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2 LA ANTIGUA CIUDAD MESOAMERICANA: TEORÍA Y CONCEPTO David Weesrsn Pennsylvania State University William SaNpeRs Pennsylvania State University in State College INTRODUCCIÓN - Nuestras percepciones sobre el urbanismo mesoamericano y principalmente sobre el urbanismo maya, han cambiado profundamente a travéé áel tiempo. Na- vegando a 1o largo de la costa de Yucatán en 751':., los espanoles pudieron avistar gl_3"d91 pueblos mayas en la distancia, a los cuales compararon con ei cairo y Se- villa- sin embargo, cuando hnalmente visita¡on estos lugares, parecen habersè im- presionado menos por lo que veían. Poco después, Hern¿ín còrtes y Bernal Díaz hicieron famosas descripciones de las grandes ciudades que encontraban en su ma¡cha hacia el centro de México, las cuales les parecían más similares a 1as ur- bes europeas que ellos conocían. Sobre Tlaxcala, Corlés observó: <La ciuiad es tan grande y de tdnta admiración, que aunque mucho de lo que della podría decir deje, Lo poco que diré creo es casi increíble-, porque es muy ma- yor que Granada, y muy m.ás fuerte, y de tatz buenos edificios y de muy muclru mós gente que Granada tenía al tiempo que se ganó,y muy mejor abastecida de las co- sas de Ia tierra... Hay en esta ciudad un mercado en que cotidianamente, todos los días, hay en él de treinta mil ánimas arriba vendiendo y comprando... En este mer- cado hay todas cuantas cosas , así de mantenimiento como de vestido y calzad.o. . . (y todo) tan bien concertado, como puede ser en todas las plazas y mercados del nzundo-. - Finalmente, que entre ellos hay toda manera de buena oiden y poticía, y es gente de toda razóny concierto; J ral, que lo mejor de Africa no se Iè iguatl, (Cortés 1986:61-68). . Para l.os españoies estos grandes centros y enpafücuru sus densas poblaciones e instituciones económicas, representaron barómètros de sofisticación cultural en general y de la presencia de <<gente de razón y concierto>, o como ahora diíamos, de gente cìvilizada. Los españoles nunca describieron los centros mayas en tér- 43
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Page 1: La Ciudad Mesoamericana

2LA ANTIGUA CIUDAD MESOAMERICANA:

TEORÍA Y CONCEPTO

David WeesrsnPennsylvania State University

William SaNpeRsPennsylvania State University in State College

INTRODUCCIÓN

- Nuestras percepciones sobre el urbanismo mesoamericano y principalmente

sobre el urbanismo maya, han cambiado profundamente a travéé áel tiempo. Na-vegando a 1o largo de la costa de Yucatán en 751':., los espanoles pudieron avistargl_3"d91 pueblos mayas en la distancia, a los cuales compararon con ei cairo y Se-villa- sin embargo, cuando hnalmente visita¡on estos lugares, parecen habersè im-presionado menos por lo que veían. Poco después, Hern¿ín còrtes y Bernal Díazhicieron famosas descripciones de las grandes ciudades que encontraban en suma¡cha hacia el centro de México, las cuales les parecían más similares a 1as ur-bes europeas que ellos conocían. Sobre Tlaxcala, Corlés observó:

<La ciuiad es tan grande y de tdnta admiración, que aunque mucho de lo quedella podría decir deje, Lo poco que diré creo es casi increíble-, porque es muy ma-yor que Granada, y muy m.ás fuerte, y de tatz buenos edificios y de muy muclru mósgente que Granada tenía al tiempo que se ganó,y muy mejor abastecida de las co-sas de Ia tierra... Hay en esta ciudad un mercado en que cotidianamente, todos losdías, hay en él de treinta mil ánimas arriba vendiendo y comprando... En este mer-cado hay todas cuantas cosas , así de mantenimiento como de vestido y calzad.o. . .(y todo) tan bien concertado, como puede ser en todas las plazas y mercados delnzundo-. - Finalmente, que entre ellos hay toda manera de buena oiden y poticía, yes gente de toda razóny concierto; J ral, que lo mejor de Africa no se Iè iguatl,(Cortés 1986:61-68).

. Para l.os españoies estos grandes centros y enpafücuru sus densas poblacionese instituciones económicas, representaron barómètros de sofisticación cultural engeneral y de la presencia de <<gente de razón y concierto>, o como ahora diíamos,de gente cìvilizada. Los españoles nunca describieron los centros mayas en tér-

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mrnos simila¡es, aunque en asentamientos lales como champotón, se reportaba raexistencia de hasta 3000 casasl.Lanaturaleza del urbanismo mesoamerica¡o ha sido objeto de un acaroradodebate.desde gsjos plmelgs contacros. ¿eué apariencia tuvieron ciudades talescomo Tenochtitlan o Teotihuacan? ¿córñJse cõmparaban ésras con las der viejomundo? Y aún más importante, ¿tuvieron los mayas del Clásico asentamientos tangrandes y compiejos? ¿cuáles eran ias funcionés a" tos granã"s ;;"r.", mesoa-mericanos, y cuár fue la reiación entre tales centros y las-comunidades o pobla_ciones circundantes?Durante la fase de estudio sistemático más temprana de la arqueología maya,entre 1838-r 923_, mayisras como John Lroyd stephens enrre ;r-:;;ii"-iamen_

te usaron la palabra <ci rdad> para describir las ruinas ..,o.ru.rr"ntáL, iue explo-raban (Stepheru r949). stephéns.y otros dedujero" qu" ru ro"i"ããäìy", "o-ootras civilizaciones, tenía unã tendencia uniforme hacia sitios u.uurrà àìgu.rizaaosde,manera compleja y sostenidos por poblaciones densas y diversas. Los reyes,nobles, sacerdotes, guerreros y meicadères habitaba¡

"rtutLioàu¿"s I guaraa., "rregistro de sus nombres y obras en las aún *o"r"ir*uì"r;"-r.di"J"i. La genteacaudalada y poderosa vivía en paracios, sus vidas r" ;;ã;;ãi;'"ä to, pro-ductos de los arresa¡os y se manrenían de las rabores

" i-t,i;;r", å" iå,

"u*p"_:T::,f r asumía.que la vida de ciudad era forzosamente un cor¡erativo de ras so-creqaoes compleJas y estructuradas por clases.A comienzo de ros años veinte, èsta.perspectiva sensibre y comparativa em-pezó a

"upb1T por varias razones. Las inscripcion"r qu. ," Jufå.riãît"ro.ut-valiosos detalles históricos se resisrían al descìframi"rä,-¿" -ãã" qiJi.,nuy"r,_

les mayistas como sylvanus G. Morley concruyeron que ros monuråentos no te-nían un contenido histórico, sino que sé trataba más bien de ,"gril;; ð "ctividadastronómica y ritual, similares a ròs encont¡ados en ros pocos"textos ¿ål postcrá-

sico maya que habíaa logrado sob¡evivir. Los arqueórogos continuarãn oi.igr".r-do su atención hacia los edificios monumentales, pero encontraban difícil inter_yletar þs residencias-palacìegas y prestaban poca atención a ra documentación deIa escala y drstnbución de las poblaciones de gente común que sostenían a centroscomo Uaxactún, Piedras Negias, o Copán.

- -sin embargo, más i¡rsidiosa aún erâ ra combinación de dos moderos surgidosde la célebre pluma de J. g. S !g*pson, quien vino a ejercer ,r.ru å.ro._" in_fluencia en lamareria (Becker r9i.Ð.Erp.r*", modero eifatizabauo iipo orgu-nización social <sacerdote-campesinor, mìenüas que el segundo visuJiiaba a rossitios clásicos en ruinas como <<centros ceremoniáles desh"abitadosrr. óã ucu".docon esre modelo compuesto, que ilegó a dominar la arqueol0gía mãya entre re:s--;r-u

"*p"i"ncia de Sande¡s con fuentes del Centro de México y con sus co¡relativos arqueológicos su-giere que tales estimaciones de las <<casas>> en general suelen ser dernasiado altas y

"o*u"iå,',',',o"rro -"-jor con el número de habitantes que con el de éstmctu¡as.

