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American Association of Teachers of Spanish and Portuguese is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Hispania. http://www.jstor.org La Satirizante Fuerza Cómica del "Quijote" Author(s): Henryk Ziomek Source: Hispania, Vol. 49, No. 4 (Dec., 1966), pp. 769-777 Published by: American Association of Teachers of Spanish and Portuguese Stable URL: http://www.jstor.org/stable/346221 Accessed: 21-03-2015 07:53 UTC Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. This content downloaded from 148.206.53.9 on Sat, 21 Mar 2015 07:53:09 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions
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    http://www.jstor.org

    La Satirizante Fuerza Cmica del "Quijote" Author(s): Henryk Ziomek Source: Hispania, Vol. 49, No. 4 (Dec., 1966), pp. 769-777Published by: American Association of Teachers of Spanish and PortugueseStable URL: http://www.jstor.org/stable/346221Accessed: 21-03-2015 07:53 UTC

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  • LA SATIRIZANTE FUERZA COMICA DEL "QUIJOTE" HENRYK ZIOMEK

    The University of Georgia

    EL "QUIJOTE" abunda en material absurdo satiricamente concebido que

    anuncia incomprensibles conceptos univer- sales de entes ideales y praicticos en forma de paradoja. Esta se genera en la sorpren- dente desproporci6n entre los prop6sitos y suefios de Don Quijote y la acci6n, que el lector ve desarrollarse. La idealista actitud de Don Quijote, estilizindose como heroe del pobre y desdefiado, exhibe un sentido de lo ridiculo, logrado por sus acciones y su flaca y cetrina figura, no la mis adecuada para un armado caballero andante.

    Las acciones de Don Quijote son entre- tenidas y divertidas, pero la carcajada se cambia poco a poco en una expresi6n de sonrisa. Muy pronto las nobles y serias in- tenciones de Don Quijote se ponen de manifiesto al lector y su sonrisa toma cariz de desconcierto. Una medrosa emoci6n emerge en la presencia de esta anormalidad. Sorprendido y horrorizado a la vez, el lector sufre y revive la chocante experiencia de las descabelladas acciones quijotescas.

    La evoluci6n de la reacci6n del lector se presenta bien en la aventura de los mo- linos de viento. Al considerar a Don Quijote, imaginindose los molinos de viento como atroces gigantes, a quienes esta por atacar, uno se siente inclinado a gritar con Sancho Panza, "?Qud gigantes?. . . no son gigantes, sino molinos de viento!" (I, 8), como si para apaciguar su inimo le fuera preciso poner de manifiesto con San- cho cuil es la cruda realidad. Cuando Don Quijote lucha contra el molino que d1 imagina un descomunal gigante, el lector se ahoga de risa pero no puede menos de sentir compasi6n por el caballero al caerse del aspa. En este momento se siente una agridulce sensaci6n de comicidad y pena

    por el pobre Quijote; y a un tiempo el leyente trata de imaginar que ocultos pen- samientos pudiera representar este inci- dente. Esa es la tipica sensaci6n que pro- ducen los rasgos humoristicos que estain unidos con el elemento de terror y a la vez situados en un escenario realista, pero no c6mico.

    Al intentar servirse del absurdo par6dico como base conceptual de una novela entera Cervantes realiz6 en el Quijote un genial juego de destreza en forma de una serie magistral de escenas, situaciones y peculia- ridades grotescas. El punto de vista satirico proporciona un fundamento para la fLbula. Los episodios individuales estin ensartados en un conjunto mantenido por el personaje Quijote. Cada uno de ellos es un esbozo de vida; el resultado, un mosaico grotesco. La rara estructura de la obra esti basada en una mezcolanza de confusi6n diestramente regulada, contradicciones jovialmente cre- adas y humoristicos vaivenes entre la ilu- si6n y la realidad. El elemento humoristico en la novela tiene la tarea de ayudar a pre- parar el terreno para comprender al gran escritor y su tesis acerca de la Castilla de Felipe tercero. Lo satirico, perturbando la estabilidad humana, nos imbuye modos nuevas de sentir.

    Se puede comprender con mis facilidad el jocoso humor envuelto en el Quijote al recordar los acontecimientos que condu- jeron a su redacci6n. Entre g'neros literarios en boga antes y durante el tiempo de Cer- vantes estaban romances y libros de caba- Ilerias. Los temas se desarrollaban en el decaido ambiente medieval caballeresco. En lugar de empefiarse en ahuyentar a los enemigos, erigir castillos o defender a su pueblo, como los primitivos sefiores feu- dales, los caballeros andantes de fines del

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    medioevo, trataban de demostrar lealtad no a los principios religiosos sino a las formas externas del cristianismo. Su vida no era muy ejemplar. Se entretenian en torneos provistos de leyes de guerra y c6digos de honor y amor. Las virtudes castellanas de austeridad, hidalgufa y valor fueron des- plazadas por la ostentaci6n y glorificaci6n de la apariencia fisica. Los caballeros, bla- sonados en escudos de armas, vestian apara- tosamente, y su conducta caballeresca, sin profundas convicciones, perdi6 significado y se hundi6 en fraseologia superficial. El sentido de la honra, una vez fuente de respeto y de fama, se degrad6. En castidad, la reputaci6n se habia gastado, y el amor lleg6 a ser un juego lleno de promesas y votos.

