El liberalismo desquiciadoAnglica Aguado Hernndez y Jos Jaime
Pauln Larracoecheaentrevista conel doctor Dany-Robert DufourDoctor
Dufour, usted ha planteado que actualmente el mrcado est ocupando
el lugar de Dios, por lo tanto estamos conociendo una nueva
religin: la religin liberal. Cules son sus caractersticas?Hay que
comparar esta religin con las antiguas religiones, que se
caracterizaban por tener ciertos mandamientos que eran
prohibiciones: no matars, no robars, no mentirs, no desears a la
mujer de tu vecino, etctera. Esta nueva religin es absolutamente
diferente de las anteriores porque prescribe el goce, as que puedes
mentir, puedes hacer valer tus intereses privados y egostas, puedes
ser feliz en la lujuria, puedes llevar un estilo de vida
dispendioso, y todo eso por qu? Porque es bueno para el mercado.
Todo lo que antes se prohiba o se reprima ahora tiene que ser
liberado. El liberalismo es en primer lugar eso, algo que libera, y
libera segn la terrible frmula que fue establecida de una vez por
todas por Bernard de Mandeville desde 1704: Los vicios privados
constituyen la virtud pblica . Y a partir de ah es necesario que ya
nada impida ellaissez-faire, el dejar hacer egosta de los
individuos. Ustedes saben que ellaissez-fairees el lema principal
del liberalismo (no regulemos ya nada) y, de hecho, lo que hay que
reconocer es que cuando se deja que acten libremente los egosmos
privados se produce riqueza pblica. Pero el problema no est ah, a
nivel de la produccin de la riqueza mercantil; este principio
funciona ah perfectamente y funciona bien, incluso funciona
demasiado bien. El problema es que cuando se aplica a las otras
economas humanas, slo las puede destruir; entonces la ecuacin a
travs de la cual se afilia el mercado seala que entre mejor
funciona la economa mercantil, peor funcionan las otras economas
humanas: las economas de los intercambios humanos, las que presiden
el bien social y las que presiden los mecanismos de subjetivacin,
es decir la economa psquica. Entonces llegamos a esta ecuacin
extraa y paradjica: la economa mercantil destruye la economa
humana. Ese es el problema y la gran contradiccin del
liberalismo.Segn su propuesta, toda religin tiene mandamientos y el
primero de esta religin liberal dice: Te dejars llevar por el
egosmo. Qu implicaciones tiene esto para nuestra sociedad?Bueno,
las implicaciones son considerables porque, como lo acabo de
explicar, la liberacin del egosmo tiene efectos nocivos sobre la
socializacin y la subjetivacin; este primer mandamiento, muy lejos
de llevar a la generalizacin del individualismo en nuestras
sociedades, conduce a lo contrario, a la constitucin de vastas
manadas de consumidores. Nuestras sociedades no son para nada
sociedades individualistas (como a veces se dice un poco
tontamente), sino sociedades egostas. El individualismo consiste en
entrar en un proceso de individualizacin en el cual por fin se
logra despus de una larga ascesis y una larga formacin, hablar en
nombre propio. Y si eso fueran las sociedades liberales sera
formidable, pero no es para nada eso, incluso al contrario. Lo
contrario es atrapar a la gente por su egosmo y se les dice:
Ustedes quieren esto, muy bien, y tienen razn en quererlo. Miren,
los vamos a llevar hacia los bellos objetos manufacturados que
hicimos para ustedes, para satisfacer sus deseos ms locos. Y cmo
funciona esto? Pues bien, con un catecismo publicitario, que hace
que cada vez ms personas se incluyan en estas manadas virtuales,
sobre todo a travs de las industrias culturales, como la televisin,
que capta la energa psquica de los individuos, la capitaliza, le da
un formato y la lleva hacia los buenos objetos que la buena economa
del capitalismo hizo para satisfacer a los individuos. Claro que lo
que digo es un poco irnico.El sexto mandamiento que usted propone
es:Ofenders a todo maestro que est en posicin de educador porque te
impide ser t mismo, y el sptimo: Ignorars la gramtica, porque es un
lugar comn y slo debe haber lugares individualizados. Ante esto, qu
lugar tiene hoy la escuela?La escuela est gravemente amenazada por
la extensin del liberalismo. Los primeros que se dieron cuenta de
esto fueron, por supuesto, personas que vivan en Estados Unidos en
los aos sesenta; pienso sobre todo en Hannah Arendt, quien hablaba
de la destruccin de la escuela. Y por qu habra una destruccin? Pues
bien, porque aquellos que se presentan en la escuela son jvenes o
adolescentes que estn en posicin de esperar de la generacin
anterior la transmisin de lo que la humanidad haya acumulado,
ideas, pensamientos, valores, etctera. Estn esperando la transmisin
de un patrimonio cultural. Esto no quiere decir para nada que los
jvenes tienen que aceptar este patrimonio; al contrario, justamente
porque les es transmitido lo pueden criticar; es necesario que
critiquen lo que la generacin anterior les dio para reinventar el
mundo. Ahora bien, todas las renovaciones pedaggicas desde hace ms
o menos cincuenta aos han tendido a arruinar esta transmisin. Por
qu? Pues porque no hay que oprimir a estas pobrecitas cabezas
rubias como se dice en francs, a estos niitos, y hay que dejar que
se desarrollen libremente; o sea que, de hecho, ya no se les
transmite nada, y cuando no se les transmite nada les retiran toda
capacidad crtica. Y entonces llegamos a un fenmeno extrao que es
que la escuela de alguna manera ensea la ignorancia. Vean nada ms
el camino que se recorri desde cuando la escuela era un lugar de
transmisin.Qu lugar ocupan las pasiones y pulsiones en el
liberalismo?Un lugar esencial, porque no se ha dicho
suficientemente que el liberalismo es en primer lugar una propuesta
acerca del tratamiento de la pulsin. El inventor del liberalismo,
Bernard de Mandeville, era en primer lugar un mdico, un mdico del
alma, y se dio cuenta de que cuando las pulsiones-pasiones eran
reprimidas el papel del mdico era quitar las represiones y hacer
hablar al paciente, justamente para liberar las pulsiones. Este es
la primera etapa de la elaboracin de Bernard de Mandeville como
mdico; la segunda es cuando se vuelve el inventor del pensamiento
econmico liberal. l contina el trabajo que haba hecho como mdico,
pues se da cuenta de que liberando las pulsiones-pasiones, los
pacientes que anteriormente sufran se sienten mejor y producen
riqueza. As que el liberalismo es la liberacin de las
pulsiones-pasiones. La tesis que defiendo es que si el capitalismo
fue inventado en Occidente aun cuando el mercado ha existido en
todos los pases desde siempre, es porque el liberalismo procedi a
la liberacin de las pulsiones-pasiones. stas estn desreguladas; una
vez ms estamos ante el dejar hacer de las pulsiones-pasiones y esto
origina sociedades donde cada quien defiende a muerte sus intereses
privados y la nocin misma de inters pblico o colectivo desaparece,
y los espacios se transforman en espacios de guerra, lo que Hobbes
llamaba la guerra de todos contra todos.Dany-Robert Dufour. Foto
tomada de:schlomoh.blog.lemonde.fr
Jugando a la futurologa, cmo se imagina el mundo dentro de
cincuenta aos? Cree que hablaremos chino en lugar de ingls?A m no
me asusta que hablemos chino en vez de ingls, al contrario, estoy
abierto a la multiplicidad de culturas. Lo que me preocupa es que
los chinos tambin hayan sido invadidos por elmarket-leninismo en
vez de ser adeptos del marxismo-leninismo. Lo que podemos temer en
los prximos cincuenta aos es que haya grandes amenazas con respecto
a la supervivencia misma de este mundo, dicho as, llanamente. El
liberalismo es lo que permite que el capitalismo se desarrolle, y
la ley del capitalismo es el desarrollo infinito de la riqueza.
Ahora bien, vivimos en un mundo redondo, esto quiere decir que es
una tierra finita, con recursos limitados, entonces hay una
contradiccin entre este desarrollo infinito de la riqueza y este
planeta limitado. El capitalismo est agotando los recursos del
mundo y el pobre mundo responde como puede, con desequilibrios
demogrficos, ecolgicos, en la variedad de las especies y con el
desarrollo de nuevos vectores de enfermedades. Por ejemplo,
imagnense qu podra suceder si la gripe aviar finalmente creara una
gran epidemia entre los humanos. Y a esto le podramos agregar
intervenciones que tienen que ver con la estructura misma de lo
vivo; estoy hablando de la creacin de organismos genticamente
modificados y las grandes sociedades que los promueven, que no
quieren saber absolutamente nada de las consecuencias a nivel de
salud pblica y el equilibrio con las especies naturales. Si esto
sigue as, sin regulacin durante cincuenta aos ms, lo que est
amenazado en definitiva es nuestro mundo. Pero no por ello soy de
un pesimismo absoluto. Yo creo que la humanidad se est dando cuenta
de los callejones sin salida a los cuales nos est llevando el
liberalismo y de que s se puede introducir una regulacin que haga
prevalecer los intereses colectivos de la humanidad en detrimento
de la libre expresin de los intereses privados.Hay virtudes dentro
del liberalismo y del capitalismo? Usted ha dicho que el
liberalismo nos liber del nazismo y del estalinismo, y que desde
luego esto no fue negativo.S, creo que hay puntos verdaderamente
positivos en el liberalismo. Nos liber de las locuras estalinistas
y de los horrores nazis. El problema ahora es que el liberalismo
puede ser presa de un giro, un vuelco realmente problemtico, donde
algunos efectos perversos empiezan a invadir el sistema y pueden
hacer que este sistema se vuelva contraproductivo. Pienso que antes
haba que ser muy crticos contra el nazismo, haba que ser muy
crticos contra el estalinismo, y hoy creo que hay que ser muy
crticos contra el liberalismo. La humanidad, cada cincuenta aos,
encuentra una nueva frmula que supuestamente nos va a llevar hacia
la felicidad, la salvacin, la redencin, y ahora es el liberalismo
el que nos est prometiendo la felicidad generalizada, y mucho me
temo que, igual que con las ideologas anteriores, vamos a descubrir
paulatinamente, poco a poco, un buena cantidad de horrores
vinculados con el liberalismo; esto no quiere decir que haya que
rechazar al liberalismo, sino que simplemente hay que hacer que
vuelva a la razn, que ya no podemos someternos al principio
dellaissez faire. Hay que restaurar la funcin poltica, es decir, la
salvaguarda de los intereses colectivos contra los intereses
privados. Se requiere que de nuevo haya instituciones que
instituyan a los individuos. Desgraciadamente, las fuerzas que
hubieran podido trabajar en este sentido, por ejemplo las fuerzas
de izquierda, a menudo se han dejado seducir por el liberalismo, y
entonces nos vemos bastante desamparados con respecto a la
necesidad de un pensamiento crtico frente al liberalismo. Por eso
ahora aplico todo mi esfuerzo filosfico en torno a esta cuestin.Cul
sera su mensaje a la izquierda mexicana?Estamos muy atentos en el
mundo a la izquierda mexicana, porque hay una gran experiencia de
lucha, y la proximidad con Estados Unidos hace que estemos
esperando que suceda algo muy positivo desde este lado.Quiere
agregar algo?Quisiera agregar algo que tiene que ver con el hecho
de que cada vez ms me invitan en otros pases; en los ltimos meses
estuve en varios pases de Europa, en Brasil, Colombia y Mxico, y
estoy contento de ver que en todos estos lugares hay un pensamiento
crtico buscndose a s mismo, en contra de los efectos nocivos del
liberalismo, y lo estn buscando a travs de mltiples medios. Hay
gente que est trabajando en el campo clnico, esttico, poltico. Hay
un movimiento que est inicindose. Entonces, a pesar de toda mi
preocupacin, soy optimista.Sabemos que usted est de acuerdo con una
de las tesis de quien fuera su maestro, Jean-Franois Lyotard,
acerca de que la humanidad habra entrado en una nueva edad de la
historia: la postmodernidad. A grandes rasgos, qu es exactamente lo
que caracteriza a esta etapa?La postmodernidad se caracteriza, segn
Jean-Franois Lyotard, por el fin de los grandes relatos de
emancipacin de la humanidad que fueron elaborados durante la
modernidad, la cual funcion en torno a ciertos ideales, por ejemplo
el acceso a la razn y al criticismo y la emancipacin social. Tomen
como ejemplo el marxismo y la salvacin social prometida de alguna
manera con referencia al pueblo, y el acceso a ciertas "fuerzas
oscuras" (pienso ahora en Nietzche o en Freud, que decan que en
cuanto accediramos a ellas nos bamos a liberar). Entonces, los que
sufren frente a la postmodernidad seran esos grandes relatos, ya
que sta pondra fin a esas esperanzas y a esos ideales. As que la
postmodernidad dice globalmente que ya no seremos salvados ni por
Dios, ni por el proletariado, ni por ningn ideal de emancipacin.