LA ANTIGUA cIUDAD MESoAMEzucANe: rponÍe y coNcEpro 45

y 1960 aproximadamente (y cuyos efectos aún nos alcanzut),la cultura del clá-sico maya era distinta a la de otras civilizaciones antiguas. Tikal, palenque y co-piín no eran en absoluto ciudades en el sentido que lo eran las ciudades europeas,sino que representaban esencialmente lugares rituales y simbólicos vacíos. porotra parte, la guerra, tan común en ei viejo mundo antiguo, no había afectado demanera dramática a esta sociedad del Clásico.

La mayoría de los arqueólogos (aunque no todos) abrazaron esta idea de iasingularidad ostensible de la cultura clásica maya. Los intentos por entender a losmayasen general y a su urbanización en particular a través de comparaciones conot¡as civilizaciones, no eran, por consiguiente, tenidos en cuenta, con algunas po-cas excepciones (por ejemplo Coe 1957).

El descubrimiento de la primera tumba claramente ¡eai en palenque en 1952 yel flujo de desciframientos que pronto le siguió, fue debilitando poòo a poco loiconceptos de <sacerdote-campesino>> y de <centro ceremonial inhabitaão>. Re-sultó pues que los mayas tuvieron reyes, nobles y guerras, tal y como Stephens yotros exploradores tempranos habían asumido. cómo visualizar exactarnente a loìgraades centros mayas se tornó, de súbito, problemático. Influenciados en partepor las ideas de v. Gordon childe, en las cuales la civilización y la vida urbanaeran vi¡tualmente sinónimos, los mayistas se vieron atrapados entre su acariciadavisión de un clásico maya único y su deseo de hacer que los mayas pudieran serincluidos en la jerarquía de otras civilizaciones antiguas del mundo.

Pero había dificultades al postular la idea de urbanismo maya, como demostróel primer reconocimiento sistemático de asentamiento a mitad de los años sesen-ta. ¿Existían densas poblaciones productoras comparables a las de Tenochtitlan oTeotihuacan? ¿Dónde se hallaban los <<límites> de una ciudad maya? La soluciónera ahrmar que los mayas tenían ciudades, pero que éstas adoptaron su propia for-ma peculiar. En particular, carecían de las densas y altamente diferenciadas po-blaciones productoras que caracterizaban a Tenochtitlan o a las ciudades delViejo Mundo. Norman Hammond (1975: 85) por ejemplo, hace refe¡encia al ca-rácter altamente ce¡emonial del centro maya, pero afirma que se trataba de una<... ciudad preindustrial en su función y en la mayoría de los aspectos excepto porla densidad de población... > (énfasis nuestro). El concepto de ciudad habíasido, en otras palabras, radicalmente redefinido y las funciones urbanas se consi-deraban independientes de los factores demográhcos. Este crite¡io preservó la sin-gularidad maya, al mismo tiempo que le asignaba la tan importante categoía evo-lutiva de <<civilización>.

A quienes enconfaban tal redefinición errónea, los mayistas respondían queera inadecuado aplicar un concepto de urbanismo etnocéntrico y esencialmenteeuropeo a lo maya. Algunos investigadores hábilmente recurrieron a una tácticaque no sólo proporcionó cìudades a los mayas, sino que les atribuyó asenra-mientos más grandes que los conocidos en cualquier otra parte: fusionaron los nú-cleos de los sitios con enorrnes zonas ocupacionales adyacentes. En un reciente

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leporte que leímos se argumenta que el pequeño asentamiento maya de Biuecreek, al norte de Belice, fue el núcleo de una <ciudad> con un área mínima de100 a 150 km2. Resulta obvio que semejante tamaño le haría ¡10 o 15 veces másgrande que la Roma imperial de la segunda centuria d.c., o que la capital aztecade Tenochtitlan en 1519 y cinco o seis veces mayor que la ciudad más extensa ymejor preservada del clásico de Mesoamérica, Teotihuacan! ¡y esta <<ciudaö há-bía sido apenas reconocida por los arqueólogos!

Lo que estos mayistas por cierto no tenían para sostener sus ilusiones urbanasera arquitecfura a gran escala, otro de los criterios de Chitde. Hace muchos años,durante una discusión entre Sanders y Robert Rands sobre ciudades mesoameri-canas, Rands se dirigió a su hijo de diez aios y le pregunró <Oye hijo, ¿qué es unaciudad?>. El niño respondió de inmediato <<un lugar donde hay muchos edificiosgrandes>. Rands rió y dijo <¿sabes? esta def,rnición de ciudad es tan buena que laencontrarás entre la gente que hace arqueología mayo>. Nuestro sentido común,en otras palabras, señala que la arquitectura monumental es un indicador de or-gantzación sociopolítica compleja.

Poco después, Sanders se encontraba tratando de convencer a un arqueólogomayista veterano de que hay un extremo contraste entre la densidad de poblacióny ei grado de planeamiento y organización de Teotihuacan por un lado, y el de Ti-kal por el otro. En algún punto de la conversación, se hizo evidente que el mayistanunca había estado en Teotihuacan, aun cuando expresaba una firme opiniónsobre el patrón obsewable en la superhcie del sitio. Cuando Sanders f,rnalmente leconvenció de que en verdad existen profundas diferencias entre los dos lugares, élrespondió que <<bueno, no creo que en realidad esto signifique mucho. Es sólo quea los mayas no les gustaba vivir en densas concentraciones, ellos preferían dis-persarse sobre el campo>>.

El ¡esultado de tales actitudes es que nos dejan absolutamente sin reglas,principios, o generalidades culturales que puedan utilizarse para explicar seme-jalzas o diferencias cuiturales. La gente simplemente hace 1o que le parece. Si losBlue Creeks del mundo pueden ser considerados ciudades a la manera de Te-nochtitlan o Roma, debe haber algún serio problema con nuestra nomenclatura ynuestros conceptos comparativos de asentamientos y de sociedades del pasado.

LA TRADICIÓN URBANA MESOAMERICANA

En 1988 publicamos un artículo llamado The Mesoamericøn UrbanTradition,en el cual tratábamos de hacer algo que en una mirada retrospectiva hemos la-mentado. Nuestra idea era que podíamos usar un marco comparativo de varias for-mas urba¡as preindustriales diferentes desarrollado por el antropólogo Robert Fox(1911) para rescatar el término ciudad y así calmar la <<envidia de ciudad>> queafTigíaa los mayistas, y al mismo tiempo enlatízæ lo particulares que eran los

LA ANTGUA CII'DAD MESOAMERICANA: TEORLA. Y CONCEMO 4]

centros mayas. También intentábamos demostrar que Mesoamérica había desa-r¡ollado por su cuenta una rica tradición urbana y que la considerable va¡iación ensus formas de urbanización estaba basada

"n u.rá còmpleja interacción de factores

tecnológicos, demográficos y ambientales, como precisábamos a continuación alcomparar Tenochtitlan y Copán.

Pa¡a comenzar con la cuestión sobre lavalidez de las comparaciones, nosoÍosdiscrepamos con la idea de que el concepto de ciudad, en su forma preindustrialmás compleja, se derivó enteramente de la experiencia cultural occidental. colónconfiadamente esperaba desembarca¡ en las legenda¡ias ciudades de Asia o¡ientalcuando navegó hacia el oeste en 1492; y éstas ciertamente existían tal y como él1o imaginó, aun cuando nunca logró encontra¡las. Es más, algunas de ras ciudadesmás grandes y complejamente orgalizadas que los europeos de principios del si-glo xvt conocían, no eran de origen cultural europeo y tampocõ esta6an en Eu-ropa. como acabamos de ver, cortés comparaba Tlaxcala con Granada, una ciu-dad mora, y la sofisticación de sus habitantes con la de la mejor gente de Af¡ica.Durante Ia primera parte del siglo xvr muchos europeos habían visitado las ciu-dades del norte de Africa, como Fez y sobre todo El Cairo, que con sus 500.000habita¡tes era varias veces mayor que París (Rhodenbeck r999).Y aunque las di-ferencias culturales entre tales lugares eran

-y s9¡1- syidentes, éstos compar-tieron una <urbanidad> subyacente y refinada que cortés y otros pudieron detec-ta¡ de inmediato en las ciudades de las tierras altas de México. Tal vez muchos denuestros colegas discreparían con nosotros, pero pensamos que si un españoldel siglo x\r, un comerciante de Cairo del mismo tiempo y un nobie azteca dè Te-nochtitlan hubiesen visitado varios centros del Clásico maya, todos ellos habríanconsiderado que estos lugares eran en ca¡ácrer muy diferentes de sus propiascomunidades, sin importar los términos que hubiesen utilizado para describirlas.

