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ELEGÍAS DEL CAMINANTE
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ELEGÍAS DEL CAMINANTE

Jun 25, 2022

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Page 1: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

ELEGÍASDEL CAMINANTE

Page 2: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

ELEGÍASDEL CAMINANTE

Omar GordilloB

2006G O B I E R N O D E L E S T A D O D E C H I A P A S

© OMAR GORDILLO

Concepto y cuidado editorial Dirección de Publicaciones

Diseño Mónica Trujillo/Claudia Esquinca

D.R. © 2006 Consejo Estatal para la Cultura y lasArtes de Chiapas, Boulevard Ángel Albino CorzoNo. 2151, fracc. San Roque, Tuxtla Gutiérrez,Chiapas. C.P. 29040.

ISBN: 970-697-196-3H E C H O E N M É X I C O

Page 3: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

CONTENIDO

Rodando estuvo… ..................................................................................15

Mi palabra, hermano… ........................................................................17

A los caídos en España............................................................................19

Un halcón en tinieblas ...........................................................................22

Chamula ...................................................................................................24

No todo está perdido................................................................................26

Aquí me quedo .........................................................................................27

Desde el lugar que ocupo… ..................................................................29

Desde el día más alto del origen...........................................................31

La soledad.................................................................................................34

¡Debería ser tranquilo el sueño! ...........................................................38

¡Aquí está un camarada!.......................................................................41

Señal de piedra......................................................................................43

Se va a dar la gran batalla...................................................................45

Hijo del tiempo herido… .......................................................................47

Es necesario decir algo ...........................................................................49

A un año de tu muerte...........................................................................51

Por todo esto, pienso… .................................................................53

A una putilla ............................................................................................57

Círculo de muerte .........................................................................58

Espejo de agua .........................................................................................63

Transparencias marinas ........................................................................66

Latidos..........................................................................................71

Page 4: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

Para Elsa Carolina,por toda la vida

Tríptico del sueño ....................................................................................74

El hombre en la luna .............................................................................77

Restauraciones por la paz......................................................................79

Sueño o pensamiento ..............................................................................82

La víbora......................................................................................84

Cumpleaños número 61 .........................................................................87

Enamorarse de la muerte......................................................................90

Balada para la infancia ........................................................................92

Comienzo un nuevo día..............................................................102

Donde desnudo me limito ...........................................................104

Mi velorio ....................................................................................107

Los terrenales días .......................................................................109

Vida o muerte..............................................................................111

Tuxtla, mi pueblo…....................................................................113

Mi nombre ..................................................................................116

Padrote de la vida…...................................................................117

Page 5: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

Elsa:

Si he ido recuperando por allí, por allá, algunas de las cosas que heescrito, es porque he pensado en la única palabra que no ha olvida-do al hombre, la Poesía. Muchas cosas se han perdido y lo he idohaciendo así pensando en los hijos y los nietos, en lo que algún díapodrán contar sus amigos, ya que si bien es cierto no les dejo dineroni propiedades, a cambio les dejo algo más mío que lo simplementeterrenal y porque, además, sigo creyendo en lo que pensaba el PoetaDaniel, que aún sigue “construyendo un mundo a la medida exac-ta del hombre”.

Raúl solía decirme que algún día se me publicaría un libro dePoesías “cuya estructuración formal y anímica permitirá a OmarGordillo –a través del tiempo– crecer en hondura y abundar en sustemas siempre airados, directos y humanamente humanos”. El MAES-

TRO, así con mayúsculas, Andrés Fábregas Roca, me hizo el honorpublicando mis poemas en la Revista ICACH, que en ese entonces éldirigía.

Siempre, desde pequeño, me gustó la Poesía y lo que para mí signifi-ca y sigue significando la Poesía; como esa música llamada jazz,música esencialmente creacionista, improvisada, terriblemente sin-copada, humana y fundamental como es la Poesía y, aunque nega-do a pulsar un instrumento musical, al menos digo y creo le gusta ala gente escucharme decir poemas.

Creo que nada tiene valor en la vida como saber vivirla, profunda-mente, vivirla con sencillez y tener gustos sencillos, amar lo sencillopor simple y lo simple por sencillo, es decir, amar al hombre; esto losabes bien tú, Elsa, porque a pesar de la proximidad del fin del mile-nio –que todavía me toca vivir– creo en el hombre, como espero queel hombre crea en mí algún día, para que se me recuerde simple ysencillamente; por todo lo anterior te pido que enseñes a los nietos a

Page 6: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

A Omar Gordillo

Hermano de la vida, pan despierto,

brazo fuerte en mis ayes juveniles,

corazón de la mar en mi desierto,

palabra de reposo en los pensiles.

Compañero del aire, voz abierta,

estatura de amor a toda hora,

yo escucho junto a ti el azul, la puerta

libertaria y los pasos de la aurora.

Retomemos la brisa que nos nombra,

digámonos el pecho que nos dice,

hablemos del deseo que se asombra

y en el mundo terrible que desdice

la belleza de ser esto que somos,

encendamos la lámpara, felices.

RAÚL GARDUÑO

Julio de 1975

ser siempre sencillos, humanos, a vivir la vida; cuesta mucho, es cier-to, pero ser siempre uno, ser genuinos, ya que después de todo, sólo sees uno en la otredad.

Recuerdo el sencillo poema de Nezahualcóyotl, que dice:

“Amo el canto del cenzontlepájaro de 400 voces,amo el color del jadey el enervante perfume de las flores,pero amo más a mi hermano el hombre.”

En fin, espero que conserves estos poemas y muestráselos a los nietos,que no me olviden.

Sinceramente

Omar GordilloTuxtla Gutiérrez, Chiapas

Junio de 1998

Page 7: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

15

Rondando estuvo…

Rondando estuvo la muerte

toda la noche mi cuerpo,

con su marimba de huesos

en la garganta de un perro.

Noche de luna en la sombra,

canto de muerte y hastío,

sueños, insomnios, fatigas,

constelaciones silentes…

(Mis dedos crispados todos

hacia la fuga del tiempo…)

Rondando… rondando estuvo

toda la noche mi cuerpo;

jalándome de los pies,

tirando de mi barriga.

Page 8: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

17

Secándome de las venas

y del vacío de mis ojos.

Rondando…

Rondando estuvo la muerte.

¡Estuvo!

16

Mi palabra, hermano…

Por mis ojos o mis manos.

Por mis brazos o mis piernas.

Por la gota de mi sangre en el espacio.

Por mi humilde estirpe humana.

A mitad del día o de la noche,

nace y crece en el más puro silencio,

el manantial de mi palabra, hermano…

Por afán, cultivando,

por las voces que callaron

o por la tumba del hombre,

dejo nacer firme, desnuda y multifónica,

mi palabra en reposo.

(A la sombra de la noche,

entre nubes y árboles,

me inquieto por lo que ha de hacerse…)

Por lo activo o pendiente de mis ojos,

por el viento sonoro y silencioso

yo abrazo mi palabra

Page 9: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

A los caídos en España

Con raíces en la tierra

va mi lengua de fuego

carcomiendo la historia.

Suenan ecos silentes, vientos, palabras.

Tiempo que devora el tiempo.

Sin que las horas lo palpen

golpean sobre mi pulso

con cardo, hiel y despojo.

Este barro amasado con barro

de mis huesos pegados en vida.

Ahuecadas a mis manos

con un verbo que conjugo

a orillas de la noche:

¡Dos décadas ha que España muere por España!

19

hasta que el horizonte

ofrece un nuevo día.

Por mis brazos que levantan

una tormenta de rayos,

de tierra seca y caliente;

con mis ojos o mis manos,

sobre rastrojo de muerte,

con calor y con coraje,

nace y crece mi palabra.

Yo te ofrezco a ti, hermano,

firme, desnuda y multifónica,

mi palabra en reposo…

1960

18

Page 10: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

21

Nada devuelve. Nada devuelve.

Tengo el pecho roto.

Las manos, en órbita de siglos.

El hombre sembró muerte

y resaca de tiempos.

Espacio, tierras, tiempos

todo en reyerta, todo en contienda.

Todo implacable, en reyerta todo.

El hombre enmudeció

frente a aquella España

temblorosa e ingenua.

Silenciosa, indefensa,

con mutismos taladrados por espantos.

Calló el hombre.

Solo, en caminos agonizados.

Con heridas en carne,

cayó el hombre en un desmoronamiento

de muerte sin reposo.

20

Así calló el hombre

en bruma, esculpido en sangre,

en cadáveres pétreos,

cincelado en mano de agrestes

soldados con puño de acero.

Calló el hombre

en masacre de crímenes.

Así calló el hombre

con dolor por España.

1961

Page 11: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

El vientre de mi madre

ha sido la escuela de mi vida.

Así, tan sencilla es la respuesta:

¡Para vivir! No más.

1961

23

Un halcón de tinieblas

Soy joven aún,

me lo ha dicho el árbol

que sembré en una estrella

a la hora-recuerdo que pasaba.

