Top Banner
4 UNIVERSIDAD DE MEXICO Par José Luis MARTINEZ BRASIL, EL PEQUEÑO PLANETA E L CASO de Brasil es aparte, porque participa de una y otra condición y aun allade, en proporciones bra- sileñas, otros elementos, En principio, el país se ha desarrollado sólo en fajas CALLES PARA PASEAR P OR QUÉ los mexicanos y sobre todo ., 1 ) las IneXIcanas, no pasean por a U calle, por gusto y costumbre de verse? En México caminamos lo indis- pensable del vehículo a nuestro destino o viceversa, es decir, siempre vamos apre- suradamente a alguna parte, o cuando más, las mujeres caminan para ir de una tienda a otra. Entendemos el paseo sólo enlatados y protegidos por el automó- vil, y en buena parte nuestra ciudad fUll- ciona principalmente para comodidad Brasil.-aTodo el futuro puede ser suyo" costeras y r¡ueda aún por articular, por poblar, por conocer un territorio de va- rias veces la extensión de nuestra Repú- blica, Todo el futuro puede ser suyo. Brasil puede continuar sobreviviendo, como hasta ahora lo ha hecho, a base de sucesivos monocultivos o puede ali- Inentar al mundo y convertirse en una de las potencias universales. Aun petró- leo, carbón y hierro los tiene en abun- dancia. Pero comunicar e integrar un territorio de ocho y medio millones de kilómetros cuadrados -mayor que el de los Estados Unidos y sólo superado por Rusia, Canadá y China-, con las mayo- res selvas del mundo y los mayores ríos, mas también con llanuras y mesetas de todas las condiciones, parece una em- presa ardua, en la que se progresa, sin embargo, día a día. Actualmente Brasil tiene alrededor de SO mil kilómetros de carreteras -el doble de las que posee México- y 37 mil kilómetros de ferro- carriles, mas para apreciar la tarea por hacer recordemos que los Estados Unidos tienen cerca de cuatro millones de kiló- metros de carreteras pavimentadas y 370 mil kilómetros de líneas férreas. Brasi- lia, la proyectada nueva capital, es pre- cisamente un intento, de osadía muy brasileí'ía, de centrar el crecimiento elel país. En el aspecto humano, Brasil ha mIo formado por numerosos pueblos indí- genas, por la colonización portuguesa, por negros, por alemanes -sobre todo en la región de Sao Paulo- y por gente de casi todos los países europeos. ¿Cu{¡] podría ser entonces el tipo racial brasi- leño representativo? ¿La mulata negro- portuguesa, la negro-india o la mestiza india-portuguesa? Cualesquiera de éstas lo mismo que otra diferente, siempre que haya en ella ese tono de cadenciosa leja- nía nostálgica -que tan bien expresa la "samba"- y que parece ser común a toda la amplia gama racial que está co- ciendo en el BrasilIa "raza cósmica". TR OS FUTBOL y "FEIRAS" R o S E'; UN MI! OS? espectác.ulo - en RIO se chce con fIna IronIa, . como para balancear la cómica SU r am er 1 e ano S exageración a que son tan propensos lo, brasileños: "Brasil, país del futuro, fut- bol del presente". Y hay mucho de ver- dad en ello. Además del trabajar, amar, bailar, hablar y tomar café, los brasile- ños juegan futbol o se apasionan por él. Por algo su estadio Maracaná tiene Cl! po para casi tres veces los espectado- res de nuestros mayores estadios. Las pla yas de Río, desnudas de todo resguar- do para el bañista, tienen en cambio, de trecho en trecho, cientos de metas de futbol que marcan teóricos campos don- de se adiestran al atardecer los rapaces cariocas. Y cuando alguna pareja no pudo asistir a un encuentro, caminan frente a Copacabana, él con un brazo para el hombro de la compañera y otro para el pequeño radio portátil donde escuchan la trasmisión del juego. Menos el futbol, todo lo hacen los brasileños con tina lánguida prosopope- ya,sin el estrépito caribe, pero con el mismo sentido de la fiesta. La transfigu- ración y la orgía la reservan para el car- naval, pero mientras tanto procuran no preocuparse demasiado. Nada pinta me- jor este carácter lánguido y fiestero de los brasileños que su caprichosa denomi- nación de los días de la semana. No dicen lunes, martes, miércoles, etc., sino "se- gunda feira", "ten;:a feira" y así hasta lle- gar a la "sexta feira" que es el viernes, tras del cual vienen fatalmente el sábado y e! domingo, que vuelven a llamarse normalmente, ya que por sí mismos son días feriados, de descanso. Apuntes EL VIAJE POSPUESTO LAS DOS SURAMERICAS OTROS S I PUDIERA hacer un viaje -oímos _ decir-, preferiría, por supuesto, ir a Europa. Los Estados Unidos quedan para ne- gocios y compras, Cuba rara la. fiesta, Centroamérica para neceSIdades Inapla- zables, Africa y Asia para los cazadores y los invitados de las embajadas sovié- ticas. ¿Y América del Sur? -Bueno, Amé- rica del Sur para cuando haya una opor- tunidad-. Y, sin embargo, ver América del Sur es como reconocer las otras ca- ras, las otras posibilidades, hacia arriba y hacia abajo, de nosotros mismos. Eu- ropa puede enseñarnos nuestras fuentes y nuestros modelos originales; América nos enseña a conocernos a nosotros mis- Inos, a todos nosotros mismos. Contingencias externas hicieron posi- ble que, formando parte de una delega- ción, realizara durante el mes de mayo pasado un rápido viaje por siete paÍses suramericanos -Brasil, Uruguay, Argen- tina, Chile, Perú, Ecuador y Colombia, más una corta estancia en Panam{l-, de- jando lamentabIemente fuera del itine- rario a Venezuela, Bolivia, Paraguay y las Guayanas. Lo que vi y aprendí fue sin duda menos de 10 que dejé de ver o ignoré, y ello me impide articular debi- damente mis juicios. Algo sup,en estas deficiencias las lecturas y las infmmacio- nes, mas no tanto que, fiado en ellas, intente otra cosa que proponer algunas impresiones personales. Si para los tiem- pos de Verne eran buenos ochen.ta días para la vuelta al mundo, casi treinta -los de mi circuito surameriCalI()'- hu- bieran bastado para un buen viajero, si yo lo hubiera sido_ 'ESTA .ES la primera evidencia. Los trece países suramericanos no for- man una unidad con caracteres unidos y constantes. En principio hay dos Suraméricas, la de los grandes países del centro y del sur: Brasil, Argentina, Uru- guay y Chile, y la de los restantes países ele! centro y de la porción norte tropical. Aq uéllos tienen una marca distintiva por haber recibido, adem{ls de las origi- nales colonizaciones de españoles y por- tugueses, las de italianos y c!lemanes, y por tener una escasa población indígena y mestiza. Los de la porción ;-estante, a la manera mexicana, recibieron casi ex- clusivamente la colonizaCl<>n cspañola y tienen una población indígena y mes- tiza considerable. Las del sur -llamémos- les así- son tierras de vino y carne, de climas fríos y buenas y extensas tierras. Los del norte, con geografías muy con- trastadas, son pueblos ele chichas, piscos, rones y aguardientes )' el ietas inciertas, próximas al uso mexica no.
5

