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EL ROMANCERO TRADICIONAl. ARGENTINO: DOS TRABAJOS DE CAJlfPO EN LA PROVINCIA DF. BUENOS AIRES Gloria Chicote On¡etivo rle la ponencia: en el 1 Congreso Argentino de Hispanistas, que s<> llevó a cabo en la Ciurlad df' Bnhía Rlanca en octuhre oe 1986, presenté una ponencia que se titulaba "Proptresta de integración entre investie-ación v ensefianza en un estuoio sobre el Romancero Tradicionnl ". Expuse en esa ooortunirlacl un proyecto de profunrli7.ación en el estuoio riel aue incluÍEJ la sistcr71P. 1 ización ele todos los naterinlcs cxist<>ntcs, v la renliznción nuevas encuestas en !n t rnrlición or.al para rleterminar ei g-rado rle vip.-encia d<> l f('Pnero. Después de dos años vuelvo a rliriv,irme 11 los hispanistas urr,entinos, pnra informarles el estarlo actual de esa investigación a de la experiencia d€' rlos trnbajos de campo realizados en la Provincia de nuenos 1\ ires, distritos rle noP,"dalenn y Doloresl. El Romancero tradicional de hisrnnico ha sido documentarlo en nuestro país en la prir:Jera rnitArl del siglo XX, durar1te J¡:¡ etapa de fijación de la rnflyor· parte de los materiales del folklore literprio. Desde el escepticismo inicial oe .Ricardo RojAs2, el impulso 23
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Sep 27, 2018

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EL ROMANCERO TRADICIONAl. ARGENTINO:

DOS TRABAJOS DE CAJlfPO EN LA PROVINCIA DF. BUENOS AIRES

Gloria Chicote

On¡etivo rle la ponencia: en el 1 Congreso Argentino de Hispanistas, que s<> llevó a cabo en la Ciurlad df' Bnhía Rlanca en octuhre oe 1986, presenté una ponencia que se titulaba "Proptresta de integración entre investie-ación v ensefianza en un estuoio sobre el Romancero Tradicionnl " . Expuse en esa ooortunirlacl un proyecto de profunrli7.ación en el estuoio rie l ~onlRnccro aue incluÍEJ la sistcr71P. 1 ización ele todos los naterinlcs cxist<>ntcs, v la renliznción d(~ nuevas encuestas en !n t rnrlición or.al para rleterminar ei g-rado rle vip.-encia d<> l f('Pnero. Después de dos años vuelvo a rliriv,irme 11 los hispanistas urr,entinos, pnra informarles el estarlo actual de esa investigación a trnv~s de la experiencia d€' rlos trnbajos de campo realizados en la Provincia de nuenos 1\ ires, distritos rle noP,"dalenn y Doloresl.

El Romancero tradicional de ori~·en hisrnnico ha sido documentarlo en nuestro país en la prir:Jera rnitArl del siglo XX, durar1te J¡:¡ etapa de fijación de la rnflyor· parte de los materiales del folklore literprio. Desde el escepticismo inicial oe .Ricardo RojAs2, ha~:ta el impulso

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que le brindó don Ramón ~1enéndez Pidal3, encontramos importantes secciones de versiones romancísticas en los cancioneros regionales de Carrizo, Draghi Lucero, Orestes di Lullo, etc. 4, y, coronBndo de alr.-una fTianera este proceso, en 1941 aparece el Porwncero de Ismael Moya que publica una selección de romances documentados en la Colección de Folklore de 1921 s. El estudio detenido de estos materiales impresos, procedentes de recolecciones directas en la tradición oral, me llevó a la diferenciación rle 39 tipos romancísticos, y un total de aproximadamente 500 versiones. Pero este corpus de romances tradicionales, aunque bastante abundante, data, ~omo dijimos, de los años '4(l. Después de esa fe~ha no se volvieron a editar, por lo menos sistemáticamente, recopilaciones rle poesía tradicional argentina6.

En contraposición con este silencio, se produc') en el resto del mundo hispánico, un Auge de Jos esturlios romancísticos, propulsados desde España por la CÁtedra Seminario Menénde?. Pidal de la Univ. Complutense rle r-1adrid. A partir de 1970 vuelven a realizarse recolecciones en la tradición oral (Castilla, León, Colombia, Portnp,al, comunidarles hispánicas de Estados Unidos)?, se re-editan "romanceros en diversos países de habla hispanA o portu­guesa (Chile, Brasil, 1'1éxico)8, y se llevan a caho encuen­tros internacionales de especialistas que dan a conocer nuevas orientaciones metodolór,icas para el estudio del romance a través del análisis estructural, la semióticn, v la utilización de ordenadores electrónicos al servicio de descripciones v clasificaciones9.