Fox enfatiza que todas las culturas, independientemente de su nivel de com-plejidad, incluyen lugares centrales. Su preocupación, y la nuestra, son las áreascentrales que caracterizan a las sociedades graldes, complejas y heterogéneas, enparticular los estados tempra¡os. Pa¡a Fox, la dimensión más importante de los lu-gares centrales en sociedades complejas radica en sus funciones especializadas,dado que éstos reflejan la naturaleza de la sociedad mayor que las envuelve.Aunque un sistema político antiguo puede incluir varias comunidades, sus formasmás urbanas difieren radicaimente de aquellas en ias que vive el resto de la po-biación. Se trata de lugares en donde se concentran las actividades especializadasy se lleva a cabo la toma de decisiones políticas, económicas, rituales y residen-ciales a un grado inusitado.

Fox identihca dos tipos de ciudades funcionalmente disti¡rtas que resultan úti-les para entender el urbanismo mesoamericano: la ciudad administrativa y laciudad real-ritual. Nosotros hemos agregado a este modelo un mayor énfasis enlas dimensiones cuantitativas de alto número de habitantes, densos núcleos de po-blación, y gran heterogeneidad intema, refiriéndose esta última a ia diferenciación

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en funciones económicas, riqueza, poder político, e identificación de grupo (wifirr1938). Estas son las ca¡acteísticas que creemos hicieron posibre ra crèación deecologías urba¡as preindustriales distintivas en varias partes del mundo, las cua-les se basaron en complejas relaciones de retroalimentación y dependencia entrelos centros y sus periferias y entre los mismos residentes de las urbes.

Restricciones tecnológicas y energéticas

El desarrollo de lugares centrales en Mesoamérica se vio limitado por variosfactores tecnológicos y energéticos:

1. La tecnología era rudimentaria. Las herramientas de piedra, madera, hue-so y fibra eran ineficaces con respecto a las herramientas de metal del ViejoMundo y no había acceso a máquinas complicadas o animales domésticos para su-plementar los músculos huma¡os, que realizaron la mayor parte del trabajo.

2. La producción per capita de alimentos o de otros materiales esenciales erapor io tanto baja, de manera que se requería una proporción muy alta de produc-tores a consumidores.

3. Los productos de bajo costo, a granel, en particular alimentos, no se po-dían fansportar a grandes distancias porque la labor humana requerida era costosae ineftcaz.

4. Todas estas condiciones en conjunto limitaron también la efectividad dela expansión política y la aparición de estados territoriales a gran escala, ya fuesepor medios milita¡es o de otro tipo.

La Mesoamérica prehispánica poseía la infraestructura menos eficiente entrelas grandes civilizaciones aritiguas. Las culturas desar¡olladas bajo tales condi-ciones obviamente se ven limitadas en su potencial urbano, en comparación conlos del mundo mediterráneo antigrÌo, por poner un ejemplo. Los granjeros egip-cios usando el arado en conjunto con los animales de tracción y transporte, po-dían producir y distribuir mucho más alimento per capita que un agricultor azte-ca o maya. Los granos egipcios podían moverse por mar a bajo costo y abastecera ciudades tan distantes como Roma. Las mismas embarcaciones, por supuesto,eran usadas para transpoftar y aprovisionar a los ejércitos que en algún momentoIograron incorporar Egipto al imperio romano.

Urbanización en las Tierras Altas Centrales

Pocos meses después de desembarcar en 1519, Cortés comenzó a recibir in-formes de una gran ciudad tierra adentro, donde un rey gobemaba un gran im-

LA ANTIGUA CruDAD MESoAMEzuCANA: TEoRÍA Y coNCEPTo 49

perio que incluía parte de la costa, así como la región interior. Nuesfra visión deMéxico en 1519 está basta¡te influenciada por las descripciones españolas de esaciudad y el imperio que dominó. Información más reciente reveló que esre im-perio comenzó como una arianza entre tres señoríos pequeños, Tãnochtitlan,Texcoco, y Tlacopan, situados todos en Ia Cuenca de Méiico. En menos de unsiglo estos aliados habían conquistado aproximadamente 500 señoríos más de si-milar tamaño. Antes de 1519 Tenochtitlan se había manifestado claramentecomo el socio superior y, para todos los propósitos prácticos, la alianza se habíaconvertido en el Imperio Tenochca. El nivel de integración de este imperio varióde manera considerable, pero en general los gobemantes de la Triple Alianza selimitaron a extraer el tributo anual en bienes de los estados conquiìtados, dejan-do la estructura política local intacta. Los tenochcas utilizaban la mínima es-tructura administrativa necesa¡ia para asegurar el envío regular de este tributo,creando así el tipo de entidad dominalte que Ross Hassig (1987) ha denominadoimperio <hegemónico>.

De hecho, diversas fuentes etnohistóricas, particularmente de las RelacionesGeográficas de 1580, indican que la clasificación ante¡ior resulta simplista, y queei nivel y la naturaleza de la interferencia en los asuntos de los estados conquis-tados por la Triple Alianza eran bastante variables. Los señoríos subyugados es-taban organizados en 38 provincias tributarias. Con pocas excepciones, un centroen cada una de estas provincias era seleccionado como capital regional y un re-colector de tributos de la Triple Alianza se encargaba de asegurar la colecta y en-vío del pago anual. En algunos casos se edificaba¡ pueblos nuevos para ser ocu-pados por guarniciones de guerreros profesionales al servicio del centroadministrativo de la provincia conquistada

-por ejemplo, en Oaxaca y Tochite-

pec. Otras guamiciones fueron establecidas en localidades clave, al¡ededor de 20lugares, para asegurar el control regional.

Aun una breve revisión de las Relaciones revela que ei nivel de control e in-terferencia de Tenochtitlan en los asuntos de los señoríos locales conquistados va-rió considerablemente, incluso a grandes dista¡cias de la capital. En algunos casossolamente se exigía asistencia militar como forma de tributo, aunque también sepodían solicitar mercancías o servicios adicionales. En ocasiones, un miembro dellinaje real de Tenochtitlan substifuía al señor local y sólo era reclamada la asis-tencia militar.

Con estas pocas excepciones, el nivel de control del imperio puede en generalconcebi¡se como un modelo concéntrico con una región nuclear interior repre-sentada por la Cuenca de México, un núcleo exterior constituido por ia MesetaCentral y una periferia que comprende las montañas meridionales y las regionescosteras. Estas últimas áreas caen casi por completo dentro de lo que los geóga-fos llaman zonas climáticas de Tierra Templada y de Tierra Caiiente, por lo quelos bienes de tributo consistían en productos que no se encontraba¡ en la Mesetade México. Tales productos incluían plumas de aves tropicales, jade, oro, finos

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textiles de algodón, cacao, copal y hule -a los que M*11 Harris se ha referido

"ó*o npt""iõtidades>>- bienes consumidos en rituales religiosos o por gente de

alto rango que vivía en la Meseta Central. Todos estos recursos tenía¡ un alto va-

lor en "imércado.

Los bienes de consumo básico tales como granos, cal y made-

tlpi"construcción eran extraídos ta¡to dei núcieo interior como del exterior' Es-

tos productos procedían de un radio de menos de 150 km, Io cual representa un

clarà ejemplo äe las limitaciones energéticas y tecnológicas del sistema de trans-

p;;" "'n

Nriesoamérica. Agregada a estas- últimas demandas se encontraba la ex-

iracción de trabajo u g.u.rér"ãlu de la población que regi{ia en el núcle.o i¡temo.

Esta labor ".u

nrádu para la construcción de edificios públicos o de la elite, como

templos y palacios y para obras hidráulicas mayores'È,ra en^et núcleô interno donde los gobernantes de la Triple Alialza se in-

miscuían más exhaustivamente en los asuntos políticos internos' Prácticamente

todos los gobernantes de los 40 o 50 señoríos conquistados estaban casados

.on -u¡".Ë, de linajes reales aliados. Lo que es más, los mafrimonios solían

irá"i"oätigo dotes ãe tierra agrícola disperia a través de la Cuenca de México.

