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TESIS DOCTORAL
NEGOCIAR EL RIESGO
Una propuesta para la gestin de riesgos en sistemas tecnolgicos
complejos
Por Anna Garcia i Hom
Dirigida por el Dr.Ramon-Jordi Moles i Plaza Profesor Titular de
Derecho Administrativo De la Universitat Autnoma de Barcelona
Diciembre de 2004
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No podemos cuantificar el futuro, porque es desconocido, pero
hemos aprendido a
usar los nmeros para escudriar el pasado. Pero hasta qu punto
deberamos confiar
en las pautas del pasado para decirnos como ser el futuro? Qu
importa ms cuando
se afronta un riesgo, los hechos como los vemos o nuestra
creencia subjetiva en lo que
se esconde en el vaco del tiempo? Es la gestin del riesgo un
arte o una ciencia?
Podemos decir con precisin donde se encuentra la lnea divisoria
entre ambos
enfoques?.
Peter L. Bernstein, Against the Gods: The Remarkable Story of
Risk (1996)
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LO IMPOSIBLE EN UNA TESIS...
Mara Zambrano deca que escribir era defender la soledad en la
que uno est, una
accin que, sin duda, slo brota desde un aislamiento efectivo,
pero tambin desde un
aislamiento comunicable, en que, precisamente, por dicha lejana
de toda cosa concreta
se hace posible el descubrimiento de lo que uno realmente
necesita: una alteridad
cercana que habita callando. De esta forma callada, aunque no
por ello menos presente,
la imposibilidad recorre la historia de esta investigacin desde
sus orgenes mismos
hasta hoy. Entonces como ahora, la misma imposibilidad: el
recordar a unos y otros, no
olvidar a tantos y, sin embargo, abandonarse al riesgo que
supone el perder a alguien
por el camino. A ellos, a los annimos, que sin querer queden en
la sombra, pero no en
el olvido, mi ms sincero agradecimiento por estar ah.
A travs, pues, de mis inclinaciones, de mis alegras y desdichas
no importa cules
sean-, me siento humanamente en deuda con aquellos que, para
bien o para mal, han
hecho posible unir un pasado inmemorial y un futuro
imprevisible. En la imposibilidad
de localizar cada instante pasado, en la tensin convergente y a
la vez divergente, entre
el nunca ms, el ahora y el siempre, el acontecimiento real de
este trabajo ha
tenido lugar por la oportunidad y la confianza que,
afectivamente, me brind el Dr.
Manuel Ballb, un hombre, admirablemente, apasionado por su
trabajo. A mi director
de tesis, el Dr. Ramon Moles, un contrapunto implacable a mis
temores. A lEscola de
Prevenci i Seguretat Integral: Cesar, Manoli, Esther, Kiko,
Sonia, Pep, Juangui, Manel
y Cari, su alma colectiva. A todos ellos, gracias por cuidarme y
hacerme un sitio. A
Esther y Miguel, un apoyo logstico imprescindible. A Pere, Eva,
Vctor y Sandra, mis
hermanos, por la dureza vital compartida y, a Juantxo, Carlos,
Roco y Judith, por no
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desfallecer en esa experiencia. A la tieta, otra madre. A Maria
y Elissa, mi referencia
actual al futuro. A Mari y Georgina, el regalo de otra familia.
Y a Rebeca, por todo lo
que ella ya sabe.
A los pocos pensamientos que uno ya nunca abandona, a los muchos
que tocamos una
vez y dejamos, este trabajo est dedicado:
A la memoria de mi padre, por todas las veces que tuve que or
que me pareca a ti; A
mi madre, un desafo a la ciencia; mi leccin de vida; y, a tu
memoria Marta, mi eterno
andar, por todo el camino que recorrimos juntas.
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A MODO DE INTRODUCCIN
.......................................................................................
BREVES ANOTACIONES METODOLGICAS PARA UNA APROXIMACIN
SOCIOLGICA A LA GESTIN DE RIESGOS EN SISTEMAS TECNOLGICOS
COMPLEJOS.................................................................................................................11
CAPTULO PRIMERO. EL CONCEPTO DE RIESGO ANTE LOS CAMBIOS
SOCIALES Y
TECNOLGICOS..................................................................................31
1.1- CONFIGURACIN HISTRICO-SOCIAL EN LA APRECIACIN DEL
RIESGO.
........................................................................................................................31
1.1.1- La configuracin simblica del riesgo: recuerdo para
nuestra existencia
transcurrida.
...............................................................................................................38
1.1.2- Apuntes para una historizacin sociolgica del
riesgo....................................51
1.1.3- El universo prctico-cognitivo del riesgo: seguridad,
peligro, decisin..........61
1.2- DE LA SOCIEDAD DEL CONFLICTO A LA SOCIEDAD DEL RIESGO:
OTRA DIMENSIN DEL CONCEPTO DE
RIESGO.................................................84
1.2.1- La visibilizacin social del riesgo y estrategias de
externalizacin. Hacia un
nuevo paradigma social.
............................................................................................84
1.2.2- El outsourcing del riesgo: generalizacin y trivializacin.
...........................105
1.2.3- Racionalidades polticas y Homo prudens: (re)codificacin
estatal y
(re)definicin social.
................................................................................................114
1.3- REPENSAR LA NATURALEZA CIENTFICO-SOCIAL DE LA TECNOLOGA
PARA PENSAR EL RIESGO
.....................................................................................122
1.3.1- Crisis del monopolio de la racionalidad cientfica y
principio de
indeterminacin.
......................................................................................................130
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1.3.2- Complejidad, riesgos sistmicos y su impacto en la
aparicin del riesgo
tecnolgico complejo.
............................................................................................136
1.4- LAS DIFERENTES PERSPECTIVAS QUE CONFIGURAN EL CONCEPTO
DE
RIESGO
.......................................................................................................................155
1.4.1.- La perspectiva tcnica: la aproximacin actuarial; la
aproximacin
epidemiolgica y toxicolgica; la aproximacin tcnica o ingenieril.
....................160
1.4.2- La perspectiva econmica: actores racionales y tica
utilitarista. .................168
1.4.3- La perspectiva psicolgica: percepciones subjetivas y
heursticas intuitivas173
1.4.4- La perspectiva sociolgica: un afluente de corrientes.
..................................182
1.4.5- La perspectiva cultural: patrones de visin y divisin
social. .......................193
1.4.6- La perspectiva jurdica: el derecho del riesgo.
..............................................200
1.5- REFLEXIONES SOBRE NUESTRA CIVILIZACIN MODERNA COMO
SOCIEDAD DEL RIESGO
.........................................................................................211
1.5.1- Ajustes y desajustes de la sociedad del
riesgo...............................................211
1.5.2- El reverso perverso de la Modernidad: una lectura de
U.Beck. ...................214
1.5.3- La reflexividad como principio o el principio de la
reflexividad: una lectura
de A.Giddens.
..........................................................................................................220
1.5.4- Exgesis del riesgo
........................................................................................226
CAPTULO SEGUNDO. LA AMNISTA DEL RIESGO: EL PRINCIPIO DE
PRECAUCIN.
...........................................................................................................238
2.1- AS NUNCA VIVIMOS, PERO ESPERAMOS VIVIR: DE LA CULTURA
DEL
RIESGO A LA CULTURA DE LA PRECAUCIN. HACIA UNA SOCIEDAD
CAUTELOSA..............................................................................................................238
2.1.1-Esperanza y miedo: dos frentes contrapuestos del progreso.
.........................255
2.1.2-Artes prudentes, viejas virtudes: entre la prevencin y la
precaucin............264
-
2.2- UN RECORRIDO POR LA HISTORIA DEL PRINCIPIO DE
PRECAUCIN:
DE LAS FLUCTUACIONES A LAS TRANSICIONES.
..........................................283
2.2.1- De nuevo en Babel: una tematizacin del Principio de
Precaucin. .............283
2.2.2- La disputa est servida: orgenes y problematizaciones del
status jurdico-
poltico del Principio de Precaucin.
.......................................................................289
2.2.2.1- El principio de precaucin puede que no sea un principio
jurdico vinculante sino
una tcnica poltica o econmica recogida en una disposicin
normativa. ......................296
2.2.2.2- La regulacin del principio de precaucin: una prctica
para la gestin del
riesgo, o un instrumento para abordar la
incertidumbre?..................................................304
2.2.3- (Di)sentir, (Con)sentir o todo lo contrario. Hacia una
(in)definicin tcnica,
social y cultural del principio de precaucin.
..........................................................320
2.2.4- Una hermenutica expositiva: de la precaucin como
principio a una
tecnologa
precautoria..............................................................................................331
2.3 LUCES Y SOMBRAS DEL PRINCIPIO DE PRECAUCIN:
INCERTIDUMBRE, LIMITACIONES Y EXPECTATIVAS DE CAMBIO.
...........344
2.3.1- La ambivalencia del mundo cientfico-tecnolgico:
incertidumbre, ignorancia
e
indeterminacin.....................................................................................................344
2.3.2- Desandar lo andado: limitaciones del Principio de
Precaucin.....................356
2.3.3- Una propuesta para operativizar el principio de
precaucin: premisas para su
uso.
...........................................................................................................................369
2.3.4- Algunas consideraciones finales a la cultura de la
precaucin......................395
CAPTULO TERCERO. NUEVOS TIEMPOS CON NUEVOS ROLES: GESTIN
DEL CONOCIMIENTO Y REGULACIN EN LA GESTIN DE RIESGOS
.....405
3.1- EL CONOCIMIENTO EN LA SOCIEDAD DEL RIESGO VS EL RIESGO
EN
LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO.
.................................................................413
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3.2- CONOCIMIENTO, CIENCIA REGULADORA Y GOBERNABILIDAD: LA
CAJA DE RESONANCIA DEL RIESGO.
.................................................................431
3.3-HACIA UN NUEVO RGIMEN INSTITUCIONAL EN LA GESTIN DE
RIESGOS: CONFLICTIVIDAD Y REGULACIN
..................................................445
3.4-LIMITACIONES EN EL SISTEMA DE REGULACIN E INCUMPLIMIENTO
DE LA NORMA.
.........................................................................................................459
3.4.1- Algunas estrategias para mejorar el cumplimiento y la
eficacia reguladora .480
3.4.2- Herramientas evaluadoras del cumplimiento de la
regulacin: evaluacin ex
ante y ex post.