Sin embargo, a esta hora,

un cádaver anda por las calles

buscando al asesino de ilusiones.

Todo es amargo:

minuto gris, lágrima rota en un beso;

segundo gris, ojos que perdió la noche.

Un halcón de tinieblas anda suelto

con un deseo terrible y corto del olvido.

Quizá parezca absurdo:

¿Para qué nacemos?

Y la respuesta pronta en los labios:

¡Para vivir! ¡Para morir!

22

Page 12: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

Con su angustia tímida

de su dios de barro.

Con su firmeza,

con su corazón emplumado

en la selva.

Fue la nave de su tribu,

fue el chamula.

He caminado mucho.

Yo os juro: Vive y habla.

La roca. La montaña.

Silencio. Pido volver.

25

Chamula

Nació aquí,

con un dardo clavado

en los talones.

Y creció

con sus pasos

a través de la vereda.

Y creó

con su dolor y su alegría

el silencio que quebró

en sus dientes.

Y creyó

con el hambre,

con su sangre

aunada entre las sombras.

24

Page 13: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

27

No todo está perdido

No todo está perdido.

De la palabra hago

la ropa de mis actos.

Me temo que todos,

con el delgado frío del verano,

piden por mi muerte.

Es amargo.

Si no he de ser hipócrita,

confieso que en la iglesia

me siento como dentro de mi ataúd.

Prolongo mi cuerpo

en una marcha simple

y la serpiente de sus odios

vuelve en fósforo y cal un camino,

un camposanto ardiente, nauseabundo.

Viento que se quiebra y se levanta y cae.

¡Cómo te advierto polvo en esta árida lucha!

26

Aquí me quedo

Estoy aquí naciente

como una fiesta de astros

que llevo en el pecho.

Mas el dolor aprieta

la desnudez del alma.

He aquí lo que no vimos.

Lo que no presentimos ni palpamos.

He aquí mi desconsuelo y mi coraje

saltándome a los ojos.

He aquí mi llanto

entre columnas de humo

en la capilla obscena;

he aquí el traidor,

he aquí el cobarde,

he aquí el propio padre,

el tío o el hermano.

No vine a llorar por México ni España.

No vine a llorar ante la humanidad.

Page 14: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

Desde el lugar que ocupo…

A Esperanza

Desde el lugar que ocupo con mis cosas,

ahora,

siempre,

en el insomnio

y el largo despertar...

con manos extranas…

huérfano de luz,

Ilega la noche doliéndonos el alma como siglos.

Desove de mi cuarto, multiplicación de cucarachas,

de hormigas que construyen mi esqueleto.

Quieto,

simples paredes,

cuatro:

mi cuarto,

mi soledad,

mi noche,

vasto zarpar del aire: mi cama.

Nuevo nacer de tumba con pasos de muerte,

28 29

Justicia.

¡Qué estúpida musicalidad la de justicia!

¿A quién? –pregunto–

¿A quién hay que pedirla?

Yo estoy aquí y aquí me quedo.

No vine a hacer justicia ni a pedirla.

Page 15: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

31

mosca, tedio, alud de palabras, sueños,

fábulas de agua que Ilenaron mi cansancio,

fantasmas desnudos y lascivos,

solo, nada absoluto.

Y el día –potro que domina vastedad

en nuestro amargo corazón de niño–

relincha aterido –como el polvo– de tristeza,

dejando atrás el antiguo viento,

el tiempo ancho... la luz.

Las mieses de tus manos

como campos donde me recogía.

30

Desde el día más alto del origen

Voy huyendo a la noche perpetua

desde el día más alto del origen;

a tenderme al paso de las horas,

a la angustia doliente de los días,

al momento propicio de decirle al aire:

¡Muérdeme!

Voy en busca de la noche.

De un camino nuevo y más ancho

por donde huya el viento.

Voy a la noche porque sé que se muere

en una esquina cerrando al día desprendido de un muro,

porque sé de los sueños que danzan

con músculos y con sexos,

voy a ella a librarme de la angustia,

del leopardo perturbado que es el espíritu

guiándose por siempre.

¡Viento!

Page 16: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

En esta noche de la noche

ya no jueguen los niños en las calles,

ya no beban los borrachos en cantinas,

ya no coloquios de parejas en los cines,

ya no bailen –¡Cretinos!– rock’n rolles.

Una cabellera cae en la aurora.

¡Viento! ¡Viento! ¡Viento!

Muérdeme con el rezo o el viento que despierta.

Mi perro abrió su hocico regalándome estrellas.

El pueblo llegó a mí y se alojó en la tierra

y de nuevo –como el pan– el sol, la herida abierta.

Tuxtla Gutiérrez, Chiapasdiciembre de 1955

33

Sobre de mí el cielo alto de la noche.

Veo esta estrella que quizás los ojos

de un marino penetran hasta el mar.

(Los marinos se aúnan con estrellas)

La noche se rebela.

Absurda rebeldía la nuestra:

¡Se compran lombrices!

¡Muérdeme!

Y aquí escupiremos y el espejo del placer

su rostro cambiará en una esquina.

Voy a la noche con viento.

A la noche que pide al sueño porque es sueño,

que pide a la vida porque es vida

que pide a la muerte porque es muerte,

y duende y espectro y estrella.

Voy a ella en las vitrinas de un aparador,

en las luces de un automóvil incinerado,

en las niñas robadas por los sátiros.

Una nube presagia tempestad sobre la tierra.

32

Page 17: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

3534

Todos tienen soledad, cabeza de mil ojos.

Cuerpo sin manos, infinito.

Muchacha que Ilora y que no Ilora.

Frente ciega. Nombre perdido.

Eternidad sin hijo y sin hermano.

La soledad atolondra y confunde.

Insta a monologar como los locos...solos.

Y así se pasa sobre la barriga

y el aburrimiento aburre

y se arrepiente uno de estar vivo.

Se está y no se está.

Se asemeja uno al viento que carcome

las entrañas del cuerpo

y cien hormigas y cien necios se Ilevan las ideas

y la noche nos come en la garganta los recuerdos.

Hay que gritar. Hay que tratar de tocar el vacío

de la hembra en el cubil caliente de incrédula

(nostalgia.

Pronto la soledad vuelve a uno pequeño

y gira uno dentro del cuarto

como las armellas de la puerta o la ventana, giran.

La soledad

La soledad es fría y nauseabunda,

en ella se propician los pecados,

la edad juega a indiferencias,

como la ociosidad con las estrellas

redobla imaginaria en la ola del silencio.

Alivio de amargura es la alborada.

Palabras y sueños flotando en los balcones nos

(sonríen.

Desde cualquier parte del cuerpo se da la mano;

el corazón vacío; allí se nace.

Cada quien tiene un pedazo de silencio,

de soledad, un hijo le nace de la sombra

y en la boca-lobo, un tiempo con veinticuatro

(ratas

se come largas moscas y nos saca los ojos.

Page 18: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

3736

Y es que la soledad nunca se alcanza.

El hombre es cada vez más solo.

La filosofía de la soledad le vuelve rudo.

No volverá a tener palabras, hijas del

(remordimiento.

Se pondrá una máscara como refugio de locura.

–¡Está loco!– gritarán cuando cruce una calle

o le vean entrar a una cantina o a un burdel

o a un café de locos a la hora de la siesta.

Y algún día,

pendiente de una viga o con el cráneo deshecho,

dirán, andando el tiempo: ¡Era un suicida!

Y así irá por el mundo.

Y el café o el alcohol le harán olvidar lejanías

y caminará sin darse cuenta,

hasta encontrar la noche, certidumbre de olvido.

Se arrojará a los brazos de su cuarto,

terminará su día, solo... solo... solo...

No se soporta más.

Se encienden los cigarros como

cabellos perdidos en el perfil

oscuro de rumores y almohadas.

Y la hembra acaricia y el poema

es la cicuta del que sólo sus penas envenena.

Tal vez el sol y el agua amanecen.

Llueve. Duele el sexo.

Llueve en un fragmento del cielo.

No se cae la hoja del árbol.

El beso va a la frente del sobrino.

Aún no conoce soledad su nombre.

Ramita del diablo es su estigma.

Hay quien le cure salpullidos.

Hay una madre que lo arrulle.

La soledad no tiene nombre de muchacha,

no es novia ni amante ni querida.

Es saliva de besos olvidados,

es sabor en la piel de mil fornicaciones,

es tan amargo como el café con moscas,

como madre sin hijo, estéril.

Page 19: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

39

¡Debería ser tranquilo el sueño!

Este ardiente verano:

sensual, lúbrico, morboso,

sobre los pies, latiendo,

como el agónico aleteo

de una mariposa en el pavimento

como la inmovilidad de una yegua preñada.

Es curioso,

ya por la vida,

cuadriculado por la sombra,

el sol siempre se obstruye en la calle.

Un día más y no habrá lugar

para ti, para mí, para un negro.

¡No habrá lugar para ti en la oficina!

¡No habrá lugar para mí en la calle!

