-
Quintero, A.; Ramírez, A. (2016). Por caminos contra-hegemónicos
hacia una contabilidad ecológica. Contaduría Universidad de
Antioquia, 68, 287-312.
Por caminos contra-hegemónicos hacia una contabilidad
ecológica
Aura Cristina Quintero CardonaEstudiante de Contaduría
publica
Universidad de AntioquiaIntegrante del Grupo de Estudiantes de
Contaduría Pública Universidad de
Antioquia –GECUA–[email protected]
Alejandro Ramírez GalvisEstudiante de Contaduría publica
Universidad de AntioquiaIntegrante del Grupo de Estudiantes de
Contaduría Pública Universidad de
Antioquia –GECUA–[email protected]
Nadie vivirá para trabajar, pero todos trabajarán para vivir;Los
economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni
llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas(…)
La Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había
olvidado a Dios: «Amarás a la naturaleza, de la que formas
parte»;
Serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del
alma (…)(Galeano, 2004)
-
Por caminos contra-hegemónicos hacia una contabilidad
ecológicaAura Cristina Quintero Cardona y Alejandro Ramírez
GalvisResumen: La acepción de ambiente ha sido construida a través
de la historia de acuerdo a unas condiciones materiales de
existencia, imbricada en dimensiones tanto económicas como
políticas y culturales, que han arrojado hoy una visión dominante
de dicha idea, pero a la vez una disputa semiótica entre esta y las
construcciones populares sobre la naturaleza. La crisis ambiental,
en esa medida, ha sido abordada desde diversos fundamentos
epistemológicos de ambiente, y sustentada desde distintos
discursos, que abren, a su vez, posibles soluciones diferentes,
muchas veces en conflicto. En ese contexto, la contabilidad
ambiental ha internalizado una serie de ideas sobre el ambiente,
visto este principalmente como un recurso u objeto, arrojando así
información ambiental más relacionada con la rentabilidad
empresarial que con la protección de la biodiversidad. Por ello se
plantea la necesidad, desde el diálogo de saberes, de re-pensar los
referentes epistemológicos desde los cuales parte la contabilidad,
vistos estos desde la complejidad ambiental.Palabras clave:
contabilidad ambiental, contabilidad ecológica, complejidad
ambiental, sustentabilidad, desarrollo sostenible.
By counter hegemonic paths towards an ecological accountingAura
Cristina Quintero Cardona and Alejandro Ramírez GalvisAbstract: The
meaning of environment has been built through history according to
some existence material conditions, overlapped in economic,
political and cultural dimensions that today have generated a
dominant vision of such idea, but at the same time a semiotic
dispute between this and the popular structure about nature.
Environmental crisis, in that sense, has been presented from
diverse environmental epistemological basis, and supported from
different speeches, opening at the same time, different possible
solutions most of the times conflicted. In that context,
environmental accounting has internalized a series of ideas about
the environment, view as a resource or object, generating
environmental information more related to corporate profitability
than to biodiversity protection. Therefore a need, from the wisdom
dialogue, of rethinking the epistemological referents from which
accounting is coming from, seen from the environmental complexity,
is considered. Keywords: environmental accounting, ecological
accounting, environmental complexity, sustainability, sustainable
development.
Pour des chemins contre-hégémoniques vers une comptabilité
verteAura Cristina Quintero Cardona et Alejandro Ramírez
GalvisRésumé : l’aception d’environement a été construite à travers
de l’histoire selon des conditions matérielles d’existence,
imbriquées dans des dimensions tant économiques que politiques et
culturelles, qui aujourd’hui ont mis en évidence une vision
dominante de cette idée, mais en même temps, une dispute sémiotique
entre celle-ci et les constructions populaires sur la nature. La
crise environnementale, dans cette mesure, a été abordée depuis de
divers fondements épistémologiques d’environnement, et sustentée
depuis de divers discours, qui ouvrent, simultanément, des
possibles solutions différentes, souvent en conflit. Dans ce
contexte, la comptabilité environnementale a internalisé une série
d’idées de l’environnement, vu principalement comme un recours ou
objet, mettant en évidence de cette façon de l’information
environnementale plus impliquée avec la rentabilité de l’entreprise
qu’avec la protection de la biodiversité. Ce pour ça qu’il se
considère la nécessité, depuis le dialogue des savoirs, de repenser
les référents épistémologiques depuis lesquels la comptabilité est
créé, vus depuis la complexité environnementale.Mots clés :
comptabilité verte, comptabilité écologique, complexité
environnementale, durabilité, développement durable.
Por caminhos contra hegemónicos para uma contabilidade
ecológicaAura Cristina Quintero Cardona e Alejandro Ramírez
GalvisResumo: A acepção do meio ambiente tem sido construída
através da história de acordo com as condições materiais de
existência, imbricada em dimensões tanto económicas quanto
políticas e culturais, que têm lançado hoje uma visão dominante da
ideia, mas também uma disputa semiótica entre a mesma e as
construções populares da natureza. A crise ambiental, nessa medida,
tem sido abordada de diferentes fundamentos epistemológicos de
ambiente e apoiada de diferentes discursos que abrem, por sua vez,
diferentes soluções possíveis, muitas vezes em conflito. Neste
contexto, a contabilidade ambiental internalizou uma série de
ideias sobre o meio ambiente, visto este principalmente como um
recurso ou objeto, produzindo, assim, informações sobre o ambiente
que estão mais relacionadas com a rentabilidade do negócio do que
com a proteção da biodiversidade. Portanto, existe uma necessidade,
a partir do diálogo de saberes, de repensar os referentes
epistemológicos dos quais a contabilidade parte, vistos desde a
complexidade ambiental.Palavras-chave: contabilidade, ambiental,
contabilidade ecológica, complexidade ambiental, sustentabilidade,
desenvolvimento sustentável.
-
289Contaduría Universidad de Antioquia – No. 68. Medellín,
enero-junio 2016
Cont. udea (enero-junio), pp. 287-312. © Universidad de
Antioquia-2016.
Por caminos contra-hegemónicos hacia una contabilidad
ecológica
Aura Cristina Quintero Cardona y Alejandro Ramírez Galvis
Primera versión recibida en octubre de 2015 - Versión final
aceptada en junio de 2016
I. Introducción
La ciencia moderna se ha construido a partir de los preceptos
del positivismo y la cultura occidental. Desde allí ha establecido
una dicotomía metodológica entre el pensar-ser, sujeto-objeto. Ello
se ha entrelazado con una visión economicista del mundo, que
determina la valoración de las cosas y de los seres vivos, incluido
el humano, en tanto sean útiles para la generación de riqueza
material o, expresado en otros términos, útiles para la generación
de rentabilidad. De ahí que la creciente preocupación por el
deterioro ambiental, que se dio sobre todo hacia el último tercio
del siglo XX, se hubiera decantado en la búsqueda de salidas
instrumentales y mecanicistas que no captaban la complejidad y las
interrelaciones existentes en la realidad, y que derivaron en
medidas que no implicaron mejoras reales en términos ambientales.
Allí, también se ha reconocido un desarrollo epistemológico sobre
lo ambiental, desde el cual se plantean ideas distintas sobre esa
categoría, a la vez que se pueden identificar discursos que derivan
en posibles salidas, diversas y a veces en conflicto.
En ese contexto, la preocupación por el ambiente también se ha
internalizado en el campo disciplinar de la contabilidad, pero a la
vez lo ha hecho desde esas conceptualizaciones en disputa,
inclinándose hacia aquellas que son equiparables con su
procedimiento instrumental y su razonamiento a partir de las
lógicas imperantes. Desde allí, entonces, se ha planteado un
limitante para la contabilidad, si lo que se pretende es aprehender
la realidad ambiental desde su complejidad, pues la reduce a un
objeto, medible y, por consiguiente, mercantilizable. De ahí la
importancia de plantearse otros referentes epistemológicos, desde
los cuales parta la contabilidad ambiental, que se materialicen en
unas prácticas que operen en relación al metabolismo
sociedad-naturaleza y no a las dinámicas dispares de la
reproducción amplia y la acumulación del capital.
-
290
Quintero - Ramírez. Por caminos contra-hegemónicos hacia una
contabilidad ecológica
Por todo ello, intentar ubicar a la contabilidad en otros
referentes sobre la realidad, que comprendan que lo ambiental hace
parte de una dimensión compleja que, por tanto, implica un
pensamiento complejo, profundo, multidimensional, ya presupone
hacer un ruptura a una serie de paradigmas desde los cuales se ha
conformado el hacer contable y que partir de entender lo ambiental
como sistema vivo o madre tierra conlleva a de-construir y
transgredir lo que se ha conocido como contabilidad ambiental, o
por lo menos a trazar algunas líneas de reflexión desde las cuales
se involucren otros elementos y hagan más rica la construcción de
saberes.
Así pues, lo que se pretende con las siguientes líneas es situar
los discursos y representaciones conceptuales del ambiente, para
ubicar allí el desarrollo particular de la contabilidad ambiental,
y plantearle a su vez unas críticas y limitantes; todo ello desde
un proceso histórico y una caracterización bajo unas dinámicas
actuales. Subsiguiente a ello, trazar unos caminos para la
construcción de una contabilidad ecológica, que se plantee desde un
entendimiento distinto de la realidad y que sea una herramienta
importante para la transformación social.
Para tal fin, el texto está estructurado en diversas secciones.