OTROS T R OS R S E'; ~eatl:al de caña, asados a la parrilla y sazonados con una salsa suave. En Río de Janeiro, entre tantas sor presas para todos los sentidos, el viajero pueele

Jun 29, 2018

Download

Documents

phungthuy
Welcome message from author
This document is posted to help you gain knowledge. Please leave a comment to let me know what you think about it! Share it to your friends and learn new things together.
Transcript
Page 1: OTROS T R OS R S E'; ~eatl:al de caña, asados a la parrilla y sazonados con una salsa suave. En Río de Janeiro, entre tantas sor presas para todos los sentidos, el viajero pueele

4 UNIVERSIDAD DE MEXICO

Par José Luis MARTINEZ

BRASIL, EL PEQUEÑO PLANETA

E L CASO de Brasil es aparte, porqueparticipa de una y otra condicióny aun allade, en proporciones bra­

sileñas, otros elementos, En principio, elpaís se ha desarrollado sólo en fajas

CALLES PARA PASEAR

POR QUÉ los mexicanos y sobre todo., 1) las IneXIcanas, no pasean por aU calle, por gusto y costumbre deverse? En México caminamos lo indis­pensable del vehículo a nuestro destinoo viceversa, es decir, siempre vamos apre­suradamente a alguna parte, o cuandomás, las mujeres caminan para ir de unatienda a otra. Entendemos el paseo sóloenlatados y protegidos por el automó­vil, y en buena parte nuestra ciudad fUll­

ciona principalmente para comodidad

Brasil.-aTodo el futuro puede ser suyo"

costeras y r¡ueda aún por articular, porpoblar, por conocer un territorio de va­rias veces la extensión de nuestra Repú­blica, Todo el futuro puede ser suyo.Brasil puede continuar sobreviviendo,como hasta ahora lo ha hecho, a basede sucesivos monocultivos o puede ali­Inentar al mundo y convertirse en unade las potencias universales. Aun petró­leo, carbón y hierro los tiene en abun­dancia. Pero comunicar e integrar unterritorio de ocho y medio millones dekilómetros cuadrados -mayor que el delos Estados Unidos y sólo superado porRusia, Canadá y China-, con las mayo­res selvas del mundo y los mayores ríos,mas también con llanuras y mesetas detodas las condiciones, parece una em­presa ardua, en la que se progresa, sinembargo, día a día. Actualmente Brasiltiene alrededor de SO mil kilómetros decarreteras -el doble de las que poseeMéxico- y 37 mil kilómetros de ferro­carriles, mas para apreciar la tarea porhacer recordemos que los Estados Unidostienen cerca de cuatro millones de kiló­metros de carreteras pavimentadas y 370mil kilómetros de líneas férreas. Brasi­lia, la proyectada nueva capital, es pre­cisamente un intento, de osadía muybrasileí'ía, de centrar el crecimiento elelpaís.

