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Lecturas adolescentes
Teresa Colomer (coord.), Ana Díaz-Plaja, Carme Durán, Mireia
Manresa, Ana M.a Margallo, Isabel Olid, M.a Cecilia Silva-Diaz Con
la colaboración de Evelyn Arizpe (Reino Unido), Fernando Azevedo
(Portugal), Gustavo Bombini (Argentina), Anne Marie Chartier
(Francia), Daniel Delbrassine (Bélgica) y Guadalupe de Rivas
(México).
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263
-
3
Entre libros: la construcción
de un itinerario lector propio
en la adolescencia
Ana Díaz-Plaja Departamento de Didáctica de la Lengua y la
Literatura Universidad de Barcelona
El objetivo de este trabajo es describir el inmenso, poroso y
versátil campo de las lecturas adolescentes. Para ello, nos
situaremos en una perspectiva amplia que alcance los distintos
campos de la lectura a los que los adolescentes tienen acceso y que
forman su universo literario y estético.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de lecturas adolescentes?
Empezaremos ajustando la terminología. En primer lugar, ¿por qué
lecturas adolescentes y no literatura juvenil? La denominación en
este campo es, igualmente, porosa e imprecisa, y no se ajusta a una
única denominación. ¿Literatura juvenil? ¿Literatura para jóvenes?
¿Lectura adolescente? ¿Libros para secundaria? A menudo, estas
denominaciones se usan indistintamente, pero en otros casos se
puede observar que aluden a realidades distintas. De esta manera,
«literatura juvenil» suele hacer referencia a la que aquí
llamaremos homologada1, mientras que otras literaturas conocidas
por los adolescentes (desde las lecturas obligatorias del colegio a
los cómics leídos en
l. En otros lugares canónica, específico o concebido o priori
como tal. También en el mundo anglófono y francófono encontramos
oscilaciones de denominaciones: books for odo/escents, young
odults, literoture for teenogers, lectures Iycéenes, romons de
jeunesse, etc.
119 I
-
casa, pasando por el descubrimiento de lecturas adultas) no
tienen una denominación clara . Los trabajos que han analizado esta
franja lectora en los últimos años han optado por diferentes
denominaciones globales, y han interpretado el fenómeno desde
distintos ángulos, ya sea restrictivamente o de manera amplia:
juvenil, para secundaria, para adolescentes, etc.
Otra perspectiva inexcusable para afrontar la descripción de las
lecturas adolescentes es el análisis de los conceptos de lector y
lectura en los enfoques teóricos actuales. Las diferentes
perspectivas desde las que se ha estudiado el tema constituyen un
punto de partida donde situarse para realizar una descripción fiel
de la cuestión. Podemos distinguir dos líneas. La primera se basa
en la inferencia hecha a partir de las lecturas realizadas por
niños y jóvenes. Sus referentes teóricos son diversos, como la
estética de la recepción, los trabajos de Eco o la teoría
anglosajona de la construcción del lector. Desde esta línea se
lleva a cabo la delimitación del lector ideal o su caracterización
a partir de las exigencias de competencia lectora que emanan de los
propios textos, como por ejemplo, aspectos temáticos o formales, o
bien de intertextualidad. Esta perspectiva engloba a veces aspectos
de producción, de difusión y de mediatización de los productos
destinados al consumo juvenil.
La segunda línea de estudio es inductiva, parte del análisis del
lector real más que de las lecturas, y se sitúa en una vertiente
sociológica (hábitos de la población, estudios estadísticos de
aceptación o rechazo de los títulos, oscilación de gustos, etc.),
muy desarrollada por la crítica francesa. Esta línea de
investigación cuantitativa se combina con trabajos hechos desde una
perspectiva más cualitativa, centrada en el análisis de las
motivaciones individuales, como la historia personal de la lectura
y sus efectos de crecimiento personal, el establecimiento de
filtros afect ivos de aceptación o rechazo, la implicación de las
influencias y mentores n la elección de lecturas, etc.
Estas dos líneas constituyen la base sobre la que se analiza la
formación lectora de los adolescentes, se determ inan sus
necesidades de aprendizaje y, en definitiva, se establecen unas
coordenadas de formación y unas conclusiones de tipo didáctico.
Estas conclusiones conducen a varios caminos, según los objetivos
preestablecidos, que pueden ser selectivos (selección o
prescripción de las lecturas de calidad, homologadas o canónicas) o
inclusivos (utilización de materiales diversificados para conseguir
un aprendizaje lector). En la primera línea se defiende la
necesidad de la creación de un itinerario lector a partir de la
prescripción de lecturas de calidad . En la segunda, a partir de
todo el espectro lector de los adolescentes, se pretende
I 120
analizar la base real de SLI aprendizaje lector. Este t
línea.
Los lectores ~ hipótesis de I Los aspectos anteri c
una descripción de la lect el lector y sobre la Ilectur
Sobre el lector adol tiones:
Delimitación de I establecer qué e pero se suele esté lector
infantil COI obviedad que ser ca racterísticas pr juvenil. Esto se
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-
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distinguir dos líneas. La as lecturas realizadas por )s, como la
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selectivos (se lección o o can ónicas) o inclusinseguir un apren
dizaje le la creación de un itile calidad. En la segunlescentes, se
pretende
analizar la base rea l de su horizonte estético y deducir las
necesidades de su aprendizaje lector. Este trabajo se posicion a
claramente en esta segunda línea.
Los lectores y las lecturas adolescentes:
hipótesis de partida
Los aspectos ante riores nos obligan Cl establecer unas
hipótesis para
una descripción de la lectura adolesce nte que combine
observaciones sobre el lector y sobre la lectura.
Sobre el lector adolescente tendremos en cuenta las siguien tes
cuestiones:
Delimitación de la franja de edad. No hay un an imidad a la hora
de establecer qué edades forman la franja de lectores adolescentes,
pero se suele establecer entre los 12 y los 18 años. La definición
del lector infantil como alguien que cambia con la edad (por cierto
, una obviedad que ser ía interesante aplicar al lector adulto) y
con unas caracteristicas propias tiene un peso especial en el caso
de la fra nja juvenil. Esto se debe a: - La negación de la
existencia de esta franja. Para muchos autores,
la existenci a de un lector juvenil es dudosa e incluso
inaceptable. Desde este punto de vista, se defie nde que la etapa
infantil de lectura puede prolongar su existencia, pero tiene que
acabar de una forma bastante drástica. En consecuencia, no hace
falta considerar un a especificidad de lectura juvenil. Se supone,
pues, que los lectores adolescentes han de haber alcanzado una
madurez suficiente para la lectura adulta .
- La aceptación del hecho de que el lector juvenil va
indisolublemente ligado a la escolarización masiva y obligatoria de
esta franja de edad. En el lado opuesto al de la negació n de la
existencia de una franja de lectores juveniles, se defiende su
existencia, definida y acotada por las etapas escolares que
establecen diferencias entre «infantil» (primaria) y «juvenil»
(secundaria). En consecuencia, las edades comprendidas en esta
franja pueden variar según el sistema escol ar, que tamb ién varia
histó ricamente según la sociedad que lo promueve. Por eso, muchos
au tores con sideran la literatura juvenil específica como un f
enómeno que se
121 I
-
consolida en los años setenta del siglo xx, cuando la enseñanza
secundaria empieza a homologarse en el mundo occidental, y los
adolescentes pasan a formar parte de una escolarización general
2•
- Las variaciones entre las diferentes edades. Si la diferencia
entre edades es evidente a lo largo de toda la primaria, es lógico
que la diferencia entre un lector de once años y uno de dieciocho
sea también notable, tanto por lo referente a campos de lectura, a
temas o a su tratamiento formal. Un vistazo a las colecciones que
se leen en una y otra edad resulta revelador: mientras que los
chicos de doce años aún pueden leer colecciones compartidas con los
lectores de primaria (la serie roja de «El Barco de Vapor», de SM,
por ejemplo), los alumnos de cursos superiores de secundaria
manifiestan un rechazo especial a las colecciones habituales de
adolescentes, que identifican con lecturas escolares y libros
«infantiles».
- Las diferencias de criterio de edad según el origen. Otro
aspecto que debemos considerar es la incorporación al mundo
adolescente occidental de jóvenes procedentes de otras culturas,
lenguas y costumbres. A menudo, las diferencias se manifiestan en
un desarraigo y desconocimiento por parte de estos recién llegados
de hábitos lectores tal y como los entendemos desde nuestra
cultura, y también por una diferente consideración de la edad
adolescente en lo que respecta a responsabilidades, derechos y
deberes.
Descubrimiento de una oferta lectora ajena al mundo escolar y
familiar. Es bien sabido que los adolescentes experimentan una
crisis de lectura. Sabemos que 18 llegada a secundaria supone un
abandono de los libros y l(l lectura, y qUl' buenos lectores
infantiles se convi rten, de una forma repentin él , en nulos
k'dores adolescentes. Este fenómeno responde a varias razones: la
crisis de definición personal, la ruptura con el modelo seguido
hasta entonces o la posible asunción de roles sexuales definidos,
como vercmos méÍs adelante. Pero también, y muy especialmente, por
el descubrimi nto de un mundo que le lJert n ' ce, y que d f ine
sus propios contornos c lIno miembro de la sociedad. El mundo
adolescente como objetivo de consumo es un
2. No hay que olvidar que algunos auto res consideran que el
origen en el interés por el mundo adolescente se inicia a comienzos
de siglo xx (Teixidor, 2000), y que la consideración de lector
juvenil se forja a lo largo del XIX, a partir de la creación de los
grandes clásicos del género.