La siguiente recoge el desarrollo de la idea de ambiente tanto
desde el punto de vista hegemónico como alternativo y crítico. La
tercera, expone de manera general el desarrollo que ha tenido la
contabilidad ambiental, para luego, desde la cuarta parte, plantear
algunas críticas y avances de dicho desarrollo. La quinta parte
esboza unas líneas gruesas a tener en cuenta en la construcción de
una contabilidad ecológica. Por último, se consignan algunas
reflexiones finales, que más que concluir dejan abiertos algunos
interrogantes con la intención de seguir construyendo desde el
diálogo de saberes una contabilidad que se posibilite como
herramienta para la transformación de nuestras realidades, en este
caso en referencia a la problemática ambiental que pone en peligro
la vida.
II. Imágenes y concepciones de lo ambientalHacia los primeros
años de la década del setenta del siglo pasado, ya
se había consolidado una preocupación que venía creciendo
respecto al deterioro ambiental, ya que después de largos años de
desarrollo industrial y de crecimiento demográfico, la sociedad se
dio cuenta de que la naturaleza no era ilimitada como se llegó a
pensar en siglos anteriores y que la incidencia de la humanidad
sobre el medio circundante era tal que los efectos eran visibles.
Por ejemplo, en el cambio climático y en la desaparición de
especies de flora y fauna, sobre todo en los países que tenían más
adelantado su proceso de industrialización.
Precisamente en el año 1972, en la ciudad de Estocolmo, hubo
lugar a la Primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el
ambiente y el desarrollo,
-
291Contaduría Universidad de Antioquia – No. 68. Medellín,
enero-junio 2016
en la cual se abordó la preocupación creciente por el deterioro
ambiental en muchos países, la mayoría industrializados. Por un
lado, estos países veían diezmadas sus fuentes de recursos
naturales y, por otro, se hacían previsibles cambios profundos en
la biosfera por la intervención del humano. Así pues, esta
conferencia estuvo marcada por un amplio sentido conservacionista,
donde no se replantea el relacionamiento con la naturaleza, pero sí
se dan unos límites en la utilización de los recursos naturales.
Además, desde allí, se coloca el problema ambiental como una
preocupación global que, por ende, demandaría alternativas de
solución a este mismo nivel.
Más adelante, se promovió el ecodesarrollo como una de las
iniciativas que indirectamente esta conferencia originó a nivel
mundial en pro de pensarse la cuestión ambiental. Esta postura
reconocía la incidencia de causas estructurales asociadas al modelo
económico en el problema ambiental (Eschenhagen, 2010). No
obstante, esta posición cuestionante del sistema y que presuponía
reformas de fondo para tratar el problema ambiental, no tuvo mucha
fuerza, suerte muy distinta a la del concepto de desarrollo
sostenible, que apareció años después.
Si bien ya en los primeros años de la década del setenta se
discutía el concepto de desarrollo sostenible, se hizo visible a
nivel mundial sobre todo con el reporte de la Comisión sobre el
medio ambiente y desarrollo de las Naciones Unidas, Our Common
Future, (Morán, 2000), publicado en 1987, también llamado Reporte
Brundtland. Este documento definía el desarrollo sostenible como
“aquel desarrollo que satisface las necesidades de las presentes
generaciones sin comprometer la habilidad de las futuras para
satisfacer sus propias necesidades” (Morán, 2000, p. 184).
Dicho informe generó variados comentarios a nivel mundial, que
se unieron con avances sobre el tema ambiental, que en diferentes
latitudes ya se venían dando como producto de esa creciente
preocupación por el detrimento de las condiciones de vida en la
tierra. Uno de los cuestionamientos está relacionado con que el
concepto era ambiguo, ya que no definía límites en el desarrollo de
la sostenibilidad ni mucho menos proponía formas de medirla. En ese
sentido, algunos autores han intentado subsanar esos vacíos al
implementar dicho concepto. Por ejemplo, Bojo, Maler y Unemo (1990
citados en Morán, 2000) indican que el informe Brundtland puede ser
interpretado como si demandara la preservación de todo género de
recursos, lo que según ellos sería ridículo en recursos como el
petróleo, por lo cual proponen una definición en vía de dar
operatividad al concepto de sostenibilidad. Dicen ellos que “el
desarrollo económico en un área específica (región, nación, el
globo) es sostenible si la reserva total de recursos –capital
humano, capital físico reproductivo, recursos ambientales, recursos
agotables– no decrece con el tiempo” (Bojo, Maler y Unemo, 1990,
citados en Morán, 2000, p.185). Es decir, la deforestación o el
agotamiento de cualquier recurso natural es familiar a la
sostenibilidad, en
-
292
Quintero - Ramírez. Por caminos contra-hegemónicos hacia una
contabilidad ecológica
tanto las ganancias generadas sean reinvertidas, por ejemplo, en
el aumento de la fuerza productiva. Dicha visión no deja de ser
reducida, ya que equipara el bienestar de las futuras generaciones
con el crecimiento económico que en nada coadyuva a tratar la
problemática ambiental.
Posteriormente, se dio un desarrollo de dicho concepto que le
apuntaba a cuantificar los daños y efectos sobre el ambiente de la
actividad productiva, en esos términos, se podría ir haciendo
seguimiento a la sostenibilidad de nuestras actividades. Así mismo,
emergieron posturas neomarxistas que aportaron al debate sobre el
desarrollo sostenible. Sobre ello Redclift (1987, citado en Moran,
2000) relacionaba al ambiente no solo con el crecimiento económico
sino también con el control político, a la vez, fijaba límites del
desarrollo sostenible tanto en el campo natural como en un origen
estructural, referido este al sistema productivo; complejizaba
entonces el análisis y hacía una crítica importante a los
verdaderos objetivos del informe en mención. A propósito, Redclift
(1987 citado en Morán, 2000) argumentaba que “la constante
referencia a la ‘sostenibilidad’ como un objeto deseable, ha
servido [en ocasiones] para obscurecer las contradicciones que el
‘desarrollo’ implica para el medio ambiente” (p. 185).
Y es que el propio reporte no plantea una concepción distinta de
la naturaleza que nos presente como sociedad una relación diferente
con el ambiente, más allá de un sentido utilitarista y económico, y
aunque pone de relieve que la naturaleza realmente tiene unos
límites, no deja de plantear el crecimiento económico constante
como imperativo. Así, para el ambiente, lejos de significar una
cosmovisión distinta del mismo, lo que origina es que incluso el
tratamiento que se le da posibilite mayores niveles de crecimiento
y ganancia económica. Uno de los críticos, precisamente del
desarrollo y en esa medida en la relación de este concepto con el
ambiente, ha sido el alemán Wolfgang Sachs, para quien la noción de
sostenibilidad es una utopía (Morán, 2000), ya que el término sólo
sirve para “revitalizar el desarrollo”, dándole un nuevo aire
vinculándolo a las preocupaciones por el medio ambiente.
Además, argumenta que:Etiquetar a las cosas como ‘recursos’
conduce a quitarles cualquier identidad
protectora que éstas puedan tener y abrirlas a la intervención
desde el exterior. Considerar el agua, los suelos, los animales, la
gente como recursos los convierte en objetos para la administración
por parte de los planificadores, y para la tasación por parte de
los economistas. (Sachs, 1988, p. 4, citado en Morán, 2000, p.
191)
Hasta este punto, Sachs abre la puerta para reconocer que
existen distintas concepciones de naturaleza, ambiente y hasta de
desarrollo, que a su vez se sitúan desde un entendimiento
particular de la realidad y de un método específico para su
estudio. En ese caso, también sobre la problemática ambiental hay
diferentes formas de acercamiento y entendimiento, tal como
-
293Contaduría Universidad de Antioquia – No. 68. Medellín,
enero-junio 2016
lo plantea Eschenhagen (2010, citada por Cardona, 2015),
“dependiendo desde qué categoría de ambiente se plantee una
propuesta sociológica, política o económica específica, esta tendrá
unos análisis y respuestas de entendimiento y soluciones
respectivamente diferentes” (p. 6).
Así pues, se entiende porque a pesar de las reuniones e informes
que se han hecho desde Estocolmo (1972) hasta Río (1992), lejos de
dejar un futuro promisorio para la solución a la problemática
ambiental, cada vez se notan más los efectos de las prácticas de la
sociedad en la naturaleza. Esto atraviesa no solo la falta de
voluntad política para adoptar las medidas propuestas, por ejemplo,
desde el protocolo de Kyoto, sino que pasa también por unas causas
estructurales del orden económico en cuanto a los fines y forma de
organización del sistema de producción capitalista, así como la
concepción que tenemos de ambiente, naturaleza e incluso de
desarrollo. Concepción que hasta el momento es funcional al sistema
económico, en tanto no cuestiona las bases estructurales de este, y
también es funcional a un tipo de ciencia erigida a partir del
positivismo y que se enmarca dentro del proyecto no solo cultural
sino también político y económico de la modernidad.
En ese sentido, se entrará a develar tanto las ideas que se han
construido de ambiente como los discursos que hay detrás de los
debates sobre la problemática ambiental.
II.1. Del discurso liberal al ecosocialista y de la visión de
ambiente como objeto a la crítica de la visión dominante
Pensar en la idea de ambiente es adentrarse en un escenario
complejo, donde a través de la historia ha existido un desarrollo
particular del concepto y que aún hoy sigue en construcción. Y es
que el ambiente desde el punto de vista conceptual sigue siendo una
construcción social, que se decanta y configura mediado por unas
relaciones de poder presentes. Dependiendo desde que fundamentos
teóricos y filosóficos se parta, se tendrá un entendimiento
particular de la cuestión ambiental y, por ende, líneas de acción
diferentes para tratar con su problemática. Así pues, “no es lo
mismo, como señala Gudynas (1999 y 2010) entender la naturaleza
como recurso o capital que entenderla como sistema o como Madre
tierra” (Cardona, 2015, p. 7). Desde ese punto de vista, hay una
brecha entre las distintas concepciones del ambiente, desde
situarse en el ambiente como objeto, o como sistema, hasta el
ambiente como una crítica a la visión dominante. Sin duda, desde
cada concepción se plantean marcos analíticos diferentes
(Eschenhagen, 2010).
