Top Banner
APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 139 ISSN 2172-7635 Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen Living like a priest. The home of a wealthy clergyman in Extremadura at the end of the Ancient Regime Juan M. Valadés Sierra Director del Museo de Cáceres (España) [email protected] Resumen La utilización de los documentos notariales en la investigación etnográfica es muy interesante por la cantidad de información que los inventarios ofrecen sobre tecnología, parentesco, clases sociales, dialectología, etc., pese a su todavía escasa presencia en la bibliografía. En esta ocasión se utiliza un inventario post mortem fechado en Trujillo en 1801 como ejemplo de las posibilidades que tienen estos documentos, sirviendo para establecer el contenido de la vivienda de un clérigo acomodado en la época, y tratando de relacionar la información con el contexto sociocultural en que se producen y utilizan los objetos incluidos en el inventario. Abstract The use of notarial documents in ethnographic research is very interesting for the amount of information available on technology, kinship, social classes, dialectology, etc.., despite its still limited presence in the literature. For this time it is used a post mortem inventory dated Trujillo in 1801 as an example of the possibilities these documents offer, serving to establish the content of the home of a wealthy clergyman at the time, and trying to relate the information to the sociocultural context in which items in the inventory are produced and used. Palabras clave Inventarios, Iglesia católica, Trujillo, Mobiliario, Indumentaria, Ropa blan- ca, Ajuar doméstico, Herencia. Key words Inventories, Catholic Church, Trujillo, Furniture, Clothing, Linen, House- hold equipment, Heritage. ***
34

Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

Jan 28, 2023

Download

Documents

Welcome message from author
This document is posted to help you gain knowledge. Please leave a comment to let me know what you think about it! Share it to your friends and learn new things together.
Transcript
Page 1: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 139 ISSN 2172-7635

 

Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final

del Antiguo Régimen Living like a priest. The home of a wealthy clergyman in Extremadura at the end of

the Ancient Regime

Juan M. Valadés Sierra Director del Museo de Cáceres (España)

[email protected] Resumen

La utilización de los documentos notariales en la investigación etnográfica es muy interesante por la cantidad de información que los inventarios ofrecen sobre tecnología, parentesco, clases sociales, dialectología, etc., pese a su todavía escasa presencia en la bibliografía.

En esta ocasión se utiliza un inventario post mortem fechado en Trujillo en 1801 como ejemplo de las posibilidades que tienen estos documentos, sirviendo para establecer el contenido de la vivienda de un clérigo acomodado en la época, y tratando de relacionar la información con el contexto sociocultural en que se producen y utilizan los objetos incluidos en el inventario.

Abstract

The use of notarial documents in ethnographic research is very interesting for the amount of information available on technology, kinship, social classes, dialectology, etc.., despite its still limited presence in the literature.

For this time it is used a post mortem inventory dated Trujillo in 1801 as an example of the possibilities these documents offer, serving to establish the content of the home of a wealthy clergyman at the time, and trying to relate the information to the sociocultural context in which items in the inventory are produced and used. Palabras clave

Inventarios, Iglesia católica, Trujillo, Mobiliario, Indumentaria, Ropa blan-ca, Ajuar doméstico, Herencia. Key words

Inventories, Catholic Church, Trujillo, Furniture, Clothing, Linen, House-hold equipment, Heritage.

***

Page 2: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 140 ISSN 2172-7635

 

Introducción La utilización de documentos notariales en la investigación social, como los contratos matrimoniales, las cartas de dote o los inventarios de bienes post mortem, es una práctica muy extendida en España como en numerosos países europeos, e incluso de fuera de nuestro continente, donde afortunadamente contamos con una amplísima documentación en los archivos de protocolos notariales (Benassar, 1982). Estas fuentes suministran una información muy rica sobre la tecnología, el parentesco, la vivienda, la interacción de sexos y grupos de edad, el patrimonio de las familias, la alimentación, la transmisión de bienes, la evolución de la indumentaria y el mobiliario, la tipología de los ajuares domésticos, las artesanías, la dialectología, el coleccionismo de arte, etc. (Ramón-Laca, 2011: 90), si bien se han señalado reiteradamente las limitaciones que presentan, ya que es precisa una explotación sistemática y seriada de la información, y no siempre es posible disponer de los suficientes documentos para ello; por otro lado, desde los años noventa del siglo pasado se ha tratado de huir de la arqueología de lo cotidiano en que se habían convertido los estudios basados en los inventarios domésticos, excesivamente centrados en la cuantificación de los objetos, para tratar de llegar a una reconstrucción lo más fidedigna posible del contexto en que éstos adquieren su sentido, buscando una lectura más social de la tecnología para poder llegar a entender los modelos de consumo en el espacio y en el tiempo (Sobrado, 2003: 830). Se trata, pues, de una fuente de información muy rica para la historia social y la historia de las mentalidades, pero creemos que también lo es para la etnohistoria y, por qué no, también para un enfoque antropológico interesado por el carácter diacrónico del proceso etnográfico o de las expresiones culturales en estudio. En realidad, la validez de los archivos notariales para la investigación antropológica, como la de otras fuentes de información fuera de las más habituales en Antropología tiene más que ver con el enfoque que con el uso de una u otra técnica:

“Lo que permite aceptar una investigación como antropológica no es el recurrir a un procedimiento, a un campo, a una técnica o conjunto de técnicas determinado, sino el uso que de ellas hace un investigador que se ha formado una “mirada” que consideramos antropológica y que las sitúa en una situación etnográfica. Y, por supuesto, si la “especificidad” de una investigación está en la “mirada”, en el “enfoque”, lo mismo cabe predicar de su calidad” (Jociles, 1999: 6). Sigue siendo habitual, no obstante, que los trabajos de investigación que explotan los inventarios post mortem carezcan de esa mirada antropológica, conformándose con la cuantificación de los bienes contenidos en los inventarios cuando no se reducen a una breve introducción sobre las personas o familias que los poseyeron para transcribir a continuación la relación de objetos total o parcialmente, sin introducir un enfoque que permita interpretar la información suministrada en el

Page 3: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 141 ISSN 2172-7635

 

contexto cultural a que pertenece, o que facilite la explicación del proceso etnográfico actual con la profundidad que permite una visión diacrónica. El presente trabajo parte, efectivamente, de la explotación de uno de esos inventarios de bienes realizados tras el fallecimiento de su propietario, pero lejos de limitarse a la exposición del contenido de la vivienda, trata de extraer toda la información que aquél encierra y que nos permita situar los objetos en su ubicación espacial y en su momento cultural1; se han procurado explicar las causas de la presencia o ausencia de determinados objetos, poniéndolas en relación con las características de las personas que habitaron la casa, pero sobre todo se intentan interpretar las denominaciones y uso de los elementos mencionados a la luz del proceso histórico y cultural posterior que llega hasta nuestros días, de forma que puedan ayudar a comprender la situación de aspectos como la alimentación, la producción artesanal, los estilos de vida, el habla, los usos del espacio doméstico, etc. Por un lado se ha intentado profundizar cuanto ha sido posible en el léxico que se utilizaba en la Extremadura del tránsito del siglo XVIII al XIX; se trata de una terminología muy rica, pero especialmente muy precisa, mucho más que la actual, para designar los diferentes objetos que se encontraban en la vivienda en cuestión; para ello se ha considerado necesario recurrir a los repertorios lexicográficos de la época, con preferencia por el Diccionario de la lengua castellana de la Real Academia Española en su primera edición (más conocida como Diccionario de Autoridades), cuya publicación entre 1726 y 1739 tiene lugar en fechas no muy lejanas de la confección del inventario, de manera que las acepciones recogidas en la obra se mantenían vigentes. Cuando esto no ha sido posible, se han manejado ediciones posteriores del Diccionario de la R.A.E., fundamentalmente las de 1783 y 1822, pero en ocasiones se han tenido que utilizar conocidas obras sobre hablas locales extremeñas, por aparecer términos de uso restringido a la comarca y no recogidos en los repertorios de ámbito general, o bien diccionarios técnicos específicos capaces de precisar el significado exacto de algunos de los términos que aparecen en el inventario. Por otra parte, se ha querido completar las informaciones ofrecidas, cuando ha sido posible, con la contextualización productiva y comercial de los objetos mencionados, tratando de establecer una documentación precisa y segura sobre la difusión de determinados bienes en esos momentos finales del Antiguo Régimen en el ámbito local, provincial y nacional, pero también en la franja concreta de la escala social en que se movía el propietario de tales bienes. Obviamente, soy consciente de la falta de representatividad del trabajo, en primer lugar porque se estudia un solo inventario y no se establecen comparaciones ni series mediante el estudio de otras relaciones de bienes, salvo en las informaciones generales que suministra la

                                                            1.-Agradezco la amable ayuda prestada por Dña. Montaña Paredes García, Técnico Superior del Archivo Histórico Provincial de Cáceres; D. Fermín Solano Casero, Párroco de la Iglesia de Santiago en Don Benito, y D. Diego Parra Zamora, Responsable de la Biblioteca “IX Marqués de la Encomienda” en Almendralejo.

Page 4: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 142 ISSN 2172-7635

 

bibliografía, y también porque el tipo de vivienda y de objetos recogidos en el inventario no corresponde en absoluto a una clase popular mayoritaria en el ámbito del que procede o a una familia tipo de una determinada clase social, ya que se trata, como ha quedado enunciado, de los bienes de un clérigo; sin embargo, parece que precisamente esta especificidad aumenta el interés por este trabajo, que quisiera definir como etnográfico, al retratar cómo era el ámbito doméstico de un miembro del escalón más alto del clero urbano en Extremadura, en el paso del siglo XVIII al XIX, teniendo en cuenta la dificultad de establecer una clara distinción entre lo urbano y lo rural en una localidad como el Trujillo de 1801. Si tenemos en cuenta que la mayor parte de los trabajos que han explotado estos inventarios, así como las cartas de dote y contratos matrimoniales, en Extremadura se refieren sobre todo a familias de diferentes estatus sociales (Testón, 1985; Hernández Bermejo, 1990; Santillana, 1992; Zarandieta, 2000), parece interesante introducir la variable de los bienes y vivienda de un sacerdote así como la transmisión de aquéllos post mortem. Conviene subrayar, como ya se ha apuntado, que se presenta la figura de un presbítero situado en el grado más elevado del clero del momento, sólo por debajo del obispo de la diócesis, y por tanto con unos ingresos y un estilo de vida que permite clasificarlo dentro del sector acomodado de la sociedad, muy por encima de otros sacerdotes no tan afortunados que se movían en otros niveles socioeconómicos muy distintos, aunque desde luego lejos de la capacidad de consumo de la alta nobleza local; de hecho, incluso esta posición privilegiada de nuestro protagonista estaba ya muy mermada en comparación con lo que había sido la de sus predecesores un siglo antes, ya que la decadencia generalizada de Trujillo en el siglo XVIII se dejó sentir también en el colectivo eclesiástico, sobre todo el secular, que se vio considerablemente mermado en número y en ingresos. El personaje La Parroquia de Santa María la Mayor de Trujillo ha sido durante la mayor parte de su historia la primera y más importante de la ciudad, y probablemente una de las principales de la Diócesis de Plasencia; en la época a que nos referimos, la parroquia era servida por el cura rector y por cinco curas beneficiados (Barrientos, 1991: 440), teniendo además a sueldo un mayordomo, un organista, un sochantre, dos sacristanes, cuatro monaguillos, una candelera y una costurera2, y logró mantener esa preeminencia prácticamente hasta nuestros días, si bien las tropelías cometidas por los franceses en la Guerra de la Independencia mermaron considerablemente su patrimonio artístico.

“Diezmaban para esta parroquia casi la mitad de los labradores y ganaderos, ciento catorce propietarios del término; contó con ciento once

                                                            2.-Archivo Parroquial de Santa María de Trujillo (APSMT), Libro de Cuentas de las Rentas de la Iglesia, 1794-1823, Fols. 5v-6r. Consultado en la copia microfilmada de la Biblioteca IX Marqués de la Encomienda de Almendralejo.

