Del cosmopolitismo imperial al cosmopolitismo dialgico:
humildad, solidaridad y paciencia.1
Mesa 3. Filosofa de la Liberacin III. Martes 26 de enero, de
16:00 a 18:00. Moderador: Mtro. Mario Ruiz Sotelo
Eduardo Mendieta, Stony Brook University, Nueva York
([email protected]) Traduccin: Celina Mara
Bragagnolo
Resumen: Es hora de dar cuenta de las ruinas de una torre
babeliana de discurso sobre el cosmopolitismo. Hoy puede hablarse
del cosmopolitismo de sala de trnsito, del cosmopolitismo al estilo
Davos, del cosmopolitismo reflexivo, realmente existente, o bien
horizontal. Aqu se tratar de extraer lo normativo e ideal en el
cosmopolitismo como concepto mediante una acentuacin de las
dimensiones epistmicas y morales de esta disposicin para con el
mundo y otras culturas. Kant, de forma inesperada, ser
ejemplificado bajo lo que llamaremos aqu un cosmopolitismo imperial
caracterizado por ser ciego y a la vez despectivo en cuanto a sus
propias condiciones materiales de posibilidad. En lo que sigue,
mediante una discusin acerca de la obra de Nussbaum, Appiah,
Mignolo, Butler, Benhabib y Beck, el autor elaborar una versin del
cosmopolitismo arraigado, ilustrado y reflexivo. La nuestra no es
la edad del cosmopolitismo, sino de la cosmopolitizacin. A la par
de marchas democrticas jurisgenerativas, incluimos, a nivel global,
iteraciones que son jurisgenerativas y, que a su vez, son
generadoras de afecto.
Palabras clave: cosmopolitismo, universalismo, reflexivo,
dialgico, crtico, democrtico, subalterno, descolonizacin,
globalizacin, iteracin.
1
La primera versin de este ensayo fue presentada y discutida
durante una sesin sobre filosofa y educacin jesuita que se llev a
cabo en la conferencia del Eastern Division del American
Philosophical Association los das 27-30 de diciembre del 2009.
Quisiera agradecerle a David Ingram por la invitacin y por el
estmulo que me dio para escribir este ensayo. Lo escrib durante una
pasanta en el Institute of Advanced Studies en la universidad de
Durham, Inglaterra.
1
Introduccin En este momento hay tanta literatura sobre el
cosmopolitismo que, cuando tratamos de dar cuenta de ella, lo que
encontramos son las ruinas de una torre de Babel. Despus de leer
las colecciones excepcionales de Pheng Cheah y Bruce Robbins (1998)
as como la de Daniel Archibugi (2003), he podido compilar la
siguiente lista de inflexiones y formas adjetivales del
cosmopolitismo: imperial, posmoderno, patritico, discrepante,
multicultural, arraigado, elite, popular, de izquierda, de consumo,
soft, atenuado, comparativo y realmente existente. Ulrich Beck, en
su indispensable Cosmopolitan Vision (2006), no slo discurre sobre
el cosmopolitismo banal, sino que tambin expone un trmino que
espero poder apropiar de manera productiva en este ensayo, es
decir, el cosmopolitismo reflexivo y la cosmopolitizacion. 2 A esta
lista, quisiera agregar cosmopolitismo Davos, Benetton y viajero
frecuente, elite u One World, los cuales Beck caracterizara como
cosmopolitismo banal (2006: 10). Sin duda, el cosmopolitismo de
algunos es el provincialismo de otros; la postura tica de algunos
es el privilegio cmodo de otros, y el conocimiento intencional de
algunos es el conocimiento improvisado de otros. En esta
proliferacin babeliana de formas de cosmopolitismo modificadas,
localizadas e historizadas, existen tensiones que merecen ser
desagregadas y diagnosticadas de manera adecuada. El objetivo sera
tratar de discernir qu es lo que amerita ser preservado y defendido
en el cosmopolitismo. El cosmopolitismo es, mnimamente, una forma
de relacionarse con el mundo. La pregunta sera, cul es la
naturaleza de este vnculo. Desde los estoicos hasta los philosophes
iluministas, pasando por los cristianos del Medioevo con su
Evangelio universal y por el imperio Bizantino, ser cosmopolita
siempre signific considerarse ciudadano del mundo entero. El
argumento implcito era que, nuestra lealtad debera expandirse para
abarcar un nosotros ms all de la localidad de nuestra
ciudad-estado, etnia, nacin o - por qu no - imperio. Nada dentro de
lo humano puede considerarse forneo para un ciudadano cosmopolita.
Ya en esta definicin mnima de cosmopolitismo encontramos varias
fuerzas en juego: la2
Beck ya haba usado el termino en Beck (2000)
2
suposicin implcita en la idea de que localidad y lugar nos
interpelan con una fuerza considerable; la referencia a una mirada
epistmica -pero tambin tica o moral- y la proyeccin o estipulacin
de que esta mirada epistmica y moral se convierta en un proyecto
poltico sustancial. Por el momento, entonces, podemos decir que el
cosmopolitismo reconoce, implcitamente, el poder de la localidad ya
que ste se percibe en lucha contra aqulla. El cosmopolitismo es una
relacin epistmica y moral para con el mundo histrico de los seres
humanos porque intenta conocer y reconocer la humanidad en toda
obra humana. El cosmopolitismo, por ende, an en forma atenuada,
tambin implica un proyecto cosmopolita, segn el cual, algn tipo de
estructura institucional de ndole legal y poltica favorecera la
cohabitacin y la prosperidad de todo lo singular y, por lo tanto,
diferente y diferenciante, dentro de la humanidad. En otras
palabras, quizs de manera ms esquemtica y formalizada, el
cosmopolitismo es el juego dialctico entre singularidad y
universalidad, fijeza y desplazamiento, arraigo y desarraigo, abogo
y desamparo, inmovilidad y movilidad. Uno no puede tornarse
cosmopolita sin separarse de una localidad ya sea espacial o
temporal, porque ninguno de nosotros est arraigado sin ms, sin un
ndice que se descifre en referencia a algn tipo de mirada del mapa
global. Ser local significa ser parte de un mapa, un mapa que
provee una mirada a la totalidad. Una localidad es una trayectoria
de una distancia hacia un lugar y desde ese lugar devuelta hacia
ese horizonte de distanciamiento. Como seala Craig Calhoun, el
cosmopolitismo ha sido un proyecto imperial de comercio a larga
distancia y de ciudades (2003: 89). Justamente, el cosmopolitismo
nace del privilegio, ya sea econmico, poltico, cultural, como
tambin lingstico. Cunto ms fcil es ser cosmopolita cuando lo que se
valora dentro de lo literario est traducido al ingls y cuando la
lingua franca de la esfera pblica global y del mercado financiero
global tambin es el ingls. Pero es de fundamental importancia para
una orientacin cosmopolita el reconocer la materialidad de su
privilegiada orientacin. Calhoun tiene toda la razn cuando observa
que aqullos que se dicen cosmopolitas sucumbiran ante una
ingenuidad autodestructiva (self-defeating) y aborrecible si no
reconocieran de entrada hasta qu punto la apreciacin cosmopolita de
la diversidad
3
global se basa en privilegios de riqueza y quizs, especialmente,
en la ciudadana de ciertos estados (112). Existe una materialidad
dentro del cosmopolitismo que es la que nos permite no slo el
candor y el optimismo al cual apela Calhoun, sino tambin una
postura epistmica y moral que est de por s implcita en el
cosmopolitismo. Es este tipo de interaccin, entre materialidad e
idealidad, la que quiero perfilar en este ensayo. Quiero resaltar
el modo en que la materialidad que posibilita el cosmopolitismo
debe formar parte integral de la auto-reflexin sobre cmo habitar o
cmo no habitar el cosmopolitismo. En oposicin a una forma de
cosmopolitismo ingenua respecto de las condiciones materiales que
la posibilitan, quiero destacar un tipo de cosmopolitismo que
reflexiona sobre su localidad material, sobre su propio lugar
material de enunciacin, como dira Walter Mignolo (2000). Llamar, un
tanto desdeosamente, al primer ejemplar de cosmopolitismo, que
caracterizamos como ingenuo, cosmopolitismo imperial, mientras que
al segundo, de un modo evidentemente halagador, lo denominar
cosmopolitismo dialgico. El objetivo aqu no es meramente negativo.