También rãunieron y reasignaion señoríõs sujetos parl formar¡n modelo espa-

cial entrecruzado que tendia a fragmentar la integridad territorial de los estados

ã"iq"irì"¿"t. por òtro lado, tantolos grandes ejércitos reclutados por conquista

.o*ä lu, guarniciones que aseguraban el control de los territorios dominados,

pio""¿i-ä su totalidad de la población del área nuclear, no sólo de las tres en-

tidades delaalianza.En 1519 este proceso de integración estaba ya bien encaminado y comenzaba

a crearse una solä clase social gãb"--t", conintereses económicos y políticos

interreiacionados dentro de la Cuenca. No obstante, como ftatamos de demostrar,

õ;^o""; á; reorganización estaba aún incompleto a la llegada de losespañoles'-^'Ur,

rigto más täde de la conquista españolá de Mesoamérica el problema más

inmediatõ al que se enfrentaron ios espùoles fue cómo gobernar una po-blación

ã" fO u 12.000.000 de habitantes dispersos sobre un área de aproximadamente

ibôó.OOO ¿" k*t, "on

un número limitado de residentes de Europa. Los con-

qoìroAor"r tuvieron que recurrir a un método que seía usado tiempo después por

L^os poderes europeos ianto en Áfüca como en Asia: teconocieron los derechos le-

;;;ñ"r de los nóbles nativos y los usaron como un elemento de 1a administración

Ërpîn"i". p"à una interrogante importante tenía que ser atendrrla: dada la consi-

derable variación en el gådo ".r

qn" los estadoJ locales habían incorporado a

otros dentro de entidades mayoles, ¿cuál era el nivel de organización nativa que

debía ser utilizado? La obvia duraUiiida¿ de las unidades políticas más pequeñas

en tales situaciones proporcionó una respuesta clara'- iu, respuestas uìu, p."grrntas 14 y f5 planteadas enlas Relaciones Geográ-

ficas son monótonamente iepetitivas y u.niformes, por ejemplo: <fujmos con-

irit"¿á, poi fot mexicanos y pugu'''ojt ibuto a Moctezuma, pero también tenía-

mos nuestros proplos señores iurutul"s a quienes servíamos por obligación tra-

LA ANTIGUA CIUDAD MESOAMERICANA: TEORÍA Y CONCEPTO 51

dicional>>. Los servicios provistos a tales señores incluían tanto labor como bienes'

f.íu mpti"uciOn de estas ãeclaraciones es que los derechos y obligaciones de estos

J"nãiË" "ur".ales

constituían un bien establecido contrato social entre gobeman-

," igá!"À"¿o. A través delas Relaciones resulfa evidente que las imposiciones

t "ánãt

por los gobemantes de 1a Triple Alianza eran consideradas, por contraste,

ii"nuf"t v tirániðas. René Millon, aiguna vez en una conversación privada' sugirió

; f;J.ir lue la distinción entre los términos <<impuesto>> (tax) y <<tributo>> (/ri-

butr¡ t"pt.i.ntaban muy bien los dos niveles de demandas'"-'ÉiÀãUi"-o

españoiutilizó esta distinción fundamental para organiz-ar la re-

siOn ei ¿isrritos aåministrativos, convirtiendo la entidad nativa a pequeña escala

;;l; "-ã;J;dministrativa,

dentro de la cual las varias comunidades sociales que

;ñ;;&; "i i"øto¡o eran consideradas cabeceras y sujetos. El término cabe-

cera define el lugar central donde residía el señor, mientras que zujeto. se. ¡efiere a

ias "omuniaudelfuera

de la localidad central, pero aún dentro de ia jurisdicción

del señor. Los señores gobemaban estas comunidades periféricas y les reclamaban

"ipãgo de impuestos d-e sus sujetos como costumbre obligatoria'--'I-ãs señoríos locales de la N4eseta Central en 1519 tenían poblaciones modales

de 15 a 30.000 habitantes, con un número de entidades mayores y menores' Una

cuestión fundamental "onåi"*" al arreglo espacial de la población dentro de una

comunidad. ¿cuánta gente residía en eùugaicentral o cabecera?, ¿dónde se loca-

l¡üiut"unidad habitãcional del señor?, ¿cuutttos poblaban los suþos?, y ¿cuál era

i" ãiri¡Ur"iOn espacial de las residencial dentro dè estas comunidades periféncas?

Hemos mencionado previamente que los españoles reconocieron de inmedia-

¡o 1;;r;;;;; á" gr*a"s y densqs poblaciones nrbanas en 1a Meseta central, par-

ticula¡mente en Tlaxcala, choiula, Texcoco y por supu€sto Tenochtitlan, todos

centros de tamano consiáerabie. pero ¿qué ocurre con las numerosas cabeceras

existentes en los cerca de cien pequeRõjseñoríos localizados en la Meseta Cen-

l¿iiot censos del siglo xvr dejan patente que al menos Il4 a U3 de la población

ã"i r"norio residía ".itu "uU""".u y qo" los españoles enfatízab_an ia naturaleza

ã;;;" t nuclear de estos asentamientôs. Esto sígnifica que en 1519 cada cabece-

;ü;i;;;¿;¿e ¡-+.oootrasta 8-10.000 habitantes. Los datos etnohistóricos in-

dican también que, a -"nà. escala, estas cabeceras estaban ocupadas por pobla-

ciones heterogéneas en términos de estatus y ocupación'.y que myghas de ellas

___guizáttodas- contaban con áreas de merôado þa¡a.el inte¡cambio de bienes.

p*äã;;; explicaciån más detallada de esta siiuación, usaremos una combi-

"*ion de daros^ernohú¿;;;, y arqueológicos con objeto de ilustrar el caso de

rnlp"q""n" porción de la Mesêta Central, el Valle de Teotihuacan'- å u'¿t" dä Teotihuacan, recorrido por el equipo de un proyecto dirigidopor

S*ãår, entre 1960-64, formó parte de una tegìOñ lamada- A^colhuacan- La his-

toria del control de teo'tihuacan sobre este áreies un ejemplo.fascinante del nivel

;i; fÁ;J" inrerferencia de los gobemantes de la Triple 'Nl\utza en ios asuntos

locales del núcleo interior.

fir. l

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Los arqueólogos recorrieron el valle en su totalidad, incluidas seis de las ca-beceras. Estos recorridos han revelado que todas las cabeceras conforma¡on den-sas comunidades nucleares con poblaciones altamente variables en términos de ro-les y estatus económicos. Las poblaciones, de acuerdo con datos arqueológicos yetnográficos, variaba¡ de 2 a 3.000 habitantes hasta quizá 12.000 para el caso delmismo Teotihuacan azteca (incluyendo los <barrios> físicamente separados delpueblo). Con respecto a la población periférica, la Relación de 1580 nos dicecuiíntos sujetos había y los mapas adjuntos señalan las iglesias de cada uno de es-tos asentamientos. Ninguna de estas fuentes proporciona información sobre el pa-trón de distribución residencial en las comunidades de la periferia.

El recorrido arqueológico refleja un patrón prácticamente continuo de resi-dencias muy dispersas, asociadas a terrazas localizadas sobre las áreas de pie demonte del valle. Sin embargo, resulta difícil establecer los límites de los sitios a¡-queológicos individuales que, en base al mapa de 1580, podríamos identificarcomo sujetos. Con respecto a las tierras de cultivo de calidad superior (porejemplo, la llanura aluvial), el recorrido reveló pocas o ninguna residencia ruralin situ. A este respecto, resulta de gran interés que todas las cabeceras localizara¡en los márgenes de este recurso agúcola y que fueran las únicas poblaciones conuna conexión espacial a la mejor tierra del valle. La única excepción es una fral-ja de pequeños asentamientos nuclea¡es localizada sobre el terreno elevado (apa-rentemente un terraplén), en medio del llano permanentemente irrigado del valle.Lo que esta distribución espacial sugiere, en combinación con nuestros datos derecorridos más intensivos y excavaciones en sitios urbanos, es que posiblemen-te la mitad, o quizá hasta dos tercios de la población de las cabeceras, estuvoconstituida por agricultores que cultivaban esta tierra. Los registros etnohistóri-cos señalan que muchas de estas gentes eran <<siervos>> sujetos a las tierras con-troladas por la clase alta. Otros residentes fueron artesanos especializados y co-merciantes, y hemos logrado identificar especialización artesanal en obsidiana,figurillas, fibra de maguey, manufactura de manos y metates y trabajos de lapi-daria.