I 122
referente cla ro tribales, de gus Asi, nuestros ad margen de las
r colares. Obvianpropia, una ma minada consigl la escuela y la f
mal, se marcan te aprende a I opciones de ce ción informal ~
definitiva. Entr Delimitación d
tora entre chic obstante, se tr comportamien ideología que I hay
que recha. una sociedad j valor irrenunci lecciones ciaré los años
cincu década. Pero L La tendenciCl ( scgún su sexo rriente subt r
mente, es not -aunque no SI trada, una afie coso Len, dice~ ch
i('os su perer terror y los te r
3. Pese a la tendencia a la ( ran el universo femenino d, nación
"sexo», dado que la
-
~
cuando la enseñanza semu ndo occidental, y los 1 escolarizac ión
general 2• 'es. Si la diferencia entre )rimaria, es lóg ico que la
y lIllO de dieciocho S("iJ ¿¡ campos de lectura, a
lZO a las colecciones que nr: mientras que los chi)nes
compartidas con los 'eO de Vapor)), de SM, por ; de secundaria
manifieshabituales de adolesceny libros «infantiles)).
1 el origen. Otro aspecto ón al mundo adolescenotras culturas,
lenguas y manifiestan en un desa~stos recién llegados de )S desde
nuestra cultura, ,n de la edad adolescenderechos y deberes.
I al mundo escolar y faperimentan una crisis de ia supone un
abandono res infantiles se convieres adolescentes. Este fe le
definic ión personal, la :es o la posible asunción nás adelante.
Pero tamlien to de uln mundo que lrnos como miembro de etivo de
consumo es un
en en el interés po r el mu ndo la conside ración de lector
ju
es cl ásicos del género.
referente claro del marketing, y contempla las diferentes
opciones tribales, de gustos y aficiones, de tendencias ideológicas
y estéti cas. Así, nuestros adolescentes descubren una oferta
cultural y de ocio al margen de las recomendaciones fami liares y
de las prescripciones escolares. Obviamente, el inicio de una
pequeña capacidad adquisit iva propi a, una mayor libertad de
movimientos y una oterta bien encaminada consiguen I¿¡
-
con una chica como protagonista, o con historias de amor, o de
conflictos cotidianos. Así, la lectura adolescente demuestra la
existencia de dos esferas, femenina y masculina, todavía bien
presentes en nuestra sociedad. Esta separación, como veremos, es
más obvia en la baja cultura y más sutil en la literatura
homologada, como recuerdan algunos estudiosos (Sarland, 2003, p.
105 Y s.).
En lo que respecta a las lecturas, hay que partir de un análisis
que clasifique los diferentes materiales de lectura que conforman
el horizonte estético de los adolescentes. Y no sólo en cuanto a
contenidos, sino también a las formas de aprehensión y sus
consecuencias. Hay que distinguir entre campos, formas y modos de
lectura.
Definiremos los campos de lectura como los diferentes conjuntos
de obras según su valoración cultural, sociológica y educativa. La
institución escolar acercará a los alumnos a la alta cultura, la
cultura canónica (lo que los franceses denominan lecture savante)
formada por los clásicos o los autores representativos de una
cultura académica establecida . En el otro extremo, la sociedad los
acercará a la baja cultura, o cultura de consumo, vulgar o
popular·, donde encontrarán otra literatura y otras formas de
cultura juvenil que les serán próximas; en suma, un mundo que
consideran al margen de las instituciones académicas. Aun así, la
definición de estos dos polos -alta y baja cultura- no es tan
homogénea. Hay franjas intermedias, indefinidas; territorios
culturales que han conseguido una cierta homologación, pero que
todavía pisan una «zona de riesgo», como, por ejemplo, la lit r t
ura juvenil, que intenta const'guir un lugar en la alta cultura no
siempre reconocido. AdeméÍs de estos dos polos, la cultura de los
adolescentes transita por los caminos de la lectura marginal
(asociada a aficiones muy dcLerminaclas, él tribus urbanas o a
grupo) sociológicos) y también por algunos terrenos de nadie, en
los que situaríamos ciertos m:Jit'riales de dificil ubicación.
4. La palabr8 «popular» es conflictiv8 en nuestra cultura,
porque representa una
-
arias de amor, o de condemuestra la existencia
I bien presentes en nues, es más obvia en la baja da, como
recuerdan al-
r de un análisis que clé,lforman el horizonte ('5Itenidos, sino
también a ay que distinguir entre
diferentes conjuntos de ca y educativa. La instia cultura, la
cultura ca~ture savante) formada ; de una cultura acadé:iedad los
acercará a la o popular', donde encultura juvenil que les lnsideran
al margen de efinición de estos dos ~ nea. Hay franjas interle han
conseguido una 1 una «zona de riesgo», ~ intenta conseguir un o.
Además de estos dos I por los caminos de la determinadas, a tribus
lar algunos terrenos de les de difícil ubicación.
epresenta una ambivalencia radicional ll ; asi, hablamos de
ónimo de conocido, o famose usa en el mundo anglosaJIl icación y a
los articulos de
Por formas de lectura entenderemos el medio por el que la
cultura llega a sus lectores. En el mundo adolescente no siempre lo
hace en forma de libro, sino que puede llegar también a través de
otras formas de comunicación literaria, como por ejemplo la prensa,
el cómic, la música, el cine y todo tipo de audiovisuales, o, como
die Colomer en estc mismo libro, a través de todo tipo de
pantallas. Estas formas constituyen el principal input de los adol
escentes, que tienden a descartar el libro. Por modos de lectura
estableceremos los procedimientos asociados al acceso a la lectura,
y que van ligados a las posibilidades educativas de los
adolescentes, de acceso a la información, de ocio e incluso de
voluntad personal. Podemos considerar un modo de lectura vertical,
jerarquizada, que va de arriba (el profesor) abajo (el alumno) y
vinculada a la institución escolar. Se lee por un procedimiento
dirigido, a partir de la recomendación o la obligación del profesor
(los clásicos que hay que leer para el examen; los libros de la
biblioteca escolar que hay que escoger obligatoriamente. etc.).
Frente a este procedimiento, hay otro modo de lectura horizontal,
que es el que los adolescentes se descubren entre ellos, de
compañero a compañero ya través de sus propios gustos y hallazgos.
Estos dos modos pueden crear dos mundos diferentes y a menudo
antitéticos.
Estos tres aspectos (campos, formas y modos) se mezclan entre sí
dando pie a algunas interesantes combinaciones, como tendremos
ocasión de comprobar más adelante. y que merecen las siguientes
consideraciones:
Presencia desigual de los tres géneros literarios, especialmente
en lo que respecta a las formas de recepción ya los diferentes
campos de lectura. Uno de los objetivos de la enseñanza de la
lIteratura es presentar los tres grandes géneros (narrativa,
poesía, teatro) que conforman el corpus de los textos literarios.
En este sentido. la enseñanza reglada de la escuela (es decir, la
de la literatura canónica, alta cultura, vehiculada a través de
lecturas obligatorias) mantiene un cierto equilibrio entre los tres
géneros. Pero la proporción se desequilibra notablemente en otros
campos de lectura: si bien es cierto que la narrativa es el género
por excelencia con respecto a la alta cultura, la lírica lo es de
la baja cultura. Eso sí: no es un género leído, sino que los
adolescentes lo reciben en forma audiovisual.
125 1
-
'
Ampliación del concepto ¡
-
decir leer? Las polémipresidido habitualmenón lectora. La
amplitud ItoS históricos e incluso .igni f icados varios'. Hoy él
lectura no puede cedescodificación del sisicónicos, los apoyos
3mbién un aprendizaje enominamos hoy comto es decisivo a la hora
( referentes literarios y colectiva».
lodos
lucación literaria de los engua que los acerca al sta
concepción, de clara , metodológicas e ideo:ronteras entre lengua y
:e, la literatura se suele ; de la escuela, época y JS, y la
provisión de heIje a menudo analizados, ctual". Estas nociones
se
~ sociológicas sobre lectura, en Ites (Chartier y Hébrard 2002).
en los que el castellano convifre ntamiento,
complementan con la lectura de textos de narrativa (cuentos o
novela), poesía (
-
,
;
Los clásicos universales Agrupamos aquí el conjunto de clásicos
de la literatura universal, es
decir, todo el patrimonio cultural occidental, a través de las
obras esenciales de todos los tiempos, desde la Biblia y Homero a
los grandes autores contemporáneos, pasando, obviamente, por Dante,
Shakespeare o los grandes novelistas del XIX. Es ocioso describir
aquí el criterio o el canon que establece el corpus de estos
textos, fijados por la historiografía literaria académica y
periódicamente sometidos a discusión metodológica e ideológica.
Actualmente, suele cuestionarse su carácter eurocéntrico y se
reivindica la presencia en la escuela de literaturas universales
con una visión menos colonialista y más universalista. También
resulta pertinente aquí la discusión sobre su perspectiva de
estudio y su posible utilización didáctica.
Pese a que los clásicos de la literatura universal son
reclamados en el currículo de secundaria, de hecho, este campo
lector tiene una escasísima presencia en el universo lector
adolescente. Sólo aparece canalizado en alguna asignatura optativa
o crédito de síntesis, especialmente si en el curso académico se
celebra algún centenario de escritores o conmemoración de
efemérides literarias. También aparecen tangencialmente cuando se
señalan influencias o precedentes en las literaturas propias (por
ejemplo, la influencia de Zola en la novela naturalista hispánica).
Pero pocas veces se convierte en lectura de clase.
