ETHOS Y PARRESA 9ETHOS Y PARRESA. EL DISCURSO POLTICO DEL
SUBCOMANDANTEMARCOS (EZLN) EN EL MARCO DE LA OTRA CAMPAA*LAURA
ADRIANA HERNNDEZ MARTNEZ**Universidad Autnoma
Metropolitana-IztapalapaResumen: En este artculo se presenta un
estudio del discurso poltico delEjrcito Zapatista de Liberacin
Nacional a partir de su carcter antirretrico.Esta particularidad se
deriva del hecho de que su portavoz, el subcomandanteMarcos, asume
una posicin de parresiasta que, de acuerdo con lo planteadopor
Foucault, consiste en la posibilidad de decir lo que verdaderamente
sepiensa, de modo tal que el discurso ya no tiene como fin la
persuasin sino laautenticidad. Esta transformacin es la que hace
posible reunir tica y polticaen un nuevo tipo de discurso que, en
su cualidad polifnica, instaura la posibi-lidad de un verdadero
dilogo poltico.PALABRAS CLAVE: PARRESA, ETHOS, DISCURSO POLTICO,
RETRICA,
ZAPATISMOETHOSANDPARRHESIA.THEPARRHESIAINTHEPOLITICALDISCOURSEOFSUBCOMANDANTEMARCOS(EZLN)WITHINTHEFRAMEWORKOFTHEOTHERCAMPAIGN*
La primera versin de este trabajo fue la ponencia: tica y
poltica.La parresa en el discursopoltico del Subcomandante Marcos
(EZLN), que se present en el VI Congreso Latinoamericanode Estudios
del Discurso (ALED) que tuvo lugar en la Pontificia Universidad
Catlica de Chile en2005.** [email protected] Lingsticos, vol.
VII, nm. 14, julio-diciembre, 2011, 9-29RECEPCIN: 05/04/12
ACEPTACIN: 12/07/12 910 LAURA ADRIANA HERNNDEZ MARTNEZAbstract:
This article presents a study of the political speech of the
Ejrcito Zapatistade Liberacin Nacional starting from its
anti-rhetorical essence. This particularityis derived from the fact
that its spokesman, subcomandante Marcos, assumes aposition of
parrhesiastes that, according to Foucault, consists of the
possibility
ofexpressingwhatonetrulythinks,sothattheultimateaimofdiscourseisnotpersuasion,
but authenticity. This transformation is the one that makes it
possibletoreuniteethicsandpoliticsinaspeechofanewtypethat,initspolyphonicquality,
restores the possibility of a true political dialogue.KEY WORDS:
PARRHESIA, ETHOS, POLITICAL DISCOURSE, RETHORIC, ZAPATISMOEL
ANLISIS CRTICO DEL DISCURSO Y LOS DISCURSOS DE LA RESISTENCIAEl
anlisis crtico del discurso (ACD) surge en la ltima dcada del
siglopasado como un movimiento que busca distanciarse de las
posicionesacadmicas que proscriben la denuncia y la resistencia a
los abusos delpoder. Esta ruptura tiene consecuencias
epistemolgicas pues, en palabras deTeun van Dijk:El ACD no es una
orientacin investigadora entre otras, como la
gram-ticaTGolalingsticasistmica,ytampocoesunasubdisciplinadelanlisisdiscursivocomolapsicologadeldiscursooelanlisisconversacional.Noesunmtodo,niunateoraquesimplementepue-da
aplicarse a los problemas sociales. El ACD puede realizarse en, o
com-binarsecon,cualquierenfoqueysubdisciplinadelashumanidadesylascienciassociales.(2003:144)Podra
decirse, entonces, que la esencia del sesgo que abre el ACD est en
sucarcter crtico, entendido como: el resultado de tomar cierta
distancia conrespecto de los datos, enmarcar stos, en lo social,
adoptar explcitamente unapostura poltica y centrarse en la
autocrtica, como corresponde a un estudiosoque investiga (Wodak,
2003: 29).El trabajo que presento es prximo a esta posicin, en
tanto mi plantea-miento parte de una cuestin ms filosfica que
lingstica, y se identifica conETHOS Y PARRESA 11una investigacin
que, en un sentido amplio, se encauza al estudio de los dis-cursos
de la resistencia, a los que concibo como aquellos que operan en
losmrgenes del territorio delimitado por los discursos del poder.
