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ENTENDER LA BIBLIA PARA ORAR CON LA BIBLIA “Tu palabra es
lámpara para mis pasos, y una luz en mi camino.” Sal. 119, 105
Encontramos a Jesús en las Sagrada Escritura, leída en la
Iglesia. La Sagrada Escritura, “Palabra de Dios
escrita por inspiración del Espíritu Santo”, es –con la
Tradición- fuente de vida para la Iglesia y alma de su
acción evangelizadora. Desconocer la Escritura, es desconocer a
Jesucristo y renunciar a anunciarlo. (…)
Es condición indispensable el conocimiento profundo y vivencial
de la Palabra de Dios. Por esto, hay que
educar al pueblo en la lectura y la meditación de la Palabra:
que ella se convierta en su alimento para que,
por propia experiencia, vea que las palabras de Jesús son
Espíritu y Vida. (cf Jn 6,63). De lo contrario,
¿Cómo van a anunciar un mensaje cuyo contenido y espíritu no
conocen a fondo? Hemos de fundamentar
nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la Roca de
la Palabra de Dios.
DOCUMENTO DE APARECIDA 247
La oración cristiana es un diálogo con Dios, un encuentro entre
dos interioridades. (Padre Ignacio Larrañaga)
¿Cómo descubrir la interioridad de Dios? Que mejor que la
Sagrada Escritura.
La Sagrada Escritura no es un libro fácil de entender. Es
importante entender la Biblia para comprender el corazón de
Dios, para sumergirnos en las profundidades de Dios.
¿Qué significa ENTENDER?
Y se decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos
hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?».
Lc. 24,32
Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en
medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes».
Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu. Lc.
24,36-37
Después les dijo: «Cuando todavía estaba con ustedes, yo les
decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito
de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos».
Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran
comprender las Escrituras. Lc. 24,44-45
Naturaleza de los discípulos: Inteligencia, mente. Apertura,
docilidad, acogida. Acción de Cristo Resucitado y su Espíritu:
Comprensión, Entendimiento.
“Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo”
San Jerónimo, Prólogo del Comentario a Isaías
IGNORAR = DESCONOCER
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Escuchen la palabra del Señor, israelitas, porque el Señor tiene
un pleito con los habitantes del país; ya no
hay fidelidad, ni amor, ni conocimiento de Dios en el país.
Os.4,1
En el Génesis leemos que Adán conoció (hebreo=yadah) a Eva, y
debido a que la conoció a Eva, concibió y dio a luz a
un hijo. Gen. 4,1
Sentido bíblico de “conocer”:
Mental, categórico
Afectivo
Personal, relacional
Práctico, experiencial
Conocer implica un proceso similar al enamoramiento. Conocer a
Cristo significa entablar una relación espiritual de
amor, por lo tanto:
IGNORAR la Biblia significa empobrecimiento de mi relación con
Cristo.
“Es necesario, pues, que todos los clérigos, sobre todo los
sacerdotes de Cristo y los demás que como los
diáconos y catequistas se dedican legítimamente al ministerio de
la palabra, se sumerjan en las Escrituras
con asidua lectura y con estudio diligente, para que ninguno de
ellos resulte "predicador vacío y superfluo de
la palabra de Dios que no la escucha en su interior", puesto que
debe comunicar a los fieles que se le han
confiado, sobre todo en la Sagrada Liturgia, las inmensas
riquezas de la palabra divina.
De igual forma el Santo Concilio exhorta con vehemencia a todos
los cristianos en particular a los
religiosos, a que aprendan "el sublime conocimiento de
Jesucristo", con la lectura frecuente de las divinas
Escrituras. "Porque el desconocimiento de las Escrituras es
desconocimiento de Cristo". Lléguense, pues,
gustosamente, al mismo sagrado texto, ya por la Sagrada
Liturgia, llena del lenguaje de Dios, ya por la
lectura espiritual, ya por instituciones aptas para ello, y por
otros medios, que con la aprobación o el
cuidado de los Pastores de la Iglesia se difunden ahora
laudablemente por todas partes. Pero no olviden que
debe acompañar la oración a la lectura de la Sagrada Escritura
para que se entable diálogo entre Dios y el
hombre; porque "a El hablamos cuando oramos, y a El oímos cuando
leemos las palabras divinas.”