En resumen, nuestros datos indican: (1) una clara separación espacial entre ca-becera y sujeto; (2) que las cabeceras fueron comunidades heterogéneas ¡elativa-mente grandes, densas y nucieares y (3) que la mayor parte de la población ruralresidía en asentamientos espacialmente dispersos. Las cabeceras pueden haber es-tado representadas por comunidades cuasi-u¡banas, cuasi-rurales, en términosde estilo de vida y comportamiento económico.

En cuanto al resto de Mesoamérica en 1519, resulta obvio que lo más ca¡ac-terístico era la pequeña unidad política, con ejemplos ocasionales de mini-impe-rios formados mediante la conquista de señoríos vecinos por alguna de esas enti-dades. Tales conquistas, sin embargo, nunca destruyeron la integridad de lospequeños señoríos conquistados. En el norte de Yucatán, la única iírea en la queaún residía una población substancial en las Tierras Bajas mayas en 1519, había

LA A*NIIGUA CIUDAD MESoAMERICANA: TEoRÍA Y coNCEPTo 53

entre15 y 150 pequeños señoúos, cada uno gobemado por un señor cuyo cargoheredita¡io se denominaba batab (Roys 1957). Sanders hã estimado una poblaciónde 500.000 habitantes para el norte del moderno estado de yucatán

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que equivale a un promedio de sólo 3 a 6.000 personas por señorío. como en elcentro de México, en muchos de los casos, estas entidadei habían conquistado se-ñoríos vecinos y formado un mini-imperio. Por ejemplo, el señor de Maní habíaconquistado quizáuna docena de señoríos cercanos con una población de un totalde 60.000 individuos en 1519. Sin embargo, de modo muy inreresanre, el patrónde asentamiento en un sentido espacial era muy distinto de lo descrito para la Me-seta Central. Cabe considerar la siguiente alusión:

oA pocas horas,2 o 3 leguas adelante, los españoles se aproxímaron a un pue-blo tan grande que aun cu.ando habían entrado al medio día io alcanzaron a lîegaral palacio del cacique... hasta la caída de la tarde, aun cuando no se habíanâe-renido en ninguna parte y en ningún momento pasaronfuera de sus límites>-(Chamberlain 1958: 41).

Fundamentiá¡rdose en diversas fuentes, Ross Hassig ha estimado que ros sol-dados a pie se mueven a aproximadamente 25 a 35 km por día (15-22 millas).Asumiendo que el asenfamiento del poblado era simétrico, esto significaría queentre el denominado puebio y su periferia había un radio de 12 a 18 kitómetios(medio día de marcha) sobre un área de superficie total de 400 a 1.000 kmr.cia¡amente, los conquistadores se hallaban cruzando todo un distrito político dealguna especie y no sólo un simple pueblo (es casi seguro que la <ciudaò> de BlueCreek a la que se hizo referencia antes representa un distrito similar).

La distinción entre urbano y rural es menos clara en este caso. En efecto, alparecer hubo un pequeño lugar central donde residía el gobernante, un lugaresencialmente administrativo y de consumo de bienes (ver webster 2001 l4B-149 para una discusión sobre este punto). El modelo de ciudad real-ritual deFox parece aplìcarse adecuadamente a los centros de estas entidades lrcatecas. Elgrueso de la población se hallaba dispersa y diseminada hacia afuera de la loca-lidad central. Este patrón parece haber sido típico de las áreas de selva húmedatropical, como lo indica la siguiente nota de Torquemada (1943:248-249):

oYa se ha dicho, en uno de los capítulos pasados cómo estas gentes indianasestaban pobladas en estas tierras, en pueblos y ciudades (como luego teremos),ydeclaramos, también el modo de la ciudad, y la intención , que al principio tuvie-ron, los que lasfundaron; pero no todos los moradores de estos larguísimos, e in-numerables reinos, guardaron, inviolablemente, este ordeny modo; porque comolas tierras no son iguales, así no todos pudieron seguír un parecer. Por lo cual ve-mos, que si los de la tierca llana guardaron el orden de ciudad,y congregaciónconcertada, no lo pudieron guardar, ni seguir por este modo, los que poblaron sie-rras y montañas y otros lugares cenagosos y htimedos; y así vemos (y víeron los

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pasados), que en algunas provincias y regiones, tenían estos dichos naturales a tre-chos, como a manera de barrios, de la misma manera, que en nuestra España es-tán esparcidos y derramados, en las províncias de Galicia y en las montañas. Estemodo de poblar se ha hallado en los reinos de Guatemala y provincias Totonacasy Meztitecas que caen en las serranías de la Mar del Norte, y en otras partes se-mejantes a los dichos; pero hace de advertir que en algunas de estas dichas pro-vincias usaron, que los pueblos, que hacían cabeza,y merrópolis de la nación oprovincia tenían algún mós concierto, que las otras poblaciones o congregaciones,sujetas y pertenecientes a esta dicha señoría o reìno. En esta príncipal congrega'ción y cabeza acostumbraban a tener sus templos y culto (que por ser atribuido asus Falsos Díoses) lo tenían por divino. Aquí asistía el señor y rey y tenían sus ca-sas muy suntuosamente labradas; acompañábanlas otras casas de Sente principaly nobLe; y aunque no en callesformndas, al menos en orden concertado, conformeel lugar les daba tnnno, y larga a su deseo. Y esta congregación (en alguna ïnneraconfusa y derramnda) era su nítmero de ciento y doscientas casas, y en partes m'ás,

y partes menos: EL otro pueblo (digo los demós de esta nación o señoría), que eracomo ntiembros de esta cabeza, estaban derramados por los cerros j serranías,por valles y quebrachos, y que hacían un número cuantioso, y de grande exceso; yestos se acomodaban como cada uno mejor y más podía>.

Desde nuestro punto de vista, este patrón de pequeñas entidades políticascon las dos distintas formas de disfribución espacial entre los centros y la pobia-ción periférica y con las características de la comunidad central, fueron típicos de

Mesoamé¡ica a través de la historia de la región: desde la aparición de los pri-meros lugares centrales en el Formativo Temprano, continuando durante el restode la secuencia del Formativo, en el periodo Clásico y finalmente en el Postclá-sico. Como demostra¡emos más adelante en nuestra discusión sobre los sitios delClásico maya, el patrón descrito para el norte de Yucatán se aplica al fuea del sur

durante periodos más tempranos, con la diferencia de que ias entidades fueronmás grandes, tanto en lamaño como en población, y también más numerosas. Es-tas entidades seguían, no obstante, siendo comparables en tamaño sólo a los se-

ñoríos a pequeña escala en la Meseta Central en 1519.Las diferencias que hemos señalado parecen representar claramente la distin-

ción de Fox entre la ciudad real-ritual y la administrativa, una dicotomía que será

más explícita cuando revisemos los casos de los grandes centros urbanos en 1as

secciones siguientes.

Ciudades administrativas y ciudades reales-rituales en Mesoamérica

Tanto las ciudades administrativas como las ciudades real-rituales compartenfunciones políticas nucleares. Esto es, son capitales que acogen el aparato políti-co central de los estados, o bien algún nivel administrativo menor representandoal central. Ambos tipos de ciudades son también sostenidos en pafte por el im-

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puesto o tributo que fluye desde sus periferias ---es deci¡ ambos son lugares deconsumo. Sin embargo, existen profundas diferencias entre ellos si observamosmás cerca dos ejemplos, la capital azfeca de Tenochtitlan y el centro maya real decopan, enfocándonos particularmente hacia la escala y el desarrollo económico.

Tenochtitlan : una ciudad administrativa mesoamericana

Indudablemente, la ciudad administrativa más desarrollada de Mesoaméricafue Tenochtitlan (Fig. 1). Fundada alrededor de 1325 a parrir de dos pequeñosasentamientos de refugio, Tenochtitlan y Tlatelolco, su mayor impulso de creci-miento comenzó en 1426, cuando junto con sus aliados tomó el control sobre suderrotado rival, Azcapofzalco. Como resultado de este éxito inicial, un compo-nente de la población mexica en Tenochtitlan asumió estatus de nobleza y el po-der administrativo de un imperio territorial expansionista, incorporando tierra,fuerza de trabajo, y diversas formas de tributo de la gente bajo su dominio. Nadade esto fue único en la prehistoria de Mesoamérica, incluyendo las Tierras Bajasmayas. Lo excepcional fue la escala y la complejidad que eventualmente asumióTenochtitlan, así como el ambiente natural y social que estimuló su crecimiento.