La resistencia esun camino que permite una comprensin de los
mecanismos de control atravs de aquellas posibilidades discursivas
que son deslegitimadas y, por ende,invisibilizadas. Este enfoque
requiere de un mtodo de trabajo transdisciplinario;en virtud de que
las geografas disciplinarias contribuyen a la escisin del
cono-cimiento, en la medida en que sus fronteras epistemolgicas
impiden el dilo-go entre todas las miradas de lo humano que
posibilitaran su comprensinintegral. En el caso particular del
discurso poltico, este asunto se refiere allugar de la tica en la
prctica poltica, por cuanto se trata de una actividad queimpone una
normatividad moralizante que acalla toda forma de disenso bajola
acusacin de quebrar el orden de lo poltico.Desde esta perspectiva,
es relevante destacar una dimensin de la verdad queno se limita a
su compromiso emprico, sino que se refiere a la obligacin ticade
decir la verdad, esto es, a la obligacin de expresar lo que
sinceramente sepiensa: una forma de enunciacin que se denomina
parresa y que fue tema delltimo curso impartido por Foucault, con
el ttulo de Fearless Speech. En esteartculo me propongo utilizar
dicho concepto para abordar la ruptura del EjrcitoZapatista de
Liberacin Nacional (EZLN) con la izquierda mexicana durante
lascontrovertidas elecciones de 2006, en las que su candidato,
Andrs ManuelLpez Obrador, consigui una enorme popularidad que puso
a trabajar unapoderosa maquinaria poltica para impedir su triunfo
electoral.Este momento poltico fue de enorme tensin porque el
rechazo del EZLN aparticipar en la campaa electoral de Lpez Obrador
se interpret como unatraicin del EZLN hacia la izquierda y, en
consecuencia, se le acus de favorecera la derecha poltica. Sin
embargo, la crtica de Marcos se dirigi hacia la prc-tica poltica en
un sentido global y no solo hacia la izquierda; de modo tal quedej
a un lado las diferencias ideolgicas entre los partidos y cuestion
la inte-gridad de toda actividad poltica partidista. Con esa
ruptura, el zapatismo bus-c no solo deslindarse de la clase
poltica, sino que propuso otra manera dehacer poltica que plasm en
la otra campaa. Javier Sicilia escribi un art-culo el 10 de julio
de 2005, en el que se pregunta, al respecto, cul sera enton-ces la
propuesta zapatista, a lo que responde:12 LAURA ADRIANA HERNNDEZ
MARTNEZEnapariencianinguna.LacrticaqueselehahechoaMarcosesqueslocriticamantenindosealmargendelaluchapolticapartidista.Sinembargo,paraquiensabeverloqueelzapatismohahechoalolargo
de 11 aos [en el momento en que escribo este artculo an no
sehapublicadoLasextadeclaracindelaSelvaLacandona],lapropuestaesevidente:nounpaquetepolticoyadefinidoyadministradoporlasinstituciones;
no es un decirle a la gente lo que debe hacer o cmo
debevotar,paracontinuarsiendounrecursohumanoadministradoporlospoderesdelEstadoydelascorporacionesmediantepromesasqueslobeneficianaquienesdetentanelpoder.Es,porelcontrario,elejemplodeunproyectopolticoquenacidesdelabasedelamismagente,unproyectoqueslolagentepuededescubrirapartirdesusproblemasrealesycomunes,unproyectoque,comolosCaracoles,sedaalmar-gendelpoderensusmanosmedianteautonomasysolidaridadesen-treella.(2011:60-70)Es
interesante que algo muy parecido ha ocurrido en un ambiente
polticoque fue antesala de las elecciones presidenciales de 2012,
en donde el mismoJavier Sicilia, como portavoz del Movimiento por
la Paz con Justicia y Digni-dad, ha sido acusado por la izquierda
de favorecer los intereses de la derecha,debido a que su discurso
se encauza hacia la recuperacin de la dignidad nacio-nal, sin tomar
partido por ninguna causa ideolgica ni, mucho menos,
parti-dista.Carlos Fazio reconoce que Javier Sicilia es un
parresiasta en un artculopublicado en 2011 en el peridico La
Jornada, del que cito un prrafo que meparece especialmente
revelador para comprender la manera en que la cualidadparresiasta
se reconoce en la emergencia de un nuevo tipo de discurso:No
obstante, lo fundamental es el nuevo lenguaje de Sicilia. Esa
formaradicalysinceradeexpresindelaverdad,empezandoporsuinicialEstamoshastalamadre!queloemparentaconelYabasta!zapatis-ta,queanteponelaticadelapalabraalademagogiayelcomerciodelapalabra,tanpropiosdegobernantesypolticos.AesalibertaddedecirlotodoyunaticaquealejaaSiciliadecualquierartilugiosemntico,
retrica, sofisma, falsedad, adulacin o silencio, se suman elETHOS Y
PARRESA
13valoryeldebermoral,atributostodosque,segnMichelFoucault,enla
literatura y la filosofa grecorromana definan una funcin, la
parresa,y una posicin del sujeto, el parresiasts, caracterizadas
por una relacinespecfica con la verdad a travs de la franqueza,
cuyo efecto es la
crticaylaautocrtica,ycuyocostoeselpeligro.LaparresaescribiFoucault,requiereelvalordedecirlaverdadapesardeciertopeli-gro.
Yensuformaextrema,decirlaverdadtienelugareneljuegodela vida o la
muerte. (Carlos Fazio, El parresiasta Sicilia, La Jornada,
8deagostode2011)El propsito de este trabajo no es analizar una
situacin poltico-social, sinointroducir el concepto de parresa como
un medio para comprender desdeotro ngulo la contribucin del
zapatismo a la formulacin de un discursopoltico de nuevo tipo que,
como todos sabemos, considera a la palabra comosu arma de lucha una
palabra que denomina como verdadera, y que cons-tituye el eje de su
batalla pblica contra el poder. En ese sentido, consideroque la
propuesta zapatista de la prctica poltica es semejante a la
concepcin quelos griegos tuvieron de esta, pues coinciden en ver a
la parresa como condicinpara que se d una verdadera
democracia.Puesto que la tica del discurso tambin alcanza al
discurso que analiza losdiscursos, es indispensable sealar que la
cuestin de la sinceridad no es untema de inters en los estudios
sobre el discurso poltico, debido a que la con-cepcin de la poltica
como una confrontacin argumentativa tiene una legiti-midad temtica
que parte de la suposicin de que la objetividadconsiste enuna
