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Jorge García-Robles · 2018. 11. 16. · La bala perdida fue el resultado de mi contacto con el escritor, de una investigación que duró varios años y de un interés flamígero

Mar 25, 2021

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Jorge García-Robles

La bala perdida

William S. Burroughs en México

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Primera edición: septiembre de 2018

© Jorge García-Robles, 1995© de la imagen de portada, AP Wirephoto,

Texan Held, 7 de septiembre de 1951,William Seward Burroughs en la cárcel, Ciudad de México.

© de esta edición, La Moderna, 2018

Conde de Osorno, 810691 Galisteo (Cáceres, España)

[email protected]

ISBN: 978-84-946757-9-9Depósito legal: CC-251-2018

Impreso en España.

El editor autoriza la reproducción total o parcial de este libro siempre que sea para uso personal

y nunca con fines comerciales.

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Índice

William Burroughs y México: un binomio necesario …………………………... 7

PRIMERA PARTE

Johannes Brahms tuvo la culpa ……………………... 13Bienvenido a tu destino ……………………………… 17Un viaje sin retorno ………………………………….. 21Del hospital psiquiátrico al rancho …………………. 25El rancho recibe visitas ………………………………. 29Malos negocios en Nueva York ……………………... 31Nueva Orleans, última parada ………………………. 33

SEGUNDA PARTE

Los mexicanos también bailan… Y lloran… ……….. 39Los mexicanos también copian ……………………... 43El arribo a Tenochtitlán ……………………………... 47El ex-combatiente que se volvió estudiante ……….. 55El abogado del diablo ………………………………... 57

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Los comienzos de un escritor ………………………. 63Los hábitos de costumbre …………………………... 69Lola la Chata …………………………………………. 73Los exabruptos de Joan …………………………….... 81On the Road ………………………………………….. 85El alacrán ……………………………………………... 87México no tan lindo ni querido ……………………... 91El gato torturado …………………………………….. 95El Bounty ……………………………………………... 99Naufragios etílicos …………………………………… 105Incidentes varios ……………………………………... 109El amante esquivo …………………………………… 115Una colonia adocenada ……………………………... 119Viaje al fondo de la selva ……………………………. 123Under the Volcano …………………………………... 128La bala perdida ………………………………………. 133El proceso …………………………………………….. 139El espíritu maligno …….…………………………….. 147Lunes, día de firma ………………………………….. 153Queer …………………………………………………. 157El hombre de letras ………………………………….. 161El regreso de Jack ……………………………………. 163Un roba-abrigos en México …………………………. 169La partida …………………………………………….. 173El pinchazo definitivo ……………………………….. 177Una aportación de México al mundo ……………… 181

Archivo fotográfico ………………………………….. 185Nota bibliográfica …………………………………… 195

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William Burroughs y México: un binomio necesario

Prólogo a la edición española

Cuando William Burroughs llegó a México en 1949no era un escritor ni pretendía serlo. En 1952, alabandonar este país, había publicado su primer libro,Junkie, escrito otro, Queer, y vivido la experienciamás impactante de su vida, que según él lo convirtióirremediablemente en escritor: la muerte de su mu-jer Joan Vollmer provocada por una bala que él ledisparó en la sien durante una reunión con amigos.

25 años después de este infortunio, Burroughsescribió que no había sido él sino un espíritu malignoquien disparó la Star .380 que mató a Joan, y que laúnica manera de contrarrestar la presencia de la ma-lévola entidad –de neutralizarla, no de eliminarla–era escribiendo; así que la vocación literaria de Wi-lliam Seward Burroughs nació, a decir de nuestro au-tor, un día, una hora y en un lugar exacto: el 5 de di-ciembre de 1951, alrededor de las ocho de la noche,en el departamento 10 de la calle Monterrey 122, enla colonia Roma de la Ciudad de México (lugar intac-to que aún existe).

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En México, Burroughs vivió sumido en la zozo-bra existencial: atrapado por su adicción a los opiá-ceos (que obtenía con facilidad en farmacias o en elmercado negro), tratando de asumir de una vez portodas su homosexualidad, rechazado por hombres jó-venes de quien se infatuaba, constatando su incapaci-dad de asumir el rol de padre y esposo, apostándolepor primera vez a escribir como una forma de vida…Todo esto en una país que al principio le gustó peroque con el tiempo detestó profundamente (como D.H. Lawrence, Graham Greene, Malcolm Lowry, An-tonin Artaud y otros); como sea, fue en México don-de el mito de Burroughs como escritor se incubó ycomenzó a cobrar forma.

