En Asuntos Del Amor 14may

En asuntos del amor

Si hablamos de amor llueve sobre tierra mojada: no existe tema o asunto más tópico, estudiado y repetido en la Historia de la Humanidad. Sin embargo, en hablar sobe el amor no quiero quedarme atrás de todos, tampoco delante de los que me han precedido, ¡Dios me libre!... Simplemente me ocupo y me preocupo por algunos asuntos del amor.

El amor es un sentimiento fácil de explicar y difícil de entender, porque el amor se comprende cuando se ama, pero sin palabras ni razonamientos, sólo con el sentimiento; al tiempo se vuelve un tollo cuando esa compenetración se rompe, tal vez porque nunca existió amor alguno.

Una perdedera de tiempo supone escribir líneas, párrafos, capítulos y libros enteros en la procura de desentrañar el misterio del amor, la filosofía del amor, la génesis del amor, las constantes del amor… Simplemente, en el amor “todo depende de…” Cada persona enamorada, cada situación amorosa o cada uno de los motivos amorosos, puestos en acción, automáticamente derivan en realidades completamente diferentes.

Hablar del amor en abstracto es como hablar de Dios en concreto. Por consiguiente, sólo si nos aproximamos, una a una, a diferentes situaciones o realidades amorosas, tal vez entonces podamos desentrañar algunas cuestiones del afecto y el cariño, de la ternura y la adoración, de la estima y la pasión, del querer y la amistad Son los variados asuntos del amor…

1) El amor de Dios es punto de referencia principal: lo sentimos envuelto en un misterio insondable y supera todas las categorías habidas y por haber de amor. Sin embargo, todo lo que existe de bueno y positivo, de grande o pequeño, finito o infinito, todo ha sido creado por el amor de Dios: por sus hechos lo conocemos, porque Dios es amor y el resto de amores rivalizan con él si reflejan algún amago, guiño o intuición del amor divino…

2) El amor de madre, por ser quien es una madre, se perece mucho al amor de Dios, el que más se asemeja: divino pero de carne y hueso, generoso y desinteresado, instintivo y acogedor, paciente y atento, comprensivo y perdonador; a más defectos o deficiencias en sus retoños más cariño en su haber y entrega.

Sin comentar las maternidades heroicas, el amor normal de madre consiste en la madre, toda entera, volcada en sus hijos. No existe amor humano más grande que el cariño de una madre por sus vástagos.

3) El amor del padre casi nunca ha gozado de buena prensa ni se ha ofrecido en mercado valioso, pero el amor de un padre responsable, como debe ser un progenitor, se acerca al amor normal de una madre, tal vez un poco menos y con matices diferentes.

Hoy, muchos padres están reivindicando su condición… ¡Ya era hora!

4) El amor de los abuelos por los nietos, a la chita callando, a veces no tiene nada que envidiar al amor de los padres, solo que con algunos años de más.

¿Qué sería de millones de familias en América Latina sin la presencia protectora y el cariño de los abuelos?

5) El amor entre hermanos, en familias normales, suele consistir en una relación de sentimientos encontrados, en la pugna por crecer con los de la misma sangre: juegos, peleas, alegrías, ayudas, discusiones, apoyos, orientaciones, encontronazos… Todo bien y bueno hasta que se hacen mayores, se independizan o llega la hora de cobrar “La herencia familiar”. En esta segunda etapa, el maravilloso escenario de los hermanos suele convertirse en un cajón de olvidos o en una película de terror… Caín y Abel nos muestran el mito bíblico sobre la relación fraternal.

6) El amor de los hijos por sus padres y abuelos… depende: eso depende de muchas circunstancias; los hijos corresponden a sus mayores de la misma manera que ellos son correspondidos por sus padres. Los hijos bien amados por sus progenitores los amarán de niños como niños y de adultos cuando llegue su ancianidad.

Es muy difícil, aunque no improbable, contemplar a un hijo muy querido de sus padres enviándolos a un asilo cuando llega su ancianidad.

7) El amor de los tíos por los sobrinos, normalmente se limita a cariñitos que adornan algunas fechas en la vida familiar: visitas, cumpleaños, bodas, nacimientos, apadrinamientos, fiestas del pueblo o del barrio. Existen casos y casos, todo depende de la relación que exista entre tíos y sobrinos…

Tíos y sobrinos son los flecos exteriores de la estructura familiar…

8) El amor de los sobrinos: fuegos de artificio los primeros años; más adelante, saludos en esas ocasiones especiales; al final, vagos recuerdos que se pierden en la lejanía…

9) El amor entre primos: juegan de pequeños, se saludan de jóvenes y, al final, se soportan hasta que uno de ellos aguanta haciendo el primo. Después, nada. Solo los primos que viven como hermanos mantienen vivo su cariño al paso del tiempo…

10) El amor entre amigos: si es auténtica y desinteresada, la amistad pueda alcanzar cotas altísimas de cariño, generosidad, colaboración, desprendimiento, intimidad y convivencia profunda…

Existen amistades que duran más que muchas parejas, matrimonios y familias. Por eso son tan pocos los auténticos amigos.

12) El amor de pareja proyecta ríos de romanticismo, sentimentalismo desbocado, esculpido en gestos muy teatrales, pero, a la vez, encierra muchas sombras o debilidades en su primera etapa: intereses ajenos, mera atracción sexual, admiración o pasión desbordadas; a veces con más apariencia que contenido real…

“El amor de pareja, a veces, muchas veces, se acaba cuando empieza…”

Juntos la mujer y el hombre ofrecen muchas posibilidades buenas y malas, porque son opuestos y complementarios a la vez; impulsados por el lenguaje mediático, son capaces de engañar al mismísima Ángel de la Guarda.