Esta teora fue enunciada a finales de los setenta por Jean-Franois
Lyotard, y la caracterstica histrica interesante es que unos aos ms
tarde de manera casi simultnea, lleg la ola neo o ultraliberal.
Entonces creo que hay una enorme relacin entre la postmodernidad y
el neoliberalismo o el ultraliberalismo, que se ha difundido en el
mundo con la globalizacin. Y lo que ha sido anotado desde un punto
de vista cultural bajo el nombre de postmodernidad tiene que ser
puesto en relacin con lo que sucede a nivel econmico y poltico, y
lo que est sucediendo est afectando a todas las grandes economas
humanas clsicas, por supuesto la economa mercantil, la economa
poltica, la economa simblica y la economa psquica. El hecho de que
ya no existan grandes referentes en torno a los cuales
organizarnos, modifica considerablemente la situacin de las grandes
economas humanas.Cul sera la diferencia entre neoliberal y
ultraliberal?Neoliberal quiere decir literalmente "nuevo
liberalismo". Ahora bien, creo que no es un "nuevo" liberalismo;
slo hay un liberalismo llevado hasta sus ltimas consecuencias, un
liberalismo que fue enunciado hacia 1768 por primera vez por Adam
Smith, y que se presenta como la posibilidad para los individuos de
entregarse a la ganancia mxima y seguir todos sus clculos egostas;
que deca que "podan hacer" sin ningn lmite, sin ninguna vergenza,
porque de todas maneras exista una Providencia que iba a
transfigurar los vicios privados en virtudes pblicas, es decir, en
riqueza colectiva. Es este rgimen, simplemente llevado hasta sus
ltimas consecuencias, el que vemos aparecer en el mundo, sobre todo
a partir de 1980 con Margaret Thatcher, en Inglaterra, y con Ronald
Reagan, en Estados Unidos, y que implica la destruccin de todas las
formas de regulacin (polticas, simblicas). O sea que es el mismo
liberalismo que fue enunciado hace dos siglos el que vemos ahora,
pero con una potencia total que ha logardo hacer desaparecer todas
las otras caractersticas modernas de las cuales hacamos mencin
antes; la posibilidad de una regulacin a travs de lo poltico y la
posibilidad de que nuestras acciones estn referidas a cierta
cantidad de ideales, esto es lo que desapareci. El lema del
ultraliberalismo es "dejar hacer" y "sin lmites", lo cual tiene
consecuencias psquicas importantes.Cules seran esas consecuencias
psquicas para el que, a todas luces, parece ser un neo sujeto?En la
poca moderna tenamos un sujeto doblemente definido: estaba definido
por el ideal crtico kantiano que apareci alrededor de 1800, y
estaba definido tambin por la condicin subjetiva de este sujeto
moderno caracterizada por la neurosis. Y qu es el sujeto freudiano?
Es un sujeto que no puede hacer todo, y sobre todo no puede hacer
una cosa, lo nico que de hecho quisiera hacer desde que es nio:
casarse con su mam. Entonces se ve obligado a renunciar (est
marcado por la renuncia), tiene que estar de acuerdo con una
substraccin de goce, que se traducir en beneficio de lo colectivo.
Esto es lo que Freud llam la "civilizacin" (por cierto que la
"marcha de la civilizacin" era un tema que le importaba mucho). Yo
creo que el sujeto postmoderno, o lo que ustedes llamaron "nuevo
sujeto", es un sujeto que ya no est marcado por la necesidad de
esta substraccin; es un sujeto que debe poder obtener todo lo que
quiere en funcin de lo que Adam Smith llam la maximizacin de las
ganancias. A partir de entonces es un sujeto que se presenta con
una nueva caracterstica, la de ser un ser sin lmites, y por lo
tanto entra en otra economa psquica distinta a la del ser humano
moderno que se ve obligado a renunciar a una parte para que lo dems
funcione.En su libro,On achve bien les hommes. De quelques
consquences actuelles et futures de la mort de Dieupublicado en
Francia, (Denol, 2005), usted analiza algunas consecuencias
actuales y futuras de la muerte de Dios. Cul es entonces el lugar
de Dios en esta postmodernidad.Me estn haciendo una pregunta muy
interesante porque, de hecho, los grandes relatos de salvacin de la
modernidad han muerto en la postmodernidad. As que podramos decir
que Dios ha muerto, pero este vaco trascendente de Dios fue
reemplazado por la nueva Providencia que mencion hace rato, que es
la Providencia del mercado. Es el mercado el que se presenta como
un nuevo dios: potencia, omnipotencia; podra hacer todo, regular
todo. As que estamos ante una especie de nuevo dios. El problema es
que este nuevo dios no cumple sus promesas sus promesas divinas,
puedo decirlo as. Por qu? Porque el mercado es una simple red de
intercambios, un mbito donde se puede intercambiar todo, todo lo
que es mercantilizable en el mundo; de hecho todo se vuelve
susceptible de ello, incluso el derecho a contaminar. Como ustedes
lo saben, uno compra el derecho a contaminar, o puede comprar nios,
u rganos, o se pueden adquirir derechos sobre lo vivo. As que en
esta red todo es intercambiable. La organizacin trascendente o
trascendental de antes, con la presencia de los antiguos dioses, ya
no funciona en la postmodernidad. Entonces esto deja a los
individuos de la postmodernidad con preguntas muy graves a las
cuales este nuevo dios no responde. Por eso me parece que
observamos una especie de retorno de lo religioso, pero es algo
parareligioso, son nuevas religiones; pienso, por ejemplo, en el
neoevangelismo, en el fundamentalismo, en los integrismos (en todo
lo que lleg con la nueva eleccin norteamericana), que se presentan
como "suplementos de alma" (cuando uno no se siente muy bien, un
"suplemento de alma" es lo que aporta una especie de consuelo).
Entonces, ante el mercado que deja a los individuos frente al
tormento de su origen, si podemos decirlo as, vemos la presencia o
la aparicin de nuevas formas religiosas extremas, y entonces
parecera que en el mundo actual el lema, la frmula que est
apareciendo es la siguiente: mercado para asuntos serios y
parareligin para los neurticos, para aquellos que continan y
persisten en eso de ser neurtico. Y con respecto a esto, lo que
sera interesante considerar tambin son los dioses premodernos.
Pienso, por ejemplo, en el islamismo, que se refiere a formas que
no aceptan el mercado, por eso no es una casualidad que el 11 de
septiembre sea el mismo smbolo del comercio mundial, es decir, que
el World Trade Center sea el que haya sido destruido. Aqu estamos
ante una lucha entre dioses premodernos y el dios postmoderno del
mercado; es una lucha a muerte.Hblenos sobre la teora de la
neotenia y la creacin de estos dioses.Bueno, en efecto trabajo
desde hace algn tiempo sobre las cuestiones de la neotenia. La
neotenia me parece una teora muy importante que nos permite volver
a pensar las relaciones naturaleza-cultura y contemplar desde un
enfoque nuevo todos los grandes asuntos humanos, es decir, el
lenguaje, el pensamiento, el arte, el psiquismo, todos estos
grandes asuntos importantes y difciles. La neotenia se presenta
como una teora cientfica que dice que el hombre es un animal de
nacimiento prematuro, que nace inacabado en su naturaleza,
contrariamente a los otros animales que nacen, si no completamente
acabados, s muchsimo ms acabados que el hombre. Y las pruebas de
esta condicin inacabada, o inmadurez en el momento del nacimiento,
son numerosas. Les doy algunas: la ausencia de pulgar oponible en
los pies, la ausencia de sistema piloso, el hecho de que el sistema
piramidal an no est terminado, que las paredes cardacas no estn
cerradas, que el crneo tampoco est cerrado, o la ausencia de
dentadura de leche en el momento del nacimiento. Todas estas son
pruebas de que el ser humano nace prematuro. Entonces, a partir de
esta idea de la naturaleza inacabada del hombre, slo hay algo que
nos permite entender que este ser, que prcticamente fue abortado,
sobreviva en el mundo: la nica posibilidad es que este ser se
complete por fuera de la naturaleza, en lo que hemos llamado
Cultura. Ahora bien, en el centro de la Cultura, encontramos
algunas grandes figuras en torno a las cuales se organizan todas
las culturas en una regin y una poca determinadas, y entonces esta
necesidad de terminacin en la Cultura, organizada en torno a esta
gran figura que podramos llamar un gran sujeto (la que utilizando
una terminologa lacaniana nos remitira a las figuras del Otro), es
lo que caracteriza las consecuencias psquicas y fsicas de la
neotenia. Hay que hacer notar que la humanidad ha conocido muchas
figuras del Otro, aunque el bagaje natural con el que el hombre
viene al mundo desde hace doscientos mil aos sigue siendo
globalmente el mismo, el pedazo de Cultura que se le agrega a este
pedazo natural ha sido diferente a lo largo de distintas pocas.