    Al escribir su novela, Cervantes retrat6 a Don Quijote tomando como modelo a Ama- dis de Gaula, el legendario caballero que hacia siglos habia florecido en la literatura. Sin embargo, puso el caballero medieval fuera de su medieval escena y le situ6 en la Castilla de aquella 6poca. Al servirse de este anacronismo, Cervantes realz6 hasta el sentido de lo grotesco en el personaje de Don Quijote usando el tiempo como ve- hiculo de expresi6n.1 De esta manera, con- sigui6 satirizar libros de caballerias de baja calidad v a sus avidos lectores. Al mismo tiempo trat6 de ilustrar el delicado balance ilusi6n-realidad, y sus consecuencias.

    El primer retrato de Don Quijote, le- yendo viejos libros de caballerias en un cuarto cerrado con extravagante atavio y extrafia apariencia, se propone presentar un personaje exhilarante. Al introducirle de esta manera consegula atraer la atenci6n del lector aficionado a aventuras caballe- rescas. Al principio el lector de aquella 6poca podia reirse de la imagen presentada, que en cierta manera era la suya; pero probable- mente pronto discerniria la aguda saitira. El retrato c6mico de Don Quijote es tan grafico que tiende a la caricatura y alcanza la dimensi6n grotesca de verosimilitud que se encuentra en las artes plisticas. Cer-

    vantes, el artista, consigui6 dar vida a este extrafio ideal, Don Quijote, de figura bien proporcionada pero torcida, de instinto perezoso, pero al mismo tiempo dedicado a "desfacer entuertos" y socorrer a los menes- terosos.

    En la apariencia fisica de Don Quijote hay una original disonancia entre su aspecto de hombre enflaquecido, debilitado por su malnutrici6n, y sus muestras de gran valen- tia. El mismo comienzo del libro pone en escena la situaci6n; Don Quijote tiene resa- bios de fantasma, pero se mueve en un mundo realista, la Mancha de Felipe III. Esta distorsi6n aparece en menor o mayor grado en todas las aventuras de la obra e imprime un caricaturesco y a la vez satirico estigma a la novela entera. En cierto modo, el uso de esta t6cnica le permiti6 al manco de Lepanto vengar de un modo sutil los escarnios y reveses con que la vida le habia obsequiado. Cervantes, nunca el mejor juez, se consideraba fracasado como artista y como hombre. La conciencia de este hipo- tetico fracaso estaba fresca como una herida. Habia sobrevivido amarguras, su alma de artista se habia defendido con cinismo. No habia termino medio, o tenia que Ilorar, o que reir. Con humor y fe en la humanidad se levant6 sob2rbio por encima de si mismo, riendose de la realidad.

    Hay tanto humor en la obra que de pri- mera intenci6n, al referirse al Quijote en general, no se ponen de relieve sus aspectos serios. Sin embargo, el lector se Ilega incons- cientemente a acondicionar al ridiculo v taciturno Quijote bajo la persuasiva pluma de Cervantes.

    La selecci6n de nombres para los per- sonajes acentuia el contraste grotesco del libro. "Quijote," el hidalgo, tiene tin nombre terminado con la particula aumen- tativo-peyorativa "ote." Sancho (nombre de rey) Panza (termino-vulgar para abdo- men). Casi todos los nombres tienen pro- fundas connotaciones simb6licas. Siendo una criatura-fantasma, Quijote tuvo un titulo de cortesia cuando Cervantes le dio

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  • LA SATIRIZANTE FUERZA C6MICA DEL "QUIJOTE" 771

    el titulo de "don." El modo en que el autor estai casi conversando con el lector acerca de la selecci6n del nombre para su heroe- primero Quijada, segundo Quesada, des- pues Quijana, y finalmente Don Quijote- impresiona fuertemente por su gran humo- rismo. Sin embargo, como hemos apuntado ya, la risa del lector se hace mis moderada y hasta sobria, al ponerse de relieve las nobles intenciones que mueven al heroe. Este parad6jico envolvimiento en algo im- portante, que surgi6 de algo c6mico y divertido, alcanza una satirica calidad.

