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Studia Aurea, 7, 2013: 83-108
Boscn ante Petrarca. El proyecto de un cancionero imposible
Matteo LefvreUniversidad de Roma Tor Vergata
[email protected]
Recepcin: 10/05/2013, Aceptacin: 01/10/2013, Publicacin:
20/12/2013
ResumenEl presente artculo est dedicado a analizar los poemas
que forman parte del Libro II de las Obras de Boscn y algunas de
Garcilaso de la Vega (Barcelona, Carles Amoros, 1543) segn una
perspectiva tica y axiolgica conforme a Rerum Vulgarium Fragmenta.
A par-tir de esta amplia seccin, en efecto, Boscn propone su poesa
a la manera italiana, es decir, a la manera de Francesco Petrarca,
sin embargo su cancionero amoroso se mantie-ne bastante lejos del
compromiso espiritual que envuelve la lrica del autor toscano. En
particular, a la imitatio styli no parece corresponder la imitatio
vitae, y el poeta espaol se limita a reproducir, del cancionero
petrarquesco, slo ciertos rasgos formales y estilsti-cos, algunas
situaciones convencionales y determinados motivos literarios, sin
adherirse a la fuerte estructura moral de RVF, que en cambio
culmina en la conversin del poeta y en la retractacin de cualquier
tipo de amor terrenal en nombre del ideal cristiano.
Palabras claveBoscn; Petrarca; Cancionero; Petrarquismo espaol;
Poesia s. xvi; Lrica imperial; Imi-tacin potica; Poesa del
Renacimiento espaol
AbstractBoscn before Petrarch. The project of an impossible
canzoniereIn this article we analyse Boscns poems contained in
Libro II (Second Book) of the Obras de Boscn y algunas de Garcilaso
de la Vega (Barcelona, Carles Amoros, 1543) throug-hout an ethical
and spiritual point of view, as well as it stands out in Petrarchs
Rerum Vulgarium Fragmenta. In this part of his cancionero, Boscn
imitates the italian Poet, but his poems in their combination are
far enough from Petrarchs spiritual perspective. In particular,
imitatio styli doesnt match with imitatio vitae, and the spanish
poet only re-produces formal and stylistic features as well as some
literary motives of petrarchan Can-zoniere, without really
endorsing RVF moral structure, that culminates with the christian
conversion of the poet and the abandonment of secular love.
Keywords Boscn; Petrarca; Cancionero; Spanish Petrarchism; 16th
century Spanish Poetry; Im-perial Lyric; Poetical Imitation;
Spanish Renaissance Poetry
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Las Obras de Boscn y Garcilaso (Barcelona, Carles Amors, 1543)
constituyen un punto de referencia esencial para examinar los
cdigos de la comunicacin lrica entre Italia y Espaa en el
Cinquecento, y ms an si esto se observa a la luz de un movimiento
literario internacional el petrarquismo que en el mundo hispnico
cambi radicalmente la manera de hacer poesa y hasta de ser poeta.
Si se abarca el tema del petrarquismo, de hecho, hay que tener en
cuenta problemas de potica y poltica cultural, de teora literaria y
ritos sociales, de compromiso tico y esttico. Y, obviamente, cabe
hacer hincapi en la heurstica y la hermenutica de la imitacin, es
decir, en la aproximacin y la postura que los poetas espaoles, as
como los italianos, adoptaron ante el modelo de Petrar-ca
principalmente a lo largo de los siglos xv y xvi.
En particular, en relacin a la primera fase de la admiracin
petrarquesca que se documenta en Italia, Antonio Gargano ha
subrayado la existencia y la consistencia de un petrarquismo sin
Petrarca,1 que arraiga y prolifera en las dcadas iniciales del
Renacimiento y precede cronolgicamente al petrarquismo ortodoxo,
desarrollado a nivel terico y en la praxis lrica por Pietro Bembo,
en las primeras dcadas del xvi, con la publicacin de las Prose
della volgar lingua (1525) y de las Rime (1530). El petrarquismo
italiano del siglo xv y de comien-zos del xvi y algo parecido puede
observarse tambin en los poetas castella-nos presentes en las
primeras ediciones del Cancionero general2 an encarna una imitacin
des-compuesta, eclctica e irregular de Petrarca; sin embargo, al
mismo tiempo remite a ese nexo ideolgico que se estableci en la
poca rena-centista entre poesa, sociedad y poltica cortesanas que,
a la vez, unas dcadas despus sera una clave importante para la
difusin y la promocin de la lrica a la manera italiana en la Espaa
imperial. En efecto, con el advenimiento de los Austrias y la
afirmacin del dominio hispnico en Europa, a pesar de una situacin
geopoltica muy distinta a la del xv tanto en Italia como en Espa-a
Baldassar Castiglione ofrece un testimonio nostlgico e inequvoco de
la situacin en su Cortegiano (1528), con prontitud traducido y
publicado en cas-tellano por el propio Boscn en 15343, precisamente
la mitologa cortesana y la petrarquesca constituyen el eje
ideolgico, vivencial y potico en torno al cual se edifica el
clasicismo quinientista, cuyos primeros intrpretes castellanos
suean con emular a los poetas del Renacimiento itlico y se
distancian progre-sivamente de la mentalidad foral y de la tradicin
cancioneril.4 En la poca de
1. Gargano (2005: 51).2. Recurdese, al respecto, el ensayo de
Rico (1987: 230 y ss.).3. Los quatro libros del cortesano
compuestos en italiano por el conde Balthasar castellon, y agora
nueuamente traduzidos en lengua castellana por Boscan, Barcelona,
Pedro Monpezat, 1534. So-bre la importancia de la doctrina
cortesana en el
panorama europeo del xvi, cf. sobre todo Guidi (1973 y 1978);
Ossola-Prosperi (1980: II); Burke (1995) y Quondam (2000).4. A esta
visin cultural e incluso ideolgica del petrarquismo ibrico en los
ltimos aos se ha dedicado principalmente la academia ame-ricana.
Cf. Lorenzo (2007) y Middlebrook (2009).
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Carlos V poltica y potica parecen moverse al mismo ritmo y ambas
adquieren una perspectiva supranacional: tanto los fragmenta del
Imperio como los de la lrica romnica conocen una sistemtica
reductio ad unum que lleva al Csar y al autor del Canzoniere a
encarnar una referencia ideolgica y cultural y un modelo tico
ineludible para ms de una generacin de poetas, soldados,
diplomticos y mandatarios de media Europa. En este contexto, la
hermenutica bembiana sobre el texto petrarquesco extrem la
situacin: radicalizando la imitacin del Maestro e insistiendo en la
coincidencia rigurosa entre imitatio styli e imitatio vitae, el
autor de las Prose trataba asuntos literarios y a la vez
espirituales, ticos y estticos. Asimismo, sobre todo en los aos
siguientes a la coronacin de 1530, que de hecho recompona las
divergencias polticas entre el Papa y el Emperador culminadas en el
Sacco di Roma (1527), el petrarquismo encarnaba un modus scribendi
et vivendi muy bien aceptado en la Corte y en la Curia, ya que, en
el plano moral, en la poesa de Petrarca interpretada iuxta propria
principia destacaban elementos que reconducan al providencial
apaciguamiento de las pasiones y las discordias, y se reafirmaban
principios de equilibrio y orden que podan enderezarse tanto en
direccin religiosa como rigurosamente poltica.
De todas maneras, la versatilidad del petrarquismo,
independientemente de la visin de Bembo o de cualquier otro
comentarista, justo en las dcadas centrales del xvi fue captada con
prontitud y esmero por los poetas italianos y espaoles, que
utilizaron motivos y metros, lengua y retrica de Rerum Vulga-rium
Fragmenta para enfrentarse a distintos argumentos y campos
temticos, del amor a la amistad, del encomio al anatema. Petrarca,
ms que un autor, se hace un estilo,5 un palimpsesto; es un mito
distante y a la vez una fuente asequible, modelo de una casustica
relativa a la prctica potica es decir, temtica, esti-lstica y
rtmica y de un itinerario espiritual, paradigma de los trastornos y
los desvaros del alma humana, as como de la redencin cristiana.