..........................................................................................................488
3.4.3- La autorregulacin como superacin de la regulacin
administrativa. .........498
CAPTULO CUARTO. UN FUTURO INMEDIATO: PARTICIPACIN SOCIAL
EN LA GESTIN DE RIESGOS COMPLEJOS
.......................................................503
4.1-LA PARTICIPACIN SOCIAL COMO MODERADORA Y DINAMIZADORA
DEL PROGRESO
CIENTFICO.................................................................................503
4.2- PARTICIPACIN SOCIAL Y CIENCIA INSTITUCIONALIZADA.
CULTURA
CIENTFICA Y CULTURA LEGA: JUNTAS PERO NO REVUELTAS
.........521
4.3-TRES ESCENARIOS PARA LA PARTICIPACIN SOCIAL EN LA GESTIN
DEL RIESGO.
.............................................................................................................536
4.3.1- PRIMER ESCENARIO. Autonoma cientfica, (des)control
poltico e
incomprensin pblica: una trada en
tensin..........................................................536
4.3.2- SEGUNDO ESCENARIO. Dficit democrtico vs dficit cognitivo:
hacia una
comprensin pblica de la ciencia.
......................................................................543
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4.3.3- TERCER ESCENARIO. El derecho a la informacin: la
legitimidad
lingstica tambin se basa en recordar que la ignorancia de la
norma no exime de su
cumplimiento.
..........................................................................................................556
4.4- (RE)CREACIN POLTICA Y TRANSFORMACIN SOCIAL: NEGOCIAR Y
DELIBERAR
...............................................................................................................574
4.4.1- La negociacin y el respeto como medio y como fin. As
ganamos todos....577
4.4.2- Un espacio deliberativo para la participacin social en la
gestin de riesgos en
sistemas tecnolgicos complejos.
............................................................................607
4.5- A MODO DE ILUSTRACIN. LA COMPLEJA GESTIN DE LOS
RESIDUOS
RADIACTIVOS: REDES LOCALES, TRANSPARENCIA Y
CONFIANZA..........625
4.5.1- El proyecto COWAM: enredar lo local.
........................................................642
4.5.2- El modelo RISCOM: una metodologa para los programas de
gestin de
residuos
radiactivos..................................................................................................655
4.5.3 - El Forum on Stakeholder Confidence (FSC): un foro para
la confianza......668
CONCLUSIONES..........................................................................................................684
BIBLIOGRAFA............................................................................................................697
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A MODO DE INTRODUCCIN
Hay que llevar verdaderamente el caos dentro de s
para poder engendrar una estrella danzarina
(Zaratrusta)
BREVES ANOTACIONES METODOLGICAS PARA UNA
APROXIMACIN SOCIOLGICA A LA GESTIN DE RIESGOS
EN SISTEMAS TECNOLGICOS COMPLEJOS.
El abordaje sociolgico que practicamos en esta investigacin, y a
tenor de los
objetivos que a continuacin describiremos, exige tomar en
consideracin un amplio
espectro de mbitos en los que opera la problemtica social de la
gestin de riesgos. En
este sentido, somos conscientes de la amplitud temtica aqu
desarrollada y de las
limitaciones que ello comporta; no obstante, asumiendo este
riesgo y sin nimo de ser
exhaustivos, entendemos obligado que un ejercicio acadmico a
este nivel, deba
aproximarse cuanto menos al conjunto de cuestiones aqu
planteadas. Con ello, adems,
esperamos contribuir, modestamente, a la propuesta de nuevas
lneas de investigacin
en el complejo dominio de la gestin de riesgos. Tal y como
explicita el ttulo de este
trabajo, nos centraremos pues en la gestin de riesgos en los
denominados sistemas
tecnolgicos complejos. Habida cuenta de la extensa casustica que
se nos presenta en
este mbito, hemos optado por focalizar nuestra atencin en el
sector del complejo
nuclear. Ello no obsta en el futuro a proponer nuevas lneas de
anlisis y reflexin en
-
12
otros sectores, a saber, el petroqumico, el ambiental, el de la
movilidad, e incluso, nos
atreveramos a sugerir, el terrorismo internacional, entre
otros.
De este modo, la gestin de riesgos en sistemas tecnolgicos
complejos se convierte en
un verdadero arte de la negociacin colectiva. Si se quiere, y en
otras palabras,
negociar el riesgo es la apuesta por y del derecho y deber
social en lograr un acuerdo
participativamente consensuado en el establecimiento de unas
bases y unos criterios que
encauzan y rijan la gestin de riesgos en nuestras sociedades
contemporneas.
As pues y dicho esto, cuando desde la sociologa uno intenta
acercarse, entender y
hacer suyo el imaginario que configura e instituye el dominio de
los sistemas complejos
en su dimensin propiamente social, rpidamente, se da cuenta de
la necesidad de
manifestar y compartir las dificultades, las inquietudes y las
perplejidades que
acompaan dicha tarea. Tanto es as que, previa a la
problematizacin1 sociolgica de
estas cuestiones, no queremos ni podemos renunciar, en primer
lugar, a exponer algunos
obstculos sociolgicos que debemos sortear para construir un
objeto que, producto
de mltiples y variadas inserciones, permanece an, y a nuestro
decir, como limitado y
atrapado por un descuido de reflexin epistemolgica2. Por ello,
este trabajo de
1 El trmino problematizacin, del que nos serviremos
abundantemente a lo largo de esta investigacin, es retomado de
Foucault y hace referencia, bsicamente, a que existen cuestiones
problemticas de hoy, de las que sospechamos- se puede desarrollar
el sistema de transformaciones a partir del momento en el que
comenzaron a constituirse como problemas. 2 En realidad, el
esfuerzo por examinar una ciencia en particular a travs de los
principios generales proporcionados por el saber epistemolgico se
justifica y se impone especialmente en el caso de la sociologa: en
ella todo conduce, en efecto, a ignorar este saber (...) Por tanto,
es necesario someter las operaciones de la prctica sociolgica a la
polmica de la razn epistemolgica, para definir, y si es posible
inculcar, una actitud de vigilancia que encuentre en el completo
conocimiento del error y de los mecanismos que lo engendran uno de
los medios para superarlo. Bourdieu, P; Chamboredon, Jean-Claude;
Passeron, J-C [1973] El oficio de socilogo. Mxico. Siglo XXI. 1976.
Pp. 13-14.
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13
investigacin que aqu presentamos y que apunta, prudentemente, a
sealar algunos
ejercicios de la prctica terica sociolgica en los sistemas
complejos, comienza con
esta breve reflexin que trata de recordar las implicaciones que
tiene el abordaje
sociolgico de dicho dominio, ejerciendo para ello no slo la
imaginacin
sociolgica3 brindada por Mills, sino tambin, y fundamentalmente,
intentar aplicar lo
que algunos han denominado una vigilancia epistemolgica4.
Esto adems, se hace particularmente necesario cuando uno se
enfrenta con cuestiones
que llevan aparejadas una multitud de nociones o conceptos que
por su propia
naturaleza carecen de obviedad, a saber, la nocin de riesgo, de
peligro, de seguridad,
de precaucin, de confianza, de dilogo, de participacin, de
transparencia, de
(auto)regulacin, etc. No nos es posible ahorrar esfuerzos en la
tarea de construir un
objeto de problematizacin si no intentamos abandonar la
investigacin de estos
objetos preconstruidos, hechos sociales demarcados, percibidos y
calificados, las ms
de las veces, como problemas sociales o construcciones sociales
cuya nica
aspiracin sea la de servir al sentido comn sin fomentar a su vez
un espritu
cientfico crtico que (nos) ayude a clarificar las relaciones
subyacentes entre ellos.
Como afirman, Bourdieu et al. Un objeto de investigacin, por ms
parcial y
3 La imaginacin sociolgica hace de quien es poseedor una persona
capaz de entender el gran teatro del mundo en trminos de aquello
que representa tanto para la vida privada como para la vida pblica
de una pluralidad de individuos. Lo hace capaz de darse cuenta que,
a menudo, los individuos, en el bullicio de su experiencia
cotidiana, tienen una conciencia falsa de sus posiciones sociales
(...) nos hace capaces de entender la historia y la biografa, y sus
interrelaciones en el seno de la sociedad. Mills, C.Wright [1959]
La imaginacin sociolgica. Barcelona. Herder. 1992 (2ed.) 4 La
vigilancia epistemolgica se impone particularmente en el caso de
las ciencias del hombre, en las que la separacin entre la opinin
comn y el discurso cientfico es ms imprecisa que en otros casos
(...) La familiaridad con el universo social constituye el obstculo
epistemolgico por excelencia para el socilogo, porque produce
continuamente concepciones o sistematizaciones ficticias, al mismo
tiempo que sus condiciones de credibilidad. Bourdieu, P;
Chamboredon, J-Cl; Passeron, J-C; Op. Cit; p. 27.
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14
parcelario que sea, no puede ser definido y construido sino en
funcin de una
problemtica terica que permita someter a un sistemtico examen
todos los aspectos
de la realidad puestos en relacin por los problemas que le son
planteados 5.
As, para empezar y saber de qu trata la sociologa, en general, y
qu puede aportar, en
particular, a la reflexin de los sistemas complejos, uno debe
ponerse previamente en
situacin de interpelarse mentalmente a s mismo y de hacerse
cargo de uno como una
persona entre otras. La sociologa, se dice, se ocupa de los
problemas de la sociedad
y no cabe duda de que todo aquel que reflexione acerca de la
sociedad y la estudie
forma parte de ella. Pero con mucha frecuencia en la reflexin
sobre uno mismo se suele
permanecer en un estadio en el que se es consciente de uno slo
como alguien situado
frente a otros entendidos como objetos. A menudo se siente que
nos separa de ellos
un abismo insalvable. La percepcin de este gnero, propia de la
fase del proceso de
autoconciencia, encuentra su expresin en muchas
conceptualizaciones y muchos giros
lingsticos que contribuyen a hacer de ella algo completamente
obvio y a reproducirla
y reforzarla sin tregua. Nuestro lenguaje y nuestros conceptos
estn configurados en
gran medida como si todo lo que queda fuera de la persona
individual tuviese carcter
de objetos y adems, como suele pensarse, carcter de objetos
estticos. Esta
naturaleza cosificadora del lenguaje tradicional y,
consiguientemente, tambin de
nuestras operaciones mentales referidas a grupos de personas
interdependientes, a los
que posiblemente, pertenece uno mismo, se pone tambin y muy
especialmente de
manifiesto en la propia idea de sistema complejo, en el concepto
de riesgo, en el de
seguridad, en el de precaucin, en el de regulacin, en el de
participacin, en
5 Op. Cit; p. 54 (La negrita es suya)
-
15
definitiva, en todos los fenmenos que se suceden en nuestras
(actuales) sociedades, y,
sobre todo, en la manera cmo se reflexiona sobre ellos.