D.V. 25
PALABRA Y REVELACIÓN “En el principio era la Palabra…”
(Jn 1:1)
PALABRA
Encontramos en la Biblia dos voces griegas para decir “palabra:
“rema” y “logos”. “Rema” significa específicamente la “palabra
hablada”. En cambio “Logos” –que significa simplemente “palabra” –
es un término más amplio y con mucho más relevancia en toda la
Biblia. Tiene múltiples significados, pero todos ellos se
sintetizan en su significado más pleno: es la Segunda Persona de la
S.S. Trinidad, el Hijo de Dios, Jesucristo. Veamos, algunos pasajes
que nos muestran la riqueza de significados del término
“logos”:
Palabra creadora de Dios: “Entonces Dios dijo: «Que exista la
luz». Y la luz existió.” Gn. 1,3.
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Palabra por la cual Dios habla y se relaciona con el hombre:
“Pero aquella misma noche, la palabra del Señor
llegó a Natán en estos términos…” 1 Cr. 17,3.
Palabra eficaz, por la cual Dios obra maravillas: “Para que
ustedes sepan que el Hijo de hombre tiene sobre la
tierra el poder de perdonar los pecados –dijo al paralítico– yo
te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a
tu casa». El se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la
vista de todos.” Mc 2, 10-12.
Palabra de la promesa divina: “En él, ustedes, los que
escucharon la Palabra de al verdad, la Buena Noticia de
la salvación, y creyeron en ella, también han sido marcados con
un sello por el Espíritu Santo prometido.” Ef.1,
13.
Palabra reveladora: “En efecto, yo fui constituido ministro de
la Iglesia, porque de acuerdo con el plan divino,
he sido encargado de llevar a su plenitud entre ustedes la
Palabra de Dios, el misterio que estuvo oculto
desde toda la eternidad y que ahora Dios quiso manifestar a sus
santos. A ellos les ha revelado cuánta riqueza
y gloria contiene para los paganos este misterio, que es Cristo
entre ustedes, la esperanza de la gloria.” Col., 1,
25-27.
Palabra que enseña: “Tu palabra es lámpara para mis pasos, y una
luz en mi camino.” Sal. 119, 105
Palabra que penetra el corazón del hombre: “Porque la Palabra de
Dios es viva y eficaz, y más cortante que
cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del
alma y del espíritu, de las articulaciones y de la
médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del
corazón.” Hb. 4,12.
Palabra eterna: “Al principio existía la Palabra, y la Palabra
estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al
principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por
medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada
de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la
luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y
las tinieblas no la percibieron.” Jn. 1,1-5.
Palabra que se hace carne: es JESUCRISTO: “Y la Palabra se hizo
carne y habitó entre nosotros. Y nosotros
hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo
único, lleno de gracia y de verdad.” Jn. 1, 14.
Palabra que gesta frutos: “Así como la lluvia y la nieve
descienden del cielo y no vuelven a él sin haber
empapado la tierra, sin haberla fecundado y hecho germinar, para
que dé la semilla al sembrador y el pan al
que come, así sucede con la palabra que sale de mi boca: ella no
vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo
que yo quiero y cumple la misión que yo le encomendé.” Is.
55,10-11
“Jesús hizo también muchas otras cosas.
Si se las relata detalladamente, pienso que no bastaría todo el
mundo
para contener los libros que se escribirían”
Jn. 21,25
Es necesario saber que, NO TODO ESTÁ EN LA BIBLIA. TODO está en
CRISTO, en la PERSONA DE CRISTO.
Un libro no agota la persona de Cristo.
La BIBLIA es un camino privilegiado para llegar a
JESUCRISTO.
En la condescendencia de su bondad, Dios, para revelarse a los
hombres, les habla en palabras humanas: “La palabra
de Dios, expresada en lenguas humanas, se hace semejante al
lenguaje humano, como la Palabra del eterno Padre
asumiendo nuestra débil condición humana, se hizo semejante a
los hombres” (DV, 13)
REVELACIÓN El término “REVELACIÓN” proviene de dos palabras
griegas.
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La primera de ellas, “kalyptõ”, que significa “cubrir,
esconder”. Es decir, “REVELACIÓN” hace referencia a algo que
está cubierto, escondido, es decir, a algo misterioso, que no
podemos conocer.
La segunda palabra es “apo”, que indica “separación”. Al unir
estas dos palabras [apo + kalyptõ], tendremos verbo
griego “apokalyptõ”, que significa “quitar el velo”,
“descubrir”, “revelar”.
La palabra griega “apokalypsis” nos es familiar, puesto que de
ella sale el nombre del último libro de la Biblia, el
Apocalipsis, que precisamente se traduce como el libro de la
Revelación. Pero veremos cómo éste término está
presente en toda la Sagrada Escritura. En su forma de sustantivo
o verbo, aparece hasta 89 veces en toda la Biblia. En
el libro de Daniel es donde más aparece el término
“apokalypsis”, a tal punto que es considerado un libro
“apocalíptico”.
