A O CRISTIANODIRIGIDO POR LOS CATEDRTICOS DE LA UNIVERSIDAD
PONTIFICIA DE SALAMANCA
LAMBERTO DE ECHEVERRA BERNARDINO LLORCA, S. I. LUIS SALA BALUST
CASIMIRO SNCHEZ ALISEDA Con la colaboracin de un gran nmero de
autores IV (ltimo) Octubre - Diciembre
BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOSMADRID MCMLIX
N D I C ENihil obstat: Lie. Eugenius Snchez, Censor.
Imprityiatur: t Fr. Franoiscus, O. P . Episcopus Salmantinus.
Salmanticae, 15 angust 1959.
G E N E R A L
Pgs. OCTUBRE 1. 2. 3. 4. 5. (>. 7. 8. 9. 10. 11. San Remigio
de Reims, Bernardino Llorca, S. 1 Los Santos Angeles Custodios,
Eugenio Beitia Sania Teresita dei Nio'Jess, Baldomero Jimnez Duque.
San Froiln, Quintn Aldea Baquero, S. L San Francisco de Ass, Pedro
Borges Moran, O. F. M. ... San Allano de Zamora, Manuel Alonso
Hernndez Beato Raimundo de Capua, ngel Morta Fguls San Bruno,
Antonio Hmales :. F,l Saulsiino Rosario, Lamberto de Echeverra
Sania Brgida de Snccia, Virgilio Bejarano San Juan Leonardo, Manuel
Oseros Carretero San Luis Bcltrn, /cente Galduf Blasco, O. P San
Francisco de Borja, Bernardino Llorca, S. 1 La maternidad divina de
Mara, Pedro de Alcntara Martines Beata Soledad Torres Acosta, Luis
Portero La Madre de Dios de Bcgoa, Andrs E. de Maarica ... La
Virgen del Pilar, Fermn Yzurdiaga horca San Wilfrido, Jess Mara
Barranquero y Orrego San Eduardo I I I de Inglaterra, Enrique
Iniesta, Sch. P. ... San Calixto I, Bernardino Llorca, S. I. Santa
Teresa de Jess, Pablo Bilbao Arstegui San Gerardo Mayela, Dionisio
Felipe, C. SS. R Santa Margarita Mara de Alacoque, Jos Julio
Martnez, S. 1 San Lucas, J'lix Asensio, S. I San Pedro de Alcntara,
Pedro de Alcntara Martnez ... San Juan Cancio, Lamberto de
Echeverra San Maurilio, Lamberto de Echeverra San Hilarin, Jos
Muera, S. 1 San Abercio, Jos Jimnez Delgado, C. M. F San Antonio
Mara Claret, Arturo Tobera Araoz San Rafael, Rafael Garca y Garca
de Castro San Frutos, Julin Garca Hernando San Bernardo Calv, Jaime
Tarrago Beato Contardo Ferrini, Lamberto de Echeverra San Simn y
San Judas, Evaristo Martn Nieto Beatos Pedro Sanz y compaeros
mrtires, Alvaro Huerga, O.P 3 8 16 25 29 37 41 > 45 50 55 65 69
74 83 87 92 98 105 112 119 125 130 136 145 152 160 165 169 174 180
192 200 204 211 215 220
12. 13. 14. 1S. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27.
28.
Deposita legal: M. 5064-1939.
Sucs.
de Kivadeneyra, S. A.Paseo L Onslmo Eedono, 26.MABEIC'
NDICE GENERAL VI NDICE GENERAL
VII
P4gs. Pg. Beato Gabriel Taurin Dufresse, Lamberto de Echeverra .
226 Luca Bartolino, Raimundo Creytcns, O, l' 230 30. San Alonso
Rodrguez, Pedro Saina Radrguee 233 31. Santa Margarita de Hungra,
Gabriel de Borncmissa 240 Ultimo domingo de octubre.Jesucristo, Rey
universal ... 248 NOVIEMBRE DICIEMBRE 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9.
Conmemoracin de Todos los Santos, Fermn Yzurdiaga Lorca La
Conmemoracin de los Fieles Difuntos, Casimiro Snchez Aliseda San
Pedro Armengol, Juan Gomis San Carlos Borromeo, Lamberto de
Echeverra Beato Martn Porres, Antonio Garca Figar Fiesta de las
Santas Reliquias, Adalberto M Franquesa, O. S. B .'. San Severo,
Bernardino Llorca, S. 1. Los Mrtires de Indochina Bernardino Llorca
S. 1 San Wilibrordo, Garca M. Colombs, O. S. B San Alvaro de
Crdoba, Justo Prez de Urbel, O. S. B. ... Los Mrtires Coronados,
Francisco Martn Hernndez... Dedicacin de la iglesia del Salvador,
Mara Paz Navarro de la Pea, O. S. B : La Dedicacin del Santo
Sepulcro, Luis Arnaldich, O. F. M San Andrs Avelino, Rafael Mara
Lpez Mels, O. F. M. San Martn de Tors, Lamberto de Echeverra San
Milln de la Cogolla, (Nicols Gonzlez Ruiz San Diego de San Nicols,
Andrs-Avelino Esteban Romero San Estanislao de Kostka, Antonio de
Viu, S. 1 San Josafat, Santiago Morillo, S. 1 San Alberto Magno,
Emilio Saturas, O. P San Eugenio, Juan Francisco Rivera Santa
Matilde y Santa Gertrudis, Mara Angeles Aisa ... Beata Juana
Delanoue, Lamberto de Echeverra Beato Roque Gonzlez de Santa Cruz,
Guillermo Furlong, S. I Dedicacin de las baslicas de San Pedro y de
San Pablo, en Roma, Juan Ferrando Roig San Odn de Cluny, Luis Serd
Santa Isabel de Hungra, Javier Martn Artajo San Edmundo de
Canterbury, David Lionel Greenstock. ... La Presentacin de Nuestra
Seora, Mary Salas San Columbano, Benardino Llorca, S. 1 Santa
Cecilia, Jos Artero San Clemente, Pedro Alcorta Maz .._ San Juan de
la Cruz, Baldomero Jimnez Duque Santa Catalina de Alejandra, Joaqun
Gonzlez Villanueva. 257 265 277 283 288 302 307 312 316 320 326 329
333 339 347 356 365 370 375 383 387 392 396 402 406 410 414 419 427
431 437 445 451 459 I. .'. 3. 4. 5. 6. 7. 8. '). 10. 11. 12. 13.
11. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. Beato Edmundo
Campion, Manuel Briceo, S. 1 Santa Bibiana, Casimiro Snchez Aliseda
.' Beato Juan de Ruysbroeck, Faustino Martnez Goi "... San
Francisco Javier, Len Lopetegui, S. 1 Santa Brbara. Lamberto de
Echeverra San Pedro Crislogo, Aleiandro Olivar, O. S. B 'Beato
Nicols Tavelic. Atanasio Matanic, O F M Beato Plcido Riccardi,
Aurelio M. Argem. O. S. B. ... Snn Pedro Pascual, Dara Cabnelas. O.
F. M San Nrulan fe Bari, Nicols Gonzlez Ruiz San Atnbnisio,
francisco de P. Vizmanos, S. 1 \,;\ Inmaculada Concepcin, Pedro de
Alcntara Martines,O, V. M Santa Lrocardia, Juan Francisco Ribera
San Mrlduiades, Melauiades Andrs Martn Santa Eulalia de Mrida, ngel
Fbreaa Grau San Dmaso, Casimiro Snchez Aliseda ...." Nuestra Seora
de Guadalupe, de Mjico, Alfonso Junco. Beato Toms Holland, David
Lionel Greenstock Santa Luca, Matilde Gavarrn Santa Nona, Lamberto
de Echeverra Beato Juan Marinoni, Antonio Venv Ballester. C. R San
Venancio Fortunato, Jos GuUln Santa Mara Crucificada di Rosa, Luis
Portero San Ensebio de Vercelli. Vicente Serrann San Lzaro,
Ladislao Guim Castro. O. F. M Expectacin del Parto de la Santsima
Virgen, Romualdo M. a Daz Carbonell. O. S. B Beato Urbano V., Isaac
Vzquez, O. F. M Santo Domingo de Silos, Marqus de Lozoya Santo
Toms, Luis Arnaldich, O. F. M Santa Francisca Javier Cabrini,
Javier Prez de San Romn San Ivo de Chartres, Toms Garca Barberena
Beata Margarita de Youville, Lamberto de Echeverra Vigilia de
Navidad, Juan ili." Lecea La Natividad del Seor, Julio Montalvillo
San Esteban, Lorenzo. Rber Nuestra Seora del Rosario de Andacollo
(Chile), Juan Manuel Llerena .' 505 512 517 525 532 535 538 541 547
551 555 564 571 578 583 587 597 604. 607 612 615 621 628 632 639
647 650 657 664 673 679 689 697 704 712 717 29. San Juan Berchmans,
Joaqun Gonzlez Villanueva San Leonardo de P o r t o Manrizio,
Isidoro de Villapierna, O. F. M. Cap 27. San Jos Pignatelli, Miguel
Battlori, S. I. 28. Santa Catalina Labour, Casimiro Snchez Aliseda
20. San Saturnino de Tolosa, Antoine Dumas, O. S. B 30. San Andrs,
Andrs Fucnte.s ''.. 467 471 475 480 489 494
10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24.
25.
VIH
NDICE GENERAL
rtgi. San Juan Apstol y Evangelista, Xtrnfln O. F. M. Cap 28.
Santos Inocentes, Jos M.* Valverde 29. San Gaspar del'Bfalo,
Lamberto de uhi. Santo Toms de Canterbury, Jorge llliih 30. Beata
Vicenta Mara de Vicua, Josf ,-tili i 31. San Silvestre, Francisco
Martn Hernillitlra ndice de santos y beatos ndice de autores 27.
ili lutria, .. l
O
CTUBRE
722 .729 , 7.M , 740 7|> . 7S.( , 765 77.?
1 de octubre
SAN REMIGIO DE REIMS(f ca.530)
San Remigio, clebre obispo de Reims, conocido en la historia
principalmente por el hecho de haber bautizado al rey Clodoveo y un
buen nmero de su pueblo, fu hombre, segn el testimonio de San
Gregorio de Tours, insigne por su erudicin y santidad y por sus
obras maravillosas, por todo lo cual es considerado como el apstol
de los francos. Las fuentes que nos informan sobre l,
principalmente San Gregorio de Tours y San Avito de Vienne, aunque
fieles en la relacin de los hechos fundamentales, no .son
absolutamente securas en lo gue se refiere a los detalles de los
mismos. Sin embargo, tomando el conjunto de vslo.s, podemos decir
que estamos suficientemente informados. S Nacido en Laon, hacia el
ao 437, de padres galos, hizo tan considerables progresos en su
formacin, y particularmente en la elocuencia, que, segn el
testimonio de San Sidonio Apolinar, compaero suyo en los primeros
aos, lleg a superar a todos sus iguales. Contando slo veintids aos
de edad, al quedar vacante en 459 la sede de Reims, fu l destinado
para la misma, y los hechos probaron bien pronto que con su celo y
fervor de ,espritu supla lo que le faltaba de experiencia. No
poseemos muchas noticias sobre la actividad de San Remigio durante
la primera etapa de su vida, desde su elevacin a la sede de Reims,
en 459, hasta el gran acontecimiento de la conversin de Clodoveo,
hacia el 496, en que tan directamente intervino San Remigio. Pero
lo poco que conocemos nos lo presenta como un prelado eminente,
consciente de sus deberes y entregado de lleno a la instruccin y
gobierno de su pueblo. Sabemos por Sidonio Apolinar que desarroll
gran actividad en convertir a muchos entre los invasores francos y
someterlos al yugo de Cristo. El mismo atestigua que posey un
volumen de los sermones de Remigio, cuya suavidad, belleza de
expresin y plenitud de doctrina pondera extraordinariamente.
Con
4
1 OCTUBRE. SAN REMIGIO DE REIMS
1 OCTUBRE. SAN REMIGIO DE REIMS
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esta elocuencia, a la que se juntaba su eminente santidad,
contribuy eficazmente a poner el fundamento de la conversin del
pueblo de los francos. Entre los pocos documentos que de este
tiempo se nos han conservado es digna de memoria una carta,
dirigida por San Remigio, hacia el ao 482 a Clodoveo, en la que lo
felicitaba por su feliz principio como rey de los francos en la
regin de Tournai y le daba excelentes orientaciones y consejos para
el gobierno de su pueblo. As le dice: "Debis mostrar deferencia con
los sacerdotes y recurrir siempre a su consejo. Si reina armona
entre vos y ellos, vuestro reino sacar de ello mucho provecho...