En el caso de Boscn, la imitacin petrarquesca se concibe, se
desarrolla y se define con respecto a toda esta serie de factores,
que, como hemos visto, abarcan el discurso estrictamente literario,
junto al ideolgico, al social y al tico.6 En lo que concierne al
primer aspecto, su pasin por el humanismo renacentista y por la
literatura italiana responde a la modernidad de su formacin7 y de
su tiempo, confirman su deseo de adherirse a una visin potica y
cultural nueva. A pesar de que en su lrica es fuerte la influencia
de ciertos modelos y esquemas tradicio-nales, del conceptismo
verboso tpico de la poesa cancioneril y del petrarquis-mo italiano
prebembesco, as como de Ausis March y otros poetas coterrneos
suyos,8 no cabe duda de que Boscn, por lo menos a partir de la
segunda mitad
5. Cf. Erspamer (1987b: 466).6. A este respecto, en este artculo
se desa-rrollan y en parte revisan algunas tesis de Le-fvre (2006:
113-139).7. Cf. Riquer (1945: 30).
8. Sobre el tema, en particular sobre la estric-ta relacin que
hay a nivel estructural entre el cancionero de Boscn y el de Ausis
March, vase Morros (2005).
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de los aos veinte el encuentro con Navagero seguramente es un
pretexto, un topos humanstico, pero sigue siendo una referencia
cronolgica muy til, ya empieza a mirar hacia adelante, hacia nuevos
ritmos y nuevos rumbos. Estamos en los albores del petrarquismo
espaol, y justamente la potica y, sobre todo, la poesa de Boscn an
oscila entre polos y fuerzas de atraccin diferentes.
La aceptacin del petrarquismo y de la cultura renacentista,
adems, como decamos, no es slo una opcin literaria, sino tambin una
eleccin ideolgi-ca; es la asuncin de una poca nueva desde un punto
de vista histrico, que naturalmente envuelve tambin la funcin y la
difusin de la literatura. Ya no es tiempo de castillos aislados y
prncipes solitarios y orgullosos, encerrados entre sus manuscritos
y sus boni autores, ya no hay fronteras nacionales y barreras
lingsticas tan marcadas como antes. La misma versin que Boscn
realiza del tratado de Castiglione lo demuestra tanto por razones
lingsticas y estilsticas como por la adopcin consciente de la forma
del vivere y de los preceptos de la cortesana, y encaja
perfectamente en su camino de emancipacin no slo ar-tstica, sino
tambin poltica y social, segn requera el Renacimiento.9 Y mien-tras
el mundo conocido y el Imperio hispnico se amplan cada da ms
gracias a las conquistas de Carlos V, otro imperio an ms duradero y
poderoso el de la imprenta hace que los libros circulen de manera
ms rpida, que la prctica literaria, y potica en particular, no est
reservada slo a una minora selecta, sino que cumpla sus requisitos
y su papel cortesanos y sirva como instrumento de relacin
interpersonal, de intercambio intelectual y hasta econmico. En la
poca de Boscn, y hasta la publicacin de los primeros ndices de
libros pro-hibidos, las ideas literarias, filosficas, polticas y
religiosas gracias al boom de la imprenta flotan libremente en los
territorios europeos; y en el mundo his-panoitaliano esto repercuti
tambin notablemente en la primera teorizacin, produccin y difusin
del petrarquismo, ya que los libri di rime, al interior de los
dominios imperiales, viajan rpidamente de una corte y de una nacin
a otra.
Corolario de todo esto es tambin el compromiso tico que se
desprende de la asuncin del modelo petrarquesco. El sistema del
Canzoniere supone, en primer lugar, tanto en los poetas italianos
como en los primeros petrarquistas espaoles, la difcil tarea de
acomodar la exposicin inmediata de la propia vici-situd existencial
con los contraintes del espcimen, la casustica lrica y biogrfica y
poco importa que esa fuera real o ideal, literaria con la
estructura riguro-sa y radical de Rerum vulgarium fragmenta, cuyo
itinerario espiritual exiga un principio, un fin y unas etapas
intermedias bien determinadas. En este sentido, hay que valorar
apropiadamente la relacin que se establece entre Boscn y la
ortodoxia de la obra petrarquesca: ms que una cuestin de gnero, de
catego-ras macrotextuales que aplicar a la produccin lrica del
poeta espaol a este
9. Para profundizar los factores socio-culturales e ideolgicos
que destacan en la redaccin y publi-
cacin del Cortesano espaol, con ulteriores refe-rencias
bibliogrficas, cf. Lefvre (2012: 28-59).
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respecto, tiene un sentido relativo identificar su obra como
cancionero petrar-quista o, ms libremente, como cancionero de
autor10, lo que s importa es poner a prueba su postura ante el
modelo, su autoconciencia potica,11 su relacin con el universo
temtico, retrico y moral del Canzoniere.
Si se analiza la estructura micro- y macrotextual del Libro II
(XXIX-CXXX) en la ptica del petrarquismo crtico, como es sabido,
algunas compo-siciones de esta amplia seccin participan realmente
en la reconstruccin de un camino existencial, de una particular
isotopa, e invitan a leer todo el libro como un cancionero.12 En la
silloge de Boscn varios poemas describen y evocan los episodios
amorosos segn una perspectiva pseudo-narrativa y en ciertos casos
desempean propiamente funciones de prlogo y eplogo respecto a todo
el conjunto, contribuyendo a disear una parbola potica y personal
al modo del texto petrarquesco. El proyecto de autor, configurado
sobre la experiencia lrica del poeta italiano tanto en la forma
(imitatio styli) como en el contenido y sus implicaciones
espirituales (imitatio vitae), intenta englobar, por lo tanto,
algunos elementos que permiten observar la presencia de un plan
predefinido en su estructura cclica y edificante; en la poesa de
Boscn, ms que en los calcos o en las referencias ms o menos
directas a los versos petrarquescos, el problema de la imitacin
reside sobre todo en la relacin con la axiologa del Canzoniere, con
el compromiso tico, adems de literario, de un libro que durante
siglos represent el hipotexto de la tradicin lrica occidental as
como el vademecum de la experiencia ertica, moral e intelectual de
todo hombre de letras.
En el sistema petrarquista, pues, es la composicin de apertura
la que cumple casi siempre la funcin de encuadrar un cancionero
dentro del sistema mismo, sobre todo por su semejanza con el primer
soneto de RVF tanto en el contenido y como en el estilo.13 En este
sentido, a la hora de dar comienzo al Libro II, Boscn se sita
inmediatamente en el cauce de la tradicin italiana a lo largo del
eje Petrarca-Bembo, y para introducir su produccin al itlico modo
eli-ge un poema como exordio en el que destacan elementos que
enmarcan la lrica de nuestro autor dentro de un proyecto unitario
al estilo petrarquista.
10. Cf. Burguillo Lpez (2008).11. Cf. Ruiz Prez (2009). El mismo
Ruiz Prez coloca al poeta entre los extremos de Nar-ciso y Proteo,
pues, en sus Obras, por un lado, asume la mirada retrospectiva y
supuestamente autobiogrfica a la manera del Canzoniere, por otro,
tambin modula la imitacin petrarques-ca a la luz de los nuevos
gneros y gustos rena-centistas procedentes de Italia (Libro III).
Cf. Ruiz Prez (2007).12. Respecto a la cuestiones tericas
correspon-dientes a la definicin de macrotexto, vanse, en primer
lugar, Segre (1969) y Corti (1974).