Busquemos en la Biblia la palabra “REVELACIÓN” en los 3 sentidos
principales en que ella aparece:
Revelación de los misterios divinos: “Y Jesús le dijo: «Feliz de
ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha
revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el
cielo.” Mt. 16,17
Cristo, plenitud de la Revelación: “Pero cuando Dios, que me
eligió desde el seno de mi madre y me llamó por
medio de su gracia, se complació en revelarme a su Hijo, para
que yo lo anunciara entre los paganos…” Gal.
1,15-16
Revelación final: “En efecto, toda la creación espera
ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios.” Rom.
8,19
Hay 2 tipos de REVELACIÓN: REVELACIÓN NATURAL Y REVELACIÓN
SOBRENATURAL.
En la vida del hombre surgen las preguntas existenciales. A
donde no llega la revelación natural, es donde, si somos
dóciles, irrumpe la revelación sobrenatural.
Razón y fe, las “dos alas” del espíritu humano. San Juan Pablo
II
• La “razón” tiene límites: no puede explicar todo
• La “fe” no significa creer en el “absurdo”: posee una base de
racionalidad.
• El hombre tiene necesidad de una “revelación sobrenatural”
• Dios sale al encuentro del hombre y se revela
• “Condescendencia divina”: la adaptación amorosa de Dios, que
habla al hombre en lenguaje humano el “mutuo
acostumbrarse entre Dios y el hombre” (San Ireneo)
Y se decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos
hablaba en el camino
y nos explicaba las Escrituras?».
Lc. 24, 32
LOS ESPERAMOS EL PROXIMO JUEVES =)
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ENTENDER LA BIBLIA PARA ORAR CON LA BIBLIA “Tu palabra es
lámpara para mis pasos, y una luz en mi camino.” Sal. 119, 105
“Toda la Escritura está inspirada por Dios, y es útil para
enseñar y para argüir, para corregir y para educar en la
justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté
preparado para hacer siempre el bien.” 2 Tim. 3,16-17
El término “INSPIRACIÓN” nos conduce al sustantivo griego
“pneuma”, que tiene un significado riquísimo,
dependiendo del contexto en que se ubica. El término “pneuma”
–que propiamente significa “soplo, aliento,
viento”– hace referencia a una realidad invisible y poderosa.
Desde tiempos muy antiguos, “pneuma” fue
utilizada para hacer referencia a la actuación creadora de Dios;
el término también se aplicaría a la actuación
inspiradora de Dios, que habló a través de sus profetas;
finalmente, el “soplo” es identificado con la tercera
Persona de la S. S. Trinidad, el Espíritu Santo.
Se trata de un soplo creador, transformador, un principio de
vida, renovador y eficaz, capaz de penetrar en el
interior del hombre, moverlo e inspirarlo para que también pueda
crear, dar vida, actuar, transformar el mundo.
Soplo que da vida: “Entonces el Señor Dios modeló al hombre con
arcilla del suelo y sopló en su nariz un aliento de vida. Así el
hombre se convirtió en un ser viviente.” Gén 2, 7
Soplo que inspira a los profetas y apóstoles:
Ahora, vamos a detenernos en el término “pneuma” en el sentido
de SOPLO INSPIRADOR DE DIOS en aquellos autores elegidos para que
transmitieran la Revelación por escrito. Hay que decir que el
aprecio que se tenía a estos hombres y a sus obras no se debía a su
valía personal –todo lo contrario, puesto que en la mayoría de los
casos los profetas eran hombres incomprendidos y perseguidos a
causa de su mensaje y de su forma de ser– ni a sus cualidades
literarias, ni a su conocimiento humano, de las cosas o de la
historia –muchas veces, las profecías eran rechazadas y pocos les
daban crédito–. El aprecio que ellos adquirieron con el tiempo se
debió a los milagros que Dios fue obrando por medio de mucho de
ellos, y también por el hecho de que las profecías se cumplieron.
Eran hombres verdaderamente movidos por el Espíritu divino que les
capacitaba para colaborar en el plan salvador de Dios. San Pablo,
que por haber conocido la plenitud de la Revelación tenía un
conocimiento más completo de los
misterios divinos, nos habla de los “carismas”, entre ellos, el
de la “profecía”. La inspiración divina es un “carisma”
(don) que Dios da a una persona para el beneficio de toda la
comunidad.