Que todos os amen y os respeten... Que vuestro tribunal sea
asequible a todos y que nadie salga triste de l. Emplearis todas
las riquezas de vuestros padres en librar cautivos y desatar las
cadenas de los esclavos..." De hecho, tal era ya su prestigio por
este tiempo que, cuando Clodoveo conquist la Galia del Norte, en
torno al ao 490, Remigio fu, seguramente, el intermediario entre la
poblacin indgena, cristiana en su mayora, y los dirigentes
conquistadores. Todo su empeo lo dirigi desde entonces a atraer al
mismo Clodoveo a la religin cristiana. Precisamente la intervencin
de San Remigio en la conversin definitiva de Clodoveo y del pueblo
franco constituye el punto ms interesante y glorioso de su vida.
Por esto es conveniente notarla con alguna detencin. Ante todo,
consta que en este tiempo Clodoveo, aunque continuaba afecto al
paganismo, trataba amistosamente con los cristianos, que constituan
la mayora de la poblacin indgena. l mismo haba tomado por esposa a
la catlica Clotilde, hija del rey cristiano de Borgoa, Chilperico.
Ms an: sabemos que ella realiz repetidos intentos de convertir a su
esposo al cristianismo, y que ste consinti en que su primognito
fuera bautizado. Es verdad que, segn se refiere, habiendo muerto el
nio poco despus del bautismo, ech en cara a la reina esta muerte,
afirmando que no hubiera muerto si .hubiera sido puesto bajo la
proteccin de los dioses francos; sin embargo, volvi a permitir que
su segundo hijo fuera bautizado. Estando, pues, Clodoveo en esta
disposicin tuvo lugar su conversin, segn todos los indicios,
durante la guerra que mantuvo contra los alemanes el ao 496 o tal
vez 497. Cmo sucedi este importante acontecimiento y qu
intervencin tuvo en l San Remigio, el apstol de los francos? No
es fcil responder con absoluta objetividad a esta pregunta. Sin
embargo, teniendo presente el relato de San Gregorio de Tours, que
es quien ms detalles nos ofrece, y otras noticias contemporneas,
podemos responder substancialmente lo siguiente: Habiendo irrumpido
los alemanes en el territorio de los francos, encontrbase Clodoveo
en el momento decisivo de la batalla. Ms an: cuando advirti que los
francos comenzaban a ceder y que era inminente la victoria de sus
enemigos, invoc al Dios de su esposa, Santa Clotilde, prometindole
abrazar la fe si le conceda la victoria. De hecho, inesperadamente,
volvieron la espalda los enemigos y emprendieron la huida. Ante un
hecho tan sorprendente, Clodoveo, ya victorioso, se decidi a
realizar lo prometido. A este hecho fundamental aade San Gregorio
de Tours diversos detalles, de cuya objetividad no ofrece plenas
garantas. Tales son: que su esposa, Clotilde, antes de emprender
Clodoveo la batalla, le dijo: "Seor, si quieres alcanzar victoria,
invoca al Dios de los cristianos; si t lo invocas con toda
confianza, nada se te puede resistir". A lo cual respondi Clodoveo
que as lo hara, y, si sala victorioso, se hara cristiano. Por esto
el mismo historiador, en el momento crtico de la batalla, pone en
boca del rey franco estas palabras invocando al Seor: "Oh Cristo, a
quien Clotilde invoca como Dios vivo!, yo imploro tu ayuda. He
invocado a mis dioses, y ellos no tienen ningn poder. Acudo, pues,
a ti. Yo creo en ti. Lbrame de mis enemigos y yo me bautizar en tu
nombre". El mismo Gregorio de Tours aade multitud de detalles sobre
los acontecimientos que luego siguieron: cmo, lleno de jbilo por la
victoria, exclam al encontrarse con su esposa, Clotilde: "Clodoveo
ha vencido a los alemanes, pero t has vencido a Clodoveo". Y a
continuacin realiz con toda solemnidad el acto trascendental de su
propio bautismo y de gran nmero de magnates de su pueblo.
Reduciendo, pues, a lo substancial todo este relato, podemos
sintetizarlo de la manera siguiente: Con el consejo de su esposa,
Santa Clotilde, Clodoveo se puso en contacto con San Remigio de
Reims, y, efectivamente, bajo su direccin, tanto el rey como un
buen nmero de magnates y del pueblo recibieron la instruccin
necesaria para poder recibir el bautismo. Clodoveo manifest, por
una parte, su preocupacin de que muchos de
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1 OCTUBRE. SAN REMIGIO DE REIMS
1 OCTUBRE. SAN REMIGIO DE REIMS
7
ellos, particularmente los hombres de su guardia personal, no
renunciaran fcilmente a sus dioses, y, por otra, su voluntad de que
no se forzara a nadie a abrazar la fe cristiana. Pero la mayora de
los magnates y dems cortesanos se manifest decidida a seguir el
ejemplo de su rey. As, pues, dedicse de lleno San Remigio a la obra
de su instruccin, en lo que consta que le ayud otro santo insigne,
San Vedasto. La escena misma del bautismo, aun exponindonos a
mezclar los hechos estrictamente histricos con detalles subjetivos
del cronista, vale la pena reproducirla como nos la refiere San
Gregorio. En efecto, con el objeto de impresionar los sentidos de
aquel pueblo brbaro con las solemnes ceremonias del bautismo, San
Remigio y la reina Clotilde procuraron que la ciudad de Reims,
donde se realiz probablemente este gran acto, se engalanara con
toda magnificencia y que la catedral y el baptisterio aparecieran
con los esplendores de las grandes fiestas. Luego aade el
historiador: "El nuevo Constantino avanza hacia el baptisterio.
Cuando hubo entrado en l, en presencia de todo el pueblo y de la
corte entera que lo contemplaba, el obispo Remigio le dice:
"Inclina humildemente tu cabeza, sicmbro; adora lo que hasta ahora
has quemado; quema lo que hasta aqu has adorado". As, pues,
habiendo hecho Clodoveo la profesin de fe en Dios omnipotente y en
la Trinidad, fu bautizado en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espritu Santo". A continuacin San Remigio bautiz a dos hermanas del
rey y, con la ayuda de otros sacerdotes, a unos tres mil hombres de
la corte y del ejrcito, as como tambin a gran multitud de mujeres y
nios. Muchos suponen que estos acontecimientos tuvieron lugar el 25
de diciembre de 496, el mismo ao de la victoria de Clodoveo sobre
los alemanes. Fcilmente se comprende el entusiasmo con que recibi
estos acontecimientos el episcopado de las Galias. San Avito de
Vienne escriba al principe: "Vuestra fe es nuestra victoria... Osar
yo predicaros la misericordia de Dios, cuando un pueblo, hasta
ahora cautivo, celebra la vuestra con transportes de jbilo ante el
mundo entero y con lgrimas delante de Dios? Yo no formulo ms que un
voto; puesto que Dios va a hacer, por vuestro medio, un pueblo
enteramente suyo, esparcid del tesoro de vuestro corazn
semillas de fe entre los pueblos vecinos que, viviendo en su
ignorancia, no han sido corrompidos por los grmenes de las
doctrinas perversas". U n a vez realizada la conversin oficial del
pueblo franco, en la que tan activa parte tuvo San Remigio, continu
ste trabajando con la mayor intensidad en su ulterior instruccin.
Bajo la proteccin de Clodoveo continu esparciendo entre los francos
la semilla del Evangelio, con lo cual realiz una obra admirable. La
leyenda le atribuye un nmero extraordinario de milagros en est
labor de evangelizacin. A este propsito es clebre, sobre todo, la
de la vasija o ampolla sancta, que se conservaba en la abada de San
Remigio, que se supone ser la misma que sirvi para ungir con el leo
santo del bautismo al rey Clodoveo y que vino milagrosamente del
cielo. Esta vasija se empleaba en la consagracin de los reyes de
Francia, pero fu rota en la Revolucin francesa, si bien se conserva
una parte de ella en la catedral de Reims. Los obispos, reunidos en
una asamblea convocada en Reims, declararon que se sentan
impulsados a la defensa de la fe por el ejemplo viviente de San
Remigio, el cual, segn ellos afirman, "en todas partes destruy los
altares de los dolos, realizando multitud de milagros". De l
conservamos una carta, escrita poco despus de la muerte de
Clodoveo, ocurrida en 511 y dirigida al obispo de
Tongres-Maestricht. En tono enrgico reprocha a este ltimo obispo
algunos excesos cometidos contra algunos pueblos. De este modo
aparece la entereza de carcter con que continu trabajando hasta el
fin de su vida. De todo ello se deduce que San Remigio, en la ltima
etapa de su vida, hizo lo que pudo para promover el Evangelio entre
el pueblo de los francos, recin convertido al cristianismo, por lo
cual, con justo ttulo, es venerado como su apstol. En un snodo
celebrado en 517 convirti a un obispo arriano, que se haba
presentado para argir contra el santo obispo. Sin embargo, su accin
apostlica no siempre encontr la aprobacin y buena acogida entre sus
hermanos de episcopado. Poco despus de la muerte de Clodoveo,
probablemente en 512, los obispos de Pars, Sens y Auxerre le
escribieron acerca de un sacerdote, llamado Claudio, ordenado por l
a peticin del rey. En la carta le reprochan el haber ordenado a un
hombre mercader, segn ellos, de degradacin, y dan a entender que
piensan fu sobornado para
8
2 OCTUBRE. LOS SANTOS ANGELES CUSTODIOS 1 OCTUBRE. LOS SANTOS
ANGELES CUSTODIOS 9
ello, acusndole de haber perdonado todos los desaciertos
financieros de Claudio. Se conserva la carta con la que San Remigio
respondi a este cmulo de inculpaciones y acusaciones infundadas.
Claramente convencido de que aquellos obispos estaban llenos de
despecho y apasionamiento, se lo manifiesta as con toda claridad,
pero su respuesta es un modelo de paciencia y caridad. San Gregorio
de Tours atestigua que gobern la Iglesia de Reims setenta aos, y
que muri en paz hacia el ao 530. Se ha conservado el texto de un
testamento, que se le atribuye. Probablemente es autntica la versin
breve del mismo. Su fiesta se celebr en distintas fechas, y la
Iglesia de Reims le dedicaba cinco durante el ao: el 12 de enero,
la vigilia; el 13, su fiesta; el 29 de mayo, la traslacin; el 1 de
octubre, ora traslacin; el 30 de diciembre, su relacin. Pero, al
fin, prevaleci el 1 de octubre como nica fiesta.BERNARDINO LLORCA,
S. I. BIBLIOGRAFA Ac. SS. Bol., 1 de octubre. Diversos documentos
interesantes. VENANTHIUS FORTUNATOS, Vita, en M'pn. Germ. Hist.,
Auc. Ant., I V , 2, p.&'s. HINCMARIUS, Vtia, en Mon. Germ.
Hi4(., Ser. Rer. Merov. III, p.239s.GREGORIUS TURONENSIS, en Mon.
Germ. Hist, Ser. Rer. Merov., I.
Artculo "Ckwis", en Dict. Arch. Lit. Asimismo artculo "Remi".
KURTH, G., Clovis. 2 vals., 2. a ed. (1901). OPPENHEIMER, F., The
Legend o he Saine Ampoule (1953). S. REMI, 533-1933. Ffes... du
jubile en l'honneur du XIV ceptenaire de la mor de saint Remi, 15
janvier 1933.