supuesta neutralidad poltica, en la que el analista solo es un
observadorque analiza los instrumentos discursivos (argumentativos
o retricos) de laconfrontacin. Edward Said denunci a lo largo de su
vida esta concepcin deltrabajo intelectual, el cual ocultaba la
posicin poltica que tiene necesariamen-te el intelectual incluso
cuando es objetivo, en su condicin de figurapblica. Said prefiere
ser lo que l denomin unintelectual amateur que haelegido exiliarse
del espacio del poder en tanto
que:[]sertanmarginaleindomesticadocomoquienviveenunexiliorealesparaunintelectualmostrarseexcepcionalmentesensiblealvia-jante
ms bien que al potentado, a lo provisional y arriesgado ms bien14
LAURA ADRIANA HERNNDEZ
MARTNEZquealohabitual,alainnovacinyelexperimentomsbienquealstatuquoautoritariamentegarantizado.Elintelectual
exliconorespon-de a la lgica de lo convencional sino a la audacia
que corre riesgos, a
loquerepresentacambio,alainvitacinaponerseenmovimientoynoquedarseparado.(1996:73)Este
artculo representa una contribucin a ese ideal
intelectual.PRELIMINARESAlgunavezhabrquedecirlealciudadanoqueconlasealdeadelantarporladerecha,desviarporlaizquier-dahahechoelEstadocasoomisodesulibertad.KARL
KRAUSHe dedicado varios aos de investigacin al estudio del discurso
poltico delSubcomandante Marcos1desde la perspectiva de la
retrica,2pues me pareceque su caracterstica ms importante es la
ruptura con un canon histrico elcual conceba a la poltica como un
arte de la argumentacin que tena comofin la persuasin a travs del
logos. En ese sentido, la tesis que planteo es queeste discurso es
antirretrico, caracterstica muy polmica y muy mal com-1 Vase Laura
Hernndez (2002), Detrs de nosotros estamos ustedes. La irona en el
discursodel Subcomandante Marcos, en Signos Literarios y
Lingsticos, vol. IV, nm. 2, julio-diciembre,pp. 101-115; yLaura
Hernndez (2005), El sentido de la guerra en el discurso de Marcos,
enVersin, nm. 14, diciembre, pp. 311-322.2 Se considerar retrica no
a la ciencia terica que estudia los discursos que se relacionan
conel ejercicio pblico de la palabra, sino a un tipo de discurso
que se caracteriza por intentarpersuadir a un auditorio de alguna
formulacin que conduzca a justificar racionalmente la validezde una
accin que afecta el orden pblico y que, en su sentido moderno, se
entiende comoretrica aplicada. En la Grecia Clsica el discurso
retrico se consideraba como opuesto al discursoparresiasta, que no
busca convencer sino transformar a su auditorio. Para Foucault,
esta diferenciatambin se refera al hecho de que la retrica se
ligaba con los largos discursos proferidos por unorador, mientras
que la parresa era esencialmente dialgica (2004: 47).ETHOS Y
PARRESA 15prendida, en virtud de que el discurso poltico se ha
concebido como retricopor definicin.He propuesto en otro momento
que esta posicin antirretrica tiene en
lairona3suarmamspoderosa,pueselpropsitodelaaccinpolticadelzapatismo
es la de devolverle a la poltica su carcter tico, tarea que implica
larenuncia al dominio de una forma de discurso que se considera
propietario dela racionalidad poltica. La irona hace posible la
relativizacin de la visindominante del mundo al introducir la
cosmogona maya en los mismos tr-minos en los cuales se establece
una verdad occidental, ya que en nuestra cultu-ra sera tan solo
mitologa. Con sus largos relatos, inscritos dentro de
pronun-ciamientoscontralaclasepolticamexicanayelcapitalismomundial,elSubcomandante
Marcos intenta que su lector pueda renunciar a la certeza cul-tural
en que ha sido educado y pueda acceder a otra manera de entender
larealidad. Esta pedagoga, que no retrica, est encaminada a la
deseducacin y,por ende, a la liberacin del pensamiento domesticado,
convirtiendo de estaforma a la poltica en una potica.Desde esta
misma lnea de pensamiento, encauzo mi trabajo hacia elcon-cepto de
parresa, entendido como una forma de discurso de enorme
impor-tancia en la Grecia Clsica y a la cual dedic Foucault sus
ltimos aos de vida.Parresa significa literalmente decir todo, de ah
que se haya traducido al fran-cs como franc parler; sin embargo,
esta expresin total de lo que uno piensadebe, adems, darse en
condiciones de riesgo, de ah que el ttulo del ltimocurso impartido
por Foucault en Berkeley en 1983 sobre este tema se hayatitulado
Fearless Speech.La relevancia de la parresa para mi investigacin es
evidente, pues su carac-terstica principal es la de ser,
precisamente, antirretrica; en tanto que el obje-tivo de quien
enuncia no es persuadir a un auditorio de que lo que dice esverdad,
sino arriesgarse a ser castigado o rechazado por la doxa construida
porla retrica del poder, bajo la conviccin de que es necesario
decir sinceramente3 La irona y la parresa estaran en una relacin
complementaria, pues si la parresa es laenunciacinque se produce
cuando quien enuncia dice lo que verdaderamente piensa, i.e. lo
quese enuncia y quien lo enuncia estn imbricados; la irona, de
acuerdo con Kierkegaard,es unainsurreccin del ser que se ve
impelido a separarse de la realidad establecida para encontrar
elsentido de su existencia personal, de ah que considere que la
primera y ms abstracta determi-nacin de la subjetividad es la irona
(Vase Hernndez, 2002: 106).16 LAURA ADRIANA HERNNDEZ MARTNEZla
verdad y no mentir. Es evidente que en la Grecia Clsica el
parresiasta msgrande fue Scrates, quien estuvo dispuesto a morir
antes que abandonar suirnica renuncia a la certeza, y su muerte no
es ms que la constatacin de queel poder se funda en el dominio
ejercido sobre la verdad.En lo que presento a continuacin, pretendo
establecer que Marcos es unparresiasta, porque el rasgo ms evidente
de su discurso es el de dotarlo de lafuerza tica que haga evidente
la inmoralidad de la retrica poltica del poder, apartir de enunciar
lo que sinceramente piensa, como portavoz de todos loszapatistas.