De una importancia especial, en el mbito de la gestin de riesgos
en sistemas
tecnolgicos complejos, es la presin especfica que ejercen lo que
podemos denominar,
siguiendo a Elias, las figuras sociales6, constituidas por las
personas en interaccin,
sobre esas mismas personas7. Esta presin se explicara
automticamente porque se
6 La figura sirve para ayudar (...) a quebrar idealmente la dura
fachada de conceptos cosificadores que actualmente obstruye en gran
medida el acceso de las personas a una clara comprensin de su
propia vida social promoviendo constantemente la impresin de que la
sociedad est compuesta de figuras externas al yo, al individuo
singular y que ste est simultneamente rodeado por la sociedad y
separado de ella por una barrera invisible (...) Es la imagen de
muchas personas individuales que por su alineamiento elemental, sus
vinculaciones y su dependencia recproca estn ligadas unas a otras
del modo ms diverso y, en consecuencia, constituyen entre s
entramados de interdependencia o figuraciones con equilibrios de
poder ms o menos inestables del tipo ms variado. Elias, N. (1970)
Sociologa Fundamental. Barcelona. Gedisa. P. 16. 7 Es un lugar comn
en la racionalidad de la sociologa clsica el diagnstico que apuesta
por atender a las recprocas vinculaciones que los humanos
establecen entre s como el objeto de estudio de la sociologa. As es
el caso de Tnnies que nos invita a pensar las distintas formas de
sociabilidad ligndolas a las relaciones de fuerza existentes entre
los diferentes grupos sociales. Ver Tnnies, F. Principios de
sociologa. Mxico. Fondo de Cultura Econmico. 1987. Simmel, que
propone prestar atencin a aquellas configuraciones donde se generan
las relaciones recprocas de los seres humanos: Ahora bien, lo que
hace que la sociedad en cualquiera de los sentidos de la palabra,
sea sociedad, son evidentemente las diversas clases de accin
recproca (...). Slo cuando la vida de estos contenidos (vitales
objetivamente determinados) adquiere la forma del influjo mutuo,
slo cuando se produce una accin de unos sobre otros inmediatamente
o por medio de un tercero-, es cuando la nueva coexistencia
espacial, o tambin la sucesin en el tiempo, de los hombres, se ha
convertido en una sociedad. Si, pues, ha de haber una ciencia cuyo
objeto sea la sociedad y slo ella, nicamente podr proponerse como
fin de su investigacin estas acciones recprocas, estas maneras y
formas de socializacin. (Simmel, G. Sociologa: Estudios sobre las
formas de socializacin. Madrid. Revista de Occidente. 1977; p.17).
Por su parte, Durkheim se empe en subrayar la irreductibilidad del
vnculo social a fuerzas puramente individuales (o psicolgicas,
fisiolgicas, qumicas, etc.) para as intentar demostrar la especfica
naturaleza de los hechos sociales diferencindolos de los elementos
que los componan. Si bien era consciente de la prioridad (lgica) de
los seres humanos sin cuya presencia e intervencin la sociedad
dejara de existir; consideraba que era preciso tener en cuenta que
la resultante de sus vinculaciones no poda ser deducida a un
sumatorio de los elementos intervinientes: sin duda el individuo
desempea un papel en su gnesis, pero para que haya hecho social es
preciso que por lo menos varios individuos hayan mezclado sus
acciones y que esta combinacin haya producido algo nuevo.
(Durkheim, E. Las reglas del mtodo sociolgico. Madrid. Alianza
Editorial. 1986). Weber, por su cuenta, nos invit a realizar esta
tarea prestando atencin al significado que tiene para el actor su
accin social. Explicar el significado subjetivo de la accin (sea
sta racional o
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16
confiere y se habla de todas las figuras como existiendo fuera y
ms all, no slo de la
propia persona que habla, sino de los individuos que, en
general, las constituyen. La
cosificacin y deshumanizacin de las figuras sociales que se da
en la reflexin,
favorecidas por la tnica predominante de formacin de las
palabras y los conceptos,
conduce a su vez a una peculiar metafsica de las figuras
sociales8.
Y es que, antes de que fuese posible un acceso cientfico a los
hechos naturales, los
hombres se explicaban los imperativos de la naturaleza, a los
que se sentan expuestos,
recurriendo a los instrumentos de lenguaje y pensamientos
derivados de la experiencia
de la coaccin ejercida por los hombres entre s9. Como explica
Elias: hechos que
nosotros interpretamos hoy como manifestaciones fsico-qumicas de
la naturaleza el
sol y la tierra, las tempestades y los terremotos- se los
representaban segn el modelo
de sus experiencias humano-sociales inmediatas, ya sea
directamente en trminos de
personificacin, o bien como emanacin de las acciones o
intenciones de personas. El
paso de este pensamiento mgico-mtico al pensamiento cientfico
acerca de los
aspectos fsico-qumicos del mundo se bas en buena parte en el
retroceso de estos
emotiva) significa captar la conexin o el complejo de sentido en
el que la accin transcurre, para lo cual ser necesario relacionar
la conducta concreta que se estudia con una pauta normativa ms
amplia y con referencia a la cual actuara el individuo. (Weber, M.
La tica protestante y el espritu del capitalismo. Barcelona.
Ediciones 62. 1984). 8 Esta metafsica tiene mucho que ver con la
natural proyeccin de modos de pensamiento y lenguaje desarrollados
y acreditados en la exploracin cientfica de la dimensin
fsico-qumica de la naturaleza a la investigacin de los contextos
sociales de los individuos. Elias, N. (1970) Op. Cit; p.17 9 La
forma de problematizar, estas y otras cuestiones a lo largo de esta
investigacin, se servir de algunos de los recursos metodolgicos del
ya citado Norbert Elias. En concreto, nos serviremos de un punto de
partida consistente en someter a prueba, o mejor, en reflexionar
sociolgicamente, las categoras de conocimiento instituidas en las
ciencias sociales, a propsito de la problematizacin de los sistemas
complejos, con el fin de huir, entre otras, de un pensamiento
marcado por un tipo de planteamiento fuertemente dicotmico. Para
una exposicin ms detallada de sus principios tericos y metodolgicos
ver la Introduccin a la versin espaola de su obra La sociedad
cortesana. [1969, 1975] Mxico. Fondo de Cultura Econmico. 1982.
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17
modelos heternomos e ingenuamente egocntricos de explicacin y en
la transferencia
de sus funciones explicativas a otros modelos de pensamiento y
lenguaje ms ajustados
a la existencia de una legalidad inmanente a estas
interrelaciones de
acontecimientos10.
As y en nuestro esfuerzo por aproximar las interrelaciones de la
actuacin humano-
social en el dominio general de los sistemas complejos a nuestra
propia comprensin y
por procurarnos un fondo cada vez mayor de saber fiable acerca
de esas interrelaciones
precisamente esto se cuenta entre las deseables tareas de la
sociologa-, nos vemos
confrontados hoy con una tarea anloga de emancipacin. Tambin en
este terreno se
encuentran los hombres permanentemente expuestos a la accin de
eventos que no slo
escapan, en ocasiones, a su comprensin, sino tambin a la accin
de sucesos coactivos
y tratan de explicrselos para, con la ayuda de este saber,
acceder a un mejor control del
ciego curso de esas fuerzas coactivas a menudo, carentes de
sentido, destructivas y
causa de sufrimiento, y poder dirigirlas de tal modo que su
curso pueda, en la medida de
lo posible, causar menos estragos y malestar social11. No es
difcil acceder a la idea de
que las fuerzas coactivas sociales que trataremos de
conceptualizar a partir de los
procesos que se desarrollan en las diversas modalidades y
prcticas de gestin social de
riesgos, son coacciones que los hombres ejercen sobre s mismos,
o entre ellos. Dichas
coacciones no hacen referencia a coacciones fsicas, sino a
aquellas que denominaremos
10 Elias, N. (1970) Op.Cit; p.18 11 La tarea de ampliar y
hacer(nos) ms comprensible dichos elementos coactivos en general y
el saber acerca de ellos en la aplicabilidad de algunos campos
especficos, a saber, el nuclear, el ambiental, el petroqumico, el
de la movilidad, etc., se situar, con especial atencin, en el
centro de la problematizacin terica del primer captulo: El concepto
de riesgo ante los cambios sociales y tecnolgicos. En l trataremos
de dar cuenta cmo bajo la nocin de riesgo, indiscutiblemente ligada
a aquellos sistemas, se construye todo un universo discursivo que,
mediante la extensin de un poderoso arsenal conceptual, determina
la forma y el contenido de buena parte de la racionalidad
sociolgica a propsito de aquellos dominios.
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18
coacciones simblicas y que, en buena medida, nos sealan aquella
brecha que separa
a los hombres entre s en funcin del poder simblico12 del que
dispongan13 en su
espacio social y en su campo de poder14, y en el cual despliegan
y hacen uso de las
12 Lo que llamamos poder es un aspecto de una relacin, de cada
una de las relaciones humanas. El poder tiene que ver con el hecho
de que existen grupos o individuos que pueden retener o monopolizar
aquello que otros necesitan, como por ejemplo, comida, amor,
sentido o proteccin frente a ataques (es decir, seguridad), as como
conocimientos u otras cosas. Cuando hagamos referencia al poder lo
haremos en trminos de equilibrios de poder, proporciones de poder
ms o menos similares, aunque sean poderes diferentes. Lo simblico,
se podra decir, est ntimamente relacionado a lo que llamamos
conocimiento. Esto es, el significado social de smbolos elaborados
por los hombres tales como palabras o figuras, dotados con
capacidad para proporcionar a los humanos medios de orientacin.
Brevemente, los seres humanos son la nica especie animal que no
comparte especficas pautas o recursos con los que orientarse,
comunicarse o regular sus interacciones, si se quiere, en
comparacin con otros seres vivos, la naturaleza ha dotado menos al
hombre de medios de comunicacin innatos, y, en consecuencia, estara
ms supeditado a la adquisicin preparada biolgicamente de un medio
de comunicacin social, de un lenguaje a travs del aprendizaje.