En cuanto al mbito especfico de la poesa lrica, cf. sobre todo
Genot (1967), de inters general y terico; Longhi (1979), donde la
autora hace referencia a la coherencia textual como elemento
discriminador entre un cancionero propiamente dicho y una ms
general y desarticulada raccolta de poemas; Santagata (1979:
10-56), donde el estudioso demuestra creer, de modo menos
in-tegralista en el cancionero como gnero fluido; Gorni (1989); y
Cappello (1998: 13-14). Para el caso espaol, cf. sobre todo Prieto
(1986) y, ltimamente, Burguillo Lpez (2008).13. Erspamer (1987a:
110).
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Nunca dAmor estuve tan contentoque en su loor mis versos
ocupase;ni a nadie consej que sengaasebuscando en el amor
contentamiento.Esto siempre juzg mi entendimiento:que deste mal
todhombre se guardase,y as, porquesta ley se conservase,holgu de
ser a todos escarmiento.!O vosostros que andis tras mis
escritosgustando de leer tormentos tristes,segn que por amar son
infinitos!,mis versos son deziros. !O benditoslos que de Dios tan
gran merced huvistesque del poder dAmor fusedes quitos!14
En el primer terceto, la alusin a RVF I es explcita:15 desde un
punto de vista temtico y autoanaltico, se reproduce la postura
retrospectiva del soneto-prlogo petrarquesco, y, por lo que atae al
lxico, el apstrofe al lector alude abiertamente al ncipit del poeta
italiano:
!O vosostros que andis tras mis escritosVoi chascoltate in rime
sparse il suono
La actitud del autor espaol confirma la opinin de Erspamer, para
quien aparte de los calcos ms evidentes y casi descarados en el
sistema del pe-trarquismo, el vector ms fcil est constituido por el
camino alternativo [...] del paradigma lxico, segn el cual se imita
sobre todo el primer verso del modelo.16 Y sta es una estrategia
dominante en el modus imitandi de Boscn. En el soneto, junto al
vocabulario petrarquesco clsico, resulta fundamental la presencia
de elementos banales pero emblemticos como, por ejemplo, los
pronombres personales voi e io con sus derivados, que colocan de
inme-diato los versos boscanianos en la rbita del Canzoniere.
Adems, el segundo cuarteto imita tambin el soneto proemial de las
Rime de Bembo, que ya lle-vaban ms de diez aos publicadas cuando
salieron las Obras de Boscn y que constituyeron otro texto de
referencia para el escritor cataln en los aos de su decisivo
acercamiento a la poesa a la manera italiana.
14. Para los textos del Libro II, citamos siempre de Boscn-De la
Vega (1995).15. Para Otis Green tanto el soneto de Boscn
como el de Petrarca constituiran una palino-dia anticipada. Cf.
Green (1969: I, 163).16. Cf. Erspamer (1987a: 111-112).
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Boscn:Esto siempre juzg mi entendimiento:que deste mal todhombre
se guardase,y as, porquesta ley se conservase,holgu de ser a todos
escarmiento.
Bembo:Ch potranno talor gli amanti accorti,queste rime leggendo,
al van desioritoglier lalme col mio duro exempio.
(XXIX, vv. 5-8) (Rime, I, vv. 9-11)17
Si Petrarca, como consecuencia de su desvaro amoroso,
pronosticaba para s mismo la vergenza ante la gente y ante Dios
mismo (Ma ben veggio or s come al popol tutto / favola fui gran
tempo, onde sovente / di me medesmo meco mi vergogno / et del mio
vaneggiar vergogna l frutto), sus epgonos del xvi, quiz siguiendo
en esto la general actitud preceptiva de la poca, de la ntima
consternacin subrayan principalmente el valor de ejemplo y enseanza
para los dems: se es el auspicio de Bembo (ritoglier lalme col mio
duro exempio), y tambin el de Boscn (holgu de ser a todos
escarmiento). Por lo tanto, el sone-to introductorio del Libro II
intenta enderezar las composiciones sucesivas hacia una
interpretacin bien orientada desde un punto de vista moral: igual
que ocurre en RVF, lo que se establece es una especie de contrato
con los lec-tores para que sientan el estmulo de reconstruir, ms
all de la multiplicidad temtica y formal de los textos, la unidad
de un testimonio y un itinerario autobiogrfico, la historia de un
alma. Sin embargo, a pesar de la rigurosa imitacin del soneto
proemial, los 102 poemas (XXIX-CXXX) que componen el libro18 no
siguen un nico e ideal desarrollo: por el contrario, como es
sa-bido, parecen dar lugar a una especie de doble cancionero dentro
del mismo conjunto19. Si es cierto que tampoco RVF procede de modo
sintagmtico, la escisin que encontramos en las pginas de Boscn es
completamente distinta. De hecho, la divisin del Canzoniere es
funcional al arrepentimiento y a la conversin del
protagonista-autor y, por ello, perfectamente homognea res-pecto al
significado ltimo de la obra; en cambio, en el Libro II la
propuesta potica sigue siendo la misma el soneto proemial ya
advierte del peligro que nace del sentimiento amoroso, pero el modo
de proceder, y sobre todo su
17. Para el texto bembiano, cfr. Bembo (1966). Sobre la relacin
directa entre las tesis y los versos de Bembo y el Libro II de
Boscn, con ulteriores referencias bibliogrficas, cf. directa-mente
Lefvre (2006: 15-27).18. Hay que notar que, si se quitaran los dos
sonetos extravagantes (CXXVIII-CXXIX) de-dicados a la muerte de su
amigo Garcilaso, el cancionero de Boscn constara de 100 poemas, lo
que, incluso nmericamente, remitira a una costumbre estructural y
editorial de la poesa italiana de la poca: al respecto, slo para
citar
un par de ejemplos casi contemporneos a las Obras de Boscn,
vanse los Cento sonetti de Alessandro Piccolomini (Roma, Vincenzo
Val-grisi, 1549) y los de Anton Francesco Raineri (Milano, Giovanni
Antonio Borgo, 1553).19. Sobre la estructura peculiar del Libro II,
cf. Parducci (1952); Darst (1978); y especial-mente Armisn (1982:
379-411), que adems ha subrayado en ms de una ocasin las
afinida-des entre la poesa de Boscn y el itinerario mi-nucioso de
RVF. ltimamente, a este respecto, cf. tambin Rea (2007).
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eplogo, resulta muy independiente de la trayectoria
petrarquesca, as que el cancionero de Boscn resulta orientado y
estructurado en torno a dos centros. Como veremos, en la
experiencia principal del trastorno ertico y del dolorido sentir,
el poeta cataln, por un lado, cierra el Libro II de forma ortodoxa,
con la palinodia celebrada por la cancin CXXX, de evidente sabor
petrarques-co, y por otro, acercndose la conclusin de la historia,
tambin incluye una corona de sonetos (CXIV-CXXVII) dedicados a su
esposa y al amor conyugal, sereno y feliz, que da vida a un ncleo
autnomo y sintetiza el fin de sus pe-nas precedentes.20 As, para
salvar al poeta de su atormentada vivencia ertica intervienen dos
soluciones diferentes: una perfectamente petrarquista y, por ello,
literaria y postiza, en la que el poeta rechaza la vanidad del
sentimiento amoroso en nombre del encuentro con Dios;21 y otra
antipetrarquista y, por as decir, burguesa, basada en la fuga de la
frustracin ertica en nombre del matrimonio, y de una variante
positiva y socialmente aceptada del sentimien-to, que adems resulta
ms autntica porque est ligada a la vicisitud real del poeta.21 Y la
concomitancia, en el mismo corpus, de estos dos caminos, si bien es
inconcebible segn la perspectiva del Canzoniere, en realidad no
invalida en absoluto el proyecto de Boscn: los avatares del
autor-personaje se desarrollan de modo coherente desde el soneto
proemial justamente hasta la escisin final, donde una de las vas
que toma es supuestamente genuina, fundada en la ex-periencia
concreta, mientras que la otra responde a las exigencias del
sistema literario. En el libro de Boscn la vida parece anteponerse
a la lrica, lo privado a lo universal, lo humano a lo divino: el
rescate de una condicin de pecado y
20. En su estudio sistemtico sobre la lrica de Boscn, Amos
Parducci, con una reconstruccin fundada tanto en el aspecto
puramente potico como en el biogrfico, ha dividido el libro en-tre
poemas dellamore tormentoso y poemas dellamore casto. Cf. Parducci
(1952: 6-7). Como la boda entre el poeta y Doa Anna Gi-rn de
Rebolledo puede fecharse en 1533, Par-ducci concluye, aunque de un
modo demasiado automtico, que ai due periodi cos diversi fra loro
corrisponde pure la diversa intonazione de-lla lirica (ibid., p.
