velada por los falsos y bellos relatos tradicionales.
Quieren dar razn de su
altheJ
con su joven y riguroso logos. a crisis del mito en la Jonia
del
siglo VI se acompaa de una audaz confianza en la razn como instrumento para avanzar hacia
la
verdad
ms
profunda. Los primeros filsofos inquieren el
arch
o principio sustancial de la realidad
dejando a un
lado la mitologa. Diversos presocrticos no vacilan en criticar a Homero y Hesodo, es
decir, a los mitos y sus venerables pregoneros. Lo hacen Soln. Pitgoras, Herclito, Jenfanes y
Recateo, que se sienten orgullosos
de
sus progresos en
la
investigacin de la naturaleza real.
7
Esa confianza
en
la razn viene apoyada por ciertos logros de la cultura griega arcaica. Quiero
destacar slo tres: la constitucin de
la
polis y sus leyes; laescritura alfabtica y su difusin; y el pres
tigio social de los sopho
los
sabios de nuevo cuo. A mi parecer estos tres factores establecen una
referencia para el desarrollo de la nueva mentalidad. Confluyen otros ms: el desarrollo del comer
cio. la invencin de la moneda, la conciencia profesional de los technftai
la
libertad de opinin y la
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62
arlos
Gatria
GIUII
pluralidad de creencias en
las
colonias m.inorasiticas,los influjos orientales, etc. Sin duda podramos
evocar
un
cuadro ms complejo; pero , para abreviar,
voy
a insistir en esos tres rasgos recin aludidos).
Comenzaremos por aludir al orden realizado en la polis. Ya W.Jaeger insisti en cmo la idea del
orden csmico est relacionada con la del orden cvico. Y J. P. Vemant lo resalta muy bien en
Los
orgenes del pensamiento griego cap.
IV
cuando escribe:
El sistema de la
polis
implica, ante todo, una extraordinaria preeminencia de la palabra sobre
todos los otros instrumentos
del
poder. Llega a ser la herramienta poltica por excelencia. La palabra
no es ya
el
trmino ritual, la frmula justa, sino el debate contradictorio, la discusin, la argumenta
cin. Supone un pblico al
cual
se dirige como a un juez.
Notemos adems las metforas polfticas usadas para fenmenos naturales; en trminos como
ksmos os dtke etc., late una nota poltica.
El
famoso fragmento de Anaximandro que dice que
Las cosas se pagan mutuamente
el
castigo y la pena de su injusticia segn
el
orden del tiempo es,
a tal respecto, muy significativo. La palabra cvica, la mantenida
en
el comercio, la que se usa para
la comunicacin de lo justo y lo injusto, est al margen de los mitos, y el zoon politikn aplica esa
razn estricta a su interpretacin
del
unjyerso como un orden, es decir, un k6smos
del
que los fil
sofos indagan
el
arch.
La escritura es,
al
efecto,
un
instrumento esencial para fijar con precisin las nuevas ideas. Para
el
pensamiento filosfico,
no
menos que para
la
indagacin histrica,
el
poderde registrar por escrito
lo averiguado,
ms
all de
la
tradicin pica formulara y oral, es decisivo.
No
es necesario llegar a
los asertos de Tucdides para advertir la preferencia por
un
testimonio escrito. Los ojos son testigos
mejores e s decir, ms exactos que los odos afirman Herclito frg. 15) y Herdoto Hist. 1, 8,
2). Bumet interpretaba acertadamente la frase creo, al suponer que significa la investigacin per
sonal vale
ms
que la tradicin. La escritura permite la perduracin del testimonio personal, de la
autopsia de
la
idea original del pensador arriesgado. La escritura fomenta
el
dilogo con los sabios
del pasado y con ello a crtica que es esencial para el progreso intelectual.
