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RECENSIONES
Recepcin: 17 de enero de 2014. Aceptacin: 22 de enero de
2014
L. Garca Sanjun, J.M. Vargas Jimnez, V. Hurtado Prez, T. Ruiz
Moreno y R. Cruz-Aun Briones (eds.). El Asentamiento Prehistrico de
Valencina de la Concepcin (Sevilla). Investigacin y Tutela en el
150 aniversario del descubrimiento de La Pastora. Sevilla,
Universidad de Sevilla. Secretariado de Publicaciones, 2013.
Probablemente, el III milenio cal a.C. constituye una de las
etapas ms interesantes de la Prehistoria re-ciente en la pennsula
ibrica. El desarrollo de la in-vestigacin en las ltimas dos dcadas,
tanto emprico (nuevos hallazgos) como terico (debate en torno a la
existencia o no de sociedades clasistas, su extensin y su dinmica
evolutiva), ha resultado en un considerable cambio respecto de la
imagen que de este mismo pe-rodo se tena a principios de la dcada
de los aos no-venta del siglo pasado.
El auge demogrfico, la aparicin de nuevas arte-sanas
especializadas (metalurgia), la expansin de objetos ideotcnicos que
en ocasiones se difunden por amplias regiones, la multiplicacin de
circuitos de in-tercambio interregionales e incluso, la
constatacin, por vez primera, de la existencia de redes de
inter-cambio extrapeninsulares son algunos de los aspectos que
contribuyen a dotar de personalidad a este ciclo. Como resultado,
hoy parece que la investigacin tiende a considerar que durante este
perodo buena parte de la pennsula ibrica se encontraba de algn modo
interre-lacionada, sobre todo las regiones del centro y del
sur.
En paralelo, se ha producido lo que podramos de-nominar un
desplazamiento geopoltico, desde el este de la pennsula ibrica
hacia el oeste. Dos aspec-tos, entre otros, me parecen destacables
en este cambio: por un lado, el trabajo de F. Nocete (2001). De
otro, la irrupcin de recintos de fosos. Fruto de la actuacin de
mltiples investigadores y proyectos, los recintos de fosos se han
convertido en la manifestacin arqueol-gica ms numerosa y notable
del III milenio a.C., con-tribuyendo a visualizar este cambio. As,
caben pocas dudas de que casos como Marroques (Jan, Snchez et al.
2005), Perdiges (Reguengos de Monsaraz, Mr-quez Romero et al. 2011)
o Camino de las Yeseras (San Fernando de Henares, Ros Mendoza
2011), por slo citar algunos de las ms extensos entre los sitios
con recintos de fosos, jalonan este desplazamiento hacia el oeste.
En este contexto, Valencina de la Concepcin, si-tio emblemtico
sobre el que se han hecho pivotar algu-nas de las interpretaciones
mas globalizadoras de este perodo, juega un notable papel. Sin
embargo, la in-formacin disponible sobre Valencina era ciertamente
escasa. El texto que ahora comentamos viene a llenar este vaco, al
menos en parte, ofreciendo un panorama
actualizado de la informacin disponible, al tiempo que se
intenta contextualizar acudiendo al marco ms am-plio del III
milenio a.C. en la pennsula ibrica
El texto es fruto de un coloquio, con aportaciones de un variado
elenco de autores. Buena parte de las mismas estn dedicadas a
presentar la informacin derivada de las intervenciones efectuadas
en el yacimiento; en otros casos se intenta ofrecer una informacin
de sntesis so-bre diferentes aspectos del sitio y, por ltimo,
algunas aportaciones tratan de contextualizar Valencina en el
conjunto del III milenio a.C. El libro se estructura en cuatro
apartados: Territorio y Hbitat, Practicas Fune-rarias y Creencias,
Antropologa Fsica y Demografa, Produccin Subsistencial y
Manufacturas, y, por ltimo, Gestin Patrimonial. El volumen viene
precedido por un trabajo introductorio, donde se intenta una
sntesis de lo que, en la actualidad, se conoce sobre Valencina.
