Lecciones de Psicopatología de Infancia y Adolescencia Parte 2 Trastornos de la Infancia Lección 1 Trastornos Emocionales Autor: Ps. Alfredo Rojas Otálora Ph D 1. Introducción Los trastornos de niñez y adolescencia se evalúan de acuerdo a diferentes criterios y convenciones. En la actualidad se acepta que se evalúen de acuerdo a sistemas de clasificación que son aceptados por comunidades de expertos y entre estas clasificaciones se encuentran el DSM IV TR, que es el Manual Diagnóstico de la Asociación Psiquiátrica Americana, El CIE 10 de la Organización Mundial de la Salud y la Clasificación Francesa de los Trastornos Mentales del Niño y del Adolescente CFTEMEA-R 2000. Estas clasificaciones son herramientas de apoyo y de facilitación para comunicación de información sobre los diagnósticos. En la actualidad se han modificado algunos de estos manuales, siendo ya publicado el DSM V, sobre el cual se han despertado grandes polémicas. Mantener la información actualizada y la visión amplia sobre estos manuales es un asunto central para todo psicólogo, pero en especial para quienes se enfocan hacia las áreas de salud y comunitaria. Los manuales se han desarrollado con gran influencia del modelo médico psiquiátrico y este ha sido cuestionado constantemente por la influencia que tiene la industria farmacéutica sobre la psiquiatría. Se considera importante conocer la teoría que subyace estas clasificaciones y los riesgos de asimilar los problemas de las personas con los diagnósticos de manera que se termine creando estigmas inadecuados a los pacientes, y lo correcto es tener en cuenta en primer lugar a la persona y saber que los diagnósticos son mecanismos de ayuda, pero que el modelo de la psicopatología debe tener una visión amplia que vaya más allá de una perspectiva que limite y encasille los trastornos en una estructura que les asimile a las enfermedades médicas de orden con mayor predominio de lo biológico. Algunos de los problemas de infancia se denomina internalizados y en este tipo de trastornos los niños se enfocan en si mismos y pueden sentirse inadecuados o sin valor; además en muchas ocasiones no expresan o manifiestan estos sentires haciendo difícil la detección del trastorno (Sarason & Sarason, 2006). En esta sección se trabajará sobre este tipo de trastornos.
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Lecciones de Psicopatología de Infancia y Adolescencia
Parte 2 Trastornos de la Infancia
Lección 1 Trastornos Emocionales
Autor: Ps. Alfredo Rojas Otálora Ph D
1. Introducción
Los trastornos de niñez y adolescencia se evalúan de acuerdo a diferentes criterios y
convenciones. En la actualidad se acepta que se evalúen de acuerdo a sistemas de
clasificación que son aceptados por comunidades de expertos y entre estas clasificaciones
se encuentran el DSM IV TR, que es el Manual Diagnóstico de la Asociación Psiquiátrica
Americana, El CIE 10 de la Organización Mundial de la Salud y la Clasificación Francesa de
los Trastornos Mentales del Niño y del Adolescente CFTEMEA-R 2000. Estas clasificaciones
son herramientas de apoyo y de facilitación para comunicación de información sobre los
diagnósticos. En la actualidad se han modificado algunos de estos manuales, siendo ya
publicado el DSM V, sobre el cual se han despertado grandes polémicas. Mantener la
información actualizada y la visión amplia sobre estos manuales es un asunto central para
todo psicólogo, pero en especial para quienes se enfocan hacia las áreas de salud y
comunitaria. Los manuales se han desarrollado con gran influencia del modelo médico
psiquiátrico y este ha sido cuestionado constantemente por la influencia que tiene la
industria farmacéutica sobre la psiquiatría.
Se considera importante conocer la teoría que subyace estas clasificaciones y los riesgos
de asimilar los problemas de las personas con los diagnósticos de manera que se termine
creando estigmas inadecuados a los pacientes, y lo correcto es tener en cuenta en primer
lugar a la persona y saber que los diagnósticos son mecanismos de ayuda, pero que el
modelo de la psicopatología debe tener una visión amplia que vaya más allá de una
perspectiva que limite y encasille los trastornos en una estructura que les asimile a las
enfermedades médicas de orden con mayor predominio de lo biológico.