Sin embargo, hay un cierto contacto de los adolescentes con el
mundo de la literatura universal. Es interesante presentar aquí la
forma de acceso a estos textos:
• Textos incluidos en colecciones juveniles, como veremos más
adelante, adaptados o no al lector adolescente.
• Asistencia a alguna obra de teatro en campañas institucionales
o privadas, que suelen incluir algún autor de la literatura
universal, clásico o contemporáneo. Proyección en clase de alguna
película, como por ejemplo las adaptaciones shakespearianas de
Kenneth Branagh; o las de las novelas de Jane Austen, generalmente
r omendadas desde clase de leng ua extranjera. Tan
gencialnwntt>, a través de la historia del artE', especialmente
cn obras de mitología o aspectos bíblicos, cuando se requieren como
aclaraciones de t ipo temático o iconográfico. Algunos trabajos de
investigación o proyectos transversales, así como en algún crédito
de síntesis.
• Adaptación de clásicos en álbumes, novelas gráficas o cómic de
calidad, como por ejemplo La metamorfosis de Kafka o La nariz de
Gogol.
I 128
Hacia la indetem clá si ca y el «Bildl Nos adentramos ahc
de los clásicos universale que los aproximan allectll su
destinatario natural pe humana. Nos referimos al
El Bildungsroman, o es, para algunos autores, vo es que une la
excelenc hipotéticos lectores, y, a rente de las novelas-espe
ránea, tal como recuerda continuación.
Tres aspectos hacen raria del Bildungsroman:
1. La concepción de zación del esque ree\aboración de nista ya
no debt conciencia de p~
2. El hecho de que tes tradiciones. situar en el sigl guiría en
el XIX (Tonío Kroger), tribulaciones dI ría representad; de James
Joyce con El guardiál se iniciaría en \ tránsito entrt
9. Reyzába l se decanta por Id que el protagonista, que en el la
madurez, adquie re su con( que pueden provenir de viaje 1998, vol.
1, p. 85)
-
literatura universal, es 5 de las obras esencias gr~lndes
autores con:espearc o los gréJ ndes
I canon que establcía literaria académica
Be ideológicél . Actual¡e reivindica la presenlión menos
cololílialista
la discusión sobre su ca. ,n reclamados en el cune una
escasísima pre, canalizado en alguna si en el curso académiloración
de efemérides e señalan influencias o nfluencia de lola en la ~ rte
en lectura de clase. ~scentes con el mundo lí la forma de acceso
a
110 veremos más ade
añas institucionales o a literatura universal,
or ejemplo las adaptasde las novelas de Jane ~ de lengua
extranjera. Irte, especialmente en jo se requieren como
tos transversa lles, así
íficas o cómic de callka o La nariz de Gogol.
Hacia la indeterminación canónica: la novela juvenil clásica y
el «Bildungsroman)) Nos adentramos ahora en géneros que, si bien
podrían formar parte
de los clásicos universales mencionados más arribéJ, tienen
caracter ísticas que los aproximan éJl lector juveni ll de una
manerél especial. La razón es que su destinatario natural parece
ser un kctor cn vías de formación líteraria y humana. Nos referimos
al Bildungsroman y a la literatura juvenil clásica .
El Bildungsroman, o «novela de aprendizaje» o
-
l
3. La dificultad de ubicar a las protagonistas femeninas en este
esquema (aspecto que, en cierto modo, es consecuencia del
anterior), dado que los presupuestos desde los que se escribían las
novelas femeninas de la época se centraban más en una toma de
conciencia interior y una asunción (o no) de un destino
marcadamente femenino. Así, Mujercitas, de Lou ise May Alcott, o
Jane Eyre, de Charlotte Brtinte, no acostumbran a considerarse
Bi/dungsroman.
Sin embargo, con protagonistas masculinos o femeninos, los
lectores adolescentes actuales no siempre aceptan con gusto el
Bi/dungsroman, que, de hecho, acostumbran a leer por prescripción
escolar.
El segundo gran «grupo de riesgo)) es el de los clásicos
juveniles. Nos referimos, básicamente, al corpus que se gesta
durante el XIX -con alguna incursión hacia el XVIII y el XX IO- y
que resumiríamos del siguiente modo:
Las corrientes realistas, concretadas en tres líneas : la
primera, la de aventuras con cariz de gesta y descubrimiento, como
las obras de Stevenson o Verne, en las que pueden distinguirse
muchos posibles subapartados; la segunda, la de series
detectivescas, con un referente obvio como Conan Doyle, y una
prolongación clara en el xx, por ejemplo, con Agatha Christie; y,
en tercer lugar, la de reflejo de la realidad y las costumbres,
donde ubicaríamos a un Dickens, o los americanos Twain o Melville.
En este apartado también incluiríamos las «novelas de chicas)), un
género que nació en el XIX y se prolongó hasta la mitad del xx. Las
corrientes fantásticas, concretadas en muchos subgéneros desde el
absurdo a la novela de terror o de fantasía pura, y que irían desde
Carroll a las creaciones de los mundos terroríficos de Shelleyo
Poe. También, en el mundo germánico, la obra sorprendente de
Hoffmann ll .
Estos clásicos, tradicionalmente, no forman parte del corpus
universal de alta cultura, porque nacieron como entret nimientos de
masas populares, y todavía hoy se discute su pertenencia al canon
académico. Sin embar
10. Se suele incluir en este grupo obras como Los viajes de
Gulliver, de J. Swift, del siglo XVIII, o Peter Pan, de JM. Barrie,
ya publicado en el xx. 11 . Evidentemente, los ejemplos que
propongo son muy escasos, puramente or ientativos.
I 130
go, los clásicos juveniles e movimiento de reivindica( tancia en
la educación lit piar, en palabras de Vicenc adolescentes, y que
tiene tor adulto [ ... ] Por eso utl libro tan clásico como CU 2
nudo el primer es'labón de ciones), pero a la vez sus excluye de
este grupo a lo que han envejecido mal de digresiones- y las
obra
Otra cosa es el entu~ recen entre los lectores jL tura libre, y,
de hecho, e digresiones)), como temía (vertical) en clase, incluso
texto. Estas reticencias el encuentra con los clásico levisión en
versiones de I( los últimos años (Robinsol de Polansky, en 2005).
En venil las reeditan y las in mas más adelante. Pero (Portell,
2004, menciona das del tiempo))), Anaya (, completas o adaptadas ;
etc.). También se suele in( mentario, o bien ejercicic
Aun asi, las colecci Ol que deberíamos consid er inclusión de
versio nes COI tor infantil, como Pinoch desconcierto en los lectc
que las adaptaciones Dis Otra cuestión que hay ql naríamos
«olvidadas)), qu decir que actualmente Sé
-
emeninas en este esquesecuencia del anterior). escl'ibían las
novelas feuna toma de conciencia 10 marcadamente femeo )O!1f' Eyre,
de Charlot
3ildungsromon
I femeninos, los lectores o el Bildungsromon, que, llar,
:Iásicos juveniles, Nos reIte el XIX -con alguna inlel siguiente
modo: ; líneas: la primera, la de miento, como las obras
listinguirse muchos posidetectivescas, con un re)Iongación clara en
el XX, :er lugar, la de reflejo de amos a un Dickens, o los rtado
también incluiría. nació en el XIX y se pro-
en muchos subgéneros de fantasía pura, y que
,; mundos terroríficos de l1ánico, la obra sorpren
arte del corpus universal ientos de masas popula,n académico,
Sin embar
¡ver, de J. Swift, del siglo XVIII, o
puramente orientativos.
go, los clásicos juveniles del XIX han experimentado en los
últimos años un movimiento de reivindicación por su valor narrativo
y ético, y por su importancia en la educación literaria, Una
educación literaria que debe contemplar, en palabras de Vicenc;
Pages, «libros que pueden resultar atractivos a los adolescentes, y
que tienen un mínimo de calidad que puede exigir un lector adulto
[",] Por eso utilizo el término "cl;isico juvenil" para designar un
libro tan clásico como cualquier otro (es decir, legible y
memorable, y a menudo el primer eslabón de una larga cadena de
secuelas, variantes y recreaciones). pero a la vez susceptible de
ser leído por un lector joven», Pages excluye de este grupo a los
contemporáneos más allá de Peter Pan; las obras que han envejecido
mal -por un exceso de sentimentalismo o por un exceso de
digresiones- y las obras no narrativas (Pages, 2006, pp,
27-34).
Otra cosa es el entusiasmo o reticencias que estos clásicos del
XIX merecen entre los lectores juveniles actuales, Pocas veces los
eligen como lectura libre, y, de hecho, encuentran que la mayoría
tienen «un exceso de digresiones», como temía Pages, Más bien
aparecen como lectura dirigida (vertical) en clase, incluso con
fragmentos reproducidos en algunos libros de texto, Estas
reticencias desaparecen o se alivian cuando el adolescente se
encuentra con los clásicos juveniles en las películas, a menudo
vistas en televisión en versiones de los años cincuenta o sesenta,
o en algún remoke de los últimos años (Robinson Crusoe, de Hardy y
Miller, en 1997, u Oliver Twist, de Polansky, en 2005), En forma de
libro, varias colecciones de literatura juvenil las reeditan y las
incluyen mezcladas con títulos actuales, como veremos más adelante,
Pero también hay colecciones específicas para clásicos (Portell,
2004, menciona más de catorce), como por ejemplo Edebé ((Nómadas
del tiempo»), Anaya ((Tus libros»), Las versiones que aparecen
pueden ser completas o adaptadas a un lector adolescente
(prosificadas, abreviadas, etc} También se suele incluir algún
estudio introductorio o análisis complementario, o bien ejercicios
para el alumno,
Aun así, las colecciones de clásicos tienen algunos aspectos
inesperados que deberíamos considerar. El primer aspecto, como
recuerda Portell, es la inclusión de versiones completas de obras
tradicionalmente asociadas al lector infantil, como Pinocho o Peter
Pon. Estas versiones completas producen desconcierto en los
lectores adolescentes, que no conocen otras versiones que las
adaptaciones Disney leídas -o vistas- de pequeños (Portell, 2004).
