Acceso usuarios Crudo y sincero Barcelona Personajes El Cervantes «Me parece importante que la primera frase de una novela agarre al lector, tenga su interés y, si es posible, que sea una sítesis del tema central. Parece que no iba desacertado. La derrota forma parte de la vida del hombre, vamos abocados a perder esa guerra finalmente, que es la de la vida» (sobre 'El embrujo de Shanghai') «Toda buena novela lleva implícita en el tema central el fracaso» «Siempre me ha interesado más el vencido que el vencedor, de una forma intuitiva, institivamente. Los personajes que me interesan son los derrotados» «Todo lo que ocurra en la calle que afecte a las personas se puede convertir en materia literaria, es posible que surja un relato sobre estos tiempos que estamos viviendo» JUAN MARSÉ Prohibida la nostalgia por ANTONIO LUCAS | Vídeo: ZOE RODRÍGUEZ Cuando se cumplen 20 años de 'El embrujo de 'Shanghai' y 40 de 'Si te dicen que caí', el escritor nos recibe en su casa de Barcelona Juan Marsé escribe en un despacho con ventanas a la calle. Apoya los folios y los libros en una mesa amplia, de madera maciza. Escribe de espaldas a unos anaqueles surtidos de fotografías apoyadas en los lomos de los libros. Tiene dos o tres retratos de Jaime Gil de Biedma, fotos con Vázquez Montalbán, con Carmen Balcells, con su nieto, con Celaya en San Sebastián... También un planetario de actrices de aquel Hollywood de los 40 expuestas como jilgueros en blanco y negro. Entre los aperos de escritor gasta lupa, bolígrafos, lápices, abrecartas y algún cuaderno en barbecho...Todo en un orden loco y necesario. A Marsé hay que entenderlo como lo que es: uno de los narradores principales de la segunda mitad del siglo en España. Un autor que abrió la escotilla de su vida con esa escritura de fuerza que con las décadas acumula reflexión, memoria, lirismo, portales abiertos, fachadas leprosas, burgueses, parias, energúmenos, madres, macarras, pijoapartes, un padre ausente, calles sin pavimento, sombras, fríos y amores. Pero lo suyo nunca es desahogo, sino genuina ficción, realismo cruel y ejemplar. Compasión sutilísima hacia esos seres derrotados que son parte principal de la geografía humana de sus libros. Diríamos que Marsé tiene en la memoria el ajuar de su obra. No al modo sentimental de la patria de Rilke, sino a la manera Entrevista
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Acceso usuarios
Crudo y sincero Barcelona Personajes El Cervantes
«Me parece importante que la
primera frase de una novela
agarre al lector, tenga su interés
y, si es posible, que sea una
sítesis del tema central. Parece
que no iba desacertado. La
derrota forma parte de la vida
del hombre, vamos abocados a
perder esa guerra finalmente,
que es la de la vida»
(sobre 'El embrujo de Shanghai')
«Toda buena novela lleva
implícita en el tema central el
fracaso»
«Siempre me ha interesado más
el vencido que el vencedor, de
una forma intuitiva,
institivamente. Los personajes
que me interesan son los
derrotados»
«Todo lo que ocurra en la calle
que afecte a las personas se
puede convertir en materia
literaria, es posible que surja un
relato sobre estos tiempos que
estamos viviendo»
JUAN MARSÉ
Prohibida la nostalgiapor ANTONIO LUCAS | Vídeo: ZOE RODRÍGUEZ
Cuando se cumplen 20 años de 'El embrujo de 'Shanghai' y 40 de 'Si tedicen que caí', el escritor nos recibe en su casa de Barcelona
Juan Marsé escribe en un despacho con ventanas a la calle. Apoya los folios y loslibros en una mesa amplia, de madera maciza. Escribe de espaldas a unosanaqueles surtidos de fotografías apoyadas en los lomos de los libros. Tiene dos otres retratos de Jaime Gil de Biedma, fotos con Vázquez Montalbán, con CarmenBalcells, con su nieto, con Celaya en San Sebastián... También un planetario deactrices de aquel Hollywood de los 40 expuestas como jilgueros en blanco y negro.Entre los aperos de escritor gasta lupa, bolígrafos, lápices, abrecartas y algúncuaderno en barbecho... Todo en un orden loco y necesario.