En el aspecto humano, Brasil ha mIoformado por numerosos pueblos indí­genas, por la colonización portuguesa,por negros, por alemanes -sobre todoen la región de Sao Paulo- y por gentede casi todos los países europeos. ¿Cu{¡]podría ser entonces el tipo racial brasi­leño representativo? ¿La mulata negro­portuguesa, la negro-india o la mestizaindia-portuguesa? Cualesquiera de éstaslo mismo que otra diferente, siempre quehaya en ella ese tono de cadenciosa leja­nía nostálgica -que tan bien expresa la"samba"- y que parece ser común atoda la amplia gama racial que está co­ciendo en el BrasilIa "raza cósmica".

T R OS FUTBOL y "FEIRAS"

R o S E'; UN ~ MI! OS? espectác.ulo ~eatl:al- en RIO se chce con fIna IronIa,

. como para balancear la cómicaS U r a m e r 1 e a n o S exageración a que son tan propensos lo,

brasileños: "Brasil, país del futuro, fut­bol del presente". Y hay mucho de ver­dad en ello. Además del trabajar, amar,bailar, hablar y tomar café, los brasile­ños juegan futbol o se apasionan por él.Por algo su estadio d~ Maracaná tieneCl! po para casi tres veces los espectado­res de nuestros mayores estadios. Lasplayas de Río, desnudas de todo resguar­do para el bañista, tienen en cambio, detrecho en trecho, cientos de metas defutbol que marcan teóricos campos don­de se adiestran al atardecer los rapacescariocas. Y cuando alguna pareja nopudo asistir a un encuentro, caminanfrente a Copacabana, él con un brazopara el hombro de la compañera y otropara el pequeño radio portátil dondeescuchan la trasmisión del juego.

Menos el futbol, todo lo hacen losbrasileños con tina lánguida prosopope­ya,sin el estrépito caribe, pero con elmismo sentido de la fiesta. La transfigu­ración y la orgía la reservan para el car­naval, pero mientras tanto procuran nopreocuparse demasiado. Nada pinta me­jor este carácter lánguido y fiestero delos brasileños que su caprichosa denomi­nación de los días de la semana. No dicenlunes, martes, miércoles, etc., sino "se­gunda feira", "ten;:a feira" y así hasta lle­gar a la "sexta feira" que es el viernes,tras del cual vienen fatalmente el sábadoy e! domingo, que vuelven a llamarsenormalmente, ya que por sí mismos sondías feriados, de descanso.

Apuntes

EL VIAJE POSPUESTO

LAS DOS SURAMERICAS

OTROS

SI PUDIERA hacer un viaje -oímos_ decir-, preferiría, por supuesto,

ir a Europa.Los Estados Unidos quedan para ne­

gocios y compras, Cuba rara la. fiesta,Centroamérica para neceSIdades Inapla­zables, Africa y Asia para los cazadoresy los invitados de las embajadas sovié­ticas. ¿Y América del Sur? -Bueno, Amé­rica del Sur para cuando haya una opor­tunidad-. Y, sin embargo, ver Américadel Sur es como reconocer las otras ca­ras, las otras posibilidades, hacia arribay hacia abajo, de nosotros mismos. Eu­ropa puede enseñarnos nuestras fuentesy nuestros modelos originales; Américanos enseña a conocernos a nosotros mis­Inos, a todos nosotros mismos.

Contingencias externas hicieron posi­ble que, formando parte de una delega­ción, realizara durante el mes de mayopasado un rápido viaje por siete paÍsessuramericanos -Brasil, Uruguay, Argen­tina, Chile, Perú, Ecuador y Colombia,más una corta estancia en Panam{l-, de­jando lamentabIemente fuera del itine­rario a Venezuela, Bolivia, Paraguay ylas Guayanas. Lo que vi y aprendí fuesin duda menos de 10 que dejé de ver oignoré, y ello me impide articular debi­damente mis juicios. Algo sup,en estasdeficiencias las lecturas y las infmmacio­nes, mas no tanto que, fiado en ellas,intente otra cosa que proponer algunasimpresiones personales. Si para los tiem­pos de Verne eran buenos ochen.ta díaspara la vuelta al mundo, casi treinta-los de mi circuito surameriCalI()'- hu­bieran bastado para un buen viajero, siyo lo hubiera sido_

'ESTA .ES la primera evidencia. Lostrece países suramericanos no for­man una unidad con caracteres

unidos y constantes. En principio hay dosSuraméricas, la de los grandes países delcentro y del sur: Brasil, Argentina, Uru­guay y Chile, y la de los restantes paísesele! centro y de la porción norte tropical.Aquéllos tienen una marca distintivapor haber recibido, adem{ls de las origi­nales colonizaciones de españoles y por­tugueses, las de italianos y c!lemanes, ypor tener una escasa población indígenay mestiza. Los de la porción ;-estante, ala manera mexicana, recibieron casi ex­clusivamente la colonizaCl<>n cspañolay tienen una población indígena y mes­tiza considerable. Las del sur -llamémos­les así- son tierras de vino y carne, declimas fríos y buenas y extensas tierras.Los del norte, con geografías muy con­trastadas, son pueblos ele chichas, piscos,rones y aguardientes )' el ietas inciertas,próximas al uso mexica no.