Este libro lo escribí en la primera mitad de la dé-cada de 1990, en la etapa en que conocí a WilliamBurroughs, en Lawrence, Kansas, EUA, adonde fui averlo en varias ocasiones; mi intención fue hacer unacrónica de su estancia en México basada en el mayornúmero posible de fuentes documentales, personalese históricas. Publicado en México en 1995, reeditadopor varias editoriales y traducido al inglés y al sueco,La bala perdida fue el resultado de mi contacto con elescritor, de una investigación que duró varios años yde un interés flamígero que entonces tenía por Bu-rroughs y los escritores beat (recordemos que duran-te la estancia de Burroughs en México, otros escrito-res en ciernes, después llamados beats, cruzaron lafrontera sur de Estados Unidos para visitar a su cóm-plice de ruta: Allen Ginsberg, Neal Cassady, muertoen México en 1968, y sobre todo Jack Kerouac, de

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quien escribí otro libro sobre su experiencia en Méxi-co que próximamente también aparecerá en La Mo-derna).

Para mí es muy satisfactorio que La Modernaeditora publique La bala perdida por primera vez enEspaña, país de habla hispana donde existe quizás elmayor número de lectores y traducciones sobre Bu-rroughs y los beats. Solo espero que el lector españolexperimente el libro con la misma intensidad con laque yo lo escribí.

Ciudad de México, junio de 2018

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PRIMERA PARTE

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Johannes Brahms tuvo la culpa

Finales de 1943. Segunda Guerra Mundial. NuevaYork. 15º Farenheit. El hongo atómico se cierne so-bre la cabeza del mundo. William Seward Burroughsavanza invisible por las calles de Manhattan. Visteabrigo Chesterfield. Sombrero hongo. Una cohortede demonios vuela a su alrededor. Recién ha llegadode Chicago. WSB tiene un amigo en Nueva York:Lucien Carr, un efebo estudiante de Columbia. Undía Lucien escuchaba el Trío n.º 1 de Brahms en sucuarto del campus de Columbia cuando oyó unos to-quidos. Dio vuelta a la perilla, abrió la puerta y vio aun azorado joven judío de diecisiete años, de chinopelo negro, con gruesas y ridículas gafas de miope.No le dijo «¿Qué coños quieres?», pero estuvo a pun-to. El joven quería saber de quién era el trío. Lucienlo invitó a pasar. El joven observó el rostro de Lu-cien: «Oh, si es como Rimbaud», pensó encantado. Sehicieron amigos. Aquel joven era Allen Ginsberg.

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Un día Carr llevó a Ginsberg con Burroughs yAllen se azoró escuchándolo citar a Shakespeare parailustrar una querella de lesbianas en un bar. Con ellosestaba David Kamerer, un gay pelirrojo, obsesionadode amor por Lucien Carr, 17 que no era gay y que te-nía una amiga: Edie Parker, que tenía un novio quebogaba en el Atlántico en un barco lleno de bombasy cañones: Jack Kerouac, y una amiga: Joan VollmerAdams, con quien vivía en un departamento de la ca-lle 118. Cuando Kerouac regresó del mar conoció aLucien y a Ginsberg en el departamento de Joan yEdie. Un día Burroughs, que quería ir al mar, fue abuscar a Jack por recomendación de Lucien. Al llegara su departamento tocó la puerta. «Oh», pensó Jack alverlo, «qué inexpresivos ojos azules detrás de esosanteojos de acero, parece un tímido empleado debanco».

Joan Vollmer había nacido en Loudonville, cercade Albany, Nueva York. Tenía veinte años, una bebéde meses, Julie, un marido y varios amantes, variosde ellos menores de edad. El marido, acuartelado enTennessee, dudaba de ser el padre de Julie. Joan estu-dió periodismo en Columbia; leía y discutía a Kant,Platón y Proust en el West End, un bar cerca de Co-lumbia. Al igual que Edie Parker, Joan brincaba decama en cama, de cocksman en cocksman, de abortoen aborto, tomaba y se metía droga.

Burroughs se convirtió en el chamán de Kerouac yGinsberg. Los ponía a leer: Spengler, Céline, Korzybski,Cocteau, Rimbaud, Hart Crane, Kafka… O los senta-ba en un diván para psicoanalizarlos. Ginsberg solía

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expectorar sus patrones de angustia y gritar que na-die lo quería. Comprensivo, WSB lo escuchaba sinpronunciar palabra dejando que vomitara todo loque guardaba en su interior.