Otra cuestión que hay que tener en cuenta son algunas obras, que
denominaríamos «olvidadas», que no han adquirido el estatus de
clásicos. Justo es decir que actualmente se han publicado
propuestas de recuperación yaná
131 I
-
I
<
lisis de estas obras, como ejemplo, el trabajo del Equipo Peonza
(2004) sobre literatura universal, o el de la Fundación Germán
Sánchez Ruipérez (2001) sobre libros españoles, así como los casos
de la literatura catalana (Colomer, 2002b, o Baró, Colomer y Maña,
2007)12.
Literatura juvenil homologada
El corpus «básico)) Si en el apartado anterior considerábamos
los «clásicoSl) de la novela ju
venil, ahora consideraremos las narraciones escritas y
publicadas en los últimos 25 o 30 años y que tienen como
destinatario específico los lectores adolescentes 13 • Esta
direccionalidad hacia un público determinado se produce a través de
varios mecanismos, tanto textuales como paratextuales. Los
mecanismos textuales podrían ser: protagonistas de edades parecidas
a las de los lectores adolescentes, temas próximos a su
problemática o uso de un lenguaje mimético de su habla 14 Los
paratextuales son el diseño de las co• lecciones, los textos
complementarios que se incluyen, pero también las vías de llegada
al lector, que pasan por la complicidad con las instituciones
educativas en las estrategias de venta. Como vemos, nos estamos
refiriendo a narrativa, puesto que la poesía es recibida por los
lectores adolescentes a través de otras formas y de otros modos de
lectura.
Sobre la literatura juvenil actual, es decir, la literatura que
experimenta un crecimiento importantísimo desde la Segunda Guerra
Mundial, y prácticamente un boom a partir de los años setenta,
existen (¡todavía!) opiniones controvertidas. Es un género bien
aceptado desde la didáctica de la literatura por su capacidad
formativa en la construcción del lector 15 , pero no lo es desde
ciertos ámbitos académicos, donde todavía se niega su validez e
12. Especial interh tienen las obras que no forman parte de los
referentes anglosajones más conocidos, bien sea por formar parte de
culturas minori zadas, bit:n porque no se había hecho Irt
SE'lección Vdisección. L
-
el Equipo Peonza (2004) Jermán Sánchez Ruipérez
de la literatura catalana
«clásicos)) de la novela juas y publicadas en los úlrio
específico los lectores co determinado se produ, como
paratextuales. Los de edades parecidas a las problemática o uso de
un 's son el diseño de las cocluyen, pero también las idad con las
instituciones )s, nos estamos refiriendo )S lectores adolescentes a
a. iteratura que experimena Guerra Mundial, y prácIsten (itodavía!)
opiniones
la didáctica de la literaln del lector!5, pero no lo vía se
niega su validez e
referentes anglosajones más coporque no se había hecho la
seJencia: se debe valorar SI se trata la canónica, o si se puede
planpúblico de hoy y, como tal, sus
lemporáneas. ' xtcnsión mayor en este trabajo. 1ft (2002)
·tantes los estudios descriptivos, I y juvenil como base de
educa-
incluso su existencia (no se contempla en casi ninguna enseñanza
de filología). Esto trae consecuencias directas para la educación
literaria de los adolescentes, cuyos profesores no han recibido
formación en literatura juvenil, y que, a menudo, han hecho suyos
los prejuicios contra este tipo de literatura, que consideran
alejada de la calidad canónica.
No obstéJnte , I(] crítica especiali zada lf; actua l t iene
herramientas para va .... lorar este tipo de libros, y para separar
una literatura que calificamos de homologada de otros productos
dirigidos a la gente joven y que catalogaríamos como productos de
consumo o vulgares. Estas herramientas pueden ser:
Pertenencia a colecciones prestigiadas y prestigiosas. Obtención
de premios con una trayectoria fiable. Aparición en guías y listas
de recomendación hechas por insLituciones solventes. Atención por
parte de la crítica especializada (monografías, estudios de
revistas especializadas). Pertenencia a la obra de un escritor con
una trayectoria sólida. Esta solidez puede ser de dos tipos: por
aceptación de la crítica o por su trascendencia pública, dos
factores que no siempre coinciden!).
La crítica y los mediadores utilizan, además, diferentes
criterios de análisis para determinar si una obra es homologada o
homologable. Como recuerda Colomer (20020], los criterios de
aceptación de una obra en la comunidad escolar pasan por cuatro
líneas:
1. La calidad literaria. 2. La presencia de valores ideológicos
vigentes en nuestra sociedad. 3. La aceptación por parte de los
lectores infantiles y juveniles. 4. La validez como facilltadora de
la competencia lectora.
También hay intentos de definir y acotar el campo de la
narrativa juvenil como un género con características propias.
Algunos de los aspectos que se le exigen son la calidad literaria,
sin concesiones a la demagogia ni al
16. Frlot habla de una cierta complicidad entre críticos,
bibliotecarios o mediadores sobre lo que es «literatura juvenil
homologada», o como él dice, «literariamente correcta», y comenta
la necesidad de revisar los criterios que la forman (Friot, 2003,
pp. 127-133). 17. La trayectoria sólida de autores juveniles
actuales presenta incluso fenómenos cuantitativos importantes,
impensables hasta ahora. Sólo hay que pensar en el volumen de
publicación y venta de Jordi Sierra Fabra o de Laura Gallego, con
extensiones hacia el mundo virtual a través de blogs.
1331
-
:
aleccionamiento; excelencia formal y una imaginación poderosa;
técnicas narrativas adecuadas al desarrollo lector del
destinatario, y la presentación de los nuevos retos sociales de la
entrada en el mundo adulto (Teixidor, 2000, p. 14; 2003, pp.
27-29).
Para describir la situación de la narrativa juvenil desde los
años setenta hay que señalar, nuevamente, la presencia de las dos
corrientes habituales, la realista y la fantástica. Debemos
recordar también que a finales de los setenta se produjo en el
mundo hispánico la recepción de tendencias vigentes en el mundo
occidental. Así, desde la corriente realista, a partir de los años
ochenta apareció el llamado realismo crítico o amargo, o también
«psicoliteratura», que sustituía el realismo dulce y educativo
propio de la literatura infantil y juvenil hasta ese momento. Desde
la otra corriente, la fantástica, se produjo una reivindicación de
sus parámetros -imaginación, subversión de la lógica, aceptación de
lo prodigioso- pero no como género de evasión escapista, sino como
valor progresista de otra realidad, de un motor necesario para
imaginar un cambio en el mundo. Se trataba de un concepto donde la
sombra de un Rodari o del mayo del 68 francés planeaba con fuerza
lB. Todavía hoy nos nutrimos de muchos de estos planteamientos y la
situación actual es, en el fondo, herencia suya. Para describir las
corrientes que se dibujan en nuestros días partimos del esquema
presentado por Turin (1999,2003), al que vamos a añadir
matizaciones importantes.
Turin establece tres grandes grupos: 1. Textos realistas.
Básicamente, Turin sitúa aquí la novela-espejo: am
bientes contemporáneos del lector adolescente, protagonistas de
su misma edad, pequeños o grandes conflictos propios de su mundo,
ambientes de clase media ... Todos estos aspectos dibujan el lector
modelo, o lector «buscado» para estas narraciones, como también
señalan Colomer (1998) y L1uch (1998). Para muchos expertos, éste
es el género juvenil por excelencia, en el que los autores
pretenden satisfacer las necesidades de identificación propias de
la evolución lectora de los adolescentes. Las líneas argument;:¡les
realista on las siguientes :
Iniciación al amor. La importancia de este tema en la literatura
juvenil -homologada o no- ha merecido varios trabajos especia
18. Como ejemplo, La guía fantástica, de Jales Sennell, o La
historia interminable, de Michael Ende, pul;>licadas en dos
lugares diferentes con dos años de diferencia, demuestran esta com
unión de propósitos, de estilos y de comunicación literaria.
I 134
lizados. Podría la Bandera, o L terrenos en qu sexos. Aunque
mediadores sa~ te por chicas ('
• Mutaciones in tua ría n narraci encrucijadas e como en Eso I
este tema dest el de la concie xia, de bulimia, plo XXL, de Ch.
