UNCU - FACULTAD DE CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES HISTORIA DE LAS INSTITUCIONES E IDEAS ARGENTINAS LICENCIATURA EN GESTION Y ADMINISTRACION UNIVERSITARIA Prof. Lic. Claudia Fava 2015
Dec 07, 2015
UNCU - FACULTAD DE CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES
HISTORIA DE LAS INSTITUCIONES E IDEAS
ARGENTINAS LICENCIATURA EN GESTION Y
ADMINISTRACION UNIVERSITARIA Prof. Lic. Claudia Fava
2015
HISTORIA DE LAS INSTITUCIONES E IDEAS ARGENTINAS, MATERIAL DE
H i s t o r i a d e l a s I n s t i t u c i o n e s e I d e a s ACr g e nEtD n aAs , m a t e r i a l d e c á t e d r a ÁT i
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Programa
PROFESOR/ES RESPONSABLE/S Titular: Prof. Lic. Claudia Fava Jefa Trabajos Prácticos: Prof. Laura Rodríguez OBJETIVOS: Generales:
Completar la capacitación del personal de apoyo académico con el objetivo de mejorar y profesionalizar la tarea, alcanzando una sólida formación de grado a partir del perfeccionamiento profesional que facilitará el mejor desempeño de sus funciones
Proporcionar competencias específicas para afrontar los nuevos desafíos laborales Potenciar y desarrollar habilidades y conocimientos interdisciplinarios acorde a su función de ayudante académico
Específicos: Comprender y explicar la formación y desarrollo del Estado argentino en los siglos XIX y XX Comprender el pasado histórico como un proceso dinámico, conflictivo y complejo, identificando cambios y continuidades. Relacionar el pasado histórico con la comprensión de la realidad contemporánea. Desarrollar las competencias indispensables para el análisis histórico Adquirir habilidades para la lectura crítica de la bibliografía y la comprensión de las distintas perspectivas de análisis. Elaborar juicios críticos científicamente fundamentados frente a los problemas que afectan nuestro presente. Analizar e interpretar las transformaciones de la estructura socio-económica y del sistema político e ideológico-cultural Estimular el proceso de enseñanza aprendizaje mediante un régimen de lecturas y de participación de los alumnos en los
que se privilegien los estudios explicativos e interpretativos de la historia argentina.
CONTENIDOS TEMÁTICOS
EJE I: ELEMENTOS TEÓRICOS METODOLÓGICOS PARA EXPLICAR LA HISTORIA.
a. Historiografía argentina: escuelas e historiadores Nuevos temas, problemas y enfoques. Importancia de la historia
reciente: y la memoria. El análisis del pasado a partir de las problemáticas del presente.
b. Estado, ideología y política: Las formas de construcción del poder político, legitimación y orden social, siglos XIX-XX. Las
herramientas conceptuales y los procedimientos explicativos en el análisis histórico: distintas esferas de análisis de la realidad
social y sus interrelaciones, actores, conflictos y procesos. Multicausalidad y multiperspectividad.
EJE II: LA FORMACIÓN DEL ESTADO ARGENTINO (1810/1861)
Dimensión ideológica:
. Imaginar la nación: la generación romántica del '37. Alberdi y Echeverría
Dimensión político institucional:
a. Crisis de la Monarquía española y las respuestas políticas en el Río de la Plata:
Revolución de Mayo. Conflicto político y económico en el lenguaje de la revolución. El ciclo revolucionario y la guerra
de independencia. Legitimidad revolucionaria, forma de gobierno e instituciones representativas.
Gobiernos centrales provisorios y la cuestión de la soberanía de los pueblos. (1810-1820)
b. Disolución del régimen central y autonomías provinciales. Poderes provinciales y legalidad republicana:
organización política e institucional. Las relaciones interprovinciales: la política de pactos. A favor de la unidad
nacional: ¿Estado unitario o federal? El Congreso y la constitución unitaria de 1826. Rosas y el rosismo (1835-
1852). La constitución de 1853. La Confederación argentina y el Estado de Buenos Aires. Cepeda (1859) y Pavón
(1861).
EJE III: LA ORGANIZACIÓN Y CONSOLIDACIÓN DEL ESTADO ARGENTINO (1861/1880-1916)
Dimensión ideológica:
a. La construcción de la nación en el modelo republicano liberal. El discurso de la modernización: orden y
progreso. La Democracia Restringida.
b. Liberalismo integral, secularización y crecimiento hacia afuera. La Generación del 80. El discurso de " paz y
administración". El imaginario del progreso indefinido. El Estado Oligárquico.
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Dimensión político institucional
a. Del desierto al granero del mundo. La política del exterminio del indígena, ampliación de fronteras y
disciplinamiento social. Estado burgués -autoritario y vida política restringida. La inmigración de masas.
b. El orden conservador y su crisis: el PAN, la crisis de 1890 y la emergencia del sistema de partidos modernos:
UCR y PS. Inmigrantes, política y sindicatos. Participación política y carta de ciudadanía. Las organizaciones
sindicales y las formas de protesta obrera (anarquistas, socialistas y sindicalistas). La política como
compromiso cotidiano. Nacimiento del movimiento obrero organizado. Imaginarios y utopías: los "cielos" en la tierra.
La reforma política: leyes electorales, participación política y ampliación del cuerpo electoral, el voto masculino
obligatorio.
EJE IV: LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA y LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA (1916/1930-43)
Dimensión ideológica:
a. El discurso de "la causa y la reparación". El liderazgo de Yrigoyen. El Estado Árbitro de los conflictos sociales. La
Democracia Ampliada.
b. El nacionalismo restaurador-conservador. Crisis del liberalismo integral. El catolicismo integral y la identidad
nacional. Catolicismo, patria, Fuerzas Armadas.
Dimensión político institucional
a. Los gobiernos radicales (1916-1930): la primera presidencia de Yrigoyen, la presidencia de Alvear; la segunda
presidencia de Yrigoyen. La demanda de derechos sociales y la respuesta de Estado "Arbitro". Represiones
populares. Quiebre del tipo de inserción en el mercado mundial. Política y vida cotidiana: la deslegitimación del
"otro/a", el antisemitismo dirigente y popular (1910-1930).
b. Golpe de Estado: la tradición republicana en crisis. La acordada de la Corte Suprema y la doctrina de facto. El
proyecto corporativo de Uriburu. El gobierno de Justo: el nuevo perfil del Estado interventor/regulador. El
régimen fraudulento: partidos, elecciones y fraude.
EJE V: LA DÉCADA PERONISTA (1943/1955) Y LA FRUSTRACION DEMOCRATICA (1955-1966)
Dimensión ideológica:
a. Crisis de identidades y fortaleza de los nacionalismos identitarios y políticos. El surgimiento del nacionalismo
popular. El liberalismo y el nacionalismo autoritario La Democracia Masiva.
b. La Democracia Custodiada en el "juego imposible". La política desde arriba: la proscripción como medida
legitima de participación. Democracias tuteladas, proscripción del peronismo y golpes cívico-militar-religioso: el país
de la crisis permanente.
Dimensión político institucional:
a. El golpe de 1943. Perón y la política social. Orígenes y desarrollo del peronismo y su conflictiva relación con el
resto de la sociedad. Irrupción masiva de la clase obrera. Crecimiento hacia adentro y guerra entre potencias
hegemónicas. La "era peronista" (1945-1955) Los jóvenes y la politización desde el barrio, la parroquia y la fábrica.
Voto obligatorio femenino. Las nuevas funciones del Estado. Reforma constitucional 1949. Segunda presidencia de
Perón: crisis económica, quiebre de la coalición peronista y el conflicto con la Iglesia. La caída. Vida cotidiana: Ni
liberal ni comunista, el Imaginario nacional y popular con diversas matrices culturales (1930- 55).
b. La "Revolución libertadora" (1955-1958). Lonardi y Aramburu / Rojas. El peronismo proscripto: el exilio del
líder y la resistencia. Las organizaciones sindicales. Los radicales y el peronismo: UCRP y UCRI. El voto
peronista. Democracias tuteladas. La presidencia de Frondizi (1958-1962): industrialización y desarrollo. El
gobierno de Illia (1964-1966): legalidad y apertura electoral. El neoperonismo.
EJE VI: DE LA "REVOLUCION ARGENTINA" A LA NUEVA EXPERIENCIA PERONISTA (1966/1976)
Dimensión ideológica:
a. Política norteamericana hacia América Latina: la Doctrina de Seguridad Nacional y las fronteras ideológicas. La
construcción militar de un sistema político: el Estado Burocrático Autoritario. Cambios en el peronismo:
izquierdas y derechas. El Terrorismo de Estado.
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Dimensión político institucional
a. La "Revolución argentina" (1966-1973). La vida cotidiana: la efervescencia, radicalización y el espiral de la
violencia. Foquismo, guerrilla, movimientos juveniles, movilización popular; los Sacerdotes para el Tercer Mundo
y los influjos intelectuales y culturales mundiales (1955-1976). "Cámpora al gobierno Perón al poder". El tercer
gobierno de Perón. La faccionalización del peronismo. Isabel Martínez y el giro a la derecha. El terrorismo de
Estado: la Triple A.
EJE VII: LA ÚLTIMA DICTADURA MILITAR Y LA REDEMOCRATIZACION EN EL CONTEXTO NEOLIBERAL
Dimensión ideológica:
a. Doctrina de Seguridad Nacional, segunda parte. Los 80: la "década perdida". Inicio de las recetas neoliberales.
La crisis insostenible.
b. La economía establece la agenda política: neoliberalismo y democracia. El consenso de Washington: las
reformas neoliberales. La Democracia excluyente y de baja intensidad.
Dimensión político institucional
a. Dictadura cívico-militar y la asfixia de los sueños. La política económica: desindustrialización y endeudamiento
externo. Consolidación y extensión del terrorismo de estado: presos, detenidos -desaparecidos y exilados. Vida
cotidiana: El imaginario de la muerte y el miedo cotidiano. Complicidades y silencios, continuidades y rupturas con
experiencias anteriores. La construcción de los distintos discursos de la memoria. La aventura de Malvinas.
Derrumbe de la dictadura militar y transición democrática.
b. La transición democrática y la postdictadura. La UCR y el éxito electoral de Alfonsín. Juicios, castigos, memoria
y leyes de impunidad. Crisis en democracia del estado de bienestar y crecimiento de la deuda externa. La
política en partidos, movimientos sociales y en los reclamos por nuevos derechos. El PJ en la oposición: la
renovación peronista y el acceso al poder. Menem presidente (1989-1999): las políticas neoliberales. La
reforma del Estado y sus efectos en la declinación de los derechos sociales. La reforma constitucional 1994:
reelección y bipartidismo. El gobierno de la Alianza y su pulverización: la crisis del 2001 y su impacto en el
sistema de partidos. Vida cotidiana: Crecimiento de la pobreza, nuevos actores sociales y valorización de la
democracia. Encantos y desencantos: angustias, incertidumbres y búsquedas de sentidos en democracias
inestables y colonizadas por grupos de poder. La no y la anti-política.
METODOLOGÍA DE TRABAJO El aula es un espacio de discusión de las ideas y de producción de saberes. Con este propósito se establece un régimen
de asistencia obligatoria a clases del 75%.
Para lograr la apropiación de los contenidos se dictarán clases expositivas a cargo del titular apoyadas en el material
elaborado por la cátedra, con este esquema orientativo de las clases teóricas los alumnos abordarán la bibliografía
específica y con su estudio asistirán a los trabajos prácticos obligatorios a cargo de la jefa de trabajos prácticos. Se
trabajará con la utilización de videos y aplicación de nuevas tecnologías (infografías históricas, webquest, etc).
SISTEMA DE EVALUACIÓN Evaluación de proceso: se realizarán tres trabajos prácticos integradores con el objetivo de recuperar las temáticas
analizadas en las clases teóricas con vistas al examen final.
Para obtener la regularidad de la materia se deben cumplimentar los siguientes requisitos:
1- Aprobar, por lo menos dos de los Trabajos Prácticos.
2- Aprobar el examen final escrito o su recuperatorio con el 60% del puntaje asignado.
CRITERIOS DE EVALUACIÓN * Comprensión de contenidos: el alumno puede reconocer conceptos, explicarlos, relacionarlos.
*Capacidad de análisis y síntesis: el alumno infiere y/o deduce significados, sistematiza datos, busca criterios de
organización, justificación y comprensión.
*Manejo de vocabulario específico: el alumno utiliza términos adecuados, precisos y acorde al contexto.
*Expresividad: el alumno expone los conceptos e ideas de forma escrita u oral con lógica y coherencia.
*Participación: se compromete, solicita información, asiste y sigue el desarrollo de la asignatura.
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EJE I: ELEMENTOS TEÓRICOS METODOLÓGICOS PARA EXPLICAR LA HISTORIA
Historia e historiografía La historia y los historiadores desde fines del XIX. Instituciones, enfoques y problemas
(FUENTE: Educ.ar TEXTO: La historiografía de izquierdas en Argentina. Claudia Fava)
El interés de los hombres por conocer y comprender su pasado ha sido siempre tan intenso que
difícilmente una historia de la historiografía pudiera sintetizarse en unas pocas páginas. El objetivo de las
líneas que siguen es dar cuenta de algunas de las experiencias más significativas de la historiografía
argentina.
Es conveniente comenzar en el siglo XIX, porque allí se configura un paradigma historiográfico que fue
dominante durante gran parte del siglo XX y contra el cual se van a levantar los movimientos renovadores. La
historiografía no es autónoma respecto del medio y el contexto en el que transcurre su desarrollo, por el
contrario, la forma en que los hombres visualizan su pasado forma parte de los problemas de su presente.
La reflexión sobre el pasado no es monopolio de los historiadores profesionales, sino que hay innumerables registros que bucean en la historia para dar algún tipo de interpretación: el documental o la
ficción televisiva, el ensayo libre, la investigación periodística, la biografía literaria, la novela histórica, la memoria personal o grupal, etcétera. En estas líneas nos proponemos analizar exclusivamente aquellas
líneas historiográficas académicas, es decir, aquellas que se ajustan a ciertas reglas de producción y crítica propias de la investigación científica, lo cual no desmerece ni cuestiona otros formatos.
Estado y nación en el surgimiento de la historiografía profesional
En el siglo XIX coincidieron una serie de procesos que, relacionados entre sí, contribuyeron a definir
las características dominantes de la historiografía académica hasta, por lo menos, mediados del siglo XX.
Tales procesos se desarrollaron tanto en Europa como en América, estuvieron vinculados a la conformación
del Estado-nación, la construcción de identidades nacionales y la profesionalización de la disciplina histórica.
La conformación de Estados nacionales que sustituyeron a las comunidades políticas articuladas en
torno a un principio de legitimidad real, interpelaba a grupos sociales diversos en su nueva condición de
ciudadanos, esto es, miembros de una misma comunidad política integrada por el concepto de nación. Así,
se podía invocar a una nación alemana, francesa, italiana o argentina, que sustituía identidades previas
agrupadas en torno a principios territoriales (lo local, regional o provincial), sociales, religiosos o étnicos,
entre otros. Por ejemplo, en el caso de la Argentina la frase con la que inicia el Preámbulo de la Constitución
Nacional: "Nos los representantes del pueblo de la Nación Argentina...", transforma a los constituyentes en
representantes de la nación y no de las provincias por las que habían sido elegidos. Sin embargo, tal invocación no supone pensar que los habitantes de esos nuevos Estados se
transformaron inmediatamente en franceses, alemanes, italianos o argentinos. Dichas identidades serían resultado de otros procesos, más lentos y complejos, las naciones incluyen a individuos que difícilmente
conocerán a quienes consideran sus compatriotas y menos aún a aquellos compatriotas que murieron mucho antes de que ellos nacieran. Sin embargo, dice Anderson: "en la mente de cada uno vive la imagen de su
comunión".
Responder a la pregunta sobre cómo se elaboró esa idea de comunión, es uno de los temas que
interesaron a los historiadores en los últimos años. Los distintos Estados operaron de diversas formas sobre la
sociedad para construir identidades nacionales, incluyendo la "invención de tradiciones" que dieran
cuenta de la existencia de las mismas tanto en el presente como en el pasado. Al mismo tiempo que se
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constituía en una cuestión central la difusión social de dichas tradiciones cuyo objetivo era promover un sentimiento de nacionalidad que reemplazara o desplazara identidades previamente constituidas, a través de la escuela, la prensa y la incorporación al ejército, que interpelaba a los ciudadanos como patriotas.
Por su parte, los historiadores cumplieron un rol central tanto en lo que se refiere a la elaboración de
relatos que dieran cuenta de la preexistencia de los Estados nacionales en el pasado como en lo relativo a la
difusión de la historia entre los ciudadanos. Por lo tanto, contribuyeron a la gobernabilidad integrando a los
individuos sobre la base de un sentimiento de pertenencia y legitimando el orden político vigente y la
supremacía del Estado. Para que los historiadores pudiesen realizar esta tarea en calidad de expertos, fue preciso diferenciar
la historia de otros relatos sobre el pasado, especialmente de la literatura y la filosofía. Así se inició un proceso de profesionalización de la disciplina histórica que implicó su institucionalización y la atribución de
un status científico a través de un método que se correspondía con los cánones de cientificidad propios de las ciencias fisiconaturales, para entonces consideradas las ciencias por excelencia, según las convicciones
difundidas por el positivismo.
Comenzó a afirmarse, entonces, una historia que pretendía establecer cómo se produjeron los hechos,
fundamentalmente aquellos relativos a la historia política, diplomática y administrativa. Una historia desde y
del Estado o, más ampliamente, del poder y de los hombres involucrados en él.
Para ello era preciso establecer un método científico para el tratamiento de los documentos, detrás de
los cuales el historiador se constituiría en un sujeto oculto y complaciente a sus designios. Ello era así porque
los documentos eran vistos como fuentes transparentes de la realidad que reflejaban y a la que, por su
intermedio, era posible acceder de manera directa.
Ese ideal de investigación científica basada en una investigación exhaustiva de fuentes documentales sería posible de realizar una vez que se hubieran recopilado todos los documentos existentes sobre un tema o
un acontecimiento particular. Lo que significaba que la verdad histórica, una vez establecida, no dependía de las diversas interpretaciones que los historiadores pudieran formular sobre un mismo documento, sino que
sólo podría ser reformulada una vez que se hallara un documento hasta ese momento no considerado o que se demostraran errores cometidos en la etapa del análisis crítico de las fuentes. Estas ideas fueron de
notable difusión en Occidente y sobre todo en América latina en el siglo XX.
Una historia para la nación: la "historia oficial"
Aquellos documentos recopilados y el método estabilizado conformarían un consenso sobre la base del
cual sería posible elaborar las historias nacionales, pretendidamente objetivas, científicas y patrióticas, que
legitimarían a los Estados nacionales en un pasado colectivo.
En el caso de la Argentina de la segunda mitad del siglo XIX, no existían las mismas condiciones
institucionales que las gozadas por los historiadores europeos. A partir de Caseros, pero sobre todo después
de Pavón, el poder que surgía de los restos de la Confederación Argentina liderada por Justo José de Urquiza
retornaba una vez más a Buenos Aires. Pero los problemas que habían provocado medio siglo de conflictos
seguían vigentes, aunque en nuevas condiciones favorecidas por la inserción del litoral y la campaña
pampeana en el mercado mundial.
En este contexto, el proceso de construcción del Estado nacional, requería de un pasado que
legitimara la supremacía de la nación sobre las provincias. Fue Bartolomé Mitre, que concilió sus
condiciones de hombre de estado e historiador, el responsable de elaborar una historia en la que se daba
cuenta de los orígenes de la nación argentina, que a su vez se identificaba con la propia Buenos Aires.
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En aquella historia, que se concretaba en su forma definitiva en la Historia de Belgrano y de la independencia argentina (1876-77), los orígenes de la nación se remontaban al proceso de conquista y
colonización del Río de la Plata.
La escasa mano de obra, la ausencia de riquezas naturales y el poblamiento por parte de españoles
que carecían de títulos de nobleza fueron factores que, combinados, promovieron un tipo de sociabilidad
naturalmente igualitaria y democrática que sería el rasgo distintivo de una nacionalidad de cuya existencia se
tomaría plena conciencia durante las invasiones inglesas de 1806-1807 y la Revolución de Mayo.
A partir de allí, las guerras civiles serían el costo necesario que la nación debía pagar en su evolución
para conciliar la democracia orgánica, expresada por Buenos Aires, y el sentimiento propio de una
democracia inorgánica que impulsaba a las masas del interior liderada por los caudillos.
La imposición de esa historia supuso el desplazamiento de las historias provinciales a un lugar
subordinado respecto de aquella trama centrada en la experiencia de Buenos Aires. Esta historia
consensuada predominó en las instituciones académicas hasta por lo menos los años 60 del siglo XX, y en los
manuales escolares hasta fines de la década de 1980.
Más adelante, ya no se trataba de la amenaza que significaban las autonomías provinciales y los
caudillos, sino la que despertaba en las elites porteñas el proceso de la inmigración masiva. Tal amenaza va a
alentar una interpretación biologicista de la nacionalidad, presente en José María Ramos Mejía. En ese
momento, la historia comenzará a ser fruto de un uso destinado a transformar esa sociedad cosmopolita en
una comunidad homogeneizada por el sentimiento de pertenencia a una nación. Para esa tarea, la escuela,
las fiestas patrias y los monumentos serán los lugares para el despliegue por parte del Estado de una
memoria colectiva que se tornará aún más necesaria cuando, a comienzos del siglo XX, ya no sólo el
sentimiento nacional sino también la integridad del Estado y el orden social se percibían amenazados por la
conflictividad social.
La historiografía entre la "nueva escuela histórica" y el revisionismo argentino
Desde el Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras (hoy Instituto de
Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani") y la Junta de Historia y Numismática Americana (hoy Academia Nacional de la Historia), Emilio Ravignani y Ricardo Levene, respectivamente, encabezaron en la
Argentina las instituciones rectoras de los estudios históricos durante las décadas siguientes, junto a Luis María Torres, Diego L. Molinari y Rómulo Carbia.
Representaron en el país un esfuerzo similar al que desde el siglo XIX venían desarrollando los
historiadores en Europa y Estados Unidos. Creación de instituciones académicas destinadas a la formación e
investigación, edición de fuentes documentales con fondos públicos, organización de archivos, publicación
de revistas especializadas, participación en comisiones estatales vinculadas a la preservación de la memoria
histórica.
Elaboraron una historia predominantemente política. El propio Levene fue el impulsor de una
historia patriótica que se identificaba en sus fines con los del Estado. Coincidencia de objetivos que cristaliza
en la década de 1930 en la Historia de la Nación Argentina (1936), prologada por el presidente Agustín P.
Justo, y en la creación en 1938 de la Academia Nacional de la Historia que también tuvo a Justo como
presidente honorario.
Es contra esta historia, que acusarán de "falsificada", contra la cual reaccionó el revisionismo
histórico, cuyos integrantes navegaban entre la desilusión por el fracaso del proyecto nacionalista
autoritario de Uriburu y la condena al colonialismo tras la firma del tratado Roca-Runciman con Inglaterra,
como lo expresa el libro de Julio y Rodolfo Irazusta La Argentina y el imperialismo británico (1934). En 1938
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fundaron el Instituto de Investigaciones Históricas "Juan Manuel de Rosas". Bastante menos marginales respecto del campo cultural argentino de lo que pretendían, entre sus miembros contaron con intelectuales
nacionalistas de orientaciones tan diversas como Manuel Gálvez, Carlos Ibarguren, los hermanos Irazusta,
Alfredo Palacios y José María Rosa, entre otros.
Promovieron la revisión del pasado argentino en términos ético-políticos y excesivamente acotada al
período de Rosas. Alternaron esta operación destinada a ofrecer una versión alternativa del pasado nacional
con la condena permanente a la "historia oficial".
El revisionismo tendrá su mayor difusión en los años 60. En gran parte como resultado de la
apropiación de esa historia por el peronismo proscrito.
Si la confrontación entre la historia "oficial" y la "revisionista" era posible ello se debía a que ambas
estaban tramadas en un relato fundamentalmente político. También, en que ambas se concebían como
representativas del verdadero sentimiento nacional y patriótico. Finalmente, en que ambas eran igualmente
poco receptivas de la renovación que se estaba promoviendo en la historiografía de entreguerras.
La renovación historiográfica en la Argentina: la historia social
Hacia finales del gobierno peronista se configuró un grupo renovador en la Argentina en torno a la
revista Imago Mundi (1953-1955), dirigida por José Luis Romero, junto con, entre otros, Tulio Halperín Donghi, Roberto Cortés Conde, Ezequiel Gallo, promovían una relectura de la historia nacional desde una
perspectiva científica que se nutría en un diálogo con las ciencias sociales y el contacto con las corrientes más renovadoras de la historiografía internacional. Entre estas últimas se destacaban el estructural-
funcionalismo norteamericano -introducido en la Argentina por Gino Germani- y las posturas de Annales.
El problema central para estos historiadores era explicar el fenómeno peronista que se revelaba
después del 55 con una enorme capacidad para mantener la adhesión de la clase obrera e, incluso, para
ampliar su base política en los sectores medios, como sucedió durante los años sesenta. La clave para
explicar el peronismo la encontrarán en el conflicto nunca resuelto entre lo tradicional y lo moderno, tesis
desarrollada por Gino Germani. Estos problemas van a ser reformulados hacia fines de los años 60 y en la
década del 70, en un nuevo clima político e institucional, pero se mantuvo presente la necesidad de dar
respuestas a las condiciones de inestabilidad política y económica que sembraban de incertidumbres el
futuro del país. Por ello la historia política se renovó para poder explicar una crisis que encontraba en este
registro de la vida social una de sus razones centrales.
El golpe de 1966, que atacó directamente a las universidades, fue sólo un anticipo de lo que sucedería
más adelante: la intervención del gobierno de Isabel Perón con la misión Ivanissevich, las persecuciones de la
Triple A y la dictadura militar implantada en 1976. Algunos investigadores se asentaron en esos años en
universidades extranjeras y otros siguieron actuando en instituciones privadas. Recién a partir de 1983, el
proyecto renovador, ahora sobre nuevas bases, lograría fortalecerse en el campo académico. Mientras tanto, la historiografía tradicional anclada en los principios interpretativos y metodológicos
que habían estabilizado los historiadores de la Nueva Escuela Histórica a comienzos del siglo, gozó de una estabilidad que no fue prácticamente alterada por los cambios políticos.
En cuanto al revisionismo histórico, tendría en los años posperonistas su etapa de mayor expansión. En gran parte, ello se debe a la apropiación de la interpretación revisionista por parte de un peronismo, que
hallaba en el revisionismo rosista una explicación y un antecedente de su propia proscripción. En parte, también, porque el propio revisionismo se renovó, al menos en términos interpretativos, a través de una
vertiente de la denominada izquierda nacional representada, entre otros, por Jorge Abelardo Ramos. La clave de este nuevo revisionismo histórico era la recuperación de los caudillos provinciales como figuras
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alternativas no sólo de Mitre y del panteón liberal, sino también del propio Juan Manuel de Rosas, al que también identificaban como defensor de los intereses de la burguesía mercantil porteña.
