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GUSTAVO FERRAR!. EZEQUIEL GALLO
(compiladores)
La A1.rgentina del Ochenta
al C
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6 '. NSTOR TOMS AUZA
arreos de hacienda vacuna y lanar que traficaban en aquel pas.
Esos arreoperidicos consuman ao tras ao la economa ganadera
nacional. A'i,,aro Barros calculaba, slo para la provincia de
Buenos A.ires, una evasin de ganado vacuno de 200.OO cabezas
anuales. Esa frontera interior aprisionada por el temor al. indio,
produca otro efecto de no menor consecuencia econmica, cual ei;a
impedir la ,xpansin y el acrecentamiento de las tierras destinadas
a la ganade.r i'a y a la agricultura.
El inmenso espacio exterior sustrado al dominio efectivo del
gobierno nacional constitua el mayor desafo que deban enfrentar
qui:nes aspiraban a constituir una nacin. Si no se llegaba hasta
los lmites polticos en el ejercicio de la autoridad, no se era una
nacin. Por ello, en 1875 Avellaneda expresaba: "La cuestin
fronteras es Lt primera cuestin de todas, y hablamos incesantemente
de ella aunque no la nombremos. Es el principio y.e} fin, el alfa y
el omega". Y agregaba, un poco infeccionado del racismo alberdiano:
"Suprimir los indios y las fronteras no implica en otros trminos
sino poblar el desierto". 1 Las citas podran ser multiplicadas, y
de hombres ele diversas vertients intelectuales, pero casi siempre
coincidiran en la proposicin: vencer la frontera interior implicaba
suprimir a.l indio. La posicin enunciada, por ser filosfica, temna
porint'ormar el obrar poltico, y el indio ser suprimido o reducido
engrupos y, dramticamente, el desierto continuar siendo tal,
esdecir, escasamente poblado, pues se aspiraba a poblar con
blancos.Por cierto que hay excepciones a esa filosofa y a esa
conductapoltica -Z.eballos entre ellos- que lamentablemente no
lograronirnpiirnir su criterio y fueron, en ese tema, como en
tantos otros,profetas solitarios, apstoles sin discpulos.
/\face una generacin de gegrafos y naturalistas
El arduo terna de la frontera, objeto de de bates en el campo de
las ideas y de los proyectos, provocara inters por conocer las
tierras que se hallaban ms all de la lnea de fronteras. El
conocimiento que se posea, tanto de la pampa, como de la Patagonia
y el Gran Chaco, adems de ser antiguos resultaban fragmentarios
y
-en general insuficientes. S1 el conocimiento geogrfico no se
podaelabornr planes de avance ni mucho menos completar la
cartografa,ya que en el mapa ee la Repblica Argentina figuraban
como grandesmanchas blancas. Las viejas crnicas y diarios
publicados por De Angelis en su Edicin de obras y documentos
relativos -l la Historiaantiglla v modema de las .Provincias del Ro
de la Plata y los viajes
i;
OCUPACIN DEL ESPACIO VACO. 1876-1910 63
de Falkner y Carlos Darwin, los trabajos de Descalzi, entre
otros, obraban como incitantes desafos que reclamaban nuevos Y
osados continuadores. En 1873 ya se. conoca el libro de George C.
Musters At Home With the Patagonms (Vida entre los Patagones}, que
relataba el viaje del joven marino ingl desde Punta Arenas al Ro
Negro, atravesando toda la Patagonia y despertando su amena e
inteligente crnica un vigoroso influjo en muchas mentes de jvenes
argentinos.
No haremos aqu un an:ilisis de las exploraciones realizadas
durante la dcada del setenta, pero no podemos rehuir citar, para
probar el nacimiento de esa generacin de especialistas, los nombres
de los ms destacados explc,radores que contribuyeron con sus
reconocimientos a despejar la incgnita que rodeaba al espacio
desconocido del sur y del noroeste. Ellos fueron, entre los ms
importantes, Valentn Feilberg, Francisco P. Moreno, Carlos Moyana,
Ramn Lista, Mariano Bejarano, Martn Guerrico, Napolen Uriburu,
Manuel Obligado. Es:3 conciencia territorial tuvo, adems, como
expresi6n escrita y rece,ptculo de los informes y diarios de
viajes, a los Anales de la Sociedad Cientfica Argentina (1876 en
adelante), al Boletin del Instituto Geogrfico Argentino (1879 en
adelante), a los Anales Cient1ficos Argentinos (1874-1876) y a la
Revista Argentina de Geograf1'a (1881-1883 ).
Civiles, militares, marinos, fueron as develando gradualmente
algunos de los misterios que encerraba la Patagonia y el Gran Chaco
y abriendo el camino al estudie, de su naturaleza y a la ocupacin
de su suelo. Pero esos nombres y las exploraciones que realizaron
fueron slo las primeras, pero no las nicas de una generacin
intelectual que dara ricos frutos !n aportes cientficos y que, con
sus descripciones, acentuaran la voluntad poltica de extender sobre
ellos el ejercicio de la soberana.
La primera etapa: la estrategia de Alsina
La .frontera sur, que cubra cinco provincias -Buenos Aires,
Santa Fe, Santiago del Estero, San Luis y Mendoza- constitua, al
asumir la presidencia Nicols Avellaneda (1874-1880), la lnea ms
vulne.rable" de la frontera i.nteri,)r y la que"' ms perjudicaba la
economa nacional y :la que mayores implicancias posea con las
cuestiones de poltica internacional. Pero este cinturn cea por
igual a esas provincias limitndolas, impidiend su expansin y
gravitando como un signo indudable de que an no estaba lograda la
nacin grande a que se aspiraba. El cerco indgena golpeaba cada da
haciendo sentir la
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64 NSTOR TOMS AUZA
1!!f>otencia y debilidad del Estado Nacional. Constitua,
adems, y por sobre todo;-una-_Ja.c[6ii.]}J._:_
tflJe._:e::g"irra, d.1Ja_grra c):tica,_
deasedio_.Y,..J:l.!!.fens.11, de ataque y repliegue, sin
posibilidades de qe las vi,-Qrta..s..P_aI.s puntos estratgicos de
Guamin y Carhu, par"-Juegoocupar l otro .. pnto
cl_f!.Y_;chele.Choel: 6teiiida esa clave -geogrfi.ca, completar la
lnea hasta l coraillera pareca tarea ms accesible. Cabe aqu
advertir, sin embargo, que la campafla que llevo el Ministrg_
A,g.gif.-ina en los primeros aflos, 1876 y 1877, no fue obra
exclusiva suya, como con cierta ligereza y no m'6ssmpleza se lo
quieren atribuir numerosos autores. Al respecto nada ms
esclarecedor que las notas ntimas redactadas porAvella.neda en
abril de 1875. Explica Avellaneda que fue cons.tiftado por . .lsina
et".temperamento que deba asumir en la disyuntiva en que se hallaba
de ontinuar en el Ministerio o postularse para gobernador de la
provincia de Buenos Aires. El Presidente, luego de reflexionar -"he
consagrado la noche entera a la solucin del problema que U d. me
confi ayer" - le con testa: "Pienso que Uq. debe quedar en e'i
Ministerio. (, .. ) S mi querido Ministro, Ud. se debe a la gran
tarea proyectada: suprimir la frontera interior. El hombre y la
tarea se han encontrado". Y agregaba, como prueba de que la
propuesta le pertenec.a como jefe de la administracin: "Por mi
parte le prometo todas mis fuerzas en completar su accin militar
favoreciendo la divisin de la tierra, la rad.iccin de inmigrantes,
para que la ganadera y. la agricultura combinadas reali cen el
destino econmico de nuestro pas, de modo a ser el granero del
mundo. Le prometo tambin, a pesar de la crisis, reduciendo sueldos,
sacrificando los gastos menos justificados, que no le han de faltar
recursos para sostener y empujar el avance de nuestros solda-
dos".2 El plan era pues del gobierno, y Alsina, por la natural
compe tencia de su Ministerio, el responsable de ejecutarlo. Al
quedar Alsina al frente del Ministerio de Guerra y al ocupar el
seor Carlos C_?.-_gi,:s ll...&.'2QI-t9P, ... Qt. Ja __
p_;:9.Y,incia, el .. G.C?J?J_rno N3:_c_i_911afse-a:ooc a la
reli.zacin dl,.2l_ap._g_.ocpJi:d6n .. deLoj.rto pampeano, plan que
prevea que la preparacin comenzara el a11o sj.e'i-1te .. - L.a
e_sJ:1:__!_e__Y..Js__.Q_l?tiy_g.sJJ:ela=cp--A(oar e boza dos en el
Mensaje dirigido por el Poder Ejecu_tivo al Congreso Naioal el 25
de agosto de 187 5, pidiendo la a pro bacin .. de doscientos mil
pesos ''piu:a fundar pueblos, establecer sementeras, form.r
pJsU1taciones de rboles' y levaritr 'fortines fuera 'de las' lneas
actuales de
OCUPACIN DEL ESPACIO VACO. 18761910 65
fronteras". Este objetivo sintticamente expresado significaba
nada ms ni nada menos que extender la frontera hacia el interior.
La cifra solicitada, lo dice el Mensaje, era para cubrir tan slo
una parte de los gastos prque se trataba de cubrir una parte del
plan en su primera etapa. "No. e.s .e.11.verdad -deca el Mensaje-
porque tal ser el lmite de la ocupacin dfuutva, sino porque el plan
del Poder Ejecutivo es ir ganando zonas por medio de lneas
sucesivas.'.'3 Esta estrategia se justificaba con la siguiente
fundamentacin: "Empezar a cubrir la lnea del Ro Negro dejando a la
espalda el Desierto, equivale a querer edificar reservando para lo
ltimo los cimientos. El Ro Negro, pues, debe ser no la primera sino
por el contrario, la lnea final en esta cruzada contra la barbarie
hasta conseguir que los moradores del desierto acepten, por el
rigor o por la templanza, lo beneficios que la civilizacin les
ofrece. ( ... ). El Poder Ejecutivo aleccionado por una larga
experiencia, nada espera de las expediciones a las tolderas de los
salvajes para quemarlas y arrebatarles sus familias, como ellos
queman las poblaciones cristianas y cautL:.::: a sus moradores.
Esas expediciones destructivas para regresar a las fronteras de
donde partieron con batidas que rechaza hasta el espritu de la
civilizacin moderna, slo conducen a irritar a los salvajes, a hacer
ms crueles sus instintos y a levantar la barrera que separa al
indio del cristiano". Pura rematar este concepto el Mensaje aflada:
"El plan del Poder Ejecutivo es contra el desierto.para poblarlo y
no contra los indios para destruirlos".4 Explicados en estos
trminos .el fundamento del plan propiciado por el Poder Ejecutivo
se traduca en estas realizaciones bsicas: 1) confeccin de un mapa
topogrfico de la mayor extensin posibledel terreno a ocupar y en
esos momentos en manos de los indios;2) fomentar la creacin de
nuevos pueblos en los sitios estratgicos,previamente planeados; 3)
ofrecer a los pobladores materiales paraconstruir, herramientas,
semillas y tierras; 4) formar nuevas Comandancias en sitios
avanzados, con instalaciones construidas de mate.dales que ofrezcan
al ejrcito condiciones dignas; 5) acompaar lasnuevas instalaciones
con plantaciones, sementeras de cereales,. alfalfay potreros de
pastos naturales, a fin de alimentar, cuidar y fortalecerla
resistel'l:cia de las caballadas. En virtud de los elementos
enumerados el Poder Ejecutivo entenda que el plan conformaba "un
sistemanuevo", pensado para realizar "una verdadera aspiracin
nacionaly dar pronta solucin a ese problema que se llama sguridad
de larfronteras, por la poblacin del desierto". -.._ El mismo da en
que el Poder Ejecutivo remita el proyecto de leycomentado,
acompaflaba otro que obraba como complemento y quepropona extender
la lnea telegrfica desde loLp.unn donde se hallaba en ese entonces
-Las Flores, Chivilcoy y Rojas-=-hasta las
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66 NSTOR TOMS AUZA
cinco Comandancias de la frontera, lo que significaba la
extensin de 771 kilmetros de lnea. Inclua adems, una innovadora
tcnica en el ejrcJlo desde que dejaba el manejo de esas lneas en
manos del personal militar, para lo cual anunciaba la formacin de
oficinas de enseanza en el Colegio M.litar, a la que
deban.concurrir, tambin, oficia.les subalternos de los cuerpos en
campaa. Ambos proyectos convertidos en leyes en el mes de octubre
en sesiones de prrroga, otorgaron los instrumentos jurdicos
indispensables para iniciar los trabajos. 5
Las operaciones militares, en su etapa preparatoria fueron
sor-prendidas por una inesperada sublevacin del cacique Juan ___
Jos Ca trie! en diciembre de 187 5: Este cacique hasta poco antes
aliado
_ de !,)s cristianos dispuso para esa sublevacin con la alianza
de las tribus de Namuncur, Baigorrita y Pincen, entre otros
caciques. Aquella :1.lianza tuvo por finalidad llevar una invasin a
las poblaciones y estancias de la frontera a la que asol durante un
hostigarniento que dur casi tres meses. No obstante la desolacin,
el dolor y los perjuicics oc
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68 NSTOR TOMS AUZA
construyen cinco comandancias en zonas avanzadas a cuyo lado
nacen pueblos nuevos; 3) li!,S lneas telegrficas se extendieron
hasta la .misma frontera, lo que otorg a las comandancas un valor
informativo y estratgico fundamental; 4) el "desierto", tal C\.!al
como se loentenda, como tierra de misterio y zona sin posibilidades
de vida, ams de peligroso, quedaba vencido y en manos de la
civilizacin;5) en poco ms de dos meses se construyeron ms de
sesenta fortines;6) en ese mismo tiempo se hicieron corrales, se
sembraron potrerosy se hicieron chacras, se delinearon pueblos,
comenzaron obras deasentamiento y pcupacin del suelo y todo ello
desde Baha Bla.ncaa Ita-lo. ..._ _____ _ ----Si fsicamente la obra
estaba lograda, moralmente c;onstituauna victoria que afirmaba ante
la opinin pblica que el in.dio no erainvencible y estimulaba al
ejrcito y al gobierno pues los. resultadosobterdos fomentaban el
espritu de triunfo, cuando poco antes era de apata y pesirrsmo, y
de grandeza, cuando Jo era de indiferencia.A partir de la nueva
lnea se poda encarar la e'tapa subsiguiente: lafrontera en el Ro
Negro.