Es decir, mi meta no es simplemente denunciar y criticar. Es tambin
positiva y constructiva. Sostengo que el cosmopolitismo dialgico es
un cosmopolitismo maduro (Mndig) - es decir, un tipo de postura
epistmica y moral hacia el mundo - que reconoce, que est al tanto
de sus privilegios y por ende de sus lmites; y que puede
reflexionar sobre esto desde el punto de vista del otro, al cual
intenta alcanzar y del cual y con el cual intenta aprender.
Intentar un anlisis de las diferencias entre estas dos formas de
cosmopolitismo por medio de una lectura de la contribucin de
Immanuel Kant al desarrollo del cosmopolitismo pero desde un ngulo
inusual e inesperado. Mi orientacin al cosmopolitismo de Kant ser
desde el punto de vista de su pedagoga, la cual tom forma en sus
lecciones sobre antropologa y geografa fsica. La carrera de Kant
como filsofo profesional comenz a la par de la enseanza de geografa
fsica, que ms tarde le dara forma a sus lecciones sobre
antropologa. De hecho, estas dos disciplinas, en la poca de su
infancia, constituan un tipo de conocimiento del mundo que, segn
Kant, era indispensable para todo ciudadano. Tambin tratar de
mostrar
4
que estas lecciones nos proveen de una mirada hacia las
presuposiciones, o fundamentos de la forma legal y poltica del
cosmopolitismo de Kant. Mi argumento es que reproducimos las
implicaciones coloniales e imperiales del cosmopolitismo
universalista de Kant cuando permanecemos ciegos a su fundamento
geogrfico y antropolgico. En la segunda seccin, sintetizar algunos
de los logros tericos ms importantes que han sobrepasado las
constricciones de Kant sin dejar de lado algunas de sus intuiciones
que vale la pena conservar. En la seccin final, espero poder trazar
las lneas fundamentales de una teora del cosmopolitismo dialgico.
Para el esquema de dicha forma de cosmopolitismo me apoyar en un
grupo de pensadores latinoamericanos, latinos y norteamericanos que
han considerado, con especial atencin, la diferencia colonial entre
Europa y las Amricas. En este sentido, este captulo puede leerse
como una contribucin a un entendimiento ms profundo de las virtudes
especficas que han de derivarse cuando tenemos en cuenta las
dinmicas dentro de las relaciones entre Europa y las Amricas,
entendidas como dos entidades geopolticas no slo imaginarias, sino
reales tambin. En nuestra era de globalizaciones y exclusiones
necesitamos un cosmopolitismo diferente, uno que emerja desde
abajo, un abajo del resto de la mayora del planeta. Este
cosmopolitismo es uno que se expresa desde el punto de vista de lo
que Boaventura de Sousa Santos llam cosmopolitismo subalterno,
(2005) pero que, combinado con el llamado de Mignolo a un
cosmopolitismo descolonizado y descolonial (en prensa), se ha
vuelto reflexivo no slo para con su propia postura epistmica, sino
tambin con la de aqullos con los que pretende involucrarse en una
hermenutica dispuesta, complaciente y de entendimiento mutuo. Este
cosmopolitismo es lo que yo denomino cosmopolitismo dialgico y es
el cosmopolitismo del otro.