Burroughs se había titulado en Letras inglesas enHarvard, sin que le importara haberlo hecho. El esta-tus social y académico lo tenía sin cuidado. Su familialo mantenía enviándole doscientos dólares mensua-les. En 1944 tenía treinta años. A veces trabajaba; enNY, de bartender; en Chicago, de exterminador deplagas. Cuando terminó Harvard viajó a Europa conun amigo. Estudió medicina nueve meses en Viena yjamás visitó a Robert Musil. Estuvo en París y nobuscó a los surrealistas, ni a André Gide, ni a Joyce,ni a Ezra Pound, ni a George Bataille, ni a NicolasBerdiaev, ni a Chagall, Picasso, Sartre... Se casó enAtenas con una judía de Hamburgo que vivía en Du-brovnik y que usaba monóculo —Ilse Klapper— parasacarla de Europa y evitar que los nazis la quemaran.En 1943 conoció a Truman Capote en Nueva York yle pareció un acartonado y avejentado albino con vozchillona. La vida le aburría. Había leído y pensado ysentido y siempre vivido en un palco fuera del esta-dio humano, en el envés de la vida, del otro lado delmundo. Y mientras enseñaba a sus fámulos el arte dedesatornillarle a la vida sus tuercas oxidadas, volunta-riamente se perdía en los deshuesaderos de su alma.

En la madrugada del 14 de agosto de 1944 Lu-cien Carr se hartó de la encimosidad de David Kame-rer y lo mató a cuchilladas en el Momingside Park,en Manhattan; arrojó el cadáver al río Hudson y corrió

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a la casa de Burroughs a contarle todo. Luego, fue ala calle 118 a buscar a Kerouac. Ambos fueron al lu-gar de los hechos a borrar evidencias. Más tarde en-traron a un cine para intentar olvidarse del asunto.Pero a los dos días Lucien se entregó a la policía. Lanoticia salió publicada en primera plana en el NewYork Times: «Estudiante de Columbia mata a unamigo y arroja su cuerpo al río Hudson». La policíaarrestó a Burroughs y a Kerouac por encubrimiento.Mortimer Burroughs, el padre de WSB, voló desdeSan Luis a Nueva York con una fianza de 2500 dóla-res para que no encarcelaran a su desprotegido hijo.En cambio,el padre de Kerouac le dijo a Jack que no,que no lo ayudaba: «Has arruinado la reputación dela familia —le espetó— y eso es imperdonable». ALucien lo condenaron a veinte años de cárcel, perosalió a los dos años. Seis días después del incidenteKerouac se casó con Edie Parker, quien pagó la fian-za de su libertad, utilizando su matrimonio comocoartada para no ir a la cárcel. El matrimonio duróunos meses. También las cuchilladas de Carr sirvie-ron para que Burroughs, que aún no tenía muy clarasu vocación de escritor, y Kerouac, que sí, escribieranun divertimento de novela inspirada en el asunto,que titularon: Y los hipopótamos hirvieron en sus tan-ques. Hasta hace solo algunos años nunca había sidopublicada. Burroughs la conservaba entre sus papeles.

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Bienvenido a tu destino

En 1945 Joan y Edie se mudaron a un depto en el nú-mero 419 Oeste de la calle 115. Edie trabajaba ven-diendo cigarros en un night club, el Zanzibar. Kerouac,que la había abandonado poco antes, regresó a vivircon ella. Allen Ginsberg y Hal Chase (un antropólo-go de Denver que a los diecisiete años escribió undiálogo imaginario entre Nietzsche y Dostoyevski)también se fueron a vivir a la 115. Por esa época severificó el primer encuentro entre Joan Vollmer yWilliam Burroughs, planeado con mucho cálculo porKerouac y Ginsberg, quienes con razón intuyeroncompatibilidad entre ambos. Desde el principio losdos se atrajeron, pero hubo de pasar un tiempo paraque su relación se volviera cómplice y estrecha. Porlo demás, al departamento de la 115 solo le faltabauna cosa: que su alteza Burroughs se mudara a sus es-pacios, lo que no tardó en suceder.

Unos meses después de que la bomba atómicafuera arrojada sobre Hiroshima, William Seward Bu-rroughs, que vivía solo en un pequeño departamento

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en Bedford Street, en Greenwich Village, empacó susescasas pertenencias, cruzó sigiloso e imperceptibleManhattan, arribó al departamento de la 115 y dejan-do sus maletas en el piso tocó la puerta. Cuando estase abrió vio aparecer la fina silueta de Joan, quiencon voz sorda y mirada mordaz le dijo: «Bienvenidoa tu destino». WSB le contestó: «Bienvenida al tuyo»;tomó sus cosas y cerró la puerta.