Algunos de los problemas de infancia se denomina internalizados y en este tipo de
trastornos los niños se enfocan en si mismos y pueden sentirse inadecuados o sin valor;
además en muchas ocasiones no expresan o manifiestan estos sentires haciendo difícil la
detección del trastorno (Sarason & Sarason, 2006). En esta sección se trabajará sobre este
tipo de trastornos.
2. Ansiedad
Se define la ansiedad como “la actitud de espera de un acontecimiento desagradable”
(Almonte & Montt, 2012, pág. 451). Los trastornos relacionados con la ansiedad son
variados en los niños y adolescentes y en las clasificaciones como el DSM IV y el CIE 10
existe solo un trastorno de este tipo y es el Trastorno de ansiedad por separación, sin
embargo en la Clasificación Francesa, existen varias opciones para ello. Por otro lado, en la
DSM IV otras opciones se asimilan a trastornos que también se aplican al adulto.
Estos otros trastornos son, en el niño:
El Trastorno de Ansiedad generalizada.
El Trastorno por Estrés Postraumático.
El Trastorno Obsesivo-compulsivo.
Se describen brevemente los cuadros y se recomienda revisar en detalle el Manual DSM
IV, para reconocer los criterios para evaluar y efectuar el diagnóstico diferencial.
Trastorno de Ansiedad generalizada:
Se caracteriza por una excesiva preocupación en diferentes contextos, sin correlatos
orgánicos que lo justifiquen, acompañado de incapacidad para controlar el nivel de
preocupación, teniendo como consecuencia modificaciones en el desarrollo normal del
niño o adolescente y ocasionando deterioro social y/o académico.
Puede el niño expresar síntomas como: tensión muscular, fatiga, pérdida de energía,
dificultades en el sueño, disminución de capacidad de atención, muchas quejas somáticas.
En cuanto al comportamiento manifiestan tendencias al perfeccionismo, mucha
preocupación por todo lo que hacen, preocupación por temas como muerte, enfermedad,
situaciones de conflicto en relaciones, dificultades económicas, etc.
Se asocia el trastorno con frecuencia con trastornos fóbicos y depresión.
Trastorno por Estrés Post traumático:
Es muy similar en los niños a los que presenta el adulto, y corresponde a una respuesta
posterior a una situación estresante o de alto nivel de amenaza, o experimentación de un
maltrato o abuso.
Se reexperimenta vivencialmente el evento.
Se evaden en forma persistente los estímulos relacionados con el evento
Pueden fácilmente revivir las situaciones por estímulos asociados (visuales, sonidos,
olores, etc)
Trastorno por Ansiedad de Separación:
Se experimenta por parte del niño o adolescente una excesiva angustia que se
desencadena por la situación de separación, habitualmente de la madre o persona muy
significativa o al separarse del hogar.
La ansiedad es superior a la esperada en sujetos del mismo nivel de desarrollo. La
alteración debe mantenerse durante un período de por lo menos 4 semanas, empezar
antes de los 18 años y provocar malestar clínicamente significativo o deterioro social,
académico (laboral) o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. No se
establece (Almonte & Montt, 2012)el diagnóstico si la ansiedad aparece exclusivamente
en el transcurso de un trastorno generalizado del desarrollo, esquizofrenia u otro
trastorno psicótico, o, en adolescentes y adultos, o si se explica mejor por la presencia de
un trastorno de angustia con agorafobia.
Se relaciona con una dificultad en el proceso de individuación- separación, aspectos
temperamentales que definen un alto grado de vulnerabilidad y situaciones muy
específicas de ambientes familiares determinados. Es característico de la edad media
escolar (de 7 a 9 años aprox.)
Se asocia a trastornos de angustia en un 50% de casos y a depresión en un 33% de casos
(Almonte & Montt, 2012)
Otros trastornos de ansiedad: (Revisar en DSM IV)
Fobia específica o simple
Trastorno agudo de angustia
3. Depresión
La depresión en los niños no está relacionada como trastorno específico en el DSM IV, sin
embargo se aplican los criterios del trastorno en adultos. (Sarason & Sarason, 2006)
Anteriormente no se consideraba este trastorno en los niños, pero desde la década de lo
80´s se considera un trastorno que se puede manifestar a cualquier edad. Es importante
recordar los estudios realizados por Spitz en los años 40´s al respecto.