El cosmopolitismo imperial de Kant
Immanuel Kant es el punto de referencia de riguer para cualquier
referencia o discusin sobre el cosmopolitismo (Bohman y
Lutz-Bachman, 1997 y Wood, 1998). Sin embargo,5
su cosmopolitismo es lo que yo llamo cosmopolitismo imperial. Lo
llamar as, como veremos, porque Kant, conscientemente y poco
crticamente, no cuestion los privilegios de su ciudadana ni de su
lugar dentro del Imperio Austro-Hngaro del siglo dieciocho. Adems,
es un cosmopolitismo imperial porque mientras el orden mundial a
nivel poltico y legal requiere de la institucin republicana que
sabe respetar diferencias nacionales, por otro lado es un
cosmopolitismo que proyecta una jerarqua moral y poltica fundada y
justificada por medio de supuestos geogrficos y polticos, sobre las
capacidades de una cultura para cumplir con los requerimientos de
dicha poltica y legalidad cosmopolita. La dcada de 1780 fue una de
las ms productivas para Kant. Despus de habernos suministrado sus
tres crticas, las cuales cimentaron la base de su filosofa crtica,
Kant desarroll una filosofa de la historia, del estado, del
derecho, de la virtud y, por encima de todo, una filosofa del
derecho cosmopolita. De esta manera queda justificada su posicin
como punto de referencia para cualquier discusin sobre el
cosmopolitismo. Ciertamente, Kant es, para muchos, el titn del
cosmopolitismo. En lo que sigue, quisiera sugerir que mientras Kant
es uno de los fundadores del cosmopolitismo moderno, su
cosmopolitismo est fundado en una serie de supuestos e ideas
preconcebidas que, si no hacen de la suya una teora inutilizable
por entero, en nuestro contexto post-metafsico, post-secular y
poscolonial o des-colonial, s hace de l, por lo menos, una teora en
sospecha. De hecho, lo que mantengo es que, lo que Kant nos ofrece,
es una forma de cosmopolitismo imperial que se mejora, en parte,
por lo que voy a llamar cosmopolitismo ingenuo, pero que sigue sin
poder superar su deficiencia en cuanto a su ceguera con respecto a
su fundamento material y en cuanto a su orientacin epistmica que
podra caracterizarse como hubrstica. Quisiera proponer que el
cosmopolitismo crtico y situado abre el paso a otras formas de
cosmopolitismo dialgico capaces de criticar y de superar el
cosmopolitismo imperialista e ingenuo de Kant. El paso del
cosmopolitismo imperial al dialgico ser guiado por una breve
discusin acerca de Kwame Anthony Appiah, Ulrich beck, Seyla
Behabib, Judith Butler, David Harvey, Walter Mignolo, y Martha
Nussbaum. El ltimo libro que Kant revis y dio a publicar fue
Antropologa desde un punto
6
de vista pragmtico , publicado en 1798. Este libro est basado en
las lecciones sobre antropologa que haba ofrecido anualmente desde
1772. Este curso, en tanto, haba emergido de sus lecciones sobre
geografa fsica que dio tambin anualmente desde 1756. A principios
de su carrera como profesor, Kant discurri sobre el carcter fsico,
natural y terrestre de los seres humanos en funcin de una discusin
general sobre la Tierra. Sigui con ambos cursos hasta su retiro en
1796. No lo haca slo para ganarse la vida. Como docente sin un
puesto oficial, se ganaba la vida a cuenta del nmero de estudiantes
que lograba enlistar. Est claro que, de entrada, Kant vea su curso
de geografa fsica como parte de una pedagoga con mentalidad cvica
(civically-minded) que tena como objetivo proveer a los ciudadanos
prusianos de lo que l llamaba Weltkenntnis, un trmino que Holly
Wilson, intrprete de Kant, tradujo como conocimiento cosmopolita.
(2006: 7-26). Las lecciones bajo el titulo Geografa fsica aparecern
en ingls luego de unos pocos aos bajo la edicin que hace Cambridge
de la obra de Kant. La traduccin, ejecutada a la perfeccin por Olaf
Reinhardt, est basada, no obstante, en una edicin defectuosa del
manuscrito en alemn, la edicin Rink, que Kant autoriz pero que
nunca supervis ni aprob. Como sabemos, cuando apareci la edicin de
Rink en el ao 1802, Kant ya no poda leer y muchos especulan que
haba perdido ya sus facultades racionales (Elden, 2009). Como nota
parenttica, me gustara agregar que he organizado, junto a Stuart
Elden, dos seminarios sobre estas lecciones y hemos editado un
volumen que debera aparecer durante el ao entrante (en prensa).
Ahora bien, las lecciones sobre geografa fsica de Kant son, quizs,
el mejor medio para evaluar las presuposiciones y objetivos de
Kant.3 Como los hielos rticos o como algunos de los ancianos rboles
del bosque Red Wood en California, este curso registra el
crecimiento intelectual de Kant y su propia educacin en el
cosmopolitismo. En l podemos rastrear qu estaba leyendo Kant y cmo
lo lea. El experto en Kant, Werner Stark, pas dcadas en la
reconstruccin de la secuencia de estas lecciones,3
David Harvey ha articulado cmo el olvido y la ignorancia del
cosmopolitismo poltico y legal de Kant ha impedido que pensadores
cosmopolitas modernos separen las promesas cosmopolitas del
proyecto de Kant de sus supuestos y repercusiones colonialistas e
imperiales. Vase Harvey (2009), en especial el primer captulo sobre
las lecciones de antropologa y geografa as como el capitulo Los
nuevos Cosmopolitas.
7
marcando e iluminando lo que Kant fue sumando o lo que fue
dejando mientras modificaba, expanda y pona al da sus lecciones. La
labor llevada a cabo en Alemania por Stark y sus colegas, permanece
prcticamente desconocida en los Estados Unidos. Este aspecto de la
obra de Kant sigue siendo una terra incognita. Sin embargo, voy a
argir que Kant nos provey de una llave hermenutica que nos permite
darle sentido a lo que se propuso hacer en su Geografa fsica y sus
Lecciones de antropologa. Esta llave hermenutica se encuentra en
una nota al pie de pgina del prefacio de su Antropologa desde un
punto de vista pragmtico. La nota, no por accidente, viene como una
clarificacin de la siguiente afirmacin:El viaje es un medio para
ampliar el campo de la antropologa, aunque as sea por medio de la
lectura de libros de viaje. Pero si se quiere saber qu es lo que
debe buscarse en el exterior para ampliar el terreno de la
antropologa, debe adquirirse primeramente un conocimiento de los
seres humanos en el pas de uno, mediante el trato con conciudadanos
o compatriotas.(AA VII: 120) 4
Esta afirmacin es fascinante porque, a la luz de lo que sabemos
acerca de los hbitos de lectura de Kant, a saber, que le cautivaban
los libros de viaje, aqu nos provee una apologa ante re de su
propia antropologa que no est basada en su propia experiencia de
viaje, sino en la relectura de material secundario trado a
Knigsberg por marineros fondeados en los puertos de la ciudad. El
comentario tambin es peculiar porque, mientras que Kant se haba
hecho fama por participar en sus aos de juventud del Knigsbergische
Tischgesellschaft, en sus aos maduros se convirti en una persona,
si bien no reclusa, por lo menos mucho ms privada en comparacin con
aquellos aos. El hecho de haber permanecido soltero y sin hijos
puede tener algo que ver con esta realidad. Sea como sea, Kant
agrega la siguiente nota despus de estas oraciones y lo cito por
entero por ser tan crucial:
Una ciudad grande, en el centro de un imperio, donde se
encuentran los concejos provinciales del gobierno, que tiene una
universidad (para el cultivo de las ciencias) y una posicin
adecuada para el comercio marino, una ciudad, cuyos ros, que fluyen
hacia adentro como tambin hacia tierras vecinas y distantes con
diferentes lenguas y costumbres, facilitan el intercambio este tipo
de ciudad, como lo es Knigsberg al Pregel, es un lugar apropiado
para ampliar el conocimiento sobre lo humano como tambin sobre
el4
Las citas provienen de la Akademie Ausgabe, traducidas por
C.Bragagnolo.