• Costumbrismo reunir a'190 de constituirse en los hábitos de I
dura a ¡partir di Dificultades de:. temas Ilacera nt en No es
fácil
• Intrusión de la en la vida coti( va hasta la ime sión:
secuestro~ Hot dogs, amb(
Muchas novelas CI lizan como camp( en auge. 1=1 plan t
enamoramiento, a cia de situaciones
19. Nuevamente, los ejemplos q ejemplificar con obras de diversa
nalmente en castellano, así como
-
ción poderosa; técn icas atario, y la presentación l1undo adulto
(T6xidor,
1il desde los años setendos corrientes h8bitua
Ibién que a finales de los ón de tendencias vigenrea lista, a
partir de los
amargo, o también «psiativo propio de la Iliterale la ot ra
corriente, lél lrámetros -imaginación, )- pero no como género de
otra realidad, de un ]0. Se trataba de un con68 francés planeaba
con stos planteamientos y la di describir las corrientes ma
presentado por Turin mportantes.
luí la novela-espejo: am'nte, protagonistas de su lropios de su
mundo, ams dibujan el lector modes, como también señalan s
expertos, éste es el géores pretenden satisfacer a evolución
lectora de los as son las siguientes: ite tema en la literatura
varios trabajos especia
;toria interminable, de Michael rencia, demuestran esto comu
lizados. Podrían ser buenos ejemplos íntimos secretos, de M.e.
de la Bandera, o La novia dormida, de O. Xirinacs19 Éste es uno de
los• terrenos en que, sutilmente, se manifiesta la separación
lectora de sexos. Aunque forman parte de las colecciones
homologadas, los mediad ores sél ben que este subgénero será leído
mayoritariJm ente por chicas (Sadand, 2003, p. 107). Mutaciones
intelectuales y psicológicas. Bajo este epígrafe se sitUJríJn
nJrraciones en que los protagonistas se encuentran Jnt encrucijadas
que les exigen decisioní:'s y cambios de rumbo, como en Eso no me
lo quita nadie, de Ana María Machado. En este tema destaca un
aspecto más dirigido a las lertoras, como es el de la conciencia
del cuerpo y la imagen: problemas de anorexia, de bulimia, de
aceptación del propio cuerpo, como por ejemplo XXL, de Ch. Bienick,
o Billete de ida y vuelta, de G. Lienas. Costumbrismo y
cotidianidad. Encontramos novelas que pueden reunir algo de todas
las temáticas anteriores y que apuestan por constituirse en
auténticos espejos del lenguaje, las costumbres y los hábitos de
los jóvenes. A veces, pueden tomar una deriva más dura a partir de
los siguientes aspectos. Dificultades del curso de la vida. Son
narraciones que hablan de temas lacerantes: separaciones, muerte de
un ser querido, como en No es fácil saltarse un examen, de L.
Núñez. Intrusión de la delincuencia o de los problemas del mundo
actual en la vida cotidiana. El reflejo de las situaciones
cotidianas deriva hasta la imbricación en aspectos de criminalidad
o de perversión: secuestros, como Los ojos del lobo, o tráfico de
animales, en Hot dogs, ambos de Care Santos.
Muchas novelas combinan varias de estas líneas y, a menudo, se
uti lizan como campo de reflexión sobre problemas actuales o
valores en auge. El planteamiento de temas esenciales -drogas,
bullying, enamoramiento, acoso-, o la defensa de valores
-tolerancia, denuncia de situaciones de peligro, multiculturalismo,
ecologismo, pacifis
19. Nuevamente, los ejemplos que proponemos son meramente
orientativos. Hemos preferido ejemplificar con obras de diversa
procedencia, publicadas a partir de los noventa, escritas
originalmente en castellano, asi como algunas traducciones.
1351
-
I
I
,
mo- delatan a menudo el origen pedagógico de sus autores. Como
ya se ha señalado, estas obras tratan de actualizarse con
propuestas formales actuales osadas: la utilización de voces
narrativas polifónicas o poliédricas. Las reacciones de los
lectores adolescentes actuales ante esta línea temática merecen una
cierta reflexión. En primer lugar, cabe destacar una cierta
ambigüedad en la aceptación de estos textos, muy recomendados por
los profesores, y que los alumnos reciben con un cierto cansancio,
probablemente debido a que la fórmula está un poco agotada, aun
cuando, como señala Turin, actualmente se intenta renovar con la
inclusión de más ingredientes argumentales y temáticos. En segundo
lugar, la división de lectores masculinos y femeninos, que eligen
títulos diferentes en razón de gustos «sexuados». Esta división,
como hemos dicho antes, responde subliminalmente a algunos indicios
-la aparición de un nombre de chica en el título, o de autora
femenina 20 - y supone su elección por un público femenino y el
rechazo masculino (Sarland, 2003). Pero es curioso observar que,
últimamente, algunas editoriales prestigiosas han optado por
«descaran> algo esta tendencia con colecciones más
declaradamente destinadas a chicas (como por ejemplo «Espacio para
dos» o «Fameschool», de Anaya; «Cuatro chicas fuera de clase», de
SM; o la serie «YoyO», de Ediciones Edebé2' . Más allá de la
condena previsible desde nuestros parámetros actuales, hoyes más
necesario que nunca profundizar en los elementos textuales y
paratextuales que forman la opción «femenina», especialmente la pe
rmanencia de temas, formas y sistemas comunicativos que se adaptan
a los esquemas del presenten. También es importante considerar que
estos tipos de libros se van desligando de los lectores a medida
que van creciendo. Muy frecuentes en la secundaria obligatori
-
ico de sus autores. Como tualizarse con propu estas voces
narrativas polifóni
ctuales ante esta línea teimer lugar, cabe destacar e estos
textos, muy reco11 nos reciben con un cier, la fórmu!l a está un
poco ctualmente se intenta reargumentalles y 1cmáticos. Isculinos y
femeninos, que ,«sexuado$) . Esta división, inalmente a algunos
indin el título, o de autora felico femenino y el recha zo observar
que, últimamenltado por «descarar» algo aradamente destinadas a
dos» o «Fameschool», de e SM: o la serie «YoyO», na previsible
desde nuesia rio qu.e nunca profundiales que forman la opción de
temas, formas y siste
;quemas del presente2• tos tipos de libros se van van creciendo.
Muy fre)rácticamente rechazados Insidera n I ilgados aeta pas
las.
fi rmara su obra con iniciales, qu e
1do» obras que antes había n sido
rrativa juvenil actual (Ol id, 2008;
2. Textos con compromiso ideológico. Turín los llama «textos
engagés». Esta autora destaca los libros cuyos argumentos giran en
torno al rescate de la historia, preferiblemente reciente -la
guerra civil española, el nazismo, la invasión de Irak, etc.- que
sirven para presentar no úni camente el acontecer de unos hechos
conocidos, sino la toma de posición de los protagonistas en un
compromiso ético. Es el caso d las novelas de Uri Orlev y todas las
novelas en torno al holocausto, como Reencuentro de F. Uhlman, o
sobre la guerra de Ira k, como Han quemado el mar, de G. Janer
Manila. En la misma línea, se podrían añadir las de compromiso
ecológico o antropológico, con argumentos que hablan de la
necesidad de salvación de lugares en peligro, o de la necesidad de
conocimiento y respeto a pueblos y sus costumbres, como la obra de
J.F. Delgado. En otras ocasiones, se trata de la denuncia de
situaciones humanitarias insostenibles (explotación, guerra), como
En un lugar llamado guerra, de J. Sierra Fabra. Paralelamente a
estos textos transcurre una corriente de novela histórica con menos
lección id'eológica, que tiende a mostrar la riqueza y complejidad
de una época histórica. Generalmente, estos relatos se sitúan en un
pasado algo más lejano -Roma, el mundo medieval- y aportan,
paradójicamente, un soplo de aire fresco después de un cierto
empacho de actualidad y de tantos conflictos psicológicos o
reivindicaciones ideológicas. En algunos casos, como por ejemplo en
César Mallorquí, o en José María Merino, se recupera el sentido de
la aventura, siempre vivido desde los márgenes de poder, o bien la
reconstrucción de una época. Podemos añadir traducciones muy
interesantes como las novelas Aprendiz de comadrona, de Karen
Cushman, o La guillotina, de S. Van der Vlugt, que suelen ser
leídas con gusto por el pLlblico adolescente.
3. Relatos iniciáticos. Turin utiliza esta palabra en un sentido
antropológico, y sitúa en este apartado las narraciones de línea
fantástica que muestran las dificultades de un héroe para lograr un
final donde triunfen la verdad y la justicia2J . Harry Potter
responde perfectamente a esta definición. Más allá de Harry Potter,
esta línea
23 . Turin apela al esqu ema de Marthe Robert, que di vid e las
narrac iones ent re la «novela del bast ardo», centrada en prota
gon istas que se abren pa so en busca de so lu ción de problemas, y
la «novela del expósito», más centrada en el sueii o fan tástico de
l para íso pe rdi do.
137 I
-
J
:
l
presenta tres caminos: el primero, las narraciones
posttolkienanas que nos acercarían a la fantasy, representada por
un Paolini, y en español por Laura Gallego, con un éxito de público
enorme. El segundo camino estaría representado por las narraciones
de corte más realista, como por ejemplo en la serie de Kip Parvati.
El tercero iría representado por una fantasía con más ambición
literaria, con procedimientos más refinados y más arraigado a una
cu ltura literaria próxima a un Calvino, como algunos relatos de
J.J. Millás.
Para finalizar, debemos considerar la importancia lectora que
tienen dos transcategorías: la «literatura de género» y las series.
En la primera, nos referimos a las novelas que se adscriben
claramente a un subgénero bien acuñado, que responde siempre a un
tipo determinado de tema, argumento y tratamiento. Por «literatura
de género» suele entenderse, por excelencia, el policíaco, o
también la ciencia f icción. Sus autores oscilan entre una fideli
dad a las reglas del género o una leve tendencia a la transgresión
de las mismas. Un buen ejemplo serian las novelas detectivescas de
la serie Flannagan, de Andreu Martin y Jaume Ribera, o las
policíacas de Fernando Lalana . Pero estos ejemplos nos recuerdan
que algunas «novelas de género)) se agrupan para formar la
siguiente transcategoria mencionada más arriba: las series,
entendiendo por serie el conjunto de libros ligados por un mismo
protagonista, una misma historia o un mismo planteamiento temático.