Siguiendo a Elias, cada grupo social, en el sentido de cada
sociedad, elabora y transmite colectivamente a las generaciones
siguientes, los smbolos (las pautas sonoras) con las que los seres
humanos se comunican y se orientan en la sucesin de los procesos
naturales y sociales- en los que se hallan inmersos. As, para
comprender sociolgicamente la experiencia social que hoy, por
ejemplo, se tiene, de los sistemas complejos, quizs, hay que
prestar atencin a aquello que Elias denomin el proceso de sntesis
progresiva al que estn sometidos los smbolos con los cuales los
seres humanos enunciamos y referimos aquellos acontecimientos. Para
una explicacin ms detallada de lo simblico ver Elias, N. [1989] La
teora del smbolo. Barcelona. Pennsula. 1994. 13 Si bien el abordaje
sociolgico de los sistemas complejos debe situarse en un estadio
histricosocial determinado un estadio o poca que ha recibido (y
recibe) distintas denominaciones, a saber, sociedades
posindustriales, posmodernas, informacionales, de capitalismo sin
clases, de ficcin o desorganizado, del riesgo, del simulacro,
segunda modernidad, modernidad reflexiva, etc.-, la atencin que
concedemos a las categoras cognitivas a partir de las cuales se
piensa dicho complejo, debera situarse en una perspectiva del
desarrollo social considerado a largo plazo. En otras palabras,
nuestra herramienta metodolgica caracterstica de una sociologa
procesual y relacional no slo tiene en cuenta la importancia de los
cambios, las transformaciones que tienen lugar durante amplios
perodos de tiempo (hecho que permitira reconstruir la lgica interna
de la dinmica social) sino la necesidad de reflexionar y analizar,
en cada perodo histrico la interdependencia que existe entre
mltiples procesos situados a diferentes niveles. Y todo ello, sin
olvidar, las relaciones de fuerza, las relaciones de poder que estn
incidiendo y contribuyendo a configurar la realidad y a conferirle
sentido. Ciertamente, la imposibilidad de realizar una investigacin
de este calado no nos exime de sealar posibles vas de estudio y
anlisis que abriran nuevos caminos en el abordaje sociolgico de
estas cuestiones. 14 Ambas nociones, deudoras del malogrado Pierre
Bourdieu, manifiestan, en primer lugar, la ruptura con la tendencia
a pensar el mundo social de forma sustancialista. La nocin de
espacio contiene, por s misma, el principio de una aprehensin
relacional del mundo social; afirmara que toda realidad que designa
dicho espacio residira en la exterioridad mutua de los elementos
que la componen. Como afirma el autor: los seres aparentes,
directamente visibles, trtese de individuos o de grupos, existen y
subsisten en y por la diferencia, es decir, en tanto que ocupan
posiciones relativas en un espacio de relaciones que, aunque
invisible y siempre
-
19
competencias lingsticas de las que son portadores y/o
poseedores. Ahora, en cuanto
se intenta avanzar a partir de aqu en la comunicacin reflexiva
se constata que el
aparato social de lenguaje y pensamiento orientado al
cumplimiento de estas tareas de
pensamiento y comunicacin slo nos ofrece o bien modelos ingenuos
y egocntricos,
esto es, de carcter mtico-mgico, o bien, modelos propios de la
ciencia natural. Los
primeros se encuentran en todos los casos en los que las
personas tratan de explicarse
coacciones que se basan sobre la peculiaridad de figuraciones
constituidas por ellas
mismas junto con otras tan slo a partir del carcter personal o
de los objetivos o
intenciones personales de otros individuos o grupos de
individuos. Esta exclusin
enormemente frecuente de la persona o del propio grupo de la
explicacin de
figuraciones constituidas por uno mismo junto con otros es una
de las muchas formas de
manifestacin del egocentrismo ingenuo15 o, lo que es lo mismo,
del
antropomorfismo ingenuo que todava hoy se hace perceptible por
doquier en el
pensamiento y en el lenguaje relativo a los procesos sociales.
Adems, se combinan de
mltiples maneras con modos de pensamiento y expresin que se
aplican a la
difcil de manifestar empricamente, es la realidad ms real (...)
y el principio real de los comportamientos de los individuos y de
los grupos. As, al hablar de espacio social se hace referencia al
principio de diferenciacin social que puede ser generadora de
antagonismos individuales y, en ocasiones, de enfrentamientos
colectivos entre los agentes situados en posiciones diferentes
dentro del espacio social: dicho principio que no es ms que la
estructura de la distribucin de las formas de poder o de las
especies de capital eficientes en el universo social considerado y
que por tanto varan segn los lugares y los momentos. Por otro lado,
la dinmica y la transformacin de esta estructura es lo que otorga y
hace del espacio social global un campo tanto de fuerzas, cuya
necesidad se impone a los agentes que se han adentrado en l, como
un campo de luchas dentro del cual los agentes se enfrentan, con
medios y fines diferenciados segn su posicin en la estructura del
campo de fuerzas, contribuyendo ya sea a conservar o a transformar
su estructura. As, el campo de poder es: el espacio de las
relaciones de fuerza entre los diferentes tipos de capital o, con
mayor precisin, entre los agentes que estn suficientemente
provistos de uno de los diferentes tipos de capital para estar en
disposicin de dominar el campo correspondiente y cuyas luchas se
intensifican todas las veces que se pone en tela de juicio el valor
relativo de los diferentes tipos de capital (...), cuando estn
amenazados los equilibrios establecidos en el seno del campo de las
instancias especficamente encargadas de la reproduccin del campo de
poder (...). Bourdieu, P. [1994] Razones prcticas. Sobre la teora
de la accin. Barcelona. Anagrama. 1997. Pp. 47-51. 15 Elias, N.
(1970) Op.Cit.
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20
explicacin de regularidades sociales, pero cuyo modelo est
constituido por modos de
pensamiento y por un lenguaje coherentes con la explicacin de
regularidades naturales.
En el proceso de cientifizacin del pensamiento acerca de lo que
hoy, en tanto que
interrelaciones de la naturaleza inerte, delimitamos netamente
de las interrelaciones
humano-sociales, se ha producido una transferencia de trminos y
conceptos,
inicialmente acuados en el contexto de la investigacin cientfica
de las realidades
naturales fsico-qumicas, que se han difundido y han entrado a
formar parte del lxico y
del fondo conceptual cotidianos de la sociedad europea. As entre
las tareas de la
sociologa se contara no slo la investigacin y la explicacin de
las regularidades
especficas a que se encuentran sometidos los hombres en
determinadas sociedades o
grupos empricamente observables, o en las sociedades en general,
sino tambin librar al
pensar y al hablar acerca de tales regularidades de sus ataduras
a modelos heternomos
y desarrollar poco a poco, en sustitucin de la terminologa y
conceptualizacin
acuadas atendiendo a representaciones mgico-mticas o bien a
representaciones
cientfico-naturales, otras que se ajusten mejor a la
peculiaridad de las figuraciones
sociales formadas por individuos. Las palabras correspondientes,
los modos de
pensamiento y las categoras cientfico-naturales aparecen como
algo tan evidente que
se imagina que toda persona las posee de por s. Representaciones
como la de una
causalidad puramente mecnica o la de una legalidad natural no
intencional, carente de
finalidades y de plan, que una larga serie de generaciones
humanas han ido lenta y
trabajosamente desarrollando, en una dificultosa labor
intelectual y de observacin y al
precio de duras luchas en las que no pocas veces se pona en
juego la propia vida, a
partir de representaciones y modos de pensar antropomrficos y
egocntricos, y que,
finalmente a partir de lites limitadas han invadido el
pensamiento y el lenguaje
-
21
cotidianos de colectivos sociales enteros, aparecen a los ojos
de las generaciones
posteriores sencillamente como las representaciones y los modos
de pensar correctos,
racionales o lgicos. La representacin filosfica esttica del
conocimiento como
una forma de conocimiento humana eterna bloquea casi por
completo la pregunta por
la socio-gnesis y la psico-gnesis de los modos de pensamiento y
representacin
cientfico-naturales, pregunta que sera la nica que hara posible
avanzar hacia
explicaciones de esta reorientacin del pensamiento y la
experiencia humanos16. No es
balad aquella propuesta que consiste en dejar de lado muchos
modelos tradicionales de
pensamiento y saber y desarrollar en su lugar, en el curso de
las generaciones, otros
instrumentos de lenguaje y pensamiento ms adecuados a la
peculiaridad de los
problemas que plantean los entramados humanos. Y es precisamente
la elaboracin o
redefinicin de nuevos recursos discursivos, nuevos lenguajes,
nuevas estrategias
reflexivas y/o nuevos principios bsicos que guen la reflexin
sociolgica de los
sistemas complejos la propuesta que aqu brindamos; herramientas,
si se quiere, que
ayuden a comprender la estructura y la dinmica propias de las
interrelaciones que se
forjan en el seno de nuestras sociedades y que, en buena parte,
determinan la manera en
la que aquellos sistemas son pensados y, por tanto,
gestionados17.
16 No es nuestra tarea aqu la de desarrollar una socio-gnesis
y/o psico-gnesis de los modos de pensamiento y representacin
humanas. Con ello, tan slo queremos sealar que nuestras actuales
formas de conocer, experimentar, percibir, sentir e imaginar los
denominados sistemas complejos lo son todo menos naturalmente
obvias, racionales y/o lgicas. El espacio social no es un espacio
neutro sino que existen relaciones de fuerza que dan lugar a
configuraciones concretas segn las pocas histricas. Una breve
atencin a nuestras configuraciones sociales y a la posicin que en
ellas ocupa un determinado sujeto o grupos de individuos- para
entender, entre otras, el desarrollo de su personalidad, nos
permitir quizs, aprehender mejor las dinmicas (actuales) en la
estructura de dichos complejos. 17 Por uno o varios motivos, esa
necesidad y urgencia en (re)elaborar nuevos recursos discursivos,
nuevos lenguajes, nuevas estrategias reflexivas y/o, en definitiva,
nuevos principios bsicos para el anlisis sociolgico puede
considerarse una constante entre algunos estudiosos de la sociedad
contempornea. As es el propio Giddens quien afirma: A las puertas
ya del siglo XXI, la cuestin de la modernidad, su desarrollo en el
tiempo y sus actuales formas institucionales se ha vuelto a
plantear como un problema sociolgico fundamental. Hace ya mucho
tiempo que se reconocen las relaciones entre sociologa y aparicin
de las instituciones
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22
As pues, dicho esto, nuestro ncleo de problematizacin terica de
la gestin de riesgos
de sistemas complejos pivota, a nuestro decir, sobre dos
consideraciones o ejes
principales. Por un lado, de raz ms clsica, en esta investigacin
nos resulta obligado e
imprescindible el desarrollar un anlisis que nos permita
entender la lgica subyacente
del concepto de riesgo. En el recorrido terico que se propone en
este anlisis,
advertimos la necesidad de elaborar un marco de reflexin que, en
trminos generales,
contemple los cambios histrico-sociales y tecnolgicos bajo los
cuales el riesgo ha ido
mutando tanto su forma como su contenido, dando lugar por ello a
distintas prcticas
discursivas y estrategias de accin. Por otro lado, un segundo
eje ms novedoso, hace
referencia a lo que a nuestro decir podramos calificar como
modalidades y prcticas de
gestin social de los riesgos en sistemas complejos. En efecto,
nuestras sociedades, en
tanto sociedades del riesgo, en sus tratos con aquellos riesgos
despliegan y proyectan un
conjunto de estrategias que en esta investigacin son
desarrolladas y analizadas
modernas. En la actualidad, sin embargo, advertimos no slo que
esas relaciones son ms complejas y problemticas de lo que
anteriormente se daba por supuesto, sino la necesidad de que el
replanteamiento de la naturaleza de la modernidad vaya acompaado de
una reelaboracin de los principios bsicos del anlisis sociolgico.