Page 2: OTROS T R OS R S E'; ~eatl:al de caña, asados a la parrilla y sazonados con una salsa suave. En Río de Janeiro, entre tantas sor presas para todos los sentidos, el viajero pueele

U lVERSlDAD DE MEXICO

"Lima es la vida criolla que describiera Ricardo Palma"

"Las fl/ayas de Río, deslludas de todo resguardo flora el baíiista"

EL MU DO INCAICO; PASADOY PRESENTE

AparLe de las tres comidas habitualcs,hay una entrecomida ele la mañana, "lasmedias nueves", y un suculen to té delas cinco que caprichosamente se llama"las once" o "las onces", aparte de quela breve taza de café fuerte, el tinto, setoma de pie en las cafeterías, en la vi itao en el despacho oficial, a todas horas ysin ningu no o con todos los prctextos.

UN VIAJE a la América del Sur no tie­ne sentido -afirman los entera­dos- sin asomarse al más poderoso

testimonio indígena, a las ruinas incaicasdc Machu Picchu y de la región de CUL­

ca. y aunque no se lo propon!:;a, quicnsiga este consejo acabará por contrastaraquel esplendor del pasado con el mi­serable presente de este pueblo, o loque es lo mismo, volar -cruzando otravez los Andes en un pequeño avión pro­visto de oxígeno para los pasaj eros- delas suaves gracias limeñas a la mesetaandina del viejo Cuzco, de donde partiráa los picachos que resguardaron el orgu­llo de los poderosos incas.

Lima tiene un tono muy diferente alde estos mundos remotos. Lima es lavida criolla que describiera Ricardo Pal­ma, llena de resabios y aromas coloniales,con su barroco grácil y luminoso -quetanto con trasta con el grave, Iuacizo yhorizonta I barroco nuestro, de piedra ytezontle y que, comparado con aquél losentimos aún más ligado con Jos cons­tructores de las pirámides- y sus balco­nes de madera labrada cubiertos con ce­losías. En la vida limería se siente algoasí como la supervivencia en h)s modossociales y eróticos de la reservada pi­cardía de las "tapadas" de la época delvirrey Amat. Bolívar está presentc eninscripciones y en hermosas estatuasecuestres, pero quien parece seguir vivaes Manuelita Sáenz, que con haber naci­do quiteña es en Lima donde se la en­tiende. Viven en Lima criollos, mestizos,inclios, negros y mulatos y muchos chinos,pero Lima es una ciudad relativamentcmoderna, orga nizada sobre las h ueUasde una ciudad colonial que fue feliz asu manera, y en todo caso, una ciudadque parece seguir viviendo la inminen­cia de un Tupac Amaru, de un Bolívaro de un San Martín. El mundo remotode los incas y la presencia viva de laconquista están en la meseta cuzqueña.

y mariscos. La comida criolla peruana,incluye guisos a base de maíz y maris­cos y reserva su mayor orgullo para losviejos "anticuchos", trozos de corazón deres o de cerdo, ensartados en una largaespina de caña, asados a la parrilla ysazonados con una salsa suave.

En Río de J aneiro, entre tantas sor­presas para todos los sentidos, el viajeropueele reservar su predilección, en cuan­to al gusto, por el reino ele las frutastropicales, de nombres dignos de unajitanjáfora: maracujá, abacaxí, bacurí yde sabores que recuerdan las descripcio­nes de Las T1úl noches)' una noche. LaConfeitaria Colombo, al laelo de la Ruado Ouvidor, es como nuestra vieja Dulce­ría de Celaya en proporciones de unacatedral y cuyo ritual, al atardecer, esel ele los refrescos y los helados, las pas­tas y las empanadas, las bebidas calientesy los generosos aperitivos. Al lado delmisterio moreno de las muchachas bra­sileñas y del fatal paraguas de los ca­riocas, el viajero se empeñará en probarel sabor de cada una de esas frutas dearomas suaves de la que sólo una acasole es familiar, el abacaxí, que es nues­tra piña.

Casi toda Suramérica -en contrastecon México donde la costumbre europeacasi ha desaparecido- se pasa buena par­te del día ocupada en comer y beber.

