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CONTIGO PAN Y CEBOLLA (1833) DE GOROSTIZA: UNA CARICATURA
DRAMTICA DEL PRIMER ROMANTICISMO
Juan Carias TEMPRANO (University of Wisconsin)
En 1833 se publica en Londres la obra del veracruzano Manuel
Eduardo de Gorostiza, Contigo pan y cebolla,^ obra que a mediados
de ese mismo ao se estren en Madrid, y unos meses despus en Mxico.
De la representacin de Madrid tenemos constancia por una resea de
Larra; de la de Mxico por un curioso anuncio aparecido en el
peridico El Telgrafo el 4 de diciembre, donde se dice:
Vamos a dar a los amantes del teatro, una noticia que no puede
menos de agradarles: y es que, maana, jueves 5, se representar una
comedia nueva y original de nuestro Gorostiza, intitulada Contigo,
pan y cebolla. Sabemos, igualmente, que su autor la escribi en
Londres, con intencin de que se estrenara en su patria; pero los
espaoles obtuvieron, por alguna superchera, una copia y la acaban
de representar en Madrid, con todo xito y con tal entusiasmo,
que
' Londres, Cunningham y Salmn, 1833; existe tambin una edicin,
poco conocida, publicada en Madrid en el mismo ao por la Imprenta
de RepuUs.
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la Revista Espaola dice que no se haba visto igual, desde el S
de las nias?
Hacfa algo ms de diez aos coincidentes con la "ominosa dcada"
fernandina-que Gorostiza haba dejado de escribir para el teatro. La
emigracin forzada haba cortado el nexo autor-lector en muchos, y ms
an el de autor-pblico entre los dedicados al teatro. Gorostiza se
dio a conocer como poeta dramtico en 1818 con el estreno de su
Indulgencia para todos, y El jugador, libre adaptacin de la obra
con igual ttulo de Jean Francois Regnard, ambas presentadas en el
Teatro del Prncipe, en las que hizo el papel de galn el famoso
Isidoro Miquez. De 1819 son Las costumbres de antao, y de 1820 Tal
para cual o Las mujeres y los hombres y Don Dieguito; finalmente y
en pleno trienio liberal public en 1821 Una noche de alarma en
Madrid y Virtud y patriotismo o El primero de enero de 1820.
La actividad de Gorostiza durante esos aos no se limit slo al
teatro, particip como liberal en la agitada vida poltica de la poca
con versos y discursos en las reuniones de las sociedades
patriticas que se llevaron a cabo en el Caf Lorencini y en el de La
Fontana de Oro. Su amistad con Jos Joaqun de Mora le llev a
encargarse durante algunos meses de 1820 de la redaccin de la
Crnica Cientfica y Literaria, a la que antepuso el ttulo de El
Constitucional, en cuyas pginas Gorostiza predic la moderacin
contra la impaciencia de los exaltados ante la lentitud de los
cambios realizados por el nuevo rgimen. Tambin dio acogida en este
peridico a varios artculos que tenan como fin la defensa de los
intereses de los pueblos americanos, especialmente uno donde
apareci una queja del agravio ~en contra de lo dispuesto por la
Constitucin- al derecho de representacin del virreinato de Mxico,
firmado, entre otros, por el diputado de Ultramar Jos Mariano de
Michelena, quien a partir de 1824, como Ministro Plenipotenciario
de Mxico en Londres, habra de favorecer tanto a Gorostiza en su
destierro. Ms tarde, tambin durante unos breves meses, Gorostiza
fue el
^ El primero en mencionar esta noticia fue Enrique de Olavarra y
Ferrari en su Resea histrica del teatro en Mxico, I, Mxico, 1895,
p. 320. Olavarra, no obstante, se equivoca de peridico y lo da como
el Registro Oficial; la correccin la hizo Lota M. Spell en "Notas
on Gorostiza", The Hispanic American Historical Review, 1958,
256-259. El artculo de la Revista Espaola mencionado en la noticia
es precisamente la resea de Larra que public el 9 de julio de 1833
(Cfr. Larra, Artculos de crtica literaria y artstica, II, Madrid,
Clsicos Castellanos, 1940, pgs. 85-93.