Page 5: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 143 ISSN 2172-7635

 

capellanías y sus derechos por capillas y enterramientos fueron fabulosos porque toda la nobleza de Trujillo estaba agregada a la feligresía (era voluntaria esta agregación y personal, no territorial como es hoy)” (Ramos, 1990: 5). La parroquia de Santa María la Mayor tenía, pues, la consideración de iglesia matriz y por tanto cabeza de la Vicaría del partido de Trujillo, que en el siglo XVIII abarcaba dieciocho villas y diez aldeas; el rector de Santa María era también Vicario, con competencias no sólo en el ámbito eclesiástico, sino también como juez común, y como tal debía ser licenciado (Sánchez López, 1996). Este cargo fue desempeñado en el tramo final de la centuria por Don Isidro Parejo Bravo, un sacerdote natural de Don Benito (Badajoz), cuyo nombre completo era Isidro Leandro Parejo-Bravo González, nacido el 26 de Febrero de 1734 en el seno de una familia de labradores de la villa y bautizado en la parroquia de Santiago de su localidad natal el 7 de Marzo siguiente3; en junio de 1766 ya era párroco de Santa María y vicario4, y según el testimonio de su colega José Moreno Azevedo, cura de la iglesia de Santiago, amasó una respetable fortuna e incluso hizo ricos a sus hermanos desde que entró gozando dicho curato5 (Fol. 32). En abril de 1767 solicitaba al concejo de la ciudad autorización para ocupar parte del terreno lindante a la parroquia al objeto de construir el camarín de Nuestra Señora de la Asunción, que patrocinó el Marqués de Sofraga y para el que también pidió se le permitiera usar la cantería que nunca se utilizó para la reforma de la capilla de Nuestra Señora de la Victoria (Pizarro, 1987: 100-101); en septiembre de 1772 le vemos solicitando al consistorio trujillano que se hiciera cargo del derribo de la torre románica de la iglesia de Santa María la Mayor (Pizarro, 1987: 94), y el mes siguiente aparece firmando el encargo de la terminación de la torre nueva de la parroquia, que debían ejecutar los maestros José Galiano e Isidro Marín bajo la supervisión del arquitecto madrileño Félix de Sata Subiría (Sanz, 2011: 50). Isidro Parejo debió poseer una buena formación e inquietudes intelectuales, como lo demuestra el haber sido elegido por el geógrafo Tomás López para responder, en 1785, al Interrogatorio que le sirvió de base para su proyectado Diccionario Geográfico de España en lo referido a las localidades de Trujillo y Santa Cruz de la Sierra (Barrientos, 1991: 383-385 y 439-450); así mismo, participó en la creación de la Sociedad Económica de Amigos del País de Trujillo, a partir de 1786 y fue vicedirector6 de ella desde su inauguración oficial el 14 de Enero de 1788 (Demerson, 1972: 588) probablemente hasta su muerte, siendo sucedido en el cargo por el Marqués de la Conquista. En su casa conservaba una reseñable biblioteca

                                                            3.-Archivo Parroquial de Santiago, en Don Benito (APSDB). Libro de Bautismos nº 12, Fol. 34r. 4.-APSMT, Libro de Cuentas de Fábrica, 1756-1773, Fol. 84r. Consultado en la copia microfilmada de la Biblioteca IX Marqués de la Encomienda de Almendralejo. 5.-Archivo Histórico Provincial de Cáceres (AHPCC). Autos del pleito formado entre Isidro Valadés Parejo, Juan Parejo y Juan Parejo Parras por el testamento de Isidro Parejo Bravo, cura de Santa María de Trujillo. 1802. RA/639. Carpeta 13. Fol. 32r. 6.-El director era el Obispo de Plasencia, José González Laso.

Page 6: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 144 ISSN 2172-7635

 

formada por alrededor de dos centenares de títulos, algunos de ellos fundamentales en el pensamiento religioso del siglo XVIII, motivo por el cual vale la pena dedicarle un trabajo específico en un futuro próximo, no quedando reflejada por ello en el presente artículo. Como responsable de las propiedades de la parroquia de Santa María, vendió a la iglesia del Hospital de la Caridad una de las casas que aquélla poseía, contigua a la vivienda rectoral, por 1.200 reales según escritura de 31 de Marzo de 18007, y también figura en el expediente de venta de la dehesa de Los Quintos de Bobadilla, que formaba parte del patrimonio parroquial, y se vendió al Conde de Torre Arias y Marqués de Santa Marta por 930.000 reales el 23 de Junio de 1800 (Tena, 1967: 479).

Es muy probable que Isidro Parejo se implicara en estos años en negocios y reuniese cierto número de propiedades rústicas cuya administración le reportaba importantes beneficios económicos, pero también algún que otro quebradero de cabeza; en 1794 le vemos por ejemplo pagando un censo de 55 reales y dos maravedíes al año a la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad (Cantero, 2004: 110), hasta que por fin, y probablemente viéndose ya enfermo, en Agosto de 1801 hizo donación inter vivos de todas sus propiedades inmobiliarias a favor de su hermano Juan Parejo Bravo8 y de los herederos de su difunta hermana Catalina Parejo Bravo, es decir, su viudo José Valadés Carrasco y los hijos del matrimonio, José, Isidro y Vicenta Valadés Parejo, esta última representada por su marido Ramón Gómez Gordo. Toda la familia de Isidro Parejo Bravo residía en Don Benito a excepción de tres de sus sobrinos, el ya citado Isidro Valadés Parejo y Juan Enrique Parejo Parras, hijo de Juan Parejo Bravo y también sacerdote, que vivían en Trujillo, y Fray Isidro de San Juan, monje jerónimo en el monasterio de Yuste y hermano del joven Juan Parejo Parras9. De la voluntad de dejar resueltos sus asuntos da muestra también la renuncia en vida que hizo Isidro Parejo de la vicaría y maiordomia del señor obispo, también con el objeto de vivir tranquilo el tiempo que le restase de vida, y dejar desenredados a sus hermanos como herederos. El 19 de Octubre de 1801, ya muy enfermo, otorgó testamento ante el escribano público José Figueroa y Zabalza y solicitó ser enterrado en Santa María la Mayor; un testigo, Félix Spina, declaró que había manifestado el deseo de que heredasen sus hermanos, pero cuando Figueroa le preguntó, dijo que dejaba “p. Heredero fieycomiso, a su sobrino Dn, Juan Parejo

                                                            7.-APSMT, Inventarios y Rentas, 1778-1805, Fol. 52r. Consultado en la copia microfilmada de la Biblioteca IX Marqués de la Encomienda de Almendralejo. 8.-Juan Parejo Bravo era Regidor perpetuo del ayuntamiento de la villa de Don Benito (AHPCC. Pleito de Josef Valadés contra Juan Parejo Parras, sobre nulidad del testamento otorgado por Isidro Parejo Bravo. 1802. RA/169. Carpeta 3. Fol. 24r.). Entre 1785 y 1789 aparece como administrador de los diezmos de la Cilla de Campana, y su cuñado José Valadés de la cilla de Tres Iglesias (AHPCC. Visita ejecutada a la Villa de Don Benito, 1790-91. RA/Caja 4, Expte. 16, Respuestas de José Arriola, Escribano del Rey). 9.-AHPCC. Autos del pleito formado entre Isidro Valadés Parejo, Juan Parejo y Juan Parejo Parras por el testamento de Isidro Parejo Bravo, cura de Santa María de Trujillo. 1802. RA/639. Carpeta 13. Fols. 1r-12r.

Page 7: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 145 ISSN 2172-7635

 

Parra Pro. para que los distribuyese”10; finalmente, la muerte le llegó el 6 de Noviembre de 180111 e inmediatamente se desató el pleito por las propiedades entre el sobrino sacerdote, Juan Parejo Parras, y los descendientes de la difunta Catalina Parejo Bravo. En el curso de este pleito, fue preciso inventariar los bienes en litigio, es decir, todos los que habían pertenecido al sacerdote Isidro Parejo Bravo; su sobrino Juan Parejo se apresuró a confeccionar su propio inventario, que redactó de puño y letra con verdadera exhaustividad y añadiendo una tasación de los objetos reseñados, finalizándolo el 8 de Diciembre de 180112; por su parte, el 27 de Diciembre se iniciaba un segundo inventario promovido por otro de los sobrinos, Isidro Valadés, y por el hermano del difunto, Juan Parejo Bravo, destinado a contrastarlo con el anterior y que se acabó el 3 de Enero de 180213. Este inventario no es tan riguroso como el primero, y entre ellos hay algunas discrepancias que ha sido necesario cotejar en este trabajo al efecto de evitar reiteraciones y de completar las lagunas de una y otra relación. La casa y sus habitantes Ambos inventarios de bienes se centran en el contenido de la casa, pero no describen el continente ni tampoco dan información sobre la ubicación de la vivienda; sin embargo, sabemos que la vivienda parroquial de Santa María se ubicaba en aquella época en la llamada casa rectoral, una espaciosa casa de construcción renacentista ubicada frente a la portada del mediodía de la parroquia (Ramos, 1990: 18), que hace esquina entre las actuales calles de Santa María y Palomas, con entrada principal por el actual número 8 de esta última. La casa había pertenecido a Alonso Altamirano, quien en 1523 la dejó en testamento a la parroquia para que viviesen en ella los curas de la misma, aunque durante algún tiempo se arrendó a Gonzalo Fernández Trejo, escribano de la villa de La Cumbre entre 1707 y 174614. Salvo cortos lapsos, pues, en el edificio vivió siempre el párroco de Santa María hasta finales del siglo XIX, y posteriormente los capellanes de las Jerónimas y del Asilo para ser después vendida a particulares (Tena, 1967: 499); se encuentra en la actualidad en un lamentable estado de ruina, sin cubierta y sometida a los embates de las inclemencias y el paso del tiempo, aparentemente a la espera de que se caiga por sí sola. De acuerdo con las referencias disponibles, concluimos que en su momento fue una vivienda de prestigio, que en la primera mitad del siglo XX se encontraba ya en decadencia:

                                                            10.-AHPCC. Autos del pleito formado entre Isidro Valadés Parejo, Juan Parejo y Juan Parejo Parras por el testamento de Isidro Parejo Bravo, cura de Santa María de Trujillo. 1802. RA/639. Carpeta 13. Fol. 14r. 11.-AHPCC. Inventario de los bienes de Isidro Parejo Bravo. 1801. RA/162. Carpeta 2. Fol. 43r. 12.-Contenido en AHPCC. Inventario de los bienes de Isidro Parejo Bravo. 1801. RA/162. Carpeta 2. 13.-Incluido en AHPCC. Pleito de Josef Valadés contra Juan Parejo Parras, sobre nulidad del testamento otorgado por Isidro Parejo Bravo. 1802. RA/169. Carpeta 3. 14.-APSMT, Inventarios y Rentas, 1778-1805, Fol. 52r. Consultado en la copia microfilmada de la Biblioteca IX Marqués de la Encomienda de Almendralejo.

Page 8: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 146 ISSN 2172-7635

 

“Es muy amplia y muy cómoda, si se le restaura y cuida como su valor merece. Tiene hermosas ventanas de hierros forjados rematados en la Cruz. En la fachada principal hay un ventanal en argamasón que siempre a los arquitectos sorprende por lo caprichoso de sus simétricos bordones que le dan cierto parecido a un fino barroco y para algunos es imitación del estilo colonial americano” (Tena, 1967: 498).

Si combinamos esta información con las sucintas referencias suministradas por el inventario redactado por D. Juan Parejo Parras y con las anotaciones del que se formó por encargo de D. Isidro Valadés Parejo, podemos extraer informaciones suficientes para ubicar los bienes inventariados en las diferentes estancias de la casa, de modo que se puede deducir a grandes rasgos su capacidad y distribución interna. A partir de ello podemos trazar una vivienda no demasiado grande ni lujosa, pero sí espaciosa y bien equipada; tenía dos plantas, además del patio y un huerto, en la planta baja parece que habría dos salas de las que una daba a la calle (se distinguen la sala baja y la sala baja de la calle), un corredor, la cozina con su espensa, y dos dormitorios pequeños, el cuarto bajo junto a la cocina y el quartto del huertto o cuarto nuebo de abajo, que seguramente comunicaba con el huerto y el patio. En la planta superior se ubicaban las estancias principales: el quarto de la escalera, el quartto nuevo de arriba de la calle, el quartto de amas, que se encontraba inmediato a una antesala, y pasando a través de ésta, por fin, la alcoba principal en que dormía el difunto y que en aquellos momentos se había convertido en sala mortuoria. Como puede verse, la casa había sufrido una reforma o ampliación no mucho tiempo antes, probablemente al volver a ser ocupada por los sacerdotes de la parroquia tras el arrendamiento al escribano de La Cumbre, ya que algunas de las estancias seguían siendo consideradas nuevas; no se cita, por otra parte, un doblao o desván bajo cubierta, ni tampoco se observa en la actualidad, siendo lo más probable que no existiera. No nos es posible establecer las dimensiones de la casa ni de las distintas habitaciones, ni siquiera de modo aproximado, pero de la capacidad de la vivienda da idea el que se contabilicen hasta diez camas equipadas, de las cuales cinco son de tarima y las otras cinco son jergones o catres15, más otras dos tarimas utilizables para cama; por cierto que dos de las mejores camas de tarima se ubican en el cuarto de las amas. Sin embargo, la información con que contamos muestra que en la casa debían morar hasta siete personas en la época del fallecimiento del párroco: por un lado el propio Isidro Parejo, que ocupaba la habitación principal de la planta superior en que falleció, probablemente la que tiene el balcón principal que da a la calle Palomas; éste vivía acompañado por dos familiares, el primero de ellos era su sobrino, el también presbítero D. Juan Parejo Parras, que llevaba conviviendo con su

                                                            15.-La cama de tarima se compone de una tablazón a modo de estrado, que sostiene uno o varios colchones superpuestos; el catre de tijera se sostiene sobre pies cruzados en forma de aspa (Rodríguez Bernis, 2006: 87 y 99).

Page 9: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 147 ISSN 2172-7635

 

tío al menos diecinueve de sus veinticinco años16 y probablemente ocupase la sala baja de la calle; junto a ellos, parece que vivía, al menos desde siete años antes, una sobrinita pequeña, con el fin de educarla17, que tal vez ocupara el cuarto de la escalera. Finalmente, la servidumbre estaba formada con seguridad por tres criadas, Isabel Cibrián18, María Belvís19 y Antonia Luceño Méndez20, que ocuparían el llamado quartto de amas, contiguo a la antesala y al dormitorio del D. Isidro, y tal vez viviera también en la casa, seguramente en el cuarto del huerto, el empleado José Huertas21, que se ocuparía del huerto, el mantenimiento de la casa y los recados. El mobiliario Además de las camas, ya citadas, son pocos los muebles que aparecen en el inventario; como es bien sabido, el mobiliario doméstico en esta época suele ser reducido en número y tipología, es de suponer que en este caso se trataría de muebles confeccionados por carpinteros locales y por tanto sencillos, funcionales y carentes de lujo. Destaca, en todo caso, el escritorio que utilizaba D. Isidro Parejo y que se encontraba en su cuarto; no es descrito en detalle, ya que los inventarios se refieren sobre todo a su contenido, pero sí se menciona que era de madera dorada, algo usual en el mueble de estilo barroco, y tenía al menos nueve gavetas y dos secretos22, donde guardaba objetos valiosos como alhajas, vales reales, documentos y dinero en metálico.