¡No habrá lugar para un negro!

No podría estar con los blancos: ¡Lo lincharían!

Es absurdo. ¡No habrá lugar!

Cualquier fosa común es la vida,

ahí se puede comprar y regalar

lo que uno quiera, también el pan.

¡Debería ser tranquilo el sueño!

Más tarde, aunque se Ilore,

no se verá a través de los cristales

en el silencio, ni la sobra, ni la luz.

A cualquier hora se puede empezar.

Cuando se torne el aire,

cuando se enciende el fuego,

cuando la orfandad y el polvo

nos Ilenen hasta el alma.

¡No más vestigio de palabras!

¡No más tropel de jueves con furia!

¡No más canto que niegue, obrero!

¡No más armonía que rime, campesino!

¡No más vestigio de palabras,

sonámbulo cortejo de ignominia!

Eso es todo.

Cuando se ha terminado

se ve al fondo del reposo

y en cualquier hoyo,

38

Page 20: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

¡Aquí está un camarada!

Para darle gustoa mi sangre estoy vivo,

para darle gananciaÓSCAR OLIVA

Aquí en San Cristóbal

me pongo los zapatos.

Y difícil de decir:

un comercio y el chamula.

Un cementerio...

En el tiempo –ávidamente tiempo–

he de andar como loco;

sentir pasar el aire,

inconmensurable,

como mi alma.

El sol agoniza en mí y el frío,

de un empellón me calla.

Todo el año es invierno,

pesadumbre y hastío.

San Cristóbal desnudo no siente,

se cuaja en sus venas,

endurece.

41

el hombre no es más que un bostezo,

un cansancio enorme

como la ociosidad del mundo.

Y esto es preciso,

esto es definitivo:

“Hermano, la mano determina,

la vida no es la novia,

la muerte no es la amante,

el alma no es el templo”.

Eso es todo, camaradas,

no más vestigio de palabras,

sonámbulo cortejo de ignominia.

40

Page 21: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

Aquí mi voz estalla

sin olvidar al hombre.

Mi camarada Óscar,

mi soledad,

¡mi espalda es para todos!

Aquí sobre mis piernas,

sobre mi pecho y mi garganta

de voz franca,

no lo olviden:

¡Aquí está un camarada!

San Cristóbal de Las Casas, Chiapas1963

43

Señal de piedra

Para la pátina del tiempo,

para lo cotidiano y la hediondez del día,

para lo adverso de los reveses de la vida,

no hay nada como la conseja de las viejas,

los remedios caseros y las infusiones del té.

Mas para oponernos al terrible destino, Raúl,

a la enigmática y patética presencia de la muerte,

no existe paliativo, ni antídoto para el aburrimiento.

(Octubre nació macho:

“Y por macho comió, bebió, fornicó, hizo y deshizo”.

¡Hartándose hasta la saciedad de sus instintos!)

Se alzaron los días aciagos estableciendo llagas

en los eventos de los jueves lacerando las heridas.

No pudimos cantar a la luz en medio del presagio

pero probamos la sangre de nuestros corazones

elevando el puño cerrado en señal de enérgica protesta.

42

Page 22: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

Se va a dar la gran batalla

Voy a pintar todas mis cosas

para que no me confundan.

De mi inconsciente lucha conmigo mismo

voy a hacer el armisticio.

De mi estupidez de ser lo que no soy,

de mi apariencia en el ser por encontrarme,

para que no me disputen,

voy a escudriñar mi corazón y mis riñones,

voy a saciar mi sangre,

voy a lavar mis Ilagas,

a beber mis ojos y mis manos,

para que no me absorba la sombra,

para que no me mate esta asfixia social.

Esta gangrena de los falsos profetas.

¡Idiotas!

Han de plañir sobre las cosas de la tierra.

¡Mil veces idiotas!

Porque nací de noche

olvidado entre las horas,

Todo quedó señalado desde el principio en la duda:

En el vestigio del arañazo, en la hoz de la agonía,

exteriorizándose con una imperceptible estela de coraje.

Aquí dejamos las caminatas iniciadas desde los orígenes

con las telarañas que aprendimos a deletrear en sueños,

en la barcaza que no conoció orillas del proceloso mar,

las penas del nocturno frío en la terrible esfera de la noche,

la que nos indicaba el eterno rito narcisista de la belleza leal

por un barroco reflejo de agua, como señal de piedra.

4544

Page 23: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

porque crecí de noche,

ahogado en llamas, sin término;

pero han de venir las tribus al encuentro

desde la noche han de venir para torcerle el cuello

con su palabra firme, sin retórica.

¡Que se linchen a los tibios!

¡Que se pudran los serviles!

¡Que se linchen y pudran para siempre!

Demos pan a los ojos del menesteroso.

Demos agua a las llamas amargas del sediento.

Demos luz a la marcha de este siglo.

Tengo algo contra tí, sí,

Porque sé donde habitas.

Porque el tiempo está cerca:

¡Se va a dar la gran batalla!

Hijo del tiempo herido…

A Roberto Culebro

En un puño cerrado cabe el odio;en los brazos abiertos, no entra

el cielo.H.SCHIAVO

Hijo del tiempo, herido…

Bastardo entre los bastardos es tu nombre,

roída por las ratas tu paciencia;

solo en el vientre de tu madre fuiste

estrella luminosa de amor propio.

Y tú, no escuches nada...

ni humillaciones, ni burlas,

ni reproches, ni desprecios...

“¡Con la cara forrada de baqueta y el cinismo!”

Y tú, no preguntes nada...

ni esperes nada...

Duérmete con tu odio,

despierta con tu orgullo.

Deja a tu oído sordo

4746

Page 24: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

Es necesario decir algo

Sucede que hoy

me quema el fuego del espejo

y el esquema de mi mano ve al Norte.

Como el niño que juega en las calles

yo vivo en las ramas de un árbol

y un día quince nos ponen en la cárcel.

Nos cierran con clavos las puertas.

Nos sellan con proclamas de letras grandes:

¡L I B E R T A D!

No nos sobornan por comprender

la sencillez de un paso.

Yo sé que el buey marchita la hierba

sin conocer substancia de su sombra.

Llega la noche a la hora cero a nuestra celda,

con su mirada sueña en la agonía del canto

y nosotros danzamos en la oscura raíz del sueño.

escuchar lo que te desespera

–o caminemos en canción, con mi mano

en tu hombro, hermano–

o bien…vuélvete sordo

y escúpeles la cara.

Tuxtla Gutiérrez, Chiapas11 de febrero de 1960

4948

Page 25: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

A un año de tu muerte

A Rodolfo Alcázar Mellanes

No sojuzgo ni sopeso mi estigma,

sobrellévola...

De la mediocridad,

sal de uno mismo,

sal de la tierra y de la sombra,

mediocridad incierta en que florecen

todas las cosas del futuro hallazgo,

del hecho solo de tenderme al vacío

por encontrar, del verdadero anhelo, la estatura.

Si pudiera acercarme a tu muerte,

a tu casa de hierba, a tu frío,

al tembloroso aliento que nos dejas,

a tu frágil y taciturno viento quejumbroso,

a tu inmaterial existencia que rebusco,

a tu permanencia de esclavo que libertas,

a tu pulso, a tu árido pecho de grandeza,

Yo afirmo que los jóvenes no aprenden a callar.

Niego que un muerto se recline en el cielo.

Dudo que la verdad se haya ido sin serla.

Mañana, con los pies descalzos,

escribiré lo de todos los días:

La mentira, la ignominia, la verdad.

De algún modo lo haré.

¡Es necesario decir algo!

septiembre de 1962

5150

Page 26: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

53

a tu protesta que surge y se levanta y la sostengo,

para luego elevar la voz que se nos rompe

frente al encuentro a que voy y me contrita;

el pie junto a tus manos, junto a tus ojos,

de cara ante la vida que se aleja,

de bruces ante el ojo que vigila,

tu fiebre de conciencia se me antoja.

Si pudiera acercarme a tu muerte

sojuzgaría y sopesaría mi propio estigma.

9 de julio de 1964

Por todo esto, pienso…

La sangre –como el día desquiciado

en arrancar hormigas a sus fauces–

es sólo un río que te corre en un sorbo de tinieblas.

¡Por todo esto tenemos que abrazarnos y compartir el sueño!

Porque habría que oírte gritar al enemigo

en el presente de toda hora,

la que crea la luz, el mar en templos,

la que sueñas y esperas, la que llamas;

porque acabaras comiéndote las semillas

que pudrieron tus mayores,

porque tendrás que cubrir inevitables

pasos ya marcados,

por todo esto, pienso, tendrás que ahogar

protestas que nos urgen,

veras los días venir a morderte con presagios,

querrás trocar tus sueños que nacen de los árboles,

querrás colgar las cruces de tu maldito encierro,

52

Page 27: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

porque querrás estar desnudo, sin palabras, sin ojos,

porque amarás al rojo –campesino de hierba–

porque el enganche es poco para ignorar ideales,

por todo esto, pienso, tendrás en la tierra

dichoso sol en vehículo de tu fantochería.