En este contexto de alta productividad en el mundo del Romancero hispánico, consideré que era necesaria una nueva indagación en la tradición oral argentina, para determinar el grado de vigencia del P,"énero y confron­tar los nuevos hallazgos con los textos impresos que ya había diferenciado.

Con este propósito hice rlos trabajos de c-ampo en la provincia de Ruenos Aires, Febrero-Abril de J ~HUl en r-1agrlalena, y Fehrero de J 9R~ en Dolores, para recolec­tar romances y canciones infantiles rle procedencia hispá­nica. Si bien el proyecto no está terminarlo, ya que resta

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un tercer trabajo de campo en General Madariaga y la elaboración conjunta de todos los materiales recolectados, ambas experiencias fueron altamente enriquecedoras para el conocimiento de la poesía tradicional en la Provin­cia de Buenos Aires, y me permitirán esbozar a continua­ción algunas observaciones de interés.

El primer problema que se me presentó como recolectora de romances fue el modo de ponerme en contacto con la tradición oral. La llegada a Magdalena fue un momento oe confusión y desamparo, semejante a aquel día de verano de 1900 al que hace referencia don Ramón r·1enéndez PidallO, En primer lugar me puse en contacto con las autoridades locales, quienes me reci­bieron muv bien v me relacionaron con centros tradiciona­listas de la í':Ona ·(La totora, Gauchos de ~1agdalena, Fortín A talaya, etc.), donde supusieron que aún se recordaban poesías antiguas. Allí charlé con gauchos viejos del lugar, pero en el transcurso de las entrevistas percibí que no eran éstos los depositarios de la tradición poética que buscaba. í:omo resultarlo de estas encuestas reuní un rico anecdotario, supersticiones, dichos, composiciones rlel cAncionero tra(licional criollo, milongas camperas, relaciones, floreos, pero ningtín romance o ri na infantil.

Tangencialmente fueron interrogadas esposas e hijas de los entrevistados, y en estos casos los aportes fueron más sig-nificativos. A partir de entonces orienté los interrogat.orios hacia mujeres de mediana y avanzarla edad, que estuvieran arrair;adas en la zona. Fue esta franja sexual y cronológica la que brindÓ los mejores informantes de poesía tradicional hispánica. En una de las entrevistas tuve la posibilidad de observar el proceso de transmisión de un canto en tres p,-eneraciones, una señora mayor, su hija y su nieta, dieron noticia de romances y canciones oe cuna, cada una incorporando variantes a las versiones 11,

Tratando de salvar el primer error al que hice referencia, en Dolores me conecté directamente con las señoras de familias tradicionales de origen hispánico, y visité tres hogares de ancianos de la ciudad, siguiendo la experiencia realizada en Colombia por otra romancista,

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Gisela Beutler 12. De este modo realicé setenta entrevistas que incrementaron la cosecha de romances, y, a esta altura de la investigación he diferenciado, mediante la observación de los datos primarios (reunidos en siete horas de grabación), 8 tipos romancísticos documentados en más de 30 versiones (Senas del esposo, Hartirio de Santa Catalina, Marinero tentado por el demonio, Ruscando Novia, Aparición de la amada muerta, La fe del ciego, Los lamentos de la Virgen, Don Gato) y más de 100 cancio­nes infantiles que no han sido atín clasificadas (entre otras: Señora ~antana, La pájara Pinta, Levántate Juana, La pastora, F.n el oortal de Relén, rifaría lavaba).

Paralelamente he seguido documentando la vertiente tradicional criolla, a través de coplas y décimas. Aunque no se conectan con mis actuales intereses, conservo estos materiales grabados, y pienso, en un futuro presentar­los en forma ordenada.

Las entrevistas a Jos informantes tuvieron dos modalidades. F.n primer térr:1ino trahajé con una red de contactos y referencias que dieron lugar a la prof;rar.w­ción de entrevistas en domicilios particulares. En estos casos fui siempre muy bien recihida, aun cuando los entre­vistados no hrindaban información. La sep-un<ia modalidad fue hacer recorridas por las calles de la ciudad, tocar ti mhre y presentarse ante el posihle informante; este procedimiento en algunas oportunidades fue negativo, ~~a que los luvareños desconfiahan de mis propósitos ~ · nep,-ahan inforPiación. Pero las entrevistas ocasionAles tar1hién depararon sorpresas como, por ejemplo, la visita a una panadería de rlagdalena produjo una reunión espontií­nea de señoras que cantaron variedad rle rimas infantiles, mientras realizaban sus compras diarias. En esta oportllni ­da<i, como también en los hogares de ancianos, pude percihir cómo la presencia en g-rupo anima a los informall­tes y se moti van unos a otros para cantar.