De entre los demás muebles destacan los baúles, cofres y arcas de diferentes tamaños y tipos, mucho más frecuentes que el armario, el cual tendrá una difusión muy lenta en esta época incluso en ambientes acomodados del mundo urbano (Sobrado, 2003: 853); se contabilizan siete baúles, cinco cofres y un cofrecito en la

                                                            16.-AHPCC. Autos del pleito formado entre Isidro Valadés Parejo, Juan Parejo y Juan Parejo Parras por el testamento de Isidro Parejo Bravo, cura de Santa María de Trujillo. 1802. RA/639. Carpeta 13. Fols. 19 y 41. 17.-AHPCC. Pleito de Juan Parejo Parras, Presbítero, contra José Valadés Carrasco, sobre nulidad de testamento otorgado por Isidro Parejo Bravo. 1801. RA/162. Carpeta 2. Fol. 95. 18.-Isabel Zibrián, que tenía unos 70 años al fallecer su señor, le había servido durante treinta y cinco años por un salario anual de 154 reales. (AHPCC. Autos del pleito formado entre Isidro Valadés Parejo, Juan Parejo y Juan Parejo Parras por el testamento de Isidro Parejo Bravo, cura de Santa María de Trujillo. 1802. RA/639. Carpeta 13. Fol. 22 y AHPCC. Inventario de los bienes de Isidro Parejo Bravo. 1801. RA/162. Carpeta 2. Fol. 43v). 19.-María Velbis percibió once reales al mes durante los catorce años que estuvo al servicio del difunto. (AHPCC. Inventario de los bienes de Isidro Parejo Bravo. 1801. RA/162. Carpeta 2. Fol. 43v). 20.-Antonia [Luceño] Méndez declaró que servía a Isidro Parejo en el momento de su muerte, y firmó el testimonio por su mano. (AHPCC. Autos del pleito formado entre Isidro Valadés Parejo, Juan Parejo y Juan Parejo Parras por el testamento de Isidro Parejo Bravo, cura de Santa María de Trujillo. 1802. RA/639. Carpeta 13. Fol. 21). 21.-Josef Guerttas aparece como asalariado del sacerdote a quien se le debían 542 reales y 17 maravedís al morir éste, aunque no se especifica su ocupación ni sus emolumentos (AHPCC. Inventario de los bienes de Isidro Parejo Bravo. 1801. RA/162. Carpeta 2. Fol. 42v). 22.-AHPCC. Pleito de Josef Valadés contra Juan Parejo Parras, sobre nulidad del testamento otorgado por Isidro Parejo Bravo. 1802. RA/169. Carpeta 3. Fol. 50v. De todos modos, el mueble no debía ser de gran valor, ya que fue tasado en sólo 80 reales por Juan Parejo Parra en su inventario (AHPCC. Ynbentario que yo Dn. Juan Parejo Parras, Presbítero Vezino de esta Ciudad de Truxillo y heredero fidei y comiso de los vienes que quedaron por fin y muerte de mi tío Dn. Ysidro Parejo Brabo. 1801. RA/162 Carpeta 2. Fol. 31v).

Page 10: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 148 ISSN 2172-7635

 

casa, de los cuales cuatro se sitúan en el dormitorio principal y el resto en el cuarto de amas, cuarto de la escalera y sala baja de la calle. De uno de los baúles se dice que tiene cubierta de lana, de otro baúl y de un cofre que están barreteados, es decir, afianzados y asegurados con barras de hierro o madera (R.A.E., 1726: 566) y uno de los cofres está forrado en cabritilla; al mismo tiempo se mencionan tres arquillas, un arca pequeña y un arca de Casa Tejada, que se encontraba en la despensa, lo que permite entrever que la artesanía de este tipo de contenedores de madera sin forrar, elaborados en la localidad de Casatejada, pudo adquirir cierta fama en la época23. El contenido de estos muebles era fundamentalmente ropa, tanto de vestir como blanca y de la casa, de la que había una gran cantidad, como se verá más adelante. Los inventarios mencionan también dos bufetes, denominación habitual de la mesa de despacho con cajones, que según parece eran de pino y estaban cubiertos con carpeta24 de lona; una de ellas estaba en la antesala del dormitorio, probable espacio en que el sacerdote recibía las visitas, y otra dentro de su alcoba. Otras seis mesas de uso indeterminado y distintos tamaños se repartían por la casa, apareciendo una de las ubicadas en la cocina definida como velador25. El número de sillones es muy limitado, se cita expresamente uno de nogal con forro de cabritilla morada26 que se encontraba en el dormitorio del difunto, seguramente se trata del que utilizaba de manera más habitual para trabajar en el citado escritorio, y otros seis sillones aparecen en el cuarto bajo junto a la cocina, aunque no se dan detalles sobre su aspecto. Sin embargo, en lo que destaca el inventario de muebles de la casa es en la cantidad de sillas, ya que se citan hasta setenta y una sillas de enea27 distribuidas por toda la vivienda, pero sobre todo en la cocina y antesala, más otras seis de baqueta (sic) que según parece se ubicaban en la sala baja de la calle; este tipo de silla, con el asiento y el respaldo guarnecidos con cuero de ternera claveteado, aparece en inventarios antiguos designado como de vaqueta de moscovia (Rodríguez Bernis, 2006: 339), y se vincula a un estatus social relativamente elevado (Zarandieta, 2000: 92). De acuerdo con esta idea, llama también la atención aquello que no se menciona; por ejemplo, no aparecen escabeles, tajillos, ni bancos, muy comunes en las casas populares extremeñas en aquella época (Testón, 1985: 99). No mencionándose ningún armario ropero en la relación de muebles, lo más parecido que se cita son seis alacenas, que en número de tres aparecen en la sala baja, repartiéndose las otras por la cocina, la antesala del dormitorio principal y en el

                                                            23.-El Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura recoge la existencia en 1791 de veintidós carpinteros y cinco aserradores de madera en Casatejada (Rodríguez y Barrientos, 1995: 211). 24.-“Carpeta: Cubierta de badana aderezada, que se pone sobre las mesas para mas aseo y limpieza, la qual está dada de color: y tambien se llama assi la que es de seda ó paño, ù de otra cualquiera materia texida” (R.A.E., 1729: 191). 25.-“Velador: El candelero regularmente de madera, ó la mesita en que se coloca la luz para alumbrarse las personas que trabajan de noche” (R.A.E., 1822: 835). En la cocina se citan además dos mesas, de las que seguramente una era para amasar o cocinar y la otra para comer, de acuerdo con lo que era habitual (Testón, 1985: 99). 26.-AHPCC. Inventario de los bienes de Isidro Parejo Bravo. 1801. RA/162. Carpeta 2. Fol. 30v. 27.-Es un tipo muy popular que comienza a fabricarse en serie en Vitoria durante el reinado de Carlos IV (Junquera, 1990: 141).

Page 11: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 149 ISSN 2172-7635

 

propio cuarto del sacerdote; no obstante, el término alacena servía para designar tanto el mueble exento como cualquier hueco en la pared que estuviera cerrado con puertas (R.A.E., 1783: 41), por lo que es más probable que, sobre todo las ubicadas en la zona noble de la casa, sean en realidad de obra. Su contenido no es ropa, sino fundamentalmente menaje y servicios de mesa, cometido principal de este mueble (Huerga, 1993: 86); sólo la del dormitorio albergaba, además de los mejores servicios de mesa de la casa, un recado de afeitar compuesto por jarro, palancana y jabonero de plata, un espejo de mano pequeño y un portavinagreras de plata con sus vinagreras de cristal y su caja de cabritilla, una porción de papel de escribir e incluso una bayoneta con su cinto.

El escueto mobiliario de la casa se completa con un estante en la sala baja, una repisa en la antesala, dos veloneras de madera de pino, en la cocina y en la antesala, dos estantes de libros ubicados en el dormitorio de D. Isidro, destinados a contener su biblioteca, y tres cajones, uno que contenía velas y botellas, otro con cucharas y otro, dotado de cierre, que albergaba distintos retales de tejido. La calefacción de las estancias se aseguraba, al estilo tradicional español, con cuatro braseros alojados en sus tarimas, de los cuales uno aparece en el cuarto de la escalera, otro en el dormitorio principal, otro en su antesala y el último en la cocina; además en el cuarto ubicado junto a la cocina había un badil, unas tenazas y un tostillo28, además de dos cargas de leña y una de carbón en la despensa. Sólo un par de biombos localizados también en este dormitorio suponen una concesión al mobiliario de gusto más burgués que, a buen seguro, serían excepción en el Trujillo del Setecientos29; llama la atención la ausencia de alfombras e incluso de las típicas esteras en los dormitorios, constatándose sólo diez de ellas de esparto viejas en la despensa y otros diez peludos30 en el mismo lugar. El vestido El tipo de ropajes descrito en los inventarios no es representativo de lo más utilizado por la población extremeña de la época, ya que se trata únicamente de prendas masculinas y además de un eclesiástico, como es natural puesto que se trata de relacionar los bienes personales del difunto; de todos modos, es útil identificar no sólo el tipo de prendas que se encuentra sino también los géneros que se mencionan, ya que revelan la situación de la moda en Extremadura en determinados círculos de la pequeña burguesía semiurbana. Como se verá, el ajuar indumentario del difunto muestra un conjunto de prendas y géneros que están marcando la evolución de la

                                                            28.-“Tostillo: Gancho de hierro en forma de horquilla que se emplea para asar (carne, pan, etc.)” (Zamora, 1943: 141). 29.-Desde la segunda mitad del siglo XVII, está bastante extendida la presencia del biombo sobre todo en las grandes casas (Aguiló, 1990: 109), pero no es frecuente en ambientes más rurales. 30.-El peludo es un ruedo o esterilla pequeña afelpada, con las tiras de esparto largas y majadas (R.A.E., 1783: 720).

Page 12: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 150 ISSN 2172-7635

 

moda española que había sido más propia del reinado de Carlos III hacia lo que será más usual en el siglo XIX. Si analizamos las prendas mencionadas desde la cabeza hasta los pies, y de dentro afuera, hemos de comenzar por las de cabeza que aparecen en los inventarios: de ellas destacan siete gorros, de los cuales dos son de seda y el resto de hilo; no se citan colores, salvo dos blancos ya en desuso que se guardaban en la despensa junto con otras prendas tal vez para convertirlas en trapos. Aunque alguno de ellos pueda ser para dormir, lo más probable es que se trate del tipo de “bonete redondo que se pone en la cabeza para abrigarla” y que puede ser de lana, lienzo, seda, etc. (R.A.E., 1734: 63); también se cita expresamente un bonete, que debemos interpretar como el típico gorro con que se cubrían los eclesiásticos y que generalmente llevaba cuatro picos (R.A.E., 1726: 646). En cuanto a los sombreros, para su uso en la calle, aparecen también siete, aunque dos de ellos se califican de viejos; solamente se especifica el tipo en uno de ellos, un sombrero de teja de los omnipresentes en el clero español de la época: de amplia ala arrollada exageradamente hacia la copa por dos de sus lados (Manjarrés, 1867: 204).

La ropa interior se compone, como es habitual en la época, de camisa y calzoncillos; hasta dos docenas de camisas aparecen en los inventarios, tres de ellas ya en desuso por viejas y el resto en buen estado, ya que dieciocho se califican como nuevas; se trata de una prenda larga que suele llevar encaje en puños y pechera, en cuanto a los tejidos, en los casos en que se especifica la mayoría son de lienzo31 y de tres de ellas se dice que son de truhe (sic). True es la denominación de una tela “de lienzo muy delgado y blanco” (R.A.E., 1739: 370) especialmente indicada para ropa fresca de verano. Por lo que respecta a los calzoncillos, se detallan veintidós piezas, de las cuales cinco ya han sido desechadas por viejas, y sólo en cuatro de los pares se especifica que son de lienzo; la ropa interior se completa con las calcetas, “media de hilo que se calza en la pierna a raíz de la carne, y regularmente debaxo de las de seda, estambre ó lana” (R.A.E., 1729: 60-61), de las que se documentan apenas cuatro pares. Mucho más numerosas son las medias, prenda esencial en el traje masculino del siglo XVIII y que, estando a la vista, probablemente fuesen negras en su totalidad, por tratarse de un sacerdote, y de hecho es así como se describen en dos pares de los ocho que se mencionan, aunque uno de los pares es de mujer; los tejidos son más variados, ya que las hay de lana, de estambre32 y de seda, por cierto que uno de los pares es de seda de Toledo, es decir, que procede de uno de los más afamados focos de producción sedera de España aunque a finales del siglo XVIII se encontraba ya en franca decadencia; concretamente las medias eran en esa época una

                                                            31.-“Lienzo: La tela que se fabrica del lino o cáñamo, el qual se hace de diferentes géneros bastos y finos, de que se hacen camisas, sábanas y otras muchas cosas” (R.A.E., 1734: 402). 32.-“Estambre: Hebra de lana fina torcida. Comúnmente por estambre se entiende la lana que después de cardada, limpia y torcida, sirve para los tejidos de paños, estameñas y otras telas, y para la fábrica de medias” (R.A.E., 1732: 625).