2 de octubre
LOS SANTOS ANGELES CUSTODIOS"La existencia de los ngeles est
atestiguada casi por cada una de las pginas de la Sagrada
Escritura." As habla San Gregorio Magno, a quien se da el ttulo de
Doctor de la milicia celeste. Podemos aadir nosotros que el mismo
alto origen ha de reconocerse para el culto de estos celestiales
espritus. La devocin a los ngeles aparece casi con espontaneidad en
los primeros aos de jiuestra vida y ya no nos abandona jams. En una
inscripcin del cementerio de San Calixto se lee: Arcessitus ab
angelis,
que viene a decir: "fu llamado por los ngeles" para presentarle
al Seor. "Salid al encuentro suyo, ngeles del Seor, para ofrecer su
alma en la presencia del Altsimo", canta la Iglesia en el oficio de
difuntos. La fiesta de los ngeles custodios tiene ya existencia
multisecular. Se ha recordado que ya en el siglo V se celebraba en
Espaa y en Francia, como fiesta particular. Suprimida por San Po V
, fu restablecida por un decreto de Paulo V el ao 1608, fijndola
para el primer da libre despus de San Miguel. Clemente X fu quien
la introdujo definitivamente en la liturgia de toda la Iglesia,
determinando que se celebrara el da 2 de octubre. El nombre de
"ngel" significa mensajero. E s nombre que significa ministerio y
oficio. Pero la perfeccin de su naturaleza va de acuerdo con ese
sublime oficio, que ellos ejercen de una manera ms permanente que
los dems seres de la creacin. Son los "mensajeros" de Dios, por
excelencia. Son seres creados, intelectuales, superiores a los
hombres, dotados por el Seor de especial virtud y poder. La humana
filosofa apenas haba columbrado, de una manera borrosa, la
existencia de los ngeles. La fuente primera de nuestra devocin es
la Revelacin divina, contenida en la Sagrada Escritura. Con ella en
la mano evitamos el primer error en que cayeron algunos telogos
combatidos por Orgenes, que, influidos por la filosofa pagana,
tuvieron a los ngeles por "dioses". Estn al servicio de Dios, pero
san seres creados por su omnipotencia. M e recen nuestra veneracin
por su grandeza sobrenatural, por la gracia que les adorna, por su
amor al Seor, demostrado en la prueba, que no supieron superar
Lucifer y sus secuaces, los cuales, por su soberbia, fueron
convertidos en demonios y padecen las penas eternas del infierno,
que fu creadoi para ellos. En la vida de Cristo Nuestro Seor y en
la vida de la Iglesia primitiva los ngeles ejercen su misin de
mensajeros con frecuencia. A veces se designa a losi ngeles por su
nombre, como a San Gabriel, San Rafael, San Miguel; a veces
simplemente se les designa con el genrico apelativo de "el ngel del
Seor"; a veces cumplen su misin individualmente, como el ngel que
bajaba a la piscina de Betzata, en la puerta Probtica, para agitar
el agua y comunicar una virtud maravillosa de curacin de cualquier
enfermedad que tuviere el primero que descenda a sus ondas.
Otras
10
2 OCTUBRE. LOS SANTOS ANGELES CUSTODIOS
2 OCTUBRE. LOS SANTOS ANGELES CUSTODIOS
II
veces son dos los ngeles enviados, como los que vio la
Magdalena, vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a
los pies del lugar donde haba estado el cuerpo de Jess muerto,
antes de la resurreccin. Otras veces la Escritura alude a legiones
de ngeles, como aquellas "doce legiones" que hubiera enviado el
Padre celestial si Cristo hubiera formulado tal peticin. Y no falta
alguna ocasin en que la Escritura habla de "millares de millares",
como aquellos que aparecen en el Apocalipsis alrededor del trono
triunfal del Salvador del mundo. Dada la armona perfecta del mundo,
como obra del Creador, podemos pensar en la escala ascendente que
va del maravilloso mundo fsico que nos va descubriendo en su
portentosa complejidad la fsica nuclear, al mundo de los vivientes,
ms perfecto an, siguiendo por esa misteriosa unin de lo somtico y
lo psquico, lo material y lo espiritual, representado por la
persona humana. Los ngeles son las criaturas que colman esta
ascensin hacia el cielo. Por eso decimos que son superiores a los
hombres. La Escritura los llama "estrellas de la aurora e hijos de
Dios". Dice fray Luis de Len que se les llama "estrellas de la
aurora porque sus entendimientos, ms claros que estrellas, echaron
rayos de s, saliendo a la luz del ser en la aurora del mundo. Y se
les llama hijos de Dios porque, entre lo que l cri, es lo que ms se
le parece en la perfeccin de su naturaleza". Los ngeles han sido
creados por Dios, como el universo entero, para su gloria. Es
decir, "para alabar, hacer reverencia y servir" al Creador. Cumplen
esta finalidad siendo la corona gloriosa del Seor, como le vieron
tantos artistas, capitaneados por Lucas della Robbia, el escultor
florentino, autor del grupo ms delicioso de los ngeles cantores.
Estas representaciones artsticas no son arbitrarias, sino que
siguen la lnea de los libros santos, como el del Apocalipsis, donde
se lee: "Vi y o la voz de muchos ngeles en rededor del trono, y de
los vivientes y de los ancianos; y era su nmero miradas de miradas,
y millares de millares, que decan a grandes voces: Digno es el
Cordero, que ha sido degollado, de recibir el poder, la riqueza, la
sabidura, la fortaleza, el honor, la gloria y la bendicin. Y todas
las criaturas que existen en el cielo, y sobre la tierra, y debajo
de la tierra, y en el mar, y todo cuanto hay en ellos, o que decan:
Al que est sentado en el trono y
al Cordero, la bendicin, el honor, la gloria y el imperio por
los siglos de los siglos". Por ello decimos que los ngeles forman
la corte celestial, que primariamente mira al honor de Dios Creador
y Redentor. Y precisamente porque todo su anhelo es alabar, hacer
reverencia y servir a Dios Nuestro Seor, los ngeles se convierten,
por disposicin divina, en ngeles custodios. Cuando tengamos el
concepto exacto de la religin, que no se ha hecho primariamente
para nuestra felicidad, sino para la gloria del Seor,
comprenderemos por qu cumplen las criaturas anglicas con este
oficio de mensajeros de Dios cerca de nosotros, y de custodios de
nuestra pobre vida, destinada, como la suya, "para alabar, hacer
reverencia y servir" al Creador. Quieren los ngeles que formemos a
su lado en la corte celestial, que conservemos y aumentemos la
gracia, que nos da derecho a cantar en sus coros; a repetir, por
toda la eternidad, la meloda inefable de los que san gloriosos
porque supieron buscar la gloria de Dios. En el libre del xodo,
cuando se acaba de promulgar la ley santa, el Seor, que habla en
estilo directo a cada uno de los israelitas, anuncia solemnemente
la asistencia de los ngeles custodios con estas palabras: "Yo
mandar a mi ngel ante ti, para que te defienda en el camino y te
haga llegar al lugar que te he dispuesto". Para los israelitas este
texto significa la asistencia y la custodia de los ngeles en la
peregrinacin por el desierto hasta llegar la tierra prometida.
Significa tambin la asistencia y la custodia de los ngeles para el
viaje de esta vida terrenal y la llegada a la gloria del cielo. El
acontecimiento histrico del paso de Israel por el desierto fu la
ocasin para que el Seor promulgara su Ley y para que se nos
anunciara este auxilio de los ngeles custodios en las dificultades
que la vida terrena entraa. Por Jo dems, la tutela de los ngeles se
anuncia en muchos otros pasajes de la Escritura, pero quiz en
ninguno con tanta fuerza expresiva como en el salmo 90, donde dice:
"Te encomendar a sus ngeles, para que te guarden en todos tus
caminos. Y ellos te llevarn en sus manos para que no tropieces en
las piedras. Pisars sobre spides y vboras, hollars al len y al
dragn". San Bernardo comenta as este pasaje bblico, exponiendo la
custodia de los ngeles en la doctrina general de la .providencia de
Dios para la salvacin de los hombres.
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2 OCTUBRE. LOS SANTOS ANGELES CUSTODIOS
2 OCTUBRE. LOS SANTOS ANGELES CUSTODIOS
13
"Aplicas al hombre, oh Seor!, tu corazn y solcito lo cuidas. Le
envas tu Unignito, diriges a l tu Espritu, le prometes tu gloria. Y
para que nada haya en el cielo* que deje de participar en nuestro
cuidado, envas a aquellos bienaventurados espritus a ejercer su
ministerio para bien nuestro, los destinas a nuestra guarda, les
mandas que sean nuestros ayos. Poco era para ti haber hecho ngeles
tuyos a los espritus; hceslos tambin ngeles de los pequeuelos, pues
escrito est: Los ngeles de stos estn viendo siempre la cara del
Padre. A estos espritus tan bienaventurados hceslos ngeles tuyos
para con nosotros y nuestros para contigo". Los Santos Padres de la
Iglesia han predicado esta doctrina, aplicando a los ngeles de la
guarda distintos ttulos en los que se expresa la importancia de su
ministerio. Eusebio de Cesrea les llama "tutores" de los hombres;
San Hilario, "mediadores"; San Basilio, "compaeros de nuestro
camino"; San Gregorio Niseno, "escudo protector", Simen
Metafrastes, "muralla que rodea por todas partes la fortaleza de
nuestra alma, defendindola de los asaltos del enemigo"; San Cirilo
Alejandrino, "maestros que nos ensean la adoracin y el culto de
Dios". No es posible seguir. Hacemos notar solamente que San Agustn
y San Gregorio Magno no han perdido ocasin para exaltar el valor de
la intervencin anglica en nuestra vida. Y la sagrada liturgia en
este da de su fiesta les ha saludado con las siguientes palabras:
"Cantamos a los ngeles custodios de los hombres, que puso el Padre,
junto a nuestra frgil naturaleza, como celestiales compaeros para
que no sucumbiramos ante las insidiosas acometidas de los,
enemigos". Si consideramos atentamente la letra de la Escritura
divina, observaremos que se habla en sus pginas de diversos rdenes
de ngeles. Isaas ve a los "serafines" cantando, y uno de ellos
purifica los labios del profeta con un carbn encendido. El Gnesis
nos dice que un "querubn" fu puesto por Dios como guardin del
paraso, y el xodo que fueron dos los "querubines" los que estaban
en el arca santa desde donde promete el Seor hablar a su pueblo.
San Pablo nombra a los "principados, potestades y dominaciones", as
como ios "tronos, virtudes y arcngeles". Existe, pues, una jerarqua
celeste con ngeles de orden y oficio superior y ngeles de orden y
oficio inferior. Todos,
ciertamente, excelsos y muy superiores a nuestra humana
naturaleza. Ante esto se han preguntado los telogos si entra en la
providencia ordinaria de Dios destinar para custodia de los hombres
a los ngeles de las categoras superiores o se encomienda este
oficio a los ngeles de las categoras inferiores. La lectura de los
textos sagrados nos persuade que ngeles de todas las categoras, aun
de las superiores, San Gabriel, San Rafael, San Miguel, los
serafines y querubines, han cumplido misiones cerca de los hombres,
como se comprueba con la vida de la Santsima Virgen y San Juan
Bautista, el pueblo de Israel, el profeta Isaas, el san^>
patriarca Tobas, por no citar sino los pasajes ms salientes. Pero
es posible que los ngeles de los rdenes inferiores sean los que
normalmente se designan para ejercer la custodia de los hombres, y
as se puede creer que en las jerarquas anglicas unas cumplen la
misin de asistir ante el trono del Seor y otras se destinan para la
custodia del universo creado, en el que sobresalen los hombres como
primero y principal objeto de esa cuidadosa guardia. Los primeros
son ngeles "asistentes" al trono celestial; los otros, "ejecutores"
de la Providencia en el auxilio a la humanidad cada. Las misiones y
disposiciones ms destacadas, como la de la encarnacin del Verbo
anunciada por San Gabriel y otras semejantes, saldran fuera de la
regla ordinaria y general. Cuando se habla de los ngeles custodios
nos referimos primariamente a los que ejercen la salvadora tutela
de las personas individuales. Cada uno> de nosotros tiene su
ngel de la guarda. Dios quiere que todos los hombres se salven y
que lleguen al conocimiento de la verdad. Al decir todos los
hombres no exclumos a ninguno. Tenemos, por tanto, por ms
congruente a esta voluntad salvfica de Dios el extender con la
misma universalidad el ministerio tutelar de los ngeles. Todas las
almas han sido redimidas por Cristo, todas estn en el camino de la
salvacin, todas son defendidas y protegidas por los ngeles. Y
muchas almas, nacidas en la pagana y misteriosamente salvadas por
la iluminacin de la fe, deben esto a los ngeles de su guarda. Lo
sabremos el da en que se haga la cuenta universal del paso de les
hombres por la tierra. Pero lo columbramos ya desde ahora,
siguiendo el pensamiento de los telogos sobre la salvacin de los
infieles negativos, que guardan la ley
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2 OCTUBRE. LOS SANTOS ANGELES CUSTODIOS
2 OCTUBRE. LOS SANTOS ANGELES CUSTODIOS
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natural. El ministerio de los ngeles juega en ellos un papel
principal. Este ngel nuestro nos acompaa siempre, no nos abandona
jams en esta vida. En la otra, para quienes hayan alcanzado la
gloria, an quedan vinculados a su triunfo. Hemos aludido a las
narraciones de la Biblia para fundamentar nuestra doctrina sobre
los ngeles. Ahora transcribimos una referencia de los Actos de los
Apstoles, donde, al mismo tiempo, podemos ver a un ngel en accin y
palpar la fe de la Iglesia primitiva en la custodia de los ngeles.