7). Segn este planteamiento biogrfico, sera posible entonces, para
Parducci, identificar dos momentos diferentes fecha-bles de modo
neto y riguroso en la poesa amorosa de Boscn: una primera fase,
borrasco-sa, ligada a la pasin por la bella e inalcanzable
nobildonna catalana Isabel (ibid., pp. 24-26); y una segunda fase,
ms tranquila y sobre todo satisfactoria, inspirada en la serenidad
de la rela-cin con su mujer.
21. Como ha indicado, entre otros, Guglielmo Gorni, los fieles
seguidores de la manera de Pe-trarca al final de un cancionero
prefieren poner generalmente una cancin elevacin analgica en el
plano de la expresin y de la dignidad po-tica respecto al soneto
inicial de claro marco espiritual y sagrado; es decir, una oracin.
Por ejemplo, la cancin conclusiva de las Rime de Bembo est dirigida
al Omnipotente (Signor, quella piet, che ti constrinse), y tambin
Della Casa, por mencionar a otro petrarquista devo-to, se mueve en
la misma direccin (Questa vita mortal chen una on due). Cf. Gorni
(1989: 39).21. Cabe decir que tambin en el petrarquismo italiano
hay ejemplos de sillogi y cancioneros matrimoniales que, aun
manteniendo ciertas prerrogativas de la imitacin de RVF,
precisa-mente se desvan de la imitatio vitae ms riguro-sa y definen
nuevas opciones literarias, sociales y ticas. Cf., al respecto,
Gigliucci (2000: 652 y ss.; 672; 957; 961 y ss.)
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desvaro se produce a travs de una circunstancia comn, anodina el
casa-miento entre un caballero y una joven nobildonna y, sobre
todo, para nada espiritual; parece que al poeta le agrada contar el
sosiego y el placer que nacen de un amor estable y consumado. La
supuesta conversin del poeta se realiza, de esta suerte, tanto en
su dimensin oficial, elitista y literaria, con todas las
implicaciones que conllevan la poesa y la axiologa petrarquesca,
como en su variante prosaica el contrato matrimonial, que es el
autntico consuelo del poeta en los ltimos aos de su vida y que, al
mismo tiempo, resulta ser distinto al mensaje aristocrtico y al
anhelo espiritual de RVF.
La distancia de Petrarca es enorme, y dos son las causas
principales que ale-jan a Boscn del sistema moral del Canzoniere.
Ante todo, segn la perspectiva petrarquesca, para salvarse del
errore y de los lazos de Amor, hay que aban-donar toda forma de
pasin humana y dedicarse solamente al amor divino: en este sentido,
no es posible ni aceptable la celebracin de un amor igualmente
terrenal, aunque puro y hasta santificado por el matrimonio. En
segundo lugar y sta es una razn an ms sutil, filosfica el sistema
de valores propug-nado por el poeta italiano, que en cierta medida
responde a la visin medieval del amor y la fe, prev una nica
posibilidad de salvacin para el alma: as, el hecho mismo de que el
libro de Boscn tenga dos eplogos, dos soluciones dife-rentes que
redimen al poeta, resulta intolerable, ya que tal duplicidad se
podra tomar peligrosamente por ambigedad o, incluso, hipocresa. La
palinodia y el arrepentimiento del autor espaol, por mucho que se
adhiera en parte a los usos del petrarquismo, no llega a alcanzar
la sublimacin espiritual y el rechazo del eros que, en cambio,
Petrarca activa principalmente en la segunda parte de RVF y que se
vuelve la razn ltima y unvoca de su canto. En este sentido, el de
Boscn es un cancionero imposible, ya que contraviene al sistema
axiolgico del Maestro: para el poeta italiano, solamente el amor
divino puede salvar al individuo (potico y en carne y hueso) y ste
tiene que librarse necesariamente de cualquier tipo de amor humano,
independientemente de que este ltimo sea de tipo profano, cortesano
o incluso conyugal.
De acuerdo con las orientaciones del petrarquismo ms ortodoxo,
fijado en sus coordenadas estilsticas y ticas por Bembo, en las
dcadas centrales del xvi la idea misma de cancionero pareca
contemplar la descripcin de una parbola lrica y autobiogrfica que
llevara al sujeto a la liberacin de las pasiones terrenas y a la
redencin definitiva. Y esta propuesta se haca an ms radical segn
iba acompaada no slo por el respaldo de la lite crtica y lite-raria
italiana de la poca in primis los comentaristas del Canzoniere,
sino tambin por la vivencia de sus principales divulgadores: entre
ellos, por ejem-plo, el cardenal Bembo y monsignor Della Casa,
quienes haban dejado la vida mundana por hacerse pastores de la
Iglesia. Respecto a la vocacin profana y eclctica de la poesa de
principios del xvi nos referimos a la generacin de Serafino
Aquilano, Olimpo da Sassoferrato, Notturno Napolitano, etc., y
antes de los cancioneros ms complejos, abiertos y multiformes de la
segunda
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92 Matteo Lefvre
Studia Aurea, 7, 2013
mitad del siglo, de los aos treinta en adelante lo que se
propona era una normalizacin y espiritualizacin de la lrica, que
envolviera toda la persona humana y que, como hemos visto, tambin
encajaba con los auspicios de la ideologa imperial y curial. Sin
embargo, ni el mundo potico italiano ni el es-paol asumi el modelo
petrarquista hasta sus extremas consecuencias, ya que muy pocos
autores se conformaron con la imitatio vitae hasta en sus
implica-ciones religiosas e ideolgicas: en este sentido, a excepcin
de pocos casos, hay que reconocer que todo petrarquismo es
heterodoxo, o por lo menos incapaz de reproducir de forma
satisfactoria y creble la estructura moral y teleolgi-camente
orientada de RVF. A lo largo del xvi el petrarquismo se vuelve una
variante elitista de la literatura y la conducta, que en el mundo
hispanoitaliano coincide con la moda cortesana y la forma del
vivere renacentista, smbolos de una nueva poca cultural, y
precisamente en este contexto y en este clima intelectual se coloca
la produccin potica de Boscn, Garcilaso y toda la pri-mera
generacin del petrarquismo ibrico22, que recupera motivos, metros
e, incluso, cierta atmsfera espiritual presente en el Canzoniere,
distancindose al mismo tiempo de su integralismo tico.
En esta distancia ms o menos programtica, en esta imposibilidad
de re-producir tout court un cancionero al modo petrarquesco, se
halla la peculiar conversin de Boscn, la solucin temtica y moral de
su proyecto lrico, que es interesante reconstruir justamente en su
reverencia y rebelin ante el modelo, en sus variaciones que
igualmente intentan disear el propio itinerario potico y
existencial.