Si bien esta es una caracterstica en todo su discurso, me referir a
loscomunicadosquehanaparecidoarazdelaSextaDeclaracindelaSelvaLacandona
puesto que se dan en un contexto poltico que plantea la
rupturadefinitiva entre el zapatismo y la clase poltica mexicana,
incluido el partido deizquierda, PRD, que gobierna la Ciudad de
Mxico y que encabez las encuestaspresidenciales, con el que fuera
gobernador de la Ciudad hasta el mes de juliode 2005, Andrs Manuel
Lpez Obrador. La eleccin, por otra parte, tambinobedece al hecho de
que este momento del zapatismo tiene como consecuen-cia que el
subcomandante Marcos se convierta en el Comandante Zero y dejede
producir esos textos que caracterizaron la comunicacin meditica del
EZLN,debido a que el movimiento pasa a lo que ellos denominaron una
etapa polti-ca de escucha.EL CONCEPTO DE PARRESAEn su sentido ms
profundo, el trmino parresa refiere a la condicin de
decirautnticamente aquello que se piensa, de ah que, para Foucault:
el parresiasts,es alguien que dice todo cuanto tiene en mente: no
oculta nada, sino que abresu corazn y su alma por completo a otras
personas a travs de su discurso(2004: 36-37).Su franqueza se revela
en la manera en cmo lo dice, y se haceevidente para quien lo
escucha que lo que dice es su propia opinin evitandocualquier clase
de retrica que pudiera velar lo que piensa (2004: 37). De estemodo,
la verdad de suspalabras es incuestionable, ya que dice lo que
esverdadero porque l sabe que es verdadero; y sabe que es verdadero
porque es real-ETHOS Y PARRESA 17menteverdadero4(2004: 39). El
parresiasta siempre se encuentra en unaposicin de vulnerabilidad,
porque para que podamos hablar de parresa esnecesario que aquello
que se dice francamente vaya en contra de la opinin dela mayora.
Como esta verdad siempre se le dice a otro, la parresa tiene
unafuncin crtica del interlocutor o del propio hablante, no para
demostrar laverdad a algn otro, sino para plantear cuestiones ticas
como: Esto es lo quehaces y esto es lo que piensas; pero eso es lo
que no deberas hacer ni pensar[] sta es la forma en que te
comportas, pero sa es la forma en que deberascomportarte [] Esto es
lo que he hecho, y estaba equivocado al hacerlo as(Foucault, 2004:
43). La ltima caracterstica de la parresa es que la expresinde la
verdad se considera un deber, pues si bien no est obligado a
hablar, elparresiasta considera su deber hacerlo.Por otro lado,
Foucault resume el concepto de parresa en un sentido nega-tivo,
planteando
que:Enlaparresaelhablantehaceusodesulibertadyescogelafranquezaen
lugar de la persuasin, la verdad en lugar de la falsedad o el
silencio,el riesgo de muerte en lugar de la vida y la seguridad, la
crtica en lugarde la adulacin, y el deber moral en lugar del propio
inters y la apatamoral.(2004:46)Es interesante observar que este
sentido de la parresa no aparezca en losdiccionarios de retrica, ya
que el trmino parresa se encuentra en la entrada delicencia, bajo
la siguiente definicin:4 La dificultad para comprender este sentido
de verdad radica en el dominio de un concep-tomoderno de verdad
cartesiano que la relaciona con la evidencia como experiencia
mentalprobatoria. Foucault seala, en ese sentido que, como para los
griegos la coincidencia entrecreencia y verdad no era una
experiencia mental, sino una actividad verbal: la parresa nopuede,
en su sentido griego, darse ya ennuestro moderno marco
epistemolgico (2004: 40).Sin embargo, el regreso a la antigua
concepcin griega estara justificado, como lo explicaFoucault en una
entrevista con Franois Ewald, porque esta mirada hacia atrs es la
esencia desu mtodo de investigacin: Parto de un problema en los
trminos en que se plantea actual-mente e intento hacer su
genealoga. Genealoga quiere decir que yo mismo lo analizo a
partirde una cuestin presente (1999a: 376).18 LAURA ADRIANA
HERNNDEZ
MARTNEZ[]licenciaofiguradelaelocucinfrentealpblicoqueconsisteenunvivoyaudazaunquejustificadoreprochequeelemisor,aparentan-doqueseexcede,fingedirigiralreceptor(alpblico,allectoroasmismo)apelandoasugrandeza,suamorpropio,osucapacidadparahacerfrenteaunaverdaddesagradable;elloalavezquehalagaalre-ceptor,haceaparecercomoqueelemisorabandonasuordinariapru-denciaysucompostura.(Berinstin,1985:300)A
pesar de que la definicin remita a Quintiliano, en Institucin
oratoria seplantea precisamente que si bien la parresa se encuentra
entre las figuras queaumentan los afectos, y estas hacen uso de la
ficcin, en realidad la considerauna oracin libre que solo es figura
cuando esa libertad es simulada, por lo cualse pregunta qu cosa
menos figurada que la libertad? y aade, [p]ero bajoesa forma se
oculta frecuentemente la adulacin (1999: 395).Foucault con-sidera
que Quintiliano entiende aqu que la parresa es una figura privada
detoda figura, pues es completamente natural. La parresa es el
grado cero de esasfiguras retricas que intensifican las emociones
del auditorio (2004: 48). Elpathos de la parresa es entonces, en
contraste con la presentacin melodramticade los discursos
fundamentalistas que se sostienen en el triunfo del bien sobreel
mal, no una manipulacin de los sentimientos, sino la posibilidad de
des-pertar en el auditorio la indignacin ante la injusticia y la
falsedad, como unaforma de autoconciencia.Si la parresa se funda en
la libertad de decir lo que se piensa sin otro propsitoque el de
decirlo, su contraparte es la retrica porque, de acuerdo con la
defini-cin del Diccionario de anlisis del discurso de Charadeau y
Maingueneau,
es:[]lacienciatericayaplicadadelejerciciopblicodelapalabra,pronunciadafrenteaunauditoriodubitativo,enpresenciadeuncon-tradictor.Atravsdesudiscurso,eloradorseproponeimponersusrepresentaciones,susformulacionesyorientarunaaccin.(2005:506)Una