    La unidad de acci6n de la trama radica en el caricter de Don Quijote. Su para- d6jico concepto de la vida origina el estilo esencial de la novela. La obra extrae su mensaje de parodias y detalles que apa- rentemente carecen de 1l. La tradici6n y reglas sociales se ponen en tela de juicio y conceptos comuinmente aceptados son dise- cados y analizados bajo otra luz, no siempre favorable. En un desconcertante malabar, el mundo normal y tradicional se ve zaran- deado de arriba para abajo, y de atris para adelante, de modo que el lector, si de veras se identifica con la obra, se siente "mareado" y cuida de no perder el espacio en que se afirma su pie. Don Quijote cambia el mun- do normal en un lugar de confusi6n. Lo raro es que su locura transforma el mareo del lector en ridicula risa. Despues de un rato de reir, sin embargo, la resaca empieza de nuevo y este confundido mundo parece ser el mis seguro. En estos momentos Don Quijote, el hombre, que caus6 tanta confu- si6n parece haber iluminado la pura verdad. El material literario que Cervantes presenta es tan genuinamente humoristico que su efecto en el lector es a la vez risible y ho- rrible, estimulando sobrio criticismo v con 61 cierta angustia.

    Los humoristicos pasajes relacionados al medio ambiente no son generalmente son- sacados de la fantasia. El mundo quijotesco se despliega de un modo natural y los per- sonajes, escogidos para irrision, no sufren de distorsiones, a excepci6n, quizi, de unos

    pocos como Maritornes. Cervantes les dio forma con especial cuidado y los trat6 con tanto mimo que aparecen como retratos reales, de carne y hueso. Sus lugares en el mundo se pueden siempre identificar. La distorsi6n caricaturesca aparece cuando Don Quijote trata a estos caracteres caste- llanos realistas no s61o como si fueran de distinta 6poca, sino como si fueran entes de un libro de caballerias. El articulado y ret6rico lenguaje de Don Quijote y el celo con que se dirige a ellos ejerce coerci6n sobre el significativo disparate de la ridicula situaci6n. Lo curioso es que cuando Don Quijote trata a la gente como entes ficticios, el lector con Sancho sabe mejor, y siente deseos de vocear, "que son reales," cuando la verdad es que no son reales. Al desenca- jar a Don Quijote de su referencia novelesca, Cervantes consigue en un extrafio vaiv6n introducir al lector en la acci6n de la novela.

    Cervantes expresa su propia discordia con el mundo a travis de las divertidas situa- ciones. Don Quijote destruye la realidad inventando situaciones inverosimiles, mez- clando epocas muy separadas y haciendo que el mundo de cada dia adquiera un tinte extrafio. Su anticuada filosofia se revela en el elaborado discurso "Siglo dorado." En 61 da a entender que el hombre algunas veces estai prisionero de ridiculos enigmas sociales, quizai injustificados. En la c6mica duplici- dad de situaciones, Cervantes trastorna la confianza del lector en el mundo, que aparece lleno de absurdos y socava su cin- dida creencia en la realidad.

    En "Siglo dorado," la idea cervantina del ideal sistema de justicia y modo de vida se pone de manifiesto. Elabora sobre la idea de que el pasado, aparentemente incivilizado, ofrece profundas calidades y sabias inspira- ciones. La idea no es nueva en Castilla, donde-"cualquier tiempo pasado fue mejor." La manera como el discurso estai pronunciado-a un ineducado puiblico en la pradera-y su serio tema y tono producen

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    de nuevo al parad6jico contraste que nos hace a la vez reir y pensar.

    La idea de burlarse de ciertas conven- ciones sociales no era nueva. La vida es una comedia para el hombre que piensa, siente, rie y sufre. Esta multiple actividad no deja de tener cualidades absurdas. Este concepto esti bien tratado al contrastar los personajes de Don Quijote y Sancho en su penoso viaje. Los dos son absurdos, y sus rasgos no son meramente satiricos sino ridiculos. El informal caricter de Don Quijote-el sofiador de extrafia figura moviendose en su ensuefio y viajando hacia un obscuro destino-produce cierto humor al forjar el idealismo usando el realismo como yunque. En cambio, Sancho Panza representa al in- dividuo convencional de la clase baja, de sencilla y natural alegria. Al colocar Don Quijote, el idealista, al lado de Sancho, el realista, que no hace caso a idealismos ni los entiende, Cervantes logr6 su prop6sito de ridiculizar ciertos defectos de la sociedad castellana, verdadero blanco del libro, que se puede comparar al molino de viento marchando en vacio.

    Una serie de escenas humoristicas llevan consigo la moraleja; de particular interes es el espisodio de Andres. El trato que Andres recibe tiene cierto humor por la contradic- ci6n de argumentos, pero tambien mueve a compasi6n y hasta irrita por su arbitrariedad. Lo penoso de la escena se alivia por la c6mica intervenci6n de Don Quijote. El argumento final de Andr6s es muy cinico y le hace a uno pensar que quizai sea acertado, lo cual es mis irritante todavia. Expresa la idea de que no importa de que modo sea educado un hombre, pobre o rico, siempre que pueda demostrar agudeza de razonamiento y buen juicio. La tragic6mica aventura de Andres desilusiona, pues estas grotescamente en- mascaradas facetas de la vida llevan el mensaje imperecedero de no esperar nada de nadie-ni de su amo que le castiga porque le debe, ni de su defensor que por ayudarle acentda su castigo. La moraleja repugna pero es tentadora. i Va uno a acep-

    tarla? Esta es una excelente muestra de la maestria con que Cervantes manejaba la sitira, mucho mis incisiva que la ret6rica y poldmica.