BEBIDAS Y COMIDAS

de los automovilistas y no de los pasean­tes. Algo queda de esta vieja y buenacostumbre de caminar y verse, de pasear,en las provincias donde aún se estilanlas "vueltas" en los parques públicos obajo los portales. En cada ciudad sur­americana, en cambio, hay una o variasavenidas arboladas o pequeñas callescerradas al tránsito de vehículos: la es­trecha y colonial Rua do Ouvidor o lasluminosas avenidas Río Branco· y Copa­cabana en Río de Janeiro, las calles deFlorida, Santa Fe y Corrientes en Bue­nos Aires, la calle ele Ahumada en San­tiago, el Jirón de la Unión en Lima, laCarrera 7;¡. y la 13;¡. en Bogotá, o la ave­nida 18 de Julio en Montevideo, donde,haya frío o calor, por las maí'íanas ypor las tareles la gente pasea, conversa,eliscute y ve los escaparates, y todos pue­den disfrutar democráticamente la fies­ta de las mujeres hermosas, incompara­ble sobre todo en las calles de BuenosAires.

YA HE APUNTADO que hay afortunadastierras de vinos y dramáticas tie­

. nas de aguardientes y chichas. Elpisco -un aguardiente fuerte de uva­que en Chile, Perú y Ecuador prefierentomarlo suavizado con limón, es unpuente de transición como para atempe­rar el violento imperio del ron de cailaen los países tropicales y el pesado ma­reo incaico de la chicha. En cuanto acomidas, hay algunas peculiaridades quesorprenden al viajero. Así como Méxicose distingue arbitrariamente por ser elpaís del chile y la tortilla -con toelo yque a veces comamos otras cosas-, Ar­gentina y Uruguay se caracterizarían porsu impresionante carnivorismo -mediokilo de carne diaria por persona- yaque sus excelentes pescados y mariscosno logran entrar del todo a la dietanacional a pesar de los esfuerzos oficia­les. En el mercado municipal ele Monte­video comió junto a mí un tonelero delpuerto quien gravemente engulló unaración de matambres, asados de tira ybifes, adornados con tres o cuatro vasosde vino, pan y queso, ración que doblócon mucho cuanto, pese a mi entusias­mo, pudo resistir mi estómago mexicano.Chile, faja marina, prefiere los pescados

Page 3: OTROS T R OS R S E'; ~eatl:al de caña, asados a la parrilla y sazonados con una salsa suave. En Río de Janeiro, entre tantas sor presas para todos los sentidos, el viajero pueele

6

cuzco

cuzco FUE la capital del enorme y. ! poderoso imperio incaico y, cuando

-- los conquistadores al mando dePizarra entraron triunfantes en la ciu­dad magnífica, tras de haber capturadoy asesinado a Atahualpa, aprovecharonlos sólidos sillares de cantera de los pala­cios indígenas para edificar sobre ellossus casas y sus iglesias a la usanza es­pañola. Así Cuzco es una ciudad indiay colonial por partes iguales, semejanteen sus aleros y en sus balcones, en susespléndidas iglesias barrocas y en la am­plitud de sus plazas a Pátzcuaro o a SanCristóbal las Casas. Cambia el ingredien­te indio, pero no, cuando menos en laapariencia, el resultado. El pintoresquis­mo nativo es paralelo, el mercado abi­g-arrado y coloriclo recuerda también alos de Michoadin, Oaxaca o Chiapas;la miseria parece más irredimible; masen el campo hay un esbelto personajenuevo, la llama, y en las bocas de losindios un consuelo trágico para el ham­bre y la al tura -3,400 metros-, la coca.

En el mismo Cuzco, bajo los hermososbalcones de madera labrada, los hierrosy los frontispicios coloniales, se adivinala aniquilada magni ficencia de lo quefue el Templo del Solo Coricwcha, so­bre cuyos muros edificaron su conventolos dominicos; la Casa de las Vírgenesdel Solo Ajllahuasi, y los palacios de losreyes incas Huayna Capac y Tupac IncaYupanqui; siempre enormes piedras pu­lidas, engastadas LI nas en otras y conpoquísimos motivos ornamentales. Enlas cercanías de la ciudad hay otros mo­nUlnentos importantes: la imponente for­taleza de Sacsahuamán y una placenteraresidencia campestre, célebre por susjardines y termas, Tampumachay: pie­dras sobre piedras, movidas y pulidasquién sabe con qué a!'tiricias y a costade cu,íntas vidas, testimonios de cultu­ras mucho m{IS arcaicas que las nuestras:acaso de mil, dos mil años antes de Cris­to. Pero aquella presencia inerte, inex­presiva y remotísima renace de pronto:una niñita indígena, a lo lejos, cantasuavemen te en el atardecer u na aguday lenta melodía que va y viene con eldelgado viento andino y que se quisiera~letener,. repetir, conservar, y en los vie­J,?s cam1l10S, entre suaves verdes y ama­nllos opacos, pasa una recua de llamasguiada.s por una mujer tímida y tristeque lula su lana en un pequeño husomien tras se desliza por la vereda.