John Bowlby también observó que le niño luego de establecer una relación con la madre,
expresa una reacción de duelo cuando es separado de la misma, y esta se da en tres
etapas:
1. Protesta: llanto e intenta seguir a la madre. Dura dos o tres días así luego
disminuye su respuesta.
2. Desesperación: Rehusa comer, y se queda inactivo, callado y quieto. Se percibe
como sumido en gran dolor
3. Desvinculación: Después de un tiempo ya acepta a extraños, comida y juguetes, y
si su madre vuelve se muestra indiferente.
Estas investigaciones de Bowlby dieron origen a la teoría del apego que se ha ampliado y
profundizado determinado aspectos del psiquismo posterior, de acuerdo estas
situaciones de apego iniciales.
La depresión muestra relaciones con posibilidad de influencias hereditarias, así como
ambientales y combinaciones de ambos aspectos. Cuando los padres, y en especial la
madre presenta aspectos depresivos, es probable que no atienda adecuadamente las
demandas del niño y se generan respuestas depresivas, que si además se agregan a un
posible factor de herencia, el niño puede ser más sensible a esta falta de respuesta y su
reacción depresiva sería más marcada.
La detección de la depresión, sobre todo en niños muy pequeños no es fácil, aunque se
debe apoyar en el análisis de microexpresiones, es decir revisar cuidadosamente las
actitudes y respuestas del niño, y muy especialmente observar las interacciones con la
madre o persona sustituta.
Criterios de depresión:
- Humor disfórico
- Mal apetito, pérdida de peso o aumento excesivo
- Dificultades en el sueño
- Falta de energía
- Agitación psicomotora
- Perdida de interés en actividades usuales
- Tendencia al autoreproche o exceso de culpas
- Disminución de la capacidad de concentración
- Pensamientos recurrentes de muerte o ideas suicidas
En niños menores de seis años, el criterio es que bastan que se presenten al menos tres
de los primeros síntomas de esta lista para hacer el diagnóstico.
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Lección 2 Trastornos del Comportamiento
Autor: Ps. Alfredo Rojas Otálora Ph D
1. Introducción
Los trastornos externalizados en niños y adolescentes se refieren a situaciones en las que el niño
parece que no logra adecuado control de sus impulsos y conductas. Se denominan externalizados
o de externalización porque se caracterizan principalmente por acciones en el mundo externo del
psiquismo del niño, como por ejemplo rabietas, conducta antisocial, hostilidad, dificultades de
atención, hiperactividad, entre otros.
Los niños con esta clase de dificultades generan problemas para ellos y para su grupo ya que
afectan el desempeño de actividades escolares, presentan niveles de agresividad y dificultades con
los demás, o no logran adecuados desarrollos dentro de ciertas normas. (Sarason & Sarason,
2006). Es importante pensar que hay aspectos culturales y de normas que en parte pueden
generar en ocasiones estas dificultades y se debe revisar la detección temprana y el manejo de los
ambientes para lograr el adecuado equilibrio entre las necesidades particulares del niño y sus
procesos de integración y socialización.
En la presente Unidad se describirán tres grandes grupos de trastornos, iniciando con los que se
relacionan con la atención y la hiperactividad, a continuación se expone los trastornos de
conducta y luego se comenta acerca de los trastornos relacionados con el aprendizaje.
2. Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)
Este trastorno es uno de los motivos más habituales de consulta en psicología clínica de infancia y
psiquiatría infantil. Aunque se plantea un fuerte origen biológico del trastorno existen importantes
componentes ambientales y culturales que entran en juego y que deben tenerse en cuenta como
referencia para el diagnóstico, evaluación y tratamiento.
El niño o niña que manifiesta este trastorno, presenta como características principales:
inatención, hiperactividad e impulsividad.
