La identidad profesional acrítica e instrumental del maestro normalista (Un estudio de los efectos identitarios del Normalismo en Nuevo León) Alejandro Javier Treviño Villarreal [email protected]Escuela de Ciencias de la Educación RESUMEN El presente artículo es un segundo análisis sobre una de las problemáticas que existe en torno a la discusión teórica acerca de la constitución de la identidad en el ser humano y el paralelismo de ésta realidad con respecto a la conformación de la identidad profesional del maestro normalista nuevoleonés, objeto de investigación que nos ha permitido profundizar en la temática de la identidad profesional en el ámbito magisterial. El desarrollo de este escrito nos permitirá un acercamiento a los cuestionamientos que se plantean entorno al cómo se conforma la identidad en nuestro gremio magisterial, así como el observar el tratamiento teórico de esta línea de investigación por parte de los expertos en este punto de la realidad social analizada, la cual de una manera u otra nos compete a todos los que caminamos por los senderos de la educación. Las distintas miradas teóricas expuestas con respecto al fenómeno de la identidad, el proceso metodológico y la argumentación fundamentada al respecto, permitirá al magisterio penetrar en un mundo teórico y ver reflejado en éste su imagen constituida mas allá de su cotidianeidad concreta. Palabras clave: fenómeno de la identidad, identidad profesional, normalismo.
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La identidad profesional acrítica e instrumental del maestro …files.felixruizrivera.webnode.mx/200000090-7b56d7d4ad/la... · 2011-11-22 · teorizante se desarrolla una compleja
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La identidad profesional acrítica e instrumental del maestro normalista
(Un estudio de los efectos identitarios del Normalismo en Nuevo León)
religión, club, lengua, la formación, profesión, trayectoria, movilidad, sexo, tecnología,
arte, ciencia, dialéctica, color de piel, la religión, equipo de fútbol predilecto.
Es una atrayente combinación dialéctica del ser humano natural con el ser humano
cultural, entre lo individual natural-cultural7 y lo colectivo natural-cultural
8, confrontación
dialógica que explica al ser natural-social que somos.
Así es el sujeto humano, una mezcla natural con lo social- cultural, a veces
consciente y muchas de las veces inconscientemente detentan una identidad no pensada
sino sólo actuada; un verdadero problema humano llamado enajenación, aporte del gran
Carlos Marx. No hay forma de entender o comprender la identidad sin atravesar el grueso
muro de la conciencia y la autoconciencia, el sacarle la vuelta a esta dimensión del ser ha
7 El concepto del ser individual natural-cultural se incluye pensando en el sujeto producto de su proceso
eminentemente genético natural, como persona única e irrepetible según sus códigos genéticos, y desde el
proceso cultural donde se desenvuelve como particular, con un contexto muy específico determinado por el
momento histórico, y muy condicionado a las situaciones individuales vividas en el entorno familiar y
comunitario de su entidad federativa y su nación. Es decir, culturalmente se va apropiando de una cultura en
forma particular dependiendo de innumerables factores. 8 El concepto del ser colectivo natural-cultural, es una categoría pensada desde la posibilidad que unifica a la
totalidad de los seres humanos por igual en el aspecto natural o cultural, es decir, todas las características que
contienen a un humano, por ejemplo: racional, sensible, omnívoro, social …… esto desde la visión
naturalista, y desde la visión cultural como el ser que en situaciones específicas se torna partícipe de una
conciencia colectiva, digamos por ejemplo, que se hermana en una religión, en una lengua ……..se identifica
con un ideal de ser y una praxis real de su actuar. El transitar de estas dos categorías del ser lo traduce en un
ser con mayor completud y capaz de entender tanto su entorno natural como social.
provocado en la humanidad el no entendimiento social, la guerra entre los pueblos, las
etnias, las naciones y el mundo entero. La lucha innecesaria e interna entre la especie
humana y la destrucción de las otras especies.
Si el ser humano no reflexiona sobre su Ser, y se explica quién es, no encuentra
sentido en su estar con los otros, ni con el mismo; es un problema de identidad el no saber
cuál es el sentido de la vida humana. Es la llamada Identidad asesina a la cual alude
atinadamente Amín Maalouf.