MACHU PICCHU

SALVANLJO PRIMERO las. m<:JI1tañas querodean a Cuzco y sIgUiendo luego

. el curso del río Urubamba, quedesClende a la selva amazónica en uncailón cada vez más profundo y escarpa­do, van encontrándose numerosas ruinasincaicas: admirables terrazas para culti­vos, o andenes, en las laderas del río ypequeilas y grandes fortificaciones quedefendían al imperio inca de las incur- .siones de las tribus selváticas. Una deestas ci udades-fortalezas, ;acaso la m<isimportante, sin duda la m{IS espectacu­lar, es la de los picachos llamados MachuPicchu y Wayna Picchu.

La belleza de Machu Picchu no residesólo ~n sus extensas y complicadas cons­trucClones escalonadas, ni en su selvapétrea desnuda de toda ornamentaciónsino, pri nci palmente, en el majestuoso

escenario en que se encuentra situado:en la cumbre de altos picachos que do­minan un extenso recodo del río. Lasterrazas para cultivos, acaso tambiénpara jardinería ornamental, rodean lasruinas de los que fueron el palacio prin­cipal, el de la Ñusta y el de las tresven tanas, el gran templo, los observa­torios, las casas, las tumbas' y las nume­rosas rampas y escalinatas que comunicanen tre sí los edil"icios, pero todas estas am­plias construcciones -y las del solitariopicacho frontero, el Wayna ·Picchu, don­de está el templo de la luna- se encuen­tran suspendidas sobre un abismo de500 metros, labradas en las estrechas la­deras de los picachos que la niebla ciñeal atardecer. Machu Picchu debió ser unafortaleza y una atalaya, pero tambiénun 1ugar sagrado donde la belleza y labeatitud, el hondo silencio interior te­nían UI1 sentido m;'¡s inmediato.

"uu csi,cllo 1Jersouaje Huevo, la llallla"

Mas todo este noble esplendor incaico,toda la refinada gracia de las vasijas ylas telas preincaicas e incaicas que pue­den admirarse en los museos de Lima,toda la cerrada y perfecta organizaciónsocial y económica que aún existía a lallegada de los espafioles, todo el magní­fico y milenario mundo inca se ha ani­quilado para siempre, y el indio que­chua y el aymara sólo son ahora pueblosvagabu ndos consumidos por la miseria;pintorescos y coloridos aún en los díasde fiesta, en las ferias y en las peregri­naciones, pero cuyo desamparo, cuya po­breza y cuya tristeza brotan a veces in­con tenibles, como en la célebre proce­sión del Señor de los Temblores, en que"veinte, treinta mil personas, al atarele­cer de un día de marzo o abril, plañendesesperadamente acusando a sus opre­sores. Creen que el Señor, su padrecito,les had justicia y fulminará con su iraa los malvados. Un llanto de mujeres,niños, ancianos y hombres incluso, sefunde en un rumor oceánico, mientraslas andas del Cristo indio (tiene el bron­ceado cada vez más oscu ro a ca usa delhumo de las ceras que siempre están asu alrededor) se balancea lentamente.U n alarido sále de aquella masa humanacuando el Taytacha voltea las espaldas,

UNIVERSIDAD DE MEXICO

penetra al templo y las puertas se, ci~­rran tras él, pesadamente, Todo Slgl1l­fica un 'alÍo más de sufrimientos conte­nidos, a nadie expuestos quizá, que es­peran para brotar, como rotas arterias,este día y esta noche de pública audien­cia en que el Supremo Juez escucharála voz de los pobres". ji

¿QUE ES MEXICOPARA EL SUR?

DE UNA MANERA general, México espara casi toda la América del Surel lugar de donde vienen películas

de ambiente charro y briosas o quejum­brosas canciones que suelen gustar aúnmás que las locales, Lamentos por per­juras, abyectas meditaciones sentimenta­les y bravatas rancheras, divulgadas ini­cialmente por las películas, se escuchanen todas partes y las muchachas estánsiempre dispuestas a cantarlas con admi­rable mimetismo de las cadencias y estilosde nuestras estrellas de la canción. Loscinematógrafos que exhiben películasmexicanas son negocios. seguros y las"colas" frente a sus taquillas son cosa co­mún. Además de cultivar adecuadamenteotras relaciones culturales, económicas ypolíticas, parece indispensable poner unaatención vigilante en el sentido, en elcontenido y en la calidad de esta espon­tánea penetración cultural, que tan bienpudiera servirnos para hacernos conocermejor y para difundir nuestras propiastesis y convicciones, y no sólo la fatal ycomercial sensiblería o el deformado pin­toresq uismo.

En las librerías de muchas capitalessuramericanas hay libros mexicanos delFondo de Cultura, bien apreciados porlos medios universitarios y de culturasuperior, y lo que esos pueblos saben elenuestra cultura lo saben por este solocamino. Raramente suelen verse librosde otras editoriales. Ninguno de nues­tros periódicos y revistas comerciales seve en los expendios, que sí tienen cien­tos de publicaciones norteamericanas yalgunas cubanas, argentinas y brasile­ñas.