Page 13: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 151 ISSN 2172-7635

 

de las producciones más populares y asequibles para consumidores de poder adquisitivo no muy alto (Montemayor, 1996: 129). Resulta llamativo que sólo se mencione un par de ligas de hilo y otras de estambre, pero hay que tener en cuenta que las medias solían sujetarse con hebillas; de hecho, aparecen tres pares de hebillas de charretera, uno de ellos de plata con hechura antigua, y los otros de acero; como es bien sabido, en el siglo XVIII las medias se ciñen a la pierna mediante ligas o lazos, llamados charreteras o jarreteras que se abrochan con hebillas (Sousa, 2007: 164). Además, se citan otros tres pares de hebillas, dos de ellos de plata, que acaso sirvieran también para la sujeción de las ligas, pero que igualmente han podido servir para la sujeción de los zapatos. Pero las prendas principales del traje masculino en el siglo XVIII, independientemente de que el portador sea clérigo o no, son la chupa, el calzón y la casaca (Leira, 1991: 19); la chupa es una chaqueta interior con faldones y bolsillos que va directamente sobre la camisa y que a lo largo del reinado de Carlos III se va acortando y llega a perder las mangas, dando como resultado en esta evolución el chaleco, que termina sustituyéndola; el calzón es recto y ajustado, llegando a cubrir la rodilla y quedando unido a las medias con hebillas, como ya hemos visto, y finalmente la casaca o chaqueta exterior se ajustaba al cuerpo cubriendo la chupa y evolucionó en una apertura cada vez mayor de los faldones, que finalmente terminaron pasando a la parte de atrás dando como resultado el frac. En el caso que nos ocupa, encontramos una buena cantidad de estas prendas, aunque carecemos de descripciones precisas; en todo caso, interesa resaltar que se citan tanto chupas como chalecos, lo que indica un momento de transición en la moda con el retraso que es de esperar en la llegada a provincias de los últimos adelantos; en concreto, se contabilizan 19 chupas y cuatro chupines (chupas cortas), señalándose que dos de aquéllas carecen de mangas, lo que permite suponer que el resto sí las llevaba de acuerdo con la tipología tradicional. En cuanto a los calzones, se citan 17 pares sin más indicaciones que el género y estado de conservación y algo semejante sucede con las nueve casacas que se inventarían; finalmente, aparecen quince chalecos, cuatro de ellos viejos, lo que indica que a estas alturas su uso ya no es ninguna novedad. De estas prendas principales, apenas se especifican los colores, por lo que cabe suponer que casi todas serían de color negro, como sí se indica en un par de chalecos y calzones, aunque dos de los chalecos viejos son de color blanco. Lo que sí se detalla en bastantes de ellas es el género de que están hechas, en el caso de las chupas en general se dice que son de paño, pero encontramos seis de rompecoche, un tejido de lana fuerte que por ello también era llamado perdurable (R.A.E., 1822: 729), otras seis de paño de Segovia, famoso desde la Edad Media por su calidad y preferido para los hábitos y los lutos (Fernández Montes, 1988: 268), del que a pesar de la crisis de la segunda mitad del siglo XVIII, en el primer tercio del siguiente aún se procesaban 8.000 quintales de lana al año (Miñano, 1826: 472), otras cuatro de

Page 14: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 152 ISSN 2172-7635

 

terciopelo e incluso dos de seda. Por lo que respecta a los calzones, son de los mismos géneros, siete de rompecoche, tres de paño de Segovia y dos de seda; de hecho la mayor parte de ellos formaban parte de trajes completos con las chupas y casacas; en cuanto a éstas, también negras con toda probabilidad, dos son de paño de Segovia, dos de rompecoche, las otras cuatro de lienzo y una de estameña, un tejido más ordinario que se llamaba así por estar hecho a base de trama y urdimbre de estambre (R.A.E., 1822: 364). No se diferencian mucho los chalecos, hechos de tejidos muy similares, aunque no se menciona el paño de Segovia, pero dos son de rompecoche, tres de seda, dos de terciopelo y cinco de cotonía, una tela blanca de algodón “labrada comúnmente de cordoncillo” (R.A.E., 1783: 302). Como no podía ser de otro modo, no faltan las capas en el equipo indumentario de la casa; la presencia de esta prenda es una constante en el ropero del hombre español (Leira, 1991: 19), generalmente de paño y a menudo con embozos de terciopelo. En nuestro caso, se cuentan cinco capas, un capote33 y una capa cortta, de comer en cama esttando enfermo34; a decir verdad, es probable que dos de estas capas no pertenecieran a D. Isidro, sino a su sobrino Juan Parejo, ya que se encontraban en la sala de la planta baja; de ellas, una es de paño de Segovia y la otra de lustrina morada, utilizada seguramente en la liturgia de la Semana Santa; la lustrina o “percalina con lustre” es de aspecto sedoso y, en varios colores, se usaba para forro de vestidos de hombre, sombreros, encuadernaciones de libros, etc. (Oriol, 1857: IV, 367). Las capas del difunto, por su parte, son de paño de Segovia, una de ellas con vuelta de terciopelo, o de medio carro, similar al llamado carro de oro, tela muy fina hecha de lana e importada de Flandes (R.A.E., 1729: 199). Si el guardarropa del sacerdote es abundante en prendas de uso general, no lo es menos en las de uso específico por su condición de clérigo: entre ellas aparecen algunas de uso litúrgico, como son los dos amitos, prenda que se lleva alrededor del cuello con dos cintas para ceñirla al cuerpo bajo el alba (R.A.E., 1726: 270) o las cuatro sobrepellices, vestiduras cortas y ajustadas al cuerpo abiertas por los costados, con mangas perdidas largas que se rodean al brazo (R.A.E., 1739: 129), pero no aparecen albas, casullas, dalmáticas, cíngulos o capas pluviales, ya que estos ropajes pertenecían a la parroquia y se conservaban en su sacristía. Lo que sí consta es el traje talar del eclesiástico para su uso en público, del que se citan siete sotanas y seis manteos, además de ocho hábitos, es decir, conjuntos de sotana y manteo. Las sotanas son ligeras, hechas de paño, de medio carro, de bayeta, es decir, de tela de lana floja y rala, y de una de ellas se dice que es de Exparragon (sic)35; los manteos, por su parte, son de más abrigo, ya que hacen las veces de capa sobre la sotana, en                                                             33.-“Capote: Capa hecha de albornoz, barragan ú otra tela doble, que sirve para el abrigo, y para resistir el agua, por lo que suele también forrarse: diferénciase en la hechura de la capa común, solo en que el cuello por lo regular es redondo” (R.A.E., 1783: 206). 34.-AHPCC. Inventario de los bienes de Isidro Parejo Bravo. 1801. RA/162. Carpeta 2. Fol. 30. 35.-“Esparragón: Tejido de seda que forma un cordoncillo más doble y fuerte que el de la tercianela” (R.A.E., 1822: 357).

Page 15: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 153 ISSN 2172-7635

 

este caso los hay de bayeta y de medio carro, pero también uno de paño, y por lo que respecta a los hábitos, se dice que uno es de bayeta y otros dos de paño de Segovia. Así mismo, aparecen cuatro balandranes, uno nuevo de medio carro y los otros tres muy usados, uno de paño de Segovia y el otro de barragán, tela de lana de una vara de ancho (R.A.E., 1726: 563); el balandrán era una prenda cómoda, larga y ancha de mangas largas para su uso por los eclesiásticos dentro de casa (R.A.E., 1726: 534). Como complementos se citan una faja de cotonía, un ceñidor de seda y una sotagola, prenda en la que se fijaba el cuello del traje y que se abrochaba hacia atrás. No deja de sorprender, en contraste con el despliegue de todo tipo de prendas de vestir, la escasez del calzado presente en el inventario; éste se reduce a un par de botas, un par de botines y dos pares de zapatos bastantes usados, además de otros tres pares de botines de paño muy usados, esto es, prendas que calzan el tobillo y el empeine, pero no todo el pie. Se citan así mismo tres pares de guantes, dos de ellos de estambre, y casi una treintena de pañuelos; entre éstos, la mayoría son blancos, especificándose sólo en uno de ellos que es de true, mientras que se señalan cuatro pañuelos de color, sin que sepamos el género, y uno de media china, un tejido de seda o lienzo imitación del que venía de China (R.A.E., 1822: 249), además de otros cuatro de seda sin indicación del color. Entre los complementos del atuendo se mencionan dos bastones, que a buen seguro pertenecieron a D. Isidro, uno con puño de plata, y el otro de similor, una aleación metálica de cobre y zinc que imitaba al oro (R.A.E., 1822: 760); además aparecen dos quitta aguas de seda y hule, esto es, paraguas que en aquellos momentos estaban empezando a recibir su nombre actual36. Aparecen también dos maletas de paño azul traidas, esto es, bastante usadas, así como catorce carteras de seda, y tres pares de anteojos, de los cuales uno era de plata, conservándose dos de ellos en cajas de acero; estos aditamentos nos están hablando de una persona de edad relativamente avanzada que ya tenía sus achaques en la vista y la locomoción, lo cual seguramente le habría impedido en los últimos años ejercer la afición a la caza, de la que debía ser practicante a juzgar por las armas que aparecen: dos escopetas con sus fundas y dos pares de pistolas y otra más suelta, de las cuales un par son de arzón, es decir, diseñadas para ir en fundas colgando de la silla de montar (R.A.E., 1822: 640); además se relacionan dos cachorros37, la bayoneta que se ha mencionado con su cinto, un polvorín que hay que suponer de asta de bóvido38, como es habitual, una bolsa de perdigones y un cutó, daga o puñal de hoja curva que solían usar colgado de dos cadenillas los oficiales de Marina y los caballeros en bailes o

                                                            36.-De hecho, el término no se recoge en el Diccionario de la Real Academia Española hasta la 5ª edición (R.A.E., 1817: 638). 37.-“Cachorro: Llaman los guapos y militares a la pistola de faltriquera, ó porque en el extremo de la caxa suelen tener imitada de acero una cabeza de perro, ó porque las traen en lugar de perros de ayuda” (R.A.E., 1729: 38). 38.-En la colección del antiguo Museo del Pueblo Español se conservan varios polvorines de cuerno procedentes de la provincia de Cáceres y de la limítrofe de Salamanca (Caro Baroja, 1950), y el Museo de Cáceres conserva también varios ejemplares muy similares a aquéllos (González Mena, 1976: 304).

Page 16: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 154 ISSN 2172-7635

 

reuniones públicas (García Icazbalceta, 1899: 137). La presencia en la despensa de una vieja silla de montar, con sus arreos, viene a corroborar esta antigua afición del clérigo que seguramente la edad le había hecho abandonar. A pesar de la desahogada posición del personaje, patente en el amplio ajuar de la casa y en la servidumbre a su disposición, son escasas las joyas o complementos de lujo que aparecen en los inventarios; quizá lo más señalado sea un reloj de faldiquera nuevo de plata, con su sobre caja de concha de Gabriel (sic) que se valoró en nada menos que 450 reales; debe entenderse como un reloj de Charles Cabrier, afamado maestro relojero inglés que en 1750 estaba considerado como uno de los mejores del mundo (Barquero, 2005: 71), el cual seguramente llevaba una sobre caja de concha de carey. Se cita también otro reloj de plata con sobre caja de Lifa y cadena de acero de más difícil adscripción39. Junto a esto, los objetos más valiosos son dos rosarios engarzados en plata, de los cuales uno con algunas medallas pequeñas de plata, algo frecuentísimo en la joyería leonesa, salmantina y cordobesa, que solía incorporar medallas procedentes de muy dispares zonas españolas (Herradón, 2005: 76), así como dos medallas y unos botones del mismo metal que se guardaban en una bolsa de seda, y dos cajas también de plata; en todo caso, los metales preciosos debieron pasar por las manos del clérigo con alguna frecuencia, como se deduce del hecho de poseer un peso para pesar el oro. La ropa blanca Si el vestuario presente en la vivienda era muy abundante, como se ha visto, no le iba a la zaga el repertorio de ropa para uso de la casa, principalmente ropa de cama y de mesa, así como retales de toda clase de tejidos. En esta época el ajuar tipo de una novia en el entorno de Cáceres solía incluir un jergón y un colchón, una colcha, de dos a cuatro sábanas, igual cantidad de almohadas, un cobertor, una o dos mantas y los correspondientes revestimientos, como una antecama y un rodapié (Santillana, 1992: 128); en nuestro caso, el lecho mortuorio de D. Isidro, que hemos de suponer el mejor de la casa, estaba equipado con un colchón, dos sábanas, una colcha y dos almohadas con sus fundas enchidas, pero otras camas de la casa llevaban un jergón40 y sobre él un colchón de lana. En total se contabilizan veinticinco colchones repartidos por la casa, además de cuatro jergones, que se ubican en el cuarto de amas y en el cuarto de la escalera; los colchones son mayoritariamente de lona, pero hay dos de pintadillo, que suponemos se refiere al color del lienzo de la funda. Las colchas no son menos numerosas, veintiocho de diferentes colores: blancas, verdes y azules son las más abundantes, aunque también

                                                            39.-Tal vez se trate de una obra del relojero de Ginebra Antoine Livache, que adquirió la ciudadanía en 1761 y trabajó en sociedad con Jean-Louis Patron, manteniéndose activos aún en 1780 (Colección, 1835: VIII, 180; véase también http://www.worldtempus.com/fr/encyclopedie/horlogers-celebres/livache-antoine/ ) 40.-“Xergón: Funda gruessa en forma de colchón, que se llena de paja, atocha, ó cortaduras de papel” (R.A.E., 1739: 538).