En cuanto al marxismo, su influencia en la historia argentina va a tener dos caminos. Por una parte, el
proyecto político e intelectual encabezado por un grupo de jóvenes, como José Aricó o Juan Carlos Portantiero. Portantiero, junto a Miguel Murmis, utilizó las categorías del marxista italiano Antonio Gramsci
para definir la crisis del 30 como una crisis de hegemonía y para explicar el proceso de industrialización sustitutiva de esos años como el resultado de una alianza entre fracciones de la clase dominante: los
ganaderos invernadores orientados a la exportación y los industriales. Por otra parte, un marxismo más académico retomó los debates sobre la transición del feudalismo al
capitalismo y la noción de formación económico- social para superar el debate que habían protagonizado Rodolfo Puigross y André Gunder Frank respecto de la definición de América latina como una economía dual o
una plenamente capitalista.
Historia del tiempo presente y memoria
Las dimensiones colectivas de la nueva historia social encontraron en el tema de la memoria, un campo
frecuentado no sólo por historiadores sino por cientistas sociales; no se trata de un tema novedoso, aunque
sí lo es su tratamiento, particularmente desde la "fiebre memorialista" motivada inicialmente por el
bicentenario de la Revolución Francesa.
Una de las particularidades que hoy exhibe el tratamiento de la temática es el de la memoria reciente y
los usos del pasado en los sucesivos presentes. Desde hace dos décadas, la nueva historia política y la
cultural convergieron en un área en expansión gracias a una cantidad creciente de coloquios, jornadas,
publicaciones especializadas e instituciones: de esa convergencia surgió la historia del presente basada
generalmente en el criterio de "memoria viva" o sea la de los testigos vivos que refieren a procesos aún no
terminados.
El tema ha suscitado ardientes polémicas por sus implicancias ético-políticas, espistemológicas y
conceptuales-metodológicas, ya que se ponen en juego dimensiones que conectan la historia y la memoria, lo
vivido y lo recordado, lo observado y lo narrado. Historizar el presente es elaborar una historia vivida pero
también trabajar con la memoria. No se trata de una novedad absoluta; los historiadores orales ya se habían visto enfrentados a
problemas similares: la construcción de la memoria, la dialéctica entre recuerdos y olvidos, la producción,
trasmisión y conservación de la memoria individual y social, es decir, la construcción social de la memoria.
La historia presente encuentra entonces su particularidad en los emprendimientos institucionales orientados a preservar la memoria de hechos cercanos en el tiempo pero asumiendo el deber ético hacia el
futuro: la afirmación de valores relacionados con la democracia y la tolerancia.
La historiografía de izquierdas en Argentina. Temas y problemas
Serán periodistas, militantes o historiadores de otras corrientes los que impugnen la mirada
hegemónica, por ejemplo, los libros de Pablo Pozzi y Alejandro Schneider Los setentistas y la clase obrera,
1969-1976 y Por las sendas argentinas El PRT-ERP. La guerrilla marxista de Pablo Pozzi, plantean la
aspiración de explicitar relatos alternativos a los dominantes en la disciplina histórica.
En sus libros se proponen reconstruir las relaciones entre la izquierda y la clase obrera en los
setenta, recuperar aquellas historias olvidadas, y devolver a la historiografía la dimensión política que las
formas actuales de los medios académicos le habrían cercenado. Uno de las tesis principales gira alrededor
de la idea de la receptividad de una "cultura de izquierda" entre los trabajadores y la importante inserción
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de la izquierda en la clase obrera, confirmada por la gran cantidad de militantes de izquierda provenientes de las filas de los trabajadores. De este modo, buscan establecer una continuidad con las luchas del pasado.
En conclusión, aspiran a distanciarse de las "historias oficiales" de los partidos de izquierda y, a la vez,
comenzar con una mirada alternativa a la historiografía hegemónica.
Con respecto a las temáticas abordadas se destacan: violencia y política en la Argentina, el exilio político ,
organizaciones sociales y terrorismo de estado, mundo del trabajo, organizaciones sociales urbanas, tomas
de tierras y asentamientos, Historia del peronismo, cultura, política y transformaciones en los movimientos
sociales latinoamericanos. Insisten, en sus elecciones en revisar las versiones hegemónicas sobre, por
ejemplo, la teoría de los dos demonios, versión impuesta durante la "transición democrática" para la
explicación de una parte del pasado reciente.
No podemos dejar de mencionar la creación del CeDinCi en 1998 (Centro de Documentación e
Investigación de la Cultura de Izquierdas en la Argentina) con el objetivo de preservar el patrimonio cultural
de las izquierdas y las clases subalternas. El acervo inicial se constituyó en base a un importante archivo
reunido en forma personal por Horacio Tarcus a lo largo de veinte años, con el aporte de muchos donantes.
Historia de la historiografía argentina. Un esquema de interpretación contextualizado.
Segunda mitad siglo XIX Siglo XX '30 '60 '70 '76 83 '90
Proceso de organización y Golpe de Estado. Golpes de Golpe de Redemocratización. Democracia neoliberal consolidación del Estado Nacionalismo Estado. Estado argentino restaurador. Antiperonismo. "PRN"
Nacionalismo popular "Democracia custodiada"
´40 Escuela de los Annales Tiempo
Historiografía histórico: corta, media y europea larga duración, Historia
social, cultural, regional
Historia "oficial" Revisionismo histórico Historia social shadow Historia social (2) (1) university Historia y Memoria
Historiografía de izquierdas Legitimación en el pasado de Predominantemente Influencia de Conceptos estructurantes: multiperspectividad, dimensiones
la supremacía de la nación política Annales sociales, económicas, políticas, ideológicas. Conflicto sobre las provincias Historia patriótica que Relectura de la Formación, organización y consolidación del Estado
Pretende ser objetiva, identifica sus fines con los historia nacional argentino en el modelo liberal patriótica y científica del Estado desde una Democracia/ autoritarismo
Cambio con el impacto Analiza principalmente el perspectiva Ciudadanía crítica inmigratorio: homogeneizar período rosista. científica con el sentimiento de pertenencia a la nación a través de la escuela: fiestas patrias, monumentos, canciones, etc.
Método: lectura crítica de
Explicar elfenómeno peronista
violencia y política en la Argentina el exilio político terrorismo de estado mundo del trabajo, organizaciones sociales urbanas, tomas de tierras y asentamientos
documentos escritos B. Mitre E. Rvignani, R. Levene,
Historia del peronismo
Luis A Romero Represen-
tantes Vicente F. López
José María Rosa
Pablo Pozzi Alejandro Schneider Libros de texto responden a Reforma educativa Ley
Influyente en manuales escolares hasta fines de la década del '80 Debate entre estas dos líneas. Ambas se conciben como representantes del verdadero sentimiento nacional y patriótico. Fueron poco receptivas a la renovación historiográfica europea.
Federal de Educación (Historia social 2)
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EJE II: LA FORMACIÓN DEL ESTADO ARGENTINO (1810/1861)
UNA PERIODIZACIÓN PARA LA HISTORIA ARGENTINA
1810/1862 1862/1880 1880/1916 Formación del Estado argentino Organización del Estado argentino en Consolidación del Estado argentino
el Modelo liberal en el Modelo liberal
La construcción histórica de la ciudadanía
Participación en el contexto de Participación restringida De la participación restringida a la
la revolución y la guerra participación ampliada
La formación del Estado Argentino (1810/1861)
Después de 1810 surgieron diferentes ideas respecto de la forma en que debía organizarse el país. La
base de los problemas fueron dos conflictos, por un lado, de tipo político:
¿cómo organizar el nuevo orden de dominación política?, y por otro, de tipo económico: ¿cómo organizar los diferentes intereses económicos?
Para el primer conflicto, la discusión centraba en si nos convertiríamos en democracia liberal (Mariano
Moreno) o establecer una monarquía constitucional (Cornelio Saavedra), en ambas ideas influyeron los
principios de la Revolución Francesa. Para el segundo el gran tema era seguir la línea del proteccionismo económico, protegiendo de los
productos extranjeros las pequeñas industrias que estaban el Interior o seguir las reglas del librecambio, por las cuales se importarían productos manufacturados que entraran por el puerto pagando derechos de
aduana. Esta última opción generaba beneficios para Buenos Aires, que tenía el puerto y la aduana y no al Interior, ya que los productos que ingresaban competían en forma desigual con los que ellos elaboraban. Los
productos extranjeros, como ya vimos, habían comenzado a industrializarse por lo que eran de mejor calidad y en mayor cantidad, esto hacía que su precio fuera menor al que ofrecían los mismos productos locales.
Los años que siguieron a la Revolución de Mayo fueron de gran inestabilidad política. Desde la
instalación de la Primera Junta se sucedieron diferentes gobiernos: la Junta Grande (1810/1811), el Primer
Triunvirato (1811/1812), el Segundo Triunvirato (1812/1814), el Directorio (1814/1820). Se había iniciado el movimiento revolucionario. Se había nombrado un nuevo gobierno. Pero todo
eso había sucedido en Buenos Aires. ¿Quién podía asegurar que el resto del Virreinato iba a aceptar esa
nueva autoridad?
En cada ciudad del Interior había pequeños grupos que apoyaban con entusiasmo a los patriotas, y otros grupos, también pequeños, que defendían a los españoles. En cada punto del exVirreinato se decidió
con batallas si la zona aceptaría o rechazaría al nuevo gobierno. Después de la Revolución vino la guerra.
La guerra por la independencia, que tuvo consecuencias devastadoras, contribuyó a la inestabilidad política. Se estaba organizando un nuevo Estado y no pudo concretarse un consenso sobre la modalidad a
adoptar. En el Congreso de Tucumán que declaró la independencia en 1816, se debatió sobre la instalación deuna república democrática o una monarquía constitucional. Quienes ansiaban la creación de una
monarquía argumentaban que un sistema de este tipo lograría el rápido reconocimiento de la independencia por parte de las potencias europeas.
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Durante la segunda década revolucionaria las diferencias políticas unidas a los intereses económicos divergentes, provocaron frecuentes luchas entre los sectores en pugna. El conflicto de cómo dar un nuevo
orden de dominación política se centraba en una opción entre dos formas: la unitaria, que quería el
establecimiento de un Estado centralizado y dirigido desde Buenos Aires en el que los poderes locales
quedaban dependiendo del gobierno central o la federal, que pretendía que las provincias conservaran su
autonomía y se unieran en una confederación.
En 1820 fuerzas federales dirigidas por caudillos del Litoral rechazaron la Constitución dictada en
1819 por su carácter unitario y derrotaron en la batalla de Cepeda a las fuerzas enviadas por el Directorio.
Esta derrota provocó la renuncia del Directorio y la disolución de un gobierno central. Comenzó, entonces,
un período de gobiernos autónomos (Bs.As, Litoral e Interior) que se mantuvo hasta 1830.
A partir de 1820 la fragmentación política y la guerra caracterizaron esta época, que se denomina
época de "autonomías provinciales". En cada provincia, el sistema político se definió por el poder de los
caudillos, jefes militares que contaban con el apoyo popular y expresaban la aspiración de autonomía local
frente a otras provincias. Las provincias eran autónomas, tenían ejércitos propios, moneda e instituciones y
no había un poder nacional superior a ellas. Estaban unidas por pactos interprovinciales, el más importante,
el Pacto Federal de 1831, fue firmado por las provincias del Litoral con el objetivo de vencer a los unitarios al
que luego adhirieron el resto de las provincias.
En esta época tanto Buenos Aires, como el Litoral y el Interior tuvieron un crecimiento económico
desigual. Mientras Buenos Aires optó por el librecambio, dejando entrar productos extranjeros y cobrando
los derechos de aduana y haciendo una inversión en el crecimiento de la ganadería y la agricultura para
poder venderlas como materia prima a sus vendedores de productos industrializados, mayoritariamente
ingleses. El Interior comenzó a comerciar sus productos con Perú, Bolivia y Chile, lo que les permitió proteger
sus productos de la competencia extranjera y venderlos en el exterior sin conexión con Buenos Aires. En
tanto, el Litoral, que tenía la misma producción que Buenos Aires y pedía tener su propia aduana y puerto en
los ríos Paraná y Uruguay fue devastado por las guerras y la competencia de Buenos Aires que era el que
tenía el único puerto y aduana.
Juan Manuel de Rosas, ganadero y propietario de tierras de Buenos Aires, tuvo influencia y
predominio efectivo sobre los otros caudillos provinciales. Se convirtió en el jefe de los federales porteños y
logró derrotar a los unitarios, por lo que fue electo gobernador de la provincia de Buenos Aires con
facultades extraordinarias. La ausencia de autoridad nacional, sumada al predominio (político y económico) de Buenos Aires
sobre las demás provincias, llevó a los gobernadores a entregarle a Rosas la representación para que tratara con los países extranjeros en su nombre. De todos modos hasta ese momento Rosas debía compartir el
liderazgo con otros caudillos, por ejemplo con el riojano Facundo Quiroga, pero, éste murió víctima de un asesinato en 1835 y a partir de entonces Rosas se convirtió en el líder indiscutido del federalismo. Se le
otorgó la Suma del Poder Público.
Sin embargo la organización del Estado en una Constitución se demoró veinte años más, ¿por qué?
El triunfo de los federales no terminó con los conflictos económicos. La mayor oposición la tenía del Litoral
quienes exigían los derechos de comerciar libremente por los ríos Paraná y Uruguay y de disponer de los
ingresos de sus propias aduanas. Para resolver los conflictos políticos y frenar cualquier manifestación de los opositores el gobierno
recurrió a la violencia: encarcelamientos, atentados contra la propiedad, censura de la prensa y prohibición delibros. Frente a la imposibilidad de expresar libremente sus críticas al gobierno y ante las persecuciones que
sufrían, numerosos intelectuales debieron salir del país e instalarse en el extranjero (exilio). Un grupo de
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estos exiliados formaron lo que se conoce como "Generación del '37", eran partidarios de las ideas liberales: la división de poderes, la constitución y la defensa de los derechos civiles.
En 1850, un caudillo del Litoral Justo José de Urquiza, logró aglutinar a la oposición a Rosas, Le
declaró la guerra a Buenos Aires y derrotó a su ejército en la batalla de Caseros (1852).
La derrota de Rosas no destruyó el poder del grupo de los estancieros de Buenos Aires; los conflictos
entre distintos intereses continuaron, y entraron en una nueva etapa.
Luego de la caída de Rosas, Urquiza con el resto de las provincias se reunieron y firmaron un acuerdo
en San Nicolás (1851) que establecía que se llamaba a un Congreso Constituyente a reunirse al año siguiente.
Parecía que el camino a la organización del Estado estaba abierto Pero Buenos Aires, desaprobó lo actuadopor su representante y se separó del resto del país. En realidad, Buenos Aires se resistía a compartir con las
demás provincias los beneficios que obtenían por la administración del puerto y la aduana.
El 1º de mayo de 1853 el resto de las provincias sancionaron la Constitución que establecía el
sistema de gobierno republicano, representativo y federal y la división de poderes. Urquiza fue el primer
presidente constitucional y estableció como capital provisoria a Paraná, ante la negativa de Buenos Aires,
que se mantuvo separada por 10 años.
Los ejércitos de la Confederación dirigidos por Urquiza se enfrentaron a los de Buenos Aires en la batalla de Cepeda (1859), allí triunfó la Confederación y Buenos Aires se comprometió a aceptar la
Constitución e integrarse al resto de las provincias, promesa que después no cumplió. Entonces, volvieron a enfrentarse en la batalla de Pavón (1861) donde vencieron los porteños. Bartolomé Mitre, gobernador de
Buenos Aires, impuso las condiciones para la unificación definitiva del Estado. Ya no estaba en discusión la forma de gobierno y teníamos una Constitución reformada por Buenos Aires. La organización del Estado
argentino comenzaba
Formación del Estado argentino (1810/1861)
Característica de la
época
Conflictos
Acontecimientos
que permiten comprobar
la
característica de la
época
1810/1820 1820/1830 1830/1852 1852/1861
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El pensamiento ilustrado del Río de la Plata. Moreno y Belgrano. (1810/1820)
" estoy muy de acuerdo con V. que noscaeremos muertos sin acabar de devanar la madeja que el año 10
dejó a sus hijos para entretenimiento" (Carta de
Tomás Iriarte a J. M. Gutiérrez, 20/5/1860, en F.
Wasserman, 2004:44)
Adaptación Textos: Bandieri, S: La historiografía y los fundamentos ideológicos del movimiento
revolucionario en el Río de la Plata. Revista Pilquen • Sección Ciencias Sociales • Dossier Bicentenario • Año
XII • Nº 12, 2010; Oscar Terán, Historia de las ideas en la Argentina, Diez lecciones iniciales, 1810-1980,
Siglo XXI Editores Argentina, Buenos Aires, 2008,
La referencia para comprender los hechos político-culturales en el Virreinato del Río de la Plata
comienza en realidad con su creación en 1776, consecuencia de las reformas borbónicas durante el reinado de Carlos III a mediaos del S. XVIII llamados por Halperin Donghi : "proyecto de modernización defensiva" y
consistentes en la nacionalización de la economía interna y colonial, explotación de zonas desatendidas, liberación del comercio dentro del régimen colonial y nueva división territorial frente a la amenaza
extranjera, más que nada la inglesa.
La dimensión ideológica de la Revolución de Mayo de 1810, sus implicancias y sentido, así como la
circulación de ideas que sostuvieron el accionar de sus protagonistas ha sido uno de los elementos del
pasado nacional más discutidos por la historiografía argentina.
Es así como la supuesta predominancia de determinadas vertientes ideológicas en la base del
pensamiento revolucionario -ya fuera para la historiografía liberal o del nacionalismo católico para buena
parte de la escuela revisionista- dio lugar a diferentes versiones historiográficas surgidas en momentos
específicos del desarrollo histórico del país.
Últimamente parecen haber desaparecido las filiaciones ideológicas en el proceso revolucionario y
los acontecimientos de Mayo sólo son vistos como un reflejo casi automático de los sucesos que en forma
simultánea se estaban produciendo en España.
Esto no implica, por una parte, pensar que lo sucedido a la monarquía española luego de su caída en
manos francesas no haya tenido un efecto directo sobre los sucesos de Mayo, ni que éstos hayan
representado una ruptura absoluta con el pasado heredado de la metrópoli. Tampoco considerar que existió
un pensamiento revolucionario único, que de hecho no lo hubo. Pero resulta casi imposible ignorar, como parte de esa misma complejidad, la cantidad y variedad de
ideas que giraban en el mundo sobre fines del siglo XVIII y albores del XIX que sin duda impregnaron, de una u otra manera, el sentir y accionar de los actores de la revolución. Cambios importantes se habían producido en
Francia y en los EE.UU. como parte del triunfo de las ideas liberales, a la vez que el capitalismo avanzaba con pasos cada vez más firmes luego del desarrollo de la revolución industrial. La misma España estaba
envuelta en una ola de cambios como producto del reformismo ilustrado impuesto por los Borbones, a lo que se sumarían luego las ideas liberales sostenidas por los constituyentes de Cádiz.
Concretamente, consideramos que un cúmulo de ideas y distintos vocabularios políticos se dieron
cita en el pensamiento de los hombres de Mayo, provenientes tanto de la ilustración como de la tradición
hispánica, en sus distintas vertientes. La interpretación del proceso revolucionario ha resultado en algunos
casos empobrecida por una versión a veces acontecimiental y exageradamente "argentino-céntrica", es decir
sin referencias contextuales al conjunto latinoamericano. No retomaremos aquí las reconocidas influencias de
las reformas borbónicas de finales del siglo XVIII en el territorio rioplatense, ni las visibles consecuencias
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de las invasiones inglesas de 1806 y 1807 que derivaron en un significativo proceso de militarización y en un sustancial rol de la opinión pública en la destitución del Virrey Sobremonte.
Tradición y modernidad no pudieron estar ausentes en la instancia revolucionaria, aun cuando sus
actores no lo explicitaran con total claridad. Un absoluto fidelismo real vemos por ejemplo en la actuación de los funcionarios de la Real Audiencia de Buenos Aires, que desde las invasiones inglesas venían
planteando su firme lealtad a la corona y a la constitución del reino. Una vez instalada la Junta Gubernativa en Buenos Aires, comenzaron los inevitables choques con la Audiencia que siguió defendiendo el poder
monárquico en abierta alusión a los peligros de una posible independencia, hasta que finalmente las nuevas autoridades tomaron la decisión de expulsar a sus miembros del territorio rioplatense con rumbo a Canarias
el 22 de junio de 1810 (López Díaz, 2009:14)
De acuerdo a lo que sostiene Seghesso de López, tomamos como ejemplo la experiencia testimonial
de Monteagudo, quien refiriéndose específicamente a los sucesos de Chuquisaca memoraba que desde 1809
su participación había estado consagrada a la "revolución" y, aunque calificaba a ese movimiento de
"rebelión", explicaba que "entonces no tenía otro nombre, porque el buen éxito es el que cambia las
denominaciones".
Es decir, tales acontecimientos, -especialmente los ocurridos en La Paz- habrían dejado las huellas de un proyecto revolucionario inacabado que estaba lejos de ser ignorado por España. En este sentido, la
autora antes mencionada desarrolla en profundidad el papel que jugaron en esa región virreinal la Real Universidad de San Francisco Xavier y la Academia Carolina. De estos centros académicos egresaron figuras
como Monteagudo, Moreno, Paso, Castelli y Gorriti, entre otros. Allí se combinaba en la formación de los juristas un particular eclecticismo que incluía el pensamiento escolástico reformado, heredado de los
jesuitas, y las nuevas corrientes ilustradas provenientes de la España borbónica, a la vez que se leían clandestinamente las obras de Rousseau, Mably y Montesquieu, entre otros.
Es por otra parte conocido que Mariano Moreno realizó en 1810 la primera traducción del Contrato
Social de Rousseau, aunque eliminando el capítulo referido a la religión por cuanto consideraba que las
creencias católicas eran parte constitutiva del sentir popular, sobre todo en el interior del territorio
rioplatense.
Por otra parte, hay autores que rescatan especialmente la influencia de la escolástica tardía, a través de Francisco Suárez, al pensamiento americano. Según estas doctrinas, la autoridad civil recaía
directamente en el pueblo, quien la delegaba al soberano. De esta forma se negaba el origen divino de la autoridad real. Muchos autores que esto sostienen en la actualidad, con posiciones muchas veces
excluyentes, niegan cualquier influencia en los movimientos independentistas de las ideas rousseauniana del pacto social. En síntesis, las revoluciones hispanoamericanas tendrían un profundo sentido español,
influenciado por teólogos y juristas de la península y no por "ideologías extranjeras" (Gómez Rivas y Soto, 2005:121-22)
En una interpretación seguramente más ajustada a la realidad dice Xavier Guerra que, en el
imaginario político de la época se vuelve más visible una visión pactista de la monarquía heredada de los
tiempos de los Austrias, cuando lo dominios americanos no eran colonias sino reinos iguales en derecho a
los españoles. Es en este mismo sentido que, para este autor, el movimiento de Mayo no tendría carácter
anticolonial sino que habría sido producto de una revolución con fuerte componente atlántico, que sería a la
vez española y americana (Guerra, 2003:91-92) Esta interpretación, de hecho bastante aceptada por la
historiografía americana más reciente, quita sin embargo originalidad a los procesos locales.
En síntesis entonces, no pueden desconocerse ideas rupturistas presentes en España y América al
menos desde 1808. Sin exagerar su inserción real en la sociedad rioplatense, como de hecho hacen los
historiadores masones que sostienen que todos los integrantes de la Primera Junta, con la sola excepción de
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Azcuénaga, eran miembros de distintas logias secretas (Silvestre y Rodríguez Rossi, 2010:14), tema de dudosa verificación, no debe sin embargo negarse que el asociacionismo secreto fue una opción válida para
la militancia política de las élites criollas en contra del Antiguo Régimen. Algunos protagonistas de la
revolución mencionan asimismo las reuniones secretas que se realizaban en casa de Vieytes y Nicolás
Rodríguez Peña con la idea de formar un gobierno independiente de la metrópoli española (Tomás Guido [1855] en Fradkin y Gelman, 2010:118)
Ni una visión de continuidad absoluta, ni una de ruptura definitiva pueden considerarse entonces
como determinantes de los hechos acaecidos el 25 de mayo de 1810 en el Río de la Plata.
En el marco de una compleja realidad política, se dieron cita un conjunto de ideas que no expresan un único "pensamiento de Mayo", como bien dice Goldman, sino una combinación de concepciones
derivadas de la antigua tradición hispana, de las teorías del derecho natural y de la ilustración liberal moderna, donde predominaban las ideas pactistas "según las cuales era necesario el consentimiento de los
integrantes de una sociedad, ya sean súbditos, individuos o pueblos, para fundar una autoridad política" (Goldman, 2009:7) Esta distinción es importante por cuanto tampoco era una sola la idea de soberanía. Si
bien se aceptaba, ante la acefalía real, el principio compartido de la retroversión de la soberanía a la comunidad, dos tendencias se expresaron claramente en la escena política rioplatense: la que sostenía,
sobre bases republicanas, la existencia de una soberanía única del "pueblo" de la Nación, como pretendía Mariano Moreno, en tanto Secretario de la Junta, frente a aquella otra que propugnaba la existencia de
tantas soberanías como "pueblos" -ciudades, luego provincias- hubiese en el territorio, tal y como proponía
Cornelio Saavedra, su Presidente (Goldman, 2009:11)
No caben dudas de que la idea revolucionaria, presente sin duda en una minoría ilustrada,
representada por Moreno, Castelli y Monteagudo, entre otros, va a ir adquiriendo forma en el decurso de los
acontecimientos, a medida que evolucionen los sucesos que se producen en España y en el propio territorio
rioplatense, para definirse más acabadamente por la independencia con el accionar de la Sociedad Patriótica y
la Logia Lautaro en el año 1812 y derivar en una definitiva ruptura con España en 1816.
El proceso revolucionario fue justamente eso, un proceso, con un antes y un después, y no debe ser
considerado como un mero acontecimiento histórico cuya explicación comienza y termina con él. Rescatamos entonces la vigencia simultánea de tradiciones filosóficas muy diferentes, tal y como
hemos visto, lo cual deriva en la presencia de diversos lenguajes políticos (Goldman 2000:34) que tanto apuntan a la versión republicana en clave francesa, vista en la época como peligrosa por muchos criollos
moderados, como a la más aceptada, al menos en el comienzo, monarquía atemperada. En síntesis, entonces, el movimiento revolucionario puede interpretarse como el resultado de una serie de teorías
circulantes que dan muestra de la complejidad interna y externa del proceso, pero nunca como una "revolución sin teoría".