Entonces habra que considerar y eso es lo que trat de hacer en mi
ltimo libro, esta estructura que implica no solamente la presencia
del Otro, sino que tambin cabra hacer algo as como una historia del
Otro, o una historia de las figuras del Otro, y yo creo que si
hiciramos esto ltimo estaramos mejor armados para entender qu es lo
que nos sucede ahora. Porque perfectamente podra ser que la
postmodernidad est caracterizada justamente por la desaparicin de
toda figura creble del Otro, lo cual implicara, por lo tanto,
algunas preocupaciones para lo que le suceda a la civilizacin en el
futuro.Si la teora de la neotenia nos plantea a los seres humanos
como inacabados, prematuros, implantados en ficciones, es decir, en
creencias de Dios, la pregunta sera: si la postmodernidad presenta
la posibilidad de la muerte de Dios y lo que ha venido a ocupar ese
lugar es el mercado, entonces, la oferta de las nuevas religiones
es la existencia de un dios falso?No, yo creo que es en esta
declinacin de las distintas figuras del Otro que la humanidad ha
conocido, donde hay que contar formas extraordinariamente diversas
de la divinidad, o formas extremadamente diversas de lo que se da
en llamar "el soberano", o formas muy diversas de lo que se podra
llamar la soberana. Piensen, por ejemplo, en la historia
occidental, en la cual pasamos de la physis griega, los dioses de
la naturaleza, el politesmo griego, a todas las variedades del
monotesmo; pasamos a una forma de la teologa poltica con la
monarqua absoluta, luego pasamos a nuevas apariciones del soberano:
el pueblo; as, por ejemplo Rousseau, en El contrato social, llama
al pueblo "el soberano", y esa es una nueva forma de relacin con un
tercero. Tambin conocimos formas de religin del arte, de religin
poltica, por ejemplo Marx era alumno de Hegel, y en esta teleologa
de la Historia no es la realizacin del espritu absoluto lo que
estaba en el orden del da para Marx, sino el advenimiento de una
sociedad sin clases, lo cual en el fondo est muy cercano al
proyecto teleolgico y lgico de Hegel. Por eso hablo del marxismo
como de una teologa poltica. Resulta que todo esto se desmoron,
entonces, efectivamente, por el momento, no tenemos nada ms que el
mercado que no mantiene sus promesas, y tenemos el regreso de
falsos dioses. Entonces, claro, esta poca es una poca contrariada,
difcil, decepcionante. Pero yo creo que se estn buscando nuevas
formas de soberana, yo creo que la forma que apareci ms o menos
hacia 1800 en la poca de la Ilustracin no est completamente
obsoleta, sigue estando a la orden del da, permite un verdadero
milagro Y cul es el milagro? Que logramos transformar, en el curso
de la Ilustracin, las antiguas sumisiones a estas divinidades en
nuevas libertades y tambin limitaciones a la imaginacin
trascendental. Este lugar del pensamiento era un lugar maravilloso
porque era un lugar vaco, no lleno de tal o cual forma divina, sino
una forma vaca en la cual la imaginacin y el pensamiento tenan que
realizarse. Cmo pensar que esta forma derivada de dos mil aos de
filosofa pueda ser simplemente eliminada por algo tan rstico y
grotesco como el mercado, a menos que ya no tengamos ninguna
esperanza en los neotenos humanos? Yo creo que s podemos conservar
cierta esperanza, yo creo que hay muchas seales de la resistencia
del sujeto a su destitucin subjetiva.Cules seran esas seales?Son
mltiples, no son slo polticas. Por ejemplo, estn en el sujeto que
quiere seguir actualizando lo que sucede en l con su deseo, estn en
el sujeto que no cree que los objetos manufacturados del mercado
van a cumplirle realmente lo que l quiere, contrariamente a lo que
dice el mercado. El mercado dice: "Quiera usted lo que sea,
nosotros se lo vamos a dar." Sabemos que esto deja completamente
insatisfecho y que hay que elaborar algo para saber qu es lo que
quiere uno de uno mismo, de los dems y cmo deseamos estar juntos.
Entonces, por doquier encontramos resistencia: en donde todava
alguien se plantea esas preguntas, escribiendo un poema, elaborando
una prctica que no responde simplemente al funcionamiento del
mercado, cuando se entrega a una prctica artstica, cuando se
entrega a un psicoanlisis, al participar en movimientos colectivos
de resistencia contra este orden de las cosas; todas estas son
formas de resistencia del sujeto frente a su destitucin
subjetiva.Enviar por correo electrnicoEscribe un blogCompartir con
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PinterestEtiquetas:Filosofa,Poltica,Psicoanlisis1 comentario:
21/10/11 2:54 p. m.Sociedad civil como espacio pblico polticoLa
sociedad civil es, por una parte, la conjuncin de los sujetos
econmicos aislados entre s, que buscan optimizar su bienestar sobre
la base de un clculo racional en un mercado annimo. El mecanismo
que coordina este accionar es el contrato celebrado
voluntariamente, protegido por el derecho y el Estado. El contenido
de la sociedad como sociedad econmica est garantizado por sus
regulaciones legales objetivas, y el Estado conquistado por la
sociedad burguesa tiene el deber de garantizar la seguridad interna
y externa y proteger los derechos privados de los sujetos
econmicos. La igualdad de las partes intervinientes en el contrato
es formal, esconde la desigualdad bsica de los ingresos, bienes y
poder. La igualdad de las partes es slo apariencia, tal como lo
sealaban los primeros tericos del movimiento obrero y
representantes del feminismo hacia la misma poca. [v. Donald
Sassoon, One Hundred Years of Socialism. The West European Left in
the Twentieth Century, London/ New York 1996, pg. 407 ss] En este
contexto, los derechos ciudadanos de las mujeres y desposedos se
contemplaron en escasa o ninguna medida hasta avanzado el siglo
20.Al mismo tiempo, la sociedad ciudadana como sociedad civil es el
espacio pblico en donde los ciudadanos pueden y deben disponer
libremente de sus aptitudes. Al espacio pblico le es inherente una
dinmica que impide que determinados grupos sociales (varones,
propietarios) se reserven los derechos polticos (John Stuart Mills,
en su mayor fracaso publicitario, se expres contra la limitacin de
los derechos de las mujeres, lo que ningn fundamento racional poda
legitimar). [John Stuart Mill, The Subjection on Women, London
1985]. En la esfera poltica, contrariamente a lo que sucede en la
sociedad, rige la "igualdad simple": cada voto cuenta por igual.
Bsicamente, no hay ninguna prohibicin que fundamente la desigualdad
"natural" de la esfera social en la esfera poltica. Incluso quienes
estn postergados en la sociedad tienen derecho a conformar
asociaciones para luchar por la mejora de su situacin, o bien para
obligar al Estado a garantizar mayor igualdad en el seno de la
sociedad. En la sociedad civil o poltica los individuos no son
mnadas aisladas, sino que estn vinculados a travs de las ms
diversas asociaciones; al mismo tiempo, el espacio pblico est
atravesado por intereses y sistemas de valores antagnicos, que, en
cierta medida, parten de las desigualdades generadas en la esfera
social econmica. La guerra ciudadana de las asociaciones o
fracciones ya queda neutralizada por la sola convencin (establecida
en la Constitucin), que estipula que los miembros de dichas
asociaciones les conceden a los dems el principio de igual libertad
poltica en cuanto a desenvolverse en el espacio pblico, y desisten
de ejercer violencia sobre los otros miembros de la sociedad en la
lucha por sus intereses, ideas y valores. La autolimitacin de
asociaciones de la sociedad civil excluye per definitionem
federaciones secretas, grupos vanguardistas que actan en nombre de
un saber superior, fundamentalistas y autodenominados
representantes de colectivos sustanciales ficticios como pueblo o
raza. [Frankenberg, a.a.O., pg. 54] El pluralismo y la apertura de
las decisiones que se toman en el espacio pblico a travs de debates
pblicos, tambin excluye que estas decisiones queden cerradas a
futuras revisiones en forma irreversible.No hay tema alguno que no
pueda y no deba ser objeto de discusiones pblicas. La economa
capitalista tampoco se sustrae del debate pblico, del mismo modo
que no existe esfera privada alguna que sea considerada tab y quede
al margen de su abordaje pblico (precisamente en los ltimos aos,
algunos temas como el papel de las mujeres, la violencia sexual, el
fracaso de la familia en el contexto de la socializacin, etc.