Por todo esto, digo, despiadada y hambriento,

que empujarás abismos de quién sabe qué origen,

te darás en defensa justificando causas,

olvidarás el día que por huelgas naciste,

te sentirás Adán jugando a lo nocturno,

querrás comer el pan, afiche de colores,

y sentirás dolor viendo correr el agua

y serás miserable, popular como es dado,

ignorarás tu estirpe, te sentirás enfermo,

buscarás experiencias de todo barro emético,

saciarás lo que creas más próximo a tus manos,

lo que es tiempo y no es tuyo,

lo que es de ellos y es nuestro,

lo que es tiempo colgado hoy de nuevo.

Por la monotonía del día, huella insaciable y dura,

comerás con tus risas la ignominia del pobre,

te sentarás tranquilo, tendrás cien almorranas,

preguntaras por qué, contestará tu sangre,

pondrás al fuego tus itálicos dedos

y marcaras miserias con tu boca de piedra.

Por radical de tripas tendrás lugar en casa,

te sentarás ufano a comerte las uñas,

será tanto tu ocio pudriéndote en reuma

y las horas que caigan en ahondar entusiasmos

te volverán tan torpe, tan sucio, tan oscuro,

que volverás a verte pequeño como nadie.

Por todo esto, pienso, será tu sangre en labios,

besarás lo que plantes, lo que nace y se muere,

plantarás en el lodo tus muslos en espuelas,

la amargura que cierra tus ojos como espejos,

te pintarás a diario, resucitado y huérfano,

y vivirás inútil por los días de tus días

en el amor de uvas, de soles y de espigas.

Porque tendrás un gato que te rumia los huesos,

porque tendrás un perro que te ladre cabellos,

porque irás de la mano con tu mentira y duda,

porque dirás al hombre que fabricas su dicha,

porque hablarás de Rusia y de la clase obrera,

54 55

Page 28: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

A una putilla

Era una putilla preciosa

con alma de garabato,

que a mi mente puso fogosa

y a mi bolsillo en quebranto.

Yo sé que de amor nadie muere

cuando todo es pasajero,

pero que “chingue a su madre”

si por ella no me muero.

La amé como es debido

–a destiempo y a toda hora–,

pero su corazón alocado

que siempre fue como aurora,

sembró en mi pecho el olvido

con su traición seductora.

te nacerán gusanos, se ofuscará tu carne,

tendrás como el cacique un ademán estúpido,

será la vida y tuya un sino de amargura,

lamentarás el tiempo, el péndulo indolente de tus pasos,

querrás pedir tu muerte, querrás hacer el mutis

del teatro que has creado con tu verdad en fraude,

te verás al espejo, agrio de noche inerte,

te exigirá tu ley, querrás beber tu sangre,

te dolerá el estomago, te nacerá la náusea

–figura que confunde las piernas con las manos–

y no sabrás de dónde a desdicha te brota

ni de qué arena a fuego ardiente te palpita.

¡Por todo esto, pienso, de presente a presente,

¿no viene a ser lo mismo? –pregunto–

acontecer del círculo, incertidumbre el día!

5756

Page 29: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

Con verdadero afán por la vida restauramos en el pecho

las cicatrices dominadas por el derrumbe de los versos

restañados en las madrugadas reservadas como una señal

(de piedra

como estatuas de sal de nuestros años mozos

incipientes

confabulados en las bancas de los parques y las esquinas

como en el pequeño y viejo andamio de recuerdos muertos

entre las torpes palabras del insomnio alguna vez

(atropellado

Por las tardes

angustiados

solíamos recoger los guiños

del otoño sagaz y persistente de aquellos nuestros gustos

Aquellos pequeños ruiseñores asesinados por la belleza

de tus hermanas que esperaban tristemente sentadas

–hora tras hora– frente al reflejo de espejos anhelantes

esperanzadas en los terribles espectros retorcidos

(de los sueños

muchas veces pensados en los dolorosos amaneceres de

(luces ajadas

y en el sepelio de nuestros cadáveres envueltos en ásperas

(mortajas

59

Círculo de la muerte

A Raúl Garduñohermano de mi alma

Un hachazo de luz

en medio de la tarde

fue el anuncio de tu muerte.

No cantó la paloma en todo el día

ni di crédito a la voz telefónica de Elsa,

que zozobró al otro lado de la línea,

llorándote.

Hermano,

pequeño aIvéolo de sal a mi costado,

por qué me dejas sin ti,

lleno de ti,

hambriento de tu sangre,

de tu verbo fuerte que sin buscar encuentro acurrucado

en los fríos atropellos de la oscura bohemia.

58

Page 30: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

¡Ramón el paria! ¡Ramón el proletario! ¡Ramón el obrero!

¡Ramón el campesino! ¡Ramón el líder! ¡Ramón el estudiante!

¡Ramón el revoltoso!... en fin... Ramón…

el que siempre –a toda hora– nos hacía sentir

conscientes de nuestras luchas de las lides juveniles

Y tú incipiente…

Primario… primerizo comunista

(¡Coraje visceral el de tu padre ante la multitud de las

protestas

y ante los manifiestos de nuestras intranscendentes plumas

ya caladas con nuestras arrostrantes firmas!

¡Coraje Capitán!)

Ya vez como es la vida para nuestras esperanzas

hermano

Extranjero indagador de instancias en la terrestre sombra.

Ansia terrible la de tus brazos negándose acunar toda

ternura.

60 61

Después

vendrían los días del aprendizaje

bajo la sombra de los viejos

–jóvenes aún para la libertaria Iucha–

elocuentes danzantes del milagro

que palabra a palabra

de imagen tras imagen

Ilenaban el imponente viento de los Robles

Daniel

Óscar

Laco

Alaminos

el Maestro Fábregas

Espigas Ilameantes del milenario planeta

para nuestras ávidas simientes urbanas

que apenas principiaban a germinarse

en el terrible polvo de gaviotas marinas

de este páramo de angustias trasnochado

Cuantas veces compartimos el pan en la mesa entusiasmados

por los simples tropeles de los jueves combatientes

Page 31: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

63

“Guardiana de las tumbas”

Galopadora de las sombras

Jinete Apocalíptico

Amazona de la vida y de la muerte

¡En el redondo y oscuro vientre de mi nombre nos veremos

hermano!

62

Espejo de agua

Con tanta luz

ay y te quedaste ciega

frente al espejo áspero de cicatrices

“¡Quiero ser yo!” –dices–

“¡Quiero ser frente al espejo!”

“¡Quiero ser mi sombra!”

“¡Quiero ser mis pasos!”

“¡Quiero ser siempre yo!”

Afuera

la penumbra confundida por la Iluvia

cae de pensamiento en pensamiento y busca

Arranca sonidos silenciosos a grillos y espantos

Arrastra tropeles de jinetes en los valles

galopantes e ignorados por la helada

Se acurruca el espanto del frío en la oscura ciudad.

San Cristóbal mantiene esa elasticidad

acostumbrada que pocos le conocen

Page 32: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

Santifica hostias en preñez de despertares

pecados persistentes guardados en confesionarios

crímenes de sacristías soterradas

penitencias

sotanas

incestos

adulterios

¡Todo lo que a nosotros nos es propio,

sin comulgar!

Acarició apenas la oquedad del cuarto

con tu cuerpo de muchedumbre incierta

y no es el golpe del viento lo que escucho

sino el roce del vestido sobre tu piel que cae

para Ilenar la noche con tu generosa desnudez.

La chimenea ha hecho lumbre y su calor sube

hasta el techo mientras en la cama flamean caricias

ardientes como peces lujuriosos en las húmedas almohadas

y guía a nuestros cuerpos por la roja alfombra y las paredes.

Doy rienda suelta a mi deseo apaciguado

acariciando los dos pequeños frutos de tu pecho

y baja mi boca hasta tu sexo que se turba

con la suave llama juguetona de mi lengua

con la sedosa sagacidad sobre tu vientre

entre tus muslos

mordisqueando

beso a beso

las soledades rescoldadas por la leña

AI amanecer

cuando desfallecemos

no somos ya dos cuerpos del reflejo

al término de la noche que parecía infinita

sino otra cicatriz uncida al agua del espejo.

¡Somos muerte

sólo muerte

cuando tú me amas

y yo te estoy amando!

Tuxtla Gutiérrez, Chiapasmayo de 1980

6564

Page 33: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

II

Ella recuerda que lloró toda la noche la noticia de su hija

muerta en la olvidada y lúgubre sala de un hospital rural.

La lloraron con ese olor a bejuco de estero y de orines.

La lloraron recordándola en su desnudo y a medio vestir

(de su torso

cantando esas torpes canciones tristes de amores sin

(retorno:

canciones que los viejos dicen escuchar por los manglares.

Ella es reconocida por la fotografía ajada y vieja de la playa

y en el fondo un pequeño velero en medio de la mar:

¡El trópico!