Las ideas de la Ilustración y del libre comercio
¿Cómo llegaron las ideas de la Ilustración y el libre comercio al Río de la Plata, a pesar de la censura y la persecución realizada por la Inquisición y las autoridades coloniales?
Oscar Terán señala que "en los sesenta años transcurridos entre 1747 y 1807, la Inquisición en
España condenó unas seiscientas obras, entre las cuales figuraban El espíritu de las leyes, de Montesquieu,
las obras completas de Voltaire y Rousseau, La riqueza de las naciones, de Adam Smith y El ensayo sobre el
entendimiento humano, de Locke, entre otros." Además, muestra que a través de la investigación de
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archivos, había en las bibliotecas privadas de Buenos Aires obras de autores de la Ilustración, a pesar de las prohibiciones existentes, tanto de la inquisición como de las autoridades coloniales.
Uno de los introductores de estos libros prohibidos fue Manuel Belgrano. Mientras estudiaba en
España, se conectó con el pensamiento más avanzado de su época. En una carta a su madre, fechada en Madrid el 11 de agosto de 1790 le manifiesta: "para leer un libro, como siempre pienso sacar alguna
sustancia y no quiero perder el tiempo en sandeces, pregunto a los hombres sabios que conozco para que me den su sentir y así no creo tener ninguna máxima libertina, sino muy fundadas en la razón," y poco más
adelante nos aclara que está leyendo el Espíritu de las leyes, del "inmortal Montesquieu". También Belgrano obtuvo el raro permiso del Papa Pío VI para poder leer y tener libros prohibidos por la Inquisición, Es posible
que Belgrano haya compartido estos libros con otros patriotas antes de la Revolución de Mayo.
También existen otras indicaciones del conocimiento de las ideas de la Ilustración por las referencias
que hicieron en sus escritos los protagonistas en años anteriores a la Independencia. Por ejemplo, en la
famosa Representación de los Hacendados, escrita por Mariano Moreno con fecha 30 de septiembre de
1809, donde hace una defensa del comercio libre, apelando a "los primeros principios de la economía de los
estados", la economía política, "que escribieron con conocimiento del origen y progresos de los estados
políticos".
Se puede concluir entonces, que en los años 1808 y 1809 se conocían en Buenos Aires las obras de la
Ilustración, las filosóficas como las políticas y su contenido era leído por los patriotas, tanto en las versiones
originales como en los comentarios y traducciones al castellano.
Ideario de la generación del '37 y su influencia en la Constitución de 1853 Adaptación textos: Pérez Guilhou; D: Pensamiento político y proyectos constitucionales. En Tau Anzoátegui, V y otros. Nueva
Historia de la Nación Argentina. Academia Nacional de la Historia, Tomo V, Planeta, 2000.; Luchillo, L y otros: : Historia
Argentina.. Santillana., Bs.As., 1995.; Vázquez de Fernández, S.: El mundo, América Latina, la Argentina. Kapelutz. Bs.As., 1998.
El proyecto de modernización del país estaba basado en el aporte de población y capitales extranjeros
que se pondrían a trabajar las abundantes tierras fértiles y permitirían la transformación de la sociedad argentina. Esto posibilitaría el triunfo de la "civilización" sobre la "barbarie".
Alberdi, representante de la Generación del '37 (Bases..) expresa las ideas de su época: influenciados
por el romanticismo cambian a un pensamiento conservador con notas nacionalistas, que reconoce el
pasado, arraiga en la realidad y mira con optimismo el porvenir. Otros representantes de la Generación del
'37: fueron Sarmiento, José María Gutiérrez, Fidel López, Mitre, etc.
La difusión de los principios liberales estuvo relacionada con la Generación del '37. Este grupo desarrolló actividades culturales, se reunían en el Salón Literario donde se discutía de política, educación y
literatura- También editaban una revista que contenía fuertes críticas al régimen rosista. A partir de 1838, cuando Rosas endureció sus relaciones con la oposición, la mayoría de ellos emigraron.
Desde el exilio se comprometieron en la organización de un frente con el objetivo de derrocar a Rosas. Algunos aprovecharon para conocer de cerca las sociedades que consideraban debían ser los "modelos" a
imitar después de haber derrocado a Rosas. Los "proyectos de país", inspirados en la experiencia europea y norteamericana, presentaban la idea
de "progreso" como la condición para la existencia misma de la sociedad. La polémica más importante fue las que sostuvieron Alberdi y Sarmiento. Alberdi fundamentó la necesidad de un cierto tipo de
"autoritarismo político (la élite letrada debe ser la élite política) como garantía de progreso; Sarmiento
sostuvo que el requisito del "progreso económico" era el "progreso sociocultural" ("educar al soberano")
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Ideas que aparecen en la Constitución de 1853: garantías de seguridad, libertad y progreso; poder Ejecutivo fuerte pero controlado por la ley;
régimen político federal como balance del largo y cruento proceso desde 1810;
garantía de autonomía a las provincias que, de todos modos, subordina al orden nacional superior.
El proyecto nacional de la Constitución de 1853
La Constitución fue la concreción del proyecto político de la Generación del '37. Se ajustó a las
premisas del pensamiento liberal al reconocer y garantizar los derechos individuales, al dividir el poder en
tres órganos, y al dictar la Constitución. Pero, estas categorías del pensamiento liberal se mezclan con ideas conservadoras:
Consagró un régimen unitario federal con características centralizadoras más fuertes que las
federales, Se reconoció la autonomía de las provincias pero se las obligó a sujetarse a la constitución
nacional que tenía como resortes de poder el estado de sitio y las intervenciones federales.
Se aceptaron tres poderes pero se estableció un Ejecutivo, que si bien estaba sujeto a la ley, ejercía la
jefatura de Estado, administración, ejército, capital federal y gobierno, demostrando así un carácter
conservador. Se reconocieron los derechos y garantías pero se ampliaron generosamente a todos los
habitantes para tentar a los inmigrantes.
En el artículo 64, inciso 16 se da atribución al Congreso para "promover la industria, la inmigración, la
construcción de ferrocarriles y canales navegables, la colonización de tierras de propiedad nacional". Esta
era la síntesis de lo ansiado por la clase dirigente argentina. Así a las garantías individuales se sumaba esta
"garantía de progreso". Había que vencer el desierto, el analfabetismo y la pobreza, el gobierno asumía la
cuota de responsabilidad que le cabía.
La Constitución de 1853 es la que, con sucesivas reformas, rige en la actualidad. Elaborada bajo la
influencia del pensamiento liberal, se apoyó en la propuesta de Alberdi y en la Constitución federal de
Filadelfia, al adoptar la forma representativa, republicana y federal. Sin embargo, la adopción del modelo
constitucional estadounidense, es decir, declaración de derechos, presidencialismo, separación de poderes,
ejercicio directo e indirecto de la soberanía del pueblo, control judicial; NO DEBE OCULTAR UNA
INCLINACIÓN MAS FUERTE HACIA EL PREDOMINO DEL PODER EJECUTIVO atemperado por la NO-
REELECCIÓN del presidente a lo que se sumó EL DESEQUILIBRIO REGIONAL ENTRE BUENOS AIRES Y EL
INTERIOR:
Una autoridad presidencial y un Poder Ejecutivo con plena capacidad para ejercer en
todo el territorio el monopolio de la coacción física y de los recursos fiscales.
Para lo primero Alberdi recomendaba el estado de sitio y la intervención federal. Para lo segundo, era
necesario que el gobierno federal controlase los recursos de aduana de la provincia de Buenos Aires. Esto es la
intención conservadora de Alberdi. El aspecto innovador era el afán de transformar la población criolla
"trayendo de Europa los elementos vivos de la civilización industrial. El transplante de culturas era tan
necesario para el porvenir del país como los derechos civiles garantizados por la constitución. Según Alberdi:
las instituciones políticas serían conservadoras y la sociedad civil innovadora. Esta era la única "República
posible" para el país.
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EJE III: LA ORGANIZACIÓN Y CONSOLIDACIÓN DEL ESTADO ARGENTINO (1861/1880-1916)
La organización del Estado argentino en el modelo liberal (1862/1880)
En el período 1862-1880, a la vez que se consolidaba y centralizaba la autoridad del Estado nacional, se
fundaron las bases para que la Argentina fuera funcional al esquema de la división internacional del trabajo
como productor y proveedor de materias primas.
Para que la Argentina se encontrara al nivel que requería esta organización del capitalismo mundial, fundamentada en el pensamiento liberal, se tuvieron que generar algunas condiciones. Unificado el país se
tomaron decisiones para la modernización en el campo económico, la educación, la defensa y la política. Bartolomé Mitre, Domingo F. Sarmiento y Nicolás Avellaneda presidieron la república durante esos años, ellos
concentraron sus esfuerzos en reforzar el poder del gobierno central, a través de la creación de instituciones y leyes. Esta centralización del poder se concretó a través de un conjunto de decisiones adoptadas desde el
gobierno que permitieron coordinar las acciones en todo el territorio, las más importantes fueron:
En lo político:
Dictado de códigos y leyes: para regular las relaciones entre los habitantes y las actividades
económicas (Código Civil, Comercial, Penal) La organización del Poder Judicial: una de las primeras leyes sancionadas por el Congreso fue la que
organizó el Poder Judicial y los tribunales inferiores en las provincias a partir de 1863. Así comenzó a
funcionar tanto la Corte Suprema de Justicia como la organización y el procedimiento de los tribunales
nacionales. La Corte estableció su competencia e inició una jurisprudencia de alta calidad jurídica. La codificación: el ordenamiento jurídico fue imprescindible para lograr que las relaciones económicas
fueran previsibles y seguras y para establecer los límites entre lo público y lo privado. Así en 1862 se sancionó el Código de Comercio y en 1869 el Código Civil, entre otros.
La organización del sistema fiscal y monetario: ya que en las provincias circulaban distintas monedas se tendió a unificar un medio de circulante uniforme, que recién se logró en 1881. Sin embargo, a la
nacionalización de las rentas de la aduana y la eliminación de las aduanas interiores se sumó la centralización de la recaudación impositiva, para la cual se creó la Dirección General de Rentas. Además se
creó el Banco Nacional para estimular el crédito.
Educación: en este contexto el Estado nacional redefinió sus roles frente a las administraciones
provinciales, fortaleció así sus estructuras burocráticas e hizo idóneos a sus integrantes. En este sentido
fortaleció a las universidades y se crearon los colegios nacionales y las escuelas normales, con el objetivo
de obtener recursos humanos formados para las nacientes instituciones nacionales
Creación de una fuerza militar única: que tuviera el monopolio de la violencia, con autoridad sobre
todo el territorio.
En lo económico:
puesta en marcha del Modelo Agroexportador.: En los países industrializados existía una crisis de
superproducción por lo que buscaban nuevos mercados, esto definió una nueva División Internacional del Trabajo, por lo que el nuevo Estado argentino decidió insertarse en el mercado mundial como exportador
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de materias primas e importador de productos manufacturados. La economía argentina comenzó a organizarse como complemento de las economías industriales europeas, particularmente, la inglesa. Para ello debían resolverse tres problemas:
1. Incorporar nuevas tierras a la producción de cereales y ganado.
2. Mejorar el transporte y las comunicaciones 3.
Conseguir mayor cantidad de mano de obra
1. Incorporación de nuevas tierras para la producción: Existían grandes extensiones de tierra
improductiva, junto con otras pertenecientes a los indígenas. El gobierno y los principales propietarios de tierras coincidían en la necesidad de acabar con los ataques indígenas a las
propiedades e incorporar sus territorios a la producción agrícola y ganadera. Con este objetivo durante la presidencia de Avellaneda se organizó una expedición a los que se denominaba el
"desierto". En 1877 el general Julio A. Roca propuso expulsar a los indígenas al sur del Río Negro. La campaña militar culminó con la victoria de las fuerzas estatales. Cuando terminó 14.000 indígenas
habían sido sometidos y sus tierras incorporadas al territorio controlado por el gobierno nacional. La mayoría de las tierras fueron entregadas a estancieros de buenos Aires creándose latifundios
(muchas extensiones de tierra en manos de pocos propietarios). En 1875 se logró la efectiva ocupación del Chaco. Luego de la Campaña del Desierto de Roca y con la firma del Tratado de
Límites con Chile en 1881, durante la presidencia de Roca, se afirmó la soberanía argentina en la Patagonia. De este modo se consolidó la gran propiedad rural: desde 1860 se profundizó la
expansión de la ganadería y los dueños de las tierras decidieron mantener sus propiedades. A través del sistema de arriendos y aparcería los grandes hacendados pudieron contar con parcelas
sembradas para alimentar el ganado y se ahorraron el gasto de contratar trabajadores. Los
arrendatarios alquilaban terrenos a los grandes hacendados para hacer trabajar la tierra.
Los aparceros firmaban un contrato por el cual el propietario cedía la explotación de parcelas a cambio del reparto proporcional de los beneficios obtenidos. A partir de 1870 aumentó el valor
potencial de la tierra como resultado de los cambios en la organización de la producción rural, el aumento de la oferta de la mano de obra nacional y extranjera, el crecimiento del mercado interno,
la expansión de los transportes y las perspectivas favorables para la exportación de cereales. Esto consolidaba el poder económico de los terratenientes y el latifundio se transformó en la unidad de
producción del campo argentino.
"La conquista del orden implicaba también asegurar la frontera indígena. Con ese motivo se organizó durante
la presidencia de Avellaneda la denominada Conquista del Desierto. El objetivo era recuperar la frontera del Río
Negro para asegurar las producciones pampeanas e incorporar a la producción enormes extensiones de tierras.
El ministro de guerra Adolfo Alsina propuso, en 1875, un plan de acción que consistía en avanzar la línea de la
frontera sur ocupando lugares estratégicos y levantando poblaciones. El avance debía realizarse por líneas
sucesivas, que se comunicarían con Buenos Aires por telégrafo, y los fortines se enlazarían entre sí con un zanjón que
tenía por objetivo impedir el paso de los indios.
Julio A. Roca, como comandante de la frontera, era en cambio partidario de una política más ofensiva. Desde
julio de 1878 realizó una verdadera "razzia" militar que dejó como saldo caciques apresados, miles de indígenas
muertos y otros tantos prisioneros. En 1879 inició una segunda campaña y para el mes de junio
había ocupado la línea del Río Negro. El problema del indígena se eliminaba con su derrota"
Lobato, Mirta y Suriano, Juan (2000), Atlas histórico. Nueva historia
argentina. Bs. As., Sudamericana Editorial.
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2. Mejora del transporte y las comunicaciones: Para desarrollar la economía agroexportadora se necesitaba inversión de capitales
que fueron obtenidos, principalmente, mediante el pedido del
gobierno de préstamos en el exterior. Esos préstamos fueron
utilizados para la construcción de puertos y caminos, la
instalación de agua corriente, la ampliación de la red de
telégrafos y, principalmente, para la extensión del ferrocarril. Las
transformaciones de estos años se realizaban con el aporte de
capitales nacionales, privados y estatales, y extranjeros.
Las inversiones de capitales nacionales privados se destinaban al
sector primario, con el objeto de responder a las demandas del
mercado internacional y del creciente mercado interno. Se
invertía en alambrados, aguadas, mejoramiento de razas de
ganado, mejoramiento de saladeros y construcción de molinos.
Además el Estado cumplía otra función muy importante en la
construcción de las bases del orden capitalista: se hizo cargo de
aquellas obras de infraestructura que por su envergadura o
escasa rentabilidad inicial los capitales privados no estaban
dispuestos a asumir. Así el Estado fue el intermediario que
Red ferroviaria en 1870 y en 1914. 1
favoreció las
inversiones de
capitales extranjeros
a través de
préstamos
contratados por el
Gobierno. Las
inversiones de
capitales
extranjeros llegaron
en forma directa o a
través de los
préstamos al
Gobierno nacional o
a los Gobiernos
provinciales.
3. Mano de obra: El incremento de la
producción de materias primas
requería de mayor número de
trabajadores. Frente a la escasez de
población en las zonas rurales se
buscó desde el gobierno atraer a
gran cantidad de inmigrantes para el
trabajo agrícola. Así, entre 1870 y 1914 aproximadamente 6 millones de extranjeros llegaron al país.
La adopción por parte del Estado argentino del proyecto liberal llevó a los gobernantes de la época a buscar mano de
obra que sirviera a las necesidades del modelo agroexportador impuesto por las reglas capitalistas. Ya que desde mediados de
siglo comenzó a crecer la actividad agropecuaria y se presentó elproblema de la falta de oferta de trabajo capaz de satisfacer las
demandas de una economía en expansión. Para resolver este problema se impulsaron políticas que favorecieran la
inmigración de habitantes europeos. Dentro de estas políticasse destacó la Ley de inmigración sancionada en 1876, durante
la presidencia de Avellaneda, que sienta las bases legales de una política inmigratoria oficial.
La expectativa mayor de los inmigrantes era llegar a ser propietarios de su propia tierra, por lo cual se dedicaban a las
actividades agrícolas. Una alternativa era radicarse en las colonias agrícolas de Santa Fe y Entre Ríos, a partir de las cuales se
impulsó el cultivo de cereales y llegaron a abastecer el mercado interno en 1874. Otros firmaban un contrato de arrendatarios
o de aparceros en los grandes latifundios, en muchos casos solamente como jornaleros. Realmente eran pocos los que
accedían a la propiedad de la tierra. Cuando las expectativas no se cumplían en el campo el inmigrante probaba suerte en las
ciudades, como Buenos Aires o Rosario, donde las posibilidades de conseguir trabajo eran mayores. Los inmigrantes colaboraban
en el proceso de urbanización al trabajar como obreros en la construcción de puertos y edificios, en el tendido de líneas
férreas o como operarios en los talleres o fábricas.
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 21
Así el aumento de la población urbana hizo que se tomaran medidas respecto de servicios como el trazado de calles, el alumbrado público y el agua corriente, al tiempo que aparecieron comercios, servicios bancarios,
hospitales y escuelas. De esta forma a fines del siglo XX ciudades como Buenos Aires o Rosario se ampliaron,
modernizaron y urbanizaron, modificando su tamaño y fisonomía.
Desde fines del siglo XIX, junto con la llegada de los inmigrantes, en la ciudad crecía una masa de tra-
bajadores. Este grupo estaba compuesto por los que trabajaban en los antiguos talleres manufactureros de
las ramas de la vestimenta y la alimentación -como sombrereros, zapateros, sastres, costureros, panaderos,
entre otros- y en los gremios de la construcción, como carpinteros y albañiles y también por los trabajadores
de las nuevas actividades económicas y de las industrias relacionadas con la expansión de las exportaciones
agropecuarias, como los changadores y estibadores portuarios, los ferroviarios, los obreros de los frigoríficas.
Todos ellos constituían una incipiente clase obrera argentina.
"¿Por qué venían? Familias con muchos hijos, tierra escasa y rendimiento parco, campesinos expulsados, ciudades
hacinadas y profesiones en crisis [] estaban en la base de un movimiento general de la sociedad europea que empujaba a grandes masas fuera del continente [] Pero además de la expulsión, había atracción: la esperanza del empleo, del buen sueldo, del ascenso. Los alentaban noticias bastante concretas. En
Buenos Aires -y lo mismo se decía de Nueva York, California y Australia- hay empleo abundante y los salarios eran altos. A
veces eran rumores consistentes, noticias de un amigo o un pariente. Otros, eran los propios interesados en promover
la emigración quienes los divulgaban y, encima, daban facilidades para viajar [] El que emigraba hacía una apuesta fuerte. Si la posibilidad tentaba a muchos, sólo algunos se decidían: quizá los que tenían menos raíces, o
menos que perder, o los que se sentían menos atrapados por la tradición y las costumbres, o los más ambiciosos".
Sábato H. y Romero L.A. (1992), "Sólo los que se animaban" citado por:
PAURA, Vilma. Historia polimodal. De las guerras civiles a la consolidación
del Estado nacional argentino, Bs. As., Longseller, 2003
TANOS, GALLEGOS
La mayor parte de los europeos arribados ~ la Argentina fueron italianos y españoles. Los primeros contingentes de italianos
provenían de las zonas agrícolas del Piamonte, Lombardía y el Friul; luego llegaron campesinos de las tierras del sur -como Sicilia, Calabria
y Nápoles-. La denominación de tanos para todos ellos se refería originalmente sólo a los napolitanos. A partir de 1905, la mayoría de los
inmigrantes que llegaron fueron españoles. Muchos de ellos eran originarios de Galicia, por lo que se impuso el nombre de gallegos
para designar a todos los nuevos habitantes llegados de España. También arribaron franceses, ingleses, alemanes, suizos, sirios y
judíos -muchos de ellos provenían de Rusia, por lo que se comenzó a llamar rusos a todos los judíos,
aunque fueran oriundos de Polonia o de Alemania-. Se establecieron también colonias de galeses en la provincia de Chubut.
Como consecuencia de las medidas políticas tomadas, a partir de la década del 60, entonces, en el área pampeana y litoral se consolidó la explotación ganadera. De esta forma la Argentina se insertó en el
esquema de la división internacional del trabajo.
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Los primeros productos que se exportaron fueron los derivados de los vacunos, en particular cueros y carne salada. Durante la década del 60 se produjo un auge de la producción ovino-lanera. A partir de la
década del 70 se intentó un mejor aprovechamiento de la carne de los animales, lo que se logró hacia 1878
con la utilización del enfriado de la carne con los frigoríficos. Así la Región Pampeana fue la que más creció,
mientras las economías regionales se insertaron en este esquema a través de la producción de
monocultivos: el azúcar en Tucumán, el vino en Cuyo, el algodón en el Chaco y la yerba mate en Corrientes y
Misiones.
La "República posible". La legitimidad desde el programa de "orden y progreso"
Textos adaptados: Pérez Guilhou; D: Pensamiento político y proyectos constitucionales. En Tau Anzoátegui, V y otros.
Nueva Historia de la Nación Argentina. Academia Nacional de la Historia, Tomo V, Planeta, 2000.; Luchillo, L y otros:
Historia Argentina.. Santillana., Bs.As., 1995.; AlonsoVázquez de Fernández, S.: El mundo, América Latina, la Argentina.
Kapelutz. Bs.As., 1998.
Al mismo tiempo, se estableció un régimen político que restringía la participación de la sociedad, el
control del gobierno lo tenía una elite política representante de los intereses de los grupos de mayor poder
económico y social. Se conformó así una Democracia restringida manejada por la elite tradicional: se diseñó
un régimen de gobierno que confiaba la capacidad de decisión al poder político central, le otorgaba el
ejercicio del gobierno a una minoría privilegiada (elite), limitaba la participación política al resto de la
población, ya que el voto era censitario, y aseguraba a todos los habitantes, sin distinción de nacionalidad, el
máximo de garantías de sus derechos civiles.
Para los gobiernos que se sucedieron a partir de 1862 imponer el "orden" significaba regularizar el
funcionamiento de la sociedad, hacer previsibles las transacciones y regular los comportamientos
individuales. Además era la premisa elemental para la integración de la economía argentina en el mercado
internacional. Por eso, entre 1862 y 1880, en la sociedad argentina la cuestión del "progreso" surgió como
contracara de la cuestión del "orden": orden y progreso; pero primero el orden y luego progreso.
Relacionado con las cuestiones del "orden" y el "progreso" y sobre los caminos mejores para
alcanzarlos, se desarrolló otra polémica: la cuestión de la "civilización" frente a la "barbarie". Para losgrupos dirigentes el objetivo más importante del gobierno debía ser imponer aceleradamente los principios
liberales que consideraban sinónimo de "civilización". Para cumplir este objetivo creían necesario incorporar grandes cantidades de población europea, porque consideraban que la población nativa, de tradiciones
hispánicas y católicas, era "antiliberal".
Para afianzar la "civilización" era necesario exterminar la "barbarie". Consideraban que los indígenas,
como los gauchos vivían en un estado de barbarie porque eran incultos incapaces de apreciar las ventajas de una vida basada en principios liberales. Por esto la élite concibió la democracia como un régimen político
fundamentado en la "razón" y no en la decisión de "las masas". Sólo la minoría ilustrada estaba en condiciones de ejercer el gobierno de acuerdo con los principios liberales y garantizar la democracia.
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Un esquema de interpretación 1862/1880
"Democracia restringida"
Dependencia Modelo económica
agroexportador Expansión interna
desequilibrada
Participación social restringida Garantía de derechos civiles
"Campaña al Leyes y Educación Ejército Desierto" Inversión Ferrocarriles Inmigración
codificación (Ley 1420) Nacional (latifundios) extranjera y telégrafos (mano de Registro civil obra)
SECULARIZACION
Organización de la República en el modelo liberal
Desde lo político Desde lo económico-social Desde lo ideológico
Puesta en marcha de la Constitución de Incorporación al mercado mundial como Organizar un país
"moderno"
1853/60 país agroexportador
La consolidación del Estado argentino en el modelo liberal: el Estado Oligárquico (1880/1916)
Algunos conceptos para explicar la Historia:
"¿CLASE SOCIAL O CATEGORÍA POLÍTICA? UNA PROPUESTA PARA CONCEPTUALIZAR EL TÉRMINO OLIGARQUÍA EN AMÉRICA LATINA" Texto adaptado de Waldo Ansaldi1
1 Versión revisada de "Frívola y casquivana, guante de hierro en mano de seda. Una propuesta para conceptualizar el término en oligarquía en América Latina", publicado en las revistas Socialismo y Participación, N1 56, Lima, diciembre de 1991, pp. 15-20, Cuadernos del Claeh, Año 17, No 61, Montevideo, 1992/1, pp. 43-48, y en el libro Patricia Funes, compiladora) América Latina: Planteos, Problemas, Preguntas, Manuel Suárez Editor, Buenos Aires, 1992, pp. 13-20.
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Elementos para una conceptualización diferente oligarquía no es una clase social;() oligarquía es una categoría política que designa una forma de ejercicio de la dominación, caracterizada
por su concentración y () por la exclusión de la mayoría de la sociedad de los mecanismos de decisión política la dominación oligárquica puede ser ejercida por clases, fracciones o grupos sociales (incluyendo redes
familiares) diversos, terratenientes no capitalistas, terratenientes capitalistas, burgueses y/o una alianza
de clases o fracciones de ellas;
siendo una forma de organización y ejercicio de la dominación y no una clase, oligarquía define un tipo de régimen o de Estado, el régimen o Estado oligárquico, () la forma contradictoria de la oligarquía
como dominación política es la democracia;
la dominación oligárquica se construye a partir de la hacienda, considerada matriz de las sociedades
latinoamericanas; en tal sentido, la institución familia constituye el lugar inicial de gestación de las
alianzas de "notables", transferido luego a otras instituciones semipúblicas o prolongación pública del
espacio privado (clubes de diverso tipo) y/o esencialmente públicas ("partidos" y sobre todo el Parlamento);
el ejercicio oligárquico de la dominación genera un modo de ser también oligárquico, en cuya definición
intervienen valores tales como linaje, tradición, raza, ocio, dinero.