El soneto inicial del Libro II de Boscn, igual que en Petrarca,
est acom-paado por unos poemas que completan y modulan su funcin de
apertura: los tres sonetos inmediatamente sucesivos
(XXX-XXXI-XXXII) ayudan, en efecto, a encaminar la aventura humana
y potica del autor.23 Ante todo, recuperando la instancia ms
significativa del proemio, el XXXI y el XXXII subrayan el valor de
advertencia, de escarmiento, que las vicisitudes del poeta deberan
tener para los dems hombres. En el primero de los dos, Boscn invita
a desconfiar de los falsos lazos de Amor, para que los lectores se
asusten (sespanten) y no caigan en su mismo error:
las llagas que, dAmor, son invisibles,quiero como visibles se
presenten,porque aquellos que umanamente sienten
22. Para la divisin del petrarquismo espaol por generaciones,
recurdese el estudio de Fu-cilla (1960).23. Cabe decir que, segn
Anne J. Cruz, como veremos ms adelante, tambin la cancin XL-VII del
poeta cataln, la primera del libro, puede
asimilarse al proemio de RVF, ya que evoca de modo evidente los
motivos del arrepentimien-to y de la confesin, que, sin embargo,
afloran menos en los sonetos recin mencionados. Cf. Cruz (1989:
175). Al respecto, vanse tambin Cruz (1988 y 1990).
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Boscn ante Petrarca. El proyecto de un cancionero imposible
93
Studia Aurea, 7, 2013
sespanten dacidentes tan terribles.Los casos de justicia ms
horriblesen pblico han de ser; porquescarmientencon ver su fealdad,
y samedrientenhasta los coraones invencibles(XXXI, vv. 1-8)
En una ptica didctica, sus desventuras, equiparadas a crmenes,
han de ser manifiestas (Los casos de justicia ms horribles/ en
pblico han de ser), para que tanta ignominia desencadene el justo
temor. De hecho, en este ltimo detalle insisten tambin los tercetos
del mismo soneto:
por el ancho camino por do fuerentodos vern mi triste monumentoy
vern de mi muertel gran letrero.Temblando quedarn en un
momentocuantos all miraren y leyerenun modo de morir tan
lastimero.(XXXI, vv. 9-14)
La admonicin que el poeta ha repetido varias veces no deja
excusas al lec-tor: quienquiera que conozca el triste monumento que
representa la experien-cia del autor, como l mismo vuelve a afirmar
en el soneto XXXII, debe tenerlo muy en cuenta o, de lo contrario,
aceptar un destino amargo:
los que tras m vernn, si se perdieren,no s cmo podrn ser
disculpados.Morirn a sabiendas, si murieren.Dinos sern de ser al
campo echados,por mano de las gentes que los vierentan adrede morir
desesperados.(XXXII, vv. 9-14, cursiva ma)
En realidad, ya en los tercetos del soneto XXX Boscn, en clara
analoga con el modelo petrarquesco, alude a la vergenza que le
provoca narrar su propia istoria y anuncia sintticamente el tema de
su canto:
yo traigo aqu la istoria de mis malesdonde hazaas damor han
concurrido,tan fuertes, que no s cmo contallas.Yo solo en tantas
guerras fui herido,y son de mis heridas las sealestan feas, que
verguena de mostrallas.(XXX, vv. 9-14, cursiva ma)
Son versos que desde el punto de vista temtico se completan
precisamente en los dos sonetos sucesivos:
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94 Matteo Lefvre
Studia Aurea, 7, 2013
mas convern mostrar mis desventuras;que as sern pagadas mis
locurascon la triste verguena que sintiere(XXXI, vv. 2-4, cursiva
ma);
y:
delante van las penas quen m sientodando nuevas de mi
desasosiego(XXXII, vv. 5-6, cursiva ma).
La parte proemial del cancionero de Boscn respeta los cnones
enunciativos y la mirada retrospectiva fijada por RVF, situando as,
desde el principio, sus poe-mas a la manera italiana en la rbita
petrarquesca. Y ms adelante, precisamen-te en su intento de imitar
lo ms posible al Canzoniere, el autor traza un camino potico a
travs de sonetos y canciones que intenta disear propiamente una
parbola existencial mezclando la tpica con la autobiografa. La
misma solucin del conflicto y de los tormentos amorosos con el
matrimonio, cuyo reflejo es el microcancionero al que hemos aludido
varias veces, de hecho, confirma de modo elocuente la constancia de
una vertiente autorreflexiva y personal. Y los indicios que
denuncian una trayectoria narrativa en los poemas permiten tambin
deter-minar con claridad esos factores de cohesin, en la esfera
textual y macrotextual, que forman la arquitectura temtica y
moralizante de todo el conjunto y hacen que la imitacin del modelo
no se apoye slo en componentes exteriores, forma-les, sino tambin
en el intento, por parte del poeta, de integrar de alguna mane-ra
la imitatio styli con la imitatio vitae.24 Sin embargo, las
referencias a algunos clebres poemas de RVF, si bien condicen con
la estructura progresiva del libro y, por ello, con la
funcionalidad semntica del proyecto de autor, no bastan de por s
para reconstruir con igual realismo una autntica, aunque ficticia,
vivencia humana: la mayora de las veces el universo de imgenes y
episodios creado por Boscn se muestra alusivo e indistinto, faltan
referencias a lo concreto y a la reali-dad y, por lo tanto, tampoco
se siente viva la cruda opresin del sufrimiento. En muchos casos,
las situaciones son estereotipadas y Petrarca parece convertirse ms
en paradigma ineludible que en compaero de viaje.25 A pesar de
todo, algunos
24. Anne J. Cruz considera que tanto Bembo como Boscn
interpretan de manera literal la imitatio vitae: como una narracin
ficticia de la experiencia vivencial del poeta que lleva a una
resolucin palindica. Cf. Cruz (1989: 169). En realidad, segn hemos
dicho y vere-mos en estas pginas, en el caso de Boscn la imitatio
vitae permanece ms que nada a un nivel formal, tpico, y no tiene
nada que ver
con su dimensin espiritual.25. Con referencia a estas ltimas
consideracio-nes, parte de la crtica ibrica ha sostenido con razn
la ausencia de una profundidad real en el cancionero boscaniano.
Valga aqu la opinin de Antonio Prieto, segn el cual lo que le falta
al clima potico general de Espaa es precisamente la adopcin
rigurosa del modelo petrarquesco como historia de un proceso vital,
ms o me-
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Boscn ante Petrarca. El proyecto de un cancionero imposible
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Studia Aurea, 7, 2013
ejemplos ponen de relieve la atencin que, indudablemente, dentro
del Libro II Boscn presta a la disposicin de las composiciones, y
al mismo tiempo de-muestran el deseo de esbozar, aun con todos los
lmites del caso, la historia de un alma, en cuyo mbito la misma
variedad mtrica constituye un anlogon formal de las distintas
etapas de la experiencia humana y potica.
Por ejemplo, el soneto XXXIII, situado inmediatamente despus de
las com-posiciones con funcin de prlogo, anuncia de forma explcita
la voluntad de Boscn de reconstruir retrospectivamente su propia
historia. En los dos cuartetos se describe, pues, el principio de
las aventuras amorosas del poeta, quien parece predestinado, o
mejor, condenado desde la infancia a padecer los ataques de
Amor.
An bien no fui salido de la cuna,ni de lama la leche uve
dexado,cuando el amor me tuvo condenadoa ser de los que siguen su
fortuna.Diome luego miserias duna en unapor hazerme costumbre en su
cuidado;despus en m dun golpe ha descargadocuanto mal hay debaxo de
la luna.(XXXIII, vv. 1-8)
Los versos contienen una especie de breve flashback existencial,
una na-rracin in nuce, pero tambin aqu el anlisis retrospectivo
procede de manera meramente retrica: si Petrarca vuelve atrs en la
memoria hasta el momento del fatdico encuentro con Laura, brindando
al lector detalles cronolgicos precisos y al mismo tiempo
simblicos, vinculados con su experiencia espiritual (Era il giorno
chal sol si scoloraro; Benedetto sial giorno, el mese et lanno;
etc.), Boscn prefiere mantenerse ms anecdtico y fija su condena a
partir de la cuna, au-mentando despus de modo hiperblico la
ejemplaridad de su propio caso. As,
nos autobiogrfico, medularmente centrado en una relacin amorosa
que exige la presencia de una amada a la que dirigirse y que, con
su muer-te, divide la historia en in vita e in morte de la amada.