Page 17: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 155 ISSN 2172-7635

 

hay una manchiza encarnada; las hay de lienzo, de estopa e incluso de damasco, pero destacan las de cotón, es decir, de tela de algodón imitando a las chinescas, las romaniscas41, las de chita, o sea, de tejido de algodón estampado a colores y una de Yndiana42. En cuanto a los cobertores, se definen como “lo mismo que colcha” (R.A.E., 1783: 250), sin embargo se trata de una pieza de mayor abrigo que la colcha, casi siempre de lana, haciendo las veces de manta y colcha a la vez (González Mena, 1994: 55); de ellos se detallan dieciséis, no especificándose gran cosa salvo el color blanco de algunos y que uno es de tafetán, conocida entonces por ser “tela de seda mui unida, que cruge, y hace ruido” (R.A.E., 1739: 210). Frente a la abundancia de colchas y cobertores, y probablemente por cumplir éstos la misma función, las mantas parecen ser poco utilizadas y valoradas, ya que sólo se habla de ocho, de las que la mayor parte se hallaba en el cuarto de las amas y en el de la escalera. Sólo se dice de tres de ellas que eran blancas, otra era verde y la otra azul, mientras que las otras tres eran de costal, es decir de lana teñida en franjas de color rojo y negro o amarillo y azul (González Mena, 1994: 53). Se cita, así mismo, una antecama de lana azul en la habitación de las amas, que debió servir para tapar el hueco entre el suelo y la estructura de la cama, y por su escasa tasación (ocho reales) hay que pensar que se trata de una pieza muy modesta lejos de las antecamas profusamente bordadas que eran frecuentes en casas de familias acomodadas (González Mena, 1994: 53). En correspondencia con la abundancia de colchones y colchas, encontramos un amplio conjunto de lencería, hasta ciento seis sábanas y cincuenta y una almohadas; entre las sábanas, no se especifica si son bajeras o encimeras, pero cabe suponer que se repartirán aproximadamente a partes iguales, siendo lo frecuente que aparezcan inventariadas de dos en dos o en números pares, lo que permite intuir que se trata de juegos de sábanas. Poco se dice de su género, por lo que hemos de pensar que mayoritariamente serían de lienzo, como de hecho se detalla en 37 de ellas, pero también aparecen catorce de estopa43, casi ninguna de éstas en uso, ya que estaban guardadas en una alacena. En cuanto a las almohadas, resulta especialmente llamativo constatar la existencia de ese medio centenar en una casa en que sólo viven siete personas; las hay con relleno (con su enchimiento) y sin él, también serían de lienzo, y las dos que utilizaba el sacerdote difunto se califican de finas con guarnición de encaje44; únicamente de cinco de ellas se dice que son de crea, un género de lienzo entrefino que no era de los más finos ni de los más toscos (R.A.E., 1783: 303 y 1729: 650).

                                                            41.-El término debe hacer referencia al labrado del lienzo. Se utilizaba en la provincia de Cáceres ya a mediados del siglo XVI (Miranda, 2008: 1.035). 42.-“Indiana: Tela de lino ó algodón, ó de mezcla de uno y otro, pintada por un solo lado” (R.A.E., 1822: 456). 43.-“Estopa: La tela gruesa, que se texe y fabrica con la hilaza de la estopa” (R.A.E., 1783: 460). 44.-AHPCC. Pleito de Josef Valadés contra Juan Parejo Parras, sobre nulidad del testamento otorgado por Isidro Parejo Bravo. 1802. RA/169. Carpeta 3. Fol. 65v.

Page 18: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 156 ISSN 2172-7635

 

Entre las piezas textiles de aseo deben señalarse las veintidós toallas que se citan, varias de ellas con encaje en el cuarto del difunto; además se detallan quinze varas de toallas45. Se inventaría también media docena de paños de afeitar con sus respectivas toallas y tan solo un paño de manos, junto con siete paños de cocina en el cuarto de las amas, tres de ellos viejos, cuatro mandiles de amasar y otros diez paños de estopa de uso indefinido. Atención especial merecen los tres manteles de comunión y el paño de comunión, valorados nada menos que en 34 y 18 reales respectivamente, que se encontraban en el cuarto del clérigo; la función del paño, también llamado sabanilla, es la de cubrir el altar, en número de dos o tres, para evitar que el vino de la consagración pudiera llegar a la piedra del ara en caso de derramarse (Pastora, 1848: 266). El ajuar textil de mesa es también amplio y rico, formado por dieciséis tablas de manteles, además de otros manteles pequeños del cuarto de D. Isidro y unos manteles viejos que estaban en la despensa. Por tabla de manteles se entiende el “paño de lino, que se tiende, con que se cubre la mesa para comer” (R.A.E., 1739: 205); el tamaño de los que aparecen en el inventario oscila entre las dos y las cuatro varas, y aunque casi todos son de lienzo, también aparece alguno de estopa, en el cuarto de las amas, y otros más ricos, labrados y romaniscos, en el cuarto principal. De acuerdo con esta misma ostentación en la mesa van las servilletas, de las que se cuentan ciento sesenta y una, algunas usadas, pero muchas de ellas nuevas, de estopa, de lienzo, romaniscas y portuguesas, es decir, hechas de lienzo portugués, más apreciado y barato que el nacional, y que se popularizó mucho en Extremadura desde finales del siglo XVII (Zarandieta, 2000: 83). Las cortinas podían cubrir no sólo las ventanas, sino también puertas y paramentos, aunque a juzgar por su distribución, debieron limitarse a tamizar la luz natural que entraba por los vanos. Se detalla la existencia de dieciocho, la mayoría viejas, en las estancias de la planta baja, algunas con sus varillas, y sólo de una de ellas se dice que es de lona y otra de angeo, una tela de lino muy ordinaria procedente de Francia o Flandes (González Mena, 1994: II, 7); en la planta superior, sin embargo, las ocho que hay en el cuarto del difunto son de cotton con barillas y rodajas, y se valoran en 124 reales. El resto del llamado ajuar textil ambiental de la casa es reducido y no revela gran ostentación de riqueza: aparecen cinco carpetas, una de ellas de damasco carmesí valorada en 84 reales, diez fundas, una bolsa carmesí para una de las sobrepellices y otra de seda azul con botones de plata, así como un pequeño bolsillo de seda y diez talegas, bolsas anchas y cortas de tela. Además, se mencionan varios

                                                            45.-En Trujillo, los pesos se regían con arreglo al Marco de Ávila (Barrientos y Rodríguez, 1996: 821), aunque parece que las medidas de longitud respondían a la vara de Burgos, equivalente a unos 83,5905 cm.; en todo caso, precisamente desde 1801 se había instaurado esta vara burgalesa como oficial en toda España.

Page 19: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 157 ISSN 2172-7635

 

encerados46, sin especificar el número, cinco sacos, un talego, treinta y un costales, dos jergas47 y una halda48, que serían de estopa en su mayoría, especificándose que uno de ellos era de angeo. Pero el ajuar de la casa es realmente espectacular en la reserva de telas de todo tipo, que hay que suponer se guardaba no sólo como retales sobrantes de prendas ya confeccionadas, sino también para la elaboración de otras nuevas; la ausencia de un telar en el inventario permite suponer que los géneros se adquirieron ya manufacturados, apareciendo una devanadera en la sala baja y dos rastrillos en la despensa como únicos instrumentos para la preparación de tejidos (Timón, 1990: 100 y 109); sin embargo, debían ser traídos de otras poblaciones, ya que no había fábrica alguna de tejidos en Trujillo (Barrientos y Rodríguez, 1996: 825). Así encontramos las materias primas principales en bruto, tres libras49 de lana, ocho libras de lino y siete pesas de lino50, junto a una libra de hilo delgado y otras dos de hilo de calzettas; pero también ya elaborada. De estopa se mencionan cuarenta y dos varas y cuarto, dos rollos y seis madejas, parte de ella calificada de cruda y otra parte de basta, junto a ciento cinco varas, dieciocho rollos, seis madejas y cuatro retazos de distintas medidas de lienzo, del que en algún caso se especifica como labrado; se señalan también cuatro varas y media de estopilla, un lienzo muy ralo similar a la gasa, así como un retazo de lona, 18 varas de lienzo romanisco, 38 varas y cuarto más un retazo de lienzo portugués, 39 varas y media más cuatro piezas de true, un pedazo de media holanda51, cinco varas y media más un pedazo de bretaña52, un par de retazos de crea y ocho varas de platilla53. El algodón está representado, escasamente, en 28 varas de cotón más nueve varas y dos pedazos de cotonía y otros dos pedazos de muselina, mientras que son algo más numerosas las existencias de paños de lana: cuatro varas de rompecoche, tres varas y un pedazo de paño de Segovia para una sotana y 35 varas de terna54. Aparecen también otros géneros más valiosos a base de seda, aunque en menor cuantía: vara y media y un retazo de tafetán doble negro, y vara y media de terciopelo, y finalmente se recogen los encajes y la pasamanería, de los que había veinte varas de encaje y dos varas de

                                                            46.-“Encerado: El lienzo aderezado con cera, que sirve para resguardar del agua alguna cosa; como las ventanas, los coches, la ropa y otras semejantes” (R.A.E., 1783: 414). 47.-“Xerga: Se usa assimismo por lo mismo que xergón, ó saco grande” (R.A.E., 1739: 538). 48.-“Halda: Cierto género de costal ó saca que se hace de harpillera, y sirve ordinariamente para traer paja y otras cosas” (R.A.E., 1739: 124). 49.-La libra castellana tenía un peso equivalente a 460 gramos, si bien en Cáceres era de 456 (VV.AA., 2000: 96). 50.-La “pesa” de lino era un fardo de esta fibra. En la Comunidad de Villa y Tierra de Buitrago, el peso de lino tenía seis libras en 1782 (Jiménez de Gregorio, 1975: 562). 51.-“Media holanda: Lienzo menos fino que el que llaman holanda” (Terreros, 1787: 300) 52.-“Bretaña: Cierto género de lienzo fino, que se fabrica en la Provincia de Bretaña, de quien tomó el nombre” (R.A.E., 1726: 679). 53.-“Platilla: El lienzo llamado Bocadillo (especie de lienzo delgado y poco fino). Es voz modernamente introducida” (R.A.E., 1737: 294 y 1726: 629). 54.-“Terna: Especie de texido de lana que descubre mucho lustre en cayendose el pelillo” (Connelly y Higgins, 1798: 933.

Page 20: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 158 ISSN 2172-7635

 

blonda negra, así como siete varas de tocado55, una pieza de galón negro y dieciséis cordones de seda. Los enseres domésticos La casa albergaba un vasto ajuar de útiles de uso doméstico, siendo de destacar en primer lugar un amplio elenco de enseres destinados a la preparación y consumo de alimentos, repartidos casi por toda la casa, pero sobre todo en la cocina, la despensa y la antesala del difunto; en este primer grupo la gran mayoría de piezas es de barro o metal. Entre las primeras hay gran cantidad de objetos que hemos de suponer de barro basto seguramente de producción local56, como tres ollas para el agua, con sus tapaderas, baños y pucheros, dieciocho ollas, algunas de ellas quebradas, cuatro docenas de pucheros, siete cantarillas y una docena de tapaderas para éstos, una cazuela de barro, un cuenco grande y tres más pequeños, más una cantidad indeterminada de ollas, pucheros y cantarillas que estaban en la cocina. Además, se registran numerosas piezas destinadas al almacenaje de alimentos, algunas de ellas vacías y otras conteniendo diferentes productos, en concreto ocho cuezos57 y diecinueve sutillones58, así como cuatro barreños59, dos baños de sangrar como los que siguen utilizándose en las matanzas y cinco baños vidriados. En los inventarios se refleja también un cierto número de piezas cerámicas para el servicio de mesa, probablemente de loza de la que no se especifican detalles, entre ellas media docena de platos comunes, cuatro platos medianos y otros tantos platos pequeños, una docena de tazas, doce tacitas para conserva y un bernagal (sic)60. Además, se cita una docena de jícaras para el consumo de chocolate con sus platos, más otras seis que se califican de viejas, tres jarras blancas y otras dos jarritas pequeñas, tres bacías, cuatro saleros, tres mazelinas61 (sic), dos aceiteras y una media fuente.

                                                            55.-“Tocado: Se llama también un juego de cintas de un color, de que se hacen lazos para tocarse una muger” (R.A.E., 1739: 287). 56.-Tenía fama el barro de Trujillo; todavía en 1791 Pedro Bernardo de Sanchoyerto afirmaba que “[existe] una [fábrica] de alfareros de barro muy bueno sacado de estos campos, con el que se pudiera establecer loza fina según ynforman, que serbiria de mucho a esta provincia por no tener que pasar para este jenero a Talabera y Puente del Arzobispo” (Barrientos y Rodríguez, 1996: 825). Treinta y siete años antes había en la localidad “nueve olleros de barro basto (…), tres ofiziales y (…) dos aprendices” (Archivo General de Simancas (AGS), Respuestas Generales al Catastro del Marqués de la Ensenada. Trujillo. Lib. 151. Fol. 31v. Consultado a través de http://pares.mcu.es/Catastro/), pero a lo largo del siglo desaparecen varios alfares así como el propio gremio, cambiando la toponimia urbana y pasando la Calle Olleros a ser conocida como Calle del Paso (Pizarro, 1987: 53). 57.-“Cuezo: Vasija de barro para endulzar las aceitunas y conservar los quesos con aceite” (Montero, 1995: 147). 58.-“Sutillón: Vasija para vino cuya capacidad suele ser inferior a los cinco litros” (Montero, 1995: 344). 59.-También pueden estar relacionados con su uso en la higiene diaria. 60.-“Bernegal: Vaso tendido y no alto para beber agua ó vino” (R.A.E., 1726: 596). Bernagal se denomina también a esta pieza en la provincia de Salamanca (Herradón, 2005: 66). 61.-“Macerina: Especie de plato ó salvilla, con un hueco en medio, donde se encaxa la xícara, para servir el chocolate con seguridad de que no se vierta. Diósele este nombre por haber sido su inventor el Marqués de Mancera, por lo que se dixo Mancerina, y después con mayor suavidad Macerina” (R.A.E., 1739: 444).