El concepto oligarquía designa una forma o un modo de ejercicio de la dominación política por un grupo
minoritario perteneciente a clases sociales que detentan poder económico y social, cuyas características son:
base social angosta (burgueses, hacendados, plantadores, mineros, comerciantes); reclutamiento
cerrado de los designados para funciones de gobierno, basado en criterios de apellido o linaje, tradición,
familia o parentesco (carnal, espiritual (compadrazgo), o de alianza por unión matrimonial), prestigio,
amistad, dinero, a los que pueden añadirse, en algunos casos, ascensos por habilidad política o méritos
militares (), núcleo reducido de integrantes (notables); exclusión de los disidentes o de la oposición considerada con razón o sin ella radical o peligrosa y
cooptación de los individuos o grupos; combinación de centralización y descentralización en el ejercicio del poder político, mediante clientelismo, burocracia, y mecanismos de control intraoligárquico;
mecanismos de mediaciones y de lealtades familiares o personales, autoritarismo, paternalismo, verticalismo;
autopercepción positiva de la condición de naturalmente elegidos para ejercer el gobierno () limitación efectiva del derecho de sufragio, de elegir y de ser elegido; predominio de la dominación
sobre la dirección en el plano político, no reducido a la coerción o violencia física, pues ésta va acompañada de una constante, cotidiana violencia simbólica;
frecuente organización del Estado como "Estado capturado", lo que se traduce, entre otras
consecuencias, en un Estado central, más que nacional, cuestión ésta que debe conectarse con;
la definición de un pacto oligárquico que expresa ciertos tipos de relaciones interregionales, ()
El Estado Oligárquico en Argentina (1880/1916)
La clase dominante: la elite tradicional
La elite argentina estaba compuesta mayoritariamente por familias tradicionales vinculadas al comercio de exportación de carnes y cereales. Este grupo social no era homogéneo, ya que el poder político y la
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riqueza no estaban distribuidos de igual forma entre sus miembros. El núcleo principal de esta elite tradicional estaba formado por alrededor de 400 familias, fuertemente ligadas entre sí por sus intereses
económicos, por pautas culturales comunes y por relaciones establecidas en ámbitos sociales exclusivos
como clubes y asociaciones privadas.
Cuando se inició el proceso inmigratorio estos sectores tradicionales destacaron y alabaron el carácter
cosmopolita de la Argentina. Pero, al mismo tiempo, intentaban diferenciarse del resto de la sociedad
presentándose como los auténticos representantes de la nacionalidad. Para ello, exaltaron el carácter
patricio de sus orígenes -eran los descendientes de los fundadores de la Patria-, con una larga tradición
hispana y, por lo tanto, diferentes y superiores a los recién llegados. Con estas ideas, su predominio
económico se revestía de prestigio social.
A partir de 1880, en los años de expansión económica, la elite tradicional -en un principio integrada casi
exclusivamente por familias terratenientes se amplió. Accedieron a ese núcleo privilegiado nuevos sectores
-algunos los llamaron nuevos ricos-, beneficiados por la especulación financiera y por las nuevas
posibilidades de enriquecimiento que brindaba el comercio de exportación. Grandes comerciantes,
banqueros y financistas algunos de ellos extranjeros ligados a empresas de capitales ingleses, franceses y
alemanes- se relacionaron con las familias patricias por medio de lazos matrimoniales. De este modo,
fueron reconocidos como parte de la elite.
Hacia 1880 culminó con éxito la etapa de construcción de una nueva nación y de su Estado nacional. Este
momento coincidió con la consolidación de una Argentina moderna organizada a través de un Estado liberal
oligárquico.
Éste fue conducido por un grupo de "notables", liberales en lo económico, conservadores en lo político y
positivistas en lo filosófico. En esta etapa la gobernabilidad apareció separada de la democracia. Este grupo
avanzó en la puja de poder con la Iglesia a través de una legislación laica y se mostró preocupado por la
identidad nacional por lo cual impulsó, en el marco de un país al que llegaban inmigrantes en forma masiva,
una legislación educativa.
"¿Qué fue el positivismo?
Durante la primera mitad del siglo XIX, al mismo tiempo que se desarrollaba el movimiento romántico, un
filósofo francés llamado Augusto Comte formuló una nueva teoría del conocimiento: el positivismo [] En el estadio "científico o positivo" la humanidad logra dar el paso definitivo, rechaza todas las entidades fantásticas y
conceptuales y edifica un saber basado en la experiencia. A partir de esta ley Comte llegaba a la conclusión
de que para ser tenido en cuenta como auténtico cualquier saber debía fundarse por entero en la experiencia.
El positivismo jerarquizaba los hechos sobre las ideas, las ciencias experimentales sobre las teóricas y las
leyes de la física y la biología sobre construcciones filosóficas. Apareció en torno a la sociedad industrial y
burguesa en Francia y logró imponerse no sólo en los medios científicos y filosóficos, sino también en los
literarios e históricos".
Fradkin, Raúl y otros (1999), Historia. El mundo contemporáneo. Siglos
XVIII, XIX y XX, Bs.As., Estrada
Esta filosofía racional y práctica era el fundamento ideológico de los hombres que tomaron el control
de los asuntos públicos a partir de 1880. Este grupo ha pasado a la historia como la Generación del 80.
Dentro de sus más importantes representantes se encontraban Roca y Pellegrini. El positivismo fue la
ideología que dio las bases a la modernización progresista material que impulsaron los hombres de la
Generación del 80.
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 26
La "democracia restringida" Texto: Fava, Claudia (en mimeo), 2008
A partir de 1880 los grupos dirigentes nacionales se propusieron asegurar el orden político sobre
nuevas bases. Los grupos dirigentes mantuvieron su adhesión al liberalismo que afirmaba los principios de la
soberanía popular y de la igualdad de derechos para todos los miembros de la sociedad.
Sin embargo, desde 1880 en adelante, el crecimiento de la riqueza producida en el país consolidó el
poder económico de un grupo social cuyos miembros se consideraron "los más aptos" para ser gobernantes.
Por esta razón, aunque el régimen político se mantuvo basado en las reglas de la democracia política -los
ciudadanos ejercían el derecho de sufragio y elegían representantes-, al mismo tiempo se fue consolidando
un sistema de gobierno que depositaba el ejercicio del poder en una minoría y restringía la participación
política de la mayor parte de la sociedad argentina.
Esta contradicción entre la teoría y la práctica política es lo que permite caracterizar como
oligárquico al régimen que se organizó a partir de 1880. Este calificativo deriva del concepto de oligarquía,
palabra que proviene del griego y que significa gobierno de unos pocos.
Algunos integrantes de los grupos de mayor poder económico se constituyeron en una clase
gobernante: la oligarquía, que legitimaba su poder político en su poder económico y en su educación y su
preparación para el ejercicio del gobierno. Con el tiempo la clase gobernante estuvo integrada por un sector
compuesto específicamente de políticos.
El régimen oligárquico fue a la vez liberal y conservador. Desde 1880, la clase gobernante propuso leyes e
impulsó obras que significaban la concreción de los ideales del liberalismo y su difusión entre una gran
parte de la población del país. Las realizaciones más importantes en este sentido fueron:
la ley de Matrimonio Civil (1883) y
la ley de Educación Común 1420 (1884)
El avance de la secularización en las políticas del gobierno originó el enfrentamiento con la Iglesia
Católica y con los grupos de católicos que asumieron su defensa. Por otra parte la clase gobernante
mantenía la restricción de los derechos políticos de los ciudadanos. El sistema de gobierno impuesto por la
oligarquía fue conservador porque mantuvo cerrados los canales de participación política a sectores muy
amplios de la población, porque compartía la idea de que el sufragio universal significaba el triunfo de la
ignorancia universal.
La "Generación del '80"
Adaptación texto: Felipe Pigna en www.elhistoriador.com
La clase dirigente que acompaña el proceso de modernización en el que el progreso económico y la
organización política provocan el surgimiento de una nueva sociedad, es la denominada Generación del '80. En
ella se destacan personalidades de distinta edad y formación como Paul Groussac, Miguel Cané, Eduardo
Wilde, Carlos Pellegrini, Luis Saenz Peña y Joaquín V. González.
La idea de progreso en el campo social junto a la fe en los avances del capitalismo industrial
generaron una visión optimista del futuro humano. Esta revisión, propia del positivismo requiere para su
realización eliminar los obstáculos que, para los hombres del '80, son principalmente la tradición tanto
indígena como hispánica y la falta de educación al estilo europeo.
Los hombres de esta generación se caracterizaron por heredar y compartir muchos de los pensamientos y aspiraciones de la generación del 37, como el de que sólo la clase letrada es la poseedora
del derecho a conducir el país y la adhesión al pensamiento liberal. El liberalismo sostuvo la fe en el progreso
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y la creencia en que el desarrollo económico sólo se alcanzaría mediante el juego libre de las fuerzas comerciales y con gobiernos limitados a respetar la libertad individual.
Fueron discípulos del pensamiento de Juan Bautista Alberdi y Herbert Spencer. Para Juan B. Alberdi
(1818-84), consolidada definitivamente la unidad del país, había que "civilizarlo", y los dos pilares básicos del desarrollo eran la mano de obra y el capital extranjero. Herbert Spencer (1820-1903) fue un notable teórico
social británico que intentó aplicar las leyes evolutivas de la biología al estudio de la sociedad. Influido por Charles Darwin (1809-82), también tomó de este el principio de la supervivencia del más apto.
El grupo dirigente del '80 adhiere al liberalismo económico pero practica un claro conservadurismo
político reservándose el manejo de los mecanismos del poder al considerarse los únicos aptos para
detentarlo. El uso del fraude electoral es moneda corriente y está facilitado por el sistema de voto cantado,
la inexistencia de padrones oficiales y el ejercicio de la intimidación y la violencia.
El proceso de la Constitución de una hegemonía gubernamental, basada en el control de la sucesión
que el presidente saliente ejercía sobre el presidente que lo iba a suceder, sobre mecanismo de fraude y
control electoral aplicados lisa y llanamente en la emisión del sufragio y sobre todo, por el control que el
gobierno nacional ejercía sobre las provincias y los gobernadores de provincia. Todas estas prácticas
antidemocráticas y excluyentes son comunes a las diversas vertientes políticas que se alternan en el poder.
Persiste aún hoy el debate sobre la identidad ideológica de estos grupos ¿eran liberales o
conservadores? En Argentina los partidos políticos o grupos políticos y sus títulos son un poco confusos en
términos de la historia europea. Se usa el término liberal y conservador, por ejemplo en la historia inglesa
para designar partidos claros. En Argentina esa diferencia no existe porque normalmente el liberal es lo que
entendemos ahora por conservador.
Gobernaba un solo bloque y dentro de ese bloque convivía el temperamento conservador, si por temperamento conservador se entiende conservar las posiciones de poder adquiridas, con el temperamento
liberal, si por temperamento liberal se entiende la apertura a un horizonte de reformas que en aquella época era muy importante.
El positivismo representó la vanguardia ideológica de una burguesía identificada con el avance
sostenido de la ciencia y de la técnica, como forma de desarrollar las fuerzas productivas y de terminar con
las secuelas de la "barbarie" tanto en el orden material como el cultural. La "utopía" positivista apuntaba a
configurar sociedades previsibles en las cuales los individuos estuvieran absolutamente absorbidos por el
poder.
De esa preferencia por lo previsible, tomaba fuerza la idea de suprimir la "política", identificada con el caudillismo, la confrontación violenta y en general la aparición de tendencias orientadas a suplantar al
sector que ejercía el poder. Se pensaba en su reemplazo por la "administración", una actividad regular, con rasgos "científicos", legitimada por la posesión de un saber sobre el bien de la sociedad nacional que
abrevara en los grandes derroteros de la "civilización" y consolidara un progreso tan lineal corno indefinido en su duración. Burócratas serenos, imbuidos de soluciones a-valorativas, tomadas después de un estudio
desapasionado de cada cuestión de la agenda pública, eran el modelo de "administradores" que debían reemplazar a los "políticos" de una época superada.
Buscaron nacionalizar la cultura del país. Preocupados por los posibles efectos desintegradores de la
política inmigratoria, practicaron un liberalismo de neto corte laicista y promovieron la separación de la
Iglesia en las cuestiones referentes al Estado. Esto trajo como consecuencia el enfrentamiento con la Iglesia y
los sectores católicos representados, entre otros, por José M. Estrada, Pedro Goyena, Emilio Lamarca. El
debate entre ambos sectores se caracterizó por el menosprecio que el grupo innovador manifestaba por las
posiciones católicas, ya que para la mentalidad positivista el dogmatismo cristiano era el principal obstáculo
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en el camino hacia el progreso. Sin embargo, liberales y católicos no se enfrentaron en el aspecto socioeconómico. El rol del país, como proveedor de materias primas, era compartido por ambos sectores.
Algunos analistas hablan de un "proyecto político y económico de la generación del 80" que, si bien
no fue enunciado en forma explícita, se lo puede encontrar definido en discursos políticos y parlamentarios. Manifestaciones de este proyecto serían en el campo político social: las leyes laicas, la concentración del
poder y la política inmigratoria.
BUENOS AIRES, OTRA VEZ A LA CABEZA
El ciclo que se abrió en 1880 comenzó con un hecho decisivo para la consolidación de la Nación: el
establecimiento de Buenos Aires como capital de la Argentina. Luego de la Revolución de 1880 en la que se
enfrentaron el ejército nacional con las tropas de Buenos Aires, los dirigentes de esta provincia cedieron
parte del territorio provincial para la creación de la Capital Federal. Además, se traspasaron al Gobierno
nacional las rentas de la aduana del puerto de Bueno Aires.
En el transcurso de ese año también llegó a la presidencia Julio Argentino Roca, el cual fue "el gran
arquitecto del orden conservador a través de la organización del Partido Autonomista Nacional, la alianza
entre las oligarquías provinciales y la manipulación de las elecciones" Se conformó así el sistema
político denominado "la alianza de los notables" (Friedman G. y otros, 2001:112)
Cuando en 1880 Roca asumía la presidencia planteaba en su discurso inaugural que "libres ya de estas
preocupaciones y conmociones internas que a cada momento ponían en peligro todo", finalmente ha llegado
la hora de la consagración del imperio de la nación sobre las provincias.
[] Era indudable que desde la perspectiva de Roca la verdadera etapa organizacional no comenzó con la caída de Rosas, estaba por comenzar y su asunción se convertía en el hito fundante de un
proyecto de paz y administración. Bonaudo, Marta (2000), Liberalismo, Estado y orden burgués, Bs. As.,
Sudamericana Editorial.
Así el programa "Paz y Administración" de Roca consistió en asegurar la paz -interior y con las
naciones vecinas- y consolidar la administración del Estado nacional para implementar el programa
económico fundamentado en el libre cambio y la integración de la economía argentina en el mercado
internacional. En este sentido se reafirmaron las políticas iniciadas en la etapa anterior: más inmigración,
más líneas férreas y nuevas inversiones de capital extranjero. Desde esta perspectiva se consolidaba un Estado nacional fuerte en el marco de una "república
restrictiva" en la que una minoría culta y poseedora de las riquezas era la encargada de organizar un "orden conservador". Las bases de ese orden eran el Partido Autonomista Nacional en Buenos Aires, La Liga de
Gobernadores en el interior, el ejército de línea y el dominio de los nuevos empleados públicos. "Burocracia
política, burocracia administrativa e incipiente burocracia militar"
Otro elemento que colaboró en la consolidación del régimen era el control electoral a través del
fraude. La base de esta práctica se encontraba en las características de la ley electoral de la época que
establecía el voto cantado y voluntario, además de dejar el control de los comicios en manos de las
autoridades locales: municipios y juzgados de paz. Además, la Asamblea Legislativa, ya fuera Concejo
Deliberante, Legislatura provincial o nacional, generalmente en manos de hombres del régimen, aprobaba el
recuento definitivo de los votos y validaba los comicios. Testimonios de la época hacen referencia a la
realidad política que significó el fraude electoral.
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 29
Las clases subalternas: los inmigrantes
A partir de 1880 quedó atrás la Argentina criolla y comenzó la "era aluvial" (Romero, J.L., 1983:167).
Agustín Álvarez, testigo de la época, describió esta etapa durante el año 1894 en los siguientes términos: "La Argentina era un país nuevo, que está saliendo rápidamente de la barbarie, que cambia cada cinco años por
la inmigración, las escuelas y los ferrocarriles, de tal modo que, como a los niños, el que no lo ve crecer, lo desconoce"(citado por Bonaudo, Marta, 2000:40).
Dentro de estas transformaciones fueron importantes las políticas que impulsaron la inmigración,
dando al Estado la función de poblar y conseguir mano de obra para la modernización de la Argentina. La
frase de Alberdi "gobernar es poblar" representa esta política.
De la Argentina criolla sólo quedaron algunos rasgos, ya que a partir de 1880, con la presencia de las
corrientes inmigratorias y las transformaciones económicas, la realidad social del país se modificó. Aparecía
la Argentina aluvial producto del contacto de los inmigrantes con la masa criolla y sus influencias recíprocas
En las últimas décadas del siglo XIX se produjeron profundas transformaciones en la sociedad argentina. Se registró un vertiginoso crecimiento numérico de la población del país, que estaba relativamente poco
poblado. El origen de este crecimiento fue la llegada masiva de inmigrantes de origen europeo -en 1869, el 12,1 % de los habitantes de la Argentina eran extranjeros y en 1914 el porcentaje ascendió al 30,3%.
Europa se había convertido en un polo de rechazo de población, debido al crecimiento demográfico y a la
crisis agrícola que generaban desocupación y hambre, y también a causa de guerras y conflictos
religiosos. Entre 1870 y 1929 llegaron a la Argentina alrededor de 6 millones de inmigrantes europeos, de
los cuales algo más de 3 millones se radicaron definitivamente en el país, En su gran mayoría, arribaron con la
esperanza de convertirse en propietarios de una parcela de tierra de cultivo o, al menos, de hallar un
empleo bien remunerado en las faenas rurales.
Aunque la producción agropecuaria argentina se hallaba en esos años en pleno auge, la mayor parte de
los inmigrantes no logró transformarse en propietaria ni afincarse en zonas rurales. Esto se debió a
diferentes factores: las mejores tierras para la producción ya estaban ocupadas y eran propiedad de grandes
terratenientes, por lo que el acceso a la tierra propia era muy difícil o estaba casi bloqueado para los recién
llegados que disponían de un capital. Por otra parte, la demanda de trabajadores para las tareas agrícolas
tenía un carácter estacional.
El Centenario y la "cuestión social": Las respuestas del Régimen oligárquico frente a las demandas
sociales, entre la negociación y la represión
El Centenario de la Revolución de Mayo de 1810, coincide con el fin de la expansión horizontal agraria. El espejo de la historia descubre un país desigual, que concentra las tres cuartas partes de su población, su infraestructura y su producción de base rural en una cuarta parte del territorio nacional: la región pampeana, que circunda a los puertos del litoral. Es la herencia de una dirigencia liberal en lo económico y conservadora en lo político.
Origen y desarrollo del movimiento obrero
Texto adaptado de Jáuregui, C.: ob.cit.; Luchilo, C.: ob. Cit.
El crecimiento comercial e industrial generó una clase trabajadora que tendió a organizarse en gremios y
sindicatos. Estas asociaciones, que tenían un notorio predominio de extranjeros, comenzaron a aparecer en el
último tercio del siglo XIX y fueron muy importantes a fines de ese siglo. La crisis del '90 ayudó a la
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 30
consolidación de diversas tendencias en el movimiento obrero, que poseían diferentes métodos para mejorar la condición de los trabajadores.
Mientras la línea socialista intentaba incorporar a los trabajadores a la vida política, afirmando que
desde el Congreso y a través de la sanción de las leyes mejorarían su condición, los sindicalistas que se habían separado de los socialistas, tenían desconfianza de la acción política y sostenían que sólo a través de la
acción sindical, la negociación, se podían lograr las reformas necesarias. Junto a ellos, los anarquistas se manifestaban a favor de la inmediata ruptura con el sistema capitalista, y las medidas para lograrlo eran la
huelga general y, en algunos casos, la acción violenta. Salarios bajos, excesivas jornadas de trabajo, inacción de los poderes públicos para lograr una
legislación más justa, inexistencia del descanso dominical y condiciones insalubres de trabajo provocaron
la reacción de los obreros y su arma esencial fueron las huelgas, que aumentaron en forma importante a
principios del siglo XX.
LOS ANARQUISTAS Y LA VIOLENCIA
Siempre se ha hecho hincapié en las prácticas violentas del anarquismo, y sin embargo las acciones violentas en la Argentina fueron sensiblemente menores que en Europa. La visión del anarquista como un ser violento ha sido alimentada y construida por la criminología derivada de César Lombroso, tan en boga en los tiempos en que las ideas ácratas tenían mayor vigor.
Aunque es posible observar alguna apología de la violencia desde algunas publicaciones menores, hay que advertir que ésta no ha sido la postura hegemónica del movimiento en nuestro país, que ha sido siempre mayoritariamente organizador y pacifista. En este sentido, entre los años de 1890 y 1910, época de mayor esplendor del movimiento anarquista local, se produjeron algunos hechos aislados de violencia, como los fallidos intentos de asesinato del presidente Figueroa Alcorta y del cónsul español Enrique Nido, y el asesinato de Jefe de la Policía Federal, Ramón Falcón.
Ya fuera del período señalado, el más conocido de los anarquistas partidarios de las acciones violentas, fue Severino Di Giovanni, quien paradójicamente era admirador de Eliseo Reclús, un anarquista pacifista. Di Giovanni irrumpe en la escena anarquista cuando el movimiento ya se encontraba en un fuerte e irreversible declive. Sin embargo, desde las páginas de La protesta, el periódico anarquista de mayor circulación, adherido a la vertiente pacifista, salían las más fervientes críticas y oposiciones a las prácticas del anarquista italiano (véase, en este sentido, la polémica reflejada por Osvaldo Bayer, en Severino Di Giovanni, el Idealista de la Violencia, Buenos Aires, Planeta, 1999, pp 122/123).
Los anarquistas sí revindicaban al acto vengador, es decir, aquellos atentados perpetrados por anarquistas y provocados por "justa venganza" ante actos represivos. Uno de los más conocidos dentro de esta categoría, fue el ya citado asesinato del Jefe de Policía Coronel Ramón Falcón. Otro fue el homicidio del Coronel Varela, responsable de la sangrienta represión de obreros en la Patagonia, llevado a cabo por Kurt Gustav Wilckens (véase sobre este tema en particular, otra obra de Osvaldo Bayer, La patagonia Rebelde. ElVindicador, Buenos Aires, Planeta, 1997, base de la famosa película argentina que trata estos episodios).
Aunque este tipo de actos considerados "justicieros" sí tenían aprobación generalizada del movimiento, ésta no pasó de ser teórica, ya que, como se ha dicho, no dejaron de ser hechos aislados, que por otra parte, eran pensados, preparados y llevados a cabo de manera individual. Es posible que los mismos anarquistas que defendieran estos actos también fueran consientes de su inutilidad (Suriano, p 282).
Ron, Mariano: IDEAS LIBERTARIAS ARGENTINAS (a partir de un estudio de Juan Suriano)
La respuesta del "Régimen Oligárquico" a la demanda de derechos sociales:
reforma
legislativa y represión
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 31
Durante la última década del siglo XIX los movimientos de protesta y las huelgas obreras crecieron constantemente y se multiplicaron en los primeros años del siglo XX. Los motivos de las huelgas fueron
diferentes a lo largo de ese período. En un primer momento, las huelgas obreras se proponían obtener
mejoras en las condiciones de trabajo, pero, desde principios de siglo, el objetivo fue el aumento de los
salarios y la legalización de las asociaciones obreras. En 1910 se produjo el pico más alto de huelgas,
acompañado por un clima de violencia generalizada entre los obreros que protestaban por la represión
ejercida por el gobierno.
La primera respuesta del gobierno a las protestas fue, en 1902, decretar el estado de sitio y también
propuso al Congreso la sanción de la Ley de Residencia. Esta ley, sancionada en 1903, permitía expulsar del
país a los obreros extranjeros, sobre todo anarquistas, que se encontraban responsables de organizar la
protesta social. Sin embargo, algunos miembros de la élite gobernante comenzaban a tomar conciencia de
que esa no podía ser la única respuesta a la compleja cuestión social que se estaba planteando.
Roca propuso al Congreso una ley de reforma laboral redactada por Joaquín V. González que contenía importantes reivindicaciones para los trabajadores. La ley incluía también normas represivas y penalidades
para las actitudes y organizaciones obreras que fueran subversivas. Las primeras de estas leyes fueron las que establecieron el descanso dominical y la reglamentación del trabajo de las mujeres y los niños. Aún con
estos avances, la violencia continuó y se generalizó.
La represión oficial de las huelgas, actos y manifestaciones obreras provocó más huelgas obreras y un
gran número de atentados contra funcionarios del gobierno.
El Régimen oligárquico amenazado por las demandas de derechos políticos
Las luchas sociales no eran la única fuente de amenazas. Los radicales exigían la modificación del sistema electoral, que les permitiera una competencia más equitativa por el poder.
De este modo, entre el optimismo y la amenaza, un sector de la élite dirigente concibió una propuesta reformista: efectuar algunos cambios que dieran legitimidad al régimen político, que calmaran los ánimos y
le permitieran permanecer en el poder, conservando así su tradicional modo de vida. Los ideólogos de esta propuesta fueron Roque Sáenz Peña e Indalecio Gómez.
Finalizados los festejos del Centenario en 1910 se temían nuevas revueltas. Antes de asumir como
presidente, Roque Sáenz Peña, se entrevistó con el líder radical Hipólito Yrigoyen, quien mantuvo la
exigencia de modificar el registro y la ley electoral. En febrero de 1912, y luego de un largo debate en el
Congreso de la Nación sobre el proyecto presentado por el Poder Ejecutivo, se sancionó la Ley de Reforma
electoral (Ley Sáenz Peña). Sus puntos más importantes incluyeron disposiciones para el establecimiento del
voto secreto y obligatorio de todos los varones argentinos nativos (los extranjeros no naturalizados y las
mujeres no tenían derecho a votar) y la lista completa, que garantizaba la representación de las minorías.
El 7 de abril de 1912, por primera vez bajo la nueva ley, los argentinos mayores de 18 años votaron
para elegir diputados nacionales. Se presentaron nuevos partidos. Además de la UCR participó el Partido
Socialista y la Liga del Sur. Si bien los resultados de esos comicios no representaron una amenaza para los
grupos conservadores, que no lograban fusionarse en una sola agrupación, se habían producido cambios. La
autonomía electoral del ciudadano, protegido por el voto secreto, y el aumento del porcentaje de votantes, a
causa de la obligatoriedad del voto, actuaron a favor de los nuevos partidos.