marcaron el debate pblico). El campo de accin de la sociedad civil,
por lo tanto, no permite que lo pauten temticamente: toca todas las
cuestiones, temas e intereses que las personas y asociaciones toman
y traen al debate abierto frente a un pblico para discutirlo e
intentar instalarlo. En este marco es por dems posible que los
ciudadanos convocados para el activismo acepten una serie de
decisiones relevantes -en determinadas circunstancias, la gran
mayora- sin pasar por la discusin pblica, y que delegen
competencias de decisin a representantes elegidos o representantes
de intereses profesionales. Pueden establecerse rutinas en los
procesos de toma de decisiones que involucren a la opinin pblica
slo parcialmente, o no lo hagan en absoluto. En la compleja
realidad de la democracia de masas, la opinin pblica tiende a ser
desplazada por un management de decisiones rutinizada, profesional,
administrativa y tecnocrtica. No obstante, a esto cabra contraponer
que, tambin la delegacin de decisiones en manos de representantes
de intereses, estuvo, por una parte, precedida generalmente por
debates y decisiones pblicas (el representante del pueblo electo
tiene que haberse confrontado con la opinin pblica al menos en la
contienda electoral; las rutinas administrativas se fundan en leyes
que alguna vez fueron debatidas abiertamente). Por otra parte, las
rutinas administrativas, las competencias de decisiones delegadas y
los mecanismos de representacin de intereses pueden volver a ser
tema de debate en cualquier momento, aun cuando quienes tengan
poder de decisin intenten construir reas secretas e impermeabilizar
sus rutinas a la accin de la opinin pblica invocando deberes
supremos.Considerando que sociedad civil y espacio pblico poltico
coinciden, la pregunta inicial en cuanto a qu asociaciones deben
atribuirse a la sociedad civil, toma un nuevo matiz. Sin embargo,
as como no puede determinarse cul es el campo temtico legtimo para
el debate pblico, tampoco se puede responder esta pregunta a partir
del alcance cuantitativo, sino solamente desde el punto de vista de
la utilizacin de la opinin pblica. Cuando un sindicato negocia un
convenio colectivo con una federacin patronal a puertas cerradas,
no acta como organizacin de la sociedad civil en el sentido
descrito. Sin embargo, en el momento en que demanda comprensin para
sus reivindicaciones a travs de los medios de comunicacin -y en
realidad recin cuando despliega sus pancartas frente a una empresa-
se dirige a un pblico (por supuesto que se trata de un pblico
diferenciado y socialmente estratificado), que es convocado a tomar
partido, aun cuando la mayora de este pblico no tenga inters
directo en lograr un resultado determinado en la negociacin. De
esta forma se expone a un riesgo, y es que el pblico rechace las
reivindicaciones planteadas y debilite de esta forma la posicin del
sindicato en la negociacin. Cuando un partido poltico determina en
la trastienda qu candidatos presentar en las prximas elecciones o
que frmula de sistema jubilatorio apoyar, negocia fuera de la
sociedad civil; en el instante en que impulsa a los votantes a
delegar su voto, acciona a nivel pblico y a riesgo. El Automvil
Club Alemn acta a nivel de la sociedad civil cuando participa del
debate en torno a las ventajas y perjuicios del transporte
automovilstico. Tal como el sindicato y el partido poltico, esta
organizacin debe presentar los intereses particulares de sus
clientes como totalidad o al menos como algo generalizable, y con
ello, se expone al riesgo del rechazo por parte del pblico. Algunas
personas corren un riesgo aun mayor, cuando se dirigen a la opinin
pblica como individuos sin estar cubiertos por el marco
institucional de una asociacin.2. Sociedad civil como cooperacin
socialPensamiento comn y cooperacin espontneaContra la equiparacin
de sociedad civil y espacio pblico poltico -el campo de actividad
de la sociedad civil-, se puede objetar que la totalidad de las
actividades atinentes a la sociedad civil quedara inadmisiblemente
sesgada. Existe una serie de asociaciones voluntarias sin fines de
lucro y que no tienen carcter de secta de vanguardia, ni
fundamentalista o fantica, y que cumplen tareas sociales sin que
sus responsables figuren en las primeras planas de la agenda
pblica. Por lo general, estas actividades no corren paralelas a las
grandes lneas de conflicto de la sociedad (el conflicto entre
trabajo y capital) ni se ubican en sistemas de valores antagnicos
(conservadores vs. progresistas), o en posiciones pro o contra
(interrupcin del embarazo), sino que intentan tender un puente
prctico entre los conflictos sociales. La sociedad civil en la
democracia podra situarse, en primer trmino, all en donde los
ciudadanos salen de su mbito de intereses privados y de sus
actividades lucrativas y se tornan "socialmente" activos, en el
sentido de asumir un compromiso social: en un puesto ad-honorem de
una organizacin de caridad, cuidando nios o personas que necesitan
asistencia en el barrio, protegiendo el medio ambiente o a travs
del trabajo comprometido para apoyar a las vctimas de un huracn en
Nicaragua. Expresndolo en forma un tanto exagerada: la sociedad
civil existe all en donde el concejal demcrata-cristiano, el
docente socialdemcrata, el funcionario sindical local, el dueo del
hotel, el granjero ecologista y el cristiano comprometido actan
conjuntamente y ms all de sus diferencias para realizar proyectos
que hacen a los intereses de todos los involucrados -sea que se
oponen a la instalacin de una tubera en el Mar del Norte o demandan
ms vacantes en un jardn de infantes-.La sociedad civil en este
sentido cumple tareas sociales que superan a la familia y que no
son defendidas por las organizaciones de representacin de intereses
establecidas, o al menos no en la suficiente medida, y que ni el
mercado ni el Estado pueden resolver en forma adecuada. El Estado
puede intervenir a travs de prestaciones sociales all donde fracasa
el mercado, pero su instrumentario tiene un filtro demasiado grueso
como para captar los problemas que surgen a nivel local y
resolverlos. Una comunidad sensible socialmente, una colectividad
religiosa o una asociacin pueden construir respuestas ms ajustadas
para los problemas sociales, y hacerlo en forma ms eficiente y
efectiva que la burocracia social.Algo similar puede decirse del
medio ambiente natural o cultural: para los sujetos de mercado -las
empresas- la preservacin del medio ambiente es un factor de costos,
y bajo la presin de la competencia intentarn externalizar los
costos de la preservacin ambiental. El Estado puede intervenir con
leyes y reglamentaciones, que, no obstante, tambin resultarn
demasiado generales como para responder a cada problema especfico.
La sociedad civil se incorpora aqu tambin como ltimo eslabn de una
cadena de fracasos institucionales, hacindose cargo de la
distribucin ms afinada de las soluciones a los problemas que se
planteen.En este sentido, la sociedad civil es ms efectiva que el
Estado, ya que produce un agregado en la solucin de las tareas que
ella misma se plante y que la burocracia social no lleva adelante:
cumple con sus tareas comunicativamente. El significado del apoyo
que una comunidad religiosa le otorga a un miembro no slo radica en
los recursos materiales que se le transfieren, sino tambin en la
comunicacin ofrecida. Las actividades de la sociedad civil superan
el aislamiento y fortalecen la cohesin social. En este contexto, la
sociedad civil puede situarse tambin all en donde los ciudadanos se
asocian para desarrollar actividades en un mbito social, que desde
lo pblico no resultan significativas ya que no se trata de tomar
decisiones que afecten algn aspecto comunitario -por ejemplo,
cuando realizan conjuntamente actividades relativas a sus intereses
culturales, bailan en un grupo o hacen deportes-. Estas
actividades, que en un primer momento pueden parecer puramente
privadas, constituyen directamente o en forma mediata instancias de
solidaridad social, en tanto impiden que la sociedad se divida en
mnadas egostas. Esto no lo puede garantizar el Estado, ni tampoco
el mercado. Por el contrario: mientras que la competencia en el
mercado obliga al aislamiento egosta, la sociedad civil acta
teraputicamente brindando un contexto de cooperacin social surgido
de los daos y asperezas propios de la competencia. El Estado, por
el contrario, el sistema poltico en sentido estricto, est demasiado
alejado de los problemas cotidianos de los ciudadanos para poder
fundar la cohesin social por s solo; la participacin poltica, como
se da, por ejemplo, en las elecciones, se reduce a actos singulares
y espordicos que no pueden generar por s solos conciencia de la
necesidad de estar integrado a una comunidad.En este sentido
teraputico, la sociedad civil no est vinculada a determinadas
asociaciones, si bien las ONGs, los grupos de autoayuda, las
asociaciones barriales, las comunidades religiosas y las
organizaciones de caridad son sealadas una y otra vez como la
sustancia misma de las asociaciones de la sociedad civil. Sin
embargo, un sindicato tambin puede ser activo en este sentido
cvico-social, y no slo porque festeje el Primero de Mayo u ofrezca
asistencia a sus miembros en diferentes aspectos, sino porque en
tanto acta cooperativamente en el lugar del conflicto entre trabajo
y capital, no instala ni agudiza el conflicto, sino que tiende un
puente para su superacin. Tambin una empresa es una instancia
social "de paso", no slo no separa a los individuos , sino que los
vincula. La competencia de las mnadas aisladas y racionalmente
calculadoras tambin se ve complementada y atravesada en la esfera
laboral por la cooperacin y comunicacin que no se rigen por las
leyes del mercado, sino que apuntan primariamente a la solucin de
problemas y a la toma colectiva de decisiones. Pese a que las
reglamentaciones de la relacin laboral y la jerarqua a nivel d la
empresa apuntan a aislar a los trabajadores y a reducir sus
espacios, las empresas no podran sostenerse en el mercado si no
contaran implcitamente con la comunicacin y cooperacin no
remuneradas de sus trabajadores.otencial del espacio pblicoCuando
hay una proximidad determinada de la sociedad civil como contexto
de cooperacin hacia referentes comunitarios, esto no implica que la
sociedad civil deba entenderse como una especie de comunidad
popular modernizada. Si el concepto sociedad civil habr de
conservar su potencia, la cooperacin social deber poder referirse
siempre a los criterios presentados de sociedad civil como espacio
pblico. [v.. Frankenberg, pg.. 55]. Esto significa, en primer
lugar: las asociaciones de cooperacin social tienen carcter
bsicamente abierto, la pertenencia est abierta a todo aquel que
acuerde con los fines de la asociacin. Segundo, los miembros de
estas asociaciones se reconocen en su condicin de profanos, como
libres e iguales. Tercero, las decisiones colectivas se toman como
resultado de procesos de entendimiento con final abierto. Cuarto,
finalmente las actividades de las asociaciones de la sociedad civil
se dirigen al menos potencialmente a la opinin pblica -lo que
significa, que los objetivos de la asociacin pueden presentarse
como asuntos de inters de toda la comunidad-. La opinin pblica no
necesariamente debe ser siempre la "gran" opinin pblica a nivel
nacional, como si slo las actividades y asociaciones que salen en
el noticiero diario pudieran contar con el sello de dignidad de la
sociedad civil. La opinin pblica tambin existe en diferentes
niveles: en la empresa, en la comunidad, en el barrio. Lo decisivo
no es el alcance cuantitativo, sino los principios de entendimiento
y el carcter generalizador. Un club de ftbol no se convierte en una
asociacin de la sociedad civil porque sus miembros jueguen ftbol,
sino porque -exclusivamente porque- sus miembros toman las
decisiones relativas a la asociacin en un proceso de entendimiento
abierto, y el partido de ftbol organizado tambin puede transmitirse
a quienes no son fanticos de este deporte, como una actividad que
tiene un potencial de inters generalizable (en este caso, por
ejemplo, la superacin del aislamiento, la socializacin de los
jvenes, la promocin de virtudes como juego limpio, el compromiso,
la capacidad de actuar en equipo, etc.). Tambin en este contexto no
se puede catalogar a las asociaciones de la sociedad civil segn la
lgica del alcance (quin pertenece y quin no?), sino que lo que
sucede ms bien es que una serie de asociaciones contienen un
potencial en trminos de la sociedad civil. Depender del accionar de
esas asociaciones si ese potencial se activar y en qu forma.3.