Al día de hoy, “el amor de pareja” está en plena crisis, casi no se produce: está limitado a pequeños encuentros eróticos y emotivos.

13) El amor entre compañeros se presenta como un sentimiento habitual casi ordinario: viene y se va a merced de las circunstancias sociales; es el cariño

normal para andar por la calle o en el trabajo, en los estudios y diversiones, entre negocios, deportes y demás actividades cotidianas.

Aunque amigos son pocos, compañeros se encuentran por todos lados; sin embargo, el buen compañero puede derivar en ese amigo que uno necesita para sentirse bien acompañado.

14) El amor a los enemigos resulta un sentimiento heroico, virtuoso, extremo: sólo puede ser realizado desde un profundo y desinteresado amor a Dios o a un gran ideal. Si no, resulta un contrasentido, imposible para el común de los mortales.

Al enemigo: “Ojo por ojo y diente por diente, pero yo les digo…”

15) El amor por los demás se nos ofrece como un fardo de sentimientos muy difusos… ¿Quiénes son los DEMÁS? Los otros. Pero a ellos solo los queremos cuando nos interesa o conviene; si no, como a las piedras del camino: ¡Allá cada cual con su propia historia!

Sin embargo, los demás son todos esos personajes sin rostro muy definido entre los que nos movemos a todas las horas y en todos los lugares de nuestro escenario existencia. Sin ellos nunca podremos ser lo que somos: con los demás

16) El amor a uno mismo: normalmente, uno se aprecia, se quiere, se cuida o se protege mucho a uno mismo; al fin y al cabo, uno es uno mismo, yo soy yo, principio y fin de mi existencia, piedra angular de mis inquietudes, sentimientos y proyectos…, entonces aparece el egoísmo como absolutización del ego, o, por el contrario, me dejo arrastrar por los complejos, el desencanto, el rechazo de uno, la depresión, hasta el suicidio.

Entonces se produce el antiamor por uno mismo. Y ya.

17) El amor a la patria proyecta mucha emoción, bastante sentimentalismo y algo de opción personal. Al fin y al cabo, la PATRIA es la familia grande encerrada entre fronteras; pero, en la realidad de los patriotas, existen muchas apariencias, muchísimos intereses, estrategias bien cuidadas que desembocan en mediocres patriotismos.

En definitiva, yo soy la única patria real e interesante para mí.

18) El amor a la verdad encierra grandes dosis de sentimiento intelectual, teórico, abstracto, pero ¡cuidado!... la verdad es la verdad, en ella nos movemos, vivimos y encontramos razones profundas o sencillas para seguir existiendo como personas libres…

19) El amor a la libertad solo recrearse en seres pensantes, racionales, con autoestima de su yoidad o de su comunidad contra imposiciones extranjeras o interesadas…

Amor a la libertad es el principio sagrado de la dignidad humana…

20) El amor a la belleza juega con retazos de asombro, estética, sensibilidad, capacidad de observación, pero también con el gusto por la verdad, por las cosas buenas, diferentes…

La belleza se entiende y se ama con los ojos siempre abiertos al asombro, a los detalles diferentes, siempre por encima de la mediocridad o la vulgaridad donde vive inmersa la mayoría.

21) El amor a la vida resulta un sentimiento o una actitud personal, de cada uno por cada uno con sus defectos, virtudes y aspiraciones, solidariamente compartidas con las personas, animales y cosas que me rodean, así durante los años que nos regale el Creador…

22) El amor a la Naturaleza, al entorno que nos rodea, en todos los humanos sin distinción debiera traducirse como un sentimiento fiel y filial por nuestra segunda Madre: ella nos ha dado la vida y nos conserva respirando sobre la faz del Planeta Tierra…

Por mucha ecología y palabras hermosas, vana ilusión: es como pedir peras al olmo entre esta insensible y desagradecida especia humana.

23) El amor a los animales: quien aprecia a los animales, colocándolos en lugar de los seres humanos, ese no ha entendido bien el amor por esta especie; a los animales hay que apreciarlos y protegerlos en plena libertad, en su paisaje adecuado, respetando su propio estilo de vida natural y primitiva…

24) El amor al arte encierra entre los privilegiados seres humanos muchos ingredientes de inspiración, asombro, sentido de la belleza, creatividad a raudales, técnicas expresivas y un mensaje real que ofrecer a la sociedad de hoy, de mañana y de siempre.

25) Amor al deporte: se porta de maravilla con los que lo practican, pero no con los que lo sufren en causa ajena; a cambio de su inquieta compañía debemos regalarle sacrificio, esfuerzo y constancia.

El amor deportivo, el que hace sudar nuestra estructura corporal, hace más sana, agradable y digna la existencia humana…

Deporte es calidad de vida.

26) Amor a las colecciones: cuando niño, adolescente y joven fui un obsesivo coleccionista de muchas cosas y causas: eso me llevó tiempo, dinero y muchos afanes; ahora que soy mayor no me interesa atesorar cosa alguna, que no sea amor a Dios o mis pequeños escritos para regocijo de unos pocos.

Fin sin final…

Todo en la vida está hecho de amores y desamores, aunque el amor es lo más importante; nada sin amor tiene razón y sentido. Tal vez me ha faltado explicar a mi manera “El amor del amor”. Pero resulta un tema demasiado complejo para un pensador de miada caña como yo.

Quedémonos con el amor y lo demás se nos dará por añadidura…

“En asuntos del amor no hay pequeño ni mayor…”

27 – loraila – 2014Almirante (Bocas del Toro)Asteartea

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