Pero aparte de esta difusión populary de esta limitada difusión culta, Méxicoexiste para Suramérica, en los mediospolíticos y aun en ciertos ambientes so­ciales, como un ejemplo de "política vi­ril" internacional. Esta expresión la oíde un diputado uruguayo y de un cho­fer ele taxi en Panamá. Se admira a Mé­xico por su firme, celosa defensa de susoberanía, en contraste con otras acti­tudes gubernamentales. Y para los hom­bres preocupados por el destino de suspueblos, México es un alto ejemplo pordos de los actos decisivos de nuestra Re­volución: la reforma agraria y la expro­piación del petróleo, hechos sobre loscuales se solici tan insistentemente pre­cisiones, leyes, procedimientos y expe­riencias. En contraste, causa sorpresa queno se advierta o no se hable en Sur­américa de la lección que México ofrececon la reforma social juarista, que tantosmales y problemas nos ha evitado y queha hecho posible nuestro progreso, ycuya carencia representa un atraso so­cial muy grave para casi todo el conti­nente del sur.

Desde otro ángulo, la significación deMéxico para la América del Sur tiene

* Luis E. Valcárcel, Rula wltural del Perú..Fondo de Cullura Económica, México, 1945,p. 177.

Page 4: OTROS T R OS R S E'; ~eatl:al de caña, asados a la parrilla y sazonados con una salsa suave. En Río de Janeiro, entre tantas sor presas para todos los sentidos, el viajero pueele

UNIVERSIDAD DE MEXICO

también dos grados claramente diferen­ciados. Para los grandes países del extre­mo sur y para Brasil, México es sólo elnombre de un país lejano, del que sesabe poco o nada y al que, en todo caso,'no se considera con importancia vitalinmediata. Para la Suramérica mestiza,esto es, para los países del norte, Méxicoexiste, en cambio, como una lección vivay aun como una intensa atracción tu­rística. Algunos han venido a la ciudadele México, a Acapulco y a Cuernavacay todo les ha parecido· encantador; mu­chos m{lS desean venir.

EL MAS Y EL MEN OSDE MEXICO FRE TE AL SUR

A PARTE DE LO~ aspectos técnicos de1'"1. desarrollo económico, situación so-

cial y significación cultural, queson tratados frecuentemente por exper­tos, sólo me atrevo a sefíalar unos cuan­tos puntos de carácter general, de másy menos en la cu'enta de México en re­lación con Suramérica.

U na de las superioridades eviden tes deMéxico radica, en mi opinión, en el he­cho de haber planteado y resuelto -opor­tuna y precursoramente- problemas so­ciales fundamentales en la vida hispano­americana: separación de la Iglesia y elEstado, liquidación del militarismo co­mo fuerza política, reforma agraria, de­rechos laborales, nacionalización de losrecursos básicos y los servicios públicos,defensa constante de la soberanía, lo quees decir, Reforma y Revolución o Juá­rez, lVIadera, Carranza, Zapata, Cárdenasy los gobiernos inmediatos. Tenemos sinduda aún muchos problemas sociales,una gran parte de nuestro pueblo vivecon pobreza ? con miseria, no es aúnperfecta nuestra justicia social, sí, perotambién es cierto que estamos orientadospor nuestras leyes y por el impulso ac­tivo de los mejores mexicanos hacia elcamino seguro que nos salvará a todosjuntos, sin discriminaciones ni proscrip­ciones sociales. El mestizo es la base denuestra sociedad y el indio y su justicianuestra convicción y nuestra preocupa­ción permanentes. Nos sentimos, racio­nal o sentimentalmente solidarios y li­gados con el indio, defensor orgullosode su estirpe, y Cortés, civilizador perotambién conquistador y destructor, notendrá en México monumentos que sítiene en el sur Pizarra. Todo este le­gado, este impulso y estas conviccionesnuestras, que no existen por lo generalen Suramérica, agobiada todavía en al­gunos países por el militarism() y el cle­ricalismo, desJeñosa por lo general desus indios, dominada por oligarquías ypoco escrupulosa de sus relaciones inter­nacionales con los poderosos, constituyennuestras excelencias y nuestro orgullo.Pero, al mismo tiempo, sería injusticiano mencionar que en todos los paísessuramericanos existen viejos y jóvenesluchadores limpios que se esfuerzan díaa día por vencer estas injusticias y porlibrar a sus pueblos del imperio de estasfuerzas oscuras.

En el reverso de la medalla hay quefijar hechos diversos. La vida cívica, enalgunos países de Suramérica, tiene undesarrollo y una actividad orgánica queaún no hemos alcanzado, lo mismo enla actuación de los partidos políticos queen su representación proporcional en elgobierno. Es posible que en ocasiones sellegue a una atomización del poder oque la composición democrática del go-

7

lIuenos Aires. Capital de Argentina

Vellllcdor de P;'jdl'OS. en las ralles de HuellOS ¡\ires

Santiago. Capital de Chile

Page 5: OTROS T R OS R S E'; ~eatl:al de caña, asados a la parrilla y sazonados con una salsa suave. En Río de Janeiro, entre tantas sor presas para todos los sentidos, el viajero pueele