X. Un gobierno realizador de los objetivos de una.generacinEse
hombre de fe, Alsina -l dir: "he puesto, nicamente,
mi. voluntad y mi fe"- tuvo el destino trgico de no ver
completada suobra, pues cuando ella quedaba instalada en el punto
que hemosmencionado, cuando comenzaba a convencer a la opinin
pblica,.salvo unos.pocos crticos, la enfermedad que padeca,
acelerada porlos padecirrentos de la marcha, le provocaron la
muerte el 9 dediciembre de 1877. El hombre y su obra al decir de
Avellaneda seenconfraban tan consustanciados que; en los momentos
finales desu vida, sofl.aba que imparta rdenes para operar sobre
las huestesindgenas ... Aquella muerte, acaecida en circunstancias
en que seproducan alianzas polticas prometedoras, cuando tena por
delanteel efecto demostrativo de una obra casi concluida, produjo
hondaimpresin y, a la vez, gran desorientacin, pues Alsina se
vislumbrabacomo el candidato in.discutido para aspirar . la prxima
Presidencia.El vaco poltico que dejaba Alsina, los sucesos de ,una
disputadasucesin presidencial, la lucha electoral consecuente y la
decisin delas provincias por dar remate final a la vieja cuestin.
de la capital,trajeron, como nunca hasta entonces, un. confuso y
complicadopanorama. Esa serie de acontecirrentos .hicieron olvidar
pronto, comosiempre ocurre hasta el momento del equilibrio
reflexivo, el nombre yla obra del presidente Avellaneda y su
ministro. en la cuestin fron-
OCUPA(iIN DEL ESPACIO VAC0.1676-1910 69
teras. Roca, hombre afortunado como rnguno en la historia argen
tina, aparte sus cualidades y reconocida habilidad de manejo, al
tocarle en suerte coronar la obra iniciada con anterioridad a l,
apareca en el escenario poltico como el rco realizador. Una
historia poco sagaz y nada crtica se ha ocupado de difundir esa
apreciacin que fuera creada en su poca por la prensa oficialista
del gobierno triunfante. 10
Cabe aqu traer esta reflexin aunque ms no sea muy bn;vemente, a
fin de atribuir como antes lo hemos seflalado, que el avance y
ocupacin de la frontera sur hasta el Ro Negro y Confluencia fue,
ante todo, obra de un gobierno, y al hablar de gobierno es preciso
destacar al jefe del mismo, en este caso, al presiden te Avellane
da. Tal es, ante todo, obra de un gobierno que el Presidente al
designar al General Roca para ocupar el Ministerio de Guerra le
escriba: "Acabo de firmar el decreto nombrndolo Ministro de la
Guerra ( ... ) Al entrar al Ministerio de la Guerra V.S. encontrar,
adems, una herencia que le impone grandes deberes. Es el pum de
fronteras que el doctor Alsina deja casi ya realizado respecto de
esta provincia y que es hoy, ms que nunca, necesario llevar sin
interrupcin hasta el ltimo ..tnnino". Y a rengln seguido agregaba,
expresando su sentir generalizado ya: "V.S. rrsma lo agrandar ms
tarde extendindolo a otras fronteras del interior de la Repblica..
Para esta obra V.S. encontrar como auxilio el concurso unnime de la
opinin de esta provincia y los recursos que sern suministrados por
sus poderes pblicos, como lo ha hecho en otras ocasiones". 11
Avellaneda afumaba as a Roca como el continuador de la obra de
gobierno iniciada por Alsina y entrevea que, cumplido el objetivo
de llegar a Choele Choel, debera luego completar el plan llevando
la lnea hasta hacer coincidir las fronteras con los lmites del
pas.
Pero el plan de Avellaneda consista en poblar ese enorme espacio
vaco y ejercer real soberana sobr'e el mismo. Por ello el 28 de
julio de 1880, desde Belgrano, donde estaba instalado el Gobierno
Nacional, enviaba un mensaje y un proyecto de ley prohibiendo la
pesca y extraccin de guano de las costas patagnicas; el 25 de
setiembre uno teferen te a enajenacin ' de tierras nacionales
situadas al sur de los Ros. Neuqun y Negro; y el 29 de setiembre
otro sobre mensura y venta de tierras nacionales. Segn lo
vislumbraba el :Presidente la ocupacin de. las tierras dominadas
por los indios deba ser completada. con una poltica que cubrie-ra
diversos aspect'ot de su desarrollo, prueba de un pensamiento
orgnico de gobierno. Precisamente pocos das despus de enviar esos
proyectos le escriba a Bernardo de Irigoyen: "He presentado un
proyecto de ley sobre la Patagora como acto poltico, y he cerrado
el perodo ordinalio de las secciones enviando
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70 NSTOR TOMS AUZA
otro, igualmente extenso, sobre los nuevos territorios que han
sido sometidos al dominio de la nacin por la accin de su gobierno y
el es foerzo,1:_de sus soldados. Hace catorce aos que empezaba un
Tvliniste1io proyectando la ley de tierras que hoy rige en esta
provincia. Los proyectos de 1880 dividen, catorce aos despus, la
Patagonia en secciones y c.nsignan reglas para acer pasar al
dominio privadolas 1ierrns del Pas de los Manzanos, los territorios
casi desconocidos del Colorado y los fabulosos, hasta ahora poco
conocidos, del Ro Negro. Estos son los mejores materiales del
camino recorrido por nuestro pas dominando su propio territorio. En
cuanto a m, puede decirse con verdad que mi vida poltica en uno de
los focos de su accin extelior se ha desenvuelto entre estas dos
leyes de tierras" . 12
Pero si ello no bastara para sealar que fue un programa de
gobierno, citemos, nuevamente, la opinin del propio Avellaneda en
pginas ntimas escritas despus de abandonar la presidencia: "La idea
o el plan de llevar la frontera al Ro Negro no es nueva.
Perfectamente.. fvli mensaje refiere que se pens en esto desde el
siglo pasado y que desde entonces el proyecto ha tenido grandes
defensores. As,
. todo esto es viejo, bien viejo. Est dicho y ha sido confesado
desde el ptimer momento. Pero hay una cosa nueva, muy nueva, aunque
protesten son los celos personales. Hay una cosa muy grande, aunque
se alarme todo lo pequeo. Lo nuevo y lo grande es realizar
e/,pensamiento y ste ser realizado". 13 As fue, pues, ese
pensamiento realizado poco despus en medio de graves cuestiones
internas, lo que otorga ms valor a esa voluntad de realizacin. Por
el.lo terminaba notando Avellaneda: "La supresin definitiva de la
lnea de fronteras interiores no fue una obra popular, sino una obra
de gobierno; y es por lo tanto contradictorio excluir al jefe mismo
del gobierno, es decir, a aquel bajo cuya responsabilidad directa y
personal se ejecut la obra. Puede decirse por accidente que el
Presidente de la Repblica no ha tenido participacin ostensible en
tal o cual acto; pero no puede esto decirse respecto de una obra a
la que fue necesario centrar.toda la atencin que dur cuatro aos, y
a la que se aplicaron todos los recursos de la administracin y
todos los resortes del gobierno ... Ha habido una campmza poltica
para sostener cuatro aos contra la incredulidad y la discusin. Una
campaa financiera para buscar recursos pecuniarios, sin los que
nada se habra hecho, y buscarlos en medio de la crisis. Una campaa
legislativa para hacer sancionar ocho leyes. Una campa11a de
responsabilidad pblica y de peligrospersonales, alejando el ejrcito
e internndolo en el desierto en medio de la:; revoluciones
anunciadas para cada da" . 14 Nada ms concluyente para comprender
que lo ejecutado de 1876 a 1880 fue ante todo obra ele un plan ele
gobierno, consciente, responsable y firmemente
OCUPACIN DEL ESPACIO VACO. 1876-1910 7 l
sostenido. De modo que, si al gobierno, desde el Presidente al
resto del gabinete y de los aliados del Congreso, le toc iniciar,
alimentar y sostener un programa de gobierno que animaba una
voluntad realizadora, a Alsina primero y a Roca dei:pus les tocaron
los papeles de ejecutores materiales de) programa.
La segunda etapa: el avance hasta Ro Negro y Confluencia
La llegada de Roca al Ministerio de Guerra se produce en forma
efectiva en junio de 1878. El entonces joven y afortunado militar
se adscriba a un programa y estrategia que modificara parcialmente
desde el Ministerio. Tres lneas de trabajo se destacan en s rpido
accionar al frente del.Departamento de Guerra que pueden
sintetizarse as: 1) continuar con las tareas de ablandamiento de
las tribus existentes al sur y sudoeste de la provincia de Buenos
Aires, y sur de San Luis, Crdoba y Mendcza; 2) ejecutar tareas
sinwltneas dereleva.men to y exploracin de. territorio en
operaciones; 3) preparacin logstica del avance que deba llegar
hasta el Ro Negro. La primera tarea se extiende, aproximadamente,
hasta el mes de diciembre de 1878. Las huestes indias que se
hallaban diseminadas en esa regin se encontraban bajo el mando de
los caciques Namuncur, Juan Jos Ca.trie!, Mariano Curnamil, Pincen,
Paine, en tanto que las operaciones militares las diriga el.
Teniente Coronel Marce lino Freire, Teniente Coronel Lorenzo
Winter, Coronel Donovan, Teniente Coronel Teodoro Garca, Coronel
Conrado Villegas, Coronel Nicols Levalle, entre otros. Igual tctica
se repeta al sur de San Luis en donde operaba el Coronel Rudecindo
Roca y al sur de Crdoba el Coronel Eduardo Racedo, ten:iendo ambos
que enfrentar a dos caciques belicosos y guerreros como Epumer y.
Baigorrita. Desde el sur de Mendoza deba actuar el Teniente Coronel
Rufmo Ortega sobre las huestes del cacique Lemor.
Estas operaciones produjeron el efecto esperado, a saber la
desmoralizacin de las tribus, la muerte o rendicin de sus caciques
principales, toma de prisioneros en un nmero elevado de indios
-superior a los tres mil-, a lo:; que hay que agregar varios
centenaresde muertos y la destruccin de aduares, campamentos y
tolderas msla apropiacin de sus ganadoi: lanares y vacunos.
Rendidos Pincen,Epumer, Catriel, Paine, entre .los principales,
huido y destrozado en su poder Namuncur, y librados a su suerte,
generalmente huyendo,los capitanejas menores. Quebrantado el
antiguo poder indgena, seaproximaba la hora de su cai'da final.
