1 EL LENGUAJE IBÉRICO ORIGEN ETIMOLOGICO DEL CASTELLANO: IR y VER, DAR y DECIR Abelardo López Pérez Los humanos tenemos derecho a buscar la verdad allá donde la descubramos y a defenderla tal y como la hayamos descubierto, porque no hay más verdad que aquella que se puede ver y compartir, y muchos más, cuando la interpretación ofrecida es una revelación basada en la información que capta aspectos esenciales de una realidad histórica (López Pérez, A. (2008). La presente investigación, lejos de expresar una mera subjetividad, se justifica con una técnica metodológica con base científica que aplica al estudio de símbolos iconográficos de la Antigüedad tres procedimientos básicos para su interpretación: 1) Cualidad trascendental de los elementos representados. 2) Simbiosis entre el símbolo y el soporte. 3) Ambigüedad analógica del símbolo. Para poner un ejemplo iconográfico vamos a elegir un símbolo milenario y universal, la rueda. La principal causa-efecto de su cualidad, ya que para ello fue inventada la rueda, nos introduce en la clave de su interpretación, interviniendo en el contenido narrativo con la palabra “tránsito”. Y qué mejor manera de expresar su contenido narrativo que representarla en el vehículo por antonomasia de la economía y el comercio, en la propia moneda, guardando una simbiosis simbólica con el propio soporte. El tránsito o circulación de la moneda obedece a su principal causa propagandística de su elaborada función. Pero donde cobra especial relevancia es en el sentido sociopolítico, ya que la palabra “tránsito” también permite la ambigüedad: el paso de un estado a otro 1 . Para esta
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EL LENGUAJE IBÉRICO ORIGEN ETIMOLÓGICO DEL CASTELLANO:IR y VER, DAR y DECIR
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EL LENGUAJE IBÉRICO
ORIGEN ETIMOLOGICO DEL CASTELLANO:
IR y VER, DAR y DECIR
Abelardo López Pérez
Los humanos tenemos derecho a buscar la verdad allá donde la
descubramos y a defenderla tal y como la hayamos descubierto, porque no
hay más verdad que aquella que se puede ver y compartir, y muchos más,
cuando la interpretación ofrecida es una revelación basada en la
información que capta aspectos esenciales de una realidad histórica (López
Pérez, A. (2008).
La presente investigación, lejos de expresar una mera subjetividad, se
justifica con una técnica metodológica con base científica que aplica al
estudio de símbolos iconográficos de la Antigüedad tres procedimientos
básicos para su interpretación:
1) Cualidad trascendental de los elementos representados.
2) Simbiosis entre el símbolo y el soporte.
3) Ambigüedad analógica del símbolo.
Para poner un ejemplo iconográfico vamos a elegir un símbolo
milenario y universal, la rueda.
La principal causa-efecto de su cualidad, ya que para ello fue
inventada la rueda, nos introduce en la clave de su interpretación,
interviniendo en el contenido narrativo con la palabra “tránsito”. Y qué
mejor manera de expresar su contenido narrativo que representarla en el
vehículo por antonomasia de la economía y el comercio, en la propia
moneda, guardando una simbiosis simbólica con el propio soporte. El
tránsito o circulación de la moneda obedece a su principal causa
propagandística de su elaborada función. Pero donde cobra especial
relevancia es en el sentido sociopolítico, ya que la palabra “tránsito”
también permite la ambigüedad: el paso de un estado a otro1. Para esta
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expresión sociopolítica tenemos una serie de acuñaciones pertenecientes a
Mesembria, de entre el 450 y el 350 a. C. En este caso entre los radios de la
rueda tenemos la leyenda griega META, con el significado de “más allá
de” o “después de”. El modo conjuntivo expresa relación de posteridad
enlazando una oración subordinada temporal. Es el equivalente a lo que
sigue, está detrás o lo que cambia. La propaganda reforzadora de la
legalidad de la moneda haría referencia a “más allá de” o “después de” un
tránsito, o el cambio de un estado a otro.