Cf. Prieto (1984: I, 33). Sin embargo, hay que subrayar que, con
una ptica dema-siado integralista, se corre el riesgo de juzgar
implcitamente desviado o parcial todo intento finalizado a imitar
el modelo de RVF: Prieto ha insistido, por ejemplo, en que el
petrarquismo del autor cataln como el de tantos poetas cor-tesanos,
no era, claro est, un entendimiento del Canzoniere ni un intento de
crear un cancionero propio. Cf. Prieto (1984: I, 64). Por lo tanto,
el paso declarado al petrarquismo, segn Prieto, no comporta, en
Boscn, tampoco una asuncin
del significado profundo de la obra, una iden-tificacin ms o
menos programtica entre su vivencia potica y humana y la
perspectiva del autor italiano. Ms bien, la nica novedad rele-vante
residira solamente en la manera potica, y en todo lo que sta
conlleva: Hay un importan-te cambio del Boscn cancioneril al Boscn
ita-lianizante, mas este cambio, con su repercusin, es solamente
formal, con cuanto la forma exige [...] el poeta cancioneril que
andaba fingiendo amor, amor cortesano, en coplas castellanas, es el
mismo poeta que ahora finge en endecasla-bos, sin que exista una
coherencia interna, un proceso que pudiera ordenarse
secuencialmente, con la recurrencia y progreso de determinados
sintagmas o apelaciones mticas (Ibd.).
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96 Matteo Lefvre
Studia Aurea, 7, 2013
el poeta espaol pierde al mismo tiempo aquel contacto con la
dimensin real que haca ms creble y, a la vez, ms profundo el
itinerario de conversin del poeta italiano.26
En esta perspectiva, tambin la cancin XLVII, aun tratando de
manera lar-ga y tendida sus tormentos, no deja de comunicar cierta
sensacin de artificiosi-dad. La parte narrativa comienza en el v.
91 y alterna referencias a eventos para-digmticos y genricos con
situaciones que, por el contrario, aunque se adhieren ms a la
realidad, quedan bastante lejos de la fuerza realista del
Canzoniere. Ante todo, resulta abstracta la descripcin de la herida
inicial de amor:
cuando el amor cobrno s cmo no v el mal que tena.Tan
cautelosamente me heraque apenas lo senta.(XLVII, vv. 91-94)
Y tambin la parte siguiente, dedicada a la observacin de los
sntomas del enamoramiento, carece de las alusiones a la realidad
puntual:
cosas sin fin, y nuevas,haza no s cmo, sin pensallas.La novedad
ya dellas mespantavay no osava mirallas.[...]Creca el miedo de lo
por venir,y ocorranme mil cosas contadas,questavan olvidadas,por
espantarme y hazerme morir.(XLVII, vv. 106-116)
La conciencia de la naturaleza inexorable e incurable del
sentimiento amo-roso hacia la amada asume, a su vez, un tono
enftico, segn un modelo tpico de la lrica del xv, que se refleja en
la sentencia epigramtica con la que Boscn liquida la cuestin y
acaba por banalizar el tono de toda la cancin:
cuando pude curarme, no lo v;agora que no puedo, lo
entend.(XLVII, vv. 149-150)27
26. En esta clave hay que leer tambin la exage-racin de los vv.
7-8, segn los cuales, y a causa de su inquietud amorosa (cuidado),
sobre el destino de Boscn habra cado todo el mal de este mundo (en
m dun golpe ha descargado/ cuanto mal hay debaxo de la luna).
27. En particular, sobre el carcter arrollador del sentimiento
amoroso, vanse tambin XCIX y, sobre todo, XLI, cuyo primer verso,
adems, es un evidente calco petrarquesco (Dexadme en paz, o duros
pensamientos! = Datemi pace, o duri miei pensieri, RVF,
CCLXXIV).
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Boscn ante Petrarca. El proyecto de un cancionero imposible
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Studia Aurea, 7, 2013
La segunda parte de la misma cancin, que se genera como
consecuencia de la comprensin, por parte del poeta, de su destino
amargo, queda ms vinculada a una dimensin vivencial; sin embargo,
sta tampoco resulta muy definida el nombre de la amada no se
pronuncia nunca y, aparte de algunos decticos (luego, agora, antes,
etc.), falta cualquier tipo de alusin espacio-temporal, y hasta en
los versos donde se analizan el deseo y el temor a declararse y se
describe la confe-sin agitada de los sentimientos (vv. 241-300),
Boscn parece seguir siendo, sobre todo, prisionero del
intelectualismo cancioneril, ya que cede a continuas
interro-gaciones retricas y a razonamientos afectados. Quiz el
aspecto ms interesante y abiertamente petrarquesco de la cancin es
la articulacin del discurso en dos niveles temporales: por un lado,
la narracin en pasado de su propia historia y, por otro, la
reflexin sobre sus vicisitudes y su valor de ejemplaridad en el
tiempo presente, que ocupa ms o menos enteramente los ltimos ciento
cincuenta versos de la composicin (sobre todo a partir del v. 319,
Esto se dize amar...).
No obstante, en general, el cancionero de Boscn, aunque proponga
de vez en cuando una estructura diacrnica, supuestamente in fieri,
se muestra carente de una efectiva coherencia narrativa y de una
autntica evolucin espiritual: por una parte, como decamos, le falta
todo el aparato de referencias concretas a los das, los lugares,
los encuentros, etc., que dan vida autntica al Canzoniere; por
otra, es prcticamente imposible detectar en sus versos las huellas
de una conversin cristiana. En este sentido, la misma cancin CXXX,
de evidente sa-bor petrarquesco, no es ms que un tributo literario
y un requisito que cumplir respecto a un gnero y un modelo. A raz
del doble eplogo de su libro, podra-mos decir que el autor espaol
intenta servir a Dios y al mundo, y esto es lo que hace de su
proyecto lrico un cancionero imposible, lo que inexorablemente lo
aleja de Petrarca, de su compromiso literario y tico. Sin embargo,
esta im-posibilidad no es una peculiaridad del propio Boscn, sino
una caracterstica del petrarquismo en general, que tanto en Italia
como en Espaa, a pesar de la exegesis y la catequesis bembiana,
cada vez ms a menudo toma caminos distintos al del Maestro. As, el
poeta barcelons, con su propuesta lrica y su peculiar hermenutica
petrarquesca, intenta distanciarse, tanto de la tradicin castellana
rumbo al nuevo mundo renacentista e italianizante, como de cierto
exceso terico propio de la poesa y la crtica italianas del primer
cuarto del xvi, ideando y esbozando una ruta personal hacia el
petrarquismo.
A pesar de todo, a lo largo de su cancionero, Boscn tambin
incluye una serie de poemas de arrepentimiento al estilo de RVF,
sin embargo, como hemos dicho, estas composiciones,
independientemente de la postiza oracin final, aluden a una
conversin terrenal y prosaica: la ertica domstica de la unin
conyugal. Si Petrarca, temiendo por su alma, imploraba a la Virgen
misericordia y regeneracin, Boscn invoca y da las gracias a Dios no
slo por haberle alejado de su insana pasin amorosa como unvocamente
requiere la ortodoxia pe-trarquesca, sino tambin por haberle
permitido conocer un amor sano y casto en la paz matrimonial.
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98 Matteo Lefvre
Studia Aurea, 7, 2013
Es lo que se puede vislumbrar ya al principio de su cancionero,
en el soneto xl:
Vime al travs en fuertes penas dado,casi sin vida, y lo dems
perdido;y entonces fui de seso tan cadoquen tanto mal me vstar
descuidado.Hentendido despus tan mal estadocuando las gentes dl
mhan advertido;y as agora, aunquestoy arrepentido,no me contento,
pues tanto he tardado.No tard en entender luego el engao,pero, de
miserable, no queraacabar de creer tan fuerte dao.Venci en fin la
verdad a mi porfay qued confirmado el desengao,tomando nueva vuelta
el alma ma.