8
mundo, donde aqul puede obtenerse sin tener que viajar. (AA VII:
120)
Este pasaje es extraordinario por su inocencia, su carcter
confesional, y por su falta de auto-reflexin. El cosmopolitismo de
Kant tiene por supuesto, como condiciones de posibilidad tanto
epistmicas y materiales, la localidad imperial de su sujeto de
conocimiento. Kant es el beneficiario del carcter metropolitano del
lugar donde se sita Knigsberg, capital de un Reich, un imperio, un
reino, que es tambin el centro mercantil del mercado martimo del
Atlntico norte, controlado por Inglaterra, pero del cual ambas,
Alemania y Prusia, se benefician directamente. El filsofo
cosmopolita, el pedagogo del civismo, anuncia, indirectamente, que
su proyecto de educacin cosmopolita es producto del locus imperial
de su produccin. El contenido de estas lecciones, por otra parte,
est muy por debajo del nivel de exploracin y compendio del tipo de
conocimiento ilustrado disponible ya en el siglo dieciocho. Las
lecciones de Kant, que abarcaron toda su carrera como docente, estn
repletas de reproducciones y trasmisiones de algunos de los peores
prejuicios de los siglos diecisiete y dieciocho, desde Montesquieu,
Buffon, y Hume, pero tambin de marinos y mercantes fondeados en los
puertos de Knigsberg. Como observa David Harvey, estas lecciones
constituyen una verdadera vergenza. Harvey escribe:
Proyectado al mundo de estados soberanos, democrticos y
republicanos, conjura una imagen amenazadora de hotentotes sucios,
de samoyedos borrachos, javaneses ladrones y confabuladores y
hordas de mujeres burmesas deseando quedarse embarazadas por
europeos, todos pidiendo a gritos el derecho a cruzar la frontera
para ser tratados con hostilidad. Es precisamente en este tipo de
circunstancia geogrfica donde podemos comprender mejor por qu Kant
incluy, en su tica cosmopolita y en su doctrina de justicia, el
derecho a rechazar entrada (siempre que no resultara en la
destruccin del otro), la naturaleza temporaria del derecho a la
hospitalidad (siempre que el inmigrante no cause ningn problema) y
la condicin de que, la residencia permanente depende en su
totalidad de un acto de beneficencia por parte del estado soberano
que, en cualquier caso, siempre tiene el derecho de negar derechos
de ciudadana a aquellos que causasen problemas. Slo a aqullos que
exhiban madurez, supuestamente, les ser concedido el derecho a
permanecer de forma permanente (2009:12).
Esto es lo que denomino el cosmopolitismo imperial de Kant.
Puede verse ms de este
9
cosmopolitismo srdido y vergonzoso en los numerosos manuscritos
de su Geografa fsica que, poco a poco, se van haciendo disponibles
mediante el esfuerzo editorial de Werner Stark. Quiero subrayar aqu
que Kant une, de forma ingenua e inconsciente, aunque
efectivamente, su proyecto pedaggico al locus imperial del
susodicho filsofo cosmopolita. Lo que quizs sea ms digno de elogio
es la convergencia entre lo que Kant afirma en su Antropologa y en
su Geografa fsica, y su proyecto en Sobre la paz perpetua. De
hecho, como lo han demostrado David Harvey y Jeff Edwards, no
podemos darle sentido al cosmopolitismo legal y poltico de Kant sin
un mnimo de comprensin de la manera en que la redondez, y por ende,
la finitud, de la tierra, as como la insociable sociabilidad de la
naturaleza humana, nos obliga a propagar y competir por cada rincn
del planeta5. La filosofa de la historia de Kant, as como sus
estudios sobre derecho cosmopolita, pertenecen a las ltimas dcadas
de su vida pero tambin al perodo de su obra cuando intenta ver una
convergencia entre lo que los humanos hacen de s mismos y lo que la
naturaleza requiere de ellos, lo que los obliga a hacer. Aqu no
tenemos el lugar, y quizs sea innecesario, para citar todos los
pasajes en la obra de Kant que reflejan su pensamiento acerca del
hombre blanco europeo como la instanciacin ms desarrollada de la
humanidad y su pensamiento acerca de las instituciones occidentales
y cmo representaban el cumplimiento del plan de la naturaleza y el
logro ms alto del hombre a travs del uso ilustrado de la razn 6. Es
suficiente para ello referenciar algunas obras de Emmanuel Eze y
Robert Bernasconi (1997 and 2002). Y sin embargo, Scott L.
Malcomson ha capturado sucintamente lo inquietante en el afn de
Kant de hacer que su cosmopolitismo putativo convergiera con su
antropologa y su filosofa de la historia, cuando escribe:
Por desgracia, Kant tambin pensaba que Europa sera la torre de
comando de la aventura5
Vase los captulos de David Harvey y Jeff Edwards en Stuart Elden
y Eduardo Mendieta (Eds.) (en prensa).6
Me he ocupado de varias de estas referencias en mi ensayo:
Geography is to History, as Woman is to Man: Kant on Sex, Race and
Geography, en Stuart Elden y Eduardo Mendieta (Eds.) (en prensa).
Reading Kants Physical Geography. Albany, SUNY Press.
10
histrico-mundial de la naturaleza. Su sistema progresivo parte
de Grecia rumbo a Roma, saltea los notablemente decepcionantes mil
cuatrocientos aos que siguieron a Constantino, y termina en una
Europa ilustrada, desde donde puede discernir un proceso regular de
perfeccionamiento de la constitucin poltica de nuestro continente
(que probablemente legislar todos los continentes eventualmente)
(1998: 237).
Aqu Malcomson cita la famosa Idea de una historia universal en
sentido cosmopolita de Kant. Allen W. Wood, el estudioso de Kant,
ofrece una lectura similar, aunque sin el sentimiento anti-imperial
y anti-colonial expresado por Malcomson. Wood escribe:
La unidad de la filosofa de Kant podra ser vista como la unidad
de la tarea histrica iluminista. Visto de esta manera, el proyecto
de paz perpetua emerge como el foco central de la filosofa crtica o
iluminista de Kant. A diferencia del progreso moral de cada
individuo, del conocimiento particular de cada ciencia, de la
justicia en estados independientes, paz perpetua es el proyecto
global, o cosmopolita, en donde la raza humana debe unirse si
quiere avanzar en su vocacin histrica y, por ende, preservar su
naturaleza como especie destinada a transformar discordia natural
en armona racional. Las tres Crticas -y el sistema de filosofa que
se erige fundamentado en ellas- tienen por objetivo un sistema de
pensamiento racional, cuya actualidad histrica como actividad
humana, est vitalmente vinculada al proyecto de paz perpetua, ya
que este proyecto es la condicin de la posibilidad histrica de todo
fin, de la naturaleza tanto como de la razn, de todo lo que
pertenece a la raza humana (1998: 71-72).