Se abría así el campo para el triunfo radical de 1916, a nivel nacional, los resultados electorales de
1916 pusieron en evidencia la incapacidad de los sectores gobernantes para convertirse en un partido
moderno. El optimismo de los conservadores fue decayendo ante la nueva realidad: se había pasado de la
"Democracia restringida" a la "Democracia ampliada".
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 32
EJE IV: LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA y LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA (1916/1930-43)
Los gobiernos radicales (1916/1930). El Estado "Árbitro" de los conflictos sociales (Textos adaptados de Romero, Jose Luis: Las ideas políticas en Argentina.. Bs.As., FCE, 1985; Privitello,, L.: Historia de la Argentina
Contemporánea, Santillana, 1998; García Delgado, Daniel: Raíces cuestionadas. La tradición popular y la democracia, Bs.As., CEAL, 1983)
Siglo XX "El siglo corto"
Crisis de las Democracias
liberales
La Primera Guerra
Mundial.
Los movimientos socialistas y
nacionalistas
GOBIERNOS RADICALES
1916/1922 1922/1928 1928 1930 1º Golpe de
Estado
Gobierno Hipólito Yrigoyen Gob. Marcelo Torcuato de Alvear Gobierno Hipólito Yrigoyen
Un concepto para explicar la historia: el "Estado Arbitro de los conflictos sociales"
Durante los gobiernos radicales se introdujo una diferente relación entre Estado y Sociedad. Se promovió
un pasaje del Estado, considerado como exclusivo protector de los derechos civiles y de las reglas de juego
del mercado, a otro donde adquiría un rol mediador y árbitro de la conflictividad social ante la demanda de
derechos sociales. Así, el Estado se colocaba como armonizador de los distintos intereses en juego: los de los
trabajadores y los de los empleadores.
La primera Guerra Mundial pareció beneficiosa en un primer momento para la economía del país, muy pronto se reveló que tales beneficios sólo se volcaban en sectores restringidos, provocando al mismo tiempo
problemas a la mayoría. Los salarios se deterioraron rápidamente por lo que se sucedieron las huelgas. Los dramáticos episodios de la Semana Trágica y del movimiento patagónico en 1921, ambos reprimidos con
violencia, fueron otras tantas explosiones que el "Estado Arbitro" no logró solucionar con su política ambivalente. El ascenso del radicalismo al gobierno nacional en 1916 preserva el modelo agroexportador.
Sólo propone cambios en el plano político y social, auspiciando la vigencia de un Estado árbitro y redistribuyendo el ingreso, pero sobre las mismas bases económicas.
Los conflictos sociales: la "Semana Trágica" y los sucesos de la Patagonia
La Primera Guerra Mundial, desatada en 1914, provoca un fuerte impacto en la economía argentina,
dado que Gran Bretaña, Francia, Bélgica y Alemania -sus principales socios comerciales- toman parte del
conflicto internacional.
Esta situación frena el ingreso de capitales, disminuye las exportaciones, reduce la cantidad de
barcos que circulan entre Europa y Sudamérica, y provoca la escasez de insumos y productos terminados.
Para los trabajadores argentinos la crisis significa escasez de empleo: en 1917 el 20% de la población activa
está desocupada. Caen los salarios nominales y la desocupación les quita fuerza a las huelgas como
herramienta de lucha y negociación. Al finalizar la guerra comienza la recuperación económica. El
crecimiento de las exportaciones trasciende al mercado interno y suben los precios de los alimentos. Entre
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1916 y 1918 algunos sindicatos logran el arbitraje del Gobierno nacional en sus conflictos: entre ellos los sindicatos que agrupan a los trabajadores ferroviarios y portuarios. El gobierno de Hipólito Yrigoyen es el
primero en intervenir en las negociaciones de salarios entre sindicatos y empleadores. La crítica situación
generada por la guerra crea en estas industrias una serie de conflictos que fortalecen la organización sindical
de sus trabajadores. A partir de 1917, se suceden huelgas en las que el movimiento obrero reclama mejores salarios y
retoma una demanda por la que lucha desde sus orígenes -en la década de 1890-: la limitación de la jornada laboral a 8 horas diarias. La economía argentina -que viene de casi cinco años de recesión atraviesa fuertes
presiones inflacionarias. Los precios de los alimentos y otros productos de primera necesidad se incrementan por su alza en el mercado internacional. Los trabajadores reclaman la suba de salarios para
compensar el deterioro de su nivel de vida.
El gobierno de Hipólito Yrigoyen inicia una nueva forma de vinculación con los obreros a través de la
mediación en los conflictos laborales. Los más beneficiados son los nucleados en organizaciones de
tendencia sindicalista, pertenecientes a los sectores más fuertes de la economía, como los ferroviarios o los
portuarios. Los sindicatos cercanos al Partido Socialista, principal competidor electoral del radicalismo,
reciben menos apoyo; los anarquistas, que no están dispuestos, por principio, a negociar con el Estado,
ningún tipo de beneficio.
Ante esta realidad, en diciembre de 1918, los obreros metalúrgicos de los talleres Vasena inician una
huelga. Reclaman aumentos salariales y reducción de la jornada de trabajo a ocho horas.
Los primeros días de enero de 1919 la empresa fragmenta la unidad de los huelguistas y consigue
que varios empleados se reincorporen al trabajo. El 7 de enero, algunos de los obreros reincorporados a
Vasena salen con las camionetas de la empresa desde los talleres y se dirigen a buscar materias primas al
depósito. Al llegar allí un piquete los exhorta para que abandonen el trabajo. Frente a la negativa, los
huelguistas les arrojan piedras y maderas, y los rompehuelgas responden con balas.
La guardia policial desata la represión para garantizar la decisión de trabajar de los rompehuelgas. El enfrentamiento deja -entre los obreros- cuatro muertos y treinta heridos, algunos de los cuales fallecen más
tarde. La fracción de la Federación Obrera Regional Argentina, controlada por los anarquistas, ve en estos hechos una oportunidad para la "huelga general revolucionaria", convoca al paro para el 9 de enero y
organiza distintas formas de acción insurreccional. En tanto que el núcleo sindicalista de la Federación en un primer momento se pliega a la huelga pero más tarde la levanta y junto al Partido Socialista busca agotar las
vías de negociación, explotando su posibilidad de llegada al gobierno nacional.
El 9 de enero se dispone también como fecha para sepultar a las víctimas. El cortejo fúnebre se
convierte en un acto de protesta contra la represión policial. Al llegar al cementerio, las fuerzas policiales
abren fuego contra la columna de obreros.
Mientras tanto, en la planta de Vasena se cierra el acceso, se forman piquetes de huelga y se instalan barricadas en distintas calles cercanas: La prensa oficial anuncia que los obreros muertos suman 40. La
prensa obrera cuenta un centenar, y más del doble de heridos. Los enfrentamientos, choques, piquetes y barricadas se multiplican en los barrios obreros El general
Dellepiane, a cargo de la guarnición de Campo de Mayo, moviliza las tropas hacia la ciudad en espera de que el presidente Hipólito Yrigoyen diera al Ejército la orden de reprimir. Luego de unas horas de incertidumbre,
que algunos entienden como vacilaciones del presidente y otros como un intento de golpe de Estado, Yrigoyen ordena la intervención militar en la ciudad de Buenos Aires y designa a Dellepiane a cargo de la
operación. En la ciudad están movilizadas tanto las distintas tendencias de las organizaciones obreras como las
asociaciones patronales y los grupos reunidos en su apoyo. A la intervención militar, la represión policial de
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los huelguistas y la confrontación con los grupos de choque anarquistas se suma el accionar de guardias cívicas organizadas por una recién formada agrupación conservadora: la Liga Patriótica Argentina.
Estos grupos parapoliciales atacan a los obreros, a los anarquistas y a los trabajadores municipales,
cuyo sindicato es cercano al Partido Socialista. Las fuerzas represoras despliegan sus ataques particularmente en los barrios en los que se concentra la colectividad judía, por considerarlos "rusos" y por eso
sospechosos de "revolucionarios".
Mientras la patronal de los talleres Vasena, el Gobierno radical y la FORA sindicalista aprueban
muchos de los reclamos del pliego de condiciones presentado por los huelguistas entre el 7 y el 8 de enero,
se agudiza la represión sobre quienes deciden continuar adelante con la medida de fuerza. Alrededor de dos
mil trabajadores, dirigentes y militantes de distintos grupos son detenidos. Las acciones organizadas por los
obreros más radicalizados continúan -por tres días- hasta el 13 de enero. La represión policial y militar,
también. La Semana Trágica no es la primera confrontación entre trabajadores y patrones ni la única durante
este año, pero sí una de las más sangrientas. Los reclamos a lo largo de todo el territorio nacional no se
detienen. Durante 1919, cerca de 50 huelgas reúnen unos 10 mil trabajadores.
Los sucesos de la Patagonia
La escalada de la protesta obrera se da también entre los trabajadores de las estancias ovejeras de Santa
Cruz, donde hacia fines de 1920 se inicia un nuevo conflicto. Los trabajadores rurales se organizan y exigen a sus patrones mejores condiciones de trabajo.
La represión policial contra los delegados sindicales es feroz. Lejos de doblegar la protesta, la resistencia
obrera se intensifica. El presidente Yrigoyen envía al teniente coronel Varela a parlamentar. Los obreros
aceptan la mediación, deponen las armas y entregan a los rehenes. El conflicto parece haber llegado a su fin y
Varela regresa a Buenos Aires. Pero en la Patagonia las condiciones impuestas y la continua represión por
parte de la Liga Patriótica generan malestar entre muchos de los trabajadores. En agosto de 1921, deciden ir
nuevamente a la huelga.
Los obreros más intransigentes toman rehenes, saquean y queman estancias. El Gobierno nacional
califica sus acciones de "subversión armada" y bajo el imperio de la ley marcial Yrigoyen envía a Varela, esta
vez al mando de las tropas regulares del Ejército, la Policía y la Liga Patriótica para terminar con la
insurrección. Las tres fuerzas reprimen, torturan, encarcelan y fusilan a los grupos de obreros que se
entregan sin resistir, a los militantes más rebeldes y a cualquier sospechoso de tener simpatías anarquistas. La represión finaliza y el gobierno recibe con honores al teniente coronel Varela, responsable de las
acciones en la llamada "Patagonia Trágica", con más de 1500 obreros muertos y 600 detenidos y torturados. Quienes quedan en libertad sufren como represalia la reducción de sus salarios en un 50 por
ciento. Hacia 1922, la recuperación de la economía argentina apoyada en la mejora del mercado internacional reduce las tensiones. Aumenta la demanda de trabajo y se recupera el flujo inmigratorio para
mano de obra, perdido a principios de siglo. Los sindicatos, para conseguir mejoras laborales cambian de estrategia y despliegan tácticas de
negociación, más que de confrontación. La mejoría económica y la represión despiadada sufrida por el naciente movimiento obrero imponen un período en el cual las diferentes formas de reclamo disminuyen la
violencia de sus acciones. Pero los ideales de dos mundos diametralmente opuestos son irreconciliables. El 27 de enero de 1923, el teniente coronel del Ejército Héctor Varela, sale confiado de su casa.
Inesperadamente, un hombre le corta el paso y le arroja una bomba casera que explota a sus pies y lo hiere gravemente. Con las piernas lastimadas, mientras se sostiene de un árbol, intenta desenvainar su sable, pero
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el agresor, también herido por la explosión, le dispara cinco veces. El teniente coronel del Ejército Héctor Varela muere.
La Semana Trágica marca el fin de la "estrategia insurreccional" en el movimiento obrero, el debilitamiento del
anarquismo, la consolidación de las estrategias sindicalistas y el surgimiento de una derecha militante y agresiva.
Esta nueva derecha utiliza organizaciones parapoliciales con el objetivo de reprimir a un movimiento obrero al que
acusa de estar inspirado en influencias consideradas nocivas: bolcheviques y anarquistas.
Los conflictos desatados entre 1919 y 1922 afectan a trabajadores de todo el país, tanto a los urbanos de
Buenos Aires y Rosario como a los rurales de la región pampeana, del Chaco y la Patagonia.
La oleada de conflictividad de esos años es el resultado de los efectos que la coyuntura internacional creada por la Gran
Guerra tiene sobre la estructura de la economía nacional. El accionar represivo del Estado y de los grupos parapoliciales
logra limitar la movilización.
La recuperación económica reduce las tensiones sociales y las estrategias del movimiento obrero se reorientan hacia
la búsqueda de canales de negociación con los patrones y hacia el amparo estatal.
A fines de la década de los 20, la aparición de nuevas crisis reabrirá muchas de las tensiones experimentadas por el
movimiento obrero argentino.
El gobierno de Alvear y la vuelta de Yrigoyen (1922/1930) Textos adaptados de Romero, Luis A: Breve historia contemporánea de la Argentina. Bs,As, FCE, 2003
La experiencia de 1919 tuvo efectos profundos en las clases propietarias, la llegada al gobierno de
Alvear, en 1922, las tranquilizó. El Ejército, por su parte, comenzó a interesarse por los asuntos políticos,
quizá molesto por la forma en que Yrigoyen lo empleaba para abrir o cerrar la válvula del control social, y
quizá también preocupado por el uso que el presidente hacía con criterio político de la institución. Lo cierto
es que la desconfianza hacia Yrigoyen fue creando las condiciones para hacerlo receptivo a las críticas más generales al sistema democrático, que con fuerza creciente se escuchaban en la sociedad
Alvear se benefició de la máquina montada, que en 1922 lo eligió con escasa oposición. Es posible
que su elección por Yrigoyen apuntara a limar asperezas con unos sectores opositores que conocía. Pero
Alvear avanzó mucho más en ese camino, en su gabinete solo nombró un yrigoyenista, limitó la creación de
nuevos cargos públicos y no atacó al Parlamente, tampoco dispuso intervenciones federales por decreto.
Para esto se fue apoyando en quienes en distintas ocasiones se habían opuesto a Yrigoyen o habían
cuestionado sus métodos, y los seguidores del viejo caudillo pronto formaron una corriente cada vez más
hostil al gobierno. La división del radicalismo se profundizó en 1924 cuando presentaron listas separadas y
pronto constituyeron dos partidos diferentes. La polarización fue extrema, sumándose al grupo
antiyrigoyenista sectores provinciales disidentes, como el lencinismo mendocino o el cantonismo
sanjuanino, de fuerte estilo populista.
La derecha conservadora estaba totalmente volcada a impedir el retorno de Yrigoyen, en quien veía
encarnados los peores vicios de la democracia. Esa imagen era presentada por La Nación o La Prensa y, para
un público más popular, por Crítica convertida en el centro de la campaña antiyrigoyenista.
Por su parte, las Fuerzas Armadas, particularmente el Ejército, estaban ocupando un lugar cada vez
más importante en el Estado, y en la medida en que definían intereses propios, se convertían en un actor de
consideración. La vuelta al gobierno de Yrigoyen reactualizó viejos resquemores y sin duda polarizó a los
oficiales como al país todo.
Lo cierto es que la victoria de Yrigoyen en 1928 fue notable: por la cantidad de gente que participó y
por los votos que recibió Yrigoyen, que rondaron el 60%. Yrigoyen apeló al reparto de puestos públicos y las
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intervenciones federales a gobiernos provinciales adversos: esta vez le tocó a Santa Fe, a Corrientes y sobre todo a Mendoza y San Juan, en esas provincias, donde ya se habían registrado episodios de violencia, se
agregó uno nuevo: el asesinato de Carlos Washington Lencinas, el caudillo mendocino, en un acto en el que la
intervención federal apareció comprometida.
Al comenzar el gobierno de Yrigoyen aparecen las consecuencias inmediatas de la crisis
económica mundial de 1929: la caída de las exportaciones, el retiro de los fondos norteamericanos, la inflación, las reducciones de sueldos y los despidos. Las voces de la oposición clamaban por la caída del
gobierno. La senilidad atribuida al presidente y su incapacidad de dar respuestas rápidas a la crisis daban un nuevo y contundente argumento a los opositores. Probablemente la élite oscilara entre ambas soluciones,
una alentada por los dirigentes políticos y por el grupo de militares que seguía al general Justo y otra por los ideólogos nacionalistas que rodeaban al general Uriburu. Sólo cuando ambos jefes se pusieron de acuerdo
pudo producirse el primer golpe de Estado, el 6 de setiembre de 1930.
Algunos conceptos para explicar la Historia
América y el impacto de la crisis económica mundial
Crisis de las incipientes democracias latinoamericanas
Democracia y ciudadanía plena. Golpe de Estado
Formas autoritarias de gobierno.
La crisis de 1929 se transmitió rápido a los países de América Latina, por el grave deterioro de los
términos de intercambio. Los países latinoamericanos se habían organizado para exportar productos a los países industrializados, pero estos redujeron drásticamente sus compras. Estas circunstancias se vieron
agravadas al limitarse el ingreso de capitales del exterior. Por la escasa llegada de capitales y la merma de las divisas por la disminución de las exportaciones varios países dejaron de pagar la deuda externa. Casi todos
los países debieron limitar sus importaciones y reducir los gastos del Estado.
La necesidad de limitar las importaciones fue creando en América Latina las condiciones necesarias para
aumentar la producción de bienes industriales, iniciando una etapa de industrialización por sustitución de
importaciones (SIS). Así comenzaron a desarrollarse industrias locales, por lo que creció la población de las
ciudades y la necesidad de mano de obra fue cubierta por población nativa que migraba desde el campo, ya
que la inmigración había disminuido notoriamente.
Las débiles democracias latinoamericanas sintieron el efecto de la crisis y aumentaron los conflictos
políticos y sociales. A partir de 1930, una ola de golpes de Estado sacudió la mayoría de los países, desde la
Argentina hasta Perú, la República Dominicana o Cuba, y se inició una era de inestabilidad política. Para
recuperar los mercados perdidos, los Estados latinoamericanos debieron llegar a acuerdos con los países
industrializados. Así el funcionamiento del comercio exterior pasó a estar regulado por los Estados. Esta
situación creó condiciones para que se produjera una generalización de los sentimientos nacionalistas. En
los países bajo influencia británica (Argentina entre otros) el nacionalismo cuestionaba la dependencia de su
economía del mercado y los capitales ingleses. En los que se hallaban bajo influencia norteamericana
(México y Centroamérica) ésta era cuestionada por su política de intervención directa con ayuda de la
fuerza militar. Las nuevas condiciones del mundo incrementaron el papel del Estado en la vida social, y, en
América Latina este proceso se manifestó a través de la presencia directa de las fuerzas armadas en la vida
política.
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La democracia se construye siempre a partir de la lucha contra la desigualdad, la injusticia y la opresión entre los hombres.
Democracia y ciudadanía plena
En las Ciencias Sociales, el concepto de democracia se utiliza para designar un sistema para la toma de
decisiones y para la resolución de conflictos. Se considera que el ejercicio del poder es democrático si las
cuestiones que afectan al conjunto de la sociedad son resueltas mediante la participación de la mayoría de
sus miembros. La participación en la toma de decisiones se denomina participación política. Esta puede
manifestarse de diferentes formas por medio de la actividad de los partidos políticos, de los sindicatos de
trabajadores, de las organizaciones de empresarios, de centros de estudiantes, etc.
La existencia de derechos y ejercerlos hacen de los habitantes de un país ciudadanos plenos en una
sociedad democrática. El conjunto de derechos que caracterizan a las sociedades democráticas son:
Derechos civiles: derecho de todos los individuos, derecho a transitar, a expresar todo tipo de
pensamiento, opinión o fe, etc.
Derechos políticos: a elegir y ser elegido, el derecho al voto y a ocupar cargos públicos.
Derechos sociales: derecho a tener un salario digno, acceso a la vivienda, la educación, la salud, etc.
En una sociedad democrática los derechos están establecidos legalmente, todos los habitantes tienen posibilidades de ejercerlos. La ciudadanía es el goce efectivo de estos derechos, es un proceso de
construcción histórica. Su obtención fue el resultado de las luchas emprendidas en distintos momentos históricos, por diferentes sectores de la sociedad. Sin embargo no existe democracia plena si no se respetan
todos los derechos, por ejemplo, cuando la prensa es censurada o cuando un importante sector de la sociedad no tiene trabajo, o el sueldo que recibe no le alcanza para vivir dignamente, para obtener
educación o para atender su salud.
¿Qué es un golpe de Estado?
Puede definirse como el reemplazo de las autoridades elegidas
democráticamente, por un gobierno autoproclamado mediante el uso de
armas, es decir, por una acto de fuerza. Es llevado a cabo por las Fuerzas
Armadas quienes usan recursos del mismo Estado sin la participación
activa de sectores numerosos de la población. Se produce por una acción
sorpresiva y con cierto margen de seguridad que reduce al mínimo la
violencia. El primer objetivo de los golpistas es controlar los sitios desde los
cuales se emitirán las declaraciones que justificarán sus acciones e impedir
organizar la oposición. Puede ser acompañado por quienes ven en él una
salida a sus problemas socioeconómicos. Luego del golpe, se
reemplaza a los funcionarios y se refuerzan los organismos de represión como la policía, la
gendarmería y el mismo ejército.
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Formas autoritarias de gobierno
Muchos gobiernos designados a través de elecciones, una vez en el poder, comienzan a negar o a
plantear restricciones al ejercicio de determinados derechos individuales o sociales. Los gobiernos que
siguen este curso se denominan autoritarios, tienen las siguientes características:
Poner más énfasis en la cuestión del mando y la obediencia que en la búsqueda del consenso en las cuestiones a resolver.
Concentrar el poder en un hombre o en un solo partido
No respetar las instituciones representativas de gobierno (parlamentos, consejos vecinales,
intendencias, etc.)
Combatir toda expresión de oposición y la autonomía de diferentes organizaciones como
escuelas, hospitales, etc.
En algunos casos, pueden llegar a anular los procedimientos democráticos para la
designación de autoridades.
Los gobiernos autoritarios estimulan la obediencia a ciegas a los superiores y la adulación a quienes
detentan la fuerza o controlan los recursos del poder.
Golpe de Estado de 1930, el nacionalismo conservador
1930 1932 1943
Golpe de Estado "Década Infame" Golpe de Estado
Gral. Uriburu Gob. De Justo, Ortiz y Castillo Gob. Gral. Ramírez, Gral. Farrel (G.O.U.)
Crisis democrática Democracia en el "fraude patriótico"
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 39
"La hora de la espada" El gobierno de Uriburu
Hipólito Yrigoyen, que había sido elegido por segunda vez presidente de la República en 1928 vería en
los dos años que faltaban para el 6 de setiembre de 1930 el deterioro de su partido, la demora y casi
impotencia del aparato de Estado para enfrentarse con la crisis económica mundial de 1929, Por otra parte
asiste a la actitud opositora de abierto desafío y conspiración y al encumbramiento de las Fuerzas Armadas a
una función preponderante.
Estos dos elementos precipitaron la primera quiebra constitucional de nuestro sistema de gobierno en
lo que va del siglo XX. Los conservadores, desalojados del poder en 1916 no supieron aceptar la segunda
derrota a manos de Yrigoyen, su actitud fue de enfrentamiento y crítica feroces, buscaron ampliar sus
alianzas políticas e intentaron atraer a su campo a algunos militares. La oposición al yrigoyenismo encontró
aliados no sólo en los partidos que actuaban en el Congreso, sino también en algunos diarios. Conspiraba
abiertamente desde el Congreso, donde se demoraba la consideración del proyecto de nacionalización del
petróleo en la Cámara de Senadores, y al mismo tiempo se afirmaba con los triunfos electorales parciales en
los comicios para diputados en 1930. Su acción se vio favorecida por las amplias libertades de prensa,
reunión y difusión de las ideas de que gozaba el país.
En Argentina, los grupos económicamente dominantes empezaron a considerar que el gobierno de
Yrigoyen no era una garantía suficiente para la defensa de sus intereses. El 6 de septiembre de 1930, un
golpe militar encabezado por José Félix Uriburu desalojó del poder al gobierno constitucional. Uriburu
ocupó la presidencia con carácter provisional.
Los militares y civiles que llevaron adelante el golpe compartían, ante todo, la oposición a Yrigoyen y a su
partido, también una definida vocación conservadora y oligárquica, Pero la unanimidad no iba más allá de
eso. Muy pronto, la coalición revolucionaria se dividió en dos líneas principales:
la encabezada por el general Agustín P. Justo, que congregaba a los
partidarios de una restauración del orden político anterior a 1916.
el presidente Uriburu, acompañado por un núcleo nacionalista y por
fuertes grupos conservadores, tenía un proyecto más ambicioso: cortar de raíz
los vínculos con el pasado y transformar el orden político, de acuerdo con las
ideas de los regímenes fascistas que estaban creciendo en Europa. Para ellos
era necesario modificar la Constitución Nacional, de manera que limitara los
alcances de la democratización e instaurara un régimen corporativo de
inspiración fascista. La opción corporativista del uriburismo se completaba
con su oposición al sufragio universal y secreto por considerarlo culpable
de los "vicios" que padecía el país.
Paradójicamente, Uriburu, que descreía de la democracia, confiaba en que la legitimación de su
programa provendría de una elección. En abril de 1931, se realizó una elección para gobernador de la
provincia de Buenos Aires. Según las expectativas del gobierno, debía triunfar el Partido Conservador de la
provincia, lo que pondría en evidencia la popularidad del golpe del 6 de septiembre y la confianza en el
presidente. Sin embargo, se impuso la fórmula del radicalismo. El gobierno no podía aceptar el triunfo del
partido que había derrocado pocos meses antes y anuló la elección. Pero el resultado electoral frustró el
proyecto de Uriburu y, en adelante, la línea política fue marcada por Justo, quien al frente de la fórmula
oficialista de la Concordancia -integrada por conservadores, socialistas independientes y radicales
antipersonalistas, triunfó en las elecciones nacionales de noviembre de 1931. Lo acompañaba como
vicepresidente, Julio A. Roca (hijo del ex presidente).
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 40
El camino hacia la democracia fraudulenta
El gobierno de Justo transcurrió en el marco de una situación política muy compleja que generó un clima de mucha tensión. El radicalismo se había apartado del sistema impugnando la legitimidad de todo el
régimen, aunque las posiciones del partido estaban divididas. Los sectores radicales combativos, aliados con
algunos militares, llevaron a cabo varios levantamientos armados durante el período. Aquellos sectores que
promovían la concurrencia a elecciones basaban su postura en el escaso apoyo de los ciudadanos a la
abstención y en las críticas que esta actitud despertaba en el periodismo y en los riesgos que corrían como
partido. A fines de 1934 el radicalismo eligió participar en las elecciones. Las consecuencias de esta decisión
fueron una nueva irrupción generalizada de la violencia política y desde el oficialismo la implementación
sistemática del fraude electoral.
