EL DÍA, Tenerife, domingo 20 de noviembre de 1983 LJI/A I IVI/AL3 tIM ti? Temas isleños Un marino de corazón derecho O TTO BENTSEN f el buen marino danés —el muy _ buen amigo—, acaba de nacer a la muerte. Dios lo llevó a la isla eterna del eterno reposo, en torno a la cual canta la mar sin fondo y sin orillas. Dios lo llevó a la verdadera Isla Afortunada. Otto Bentsen, el muy buen amigo —el muy buen marino—, ha sido una ilusión más que la muerte nos arrebata, un muer- to más para el cementerio de nuestros corazones, pues son en él ya más los muertos que los vivos. Llegué a la amistad de Otto Bentsen hace muchos años de manos de dos buenos amigos, Peder Larsen y Paco Torres. Comprendí que me encontraba ante un hombre de corazón de- recho, de los que en la vida lle- van como arma la verdad y la honradez, y a lo largo de los años, bien comprendí que no me había equivocado. Para Otto Bentsen, la mar era --como para Tomás Mora- les— un viejo camarada de in- fancia. Vino por vez primera a Santa Cruz de Tenerife en 1935. Era un niño que quería ser marino, que quería respon- der a la muda y poderosa lla- mada de los océanos. Y supo responder, y muy bien, con to- da el alma blanca y fresca de la infancia, alma que conservó —con su risa eterna y franca— hasta que nació a la muerte. Este buen amigo de Tenerife tenía bondad activa e infatiga- ble —una actividad febril que nunca trabajó en el vacío— y, desde luego, siempre fue un Otto Bentsen, capitán Danmark de la hombre demasiado sencillo. Y precisamente por tal sencillez todos recordamos —recordare- mos siempre— aquella figura que lo iluminaba todo. La muerte del capitán Otto Bentsen me ha traído a flor de alma y flor de memoria unos años idos y siempre bien recor- dados. Venimos en piadoso ho- menaje a honrar, con piadosas palabras Herías de recuerdos ya, en la memoria de un hom- bre que fue un maestro de dig- nidad, de realidad, de eleva- ción de espíritu. Otto Bentsen y la Danmark en el corazón de la ciudad ma- rinera —Santa Cruz de Teneri- fe— que siempre les recibió con cariño de tierra sonora, envuel- ta en sombra y aroma, El vele- ro de línea precisa y preciosa huésped fijo del muelle Sur —barco de casa, «nuestra» Dan- mark —siente hoy la muerte de quien, con mano experta en las cabillas del timón, le guió du- rante años y, siempre, le llevó a buen puerto. Con la injusta manía de los olvidos, la justa manía de ios recuerdos por tristes que sean, y más cuando se trata de un nombre bueno, de corazón de- recho, como fue el capitán Bentsen. Las campanas de los barcos, fieles, firmes y madu- ras, mordieron el espacio y fue- ron sonido entre la niebla. Can- taron cuando vivían y hoy es- tán en el polvo sus sonidos. Cantaron victoria en el aire marino y hoy enmudecen en la tierra. El capitán Bentsen fue una campana, pero no enmude- cerá ya que dejó su vida ejem- plar, su buen y bien hacer. A los que quisimos y le que emos, pues para nosotros no ha muerto, nos deja su recuerdo, muy buen recuerdo, y su nom- bre ya en la historia de la ciu- dad a cuyo puerto llegó por vez primera en 1935. Para siem- pre, esto es, para después de después, Otto Bentsen en el co- razón de nuestro corazón. Juan A. Padrón Albornoz De domingo a domingo Los que hacen más perra la vida perra Y A he dicho que la vida perra es la que le da- mos los seres humanos a los perros. Los perros con los perros suelen llevarse bastante bien y si alguien quiere com- probarlo, que se dé una vuelta por el Refugio de la Sociedad Protectora de Animales, al que, por cierto, se le está, en estos días, lavando la cara con tanta voluntad como acierto. Se lle- van bastante bien, quizás por- que comparten la desgracia. Entre muchos se hacen más lle- vaderos el hambre y la miseria. Y no voy a repetir ahora lo que ya he dicho sobre la deficiente alimentación de aquellos ani- males por la desatención muni- cipal y ciudadana. Comen y vi- ven —y eso sí lo repito— gracias al esfuerzo y al sacrificio de la presidenta Caridad Compán y unos cuantos colaboradores y, sobre todo, por la dedicación de ese hombre incansable, Ma- nuel Padilla, que saca comida de debajo de las piedras para los desdichados chuchos. El pe- regrinaje de Manolo Padilla por los frigoríficos, las carni- cerías y otros establecimientos de gente caritativa no se paga con ningún sueldo. Pero, no quería volver a inci- dir en el tema concreto del Re- fugio, al que ningún efecto, por