“Después me dijo: «Estas palabras son verdaderas y dignas de
crédito. El Señor Dios que inspira a los profetas
envió a su mensajero para mostrar a sus servidores lo que tiene
que suceder pronto” .Ap. 22, 6
La Escritura es inspirada por Dios:
En los profetas, hemos de tomar en cuenta la presencia de la
Palabra hablada. Los profetas fueron predicadores
de la Palabra divina que luego pasaron a ser Palabra escrita. En
varias ocasiones, el Señor Jesús recurre a la
autoridad de las Escrituras para fortalecer sus enseñanzas y
probar su origen divino. Posteriormente los
Apóstoles, siguiendo el ejemplo de Cristo, vieron en ella un
libro escrito por hombres, pero dirigidos por el
Espíritu de Dios.
“Porque ninguna profecía ha sido anunciada por voluntad humana,
sino que los hombres han hablado de parte de
Dios, impulsados por el Espíritu Santo.” 2 Pe. 1,21
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CANON BIBLICO
¿Cuáles son los libros inspirados… y por qué no otros?
CANON: Significa “norma”, es decir, la lista de los libros que
son normativos para la vida cristiana. Indica un
número cerrado, definido; es un criterio de unidad. Incluye a
los libros consagrados, es decir, divinamente
inspirados. La definición del canon es en favor del bien estar
común de la Iglesia.
En total, son 73 escritos canónicos los que forman la
Biblia:
46 escritos del Antiguo Testamento
27 escritos del Nuevo Testamento
El Antiguo Testamento comienza con un conjunto de cinco libros,
a los cuales los traductores griegos dieron el
nombre de Pentateuco (penta = cinco; teuco = instrumentos, de
donde provino luego la expresión "estuches"
para los rollos de papiro y finalmente "libros"). Los judíos
llaman a estos cinco libros la Torah o la Ley y los cinco
libros eran cada uno un "quinto" de la Ley. Luego siguen los
Libros Históricos, los Libros Sapiensales (Salmos, Job,
Proverbios, etc) y los libros Proféticos (Josué, Rut, Samuel I y
II, etc).
El Nuevo Testamento se divide de la siguiente manera:
Evangelios, Hechos de los Apóstoles, Cartas y Cartas
Católicas y el Apocalipsis.
GENEROS LITERARIOS
HISTORIOGRAFÍA
LEY
PROFECÍA LÍRICA
SABIDURÍA
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APOCALIPTICA
CARTAS
¿Qué podemos aprender nosotros de san Jerónimo?
Me parece que sobre todo podemos aprender a amar la palabra de
Dios en la sagrada Escritura. Dice san
Jerónimo: "Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo". Por eso
es importante que todo cristiano viva en contacto y
en diálogo personal con la palabra de Dios, que se nos entrega
en la sagrada Escritura. Este diálogo con ella debe
tener siempre dos dimensiones: por una parte, debe ser un
diálogo realmente personal, porque Dios habla con
cada uno de nosotros a través de la sagrada Escritura y tiene un
mensaje para cada uno.
No debemos leer la sagrada Escritura como una palabra del
pasado, sino como palabra de Dios que se dirige
también a nosotros, y tratar de entender lo que nos quiere decir
el Señor. Pero, para no caer en el individualismo,
debemos tener presente que la palabra de Dios se nos da
precisamente para construir comunión, para unirnos en
la verdad a lo largo de nuestro camino hacia Dios. Por tanto,
aun siendo siempre una palabra personal, es
también una palabra que construye a la comunidad, que construye
a la Iglesia.
ORAR CON LA PALABRA
PASO 1. INVOCAR AL ESPIRITU SANTO
“…de la misma manera, nadie conoce los secretos de Dios, sino el
Espíritu de Dios.”. 1 Cor. 2,11.
Hay que orar invocando la presencia del Espíritu Santo en
nosotros: Pedirle al Espíritu Santo que nos ilumine, que
llene nuestro entendimiento y nuestro corazón. Pedirle que
derrame sus carismas y frutos que El suscita con la
lectura de la Biblia. La Iglesia, nos enseña, que ésta ha de ser
leída con el mismo Espíritu con que fue escrita. (Dei
Verbum 12). El Espíritu, que viene en auxilio de nuestra
debilidad y nos enseña a orar como conviene (Rom 8, 26),
conduce a que la Biblia sea Palabra de vida para la Iglesia y
para el creyente.
El Espíritu Santo es quien nos conduce a la presencia de Dios.
Solo Él puede hacernos entender verdaderamente
lo que leemos. El Espíritu Santo es el guía, el conductor, el
maestro interior que enseña a leerla, a comprenderla e
interpretarla y es Él quien conduce la oración y la hace
entregada y profunda. Todo intento por acercarnos a Dios
es por impulso del Espíritu Santo. Sólo el Espíritu Santo es
capaz de levantar nuestro espíritu a la altura de la
Palabra de Dios. Sin el Espíritu, la Escritura se convierte en
literatura o historia; en un mero objeto de estudio y
ciencia. Sin el Espíritu su lectura puede hinchar y hacernos
soberbios u orgullosos; con el Espíritu, edifica.