Creo reconocer que, la Cultura Ibérica manifiesta un arte para
interpretar los textos de su iconografía empleando básicamente tres
procedimientos: en primer lugar está la propia imagen como reflejo directo,
donde la actitud representada manifiesta un hecho; dentro de la propia
imagen se halla también la cualidad más trascendental de los elementos
representados, que en gran medida resultan ser de transmisión cultural de
origen griego y oriental, coetánea con otros pueblos del Mediterráneo. Otro
procedimiento es el de crear una simbiosis entre el soporte y la imagen,
contextualizando un hecho con una idea. Y por último, el ibero manifiesta
una forma de expresión mediante la utilización del símbolo empleando su
analogía ambigua como expresión lingüística, dando paso a un sistema de
transmisión donde la palabra y el símbolo se unen formando un texto con la
propia imagen. La ambigüedad de la palabra se manifiesta en el símbolo
formando una simbiosis que de alguna manera rebasa la hermeneútica del
tiempo y del espacio como si esa cualidad permaneciera inmersa en la
propia naturaleza de los elementos (López Pérez, A, 2005).
El desarrollo contextual de este procedimiento me ha permitido
introducirme en el pasado ibérico desvelando todo un código iconográfico
de carácter universal2. Un procedimiento básico que estudia el
comportamiento de los símbolos y cuya aplicación al comportamiento de
los signos de la epigrafía ibérica ofrece una sustancial respuesta a la
interpretación verbal de su escritura, con el resultado eficaz y revelador de
lo inesperado.
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Cerámica de San Miguel de Liria (Siglo II a. C.)
Observar el comportamiento de la silaba o signo ibérico Ì “be”
simulando una campana pendiente del cuello del caballo representado en la
cerámica de Liria. Dicho comportamiento pocas veces se nos manifiesta en
sincronía epigráfica y simbólica. Lo excepcional es que se muestre
descaradamente en dos ocasiones. En le lebes núm. 25, departamento 40; y
en la tinajilla núm. 142, departamento 31(Aranegui et alii, 1997). En los
dos casos se muestra la representación de un jinete y junto al ojo del
caballo, muy atento y desproporcionadamente grande, se halla la silaba
ibérica “be”. En la tinajilla nº 142, se muestra una escena incompleta de
jinetes acompañados por abundante escritura ibérica. En el cuello del
caballo mejor conservado se puede ver la campanilla formada por la silaba
“be”. Aquí la simbiosis entre el objeto y la epigrafía es incuestionable. La
cualidad trascendental de la campana es la de invocar, llamar. Y que el
verbo imperativo "ve"(en el sentido de ir, acudir) se manifieste en el mismo
objeto lo dice todo: acude a la llamada.
Para los filólogos especialistas en epigrafía antigua que deseen
comprobar una realidad. Si algo caracteriza a una campana es su sonido, y
si una campana configura una silaba (be) está caracterizando un sonido y
por tanto una fonética lingüística3.
Dicha fonética (be) responde a la llamada de una campana con el
verbo “ir”. No en vano la cualidad trascendental de una campana es la de
invocar, llamar. Toda una simbiosis entre el símbolo y el soporte. Pero al
mismo tiempo se está formulando la ambigüedad de la palabra ya que la
silaba “be” se halla nexo a un ojo desproporcionadamente grande apelando
indiscutiblemente al verbo “ver”.
Los verbos “ir” y “ver” expresados gramaticalmente con la
ambigüedad de la palabra “ve” no corresponden etimológicamente a la
lengua latina, ni tampoco se trata de una proto-lengua reconstruida.
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Dichos verbos corresponden al castellano de una forma directa. Es la
prueba irrefutable de que la etimología castellana de las lenguas romances
no viene del latín, sino de la lengua ibérica. No se trata de una teoría o
conjunto de razonamientos ideados para explicar provisionalmente un
determinado orden de fenómenos, sino que se trata de un teorema o la
proposición que afirma una verdad demostrable. Lo que aquí está en juego
no es la reputación de lo manifestado hasta ahora por catedráticos,
licenciados o eruditos, sino el origen de nuestra propia identidad cultual.