definicin que se completa con la referencia a la trada aristotlica
delos medios tcnicos para la persuasin, ethos, logos y pathos que
seran los argu-mentos que provee el discurso mismo y que son, dice
Aristteles, de tres espe-cies: unos residen en el comportamiento de
quien habla; otros, en poner alETHOS Y PARRESA 19oyente en una
determinada disposicin; otros, en el propio discurso, por loque
demuestra o parece demostrar (2004: 1356a).Existe entonces una
relacin entre el ethos retrico y la parresa, ya que elethos tambin
hace referencia a la condicin moral del orador; sin embargo,
ladiferencia fundamental consiste en que mientras el ethos solo se
refiere a unaimagen que los otros tienen de la calidad moral de
quien habla, la parresa refie-re a la consideracin que el orador
tiene de s mismo como alguien que no setraiciona,
independientemente de aquello que consideren los dems. En
esesentido, distinguir al ethos como la valoracin moral que tiene
la sociedadacerca de quien pronuncia el discurso, mientras que a la
parresa, como la cali-dad tica de quien se dirige a los otros. La
diferencia estriba en que la tica es unasunto referido a la eleccin
de vida personal, en este caso, especficamente a lanecesidad de
autenticidad sobre aquello que se dice, esto es, se trata de
unavivencia; mientras que la moral apunta a una consideracin
externa al sujetoque habla que, en ese caso, como bien lo establece
Maingueneau, convierte alethos en un cuerpo enunciante especificado
histricamente e inscrito en unasituacin que su misma enunciacin
presupone y a la vez valida progresiva-mente (1996: 85). El
propsito de Maingueneau es sacar al ethos de los lmi-tes textuales
y subjetivos, para ponerlo en contexto y as poder analizar
losprocesos de legitimacin de los discursos; sin embargo, solo
abarca al ethos, enel sentido social externo al que me refera
antes.Al respecto, Thomas Flynn, uno de los asistentes al ltimo
curso de Foucaulten el Collge de France, seal que Foucault plante
entonces que la parresa,en tanto una de las cuatro expresiones
bsicas de la verdad en Grecia, se trans-form desde un uso
eminentemente poltico a uno tico con Platn, comoqueda plasmado en
La Repblica, una vez que la atencin ya no est puesta
enlosciudadanosylapolissinoenelcuidadodelalma:elprncipequeseseducable
es capaz de una transformacin moral en beneficio de todos. El
obje-tivo de la parresa sera entonces la formacin de un cierto modo
de actuar, deun ethos individual. La misin de Scrates como
parresiasta no es hacer polti-ca sino llevar a otros a atenderse a
s mismos (phronesis) con su verdad (altheia)y con su alma (psyque).
Juntas, forman la base de una tica y de una manera derelacionarse
con la verdad. Flynn afirma que Foucault consideraba dos formasde
parresa socrtica: la poltica y la tica; la primera es una parresa
moralporque es doctrinaria y sigue normas, su esttica procede de la
armona entre20 LAURA ADRIANA HERNNDEZ MARTNEZlogos y byos, en
contraste con la parresa tica que se construye sin seguir
normasporque se corresponde con el arte de existir, es una poiesis,
una manera de ac-tuar, un estilo de vida elegido. Lejos de ser
complementarias las dos formas deparresa, son antagnicas y, dice
Flynn, que Foucault consideraba a la parresatica como una
alternativa a la parresa moral, dentro de una tradicin queparte de
Digenes y llega hasta Nietzsche (Flynn, 1987).De acuerdo con lo
antes mencionado, la tesis que he manejado en trabajosprevios es
que la reconceptualizacin de la poltica en el discurso zapatista
laconvierte en una potica; yo prefiero considerar a la parresa como
estrictamen-te tica, mientras que a lo que Flynn llama parresa
moral, yo lo denominarretrica, considerando que aun en esta hay
buena y mala retrica, en un sentidopuramente tcnico y no moral.Es
necesario sealar una distincin etimolgica que contribuye a
aclarareste traslape entre el aspecto moral y el tico del orador,
es decir, el ethos con laparresa, y es que si comnmente se
considera que ethos significa persona,carcter y tambin hbito o
costumbre, esos sentidos se refieren a dos pa-labras diferentes con
grafas distintas para la e inicial de la palabra, pues laprimera se
escribe con h (hq", -eo", tov) mientras que la segunda con e
(eqo",-eo", tov).5 Lpez Aranguren establece a este respecto que si
bien la palabrathos (hqo") posee dos sentidos, el ms antiguo sera
el de morada o lugar quese habita, el cual se utilizaba en poesa
para referirse al corral de los animales,y que posteriormente pas a
tener el significado de nacin. La palabra hasido prestigiosa en la
filosofa despus de que la usara Heidegger como mo-rada del ser,
aunque Aristteles ya la haba usado con el significado de carctero
modo de ser, Aranguren establece que esta concepcin de carcter no
sig-nifica para Aristteles el temperamento en un sentido biolgico o
psicolgico,sino una forma de vida que se va adquiriendo a lo largo
de la existencia, dedonde concluye que la palabra thos (eqo")
significa originalmente hbito ocostumbre:5 Agradezco a mi colega y
amigo, Alberto Vargas, que me haya hecho notar esta diferencia,
lacual fue muy importante para el desarrollo de este trabajo. Vase
Henry G. Liddell, Robert Scott,Henry S. Jones y Roderick McKenzie
(comps.) (1985), A Greek-English Lexicon, Oxford,Clarendon
Press.ETHOS Y PARRESA
21[]thosderivadethos,locualquieredecirqueelcarcterselogramediante
el hbito, que elthos no es como el pthos, dado por
natura-leza,sinoadquiridoporhbito(virtudovicio)[]Ethosescarcter,caracthvr,
acuado, impreso en el almapor hbito. Pero de otra
par-te,elthosestambin,atravsdelhbitofuente;phhv
delosactos.(LpezAranguren,1983:22)En virtud de que las dos