La creciente actividad política se manifestó también en la sistemática persecución de los comunistas (o todo opositor). Toda esta violencia se combinaba con el fraude electoral. El fraude se repitió masivamente
en las elecciones presidenciales de 1937 en las que triunfó la fórmula de la Concordancia: Roberto Ortiz (radical antipersonalista) y Ramón Castillo (conservador). Ortiz quería poner fin al fraude electoral lo cual fue
considerado por los conservadores una traición. La batalla se libró en Buenos Aires, los comicios fueron fiscalizados y no se animaron a ejecutar el fraude. La UCR resultó ganadora. Los conservadores comenzaron
una campaña contra Ortiz que incluyó la denuncia de irregularidades con la compra de terrenos. Ortiz comenzó a tomarse licencias por enfermedad y murió en 1942. Castillo se preparó para ejercer el fraude,
esto alarmó a los grupos nacionalistas del ejército y produjeron el golpe de Estado de 1943.
La restauración oligárquica intentó encontrar una solución conservadora a los problemas políticos
del país.
Para asegurarse el control de la situación, los grupos oligárquicos impusieron hasta 1943 la práctica
sistemática del fraude electoral y de la persecución a los opositores. Los conservadores lo llamaron el
"fraude patriótico", porque entendían que el objetivo de salvar a la Patria justificaba el uso de métodos
ilegales. El secuestro de libretas de enrolamiento, la expulsión de veedores de la oposición en los comicios, el
voto ilegítimo -utilizando los documentos de personas ya fallecidas-, y la intimidación, fueron algunos de los
recursos que utilizaron los gobiernos liberal - conservadores durante la llamada década infame. Durante la
década del '30 se convocó a elecciones regularmente y funcionaron las instituciones republicanas, aunque se
siguió practicando el fraude de manera sistemática.
¿cómo hicieron para consolidar esa "restauración conservadora"? ¿qué instrumentos políticos
utilizaron?
Una vez neutralizada la tendencia autoritaria, corporativista y más propensa a imitar modelos europeos,
que en el fondo era la que impulsaba al grupo de Uriburu y sus asesores nacionalistas (pero con escaso auge
en el ejército, que terminó cerrando filas en torno de Justo), el futuro se presentó prometedor para los
conservadores y sus aliados menores, radicales antipersonalistas y socialistas independientes.
Las elecciones del 8 de noviembre de 1931, que consagraron a Justo presidente de la República, además
del fraude, contaron con la abstención radical ante el veto de la candidatura de Alvear. El ejército avaló el
resultado de las urnas e iría transformándose paulatinamente en guardia pretoriana del régimen, luego de
aplastar intentos subversivos de origen radical. Aquí ya se distinguen ciertos instrumentos políticos que
consolidan la restauración conservadora.
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 41
El primero, es el fraude en todas sus variantes, y con defensores abiertos de sus ventajas. Manuel
Fresco será el paladín del llamado "fraude patriótico" en dicho distrito mediante la distinción entre el
fraude nocivo, que practican los adversarios, y el encomiable (o "patriótico") que ejercitan
quienes detentan el poder (los "patriotas" conservadores)
El segundo son las intervenciones federales a las provincias. En esto, e involuntariamente quizá, los
conservadores repitieron un procedimiento que Yrigoyen había empleado reiteradamente durante
su mandato, en el caso de Justo se transformó en medio eficaz de doblegar administraciones opositoras (la intervención a Santa Fe, gobernada por el demoprogresista Luciano Molinas, en 1935) o
de allanar el camino a nuevos gobernantes conservadores (la intervención a Buenos Aires, también poresa fecha, que precede a los "comicios" que consagran a Fresco), y en estos como en otros
muchos casos ello tendía a asegurar el control político del distrito por partidarios del gobierno nacional con vistas a ganar futuras votaciones, también viciadas.
El tercero: la violencia política (los asesinatos de Enzo Bordabehere en 1935, o del diputado
provincial por Córdoba, José Guevara, en 1933, son apenas dos casos ilustrativos), el desarrollo de la
represiva Sección Especial como dependencia estable del Ministerio del Interior por medio de la
Policía de la Capital Federal, la tortura sistemática que se implanta por primera vez en la Argentina
para los presos políticos, el pretexto del anticomunismo para amordazar y restringir la oposición al
régimen (recuérdese los "debates sobre el comunismo" de 1936 en el Senado, y la apasionada
defensa de los principios liberales a cargo de Lisandro de la Torre), fueron elementos accesorios
empleados por la restauración conservadora para fortalecer su predominio a lo largo de la década.
El Estado interventor y conservador y sus consecuencias sociales
Durante la década del 30, y a raíz de la situación de Europa y EEUU, producto de la gran crisis del 29, en
la Argentina se necesitó producir bienes manufacturados, que antes se importaban. Para ello los distintos
gobiernos que se sucedieron, estimularon la producción de esos bienes mediante políticas arancelarias,
controles cambiarios y provisión de crédito industrial. Se intentó favorecer la incorporación de la industria. El
nuestro era, hasta entonces, fundamentalmente en país agropecuario y ganadero.
La crisis estructural y orgánica de los años 30, se presenta como una reacción por la falta de respuestas a
las necesidades que la sociedad plantea. Se quiebra la identidad entre los sectores dirigentes y el cuerpo
social, porque los primeros no encuentran respuestas dentro del sistema y los sectores subalternos no
logran concretar alternativas superadoras de la situación. La crisis es compleja y termina generando desde la
dirigencia, respuestas adaptativas.
La crisis de identidad, dependencia, distribución, legitimidad y participación ocurrida hacia 1930,
repercute en la economía, las finanzas, la política y la sociedad en su conjunto. Se quiebra por primera vez el
orden institucional y el Ejército de la mano de los conservadores, se instalan en el gobierno nacional. El
intervencionismo estatal en la economía, que padece las consecuencias de precios internacionales
agropecuarios en baja, desde mediados de la década de 1920, lleva al gobierno -a través de instituciones
específicas- a subsidiar al agro y alentar la industrialización por sustitución de importaciones. Desde 1932 las
Juntas Reguladoras de la Producción (de Granos, de Carnes, de Azúcar, de Vinos, de Algodón, de Yerba Mate)
así como la creación del control de cambios, del Instituto Movilizador de Inversiones Bancarias y del Banco
Central (1935) con capitales mixtos, son cabales expresiones de ese Estado interventor (Girbal- Blacha; Ospital; Zarrilli 2007)
En los períodos del 30-35, y 45-49, la producción industrial creció tanto que llegó a duplicar la del
período 1925-1930. Esta situación entusiasmó a muchas personas a venir a la conquista de la gran ciudad, lo
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 42
que provocó la expansión de los centros urbanos y de sus alrededores, especialmente del Gran Buenos Aires y del Gran Rosario. La fuerza laboral no estaba en el inmigrante, que por esa década llegó en número muy
reducido, sino en los migrantes internos que venían de las provincias argentinas. Hacia 1947,
aproximadamente 1.386.000 personas habían arribado a Buenos Aires atraídos por el rápido crecimiento
industrial. A raíz de la firma de acuerdos entre el Commonwealth (dominios integrantes del imperio Británico) con
Australia y Canadá, mediante los cuales se les otorgaba preferencia a la compra de carne proveniente de esos dos dominios, las exportaciones argentinas comenzaron a decaer. Fue entonces cuando el
vicepresidente argentino Julio A. Roca (hijo) realizó gestiones con Gran Bretaña para llegar a un acuerdo, que se plasmó en el denominado Pacto Roca-Runciman (1933). El acuerdo favorecía al mercado inglés y
consolidaba el monopolio del frigorífico en manos de los ingleses y norteamericanos.
Fue Lisandro de la Torre, quién levantó la voz en el Senado (1935), en defensa de los pequeños
productores, pudo probar que los frigoríficos extranjeros evadían impuestos, eludían controles cambiarios.
En una de las sesiones sonaron disparos en el recinto, cayó muerto el senador por el Partido Demócrata
Progresista Enzo Bordabehere. Pero si bien la economía industrial se expandió rápidamente en la primera etapa, la clase trabajadora
no se benefició. Los salarios bajaron y la legislación laboral era escasa. Por otra parte, las familias debían enfrentar los problemas sociales que traía aparejada la rápida urbanización. El habitacional posiblemente
haya sido el peor de ellos. Las ciudades no estaban preparadas. Una encuesta efectuada en 1937, reveló que el60% de las familias de la clase obrera que vivía en la Capital Federal, tenían una habitación por familia.
Estos grupos encontraron en la construcción de los barrios precarios: las Villas Miserias.
El segundo golpe de Estado: La "revolución" de 1943
El 4 de junio de 1943, un nuevo golpe militar encabezado por el general Arturo Rawson derrocó al
presidente Castillo. En poco tiempo, los generales Pedro Pablo Ramírez y Edelmiro Farrel se sucedieron en la
presidencia de la Nación.
El grupo estaba organizado por una logia llamada Grupo de Oficiales Unidos (G.O.U.) impiden que éste
preste juramento, ya que lo consideran un aliadófilo e imponen al general Ramírez, el ex ministro de Castillo.
Uno de los líderes del G.O.U. era el Coronel Juan Domingo Perón. La revolución del 4 de junio abre una
nueva etapa. En los primeros meses, un grupo nacionalista y católico ocupa funciones importantes en el
Estado. Una figura militar actúa con decisión: es el Coronel Juan Domingo Perón, que en noviembre se hace
cargo de la recién creada Secretaría de Trabajo y Previsión Social y desde allí promueve aumentos de salarios a
los trabajadores, otorga "estatutos" a diversos gremios y va dejando de lado a los sindicatos comunistas y
socialistas.
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 43
EJE V: LA DÉCADA PERONISTA (1943/1955) Y LA FRUSTRACION DEMOCRATICA (1955-1966)
Algunos conceptos para explicar la historia
El "Estado de Bienestar" busca, en el marco del respeto a las instituciones democráticas y en un contexto de
Guerra Fría, dos fines básicos:
1. garantizar estabilidad y continuidad de principios y relaciones capitalistas (reconociendo el derecho a la propiedad privada)
2. promover el bienestar básico de toda la población
Cumple el primer objetivo mediante:
intervención directa en la economía a través de la regulación de los ciclos económicos ( a través de medidas keynesianas)
redistribución del ingreso para lograr un reparto más equitativo de las rentas
el fomento del pleno empleo
(provisión de trabajo a la mayor
cantidad posible de individuos)
Logra el segundo objetivo por medio
de:
leyes que pretenden mejorar las condiciones de trabajo del obrero:
derechos sociales.
Provisión de ciertos bienes y servicios
básicos: salud, educación, vivienda
Tiene tres fases: origen (1930/1945); apogeo (1945/1970) y crisis (1979 a la
actualidad). En la década del '70 surgieronideas NEOLIBERALES que
comenzaron la crítica al Estado de Bienestar.
LA DÉCADA PERONISTA (1943/1955)
1943 1945 1955 Golpe de Estado Peronismo en el poder Golpe de Estado
Gob. Gral. Ramírez, Gob. de Juan D. Perón "Revolución Libertadora"
Gral. Farrel (G.O.U.)
Democracia masiva
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 44
El Estado popular, benefactor,
nacionalista,
planificador y
dirigista que lidera Juan
Perón, es quien
plantea la redistribución del ingreso en una
Argentina rica de
posguerra. Lo s
sectores obreros -
acrecentados por las
migraciones internas del
campo a las
ciudades- y la
pequeña y mediana
burguesía nacional que produce para el mercado interno, usando preferentemente materias primas nacionales, son los
beneficiarios de esa política económica puesta al servicio de la doctrinaria "justicia social". Azúcares, vinos, algodón, lino, girasol, se consumen en nuestro mercado y alimentan una industria nacional liviana más allá
de la sustitución de importaciones.
La ideología del régimen se expresó en la llamada doctrina peronista cuya expresión más sintética
era la aspiración a constituir una nación "socialmente justa, económicamente libre y políticamente
soberana".
La justicia social conducía a una más justa redistribución de los bienes a través de la educación, la
vivienda, la salud. La independencia económica significaba un proceso de autodeterminación con la nacionalización de
los servicios y recursos, la industrialización (industria liviana) y el mantenimiento del modelo
agroexportador.
En cuanto a la soberanía política consistía en hacer la voluntad popular. ¿Cómo se expresaba ésta?.
A través de la "nación organizada". Y esta se lograba cuando se conseguían armonizar los intereses
individuales con los del bien general. Esta organización se expresaba por medio del Estado con una
unidad de conducción. La "voluntad popular" se expresaba a través del partido y
extraordinariamente por manifestaciones públicas que se interpretaban como plebiscitos de la
ciudadanía. Por esta vía el líder podía responder a los deseos explícitos del pueblo.
Esta relación líder-masas constituyó una de las notas distintivas, aunque no la única, del
populismo peronista. La movilización de las masas, espontánea al principio, dirigida desde el poder otras,
constituyó uno de los elementos característicos de la comunicación entre Perón y su pueblo. Estas reuniones
revestían el carácter de fiestas populares acompañadas o seguidas de asuetos o feriados como el famoso
"San Perón". La descripción ideológica del peronismo no estaría completa si no se mencionaran sus
ingredientes nacionalistas. La idea de reemplazar un Estado neutro por un Estado dirigista, la posición
antiliberal tanto en política como en economía, la desconfianza hacia los partidos políticos, eran notas
comunes a las prédicas de las corrientes nacionalistas.
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 45
¿ Qué pasa con los derechos de ciudadanía en la "Democracia Populista"?
El autoritarismo y la oposición al régimen peronista
Paulatinamente, la doctrina peronista se fue transformando en "doctrina nacional" y en la medida en que esto se fue concretando se fue desechando el pluralismo político alentado en la constitución del '53 y
que formaba una de las creencias políticas de la población. Producida esta identificación, lo que era
contrario a la doctrina nacional fue necesariamente antinacional y su sostenedor fue un "antipatria". Esta
actitud llevó a considerar a los que disentían con el peronismo no ya como contradictores sino como
enemigos. El propio Perón en su mensaje al Congreso de 1950 dijo que "ningún argentino bien nacido puede
dejar de querer, sin renegar de su nombre de argentino, lo que nosotros queremos..." al fijar los objetivos
básicos de su gobierno. Esta doctrina se transformó, casi contra su voluntad, en la doctrina de la intolerancia política.
Contribuyó a un endurecimiento del régimen, al enfriamiento de muchas adhesiones y a generar violencias que contribuyeron a su caída. En este contexto de intolerancia se explican algunas circunstancias que fueron
fomentadas o toleradas por el gobierno para mantener en permanente desasosiego a la oposición. Un sistema de delación fue fomentado en los niveles inferiores del partido y hechos violentos como el incendio
de sedes partidarias opositoras coexistieron con la anunciada designación por las unidades básicas de "encargados de manzanas" responsables de vigilar la actividad de los opositores. Si estos "encargados"
llegaron a existir, su eficacia fue bien pobre, pero su solo anuncio cumplió el objetivo político de amedrentar a los opositores. A ello se agregó la exigencia de la afiliación al peronismo para obtener empleos estatales. () El líder radical Ricardo Balbín padecía prisión desde mediados de 1950; en enero de 1951 el diario La Prensa fue el primero inmovilizado por una serie de huelgas y luego expropiado para reaparecer
como órgano periodístico oficial de la CGT. El lenguaje del líder, por lo demás, comenzaba a entrar en el terrenode las amenazas: a mediados de 1950 había dicho que no se concebía en la Argentina peronista "que nadie,
absolutamente nadie, pueda levantarse contra el sentir mayoritario de la Nación, y aquel que lo haga sufrirá las consecuencias de su acción. () A los dos meses de iniciado el segundo gobierno de Perón, falleció el26 de julio María Eva Duarte. (). La muerte de Evita significó la brusca interrupción del mejor canal existente entre el líder y sus masas. Perón procuró paliar la situación con recursos, uno de los cuales fue
comprimir a la oposición con medidas que resultaron a la postre contraproducentes. El plan político de 1952 se propuso eliminar de la administración pública a todos aquellos que no fueran miembros del Partido
Peronista y denunciar sistemáticamente a los opositores.
Conflicto social, conflicto cultural
Texto: Bragoni, Beatriz. El libro de la sociedad. Estrada, 2000.
Desde el principio, el discurso de Perón adoptó una línea de confrontación con la oposición y con todos
los que no mostraban simpatía con el peronismo y su política. En su lenguaje y, en especial en el de Evita, los
opositores eran denominados "contreras", "oligarcas", "vendepatria", "traidores" y "vendidos". La clase alta y los
sectores medios más acomodados mostraron resistencia frente al nuevo estado de cosas.
El conflicto entre los que apoyaban y la oposición puso en tela de juicio el comportamiento y el estilo
político inaugurado por el peronismo. Perón accedió al poder a través de elecciones limpias, es decir que la
ciudadanía tuvo todas las garantías para expresarse a través del voto. Sin embargo, el régimen adquirió
rasgos autoritarios que generaron oposiciones al gobierno. En 1947, Perón modificó la composición de la
Corte Suprema de la Nación. Más tarde emprendió el control de la prensa, que estuvo en su contra antes de
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 46
las elecciones. La situación se agravó con los años y, en 1953, el diario "La Prensa" fue expropiado y convertido en voz oficial de la CGT. En la Universidad, muchos estudiantes fueron perseguidos y miles de
docentes debieron abandonar sus cátedras, donde fueron reemplazados por profesores adictos al régimen.
¿Qué razones llevaron a este modo de ejercicio del poder? El gobierno se sentía amenazado y así justificaba el
control de la información y de las personas. Durante los gobiernos de Perón la Argentina se dividió en dos bandos irreconciliables: peronistas y
antiperonistas. El enfrentamiento fue cada vez más intenso y fue frecuente el empleo de fuertes epítetos con los que cada sector hacía alusión a su enemigo político: a los peronistas la oposición los consideró como la
chusma, los cabecitas negras y el aluvión zoológico. Y el gobierno caracterizo a los opositores como oligarcas y contreras. El calificativo de gorilas se difundió luego de la caída del peronismo en 1955.
La democracia social
La euforia económica de los primeros años de gobierno fue acompañada por una política social que mejoró
las condiciones de vida del conjunto de los trabajadores y atendió a las necesidades de los sectores más
desprotegidos. El fuerte incremento de la inversión del Estado en las áreas de vivienda y de educación se
materializó en la construcción de medio millón de viviendas y alrededor de ocho mil escuelas. El acceso al
sistema de educación pública de vastos sectores sociales que hasta entonces sólo gozaban formalmente de
ese derecho significó la reducción del analfabetismo al 3% de la población. La acción de Eva Perón fue sumamente original y rompió con muchas convenciones sociales de la
época. La vida pública estaba reservada para los hombres y, excepcionalmente, para las damas que realizaban tareas de beneficencia. Una mujer de origen humilde, que detentaba una posición de poder poco
clara desde el punto de vista institucional, generó el recelo y el odio de algunos sectores sociales. Para desarrollar sus planes de acción social, Eva Perón creó una Fundación que le permitió establecer un contacto
personal directo y cotidiano con los sectores sociales más necesitados. La Fundación Eva Perón, creada en 1948 en reemplazo de la Sociedad de Beneficencia, desplegó una intensa actividad: atendía pedidos
individuales, creaba hogares para niños y ancianos, centros educativos, colonias de vacaciones, policlínicos, ciudades estudiantiles, proveía de materiales a hospitales y escuelas, distribuía alimentos y construía
viviendas populares. Las obras de la Fundación se solventaban con fondos provenientes de donaciones particulares y de
descuentos obligatorios que se realizaban dos veces al año en los salarios y en ocasiones con la exigencia de aportes a empresas privadas. Los beneficiados y los perjudicados de esta política social por estas medidas
reafirmaron su peronismo y su antiperonismo.
La constitución de 1949
A poco andar y con la vista puesta en el problema de la sucesión, las primeras cabezas del
peronismo se plantearon la cuestión de la reforma constitucional. Se trataba de desterrar el liberalismo
presente en la constitución de 1853 pero también de superar el obstáculo del artículo 77 que prohibía la
reelección presidencial. Conscientes de que el régimen estaba estructurado en torno a una persona, Perón,
para que el régimen subsistiera había que alterar el sistema constitucional. La Convención Constituyente, reunida en enero de 1949, apenas necesitó un mes y medio para
producir su despacho, preparado de antemano. La minoría radical se opuso a la totalidad del proyecto e inmediatamente hizo abandono del recinto. Si bien la mayoría oficialista era suficiente para sancionar la
reforma, ésta quedó como la obra de Perón y no como resultado de un consenso nacional. Esta constitución
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no sobrevivió al gobierno peronista. Consagró los derechos del trabajador, de la ancianidad y de la familia, estableció que la propiedad tiene una función social; dispuso que el capital debía estar al servicio de la
economía y tener como principal objetivo el bienestar social. La función económica del Estado fue definida
admitiendo su intervención directa y el monopolio de determinadas actividades. También estableció la
elección directa del presidente, vicepresidente y senadores nacionales. Finalmente, consagró la
reelegibilidad del presidente y vice.
EI principio del fin ...
En las elecciones nacionales de 1952, Perón obtuvo más del 60% de los votos y una mayoría apabullante
en el Congreso y en las provincias. Sin embargo, el régimen comenzaba a mostrar debilidades. La muerte de
Eva Perón, en julio de l952, privó al gobierno de uno de sus pilares más sólidos. El deterioro de la situación
económica fue acompañado por un progresivo endurecimiento del régimen. Perón oscilaba entre el intento
de una moderada apertura política y una exacerbación del autoritarismo, ejercida no sólo sobre los
opositores sino también sobre los sostenes del gobierno.
En 1954, Perón desencadenó un conflicto decisivo para la suerte del régimen al enfrentarse con la Iglesia. Si bien existían motivos de tensión entre el gobierno y el poder eclesiástico -derivados del intento del
gobierno de avanzar sobre espacios sociales ocupados por la Iglesia-, la relación entre ambos había sido, hasta ese momento, de cooperación mutua. A fines de ese año, en una escalada de medidas que resultan
difíciles de explicar, el gobierno endureció su posición con respecto a la Iglesia. Persiguió a obispos y curas que consideraba opositores, suprimió la enseñanza religiosa en las escuelas -vigente desde el gobierno
militar-, estableció el divorcio vincular y legalizó el ejercicio de la prostitución. La Iglesia se defendió y arrastró en su reacción a las fuerzas opositoras, hasta entonces desanimadas. La oposición civil encontró en
este enfrentamiento el error del gobierno, que siempre había esperado, y se sumó a la lucha con todas sus fuerzas.
Este conflicto repercutió de modo más significativo dentro de las Fuerzas Armadas. Si bien las Fuerzas Armadas habían sido pilares principales del régimen, desde principios de la década del 50 algunos grupos de
oficiales del ejército y, sobre todo, de la marina habían manifestado signos de disconformidad con el gobierno. El frustrado golpe del general Benjamín Menéndez fue el primer signo visible en esta situación. En
ese contexto, el gobierno optó por afirmar sus control, separó los oficiales de lealtad dudosa, premió a los leales e intentó establecer un fuerte adoctrinamiento en el conjunto de las Fuerzas Armadas. Pero el
descontento, aunque minoritario, continuó. El conflicto con la Iglesia introdujo en las Fuerzas Armadas un fuerte motivo de tensión en sus relaciones con un gobierno con el cual había tenido una identificación casi
total y asestaron un golpe de Estado en 1955.
LA FRUSTRACION DEMOCRATICA: la DEMOCRACIA CUSTODIADA (1955-1966)
1945 1955 1958 1962 1963 1966
Peronismo en el poder Golpe de Estado
Gob. de Juan D. Perón "Revolución Libertadora" Gob. Frondizi Gob. Illia
Democracia masiva Democracia en el "juego imposible"
"Democracia autoritaria" Autoritarismo
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 48
a) Observe en la siguiente infografía histórica
Símbolo de los golpes de Estado Imagen de Frondizi con Nixon, caricatura política sobre Illia Mural de Carpani y foto de la vida cotidiana de la época.
b) ¿por qué se dice que el gobierno en esta época estaba inmerso en un "juego imposible" o que era
una Democracia Custodiada? ¿quiénes la custodian? ¿por qué? ¿quiénes eran los perseguidos?
¿qué ideas puede adelantar al tema que vamos a trabajar?
c) Resolvemos una webquest (Trabajo Práctico 1)
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 49
EJE VI: DE LA "REVOLUCION ARGENTINA" A LA NUEVA EXPERIENCIA PERONISTA (1966/1976)
Algunos conceptos para explicar la Historia
Tipos de Estado
ESTADO BUROCRÁTICO AUTORITARIO Texto: O´Donnell, Guillermo, Crítica, 1998
Los gobiernos militares en América Latina desarrollaron un discurso antipolítico al responsabilizar
por los problemas a la ineficacia de la clase política. Estos regímenes han sido denominados "Estados
burocráticos autoritarios" por presentar entre sus características:
la consolidación de Estados con enorme poder, controlados por una alianza de sectores
dominantes
(latifundistas, militares, industriales, inversores extranjeros)
nombramiento en los cargos de personas provenientes de instituciones con marcado carácter
burocrático como los miembros de las fuerzas armadas o instituciones civiles.
La eliminación de la actividad política y la represión de las protestas populares y del movimiento sindical.
Entre 1976 y 1983 tiene características que llevan a denominarlo Terrorismo de Estado.
Derechas e Izquierdas Texto: Bobbio, Norberto: Derecha e izquierda. Madrid, Punto de encuentro, 2001
Para Bobbio, y ésta es la parte central de su pensamiento político, la esencia de la distinción entre la
derecha y la izquierda, o a partir de ahora, entre las derechas y las izquierdas (pues hay graduaciones en cada
familia) "es la diferente actitud que las dos partes (el pueblo de la derecha y el pueblo de la izquierda)
muestran sistemáticamente frente a la idea de igualdad": aquellos que se declaran de izquierdas dan mayor
importancia en su conducta moral y en su iniciativa política a lo que convierte a los hombres en iguales, o las
formas de atenuar y reducir los factores de desigualdad; los que se declaran de derechas están convencido de
que las desigualdades son un dato ineliminable, y que al fin y al cabo ni siquiera deben desear su eliminación.
Las condiciones de la Guerra Fría en el continente americano: la Doctrina de Seguridad Nacional
Si bien las condiciones de la "Guerra Fría" en el mundo industrializado variaban poco a poco a la
distensión, es decir a tratar de arreglar las tensiones a través de consensos ente las grandes potencias, en
América Latina, a partir de 1959 la política norteamericana era distinta. En 1959 en Cuba, tuvo lugar una revolución social y política que derrocó a la dictadura de Fulgencio
Batista. El líder de la revolución Fidel Castro, estableció un régimen socialista y obtuvo la colaboración de la Unión Soviética y de la República Popular China. Los Estados Unidos intentaron impedir las nacionalizaciones de
las empresas que impulsaba Castro e impusieron un bloqueo económico a Cuba. Por otra parte, en el terreno político, acusaron constantemente a Cuba de impulsar movimientos de
tendencia socialista y comunista en Latinoamérica y de participar en los movimientos de liberación africanos. Estados Unidos temía que otros gobiernos latinoamericanos adoptasen un modelo político similar al cubano. A
partir de 1960 presionaron a los gobiernos de la región para que rompiesen relaciones con la isla, a la vez que impulsaban la preparación de los ejércitos nacionales contra probables revoluciones inspiradas en el ideario
comunista.