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editor del Correo General de Madrid, al que de nuevo antepuso el
ttulo de El Constitucional.^
Las coincidencias con Mora y otros patriotas liberales se dieron
no solamente en el mbito poltico, sino tambin en el literario. En
la segunda etapa (1817-1820) de la famosa "polmica calderoniana",
Mora y sobre todo Alcal Galiano atacaron desde su posicin neoclsica
y liberal el teatro calderoniano defendido por el preromntico Juan
Nicols Boehl de Faber, sobre todo el que lo identificaba con el
catolicismo espaol tradicional y segua la lnea culteranista de
Gngora/ Gorostiza, si bien no particip directamente en esta
polmica, en un ensayo suyo sobre la decadencia del antiguo teatro
espaol critica y culpa a Gngora por haber fundado "la funesta
escuela que adulter primero nuestra poesa y promovi en seguida la
total decadencia de nuestra literatura." Las aberraciones de Gngora
y sus seguidores se hicieron notar tambin en el teatro:
Dganlo si no Caldern, que al mismo tiempo que se mofaba en la
mayor parte de sus comedias familiares de todo aquel que hablaba
culto [...] caa, sin embargo, en iguales o superiores
extra-vagancias as que quera elevarse un poco. En sus comedias
heroicas se le fueron por lo mismo con ms facilidad los estribos, y
en ellas se encuentran quiz hiprboles ms altisonantes y descuidos
en mayor nmero que en todas las producciones reunidas de sus
contemporneos [...]. Qu diremos de sus autos sacramentales, en
donde retrocedi a la infancia de la escena, y reviviendo los
misterios de nuestros primeros poetas, present a los espaoles del
siglo XVII las mismas rapsodias con que se entretuvieron apenas los
del siglo XIV? All se personifcaban las virtudes y los vicios, se
sostenan verdaderas controversias sobre las cuestiones ms
abstractas, se confundan los entes morales con los seres que en
realidad haban existido, se les haca conversar juntos y agotar en
su dilogo todas las preciosidades del nuevo dialecto, y para que
nada faltase en los monstruos dramticos, se cuidaba siempre de que
hubiese entre sus interlocutores alguno que desempeara el papel de
traidor, y alguno
^ Para ms detalles, ver Luis Mongui, "M. . de Gorostiza,
director de peridicos en Madrid, 1820-1821", Homenaje a Rodrguez
Moino, I, Madrid, Castalia, 1966, pgs. 413-424.
* Un lucido anlisis de esta polmica aparece en Vicente Llorens,
El romanticismo espaol, Madrid, Castalia, 1979, pgs. 11-28.
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el de gracioso. Para el primero se solfa echar mano de la
avaricia, y al segundo por lo comn le tocaba a la mentira o a la
embriaguez.^
Como consecuencia del restablecimiento del rgimen absoluto en
1823, Gorostiza tuvo que abandonar Espaa, adonde nunca ms
regresara, y se dirigi a Inglaterra. All, gracias a su origen
mexicano y a su amistad con Michelena, tuvo la oportunidad de
comenzar una nueva faceta de su vida, la de diplomtico, como
representante de la nueva Repblica de Mxico ante las cortes de los
Pases Bajos, Ciudades Anseticas, Pars, y finalmente Londres, donde
lleg a ocupar el puesto de Ministro Plenipotenciario hasta su
regreso a Mxico en 1833.' Durante esta poca, como ya se dijo, si
bien dej de escribir para el teatro, no abandon su intereses
literarios totalmente. En 1824 public en la revista New Monthly
Magazine, dirigida por el poeta Thomas Campbell, una serie de
artculos bajo el ttulo "On the Modern Spanish Theatre",^ y se ocup
en 1825 de editar en Bruselas una seleccin de su teatro, que ampli
una aos ms tarde en Pars.^
' El artculo bajo el ttulo de "Culteranismo" est recogido por
Armando de Mara y Campos en Manuel Eduardo de Gorostiza y su
tiempo, Mxico, 1959, pgs. 398-407, y aparece fechado en Londres en
1822. La cita aparece en las pginas 404-405. Este mismo artculo
corresponde casi exactamente al primero de los publicados en el New
Monthly Magazine dos aos ms tarde bajo el ttulo "Decline of the
Ancient Theatre" (ver ms adelante la nota 7 para ms detalles).
* Armando de Mara y Campos, op. cit. p. 149.