III

Por las noches el viento

pinta celajes de mullidos cúmulos en la blanca piedra

en el musgoso maderamen que la resaca arrastra hasta

(la orilla.

Belén

me cuenta y llora a su pequeña hija que era la luz de su casa

y de la que ha tratado de enmarañar en su mente aturdida y

(gris,

Transparencias marinas

A Belén, esta historia costeña

I

Acodado por urgencias de las palabras,

sosteniendo por el frío sudor de las cenizas acuchilladas,

me imagino al margen de las horas divagantes de las días.

Acaso el hierro firme de las fauces del remoto regreso

nos indique la veleta de los remolinos espectrales

en los torrentes de agua acodados en los espacios de las

(tumbas.

El cambio de la guardia costanera devora la verdad del

(oscuro

y pequeño poblado marino recorrido a esta hora en que la

(antigua angustia,

la que se soslaya a la sombra para no escuchar arder la pena

(sobre la arena

que invade las calles de palmeras en esas playas pendulares

(a pique de sol.

66 67

Page 34: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

Cuando esperamos en vano a esas culebras del deseo.

Cuando se fuma en un cigarro a las arañas de soledad.

Ese morir de pronto nos nace del techo que miramos.

Ese dolor.

Esa angustia.

¡Doble pena,

Belén!.

V

No queda más

que la memoria del reflejo,

el oleaje de días avanzados,

el buceo de espíritus calafateados,

el de hormigas golpeadas por la lluvia persistente,

de tortugas que desovaron toda la noche sobre mojada arena

y arriba las estrellas de brillo intenso que no se escondieron

(de la luna

y alumbró el húmedo amanecer de los pescadores

(y sus redes

la que regalaba sus canciones y vendía las cocadas por unos

(cuantos pesos.

La que trenzada con listones rojos sus oscuras y negras trenzas.

Nunca se volvió a saber de ella.

No volvimos a verla nunca más

IV

Qué sabor el de su nombre.

Qué música para el baile de su talle.

Qué retumbar el de sus pasos.

Qué azabache el de su pelo:

Qué vaivén el de su cuerpo.

Qué entonación la de su voz.

Qué negro olor a muerte el de su muerte.

¡Silvia!

resaca que no devolvió la ajena ventisca

a la hora en que los panteones costeños

son terriblemente tristes por solitarios.

Cuando las sombras restallan en las sombras

Cuando los propios pasos de los pasos duelen.

Cuando las caricias en la piel se marchitan, Belén.

6968

Page 35: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

71

¡Es de día y Ilueve,

–duele, Belén, duele–

Ilueve y duele, es cierto,

duele ya no tenerla entre nosotros,

pero a Silvia, aunque llueva,

la Iloraremos siempre!

Puerto Arista, Chiapas,abril de 1997

70

Latidos

El silencio detecta

todo sonido insomne

debajo de nuestra piel

temblorosa y ajada del pulso.

La sangre persevera hacia fuera

por tejidos profundos fluyendo.

El sistema pulmonar

La vida

Fluyen

Es apenas dado

urgir los sudores

de pequeños latidos orgiásticos

La vida pegada a la epidermis

Page 36: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

7372

Un dolor al costado

Viperina expulsión de mucosa

del órgano cardiaco rugidor

Latidos

Latidos

Latidos

Latidos

¡Ritmo!

¡Corazón!

¡Vida!

¡Muerte!

Dentro de todo sacudimiento visceral

apenas se descubre la fatiga

pequeña y débil

de imperceptible tos.

Son apenas palpables

los encomios persistentes.

Los golpes dolorosos de aire frío

de donde huyen latidos de esa vida.

En fin

que son pulsaciones

que son latidos del último sístole

que son dilataciones del diástole

pus firme y fuerte intestinal

Vómito apenas

Bilis

Page 37: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

74

del destello apenas separado de la transgresión,

del paso apagado de las Ilamadas de la tarde,

del ocioso calor modoso de recuerdos olvidados

en la oscura penumbra de un motel cualquiera.

Sueño.

III

El sueño es el frío del anochecer que aletarga

y lo que te hace orillarte a la cama como en una

(playa

Ilena de alacranes, de desconsuelos y de soledades.

Es el comienzo de esa pesadez impúdica de la

(desnudez.

No se sabe si hay que arrancar la ortiga de

(salumbre

que abotaga la mente que se fija en el techo

y hay que gritar para no temer a la destrucción

de la oquedad del viento en las aspas del

(ventilador,

que giran en la ilusión prendida del tedio y de la

(pesadumbre,

75

Tríptico del sueño

I

A orillas de la vigilia

crece la silenciosa canícula del río

arrastrando el bochorno y la hojarasca de la tarde.

Los silabarios crasos de la muerte desatada,

embriagada del oleaje de agua primitiva e inicial,

de esta cloaca vituperante de las fauces gozosas,

del exaltante hedor de podredumbre del sopor,

de los peces arrancados de su hábitat de luz

que permanecen en la pecera de reflejos.

Del espermático y enhiesto origen carnal.

En todo el atropello de la resaca del silencio

alcanzado por la hogaza de la degradación del

(sueño.

II

Sucede de repente al simple atropello de la siesta,

de las construcciones diletantes de las sombras,

Page 38: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

El hombre en la luna

La ciudad insomne por el ardiente verano de la noche

es anegada por la Iluvia incesante reflejada en el acuario

de los peces arrancados de su natural hábitat de luz.

Ahogada y arrastrada por las aristas de la memoria,

por el gran verbo flámigero de fechas desentrañadas

en las sombrías tempestades heladas de la arboleda.

Las que se fueron fundiendo en los arreos del sueño,

como el caballo trapicheo a la deriva de tanto ocio,

girando y oyendo el rechinar del mismo viento,

el resollar de su propio aliento y su relincho.

En el arroyo de pesar anochecido se derrumba el poema

estallando en palabras ateridas por la cal del espanto,

sonámbulas, pecaminosas, desterradas, exiliadas por la

(espera.

Sin embargo, la sangre fluye con el desplome del horizonte,

de la cisterna del olvido, del andamiaje de los pulmones,

con los cimientos endurecidos por el torpe pensamiento.

7776

enviado por la agonía que es apenas el comienzo

(de la telaraña,

es el letargo, la pesadez, el aturdimiento, la

(vigilia:

¡Es el sueño!

Page 39: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

79

La vida es ese tren interminable de angustias no alcanzado

que se perdió en los anhelos de una estación gris y limitada,

esa pena trasminada por el gusano que retoñó en capullo,

en mariposa negra de párpados descarnados por la vigilia,

por el carruaje del día urgido por los surcos abiertos de la

(tierra,

por las ideas flageladas en la inerte pensión de la muerte,

en la fácil escisión de la enfermedad muchas veces latente,

rota de raíz por la falaz espera del rayo en medio de la

(tormenta,

en el dubitativo aleteo de palomas alteradas por los

(perdigones.

(¡Dolor penetrante del sepulcro oscuro, distante y apagado!

¡Agonía avizorada y descubierta en los apagados ojos del

(otro!

¡Casulla ajena del muerto entre desnudos y epodas del canto!)

El hombre es animado por todas las detonaciones estelares

en el deslumbrante fragor de cohetes de inéditas hazañas.

Apolo XI, Armstrong, Aldrin, Collins, 16 de julio de 1969:

¡eureka!…

El hombre en la luna...

Julio de 1969

78

Restauraciones por la paz

Aleluya

Aleluya

Sostengamos con los puños al aire la

(victoria

No dejemos que la derrota nos aplaste

Aleluya

Aleluya

Las paredes podrán sostener los afiches

(impresos

y la alegría nos sacuda la modorra de todos

(los años

Aleluya

Aleluya

Ya jamás volveremos a arribar a nuestros

(hogares

con la cerviz agachada entonando canciones

(de tristeza

Aleluya

Aleluya

Page 40: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

81

¡Cantaremos la gloria de nuestros hermanos

porque hemos ganado la última batalla!

Aleluya

Aleluya

¡Por las eternas y efímeras encuestas de la vida

y las sorpresas y los odios y los rencores!

Aleluya

Aleluya

¡Por los tres días de guerras intestinas

y las dolorosas heridas restauradas!

Aleluya

Aleluya

¡Ya no habrá paz que nuestro canto anhele

sólo la que sostiene las palabras en alto!

Aleluya

Aleluya

¡En Chanal y en Polhó, nuestros hermanos

levantan en algo estandartes de triunfo!

Aleluya

Aleluya

¡La alegría nos cubre la frente de laureles

y por el dolor soterrado levantamos la mano!

Aleluya

Aleluya

80

¡Nuestra palabra sola y persistente arderá por siempre

con la luz verde de la eterna esperanza!

Aleluya

Aleluya

Diciembre de 1994

Page 41: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

¿Dónde ese aspirar el suave humor de celo entre tus

(piernas?

¿Dónde el sueño?

¿Dónde el pensamiento?

83

Sueño o pensamiento

¿Sueño?