Los persona jes de la serie pueden crecer a lo largo de la
trayectoria argumental, como Harry Potter, o bien pueden permanecer
estáticos en una repetición de situaciones, como sería el caso de
los libros de Tintín. La «literatura de género)) y las series
constituyen un apoyo en la formación lectora de los adolescentes, y
sus beneficios han sido señalados por varios expertos (Décreau,
1994). La combinación de ambos es frecuente : hay series adscritas
al real ismo, pol iciacas, fantásticas, etc. Las series fideli zan
al I~ctor, que espera el reencuentro de un lugar conocido
-afianzando su seguridad lectoracon el incentivo de avanzar
simultáneamente hacia la novedad. Un excelente medio que es una
constante histórica y que no es únicamente atractivo para los
lectores adol scentes.
Nuevas ofertas en el campo de la literatura juvenil Para acabar
este apartado de literatura j uvenil actual conviene presen
tar tres nuevos campos que se están abriendo paso en el mundo de
los lectores adolescentes, y que representan varios grados de exper
iencia lectora:
I 138
1 . Los álbumes pan tura del álbum re con lector infant plejidad
icónica ) más experto y ce mura, o El guardo nard y Roca, sor álbum
haya emp' de lectura comp;
2. La metaliteratur dencias más defi para 'lectores adc les.
Alguna s mUt juvenil, como po nadas de los cue tas originales, C
También podemc nes de algunos ( lata, de Gera ldir
3. La no ficción. Sit rían materiales ( tualidad, la auto libros
de narrati\ El tono suele ser gunos casos, apu la colección «ehi
rreno son los lib tipo. Así, libros Operación Triun morísticas e
inte ropa FM, así COIl otros casos, los ~(Jffi'\l~\c.\d'dd de.
24. Seña lam os también la ere novelas (o películas) de éxito
con ti nuadora de Harry Potte
-
~
::iones posttolkienanas la por un Paolini, y en Jlico enorme. El
segunraciones de corte más arvati. El tercero iría rc1 literaria,
con procedi:ultura literaria próxima lilas.
Icia lectora que tienen ries . En la primera, nos e a un
subgénero bien jo de tema, argumento derse, por excelencia, el
Iscilan entre una fidelitransgresión de las mislS de la serie
Flannagan, e Fernando Lalana. Pero de género» se agrupan
a más arriba : las series, por un mismo protago) temático. Los
persona:toria argumental, como ~n una repetición de si. La
«literatura de génermación lectora de los )or varios expertos (Dée:
hay series adscritas al izan al lector, que espeJo su seguridad
lectorala novedad. Un excelenes únicamente atractivo
enil actual conviene presenen el mundo de los lec
¡ de experiencia lectora :
1. Los álbumes para adolescentes. Como es bien sabido, la nueva
cultura del álbum rompe la inercia que identifica el libro de
imágenes con lector infantil. Los álbumes actuales ofrecen un nivel
de complejidad icónica y textual que pide y propicia la mirada de
un lector más experto y competente. Propu estas como En e/ desván,
de Kitamura, o E/guordián cit' los palabras, de Ruano, o Jesús
Bftz, de Bernard y Roca, son una muestra de ello. Esto ha
comportado que el álbum haya empezado a formar parte de propuestas
dc animación y de lectura compartid a entre estudiantes de
secundaria.
2. La metaliteratura. La «literatura sobre literaturall es otra
de las tendencias más definidas de la literatura infantil y juvenil
actual, tanto para lectores adolescentes como para lectores
competentes infantiles. Algunas muestras interesantes buscan la
complicidad del lector juvenil, como por ejemplo algunas de las
reescrituras más intencionadas de los cuentos tradicionales (Finn
Garner, Monzó) o propuestas originales, como por ejemplo La luna
.com, de Care Santos. lambién podemos considerar algunos
experimentos de continuaciones de algunos clásicos, como por
ejemplo Peter Pan de rojo escarlata, de Geraldine MacCaughrean 24
.
3. La no ficción. Situamos aquí una franja imprecisa en la que
se ubicarían materiales de dificil clasificación, que mezcla n el
humor, la actualidad, la autoayuda y otros campos. Normalmente, no
se trata de libros de narrativa, aunque puede haber excepciones,
como veremos. El tono suele ser más o menos humorístico o más o
menos serio. En algunos casos, apunta específicamente a las
lectoras, como por ejemplo la colección «Chicas)), de Montena. Otra
derivación posible en este terreno son los libros relacionados con
fenómenos mediáticos de todo tipo. Asi, libros que tratan de las
interioridades de programas como Operación Triunfo o Gran Hermano,
pero también propuestas más humorísticas e inteligentes, como el
radiofónico Ponte a prueba, en Europa FM, así como biografías de
sus actores y cantantes predilectos. En otros casos, los libros
mantienen un hilo narrativo importante y la complicidad de algún
personaje de una serie literaria ya conocida y
24. Señalamos también la creciente importancia del fanfic, el
subgénero de Internet en el que las novelas (o películas) de éxito
tíenen continuaciones y seg uidores, como el caso de Francisca
Solar,
continuadora de Harry Potter.
139 I
-
' i
apreciada, como los casos del Diario rojo de Flannagan, de
Andreu Martín, o Diario lila de Carlota, de Gemma Lienas,
persiguiendo un objetivo informativo más allá de la narrativa.
Igualmente, se podrían situar aquí las obras del exitosísimo Jorge
Bucay, también leídas al final de secundaria. Normalmente, todos
estos libros tienen una acogida espléndida entre los lectores
adolescentes, e incluso por los menos lectores, y se deslizan hacia
los terrenos de la lectura horizontal.
Sobre las formas de estos materiales, es decir, el tipo de
libros que vehiculan la literatura juvenil homologada, conviene
hacer unas recapitulaciones en forma de primeras conclusiones sobre
la porosidad de los campos de lectu ra descritos hasta ahora:
La ubicación de títulos de campos diversos en una misma
colección (canon nacional, juvenil clásica, escritores de prestigio
del siglo xx, literatura de género o juvenil moderna homologada,
etc.) iguala las diversas adscripciones de los titulos a una franja
u otra de la cultura canónica. Así, una misma colección puede
albergar un clásicc juvenil, como La isla del tesoro, junto a
novelas de Agatha Christie u obras juveniles de J. Sierra Fabra o
G. Janer Manila . Este criterio para formar colecciones, o para
situar un libro dentro de la franja de los juveniles, muestra
diferencias en la valoración crítica de ciertas obras. Esta
valoración depende del momento histórico, o del concepto que se
tenga de las necesidades formativas del lector adolescente, e
incluso de la política editorial que desee seguirse. Esta
oscilación hace que ciertos títulos se sitúen en un lado u otro de
la clasificación: bien junto a los «clásicos canónicos», bien corno
libro juvenil. Como ejemplo, tenemos el caso significativo de Jane
Eyre, de Charlotte Bronte, conceptuada por algunos especialistas
como obra canónica de la novela del XIX, pero ror otros un clásico
juvenil (Pages, 2006). Ta mbién La metamorfosis, de Kafka, que f'S
uno de los referentes canónicos del siglo xx, ahora forma parte de
variéis colecciones juveniles e incluso del cómic. Las
consecuencias en los lectores adoiescentes son de una cierta mezcla
involuntaria de niveles, categorías y campos de lectura: para un
adolescente no hay tanta diferencia entre Soldados de Salamina, de
J. Cercas, los cuentos de Jorge Bucay, los libros de la serie
Flannagan o El escarabajo de oro, de Poe. Las consecuencias no son
del todo negativas (Rodríguez y Correa Ulloa, 2005).
I 140
Baja cultura
¿Literatu ra basura? La lectura horizont
sumo que no se encuen biblioteca o la lista de r~ de barrio, y,
sobre todo, hipermercados. Son una la crítica exigente, y se q
mediadores educativos I a menudo, bib'liotecario para sus
estanterías. 501 tituyen el alimento liter única lectura realizada'
tura, no han recibido di construcción de Ila coml
Las fórmulas popul tuar a un determinado í mulas literarias que"
equivalentes actuales d de l'v1 arcia I LafLlente Es nuevas
fórmulas. Tamb casi condenadas a la b los adolescentes. Camb que se
hacen de éstas, r consumo: la previsibilic est reoti pados y con p
mático y la apelación é
Aunque re ulta ur que hoy IIlamaríamos ((Ii neros de las novelas
de realism o de consumo, Y ta más f ácilmente id nl licíaca-
agrupadas en c las obras de Thom as Bn materializada en colec éxito
de rúblico. Tamb otipada, y con conexio
-
e Flonnogon, de Andreu nas, persiguiendo un oblualmente, se
podrían siIY, también leídas al final l$ tienen una acogidr3
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' tipo de libros que vehiacer unas recapitulacioJsidad de los
campos de
En una misma colección le prestigio del siglo xx, ologada, etc.)
iguala las 'a nja u otra de la cu Itu:de albergar un clásico lelas
de Agatha Christie :r Manila. a situar un libro dentro :ias en la
valoración críde del momento históesidades formativas del editorial
que desee seos se sitúen en un lado lásicos canónicos», bien el
caso significativo de por algunos especialispero por otros un
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'Tlorfosis, de Kafka, que x, ahora forma parte de nic. ltes son
de una cierta 'ampos de lectura: para e Soldados de Salamiy, los
libros de la serie s ~onsecuencias no son ,2005).