En todos los casos utilicé un Ptodelo de encuesta elahora<io sobre la base del que propuso Joanne Purcell en el 11 Coloquio Internacional del Romancero 13. Hodifiqué la propuesta de Purcell de acuerdo con los requerimientos de mi investir,ación, pero mantuve la mavoría ele los datos,

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que ayudaban a determinar las características de la trans­misión del género. A los datos personales del informante (nombre, edad, sexo, nivel de instrucción, ocupación) agregué la especificación de ascendencia, para establecer sus posibles raíces hispánicas o de otro país de Europa. Como era de esperar, los descendientes de españoles fueron en general los mejores transmisores, aunque también pude observar la acción del fluir tradicional en descendien­tes de italianos y franceses, por ejemplo, comunidades todas de origen latino que se encuentran en estrecha relación en nuestro país.

Fueron apuntados los datos referidos a la transmi­sión romancística (cómo, cuándo y dÓnde lo aprendió; como, cuando y dÓnde lo actualiza) con el propósito de determinar la procedencia de las versiones y el v.rado de vitalidR<i de las mismas. En Último término incluí los detalles riel contexto en que se rrod11jo la emisión del discurso (actitud <iel informAnte frente al p:raba<ior, actit11d de resneto o descrédito hacia los materiales, etc.) y puse especiAl atención a la presencia del códip:o musicAl acompañanclo al código linv.iiístico 14.

ron referencia 11 ésto tÍlti m o, no debemos olvidar qne el modo habitual de transmisión de romf!nccs v rimas infantiles es a través del canto. A pesar de esta ~eAli<iarl no es fácil para el encuestador lop:rar que el informAnte cante su versión, sobre tocio en presencia del p:rabfldor: generalmente se avergüenza de su maln entonación y prefiere recitarla. !le po<iido observar, junto al prof. r,liguel Angel García, (c¡uien estuvo R cargo del relevamien­to de melodías) que en la mayot·ía de los casos, la supresión del discurso musical inhibe el recuerdo del discurso lingiiís­tico; cuando el informante, d11doso, arcede a entonar su versión le resultP mucho rnás natural el recuerdo. Destaco este hecho corno una prueba más de la interacción constante en que viven letra v música en la poesía oral, como partes del todo al que pertenecen, y que muchas veces pasa desapercibido para los enfoques estrictamente literarios.

Otra experienciA que me interesa destacar es la función que cumplió en mi tarea la utilización ele versos iniciales como ayurla memoria. Cuando la persona entrevis-

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tada decía no recordar ningún canto, o cuando un informan­te que había cantado varias versiones decía que había acabado su repertorio, yo trataba de inducirlo recitando los primeros versos de romances y rimas infantiles que presumiblemente circulaban en la zona. Esta intervención del entrevistador que quizás pudiera parecer coercitiva o privilegiadora de una variante sobre otra, no actuaba de este modo; muy sugestivamente el informante reconocía el tema, la melodía o la estructura formulística del incipit propuesto, y al dar su versión lo modificaba utilizando la variante conocida por él. En otras oportunidades quise intervenir para ayudar a concluir una versión y los versos motivaban el recuerdo nuevamente modificados en los labios del informante. Por ejemplo, preguntando ror el tipo romancístico "Ruscando Novia" yo proponía:

"Hilo de oro, hilo de plata hilito de San Gabriel" y cantaban:

"A lo de oro, hilo de plata, estoy jugando al ajedre:r."; al proponer el comienzo de una canción de cuna "Señora Santana .... ", se convertía en "r.taría Santana ... ".

En Último término diré que la vida del rornance en la constante actualización de versiones y variantes, nos confirma la esencia dramática del género. Para apo1·tar uno prueha más de ese dramatismo me permito hncer referencia a la descripción de actuación que acompafió la recolección de una versión del romance de "La aparición de la Amada muerta", tipo muy difundido en nuestro país, que en la mayoría de las versiones comienza "¡.nóndc vas Alfonso XII, dÓnde vas triste de ti?"l5. Una informante de r1agdalena una vez acabndo el recitado del rom~tnce explicó el modo en que un grupo de niñas dramatizaba el texto a manera de jue~ro desarrollando todas las secuen­cias de la intriga: búsqueda de la amAda, descripción del entierro, aparición de la amada, diálogo con el amante, etc. Ya en los pliegos de la Colección de Folklore de 1921, los maestros encuestadores consignaron este tipo de referencias para otros t)pos romancísticos, corno El martirio de Santa Catalina.