La mayor pérdida de un hombre o una mujer es pasarse la vida sin un sentido o una
dirección que tomar, situación que lo llevará a una profunda crisis emocional y será presa
fácil de la manipulación de los que tienen muy clara su identidad y la de los otros.
Constituye un conflicto personal y colectivo el hecho de que lo seres humanos de
una nación o un pueblo no tengan claro quiénes son y cuál es su quehacer social e histórico,
(Cantoral, 2007) son víctimas de la historia: son los esclavos, siervos, obreros, operarios,
empleados de los otros que no lo son.
Cuántas implicaciones tienen las simple preguntas iniciales de este trabajo: ¿quiénes
y cómo somos?, ¿estamos conscientes de nuestra identidad o sólo nos han dicho como
debemos de ser? Es alguien más quien dicta la forma que debe adoptar nuestro ser, por
medio de ordenamientos, normas o leyes.
El problema se incrementa si se profundiza en el asunto, ¿no será mejor ser
ignorantes y dejar que los otros que sí saben quiénes son hagan de las personas lo que sea?
Ellos si tienen muy claro cuál es su papel como clase dominante, es decir, tienen una
identidad de clase y luchan por hacerla perdurar.
¿Esto será lo mismo que estar “enajenado”, o será que la tecnología del mundo
posmoderno ya dejó de lado al Ser y se dedicó por completo al hacer, sin importar el sentir
de cada ser humano?
Son numerosos los cuestionamientos imbricados, pero no hay que confundirse y
empezar por cómo se entiende el concepto identidad desde el sentido común, en el contexto
cotidiano, para luego revisar el pensamiento teórico al respecto y analizar el problema en su
justa dimensión, posicionarse desde el ángulo epistemológico que se prefiera para
interpretar la realidad que subyace a la identidad profesional.
Convocar a las ciencias sociales a dilucidar el problema para que responda desde su
cientificidad socio-histórica, qué es realmente la identidad, para luego elucidar de, manera
clara y en paralelo, cómo se conforma la identidad profesional del maestro normalista de
Nuevo León.
La identidad y el sujeto histórico
Con el fin de lograr una mejor interpretación del fenómeno identidad, se parte de un
análisis simple desde diversos ángulos teóricos, lo cual permite tener una visión del corpus
del conocimiento generado en torno a esta problemática del conocimiento, para luego
desprender una lógica de interpretación con respaldo científico que sirva como guía en el
camino del análisis que lleve a entender, tranquilamente, el objeto de investigación: “la
conformación identitaria profesional en el gremio magisterial de corte normalista”.
Es indiscutible que la mejor interpretación del fenómeno identitario descansa en la
base de las ciencias sociales, y desde ahí se inicia el análisis del fenómeno, a partir de los
aportes teóricos de pensadores con reconocimiento nacional y/o internacional, como es el
caso de:
Ericsson (1975) desarrolla la teoría de la identidad personal desde una perspectiva
psicológica, centra su interés en los roles sociales. Para él la identidad personal se vincula
con la historia y la ideología, es decir, con una serie de ideas e ideales que unifican el
esfuerzo de la futura generación para conseguir identidad psico-social.
Por lo tanto, los procesos históricos parecen vitalmente relacionados con las
demandas de identidad de cada nueva generación y la identidad psico-social se puede
estudiar desde la historia general y desde la historia de una vida en particular.
El aspecto que interesa rescatar del pensamiento de Ericsson, es el sentido social e
histórico que le da al tratamiento del fenómeno identitario, cuando parte de una postura
psicológica pero centrada en la realidad concreta que viven los sujetos, es decir, es lo que
acontece en la cotidianidad, en la vida diaria, lo que determina la identidad de las personas.
Obviamente, se puede afirmar que el psique de un sujeto es también una
construcción socio-cultural e histórica, respetando los rasgos naturales de su carga genética;
porque el mundo de las relaciones sociales marca a los sujetos para la constitución de la
identidad.