Este trabajo, cuya autora corresponde a L. Garca Sanjun,
funciona como una introduccin general al ya-cimiento ofreciendo una
puesta al da de la informacin disponible en diversos apartados,
incluyendo una buena recopilacin bibliogrfica sobre el yacimiento.
El ttulo elegido por el autor para el primero de sus apartados es
suficientemente ilustrativo de la situacin del lugar hasta la
celebracin del congreso y la publicacin de las actas que ahora
comentamos: Una Larga Trayecto-ria Arqueolgica y una Corta
Disponibilidad de Datos Cientficos. Efectivamente, aunque el lugar
se conoce desde el descubrimiento del tholos de La Pastora, en el
siglo XIX, la investigacin sobre el mismo resulta lenta,
discontinua y centrada en los aspectos funerarios, hasta que a
partir de los aos 80 del siglo XX, el yaci-miento sufre una
autntica avalancha de intervenciones ligadas a la arqueologa de
prevencin. Es importante remarcar este ltimo aspecto porque, en
buena medida, explica lo raqutico de la informacin disponible, a
pe-sar del creciente volumen de intervenciones generadas. Como se
seala en la aportacin de M. A. Querol Fer-nndez, dentro del ltimo
apartado, el vrtigo ocasio-nado por las continuas intervenciones y
la ausencia de polticas de investigacin, han resultado en una
escasa, salvo honrosas excepciones, disponibilidad de la
docu-mentacin generada. Y este aspecto no es exclusivo de
Valencina, su caso resulta extrapolable a otros lugares. No resulta
extrao, pues, que no dispongamos an de
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una cartografa adecuada o que, como se pone de re-lieve en los
trabajos del apartado correspondiente, los anlisis paleobotnicos
brillen por su ausencia.
En un libro de las caractersticas del que comenta-mos no resulta
aconsejable ni posible intentar un co-mentario de todas las
aportaciones que figuran en el mismo. Creo ms apropiado ceirme a
algunos as-pectos generales, que se tratan en diversas de ellas y
que resultan de inters para aquellos que, como yo mismo, mantienen
su foco de atencin investigadora sobre los problemas de la
Prehistoria Reciente hasta la Edad del Bronce.
En primer lugar, debo sealar que el coloquio y sus actas
permiten acceder, por vez primera, a una in-formacin que, en el
mejor de los casos, se encuentra dispersa. La importancia que
Valencina estaba adqui-riendo en la discusin de los problemas
respecto de las dinmicas propias del III milenio a.C., mereca el
es-fuerzo que sin duda ha supuesto la edicin del libro. A pesar de
las dificultades que se sealan en el artculo inaugural y que
suponen limitaciones evidentes, po-demos disponer de una primera
aproximacin de con-junto realmente necesaria para valorar el
yacimiento y su impacto. Del conjunto de los temas tratados
desta-car los siguientes.
Valencina es una dispersin formada, sobre todo, por diversos
tipos de estructuras excavadas, a las que se ha atribuido una
funcin diversa (silos, cabaas, zan-jas o fosos, principalmente). En
este sentido, no es muy distinto de otros asentamientos con fosos
del III mi-lenio en la pennsula ibrica. Los mismos problemas de
interpretacin que para estas estructuras se plantean en aquellos
lugares, los encontramos en Valencina. Sin duda, hubo recintos de
fosos, pero la informacin dis-ponible no permite precisar su
recorrido, su nmero, su disposicin ni, por supuesto, su dinmica
temporal. Las dataciones disponibles, aunque se anuncia que pronto
se dispondr de bastantes ms, sugieren que el perodo de mayor
actividad ocurri entre 3000-2500 cal a.C., aunque algunas de las
fechas sobrepasan este lmite, penetrando en el segundo milenio
a.C.
Es sta una situacin tpica de esta clase de asenta-mientos. Los
recintos de fosos constituyen, sin duda, uno de los fenmenos
arqueolgicos ms novedosos y llamativos de la Prehistoria Reciente
peninsular y ello, por un doble motivo: su enorme extensin
geogr-fica, que prcticamente cubre la pennsula, y el debate abierto
respecto a su interpretacin. Los trabajos de P. Daz del Ro y J.E.
Mrquez Romero se ocupan amplia-mente de esta problemtica sugiriendo
enfoques y ma-tices diferentes en su interpretacin.