' El primero con el ttulo ya indicado de "Decline of the Ancient
Theatre" apareci en X, 1824, pgs. 328-333, con una nota del editor
Campbell que dice: "The present article has been sent us by one of
the most distinguished modern Spanish writers on the stage, who has
sought in England an asylum against the tender mercies of the most
'absolute king'". El segundo (X, 1824, pgs. 502-507), constituye un
repaso de los principales autores dramticos del siglo XVIII hasta
Moratn. El tercero (XI, 1824, pgs. 87-92), est dedicado casi
completamente a Moratn y su obra. En el cuarto y ultimo (XI, 1824,
pgs. 186-192), se dedica a comentar el problema de las
representaciones y la escasa formacin de los actores, a la vez que
aprovecha para hacer un gran elogio de Isidoro Miquez.
La amistad de Campbell con Gorostiza, sus conversaciones
literarias, y la serie de artculos sobre el teatro espaol publicada
en Inglaterra son recordadas por Cyrus Redding enLiterary
Reminiscences and Memoirs of Thomas Campbell, I, Londres, 1860,
pgs. 318-321.
* Teatro escogido, Bruselas, en Casa de Tarlier, dos volmenes, y
contiene Indulgencia para todos, El Jugador, Don Dieguito, y El
amigo ntimo. Al comparar esta edicin con la que haba publicado en
Pars en 1822 bajo el ttulo de Teatro Original de
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Volviendo ahora a la obra objeto de este trabajo, se ha venido
diciendo que "unas relaciones de su hija doa Luisa con cierto joven
espaol de buena cuna y brillantes cualidades, pero emigrado y sin
recursos para establecerse, inspiraron a Gorostiza su comedia
Contigo, pan y cebolla con que hizo desistir a su hija de un
casamiento que l no aprobaba."' Bien es posible que la gnesis de la
idea de Gorostiza se hallase en semejante situacin familiar. Nada
en el texto lo impide: la herona, Matilde, se insiste en que tiene
diecisiete aos, y la hija de Gorostiza contaba en el momento de
publicarse la obra unos dieciocho.' No obstante, creo firmemente
que Contigo pan y cebolla, ms que reaccin a una situacin familiar,
constituye un comentario satrico de cierto grupo de la sociedad de
su tiempo y de la novela romntica de importacin, llevado a cabo por
medio de lo que Gorostiza crey deba ser el teatro y de su lectura e
interpretacin cervantinas.
Sobre el teatro Gorostiza consideraba que:
S bien es cierto que uno de los capitales objetos de la
representacin escnica es la mejora y pulimento de las costumbres
pblicas, no lo es menos que estas mismas costumbres influyen
sobradamente sobre toda composicin dramtica, puesto que ellas les
prestan las diversas tintas con que stas se dibujan. Asf es, que
cuando un autor poco fdsofo bosqueja para la escena un cuadro que
no est en la naturaleza de las cosas o porque es inverosmil, o
porque representa hbitos desconocidos, puede desde luego asegurarse
que no consigue llenar el fn moral que al escribir se propuso.
Necestase, en
M. E. de Gorostiza, natural de Veracruz, dedicada toda ella a
Moratn, y que contena Indulgencia..., Tal para cual. Las costumbres
de antao (sta dedicada al Rey), y Don Dieguito, es de notar no slo
la sustitucin de dos obras, sobre todo el de Las costumbres...
(cfr. Carlos Miguel Surez Radillo, El teatro neoclsico y
costumbrista hispanoamericano. I, Madrid, Cultura Hispnica, 1984,
pgs. 113-117, para una comparacin con la refindicin hecha por
Gorostiza mismo aos ms tarde en Mxico), sino tambin el que ahora se
llama ciudadano mexicano.
La apliacin de 1826, Apndice al Teatro Escogido, Pars, Rosa y
ca., en dos volmenes, contiene dos refundiciones: Tambin hay
secreto en mujer de la de Caldern, Bien vengas mal si vienes solo,
y Lo que son las mujeres de Francisco Rojas Zorrilla.
' Lo menciona por primera vez, como dato recibido de uno de los
hijos de Gorostiza, Jos Mara Roa Barcena en Datos y apuntamientos
para la biografa de D. Manuel Eduardo de Gorostiza, Mxico, 1876, p.