Reafirmemos la simbiosis gramatical del verbo “ir” imperativo “ve”
del castellano, con otras emparentadas silabas o letras ibéricas muy
presentes en su escritura: B “ba” y Bn “ban”.
B Va: del presente indicativo singular, (el) va.
Bn Van: del presente indicativo plural, (ellos) van.
La ambigüedad analógica del verbo “va” nos traduce la forma verbal
de dirigirse, sinónimo de regir o gobernar (entre otras muchas, administrar,
mandar, regentar, acaudillar, capitanear etc.). Por lo que resulta muy
significativo que la silaba “ba” se halle tras la efigie del personaje en
anversos de monedas ibéricas cuando nada tiene que ver con las
abreviaturas de la ceca, como es el caso del denario de Arsakoson (Región
navarra). Otro tanto podemos decir de la palabra “ban” con la pluralidad de
regidos o gobernados. Son los semis y cuadrantes de la ceca Abarildur
(Región catalana) y denarios de Ausesken (Vich, Barcelona).
Reproducción denario de Arsakoson y semis de Abarildur.
El símbolo que designa la regencia en la iconografía ibérica es astral
y se representa con una estrella. La cualidad trascendental de las estrellas a
lo largo de toda la historia de la humanidad es regir en el firmamento el
destino de los hombres. No es casual que en la numismática ibérica se halle
la estrella representada junto a la efigie del personaje: En ases de
Ikalkunsken (Iniesta, Cuenca), de Iliturgi (Mengíbar, Jaén) y de Orkesken
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(Región Albacete-Murcia). La silaba ibérica B “ba” es ambigua ya que
puede manifestar al verbo ir, dirigir, o regir en calidad de gobernante o
regente. Una coincidencia digna de mencionar por la presencia de la
consonante “b” es que el signo ibérico Ö “bo” se representa con una
estrella. Dicha silaba da comienzo a una frase separada por puntos y que se
halla sobre el caballo de la tinajilla nº 142 de Liria, por lo que no solo es
un símbolo determinante, también es una silaba. Más adelante continuaré
con esta lectura.
Reproducción ases de Ikalkunsken y de Sekia
El investigador J. Ramón Rivera (2015) adaptando el estudio griego o
sistema helenístico a la epigrafía ibérica extrae de la silaba “ba” la
traducción de “Señor”, eso sí, aplicado siempre a un contexto religioso.
Sinónimo de señor es noble, caballero, rey. Sinceramente, admiro tanto
esfuerzo y dedicación a la investigación interpretativa epigráfica ibérica,
pero no veo ningún contexto religioso en estas interpretaciones
numismáticas y sí la presencia de gobernantes o caballeros, como así
queda reflejado con el icónico jinete lancero sobre la ceca monetal.
Simbólicamente la regencia es representada con una estrella en la
numismática ibérica junto a jinetes como los acuñados en ases de Bolscan
(Huesca), de Sesars (Región Aragonesa) y en los de Sekia (Ejea de los
Caballeros, Zaragoza).
No se puede negar que existe cierta concordancia interpretativa con el
sistema helenístico, de hecho J. Ramón Rivera traduce el vocablo ibérico
bz “bas” como abreviatura de basileus (Rey, príncipe o soberano). Lo
sorprendente es que para este apreciable autor la letra ibérica “s” (z) la
interpretaría de la siguiente manera: z: "se", acusativo singular del
pronombre personal de 2ª persona "sy-su": tú.
La conjugación de dicha interpretación no deja de esgrimir un
parentesco gramatical con el castellano:
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Bz Vas: del presente indicativo singular, (tú) vas.
No obstante para J. Ramón Rivera el vocablo bn “ban” es
interpretado como tercera persona del plural del aoristo 2º de Bainô: andar,
ir; subir, bajar; venir, llegar etc…
Lo cierto es que el vocablo “ban” obedece gramaticalmente
estructurando diversas frases en la interpretación epigráfica ibérica, como
seguidamente comprobaremos.