El trabajo realizado en el sur de Portugal, en el marco de un
proyecto dirigido por A.C. Valera y espec-ficamente dirigido a la
bsqueda de esta clase de sitios, es una excelente muestra de su
importancia y variabi-lidad como puede comprobarse en una simple
visita al blog del mismo
(http://portugueseenclosures.blogspot.com.es/).
Se conocen recintos simples y mltiples, grandes o pequeos, con
delineaciones diversas que, en algunos casos, presentan evidencias
de orientaciones astron-micas en sus entradas. Aunque, en general,
se asume que estos lugares son centros de agregacin, no resulta tan
claro su carcter (ocasional o no), su dinmica en relacin con otros
asentamientos regionales ni si com-portaron o no una ocupacin
estable dentro o alrededor de los mismos. Es posible, por otra
parte, asumir cierta variabilidad en la funcin de estos recintos.
Como acertadamente seala P. Daz del Ro en su contribu-cin Entre los
polos opuestos del hbitat permanente en el interior de los recintos
y el recinto como espacio inhabitado para la celebracin cclica de
ceremonias de agregacin existe una considerable cantidad de
tr-minos medios y variabilidades.... (Daz del Ro 2013: 66), cuya
correcta caracterizacin, aadira, necesita de una aceptable
documentacin de la evidencias arqueo-lgicas tanto a escala local
como regional, as como de su temporalizacin.
Desafortunadamente, no es este el caso de Valen-cina, donde las
peculiaridades de las intervenciones realizadas han resultado en la
ausencia de una carto-grafa unificada del yacimiento. As, los
numerosos ha-llazgos de zanjas (algunos de los cuales se sealan en
los trabajos de este volumen) permiten sostener la pre-sencia de
recintos de fosos (v. el trabajo de J.M. Var-gas Jimnez en el
apartado final), pero sin que podamos precisar si se trata de fosos
concntricos; o si, como ocurre en otros lugares (cf. Camino de las
yeseras), al-gunos simplemente son el resultado de construcciones
diversas que ocurren en el mismo lugar (aproximado) aunque no
necesariamente al mismo tiempo. Tambin aqu el caso de Valencina no
resulta excepcional (ver, por ejemplo, la fig. 20 del trabajo sobre
el sector PP4 Montelirio)
Algunas de las discusiones respecto a la funcionali-dad de las
estructuras excavadas resultan perfectamente reproducibles en otros
contextos peninsulares. En to-dos estos casos se han planteado
distintos problemas respecto a la funcionalidad de algunas de estas
estruc-turas o su exclusividad como estructuras funerarias y/o
domsticas. Adems de silos, o basureros, la aportacin de
Bernldez-Snchez y otros sugiere su posible uso
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como almacenes de forraje u hoyos para la elaboracin de abono,
lo que de ser cierto implicara una nada co-mn necesidad de
intensificacin agrcola.
Probablemente el tratamiento de los aspectos fu-nerarios y/o
simblicos es uno de los ms extensos en el conjunto de la obra,
incluyendo el anlisis antropo-lgico en diferentes casos. A este
respecto resulta in-teresante comparar la perspectiva utilizada en
las aportaciones de Garca Sanjun (en el trabajo introduc-torio) y
Garca Sanjun y Daz-Zorita Bonilla, por un lado; y la aportacin de
R. Cruz-Aun Briones y J.C. Mejas Garca, por otro.
Adems de distintas perspectivas tericas (esta l-tima argumentada
desde la asuncin de que nos encontra-mos antes sociedades
clasistas, mientras que las primeras mantienen un prudente
distanciamiento respecto de este asunto), resulta interesante
destacar la discusin sobre el carcter exclusivamente funerario o no
de una parte del yacimiento. La impresin para el lector y la
conclusin que se evidencia de todas estas aportaciones es que
exis-ti una notable diversidad en los patrones funerarios de
Valencina y que el carcter exclusivo de necrpolis de una parte del
sitio, no est del todo clara.