130.
' Armando de Mara y Campos, op. cit., p. 43.
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semejantes casos, que el espectador se reconozca, mal que le
pese, o por lo menos que reconozca a su vecino."
Ms adelante, con actitud neoclsica, indica que el primordial
objeto del arte dramtico es "el de instruir deleitando." Y alaba a
aquellos autores que supieron ensear o reprender a sus semejantes
aunque tuvieran que intimidarles o avergonzarles, porque "en no
pocas veces hay que contemporizar con muchas debilidades, para
hacer la guerra con sus propias armas."'^
Los hbitos y espectadores que se deban reconocer en Contigo pan
y cebolla era el crecido nmero, existente en toda Europa, de jvenes
damas dadas a la moda del "gusto romntico", y que en Espaa deba su
existencia a la lectura de la penetracin en masa de traducciones de
novelas romnticas.'^ Muy claramente lo indica el irnico parlamento
de don Eduardo, con que se cierra la obra:
Y que mi Matilde, slo con vivir con su padre y por disfrutar a
su lado de las ruines comodidades de la vida, sacrifca magnnima
todos los placeres de la indigencia, que por ms que digan aquellos
que los han conocido sin buscarlos... ni merecerlos... tienen con
todo mucho mrito a los ojos de... las jvenes de diecisiete aos que
leen novelas.'*
Bien pudo ser Cervantes el modelo de semejante explcita
declaracin de la intencin de la obra. Gorostiza, como los lectores
de su generacin, vio en el Quijote precisamente lo que el "amigo
del autor" declara en el prlogo de la primera parte, el que "todo l
es una invectiva contra los libros de caballeras", y lo que Cide
Hamete Benengeli reitera al final de la obra: "no ha sido otro mi
deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y
disparatadas
" En "Reflexiones sobre el antiguo teatro espaol", recogido por
Armando de Mara y Campos, op. cit., pgs. 408-417. La cita proviene
de la p. 408.
'2/>W.,p. 411.
*' Este tema est estudiado en el excelente libro de Jos F.
Montesinos, Introduccin a una historia de la novela en Espaa en el
siglo XIX, Madrid, Castalia, 1972.
^* En las citas sigo la edicin de Gerardo de Luzuriaga y Richard
Reeve en Los Clsicos del Teatro Hispano Americano, Mxico, Fondo del
Cultura Econmica, p. 250. En lo sucesivo dar en el texto, entre
parntesis, el nmero de la pgina correspondiente.
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historias de los libros de caballeras."" De Cervantes tambin
debi tomar el cruce de crtica de gneros. Si l critica la novela
romntica desde la escena teatral, Cervantes lo haba hecho del
teatro desde el gnero que estaba creando en la conversacin que
sostienen el cura y el cannigo al final de la primera parte. Me
lleva a pensar as no slo los elementos cervantinos que se
encuentran en la obra, a alguno de los cuales me referir ms
adelante, sino una significativa declaracin del propio Gorostiza.
Al comentar la figura y produccin dramtica de Moratn en uno de los
artculos publicados en el New Monthly Magazine, destaca La comedia
nueva o El Caf precisamente por haber utilizado las armas del
ridculo como antdoto del psimo, pero exitoso, teatro de Comella, al
que totalmente desplaz, y declara que la obra de Moratn se convirti
en el "Don Quijote de la escena espaola."'*
Matilde, la herona de Contigo pan y cebolla, es una caricatura
de la "nia romntica" aderezada con todos los ingredientes de tal
figura. Bruno, el fiel criado de la casa, nos informa al principio
del primer acto la forma en que la joven consume gran parte de su
tiempo: "Y en tocando [...] con un libraco de historia o sucedido,
de sos que tienen el forro colorado, ya no ha de saber dejarlo de
la mano hasta apurar si don Fulano, el de los ojos dormidos y pelo
crespo, es hijo o no de su padre, y si se casa o no se casa con la
joven boquirrubia que se muere por sus pedazos, y que es cuando
menos sobrina del Papamoscas de Burgos: todo mentiras" (p. 205).
Reminiscente, obvia decirlo, de los pasatiempos de don Quijote. La
identificacin de esos "libracos de historias" con las novelas
romnticas no slo se sugiere con' la burla de los asuntos tratados,
sino por la descripcin fsica de tener "el forro colorado".