El engao amoroso, fuente de pena y perdicin, queda desvelado,
sin embargo, no es un ejercicio personal de autoanlisis lo que le
hace despertar del hechizo (las gentes dl mhan advertido). La
reprensin, pues, llega tarde (vv. 7-8), tal vez porque a la
conciencia de Boscn le falta precisamente otro para-digma tico ms
all del amor humano y terreno, es decir, el anhelo espiritual.
Tambin el ltimo terceto, que establece por fin la victoria de la
verdad respecto a la ilusin, admite una renovacin del alma (tomando
nueva buelta el alma ma), pero el procedimiento se funda en una
retractacin basada en el desenga-o y el sentido comn, y no en
explcitas alusiones a una conversin cristiana, a una Verdad con
mayscula.
Sin detenernos ahora en los sucesivos poemas de arrepentimiento
que apa-recen en la parte central del Libro II (XLI, LXVIII, etc.),
parece que a partir del soneto c se percibe en los versos de Boscn
una atmsfera de cambio y (lai-ca) renovacin. Este soneto es
complejo y, como ha observado Caravaggi, est dotado de una
bivalenza semantica,28 ya que posee un significado literal y otro
alegrico/simblico.
En alta mar ronpidost el navocon tempestad y temeroso
viento,pero la luz que yamanecer siento,y aun el cielo, me hazen
que confo.Lastrella con la cual mi noche guo,a bueltas de mi triste
lasamiento,alo los ojos por miralla atento,y dize que, si alargo,
el puerto es mo.
28. Cf. sobre todo Caravaggi (1971: 126). Segn Caravaggi, adems,
el modelo efectivo de
este soneto sera RVF CLXXXIX (Passa la nave mia colma
doblio).
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Boscn ante Petrarca. El proyecto de un cancionero imposible
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Da luego un viento que nos da por popa;a maner de nubes vemos
tierra;y rato ya que dizen que la vimos.Ya comenamos a enxugar la
ropa,y a encarecer del mar la brava guerra,y a recontar los votos
que hezimos.
Al evento real de la supervivencia al naufragio, segn el topos
clsico, se aade el naufragio simblico del alma en tempestad que al
final encuentra paz. Se trata, pues, de una salvacin fsica y moral,
sin embargo, la dimensin tica no implica de por s una conversin
espiritual y, en particular, religiosa. Adems, las compa-raciones y
similitudes martimas son bastante frecuentes en Boscn,
especialmente en la seccin inspirada por el amor a su esposa:29 el
puerto seguro, entonces, la paz que el poeta alcanza, no es aquella
que slo Dios concede a sus hijos, como quera Petrarca, sino del
hogar domstico,igualmente mente digna y aceptada.
Adems, el poeta confiesa a menudo la dificultad de un cambio
autntico y duradero: es lo que destaca en las canciones CIII y CIV,
en las que predomina una dimensin autorreflexiva. En la segunda, en
especial, el balance de la vivencia ertica del autor se describe
segn el criterio de una experiencia ya terminada (abundan los
tiempos en pasado absoluto, por ejemplo, y sin salirnos de la
esfera formal, en la parte ms significativa de la composicin):
en otro tiempo, pues, pas mi vidade tal suerte que,n fin, yo la
pasavaconcertndome en m con mis tormientos.(CIV, vv. 46-48, cursiva
ma)
El soneto CXIII completa la serie de poemas que someten a examen
la aven-tura venrea de Boscn y que declaran, ms o menos
abiertamente, la renuncia de ste a las pasiones del pasado. Su
posicin y su contenido son ambos estratgicos: desde el punto de
vista estructural, el poema introduce la corona de sonetos del amor
casto; desde el punto de vista semntico, enlaza tambin con el
primero de stos, que celebra sin rmora el renovado horizonte
conquistado por Boscn y por su canto. En efecto, precisamente en el
soneto CXIV la renuncia a los dolores y a las antiguas seducciones
de Eros se cumple por medio de una convencida eleccin del amor
conyugal, un amor pacificado que colma de alegra y quietud al
poe-ta.30 As, Boscn, abriendo su singular microcancionero
matrimonial, proclama
29. Vid. tambin RVF CVII; CXVI; e CXXIII.30. Como afirma
acertadamente Parducci, los versos dedicados al amor por la esposa
anali-zan, de manera sustancialmente unvoca y a veces hasta
monocorde, el tema del contrasto costante fra la felicit dellamore
presente e la
infelicit dellamore ben morto. Cf. Parducci (1952: 27). Por otro
lado, las cualidades esen-ciales de este nuevo amor, ms all de la
mo-notona tonal y temtica, estn ligadas a la es-fera del sosiego,
de la calma, tras tantos aos de vanas aflicciones.
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100 Matteo Lefvre
Studia Aurea, 7, 2013
inmediatamente su nueva conquista tanto en el plano moral como
potico, y los clebres primeros versos del soneto sintetizan
precisamente esta doble perspectiva:
otro tiempo llor y agora canto,canto damor mis bienes
sosegados(CXIV, vv.1-2)
Los sollozos dejan aqu espacio a la tranquillitas animi y a la
serenidad amoro-sa. Los versos estn inspirados por un universo de
pureza y profunda satisfaccin:
agora empiea Amor un nuevo canto,llevando as sus puntos
concertados,que todos, destar ya muy acordados,van a dar en un son
sabroso y santo.(CXIV, vv. 5-8)
La razn vence a la pasin y el nuevo sentimiento no slo es fuente
de placer y felicidad, sino que tambin resulta absolutamente lcito
(miscere utile dulci...) en la perspectiva moral y civil:
Razn junt lonesto y deleitable,y destos dos naci lo
provechoso,mostrando bien de do engendrado fue.(CXIV, vv. 9-11,
cursiva ma)
En efecto, en los poemas sucesivos, con frecuencia el registro
lrico encuentra el campo semntico de la dulzura,31 como demuestra
el ncipit del soneto CXVI:
amor memba un dulce sentimiento;
y, sobre todo, el soneto CXIX, que a travs de una serie de
anforas corrobora el goce profundo y el sosiego que el nuevo y
dulce sentimiento confiere al autor.
Dulce reposo de mi entendimiento;dulce plazer fundado sobre
bueno;dulce saber que de saber soy lleno,pues tengo de mi bien
conocimiento.Dulce gozar dun dulce sentimiento,viendo mi cielostar
claro y sereno,y dulce rebolver sobre mi seno,con firme concluir
questoy contento.Dulce gusta dun no s qu sin nombre,que Amor dentro
en mi alma poner quiso,cuando mi mal san con gran renombre.
31. Sobre el tema de la dulzura en la parte conclusiva del
cancionero de Boscn, vase tambin Armisn (1982: 402).
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Boscn ante Petrarca. El proyecto de un cancionero imposible
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Studia Aurea, 7, 2013
Dulce pensar questoy en paraso;sino que,n fin, macuerdo que soy
hombre,y en las cosas del mundo tomo aviso.
Y la correspondencia entre marido y mujere es precisamente lo
que ms contribuye a ese estado de gracia presente ya en la vida y
en la poesa de Boscn:
antes tern qu cante blandamente,pues amo blandamente y soy
amado(vv. 1-2);
as yo de ver quien me ama y a quien amo,en mi cantar tern gozo
contino.(vv. 13-14)
Si en la primera parte del Libro II predomina el campo semntico
de la inquietud y del sufrimiento, en esta singular seccin
recurren, para la definicin de Amor, adjetivos que evocan la esfera
de la tranquilidad, la dulzura, el goce, as como la licitud y la
moralidad. En el primer terceto del soneto CXIV, por ejemplo, es
curioso notar que el poeta cataln evoca y revisa, a la luz de lo
que estamos diciendo, uno de los conceptos fundamentales de la
reflexin renacen-tista, es decir, la doctrina de utile dulci: el
contacto de los trminos honesto y deleitable confirma, en ltima
instancia, la modernidad de la propuesta de Boscn, en la que el
amor, en vez de ser totalmente rechazado, como predicaban Petrarca
y sus epgonos ms devotos, queda recuperado y ennoblecido con vistas
a una definicin completa de la persona, segn quera la doctrina
neoplatnica y cortesana. En los catorce poemas que forman el elogio
del amor conyugal, pues, de forma anti-petrarquesca (y
anti-metafsica), el poeta espaol consigue recuperar el sentimiento
amoroso en una dimensin no slo serena y sosegada, sino tambin
moralmente digna para la vida del hombre.