San Pedro estaba custodiado en la crcel y Heredes Rensaba exhibirlo
al pueblo. La noche anterior a este da del triunfo del perseguidor,
San Pedro se hallaba dormido entre dos soldados, sujeto con dos
cadenas y guardada la puerta de la prisin por centinelas. "Un ngel
del Seor se present en el calabozo, que qued iluminado, y,
golpeando a Pedro en el costado, le despert diciendo: Levntate
pronto; y se cayeron las cadenas de sus manos. El ngel aadi: Cete y
clzate tus sandalias. Hzolo as y agreg: Envulvete en tu manto y
sigeme. Y sali en pos de l. No saba Pedro si era realidad lo que el
ngel haca; ms bien la pareca que fuese una visin. Atravesando la
primera y la segunda guarda llegaron a la puerta de hierro que
conduce a la ciudad. La puerta se les abri por s misma y salieron y
avanzaron por una calle, desapareciendo luego el ngel. Entonces
Pedro, vuelto en s, dijo: Ahora me doy cuenta de que realmente el
Seor ha enviado su ngel y me ha arrancado de las manos de Heredes y
de toda la expectacin del pueblo judo". San Pedro lleg a la casa de
Mara, la madre de Juan Marcos, y llam a la puerta. Saban ellos que
Pedro estaba en la crcel, pero, al or su voz, sin creer an en el
prodigio de su liberacin, pensaron: "Ser su ngel". As vivi la
Iglesia primitiva esta verdad alentadora de la custodia de los
ngeles, que reclaman tambin su parte en la feliz difusin del
mensaje evanglico. Todos los hombres tienen su ngel custodio. Pero,
adems, lo tienen los reinos y comarcas. De San Miguel, como ngel
del pueblo de Dios, se habla en el libro del profeta Daniel. Y el
pueblo gentil de los persas tena su ngel. As podemos aceptar la
doctrina de San Jernimo, que nos dice que, "cuando el Altsimo
separaba a las razas y se constituan los trminos de cada pueblo,
numeraba los ngeles
que les haban de custodiar". Y si esto se dice de los pueblos,
lo diremos, con tanta mayor razn, de la Iglesia catlica, difundida
de Oriente a Occidente, y de las Iglesias particulares, de las
dicesis y colectividades religiosas. Y de esto tenemos un ejemplo
patente, segn toda la tradicin de los Santos Padres griegos, en las
cartas que se escriben a los ngeles de las siete Iglesias- del Asia
proconsular en el libro del Apocalipsis. Los ngeles aparecen aqu
unidos en su suerte y en sus aspiraciones a las mismas Iglesias, a
los obispos y a los fieles. Ellos reciben y transmiten las
alabanzas y las reprensiones que foirman parte de los mensajes.
Salvando siempre todas las distancias, por dramos decir que, como
Cristo quiso aparecer como vestido de nuestras flaquezas, as los
ngeles de estas Iglesias de Asia, y lo mismo diremos de todas las
dems del mundo, parecen ante el Seor unidos a las circunstancias de
aquellas cristiandades que en tantas cosas eran dignas de alabanza
y en otras haban cado de su primitivo esplendor. Dice a este
propsito el gran obispo de Miln San Ambrosio: "No solamente destin
Dios a los obispos para defender su grey, sino tambin a los
ngeles". Y aade San Gregorio de Nacianzo: "No dudo que los ngeles
son rectores y patronos de las iglesias, como nos ensea el
Apocalipsis de San Juan". Los ngeles custodios deben ser venerados
e invocados. "Actale, escucha su voz, no le resistas", dice el
libro del xodo. Tres frases de San Bernardo resumirn adecuadamente
esta doctrina: "Anda siempre con circunspeccin dice el Santo, como
quien tiene presente a los ngeles en todos los caminos". "Amemos
afectuosamente a sus ngeles como a quienes han de ser un da
coherederos nuestros, siendo ahora abogados y tutores puestos por
el Padre y colocados por l sobre nosotros." As amar a los ngeles es
amar a Dios mismo. Al amor se aade la confianza. "Aunque somos tan
pequeos y nos queda tan largo y tan peligroso camino, qu temeremos
teniendo tales custodios? Fieles son, prudentes son, poderosos son.
Siempre, pues, que vieres levantarse alguna tentacin, amenazar
alguna tribulacin, invoca a tu guarda, a tu conductor, al protector
que Dios te asign para el tiempo de la necesidad y de la
tribulacin. No duerme, aunque por breve tiempo disimule alguna vez;
no sea que con peligro salgas de sus manos si ignoras que ellas te
sustentan."
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3 OCTUBRE, SANTA TERESITA DEL NIO JESS
3 OCTUBRE. SANTA TERESITA DEL NIO JESS
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La fiesta de los ngeles custodios se celebra con rito de/ fiesta
doble mayor y oficio fes.tivo propio en los maitines y laudes, misa
y segundas vsperas. H e aqu la oracin propia del da: "Oh Dios, que
con inefable providencia te has dignado enviar a tus santos ngeles
para nuestra guarda!, concede a los que te pedimos el vernos
defendidos por su proteccin y el gozar eternamente de su compaa.
Por Cristo nuestro Seor. As sea".EUGENIO BEITIA. BIBLIOGRAFA SAOTO
TOMS DE AQUINO, Stma Teolgica, p.l. a q.113.
DUHR, J., Anges, artculo en Dic, de spiritual, vol.l (1933)
c.580-625.RAIMUNDO SUREZ y AURELIANO MARTNEZ, O. P., Introduccin
al
tratado de los ngeles, en el t.3 de la edicin bilinge de la Suma
Teolgica (BAC). BERAZA, De Deo Creante (Bilbao 1921).PP. SOCIETATIS
IESU IN HISPANIA, Sacrae Theologiae Summa, II (BAC).
M. RIGHETTI, Historia de la Liturgia (BAC).
3 de octubre
SANTA TERESITA DEL NIO JESS(f 1897)
Alencon, 1873. El 2 de enero ha nacido en aquella ciudad
normanda una nia; el da 4 se la bautiza en Nuestra Seora. Es el
primer encuentro misterioso con Jess. Se trata de la ltima .hija de
Luis Martin y de Celia Gurin, un matrimonio ejemplar, cristiansimo,
sencillamente heroico en el conjunto de sus virtudes sinceras. Con
su estilo fin de siglo un poco cerrado, un poco romntico, un poco
burgus. l haba trabajado como relojero y joyero. Ella diriga una
pequea artesana de encajes de Alemjon. Es familia modesta, pero
acomodada. A la pequea precedieron otros ocho hermanos, de los
cuales murieron cuatro de corta edad. Quedan: Mara, Paulina, Leona
y Celina. A mediados de marzo hubo que enviar a la pequea a Semall
para que la criase Rosa Taill, y no volver al hogar familiar hasta
abril del ao siguiente. Lo exigi as la debilidad de la nia y la
falta de salud de la madre. En casa se vive una intimidad entraable
y encantadora. La educacin de las hijas se realiza clidamente,
ex-
quisitmente, pero sin mimos. El ambiente es de intensa piedad y
de una cultura relativa, pero apropiada a las condiciones de la
familia y de los tiempos. Por cierto que Teresita ofreqe sntomas de
nerviosismo exagerado a ratos. D e prdromos de amor propio muy
significativos. Y de cabeza despierta y de corazn nobilsimo tambin.
Pero el cuidado de los suyos, su esfuerzo despierto desde muy
pronto, y sobre todo la gracia de Dios, han logrado que aquellos
defectos queden perfectamente superados y las cualidades magnficas
orientadas hacia el bien. Ella podr afirmar de s misma con toda
verdad esta frase tremenda: "Desde los tres aos no he negado nada a
Dios..." Es un caso de precocidad sobrenatural pocas veces
igualado. El 28 de agosto de 1877 mora madame Martn. De aos vena
soportando una dura enfermedad cancerosa. Su muerte fu la de una
santa. Teresita, de cuatro aos y medio, capt la emocin de aquellos
das y de aquel trance. Pero su sensibilidad qued afectada: durante
diez aos padecer demasiado las impresiones pequeas de la vida,
aparecer tmida, llorosa por cualquier pequenez que le acaezca. Al
quedar hurfanas las dos hermanas pequeas escogieron por madre a las
mayores. Celina, a Mara; Teresa, a Paulina. La influencia de sta en
Teresita ser enorme e indeleble, tanto en el mundo como despus en
el Carmelo. Por noviembre de aquel ao la familia Martin se traslada
a Lisieux. Vive all un hermano de la difunta madre, con su esposa y
sus hijas, y as podan estar las cinco jvenes un poco a la sombra de
los tos y ms relacionadas. Don Luis compr una casita con jardn en
las afueras casi de Lisieux: los "Buissonnets". Un rincn delicioso
y tranquilo, donde transcurri la juventud de Teresa hasta su
entrada en el Carmen. De 1877 a 1888. Vida intensa familiar. Sin
ser mimada ser la "reinecita" de la casa, obre todo para su padre,
con quien pasea, a quien adora. Con su hermana Celina la unin es
constante. Viven identificadas en ideales, en gustos, en detalles.
Tambin intima mucho con su prima Mara Gurin. Con Paulina... no hay
que decir. Algunos viajes con los tos o con su padre y hermanas a
Txouville, a Alencon, a Deauville... En 1879 la primera confesin. Y
hacia 1880 una visin misteriosa en el jardn: un hombre como su
padre, con el rostro tapado. Profticamente anunciaba el
porvenir.
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3 OCTUBRE. SANTA TERESITA DEL NIO JESS
3 OCTUBRE. SANTA TERESITA DEL NIO JESS
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Desde octubre de 1881 empieza a frecuentar como me-1
diopensionista la abada de las benedictinas de Lisieux para recibir
instruccin ms completa, esa formacin general que las jvenes de su
clase media reciban por entonces. Pero el 2 de octubre del ao
siguiente Paulina entraba en el Carmelo. Fu una segunda orfandad
para T e resa, suplida en parte por los cuidados de la hermana
mayor, Mara. Y es entonces cuando surge la extraa enfermedad.
Primero dolores continuos de cabeza; luego, desde el 25 de marzo de
1883, la virulencia del mal: obsesiones, ataques violentos, dolores
y sntomas que no se saben calificar. Estuvo en peligro de morir.
Pero el 13 de mayo, Pentecosts aquel ao, se realiz el prodigio: la
Virgen, desde la estatua que presida su estancia, sonri a Teresita
y sta qued milagrosamente curada. El 8 de mayo del ao 1884 la
primera comunin, que recibe en el colegio. Su preparacin fu
esmeradsima. Y el suceso ntimamente impresionante. "Ah, qu dulce fu
el primer beso de Jess a mi alma! Fu un beso de amor, me senta
amada, y le deca tambin: "Yo os amo, me entrego a Vos para
siempre..." Este da no fu slo una mirada, sino una fusin, ya no
eran dos; Teresa haba desaparecido, como la gota de agua que se
pierde en el Ocano". Cuando el 14 de junio del mismo ao, recibe la
confirmacin de manos de monseor Hugonin, obispo de Bayeux, su
comunin del Espritu Santo fu tan fervorosa como haba sido la del
Verbo encarnado. En 1885 y 1886 sufre un largo perodo de escrpulos,
que maduran su alma. Mara es su sostn. Pero sta entra tambin en
octubre en el Carmelo. Y entonces sus hermnitos del cielo,
invocados por ella, le obtienen la paz. Ms an: el 25 de diciembre
de aquel ao 1886. recibe la gracia que ella llama de su conversin:
su hipersensibilidad queda instantneamente dominada. Para siempre
vivir bajo este aspecto en la ms equilibrada normalidad. Ms
gracias. En julio del 87, ante una estampa del Crucificado, se
despierta en su alma el deseo de salvar las de sus hermanos los
hombres. Esta sed no har ms que crecer a lo largo de su vida. Con
ella morir abrasada. Ahora desde el cielo la sacia en una lluvia de
conversiones maravillosas. La primera por la que se interesa es por
la del criminal Prancini, que morir en el cadalso besando el
crucifijo.