¿Dónde ese olor unívoco a resurrección de almohadas?

¿Dónde ese remanso del amor que renace a la

(esperanza?

¿Dónde ese espejo en el que se refleja el abrazo entre

(las sombras?

¿Dónde esa errante, campartida y nauseabunda

(soledad de besos?

¿Dónde esa fragancia olvidada de caricias sepultadas?

¿Pensamiento?

¿Dónde ese ansioso deseo a las Iluvias del desierto de

(tu cuerpo?

¿Dónde ese sabor salobre de pezones degustados a

(flor de boca?

¿Dónde ese temblor de labios jugueteando entre tus

(senos?

¿Dónde ese percibir el perfume de vetiver de tu

(apiñonada piel?

82

Page 42: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

Se detuvieron en el acto para desviar el paso

y apartarse intentaron de la trillada trocha,

mas Jesús asentó el pie y se detuvo al instante.

Fue de inmediato el apoyo y el piquete imprevisto.

Un solo rayo para las dos terribles consecuencias:

Dolor y calor en el sorprendido cuerpo enhiesto.

El grito acobardado y el terrible terror concebido.

La hipotermia letal y el frío de fugas de lo añorado.

La isla de la picadura en penetrante veneno.

La terrible agonía y el aterramiento soterrado.

Pedro sin pensamientos, sin dudas, sin picaduras,

se dedicaba a socorrer al acompañante ya afiebrado

y atrapado en la loca carrera del preñado pasado,

del momento detenido por el breve recuerdo.

Se derrumbó la noche y tan lejos del hogar se sabían

que como los apacentadores del antídoto

se olvidaron y se sumieron en el rojo tapete de la

(hierba.

85

La víbora

En el amplio corazón del campo

y junto al árbol seco y deshojado,

se arrastraba la bíblica serpiente

de doble lengua y frío temperamento.

La tenue luz dejaba ver sobre el café del pasto

el tamborileante rojo oscuro de reflejos

de esperadas y tardías lluvias del verano.

La noche se tendía al hombro tardándose en arribar

y los pequeños pastores –caminantes de distancias–

detuvieron la marcha sorprendidos por el viento

para observar de pronto la reptante cascabel

que pronta cruzaba el plano sendero de sombras.

–¡Cuidado, es una víbora!– Dijo Pedro, asustado.

–¿Dónde?– Inquirió Jesús. –¡Yo no la veo!–

–¿Acaso tú estas ciego?– Preguntó Pedro, molesto.

84

Page 43: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

Cumpleaños número 61

Hoy, 13 de octubre de 1999, cumplo años,

recapacito en lo pasado y pienso.

¿O al revés?

Pienso en lo pasado y recapacito.

Ayer,

apoderado jurídico de una empresa

local distribuidora de automóviles.

Hoy,

burócrata abdicado en una oscura oficina

gubernamental del reprimido tedio.

Gratificado con un mísero salario.

Carente de voluntad para decidir la propia

iniciativa otorgada en arrendamiento al ocio,

al aciago horario asombrado por el reloj checador,

sometido al vetusto autoritarismo del jefe,

al superior jerárquico –omnímodo hijoeputa–

87

Él permaneció junto a Jesús durante toda la noche

en fiel y perruna compañía de confesiones, de rezos,

de llantos, de dolor, de consoladora trayectoria

y, ay, de aventuras vividas juntos ya pasadas.

No sufrió, ni se quejó de las ardientes calenturas.

Al día siguiente, al amanecer, Jesús estaba muerto.

Pedro, como en el evangelio, contó su triste historia:

¡Jesús, el cuidador de rebaños, era su hermano!

86

Page 44: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

nos bebemos una copa solazándome siempre

con su diestro curar de dichos a gusto de boca:

“En mi casa el diario y de a diario, si es necesario”

–dice–.

Después de todo no sé si es importante

Ilevar la cuenta, cumplir o no cumplir años,

sumar o restar días, meses, años, sueños u hormigas…

Lo importante sería no hacerse pendejo,

pero no hay cabrón que trate de explicarte,

ni quien te aconseje no asumir lo inevitable,

lo que sucede, lo que acontece todos los días,

…también los jueves

89

al dictador del nepotismo de mierda compartido

en las promociones reticuladas de la mediocridad,

en los ascensos puntuales de un gris escalafón.

En fin, que hoy cumplo años y estoy jodido,

que habría que aceptar la vida de otra manera,

que habría que enumerar los fracasos y los triunfos.

...y uno se pregunta estúpidamente

¿cuáles fracasos? ¿Cuáles triunfos?

Está comprobado

que la vida es un caprichoso vehículo de fantocherías,

con arreos, con riendas, con ascensos y caídas;

en él se ve el camino recorrido y sin retorno,

sin límite –afortunadamente– pero siempre vivido.

Ahora mismo visito a mi compadre “Chelis”,

en parte para compartir un poco mi Ilevadera

soledad echada al hombro del tatarata día.

(A su gato le llama “andrógino” y a su perro “hueleculo”).

Él dice que el tequila es bueno para la salud

y en el patio paterno de lunas y recuerdos,

88

Page 45: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

que por mi mente cruzara la idea de morirme,

de no ser espontáneo a fuerza de la ausencia,

de lamentar ya no tenerme entre nosotros,

de ver nacer los jueves hormjgas a los árboles

y la frágil y terrible y tierna ternura de mis nietos.

En medio del regocijo de la muerte,

en el privilegio amedrentador del próximo milenio,

a mi edad de larva sedentaria o de dinosaurio apoltronado,

¡albricias, he aprendido a enamorarme de la muerte!

24 de diciembre de 1999

91

Enamorarse de la muerte

Dice el médico

que mi corazón está dañado

y que tal vez un cateterismo

o quizás una necesaria cirugía

podrían evitar que éste se parara.

Confieso que a mí ya nada se me para;

ni el pelo -sólo mi vetusto automóvil-

mucho menos otros consabidos quehaceres.

Acostarme pensando en la cabrona muerte

es una angustia que se me vuelve cotidiana,

es una vigilia agónica de mi intimidado sueño,

un empezar a morirme lentamente cada noche.

De verdad que está jodido

depender de una pastilla en caso de la crisis.

Sucede que nunca antes

pensé, sinceramente, que a mí me aconteciera,

90

Page 46: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

¿Por qué la infancia de ilusiones aprisionará los endebles

(jueves?

No quiero dejar por los rincones de la mente

los alguna vez, los posiblemente, los a lo mejor,

los recuerdos, los siempre, los quizás, los jamás.

No recuerdo su nombre: ...¡Mariquita!

No sé cómo se Ilamaba pero era muy bonita,

su carita se pinta en la urdimbre brumosa de la muerte.

Negrita.

Tendríamos entre 11 o 12 años

allá en la distante década de los 50.

Mucho más morena que mis hermanas

a quienes nombraban “Las gordas”

y no ocultaba mis preferencias por ella.

Negrita, digo.

Chispeante, siempre alegre, tozuda.

Firme en sus decisiones como en su color.

(¡Mariquita! ¡Mariquita!

Carretón de la basura...

Cuando yo tenía mis padres,

me vestían de oro y plata;

93

Balada para la infancia

(A la víbora, víbora, de la mar, de la mar,

por aquí pueden pasar

los de adelante corren mucho

y los de atrás se quedarán,

tras, tras, tras.

Una mexicana que fruta vendía

ciruela o chabacano

melón o sandía

día, día, día,

se fue la vieja del otro día).

La vida es el dédalo que urde los hilos del ayer.

Oh, Ícaro, cretense de enternecido dolor ¿hacia dónde

(navegas?

¿Por qué el temor eterno de los pequeños derruidos?

¿Qué día vendrá el tejedor de la muerte a enredar las

(nuncas?

¿Que día tramarán sus telarañas las negras alas de la

(mariposa?

92

Page 47: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

por la antigua calzada de los mangos,

allí camino al añoso puente Madariaga.

Acostumbrábamos bañarnos en los “Chorros”,

junto al Jardín Botánico, próximo al Zoológico;

pero lo más Ilamativo a nuestra párvula inquietud

–en el apremiante y bochornoso abril que nos urgía–

eran los mangos abrumados por los gusanos de la

(eventualidad

que las Iluvias depositan en los deleites del gusto a la

(mordida.

(¡Mariquita! ¡Mariquita!

Carretón de la basura...

Cuando yo tenía mis padres,

vivía entre las riquezas;

ahora, como no los tengo,

vivo entre las pobrezas.

¡Desventura! ¡Desventura!

Carretón de la basura...)

95

ahora, como no los tengo,

me visten de hojalata.

¡Desventura! ¡Desventura!

Carretón de la basura...)

Hija única de unos “guachitos”

que vivían en la vecindad del barrio

–Llamábamos “guachos”,

a los militantes sin grado,

a la tropa común, a la soldadera–

de alguna manera tenía liderazgo entre nosotros:

Ágil con el balero, atrevida con los gallitos,

certera con las canicas y de asombrosa puntería con el

(cordel.