Intento de sntesis: Sistema poltico y espacio pblicoLa contradiccin
entre una concepcin de la sociedad como mecanismo que escapa al
accionar consciente de sus miembros, cuyas regulaciones legales se
imponen a espaldas de los individuos, y un concepto poltico
esencialmente comunicativo, se manifiesta una vez ms en la oposicin
entre la teora de sistema y una comprensin comunicativa de la
poltica, que -segn Jrgen Habermas- se orienta al "mundo vital", es
decir, a un espacio en donde, sobre la base de valores compartidos,
pueden tener lugar procesos de entendimiento, cuyos resultados no
se determinan por medio de las exigencias del sistema. [v.. Jrgen
Habermas, Theorie des kommunikativen Handelns, Frankfurt 1980]. La
vuelta a un concepto comunicativo de la poltica no significa,
naturalmente, que la dinmica propia de sistemas autorreferenciados
sea negada; no obstante, le fija lmites.Los representantes de las
teoras de sistemas o de involucin democrtica, argumentan que el
monopolio de una elite administrativa sobre el conocimiento poltico
relevante torna los procesos de decisin impenetrables a la opinin
pblica, que por su parte, ya slo puede definir quines ocuparn los
puestos de conduccin a travs de actos electorales peridicos. Los
cuadros de conduccin poltica ya no son definidos por los electores,
y por lo tanto, son intercambiables. Pueden o deben decidir segn la
perspectiva de la racionalidad del sistema. En este contexto, las
elites administrativas y polticas, junto a los grupos socialmente
poderosos (las organizaciones ms importantes de la representacin de
intereses econmicos) se unen brevemente a circuitos funcionales
autnomos y de esta forma eluden tanto al Parlamento -que, en
realidad, ya slo tiene la ltima palabra pro forma-, como tambin a
la opinin pblica no parlamentaria, a la que el sistema se dirige
bsicamente con fines manipuladores. La legitimacin democrtica de la
poltica no slo funciona a travs de procesos de entendimiento y
convencimiento: como subsistema social autnomo, la poltica ha
desarrollado sus propios cdigos, que ya no pueden ser retraducidos
al lenguaje cotidiano (y al mundo vital) sin quiebres; la
legitimacin no tiene lugar en el contexto de lenguaje cotidiano
sino por la conservacin de las reglas de procedimiento. Esta
perspectiva del sistema poltico como un sistema cerrado en s e
impermeable al accionar poltico se ve reforzado por los efectos
manipuladores y despolitizantes de los medios masivos: en lugar de
una opinin pblica racional, irrumpe el infotainment de los medios,
que no necesita un pblico estimulado para la accin, sino
consumidores pasivos. Segn la lgica de la economa de la publicidad,
la poltica se escenifica a s misma y produce los resultados que los
medios necesitan, en tanto que los medios colocan a la opinin
pblica en un nivel que representa las percepciones y prejuicios de
los consumidores de medios. En esta lnea argumental, la invocacin
de una "exigencia activista", con la que una democracia confronta a
sus miembros, es slo un plido recuerdo sobre la fase de formacin
del Estado democrtico, un recuerdo que, de todos modos, es til para
la construccin de las democracias de masas modernas. La
convocatoria a la participacin inherente a a todas las
constituciones democrticas es un mandato cuya solucin se traslad
inmediatamente al sistema de gobierno.La perspectiva de la teora de
sistemas sobre la democracia, que se tradujo en una teora de las
obligaciones objetivas de la economa de mercado, no deja ver que
los circuitos funcionales no permiten ser aislados de la
comunicacin poltica. En la medida en que las decisiones tomadas
segn puntos de vista funcionales tambin deban ser fundamentadas
como si fueran resultado de procesos de entendimiento, se abren a
las objeciones de la opinin pblica. Esto se torna visible cuando el
sistema o uno de sus subsistemas deja de funcionar fluidamente, y
los ciudadanos "en sus papeles complementarios como trabajadores y
consumidores, como asegurados y pacientes, como contribuyentes al
sistema tributario y clientes de las burocracias estatales, como
estudiantes, turistas, miembros activos del trnsito, etc. se ven
confrontados de determinada manera con las exigencias y fallas
especficas de los correspondientes sistemas de servicios" [Jrgen
Habermas, Faktizitt und Geltung, Frankfurt 1993 pg. 442] Las
experiencias de los ciudadanos se debaten en primer trmino en los
espacios internos de las comunidades -en el lugar de trabajo, en el
barrio, etc.-, si bien siempre pueden trasladarse a la opinin
pblica poltica en forma cerrada y compactada. En la opinin pblica
se abstrae el trasfondo privado o comunitario concreto de estas
experiencias. Sin embargo, al mismo tiempo, "tambin se alcanza la
orientacin hacia el entendimiento predominante en la prctica
cotidiana, en el marco de una comunicacin entre extraos, que se
desarrolla a grandes distancias en espacios pblicos complejamente
ramificados" [ibid, pg. 449]. La sociedad civil es el sistema de
transporte, que impulsa experiencias elaboradas -en una primera
instancia- en lo privado hacia la opinin pblica poltica en
condiciones comunicacionales transformadas, aunque no resueltas por
la comprensin en el mbito del lenguaje cotidiano. La relacin entre
sistema poltico y sociedad civil puede describirse entonces como
una relacin entre un centro poltico y la periferia de la sociedad
civil, en donde los proced imientos democrticos de la conformacin
de opinin y de voluntad actan como compuertas por donde deben pasar
los temas y demandas actualizados en la sociedad civil, si es que
han de convertirse en decisiones con carcter vinculante [ibid, pg.
449]. Esto significa que el margen de accin de la sociedad civil
(en condiciones democrticas) tambin es limitado: los actores de la
sociedad civil disponen de influencia, pero no de poder [ibid, pg
449].A travs de Jrgen Habermas pueden distinguirse tres grupos de
actores de la sociedad civil: en primer lugar, las organizaciones
que pueden identificarse con determinados mbitos funcionales
establecidos en la sociedad y que, como partidos polticos o
federaciones de intereses, "... impactan sobre la opinin pblica a
partir de un sistema de accin especificado funcionalmente" [ibid.
pg. 449] Existe la posibilidad de que estas organizaciones ocupen
el espacio pblico e instrumentalicen estrategias para el mismo. Sin
embargo, slo pueden hacer esto si toman las experiencias de los
ciudadanos y organizan procesos de comprensin (o al menos los
simulan) y enfrentan el riesgo -como se mencion anteriormente- de
ser rechazados por el pblico. Habra que distinguir a un segundo
grupo respecto del primero mencionado, que slo toma temas que no se
refieren a mbitos funcionales establecidos, y que no disponen de
organizaciones reconocidas de representacin de intereses. Este
grupo de actores se desenvuelve en dos planos: por un parte actan
como organizaciones establecidas, en tanto utilizan el espacio
pblico e intentan impactar sobre el sistema poltico; es decir,
actan estratgicamente. Por otra parte, toman como temas cuestiones
de la sociedad civil y del espacio pblico; no parten de un espacio
pblico dado con espectros temticos limitados convencionalmente,
sino que buscan la ampliacin de este espacio, sea a travs de temas
nuevos, de nuevos grupos de participantes o de derechos de
participacin ampliados. [ibid, pg. 449] Este segundo grupo de
actores representan en la forma ms clara la "particular
autoreferencia del accionar pblico" (Habermas): quien no utiliza el
espacio pblico instrumentalmente y en forma rutinaria, tematiza el
principio de la opinin pblica mismo y, de esta forma, pone en
marcha una dinmica de radicalizacin democrtica.El tercer grupo de
actores son los mismos publicistas de los medios, que prestan
espacios de resonancia para las iniciativas de la sociedad civil,
pero que al mismo tiempo estn sometidos a las particularidades del
aparato meditico. Al menos en tiempos de calma poltica, pueden
engarzarse los circuitos funcionales mencionados entre elite
administrativa y poder social, en tanto seleccionen temas
rutinariamente y los elaboren en forma estandarizada. En
determinadas circunstancias, sin embargo, tambin los medios debern
tomarn impulsos de la sociedad civil y convertirse en foros de
debates pblico.
. Democracia deliberativa: propuesta de Habermas[2]
En la democracia consensual-discursiva (deliberativa) la
soberana reside en la opinin pblica y en el poder comunicativo de
la sociedad civil. Esta propuesta permite un esquema centrado en el
dilogo que incluye a la opinin pblica como inspiradora de un
consenso mnimo normativo que alimente los contenidos
jurdico-polticos, buscando fortalecer la democracia participativa,
que comprometa las diversas culturas, clases y movimientos
sociales. Habermas plantea la democracia bajo el consenso mnimo
normativo -no por el de la mayora- proviniendo del poder
comunicativo de la opinin pblica, con lo cual se pone en duda el
tratamiento de la democracia liberal.
Con la teora del discurso, los procedimientos y presupuestos
comunicativos de la formacin democrtica de la opinin y la voluntad,
funcionan como esclusa para la racionalizacin discursiva de las
decisiones de una administracin y un gobierno ligados al derecho y
a la ley. Las estructuras comunicativas de la opinin pblica
constituyen una vasta red de sensores que reaccionan a la presin de
problemas o situaciones problemticas que afectan la sociedad
global, y estimulan opiniones influyentes. La opinin pblica, as
elaborada y transformada en poder comunicativo, no puede "mandar"
sino dirigir el uso del poder administrativo en una determinada
direccin.
Las caractersticas de los grupos pequeos alcanzan a todo el
cuerpo social en la democracia deliberativa donde es necesario
saber y conocer, de lo contrario se desemboca en un demos
debilitado y se pierde el sentido de comunidad. Frente a esto,
Habermas plantea un seguimiento de la opinin pblica a travs de las
diferentes corrientes que han trabajado el trmino para demostrar
los elementos faltantes de una democracia deliberativa.
En conclusin, la democracia deliberativa logra esclarecer el
papel de la opinin pblica como conductora de un consenso mnimo para
servir como esclusa entre el sistema poltico y sistema
administrativo, presentndose como poder comunicativo para
reaccionar frente a diferentes problemas sociales. Los modelos de
democracia liberal y republicana toman el papel de la opinin y la
voluntad como competencia entre actores (poder a nivel electoral) y
como la voluntad colectiva de los ciudadanos "contra" el aparato
estatal (autodeterminacin descentralizada) respectivamente.
2. Concepto de opinin pblica y poder comunicativo
Los procesos comunicativo-discursivos de la opinin pblica
contienen la dinmica de la soberana popular, donde las influencias
de las opiniones que compiten en el espacio pblico poltico y el
poder comunicativo, formado conforme a los procedimientos
democrticos en ese espacio pblico, slo son efectivos si operan
sobre el poder administrativo para programarlo y controlarlo. n
Factidad y Validez, Habermas desarrolla especficamente este punto,
donde articula la accin comunicativa y la tica del discurso con la
democracia y el derecho. Aqu es necesario aclarar el concepto de
poder comunicativo para que sea posible ubicar el papel de la
opinin pblica, ya que se relaciona con las intenciones del poder
comunicativo como se ver mas adelante.
El poder comunicativo es la expresin de la dinmica discursiva de
formacin de la opinin pblica a nivel de las diferentes formas y
sujetos colectivos que conforman el mundo de la vida. El poder
poltico es la manifestacin institucional de ese poder comunicativo
por medio de procedimientos legislativos que garantizan su autonoma
discursiva, as la voluntad pblica se convierte a travs de leyes y
polticas pblicas en poder administrativo. El poder comunicativo se
funda en el sistema de derechos que garantiza la deliberacin
autnoma y la simetra discursiva, individual y colectiva de la
ciudadana[3], este poder comunicativo de la ciudadana se dispersa
en la esfera pblica, penetra los procesos institucionales de gestin
y razn pblica, donde el poder legislativo debe traductor el poder
comunicativo de la sociedad a leyes y polticas pblicas. El poder
comunicativo que se genera en la sociedad civil, cuya caja de
resonancia es la opinin pblica, dinamiza la participacin poltica,
la cual busca acuerdos frente a los conflictos de la sociedad. As,
para la democracia es indispensable una sociedad civil compleja y
multicultural en relacin crtica a lo pblico. El poder comunicativo
es la expresin institucional y no institucional de hacer poltica
articulado a procesos de participacin: plebiscito, consultas
populares, democratizacin de partidos, constitucionalizacin de los
medios para que aseguren la libertad de los ciudadanos para la
formacin de la Opinin Pblica, etc.[4] El poder comunicativo solo se
forma en espacios pblicos que establecen relaciones comunicativas
sobre la base de un reconocimiento recproco y que posibilitan el
uso de libertades comunicativas o posiciones frente a temas,
razones e informaciones.
Desde la teora de la democracia no solamente el espacio
pblico-poltico percibe e identifica los problemas sino que los
tematiza de forma convincente y de modo influyente, los provee de
contribuciones, comentarios e interpretaciones, y dramatizarlos de
forma que puedan ser asumidos y elaborados por las instituciones
polticas y administrativas. La esfera o espacio de la opinin pblica
no puede entenderse como una institucin ni organizacin, ni como
entramado de normas con diferenciacin de papeles, ni como
representante de un sistema. Es una red para la comunicacin de
contenidos y tomas de postura, de opiniones, y en l los flujos de
comunicacin quedan filtrados y sintetizados de tal forma que se
condensan en opiniones pblicas en torno a temas especficos. Se
reproduce a travs de la accin comunicativa, dominando un lenguaje
natural y se ajusta a la inteligibilidad general de la prctica
comunicativa cotidiana, se extiende a cuestiones polticamente
relevantes y deja la elaboracin especializada al sistema poltico,
igualmente se refiere a una estructura de comunicacin orientada al
entendimiento: al espacio social generado en la accin comunicativa.