Implcita entonces, en esta co-dependencia que tiene el proyecto
cosmopolita de Kant para con una filosofa de la historia cimentada
en la antropologa, se encuentra una mirada que impugnara todo
presunto provincialismo con un cosmopolitismo recto (righteous). No
slo no existe un cosmopolitismo del otro sino que tampoco existe
otra narrativa sobre los logros de la humanidad y sobre un posible
camino hacia el cosmopolitismo que mitigue, por un momento, las
posibilidades de atribuirnos una postura cosmopolitista. El
cosmopolitismo imperial, es, por ende, arrogante, despreocupado,
autrquico e impaciente. De hecho, una vez que hayamos deshecho los
rastros de supuestos antropolgicos y geogrficos racistas y
Eurocntricos, puede que poco quede. Como ha sealado Bernasconi,
aquellos que tratan de deshacer los efectos del racismo europeo y
la mirada colonial deshumanizante con una dosis de
11
cosmopolitismo ilustrado, quizs tengan que buscarlo fuera de la
obra kantiana (en prensa).
El cosmopolitismo comparativo y discrepante7
Martha Nussbaum, sin fomentar su posicin como ciudadana de un
imperio, parece seguir los pasos pedaggicos de Kant8. Su
contribucin, sin embargo, es una correccin desde hace rato
necesitada y un antdoto contra el arrogante e impaciente
cosmopolitismo de Kant9. En un ensayo publicado en el otoo de 1994
en el Boston Review, Nussbaum elabor y defendi sucinta y
elocuentemente una forma de cosmopolitismo cvico por medio de una
yuxtaposicin entre ste, por un lado, y el patriotismo parroquial y
jingosta por otro. El objetivo del ensayo, sin embargo, no era
solamente defender el cosmopolitismo y rechazar el patriotismo,
sino defender el cosmopolitismo como enfoque de la educacin cvica
10. Para Nussbaum, quien ha escrito abundantemente sobre pedagoga,
la relevancia de este debate se relaciona con el impacto que podra
llegar a tener en la educacin de ciudadanos. As, para Nussbaum, el
cosmopolitismo no es una postura filosfica y abstracta sino una
actitud definitivamente prctica y orientada a resultados. Si
educamos a ciudadanos para que se vean principalmente como
ciudadanos de una comunidad mundial, en oposicin a una comunidad
estrecha, especial y elegida, entonces, sera ms difcil que
estos7
Aqu tomo abiertamente de la obra de Bruce Robbins y James
Clifford. (Cheah y Robbins, 1998: 246264 y 362-370)8
Lo que sigue se basa en la introduccin a mi libro (Mendieta,
2007).
9
De hecho Nussbaum mantiene una actitud crtica en relacin al
fracaso por parte de Kant en apropiar la idea estoica de educacin
de las pasiones, educacin que conducira a la mirada y modus vivendi
cosmopolita. Vase su maravilloso ensayo Kant and Cosmopolitanism
(Bohman y Lutz-Bachman, 1997: 25-57).10
Lo interesante aqu es que parte del mpetus de su crtica al
patriotismo fue para confrontar a Rorty que se deja llevar por el
patriotismo y el etnocentrismo. Sin embargo, las miradas de
Nussbaum y Rorty sobre el rol del afecto, educacin, la importancia
de inculcar empata y solidaridad para con otros son muy similares.
Rorty se encuentra ms cerca de Nussbaum, en este libro, de lo que
ella se permite reconocer. Vase, por ejemplo, Richard Rorty (1998:
167-185). Vase tambin Richard Rorty (2007: 42-55).
12
ciudadanos se involucren en los rituales sangrientos tan
indispensables al patriotismo y seran, asimismo, ms receptivos y
estaran ms dispuestos a entablar vnculos con la cultura y el
bienestar de comunidades a lo largo del mundo. En su ensayo,
Nussbaum elabora cuatro tesis sobre la superioridad, para los
Estados Unidos y otros pases tambin, de una educacin cvica guiada y
orientada por el cosmopolitismo a una de tipo patritico.
Primeramente, porque a travs de la educacin cosmopolita aprendemos
ms sobre nosotros mismos. En segundo lugar, estaramos mejor
preparados para resolver problemas que requieren cooperacin
internacional. En tercer lugar, reconoceramos obligaciones morales
reales para con el resto del mundo que, de otra manera, pasaran
desapercibidas. Cuarto, aprenderamos a presentar argumentos
consistentes y coherentes que estaramos en posicin de defender de
manera inteligible. 11 Podramos desplegar un sinnmero de argumentos
en contra de la defensa que hace Nussbaum del cosmopolitismo que,
fcilmente, puede confundirse con un universalismo desarraigado y un
humanismo abstracto, como muchos de sus crticos han notado. Sin
embargo, es difcil no seguirla en cuanto al objetivo pedaggico de
su defensa del cosmopolitismo. Aunque es verdad que estamos
socializados y criados en comunidades ticas locales, nos
enfrentamos con problemas que requieren que dirijamos nuestra
mirada hacia el mundo aun estando indudablemente arraigados en
tradiciones ticas particulares. Lo que quisiera tomar y subrayar de
las cuatro tesis de Nussbaum, acerca de la necesidad de una
educacin cvica con enfoque cosmopolita, es su cuarta razn. Tener
una educacin que nos permita pensar como miembros de una comunidad
global levantara el estndar epistmico en relacin a las clases de
distinciones y argumentos que podemos llegar a presentar. A lo que
apunta Nussbaum es, desde mi punto de vista, que el cosmopolitismo
no es slo una postura emotiva o afectiva para con las demandas de
un otro, sino que es tambin una postura teortica y conceptual que
nos obliga a evaluar la consistencia de nuestras propias aserciones
desde el punto de vista de un otro muchas veces abstracto pero que
otras veces es un otro muy concreto en otro continente. El
cosmopolitismo, entonces, se trata de un espacio sin lmites de
razones y que, presuntamente, es no excluyente en11
Martha Nussbaum (2002: 11-14). Este libro, que contiene el
ensayo original, tambin contiene rplicas y crticas de diecisis
pensadores como por ejemplo: Elain Scarry, Benjamin Barber, Kwame
Anthony Appiah, Michael Walzer, Sissela Bok, Judith Butler,
Emmanuel Wallersteien, entre otros, con una rplica de Nussbaum al
final.