El Carmelo. Desde los dos aos empez a sentir la llamada. Ahora
ya es apremiante. Es all, enclaustrada, contemplativa, como siente
que Dios la pide ser misionera, ganarle almas, vivir en el Carmelo
teresiano el ideal que la gran reformadora espaola le haba
consignado. Teresita iba a encarnar el ideal de la madre Teresa
como nadie despus de ella lo haba realizado. "He venido (al Carmen)
para salvar las almas y sobre todo a fin de rogar por los
sacerdotes." Pero tena entonces quince aos! Las dificultades no se
hicieron esperar. Heroicamente se dispuso a vencerlas. El 29 de
mayo de 1887 pide el permiso a su padre, que le concedi emocionado.
Sin embargo, no pudo entrar en el Carmen hasta el 9 de abril de
1888. Los superiores eclesisticos resistieron. Viajes a Bayeux, a
Roma... Porque del 4 de noviembre al 2 de diciembre ir con su padre
y Celina en peregrinacin a Roma, para pedir al Papa el anhelado
permiso. El da 20 fu la audiencia papal.. Se ha prohibido decir
nada al Papa, pero ella habla, insiste, hasta que la arrancan de
los pies de Len XIII. Este slo pudo dejarle caer unas vagas
palabras de aliento... Pero el obispo, monseor Hugonin, daba el 28
de diciembre la deseada autorizacin. Con todo, hasta el abril
siguiente no fu recibida en "el arca santa". Nueve aos en el
Carmelo de Lisieux. Despus... el cielo. Las fechas de los actos
oficiales de su vida monstica son las siguientes: entrada como
postulante el 2 de abril de 1888. Toma de hbito (preside monseor
Hugonin) el 10 de enero de 1889. Por cierto que aquella maana,
inesperadamente, nev, porque la Esposa tuvo aquel capricho y el
Esposo, delicadamente, se lo concedi. El 8 de septiembre de 1890
profesin (se la retardaron varios meses porque s, quiz por sus
pocos aos todava). El 24 de septiembre del mismo mes toma del velo
negro. El Carmelo de Lisieux era en conjunto, por aquellos aos,
mediocre nada ms. No relajado, pero tampoco modlicamente fervoroso.
Vive an una de las fundadoras, la madre Genoveva de Santa Teresa,
alma santa, pero ya retirada. Es priora la madre Mara de Gonzaga,
mujer corriente y vulgar, susceptible, envidiosa, autoritaria,
cambiable. Pero no exageremos. Todo ello en un tono como suele
darse con frecuencia en muchas mujeres, al mismo tiempo virtuosas.
A Teresita la trat con cierta severidad. E hizo bien. Para que as
no resultase la nia bonita de
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3 OCTUBRE. SANTA TERESITA DEL NIO JESS
3 OCTUBRE. SANTA TERESITA DEL NIO JESS
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la comunidad. En los ltimos aos de la Santa supo estimarla y
hasta pona en ella confianza, lo cual no ha de admirarnos, dada la
delicadsima caridad de la hermanita. A Teresita la envolvi un poco,
sin ser personalmente contra ella, la animosidad que un grupo de
religiosas (las de la madre Gonzaga) abrigaba contra las hermanas
Martin, que por sus cualidades estupendas empezaron a pesar en la
vida de la comunidad. La vida externa de Teresa del Nio Jess y de
la Santa Faz en el convento se resume en pocas lneas: Observancia
perfecta y amorosa de las reglas y constituciones de la Orden.
Generosidad hasta en los ms mnimos detalles en la obediencia y en
la caridad con sus hermanas religiosas. Pobreza delicada y
minuciosa. Sonrisa en los labios siempre. Alegra en la recreacin.
Igualdad de trato con todas. All estn tres de sus hermanas carnales
(Celina entrar en septiembre de 1894). Pero Teresita no conceder ni
lo ms mnimo a su naturaleza. Y sus hermanas llegarn casi a
extraarse de la aparente indiferencia de su hermanita. Es ms:
cuando su "madrecita" Paulina, ahora Ins de Jess, sea priora
(1893-1896), Teresa ser la religiosa que menos disfrute del trato y
conversacin de la misma. A poco de la entrada de Teresa en el
monasterio comienza la enfermedad que repercuta en el uso de las
facultades mentales de su padre, tan amado. Morir en 29 de julio de
1894 entre sus cuados y atendido por Celina, que se ha quedado
siempre con l. Todos esos aos T e resita sufri terriblemente con
las diversas alternativas. La misin proftica, habida en su
infancia, se cumpla ahora doloridamente. Cuando, en febrero de
1893, fu elegida priora su hermana Ins, sta nombr maestra de
novicias a la madre Gonzaga, pero la dio como ayudante a sor
Teresita. Y cuando, en marzo de 1896, vuelve la madre Gonzaga a ser
priora, reteniendo el cargo de maestra a la vez, sigui sirvindose
de la Santa igualmente. Hasta la confi prcticamente el noviciado.
Fu as, sin ttulo, maestra efectiva de novicias hasta morir. En ese
cargo delicado dio muestras de una prudencia extraordinaria y
sobrenatural. Poco ms puede aadirse si no es la enfermedad y la
muerte. El 2 y 3 de abril de 1896 las primeras .hemoptisis que
denunciaban Ja tuberculosis pulmonar. Lentarnen-
te avanzar sta hasta quitarle la vida, el 30 de septiembre del
ao siguiente. Luego volveremos sobre ello. Pero estos datos, no
podran contarse poco ms o menos de otras muchas religiosas
fervientes de por ah? Por qu Teresita de Lisieux es una santa? Una
santa! La ms clebre de los tiempos modernos, y quiz de toda la
historia de la cristiandad. La que ha provocado un "huracn de
gloria" como ninguna otra. La de los milagros y conversiones sin
nmero. La de los millones de ejemplares de su autobiografa, vertida
en docenas de idiomas, el libro ms ledo.y multiplicado en el siglo
actual... Es un misterio de lo sobrenatural. Pero esta monjita fu
enviada por Dios al mundo trayendo en sus manos un mensaje del
cielo. As, por este medio tan humanamente humilde. Son... cosas de
Dios!... Ese mensaje nos lo ha entregado ella en unas pginas
sencillas, literariamente abandonadas: unos cuadernos que la madre
Ins de Jess y la madre Mara de Gonzaga le hicieron escribir.
Algunas cartas, sobre todo una de septiembre de 1896, a su hermana
Mara del Sagrado Corazn. Tambin algunos dichos recogidos por las
que la rodeaban. Y unas cuantas poesas para los recreos y fiestas
de las monjitas. Y todo ello hecho vida en su vida, encarnacin de
su propio mensaje, la idealidad pura del mismo hecho en ella
realidad transparente y maravillosa. Resumirlo aqu y ahora es de
una extrema dificultad. Mensaje de amor... En la carta antes
aludida, Teresita ha trazado en unas pginas sublimes su llameante
aspiracin de amor, alma de su vida. Por su vocacin de carmelita
ella se siente esposa de Jesucristo y madre de las almas. Pero eso
se explcita en ella en una multitud de vocaciones que le queman el
alma: vocacin de guerrero por Cristo, de sacerdote, de apstol, de
doctor, de mrtir... Era imposible vivirlo externamente todo. Pero
los captulos 12 y 13 de la Carta primera a los Corintios le dio la
solucin. "Por fin encontr el descanso. Analizando el Cuerpo mstico
de la santa Iglesia, no m vea incluida en ninguno de los miembros
citados por San Pablo, o ms bien pretenda reconocerme en todos. La
caridad me dio la clave de mi vocacin. Encenda yo que, si la
Iglesia posee un cuerpo compuesto de diferentes miembros, no poda
faltarle el ms necesario, el ms excelente de todos los rganos:
pensaba que ella tena un corazn y que este corazn ar-
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I >' rilllRI. SANTA TERESITA DEL NIO JESS 3 OCTUBRE. SANTA
TERESITA DEL NIO JESS 23
da en llamas de amor. Vea claro que slo el amor pone en
movimiento sus miembros, porque, si el amor se apagaba, los
apstoles no anunciaran el Evangelio, los mrtires rehusaran verter
su sangre... Comprend que el amor abarca todas las vocaciones, que
el amor lo es todo, que el amor trasciende todos los tiempos y
lugares porque es eterno. Entonces, delirante de gozo, exclam: Mi
vocacin es el amor. S; he encontrado mi lugar en el seno de la
Iglesia, y este lugar, oh Dios mo!, es el que Vos me habis sealado:
en el corazn de la Iglesia, mi madre, yo ser el amor... As sern
realizados mis ensueos." El amor! A ese amor, a esa caridad
misericordiosa del Seor, se haba ella consagrado como vctima. Fu el
9 de junio de 1895. Fu una verdadera inspiracin: consagrarse no
precisamente a la justicia, como otras almas han hecho, sino al
amor... Poco das despusel 14 de junio, al hacer el ejercicio del va
crucis en el coro, sinti su alma herida, abrasada, sumergida
totalmente en el amor. Fu una gracia mstica de valor inestimable.
Pero esta vocacin Teresa la ha vivido segn una frmula que ella ha
hecho universalmente famosa: la de la infancia espiritual. El
secreto es viejo como el Evangelio. Pero Teresa ha recibido la
misin de llamar la atencin en nuestros das sobre ese caminito, que
es, en definitiva, el de todos. Reconocernos como nios ante Dios,
nuestro Padre. Y, por tanto, ser humildsimos, sencillos, y confiar
sin lmites en su bondad y misericordia infinitas. Esa infancia
espiritual es la pobreza de espritu de la Sagrada Escritura; es la
doctrina de las nadas de San Juan de la Cruz. En el Evangelio y en
San Juan de la Cruzsu padre y su maestro preferidobebi ella a
raudales su doctrina del amor y de la humildad perfecta, que con su
gracia personal ha ofrecido a nuestro siglo, el cual, con razn, ha
reconocido all la quintaesencia de la perfeccin cristiana en su ms
pura y exquisita sencillez. Sin accidentalidades, ni
extraordinarios, ni nada raro. Solamente lo substancialmente
sobrenatural a secas, con toda su belleza y enorme fuerza vital. Y
nuestros tiempos, atormentados y en angustia, se han impresionado
hondamente ante esa bocanada de aire sano de confianza y de amor
que les vena de Lisieux... Teresita recibi esa misin. Y la vivi en
su vida. Su entrega de amor la hizo vctima de amor. Su marco
exter-
no ser maravillosamente sencillo, humilde, desconocido,
nazaretano: un pobre monasterio carmelita sin relieve especial. All
ser ella una monjita perfecta, ideal, que har por amor pursimo de
Dios todas sus acciones sencillas, pero as maravillosamente
valiosas. Sufrir siempre mucho, porque su rica sensibilidad de alma
y de cuerpo la han hecho apta para sufrir. Sin embargo, los ltimos
aos sern terribles de dolor siempre envolvente. Tena que sufrir
para hacer fecundo su mensaje. Tena que morir el grano para que
die'se mucho fruto. Tena que ser corredentora de millares y
millares de almas. La tuberculosis apareci en abril de 1896. Poco a
poco, todo lo invadi. Sufri calladamente cuanto pudo. Lleg en los
ltimos meses al ltimo extremo. Todo estaba herido: pulmones e
intestinos. Las curas de botones de fuego, la sed abrasadora
("Cuando bebo agua es como si vertiese fuego sobre fuego!"), la
fiebre asfixiante... La consumacin lleg al trmino de perforar los
huesos la piel hecha llagas. El cuido..., el de entonces, y la
priora ms bien fu corta en ello, no, desde luego, por mala
intencin, sino por criterio miope. Pero, adems, pocos das despus de
las primeras hemoptisis su alma se vio sumergida en una prueba
mistica atroz: desapareci de ella todo sentimiento de fe y surgi
avasallador el contrario... Fueron dieciocho meses (hasta morir) de
un verdadero martirio. La santa de la confianza sin medida se senta
como si tal realidad no existiera. Lo senta..., porque su fe y su
confianza fueron cada da ms grandes y esforzadas. En su angustia la
sonrisa floreca en su rostro. Y la intencin apostlica de tal prueba
la alentaba a sufrir. Las pginas en que ella describe su tormento
son realmente impresionantes. Y la finalidad heroica expresada del
mismo: "Pero, Seor, vuestra hija ha comprendido vuestra divina luz,
ella os pide perdn por sus hermanos, ella acepta comer todo el
largo tiempo que Vos queris el pan del dolor y no quiere levantarse
de esta mesa llena de amargura donde comen los pobres pecadores
antes del da que Vos habis sealado... Oh Jess!, si es necesario que
la mesa manchada por ellos sea purificada por un aL- H que os ame,
yo quiero comer sola el pan de la prueba hasta que os plazca
introducirme en vuestro reino luminoso. La sola gracia que os pido
es la de no ofenderos jams." As, deshecha, crucificada en cuerpo y
alma, pero re-
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3 OCTUBRE. SANTA TERESITA DEL NIO JESS
3 OCTUBRE. SAN FROILN
25
bosando amor y paz, la encontr la muerte. Su alma viva y
comulgaba al misterio de la Santa Faz, su devocin predilecta. Y se
abra profticamente a los inmensos horizontes de su fecunda futura
misin. "Yo no he dado a Dios ms que amor. l me devolver amor.