Las manifestaciones quedan clasificadas conforme a temas y segn
tomas de postura; las informaciones y razones son objeto de
elaboracin y se convierten en opiniones focalizadas. Lo que
convierte a esas opiniones en opinin pblica es la forma como se
producen y el amplio asentimiento por el vienen sustentadas.
Los actores que actan comunicativamente se topan con una
situacin que ellos constituyen con sus interpretaciones
cooperativamente negociadas, de tal forma que todo encuentro que se
nutre de la mutua atribucin y suposicin de libertad comunicativa se
mueve en un espacio pblico constituido lingsticamente. A este
espacio se le pueden sumar participantes, puede generalizarse para
un pblico mas grande de sujetos presentes (asambleas, foros,
escenas, ruedos).
Una opinin pblica no es representativa en el sentido estadstico
del trmino. No es un agregado de opiniones individuales que se
hayan manifestado privadamente o sobre las que se haya encuestado
privadamente a los individuos. Las encuestas de opinin poltica slo
proporcionan un cierto reflejo o imagen de la "opinin pblica"
cuando a la encuesta la ha precedido ya en un espacio pblico
movilizado, la formacin de una opinin especficamente ligada a un
tema.
En los procesos pblicos de comunicacin no se trata slo de la
difusin de contenidos y tomas de postura mediante efectivos de
transmisin.
Es la circulacin de mensajes, estimuladores de la atencin, la
que empieza asegurando una suficiente inclusin de los implicados.
Pero para la estructuracin de una opinin pblica son de mayor
importancia las reglas de una prctica de comunicacin pblica
mantenida y seguida en comn. El asentimiento a temas y
contribuciones slo se forma como resultado de una controversia mas
o menos exhaustiva en la que las propuestas, las informaciones y
las razones puedan elaborarse de forma mas o menos racional. Estas
varan en general el nivel discursivo de la formacin de la opinin y
la calidad del resultado obtenido, "de ah que el logro de la
comunicacin pblica tampoco se mida por la "produccin de
generalidad", sino por criterios formales concernientes a la
produccin de una opinin pblica cualificada"[5].
Las opiniones pblicas que no pueden ser lanzadas sino gracias a
un empleo no declarado de dinero o de poder organizativo, pierden
su credibilidad en cuanto se hacen pblicas estas fuentes de poder
social. Las opiniones pblicas pueden manipularse, pero no pueden
comprarse pblicamente mediante un evidente ejercicio de presin
pblica. Porque un espacio de opinin pblica no puede "fabricarse a
voluntad". Ese espacio de opinin pblica tiene que haberse formado
como una estructura autnoma y reproducirse a travs de s mismo. El
espacio pblico poltico solo puede cumplir su funcin de percibir
problemas concernientes a la sociedad global y de tematizarlos, en
la medida en que est compuesto de los contextos de comunicacin de
los potencialmente Entre los ciudadanos como portadores del espacio
pblico-poltico y los miembros de la sociedad se da una unin
personal, porque estos ltimos, en los papeles complementarios estn
expuestos de forma especial a las exigencias y fallos especficos de
los correspondientes sistemas funcionales. Los canales de
comunicacin del espacio de la opinin pblica estn conectados con los
mbitos de la vida privada, con las densas redes de comunicacin en
la familia y los amigos, los contactos con vecinos, los colegas del
trabajo, conocidos, etc.
En conclusin, la ciudadana es considerada como actor colectivo
capaz de participar en procesos deliberativos sobre temas de cierta
importancia. Por su parte, el concepto discursivo de democracia
responde la imagen de una sociedad descentrada, con la
diferenciacin de que en ella se produce un espacio para la opinin
pblica poltica :un espacio para la percepcin, identificacin y
tratamiento de problemas concernientes a la sociedad global. Esa
soberana popular no ha hecho sino replegarse sobre los
procedimientos democrticos y la implementacin jurdica de los
presupuestos comunicativos, a fin de hacerse valer como poder
comunicativo. Este ltimo solo brota de las interacciones entre la
"formacin de la voluntad" institucionalizada en trminos de Estado
de derecho y los espacios pblicos movilizados culturalmente tienen
su base en la sociedad civil.
3. La opinin pblica mediadora entre la facticidad y la
validez
La paradoja existente entre la facticidad (los hechos producidos
por el mundo vivido) y la validez (aquello que acaba siendo
materializado en el discurso normativo, aquel que legitima al
sistema poltico administrativo) posibilita un instrumento de
anlisis capaz de profundizar en la reflexin sobre en el campo de la
poltica y la percepcin del valor del ciudadano comn frente al
discurso de la democracia nstrumentalizado por el sistema poltico.
Por lo tanto, lo que busca Habermas es el concepto que permita
conciliar el hecho y la norma , siendo el concepto de opinin pblica
el mediador entre estos dos puntos.
En Facticidad y Validez desarrolla un modelo de esclusas, donde
el sistema poltico estructurado en trminos de Estado de derecho
consta de un centro y de una periferia ; donde los ciudadanos para
ejercer influencia sobre el centro (parlamento, tribunales y
administracin) los flujos de comunicacin provenientes de la
periferia han de pasar las esclusas de los procedimientos
democrticos y de los procedimientos que el Estado de derecho
comporta. En la circulacin del poder poltico el derecho es el medio
a travs del cual el poder comunicativo se transforma en poder
administrativo.[6]
La formacin de la opinin desligada de la toma de acuerdos o
decisiones, se efecta en una red abierta e inclusiva de espacios
pblicos subculturales que se solapan unos con otros, con lmites
temporales, sociales y objetivos fluidos. Las estructuras de tal
espacio pblico se forman de manera espontnea dentro de un marco de
derechos fundamentales y las corrientes de comunicacin fluyen a
travs de los espacios pblicos organizados en el interior de las
distintas asociaciones, los cuales constituyen ingredientes
informales del espacio pblico general. Y la totalidad de ellos
constituye un complejo salvaje que no se deja organizar en
conjunto.
A causa de esa estructura anrquica el espacio pblico general
resulta mucho mas desprotegidamente expuesto a los efectos de
represin y exclusin provenientes de la desigual distribucin del
poder social , el poder estructural y la comunicacin
sistemticamente distorsionada. Tiene la ventaja de ser un medio de
comunicacin no restringida, donde los problemas pueden percibirse
de manera mas sensible, los discursos de autoentendiemiento se
pueden efectuar de forma mas extensa y expresiva y las identidades
colectivas pueden articularse de forma mas espontnea. La formacin
de la opinin y de la voluntad, estructurada en trminos democrticos,
dependen del flujo de opiniones pblicas informales, que en el caso
ideal se forman en las estructuras de un espacio pblico no
perjudicado en su espontaneidad -afirma Habermas-.
El espacio pblico tiene que poder apoyarse en una base social en
la que los iguales derechos de ciudadana hayan cobrado eficacia
social ya que sobre una base que haya escapado de las barreras de
clase puede desarrollarse plenamente el potencial del pluralismo
cultural capaz de funcionar conforme a su propia lgica conflictos y
formas de vida generadoras de significado y sentido. Estos
conflictos constituyen una sociedad secularizada consciente de su
propia complejidad y que al regular cooperativamente su
convivencia, se conceden mutuamente el derecho de permanecer
extraos los unos a los otros.
[*] Politloga Universidad Nacional de Colombia. Volver[1] J.
Habermas, Factiddad y Validez, (Captulo Vil, Poltica deliberativa :
un concepto procedimental de democracia). Madrid : Editorial
Trotta, 1998. (1992). Volver[2] La Revista Metapoltica No. 14
presenta una edicin especial sobre democracia de liberativa : las
propuestas, los conceptos y las crticas de este modelo de
democracia. Ver, Ibid. Igualmente, Gargarella presenta las
caractersticas orincipales de este tipo de democracia. Roberto
Gargarella, "El ideal de la democracia deliberativa en el anlisis
del sistema representativo. Algunas notas tericas y una mirada
sobre el caso de la Argentina", en Revista Sociedad, Facultad de
Ciencias Sociales , Universidad de Buenos Aires, 1995. Volver[3]
Osear Meja Quintana y Jos Antonio Rivas Campo, op.c/f. p. 103.