Baja cultura
¿Literatura basura? La lectura horizontal de los adolescentes se
nutre de productos de con
sumo que no se encuentran en los templos del saber, que serían
el aula, la biblioteca o la lista de recomendacion es del profesor.
Proviem~ de la librería de barrio, y, sobre todo, de la sección de
regalos de los gréHldes almacenes e hipermercados. Son unos títulos
que difícilmente traspasan los terrenos de la crítica exigente, y
se quedan entre «galletas y televisores» (Laso, 2000). Los
mediadores educativos los desestiman o ni siquiera conocen su
existencia, y a menudo, bibliotecarios y maestros los rechazan
claramente como opción para sus estanterías. Son libros
literariamente incorrectos. Pese a eso, constituyen el alimento
literario de muchos adolescentes, yen muchos casos, su única
lectura realizada voluntariamente. Por su vinculación con la baja
cultura, no han recibido de muchos investigadores la atención
necesaria en la construcción de la competencia lectora .
Las fórmulas populares son cambiantes, ya veces resulta
arriesgado situar a un determinado autor, colección o género en un
lado u otro. Hay fórmulas literarias que van periclitando y son
sustituidas por otras. Los equivalentes actuales de la fotonovela o
de las novelas de Corín Tellado, o de Marcial Lafuente Estefanía, o
del Coyote, han cambiado y han buscado nuevas fórmulas. También han
evolucionado las novelas tipo Enid Blyton, casi condenadas a la
baja cultura por los expertos y leídas con deleite por los
adolescentes. Cambian las fórmulas, cambian también las
valoraciones que se hacen de éstas, pero se mantiene una constante
en las narraciones de consumo: la previsibilidad de sus argumentos,
la construcción de personajes estereotipados y con poco desarrollo,
la utilización de un lenguaje esquemático y la apelación a
sentimientos obvios y poco matizados.
Aunque resulta un poco arriesgado, conviene hacer una tipología
de lo que hoy llamaríamos «literatura de consumo». Esta literatura
reproduce los géneros de las novelas de literatura juvenil
homologada. De esta manera, hay un realismo de consumo, y hay una
fantasía de consumo. Pero quizá lo que resulta más fácilmente
identificable son las novelas de género -de terror, miedo,
policíaca- agrupadas en colecciones y series, como por ejemplo, «El
Equipo Tigre», las obras de Thomas Brezina, o la deriva hacia lo
fantástico y la ciencia ficción, materializada en colecciones como
«Pesadillas», «Escalofríos», etc., de enorme éxito de público.
También aparece aquí la fantasy, en su expresión más estereotipada,
y con conexiones evidentes con los juegos de ordenador o de
rol.
141 I
-
l
I
Por otra parte, la opción realista puede materializarse en
colecciones o series «femeninas», por ejemplo «Las gemelas de Sweet
Vallev» o «Barbie», libros situados en ambientes de high school
americana V en los que, a menudo, se intercala el misterio, la
aventura, la pequeña intriga. Los referentes televisivos son
indispensables, V muchos de estos libros tienen una serie en
pantalla; es más, son directamente la consecuencia.
Otra cuestión son las adscripciones del público adolescente V
juvenil al fenómeno de los best sellers. En la línea femenina, las
lectoras se adscriben a las novelas románticas tipo Danielle
Steell, pero unos V otras se aproximan a los hitos
histórico-esotéricos como El código da Vinci, de Dan Brown, o de
intriga, como La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón, en el
mejor de los casos, V en el peor, a algunas obras de horóscopos o
de materias paracientíficas. En resumen, unas lecturas que resultan
atractivas para un buen sector de los adolescentes. Probablemente,
V como apuntan acertadamente Turin (1999) V Chartier (1999), la
aceptación de estos libros, como sucede con el público adulto,
otorga a quien los lee la sensación de pertenencia a una comunidad
de lectores, comentadores V entusiastas.
No obstante, no resulta tan fácil a veces establecer fronteras
entre la literatura homologada V los subproductos V, más aún, puede
resultar altamente peligroso condenarlos o desconocerlos cuando en
muchos casos alcanzan a ser la base de lectura con la que muchos
adolescentes ascenderán hacia lecturas de más densidad V
calidad.
En los márgenes Otro mundo descubierto por los adolescentes es
el ligado a las culturas
tribales con las que se identifican. Casi todos se acercan o
mimetizan las actitudes de los grupos V subgrupos preestablecidos,
V el número de tribus, grupos V subgrupos es inmenso, como indican
los estudios sociológicos especializados. HaV escasas posibilidades
de escapar a este esquema V, a menudo, los que se definen como
«normales» o «neutros» están aplicando la Vélra de medir a partir
de su propia tribu. Ahora bien, es evidente que hay tribus que
generan una cultura más específica que otras, V que Llenen más
voluntad de creéJción o de definición de márgen estéticos. Estos
márgenes pasan por la apariencia físíca, vestimenta, maquillaje,
complementos, lugares de encuentro, tipo de música escuchada,
drogas consumidas, V, evidentemente, un ideario más o menos
definido con algún tipo de cultura, va sea como consumidores o como
productores. En el caso del consumo juvenil, debemos recordar que
no es un fenómeno puramente pasivo ni ausente de significado,
sino
I 142
que en la elección los ad! en definitiva, de «apropi Sanmartí,
2003, p. 8). En t' una estética V una culturé encuentran «libros,
revist cómics V otros materiales, de una determinada fan! gore,
podrían ser buenos cantantes V grupos a quit rosidad cultural,
algunos tura como fenómenos de
Otros género
La cu ltu ra visua
Cómic El cómic relaciona I
mas caricaturizar como mer lugar se encuentr8r algunos se
situarían den rrenos de los clásicos d~ del mundo de la cultur
estos héroes tienen segL an buscando en las hist las proezas de
personajt nuos V en algunos caso~ perverso, se alinea en (
underground, que se SL razón de su cultura de nera especial,
Japón). E sus líneas más conven c relacionados con el nlUl también
se puede ence mo, la ciencia ficción, siderales. Nos encontra
bristas de la literatura
-
'ializarse en colecciones o ieet Val,ley» o «Barbie», lilila yen
los que, a menu~
-
l
l
épica e ideologías diversas y dispersas. Los personajes pueden
responder a tipologías ma rg inales, y, como es lógico, la
conjunción entre tema, estética y tipo de dibujo hacen la lectura
compleja y necesitada de una cierta iniciación. El manga constituye
un caso especial, un auténtico universo cuyos entusiastas, los
otakus, se subdividen a su vez en múltiples tribus y tendencias de
estéticas diferenciadas.
El comportamiento de los aficionados al cómic, especialmente los
que se consideran admiradores extremos, es muy parecido al de una
tr ibu específica. Se proveen en lugares especializados de
referencia 25 ; tienen sus templos y sus rituales (salones de
cómic, de manga, ferias, etc.) que los decantan hacia
comportamientos precisos, con adopción de vestimenta específica,
como por ejemplo los seguidores del manga. El mundo del cómic puede
tener una prolongación en el cine, ya sea en series televisivas o
en la gran pantalla.
Prensa juveni l Uno de los f enómenos menos estudiados de las
lecturas adolescentes es
el de revistas destinadas a niños y jóvenes. Las revistas son
una herramienta de aproximación a la lectu ra, y su presenc ia en
el mundo escolar y en la educación formal se ha producido con
altibajos: bibliotecas, escuelas e in cluso trabajo en el aula han
contado con una serie de revistas bien admitidas por la comunidad
educativa.
Pero hay otra prensa que los adolescentes consumen fuera de la
escuela: la compran, la leen, se la recomiendan, se la pasan los
unos a los otros. Son materiales de lectura muy poco homologados,
revistas atractivas, llenas de fotos y de colores, con muchas
secciones: historietas, reportajes, consejos, entrevistas y mucho
cómic. Pretenden crear un mundo de referencias directas, que apelen
al consumo -evidentemente, las revistas veh iculan publicidad- y a
la actualid ad del dia y de los niños (Cosín, 2003). Los temas son
variados, e incluso algunéls tocan temas de actualidad o de
preocupación social, como por ejemplo la ecología o las ONG. Pero
la rnayoría dedica muchas páginas éll mundo de los ídolos
mediáticos, especialmente los cantantes, a los grupos de rock, los
tr iun fador de la música pop, actores de te levisión, o famosos en
9 nera!. Son, en ci erto modo, los refl j os adolescentes de cierta
prensa ele cotilleo, consejos pt'ácticos o formas de desarrollar
aficiones destinadas a los lec
25. La librería editorial Norma de Barcelona reúne a muchos de
estos consumidores. Véase la web www.norma-ed.se
I 144
tares adultos. Y como en da la diferenciación seXU él tas de
deportes (fútbol, etc.), mientras que las ch blicaciones se centran
en cualquier aspecto de la ir rigido a un objetivo únicl menes para
tener un cu seducción de un cierto er do un cóctel muy atracti\
logada a toda prisa. Una la chica : atractiva, seduc
Cuando la litera
Música pop: IiteratL Llegamos al momer
de lo que todavía enter porta nte m atiza r la crisi~ den muchos
lectores de lírica. La imagen de los MP3, al discman, o bajá
desplazamiento de sus h versas de literatura. Los ro, en forma de
cancio género lirico. Con letras la escalera sociológica y
estéticos: hay una músi poética incuestionable. pus literario que
recup perien ia vital o del eternos de la po sia; e tas ca nónicos
que los' tura, y que habrán de homologada. Así, a gra
El amor. El sen1 sibles, como pe pero también I
http:www.norma-ed.se
-
's pueden responder a tiln entre tema , estética y ¡da de una
cierta iniciantico universo cuyos en¡iples tribus y tendencias
especialmente los que se al de una tribu específiia 25 ; tienen
sus templos y ) que los decantan hacia 'nta específica, como por
nic puede tener una pro'1 la gran pantalla.