(Giddens, A. [1991] Modernidad e Identidad del Yo. El Yo y la
Sociedad en la poca contempornea. Barcelona. Pennsula. 1997). Por
su parte Ulrich Beck sostiene: Con ms urgencia que nunca
necesitamos conceptualidades que (...) nos permitan pensar de una
manera nueva lo nuevo que se nos echa encima y vivir y actuar con
ello. (Beck, U. [1986] La sociedad del riesgo. Hacia una nueva
modernidad. Barcelona. Paids. 1998). Pierre Bourdieu tambin
puntualiz: El terreno en el que se lucha por imponer la manera
conveniente, justa, legtima de hablar del mundo social no puede
quedar eternamente excluido del anlisis; aunque la pretensin al
discurso legtimo implique, tcita o explcitamente, el rechazo de
esta objetivacin (...) Dir, en mi jerga, que es importante que el
espacio en el que se produce el discurso sobre el mundo social
contine funcionando como un campo de luchas donde el polo dominante
no aplaste al polo dominado, la ortodoxia a la hereja. Porque, en
este dominio, mientras hay lucha hay historia, es decir, esperanza.
(Bourdieu, P. [1984] Cuestiones de Sociologa. Madrid. Istmo. 2000).
Y Lamo de Espinosa, citando a Garca Ferrando, escribe: la variacin
conceptual sociolgica no hace otra cosa (...) que reflejar la
propia variedad, la profunda riqueza de matices de la vida real y
cotidiana. Pero esto no debe satisfacernos lo ms mnimo, pues el
objetivo de la ciencia no es reproducir la realidad, sino elaborar
esquemas o modelos que nos orienten en ella. (Lamo de Espinosa, E.
La sociedad reflexiva. Sujeto y objeto del conocimiento sociolgico.
Madrid. CIS. 1990). Ciertamente, los autores aqu citados no agotan
las propuestas de otros que subrayan la necesidad de esta revisin
conceptual. Vase al respecto Castells, M. [1996-97] La era de la
informacin. Madrid. Alianza Editorial, 1997-98. Vallespn, F. El
futuro de la poltica. Madrid. Taurus. 2000. Bauman, Z. La sociedad
individualizada. Madrid. Ctedra. 2001. Entre otros.
-
23
atendiendo a tres formas (o modalidades) de aproximarse a la
gestin de riesgos y las
prcticas que las soportan, a saber, una aproximacin precautoria,
una aproximacin
reguladora y una aproximacin participativa. Cada una de ellas,
en su objetivo por
minimizar las consecuencias adversas asociadas a la actividad de
sistemas complejos,
pone en marcha un conjunto de estrategias prcticas que activan
la gestin de aquellos
riesgos, ya sea, mediante herramientas precautorias,
procedimientos reguladores o
sistemas de participacin social (comunidades locales) de gestin
del riesgo.
En el primer captulo pues, desarrollamos una reflexin sociolgica
a propsito del
entramado cognoscitivo o complejo semntico de la nocin de riesgo
que incluye,
como no, una revisin de las filiaciones terico conceptuales a l
asociados (seguridad,
peligro, decisin). En efecto, una aproximacin sociolgica al
concepto de riesgo nos
remite, entre otras, a intentar reconstruir lo que podramos
denominar una
configuracin histrico-social en la apreciacin del riesgo que nos
permita establecer
vnculos terico-prcticos con las perspectivas modernas del
riesgo, a saber, la
tcnica, la econmica, la psicolgica, la sociolgica, la cultural y
la jurdica. Una breve
descripcin de aquellas dimensiones debera proporcionarnos
recursos con los que
poder entender cmo nuestras (modernas) sociedades han hecho del
riesgo una de las
claves principales para instituir terica y prcticamente los
pilares sobre los que se
asienta y funciona. En efecto, se dice que somos y estamos en
una sociedad del riesgo y,
en este marco, los ejes del conflicto se renombran, obligndonos
a repensar la
arquitectura conceptual con la que hasta ahora, las ciencias
sociales nos habran
acostumbrado a pensar. Ciertamente, una revisin dedicada a la
temtica de la
naturaleza cientfico-social de la tecnologa para (re)pensar el
riesgo y la constitucin de
sistemas socio-tcnicos que nos encaran directamente en la
interaccin hombre-
-
24
mquina, se debate el destino peculiar de algunos de aquellos
conceptos. De ah que este
primer captulo se cierre con algunas reflexiones a propsito de
nuestra civilizacin
como sociedad reflexiva y perversa del riesgo, que en su
contienda con el manejo de
aquellos riesgos, y navegando por un mar de incertidumbres,
recodifica y resita los
nuevos parmetros a partir de los cuales desarrollar diversos
procesos de gestin social
de riesgos.
En efecto y producto de aquellas intersecciones terico-prcticas
que sealbamos
antes, la gestin social de los riesgos pasa a ser descrita en
esta investigacin a modo de
sucesin de tres etapas consecutivas, cuando no, complementarias
y/o, segn el caso,
temporal y espacialmente coincidentes. Una primera etapa,
correspondiente al captulo
segundo, en la que la apuesta por nuevos principios de
(in)accin, el principio de
precaucin, guiado por un ethos social que se mueve en las
coordenadas esperanza-
miedo-razn, acaba convirtiendo la gestin de riesgos en una
disputa a propsito del
status jurdico-normativo que ste ostenta o debera ostentar. Una
consideracin a las
condiciones polticas, econmicas y culturales que permiten la
integracin y la
convergencia del nivel terico-prctico del principio de precaucin
que plantea la
reflexividad abrindose paso hacia esa experiencia de la
incertidumbre en la toma de
decisiones y asuncin de las responsabilidades caracterstica del
riesgo. Una segunda
etapa (captulo tercero) en la que la gestin de riesgos, superada
por la ambivalencia del
mundo cientfico-tecnolgico y que la herramienta precautoria
ansiaba superar, se
abre paso hacia la institucionalizacin de regmenes reguladores
del riesgo. Estas
prcticas de gestin del riesgo intervenidas esta vez por
instituciones del riesgo, regulan
y normalizan los procedimientos y estndares para un efectivo
cumplimiento de las
normas en la ejecucin de actividades de sistemas complejos. Esta
etapa de gestin
-
25
social del riesgo, caracterstica de los tiempos presentes,
tiende, adems, hacia prcticas
autorreguladoras, es decir, procesos de incentivacin o
cumplimiento voluntario de la
norma que fomentan el autocontrol asociado a la autorregulacin.
No obstante, y una
vez vistas las posibilidades (limitadas) que ofrecen los
regmenes de regulacin, se
advierte una tendencia futura, necesaria y urgente, hacia la
implicacin directa de las
comunidades (locales) en la gestin de riesgos en sistemas
complejos. La participacin
social en los procesos de elaboracin y toma de decisiones en
materia de gestin de
riesgos complejos obedece a la nueva forma que empiezan a
adquirir las decisiones que
afectan a las polticas pblicas que guan la ciencia y la
tecnologa (captulo cuarto).
Ciertamente, en el caso de dominios tecnolgicos complejos, como
sera la esfera
nuclear (pero tambin la ambiental, o la qumica, en toda su
amplitud), se hace evidente
la complejidad terica y prctica- de estos sistemas. La tarea de
explicar los diferentes
elementos intervinientes en estos campos es una empresa que sin
duda requiere tanto de
los esfuerzos conjuntos de los tcnicos y especialistas en el
tema en hacer inteligible el
conocimiento utilizado e invertido- como del pblico en general
en su predisposicin
para apropiarse, en beneficio propio, de aquel conocimiento. Es
en este sentido que, en
el escabroso terreno entre ciencia y sociedad, o entre saber
experto y saber profano nos
enfrentamos con problemas derivados de las categoras cognitivas
que hasta hace poco
han o estn- informando y presidiendo los diversos anlisis
cientficos modernos
sobre la seguridad de aquellos sistemas y todo lo que la
acompaa. Sospechamos que
la racionalidad cientfica y la racionalidad social, las ms de
las veces, estn situadas en
registros epistemolgicos distintos. Es decir, por un lado, el
discurso que se elabora
desde el mbito de la ciencia en materia de seguridad est
demasiado sujeto no slo a
los tecnicismos propios de las disciplinas implicadas, sino que
a su vez, su imaginario a
-
26
propsito tanto de su dominio como de la percepcin social est
empapado de
principios de significacin en exceso alejados de las
valoraciones sociales. En otras
palabras, quiz se deba redefinir la racionalidad cientfica a
partir de categoras no
comprometidas con la propia seguridad tecnolgica. Asimismo, la
elaboracin de una
metodologa que permita acceder a la comprensin propiamente
social de los sistemas
complejos18 debera, a su vez, ser capaz de establecer nuevos
principios de reflexin que
no estn contagiados por el discurso cientfico corriente.
En el mbito de las relaciones humano-sociales, en el seno de
comunidades implicadas
en la gestin de riesgos, los individuos estn inmersos, todava,
en un poderoso crculo
vicioso. Su capacidad para superar pensando y actuando de manera
conforme a la
realidad los problemas que se le plantean a saber, los riesgos
asociados a aquellos
sistemas- es tanto menor cuanto mayor es la amenaza que
peligros, tensiones y
conflictos incontrolables surgidos del mbito de estos problemas
representan para su
vida y, de acuerdo con esto, mayores son los temores, esperanzas
y deseos que lo
dominan; y su capacidad para contener los peligros, conflictos y
amenazas a los que se
ve expuesto es tanto menor cuanto mayores son la falta de
ajustamiento a la realidad de
su pensamiento y accin y el grado de fantasa y emociones que los
dirigen.