*' Esto es lo que se desprende de los comentarios que de
Cervantes y su novela hacen por lo general los escritores y
tratadistas de fines del siglo XVIII y principios del XIX. Sirva
como ejemplo las declaraciones que un inteligente lector como
Cadalso presenta en sus Cartas Marruecas. En la "Introducci
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Como resultado de sus lecturas, Matilde funde o confunde su
propia vida con la de la ficcin novelesca y organiza su vida con el
fin de hacer de ella una vasta produccin romntica. En vez de comer
guisados y ensalada, toma t a la inglesa, y ante cualquier situacin
que no puede controlar entra en crisis y se retira a su "cuarto...
a suspirar... a llorar... a poner[se] un vestido blanco... y el
pelo a la Malibrn", preocupada de si estar planchada su "collereta
a la Mara Estuardo" (p. 209). De tal forma se encuentra ensimismada
en su potico mundo que est agena no slo a las cosas ms ordinarias
de la rutina casera, tal como la de la llegada del diario aguador,
sino que incluso desconoce la condicin social y econmica del que
supuestamente est enamorada. Nunca le ha permitido a su
pretendiende, Eduardo, informarle de su posicin:
Porque ni entonces quise, ni ahora quiero or hablar de intereses
ni parentescos. Eso queda bueno cuando se trata de esos monstruosos
enlaces que se ven por ah, en donde todo se ajusta como libra de
peras, y en donde se quiere averiguar antes si habr luego qu comer,
o si habr con qu educar los hijos que vendrn o que quiz no vendrn.
Y yo haba de pensar en eso? No, Eduardo, no; yo le quiero a usted
ms que a mi vida, pero slo por usted, crame usted, por usted solo
(p. 208).
Al bonachn del padre, el viudo don Pedro, le agrada la
posibilidad de que Eduardo sea su yerno por su "nacimiento ilustre,
mayorazgo crecido, educacin, talento, moralidad... Y el ser sobre
todo sobrino y heredero" (p. 210) de su mejor amigo. No lo
convierte Gorostiza, sin embargo, en el padre dogmtico y dictador
del futuro de la hija, sino que como prudente, experimentado, y
buen conocedor de las veleidades de Matilde, acta con cierta
sabidura irnica y le indica a su posible yerno que todo depender de
ella, a la vez que ayuda a prepararlo informndole de una serie de
casos, verdicos o no, de anteriores pretendientes a los que su hija
ha rechazado a ltima hora sin razn alguna.
Mientras tanto, Matilde ha preparado todo un discurso novelesco
para su padre, a quien cree, o pretende, ignorante de sus
relaciones amorosas:
Ah, padre mo, y qu criminal debo de aparecer a los ojos de
usted! Ya s que deba consultarle antes de comprometerme; ya s que
deba despus... Haber seguido humilde los consejos de su
experiencia, de su carino; pero ay! que no pude, porque arrastrada
por una pasin irresistible... Que como una erupcin volcnica... (p.
212).
Ante la llamada de atencin de Eduardo sobre los intentos de
interrupcin de don Pedro, Matilde exclama: "Calle usted, no me
distraiga", y continua su discurso:
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...se apoder de mi pobre corazn, que estaba enfermo... que no
haba hasta entonces amado... Con todo, padre mo, no crea usted que
trato de rebelarme contra su autoridad, y si el hombre de mi
eleccin no mereciese, como me temo, el sufragio de usted...
Entonces... no ser nunca de otro... eso no... pero gemir en
silencio sin ser suya o ir a sepultarme en las lobregueces del
claustro (pgs. 212-213).
Matilde, como don Quijote, no hace sino hablar con palabras
extradas de las obras ledas; y como en la obra cervantina la
realidad circundante no corresponde con las mistificaciones de los
protagonistas. Al enterarse que don Pedro no se opone al matrimonio
y que la condicin social y econmica de Eduardo es exactamente lo
contrario de lo que su imaginacin hubiera deseado, su ardor amoroso
se apaga repentinamente, ya que los obstculos esperados han
desaparecido, y decide reconsiderar la situacin.