En tanto Mead (1972), quien utilizó el concepto de Self, prioriza la acción y la
comunicación simbólica en el tratamiento de la identidad personal. El individuo debe
buscarse en una interacción con la sociedad y en ésta existe una forma clara de
racionalidad; el individuo es un ser crítico frente a su ambiente, entre individuos y sociedad
existe una relación de mutua dependencia, siendo la acción la clave mediadora entre esta
relación, pues es ella la fuente de los significados de todos los símbolos usados por el
hombre.
En relación al pensamiento de Mead, nos interesa resaltar el cómo para entender al
sujeto y su identidad habrá que recurrir a la interacción de la sociedad y buscar en las
acciones de los sujetos los significados y/o los símbolos, los cuales nos permitan
comprender la conformación de esa identidad que los caracterizará.
Para Goffman (1986), la interacción humana es la fuente generadora de la identidad.
Señala que la identidad se configura mediante un lenguaje de relaciones compartido por la
sociedad, construye un conjunto de información mediada por los símbolos y signos
corporalizados.
Este autor afirma que la autobiografía expresa esta identidad como una totalización
de experiencia vital e histórica del individuo en cuanto que es única.
Esta unicidad presta un marcado contraste con la multiplicidad de “yo sé”, producto
de los diferentes roles sociales del individuo.
En el trabajo de Goffman llama la atención la presencia, nuevamente, del factor
interacción humana como fuente generadora de identidad donde la historia de la vida del
sujeto, enmarcada como una totalidad de su experiencia vital individual, marca esa unicidad
del individuo con respecto al rol social o los roles diversos que desempeña.
Spicer (1971), en su estudio comparativo de los sistemas identitarios señala las
ventajas de una identidad colectiva. Apunta la importancia de la dimensión simbólica,
donde los objetos culturales son soporte de significados y estos productos culturales se
asumen en una dimensión social, producto del hombre en la cultura.
Consecutivamente habrá que asumir la dimensión histórica de estos símbolos como
producto cultural y del hombre, potenciando el análisis de los individuos a partir de sus
creencias / significado de los símbolos.
Esta recuperación simbólica que hace el autor conlleva una dimensión social e
histórica en el sujeto a través de la significación en él, con respecto a la cultura; desde
donde se podrá apreciar en los sujetos qué significados están teniendo en ellos las historias
del rol que desempeñarían en su actividad social.
Para Berger y Luckman (s/f), desde la sociología del conocimiento, consideran que
la identidad constituye un elemento clave de la realidad subjetiva, y en cuanto tal se halla
en una relación dialéctica con la sociedad.
En tanto entiendan que la identidad se forma por procesos involucrados tanto en la
formación como en el mantenimiento de la identidad, la cual se determina por la estructura
social, Berger y Luckman (s/f p. 216) tienen como base la relación dialéctica entre
individuo y sociedad y entre identidad personal y estructura social.
La sociedad tiene historias en cuyo curso emergen identidades específicas, éstas
resultan del aprendizaje de un mundo de la vida cotidiana que es inter-subjetivo, que está
constituido por un mundo de valores y guiones que orientan la acción.
Es importante resaltar en estos autores la relación dialéctica del individuo y la
sociedad e identidad personal y estructura social. En esa dialecticidad sujeto/realidad
estructurada, emerge la identidad de los sujetos y, de nueva cuenta, es la cotidianidad o
realidad concreta del actuar del sujeto en un mundo de valores y conocimientos
compartidos, donde se conforma la identidad del sujeto.
Sciolla (1982) insiste en que la identidad tiene un carácter intersubjetivo y
relacional, es decir, que la identidad es un proceso social en cuanto se origina y se
desarrolla en la interacción cotidiana con los otros; destaca la presencia de los otros, lo que
explica el carácter intersubjetivo y relacional del proceso de conformación identitaria.
Habermas (en Línea s/f) , en su teoría de la acción comunicativa, maneja que la
identidad puede ser individual o colectiva y se adquiere por la interacción comunicativa
mediante el lenguaje, para analizarla, se requiere conocer la perspectiva interna del sujeto
participante en el proceso comunicativo.
Es necesario que el sujeto exprese u objetive su experiencia identitaria. La identidad
social aporta una imagen histórica particular de quienes la comparten a través de símbolos
que expresan diferencias, marcan contrastes y sustentan representaciones. Nadie puede
construirse su identidad individual al margen de las identificaciones que otros confieren en
el marco de las interacciones sociales.