En el primer nivel de este análisis (ambiente como objeto), se
puede reconocer que hay un fundamento desde el positivismo, en
tanto ve a la realidad en una dicotomía sujeto-objeto. Así, desde
esta base epistemológica se “fragmenta, cosifica y objetiviza todos
los elementos del entorno”
-
294
Quintero - Ramírez. Por caminos contra-hegemónicos hacia una
contabilidad ecológica
(Eschenhagen, 2010, p. 112) dando pie a que el análisis hecho
desde este fundamento epistemológico esté enfocado a medir y
cuantificar aspectos de la problemática ambiental, tomando
elementos de manera aislada, lo que imposibilita una comprensión de
la realidad en su complejidad.
Por otro lado, existe una visión del ambiente como sistema en
tanto se reconocen unos procesos y unos elementos que tienen unas
interrelaciones y un funcionamiento específico. Por supuesto, su
base epistemológica se encuentra en la teoría de sistemas, en la
cual los objetos no existen ni se pueden analizar aisladamente, y
son tratados como parte de varios sistemas, por tanto, vistos en
esa interrelación (Eschenhagen, 2010).
No obstante, si bien ofrece una visión más completa de los
elementos de la realidad, se presenta mecanicista y sigue recayendo
en el estudio de los impactos y daños ambientales, lejos de
plantearse la cuestión del ambiente desde una perspectiva más
profunda que permita determinar nuevas cosmovisiones del
entendimiento del ser humano con lo que le rodea.
En ese sentido, emerge el ambiente como crítica a la visión
dominante, donde más que abordar la problemática y los impactos del
daño ambiental, se cuestionan asuntos como “¿cuál es la
racionalidad y cuáles son las formas de conocer que justifican y
legitiman semejante resultado?, ¿cómo y por qué estas
racionalidades –como la cientificista, instrumental y economicista–
destruyen las bases de la vida?” (Eschenhagen, 2010, p. 113). Así,
desde estos referentes epistemológicos lo que se plantea es un
acercamiento al estudio de la realidad desde la complejidad de la
misma, que no puede ser vista de manera lineal, instrumental ni
mecanicista, como ha predominado en la ciencia moderna, ni de una
manera reduccionista, poniendo en cuestión, además, las disyuntivas
que emergieron con el proyecto de la modernidad como ser-pensar,
sujeto-objeto, sociedad-naturaleza.
Desde la mencionada deconstrucción de los conceptos se han
situado autores como Jeff (1998, 2003), que plantean el problema
ambiental como una crisis civilizatoria, directamente relacionada a
esos preceptos de la cultura occidental y de la modernidad, que han
determinado a la ciencia y a la forma de entender el mundo y que,
por tanto, se han impregnado en el accionar como sociedad. Para
ello, el autor propone un camino a seguir desde el entendimiento de
la realidad ambiental, desde la complejidad, en cuyo caso el humano
hace parte del ambiente donde también existe una dimensión de poder
y de disputa, no solo desde el punto de vista conceptual, sino
también operativo.
Por otra parte, retomando las perspectivas del informe
Brundtland, desde las cuales los problemas ambientales tenían la
connotación de ser globales, las alternativas de solución están
igualmente globalizadas, pero se sitúan desde distintos puntos de
análisis. El mismo informe y el concepto de desarrollo
-
295Contaduría Universidad de Antioquia – No. 68. Medellín,
enero-junio 2016
sostenible se situaría en una percepción particular del mundo,
desde una visión que ensalza las construcciones de la modernidad
liberal de occidente, donde hay una creencia de la posibilidad de
un conocimiento científico objetivo que se puede asegurar y
corroborar mediante la instrumentalización; una división entre el
observador y lo observado a la hora de investigar, o lo que es lo
mismo, esa división cartesiana del sujeto y el objeto; y que la
realidad social puede ser gestionada y manejada (Escobar,
1999).
De ahí que se reconozcan unos discursos como sustentos de esas
construcciones de ambiente, en este caso identificando un discurso
liberal (en el sentido económico). Desde allí se instaura la idea
del ambiente o de la naturaleza como un conglomerado de recursos y
por ello el informe Brundtland es claro en decir que “el objetivo
de la gestión ambiental deber ser producir más a partir de menos”
(Word Commíssion, 1987, p. 15, citado en Escobar, 1999, p. 74).
Allí se sitúa uno de los asuntos neurálgicos del desarrollo
sostenible en tanto se tienen en cuenta unos límites de la
naturaleza, pero a la vez se sostiene la idea de un crecimiento
económico acelerado. Esto se constituye como una contradicción y se
demuestra con la situación ambiental que atraviesa el planeta y que
no ha mejorado, ni siquiera un poco, después del informe, los
protocolos y los acuerdos que han firmado los países.
De otra parte, se puede reconocer un discurso culturalista en la
construcción de nociones de ambiente, en donde se plantea la
cultura como instancia fundamental de nuestra relación con la
naturaleza (Escobar, 1999). Desde este discurso, más que una
propuesta concreta, lo que se presenta es una crítica al discurso
liberal, manifestando la existencia de una crisis originada de la
cultura instrumental y economicista de occidente, en la cual se
percibe la naturaleza como mercancía. Los culturalistas son
enfáticos, al igual que los ecosocialistas, en realizar una crítica
al desarrollo sostenible en cuanto intentan conciliar crecimiento
económico con la protección del ambiente, lo que ha sido
insostenible tanto desde el discurso como desde la realidad.
Es preciso dar claridades con respecto a la diferencia entre los
ecosocialistas (tercer discurso que se puede identificar) y los
culturalistas: en términos generales, los primeros hacen una
crítica al discurso liberal, pero ponen énfasis en la economía
política para comprender las superpuestas relaciones que se tejen
alrededor de la problemática ambiental, reconociendo el papel que
desempeñan las relaciones de producción actuales. Desde ese punto
de vista se reconoce una fase ecológica del capital expresado en
distintas formas (Escobar, 1999). Por un lado, la naturaleza que
toma valor en tanto sea útil para la reproducción y acumulación del
capital; es pues monetarizada e ingresada al mercado para su
transacción. Desde otro punto de vista, teniendo en cuenta la
hegemonía del capital financiero y un mercado especulativo en lo
que Lenin llamaría la fase imperialista como fase superior del
capitalismo, la naturaleza
-
296
Quintero - Ramírez. Por caminos contra-hegemónicos hacia una
contabilidad ecológica
toma valor en sí misma, no en términos de respeto por la vida,
sino, por el contrario, en la mercantilización de la misma. Un
ejemplo, es cómo a través de los adelantos en biotecnología se han
capitalizado especies y propiedades existentes en los
ecosistemas.
Teniendo en cuenta lo ya planteado, se puede decir que para
abordar la problemática ambiental no basta con construir cifras y
cuantificar el impacto, es imperioso ir más allá y profundizar en
las causas también estructurales y las relaciones de poder que se
constituyen alrededor del ambiente. Es pertinente, entonces,
interrogarse sobre cómo se comprende el ambiente, la naturaleza e
incluso el desarrollo, y qué presupuestos metodológicos y
filosóficos se poseen para entender la realidad. Cuando se avanza
en responder esas preguntas se vislumbra la idea hegemónica de
ambiente, constituida como una canasta de recursos, debido a la
imposición del mercado en todas las esferas de la vida. También se
observa el papel de la ciencia moderna en la reproducción de esas
ideas; no obstante, se han dado construcciones populares que se
entrelazan en cosmovisiones del mundo distintas y que hoy aportan
al debate, no solo de la problemática ambiental sino de la
organización como sociedad haciendo parte del ambiente. Como lo
plantea Gudynas (2010), “se defiende que las ideas de Naturaleza
son construidas socialmente, donde las tensiones actuales más
importantes se deben a los intentos de romper con las perspectivas
antropocéntricas que defienden el dualismo que separa sociedad y
ambiente” (p. 268). Así, se reconoce el diálogo de saberes para la
construcción de una salida emergente que posibilite la vida, y que
parta del entendimiento de la realidad desde una complejidad
mayor.
II.2. Una alternativa epistemológica de lo ambientalEn contraste
a las miradas hegemónicas de lo ambiental, que como ya se ha
visto han pretendido poner el ambiente en las lógicas del
capital, reduciéndolo a un factor potencializador del crecimiento o
mal llamado desarrollo, han surgido nuevas perspectivas, en las
cuales se deconstruye la noción de ambiente hegemónica y se
construye una nueva desde la complejidad de la realidad.
Es así como se crea una nueva epistemología ambiental,
ampliamente desarrollada por Enrique Leff, que coloca la ciencia
mucho más allá de la corriente dominante, la positiva, permitiendo
develar los intereses del llamado desarrollo sostenible y generando
un nuevo espectro con relación a la comprensión del ambiente, que
incluye una nueva racionalidad desde la complejidad y el saber
ambiental.