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 50
Al apoyo soviético a la revolución cubana, se contrapone la decisión estadounidense de intervenir en las estructuras sociopolíticas latinoamericanas para frenar el supuesto avance y generalización de la simiente
revolucionaria cubana. Se desarrolló, entonces, la Doctrina de Seguridad Nacional, en la que se convocaba a
las fuerzas armadas a tener un protagonismo en las alternativas del conflicto mundial, frente al comunismo
internacional. Esta doctrina se basaba en tres supuestos:
La subversión constituía un enemigo oculto y era parte de una conspiración mundial del comunismo contra Occidente. El desarrollo económico no podía hacerse sin tener en cuenta la seguridad nacional.
Los militares tenían el derecho de supervisar y hasta controlar a los gobiernos civiles y ante
su fracaso, cabía la posibilidad de su derrocamiento.
Así se convalidaba la intervención militar en la vida de una nación: el ejército no sólo debía
concentrar las acciones de seguridad, sino que se hallaba destinado a asumir la conducción política de
un país.
Las dictaduras
El término dictadura designa a los gobiernos establecidos, por lo general, a partir de un golpe de Estado y
que se mantienen, fundamentalmente, mediante el uso de la fuerza. Los gobiernos dictatoriales se caracterizan por una enorme concentración de poder, el que es ejercido
sin límites legales.
Las dictaduras suelen desobedecer, si lo necesitan, las leyes que permanecen vigentes, ya sea dictando
otras que contradigan las primeras o planteando excepciones para su cumplimiento. Mediante el accionar de
numerosos y potentes organizaciones legales o ilegales, como la policía, las fuerzas armadas, o grupos
parapoliciales, las dictaduras intentan disciplinar a los habitantes del país y reducir la capacidad de éstos
para oponerse a las decisiones del gobierno.
Por último, quienes integran las dictaduras invocan permanentemente principios que consideran
"superiores" a las leyes y a todos los derechos de los ciudadanos y, por lo tanto, fuera de cualquier discusión. A
través de estos principios (paz, orden, nación, patria, civilización, etc.) justifican todas sus acciones.
La participación en el Estado Burocrático Autoritario (1966/1983)
Los '60 y '70 estuvieron signados por intensas movilizaciones populares, exacerbación de las luchas
políticas y de las pujas redistributivas. Pero si los conflictos sociales asociados a los «treinta gloriosos»
europeos o a la movilización estudiantil estadounidense, permitieron un ajuste institucional que redundó en el
fortalecimiento de las democracias occidentales a través del Estado de Bienestar, ese no fue el caso
argentino.
En Argentina la conflictividad desembocó en la violencia estatal y guerrillera que alcanzó su cumbre
con la dictadura militar que comenzó en 1976, resultado de un muy marcado proceso de autonomización
político-ideológica que, sin embargo, no comienza en la década del 70 sino que se presenta como una
constante durante toda la década anterior (Verón y Sigal, 2003)
Esta autonomización explica el éxito de la campaña ideológica contra Arturo Illia que desembocaría
en el golpe de estado que impuso al general Juan Carlos Onganía como presidente de la República y como
conductor de la llamada Revolución Argentina.
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 51
En este contexto, como relatan varios autores (Selzer, 1973; De Riz, 2000), algunos medios de comunicación, con amplia recepción en sectores ilustrados de las clases medias, iniciaron una metódica
campaña de desprestigio del gobierno y de Arturo Illia a quien presentaban como la encarnación de la
ineficiencia y el tradicionalismo paralizante.
El desencanto producido por el fracaso del gobierno de Frondizi (De Riz, 2000:185), la
irresponsabilidad de los partidos políticos que no veían posibilidades de arrebatarle el poder a Perón por el
juego democrático -como lo había demostrado el triunfo de su candidato en las elecciones de Mendoza-,
más la efectiva propaganda ideológica de los medios liberales y nacionalistas, se aunaron para construir la
imagen de la inevitabilidad de la caída de Illia (Selzer, 1973).
Paradójicamente, el golpe militar se llevó a cabo cuando el gobierno radical estaba produciendo
resultados económicos inocultables. En los dos años de la administración radical -señalan Gerchunoff y Llach
(2003:300)- el PBI aumentó cerca de un 10% y la tasa de desempleo cayó, en 1966, al nivel record del 4.6%.
No fueron motivos económicos los que estaban en la base la pérdida de popularidad del presidente Illia. Sin
duda se trató de la primacía de lo político sobre lo económico.
Para una mejor comprensión de la autonomización de lo político-ideológico se hace necesario el
estudio de las fórmulas políticas que estaban en juego y las configuraciones discursivas que las sustentaron.
No es la figura de Onganía y sus ideas, lo que puede explicar el «onganiato», sino cómo se inscriben ellas en
una particular trama de relaciones discursivas y de poder resultado de las distintas fórmulas políticas que se
habían ensayado en la historia argentina en su interacción con los problemas que el cambio planteaba.
El discurso nacionalista -siempre en un sentido restringido del término- anterior al peronismo hace
su aparición con un grupo de jóvenes intelectuales que se aglutina al rededor de La Nueva República a
finales de los años 20. Estos jóvenes, que se mantendrán activos en la vida política hasta el gobierno de
Perón, caracterizarán un tipo de nacionalismo que, con distinta suerte política, estará presente durante bien
entrado el siglo XX en Argentina. Juan Carulla, los hermanos Irazusta, Ernesto Palacio, entre otros, serán los
fundadores de este particular nacionalismo que se constituye en una amalgama entre el filofascismo -à la
Maurras- y el integrismo católico (Devoto, 2002:26).
Pero este «nacionalismo argentino» en su especial combinación de Burke, Maurras y De Maistre, a
pesar de sus ataques al liberalismo, al que veía como la doctrina política de «la oligarquía al servicio de las
finanzas extranjeras» (Halperín, 2004:288), era partidario del liberalismo económico a ultranza.
En este marco ideológico es coherente que estos nacionalistas apoyaran el tímido proyecto
corporativo de Uriburu, quien con una orientación decididamente pragmática, matiza su nacionalismo con
elementos del integrismo católico y del tradicionalismo conservador. Independientemente de que la
debilidad política de Uriburu no le permita avanzar en su proyecto corporativo -aquello que Devoto
(2002:247) llama su ideología confusa y su corporativismo tímido-, creemos que el interregno de Uriburu se
puede interpretar como la reaparición del nacionalismo corporativista en su tensión no resuelta con el
liberalismo. El corporativismo de Uriburu, representado en hombres como Ibarguren, buscaba la
«representación parlamentaria de las fuerzas sociales organizadas en corporaciones y gremios» (Devoto,
2002:268).
Cuando el general Onganía accedió al poder por un golpe de Estado en junio de 1966, reemplazando al
desprestigiado Illia que, sin embargo, había logrado relanzar la economía después de un largo período de
depresión, su popularidad era inmensa. Liberales, nacionalistas y católicos de distinto cuño, representados
en revistas como Primera Plana, Confirmado, Azul y Blanco y Criterio, apoyaron sin ambages a la
autodenominada Revolución Argentina. También los sindicatos y la mayoría de los partidos políticos,
incluyendo algunos grupos de izquierda, saludaron la llegada del nuevo gobierno. Sectores socialistas,
comunistas y los depuestos radicales del pueblo, constituyeron la honrosa excepción en un ambiente político
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 52
que no se destacaba por el respeto a las reglas del juego democrático. No sólo los nacionalistas apoyaron al primer gobierno de la Revolución Argentina. También sectores católicos que no respondían a esa tendencia,
así como liberales tradicionales dentro y fuera del Ejército. La base social del experimento «modernizador»
de Onganía era heterogénea
El nuevo gobierno recogió las esperanzas nacionalistas de la derecha y de la izquierda. Para la
primera, la doctrina de Seguridad Nacional encarnada en los militares brasileños era la alternativa a la
«nación en armas» que había propuesto Perón (Potash, 1994:135-8); mientras la segunda soñaba con una
dictadura progresista inspirada en el modelo de Nasser. Así, la mayoría de las vertientes nacionalistas vieron
en Onganía una nueva oportunidad para sus postulados que, desde fines de la década del 20, hacían parte
del discurso político (De Riz, 2000:29).
En este ambiente, la Revolución de 1966 no se conformó, como había sucedido anteriormente, con
congelar la política temporalmente mientras los partidos se reorganizaban para reemprender el juego
democrático. La Revolución Argentina, en forma parecida al fracasado intento de Uriburu, buscó la supresión de
los partidos políticos, al tiempo que el poder del Estado se centralizaba en el Ejecutivo.
Ahora se trataba de fundar una nueva Argentina (De Riz, 2000:26) introduciendo elementos
modernizantes que, superando las distorsiones producidas por las divisiones partidarias, otorgara un nuevo
lugar al país en el mundo.
. Aunque el gobierno de Onganía fue un espacio de confluencia de proyectos políticos diferentes, dos
ejes permiten acercarse a su ideología: la teoría de la comunidad organizada y la Doctrina de Seguridad Nacional y el Desarrollo.
El proyecto de Onganía, concebido como una intervención de largo plazo que pretendía abolir la
política para reorganizar la sociedad, se inscribía en el contexto de la Guerra Fría y la confrontación que de
ella derivaba contra la infiltración marxista antipatria y anticristiana, ignorando la nueva situación mundial
creada por la recién iniciada détente. Esto implicaba el alineamiento con Estados Unidos y, por tanto, la
pérdida de centralidad del nacionalismo económico (Halperin, 1991:155). La Doctrina de Seguridad Nacional
fue la expresión de esta nueva situación.
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 53
La Argentina y el mundo a fines de la década del '60
El 28 de junio de 1966, en la Argentina se produjo un golpe de estado militar. El gobierno fue asumido por el
general Juan Carlos Onganía. Sostenía la necesidad de fortalecer el Estado dotándolo de autoridad y de recursos materiales. Aquí van algunos textos que les permitirán analizar la situación sociopolítica de la
Argentina durante esos años y también la del contexto mundial.
El ensayo autoritario
"La primera fase del nuevo gobierno se caracterizó por un shock autoritario. Se proclamó el comienzo de
una etapa revolucionaria, y a la constitución se le adosó un Estatuto de la Revolución Argentina, por el
cual juró el general Onganía, presidente designado por la Junta de comandantes, que se mantuvo en el
poder hasta junio de 1970. Se disolvió el parlamento -el presidente concentró en sus manos los dos
poderes - y también los partidos políticos, cuyos bienes fueron confiscados y vendidos, para confirmar lo
irreversible de la clausura de la vida política. [... ] La represión del comunismo -uno de los temas que unía
a todos los sectores golpistas - se extendió a todas aquellas expresiones del pensamiento crítico [...]. El
blanco principal fue la Universidad.
Texto : Luis Alberto Romero, Breve Historia contemporánea de la Argentina, Bs. As., FCE, 1994.
Onganía en el gobierno
"La vuelta a un gobierno con base militar presidido por el general Onganía habría de iniciar un nuevo
capítulo en la historia reciente de la Argentina [...]. Lo cierto es que bajo este gobierno los problemas del país se agravaron. Sin elecciones en las cuales descargar sus energías políticas, ante medidas
económicas impopulares y como reacción frente a la violenta intervención de las universidades, la generación de argentinos jóvenes fue haciéndose cada vez más revolucionaria. La significación plena
de este proceso no se reveló hasta el levantamiento de estudiantes y obreros en Córdoba, en mayo de
1969 [...]."
Texto :Robert A. Potash, El ejército y la política en la Argentina (II), Bs. As., Hyspamérica, 1986.
19 La primavera de los pueblos
"Cuando en mayo de 1969 estalló el breve pero poderoso movimiento de protesta -el Cordobazo-, el
único capital de Onganía, el mito del orden, se desvaneció. El estallido ocurrido en Córdoba en mayo de
1969. Vino precedido de una ola de protestas estudiantiles [...] y de una fuerte agitación sindical en
Córdoba, donde se concentraban las principales fábricas automotrices. Estudiantes y obreros se
conjugaron el 29 de mayo de 1969. [...] No era difícil encontrar en todo el mundo señales
confirmatorias de esa primavera de los pueblos [...] se advertía una ola de descontento en toda la
sociedad y, sobre todo, en la rebelión de su grupo más sensible: los estudiantes. Se expresó en Praga,
en México, en París durante 1968, clamando contra el autoritarismo y por el poder de la imaginación."
Texto: de Luis Alberto Romero, op.cit.
Argentina, una sociedad en tensión
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 54
El gobierno de Onganía pretendió asegurar el orden impidiendo la vida política. A diferencia del golpe del '55, que había excluido al peronismo de toda participación política, este gobierno militar lo hizo
con el conjunto de la sociedad. Se creó así una nueva situación en la cual peronistas y antiperonistas se
vieron afectados por problemas semejantes y ambos bandos quedaron enfrentados al régimen militar. De
esta forma, la política del gobierno militar concentraba las decisiones y los beneficios en grupos muy
reducidos y minoritarios, y sectores sociales cada vez más amplios quedaron excluidos de toda forma de
participación y se sintieron perjudicados por el gobierno militar.
La "Revolución Argentina": otro golpe de Estado con un proyecto autoritario
La Junta militar emitió un Acta de la Revolución Argentina fijando los objetivos políticos que, en una
palabra significaban que el nuevo presidente tendría la suma del poder público en un grado sin precedentes
en la historia de un país y gozaría de una latitud absoluta para ejercerlo a voluntad.
Los cuestionamientos a la democracia por parte de la FFAA se sustentaban en la Doctrina de Seguridad
Nacional, la adhesión a la Doctrina fue acompañada por un ataque directo a los partidos políticos, por lo
tanto se atacaba el pluralismo, la existencia y expresión de ideas diferentes. Onganía buscaba reprimir las
disidencias empeñado en garantizar lo que era el "orden social". A comienzo de 1968 dirigentes de
tendencias sindicales combativas formaron la CGT de los Argentinos con Raimundo Ongaro. Mientras tanto
se advertía el activismo en otros gremios, sobre todo en Córdoba con Agustín Tosco.
El gobierno cargó contra ellos, allanaba sus sedes, detenía militantes y clausuraba periódicos. Para
reprimir las agitaciones sindicales el estado utilizaba la fuerza policial que también hacía razzias en los
nuevos espacios de los jóvenes, también funcionaba una censura en las películas.
Argentina, una sociedad movilizada Texto: Romero, Luis Alberto: Breve historia argentina contemporánea. FCE., Bs.As., 2002.
La sociedad empezaba a reaccionar. Se la había amordazado, se la había reprimido y se la había sometido a un plan económico que dejaba tendales d desocupados y empobrecidos. Hacia 1968 comenzó a
hacerse notar el descontento que creció y se prolongó hasta 1975. La primera señal de que la sociedad estaba reaccionando fue un episodio que tuvo lugar el 29 de
mayo de 1969 y se conoce como el "Cordobazo". En uno de los tantos episodios de enfrentamiento entre la policía y los estudiantes, uno de ellos muere de un tiro. Miles de cordobeses, estudiantes y obreros en su
mayoría, salieron a la calle a manifestar su repudio y terminaron ocupando la ciudad, armando barricadas y resistiendo a la policía durante tres días. A partir de allí fueron cada vez más los grupos que enfrentaron de
un modo u otro al gobierno. A este movimiento, espontáneo y poderoso, pero también inorgánico, se sumaron otros dos: el peronismo y la guerrilla.
Cambios en el peronismo
En el peronismo se habían producido cambios, se habían acercado a él muchos jóvenes de clase
media, universitarios, y también universitarios hijos de obreros que, frustrados como tantos otros por esa
sociedad, se sumaban a los trabajadores y a los grupos más humildes, llevaron con ellos algunas ideas
novedosas, como las de los sacerdotes "tercermundistas, que proponían una forma de catolicismo ligado a las
luchas sociales, o como las de distintos grupos de izquierda. El peronismo cambió, se hizo más variado y
también más imprevisible.
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 55
A la movilización espontánea y al peronismo cambiado se sumó un tercer elemento, la guerrilla, es decir, organizaciones armadas clandestinas. La guerrilla no fue un fenómeno exclusivamente argentino, sino mundial y especialmente latinoamericano. Entre los grupos guerrilleros se encontraban:
Montoneros: activistas provenientes del nacionalismo católico que tomaron ideas del socialismo y se
incorporaron al peronismo
Fuerzas Armadas peronistas (FAP) conformada por la resistencia peronista después del '55 Fuerzas Armadas revolucionarias (FARC) disidentes del Partido Comunista.
Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) de origen trotstkista (Trotsky: participó junto a Lenin en la revolución Rusa de 1917 y sostenía que la revolución debía ser "permanente" es decir extenderse a todo el
mundo, es la misma idea que toma posteriormente el "Che" Guevara).
Proponían la acción directa violenta. Al comenzar la década del 70 era tanta la tensión social, tantos los
estallidos espontáneos y tantos los golpes que asestaba la guerrilla que el gobierno militar tuvo que
abandonar sus sueños de perpetuarse en el poder y empezó a buscar aceleradamente una "salida política"...
De Onganía a Lanusse
La consecuencia inmediata del Cordobazo fue la fractura del frente interno militar. Después del
Cordobazo se desarrolló una disputa entre Onganía, que intentó continuar su línea política, y el general
Alejandro Agustín Lanusse, que buscaba un cambio de rumbo. Finalmente, la designación del general
Roberto M. Levingston como presidente, en junio de 1970, significó un cambio en la relación entre el
presidente y la Junta de comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas, dominada por el comandante en jefe
del Ejército, el general Alejandro Lanusse. En el nuevo esquema, el presidente era un representante de la
Junta de comandantes, que se reservaba la aprobación de las medidas importantes.
Levingston, sin embargo, se propuso "nacionalizar" la Revolución Argentina, cambiando la
orientación de la política económica, constituyendo un movimiento político en su apoyo y tomando distancia
de Lanusse. El intento de Levingston fracasa por completo.
En febrero de 1971 un nuevo levantamiento social en Córdoba - el Viborazo- provocó una nueva
crisis militar, y en marzo, Levingston fue desplazado del gobierno y reemplazado por Lanusse. La llegada de
Lanusse al gobierno implicó la aceptación, por parte de los militares, de conducir una transición ordenada
que garantizara la preservación de las Fuerzas Armadas, desacreditadas por su fracaso en el gobierno,
desafiadas por la violencia guerrillera y corroídas por disensiones internas. Con él, el gobierno de las Fuerzas
Armadas se presenta a la sociedad como partidario del restablecimiento de la democracia a través de
elecciones generales, levantó la prohibición de la actividad política y los partidos y formuló la promesa de
que habían acabado para siempre las proscripciones. Los militares proclamaron que se iniciaba la era del
juego limpio y que no se tardaría en elegir un gobierno constitucional. En las primeras semanas de julio de 1971, Lanusse dio a conocer su propuesta política que denominó
Gran Acuerdo Nacional (GAN). El GAN proponía un acuerdo entre las principales fuerzas políticas a fin de restablecer las reglas del juego electoral y del régimen político democrático y hacia una amplia convocatoria a
toda la ciudadanía para que participara activamente en este proceso.
Las organizaciones de la tendencia revolucionaria del peronismo y las guerrilleras no peronistas
rechazaron el acuerdo y profundizaron las acciones de violencia contra objetivos militares y políticos. El 11 de noviembre de 1970, el peronismo, el radicalismo y otros partidos dieron a conocer una
declaración titulada La hora del pueblo. Bajo este nombre se conformó una alianza política que involucraba avarios partidos políticos de todo el país. El impulsor de este acuerdo había sido Juan D. Perón desde
Madrid. La Juventud Peronista llenaba de pintadas las paredes con las consignas Luche y vuelve o Perón
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 56
vuelve. Los hijos de quienes habían sido furiosos antiperonistas se transformaban ahora en fervorosos peronistas. Distintos sectores sociales coincidían en la apreciación de que el conductor del movimiento de liberación nacional -y también de pacificación nacional- en Argentina no podía ser otro que el viejo caudillo.
En una declaración firmada por los peronistas, radicales y socialistas, La hora del pueblo reclamó la
urgente restauración de la democracia.
El retorno de Perón
En noviembre de 1971, Perón nombró a Héctor J. Cámpora. El peronismo rechazó la propuesta del
GAN y organizó un frente político - llamado FRECILINA, Frente Cívico de Liberación Nacional- desde el cual
exigió al gobierno el establecimiento de un calendario electoral sin proscripciones ni condicionamientos. Frente a esto, Lanusse y los otros comandantes estuvieron de acuerdo en llevar a cabo el proceso
electoral, pero establecieron algunos condicionamientos: no podían ser candidatos quienes no residieran en el país antes del 24 de agosto de 1972. Esto significaba que Perón no podía ser candidato a presidente.
La respuesta a este desafío fue la decisión de la dirigencia peronista de organizar el Operativo Retorno.
Finalmente, y luego de 18 años de exilio obligado, el 17 de noviembre de 1972, Perón volvió a la Argentina.
El tercer gobierno peronista. Cámpora. Perón-Perón.
El peronismo organizó un frente electoral -el Frente Justicialista de Liberación, FREJULI- con otros
partidos menores y eligió como candidatos a Héctor José Cámpora, delegado personal de Perón, y a Vicente
Solano Lima. El eje de la campaña electoral, desafiando a la cláusula restrictiva, fue "Cámpora al gobierno,
Perón al poder". La Juventud Peronista protagonizó el apoyo al que apodaban "el Tío", quien era un hombre
confiable para el ala izquierda del peronismo y a su vez, generaba rechazo para la burocracia sindical. Un
vasto y heterogéneo conjunto de sectores sociales dio su apoyo al peronismo, El 11 de marzo se realizaron
las elecciones y el FREJULI obtuvo el 49,5% de los votos.
El gobierno de Cámpora: el auge de la movilización popular
Desde el triunfo electoral del 11 de marzo de 1973 hasta la asunción del gobierno, el 25 de mayo, se
vivió un clima de gran movilización y agitación política. Los distintos sectores que conformaban el cada vez
más heterogéneo movimiento peronista pugnaban por ampliar su esfera de influencia, con la finalidad de
ocupar los puestos claves en el futuro gobierno.
Los sectores radicalizados del peronismo continuaron con su estrategia de movilización social y de confrontación con los militares y anunciaron por medio del dirigente juvenil Rodolfo Galimberti, la necesidad
de organizar milicias populares para asegurar el triunfo electoral y avanzar en el camino de la liberación nacional. Pero la reacción negativa de Perón, quien de España desautorizó a Galimberti, revelaba que la
estrategia del viejo caudillo apuntaba a tranquilizar la escena política y a limitar accionar de la tendencia revolucionaria.
El regreso definitivo de Perón
El 20 de junio de 1973 Perón regresó definitivamente al país, Su llegada estuvo precedida por una
gigantesca movilización popular que se dirigió al aeropuerto de Ezeiza. Se trató de la mayor movilización de
masas de la historia argentina y el número de asistentes - algunos lo calcularon en más de un millón- reveló
la expectativa que gran parte de la sociedad había depositado en la figura de Perón.
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 57
La matanza de Ezeiza también tuvo un significado trágico porque fue la primera acción importante del terrorismo de Estado. Actuaron grupos de represión parapoliciales organizados ilegalmente desde el
mismo Estado: los servicios de inteligencia del Ejército, el ministerio a cargo de López Rega y civiles armados
por comandos de extrema derecha.
El indicador más claro del avance de los sectores de la derecha fue la presión que ejercieron para
forzar la renuncia de Cámpora, invocando la necesidad de realizar de inmediato, nuevas elecciones, sin
ningún tipo de proscripción, ya que Perón había regresado definitivamente a la Argentina. Cámpora, quien
renunció junto al vicepresidente Solano Lima, fue reemplazado provisionalmente - ante el obligado viaje de
turismo realizado por el presidente del Senado- por Raúl Lastiri, presidente de la Cámara de Diputados y
yerno de López Rega.
El tercer peronismo (1973/1976)
El l2 de octubre Perón asumió otra vez la presidencia, 18 años después de haber sido derrocado por
una sublevación militar. Usó su uniforme de gala de teniente general y debió dirigirse a la multitud reunida
en Plaza de Mayo desde un palco protegido por vidrios blindados. Había otras circunstancias y otros riesgos:
los ataques de la guerrilla eran cada vez más audaces. Los montoneros peronistas aún no actuaban
totalmente separados del gobierno. Pero el denominado Ejército Revolucionario del Pueblo pasó,
directamente, a atacar cuarteles del ejército. .
En el acto del 1 de Mayo de 1974, Perón trató duramente a los Montoneros que gritaban violentas consignas en Plaza de Mayo. Nutridos grupos de la juventud peronista se retiraron de la plaza llevándose sus
carteles. Perón estaba viejo y enfermo. López Rega no era sólo su ministro de Bienestar Social, sino también
su secretario privado, su enfermero y quien estaba a su lado para solucionar todos los problemas. A cambio deeso, obtenía más honores y poder. El 12 de junio, en un día frío y nublado, Perón hizo su última aparición en
público. Denunció, en los balcones de la Casa de Gobierno, a quienes saboteaban su gestión, habló de las dificultades económicas y pidió colaboración a todos los argentinos, criticando a algunos de sus propios
partidarios por entorpecer su gestión. A fines de junio el estado de salud de Perón se agravó. Isabel debió hacerse cargo de la presidencia
en forma interina. El 1 de julio de 1974, a la una y cuarto de la tarde, fallecía Juan Domingo Perón.
Prosiguieron los atentados y los asesinatos. La represión también se endureció. Isabel procuró convocar al
pueblo. La guerrilla, por su parte, había abierto un gran frente de lucha en Tucumán, y seguía atacando
unidades militares. También se presentó en escena una organización clandestina de derecha: la Triple A o
Alianza Anticomunista Argentina, que se adjudicó varios crímenes y secuestros de supuestos simpatizantes de
la guerrilla.
Se sospechaba que López Rega había organizado la Triple A, con la colaboración de elementos militares y policiales. La situación económica se deterioró. Cada sector empezó a reclamar lo que
consideraba propio.
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 58
EJE VII: LA ÚLTIMA DICTADURA MILITAR Y LA REDEMOCRATIZACION EN EL CONTEXTO NEOLIBERAL
El orden dictatorial conducido por las Fuerzas Armadas (1976/1983).
Algunos conceptos para explicar la Historia
Para Terrorismo de Estado:
Lectura comprensiva de Texto: Capítulo I , Memorias Presentes de Claudia Fava y V. Verdaguer
Las huellas de la última dictadura
Fuente: Ministerio de Educación - e d u c. a r
Las elecciones de 1983 pusieron fin a la dictadura militar que se había iniciado con el golpe de Estado
del 24 de marzo de 1976. Pero como la recuperación del Estado de Derecho no alcanza por sí sola para el
funcionamiento y la consolidación de la vida en democracia, distintos sectores de la sociedad comenzaron a
debatir intensamente alrededor de este tema. A continuación, les presentamos un texto donde el
investigador Guillermo O´Donnell aporta ideas a este debate acerca del impacto del autoritarismo en la
sociedad.