el lado municipal, le han hecho las críticas expuestas en esta columna. Quería referirme a los que hacen más perra la vida perra. Justo en la mañana del miér- coles hubo redada canina por la zona de la Avenida de Anaga próxima a la Junta del Puerto. Los pobres chuchos vagabun- dos y abandonados saben que por allí viven muchas personas que quieren a los animales. En bastantes puertas encuentran comida y ya he dicho que los perros son más agradecidos que las personas. Yo vivo por aquellas inmediaciones y tengo amigos entre los perros calleje- ros y sé lo bien que los tratan los niños y la gente mayor. Los chuchos juegan con los niños y acuden dóciles cuando se les llama. Son perros vagabundos aunque civilizados, pero, al fin y al cabo, perros. Y resulta que alguien es la excepción de la regla general que rige por allí. Y llama a la Policía Municipal y hacen su aparición los laceros. La queja la fundamenta en que los canes rompen las sacas de las basu- ras, porque si dijeran que los perros ladran, hacen ruido, muerden o molestan, dirían mentiras. can la basura cuando está mandado o dejan desde media tarde las bolsas en la calle por pura comodidad. O si las ponen en los lugares señalados. Creo yo que cuando convo- can concurso oposición de la- cero, deben estipular en las ba- ses que los aspirantes tienen que ser seres con tremendo de- samor —que diría Antonio Ga- la— hacia los animales y con bastante acopio de crueldad. Algo así como oposiciones a verdugo. Los laceros no usan ahora el lazo normal a la punta del palo, que consiste en hacer entrar el cuello del animal por la cuerda y tirar por ella. Se su- jeta así al chucho sin hacerle daño. Ahora utilizan una espe- cie de soga larga, con punta de plomo igual a la que se utiliza para inmovilizar caballos sal- vajes. Lanzan despiadadamen- te la cuerda, d^sde lejos y con toda su fuerza, sobre las patas del perro, casi siempre de pe- queño tamaño, porque es raro ver pastores alemanes, dóber- mans, afganos o gran-daneses haciendo de perros vagabun- dos, y muchas veces les rom pen las • extremedidades o las costillas a los pobres chuchos. Los animales lanzan unos alari- dos imponentes de dolor cuan- do reciben la bestial agresión y no huyen no porque estén suje- tos sino porque, los pobrecitos, no pueden caminar. Si yo tuviera que decir quién es más animal que quién, diría que los sujetos en cuestión si con ello rio ofendieran a los pe- rras, a las víctimas de esta bru- talidad incalificable. Brutali- dad innecesaria, porque los ca- nes aquellos son dóciles y nada agresivos y, como la gente los trata bien, acuden a la llamada de cualquiera. No lo he visto, pero cuentan que los conducen a la perrera municipal donde, reglamenta- riamente, se cumple un período estipulado en que los dueños pueden ir a reclamar el can. Naturalmente, nadie va a bus- car a estos chuchos abandona- dos con excepción de algún ser caritativo que, por cariño y porque lo conocía de llegar ca- da día a su puerta, se sacrifica a llevarlo a su casa. Conozco a varias personas que han actua- do así. Me cuentan también que, pasado aquel período de espe- ra, cuando se reúnen más ca- nes de la cuenta, solían em- plear el procedimiento de los campos nazis. Hay cámara de . gas, que consiste en una habi- tación donde encierran a los consta ni lo aseguro. Parece que fue una práctica ya pasa- da. Es más humano acudir al inyectable venenoso, que ese sí se practica. Pero no sólo los laceros ha- cen más perra la vida de los pe- rros. Están los que sueltan al c an doméstico del coche en una calle o un lugar cualquiera. Ya he dicho que la zona de Anaga es sitio preferido. Pero, hace unos días, echaron de un coche a un perrito en plena calle de Ramón y Caja!. El desdichado chucho corrió como un deses- perado tras el vehículo por la Avenida de La Salle hasta per- derse. No sé dónde fue a parar. Me contaron el caso del pe- rro abandonado, por el mismo procedimiento, en la Plaza de España. Allí podía verse al po- bre can todos los días por espa- cio de unos tres meses. No se marchaba de los alrededores como si el instinto le dijera que un día vendría a recogerlo el coche de su amo. Y corría, an- sioso, tras todos los coches que se le parecían al que lo abando- nó. Por fin, encontró compañía en un alcohólico, vagabundo como él, que le daba comida y cariño. A los perros no les im- porta el curriculum de las per- sonas y, probablemente, ahora