La oralidad persisti largo tiempo, despus de la introduccin de la escritura alfabtica en Gre
cia, como h n estudiado E. A Havelock y luego otros. Pasan varios siglos desde la aparicin del
alfabeto griego hasta la victoria total de la civilizacinde escritura, en tiempos de Platn. Pero la
derrota
del
mythos narracin tradicional y memorable, repetitiva y fundamentalmente oral- ante
ellogos, documental, prosaico y argumentador, viene ya proclamadaen los avances del alfabeto, que
induce a un modo de pensar
ms
objetivo y crtico Ha velock, Detienne, Harrison, Thomas, etc.)
Acer
ca
de la revolucin mental que supone
la
adopcin de
la
escritura como instrumento de comu
nicacin y base de una transmisin precisa frente a la memoria ligada a la oralidad han insistido
Havelock, J. Goody, por un lado, y Vemant, Detienne, Svembro, y otros. que han comentado muy
bien cmo el hogar del mythos es esencialmente el pas de
la
memoria; mientras que tanto la his
toria como la filosofa requieren desde sus comienzos la precisin
ellgos
fijado en la escritura.
Como escribi J. P. Vemant: En y por la literatura escrita se instaura este tipo de discurso donde
el logos
no es ya solamente la palabra; donde
l
h tomado valor de racionalidad demostrativa y se
opone, en ese plano, tanto por las formas como por el fondo a la palabra del
mythos.
Se opone en
cuanto a la forma por la distancia entre la demostracin argumentada y la textura narrativa del relato
mtico; se opone en cuanto al fondo por la distancia ente
las
entidades abstractas del filsofo y los
poderes divinos de los que
el
mito recuenta
las
aventuras dramticas.
El texto escrito da pie a la consulta repetida y la lectura crtica, al fijar una versin exacta de lo
pensado, testimonio que persiste
ms
all de
la
memoria verstil y
la
audicin placentera. Pero, ade
ms, el escrito permite agregar variantes sin borrar lo anterior. mientras que los cambios en la tradi-
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Apuntes sobre los comierw s
dtl
ilosofar
y
d tncJttntrogriego
dtl
Mythos
y
t Logos
63
cin oral sustituyen Jo anterior,
que
condenan al
olvido. Las
Musas, por su
lado,
intenlan repetirse,
pero sus palabras aladas y poticas no
se mantienen
del
todo fiables.
Si
bien la tradicin mtica ofrece sus
temas
con
variaciones,
como ha
visto
bien H. Blumenberg,
estas versiones
quedan
un tanto borrosas
en
la
tradicin
oral,
mientras que
la escritura
facili1.a la con-
servacin de las
vari
.antes,
al
mismo
tiempo que
las crticas y las disidencias, junto a la
forma
ms
cannica de
un
relato. Cuando la
llada
de
Homero queda
fijada
por
escrito, el
texto
pone asalvo
su
forma definitiva. a resguardo de interpolaciones y recreaciones como las que de continuo supona
la
repeticin de la
memoria
oral. Con la escritura queda ya para siempre a salvo la
versin
personal,
original, y luego firmada, del poema. como de un
texto histrico.
Los historiadores, en contraste con
el
anonimato de los aedos, dan
su nombre
al comienzode sus obras como testimonio y garanta per
sonal de la veracidad de
Jo
escrito. Yes
lambin
la conciencia de
todas
esas ven1.ajas de loescrito Jo
que
permite
que
algunos lfricos se lancen a dar su propia versin de un mito.
Como
hace;
por
ejem
plo, Estescoro,
en su Palinodia
corrigiendo la
versin
mtica del rapto de Helena por
Paris).
Por cieno
que
el mito no es. en s mismo, irracional, sino
que,
como Blumenberg ha visto,
camina en la senda de la razn, y ha surgido para ayudar al hombre arcaico a superar la extraeza
radical del
mundo
, dndole sentido
humano
y significatividad.
Pero su
antropomorfismo y
su
dra
matismo no resultan aceptables ya en un determinado nivel de la cultura griega, porque los mitos se
parecen a los cuentos infantiles, y
el
componarniento de los dioses resulla frvolo y escandaloso, y
de deficiente rigor conceptual. Para esta mentalidad
ms
critica e ilustrada, la
que
alborea en la Jonia
presocrtica, el relato sobre el fundamento csmico debe hacerse distinto, lgico y claro, y va a apo
yarse para ello en la escritura.