Estas operaciones se realizaron a partir de la nueva lnea de
avanzada y utilizando cabaJladas
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72 NSTOR TOMS AUZA
alimentadas a forraje y grano, como lo propusiera Alsina en su
plan. La segunda tarea, la del releva.miento geogrfico se realizaba
a
medida que los destacamentos de fronteras se internaban en sus
avances. Los. comanp.antes de fr:onteras incorporaban. as un mejor
conocimiento del terreno y del medio fsico sobre el cual luego
deban operar el avance final. Los datos adquiridos se fueron
incorporando a la cartografa en preparacin. Este aspecto sera
ampliado y completa do luego del operativo de avance hasta el Ro
Negro.
El tercer aspecto personalmente conducido por el propio Ministro
y la activa participacin del jefe de la Secretara, Coronel Manuel
Jos Olascoaga, consista en poner en vigencia la ley 215 sancionada
en agosto de 1867, an sin aplicacin, la cual exiga una cuidadosa
preparacin logstica, una precisa elaboracin estratgica y una
ejecucin combinada y efectiva. Finalmente, logrado el objetivo,
planificar la ocupacin de las nuevas tierras y el ejercicio de las
atribuciones administrativas y polticas a travs de las cuales se
incorporaran al verdadero ejercicio de la soberana nacional. Esta
tarea fue planificada desde junio de 1878 a enero de 1879,
ejecutndose a partir de marzo, en que comenzaron a moverse las
cinco divisiones hasta el 25 de mayo de ese ano cuan_do con la
instalacin en Choele Choel se dio por curplida la segunda etapa de
la ocupacin patag1ca.
No es del" caso analizar aqu los detalles de 'los movimientos de
tropas que ejecutaron el plan de avance y de rastrilladas hasta
tocar el curso de los Ros Negro y Neuqun. Finalizada la tarea de
ablandamiento a que antes nos hemos referido se dio orden de
regresar a los puestos avanzados para dar descanso a hombres y
caballadas a fa vez que ultimar- los preparativos logsticos
precisos para el avance. Este fue ejecutado por cinco divisiones
que se conformaban de la siguiente manera: 1) Divisin al mando del
Coronel Conrado Villegas. Parti
de Carhu y avanz hacia Choele Choel. 2) Divisin al mando
delCoronel Nicols Levalle. Parti de Carhu en direccin a Traru
Lauquen barriendo con partidas dispersas a un lado y otro y
tomandocon tactos con las restan tes columnas. 3) Divisin- al mando
del Coronel Eduardo Racedo. Parti de Villa Mercedes y Sarmiento de
SanLuis para dirigirse hacia Poitahue. 4) Divisin al mando del
TenienteCoronel Napolen Uriburu. Partic:i de Fuerte San Martn, en
Mendoza,_:,ara dirigirse hacia el sur y llegar a las mrgenes. del
Neuqun y luegobordeando este ro arribar a Confluencia. 5) Divisin
al mando delCoronel Hilario Lagos. Parti de Trenque Lauquen y
Guarnin en1.ireccin a Chocle Choel.15 Las Divisiones marcha.ton
bajo instrucciones precisas que conanticipacin haba impartido el
Ministro de Guerra que actuaba comoMinistro en Campaa. 16 Las
marchas, los itinerarios, los objetivos
OCUPACIN DEL ESPACIO VACO. 187619l0 73
militares, geogrficos, topogrficos, cientficos, religiosos se
fueron cumpliendo unos tras otros como lo detallan los partes de
los comandantes de las Divisiones y los partes de las distintas
partidas. El plan Ueg a cumplirse con puntualidad y precisin, y
como lo tona ru1un ciado el Ministro de Guerra reuni las columnas
en Choele Choel el 25 de mayo de 1879 en donde fue saludado el da
patrio con la emocin de saber que comenzaba una nueva etapa del
crecimiento del pas. "En estas latitudes me ha parecido ms puro y
radiante el sol de mayo", telegrafiaba Roca a Avellaneda. 17 .
El 27 de mayo, Roca y su Estado Mayor partieron en direccin a la
Confluencia del Limay con el Neuqun, punto final del plan de
ocupacin. El Mirstro de Guerra permaneci en campaa participando con
los .jefes en la elaboracin del plan de defensa de la lnea y la
fijacin de los fuertes que deban guarnecer la lnea desde la
Cordillera de los Andes al Atlntico, y ultimar todos los detllles
de las instalaciones. Efectuadas las designaciones y distribuidos
los. cuerpos de tropas emprendi el regreso .el 25 ui: Junio.
La nueva frontera militar fue denominada Lnea Militar del Ro
Negro, -siendo designada p\lra comandarla el Coronel Conrado
Villegas. En su despedida de las tropas vaticinaba Roca: "La misin
de los que aqu quedaban tiene que ser todava ms fecunda y benfica
par el porvenir de la patria. No solamente al defender con sus
armas la propied.ad y la vida. de sus conciudadanos sino que, a su
amparo y al favoi; de los campamentos militares, se levantarn
pueblos que, en tiempos no muy lejanos, sern nuevos estados que
vengan a aumentar estrellas al escudo de la patria" .111 La segunda
etapa estaba cumplida que9-ando slo pendiente la tarea de
asegurarla para iniciar el ltimo captulo del avance fronterizo.
Misioneros, cientficos y gegrafos
Las columnas no marchaban solas a su cometido esttat_gico ya que
se tena previsto que con ellas y -formando parte del plan, lo
hicieran otros servicios que se consideraban indispensables, tales
corno los misioneros, el cuerpo n:idico, el cuerpo cientfico, los
gegrafos e ingenieros, telegrafistas, fotgrafo, periodista. A ellos
hay que agregar las familias que acompaaban la expedicin, ya que
formaban parte de. las tropas que estaban destinadas a radicarse en
la lnea. De aquellas columnas el mismo Roca escriba: "Nada ha
habido que lamentar en estas marchas a travs del desierto ms
completo, con una fuerza que todo lo ha tenido que traer consigo,
sacerdotes, sabios, mujeres, nifios y hasta los perro y dems
animales
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7+ NSTOR TOMS AUZ
domsticos de las guarniciones, lo que daba a las columnas el
aspecto. de un xodo..,_ de un pueblo en marcha que se traslada en
busca de un clima y suelo 1-iropicio donde plantar sus
tiendas".
Los sacerdotes que acompaaban la marcha y a cuyo cargo estuvo la
tarea de evangelizacin fueron el Provisor y Vicario General del
arzobispado de Buenos Aires, Monseor Antonio Espinosa, los
sacerdotes salesianos Santiago Costamagna y Luis Botta, y el
franciscano Fray Po Bentivoglio. 19 Ellos, clero secular y regular,
tuvieron a su cargo la atencin espiritual de los soldados y el
comienzo de la accin evange.zadora entre las tribus prisioneras.
Ese fue, adems, el comienzo de la accin evangelizadora de los
sacerdotes salesianos en la Pa tagonia. Monseor Antonio Espinosa
dej escrito un Diario de esa expedicin que ayuda al. historiador a
reconstruir las vicisitudes de la marcha al paso que nos ilustra en
relacin a la modalidad de evangelizacin empleada.20 La expedicin
cientfica estuvo compuesta por lo:; doctores Pablo G. Lorenz,
botnico; Adolfo Doering, naturalista, zo,1 -:-o y minerlogo;
Gustavo Niederleing y Federico Schulz, corno ayudantes botnicos y
zologo respectivamente. Los investiga- dores rea.zaron una labor
encomiable, tanto por su magnitud como por su importancia
cientfica, segn lo prueba la obra Informe Oficialde la Comisin
Cientfica agregada al Estado Mayor de la Expedicin al Ro 1Vegro,
que contiene las observaciones sobre zoologa, geologa, flora de la
zona explorada.21 La documentacin histrica de la expe dicin se
completa con el documento grfico a cargo del fotgrafo Antonio
Pozzo, el cual nos ofrece con sus vistas testimonios insusti
tuibles y nicos de la vida cotidiana de la marcha.
El propsito colonizador que anima a la decisin de trasladar la
frontera se manifiesta cuando el Poder Ejecutivo por decreto de
marzo de .1879 design a los tres ingenieros que deban acompaar al
Cuartel General con el propsito de levantar un plano de los
terrenos explora dos determinando los puntos que encuentren ms
adecuados al establecim.ien to de colonias agrcolas de familias
europeas o indgenas o colonias militares. La tarea recay en hombres
experimentados enese tipo de servicios, dos de ellos militares. El
Mayor Juan Wisosk.ituvo a su cargo el reconocimiento de las mrgenes
del Ro Negrodesde Choele Choel a su desembocadura; el Mayor
Francisco Hostla zona comprendida entre la cahecera del Neuqun y la
Confluencia;el ingeniero Alfredo Ebelot la zona entre Confluencia y
ChoeleChoel. n Es tos tres ingenieros debieron presentar adems de
los planosun "e:;tudio y clasificacin de estos terrenos con toqas
las indicacionesque se juzguen necesarias a fin de que el Ministro
de Guerra se halleen actil1Jd de fijar los puntos en que deben
establecerse colonias desdela desembocadura del Ro Negro en el
Atlntico hasta la Cordillera
OCUPACIN DEL ESPACIO VACO. 18761910 75
de los Andes". A esa labor hay que agregar el trabajo de
relevamiento topogrfico ejecutado por otros hombres del ejrcito,
ingenieros o no que integraban las restantf:s divisiones y que
junto a la marcha hallaron tiempo para levantar planos, croquis y
descripciones topogrficas que pusieron luz sobre la geografa pampa,
terminando el misterio que la envolva, y abriendo un captulo nuevo
a la geografa econmica del pas.23 Por ello el Teniente Coronel
Manuel Jos Olascoaga, gegrafo pur excelencia, pudo anotar en su
obra: "Gracias al conocimiento prctico que hemos adquirido de las
condiciones topogrficas, econmicas y estratgicas que tan
interesante hacen ese extenso territorio, la eficacia de nuestro
dominio en l queda para siempre garantida. Es decir, d:pende de
nuestra voluntad; ya no es una casualidad en que puedan influir los
salvajes".24
La participacin de la marina en: la marcha hacia el sur
Hemos visto ya que una Divisin de la escuadra fue enviada a
ocupar la desembocadura del Ro Santa Cruz en noviembre de. 1878.
Cumplida aquella misin, parte de la misma se dirigi a Buenos Aires,
pasando por Patagones, puerto de recalada. Uno de los jefes de
aquella expedicin naval, el comandante Martn Cuerrico, recibi la
orden de explorar el Ro N1:gro y el Neuqun y determinar sus
condiciones de navegabilidad, pues se tena el propsito de
establecer una lnea fluvial de transporte entre el puerto de
Patagones y el confn de ese ro en los valles cordilleranos, zona de
operaciones militares prximas.25 La orden dada en marzo de 1879
deba ejecutar se con el vapor a ruedas Triunfo, que se supona .
especialmente dotado para las condiciones del ro.
No resultaba extrao ni ncvedoso tanto la participacin de luma
rina en las tareas de avance de la lmea de frontera como la
designacin de Martn Guerrico comandan te de la Uruguay para dirigir
el operativo fluvial., desde que ste ya tena realizada en 1872 una
exploracin preliminar de dicho ro, arribando en esa .. oportunidad
hasta la isla de Choele Choel.26 En esa nueva misin deba
encontrarse con su buque en dicha isla para el 25 de mayo, fecha en
que se concentraran las columnas que operaban por tierra. El
Tliunfo no pudo en esa oportunidad cumplir con su cometido, pues la
bajante del ro lo hizo encallar antes de ese destino. Su comandante
se dirigi en un bote a remo hacia Choele Choel para estar presente
en la cita. Un mes despus el Triunfo sala de su varadura y navegaba
de regreso a Patagones.