En esos términos, El ambiente aparece como un nuevo potencial de
desarrollo, basado en
la articulación sinergética de la productividad ecológica del
sistema de
-
297Contaduría Universidad de Antioquia – No. 68. Medellín,
enero-junio 2016
recursos naturales, de la productividad de sistemas tecnológicos
apropiados, y de la productividad cultural que proviene de la
movilización de los valores conservacionistas, de la creatividad
social y de la diversidad cultural. (Leff, s.f., p. 2)
En ese sentido, conceptualizar lo ambiental desde otra
perspectiva implica un marco de pensamiento mucho más amplio, la
complejidad ambiental. Este marco de pensamiento va a permitir
eliminar la separación del objeto y el sujeto que realiza la
ciencia desde la corriente ortodoxa poniendo en cuestión las
pretensiones de la misma; representadas en el alcance de la verdad
absoluta y el uso utilitarista del conocimiento (Leff, 2006). De
allí, que el saber ambiental se constituye como una alternativa al
saber totalizante y homogeniezante, comprendiendo la diversidad de
cosmovisiones, racionalidades e identidades (Leff, 2006.), donde no
solo se entiende el ser humano por fuera de la naturaleza sino
dentro de ella, creando así distintas culturas y formas de
reconocerse en el mundo, dando paso al diálogo de saberes. Ese
diálogo de saberes está dado en términos de la compresión de los
contextos sociales y culturales en los cuales el hombre significa y
comprende la naturaleza, es indudablemente un desafío por el
reconocimiento de las construcciones sociales y colectivas que se
dan en torno al territorio.
Pues bien, esa nueva forma de pensamiento, de saber, da lugar a
una nueva racionalidad, la racionalidad ambiental, en contraste con
la racionalidad instrumental que ha consolidado el capitalismo, en
la cual la cosificación, financiarización y economización del
hombre y de la naturaleza han sido una constante. Es esta nueva
racionalidad la que hace un llamado a las ciencias a resignificarse
desde el saber ambiental, no como complemento sino como idea
fundante, así lo señala Leff (2006), “el saber ambiental no se
integra a las ciencias, sino que las impulsa a reconstituirse desde
el cuestionamiento de una racionalidad ambiental, y a abrirse a
nuevas relaciones entre ciencias y saberes” (p. 12).
Es así como la racionalidad ambiental entra en disputa con los
intereses del capital, al poner en discusión la relación del hombre
con la naturaleza y al propugnar por la sustentabilidad, la equidad
y la justicia social. En consecuencia, la constitución de esa nueva
racionalidad se plantea también como una lucha política; se
enfrentan los intereses del capital y los del hombre y la
naturaleza, cuando se avanza hacia el cambio social que requiere la
sustentabilidad ambiental.
Esos son los fundamentos ideológicos de lo que se ha denominado
ecología política, planteando la superación de la crisis ambiental
originada por el capitalismo y su conjunto de valores y sentidos.
Sin embargo, las razones de dicha crisis no paran allí, en el fondo
la racionalidad instrumental crea una crisis del conocimiento, en
la cual el mismo “ha desconocido y negado la naturaleza” (Leff,
2006, p.11). Es por ello que emerge la epistemología ambiental,
como
-
298
Quintero - Ramírez. Por caminos contra-hegemónicos hacia una
contabilidad ecológica
epistemología política y alternativa material que deconstruye la
idea de lo ambiental y de la racionalidad que de allí se desprende,
para mediante el diálogo de saberes construir nuevos paradigmas
desde las diversidades ideológicas, étnicas y culturales, es decir,
desde las formas de ser y saber el mundo.
De ahí, que la sustentabilidad ambiental cobre gran importancia
como praxis de la racionalidad ambiental, que va a permitir generar
nuevas dinámicas económicas, políticas, sociales y culturales
transformadoras del conocimiento y de la relación del hombre con la
naturaleza.
No obstante, es importante aclarar que la sustentabilidad en el
marco de la epistemología ambiental, aparece a causa del
agotamiento de un sistema económico que ha arrasado el planeta y
que está encontrando límites para la reproducción y acumulación del
capital. Es por esto que para que la sustentabilidad no sea un
discurso más que es apropiado por el capital1, debe constituirse
como práctica transformadora orientada desde la construcción
colectiva del saber ambiental; solo así es posible superar la
crisis ambiental como crisis del conocimiento y avanzar en el
camino de la transformación social.
III. Algunos elementos sobre el desarrollo de la contabilidad
ambiental
Después de analizar el desarrollo histórico, en términos
conceptuales, discursivos y prácticos, de la noción de ambiente
tanto ortodoxa como heterodoxa y de proponer unas nuevas categorías
epistemológicas para entender lo ambiental, lo que se pretende en
este apartado es realizar un recorrido por las distintas etapas de
la contabilidad ambiental que permitan vislumbrar las dinámicas que
han determinado el desarrollo de la misma, con miras a su
deconstrucción y reconstrucción. Para esto se retomarán a los
autores Mauricio Gómez y Fabián Quinche, quienes han realizado en
algunos de sus trabajos esta síntesis. Se pretende, entonces,
vislumbrar cómo el desarrollo de la contabilidad ha estado ligado a
unas dinámicas económicas, políticas y sociales que implican el
reconocimiento de la contabilidad como parte de una superestructura
social.
Pues bien, se plantean cuatro etapas del desarrollo de la
contabilidad ambiental: la primera corresponde al periodo de 1970;
la segunda a la década
1
Sehaceénfasisenestodadoque,comosehaevidenciadoalolargodeltexto,dealgunamanerauotra
lapreocupaciónpor lascondicionesambientalesy las
iniciativasquesurgieronenalgúnmomentoapartirdeello,fueronenvueltasporundiscursoproteccionistaque,noobstante,mate-rialmentellevóarevitalizarelcrecimientoeconómicolejosdeposibilitarunamaneradiferentedevivirennaturaleza,v.g.conlaconstruccióndeltérmino“desarrollosostenible”.
-
299Contaduría Universidad de Antioquia – No. 68. Medellín,
enero-junio 2016
de 1980; la tercera al decenio de 1990 y la cuarta a desarrollos
más recientes ubicados hacia el año 2000 (Gómez, 2009; Quinche,
2008).
Los primeros acercamientos de la contabilidad a lo ambiental
están marcados por la reflexión acerca del problema ambiental
realizados fundamentalmente desde la academia (Gómez, 2009) y que
se planteaban la importancia de reflejar en los informes contables
de carácter financiero algunos costos y gastos ambientales, es
decir, erogaciones relacionadas con la mitigación del impacto
generado por la acción empresarial. En estos términos,
El primer momento de la contabilidad ambiental a nivel
micro-contable u organizacional, consistió en incluir en el Balance
General y en el Estado de Resultados, partidas que estimaban
valores, tanto de activos, pasivos, como de algunos gastos,
relativos a condiciones del entorno natural, concretamente de
“recursos naturales”, posibles demandas, costos por actividades de
mitigación de la contaminación, entre otras. (Gómez, 2009, p.
60)
A pesar del planteamiento de nuevas reflexiones en torno a lo
ambiental, que incursionan en la contabilidad en este momento
histórico, se puede ver que no van más allá de la inclusión de
cifras dentro de los estados financieros, es decir, no hay un
avance en la disciplina contable en sí, permanece entonces el
paradigma de la utilidad dominante en la contabilidad
financiera.
Para la década de 1980 se genera una construcción técnica
alrededor de la medición y valoración de los costos ambientales. Es
importante resaltar aquí que el desenvolvimiento que se da de la
contabilidad ambiental está transversalizado por las ideas
dominantes en términos políticos y económicos. Sin duda, esta etapa
de construcción de la contabilidad ambiental no escapa a ello, por
el contrario, esta nueva forma de entender lo ambiental dentro de
la contabilidad está ligada a las reconfiguraciones que tiene el
sistema económico en esta época, dadas por el afán de mantener el
desarrollo económico sin frenar la producción. Todas estas ideas se
constituyen en el concepto de desarrollo sostenible promulgado por
la ONU (Gómez, 2009); de esta forma, los entes empresariales
deberán responsabilizarse en términos monetarios del impacto
ambiental que generen en la producción, tal como lo indica Gómez
(2009) “quien contamina paga” (p. 60).
La siguiente etapa del desarrollo de la contabilidad ambiental
se da hacia la década de 1990 y está marcada por la construcción de
informes públicos (Quinche, 2008), que develen las variables
ambientales impactadas por la acción empresarial, lo que implicaría
que, además de la información contable financiera, se presente
alguna información cualitativa. Ello entraría a constituir la
denominada sostenibilidad ambiental, la cual en el ámbito
empresarial se enmarca en la responsabilidad social empresarial
(RSE).
La naciente necesidad de que las empresas presenten esta
información de forma pública, llevó a que los organismos
gubernamentales de distintos países
-
300
Quintero - Ramírez. Por caminos contra-hegemónicos hacia una
contabilidad ecológica
ofrecieran beneficios tributarios o fiscales para incentivar la
elaboración de dicha información. De igual forma, estos informes
permitían a los distintos inversores evaluar el buen nombre de la
empresa, ya que mediante los mismos se le daba una suerte de
aceptación de la sociedad, en general, a las prácticas
empresariales “responsables”.
La divulgación de este tipo de información puede ser utilizada
como medio para justificar la recuperación a largo plazo de las
inversiones medioambientales e incluso para desviar la atención en
los resultados negativos; pues los grupos de interés esperan mayor
rendición de cuentas y trasparencia por parte de las
organizaciones. (Gómez y Quintanilla, 2012 citado en Carbal, 2012,
p.69)
En ese sentido, las empresas buscarían mostrar su compromiso con
el cuidado y la preservación del ambiente, como una estrategia de
marketing que a través del discurso de la sostenibilidad con la
naturaleza fideliza sus clientes y, por tanto, incrementa su
rentabilidad. Sin duda, esta etapa de la contabilidad ambiental
representa un avance en términos del alcance de la disciplina y de
las posibilidades de representación de la realidad; sin embargo, es
ese mismo elemento el que se convierte en herramienta de
legitimación del crecimiento desmedido de la producción, que
implica la destrucción del ambiente.