    El elemento c6mico se presenta en otros episodios. Citemos de paso la comicidad que lileva consigo la resistencia de Don Quijote y Sancho, que nunca estan indispuestos por mucho tiempo despubs de recibir terribles maltratos, azotes y heridas. Usualmente, el dia siguiente a una derrota los encuentra dispuestos para otro accidente. Un ejemplo es cuando Rocinante, la misera cabalgadura del h&roe, trata de hacer la corte a las "hacas" de los yangiieses. tstas eran yeguas pequefias, pero robustas. El caballejo Roci- nante no s61lo se ve rechazado por ellas, sino que los mismos yangiieses lo derriban al suelo. Viendo Rocinante maltratado y herido, Don Quijote y Sancho quieren ven- garlo y atacan a los yangileses, que eran superiores en nlimero. Resultado: Don Quijote y Sancho reciben una soberana paliza y quedan casi para el arrastre. Dentro de poco tiempo, sin embargo, los encon- tramos de nuevo a los tres dirigi6ndose a la venta. El episodio culmina cuando Don Quijote expone la paradoja moraleja di- ciendo a Sancho, "mas yo me tengo la culpa de todo, que no habia de poner mano a la espada contra hombres que no fuesen armados caballeros como yo, y asi que, en pena de haber pasado las leyes de la caba- llerla ha permitido el dios de las batallas que se me diese este castigo" (I, 15).

    N6tese la reacci6n del lector. El episodio es divertido y la moraleja est-ipida a primera vista. Pero de nuevo es tentadora.

    .Qui6n no ha sido derribado alguna vez por haber abandonado el ideal de conducta previa- mente trazado? Y cual es el perfecto pro- ceder en este caso? "?Dar la culpa a otro de haberlas cometido" o adoptar la "estaipida" moraleja del Quijote? La puntilla satirica es aguda y duele.

    En vez de hallar descanso y cuidado en la posada, nuestros h6roes se ven envueltos en otro desgraciado incidente. De noche

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  • LA SATIRIZANTE FUERZA C6MICA DEL "QUIJOTE" 773

    y a obscuras, victima de la fiebre, Don Quijote detiene a Maritornes, que iba a "refocilarse" con su amigo el arriero, para explicarle su devoci6n por Dulcinea. El arriero cree otra cosa y la aventura acaba a palos. En esta ocasi6n Cervantes emple6 la ticnica de identificaci6n equivocada. La des- cripci6n de Maritornes es mas que una cari- catura; nos recuerda un tipo de la estructura grotesca de ciertos retratos reales de Goya, quien a su vez tenia la arrogancia de Don Quijote. El sutil y divertido retrato de la mujer demuestra profundos rasgos humanos en los que muchos autores no se hubieran de- tenido. La prosa del retrato es muy grifica y fundalmente basada en el arte de la exagera- ci6n. Tiene rasgos de caricatura pero sus prop6sitos son satiricos. (Recordemos que el amor libre no fue nunca tema de buen gusto en Espafia.) En fondo es patitico y el resultado c6mico. Cervantes muestra su singular maestria en producir tales efectos, manipulando el chiste con agudeza, para exhibir defectos humanos sin dar la im- presi6n de chisme.

    El episodio continda. Don Quijote molido a palos envia a Sancho al ventero, a quien Don Quijote cree "el alcaide del cas- tillo," para solicitar medicaci6n. Despubs de cocer los "simples" (aceite, vinagre, romero, etc.), ponerlos en la aceitera y decir "sobre la alcuza mis de ochenta paternostres y otras tantas avemarias, salves y credos" se dispone a experimentar la eficacia de la preparaci6n. A su potingue llama de un modo divertido bilsamo de "Fierabris," nombre de gigante, y esti convencido de sus milagrosas propiedades terapbuticas. El sabe muy bien que su mutilado cuerpo se curari de pronto, pues tales priticas m~igi- cas son comunes en los libros de caballerias. El resultado es bien sabido. Don Quijote, despubs de pasarlas moradas, se sinti6 algo aliviado, pero Sancho, de natural robusto, devolvi6 las papillas y se sinti6 mucho peor.

    Al fin en el iltimo incidente de la venta Don Quijote se despide, sin pagar por su estadia. Don Quijote, que era loco pero no

    parece tonto, le dice al ventero que lamenta la confusi6n pero que es cuesti6n de prin- cipio y por ser C1 buen caballero, no va a pagar. A la invitaci6n: "pigueseme lo que se me debe y dejemonos de cuentos," le con- testa Don Quijote con seca arrogancia, "Sois un sandio y mal hostelero" y sin dar mis explicaciones sali6 de la venta sin volverse a mirar atris.