Page 21: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 159 ISSN 2172-7635

 

Algunas piezas que también suponemos de barro basto aparecen identificadas por su procedencia, como sucede con las tinajas de rollo o del Arrollo, de las que había dos en la cocina, una en la despensa y un número indeterminado en el patio. Se trata, evidentemente, de piezas procedentes de los alfares de El Arroyo del Puerco, hoy Arroyo de la Luz, famosos ya en aquella época por la calidad de su producción (Alba, 1990: 24-25); otras cuatro jarras pequeñas, siete platos, dos cuencos y una bacía arroyanos se repartían por el resto de la casa. Algo similar sucede con dos tinajas de Magazela que se conservaban en la propia sala donde dormía el difunto, junto a otras piezas cerámicas de cierta calidad, como es una docena de jícaras color de chocolate. En todo caso, parece que lo mejor de la vajilla debieron ser las piezas de loza de Talavera que aparecen identificadas como tales, dada la fama de aquellos alfares en toda España. Se mencionan seis fuentes, doce platos, dos jarras y un vaso, situados además en las estancias de prestigio de la casa (antesala y dormitorio del clérigo), sin alusión a la decoración o colores, siendo lo más probable que correspondan a series populares de la época como las de helechos tardíos, las de escenas azules o polícromas, la verde esmeralda o la de rosa (González Zamora, 2004: 144-197). Finalmente, la cerámica de la casa se completa con dos cuencos de loza negra, un cuenco charolado y un conjunto formado por veinticinco jícaras, seis tacitas y catorce platos de pedernal, una loza que se hacía añadiendo pedernal a la pasta para darle mayor dureza y que alcanzó popularidad en la producción de varias fábricas de loza estampada del siglo XIX (Kroustallis, 2008: 227). Como es de suponer, la loza y cerámica en general se guardaba en las alacenas ya mencionadas así como en vasares de pino como el que había en la cocina y en las diferentes tablas de cantarillas que se citan. Entre las piezas metálicas predominan por su número las de cobre, material del que se hacía la mayor parte de los enseres de la cocina destinados al fuego o a contener líquidos, destacando en la provincia la localidad de Guadalupe, cuyo monasterio jerónimo poseía un martinete para batir el cobre (Barrientos, 1991: 227), metal que trabajaban en 1752 siete caldereros que además también eran tratantes, dos oficiales y dos aprendices (Llopis, 1991: 55 y 101); de este material es una chocolatera grande y otras dos pequeñas, diez cántaros, cuatro calderos grandes y tres pequeños, cuatro calderas, cuatro cazos, dos cazuelas con sus tapas, un escalfador48, un calentador49, un perol y una espumadera. De bronce serían los dos almireces con sus manos que se mencionan en la cocina, piezas de lujo que se valoraron en cincuenta reales.

                                                            48.-“Escalfador: El jarro de estaño, cobre, ú otro metal, hecho á manera de un chocolatero, con su tapa agujereada como un rallo, en el qual calientan y tienen los barberos el agua para afeytar” (R.A.E., 1783: 438). 49.-“Calentador: Vaso redondo de azófar ú otro metal, que se cubre con una tapa movible, la qual está agujereada por encima, para comunicar el calor de la lumbre que tiene dentro, y por un hástil de hierro ù palo, de largo de una vara, se mete entre las sábanas para calentar la cama” (R.A.E., 1729: 65).

Page 22: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 160 ISSN 2172-7635

 

Otros útiles de la cocina eran de hierro o acero, como una olla de campaña, una sartén grande y tres más pequeñas, cuatro asadores o varillas para asar la carne, dos coberteras o tapas para ollas, unas trébedes y un gato50, nueve cuchillos de cocina, uno de ellos con el cabo metálico y una cuchara herreña. Así mismo se citan un peso con sus pesas y dos romanas, una grande, probablemente de producción local51, y la otra más pequeña que se dice de Mora, seguramente por proceder de Mora (Toledo) cuya artesanía del hierro alcanzó fama nacional desde el siglo XVII por su calidad; en 1899 todavía aparecían censados cinco romaneros en la localidad (González Casarrubios, 1996: 147). Pero no cabe duda de que, para la vajilla cotidiana de mesa, el material más usual en la época era el peltre, aleación a base de estaño con otros metales, que en el caso de las piezas destinadas a la alimentación eran sobre todo antimonio y en menor medida cobre, plomo o bismuto; el peltre cayó en desuso a lo largo del siglo XIX (Kroustallis, 2008: 332), pero es muy corriente encontrarlo en inventarios de la época que nos ocupa. De este material aparecen numerosas piezas repartidas entre la cocina y las dependencias en que vivía el clérigo, inventariándose tres docenas de platos, tres medias fuentes y dos fuentes, seis vasos, dos salvillas, un azafate52 e incluso un pie con su palancana; de todo ello se estimó un peso de 83 libras y media que se valoraron en 425 reales. De hojalata eran tres alcuzas, dos aceiteras, una medida, una ralladera53, y un embudo que había en la cocina, más otros siete embudos que se guardaban en la alacena del cuarto del difunto; así mismo, aparecen dos chocolateras y un perol de azófar, es decir, latón (R.A.E., 1726: 518) y un bote de plomo que había en la misma sala en que dormía D. Isidro. Pero lo más valorado en lo que a metales se refiere es, obviamente, la plata, de la que estaban hechos los puños de siete cuchillos, además de veinticuatro cubiertos comunes, cuatro cucharas pequeñas y tres tenedores pequeños, seis platos, dos azafates, dos mancerinas y tres vasos para camino; todo ello pesó cerca de 26 libras, siendo tasado en 8.310 reales. Como es bien sabido, y además de su utilidad, para muchas familias de toda la escala social, los cubiertos de plata eran un símbolo de estatus social elevado así como la mejor manera, y la más usual, de poseer objetos de valor que pudieran sacar a la familia de un momento crítico en sus finanzas (Zarandieta, 2000: 78). Entre los enseres domésticos destinados al almacenaje y otras tareas, la cestería y otros productos de fibra vegetal suelen tener una cierta importancia que tiende a infravalorarse por lo perecedero del material; en este caso aparecen varios

                                                            50.-“Gato: Instrumento de hierro para sujetar leños” (Montero, 1995: 200). 51.-En la Calle de Romanos se asentaba el gremio de artesanos de balanzas romanas, que ocupaban la mayor parte de las diez viviendas de la vía urbana (Pizarro, 1987: 56). 52.-“Azafate: Especie de canastillo llano texido de mimbres levantados en la circunferencia en forma de enrejado quatro dedos de la misma labor. También se hacen de paja, oro, plata y charol” (R.A.E., 1726: 513). 53.-“Ralladera: Instrumento de cocina &c, hecho de hoja de lata, con muchos agujeros á propósito para rallar alguna cosa” (Terreros, 1788: III, 275).

Page 23: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 161 ISSN 2172-7635

 

elementos que se dividen en cestas (catorce), cestos54 (seis), cobanillos o cuevanillos (no se especifica el número), cestitas (una), banastas (cuatro), espuertas (tres), esportillas de palma (dos) e incluso aguaderas de esparto (dos pares), así como un enjugador55 y dos salvillas de bimbre. Utilizadas también en la cocina, aparecen citadas en la despensa una criba de alambre sin aro y tres zerandas56, así como un tamiz57, un pajero58 y diversos enseres y útiles de madera: dos artesas, una mayor que la otra, una mesa de matar y un tablero, dos fiambreras de madera y unos fuelles. El ajuar doméstico en madera se completa con dos docenas de escobas de baleo59, docena y media de cucharas y un cucharón de Pedro Bernardo, recuerdo de la floreciente artesanía cucharera en madera de pino de esa población abulense, donde hacia 1790 aún se dedicaban a ella cincuenta hombres (Larruga, 1792: XX, 24), además de una docena de cubiertos de madera de boj; el corcho está sin duda presente en las cinco garapiñeras con cubos de cobre que se citan, recipientes conocidos comúnmente como “heladeras” que servían para mantener fríos los licores y bebidas (R.A.E., 1739: 22) introduciéndolos en un cubo de corcho o madera que contenía hielo; Trujillo se surtía de hielo en el pozo de nieve de la Cabeza del Fresno, situado a cuatro leguas y media de la ciudad, en el actual término municipal de Garciaz, aunque producía escasa cantidad60. No falta tampoco una panera de corcho, vieja, que se guardaba en la despensa; este objeto de forma cóncava ha sido utilizado en Extremadura para lavar la ropa hasta la generalización de las lavadoras eléctricas (Montero, 1995: 282). En la despensa se conservaba también un mortero de piedra con su mano de hierro, que debía ser de gran tamaño, pues fue tasado en 20 reales, y repartidos por la casa se señalan unos pocos recipientes de cuero: dos colambres (sic)61 para vino y una bota que se conservaba en la sala del difunto. Pero donde más patente queda la distinción de la casa es en la vajilla de vidrio y cristal, materiales poco frecuentes en

                                                            54.-Por lo que parece, la diferencia entre unas y otros podría radicar en el tamaño, superior el del cesto, o en el acabado, más burdo en este último (R.A.E., 1729: 295). 55.-“Enjugador: Especie de camilla redonda hecha de aros y tablas delgadas de madera con un enrejado de cordel en la parte superior que sirve para enjugar y calentar la ropa” (R.A.E., 1822: 336). 56.- “Zaranda: Lo mismo que criba” (R.A.E., 1739: 562). 57.-“Tamiz: Especie de cedazo de seda, ó cerdas, por el qual se passa, y cierne el tabaco, y drogas, después de molidas” (R.A.E., 1739: 220). 58.-“Pajero: Cedazo con malla metálica de orificios grandes que se emplea para separar la paja del cereal; a través de él se pasa el grano y parte de las granzas” (Montero, 1995: 280). 59.-“Baleo: Planta recia que se utiliza para hacer escobas” (Montero, 1995: 69). 60.-“Esta ciudad tiene un pozo para enzerrar nieve, distante de ella quatro leguas y media en una de sus cavallerias y sitio de la Caveza del Fresno que llenándose haze de cavida nueve mill y quinientas arrobas de saca, por experimentarse pocas nevadas les pareze que en doze años se podrá llenar vez y media” (AGS. Respuestas Generales al Catastro del Marqués de la Ensenada. Trujillo. Lib. 151. Fol. 23v. Consultado a través de http://pares.mcu.es/Catastro/). 61.-“Corambre: Los cueros ó pellejos de los animales, curtidos o sin curtir: y con particularidad los del toro, vaca, buey ó macho de cabrío” (R.A.E. 1729: 589).

Page 24: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 162 ISSN 2172-7635

 

las viviendas populares de la época62; del primero se citan dos garrafas y dos botellas negras que se encontraban en el cuarto principal de la casa, y de cristal63 aparece un buen número de piezas: 61 vasos pequeños valorados en 103 reales y 36 vasos grandes tasados en 64, repartidos entre el cuarto del clérigo y la cocina; además, tres frascos grandes y cuatro pequeños, cinco botellas, cinco jícaras, una vinagrera, una cuba y una pileta, seguramente de las que se utilizaban para lavarse las manos en la comida. Finalmente, los inventarios incluyen algunas piezas del ajuar sin determinar la materia de que estaban hechas, 36 vasos pequeños, ocho botellas, dos frascos medianos y uno grande así como algunas tazas y pucheros de corto valor. Por lo que se refiere a los medios de iluminación, el más popular en aquella época era el candil de aceite, de los que se mencionan tres viejos de hierro, otro pequeño de metal y uno de metal amarillo en la cocina, a los que acompañan cuatro candeleros, de los cuales dos de bronce y otros dos de metal amarillo (sería latón), junto a dos palmatorias, todo ello repartido entre el cuarto del difunto y la antesala del mismo. Los velones, considerados objetos de lujo sólo al alcance de los más pudientes (Santillana, 1992: 122) aparecen en dos casos, ambos en la sala mortuoria, uno de ellos, con su velonera de madera, es descrito como velón de pantalla, viejo, y el otro es más pequeño, se valoran en treinta y veinticinco reales respectivamente. Además se mencionan dos faroles de cristal o de vidriera en la antesala del difunto y tres hachas de viento64 en la despensa, junto a 25 velas, ya principiadas, y un hachero de madera de pino, que también estaban en el dormitorio principal. Los enseres relacionados con la higiene, además de las toallas y los ya vistos para el afeitado se completan con la inclusión de trece servicios, es decir, vasos que sirven para los excrementos mayores (R.A.E., 1739: 99), que se encontraban en la despensa, aunque no se especifica el material, y una ayuda65 de metal. Por su parte, la faceta intelectual y administrativa del sacerdote titular de la casa así como de su sobrino queda expresada en la presencia en la antesala de una escribanía, un tintero y una salvadera66 de peltre, así como unas tijeras grandes para papel; por otro lado, en el cuarto del difunto se citan una escribanía de estaño, varios libros de cuentas, una resma de papel ya iniciada, una campanilla de metal, una caja de lamparillas y un

                                                            62.-“Tan sólo en las casas de los más privilegiados aparecen vasos, copas, cubiletes y tazas, de cristal”. (Santillana, 1992: 120). 63.-Se entiende por cristal el llamado vidrio de plomo, más brillante, transparente y duro que el vidrio merced a la presencia de este metal (Kroustallis, 2008: 417). 64.-“Hacha: La vela grande de cera, compuesta de cuatro velas largas juntas, y cubiertas de cera, gruessa, quadrada y con quatro pábilos” (R.A.E., 1739: 119). “Hacha de viento: Cierto género de hacha formada de varias resinas y cera, que resisten al viento por grande que sea, sin apagarse” (R.A.E., 1739: 120). 65.-“Ayuda: Medicamento bien conocido, que sirve para descargar y limpiar el vientre. También se llama así el mismo instrumento con que se introduce” (R.A.E., 1770: 413). 66.-“Salvadera: Vaso cerrado, que se hace de diversas hechuras, y matérias, con unos pequeños agujéros, por la parte de arriba, en que se tienen los polvos para echar sobre lo que se escribe, á fin de que se seque, y no se borre lo escrito” (R.A.E., 1739: 33).