Aquella navegacin tuvo la virtud de evidenciar que el gran ro
patagnico poda ser navegable como hiptesis pre.minar, pero
-
76 NSTOR TOMS AUZA
que para ello se requeran ciertas condiciones, entre ellas
buques especialmente dotados. Esto y un conocimiento completo de
las condiciones del ro dwante todo el afio surgan como resultados
de la experiencia. Por otro lado, en el. pensamiento de Roca, luego
de la ocupacin teil'estre que acababa de realizarse, la gran va
fluvial apareca como el medio ms propicio para conducir pertrechos
y alimentos a la lnea de fortines y como medio de
cornunicacin.27
El ro entraba a jugar as un pap.el protagnico y la esperanza de
los jefes nlitares y del Ministro de Guerra era explorarlo ms all
de la Confluencia para cerciorarse si resultaba navgable para
llegar a la. regin de los lagos. Esa tarea le estaba reservada a
los hombres de la marina que as se integraban a la empresa de
ocupar la Patagonia. Si la experiencia de navegar el Ro Negro fue
ejecutada de
marzo a mayo de 1879, hay que recordar que el origen del
proyectopropiamente vena de muy lejos, casi desde Fal.kner pero,.ms
recientemente, de un poco antes que in,iciara Roca el avance sobre
dichq ro.Efectivamente, como. una derivacin de la exploracin de
Guerricoantes mencionada, el gobierno designaba en 187 8 una
Comisinespecial formada por los ingenieros Luis A. Huergo y
GuillermoWhite, el doctor Estanislao S. Zeballos y el Teniente
-
78 NSTOR TOMS AUZA
bastaba el simple hecho de saber que ciertos fortines o villas
de reciente fo1macin podan an sufrir. ataques indgenas para que el
ivli11:istro Vi,e.(orica decidiera que el jefe de la lnea Sur,
Coronel ViUegas, al frente de la Segunda Divisin a su mando
efectuara una expedicin a la zona en donde an se cobijaban los
restos de las tribus indgenas, a saber el sudoeste de Ro Negro y
noroeste de Chubut y el tringulo compuesto por el Neuqun, el Limay
y la Cordillera. La expedicin llevada a cabo en marzo de 1881 se
conoce con el nombre lk Expedicin al Gran Lago Nahuel Huapz'. El
nombre deriva de ser ese el lugar elegido para la convergencia de
las Brigadas l al mando del Teniente Coronel Rufino Ortega, fa. I!
al mando del Coronel Lorenzo Winter y la 111 al mando del Coronel
Liborio Berna!. Las Brigadas r y U operaron sobre el territorio del
Neuqun,.en tan to quela m lo hizo sobre el territorio del Ro Negro
en direccin sudoestepnra arribar al final de su marcha al Nahuel
Huap el 10 de abril, fecha preestablecida de convergencia en la
zona. La marcha de las tropas e e fectu librando ciertos combates,
de escasas proporciones, ya que en general los grupos indgenas
prefirieron no librar .combates frontales y alejarse hacia la
cordillera ingresando en territorio chileno.31
Esta operacin militar, si bien alcanza resultados positivos que
no ex.pondremos, no termina con la dominacin indgena, especialmente
en el tringulo neuquino, en donde se hallaba concentrado el ltimo
foco de la resistencia ya que, al contrario de lo ocurrido con la
lnea ,:le.! R.o Negro, no se estableci un plan de acantonamiento de
la tropn ni se avanz con J.os fortines y guarniciones. Exista sin
duda :imprevisin o carencia de una estrategia concordante con la
ejecutada en 1879, producto de una concepcin simplista que estim
suficiente la tarea de limpieza y ataque a los reductos en que los
indios volvieron de su:; encond:rijos detrs de los Andes a sus
.sitios. preferidos, aunque este regreso detennin un deterioro
significativo en el poder indgena por las prdidas sufridas en sus
reservas de haciendas, yeguarizos y lanares, apropiadas por el
ejrcito de Villegas. La conformacin del tenitorio neuquino no
favoreca la e,iecucin de una campaa semejante a la ejecutada sobre
el Ro Negro. Los ros, lagos, selvas y estribaciones cordilleranas
amparaban a sus antiguos poseedores. El mando militar comprendi la
debilidad de la operacin ejecutada en l88\ y orden nuevamente al
jefe de la Jl Divisin una nueva marcha
:J 1111 de cerrar el ciclo de ocupacin del suelo en el ltimo
lugar de rcsistcr,cia al sur del pas. El mismo jefe, General
Villegas, haba :tprendido cun la campaa anterior y, en base a esa
experiencia, cbbm una nucv,1 estrategia. La.de 1881 haba servido
para ablandarl:1 n:sistcncia, V b que se llevara a cnbo deba pasar
directamente a la
OCUPACIN DEL ESPACIO VACO. 1876-1910 79
ocupacin. La campaa se llev a cabo en la primavera y verano de
1882/83 en tres brigadas, al mando la I del Teniente Coronel
_Rufino Ortega; la lI al mando del Coronel Enrique Godoy y la III a
cargo del Teniente Coronel Nicols H. Palacios.33 No researemos esta
campaa,pero diremos que, como una c,)nsecuenci_a de ella se extendi
la frontera al Ro Agrio, afluente del Neuqun, cerrando as la lnea
directamente en la cordillera. El Agrio fue protegido por una lnea
de nuevos fortines. Las tropas nacionales recorrieron pahno a pahno
el territorio que se extenda al sur del Neuqun sin que quedaran
valles en donde pudieran alojarse los indios quf: no fueran
sorprendidos por la,s partidas ligeras del ejrcito, ni secretos de
su geografa que permanecieran ocultos. Ms de d'os mil in.dios
enfrentaron a las tropas nacionales, de los cuales 350 murieron en
pelea y -unos 1.600 entre indios de lanza y sus familias se
entregaron a las autoridades.
An con la presencia de .la nueva lnea y las constantes partidas
ligeras que recorran la regin, los indios no cejaron en su
resistencia, la que continu debido a que los grandes caciques que
comandaban la resistencia tenan su refugio en zonas limtrofes con
Chile. Fue preciso continuar los operativoi: durante todo el ao
1883 y 1884, al mismo tiempo que se intentaba convencer a aquellos
caciques sobre la conveniencia de. su rendicin con garantas de un
trato pacfico y decoroso. Despus de comprobar la inutilidad de la
resistencia armada a las tropas nacionales y asegurarse el
cumplimiento de las promesas comenz la entrega de los antiguos
jefes. El primero entre los ms prominentes fue el cacique
pampeanoManuel Namuncur, en febrero de 1884. Le siguieron un ao
c.espus los caudillos indgenas del Pas de los Manzanos, Saihueque y
,;on l, Inacayal y Foyel. Quedaba as al menos oficialmente
concluida la dominacin indgena en el famoso tringulo neuquino y
parte del .udoeste del Chubut entre los paralelos 37 y 42.
La marcha hacia el norte chaquei'io
Cuando se conclua la ocupacin de aquellos territorios sureos, el
"Toro" Villegas -como lo llamaban los indios- ya no estaba al
frente de la segunda Divisin. Enfermo, se vio obligado a solicitar
licencia, falleciendo pocos mes.es despus, en agosto de I 884. A su
sucesor, el General Winter, le correspondi completar el plan hasta
obtener la rendicin voluntaria de los tres ltimos caudillos indios:
Saihueque, lnacayal y Foyel. Al obtener este resultado que pona fin
a la lucha, Winter escriba un clebre informe cuyo estilo pose a
resonancias de clarn. Deca Win ter: "Me es altamente
satisfactorio
-
80 NSTOR TOMS AUZA
y cbeme el honor de manifestar al Superior Gobierno y al pas por
intermedio de V.S. que ha desaparecido para siempre en el. Sur de
la Repblica toda limitacin fronteriza contra el salvaje. El antiguo
dominador de la Pampa, el conocido Namuncur por la larga tradicin,
se present con los restos de sus aguerridos guerreros y familias
acatando las leyes del pas en marzo del ao que acaba de finalizar,
se halla hoy asentado en Chimpay, acantonamiento de esta lmea
militar, entregado por completo a las prcticas de la vida
civilizada. El cacique Saihueque, cacique eminentemente prestigioso
por su .poder entre todas las tribus que tenan su asiento entre el
ro Calln Cur, afluente del Llmay al norte, y el ro Deseado al sur,
acaba de efectuar su presentacin voluntaria, y con l .tambin los
caciques de 'orden inferior, Inacayal, Huenchenecul, Chiquichn,
Cual Salvutia, Prayel, Nahuel, Pichi-Curuhuinca, Curnilao y otros,
incluso el obstinado y rebelde Foyel cuya tribu fue. ltimamente
derrotada en las orillas del Genue. Las aspiraciones del gobierno y
del pas hanse realizado en menos de un decenio. En el sur de la
Repblic'a no existen ya dentro de su territorio fronteriz0
humillantes impuestos a la civilizacin por las chuzas del salvaje.
Ha concluido para siempre, en esta parte, la guerra secular que
contra el indio tuvo su principio en las inmediaciones de esa
capital en el aq 153 5 ". 34
Estaban en verdad realizadas "las aspiraciones del Gobierno y
del pas? An no, pues si bien la Pampa y toda la Patagonia Y. el
archipilago Fueguino se hallaban ya bajo la dominacin del Estado,
no ocurra lo mismo con el Gran Chaco, cuya vasta extensin en poder
de los indios era equiparable al territorio del Chubut. Poco antes
que Winter escribiera su parte final de la
-
82 NSTOR TOMAS AUZA las luego al trabajo de manos que respondan
a la cultura de la Nacin" .38 El Ministro obtuvo la apro.bacin de
su proyecto y pronto confeccio n el plan operativo que encarg en
fonna simultnea al Gobernador del Chaco Coronel Manuel Obligado y
al Coronel Francisco Bosch, quienes deban operar desde las costas
del ro Paran haca el oeste, para reencontrarse finalmente, luego de
cumplir fines explorativos, cien rfficos y rrli tares.39 El clima,
la conformacin- del terreno, la hostilidad de os indios
convirtieron a esa marcha como a las anterio. res, en una penosa
travesa, llena de sufrimientos, cumpliendo al fin :;u cometido y
dejando establecida una nueva lnea ms avanzada de fortines que
protegan la actividad ganadera, maderera y comercial. Esa nueva
lfoea se extendi a la altura del paralelo 28 y con una exten:;in
ele 400 kilmetros. "Los resultados -explicaba luego el lvUnistro-
han sido satisfactorios, y puede decirse que los indios que vagaban
a las cinco o seis mil leguas del territorio comprendido por la
lnea del Rey y el Bermejo han sido sojuzgados u obligados a
trasladarse al norte de este :!1, Mientras se persigue a los que no
quieren reducirse, se ofrece toda proteccin a los gxupos de
familias que aceptan gozar de los beneficios de una civilizacin.