Despus de mi muerte har caer una lluvia de rosas." "Amar, ser
amada, y volver a la tierra para hacer amar al Amor." "Presiento
que mi misin va a comenzar: la misin de hacer amar a Dios como yo
le amo, de ensear mi caminito a las almas." "Quiero pasar mi cielo
haciendo bien en la tierra..." As hasta el final. En el repecho del
Calvario ella, que, comentando el salmo 22, haba dicho: "All estaba
toda mi alma!", recorra ahora su senda de la infancia espiritual,
de la confianza y del total abandono... El 29 de septiembre pudo
exclamar: "Lo he dicho todo... Todo est cumplido. Slo cuenta el
amor!" El 30 fu una larga agona. "No me explico cmo puedo sufrir
tanto si no fuese por mi ardiente deseo de salvar almas..." "No, yo
no me arrepiento de haberme entregado al Amor..." La Virgen de la
sonrisa velaba junto a su hijita. Cunto y qu delicadamente haba
ella amado a Mara! Ahora la miraba con un ansia especial... A las
siete y minutos de la tarde el postrer grito: "Oh..., le amo! Dios
mo..., os amo!" Luego un xtasis maravilloso, celestial... Dur poco
ms de un credo. El ltimo golpe lo daba el Amor! Despus, la
publicacin de sus escritos. La lluvia de rosas, de milagros, de
gracias de todo gnero. La beatificacin en 1923. La canonizacin en
1925. El patronato sobre todas las misiones en 1927. La apoteosis
universal...BALDOMERO JIMNEZ DUQUE.
Conseils et souvenirs por su hermana Celina) (Lisieux 1952) 286
pp. (traduccin espaola en Burgos). Y las antiguas ediciones de la
Historia de un atna, que en parte an son aprovechables y
orientadoras.
SAN
FROILAN(t ca.905)
BIBLIOGRAFALa literatura sobre la Santa es actualmente ingente.
A veces exagerada por ambos extremos. Pero podemos limitarnos a
leerla a ella misma. Ser, sin duda, lo mejor. Su sencillez, su buen
sentido, su calor comunicativo... son admirables. Hoy poseemos ya
la edicin crtica manual de sus autgrafos principales, aquellos que,
maquillados, constituyerton hasta hace poico la llamada Historia de
un alma. Edicin de Lisieux, 1957, 3'8 pp. (responden a la edicin
fotogrfica de los mismos hecha anteriormente). H a y traduccin
espaola. Burgos. El Monte Carmelo. Tambin: Cartas (Lisieux 1948),
469 pp. (edicin espaola en Burgos). Novissima Verba (por VL INS),
Lisieux, 224 pp.
San Froiln fu uno de los hombres que forjaron la Espaa medieval
en las difciles horas del siglo ix. Dos grandes tareas se imponan a
los hombres de aquella poca para librarse del angustioso
aniquilamiento que les amenazaba: la reconquista del suelo patrio
de manos de los rabes y la inmensa obra de colonizacin que a la
Reconquista segua. Era preciso entonces hacerlo todo. Al recobrarse
la yerma y asolada geografa hispnica haba que imprimir sobre ella,
como sobre tabla rasa, el espritu, el carcter, la cultura y la
pasin de la Espaa cristiana, que renaca con sello nuevo tras los
Montes Cntabros. La accin fecunda de Froiln, su vida y su espritu,
lleno de afanes de superacin, quedaron tejidos en la trama de la
historia de aquella Espaa. Quin era San Froiln y cul fu la
trayectoria de su vida? Por fortuna, se conserva una corta biografa
del orodoxo varn Froiln, obispo legionense, copiada en elegante
minscula visigtica por el dicono Juan, contemporneo suyo. Esa copia
es del ao 920, quince aos despus de la muerte del santo obispo
(905). Ignoramos quin fu su autor. A pesar de su estilo lacnico y
de sus adherencias legendarias, podemos reconstruir los rasgos
fundamentales de su vida y carcter. 'Nace el ao 833 en los
arrabales de Lugo. All recibe durante sus primeros aos la enseanza
que los concilios exigan a los candidatos para el sacerdocio. Al
llegar a los dieciocho aos su vida interior entr en crisis. Dud
entre la vida retirada del desierto o la actividad apostlica. El
futuro fundador de cenobios y gran predicador de muchedumbres opta
por la soledad de los montes. Los espritus superiores toman
personalmente la iniciativa de su vida y Froiln quiso consagrarla
totalmente a la familiaridad ntima con Dios. Buscaba a Dios en
aquellos montes y lo encontraba en todas las criaturas, que le
hablaban de una
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3 OCTUBRE. SAN FROILN
3 OCTUBRE. SAN FROILN
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belleza arcana y superior. El poda cantar dulcemente aque->
los versos de Berceo:Yaciendo a la sombra perd todos cuidados; od
sones de aves dulces e modulados. Nunca udieron omnes rganos ms
emprados, nin que formar pudiesen sones ms acordados.
Mientras l gozaba de los encantos de la soledad estallaba en la
Espaa musulmana una violenta persecucin contra los cristianos. El
ao 850 comenz a florecer de nuevo con el rito solemne de la sangre
el martirologio cordobs. Rosas purpreas de esta larga primavera
martirial fueron, entre otros, e! sacerdote Perfecto, degollado el
da de la Pascua mora; el erudito monje Isaac, decapitado y colgado
de un palo; el joven Sancho, crucificado; las dos vrgenes Columba y
Pomposa, y el ms famoso de todos, el bienaventurado Eulogio, "aquel
hacedor anhelante de mrtires", cuya cabeza cort el alfanje de un
solo golpe, a las tres de la tarde del sbado 11 de marzo del ao
859. Tal vez la voz poderosa de esta sangre inocente retumb entre
los montes donde Froiln se esconda y le empuj a organizar una
cruzada. Tal vez en el dilogo familiar con Dios sinti la invitacin
a la vida activa. NOS cuenta su bigrafo, con la ingenuidad de
nuestros cantares de gesta y, sin duda, imitando los inicios de la
predicacin de Isaas, que al joven eremita le acuciaba la duda de si
deba permanecer por ms tiempo en aquellas soledades. Para liberarse
de ella se someti a la prueba del fuego. Si Dios suspenda las leyes
era seal evidente de su voluntad divina. Froiln introdujo unas
brasas encendidas en su boca. El fuego no le caus la ms mnima
quemadura. Dios haba hablado. De los montes se lanz a los poblados
a propagar entre los hombres otro fuego que le arda dentro. Su vida
nos dice escuetamente que recorra las ciudades predicando sin cesar
la palabra divina con gran aplauso de todos. En sus triunfos
pastorales senta irresistiblemente el atractivo de la soledad para
reponer sus energas. Acompaado del sacerdote Atilano torna a su
retiro. Ambos se escondieron en los montes de Curueo (Len). Pero
los pueblos en masa le seguan a su celda solitaria. Con las
muchedumbres iban magnates y obispos que anhelaban or su palabra.
Entre sus oyentes se despertaron numerosos seguidores cautivados
por sus ejemplos, Ante los rue-
gos insistentes se ve forzado a bajar a la ciudad de Veseo. All
erige su primer monasterio, que llenar pronto con 300 monjes. Es el
comienzo de una nueva etapa: fundador de cenobios. Su fama salta
los montes de Len y llega a odos de Alfonso III en Oviedo. El rey
le enva mensajeros ordenndole venir a su corte. Honda impresin caus
en Alfonso la presencia de aquel monje. Se fija en l para la
gigantesca obra de repoblacin que haba comenzado su padre, Ordoo I.
Las fronteras del reino astur-leons llegaban por el sur hasta la
lnea del Duero. De Castilla se poda decir lo del poeta: "Harto era
Castilla menguado rincn | cuando Amaya era corte, Hitero el moyn".
Zamora, Toro y Simancas eran fortalezas que espiaban posibles
asaltos rabes al reino cristiano. Las zonas fronterizas a ambos
lados del ro estaban despobladas y devastadas por los reyes
asturianos. Lo exiga as la tctica militar. Pero haba que ir
empujando 1.a frontera ms abajo. Para eso, en la zona norte del
Duero era necesario levantar los poblados destrudos y poner en
explotacin las tierras abandonadas. Ninguna fuerza ms cohesiva para
dar vida a estas preocupaciones regias que la accin colonizadora de
los monasterios. Esto lo comprendi cabalmente Alfonso III y concedi
al Santo amplias facultades para visitar todos sus dominios y
levantar cenobios a cuyo amparo se acogiesen los nuevos poblados.
Estas agrupaciones humanas as formadas constituan una unidad
poltica cuyo jefe era el abad, y sus agentes y maestros los monjes,
que enseaban las artes de la paz e infundan el espritu de cruzada
en la guerra de Reconquista. Froiln puso en juego de nuevo su
capacidad de iniciativa y se dio a recorrer las tierras del reino
alfonsino. Su beligerante actitud le llev a fundar dos grandes
monasterios cerca de la frontera, a pocos kilmetros de Zamora. El
primero fu el de San Salvador de Tbara. En l se congregaran 600
monjes de ambos sexos. Era uno de esos monasterios llamados
dplices, donde las monjas, aunque rigurosamente separadas, tenan la
ventaja de la asistencia sacerdotal y de la defensa en caso de
invasin. Fu ste, en el siglo X, uno de los ms famosos monasterios
por el arte refinado de su escritorio. La pesadumbre del tiempo,
insensible a los afanes del hombre, no nos ha permitido ver en su
realidad de piedra la arquitectura de esta fundacin. Pero,
afortunadamente, un cdice de su escritorio nos la conserva
parcialmente. En el ltimo folio aparece la torre del monasterio,
"alta y lapdea", de si-
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3 OCTUBRE. SAN FROILN
4 OCTUBRE. SAN FRANCISCO DE ASS
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Hera policroma, con ventanales de arcos de herradura. Sobre el
tejado, dos airosas torrecillas con sendas campanas. A los lados de
los ltimos ventanales dos balcones voladizos se asoman al
horizonte. Tres .hombres suben a la torre por unas escaleras de
mano y otro hace sonar las campanas tirando de una cuerda. Adosado
a la torre est el escritorio. Un pergaminero aparece sentado en un
taburete cortando el pergamino con grandes tijeras. En un aposento
inmediato estn el monje Snior, copista, y Emeterio, escriba y
pintor, discpulo predilecto de Magio. Fu Magio la gloria cultural
ms notable del monasterio tabarense. Contemporneo en su niez de
Froiln, elev a alturas maravillosas el arte de la miniatura, ese
arte "casto, espiritual y apacible a los ojos, y que mueve el nima
a altas consideraciones". Son todos los datos que poseemos de esta
esplndida fundacin. Del segundo monasterio tenemos an menos
noticias. Segn el citado bigrafo, lo levant en un emplazamiento
alto y ameno junto a las aguas del Esla, al parecer cerca de
'Moreruela (Zamora). Slo una frase aade a este laconismo: "se
reunieron all 200 monjes consagrados a la ascesis de la vida
regular". Aquellos cronistas medievales, avaros del tiempo, no nos
cuentan nada de los mtodos de direccin espiritual del Santo
cenobiarca ni del ambiente de perfeccin que, sin duda, reinaba en
estos monasterios. Pero se siente palpitar en estas breves pginas
biogrficas la dinmica incontenible de Froiln, su temperamento
emprendedor, su espritu sobrenatural lleno de ardorosa elocuencia,
su recia personalidad de caudillo espiritual. Esa era la fama que
corra de pueblo en pueblo y de comarca en comarca y que cada da
ganaba ms admiradores. Por eso no es extrao que, al quedar vacante
la sede de Len, se lzase unnime la voz del clero y del pueblo,
reclamando por obispo al abad Froiln. El rey, que no haba logrado
convencerle para que aceptase el oficio, pastoral, se alegr
sobremanera. Vencida su resistencia, fu consagrado obispo de Len el
da de Pentecosts, 19 de mayo del 900. se mismo da reciba tambin la
consagracin episcopal para la sede de Zamora su inseparable y santo
amigo Atilano. Estas dos lumbreras, dice emocionado el autor
annimo, puestas sobre el candelero, iluminaron con la claridad de
su luz eterna todos los confines de Espaa. La Iglesia de Len, que
estaba dedicada, segn una donacin de la poca, "a los seores,
santos, gloriosos y, despus de Dios, fortsimos patronos San-
ta Mara Virgen, Reina celeste, y San Cipriano, obispo y mrtir",
reciba ahora clamorosamente por obispo al que haba de ser su
Patrono hasta el da de hoy. Slo la gobern cinco aos, pero el
herosmo de sus virtudes y el triunfo de su santidad la aureolaron
para siempre.QUINTN ALDEA BAQUERO, S. I. BIBLIOGRAFA Acta sanct., 5
oct. t.3, pp.228~235. Espaa Sagrada, Vita, t.34, pp.422-425; cf.