Hacia 1519 la ciudad gemela se había extendido desde su tamaño original entomo a 3,5 kJrf hasta alcanzar \na zora urbana de 10 a 15 km2, magníficamenteintercomunicada a través de calles, callejones y canales- En su centro se hallabauna enonne zona cívico-ceremonial amurallada de cerca de 400 m de lado, alre-dedor de la cual se erigían los palacios de reyes y de altos nobles hereditarios. Elpalacio de Moctezuma por sí mismo cubría según se informa cerca de 4,6 Ha, yalbergaba 300 cuartos dispuestos alrededor de tres patios principales. Variasgrandes avenidas atravesaban lazona urbana y se conectaban con un sistema decaTzadas (sus componentes sumaban cerca de 60 km de longitud) que enlazabanTenochtitlan con otras islas y el litoral del lago. Estas caJzadas estaban perforadasa intervalos para permitir el paso de canoas de carga y de pasajeros. Gran pafe deltráfico peatonal y de canoa conducía a los muchos mercados de Tenochtitlan y enespecial al mercado principal de Tlatelolco, el cual, según Cortés, recibía al¡ede-dor de 60.000 personas al día.

Estudios hechos por Calnek (1972) indican que la mayor parte de la ciudadque se extendíamás allá, del núcleo de 4,5 km se hallaba compuesta de casas deadobe de un solo nivel construidas sobre relleno artihcial y rodeadas de pequeñoscultivos de chinampa. La mayoría de estas áreas de cultivo eran demasiado re-ducidas para aprovisionar a las unidades habitacionales a las que se asociaban, lascuales incluían de 10 a 15 miembros y, por lo fanto, probablemente producían flo-res y vegetales para los grandes mercados urbanos. Calnek estima una poblaciónde 150.000 a 200.000 habitantes en la ciudad, aunque nuestra reciente reevalua-ción revela que deben haber sido sólo alrededor de 100.000 a 120.000. Sin em-

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bargo, aun esta reducida estimación excede con mucho los totales de población dela mayoía de los reinos del Clásico maya. Gran parte del dramático crecimientopoblacional se debió al deliberado reasentamiento de la gente en Ia ciudad y a lailimitada capacidad de las elites urbanas mexicas de consumi¡ productos de tujo,1o que atrajo a ia capital artesanos de muchas regiones.

Muchos pueblos menores y sus respectivas comunidades rurales se haliabanasentados sobre islas en los lagos de Texcoco y Xochimilco, a Io largo del cerca-no litoral o sobre los flancos elevados de la planicie aluvial. La mayoría se co-municaban eficientemente con la capital a través del transporte acuático, y nin-guno se hallaba a miás de unas pocas horas, aún yendo a pie. Hemos estimado queen tomo a 300.000 o 400.000 personas vivían en esta inmensa conurbación (in-cluyendo Tenochtitlan-Tlatelolco), lacual se extendía sobre un áreade unos 500km2, y en 1519 era la región más densamente poblada en la historia de Mesoa-mérica. A esta combinación de ciudad central y sus comunidades ci¡cundantesmenores, urbanas y rurales, le hemos aplicado el término de <<árca metropolitana>.Esta es la más cercana aproximación a la megaiópolis moderna en el NuevoMundo prehispiínico.

Para apreciar mejor la manera en que esto debió impresionar a los españolesen aquellos días, podemos considerar los datos siguientes: en 1900 sólo 16 ciu-dades en el mundo entero tenía¡ poblaciones que excedían 1.000.000 de habi-tantes, y aún en tiempos de Napoleón únicamente 17 ciudades de toda Europa al-bergaban más de 100.000 personas (Benl' 1990; Hobsbawml9ST:21).

Pero ¿qué fue, dada la primitiva i¡fraestructura tecnológica que los mexicascompartían con el resto de Mesoamérica, 10 que estimuló y posteriormente ma¡-tuvo toda esta escala urbana y complejidad económica?

En nuestra opinión, uno de los elementos clave fue la especialización econó-mica y la difundida simbiosis económica, ésta última representada por la presen-cia de comerciantes especializados y de puertos de intercambio Qtorts of trade)para el comercio. Aunque la información directa sobre la especialización econGmica prehispánica es relativamente escasa, las descripciones del tiempo de la Con-quista y de los 60 arlos siguientes indican que, en toda el área metropolitana, fuecaracteístico un notable grado de especialización económica y división del tra-bajo. Para el mercado de Tlatelolco por ejemplo, se registra una lista de cerca de218 a¡tículos en venta en 1519. Estos incluyen vi¡fualmente todo tþo de bienes deconsumo urbanos, un gran número de ellos productos comestibles, lo que indicaque la mayor parte de la población no era autosuficiente en térmi¡os de subsis-fencia (razón por la cual el mercado operaba todos los días). También se ilter-cambiaban productos manufacturados, incluyendo aquellos producidos por arte-sanos de la elite (especialistas en plumaria, orfeb¡es, joyeros, etc.) y productosexóticos traídos desde largas distancias mediante tributo o comercio, este últimollevado a cabo en gran parte por comerciantes profesionales llamados pochteca,que ocupaban siete distritos o barrios de la ciudad. El hecho que tales bienes deFig- I--Tenochtitlan (dibujo de Robert Santley, original deGonzález Aparicio [1968]).

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lujo y de alto costo ci¡cularan en el mercado es uno de los indicios más claros delcomplejo carâcter urbano de un lugar como Tenochtitlan, rasgo del cual no tene-mos evidencia alguna en las Tierras Bajas mayas.

Todos estos progresos fueron posibles gracias a la ecología regional de laCuenca de México y de ias tierras altas centrales adyacentes, así como al potencialpara la expansión imperial. En el pequeño imperio tributa¡io Tepaneca, subyugadopor los mexicas y sus aiiados en l428,los bienes y las tierras se hallaban con-centrados en las manos de las nacientes elites que, según sus propias narraciones,se erigieron a través de sus triunfos militares. Dado que la Cuenca de México es-taba tan densamente poblada (con una población que estimamos ascendía a un mi-llón en 1519), aun un imperio local podía enriquecer enormemente a sus noblesseñores, que conformaban el núcleo de la población de Tenochtitlan. Esta excep-cional base demográfica también permitió a los mexicas mantener ejércitos ex-traordinariamente grandes y de ese modo expandirse más allá de la cuenca, pri-mero hacia las ricas zonas de tierras altas de Morelos y Puebla y más adelantehacia regiones mucho más alejadas. El tributo extraído de lugares distantes en¡i-queció aún más a los reyes y nobles, cuyos extravagantes estilos de vida estimu-laban la producción artesanal, el comercio y la consecuente afluencia de más gen-te hacia Tenochtitlan.

No obstante, sólo una fracción insignificante de este crecimiento urbano se po-día sostener mediante el movimiento de bienes de consumo a larga distanciatransportados por el hombre. Este problema, debido en parte a las recurrenteshambrunas sufridas después de 1450, fue superado por medio de las enormes in-versiones de trabajo del estado destinadas a ampliar de manera extensiva lasproductivas zonas de chinampas, de las que a menudo se podían obtener dos co-sechas de maíz (3.000 a 4.000 kilogramos por Ha.) al alo. A pesar de la simpli-cidad de sus herramientas, ios agricultores que hacían uso de chinnmpas y otrosrecursos de irrigación podían generil excedentes de grano del 50 al l00Vo por en-cima de sus necesidades domésticas. La mayor parte de esta producción tenía lu-gar dentro de un área de 20 a 40 kilómetros de Tenochtitlan, y los productos co-sechados podían ser trasladados a la ciudad por medio de canoas con un índice deeficacia cerca de 40 veces mayor que el de un cargador humano. A una escala ma-yor, ei transporte acuático conectó con eficacia a Tenochtilan con más de unmillón de consumidores de toda la Cuenca de México. Existía así una complejaretroalimentación entre escala y complejidad urbana, densidad demográfica re-gional, productividad agrícola, enriquecimiento de elites, intercambios económi-cos, especializaci1n de la producción, comercio, tributo y crecimiento territo¡ialdel imperio.