Volver[4] Guillermo Hoyos Vzquez, "Debate y derecho. El debate
entre Habermas y Rawls" en Pensamiento Jurdico, No 8. 1997,
Universidad Nacional de Colombia. Bogot, p. 120. Volver[5] Ver
J.Gerhards y F. Neidhardt, Strukturen und Funktionen moderner
ffentlichkeit, Berln, 1990, p. 19. Citado por Habermas en
Facticidad y Validez, 1998 (1992). Volver[6] Ver J. Habermas, Mas
all del Estado Nacional, (V Parte : Facticidad y Validez), Vladrid,
Editorial Trotta, 1998 (1995), p.148. Volver
La perspectiva desde la que ha sido abordada la modernidad junto
con tres de sus productos ms notables, es decir, la opinin pblica,
la sociedad civil y la democracia, est ntimamente relacionada con
las interpretaciones de Antonio Gramsci y Jrgen Habermas. La
novedad introducida por Gramsci, dentro del pensamiento marxista,
consisti en ubicar a la sociedad civil en la superestructura, o
sea, fuera del marco econmico. En un fragmento de losCuadernos de
la crcel, Gramsci afirma: Por ahora, se pueden fijar dos grandes
planos superestructurales, el que se puede llamar de la sociedad
civil, o sea, el conjunto de los organismos vulgarmente llamados
privados, y el de la sociedad poltica o Estado y que corresponde a
la funcin de hegemona que el grupo dominante ejerce en toda la
sociedad y al de dominio directo o de mando que se manifiesta en el
Estado y en el gobierno jurdico.1En el rango de la superestructura
utiliza la distincin entre la sociedad civil y la sociedad poltica,
que responden, respectivamente, a la hegemona cultural y a la
coaccin. Eso no quiere decir que Gramsci se mueva slo en ese eje y
que haya dejado a un lado el binomio compuesto por la estructura y
la superestructura. Ms bien, trabaja con dos dicotomas: por una
parte, sociedad civil-sociedad poltica; por otra,
estructura-superestructura.Esta peculiaridad es constatable en una
serie de parejas derivadas: cuando hace referencia al antagonismo
entre la sociedad civil y la sociedad poltica, echa mano de las
diferencias entre consenso y fuerza, persuasin y coercin, hegemona
y dictadura, direccin y dominio; mientras que, cuando aborda la
diferencia entre la estructura y la superestructura, distingue el
momento econmico del momento tico-poltico, as como las dicotomas
necesidad-libertad y objetividad-subjetividad.2De hecho, la poca
contempornea en la que ha renacido el inters por la sociedad civil,
a nuestro parecer, se caracteriza por la recuperacin del
pensamiento de Gramsci pues para l, el punto de cohesin de la
sociedad civil se encuentra en la transmisin de creencias y en la
formacin de la organizacin y la voluntad colectivas. Desde este
mirador observ que hay periodos histricos en los cuales los grupos
en el poder logran establecer una hegemona cultural; pero hay otros
periodos en los cuales esa hegemona viene a menos. De esta manera,
se inicia una crisis que puede dar pie a un proceso de
transformacin ascendente o a un proceso degenerativo. La clave es
que all, en la sociedad civil, es donde se define el destino de los
cambios de poca.Para el fundador del Partido Comunista Italiano, la
organizacin autnoma de la sociedad y la conquista de las
conciencias constitua el punto de arranque de las mutaciones
polticas y econmicas. La sociedad civil es la esfera en la que
tienen lugar la identidad, la integracin social y la reproduccin
cultural, y aunque las relaciones econmicas y el Estado desempean
un cierto rol en este contexto, su funcin es, o debe ser, de apoyo,
no de factor determinante.3Jrgen Habermas retom la perspectiva
gramsciana en torno al estudio de la sociedad mediante dos
conceptos bsicos, la esfera pblica (tambin llamada espacio pblico)
y la accin comunicativa. Dgalo si no la siguiente definicin de
sociedad civil proporcionada por Stephen K. White que muestra una
indudable influencia habermasiana: La sociedad civil es ese espacio
multifactico de instituciones y prcticas que se reproduce
primeramente mediante la accin comunicativa, para decirlo con
Habermas. La sociedad civil se distingue del Estado y la economa
que, por otro lado, estn asociados con ella por interconexiones
recprocas. El Estado y la economa se mueven a travs de losmediadel
poder administrativo y el dinero.4Esta definicin de White capta lo
que hoy sucede con el estudio de la sociedad civil. Todos los
especialistas en la materia han puesto nfasis en la distincin de
esferas, es decir, entre la poltica, la sociedad civil y la
economa. ste, se puede decir, es el comn denominador del anlisis
contemporneo de la democracia, la sociedad civil y la opinin
pblica.Ciertamente no todos los tratadistas de la sociedad civil se
adhieren a la posicin terica adoptada por el autor del libroTeora
de la accin comunicativa; no obstante, al polemizar con su
propuesta necesariamente tienen que hacer las cuentas con los
conceptos que l emplea. Por eso es conveniente conocer el origen
del proyecto terico de Habermas, quien comenz su vida intelectual
en la Escuela de Frankfurt. Pero, mientras algunos miembros de esa
escuela como Max Horkheimer y Teodoro Adorno crean, siguiendo a
Marx, que las instituciones liberal-democrticas eran un instrumento
de dominacin de clase, Habermas, por el contrario, sostuvo que esas
instituciones, cuando funcionan correctamente, se convierten en un
factor de primer orden para la emancipacin. De all que Habermas
bautizara a la rebelin de los pases del Este europeo, verificada a
finales de los aos ochenta, como Revolucin recuperante(Die
Nachholende Revolution) en virtud de que sta haba retomado los
valores y las instituciones propias de la democracia liberal para
deshacerse del dominio autocrtico impuesto por los sistemas
comunistas. Parafraseando a Engels, podramos decir que a veces la
historia lo pone todo de cabeza: lo que se propuso como una opcin
para emancipar a los desheredados termin en la ms cruel de las
antiutopas, mientras que, lo que fue condenado como un instrumento
de opresin, se convirti en una alternativa frente a la dictadura
burocrtica.Los componentes bsicos del liberalismo crtico de este
autor son dos: (1) la sociedad civil es el lugar del pluralismo y
la creacin de fuerzas sociales que, mediante la formacin democrtica
de la opinin pblica, presionan a las instancias gubernamentales y
econmicas; (2) el terreno civil en el que se forma esa opinin
pblica es llamado esfera pblica(brgerliche ffentlichkeit).En su
libroLa transformacin estructural de la esfera pblica(1962),
Habermas deja establecida la fuente histrica del concepto: Aqu
estamos tratando con una categora griega transmitida a nosotros por
Roma. Al llegar al ms alto desarrollo de las ciudades-Estado en
Grecia, la esfera de la polis, que fue lo comn (koin) para los
ciudadanos libres, fue separada claramente de la esfera de la
oikos; en esta esfera cada individuo se remite a su propia
intimidad (idia) []. La esfera pblica se configur en la discusin
(lexis), que pudo asumir, por ejemplo, la forma de consulta o
plasmada en la formacin de la ley as como en el terreno de las
acciones comunes (praxis) la guerra o las competencias atlticas.5
Aunque el origen remoto de la esfera pblica est all, o sea, en la
distincin entreidia(lo que es privado) ykoin(lo que es comn), y tal
distincin se hizo explcita en el mundo moderno cuando apareci la
diferencia entre las garantas de libertad de cuo liberal y la
garanta de participacin de hechura democrtica (que corresponden a
la separacin entrestatus negativusystatus activusdel individuo en
el campo privado, por una parte, y el ciudadano en el campo
poltico, por otra), siglos ms adelante, con el nacimiento de la
modernidad, la esfera pblica ya no se plantea como participacin
directa en el poder, sino como vigilancia y crtica desde la
sociedadfrenteal poder. Es all donde aparece la distincin, que ya
hemos comentado, entre lo pblico (como espacio de accin y reflexin
civil) y lo poltico (como rea de accin y decisin del poder).
A Habermas le importa poner de relieve las condiciones para el
desarrollo de un debate sobre tpicos de inters comn conducido por
personas interesadas en que sus argumentos influyan en la formacin
de la opinin pblica. En las sociedades moldeadas bajo las pautas de
la modernidad, la nocinpublicumen cuanto opinin pblica realizada en
un espacio (esfera) pblico se presenta como opuesta a la autoridad
poltica: La esfera pblica, en pocas palabras, no es el Estado; ms
bien es un cuerpo informalmente movilizado de una opinin discursiva
no gubernamental que puede servir como contrapeso al Estado. En
efecto, es precisamente esta ndole extragubernamental de la esfera
pblica la que le confiere un aura de independencia, autonoma y
legitimidad a la opinin pblica generada en esa esfera pblica.6La
esfera pblica es el lugar en el que se forma la opinin pblica, o
sea, la expresin verbal o literaria de la sociedad civil. En esa
esfera se moldean las ideas y los ideales, los valores y las
manifestaciones culturales de la sociedad civil. Una de las
definiciones ms completas sobre la esfera pblica habermasiana es la
que proporciona Nancy Fraser:La idea de la esfera pblica en sentido
habermasiano se refiere al foro de las sociedades modernas en el
que es posible la participacin poltica gracias almediumde la
palabra. Es el espacio en el que los ciudadanos deliberan acerca de
asuntos comunes y, por tanto, en ella se institucionaliza la arena
de la interaccin discursiva. Esta arena es conceptualmente distinta
del Estado; es un sitio donde se producen y circulan discursos que
pueden, en principio, ser crticos del Estado. De igual manera, la
esfera pblica es conceptualmente distinta de la economa oficial; no
es un espacio donde se lleven a cabo relaciones de mercado, ms bien
es un terreno en el que se registran las relaciones discursivas, un
campo para debatir y deliberar en lugar de comprar y vender. Luego
entonces, este concepto de la esfera pblica nos permite tomar en
cuenta la distincin entre el aparato estatal, los mercados
econmicos y las asociaciones democrticas. Esta diferencia es
esencial para la teora de la democracia.7La sociedad civil est
compuesta por asociaciones, organizaciones y movimientos que
manifiestan sus posiciones, necesidades e intereses a travs de la
expresin oral o escrita; en todo caso, como dice Nancy Fraser, por
medios lingsticos. Este hecho, en trminos polticos y sociales, es
de la mayor importancia porque se privilegia el entendimiento a
travs del dilogo en lugar de la confrontacin violenta. No se niega
la existencia de conflictos y diferencias, lo que se resalta es el
mtodo de la convergencia dialgica como frmula para resolverlos.La
sociedad civil y la esfera pblica se influyen mutuamente: mientras
ms variada es la sociedad civil ms crtica ser la esfera pblica.