pp.159-203.L P E Z PELEZ, A., S a n Froiln (Madrid 1910).
ID., Vida postuma de un santo (Madrid 1911). GONZLEZ, J., San
Froiln de Len |Len 1946). Estos dos ltimos autores son los que
mejor han valorado las fuentes histricas de San Froiln. El ltimo es
ms exacto1 y conciso que el primero y traza un cuadro ms fiel de la
poca de San Froiln.
4 de octubre
SAN FRANCISCO( t 1228)
DE ASS
Por qu a ti? Por qu a ti? Por qu todo el mundo viene en pos de
ti? As le preguntaba cierto da a San Francisco uno de sus
discpulos, intrigado por la irresistible atraccin que ejercia un
hombre externamente tan despreciable como el Pobrecillo de Ass.
Fray Maseo, que tal era el nombre del que preguntaba, se plante
hace ya siete siglos un problema que todava hoy sigue intrigando a
cuantos reflexionan sobre l. Prescindiendo de los innumerables
simpatizantes que San Francisco tiene, tanto entre los catlicos
como entre los que no lo son, cuarenta y seis mil religiosos,
ciento cincuenta mil religiosas y tres millones de terciarios
franciscanos estn atestiguando que todava subsiste actualmente el
hecho observado por fray Maseo. Nuestra sabidura popular lo ha
reflejado en el adagio de que " por fraile o por hermano, todo el
mundo es franciscano". Y esto viene sucediendo as desde hace
setecientos aos. Qu tendr San Francisco para ejercer esta atraccin?
Cuanto ms se estudia la personalidad del Santo ms claras aparecen
estas tres cosas: humanamente considera-
30
i OCTUBRE. SAN FRANCISCO DE ASS
4 OCTUBRE. SAN FRANCISCO DE ASS
31
do, San Francisco posea una riqueza de dotes intelectuales,
morales y psicolgicas que hacen atrayente su figura; estas
cualidades humanas, lejos de quedar sepultadas, adquirieron bajo el
manto de la santidad un matiz nuevo y le infundieron a sta un
carcter extraordinariamente amable; la unin de las cualidades
humanas y de la santidad hicieron de San Francisco el Santo
eminentemente moderno. La riqueza de sus atractivos humanos se nos
presenta desbordante ya en su misma juventud. Y es que, adems de
poseer excelentes cualidades, dispuso' tambin de medios para
manifestarlas. Nacido en Ass entre 1181 y 1182, tuvo la fortuna de
poseer una madre piadosa, Madonna Pica, de la que recibi una honda
educacin cristiana. Su padre, Pedro Bernardone, era un rico
mercader en telas. De carcter jovial, altruista, soador,
caballeresco, Francisco amaba la vida y se entreg a ella. Por eso
lo encontramos constituido en jefe de la juventud, en organizador
de holgorios y bullangueras, en alma de todas las fiestas
juveniles. Le gustaba vestir con elegancia, cultivar el cabello,
aparecer limpi, comportarse con finura y cortesa. Los historiadores
nos lo presentan tambin como generoso hasta el derroche, leal con
los amigos y liberal para con los pobres. Era un autntico
juerguista, pero no un disoluto. Sus fiestas juveniles eran
bulliciosas, pero se mantenian siempre dentro de lo correcto. Se
nos dice que nunca perdi la gracia santificante. Este carcter
alegre, jovial, desprendido, volver a manifestarse con mucha
frecuencia a lo largo de su vida. En medio de sus enfermedades
cantaba. A sus frailes los quera ver siempre alegres, con esa sana
y honda alegra que nace del saber que se tiene a Dios. En medio de
su pobreza daba cuanto tena a otro tal vez menos pobre que l. A su
Orden le imprimi ese sello caracterstico de alegra y de pobreza que
se ha hecho proverbial. Pero de una pobreza que, cuando no tiene
que dar, se da a s misma de una manera alegre por amor de D p s . A
los veinte aos le sobrevino una crisis. En su ciudad natal se
declararon la guerra nobles y plebeyos. Aqullos, aliados con la
vecina ciudad de Perusa, vencieron a stos, y Francisco, que haba
luchado en las filas de los humildes, tuvo que soportar en Perusa
un ao de prisin. Al poco
tiempo de verse libre, en 1203, se apoder de l una fiebre
gravsima. Durante la convalecencia se percat, con gran sorpresa
suya, de que las fiestas juveniles ya no le llenaban el alma, y
entonces, sediento de aventuras, en 1205 emprendi viaje hacia el
sur de Italia para luchar contra el Imperio al lado de las fuerzas
de Inocencio III. Inesperadamente, desde Spoleto, regresa a Ass
cuando apenas haba hecho otra cosa que iniciar el viaje. Es que la
mano de Dios haba comenzado a trabajarlo de una manera definitiva.
Poco a poco va perdiendo el gusto por las diversiones bulliciosas.
Poco a poco se va dando cuenta de que algo quiere Dios de l. Qu
ser? Aos cruciales y difciles fueron para Francisco los
transcurridos entre 1205 y 1208. Abandonado de sus amigos,
distanciado de su mismo padre, a quien en presencia del obispo de
Ass le entreg hasta los vestidos que llevaba puestos, inici amistad
con los pobres y con los leprosos. Su carcter dinmico y resuelto le
impuls a restaurar tres ruinosas ermitas de Ass una vez que en la
de San Damin le pareci or del crucifijo la voz de que restaurase su
casa. El nuevo comportamiento del joven no poda menos de parecer
absurdo a quienes lo haban conocido antes. Pero lo grave, para
Francisco no era tanto el hecho de que sus conciudadanos comenzasen
a mirarlo como un lastimoso enajenado, cuanto la angustiosa
incertidumbre en que viva respect de la voluntad de Dios. Despus de
tan larga crisis, el 24 de febrero de 1208 le vino la luz
repentinamente. Al or las palabras del Evangelio en que Jesucristo
enviaba a sus apstoles por el mundo a hacer bien a todos,
desprovistos de todo y expuestos a cualquier trato que quisieran
darles, Francisco, sbitamente iluminado por Dios, comprendi qu esto
mismo era lo que el Seor peda de l. A su caracterstico dinamismo le
falt tiempo para llevar a la prctica el programa evanglico. N o
importaba que sus conciudadanos se mofasen de l. Descalzo, vestido
de tnica y capuchn aldeanos, y ceido con una cuerda, apareci por
las calles de Ass predicando, con el entusiasmo v vigor que le eran
propios, la paz, la pobreza y la caridad cristianas. Si una obra es
de Dios, tarde o 'temprano termina por triunfar. Francisco
experiment muy pronto que la suya era obra divina. Mientras la
mayor parte de los habitantes de Ass esperaban que el nuevo apstol
fracasase en su
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4 OCTUBRE. SAN FRANCISCO DE ASS
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empeo, a los dos meses de su decisin se le comenzaron a unir
hombres tan sensatos y respetados en la ciudad como el rico y
sesudo Bernardo de Quintaval, el pobre pero honrado Gil de Ass y el
noble e ilustrado cannigo de la catedral Pedro Cattani.
Incomprensiblemente a los ojos de los prudentes del mundo, estos
hombres abandonaron la sabidura y riqueza humanas para, al igual
que Francisco, dedicarse a predicar a los dems el Evangelio
vivindolo ellos personalmente de la manera ms radical. Cuando a
estos tres discpulos de la primera hora se le sumaron otros ocho,
el Santo experiment la necesidad de trazar para los doce un nico
programa de vida. Recopil con este fin varios textos del Evangelio,
aquellos precisamente que hablan de la renuncia a todo y del
seguimiento decidido de Jesucristo, y con sus discpulos se present
a Inocencio III para que le aprobase el nuevo modo de vida. La
iniciativa de someter previamente al Papa la breve regla de una
naciente Orden religiosa era inusitada entonces. Pero ms llamativo
que este gesto original de Francisco era el contenido 'de la regla
misma. N a die, ni incluso Inocencio III, crean posible vivir como
Francisco y sus compaeros se proponan. Es que entonces, objetaba el
Santo, era imposible vivir l Evangelio? El Papa comprendi que
Francisco tena razn y aprob verbalmente su programa de vida. Era el
ao 1209. El ao del nacimiento de la Orden franciscana. Constituido
n padre de una familia religiosa, San Francisco en adelante ya no
es slo l, sino tambin sus hijos. Pero ni l ni sus hijos se pueden
comprender si las cualidades humanas del padre las seccionamos del
element divino que comenz a intervenir a raz de su crisis. La
gracia no cambia la naturaleza. A sus veintisis o veintisiete aos,
Francisco segua conservando su espritu idealista y caballeresco de
aos atrs. Se trata de aquel espritu caballeresco de la Edad Media
que lo arriesgaba todo por el honor o por la gloria de depositar
los laureles a los pies de la amada, y que Francisco no pud saciar
cuando, de camino hacia el sur de Italia para participar en la
guerra, la gracia divina le hizo regresar a Ass. Esta misma gracia
es la que ahora, apoderndose de su espritu caballeresco
inicialmente contrariado, lo proyect hacia nuevos ideales.
Francisco y sus compaeros se convirtieron en caballeros andantes
del Evangelio, porque sin un qui-
jotismo espiritual como el suyo, a nadie se le hubiera ocurrido
lanzarse a la conquista de las almas desprovistos de todo,
renunciando a todo, descalzos, burdamente vestidos, dependiendo de
la benvola caridad de los dems. Sorprendentemente, este gnero de
vida obtuvo un xito que nadie hubiera podido pronosticar. La
Iglesia necesitaba entonces de reforma y todos anhelaban un
cristianismo ms impregnado de Evangelio, sobre todo en el aspecto
de la pobreza. Este ambiente dio origen a una verdadera pululacin
de sectas herticas que se proclamaban las restauradoras del
cristianismo evanglico o apostlico como entonces se llamaba.