Ciertamente, el campo nuclear es un terreno ptimo para el
cultivo de esas
inseguridades y la falta de ajustamiento a la realidad de los
hechos hace muy difcil el
alcanzar un dominio mayor de las propias e intensas emociones
ante acontecimientos
18 Cuando hablamos de una comprensin social de los sistemas
complejos, hacemos referencia a aquello que tiene que ver con la
aceptacin pblica, las preocupaciones sociales, si se quiere, en
general, de todo lo relacionado con la existencia y funcionamiento
de aquellos sistemas y, en particular, de la gestin de los riesgos
en aquellos, donde la participacin de lo social, encarnado en
grupos de inters, hace especialmente importante y destacable las
limitaciones de discurso a las que aludimos.
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27
que pueden desencadenar y provocar desastrosas consecuencias19.
Es por este motivo,
que el captulo cuarto se cierra con una reflexin prctica sobre
la participacin social
en la gestin de residuos radiactivos. La existencia de algunos
innovadores programas
que fomentan e incentivan la participacin de diversos agentes o
actores sociales
(stakeholders) en la gestin de residuos es una de las razones,
entre otras, por las cuales
se ha escogido el complejo nuclear como ejemplo de red de
actores interdependientes
que negocian y deliberan aquellas decisiones que mejor resuelvan
la gestin de riesgos
en su mbito20.
19 Como afirma Elias: el mismo proceso que reduce la dependencia
de los seres humanos de los caprichos incontrolables de la
naturaleza los hace ms dependientes unos de otros. Las mismas
transformaciones que otorgan al hombre mayor poder y seguridad
frente a las potencias no humanas abren nuevas fuentes de
inseguridad en la vida en sociedad. Como antes lo estuvo en su
relacin con fuerzas no humanas, ahora el hombre se ve cada vez ms a
menudo frente a fenmenos y problemas de las relaciones humanas que
en el estado actual de los medios de que dispone el ser humano para
aproximarse a ellos- escapan a su control. Sin comprender el
carcter de las transformaciones, provocadas pero no planeadas por
seres humanos, stos se ven constantemente obligados a adaptarse a
ellas y a resolver como puede los problemas que plantean. Y, puesto
que estas transformaciones suelen acarrear ventajas imprevistas
para unos y desventajas para otros, en su devenir producen una y
otra vez tensiones y conflictos entre grupos que, al mismo tiempo,
estn ineluctablemente unidos entre s. Pruebas de fuerza y el
ejercicio sistemtico del poder sirven con frecuencia como costosos
medios de adaptacin a los cambios que se producen en esta
intrincada red de interdependencias. Elias, N. [1983] Compromiso y
Distanciamiento. Ensayos de sociologa del conocimiento. Barcelona.
Pennsula. 1990. P.21. 20 Sin lugar a dudas, el paradigma por
excelencia de sistema complejo lo constituye el complejo nuclear.
De ah que, a lo largo de esta investigacin vayamos haciendo
referencias explcitas a este dominio. La discusin pro o antinuclear
es un debate abierto y sin fin en el que grupos de individuos se
esfuerzan o presionan para hacer valer sus opiniones frente a los
otros con relacin a los objetivos que guan sus intereses. No
obstante, el trabajo que aqu desarrollamos no pretende, en ningn
caso, entrar en este debate ni en otros parecidos. Si bien no
negamos la existencia de posiciones antagnicas respecto a estas
cuestiones, aqu nos queremos limitar a poner de manifiesto la
estructura social de los sistemas complejos y problematizarlos como
tales. No se trata de decidir como debera ser sino cmo es la
dinmica de algunos de esos campos. De este modo, y al margen de los
intereses subyacentes a la existencia y funcionamiento de las
centrales nucleares, existe la posibilidad de mantenerlas o no;
dicho en otras palabras, se puede decidir si continuar o no con el
suministramiento energtico nuclear. En cualquier caso, el tema de
discusin que tratamos de desarrollar en esta investigacin son los
procesos de resolucin social en la gestin de riesgos en sistemas
tecnolgicos complejos y que, a modo de ilustracin, nos fijamos en
la gestin de residuos radiactivos. Aqu, de nuevo, nos enfrentamos
no slo con problemas conceptuales o de lenguaje, sino tambin y a su
vez, con problemas derivados de las mltiples posiciones que ocupan,
ocultan y/o manifiestan, defienden y/o atacan, los diferentes
entramados de los grupos sociales en contienda.
-
28
Ciertamente, no es sencillo ampliar el conocimiento y el dominio
sobre los fenmenos
derivados de los sistemas complejos si no se los contempla desde
una perspectiva ms
distante, adquiriendo un mayor control de las propias pasiones
en la percepcin de los
acontecimientos. En este sentido, no es nicamente en la relacin
de los individuos con
la complejidad de sus infraestructuras tcnicas como las
centrales nucleares- donde
dicho control es y debe ser esperado sino en el grado de dominio
requerido y cultivado
socialmente- sobre uno mismo y sus relaciones con otros
individuos implicados. El
campo de accin del complejo nuclear es (o debera ser)
suficientemente amplio para
dar cabida a la pluralidad de intereses en juego; de lo que se
trata es de integrar dicha
pluralidad sin que prevalezcan unos intereses por encima de
otros. En realidad, la
complejidad de una gran multitud de sistemas tcnicos no reside
tanto o no slo- en su
carcter tecnolgico como en la resolucin de las cuestiones
propiamente sociales a
ellos asociadas; esto es, cmo tratar los problemas derivados de
la existencia de
centrales nucleares se debate en el seno de una comunidad social
afectada por esas
instalaciones y en el reto de los grupos sociales en negociar la
mejor de las soluciones
posibles.
Hoy, nuestros estndares sociales de pensar y percibir, de
nuestra adquisicin de
conocimiento y de nuestro saber en el dominio de los sistemas
complejos estn
escindidos de un modo peculiar. En el mbito del contexto
extrahumano, si se quiere, al
nivel propiamente tcnico del sistema y de todas las actividades
que se desarrollan, se
proyecta como mnimo aparentemente- una medida y aproximacin de
creciente
control. En su interior se va forjando adems, un trabajo
cientfico sistemtico, un fondo
de saber relativamente seguro, ms realista, y lo hace de manera
cumulativa y con gran
continuidad. El estndar de autodisciplina, de apartamiento de
las motivaciones
-
29
personales egocntricas y la consiguiente objetividad del pensar
y el observar en el
trabajo cientfico y tecnolgico apoyado en un control recproco de
los agentes
implicados es bastante elevado. En cambio, en el mbito de las
decisiones sociales
como por ejemplo, en la pura gestin social de los riesgos, la
implicacin de una gran
multitud de individuos cargados de temores, pasiones, intereses
y objetivos hace muy
difcil la convergencia en un plano de discusin que se site
objetivamente por
encima de sus motivaciones personales y egocntricas aunque stas
sean grupales. El
nivel de distanciamiento que se requiere para lograr un fondo de
saber ms seguro y
ms congruente con la realidad, dista mucho de ser una tarea
finalizada21.
En la comprensin y reflexin de los sistemas complejos quizs
resulte til atender al
hecho de que dichos campos estn configurados y atravesados por
las interrelaciones
dadas (y resultantes) de los diferentes grupos sociales que en l
participan. Agentes o
actores sociales estructurados por distintos principios de
significacin y persiguiendo,
poseyendo y defendiendo intereses aparentemente opuestos. En
dichas comunidades
debe prestarse atencin al sencillo hecho de que el todo es
distinto a la suma de sus
partes, que este todo posee regularidades de ndole propia que
nunca podran ser
comprendidas nicamente de la observacin de sus partes
individuales. Dicho de otra
manera, de las relaciones entre unidades de menor dimensin o,
para usar el trmino
ms preciso de la teora de conjuntos, de unidades de menor
extensin, resulta una
unidad de mayor extensin que no puede ser entendida observando
sus partes de manera
aislada e independiente de las relaciones establecidas entre
stas. La reflexin debera
partir de la estructura del todo para que sea posible comprender
la forma de las partes
21 Como veremos ms adelante, no faltan intentos de conciliacin
para lograr un saber compartido y mximamente objetivo que rena las
diversas posiciones que encontramos en las actividades de gestin
social de riesgos.
-
30
individuales. Este y otros numerosos fenmenos, por mucho que
puedan diferenciarse
entre s, poseen algo en comn: para comprenderlos es necesario
dejar de pensar en
sustancias individuales aislables y empezar a pensar en
relaciones y funciones.
-
31
CAPTULO PRIMERO. EL CONCEPTO DE RIESGO
ANTE LOS CAMBIOS SOCIALES Y TECNOLGICOS
El mayor triunfo del hombre (y de algunas otras especies)
sobre las cosas es el de haber sabido transportar hasta el da
siguiente
los efectos y los frutos de la labor del da anterior. La
humanidad slo
ha conseguido erguirse lentamente sobre los montones de lo que
dura
(Paul Valry, Histoires brises)
1.1- CONFIGURACIN HISTRICO-SOCIAL EN LA
APRECIACIN DEL RIESGO.
Queremos iniciar nuestra reflexin en este primer captulo
sealando y describiendo un
discurso que, a nuestro decir, tiende a abolir o descuidar las
figuras sociales de
nuestra experiencia. Queremos hablar tambin de nuestros
problemas cuando, al intentar
acercarnos, desde la racionalidad sociolgica, a los sistemas
complejos, las frmulas
cientfico-naturales sustituyen a las formas sociales y la
formulacin conceptual a la
descripcin terica. Apostamos pues por una vigilancia
epistemolgica que nos
permita avanzar, un poco ms all de nuestra evidencia. Esta, sin
duda, no es tarea fcil,
sin embargo, por s misma, se nos presenta irrenunciable e
inevitable. As, la
problematizacin sociolgica de los sistemas complejos exige, a
nuestro parecer, y de
acuerdo con los propsitos expuestos en la introduccin, una
revisin de la
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problemtica terica que supone aproximarse a las cuestiones que
conforman el
entorno social de dichos complejos. Sin lugar a dudas, el
encuadre de estas cuestiones
pasa necesariamente por una reflexin de las mltiples y variadas
interrelaciones que se
entrecruzan en la dinmica y cambiante configuracin de las
sociedades. Es por ello que
hablar de sistemas complejos es hablar tambin de una estructura
social determinada y a
su vez variable, de la institucionalizacin de unas relaciones
polticas y econmicas
concretas pero mutables, de la plasmacin de prcticas de
produccin y transmisin
culturales estandarizadas pero intercambiables. Por esta razn,
es menester atender a las
modificaciones acaecidas en este tupido haz de intersecciones
para contextualizar mejor
un punto de partida que nos ayude en nuestro esfuerzo por
comprender las
condiciones necesarias pero no suficientes del entramado social
de estos sistemas.
