Estilos Parentales y Rendimiento Académico en estudiantes de 9 a 12 años residentes del Municipio de Itagüí Artículo Trabajo de grado III Itagüí, 2020-II Deyci Liliana Gallego Granados Lizeth Carolina Morales Carmona Sandra Yuliana Gallego Granados Yancelly Cardona Benavides Docente Jaime Pareja
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Estilos Parentales y Rendimiento Académico en estudiantes de 9 a 12 años residentes del
Municipio de Itagüí
Artículo
Trabajo de grado III
Itagüí, 2020-II
Deyci Liliana Gallego Granados
Lizeth Carolina Morales Carmona
Sandra Yuliana Gallego Granados
Yancelly Cardona Benavides
Docente
Jaime Pareja
La investigación estilos parentales y rendimiento académico, es llevada a cabo en el
Municipio de Itagüí, con 14 estudiantes de 9 a 12 años y 15 de sus padres o cuidadores,
quienes aceptaron de manera voluntaria por medio de consentimiento informado participar
en el proceso, dicha investigación es desarrollada por estudiantes de Psicología de la
Institución Universitaria Tecnológico de Antioquia en al año 2020; cuenta con el objetivo
de identificar la relación existente entre las variables mencionadas y en el marco de los
objetivos secundarios, se abordan aspectos como el alto y bajo rendimiento académico con
relación a los estilos parentales, la motivación de los estudiantes en este ámbito y la
dinámica de las familias frente a las tareas de carácter educativo y el acompañamiento en
las mismas, teniendo este como un aspecto relevante y significativo en algunos tipos de
estilos educativos.
Esta investigación es de corte mixto, de tipo no experimental y utiliza un diseño de
triangulación DITRIAC. Se basa en la teoría fundamentada y toma una muestra no
probabilística, pues no se pretende generalizar sus resultados. Utiliza la técnica de muestreo
conocida como bola de nieve y no tiene participación de menores con problemas
psiquiátricos. Se utilizó una encuesta para los padres o cuidadores y una entrevista
semiestructurada para los menores.
De este modo, la educación es comprendida como un proceso fundamental en donde
el ser humano se forma adquiriendo conocimientos y herramientas con el fin de desarrollar
habilidades, destrezas e intereses necesarios para el comportamiento social. Hoy en día las
instituciones utilizan diversos métodos para evaluar el aprendizaje de sus estudiantes,
generalmente realizan exámenes o pruebas, con el fin de validar estos conocimientos y
posteriormente obtener un resultado para identificar el rendimiento académico, (Ortiz &
Moreno, 2016). Tal como lo evidenciamos en nuestra investigación, las Instituciones
Educativas de los participantes utilizan métodos cuantitativos, para la evaluación del
conocimiento adquirido durante los procesos de enseñanza, estos se encuentran regidos por
el Decreto 1290 de 2009 del ministerio de educación colombiano, contando con una escala
de valoración a nivel nacional, para educación básica y media, clasificando el desempeño
obtenido por los estudiantes en: desempeño superior, desempeño alto, desempeño básico y
desempeño bajo.
Se puede decir que una de las variables con mayor influencia en el rendimiento
académico es la de los estilos parentales, donde los padres o cuidadores juegan un papel
muy importante, especialmente en los primeros años de vida inculcando comportamientos y
normas ciudadanas (Ortiz Zavaleta, M. & Moreno, Almazán, O. 2016). Así mismo, en
sentido del acompañamiento que puedan ofrecerles a sus hijos frente a la crianza, ligada a
estrategias de desarrollo de compromisos educativos. De acuerdo con lo anterior y en
relación con los resultados de nuestra investigación, consideramos pertinentes los patrones
de crianza que han tenido nuestros participantes en edad escolar, donde han tenido el
acompañamiento de sus padres desde la infancia, lo que puede significar que han tenido un
mejor acompañamiento por parte de ellos para cumplir con las responsabilidades
académicas. es así, como se puede entender que el comportamiento de los niños, se deriva
principalmente de la influencia familiar, teniendo implicación en diferentes aspectos
incluido los resultados académicos.
En esta investigación se toman los estilos parentales desde la perspectiva propuesta
por Schaefer, 1959 (citado en Veintimilla, 2015). Está el estilo democrático donde los
padres tienen alto grado de exigencia, establecen reglas y son firmes en ellas, hacen uso de
sanciones adecuadas, pero están dispuestos a escuchar a sus hijos y llegar a acuerdos, los
ayudan a ser independientes y les ofrecen orientación. Dicho estilo predominó en nuestra
investigación, muy coherente con aspectos evidenciados en la dinámica familiar como la
comunicación, la independencia para toma de decisiones y acciones, respetando los límites
y reglas del hogar, así mismo, se observó el afecto, la supervisión y guía de conductas que
según los cuidadores se brindan para el bienestar de los niños.