Se considera al trastorno como una alteración de la función ejecutiva, la cual incluye las
capacidades necesarias para atender estímulos, planificar y organizar acciones, e inhibir
respuestas automáticas que aparecen ante estímulos para reemplazarlas por otras que puedan
ser más apropiadas. Se alteran las tareas cognitivas necesarias para esta función, tales como:
memoria de trabajo, inhibición (tanto motora como cognitiva y emocional) la atención selectiva y
de largo plazo, la fluidez verbal, la planeación, la flexibilidad cognitiva y el manejo de
interferencias. (Soutullo & Mardomingo, 2010)
El trastorno se reporta con una incidencia del 2 al 12% de la población infantil en el mundo, lo
cual implica una importante cifra, siendo además prevalente en los varones en una proporción de
4 a 1. (Soutullo & Mardomingo, 2010)
El diagnóstico de TDAH se realiza con mayor frecuencia en los primeros años de le escuela
primaria y esto puede explicarse por varias razones: Un es que en las edades anteriores las
características de impulsividad e hiperactividad se evalúan como más comunes en esa etapa del
desarrollo y además las actividades preescolares no implican el nivel de exigencia, normas y
control que las derivadas de la escuela primaria. Por otra parte la escolaridad primaria y la cultura
en esa edad exigen una serie de controles y normas que hacen más evidente la dificultad que
pueda presentar el niño (por ejemplo, estar sentado y atento en una clase o en la iglesia etc.)
(Sarason & Sarason, 2006)
La característica esencial del trastorno por déficit de atención con hiperactividad es un patrón
persistente de desatención y/o hiperactividad-impulsividad, más frecuente y grave que el
observado habitualmente en sujetos de un nivel de desarrollo similar. Algunos síntomas de
hiperactividad-impulsividad o de desatención causantes de problemas pueden haber aparecido
antes de los 7 años de edad. Sin embargo, bastantes sujetos son diagnosticados habiendo estado
presentes los síntomas durante varios años. Algún problema relacionado con los síntomas debe
producirse en dos situaciones por lo menos (p. ej., en casa y en la escuela o en el trabajo. Debe
haber pruebas claras de interferencia en la actividad social, académica o laboral propia del nivel de
desarrollo. El trastorno no aparece exclusivamente en el transcurso de un trastorno generalizado
del desarrollo, esquizofrenia u otro trastorno psicótico, y no se explica mejor por la presencia de
otro trastorno mental (p. ej., trastorno del estado de ánimo, trastorno de ansiedad, trastorno
disociativo o trastorno de la personalidad). Resumido de DSM IV (American Psychiatric
Association, 1995)
La comorbilidad de este trastorno es frecuente en niños y adolescentes, por lo menos dos tercios
de los niños en edad escolar con este diagnóstico presentan otro diagnóstico psicopatológico.
Algunas entidades que presentan comorbilidad son:
- Trastorno Oposicionista Desafiante (O Negativista desafiante) 35% a 50%
- Trastorno de Conducta 25%
- Trastorno depresivo 15%
- Trastorno ansioso 25%
- Trastorno Especifico de aprendizaje 15% a 75%
- En adolescentes, trastorno por abuso sustancias 20%
Estos hallazgos resaltan la importancia de detectar en forma temprana y aplicación de
intervenciones para este trastorno y los relacionados, pues permite así mejorar el pronóstico y
calidad de vida de quienes lo presentan. (Almonte & Montt, 2012)
El diagnóstico diferencial es muy importante, pues se debe tener en cuenta que los tres síntomas
principales (dificultades de atención, impulsividad e hiperactividad) son inespecíficos y se pueden
presentar no solo en otros cuadros psicopatológicos, sino también en enfermedades neurológicas
o patologías pediátricas, por lo cual deben revisares y diferenciarse adecuadamente.
Debe tenerse en cuenta que la hiperactividad puede ser propia de las etapas tempranas del
desarrollo o en situaciones particulares, por corto tiempo. Igualmente cunado en determinados
ambientes se enfrenta a situaciones estresantes, lo cual se debe definir claramente. Por ejemplo
si la hiperactividad se presenta en la cas y no en el colegio, se debe revisar las circunstancias del
ambiente familiar para detectar aspectos que inciden en esta conducta y que indicarían otra
situación diferente al trastorno.
El trastorno presenta una etiología de múltiples factores entre los cuales se encuentran aspectos
genéticos, que implican que es más alta la probabilidad de su aparición en gemelos, así como en
presencia de padres con antecedentes del trastorno. Se han detectado múltiples genes
relacionados, sin embargo es importante anotar que no hay marcadores biológicos específicos que lo
determinen lo cual implica que este aspecto no es claramente de origen biológico.