Page 25: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 163 ISSN 2172-7635

 

cristal redondo, tal vez una lupa. Además, otro tintero con salvadera en el cuarto de la escalera y otra resma de papel en la despensa completan este ajuar. La decoración La presencia de un reseñable conjunto de elementos decorativos, fundamentalmente de motivo religioso, revela por un lado el elevado estatus social y económico del ocupante de la vivienda y por el otro, naturalmente, su condición clerical. Se contabilizan cuatro cuadros de motivo religioso, con la representación de la Virgen de Belén, Nuestra Señora de la Encarnación, Virgen de los Dolores y San Cayetano, además de dos crucifijos, uno de madera y el otro de bronce, y pequeñas imágenes de la Virgen del Carmen y San José, junto a 18 láminas, de las que seis narran la historia del Hijo Pródigo67, y otros doce papeles de la Historia de José. Frente a ello, ocho retratos de Monarcas y diecisiete mapas además de otro describiendo a Madrid68 son la representación de los gustos profanos del sacerdote; la inclinación por la cartografía está seguramente relacionada con la implicación de Parejo en la elaboración de los croquis y mapas de Trujillo y sus alrededores y de Santa Cruz de la Sierra, que dibujó para Tomás López en 178669 o su participación, en 1797, en el mapa del Obispado de Plasencia encargado por el prelado José González Losa (López y Manso, 2006: 53). Tal vez pueda parecer una exigua cantidad de cuadros y grabados para el conjunto de la casa, pero a los citados hay que añadir treinta y tres cuadros y otras veinticinco láminas de las que, lamentablemente, no se cita el tema o contenido; sin embargo, mucho más exhaustivos son los inventarios, especialmente el elaborado por Juan Parejo Parras, al detallar incluso los marcos o medias cañas de todos ellos. Los espejos eran también artículo de lujo, pero aparecen algunos en distintas estancias de la casa: uno en la sala junto a la cocina, otro mediano de marco negro en la antesala y otros dos pequeños en la habitación del difunto; y lo mismo cabe decir de los relojes, citándose uno de madera en el cuarto que había junto a la cocina. Pocas concesiones más se encuentran en el terreno decorativo, a no ser dos piezas de fruta fingida que se hallaban también en la habitación del difunto. Curiosamente, también se inventarían las ventanas y balcones, mencionándose una puerta vidriera de cristal pequeña en el cuarto principal, otras dos vidrieras en la sala baja junto a la cocina, la de la ventana que daba al huerto y la de la ventanilla del corredor, e incluso una mampara con sus vidrios, que se tasó en cincuenta reales; así

                                                            67.-La Biblioteca Nacional conserva dos series de seis estampas cada una sobre La Historia del Hijo Pródigo, una de ellas de Philippe Galle fechada en Amberes en 1562 y la otra de Abraham Bosse, tal vez impresa en París hacia 1635. 68.-Acaso se trate del célebre plano de Teixeira (1656), que por su perfección y minuciosidad sirvió de modelo para numerosos planos posteriores. 69.-Remitidos como anexos a sus respuestas para el Interrogatorio (Barrientos, 1991: 439-450), se trata de mapas fechados en Trujillo conservados en la Biblioteca Nacional [Signaturas Mss/20241/125(H.3r.), Mss/20241/125(H.23r.) y Mss/20241/106(H.1r.)].

Page 26: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 164 ISSN 2172-7635

 

mismo, se señalan la vidriera del cuarto de la escalera y la del cuarto de amas, lo mismo que las dos vidrieras del balcón y los siete vidrios de ventana de la antesala; todo ello revela que todas estas habitaciones recibían luz natural. Herramientas y aperos Al tratarse de una vivienda que podemos calificar de burguesa, con toda la precaución que el término requiere en este contexto espaciotemporal, es escasa la presencia de aperos de labranza, tanto más si se tiene en cuenta que no había fincas rústicas de labor asociadas a la propiedad urbana; de hecho, no se cita ninguna caballería entre las propiedades inventariadas, si bien ya hemos visto que determinados bienes, como la silla de montar o las aguaderas de esparto, junto con los que se citan a continuación, parecen indicar que en otro tiempo había habido alguna bestia en el corral de la casa. Así, se mencionan en la despensa unas aguaderas de madera para llevar los cántaros sobre la caballería, y unas rastras, seguramente utilizadas para llevar objetos arrastrando con la tracción del animal, similares a una narria70. Entre las herramientas de la casa, hay que señalar un azadón y un zacho viejos, además de una sierra pequeña que se encontraban en la alacena del cuarto del difunto, junto a otro zacho que había en el cuarto al lado de la cocina; se mencionan en esta misma sala una pala, otra sierra pequeña y unos garfios de hierro, a los que hay que añadir tres segurejas, o hachas pequeñas para podar, una cuchilla y, curiosamente, un trasmallo viejo, que revela la importancia de la pesca de autoconsumo en la incorporación del pescado fresco a la dieta de los ocupantes de la casa, algo que también era posible satisfacer en Trujillo en el mercado semanal de los jueves, donde se podía adquirir “algun pescado seco” (Barrientos y Rodríguez, 1996: 825), aunque en los ríos y charcas del término había estacionalmente “alguna pesca ordinaria, aunque en corta proporción” (Barrientos y Rodríguez, 1996: 835). Finalmente, se refieren algunas medidas, como una media fanega71, con su pala y rahedero, o rasero, y una cuartilla72 que había en la despensa, y no deja de llamar la atención que en la propia sala donde falleció el sacerdote se guardaran quince libras de teja vieja, seguramente para la reparación puntual de los desperfectos que pudiera sufrir la cubierta de la casa.

                                                            70.-La rastra era, también, un apero utilizado para dar una primera pasada al terreno preparándolo para la siembra o para cubrir el grano después de ésta (Mingote, 1990: 118-123). 71.-La media fanega castellana o almud, medida para áridos y grano, equivale a 27,750 litros, si bien en Cáceres la equivalencia es de una fanega = 53,75 litros (VV. AA., 2000: 101). Obviamente, lo que se inventaría es la medida o recipiente de madera de esa capacidad. 72.-Aunque puede referirse a la medida de líquidos, todo parece indicar que se trata más bien de la medida de áridos equivalente a la cuarta parte de la fanega.

Page 27: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 165 ISSN 2172-7635

 

Los víveres Las reservas alimenticias que se conservaban en la casa nos suministran importante información sobre la dieta alimenticia de sus ocupantes, llamando primeramente nuestra atención la hegemonía del cerdo en lo que al consumo cárnico se refiere; esto no es de extrañar, no sólo por la conocida cerdofilia tradicional extremeña (Marcos, 1990), sino también porque el inventario recoge los productos de la conserva cárnica doméstica, y no los que se consumían en fresco (Sobrado, 2003: 839), entre los que cabe suponer tendrían algún protagonismo el carnero, el cordero y el cabrito. En el caso que nos ocupa, la mesa de matar, las artesas73 y los numerosos cuchillos y barreños ya citados muestran que en la casa se mataba, disponiendo también de un corral donde podían criarse uno o varios cerdos; a consecuencia de ello en la despensa se conservaban un jamón de 18 libras, que fue tasado en 99 reales, una pata de jamón de cinco libras, dos tocinos con sus perniles de 40 y 42 libras respectivamente, valorados cada uno en 200 reales, un pedazo de tocino de 15 libras, tasado en 77 reales, cuarenta libras de morcillas y seis libras de chorizos; además, se citan tres lomos, dos embuchados, dos barbadas y dos pies de puerco, junto a medio sutillón de cecina74. La condición ganadera de la comarca de Trujillo queda expresada también en las seis libras de queso de oveja que se guardaban en la despensa, tasadas en 18 reales. Entre los alimentos almacenados en la vivienda, destaca una respetable cantidad de trigo, 15 fanegas en total que valían 720 reales, además de tres costales de harina del mismo cereal, lo que nos lleva a pensar que seguramente en la casa se cocía pan blanco; así mismo, se citan dos arrobas y cuarto de aceite75, un cuezo de vinagre, medio corcho de sal, un cuezo de pimienta y cinco libras de azúcar. El resto de los alimentos conservados en la despensa ilustran bastante sobre la dieta cotidiana de la época: tres arrobas de cebollas, tres cobres76 de ajo, una fanega y una cuartilla de garbanzos, tres cuezos de aceitunas más otro pilón lleno en el huerto, y finalmente tres libras de arroz que el propio clérigo conservaba en una taleguilla en su habitación. Entre los alimentos más refinados, pero de obligado consumo en la época, aparece el chocolate, del que había 21 libras en la despensa, valoradas en 294 reales, además de una talega con una pequeña cantidad en el cuarto del difunto, donde se inventariaron también dos libras de dulces secos, seguramente orejones, y un papel con canela. Los animales de corral son también, evidentemente, víveres alimenticios, y por tanto se reflejaron en el inventario: dieciséis aves entre el gallo, las gallinas y los pollos, que se encontraban lógicamente en el corral y se tasaron en 55 reales. En                                                             73.-Aun cuando alguna de las artesas pudo ser para el amasado del pan, lo que no impide que sirviera también para la matanza. 74.-“Cecina: Carne salada, enxuta y seca al aire, al Sol ó á la lumbre” (R.A.E., 1729: 252). 75.-Con la reforma de 1801, la arroba de aceite equivalía a 12,563 litros, mientras que la arroba como unidad de peso para el resto de productos equivalía a 11,502 Kg. (VV.AA., 2000: 96 y 104). 76.-“Cobre: La ristra de cebollas ó ajos” (R.A.E., 1729: 387).

Page 28: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 166 ISSN 2172-7635

 

todo caso, si las existencias en la despensa informan sobre los hábitos alimenticios, también es ilustrativo comprobar cuáles son las ausencias destacables en estas reservas; llama la atención, por ejemplo, la ausencia de bodega, reduciéndose el vino de la casa a la bota y los corambres ya señalados; tampoco se menciona la miel, las patatas o las lentejas, productos todos ellos habituales en las casas extremeñas del momento, especialmente en familias de economía holgada, pero no solamente entre éstas, ya que las legumbres eran el alimento preferente de la servidumbre en estas casas o de las familias menos pudientes (Hernández Bermejo, 1990: 261). El dinero Los inventarios recogen también, aunque con alguna discrepancia, el dinero que había en la casa en el momento del fallecimiento de su principal inquilino, separando el efectivo del numerario en vales y otros documentos sobre deudas reconocidas y pagos pendientes. Así, se contabilizan 136.892 reales y 30 maravedíes en efectivo, que se guardaban en diferentes sitios de la antesala del clérigo, además de dos escudos antiguos y cinco cuartos en calderilla; sin embargo, varias notas y observaciones hechas por Juan Parejo Parras rebajan la cantidad por diferentes conceptos: 2.552 reales y 24 maravedíes que debía el difunto a las cuatro capellanías que administraba, 3.394 reales y 6 maravedíes que debía de los censos que tenía, 5.959 reales y 29 maravedíes del Alcance de la Memoria de Dotes de García de Tapia el Viejo, 940 reales que se gastaron en médicos y botica por la enfermedad que le causó la muerte, 189 reales y 16 maravedíes que costaron tres mil misas, funeral, enterrador y cera, 275 reales y 17 maravedíes que se debían a la tienda de Juan Zabala y al sastre Juan Torres, 190 reales que se debían a José Pérez, 542 reales y 17 maravedíes del salario atrasado de José Huertas, lo mismo que otros 308 que se debían a Isabel Cebrián y 198 a María Belvís; así mismo, se descuentan 920 reales que se debían a Juan Parejo Bravo, hermano del difunto y padre de Juan Parejo Parras, por 20 fanegas de trigo, y otros 160 reales satisfechos al Vicario de la villa por la Luctuosa, el derecho pagado por los difuntos. En cuanto al dinero en Vales Reales, resulta curioso comprobar que se guardaban en la despensa, tal vez para ponerlos fuera de miradas indiscretas. La cantidad atesorada bajo esta forma ascendía a 4.800 pesos, es decir, 72.282 reales y 12 maravedíes, repartidos en vales de trescientos, de seiscientos y de ciento cincuenta pesos con fecha 1 de Septiembre y de ciento cincuenta de 1 de Enero. Si la cantidad de dinero mencionada, sea en metálico sea en vales, asciende a 209.175 reales y 8 maravedíes, el valor total del contenido de la casa, según la tasación de Juan Parejo Parras, fue de 214.607 reales y 23 maravedíes, una respetable cantidad que justifica los pleitos que enfrentaron a los familiares de D. Isidro Parejo Bravo durante meses tras la muerte de éste, ya que no será hasta el 12

Page 29: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 167 ISSN 2172-7635

 

de Agosto de 1803 cuando finalmente se confirme el fallo de la Real Audiencia a favor de D. Juan Parejo Parras77.