vivirá feliz con ese ser que la sociedad desprecia y le da el amor que no le dan los demás y le devuelve, multiplicado, el cariño que le tiene el borracho. Son historias para conmo- ver. Pero los que hacen la vida perra a los perros no se con- mueven con nada. Francisco Ayala Las universidades en Canarias G OMO un ejemplo más de la tradicional pugna entre las islas capitali- nas, el problema universitario es también rayo que no cesa. De sobra sé que lo estimado por mí no le va a gustar a nadie, pero todos saben que no voy a presentarme ni a diputada, ni a senadora, en la próxima legis- latura, ni busco cargo alguno en la vida política del país, ya que ese nunca ha sido mi oficio. La primitiva Universidad la- gunera, desde sus inicios, ha corrido diversas fortunas, y ca si nunca muy buenas. Cuando vivía en Tenerife, hasta casi fi- nales de 1953, estaba la pobre institución en locales de llanto: en el edificio de la calle de San Agustín, donde estuvieron los jesuítas hasta el XVIII, se da- ban las clases de Derecho, exis- tía la Biblioteca y el Rectorado; en el piso bajo, la Facultad de Ciencias Químicas. El nuevo edificio estaba a punto de ter- minarse, pero nunca di clases en él. Al crearse la Facultad de Fi- losofía y Letras se alquiló, en la esquina frontera casi, la casa de Lercaro, y allí se daban las clases de la entonces primera y única sección de Filología Clá- sica; allí di unas modestas cla- ses, porque no había catedráti- cos numerarios, ni siquiera li- cenciados en Filosofía y Letras, corrientes y molientes, como lo era entonces la que suscribe; catedrático universitario de Fi- losofía y Letras, sólo estaba el Doctor Serra Ráfols, el natural Decano, que era profesor de Historia; más tarde llegaron al- gunos más, no muchos, porque la Universidad ha tenido siem- pre una mayoría-de profesora- do auxiliar, que se ha llamado, después de que nie fui a Vene- zuela, con ese horrendo nom- bre de penenes, nombre que, si responde a las siglas de no nu- merarios, también pudieron llamarse pononus, más cerca de lo que significan en este con- fuso, profuso e insulso mundo de las siglas provenientes de... ¡U.S.A.! El profesor no catedrático ha sido bueno, regular y malo y el catedrático, también. El hecho de ser catedrático sin duda que da una garantía de mayor sufi- ciencia y preparación, pero to- dos sabemos en cada ejemplo personal, que nos callamos, por buen gusto, y porque en mi ca- so especial la maldad nunca ha sido mi fuerte, que el hecho de tener tres votos en el Tribunal de oposiciones y haya dado a un señor o señora una cátedra, no ha logrado, a lo largo de la vida académica de tales perso- nas, resultados halagüeños. Ni sus clases son buenas, ni sus trabajos publicados lu son y a veces faltan y brillan por su au- sencia. Aparte que puede darse el caso de que no enseña mejor el que mucho sabe su discipli- na, sino el que logra trasmitirla mejor, pero eso entra en los im- ponderables. Esto lo saben muy bien los alumnos, sobre todo ios alumnos que quieren aprender, porque no todos van a la Uni- versidad con tal propósito. Los profesores no numera ríos o penenes, que censuran al catedrático su permanencia en los puestos hasta la jubilación, quieren, en su mayoría, perma- necer también en sus puestos, sin el esfuerzo que ser profesor numerario supone. Claro que no todos piensan igual, pero sí una buena parte; cuando un muchacho termina, a trancas y a barrancas su licenciatura, y LA LAGUNA ORO Compramos al contado ORO y PLATA roto o usado SERIEDAD Y DISCRECIÓN Avda.de la Trinidad, 4-2° piso (Semiesquina a Herradores) LA LAGUNA LABORATORIO De Barcelona desea cubrir representación Teneri- fe para la Visita Médica. Tanto por ciento elevado. Co- misiones brutas actuales 600.000 pesetas/año. Gastos por cuenta Empresa. Experiencia no indispensable. Buen nivel cultural, vocación comercial y dinamismo. Vehículo necesario. Escribir a mano a Anuncios Publilí- nea, Av. Diagonal 339 bajos. Barcekma-37. Ref. 699. (A) se planta a dar clase, en cuanto tiene el título fácilmente gana- do i para qué vamos a engañar- nos!, lo probable es que una nueva calamidad amenace a la Universidad. Se me hunde el ánimo, desde aquí, desde la vi lia de Madrid, en la región Cas- tilla La Mancha, cuya capital parece que será Toledo, el leer que una demagogia demencial se echa a la calle en Las Pal- mas, pidiendo una Universidad completa, igualita en Faculta- des