Esta ret¡oalimentación estimuló una mucho mayor simbiosis económica, ex-presada sobre un árrea geográfrca más extensa de lo que nunca antes se había vis-to en 1a historia mesoamericana. Las economías regionales se tomaron urbalo-cént¡icas a un grado desconocido en cualquier otra paÍe. A riesgo de forzar la

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analogía, el sistema lacustre de la cuenca México era una especie de mini-Medi-ter¡áneo, con Tenochtitlan como su Roma, la zona meridional de chinampascomo su granero egipcio y las canoas sus flotas de galeras romanas.

oUrbanismo> maya

En 1988 propusimos que los centros del Clásico maya eran muy diferentes aTenochtitlan y oûas grandes ciudades del altiplano, que eran esencialmente gi-gantescas casas reales, algunas de las cuales se desarrolla¡on a lo largo de muchossiglos. El poder dinástico emanaba de tales lugares y en particular de los palaciosde los gobemantes, tales como el famoso Palacio de Palenque. Siguiendo este ar-gumento, los sistemas de asenLamiento mayas consistieron esencialmente en je-rarquías de casas en un rango que incluía desde los súbditos más humildes, hastala enorme y sumamente especializada casa real, que comprendía todos los recur-sos rituales y el complejo simbolismo característicos del reino maya. En nuestroartículo observamos que las casas dinásticas erar también cofies reales, aunque nollegamos a desarrolla¡ esta idea. Más recientemente, los mayistas han adoptado yelaborado con entusiasmo el concepto de palacio/corte, un modelo que resuita iaextensión lógica de nuestro original <rea1-ritual> (e.g., Inomata y Houston 2001).EI modelo ¡eaVritual o de ia corte está siendo sustentado cada vez más por los da-tos procedentes de las excavaciones arqueológicas practicadas en los palacios rea-les y de la elite. Se ha logrado hacer mejores inferencias basadas en aiusiones epi-gráficas e iconográficas del comportamiento en las cortes, así como estimacionesmás sofisticadas de la demografía y del patrón de asentamiento.

Las cortes del Clásico maya eran lugares donde la gente privilegiada se ha-llaba en contacto diario y directo con los gobernantes, con frecuencia en ios pa-lacios, que no sólo hacían las veces de residencias reales, sino que también ¡e-presentaban las capitales políticas y las expresiones simbólicas del orden cósmicoque los reyes prometían ejercer sobre sus reinos. Como las cortes de cualquier lu-gar, éstas eran también arenas para la expresión de la alta cultura de la elite, ras-go esencial para cualquier tradición civilizada. Las escenas de la corte figuran de

manera promhente en vasijas pintadas, que muestran a reyes y parientes reales, a

nobles menores y a sus familias, consejeros y funcionarios, guardias y guerreros,dignatarios y embajadores visitantes, presos y rehenes políticos, sacerdotes, es-

cribanos, eruditos, actores, artistas y artesanos, así como sirvientes. Ahora inclu-so se conocen los nombres y los títulos de algunas de estas gentes y las obras de

arte que las representan en vestimentas de la corte hacen alusión a las conven-ciones del protocolo cortesano y con frecuencia revelan los tipos de objetos uti-lizados en escenarios de la corte. Dado que comparativamente pocas personasocupaban los núcleos monumentales de los centros mayas, las interacciones so-ciales se personalizaban a un grado imposible en una metrópoli verdadera.

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60 DAVrD wEBSTER_wILLTAM sANDERS

Tikal dominó duralte mucho tiempo nues[as nociones de asentamiento maya.La arquitectura monumental en forma de templos y palacios, y las iáreas de ente-[amiento reales, todos dispuestos alrededor de plazas y conèctados a través decalzadas, se hallaba dispersa sobre cerca de 4 km2. Aunque la Acrópolis centralera el palacio real. per se, los reyes de Tikal probablemeñt" r"co.to&un la necró-polis real adyacente (la Acrópolis Norte), los templos, los juegos de pelota y otrosrecursos, como partes de su patrimonio dinástico. En Tikal resulta notoria la au-sencia de una densa población ci¡cundarte comparable a las observadas en Te-nochtitlan o Teotihuacan. Los recorridos alredèdor de calakmut muestran unpatrón muy similar.

Trabajos más recientes revela¡ que Tikal y calakmul están lejos de lo típico.En Copán, el establecimienro real en el Grupo principal se hallaiodeado dè nu-merosas residencias (Fig. 2). Esta comunidad nuclear pudo haber alojado un totalde_hasta 1?.900 personas, aunque 5.000 a 6.000 seíà una cifra probablementemás razonable (webster et a\.2000). un nuevo mapa de palenque ùazado por Ed-wa¡d Barnhardt muestra una concentración comparable de estrocturas y por in-ferencia de gente, cerca del palacio real y de los templos. Stephen lF,otstln et al.(cap. 3) revisal en este volumen nueva información sobre loì pdacios, el asen-tamiento, y la población de Piedras Negras.

Cop:án y.Palenque pa_recen ser más <<urbanos>> que Tikal o Calakmul, peronuestro lrabajo en copiín sugiere otra cosa. La diferencia más obvia es que aunquela densidad demográhca del á¡ea nuclea¡ de copán es comparable a la Tánochtitlan,se extiende sólo en tomo a i km2. A pesar de nuestras extensivas excavaciones ta¡-to en el sitio como sobre el valle, hemos logrado recupera-r pocas evidencias de es-pecialización ocupacional bien desarrollada o de comercio i<exteriop> de bienes deconsumo general, a excepción de la importación de pequeñas cantidades de obsi-diana. otra diferencia notable es que la zona nuclear de copan está dominada porlos restos de la residencia de la elite

-los palacios de los nobles no-reinantes, qúie-

nes poseían sus propias mi¡i-cortes centradas en edificios lujosos y alrededoi dequienes vivían miembros menos importantes de la familia y algunos funcionarios.E¡ otras palabras, no existe la diferenciación interna prevista que probablementeobservaríamos si tuviésemos información comparable sobre Tenochtitlan, sinoque por el contrario se observa una ,<sobre-represãntación> de los asentamientos de1a elite. como sus contrapartes mexicas, las elites centrales de copán eran consu-mrdoras de bienes y trabajo de los comuneros y de hecho, gral parte de la gente quevivía en y alrededor de sus conjuntos eran probablemente agricultores.

Presumimos que hubo dos razones por las cuales tanta gente de la elite vivíajusto alrededor del establecimiento reai de copán. Primero, esta zona se localizadentro de la mejor tier¡a aluwial y en medio de la más grande y productiva zonaagrícola, de cerca de 25 kmz, que se encuentra en todo el valle de copiín. En se-gundo lugar, en el clásico Tardío las elites no-reinantes probablemente lograbanventajas sociales y políticas al vivir cerca de la residencia real.

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Fig. 2.-Área urbana de Copán, Hondu¡as.

La gran concentración de reyes y de señores nos lleva a plantear las si-guientes preguntas: ¿Por qué, bajo estas circunstancias, el núcleo residencialde Copán no era más grande y majesfuoso, o mejor dicho, con más tipo de ciu-dad? ¿Por qué el centro real y el <núcleo urbano>> se diferenciaban menos delas áreas habitacionales circundantes, que Tenochtitlan de las comunidadesque la sustentaban? Las respuestas parecen obvias cuando comparamos laeconomía política y Ia ecología de asentamiento de Copán y la de Tenochti-tlan.

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62 DAVID wEBSTER-wILLIAM SAì{DERS

I os reyes y nobles de coprín controla¡on una periferia regional inmediata queen el mejor de los casos se extendió unos 500 km^2, y la entiãad entera incluía nomás de 30.000 personas (20.000 quizá resulta más probable). Esta periferia pro-dujo recursos,comparativamente rèdundantes y haciä la última partJ ael siglo lruestaba satu¡ada de gente. Ninguno de estos agricuitores había podido nunca pro-duci¡ excedentes a la manera de sus contraparies aztecas y -u"has de las unidadeshabitacionales,productoras probablementê experimentaúan un serio déficit haciael final del siglo vn. Por orra.parre, niaguna àna del paisaje local podía hacersemucho más productiva. mediante proyèctos de agro-ingeniería, óomo los quecrearon el sistema de chinampa.s de los mexicas. tos .roiles no podían reclutargrandes ejércitos locales, ni había ricas regiones ci¡cundantes para conquistar. Notenían sujetos distantes de quienes exÍaer grandes cantidades de exóticos bienesde lujo, ni seloríos lejanos de los cuales puãieran obtener grandes excedentes deproductos básicos de subsistencia. Incluso si éstos hubieJen existido, no habíaformas de transporte eficiente disponibles, como el Írâftco de canoas áe los me-xlcas.