8
El prestigio de los sabios en la sociedad
griega
arcaica queda evidente en el ejemplo de los
famosos Siete Sabios, que
fueron legisladores yjueces, moralis
tas
y
matemticos
, inventores
de
apa
ratos de medir y sentenciosos, con
algn que
otro poeta y
algn audaz
tirano entre ellos. Fomentaron
el equilibrio y la armona en sus ciudades, y
gozaron
del
respeto y
al
admiracin de sus conciudada
nos
por ese empeo de lograr una sociedad mejor. He estudiado sus figuras en
mi
libro
Los siete
sabios y tres ms y no voy a repetirlo aqu).
os
filsofos posteriores no
llegarn
a estar
tan bien
integrados
en
sus ciudades como estos
res
pelables
sophc.
Fueron figuras emblemticas de
una
sabidurfa
bien
temperada al servicio del nuevo
orden poltico y tico, y su saber recibi el
apoyo
del orculo de Delfos, gran autoridad religiosa y
poltica
en su tiempo.
Pero los filsofos intentan,
como
ya ellos
lo
hicieron, guiar a los ciudadanos
por los caminos de la verdad y
el
bien
comn
.
Pero
los
filsofos, al
plantear la cuestin de la
altheia
con mayor profundidad, se
exponen
a ser ms impopulares
que
estos
sabios
arcaicos.
Tal
vez
podra
rastrearse en el
viejo
Platn una nostalgia de ese prestigio sapiencial de otros tiempos.
Los
viejos de
las yes son.
en
cierto modo,
una
vaga
co
pia de
esos sabios
legisladores de antao).
En el mismo ambiente
que
alberga a los primeros filsofos haban surgido unos decenios antes
los elegacos yyambgrafos, y all aparecern algo despus los primeros loggrafos e historiadores.
En todos esos casos se acenta la no1.a personal en la valoracin del presente y la crtica de la tradi
cin. La aparicin de la historiograffaco
mo
gnero literario es algo posterior a la de la filosofa pre
socrtica; pero parece estar impulsada
por el mismo aire de
liberlad y crtica del
mito.
Pensemos en el nimo
que
impulsa la creacin de la historia, tan bien reflejado en el jonio
Her
doto. La histore jnica palabra que sign ifica algo
asf
como investigacin personal>>-
trala
de
8/10/2019 GARCIA GUAL Apuntes Sobre Los Comienzos Del Filosofar y El Encuentro Griego Del Mythos y Del Logos
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6
Carlos Garca Gua
ofrecer la verdad con un rigor objetivo, con
una
narracin escrita
en
prosa, basada en la propia expe-
riencia,
en lo que
el narrador ha visto
por si
mismo, en
la autopsia
o
bien en lo que
sabe por testi-
gos
fiables.
La obra histrica se presenta
como una demostracin
de la investigacin personal,
como
ap6dexis histores segn
los
trminos de Herdoto. Y el historiador estampa su nombre al comen-
zar
su
escrito, como hara
un
testigo para acreditar
personalmente su veracidad
.
Sabe
desdear los
rumores
que llegan
del pasado y observar criticamente
la tradicin
.
Lo
resalta
muy bien
la
fr se
con
la
que Hecateo
de Mileto comenzaba
su crnica: Escribo
esto, segn
me parece que
es
verdad; pues
los relatos de Jos griegos son muchos y
ridculos
.
El historiador es, ante todo, un sagaz testigo y un
verdico informador
.
Hstor
significa
el
que ha
visto
,
como
viajero curioso y
experimentado, es alguien
que observa
el mundo, lo
inspecciona
y
toma nota
de
sus maravillas, sus
monumentos,
sus conflictos. Como
Soln
,
viaja para ver
y observar,
con afn
terico, theorfes helneken.
Como el
poeta
pico,
tambin
el lucha contra el olvido y el
tiempo destructor de las glorias humanas, pero ya no tiene a
su
lado a
ninguna
Musa, que le inspire
sobre asuntos divinos o heroicos.