variantes de ethos pasaron al latn como mos, estetraslape dio lugar
a que dominara el sentido dehbito sobre el de carcter.Esta
diferencia tambin podra explicar que el ethos retrico se articule
natu-ralmente con la normatividad, lo que Flynn denomina la parresa
moral, mien-tras que la parresa dedicada al cuidado de s, entendida
como el propsitode convertir la vida personal en una obra de arte,
una poiesis, sea una parresatica que se distancia de la poltica. Mi
tesis es que en el discurso zapatista estaescisin desaparece,
precisamente porque para que la poltica pueda ser tica esnecesario
que haya un dominio de la autenticidad en el dilogo poltico,
unaposibilidad que solo puede darse cuando el discurso deja de ser
suficiente por smismo y requiere de una disposicin hacia la
honestidad de la palabra, tantopor parte de quien la pronuncia,
como de quien la escucha.PARRESA Y POLTICAEn cuanto a la presencia
de la parresa en la vida poltica es posible afirmar quela
posibilidad que tiene la parresa de expresarse o de no expresarse
muestra elnivel en que una sociedad es democrtica o solo aparenta
serlo. Sara Monoson(1994) plantea esta idea a propsito de la
creencia tradicional de que Platn eracontrario a la democracia, ya
que, como ella seala, en realidad lo que Platnrechazaba era
precisamente un Estado que se dijera democrtico y sancionara eluso
de la parresa.El meollo de la cuestin est en que si bien en la
Grecia Clsica la democra-cia se defina como libertad de expresin,
esta se refera por una parte a laparresa, que se vinculaba con la
actitud crtica y la enunciacin de la verdad y,por otra, a la
isegora, que consista en el derecho de todos los ciudadanos atomar
la palabra en la Asamblea, entendiendo este derecho como la
posibilidad22 LAURA ADRIANA HERNNDEZ MARTNEZque todos tienen de
acceder a la actividad poltica. La isegora implica, enton-ces, una
tica participatoria que no asegura el debate inteligente y que
tienecomo limitacin no poder impedir el surgimiento de la oratoria
manipuladoraque solo defiende intereses personales y se aleja del
bien comn (Monoson,1994: 179-181). La parresa vendra a ser entonces
el corazn de la democraciaporque [a]sociar el debate con la prctica
de la parresa habla tan bien de losoyentes como de quien habla
(1994: 183), de tal modo que, aunque el ejerci-cio de la parresa
surge de la disposicin tica de quien habla en relacin con laverdad,
la atencin de quien lo escucha muestra la virtud moral del
interlocu-tor de querer escucharla y no ser engaado. Si la parresa
es silenciada, esto essigno de que se ha pasado de la democracia a
la tirana, de modo que la parresaconstituye una lnea de defensa
contra el potencial abuso del poder del discur-so y la consecuente
amenaza de la integridad del orden poltico democrtico(1994:
195).Podemos concluir, entonces, a pesar de que tanto el ethos como
la parresase refieran al sujeto del discurso; una diferencia
fundamental entre ambas con-siste en que mientras en el ethos
retrico es irrelevante el compromiso de quienhabla con lo que dice,
pues lo importante es que le crean y en ese sentido seapoya en la
opinin comn, el parresiasta va en contra de la opinin general
enaras de decir la verdad. Esa es la razn de que en el dilogo de
Gorgias, Scratesconsidere que [l]a retrica, al parecer, es la
autora de la persuasin, que hacecreer, y no de la que hace saber,
respecto de lo justo y lo injusto (Platn, 1998:149), y que los
oradores, procurando complacer a sus conciudadanos y des-preciando
el inters pblico para ocuparse slo en su inters personal, slo
seconducen con los pueblos como si fueran nios, con el fin nico de
compla-cerles, sin inquietarse en lo ms mnimo, pensando en si se
hacen mejores opeores (1998: 186).Parece evidente ahora que la
isegora se corresponde con el ethos retrico, yaque la legitimacin
del discurso depende de una normatividad que otorga elderecho de
palabra; mientras que la parresa se relaciona con la necesidad
degaranta de no abusar de ese derecho, debido a que lo relevante en
este caso esque el discurso no sea un mero instrumento al servicio
del inters personal,sino que sirva para la reflexin del bien
colectivo. El parresiasta intenta crearuna crisis de conciencia a
travs de un pathos que produce disposicin al dilo-go, puesto que el
interlocutor ya no solo escucha sino tambin contribuye a
laconstruccin de los criterios de racionalidad a travs de un
discurso que no seETHOS Y PARRESA 23confronta con el otro eso sera
retrico, ms bien participa en la construc-cin de la verdad como un
proceso de reflexin en permanente transforma-cin. Esa es la razn de
que el lugar del logos en el discurso parresiasta no estfundado
exclusivamente en la lgica argumentativa, sino enla capacidad dedar
voz a la pluralidad de visiones del mundo, en un dilogo que
contrasta conla irracionalidad del dominio de una sola visin del
mundo como portadorade la verdad, como seala Marcel
Detiene:[]enunmundoenelquelasrelacionessocialesestndominadasporlapalabra,elsofistayelretricosonambostcnicosdellogos.Losdoscontribuyenalaelaboracindelareflexinsobreellogosentantoqueinstrumento,
medio de obrar sobre los hombres [] El fin de la
SofsticacomoeldelaRetrica,eslapersuasin(peith),elengao(apat)[]Sofistasyretricossonplenamenteloshombresdeladoxa.(2004:183)Desde
esta perspectiva, Jorge Volpi est completamente equivocado, cuan-do
adhirindose a la opinin de Octavio Paz y Christopher Domnguez,
atri-buye a Marcos el nico mrito de haberle devuelto a la poltica
mexicana elarte olvidado de la retrica a travs de su escritura. A
lo largo de su libro, Laguerra y las palabras con el que por cierto
le fue otorgado un doctorado enFilologa en la Universidad de
Salamanca, se refiere a Marcos como un oradorque manipula a la