Al respecto existen controversias en cuanto a la definición delos trastornos mentales como este y
a la dificultad de definirlos como enfermedades con sustento biológico, implicando que le
trastorno y muchos similares poseen características psicológicas y comportamentales por lo cual
su manejo debe hacerse desde perspectivas ambientales sin desconocer que hay variables
biológicas que influyen en ellos pero que no son determinantes y absolutas.
En cuanto a otras características biológicas, se encuentran cambios en las estructuras de
neurotransmisores específicos en áreas relacionadas con las funciones ejecutivas.
Sin embargo existe importante influencia de los factores ambientales y adicionalmente debe
tenerse en cuenta que la plasticidad neuronal es afectada también por el ambiente de manera
que, aunque hay indicadores de aspectos biológicos y genéticos, el diagnostico se basa en
evaluación clínica es decir que la evaluación se realiza a través de la Historia Clínica y evaluación
de la sintomatología, además de la información complementaria (padres, profesores,
antecedentes familiares, historia del desarrollo, ambientes de desempeño, etc.).
El cuadro tiene una evolución en la cual su mayor presencia se da en la etapa o edad de la
escolaridad primaria, sin embargo, es posible que se haga tan evidente, precisamente porque es la
etapa en que las exigencias de funcionamiento hacen que se manifiesten más claramente las
carencias que ocasiona el trastorno.
Cuando no se atiende adecuadamente la presencia del trastorno la evolución es negativa ya que
el niño presenta fracasos escolares y se generan otros cuadros afectivos o de desajuste social que
se desprenden de las experiencias negativas y frustrantes de su situación.
Los adolescentes que han sido diagnosticados con TDAH en su infancia presentan un 75% del
trastorno, indicando que el trastorno persiste, y un 20% de adultos que lo presentaron en la
infancia, siguen mostrando síntomas que son limitantes. (Soutullo & Mardomingo, 2010)
La intervención para este trastorno debe ser multimodal, implicando orientación y educación a los
padres y maestros, y un tratamiento de intervención que se oriente por manejos de tipo de
manejo del ambiente (intervenciones de tipo conductuales-cognitivas), manejo de los aspectos
emocionales que implica el proceso (intervenciones psicoterapéuticas de manejo de ansiedad y
estructuración del sujeto en situación), y trabajo con la familia y ambientes (intervenciones de tipo
sistémicas). Adicionalmente debe trabajarse en coordinación con los ambientes educativos.
Existen intervenciones farmacológicas que se pueden desarrollar desde la intervención
psiquiátrica, las cuales deben analizarse y justificarse muy bien para lograr resultados esperados,
pero debe evitarse su utilización por facilismo y comodidad.
3. Trastornos Negativista Desafiante
Los trastornos de conducta se caracterizan por presentar patrones persistentes de conductas que
son negativas o de oposición a las normas y reglas y que violan normas y derechos de otros,
saliéndose en forma evidente de los parámetros o límites del comportamiento del común de los
niños de edades y condiciones similares.
La característica esencial del trastorno negativista desafiante es un patrón recurrente de
comportamiento negativista, desafiante, desobediente y hostil, dirigido a las figuras de autoridad,
que persiste por lo menos durante 6 meses y se caracteriza por la frecuente aparición de por lo
menos 4 de los siguientes comportamientos:
- accesos de cólera
- discusiones con adultos
- desafiar activamente o negarse a cumplir las demandas o normas de los adultos
- llevar a cabo deliberadamente actos que molestarán a otras personas
- acusar a otros de sus propios errores o problemas de comportamiento
- ser quisquilloso o sentirse fácilmente molestado por otros
- mostrarse iracundo y resentido
- ser rencoroso o vengativo
Para calificar el trastorno negativista desafiante, los comportamientos deben aparecer con
frecuencia mayor a la típicamente observada en sujetos de edad y nivel de desarrollo
comparables, y deben producir deterioro importante de la actividad social, académica o laboral.
No se establece el diagnóstico si el trastorno del comportamiento aparece unicamente en el
transcurso de un trastorno psicótico o de un trastorno del estado de ánimo, o si se cumplen los
criterios de trastorno disocial o de trastorno antisocial de la personalidad (en un sujeto mayor de
18 años).