La presencia de enterramientos en el interior de po-blados,
dentro de estructuras siliformes u hoyos, y su coexistencia con
otros contenedores funerarios colecti-vos (o ms colectivos) no es
una circunstancia espec-fica de Valencina ni si quiera lo es del
rea andaluza. En otras regiones, esta diversidad se materializa en
la exis-tencia de cuevas de enterramiento mltiple y, a su vez,
enterramientos simples o dobles efectuados en el inte-rior de las
reas habitadas, al estilo de la recientemente documentadas en La
Vital (Prez et al. 2011). Como es-tas utilizan contenedores que
morfolgicamente no se diferencian de otras estructuras negativas,
resulta ex-tremadamente difcil discernir si tales contenedores se
excavaron o no con esta finalidad. y probablemente no importe
demasiado. Lo que resulta de inters es sealar que esta variabilidad
se viene constatando desde bas-tante antes del III milenio a.C. en
diferentes partes de la pennsula ibrica. Sin duda tuvo un
significado, pero a da de hoy no resulta nada fcil su
interpretacin, ha-bida cuenta de su profundidad temporal.
En lo que sin duda Valencina refleja una excepcio-nalidad
evidente es en su extensin. De ser correctas las estimaciones
realizadas representara la mayor con-centracin conocida de
estructuras negativas de diverso uso: unas 200 ha, segn J.M. Vargas
Jimnez y 420 ha, segn L. Garca Sanjun. En correspondencia con ello,
se documenta tambin una notable lista de pro-ductos forneos que
indican claramente la existencia de
intercambios a escala extrapeninsular (caso del mbar y el
marfil, como se documenta en los trabajos de Mu-rillo Barroso y
Garca Sanjun, y en el de T. Schuma-cher y colegas).
En el caso del marfil, los anlisis realizados mues-tran una
doble corriente, de manera que el marfil afri-cano alcanzaba, sobre
todo, a la parte suroccidental de Iberia y otra mediterrnea
suroriental, que aport los marfiles de elefantes asiticos al este
de Iberia. La pro-bable procedencia siciliana del pomo de mbar del
sec-tor PP4 Montelirio vendra a confirmar esta ruta. En Valencina,
adems, aparecen ambas clases de marfil (africano y asitico), lo que
ubica el sitio como punto de confluencia de ambos circuitos. El
anlisis de las cuentas de piedra verde (v. la aportacin de C.
Odrio-zola y L. Garca Sanjun) incide en la diversidad de es-tos
circuitos de intercambio a larga distancia de los que participa
Valencina.
Bastantes de estos objetos resultan indicativos del desarrollo
de artesanas ms especializadas como es el caso del metal, parte del
instrumental de piedra tallada, o el marfil. De todos ellos se da
cuenta en Valencina. La discusin, en este caso, reside en la
valoracin de algu-nas de ellas (significativamente el cobre) como
factores cruciales en las dinmicas sociales y econmicas del perodo,
aspecto ste que se discute especficamente en la aportacin de J.E.
Costa Caram.
Ms difcil resulta valorar otros objetos que tam-bin se difunden
extensamente, como los denominado oculados, que claramente no
reflejan un intercambio, pero s una interaccin actuando sobre reas
extensas, como seala la aportacin de V. Hurtado. La extensin e
intensidad que ahora adquiere el fenmeno de los re-cintos de fosos
sugiere la existencia de circuitos flui-dos por los que circulaba
la informacin, adems de los objetos. Sin embargo, antes del final
del III milenio a.C. esta dinmica se trunc fragmentndose en
diver-sas realidades arqueolgicas, cerrndose as un ciclo de nuestra
Prehistoria.
Aunque las aportaciones de este volumen suponen un notable
avance, no cabe duda de que todava son muchas las incgnitas por
resolver en lo tocante a las dinmicas propias del III milenio a.C.,
y sobre las que el registro de Valencina puede aportar informacin
re-levante. La continuidad en los estudios de lo ya exca-vado, en
lnea con lo que se ofrece en este volumen, sin duda contribuir a
este fin. Asimismo, esperamos que los planes de gestin que se
presentan en el ltimo apartado contribuyan a aumentar la calidad de
la docu-mentacin disponible, a una adecuada preservacin del lugar y
a su puesta en valor.
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Correo-e: [email protected]
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