Seguido está el estilo autoritario donde los padres por su alto nivel de exigencia
valoran la obediencia estricta y prestan poca atención a las necesidades de sus hijos,
imponen reglas y órdenes, las cuales no pueden ser cuestionadas ni negociadas. Los
resultados indican que el autoritario es el estilo que le sigue al principal por lo que se puede
hablar de una relación efectiva entre ambos estilos para generar un vínculo parental que
permita el control entre los límites y dependencia de los niños y niñas.
En el estilo permisivo los padres tienen poco control a la hora de guiar a sus hijos y
exigen poca madurez, evitan en mayor medida la posición de autoridad y la imposición de
restricciones; no tienen la capacidad de establecer normas, tareas u horarios. Gracia, García
& Lila (2008), hacen referencia en este estilo a los padres que exigen un comportamiento
responsable, fomentando la independencia y la individualidad. Que una pequeña parte de la
muestra se ubique en este estilo, se apoya con lo evidenciado en el proceso de las
entrevistas donde algunos menores parecían necesitar aprobación por parte de sus padres al
momento de dar respuestas, lo que indica una posición de proximidad en la relación la cual
brinda seguridad a los menores que de cierta manera tienen en cuenta a los cuidadores y a
su vez, los cuidadores están al pendiente de ellos.
Finalmente está el estilo negligente, conformado por padres con pobre o nula
implicación afectiva hacia sus hijos y un alto nivel de rechazo y hostilidad; no son
exigentes y no ponen normas; por el contrario, son muy permisivos, puede ser por falta de
tiempo, poco interés y por comodidad. De acuerdo con lo anterior, nuestra investigación
encuentra que algunos de los padres, cuentan con normas de crianza basadas en todos los
estilos parentales, lo que puede indicar una mayor flexibilidad al actuar y afrontar diversas
situaciones que se presenten con sus hijos, tal como lo explicaban al momento de responder
el cuestionario o de acuerdo con lo comentado por los niños, durante la entrevista; sin
embargo, los resultados arrojaron el estilo democrático como el estilo predominante de los
participantes, seguido del estilo autoritario.
Con la información recolectada durante el proceso investigativo, el estilo
democrático de Schaefer (1959, según Veintimilla 2015) es el estilo en que el padre tiene
un papel de autoridad claro, pero también de carácter sensible, lo cual facilita la autonomía
por medio de la comunicación y reglas flexibles sin dejar de lado la fortaleza de su carácter
al momento de ejercer el castigo, el cual está fundamentado en la claridad de este y en el
objetivo al que se pretende llegar. En este sentido, la investigación también arroja que la
totalidad de los padres y cuidadores participantes, considera que demostrar afecto a sus
hijos no significa perder la autoridad frente a ellos y que esto posibilita un mejor
desempeño en diferentes ámbitos, incluido el escolar. A su vez, la mayoría de los
encuestados considera que mantiene un equilibrio entre el cuidado, el afecto, el control y
los límites que los hijos deben tener, además de considerar que escuchan a sus hijos,
dialogan con ellos y son flexibles cuando lo consideran apropiado.
Es así, como todo lo mencionado anteriormente frente a los estilos, corrobora lo
encontrado respecto a las bases de crianza de los padres de nuestra investigación. Así
mismo, la revisión de estudios previos nos muestra diversos resultados en cuanto a las
variables que se relacionan con los estilos parentales y el rendimiento académico. Por
ejemplo (Sánchez y Valdés, 2011), indican que no hay relación entre la composición de la
familia y el desempeño académico, pero si entre la dinámica familiar y el rendimiento. En
este aspecto, que se decidió dentro la investigación indagar la variable de estado civil y se
encontró relacionada de la siguiente manera: 36% de los padres son casados, 29% son
solteros, 21% se encuentran en unión libre, y los padres separados o divorciados
comprenden el 14%; igualmente, se reconoce la variable número de hijos por hogar, así:
hijo único, 7 hogares; 2 hijos, 4 hogares; 3 hijos o más, 3 hogares
Ahora bien, dado que los resultandos de esta investigación, muestran mayor
predominio del estilo democrático en los participantes, así mismo un rendimiento
académico satisfactorio, podemos decir respecto a las variables estado civil y número de
hijos, que no hay influencia de las mismas en los estilos de crianza, ni en el rendimiento
académico concordando con (Sánchez y Valdés, 2011) lo que nos lleva a una contradicción
frente a lo expuesto por Torío-López et al. (2008, citado en Jorge y González, 2017)
quienes indicaron que los estilos están enmarcados por factores como la cantidad de hijos
que se tienen y el género de cada uno.