Los comportamientos negativistas y desafiantes se expresan por terquedad persistente,
resistencia a las órdenes y renuencia a comprometerse, ceder o negociar con adultos o
compañeros. Las provocaciones también pueden incluir la comprobación deliberada o persistente
de los límites establecidos, usualmente ignorando órdenes, discutiendo o no aceptando el ser
acusado por los propios actos. La hostilidad puede dirigirse a los adultos o a los compañeros y se
manifiesta molestando deliberadamente a los otros o agrediéndolos verbalmente (normalmente,
sin las agresiones físicas más serias que se observan en el trastorno disocial. El trastorno se
manifiesta casi invariablemente en el ambiente familiar, pudiendo no ponerse de manifiesto en la
escuela ni en la comunidad. Los síntomas del trastorno suelen ser más evidentes en las
interacciones con adultos o compañeros a quienes el sujeto conoce bien, y, por lo tanto, pueden
no manifestarse durante la exploración clínica. Normalmente los sujetos con este trastorno no se
consideran a sí mismos negativistas ni desafiantes, sino que justifican su comportamiento como
una respuesta a exigencias o circunstancias no razonables. (American Psychiatric Association,
1995)
La incidencia del trastorno es variable según la metodología de análisis, pero en Estados Unidos se
calcula que hay una prevalencia de 16% a 22% en edades escolares. Se da en mayor proporción
en varones que en mujeres y se habla que es de dos a tres esta proporción, sin embargo también
se debe tener en cuenta que el manejo de la agresividad es más verbal y menos evidente en las
niñas, por lo cual estas medidas pueden ser diferentes. (Soutullo & Mardomingo, 2010)
El diagnóstico diferencial debe hacerse teniendo en cuenta que los comportamientos
perturbadores de los sujetos con trastorno negativista desafiante son de naturaleza menos grave
que las de sujetos con trastorno disocial y típicamente no incluyen agresiones hacia personas o
animales, destrucción de propiedades ni un patrón de robos o fraudes. Dado que las
características del trastorno negativista desafiante suelen estar presentes en el trastorno disocial,
el trastorno negativista desafiante no se diagnostica si se cumplen criterios de trastorno disocial. El
trastorno negativista es una característica comúnmente asociada a trastornos del estado de ánimo
y a trastornos psicóticos de niños y adolescentes y no debe ser diagnosticado separadamente si los
síntomas aparecen exclusivamente en el transcurso de un trastorno del estado de ánimo o de un
trastorno psicótico. Los comportamientos negativistas también pueden distinguirse del
comportamiento perturbador resultante de la desatención y la impulsividad propias del trastorno
por déficit de atención con hiperactividad. Cuando coexisten ambos trastornos, deben
diagnosticarse los dos. En sujetos con retraso mental sólo se establece un diagnóstico de trastorno
negativista desafiante cuando el comportamiento negativista es notablemente mayor que la
habitualmente observada en sujetos de edad, sexo y gravedad del retraso mental comparables. El
trastorno negativista desafiante también debe distinguirse de una incapacidad para seguir normas
resultante de una alteración de la comprensión del lenguaje (p. ej., pérdida auditiva, trastorno del
lenguaje receptivo-expresivo).
El comportamiento negativista es una característica típica de ciertos estadios del desarrollo (p. ej.,
primera infancia y adolescencia). Sólo debe considerarse el diagnóstico de trastorno negativista
desafiante si los comportamientos en cuestión aparecen más a menudo y tienen consecuencias
más graves que las observadas típicamente en otros sujetos de nivel de desarrollo comparable,
conduciendo a deterioro significativo de la actividad social académica o laboral. La aparición de
comportamientos negativistas en la adolescencia puede deberse al proceso de individualización
normal. (Sarason & Sarason, 2006)
Evolución: “El trastorno negativista desafiante suele ponerse de manifiesto antes de los 8 años de
edad y en general no más tarde del inicio de la adolescencia. Los síntomas negativistas
acostumbran a aflorar en el ambiente familiar, pero con el paso del tiempo pueden producirse en
otros ambientes. Su inicio es típicamente gradual, y suelen mantenerse a lo largo de meses o años.
En una proporción significativa de casos el trastorno negativista desafiante constituye un