Aunque el fuea nuclear de Copán era de hecho un gran centro de consumo, sucrecimiento estaba limítado por el carácter esencialmðnrc local de sus productosy labor disponibles. Las casas nobles de copán no podían aumenta¡fontinua-mente su riqueza, y de ese modo atraer y sostener una gran conurbación de arÍe-931o¡ de tiempo compiero, o de personal de servicio a1 igual que Tenochtitlan.Había pocas materias primas especializadas o productos ãcabados que pudìeranestimrrlar la aparición de comerciantes especialiZados como los pochtàca^mexicas,o el desarrollo de mercados locales.

. A.la gente de Copán no Ie gustaba odispersa¡se sobre el campo>, como el co_lega de sanders afirmaba hace años. De heìho, como habíamos^observado antes(webster et al. r992),la población regional se hallaba ilusualmenre concenrrada,dada la distribución de sus recursos agrícolas. como Houston et al. nos dicen(cap. 3 de este volumen), lo mismo se aplica a piedras Negras. Independiente-mente de sus impulsos haciatal, concentración, no hubo patrón urbano compara-ble a los que evolucionaron en las grandes ciudades de laj tierras altas de México.,. Por supuesto, cada centro maya desarrolló sus formas distintivas por razones

diversas. Dada su configuración e historia únicas, la concentración evìdente de lapoblación de Palenque pudo haber sido, en parte, una adaptación a las muchasgueûas contra oÍos señoríos, lo cual se halla ricamente documentado en las ins-cripciones. Sin embargo, existen ciertas restricciones que se aplican a las TierrasBajas mayas en general y durante toda la secuencia têmporaî. Incluso el centromaya más de <tipo ciudad> que existió, el postclásico Mayapan, desarrolló pocospatrones urbanos complejos.

Apoyando el argumento hecho por muchos mayistas, walton (197g) señalaque ei criterio decisivo en el desarrollo de una teoríã de urbanismo en Mesoamé-rica no es el tamaño, sino más bien <<1a integración económica de la sociedaö>

LA ANTrcuA cIUDAD MESoAMERTcANa: rsoRíq. y coNcEpro 63

(1978:26-27). Nuestra opinión al respecto es que estos dos elementos no puedenser separados. sólo ciertas correlaciones complejas entre grandes y densas po-blaciones, la influencia económica y política que se extiendJsobre decenas de mi-llares de km2, formas de agricultura muy intensiva y medios de transporte e{tcaz,son capaces de producir escenarios ¡ealmente urbanos en cualquièr parte delmundo. Aunque Mesoamérica posee su propia tradición urbana-distintiva, lasgrandes ciudades emergieron solamente en un puñado de lugares favorables ybajo ciertas condiciones históricas. La mayoría dé los centros mesoamericanos nôeran, por lo tanto, ciudades como las encontradas en Europa, Africa del norte, ochina, durante los siglos vu o xvr. cortés no era geógrafo o científico socia1., peroal hacer énfasis en la escala y en las impresionantes instituciones económicaì delas ciudades del altiplano que él observó, expresó una apreciación intuitiva de ur-banismo fundamental de la que muchos eruditos modernos carecen. Su perspec-tiva no era etnocéntrica europea.

A fin de que no se nos malentienda, no estamos sugiriendo que ia aparición yel crecimiento de asentamientos de cualquier tipo, y mucho menos dè grandeicentros urbanos, es simplemente resultado de procesos mecánicos y materialistas,independientes de la voluntad humana o particuiaridades culturales. por el con-trario, la historia de Tenochtitlan muestra que sus gobemantes y otros individuospoderosos planearon los grandes recintos y palacios monumentales, reclutaron ha-bita¡tes de regiones circundantes, e ingeniosamente construyeron infraestructuraurbana en forma de calles, mercados, canales, acueductos, diques y sistemas decultivo de suelos húmedos. Muy posiblemente, a un nivel simbólico, todo esto es-taba encaminado hacia la creación de una versión propia del rollan. Nuestropunto aquí es, sin embargo, que a cierto nivel los planes pueden fallar y en oca-siones tomar di¡ecciones inesperadas. Hemos intentado precisar algunas de las ra-zones sistémicas por las que esto ocurre. Posiblemente la mayoria de la gente hu-biese preferido vivir a pocos cientos de metros de la casa real de Copán y, sinduda alguna, los nobles residentes habría¡ dado la bienvenida a más artesa¡os ex-pertos, a comerciantes no nativos y a la oportunidad de abastecer sus casas con elmaíz producido por agricultores más productivos en ambientes agícoias de menorriesgo. Ninguno de estos anhelos, sin embargo, era suficiente para construir unaciudad. Coprán, Palenque o Tikal no eran lugares del mismo tipo que Tenochtitlan,Cholula y Tlaxcala, o que sus antecesores Tula o Teotihuacan, ni habrían podidoserlo. Tampoco estamos insistiendo en una distinción global entre los centros lastierras bajas y los de las altas. Las cabeceras de la mayoría de los señoríos pe-queños (altepett) en la Cuenca de México en 1519, tenían probablemente patronescorte-céntricos que en muchos aspectos se asemejaban a ios de los mayas.

El hecho de que los mayas del clásico hayan tenido centros real-rituales o cor-tes de ninguna manera disminuye su estatus como gran civilización. Al contra¡io,la aplicación incorrecta del título de ciudad a ios sitios mayas le resta comprensióna los aspectos únicos de la antigua cultura maya y a los procesos más trascen-

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dentes de la urbanización preindustrial en muchas partes del mundo. La perspec-

tiva actual, que enfatiza el papel de los centlos mayas como esferas real-rituales y

de corte, replesenta un efióaz y convincente término medio entre la idea de <<ciu-

dades realei, y la vieja noción de <centros ceremoniales deshabitados>>. En una

mirada retrospectiva, nosotros mismos Íal vez no debimos haber aplicado el tér-

mino ciudad, ìncluso en un sentido admisible, a estos sitios en nuestro artículo so-

bre tradiciones urbanas Mesoamericanas.

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3CRÓNICA DE TINA MUERTE ANUNCIADA:

LOS AÑOS FINALES DE PIEDRAS NEGRAS

Stephen HousroN Mark CrmnUnive¡sidad de Brigham Young Universidad de yale

Héctor Escoseoo Charles Gol¡pNUniversidad del Valle de Guatemala Universidad de permsvlvania

René MuñozUniversidad de Arizona

<Take but degree [rank] awa], untune that string, and hark, whatdiscord followst >

Shakespeare, Troilus and Cressida, I.3.

Las ciudades nacen y mueren; como organismos, experimentan cicros de cre-cimiento y declive. En su compiejidad, su composición de i¡stituciones de rica di-versidad, se encuentran ias explicaciones sobre cómo y por qué ocurren tales ci-clos. La civilización Maya clásica es un buen ejemplo de esto. De maneradramática, los ocupantes de sus ciudades se marcharon para no retomar, en unqroceso de abandono que aconteció entre el 800 y 900 d.C., más-menos algunasdécadas. No todas las ií¡eas fueron afectadas de la misma manera, ni tampococoincidió siempre el momento de estos eventos. Algunos académicos han atri-buido estos cambios, agrupados bajo el término de Colapso Maya, principal-mente a las causas internas (véase Inomata 1995:8-19, para un excelente resu-men), entre las que se mencionan: catásÍofes naturales, especialmente la sequía(Hodell et al. 1995; Messenger 1990); exceso demográfico y sobre explotaciónconsecuente de un ambiente delicado, lo que provocó una crisis en la subsistencia(Culbert 1988; Meggers 1954; Sa¡ders 1973; Sanrtey et al.1986), incluyendo laerosión en zonas muy lluviosas (Neiman 1997); gaenaendémica (Cowgill 1979;Demarest et al. 1991) y mala administración de la elite junto con un faðcionalis-mo violento, quizá derivado de excesivas demandas de tributos impuestos poraburguesadas elites parasitarias (Demarest 1996; Hamblin y pitcher 1980;Thompson i966; webster 1989). otros más sugieren causas extemas, aunque re-lacionadas de alguna forma con algunas intemas, tales como: la ruptura y reor-ganización de redes comerciales vitales (Freidel 1985; Sabloff y Rattrje 1975;webb 1973), o invasiones foráneas (Sabloff 1973).Lacompiejidãd de ras causas

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