De Juan Parejo Parras no tenemos mucha más información, pero sí la suficiente para decir que pasó a residir en Don Benito, de donde procedía como el resto de la familia; lo más probable es que quedase en sus manos la totalidad de los bienes de Isidro Parejo durante el resto de su vida, hasta su muerte acaecida el 3 de Abril de 1845, tras haber testado ante el escribano D. Prudencio López Acedo78; a partir de aquel momento, como si se repitiese la historia, se desató un nuevo pleito entre varios de sus herederos79, pugnando por un legado que, como hemos visto, resultaba sumamente apetecible. Referencias bibliográficas Aguiló Alonso, M. P. (1990): “Mobiliario en el siglo XVII”, en Mueble español, estrado y dormitorio. Catálogo de la exposición. Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid. Madrid, pp. 103-132. Alba Calzado, M. (1990): La alfarería tradicional altoextremeña. Aspectos socioeconómicos. Trayectoria y problemática. Cámara Oficial de Comercio e Indus-tria. Cáceres. Barquero Cabrero, J. D. (2005): Enciclopedia del reloj de bolsillo. Editorial Amat, Barcelona. Barrientos Alfageme, G. (ed.) (1991): La provincia de Extremadura al final del s. XVIII, descripciones recogidas por Tomás López. Asamblea de Extremadura. Mérida. Barrientos Alfageme, G. y Rodríguez Cancho, M. (eds.) (1996): Interrogatorio de la Real Audiencia. Extremadura a finales de los tiempos modernos. Partido de Trujillo, T. II. Asamblea de Extremadura. Mérida. Benassar, B. (1982): “Los inventarios post mortem y la historia de las mentali-dades”, en Actas del II Coloquio de metodología histórica. La documentación notarial y la historia. Universidad de Santiago. Santiago de Compostela. Vol. 2, pp. 139-146. Cantero Muñoz, A. (2004): “Conflicto entre las ideas racionalistas de la Ilustración y las manifestaciones de religiosidad popular. La suspensión de las cofradías de Trujillo a finales del siglo XVIII”, en XXXIII Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, pp. 97-113.

                                                            77.-AHPCC. Juan Parejo Parras, Presbítero, contra José Valadés Carrasco, sobre nulidad de testamento otorgado por Isidro Parejo Bravo. 1801. 1802. RA/162. Carpeta 2. Fol. 141. 78.-APSDB. Libro de Entierros nº 15, Fol. 226v. 79.-AHPCC. Real Audiencia, nº 365. Carp. 2. Inventario de causas abiertas en la Notaría de D. José Gallardo Valadés. Legajo nº 2. Negocios civiles 1845. Juicio ordinario entre D. Juan Antonio Gómez Valadés, Don Manuel Donoso Cortés, y Don Alonso Gómez Valadés y García, sobre que se declare a éste con igual derecho que aquéllos a los bienes relictos por fallecimiento del presbítero D. Juan Parejo Parras.

Page 30: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 168 ISSN 2172-7635

 

Caro Baroja, J. (1950): Catálogo de la colección de cuernas talladas y grabadas. Museo del Pueblo Español. Madrid. Colección de las causas más célebres, los mejores modelos de alegatos, acusaciones fiscales, interrogatorios y defensas, (1835), Parte Francesa, T. VIII, Imprenta de Ignacio Estivill. Barcelona. Connelly, T. y Higgins, T. (1798): Diccionario nuevo de las dos lenguas española e inglesa, Parte 1ª, T. II. Imprenta Real, Madrid. Demerson, Paula de (1972): “Las sociedades económicas de Extremadura en el siglo XVIII”. Revista de Estudios Extremeños, T. XXVIII (3), pp. 579-596. Fernández Montes, M. (1988): “El tejido de lana en Segovia según las «Memorias» de Eugenio Larruga”. Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, XLIII, pp. 259-270. García Icazbalceta, J. (1899): Vocabulario de mexicanismos comprobado con ejemplos y comparado con los de otros países hispano-americanos. Imp. y Lit. “La Europea”. México. González Casarrubios, C. (1996): La artesanía del hierro en La Mancha toledana. Diputación Provincial. Toledo. González Mena, M. Á. (1976): Museo de Cáceres. Sección de Etnografía. Ministerio de Educación y Ciencia. Madrid. González Mena, M. Á. (1994): Colección Pedagógico Textil de la Universidad Complutense de Madrid. Estudio e inventario. Consejo Social de la Universidad Complutense. Madrid. González Zamora, C. (2004): Talaveras. Las lozas de Talavera y su entorno a través de una colección. Antiquaria. Madrid. Hernández Bermejo, M. Á. (1990): La familia extremeña en los tiempos modernos. Excma. Diputación Provincial. Badajoz. Herradón Figueroa, M. A. (2005): La Alberca. Joyas. Ministerio de Cultura. Madrid. Huerga Criado, P. (1993): En la Raya de Portugal. Solidaridad y tensiones en la comunidad judeoconversa. Ed. Universidad de Salamanca. Salamanca. Jiménez de Gregorio, F. (1975): “Los pueblos de la Tierra de Buitrago en las Descripciones de Lorenzana, 1782”. Estudios Geográficos, XXXVI, 138-139, C.S.I.C., Instituto Juan Sebastián Elcano. Madrid, pp. 551-566. Jociles Rubio, M. I. (1999): “Las técnicas de investigación en antropología. Mirada antropológica y proceso etnográfico”, Gazeta de Antropología, 15. [Consultado en: http://www.ugr.es/~pwlac/G15_01MariaIsabel_Jociles_Rubio.pdf] Junquera Mato, J. J. (1990): “Mobiliario en los siglos XVIII y XIX”, en Mueble español, estrado y dormitorio. Catálogo de la exposición. Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid. Madrid, pp. 133-161.

Page 31: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 169 ISSN 2172-7635

 

Kroustallis, Stefanos K. (2008): Diccionario de Materias y Técnicas (I. Materias). Tesauro para la descripción y catalogación de bienes culturales, Ministerio de Cultura. Madrid. Larruga y Boneta, E. (1792): Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y minas de España. T. XX. Imp. de Antonio Espinosa. Madrid. Leira Sánchez, A. (1991): “El traje en el reinado de Carlos III”, en VV. AA.: Moda en sombras. Catálogo de la exposición. Museo Nacional del Pueblo Español. Madrid, pp. 16-20. Llopis, E. (introd.) (1991): Guadalupe, 1752. Según las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada. Tabapress S. A. Madrid. López Gómez, A. y Manso Porto, C. (2006): Cartografía del siglo XVIII. Tomás López en la Real Academia de la Historia. Real Academia de la Historia. Madrid. Manjarrés, J. de (1867): Nociones de Arqueología Cristiana para uso de los seminarios conciliares. Imp. Heredero de Pablo Riera, Barcelona. Marcos Arévalo, J. (1990): “La cerdofilia extremeña. Una visión desde la Antropología”. Revista de Estudios Extremeños, T. XLVI (II), pp. 445-456. Mingote Calderón, J. L. (1990): Catálogo de aperos agrícolas del Museo del Pueblo Español. Ministerio de Cultura. Madrid. Miñano, S. de (1826): Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal. T. II, Imprenta de Pierart-Peralta. Madrid. Miranda Díaz, B. (2008): “La villa de Valencia de Alcántara a mediados del siglo XVI: la visitación de Pedro Manrique de Lara y frey Pedro Gutiérrez Flores (1550-1551)”. Revista de Estudios Extremeños. T. LXIV (II), pp. 941-1.042. Montemayor, J. (1996): “La seda en Toledo en la Época Moderna”, en VV. AA.: España y Portugal en las rutas de la seda. Diez siglos de producción y comercio entre Oriente y Occidente. Universitat de Barcelona. Barcelona, pp. 120-132. Montero Curiel, P. (1995): Vocabulario de Madroñera (Cáceres). Universidad de Extremadura. Cáceres. Oriol Ronquillo, J. (1857): Diccionario de materia mercantil, industrial y agrícola. Imprenta de José Tauló. Barcelona. Pastora y Nieto, I. de la (1848): Diccionario de Derecho Canónico traducido del que ha escrito en francés el Abate Andrés. T. III. Imprenta de D. José G. de la Peña. Madrid. Pizarro Gómez, F. J. (1987): Arquitectura y urbanismo en Trujillo (siglos XVIII y XIX). Editora Regional de Extremadura. Cáceres. R.A.E. (1726): Diccionario de la lengua castellana compuesto por la Real Academia Española. (Diccionario de Autoridades) T. I, A-B. Imprenta de Francisco del Hierro, Madrid. R.A.E. (1729): Diccionario de la lengua castellana (…) compuesto por la Real Academia Española. (Diccionario de Autoridades) T. II, C. Imprenta de Francisco del Hierro. Madrid.

Page 32: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 170 ISSN 2172-7635

 

R.A.E. (1732): Diccionario de la lengua castellana (…) compuesto por la Real Academia Española. (Diccionario de Autoridades) T. III, D-F. Imprenta de la Real Academia, Viuda de Francisco del Hierro. Madrid. R.A.E. (1734): Diccionario de la lengua castellana (…) compuesto por la Real Academia Española. (Diccionario de Autoridades) T. IV, G-N. Imprenta de la Real Academia, Herederos de Francisco del Hierro. Madrid. R.A.E. (1739): Diccionario de la lengua castellana (…) compuesto por la Real Academia Española. (Diccionario de Autoridades) T. VI, S-Z. Imprenta de la Real Academia, Herederos de Francisco del Hierro. Madrid. R.A.E. (1770): Diccionario de la lengua castellana compuesto por la Real Academia Española. (Diccionario de Autoridades). 2ª impresión corregida y aumentada, T. I, A-B, Joachin Ibarra. Madrid. R.A.E. (1783): Diccionario de la lengua castellana compuesto por la Real Academia Española. 2ª edición. Joaquín Ibarra. Madrid. R.A.E. (1817): Diccionario de la lengua castellana por la Real Academia Española. 5ª edición. Imprenta Real. Madrid. R.A.E. (1822): Diccionario de la lengua castellana por la Real Academia Española. 6ª edición. Imprenta Nacional. Madrid. Ramón-Laca Menéndez de Luarca, L. (2011): “Mobiliario y pintura en las casas de los marqueses de Santa Cruz de Marcenado (Asturias) entre los siglos XVII y XVIII”. Revista de Dialectología y Tradiciones Populares. Vol. LXVI (1), pp. 89-108. Ramos Rubio, J. A. (1990): Estudio histórico artístico de la iglesia parroquial de Santa María la Mayor de Trujillo. Imp. Morgado, Cáceres. Rodríguez Bernis, S. (2006): Diccionario de mobiliario. Ministerio de Cultura. Madrid. Rodríguez Cancho, M. y Barrientos Alfageme, G. (eds.) (1995): Interrogatorio de la Real Audiencia. Extremadura a finales de los tiempos modernos. Partido de Plasencia. Asamblea de Extremadura. Mérida. Sánchez López, M. (1996): “La Vicaría de Trujillo en el Antiguo Régimen”, en XXV Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo. [Consultado en http://www.chde.org/index.php?option=com_content&view=article&id=547:la-vicaria-de-trujillo-en-el-antiguo-regimen&catid=40:1996&Itemid=57] Santillana Pérez, M. (1992): La vida: nacimiento, matrimonio y muerte en el partido de Cáceres en el siglo XVIII. Institución Cultural el Brocense. Cáceres. Sanz Fernández, F. (2011): “«Que sea a imitación de la torre principal de las Casas Reales de Madrid». La torre Nueva de la iglesia de Santa María La Mayor de Trujillo”. Liño, Revista Anual de Historia del Arte, 17, pp. 39-51. Sobrado Correa, H. (2003): “Los inventarios post-mortem como fuente privilegiada para el estudio de la Historia de la cultura material en la Edad Moderna”. Hispania, LXIII/3, núm. 215, pp. 825-862.

Page 33: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 171 ISSN 2172-7635

 

Sousa Congosto, F. de (2007): Introducción a la historia de la indumentaria en España. Ed. Istmo. Madrid. Tena Fernández, J. (1967): Trujillo histórico y monumental, Alicante. Artes Gráficas Alicante. Terreros y Pando, E. de (1787): Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes y sus correspondientes de las tres lenguas francesa, latina e italiana. T. II. Imprenta de la Viuda de Ibarra. Madrid. Terreros y Pando, E. de (1788): Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes y sus correspondientes de las tres lenguas francesa, latina e italiana. T. III. Imprenta de la Viuda de Ibarra. Madrid. Testón Núñez, I. (1985): Amor, sexo y matrimonio en Extremadura. Universitas Editorial. Badajoz. Timón Tiemblo, M. P. (1990): Manufacturas textiles tradicionales de la provincia de Cáceres. Asamblea de Extremadura. Mérida. VV. AA. (2000): Exposición instrumentos y unidades de medida tradicionales en Extremadura. Sociedad Extremeña de Educación Matemática “Ventura Reyes Prósper”. Badajoz. Zamora Vicente, A. (1943): El habla de Mérida y sus cercanías. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid. Zarandieta Arenas, F. (2000): “Riqueza y consumo en la Baja Extremadura en el siglo XVII. Análisis a través de las cartas de dote”. Historia Agraria. Revista de Agricultura e Historia Rural. 21, Universidad de Murcia – Sociedad Española de Historia Agraria. Murcia, pp. 63-97. Biografía del autor Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad Complutense de Madrid, en la especialidad de Prehistoria y Etnología. Ha trabajado en el Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales del Ministerio de Cultura y Museo Nacional de Antropología, y ha impartido docencia en la Universidad Complutense de Madrid.

Desde Mayo de 1997 es Director del Museo de Cáceres; además, es Delegado para Extremadura del Consejo Internacional de Museos (ICOM-CE), miembro de la Asociación Profesional de Museólogos de España, de la Asociación Española de Museólogos y de la Plataforma Transfronteriza de Museos “Mouseion”.

Ha publicado dos monografías y una decena de artículos sobre la emigración extremeña durante la segunda mitad del siglo XX en Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, Anales del Museo Nacional de Antropología, Revista de Estudios Extremeños, Revista de Extremadura, Alcántara, etc., además de numerosos trabajos sobre Patrimonio cultural y Museología en las revistas Museo, Revista de Museología, Ars et Sapientia, Anales del Museo Nacional de Antropología, etc.

Page 34: Vivir como un cura. El hogar de un clérigo acomodado en Extremadura al final del Antiguo Régimen. Revista Etnicex, nº 3. 2011

APEA. Asociación Profesional Extremeña de Antropología

 

ETNICEX, 2011, Núm. 3, 139-172 172 ISSN 2172-7635

 

Recibido: 10 de Agosto de 2011 Aceptado: 15 de Noviembre de 2011