    Al leer y meditar este pasaje en distintas ocasiones uno no puede evitar la carcajada. Y, sin embargo, este incidente quiza con- tiene un hondo sentido filos6fico, que se pone de relieve al considerar la estructura de la narraci6n. Maritornes recibi6 los palos del ventero por ser sirvienta; Sancho no fue curado por el bilsamo por no haber sido "armado caballero; porque tengo para mi- sigue Don Quijote-que este licor no debe de aprovechar a los que no lo son." Por ser caballero, Don Quijote cree que no tiene por que pagar a la venta por su estancia y cuando las razones le faltan, la arrogancia suple. Sancho en cambio, tuvo que dejar las alforjas. La critica de clases sociales es acerba. Lo c6mico y a la vez patitico de la situaci6n es que el paladin de la insu- scribible doctrina no es otro que el pobre Don Quijote, la mejor persona de la obra, que si es digno de algo es de compasi6n.

    Esta no es la ainica inconsistencia. El episodio abunda en ellas, que con paradoja tecnica mueven a desconcierto y hacen dudar de las intenciones del escritor. En este sentido la escena sugiere el discurso f?inebre de Marco Antonio en el fulius Caesar de Shakespeare en el cual resalta una hip6crita duplicidad entre lo que Marco Antonio profiere y lo que tiene en mente. Ejemplos: Maritornes acudia fiel a su modo de vivir libremente "porque pre- sumia de hidalga." En la oscuridad Don Quijote comenta sobre la emoci6n que "la vista de vuestra gran fermosura" le causa. Y lo i'nico que se cita del "bueno del arriero" son "sus malos deseos." La arrogan- cia de Don Quijote es inconsistente con su naturaleza. La tentativa de Sancho de am-

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    pararse en "leyes de caballeria" para evitar pagar la factura es inconsistente con su tipo realista. La hip6tesis de Don Quijote de que el efecto de los padrenuestros puede ser privativo de los caballeros es inconsis- tente con sus convicciones cristianas. Hasta en la administraci6n de la p6cima Don Quijote es absolutamente inconsistente: despues de ofrecer las plegarias y cruces "sobre la alcuza," Cervantes hace beber a Don Quijote no de la aceitera sino de lo "que quedaba en la olla." El efecto es de nuevo tipicamente c6mico.

    El episodio de la liberaci6n de los gale- otes usa un tipo de t6cnica caricaturesco- realista que trata del problema social de la justicia. Cervantes alcanz6 el humor presentando la germania y gestos de los galeotes y haciendo retorcer la verdad a cada uno. Cuando Don Quijote interroga a los galeotes uno por uno, el primero, que habia robado, responde, "que por enamo- rado iba de aquella manera . . . que quise tanto a una canasta de colar atestada de ropa blanca que la abrace conmigo tan fuertemente." El siguiente galeote replic6, "[voy] por canario: digo por mlisico y cantor." En realidad, habla confesado sus crimenes de ladr6n de ganado. El tercero fue sentenciado, "por faltar diez ducados." El cuarto estaba en galeras por "haber paseado las acostumbradas vestido en pompa y a caballo," en otras palabras, era alcahuete. El quinto fue castigado, "porque me burl6 demasiadamente con dos primas hermanas mias y con otras hermanas .

    . .

    que result6 de la burla crecer la parentela." El sexto, un estudiante Ilamado Ginds de Pasamonte, que trala una cadena al pie, confes6 que era picaro entre picaros y que se habia escapado varias veces de las manos de la justicia.

    Realizando una t6cnica de interrogaci6n a modo de juicio, Cervantes envuelve el lector en la tarea de decidir personalmente sobre la inocencia o culpabilidad de cada preso. Los personajes no son fantaisticos sino humanos y dinimicos, viviendo en un

    medio ambiente bien esbozado. Este mundo realista, sin embargo, se ve alienado por la presencia del tipo fantaistico de Don Qui- jote. El rasgo satirico en esta instancia tiene lugar juxtaponiendo elementos reales, ex- cepto la extrafia figura de Don Quijote que combina lo c6mico y lo feo. Sin embargo, es humoristica la situaci6n que acentula ia distorsi6n de caricter social.

    Analizando este pasaje, se puede observar que estos galeotes, siendo victimas de sus propios errores, se rien de si mismos, aunque estin sufriendo doblemente el dolor fisico causado por las cadenas y la angustia de verse rechazados por la sociedad. Estos modelos constituyen grotescas figuras de rasgos humanos y animales a la vez. Sus tipos chocan y contrastan con los ciudadanos normales por sus excentricidades y falta de control. Su mera presencia usualmente indica desorden y rebeli6n.