Democracia en la Argentina
"Si desde el aparato estatal se nos despojó de nuestra condición de ciudadanos y se nos quiso reducir [. . .] a la
condición de obedientes y despolitizadas hormigas, en los contextos del cotidiano -el de las relaciones sociales y
los patrones de autoridad que tejen la vida diaria- se intentó llevar a cabo una similar obra de sometimiento e
infantilización: los que tenían 'derecho a mandar', mandando despóticamente en la escuela, el lugar de
trabajo, la familia, la calle; los que 'debían obedecer', obedeciendo mansa y calladamente [. . .]. Así, casi
perdimos el derecho de caminar por la calle si no vestíamos el uniforme civil - pelo corto, saco, corbata, colores
apagados- que los mandones -militares y civiles- consideraban adecuado. Así pasó a ser altamente
aconsejable no ser diferente ni dar opiniones poco convencionales aun sobre los temas aparentemente más
triviales. Así, también, fue anatema en las instituciones educativas pre g u n t a r, dudar y hasta reunirse por
parte de los que sólo tenían que aprender pasivamente, y en muchos lugares de trabajo (incluso, por supuesto,
pero no sólo en las fábricas), entre esa coacción y la del creciente desempleo, fue perseguido todo lo que no fuera,
igual que en los o t ros contextos, la obediencia del sometido. Incluso en la familia [...] muchos padres sintieron
que 're t o m a n d o el mando' para garantizar la despolitización de sus hijos, los salvarían del destino de
tantos otros jóvenes [...].Durante esos años se me presentaba recurrentemente una metáfora que creo
sigue siendo válida: que la implantación de aquel despiadado autoritarismo soltaba los lobos en la
sociedad. [Para que el autoritarismo llegara a controlar todas las capas de la sociedad] no hubiera
bastado jamás, con los militares y los funcionarios de ese gobierno [hizo falta] una sociedad que se patrullara a sí
misma [...] hubo numerosas personas que [...] simplemente porque querían [...] se ocuparon activa y
celosamente de
ejercer su propio autoritarismo [...]." Texto: O'Donnell,G.: "Democracia en la Argentina: micro y macro", en Oscar
Oszlak (comp.), Proceso, crisis y transición democrática 1, Bs. As., CEAL, 1987.
Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 59
LA REDEMOCRATIZACION EN EL CONTEXTO NEOLIBERAL
Algunos conceptos para explicar la Historia
ESTADO NEOLIBERAL o de "MALESTAR"
Texto: Bustelo, E.: Producción del estado de malestar como ajuste y política social en América latina, 1991
Durante la década del '80 en Argentina y en otros países de América Latina se aplicaron una gran
variedad de paquetes de ajuste, con el fin de asegurar el pago de los intereses de la deuda externa. En los
primeros tiempos se trató de lograr un equilibrio en la balanza de pagos a través de la expansión de las
exportaciones. Sin embargo, estas metas no se alcanzaron: ni el escenario internacional se comportó de
acuerdo con las hipótesis formuladas, ni las medidas aplicadas por los gobiernos fueron eficaces.
Esta vez, las variables elegidas para intentar alcanzar el equilibrio fueron dos: el aumento de los
ingresos del Estado y la reducción del gasto público. Esta última modalidad de ajuste económico tuvo como
resultado la exclusión de crecientes sectores de la población de los beneficios de la política social y, también,
una ineficiente asignación del gasto social. Desde el punto de vista de los pobres, el llamado "Estado de
Bienestar" se transformó en un Estado ausente o presente solo en forma circunstancial y fragmentada, en
particular en relación con la prestación estatal de servicios sociales en salud y educación.
Lectura comprensiva de Texto: Capítulo III , Memorias Presentes de Claudia Fava y V. Verdaguer En los años `80 comienza una paulatina democratización en América Latina: entre 1983 y 1984,
respectivamente, se terminó el régimen militar en Argentina y Uruguay; en Brasil, la democracia regresó en 1985, en 1987 comenzó el proceso de paz en El Salvador, entre 1988-1990 Chile se sacudió de la dictadura de Pinochet, 1989 puso fin al mando absoluto de Stroessner en Paraguay.
De este modo, sobre la herencia de las dictaduras, con su saldo de violencia y endeudamiento externo, comenzó el proceso de reconstrucción de la democracia en América Latina. Diversos factores económicos y políticos desencadenaron lo que se ha denominado la "década perdida". El agotamiento de la industrialización por sustitución de importaciones provocó un fuerte decrecimiento económico, el alza de las tasas internacionales de interés causó la explosión de la deuda externa que llevó a los países latinoamericanos, orientados a la exportación para pagar a los acreedores, a la recesión.
A partir de 1976 se presentaron los "años del plomo", según la historiadora Diana Quattrocchi, y se unieron gobernabilidad y autoritarismo en el poder. Al mismo tiempo se ensayaron las primeras experiencias neoliberales asociadas al endeudamiento externo.
En 1983 se recuperó la institucionalidad democrática y republicana con la llamada "Primavera Democrática" (Romero, L.A.,2001), pero el desajuste entre la economía y la política mostró con crudeza la crisis final del Estado de bienestar argentino durante la hiperinflación de 1989-1990.
En la década del 90 el Estado argentino perdió poder y de la mano del modelo neoliberal se impulsaron las privatizaciones y la libre competencia entre rivales de distinta capacidad. Esto derivó en la profundización de la desindustrialización y del endeudamiento externo. El modelo neoliberal argentino, exitoso hasta el año 1995, comenzó a dar signos de agotamiento hasta que cayó, en diciembre de 2001, momento en el cual a la crisis económica se le sumó una crisis de gobernabilidad.
El resultado del fenómeno de la deuda externa fue que, mientras en otros países de América Latina se utilizó para industrializarse o para resolver problemas estructurales, en Argentina sólo sirvió para destruir el aparato productivo. En efecto, la especulación financiera y la apertura económica desmantelaron la industria nacional,lo que resultó en la incapacidad del país para generar la riqueza necesaria para saldar la deuda.
Friedmann, G. y otros (2001), Historia argentina contemporánea.
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La derrota de la Guerra de Malvinas durante 1982 marcó el fin de la última experiencia autoritaria en la Argentina del siglo XX y abrió paso al proceso de transición y consolidación democrática a partir de 1983, con la llegada a la presidencia de Alfonsín.
En relación con el significado del año 1983 dice la especialista en estudios políticos e históricos Inés González Bombal: "Puestos a dilucidar el sentido nunca evidente de los acontecimientos históricos: ¿por qué no volver a preguntar qué significado tuvo 1983 para los argentinos?
[]En cambio, creo que el discreto encanto de 1983 estuvo dado por lo que aconteció con los espectadores de la escena política; con ese "entusiasmo" de la gente común que protagonizó un cambio en sus sentimientos hacia las ideas del derecho, la ley y la justicia. Pienso que allí, en el espacio público, residió la verdadera invención democrática que se manifestó en una nueva disposición que la sociedad mostró hacia los valores y las creencias propias del Estado de derecho. Era en esta dimensión que encuentro el rasgo original y perdurable de la transición argentina".
González Bombal, Inés, "El entusiasmo democrático" En: Revista Ágora Nº 7, Centro de Estudios Políticos, Buenos Aries, Invierno de 1997, p. 45.
El nuevo presidente, Raúl Alfonsín, asumió el 10 de diciembre de 1983 y convocó a una concentración en la Plaza de Mayo dando un discurso en donde, luego de recitar el preámbulo de la Constitución Nacional afirmó que "con la democracia se come, se cura y se educa". En este sentido, y en el diagnóstico de la crisis, los problemas económicos parecían por entonces menos significativos que los políticos: lo fundamental era eliminar el autoritarismo y encontrar los modos auténticos de representación de la voluntad ciudadana. Se reinstalaron en la sociedad argentina los valores de la democracia, la paz, los derechos humanos y la solidaridad.
POLÍTICA ECONÓMICA
A comienzos de 1985 se hizo evidente que la política económica implementada por el gobierno radical durante el primer año de gestión no había logrado solucionar problemas decisivos: la inflación seguía siendo muy alta y la cuestión de la deuda externa grave, se registraba un déficit fiscal importante y no se lograba recuperar el daño del aparato productivo que se había generado durante la dictadura y, por otra parte, continuaba instalada la especulación.
En mayo de ese año, el ministro de economía Juan Sourrouille lanzó el llamado Plan Austral, que estableció un congelamiento de salarios, precios y tarifas, entre otras medidas que apuntaban a equilibrar las cuentas del Estado. El plan tuvo un importante éxito inicial y logró contener la inflación. Esto se vio confirmado en septiembre, cuando el Gobierno volvió a obtener un triunfo significativo en las elecciones convocadas para renovar parcialmente la Cámara de Diputados: sus votos sumaban el 44 % frente al 35 % del peronismo, que concurrió dividido al comicio.
Pero durante el año 1986 un conjunto de factores conspiró contra el plan. Los pagos de los servicios de la deuda extrema y las negociaciones con los organismos internacionales de crédito se vieron complicados por lacaída de los precios internacionales de los productos agropecuarios. Esto contribuyó a la reducción de los ingresos fiscales, generando un nuevo desequilibrio en las cuentas del Estado. Los precios se dispararon y la inflación volvió a crecer, lo cual alentó la protesta sindical. Durante 1987, mientras la inflación continuaba alta, la situación externa se agravó y el Gobierno debió recurrir a sus reservas para pagar los compromisos más urgentes hasta que, agotadas las mismas a comienzos de 1988, dejaron de pagarse los intereses de la deuda externa. En ese año se lanzó el Plan Primavera, sin los resultados esperados.
Hacia 1989 el proceso hiperinflacionario obligó a Alfonsín a dejar el mandato anticipadamente en manos del electo presidente en mayo de ese año, Carlos Menem. De esta forma, a pesar de los problemas socio- económicos no resueltos por el gobierno radical, Alfonsín traspasaba el mando a otro presidente constitucional. Las instituciones democráticas se habían consolidado.
LOS GOBIERNOS DE MENEM EN EL MODELO NEOLIBERAL
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El gobierno de Menem realizó una gran ruptura con la tradición peronista pues llevó adelante una política de ajuste y privatizaciones. Durante los primeros años del gobierno de Menem el Estado privatizó las empresas públicas que había creado el peronismo cuarenta años antes. También se privatizó YPF. Así, ferrocarriles, electricidad, teléfonos, gas y Obras Sanitarias pasaron a manos de empresas extranjeras, que si bien hicieron los servicios algo más eficientes, actuaron de manera monopólica sin competencia en el mercado.
También se llevó adelante una política de descentralización de funciones en la que el Estado nacional delegó en las provincias y municipios servicios tales como la salud y la educación, intensificando una política que se había iniciado durante la dictadura militar.
En abril de 1991, Domingo Cavallo -que ya era miembro del Gabinete en la cartera de Relaciones Exteriores asumió como ministro de economía. A partir de su programa económico, llamado Plan de Convertibilidad, el Gobierno halló una política económica mucho más estable. Fueron liberados los precios, se abolieron casi por completo las trabas arancelarias a la importación, el Estado se retiró del mercado financiero y se cambió la moneda -"el austral" por "el peso"-, cuya paridad con el dólar fue fijada por ley en equivalencia de 1 a 1. Además, se restringió el gasto del Estado, se suspendieron las obras públicas, se recortó el presupuesto, se aumentó la presión fiscal y se inició un proceso de flexibilización laboral que implicó una reformulación de las relaciones entre trabajadores y empresarios.
El objetivo de la estabilidad se alcanzó: la inflación disminuyó, y al menos hasta el presente, dejó de ser el problema central. Junto con la disminución de la inflación se produjo un crecimiento importante de la economía en términos generales.
También aumentó la afluencia de capitales extranjeros -aunque muchos de ellos no fueron invertidos en el sector productivo- y creció la capacidad de consumo de los grupos de alto poder adquisitivo. Sin embargo, otras variables mostraron, hasta hoy, resultados menos satisfactorios. La desocupación ha crecido paulatinamente y en forma sostenida -hasta alcanzar picos muy importantes en 1995- y se produjo la precarización del empleo.
Asimismo, la deuda externa ha seguido creciendo y se han producido recurrentes déficits de la balanza comercial. Mientras tanto, la precarización del empleo y la desocupación terminaron por quebrar el poder de los grupos de trabajadores clásicos -industriales o terciarios-, con empleos estables que a veces duraban toda la vida, sindicalizados, con obras sociales que atendían muchas de sus necesidades en el área de salud y, ocasionalmente, de vivienda y recreación. Muchos de estos trabajadores pertenecían al grupo social que con más persistencia había construido su identidad política de la mano del peronismo.
La posibilidad de ascenso social se redujo y la situación crítica de la educación alimentó la fractura social. El crecimiento económico fue acompañado por la disminución de la participación de los trabajadores en la renta nacional y reforzó la concentración de la riqueza. Este modelo neoliberal argentino y su herramienta, la convertibilidad, cayó estrepitosamente, en medio de un gobierno sin iniciativa política como el de Fernando de la Rúa, en diciembre de 2001.
Hasta mediados de los años setenta, la resultante de los recurrentes ciclos de la lucha por la distribución de bienes políticos (libertades, derechos laborales, etc.) y materiales podría ser considerada como un "empate". Sin embargo, el presente marca una situación radicalmente distinta a la que caracterizó a la Argentina desde los años cuarenta que, necesariamente, debe ser tenida en cuenta al prever potenciales redistribuciones de bienes político-económicos: el porcentaje de desempleo abierto se ha quintuplicado de 1980 a 1994; el salario realcaído de 1985 a 1994 un 32,5% y la distribución del PBI que mostraba en 1975 al 10% de mayores ingresos recibiendo el 27,6% y al 40% de menores ingresos el 17,4%, en 1993 mostraba al 10% de mayores ingresos absorbiendo el 36,1% y al 40% de menores ingresos el 13,9%. En puntos del PBI el 10% privilegiado mejoró su posición en 8,5 y el 40% de menores ingresos perdió 3,5. Porcentualmente, el 10% privilegiado incrementó su porción del PBI en 30,8% y el 40% de menores ingresos vio la suya reducida en un 20,1%." Aunque de 1980 a 1990 la pobreza aumentó en el Gran Buenos Aires un 67%, el número de "nuevos pobres" (esto era, ex integrantes de la clase media o ex pobres que habían logrado superar su condición) aumentó un 33,8%.
Acuña, Carlos "Política y economía en la argentina de los 90 (o por qué el futuro ya no era lo que solía ser)" En: Acuña, Carlos y Smulovitz, Catalina (1995),
La nueva matriz política argentina, Buenos Aires, Nueva Visión
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La declinación del Estado durante los '80 y el ajuste en los '90 no sólo disminuyó el sector obrero y público y aumentó el desempleo sino que también contribuyó a incorporar nuevos sectores laborales. Por ejemplo, los empleados de seguridad privada y gente joven o estudiantes provenientes de sectores medios y sin protección social, con trabajo precario y en muchos casos súper explotados en términos de horas laborales (cultura MacDonald). Los nuevos empleados no eran eje de protesta social porque estaban dentro del área privada y pueden ser fácilmente «flexibilizados».
Como síntesis podría decirse que los cambios producidos en los últimos años fortalecieron la complejidad, la fragmentación y una lucha novedosa que tenía como centro el problema del empleo Luego de la crisis de 2001 y de la posterior devaluación la pobreza se ha extendido y ha dejado a casi el 50% de la población argentina por debajo de la línea de la pobreza.
En este sentido dice Luis Alberto Romero:
"La crisis, que terminó de pulverizar la antigua sociedad integrada, móvil y democrática creó actores nuevos. Tres figuras sociales pueden sintetizar la nueva realidad: los caceroleros, los piqueteros y los cartoneros. Los primeros, en general provenientes de sectores de la clase media, que reclaman ante los bancos o las sedes gubernamentales por sus ahorros o por la corrupción de los políticos expresan la protesta rabiosa e irreflexiva de los defraudados.
Los segundos, desocupados que se manifiestan cortando caminos, eran la voz, terrible y justa a la vez, de los excluidos. Los últimos, que por las noches revuelven la basura para juntar papeles y cartones que valen su peso en dólares, semejan la invasión de los ejércitos de las tinieblas sobre la ciudad propia"
Romero, Luis Alberto (2002), La crisis argentina: una mirada al siglo XX, Bs. As., Siglo XXI
"Así, tenemos democracias de pobres, pero también democracias pobres y un inciertofuturo que hace pensar en pobres democracias si persisten o se imponen ciertas tendencias hoy presentes"2
Waldo Ansaldi
Texto: Ramírez, Ana Julia y Viguera, A.: La protesta social en la Argentina entre los setenta y los noventa. Actores, repertorios y horizontes. Por aparecer en Matériaux pour l'histoire de notre temps, Nº 77. Paris
Las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, que culminaron con la caída del gobierno de Fernando de la Rúa, constituyen el punto culminante de un proceso de activación social y política en el que convergieron diversos actores movilizados y reclamos acumulados durante la década de los 90.
Cualquier análisis de la protesta social debe partir sin duda de reconocer que la misma se explica a partir del conflicto estructural básico de toda sociedad capitalista, la disputa hegemónica entre capital y trabajo y por extensión entre sectores dominantes y subalternos.
En conjunto, las organizaciones de desocupados conforman analíticamente un "movimiento social" que comparte algunos rasgos fundamentales. En principio todas las organizaciones han venido apelando a los "cortes de ruta" ("piquetes"), un repertorio de larga data pero que en los últimos años cobró una importancia inédita y que a pesar de ser utilizado por diversos actores, ha quedado identificado básicamente con el movimiento de desocupados; de ahí que se haya generalizado la denominación de "piqueteros", utilizada desde los medios de comunicación en un sentido muchas veces condenatorio (por la "incomodidad" que generan los cortes al resto de los ciudadanos), pero también reivindicada por los propios protagonistas por referir a una identidad colectiva que trasciende la condición estructural de desocupación.
2 Ansaldi, Waldo: Democracias de pobres, democracias pobres, pobres democracias. Publicado originariamente en Temas y Debates, Año 7, Nº 6 y 7. Rosario, noviembre de 2003, pp. 27-43. Publicación electrónica en http://www.catedras.fsoc.uba.ar/udishal
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Cuando hacia fines de 2001 el sistema financiero amenazaba con colapsar, Cavallo implementó el denominado "corralito", que congelaba los depósitos bancarios impidiendo a los ahorristas retirar sus fondos por tiempo indeterminado: esta medida provocó la ira y la movilización de miles de ahorristas, lanzando al campo de protesta a sectores medios que hasta entonces no habían formado parte del mainstream de la acción colectiva. Si el "modelo" de la Convertibilidad aun conservaba algún prestigio, el "sacrificio" de los ahorristas terminó por liquidarlo definitivamente.
En los ya bien conocidos hechos de diciembre de 2001 se puso de manifiesto que la protesta social no sólo se había extendido a un amplísimo arco de actores sino que la convergencia en contra del "modelo" y del "menemismo" había evolucionado hacia un generalizado cuestionamiento a la clase política en su conjunto. La protesta de los ahorristas apelando a manifestaciones frente a los bancosy golpeando sus cacerolas, una oleada de saqueos a supermercados y comercios por parte de sectores empobrecidos del conurbano bonaerense, huelgas y piquetes protagonizados por trabajadores ocupados y desocupados fueron recalentando el ambiente político durante el mes de diciembre, a la vez que estas distintas expresiones de descontento se potenciaban mutuamente y aceleraban un proceso de implícita convergencia esta vez específicamente dirigida contra el gobierno de De la Rúa y su ministro Cavallo aunque rápidamente convertida en un repudio a la inmensa mayoría de los políticos, quienes salvo contadas excepciones se vieron súbitamente impedidos de circular por el espacio público a riesgo de ser objeto de ataques no solamente verbales.
El desencadenante final del estallido generalizado fue el patético mensaje presidencial del día 19 por la noche, en el que De la Rúa, mostrando que sólo podía ofrecer como respuesta la represión, anunció el establecimiento del "estado de sitio" en todo el territorio nacional. Lejos de amedrentar, este mensaje fue respondido por la inmediata salida de miles de vecinos de clases medias a las calles golpeando sus cacerolas, mientras se organizaban para el día siguiente nuevos cortes de ruta y manifestaciones que confluyeron sobre la Plaza de Mayo; los enfrentamientos entre los manifestantes y la policía -que respondió con una salvaje represión- fueron la nota trágica de la jornada del 20 de diciembre en la que el presidente De la Rúa decidió finalmente presentar su renuncia y abandonó en helicóptero la Casa de Gobierno.
Este pico de la movilización mantuvo su impulso por algún tiempo, forzando hacia fin de mes la salida del efímero presidente Rodríguez Sáa e incorporando un nuevo repertorio al campo de protesta, las "asambleas barriales", en las que los vecinos comenzaron a reunirse espontáneamente y continuaron haciéndolo durante meses, discutiendo con perspectivas y matices diversos la necesidad de construir nuevos mecanismos de representación. En los momentos de auge de la movilización, la consigna "piquete y cacerola, la lucha es una sola" parecía indicar una unidad entre la protesta de los sectores medios -afectados por la confiscación de sus ahorros, hartos de la corrupción y de una política económica que ya recortaba también su propio nivel de consumo- y las demandas de los que ya estaban claramente sumidos en la pobreza, excluidos de toda posibilidad de tener una fuente estable de trabajo e ingreso.
La consigna "que se vayan todos", coreada insistentemente por los protagonistas de las diversas manifestaciones de diciembre, expresaba la condensación final de todos los reclamos acumulados, depositando la responsabilidad en el conjunto de "los políticos".
Sin negar la fuerza disruptiva que tenía en sí misma esta consigna -en tanto ponía al sistema político, y con él al orden social, ante un cuestionamiento "oceánico" que disparaba una enorme incertidumbre respecto a su posible recomposición-, al mismo tiempo reflejaba los límites del campo de protesta al no estar sustentada en una articulación política capaz de tener preparada una alternativa. De hecho, la caída del gobierno de la Alianza fue "resuelta" por el sistema político
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dentro de los carriles institucionales establecidos, y fue el Partido Justicialista el que finalmente logró recomponer (no sin dificultades) un nuevo equilibrio en el que la protesta volvió a fragmentarse.
Como dijimos, el punto álgido de la movilización colectiva no retrocedió inmediatamente con el recambio de gobierno; durante 2002 y 2003, sin embargo, la protesta social fue cediendo terreno y sobre todo, tendió a diluirse la notable convergencia a la que se había llegado en diciembre de 2001.
En definitiva, una protesta social creciente que evolucionó fragmentariamente tendió a confluir en torno a consignas generales pero no a sustentarse en la construcción política efectiva de una opción alternativa de poder; la propia incapacidad política del gobierno de la Alianza y el enorme impacto simbólico que significó el haber defraudado bruscamente las expectativas puestas en el recambio presidencial de 1999 fueron una "oportunidad política" que contribuyó a condensar en un horizonte común a las distintas expresiones de la movilización colectiva.
Dicho horizonte, sin embargo, no puede sino mostrar sus diferencias si se lo compara con la perspectiva que parecía presidir al "campo de protesta" de los setenta. El "modelo neoliberal" había desplazado al "sistema", la antipolítica reemplazaba a la política revolucionaria; la disputa por el control de los frutos del crecimiento y del propio proceso productivo encabezada por actores movilizados surgidos de entre los sectores obreros más integrados, contrasta con la pelea que los más afectados por el modelo neoliberal están dando para sobrevivir.
No es que no haya intentos por encauzar la acción colectiva actual hacia un horizonte - revolucionario o no- de transformaciones más profundas, ni que algunas prácticas de, por ejemplo, los movimientos de desocupados encarnen de hecho una alternativa real frente a las formas de sociabilidad establecidas; sin duda los hay, pero no han logrado hegemonizar de manera sostenible ala acción colectiva. Atravesando el campo de protesta, viejas estructuras de dominación asentadas en buena medida en prácticas clientelares siguen demostrando una notable capacidad para contrarrestar las opciones más disruptivas.
Las asambleas como espacio multidimensional
Una introducción y una cronología de los hechos
Nadie podría negar que las asambleas barriales constituyen uno de las expresiones más novedosas de las movilizaciones sociales que vienen desarrollándose desde el 19 y 20 de diciembre de 2001. Por encima de la heterogeneidad que caracteriza a este movimiento, creemos que el proceso asambleario ha ido configurando un suerte de espacio en el cual se entrecruzan diferentes dimensiones.
En primer lugar, las asambleas barriales constituyen un espacio de organización y de deliberación que se piensa en ruptura con las formas tradicionales de representación política y en favor de otras formas de autoorganización de lo social, con aspiraciones a la horizontalidad y proclives al ejercicio de la acción directa.
En segundo lugar, las asambleas expresan la emergencia disrruptiva de un nuevo protagonismo, a la vez indisolublemente político y social, que quebró el fatalismo discursivo ideológico de los 90, devolviendo a los individuos la capacidad de devenir verdaderos actores de la vida pública; en definitiva, de convertirse en sujetos del propio destino, tanto individual como social. En esta dirección, las asambleas traían consigo la promesa de la creación de espacios de solidaridad y de confianza, a partir de los cuales (re)construir los lazos sociales, tan socavados y mercantilizados tras una década de neoliberalismo En tercer lugar, y acotando lo anterior, estas
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nuevas experiencias reposicionaron a las clases medias, sobre todo de la ciudad de Buenos Aires, en un lugar importante de la escena política.
En efecto, las asambleas barriales han surgido también como un espacio de reconstitución de la identidad política de las clases medias, tentativa que reconoce como punto de partida, sin embargo, su fragmentación y heterogeneidad actual, en contraposición a cierta homogeneidad cultural y mayores perspectivas de integración social que tuvieron en el pasado. En realidad, aún en medio de la crisis de participación y organización que actualmente las atraviesa, las asambleas continúan reuniendo a diferentes sectores de las clases medias y mediasbajas, que desde hace años vienen padeciendo los efectos excluyentes del actual modelo socioeconómico.
Así, entre ellos encontramos trabajadores empobrecidos y, cada vez más, un conjunto de desocupados de diferentes procedencias, además de jóvenes con expectativas radicales, muchos de los cuales realizan en este espacio su primera experiencia política. En ciertos barrios hay que incluir una importante presencia de clases medias profesionales, cuyo protagonismo aparece tan asociado ala vida de la rica y cosmopolita ciudad de Buenos Aires. En fin, es innegable que como primer corolario de este cuadro de situación, las asambleas emergieron, grados de heterogeneidad social mediante, según los barrios, como un espacio de cruce entre actores sociales con diferentes "oportunidades de vida".
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Historia de las Instituciones e Ideas Argentinas, material de cátedra Página 68