Eduardo, que sabe perfectamente de qu pie cojea Matilde,
concibe, con la colaboracin de su futuro suegro, un plan para
obtener de nuevo el favor de ella. Se finge desheredado y dispuesto
a partir a algn pas "agreste y selvtico", donde poder pasar el
resto de su msera existencia. Sutil y maliciosamente hace que
Matilde se interese de nuevo por su caso al mencionar
novelescamente la patria de Pablo y Virginia, y le sugiere que " en
media hora" y en secreto se escape con l para contraer matrimonio.
La inesperada y extravagante propuesta, demasiado extraordinaria
incluso para una Matilde, va acompaada de una inenterrumpida
presentacin de preparativos ya realizados: el tener dispuestos
"cura, testigos, cuarto en que vivir, un poco alto sin duda... como
que est en un quinto piso... pero en buena calle... en la calle del
Desengao... en fin nada falta... sino que usted se decida" (p.
228). El titubeo de Matilde es contrarrestrado con la mencin de los
casos de heronas novelescas como Malvina, Etelvina y Carolina,
todas ellas vctimas por "andarse con miramientos". Matilde, ante la
acumulacin de ejemplos, accede y le indica que se preparar y llevar
consigo tan solo: "Una muda o dos cuando ms, con las cartas que
usted me ha escrito, el retrato de tala, la sortija de alianza y la
rosa que usted me regal en el primer rigodn que bailamos juntos, y
que conservo en polvo, envuelta en un papel de seda" (p.230).
Al anochecer, Matilde, ante los firustados intentos del fiel
criado Bruno por impedirlo, quien como Sancho no es exactamente
capaz de comprender lo que ocurre a su alrededor, abandona la casa
melodramticamente. A obscuras, se despide de los objetos que la han
rodeado desde su niez, deja una carta a su padre "ms tierna que la
de Clari en la opera", y sale por la ventana en vez de la puerta,
pues "eso cualquiera lo hara... y es tambin menos dramtico" (p.
236).
Hasta aqu Eduardo no ha hecho sino conformar la situacin y el
personaje ficticio que de s mismo ha creado con todo el ambiente
romntico esperado por la imaginacin novelesca de su amada. Al da
siguiente (cuarto y ltimo acto), ya
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instalados en el cuarto de la calle Desengao, Eduardo, con
cierta dulce malicia, no se demora ni deja ocasin de mostrar a su
desubicada esposa los inconvenientes de vivir en semejante
pauprrima situacin.
Coadyuban a su propsito los diferentes enfrentamientos que
Matilde tiene que sufrir a solas: el del insolente casero que exige
el pago del alquiler, la intromisin de una vecina vulgar y cotilla,
y el encuentro muy revelador con una antigua amiga de colegio,
Clementina, hoy marquesa por haberse casado no por excelsos ideales
amorosos sino por el ms puro pragmatismo.
Matilde en sus nuevas circunstancias se encuentra totalmente
confusa, pues aunque ha "ledo mil descripciones muy verdicas" de la
pobreza vivida por muchas heronas, al tener que experimentarla ella
misma, no puede menos que quejarse, como don Quijote en tantas
ocasiones, contra los "Picaros autores, [haberse dejado]
precisamente en el tintero lo que las pobres haban tenido que
trabajar entre sus cuatro paredes!" (p. 244). Cuando don Pedro
aparece para sugerirles que se vayan a vivir con l, Matilde accede
un tanto avergonzada y sin gran esfuerzo a volver al hogar
paterno.
Eduardo, homnimo de Gorostiza -no hay que olvidar este detalle!-
ha llevado a cabo con la ayuda de don Pedro (nombre bajo el que se
ocult Moratn en su Comedia nueva o El Caf) el engallo de desengaar
a Matilde (especie de Quijote con faldas), utilizando como armas
las mismas que quiso combatir: las novelas romnticas o "libracos de
historia o sucedido" y sus influencias en las jvenes lectoras,
especficamente en la de la joven Matilde.
La mencin del lugar de nacimiento de Pablo y Virginia fue lo que
provoc el inters de Matilde por la situacin fmgida de Eduardo. Fue
precisamente esta novela de Bernardin de Saint-Pierre (1737-1814),
como ya seal Montesinos, "uno de los libros que ms contribuyeron al
primer romanticismo, uno de los mayores estmulos de la nueva
sensibilidad."'^ En los aos anteriores a la publicacin de Contigo
pan y cebolla fue una de las novelas ms ledas, o al menos ms
vendidas, como se desprende del alto nmero de ediciones publicadas.