PASO 2. LEER
“Consulten el libro del Señor y lean...”” Is. 34,16.
a) Hay que leer la Palabra de Dios despacio: Para que realmente
se aproveche la lectura de la Biblia, hay
que tomarse su tiempo en cada pasaje y leer poco a poco,
despacio y tranquilamente. Recuerda que la
lectura de la Palabra de Dios alimenta nuestro espíritu, pero en
esta comida como en cualquier otra lo
que verdaderamente nos hace bien no es comer mucho; sino ir
digiriendo lo que vamos comiendo.
b) Hay que leer la Palabra de Dios humildemente: No hay que leer
para ser más sabio o más docto como los
fariseos. Hay que imitar la lectura de los santos que se
santificaron en ella. Leamos para amar mas a Dios
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y al prójimo, leamos para hacer la voluntad de Dios y abstenerse
de ofenderlo y pecar. Leamos
reconociendo que no sabemos, pero queremos aprender y cambiar. A
través de su lectura aprendemos
del gran depósito de la sabiduría divina y nos nutrimos de la
Suprema Ciencia de Jesucristo. Josemaría
Escrivá de Balaguer decía: "Que tu conducta y tu conversación
sea tal que todo aquel que te mire o te
escuche, pueda decir: Esta persona lee la vida de
Jesucristo".
c) Hay que leer la Palabra de Dios para ver que dice. ¿De qué
trata el texto?, ¿quiénes son sus
personajes?, ¿Qué están haciendo?, ¿En qué tiempo están y
donde?: Hay que leer la Biblia para explotar
sus riquezas, extraer sus grandes tesoros de sabiduría, verdad,
fe y amor, e imitar el testimonio valeroso
de sus grandes héroes con sus historias que se reflejan en
nuestra vida. Los santos durante toda su vida
leían continuamente la Sagrada Escritura y ella dominaba su
manera de actuar, de pensar y de vivir. "La
lectura de la Biblia ha producido muchos santos". Es difícil
imaginar un santo que no haya sido
profundamente influenciado por la lectura espiritual no sólo
antes de entregar su vida a la obra de Dios
en la tierra, sino continuando la lectura espiritual como parte
integral de su vida diaria hasta el día de su
muerte.
PASO 3. MEDITAR
“Que el libro de esta Ley nunca se aparte de ti: medítalo día y
noche, para obrar fielmente en todo conforme a lo
que está escrito en él. Así harás prosperar tus empresas y
tendrás éxito.” Jos. 1,8.
Hay que meditar a que se refiere la Palabra de Dios en relación
conmigo, ya que la Palabra de Dios tiene la
cualidad de interpretar mi propia vida a través de un personaje,
una palabra, un ejemplo. Hay que meditar ¿Qué
me dice la Palabra de Dios?, ¿Que quiere que cambie o que haga
en mi vida?
PASO 4. ORAR
“Oren al mismo tiempo también por nosotros para que Dios nos
abra una puerta a la Palabra, y podamos anunciar
el Misterio de Cristo.” Col. 4,3.
Hay que entrar en oración con Dios para que Él nos hable y
revele lo que no hemos captado para nuestra vida;
nos perdone y nos ame, nos sane y renueve, nos anime y
fortalezca, y entre en nuestro corazón.
PASO 5. VIVIR
“Quien dice que permanece en él, debe vivir como vivió él.” 1Jn
2,6.
La lectura en oración y la comprensión de la Palabra de Dios
conducen necesariamente al amor, a la conversión,
llaman al cambio de vida e invitan a dar testimonio en el mundo.
Este proceso nos lleva a escuchar la voz de Dios
para nuestro tiempo. Y es una voz de liberación de toda
esclavitud desde su raíz, el pecado. No hay amor si no se
traduce en actos y realizaciones de la vida diaria, en actitudes
y compromisos concretos. El hombre creyente al
contrastar la enseñanza del Evangelio con los problemas que
surgen de la vida de la sociedad, tiende a asumir
compromisos para extender el reinado de Dios y hacer que llegue
a todos los hombres la salvación y la civilización
del amor. Desde una vida cristiana auténtica, en unión con la
doctrina de la Iglesia, se da una lectura muy
profunda de la Escritura y una experiencia del Dios
cristiano.
LOS ESPERAMOS EL PROXIMO JUEVES =)