a. las que en La Laguna existen. Y me explicaré. Al irme para América había, corno he escrito, sólo tres Fa- cultades en La Laguna; en este lapso de tiempo hasta hoy, algo así corno la primavera del poe- ta, la cual ha venido sin que na- die sepa cómo ha sido, La La- guna ha acrecentado sus Facul- tades y ahora se puede estudiar en ella: Derecho, Ciencias Quí- micas, Filosofía y Letras, con sus ramas de Filología románi- ca, inglesa, no sé si clásicas, otra vez, y Geografía e Histo- ria; Medicina, Matemáticas, Biología, Farmacia, Económi- cas, Bellas Artes y Ciencias Fí- sicas, No estoy segura de que sean exactamente éstas y recti- ficaré mi equivocación, si la hubiere. ¿Necesitamos tantas Facul- tades? ¿Precisarnos de tantas carreras, aparte de las ense- ñanzas que se dan en la Politéc- nica de Las Palmas, que com- pletan las demandas científicas del Archipiélago? ¿De verdad estamos lanzando licenciados discretos, no ya buenos, porque la Universidad española, no los prodiga, en general? ¿Para qué queremos tanta gente que lue- go no tendrá trabajo? ¿Cómo está el profesorado de esas Fa- cultades? Hasta hace poco en la de Matemáticas había un só- lo catedrático o profesor nume- rario; en Económicas, tres y en Farmacia, seis. Los interinos y contratados son legión y en abrumadora mayoría. ¿Cómo están las Bibliotecas y los Laboratorios? ¿Tenemos ya Colegios universitarios don- de alojar a los alumnos que val- gan intelectualmente y carez- can de medios económicos? Ya sé que casi me matarán, sí es- cribo que determinadas carre- ras que cuenten con vocaciones serias y no de broma, como al- gunos jovencitos pretenden, costarían al país más barato y obtendríamos mejores profesio- nales, si un riguroso sistema de becas, por méritos, y no por compadrazgo, político o amis- toso, costeara sus estudios en otras prestigiosas Universida- des de la Nación, o incluso ex- tranjeras, si el becario es digno de atención, por supuesto, cosa que se averigua pronto. Claro que esto no se hará: seguirá habiendo más licencia- dos en Derecho, en las diversas ramas de Filosofía y Letras, que, de no contar con una bue- na preparación, rio tendrán trabajo. Y en Las Palmas quie- ren más abogaditos, más licen- ciaditos en Letras, a los que da- rán clase los desoficiados que ya están sin trabajo y algunas mamas y papas respirarán tranquilos viendo a sus niños y niñas de profesores, quienes armarán un seis por ocho, a fin de quedarse toda la vida repi- tiendo la lección quinta, a los que vengan a continuación. La Universidad pasará a en grosar esa Sociedad de Soco- rros Mutuos en que se nos está convirtiendo el país, nido de burócratas, en el que lo de me- nos es hacer un centro serio de cultura y que prepare buenos profesionales, sino el que Pa quito o Pepita ganen su sueldo para casarse o no, según los proyectos de las criaturitas... Si Paquito o Pepita no saben na- da, eso no importa. Vea el lec- tor un recorte de EL DÍA, del martes, 17 de junio de 1980, en la sección «De buena tinta». Na- die lo comentó, acaso porque se comenta él solo, pero un país que tolera semejante desver- güenza, debe controlar mejor sus apetencias He aquí el suelto: «La Universidad de La Lagu- na está «bajo mínimos». La fra- se no es nueva ni mucho me- nos, por desgracia. Un leve ejemplo de esta lamentable si- tuación de nuestra Universidad lagunera: en cierto curso de cierta facultad todo el alumna do ha aprobado ciertas asigna turas con la misma califica- ción: sobresaliente. La razón es bien sencilla: no existe catedrá- tico y el profesor es un «pene- ne», casi recién licenciado, que opta por poner la nota que los alumnos acuerdan ponerse en- tre sí... Este es un ejemplo que algunos catedráticos laguneros ponen cuando se refieren al caos universitario...». Sentí una tan semejante ver- güenza propia, porque mis Is- las nunca me son ajenas, que hasta me callé, pero corté el suelto para resaltarlo en oca- sión propicia y ésta ha llegado ahora. Nadie se dio por aludi- do, ni el Decano de esa Facul- tad chistó. ¿Es esto lo que quie- ren duplicar en Las Palmas? María Rosa Alonso w m U ATENCIÓN!! Importante Empresa PRECISA: LICENCIADA EN FILOLOGÍA INGLESA para departamento cultural de INGLES. INTERESADAS presentarse mañana lunes, día 21, en horas de oficina, en C/. Pilar, 40-42-1°., pregun- tar Sr. Jamardo. OFERTA 10223 INEM 3803815. 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