Reflejando los deseos de todos y oponindose a las desviaciones
heterodoxas, Francisco ofreci con su Orden la verdadera solucin a
los problemas d la Iglesia. De aqu que las gentes se volcaran sobre
l: a los doce aos de su fundacin, n 1221, la Orden contaba ya con
el sorprendente nmero de ms de tres mil frailes; en 1212 fund con
Santa Clara de Ass la rama femenina de las clarisas; en 1221, para
dar cabida en la Fraternidad a los muchos que lo solicitaban, pero
que por diversas circunstancias no podan hacerse religiosos,
instituy la Orden Tercera, es decir, la de los terciarios
franciscanos. La pobreza es lo que externamente resalta ms, tanto
en San Francisco cmo n sus frailes, aun actualmente. Incluso no se
puede negar que es un elemento de gran importancia lo mismo en la
espiritualidad del fundador que en la de su Orden. Pero se
equivocara quien slo, o principalmente, considerase a Francisco en
funcin-de esta virtud. Por debaio de la pobreza late otro elemento,
el ms fundamental de todos: un incondicional amor a Jesucristo, que
llev a Francisco y a sus frailes a identificarse lo ms posible con
el Salvador. Repercusin inmediata de este amor incondicional,
llammosle caballeresco, es la vivencia del Evangelio de una manera
literal, incluso bajo el aspecto de no poseer absolutamente nada,
es decir, d la ms estrecha pobreza. Aqu es donde reside el secreto
d San Francisco y lo que impulsa todos sus movimientos. Se trata de
una prveccin espiritual, en cuanto usufructuada por la gracia, de
las qrandes cualidades afectivas que posea el Santo. Un ejemplo de
esto lo tenemos en el amor que Francisco senta por la naturaleza.
La hermana agua, la hermana alondra, el hermano lobo, el herman
sol, las hermanas aves.Ao cristiano i 2
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los hermanos menores (sus frailes), no son sino modos de
expresarse, adoptados por el Santo, reveladores de la capacidad y
necesidad humanas de amar que encerraba su alma. Slo que estas
cualidades psquicas estaban ahora espiritualizadas por la gracia.
Enfocada esta capacidad de amar hacia Jesucristo con el nuevo
impulso de la gracia, no es extrao que llegara a donde lleg. "El
Amor no es amado! El Amor no es amado!", repeta frecuentemente el
Santo, herido en su fina sensibilidad de amante, al comprobar la
fra indiferencia de los cristianos ante las amorosas finezas del
Redentor. Este amor a Jesucristo ser el resorte mgico que le
impulsar a realizar acciones que un hombre superficial tal vez
considere como nieras. Cada vez que oa pronunciar l nombre de Jess
se relama los labios. Deseaba que sus frailes recogiesen del suelo
los fragmentos de pergamino que hallasen porque en ellos poda
encontrarse escrito el nombre del Seor. En cierta ocasin se
desnudaron l y su compaero para vestir a un mendigo, porque los
pobres eran hermanos de Jesucristo. En la Sagrada Escritura se
alude al Redentor como a un leproso, razn suficiente para que
Francisco reservase para estos desgraciados, a quienes llamaba los
hermanos cristianos, sus ms finas atenciones. La fidelidad
incondicional a la Iglesia y la devocin al Papado, una de las
grandes virtudes del Santo, no frecuentes en una poca minada por
pequeas pero mltiples heterodoxias, obedeca a su firme persuasin de
que la Iglesia era la Esposa de Jesucristo, y el Papa su Vicario en
la tierra. Dotado de una imaginacin viva y enemigo de lo abstracto,
en l Santo este amor iba dirigido a Jesucristo, considerado sobre
todo en sus misterios de sabor humano. Para vivir plenamente la
fiesta de Navidad, Francisco represent plsticamente en Greccio, en
1223, el nacimiento del Nio jess, primera representacin origen de
nuestros belenes. La Pasin y la Eucarista constituan el centro de
sus pensamientos. San Francisco tiene el mrito de haber introducido
en la Iglesia de una manera definitiva la devocin a la humanidad de
Jesucristo. Fu tambin el amor al Salvador lo que le infundi una sed
insaciable de almas, que le condujo a l y a sus frailes a lanzarse
desde el primer momento a la predicacin, de
la misma manera que quera Jesucristo lo hicieran sus apstoles:
"No poseis oro, ni plata, ni dinero en vuestras fajas, ni alforja
para el camino, ni dos tnicas, ni zapato, ni cayado" (Mt. 10,9-10).
A partir de la fundacin de la Orden el Santo apenas tendr un
momento de reposo (tampoco lo tendrn sus frailes), acuciado por
llevar, almas a Jesucristo. Esta ser en los doce aos que siguen su
ocupacin ms frecuente, y la Italia centra] su preferido campo de
accin. En 1210 lo encontramos evangelizando la Umbra y
estableciendo la paz entre los nobles y plebeyos de Ass. Luego pasa
a Toscana y pacifica asimismo la ciudad de Arezzo, ensangrentada
por luchas fratricidas. En 1217 quiere pasar a Francia, pero se vio
obligado a detenerse en Florencia. Todava en 1222, cuando ya sus
enfermedades le hacan sufrir no poco, lo encontramos predicando y
ofreciendo un testimonio viviente del Evangelio en la parte
oriental y meridional de Italia. Sus plticas eran sencillas,
salpicadas de vivas imgenes, de tono clidamente familiar y al aire
libre. Posea una oratoria personalsima e inconfundible, que ofreca
un marcado contraste con la vigente en aquellos tiempos. Sus
historiadores nos aseguran que, atrados por ella, "hombres y
mujeres, clrigos y religiosos, corran ansiosos de ver y escuchar al
hombre de Dios". Y aaden, refirindose a la regin de Umbra: "As se
vio entonces transformarse en breve tiempo la faz de toda la
comarca y aparecer risuea y hermosa la que antes se mostraba
cubierta de mculas y fealdades". Su deseo de dar a conocer a
Jesucristo le indujo en cierta ocasin a pararse en mitad del camino
y dirigir la palabra a sus hermanas aves, que, solicitas y
silenciosas, acudieron a escucharle. De entre sus viajes apostlicos
merecen destacarse dos por el especial significado que entraan.
Como los anteriores a que nos acabamos de referir, tambin stos
proceden de su insaciable amor a Jesucristo, pero adquieren una
expresin nueva, prcticamente indita hasta entonces. La atraccin que
senta hacia la humanidad del Salvador le hizo concebir en 1212 el
propsito de llegarse hasta Palestina para visitar los lugares
santificados por el Seor. La nave tena todas las plazas ocupadas y
entonces Francisco se arriesga con su compaero a viajar ocultamente
en calidad de polizn. Una tempestad impidi al barco llegar a su
destino, y el Santo tuvo que regresar a Italia. Ante
4 OCTUBRE. SAN FRANCISCO DE ASS
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esta contrariedad, su frtil imaginacin le sugiri un nuevo
proyecto, que tena la ventaja de ofrecerle una ocasin probable de
morir, como buen caballero, por el objeto de sus amores. En 1213 se
encamina hacia Espaa, visita el sepulcro de Santiago e intenta
trasladarse a Marruecos para anunciar a Jesucristo entre los
musulmanes. Tampoco en esta ocasin puede realizar su programa. Pero
no ceja. En 1219 consigue, por fin, embarcarse hacia Siria y
revivir en Palestina, sobre el mismo terreno que los presenci, Jos
hechos de la vida del Salvador. Con esta visita a Jos Santos
Lugares, Francisco se convierte en el iniciador de esa epopeya
heroica y sangrienta que sus hijos han venido realizando desde hace
seis sigJos y medio por defender Ja tierra santificada por
Jesucristo. Tanto este viaje a Tierra Santa como eJ que proyect a
Marruecos significan el primer intento de evangeiizacin pacfica
entre Jos musulmanes, que es tambin una de Jas ms preciadas
herencias que Jos franciscanos han conservado siempre de su
fundador. Sin embargo, esto no es todo. Desde su regreso de Tierra
Santa, es decir, desde 1221, Francisco tendr que ocuparse
preferentemente de Jos asuntos de Ja Urden, que iba adquiriendo un
rpido desarroJJo. Y as como los viajes apostlicos por Italia son ia
expresin del deseo que Je roa de dar a conocer a Jesucristo, su
labor de estos aos consistir, sobre todo, en trabajar por mantener
dentro de Ja Urden Ja pureza de Jos ideales evanglicos. E n ios
captulos generales de 1221 y 1223, en ias exliortaciones a Jos
frailes, en sus contactos con eJ cardenaJ riugoiino, protector de
Ja Fraternidad, Ja meta que persegua era siempre Ja observancia
estricta deJ EvangeJo. Esto ya era nuevo, Pero an dio un paso ms
adelante. Si en eJ Evangelio se dice que Jesucristo envi a sus
apstoles por todo eJ mundo, por qu Jos franciscanos se iban a
arredrar ante esto? A imitacin deJ Maestro, Francisco envi tambin
sus fraiJes a predicar entre Jos no crisdanos, fundando de esta
manera Jas modernas misiones entre infieles, expuesta era en
aqueJJa poca esta cJase de apostolado, pero el amor no conoce
limites, y si gana ia muerte, ia suire con aiegna. La
correspondencia suprema y tangibJe por parte del oalvador al amor
que Francisco le protesaba sobrevino en -a mitad de septiembre de
1224. Encontrndose en el monte de La Verna, Jesucristo se Je
aparece al Santo en forma
di' serafn y lo identifica humanamente consigo imprimindole sus
cinco llagas. Francisco qued convertido en un Cristo viviente. Con
razn se le ha llamado "el Cristo de l.i Edad Media". Enfermo, casi
ciego, con el agudo dolor de las llagas, pero siempre alegre
(precisamente en esta poca compuso y cantaba frecuentemente el
hermoso Cntico de las criaturas o del hermano sol), el Santo expir
en Ass el atardecer del 3 de octubre de 1226, junto a su amada
capilla de la Porcincula, centro de todo el movimiento franciscano
y testigo, mediante la indulgencia obtenida del Papa por el Santo,
del ocult retorno a Cristo de tantas almas descarriadas. Con su
atractivo personal, su altsima y austera pero agradable santidad,
sus intuiciones y geniales innovaciones en la Iglesia, San
Francisco termina siempre ganndose la simpata de cuantos se acercan
a l. Aun bajo el aspecto puramente humano, su nueva manera de ver
las cosas obliga a los historiadores a considerarlo como el primer
hombre moderno y el forjador, mediante su Orden, del humanismo
cristiano.PEDRO BORGES MORAN, O. F . M . BIBLIOGRAFA Acta Sanct., 4
oct. t.2 pp.683-723. SAN BUENAVENTURA, Vita o Legenda maior
(Quara^chi 1898). SARASOLA, L., San Francisco de Ass (Madrid 1929).
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SAN FRANCISCO DE ASS, Escritos completos. Biografas y' Florenlas
(BAC).HILARINO FELDER o DE; LUCERNA, Los ideales de San Francisco
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historia, en la leyenda y en el arte. 2 v. (Barcelona 1942).
5 OCTUBRE. SAN ATILANO DE ZAMORA
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5 de octubre
SAN ATILAO DE ZAMORA(f ea.916)
Del que fu grandioso monasterio de Santa Mara de Moreruela, en
Zamora, enriquecido con privilegios de Alfonso VII, Fernando II y
aun de Sumos Pontfices, como Alejandro III; de aquella ilustre
abada junto al Esla caudaloso; de todo aquello que en el siglo xn
fu cuna de la Orden del Cister en Espaa, hoy no queda sino
desolacin y ruina. Aun estn en pie algunos paredones del templo
gigantesco y la sala capitular. La iglesia, de tres naves, conserva
casi intacta la girla, la capilla mayor con su bside, siete
absidiolas y dos an menores a los costados del crucero. Esto, y
poco ms, es cuanto queda de aquel monumento insigne, en el que quiz
se inspir el arquitecto de la bellsima catedral leonesa. El
monasterio de Moreruela est ntimamente ligado a la vida de San
Atilano y San Froiln, prior y abad de aquella fundacin de Alfonso
III para consolidar la lnea defensiva del Esla y del Duero contra
los rabes. Las ruinas actuales, dignas de mejor trato, son
recuerdo, aunque triste, de la primitiva fundacin de los dos
Santos, al lado opuesto tal vez del mismo ro. De la vida de San
Atilano existen muy pocos datos, y algunos improbables; pero los
que son ciertos bastan para destacar la personalidad eminente de
uno de los grandes obispos espaoles de los aos difciles de nuestra
Reconquista. Haba nacido en Tarazona de Aragn, .hacia el ao 850, y,
al parecer, de noble familia. Joven de quince aos, hace ya vida
religiosa en un monasterio ben