La palabra o vocablo ibérico zalíR “salir” se halla presente junto al
nombre de la ceca en algunas emisiones de dracmas consideradas de
imitación emporitana (ver D. Flecher, 1990, 83-90). Y también se halla
acuñado en la ceca ibérica de Iltirta, situada en la actual Lleida, con el
epígrafe ílYRDzalíRbn iltirta-salir-ban.
Nuestro propio Diccionario de la Lengua Española nos dice que una
de las acepciones de la palabra salir es: libertarse, desembarazarse de algo
que nos ocupa o molesta.
¿No resulta revelador que junto a la ceca de una o varias ciudades se
mencione la palabra relativa a la libertad, en un tiempo cronológico donde
la situación sociopolítica es bélica, todo ello ante la presencia de la
ocupada Hispania por Roma con la Segunda Guerra Púnica?
Me parece una prueba irrefutable que el vocablo ban = van, se halle
presente seguido de las traducciones de salir = liberarse, de algo que nos
ocupa. En las acuñaciones de la ciudad de Iltirta se manifiesta una lectura
que permite la propaganda sociopolítica de su estado emisor de una
situación que hace referencia a la liberación. Bien se puede expresar: van a
liberarse o gobernados libremente (libre de cargas o impuestos).
Todo esto es lo que se inscribe en el noreste peninsular. Ahora
citaremos lo que se menciona en el este, en especial en la pintura vascular
de San Miguel de Liria (Valencia).
En la misma tinajilla y caballo mencionado anteriormente (nº 142,
departamento 31 de Liria), se puede leer frente a la cabeza del jinete el
vocablo ibérico “ban” interpretado al igual que en las monedas como
regidos o gobernados. No resulta descabellado anunciar que los jinetes de
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la pintura vascular de Liria son regentes o gobernantes de la elite
aristocrática ibérica en paralelo contextual con la numismática.
En el mismo caballo entre la cola y los pies se puede leer “velar-ban”.
En nuestro propio idioma el verbo intransitivo “velar” es: "estar sin dormir
el tiempo destinado al sueño. Cuidar solícitamente". La cronología y las
escenas vasculares de Liria en un contexto bélico confirman lo expresado:
van a velar.
Y es que el contexto puede ser definitivo para una correcta
interpretación, no en vano el texto que hay sobre la cabeza del caballo en
dicha tinajilla, que inicia con la silaba “bo” (estrella) se puede leer
ÖR&bRa: “borde-para”. En nuestro propio idioma la palabra “borde”
contiene unos sinónimos muy interesantes: linde, frontera, línea, extremo,
etc. Y la palabra “para”: detiene, impide, concluye, demora, habita, etc.
Literalmente dicen: “para en el borde”, detente en la frontera o límite.
Referente al silabograma “ba” y “pa” es una variante ibérica muy
presente en la decodificación realizada por expertos como J. Velaza (Prf.
Titular. Deptº de Filología de la Universidad de Barcelona); y los
investigadores de mediados del siglo pasado J. Sánchez Jiménez
(arqueólogo e impulsor del Museo de Albacete) y P. Beltrán Villagrasa
(catedrático de Instituto, destacado en el campo vasco-ibérico y en
Arqueología valenciana). A continuación expongo la decodificación de
estos últimos por su comparativa epigráfica de diversos lugares.
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Alfabeto ibérico de J. Sánchez Jiménez y P. Beltrán Villagrasa (1962).
En el borde o boca del cálatos nº 107, departamento 12 y 13 de Liria
(Aranegui, et alii 1997) podemos leer una primera composición que dice:
ábRDn bn abartan-ban. Pero si cambiamos la “ba” por la “pa” de
abartan-, se lee: apartan. Nuestro propio lenguaje nos dice que “apartar” es
alejar a una persona u objeto de otro. Y “aparte” quiere decir: en otro lugar;
en lugar retirado.
En apartan-ban claramente se lee: “van a otro lugar o lugares”.
Bueno, pues lo sorprendente de esta lectura es que en el friso del contorno
de dicho vaso se representa una procesión de damas y caballeros cogidos
de la mano que marchan o se dirigen caminando al son de la música en una
misma dirección. Según los datos cronológicos del poblado del Tossal de
San Miguel de Liria, fue destruido y abandonado hacia el 175-150 a. C.,
fecha a la que corresponde dicho cálatos. La sincronía iconográfica y
epigráfica es corroborada por los propios datos históricos y arqueológicos
del lugar.