Por todo ello, la tesis de Boscn se basa en la certeza de que el
amor terrenal no aleja al ser humano de su Creador; al revs, el
mismo Dios es mensajero y artfice de la riqueza duradera que mana
de este sentimiento. Es lo que podemos notar, por ejemplo, en el
soneto CXVIII:
un nuevo Amor un nuevo bien mha dado,illustrndomel alma y el
sentido,por manera que a Dios ya yo no pidosino que me conserve en
estestado.(CXVIII, vv. 1-4);
y ms an en el CXXVII:
El casto Amor, que Dios del cielo emba,le dixo en ver la pena
que pasava:Suelta tus pies, tus manos te destrava,toma tu lecho a
cuestas y haz tu va!
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102 Matteo Lefvre
Studia Aurea, 7, 2013
Bolv luego a mirarme y vime sano,[...]O poder eternal y
soberano!Quin sanar con propia diligenciasi la salud no da tu larga
mano?(CXXVII, vv. 5-14)32
Al acabar su corona matrimonial, Boscn introduce tambin un
segundo eplogo, que concluye el Libro II33 con un homenaje a la
tradicin petrarquista: la cancin CXXX, dirigida al Padre celeste.
La nueva poesa a la manera italia-na siente, pues, la necesidad de
volver a su inspirador, a Petrarca, su modelo y numen: a pesar de
la celebracin del eros conyugal, el autor no se exime de cerrar su
florilegio potico con un xplicit petrarquesco, legtimo y ortodoxo
y, sobre todo, bien identificable. Estos versos, como en Bembo y
Della Casa, responden a una exigencia estructural precisa, a una
circularidad34 de la que ningn petrar-quista puede prescindir a la
hora de componer su cancionero. Sin embargo, como ya hemos
resaltado, esta oracin final no puede no resultar una retractacin
arti-ficiosa y exclusivamente literaria, ya que para Boscn la nica
conversin posible (y experimentada) respecto a la loca pasin del
pasado se reduce a la conquista de otro tipo de amor, ms puro y
delicado pero igualmente terrenal.
A pesar de ello, si analizamos la cancin CXXX, Boscn sigue de
forma atenta el modelo petrarquesco. Hace referencia al sentido del
pecado y de la culpa y, por ejemplo, recurre varias veces al trmino
error en la acepcin pre-dilecta por el autor del Canzoniere:
duraron largo tiempo estos errores(CXXX, v. 46);
pues T, Seor, olvidastu perjuicio de mi culpa clara(CXXX, vv.
87-88);
mis errores ver, mas ya los veoy entiendo bien el vano
fundamentosobrel cual levantava mi cuidado(CXXX, vv. 106-108).
Asimismo, el poeta invoca al Omnipotente para que lo libere de
su insana pasin, escudrindola y deplorndola precisamente para
exaltar la grandeza del perdn divino:
32. Ntese el eco evanglico que aparece abier-tamente en el
imperativo divino de los versos 7-8.33. Los sonetos CXXVIII y
CXXIX, compues-tos en ocasin de la muerte de su amigo Garci-
laso, no hay que considerarlos en esta trayectoria, pues estn
ligados a dicha circunstancia luctuosa y, por tanto, separados del
andamiento general.34. Cf. Armisn (1982: 405).
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T, Dios, con tu sentenciamenterrasten dolores tan
continuos,porque despus me diese tu clemenciaque otro Lzaro fuesen
tu presencia.(CXXX, vv. 72-75)
Y para ilustrar la autntica regeneracin de su persona, en la
conclusin de su parbola, Boscn se compara hasta al Lzaro evanglico,
confirmando, una vez ms, el valor de exemplum que debera asumir su
vivencia para los lectores:
Lo que puedo mostrar a todo el mundoes que me perd yo en este
camino,y que anduve por l siempre perdido.[...] ms vino,primero que
del todo anocheciese,quien con la gracia del poder divinoel error
me quit y el desatino.(CXXX, vv. 136-150)
Gracias a esta cancin de arrepentimiento y los ejemplos se
podran mul-tiplicar Boscn reproduce una estructura cerrada, cclica,
inspirada en RVF, cuya esencia se anuncia ya a partir del
soneto-prlogo. As, la composicin final corrobora el motivo con el
que el autor haba abierto su cancionero, es decir, la advertencia y
enseanza al lector a travs de la dramtica historia de su alma,
desde la depravacin hasta la conversin y salvacin por medio de la
gracia divi-na. De este modo, Boscn intenta situar sus poemas a la
italiana en el cauce del petrarquismo oficial, bembiano, que, como
hemos dicho varias veces, se plantea tanto la imitatio styli como
la imitatio vitae, la capacidad de narrar en poesa una experiencia
autntica y autobiogrfica similar a la del Maestro, ejemplar y
exhaustiva de la inquietud humana. Sin embargo, segn lo que hemos
indicado hasta aqu, este intento aparece torpe o, por lo menos,
artificial y hasta ambiguo con respecto al canto feliz y sosegado
de sus rimas matrimoniales; es la prueba de la imposibilidad, para
el poeta espaol, de recrear un cancionero tica y est-ticamente
compatible con la propuesta ms radical de RVF.
El Libro II termina, pues, como haba comenzado, en nombre de
Petrar-ca, padre y modelo absoluto; sin embargo, en el caso de
Boscn, la paternidad se reconoce slo en la faceta literaria,
funcional, digamos promocional. El home-naje a la imitatio vitae,
ms que nada, es como una garanta de dignidad y xito potico, y no
una mera afinidad de carcter axiolgico, ya que la visin del
es-critor espaol en el fondo difiere de la petrarquesca: para
Boscn, el sentimiento amoroso no es fuente exclusiva de sufrimiento
y perdicin, y solamente hay que dirigirlo y administrarlo mejor;
por el contrario, para el autor del Canzoniere, cualquier forma de
amor, al estar dirigida a un objeto terrenal y, por ello, efme-ro,
distrae al hombre de su itinerario hacia Dios y slo puede
comprometer su
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salud espiritual. Adems, cabe decir que sucesivamente, por lo
general, el petrar-quismo hispnico no sigue ni el riguroso camino
cristiano diseado por RVF ni la trayectoria burguesa y apaciguadora
que el poeta cataln delinea en su libro: de hecho, los poetas
italianizantes, empezando por el mismo Garcilaso, parecen no
preocuparse demasiado por los problemas inherentes a la imitatio
vitae en su versin ms fiel, ni se refugian en absoluto en
soluciones y frmulas edificantes al modo de Boscn. La primera
generacin petrarquista, en efecto, deja de lado el compromiso
espiritual y teleolgico del Maestro, mientras se aprovecha sobre
todo de su repertorio lxico y mtrico, estilstico y temtico, dando
vida a una nueva poesa, que no es slo lrica, conjugando
precisamente los elementos de clara ascendencia petrarquesca con
los nuevos motivos y las nuevas formas del Renacimiento literario
europeo. Y en esta oscilacin constante y duradera entre observancia
e independencia respecto al modelo, el cancionero imposible de
Boscn se hace esencial tanto para introducir y promocionar en Espaa
la nueva poesa, como para mostrar todos los lmites y, al mismo
tiempo, los infinitos recursos lingsticos, estilsticos, rtmicos y
hermenuticos de la imitacin del Canzoniere.
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