13
cuanto a sus miembros. Kwame Anthony Appiah, quien escribi una
rplica al ensayo de Nussbaum, public en 2006 un libro titulado
Cosmopolitismo: La tica en un mundo de extraos.12 Appiah, quien ha
escrito exhaustivamente sobre cuestiones de identidad,
multiculturalismo, raza, imperialismo y nacionalismo encuadra su
temtica en relacin a una investigacin sobre qu conceptos sera
apropiado usar para afrontar los desafos del mundo moderno:
globalizacin, multiculturalismo o cosmopolitismo. Appiah se queda
con el ltimo, aunque nota que su significado todava est en disputa
y que puede entenderse como ideal pero tambin como una postura en
particular. Appiah, de todos modos, pasa a dar un perfil de dos
tendencias dentro del cosmopolitismo. La primera tendencia insiste
con la idea de que tenemos obligaciones hacia los dems. La otra
tendencia afirma que debemos tomarnos en serio el valor no slo de
la vida humana sino tambin de vidas humanas particulares, lo que
significa, en las prcticas y creencias que le dan significado (xv).
Diferencia, dentro de lo humano, es, para esta segunda tendencia,
un bien intrnseco y debe ser preservado, celebrado y
principalmente- debe ser un bien del cual debemos aprender. Como
para Nussbaum, el cosmopolitismo, para Appiah, tiene altos
beneficios pedaggicos y, como ella, piensa tambin que el
cosmopolitismo conlleva una orientacin moral. Esta orientacin moral
les impone a todos ciertos deberes y responsabilidades. Lo que
sigue en este libro concierne, en su mayora, al delineamiento de
estos deberes y responsabilidades, los contextos en los cuales se
dan a relucir, y qu elementos y formas de pensar y conocer ocultan
estas obligaciones para con otros. Existe, sin embargo, un
argumento en el libro de Appiah que est implcito en su distincin
entre las dos tendencias dentro del cosmopolitismo pero que slo
aparece ms adelante en su libro. En el captulo titulado Los
contra-cosmopolitas Appiah trata la reaccin neo-fundamentalista
cristiana, musulmana, etc., frente al desafo cosmopolita. All
escribe: si el cosmopolitismo es un eslogan, universalidad ms
12
Las citas en este ensayo estn basadas en la edicin original (New
York: Norton, 2006) aunque existe ya una edicin en Espaol: (2007)
Cosmopolitismo: La tica en un mundo de extraos, traduccin: Lilia
Mosconi, Katz editores, Buenos Aires y Madrid. [Nota del
traductor]
14
diferencia, no existe la posibilidad de otra clase de enemigo,
uno que rechaza la universalidad por entero. No todos importan sera
su eslogan (151). En efecto, si eres religioso, libre mercado, o
fundamentalista de la supremaca americana, y piensas, por ende, que
existen muchos otros que no valen nada y que sus intereses,
conocimiento e historia local, sus tradiciones y formas de vida en
peligro son importantes pero sin valor para nosotros, aun as, el
fundamentalista se encuentra dentro del mbito de la razn. Aqu
Appiah se muestra seguro: Una vez que se comienza a dar razones
para ignorar los intereses del otroel razonamiento de por s ya
empieza a llevarnos hacia un tipo de universalidad (152-3). Esta
intuicin es extremadamente importante, una a la que Appiah llega a
travs de una va negativa; es decir, cuando aqullos que quieren
tomar una postura en contra del cosmopolitismo establecen sus
razones , ya estn, sin darse cuenta, sujetos al puo de la razn. Sin
embargo, yo dira, no slo el contracosmopolita sino tambin el
declarado cosmopolita est sujeto a la fuerza de alguna forma de
universalismo. Ambos estn en el mbito de la razn. Por consiguiente,
puede afirmarse que el cosmopolitismo es una orientacin tica que
pone a la razn en guardia, de turno. La universalidad, por lo
tanto, debe ser rearticulada, defendida, expandida y vuelta
concreta. El cosmopolitismo debe, consecuentemente, presuponer una
auto-crtica de los propios prejuicios, como tambin, la confesin y
revelacin del punto epistmico de uno (Derrida, 2005). Entonces, de
esta forma, el cosmopolitismo es reflexivo, para usar la
terminologa de Beck. La razn de ser de lo cosmopolita apunta a una
universalidad que est todava por ser especificada. Por esta razn,
puede uno hablar del cosmopolitismo ingenuo o ideolgico, o sea, el
tipo de cosmopolitismo que les pone los pelos de punta no solo a
los comunitaristas y conservadores sino que tambin a los que no
toleran el imperialismo cultural con sus enunciados deshistorizados
de razn universal. Este tipo de cosmopolitismo, que se niega a
someter sus enunciados universalistas a la crtica, que se niega a
entrar dentro del mbito de la razn de forma simtrica e igualitaria
con otros que estn sentados en la mesa del cosmopolitismo, puede
convertirse en una forma de arrogancia epistmica que, como la hoja
de higo, apenas puede ocultar su desprecio y su brutal inters
propio. Desafortunadamente, la historia del mundo moderno ofrece
cuantiosos ejemplos de estos modelos de cosmopolitismo ingenuo,
y,15
en muchos casos, imperial. Ni Nussbaum ni Appiah son
cosmopolitas ingenuos, ni puede uno acusarlos de ofrecerle municin
al globalismo neoliberal y neo-imperialismo occidental. Sus
trabajos sobre cosmopolitismo, absolutamente indispensables, deben
ser extendidos y suplementados. Lo opuesto al cosmopolitismo
ingenuo e imperial sera un cosmopolitismo crtico. De hecho, Walter
Mignolo ha articulado y defendido este tipo de modelo. Lo ha hecho
mediante el entretejido de una historia crtica al colonialismo
occidental y el conocimiento incisivo de figuras filosficas claves
del cnon de la filosofa descolonial. En un ensayo brillante Mignolo
proporciona in actu las virtudes de un cosmopolitismo critico
mediante la distincin entre tres diseos globales-imperiales
diferentes y qu proyecto cosmopolita le corresponde a cada uno
(2000). Segn Mignolo, al diseo global de los espaoles y
portugueses, desde el siglo diecisis al siglo diecisiete, le
corresponde el cosmopolitismo de la misin cristiana, es decir, un
cosmopolitismo como evangelizacin y cristianizacin de paganos e
infieles. Al diseo imperial de los ingleses y franceses, durante
los siglos dieciocho y diecinueve, le corresponde la misin
cosmopolita civilizadora, es decir, un cosmopolitismo para la
civilizacin de brbaros. Al diseo trasnacional, global y neocolonial
norteamericano del siglo veinte, le corresponde la misin
cosmopolita de la modernizacin, es decir, un cosmopolitismo
modernizante, globalizante de lo premoderno o tradicional. Uno no
tiene que suscribirse a este tipo de cronologa o a sus
correspondientes principios organizativos (misionero, civilizador,
modernizador) para reconocer la validez de la crtica a las maneras
en que ciertos modelos de cosmopolitismo participaron, explcita o
implcitamente, en la justificacin y legitimizacin del colonialismo,
imperialismo y neocolonialismo. El objetivo de Mignolo en este
ensayo, como en la mayora de su obra, no es slo deconstructivo y
critico; es tambin positivo y constructivo. El propsito de su
cosmopolitismo crtico es abrirlo hacia otras voces, otros que
desafen la razn imperial y global y los diseos que han resultado en
tanta desigualdad y sufrimiento humano. La tarea del cosmopolitismo
critico, entonces, es rescatar, recuperar y vocalizar y hacer
visible las voces de esas historias locales que han sido relegadas
a la subalternidad y silenciadas por el ethos imperial que arrolla
con su poder militar a todos aquellos que parezcan resistrsele.