Así, tomando en cuenta la tipología de familia, la investigación no encuentra datos
en otros estudios que permitan hacer conclusiones acerca de esta variable, sin embargo,
desde los resultados, podemos indicar que no existe relación entre estas tipologías y el
rendimiento académico de los niños y niñas; puesto que el 43% hace parte de una familia
nuclear, el 36% de una familia extensa, el 14% de una familia monoparental y el 7% de una
familia de acogida y como se mencionó anteriormente, todos están ubicados en el estilo
parental democrático.
En la variable nivel educativo de los padres o cuidadores, nuestros resultados
muestran que solo el 40% tiene estudios superiores, el 33,33% estudios de nivel medio y el
26,66% se encuentra en un nivel de formación bajo. Garbanzo (2007), citado en Heredia y
Camacho (s.f), señalan que el nivel de escolaridad de los padres ejerce una alta influencia
en el rendimiento académico de los hijos lo cual concuerda con Meza, Salazar & Berrío
(2017), quienes indican que el nivel educativo de los padres tiene especial importancia para
el acompañamiento, debido al nivel de comprensión que se necesita para la realización de
las actividades. También (Estebaranz y Mingorance 1995, citados en (De Miguel, 2001,
p.89), el cual fue también citado en Meza, Salazar, & Berrío (2017) manifiestan que los
códigos lingüísticos que usa la familia, se relacionan con su nivel educativo y permiten
tener conversaciones que concuerden con los de la escuela.
Basados en lo anterior, la investigación en este aspecto muestra que no hay relación
entre el nivel educativo de los padres o cuidadores, con el rendimiento académico de los
menores, considerando que en la muestra incluida hay diferentes niveles educacionales en
los adultos y en términos generales, buen rendimiento académico en los niños y niñas
participantes. Es importante aclarar que, el nivel educativo del 43% de los menores
participantes, es básica primaria y esto podría sugerir un menor nivel de dificultad para los
padres; sin embargo, a medida que incrementan los grados escolares también aumenta la
dificultad en los contenidos y actividades académicas y en estas etapas no se podría
desestimar dificultades por parte de los padres para apoyar a los hijos.
Por otra parte, Pérez-Díaz y cols. (2009) citado en Alcaina (2017), han
mencionado que “el porcentaje de padres que muestra una mayor implicación y ejerce una
participación más efectiva se incrementa a medida que lo hace su nivel de estudios”. En
este punto podemos tener en cuenta la variable del acompañamiento, donde el 93% de los
padres encuestados en esta investigación refiere estar pendiente de las actividades
curriculares de su hijo, lo cual puede contradecir lo anterior si recordamos que la mayoría
cumple con el acompañamiento, pero los niveles de estudio no son todos superiores.
De esta manera, podemos coincidir con Heredia & Cannon (2017) en su estudio
factores familiares que afectan el desempeño escolar de los alumnos de secundaria en San
Luis Potosí en México, quienes concluyen que estudiantes con madres con mayor tiempo
disponible para acompañarlos, obtuvieron mejor rendimiento académico, incluso cuando
las madres tenían un bajo nivel educativo.
No obstante, acorde a la información anterior, Pérez (2016) encontraron que
efectivamente “el rendimiento de los estudiantes está relacionado con el nivel educativo de
la familia en todos los países más desarrollados del mundo”, esto según evaluaciones del
informe PISA de la organización para la cooperación y el desarrollo económico. Es
importante tener en cuenta que esta afirmación se estableció para países con más desarrollo,
posiblemente por eso los resultados difieren a los nuestros, en vista de que somos un país
subdesarrollado.
Otros como, (Haager et al. 1995, citado en Robledo y García 2009) hacen referencia
al éxito o fracaso académico. La revisión muestra que aspectos como la percepción que
tienen los padres frente a los hijos tiene un papel importante e influye directamente en su
rendimiento. Peregrina, García y Casanova s.f. (citado en Murillo 2013) comentan que el
rendimiento académico se establece en función de la percepción que los niños y niñas
tienen sobre su capacidad, pero también de la competencia cognitiva y la influencia de la
familia por medio del afecto. Esto apoya lo que encontramos en los resultados, los cuales
muestran que los padres o acudientes de 13 de los 14 niños participantes perciben en los
niños nivel de rendimiento académico entre los niveles alto y superior.
Añadido a la variable percepción, está la motivación respecto a la cual se encuentra
en las entrevistas que al 85,71% de los menores les gusta estudiar y este interés se origina
en expectativas direccionadas a su futuro, donde la mayoría de los estudiantes manifiestan