A Marsé hay que entenderlo como lo que es: uno de los narradores principales dela segunda mitad del siglo en España. Un autor que abrió la escotilla de su vida conesa escritura de fuerza que con las décadas acumula reflexión, memoria, lirismo,portales abiertos, fachadas leprosas, burgueses, parias, energúmenos, madres,macarras, pijoapartes, un padre ausente, calles sin pavimento, sombras, fríos yamores. Pero lo suyo nunca es desahogo, sino genuina ficción, realismo cruel yejemplar. Compasión sutilísima hacia esos seres derrotados que son parte principalde la geografía humana de sus libros. Diríamos que Marsé tiene en la memoria elajuar de su obra. No al modo sentimental de la patria de Rilke, sino a la manera
visceral de los crecidos en el barrio del Guinardó de Barcelona, añada del 33. Deesas calles, de aquel clima torcido, viene el territorio mítico que recorre la narrativa deJuan Marsé. La que hace su primera muesca de intensidad en 'Si te dicen que caí',una pieza de relojería extraordinaria. «Hay una memoria compartida, que no deberíaarrogarse nadie, una memoria que fue durante años sojuzgada, esquilmada ymanipulada», dijo en el discurso de recepción del Premio Cervantes en 2009.
Ahora se cumplen cuatro décadas de la publicación de esa novela en España. Nopudo imprimirse aquí hasta que Franco palmó. La censura, tan censora, tanabsurda, tan mediocre, lo prohibió. La primera edición se hizo en México, en 1973.Marsé tenía entonces 40 años y rompió las costuras de sus trabajos anteriores conun retrato de la generación de posguerra trazado con salfumán. «En esas lentas ysilenciosas suturas que se producen entre hechos reales y hechos ficticios, en eseartificio, es donde la novela crece», apuntó el mismo a finales de los 70. 'Si te dicenque caí' es el cauce inaugural de la gran narrativa del escritor catalán. La quellega hasta otra de sus piezas celebradas, 'El embrujo de Shanghai', que tambiéncumple (pero 20 años). Una relato de posguerra y maquis, de ajustes de cuentas, deadolescentes que prefieren habitar realidades paralelas. Y, principalmente, de lacerteza de que «los sueños juveniles se corrompen en boca de los adultos». Es laprimera frase de la historia, que actúa como un corazón de aguja de la narración.
Marsé, sin embargo, quería tocar el piano, pero a los 13 años tuvo que entrar decurrela en un taller de joyería. Asqueado, a los 26 puso la punta del pitillo endirección a la Junquera y se marchó a París. Allí se buscó la vida como profesor deespañol del poeta Pierre Emmanuel y de la hija del pianista Casadesus (Teresa, eleco de aquella otra Teresa de sus 'Últimas tardes...'), tradujo guiones, fue mozo delaboratorio en el Instituto Pasteur, se afilió al Partido Comunista y asistió a lashomilías teóricas de Jorge Semprún. Regresó a Barcelona dos años más tarde ydecidió que la literatura era el único dios verdadero. Escribió sin tregua ajeno alfervorín literario hasta que Barral, Gil de Biedma, Castellet y demás tropa dieron conél y fliparon.
Es un escritor que prefiere no estar cargado de razón. Y así ha ido conquistando unavoz dura injertada de sutilezas amplias. Pues la de Marsé es una tonalidad narrativadelicada y bronca. Quizá un retrato exacto de sí mismo, capaz de la risa y la batallaen un mismo minuto. Observador de ojos en punta desde su planta de púgil con lacabeza cuadrada. Juan Marsé es un tipo que ha preferido en la vida (y en la obra)no hacer concesiones. No se sonambuliza tampoco con el pasado. No le interesa lanostalgia. Es, como dijo Dionisio Ridruejo, el hombre menos afectado del mundo. Yeso, en un mundo como éste, resulta algo más que una conquista: el modoincalculable de ser uno mismo.