    Don Quijote decide que los galeotes son inocentes porque, aunque admitieron haber cometido sus crimenes, dijeron que los cometieron contra sus deseos. Adem,4s, razona Don Quijote, el hombre naci6 para ser libre. En consecuencia, decide ordenar a los guardas que liberen a los galeotes. Cuando los guardas rehusan, Don Quijote organiza un jaleo. Gracias a su interven- ci6n, a la ayuda de Sancho y a la accidental buena suerte, los galeotes se liberaron. Cuando Don Quijote pide a los galeotes que en gratitud vayan al Toboso a rendir homenaje a su Dulcinea, se vuelven contra e1 y desapiadadamente le obsequian con otra raci6n de azotes, dejando a Sancho en cueros.

    La escena de los galeotes sugiere hasta que punto puede Ilegar la malicia de la gente. La acci6n del Quijote presenta un principio moral de justicia: un gramo de gracia de mais, inoportunadamente adminis- trado, puede ser perjudicial. En el mundo diario y ordinario uno -puede encontrar a gente tramposa y hostil fingiendo ser buena, que de stibito puede arremeter contra uno. La grotesca situaci6n de este incidente

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  • LA SATIRIZANTE FUERZA COMICA DEL "QUIJOTE" 775

    ensefia que las buenas intenciones de una persona como Don Quijote pueden resultar explosivas. La paradoja es ridicula y aterro- rizante.

    El c6mico espiritu en otras escenas se encuentra menos enfocado en el concepto de lo feo y pendenciero, inclinaindose mais hacia la calidad de lo fantistico. Despues de varias aventuras, el cura y el barbero deciden Ilevarse Don Quijote a casa para cuidarle en su locura. Disfrazados, fin- giendo ser fantasmas de un castillo encan- tado, le encerraron en una jaula de madera. Lo pusieron encima de una carreta de bueyes para transportarlo. De camino a su aldea, estando encerrado en la jaula, Don Quijote no tenia trazas de hombre de came y hueso, sino que mis bien se parecia a "una estatua de piedra" con apariencias fantasmag6ricas.

    Esta arbitraria distorsi6n ya no es satirica y determina el aspecto externo de los per- sonajes y tambien su pensamiento y habla. El cura, el barbero, don Fernando y criados estain retratados en unos tipos que parecen salidos de una pintura del Bosco. Al querer encadenar a Don Quijote a las normales condiciones de la vida, el cura y el barbero decidieron removerle de su mundo quime- rico. Sirvicndose de maiscaras y estando disfrazados de figuras fantaisticas, presenta- ban el cebo para atraer a Don Quijote en su plano. Tomaindoles por amigos de la misma especie, Quijote trag6 el anzuelo. La escena es de cepa caricaturesca aunque no humoristica.

    Este episodio contiene varios incidentes c6micos. En 61 Cervantes muestra su divisa al contrapuntear de nuevo la realidad con la ilusi6n esfumando los ejes de referencia del lector que se siente perdido. Este juego realidad-ilusi6n no repugna al complejo de la mente humana. Encaja paralelamente con el dualismo: ente-ser, esencia-existen- cia, sujeto-objeto, etc. En la vida puede hallarse tambidn el constante contraste entre el disfrazado idealista (ego) y la desenmascarada figura realista que per-

    tenece a su ambiente social. Al final del episodio, Don Quijote se muestra incapaz de coordinar la ilusi6n con la realidad, demostrando que los que se aislan de la vida real como l1, se sumergen en su mundo y dejan de ser tolerables.

    Otra pincelada de indole satirica se puede observar cuando Don Quijote promete una insula a Sancho por haber sido su escudero. Lo absurdo de tal promesa produce la tipica reacci6n: compasi6n y risa a la vez. Este humoristico incidente parece aludir a las imperfecciones de quienes prometen lo imposible, o lo que est-i fuera de su alcance. Naturalmente, el lector sabe que Don Quijote no puede cumplir su promesa. En su bondadoso gesto de gran hombre Don Quijote se parece a muchos. El hecho de que e1 se compara con el mais capaz, da lugar a una parad6jica imagen. Las exageradas y absurdas promesas mueven el lector a com- pasi6n, pero a la vez se entretiene y rfe cuando Don Quijote y Sancho se muestran tan serios en su discusi6n (Cap. 7).

    En este dialogo Cervantes ridiculiza uno de los problemas universales. Sancho repre- senta los instintos egoistas encarnados en sus compatriotas, que siempre creian en cada promesa aunque fuese absurda. En cambio, Don Quijote da ejemplo de un tipo de burlador inocente, capaz de causar perjui- cio sin malicia.