La etapa más reciente de la contabilidad ambiental está dada por
la constitución de nuevas formas de concepción de lo ambiental. Si
bien en las anteriores etapas también se concibe lo ambiental en la
contabilidad en términos de recursos, aquí se trasciende hacia
nuevas formas de apropiación, tales como el intercambio de derechos
de propiedad. Además, según Quinche (2008), en este periodo se
afianza el enfoque de la utilidad de la información para la toma de
decisiones, ya que los informes adquieren especial importancia para
los inversores que se mueven en las dinámicas de los mercados de
valores. Un ejemplo que ilustra cómo la contabilidad sumerge las
variables de lo ambiental al mercado lo presenta Gómez (2009):
Se construye así un “mercado” para los derechos de emisión de
gases, que implica la posibilidad de que los países no
industrializados, o con menor nivel de impacto sobre el entorno por
sus exiguos procesos productivos industriales, vendan a los países
de mayor nivel de emisión, los “derechos” por tal cupo de
contaminación. (p. 63)
Como se puede ver a lo largo de cada una de las etapas ya
mencionadas, la contabilidad no trasciende de los preceptos
tradicionales de financiarización, lo que genera que en términos
reales no se construya una contabilidad bajo unas ideas de ambiente
distintas que contribuyan a la conservación del mismo, sino que por
el contrario se busca la apropiación de las distintas variables
ambientales. Así, agentes como el Estado y las organizaciones
empresariales ven en lo que se ha conocido como contabilidad
ambiental un elemento que potencializa la rentabilidad, validando
el ilimitado crecimiento de la producción, y en consecuencia la
destrucción de la naturaleza.
-
301Contaduría Universidad de Antioquia – No. 68. Medellín,
enero-junio 2016
Derivado de la crítica a ese tipo de contabilidad ambiental, en
distintos espacios de encuentro y construcción colectiva, han
surgido propuestas para darle otro enfoque a este ámbito de la
disciplina, aunque aún se mantienen al margen y no han tenido el
peso necesario para encontrarle un sentido diferente a la
construcción de información ambiental desde la contabilidad. No
obstante, es importante considerarlos en tanto hacen parte de
desarrollos desde la heterodoxia que van acumulando a la
construcción histórica y colectiva de lo que se ha llamado
contabilidad ambiental.
Así, en el contexto local, luego de la propuesta de Araujo
(1995) sobre contabilidad ambiental, quien la definía como un
subsistema de la contabilidad que se ocupaba del impacto de la
entidad e individuos en la sociedad y el ambiente, vinieron unos
desarrollos posteriores y complementarios.
En ese contexto, a la propuesta, en varios momentos de las
Naciones Unidas sobre la inclusión en cada país de unas cuentas
ambientales en el sistema de cuentas Nacionales que iba acorde con
la preocupación por el ambiente y el impulso del desarrollo
sostenible como alternativa visible, Araujo (2002) adicionó una
propuesta también en términos de cuentas pero a nivel micro, de la
organización, de cada ente, en el sentido que permitiría no solo
tener información general y conglomerada en cada país sobre el
deterioro de los recursos naturales, sino también que recogiera
información particular, todo ello ligado a ese sistema de cuentas
nacionales. Para lo anterior, el mencionado autor elaboró una
propuesta de cuentas alrededor de lo ambiental (en términos de
recurso) que se incluían en la estructura del sistema de
contabilidad financiera de las empresas, y que permitían ver la
información referente a este tema en términos de activos,
obligaciones, ingresos y erogaciones que estaban orientadas a la
preservación del medio ambiente.
Ese desarrollo es retomado luego por Sánchez (2013), quien le da
otro enfoque y cuya propuesta se fundamenta en la percepción de
contabilidad de gestión propuesta por Braga et al. (2007) que es
considerada como una vertiente a la contabilidad meramente
financiera. Esta propuesta funde su centro en la gerencia del uso
de los recursos de manera óptima para alcanzar los objetivos de la
empresa (Sánchez, 2013), y se plantea metodológicamente el costeo
integral-costeo por actividades para precisamente evaluar el
resultado de dicho enfoque. Por ello es considerable este aporte,
en tanto recoge la preocupación por el medio ambiente y la
internaliza desde la contabilidad mediante un sistema de
contabilidad ambiental que permita valorar, en otros términos, la
operación empresarial, así como crear una correspondencia del gasto
y costo de la organización en términos ambientales con el deterioro
del stock de recursos naturales, y, en el mismo orden de
importancia, permitiendo medir los residuos que dicha operación
empresarial genera y que son lanzados al ambiente. Para ello,
entonces, es necesario que haya unos cambios
-
302
Quintero - Ramírez. Por caminos contra-hegemónicos hacia una
contabilidad ecológica
estructurales en las prácticas contables, en tanto se disminuya
esa dicotomía entre elaborar información cualitativa o
cuantitativa.
IV. Crítica a los desarrollos hegemónicos de la contabilidad
ambiental
Como se ha planteado a lo largo del texto, la categoría de lo
ambiental se puede abordar desde distintas miradas, que determinan
la forma de entender el mismo, ya sea como objeto o como parte de
un inherente vínculo e interrelación del hombre con la naturaleza.
A la vez, las diversas miradas de lo ambiental van a constituir
ciertos discursos que legitiman o critican las acciones que se
ejercen hoy sobre la naturaleza. En esos términos, la contabilidad
se ubica en dichos discursos para consolidar sus bases
epistemológicas y desarrollar lo que se ha denominado contabilidad
ambiental que, en términos generales, desde la racionalidad
instrumental, ha legitimado la destrucción del ambiente en búsqueda
de la maximización de la rentabilidad y la creciente acumulación
del capital. Así, la mayoría de los desarrollos que se han dado en
la disciplina se constituyen como hegemónicos en cuanto responden a
los intereses de sistema imperante y del orden que este impone.
Y es que no puede verse la contabilidad aislada de unas
relaciones de producción existentes a la hora de analizar sus
prácticas y fundamentos epistemológicos. Por demás, hay que
problematizar el discurso que sustenta la neutralidad de la
investigación, de la ciencia y del conocimiento. A cada época ha
correspondido una conciencia determinada (Marx, 1846) que se erige
a partir de unas condiciones materiales de existencia y que, en ese
orden de ideas, determinan la manera de entender la realidad,
estudiarla y crear conocimiento. En particular, la contabilidad,
está en el centro de la actividad de producción y distribución de
la vida económica y social, ha sido determinada históricamente a
partir de dichas relaciones de producción, ubicándola, según el
planteamiento de Marx, sobre la estructura y la superestructura de
la sociedad, en esa última categoría. Partir de lo anterior,
permite entender la contabilidad en una dimensión más compleja, que
involucra elementos económicos, culturales, ideológicos, es decir,
como constructo social. Esta visión vislumbra como la contabilidad
está arraigada en el racionalismo instrumental que hace posible la
implementación de un sistema de producción y que determina la forma
de entender y comprender a realidad.
Teniendo en cuenta lo anterior, a pesar de que la disciplina
contable se planteó la preocupación sobre el deterioro ambiental y
a partir de allí se teorizó y se buscaron mecanismos que ayudaran a
contribuir a una salida a dicha crisis, como se vio en el capítulo
precedente, tales avances en lo que se denominaría contabilidad
ambiental se dieron desde unos referentes epistemológicos y
metodológicos que no presupusieron una previa conceptualización
profunda
-
303Contaduría Universidad de Antioquia – No. 68. Medellín,
enero-junio 2016
de la mencionada crisis ambiental, incluso de qué se entendía
por ambiente. Partió, pues, de una predominancia del positivismo
como manera de acercarse a la realidad, que no sólo influyó a esta
disciplina, sino que, por el contrario, demarcó la creación de
conocimiento de toda una etapa histórica que aún hoy tiene eco en
la ciencia moderna y que se presenta como una visión hegemónica a
la hora de construir conocimiento. Desde esta visión, que surgiera
en la época de la ilustración con alta influencia de Descartes,
mantendría un precepto fundamental de entender al sujeto-objeto de
investigación, que creaba una dicotomía entre uno y otro, y no
presuponía al sujeto cognoscente entre la realidad estudiada. Ello
sumado a la pretensión de comprender y, posteriormente, gestionar
la realidad social (Escobar, 1999), demarcaría una manera
particular para la contabilidad construirse y aprehender la
realidad.
Así pues, la contabilidad introdujo esa preocupación por el
ambiente, objetivando este último y aprehendiéndolo como una cosa,
como un objeto, no como una forma determinada de vida o como
ecosistema, delimitando su comprensión compleja y posibilitando su
posterior monetarización y transabilidad en el mercado. En otras
palabras, “la naturaleza es re-significada por la contabilidad como
cuasi-mercancía, porque aunque no es producida, sí puede ser
apropiable y dimensionable” (Ariza, 2009, p. 33).
Por otro lado, al introducir las preocupaciones del desarrollo
sostenible, sobre todo bajo la influencia del informe Brundtland,
la contabilidad operativiza un discurso liberal en términos
económicos, y desde esa perspectiva es funcional a la llamada
sostenibilidad, pero en clave del crecimiento económico, sin fijar
una preocupación real por el ambiente y sin cuestionar siquiera la
forma en que la sociedad se relaciona con él.