La relación Burroughs-Joan, la más estrambóticay desusada de todas las que registra la literatura delsiglo XX, será rara desde el principio. Los dos sonagudos y cáusticos; geniales y cultos. Los dos deseanapartarse del mundo de los hombres; jamás sientenculpa por sus actos. Son el rey y la reina de la 115; lossoberanos de los seres underground más brillantes deAmérica. Ambos viven en su propio universo, unocentrífugo de los hábitos humanos. Su convivenciaestá fuera de toda norma marital convencional. Bu-rroughs nunca le oculta sus preferencias homosexua-les; Joan no disfraza sus inclinaciones hacia ciertotipo de libertinaje. Los dos se saben proclives a inge-rir alcohol y sustancias, a no respetar más que sus de-seos. Por semejantes, a veces chocan. En particular,Joan gusta de provocar y hasta agredir a un Bill queno siempre logra capotearla, mucho menos dominar-la, contando, por ejemplo, enfrente de todos, cómoen ocasiones haciendo el amor con él súbitamente aeste le daban calambres en los pies.

Resulta más fácil comprender los motivos deJoan que los de Burroughs para acceder a esta rela-ción. La inteligencia y gracia de ella conviven con la

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imposibilidad de echar raíces. Su alma era tan lúcidacomo incapaz de vivir en este mundo. Joan estabadominada por una fuerte vocación hacia el caos y laautodestrucción. Y esta vocación se la reafirmaba yencauzaba Burroughs. Por eso se unió a él. No parafundar una familia ni para establecer un vínculo se-guro que la protegiera del mundo; no para compartircon él su cuerpo, su mente, sus ilusiones, sino parahacer exactamente lo contrario. Pero ¿por qué WSBaceptó a Joan? ¿Por qué Burroughs, acerbo individua-lista alejado de todo convencionalismo, homosexualasumido, enemigo de las ataduras, de pronto se em-barca en esta relación? ¿Para ser un agente del des-tino de Joan y llevar a cabo el mandato de los diosesde escoltarla hacia la muerte? ¿Para descubrir él mis-mo su propio destino una vez que Joan muriera?Como fuera, la relación era asimismo equívoca en elplano afectivo: todos estos móviles más o menosocultos convivían con sentimientos de mutuo respe-to, admiración y acaso amor.

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Nota bibliográfica

Para escribir este libro se consultaron diversas fuen-tes: libros, entrevistas, cartas, periódicos, etc. A conti-nuación se enuncian las principales. Los libros con-sultados sobre la vida de WSB antes y durante su es-tancia en México son: Ted Morgan, Literary Outlaw,Avon Books, NY, 1990; Barry Gifford y LawrenceLee, Jack's Book, St. Martin Press, NY, 1994; CarolynCassady, Off the Road, William Morrow and Com-pany, NY, 1990 (la cita de la carta de Ginsberg a la au-tora después de la muerte de Joan fue sacada de estafuente). Sobre la vida de WSB en México se entrevis-taron a las siguientes personas: Doña Marina, inquili-na del edificio de Orizaba 210, colonia Roma; Ma-nuel Mejía, ex-empleado del edificio de Monterrey122, colonia Roma; Lupita Peñaloza, sobrina de Jua-nita Peñaloza, administradora del edificio de Monte-rrey 122; John Paddock, ex-estudiante del MexicoCity College; Miguel López Sandoval, abogado queconoció a Bernabé Jurado; María del Carmen Juárez,ex-empleada de la Cárcel de Mujeres de la Ciudad de

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México que conoció a Lola la Chata; John Healy, ex-compañero de WSB en México; y WSB. Se consulta-ron los siguientes diarios: Excélsior, El Nacional, No-vedades y La Prensa, de donde se reproducen algunasde las fotografías que se publican. Sobre algunos tes-timonios de Lewis Marker, Eddie Woods, Hal Chase,Kells Elvins y Marianne Wolf, se consultaron los ar-chivos de Ted Morgan (las citas de Kells Elvins y Ma-rianne Wolf están sacadas esta fuente). Se consulta-ron los siguientes libros de Jack Kerouac: On theRoad, Tristessa, Lonesome Traveller, Dr. Sax. La co-rrespondencia de WSB que se cita fue tomada deThe letters of William S. Burroughs 1945-1959,Viking, NY, 1993. Las obras de WSB que se consulta-ron y se citaron fueron: Junky, Penguin Books, NY,1977; Queer, Penguin Books, NY, 1985; con AllenGinsberg: Cartas del Yagé, Star Books, Barcelona,1977; y de William Burroughs III: Jamón de Kentu-cky, Star Books, Barcelona, 1977. Se consultaron losarchivos de la Universidad de Columbia para exami-nar parte de la correspondencia de Kerouac y Gins-berg. Sobre el México de la época se leyó y citó: Sal-vador Novo, La vida en México en el periodo presi-dencial de Miguel Alemán, Empresas Editoriales, Mé-xico, 1967. También los boletines del Mexico CityCollege de la época.

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