    Se puede discernir un toque sumam-nte artistico en la paradoja relaci6n entre Don Quijote y su dama Dulcinea del Toboso. Don Quijote, feo, de figura absurda, y c6micamente horrible de un lado, y Dul- cinea joven, candida y bella de otro, dan impresi6n exhilarante y risible al confrontar sus rasgos tan opuestos. Consigue el efecto al presentar la figura de Don Quijote de un modo eminentemente plistico, mientras la de Dulcinea es de tipo etereo de diluida imagen. La relaci6n entre los dos personajes es c6mica y mueve a risa, pues Dulcinea no conoce a Don Quijote quien la concibe de un modo plat6nico. Todos los amorosos sentimientos de Don Quijote hacia ella

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  • 776 HENRYK ZIOMEK

    nacen y mueren en su imaginaci6n. Dul- cinea, si es que existi6, nunca se enter6 lde su galanteria. No s61o las acciones de Don Quijote, sino sus emociones son c6micas tambien. Su modo de actuar se puede com- parar al de un muchacho, demasiado timido para revelar sus emociones.

    Un divertido incidente tiene lugar cuando Don Quijote envia a Sancho con un niensaje a Dulcinea pididndole a ella que sea su dama de honor. La historia de la carta es humoristicamente paradoja. Dulcinea nunca la ley6, porque Sancho nunca se la entreg6, no habidndola escrito nunca Don Quijote. Quizi, porque en realidad no tenia nada que decir. Dos dias despubs Sancho regresa a Don Quijote in- formaindole de la ejecuci6n de su deseo, lo cual probablemente era cierto.

    Se encuentran menos elementos c6micos en la segunda parte del Quijote, mis dedi- cada a cuestiones filos6ficas. El grotesco efecto del libro se fortalece, sin embargo, en la conclusi6n de la obra en cuya ltima escena Don Quijote regresa a su casa es- tando triste y derrotado. Con lagrimas en los ojos sus parientes y vecinos rodean su lecho de muerte. Antes de expirar, se con- fiesa y arrepiente de sus locas acciones estimuladas por la excesiva lectura de des- comunales libros de caballerias. Al fin, declara que ya no es Don Quijote, sino Quejano el bueno. Ahora, librado del qui- jotismo, Don Quijote ya no es ridicula- mente arrogante, ni estai acosado por sus abstracciones que exacerbaban su com- pasi6n por los desvalidos. En honor a la verdad, admite que 1 mismo necesita ser socorrido.

    En esta situaci6n Sancho, al lado de su moribundo amigo y sefior, Ilora y actuia de modo quijotesco, creyendo en lo que dice: "No se muera vuesa merced, sefior mio... y vimonos al campo vestidos de pastores, como tenemos concertado" (11, 74).

    Este pasaje, concluyendo la obra, no se propone dar una apariencia c6mica a la

    escena de la muerte, ni presentar una pat6tica despedida entre dos amigos. Al terminar la obra nos damos cuenta que Don Quijote, el idealista, previamente perse- guido por la locura de extrafias aventuras, al principio nos parecia ser ridiculamente ominoso, pero al fin acaba por interesar a Sancho, en cierto modo a la gente comi6n y hasta a nosotros.

    El lector concluye que la vida se hace mis interesante y atractiva con paradojas y excentricidades. Mucha gente sin la imagi- naci6n para crearlas gozaria de ellas si se las ofrecieran en bandeja de plata. Con su morboso toque final, lo paradojo hace avan- zar la fabula del libro al fin, en el abismo de lo anormal.

    Cuando Don Quijote se acerca a su fin fisico la historia de su vida parece trigica y al encararse con el hecho de que ya no es un hbroe, tampoco se puede pensar que es un cobarde. Su dignidad humana con- siste de esplritu, valor y fe y merece respeto. Don Quijote, gran caballero, la lleva mis alli de su vida, la lega a la humana familia para que se perpetl'e. Los sistemas y creen- cias bajo el satirico escrutinio del Quijote pierden en los ojos del lector su sentido de verdad y se hacen ilusi6n. QuizA iste sea el Uinico objetivo del arte absurdo-c6mico, zarandear al lector y marearlo para que pierda sus ejes de referencia. Onicamente entonces, cuando ya nada es seguro, el alma se ha librado de prejuicios. Despuds de una primera parte humoristica el campo esta limpio y abonado para recibir doctrina en la segunda. Es por eso que el arte satirico- caricaturesco envuelve tanto al lector. Cuan- do un libro s6lo presenta ideas, el leyente puede permanecer pasivo aceptindolas o resistiendolas. Pero cuando se le exige que rechace su armaz6n intelectual, no puede hacerlo sin participar vivamente en el pro- ceso. La experiencia aunque divertida, no es siempre grata. Por eso es que despues de una horrorizante experiencia c6mica el lector reconoce que no s61o ha formado parte en el caos, sino que ha salido de 41

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  • LA SATIRIZANTE FUERZA COMICA DEL "QUIJOTE" 777

    triunfante. Emergi6 con nuevo sentido de orden y con nuevos aspectos de verdad. Y asi, al morir Don Quijote, y perdurar su dignidad, nosotros mismos nos recogimos y quedamos un instante con d1, alienados e incapaces de negar que el mundo quizai sea teatro y nosotros, titeres.