Según Habermas hay que resaltar que el fenómeno identitario se adquiere por una
interacción comunicativa, a través del lenguaje, con un carácter eminentemente social
donde los sujetos particulares comparten a través de símbolos (diferencias / contrastes), las
identificaciones con otros se dan en un marco y representación de interacción social.
En relación con el pensamiento de Figueroa (1994), se considera que la identidad se
constituye como tal en un contexto específico de las relaciones sociales, el cual es producto
de la historia compartida del grupo y se expresa como subjetividad de los actores
(sentimiento, afectos, lazos primordiales, intereses, no siempre racionales).
Por tanto, la identidad es un proceso de inclusión o exclusión de autodefiniciones y
hetero-definiciones, en el que están presentes los juicios de valor. La autodefinición
siempre es una relación con algún otro
Figueroa (1994, pp. 322- 332) señal que la identidad sólo puede ser aprendida como
un fenómeno en el que se descarta el aislamiento (fenómeno relacional), por tanto el
fenómeno identitario implica la presencia de relaciones sociales (grupo, historia
compartida, individuos).
El carácter relacional del fenómeno identitario significa que la identidad no puede
definirse sino en función de un “otro” con el que resulte preciso marcar la diferencia. Ese
principio de obviedad no puede fincarse en cualquier dirección, debe estar presente una
relación identitaria (relación de dominación o dependencia).
Esto “implica que el fenómeno sólo puede ser abordado a partir de que sea
delimitado como parte de un sistema en el cual se presentan distintos niveles de
pertenencia” (Figueroa, 1994, p. 333).
En atención a lo que Figueroa (1994) maneja con respecto a la identidad en los
sujetos, hay que resaltar varios aspectos importantes, los cuales servirán como apoyo para
esta investigación: la subjetividad que atraviesa el campo emocional de los sujetos y los
afectos más allá de la propia racionalidad instrumental de las creencias, la cual luego se
referirá en detalle.
También se destaca el proceso de inclusión o exclusión de los sujetos en el sentido
de con quién se identifican. La autodefinición y hetero-definición, atestadas de juicio de
valor.
Por tanto, una concepción de creencia propia tiene que trascender a la añeja y
dominante concepción científica que sólo privilegia el hacer científico instrumental, sin
tener en cuenta al sujeto vivo, de carne y hueso como enfatiza Marx en sus postulados.
Otro aspecto relevante en Figueroa (1994) es el carácter relacional del fenómeno
identitario, donde el principio de la objetividad se hace presente y direcciona al fenómeno.
Por último llama la atención el planteamiento que hace con respecto a la identidad
en el cual marca una condición concreta, es decir, refiere a la capacidad de delimitar el
fenómeno para poder estudiarlo sin dejar de observar los distintos niveles de pertenencia.
Ahora bien, retomando algunos conceptos de Dalia Ruiz (2003), abordados en su
tesis doctoral, apuntamos lo siguiente sobre el fenómeno identitario:
La identidad no se hereda por vía genética, necesita ser aprendida (por
socialización, rituales conmemorativos) requiere darse a conocer y hacerse reconocer.
En este sentido es consistente el argumento social con respecto al fenómeno
identitario, el cual pondera la existencia de un sujeto que requiere conocerse y con
capacidad de movilidad social para hacerse reconocer, lo que implica un costo… ya sea por
la vía de la ética o de la dominación.
A través del proceso de socialización el sujeto se identifica con un grupo de
referencia en cuyo ámbito realiza sus interacciones y asume el papel del otro que le
proporciona elementos con los que él mismo se define. La forma en que el sujeto es
definido por este grupo se convierte en el elemento decisivo para la construcción de su
identidad.
El papel del otro constituye un factor determinante en la construcción de la
identidad, por ello, habrá que observar al grupo de referencia en el que el sujeto se mueve e
interactúa.