Existe ya una nurnerc.,sa colonia indgena y pronto se establecern
otras."40 Pero - se haba sido tan slo un leve avance. An quedaban
miles de kilmetros bajo el dominio indgena.El Chaco pareca
indomable y sus antiguas tribus surgan desdeel fon do de los
bosques para resistir con un denuedo y una fortalezaque los haca
aparentemente invencibles. Las diversas entradas yexpediciones
haban pemtido trazar, aunque rudimentariamente,su carta topogrfica
y adelantar los conocimientos geogrficos entoda su extensin. Pero
el Chaco indnto se resista, se resista condenuedo y una firmeza
superior a la que haban mostrado las tribusdel sur. Fue por ello
que el Ministro de Guerra, General Victorica,- proyecta y realiza
personalmente la expedicin de 1884. Esta.expedicin que tampoco
terminara con el poder indgena en la reginlograr dominar y
pacificar la regin central luego de una campaacuyas marchas se
hallan reflejadas en la Memoria que el ministromandar a editar y
que contienen la documentacin militar y cientfica de la rnisma.41
Qued dorrnado el Chaco? An no definitivamente, pero losuficiente
para que se acrecentara la radicacin de pobladores, crecieran los
pequeos pueblos, aumentara la actividad agrcola y ganadera.Y lo
suficiente tambin para que el Gobierno Nacional demostrara
supropsito de favorecer el ejercicio de las instituciones polticas
y laaccin administrativa a travs de la creacin de dos territorios
quedenominar: Gobernacin del Chaco al territorio que se extenda
OCUPACIN DEL ESPACIO VAC0.18761910 83 aproximadamente desde la
altura del paralelo 28, o sea el lrrte de la antigua lnea de
frontera de Santa Fe y Santiago del Estero, hacia el ro Bermejo y
el Teuco; el otro territorio ser ,llamado Fonnosa y comprender la
regin qu, se extenda del Bermejo al Pilcomayo. Esa creacin tendr
lugar el 16 de octubre de 1884 y sern designados para ocupar el
gobierno el C,)rbnel Manuel Obligado en el Chaco y el Coronel
Ignacio Fotheringharn en Formosa.42 La ocupacin del suelo chaqueo
-ahora Chaco y Formosaser len ta y tendr la direccin de este a
oeste y de sur a norte, as como lenta fue tambin la ai:imilacin de
los indgenas an rebeldes. La resistencia an continu e,n algunos
parajes ms alejados, haciendo necesario el envo de nuevas marchas
militares, entre ellas la que comandara el Teniente Corone,! Jos
Gomensoro en 1885, el Coronel Jos N. Uriburu en 1887, E:! General
Lorenzo Winter en 1899, el Coronel Tefi.lo O'Donnellen 1907/8. An
en 1911 tuvo que crearse la Fuerza de Operaciones del Chaco, al
mando del Coronel Enrique Rostagno, a la que se le encorrenda
someter definitivamente a los indios y ocupar la frontera sobre el
Pilcomayo.43 Para esa fecha grandes grupos, de indgenas se hallaban
entregados pacficamente y asentados, trabajando en las nuevas
poblaciones, antes antiguos fortines. El ejrcito convertidc en un
principio en instrumento para someter a los rebeldes y
recakitrantes restos indgenas, se fue convir tiendo, de 1884 a
1910, en un ejrcito poblador y civilizador, 'que levantaba villas,
construa puentes, tenda telgrafos, abra caminos. Ms tarde que al
sur de la Repblica, la campaa para el sometimiento de las tribus
indgenas se cenaba en 191 O, y se cerraba tambin la frontera
interior del nordeste que ahora coincida con el lmit exterior de la
Repblica. Se consolida la conciencia ten1"torial La ocupacin del
territolio hasta el Ro Negro, a partir de media . dos de 1879
produce como ya lo hemos advertido, un fuerte dina'. mismo
consciente en los grupos dirigentes del pas. La incorporacin de ese
espacio al patrimonio y ejercicio de la soberana nacional pas a
constituir un hecho histrico que se presenta con las caractersticas
de un. suceso de profu.n.da repercusin. El adelanto de la frontera
en reducido tiempo con el acrecentamiento de:casi medio pas al
dominio real del Gobierno Nacional conforrp un hecho nico,
largamente deseado y siempre postergado, que no se repetir, y del
cual todos los sectores polticos reconocieron unnimes que deba de
producir consecuencias de magnitud para el destino del uas. La
circunstancia
-
84 NSTOR TOMS AUZA
misma de que la campaa pusiera fin a trescientos aos de
angustias constantes, y que el suceso se haya verificado por
acciones de guerra victoriosas, sin retrocesos ni dilaciones, con
gesto de grandeza, otorgaba al suceso el c;u.-cter moral de hazaa
perdurable. Cada palmo de tierra haba sido gmado con valor,
inteligencia y esfuerzo por jefes y soldados animados no por el
mero propsito de agresin y combate, sino por algo ms duradero y
valioso cual era extender sobre ese suelo la presencia del poder
poltico, la voluntad nacional, una idea de civilizacin, de cultura
propia, de ocupacin destinada al progreso, idea esta tan cara a esa
generacin. As fue pensado y as comenz a ejecutarse desde que detrs
de las columnas militares avanzaban las familias y los enseres de
quienes estaban destinados a poblar lps fortines.44
El rasgo militar de la marcha dara paso al propsito colonizador.
Ese proceso fue pausado, mas tuvo la caracterstica de ser constante
y extenderse en todas las direcciones, desde la Pampa al Estrecho,
desde el Salado al Pilcomayo, desde el Atlntico a la Cordillera. ..
El indicador del crecimiento de esa conciencia territorial tiene su
momento culminante en la .decisin poltica del stado en ocupar el Ro
Negro. Mas esto, segn 10 vimos, no fue ms que la ejecu,ci6n de una
antigua aspiracin y de un reclamo que llega a su mxima expresin eno
la dcada del setenta. Sin embargo no termina all ese impulso de
ocupacin territorial ni es la expedicin al Ro Negro su nica
manifestacin. Ella se extender pronto a toda la Patagonia y al Gran
Chaco. Simultneamente . la generain de los gegrafos, exploradores y
naturalistas miran ms all del o Negro y an dira que asignan ms
importancia al vasto territorio patagnico que se extiende del Ro
Negro al Estrecho. Si los viajes de Moreno, Lista, Moyano,
Feilberg, llevados a cabo entre 1871 y 1878 actuaron como
anunciadores, incitadores y actores de un renacimiento de la
conciencia territorial, hay que volver a mencionarlos, pues
persistieron en su empeno, junto a otros nuevos gegrafos y
naturalistas para lograr develar en el perodo 1880-1900 el misterio
de la tierra patagnica yde la tierra chaquefia, describir su
conformacin geogrfica, trazar huellas y caminos, hallar tierras
frtiles, facilitando con. ello la labor de ocupacin total del
suelo.
Para no extendernos ms sobre este aspecto bas.te mencionar que,
a ms de los citados, hombres como Lino de Roa, Clemente On'elli,
Santiago Albarracn, Pedro Ezcurra, Eleazar Garzn,. Manuel Jos
Olascoaga, Jorge M. Rohde, Zacara Snchez, V.alentn Virasoro,
Francisco Host, fueron completando el relevainiento geogrfico,
topogrfico, hidrogrfico, orogrfico de la vasta extensin desde el Ro
Negro al Canal de Beagle. Este movimiento de estudi.os, viajes,
OCUPACIN DEI, ESPACIO VACO. 1876-1910 85
informes, que se tradujo en libros, folletos, cartografa,
exposiciones, conferencias, fueron acrecentando la conciencia
territorial y produ
. ciendo un proceso de cambio de la frontera interior a sus
lmites polticos. Y si ese proceso fuera poco, detrs de los
exploradores, a veces junto con ellos, vinieron los naturalistas,
los cientficos que hicieron la descripcin de la flora, de la fauna,
la geologa, la antro- pologa y e\ lengaje, incorporndose as esa
vasta regin al saber cientfico y sistemtico del pas. Entre dichos
cientficos mencionemos a Carlos Berg, Carlos Burmeister, Eduardo
Holmberg, Floren tino Ameghino, Alcides Merceret.
El movimiento creciente de la conciencia territotjal deba
conducir por un lado a crear la preocupacin por llevar a los ms
vastos dominios .fronterizos el ejercicio del poder poltico, las
facultades de la Soberana Nacional. Por ello se hizo preciso
definir los lmites que se hallaban cuestionados por nuestros
vecinos Chile, Bolivia, Paraguay y Brasil, los que sucesivamente y
tras largas alternativas, a veces al filo de la decisin blica,
estuvieron concluidos e11 i 902.Finalmente, otra consecuencia, la
elaboracin del Atlas de la Repblica Argentina, confeccionado por el
Instituto Geogrfico Argentino, que comenz a editarse en 1885, y
concluy en 1892. Este mismo Instituto public el Mapa de .la
Repblica Argentina en 1896, coronando as la obra cartogrfica que
resume el saber geogrfico que posean del pas las dos ltimas
generaciones del siglo pasado. ,Corona tambin el cierre definitivo
de la frontera interior que estaba, ahora s, en el lnte, en la lnea
de la frontera exterior. Estaba dada la conciencia de que, vencida
la resistencia indgena, era necesario pasar a la ocupacin del suelo
mediante el ejercicio del poder administrador, la radicacin de
poblaciones,. la formacin de pueblos, la apertura de caminos, el
surgimiento del transporte y el trnsito interno. La etapa que
quedaba por de1ante pareca ms difcil que vencer .al indio y
.requera otros recursos que la fuerza de las armas. El desafo de
ese vasto y nuevo escenario geogrfico que se extenda desde la Pampa
al Estrecho y desde el Salado. al Pilcomayo fue la empresa
posterior al avance de la frontera, e implic acciones de tipo
poltico, administrativo, econmico y social que. an no han
terminado, pues siguen constituyendo las zonas menos pobladas del
pas.
El pas de fronteras interiores pas a fronte ras coinciden tes
con _sus lmites polticos y ello influy y realiment el espritu
nacional a .pensar en trminos ms dilatados, en trminos de nacin.
Cerrada la
'.etapa de la frontera interior se desarrolla una dinmica
expansiva que por momentos parece coincidir con un secreto "destino
manifiesto", semejante al proceso norteamericano, pero ese impulso,
luego de
-
86 NSTOR TOMS AUZA
recorrer una amplia parbola, por mltiples causas se diluye y se
pierde al aproximarse el festejo del Centenario. Comenzaba all a
tomar forma una t"ragedia inteiior en la conciencia argentina que
an gravita entre nosotros constituyendo un captulo indito de
nuestra ltistoria.
NOTAS
I Carta de Avellaneda al' Coronel Alvaro Barros, en Alvaro
Barros, Indios,fronteras y seguridad interior, 1-Iachette, Buenos
Aires, 1975, pg. 137. 2 Nicols Avellaneda, Escritos y Discursos.
Compaa Sudame1icana de Billetesde Banco, Buenos Aires, 1910, Tomo
VI, pgs. 181-184. 3 Memoria Especial del !Yfinisterio de Guerra y
Jllfarina, Ao 1877, presentadapor Adolfo Alsina. Imprenta del
Porvenir, 1877. La segunda edicin es de Eudeba, de 1977. All se
incluye el mensaje citado en pginas 19/25.
Esta i'vfemona constituye un valioso doct ... -,!to, rico en
informaciones de toda ndole y pieza fundamental para juzgar el
proceso de expansin de la frontera Sur. 4 Ibdem.5 Un estudio
exhaustivo de las operaciones que se han denominado incorrectamente
a nuestro entender, como la conquista del desierto (1876-1885), se
hallar. en la obra de Juan Mario Raone, Fortines del Desierto.
Biblioteca del Suboficial, Buenos Aires, 1969, tres volmenes.
No analizamos en este trabajo el debate en torno a la manera de
encarar l av1JJ1ce sobre la frontera que se desenvuelve en la dcada
del setenta, parano alarar con exceso estas pginas. Intervinieron
entre otros: Vicente Quesada,\Vencesluo Paunero, Federico.
Olivencia, Adolfo Alsina, Alvaro Barros, JulioRoca, y la labor
precursora en el parlamento de Nicasio Oroo.6 Estas Instrucciones
como los partes de cada Divisin, con sus correspondientes Diarios
de Marcha se encuentran incluidos en la Memoria Especial del
Milliterio de Guerra y Marina, 1877.
i Lo que Sll denomina, simplificndolo, zanja Alsina, es llamada
en la MemoriaEspecial "Obras Complementarias del Sistema de
Defensa", cuyo Informe figura en la Jdemoria Especwl. op. cit., en
pgs. 289 a 300. Las Obras Complementariasestnbn.n a cargo del
ingeniero Alfredo Ebelot.
Fue Ebelot, al margen de su labor profesional, un escritor de
amplia produccin, un fino y agudo observador de la vida argentina.
Como consec11encia de su participacin en la campaa de Alsina
escribi para la Re111e des De11x 1l1ondes unas amenas y detalladas
crnicas reunidas, al traducirse, con el tftulo Relatos de la
Frontera (Solar-Hachette, Buenos Aires, 1968) :d que el lector podr
recurrir para obtener un cuadro vvido de esa campaa. O Memoria
Especial, op. cit., pg. 50.
'' Algunns ei:cenos de esta campaa y de la posterior dirigida
por Roca se haUan It:clnctadas con una minuciosidad y un colorido
que no poseen los docu-
OCUPACIN DEL ESPACIO VACO. 187.6-1910 87
mentas oficiales, en las dos obras del Comandante Manuel Prado:
Guerra alMaln (1877/79), y Conquista de la Pampa, Hachette, Buenos
Aires, 1960.
Tambin se leen con provecho las crnicas del Coronel Jos Daza,
Episodios Militares (Vicente Davoqui, E:uenos Aires, 1908), y las
pginas de reminiscencias de Ignacio Fotheringham, La vida de un
soldado, Buenos Aires, 1910, dos volmenes.
10 Nada ms concluyente al respecto que la funcin desempeada por
LaTribuna Nacional, uno de los diarios que con mayor eficacia logr
conformar una imagen a gusto del personaje a cuyo servicio se
encontraba, siendo artfices de esa imagen dos sagaces y bien
dotados periodistas como lo fueron Olegario V. Andrnde y Maria.no
ele Vedia.
11 Nicols Avellaneda, op. cit., To.110 VI, pg. 228.
12 Ibdem, pgs. 9 y 10.13 Ibdem, pg. 317. 14 Ibdem, pg. 318. 15
De las cinco Divisiones, dos fueron las que, adems de atravesar
zonas geogrficas poco o nada conocidas, tuvieron que avanzar
librando recios combates con la rnsistencia india, adems de padecer
obstculos y dificultades imprevisibles. Fueron e.Uas las comandadas
por Eduardo Racedo y Napolen Uriburu. La marcha de la tercera
Divisin se encuentra narrada en la obra de su jefe el Coronel
Eduardo Racedo, La'conquista del Desierto. Memoria militar y
descriptiva (Comisin Nacional del Monumento al Teniente General
Roca, Buenos Aires, 1940, tercera edicin). Estt: libro de Racedo
junto con el de Olascoaga conforman las dos piezas bsicas de la
campaa dirigida por Roca. 16 La marcha del Cuartel Genera:, que
acompai'iaba al general en jefe se hallaprolijamente relejada en el
diario de marcha llevado por l secretario del Ministro, Manuel J.