Y para colocarnos en mejores condiciones de comprender
sociolgicamente aquellos
sistemas, queremos iniciar esta investigacin con un captulo que
d cuenta del universo
cognitivo y semntico que rodea la nocin de riesgo; un laberinto
lleno de
implicaciones terico-prcticas que configuran e instituyen una
manera especfica de
entender la experiencia de aquello que somos y aquello que hay.
Por otro lado, bice es
decirlo, aquello que configuramos, instituimos e imaginamos como
siendo riesgo est
indisolublemente ligado a la manera sobre cmo pensamos los
dominios (sociales) de
los sistemas complejos.
Sin duda alguna, la problematizacin sociolgica del riesgo en
nuestras sociedades
contemporneas requiere una reflexin de las condiciones
histrico-sociales que
hacen posible la entrada en escena de esta nueva categora
explicativa. El riesgo, en
este sentido, se ha convertido en la nocin clave sobre la que
pivotan gran parte de los
diagnsticos societales (sean estos econmicos, polticos, jurdicos
o sociolgicos). El
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discurso sobre el riesgo empapa hoy la prctica totalidad de las
acciones (cognitivas y
prcticas) humanas.
Es bien sabido que una de las caractersticas principales que se
predican desde la
sociologa moderna de las sociedades occidentales (ms)
desarrolladas apunta a que
esta sociologa es o debe ser depende de los casos- una sociologa
del riesgo. Se
afirma, en este sentido, que estas sociedades occidentales ms
desarrolladas son, entre
otras cosas, sociedades del riesgo (segn la conocida descripcin
de Ulrich Beck)22,
caracterizadas por la proliferacin de riesgos derivados tanto
del progreso tecnolgico
como de la misma complejidad de la organizacin social. Y es que,
en este contexto, la
sociologa est irremediablemente abocada nos guste o no- a
enfrentarse con este
fenmeno, con lo cual se produce (o debera producirse) una
alteracin de sus principios
fundamentales de reflexin y anlisis: bsicamente, en su contenido
epistemolgico o
cognitivo mediante el cual da cuenta de los cambios que van
sucedindose en nuestras
sociedades contemporneas. Sea como sea, sin duda, somos testigos
y protagonistas de
un nuevo imaginario de fragmentacin de espacialidades y
temporalidades sociales23,
de nuevas prcticas por las cuales se pone en juego (o fuera de
l) a sectores de
poblacin y a las nuevas formas que asumen los poderes y los
saberes24. En este sentido,
y como afirma Garca Blanco: definir a las sociedades actuales ms
evolucionadas
como complejas, para as diferenciarlas de las menos
evolucionadas y de sus
predecesoras, exige la clarificacin terica del fundamento,
contenido y consecuencias
22 Beck, U. (1998) Op.Cit. 23 Nogueira, Castro L. La risa del
espacio. El imaginario espacio-temporal en la cultura contempornea:
una reflexin sociolgica. Madrid. Tecnos. 1997. 24 Podra dudarse, en
algunos casos, de la novedad de estas configuraciones, puesto que,
muchas veces, las supuestamente transformaciones slo traducen o
recodifican viejas prcticas (en cualquier caso, algo de lo que se
debera dar cuenta en una investigacin emprica acotada).
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de tal complejidad25. Sin duda, uno de los fundamentos,
contenido y consecuencia de
dicha complejidad es la propia nocin de riesgo.
As, en el recorrido a realizar en la reflexin sobre el riesgo y
los cambios sociales y
tecnolgicos a l asociados, se encuentra presente una insistente
apelacin a pensar en
conjunto, en su interrelacin, en su mutua determinacin, en su
adecuacin y tambin en
su dislocacin, el conjunto de factores que, a nuestro decir,
afectan y/o estn presentes
(y ausentes), visibles e invisibles en nuestras sociedades, y en
sus formas de gestionar,
analizar y evaluar los riesgos. Ciertamente, dichas secuencias
no pretenden abarcar, dar
cuenta ni homogeneizar la variedad de otros elementos que
entraran (legtimamente) en
juego (o quizs, saldran de l o jugaran otro papel). Simplemente
quisiramos
proponer un enfoque, flexible si se quiere, y sin duda abierto a
la heterogeneidad y a la
fragmentacin del mundo social, sin pretensin de encubrirlo todo
con conceptos otros
igualmente omniabarcadores y generadores de nuevos descuidos
epistemolgicos.
As adoptando una perspectiva de anlisis de las interrelaciones
entre las diversas
racionalidades polticas y las tecnologas desplegadas al uso, al
acoplamiento-
desacoplamiento entre ellas, esperamos evitar caer en monismos y
ontologizaciones
varias que nos lleven a un nuevo callejn sin salida. Nuestro
mundo de hoy, se dice, es
fragmentado y contingente26. Esto no quiere decir que sea
totalmente ininteligible, sino
25 Garca Blanco, Jos Mara Racionalidad y riesgo en la identidad
de las sociedades complejas, en Lamo de Espinosa, E; Rodrguez Ibez,
Jos Enrique (eds.) Problemas de Teora Social Contempornea. Madrid.
Centro de Investigaciones Sociolgicas (CIS). 1993. Pp. 473-489. 26
Recomendamos la lectura del excelente texto de Josetxo Beriain a
propsito de la contingencia: Genealoga sociolgica de la
contingencia: del destino dado metasocialmente al destino producido
socialmente, en Ramos, R y Garca Selgas, F. (1999) Globalizacin,
Riesgo, Reflexividad. Tres temas de teora social contempornea.
Madrid. CIS. Pp. 205-248. En este texto, Beriain sita la
problemtica del riesgo en la reduccin de la contingencia (por
otro
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que quizs, como dice de Marinis, las condiciones de
inteligibilidad no pueden
reducirse a factores nicos27. Tanto es as que, en este
escenario, al pensar el riesgo
se tiene la tentacin, previa perplejidad, de ir ms all de la
simple y fcil aplicacin
para cualquier contexto y para cualquier segmento de
socialidad28.
Ciertamente, el trmino riesgo no siempre form parte del
vocabulario de la sociedad
a la que uno pertenece y, sin duda, de toda sociedad-, ni suele
haber motivo para
preguntarse qu procesos, qu particularidades estructurales de
las sociedades llevaron a
la formulacin y el empleo de este trmino evidente, hoy, de la
comunicacin humana.
Como otros trminos, posee un carcter instrumental y, por tanto,
puede servir como
testimonio de determinadas particularidades estructurales de
esas sociedades. Se
requiere un gran esfuerzo de autodistanciamiento para comprender
que existen
sociedades y existieron niveles de evolucin de la sociedad
propia en los que no haba
un trmino como riesgo con el significado que posee ahora, y para
preguntarse qu
tipo de desarrollo social condujo a que se adoptara y se
mantuviera su empleo.
An a riesgo de caricaturizar las cosas, parecera que la
insistencia de la racionalidad
cientfica en hacer del riesgo un producto a evaluar, a analizar,
a gestionar, segn
lado, inerradicable del mundo) y rastrea el modo en el que las
religiones han ido transformando tal contingencia externa en una
variedad y multitud de modalidades de contingencias internas.
Beriain contrapone dos soluciones: la propia de lo que se denominan
las grandes religiones axiales, las cuales apuestan por un destino
dado meta-socialmente y las que postulan un destino que se produce
socialmente (las religiones postaxiales). 27 De Marinis, P. (1999)
Gobierno, gubernabilidad, Foucault y los anglofoucaultianos (O un
ensayo sobre la racionalidad poltica del neoliberalismo), en Ramos,
R. y Garca Selgas, F. Op.Cit; pp.73-103. 28 Sin lugar a dudas,
dicho ejercicio se nos presenta tentador en otros muchos conceptos
de la jerga sociolgica y de referencia obligada en la reflexin
sobre nuestras sociedades contemporneas, a saber, el de
reflexividad, el de globalizacin, el de responsabilidad. A pesar de
lo interesante de dicha apuesta prctica en lo que sigue slo
sealaremos algunas de esas perplejidades en el caso del trmino
riesgo.
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los casos- del escenario de la sociedad moderna, una
consecuencia del progreso
tecnolgico civilizatorio, implicara, entre otras cosas, suponer
que los seres humanos
anteriores o (actualmente) exteriores a la Modernidad no habran
o no podran disfrutar
o padecer de sus avances tecnolgicos, ni habran o podran
sortear, perseguir o temer
de los peligros y riesgos que aquellos acompaaban. En otras
palabras, el que algo
suponga un riesgo no es slo una condicin de nuestras sociedades
modernas
(posindustriales, reflexivas o avanzadas), sino resultado del
nivel de desarrollo
alcanzado por las sociedades que resuelven nombrar
colectivamente un hecho como
eso, como riesgo. De acuerdo con Rodrguez Martnez: la teora de
la sociedad del
riesgo nos propone que nos encontramos en una sociedad distinta,
o suficientemente
distinta como para poder hablar de una situacin nueva del
hombre, la sociedad y sus
problemas bsicos. La sociedad moderna negaba el pasado, se
instalaba en el porvenir
y aceleraba el presente tratando de adelantar un futuro que ya
empezaba a ser historia.
La sociedad del riesgo en que culmina la modernizacin de la
modernidad se instala en
un presente amenazado, ante un futuro contingente y de espaldas
a un pasado que ni
niega ni reclama porque no lo puede culpar ni aorar enteramente.
Estas son las
coordenadas generales de partida en las que ubicar los aspectos
centrales de la
sociedad del riesgo.29
En cualquier caso, y para bien o para mal, la discursividad
sociolgica parece ocupar un
lugar subordinado y a la sombra aunque a menudo, compartiendo
racionalidad y, por
tanto, dejndose afectar por ella- con lo que hoy parece ser el
discurso dominante sobre
cuestiones de riesgo. Nos referimos a un discurso que podramos
calificar de
29 Rodrguez Martnez, J. (1999) El riesgo como utopa negativa.
Notas para una reflexin, en Ramos, R. y Garca Selgas, F.
Op.Cit.