Desde ese punto de vista, la contabilidad internaliza los
presupuestos gruesos de buscar alternativas para el problema
ambiental, pero que parten de entender la naturaleza como un objeto
o, en otras palabras, como una canasta de recursos. Desde dicha
conceptualización, la contabilidad ambiental financiera entrega a
la sociedad una imagen de relación con la naturaleza vía
insumo-producto, como sucede en el estado de resultados o de
derechos y obligaciones, como se da en el balance general (Ariza,
2009). Además, de allí se desprende que, desde la lógica
instrumental, la contabilidad introduzca el discurso de “quien
contamina paga”, operativizando las llamadas externalidades del
crecimiento como un gasto o costo, y las acciones tendientes a la
producción con el menor impacto posible sobre el ambiente, como una
inversión por parte de la empresa. “De esta manera, la naturaleza
es mirada como capital en sí, y la perspectiva adoptada para su
manejo deberá orientarse hacia la lógica del crecimiento por la vía
de la creación de valor financiero” (Gómez, 2004, p. 94),
reduciéndose la pretensión del desarrollo sostenible
-
304
Quintero - Ramírez. Por caminos contra-hegemónicos hacia una
contabilidad ecológica
al análisis del costo beneficio; así, en muchas ocasiones,
resulta más rentable contaminar y pagar multas que cambiar la forma
de operar sobre el ambiente.
Así pues, a pesar de que la contabilidad se ha insertado en la
preocupación por el ambiente, y a partir de allí se ha venido
desarrollando un cuerpo teórico y práctico sobre la denominada
contabilidad ambiental, sigue circunscribiéndose a las lógicas y
dinámicas del orden económico y social dominante, lo que presupone
un limitante fundamental para la construcción de una disciplina que
posibilite develar y denunciar un sistema productivo depredador de
la naturaleza. Por el contrario, se inserta y se mecaniza la
pretensión de conciliar crecimiento económico infinito con la
conservación del ambiente y hace de las demandas por una producción
limpia un factor financiero. Adicionalmente, comunica a la sociedad
que sí es posible conciliar crecimiento económico y conservación
del ambiente, porque aborda la realidad objeto de estudio desde la
unidimensionalidad.
Es necesario partir, entonces, de otros fundamentos
epistemológicos y metodológicos para, por una parte, develar el
papel de la contabilidad como constituyente y a la vez legitimadora
de la realidad, y por otro lado, entender su potencial para
contribuir a una sociedad totalmente diferente.
En ese sentido, Gómez (2004) siguiendo los planteamientos de
Mattessich (1996), Tua (1982) y Ariza (2002) desde los tres axiomas
que definen, de forma concreta, el cuerpo teórico de la
contabilidad como disciplina, dilucida unos puntos referenciales
para tener en cuenta a la hora de analizar la aprehensión de la
naturaleza bajo la racionalidad instrumental y economizadora.
El primero de dichos axiomas tiene que ver con la pluralidad y
la homogenización de la misma, “siempre existirán al menos dos
objetos que tengan una propiedad en común. A esa propiedad en común
de estos elementos se le atribuye una medida” (Tua, 1982, citado en
Gómez, 2004, p. 105). Desde ese punto de vista, existe en las
relaciones sociales de producción y distribución un parámetro que
homogeniza y permite la relación de uno a uno entre al menos dos de
los diversos tipos de mercancías productos de esos procesos (Gómez,
2004). Así, dos mercancías socialmente producidas ostentan
distintas cualidades y características que determinan su valor de
uso, también en relación con la propiedad de satisfacer
necesidades, son equiparadas y comparables para el intercambio a
través del valor de cambio que, para las relaciones de producción
actuales, es expresado en términos financieros. Desde ese punto de
vista, la contabilidad, en relación con la teoría del valor, capta
y clasifica esa realidad ya homogenizada en términos
monetarios.
Desde el axioma de doble efecto, como lo aborda Gómez (2004), y
continuando con el planteamiento de Tua (1982), existe un hecho que
produce un aumento en la magnitud de propiedad de un objeto y una
disminución del mismo grado, correspondiente en la magnitud de
propiedad de otro objeto.
-
305Contaduría Universidad de Antioquia – No. 68. Medellín,
enero-junio 2016
Desde este punto de vista, se está hablando de propiedad como
uno de los elementos centrales de las relaciones sociales de
producción existentes, y a la cual se le han agregado los valores
de cambio antes mencionados y que, por tanto, entran en las lógicas
de mercado para su transabilidad. En dicha dinámica, la
contabilidad se centra en la acumulación de mayor valor de cambio
en un punto y la disminución de valor de cambio en otro que ya
corresponde a un expropietario y que se da a partir de un hecho
como la distribución y el intercambio. Allí se puede observar el
proceso de circulación de la riqueza y determinar la lógica que
operativiza la contabilidad; como lo expresó Gómez (2004),
“representar y controlar la riqueza adscrita a una propiedad, y la
manera como esta circula (o se concentra) al interior de la
organización social” (p. 107).
Por último, el tercer axioma expresado por Mattessich plantea
que en “los sistemas de circulación y, en consecuencia, los
sistemas contables, se dividen en períodos de tiempo” (Tua, 1982,
citado en Gómez, 2004, p. 107). Esto no es más que la síntesis de
hablar del ciclo de circulación de transformación del capital, que
bajo una figura industrial se planteaba dinero-mercancía-dinero, y
que para una época como la de ahora se plantea dinero-dinero. Esa
misma dinámica es internalizada por la contabilidad y partir de
allí crea una estructura conceptual y metodológica para
mecanizarla, y a su vez legitimar un orden existente.
Así pues, según todo el desarrollo axiomático que se retoma
desde estos teóricos, pensar el desarrollo de una contabilidad
ambiental sin preguntarse por los fundamentos epistemológicos,
tanto de la contabilidad como del ambiente, es un despropósito si
lo que se pretende es contribuir, desde la disciplina contable, a
una posible salida al estado actual de crisis de la naturaleza. Por
ejemplo, algunas reflexiones que se deben originar es si ¿la
realidad ambiental, vista en su complejidad, pueda ser
homogenizable en algún atributo, de manera que la pueda captar la
contabilidad? O si ¿los ciclos que se han establecido en
contabilidad como sistema circulante son equiparables con los
ciclos de naturaleza, de manera que pueda ser captada su dinámica
como se capta la dinámica financiera de cualquier organización? o
incluso, si a lo que se refiere con entender la contabilidad desde
otras perspectivas baste con entender, por ejemplo, el mismo
componente axiomático pero desde otros atributos, v.g. la propiedad
no en términos financieros sino energéticos, como una circulación
de energía en el proceso productivo, como lo han intentado algunos
teóricos.
Adicional a ello, este debate encarna una complejidad mayor, que
va desde plantearse los preceptos fundacionales de la sociedad
occidental, pasando por una visión más rica de la realidad y su
estudio como totalidad concreta (Kosik seguido por Cardona, 2015)
hasta plantearnos, desde el diálogo de saberes (Escobar, 1999), una
cosmovisión más rica del mundo que posibilite así la construcción
colectiva de otras alternativas de organización social y económica,
y de relacionamiento y entendimiento con el ambiente.
-
306
Quintero - Ramírez. Por caminos contra-hegemónicos hacia una
contabilidad ecológica
Es la ruptura, pues, de una mirada antropocéntrica, así como del
quiebre con la división de la ciencia en islotes. Es el abordaje
del problema ambiental desde la complejidad y en relación con
diversas dimensiones que se tejen sobre la idea de ambiente como la
económica, la política, la cultural, así como una dimensión de
poder. Hasta ahora la unidimensionalidad en el estado de la
contabilidad ambiental ha llevado a que los principales desarrollos
se den en términos de cómo se identifica, clasifica y presenta la
información ambiental con relación a la financiera. No obstante, ha
existido un debate aplazado en términos de medición y valoración o
incluso sobre el cuestionamiento de qué es lo que la contabilidad
debe informar en materia social y ambiental.
De prevalecer una mirada unidimensional, lineal de la realidad,
se estará legitimando una serie de ordenamientos sociales y
económicos injustos y dañinos con el ambiente, así como una mirada
ficticia de que algunos, agentes por el solo hecho de contabilizar
algunos costos e inversiones ambientales, ya pueden estar caminando
hacia mejoras reales en la situación de la naturaleza. Gómez (2004)
así lo expresa:
La instrumentalización realizada por parte de algunas
expresiones de la contabilidad medioambiental (financiera, de
gestión, de costos y la auditoría), revisten de valoración social
positiva a las actuaciones de las organizaciones con su aplicación,
ya que el poder constitutivo de la contabilidad entrega aparentes
visibilidades sobre problemas que aparecen como “gestionados” para
su mejoramiento o solución. (p. 104)
La contabilidad al asumir la preocupación por lo ambiental desde
una óptica financiera, desde el criterio del costo-beneficio y bajo
los referentes epistemológicos que determinan una mirada particular
del ambiente como mero recurso (mercancía), y por supuesto, al
afrontar su problemática y posibles soluciones desde un sentido
utilitarista y monetarizado, se determina en esa preocupación por
la maximización del valor de la compañía, vía valoración
financiera, y de esta manera la disciplina termina desde la cifras
financieras duras brindadas en los informes, “legitimando
actuaciones bajo los parámetros de actuación de siempre, aquellos
que conllevan la actual crisis ambiental” (Gray, 1997, citado en
Gómez, 2004, p.104).