El involucramiento de la subjetividad en la conceptualización del fenómeno
identitario permite comprender los motivos y los sentidos que los sujetos dan a sus acciones
en el campo de la reflexividad: ¿quién soy yo?, ¿quién fui? o ¿quién quiero ser? Motivos y
sentidos producto de la acción de simbolizar, no sólo en las condiciones materiales de
existencia, sino en la experiencia histórica, los sistemas de normas y valores, las
expectativas de acción presente y futura.
Entre los aspectos que maneja Dalia Ruiz (2003) resalta la importancia del campo
de la especulación, es decir, cómo observar este fenómeno identitario apoyado en la
disciplina filosófica, la cual permite un interujego dialógico entre la reflexividad de los
sujetos y la reflexión del investigador, que conduce al campo de la obstrucción profunda
del fenómeno, desde donde se podrá otorgar un sentido científico a ese hecho presente en la
cotidianidad, en una realidad específica.
Retomando los aportes de Dalia Ruiz (2003) con respecto del fenómeno identitario,
es indispensable recuperar este importante cuestionamiento. ¿Qué se exige reconocer en un
estudio de identidad?
- El proceso histórico a través del cual fue constituido.
- El papel del desarrollo histórico y del contexto en la definición que los sujetos hacen de sí
mismos.
- La relación entre definiciones y sistemas de valores con el cual se identifica.
- La influencia del contexto económico, social y político en esta definición.
Puntos vitales, se podría decir, para explicar cualquier fenómeno de identidad en
sujetos inmersos en una práctica determinada socialmente. En este caso, será de suma
utilidad poder ubicar y expresar adecuadamente cada uno de estos elementos en el contexto
de la investigación que se realice.
Con el propósito de seguir profundizando en el análisis del fenómeno identitario, el
cual proporcionará elementos para hacer la interpretación pertinente del objeto de estudio,
“la identidad profesional de los maestros y maestras de Nuevo León”, se revisa ahora la
tesis de Amín Maalouf (1999) con respecto a la identidad.
Análisis que aunado a los anteriores nos brindan un entramado teórico del fenómeno
identitario, el cual nos permitirá avanzar con mayor rigor en el tratamiento conceptual con
respecto al objeto de estudio abordado.
Maalouf (1999) señala que “la identidad no está hecha de compartimientos, no se
divide en mitades, ni en tercios, o en zonas estancadas. Y no es que tenga varias
identidades: tengo sólo una, producto de los elementos que la han configurado mediante
una dosificación singular que nunca es la misma en dos personas”.
El autor es contundente en cuanto a su postura de concebir la identidad, en una sola,
no en múltiples identidades. Así como en la forma de su conformación, mediante elementos
(pertenencias).
Considera que hoy en día existe una nula interpretación de lo que es la identidad
humana, o bien, una interpretación trivial, tendenciosa y hasta perniciosa de entenderla.
Y cita: “Cuando me preguntan ¿qué soy?, en lo más hondo de mí mismo, están
suponiendo que “en el fondo” de cada persona hay sólo una persona que importe su
“verdad profunda” de alguna manera su esencia que está determinada para siempre desde el
nacimiento que no se va a modificar nunca; como si lo demás, su trayectoria de hombre
libre, las convicciones que se han ido adquiriendo, sus preferencias, sus sensibilidad
personal, sus afinidades, su vida en suma, no contara para nada”9 (Maalouf, 1999).
La tendencia referida por Maalouf (1999) insiste en que nuestra identidad está
fraccionada, es decir, sólo se privilegien ciertos aspectos de nuestra historia de vida
(nacionalidad, lengua, religión), para ciertos fines, olvidándose de la totalidad de la
conformación identitaria; el resto de las pertenencias que un sujeto va adquiriendo a lo
largo de su vida no se toman en cuenta, simplemente lo identifican por la característica más
conveniente a los otros, o a la situación de relación que esté viviendo.
Y cuando nuestros contemporáneos se los incita a que “afirmen su identidad”, como
se hace hoy tan a menudo, lo que se está diciendo es que se rescate de fondo de sí mismos
esa supuesta pertenencia fundamental, que suele ser la pertenencia a una religión, una
nación, una raza o una etnia y que lo enarbolen con orgullo frente a los demás. 10
Es importante referir el nuevo sentido que Maalouf (1999) está dando a la
conformación de la identidad, el de una identidad compuesta11