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cientfico-tecnolgico30 embastado en torno a las frecuentes
fricciones producidas
entre lo que nuestro presente se complace en considerar los
puntos vulnerables en el
abordaje del riesgo: su anlisis, su evaluacin y su gestin.
As para contextualizar el surgimiento del concepto de riesgo y
del debate que ste
generara posteriormente, sera conveniente exponer, brevemente,
lo que, a nuestro
parecer pudiera ser presentado como un ejercicio de rastreo
socio-histrico que nos
permita entender el modo en el que las sociedades han ido
forcejeando con los riesgos.
A la hora de aventurarnos y adentrarnos en este eje de
consideracin quisiramos, por
un lado, entender los bucles semnticos en los que operan las
actuales concepciones del
riesgo y, en segundo lugar, darnos una oportunidad para resituar
la problematizacin
sociolgica de los riesgos asociados hoy a los sistemas
complejos.
30 A pesar de que la sociologa ha desarrollado su propio enfoque
en la investigacin del riesgo, no hay duda que una de las
definiciones operativas del riesgo, ampliamente aceptada por la
comunidad cientfica, es aquella que hunde sus races en una
concepcin matemtico-estadstica del riesgo y que no es otra que la
esperanza matemtica de la prdida. As, si se considera un
acontecimiento X al cual es posible asociar un valor de
probabilidad (P) y un dao o efecto (S = Severity); el riesgo (R)
ser definido por el producto de esta probabilidad por el valor del
efecto, es decir: R = P X S. Esta formulacin del riesgo est
ntimamente ligada a lo que se conoce como riesgo objetivo, nocin
que se vincula con la teora de la decisin. El objetivo operativo es
desarrollar una medida universalmente vlida para el riesgo con
ayuda de la cual puedan establecerse comparaciones entre distintas
clases de riesgo y obtener criterios racionales de aceptabilidad de
los riesgos con relacin a su probabilidad y sus consecuencias. El
supuesto es que los sujetos estaran orientados, segn esta
perspectiva, a reducir al menor nivel posible el riesgo. Dicho
enfoque adems, organiza sus explicaciones sobre la base que los
sujetos carecen de informacin para poder tomar una decisin racional
frente a situaciones que pueden ser de riesgo.
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1.1.1- La configuracin simblica del riesgo: recuerdo para
nuestra
existencia transcurrida.
En continuidad con lo anterior y para quien se apresta a
analizar el tema de los sistemas
(tecnolgicos) complejos -indisociablemente unido, entre otros,
al riesgo- en calidad
de socilogo no le es ajena la sensacin de encontrarse ante una
cuestin, a lo sumo,
curiosa. Por lo que dicen los especialistas, esta nueva figura
es relativamente reciente y
tpica de las sociedades avanzadas, y sin embargo a cualquier
otro investigador quiz le
cueste percibirla por diferencia con la anterior. Despus de que
Ulrich Beck hiciera
popular el diagnstico sociolgico de nuestra poca que hace de
nuestras sociedades,
sociedades del riesgo, parece que todos estamos ms o menos
acostumbrados a
movernos en esta contemporaneidad particularmente deslizante31.
Ese ao, el 1986,
asisti al desastre de Chernobyl; los ltimos aos nos han deparado
nuevas
enfermedades producto de extraas manipulaciones (o
modificaciones) genticas y
diversos son los avances en el campo de la ingeniera gentica.
Visto esto, hay algo que
incluso intuitivamente debera inducirnos a pensar en algn tipo
de cambio de poca.
No obstante, la curiosidad no acaba de disiparse, pues una de
las primeras cosas de las
que nos enteramos abrindonos paso en la literatura introductoria
es que la sociedad del
riesgo no est inscrita en el rtulo de la modernidad pero tampoco
ha consumado el
31 Aunque la obra y las tesis de Beck han sido (y estn siendo)
actualmente muy cuestionadas, sus trabajos seran aceptables por la
comunidad sociolgica en tres aspectos: 1) las transformaciones a
las que alude son ciertamente perceptibles e importantes de ah su
intento por teorizar un nuevo concepto que de cuenta de la sociedad
actual; 2) el uso de nuevas y distintas categoras cognitivas que se
aproximen a nuestra actual configuracin social al margen de los
problemas en su conceptualizacin, ponderacin, etc., y 3) el
reconocimiento de su tarea no fcil por otro lado- de reunir en un
mismo discurso coherente problemas, procesos y correlaciones
diferentes que recogen un amplio espectro de fenmenos sociales. Ver
Rodrguez Martnez, J. (1999) Op. Cit.
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trnsito a la llamada postmodernidad (si es que debiera)32. Como
afirma Rodrguez
Martnez: desde un punto de vista histrico se observa que la
accin social de riesgo
tiene antecedentes desde el siglo XII. Progresivamente, la
socializacin en el riesgo y la
valoracin positiva del mismo son un elemento constitutivo de la
sociedad burguesa,
hasta el punto que no es fcil distinguir la sociedad del riesgo
as entendida de la
sociedad burguesa sin ms. La diferencia entre ambas radicara en
que la primera es
consciente de los lmites del clculo racional, esto es, del tipo
de accin social
caracterstico (no el nico) de la modernidad que comenz a
cristalizar entre la Baja
Edad Media y el Renacimiento. Como ya sealaron M. Douglas y A.
Wildavski, la
conciencia de la inseguridad y del riesgo existe igual en las
sociedades modernas que
en las premodernas, slo que difiere en lo que es percibido como
inseguridad y en
cmo se enfrentan una y otra sociedad con ello33.
Para poder desmadejar el agravio y avanzar en la identificacin
del tema a reflexionar,
podemos esbozar muy brevemente una imagen de cmo surgi el trmino
riesgo, o si
se quiere, de las circunstancias bajo las cuales empez a ser
utilizado. Hay quienes
proponen, para ello, remontarse en primer lugar a la distincin
entre lo moderno y lo
32 Vase el interesante artculo de Rodrguez Ibez a propsito del
tan manido tema sobre la modernidad: Nuevos tiempos modernos?.
Intento de delimitacin sociolgica de la polmica
modernidad-postmodernidad, en Ramos, R. y Garca Selgas, F. (1999)
Op.Cit; Pp. 137-166. En este texto el autor desarrolla su reflexin
a partir de dos posturas principales: por un lado, la cada del Muro
de Berln como acontecimiento histrico que inaugurara algo as como
un cambio epocal que no pocos han dudado en llamar postmodernidad
y, por otro, la revisin de un conjunto de autores que apostaran por
la entronizacin de un postmodernismo cultural (Baudrillard, Latour,
Callinicos, entre otros). Entre ambas alternativas, y sin desdear
las aportaciones de los diagnsticos de la postmodernidad, Rodrguez
Ibez se mostrar partidario de calificar los tiempos que corren como
tardomodernidad o hipermodernidad caracterizados por la deriva
hacia un proceso de ultra-diferenciacin que se proyecta sobre
contextos y segn escalas nuevas, y por la emergencia de una
modernidad (auto)reflexiva. 33 Op.Cit; p.198
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premoderno34. En las sociedades premodernas mutaciones
inesperadas del tipo antes
mencionado no eran contempladas como variaciones realizadas
activamente y
reflexivamente por los miembros de la comunidad. Ms bien, se
entendan como
intervenciones exgenas causadas por un destino productor de
peligros no imputables
a sujetos concretamente situados e identificables.
Como nos explica sintticamente Beriain, si bien la fortuna,
primero como Tyche
en el mundo griego y, despus como la diosa Fortuna al final del
helenismo y en el
cristianismo, haba expresado aquello que ocurre a pesar de
nuestro diseo, del
riesgo como secularizacin de la diosa Fortuna se puede hablar ya
en la transicin de
34 Segn Giddens, se pueden reconocer algunas discontinuidades
que distinguiran las modernas instituciones sociales de los
tradicionales rdenes sociales. Dichas discontinuidades se
apreciaran en el ritmo, el mbito y la naturaleza del cambio social.
As, nos hallamos envueltos en una dinmica rtmica incomparable a
otros perodos: las civilizaciones tradicionales pueden haber sido
ms dinmicas que otros sistemas pre-modernos, pero la celeridad del
cambio de las condiciones de la modernidad es excepcional. Quizs
resulta ms evidente en lo que respecta a la tecnologa, pero puede
extenderse igualmente a otras esferas. La posibilidad de estar
(inter) conectado globalmente facilitara una comunicacin sin
parangn: la interconexin que ha supuesto la supresin de barreras de
comunicacin entre las diferentes regiones del mundo, ha permitido
que las agitaciones de transformacin sociales estallen prcticamente
en la totalidad de la superficie terrestre. La configuracin
societal posee rasgos estructurales que crean y facilitan nuevas
formas de agregacin social, poltica y econmica as como nuevos modos
de relacin con la naturaleza: Algunas formas sociales modernas,
tales como el sistema poltico del Estado-nacin o la dependencia
generalizada de la produccin a partir de fuentes inanimadas de
energa y la completa mercantilizacin de los productos y del trabajo
asalariado, simplemente no se dan en anteriores perodos histricos.
Otras slo poseen una aparente continuidad con los rdenes sociales
anteriores. Giddens, A. [1990] Consecuencias de la modernidad.
Madrid. Alianza Editorial. 1993. P.19. Ciertamente, la unidad
social que sirve de marco de referencia de muchos fenmenos en
desarrollo y cambios estructurales ha sufrido profundas
modificaciones. Por ello, resulta til la distincin (analtica) en la
forma y el contenido de las organizaciones de supervivencia. Ahora,
dicha distincin, por otra parte, slo tiene sentido para sociedades
como las nuestras, en las cuales parece resultarnos familiar y
evidente dicha distincin. Parece como si la novedad de la sociedad
moderna slo tuviera sentido en contraposicin a sociedades no
modernas y por tanto, independiente de aqulla. Es decir, la llamada
Edad Moderna no surgi slo de otra que denominamos Edad Media sino
que, al mismo tiempo, el sentido con que vivimos esa Edad Media est
determinado tambin por la circunstancia de que la Edad Moderna
naciera de ella y por el sentido en el que vivenciamos esta Edad
Moderna. Aquel perodo se consider Edad Media desde la perspectiva
de la Edad Moderna, y, para entender sta, es necesario ver la Edad
Media como era antes de que hubiese una Edad Moderna; de la misma
manera, resulta til ver mentalmente esta Edad Moderna con ojos de
aquellos para quienes la ser Edad Media y, quizs, hasta una Edad
Media muy poco civilizada.
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la Baja Edad Media a la Edad Moderna temprana.