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Como se puede comprobar la n “n” al final del sintagma nominal en
la escritura ibérica expresa pluralidad, al igual que ocurre en la escritura del
Castellano.
Por otro lado la silaba Ì “be” permite otro significado en la
numismática ibérica otorgando un valor que nada tiene que ver con la
abreviatura de la ceca. Son los casos en la que aparece tras la cabeza del
personaje en la ceca de Kese (Tarraco, Barcelona) (Villaronga 1994, tipos:
89, 90 y 91). Dicho significado se declara en la ambigüedad de la palabra
del verbo “va” atribuida a la silaba ibérica B “ba” en calidad de regente,
pues sería gramaticalmente correcto que se traduzca como “regenta”, y
por igual resulta gramaticalmente correcto que la fonética de la silaba “be”
asigne la palabra “regente”. En conjunto considero que se trata de la
demostración etimológica más evidente de que la fonética del castellano
está emparentada directamente con el ibérico.
No cabe duda, existe un método de análisis simbólico que trata una
lengua o un fenómeno lingüístico en un momento determinado, dominando
conceptos relacionados con las acciones ocurridas en el tiempo. Lo
corrobora una coincidencia simbólica, epigráfica, cronológica, espacial y
territorial que influye en los factores culturales y sociales de su
interpretación, así como en el antecedente y desarrollo de la obra. Sincronía
y diacronía, las dos variantes básicas para analizar el arte iconográfico y
epigráfico. Todo ello demuestra que las lenguas romances no vienen del
latín y me alegra saber que no soy el único que lo aprueba, ya que también
lo afirman, entre otros, la filóloga especializada en lingüística y tecnologías
de la lengua Carme Jiménez Huertas en su entrevista realizada por la
periodista Alícia Minou para TimeForTruth.es, (2013)4: las lenguas
romances no vienen, estaban aquí.
Ciertamente las lenguas romance, de las que deriva el castellano,
estaban aquí, y tal y como afirma Carme Jiménez: se puede cambiar una
forma de escritura pero no una lengua.
Ahora observemos otro verbo que tiene la capacidad de reafirmar lo
dicho, rebasar el tiempo y el espacio con una evidente comprensión ya que
conjuga gramaticalmente con un rico lenguaje mediante la sincronía
simbólica y epigráfica. Y lo más sorprendente es que también se halla en la
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cultura micénica representado en un cántaro del siglo XV a. C. conjugando
la misma frase contextual que en la cultura ibérica.
Entre la múltiple y rica simbología de la Cultura Ibérica que,
considero tan importante como la epigrafía, se halla la flor de cuatro
pétalos. Dicho símbolo es determinativo, expresa una idea o palabra
concreta, el ideograma “vida”. Observar dónde se representa éste símbolo
en la iconografía ibérica y qué contiene en su interior. En la cerámica de
Liria se halla bajo jinetes a galope en actitud de lucha o armados, incluso
en repetidas ocasiones como es el caso de la pintura vascular del cálatos nº
121., departamento 11 de Liria, donde la epigrafía se muestra con todo su
esplendor sobre el labio o borde. El contexto es bélico y la cronología nos
sitúa hacia el año 175-150 a. C. En el interior de dicha flor se halla una
equis o cruz, la silaba ibérica D “da”. El ideograma “vida” manifiesta en su
interior el vocablo ibérico “da”. Reconocer de una vez que esto no lo digo
yo, lo dicen las íberos: “da la vida”. Incluso, expresan la causa, ya que la
flor de cuatro pétalos muestra repetidamente en sus extremos el símbolo
identificado como “alzar” (un zarcillo o filamento voluble): “da la vida en
el alzamiento”. Y lo dicen más abundantemente de lo que creemos,
observar también la iconografía de la cratera ibérica de Torre Uchea
(Hellín, Albacete) hallada en un contexto funerario5.