¡Nunca le conocí un trompo “tatarata”!

“¡Chiras pelas!” –decía, “tiradora” en mano–

”¡Tapo el hoyo!”... “¡Estos de acomis!”

y medía con su pequeña diestra: ¡Cuarta o jéme!

A diario se pintaba con nosotros

a nadar en la alberca del “tío Chico”.

Bueno, no era el dueño, pero sí el guardián.

La que queda por el parque Madero,

94

Page 48: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

que fabrica el jovial de Don Emiliano Delgado,

el famoso “Pastelero”, allá por “Las anonas”.

(¡Mariquita! ¡Mariquita!

Carretón de la basura...

Cuando yo tenía mis padres,

me Ilevaban de paseo;

ahora, como no los tengo,

me quedo con el deseo.

¡Desventura! ¡Desventura!

Carretón de la basura...)

La pueril inquietud de nuestra picardía era dudosa,

ya que no sabíamos en que barrio ondearía el mástil

del osado estandarte que enarbolaría el incipiente orgullo:

San Roque o San Jacinto o Santo Domingo.

Siempre fuimos los forasteros advenedizos,

los que sin cesar –¡qué bueno!– andábamos incursionando

con nuestra cándida etiqueta de extranjeros

en los locos tropeles de alquiladas bicicletas de Jonás

e íbamos de feria en feria, de atrio a plazuela,

de “¡parque, liga, ligazo, patada o manazo!”

97

El padre de la negrita, un cabo analfabeto

e ilustrado en los quehaceres cotidianos

de su holgado trabajo en el ejército,

era el constructor de nuestras cometas,

el fabricante de aquellos papalotes de “pituti” y “matsu”,

orugas primitivas de nuestros gigantes anhelos

que surcaban las nubes de nostalgias y ansiedades

en el desconocido y borrascoso misterio del destino,

del caleidoscopio de las eyaculaciones prematuras

que ya para entonces las mieses del aura de marzo

apenas se sentían espoleadas por los alisios vientos

de la tarde:

¡Diablillos intransigentes que arrollaban faldas y vestidos

provocando en nosotros los chamacos el gozo de miradas

furtivas y morbosas de rojas, azules o moradas pantaletas!

Ya entabladas las Iluvias de mayo

jugábamos a los barquitos de papel

–al garete inocencia sin rumbo y sin brújula–

que se perdían para siempre en “La Pochota”

o en la esquina del arroyo de los “borrachitos”,

–esa especie de chimbos de licor–

y los patrióticos, triangulares pastelillos

con el verde, el blanco y colorado de los manjares

96

Page 49: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

Cuando yo tenía mis padres,

me mandaban a la escuela;

ahora, como no los tengo,

vendo fruta en la plazuela.

¡Desventura! ¡Desventura!

Carretón de la basura...)

Por las tardes calurosas del tranquilo verano

nuestras madres se arrellanaban a las puertas

de nuestras casas en butaques o en perezosas

y la muchachada, acuclillados en las aceras de la modorra,

donde permanecíamos en trivial y agónica espera,

al paso del Teniente Espinosa y su rechinante carreta

a la que trepábamos y él gustaba elocuente contarnos

viejas historias “Mapachistas” en las que alguna vez

–héroe de guerras triunfales– había participado

mientras en la prematura espera vespertina de su silbido

se vaciaban canastas repletas de mangos, jocotes o guayas,

arco iris de paladares, de colores, de sabores y sinsabores

de la grama hollada por el tiempo en el proceloso destino,

ahora y en la hora de nuestro terrible y lento recordarte,

(amén.

99

Para entonces mi nariz narcisista por los gustos

en la adolescencia de los días jubilosos

me lanzaba a explorar en tenebrosas lides y aventuras

en el recuerdo de la curiosidad infantil indagadora

de lunáticos y fabulosos folclóricos del vecindario:

Rafita, “El zanate”; José, “El pijuy”

y el ebanista, el carpintero, la famosa “Tortolita”

que acostumbraba alimentar con maíz a sus gatitos,

el que nos hacía los trompos de tornillo

allá por el rumbo de la cancha de San Roque.

Ya por aquellos tiempos

y en los desvaríos de la locura

se transmitían por la “W”,

“La voz de la América Latina desde México”,

las radionovelas: La cubana, “El derecho de nacer”,

y la serial policiaca de “Carlos Lacroix”.

“¡Cuidado, Margot, cuidado!” –decía él–

”¡Dispara, Carlos, dispara!” –exigía ella–

…y la repetitiva musiquita:

“Ta ra ra ra ...ra ra...ta ra ra ...ta ra ra...ra.ra...”

(¡Mariquita! ¡Mariquita!

Carretón de la basura...

98

Page 50: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

El diagnóstico:

Fractura de cuello por traumatismo craneal.

¡Aún hoy,

cuando escucho las cancioncillas de los juegos de mi barrio

–cascabeles de nostalgia– me cuesta trabajo contener

el llanto!

(¡Mariquita! ¡Mariquita!

Carretón de la basura...

Cuando yo tenía mis padres,

me vestían de oro y plata;

ahora, como no los tengo,

me visten de hojalata.

¡Desventura! ¡Desventura!

Carretón de la basura...)

Tuxtla Gutiérrez, Chiapasenero de 2000

101

Mariquita murió

una luminosa tarde de abril

a pesar de la lluvia que caía.

–”¡Estan pagando los tramposos!”– solía decirse.

La noticia me alcanzó

en el presuntuoso estreno de mis zapatos nuevos

sacados de los escaparates de la zapatería “El Castor”,

propiedad de “Pie frío”, Don Alberto Redondo Jauregui

y reflejados en las luces de los grises vehículos estacionados

en las aceras de agua a la sombra del sopor de la siesta.

Fue Raúl Chanona, alias “La Quirina”,

el portador de la terrible noticia que anesteció mi gozo

disparando a bocajarro la fatídica, terrible noticia:

“¡Mariquita, tu novia!” –me dijo–

“¡Mariquita, sin calzones!” –afirmó malicioso, burlón–

“¡Se acaba de caer del árbol de mango y la Ilevaron al hospital!”

Esa noche Mariquita murió.

La supuse en su lecho de muerte

víctima del abandono en la oscura madrugada,

sola, muy sola, sin nosotros, sus amigos.

100

Page 51: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

me entierran con raíces

con muros grises de edificios

en cadena de voces por las calles.

Las mudas paredes me gritan:

“poeta, tú no resuelves nada”

yo no respondo…

¡tanta indolencia existe!

Llego de un día cansado

a tenderme en mi noche y mi fatiga.

De un caminar sin norma.

Empolvado de recuerdos.

Enmarcado sin luces ni paisajes.

(Por las noches me pesa

el techo desolado de mi cuarto)

Llego de un silencio.

Encorvado sobre el pecho.

Con la voz ya muerta entre los labios.

Con la palabra que se quebró en la boca.

Más duro el suelo, más duro el aire,

más duro el pueblo, y más duro el cielo que camino.

Nosotros los poetas no rezamos.

No tenemos dioses que fastidien,

que nos riñen y fustiguen.

Por todo esto, a cada hora muero.

103

Comienzo un nuevo día

Comienzo un nuevo día…

Yo que despierto y rompo

la tristeza, el mutismo,

las estrellas de luz en pleno día.

¡Cómo me duelen todas las cosas que hago!

Mi razón de hombre se pierde en pensamientos.

y galopo desde mi pie al fondo, derrotado,

y ando con los mismos pasos

sobre el camino indestructible

de mi primera túnica de barro.

¡Y me pregunto por los que nacerán mañana!

Hay caminos largos,

jornadas negras,

ojos desiertos de paisajes,

y hay dolor y hay hambre…

Mi fosa es ya cavada

por un sepulturero ocioso…

Este árbol errante

y esta prisión de tierra

que me oprime,

102

Page 52: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

Los viejos lo atestiguan.

El frío del verano

y de los muertos me compra,

y yo les doy mis huesos.

Me sangra la carne

con lo que nunca es cierto.

Mujeres en latido, lo conozco.

Lo que está destinado

se vivirá sin quejas

me irritaré el espíritu

sin fondo, sin fin,

para escuchar un grito;

mis pies, mis ojos: ¡basta!

y veo el silencio.

Sobre mi piel rebusco;

miro al fondo: los sentidos,

la conciencia viva

del que nunca sueña.

¡todo esto es asombroso!

En la noche, inerme,

el duende escapulario

de un rosario me pide.

105

Donde desnudo me limito

Joróbame, palabra,

hasta el brote del encuentro:

donde desnudo me limito

y me giro con tristeza.

Si me engendro la idea

a mi antojo, sin término,

la noche me castiga.

Voy y vengo: me busco.

Ella me entierra con polvo

que le vende el viento.

El cielo no lo cuenta.

Un poeta que me da la mano

me aclara que el hombre

adolescente va a su encuentro.