Aquí concluyen mis observaciones. Quiero voJver a señalar que he expuesto ante ustedes el estado actual

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de una investip,-ación en curso. Para finalizar el proyecto resta un tercer trabajo de campo en el distrito de Hadaria­ga, que espero llevar a cabo a la brevedad, y resta, princi­palmente, el procesamiento del corpus reunido en su conjunto. No estoy en condiciones de formular conclusiones finales, pero me he permitido en este trabajo esbozar algunas tendencitls deducibles de los datos primar·ios, tales como la vitalidad del género, a través de la identifi -­cación de ocho tipos romancísticos documentados en alrededor de 30 versiones y gran cantidad de canciones infantiles, la importancia de una franja rle población de sexo femenino de mediana v avanzada edad como transmisora de estas especies en función de entreteni­miento a los niños a su cargo, la importancia de un rliSCilrso musical acompañando al discurso lingiiístico, y el recono­cimiento constante de variantes que alejan a la tradición argentina de un posible proceso de fosilización y garantizan su vigencia y renovación.

CONICET- Buenos Aires

NOTAS

1 Esta investigación fonna parte de un proyecto que desarrollo como becaria del CONICET.

2 Ricardo ROJAS, Cosmópolis, Parfs, s.a.

3 Don Ramón Menéndez Pidal documentó romances en su viaje a la Argentina en 1905; véase los romances de América v otros estudios, Madrid, 1938.

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4 Nómina de cancioneros regionales: Juan Alfonso CARRIZO, Antolo­gía de cantos populares argentinos, Buenos Aires, 1926; Cancio­nero eopular de Saltat Buenos Aires, 1933; Cancionero popular de JuJuy, Tucuman, 19 4; Cancionero popular de TucuñíCin, Buenos A1res, f937; Cancionero popular de La RioJaa Buenos Aires, 1942; Orestes DI LÜLLO, lCanc1onero popular e Santiago del Estero, Buenos Aires, 1938; Juan ORAGHI lUCERO, Cancionero popular cuyano~Buenos Aires, 1938; Jorge FURT Cancionero popular r1oplatense, uenos Aires, 1923-25; Guillermo TERRERA, Primer cancionero popular de Córdoba, Córdoba, 1948.

5 Ismael MOYA Romancero, Buenos Aires, 1941. Los pliegos de la Colección de Folklore se hallan inéditos en el Instituto Nacional de Antropología.

6 Aparece aisladamente el Cancionero popular de Córdoba de Julio VIGGIANO ESSAIN.Córdoba, 1969-71.

7 Gisela BEUTLER Estudios sobre el Romancero español en Colombia, Bogotá, 1977; Susan PETERSEN Voces nuevas del Romancero castella­no-leonés, Madrid, 1982; Manuel DA COSTA FONTES, Romanceiro da Ilha de San Jorge, Coimbra, 1983; Romanceiro da Prov. de Tras os Montes, Coimora, 1988, etc.

8 Braulio DO NASCIMENTO Romanceiro Tradicional, Río de Janeiro, 1974; Raquel BARROS y Manuel DANNEf.1AN El romancero chileno, Santiago de Chile, 1970; Mercedes DIAZ ROIG, Romancero Tradlcio­nal de México (en preparación).

9 El romancero en la tradición oral moderna. 1° Coloquio Interna­cional, Madrid, 1972, Ed. D1ego CATALAN; El romancero hoy; nuevas fronteras; El romancero hoy: 7oética;"t1 romancero ho~: h1stor1a, com~arat1smo ~ b1bliogra 1a cr1t1ca. Z° Coloqu1o lnternac1onal, adr1d, 197 . Ed1c1on D1ego CATAlAN et al.

10 Ramón ~1ENENDEZ PIDAL; Romancero Hispánico, ~1adrid, 1953; t. II, cap. XIX, pp. 291-2.

11 Es el caso de la Sra. Josefa de Montero, su hija Lupe Montero y su nieta Bárbara Montero, las tres residentes de Magdalena.

12 Gisela BEUTLER, o.c., Introducción, pp. 223-229.

13 En El romancero hoy: Nuevas fronteras, pp. 72-73.

14 Modelo de encuesta:

Cassette lado especies

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Zona: Fecha:

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Infonnante Nombre Edad Lugar de residencia: Nacionalidad

Nivel de instrucción Ocupación

Contexto

Lee diarios Posee aparato de TV Cómo, cuándo y dónde lo aprendió Cómo, cuándo y dónde lo expresa Actitud frente al grabador

Actualización

Situación de entrevista:

provocada espontánea individual grupal afinado desafinado instrumento

15 Véase Gloria CHICOTE, "El romance del Palmero: cinco siglos de supervivencia a través de sus fijaciones textuales", Incipit, VI, (1986), 49-69.

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