opinin pblica usando la ficcin sobre s mismo y sobre lahistoria de
los indgenas con el fin de conseguir la destruccin de sus
enemigospolticos. Para Jorge Volpi, Marcos es un simulador porque l
cree
que:Enunaguerracomosta,dondeelvalordelaverdadesdecir,delapropiaopinineslomsimportante,todoestpermitido.Conel
fin de conseguir el apoyo de la prensa, Marcos no ha vacilado en
serautoritarioozalamero,enalabarlalibertaddeexpresinyrestringirlaenlazonabajosucontrol,enrespetaralosperiodistasy,almismotiempodenigrarlosencorto.Todasycadaunadeestasmaniobrasnohantenidocomofinpropiciarlaobjetividad,sino,evidentemente,ganarlaguerra.(2004:188)La
retrica de Volpi sigue machacando sobre este punto y declara
categri-camente que como todo buen orador clsico o como todo buen
novelista24 LAURA ADRIANA HERNNDEZ MARTNEZMarcos no pretende decir
la verdad, sino resultar verosmil (2004: 213). Comoinsuperable
maestro del bluff, Marcos confa en su habilidad para mentir, noslo
a fin de ganar tiempo, sino de desestabilizar al enemigo (2004:
215).No vale la pena hacer ms referencia a un libro tan confuso que
comienzapor vitorear el regreso de la retrica para despus terminar
descalificando dichoregreso. La referencia solo la he usado para
situar lo que he planteado antesacerca de la parresa y la retrica
en la perspectiva que toma un intelectual quereduce la primera a
una retrica de la ms baja estofa, sin correr l mismoningn riesgo,
en tanto su discurso se articula dentro de la lgica del poder
delEstado.MARCOS COMO PARRESIASTAAunque la parresa de Marcos opera
en el plano poltico, su cualidad tica yesttica se desprende de una
nueva conceptualizacin de la poltica que trans-forma la retrica en
una potica, lo que significa que ese cambio no es ideol-gico, sino
que consiste en una nueva forma de praxis poltica. Sin embargo,esta
parresa, no puede producirse sin la isegora, de manera que la
conforma-cin militar del zapatismo como un ejrcito de liberacin
nacional que le de-clara la guerra al mal gobierno en enero de
1994, se funda en la defensa delderecho a tomar la palabra. Como ya
he sealado en mi estudio sobre el senti-do de la guerra en el
discurso zapatista, el EZLN concibe la guerra como el fin dela
poltica, puesto que cancela el sentido esencialmente dialgico de la
poltica.Por eso en la Primera Declaracin de la Selva Lacandona, que
es una declara-cin de guerra, se habla de la palabra que se hace
soldado para no morirse en elolvido. El paso que se da en la
segunda declaracin es el de abrir la posibilidaddel dilogo para
negociar la paz con el gobierno y se convoca a una Conven-cin
Nacional que discuta las bases para construir un proyecto nuevo
denacin. Los comunicados de Marcos, que aparecen en el peridico La
Jornada,a partir de ese momento toman la forma de epstolas que
mantienen la condi-cin parresiasta de quien enuncia y de aquel a
quien se enuncia, pues se dirigena un lector que est dispuesto a
escuchar la verdad. Ese interlocutor se denomi-na sociedad civil y
con ello se cancela cualquier posibilidad de que estos discur-sos
tengan como finconfrontar el logos zapatista con el de la retrica
oficial.ETHOS Y PARRESA 25Esta situacin determina de facto una
transformacin de la poltica mexica-na, porque el derecho de ser
parresiasta implica que toma la palabra la verdadque haba sido
silenciada por muchos siglos: la de la pobreza y la
explotacinindgena. Una palabra que no solo defiende sus derechos
econmicos y polti-cos con un discurso que apela a la historia, sino
que combate por la posibilidadde ver el mundo desde muchos ngulos,
de abrir la mirada hacia la diferencia.Y si no se pretende proponer
que la mirada indgena es la correcta, sino quetiene derecho a
hablar y ser escuchada, es necesario ironizar los lmites de
losconceptos que se establecen desde un discurso dominante que
detenta el podersobre el sentido, a travs de los cnones
discursivos. La calidad esttica deldiscurso de Marcos consiste en
incorporar el pensamiento indgena a un dis-curso poltico de nuevo
tipo que se caracteriza por su polifona,6a travs deepstolas y
relatos mitolgicos y literarios que constituyen formas de
expresinno contempladas como parte de la poltica.Por otra parte, el
riesgo que corre el zapatismo al enunciar la verdad, entanto su
discurso relativiza la doxa, no solo tiene que ver con el riesgo de
morir,sino con su descalificacin en los medios de comunicacin que
son el
vehculodelaretricadelpoder.Estasituacinesmuyclaraenelcasodela
SextaDeclaracin de la Selva Lacandona, que aparece en junio de 2005
en medio deun escenario poltico de enorme complejidad, en virtud de
que Mxico seencuentra sumido en la retrica de las campaas de los
partidos polticos para6 El carcter polifnico del discurso de Marcos
es uno de sus rasgos ms evidentes, puesto quefunge como traductor
de una visin del mundo indgena que no puede dialogar con la
dominan-te, haciendo posible un puente entre ambas culturas. Este
dilogo se construye a partir de unlenguaje que tiene una apariencia
potica porque la gramtica de las lenguas indgenas mayas y suaparato
conceptual se traslada literalmente a un discurso que usa la lengua
dominante (el espa-ol). Este procedimiento da lugar a muchas
paradojas que nos parecen propias de un discursopotico y no de uno
poltico. (Vase Hernndez, 2002).Un autor destacado en el estudio de
este encuentro de dos visiones del mundo, que enapariencia no se
pueden comunicar, es Carlos Lenkersdorf, quien considera, entre
otras cosas, queel tojolabal es una lengua nostrica y no
egocntrica, como las lenguas europeas. Esta condi-cin produce una
comunicacin intersubjetiva que se sustenta en una gramtica dialgica
quehace obligatoria la presencia de dos sujetos en los verbos