Como dice Mignolo el cosmopolitismo crtico y dialgico como16
principio
regulativo
demanda
el
entregarse,
o
concederse
generosamente
(convivialmente dijo Vitoria; amablemente dijo Kant) ante, la
diversidad como un proyecto universal y cosmopolita donde todos
participan en vez de ser participados (744). El cosmopolitismo
crtico, por consiguiente, se orienta hacia una forma de
universalidad que Mignolo llama diversalidad, una combinacin de
diversidad y universalidad. Parafraseando lo dicho anteriormente,
la razn y la universalidad del cosmopolitismo critico es una
diversalidad y racionalidad cosmopolitas, o, ms precisamente,
racionalidad diversal. Segn Mignolo, la diversalidad debera ser la
prctica incesante de cosmopolitismo crtico y dialgico y no en el
plano de una sociedad futura e ideal proyectada desde un slo punto
de vista (desde una universalidad abstracta) (744). Lo que Mignolo
pone en evidencia es que el cosmopolitismo se ve atrapado en lo que
Karl-Otto Apel llama una contradiccin performativa, es decir que,
en un sentido, todas las afirmaciones cosmopolitas son diferidas de
facto, y as, esperan la especificacin de parte de aquello que nos
convoca a respetar, celebrar y atender: las afirmaciones de otros,
de extraos, como los llama Appiah. De manera interesante, Judith
Butler sostiene este mismo punto en su rplica al ensayo de Nussbaum
Patriotismo y Cosmopolitismo. La rplica de Butler concierne a la
forma de contradiccin performativa inherente a las afirmaciones de
universalidad que estn supuestas en las afirmaciones del
cosmopolitismo y propone una universalidad que debe ser articulada
por y a travs de los desafos a su formulacin existente. Estos
desafos emergen desde aqullos que no estn cubiertos por [ellos],
aqullos que no tienen el derecho a ocupar el lugar de los quienes,
pero que sin embargo demandan que lo universal en s los incluya
(2002: 49).13
Esta
universalidad que siempre se difiere y que est siempre atrapada
en su propia carencia es lo que Mignolo llama diversalidad. Mignolo
y Butler, sin embargo, estn de acuerdo en algo mucho ms
significativo que el sealar que toda afirmacin universal del
cosmopolitismo demanda que lo universal en s permanezca en
suspenso, como un horizonte asinttico, como algo que va en contra
de los hechos, algo sin lo cual pero tambin contra lo cual tenemos
que intervenir para hacer posible una correcta respuesta al otro.
Los dos concuerdan aun ms con respecto al lugar que ocupa el
otro13
Butler desarrolla su punto de vista acerca de la universalidad
extensamente en el libro que escribi junto con Zizek y Laclau
(2003).
17
en esta pedagoga de lo universal, en la expansin y en la
iluminacin de lo universal. Mignolo ha sealado que el aspecto
crtico del cosmopolitismo crtico se sustenta cuando adopta lo que l
llama el locus de enunciacin del subalterno (Bragagnolo, 2007).
Como dice Butler, es el quien, excluido de una articulacin de lo
universal determinada, el que constituye el limite contingente de
la universalizacin. Ambos, desde mi punto de vista, afirman que el
cosmopolitismo se hace cosmopolita a travs de la diversalidad del
subalterno, del otro excluido, del extranjero, del marginalizado.
Por esta razn puede uno hablar de un cosmopolitismo de abajo, uno
que concuerda con los efectos sociopolticos de la globalizacin
desde abajo. Mignolo y Butler dan voz a lo que puede llamarse el
cosmopolitismo del subalterno. De hecho, es este cosmopolitismo del
subalterno el que ha estado educando a aquellos en las metrpolis
del occidente y a aquellos que dicen hablar de manera unvoca e
inequvoca sobre los universales propiamente dichos. Esta forma del
cosmopolitismo es reflexiva no slo desde el punto de vista de su
mirada, sino tambin desde el punto de vista de los otros, vis a vis
uno mismo. Si existe el cosmopolitismo reflexivo entonces existe el
cosmopolitismo del otro, del subalterno (de Santos, 2005). Tal
cosmopolitismo es universalidad ms diferencia, uno que refleja sus
propias afirmaciones contingentes. Es, entonces, universalidad, ms
diferencia, ms consciencia histrica, o, usando el lenguaje de
Mignolo: diversalidad ms reflexividad de contingencia histrica.