En la misma lnea se encuentran las novelas, intituladas con los
nombres de sus heronas, aludidas para convencer a Matilde.
Carolina, no es otra sino la de Carolina de Lichtfield de Isabelle
de Bottens (1751-1832), Baronesa de Montolieu, obra tambin de la
que existen mltiples ediciones; Etelvina, parece ser la de la
annima Etelvina o Historia de la baronesa de Castle Acre, de la que
existen, al
" Introduccin a..., p. 25.
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menos dos ediciones; y Malvina, la de Malvina de Mme. Cottin
(1770-1807), muy difundida a travs de la coleccin de
Cabrerizo."
En la caracterizacin de Matilde como "nia romntica" no se olvid
Gorostiza del mnimo detalle. As lo refleja el apego que posee por
el retrato de tala moribunda, derivado sin duda de la lectura de
uno de los libros de mayor xito en esa poca; la representacin fsica
de la protagonista tala contribuye en la mente de Matilde a
convertir el ente novelesco en algo real y corpreo. Lo mismo podra
decirse de su aficcin a los suspiros; Matilde suspira ante
cualquier situacin de crisis, pero incluso exige a Eduardo que lo
haga mientras la espera bajo la ventana el da de la huida, motivo
tomado de las novelas de Vctor Arlincourt (1789-1856)." Un Ultimo
detalle al que har referencia es el de su aficcin por la pera, como
parece deducirse de la mencin de la carta que escribe a su padre a
imitacim de la de Clari. Este ultimo referente es bien posible que
se le escapase a la mayora de los asistentes a la representacin el
da del estreno, as como a los lectores de la obra. Clari, la pera
de Jacques Francois Halvy, autor de la ms conocida La juda, se haba
estrenado en Pars en 1828, cantando el papel principal la ya
mencionada Mara Malibrn.
Resumiendo, creo que Manuel Eduardo de Gorostiza intent en
Contigo pan y cebolla, desde su formacin e ideologa clasicistas y a
travs de una moderada stira, combatir la nueva sensibildad
literaria, sobre todo la influencia en los lectores de un gnero no
de su agrado: la novela romntica de importacin. Para ello se bas en
dos precedentes: el de Cervantes y el de Moratn. La severidad y
acritud de este ltimo las suaviza con fuertes dosis de comicidad e
ingeniosidad en los dilogos y en las situaciones tomadas del
primero. Si sus modelos, con cierta salvedad en el caso cervantino,
tuvieron como resultado el hacer desaparecer el objeto de su
crtica, en el caso de Gorostiza continu con total xito, al menos,
por toda una entera generacin. Todava Antonio Flores en su La
sociedad de 1850 se burla de los resabios romnticos de las madres
de su da, las que fueron hijas en tiempos de nuestro autor.^ No
obstante, a Gorostiza le cabe el honor de
" Las ediciones especficas se hallan mencionadas en el "Esbozo
de una bibliografa espaola de traducciones de novelas (1800-1850)"
en la obra ya citada de Montesinos, Introduccin a..., pgs.
147-276.
" Las obras de este hoy obscuro escritor se tradujeron a todas
las importantes lenguas europeas y constituy uno de los xitos
editoriales ms importantes de la poca (cfr. Montesinos, op. cit.,
pgs. 56-57, y para las ediciones en espaol pgs. 155-158).
^ Ver el captulo "El s de las madres" (pgs. 97-106) en la
seleccin que bajo este ttulo aparece la obra de Flores, Hoy o la
sociedad del vapor en 1850 publicada por Jorge Campos, Madrid,
Alianza, 1968.
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ser el primero en llevar la problemtica romntica, para
satirizarla desde luego, a la escena hispana, antes de que el
teatro mismo diese entrada al drama romntico propiamente dicho con
el Don Alvaro del Duque de Rivas, estrenado dos aos ms tarde.
Otros, despus de Gorostiza, hicieron tambin de esta manfa
romntica el objeto de su burla y stira, como Mesonero Romanos en
Las nias del da, A. M. Segovia en Dulcidla o la dama romntica, y
Bretn en algunos pasajes de sus comedias.
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