transitivos, en lugar de tener unaestructura sujeto-objeto. As, el
verbo decir supone necesariamente que alguien escucha. Esesera uno
de los sentidos de la expresin que aparece en la Sexta Declaracin
de la Selva Lacandona:Y pensamos que ojal nuestro nosotros
incluyera todas esas rebeldas (Lenkersdorf, 1996).26 LAURA ADRIANA
HERNNDEZ MARTNEZconseguir la presidencia de la Repblica, con una
izquierda que tiene por pri-mera vez la posibilidad de ganar las
elecciones porque cuenta con un candidatoque ha conseguido un ethos
poderoso que lo sita en la cspide de las encuestaselectorales, y en
la que el zapatismo propone una discusin alternativa sobre
eldestino del pas, al margen de las campaas electorales. Una
situacin que seadelanta desde el mes de junio surge cuando el EZLN
se declara en alerta roja entodo su territorio y anuncia que lo que
va a venir no le va a gustar a muchos yque es posible que pierdan
todo lo que han ganado, pero que han decididocorrer ese riesgo para
seguir avanzando en su lucha. El resultado es la rupturaabierta del
EZLN con la izquierda partidista y el llamado a formar un frente
allado de los campesinos, los obreros y todos aquellos que estn
dispuestos aparticipar en la llamada otra campaa y que, al margen
de los partidos, estndispuestos a luchar por un proyecto
alternativo de nacin anticapitalista y enlucha contra el
neoliberalismo.Esta ruptura se encuadra en la discusin acerca del
significado de la izquier-da, dentro de lo que Marcos denomina la
geometra poltica. El discursoapunta a denunciar la ambigedad
poltica de los partidos, una vez que todosse declaran como de
centro en una retrica que vela sus verdaderos intereses.Marcos,
entonces, dirige la atencin hacia otro eje espacial, el del poder,
quedividira el espacio poltico entre los que se encuentran abajo,
los jodidos,ylos que dominan desde arriba, los polticos, en
donde:[]reinanlaindecencia,ladesfachatez,elcinismo,ladesvergenza.EstoesloquepensamosdelageometrapolticaenelMxicodearri-ba.Decirotracosaseramentirytratardeengaaraquienesnuncahemosengaado,enprimerlugaranosotrosmismos,perotambinala
gente en general. Nos produce rabia e indignacin ver lo que vemos,y
lucharemos para impedir que esos sinvergenzas se salgan con la
suya.(SubcomandanteMarcos,2005)No obstante que los medios de
comunicacin hayan utilizado esta decla-racin para confundir a la
opinin pblica intentando convertirla en una posi-cin de derecha, el
hecho real es que la provocacin permite la reflexin pro-funda sobre
la calidad moral de la izquierda mexicana, pues lo que
Marcosdenuncia es la retrica maosa de una izquierda que no habla
con la verdad,que abusa de su derecho al uso de la palabra, que no
habla con parresa.ETHOS Y PARRESA 27 A pesar del bombardeo de
crticas hacia Marcos en la prensa nacional, laotra campaa avanz con
el espritu de las bases zapatistas reunidas con lasorganizaciones
indgenas en la comunidad zapatista Javier Hernndez, el15 deagosto
de 2005, en donde Marcos dio un discurso de bienvenida, titulado
Decmo comenz el mundo, en el que, taly como se describe en la
cosmogonamaya, establece el carcter dialgico de la palabra que
tiene como esencia
laautenticidad:Alprincipionohaynadayenrealidadelmundoseempiezaaandarcuando
aparece la palabra. Pero no nada ms que la palabra aparece
as,sinoquelapalabra,dicenlosantiguos,empiezaapensarseasmismahacia
dentro, dicen, a reflexionar. Por medio de la palabra, los
primerosdioses,losqueformanelmundo,seempiezanaconsultarentres,sehablan,seponendeacuerdoysereflexionan.Yentonces,yaquehacenacuerdosejuntan,juntansupensamientoyentoncesescuandoseechaaandarelmundo.Asempeztodo,conla
palabra que se piensa para dentro, o sea, que se reflexiona en el
cora-zn, que es espejo para dentro, para mirarnos lo que somos. Y
ya
luegopuesfuelapalabraqueseencuentraconotrapalabra.Nopeleabalaprimerapalabra,noquieredominar,noquierevencera
la otra palabra, y es porque la primera palabra que sale encuentra
unapalabraqueescomosuhermana.Porqueesigualaunqueesdiferente.Osea,quecomoquetienelamismaraz,peroesramaoeshojadelrbol
del mundo. O sea que la primera palabra no estaba sola, sino
quehabaotrapalabra,ysegnestepensamientoqueeseldenuestrosantiguosmayas,elmundoempiezaanacercuandoesaunapalabrayesa
otra palabra se encuentran y no hacen pleito, sino que se
encuentranysacanacuerdoporqueserespetanmutuamenteentreambasyseha-blanyseescuchan.(SubcomandanteMarcos,2005a)A
pesar de que es indudable que el zapatismo ha tomado una posicin
ticaante la inmoralidad poltica, esto no significa que se trate de
una certeza ideo-lgica. El valor de la palabra zapatista radica en
que hace visible el hecho de quelos discursos, adems de ser
estructuras argumentativas son, sobre todo,
acon-tecimientosquepertenecenaunsistemaeconmico,poltico,socialeinstitucional.
Por esa razn, la posicin de Foucault es prxima a la que asume28
LAURA ADRIANA HERNNDEZ MARTNEZMarcos porque comparten la conviccin
de que un discurso debe ser tan libe-rador como un arma que sirva
para destruir un orden de cosas (una doxa) quenos impide comprender
mejor nuestra circunstancia. El discurso de Marcospodra
caracterizarse, entonces, como ese artefacto discursivo al que
Foucaultaspiraba con su propia escritura, y al cual describa como
aquel que deba sertan til como una bomba y tan bello como un juego
de artificio (Foucault,1999:
72).BIBLIOGRAFAAristteles(2004),Retrica,Madrid,AlianzaEditorial.Berinstin,Helena(1985),Diccionarioderetricaypotica,Mxico,Porra.Charaudeau,PatrickyDominiqueMaingueneau(2005),Diccionariodeanlisisdeldiscurso,BuenosAires/Madrid,AmorrortuEditores.ComitClandestinoRevolucionarioIndgena-ComandanciaGeneraldelEZLN(2005),
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