En ese orden de ideas, la contabilidad ha sido funcional al
interpretar la realidad desde el criterio de la utilidad económica,
subsumiendo los demás factores como al humano, la naturaleza o la
vida misma, a este paradigma de la organización capitalista. Desde
sus informes, que son constitutivos de la realidad en tanto
permiten apropiarse, por ejemplo, de la naturaleza como un activo,
se ha introducido las maneras de explotación del entorno, por
ejemplo, presentando las ganancias del arrasamiento de grandes
extensiones de tierra para la utilización de monocultivos como la
palma de aceite o para proyectos como las hidroeléctricas, nocivos
tanto para el ecosistema como para el humano. Ante las
preocupaciones por el medio ambiente se superpuso
-
307Contaduría Universidad de Antioquia – No. 68. Medellín,
enero-junio 2016
la racionalidad instrumental del capitalismo, y desde allí se
predispuso de unos mecanismos de conservación de la naturaleza como
los límites de contaminación y explotación fijados en el anexo 1
del protocolo de Kyoto (orientando sobre todo a los países
desarrollados) y el anexo 2 del mismo (orientando a los países en
vía de desarrollo), que no fueron eficaces al plantear dicha
iniciativa en términos de obligaciones y derechos que podían ser
objeto de negociación. Eso sucedió precisamente con los derechos de
emisión de GEI (gases de efecto invernadero), que supusieron un
tope para la contaminación, pero que a la vez eran transables en un
mercado creciente donde se adquirían derechos de emisión de otras
corporaciones que estaban por debajo de sus límites de
contaminación. Otro ejemplo son los bonos de carbono que no han
hecho otra cosa que determinar un papel particular en la división
internacional del trabajo, tanto para países de centro como de la
periferia. ¿Qué es eso sino la financiarización de la naturaleza?
¿Cómo hablar de una verdadera política de preservación del ambiente
para generaciones futuras al mismo tiempo que se sobrepone el
sentido mercantil y económico a la dinámica de la vida misma? En
palabras de Moreno (2014) citando a O Ćonnor (2010) ha sido “una
larga historia de desarrollo desigual y combinado, una ruptura a
nivel global del metabolismo sociedad-naturaleza, que penaliza
crecientemente a la naturaleza latinoamericana y a los pueblos que
en ella hacen su vida” (p. 273).
Pues bien, como ya se ha visto, la contabilidad tiene un alto
poder constitutivo y desde allí, antes que posibilitar un
entendimiento diferente con la naturaleza, lo que ha hecho es
servir de distractora, legitimar una serie de preceptos culturales
y una forma particular de organización económica y social, donde el
capital y el interés individual del inversor prevalece sobre las
dinámicas de producción, reproducción y restablecimiento de la
biodiversidad. Allí, la naturaleza adquiere valor en tanto sirva
para generar utilidad, reduciéndola así a un objeto-mercancía,
apropiable y explotable con una contribución posterior equivalente
a un costo o gasto, que en contabilidad hemos empezado a asociar a
la “preservación” del ambiente, pero que no es más que el punto
central para construir un discurso que legitime este tipo de
prácticas. O, dicho de otra manera, en palabras de Ariza
(2009):
El poder constitutivo de este modelo radicó en que tornó valioso
el mecanismo cosificador de la biodiversidad, para mutarlo en
mercancía (activo), deseable de obtener, conservar e incrementar, a
través de su principio de dualidad, que simultáneamente liga el
valor de cambio con el valor de uso, subsumiendo y reduciendo el
segundo en el primero y a su vez dar cuenta del tránsito de la
propiedad de la mercancía (uso, tenencia, usufructo, enajenación).
(p. 34)
Así pues, entender que en la contabilidad está arraigada la
racionalidad instrumental del modo de producción capitalista,
permite develar el discurso que desde allí se ha creado con
relación a lo ambiental y que en la práctica se
-
308
Quintero - Ramírez. Por caminos contra-hegemónicos hacia una
contabilidad ecológica
materializa en la financiarización de las variables ambientales.
Teniendo en cuenta esos elementos, se plantea que la contabilidad
tiene un inmenso poder constitutivo, en términos de como construye
una realidad que luego comunica a los agentes, tanto internos como
externos. Es ese poder constitutivo de la contabilidad lo que
plantea a la misma como institución de legitimación social.
Proponer la contabilidad como institución de legitimación social
indudablemente la extrae de la perspectiva financiera para ubicarla
como parte de las dinámicas sociales y políticas. Así, tal como lo
platea Quinche (2008), la contabilidad desde esta perspectiva “es
un constructo social histórico determinado por una realidad
política, económica, cultural, determinada, es decir, por
intereses, posturas y percepciones particulares que la llevan a
construir la misma realidad ya sea reproduciéndola o
transformándola” (p. 201). Dicha intervención está atravesada por
un proceso lingüístico, institucional y sociológico (Gómez, 2009b).
Lo anterior, se ve claramente en el plano de la contabilidad
ambiental, allí la contabilidad, respondiendo a las lógicas del
capital en los distintos contextos, intervine la realidad, cuando
mediante ciertos informes y prácticas valida la acción empresarial
destructora de la naturaleza con el discurso del desarrollo
sostenible y la RSE.
Y es que los informes ambientales han cobrado real relevancia
para la construcción de legitimidad de las empresas. Como se mostró
en el apartado anterior, estos informes surgen del requerimiento
que hacen agentes externos a las organizaciones para que revelen
información con relación al impacto ambiental que en las dinámicas
de la producción acelerada están creando. Así, estos entes
propenden por reflejar una acción empresarial responsable con el
ambiente, lo que hace que la sociedad le dé validez a su actividad,
es decir, la legitime. De allí que la perspectiva institucional de
la contabilidad sea acertada cuando afirman que “los informes
financieros externos pueden jugar un rol de legitimidad
organizacional con el entorno y, por tanto, constituirse en un
medio de supervivencia de la organización” (Richardson, 1987;
Gutiérrez y Núñez, 1997 citados en Gómez, 2009b, p. 319). De esta
forma, las organizaciones empresariales, a través de las prácticas
contables, construyen realidades que les permiten mantener su
legitimidad y seguir obteniendo rentabilidad (Quinche, 2008).
Indudablemente, aquí se plantea la contabilidad mucho más allá
de la perspectiva financiera, desde la perspectiva de la
contabilidad como institución de legitimación, la contabilidad no
tiene su potencial por la rigurosidad de las mediciones,
valoraciones o estimaciones que esta hace. Más bien, la
contabilidad posibilita la legitimación de las organizaciones por
la confianza que la sociedad deposita en ella (Gómez, 2009b); desde
este punto de vista, “la contabilidad y los informes contables no
son objetivos, ni exactos, ni logran la eficiencia y la eficacia”
(p. 330).
-
309Contaduría Universidad de Antioquia – No. 68. Medellín,
enero-junio 2016
La compresión de la contabilidad como institución de
legitimación, además de develar la real influencia de la disciplina
sobre la realidad, permite vislumbrar otros referentes para la
misma. Es decir, si se plantea que la contabilidad trasciende del
ámbito técnico y financiero, bajo esta perspectiva de legitimación
se puede plantear que la contabilidad tiene potencial de
transformación de la realidad social, sin embargo, es necesario
construir otros referentes para tal fin.
V. Líneas generales para el desarrollo de la contabilidad
ecológica
Según lo anterior, partiendo de la preocupación por la
naturaleza y por la vida, desde una postura sentí-pensante con el
entorno, se aventura hacia la elaboración de unas líneas generales
de las cuales partir para la construcción colectiva y desde el
diálogo de saberes de una contabilidad al servicio de la
naturaleza.
Para acercarse a la construcción de dichas perspectivas de la
contabilidad es imperioso replantear las bases epistemológicas de
la misma, para ello se retoma la propuesta de Enrique Leff
consolidada en una nueva categoría, la complejidad ambiental,
originada desde la epistemología ambiental y que se abordó en el
primer apartado.
Pues bien, la complejidad ambiental se desarrolla replanteando
ciertos conceptos fundamentales a la hora de comprender la realidad
ambiental en términos discursivos, pero también prácticos, es
decir, en la forma en la cual se entiende el ambiente y en la cual
se interactúa con él. En términos de la forma en que se establecen
relaciones con el ambiente se plantea la racionalidad ambiental, la
cual presenta una ruptura de la idea de naturaleza como objeto,
donde por el contrario es vista como un sistema vivo del cual hace
parte el hombre. En este plano surge la sustentabilidad como una
alternativa real para mantener el equilibrio del planeta y
armonizar la actividad productiva con los ciclos naturales. Sin
embargo, esta nueva racionalidad no surge per se, es necesario
deconstruir y construir conceptos que permitan entender lo
ambiental desde una perspectiva no cosificadora, unidimensional,
instrumentalizante, así el saber ambiental aparece como una
alternativa para concebir que el ambiente es una construcción
social, determinada por la combinación de las cosmovisiones del
mundo, dadas por las diferentes percepciones culturales, étnicas y
de relacionamiento con el territorio.
Así pues, se plantea una contabilidad desde estas categorías
epistemológicas, considerando que no es posible plantear
posibilidades distintas en la disciplina sin repensarse de fondo
los preceptos epistemológicos que determinan la práctica. Teniendo
en cuenta la complejidad ambiental como elemento central para
vislumbrar una nueva contabilidad, se plantea
-
310
Quintero - Ramírez. Por caminos contra-hegemónicos hacia una
contabilidad ecológica
una contabilidad ecológica, que sirva para la construcción de
nuevos sentidos y sentires del ser en relación con el mundo,
entendiendo la realidad en su complejidad no limitada a las lógicas
destructivas del capital.