    NOTA 1 Manuel Azafia declara, "La grotesquez del

    caballero Quijote resulta de confrontarlo con un andante genuino con Amadis, u otro ser po&ica- mente vivo en la imaginaci6n. Quitado el modelo subsiste la monstruosa caricatura, que ya no parece tal, sino trasunto verdadero." La inven- cidn del "Quijote" (Madrid: Espasa-Calpe, 1934), p. 19.

    A PROGRAM OF HISPANIC STUDIES FOR THE COLLEGE STUDENT

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    LA ENSEl'ANZA DEL ESPAN9OL Y DEL PORTUGUIS EN LOS ESTADOS UNIDOS: ANHELOS Y REALIDADES

    Reprints of Robert G. Mead, Jr.'s excellent Presidential Address-well-de- livered, well-received at the December 1965 meeting and printed in the March 1966 number-are now available from the Secretary-Treasurer at 20W a copy. In quantities of ten or more the price is 15? each.

    "IBEROAMERICA," THE HISPANIA ANTHOLOGY Contribute to the success of the AATSP's efforts to improve intercultural understanding in the Americas through the publication and distribution of Iberoamerica, sus lenguas y literaturas vistas desde los Estados Unidos. Full details appeared on p. 308 of our May 1962 issue, and further information is also printed in the Editorial in the September 1962 issue, pp. 503-504. It was also reviewed in the December 1962 issue of HISPANIA. Copies are $3.00. Airmail your order (personal check or money order) payable to STUDIUM, Apartado 20979 - Adm. 32, Mexico 1, D.F.

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    Article Contentsp. 769p. 770p. 771p. 772p. 773p. 774p. 775p. 776p. 777

    Issue Table of ContentsHispania, Vol. 49, No. 4 (Dec., 1966), pp. 723-914+i-xivVolume Information [pp. i-xiv]Front Matter [p. 820-820]George Tyler Northup, 1874-1964 [pp. 723-729]Sources of the 'Magic Twig' Story from "El Donado Hablador" [pp. 729-732]Beatitude South of the Border: Latin America's Beat Generation [pp. 733-739]El Gnero Literario en los "Milagros" de Berceo [pp. 740-747]Machado y Rosala: Dos Almas Gemelas [pp. 748-754]Unamuno Crtico de la Literatura Hispano Americana [pp. 755-763]Lpez Rubio's Venture into Serious Drama [pp. 764-768]La Satirizante Fuerza Cmica del "Quijote" [pp. 769-777]Love and the "Causa Secreta" in the Tales of Machado de Assis [pp. 778-786]Kazantzakis' Spiritual Itinerary through Spain [pp. 787-792]Spanish American Literary Bibliography-1965 [pp. 793-799]Letters to the EditorThe Survey Course in Spanish American Literature Today: Problems and Procedures [pp. 800-802]Lengua, Lectura y Literatura [pp. 802-803]Language or Literature: A Response [pp. 803-805]The Meaning of Meaning Again: Does a Spanish Word Mean an English One? [pp. 805-807]

    Shop-TalkOf Spanish Departments and Teaching Spanish [pp. 808-813]The Challenge to Foreign Language Teaching Presented by the Disadvantaged Spanish-Speaking Alien [pp. 813-817]College Freshmen in Advanced Literature Courses [pp. 818-819]

    Official Announcements [pp. 821-825]The President's Corner [pp. 826-827]Notes on UsageSome Italian Influence in Delicado's "La Lozana Andaluza" [pp. 828-830]Se [pp. 831-833]

    Spanish in the Elementary SchoolsGames for FLES [pp. 834-835]

    Fact and OpinionComparative Semantics Misapplied [p. 836]The Significance of Travel Literature, with Special Reference to the Spanish- and Portuguese-Speaking World [pp. 836-845]

    Foreign Language Currents [pp. 846-854]Notes and News [pp. 855-861]Chapter News [pp. 862-863]The Hispanic World [pp. 864-884]Books of the Hispanic WorldReview: untitled [p. 885]Review: untitled [pp. 885-886]Review: untitled [p. 886]Review: untitled [pp. 886-887]Review: untitled [p. 887]Review: untitled [pp. 887-888]Review: untitled [pp. 888-889]Review: untitled [pp. 889-890]Review: untitled [p. 890]Review: untitled [pp. 890-891]Review: untitled [pp. 891-892]Review: untitled [p. 892]Review: untitled [pp. 892-893]Review: untitled [p. 893]Review: untitled [pp. 893-894]Review: untitled [p. 894]Review: untitled [p. 895]Review: untitled [pp. 895-896]Review: untitled [p. 896]Review: untitled [pp. 896-897]Review: untitled [p. 897]Review: untitled [pp. 897-898]Review: untitled [pp. 898-899]

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