Cálatos nº 121, departamento 11 de Liria (en Aranegui et alii 1997)
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Crátera ibérica de Torre Uchea (Hellín, Albacete) (Museo Provincial
de Albacete)
La simbiosis contextual de la silaba D “da” cobra especial significado
epigráfico en la cultura minoica, de hecho según la tabla de equivalencias
fonéticas de don Manuel Gómez-Moreno (1948) se representa con una
equis o cruz. Se trata de un signo presente en la escritura Lineal B, utilizada
en la cultura micénica. Y muy significativamente en un cántaro de Micenas
del siglo XV a. C. donde se aprecia repetidamente este signo, incluso
dentro de una flor de cuatro pétalos al igual que en la cultura ibérica.
Todo podría tratarse de una mera coincidencia si estos signos y
símbolos no estuvieran circundando a varias palmeras en dicho cántaro. La
palmera (Phoenix dactylifera) es oriunda del Asia sud-occidental, pero su
cultivo se extendió por todas las partes. Oriente es la cuna de la
civilización. En un mundo donde se rige influenciado por el poder
simbólico de los elementos, qué mejor manera de representar a una tierra o
lugar (Oriente) que con un árbol oriundo de allí, de vital importancia para
su subsistencia (sombra, frutos, barrera desértica, etc.), en una tierra de
contrastes naturales, montañas, desiertos, oasis, la palmera determina a éste
último y por tanto la vida: “da la vida”.
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Cántaro micénico del siglo XV a. C. (Museo Arqueológico de
Atenas).
El catedrático de latín E. Zamanillo Rosales (1988) afirmaba que:
“…el ibérico es una lengua esencialmente griega con un desarrollo
estructural muchísimo más elemental que el que muestra el griego de
Homero. Esto significa que en las inscripciones ibéricas se oculta una
lengua micénica o poco posterior.” (en J. Ramón 2013). Ciertamente en las
inscripciones ibéricas se percibe una asociación simbólica y epigráfica
micénica. Y según señalan los especialistas el verbo “dar” es uno de los
más repetidos en las epigrafías protohistóricas. Analicemos pues la
correspondencia simbólica y epigráfica del signo D en diversos objetos
ibéricos.
El contexto determinante del simbólico es tan importante como el
contexto gramatical epigráfico. Y en algunos casos, es tan importante la
presencia epigráfica como su ausencia. En la cerámica ibérica del Castelillo
de Alloza (Teruel), la flor de cuatro pétalos no muestra en su interior la
silaba “da” por la sencilla razón de que no conjuga con la interpretación
simbólica: del comercio entre tierras depende la vida.2
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Reproducción de cerámica del Castelillo de Alloza (Teruel).
La interpretación simbólica puede ser muy subjetiva, pero no se puede
ofrecer una lectura correcta si no guarda contexto en diversos soportes. En
la interpretación epigráfica ocurre otro tanto, cada investigador escoge a su
antojo la variante silábica que el signario ibérico ofrece para extraer una
lengua cognada a su lectura, pero nunca será correcta si no guarda
conjuntamente un contexto gramatical y simbólico en diversos soportes.
Comprobemos más lugares donde se halla la silaba ibérica D “da”.
En un pequeño ponderal de bronce (inédito) con un peso aproximado
de 1’15 gramos, procedente la Manchuela Oriental (Albacete-Cuenca).
Ponderal ibérico (Propiedad particular).
Este signo marcado en un pequeño ponderal no parece estar indicar
una cantidad o medida de peso. De hecho, la cruz también se representa en
otro ponderal procedente de Xarpolar (Alicante) con un peso de 107, 07 gr.
(en Grau Mira y Moratalla Jávega, 2003-2004), y en otro tipo de
ponderares cerámicos donde la medida exacta de peso no tiene mucho que
ver. En la parte superior de numerosas pesas de telar se halla incisa la
típica equis o cruz. La silaba “da” impresa en un utensilio industrial de
carácter familiar de indudable valor económico y social.
Analicemos los sinónimos de la silaba “da” y comprenderemos la
simbiosis entre la palabra y este importante soporte: Proporciona (facilita,