El cosmopolitismo dialgico y el cosmopolitismo por venir
Comenc este ensayo sealando que habamos entrado en las ruinas
babelianas de confusos discursos sobre el cosmopolitismo pero que
podramos atravesar la torre y salir. Trat de extraer un esquema,
esbozo de orden y significado de la pluralidad de adjetivos que hoy
se asocian con el cosmopolitismo. He enfocado mi atencin en la
importancia de la categora de cosmopolitismo mostrando cmo es una
forma de relacionarse con el mundo que es epistmica y moral. No
creo que el cosmopolitismo sea tambin un ideal poltico y legal. En
un ensayo importante, Pauline Kleingeld brind
18
una tipologa de seis variedades distintas del cosmopolitismo en
Alemania en el siglo dieciocho: moral, poltico, legal, cultural,
econmico y romntico (Kleingeld, 1999). Creo que lo que he discutido
aqu sobre el cosmopolitismo tambin puede clasificarse bajo rubros
semejantes aunque yo no haya discutido las variantes econmicas,
polticas ni legales. En mi opinin, estas ltimas son las que se han
llamado cosmopolitismos realmente existentes o cosmopolitismos
banales. Podra decirse que vivimos en una era del cosmopolitismo,
tal como decimos que Kant vivi en una poca iluminista. Sin embargo,
mientras me he apoyado en textos importantes de Nussbaum, Appiah,
Butler, Mignolo, y Beck, tambin he tratado de forzar el discurso
sobre el cosmopolitismo para tratar de clarificar algunas de sus
afirmaciones normativas o ideales. En el meollo de estas
afirmaciones normativas se encuentra lo que yo llamo la dialctica
de la diferencia e identidad, de otredad y semejanza. Todo
cosmopolitismo est siempre arraigado y quizs los mejores
cosmopolitas son aquellos fervientes cosmopolitas patriticos, como
ha dicho Appiah (1998). Este cosmopolitismo arraigado, localizado y
patritico reconoce la contingencia, y as la fragilidad, de las
instituciones que posibilitan el ejercicio de nuestro
cosmopolitismo o iteraciones cosmopolitas, apropiando aqu a Derrida
via Benhabib (2006). Este dilogo entre Butler y Mignolo nos sirvi
para desagregar lo que Ulrich Beck denomin cosmopolitismo vertical
versus cosmopolitismo horizontal, pero tambin para complicar la
idea que tiene Beck acerca de una Europa cosmopolita que es la
Europa que ha internalizado la auto-reflexin y que se ha sometido
al proceso interno de cosmopolitizacin (2006: 162). Si el
cosmopolitismo vertical busca imponer su versin desde arriba, la
Kant, el cosmopolitismo horizontal mantiene en suspensin algunas de
sus afirmaciones universales localizadas, de forma paciente,
esperando aprensivamente el acuerdo y el asentimiento por parte de
las afirmaciones cosmopolitas del otro, la Derrida (162). A menos
que el cosmopolitismo sea reflexivo para con su perspectiva, su
punto de vista contingente y material, se tornara arrogante y
desptico, es decir, lo que llamo cosmopolitismo imperial, si se me
permite el oxmoron. Si el cosmopolitismo reflexivo reconoce su
arraigamiento, su materialidad, en la forma de ciertas
instituciones e historias, puede llegar a ser una forma de
cosmopolitismo emancipatoria. As, el cosmopolitismo presupone una
forma de19
universalismo suspendido, demorado, en camino. Este es el
universalismo del otro. Esto ocasiona inmediatamente una pregunta
que Beck articul sucintamente: cmo puede desarrollarse un
universalismo limitado, relativo o contextual que, de forma
exitosa, logre a encuadrar el circuloa saber: poder afirmar normas
universales y a la vez neutralizar su puntada imperialista
(2006:59). El mismo Beck contest, parcialmente, su pregunta. Tal
forma de universalismo limitado o contextual que ha neutralizado o
desarmado su picazn imperialista puede ser producida por un
imaginario dialgico arraigado en la imaginacin dialgica. Es decir,
un imaginario que abre un horizonte de inteligibilidad que parte
del reconocimiento de que nosotros imaginamos a otros a la misma
vez que esos otros nos imaginan a nosotros en nuestras costumbres.
Somos siempre ms y menos de lo que nos imaginamos, y por eso
debemos dejar que el otro desafe nuestras imgenes y nuestra
imaginacin sobre ellos, y conversamente, debemos dejar que otros
corrijan nuestro conocimiento sobre nosotros mismos a la luz de
esos desafos. Por lo tanto, esta imaginacin, para poder
reconstituirse, internaliza al otro, la alteridad, de una manera no
imperial y arrasadora. No hay una sola forma de visin cosmopolita
sino un proceso de acercamiento basado en la participacin activa
con una imaginacin dialgica que abre y despeja los espacios de
transformacin mutua. En sus Tanner Lectures, Seyla Benhabib articul
de otra manera lo que hemos llamado aqu cosmopolitismo reflexivo,
cuando indic que la cultura de los derechos humanos hizo explcita
la situacin paradjica de que las naciones-estados se encuentran
simultneamente afirmadas y negadas en el juego del derecho
cosmopolita. Las naciones-estado firman el tipo de acuerdo
internacional que delimita y cuestiona su propia soberana. Bajo la
condicin cosmopolita, las naciones soberanas son universalizadas y
evaporadas al mismo tiempo. Mantienen un poder que es indispensable
pero que al mismo tiempo est siempre restringido desde el vamos,
delimitado por el mismo orden cosmopolita legal al que estas
naciones se suscriben. El juego dialctico entre soberana y derecho
cosmopolita adquiere un carcter generativo y transformativo cuando
se desata dentro de la nacin-estado. Los individuos, portadores de
derechos cosmopolitas, pueden desafiar los lmites de sus propias
naciones desde adentro catalizando procesos de auto-definicin y de
transformacin20
poltico-legal. Benhabib llama a estos dos procesos iteraciones
democrticas y poltica jurisgenerativa (2006: 45-80). Como dice
Benhabib:
Mediante el uso del concepto de iteraciones democrticas, quera
sealar formas de empoderamiento y lucha poltica por medio de las
cuales las personas, por s mismas, se apoderan de la promesa
universalista de normas cosmopolitas con el objetivo de imponer a
las formas del poder econmico y poltico que buscan escapar al
control democrtico, la responsabilidad de rendir cuentas y la
necesidad de la transparencia. El entrelazamiento de la iteracin
democrtica con la sociedad civil global y la creacin de formas de
solidaridad a travs de las fronteras, incluyendo el derecho
universal de hospitalidad que reconoce al otro como posible
conciudadano, anticipa un cosmopolitismo diferenteun cosmopolitismo
por venir. (167)
Las iteraciones democrticas abren y despejan el campo de lo
poltico, renovando y expandiendo de manera incesante lo que
constituye lo poltico en s mismo. Estas luchas, que pueden ser
internas y nacionales, tienen, sin embargo, un carcter global.
Cuando un grupo de ciudadanos iteran democrticamente sus
afirmaciones sobre ciudadana, estas afirmaciones tienen resonancia
global. Aqu tenemos el juego dialctico que es el modus vivendi de
la era cosmopolita. Pero como dice Benhabib acertadamente, estas
iteraciones democrticas tambin incluyen la produccin de formas de
solidaridad por encima de las fronteras. De esta forma, no
deberamos hablar solamente de una poltica jurisgenerativa, sino
tambin de una poltica generativa de afecto o somatolgica, en donde
se generan formas de solidaridad y empata que nos permiten
participar activamente con la imaginacin dialgica. Es la
expectativa hecha rutina. El dilogo, como la espera de la respuesta
del otro, es la espera de una afirmacin o refutacin que nos impone
un mandamiento a responder responsablemente. Dilogo es, por
consiguiente, paciencia, pero tampoco es, por otro lado, pura
receptividad o pasividad. Abrirse al otro es accin deliberativa,
activa e intencionada. Si el cosmopolitismo ilustrado, reflexivo y
arraigado es cosmopolitismo dialgico, es un cosmopolitismo
expectante que se expande vertical como tambin horizontalmente a
travs de iteraciones cosmopolitas locales que lo difieren
transformndolo en un ideal normativo guiado por un universalismo
contextual. No vivimos en una era cosmopolita sino en una era de
cosmopolitizacinla era de un
21
cosmopolitismo por venir.
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