, lecturas adollescentes es .tas son una herramienta Jndo
escolar yen la eduItecas, escuelas e incluso revistas bien
admitidas
iumen fuera de la escue1 los unos a los otros. Son stas
atractivas, llenas de , reportajes, consejos, en::l de referencias
directas, ; vehiculan publicidad- y _os temas son variados, e
eocupación social, como Jedica muchas páginas al antantes, a los
grupos de televisión, o famosos en ~s de cierta prensa de coones
destinadas a los lec
tos consumidores. Véase la web
tares adultos. Y como en el caso de los lectores adultos,
aparece muy marcada la diferenciación sexua l de los lectores: los
chicos se decantan hacia revistas de deportes (fútbol, motos, etc.)
o aficiones (viajes, música, excursiones, etc.), mientras que las
ch icas lo h8ccn por las revistas «femenina$l>. Estas
publicaciones se centran en la moda en todas sus manifestaciones,
así como en cualquier aspecto de la imagen. Un culto al cuerpo y (]
la imagen siempre dirigido a un objetivo único: la seducción.
Vestidos, peinados, maquillaje, regímenes para tener un cuerpo
escultural, etc., se combinan con consejos de seducción de un
cierto erotismo grosero. Estos ingredientes se mezclan creando un
cócte l muy atractivo para lectoras que se alejan de la literatu ra
homologada a toda prisa. Una comunidad femenina en persecución de
la figura de la chica : (J 'Lradiv
-
habitual de la mayoría de canciones, con toda la gama de
lenguajes, desde el más edulcorado al más duro, y con toda clase de
imágenes. Como hemos dicho, pocas diferencias con los topoi
literarios rastreables en la poesia amorosa, adaptando, eso sí, los
horizontes estéticos y de comportamiento a la época actual 26 . La
experiencia vital. Algunas canciones se decantan más por la
descripción de estados personales, ya sea de desesperación o de
exaltación . El abandono, el vacío vital, la desorientación
existencial, pero también la afición a las drogas, el deterioro
personal o la tentación del abismo, con varios itinerarios, desde
la simple indagación vital hasta la marginalidad. Estopa presenta
una estética más dura que La Oreja de Van Gogh, con incursiones en
las drogas o en el mundo que las rodea. El compromiso cívico. En
algunas ocasiones, la experiencia vital supera la reflexión
personal y se decanta por una reflexión colectiva de tipo político
o ideológico en general. Son las canciones y los grupos más afines
a la juventud próxima a la participación política desde varios
ámbitos.
Lógicamente, las canciones que escuchan los adolescentes generan
también unos aspectos de socialización que delimitan y definen la
cultura juvenil, y que hace que se reúnan o se separen, formen
parte de las diversas tribus urbanas, grupos estéticos o sectores
sociales. Las canciones, pues, son causa o consecuenci a de la
adscripción a un determinado grupo o tribu: el seguidor de Estopa
no es el mismo que el de Coti; los que admiran a Fito y Fitipaldis
no tienen mucho que ver con los seguidores de Shakira. El alcanel"
de los qu tos clasifica los dive r~os seguidores. El rock af
lamencado, o las cancion es de estética heavy, o la música
discotequera, det rminan los conciertos donde van a bailar, los
programas de televisión que ven o los locales que frecuentan. En
este sentido, los locales donde pueden olr esta música o lo
conciertos d " un determinado cantante o grupo actúan de
cataliLador de una manera de st"ntir la poesía, o de vivir una
estétic;:¡, incluso una ' t ica.
26. Un repaso a la letra de Te como a besas, de Kiko Veneno nos
remite a un tema preciso de erotismo que encontramos ya en Catulo.
Podr iamos añad ir otros temas literarios; asi Noches de bohemia e
ilusión, de Navajita Plateá, la recreación del mal de ause ncia; No
quiero verla más, de Estopa, o Que la detengan, de David Civera ,
el tem a de la mujer fatal; Hips don 't lie, de Shakira, la
fascinación masculina por la mUjer que danza. Los ejemplos pueden
multiplicarse y son un espléndido recurso en clase de
literatura.
I 146
Además, la presencia en I sus blogs, de sus webs ( parte de la
sigu iente fas caminos de gran dispersi mos: el mundo de Intem
Del videoclip a los (Ié o una vuelta a empe El mundo de la
músi,
ejemplo el videoclip, una centes ven en el televisor ordenador
de su cuarto. I potencial icónico y estéti( construyen con
estímulos imágenes de la publicida sector de gente joven, y q
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en el forma rarios y «tribales» (el terrc
Pero la pantalla, el de comunicación y de go Messenger, donde él
dia mente, ya través de un I productor; chats donde I discutiendo
con su ere; ((Sccond life)), donde 5U ~ creando uno ((avatar» o l
neraciones anteriores en
¿Qué será, pues, la I empiece a desaparee r t libros con
coleccion es dI reivindicar. lal vez somo concepto de una literalL
Quizá los adolescentes e res. Quizá quieran dibuj mediatez de la
comunicé ¿Lo tendremos que lame
-
'
26
da la gama de lenguajes, toda clase de imágenes.
)s topoi literarios rastresí , los horizontes estéti
lecantan más por Itl des~sesperación o de exalta:ntación
existencial, pero lersonal o la tentación del ~ indagación vital
hasta la nás dura que La Oreja de 1 el mundo que las rodea. ), la
experiencia vita I sur una reflexión colectiva 1 las canciones y
los grula participación política
IS adolescentes generan tan y definen la cultura nen parte de
las diversas Las canciones, pues, son
ninado grupo o tribu : el los que admiran a Fito y ,res de
Shakira. El alcanrock aflamencado, o las
:ra, determinan los conión que ven o los locales lueden oír esta
música o actúan de catalizador de tica, e incluso una ética.
mite a un tema preciso de eroas literar ios; as i Noches de
boencia; No quiero verlo mós, de atal; Hips don 't lie, de Shakira,
~den Illult iplicarse y son un es-
Además, la presencia en la red de sus videoclips (YouTubel, o la
consulta de sus blogs, de sus webs oficiales, de los chats de
admiradores, etc., forma parte de la siguiente fase de consumo
cultural de los adolescentes, que abre caminos de gran dispersión,
o, contrariamente, de encuentro consigo mismos: el mundo de
Internet y de la comunicación virtual.
Del videocl ip a los ((avatares)) pasando por el blog : ¿un fin
al o una vuelta a empezar? El mundo de la música pop abre las
puertas hacia otras formas, como por
ejemplo el videoclip, una prolongación natural de la música, y
que los adolescentes ven en el televisor familiar y, cada vez más,
«bajan» de Internet en el ordenador de su cuarto. Un mundo visual
extraordinariamente hábil, con un potencial icónico y estético muy
próximo a su sensibilidad. Estos videoclips se construyen con
estímulos potentes y una sintaxis sincopada muy próxima a las
imágenes de la publicidad, por cierto, un ámbito muy valorado por
un gran sector de gente joven, y que se aproxima también a la
estética de algunas películas que han tenido una buena acogida
entre la juventud. Por otra parte, los adolescentes no son
particularmente cinéfilos, y cuando se acercan al cine (casi
siempre en el formato DVD) lo hacen a partir también de sus gustos
literarios y «tribales» (el terror, el amor, la fantasy, la ciencia
ficción).
Pero la pantalla, el ordenador, es también una fuente de
información, de comunicación y de goce estético para el
adolescente: fenómenos como el Messenger, donde él dialoga con sus
amigos en colectividad, instantánea mente, ya través de un lenguaje
propio; blogs donde él es, a la vez, lector y productor; chats
donde puede intervenir de una forma activa, comentando, discutiendo
con su creador; o programas virtuales de simulación, como «Second
life», donde sustituye la experiencia vicaria que aporta la lectura
creando uno «avatar» o un doble virtual que vivirá las aventuras
que las generaciones anteriores encontraban en los relatos de
aventuras que leía.
¿Qué será, pues, la literatura para adolescentes a partir de
ahora? Quizá empiece a desaparecer tal y como la conocemos, con
estantes y estantes de libros con colecciones destinadas a ellos,
con clásicos para recuperar o para reivindicar. Tal vez somos la
última generación educada con libros, y con un concepto de una
literatura que se recibe como formación íntima y personal. Quizá
los adolescentes quieran hacer oír su voz y no ser únicamente
lectores. Quizá quieran dibujar un mundo en el que las formas
recuperan la inmediatez de la comunicación y la disolución de la
autoría en múltiples voces. ¿Lo tendremos que lamentar? Quizá nos
volveremos a encontrar como en los
147 I
-
I
,
orígenes de la literatura, cuando el narrador y el oyente se
fundían en un mismo proceso de creación y comunicación
inmediata.
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4
Entre el tf álbumes)
M: Ceci lia Silva-I Equipo de investig; Universidad Autón
Imágenes pé
¿¿Pero Tim Burtan e! limitaba a adap tar encan ta Burtan, per ca
muerte del Chico
Hoy día la oferta d una proporción mayor q cómi c, que ha estado
( camente como lectura maran parte de lo qu p a los jóvenes se
comp< I con este rélzollarniento lo que para atraer a los ta ,
es decir, sin ilustracic jóvenes hay un nuevo genera ción que ha
ere imágenes para acercarsl