Olascoaga y qJe se encuentra en su obra Estudio Topogrfico de la
Pampa y Rio Negro, Eudeba, 1974, segunda edicin. Se trata de un
libro muy valioso del notable gcpafo, topgrafo y cartgrafo que fue
Olascoaga y cuya lectura es indispensabl rara conocer las
operaciones de 1878/79.
11 Acompaando al Cuartel General, Roca llevaba un solo
periodista, el entonces joven Remigio Lupo, que en aquellos aos no
haba an cumplido los 20 aos. Sus crnicas enas de colorido y
vivacidad guardan una deliciosa frescura de observaciones dignas de
un hombre maduro. Esas crnicas reunidas se titulan La Conquista del
Desier1to. Crnicas de la campaa de 1879, Buenos Aires, 1939. Prlogo
de Bartolom Galn
-
88 NSTOR TOMS AUZA
Comisin Nacional del Monumento al Teniente General Roca, Buenos
Aires, 1939. 21 Alfredo Ebelot, Relatos de la Frontera, op. cit.,
aptulo "La expedicin al Ro Negro". 23 Vanse algunos de esos
informes topogrficos y geogrficos en la obra de Manue.1 J.
Olascoaga, Estudio topogrfico de la Pampa y R1'o Negro, op. cit. 14
Manuel J. Olascoaga, Ibdem, pg. 160.15 Enrique Gonzlcz Lonzienc, La
armada en la conquista del Desie,:to, Eudepa, Buenos Aires, 1977,
segunda edicin. Tambin Juan Muio Raope, op. cit. 26 Memoria de
Guerra y Marina. Ao 1872. Viaje de explo.racin en el RoNegro
practicado por el Teniente Coronel de marina Martn Guerrico. 27 As
lo expresa Roca al Ministro de Guerra Interino: "Este majestuoso ro
quedar plenamente habilitado para la navegacin interior y exterior
desde el Atlntico hasta la proximidad de los Andes., siendo como se
patentiz a la simple vista, una poderosa arteria de comunicaciones
y comercio que traer un rpido progreso a 'los fortines y ricos
territorios que recorra". (Manuel Olascoaga, op. cit., pgs. 222 y
sigs.) Roca conoca. bien todos los antecedentes en tomo al Ro Negro
por la obra de Zeballos, La conquista de. 15 mil leguas. 28
Estarslao Zeballos, La conquista de 15 mil leguas. Editorial
Hachette, Buenos Aires, 195 8, pg. 34 7. 29 Una recopilacin de
todos los trabajos efectuados pan certificar la navegabilidad del
Ro Negro y afiuente.s se encuentra en: Santiago Albarracn, Estudios
Generales de 101 Ros Negro, Limay y Calln Cur y lago Nahue/ Huapi.
Buenos Aires, 18 86, tres volmenes. 30 Manuel J. Olascoaga, op.
cit., pg. 181. 31 Alvaro Barros, op. cit., pgs. 205 Y sig.
No podemos aqu tratar ese ltimo aspecto, el del indgena fxentc a
la conciencia cristiana de nuestra cultura, que env.uelve graves
cuestiones que deben ser dilucidada.s. 32 Los antecedentes, partes
e informes de esta campaa se hallan reunidos en el libro del
General Contado Villegu, Expedicin al gran lago Nahuel ifuf!-p enel
ao 1887. Eudeba, 1974, segunda edicin. 33 La documentacin completa
de esta campaa se halla reunida n .el volumentitulado Campaa de los
Andes al sut de la Patago11ia. Ao 1883. Eudeba., 197 8, segunda
edicin. 34 Memoria del Ministerio de Guerra)'. Marina, Ao 1885,
plg. 57. 35 Ernesto Maeder, "La Gobernacin del Chaco (1872-1884)"
en Boletn de la Academia Nacional de la Historia, XLIX, 1976, pgs.
133 y sigs. 36 Va.se sobre esta marcha el Estudio de Ernesto Maeder
en Luis J. Fontana,El Chaco (Solu-Hachette, Buenos Aires, 1978);
tambin- nuestro Estudio Preliminar al libro de ese mismo
explorador, Viaje de exploracin a la Patagonia Central, Maryma.r,
Buenos Aires, 1977. 37 Memoria del Ministerio de Guerra y lt'arina,
Aflo 1881, pg; 31.
OCUPACIN DEL ESPACIO VACO. 18761910 89
38 Memoria del Ministerio de Guerra y 1'1,fanna, Ao 1883, Tomo
1, pg. 12.39 Angel Justiniano Car.ranza, Expedicin al Chaco
Austral, Imp. Europea, Buenos Aires, 1883. 40 Memoria del
Ministerio de Guerra y Marina, Ao 1883, Tomo 1, pg. 13.41 Campaa
del Chaco. Expedicin llevada a cabo bajo el mando inmediato deS.E.
el seior Ministro de Guerra y klarlna General D. Benjamn Victorica
en el ao 1884, Buenos Aires, 1885.42 Una crnica amena de la campaa
al Chaco de 1884, fuera de la documentacin antes citada se hallar
en los recuerdos del jefe que comandaba el Regimiento 79 de
Infantera y el 69 de Caballera, Ignacio Fotherlngha.m, en su libro
La vida de un soldado. Reminiscencias de la Frontera, Buenos Aues,
1910,dos volmenes. 43 Enrique Rostagno, Jnfonne de las fuerzas en
operaciones en el Chaco. 1911,Crculo Militar, Buenos Aires, 1969.
44 Eduardo E. Ramayn, Ejrcito guerrero, poblador y civilizador,
Kraft,;Buenos 1res, 1921.
-
1880
LA FEDERALIZACION DE BUENOS AIRES
Natalio R. Botana
Cuando en 1880 se federaliz la ciudad de Buenos Aires, luego de
la batalla en los suburbios del sur, las opiniones que justificaron
la victoria no dudaron en calificar ese acontecim.iento como un
hecho inevitable impuesto por la historia, la geografa, o por la
mano de la Providencia. Las voces se alzaron para proclamar la obra
terminada de la organizacin nacional. Otros, en el bando de los
vencidos, callaron. por poco tiempo hasta que volvieron a defender
una concepcin del federalismo, ya sepultada, o recrearon una pica
ciudadana en las pginas de la literatura popular.
La pregdnada epopeya de los cantones habra de renacer diez aos
despus; pero la superioridad de ,la.,.;ut,qridad presidencial,
quesoberana despleg __ s' .. fiilp'
le1:rosobre ,. t.odl:\s .li.ji-o.v.st::h. ni\
ec4psada_pe_.a)as_.convu sione:;-9.':1e sobrevinieron .. durante
la decada si&uiente. Este fue tio
... de los resultados del ochenta:. imp"'lalarscibr'
ba! ... }1E!r.!.s.... .. l. .. P..P.Oer .. EJe e.u 'Jiy q .N
!.9.Q!l_iJ.:"L.]fili- .. .t:. . .ill.9.IDIU.t..D,monopoliz la
fuerza pblict..Y...rn.duj.o_jgs re\QL(jdy\jo [email protected]!is010a la
unidad del Estado. A tal ex.tremo no se lleg por un fatal
encadenam1enT-ae-fos-hechos, sino por un conjunto de antecedentes
cuyarenaciente actualidad se hizo visible debido a las
consecuencias, paramuchos inesperadas, a que. condujo la lucha por
la sucesin de NicolsAvellaneda.
En la Argentina del pasado siglo,J.!..:P-E.?!.11 d-! ....
cP..ttL.9.e laRepblica no poda ser resuelto ms que sobre la base.
de una Constit11:??na:cat'1rd.a por todas las prov.in!r-I.s. En
este sentido, Ja. .. ,i.t ... 1,.Constitucin evocaba una ro bus ta
creencia, compartida por los protagonisfas;ace'rca 21e su valor
para garni.iz:a'd"p
rimaca 'i:fo las' li1;-rta4es
civiles. Y, -LW.?ffi0_JJ.mR9, . .P.ar:a.:.9ESi..Llf ..
q9.:i.fiC? . l:l..\. alcull:1 las pro"!!C.as_ .. 9.C:.l.:>f!n
quedar Sl\Q.QJ.9,.l!a.qau&YIL..!JJ).ill.!1-i1:..ria,s .
- 108 NATALIO R. BOTANA general deba superar al de las partes
subordinadas, representaba en la t-eora ele la ilustracin y del
constitucionalismo la vertiente ms atenta a \a centi'alizacin y a
Ja. unidad de la soberana: Hobbes y Hamilton contra Locke y J
efferson.Los poderes ejecutivo y legislativoJormaban el Gobierno
Federal (sinnimo para nosotros de Gobierno Nacional) segn
1o-esta15lel:fa la Constitucin suncion:adi ren:rns3:"Teme."rosc)s
de los poderes .i.mi-ta dos' los le f3:isla dores_ ? .. !g3:r
-
110 NATAL10 R. BOTANA
La sucesin de.Nicols Avellaneda
La .presidencia de Avellaneda puede dividirse en dos perodos.
Hasta '1JCflfifffe'"de A-cf61fq": Alsina, .. e-e1mesoe ...
diciembre-er".o:;::e!ie;:;:ur;1;rt?c:;:7af1; polticas qe- rpres'tib
.. an. Avellaneda y Alsina d_i9_J:1:!;&llr a unafrn!!!lunUt.ta
.e.n.Ja._c.ual, junto_._gn la .. .tr..9i!?J.9.V..-Lr,gU:ifl
preside=" ca!_,
- 112 NA TALIO R. BOTANA provinci?-1. Sanniento qued aisl_a.s}_g
__ ..Q.1?.I .. --11J..P..PS.11aocos: BuenosAirit no se inclinaba;
la coaliciP. .. slJj_.g_Iiqr_._ __ qY. .. J:.lE-gi).i __
ecoh.esi'2in' 1' disciplina, le volvi la espalda. Frustrado en su
intento,fustig ante.el Senado.el e;;;'i:i'en . . qe se gestaba,
mientras susgestos y sus palabras anunciaban no ya el silencio de
los vencidos sino St! ltimo ciclo, aquel en el que busc dar otra
expresin a sus viejas ilusiones. Su renuncia arrastr, en alguna
medida, a la de Roca. El_Xr:idente desgn a Crlds]ellt:grihf"'ii'er
Mri.sfeio.!:l,e"-G:G.eJTa y .. !Vl.aiin a. En ton ces qued
ep_m;11_g..9 _1-pe'ffil riaciriai_' de la nuevacoalicin. Roca, cuya
autoridad en el inten,i:muy poc.;q,s_ .9-isJiiifaan, 1fabrfa .. de
e_nc.ontrar . . e.-Piie'gr.ini 1a corapa.i-tid. prtc;.t ....
e1,,gesto enrgico en los conflictos que se avecinaban, pa:a abrazar
al pas en tero . La c;Uvisi n .. de_ lp_)tUtonomistas bonaerenses
.P.s...a.io;..ne-diable..,""'cug_() finlizab!1. e..! .. .a.9_, __
1}_':'}r.91:1.Il!.88.-r.nJ3.:tiL.Af.J. !M prime as J_iones de .1 ..
$Qi.-.9.aL.cie.J:.irq ,Y.G.i.r,1JriMia . g_LW..e,ugr_
elG.o.b.e.r.nador. Luego se unieron a estas .. organizaciones
voluntanas deen tr_narn.ien to militar.Joj" Rifleros;-- los .
buiiiafas c1e-'arcefs-r1osBon:beros Voluntarios_. eJ;r,_i:i,_s __
Jan_t.
-
114 NATALIO R. BOTANA
al Presidente para poner en marcha una eficaz maniobra
estratca.Al aifocheer,
. Avellaneda abandori __ Buenos Aire.sj\1{1
to--,on"P'el!Is_rini
y .--9:!!!&!9-.lu!'laca;_g_t.': Nadie lo molest en ese corto
viaje. El Pridente _de:.:..?. .... _rebelda _a)a proviniB,,,
advirti 9.ue. la i.!)surreccion 111:.d transforma.?.:3: .. . la.
ci_u_dad _e.1:i .... El vasto ?.e_nto, declar el };:sfad''"f: Sitio
y control el puerto de San Nicols, mientras convergan sObre la
Cha.carfta egunienfos de poy
.pr"vee';ites
de Cr'doa,saa Fe, Z:ate y Carhu. Las calles del ba:rio ... sur
de
Buenos Aires, entre Per y' Eritre Ros, comenzaron a
fortificarse. En medio de las trincheras y las barricadas
reaparecan los viejos gestos autonomistas, el fervor popular, el
recuerdo de otra defensa victoriosa, casi tres dcadas atrs.