104

Page 53: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

Mi velorio

Quisiera que nadie llorara por mi muerte,

que fuera Billie Holliday, inédita, hierática,

la que inaugurara con su aguardentosa voz,

un peculiar, sobrio y reservado velorio.

Que el convivio –como en un aquelarre–

estuviera presidido por la síncopa del jazz

y que se prolongara por toda la madrugada

sin marchitarse flores en aras de mis exequias.

Me gustaría que no hubiera oficios litúrgicos

con endechas o rezos redentores por mi alma

y que nadie de los presentes hablara a sotto voce,

circulando, discreto, un moderado y degustado vino.

No quiero en los diarios obituarios del suceso

en la flama de un cirio perenne del jueves fatal,

no quiero que se consuma la guadaña del sueño

en el recuerdo inescrutable de la memoria fría.

107

No rezo, nunca rezo

por detener el paso,

y el placer no fluye.

Soy absurdo creado un silencio,

pero no puedo callarme:

¡Joróbame, palabra!

106

Page 54: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

Los terrenales días

Vivir es aprender a conllevar la muerte,

atar la noche y desatar al día,

decir: “¡Gracias, Dios mío, amanecí de nuevo!”,

despertando a la vigilia del bostezo en el oscuro

insomnio prendido a la telaraña de los sueños.

Vivir es ganarle a los achaques cotidianos,

a las telúricas molestias del lumbago,

a los insistentes pellizcos del diablo,

al dolor de pies y al salobre gusto de los escupitajos.

Vivir es padecer todas las enfermedades,

jugar a inventarlas o a sufrirlas en verdad,

agonizarlas día tras día al despertar las quejas

y es cierto, llueve en un rincón del cuerpo.

Vivir es acostarse gorjeando los rescoldos

de los recuerdos cotidianos, la tristeza, lo superfluo,

gemir el rechazo de la cama negándose insistente

a ponerse frío y lúgubre vestido funerario.

109

Yo lo único que deseo con el fervor del caso

es que el féretro permanezca siempre abierto

y, en la proximidad de la algarabia concurrente,

lo que a los muertos les es negado: ¡Los escuchara!

30 de noviembre de 2000

108

Page 55: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

Vida o muerte

No creas que los muertos nos quedamos

solos en el frío sepulcro de la muerte.

En los aconteceres, por las tardes,

más allá de la oscuridad y de los muros,

mientras ustedes los vivos duermen la perezosa siesta

nosotros murmuramos el silencio que recoge

el viento por los rincones oscuros y sopla

hasta permanecer empolvado de recuerdos.

En las flores del misterio que nos cubre,

no creas que es difícil llevar la ausencia

y la cuenta de consuetudinarios días transcurrridos,

por las mañanas ocupamos ese tiempo

que no se ciñe a un horario de campanas,

ni de soles aviesos de una muerte pregonada.

Nosotros respiramos el aroma de flores, es cierto,

y oír caer la lluvia es a veces un bálsamo,

pero no creas que a los muertos se nos tapa la cara

para olvidar algunas malicias cometidas en vida,

ya que todos ignoramos que es más superfluo el odio.

111

Vivir es pintarle sombras a la vida,

tratar de engañarla fingiéndose cadáver,

fornicar del diario inventando a una fulana,

irse masturbando mentalmente e imaginándosela.

Se aprende a ser el padrote de la muerte,

el cafiche de las penas, el pelele del dolor,

el desarraigado del llanto y mimo de la risa,

el vividor de las ansias en el recuerdo ajeno.

En este lance, pienso en mi hermano como en un reflejo.

Y en los propiciadores pecadores que a diario vislumbramos.

Pienso en los terrenales días, en las perdurables sombras,

en las soledades compartidas, en acongojados avatares

y pienso en mi vejez y en caminar de nuevo en el espejo,

(hermano de mi vida.

18 de septiembre de 2001

110

Page 56: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

Tuxtla, mi pueblo…

Tuxtla, mi pueblo, es especial y,

como la sangre o el pensamiento,

da gusto recorrerlo por entre sus calles.

Da gusto, digo,

ir de un lugar a otro y solazarse

con el reencuentro de los viejos amigos,

rememorando la inevitable, pasajera y cotidiana

muerte de un amigo o los amores redivivos, fantasmales,

las amistades olvidadas y cubiertas por el polvo de familia,

como la ropa interior tendida a las ventanas del recuerdo,

a las vecindades de las ajadas compañeras de mi hermana,

solteronas, viudas, casadas o quedadas

e imbuidas en los chismes del barrio,

de las calles o esquinas en las que moramos.

Así recordaba a mi pueblo,

la gran ciudad mancillada por el infierno

de automóviles en su loca carrera por prosperar;

Tuxtla, mi pueblo, tiene ese sabor que a todos

nos inclina a nombrar las nostalgias del pasado,

113

No creas que he aceptado la muerte que me toca llevar,

por el contrario, me acostumbré a la vida que tal vez sueño,

a la muerte que hoy conllevo cohabitando con la vida,

pero todos sabemos que nacer o morir es cosa fácil

y lo difícil… vivir.

112

Page 57: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

En fin,

Tuxtla, mi pueblo, era especial y,

como la sangre o el pensamiento,

daba gusto recorrerlo por entre sus calles.

Percutida en el tiempo por ese extraño sonido,

la selva se despierta aletargada por los monótonos

bramidos del trascabo y la algarabía de pájaros y monos.

San Rafael amanece sorprendida por el progreso

y nosotros atónitos ante la pasividad de sus pobladores.

Hay que parapetarnos con lo necesario para arribar

a buena hora a Miramar y descansar hasta el siguiente día.

Mañana al atardecer estaremos acampando en Bonampak

bajo la brumosa cortina producida por el canto de las

(chicharras

despiertas con las primeras pinceladas del pronto

(anochecer.

Durante la noche, por cierto, no llovió como pronosticaba

el silencioso Ataúlfo, el guía de nuestra pequeña

expedición

ahora acurrucada a la margen derecha del Río Lacantún.

115

de los tiempos idos como los barcos de papel

en el arroyo de las lluvias de mayo hacia los sueños.

Ya se murieron…

Los añejos nambimbos de Santo Domingo,

el “Pie frío”, inexacto cavernícola de Cerro Hueco,

los jueves de Nonato y la milanesa de “El Marrito”,

los embriagantes ecos en la esquina del “Mayab”

y la “Portaviandas”, el famoso “Generalito Popo”

y el primer consultorio del otorrinolaringólogo,

doctor Pepe Cruz Zambrano, en el edificio Corzo.

¡Todo eso se acabó!

Dicen que la modernidad se traga todo.

Como arrastrar, porque esto es,

los arrastró con los sabores del recuerdo,

con los vestigios del pasado olvido: los sinsabores.

La ciudad se aletargó, dejó de fluir como la sangre,

como el pensamiento, como la esclerosis del cemento,

con sus redes eléctricas y sus rúas embrionarias;

como el drene del cordón periférico y la gangrena popular

de sus enhiestos barrios y sus tragedias cotidianas en la

(embriaguez.

114

Page 58: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

Padrote de la vida…

Padrote de la vida

pendejo de la muerte,

visaje del ser

mueca de la parca,

sonrisa de alegría

rictus de la tristeza.

Pero la muerte, señora...

¡Señora de la luz y de la sombra!

Nada nos es otorgado por completo,

Ilanamente,

En la rueda de la fortuna del suceso

nada nos es otorgado por completo,

se es padrote de la vida o pendejo de la muerte.

Todo en el visaje del ser o la mueca de la parca,

en la fácil sonrisa de alegría o rictus de tristeza.

La muerte, señora de la luz y de la sombra

es cosa seria.

Mi nombre

Supongo que mi nombre, como otros nombres,

al querer aplicarles el diminutivo o el aumentativo,

no sé, a ciencia cierta, si es el “ito”, el “ote” o el “on”,

la verdad es que, indiscutiblemente, ta’cabrón.

Omítar, Omarito, Omarcito, Omarón o, simplemente,

Omar, a secas, la verdad es que sigue estando… idem…

Pulgarcito, sansón, armatoste, gigantón, ta’cabrón;

más, de una cosa estoy seguro, mi nombre, como la vida,

por su declinación es infinitivo y, por si esto fuera poco,

como la muerte, al conjugarse, por la terminación

“ar”, “er” o “ir”,

igual el vivir o el morir, en verdad, conjugarlo ¡ta’cabrón!.

116 117

Page 59: ELEGÍAS DEL CAMINANTE

PortadaSin título (collage)

FOTOGRAFÍA DEL AUTOR

Elegías del caminante se terminó de imprimir en noviembrede 2006 en Talleres Gráficos, en la ciudad de Tuxtla Gutié-rrez, Chiapas. Los interiores se tiraron sobre papel Pastamaderosa de 44,5 kg y la portada sobre cartulina Gilbertcrown crema de 216 kg. En su composición se utilizaron lasfamilias Castellar MT e ITCFenice. Se imprimieron milejemplares más sobrantes para reposición.