Desde una propuesta de contabilidad ecológica, la disciplina se
plantea en una dinámica de vida, en la cual la naturaleza no puede
ser vista como un recurso, como cosa apropiable, tal como lo ha
hecho hasta el momento la llamada contabilidad ambiental. Por ello
se debe clasificar la contabilidad ecológica como un sistema de
información paralelo a la información financiera que debe tener en
cuenta una serie de variables cualitativas y cuantitativas que
permitan representar la circulación de la riqueza ecológica. Dicha
riqueza no puede ser vista en términos monetarios ni determinado su
valor en tanto sea útil para la generación de rentabilidad. Por el
contrario, debe ser vista en su valor como unidad de vida, y en ese
sentido los informes que de allí se desprendan irán orientados a
capturar la dinámica de la naturaleza, en sus tiempos de producción
y reproducción, teniendo en cuenta la transformación e intercambio
energético que se da entre la biodiversidad y la producción de la
vida material.
Con relación a la forma de operar de esta contabilidad ecológica
en la práctica, es necesario trazar algunas líneas que permitan
avanzar hacia la superación de lo ambiental como una extensión de
la contabilidad financiera, intentando valorarlo o medirlo no en
términos monetarios, es decir, aquí se entiende que lo ambiental no
es comparable con las partidas de la contabilidad financiera como
activos, pasivos o patrimonio.
Desde autores como Gómez (2004) y Rojas (2008) se retoman
algunos caminos para el ejercicio de construcción de otra
contabilidad. Ambos reconocen la importancia de introducir los
lineamientos de la economía ecológica en contraposición a la
economía ambiental, que no plantea limitantes de la naturaleza para
soportar la producción y la generación de desechos. Gómez (2004)
citando a Martínez (2001) platea que:
La diferencia existente entre la economía ecológica y la
ambiental, radica en la aceptación de la primera, de las
incapacidades y limitaciones de los precios como expresión del
valor de los bienes naturales, sociales y culturales. No obstante,
sus implicaciones son más profundas y se relacionan con el
seguimiento a los f lujos de energía de los procesos económicos.
(p. 112)
Rojas (2008), además, parte de allí para enriquecer el enfoque
de sistema de gestión ambiental que, ligado a la visión de la
empresa como sistema, reconoce unos limitantes físicos para la
naturaleza, determinados y a la vez expresados en los tres
principios de la termodinámica que recoge de Aguilera y Alcantara
(1994):
1. Principio de la conservación de la Energía: La materia y la
energía no se crean ni se destruyen, solo se transforman. 2.
Principio de la Entropía: La energía y la materia se degradan de
forma irrevocable de una forma disponible a otra no disponible. 3.
No
-
311Contaduría Universidad de Antioquia – No. 68. Medellín,
enero-junio 2016
pueden producirse más residuos de los que los ecosistemas pueden
soportar y no se puede obtener de estos más de lo que se pueden
producir. (p. 85)
Desde ese planteamiento, entonces, la contabilidad ecológica
dista de plantearse su objetivo en la representación de la utilidad
en esa dinámica de ingresos y costos, pues desde esos principios de
la materia y la energía que se vienen hilando no sería equiparable.
Mas se convierte en una herramienta para, a partir de la
transformación de la energía, establecerse como un insumo
fundamental para restablecer la comunión entre los tiempos de
producción y los tiempos de restablecimiento de la naturaleza.
A parte de estos referentes prácticos para la contabilidad
ecológica, se plantea la necesaria relación que la disciplina
contable tiene que tener con un saber también emergente, la
ecología política. Esto se plantea ya que no es posible pensarse
esta contabilidad sin la movilización social, que comprenda que las
relaciones con el ambiente deben considerar al ser humano como
parte de él y que, por tanto, existe una lucha por la permanencia
de los ecosistemas y del hombre en el mundo, ambos como parte del
ambiente. Así, dicha lucha se constituye en una lucha política que
debe avanzar hacia la superación del estado de cosas imperante y
hacia la búsqueda de formas comunitarias de vida más allá del
interés privado o privatizante del sistema económico
capitalista.
Así pues, recogiendo lo abordado, acá más que elaboraciones
terminadas, lo que se plantean son caminos a tener en cuenta a la
hora de emprender la construcción de una contabilidad que aprehenda
la realidad ambiental. Va, a partir su enriquecimiento conceptual y
práctico del diálogo de saberes que se establezca, por ejemplo,
entre la investigación científica y las construcciones populares.
Habrá además que reconstruir categorías y conceptos, por un lado, y
cuestionarse por asuntos fundamentales como hasta qué punto de la
realidad debe llegar la contabilidad para su representación, de tal
manera que no se reduzca la complejidad de la realidad a un sentido
meramente mecánico.
VI. Consideraciones finalesComo se pudo ver a lo largo del
trabajo, los desarrollos que se han dado para
incluir variables ambientales dentro de la contabilidad no han
transcendido de presentarse como extensión de la contabilidad
financiera. Los intentos por construir otro tipo de información que
devele el impacto que en términos materiales las empresas tienen
sobre el ambiente, han sido usados por las organizaciones para
mediante la contabilidad legitimar el acelerado crecimiento de la
producción a costa de la destrucción de la naturaleza. Por todo lo
anterior, se hace necesario repensarse lo ambiental en la
contabilidad en términos complejos, es decir, comprender lo
ambiental como una construcción social, mediada por las
diversidades culturales, étnicas y de relacionamiento con el
ambiente. Para ello se presentan las categorías de la epistemología
ambiental
-
312
Quintero - Ramírez. Por caminos contra-hegemónicos hacia una
contabilidad ecológica
desarrolladas por Enrique Leff, para proponer la contabilidad
ecológica, y se retoman los planteamientos de otros autores para
proponer unos lineamientos prácticos desde las leyes de la
termodinámica.
Referencias bibliográficasAraujo, J. (1995). Contabilidad
social: la contabilidad del recurso humano, la contabilidad del
balance social,
la contabilidad ambiental. Medellín: Implicar.Ariza, E. D.
(2009). Luces y sombras en el poder constitutivo de la contabilidad
ambiental. En Memorias
XX Congreso Nacional de Estudiantes de Contaduría
Pública-FENECOP. (pp. 29-53). Santiago de Cali, Colombia.
Carbal, A. (2012). Una reflexión crítica en torno a los
desarrollos actuales en la contabilidad ambiental: Retos y desafíos
de la Sostenibilidad. Contabilidad, cultura y medio ambiente. XXIII
Congreso Nacional de Estudiantes de Contaduría Pública.
Barranquilla, Colombia.
Cardona, J. (2015). Consideraciones epistemológicas para pensar
la complejidad ambiental. Repercusiones para una contabilidad
ambiental en debate ante la crisis civilizatoria. En Memorias IV
Encuentro nacional de profesores de Contaduría pública.
Medellín
Escobar, A (1999). El desarrollo sostenible: diálogo de
discursos. El final del salvaje. Naturaleza, Cultura y Política en
la antropología contemporánea. (pp. 75-98). Bogotá, Colombia: Giro
Editores Ltda.
Eschengahen, M. (2010). Los límites de la retórica verde.
Recuperado de
http://www.bdigital.unal.edu.co/27530/1/25388-89311-1-PB.pdf.
Galeano, E. (2004). Patas arriba: la escuela del mundo al revés.
(7). México: Siglo XXI editores.Gómez, M. (2004). Avances de la
contabilidad medioambiental empresarial: evaluación y posturas
críticas. Revista Internacional Legis de Contabilidad y
Auditoría, (18), 87-120. Gómez M. (2009). Tensiones, posibilidades
y riesgos de la contabilidad medioambiental empresarial.
Contaduría Universidad de Antioquia, 54, 55-78.Gómez, M.
(2009b). Los informes contables externos y a legitimidad
organizacional con el entorno:
Estudio de un caso en Colombia. XXI Congreso Nacional de
Estudiantes de Contaduría Pública. Armenia, Colombia.
Gudynas, E. (2010). Cultura y naturaleza. Leonardo Montenegro,
ed. Jardín Botánico J.C. Mutis. BogotáLeff, E. (s.f.).
Globalización, Racionalidad Ambiental y Desarrollo Sustentable.
Recuperado de http: //http://
www.ambiente.gov.ar/infotecaea/descargas/leff08.pdfLeff, E.
(2006). Aventuras de la Epistemología Ambiental: de la articulación
de ciencias al diálogo de saberes.
México: Siglo XXI editores.Marx, K. & Engels, F. (1959). La
ideología alemana. Montevideo: Pueblos Unidos. Trad. al
castellano
de W. Roces.Moreno, J. (2014). Financiarización de la
naturaleza. Extractivismo, Conflictos y Resistencias. (pp. 261-
287). Recuperado de:
http://censat.org/es/publicaciones/extractivismo-conflictos-y-resistenciasMorán,
H. (2000). Presupuestos filosóficos del desarrollo sustentable.
Revista de la facultad de ciencias
económicas, 5(17), 183-200.Quinche, F. (2007). Una evaluación
crítica de la contabilidad ambiental empresarial. Revista
Facultad
de Ciencias Económicas, Universidad Militar Nueva Granada, XVI,
(1), 197-216.Rojas, J. C. (2008). La contabilidad en la gestión
medioambiental bajo el concepto de sostenibilidad
fuerte. En Ponencias XX Congreso Nacional de Estudiantes de
Contaduría Pública (73-91). Santiago de Cali, Colombia.
Sánchez, A. (2013). Propuesta de contabilidad ambiental.
Aproximación desde el modelo de contabilidad de gestión-costeo
integral. Letras de tintasangre, Medellín, Colombia.
http://www.bdigital.unal.edu.co/27530/1/25388-89311-1-PB.pdfhttp://www.bdigital.unal.edu.co/27530/1/25388-89311-1-PB.pdfhttp://censat.org/es/publicaciones/extractivismo-conflictos-y-resistencias
h.gjdgxs