El __!_s!. juni.Q.&Y.d4!J!.9.-. .. g.s.ig.o..6. .. al. ..
m\lni.
- 116 NATALIO R. BOTANA ciudad para volcarse luego hacia el
oeste, cargar robre la retagua-rdia de Arias y e,Qcerrar entre dos
fuegos a la concentracin de tropas ms -importante. B'uenos Aires
haba optado por una estrategia defensivay slo le quedaba sostener
el ataque ,en dos frentes e impedir la uninde la:; fuerzas
nacionales. El 20 de junio, Levalle, que comandaba la Divisin del
Sur, lleg a Lomas de Zamora, embarc la tropa en el tren, descendi
en la estacin de Barracas, intent entrar en la ciudad con el
propsito de ocupar la Convalescencia, y fracas luego de un
sangriento combate. Lel(alle salv su artillera y se retir hasta
Lans d9nde, a la noche se sumaron dos batallones al mando de Bosch.
Refuerzo oportuno que impidi la persecucin ordenada por Ga.inza
desde la Calle Real (hoy Montes de Oca). Esa misma noche, por el
lado oeste, Racedo se puse en marcha; baj a Ramos Meja, luego a San
Jos de Flores, y coloc su avanzada en Caballito. De all atac. A las
cuatro de la maana ocup Puente Alsina, protegido por l artillera
situada en la otra margen del Riachuelo. Arias pretendi recuperar
el puente al precio de terribles estragos; al no poder mantenerlo,
los nacionales lo arrollaron hasta la a.ltura de los Corrales donde
arm su frente. El fracaso de Levalle del 20 no se reprodujo al da
siguiente, pero permiti que Lagos se desplazara desde ,Plaza Once
hacia los Corrales y protegiera con cinco piezas de artillera los
movimientos de Alias ante los ataques combinados de Racedo y
Olascoaga. El combate dur siete horas hasta que Lagos y Arias
recibieron orden de retirarse y marcharon a las trincheras del
centr por Caseros y Rioja. Levalle y Bosch, por su parte, no
permanecieron inactivos, doblegaron el frente de Barracas, llegaron
por tren a Constitucin, tomaron la trinchera que protega esa plaza,
escalaron y ocuparon. la Convalescencia. El casco viejo de la
ciudad qued sitiado. Las divisiones de Racedo y Olascoaga se
extendan entre los Corrales y Almagro; Nelson, al norte, desplegaba
sus fuerzas a lo largo del arroyo Maldonado con wanzaclas en
Pale1mo; Levalle, en el sur, ocupaba Constitucin y la
Convalescencia; la Flota bloqueaba el puerto. A la batalla sucedi
el silencio de las vctimas: dos mil quinientos a tres mil cados,
entre muertos y heridos, segn los dramticos testimonios de la ltima
hora; mil quinientos a dos mil de acuerdo con otras observaciones.
La opinin pblica qued conmovida por la visin de este doloroso
cuadro que, pa.ra muchos combatientes y testigos, reflejaba la
batalla ms sang1ienta de cuantas se libraron en nuestras guerras
civiles. r, Cl\ando ces el fuego, Buenos Aires, sin plvora ni
pertrechos, n :?-! c e n_coiidi6L6n.:; __ g_
.proionE!1:li.::.-t1la. El cuerpo di P.f9,pa")' ti e o ge sti
Clrl
-
118 NATALIO R. BOTANA
Bus tillo que desempeflaba las funciones de Comisionado Nacional
en laCTififfafla. Di_suelta fa 1:,egislatura, las nuev.as
eJE!_c:c,;i.9g_M..q4_;,J,!,ai,-.9n. una mayora
ac1f'i'a-a:CP.if.N:;'s'e"realizafonl"26 "&: sernbre. .
-r.:r:i'q'"dalfa' e' pi. iBngn '"es'co.'ci
'""p-i;a:qi'.i'i
reCPod Ejecutivo .
presentaraelrfroYecfo .. de "1ey/Jtilo'ada-:-e1 11
-de'se'Bembre__,uedecrart:n:CfaI"'cfe1a Re .. 'i blica al mun1c
1ro-:f
. ia"'Tti"dii it13'tie1ios
tf--o -e.i1os' importte fue la 1y 'sf.iiif!igi.':iggfTas
autoridades"'""d'e. provincia la formacin de cuerpos militaresoajo
cualquer dengmaciJ>.. De esta manera:-;- co!:-otina jr_c!f[:.el
h.1:?. .. ,9}:\., .. s.!t.9.. e.l. ..
fil,OJlQJ?29....iJ!...1..$.,.l>N _e_n m.!l!!-.9.._!el
Go9..i,.;:n.Q .... !:'!.i21W En el mes d?-!:.-e, la ;.Af.!os Ares
aprob la cesin del territriQ g_ue se haba (e deralizado. "Nada hay
casuaf'iii"Talilsioa" ;' i:ied"' Me's"j;-dclPresidea"J.a
Legisla-tura, justificando as, a contrapelo de la obra de muchos
acontecimientos imprevisibles, " ... una tradicin casi invencible y
de hechospreexistentes, que se nece.sita tomar en cuenta para que
el podersea etectivo, la autoridad real". El .. ts, .. bre d
l..Q.J.f!..r;.i.u..cl,id qued. some_ti.d. a __ lJ.-c!':si.
juris.!#srnn.a.ij'_::f!I1.9, .. Nae:jpal.. Cuando terminaba el ao,
Roca asumi la 2residencia de un orden esta tal que'
se"jzg.a.ba;'hab" .iP-iiie.t.i.i?.':ri.
-
120 NATALIO R. BOTANA
AJberdi suprimir esa tradicin, sino que procur reorientar
drsticamente su propsito. La monari.!J.ua encubierta se revelaba
legtima en la re1J;ilica consolidada del ochenta porque sus
atributos tenan ah ora por objeto el inters general del Estado y de
todas las provincias.
Las teoras que defendieron Tejedor y Alberdi resonaron, tiempo
atrs, en la Legislatura de Buenos Aires, cuando le toc discutir-a
una. mayora favorable, recin electa, la cesin del territorio
federalizado. Tejedor haba defendido la idea de igualdad aplicada a
las relaciones enue provincias con poder equivalente. Leandro N.
Alem, que comparta las mismas convicciones, dio en el recinto un
golpe de timn a' la reli:xin sobre la autonoma federal y desdobl el
argumento ab1indolo hacia el horizonte democrtico. La centralizacin
se presentaba ahora como un mal que acabara estableciendo un orden
oligrquico, sin opinin pblica ni partidos que la expresen. Alem
observaba un mundo en gestacin muy lejano a su ideal de una
demo-1:racia preindustrial fundada en la igualdad y en la vida
modesta. Las ,:endencias eran evidentes, casi inevitables . .El
fervor popular enl3uenos Aires, durante la batalla, apenas
disimulaba la opinin profunda de los habitantes que visitaban las
trincheras como un objeto de curiosidad, mientras el comercio
prosegua con sus operaciones; la nueva capital, que era el signo
del triunfo de los regmenes fuertes, ofreda las condiciones ms
favorables para desarrollar, si existiese, la intencin dictatorial
de un gobernante; la suerte de la repblica federal habra de quedar
librada, al cabo, a la voluntad y a las pasiones de.! jefe del
Poder Ejecutivo Nacional. Y esa marcha ineluctable hacia la
centralizacin .terminara engendrando la peor de las
desigualdades:la ilustracin y el lujo ostensible en el centro; la
oscuridad y la pobreza 1!11 la periferia. O su manifestacin
patolgica: la apopleja en la.cabeza y la parlisis en las
extremidades. As, la victoria del ochenta anunciaba una revolucin
que no evocaba las banderas del 48 o del 70 en Europa, sino las ms
benignas del autonomismo criollo, tan dispuesto a restaurar el
gobiemo mnimo de un orden descentralizado como a ctnsurar un
peligro simtrico y semejante, por su obsesin niveladora, al
comunismo que despuntaba en las sociedades modernas. Un Estado
fuerte y una sociedad poltica dbil: tal resultaba ser, para este
augulio, el destino de la Argentina posterior al ochenta.
Aeaso se escriba en el pas el prlogo sombro de un nuevo
confl:icto? Poco eco tuvieron esas palabras cuando una inmediata
respuesta traz el bosquejo de la teora contraria que apostaba a
favor de la centralizacin. Ese era el optimismo ascendente que se
encarnnba en el escritor ms popular en la provincia. Jos Hernnde1.
no dudaba. La vitalidad del centro poltico de la repblica, apoyado
por el comercio nacional y extranjero, a cuyo puerto con-
FEDEfl.ALIZACIN DE BUENOS AIRES 121
verga la red ferroviaria, irradiaba energa en lugar de
absorberla, confirmaba el sentido histrico de una capital que fue
siempre nacional, robusteca al Estado en su dimensin externa,
garantizaba la libertad contra los despotismos locales y redima a
la campaa bonaerense: Fierro ha regresado a la civilizacin. Aquella
visin de un mundo irredimible pareca tnmsmutarse en un ltimo acto
de reconciliacin de la vieja pampa con el nuevo orden que se
irradiaba desde la capital federal. Der.:ota y victoria; corrupcin
o progreso. Las predicciones deban soml!terse al juicio del
porvenir, pero pese a las teoras ms encontradas, todos los
protagonistas, amigos y enemigos, al trmino de la batalla y el
debate, bien podan inclinarse ante el consejo de Montesqui.eu:
"C'est surtout une grande capitalequi fait ['esprit gnral d'une
nation :
NOTA BlBLIOGRAFICA
El libro ms completo sobre la federalizacin de Buenos Aires es
B. Galndez, Historia PoUtica Arge11ti11a. La Revofuci11 del 80,
Imp. Coni, BuenosAires, 1945. De imprescindible lectura, como
fuente que rene la legisladn y los debates parlamentarios, es In
obra de A . B. Carranza, La Cuestin Capital dela Repblica, 1826 a
1887. Antecedentes, Debates Parlamentarios, Iniciativas, Proyectos
y Leyes, Talleres Gnficos Argentino. L. J. Rosso, Buenos Aires,
1926-1932, especialme.nte el Tome V: 1880. Necesarios, por su
excelente tratamiento de fuentes son: L. H. Sommariva, Historia de
las Intervenciones Federales en las Provincias, El Ateneo, Buenos
Aires, 1929, Vol. II; y C. Herns, "Presidencia de Avellaneda",
Academia Nacional de la Historia, Historia Argentina Contempor11ea
1862-1930, Vol. L. Primera Seccin. No se deben pasar por alto dos
trabajos de R. Rivaroln: Del 'Rgimen Federativo al Unitario.
Peuser, Buenos Aires, 1908; y "El Presidente Roca y la Consolidacin
del Poder Nacional",en Revista Argentina de Ciencias Polticas,
Afi.o 'IV, n9 50, 12/11/1914 .
La siguiente seleccin de ttulos puede brindar una visin
aproximadasobre la literatura de la poca y los testimonios de los
actores. De los escritosms importantes de Sarmiento :::on respecto
al tema de lo. federafuacin sepueden desta:::ar, aun a riesgo de
incurrir en una sntesis apresurada: "La cuestin Capital planteada
por el Congreso de 1826" (Sud Arnrica, 9/7/1851)en Obras Completas,
Luz del Da. 1949, Vol. VI; "Argirpolis o la Capital de los Estados
Confe\ierados del Rfo de la Pinta" (1851), en op. cit., Luz delDa,
1950, Vol. XIII; y sus Mensajes Presidenciales vetando las leyes
sobre federalizacin, en A. B. Carranza, op. cit., Tomo IV. A partir
de 1880, conviene consultar: F. Fras, Carta de Don Flix Fr(as al
doctor don Jos Marz'a Morenosobre los ltimos acontecimientos
pn!(ticos, Buenos Aires, 1880. AdolfoSnldas, La Decapitacin de
Bueno:: Aires, Imprenta y Librera de Mayo, BuenosAires, 1880.