Como lo seala Mark Warren:La esfera pblica (o con ms precisin, las
esferas pblicas) es el terreno donde se lleva a cabo el juicio
pblico que tiene como soporte la estructura asociativa de la
sociedad civil y que es distinta del mercado y del Estado []. El
significado democrtico de las esferas pblicas es que ellas
proporcionan el sentido para la formacin de opiniones y el
establecimiento de una agenda de prioridades fuera del Estado as
como fuera de las estructuras econmicas de los mercados.8El espacio
pblico es el lugar fsico en el que la sociedad civil se rene
democrticamente y manifiesta su parecer.Dado que en ella se produce
la opinin pblica, la esfera pblica se convierte en un mecanismo que
le transmite al sistema poltico lo que est ocurriendo en la
sociedad. Esto es relevante para cualquier rgimen democrtico en el
que debe haber una comunicacin fluida entre la sociedad civil y las
instituciones pblicas. La esfera pblica sirve tanto para detectar
problemas como para influir en el gobierno y en el congreso con el
objeto de que las opiniones civiles sean consideradas al momento de
tomar decisiones sobre los asuntos que interesan a la nacin.Desde
la esfera pblica se lleva a cabo otra funcin sustancial, la de
presionar para que el gobierno haga del conocimiento pblico sus
acciones; para que sus actividades sean transparentes, es decir,
visibles ante los ojos de los ciudadanos, y con ello puedan ser
sometidas a escrutinio pblico. ste es el sentido de la publicidad
en trminos no comerciales sino como un ejercicio de transparencia
de las labores del gobierno ante la sociedad. sta es la forma en
que desde la esfera pblica se puede vigilar al Estado y pedirle
cuentas de su actividad: La idea de la esfera pblica adquiere
fuerza y realidad al inicio de la poca moderna en Europa en la
formacin de las esferas pblicas burguesas como contrapeso a los
Estados absolutistas. Estas esferas tienen el propsito de mediar
entre la sociedad y el Estado obligando a ste ltimo a rendir
cuentas por medio de la publicidad.9El motivo de este proceso de
visibilidad y vigilancia reside en que la fuente del poder poltico
ya no se localiza en la tradicin (autoridad del eterno ayer) o en
alguna deidad (el origen divino de los reyes), sino en la voluntad
popular, o sea en la libre y voluntaria aceptacin del mandato
poltico por parte de los ciudadanos. En las sociedades democrticas,
por tanto, el papel del ciudadano no es solamente el de votar como
lo cree una miope y reduccionista visin politolgica; por el
contrario, el rol de los ciudadanos, adems de ejercer el derecho al
voto, es, ante todo, discutir acerca de los asuntos pblicos y
observar la actuacin de los gobernantes.Desde este mirador, la
funcin de las esferas pblicas, como espacios de deliberacin, no es
la de resolver problemas; es, ms bien, la de advertir a los
gobernantes acerca de las posibles dificultades que encontrar la
operacin de la administracin pblica. Dar opiniones desde la base
civil para que stas sean procesadas en el sistema poltico y en las
instituciones pblicas. sta es la manera en que se pueden construir,
genuinamente, consensos y una administracin pblica de cuo
democrtico.Idealmente, afirma Mark Warren, la legitimidad
democrtica surge de las esferas pblicas. Las instituciones
estatales encuentran su justificacin si las acciones que llevan a
cabo gozan del respaldo de la ciudadana; si el discurso pblico se
ve reflejado en las instituciones polticas y las actividades que
stas llevan a efecto. Por consiguiente, la forma en que las
asociaciones civiles pueden contribuir a la legitimidad democrtica
es a travs de la generacin de un poder comunicativo, de entrada por
medio de la presentacin de demandas y de salida a travs de la
revisin de las acciones de gobierno, es decir que haya una rendicin
de cuentas.En sntesis, las esferas pblicas proporcionan la
legitimidad democrtica con la que necesitan contar las acciones de
gobierno. Una va para reforzar el poder comunicativo de las esferas
pblicas es dotar a los individuos de informacin veraz sobre asuntos
que para ellos son relevantes: La informacin faculta a los
ciudadanos para demandar transparencia y rendicin de cuentas a las
instituciones pblicas.10El reto para los rganos del Estado, en
especial cuando stos vienen de una tradicin autoritaria y se desea
que transiten a la democracia, es reformarse para que las voces que
no eran odas o eran menospreciadas ahora sean tomadas realmente en
cuenta. Esto implica abrir canales de comunicacin entre el gobierno
y la sociedad que antes estaban ocupados por el clientelismo, la
corrupcin y el corporativismo. El reto es reducir las lacras
mencionadas: slo as la esfera pblica se convierte, efectivamente,
en la clave de la legitimidad democrtica y en el puente que
facilita el paso de la gobernabilidad autoritaria a la
gobernabilidad democrtica.La gobernabilidad democrtica, vista desde
la posicin de Habermas, tiene como uno de sus elementos
fundamentales la influencia de la opinin pblica en la formacin de
las decisiones estatales. Un sistema poltico que procede de esta
manera se acerca al ideal de la autodeterminacin del sujeto que se
traduce en autodeterminacin colectiva:Slo cuando los arreglos de
poder permiten y protegen al mismo tiempo que los argumentos, la
persuasin y la inclusividad se hagan presentes, la poltica puede
ser guiada por la fuerza de la palabra en lugar de otro tipo de
fuerzas. Esta forma de justificacin del poder es la nica va para
que los individuos no sientan como una forma externa el
autogobierno, sino ms bien (tal como Rousseau lo comprendi antes
que nadie) como una extensin de ese autogobierno en la
colectividad. De aqu que el ideal de la autonoma poltica conlleve
el ms alto sentido normativo para la democracia. Esto es as porque
en la democracia las autonomas individual y poltica se determinan
mutuamente. La codeterminacin est inscrita en ambos conceptos
(autonoma individual-autonoma poltica): democracia significa
decidir en conjunto.11Aqu encontramos, de nueva cuenta, la
simbiosis entre las libertades individuales de cepa liberal (status
negativus) y la libertad poltica de matriz democrtica (status
activus). Los juicios individuales no inciden realmente en la
sociedad a menos que se transformen en razonamientos pblicos
gracias a la discusin con los dems. En correspondencia, la autonoma
del juicio individual est salvaguardada por las leyes emanadas de
la soberana poltica. Esta correspondencia entre la libertad
individual y la supremaca popular es una de las claves de la
democracia moderna. Es, a fin de cuentas, la frmula que proporciona
legitimidad desde la esfera civil a la esfera poltica.La
originalidad del planteamiento radica en que la participacin de los
individuos ya no se restringe a su papel como ciudadanos en el
mbito poltico, al votar por un candidato o un partido determinado;
esa participacin se extiende al terreno civil y las
correspondientes esferas pblicas, en donde los individuos pueden
desempearse en los mltiples papeles que les confieren las
organizaciones en las que actan.No obstante, con tantos intereses y
presiones que vienen del mercado y del Estado y que quieren inducir
y construir consensos a modo, una pregunta bsica es: cmo plantear
las esferas o espacios pblicos como un lugar en el que se pueda
desarrollar un debate crtico autnomo? Un primer requerimiento tiene
que ver con la salvaguarda legal y constitucional de las garantas
individuales porque sin ellas es imposible que la esfera pblica
funcione. La teora crtica agrega la idea de que, para un ejercicio
efectivo de esos derechos, no basta su estipulacin formal para
tomar a los individuos como simples emisores de votos; es an ms
importante que la sociedad asuma esos derechos en forma de valores
compartidos, practicados en las distintas organizaciones inscritas
en la red de dependencias mltiples: No es el Estado sino los
miembros de la sociedad civil quienes tienen la responsabilidad de
sostener una efectiva esfera pblica democrtica. nicamente cuando
los actores conscientemente traten de acrecentar, expandir y
transformar la esfera pblica por conducto de la participacin,
alcanzarn la proteccin crtica contra las
deformaciones.12Ciertamente, las deformaciones existen: la
legitimidad democrtica construida mediante el convencimiento de los
ciudadanosconvencimiento que se debera alcanzar mediante la
discusin en la esfera pblica de los asuntos de inters comn y a
travs del escrutinio crtico de las acciones de gobierno trata de
ser alcanzada con base en la persuasin producida por los medios de
comunicacin con sus respectivos escaparates publicitarios (en
sentido comercial) y la manipulacin mercadotcnica de la opinin
pblica. El peligro es real. Dice Habermas al respecto: La
publicidad pierde su funcin crtica a favor del escaparate. Incluso
los argumentos se transforman en smbolos ante los cuales, una vez
ms, uno no puede responder con base en argumentos sino slo
identificndose con ellos.13El esfuerzo en favor de la democracia
debe orientarse, por consiguiente, a descolonizar las esferas o
espacios pblicos de la injerencia del poder y el dinero que tratan
de distorsionar, con base en la manipulacin mercadotcnica, la
opinin y la voluntad de los ciudadanos. Por ese motivo, la sociedad
civil requiere una actitud crtica que busque continuamente
denunciar la manera en que el mercado, el Estado y algunas
asociaciones civiles de carcter no democrtico tratan de minar los
valores de la civilidad, la justicia, la tolerancia y la
racionalidad.1. Antonio Gramsci,Quaderni del carcere, vol. III, 2
edicin, Einaudi, Torino, 1975, p. 1518.2. Norberto Bobbio, Sulla
nozione di societ civile, enDe homine, 1968, n 24-25, Istituto di
filosofia dellUniversit di Roma, p. 26.3. Simone Chambers, A
Critical Theory of Civil Society, en Simone Chambers and Will
Kymlicka, Alternative Conceptions of Civil Society, Princeton
University Press, New Jersey, 2002, p. 91.4. Stephen K. White,
Skeptics at the Celebration: Civil Society and the Early Frankfurt
School, en Nancy L. Rosenblum and Robert C. Post (ed.),Civil
Society and Government, Princeton University Press, New Jersey,
2002, p. 146.5. Jrgen Habermas,The Structural Trans-formation of
the Public Sphere (An Inquiry into a Category of Bourgeois
Society), The MIT Press, Cambridge, Massachusetts, 1998, p. 3.6.
Nancy Fraser, Rethinking the Public Sphere: A Contribution to the
Critique of Actually Existing Democracy, in Craig Calhoun
(ed.),Habermas and the Public Sphere,The MIT Press, Cambridge,
Massachusetts, 1997, p. 134.7. Ibdem, pp. 110-111.8. Mark
Warren,Democracy and Association, Princeton University Press, New
Jersey, 2001, p. 77.9. Nancy Fraser, Rethinking the Public Sphere,
p. cit., p. 112.10. Mark Warren,p. cit., p. 71.11. Ibdem, p. 67.12.
Simone Chambers,p. cit., p. 98.13. 13 Jrgen Habermas, p. cit., p.
206.* Este ensayo forma parte del libroPoltica, gobierno y sociedad
civilque est por ver la luz bajo los auspicios de Fontamara.
Agradecemos la autorizacin de la editorial para publicar este
adelanto en exclusiva paraEste
Pas.______________________________JOS FERNNDEZ SANTILLNes doctor en
Filosofa Poltica por la Universidad de Turn y en Ciencias Polticas
por la UNAM. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, es
profesor e investigador en el ITESM. Su ms reciente libro
esFilosofa poltica de la democracia(Fontamara, Mxico,
2011).Etiquetas:Antonio Gramsci,ciencias polticas,democracia,esfera
privada,esfera pblica,Filosofa poltica de la democracia,gobierno y
sociedad civil,Jos Fernndez Santilln,Jurgen Habermas,Max
Warren,modernidad,Nancy Fraser,Opinin
Pblica,Poltica,posmodernidad,sociedad civil- See more at:
http://estepais.com/site/2011/opinion-publica-sociedad-civil-y-democracia/#sthash.FESMXKSF.dpuf
La opinin pblica poltica, sobre el papel de la sociedad civilLas
investigaciones sociolgicas sobre la democracia condujeron a
principios del perodo de posguerra a la teora del pluralismo, la
cual supuso todava un puente entre los modelos normativos de la
democracia y los llamados planteamientos realistas de la teora
econmica, por un lado, y de la teora de sistemas, por otro. Si por
el momento dejamos de lado la revitalizacin de planteamientos
institucionalistas que se vienen observando en los ltimos aos, se
impone la impresin de que en el curso de la evolucin terica el
contenido idealista de las teoras normativas, entre las cuales slo
el modelo liberal, y por tanto el normativamente menos pretencioso,
haba ofrecido a la sociologa un punto de contacto, de que ese
contenido idealista de las teoras normativas, digo, se funde bajo
el sol de los conocimientos sociolgicos. La ilustracin sociolgica
parece sugerir una consideracin desencantada, si no ya puramente
cnica, del proceso poltico. Dirige la atencin sobre todo a los
puntos en los que el poder ilegtimo (ilegtimo miradas las cosas
normativamente) irrumpe en la circulacin del poder regulado en
trminos de Estado social. Si se elige como punto de referencia el
sistema de accin administrativo o aparato estatal, el espacio
pblico-poltico y el complejo parlamentario constituyen el lado de
input por el que el poder social de los intereses organizados
penetra en el proceso de produccin legislativa. Por su lado de
output la Administracin choca a su vez con la resistencia de los
sistemas funcionales sociales y hacen valer su poder en el proceso
de implementacin. Esta autonomizacin del poder social frente al
proceso democrtico fomenta y promueve, a su vez, las tendencias
endgenas hacia una autonomizacin del complejo de poder
administrativo.
As, el poder administrativo que tendencialmente proprende a
autonomizarse, forma bloque con un poder social, eficaz tanto por
el lado de input como por el lado de output de la circulacin
democrtica del poder, dando lugar a una contracirculacin que se
cruza, estorbndola, con la circulacin de los procesos democrticos
de decisin regulados y controlados por el poder comunicativo. Pero
la mayora de las descripciones de este movimiento en sentido
inverso al de la circulacin de los procesos democrticos de decisin
regulados y controlados por