Funda
su relato veraz 16gos aleths
en
su investigacin sobre
la realidad.
Su
escrito deja a un lado las viejas leyendas sobre dioses y hroes nticos. Aunque
alguna vez, el curioso
Herdot
o salpime
nte
su
texto
introduciendo
algunos
cuentos maravillosos .
Si
bien Herdoto admite que
tras
el
teln
de la escena histrica
pueda haber algn
designio divino,
Tucfdides
hace
definitiva tabla rasa
de todo
rastro ntico.
Despus
de Herdoto, el escpticoTucdides declara su desprecio frente a cualquier referencia o
alusin
a lo ntico, y prescinde por completo
en su
riguroso escrito de ro
mythdes.
Piensa que jus-
tamente
por
su exactitud e indagacin en lo profundo de
las
motivaciones humanas su
narracin
per-
sistir y servir de leccin poltica perenne. Se empea
en
explicar a fondo
los
hechos distinguiendo
sus causas reales y los pretextos
aparentes
de los
mismos
, es decir, las
aitf.ai
y las
prophseis.
Con
l
surge la historia crtica,
como
vio bien NietzSChe. Por lo
dems
, no
olvidemos que
tanto Herdoto
como Tucdides
han escuchado con
provecho,
en
la Atenas
democrtica e ilustrada, las lecciones
de
los sofistas, maestros en airear ideas y renovar la mirada critica.
En ese ambiente, marcado
por la
ilustracin sofstica.
resulta
enormemente paradjico que
Pla-
t
n
resucite el mito, incluido espordicamente
en
sus dilogos. como
una forma de
conocimiento
de
lo real , como un
suplem
ento a los
discursos
de la razn filosfica. No
puedo
sino dejar
aqui
esbo-
zado este
gran tema,
bien conocido por
lo dems
.
Platn
usa
el
mito
como un
instrumento
para dar
una
idea de alguna verdad
que
est ms all de
Jo
sensible
y
emprico.
No slo apela al encanto del
mythos
como un relato
seductor.
de persuasin retrica o til pedaggico, como hacan
algunos
sofistas.
Va mucho
ms all.
al
admitir
que mediante el mythos pueda
exponerse
una verdad que
sobrepasa lo demostrable mediante
ellogos. El discpulo
del escpticoScrates
acaba
recurriendo a
Jos mitos
al
final
de algunos dilogos, y lo hace con toda seriedad, aun reconociendo que creer en
ellos
es
,
ante
todo, un bello riesgo
,
ka/os
ho kndynos como
dice en el
Fed6n. As
en los relatos
que
el
mismo califica de
myrhoi
acerca del
destino
de las
almas
despus de la muerte en
el Gor
gias. el Fed6n y la Repblica . el
fundador
de la Academia
recurre
a esas bellas narraciones sobre
el ms all para avanzar hacia un territorio que ellogos no
puede explorar.
Platn
es
un
magnfico fabricante
de mitos
,
un
narrador
de
fantasa excepcional , y los remodela
sobre pautas tradicionales. En su extensa
obra encontramos
mitos variados.
y
con muy diversas fun-
ciones,
que importa
distinguir.
El mito
como
instrumento pedaggico
p. e.
el
de Prometeo
en el Pro-
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sobrr l
os co
mit
fiU s
dt l filosofar y
el
encuentro griego dt
Mythos
y
tkl Logos
65
rgoras o
el
nacimiento
de Ero
s en
el
Simposio) alterna con las alegoras el
llamado
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66
Carlos Garca Gua
W. C. K
Guthire Historia de la Filosofa 8 riega
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J.
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y
sociedad en la Grecia antigua Barcelona
1992.
J. P. Vernant Mito
y
religin en la Grecia antigua Barcelona 1991.
Nota final: Estas pginas reelaboran y amplan el ensayo
que
con el tftulo de
apareci en
el
volumen Nuevo romanticismo
y
la actualidad del mito editado por
la Fundacin Juan March en
1998.