Nicols Avellaneda, "El Congreso de 1880" (Noviembre de
1880),Escritos y Discursos, Buenos Aires, 1910, Vol. XI; y su ltimo
escrito, indito: "Rivadavia" que Pnul Groussac public en La
BibJoteca, Ao II, Tomo IV,1897. Junn Bautista Aberdi, La Repblica
Argentina Co11solidada en 1880 con
-
NATALIO R. BOTANA
la Ciudad de Buenos Aires como Capital, Librera La Publicidad,
Buenos Aires, 1881. Carlos Tejedor, La Defensa de Buenos Aires
(1878-1880), M. Biedma, Buenos Aires, 1881. Eduardo Gutirrez, La
muerte de Buenos Aires, EstudioPreliminar de Juan Carlos Ghiano,
Hachette, Buenos Aires, 1959 (Publicado originalmente en La Patria
Argentina, en 1882, con el subttulo Epopeya de 1880 y reimpreso en
1894 por la Casa Editora L. Maucci). Pedro Goyena,. "La
Fcderalizacin ,de Buenos Aires", indito del autor acerca de los
antecedentes de lo cuestin capital, publicado por Paul Groussac en
La Biblioteca, Ao l, Tomo 1, 1896. Paul Grousuc, Los que pasaban
(Nicols Avellaneda), Huemul, Buenos Aires, 1972 (Primera ed icin de
1919). J. A. Costa, Roca y Tejedor,Buenos Aires, 1927. Felipe
Yoffre, El Congreso de Be/grano (Ao 1880), J. Lajouane, Buenos
Aires, 1928, en cuyo Apndice -pg3. 228 y 229- figuran los textos
citados del Mensaje de Avellaneda a la Legislatura de Buenos
Aires.
Entre la literatura reciente, adems de la ya mencionada, cabe
destacar: J. P. Tamborini, "La Revolucin del 80" en Hechos e Ideas,
Ao V, N9 34, Octubre 1939. L. E. Sanucci, La Renovacin Presidencial
de 1880, Universidad Nacional de La Plata, 1959. Mariano Grandona,
Los Dos Poderes, Emec, Buenos Aires, 1973. S. Rato de Sambuccetti,
Avellaneda y la Nacin versus la Provincia de Buenos Aires. Crisis
Econmica y Polz'tica. 18 73-1880, La Plyade, Buenos Aires, 19-.:.
!='. M. Madero, "Vicente Fidel Lpez en el 80", Instituto Histrico
de la Organizacin Nacional, Revista Histrica, Ao 1, nQ 3,
Julio-Diciembre, 1978. Debo agradecer a F. M. Madero la consulta
del Aichivo de Eduardo Madero que contiene infonnacin indita sobre
la batalla de junio. La cita de Montesquieu, que cierra este
'ensayo, es de "Mes Pen3es", en Oeuvres Completes (Prface de G.
Vede!, Prsentation et Notes de D. 03ter), Scuil
, Pars, 1964, pg. 887.
APENDICE DOCUMENTAL
Entrevista a Julio A. Roca, candidato a la Presidencia de la
Repblica 1
Una visita al general Roca
El general Roca es un pensador algo taciturno, quien agradan
poco las reuniones numerosas, las fiestas pblicas y ceremonias, y
que apenas sabe disimular el fastidio que le causan, cuando las
exigencias de su posicion le obligan asistir ellas.
No tiene, como la mayora de los mili tares, el amor al uniforme;
evita en cuanto puede las ovaciones, las manifestaciones tan
agradables los hombres poltcos, y en las reuniones se muestra frio
y reservado.
De caracter poco expansivo, prefiere escuchar hablar. Esta
reserva, nacida quiz de un sentimiento de circunspeccion,
desaparece cando se convence de la sinceridad de su
interlocutor.
Entonces se entrega con entera franqueza. Es esto lo que le ha
sucedido con uno de nuestros redactores,
que fue visitarlo dias pasados con motivo de la carta del doctor
Tejedor.
Nuestro reporter ha procurado con ... 2 de las
declaracioneshechas por el general en la 'larga conversacin que
tuvo con l.
H aqu este dilogo, cuya forma conservamos, y que ser ciertamente
ledo con inters.
1 Esta entrevista fue publicada por el diario El Independiente
de Rosario (dirigido por Flix Monzn) el viernes 19 de diciembre de
1879. Hacia la misma focha un reportaje casi idntico fue publicado
por Le Cour{er de La Plata, que diriga Paul Gcoussac. La versin del
Courier fue transcripta incompleta por Bartolom Galndez (Historia
Poltica Argentina. La Revolucin del 80, Buenos Aires, 1945, pgs.
151-53).
Para mantener el espritu del reportaje se le ha dejado la
redaccin, sintaxis y ortografa originales. -...
Quisiramos agradecer la colaboracin de Mara Josefa Wilde para la
publicacin de este documento. 2 Esta frue est incompleta por
haberse roto el ejemplar original al encuii.aernarse la
coleccin.
-
LA CONSOLIDACION Dit LA FRONTERA.ARGENTINA AFINES DE LA
DECABADEL 70
Los indios, Ro,a y los ferrocarriles*
Coln M. Lewis
Uno de los temas recurrentes en la historiografa econmicaar gen
tina es el papel de la generacin del 80 en la determinacin del
carcter y la sustancia dd pas duran te .la fase subsecuente de
modernizacin. Generalmente se re-conoce que la formacin de la
Argentina moderna tuyo lugar durante estos aos. La dcada presenci
la consolidacin di: la estructura poltica del pas, un sistema que
sobrevivi casi inalterado hasta el perodo de entreguerra y que,
diran muchos autores, contina ejerciendo una poderosa influencia en
los acontecimient'os contemporneos. Tambin fue en estos aos cuando
la Ar gen 'tina fue incorporada efectivamente al orden econmico
internacional, cuando se determin la fisonoma y la psicologa de la
economa agroexportadora. El notable crecimiento econmico y la
inauguracin del proceso de desarrollo que
caracterizaron las dcadas de la vuelta del $glo estuvieron
asociadoscon la centralizacin del esu1do y la explotacin de
recursos naturales hasta el mome!'lto desaprovechados. 1 La
expansin econmicay la cohesin poltica fueron tanto una causa cuanto
una consecuencia de ese proceso de modernizacin que produjo el
ocaso de laArgentina criolla y la transformacin socioeconmica por
la queabogaban haca tiempo individu.os coino Alberdi y Sarmiento.
Simblicamente, el nombre de un militar y estadista ha sido asociado
coneste proceso multifactko. Los afias 80 y las dcadas
subsiguienteshan sido caracterizados por la poltica del roquismo y
el crecimientodel sector agropecuario, mediante la incorporacin de
vastas extensiones de tierras frtiles y las migraciones masivas. El
nombre de Julio A. Roca domina esta dcada y las siguientes. R13'ca
y los aos
* Ttulo del original en ingls: Indians, Railways and Roca; The
BuenosAyres Great Southem Railway a11d frontier cons/idation in
Argentina duringthe last l 870's.
'])aduccin de AR'rURO CASALS.
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470 COLIN M. LEWlS
80 son sm orumo de cambio, y constituyen un hito en la
historiaargentina: las "salidas de Roca" de l 878/79 consolidaron
la posicinpoltica general y con tribuyeron a los logros econmicos
del pas enaos posteriores. Retrospectivamente, la con tunden te
campana deRoca contra los indios y estos cambios polticos y
econmicos hanadquirido una aureola de inevitabilidad. El objeto de
este ensay.o esanalizar el proceso y las consecuencias de las
campaas de l 878/79.Concentrndose en un rea de la frontera india,
el sur de BuenosAires, procurar identificar elementos de
continuidad, antes que dediscontinuidad, y demostrar que muchos de
los rasgos de los cambios posteriores a la dcada del 80 ya se
estaban gestando en ladcada del 70, que. las campaflas del general
Roca y la exitosaerradicacin de la "amenaza" india no iniciaron e]
cambio. Por elcontrario, las canipaflas fueron consecuencia de
fenmenos que yaapuntaban a la mbdemizacin: la victoria de Roca fue
una resultante y no una causa del desarrollo agropecuario. La
derrota de losindios parnpeanos2 se rl!-li a un proceso de
consqlidacin polticaque dependa de los frutos del crecimiento
econmico y estabavirtualmente terminado antes de las campaas de
1878/79. La expansin econmica no slo penniti el afianzamiento de la
autoridad esta tal en trminos generales, sino la aplicacin de
proyectosinfrestructurales esenciales para la implementacin exl
tosa de laestrategia militar de Roca.
E! resurgimiento de la "amenaza" indiaLa explicacin 'inmediata
de la reiniciacin de la campafla contralos indios indudablemente
reside en l precaria situacin de lafrontera, que condujo a un
incremento en la proporcin y frecuencia de los malones a fmes de
los afias 60 y principios de los 70. Lasautoridades argentinas
estaban cada vez ms alarmadas por la magnitud y el xito de los
ataques indios a zonas colonizadas, y laaparente facilidad con que
los salvajes operaban durante se:111anas _ aun meses con impunidad,
asolando n-o slo caseros aislados sinopoblaciones grandes de la
frontera. La mayora de las fuentes aludena la audacia de los indios
en este periodo y sealan el xito de susdepredaciones. 3 En la
primavera de 1870 hubo un gran ataque aBaha Blanca, ya una poblacin
importan te y prcticamente elbaluarte que indicaba la frontera
india del sur; la ciudad fue. prcticamente arrasada.4 Unos dos aos
despus se produjo la notableincursin en Santa Fe del sur, cuando
los indios penetraron lafrontera y llegaron a menos de seis leguas
de Rosario, paralizando el
CONSOLIDACIN D.E LA FRONTERA ARGENTINA 471
comercio de la reg;in durante varias semanas y aterrorizando a
lascolonias agrcolas. Aun en una focha tarda como 1876, los indios
pampeanos pudieron organizar una incursin masiva y exitosa hasta el
corazn mismo de la provincia de Buenos Aires, devastando los
partidos de Azul y Tandil.6
La aparente incapacidad de las autoridades locales para afrontar
estos ataques y la creciente audacia de los indios se deba a varios
factores, entre ellos la debilidad militar del estado argent:lno y
la cuestionable estrategia empleada contra los indios. Las fuerzas
fron terizas eran pequehas y estaban mal pertrechadas. La poblacin
'militar sumaba unos 6.500 hombres, pero algunas estimaciones indi
can que rara vez ms de la tercera parte de ese nmero estaba
disponible para el servicio activo, y ese con tingcn te era
responsable de una frontera que se extenda desde la costa a tln tic
a sur de la provincia de Buenos Aires hasta Cuyo. Si el tamano de
la fuerza ern limitado, la calidad no compensaba la falta de can ti
dad. El en car do de negocios britnico en Buenos Aires a principios
de la dcada del 70 tena una muy baja opinin sobre el calibre de la
soldadesca. La omposicin de la guardia fronte riza, escribi,
" ... es de la peor calaa, e incluye gauchos, convictos,
personajes carcelarios y extranjeros intiles o secuestrados; es ms
probable qui: esos hombres mal pago3 Y mal disciplinados se unan a
los indios antes que proteger la fron tera". 7
Aun concediendo que estas observaciones son. obviamcn te preJUI
ciosas, se puede cuestionar la sagacidad de ejercer la custodia de
la frontera con semejantes reclut11s, especialmente cuando muchas
de las incursiones indias perseguan propsitos criminales antes que
militares y los renegados a menudo se unan a los salvajes. La
existencia de criminales dentro y fuera de los fuertes y fortines
fronterizos no favoreca la' seguridad.' El robo de ganado era uno
de los principales recursos vitales de los indios, y la presencia
de elementos criminales en la frontera probablemente alentaba los
actos de saqueo. lgualmen te dudosa era la poltica de ofrecer
subsidios a las tribus amistosas. Para conseguir cierta estabilidad
a lo largo de la frontera, las autoridades argentinas pensionaban a
los indios presun tamente civilizados o pacficos. Haba tratad que
garantizaban subsidios o pagos en dinero o especies a las tribus
pacificadas, con la intencin de establecer un cordon sanitaire de
indios dciles entre la frontera militar y las zonas pobladas. Pero
la distincin entre indios "amiga.bles" y "hostiles" a menudo era
imprecisa. La presencia de indios pacificados en la frontera
proporcionaba una pan talla para la
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472 COLIN M. LEWIS
infiltracin hostil, y esos indios podan servir como
informantespara futuros incursores. Por otra parte, esos tratados
se infringancon m,, frecuencia de la que se cumplan, y as las
tribus "civilizadas" eran instigadas a adoptar actitudes
resueltamente hostiles. yla estructura de la sociedad india
dificultaba a los caciques mpo.ner a