Vendedor de cacahuates, en Buenos Aires

En su discuTSo, Payssé Reyes, com­para al Benemérito de las Américascon los personajes más destacados dela libertad continental: Jefferson, Bo­Uva,', Sarmiento, Mm'U, etcétera. Ypasa a concretar sus simpatías POT elpueblo mexicano en la figura de Be­?lito .Iuárez. Con emotlVOs palabras 1'("­

cue¡'da los rasgos más destacados dela vida y la obra del héroe de laReforma. En vaTios párrafos hace .,'e­feTencia a los ataques de un conOCIdoescTito¡' mexicano, "efutando sus ob­jeciones, y elogia la actitud de .lllárez.que combatió la mala influencia delclero, de los conservadores, y de losIJotencias extranjeras con ambiciollf>simpe1"Íalistas en nuestro continellt~.

Te"mina Payssé Reyes propolHen­do que la Organización de Estadn,lA JI1e'l'icanos se ocupe en una vasta. la­bor editorial que dé a conocer el pen­samiento libeml latinoamericano entodos los paises del mundo.

Junio de 1959

demos. Pregunté a una señora en San­tiago de Chile qué productos importadosechaba de menos. -Sólo los pañuelos depapel, cuando me acuerdo de que exis­ten - me contestó.

DISCURSO

Examinando el trigo en la pampa

UNIVERSIDAD DE MEXICO

El LA C..\MARA de Representantesdel Uruguay, el docto,' HéctorPayssé Reyes, PTesidente de la

Comisión de Asuntos 1nteTnacionales,pTOnunció un discurso el J)ia de lasAméricas (14 de abúl de 1959) para,'endir homenaje a la fig'/lm de Benito.lllá,'ez.

El doctor Pa.yssé Reyes es un des­tacado poUtico uruguayo. Internacio­nalista, periodista)' legislad01', ha ocu­pado en diversos pedodos bancas enla CámaTa de Representantes y en lade Senadores. Ha deselnpeíiado im­portantes misiones en el extHmjero.Visitr! México en el aíio de ]955, pre·sidiendo la delegacir!n del Uruguayen los Segundos .Juegos DeportivosP(mamerica11os. Desde entonces se ha11inculado C011 varios ('hc'/llos naciona­les. Fllf> ,'ecibido ('n audiencia esjJecialjJor f>l Presidente don Adolfo RuizCO'l'tines.

supuesto que en un hecho como ésteintervienen radicalmente las distanciasy las restricciones aduaneras y fiscales,pero recordemos que, aun existiendo pa­ra nosotros estas últimas, nos obstinamosobcecadamente en vencerlas cuando po-

8

bierno implique ineEicacias administra­tivas y constantes tropiezos en el cursode los negocios públicos, pero es eviden­te que, así funcione imperfectamente elsistema, expresa las convicciones políti­cas ele mayorías y minorías.

Ciudades como Montevideo y BuenosAires -ya que no puedo hablar de lospaíses- parecen tener un nivel mediode vida y de educación su perior al de laciudad de México, donde se aprecian tanacusados contrastes, con trastes que sí seadvierten en Río de Janeiro y en San­Liag-o, y en menor escala, en Bogotá. Enel orden educativo y cultural, Argentina,Urllg-uay, Chile y Colombia tienen pro­porcionalmente índices superiores a losde México, en alfabetismo, número deescllelas y maestros, población universi­taria, consumo ele papel periódico, pu­bl icación y venta de libros, etc., lo quese hace desde luego notorio en la conver­sación con obreros y servidumbre, EnColombia, donde el problema de anal­Ea betismo popular es semejante al nues­tro, es notable el acceso más numerosoa la educación superior y universitaria.Todo ello tiene, por supuesto, una expli­cación histórica y geográfica. La tareacivilizadora se hace más lenta, más caray más difícil cuando la obstruye la geo­grafía y la distrae el clima. Además, cir­cunstan'cialmente recordemos que mien­tras el magnífico Sarmiento formabamaestros y sembraba escuelas en el sur,en México luchábamos contra dos inva­siones extranjeras y dirimíamos el COIl­

nicto social fundamental que nos llevóa la guerra de Reforma.

En otro orden de cosas, países comoBrasil, Uruguay, Argentina y Chile sonespontáneos y orgullosos consumidoresde SLlS propios productos y sólo requie­ren del extranjero la indispensable ma­quinaria o combustibles. Al mexicano,tan rodeado y vestido de artículos im­portados, le admira y aun contagia esteentusiasmo suramericano por su propiaproducción y quisiera verlo vivo en Mé­xico donde no sólo la vecindad norte­americana sino una educación desviadanos lleva a preferir muy a menudo, paraperjuicio de nuestra economía, lo im­portado, En Río de ]aneiro, en Monte­video, en Buenos Aires y en Santiago,toda la ropa que usan hombres y mu­jeres son nacionales; es nacional tambiénel buen vino que beben con patrióticoímpetu y, en suma, no tienen otro to­que extranjero que alguno de los apara­tos caseros o el viejo automóvil. Por

Monasterio espaliol en Quito